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La Revista Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares es agente de difusión y

lugar de debate de ideas relacionadas con el campo del psicoanálisis de los vínculos. La
perspectiva vincular en psicoanálisis supone una concepción del psiquismo articulada
desde el inicio –con lo inter y lo transubjetivo–, marca de un encuentro que propone
nuevas nociones, que complejizan y enriquecen las líneas de investigación, sus propues-
tas teóricas y sus consecuencias clínicas. La creciente inclusión de trabajos extranjeros
está facilitada por un importante número de corresponsalías internacionales, así como
por la inserción de la A.A.P.P.G. no sólo en la Federación Argentina de Psicoanálisis de
las Configuraciones Vinculares, sino también en la Federación Latinoamericana de Psi-
coterapia Analítica de Grupo, en la American Group Psychotherapy Association y en la
International Association of Group Psychotherapy,

The Psychoanalysis of Link Configurations Journal is a diffusion instrument and a place


for discussing ideas related to the psychoanalysis of links ground. The perspective of
links in Psychoanalysis emerges from the idea of psyche trimmed with inter and
transubjectivity from the very beginning. The mark of this meeting proposes new no-
tions, which enrich and make some lines of researchment much more complex, as well
as theorical proposals and their clinical consequences.
The growing inclusion of foreign works is due to the great quantity of international
correspondents and to the insertion of AAPPG not only in the Federación Argentina de
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares but also in the Federación
Latinoamericana de Psicoterapia analítica de Grupo, in the American Group Psycho-
therapy Association, and in the International Association of Group Psychotherapy.

© 2011 Asociación Argentina de Psicología


y Psicoterapia de Grupo
Redacción y administración:
Lavalle 3584 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires
E-mail: secretaria@aappg.org.ar
www.aappg.org.ar
Telefax: 4862-6818/6848/1115

2 números anuales
ISSN 1851-7854 (Papel)
(continuación del ISSN 0328-2988)
ISBN: 978-950-99804-6-4 (E-Book)

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Diseño de tapa:
Curioni Producciones. Tel: 4822-6982

Editorial:
AAPPG Editores
TOMO XXXIV Número 2 - 2011
Afiliada a la Federación Latinoamericana
de Psicoterapia Analítica de Grupo,
a la American Group Psycotherapy Association,
y a la International Association
of Group Psychotherapy

DIRECCIÓN DE
PUBLICACIONES
Directora: Corresponsales en el exterior
Lic. Graciela R. de Milano Lic. Myriam Alarcón de Soler, Bogotá, Colombia.
Prof. Massimo Ammaniti, Roma, Italia.
Secretaria: Prof. Dr. Raymond Battegay, Basilea, Suiza.
Lic. Diana S. Blumenthal Dra. Emilce Dio Bleichmar, Madrid, España.
Dr. Joao Antonio d’Arriaga, Porto Alegre, Brasil.
Dr. Rafael Cruz Roche, Madrid, España.
Comité Científico: Dr. Alberto Eiguer, París, Francia.
Lic. Vanesa Bianchi Dr. Marco A. Fernández Velloso, San Pablo, Brasil.
Lic.Magdalena Colman Giménez Dra. Lea Forster, Madrid, España.
Lic. Silvia Luchessi de Olaso Dr. Arnaldo Guiter, Madrid, España.
Dr. Max Hernández, Lima, Perú.
Consejo de Publicaciones: Lic. Gloria Holguín, Madrid, España.
Lic. Daniel Waisbrot Dra. Liliana Huberman, Roma, Italia
Lic.Patricia Erbin Lic. Rosa Jaitin, Lyon, Francia.
Lic. Silvina Oubiña Prof. Dr. René Kaës, Lyon, Francia.
Prof. Dr. Karl König, Gottingen, Alemania.
Comité Asesor: Dr. Mario Marrone, Londres, Inglaterra.
Lic. Elina Aguiar Prof. Menenghini, Florencia, Italia.
Lic. Susana Matus Prof. Claudio Neri, Roma, Italia.
Lic. Gloria Mendilaharzu Dra. Elvira Nicolini, Bologna, Italia.
Dra. Janine Puget Lic. Teresa Palm, Estocolmo, Suecia.
Lic. Esther V. Czernikowski Dr. Saúl Peña, Lima, Perú.
Lic. Mirta Segoviano Dr. Alejandro Scherzer, Montevideo, Uruguay.
Dra. Graciela Ventrici Dr. Alberto Serrano, Honolulu, Hawaii.
Dr. Carlos Pachuk Dra. Estela Welldon, Londres, Inglaterra.
Comité de Referato
Alarcón de Soler Myriam; Bogotá, Colombia
Czernikowski, Esther V.; Buenos Aires, Argentina
Edelman Lucila; Buenos Aires, Argentina
Gomel Silvia; Buenos Aires, Argentina
Gonzalez Cruzado Alicia; Uruguay
Kaës René; Lyon, Francia
Kordon Diana; Buenos Aires, Argentina
Lifac Solchi; Buenos Aires, Argentina
Milano Graciela; Buenos Aires, Argentina
Mendilaharzu, Gloria; Buenos Aires, Argentina
Neri Claudio; Roma, Italia
Pachuk Carlos; Buenos Aires, Argentina
Segoviano Mirta; Buenos Aires, Argentina
Selvatici Marina; Buenos Aires, Argentina
Sujoy Ona; Buenos Aires, Argentina
Vacheret Claudine; Lyon, Francia
Valdemar Fernandes; San Pablo, Brasil
Ventrici Graciela; Buenos Aires, Argentina
Zadunaisky, Adriana; Buenos Aires, Argentina

Fechas de cierre de recepción de trabajos: 15 de febrero y 15 de septiembre


Fechas de publicación: 30 de octubre y 30 de abril
COMISIÓN DIRECTIVA
Área Ejecutiva

Presidente:
Lic. Daniel Waisbrot
Vicepresidente 1º:
Lic. Patricia Erbin
Vicepresidente 2º:
Lic. Silvina Oubiña
Secretaria:
Lic. Silvia Kargieman
Tesorera:
Lic. Paula Paley
Secretaria de Prensa y
Difusión:
Lic. Ester Matos

Área Programática

Área de Relaciones Exteriores:


Dra. Vicky Cohen
Lic. Silvia Kargieman
Área de Asistencia:
Lic. Silvina Oubiña
Área Científica:
Lic. Ricardo Gaspari
Lic. Graciela K. de Bianchi
Área de Docencia:
Lic. Diana Blumenthal
Área de Publicaciones:
Lic. Patricia Erbin
SUMARIO

Graciela Milano • 11 • Editorial


Dirección de Publicaciones

Graciela Bianchi • 19 • Recordando a


Ricardo Gaspari Isidoro Berenstein
Silvia Gomel
Juana Gutman
Susana Matus
María Cristina Rojas

Elina Aguiar • 35 • Nos-otros, lo indigente siniestro

Bernardo Katz • 55 • El deseo del analista y las


Configuraciones Vinculares

Miguel Alejo Spivacow • 71 • El vínculo, sus cuestiones


fundamentales

CONGRESO

95 • XIX Congreso Latinoamericano


FLAPAG

Daniel Waisbrot • 97 • El trabajo del amor. La tensión


entre amor sexual y amor filial

Graciela Ventrici • 109 • Mass media y subjetividad

Graciela Milano • 123 • Presentación Revista en


XIX Congreso FLAPAG
«El Psicoanálisis Vincular de
Latinoamérica: Lo singular  Lo
múltiple»
Sergio Rodríguez • 127 • La escritura del psicoanalista,
entre su singularidad de sujeto y
los lazos sociales de su práctica

Silvana Camerlo • 133 • De resonancias, e intertextuali-


dades y obras abiertas

INTERROGACIONES... Y PERSPECTIVAS

Espacio Adultos Mayores • 139 • La presencia de «lo inútil»

ARTE

Silvia Luchessi de Olaso • 145 • «El Erizo»

PASANDO REVISTA

Laura Aguerre • 153 • Familias y parejas. Psicoanáli-


Luján Alsina sis, vínculo y subjetividad, de
Ricardo C. Gaspari y Daniel
Waisbrot, comp.

Ricardo C. Gaspari • 157 • Cuatro familias, Veinte terapeu-


tas. Clínica Vincular Psicoanalíti-
ca, de Grupo de Familia AAPPG

Ricardo C. Gaspari • 165 • La pareja en conflicto. Aportes


psicoanalíticos, de Miguel Spivacow

Susana Luraschi • 169 • Conjeturas Psicopatológicas.


Clínica Psicoanalítica de familia
y pareja, de Susana Matus y
Silvia Gomel

Graciela Selener • 173 • Psicoterapia Psicoanalítica de


Grupos & Vínculos, de Germán
Morales, Bárbara Ortúzar y otros

INFORMACIONES
179
Editorial

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 11-17


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 11-17 13

En este número de nuestra revista, convocamos a escribir


sobre el AMOR. Y, es en este espacio editorial que acostum-
bramos a prologar los escritos; pero esta vez, la muerte de
Isidoro Berenstein nos detiene en la tarea.

El amor como tantas veces, por los aconteceres de la vida,


se impregna de dolor y esto nos ocurre hoy, ante ésta, nuestra
pérdida, de quien nos acompañara durante muchos años en la
Institución.

Incansable trabajador de los vínculos desde la creación del


Departamento de Familia, sus escritos quedan como testimo-
nio de su presencia.

Interesado en un más allá del psicoanálisis individual supo


recurrir a los aportes de la filosofía, la antropología estructu-
ral … para ampliar y complejizar la clínica. Una clínica que
le debe no sólo la ampliación del clásico dispositivo sino una
manera de pensar y trabajar lo que excede, lo irreductible, lo
ajeno.

La pérdida, la muerte es la más feroz muestra de esta irre-


ductible ajenidad. Tope que nos enfrenta a lo imposible. Amor
y dolor se unen así en una juntura difícil de des anudar.

Esta Revista dedica un espacio a su trayectoria de la mano


de quienes lo acompañaron en la creación y lo siguieron en
sus contribuciones al pensamiento de Lo Vincular.

Desde este Comité de Revista, una despedida con Amor y


Dolor por la pérdida de su presencia.

Continuamos trabajando que es la mejor manera de rendir-


le homenaje desde nuestra Revista del Psicoanálisis de las
Configuraciones Vinculares.

Amor en tiempos de Vértigo.

Que el amor es la forma de enlace en ese delicado equili-


bro con el otro no hay duda.
14 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 11-17

Un poco de hystoria, escrito con «y» en alusión a la deuda


con la «hysteria» en la historia del psicoanálisis. Ese «amor»
al Padre que inspiró el descubrimiento freudiano del incon-
ciente.

Una breve revisión, como decía, nos permite deducir que


en esa novela familiar del neurótico en la que el Edipo jugaba
el papel princeps se ha producido un giro, giro hacia un «más
allá del Edipo». El amor, ese recurso propio de la transferen-
cia, ya no parece esclavo a las marcas del destino, y por tanto
afanado a su desciframiento, sino más bien arrojado, expues-
to al vértigo de la contingencia.

Un amor desamarrado a las propuestas en las que el ideal


parental jugaba un papel princeps.

Es así como ese tratamiento del goce en que el amor lo


intenta hacer condescender al deseo se torna en un desafío en
las consultas vinculares actuales.

Atolladeros, tropiezos en la extracción de un goce que en


ocasiones alarman a puro exceso y en otras abre a la posibili-
dad de suplencia, invención, creación.

Distintas modalidades en el armado de las parejas, en los


posicionamientos: hombre mujer, en la construcción de las
familias, en el entramado de las relaciones sociales, labora-
les… dan cuenta de la ficción de un simbólico jaqueado por
la diversidad de modos de gozar que ofrece el momento
actual.

Cuestionado, caído el referente, ese del conocido aforis-


mo, estamos en la época del Otro que no existe, el amor en-
frenta el difícil desafío a su posibilidad de guiar y sostener el
lazo con el otro; ese enlace que, como señalara al comienzo,
«no hay duda» le concierne.

Un amor, pura expresión de vacío, que ante la fallida com-


plementariedad hace resonar su vértigo ante ese goce meto-
nímico difícil de localizar.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 11-17 15

Voy a parafrasear a Colette Soler cuando dice que ya no


tenemos modelos para el amor, y sigo su apreciación en cuanto
parece no preocuparle en demasía, pues agrego mi impresión
de que si bien ya no operan de manera exclusiva, algo de
ellos queda, resulta imposible barrer y será la contingencia,
el azar lo que los interrogará en cada encuentro.

Vale atender entonces a esa combinatoria de opuestos, a


ese resto-plus, para dejar en cuestión esa coagulación de sen-
tido, a puro mito-destino. Un saldo de experiencia que esti-
mula, aproxima a la invención.

Un amor que ya alejado del modelo homeostático tiene


que vérselas con ese real que desestabiliza en cada encuen-
tro.

Propuesta y desafío para un Psicoanálisis Vincular que tra-


baja con la producción, con la diversidad de formas de enla-
ce; en fin, con esa posibilidad de crear, de aspirar a lo nuevo
en temas del amor.

Una clínica vincular que descentra lo determinante de la


ficción simbólica y atreve a la producción, a ese torbellino
expresión de lo real.

Una clínica vincular que en la disparidad de cada encuen-


tro hace hablar al amor, lo con mueve a decir lo imposible de
decir. Un «real» esfuerzo de poesía.

En estas líneas de la puesta editorial aparece una fragrante


superposición: la historia y el acontecer que a la manera de
un caleidoscopio mezcla imágenes de nuestra vida institucio-
nal con imágenes del hoy: nuestro qué hacer con el «amor en
tiempos de vértigo».

La propuesta, seguir la letra de los escritos que compila-


mos por el generoso aporte de nuestros colegas.

Elina Aguiar escribe «Nos-otros, lo indigente siniestro».


16 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 11-17

La exclusión, la marginalidad, la forzada inclusión del ex-


cluido es tratada con rigor en una escena de características
siniestras como anticipa en el título de su escrito.

La descripción de lo ajeno y lo semejante polarizados como


opuestos conducen por lógica binaria a una subjetividad en
riesgo; no sólo del excluido sino también de aquél que opera
la exclusión.

Hospitalidad versus hostilidad, amparo versus violencia


son algunos de los pares antagónicos que se enuncian como
expresiones de una trama social quebrada.

Un verdadero alegato que redobla el valor ético de un psi-


coanálisis implicado en lo social.

Bernardo Katz en «El deseo del analista y las Configura-


ciones Vinculares» abre cuestiones del Psicoanálisis desde
Freud a Lacan, poniendo a trabajar ese «imaginario» en exce-
so del kleinismo. Propone una labor analítica que abre a un
más allá del «deseo del analista», lugar del «a» como causali-
dad deseante a fin de revisar «lo real» que se juega en cada
encuentro. Un imaginario que no reduce a lo especular pues
incluye la presencia «real». Cuerpo e imagen complejizan la
transferencia simbólica en la Clínica de las Configuraciones
Vinculares.

Miguel Spivacow, en su escrito «El vínculo, sus cuestio-


nes fundamentales» revisa el concepto de vínculo con un mi-
nucioso recorrido por autores que atendieron al tema en psi-
coanálisis.

Despliega consideraciones sobre clínica vincular al ocu-


parse de conceptos tales como indeterminación, distribución
del trabajo psíquico y alianzas inconcientes.

Si bien apuesta a los beneficios de una cura que se orienta


por una lectura y práctica vincular, considera la existencia de
una frontera móvil entre el suceder psíquico del sujeto singu-
lar y el vínculo; siendo por tanto en el abordaje de cada situa-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 11-17 17

ción clínica donde se dirime la cuestión de su orientación


terapéutica.

Congreso de FLAPAG, le dedicamos un apartado con la


reseña de dos escritos:

«El trabajo del amor. La tensión entre amor sexual y amor


filial», de Daniel Waisbrot.
«Mass media y subjetividad», de Graciela Ventrici.

Y la Presentación de nuestra revista Nº1 2011, «Diversi-


dades: lo singular lo múltiple», con los comentarios de
Sergio Rodríguez y Silvana Camerlo.

En el espacio «Interrogaciones... y Perspectivas» el área


científica de Adultos Mayores escribe sobre su quehacer: «La
presencia de “Lo inútil”, Interrogando un cuento: El libro de
los abrazos. “Sucedidos 2”».

En el apartado dedicado al arte, «El Erizo» (versión escri-


ta y puesta en cine), Silvia Luchessi de Olaso revisita una
historia de amor, de la mano de Deleuze, Allouch y Bataille.

«Pasando Revista», comenta los libros presentados en el


Congreso de FLAPAG.

Agradecemos a autores y presentadores sus escritos.

Hasta aquí la reseña de lo compaginado: «El amor en tiem-


pos de vértigo»; nos despedimos hasta el próximo número.

Graciela Milano
Dirección de Publicaciones
FE DE ERRATAS

En nuestro número anterior:

 Las autoras del artículo «La pornografía en la era tecnoló-


gica» Martha Eksztain y Sara Moscona omitieron la siguien-
te bibliografía:

Barros G., Inda N., Makintach A., Moscona S., Nusimovich


M. «Lo obsceno, su implicancias en la clínica vincular»,
Rev. AAPPG, Bs. As., 2009, Volumen XXXII, Nº 1, «Exce-
sos vinculares».
Barros G., Eksztain M., Inda N., Makintach A., Moscona S.,
Nusimovich M. Jornadas AAPPG, 2009, «Dispositivo de
pareja: territorio de lo obsceno».

 En el apartado «Interrogaciones... y Perspectivas», en el


Taller Relatos Clínicos, la coautora Noemí Davidovich, es
Psicopedagoga.
Recordando a
Isidoro Berenstein

Graciela Bianchi, Ricardo Gaspari,


Silvia Gomel, Juana Gutman,
Susana Matus, María Cristina Rojas *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33


(*) Miembros Titulares de AAPPG, Miembros fundadores del Depar-
tamento de Familia de AAPPG.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33 21

En el momento de la despedida a Isidoro Berenstein, uno


de los maestros indiscutidos del Psicoanálisis Vincular, nos
autoconvocamos para participar como grupo en su homena-
je. Los aquí firmantes –Graciela Bianchi, Ricardo Gaspari,
Silvia Gomel, Juana Gutman, Susana Matus, María Cristina
Rojas– tuvimos el privilegio de transitar con él la creación
del Departamento de Familia de AAPPG.1 Por eso, quisiéra-
mos compartir con todos algo de la historia y transmitir las
vivencias de aquellos años entusiastas y creativos, que mar-
caron un hito tanto en la vida institucional como en nuestros
propios caminos profesionales.

Durante la década que transcurre entre los años ´60 y ´70,


en diversos puntos de occidente se abre la perspectiva vincu-
lar del padecimiento psíquico, reconociéndose la dimensión
familiar-vincular del mismo, con desarrollos teórico-clínicos
pensados desde muy diferentes perspectivas epistemológicas.

Los más difundidos en nuestro medio fueron los trabajos


de Lidz, Watzlawick y Bateson, que a partir de la escuela de
Palo Alto inauguran los desarrollos de lo que luego será la
perspectiva sistémica. También llegaron a nosotros los traba-
jos de Laing y Cooper desde la antipsiquiatría y cierto exis-
tencialismo sartreano. En la Argentina, Pichon Rivière había
inaugurado este campo una década antes.

¿Dónde estaba Isidoro Berenstein en esos tiempos?

En nuestra cuenta, la «primera» presentación en público


de su apuesta teorizante fue en 1970. Ese año lo encuentra
compilando junto con Carlos Sluzki, Hugo Bleichmar e Ig-
nacio Maldonado las Actas del «1er Congreso Argentino de
Patología y Terapéutica del Grupo Familiar». Su presenta-
ción «Familia y Estructura Familiar» anticipa-diseña a gran-
des rasgos su hipótesis central, la de la Estructura Familiar
Inconciente.

1
En la primera etapa de este recorrido formó parte del grupo además la
Lic. Marqueza Sierra Ovejero.
22 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33

En 1976 publica Familia y Enfermedad Mental. En esa obra,


tomando como marco las tesis centrales de la Antropología
Estructural de Claude Lévi-Strauss, y mediante agudas ope-
raciones de cambio de escala apuntando a la escucha de las
familias en la consulta, enuncia decididamente la hipótesis
de una «Estructura Familiar Inconciente» y describe sus indi-
cadores.

Por esos años, cada uno de nosotros ya hacía sus prácticas


con familias, en distintos ámbitos y con distintos referentes
teórico clínicos en relación a esta especificidad. Pero con una
zona en común: una transferencia teórica al psicoanálisis y
un deseo, un apremio, de dar cuenta psicoanalíticamente de
aquello que hacíamos, de nuestras perspectivas.

Familia y Enfermedad Mental ha sido un texto que anudó


a su tiempo en cada uno de nosotros una transferencia de
trabajo con Isidoro, mediada por el despliegue de esta pro-
puesta teórica. Compartíamos la sensación de haber encon-
trado una teoría que avalaba lo que veníamos haciendo en la
clínica sin apoyaturas conceptuales precisas.

1979 nos encuentra trabajando con Isidoro a su regreso a


Buenos Aires y pensando con él en distintos grupos de estudio y
supervisión, las vicisitudes de la clínica vincular. El zócalo de
esta historia implica considerar otro hilo: la iniciativa desde la
comisión directiva de la AAPPG, hacia el fin de la dictadura
militar, de convocar a Janine Puget, Isidoro Berenstein y Raúl
Usandivaras a dirigir seminarios bianuales (Pareja, Familia y
Grupo respectivamente), tarea que le fue encomendada a la Lic.
Juana Gutman; y luego a fundar los Departamentos de Pareja,
Familia y Grupo, que junto con el de Análisis Institucional, or-
ganizarían la vida institucional. Isidoro es invitado a organizar y
dirigir el departamento que se denominaría «Departamento de
Psicoanálisis de las Relaciones Familiares».

Momento de apertura en el país y de ampliación institu-


cional en AAPPG, retorno de la democracia, época de entu-
siasmo y creación, años intensos también para nuestro gru-
po.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33 23

Isidoro presentaba, como punto de partida, un modelo es-


tructural sólido y explicativo, pero a la vez fue desplegando
un pensamiento siempre innovador. Persistente en la defensa
de sus hipótesis, pero abierto también a los aportes y críticas,
cuando adquirían entidad.

Fundar implicó no sólo pasión por pensar, sino también


por la trasmisión, por la formación de discípulos. Por lo tan-
to, por la escritura.

Fundar fue la constitución de un trípode sostenido en la


docencia, la asistencia y la investigación –organización plan-
teada desde la institución para todos los departamentos.

Fundar fueron dos horas de reunión semanales del staff,


sostenidas estrictamente: una, para cuestiones organizacio-
nales y otra, para trabajo de teorización.

Fundar fue que después de una primera versión, nos con-


fía las siguientes versiones del seminario bianual sobre Psi-
coanálisis de las Relaciones Familiares.

Fundar fue que nos «invita» a elegir a cada uno tópicos de


base del psicoanálisis –Edipo, Narcisismo, Ideal del yo, Transfe-
rencia, Ley del padre– para trabajarlos en clave de su propuesta,
y formatearlos como conferencias mensuales primero, y como
libro en un segundo tiempo. De allí surgió Familia e Inconciente.
Cada capítulo, cada tópico, minuciosamente trabajados con él.
Poco a poco, el Departamento de Familia fue reconocido en el
medio científico como un espacio de pensamiento.

Fundar fue ayudarnos a darle un lugar importante a la es-


critura y a la transmisión, a tal punto que cuando alguno de
nosotros planteaba sus dificultades para emprender la tarea
de escritura, su respuesta fue: «no vayan a Disco y listo…»,
aludiendo tanto a la dedicación temporal como a las renun-
cias que el escribir requiere.

Otro mojón en la historia de nuestra relación con Isidoro,


y que tal vez significó una ya incipiente diversificación de
24 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33

nuestros discursos y otro momento transferencial, fue el tex-


to Clínica Familiar Psicoanalítica. Estructura y Acontecimien-
to. Libro que muestra una clínica y teorizaciones que hacen
ya una revisión de la postura estructuralista. Tiempo de trans-
formaciones que también fue posible tramitar con él.

El encuentro con Isidoro-maestro producía fuertes efec-


tos: su pasión por el pensamiento y la trasmisión oral o escri-
ta de sus producciones, así como la búsqueda del intercam-
bio con el otro como interlocutor para armar tramas grupales
productivas y pensantes, supieron despertar o potenciar en
sus discípulos la pasión por las aventuras del conocimiento.

Con un decir firme y pausado, trataba de transmitir sus ideas.


Con una sonrisa paternal lograba desanudar en las supervisio-
nes los nudos problemáticos transferenciales y sembrar una
definitiva desconfianza por lo «obvio». Nos ejercitamos en abrir
una mirada que abarcara el conjunto vincular y registrar los
efectos que la presencia de los otros tienen en uno.

Con los años, este grupo fundador y sostenedor –en un


primer momento– del Departamento de Familia, fue abrien-
do sus fronteras. Salieron y entraron muchos colegas, y si
bien no siguió vigente como tal, el lazo surgido en años de
trabajo, y el haber recorrido muy juntos un trecho de la vida,
nos convoca a dar cuenta hoy de esa experiencia.

Desde entonces, hace ya tantos años, cada uno de nosotros


fue armando un recorrido personal, produciéndose diferentes
encuentros con Isidoro, encuentros siempre ricos en lo profe-
sional pero sobre todo en lo afectivo. Uno de éstos, fue la
entrevista que realizó en noviembre de 2003 Susana Matus,
en el contexto de su trabajo de Tesis de Doctorado. Pensamos
que sería un lindo homenaje publicarla, en tanto ésta muestra,
de alguna manera, al Isidoro con quien pudimos compartir
experiencias y años que marcaron nuestras vidas: un Isidoro
lleno de curiosidad y vitalidad, empecinado en la búsqueda
de precisiones; un Isidoro investigador, a la vez que «familie-
ro» y cálido, en fin, un querido maestro para todos nosotros.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33 25

He aquí la entrevista:
Susana: ¿Qué edad tenés?

Isidoro: 71.

Susana: ¿Antigüedad en el ejercicio profesional?

Isidoro: Como médico 45 años y como psicoanalista 41.


Cuando me recibí de médico no tenía literalmente ninguna
idea de lo que era ser un analista o el análisis. Mi universo
pasaba por dos sectores: por la medicina tradicional clínica
con sus especialidades –cirugía, etc.– y por la investigación
en fisiología. En realidad yo lo que quería era ser investiga-
dor, así fue como empecé. Los primeros años hacía dos co-
sas: práctica clínica –ver pacientes– y leer clínica e investi-
gación. Empecé haciendo una investigación en el laboratorio
de (Luis Federico) Leloir con otro investigador más impor-
tante; publicamos un trabajo en el Congreso de Fisiología del
año ´57. Después me conecté con un investigador que venía
con una técnica de operación de cerebros en ratas para hacer
determinados trabajos en relación a diálisis. Fue bastante de-
cisiva una conversación que tuve con (Bernardo) Housay
cuando le dije que quería investigar con el equipo de él, esto
fue en el ´57. Me dijo que tratara de buscar un aparato que
había en el depósito de la facultad para hacer localizaciones
cerebrales en ratas. Finalmente encontré el aparato, pero des-
pués de un tiempo me dijo que era muy caro formar un inves-
tigador y que él no se podía hacer cargo. Retrospectivamente
calculo que no me debe haber visto condiciones. A esa altura
ya había hecho trabajos con ácido lisérgico en perros. En esa
época dentro del modelo de clínica médica había un departa-
mento de psiquiatría. Se me pierde un poco cómo ingresé en
el departamento de psiquiatría, ahí estaba (Guillermo) Vidal.
Hacíamos simultáneamente lisérgico con pruebas clínicas con
pacientes y lisérgico con perros, era un modelo de investiga-
ción. Por ese camino hicimos una experiencia sobre nosotros
mismos con ácido lisérgico con Vidal y en grupo con gente
que nos observaba. Se investigaban diferentes cosas –cere-
bro, hipertensión– había distintos equipos y sectores. Así fue
26 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33

que estando en lo de Vidal empecé a saber que la gente se


analizaba; pasaban por el Instituto de Clínica Médica que es-
taba en el Hospital Rawson. De esa manera me encontré en-
trando en la carrera para ser analista.

Susana: ¿Dónde empezaste?

Isidoro: Justamente en el Hospital Rawson. Hice la espe-


cialidad en psiquiatría clásica, nada que ver con el psicoaná-
lisis. Empecé a analizarme y entré en el carril de la carrera
analítica en la APA, la única institución oficial que estaba en
la calle Anchorena, luego se mudó a Rodríguez Peña. Un poco
antes del ´77 ya empezó a haber una división interna. En el
´77 fue el Congreso Internacional de Jerusalén que coincide
con que habíamos emigrado a Israel, y ahí fue cuando se di-
vidió. Yo ya estaba con el grupo que iba a ser APdeBA.

Susana: ¿Cómo te ubicás en relación a diferentes corrien-


tes dentro del psicoanálisis?

Isidoro: Creo que comparto con vos el hecho de que uno


está atravesado fuertemente por el contexto. El contexto del
año ´60 era el de la APA y el psicoanálisis oficial que supon-
go era kleiniano. En esa época Klein era un descubrimiento.
Ella hace una apertura fenomenal sobre la estructura de la
mente con respecto al pensamiento freudiano con todo el con-
cepto de fantasía y demás, todas las elaboraciones muy, muy
sutiles de los analistas kleinianos. Yo me doy cuenta que una
constante en mi interés, todavía al día de hoy, es la precisión.
Yo llamaría precisión a un acercamiento lo más posible entre
las descripciones y los hechos que describen o entre las pala-
bras y los significados. O sea, no usar cualquier palabra, no
usar palabras que tienen muchos significados. A mí no me
cuesta escribir pero lo que me cuesta muchísimo es corregir y
corregir es una búsqueda detrás de una precisión que es inal-
canzable.

En este sentido, la identificación proyectiva como concep-


to de los años ´60 me deslumbró. Primero por la precisión
descriptiva pero además porque entendía algunas cosas que
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33 27

pasaban en la relación con los otros. La identificación pro-


yectiva es un concepto que empieza con Melanie Klein en el
año ´47, ella hacía buenas descripciones clínicas, pero no me-
tapsicológicas. Fue Bion quien sistematizó y se metió con la
identificación proyectiva y los mecanismos psicóticos.

Lo cierto es que la identificación proyectiva a mí me dio la


primera herramienta para analizar las relaciones familiares y
de pareja. Uno de mis primeros trabajos es el análisis de una
pareja que no vivía acá sino que vino a Buenos Aires por un
mes. En esa época además –el contexto otra vez– se analiza-
ban de lunes a viernes todo el mes, todos los días. Ese trabajo
consistió en mostrar un análisis de sesiones en tres columnas,
ella, él y yo. Para que veas a qué le llamo precisión, que no
haya superposición entre donde empieza uno, termina otro,
los puntos de referencia, qué responde uno con otro, es como
un protocolo.

Susana: ¿En qué año fue este análisis?

Isidoro: Debe haber sido en el ´78. Cuando empecé a


trabajar con parejas ya estaba con Pichón. Me acuerdo cuan-
do Pichón me derivó la familia de un paciente catatónico,
allá por Constitución, yo iba a la casa, me sentaba con
ellos...

Me acuerdo que –ése es un libro que nunca escribí– tenía


el proyecto de escribir sobre la memoria. Hice una sistemati-
zación de todos los conceptos de memoria que había en Freud.
Era una monografía, por ahí la debo tener. Todavía estaba
con el cerebro, pero en realidad, no era el cerebro, era la men-
te, era la memoria. Todo eso me tomó la cabeza y la persona,
estaba mucho con la temática de la identificación proyectiva
y la sutileza de lo que uno le hace al otro, de lo que puede
hacer, de lo que pone y de lo que saca, de cómo lo condicio-
na.

Susana: ¿Cómo empezás a pensar la formulación de la Es-


tructura Familiar Inconciente?
28 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33

Tendría que hacer un esfuerzo de memoria. Me aparece


una charla con Carli Sluski –cuando él todavía estaba acá–,
reuniones con él y con Eliseo Verón. Carli ya transitaba la
teoría sistémica. Tenía un libro con Eliseo sobre comunica-
ción y neurosis, sobre el modelo comunicacional. Era un li-
bro fuerte, muy metodológico, estupendo. Entonces yo le
cuento a Eliseo, creo que es él el que me dice sobre Lévi-
Strauss –porque si no fue por él, no sé de dónde puedo yo
enterarme de Lévi-Strauss, ya que la antropología no me pa-
saba cerca– y me habla sobre la Antropología Estructural. Y
claro... ya no me soltó y no me soltó por eso, por la precisión,
por los modelos tan precisos en la descripción, en la explica-
ción. Le digo a Eliseo «¿cómo hago con esto?, habla de cosas
que no sé». El me dice «lo tenés que leer con alguien». «¿Y
con quién?», no encontraba con quién, no sabía con quién.
Así empezó la relación con la antropología estructural; lo leí
solo y estaba tan prendido, tan prendido, lo habré leído in-
contable número de veces. Ese fue el momento, tiene que ser
en el ´70; el trabajo lo presenté en el Congreso de Psicopato-
logía del Grupo Familiar, «Familia y estructura familiar» fue
el trabajo, y sobre eso vino el libro.

Susana: ¿Ese es el primer trabajo en el que vos empezás a


vincular la antropología con el psicoanálisis?

Isidoro: Claro. La circulación del dinero, los sistemas reli-


giosos, los nombres propios.

En esa época transitaba muy claramente dos carriles, yo


diría que era hiper claro: uno era el carril de la estructura
familiar inconciente y el otro el del inconciente. El primer
libro que llevé a Paidós era un libro grande que tenía dos
partes: parte I: Estructura familiar inconciente y parte II: el
Complejo de Edipo, Estructura y significación. Como era ló-
gico, dependía de las dos cosas. Así fue que me dicen «no, es
muy grande, hoy en día la gente compra libros más chicos,
mejor con esto hacer dos libros, desde el punto de vista edito-
rial». Yo llevé uno y quedaron dos. Complejo de Edipo era
toda una reformulación de lo otro: el modelo triangular, el
modelo cuadrangular, hexagonal, con los modelos lógicos.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33 29

Pero al mismo tiempo yo estaba trabajando sobre el modelo


del inconciente, entonces no me alcanzaba con decir que a tal
frase del contenido manifiesto de un sueño le corresponde tal
frase del inconciente, tal frase desiderativa. Yo tenía la intui-
ción de que tenía que haber frases intermedias que pudieran
explicar lógicamente, desde la frase del inconciente –no es
que el inconciente fuera una frase, pero desde la frase que
uno le ponía al inconciente– hasta el contenido manifiesto
del sueño, tenía que haber una serie de frases intermedias. Di
vueltas, di vueltas y fui a dar con Juan Indart. Con él empecé
a estudiar retórica, era sociólogo y semiótico, sabía mucho.
Así que trabajamos mucho sobre eso y sobre semiótica de los
sueños. Entonces el trabajo habla sobre los jeroglíficos, so-
bre la traducción y sobre las reglas retóricas en la producción
del sueño, no sólo la metáfora y la metonimia, también la
sinécdoque y todas las figuras retóricas posibles. Digamos,
yo trabajaba en los dos campos y los tenía separados.

En esa época, psicoanálisis lo hacía en APdeBA y psicoa-


nálisis familiar lo hacía en la AAPPG.

Yo me fui en el ´79 y cuando volví de Israel publiqué el


libro Del destino a la significación. Quizás ahí las circunstan-
cias, lo azaroso, Israel, me movió de la teoría de los conjun-
tos a la Biblia, a la filosofía, desde otro campo. Si no hubiera
pasado por Israel, no sé cómo hubiera tomado contacto con
la Biblia, y no fui a buscar eso, lo cual confirma que vos vas
a buscar una cosa y te encontrás con otra que no está prevista.
Imaginate, si yo estoy con un paciente en Israel y me dice
«me parece que veo el 7 en la mano», digo «¿qué es eso» y me
dice «lo que pasa es que lleva X» que es la séptima letra. Le
digo «me tenés que explicar porque yo no conozco tanto la
Biblia, si vos la estudiaste de chiquito, explicáme»; y me cuenta
que hay un chiste en los colegios que le hacen los nenes a las
nenas cuando le dicen «che, ¿cuál es la letra que le sigue a
X?». Y las nenas se oponen a decirles porque X se le llama al
pito también y es la séptima letra. La única forma de entender
esto es ir a la Biblia. Lo mismo que la familia de una chica
esquizofrénica que desencadenó la psicosis cuando la madre
le cortó el pelo –lo tenía largo–, ella se despersonalizó y hubo
30 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33

que internarla. Me contaron que cuando ella nació, el padre


–que quería tener un varón– dijo una frase de la Biblia que
quiere decir «.... hijo mío»…

Susana: ¿Por qué te fuiste a Israel?

Isidoro: Son dos preguntas: ¿por qué me fui? y ¿por qué


Israel? Me fui porque en junio del ´76 recibí una amenaza
telefónica. Después surgió que debe haber sido algún pacien-
te psicótico que yo debo haber atendido… en esa época ya
había salido el libro Significante y familia.

¿Por qué Israel? Grinberg me dijo «mirá en Israel necesi-


tan psicoanalistas…». Yo estaba trabajando a full, mi espo-
sa también. Largamos todo, nos fuimos a Israel. Efectiva-
mente fui como supervisor, ya con un lugar contratado…
Yo nunca había ido a Israel, ni siquiera de paseo… Pero
bueno, yo creo que eso hay que ponerlo ya en una caracte-
rística personal, esta combinación de «nada se puede opo-
ner a cuando yo tengo ganas de hacer algo, el desafío, la
confianza de que voy a sobrevivir». Eso tiene raíces infanti-
les y otras no infantiles.

A los seis meses de estar allí empecé a ir al hospital. Yo iba


con la idea de que con inglés me arreglaba pero el lenguaje
cotidiano es el hebreo, es como acá, si vos vas a los hospita-
les se habla en castellano. Así que las primeras reuniones fue-
ron una tortura, ¡no entendía nada! Pero la gente era muy
confortable. Sucedía que yo sabía más de psicoanálisis y de
familia, era el especialista, pero ellos sabían más del país.

El libro que yo escribí en Israel apareció acá (tiene distin-


tos capítulos y cada uno es un caso). Pasaron varias cosas:
primero, empezaron a regalar ese libro para los cumpleaños y
después lo que la gente me dijo es que estaba escrito de otra
manera y no tenía la dificultad de los escritos anteriores. Es
más literario, más coloquial, tiene menos de pequeño grupo y
es más comunicativo. En realidad siempre me gustó escribir
y no me animé, me hubiera gustado hacerlo en prosa. Siem-
pre me gustó mucho la palabra escrita pero nunca tuve el co-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33 31

raje de emprenderlo. Y ese libro es como haber escrito algo


literario; me sirvió para romper una forma.

Susana: Cuando volvés ¿se reinstala algo de lo anterior?,


¿otra vez se dividen las aguas: APdeBA y AAPPG?

Isidoro: En realidad debe ser a partir de ahí que adentro


mío ya no era muy sostenible esa división, digamos, institu-
cionalmente por ahí sí, pero a nivel de la producción ya no. A
este nivel el psicoanálisis tenía que cambiar, ya no podía ser
lo mismo que antes, todo empezaba a cambiar y a unificarse.
Antes eran dos caminos muy claramente diferenciados, des-
pués ya no sino que se interpenetran y no respetan sus lími-
tes, para bien, para mejor.

Susana: Llegamos a hoy. ¿Qué pasó con las líneas teóricas?

Isidoro: Digamos que la experiencia de Israel desestructu-


ró un poco el pensamiento estructural aunque por supuesto
persiste durante un tiempo más. En realidad no tiene por qué
no persistir, sólo que no tiene la misma forma. Entonces vuelvo
a la Argentina en el ´79; y en el ´83 es la invitación a fundar
los departamentos en la AAPPG. El Departamento de Familia
empieza todavía bajo el imperio de la «estructura familiar
inconciente» pero empieza a incomodarme la rigidez del mo-
delo, la repetición de la gente que seguía y lo decía cada vez
más como emblema. Son cosas un poco insensibles y en un
momento dado te das cuenta.

Estando en Israel nuestra familia escribió –hice un cálcu-


lo– unas 700 cartas. Yo escribía muchísimas, también mis
hijas escribieron cualquier cantidad. No había mail pero no
sólo por eso. Te cuento un secreto: yo esas cartas las guardo
porque siempre pienso que así como estuvieron las cartas de
Freud a Fliess… y porque éstas no eran cartas de salutación
solamente, eran discusiones. Muchísima correspondencia con
Janine (Puget), ida y vuelta.

Susana: ¿Janine ya estaba empezando a trabajar en el tema


y se conecta con vos?
32 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33

Isidoro: Sería de la época de APA... Ninguno de los dos


puede decidir cuándo nos conocimos. Como si el vínculo se
hubiera familiarizado, es como que estábamos siempre ahí...
no recuerdo el momento preciso en que nos dijimos mucho
gusto.

Susana: Pero estaba en APA cuando vos entraste.

Isidoro: Sí porque ella institucionalmente era un poco ma-


yor que yo. Desde ya cuando vine de Israel empezamos a
trabajar sistemáticamente juntos.

Entonces fue mucha la correspondencia con ella y tam-


bién con otros. Por ejemplo con (Juan Carlos) Nocetti eran
cartas de muchas páginas. Creo que el libro de él es del
´73, el de la familia, o sea que lo conocí antes de irme a
Israel. El enganchó el modelo estructural, se metió mucho
y lo fue aclarando... ese libro es maravilloso, el primer li-
bro de él.

Después viene ya la época de lo vincular. (Alejandro) Ga-


llo decide hacer un cambio bastante sustancial, entonces nos
llama a (Raúl) Usandivaras, a Janine (Puget), y a mí –no re-
cuerdo si a alguien más– y nos dice «ustedes tienen carta
blanca para fundar un departamento, uno Grupos, el otro Pa-
reja y el otro Familia. Tal es así que cada uno lo hizo de una
manera diferente. Me pareció una propuesta muy novedosa,
muy creativa. Llamarnos y decirnos «ustedes tienen carta blan-
ca, ¿cómo les parece?», es medio insólito.

Susana: ¿Y cuál es el cambio para vos a partir de la rela-


ción con Janine en términos de línea teórica, es decir, signifi-
có una transformación teórica empezar a trabajar con ella?

Isidoro: Confluye... digamos, ella viene más con grupos y


con terrorismo de estado, lo social. Yo vengo más con las
profundidades de lo inconciente, familia y pareja, lo vincu-
lar, grupos nunca. De hecho «grupo» es una palabra que yo
no uso, no la vas a ver escrita casi.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 19-33 33

Yo después le doy otra forma que uso para entender el psi-


coanálisis de la institución analítica. En un momento dado
las circunstancias, el azar determinan un movimiento en mar-
cha de un movimiento instituyente. Mientras vos estás en este
movimiento fluís atrapado por la novedad, la apertura, el pa-
norama, por lo ancho del camino que tenés por delante frente
a lo acotado del camino desde donde venís. Pero de inmedia-
to tenés ganas de apresar eso, ese movimiento instituyente,
después hacés una institución. La idea es que con la institu-
ción el movimiento instituyente se va a hacer más fuerte, más
rico, más abundante. Ocurre que la institución empieza a ad-
ministrar el movimiento instituyente pero también se opone a
éste porque si sigue fluyendo no hay posibilidad de institu-
ción.

Entonces te empezás a sentir totalmente aprisionado por la


institución y ésta puede ser tu propia teoría, no tiene por qué
ser un edificio o una organización, también es la propia for-
mulación. Entonces empezás a tener cierta incomodidad o
estás cómodo, no sé, por lo menos a mí me incomoda hasta el
día de hoy.

Buenos Aires, noviembre de 2003


Nos-otros,
lo indigente siniestro *

Elina Aguiar **

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54


(*) Agradezco al equipo «Vecinos en la calle» de la APDH, la posibili-
dad de compartir experiencias, e ideas. Ellos son: Henoch Aguiar,
Lucía Andreotti, Germán Guarino y Olga Idone.
Asimismo agradezco a Ana Martín y CarolinaTejada el haberme acer-
cado a una otra manera de entender los procesos de exclusión social.
(**) Licenciada en Psicología (UNdeCórdoba); Psicóloga Clínica, Fa-
cultad de Medicina de la UNBA. Miembro Titular de APPPG y APBA.
Secretaria de Salud Mental de la Asamblea Permanente por los De-
rechos Humanos (APDH). Integrante del Equipo de APDH «Veci-
nos en la calle».
E-mail: elinaag@fibertel.com.ar
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«Nada ha de ser comparable a las


ventajas de la extinción de las tribus
salvajes o conservarlas tan debilitadas
que dejen de ser un peligro social».
D. F. Sarmiento

«Atención: te estás acercando


a una zona peligrosa».
Aviso de GPS Garmin de automóvil,
al acercarse a un barrio
de viviendas precarias.

La exclusión social y la indigencia promueven en mí pre-


guntas, reflexiones provisorias y fragmentarias de esta, dolo-
rosa y opaca realidad que nos interroga con su presencia. Co-
mienzo planteando qué entiendo por exclusión social, la coti-
dianeidad y los traumatismos permanentes a los que están
expuestas aquellas personas en los límites de la sobreviven-
cia; los lugares que se les ofrecen y las posibilidades de sub-
jetivación. Cuestiones que ponen de relieve la convergencia
de la clínica con lo social. Mencionaré sus producciones cul-
turales. Señalaré las respuestas inmunitarias del resto de la
Sociedad y nuestras posibilidades como psicoanalistas ante
esa situación. El poder pensar desde el psicoanálisis el proce-
so de exclusión hace que se comience a mirar, a incluir lo que
se eyectaba de la percepción y con ello se abre una posibili-
dad de cambio.

Considero la exclusión social como un proceso histórico,


dinámico, en perpetua construcción, interactivo y acumulati-
vo, que mediante discursos, acciones y omisiones ubica a las
personas o grupos en lugares cargados de significados que el
conjunto social rechaza y no asume como propios. Son «los
otros».

La exclusión en Latinoamérica es económica; se excluye a


pobres e indigentes. Abarca generaciones en ese tránsito a la
exclusión y es difícil revertir y detener ese proceso habiendo
tantos factores involucrados e interesados en su mantenimien-
38 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54

to; la modalidad occidental capitalista necesita de la exclu-


sión. La sociedad disciplinaria deja una porción de la comu-
nidad adentro y otra afuera. Una forma de aniquilación aca-
llada es la miseria estructural del sistema social dominante.
Se develan configuraciones políticas, económicas y cultura-
les que han hecho posible la existencia de un mundo cons-
truido sobre la base de un desconocimiento de la alteridad.
Eugène Enriquez señala que la cultura resuelve el problema
de la alteridad por medio de un sistema de clasificaciones
que se mutaría en sistemas de separación y dominación por la
violencia sacrificial (Enriquez, E., 1983).

Me voy a referir a la exclusión. Pero tengo claro que lo


que denominamos exclusión abarca también a los nunca-in-
cluidos ¿cómo pertenecer a la exclusión cuando nunca se es-
tuvo incluido?

La exclusión y la no inclusión es un proceso de expulsión


del orden social, generando –como dice Arendt– un «hombre
superfluo». Marx habla del hombre supernumerario, Ogilvie,
«hombres descartables», Z. Bauman, «humanidad superflua»
o «vidas desperdiciadas», J. Puget, «des-existentes», Agam-
ben nos recuerda al «homo sacer», la «underclass» de los sajo-
nes (Viñar, M., 2009; Puget, J., 2005; Agamben, G., 2000).
La mirada mediática nos induce a ver a la persona excluida
como enemiga y peligrosa.

Las personas indigentes están a la vista y muchas veces


son temidas. Se transforman en «lo indigente siniestro», con
eso designo que la falta de recursos económicos elementales,
la nuda vida, pone de relieve ante los ojos de todos, no per-
manece oculta y muestra a qué extremos puede llevar la des-
atención y el abandono de una comunidad con muchos de sus
conciudadanos. Lo siniestro, extraño e inquietante (Freud, S.,
1919), lo que estaba oculto deja de ser secreto, aquello que
debía permanecer oculto se manifiesta, lo familiar deviene
extraño, peligroso, amenazante.

Se cataloga como inferiores, que luego devienen en ene-


migos, a las personas en extrema precariedad. Aquel explo-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54 39

tado, marginado e ignorado se transforma en peligroso, «ene-


migo interno» (hace unas décadas lo eran los «subversivos»)
como no solamente causante de su propia desgracia sino de
todos los males: indigentes, delincuentes eliminables, ma-
tables, por acción u omisión. Giorgio Agamben conceptua-
liza al «homo sacer» como aquel sacrificable al no cumplir
con las pautas imperantes en el conjunto social (Agamben,
G., 2000).

Eugène Enriquez, releyendo «Porvenir de una ilusión» de


S. Freud, subraya la concepción del Estado como cristaliza-
ción de las instituciones estables del vínculo grupal, que no
puede nacer ni desarrollarse ni fortificarse de otra forma que
no sea por la guerra (Enriquez, E.,1983).

Surge así la noción de «vulnerables». Van de la exclusión


social a la vulnerabilidad (Castel, R., 1991) con riesgos de
caer en la labilidad vincular. Las denominaciones («margina-
les, de riesgo, vulnerables, inútiles»), dan cuenta del lugar
que se les asigna, de cómo son mirados, y de los efectos que
ello produce. Si bien no se puede pensar sin conceptos, ¿cómo
hacer para que un origen no devenga un destino? En la cons-
trucción de la subjetividad «la encuesta sobre uno mismo se
realiza en los múltiples espejos de los otros que nos confir-
man o des-confirman permanentemente» (Ledoux, M., 1992).
En el lenguaje zulú el término «ubuntu» designa el ser perso-
na a través de otras personas, la armonía entre lo individual y
lo colectivo (Viñar, M., 2009).

Se trata de personas que padecen hambre crónico, pobreza


extrema, maltrato social y doméstico. Son personas en el lí-
mite mismo de la sobrevida, en estado de desamparo, de ries-
gos permanentes: viven en estado de amenaza, a merced de
las fuerzas del orden, policía, guardia urbana, las brigadas,
fuerzas de «seguridad», que los acosan. Por todos ellos son
tratados como «restos» a eliminar. Es el resto que no tiene
resto. La muerte los acecha a cada instante. A menudo su en-
torno no es estable, está fracturado y genera, como señalé,
condiciones de vulnerabilidad social.
40 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54

El indigente tiene un no lugar pero se le asigna el papel de


usuario de políticas asistencialistas donde se le refuerza su
lugar de vulnerable, incapaz de autoabastecerse. La personas
indigentes son usadas como objeto por algunas ONG empe-
ñadas en imponerles hábitos e ideologías, sin preguntarse por
la singularidad de cada uno de ellos. Allí la violencia radica
en la asimetría de los vínculos (Idone, O., 2010). Al querer
«incluirlos» en el sistema productivo, se confunde equidad
con homogeneidad, que no singulariza; es opuesto a la pro-
ducción de subjetividad.

Se le supone un estado carencial y se le desconoce otro


capital; nuestra ceguera los visualiza solamente «carentes»,
y así se ejerce sobre ellos una doble exclusión. Excluido es
un «adjetivo calificativo descalificado» y las prácticas van
atadas al adjetivo calificativo (Frigerio, G., 2011). Se trata de
una metabolización de la violencia física en violencia simbó-
lica. De ahí el calificativo descalificado para los no incluídos
en el sistema productivo. Así las personas excluidas son sen-
tidas como amenazantes para el orden público; se los patolo-
giza o penaliza.

El excluido no tiene rostro y es «portador de cara». Una


señora en un té de amigas dice: «a la noche ya no se puede
salir más por Lavalle, todos tienen una pintusa que te da mie-
do». Un chico, al decirle que no tenía monedas para darle, me
dice, «no importa doña, por lo menos usted me mira». Mu-
chas personas que viven en la calle se asombran gratamente
de que recordemos sus nombres y anécdotas; parecieran ha-
bituados a no ser tenidos en cuenta en su singularidad. Pero
cada uno, cada grupo, desde su lugar, puede resistir, empren-
der el combate contra el pensamiento monolítico y el avasa-
llamiento de la subjetividad, como lo analizan Miguez, D.y
Semán, P. (2006). Se necesita de un reconocimiento de su
deseo y deseo de reconocimiento, de asegurarse un lugar en
el multifacético simbólico social.

A los excluídos se les propone una «momificación identi-


taria» como señala Enriquez, E. (1983) desconociendo su mul-
tiplicidad de identidades. Las mayorías que clasifican,
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54 41

cosifican, niegan esa la multiplicidad interior que habita en


los indigentes. Se propone así una homogeneización mortífe-
ra a los integrantes de la comunidad implementando proce-
sos de masificación y cercenando la diversidad individual y
colectiva.

Desde las prácticas asistenciales asimismo se piensa el ex-


cluido sólo como carenciado, excluidos de ser sujetos de de-
seo: «¿para qué llevar a los niños indigentes al Museo de
Bellas Artes?; se trata de una «exclusión de la estética»:
(Frigerio, G., 2011), excluidos del derecho a tener deseos.

En los últimos treinta años en pleno proceso de pauperiza-


ción los sectores populares más desfavorecidos no quedaron
pasivos: articularon estrategias de adaptación, de resistencia
y de creación provenientes de los polifacéticos recursos cul-
turales de sus nuevos estilos de vida. En estos tipos de margi-
nalidad urbana se desarrollan códigos culturales y dispositi-
vos que expresan las experiencias de este sector. Mecanis-
mos donde elaboran situacionalmente su pertenencia social.
Respuestas colectivas que les permiten encontrar otro reco-
nocimiento.

Me interesa entonces no sólo ver en la exclusión las caren-


cias reales y simbólicas sino también: pensarla como un espa-
cio de producción cultural con sus valores, ídolos y formas de
resolución de conflictos. Producción que no sólo surge de su
estado de carencia, sino que es el resultado de su capacidad
creativa donde emergen los múltiples sincretismos que su mis-
ma situación les posibilita (Miguez, D. y Semán, P., 2006).

Si bien la pobreza no es necesariamente exclusión, la ex-


clusión y la indigencia implican múltiples pobrezas en tanto
inaccesibilidad al capital social, cultural de que dispone la
sociedad imperante. Sin embargo, entre cumbias, santos, sa-
biduría de piquetes, «pibes chorros», se van gestando pro-
ducciones culturales propias donde nosotros quedamos afue-
ra. Valores, mitos, solidaridades y lealtades en asentamientos
o villas que nos son extraños. Tienen otros códigos, otro len-
guaje, rico, pero que no entra en los casilleros educativos de
42 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54

las estructuras escolares que los expulsan al no contemplar


sus diferencias (Miguez, D. y Semán, P., 2006).

En las zonas carenciadas los niños pasan de repitentes a


expulsados de un sistema educativo no pensado para ellos.
Se los cataloga en los legajos escolares como «problemáti-
cos» y son los que luego serán «menores» judicializables.
Una escuela que no puede reconocer sus méritos, además de
las limitaciones. La norma no tiene para quien la infringe el
mismo sentido que para aquellos a quienes las normas sirven
de contención y de eventual transformación (Martín, A. M.,
2006). «Los padres de estos niños y adolescentes no son pro-
veedores ni protectores, adolescentes que en su decir ‘no ha-
cen nada’, donde delatan que nacieron en un sector de la co-
munidad donde no se espera nada productivo de ellos. La
sociedad estimula el poder, la riqueza y la fama y su correlato
es la apatía ante ese no lugar e imposibilidad de realizar su
ideal» (Pelento, M., 2011). La desigualdad social induce a la
falta de perspectivas, un vacío en el lugar de las ilusiones y
proyectos, una fijación a la lógica de la inmediatez y la con-
vicción de mayores carencias para el futuro. Sin trabajo, sin
estudio y sin un lugar social, ¿la alternativa es la calle, la
esquina, la droga, la violencia, si no son contenidos en otra
red social en la que puedan ser actores?

H. Arendt señala que a los excluidos nadie los ve, nadie


los oye, sólo aparecen en el escándalo del motín o el acto
antisocial, cuando la miseria material arrastra a la miseria psí-
quica e irrumpe desorganizando el mundo de buenas costum-
bres (Arendt, H., 1958; Viñar, M., 1998). Se dibuja un tra-
yecto de sujeto explotado a sujeto ignorado (Pelento, P., 2011).
La disrupción en la escena social quizás sea la única forma
de hacerse presente.

Sobre la exclusión hay un discurso de desaparición que se


une al deseo «inmunitario» al decir de R. Esposito (2009) de
la mayoría de la población de no ser implicada en su situa-
ción. Desde la perspectiva de la comunicación la «exclusión
relacional», la negación del otro, es la causante inicial de la
«exclusión situacional» de un hecho ya observable de exclu-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54 43

sión… la «exclusión relacional», incuba fatalmente la exclu-


sión (Aguiar, H. D., 2011).

Hay políticas activas para trasladarlos y desarraigarlos a


los confines de la ciudad y políticas de omisión y abandono.
La parte que no tiene parte. Los indigentes sobran, hay que
barrer todo lo que perturba, son tratados como basura a eli-
minar. No son asesinados pero tampoco cuidados; se trata de
crímenes sin criminales donde las víctimas se banalizan y
son puestas a cuenta de la incapacidad del que muere; se con-
figura una victimización secundaria

Si a ellos se les reserva el habitar en un «Estado de Excep-


ción» (Agamben, G., 2000), en un Estado que se desentiende
de su suerte, ¿cómo pretender que se ajusten a las leyes cuan-
do no tienen derecho a tener y a reclamar por sus derechos?
El Estado de Excepción no es más que la forma moderna y
sofisticada de la horda menoscabando a sus propias leyes,
instituyendo lo arbitrario y la injusticia como modo normal
de gobierno (Enriquez, E., 1983). Freud señala en «Porvenir
de una ilusión», ya en 1927, que una cultura que deja insatis-
fechos a un número tan grande de sus miembros y los empuja
a la revuelta no tiene perspectivas de conservarse en forma
duradera ni lo merece.

A su vez a los indigentes desde el discurso se los masifica sin


pensarlos («son todos lo mismo: vagos, borrachos, no quieren
trabajar, viven de los planes etc.»). Los psicoanalistas podemos
caer en la misma operatoria masificadora de no verlos y querer
encasillar en categorías psicopatológicas lo que simplemente son
los efectos y consecuencias de la miseria material, de su nuda
vida y de su no lugar en la trama simbólica hegemónica. La
maldad también puede ser causada por la ausencia de pensa-
miento, subraya Hanna Arendt (Arendt, H., 1958).

A los excluidos también se los considera como los únicos


responsables de su propia desgracia. Esta justificación cum-
ple una función moral y política para que su sufrimiento sea
tolerado (Digiglio, P., 2010). Tolerancia social que lleva a la
banalización de la Injusticia social.
44 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54

La comunidad no se siente interpelada por ello. En lo pú-


blico (a diferencia de las sociedades privadas), en la sociedad
se quiebra lo que debería ser la relación implícita de todos
sus miembros y no implica naturalmente un sentido de co-
rresponsabilidad (Aguiar, H. D., 2011). La experiencia de la
exclusión queda por fuera del sistema de reciprocidad, ocupa
un no lugar.

Para des-responsabilizarse o para no enfrentarse con la pro-


pia impotencia, se naturaliza su situación, «pobres hubo siem-
pre», se asevera. La violencia social de la exclusión nos en-
frenta con un desafío a nuestra adaptación inconciente (Amati,
S., 2005). Ella provoca la regresión a un estado de no pensar,
de ambigüedad, donde la persona se puede aferrar a slogans
o frases hechas ante la inequidad de la indigencia –«son to-
dos vagos, enfermos mentales, psicóticos, etc.»– donde no se
cuestionan ni se alteran sus prejuicios.

Señalé algunas diferencias entre el vivir y el sobrevivir.


Son sobrevidas con la perentoriedad de las urgencias cotidia-
nas. ¿Cómo se pueden construir proyectos, ilusiones, fanta-
sías y cómo se puede tener una conciencia de sí reflexiva, en
la pura necesidad?

Marcelo Viñar señala que en situaciones extremas las re-


glas y los mecanismos de funcionamiento operan con lógicas
distintas a los parámetros habituales de quien sólo está en un
orden simbólico compartido, como sucede en la vida concen-
tracionaria. La experiencia de la nuda vida es diferente, genera
situaciones que producen subjetividades distintas, no abarcables
por quien no comparte esa situación (Viñar, M., 1998).

Están abandonados a una realidad cuya reproducción exi-


ge la muerte real o simbólica de ellos. Gilou García Reinoso
señala: «...todo acontecimiento real implica una traducción e
inscripción psíquica, esta situación de trauma repetido se ins-
cribe en el inconciente como deseo de muerte del Otro». El
trauma acá es el deseo de muerte del Otro o de un otro colo-
cado en ese lugar de Otro omnipotente (las catástrofes se ad-
judicaban en la antigüedad a un castigo o maldición de los
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54 45

dioses). Lo traumático externo se transforma en trauma inter-


no. Se les ofrece una identificación mortífera: «abandonados
a su suerte y sin ser deseados por otros, su destino es letal: o
caerán en la locura o actuarán sobre sí mismos o sobre los
otros la pulsión mortífera» (García Reinoso, G., 1994). Si no
se les ofrece un lugar en la trama social imperante, pueden
sucumbir como sujetos y hacer suyo el deseo de muerte de
ese Otro. Cuando los múltiples espejos les devuelven su ser
eliminable, lo traumático es el deseo de muerte real o simbó-
lica de eso Otro social para con ellos.

Sobre ellos pueden operar los efectos de la «demolición


psíquica» que describe Marcelo Viñar en la situación con-
centracionaria. La destrucción, la degradación del cuerpo, fun-
ciona como preparatoria y desencadenante de la quiebra y
claudicación a nivel psíquico (Viñar, M. y M., 1998), cuando
no están contenidos en una estructura social y simbólica de
pertenencia.

Presentan: drogadicción, descuidos o acciones que llama-


ríamos psicopáticas o antisociales, que son expresión de la
falta de espacio para la reflexión y el pensamiento, en las
urgencias de la sobrevida, que mediaticen la acción… Seña-
laba Freud, en 1927, que una cultura que no ha podido evitar
que la satisfacción de cierto número de sus miembros tenga
por premisa la opresión de los otros, es comprensible que los
oprimidos desarrollen una intensa hostilidad hacia esa cultu-
ra… de cuyos bienes participan en medida sumamente esca-
sa (Freud, S., 1927).

Asimismo la resignación, la sumisión, la «indefensión


aprendida» reemplazan al desamparo cuando no están conte-
nidos en una organización social más amplia. Baró y Saligman
han llamado la atención sobre la pasividad y la resignación
en relación la convicción de quienes piensan que no pueden
incidir para cambiar su condición sino que dependen de pro-
cesos que se dan en un lugar exterior a su esfera de acción.
Esta convicción fatalista, sumisión y renuncia a ser protago-
nista, puede interpretarse como resultado de las políticas re-
presivas y de desatención, marginación y exclusión para con
46 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54

ellos. Saligman habla del «aprendizaje de la desesperanza»


(Baró, M. y Saligman, G., en Giorgi V., 1998). No presentan
cólera ante situaciones de indignidad sino apatía y una «re-
signación aprendida», desesperanza respecto al Estado como
responsable del interés público.

La ausencia de la capacidad de indignarse es peligrosa para


la subjetividad porque impide el reconocimiento de una rea-
lidad violenta y sometedora e impide procesar las propias vio-
lencias y los sentimientos de violencia que esta realidad vio-
lenta produce (Paz, C. A. en Pelento, M., 2011); en ese senti-
do Marilú Pelento equipara la apatía a la pulsión de muerte.
H. Arendt señala que nadie se enfurece ante situaciones que
piensa que no pude cambiar (Arendt, H., 1958).

Silvia Amati analiza el mecanismo del conformismo adap-


tativo, a cualquier precio, ante situaciones extremas de in-
equidad, que desencadena apatía y desinterés (Amati, S.,
1990). Ya Freud en «Malestar en la cultura» en 1930 recalca-
ba que ante hechos traumáticos de origen social los indivi-
duos pueden presentar: estupor inicial, paulatino embotamien-
to, abandono de toda expectativa o formas de narcotización
de la sensibilidad frente a estímulos desagradables…«y el ale-
jamiento de los demás como método de protección más in-
mediato contra el sufrimiento susceptible de originarse en las
relaciones humanas» (Freud, S., 1930, pág.11).

Algunas viñetas. Juana, de 72 años, que hace 15 años que


vive en la calle, justifica al párroco de la iglesia donde pide
limosna en la puerta, que no le permitió ir a escuchar un reci-
tal de coro en la misma, diciéndole que se fuera a dormir
porque estaba muy cansada. Ella es amante del canto y los
coros. Al sugerirle yo que el párroco era una mala persona,
me responde: «No, no diga eso, él es una buena persona, muy
bueno con todos y reza por todos nosotros». Quizás Juana no
depende de él pero necesita creer en alguien bueno, salvador
y lo justifica. Al poco tiempo un «loco» la pateó mientras
daba de comer a las palomas y ella decía llorando: «a quién le
importo, si yo sólo soy una vieja de mierda». S. Freud señala
en «Inhibición, síntoma y angustia» que los peligros del mun-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54 47

do exterior incrementan el valor de único objeto, ilusorio,


capaz de proteger contra los peligros. En esos casos como el
melancólico, la agresión se vuelve contra sí mismo, descono-
ciendo que la agresión provino de afuera ( Freud, S., 1925).

En cambio Alberto, que está muy inserto socialmente, jue-


ga al ajedrez con algunos vecinos y repara objetos varios que
le llevan en la plaza donde vive en su casa rodante (sin rue-
das), regalo de un vecino. Antes vivía en un tolderío hecho en
la vereda. A la fiesta de inauguración en la vereda de su nue-
va vivienda concurrió un grupo nutrido de vecinos, cada uno
aportando algo para celebrar. Cuando por una notificación
municipal gestionada por los vecinos de las elegantes casas
de enfrente, lo instaron a que se fuera, los otros vecinos lo
apoyaron a Alberto, le firmaron otra carta pidiendo que se
quede. Él recurrió a una abogada de Derechos Humanos que,
junto con el testimonio de los vecinos, consiguieron que su
expediente quedase en suspenso. Dice Alberto: «yo de acá no
me muevo ni un tranco de pollo, yo tengo derecho y éste es
mi lugar». El saberse reconocido y valorado en su comuni-
dad le otorga otro posicionamiento subjetivo.

Nosotros ante la exclusión tenemos, al decir de Roberto


Esposito (Esposito, R., 2007), una respuesta inmunitaria.
Frente a los excluidos, la sociedad los «tolera» al comienzo
(con la violencia de la asimetría que ello implica), denigra,
habla mal, se naturaliza esta excusión, se los evita, se los
segrega, luego se intenta institucionalizar la discriminación
por ataques físicos, exterminación o por omisión de cuida-
dos esenciales hacia ellos (la policía de noche le sacaba las
frazadas a unos jóvenes artesano ambulantes que duermen
en la calle).

Esta respuesta inmunitaria sirve de protección contra ese


extraño, siniestro, familiar y no familiar, vivido como peli-
groso. La amenaza de esa siniestra indigencia se sitúa en la
frontera entre el interior y el exterior. Se le tiene miedo, como
señala Esposito (Esposito, R., 2009), por temor a que se rom-
pa un equilibrio anterior y se exige su restitución. «Al peligro
cada vez más difundido que amenaza a lo común responde a
48 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54

la defensa cada vez más compacta de lo inmune» (Esposito,


R., 2009, pág. 13).

Ése diferente, ése ajeno, ése que nos enfrenta con la dife-
rencia radical, es vivido como un intruso, un «okupa» de nues-
tros lugares y valores en la comunidad. Asusta su ramifica-
ción incontenible y descontrolada. La sociedad desea que no
estén a la vista por temor a su invasión y no por una genuina
preocupación acerca de ellos y menos aún es capaz de pen-
sarlos como portadores de valores, otros, ricos, polifacéticos.

Los incluidos sienten a la comunidad como de su propie-


dad y pertenencia; ellos piensan que sus valores son los cer-
teros y tienen intenciones de «integrar a los diferentes, igua-
larlos», para neutralizarlos y tenerlos controlados. Señala R.
Espósito en Immunitas: «El mal debe enfrentarse pero sin
alejarlo de los propios confines, incluyéndolo dentro de estos
la figura dialéctica que se bosqueja es la de una inclusión
excluyente o de una exclusión mediante la inclusión» (Espó-
sito, R., 2009, pág. 18). Se los incluye como excluidos, ¿la
solución de la exclusión es la inclusión? Cabe estar alerta al
recurso del pensamiento binario, ¿cómo pensar desde un lu-
gar diferente al de la polaridad?

Inmunizar viene de «in-munus» (obligación). Al excluido


no le debemos nada, ningún «munus», ninguna obligación
para con él. Es una defensa que utilizamos ante el conformar
la «Communitas», donde lo propio es justamente lo que no
tenemos en común. Lo común no es lo propio sino la base del
respeto por lo impropio (Espósito, R., 2007).

Es una defensa inmunitaria el no sentirse interpelado por


el excluido y no dar lugar a la reciprocidad. Lo escotomizamos
y nos cercenamos a nosotros mismos en nuestras posibilida-
des de subjetivación. La comunidad inmunizada de esta for-
ma se re-constituye y se destituye a sí misma. Sabemos que
aquello silenciado, deviene estridente en síntomas en las ge-
neraciones siguientes, dando paso a la impunidad y a la inhu-
manidad.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54 49

Señalé que cuando su trama social de pertenencia se res-


quebraja, se identifican con el deseo de muerte de ese Otro.
De ahí la importancia de sus producciones culturales para sus
sostenes subjetivos, y la importancia de estar insertos en un
orden simbólico. Cuando estos grupos se pueden organizar
socialmente, instauran mecanismos de resistencia y produ-
cen transformaciones sociales duraderas, como nos lo mues-
tra la historia.

Las culturas de los excluidos, aborígenes, esclavos, ville-


ros, eran y muchas lo son todavía rechazadas, del sistema
educativo y cultural. Su carácter contestatario a la sociedad
convencional provocó que el COMFER (Comité Federal de
Radio Difusión) en el año 2002 prohibiera la difusión de las
«cumbias villeras» (Miguez, P., 2006).

Pasaron y quizás pasarán muchos años para que la músi-


ca de negros, de esclavos, de aborígenes y villeros sea reci-
bida por las clases medias y considerada como patrimonio
cultural.

Así como hoy nos deleitamos con los Negro-Spirituals y


admiramos Machu Pichu, son muchas todavía las culturas
populares que miramos con recelo o, peor aún, ignoramos.

Para terminar señalo que «hacer lo común» con el otro


excluido implicaría poder recibirlo, acogerlo sin condicio-
nes, sin pretensiones. Ante este extraño, ¿cómo pasar, como
señala Derrida, de la hostilidad a la hospitalidad? Ha de ser
una hospitalidad incondicionda, donde cada uno tenga la po-
sición de arribante (Derrida, J., 2000). El anfitrión se hace
vulnerable al alojar al otro (Segoviano, M., 2008). «El entre
dos no es posible cuando la alteridad y la ajenidad sigue sien-
do del otro, no se trata de liberar una conciencia culposa de
quien ahora le da la bienvenida hospitalaria, como si esta hos-
pitalidad fuese un acto decisorio de su propiedad» (Tortorelli,
A., 2009).

En un encuentro posible con las personas excluidas ten-


dría que haber «una doble acogida donde quien recibe, quien
50 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54

se acerca, es tan arribante como aquel que, se supone, llega.


El acontecimiento de la hospitalidad le adviene a ambos, no
pudiendo diferenciar de quién es la propiedad de lo propio y
de quién la ajenidad de lo ajeno» (Tortorelli, A., 2009). Es
imprescindible entonces que cada uno en ese encuentro pue-
da recibir al otro sin verse limitado con las certezas, saberes y
legalidades previas. ¿Cómo ser un anfitrión, desprejuiciado y
neutro?

Si el trauma de la exclusión destrama, rompe vínculos, ilu-


siones, hace triza las palabras, como psicoanalistas podemos
ofrecernos para conformar un vínculo donde consideremos a
ese extraño, como ser deseante, portador de palabras, expe-
riencias, narraciones, valores y riquezas de las que carece-
mos y transformarnos ambos en el «entre» de esa hospitali-
dad; requisito indispensable para que este encuentro sea sub-
jetivante para ambos y resistente a la impunidad e inhumani-
dad de este orden social imperante.

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Resumen
Se plantea qué se entiende por exclusión social, la cotidia-
neidad y los traumatismos permanentes a los que están ex-
puestos aquellas personas en los límites de la sobrevivencia.
Los lugares que se les ofrecen, y las posibilidades de subjeti-
vación, problemas esenciales que tienen que ver con la con-
vergencia de la clínica con lo social. Se analiza la identifica-
ción mortífera que se les impone. Se subrayan sus produccio-
nes culturales. Se señalan las respuestas inmunitarias del resto
de la Sociedad y nuestras posibilidades como psicoanalistas
ante esa situación.

Palabras clave: Exclusión social. Traumatismos permanen-


tes. Posibilidades de subjetivación. Identificación mortífera.
Producciones culturales propias. Respuestas inmunitarias.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54 53

Summary
Us others, the sinister indigence
It poses what is meant by social exclusion, the everyday
and the permanents traumatisms in which those persons, in
the limits of the survival, are exposed. The places that are
offered, and the possibilities of subjectivation, essentials
problems that are related with the convergence of the clinic
and the social. It analyzes the deadly identification that is
imposed. It underlines their cultural productions. It points to
the immune answers of the society and the possibilities as
psychoanalysts to that situation.

Key words: Social exclusion. Permanent traumatism.


Possibilities of subjectivation. Deadly identification. Their cul-
tural productions. Immune answers.

Résumé
Nous-autres, l’inquiétante étrangeté de l’indigent

Nous expliquons ce que nous voulons dire quand nous par-


lons de l’exclusion sociale, de la quotidienneté et des trauma-
tismes permanents auxquels sont soumises les personnes qui
vivent dans les limites de la survie. Les lieux qui leur sont
proposés, et les possibilités de subjectivation, sont les problè-
mes essentiels où se retrouvent la clinique et ce qui est social.
On analyse l’identification mortifère qu’on leur impose. On
souligne leurs productions culturelles. Je signale les réponses
immunitaires du restant de la Société et nos possibilités en
tant que psychanalystes face à cette situation.

Mots clés: L’exclusion sociale. Traumatismes permanents. Les


possibilités de subjectivation. L’identification mortifère. Leurs
productions culturelles. Réponses immunitaires.

Resumo
Nós, o indigente sinistro
Delineia-se quê se entende por exclusão social, a
cotidianidade e os traumatismos permanentes a que estão
54 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 35-54

expostas as pessoas nos limites da sobrevivência. Os lugares


que lhes são oferecidos e as possibilidades de subjeti-
vação, problemas essenciais que têm que ver com a
convergência da clínica com o social. Analisa-se a identifica-
ção mortífera que lhes é imposta. São sublinhadas suas
produções culturais. Assinalam-se as respostas imunitárias do
resto da Sociedade e as possibilidades como psicanalistas
frente a essa situação.

Palabras chave: Exclusão social. Traumatismos permanentes.


Possibilidades de subjetivação. L’identification mortifère.
Suas produções culturais. Respostas imunitárias.
El deseo del analista y las
Configuraciones Vinculares

Bernardo Katz *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70


(*) Médico Psicoanalista. Miembro Activo de AAPPG.
E-mail: bernardokatz@infostar.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70 57

El deseo del analista1 es el concepto que forja Lacan para


dar cuenta de la posición del analista en la cura, para causar el
deseo. Este puro deseo, deseo de nada, inaugura una distancia
entre el ideal y consistencia con la que el analista es supuesto y
la falta que intenta representar. Esta posición es la de objeto en
el fantasma. Esta es, conceptualmente, la forma en que el
analista se implica en la trama inconciente del paciente.

Cobra así una importancia central en la teoría psicoanalíti-


ca la relación entre transferencia y fantasma. El fantasma asu-
me la función de relación posible y la transferencia es esa
relación pero con el analista ocupando el lugar de objeto.

Recién en el Seminario 7 ese objeto va a ser definitiva-


mente establecido como objeto «a» pero ya antes, Seminarios
5 y 6, el otro del fantasma es el otro imaginario. Una vez
establecido el estatuto del objeto «a», ese primer desarrollo
queda abandonado. Hoy queremos volver a él por varias ra-
zones: 1) No puede negarse que con el otro imaginario como
uno de los términos del fantasma, éste igual funcionaba (si
bien todos los análisis quedaban capturados por las relacio-
nes imaginarias, como en un análisis kleiniano);2 2) habría
que ubicar en qué casos este primer planteo del objeto es útil
y 3) esperamos poder demostrar que volverlo a teorizar pue-
de ser una vía para pensar el complejo tema de la transferen-
cia y lo vincular.

Empecemos pensando la fantasía diurna. Freud nos recuer-


da que si bien tiene una organización compleja que recuerda
al preconciente, sus raíces, como los sueños oníricos, guar-
dan estrecha relación con el inconciente, del cual surge. Ade-
más, tiene una mayor permisibilidad de la censura.

1
Este trabajo está basado en una presentación realizada en la AAPPG, en
el espacio de «Pensando lo vincular».
2
La fantasía, tal como la desarrolla la teoría kleiniana, posee una rique-
za, a nivel de las relaciones imaginarias, de gran valor cuando es despe-
jado caso por caso. Cuando es elevada al rango de fantasía universal, se
vulgariza y se incorpora a la doxa teórica, tiñiendo todo de sentido e
ideología.
58 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70

La histérica que fantasea su velorio, ve pasar la fila de los


que sufren su irreparable pérdida. Pasa él, que no la supo
querer, pasa aquélla que la traicionó, la amiga sincera que
llora de verdad y también está presente el goce de ser la titiri-
tera que mueve los hilos de todos esos semejantes.

La diferencia más notable que se percibe en los sueños


diurnos obsesivos es que se les complica sostenerlos3 porque
la necesidad de coherencia no les permite, o mejor dicho, les
va anulando el goce, generalmente vengativo o de placer
sexual sádico.

La fantasía diurna sirve para mostrar fantasmas donde el


otro es el «otro imaginario», es decir el prójimo. Y que los
fantasmas así constituidos tienen eficacia operatoria.

¿Por qué se muestra fructífera la sustitución por el objeto


«a», por qué produce ese viraje? Porque le permite superar
los impasses imaginarios y hacer jugar esa falta como motor
de la división subjetiva y de la causación deseante (a la vez
que rompe con la intersubjetividad). A partir de acá, comien-
zan todos los desarrollos de la implicación del analista en el
fantasma del analizante y el resorte de su eficacia.

El analista vincular y su esquicia


Al mismo tiempo esto hace obstáculo a pensar la transfe-
rencia y la vincularidad. Este tema nos interesa porque pare-
ce un tope y uno de los motivos que siempre cuestionan lo
vincular.

Para pensar una posible dilucidación, tomaremos dos gru-


pos de ideas. Por un lado, estos desarrollos sobre el otro ima-
ginario y el fantasma y la relación de parentesco con la fanta-
sía diurna y, por otro lado, el planteo de Lacan de que el neu-
rótico sustituye la demanda del Otro al deseo.
3
Nos han observado que para precisar el término «semejante», aclaremos que
está pensado en el sentido de prójimo más que una cuestión de identidad.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70 59

La ‘pureza’ del fantasma, es decir un sujeto barrado por el


objeto que falta y que genera en su vacío la causación del
deseo, se viene a complejizar por el hecho de que al sustituir
el deseo por la demanda del Otro, este otro se vuelve consis-
tente, imaginario, semejante.

Por ejemplo, el que el analista tenga sus propios deseos y


que a veces interfieran en su escucha, el que esta escucha, en
definitiva, siempre tenga puntos ciegos que hacen que el ana-
lista no escuche todo ni ocupe todos los lugares sino que cris-
talice en uno, mal que le pese, ese lugar no hay que tomarlo
como obstáculo de la cura, aunque lo sea, sino como elemen-
to constituyente, en sí mismo, de la realidad de la operatoria
analítica. O, en todo caso, pensarlo como un obstáculo fe-
cundo. Obstáculo porque al encarnar al Otro, lo hace consis-
tir cual un semejante pero al mismo tiempo fecundo por ocu-
par un lugar en el fantasma (es decir, en el remedo de rela-
ción posible) y desde allí permitir la operación analítica, gra-
cias a esta transferencia. Como decía Freud, motor y obstá-
culo para el análisis.

Pensamos que en un análisis el analista se implica en el fan-


tasma del paciente de las dos maneras posibles. Como objeto
«a», es decir, lo que queda del Otro tras la castración, origen de
los enunciados sobre la no relación sexual y motivo del fantas-
ma y como otro imaginario que no puede ser considerado pura
y exclusivamente como especular porque por su ubicación en
el fantasma y la transferencia, su operatividad cambia.

Creo que el analista concurre a la cita procurando ocupar


su lugar de objeto, de no-todo, de castrado pero, simultánea-
mente concurre como prójimo (como fantasía diurna). Es esta
doble función, pensada como lógica de un análisis, uno de
los motivos para pensar la validez del análisis vincular. Pen-
sándolo no sólo como un dispositivo con más de dos inte-
grantes sino como una «esquizo» (una disociación) también
presente en los análisis individuales.

Y esto tiene fuertes implicancias en la transferencia. Por-


que el otro imaginario no es sólo un reflejo especular en la
60 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70

constitución del yo, es también ese semejante capaz de besar,


morder, arañar, dar una trompada, reír junto a uno, arrebatar
un objeto que poseemos, arrasarnos, etc., etc. Y además, po-
see un cuerpo, imaginario casi siempre, pero que a veces se
presenta como siniestro, como ajeno.

Hay una cierta tendencia a considerar lo imaginario en tér-


minos especulares. Si ésta fuese la única variable posible, el
otro, el semejante sería sólo una continuación del propio yo o
nuestro yo una parte del otro. El kleinismo desarrolló a fondo
esta idea y forjó el concepto de identificación proyectiva.

Por suerte para el ser humano, ésta no es la única variable.


El semejante, a veces, ocupa el lugar de objeto del fantasma.
Un caso particular es el del analista ocupando este lugar, tema
que estamos desarrollando. Lo cual, indirectamente explica
porqué la transferencia no es un fenómeno exclusivo, creado
por el psicoanálisis, sino que éste lo aprovecha, lo «maneja»
al decir de Freud.

El solo hecho de que el semejante ocupe un lugar en la


estructura fantasmática hace del vínculo con este otro algo
distinto a una pura especularidad. Como ya mencionamos an-
tes, la sustitución del deseo del Otro por su demanda incor-
pora al semejante a la larga lista de los otros significativos en
la historia del sujeto.

El otro ya no es una mera prolongación del yo, sino la


reminiscencia actual de otro que ya fue. Y es también, al mis-
mo tiempo, la presencia de un otro inasible, ajeno a toda sim-
bolización posible, inquietante y, por eso mismo, estímulo al
deseo.

«Esa de la que vos hablás, no soy yo, es tu madre pero me


tratás a mí como si lo fuera», se escucha decir en las terapias
de pareja.

A Lacan, disponer de una teorización como el fantasma lo


llevó a poder superar los impasses imaginarios que trababan
el avance del pensamiento psicoanalítico y que hacían de la
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70 61

cura una lucha «frente a frente» con el paciente. Así apareció


el deseo del analista, la no relación sexual, lo imposible pero
se perdió la fructífera interpretación de la transferencia, que
implica, necesariamente, dar cuenta de los efectos del anali-
zante en el semejante que es el analista y que significa que
siempre está presente la intersubjetividad. No es que esto no
suceda en los análisis, lo que pasa es que no se lo toma en
cuenta, o se lo ignora avergonzadamente porque se lo piensa
como obstáculo en el que un analista más avezado, no trope-
zaría.

Así se puede desarrollar una clínica vincular que permite


incorporar al análisis la trama vincular fantasmática que se
está produciendo y que da impulso a dos cuestiones: una, lo
dijimos, es recuperar la necesaria pregunta que el analista debe
hacerse sobre su implicación en el fantasma del paciente. La
consigna de no interpretar la transferencia, dejándola desple-
gar como motor del análisis, hizo que muchos analistas se
despreocuparan de la misma. Desde los conceptos que esta-
mos planteando, esto es un error porque es volver a pensarla
sólo como ‘resistencia del analista’ y no integrarla como una
producción necesaria para la cura. Es más, sólo ubicando los
puntos precisos de implicación en la trama (Freud lo llamaba
puntos ciegos), puede el analista intuir cómo es que forma
parte, como objeto, del fantasma del paciente. La otra es el
desarrollo de una teoría de lo vincular que da cuenta de los
avatares de esa intersubjetividad, tema que sostiene a la
AAPPG,4 que tiene una larga y profunda construcción al res-
pecto, cuyo pilar nos parece sin duda que es el de «alianzas
inconcientes», concepto de René Kaës, fundamental para darle
sustento a la vincularidad y alejarla, al mismo tiempo, de los
fantasmas colectivos. La alianza inconciente permite atrave-
sar lo que si no, sería una realidad construida vincularmente
(Freud lo llamaba principio de realidad).

Una alianza supone dos o más personas que voluntaria-


mente se aúnan en pos de un objetivo. Si agregamos el térmi-

4
Ver por ejemplo, el libro publicado sobre los cincuenta años de la Insti-
tución, donde se verá todo lo recorrido y avanzado.
62 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70

no inconciente, estamos diciendo que esta alianza se produ-


ce de otra forma, prácticamente opuesta, y que se basa en un
mutuo desconocimiento de los porqués. Se entiende que otros
analistas prefieran usar el concepto de interfantasmatización
como puntos de implicación mutua de los fantasmas pero
que se sostienen de la producción inconciente de cada suje-
to. Con todo, esta idea deja afuera la producción que el pro-
pio vínculo genera. Un viejo trabajo de Eric Laurent soste-
nía que para Melanie Klein el inconciente estaba estructura-
do como una fantasía (y no, como para Lacan, por el len-
guaje). Desde la perspectiva que ahora pensamos, ambos
planteos se sostienen, dependiendo de qué aspecto del fan-
tasma abordemos.

Un ejemplo
Una analizante se compromete a pagar una deuda de ho-
norarios a través de un depósito bancario ya que ésta es la
última sesión antes de las vacaciones del analista. En marzo,
el analista, que ha comprobado que el depósito no se efectuó,
escucha de la paciente que en realidad podría haberlo hecho
pero para no quedarse sin ninguna reserva, prefirió quedárse-
lo y pagar cuando volviese a análisis.

Continúan una serie de asociaciones que derivan en la fi-


gura del padre que, cuando ella vivía con ellos, frecuente-
mente le pedía algunos «trabajitos» por los cuales le pagaría.
Una vez realizados o no le pagaba o lo hacía a regañadientes.
Se analiza cómo el no pago según lo convenido invierte la
escena adolescente, ahora ella domina y se venga del padre.
Pero también reconoce que aquellos momentos de discusión
con el padre eran «todo un encuentro con él». De la misma
manera, mantener el pago «en reserva» es haber contado con
la protección del analista durante las vacaciones.

Esta línea interpretativa es, o puede ser, correcta en cuanto


a lo histórico-vivencial de la paciente. Y además, permite pen-
sar las imbricaciones transferenciales por las cuales el analis-
ta es un padre protector, uno que recibe la venganza de la
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70 63

hija, tal vez uno que participa de una relación sado-maso-


quista.

Pero algo queda intocado. Creo que esta comodidad de la


sesión muestra por la negativa, la incomodidad evitada. La
de analizar que, en relación a su palabra dada, había ignorado
al analista. Y, si no es señalado y trabajado, todo lo analizado
es sólo un marco, más o menos ajustado, que no permite des-
plegar la tensa incomodidad de trabajar la imposibilidad de
ella de subjetivación del otro, que, o toma el valor de un otro
demandante y odiado o el de un objeto de su narcisismo.

Por eso hablo de esa «esquicia»:5 sostener el deseo del ana-


lista que consiste precisamente en que no operen los «de-
seos» del analista, y al mismo tiempo sostener el lugar de
prójimo para el cual somos convocados por el hecho de que
al no poder escuchar todo, nos guste o no, nos implicamos (e
involucramos) en la vida del paciente.

Hay muchas situaciones como ésta del dinero: ausencias


constantes, llegadas tarde estabilizadas, cuestiones de recu-
peración de sesiones, de pedido de cambio de horario, que
son ocasión de trabajo transferencial. El analista puede dar
cambios de horario y día, recuperar sesiones, incluso no co-
brar alguna. Pero debe preguntarse antes si una respuesta apre-
surada no cierra el acceso a su implicación en el fantasma del
paciente. Le damos tanta importancia a esta cuestión porque
si no son asumidas, se pierden las pocas oportunidades que
da un análisis. Lo demás, a veces sirve, enseña, nutre de ideas
o racionalizaciones.

El analista debe aceptar la posición esquizo de ser parte


del fantasma como semejante, al mismo tiempo que el ‘deseo
del analista’6 le informa que «no es con él la cosa».

5
Neologismo para señalar la división producida y productora.
6
El concepto ‘deseo del analista’ indica no un deseo concreto o específi-
co, sino el deseo de causar el deseo del paciente. Por eso se plantea que
el analista ocupa el lugar de objeto, en el sentido de lo que falta y produ-
ce movimiento.
64 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70

Una aporía y posibles salidas


Habíamos dicho que por suerte el otro no es pura especu-
laridad y que puede, a veces, ocupar un lugar en la estructura
fantasmática. Este es el momento de agregar que con eso solo
no alcanza. Si ésta fuese toda la realidad posible, el otro (y
por lo tanto el sujeto también, como otro de los otros) sería
un puro reflejo o una reminiscencia. ¿Cómo superar esa tena-
za inmovilizante, tanto en la teoría como en la clínica de ella
derivada, que constituyen lo especular y la fantasmática vin-
cular transferencial?

Hace un tiempo ya que en la AAPPG se está recorriendo


este nuevo camino. En términos generales podríamos carac-
terizarla como un abordaje de lo real.7 Llamando así a aque-
llo que ha quedado por fuera de lo representacional y de lo
imaginario, producto de lo que se pierde por el acceso del
viviente al lenguaje. Se pierde en el sentido de no accesible a
la simbolización pero presente, sobre todo, en el cuerpo del
viviente. Lacan, en una charla con estudiantes de filosofía,
contestó una pregunta diciendo: «no es a la conciencia a lo
que el hombre está condenado, es a su cuerpo que se resiste a
realizar la división subjetiva».8

Esta presencia ha derivado al concepto de la ‘presencia


del otro’ que implica que esto no abordable, no representa-
cional, la llamada ajenidad del otro, produce fuertes marcas
que rebasan lo fantasmático. Eso es lo que queremos plan-
tear en el ejemplo clínico cuando decimos que lo evitado es
el tema de la subjetivación del otro. Además de la represen-
tación del padre, de las identificaciones narcisísticas y de
los goces en juego, el otro (en este caso el analista) es un
sujeto.

7
A través de esta «puerta de entrada» (lo real), se están conmoviendo los
cimientos mismos de la teoría psicoanalítica. Todo puede, y debe, ser
revisado para separar los lastres que amenazan con transformarla en
una práctica ideológica y prejuiciosa.
8
Lacan, Jacques. Respuesta a estudiantes de Filosofía. Ver bibliografía.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70 65

Cobra fuerza, entonces, el concepto freudiano de deseo en


el sentido de movimiento que busca recargar la huella mné-
mica de la experiencia de satisfacción. Pero que, por recargar
una huella, es decir una representación, nunca se encuentra
con la experiencia en sí. En términos que nos sirven para el
tema que tratamos: nos reencontramos siempre con represen-
taciones del otro pero el otro en sí, ése que siempre intuimos,
que a veces conocemos y desconocemos en un acto suyo, o
en un semblante distinto, ese otro que sólo aparece fugaz-
mente, se nos sigue escapando.

Sostener el deseo abre siempre la posibilidad de acceso a


lo acontecimental y por lo tanto nuevo de lo real. Se trata de
buscar siempre esos encuentros fugaces con el otro, irrepeti-
bles, indelebles, en que por un instante y al amparo de la bús-
queda deseante, se da el encuentro con el otro.

Otro ejemplo

Una pareja consulta porque en forma frecuente se desatan


peleas encarnizadas, donde si bien no hay violencia física, el
nivel de agresión les resulta intolerable (aunque lo repiten
una y otra vez), y además, cada vez se les hace más difícil
retomar su vida en común.

El desencadenante es, generalmente, alguna situación que


ella vive como desatención de él hacia ella. En la última pe-
lea, él se había ido por tres días a otra provincia, con motivo
de una actividad de la cual formaba parte y no la llamó nun-
ca. Él adujo que no había teléfono cerca y que no había lleva-
do el cargador del celular.

Salteamos asociaciones y pasamos al comentario de sus


fantasmas.

El reclamo de ella es: «no me querés, no existo para vos» y


esta expresión condice con un sufrimiento basado en la mis-
ma inexistencia con respecto al padre. Un sujeto que parecie-
ra poseer una personalidad infantil, hedonista, que gira sobre
66 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70

sí mismo. La vida de ella se ha transformado en una febril y


continua actividad, de darse al otro solidariamente (esto es
notable en su profesión universitaria), tratando de lograr así
una señal del otro de reconocimiento de su existencia.

Él, en cambio, trabaja poco, lo necesario para vivir como


le gusta pero no más. Su padre convivió con ellos mientras
fue chico, luego se fue y no lo volvió a ver hasta su adultez.
Era un pegador pese a lo cual, él lo enfrentaba aún sabiendo
que se venían los golpes. Necesita cada tanto irse y divertirse
con sus amigos, al igual que el padre (y como el suegro).
Confiesa que en esos momentos ni piensa en ella pero sabe
que al volver se va a encontrar con su cara larga y muchos
reproches. En ese momento de la sesión desliza su confesión
fantasmática: «nada de lo que haga va a gustarle a ella». Sabe
que le va a decir que a ella también le gustaría hacer como él,
pasarla bien, ir a bailar pero hay que trabajar, parar la olla (¿a
quién le habla ella, al padre o a la pareja?)

Y así se sostienen mutuamente: ella como la eterna esfor-


zada que no es retribuida por ningún reconocimiento porque
para él, lo de ella es sacrificio e imposibilidad de placer. Él,
como el amante del placer pero que no logra serlo en la casa
porque ella no lo reconoce, no lo valora y lo toma por vago.

Interviene el analista (estamos en la tercer entrevista) di-


ciéndoles que cada uno reacciona ante el otro como si le ha-
blara a su propio padre. Parecieran ignorar, por esto mismo,
la existencia del otro.

Esto los conmueve y los hace quedar un rato en silencio.


Luego, se miran, se ríen como confabulando algo y ella dice:
«creo hablar por los dos, esto que dijiste nos llegó y nos deci-
dió a continuar el tratamiento, porque habíamos venido hoy
con ganas de decirte que íbamos a dejar porque no nos ser-
vía».

Cuando el analista interviene, sale del mismo «ninguneo»


al que ellos mismos se someten y lo están sometiendo (obvio
que transferencialmente) y esa salida es hacia un lugar de
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70 67

significancia. Ya no es uno más de la lista de sucedáneos de


los padres, es alguien que «cobró existencia».

En este ejemplo vemos cómo por un lado, la imbricación


de los fantasmas de ambos los sostiene, alienadamente, en
una relación al otro imaginario y por el otro, en la transferen-
cia, lo que empezaba a ir por el mismo camino es roto por un
señalamiento que abre la alienación fantasmática hacia un
lugar donde, podrá o no, plantearse algo del deseo. El señala-
miento vale por lo que esclarece pero más aún porque en su
efecto transferencial hace ‘aparecer’ al analista en ruptura con
su captura imaginaria.

En este caso, es la interpretación la que establece la esqui-


cia entre los dos modos de funcionamiento del fantasma, pero
quiero resaltar que creo que los dos son importantes, es decir,
la esquicia es necesaria.

Una última cuestión: ¿por qué consultan? Si el entramado


fantasmático los unió de esta manera ¿qué exceso está lle-
vando el pacto a niveles de sufrimiento que motivan la con-
sulta porque avizoran posibilidades de separación inmediata
pese a que hace poco decidieron redoblar la apuesta del uno
por el otro y casarse?

Creo que los dos se toparon con la presencia del otro, que
es un exceso en relación a los planes fantasmáticos. La pre-
sencia del otro también como cuerpo del otro, excitable y
excitante, inconquistable. Recuerden la cita de Lacan: «no es
a la conciencia a lo que el hombre está condenado, es a su
cuerpo que se resiste a realizar la división subjetiva».
68 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70

Bibliografía*

Lacan, J. El seminario, Nº 5-6-7. 4 y 5, Editorial Amorrortu,1984.


Lacan, J. Respuestas a unos estu- Kaës, R. Lógicas del inconciente
diantes de filosofía, sobre el e intersubjetividad. Trazado de
objeto del psicoanálisis, Edi- una problemática, Rev. de la
torial Anagrama, 1970. Asociación Argentina de Psi-
Klein, M. Algunas consecuencias cología y Psicoterapia de gru-
teóricas sobre la vida emocio- po, Vol. 32, Nº 2, Bs. As., 2009.
nal del bebé, Obras Comple- XX Jornadas Anuales 1954 -
tas, Vol. 3, Editorial Paidós. 2004, Rev. de la Asociación Ar-
Freud, S. La interpretación de los gentina de Psicología y Psico-
sueños, Obras Completas, Vol. terapia de Grupo.

Resumen
El trabajo intenta utilizar la complejidad de la fantasía,
basándose en las variaciones que Freud encontró (diurnas,
inconcientes, originarias) y el hecho de que la clínica psi-
coanalítica se sostiene en la implicación del analista en el
fantasma del paciente, para pensar una práctica, que al igual
que la fantasía, tome tanto los aspectos inconcientes del mismo
(como sostén del deseo) como los preconcientes (que legitiman
y autorizan el vínculo que siempre está presente en un análisis).

Se trata, luego, de ejemplificar con algunas viñetas clínicas.

Palabras clave: Deseo del analista. La esquicia (división) de


la posición del analista. El otro como especularidad, como
implicado en el fantasma y como pulsación real.

* Esta bibliografía nombra a referentes esenciales para el trabajo que pre-


sentamos. Pero sólo es una parte de las fuentes de que se nutre. Además,
están presentes en el mismo, seguramente, la de mis compañeros de la
Asociación, particularmente, y la de otros autores que con su pensar
permiten relanzar en forma continuada las reflexiones.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70 69

Summary
The desire of the analyst and configurations of the link
The author uses the complexity of fantasy, based on
variations found by Freud (daydreams, unconscious,
originary), and the fact that psychoanalytic clinical work is
supported by the analyst’s involvement in the patient’s fantasm,
in order to think in terms of a practice that, like fantasy, draws
upon both its unconscious aspects (which support desire) and
its preconscious aspects (which legitimize and authorize the
link that is always present in an analysis).

The author continues by exemplifying with some clinical


vignettes.

Key words: Desire of the analyst. The schism (division) of


the analyst’s position. The other as mirroring, involved in the
fantasm, and as real pulsation.

Résumé
Le désir de l’analyste et les configurations du lien
L’auteur utilise la complexité de la fantaisie sur la base
des variations trouvées par Freud (les rêves diurnes ou
rêveries, les inconscients, les originaires) et le fait que la
clinique psychanalytique se soutient sur l’implication de
l’analyste dans le fantasme du patient, pour ainsi penser une
pratique qui, tout comme la fantaisie, prend ses aspects
inconscients (comme soutien du désir) ainsi comme les aspects
préconscients (qui légitiment et autorisent le lien qui se trouve
toujours dans une analyse).

Finalement, l’auteur présente quelques vignettes cliniques


pour illustrer.

Mots clés: Désir de l’analyste. Le clivage de la position de


l’analyste. L’autre comme miroitement, comme impliqué dans
le fantasme et comme pulsation réelle.
70 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 55-70

Resumo
O Desejo do analista e as Configurações Vinculares

O trabalho tenta utilizar a complexidade da fantasia


baseando-se nas variações que Freud encontrou (diurnas, in-
conscientes, originárias) e o fato de que a clínica psicanalítica
se sustenta na implicação do analista no fantasma do pacien-
te para pensar uma prática que, igual que a fantasia, tome
tanto os aspectos inconscientes do mesmo (como sustentácu-
lo do desejo) como os pré-conscientes (que legitimam e
autorizam o vínculo que sempre está presente numa análise).

Trata-se, após, de exemplificar com algumas vinhetas clí-


nicas.

Palavras chave: Desejo do analista. A «esquícia» (divisão)


da posição do analista. O outro como especularidade, como
implicado no fantasma e como pulsação real.
El vínculo,
sus cuestiones
fundamentales

Miguel Alejo Spivacow *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92


(*) Médico Psicoanalista. Miembro Titular de AAPPG.
E-mail: miguelspi@fibertel.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92 73

El concepto de «vínculo» está presente desde hace ya mu-


chos años (Pichon Rivière, 1956) en el pensamiento psicoa-
nalítico pero se mantienen diversas polémicas en relación a
su empleo. En primer lugar, algunos autores lo consideran un
concepto fundamental mientras hay otros que no lo conside-
ran necesario ni en su teoría ni en su práctica clínica; por otra
parte los autores que reconocen la validez de este concepto lo
teorizan de muy diferentes maneras. La intención de este ar-
tículo, entonces, es exponer por qué para nosotros se trata de
un concepto necesario y, al mismo tiempo que exponer nues-
tra manera de entenderlo, también exponer brevemente las
consecuencias que la utilización de este concepto acarrea en
la manera de entender la teoría y la práctica psicoanalítica.

Vínculo: un concepto necesario


Los abordajes vinculares empezaron a aparecer en la his-
toria del psicoanálisis en relación a patologías cuyo tratamien-
to con el dispositivo de la cura analítica individual dejaba
mucho que desear. Así, Henry V. Dicks, en Tensiones Maritales
(1967), un libro pionero en los tratamientos de pareja, relata
que a fines de la Segunda Guerra Mundial, los psiquiatras y
psicólogos de Inglaterra se encontraban con una secuela de
hogares destruidos y matrimonios perturbados y tenían muy
pocas respuestas para los problemas de drogas, violencia y
otras pertubaciones severas. En este contexto de fracasos te-
rapéuticos, Dicks –que reconocía como su base teórica los
conceptos de la teoría de las relaciones objetales, en especial
los de Fairbain– introduce la práctica de la entrevista conjun-
ta de los cónyuges y propone un diferente estudio y abordaje
de algunos problemas psicológicos. En su original propuesta,
no sólo considera las patologías individuales de cada uno, tal
como proponían las teorías vigentes, sino que también, dan-
do un paso que resultó revolucionario, estudia algunos he-
chos psíquicos como resultantes de una unidad de funciona-
miento aún no considerada en tanto tal: la díada matrimonial.
Coherentemente, aclara que aunque el matrimonio no es para
la ley una unidad –ya que las responsabilidades legales son
individuales– ni tampoco lo es para la biología ni para otras
74 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92

disciplinas, él propone enfocar a la díada matrimonial como


una unidad de funcionamiento en el ámbito restringido de
algunos sucederes psíquicos. De modo tal que la aparición
del concepto de vínculo puede ubicarse inicialmente alrede-
dor de cuestiones terapéuticas.

También por razones que estaban relacionadas con la clí-


nica y pueden ser entendidas como terapéuticas, los primeros
analistas que pensaron en una terapia grupal imaginaron un
dispositivo que permitiría potenciar las ventajas del psicoa-
nálisis al trabajar en grupo. Pero Freud siempre permaneció
escéptico respecto de las terapias grupales, posiblemente por
los muchos cambios que implican en relación a la asociación
libre y al dispositivo que él utilizaba.

Ahora bien, el trabajo en encuadres vinculares comenzó a


evidenciar que en esas prácticas clínicas aparecían funciona-
mientos psíquicos diferentes de los que aparecían en los en-
cuadres llamados «individuales», tanto a nivel conciente como
inconciente. Se empezó a evidenciar que lo inconciente que
aparecía en estos tratamientos era diferente de lo que apare-
cía en los encuadres individuales y así, a las razones de índo-
le terapéutica que justificaban el trabajo en dispositivos vin-
culares, vinieron a agregarse otros fundamentos de naturale-
za teórica. En efecto, los dispositivos vinculares muestran fun-
cionamientos inconcientes novedosos, cuestión que interesa
fundamentalmente al psicoanálisis, si es que aceptamos que,
en una de sus acepciones, éste consiste en la «ciencia de lo
inconciente» (Freud, S., 1926, T. XX, pág. 253). La pertinen-
cia psicoanalítica de la problemática que el vínculo plantea,
entonces, está fuera de duda.

La pertinencia es indudable pero... las hipótesis en nuestra


disciplina no alcanzan nunca una validación de la naturaleza
que logran en las ciencias duras y sucede así que, por ejem-
plo, mientras Freud propone la hipótesis de las pulsiones de
muerte, Winnicott nos dice que él no las verifica en su prácti-
ca o, para poner otro ejemplo, mientras Lacan propone su
teoría del objeto «a», un gran número de analistas no recono-
ce la validez de este concepto. Lo mismo ocurre con la hipó-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92 75

tesis del vínculo, de modo tal que las sedimentaciones de la


clínica y las discusiones entre analistas irán decidiendo qué
queda en pie de las conjeturas teóricas referidas a la noción
de vínculo. Así las cosas, la intención de este artículo no es
demostrar ni la validez del vínculo como concepto psicoana-
lítico ni el acierto de nuestra manera particular de teorizarlo.
Más acotadamente, nos limitaremos a describir las cuestio-
nes fundamentales que muestra el estudio del psiquismo en
un encuadre vincular tal como nos lo sugiere nuestra expe-
riencia, con la esperanza de que el lector pueda confrontar las
hipótesis que exponemos con su propia experiencia clínica y
ver en cuánto estos desarrollos le resultan útiles o no.

Los vínculos y lo psíquico. Interdeterminación, distribución


del trabajo psíquico, alianzas inconcientes
La existencia humana se desarrolla simultáneamente en
varios andariveles –individual, social, cultural, biológico y
otros–, de modo tal que una aproximación clínica a un sujeto
requiere considerar una pluralidad de dimensiones, cuya sola
clasificación es motivo de polémica. Pero más allá de las di-
vergencias, una mayoría de autores coincide en que la aproxi-
mación clínica, en psicoanálisis, debe considerar los grupos
pequeños en que el analizante desarrolla su existencia: fami-
lia, pareja, amigos... El concepto de vínculo intenta echar luz
en este ámbito de cuestiones.

Ahora bien, cuando dos o más sujetos coexisten con algún


grado de cercanía y se genera entre ellos una relación de al-
guna intensidad, es porque entre ellos existe algún tipo de
interés que puede ser laboral, familiar, amistoso, personal o
de otro tipo y, recuérdese, la enemistad, es también una for-
ma de interés. Esto que en términos cualitativos llamamos
«interés», corresponde a lo que en términos económicos es
una investidura. Cuando la asociación entre dos o más suje-
tos alcanza cierto nivel de investidura, éstos empiezan a in-
fluirse recíprocamente no sólo en el terreno conciente sino
también inconcientemente y va a suceder, entonces, que en el
nivel conciente habrá adecuaciones y conflictos, mientras que,
76 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92

en el nivel inconciente, se producirán ciertos ajustes/desajus-


tes en relación a las características de la relación. En conse-
cuencia, algunas conductas de uno serán solo entendibles
como respuestas a las conductas del otro. Esta cuestión es
fundamental si se realiza algún tratamiento analítico con uno
de los miembros, porque si se estudia a una persona sin con-
siderar los vínculos en que está incluido, algunos funciona-
mientos van a ser mal entendidos.

Así, operará entre los sujetos con una relación de alguna


intensidad el proceso de interdeterminación, que se define
como la cualidad del psiquismo en virtud de la cual las inves-
tiduras de los participantes de una relación sufren influencias
recíprocas, tanto en el nivel de las influencias superficiales y
transitorias que conlleva la vida de relación social como en el
nivel de aquellas que se producen en lo inconciente, en los
estratos que Freud (1940, T. XXIII, pág. 284) llamaba el psi-
quismo profundo.

La interdeterminación es una característica del psiquis-


mo que puede verificarse en cualquier relación de mediana
intensidad y su aspecto central es la lógica de interinfluen-
cias que Kaës ha sintetizado en el aforismo: «No lo uno sin
lo otro» (2009, pág. 111). Esta lógica se verifica en un con-
texto intersubjetivo cuando un funcionamiento en el miem-
bro a) aparece en relación a otro funcionamiento en el polo
b) y recíprocamente, un funcionamiento en b) requiere para
su entendimiento de la consideración de lo que sucede en a).
Las consecuencias de aceptar la interdeterminación en la
clínica son grandes en todos los terrenos. Por ejemplo, para
mencionar un sólo ítem, al estudiar la génesis de la fantasía,
la interdeterminación muestra como ésta depende no sólo
de la pulsión y de todo lo interior al sujeto que se describió
clásicamente en psicoanálisis, sino también de las interin-
fluencias entre los sujetos, es decir, de los procesos de mo-
delados recíprocos de fantasías, sinergias y antagonismos,
activaciones y desactivaciones correlativas, fenómenos de
convergencia y divergencia (Spivacow, M., 2005, págs. 26-
28).
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92 77

La interdeterminación se verifica en toda relación humana


de cierta investidura, aun en relaciones transitorias y de poca
intensidad que no llegan a constituir un vínculo. En efecto,
mientras que para que una interacción con otro llegue a cons-
tituir un vínculo se requiere alguna intensidad de investidura
recíproca, cierta continuidad en el tiempo y que se generen
entre los participantes fenómenos del orden de la repetición,
la interdeterminación se produce con un prójimo con el que
nos relacionamos esporádicamente ya que se efectivizan fe-
nómenos de interinfluencia aunque no se lleguen a verificar
los procesos atribuíbles a alguna forma de repetición que es-
pecifican a un vínculo: ni una distribución del trabajo psíqui-
co ni alianzas inconcientes –conceptos que se describirán más
adelante–, ni tampoco códigos, modos de ser, valores, con-
flictos y funcionamientos con algún grado de estabilidad. Re-
pitiendo, hay relaciones con bajo nivel de investidura en que
no llega a constituirse lo que definimos como vínculo pero sí
se verifica la interdeterminación.

***

En una relación de cierta intensidad y duración suelen ve-


rificarse algunos modos de repetición en el funcionamiento
de los participantes y se empieza a dar alguna forma de dis-
tribución del trabajo psíquico tal que algunos miembros asu-
men inconcientemente ciertas tareas psíquicas que otros de-
legan en ellos. Se genera así una suerte de división del traba-
jo psíquico, al modo de la división del trabajo que se describe
en los procesos de producción en la economía. El fenómeno
más universal que puede ilustrar esta distribución en los gru-
pos pequeños es la función de liderazgo. En las familias po-
demos ilustrar esta cuestión con las funciones parentales: se
es padre o madre por un acuerdo bilateral (nos referimos a la
función parental, psíquica ya que en el nivel biológico / real
no se verifica ningún acuerdo). En las parejas estas distribu-
ciones suelen adquirir la forma de polarizaciones (apasiona-
do/racional, activo/pasivo, etc.). A estas distribuciones del
trabajo psíquico corresponden lo que Kaës llama funciones
fóricas y que Pichon refería a las dinámicas del depositante/
depositario y del portavoz, cuyas características consisten en
78 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92

configurar distribuciones prototípicas del trabajo psíquico.


También, y fundamentalmente, la distribución del trabajo psí-
quico implica como correlato fundamental y protagónico una
cierta distribución del poder, eje alrededor del cual giran pre-
dominantemente muchos conflictos en los vínculos.

La aparición de alguna forma de distribución del trabajo


psíquico es un indicador del establecimiento de un vínculo:
su aparición indica cierta consistencia en la relación, alguna
modalidad de repetición en los funcionamientos psíquicos o,
lo que es lo mismo, la constitución de un vínculo. Al mismo
tiempo, el estudio de las formas de distribución del trabajo
psíquico da cuenta de las características del vínculo y, funda-
mentalmente, arroja luz sobre los funcionamientos individua-
les de los participantes del vínculo. Para poner un ejemplo, si
un sujeto pide ayuda para resolver una problemática de im-
pulsividad, es un dato fundamental si en el grupo familiar del
que forma parte es el depositario (Pichon) de la locura grupal.
No es lo mismo, en efecto, lidiar con una problemática que se
sostiene fundamentalmente en los funcionamientos singula-
res de un sujeto, que lidiar con funcionamientos que se sos-
tienen con igual prevalencia en su grupo familiar. En este
último caso, habrá que elaborar no sólo el tipo de resistencias
que describió Freud sino también resolver de alguna manera
todas las resistencias que desde el grupo familiar intentarán
mantener al sujeto en su patología. Ahora bien, adelantándo-
nos a cualquier posible objeción, digamos que si un grupo de-
posita en un sujeto alguna problemática grupal es porque en
las series complementarias del sujeto esto está así facilitado.

***

Cuando una relación que inicialmente era circunstancial


adquiere alguna intensidad y duración, se van convalidando
y/o generando códigos, modos de ser, formas de conducta
que alcanzan una relativa estabilidad, es decir, se van insta-
lando los funcionamientos que caracterizan a un vínculo: se-
mantizaciones compartidas y códigos respecto de lo permiti-
do y lo prohibido, semejanzas, diferencias y oposiciones. Estos
procesos se van produciendo en base a lo que cada integrante
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92 79

aporta como bagaje previo a la existencia del vínculo en cues-


tión y también en base a ensambladuras, acuerdos concientes
e inconcientes entre los miembros, adecuaciones recíprocas
que no excluyen la violencia. Al modo de engranajes o de
partes constituyentes de una articulación, cada sujeto se va
ubicando en cierta posición subjetiva que entra en algún equi-
librio con las posiciones del otro/otros integrantes del víncu-
lo de modo tal que adopta y/o desecha ciertas formas de ser y
funcionar, hace ciertas cosas sí y ciertas cosas no. En virtud
de estos ensambles, cada integrante alcanza en el vínculo una
cierta homeostasis narcisista, trófica o destructiva, mayor o
menor, con una estabilidad máxima o mínima.

En un vínculo entonces, se encuentra por una parte una


asociación centrada en algún interés, que constituye un atractor
compartido, es decir una alianza conciente, mientras que por
otra parte se van organizando las articulaciones o acoplamien-
tos inconcientes que subyacen a la alianza conciente. A estos
nudos de investiduras inconcientes o articulaciones escondi-
das se las denomina alianzas inconcientes (Kaës).

«He denominado ‘alianza inconciente’ –dice Kaës (2007,


pág. 248)– a una formación psíquica intersubjetiva construi-
da por los sujetos de un vínculo para reforzar en cada uno de
ellos, y establecer en la base de ese vínculo, las investiduras
narcisistas y objetales necesarias [al vínculo], los procesos,
funciones y estructuras psíquicas que necesitan [ ... ]. La alian-
za se construye de tal manera que el vínculo adquiere para
cada uno de los sujetos un valor psíquico decisivo».

Las alianzas inconcientes constituyen el soporte de los fun-


cionamientos repetitivos que se dan en un vínculo y, al mis-
mo tiempo, son el resultado de estas interacciones repetiti-
vas; hacen a las características de la relación en cuestión. Hay
otra parte de los funcionamientos de los integrantes de un
vínculo que nunca llega a organizarse en fenómenos de repe-
tición. Así, en el vínculo con un otro se verifican dos modos
de relación: algunas formas de interacción repetitiva y otras
formas de interacción que no pueden reenviarse a fenómenos
de repetición.
80 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92

La relación entre los funcionamientos vinculares y la re-


petición / no repetición es compleja y merece cierta aclara-
ción. En la dinámica vincular se establece un conflicto entre
las fuerzas inerciales, que tienden a la repetición y las ten-
dencias a la innovación, provenientes de diferentes oríge-
nes. La dinámica de la repetición no funciona de la misma
manera en el vínculo que en el psiquismo singular. En este
último, Freud señaló en cuánto la repetición, erótica o
tanática, ocupa un lugar máximo en lo inconciente. Pero la
repetición no juega el mismo papel en otros fenómenos hu-
manos: ni los historiadores ni los sociólogos ni los estudio-
sos de otras humanidades han señalado algo semejante a lo
que Freud certeramente describió en el psiquismo indivi-
dual. Tampoco la repetición juega en los encuentros huma-
nos el papel predominante que Freud describió en el psi-
quismo singular, ya que la novedad y la ruptura de las ten-
dencias inerciales juega en las relaciones humanas un papel
mucho más importante. En efecto, el acontecimiento (Ba-
diou) –con su núcleo de imprevisibilidad, ruptura y nove-
dad– tiene mayor presencia en lo social o intersubjetivo que
en la vida de los sujetos singulares, entendiendo por aconte-
cimiento aquello que aparece por fuera de la lógica domi-
nante en un sistema y que al irrumpir da origen a funciona-
mientos alternativos a los establecidos, sin necesariamente
constituirse como trauma. De esta manera, en el funciona-
miento vincular las alianzas inconcientes quedan como el
sostén de la repetición, mientras por otra parte aparecen fe-
nómenos del orden de la novedad que se ubican dentro de
las leyes del sistema y fenómenos del orden del aconteci-
miento por fuera de las leyes del sistema. En lo que se ha
descripto como interdeterminación, los procesos remiten
tanto a la repetición como a la no repetición.

Las alianzas inconcientes no son separables de los proce-


sos defensivos del sujeto singular. Los procesos defensivos
singulares determinan en parte las alianzas inconcientes de
las que un sujeto puede formar parte y viceversa, las alianzas
inconcientes determinan en parte los procesos defensivos de
los sujetos singulares que integran el vínculo. Entre lo plural
y lo singular –una manera más precisa de referirse a lo vincu-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92 81

lar y lo individual– hay un proceso de irradiación, de modo


tal que un sujeto está incluido en diferentes vínculos que en
parte condicionan sus defensas singulares y recíprocamente,
éstas delimitan los vínculos y las alianzas inconcientes en
que el sujeto puede incluirse en lo plural.

***

Por todo lo anterior, cuando un sujeto pide tratamiento


analítico, corresponde considerar no sólo todos los funciona-
mientos singulares que Freud y tantos psicoanalistas descri-
bieron, sino también considerar los vínculos en que participa
el sujeto que demanda análisis y lo que en ellos sostiene o
conspira contra los funcionamientos por los que sufre. Para
poner un ejemplo, en el análisis de una mujer con frigidez
histérica no sólo habrá que considerar los muchos funciona-
mientos dependientes de la singularidad, lo que tradicional-
mente se atribuye al psiquismo individual, sino que habrá que
considerar si, por ejemplo, su marido necesita una mujer frí-
gida por padecer él alguna forma de impotencia y tener en
cuenta en el análisis, por ende, todo lo que este marido sos-
tiene la frigidez de la mujer. También, por supuesto, en un
círculo de retroacciones, son fundamentales las dependen-
cias de ella con él, es decir lo que ambos necesitan que no
cambie en el vínculo que los une y en las sintomatologías en
cuestión. Lo anteriormente dicho transforma a nuestro pa-
ciente en un singular plural, según una fórmula feliz de R.
Kaës. Singular en la medida en que todo sujeto lo es, plural
en la medida que el psiquismo individual abarca a
procesamientos psíquicos de otros.

R/S/I
Los autores que han trabajado la noción de vínculo des-
de una perspectiva lacaniana han destacado el enriqueci-
miento que implica considerar los tres registros –real, sim-
bólico e imaginario– en el estudio de los funcionamientos
vinculares.
82 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92

Todo vínculo, en efecto, configura un real en el que –así


como constituye un imposible conocernos a nosotros mis-
mos– también es un imposible alcanzar un registro exacto
del otro, una representación «adecuada». Esto no se debe ni
a «una crisis» ni a «un límite» de la representación: se trata
de que la representación, por definición, siempre articula a
un real al que corresponde incompleta, insuficientemente.
Lo real, enseñó Lacan, es imposible y no cesa de no escri-
birse, es decir –en tanto real– no cesa de no representarse
acabadamente. Tanto la presencia de un otro como cualquier
otro suceder, en la medida en que siempre exceden a la re-
presentación, constituyen sucesos del orden de lo real, he-
chos que entran al psiquismo por vía de lo imaginario / sim-
bólico, registros a los que en alguna medida siempre des-
bordan.

La conceptualización de lo real puede aportar luz sobre la


clínica actual: «...las perturbaciones que la clínica nos pre-
senta hoy, a través de la consulta de las parejas, [nos mues-
tra] –dice Dimarco– precipitaciones de lo real desanudado
que irrumpe como angustia arrasadora, que toma las formas
extremas del pasaje al acto (violencias, impotencias, errancias,
promiscuidades)», «los goces se tramitan de forma mortífe-
ra. El otro queda ubicado fundamentalmente como objeto y
así aparecen los abusos infantiles, las diferentes formas de
violencia...». Agreguemos a lo anterior que lo real no sólo
aporta formaciones mortíferas. Es también lo real del otro o
de uno mismo el ámbito desde el cual pueden venir las nove-
dades e imprevistos que enriquecen a un vínculo cuando tie-
nen una tramitación adecuada.

Estudiar al vínculo desde el concepto de lo real arroja tam-


bién luz sobre lo que algunos autores llaman «imposibilidad
vincular», aludiendo al fondo de imposible unidad que carac-
teriza a cualquier vínculo. En efecto, desde lo real, no hay
sutura, ni unión, ni semejanza ni armonía. En el registro de lo
real, pero sólo en este registro, el no vínculo es la norma. Lo
que es imposible es lo real, y por añadidura, también el vín-
culo en este registro; no se trata de la imposibilidad del vín-
culo en particular sino de la imposibilidad de cualquier uni-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92 83

dad / totalidad. En el registro de lo real –¡sólo en él!– lo im-


posible es la norma.

Los procesamientos en el registro imaginario remiten a los


modos de figurabilidad no estructurados por el lenguaje y
vienen a anudar lo imposible de lo real y así aparecen las
creencias de que la relación se sostiene en solidaridades y
complementariedades que construirían totalidades y armonías,
fusiones atemporales. El partenaire o mamá, tendrán lo que a
mí me falta, reinarán entre nosotros las simetrías y oposicio-
nes, las igualdades y las síntesis, las semejanzas, dualidades
y autonomías, las unidades absolutas que engañosamente
aporta lo imaginario. Estas ilusiones no por ser ilusorias de-
jan de tener efectos tanto del lado del derrumbe, cuando no se
sostienen en un procesamiento simbólico, como del lado de
lo benéfico cuando marcan el primer paso en el sentido de la
simbolización.

En cuanto a lo simbólico, los procesamientos en este re-


gistro corresponden en lo fundamental a la dimensión del len-
guaje y ofrecen la mejor posibilidad de intercambio y diálo-
go entre seres humanos, por supuesto, malentendido inclui-
do. Lo simbólico es el ámbito del Otro, el inconciente y la
Ley. Dice Evans (1996, pág. 179): «Mientras que lo imagina-
rio se caracteriza por relaciones duales, lo característico de lo
simbólico son estructuras triádicas, porque la relación inter-
subjetiva es siempre ‘mediada’ por un tercer término, el gran
Otro». La dimensión simbólica es aquella que constituye el
vínculo discreto y discriminado entre dos sujetos. Si desde lo
imaginario se trata de fusiones y oposiciones, en el registro
de lo simbólico es donde encontramos las diferencias.

Los desarrollos lacanianos referidos a lo imaginario pue-


den relacionarse con las descripciones freudianas del narci-
sismo y las de la identificación proyectiva kleiniana. En los
espacios relacionales habría frecuentemente entre los partici-
pantes una lucha por reducir al otro/otros a las propias con-
veniencias y/o semantizaciones y/o someterlo de alguna ma-
nera a los controles, poderes, modos y puntos de vista pro-
pios. Esto valdría, mutatis mutandis, para la relación madre-
84 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92

hijo/a, para la pareja amorosa y para una gran cantidad de


vínculos. Así, hay entre los miembros de un vínculo diferen-
cias y semejanzas y se trataría en la clínica de trabajar tanto
las semejanzas que ofrece lo imaginario como de incluir en
procesamientos simbólicos las diferencias y la alteridad («el
otro es inevitablemente otro autónomo») y más aún la ajenidad
radical («el otro es siempre para mí un real ajeno radicalmen-
te incognoscible»).

En una visión panorámica, los autores lacanianos han en-


fatizado la relación otro/Otro, entendiendo al otro de un vín-
culo predominantemente en referencia al gran Otro que, como
señala Evans, es el mediador siempre presente en las relacio-
nes intersubjetivas. Esta perspectiva está menos presente en
los trabajos de los autores de la perspectiva vincular, quienes
han tendido a enfatizar la importancia y las particularidades
de la relación otro/otro.

Conflictos y dinámicas intersubjetivos. El trabajo vincular


En los variados vínculos pueden verificarse diferentes ti-
pos de conflictos intersubjetivos, entre los cuales los de se-
mantización (¿cómo es la realidad?) y de deseos (siempre el
deseo es singular y diferente en los distintos miembros) son
los más habituales. Suelen ambos confluir en una lucha por
el poder en la que cada miembro intenta imponer a el/los res-
tante/s miembros su voluntad conciente o inconciente, su vi-
sión de las cosas y en la que se trata de limitar la autonomía
del otro. Con frecuencia la lucha por el poder adquiere la
forma de un planteo sometedor/sometido en la cual,
clínicamente, es fundamental recordar que el poder puede
detentarlo más el aparente sometido que el aparente sometedor.
Piera Aulagnier (1979) ha llamado mucho la atención sobre
esta cuestión en sus desarrollos respecto de los procesos de
alienación, en los que se juega el conflicto de semantización
en el terreno del pensamiento y en los que ella señala el fre-
cuente protagonismo del deseo de autoalienación. También
otros autores han subrayado la frecuencia con que el poder se
ubica en el polo masoquista de la dupla sádico/masoquista.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92 85

La problemática referida en el párrafo anterior ha sido tra-


bajada por los autores que han investigado la cuestión de la
«imposición». Esta no debe referirse simplistamente a las pro-
blemáticas de deseo y de goce tradicionalmente señaladas en
la dinámica sometedor sometido, sino más bien referirse a
los trabajos psíquicos que no son descriptos en muchas teori-
zaciones analíticas y que aparecen al considerar las relacio-
nes humanas desde esta perspectiva. Dice al respecto I. Be-
renstein (2007, págs. 173-74): «La aceptación de las otras
personas con mentes tan reales como las nuestras, en el decir
de Britton (1992), puede crear dificultades desde la perspec-
tiva narcisista y es desde allí que la presencia de otro resulta
amenazante. Esta presencia marca nuestras vidas de una ma-
nera diferente y excede la de los objetos internos proyectados
o introyectados [...]. Ante la obligación de darle lugar interior
a lo exterior y sin la posibilidad de incorporarlo como algo
propio, el sujeto deberá producir un trabajo no realizado has-
ta entonces».

Las cuestiones que estamos exponiendo han llevado a plan-


tear que en la vida psíquica de los sujetos hay que considerar
formas de trabajo cuya descripción es mérito de los analistas
que han desarrollado una práctica en dispositivos vinculares.
Me refiero a las diferentes formas en que aparece en la clíni-
ca lo que Kaës denomina trabajo de la intersubjetividad y
otros autores han denominado trabajo vincular (Berlflein,
Riopedre, Buchbinder, L’Hoste, Kasitzky de Bianchi, Gomel,
Matus, Krakov, Pachuk, Waisbrot, 2006). En términos muy
generales (Kaës, 1999, pág. 133), se trata de trabajar el modo
en que cada sujeto significa, interpreta, contiene, rechaza,
utiliza o destruye las representaciones, emociones y pensa-
mientos que pertenecen a otro sujeto. Dicho de otra manera,
cómo se trabaja «con el proceso psíquico del otro para poder
descubrir lo que en nosotros está o no disponible para una
actividad de representación o para una acción» (ibidem, pág.
133). La relevancia clínica y teórica de estas cuestiones es
irrefutable, más aún en un mundo contemporáneo que pare-
ciera propiciar el solipsismo y en el cual los déficits de sim-
bolización, las patologías del narcisismo y los trastornos en
la relación con los semejantes están a la orden del día.
86 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92

Este trabajo clínico no puede tener la forma de interpreta-


ciones individuales dirigidas a mostrar las coordenadas de un
deseo singular o las coordenadas de lo que Freud llamaba
conflicto intrapsíquico. Además de hacer esto cuando corres-
ponda, deberá específicamente dirigirse a mostrar lo que uno
genera y sostiene en el otro, lo que se toma de él y del víncu-
lo, cuánto sintoniza o ignora sus propuestas, lo que uno pue-
de usar o no de las producciones de los demás miembros de
la familia, se pone o no en su lugar, legitima o desconfirma lo
que el otro siente, entiende sus motivaciones, en fin... La ta-
rea clínica centrada en el trabajo vincular se centrará en ana-
lizar las formas de interpretar y significar, resonar, consen-
suar, disentir, recibir, contener, rechazar, ligar, matizar, enri-
quecer, expulsar o desligar lo que se produce en una relación
humana, es decir que se referirá a los modos de metabolizar
lo que viene del otro, del vínculo y del sujeto. Así definido, el
trabajo vincular o de la intersubjetividad, es un eje funda-
mental del trabajo clínico en cualquier dispositivo analítico,
no sólo en los vinculares.

El psiquismo: un singular plural


En una problemática psíquica por la que una persona nos
consulta, es una pregunta compleja cuánto predomina lo
atribuíble al sujeto singular y cuánto lo dependiente de los vín-
culos en que éste se incluye, ya que entre lo vincular y lo sin-
gular del suceder psíquico hay una frontera móvil. La evalua-
ción de esta frontera tiene importantes consecuencias en la clí-
nica y puede llevar a proponer que en un tratamiento se reali-
cen una serie de sesiones, durante un cierto tiempo, en un dis-
positivo diferente del que se venía utilizando. La frontera sin-
gular-plural es móvil, entre otras razones, porque los funcio-
namientos singulares cambian, afectados por el contexto
intersubjetivo, al mismo tiempo que los cambios en los sujetos
producen cambios en el contexto. El vínculo constituye un cír-
culo de retroacciones en el cual las respuestas de uno a otro no
son directamente proporcionales, rige en ellas el efecto mari-
posa y, frente a una situación clínica, es una pregunta si con-
viene abordarla desde un dispositivo vincular o individual.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92 87

Tal vez la principal consecuencia de aceptar la noción de


vínculo es tomar conciencia de hasta qué punto es falsa la
idea de una mente aislada, lo que Stolorow y Atwood han
denunciado como el «mito de la mente aislada». Así, dicen
(1992, pág. 57), «... el desarrollo de la experiencia personal
siempre tiene lugar en un sistema intersubjetivo» mientras
que, erróneamente, «se describe un sistema de influencia uni-
direccional, en el que cada cosa que uno experimenta del en-
torno es contemplada como si fuera un producto de la activi-
dad psíquica omnipotente de uno mismo. El impacto del en-
torno no se encuentra en ningún lugar» (pág. 47). Y citan a
Mitchell (pág. 56) «... la unidad básica de estudio no es el
individuo como una entidad separada cuyos deseos chocan
contra una realidad externa, sino un campo interaccional den-
tro del cual el individuo surge y en que se esfuerza por estar
en contacto y por articularse a sí mismo. El deseo se experi-
menta en el contexto de la relacionalidad y es este contexto el
que define su sentido» (Mitchell, 1988, págs. 3-4).

Ahora bien, la importancia de los campos relacionales y el


hecho de que en ciertos aspectos el psiquismo sea plural, me-
rece algunas precisiones y en primer lugar que esto no le qui-
ta un ápice de verdad a la afirmación de que todo sujeto psí-
quico es singular. Aceptar la noción de vínculo y la importan-
cia clínica de los campos intersubjetivos en que un sujeto
vive, no implica caer en una suerte de vincularismo ingenuo
que sólo reconozca la dimensión intersubjetiva del psiquis-
mo e ignore los aportes del psicoanálisis que centró sus estu-
dios en el individuo. El concepto de vínculo viene a enrique-
cer la práctica psicoanalítica clásica, individual, y al mismo
tiempo replantearla, pero no a desconocer la singularidad del
psiquismo individual. Si el vínculo –definámoslo– es un es-
pacio psíquico constituido por las interinfluencias y funcio-
namientos generados por las investiduras recíprocas y dura-
deras de dos o más sujetos y conforma un sistema en virtud
del cual surgen cualidades del suceder psíquico no incluidas
en los psiquismos singulares y nuevos trabajos psíquicos, es
evidente que en cualquier práctica clínica psicoanalítica de-
berán entonces reformularse los problemas relativos a las re-
sistencias y los conflictos en juego. Más aún, si considera-
88 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92

mos que la dupla analista-analizante es también un vínculo,


aunque sin duda particular, habrá que reformular muchas
teorizaciones sobre la transferencia y la contratransferencia,
viciadas de unidireccionalidad. La cuestión fundamental es
no olvidar que en un vínculo, la interdeterminación, la distri-
bución del trabajo psíquico y las alianzas inconcientes
redefinen y modifican lo propio de cada polo, generando fe-
nómenos de creación y de pérdida en el psiquismo de los
integrantes, al mismo tiempo que nuevos procesos del tipo de
los que se describieron al hablar del trabajo vincular.

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As., 2010.

Resumen
El artículo se centra en las cuestiones que –para el autor–
constituyen las fundamentales del concepto de vínculo. Se des-
criben y discuten los conceptos de interdeterminación, distri-
bución del trabajo psíquico y alianzas inconcientes como pro-
cesos distintivos en el funcionamiento de un vínculo, junto a
los aportes que implica su estudio desde las categorías de
real, simbólico e imaginario. Se discuten y caracterizan los
principales ejes de conflicto en un vínculo, entre los cuales se
señala como central la problemática del poder.

Por último, se discuten las consecuencias que implica acep-


tar la noción de vínculo en la teoría psicoanalítica y en la
práctica clínica en cualquier dispositivo, describiéndose la
noción de trabajo vincular.

Palabras clave: Vínculo. Interdeterminación. Distribución del


trabajo psíquico. Alianza inconciente. Conflictos intersubje-
tivos. Trabajo vincular.

Summary
The link and its fundamental issues

The paper deals with the fundamental issues about the con-
cept of a link between people. The concepts of «inter-determi-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92 91

nation», distribution of psychic work and unconscious alli-


ances are described as distinct processes in the operation of a
link. Three different categories, real, symbolic and imaginary
contribute to the study of the link. The main areas of conflict
in a relationship are characterized and power is designated
as the central issue.

Finally, the paper concludes with the implications involved


in accepting the notion of link in psychoanalytic theory and
clinical practice on any setting, describing the notion of link-
ing work.

Key words: Link. Unconcious aliances. Inter-determination.


Distribution of psychic work. Linking work.

Résumé
Le lien et ses questions fondamentales
Ce travail envisage les questions fondamentales sur le con-
cept du lien. On décrit et discute les concepts d’
interdétermination, la distribution du travail psychique et les
alliances inconscientes comme, par exemple, les processus
spécifiques dans le fonctionnement d’un lien. On traite la con-
tribution des catégories du réel, du symbolique et du imagi-
naire sur l’étude du lien. On discute et caractérise les princi-
pales zones de conflit dans un rapport, et on désigne la ques-
tion du pouvoir, comme la question centrale.

Enfin, on discute les implications dans l’acceptation de la


notion de lien dans la théorie psychanalytique et la pratique
clinique dans toute dispositif analytique, et on décrit la notion
de travail de l’intersubjectivité.

Mot clés: Lien. Alliances inconscientes. Travail de l’inter-


subjectivité. Interdétermination. Distribution du travail psy-
chique.
92 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 71-92

Resumo
O vínculo, seus questões fundamentais
O artigo está centrado nas questões que –para o autor–
constituem as fundamentais do conceito de vínculo. São des-
critos e discutidos os conceitos de interdeterminação, distri-
buição do trabalho psíquico e alianças inconscientes como
processos distintivos no funcionamento de um vínculo, junto
às contribuições que implica seu estudo desde as categorias
de real, simbólico e imaginário. São discutidos e caracteriza-
dos os principais eixos de conflito num vínculo, entre os quais
se assinala como central a problemática do poder.

Por último, são discutidas as conseqüências que implica


aceitar a noção de vínculo na teoria psicanalítica e na práti-
ca clínica em qualquer dispositivo, descrevendo-se a noção
de trabalho vincular.

Palavras chave: Vínculo. Alianças inconscientes. Conflito


num vínculo. Trabalho vincular. Interdeterminação.
CONGRESO

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 93-136


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 95-95 95

XIX Congreso Latinoamericano FLAPAG


Del 30 de junio al 2 de Julio de 2011 en la Facultad de
Derecho de Buenos Aires, Argentina, tuvo lugar el Congreso
Latinoamericano FLAPAG.

A modo de reseña editamos en este número dos ponencias


y la Presentación de nuestra Revista.

– «El trabajo del amor. La tensión entre amor sexual y


amor filial», de Daniel Waisbrot

– «Mass Media y subjetividad», de Graciela Ventrici

– Presentación Revista Psicoanálisis de las Configuracio-


nes Vinculares Nº1, XXXIV, 2011, «Diversidades: Lo
singularlo múltiple».

Presentador: Graciela Milano, Directora de Publicacio-


nes AAPPG

Comentadores: Sergio Rodríguez y Silvana Camerlo


CONGRESO

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 93-136


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 95-95 95

XIX Congreso Latinoamericano FLAPAG


Del 30 de junio al 2 de Julio de 2011 en la Facultad de
Derecho de Buenos Aires, Argentina, tuvo lugar el Congreso
Latinoamericano FLAPAG.

A modo de reseña editamos en este número dos ponencias


y la Presentación de nuestra Revista.

– «El trabajo del amor. La tensión entre amor sexual y


amor filial», de Daniel Waisbrot

– «Mass Media y subjetividad», de Graciela Ventrici

– Presentación Revista Psicoanálisis de las Configuracio-


nes Vinculares Nº1, XXXIV, 2011, «Diversidades: Lo
singularlo múltiple».

Presentador: Graciela Milano, Directora de Publicacio-


nes AAPPG

Comentadores: Sergio Rodríguez y Silvana Camerlo


El trabajo del amor.
La tensión entre amor
sexual y amor filial

Daniel Waisbrot *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107


(*) Licenciado en Psicología. Miembro Titular de AAPPG. Actual
Presidente de AAPPG.
E-mail: dwaisbrot@yahoo.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107 99

La noche habilitaba la espera. Estaba terminando el cuarto


cumpleaños de Joaquín y los invitados se estaban yendo. Fran-
cisco esperaba que esa noche, finalmente lograran encontrar-
se. Ya en la última sesión de pareja había habido algo de ese
encuentro, cuando Marina había podido pensar que no se tra-
taba de que ella no lo deseaba, sino que lo que estaba en el
horizonte de su negativa, era el susto que le producía un acer-
camiento frustrado, como el de muchísimas veces. Así que
esa noche, ella también lo esperaba y así fue que mientras los
últimos invitados se terminaban de ir, corrió presurosa a su
habitación con Joaquín y Johana, como todas las noches, a
intentar que se duerman. Acostada en su cama, prendió la tele
y mientras escuchaba alguna absurda discusión de Gran Her-
mano, los niños, abrazados cada uno a sus brazos, se iban
durmiendo. Francisco terminaba de llevar las copas a la coci-
na y se dirigió a su habitación.

«Entré y el espectáculo era tremendo, ella mirando Gran


Hermano con los pibes abrazados a ella durmiendo, yo no
tengo lugar, no hay lugar ahí para mi, me enojé, otra vez sopa,
dije, andá a cagar y agarré mi almohada y me fui a dormir al
sillón del living, con ella no se puede, entre los pibes y Gran
Hermano…».

«Ves que sos un pelotudo, los estaba durmiendo para estar


con vos, tarado ... ¡andate al living!, qué carajo me importa,
nunca entendiste nada ni vas a entender».

«Yo quería encontrarme con vos, no con los pibes, siempre


están los pibes…».

«Los estaba durmiendo, sólo quedaba llevarlos a la cama


de ellos, ¿por qué no me viniste a ayudar y los llevabas vos y
listo? Yo también quería estar con vos, pero no, el señor se
ofende y se va, andate de una vez».

«Eso es lo que querés, ¿por qué no me lo dijiste? Cuando


me fui para el living, ¿sabés lo que me dijo? Vino corriendo y
me gritó que yo los había despertado con lo que le costó
dormirlos, una mierda, todo es una mierda».
100 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107

La sesión siguió de alguna manera, el clima fue cambian-


do y algo pudieron decir de sus encuentros.

«Antes de los chicos era acostarnos y coger. Ahora termi-


namos muertos, estamos cansados, se duermen acá, los lleva-
mos a la cama y nos quedamos viendo Gran Hermano o Tinelli.
Nos decimos dos boludeces, qué lindos los nenes, te amo. Y
nos vamos quedando dormidos».

Marina y Francisco reproducen una escena bastante habi-


tual en la consulta de parejas. Algo peculiar ocurre en el pa-
saje de pareja a familia, que muchas veces deja afuera la sexua-
lidad. Me propongo pensar qué sucede en ese pasaje y para
ello, voy a trabajar en torno a los modos en los que se consti-
tuye el eje intimidad, otredad y amor.

Históricamente distinguimos tres espacios en que la vida


humana pareciera fluir, espacios organizados en torno a tres
características diferenciales. Lo íntimo, girando alrededor de
la opacidad, lo público, más del lado de la trasparencia y en
una zona de fronteras blandas, con poca consistencia, lo pri-
vado, organizado alrededor de cierta discreción.

Paula Sibilia sostiene que últimamente, parecen haberse


desdibujado los límites entre estos espacios y pareciera emer-
ger «cierto modelo hegemónico de subjetividad que está cre-
ciendo: un ‘modo de ser’ que está coagulando entre nosotros
y se autojustifica porque es perfectamente compatible con las
exigencias y necesidades del mundo contemporáneo En la
sociedad del espectáculo la soledad y el silencio se han vuelto
inaguantables» (Sibilia, P., 2010). Propone pensar que la sub-
jetividad actual produce extimidad allí donde antaño había
intimidad.

La interioridad ha dejado de ser para esta autora, el núcleo


de lo verdaderamente humano y que lo que ayer se escribía
en un diario íntimo, hoy se expone en la web, a la mirada
obscena del conjunto. Si el modelo de la vida interior está en
crisis, si aquello que definía una supuesta «verdad» del ser
pasaba por ese contacto con la propia interioridad donde el
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107 101

pudor y el secreto dominaban la escena y hoy, en cambio, el


escenario de la vida misma ocurre en la pantalla donde se
ofrece la vida a lo público como espectáculo, nos falta saber
qué sucede con quien observa, consume y goza de esa expo-
sición pública del otro y, en nuestro campo, más específica-
mente, qué ocurre con esa trasmutación en la vida de las pa-
rejas.

Escenas como las de la viñeta, en sus diversos formatos,


se reiteran frecuentemente en los consultorios. Parejas en las
que la sexualidad parece haberse extinguido y la noche va
pasando de los hijos a la tele.

Cabe la pregunta acerca de porqué Marina y Francisco for-


man parte de ese conjunto monumental que mira con pasión
la extimidad de los personajes de Gran Hermano. Preciso más
la pregunta: ¿qué ocurre en la vida de esta pareja que rehúsa
a su propia intimidad y una vez terminadas las demandas de
sus niños, dedican sus noches, a veces hasta altas horas a
observar las vidas expuestas por otros en una pantalla?

La experiencia amorosa
Me gustaría plantear la hipótesis que el rehusamiento a la
intimidad en la experiencia amorosa, reviste siempre un ca-
rácter sintomático dado que el amor es un espacio privilegia-
do de resistencia a la experiencia de la extimidad, a la trans-
formación de la intimidad en espectáculo. El amor enlaza in-
timidad y otredad.

El encuentro amoroso es del orden del acontecimiento y


supone una experiencia, un «hacer el amor» y es ese hacer,
justamente el que los ubica a ambos en alguna relación con
lo sexual. El amor, al poner en escena la diferencia –como
diría Badiou–, permite establecer un lazo entre uno y otro y
así, declarar la existencia del Dos. Si esto es así, la subjeti-
vidad de ambos se verá alterada en la experiencia de la
otredad.
102 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107

Pero ello no es una tarea que se produce una vez, sino que
exige un trabajo vincular que permita sostener la alteridad,
más allá de la ilusión de espejamiento y completud que pu-
diera habitar a los sujetos de ese vínculo en los momentos del
encuentro.

Si el resultado de ese encuentro arma una pareja, se produ-


cirá seguramente un reordenamiento subjetivo y una cierta
estabilización fantasmática, una suerte de equilibrio inesta-
ble que les otorga pertenencia a ese conjunto. Algo habrá ar-
mado comunidad entre ellos, fundamentalmente en lo que
concierne a la diferencia sexual pero también a todo aquello
que tenga que ver con la experiencia de la diferencia en todos
sus niveles.

A. Badiou propone pensar el amor como una construcción


de verdad. Dice: «el amor es un proyecto, que incluye por cier-
to el deseo sexual pero también mil otras cosas, o sea, cual-
quier cosa siempre y cuando se trate de vivir una experiencia
desde el punto de vista de la diferencia» (Badiou, A., 2010).

El amor entonces, como procedimiento de verdad, comien-


za con un acontecimiento –el encuentro– y continúa con las
consecuencias de ese encuentro.

«El amor está amenazado por la sociedad contemporánea.


Esa sociedad bien quisiera sustituir el amor por una suerte de
régimen comercial de pura satisfacción sexual, erótica, etc. Hoy
se busca domesticarlo con una mezcla de pornografía libre y
contrato financiero. El amor debe ser reinventado para defen-
derlo, debe reafirmar su valor de ruptura, su valor de casi lo-
cura, su valor revolucionario como nunca lo hizo antes».

De manera que el amor será una construcción de verdad,


una verdad que se experimenta a partir del Dos y no del Uno,
de la experiencia de la diferencia y no de la identidad. Si la
sexualidad termina en una suerte de vacío, algo así como una
experiencia del Uno, donde el otro estaría más en la posición
de objeto que de sujeto; el amor, en cambio, sostendría la ilu-
sión de que algo permanece en ese vacío, de que hay vínculo,
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107 103

más allá de esa relación sexual que no existe. Badiou pareciera


oponerse a la separación entre «puro amor» y «puro sexo».

Su versión del amor no indaga sobre los problemas que se


les presenta a las parejas para tramitar esa diferencia. Eso nos
compete a nosotros. Y lo que nosotros más o menos sabemos,
es que el problema es el otro. El otro, muchas veces ilusiona-
do como idéntico, pero en verdad semejante. El otro que esta-
lla en sus diferencias todo el tiempo y rara vez está donde
uno lo espera. Y allí, justamente, su condición de ajenidad,
de irrepresentable, de inabarcable.

Habrá siempre un resto que no se deja representar. Su pre-


sencia incluye ese resto, impide su totalización, haciendo es-
tallar las coordenadas del saber acerca del otro. Nunca hay
presencia plena, porque siempre está atravesada por lo in-
apropiable, por su ajenidad radical.

¿Y el hijo?
Ahora bien, decíamos que ese acontecimiento del encuen-
tro, fue deviniendo en una cierta intimidad compartida donde
la sexualidad se fue explayando desde el Uno hacia el Dos.
Esa experiencia de la sexualidad va por más, no sólo por el
cuerpo del otro sino por el ser del otro. Ahora nos pregunta-
mos, ¿qué genera el deseo del hijo y cómo se combinan alianza
y filiación, las dos operaciones fundantes de una familia?

En un trabajo anterior (Waisbrot, D., 2010) formulé dos


hipótesis que intenté poner a trabajar. La primera hipótesis
sostenía que la decisión de habilitar la filiación pone a traba-
jar en el vínculo la sucesión de generaciones y con ello el
tema de la deuda y de la muerte. La segunda hipótesis era que
la presencia del hijo «interpela como acontecimiento, tanto a
la pareja de la alianza como al vínculo de filiación».1
1
«Estructura y acontecimiento. La pregunta por el origen en la familia
adoptiva», Ricardo Gaspari, Graciela Rajnerman y Griselda Santos, Re-
vista de la AAPPG, T.XVII, Nº 2, 1994.
104 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107

Se trata de poner a trabajar la posibilidad de la pareja de


producir el lugar «hijo» como un espacio acontecimental, que
les permita introducir un cambio en la cadena de repetición,
y transmitir ese giro en la cadena ubicándose en una genealo-
gía desde una posición diferente de la legada por sus familias
de origen. Me interesa retomar esta cuestión a la luz de la
enorme presencia clínica que tiene en las consultas de pareja,
las dificultades en ese tramo de la vida.

Hoy quiero formular una tercera hipótesis. La presencia


del hijo inaugura una nueva tarea intersubjetiva para la pare-
ja. El trabajo del amor, deberá sostener sin claudicar la ten-
sión inédita entre amor sexual y amor filial.

Podríamos decir nuevamente con A. Badiou, que el hijo


forma parte del espacio amoroso en lo que denomina un pun-
to. «Un punto es un momento particular sobre el cual un acon-
tecimiento se estrecha, donde, de alguna manera, debe volver
a reinterpretarse el acontecimiento, como si volviera bajo una
forma desplazada, modificada, pero obligándonos a ‘redecla-
rarlo’. En suma, un punto es cuando las consecuencias de
una construcción de verdad, generalmente nos obligan a re-
hacer una elección radical» (Badiou, A., 2010).

Ese punto, inaugura la tensión. Será a partir de allí, una


parte del trabajo intersubjetivo del amor «trabajo psíquico
del otro o de más de un otro en la psique del sujeto del incon-
ciente» (Kaës, R., 2010).

El deseo de hijo, forma parte del deseo amoroso bajo esa


interesante formulación de un punto para el amor. Y lo que
vemos clínicamente, es que en las parejas, hay una suerte de
prueba alrededor del nacimiento, y esa prueba resulta de cómo
va a desplegarse la experiencia del Dos después de haberse
confrontado con ese punto.

Pareciera entonces que el recorrido de la experiencia amo-


rosa se pliega en la experiencia del nacimiento, a la manera
de un embudo. «Antes era acostarnos y coger», decían Mari-
na y Francisco. Algo habían desplegado en torno a su sexua-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107 105

lidad amorosa que se replegó ante la experiencia del naci-


miento y quedó atrapado allí, como atascado sin poder vol-
ver a desplegarse. La experiencia amorosa quedó subsumida
en el amor filial a costa del sacrificio del amor sexual. Esa
doble vía, esa tensión necesaria ente los distintos espacios no
pudo ser sostenida.

¿Para qué los atendemos?


Podríamos decir que en la entrada en análisis de una pare-
ja, encontraremos algo de un pacto denegativo que niega de-
masiado lo imposible, que no ha logrado ligar las renuncias
pulsionales necesarias para la constitución de esa vincularidad
y que ha trabado el trabajo de la intersubjetividad, funda-
mentalmente en lo que concierne al despliegue de la poten-
cialidad transformadora del vínculo.

¿Qué habría en la salida de ese análisis? Seguiría exis-


tiendo el pacto denegativo en tanto organizador de la vin-
cularidad, pero que habría perdido parte de su función de-
fensiva frente a esa misma vincularidad. Por lo tanto, es-
peramos:

1) Encontrar mayor posibilidad de ligadura de la negati-


vidad de obligación, en el sentido de un saber y de un po-
der sacrificar algo de la mismidad, sobre todo en su poten-
cialidad de renuncia pulsional, para que el vínculo pueda
advenir.

2) Reducir lo más posible la negación de lo imposible de


esa vincularidad, saber acerca de sus límites, de su incom-
pletud.

3) Más trabajo vincular en el despliegue de lo posible, de


lo aún no realizado, de lo que a pesar de no haber sido, podría
ser de otro modo.

La operación de transformación sería efecto de un trabajo


intersubjetivo con el analista para desanudar lo alienado en
106 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107

las alianzas y re-anudar desde otro lugar subjetivo. Habría


entonces, transformación subjetiva a partir de o junto a un
cambio en la posición vincular.

Si Marina está esperando que los niños duerman para lle-


varlos a su cama mientras Francisco supone que ella está en
la cama con ellos para no encontrarse, el malentendido da
cuenta de la negación de ese resto ajeno que les imposibilita
algún nivel de encuentro. Sin embargo, allí, justamente allí,
algo de otro orden, ligado a sus alianzas inconcientes le da-
rán formato a una intimidad que consiste en observar al Gran
Hermano, dejando a la vista que el estar juntos y solos se les
sintomatiza.

Ellos se duermen como duermen a sus hijos. Los chicos


no «se van a dormir» sino que «se van durmiendo». No
están a solas en su cuarto, en ese encuentro con su propia
interioridad posibilitadora del sueño. Y aquí, en lugar de
recorrer el camino de su propia intimidad, o de la intimi-
dad compartida alrededor de su sexualidad, se entregan a
la pantalla de las vidas ajenas, mostradas en el gran reality
televisivo.

La escena de la viñeta muestra que el trabajo intersubjetivo


se ha trabado. Los dos creen saber porqué el otro hace lo que
hace. Habrá que ver qué posibilidad tienen de retomar el tra-
bajo vincular, sustraerse de la oferta alienatoria de la pantalla
y volver a desplegar algo de aquel amor sexual que quedó
plegado en el punto de los nacimientos.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107 107

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Mass media y
subjetividad

Graciela Ventrici *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121


(*) Médica, Psicoanalista. Miembro Titular de AAPPG.
E-mail: gventrici@sion.com
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 111

Como punto de partida para esta ponencia me es necesario


situarme en el pasaje del capitalismo industrial al capitalismo
pos-industrial, tal como lo entiendo en sus producciones so-
bre la sociedad, las lógicas del funcionamiento mental y tec-
nológico y las formas de comunicación.

Así podemos ubicar a la sociedad industrial con sus dispo-


sitivos de encierro que fueron las instituciones por las que
transcurrían, disciplinándose, nuestras vidas.

El centro de la vida del adulto en edad productiva era el


trabajo cuya estabilidad y la actitud corporal que imponía,
eran signos de identidad y pertenencia.

Junto con el advenimiento de la mecánica en el plano tec-


nológico se desarrolló la actividad mental en forma analógica,
alfabética y conjuntiva.

Las formas masivas de comunicación fueron a través de la


prensa escrita y la radio. El teléfono fijo permitió la comuni-
cación a distancia y tuvo un lento desarrollo hasta ser común
a la población.

Esta organización con sus condiciones de producción de


bienes materiales y simbólicos conformó y estuvo conforma-
da por formas de subjetividades más o menos alienadas a esas
instituciones disciplinarias. Los movimientos de subjetiva-
ción capaces de liberar al individuo y a los colectivos de esa
alienación eran contra-institucionales, aunque algunos tam-
bién anti-institucionales.

Ubico el proyecto de autonomía económica, política y so-


cial, en dos grandes conjuntos:

A) Los movimientos revolucionarios en relación al capita-


lismo, pero no a la disciplina que, debilitados por la frustra-
ción de los socialismos reales, se silencian.

B) Los movimientos sociales basados en la creatividad


como modo de emancipación del poder represivo –tan bien
112 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121

trabajados por Suely Rolnik–1 que fueron cooptados por el


capitalismo pos-industrial, y enunciados como «tendencias».

Este modo de capitalismo ya no necesita de los cuerpos


–en el sentido de la fuerza de trabajo– sino de los cerebros,
por eso muchos autores le llaman «capitalismo cognitivo» y
al conjunto de los trabajadores «cognitariado».

Esta condición del capitalismo pos-industrial de no nece-


sitar sino de los cerebros, al punto tal que, como dice Maurizio
Lazzarato,2 actúa «en la movilización y en la modulación de
los componentes preindividuales, precognitivos y preverbales
de la subjetividad, haciendo funcionar los afectos, las percep-
ciones, las sensaciones aún no individuadas, aún no asignables
a un sujeto, … como elementos de una máquina» por esto, a
diferencia de su fase anterior, busca cada vez mayor flexibili-
dad en las estructuras desdibujando los límites de las institu-
ciones cuya mediación deviene innecesaria.

Deleuze3 las llamó sociedades de control, porque su opera-


toria es la de modular, recombinando conectivamente, condi-
ción que puede extenderse indefinidamente controlándolo todo.
«Los encierros son moldes, módulos distintos, pero los contro-
les son modulaciones… La fábrica era un cuerpo que llevaba a
sus fuerzas interiores a un punto de equilibrio: lo más alto po-
sible para la producción, lo más bajo posible para los salarios;
pero la empresa es un alma, un gas... la empresa se esfuerza
por imponer una modulación a cada salario, …por introducir
una rivalidad inexplicable como sana emulación… el principio
modular del ‘salario al mérito’ que ha tentado también a la
educación nacional» ... «ya no es el capitalismo para la pro-
ducción sino para el producto, es decir para la venta y el mer-
cado… es esencialmente dispersivo… El marketing es ahora el
instrumento del control social… El control es a corto plazo y
de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado».

1
Suely Rolnik «Geopolítica del rufián», en: Micropolítica. Cartografías
del deseo de F. Guattari y Suely Rolnik, Ed. Tinta limón, 2006.
2
Maurizio Lazzarato, «La Máquina».
3
Giles Deleuze «Posdata para las sociedades de control».
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 113

Virno4 retoma la intuición de Marx de que en cierto mo-


mento la técnica y la ciencia se volcarán por entero a la econo-
mía y entonces la producción de valor será intelectual, colecti-
va y abstracta. Plantea que el pos-fordismo «es el momento
histórico en que el capital pone a trabajar prerrogativas pro-
pias del animal humano, básicamente, el hecho de ser poten-
cia, seres no acabados, mutables, siempre modificables. Es así,
que el lenguaje aparece como el espacio que mejor resalta y
explica la condición fundamental de la fuerza de trabajo ac-
tual: es inmediatamente transindividual y sin embargo, asumi-
do y singularizado por cada sujeto de modo particular, cada
vez».

La sociedad pos-industrial, global, de control, desarrolla


la tecnología digital para el advenimiento de la informática
que se suma al predominio de la imagen sobre la palabra oral
o escrita, a la que acompaña cuando no desplaza, y esta crea-
ción es coincidente con cambios en las mentalidades. La pre-
gunta es si esta coincidencia implica una relación de causa
efecto o es un fenómeno de interferencia que implicaría que
para poder inventar y usar nuevas tecnologías hay que modi-
ficar mentalidades.

A los medios masivos de comunicación existentes, como


la radio y los diarios, se agrega en los años 50 la Televisión,
dos décadas después comienza la vertiginosa incorporación
de la informática a través de la computadora, que primero va
reemplazando a la máquina de escribir y rápidamente apare-
ce la Internet que modifica y amplia las formas de adquirir
información y de comunicarse. Paralelamente en los 90 la
también veloz propagación de los teléfonos celulares hace
que en pocos años exista la posibilidad de estar conectado
full time y en redes permanentes.

Este fenómeno técnico que acompaña y profundiza la for-


ma actual del capitalismo global, al punto que parecen haber
nacido juntos, ha desplazado las subjetividades disciplina-

4
Tomado del trabajo monográfico de Alejandra Lidman, «Del topo a la
serpiente. Crítica y clínica para el después del sujeto».
114 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121

rias dando lugar a otras formas subjetivas difíciles de reco-


nocer.

Creo adecuado plantear como mass media no sólo las for-


mas de comunicación que implican el mundo periodístico,
sino también el uso de la Internet a través de programas como
el skype, el messenger, o los sitios web: los que dan informa-
ción y los que permiten hacer público el perfil del usuario y
desde allí intercambiar con el exterior: los blogs, fotologs,
facebook, linkedin, etc.; tanto unos como otros usan los mis-
mos recursos técnicos, pero constituyen dispositivos diferen-
tes en cuanto a: 1) su condición de enunciación; 2) las líneas
de fuerzas que regulan; 3) la capacidad de objetivación o sub-
jetivación y 4) la potencia de fuga de que disponen respecto
de la dominación.5

Antes del advenimiento de la informática, la televisión que


se fue incorporando a la vida cotidiana, problematizó a la
subjetividad instituida.

Hasta entonces la imagen animada estaba circunscripta al


cine que no pertenecía al ámbito de lo familiar, sino de lo so-
cial, perfectamente delimitados; ahora la imagen avivaba el es-
pacio privado y alteraba los modos de intercambio y por ende
los lugares imaginarios y simbólicos de los habitantes de la casa.
Pero, teniendo en cuenta que los canales eran pocos, la señal
imperfecta, en blanco y negro y no transmitían las veinticuatro
horas, seguía siendo algo cuya presencia podía regularse.

La televisión color que llega a la Argentina hacia fines de


los 70, comienzo de los 80, acompañada del fenómeno eco-
nómico de la «plata dulce» (eufemismo que encubría la mu-
tación económica y distraía del genocidio) empieza a darle a
la pantalla chica un realismo que se profundizó cada vez más.

5
Tomo de Susana Pintos y Alicia Zanghellini el acople de las líneas de
fuga de Deleuze a las características del dispositivo foulcaultiano al
que ellas llamaron «dispositivo multilineal» en el libro de reciente apa-
rición Trabajando en y con grupos. Vínculos y herramientas, Lugar edi-
torial, 2011.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 115

Si alguna tecnología hizo bisagra entre las dos fases del


capitalismo, esa fue la televisión, que fue la estructura técni-
ca que más transformaciones sufrió a partir del desarrollo de
la cibernética, y que, si bien está degradada en el discurso
burgués, nadie se atreve a apagarla para siempre. Por el con-
trario, si antes había un solo aparato para toda la familia, aho-
ra hay televisores en los cuartos de los hijos, de los padres y
en los espacios comunes pantallas cada vez más grandes.

¿Qué pasa? ¿Dónde se entrama la máquina televisiva para


ser parte indivisible de la vida cotidiana?

Dice Lazzarato: «Interpretando el punto de vista de Deleu-


ze y Guattari se podría afirmar que el capitalismo no es un
‘modo de producción’; ya no es un sistema, sino un conjunto
de dispositivos de servidumbre maquínica … y a la vez un
conjunto de dispositivos de sujeción social ... Los dispositivos
son máquinas, no obstante,... las máquinas ya no dependen de
la techne. La máquina tecnológica es sólo un caso de
maquinismo. Hay máquinas técnicas, estéticas, económicas,
sociales, etcétera».

Luego diferencia servidumbre de sujeción maquínica: «Es-


tamos bajo la servidumbre a una máquina en tanto constitui-
mos una pieza, uno de los elementos que le permiten funcio-
nar. Estamos sujetos a la máquina en tanto que somos sus
usuarios, en tanto que somos sujetos de acción de los que ella
se sirve. La sujeción actúa sobre la dimensión molar del indi-
viduo (su dimensión social, sus roles, sus funciones, sus re-
presentaciones, sus afectos), mientras que la servidumbre
maquínica actúa sobre la dimensión molecular, preindividual,
infrasocial (los afectos, las sensaciones, los deseos, las rela-
ciones aún no individualizadas, no asignables a un sujeto)».

«La televisión hace que los enunciados conformes a la rea-


lidad dominante del capitalismo pasen por enunciados de los
individuos, mediante la puesta en funcionamiento de una má-
quina de interpretación de sus palabras y de su expresión y
una máquina de subjetivación que funciona a partir de la cons-
titución de un doble del sujeto… Si eres entrevistado en la
116 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121

televisión (poco importa en qué programa sea), eres institui-


do como sujeto de enunciación y sometido… a una máquina
no discursiva que interpreta, selecciona y normaliza incluso
antes de que comiences a hablar».

Sabido es que nuestra capacidad de enunciación está atra-


vesada por las formas de enunciación y los enunciados de los
colectivos de los que formamos parte, que no hay posibilidad
de una enunciación subjetiva puramente individual. A esto
debemos agregar que las epistemes y ontologías que mode-
lan nuestro funcionamiento mental con el que decodificamos
nuestras sensaciones y percepciones y damos sentidos, tie-
nen una determinación de la que no tenemos conciencia, y
que bien las podemos pensar con metáforas maquínicas. La
película Matrix lo expuso muy elocuentemente.

Los psicoanalistas decimos que nunca nos encontramos


tan enfrentados a lo real como en la actualidad; para enten-
derlo diré que nunca como ahora hay tanta percepción de la
multiplicidad que nos compone, hasta poco tiempo atrás lo
transindividual tuvo que ser deducido y no sin enormes resis-
tencias, en realidad era entendido sólo como un fenómeno de
indiscriminación de resonancia regresivante, fusional y no
también como un proceso ligado a la individuación y a la
resonancia progresiva, subjetivante.

Quizá esta visibilidad sea consecuencia de que las institu-


ciones dejaran de velar la molecularidad de lo que contenían
al sintetizar complejidades y singularidades. Pero hay que
lidiar con el caos, hay que encontrar formas de moverse den-
tro de él haciéndolo inteligible, diseñando planos de consis-
tencia que nos permitan resolver los problemas que se nos
presentan vez a vez.

No es fácil poner en cuestión las categorías instituidas que


implicaron conceptos fijos, establecieron métodos de inter-
vención que han demostrado su utilidad frente al sufrimiento
psíquico, para tomarlos como herramientas posibles pero tam-
bién prescindibles según el caso y a veces hasta desecharlas
por inadecuadas o perniciosas.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 117

Me parece que no alcanza el poder de los mass media para


determinar este fenómeno que vuelve cotidiano el hecho in-
conmensurable de que lo real contiene tanto actual como vir-
tual en recombinación conectiva; en tal caso me siento incli-
nada a pensar que los mass media son instrumentos funciona-
les a la máquina capitalista de control, como lo fueron el dia-
rio y la radio a la máquina disciplinaria. La cualidad, la dife-
rencia, está dada por la velocidad de recombinación que tie-
nen que dan la impresión de ser causa última, velocidad de
recombinación que también tienen otras dimensiones de la
sociedad de control como la economía, la política, el arte,
etc. No obstante parece que todo pasara por la comunicación
destacando un sector de ella: el marketing.

¿Cuál es el secreto por el que el marketing logre tanto pro-


tagonismo? ¿Acaso su relación con el deseo?

En la medida que la fuerza de trabajo explotada es intelec-


tual-creativa y no física, todo acto humano se convierte en
mercancía: no importa qué intención se tenga, el sentido de
mercancía lo alcanza, lo corrompe, lo transforma en objeto
que demanda ser consumido.

La condición de consumible es la clave del éxito del mar-


keting como operador de la promesa de completud a la vez
que de la amenaza de miserabilidad, de formar parte de la
«subjetividad-lujo» o de la «subjetividad basura»,6 entre estos
dos polos, que el capitalismo global ha logrado hacerlos evi-
dentes, se debaten en mayor o menor medida las subjetivida-
des actuales.

Bajo amenaza, el mercado controla el deseo: winner or


looser, ésta es la cuestión, la tensión entre estos polos logra
que todos los otros valores nos conmuevan como bellas pro-
ducciones de la imaginación; el fantasma de la basura, la vi-
lla miseria, la exclusión, recorre occidente generando una fle-
xibilidad cínica como pieza de la máquina cuya expresión
más lograda es su capacidad mediática. Capacidad mediática
6
Suely Rolnik, obra citada.
118 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121

amplificada por la tecnología que maneja y la dominación


que la sujeta.

Bifo Berardi7 estudia el exceso de información transmitida


a velocidades crecientes como formas de intimidación por la
imposibilidad de procesar, muestra que hay una disparidad
entre el sistema de medios que emite señales y la mente que
las recibe. «El universo de los receptores, es decir, los cere-
bros humanos, las personas de carne y hueso, de órganos frá-
giles y sensuales no está formateado según los mismos patro-
nes que el sistema de los emisores digitales, esto se manifies-
ta en electrocusión permanente, pánico, sobreexitación,
hipermotilidad, trastornos de atención, dislexia, sobrecarga
informativa, saturación de los circuitos de recepción».

Berardi advierte «La mutación cognitiva producida por la


mutación de la infosfera y el dominio económico y político de
las grandes empresas mediáticas globales son dos cosas dis-
tintas, aunque se entremezclan en la realidad del imaginario
social… No cabe pensar resistirse a la mutación antropológi-
ca que han puesto en marcha las tecnologías de la comunica-
ción. Hay que desligar dominio y mutación: el dominio debe
ser erosionado, confrontado y eludido. La mutación debe ser
atravesada, recibida y elaborada».

Forzarnos a reconocer esta diferencia me parece una de las


formas primeras de pertrecharnos ante la máquina capitalis-
ta, y, teniendo en cuenta que hay generaciones en cuya crian-
za participaron tanto los padres como la televisión y la infor-
mática, es perentorio trabajarnos en nuestras subjetividades
para reconocer en las nuevas sus estrategias de fuga.

Por otro lado no podemos ignorar que las formas de orga-


nización social, las tecnologías y las subjetividades compar-
ten y componen dimensiones deseantes en virtud de las cua-
les son producidas a la vez. Que están en retroalimentación
permanente, aunque en relaciones de fuerza que no son equi-
7
Franco Berardi «Bifo» Generación post-alfa. Patologías e imaginarios
en el semiocapitalismo, Tinta Limón, 2007.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 119

tativas: la organizaciones sociales y las tecnologías son más


interdependientes que las subjetividades en el sentido que,
como «estructuras», éstas son infinitamente más complejas
que las otras dos y por lo mismo mucho más inestables,
disipativas e impredecibles, a la vez que son capaces de re-
flexionar sobre sí mismas y sus relaciones, capaces de habi-
tar simultáneamente el territorio de las organizaciones socia-
les y las tecnologías, y a la vez desterritorializarse, fugar, crear
otros territorios que muevan los hegemónicos, usando de
manera diferente componentes técnicos y sociales ya exis-
tentes; entonces si bien la fuerza de los medios de comunica-
ción masiva es enorme, el espectador tiene la potencia de hacer
con ella su propio juego, como bien lo expuso Umberto Ecco
en su trabajo sobre lo que los espectadores le hacen a la tele-
visión. Así también atrevernos a ver un posible movimiento
contracultural en lo que los jóvenes hacen con los Blogs, cuyo
valor no nos es en absoluto evidente, pero que sin duda ana-
liza a los medios de comunicación.

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Resumen

Este trabajo se propone pensar la relación de las mass me-


dias con la producción de subjetividad. Para ello necesita am-
pliar el campo de análisis y situar el problema dentro del pa-
saje del capitalismo industrial al capitalismo pos-industrial,
en sus producciones sobre la sociedad, las lógicas del funcio-
namiento mental y tecnológico y las formas de comunicación.
Se trata entonces del pasaje del capitalismo industrial, que
necesita de los cuerpos a los que disciplina a través del traba-
jo y la educación analógica, conjuntiva y alfabética, a otra
forma del capitalismo que deja atrás la modalidad industrial
y no regula los cuerpos a través de dispositivos de alienación,
sino que intenta modular por recombinación conectiva los ce-
rebros, actuando sobre los componentes preindividuales, pre-
cognitivos y preverbales de la subjetividad.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 121

Va recorriendo diversos modos de entender este pasaje y


sus características de la mano de autores como Deleuze,
Lazzarato, Virno, Rolnick, Berardi, bordeando preguntas ta-
les como: ¿dónde se entrama la máquina televisiva para ser
parte indivisible de la vida cotidiana? ¿Cuál es el secreto por
el que el marketing logre tanto protagonismo? ¿Acaso su re-
lación con el deseo?

La fuerte tendencia a la institucionalización propia de la


sociedad industrial invisibilizó la multiplicidad que se hace
perceptible en la sociedad pos-industrial y esto se vuelve un
desafío para comprender las subjetividades que promueve y
sus posibilidades de subjetivación.
Presentación Revista en
XIX Congreso FLAPAG

«El Psicoanálisis Vincular


de Latinoamérica:
Lo singular  Lo múltiple»

Graciela Milano *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 123-126


(*) Licenciada en Psicología. Miembro Titular de AAPPG. Actual Di-
rectora de Publicaciones de AAPPG.
E-mail: gracielamilano@fibertel.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 123-126 125

En el marco de este Congreso, «El Psicoanálisis Vincular


de Latinoamérica: Lo singularLo múltiple», que no deja
de impresionar por el número de títulos, el menú de opcio-
nes, la cantidad de trabajos escritos…, la Presentación de nues-
tra Revista, Revista de la AAPPG, ocupa un lugar.

Lugar propicio para conversar acerca de los escritos que


hemos compilado desde nuestro comité editor y también ha-
cer extensiva esta conversación a los variados temas que ha-
cen al escribir en las instituciones.

El número de nuestra revista acompañó con su título el


nombre de este Congreso: «Diversidades: Lo singularLo
múltiple».

Convocamos al escribir como esa forma privilegiada de


transmisión de experiencia.

Experiencia que redobla en sus resonancias ese intrincado


nudo del producir conjunto.

El prólogo editorial, que abre a la presentación de los escritos


ofrecidos por nuestros colegas, habla de esa tela opaca que cubre
lo propio del texto y aun así deja traslucir nuestras discusiones,
acuerdos, desacuerdos, distintas lógicas, distintas formas de abor-
dar Lo Vincular que hacen a la riqueza de lo heterólogo.

Estatuto y privilegio del escribir en Psicoanálisis de las


Configuraciones Vinculares en el que el pensar- hacer- escri-
bir es Vincular pues lleva la ineludible presencia del otro.

Un singular que escribe lo múltiple.

Se escribe cuando se puede leer la práctica, la experiencia


y de resultas queda un testimonio de esa práctica que va ha-
ciendo teoría.

Una transmisión de saber que lleva la paradoja de su per-


manente caída pues admitamos conlleva la ficción imagina-
rio simbólica de lo instituido.
126 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 123-126

Sin esta ficción el intercambio no sería posible, pues es la


que sostiene nuestros diálogos, la que arma nuestras presen-
taciones, la que nos ilusiona en estos encuentros tan valiosos;
pero si atrevemos a cuestionar, a desmoronar el saber hege-
mónico, nos prevenimos del quedar atrapados en su estafa.

Atravesar el espejismo de su poder nos conduce a esos


momentos de fuga que desafían el vacío, esa «hiancia», ese
espacio que aligerado de burocracias abre al «hacer algo con»
el obstáculo, el límite….

Un escribir más cercano a esa letra como litoral que bor-


dea límites sin fronteras.

Dejo aquí esta breve presentación para dar lugar a Sergio


Rodríguez y Silvana Camerlo a quienes invitamos a comen-
tar nuestra Revista.

2 de Julio 2011
La escritura del psicoanalista,
entre su singularidad
de sujeto y los lazos
sociales de su práctica*

Sergio Rodríguez **

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 127-132


(*) Trabajo presentado por el autor como invitado, en el Congreso de la
Asociación de Psicología y Psicoterapia de Grupo.
(**) Médico, Psicoanalista.
E-mail: sarodrig@gmail.com
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 127-132 129

Hablamos de esta cuestión, porque sin discurso, no hay


escritura. Y, si hay discurso está ocurriendo alguna forma de
lazo social. Cuando se habla, debido al inconciente que se
produce entre los hablantes y lo atesorado en lo inconciente
de cada sujeto de la enunciación, se producen los enuncia-
dos. También incide el Yo, con sus tres resistencias (de repre-
sión, de transferencia, de beneficio secundario). El Superyó,
positiva1 o negativamente, según sea su relación con ideales
y con cuáles. También la articulación Ello Superyó, en fun-
ción de qué hábitos de goces genere. Al escribir, se es cruza-
do al menos, por todos esos vectores. Ellos operan, tanto en
lo que la memoria va seleccionando, como en las conjeturas
que el aparato de pensar pensamientos 2 va estructurando. El
psicoanalista escribe: hablado por sus analizantes, sus maes-
tros, sus lecturas, sus colegas.

Comenzada la escritura, se dialoga con lo escrito a iniciati-


va de éste, que nos habla. Del discurso en que el escritor se
sentía amo, va pasando al de la histérica. En él, si no es dema-
siado necio registrará el agujero que lo escrito como S1 (signi-
ficante amo), le hace a su creencia (S2) sobre lo que escribió.
Lo escrito, puede terminar como puro desperdicio de saber, o
como alguna renovación en la producción de saber.

El lector anónimo, es una gran figura superyoica que pla-


nea su sombra sobre los que escribimos. La escritura de
seguidistas, tiene la facilidad de que no escribe, repite lo es-
cuchado o leído. Pero eso no es escribir, es copiar, antiguo y
digno oficio previo a la creación de la imprenta. Escribir, es
crear. La creación puede ser artística, científica, filosófica,
política. Se da en quienes no copian, se inspiran. También se
puede ser repetidor y no creativo en la escritura científica. En
1978, comencé a escribir sobre psicoanálisis polemizando.
Me apoyaba, casi copiaba, a Freud y Lacan. Luego fui siendo
más creativo, sin perder a ellos y otros, como referentes. ¿Es-
cribir, es repetir o sólo citar, lo ya escrito por otros? No, es
hacer trabajar esos escritos, en función de nuevos reales que

1
Ver el artículo «El Humor» de Sigmund Freud.
2
En Volviendo a Pensar de Wilfred Bion.
130 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 127-132

los agujerean. La cita puramente repetitiva es otra cosa que la


cita analítica. Ésta, cita para analizar y reciclar, reafirmando
o criticando aquellas citas y desplegando nuevas conjeturas.

¿Qué es de los escritos leídos, lo que hay que agujerear


para poder ir un paso más allá? Lo que hay que agujerear es
el efecto imaginario que producen. ¿A qué le llamo efecto
imaginario? A cuando el texto produce tal aburrimiento o
mutatis mutandi, tal fascinación, que no encontramos puntos
abiertos para continuar pensando, elaborando, conjeturando.
No estoy queriendo decir que no haya que buscar belleza es-
tética cuando se escribe, la belleza estética no obtura. Y si no,
pensemos en las buenas poesías o ficciones. Pero como en
ellas, no tiene que ser una belleza encerrada sobre sí misma,
en el género de «los bellos animales narcisísticos» de que
nos hablaba Freud.3 Que desde su esplendor, cómo las bellas
histéricas, excluyen y marginan del placer y del goce orgás-
mico al otro, reduciéndose ellas a un goce sado masoquista
que las empobrece. Resulta mejor, una belleza abierta en su
déficit, que invita a acercarse para disfrutarla y embellecerla
más. O sea, a trabajar no sólo sus deficiencias, sino también
las nuestras.

Cuando se escribe en grupo, si se instala la psicología de


las masas, los diferentes yo identificándose al líder pueden
ceder al efecto imaginario del grupo. No ocurre así, cuando
el líder está atento a no dejarse tomar como ideal, o los inte-
grantes tienen suficiente respeto por su inconciente como para
estar atentos buscando deslindarse de los efectos de identifi-
cación. Eso les permite advertir lo que falla en lo que se es-
cribe, para buscar nuevas direcciones, sentidos y significa-
ciones.

Lo real, desde los arribos de Lacan en su elaboración so-


bre la estructura y estructuración del pensar y el hacer, no se
define reductoramente como lo material. Su definición más
precisa, podría ser algo así como: todo aquello que nos con-
mueve y de lo que en la circunstancia, no sabemos nada, no
3
En «Introducción del Narcisismo».
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 127-132 131

logramos entender. Lo que nos impide, saber qué hacer con


eso. Lo real, si no nos inhibe, estimula preguntas. Nos causa
deseos de investigar, buscar nuevos saberes, referencias, para
reescribir.

Un escrito alcanzará la dignidad de escrito, si deja restos,


que convoquen a reescribir. Restos en los que dicho escrito
no redondea, es «desprolijo», no se obsesiona con la exacti-
tud. Acalla, la tentación de hacer oídos sordos al latir de ver-
dades visiblemente ocultas. Son esos puntos de imprecisión,
de falta, los que abren lugar a las conjeturas del lector. La
dificultad que presentan los escritos de Lacan, para dejarse
leer de un modo obsesivo, está en la ausencia de redondeos
gratos imaginariamente. Pero son dichas ausencias que ins-
tan a seguir leyendo, porque generan la ilusión que en el próxi-
mo capítulo se develará La Verdad. Durante un primer tiem-
po se empeñó en resumir sus seminarios en escritos, de ahí
sus Escritos. Luego prefirió que se publique la versión
desgrabada de sus Seminarios, solamente revisados en las tra-
ducciones. Cercano a sus años finales (1972), produjo L’
Etourdit, obra maestra de escritura, difícil de dilucidar pero
riquísima inspiradora para relanzar el discurso del psicoaná-
lisis. Fue, parafraseando a Sócrates, «un tábano sobre nuestra
cabeza, picándonos y manteniéndonos despiertos». Le estoy
enormemente agradecido, porque me provocó a pensar, es-
cribir, mostrar.

Entre el pensamiento que nos piensa, y la escritura que


llama a ser corregida corrigiendo las necedades del pensa-
miento que nos piensa, emergen nuestras faltas encadenadas
a las del Otro que las acunó. Eso también, les ocurrió a Freud,
W. Reich, Ferenczi, Melanie Klein, Lacan, Racker, Bleger,
Rodrigué y otros grandes de la escritura psicoanalítica. Es de
dicha castración, que emergieron nuevas escrituras deseantes
de establecerse como escritos.

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, la revista


que produce la AAPPG, se presenta a través de los siguientes
rasgos. 1) Como agente, o sea desde un lugar que promueve
el inicio de un discurso. Para desarrollar esa función, se ofre-
132 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 127-132

ce como receptáculo de escrituras (S2). 2) Resulta como dis-


cursos para debatir ideas sobre psicoanálisis de los vínculos
entre los seres hablantes. 3) Desde un punto de partida: en-
tender al psiquismo, como producto de lo que ocurre a través
de formas diversas de la interacción entre lo que cada uno
porta y lo que se produce en el encuentro <> desencuentro
con los demás. 4) Desde esos puntos, se propone como cam-
po de investigación y de trasmisión, para las investigaciones
sobre dicha temática. 5) Para abrevar en otros y que otros
abreven en la revista, llevan a cabo una política activa de
vinculación, nacional e internacional. Esos cinco puntos son
la arquitectura del semblante de la revista. Forma parte de
ese semblante su edición cuidada y diagramada que llama a
ser leída. Recorridos los títulos de sus artículos y leído el
editorial de Graciela Milano, uno advierte que en este núme-
ro por lo menos, cumplieron con lo que se propusieron. Lue-
go, el pluralismo de posiciones conceptuales que la recorre,
hará lógicamente que cada lector se sienta más o menos satis-
fecho con lo que leyó.

Creo que cumplieron sobradamente con lo que se propu-


sieron, y en consecuencia, tienen mucho para festejar. Yo, los
festejo.
De resonancias,
e intertextualidades
y obras abiertas

Silvana Camerlo *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 133-136


(*) Licenciada en Psicología. Licenciada en Letras. Semióloga. Docente
de la Facultad de Psicología UBA.
E-mail: scamerlo@yahoo.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 133-136 135

Advierto en el editorial de la Revista Psicoanálisis de las


Configuraciones Vinculares, escrito por Graciela Milano, la
mención del «juego insensato del escribir» de Mallarmé, ha-
ciendo referencia a la escritura que abre a otra escritura.

Tal cita me remite a Umberto Eco y a su concepto de obra


en movimiento: las obras abiertas en cuanto «en movimien-
to» se caracterizan por la invitación a hacer la obra con el
autor. El Livre, de Mallarmé fue la Obra por excelencia en la
que el poeta francés trabajó toda su vida, pese a no haberla
llevado a cabo. De un número limitado de elementos estruc-
turales móviles saldría la posibilidad de un número gigantes-
co de combinaciones.

El Livre tenía por objeto un mundo en constante fusión


que se renovaba permanentemente ante los ojos del lector.

Eco invita a que el lector se mueva interpretativamente,


del mismo modo en que el autor lo ha hecho generativamen-
te, al producir su obra. Autor y Lector constituyen estrategias
textuales. El Autor espera de su Lector similares competen-
cias enciclopédicas; espera que en la partida de ajedrez que
es el proceso de lectura el Lector gane.

El Autor ofrece al usuario una obra por acabar: al finalizar


el diálogo interpretativo se habrá concretado una forma que
es «la» forma del Autor, por más que esté organizada de un
modo que él no hubiera podido prever del todo.

Continúo resonando con el texto de Milano: ella considera


a la escritura como «forma privilegiada de transmisión de la
experiencia» y cita a John Berger para quien la escritura es el
acto de aproximarse a la experiencia sobre la que se escribe,
del mismo modo en que el acto de leer el texto escrito es otro
modo de aproximación.

Julio Cortázar sostenía que el lector debía ser co-partícipe


del proceso de escritura, esto es, un lector activo que acom-
pañara al autor a realizar el salto en la Rayuela.
136 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 133-136

Percibo que en este juego intertextual de co-presencia de


textos diversos –pero amigos– como ser: Obra abierta, el
Livre, Lector in fabula, Puerca Tierra, entre otros, adviene la
polifonía, de la que Mijail Bajtin hablara: frente al monolo-
gismo y a la voz autoritaria de los cantares de gesta, el dialo-
gismo de la novela, o del ensayo. Polifonía que es el quiebre
de la homogeneidad discursiva y que se evidencia en la plu-
ralidad de géneros y de rasgos prosódicos, lexicales, sintácti-
cos, fónicos, gráficos e idiolectales.

Y polifonía también en las diferentes voces que se perfilan


en unos colectivos, tal como los encontramos en las institu-
ciones.

Siguiendo a Herrera, Loya, De la Sovera y Woronowsky,


podemos entender lo grupal como «anudamiento donde lo
institucional es sustantivo al modo en que los grupos pueden
y no pueden pensarse en su quehacer».1 Podemos, además,
considerar la institución en un doble movimiento: de institui-
do- instituyente en el que «las fuerzas instituyentes se abren
camino en las rutas, grietas y márgenes de la geografía de lo
instituido».2

Por experiencia personal sé –como bien dicen los autores


arriba mencionados– que la enseñanza, la investigación y el
servicio conforman una multiplicidad articulada, de tal ma-
nera que la transmisión de un saber constituya una indaga-
ción y un constante abrir de interrogaciones.

1
Instituciones Estalladas, Ana María Fernández, Juan Carlos De Brasi,
Buenos Aires, Eudeba, 2000.
2
Op. cit.
El trabajo del amor.
La tensión entre amor
sexual y amor filial

Daniel Waisbrot *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107


(*) Licenciado en Psicología. Miembro Titular de AAPPG. Actual
Presidente de AAPPG.
E-mail: dwaisbrot@yahoo.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107 99

La noche habilitaba la espera. Estaba terminando el cuarto


cumpleaños de Joaquín y los invitados se estaban yendo. Fran-
cisco esperaba que esa noche, finalmente lograran encontrar-
se. Ya en la última sesión de pareja había habido algo de ese
encuentro, cuando Marina había podido pensar que no se tra-
taba de que ella no lo deseaba, sino que lo que estaba en el
horizonte de su negativa, era el susto que le producía un acer-
camiento frustrado, como el de muchísimas veces. Así que
esa noche, ella también lo esperaba y así fue que mientras los
últimos invitados se terminaban de ir, corrió presurosa a su
habitación con Joaquín y Johana, como todas las noches, a
intentar que se duerman. Acostada en su cama, prendió la tele
y mientras escuchaba alguna absurda discusión de Gran Her-
mano, los niños, abrazados cada uno a sus brazos, se iban
durmiendo. Francisco terminaba de llevar las copas a la coci-
na y se dirigió a su habitación.

«Entré y el espectáculo era tremendo, ella mirando Gran


Hermano con los pibes abrazados a ella durmiendo, yo no
tengo lugar, no hay lugar ahí para mi, me enojé, otra vez sopa,
dije, andá a cagar y agarré mi almohada y me fui a dormir al
sillón del living, con ella no se puede, entre los pibes y Gran
Hermano…».

«Ves que sos un pelotudo, los estaba durmiendo para estar


con vos, tarado ... ¡andate al living!, qué carajo me importa,
nunca entendiste nada ni vas a entender».

«Yo quería encontrarme con vos, no con los pibes, siempre


están los pibes…».

«Los estaba durmiendo, sólo quedaba llevarlos a la cama


de ellos, ¿por qué no me viniste a ayudar y los llevabas vos y
listo? Yo también quería estar con vos, pero no, el señor se
ofende y se va, andate de una vez».

«Eso es lo que querés, ¿por qué no me lo dijiste? Cuando


me fui para el living, ¿sabés lo que me dijo? Vino corriendo y
me gritó que yo los había despertado con lo que le costó
dormirlos, una mierda, todo es una mierda».
100 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107

La sesión siguió de alguna manera, el clima fue cambian-


do y algo pudieron decir de sus encuentros.

«Antes de los chicos era acostarnos y coger. Ahora termi-


namos muertos, estamos cansados, se duermen acá, los lleva-
mos a la cama y nos quedamos viendo Gran Hermano o Tinelli.
Nos decimos dos boludeces, qué lindos los nenes, te amo. Y
nos vamos quedando dormidos».

Marina y Francisco reproducen una escena bastante habi-


tual en la consulta de parejas. Algo peculiar ocurre en el pa-
saje de pareja a familia, que muchas veces deja afuera la sexua-
lidad. Me propongo pensar qué sucede en ese pasaje y para
ello, voy a trabajar en torno a los modos en los que se consti-
tuye el eje intimidad, otredad y amor.

Históricamente distinguimos tres espacios en que la vida


humana pareciera fluir, espacios organizados en torno a tres
características diferenciales. Lo íntimo, girando alrededor de
la opacidad, lo público, más del lado de la trasparencia y en
una zona de fronteras blandas, con poca consistencia, lo pri-
vado, organizado alrededor de cierta discreción.

Paula Sibilia sostiene que últimamente, parecen haberse


desdibujado los límites entre estos espacios y pareciera emer-
ger «cierto modelo hegemónico de subjetividad que está cre-
ciendo: un ‘modo de ser’ que está coagulando entre nosotros
y se autojustifica porque es perfectamente compatible con las
exigencias y necesidades del mundo contemporáneo En la
sociedad del espectáculo la soledad y el silencio se han vuelto
inaguantables» (Sibilia, P., 2010). Propone pensar que la sub-
jetividad actual produce extimidad allí donde antaño había
intimidad.

La interioridad ha dejado de ser para esta autora, el núcleo


de lo verdaderamente humano y que lo que ayer se escribía
en un diario íntimo, hoy se expone en la web, a la mirada
obscena del conjunto. Si el modelo de la vida interior está en
crisis, si aquello que definía una supuesta «verdad» del ser
pasaba por ese contacto con la propia interioridad donde el
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107 101

pudor y el secreto dominaban la escena y hoy, en cambio, el


escenario de la vida misma ocurre en la pantalla donde se
ofrece la vida a lo público como espectáculo, nos falta saber
qué sucede con quien observa, consume y goza de esa expo-
sición pública del otro y, en nuestro campo, más específica-
mente, qué ocurre con esa trasmutación en la vida de las pa-
rejas.

Escenas como las de la viñeta, en sus diversos formatos,


se reiteran frecuentemente en los consultorios. Parejas en las
que la sexualidad parece haberse extinguido y la noche va
pasando de los hijos a la tele.

Cabe la pregunta acerca de porqué Marina y Francisco for-


man parte de ese conjunto monumental que mira con pasión
la extimidad de los personajes de Gran Hermano. Preciso más
la pregunta: ¿qué ocurre en la vida de esta pareja que rehúsa
a su propia intimidad y una vez terminadas las demandas de
sus niños, dedican sus noches, a veces hasta altas horas a
observar las vidas expuestas por otros en una pantalla?

La experiencia amorosa
Me gustaría plantear la hipótesis que el rehusamiento a la
intimidad en la experiencia amorosa, reviste siempre un ca-
rácter sintomático dado que el amor es un espacio privilegia-
do de resistencia a la experiencia de la extimidad, a la trans-
formación de la intimidad en espectáculo. El amor enlaza in-
timidad y otredad.

El encuentro amoroso es del orden del acontecimiento y


supone una experiencia, un «hacer el amor» y es ese hacer,
justamente el que los ubica a ambos en alguna relación con
lo sexual. El amor, al poner en escena la diferencia –como
diría Badiou–, permite establecer un lazo entre uno y otro y
así, declarar la existencia del Dos. Si esto es así, la subjeti-
vidad de ambos se verá alterada en la experiencia de la
otredad.
102 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107

Pero ello no es una tarea que se produce una vez, sino que
exige un trabajo vincular que permita sostener la alteridad,
más allá de la ilusión de espejamiento y completud que pu-
diera habitar a los sujetos de ese vínculo en los momentos del
encuentro.

Si el resultado de ese encuentro arma una pareja, se produ-


cirá seguramente un reordenamiento subjetivo y una cierta
estabilización fantasmática, una suerte de equilibrio inesta-
ble que les otorga pertenencia a ese conjunto. Algo habrá ar-
mado comunidad entre ellos, fundamentalmente en lo que
concierne a la diferencia sexual pero también a todo aquello
que tenga que ver con la experiencia de la diferencia en todos
sus niveles.

A. Badiou propone pensar el amor como una construcción


de verdad. Dice: «el amor es un proyecto, que incluye por cier-
to el deseo sexual pero también mil otras cosas, o sea, cual-
quier cosa siempre y cuando se trate de vivir una experiencia
desde el punto de vista de la diferencia» (Badiou, A., 2010).

El amor entonces, como procedimiento de verdad, comien-


za con un acontecimiento –el encuentro– y continúa con las
consecuencias de ese encuentro.

«El amor está amenazado por la sociedad contemporánea.


Esa sociedad bien quisiera sustituir el amor por una suerte de
régimen comercial de pura satisfacción sexual, erótica, etc. Hoy
se busca domesticarlo con una mezcla de pornografía libre y
contrato financiero. El amor debe ser reinventado para defen-
derlo, debe reafirmar su valor de ruptura, su valor de casi lo-
cura, su valor revolucionario como nunca lo hizo antes».

De manera que el amor será una construcción de verdad,


una verdad que se experimenta a partir del Dos y no del Uno,
de la experiencia de la diferencia y no de la identidad. Si la
sexualidad termina en una suerte de vacío, algo así como una
experiencia del Uno, donde el otro estaría más en la posición
de objeto que de sujeto; el amor, en cambio, sostendría la ilu-
sión de que algo permanece en ese vacío, de que hay vínculo,
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107 103

más allá de esa relación sexual que no existe. Badiou pareciera


oponerse a la separación entre «puro amor» y «puro sexo».

Su versión del amor no indaga sobre los problemas que se


les presenta a las parejas para tramitar esa diferencia. Eso nos
compete a nosotros. Y lo que nosotros más o menos sabemos,
es que el problema es el otro. El otro, muchas veces ilusiona-
do como idéntico, pero en verdad semejante. El otro que esta-
lla en sus diferencias todo el tiempo y rara vez está donde
uno lo espera. Y allí, justamente, su condición de ajenidad,
de irrepresentable, de inabarcable.

Habrá siempre un resto que no se deja representar. Su pre-


sencia incluye ese resto, impide su totalización, haciendo es-
tallar las coordenadas del saber acerca del otro. Nunca hay
presencia plena, porque siempre está atravesada por lo in-
apropiable, por su ajenidad radical.

¿Y el hijo?
Ahora bien, decíamos que ese acontecimiento del encuen-
tro, fue deviniendo en una cierta intimidad compartida donde
la sexualidad se fue explayando desde el Uno hacia el Dos.
Esa experiencia de la sexualidad va por más, no sólo por el
cuerpo del otro sino por el ser del otro. Ahora nos pregunta-
mos, ¿qué genera el deseo del hijo y cómo se combinan alianza
y filiación, las dos operaciones fundantes de una familia?

En un trabajo anterior (Waisbrot, D., 2010) formulé dos


hipótesis que intenté poner a trabajar. La primera hipótesis
sostenía que la decisión de habilitar la filiación pone a traba-
jar en el vínculo la sucesión de generaciones y con ello el
tema de la deuda y de la muerte. La segunda hipótesis era que
la presencia del hijo «interpela como acontecimiento, tanto a
la pareja de la alianza como al vínculo de filiación».1
1
«Estructura y acontecimiento. La pregunta por el origen en la familia
adoptiva», Ricardo Gáspari, Graciela Rajnerman y Griselda Santos, Re-
vista de la AAPPG, T.XVII, Nº 2, 1994.
104 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107

Se trata de poner a trabajar la posibilidad de la pareja de


producir el lugar «hijo» como un espacio acontecimental, que
les permita introducir un cambio en la cadena de repetición,
y transmitir ese giro en la cadena ubicándose en una genealo-
gía desde una posición diferente de la legada por sus familias
de origen. Me interesa retomar esta cuestión a la luz de la
enorme presencia clínica que tiene en las consultas de pareja,
las dificultades en ese tramo de la vida.

Hoy quiero formular una tercera hipótesis. La presencia


del hijo inaugura una nueva tarea intersubjetiva para la pare-
ja. El trabajo del amor, deberá sostener sin claudicar la ten-
sión inédita entre amor sexual y amor filial.

Podríamos decir nuevamente con A. Badiou, que el hijo


forma parte del espacio amoroso en lo que denomina un pun-
to. «Un punto es un momento particular sobre el cual un acon-
tecimiento se estrecha, donde, de alguna manera, debe volver
a reinterpretarse el acontecimiento, como si volviera bajo una
forma desplazada, modificada, pero obligándonos a ‘redecla-
rarlo’. En suma, un punto es cuando las consecuencias de
una construcción de verdad, generalmente nos obligan a re-
hacer una elección radical» (Badiou, A., 2010).

Ese punto, inaugura la tensión. Será a partir de allí, una


parte del trabajo intersubjetivo del amor «trabajo psíquico
del otro o de más de un otro en la psique del sujeto del incon-
ciente» (Kaës, R., 2010).

El deseo de hijo, forma parte del deseo amoroso bajo esa


interesante formulación de un punto para el amor. Y lo que
vemos clínicamente, es que en las parejas, hay una suerte de
prueba alrededor del nacimiento, y esa prueba resulta de cómo
va a desplegarse la experiencia del Dos después de haberse
confrontado con ese punto.

Pareciera entonces que el recorrido de la experiencia amo-


rosa se pliega en la experiencia del nacimiento, a la manera
de un embudo. «Antes era acostarnos y coger», decían Mari-
na y Francisco. Algo habían desplegado en torno a su sexua-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107 105

lidad amorosa que se replegó ante la experiencia del naci-


miento y quedó atrapado allí, como atascado sin poder vol-
ver a desplegarse. La experiencia amorosa quedó subsumida
en el amor filial a costa del sacrificio del amor sexual. Esa
doble vía, esa tensión necesaria ente los distintos espacios no
pudo ser sostenida.

¿Para qué los atendemos?


Podríamos decir que en la entrada en análisis de una pare-
ja, encontraremos algo de un pacto denegativo que niega de-
masiado lo imposible, que no ha logrado ligar las renuncias
pulsionales necesarias para la constitución de esa vincularidad
y que ha trabado el trabajo de la intersubjetividad, funda-
mentalmente en lo que concierne al despliegue de la poten-
cialidad transformadora del vínculo.

¿Qué habría en la salida de ese análisis? Seguiría exis-


tiendo el pacto denegativo en tanto organizador de la vin-
cularidad, pero que habría perdido parte de su función de-
fensiva frente a esa misma vincularidad. Por lo tanto, es-
peramos:

1) Encontrar mayor posibilidad de ligadura de la negativi-


dad de obligación, en el sentido de un saber y de un poder
sacrificar algo de la mismidad, sobre todo en su potenciali-
dad de renuncia pulsional, para que el vínculo pueda advenir.

2) Reducir lo más posible la negación de lo imposible de


esa vincularidad, saber acerca de sus límites, de su incom-
pletud.

3) Más trabajo vincular en el despliegue de lo posible, de


lo aún no realizado, de lo que a pesar de no haber sido, podría
ser de otro modo.

La operación de transformación sería efecto de un trabajo


intersubjetivo con el analista para desanudar lo alienado en
las alianzas y re-anudar desde otro lugar subjetivo. Habría
106 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107

entonces, transformación subjetiva a partir de o junto a un


cambio en la posición vincular.

Si Marina está esperando que los niños duerman para lle-


varlos a su cama mientras Francisco supone que ella está en
la cama con ellos para no encontrarse, el malentendido da
cuenta de la negación de ese resto ajeno que les imposibilita
algún nivel de encuentro. Sin embargo, allí, justamente allí,
algo de otro orden, ligado a sus alianzas inconcientes le da-
rán formato a una intimidad que consiste en observar al Gran
Hermano, dejando a la vista que el estar juntos y solos se les
sintomatiza.

Ellos se duermen como duermen a sus hijos. Los chicos no


«se van a dormir» sino que «se van durmiendo». No están a
solas en su cuarto, en ese encuentro con su propia interiori-
dad posibilitadora del sueño. Y aquí, en lugar de recorrer el
camino de su propia intimidad, o de la intimidad compartida
alrededor de su sexualidad, se entregan a la pantalla de las
vidas ajenas, mostradas en el gran reality televisivo.

La escena de la viñeta muestra que el trabajo intersubjetivo


se ha trabado. Los dos creen saber porqué el otro hace lo que
hace. Habrá que ver qué posibilidad tienen de retomar el tra-
bajo vincular, sustraerse de la oferta alienatoria de la pantalla
y volver a desplegar algo de aquel amor sexual que quedó
plegado en el punto de los nacimientos.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 97-107 107

Bibliografía

Badiou, A. Elogio del amor, torial Paidós, Buenos Aires,


Flammarion, Madrid, 2010. 2010.
Gaspari, R., Rajnerman, G., San- Sibilia, P. «Mutaciones de la sub-
tos, G. «Estructura y aconte- jetividad», en La intimidad. Un
cimiento. La pregunta por el problema actual del Psicoaná-
orígen en la familia adoptiva», lisis, Psicolibro Ediciones,
en Revista de la AAPPG, Buenos Aires, 2010.
T.XVII, Nº 2 ,1994. Waisbrot, D. Más de un otro,
Kaës, R. Un singular plural, Edi- Psicolibro Ediciones, Buenos
Aires, 2010.
Mass media y
subjetividad

Graciela Ventrici *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121


(*) Médica, Psicoanalista. Miembro Titular de AAPPG.
E-mail: gventrici@sion.com
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 111

Como punto de partida para esta ponencia me es necesario


situarme en el pasaje del capitalismo industrial al capitalismo
pos-industrial, tal como lo entiendo en sus producciones so-
bre la sociedad, las lógicas del funcionamiento mental y tec-
nológico y las formas de comunicación.

Así podemos ubicar a la sociedad industrial con sus dispo-


sitivos de encierro que fueron las instituciones por las que
transcurrían, disciplinándose, nuestras vidas.

El centro de la vida del adulto en edad productiva era el


trabajo cuya estabilidad y la actitud corporal que imponía,
eran signos de identidad y pertenencia.

Junto con el advenimiento de la mecánica en el plano tec-


nológico se desarrolló la actividad mental en forma analógica,
alfabética y conjuntiva.

Las formas masivas de comunicación fueron a través de la


prensa escrita y la radio. El teléfono fijo permitió la comuni-
cación a distancia y tuvo un lento desarrollo hasta ser común
a la población.

Esta organización con sus condiciones de producción de


bienes materiales y simbólicos conformó y estuvo conforma-
da por formas de subjetividades más o menos alienadas a esas
instituciones disciplinarias. Los movimientos de subjetiva-
ción capaces de liberar al individuo y a los colectivos de esa
alienación eran contra-institucionales, aunque algunos tam-
bién anti-institucionales.

Ubico el proyecto de autonomía económica, política y so-


cial, en dos grandes conjuntos:

A) Los movimientos revolucionarios en relación al capita-


lismo, pero no a la disciplina que, debilitados por la frustra-
ción de los socialismos reales, se silencian.

B) Los movimientos sociales basados en la creatividad


como modo de emancipación del poder represivo –tan bien
112 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121

trabajados por Suely Rolnik–1 que fueron cooptados por el


capitalismo pos-industrial, y enunciados como «tendencias».

Este modo de capitalismo ya no necesita de los cuerpos


–en el sentido de la fuerza de trabajo– sino de los cerebros,
por eso muchos autores le llaman «capitalismo cognitivo» y
al conjunto de los trabajadores «cognitariado».

Esta condición del capitalismo pos-industrial de no nece-


sitar sino de los cerebros, al punto tal que, como dice Maurizio
Lazzarato,2 actúa «en la movilización y en la modulación de
los componentes preindividuales, precognitivos y preverbales
de la subjetividad, haciendo funcionar los afectos, las percep-
ciones, las sensaciones aún no individuadas, aún no asignables
a un sujeto, … como elementos de una máquina» por esto, a
diferencia de su fase anterior, busca cada vez mayor flexibili-
dad en las estructuras desdibujando los límites de las institu-
ciones cuya mediación deviene innecesaria.

Deleuze3 las llamó sociedades de control, porque su opera-


toria es la de modular, recombinando conectivamente, condi-
ción que puede extenderse indefinidamente controlándolo todo.
«Los encierros son moldes, módulos distintos, pero los contro-
les son modulaciones… La fábrica era un cuerpo que llevaba a
sus fuerzas interiores a un punto de equilibrio: lo más alto po-
sible para la producción, lo más bajo posible para los salarios;
pero la empresa es un alma, un gas... la empresa se esfuerza
por imponer una modulación a cada salario, …por introducir
una rivalidad inexplicable como sana emulación… el principio
modular del ‘salario al mérito’ que ha tentado también a la
educación nacional» ... «ya no es el capitalismo para la pro-
ducción sino para el producto, es decir para la venta y el mer-
cado… es esencialmente dispersivo… El marketing es ahora el
instrumento del control social… El control es a corto plazo y
de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado».

1
Suely Rolnik «Geopolítica del rufián», en: Micropolítica. Cartografías
del deseo de F. Guattari y Suely Rolnik, Ed. Tinta limón, 2006.
2
Maurizio Lazzarato, «La Máquina».
3
Giles Deleuze «Posdata para las sociedades de control».
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 113

Virno4 retoma la intuición de Marx de que en cierto mo-


mento la técnica y la ciencia se volcarán por entero a la econo-
mía y entonces la producción de valor será intelectual, colecti-
va y abstracta. Plantea que el pos-fordismo «es el momento
histórico en que el capital pone a trabajar prerrogativas pro-
pias del animal humano, básicamente, el hecho de ser poten-
cia, seres no acabados, mutables, siempre modificables. Es así,
que el lenguaje aparece como el espacio que mejor resalta y
explica la condición fundamental de la fuerza de trabajo ac-
tual: es inmediatamente transindividual y sin embargo, asumi-
do y singularizado por cada sujeto de modo particular, cada
vez».

La sociedad pos-industrial, global, de control, desarrolla


la tecnología digital para el advenimiento de la informática
que se suma al predominio de la imagen sobre la palabra oral
o escrita, a la que acompaña cuando no desplaza, y esta crea-
ción es coincidente con cambios en las mentalidades. La pre-
gunta es si esta coincidencia implica una relación de causa
efecto o es un fenómeno de interferencia que implicaría que
para poder inventar y usar nuevas tecnologías hay que modi-
ficar mentalidades.

A los medios masivos de comunicación existentes, como


la radio y los diarios, se agrega en los años 50 la Televisión,
dos décadas después comienza la vertiginosa incorporación
de la informática a través de la computadora, que primero va
reemplazando a la máquina de escribir y rápidamente apare-
ce la Internet que modifica y amplia las formas de adquirir
información y de comunicarse. Paralelamente en los 90 la
también veloz propagación de los teléfonos celulares hace
que en pocos años exista la posibilidad de estar conectado
full time y en redes permanentes.

Este fenómeno técnico que acompaña y profundiza la for-


ma actual del capitalismo global, al punto que parecen haber
nacido juntos, ha desplazado las subjetividades disciplina-

4
Tomado del trabajo monográfico de Alejandra Lidman, «Del topo a la
serpiente. Crítica y clínica para el después del sujeto».
114 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121

rias dando lugar a otras formas subjetivas difíciles de reco-


nocer.

Creo adecuado plantear como mass media no sólo las for-


mas de comunicación que implican el mundo periodístico,
sino también el uso de la Internet a través de programas como
el skype, el messenger, o los sitios web: los que dan informa-
ción y los que permiten hacer público el perfil del usuario y
desde allí intercambiar con el exterior: los blogs, fotologs,
facebook, linkedin, etc.; tanto unos como otros usan los mis-
mos recursos técnicos, pero constituyen dispositivos diferen-
tes en cuanto a: 1) su condición de enunciación; 2) las líneas
de fuerzas que regulan; 3) la capacidad de objetivación o sub-
jetivación y 4) la potencia de fuga de que disponen respecto
de la dominación.5

Antes del advenimiento de la informática, la televisión que


se fue incorporando a la vida cotidiana, problematizó a la
subjetividad instituida.

Hasta entonces la imagen animada estaba circunscripta al


cine que no pertenecía al ámbito de lo familiar, sino de lo so-
cial, perfectamente delimitados; ahora la imagen avivaba el es-
pacio privado y alteraba los modos de intercambio y por ende
los lugares imaginarios y simbólicos de los habitantes de la casa.
Pero, teniendo en cuenta que los canales eran pocos, la señal
imperfecta, en blanco y negro y no transmitían las veinticuatro
horas, seguía siendo algo cuya presencia podía regularse.

La televisión color que llega a la Argentina hacia fines de


los 70, comienzo de los 80, acompañada del fenómeno eco-
nómico de la «plata dulce» (eufemismo que encubría la mu-
tación económica y distraía del genocidio) empieza a darle a
la pantalla chica un realismo que se profundizó cada vez más.

5
Tomo de Susana Pintos y Alicia Zanghellini el acople de las líneas de
fuga de Deleuze a las características del dispositivo foulcaultiano al
que ellas llamaron «dispositivo multilineal» en el libro de reciente apa-
rición Trabajando en y con grupos. Vínculos y herramientas, Lugar edi-
torial, 2011.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 115

Si alguna tecnología hizo bisagra entre las dos fases del


capitalismo, esa fue la televisión, que fue la estructura técni-
ca que más transformaciones sufrió a partir del desarrollo de
la cibernética, y que, si bien está degradada en el discurso
burgués, nadie se atreve a apagarla para siempre. Por el con-
trario, si antes había un solo aparato para toda la familia, aho-
ra hay televisores en los cuartos de los hijos, de los padres y
en los espacios comunes pantallas cada vez más grandes.

¿Qué pasa? ¿Dónde se entrama la máquina televisiva para


ser parte indivisible de la vida cotidiana?

Dice Lazzarato: «Interpretando el punto de vista de Deleu-


ze y Guattari se podría afirmar que el capitalismo no es un
‘modo de producción’; ya no es un sistema, sino un conjunto
de dispositivos de servidumbre maquínica … y a la vez un
conjunto de dispositivos de sujeción social ... Los dispositivos
son máquinas, no obstante,... las máquinas ya no dependen de
la techne. La máquina tecnológica es sólo un caso de
maquinismo. Hay máquinas técnicas, estéticas, económicas,
sociales, etcétera».

Luego diferencia servidumbre de sujeción maquínica: «Es-


tamos bajo la servidumbre a una máquina en tanto constitui-
mos una pieza, uno de los elementos que le permiten funcio-
nar. Estamos sujetos a la máquina en tanto que somos sus
usuarios, en tanto que somos sujetos de acción de los que ella
se sirve. La sujeción actúa sobre la dimensión molar del indi-
viduo (su dimensión social, sus roles, sus funciones, sus re-
presentaciones, sus afectos), mientras que la servidumbre
maquínica actúa sobre la dimensión molecular, preindividual,
infrasocial (los afectos, las sensaciones, los deseos, las rela-
ciones aún no individualizadas, no asignables a un sujeto)».

«La televisión hace que los enunciados conformes a la rea-


lidad dominante del capitalismo pasen por enunciados de los
individuos, mediante la puesta en funcionamiento de una má-
quina de interpretación de sus palabras y de su expresión y
una máquina de subjetivación que funciona a partir de la cons-
titución de un doble del sujeto… Si eres entrevistado en la
116 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121

televisión (poco importa en qué programa sea), eres institui-


do como sujeto de enunciación y sometido… a una máquina
no discursiva que interpreta, selecciona y normaliza incluso
antes de que comiences a hablar».

Sabido es que nuestra capacidad de enunciación está atra-


vesada por las formas de enunciación y los enunciados de los
colectivos de los que formamos parte, que no hay posibilidad
de una enunciación subjetiva puramente individual. A esto
debemos agregar que las epistemes y ontologías que mode-
lan nuestro funcionamiento mental con el que decodificamos
nuestras sensaciones y percepciones y damos sentidos, tie-
nen una determinación de la que no tenemos conciencia, y
que bien las podemos pensar con metáforas maquínicas. La
película Matrix lo expuso muy elocuentemente.

Los psicoanalistas decimos que nunca nos encontramos


tan enfrentados a lo real como en la actualidad; para enten-
derlo diré que nunca como ahora hay tanta percepción de la
multiplicidad que nos compone, hasta poco tiempo atrás lo
transindividual tuvo que ser deducido y no sin enormes resis-
tencias, en realidad era entendido sólo como un fenómeno de
indiscriminación de resonancia regresivante, fusional y no
también como un proceso ligado a la individuación y a la
resonancia progresiva, subjetivante.

Quizá esta visibilidad sea consecuencia de que las institu-


ciones dejaran de velar la molecularidad de lo que contenían
al sintetizar complejidades y singularidades. Pero hay que
lidiar con el caos, hay que encontrar formas de moverse den-
tro de él haciéndolo inteligible, diseñando planos de consis-
tencia que nos permitan resolver los problemas que se nos
presentan vez a vez.

No es fácil poner en cuestión las categorías instituidas que


implicaron conceptos fijos, establecieron métodos de inter-
vención que han demostrado su utilidad frente al sufrimiento
psíquico, para tomarlos como herramientas posibles pero tam-
bién prescindibles según el caso y a veces hasta desecharlas
por inadecuadas o perniciosas.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 117

Me parece que no alcanza el poder de los mass media para


determinar este fenómeno que vuelve cotidiano el hecho in-
conmensurable de que lo real contiene tanto actual como vir-
tual en recombinación conectiva; en tal caso me siento incli-
nada a pensar que los mass media son instrumentos funciona-
les a la máquina capitalista de control, como lo fueron el dia-
rio y la radio a la máquina disciplinaria. La cualidad, la dife-
rencia, está dada por la velocidad de recombinación que tie-
nen que dan la impresión de ser causa última, velocidad de
recombinación que también tienen otras dimensiones de la
sociedad de control como la economía, la política, el arte,
etc. No obstante parece que todo pasara por la comunicación
destacando un sector de ella: el marketing.

¿Cuál es el secreto por el que el marketing logre tanto pro-


tagonismo? ¿Acaso su relación con el deseo?

En la medida que la fuerza de trabajo explotada es intelec-


tual-creativa y no física, todo acto humano se convierte en
mercancía: no importa qué intención se tenga, el sentido de
mercancía lo alcanza, lo corrompe, lo transforma en objeto
que demanda ser consumido.

La condición de consumible es la clave del éxito del mar-


keting como operador de la promesa de completud a la vez
que de la amenaza de miserabilidad, de formar parte de la
«subjetividad-lujo» o de la «subjetividad basura»,6 entre estos
dos polos, que el capitalismo global ha logrado hacerlos evi-
dentes, se debaten en mayor o menor medida las subjetivida-
des actuales.

Bajo amenaza, el mercado controla el deseo: winner or


looser, ésta es la cuestión, la tensión entre estos polos logra
que todos los otros valores nos conmuevan como bellas pro-
ducciones de la imaginación; el fantasma de la basura, la vi-
lla miseria, la exclusión, recorre occidente generando una fle-
xibilidad cínica como pieza de la máquina cuya expresión
más lograda es su capacidad mediática. Capacidad mediática
6
Suely Rolnik, obra citada.
118 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121

amplificada por la tecnología que maneja y la dominación


que la sujeta.

Bifo Berardi7 estudia el exceso de información transmitida


a velocidades crecientes como formas de intimidación por la
imposibilidad de procesar, muestra que hay una disparidad
entre el sistema de medios que emite señales y la mente que
las recibe. «El universo de los receptores, es decir, los cere-
bros humanos, las personas de carne y hueso, de órganos frá-
giles y sensuales no está formateado según los mismos patro-
nes que el sistema de los emisores digitales, esto se manifies-
ta en electrocusión permanente, pánico, sobreexitación,
hipermotilidad, trastornos de atención, dislexia, sobrecarga
informativa, saturación de los circuitos de recepción».

Berardi advierte «La mutación cognitiva producida por la


mutación de la infosfera y el dominio económico y político de
las grandes empresas mediáticas globales son dos cosas dis-
tintas, aunque se entremezclan en la realidad del imaginario
social… No cabe pensar resistirse a la mutación antropológi-
ca que han puesto en marcha las tecnologías de la comunica-
ción. Hay que desligar dominio y mutación: el dominio debe
ser erosionado, confrontado y eludido. La mutación debe ser
atravesada, recibida y elaborada».

Forzarnos a reconocer esta diferencia me parece una de las


formas primeras de pertrecharnos ante la máquina capitalis-
ta, y, teniendo en cuenta que hay generaciones en cuya crian-
za participaron tanto los padres como la televisión y la infor-
mática, es perentorio trabajarnos en nuestras subjetividades
para reconocer en las nuevas sus estrategias de fuga.

Por otro lado no podemos ignorar que las formas de orga-


nización social, las tecnologías y las subjetividades compar-
ten y componen dimensiones deseantes en virtud de las cua-
les son producidas a la vez. Que están en retroalimentación
permanente, aunque en relaciones de fuerza que no son equi-
7
Franco Berardi «Bifo» Generación post-alfa. Patologías e imaginarios
en el semiocapitalismo, Tinta Limón, 2007.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 119

tativas: la organizaciones sociales y las tecnologías son más


interdependientes que las subjetividades en el sentido que,
como «estructuras», éstas son infinitamente más complejas
que las otras dos y por lo mismo mucho más inestables,
disipativas e impredecibles, a la vez que son capaces de re-
flexionar sobre sí mismas y sus relaciones, capaces de habi-
tar simultáneamente el territorio de las organizaciones socia-
les y las tecnologías, y a la vez desterritorializarse, fugar, crear
otros territorios que muevan los hegemónicos, usando de
manera diferente componentes técnicos y sociales ya exis-
tentes; entonces si bien la fuerza de los medios de comunica-
ción masiva es enorme, el espectador tiene la potencia de hacer
con ella su propio juego, como bien lo expuso Umberto Ecco
en su trabajo sobre lo que los espectadores le hacen a la tele-
visión. Así también atrevernos a ver un posible movimiento
contracultural en lo que los jóvenes hacen con los Blogs, cuyo
valor no nos es en absoluto evidente, pero que sin duda ana-
liza a los medios de comunicación.

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Simondon, G. (1958) La indivi- ránea, Ed. Colihue, Bs. As.,
duación, Ed. Cactus y La Ce- 2003.
bra, Bs.As., 2009.

Resumen

Este trabajo se propone pensar la relación de las mass me-


dias con la producción de subjetividad. Para ello necesita am-
pliar el campo de análisis y situar el problema dentro del pa-
saje del capitalismo industrial al capitalismo pos-industrial,
en sus producciones sobre la sociedad, las lógicas del funcio-
namiento mental y tecnológico y las formas de comunicación.
Se trata entonces del pasaje del capitalismo industrial, que
necesita de los cuerpos a los que disciplina a través del traba-
jo y la educación analógica, conjuntiva y alfabética, a otra
forma del capitalismo que deja atrás la modalidad industrial
y no regula los cuerpos a través de dispositivos de alienación,
sino que intenta modular por recombinación conectiva los ce-
rebros, actuando sobre los componentes preindividuales, pre-
cognitivos y preverbales de la subjetividad.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 109-121 121

Va recorriendo diversos modos de entender este pasaje y


sus características de la mano de autores como Deleuze,
Lazzarato, Virno, Rolnick, Berardi, bordeando preguntas ta-
les como: ¿dónde se entrama la máquina televisiva para ser
parte indivisible de la vida cotidiana? ¿Cuál es el secreto por
el que el marketing logre tanto protagonismo? ¿Acaso su re-
lación con el deseo?

La fuerte tendencia a la institucionalización propia de la


sociedad industrial invisibilizó la multiplicidad que se hace
perceptible en la sociedad pos-industrial y esto se vuelve un
desafío para comprender las subjetividades que promueve y
sus posibilidades de subjetivación.
Presentación Revista en
XIX Congreso FLAPAG

«El Psicoanálisis Vincular


de Latinoamérica:
Lo singular  Lo múltiple»

Graciela Milano *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 123-126


(*) Licenciada en Psicología. Miembro Titular de AAPPG. Actual Di-
rectora de Publicaciones de AAPPG.
E-mail: gracielamilano@fibertel.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 123-126 125

En el marco de este Congreso, «El Psicoanálisis Vincular


de Latinoamérica: Lo singularLo múltiple», que no deja
de impresionar por el número de títulos, el menú de opcio-
nes, la cantidad de trabajos escritos…, la Presentación de nues-
tra Revista, Revista de la AAPPG, ocupa un lugar.

Lugar propicio para conversar acerca de los escritos que


hemos compilado desde nuestro comité editor y también ha-
cer extensiva esta conversación a los variados temas que ha-
cen al escribir en las instituciones.

El número de nuestra revista acompañó con su título el


nombre de este Congreso: «Diversidades: Lo singularLo
múltiple».

Convocamos al escribir como esa forma privilegiada de


transmisión de experiencia.

Experiencia que redobla en sus resonancias ese intrincado


nudo del producir conjunto.

El prólogo editorial, que abre a la presentación de los escritos


ofrecidos por nuestros colegas, habla de esa tela opaca que cubre
lo propio del texto y aun así deja traslucir nuestras discusiones,
acuerdos, desacuerdos, distintas lógicas, distintas formas de abor-
dar Lo Vincular que hacen a la riqueza de lo heterólogo.

Estatuto y privilegio del escribir en Psicoanálisis de las


Configuraciones Vinculares en el que el pensar- hacer- escri-
bir es Vincular pues lleva la ineludible presencia del otro.

Un singular que escribe lo múltiple.

Se escribe cuando se puede leer la práctica, la experiencia


y de resultas queda un testimonio de esa práctica que va ha-
ciendo teoría.

Una transmisión de saber que lleva la paradoja de su per-


manente caída pues admitamos conlleva la ficción imagina-
rio simbólica de lo instituido.
126 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 123-126

Sin esta ficción el intercambio no sería posible, pues es la


que sostiene nuestros diálogos, la que arma nuestras presen-
taciones, la que nos ilusiona en estos encuentros tan valiosos;
pero si atrevemos a cuestionar, a desmoronar el saber hege-
mónico, nos prevenimos del quedar atrapados en su estafa.

Atravesar el espejismo de su poder nos conduce a esos


momentos de fuga que desafían el vacío, esa «hiancia», ese
espacio que aligerado de burocracias abre al «hacer algo con»
el obstáculo, el límite….

Un escribir más cercano a esa letra como litoral que bor-


dea límites sin fronteras.

Dejo aquí esta breve presentación para dar lugar a Sergio


Rodríguez y Silvana Camerlo a quienes invitamos a comen-
tar nuestra Revista.

2 de Julio 2011
La escritura del psicoanalista,
entre su singularidad
de sujeto y los lazos
sociales de su práctica*

Sergio Rodríguez **

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 127-132


(*) Trabajo presentado por el autor como invitado, en el Congreso de la
Asociación de Psicología y Psicoterapia de Grupo.
(**) Médico, Psicoanalista.
E-mail: sarodrig@gmail.com
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 127-132 129

Hablamos de esta cuestión, porque sin discurso, no hay


escritura. Y, si hay discurso está ocurriendo alguna forma de
lazo social. Cuando se habla, debido al inconciente que se
produce entre los hablantes y lo atesorado en lo inconciente
de cada sujeto de la enunciación, se producen los enuncia-
dos. También incide el Yo, con sus tres resistencias (de repre-
sión, de transferencia, de beneficio secundario). El Superyó,
positiva1 o negativamente, según sea su relación con ideales
y con cuáles. También la articulación Ello Superyó, en fun-
ción de qué hábitos de goces genere. Al escribir, se es cruza-
do al menos, por todos esos vectores. Ellos operan, tanto en
lo que la memoria va seleccionando, como en las conjeturas
que el aparato de pensar pensamientos 2 va estructurando. El
psicoanalista escribe: hablado por sus analizantes, sus maes-
tros, sus lecturas, sus colegas.

Comenzada la escritura, se dialoga con lo escrito a iniciati-


va de éste, que nos habla. Del discurso en que el escritor se
sentía amo, va pasando al de la histérica. En él, si no es dema-
siado necio registrará el agujero que lo escrito como S1 (signi-
ficante amo), le hace a su creencia (S2) sobre lo que escribió.
Lo escrito, puede terminar como puro desperdicio de saber, o
como alguna renovación en la producción de saber.

El lector anónimo, es una gran figura superyoica que pla-


nea su sombra sobre los que escribimos. La escritura de
seguidistas, tiene la facilidad de que no escribe, repite lo es-
cuchado o leído. Pero eso no es escribir, es copiar, antiguo y
digno oficio previo a la creación de la imprenta. Escribir, es
crear. La creación puede ser artística, científica, filosófica,
política. Se da en quienes no copian, se inspiran. También se
puede ser repetidor y no creativo en la escritura científica. En
1978, comencé a escribir sobre psicoanálisis polemizando.
Me apoyaba, casi copiaba, a Freud y Lacan. Luego fui siendo
más creativo, sin perder a ellos y otros, como referentes. ¿Es-
cribir, es repetir o sólo citar, lo ya escrito por otros? No, es
hacer trabajar esos escritos, en función de nuevos reales que

1
Ver el artículo «El Humor» de Sigmund Freud.
2
En Volviendo a Pensar de Wilfred Bion.
130 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 127-132

los agujerean. La cita puramente repetitiva es otra cosa que la


cita analítica. Ésta, cita para analizar y reciclar, reafirmando
o criticando aquellas citas y desplegando nuevas conjeturas.

¿Qué es de los escritos leídos, lo que hay que agujerear


para poder ir un paso más allá? Lo que hay que agujerear es
el efecto imaginario que producen. ¿A qué le llamo efecto
imaginario? A cuando el texto produce tal aburrimiento o
mutatis mutandi, tal fascinación, que no encontramos puntos
abiertos para continuar pensando, elaborando, conjeturando.
No estoy queriendo decir que no haya que buscar belleza es-
tética cuando se escribe, la belleza estética no obtura. Y si no,
pensemos en las buenas poesías o ficciones. Pero como en
ellas, no tiene que ser una belleza encerrada sobre sí misma,
en el género de «los bellos animales narcisísticos» de que
nos hablaba Freud.3 Que desde su esplendor, cómo las bellas
histéricas, excluyen y marginan del placer y del goce orgás-
mico al otro, reduciéndose ellas a un goce sado masoquista
que las empobrece. Resulta mejor, una belleza abierta en su
déficit, que invita a acercarse para disfrutarla y embellecerla
más. O sea, a trabajar no sólo sus deficiencias, sino también
las nuestras.

Cuando se escribe en grupo, si se instala la psicología de


las masas, los diferentes yo identificándose al líder pueden
ceder al efecto imaginario del grupo. No ocurre así, cuando
el líder está atento a no dejarse tomar como ideal, o los inte-
grantes tienen suficiente respeto por su inconciente como para
estar atentos buscando deslindarse de los efectos de identifi-
cación. Eso les permite advertir lo que falla en lo que se es-
cribe, para buscar nuevas direcciones, sentidos y significa-
ciones.

Lo real, desde los arribos de Lacan en su elaboración so-


bre la estructura y estructuración del pensar y el hacer, no se
define reductoramente como lo material. Su definición más
precisa, podría ser algo así como: todo aquello que nos con-
mueve y de lo que en la circunstancia, no sabemos nada, no
3
En «Introducción del Narcisismo».
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 127-132 131

logramos entender. Lo que nos impide, saber qué hacer con


eso. Lo real, si no nos inhibe, estimula preguntas. Nos causa
deseos de investigar, buscar nuevos saberes, referencias, para
reescribir.

Un escrito alcanzará la dignidad de escrito, si deja restos,


que convoquen a reescribir. Restos en los que dicho escrito
no redondea, es «desprolijo», no se obsesiona con la exacti-
tud. Acalla, la tentación de hacer oídos sordos al latir de ver-
dades visiblemente ocultas. Son esos puntos de imprecisión,
de falta, los que abren lugar a las conjeturas del lector. La
dificultad que presentan los escritos de Lacan, para dejarse
leer de un modo obsesivo, está en la ausencia de redondeos
gratos imaginariamente. Pero son dichas ausencias que ins-
tan a seguir leyendo, porque generan la ilusión que en el próxi-
mo capítulo se develará La Verdad. Durante un primer tiem-
po se empeñó en resumir sus seminarios en escritos, de ahí
sus Escritos. Luego prefirió que se publique la versión
desgrabada de sus Seminarios, solamente revisados en las tra-
ducciones. Cercano a sus años finales (1972), produjo L’
Etourdit, obra maestra de escritura, difícil de dilucidar pero
riquísima inspiradora para relanzar el discurso del psicoaná-
lisis. Fue, parafraseando a Sócrates, «un tábano sobre nuestra
cabeza, picándonos y manteniéndonos despiertos». Le estoy
enormemente agradecido, porque me provocó a pensar, es-
cribir, mostrar.

Entre el pensamiento que nos piensa, y la escritura que


llama a ser corregida corrigiendo las necedades del pensa-
miento que nos piensa, emergen nuestras faltas encadenadas
a las del Otro que las acunó. Eso también, les ocurrió a Freud,
W. Reich, Ferenczi, Melanie Klein, Lacan, Racker, Bleger,
Rodrigué y otros grandes de la escritura psicoanalítica. Es de
dicha castración, que emergieron nuevas escrituras deseantes
de establecerse como escritos.

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, la revista


que produce la AAPPG, se presenta a través de los siguientes
rasgos. 1) Como agente, o sea desde un lugar que promueve
el inicio de un discurso. Para desarrollar esa función, se ofre-
132 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 127-132

ce como receptáculo de escrituras (S2). 2) Resulta como dis-


cursos para debatir ideas sobre psicoanálisis de los vínculos
entre los seres hablantes. 3) Desde un punto de partida: en-
tender al psiquismo, como producto de lo que ocurre a través
de formas diversas de la interacción entre lo que cada uno
porta y lo que se produce en el encuentro <> desencuentro
con los demás. 4) Desde esos puntos, se propone como cam-
po de investigación y de trasmisión, para las investigaciones
sobre dicha temática. 5) Para abrevar en otros y que otros
abreven en la revista, llevan a cabo una política activa de
vinculación, nacional e internacional. Esos cinco puntos son
la arquitectura del semblante de la revista. Forma parte de
ese semblante su edición cuidada y diagramada que llama a
ser leída. Recorridos los títulos de sus artículos y leído el
editorial de Graciela Milano, uno advierte que en este núme-
ro por lo menos, cumplieron con lo que se propusieron. Lue-
go, el pluralismo de posiciones conceptuales que la recorre,
hará lógicamente que cada lector se sienta más o menos satis-
fecho con lo que leyó.

Creo que cumplieron sobradamente con lo que se propu-


sieron, y en consecuencia, tienen mucho para festejar. Yo, los
festejo.
De resonancias,
e intertextualidades
y obras abiertas

Silvana Camerlo *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 133-136


(*) Licenciada en Psicología. Licenciada en Letras. Semióloga. Docente
de la Facultad de Psicología UBA.
E-mail: scamerlo@yahoo.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 133-136 135

Advierto en el editorial de la Revista Psicoanálisis de las


Configuraciones Vinculares, escrito por Graciela Milano, la
mención del «juego insensato del escribir» de Mallarmé, ha-
ciendo referencia a la escritura que abre a otra escritura.

Tal cita me remite a Umberto Eco y a su concepto de obra


en movimiento: las obras abiertas en cuanto «en movimien-
to» se caracterizan por la invitación a hacer la obra con el
autor. El Livre, de Mallarmé fue la Obra por excelencia en la
que el poeta francés trabajó toda su vida, pese a no haberla
llevado a cabo. De un número limitado de elementos estruc-
turales móviles saldría la posibilidad de un número gigantes-
co de combinaciones.

El Livre tenía por objeto un mundo en constante fusión


que se renovaba permanentemente ante los ojos del lector.

Eco invita a que el lector se mueva interpretativamente,


del mismo modo en que el autor lo ha hecho generativamen-
te, al producir su obra. Autor y Lector constituyen estrategias
textuales. El Autor espera de su Lector similares competen-
cias enciclopédicas; espera que en la partida de ajedrez que
es el proceso de lectura el Lector gane.

El Autor ofrece al usuario una obra por acabar: al finalizar


el diálogo interpretativo se habrá concretado una forma que
es «la» forma del Autor, por más que esté organizada de un
modo que él no hubiera podido prever del todo.

Continúo resonando con el texto de Milano: ella considera


a la escritura como «forma privilegiada de transmisión de la
experiencia» y cita a John Berger para quien la escritura es el
acto de aproximarse a la experiencia sobre la que se escribe,
del mismo modo en que el acto de leer el texto escrito es otro
modo de aproximación.

Julio Cortázar sostenía que el lector debía ser co-partícipe


del proceso de escritura, esto es, un lector activo que acom-
pañara al autor a realizar el salto en la Rayuela.
136 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 133-136

Percibo que en este juego intertextual de co-presencia de


textos diversos –pero amigos– como ser: Obra abierta, el
Livre, Lector in fabula, Puerca Tierra, entre otros, adviene la
polifonía, de la que Mijail Bajtin hablara: frente al monolo-
gismo y a la voz autoritaria de los cantares de gesta, el dialo-
gismo de la novela, o del ensayo. Polifonía que es el quiebre
de la homogeneidad discursiva y que se evidencia en la plu-
ralidad de géneros y de rasgos prosódicos, lexicales, sintácti-
cos, fónicos, gráficos e idiolectales.

Y polifonía también en las diferentes voces que se perfilan


en unos colectivos, tal como los encontramos en las institu-
ciones.

Siguiendo a Herrera, Loya, De la Sovera y Woronowsky,


podemos entender lo grupal como «anudamiento donde lo
institucional es sustantivo al modo en que los grupos pueden
y no pueden pensarse en su quehacer».1 Podemos, además,
considerar la institución en un doble movimiento: de institui-
do- instituyente en el que «las fuerzas instituyentes se abren
camino en las rutas, grietas y márgenes de la geografía de lo
instituido».2

Por experiencia personal sé –como bien dicen los autores


arriba mencionados– que la enseñanza, la investigación y el
servicio conforman una multiplicidad articulada, de tal ma-
nera que la transmisión de un saber constituya una indaga-
ción y un constante abrir de interrogaciones.

1
Instituciones Estalladas, Ana María Fernández, Juan Carlos De Brasi,
Buenos Aires, Eudeba, 2000.
2
Op. cit.
INTERROGACIONES...
Y PERSPECTIVAS

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 137-142


ESPACIO ADULTOS MAYORES

COORDINADORA:
SOLCHI LIFAC
E-mail: solchilifac@gmail.com

INTEGRANTES:
MARÍA CAPPONI
E-mail:capponimaria@yahoo.com.ar
GRACIELA D’UVA
E-mail: graciela-duva@hotmail.com
JACQUELINE JURIS
E-mail: jacquelinejuris@gmail.com
SILVIA LUCHESSI
E-mail:silviaolaso@hotmail.com
MARTHA NAYMARK
E-mail: martanaymark@gmail.com
PAULINA TOKER
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COLABORADORAS EXTERNAS:
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E-mail: noraliab@gmail.com
MARIELA KLOS
E-mail: marielaklos@hotmail.com
NORMA PAPURELLO
E-mail: npapu@yahoo.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 137-142 139

En este espacio dedicado al quehacer de nuestras Áreas


Científicas, el espacio de Adultos Mayores escribe su tarea.

LA PRESENCIA DE «LO INÚTIL»

«Antaño don Verídico sembró casas y gentes en torno al


boliche El Resorte, para que el boliche no se quedara solo.
Este sucedido sucedió, dicen que dicen, en el pueblo por él
nacido.

Y dicen que dicen que había allí un tesoro, escondido en la


casa de un viejito calandraca.

Una vez por mes, el viejito, que estaba en las últimas, se


levantaba de la cama y se iba a cobrar la jubilación.

Aprovechando la ausencia, unos ladrones, venidos de Mon-


tevideo, le invadieron la casa.

Los ladrones buscaron y rebuscaron el tesoro en cada re-


coveco. Lo único que encontraron fue un baúl de madera, ta-
pado de cobijas, en un rincón del sótano. El tremendo canda-
do que lo defendía, resistió, invicto, el ataque de las ganzúas.

Así que se llevaron el baúl. Y cuando por fin consiguieron


abrirlo, ya lejos de allí, descubrieron que el baúl estaba lleno
de cartas. Eran las cartas de amor que el viejito había recibi-
do todo a lo largo de su larga vida.

Los ladrones iban a quemar las cartas. Se discutió. Final-


mente decidieron devolverlas. Y de a una. Una por semana.

Desde entonces, al mediodía de cada lunes, el viejito se


sentaba en lo alto de la loma. Allá esperaba que aparecie-
ra el cartero en el camino. No bien veía asomar el caballo,
gordo de alforjas, por entre los árboles, el viejito se echa-
ba a correr. El cartero, que ya sabía, le traía su carta en la
mano.
140 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 137-142

Y hasta San Pedro escuchaba los latidos de ese corazón


loco de la alegría de recibir palabras de mujer».

Galeano, Eduardo
El libro de los abrazos, «Sucedidos/2»

Interrogando el cuento
Todo texto se presta a una multiplicidad de lecturas. Se
trata, en todos los casos de abrir, metáfora de por medio un
baúl, investigar su contenido, rescatar su valor simbólico.
Cuando le preguntaron a Picasso qué había querido decir en
una de sus pinturas, contestó: «Si lo hubiese podido decir, no
lo hubiese pintado».

Somos concientes que la interpretación es siempre parcial,


acotada, insuficiente. Cualquier comentario está teñido de sub-
jetividad: proyecciones, identificaciones, depositaciones; todo
es transferencia. Aún así será la palabra la que buscará, en últi-
ma instancia, desamarrar el pensamiento complejo.

En este espacio concedido a las interrogaciones, nos pre-


guntamos: ¿cuáles son las líneas argumentativas del cuento?

Son varias, entre ellas, el destino de la sexualidad oculta,


sofocada.

«¿No será impertinente mi pregunta doctor? ¿No estaré


trasgrediendo los límites?», pregunta un hombre de 82 años.

En nuestra cultura el viejo es considerado un ser asexuado.


Y esto, más que un enunciado, es un paradigma.

Aquí es donde cabe una reflexión: ¿cómo ocurre que el


deseo vivo y joven es obligado a renunciar? El deseo se vuel-
ve inaceptable e irrisorio. La expropiación resulta inapelable.
No es el deseo el que se anula, sino el mismo derecho a de-
sear.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 137-142 141

El hombre está permanentemente creando y construyendo


mundos subjetivos. Pero, aun en sus inefables expresiones,
lo que delata su verdadero self es lo que palpita en lo profun-
do del psiquismo esperando ser nombrado, significado. Y
deben estar los otros para despejar-interpretar nuevas o ale-
targadas significaciones.

No era, sin duda, lo que los ladrones habían ido a


buscar.

Frente al desencanto se discutió. No conocemos el «qué»


ni el «cómo». Tampoco sabemos cuál fue la réplica que se
constituiría en verdad compartida y consensuada.

¿En función de qué representaciones el objeto fue rescata-


do de la destrucción para ser reinvestido como tal?

Lo cierto es que, legitimizado por la discusión, su conteni-


do deja de ser vulgar, patético, obsceno ¿inútil? Lo que le
quita el efecto de profanación es la resignificación, es su re-
cuperación simbólica.

¿Qué hace que dentro de un marco de violencia se inserte


la expresión amorosa?

La revelación, acontecimiento en sí, suspende el antes y


condiciona de manera novedosa el después. Y… los saquea-
dores, a contrario sensu a su oficio deciden, esta vez, devolver
el botín. Misteriosamente, y hasta diríamos tocados por cierta
sensibilidad empática deciden hacerlo pero, no de cualquier
manera.

Las cartas deberán ser devueltas de a una, tal como habían


sido recibidas; todas y cada una de ellas, recibidas de a una y
en un momento único también.

Invisibles, recluidos en la oscuridad, el contenido del baúl


como su dueño salen al resplandor, a la luz. El sujeto está
siempre bajo la influencia del imaginario.
142 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 137-142

¿Es el encuentro amoroso; el reencuentro con su yo desea-


do-deseante?

Y… lo que está acallado ¿puede resurgir como despertar


pulsional? frente al reconocimiento de un otro significativo.
El viejito calandraca que no tiene nombre ni apellido «desub-
jetivizado» ¿diríamos? ahora tiene identidad: la de haber sido
deseado por muchas mujeres. Vivencias pasadas que al
revelarse, al abrirse sin restricciones emergen cargadas de la
emoción del reencuentro con alguien, enriquecido ahora, por
el reencuentro consigo mismo; el yo recupera el estremeci-
miento que en algún momento recorrió su ser.

Las verdades se van construyendo como tales:

¿Duda alguien de la veracidad del cuento?

Recordemos a Borges: «La historia era increíble, en efec-


to, pero se impuso a todos porque, en el fondo, era cierta».

«Sucedidos/ 2» se titula el cuento.

Bibliografía

Borges, J. L. Obras completas, El Galeano, E. El libro de los abra-


Aleph. Ema Zunz. pág. 568, zos, «Sucedidos/2», pág. 49,
Emecé Editores, Bs. As., 1974. Ediciones P/L., Bs. As., 1989.
ARTE

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 143-150


«El Erizo»

Silvia Luchessi de Olaso *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 145-150


(*) Licenciada en Psicología, Licenciada en Filosofía. Miembro Activo
de AAPPG. Miembro de la Asociación Latinoamericana de Psicoge-
riatría y Psicogerontología (ALAPP).
E-mail: silviaolaso@hotmail.com
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 145-150 147

«El Erizo»
Directora: Mona Achache
Basada en el libro La elegancia del erizo de Muriel Barbery

«una vida está en todos lados, en cada


uno de los momentos que atraviesa
tal o cual sujeto viviente…
«Esta vida indefinida…tiene solo
intervalos, entre-momentos»
Deleuze, G.

La cámara muestra otra cámara: la de una niña de once


años que vive con su familia de alto nivel social en un edifi-
cio de la calle Grenelle, en París, cuyo propósito es finalizar
su película y luego, el día de su cumpleaños, suicidarse. En-
cuentra que el destino final del ser humano es morir, encerra-
do como un pez en su pecera, tras una vida sin sentido, como
parece ser la de los seres que la rodean: su madre, su padre y
su hermana.

Paloma, pues de ella se trata, capta lo que los otros no


pueden captar: aquello cotidiano y «a la mano»1 de su mundo
cercano con sus miopías y vidas vacías. Lo describe descar-
nadamente, sin piedad…

El azar posibilita sin embargo, otros encuentros, y a la vez


otros vínculos que operan como apertura a nuevas situacio-
nes, más plenas, más plenamente humanas…

Se trata de la portera del edificio: Renée Michel, discreta,


fría, distante, quien aparentemente lleva una vida rutinaria y
monótona, pero que guarda un secreto: una biblioteca llena
de libros en los que se refugia de su soledad.

En uno de tales encuentros ambas parecen ensamblar algo


diferente. Pequeños detalles de la trama, como el degustar un
1
Heidegger, «a la mano»: el carácter de familiaridad que no sorprende.
148 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 145-150

trozo de chocolate juntas, muestran en el gesto el advenimiento


de algo más... (mucho más…se verá después) de lo que venía
aconteciendo.

En el primer libro de esta autora, Rapsodia Gourmet, tam-


bién se repite el tema del sentido del gusto, del «sentir» meta-
fóricamente el gusto por aquellas cosas aparentemente bana-
les de la vida.

Paloma percibe a Renée como un erizo: «lleno de púas por


fuera, tan elegante por dentro...».

El Diccionario (pues de acudir a libros se trata) nos refiere


que son «animales con el cuerpo recubierto de púas, de hábi-
tos nocturnos, que permanecen escondidos entre la hojarasca
o en madrigueras que excavan ellos mismos durante el día,
que se pueden enrollar en forma de bolas, escondiendo las
partes más vulnerables: cabeza, cola y patas, y ante quienes
los demás animales retroceden cuando adoptan esta posición
de defensa».

Otro de los encuentros decisivos de la obra se produce ante


la mudanza al edificio de un misterioso empresario japonés:
Kakuro Ozu, amable, sencillo, educado, caballero, quien in-
mediatamente dirige su atención hacia Paloma y Renée.

Momentos de gustos exquisitos, delicados, sin excesos…


entre Renée y Kakuro parecen despertar afectos aletargados
y dormidos por el dolor de las pérdidas abriendo surcos para
dar lugar al amor, en el vacío de sentido.

En el último encuentro salen del edificio, ella ataviada con


el regalo de Kakuro.

Ingresa una propietaria, quien los saluda, sin reconocer a


Renée.

«No me reconoció» dice, sorprendida.

«Es que nunca la vio»… contesta Kakuro.


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 145-150 149

La amistad, el amor, el arte, y aun el arte dentro del arte se


conjugan en la trama de estas historias configurando en sutiles
y novedosas perspectivas, otro relato sobre la vida y la muerte.

Los nuevos vínculos provocan modificaciones en las sub-


jetividades de Paloma y Renée.

Son los «encuentros» que de alguna manera nos rescatan


de la caída en el vacío del existir humano.

En este proceso el autor recurre al quehacer poético de la


metáfora posibilitando al espectador-lector la visualización
de otro modo de posicionarse en la arquitectura de la vida,
más allá de los personajes de ficción.

Se trata de un juego japonés: el Go.

«El objetivo, dice Paloma, es construir territorio, para ga-


nar hay que vivir, sin duda, pero también dejar vivir al con-
trincante».

«El jugador demasiado ávido pierde la partida».

El amor en tiempos de vértigo, en su avidez de novedades,


¿no nos haría perder partidas?

Al final, reflexiona Paloma, «la vida y la muerte no son sino


la consecuencia de una edificación bien o mal construida».

La vida, la muerte, la vida, eterno retorno y eterna imbri-


cación. «Las singularidades o los acontecimientos constituti-
vos de una vida coexisten con los accidentes de la vida co-
rrespondiente… Se comunican entre sí de un modo distinto al
de los individuos, de todo rasgo afín que los individualice»,
en el pensamiento de Deleuze.

La vida inmanente, pura potencia, en presencia hasta el


instante mismo del morir.

Es que algunos instantes nos muestran la vida, ocultándola…


150 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 145-150

La muerte acontece, finalmente, como muchas veces, ines-


peradamente, sin anuncios… Esto le ocurre a Renée.

Paloma reflexiona: «Sí, la muerte es una tragedia si se pien-


sa que no volveremos a ver a los seres que amamos ni sere-
mos percibidos por ellos».

«No es lo mismo, sin embargo, si en el preciso acto de mo-


rir nos encuentra amando.

Lo importante no es morir, sino que se hace en ese momen-


to».

Y aquí, toda una erótica del pensar:

«¿Qué hacía usted Renée?»

«Estaba dispuesta a amar...»

Bibliografía
Allouch, J. Erótica del duelo en Bataille, G. La felicidad, el erotis-
tiempos de la muerte seca, Edi- mo y la literatura, Adriana
ciones Literales, Buenos Aires, Hidalgo Editora, Buenos Ai-
2006. res, 2008.
Barbery, M. La elegancia del eri- Deleuze, G. y otros Ensayos so-
zo, Seix Barral. Colección Bi- bre biopolítica, Excesos de
blioteca Formentor, Barcelo- vida, Edit. Paidós, Buenos Ai-
na, 2010. res, págs. 38-39, 2007.
PASANDO
REVISTA

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 151-178


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 153-156 153

Familias y parejas.
Psicoanálisis, vínculo y subjetividad
Ricardo C. Gaspari, Daniel Waisbrot, comp.
Graciela Kasitzky de Bianchi, Silvia Gomel, Susana Matus,
Carlos Pachuk, María Cristina Rojas, Miguel Alejo Spivacow
Psicolibro Ediciones, 2011

Desde la intro- nálisis de las Confi-


ducción comienza guraciones Vincula-
un extenso y disfru- res.
table viaje que nos
conmueve constan- Agradecimiento
temente, que nos por otorgarnos el ho-
hace pendular entre nor de estar acá. Por-
lo conceptual y lo vi- que nos dan la posi-
vencial. bilidad de dialogar
con ellos hoy.
Recorrido que
nos recuerda o nos ¿Y por qué la ale-
hace volver a vivir gría? Porque todavía
nuestros propios recorridos. Un están y tienen mucho para decir.
libro que crearon quienes nos Porque pudieron hacer su propio
acompañaron en este camino y camino reconociendo los oríge-
que parte de maestros comunes, nes, dándole un lugar a los que los
familiares para nosotros. conmovieron, los incitaron a pen-
sar- pensarse desde su lugar de te-
Por eso los sentimientos que rapeutas. Porque lograron un li-
nos atravesaron en esta lectura bro comprometido desde lo con-
fueron especialmente la alegría y ceptual, generando nuevas mane-
el agradecimiento. Agradecimien- ras de pensar lo que cotidiana-
to porque quienes escribieron este mente nos interroga desde la clí-
libro estuvieron con nosotros en nica. Pero también porque ese
nuestra formación desde lo per- compromiso trasciende lo con-
sonal, algunos en el encuentro, ceptual, todos se «muestran» en
otros desde las lecturas, pero so- su hacer como analistas. Es lo que
bre todo en lo que fue la linda ellos proponen como posiciona-
aventura de crear lo que hoy es la miento ético, y lo asumen. Porque
Asociación Uruguaya de Psicoa- es un libro que nos deja muchos
154 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 153-156

interrogantes, que genera apertu- ilusión que vele la imposibilidad


ras, nos deja pensando. Porque vincular», desde «una alternativa
nos alivia en las coincidencias y de voluntad de vida», así lo ex-
nos inquieta en las discrepancias presan ellas.
y por eso nos obliga a hacer algo
con eso, lo que podamos, pero ha- Miguel Spivacow nos contex-
cer. tualiza en los planteos teóricos y
en la clínica, para después, de
Silvia Gomel y Susana Matus manera muy didáctica sumergir-
nos hacen reflexionar sobre los nos en conceptualizaciones pro-
entramados que sustentan los vín- pias como la intermediación, sin-
culos y que construyen al sujeto, tonía y validación, o reformula-
la compleja interacción entre los ciones de otras como lo que re-
distintos aspectos que se ponen en fiere a las alianzas inconcientes o
juego. Le dan lugar a lo transge- la importancia de pensar una nue-
neracional pero también a lo ac- va metapsicología. Integración de
tual con múltiples entrecruza- conceptos que nos aportan herra-
mientos que son analizados rigu- mientas valiosas, a nuestro enten-
rosamente. La mirada va y viene der. Acá las viñetas nos ilustran,
del sujeto al vínculo, los involu- nos clarifican. Y también nos ins-
cra a ambos. Pero ellas nos lo ad- ta a plantearnos nuestra tarea, des-
vierten desde el principio, como de las metas u objetivos a la ne-
analistas corremos riesgos y uno cesaria revisión de nuestros su-
de ellos es quedar atrapados en el puestos teóricos.
solipsismo o en la vincularidad
como únicas miradas posibles. Si al principio hablábamos de
Son muchos los conceptos que este libro como un viaje, en el ca-
ponen en juego, la metapsicolo- pítulo de Carlos Pachuk esto se
gía transubjetiva, las lógicas po- pone en evidencia con mucha
sicionantes del sujeto en el vín- fuerza. Nos lleva desde lo macro,
culo, cómo trabajan el concepto compartiendo concepciones so-
de presencia tomando lo impre- ciológicas y filosóficas, además
visto y el evento, el lugar de la de las psicoanalíticas, en un inte-
narración, es un trabajo potente y resante recorrido hasta lo concre-
abarcativo. to del sujeto y del encuentro, sin
perder estas perspectivas. Tam-
Nos parece muy interesante la bién lo novedoso a través de sus
postura de las autoras en relación formulaciones teóricas. Comple-
con el lugar que tiene el analista jiza el «ser-con» de Heidegger en
como prójimo en «un espacio de la tríada comunidad, hospitalidad
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 153-156 155

y amistad. Propone un nuevo mo- tea la función de padre, madre y


delo donde plantea dos lógicas y abuelos.
funcionamientos, el psiquismo es-
pacial y el psiquismo fluido con Cristina Rojas pone a jugar los
sus componentes que generan una conceptos de diversidad y diferen-
nueva manera de pensar los vín- cia. Hace un corrimiento intere-
culos. Viaje que termina en su pro- sante de lo novedoso hoy, ya no
pio consultorio. Comparte con centrado en las distintas configu-
nosotros la crónica de un día de raciones de las familias actuales
trabajo, se muestra en tantas clí- sino en los modos de circulación
nicas como pacientes tiene. La de los afectos y las nuevas mane-
singularidad de los encuentros, de ras que tienen de funcionar.
los otros, marca su hacer cada vez.
No es el mismo Pachuk el que Refiere un posicionamiento
vamos encontrando, son muchos, ético que evite intervenciones
pero con una marca común, res- iatrogénicas a partir de teorías que
petar la «ética de lo singular». Él no den cuenta de lo que pasa hoy
mismo así lo describe. y también de no reflexionar acer-
ca de nuestras propias formas de
En su capítulo Graciela Bian- pensar. Advierte sobre las lógicas
chi toma la familia como eje de excluyentes que aún mantienen un
análisis. De ahí se parte para múl- fuerte protagonismo en nuestra
tiples reflexiones que hacen al su- sociedad, y que también nos atra-
jeto, a las identificaciones, a la viesan. Y propone alternativas,
sexualidad, a cuestiones de géne- maneras posibles de intervenir. En
ro, al poder. Anudamiento de todo el trabajo nos ilumina con
complejidades que no dejan de orientaciones técnicas muy valio-
lado lo actual, los cambios que sas.
nos atraviesan, maneras muy dis-
tintas de configurarse las familias Ricardo Gaspari nos posicio-
hoy. Aporta miradas interesantes na, a partir de su trabajo, en un
para pensar una clínica familiar lugar donde la mirada y la escu-
diversa y cambiante. Revisa los cha se entrecruzan. El énfasis lo
conceptos y los reformula, toma encontramos en la escena, en lo
otros caminos para entender lo visual, pero no como espectado-
nuevo, por ejemplo, cuando nos res sino como parte de ese des-
propone prestar especial atención pliegue casi teatral. El decir y el
al núcleo de la difference, la si- hacer son parte de lo mismo, con-
metría-asimetría y el poder, la fer- secuencia de esa manera de estar
mentación y la hibridez. Replan- en el especial encuentro con los
156 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 153-156

otros que consultan. Hay una no- sonando: Narración. Presencia.


vela pero requiere de ser guiona- Identificación-identidad. Ficcio-
da, y ahí aparece la posibilidad de nal. Fluído.
cambio, relectura que modifique
la escena, «la reescritura del rela- Quedan, como dijimos, inte-
to clínico». Lugar del analista que rrogantes. Pero no sólo desde lo
se propone acá con una fuerte ar- teórico. Nos hemos preguntado a
ticulación teórica, que siempre lo largo de la lectura sobre el pro-
termina dinamizando nuestra caja ceso creativo de este grupo. No
de herramientas. Así trabaja sobre sé si fue la alegría que nos trans-
la construcción de la realidad en mitió Ricardo en las comunicacio-
la clínica vincular, las formacio- nes telefónicas previas a este en-
nes transubjetivas, el «montaje cuentro lo que nos hizo imaginar
vincular sintomático», la direc- un proceso marcado por el disfru-
ción de la cura. Complejiza el con- te del encuentro y del intercam-
cepto de marca y nos pone a re- bio. No lo imaginamos, lo intui-
pensar las categorías niño, adoles- mos. Pero son ellos los que nos
cente y adulto. pueden hablar de eso, solo ellos,
y a nosotras nos encantaría escu-
Conceptos que nos fueron re- charlos.

Laura Aguerre 1
Luján Alsina 2

1
Lic. Laura Aguerre, Presidenta de AUPCV, Montevideo, Uruguay.
E-mail: laura.aguerre@gmail.com
2
Psic. Luján Alsina, Vice-presidenta de AUPCV, Montevideo, Uruguay.
E-mail: lujanalsina@hotmail.com
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 157-164 157

Cuatro familias, Veinte terapeutas


Clínica Vincular Psicoanalítica
Grupo de Familia AAPPG
Buenos Aires, Letra Viva, 2011

El particular pro- espacio-tiempo-ex-


cedimiento por el periencia de lectura.
cual este grupo pro-
dujo esta obra, invita Al abrir la prime-
a comenzar haciendo ra página, ahí están,
algunas considera- se nos presenta el
ciones de este libro grupo en la singula-
como objeto, su con- ridad de cada autor.
figuración visual, su Adentrándonos un
materialidad. poco más: la «Intro-
ducción», con un
¿Qué «dice» la sentido ubicuo, sin-
tapa al futuro lector? gular, en relación a
Por empezar, el un tanto enigmá- lo que comúnmente encontramos
tico título: «Cuatro familias, Vein- como acepción en una «introduc-
te terapeutas. Clínica Vincular ción». Construcción del pre-tex-
Psicoanalítica», sintetiza una sin- to, que resulta en buenas recomen-
gular precisa ecuación vincular. daciones para mejor apreciar su
También, una particular autoría, lectura. Da cuenta de un trabajo
«Grupo de Familia - AAPPG», previo de base, del modo que con-
grupal. Para apreciar lo que pro- figuraron los vínculos orientados
mete acabadamente, hay que a la producción de la forma que
adentrarse en sus singulares pro- tomaría el trabajo grupal de cada
cedimientos de escritura y de lec- una de los relatos familiares pre-
tura… sentados.

Al pie de la tapa encontramos Estimo la Introducción como


los nombres de los prologuistas. muy importante para el lector: si
Está bien, pienso, ellos constitu- se me permite una metáfora arte-
yen un lugar peculiar: una fronte- sanal, en un tejido es fundamen-
ra «exterior» al grupo, «interior» tal, la particular modalidad de la
al texto. Frontera que, diríamos, primera puntada. Es la que anuda
bordea la puerta de ese particular … el resto. La introducción en esta
158 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 157-164

obra tiene estrictamente esa fun- ¿O bien, en movimiento cen-


ción, para beneficio del lector es trífugo-descompletante? ¿Escri-
especialmente así. Lo «bien pre- bir, relatar a otro –al lector– sor-
para» para iniciar el viaje. Pero prendiéndolo y sorprendiéndose
también, bien «prepara» el final, abriéndose a eso que no se sabía
la llegada. El Grupo de Familia «que se quería decir»? … ¿produ-
ofrece una suerte de epílogo que cir un texto que invente un lector,
–en la despedida– en la puerta de que invente un nuevo texto? …
salida, resignifica la particular
cualidad del viaje. Escrito sobre La eficacia de este texto, en mi
lo vincular en verdadero «labo- opinión, estriba en que se trata de
ratorio» vincular. Experiencia una construcción para pensar,
vincular en acto (Sobre algo de para hacer pensar, para poner so-
esto me extenderé en una re- bre la mesa, para poner a trabajar
flexión final). múltiples problemáticas. Este li-
bro está hecho desde el hueso,
Presentado, el pre texto-con- desde la primera jugada en esa
texto, adentrémonos en el texto, dirección. No pretende «consis-
en la peculiar modalidad que to- tencia», sino apertura, invita a
man los relatos clínicos. pensar, a dialogar con él. En ello,
a mi gusto y entender estriba su
Sabemos que no hay relato fertilidad.
«objetivo» ni «completo» posible.
Todo relato implica en el sub tex- El modo de presentación de los
to, jerarquizaciones, supuestos, relatos constituye una diferencia,
una particular producción de sub- un corte con «la historia clínica
jetividad en un trabajo de objeti- médica» objetiva, de objetividad
vación, de producción. Los auto- que se pretende neutra, pero hoy
res lo saben, aceptan la coloración lo sabemos, en realidad, colorea-
que tomará su texto. Y la expo- da de positivismo. Se genera así
nen. Aquí, la ética: pasa por la fi- una estética de la presentación,
delidad del vínculo relator-lector, poética, en el sentido de Badiou,
a su compromiso al trabajo de una como procedimiento de verdad.
problemática.
Así, la modalidad con que se
¿Desde qué posicionamiento presenta el relato de la dramática
un autor escribe? … ¿orientado a de cada familia puede asociarse
la exégesis sobre un saber consa- fuertemente al campo del arte. Me
grado, en un movimiento centrí- evocó distintos géneros, distintos
peto-circular? lenguajes del buen arte: ese arte
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 157-164 159

embebido en significancia, como lia: si el nombre ya tiene un tinte


enigmática potencialidad genera- judicial: ¿cómo ganar la apuesta
dora de pensamiento. de no perderse en el obstáculo
contratransferencial de convertir-
Estos cuatro capítulos, a su se en otro «juez»? ¿O de quedar
vez, nos dan noticia de la diversi- atrapado en un «cosa juzgada»?
dad de viajes en los que se em- … ¿o psiquiatrizada? … ¿cómo
barca un analista con cada fami- sacarse la arena en los ojos de cer-
lia. Climas, vestiduras, operato- tidumbres previas y conjurarlas
rias transferenciales en juego, di- con la familia hincando un cami-
versas, cada una con su matiz es- no hacia lo incógnito, imprevisi-
pecífico. Hagamos una breve re- ble? Poirot –analista-libre– con-
corrida por los capítulos que com- figura las situaciones de indaga-
ponen esta obra. ción del modo que estima el más
eficaz posible para salir de aque-
–Primer relato (Una familia «con- lla estasis mortífera … Convoca
denada») a distintos actores, genera distin-
tas escenas.
«Condenada»: el lenguaje ju-
dicial sugiere, «cosa juzgada», ¿Con qué cuenta para ello?
«terminada». Sugiere destino. ¿De la mano de quién se «deja»
¿Caso cerrado? … ¿Caso a re- llevar la familia? … el delgado
abrir? … convoca a una apuesta hilo entre lo sugestivo, y una cua-
fuerte al analista en su lugar, en- lidad del campo transferencial
tre tragedia y drama. generador desde el acto, desde
cierta firmeza de un camino de
La narración sitúa al lector en trabajo psíquico vincular, encuen-
un relato donde el analista bien tro con lo imprevisible, con lo que
podría ser el Poirot de una buena rompe y sorprende, y lleva a ge-
novela de Ágatha Christie inda- nerar desde ese vector de sesio-
gando un supuesto crimen. El re- nes –pequeños presentes eslabo-
lato va y viene de otro relato: el nados en una nueva significación
de una Historia Clínica (docu- desde «aquí y ahora conmigo», de
mento-autoridad) condenatoria, lo que sucedió allá –entonces–
terminal. Arena en los ojos que el según otras lecturas.
analista investigador, ha de saber
limpiarse para no quedar atrapa- El analista y la familia, no
do por lo obvio, o evidente. En- buscan, se encuentran sorprendi-
hebrado con ello se relata la ex- dos a partir de una condición in-
periencia del analista con la fami- eludible: la generación de un cli-
160 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 157-164

ma de confianza. La familia se El grupo discute, y me gus-


deja «dirigir», en acto, no justa- taría seguir intercambiando con
mente para «quedar dirigidos», ellos, a partir de una orientación
sino que acepten una propuesta muy interesante que dibujan en
del más genuino psicoanálisis su debate, en su teorización, en
vincular … hace/ hacen entonces el análisis y propuestas de inter-
movimientos como para no que- vención. ¿Cómo pasar –de nue-
dar atrapado/s ni por la estasis vo, pero en otro contexto– en un
fatal que proponían historias pre- camino elaborativo, de quedar
vias, ni por la del grupo familiar clavados en la escena traumáti-
detenido en una escena de mal- ca, que hace signo, a la diríamos,
trato a uno de los hijos. Deshace, comedia dramática? Éste cons-
gambetea la estasis. Y se encuen- tituye uno de los ejes posibles
tran con un dato … que transfor- de la problemática presentada en
ma el género del relato: de trage- este tramo. Y aparecen los recur-
dia a drama. sos: jugar, metaforizar, alivianar.
Interesante, trabajar la diferen-
Después del relato: debate, cia con la desmentida... podría
teorización. Enhebrado, discusión proponer que alivianar no pasa
de distintas lecturas posibles, pro- aquí por evitar un dolor, sino
puesta de lecturas. Trabajo sobre orientarse para que no quede
la intervención… y lo que podrá desmentida, evitada la vida, la
producir su lectura… pero ello apertura a la vida, incluyendo,
queda ya para los futuros lecto- no quedando tomada por ese do-
res. lor…

–Segundo relato (Una familia –Tercer relato (Una familia en


«después») default)

¿Después de qué? … una fa- En este relato el Grupo de Fa-


milia en que algo trágico ya ocu- milia nos invita a transitar lo que
rrió: un suicidio, y a raíz de ello podría compararse con una «ins-
empieza su experiencia y elabo- talación». Ese tipo de obra de arte,
ración vincular, narrada en clave en el que uno se interna, y no pue-
diríamos, esta vez, teatral. Se nos de abarcarse para nada de una sola
presentan escenas, guiones, acto- mirada, y en los que hay que dis-
res enhebrando un drama después ponerse a experimentar, diversos
de la tragedia, en una orientación escenarios –dirían los autores,
de apertura, vía intervención, nosotros también, situaciones. Y
alivianante… si se eslabona, se eslabona desde
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 157-164 161

el alojamiento de esa heterogenei- to el definir lo más pronto posi-


dad relativa. ble al «verdadero» paciente.

Se parece, pero se diferencia Quienes trabajamos en víncu-


de aquella que acabo de presen- los, ya en una primer vuelta de
tar. Aquí el «después» no es sólo tuerca, nos corrimos de ese must.
inherente a una tragedia familiar, Y con los «tiempos de fluidez»,
sino, que nos implica a todos con la producción de temporali-
como país. El default lo es de to- dad de nuestra época, con los
dos. Y la convocatoria lo es fuer- cambios que hemos ido trabajan-
temente a la invención, por la evi- do en relación a los paradigmas
dencia de que los referentes habi- de referencia. Y con la compleji-
tuales cayeron. dad de nuestro instrumento: tra-
bajar con los vínculos, quedó
A partir de este material El puesto en valor la no necesidad
Grupo de Familia hace trabajar la de decidir delinear tan «claro y
noción de situación, que tan útil- distinto» quién va a ser el pacien-
mente laboró con nosotros el que- te. Aprendimos a valorar el cada
rido Nacho Lewkowikz. «Una fa- vez, a lo que allí se componga…
milia en default»: tiempos de eso está excelentemente trabaja-
default… ¿qué nos enseñó?: com- do aquí.
poner desde la fragmentación. No
suponer estructuras pre existentes. –Cuarto relato: «Familia Epocal»
Punto de libertad, punto de ago-
rafobia, pero, bien orientada, pro- Epocales, se podría decir en
ductora de vínculo, de trama. cierto sentido, lo son todas las na-
rraciones presentadas. Justamen-
Desde los tiempos en que los te estamos en época de diversidad,
paradigmas partían del determi- donde conviven sin hegemonizar
nismo, y exigían definiciones cla- las mas distintas modalidades de
ras y precisas, un analista podía configuraciones vinculares fami-
angustiarse y requerir definir así liares. Sin embargo, convenga-
claro y distinto «quién es el pa- mos, el título marca un énfasis,
ciente». que habrá de indagar…

Quienes tienen como paradig- El modo de presentación que


ma muy fijo el psicoanálisis indi- construye el «Grupo de Familia»
vidual, soportan lo vincular, fu- nos va dando una clave del clima
gazmente… como imperativo. y del peculiar trabajo que requie-
Para ellos, es imperativo manda- re habitarla, también desde el vér-
162 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 157-164

tice del analista. Está presentada mismos autores, no ha sido fácil.


al modo de una pieza de Teatro Oscilación entre ilusión-desilu-
… pero de vanguardia … tiempo sión, tensión-distensión, en el fino
alterado, deconstruido –donde la filo de la preservación de lo sin-
situación consiste en quedar ella gular en lo colectivo.
misma atacada … la misma com-
posición de cada escena está com- Propongo hacerle decir a este
prometida, atacada. El insulto, la libro que puede testimoniar uno
descalificación naturalizados, la de los modos de estar juntos y
descompone, ...la violencia verbal producir un «nosotros». Ya en la
vehiculizada por un discurso tapa, identificando al Grupo de
ninguneante… pero a su vez ex- Familia agrega la sigla AAPPG.
trañamente inclusivo, en una in- Sigla que alude e identifica, a su
clusión particular, sin fronteras. vez, a un «nosotros» más amplio:
Asociación Argentina de Psicolo-
Generador de intenso trabajo gía y Psicoterapia de Grupo. Pro-
para el analista, para no quedar ducción vincular, como rasgo
arrasado a su vez … para orien- distintivo de esta singular agru-
tarse. Parece que la orientación de pación, para esta ocasión. Distin-
la intervención pasa por generar tivo, no exclusivo. No me pare-
tolerancia a una cierta figurabili- cería bueno pasar este procedi-
dad. El relato ofrece un trabajo si- miento a dogma general. Legiti-
milar al lector, el de configurar, ma un singular-novedoso modo
de generar figurabilidad a partir de escritura, facilitado si en la
de fragmentos. base hay la posibilidad de con-
fiar en la potencia del trabajo
–«Veinte autores, cuatro fami- vincular, cediendo seguramente
lias». Un proyecto singular en una para ello –cada colega participan-
institución singular. te– su propio bastión individua-
lista.
No hay analista solo. Condi-
ción ética del psicoanálisis es el Pero algo que quede en claro:
de la interlocución teórico clíni- destaco lo testimonial. Pero subra-
ca entre analistas. Tema difícil, la yo también, el valor de herramien-
institución, la escuela analítica. ta de transmisión de la clínica vin-
No es mi intención desarrollar cular psicoanalítica en todo el tra-
esta problemática aquí. Pero los mo que va desde el relato de las
analistas mantienen distintos mo- prácticas a la actividad teorizan-
dos de «estar juntos». El tránsito te, y de allí a las propuestas de in-
por esta creación, según dicen los tervención.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 157-164 163

En fin, que este libro, consti- en comunidad cuando un grupo de


tuye un proyecto específicamen- personas comparten la experien-
te AAPPG: un libro sobre víncu- cia estética de la música, senti-
los familiares hecho en un entra- miento de comunidad, por ejem-
mado vincular grupal. Bien lo di- plo, que puede suscitarse con la
cen los autores en el capítulo fi- ejecución de un concierto de cá-
nal. Vuelvo sobre lo ya expresa- mara.
do, de otro modo, para subrayar-
lo: creo que no sería exagerar que Es interesante notar que en su
sólo sostenidos por la transferen- respuesta Freud le confiesa que
cia a los saberes circulantes entre está abierto a una gama de goces
nosotros sobre lo grupal les per- de lo estético, pero para nada de
mitió deconstruir en los procedi- la música. Zona a la que no es par-
mientos constructivos de esta obra ticularmente sensible, entonces …
tan fuertemente sus «individuali- pienso, una zona, que por alguna
dades» en pos de una producción razón, no pasa su interrogación.
grupal.
Posteriormente, Freud le pide
–A modo de conclusión permiso a Rolland, y toma el tér-
mino sentimiento oceánico para
Una asociación, una pregunta, comenzar su «Malestar en la Cul-
una idea que me hago desde hace tura». Desde su epistemología,
tiempo, relaciona los procedi- punto de partida de su pensar, el
mientos con los que se produjo sentimiento oceánico queda en-
esta obra con un tramo del tonces asociado a una situación
epistolario entre Sigmund Freud «regresiva».
y Romain Rolland. Freud y
Rolland han creado un intenso Si nos diferenciamos de esa
diálogo entre ellos a través de epistemología, si nos ponemos en
mutua correspondencia. otro punto de vista, … lo comu-
nitario, la producción grupal ¿no
Rolland, poeta, pero también exige un refinado trabajo del in-
indagador, trabajó mucho sobre el trincamiento pulsional? … una
misticismo como base de la reli- orquesta ensayando, ¿no implica
giosidad, y lo había nominado «n» frustrantes repeticiones y ten-
como «sentimiento oceánico». En siones hasta afinar?
una de sus cartas, le pregunta a
Freud cómo lo piensa, cómo lo ¿No puede conjeturarse la ne-
ubica él. Parece que en esa carta cesariedad de un pacto entre es-
lo ilustra como eso que se siente pectadores, y orquesta para disfru-
164 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 157-164

tar de un concierto? … ¿no se si- cuando lo comunitario vira hacia


túa allí claramente un estatuto fic- lo religioso se pierde, en el dog-
cional, en donde lo místico, no ma de fe, el estatuto ficcional. Pero
está necesariamente soldado a la que en el terreno de los vínculos,
presencia divina allí, sino, ni a una como testimonia este libro, hay un
supuesta regresión, sino justa- arduo trabajo sobre la propia cas-
mente a la capacidad, en una pre- tración y la del otro, en la tensión
cisa conjunción entre goce y le- afirmación –cesión, que corres-
galidad, de hacer los seres huma- ponde a una parte importante de
nos algo juntos, que podría nom- los posibles aportes de una pers-
brarse como goce estético, abier- pectiva vincular en psicoanálisis.
to a una comunidad, además de la
guerra? Agradezco a los veinte auto-
res la oportunidad de adentrarme
Cuando paso por estos pensa- en este texto, y recomiendo calu-
mientos, pienso que sería intere- rosamente pasar por la experien-
sante trabajar este filo. Pienso que cia de su lectura.

Ricardo C. Gaspari
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 165-168 165

La pareja en conflicto. Aportes psicoanalíticos


Miguel Spivacow
Buenos Aires, Paidós, 2011

–Un comentario ge- to desintoxicante de


neral, sobre el estilo una escena –como
y la organización de decía– potencialmen-
esta obra: te traumática, que re-
quiere ser elaborada
Los analistas que de algún modo. En
trabajamos con vín- estos contextos la pa-
culos y que hacemos labra se muestra en
nuestro recorrido en toda su capacidad de
transferencia con el provocación, perfor-
psicoanálisis, nos mativa, de acción so-
encontramos revir- bre el otro … en rea-
tiendo de un modo lidad es una de las ra-
potenciado, el dispositivo que zones de base para lo que los con-
Freud inventó, justamente, para vocamos, pero a ese elemento de
evitar la espectacularidad. No uno acción está también expuesto el
con el analista, recostado en se- analista. Ése es su desafío. Gene-
sión, sino dos, a veces una fami- rarse el oficio de indagar una y otra
lia, un nosotros que convive an- vez los resquicios de lo dicho, lo
tes de la consulta, se nos presenta que se hacen unos a otros a través
en un cara-a-cara, intenso, con po- de lo dicho y lo no-dicho. Para ge-
tencialidad traumática … y aún de nerar una mirada, una escucha y
terminar en esa exposición ce- una intervención eficaz en un tal
diendo a la demanda para el ana- contexto de trabajo psíquico.
lista… si su presencia allí no está
acompañada fuertemente de he- –Un esbozo de lo que el lector va
rramientas teórico clínicas. a encontrar:

Entonces, el trabajo entre sesio- El libro se abre con un prólo-


nes, el teorizar reduplica su condi- go, de René Kaës, quien hace un
ción de apremio de trabajo, de he- excelente trabajo de contextua-
rramienta indispensable… para dar ción del texto que se va abordar,
cuenta de la clínica como condición en el campo de la producción psi-
ética general, pero también en tan- coanalítica sobre vínculos.
166 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 165-168

Se trata de una obra mojón, en nes en apertura. Escritura discipli-


una serie de obras. Varias en co- nada, que contrasta con su humor
laboración. Respecto de un libro desfachatado, sus aspectos his-
suyo inmediatamente anterior, triónicos, a veces pasionales, que
Clínica psicoanalítica con pare- despliega en sus vínculos socia-
jas: Miguel Spivacow marca en les y de amistad.
la introducción elementos de con-
tinuidad y diferencia con la recién Recorre las problemáticas de
citada, que el lector encontrará en base de una clínica psicoanalítica
esta obra. de la pareja: el amor, el amor en
la pareja, lo masculino y lo feme-
Miguel hace hincapié, explici- nino … Especialmente interesan-
ta –y quiero puntuarlo– una dife- te, a mi entender, cómo trata el
rencia con su obra anterior, que elemento cultural normativizan-
subraya el sentido del prólogo: te-axiológico: los ideales cultura-
una coloración especial, a raíz de les acerca de cómo «debe» ser una
una interlocución privilegiada, pareja, para las parejas y como
una influencia de, en fin, en trans- obstáculo del analista. Tema que
ferencia a la obra de R. Kaës, en retoma en su capítulo final, en el
diálogo con las teorizaciones pre- que enlaza en algo esta temática,
vias de Spivacow y su clínica par- con conjeturas acerca de la mo-
ticular. dalidad que en el futuro pueda to-
mar el vínculo de pareja.
–Acerca de los primeros capítu-
los: Transita por la torción reque-
rida en relación con la noción de
Capítulos teóricos, pero muy inconciente para situarse en el
cerca de lo que puede interesarle campo vincular. Sitúa las forma-
al clínico. No dejan de tener en ciones específicas de lo incon-
ningún momento valor de herra- ciente en este campo. Discute una
mienta a la hora de enfrentarse cuestión que viene de largo entre
con la consulta o la sesión de pa- nosotros. «El sujeto y el otro», lo
reja. (Sin dejar profundidad, muy inconciente allí.
médico, científico, sin por ello ali-
nearse en un positivismo «objeti- Introduce entonces, su versión
vista»). Cada tópico está presidi- actual de la noción de vínculo
do por una pregunta; luego un de- (nos pasa a todos los que estamos
sarrollo –discusión: Freud, Kaës, en esto: resbaladiza, difícil de
Lacan, Aulagnier, vuelven una y condensar), que por suerte en la
otra vez … finalmente, conclusio- construcción que Miguel ofrece
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 165-168 167

aquí, deja lugar a ciertos puntos asociación libre al discurso del


de fuga, de apertura. conjunto. Trabaja asimismo la
consigna-disparador en su espe-
Dice: «Un vínculo puede ser cificidad: problematiza el «diga lo
definido como un espacio consti- que se le ocurra» y hace su pro-
tuido por las investiduras de dos puesta para el trabajo con pare-
o mas sujetos, investiduras que jas.
tienen cierta intensidad y dura-
ción en el tiempo, y configuran un Sitúa el peculiar lugar del ana-
modo de encuentro con algunas lista. Se ocupa de una dimensión
características duraderas». a tener en cuenta: la de la transfe-
rencia intra pareja.
De esta condensación hace su
despliegue: estas investiduras, y Capítulo 4: especialmente in-
su intensidad, el elemento de du- teresante, muy poco hallable en la
ración, la configuración de un bibliografía cercana. Haciendo
«modo» de encuentro desembo- hincapié en la dimensión perfor-
can en la noción que propone de mativa, de acción, provocada por
interdeterminación como produc- el dispositivo, se ocupa y precisa
ción vincular, y de allí hace pie formaciones de superficie del dis-
para la elaboración propia de un curso conjunto. Polarización,
concepto central tomado de Kaës, magnificación, seudocomplemen-
alianzas inconcientes, donde cru- tariedad, discordancia contenido
za interdeterminación con la tor- de acción, ilusión de entendido,
ción requerida en la concepción esterilización de la palabra,
de inconciente, como heterogéneo colusión, elusión, depositación ….
y deslocalizado, si se trata de in- No quedándose en lo descriptivo
tegrar sus específicos efectos en interaccional, sino cruzándolo con
una intersubjetividad. lo inconciente, y con los caminos
de intervención allí.
En el capítulo 3 aborda las re-
formulaciones básicas de la técni- Más adelante en los capítulos
ca, en función de la complejiza- 5 y 6, una vez descripto el cam-
ción y la especificidad de este po, los ejes teóricos de base, los
campo de intervención, tomando modos de expresión de confliciti-
como punto de partida y de dife- vidad en la pareja, hace su pro-
renciación, las propuestas relativas puesta en términos de dirección
a la técnica de corte freudiano. de la cura para un trabajo sobre
lo intersubjetivo en la pareja. Para
Así fundamenta el pasaje de ello, propone dos nociones de
168 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 165-168

base: sintonía (asociado con ca- un epílogo– ejercicio más que in-
pacidad de ponerse en el lugar del teresante: una sesión de pareja
otro tratando de entender sus mo- ofrecida al comentario desde di-
tivaciones) y validación (como no versas perspectivas teóricas. El
necesariamente soldada a sinto- texto dialoga entonces con Glo-
nía, como funcionamiento de ria Barros, con María Rosa Glas-
aceptación y legitimación de lo serman, y con Stella Maris Riva-
que se capta en el otro tal como dero.
es, sin pretender cambiarlo.
Puedo conjeturar que este li-
Los capítulos que siguen: con- bro, contiene para Miguel un efec-
sideraciones de base, muy traba- to de corte, como decía al princi-
jadas, de problemáticas clínicas pio, de mojón. Lo conozco a Mi-
específicas: divorcio - segundos guel de trabajar en taller semanal-
matrimonios - infidelidad - violen- mente con él, y otros … Propone
cia. sus puntos de vista, discute los de
si, y los de otros, intensa, llana-
Casi al final, como decía al mente, pero no se le cae ninguna
principio de este comentario so- jineta en pos de problematizar
bre el capítulo 1, retoma la cues- algo afirmado anteriormente. Por
tión de lo natural y lo cultural, lo eso este es un libro vivo. Pienso
axiológico de la construcción de que Miguel como autor pasa por
la pareja en su dimensión históri- este libro, como un viajero que va
co social. Y de allí conjetura so- plantando mojones en la carrete-
bre la pareja del futuro, y el futu- ra, que sitúan un lugar, una dis-
ro de la pareja. tancia. Lo ofrece, lo deja ahí, y
sigue pensando…
El final –final, casi al modo de
Ricardo C. Gaspari
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 169-171 169

Conjeturas Psicopatológicas
Clínica psicoanalítica de familia y pareja
Susana Matus – Silvia Gomel
Buenos Aires, Psicolibro Ediciones, 2011

Antes que nada miento hegemónico.


quiero agradecer a Convocarme a reali-
Susana Matus y zar la presentación
Silvia Gomel por de su libro en este
invitarme a presen- contexto, en el Con-
tar su libro Conjetu- greso de FLAPAG,
ras Psicopatológi- donde el sentimien-
cas. Clínica psicoa- to federativo latino-
nalítica de faailia y americano toma
pareja. Me alegra fuerza, es de una
estar compartiendo gran satisfacción.
con ellas este mo-
mento, lo cual no El libro, Conje-
deja de ser de una gran responsa- turas psicopatológicas, da cuenta
bilidad: las dos son personas a las de sus saberes y sus prácticas, del
que respeto y admiro profunda- trabajo exhaustivo que vienen rea-
mente. lizando dentro del pensamiento
vincular. Podríamos decir que, en
Ellas y otros colegas de la los términos «conjeturas psicopa-
AAPPG, en los años ´89 y ´90, tológicas» las autoras reúnen, un
comenzaron a viajar a Córdoba. tema de gran complejidad.
Fue así como empezamos a tejer
tramas, redes, aventurándonos a En este libro despliegan y nos
«dar» los primeros pasos en Psi- brindan «una caja de herramien-
coanálisis Vincular. Nos fueron tas», de recursos para trabajar el
trasmitiendo ideas, conocimien- sufrimiento de todo paciente, tan-
tos, dejando marcas, huellas, car- to individual o vincular, que ne-
gadas de afecto, importantes en cesite de nuestra ayuda.
mi formación.
Utilizan los aportes epistemo-
Diría de las autoras que son in- lógicos del psicoanálisis, así como
vestigadoras y cuestionadoras in- aportes del pensamiento comple-
cansables de cualquier pensa- jo, de la filosofía y de los nuevos
170 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 169-171

paradigmas; se nutren de diversos do tramas con efectos imposibles


pensadores que atraviesan sus de determinar». Rescato en estas
prácticas y que son trabajados en ideas, como decía antes, la noción
los nueve capítulos que confor- de «múltiples condiciones de par-
man el libro. tida, ideas que alejan del fatalis-
mo de lo inicial».
Silvia y Susana hacen una re-
visión rigurosa de las estructuras Entonces, ¿por qué «Conjetu-
psicopatológicas neurótica, per- ras»? Las autoras nos dicen que
versa y psicótica, no centradas en conjeturas significa la imposibi-
el Complejo de Edipo como úni- lidad de determinar exhaustiva-
co parámetro, sino teniendo en mente el conjunto de variables
cuenta, además, otros organizado- que coexisten en simultaneidad e
res que hacen marca en la subje- impiden predecir qué caminos to-
tividad y en los vínculos, tales mará el devenir psíquico. Esta
como los vínculos de paridad y las postura abre el horizonte a la rup-
trasmisiones transgeneracionales, tura y la novedad.
sumado a las variables históricas,
económicas, culturales, y del mo- Proponen la idea de operar sí,
mento particular en que se presen- con criterios psicopatológicos,
ta. Y con ese analista. Una escena pero, y lo subrayo, permeables,
que se co-construye en una gran siempre en bordes múltiples, don-
complejidad. de se perfilan predominancias.

La noción de presencia afir- Además me interesa destacar


mada en contraposición a la re- cuando nos hablan del diagnósti-
presentación, la resumen dicien- co: «El diagnostico es un paso
do: «si nos quedamos sólo con la necesario, siempre conjetural, si-
representación estaríamos pen- tuacional, que nos ayuda tanto a
sando en el otro como muerto». decidir cómo vamos a encarar el
tratamiento, como a sentirnos dis-
Se apoyan en las lógicas con- puestos y/o habilitados para ha-
juntivas diciendo, «acordamos cerlo».
con una modalidad sobreinclusi-
va del pensamiento que tolere esto Las autoras prefieren hablar de
´y` aquello». Plantean que esta conjeturas diagnósticas más que
posición implica «sostener el jue- de diagnóstico. Diagnósticos
go complejo y dialógico de distin- flexibles a todas las modificacio-
tas legalidades, tratando de pen- nes y «sólo válidas para el tiem-
sar en marcas que van construyen- po en que se está emitiendo». Al
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 169-171 171

comienzo les decía que nos brin- idea de perfil... entendido como la
dan una gran «caja de herramien- «postura en que no se deja ver
tas», con la que cuenta el analis- sino, una de las dos mitades late-
ta. Estas herramientas no son ines- rales del cuerpo, como también,
pecíficas o universales. Los dife- un ojo ubicado de tal manera que
rentes funcionamientos exigen perciba dicha postura. El perfil se
una elección continua de ellas, en da a ver sólo para quien lo está
cuanto al tipo de intervención mirando, por lo tanto existe la
apropiada para producir transfor- posibilidad de distintos perfiles».
maciones en cada «encuentro». Las parejas o las familias «dan a
«Estamos –dicen– frente a un pro- ver solo una dimensión de sí mis-
ceso que se va construyendo a lo mas y aquello que observamos es,
largo del tratamiento». cada vez, lo que ellos pueden dar
y lo que nosotros podemos ver de
Realizan un amplio recorrido ellos». Entonces, fieles con la idea
teórico-clínico, evaluando cuida- de lo complejo, proponen que hay
dosamente los beneficios del dis- algo de estructura y de perfiles en
positivo vincular. Contemplan en juego.
qué ocasiones separar los diferen-
tes vínculos, fundamentando fren- El libro contiene cuatro capí-
te a la capacidad o no, en el vela- tulos completos dedicados a la clí-
miento de la imposibilidad vincu- nica, con aportes teórico-clínicos
lar, donde se requiere de parte del sumamente abundantes y esclare-
analista intervenciones específi- cedores.
cas.
Concluyen diciendo que, si
Ellas nos proponen un nuevo bien las postulaciones sobre fun-
concepto en este recorrido y es la cionamientos psicopatológicos
idea de «perfil», con el sentido de vinculares (psicosis, perversión,
salir de cualquier intento que su- neurosis) siguen vigentes, piensan
giera clasificaciones rígidas. A la la psicopatología como funciona-
luz de los desarrollos del Psicoa- mientos móviles, en borde. En
nálisis Vincular, se habló prime- palabras de las autoras: «esto nos
ro de estructuras, luego de funcio- llevó a pensar que todas las pato-
namiento y ahora nos proponen la logías son de borde».

Susana Luraschi
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 173-178 173

Psicoterapia Psicoanalitica
de Grupos & Vínculos
Germán Morales, Bárbara Ortúzar, Edgardo Thumala,
Hernán Davanzo, Cecilia Acle, Nevio Del Longo,
Rosa Martínez, Edgardo Thumala,
Tomás Charlín, Macare Orjikh
Editores Limitada, 2011

La presentación tos que no existían


de un libro siempre antes de ese encuen-
es para celebrar, pero tro. Horas de inten-
éste especialmente so intercambio y
representa el trabajo creación de espacios
de un grupo de cole- de pensamiento, nos
gas chilenos que habilitaron a pregun-
conforman la ACH- tarnos, a cuestionar
PAG, Asociación sobre las prácticas y
Chilena de Psicote- teorías vinculares.
rapia Analítica de
Grupos, y que vie- Me siento, enton-
nen trabajando desde ces, gratamente par-
1993 en el estudio, investigación tícipe de la historia de ACHPAG.
y docencia en relación a lo grupal.
En este libro, trece colegas
Para mí es una alegría adicio- chilenos se piensan como terapeu-
nal porque en 1999, en ocasión de tas trabajando en Psicoterapia de
la realización del Congreso de Grupo, situación nada fácil la de
Flapag en Montevideo, conocí a exponerse en la práctica clínica.
algunos colegas de ACHPAG,
quienes me invitaron a dictar un Distintos autores, diversas te-
seminario sobre Psicoanálisis máticas, diferencias conceptuales
Grupal en Santiago, en dos opor- y teóricas permiten que los lecto-
tunidades. res nos interroguemos y a la vez
acompañemos el recorrido que
Ese fue el encuentro inaugu- han hecho, en los distintos traba-
ral para el inicio de la construc- jos que constituyen el libro.
ción de un vínculo, que segura-
mente nos constituyó como suje- El epígrafe, con una cita de
174 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 173-178

Kaës que inicia el prólogo, nos onírica en el grupo, y la matriz in-


marca un camino a recorrer: «La terpretativa, intenta demostrar
invención psicoanalítica del gru- como la función de «reverie» es
po es un desarrollo interno del psi- fundamental para despertar la ca-
coanálisis, en el que la cuestión pacidad de soñar como para ac-
del grupo está a la vez encontra- ceder al insight y a las transfor-
da y todavía no creada». maciones significativas de los in-
dividuos y del grupo.
Este libro es una producción
exploratoria conjunta a partir de Rosa Martínez y Cecilia Acle
diferencias. hacen un recorrido por los «Su-
puestos teóricos e implicaciones
Hernán Davanzo, como pione- para la técnica de grupos de orien-
ro de la Psicoterapia Grupal en tación analítica».
Chile, desarrolla una interesante
y exhaustiva perspectiva históri- Marcan las diferencias entre la
ca sobre la Psicoterapia analítica mirada de Bion, apoyada en los
de Grupo en Chile, que nos per- Supuestos Básicos y en el Com-
mite ubicarnos en los prolíficos plejo de Edipo, y la del Psicoaná-
desarrollos psicoanalíticos chile- lisis Vincular, centrado en la pro-
nos, ya a partir de 1910 a través ducción del grupo, en el presente
de colegas interesados en la difu- y no sólo en la repetición de un
sión del Psicoanálisis y en su co- pasado.
nexión con la Universidad.
Edgardo Thumala, en su tra-
Cecilia Acle indaga sobre los bajo «Psicoterapia Analítica de
Aspectos básicos del Encuadre en Grupo y la perspectiva relacional
la Psicoterapia Analítica de Gru- e intersubjetiva», intenta remarcar
pos, pero destaca planteos teóricos una mirada en la cual el otro es
que tienen relación con el concep- importante desde el inicio para la
to de intersubjetividad desarrolla- construcción de la mente y la con-
do por las teorías relacionales y la ducta humana.
de las Configuraciones Vinculares.
Con gran sinceridad, se mues-
Nevio Del Longo profundiza tra como un analista, que en épo-
en los conceptos de «Contratrans- cas actuales de cambios y trans-
ferencia y reverie en la terapia de formaciones, cuestiona sus pun-
Grupo psicoanalítica». tos de referencia, y relata cómo
los conceptos relacionales e inter-
Tomando dos ejes: la matriz subjetivos afectaron su práctica.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 173-178 175

Acepta la propia subjetividad La autora refuerza la impor-


como parte del encuentro clínico tancia del grupo para constituir
y pone énfasis en lo experiencial. una segunda piel en este tipo de
pacientes, y reflexiona sobre la di-
La exposición de su clínica námica del funcionamiento en el
aclara los desarrollos anteriores. grupo de terapeutas. La dificultad
discriminatoria de los pacientes,
Tomás Charlín trabaja sobre muchas veces toma a los terapeu-
las «fantasías de rotura» descri- tas, que deben manejar su contra-
tas por Anzieu en el proceso ini- transferencia frente a las menti-
cial de un grupo. ras de los pacientes, rupturas al
encuadre, etc.
Reflexiona sobre los distintos
cambios en el encuadre y ruptura Silvia Gonzalez Vera, en su
de «La piel psíquica grupal» en trabajo «La retraumatización en
viñetas clínicas muy esclarecedo- los procesos psicoanalíticos: ven-
ras acerca de la etapa inicial de tajas de la psicoterapia analítica
un grupo terapéutico. En los co- de grupo», realiza un minucioso
mentarios de estas viñetas pro- rastreo bibliográfico revisando el
fundiza teóricamente en los con- concepto de trauma a partir de
ceptos de fantasías de rotura y yo Freud y las principales corrientes
piel de Anzieu, y encuadre de posteriores, como M. Klein, Bion,
Bleger. Winnicott, Ferenczi.

Macarena López, en su traba- Tomando a Ferenczi, la auto-


jo «Algunas reflexiones en torno ra remarca los efectos retrauma-
a los grupos terapéuticos y al tra- tizadores que puede tener el
bajo en grupo de terapeutas en un analista en el tratamiento de sus
programa de adicciones», revisa pacientes.
viñetas, relatos y escritos de pa-
cientes y realiza un interesante En este sentido, en una Psico-
abordaje de los pacientes adicti- terapia Analítica de Grupo, dice
vos a nivel grupal, valiéndose de la autora, «la participación de
un rastreo bibliográfico que escla- otras subjetividades posibilita la
rece sobre esta patología. El re- emergencia de perspectivas veda-
corrido por autores como Blanca das para el analista o no desarro-
y Coletti, McDougall, Dupetit y lladas por las limitaciones que le
Steiner, aportarán conceptualiza- impone su propia historia acota-
ciones esclarecedoras acerca de da a un número finito de experien-
los pacientes adictos. cias». Distintas viñetas clínicas
176 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 173-178

ilustran estas conceptualiza- esta manera, aliviar el sufri-


ciones. miento.

Patricia Bustos Krumm re- El interesante concepto del


flexiona sobre el «Desamor en desamor como fuerza contraria a
Pareja», situando el análisis en las la construcción de vínculos, qui-
nuevas condiciones de produc- zás podría pensarse a la manera
ción de subjetividad coexistiendo de la idea de resistencia a la vin-
con viejos paradigmas. Cambian cularidad que plantea Isidoro Be-
las familias y también la práctica renstein, descripta como una re-
clínica con familias y parejas. sistencia a devenir otro con otro,
resistencia a dar lugar a la presen-
Las diversas configuraciones cia que remite a la ajenidad del
vinculares, características de la otro.
época, la dificultad de construir
con otro, el desamor en la pareja, El tema de la «Psicoterapia
le plantean a la autora la necesi- Grupal y la Tortura» es abordado
dad de precisar el concepto de vín- por María I. Castillo y Germán
culo de pareja, e investigar sobre Morales a traves de la experien-
estas temáticas. cia del trabajo terapéutico en
ILAS (Instituto Latinoamericano
Como hipótesis desarrolla la de Salud Mental y Derechos Hu-
idea de desamor como inherente manos) de Chile.
a todo vínculo, en especial a la pa-
reja. Recorre conceptualizaciones A partir de la recuperación de
de Ruffiot, Kaës, Moguillansky y la democracia en 1990, se crea-
Seiguer y Spivacow, para luego, ron comisiones de verdad, que re-
a través de algunas viñetas, abor- cabaron muchos testimonios y
dar temas como el otro, los con- permitieron esclarecer sobre las
flictos intersubjetivos, la dinámi- violaciones a los derechos huma-
ca del poder en la pareja, el mal- nos y propusieron políticas repa-
entendido, las familias de origen, ratorias.
la llegada de los hijos.
Los autores definen a la Tor-
Exponiendo su práctica clíni- tura como una situación límite, en
ca, refuerza la idea de la impor- la que un sistema político somete
tancia de crear situaciones de pen- a una persona, a una experiencia
samiento, donde habita la palabra extrema de dolor físico y psíqui-
necesaria para la simbolización de co bajo condiciones de absoluto
los sentimientos de desamor y, de desamparo.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 173-178 177

Proponen el espacio terapéu- genera dudas en la terapeuta con


tico grupal para el tratamiento de respecto a su inclusión en un gru-
pacientes traumatizados extre- po, evaluando los beneficios para
mos. Entendiendo que la subjeti- el paciente y el grupo. Finalmen-
vidad dañada se puede reconstruir te, incorpora a Jorge en un grupo
en el espacio intersubjetivo crea- terapéutico, cuestionándose luego
do por los miembros del grupo y sobre esta incorporación, por la
el terapeuta. posibilidad de que se transforme
en un chivo expiatorio.
Ejemplificaron con viñetas clí-
nicas impactantes y conmovedo- En las reflexiones finales, la
ras de grupos de mujeres y gru- autora considera que Jorge, el pa-
pos de hombres, torturados y mal- ciente que incorpora al grupo, fue
tratados en los años de la dicta- muy beneficiado y parece no ha-
dura chilena. En estos casos de ber dificultado al resto de los
traumatismos severos, los autores miembros en la elaboración de sus
remarcan la importancia de la in- problemáticas.
tersubjetividad, la creación de
nuevas representaciones en rela- A Bárbara Ortuzar también la
ción a las situaciones vividas, la convoca el tema de los pacientes
función del analista y los demás adolescentes en su trabajo.
miembros del grupo en la produc-
ción de nuevos contenidos que Cambio de paradigma: impli-
pongan palabras «a los vacíos y a caciones del Psicoanálisis Rela-
las angustias sin nombre». cional en la Psicoterapia con ado-
lescentes. «Este cambio de para-
Pilar Cubillos, en su trabajo digma se refiere al cuestionamien-
sobre grupo analítico con adoles- to de uno de los conceptos bási-
centes, recalca el beneficio que cos en psicoanálisis: el de pulsión-
genera en los adolescentes este estructura versus el de relación-
tipo de dispositivo que actúa estructura». «Esto ha significado
como lugar de transición y conti- estudiar a fondo y con más con-
nente para la elaboración de los gruencia al “otro” como una ver-
duelos y separación de los padres. dadera presencia interactiva y
como una presencia intrapsíqui-
En este sentido, profundiza en ca e interna».
autores como Meltzer, Neri, Fe-
rro, Glasserman, para pasar lue- La autora hace un recorrido
go a analizar las características de por autores relacionados y remar-
un paciente llamado Jorge, que ca la importancia de la intersub-
178 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIV, Nº 2, 2011, pp 173-178

jetividad centrándose en la rela- Trece analistas que integran


ción como paciente. una institución como ACHPAG,
evidentemente crean espacios
Ejemplifica con el análisis de para pensar, en una actitud explo-
pacientes adolescentes, con cuyos ratoria, que los lleva a producir un
padres la autora realiza un relato libro donde lo común es la Psico-
parental donde identifica datos del terapia Psicoanalítica de Grupo y
desarrollo del paciente, de la his- Vínculos, indagada a través de
toria familiar y de la pareja, pero conceptualizaciones y temáticas
el objetivo central es descubrir el diversas.
tipo de relación de los padres con
el adolescente. Conviven, entonces, lo común
y lo singular de cada autor, en la
Emerge una alianza de tres expresión de temáticas y prácti-
adultos para comprender a un ado- cas específicas que denotan cla-
lescente que consulta, dice la au- ramente las problemáticas en re-
tora, quien tiene como fundamen- lación a lo vincular, que predomi-
to las teorías del Modelo Relacio- nan en Chile, pero también en
nal donde la mente surge de ma- toda Latinoamérica.
nera didáctica e interactiva.
¡Felicitaciones!
Graciela Selener
INFORMACIONES
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA
Y PSICOTERAPIA DE GRUPO

Revista
PSICOANÁLISIS DE LAS CONFIGURACIONES VINCULARES

Condiciones para la Presentación de Trabajos


1. Los escritos presentados deberán ser inéditos, podrán ser
individuales o grupales y deberán estar escritos en español.

– Los trabajos tendrán una extensión máxima de 10.000 palabras, y


se entregarán en siete ejemplares impresos en papel tamaño carta o A4
junto con el correspondiente CD o diskette, aclarando el procesador de
texto utilizado, el cual debe ser compatible con I.B.M.

– Los artículos deben incluir, en hoja separada, un resumen de 10


líneas, redactado en tercera persona, con las correspondientes
traducciones al inglés, francés y portugués, realizadas a cargo del autor,
incluyendo la traducción del título, por traductores designados por la
Dirección de Publicaciones, como asimismo de las palabras clave
correspondientes al mismo.

– Las notas deben numerarse en forma sucesiva en el texto y colocarse


al final del trabajo.

Las referencias bibliográficas en el texto: al mencionar a un autor,


se transcribirá su apellido, la inicial de su nombre y la fecha de primera
publicación del texto en su idioma original. Ej.: (Spitz, R., 1954). Si se
desea mencionar la página (en una cita textual, por ejemplo), se ubicará
este dato a continuación. Ej.: (Spitz, R., 1954, pág. 153). La página citada
corresponde a la edición utilizada (ver más adelante).

– Es requisito fundamental, tener especial cuidado en no mencionar


en el cuerpo del texto ninguna de las publicaciones propias para evitar
inferencias sobre la identidad del autor.

– La bibliografía, ordenada alfabéticamente, se presentará en hoja


aparte de la siguiente manera:
a) Libros: apellido del autor, inicial del nombre y año de la primera
edición en su idioma original. Luego, el título del libro (en cursiva),
lugar de edición, editor, año de la edición utilizada. Ej.: Spitz, R. (1954)
El primer año de vida del niño. Madrid, Aguilar, 1961.
b) Artículos: apellido del autor, inicial del nombre, año de la primera
edición del artículo en su idioma original. Luego, título del artículo
entre comillas, nombre de la publicación (en cursiva), volumen, número,
año de la edición utilizada. Ej.: Couchoud, M. T. (1986) «De la represión
a la función denegadora», Revista de Psicología y Psicoterapia de Grupo,
vol. XX, nº 1, 1997.

– El trabajo, sus copias impresas y la versión digital en CD o diskette


deben estar firmados con seudónimo y entregarse en secretaría de AAPPG
en un sobre en cuyo frente figure sólo el título del trabajo y el seudónimo
utilizado.
– Dentro de este mismo sobre se incluirá un sobre cerrado, caratulado
de igual manera, que contenga en su interior: nombre y apellido del/de
los autor/es, sus datos de afiliación profesional, dirección, teléfono y
correo electrónico, la/s hojas de la bibliografía; la autorización para la
publicación.
– Es imprescindible adjuntar una autorización explícita para la
publicación del trabajo en esta revista, ya sea en soporte papel o
modalidad digital, en forma total o parcial, en la página web de A.A.P.P.G.
o a través de los índices con los que la página tiene links, aclarando
nombre/s completo/s y documento/s de identidad, con firma y aclaración.
– Los originales enviados no serán devueltos, resulten o no publicados.

REFERATO INTERNACIONAL: Los trabajos serán preseleccio-


nados por el Comité Científico y aprobados o no finalmente por el Comité
de Referato Internacional. Cada trabajo será enviado a tres miembros
del Comité de Arbitraje Internacional (dos pertenecientes a la institución).
Los árbitros tendrán en cuenta los siguientes ítems transcriptos a
continuación:

1) originalidad de la idea central o de la particular interrelación entre


conceptos;
2) rigurosidad teórica y claridad en la exposición;
3) coherencia lógica en el desarrollo;
4) presencia de alguna dimensión vincular o de algún sesgo que se
relacione a la misma;
5) cuidado en el estilo gramatical;
6) capacidad de despertar y mantener el interés.

De acuerdo a estos criterios responderán si consideran el trabajo digno


de ser publicado en la revista Psicoanálisis de las Configuraciones
Vinculares.

DIRECCIÓN DE PUBLICACIONES
REVISTA DE PSICOANÁLISIS
DE LAS CONFIGURACIONES VINCULARES

Próximo número:

Clínica Vincular
Ficción y verdad en tiempos de incertidumbre

Informes en Secretaría

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