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Homeopatía

Dr. Pablo Korovsky

Parte 9 - Miasmas
Miasmas
Se entiende por miasma a ciertas cualidades y tendencias globales que adquiere el desequilibrio
de la energía vital.

Se trata de una concepción original que la homeopatía ha introducido en la comprensión de las


enfermedades.

La gran mayoría de los padecimientos que cada sujeto presenta a lo largo de su vida depende de
su terreno constitucional, en términos homeopáticos de las características de su desequilibrio en
la energía vital o en otras palabras, su miasma crónico.

Este terreno constitucional o miasmático, vinculable en buena medida a las denominadas


características genéticas individuales, puede dar lugar a diversas enfermedades crónicas y agudas.

Los miasmas crónicos son entonces, patrones persistentes de distorsión de la energía vital, que
habitualmente se prolongan o profundizan en el tiempo.

No necesariamente expresan enfermedades clínicas constituídas, puede tratarse de síntomas


aislados, rasgos de carácter u otras cualidades que imprimen al sujeto una particular tendencia
general.

Se consideran tres grandes miasmas crónicos o tendencias constitucionales:

1) Hacia la excitabilidad funcional o miasma de la Psora.

2) Hacia la hipertrofia o miasma de la Sicosis.

3) Hacia la destrucción o miasma de la Sifilis.

La Psora o miasma de la excitabilidad funcional, del griego y hebreo: mancha, prurito, expresa
como característica central una hipersensibilidad en todos los terrenos.

Las alergias cutáneo mucosas son una manifestación clásica de la Psora.

En el plano mental y emocional, la ansiedad, la angustia, los temores y otras vivencias como la
falta de confianza o la minusvalía son manifestaciones esencialmente psóricas.

La Sicosis se expresa como una distonía en más, pero en este caso hacia la hipertrofia, el
agrandamiento, la neoformación orgánica o tumoral, no ya como un fenómeno funcional.
Históricamente fue asociada a la enfermedad venérea de la blenorrea, siendo el resto de sus
manifestaciones, secundaria a su desarrollo y progresión en el organismo.

Desde las verrugas, hasta los tumores u otra hipertrofia orgánica, como la obesidad, señalan la
presencia de este miasma.

La ambición desmedida, una actitud prepotente o dictatorial, una crisis maníaca son expresiones
que ejemplifican el miasma Sicosis en el plano mental.

Es oportuno aclarar que el término psicosis de la psiquiatría, que alude a la pérdida de criterio de
realidad, no tiene que ver con el de sicosis utilizado en este caso.

No obstante una crisis psicótica o delirante con elementos maníacos o de grandeza, muestra a su
vez, un perfil miasmático sicótico, desde el punto de vista homeopático.

La Sífilis o miasma destructivo expresa como característica central la tendencia a la destrucción.

Históricamente se la vincula con la enfermedad venérea sífilis, siendo el resto de sus


manifestaciones, secundaria a su desarrollo miasmático.

Desde la úlcera genital de la enfermedad venérea sífilis, la emaciación o adelgazamiento extremo,


así como toda manifestación de destrucción orgánica denota esencialmente la presencia del
miasma destructivo.

De igual manera expresa en el plano mental la característica destructiva: la violencia, la burla hacia
otros, al suicidio u homicidio, son algunos ejemplos.

El pensamiento homeopático contemporáneo, con autores como Tomás Pablo Paschero y


discípulos de su escuela como Zalman Bronfman, Eugenio y Marcelo Candegabe, Juan Schaffer,
Luis Detinis, María Clara Bandoel, entre otros, entiende en gran medida el desarrollo miasmático
como una tendencia reactiva de cada individuo frente a su debilidad original psórica.

La psora es según Hahnemann el gran miasma de origen, generador de la gran mayoría de las
enfermedades.

La psora es comprendida como la vulnerabilidad esencial, la indefensión particular con que cada
individuo viene al mundo, su peculiar disposición a sufrir, mental, emocional y físicamente y esto
se expresa a la vez en las características de los distintos remedios homeopáticos.

Algunos sujetos intentan compensar su fragilidad psórica original a través de mecanismos


reactivos, pero habitualmente estos resultan a la vez un patrón distorsionado, miasmático.

Así la reactividad sicótica es hacia la hipertrofia, mental o física, mientras que la sifilítica hacia la
destrucción.

Todos intentos fallidos de neutralizar la carencia psórica básica.


Un sujeto que en su psora siente un profundo vacío y falta de confianza, puede que en su
reactividad sicótica aparezca como una persona muy ocupada y exigente, o en su faceta reactiva
silfilítica como depresiva y con intención de terminar con su vida.

Ambas son tendencias reactivas, pero distorsionadas, que mantienen en la profundidad la


condición psórica inmodificada.

Si bien puede predominar una tendencia en particular, generalmente existen aspectos de los tres
miasmas en todos los individuos.

Existen pacientes con características psóricas que responden muchas veces al mismo remedio
constitucional en sus tendencias sicótica o sifilítica.

En esos casos podemos hablar del medicamento simillimum del paciente, es decir el mas similar
que logra equilibrar su energía vital.

Destaco en esta situación tratarse del medicamento simillimum del paciente, y no solo de un
cuadro puntual, ya que el mismo remedio logra cubrir terapéuticamente distintos circunstancias
patológicas que ese paciente puede padecer, aún en diferentes fases miasmáticas.

En otros pacientes es necesario recorrer diversos remedios en el camino hacia la curación.

Desandar los patrones reactivos distorsionados hasta rencontrarse con las raíces psóricas, a
pesar de que parezca en cierta medida una regresión, es una señal de buena evolución.

Desde allí, el proceso curativo apuesta entonces a construir una condición de crecimiento mas
equilibrada y genuina.

La concepción miasmática viene de la mano del descubrimiento de la Ley de curación y de la


supresión, formando todo parte de una misma comprensión.

Al inicio del descubrimiento del método homeopático, Hahnemann prescribía por algunos
síntomas relativamente aislados, obteniendo éxito en muchas ocasiones. No obstante, observaba
que especialmente en pacientes crónicos no obtenía los mismos resultados.

Luego de años de reflexionar en su método, encontró que al incorporar en su análisis los


síntomas mas característicos, pero de la totalidad del individuo en su conjunto, mental y física, los
pacientes comenzaban a mejorar de sus dolencias crónicas, poniendo en marcha la ley de curación
o Ley de Hering , comentada anteriormente.

Observó entonces un movimiento de síntomas, como el desplazamiento hacia la superficie o la


reaparición transitoria de síntomas antiguos, lo que ponía en evidencia que dichas expresiones del
desequilibrio vital no habían sido curadas, sino solo localmente suprimidas.

Al final de este proceso, la mayoría presentaba una erupción en la piel que asemejaba a las
primeras manifestaciones sufridas en la niñez, que habían sido de alguna manera suprimidas
localmente.
Finalmente la erupción desaparecía dejando libre al paciente de síntomas.

Esta evolución denominada ley de curación o de Hering, como dijimos, pone de manifiesto que el
desequilibrio de la energía vital presenta infinidad de expresiones clínicas pero todas responden al
mismo origen o miasma, cuyo síntoma inicial y mas superficial aparece en la piel, de allí toma el
nombre de psora en referencia a un primitivo prurito o mancha.

Esta visión miasmática nos permite abarcativamente comprender fenómenos actuales

como la explosión de la violencia o la polarización del poder, donde claramente se expresa la


hipertrofia y la destrucción miasmática presente como profundización del desequilibrio de la
energía vital en el conjunto de los seres humanos como sociedad.

Enfermedades agudas

Existen distintas clases de cuadros agudos:

Algunos son descompensaciones de enfermedades crónicas, es decir, dependen del miasma


crónico que padece el paciente.

Otros cuadros agudos, son explosiones pasajeras de la psora latente, es decir psora no
desarrollada, como lo llamaba Hahnemann, que se hace manifiesta en determinadas
circunstancias, volviendo luego a su estado latente o de salud.

Otros son los denominados miasmas agudos, que representan las enfermedades epidémicas,
que atacan a un conjunto de personas en un tiempo y lugar.

Otro grupo al que Hahnemann denominó intercurrentes, son cuadros agudos que se dan en
personas que padecen algún trastorno crónico, pero que no tienen que ver con ellos, no se trata
de empujes agudos del cuadro crónico, sino como señala el término son intercurrencias.

Están también las llamadas indisposiciones que son cuadros agudos de carácter leve, vinculados
con circunstancias tales como desarreglos alimenticios, climáticos, emocionales, etc que
generalmente se resuelven espontáneamente sin necesidad de recurrir a medicación
homeopática, mas allá de algunas medidas de carácter general e higiénico dietéticas.

Podemos señalar otras circunstancias agudas como aquellas derivadas de la Ley de curación o de
una agravación homeopática, que deben contemplarse como parte del proceso de curación.

Al tratar un cuadro agudo, también se aborda el conjunto, en oportunidades es una nueva


totalidad la que se manifiesta, pero siempre es una unidad integrada.
Así luego de pasado el cuadro crítico, podemos evaluar si el paciente está igual, mejor o peor que
antes.

Por ejemplo si un niño luego de haber sido tratado por una inflamación de garganta, comienza
con trastornos de conducta sin otra causa que lo justifique, probablemente se produjo una
supresión, se internalizó el desequilibrio de la energía vital hacia un sector de mayor compromiso,
trasladándolo en parte al plano mental.

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