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1 Imaginarios urbanos en Amores perros

Amores perros es un filme estrenado en el año 2000 cuyos rasgos realistas lo ubican

como uno de las mejores producciones mexicanas de los últimos años, dado que nos

muestra, por medio de tres historias, personajes de tres clases sociales conectadas a raíz

de un accidente automovilístico que sirve como eje central de la trama. Este filme nos

sumerge en un ambiente de miseria, pobreza y abandono estatal que se vive en la

Ciudad de México y, a su vez, nos conecta con los conflictos, miedos y obsesiones que

viven los personajes para poder salir del entorno tensionante en el que se desenvuelven.

1.1.1 Condiciones físicas en Amores perros

Amores perros (2000) es una película escrita por Guillermo Arriaga y dirigida por

Alejandro González Iñárritu, en la cual se representa la realidad mexicana por medio de

tres historias. Entre sus protagonistas se sitúan tres hombres de diferentes clases

sociales, Octavio, Daniel y El Chivo quienes a pesar de no conocerse poseen algo en

común, sus ambiciones son el camino hacia la inevitable perdición. El filme inicia

cuando Octavio siendo perseguido por un auto provoca el accidente, de modo que su

historia es la primera en proyectarse.

Octavio es un joven de clase media que vive con su madre, su hermano, su pequeño

sobrino, su cuñada Susana y su perro Cofi. Este, no se lleva bien con su hermano

mayor, Ramiro, quien corresponde a representar ese aspecto machista de la cultura

mexicana, dado que oprime a su joven esposa Susana, quien juega a ser la manzana de

la discordia entre ambos hermanos debido a que Octavio está enamorado de ella y

aunque al principio Susana no le corresponde, finalmente termina cediendo. Susana está


embarazada de su segundo hijo, por lo que al sentirse acorralada decide confesárselo a

Octavio quien le propone irse lejos y hacer una vida juntos. Esto, corresponde a ser el

causal que conlleva a Octavio a realizar combates con su perro Cofi para reunir el

dinero que necesita para escaparse con Susana, sin embargo el objetivo trazado no se

ejecuta teniendo como consecuencia el accidente que da el preámbulo a la historia de

Daniel y Valeria, una pareja cuya relación se desarrolla en medio de la clandestinidad,

dado que Valeria es una famosa modelo y Daniel un hombre casado. No obstante,

ambos deciden vivir con total plenitud su relación, por lo que Daniel decide abandonar a

su familia y mudarse en el nuevo departamento con Valeria y su pequeña mascota

Richie. Aparentemente Valeria tiene una vida perfecta hasta que un accidente

automovilístico le da un drástico giro a su vida, que la lleva a consumirse en la tristeza y

la dura resignación para ambos personajes.

Mientras que El Chivo, protagonista de la tercera historia, de manera latente hace

presencia en las historias anteriores, mostrándose como un personaje de la calle que

siempre está acompañado de sus perros, con los que presenta un lazo fraternal. El Chivo

es un personaje de ímpetu, fue un profesor revolucionario que decidió abandonar su

vida y su familia por una lucha social, lo que le costó el amor de su hija, llevándolo así a

consumirse en la miseria de las calles mexicanas y el abandono.

Es así, como Amores perros (2000) refleja el caos, la inseguridad que se vive en las

calles, en la justificada paranoia de sus habitantes. Se utiliza la metrópoli gigantesca de

Ciudad de México para destacar la vulnerabilidad del ser humano en un entorno

sofocante y demasiado grande para los personajes. Nos sumerge en ese ambiente de

miseria y delincuencia; nos hace parte de esa necesidad de realizar cualquier cosa que
permita salir de ese ambiente conflictivo y lleno de presiones.

En la película se logra identificar las condiciones físicas que la conforman, desde

amplios espacios como largas avenidas con mucho tráfico, calles repletas de basura y

perros, casas aglomeradas formando “caseríos”, hasta pequeños espacios que no solo

restringen físicamente a los personajes, sino que también los condiciona ante la

marginalidad en la que viven y el sentimiento de resignación al que son sometidos. Por

una parte, nos encontramos que en el interior de las viviendas se muestra una

precariedad económica en la que viven sus habitantes cuyos espacios demuestran las

limitaciones en las que estos subsisten. Particularmente, logra aterrizar en la realidad;

una realidad estilizada; pero, cuando se emplea el término estilización no se refiere sólo

a lo bello, porque aquí también hay una estilización de lo sórdido. Una especie de

homenaje a lo sórdido, desde el realismo manipulado, que va dando lugar a esa periferia

presentada en un escenario urbano en el que se evidencian los choques de una misma

cultura que logra identificar los diversos niveles que inciden en la conducta de los

personajes.

La clase media a la que pertenece Octavio, aunque no se presenta una pobreza

absoluta, el espacio en el que viven los cinco personajes es un poco reducido aunque

bien distribuido, en su defecto los cuartos son contiguos y la casa por fuera no cuenta

con excelentes condiciones lo que nos demuestra que puede estar ubicada en un barrio

aparentemente popular, debido a que en el filme no presenta direcciones en particular de

la colonia, lo único que revela es el nombre de la avenida donde sucede el accidente que

entrelaza las historias, llamada Av. Tamaulipas. En cuanto a la infraestructura de la

casa, desde la exterioridad, esta se puede evidenciar en la primera escena cuando Jorge
(mejor amigo de Octavio) llega a avisarle a Octavio que Cofi (perro de Octavio) mató al

perro de Jarocho. En esta escena se da una imagen de la casa de Octavio, la cual es una

construcción de dos pisos. El primer piso está pintado de color verde, mientras que el

segundo tiene otra estructura y es de color gris. Entre tanto, en su interioridad, la

primera planta está dividida en dos espacios que, a su vez son limitados, como la cocina

y las escaleras que unen ambos pisos, esto evidencia el punto de precariedades en la que

se encuentra viviendo la familia de Octavio, la representación de espacios reducidos

indica que la mezcla de los hábitos, percepciones y conductas, funcionan como una

especie de “costura” que fusionan las intermediaciones que influyen en la construcción

de la personalidad de cada personaje.

En un segundo plano, se logra observar un cuarto pequeño conformado por

elementos básicos (cama, televisor, closet y mesa de noche), decorado con stickers

sobre las paredes pintadas de azul celeste y una combinación de unas cortinas a simple

vista marrones o amarillas dado que no se logra definir con claridad debido a la poca

iluminación que se denota en la habitación. Esto se evidencia cuando Susana entra a la

habitación de Octavio para agradecerle por haberla defendido cuando Ramiro, su esposo

y hermano de Octavio, la maltrató verbalmente en el momento en el que estaban en la

cocina, ahí vemos cómo se ubican y se distribuye el espacio. A pesar de ser un lugar

reducido, consta de una azotea en donde se realizan algunas labores domésticas y en la

que Octavio asea a su perro Cofi; en este espacio se logra ver cierta acumulación de

recipientes de metal oxidado de diversos tamaños, fragmentos de puertas y algunos

otros elementos carcomidos por el agua o probablemente por el tiempo. Vemos esto

cuando Octavio, mientras asea a su mascota, entabla una conversación con su amigo

Jorge, a quien le confiesa el plan de quitarle la esposa a su hermano para escaparse con
ella a Ciudad Juárez y el recurso —Cofi, el perro— lo empleará para conseguir el dinero

que necesita. De modo que el objetivo trazado se basa en torno a la envidia y ambición

conllevándolo así a una serie de acontecimientos que tejen el vacío en el que Octavio se

sumerge.

Por otra parte, los espacios abiertos corresponden a proyectarse por medio de las

calles amplias y concurridas que se presentan en diversas escenas. Se denota la

presencia de vendedores ambulantes, farmacias, supermercados y el lugar donde se

desarrollan las peleas de perros, un lugar cerrado, húmedo y oscuro, debido a la

clandestinidad de las actividades, el cual cuenta con una especie de ring que permanece

bañado en sangre construido con bajos murales de cemento, madera y fragmentos de

rejas. Esto se proyecta como un mundo subterráneo y violento en el que Octavio opta

por ganarse la vida.

Entre tanto, no se puede decir lo mismo de los que se encuentran al otro lado de la

ciudad, los que no tienen ni las puertas, ni ventanas oxidadas, ese mundo al que

pertenece Daniel y Valeria, en donde no existe ninguna precariedad económica. Daniel

es un hombre de clase alta que está casado y tiene dos hijas, y se desempeña como

editor, función que le permitió conocer a Valeria Amaya, una hermosa modelo española

con quien logra mantener una relación en la clandestinidad, pero ante el público ella

presenta una falsa pareja para cuidar su imagen cuyo nombre es Andrés Salgado. Por lo

que Daniel decide abandonar a su familia y se muda junto a Valeria y su mascota Richie

en el nuevo departamento que este mismo le obsequia a la joven modelo. Un

departamento cuyas características corresponden a mostrarse como un espacio amplio,

ostentoso, con una gran vista en donde la fotografía de Valeria se muestra en una valla
publicitaria como la imagen de una marca de perfume, entre otros lujos el piso del

departamento es de madera y los elementos que lo componen lo ubica en una clase

lejana de las vulnerabilidades. La vistosa estructura del nuevo hogar es cuestionable

cuando el piso de madera denota ciertas fallas y el no haber el suministro económico

para arreglarlo. Esto se manifiesta en el momento en que Valeria entra con Andrés y

este le muestra el lujoso departamento en donde ella se percata que posee los enseres

parecidos a los de ella, a lo que Andrés le asegura que son sus cosas y ofreciéndole las

llaves del nuevo lugar le afirma que es de ella, por lo que de manera ofendida lo rechaza

hasta que escucha la voz de Daniel afirmándole que sí le pertenece; es en ese instante

cuando Valeria se lanza hacia los brazos de este y tropieza, de modo que abre un

orificio en el piso de madera y Daniel en medio de las demostraciones de afecto de

Valeria le aclara que “le alcanzó para pagarlo pero no para arreglarlo”, hasta ese

momento, el aspecto mencionado no opaca el estatus social de ambos.

En un inicio, las condiciones espaciales de la vida de Valeria evidencian un buen

estado, salvo el pequeño orificio que hay en el suelo, lo cual en su momento deciden no

prestarle atención dado que en el armónico ambiente no había cabida para el percance

sucedido. En medio de las comodidades de estos personajes no existe exceso de

precariedades materiales, dado que la amplia vivienda, cuya decoración es una leve

combinación entre el estilo nórdico y minimalista, posee un gran salón con muebles

color ocre amarillo, un enorme cuadro con diversas fotografías de Valeria en secuencia

a blanco y negro, entre otros elementos decorativos ubicados en la sala, balcón y

comedor el cual posee un juego de platos blancos que están acompañados de copas de

vino blanco. Desde una perspectiva general, el estilo de vida de Daniel y Valeria

representan la influencia que ejerce este tipo de condiciones físicas en la construcción


de una realidad aparentemente perfecta para estos, lo que induce a ocupar sus

preocupaciones en aspectos superficiales y menos cuestionantes como se presenta en

zonas más vulnerables de México, en las periferias.

Ahora bien, en la zona periférica es donde El Chivo, el tercer personaje, representa

esa clase baja y marginal de México donde es más evidente el nivel de pobreza, caos y

suciedad la cual sumerge a este personaje en el abandono social y en la completa

miseria. El espacio donde se desenvuelve este personaje aunque es amplio también es

desorganizado y sucio, conformado por paredes con pinturas rasgadas y un excesivo

cúmulo de periódico, probablemente para minimizar el frío de su vivienda. También

guarda una serie de elementos como hierro oxidado o “chatarra” para venderla y así

tener una forma para alimentarse él y a sus variados perros, con los que guarda un lazo

empático incluso mejor que con las personas, además son sus fieles acompañantes en su

precaria vivienda y en las transitadas calles de México por donde se desplaza con su

carretilla. A pesar de no presentar indicación de direcciones, es evidente que es un

espacio periférico, en donde las diversas formas de ganarse la vida varían de acuerdo a

la necesidad y medio que empleen sus habitantes para conseguir dinero.

Sin embargo, El Chivo también recorre territorio ajeno a su mundo, camina en medio

de las calles con restaurantes lujosos y edificios, de este modo acecha a las personas que

debe asesinar, dado que se desempeña también como un asesino a sueldo que, a la vez,

recoge basura y contempla desde lejos a su hija, por lo que es posible identificar cómo

el personaje se mueve y se interna en ambos espacios sin abandonar su propio mundo.

Esto permite reconocer una caracterización en el comportamiento de este personaje,

dado que el espacio en el que se desenvuelve lleno de vulnerabilidades lo condicionan a


la mediocridad y miseria de su existencia.

Evidentemente se puede determinar la influencia que ejercen las condiciones físicas

sobre la conducta y caracterización de cada personaje que va de la mano con el entorno

en donde se desenvuelven, de manera que se puede correlacionar el comportamiento

social y los fenómenos que la construyen, tales como la desigualdad, carencia de valores

y las diversas manifestaciones culturales. Asimismo, esa correlación entre condiciones

físicas y conductas las analizaremos en el apartado de los usos sociales que enmarcan el

comportamiento social y los fenómenos que la construyen.

1.1.2 Usos sociales en Amores perros

La caracterización espacial del filme no solo representa las estructuras concretas,

también construye los sentidos de la ciudad y sus personajes, lo que permite identificar

los usos sociales que estos presentan y en donde la representación de ese mundo caótico

exhibe una serie de aspectos que los delimitan. Entre estos encontramos los rasgos que

caracterizan la conducta de los personajes, lo que los induce hacia una práctica social y

espontánea que compromete su comportamiento a la desviación de las reglas sociales,

de manera que condicionan sus propias normas ajenas a los intereses colectivos por lo

que manifiestan ciertas actitudes violentas que conllevan a los personajes a permanecer

en estados extremos, es decir, al borde de los límites.

A partir de esto, se pueden evidenciar los diferentes tipos de violencia como la física

y emocional, que enmarca cada historia, puesto que yace su funcionalidad en ser uno de

los focos que logra desencadenar las fatalidades de cada personaje. Efectivamente, se
logra identificar en la historia de Octavio cómo la envidia y ambición le atribuye sentido

y forma a la violencia como un factor casi necesario para llevar a cabo sus planes. Por

una parte, la violencia física parte con las acciones que realiza Octavio para quedarse

con Susana y aunque en un principio se gestiona de manera indirecta, esta concluye en

el plano físico. Esto se establece cuando Octavio decide iniciar las peleas clandestinas

con su perro, por ende se sumerge en un ambiente violento donde es inevitable que los

aspectos físicos incidan en dicha inmersión. De tal modo que, se establece una brecha

entre los campos sociales de los personajes que se evidencia en el desarrollo de las

conductas de ambos hermanos. Aun cuando Octavio inicia este encuentro resulta ser su

hermano el más fuerte, por tanto el primero se sumerge en el fracaso representando

cómo en ese mundo marginal prevalece la ley de la supervivencia, por lo que es

inevitable que sus estrategias bajo el yugo de la violencia resulten fallidas.

Estos aspectos de violencia se logran identificar desde algunos encuentros verbales

—en espacios cerrados como la casa— que se presentan entre Octavio y Ramiro. Sin

embargo, el ataque donde surge esta rivalidad inicia cuando Octavio va al supermercado

donde trabaja su hermano y decide comprar algunos objetos que necesita su sobrino (el

pequeño hijo de Ramiro y Susana), acción que para Ramiro es denigrante y lo asume

como un desafío a su virilidad como el hombre de la casa, por lo que este se niega a

facturar los elementos comprados por su hermano, y en medio de amenazas por parte de

Ramiro hacia Octavio, este último asume una posición retadora y le manifiesta a Ramiro

que él no le teme, que no es como Susana. Este encuentro se cierra cuando Octavio le da

un fuerte cabezazo a Ramiro y luego se retira del lugar. En la noche mientras Octavio se

encuentra en la ducha, Ramiro lo ataca desprevenidamente y lo amenaza nuevamente,

retomando con esta acción su lugar imperante. Por consiguiente, Octavio decide mandar
a golpear a Ramiro y asume que luego de eso él se irá abandonando a Susana y a su

hijo, sin embargo los planes de Octavio dan un giro cuando Ramiro luego de la fuerte

paliza que sufre, decide irse llevándose consigo a Susana e hijo y el dinero que Octavio

había reunido con las peleas clandestinas de perros. A partir de ahí se demuestra, una

vez más, la lucha por la supervivencia, por lo que se ve aludida en el marco de la

violencia física como un medio para conseguir los objetivos trazados, de manera que se

ignoran aquellos principios morales que la sociedad establece y que para el entorno de

Octavio la misma sociedad limita, lo que conlleva a una idealización de las realidades

cambiantes que cada personaje maneja de acuerdo a la perspectiva en la que se fijen sus

objetivos y que se obstruye cuando son ellos los que pierden el control de sus

conductas.

Cabe resaltar que además de una violencia física, Ramiro genera una violencia

emocional en Susana, su esposa, cuando entabla conversaciones que generalmente

suelen ser discusiones, esto se evidencia cuando una noche que Ramiro llega a su casa

bajo efectos psicoactivos y entra a su cuarto donde se encuentra dormida su esposa y su

hijo, éste la despierta y le entrega un radiocassette personal que probablemente era

producto de un robo, pero que no deja de entusiasmar a Susana. No obstante, en medio

de su instante pasional Ramiro despierta al bebé, por lo que Susana le manifiesta que lo

deje dormido dado que está enfermo y en respuesta a esto Ramiro se enoja y maltrata

verbalmente a Susana, en medio de gritos y expresiones que evidencian como para él es

más importante demostrar su autoridad sobre los intereses y bienestar de su familia.

Desde otra perspectiva, se puede connotar la ruptura de los códigos morales de los

personajes, en primer lugar, por parte de Octavio al desear a la esposa de su hermano,


luego Susana al engañar a su esposo con su hermano, y finalmente Ramiro al engañar a

su esposa en su lugar de trabajo y al desempeñarse como dueño de lo ajeno. La

condensación de estas conductas, se remiten al mismo contexto en el que se encuentran

los personajes, dado que en los espacios periféricos donde se desarrolla la historia de

Octavio no sólo están carentes de comodidades, también carecen de ese conjunto de

normas y valores que restringen el accionar de las personas llamado moralidad, a su vez

el direccionamiento de las conductas permiten conocer la realidad circundante de cada

personaje y cómo esta realidad incide en las decisiones que definen sus funesto

destinos.

De igual modo, la caracterización de estos comportamientos resaltan también en las

actitudes de Valeria y Daniel, quienes en su relación clandestina ignoran un

compromiso moral dado que Daniel le falta al compromiso con su esposa, y aunque

Valeria no tiene ninguna relación con otra persona, sí es consciente de sus acciones tras

el daño emocional que le provoca a terceros en ese cuadro amoroso, dado que ambos no

delimitan la gravedad de sus acciones y se basan en construir algo por encima de los

mismos criterios sociales y morales. Con respecto a la serie de costumbres que se

presentan en la convivencia entre Valeria y Daniel, se logra denotar rasgos de educación

y algunos tecnicismos al momento de expresarse, sin dejar de lado algunas frases

coloquiales que solo se evidencian cuando entran en discusiones, estos rasgos denotan

en ambos cómo el entorno ha favorecido algunos aspectos de sus conductas y formas de

expresarse, debido a que no han estado frente a situaciones de carencias o falta de

aspectos formales como los es la educación.

Mientras que las conductas establecidas en El Chivo, son vistas de forma violenta y

cruel, sin embargo en él se proyectan leves manifestaciones de humanidad con sus


perros, quienes de alguna u otra manera, para él, están por encima de los humanos y el

lazo que guarda con ellos le genera un respeto y empatía que conduce hacia la

protección. El ambiente de El Chivo, mantiene un olor impregnado a fracaso, un fracaso

que no define sus propios límites, tanto familiares como políticos. Este último proyecta

una lucha vana que lo condujo hacia una guerra distorsionada que lo alejó de su familia,

razón que explica el primer fracaso y que enmarca las acciones de este personaje en

torno a la violencia. En él se denotan esas consecuencias que partieron de sus malas

decisiones cuyos criterios morales y psicológicos quedan en el olvido cuando se

enfrenta a la realidad, sin embargo bajo las acciones que representa este personaje cabe

resaltar que su redención lo determina como el único que no deja su camino en manos

del destino sino que por el contrario decide reconstruirlo.

1.1.3 Identidad en Amores perros

Siendo vista la ciudad como una organización cultural basada en un espacio físico y

social que parte de la construcción de los sentidos de sus ciudadanos, la identidad se

conforma como ese aspecto que se constituye a partir de los ideales creados por los

mismos y, que a su vez, condensa las actitudes de estos. Todo debido a que la ciudad es

el diálogo que cada habitante construye con su entorno. Por una parte, la ciudad

constituye al ser ciudadano a partir de las condiciones físicas y usos sociales, de manera

que le permite definirse por medio de una variedad de prácticas simbólicas la

caracterización que se aborda por medio de las conductas particulares y, que a su vez, lo

aterrizan en una realidad circundante.

En Amores perros (2000), se logra identificar cómo estos espacios y prácticas

sociales inciden la caracterización de la identidad de los personajes, la manera en que el


poder dominante de la sociedad y sus factores inciden en la conducta de cada uno,

aspecto que conlleva hacia las actitudes y acciones sistemáticas del cuadro oprimido —

opresor, donde se inhabilita la capacidad de decidir por las mismas circunstancias que la

sociedad impone, al no tener las ventajas que otros sectores tienen y que en su defecto el

mismo Estado les arrebata. Este aspecto se puede evidenciar, en primera instancia, en

las actitudes de los personajes de la primera historia, Octavio y Susana, donde se

manifiesta la clara representación de lo mencionado en las actitudes de Ramiro como

ente opresor y Susana como oprimida. Esta cadena inicia con Ramiro, quien es un

hombre machista debido a la cultura a la que pertenece, y que han influenciado en él

comportamientos y actitudes netamente inadecuadas. Además, se encuentra

influenciado por su mismo entorno y la falta de oportunidades que lo convierten,

además, en un personaje que presenta una inestabilidad psicológica y temperamental

que siempre proyecta manifestaciones violentas hacia su esposa Susana, sin embargo

estas conductas surgen a partir del mismo abandono social, por lo tanto Ramiro pasa a

ser un personaje oprimido por la sociedad que emplea como mecanismo de defensa ser

opresor ante los demás. Del mismo modo, sucede con Susana, quien a su corta edad es

madre y sujeto oprimido tanto por Ramiro, como la madre de Ramiro y Octavio, quien

aunque no la maltrata ni física ni verbalmente sí la oprime de manera inconsciente, dado

que en medio de su deseo y obsesión por ella se centra solo en sus intereses, ambiciones

y decide restarle importancia a la misma moralidad de Susana, quien en medio de dudas,

opta en un principio por apoyar los intereses de Octavio y luego los de Ramiro,

ignorando los propios. Esto la convierte en un personaje oprimido y resignado a los

regímenes de la ignorancia, cuya libertad decide dejarla a manos del destino, de manera

que se despoja de la capacidad de decidir por ella misma.


Por otro lado, en la historia de El Chivo es evidente cómo la realidad le es cambiante

de acuerdo a las posiciones en las que estuvo. De hecho, la sistematización del Estado

es lo que conlleva a El Chivo a sentirse oprimido por la misma sociedad donde la cruda

realidad despierta en él un deseo utópico bajo los ideales izquierdistas de derrumbar

aquel sistema por medio de la violencia, por estas razones decide abandonar a su familia

y convertirse en guerrillero, aspecto donde se transforma en un personaje opresor. Cabe

resaltar, que la misma realidad le demuestra a El Chivo las dos caras de la conciencia, la

opresora y la colonizada, y a su vez cómo la fragmentación de la realidad puede

transformarse en una visión parcial de está. Esto se evidencia cuando luego de ver cómo

el perro que salvó de morir —Cofi, la mascota de Octavio— asesina a sus demás perros

y en vez de asesinarlo, decide perdonar su vida y transformar la suya, lo que simboliza

una purificación interior. Esta transformación, representa la transición de dejar de ser un

ente opresor que sólo decide iniciar un nuevo camino en el que se adapta a la sociedad.

De este modo, se logra evidenciar la correlación que guardan los aspectos analizados

en ambas obras, que parte de la influencia que genera las condiciones físicas como

aquellas estructuras que condicionan las conductas de los personajes, aspectos que los

conlleva a fijar una serie de comportamientos que configuran la identidad de los mismos

y sistematiza sus conductas y comportamientos, de manera que, a partir de estos tres

aspectos se logra concebir las diversas manifestaciones simbólicas que construyen la

imagen de la ciudad ficcionalizada que presenta Guillermo Arriaga en sus creaciones.

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