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Duda

Para otros usos de este término, véase Duda (desambiguación).

La duda puede proyectarse en los campos de la decisión y la acción, o afectar únicamente a la


creencia, a la fe o a la validez de un conocimiento. Si le antecede una "verdad"
convencionalmente aceptada, la duda implica inseguridad en la validez de ésta.

Cuando la duda se acepta como ignorancia puede ser fuente de conocimiento por el estudio y
la crítica

René Descartes o, traducido hasta hace poco al español como Renato Descartes, (también
conocido con el nombre latino de Cartesius) es quien inaugura en la filosofía un movimiento
tendente a esclarecer las ideas de otros filósofos. Se hizo la pregunta de si es posible un
verdadero conocimiento entendiendo por tal aquel del cual no podemos tener la menor duda
de su claridad. A partir de esto se establece la duda metódica como herramienta al permitirle
dudar de todo cuanto existe; de este constante dudar logra establecer que puede dudar de todo
menos de su yo duda es decir de que su ego existe indubitablemente y ese ego tiene una base
concreta en lo real (Véase: cogito ergo sum).

La duda cartesiana

Artículo principal: Duda metódica

Los argumentos escépticos que enfrenta Descartes parecen estrambóticos, vistos desde la vida
cotidiana y el sentido común. Pero Descartes no parece haber confundido el conjunto de
creencias y convicciones que a las claras parecen indispensables para orientarnos en la práctica,
con los criterios de la investigación filosófica. Esto puede apreciarse en la distinción que
establece Descartes, entre las Reglas del Método (Discurso, 3) y las Reglas de la "moral
provisional"

La investigación, que es una tarea práctica y se desarrolla en el ámbito general de la vida, tiene
el propósito de servir a ésta, pero sería insensato esperarlo antes de que ella misma alcance
algunos resultados razonablemente confiables. Entre tanto, para desarrollarse, la investigación
consiste en someter a examen una porción enorme de lo que llamamos "sentido común ",
incluyendo aquí muchas ideas conforme a las cuales (todo parece indicarlo) habremos de vivir
mientras la investigación misma se desenvuelve. Pero no se trata de interrumpir la práctica y la
vida para permitir la investigación, así como tampoco de hacer pasar como "resultados", unas
meras modas intelectuales (la doctrina de la secta donde nos educamos, o cualquier otro
producto de la confusión). El proyecto cartesiano fue el de examinar esas ideas, entre otras, en
busca de fundamentos filosóficamente válidos.

Los argumentos escépticos (encaminados a introducir dudas) que Descartes considera en las
Meditaciones Metafísicas, han sido tomados en su totalidad de Platón (Cratilo y Teetetes). Estos
argumentos constituyen un instrumento de investigación, y en primer lugar deben evaluarse
conforme a si son o no inteligibles, y si una vez aceptados, serían en principio susceptibles de
discutirse (pues de lo contrario, serían incompatibles con la actividad de investigación). Si ambas
condiciones se cumplen, los argumentos son útiles a la empresa filosófica en opinión de
Descartes (precisamente como instrumentos de investigación). Para más tarde, dentro de la
investigación cartesiana, quedaría juzgar si realmente no tenemos razón alguna que permita
descartarlos.

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