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EL PELIGRO DEL ORGULLO

GENESIS 11:1-9
D. A. Carson dice que podemos reconocer lo orgulloso que somos después de una discusión.
Típicamente el ser humano, una vez que termina la discusión, hace un repaso mental de lo que
sucedió. Piensa en las cosas que pudo y que debió haber dicho, y también en las cosas que no
debimos haber dicho. En semejante repaso mental, siempre ganamos. Después de una discusión
¿has pensado en ella considerándote un perdedor?
Hay otra manera de darnos cuenta de lo orgullosos y egocéntricos que somos. Cuando te toman una
fotografía donde además de ti hay otras personas, eres capaz de pedir que vuelvan a tomar la
fotografía solo porque no te gusta como sales tú. (perfil)
Nuestro orgullo es profundo. Es tan brutalmente egocéntrico que intenta “domesticar” a Dios. En
nuestra necesidad desesperada, actuamos como si pudiéramos ser más listos que Dios, como si el
tuviera que darnos explicaciones, como si fuéramos sabios, autónomos y autodeterminados,
mientras que Él existo solo para satisfacer nuestras necesidades.
Genesis 11 Hubo un tiempo en que todos los habitantes del mundo hablaban el mismo idioma y
usaban las mismas palabras. 2 Al emigrar hacia el oriente, encontraron una llanura en la tierra de
Babilonia y se establecieron allí.
3 Comenzaron a decirse unos a otros: «Vamos a hacer ladrillos y endurecerlos con fuego». (En esa
región, se usaban ladrillos en lugar de piedra y la brea se usaba como mezcla). 4 Entonces dijeron:
«Vamos, construyamos una gran ciudad para nosotros con una torre que llegue hasta el cielo. Eso nos
hará famosos y evitará que nos dispersemos por todo el mundo».
5 Pero el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que estaban construyendo, 6 y dijo: «¡Miren! La
gente está unida, y todos hablan el mismo idioma. Después de esto, ¡nada de lo que se propongan hacer
les será imposible! 7 Vamos a bajar a confundirlos con diferentes idiomas; así no podrán entenderse
unos a otros».
8 De esa manera, el Señor los dispersó por todo el mundo, y ellos dejaron de construir la ciudad. 9 Por
eso la ciudad se llamó Babel, porque fue allí donde el Señor confundió a la gente con distintos idiomas.
Así los dispersó por todo el mundo.
Antes de comenzar a tratar específicamente este pasaje debo confesar que era uno de esos pasajes
que siempre me intrigaba. Pues a primera vista parece que Dios esta en contra de la humanidad. Yo
me preguntaba ¿Qué tiene de malo quererse unir para construir una ciudad? ¿Qué tiene de malo
hablar el mismo idioma? y ¿porque Dios nos castigó dividiéndonos en distintas lenguas y
dispersándonos por él mundo? (No me quejo del español) Y de alguna manera se me hacia Dios
como un tirano que no apoya nuestros planes. Pero, con la ayuda de su Santo Espíritu y un mayor
estudio de la Palabra de Dios como un todo, pude darme cuenta de cuan equivocado estaba y que lo
que yo antes consideraba como un castigo de Dios en realidad es gracia y misericordia. Y espero
que puedas verlo tu también conforme avanzamos en el texto.
Lo primero que quiero que observemos es que la construcción de esta ciudad con una torre alta es
una manifestación del orgullo y la arrogancia humana. Esto lo vemos claramente en Isaías 2:
2 Enlos últimos días, el monte de la casa del Señor será el más alto de todos, el lugar más
importante de la tierra. Se levantará por encima de las demás colinas, y gente del mundo entero
vendrá allí para adorar…
11 Elorgullo humano será rebajado, y la arrogancia humana será humillada. Solo el Señor será
exaltado en aquel día de juicio.
12 Puesel Señor de los Ejércitos Celestiales tiene asignado un día de juicio. Él castigará al orgulloso y al
poderoso y derribará todo lo que esté enaltecido. 13 Cortará los altos cedros del Líbano y todos los
poderosos robles de Basán. 14 Aplanará las altas montañas y todas las colinas elevadas. 15 Derribará
cada torre alta y cada muro fortificado. 16 Destruirá todos los grandes barcos mercantes y todas las
naves magníficas.
17 El
orgullo humano será humillado, y la arrogancia humana será rebajada. Solo el Señor será
enaltecido en aquel día de juicio.
Lo que observamos aquí en un lenguaje poético es que los altos cedros del Líbano, los poderosos
robles de Basán, las altas montañas, colinas elevadas, torres altas, muros fortificados, grandes
barcos son una metáfora del orgullo humano, y que este siempre está en contra de Dios. El orgullo
humano es una barrera entre Dios y el hombre y al final será destruido.
Hay otros pasajes en la Biblia que nos hacen ver que lo que está pasando en Génesis 11 es una
manifestación del orgullo y la arrogancia humana, pero considero que con este pasaje es suficiente
para poder entrar al texto de hoy. Vamos a ver el peligro del orgullo aquí en Génesis 11.
1. El orgullo nos hace sentirnos superiores (v. 1-4)
Hubo un tiempo en que todos los habitantes del mundo hablaban el mismo idioma y usaban las
mismas palabras. 2 Al emigrar hacia el oriente, encontraron una llanura en la tierra de Babilonia y se
establecieron allí….
4 Entonces dijeron: «Vamos, construyamos una gran ciudad para nosotros con una torre que llegue
hasta el cielo. Eso nos hará famosos y evitará que nos dispersemos por todo el mundo».
Déjenme explico muy rápido lo que esta pasando aquí, en Génesis 3 cuando el hombre y la mujer
comen del fruto prohibido (el árbol de la ciencia del bien y del mal) lo que están diciendo con sus
acciones es que “pueden” ser iguales a Dios (que fue lo que prometió la serpiente). Es decir, el ser
humano considera que al igual que Dios puede decidir que es lo que está bien y que es lo que está
mal. Pero esto es algo que solo Dios puede definir, porque el es perfecto, puro, santo. Pero
consideramos que es algo que nosotros también podemos hacer, y según nosotros muy bien.
Estos hombres en babilonia consideraban que estaba bien lo que estaban haciendo y es por eso que:
Por un lado, no buscaron la voluntad de Dios. No vemos que, así como hablaron entre ellos para
ponerse de acuerdo, hayan hablado con Dios para ver si era su voluntad que construyeran esa
ciudad con su torre.
Santiago 4:13-16 13 Presten atención, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y
nos quedaremos un año. Haremos negocios allí y ganaremos dinero». 14 ¿Cómo saben qué será de su
vida el día de mañana? La vida de ustedes es como la neblina del amanecer: aparece un rato y luego se
esfuma. 15 Lo que deberían decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello». 16 De lo
contrario, están haciendo alarde de sus propios planes pretenciosos, y semejante jactancia es maligna.
En su imaginación estaba bien lo que estaban haciendo, estaban definiendo en sus propios términos
que estaba bien y que estaba mal y no consideraron importante consultarlo con Dios. El peligro es
que al final se llevaron un fiasco. Pensaban que eran planes que Dios aprobaría. Ellos deciden por sí
mismos qué es mejor. Creen que incluso pueden elevarse y reclamar el lugar de Dios.
Ahora, el problema con los hombres de babilonia no es solo que no buscaron la voluntad de
Dios, sino que además desobedecieron abiertamente la voluntad de Dios. Después del diluvio
Dios le había dicho a los seres humanos que se dispersaran por toda la tierra:
9 Después Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la
tierra.
Sin embargo, ellos consideraron que era mejor quedarse juntos y construir una ciudad porque en el
fondo de esto están sus motivaciones egocéntricas de hacerse famosos. Consideran las opciones:
obedecer a Dios o tener fama. Nosotros sabemos lo que escogieron, pero también sabemos el
resultado.
Esta es la historia de la humanidad hasta hoy, tú y yo somos iguales. No le preguntamos a Dios,
traemos nuestros planes, metas y propósitos, nos embarcamos en proyectos y le decimos a Dios
aquí esta lo que quiero ser y hacer, bendíceme y haz prosperar mi voluntad. Si buscas cumplir tu
voluntad sin antes consultarlo con Dios al final te puedes llevar un fiasco, y esto no es culpa de Dios,
sino que el orgullo te ha hecho creer que eres superior a Dios, más inteligente que él, más sabio que
él.
Es natural que una persona que no tiene temor de Dios no lo consulte, pues no lo conoce. Pero de
alguien que dice amar a Dios esto no es aceptable. A nosotros se nos ha revelado la voluntad de Dios
en su Palabra, pero muchas veces escogemos por orgullo algo totalmente diferente y por eso
cosechamos el fruto de nuestras malas decisiones.
2. El orgullo nos vuelve ciegos (v. 5-7)
5 Pero el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que estaban construyendo, 6 y dijo: «¡Miren! La
gente está unida, y todos hablan el mismo idioma. Después de esto, ¡nada de lo que se propongan hacer
les será imposible! 7 Vamos a bajar a confundirlos con diferentes idiomas; así no podrán entenderse
unos a otros».
Dicen que el orgullo humano es como el mal aliento, todo mundo se da cuenta menos el que lo tiene.
Quiero que observen la escena, Dios sabe que lo que la humanidad está haciendo aquí en la torre de
babel los va a llevar a la autodestrucción, pero los seres humanos son ciegos a su condición. Desde
que el hombre y la mujer decidieron desobedecer a Dios y comer del fruto prohibido siempre
escogieron el mal sobre el bien. Ahora imaginen a todo un grupo de personas hablando el mismo
idioma y unidos ¿Qué creen que van a escoger hacer? El mal. “Ninguna maldad que se propongan a
hacer les será imposible”.
Es por ello por lo que Dios los dispersa y les cambia los idiomas, así que si lo ves bien no es tanto un
castigo de Dios porque sean malos, sino que Dios sabe que por el bien de la humanidad tiene que
hacerlo, para que no se autodestruyan. Es exactamente la misma razón por la que los expulsó del
Edén, para que no comieran del árbol de la vida eterna y vivirán para siempre en su condición
caída. Ellos no lo saben, siguen construyendo, pero Dios que si sabe lo que hace está haciendo lo que
es mejor para la humanidad.
Este es el otro peligro del orgullo, generalmente no nos permite darnos cuenta de que somos
orgullosos. Todo mundo se puede dar cuenta de que estamos actuando con orgullo menos el
orgulloso. Y es peligroso porque si no somos conscientes de nuestra condición no vamos a
reconocer que necesitamos ayuda.
(Ejemplo de cena de matrimonios)
El orgulloso cree que todo lo puede, que no necesita de nadie, que sabe más que los demás, que, si
todos pensaran como él, no habría problemas en la vida.
Debemos pedirle a Dios que nos habrá los ojos para ver en qué áreas de nuestra vida estamos
siendo orgullosos, porque mientras no las veamos difícilmente podremos superarlas con su ayuda.
3. El orgullo destruye relaciones (v. 8-9)
8 De esa manera, el Señor los dispersó por todo el mundo, y ellos dejaron de construir la ciudad. 9 Por
eso la ciudad se llamó Babel, porque fue allí donde el Señor confundió a la gente con distintos idiomas.
Así los dispersó por todo el mundo.
Es verdad que en este caso fue Dios quien separó a la humidad al confundirlos con distintos
idiomas, pero no olvidemos que por un lado fue lo mejor para ellos, y por otro, fue finalmente el
resultado de desobedecer a Dios. Si la humanidad se hubiera dispersado como se los pidió
amablemente Dios, no hubiera sido necesario la separación en idiomas.
Así que hay algo que ninguno de nosotros puede negar, y es que precisamente como rara vez la
persona que está actuando orgullosamente es consciente de su orgullo esto rompe fácilmente
relaciones. Todos conocemos casos de nuestra persona o de otros que se han distanciado por el
orgullo.
Puede ser que ahorita tú mismo estés distanciado de alguien, tu esposa, tus hijos, tu hermano o
hermana, tu amigo, porque uno de los dos está actuando orgullosamente, o mejor dicho, los dos.
Y es el orgullo el que no nos deja reconocer nuestro error ni mucho menos a pedir perdón.
Cuando se deja crecer mucho esta condición orgullosa se pueden romper relaciones para toda la
vida. Algunas se pueden reestablecer, otras ya no vuelven a ser lo mismo, y otras ya nunca vuelven
a ser.
La Palabra de Dios dice en Gálatas 5:23 que la humildad es fruto del Espíritu de Dios en la vida del
creyente. Pero como todo fruto, se tiene que cultivar y desarrollar. No se produce de la noche a la
mañana, pero para poder ser humildes debemos reconocer nuestro orgullo. De otra manera
seguiremos sintiéndonos superiores a los demás cosechando los resultados de nuestras decisiones:
autodestrucción y relaciones rotas.
El orgullo te dice “tu puedes”, “tu estas bien”, “el cielo es el límite”. El Evangelio dice “tu no puedes”
“no estas bien”, “hay límites”, pero Cristo si puede, y el puede hacerte estar bien si vives bajo sus
parámetros y límites.
Me encanta Proverbios 16:7 que dice:
Cuando la vida de alguien agrada al Señor, hasta sus enemigos están en paz con él.
Pero ¿qué clase de vida es la que agrada a Dios?
Isaías 66:2-3 Bendeciré a los que tienen un corazón humilde y arrepentido, a los que tiemblan ante
mi palabra. 3 Pero a los que escojan sus propios caminos y se deleiten en sus pecados detestables, no les
aceptaré sus ofrendas.
El orgullo no nos permite recibir la bendición de Dios, de estar bien con él y de estar bien con
nosotros mismos y de estar bien con los demás.

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