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¿Quiénes son los hijos de Dios en Génesis 6?

19 FEBRERO, 2020  |  William F. Cook



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BIBLIA Y TEOLOGÍA

¿Quiénes son los hijos de Dios en Génesis 6?


William F. Cook ofrece una explicación bíblica sobre a quién se refiere la Palabra cuando habla de los “hijos de
Dios” en Génesis 6 basado en pasajes de 1 y 2 de Pedro y Judas.

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La interpretación de Génesis 6:1-4 es difícil y controversial. El debate se centra en la interpretación de la frase “hijos de
Dios”. ¿Quiénes son? La pregunta crucial es si la frase se refiere a seres humanos o a seres espirituales (demonios).

El pasaje completo dice:

“Aconteció que cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la superficie de la tierra, y les nacieron
hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron para sí mujeres de entre
todas las que les gustaban. Entonces el Señor dijo: ‘Mi Espíritu no luchará para siempre con el hombre, porque
ciertamente él es carne. Serán, pues, sus días 120 años’. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también
después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos. Estos son los
héroes de la antigüedad, hombres de renombre”.

Opción 1: Hijos de Dios = Hijos de Set


Un punto de vista entiende a los “hijos de Dios” como descendientes de Set. En esta interpretación los descendientes
piadosos de Set fueron embriagados por la belleza de las mujeres descendientes de Caín, casándose así con aquellos
que habían rechazado a Dios, cometiendo una maldad mayor.

La evidencia más fuerte para esta posición se encuentra en Génesis 4-5, que describe dos líneas de descendencia de
Adán: una a través de Caín y la otra a través de Set. En el Antiguo Testamento, el pueblo del pacto de Dios a veces es
referido como los hijos de Dios (Dt. 14:1; Jer. 3:19), aunque la frase precisa “hijos de Dios” nunca se usa en referencia a
Caín y Set. Si el punto de vista Setita es correcto, esto podría explicar por qué Dios más tarde prohibió a los israelitas
casarse con mujeres cananeas (Ex. 34:16; Dt. 7:3).
La frase ‘hijos de Dios’ se usa claramente en otras partes para las
huestes angélicas en la corte celestial de Dios.

Opción 2: Hijos de Dios = Ángeles caídos


La interpretación más antigua, y probablemente la más asumida, es que los “hijos de Dios” son ángeles caídos
(demonios). Esta fue la interpretación más favorecida en el judaísmo antiguo y en la iglesia primitiva (ver 1 P. 3:19-20; 2
P. 2:4; Jud. 6). La frase “hijos de Dios” se usa claramente en otras partes para las huestes angélicas en la corte celestial de
Dios (cf. Job 1:6; 2:1; 38:7). Además, el narrador parece contrastar “hombre” e “hijas del hombre” con los “hijos de Dios”
en Génesis 6:1-2.

Esta posición no está exenta de dificultades, sin embargo, la más sustancial de ellas es la idea de que los ángeles caídos
sostengan relaciones físicas con las mujeres. Las Escrituras dan ejemplos de ángeles que se ocupan en actividades
humanas tales como comer (Gn. 18:1 -2, 8; 19:1, 5), ¡pero ciertamente las relaciones sexuales son un paso más allá! Jesús
hace un punto similar en Mateo 22:30: “Porque en la resurrección, ni se casan ni son dados en matrimonio, sino que son
como los ángeles de Dios en el cielo”.

¿Cuál es la correcta?
A pesar de las obvias dificultades de la segunda interpretación, creo que la evidencia apunta ligeramente a su favor,
principalmente porque tanto Pedro como Judas parecen haberla mantenido.

En 1 Pedro 3:18-22, Pedro se refiere a los espíritus encarcelados porque desobedecieron en los días de Noé (1 P. 3:19-
20). Aunque disputada, la palabra “espíritus” probablemente se refiere a espíritus malignos (ver Mt. 8:16; 12:45; Lc.
4:36; 10:20; Hch. 19:12-16). La conexión de estos espíritus con los días de Noé apunta fuertemente a Génesis 6. La idea
de que estos “espíritus encarcelados” son ángeles caídos es confirmada por pasajes similares en 2 Pedro y Judas.

En 2 Pedro 2:4-10, por ejemplo, el apóstol cita tres ejemplos del Antiguo Testamento del juicio de Dios como una
advertencia para los falsos maestros. Primero están los ángeles caídos que están encadenados y esperan juicio final (2 P.
2:4). Los ejemplos segundo y tercero son el diluvio en los días de Noé (2 P. 2:5; cf. Gn. 6-8) y la destrucción de Sodoma y
Gomorra (2 P. 2:6; Gn. 19). Dado que los ejemplos segundo y tercero no solo vienen del Génesis sino que también se
enumeran en orden cronológico, tiene sentido ver el primer ejemplo como también proveniente del Génesis. (Después
de todo, Génesis 6:1-4 viene justo antes de la narración del diluvio). Puesto que los ángeles son seres espirituales, la
referencia de Pedro a ser “encadenados” no se refiere a cadenas físicas, sino más bien a una limitación de su actividad,
presumiblemente para evitar que vuelvan a caer en tal maldad.

Judas, como Pedro, proporciona tres ejemplos del Antiguo Testamento del juicio de Dios (Jud. 5-7). A diferencia de
Pedro, él no menciona la inundación ni los coloca en orden cronológico. Aún así, Judas 6 es paralelo a 2 Pedro 2:4 y
parece ser una alusión a Génesis 6:1-4. Estos ángeles demostraron orgullo pecaminoso al dejar su señorío original y
abandonar su morada legítima. Ahora están siendo “mantenidos en prisiones eternas” hasta el juicio del gran día. La
comparación con los hombres de Sodoma y Gomorra en Judas 7 (“así también como Sodoma y Gomorra… se
corrompieron y siguieron carne extraña”) implica que este fue también el pecado de los ángeles en Judas 6.

¿Cómo es esto posible?


Es cierto que estos pasajes no proporcionan una respuesta definitiva en cuanto a cómo los seres espirituales podrían
tener relaciones sexuales con mujeres. Pero a la luz de los ejemplos que vemos en el Nuevo Testamento, parece mejor
suponer que estos espíritus malignos tomaron posesión de los cuerpos de hombres malvados y los usaron para sus
propios propósitos pecaminosos.
El Nuevo Testamento nos da ejemplos claros de demonios, e incluso Satanás mismo, que habitan seres humanos y
hacen que actúen de maneras horribles. Por ejemplo, el endemoniado Gadareno se comporta de manera incontrolable
con fuerza sobrehumana (Mr. 5:1-20). Separar las acciones del hombre de las acciones del demonio es, en tales casos,
casi imposible. Judas también se comportó de una manera que lo hizo culpable por su pecado, aunque Juan deja claro
que Satanás había entrado en él (Jn. 13:27).

Por supuesto, puedo estar equivocado, y la interpretación setita puede ser la correcta después de todo. Ciertamente
concedo que la perspectiva antigua parece extraña a nuestros oídos modernos. Pero como Pedro y Judas parecen
haberlo sostenido, me parece la mejor interpretación de Génesis 6:1-4. Sin embargo, independientemente de la
interpretación correcta, el punto principal es claro: la humanidad estaba cayendo cada vez más profundamente en el
pecado y corriendo cada vez más lejos de Dios.

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