Está en la página 1de 2

Texto: Felipe Solís y

Ángel Gallegos

Amanecía en México-Tenochtitlan y el sol comenzaba a


iluminar los jardines del palacio por donde paseaban el
tlatoani Huehue Moctezuma Ilhuicamina, supremo jerarca,
y el cihuacóatl Tlacaélel, mientras evocaban el legendario
y penoso recorrido que habían llevado a cabo sus
ancestros desde el lejano Aztlán hasta el sitio donde
encontraron el símbolo anunciado por Huitzilopochtli, su
dios patrono: un águila parada sobre un nopal, con las
alas extendidas, señalando el punto donde debían detener
su marcha y fundar lo que sería la capital de su imperio;
este hecho ocurrió a principios del siglo XIV de la era
cristiana.

Moctezuma y Tlacaélel se detuvieron en una de las


terrazas del palacio para contemplar la gran extensión y
belleza que había alcanzado la urbe gracias a las victorias militares y a la imposición
del tributo sobre los pueblos vencidos. Satisfechos ante tal escena y sabedores del
poder y la supremacía del pueblo mexica, entre ambos decidieron organizar una
caravana integrada por sacerdotes y hechiceros, la cual tendría el cometido de
retornar a Aztlán.

Tiempo después, cuando el grupo escogido se reunió con los dirigentes, sobrevino la
discusión acerca de la ruta que debía seguirse para llegar al sitio desde donde partió
la migración, suceso que según los documentos ocurrió en el año 1-Pedernal, es
decir en el 1116 del calendario gregoriano.

Sacerdotes y hechiceros pensaron entonces que si realizaban


el recorrido en sentido inverso al de la peregrinación relatada
en los códices, arribarían sin problemas a Aztlán que, se decía,
estaba en la región del color blanco, descrita metafóricamente
como el "lugar de las garzas". El grupo tenía la misión de llevar
valiosos presentes de plumería multicolor y ornamentos de oro
y jade a los parientes que se habían quedado allí, y de
invitarlos a irse a vivir a México-Tenochtitlan con las
comodidades y holguras que ahora disfrutaban sus habitantes.

Para la época de Moctezuma y Tlacaélel, a mediados del siglo


XV, ninguno de los peregrinos originales vivía, mas el relato del
viaje había sido registrado en los códices, de los cuales el más
conocido es la Tira de la Peregrinación, documento elaborado
en papel amate que se dobla a manera de biombo. El relato
pintado en el tradicional tipo de escritura de la época combina
la secuencia de numerales que indica los años transcurridos, los nombres de los
sitios por donde pasaron y se establecieron temporalmente los migrantes, y los
principales acontecimientos que ocurrieron durante el viaje.

En la reconstrucción del viaje, Tula, la ciudad fundada por Quetzalcóatl, era la


primera localidad que podían ubicar con precisión los hechiceros y sacerdotes; de ahí
en adelante, según el relato del recorrido, los peregrinos se establecieron en veinte
sitios más antes de encontrar los islotes donde fundaron su ciudad.
Para los enviados de Moctezuma la tarea parecía fácil; sin
embargo, no fue así. De Tenochtitlan a Tula el viaje se
llevó a efecto sin mayor incidente, pero de allí en adelante
sólo contaban con el terrible vacío de la fábula y el mito,
por lo que echando mano de sus poderes ocultos los
enviados se transformaron en animales feroces y así
completaron su periplo, arribando finalmente a Aztlán.

"Sean bienvenidos, hijos", dijo Coatlicue a los sabios y


hechiceros, quienes ante la mirada de la anciana se
postraron y besaron sus manos. "El que acá nos envía es
tu siervo, el rey Moctezuma y su fiel consejero Tlacaélel,
con la gran misión de que buscásemos el lugar original
donde habían habitado nuestros antepasados, para que
supieses cómo él, en nombre de tu hijo Huitzilopochtli,
gobierna y rige al mundo conocido en la gran ciudad de México".

Llorando de alegría, Coatlicue recibió los presentes enviados y les entregó a cambio
tres prendas textiles, una para Moctezuma, otra para Tlacaélel, y una más para el
dios sol, Huitzilopochtli.

A su regreso, ya en México-Tenochtitlan, los viajeros relataron sus aventuras al


gobernante, quien entonces comprendió que Aztlán no se ubicaba en ningún punto
de la geografía conocida: su lugar estaba, ahora, en los terrenos de la leyenda.

Fuente: Pasajes de la Historia No. 1 El reino de Moctezuma / agosto 2000

También podría gustarte