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Luis de la Peña Martínez
(coordinador)
México, 2017
P85.S18
E34
El efecto Saussure : a cien años (1916-2016) de la primera edición del Curso de
Lingüística General / coordinador Luis de la Peña Martínez. --
México : INAH : ENAH : Ediciones del Lirio, 2017.
131 p. : il. ; 21 cm. -- (Colección Ochenta Años. ENAH)
ISBN 978-607-539-036-9
1. Saussure, Ferdinand de, 1857-1913 2. Lingüística I.
Peña Martínez, Luis de la, coord. II. Serie.
isbn: 978-607-539-036-9
Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa
autorización por escrito de los titulares de los derechos de esta edición.
Introducción
11 El “efecto Saussure”: a cien años del Curso de Lingüística General
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un libro referido por muchos, pero por igual mal interpretado, e hicieron de este
lingüista el “padre” y paradigma de la lingüística moderna.
Si a cien años de este acontecimiento algunos pudieran considerar inútil un
“retorno a Saussure”, sin embargo un hecho sorpresivo ha obligado a ello: el des-
cubrimiento en 1996 de un manuscrito titulado “De la esencia doble del lenguaje”,
que ha cambiado el curso de esta historia y nos remite a una lectura diferente de
ese “otro” Saussure.
Más que un simple rescate de textos antiguos se trata de evaluar eso que aquí
habremos de llamar el “efecto Saussure”. La influencia de Saussure ha abarcado a
áreas tan diversas como el estudio del lenguaje y la literatura, la antropología y el
psicoanálisis, la estética y los medios de comunicación. Su obra se reparte entre
aquellos textos anteriores al Curso… y otros como los cuadernos de “Anagramas”
que Saussure redactó mientras daba sus cursos, recopilados por Jean Starobinski en
un libro cuyo título es más que sugerente: Las palabras bajo las palabras. Pero están
además del manuscrito “De la esencia doble del lenguaje”, las notas sobre estilísti-
ca o la llamada “Nota sobre el discurso” que muestran su interés por otros campos
del saber lingüístico.
Lo anterior nos permite hablar en la actualidad de un neo-saussurismo, que ha
planteado una reformulación de los paradigmas de estudio lingüístico, como es el
caso de los autores de la revista electrónica Texto!, del Instituto Ferdinand de
Saussure, Simon Bouquet y Fran ois Rastier, quienes en distintos trabajos se han
referido a una “tercera articulación del lenguaje“ y a una “articulación hermenéu-
tica de la lingüística y la semiología”. Confluyen así, distintas tradiciones de cono-
cimiento lingüístico que articulan los acostumbrados estudios de los niveles de
análisis de la lengua (fonología, morfología, lexicología y sintaxis) con los estudios
del texto y el discurso, aunando las tres dimensiones de la semiótica propuestas
también por Peirce, y que Morris llamó: dimensión sintáctica, dimensión semán-
tica y dimensión pragmática.
Frente a otros modelos de estudio del lenguaje, como el conformado por el
par innatismo-cognitivismo de origen chomskiano, se proyecta una apertura que
incluye aspectos comunicativos y expresivos que un lingüista como Louis-Jean
Calvet vaticinaba en un librito de los setenta cuyo título era más que una consigna:
Pour et contre Saussure. La posibilidad de una “lingüística social” como entonces la
denominaba Calvet, incorporaba una serie de propuestas que van de las formas
métricas y rítmicas de la canción popular a los eslogans políticos o los jingles co-
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trado el psicoanálisis. Sus deseos, sus filias y fobias, y todo aquello que llamamos
“subjetividad”, le subyacen como un terreno inestable en el que se mueve aparen-
temente con libertad. Estos “movimientos o afecciones del alma”, como los llamaba
Aristóteles, constituyen el “orden” de las pasiones; esto es, sus simpatías, empatías
y antipatías más personales, como Jean Claude Milner nos lo hizo saber en El amor
por la lengua, un libro donde combina su lectura del Curso con la obra de Lacan.
Desde esta perspectiva, el “efecto Saussure” sigue vigente en el siglo xxi, en
apariencia, como un efecto múltiple, difuso y disperso, que corre y recorre el siglo
xx a través de los aportes de Jakobson y el Círculo de Praga, Lévi-Strauss, Hjelmslev,
Benveniste, Coseriu, Barthes, Greimas, Todorov, Eco, entre otros muchos autores.
En este libro que ahora presentamos reunimos una serie de textos que ahondan
los distintos matices y aportes de las obras saussureanas, pero también sus vacíos y
puntos de fuga. Comienza con una entrevista a Fran ois Rastier quien, junto con
Simon Bouquet, ha revisado el variado corpus de los escritos de y con Saussure (como
los de sus alumnos y colegas) para actualizar el legado del lingüista ginebrino. Una
lectura “arqueológica” es la que Raymundo Mier muestra para examinar desde su
fundación irónica la formación y conformación del proceso escritural llevado a
cabo por Saussure. De igual modo, Dora Riestra reflexiona acerca del proyecto
epistemológico que sustenta un discurso que gira en torno a las nociones lingüís-
ticas y semiológicas elementales con que se produce la teoría del lenguaje propuesta
por Saussure. Y en este mismo sentido, Marcos. J. González se interroga sobre el
por qué del “retorno” a los manuscritos del 96. Por otra parte, Andreas Ilg escribe
un trabajo sobre la relación entre la “significación y la significancia” para revelar el
vínculo y el efecto de Saussure en el psicoanálisis de Jacques Lacan. Finalmente, en
un tono distinto, presentamos una reflexión un tanto escéptica de José Luis Valencia
sobre la posibilidad de un nuevo paradigma saussureano.
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Del Curso de Lingüística General al
saussurismo de hoy*
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Profesor de Francés Lengua Extranjera (fle), en la Licenciatura de Lengua Francesa de la
Facultad de Idiomas de la Universidad Veracruzana (uv). Un especial agradecimiento a la gene-
rosa contribución de brindarnos el paciente y diligente proceso de traducción, el cual representa
un ejercicio delicado y complejo.
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Jornadas Antropológicas de Literatura y Semiótica xii, en la que se realizó la mesa de
difusión: “Homenaje a Ferdinand de Saussure”, presentada por Luis de la Peña Martínez.
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Publicado por la editorial Paidós. Enrique Ballón-Aguirre (trad.).
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la semántica occidental ha sido siempre referencial y las otras lo han sido en buena
medida—.
Sin embargo, un siglo más tarde, es innegable que su misión histórica se ha
agotado por razones convergentes:
I) Se trata de una obra apócrifa y póstuma, compilada a partir de notas de
estudiantes por colegas que no habían asistido a sus cursos. Nadie aceptaría que su
pensamiento fuera juzgado a partir de tal documento, menos sabiendo que en un
curso universitario no se debe ni se puede transmitir su pensamiento en toda su
complejidad: un ejemplo de esto son las investigaciones textuales de Saussure sobre
los anagramas y los corpus míticos, investigaciones innovadoras que lo ocuparon
durante una década en los últimos años de su vida y están ausentes. Finalmente,
se han detectado numerosas manipulaciones editoriales, de buena o mala fe, poco
importa, que falsean la comprensión del pensamiento saussureano, aun cuando las
simplificaciones didácticas que los acompañan han hecho mucho por el éxito aca-
démico del clg.
II) Se han hecho numerosos trabajos desde hace más de medio siglo sobre
los textos autógrafos de Saussure, aunque en su mayoría éstos no han sido publi-
cados: es imprescindible que se les tome en cuenta, aunque sólo sea para obligarnos
a leer de nuevo el clg. Una disciplina que no sabe leer sus textos fundadores me
parece que se condena.
Me sumo aquí a la opinión de Pierre Frath, en un reporte de un libro colec-
tivo acerca De la esencia doble del lenguaje:
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del pensamiento saussureano, tal como puede verse en los Escritos de Lingüís-
tica General (elg). Porque Saussure no es el padre fundador de la lingüística
moderna sólo a través de un texto apócrifo; es verdaderamente un autor
avanzado a su tiempo, creativo y original, cuyas ideas —si éstas se compren-
dieran finalmente y se aplicaran—, podrían dar a nuestra disciplina un
impulso del que adolece desde hace ya varias décadas [Las lenguas modernas,
próxima edición].
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N. del T.: adjetivo construido a partir de las letras clg, en francés (céelgiste), que denota a los partidarios
férreos del clg como única obra representativa del pensamiento saussureano.
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los hemos escuchado avisan el final de la significación, del sentido y del significan-
te” [Derrida 1976: 39].5
No se trata aquí sólo de un desconocimiento de Saussure y del estructuralismo,
sino de una voluntad exhibida por terminar con toda cientificidad y con toda ra-
cionalidad, y con tal motivo porque, como lo afirmaba Heidegger, “la ciencia no
piensa”. El estructuralismo habrá sido solamente en este asunto un espantapájaros
bastante cómodo.
En resumen, el nombre de Saussure y algunos pasajes deformados del clg han
sido instrumentalizados para rechazar la empresa misma de la semiótica y de las
ciencias de la cultura.
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La deconstrucción de Saussure y del concepto de signo consiste en una manipulación tanto más deliberada
que Derrida legitima plenamente el Curso de Lingüística General, texto inauténtico redactado por colegas de Saussure
y publicado con su nombre tres años después de su deceso: “¿Hasta qué punto es responsable Saussure del Curso tal
y como fue redactado y dado a leer después de su muerte? La pregunta no es nueva. ¿Acaso es necesario precisar que,
aquí por lo menos, no podemos concederle ninguna pertinencia? A riesgo de equivocarse profundamente acerca
de la naturaleza de nuestro proyecto, se habrá percibido que nos preocupamos muy poco incluso del pensamiento
mismo de Ferdinand de Saussure, nos interesamos en el texto cuya literalidad ha jugado el papel que sabemos desde
1915, funcionando en un sistema de lecturas, de influencias, de desconocimientos, de préstamos, de refutaciones,
etc. Lo que pudimos leer ahí —y también no leer ahí— bajo el título de Curso de Lingüística General nos importaba
con exclusión de todo pensamiento oculto y ‘verdadero’ de Ferdinand de Saussure. Si se descubriera que este texto
hubiera ocultado a otro —y sólo nos las tendremos que ver con textos— y lo ha ocultado en un sentido determinado,
la lectura que acabamos de proponer no quedaría por ello menos descartada. Sería todo lo contrario” [1976: 107].
Derrida se permite dar un dato falso ya que sólo su lectura importa; la toma de partido, soberana del intérprete
justifica la interpretación, no el texto, cuya autenticidad no tiene ya ninguna pertinencia desde el momento que se
ve reducido a un pretexto.
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N. del T.: Equilibrio y proporción.
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He aquí para información el argumento de una jornada de estudios que Astrid Guillaume y yo organizamos
en mayo 2016, en la Sorbona: “Veinte años después del descubrimiento de los manuscritos llamados de la Orangerie,
en particular: De la esencia doble del lenguaje, es necesario hacer una evaluación, medir el camino recorrido y evaluar
las perspectivas que se abren. El saussurismo se había edificado esencialmente a partir del Curso de Lingüística General,
del que celebramos este año el respetable centenario. Ahora bien, la publicación de nuevos documentos en 2002 ha
hecho de Saussure paradójicamente un autor de este siglo, ya que rebasan las críticas dirigidas en el pasado al Curso
por los post-estructuralistas y los deconstructores. Lejos de las condenas rituales de un estructuralismo imaginario,
permitieron reconsiderar y profundizar la problemática saussureana en lingüística, tanto, que se pudo hablar de
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neo-saussurismo. Los nuevos desarrollos teóricos y descriptivos interesan por supuesto a la metodología del análisis
gramatical pero también a la semiosis, las formas semióticas, los estilos, géneros y discursos. Además, por supuesto a la
lingüística, a disciplinas y campos de investigación como la estilística, a los estudios literarios, a las humanidades nu-
méricas, a la semiótica de las culturas y más generalmente el conjunto de ciencias humanas y sociales están interesadas
en el nuevo impulso del saussurismo que contribuye a un proyecto federador. Sesiones: 1. Estructuralismo y re-evalua-
ciones del saussurismo. 2. Cómo Saussure deconstruye a Derrida. 3. Ciencias de la cultura y perspectivas semióticas.
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Esa es la razón por la cual la filosofía del lenguaje no puede aportarles ya nada.
Ésta es ahistórica y no toma en cuenta la diversidad de las lenguas (ni siquiera la
de las culturas). Ha inspirado y penetrado por diversas vías las gramáticas univer-
sales que se apoyan en afirmaciones masivas y a menudo perentorias sobre el pen-
samiento humano.
Por el contrario, Saussure se sitúa en las antípodas de la filosofía contemporá-
nea del lenguaje —que no se refiere casi nunca a la lingüística, ignora los conceptos
de morfema y de fonema, etcétera, dando lugar a un sinfín de falsos problemas,
como el de la referencia, que el saussurismo disipó desde hace mucho tiempo—.
Saussure no piensa haber fundado nada, más bien haber profundizado en una
disciplina que existía desde hacía un siglo, para proveerla de un fundamento me-
todológico seguro.
i) La encuentra en su teoría de la semiosis que refunda completamente la
noción misma de signo y cuyo pequeño signo del Curso de Lingüística General sólo
da una imagen a la vez falsa y sumaria, además de carente de una fuente manuscrita.
ii) La encuentra en su teoría de las dualidades expuestas decididamente en
De la esencia doble del lenguaje: ésta rebasa lo que se había dado en llamar (equivo-
cadamente) las dicotomías saussureanas.
iii) Esto sólo es posible porque rompió decisivamente con el esencialismo
tradicional (que informaba entorno a las teorías de las referencias y de la significa-
ción), para permitir una concepción puramente diferencial de las “entidades” lin-
güísticas.
El alcance de este dispositivo le permite además concebir una semiología
general y comparada. Así, la mayor parte de las dualidades son válidas para otras
semióticas que para las lenguas. Una semiótica tal es más que nunca necesaria en
el mundo “multimedia”.
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mente de la lingüística, ahora bien, necesitamos no sólo una semiótica de los textos
y del corpus, también de los signos lingüísticos: por ejemplo, ¿cómo funciona un
signo de puntuación? (la pregunta parece absurda, cuando una gramática formal
no dice una palabra de los puntemas, que cuentan por 20% de las cadenas de ca-
racteres).
En resumen, la lingüística y las otras ciencias de la cultura necesitan un
proyecto federador, sin el cual se hundirán en la anécdota y se verán obligadas —si
no es que ya lo están— a disolverse en las disciplinas de la cognición y de la comu-
nicación.
Más allá de una necesaria relectura de Saussure, es prioritaria entonces la
profundización del proyecto epistemológico de nuestras disciplinas. Esto es lo que
importa.
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Bibliografía Indicativa
Bouquet, Simon
2014 Introduction à la lecture de Saussure. 2a ed. Payot. París.
Derrida, Jacques
1976 De la gramatología. Éditions de Minuit. París.
Ducrot, Oswald
1993 Los topoi en la Théorie de l’argumentation dans la langue. Plantin C. Ed.
Lieux communs topoi stéréotypes clichés. París: 243-248.
Lacan, Jacques
1966 Escritos. Éditions du Seuil. París.
1981 Séminaire iii. Éditions du Seuil. París.
Rastier, François
2015 Saussure au futur. Les Belles Lettres-Encre marine. París.
Rastier, François et al.
2016 “De l’essence double du langage” et le renouveau du saussurisme. Arena Ro-
manistica, 12. Contribuciones de Marie-José Béguelin, Simon Bouquet,
Tullio De Mauro, Giuseppe D’Ottavi, Ludwig Jäger, Kazuhiro Matsuzawa,
Régis Missire, François Rastier, Jürgen Trabant, Arild Utaker.
Utaker, Arild
2016 La Philosophie du langage. Une archéologie saussurienne. PUF. París.
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Hacia una lectura contemporánea de
Saussure: ironías y vislumbres en la
fundación de la lingüística moderna
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Hacia una lectura contemporánea de Saussure
El Cours será entonces, desde la muerte de Saussure hasta una época reciente,
la piedra de toque a partir de la cual se determinará el curso de la lingüís-
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Hacia una lectura contemporánea de Saussure
Los rasgos desconcertantes del Cours dieron cabida a una doble exigencia: por una
parte, acotar y precisar construcciones conceptuales interferidas por incesantes
vacíos, silencios, formulaciones elípticas, inconsistencias en el desarrollo de la ex-
posición, señalamientos fragmentarios, imágenes y metáforas desprendidos de la
vocación pedagógica del texto. La reflexión de Saussure, como cualquier trayecto
del pensar sometido a la exigencia de incesante renovación, está poblada por seña-
lamientos vacilantes o provisionales, propios de la escritura derivada de una explo-
ración incierta, en movimiento, patente en la conformación del texto.
Reclama la reconstrucción de las formulaciones fragmentarias, de los plantea-
mientos teóricos apenas bosquejados que surgieron como una arquitectura
conceptual en respuesta a las exigencias epistemológicas entonces vigentes: teorías
de sistemas, formalismos de raíz economicista —la noción de valor—, sociologis-
mos de diversa índole —cristalizados en torno al debate sobre la institucionalidad
de la lengua—, acercamientos psicológicos de corte empírico, incluso fisiológico
—las formas variadas del asociacionismo—, las vertientes del evolucionismo en
boga, las resonancias del historicismo y las construcciones conceptuales consisten-
tes o reflexiones filosóficas afines o contrastantes. Así, las reflexiones del texto
saussureano, surgidas de la lingüística histórica pero orientadas a la necesidad de
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una lingüística general, surgen de una doble inflexión teórica: por una parte, del
impulso hacia un vago formalismo emanado de la noción de sistema, patente en
el marco conceptual del clg; por la otra, del diálogo con múltiples disciplinas que
dan lugar una reflexión más abierta poblada de metáforas y apuntalada sobre la
necesidad de distinguir el fenómeno del lenguaje como tal y las condiciones sobre
las condiciones de inteligibilidad del acto de lenguaje. Estas condiciones no podían
sino conducir a un marco colectivo de soporte de esa inteligibilidad, una instancia
al mismo tiempo intangible y, sin embargo, existente como una fuerza ordenadora
eficaz, generalizada, la lengua como una forma integral pero en permanente trans-
formación, como condición universal de la significación. Por otra parte, una com-
prensión del lenguaje no podía sino asumir la relevancia en la dinámica del lenguaje
de los desempeños del habla, de la incesante recreación del sentido y de las formas
patentes en el acto de lenguaje y formuladas según los regímenes discursivos
vigentes, pero bajo la condición relacional constitutiva de los elementos de la
lengua. El acto de lenguaje aparece así como el fenómeno específico que emerge
de esta composición intrincada, dinámica entre esas dos instancias, irreductibles
entre sí, pero fundidas una con otra de manera inextricable para dar lugar a ese
acto relevante, determinante en la vida social, el acto del lenguaje.
La reflexión de Saussure emerge de las tentativas irresueltas de las concepcio-
nes de la lingüística histórica y de la filología postromántica por aprehender la
tensión entre cambio e identidad en las reglas que, se asumía, regían la dinámica
propia de las lenguas. Responde a una exigencia de deslinde y síntesis respecto de
las contribuciones de sus antecesores, en particular, de la tradición de los neogra-
máticos y la incidencia de otras tentativas de explicación formuladas desde otras
disciplinas: desde la psicología empírica enmarcada en las contribuciones de Wundt,
hasta las aproximaciones sistémicas o incluso evolucionistas integradas en la visión
de la transformación histórica de las lenguas. Pero este movimiento de deslinde y
síntesis confiere a la obra saussureana una dinámica de incesante transformación.
Entre sus primeras obras, notoriamente la Mémoire sur le système primitif des voyelles
dans les langues indo-européennes, centrada en una perspectiva de lingüística histó-
rica y orientadas de manera casi excluyente a la polémica en torno a las “leyes fo-
néticas”, dominante en la reflexión lingüística a fines del siglo xix.
Es posible reconocer en la reflexión de Saussure la propuesta de una trama
conceptual cuyos focos revelan un principio constructivo apuntalado sobre un
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Hacia una lectura contemporánea de Saussure
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El carácter específico de la “diferencia” y su implicación en las determinaciones entre las dimensiones forma-
les del lenguaje en Saussure ha dado lugar no sólo a reflexiones posteriores de naturaleza lingüística, como en el caso
de Hjelmslev, sino a las reflexiones postfenomenológicas que desarrolló Jacques Derrida, de manera explícita y amplia
en De la grammatologic, entre otras.
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Los objetos que la ciencia del lenguaje tiene, ante ella no tienen jamás una
realidad en sí mismos, o aparte de los otros objetos a considerar; no tienen
ningún sustrato para su existencia más allá de su diferencia o de las diferen-
cias de toda especie para las que el espíritu encuentra una manera de vincular
a la diferencia fundamental [al carácter esencialmente negativo de la dife-
rencia ajena a cualquier propiedad positiva], [Saussure 2002: 65].
[…] negamos que algún hecho de lengua pueda existir por sí mismo al
margen de su oposición con los otros, y negamos también que sea otra cosa
que una manera más o menos afortunada de resumir un conjunto de dife-
rencias en juego: de tal manera que sólo esas diferencias existen, y, por eso
mismo todo objeto al que se refiere la ciencia del lenguaje se precipita en
una esfera de relatividad [Saussure 2002: 66].
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rente a él. Saussure escribe, en el borrador de una carta encontrada entre sus ma-
nuscritos, refiriéndose al “horror” experimentado en el momento de escribir:
No hay en absoluto una expresión simple para las cosas que es preciso
distinguir primariamente en lingüística. Ni la puede haber. La expresión
simple será algebraica o no será [Saussure 2002: 236].
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temente nítido no se reduce a esta mera oposición entre un modo de darse extrín-
seco del lenguaje, objetivo, tangible y algunos procesos interiores, mentales, reco-
nocibles a partir de entidades conceptuales.
Las condiciones morfológicas del lenguaje y su relación con el acto de habla
suponen también experiencias contrastantes del tiempo, inducidas por la diferen-
cia ontológica de los modos de darse del orden del lenguaje. El acto del lenguaje
involucra una tensión suplementaria en el vínculo diferencial que surge de la con-
catenación temporal de las entidades efectivamente presentes en el acto del lenguaje.
Saussure utiliza las “relaciones sintagmáticas”. Si las relaciones potenciales de la
lengua, que se configuran como una morfología de entidades inmateriales están
libradas a juegos abiertos de asociación —analógicas, clasificatorias, categoriales,
lógicas, genéticas, derivacionales—, las relaciones involucradas en el proceso de
concatenación serial propio del lenguaje comprometen otras dimensiones lógicas:
conjugan las convenciones de las “formas regulares” fijadas por la convención de
la lengua —sintaxis— con un proceso múltiple de síntesis heterogéneas que surge
en el acto de lenguaje: en la selección de cada una de las entidades que dará lugar
a la frase o, más ampliamente, al discurso; deriva de la propia condición serial de
la expresión lingüística. Construcción sintáctica y creación serial se conjugan, se
funden, concurren en la realización del acto de discurso.
Sin embargo, la construcción sintáctica es en sí misma un proceso de síntesis
abierto, de naturaleza equiparable, aunque radicalmente distinta de la síntesis
abierta que acontece en la creación discursiva. La sintaxis confiere un valor al signo
por la forma misma —forma compleja constituida por la composición de otras
formas— de su concatenación. Pero el signo asume otro valor suplementario,
distinto, por su concatenación discursiva —a partir de la composición de signifi-
cados y por el valor comunicativo del acto mismo— con otros signos.
Los signos comprometidos en el acto comunicativo “incorporan” en su valor
significativo, en una síntesis incesante, todos los elementos relacionados potencial-
mente con los expresados, pero que intervienen sólo en su calidad de dependencias
potenciales en la forma y las relaciones asociativas de la lengua. La creación discur-
siva aparece así como una síntesis diferencial de otras síntesis también surgidas de
otras concurrencias heterogéneas, de valores (diferenciales) múltiples. Se hace
patente la calidad vertiginosa de esa “esfera de relatividad” constituida a partir de
esa turbulencia de composiciones diferenciales en el habla.
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La frase aparentemente simple que se lee en el clg: “la lengua no es una institución
social semejante en todos sus elementos a las otras” [Saussure 1916: 26], constitu-
ye un punto de partida que encierra una complejidad desafiante. No solamente
subraya la “convencionalidad” en los patrones de organización de la lengua y su
vigencia en los usos, los actos y los vínculos de una comunidad, sino también la
singularidad de esa institución y la particular relación que guarda con las demás
instituciones. Esa singularidad, objeto de la reflexión lingüística, reclama una ca-
racterización rigurosa, no sólo en sí misma, sino en cuanto a su autonomía y a la
dinámica que ésta despliega en su inscripción en la trama social de las instituciones.
La frase, surgida quizá de una referencia polémica a la afirmación de Whitney sobre
la condición institucional del lenguaje, pone en relieve una condición disyuntiva:
el lenguaje revela un funcionamiento regular, colectivo, constituye una institución
cuyo objeto es peculiar, mecanismos de significación, elementos constituyentes de
la comunicación que, a su vez, constituye al mismo tiempo a los sujetos y a la forma
misma de lo social. Es una institución cuya naturaleza excede los rasgos y las ca-
racterísticas de las demás instituciones sociales. Esta calidad “excedente” de la ins-
titución de la lengua deriva, en principio, de su “radical” arbitrariedad: “El carácter
arbitrario de la lengua la separa radicalmente de todas las otras instituciones”
[Saussure 1979: 110]. Esa radical arbitrariedad alude a que la lengua no exhibe en
su regulación ningún horizonte teleológico o pragmático ajeno a su naturaleza. No
obstante, el sentido de la arbitrariedad de la lengua no es discernible inmediata-
mente. Revela una dinámica particular no exenta de rasgos en apariencia paradójicos.
La arbitrariedad de la lengua, derivada de su “convencionalidad pura” —no
hay razón alguna para que los elementos de la lengua signifiquen lo que significan,
no hay razón alguna para que se ordenen como se ordenan, no hay razón alguna
para que se usen como se usan— supone, sin embargo, un conjunto de modos de
inteligibilidad concertados en la comunidad. Se trata de una inteligibilidad
“extensa” que confiere a la institucionalidad específica del lenguaje una calidad
singular, inconmensurable con cualquier otra en la medida en que la finalidad del
vínculo constitutivo del lenguaje no obedece a ninguna necesidad biológica o co-
lectiva ajena al reclamo de inteligibilidad recíproca: “El lenguaje es una institución
pura, sin análogas”, escribe Saussure [Saussure 2002: 211]. Esos modos de inteli-
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Hacia una lectura contemporánea de Saussure
interrelación con cada una de ellas; en su concurrencia para dar su fisonomía espe-
cífica a los fenómenos del lenguaje. El dualismo lengua/habla, como ocurrirá con
todas las otras “dicotomías” saussureanas, se revela no como una polaridad, un
dualismo estricto, sino como modalidades diferenciales de ser del lenguaje, vincu-
ladas asimismo por una relación diferencial que se realiza en el fenómeno del
lenguaje; se trata de una composición de esferas de desempeño dinámico diferen-
ciado: sonoras y mentales que en su juego diferencial fincan la significación del
lenguaje.
Ésta es quizá una de las formulaciones definitivas en la empresa saussureana
porque admite una dimensión formal, estructural, una “realidad virtual ontológica”
—la lengua asumida como un “sistema”, trama abierta de negatividades, de enti-
dades puramente diferenciales, cuyo modo de existencia aparece como una deter-
minación virtual de la significación transmisible mediante el acto comunicativo—
inscrita en lo social y manifiesta como una institución, distinta analíticamente de
la dimensión objetivada de la significación, plasmada en modos de acción lingüís-
tica propia de situaciones de diálogo, el hecho de lenguaje.
La lengua se inscribe en la trama institucional como condición de posibilidad
de cualquier otro régimen institucional; no hay institución que no encuentre en la
lengua su fundamento. La lengua realiza la fuerza normativa de las prescripciones
y prohibiciones que expresan el sentido de las instituciones. Así, el lenguaje no sólo
hace posible las otras instituciones, las excede, constituye su “interioridad” y aquello
que está más allá de ellas. Pero no es ajena a sus desempeños: los actos surgidos de
esos regímenes instituidos inciden a su vez, de manera “compleja” (Saussure), en
la propia conformación y composición de la lengua, pero de manera abierta y
patente en los hechos de lenguaje. La lengua es imposible de acotar rigurosamente.
Sus elementos (los signos) no son nítidamente ennumerables, el sistema rechaza
todo límite reconocible: la significación es capaz de desbordar cualquier lindero.
Incide en todos los dominios de la experiencia y la vida colectiva, pero,
asimismo, se torna lugar de incidencia e intervención de todos los actos surgidos en
todas las condiciones de la vida social. Esta complejidad que hace posible la ubicui-
dad y omnipresencia de la lengua la torna inasible; escapa a la experiencia colectiva:
Las prescripciones de un código, los ritos de una religión, las señales marí-
timas, etc., no ocupan nunca más que un número restringido de individuos
a la vez y durante un tiempo limitado; la lengua, por el contrario, admite
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Hay, en el fenómeno total [del hecho de lenguaje] un lazo entre dos factores
antinómicos: la convención arbitraria en virtud de la cual la elección es
libre, y el tiempo, gracias al cual la elección se encuentra fija. Porque el signo
es arbitrario no conoce otra ley que la tradición, y porque se funda en la
tradición puede ser arbitrario [Saussure 1979: 108].
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2
La relevancia de este vínculo necesario y de su carácter constitutivo en la definición de lo semiológico se hace
de manera inequívoca en el concepto que Hjelmslev, más tarde, acuñará como la “función semiótica” [Hjelmslev
1971a].
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No existe la forma y una idea que le corresponde; más aún no hay la signi-
ficación y un signo correspondiente. Hay unas formas y unas significaciones
posibles (en absoluto correspondientes); incluso hay únicamente en realidad
diferencias de formas y diferencias de significaciones; por otra parte, cada
uno de estos órdenes de diferencias (por consecuencia de cosas ya negativas
en sí mismas) no existe como diferencias sino a partir del vínculo de unas
con otras [Saussure 2002: 42-43].
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Es posible entonces concebir una ciencia que estudie la vida de los signos
en el seno de la vida social; formaría una parte de la psicología social y, por
consecuencia de la psicología general; la llamaremos semiología. Ella nos
enseñaría en qué consisten los signos y qué leyes los regirían. Puesto que
aún no existe, es posible decir sólo lo que será; pero tiene derecho a la
existencia y su lugar está determinado de antemano [Saussure 1979: 33].
51
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Hacia una lectura contemporánea de Saussure
sistémico de las formas y los valores significativos fundados en la relación entre las
entidades materiales —sonoras, de escritura, visuales— y la trama de los valores
diferenciales inherente a toda significación. No obstante, el bosquejo de la
semiología aguardaba aún un desarrollo ampliado.
Acaso, uno de los momentos decisivos de este despliegue de la semiología
ocurre temprano hacia dos dominios diferentes y, sin embargo, vinculados a través
de reflexiones comunes e interrogantes compartidas: la antropología —en particu-
lar, la reflexión sobre el mito— y la reflexión sobre la escritura. El encuentro entre
la antropología y los desarrollos incipientes de la semiótica ocurrió apenas termi-
nada la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un vuelco en la dirección de la mirada
antropológica francesa, determinante para su fisonomía contemporánea. Ocurre
en el encuentro de la perspectiva estructural de Roman Jakobson y el proyecto
antropológico de Lévi-Strauss, en la estela abierta no sólo por Saussure sino por
otras visiones estructurales —particularmente, el Círculo de Praga y el formalismo
ruso: este encuentro, ocurrido en el marco de las “Seis conferencias sobre sonido y
sentido” realizadas por Jakobson en el Nueva York de la posguerra, llevaron a una
“refundación” de la antropología a partir de las contribuciones de la revolución
teórica sobre el lenguaje.
Evocando ese momento en que escuchaba a Jakobson, Lévi-Strauss describe
su descubrimiento:
53
Raymundo Mier Garza
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3
Christian Metz, al discutir en relación con las contribuciones de la semiología al análisis cinematográfico
afirmaba: “la manipulación fílmica transforma en un discurso lo que no habría podido ser sino el registro visual de
la realidad. Partiendo de una significación puramente analógica y continua —la fotografía animada, el cinematógra-
fo—, el cine ha delineado poco a poco, en el curso de su maduración diacrónica, algunos elementos de una semiótica
propia, que permanecen escasos y fragmentarios en medio de capas amorfas de la simple duplicación visual” [Metz
2003: 108].
55
Raymundo Mier Garza
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Hacia una lectura contemporánea de Saussure
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1971 Les mots sous les mots. Les anagrammes de Ferdinand de Saussure. Gallimard.
París.
57
La epistemología saussureana: la
significación, un siglo después
Dora Riestra1
1
Profesora consulta. Universidad Nacional de Río Negro, Sede Andina, Bariloche. Direc-
ción de contacto: dora.riestra@gmail.com
59
Dora Riestra
obra, basado en la mala lectura de las nociones saussureanas a través del Curso de
Lingüística General (1916/1931/1961).
60
El efecto Saussure
La epistemología saussureana
Las dos dimensiones que De Mauro coloca como puntos de vista fueron
tomadas y reproducidas, durante el siglo pasado, como descripciones dicotómicas,
es decir, como categorías clasificatorias, no en su carácter filosófico y en un sentido
sistémico: la lengua y el habla funcionando entre lo colectivo (social) y lo individual
(psiquismo) a la vez, como dos dimensiones simultáneas de la comunicación
humana. Es necesario destacar que la explicación en De Mauro está directamente
basada en los manuscritos de Saussure publicados recién en el siglo xxi.
Otro de los malentendidos que De Mauro aclara y explica con precisión
terminológica es el del concepto de la arbitrariedad del signo:
Con algunas oscilaciones, Saussure tiende a llamar signo toda unión de un significan-
te y un significado, desde las unidades mínimas (que Frei denominó después monemas:
am-, -on, -er, etc.) hasta las unidades complejas, que Saussure llama sintagmas (perro,
él habla, si le parece, esta tarde, la luna sueña con más pereza, etcétera).
Él puede decir entonces que el signo, en tanto está constituido por la unión de dos
clases abstractas formadas arbitrariamente, es radicalmente arbitrario. Saussure ve en
lo arbitrario del signo el principio fundamental de toda la realidad lingüística. Lo
arbitrario proporciona un principio de clasificación de los sistemas semiológicos (ritos,
costumbres, códigos de comunicación, lenguajes de todo tipo), según el grado más o
menos elevado de arbitrario [De Mauro en Saussure 1973], (traducción nuestra).
61
Dora Riestra
biológico común a todos los hombres, dando lugar a sistemas lingüísticos diferen-
tes entre las sociedades humanas. Dirá De Mauro, parafraseando a Saussure, que
las contingencias sociales y temporales son la forma en que la naturaleza se hace
historia. Para él esta es la raíz más profunda de las incomprensiones que acompa-
ñaron el Curso de Lingüística General. Lo explica de este modo:
Allí se encuentra la razón por la cual ese texto, entre los más citados y conocidos de
la historia cultural del siglo xx, aparece, sin embargo, profundamente aislado en el
seno de esa cultura. Un fundamento de pensamiento científico y racional y una pers-
pectiva de gramática general racionalista están al servicio de una conclusión profun-
damente historicista; por otra parte, la visión histórica de la realidad lingüística está
liberada de esos acentos místicos e irracionales que acompañan habitualmente el
historicismo literario y esto se verifica en el plano del mayor rigor empírico y analíti-
co. Esto es desconcertante para los que académicamente están habituados a separar
las razones de la ciencia de aquellas de la historia, espíritu de geometría y espíritu de
finura. Una geometría rigurosa tiene aquí por teorema extremo el reconocimiento de
la radical historicidad de los hechos lingüísticos [De Mauro, véase Saussure 1973],
(traducción nuestra).
La defensa de Saussure que hace este autor es, en realidad, una respuesta
polémica a los lectores que sesgaron la totalidad del pensamiento saussureano,
tomando algunos fragmentos para ser utilizados “como armas defensivas y ofensi-
vas en las polémicas de mitad de siglo”.
Podemos agregar que en la posguerra europea, productora del existencialismo,
la deconstrucción, el relativismo y la provisoriedad como estilo intelectual, se
abandonó o se simplificó el aporte científico de Saussure acerca del lenguaje
humano y las lenguas, tanto como el monumento intelectual construido en torno
al concepto de signo lingüístico. Casi en la misma época, en otra área de conoci-
miento, la psicología, ocurrió algo semejante con Vygotski, un autor genial que,
debido en este caso a la geopolítica, con los impedimentos de intercambio cultural
entre Europa oriental y Europa central, fue prácticamente ignorado en Occidente
hasta fines del siglo xx. Ambos autores son revisitados 100 años después y justa-
mente esta nueva recepción tiene que ver con la entidad escrutada y atribuida al
hablar y significar, el “lenguajear” humano, como lo describiera posteriormente
Maturana [1993].
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El efecto Saussure
La epistemología saussureana
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Dora Riestra
positivista lógico, que se desplazó desde las ciencias biológicas a las ciencias humanas
en una continuidad epistemológica durante los siglos xix y xx.
La lógica formal comparatista y neogramática, conocida exhaustivamente por
Saussure no lo convencía científicamente para abordar el estudio del lenguaje (“he-
teróclito y multiforme”) y las lenguas, dos objetos de estudio que se implican.
Al enfocar el lenguaje como objeto empírico, la ruptura epistemológica que
produjo el pensamiento del ginebrino, no fue comprendida en su profundidad y en
la coherencia teórica durante el siglo pasado. Por eso la relectura es hoy, necesaria-
mente, un proceso de indagación y reconceptualización, a la luz de sus manuscritos.
En principio, encontramos una primera clave en elg sobre qué es De la esencia
doble del lenguaje. Dice Saussure al inicio del texto: “La identidad lingüística implica
la asociación de dos elementos heterogéneos”. La significación y el signo se nos
presentan como una unión que no es simple, puesto que “nada hay en común entre
un signo y lo que significa”. Asimismo señala la primacía del punto de vista, ya que
no sólo la significación sino el signo es un hecho de conciencia puro:
El dualismo reside en la dualidad del fenómeno vocal COMO TAL y del fenómeno
vocal COMO SIGNO, por el hecho físico (objetivo) y por el hecho físico mental
(subjetivo), y en absoluto por el hecho “físico” del sonido por oposición al hecho
“mental” de la significación [Saussure 2004: 26].
64
El efecto Saussure
La epistemología saussureana
Hay un primer ámbito, interior, psíquico, en el que existen tanto el signo como la
significación, indisolublemente unidos; y hay un segundo ámbito, exterior, en el que
sólo existe el “signo”, pero en ese instante el signo reducido a una sucesión de ondas
sonoras sólo merece, en nuestra opinión, el nombre de figura vocal [Saussure 2004: 26].
65
Dora Riestra
ella, de que será preciso llegar a reducirlo todo teóricamente a nuestros cuatro puntos
de vista legítimos, basados en dos puntos de vista necesarios, en la misma medida en
que dudamos sobre la posibilidad de llegar a establecer jamás con nitidez la cuádruple
o ni siquiera la doble terminología que sería necesaria [Saussure 2004: 28].
Seguimos viéndonos abocados a los cuatro términos irreducibles y a las tres relaciones
irreducibles que no forman entre ellos más que un sólo todo para la mente: (un signo/
su significación) = (un signo/y otro signo) y además (una significación/otra significa-
ción) [Saussure 2004: 43].
Frente a esto que llamó Cuaterno final, un “ente cuádruple”, dirá que no hay
ninguna determinación en la lengua más que la idea por medio de la forma y la
forma por medio de la idea. Este concepto rupturista no podía ser aceptado ni por
el racionalismo formalizante (comparatismo abstracto de las lenguas) ni por el
espiritualismo romántico (que él atribuye a los alemanes) de su época.
El concepto de signo sin significación, es decir sin el plano discursivo, es
inexistente, por lo que insistirá y propondrá la existencia de cuatro términos irre-
ducibles y tres relaciones entre esos cuatro términos que, además “deben ser trans-
portadas por el pensamiento a la conciencia del sujeto hablante” [Saussure 2004:
49]. El signo es lo percibido por la conciencia:
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El efecto Saussure
La epistemología saussureana
67
Dora Riestra
Cuando se elimina del lenguaje todo lo que es sólo Habla, lo que queda puede llamarse
la Lengua con propiedad y sólo comprende términos psíquicos, el nudo psíquico entre
idea y signo, lo que no puede decirse del habla.
Pero eso sería solamente la lengua tomada fuera de su realidad social y sería irreal
puesto que es necesaria una masa hablante que use la Lengua para que haya lengua.
La lengua reside en el alma colectiva, y este hecho segundo entrará en la propia defi-
nición [Saussure 2004: 293].
68
El efecto Saussure
La epistemología saussureana
que la ciencia del lenguaje pudo orientarse en otras direcciones posibles de repre-
sentación del objeto de conocimiento.
Desde nuestra perspectiva epistemológica, el lenguaje como actividad, en las
concepciones rusas de los años 1920 a 1930 (con lingüistas y psicólogos como
Jakubinskij, Vygotski, Voloshinov, Luria y Leontiev) presentan la misma potencia-
lidad que la obra de Saussure. En esta inscripción epistemológica se abren muchas
posibilidades teóricas y metodológicas de investigación para abordar la relación
entre el lenguaje, las lenguas históricas y las lenguas funcionales, tres conceptos
necesarios frente a los estudios plurilingües, que fueran formulados por Coseriu
[1991], otro lingüista humboldtiano de los siglos xx y xxi.
En América latina, en particular, nuestras investigaciones sobre la transmisión
y enseñanza de las lenguas se nutren de las relecturas del Saussure revisitado por
numerosos lectores y sus aportes para entender mejor la significatividad del signo,
los procesos de semiosis, la transmisión de la propia lengua y la comprensión de
otras. El desafío actual que se nos plantea es comprender las problemáticas lingüís-
ticas en el espacio intercultural que se produce en las fronteras sociales, geográficas
y políticas.
Bibliografía
69
Dora Riestra
Bulea, Ecaterina
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México, Buenos Aires.
70
Manuscritos del 96: regresar a Saussure,
¿para qué?
Marcos J. González1
1
Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas de la Facultad de Letras Españolas (Uni-
versidad Veracruzana). Contacto: javierglezmx@gmail.com
2
Me refiero básicamente al estudio de los manuscritos, descripción de las notas y borra-
dores de Ferdinand de Saussure.
71
Marcos J. González
ciencias del lenguaje las aportaciones surgidas por los principales investigadores del
llamado neo-saussurismo. No obstante, se acepta que el principal reto no es simple-
mente estudiar dichos textos, sino explicar el retorno de un autor de quien se afirma,
ya no hay justificación para conocerlo.
Nada apasiona tanto a un lector como la idea de encontrar nuevos sentidos
en la relectura. Pero no de cualquier texto se hace una relectura, como tampoco
cualquier relectura provee el mismo sentido para cada uno de los lectores. De esta
manera, cada autor, cada pensamiento, cada texto tiene sus relecturas que resultan
difíciles para converger en una misma fuente de sentido, sobre todo si esa fuente
de sentido proviene de un origen distinto al que, por acción del tiempo, poco o
nada tiene de similar con las otras lecturas, las lecturas de un tiempo. ¿Qué suce-
dería si, además de explorar esa región etérea de sentido que permanece indefinida
por las categorías de la historia, fuera el texto quien se prefigurara o se asimilara a
un pre-texto (idea), que es a su vez pos-texto (ideología) de un sentido más
complejo, casi oculto por una tradición que ignoraba la presencia de una fuente,
por así decirlo, más íntima, más legítima, cuya misión fuese reconstruir el sentido
original ?3
Tal es el caso de los manuscritos de Ferdinand de Saussure —identificados en
19964 como sus textos en resguardo— y que, tras 20 años de ausencia, han sido
consultados con reservada expectación como quien relee a un clásico. Pues, como
expresa Italo Calvino [2009]: “Toda relectura de un clásico es una lectura de des-
cubrimiento como la primera” [2009: 10] y cuestiona sutilmente que: “los clásicos
son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, ines-
perados, inéditos resultan al leerlos de verdad” [2009: 12]. No obstante, aquí cabría
abonar a las polisemias del autor lo siguiente: ¿qué relectura hacemos de un clásico
cuando lo que constituye el referente fundamental de su lectura no es la imagen de
la obra, sino las bases intelectuales que la definieron o, mejor aún, las circunstancias
culturales que no la permitieron ser trascendentalmente un clásico?
Lo cierto es que, desde el momento de su hallazgo y de su publicación, los
Écrits de Linguistique Générale5 [Saussure 2002] han producido una especie de torre
3
Incluso, el estudio de las fuentes directas del pensamiento de un autor corre el riesgo de perderse en el oscuro
entramado de la intencionalidad psicológica y científica (academia).
4
Desde la aparición de los manuscritos del 96, la expresión retour aux textes ha sido fortalecida como un refe-
rente en la relectura de Saussure, específicamente en la revisión, análisis y evaluación del pensamiento del ginebrino
a través del conjunto de notas escritas por el autor.
5
De ahora en adelante elg, confrontándolos en todo momento con el clg. Incluso hoy se puede observar
72
El efecto Saussure
Manuscritos del 96: regresar a Saussure
de Babel que hasta la fecha sigue desarrollando una poética y una cartografía6 del
pensamiento saussureano, que más que redefinir al hombre, elabora un relato cua-
si-mítico. Esa mitobiografía —¿o acaso arqueología intelectual?— está ligada a un
fenómeno que por ahora denomino metamorfosis bibliográfica, en la que el aparato
crítico de numerosos textos —que fue sostenido por el modelo metodológico del
clg—, se convierte en la puerta de entrada a una renovación editorial y científica
sobre los diversos desarrollos teóricos que hasta hoy promueven los elg [Saussure
2004]. En esta labor, los principales comentadores de dicha obra se han dedicado
a realizar una comparación directa entre las principales aportaciones presentes en
los elg y los existentes en el clg. Las diferencias han sido notables: dicho aspecto
es revisado por múltiples investigadores integrados a equipos editoriales o a líneas
de estudio,7 generando tanto posturas polarizadas como perspectivas mediadoras
e integradoras. Para Riestra:8 “Algunos autores parten de relecturas del Curso de
Lingüística General a la luz de los manuscritos (elg), otros niegan la validez inte-
lectual del clg”; no obstante, una mayor riqueza reflexiva generalmente deviene
en una posición más crítica, lo cual favorece a los lectores y a todo aquel que estudia
los manuscritos frente a las exigencias científicas y culturales de nuestro tiempo.
Mientras tanto, y afirmando la trascendencia de este ejercicio, Tulio De Mauro
[2005], testigo y copartícipe ya de la historia de la lingüística, mantiene una des-
tacada y templada labor crítica del fenómeno lingüístico. Retoma y comenta el
tema del lenguaje con el esmero y la pureza con que Borges descubría las esencias
filosóficas y poéticas de la palabra, encerradas en la trivialidad. El lingüista italiano
recomienda una lectura paciente y tenaz de los textos (de casi cualquier texto),
tomando una sana y objetiva distancia, una lectura sin los prejuicios que una ge-
neración de lectores emplea para definir sentenciosamente quiénes sí y quiénes no
merecen ser retomados para el diálogo de las ideas. Personajes juzgados o ignorados
por los hábitos de una tradición. Autores y pensadores atemporales “que el caniba-
lismo y el consumismo académicos procuran hacernos olvidar” [De Mauro 2005: 9].
en el aparato crítico y referencias de estudios contemporáneos una constante alusión a los elg y clg como polos de
discusión.
6
Concepto propuesto por el Dr. Adolfo Mantilla Osornio en el Homenaje a Ferdinand de Saussure durante
las Jornadas Antropológicas de Literatura y Semiótica (jalys xii) en la Escuela Nacional de Antropología e Historia
(enah). México, septiembre de 2016.
7
Véase François Rastier, (ed.). Sección: “Dialogues et débats”, en Texto! Textes & Cultures. <http://www.revue-
texto.net/index.php?id=56> / Armand Colin (ed.). langages. Revue internationale des sciences du langage. <http://www.
revues.armand-colin.com/lettres-langue/langages>.
8
En esta edición: (Dora Riestra: 63). “La epistemología saussureana: la significación, un siglo después”.
73
Marcos J. González
9
Torre piramidal y escalonada de la antigua Babilonia dedicada al dios Marduk. Véase J. L. Montero, [2012].
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10
La sola idea de retornar al pensamiento de un autor, en una concepción histórica, invita a pensar en un tra-
bajo diligente sobre las huellas y las pistas de un pasado que se reconstruye cada vez más, también es el acercamiento
cuidadoso a las aportaciones de algún personaje, teoría o periodo de la historia cuyas elaboraciones finales abonarán al
debate de las ideas. No es la primera vez que se utiliza esta etiqueta para el caso de Ferdinand de Saussure; ya François
Dosse, además de Bouquet, hizo referencia a un “retorno” al autor desde la perspectiva historiográfica [2004: 61]. La
idea que hoy se maneja de retorno refiere además a una distinción entre la obra oral y la obra escrita del ginebrino,
una reevaluación de las fuentes.
11
No he encontrado texto alguno que compruebe la inautenticidad de los manuscritos recuperados en 1996
por la familia de Saussure. Llamo aquí legítimo a la contrastación entre un texto producido por su puño y letra y lo
creado por terceras personas en su nombre y como homenaje, como es el caso de clg. No he de referirme al término
legítimo para desvalorizar a aquellas proposiciones que no pertenezcan a su pensamiento, pero sí sería recomendable
identificar, en el análisis de sus reflexiones, a dichos enunciados susceptibles de error, sobre todo si no fueron redac-
tados por el lingüista, actividad que generaciones venideras de pensadores sí realizaron al clg con la convicción de
estar corrigiendo a Saussure cuando principalmente corregían a los editores. La pertinencia de señalar equívocos en
las reflexiones del ginebrino no se cuestiona, se cuestiona el rechazo a un pensamiento que por creer que se trata del
75
Marcos J. González
clg, no se ha leído. Ignorar o evadir el pensamiento heteróclito de Saussure no pone en duda la convicción de los
escépticos, sino el proceder de quienes dedican su investigación a la evaluación imparcial y objetiva del conocimiento.
12
Véase original: L'apparition de ces textes est un événement inespéré et important pour l'histoire des idées en
sciences du langage, en philosophie du langage et plus généralement en sciences humaines. Car leur contenu est de nature à
préciser, voire à modifier sensiblement bien des interprétations existantes de la pensée saussurienne: aujourd'hui se dessinent,
notamment grâce à ces nouveaux textes, les lignes et les thèmes d'une réflexion qui, malgré sa notoriété, s'avère passablement
méconnue.
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Manuscritos del 96: regresar a Saussure
13
Por el momento, me permito hacer una diferencia entre el Saussure del clg y el Saussure productor de su
propia obra escrita, que en este caso incluye a los elg, entre otros textos de su autoría como son sus tesis y artículos.
No me propongo separar por completo ninguno de los perfiles intelectuales saussureanos tal como se ha llegado a ubi-
car, por ejemplo, a Ludwig Wittgenstein entre las dos posturas de su producción filosófica, es decir, el que concierne
al Tratactus Logico-Philosoficus y el que refiere a las Investigaciones Filosóficas (un filósofo más preocupado por el pen-
samiento analítico-representacional y otro más interesado por la realidad práctica del lenguaje), por ahora el segundo
Saussure me sirve de guía para distinguir al Saussure textual del Saussure “parafraseado” o comentado. No obstante,
hago referencia de que en Suiza y en Francia la presentación de la obra saussureana se realiza muchas veces en tres
perfiles: el Saussure del clg, el Saussure joven de las tesis fonéticolingüísticas y el Saussure de los elg. En mi caso será
más práctico diferenciar entre la obra escrita por Saussure y la indirecta, a pesar de que el clg haya sido publicado con
su nombre. Quien hubo de señalar a un segundo Saussure fue Louis-Jean Calvet en 1975 [véase en Saussure 2004: 69].
77
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14
De hecho, existe desde 1992 elaborada por François Dosse en Francia, Histoire du Structuralisme, i. Le
champ du signe, 1945-1966, e Histoire du Structuralisme, ii. Le cant du cygne, 1967 à nos jours, obras editadas por la
editorial La Découverte. Sin embargo, a pesar de mencionarse a Ferdinand de Saussure como una influencia básica
en el pensamiento estructuralista, además de R. Jakobson y C. Lévi-Strauss, en dichas obras no existe referencia a los
elg, ya que éstos fueron descubiertos en 1996 y editados como tales en el año 2002 por la editorial Gallimard en
Francia. Véanse ambas obras en su versión española [Dosse 2004]. La obra escrita de Saussure en su mayoría perma-
neció dispersa, algunas veces como notas, otras desde ciertos artículos publicados y en buena medida como trabajos
incompletos e inéditos ocultos al escrutinio público; se infiere además que quien utiliza notas para la preparación
de cursos y obras tendrá más de una versión de ellas y demás escritos que se anularán o se guardarán para una futura
revisión. Algunos de esos borradores se salvaron. Por esa razón el contenido de las tres sesiones de lingüística llegó a
tener notables diferencias terminológicas o en el menor de los casos, didácticas. Esto explicaría el apasionado trabajo
de corrección de los principales comentadores y estudiosos de la obra de Ferdinand de Saussure como Benveniste,
79
Marcos J. González
Coseriu, Martinet, quienes no dudaron en señalar ciertos errores y equívocos al interior del clg; luego, otros notables
personajes aprovecharían el camino andado para fortalecer algunas inconsistencias teóricas de la joven ciencia lingüís-
tica y desarrollar nuevos postulados como Hjelmslev y los semiólogos franceses. Los elg verían la luz 30 años después
de esa intensa actividad y debate teóricos.
15
Véase Andrés Hasler,, op. cit., quien incorporó, del historiador mencionado, algunas propuestas procedimen-
tales para la elaboración de su obra dialectológica.
80
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16
Por otro lado, existen factores externos a la dinámica de los institutos de investigación o departamentos de
especialización científica que también pueden incidir en el freno de la innovación científica: desde la intervención de
una política nacional que vaya en desmedro de las vitalidades creativas de una generación de estudiantes y académi-
cos, hasta la falta de un mecanismo idóneo que permita a las universidades unificar los modelos de actualización y
productividad de sus científicos, o por lo menos garantizar la difusión efectiva y constante de sus investigaciones, no
sólo a la comunidad intra o interacadémica, sino además el involucramiento de otros sectores sociales y de conoci-
miento. Ésta y otras cuestiones que forman parte de una acción comunicativa hoy fuertemente discutida justifican mi
inserción en el contexto de finales del siglo xix y principios del siglo xx para ubicar el ambiente científico e intelectual
que vivió Ferdinand de Saussure.
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el griego y la gramática serían finalmente las que se verían poco a poco modificadas
al incorporar sus propias intenciones científicas al proyecto escolar.
Según la lectura de los autores, hay una lingüística general que parte de un
conjunto de reflexiones saussureanas, a ella la integran tres apartados: 1) Algunos
escritos de Saussure, 2) parte de los apuntes tomados por sus estudiantes durante
las cátedras ginebrinas (1907-1911), y 3) el clg. A partir de este corpus, la pro-
puesta descriptiva del pensamiento saussureano la desgloso de la siguiente manera:
1. Filosofía lingüística
2. Semiología
3. Epistemología y crítica de la ciencia
4. Lingüística general
Bouquet y Engler [op. cit.] sugieren que el autor procuró mantener la justifi-
cación teórica de la nomenclatura de sus cátedras, por lo que habría seleccionado
parte de sus reflexiones para la enseñanza de la lingüística, la gramática y la fonética
histórica, y reservando el resto para el olvido o para futuros proyectos inconclusos.
Otra tesis se observa claramente con la descripción del orden de aparición de
nuevos postulados teóricos en cada una de las cátedras, siendo la última tempora-
da la de mayor pulimento epistemológico, dejando entrever la facilidad que tuvo
el autor de instalarse cómodamente en un campo cerrado de conocimiento al que
le proporcionó el mayor cuidado posible. Lo anterior permite entender el sigilo
con que manejó el autor la evidencia de sus estudios, ya sea por la presión univer-
sitaria, por el contexto intelectual dominado por los neogramáticos consagrados o
por prejuicios que el mismo autor habría manifestado a sus propias reflexiones al
considerarlas carentes de justificación formalista o débiles desde el punto de vista
científico.
Por otra parte, casi todas las reflexiones saussureanas fueron etiquetadas como
lingüísticas, ese criterio sigue vigente y se presenta muchas veces como un obstáculo
para el debate libre y abierto de sus propuestas, ideas que pueden establecer nuevos
puentes para la discusión contemporánea de la realidad y de la cultura. De tal forma
que, si lo que se pretende es una actividad científica próspera en la recepción del
pensamiento saussureano, lo más idóneo será conocer el marco conceptual de los
diferentes debates llevados a cabo y realizar el estudio libre y paciente de otras ex-
85
Marcos J. González
Uno de los mayores retos de toda teoría o investigación científica —en los tiempos
actuales—, no sólo se reduce a salir relativamente ileso ante la evaluación y el juicio
de una comunidad o academia especializada con la finalidad de depositar sus pro-
ductos a distintos espacios de difusión, sino también superar los avatares de todo
proceder intelectual: la crítica. Permanecer incólume ante la vorágine argumenta-
tiva, significa, en términos públicos —al menos como ejercicio cultural— que
ciertas ideas no despertaron el más mínimo interés e inquietud en los receptores.
Incluso, para un determinado ambiente científico pareciera resultar más atractivo
el devaneo intelectual que el debate de las ideas más urgentes de la reflexión con-
temporánea.
Adicionalmente, la reintroducción del lenguaje como objeto “novedoso” en
el seno de la actividad filosófica, después de un siglo de desarrollo de la lingüística
moderna, sugiere el despliegue de posturas confrontativas, puesto que hay corrien-
tes del pensamiento que poseen el monopolio de determinados temas que difícil-
mente dejarán desprotegidos ante la incorporación de nuevos descubrimientos.
Sucede por ejemplo con la filosofía del lenguaje, el desarrollo de las semióticas, la
ontología, el “giro lingüístico”, la hermenéutica, la filología, las ciencias cognitivas,
las cuales lograron apropiarse total o parcialmente del método o planteamiento
analítico y positivista que caracterizaba a la lingüística formalista y estructuralista.
Por tal motivo, remover alguna veta de estas posiciones mencionadas por medio
del discurso neosaussureano generará no pocas reacciones. Dicho sea de paso, la
vigencia de muchos pensadores universales también depende, en buena medida,
de las políticas editoriales adoptadas por las academias o instituciones científicas.
“La ciencia es un diálogo de tensiones, cuyos lenguajes están en constante resisten-
cia y luchas de interés” [González 2014]. Entonces, el discurso científico deviene
conflicto ideológico cuando la política del momento limita las voluntades intelec-
tuales del pensamiento creativo.
Precisamente, este escenario sinuoso e intrincado, en el que una comunidad
científica recibe una forma de conocimiento como lo es el pensamiento saussurea-
no, a la filosofía le resulta un conjunto de problemas apetecibles para discernir y
86
El efecto Saussure
Manuscritos del 96: regresar a Saussure
juzgar con desahogado interés. ¿Qué caracteriza a la filosofía para que pueda
proceder de tal forma que sea capaz de desmenuzar, incentivar o acaso modificar
el impulso de conocimientos frescos? O dicho de otra forma, ¿cuáles son los rasgos
del corpus saussureano que pueden provocar en la filosofía su acercamiento ya sea
inicial o permanente?, ¿qué área y discurso particular de la filosofía debe ingresar
nuevamente al numen del pensamiento saussureano para su descripción, análisis o
crítica?, ¿qué validez tendrían estos resultados y cómo repercutirían? Para satisfacer
dichos cuestionamientos se consideran aquí las siguientes guías:
87
Marcos J. González
88
El efecto Saussure
Manuscritos del 96: regresar a Saussure
Consideraciones finales
89
Marcos J. González
lo que difícilmente existen son proyectos abarcadores e instalados como ejes prin-
cipales de discusión.
En la era de la información todo o nada puede ser importante, todo depende
a cuantos consumidores se llegue. Se reducen o se transforman los temas científicos
y culturales a novedades o a variedades de entretenimiento como si se tratase de
una serie de televisión, donde ahora el zapping intelectual figura como estrategia
didáctica y como recurso ante la ansiedad informativa actual: saber mucho en di-
versidad y poco en profundidad. Aquella clásica formación integral, sistemática,
exhaustiva, paciente y metódica, generadora de memorables obras, está en riesgo.
v. Sobre la pertenencia de Ferdinand de Saussure, lo más preferible es dejarlo
presentarse a sí mismo en el contexto cultural universitario. Ubicar su obra como
referencia general del pensamiento moderno y no forzar su inserción como lectura
especializada permitirá un mejor estudio y análisis. Si se propone la actualización
del modelo introductorio en los institutos de preparación de las ciencias del
lenguaje, sería prudente una encuesta sobre estos planteamientos elementales:
¿conoce usted el clg y los elg? ¿Qué tanto sabe de ellos? ¿Conoce los manuscritos
de Ferdinand de Saussure? ¿Qué plantean? ¿Qué se comenta sobre los fundadores
de su ciencia? ¿Sus profesores actualizan su bibliografía? Así pues, mediante una
actitud abierta y mesurada podría determinarse que el regreso a Saussure también
se justifica curricularmente.
90
El efecto Saussure
Manuscritos del 96: regresar a Saussure
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92
La significancia y la significación
de Saussure a Lacan
Andreas Ilg
1
Algoritmo que a continuación escribiremos S/s, aunque esta forma introducirá otro
matiz al que más adelante aludiremos con Roland Barthes; cf. supra, inciso iii.
93
Andreas Ilg
este “signo escrito así merece ser atribuido a Ferdinand de Saussure, aunque no se
reduzca estrictamente a esa forma en ninguno de los numerosos esquemas bajo los
cuales aparece en la impresión de [… el] Curso de lingüística general” (clg). A
continuación reafirma que “por eso es legítimo que se le rinda homenaje por la
formalización S/s en la que se caracteriza en la diversidad de las escuelas la etapa
moderna de la lingüística” [2005: 476 s.]. Lacan no deja ninguna duda sobre un
préstamo desviado y, al decir que “no se reduzca estrictamente a esa forma” (cursivas
mías), le agrega un rasgo de ironía. En lo que sigue la desviación toma un rumbo
que claramente se distancia del planteamiento de Saussure, ya que “la posición
primordial del significante y del significado como órdenes distintos y separados
inicialmente por una barrera resistente a la significación” [2005: 477] rompe con
la idea del lingüista ginebrino. Además, es esta barrera la que permite “un desliza-
miento incesante del significado bajo el significante” [2005: 482, véase 491] que,
según Lacan, queda ilustrado por Saussure con la famosa imagen de dos sinuosi-
dades en su clg.
Pero vayamos despacio.
El clg, al que se refiere Lacan, comprende “tres cursos de los años 1906-1907,
1908-1909, 1910-1911, que —según Lacan— la piedad de un grupo de sus dis-
cípulos reunió” bajo ese título [2005: 477]. Aquí ya hay todo un problema de
edición que no sólo queda evidente por el trabajo de reunión y la publicación en
1916, tres años después de la muerte de Saussure, sino que se inscribe en una
polémica de modificación por los dos editores Charles Bally y Albert Séchehaye
quienes, según Ludwig Jäger, no estuvieron presentes en ninguno de esos cursos y
quienes, además, impidieron la realización de un proyecto editorial alternativo al
suyo [Jäger 2010: 166].
En esta obra, de la que ahora celebramos sus cien años de aparición, Saussure
hace una serie de afirmaciones sobre el “signo lingüístico” que quisiera contrastar
con el algoritmo lacaniano de S/s, no para cuestionar la validez o la legitimidad de
este préstamo, sino para resaltar la diferencia y ubicar la importancia de lo que
acabamos de llamar el “desvío” efectuado por Lacan.
94
El efecto Saussure
La significancia y la significación de Saussure a Lacan
2
Así aparece en la versión alemana [Saussure 2003: 114].
3
Saussure afirma en el clg: “El símbolo tiene por carácter no ser nunca completamente arbitrario; no está
vacío: hay un rudimento de vínculo natural entre el significante y el significado” [1987: 140].
95
Andreas Ilg
4
Esta cadena permite cierto juego de significante que Lacan indicará una y otra vez con lo que llama “cadena
significante”. Un ejemplo es la siguiente expresión de un paciente: “que X se aleje”: “qu-e-X-s-e-a-l-e-j-e” que pudo
jugarse en el equívoco: “que X sea el eje”. A veces, este juego puede establecerse entre lenguas distintas, como puede
ejemplificarse con el recién mencionado significante “t-r-i:” en inglés, que en español (y descuidando la pronuncia-
ción inglesa) puede conjugarse en “t-r-i-v-i-a-l” que traspone el concepto correspondiente al significante “árbol” al
concepto numérico que se juega en la etimología del adjetivo “trivial”.
96
El efecto Saussure
La significancia y la significación de Saussure a Lacan
en trozos (A, B, C), “cada uno tiene un valor respecto de sus vecinos, y por otra,
cada uno de ellos tiene un frente y un dorso, que han sido cortados al mismo tiempo
(A-A’, B-B’, C-C’); es la significación”.
Barthes encuentra en esta imagen una gran utilidad “porque lleva a concebir
la producción de signos de una manera original, no ya como la mera correlación
de un significante y de un significado, sino quizá más esencialmente como un acto
de segmentación simultánea de dos masas amorfas” [1993: 52].5 Por un lado, se
constituye el signo en la significación, por otro, se adquiere un valor que consiste
en la vecindad con otros signos. Es un valor del signo que Saussure califica de
“negativo” ya que no se da positivamente en el signo aislado sino en la diferencia
de un signo con otro. Por eso, el signo es un “parasema”. En los Escritos sobre lin-
güística general (elg), Saussure dice al respecto: “para cualquier palabra que forme
parte de la lengua, una segunda palabra, aunque no tenga ningún ‘parentesco’ con
la primera, es un parasema” [2004: 102]. En el uso performativo del discurso, esta
red parasémica de la lengua experimenta cambios y la identidad del signo como
“aposema”6 se vuelve un resultado iterativo de una semiosis interminable [véase
Jäger 2010: 156-160]. El discurso es así, para Saussure el “lugar de las transforma-
ciones” [2003: 160],7 es decir, cada uso de la lengua desplaza y transforma el valor
del signo y con ello, la red de las delimitaciones negativas y opuestas del sistema.
Ahora bien, con toda esta concepción del lenguaje, Lacan hace una serie de
modificaciones que se basa en Freud con su Interpretación de los sueños, según Lacan
“se adelantaba mucho a las formalizaciones de la lingüística” incluso a las que “les
abrió el camino” [2005: 493]. En relación con una cita del Seminario 11 sobre Los
cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, en la que Lacan afirma acerca de la
“sincronía significante” que Freud lo había notado —sin decirlo— “cincuenta años
antes que los lingüistas”, Michel Arrivé comenta en una nota a pie de página: “se
observará aquí la bella hipérbole de esos ‘cincuenta años’, que sería posible,
pensando en Saussure, convertir en unos cuantos meses” [2014: 165].
5
Con el ejemplo anterior (véase nota 4 a pie de página) de una expresión de un paciente, esa segmentación
puede ilustrarse de la siguiente manera:
qu-e | X | s-e | a -l -e-j-e
qu-e | X | s-e -a |(e)l | e-j-e
6
En sus elg, Saussure describe el aposema “como cosa despojada de su significación o de significación” [2004:
101], afirmación que es notable en relación con el estatuto que Lacan le da al significante.
7
Esta expresión no es de Saussure; fue introducida entre corchetes en la edición alemana por las traductoras
Elisabeth Birk y Mareike Buss.
97
Andreas Ilg
98
El efecto Saussure
La significancia y la significación de Saussure a Lacan
ii
Esta “instancia de la letra”, que da título al texto de Lacan, tiene que ver con una
concepción de la escritura que se remonta a Freud, particularmente a su obra La
interpretación de los sueños. En el breve proemio al capítulo vi sobre “el trabajo del
sueño”, Freud establece la conocida analogía entre el contenido del sueño y el
acertijo de imágenes. “El contenido del sueño nos es dado, por así decir, en una
pictografía (Bilderschrift), cada uno de cuyos signos ha de transferirse al lenguaje
de los pensamientos del sueño. Equivocaríamos manifiestamente el camino si qui-
siéramos leer esos signos según su valor figural en lugar de hacerlo según su refe-
rencia signante” [1996a: 285].9 La “pictografía” (Bilderschrift) es una escritura
8
Este juego conjuga varios planos: 1) el equívoco de leer como topónimo “Damas” o “Caballeros”, es decir,
refiriéndose al nombre de la ciudad a la que arriba el tren; 2) el equívoco en relación con este topónimo, del lugar
que ocupa cada quien respecto de su identidad sexual; 3) también ilustrado por la imagen de las puertas idénticas
del lado del significado y sólo diferenciables por la presencia del significante. Se está en “Damas” (se es mujer) o en
“Caballeros” (se es hombre), gracias al significante.
9
Der Trauminhalt ist gleichsam in einer Bilderschrift gegeben, deren Zeichen einzeln in die Sprache der Traumge-
danken zu übertragen sind. Man würde offenbar in die Irre geführt, wenn man diese Zeichen nach ihrem Bilderwert
99
Andreas Ilg
(Schrift) en imágenes (Bilder) y Freud se apoya en los acertijos populares que llevan
el nombre de rébus y da un ejemplo —que no es el único:
100
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La significancia y la significación de Saussure a Lacan
101
Andreas Ilg
La palabra sous que significa “bajo” o “debajo de” no se halla sino en la dife-
rencia espacial en cada una de las tres columnas entre dos sílabas verticalmente
yuxtapuestas. Así, la repetición de tres pares permite encontrar para la preposición
faltante sous el prefijo homófono sou- y descifrar los tres sintagmas un soupir–vient
souvent–d’un souvenir, que en español significa: “un suspiro viene a menudo de un
recuerdo”. “La transposición topográfica figurada en el espacio de la página” rea-
comoda las palabras de una nueva manera y hace de un enunciado desarticulándo-
lo previamente en ciertos componentes, una composición nueva que ordena las
palabras en el espacio como alegoría pictórica.
Me serviré de un último ejemplo bello y famoso. Supuestamente es extraída
de dos cartas que forman parte de la correspondencia entre Federico ii y Voltaire,
en la cual el rey de Prusia le invita al célebre filósofo a su castillo en Potsdam Sans-
souci por medio de un mensaje criptado por el rébus siguiente:
102
El efecto Saussure
La significancia y la significación de Saussure a Lacan
(se entiende que lo último no contribuiría más que a un error de lectura en el des-
ciframiento del rébus de Federico ii).
iii
El acertijo de imágenes, aquí de letras y de cifras, puede pensarse como alegoría de
un texto criptado. El aspecto figurativo semejante a una fórmula o incluso a un
algoritmo en el caso del último rébus, me invita a leer de manera similar el título
de una obra de Roland Barthes en la que explora la pluralidad significante de un
texto de Honoré de Balzac. El título S/Z nos lleva incluso de regreso al algoritmo
de Lacan: S/s.
Una breve excursión por el “análisis textual” que Barthes emprende con el
cuento Sarrasine, con relación a su tarea de retomar el proyecto semiológico de
Saussure,10 nos permite tender un puente hacia el concepto de “significancia” que
en Saussure aparece apenas mencionado, pero que, no obstante, es fundamental
para Barthes y —como veremos más adelante— adquiere importancia nodal en
Lacan. En el libro S/Z, resultado de un seminario que en 1968 y 1969 Barthes
coordinó en la École Pratique des Hautes Études, se emprende la tarea de recorrer
el cuento de Balzac cuyo objetivo “no es darle un sentido (más o menos fundado,
más o menos libre), sino por el contrario apreciar el plural de que está hecho” y
comprender al texto no como una “estructura de significados” sino cual “galaxia
de significantes” [1997: 3]. Para la exploración de estas “galaxias”, Barthes propone
una lectura nueva que no se detiene ni en la restitución filológica del significante
ni en la interpretación hermenéutica del significado, sino que, apoyada en una
escritura, da cuenta de las connotaciones infinitas del texto que lo hacen funcionar
como un juego, pero precisamente como un juego escritural [véase 1997: 6-10].
Se trata, para Barthes, de juntar lectura y escritura en la producción de un nuevo
texto, plural y polifónico a servicio de la significancia.
Este juego escritural o gráfico se ilustra particularmente con el título S/Z,
Sarrasine y Zambinella son los dos personajes principales de una historia de amor
10
En un breve y hermoso texto de 1964, “La cocina del sentido”, Barthes afirma: “Al comienzo del proyecto
semiológico se pensó que la tarea principal era, según la fórmula de Saussure, estudiar la vida de los signos en el seno
de la vida social, y por consiguiente reconstituir los sistemas semánticos de objetos (vestuario, alimento, imágenes,
rituales, protocolos, músicas, etcétera). Esto está por hacer. Pero al avanzar en este proyecto, ya inmenso, la semiología
encuentra nuevas tareas: por ejemplo, estudiar esta misteriosa operación mediante la cual un mensaje cualquiera se
impregna de un segundo sentido, difuso, en general ideológico, al que se denomina «sentido connotado»” [en Barthes
1993: 224].
103
Andreas Ilg
narrada por un hombre a una mujer a la que trata de seducir. Es el relato de una
“historia de castración” que, según la lectura aguda de Barthes, “no se cuenta im-
punemente” [1997: 179] porque el narrador no logró conquistar a la doncella de
sus deseos, sino, al contrario, asquearla con su ominoso relato [1997: 210]. Sin
entrar en detalle del exquisito cuento de Balzac, es importante ubicar el nombre
de Sarrasine, aludiendo al escultor barroco Sarrazin (jugando ya con la “s” y la “z”,
pero también con los sememas de diferencia de género: el sufijo -sine es femenino
en contraste con el sufijo masculino -zin; ¿Estamos en “Damas” o en “Caballeros”?),
en contraposición con el objeto de su amor, Zambinella, una bellísima cantante de
ópera. Todo este enamoramiento se juega en torno a una ilusión que cae hacia el
final del cuento, revelándose para el lector —pero también revelándolo el narrador
para la destinataria de su relato—, la cruda verdad sobre esa Zambinella: un castrati.
Con relación a las letras S y Z, pero vinculado con el tema de la castración,
Barthes plantea lo siguiente:
Justamente con relación a este pasaje de S/Z, François Dosse comenta que
Barthes reintroduce la barra saussureana, reinterpretada por Lacan [véase Dosse
2004: 76], reintroducción desviadora, ya que, como leemos en una entrevista con
L’Express, en mayo de 1970, Barthes afirma: “en cuanto a la barra oblicua que opone
S a Z, se trata de un signo que viene de la lingüística y marca la alternancia entre
dos términos de un paradigma. Con todo rigor habría que leer S versus Z, como se
dice en la jerga lingüística, es decir, S contra Z” [2005: 94]. Estrictamente, no es,
por ende, la barra que Saussure pone en el signo entre significado y significante.
104
El efecto Saussure
La significancia y la significación de Saussure a Lacan
En concreto y tal como hizo con Sarrasine de Balzac, toma el cuento “La
verdad sobre el caso del señor Valdemar” de Poe y realiza una división del texto en
unidades de lectura que llama “lexias” [Barthes 1997: 9 y 10; 1993: 325], obser-
vando en cada “lexia” los sentidos que en ella se suscitan, dando cuenta así de “las
connotaciones de la lexia” [1993: 325]. Estas connotaciones ayudan a “desplegar” el
texto, “explicación” que de manera etimológica trabajaría entre “los pliegues del
texto”, en forma de un recorrido mediante la escritura que Barthes ubica como
“travesía del texto” [326 y 327]. La explicación —y eso es fundamental— juega
con cierta “indecidibilidad” que acerca el proyecto de Barthes al planteamiento
deconstructivo de Jacques Derrida.11
En el artículo enciclopédico “Texto (teoría del)”, contemporáneo al “Análisis
textual de un cuento de Edgar Poe”, Barthes establece una teoría del texto como
“una especie de autocrítica permanente” [2002: 75],12 justo porque explora el
11
Jacques Derrida no deja de enfatizar en esta “indecidibilidad” que pone en crisis a toda diferenciación
conceptual con afán de un dominio teórico. El término différance con el cual intenta describir el proceso de un juego
que da lugar al juego de las diferencias, juego indomeñable porque se sustrae a toda diferenciación teórica, nos parece
cercano al concepto de “significancia” (signifiance) tal como lo entiende Barthes. Habrá que indicar, sin embargo, que
Derrida se ubica en los márgenes de la filosofía, particularmente de la metafísica occidental, mientras que Barthes se
inserta claramente en el campo de la literatura.
12
Esta referencia es a un ensayo de 1970 “Sobre la Teoría”, dentro de la obra Variaciones sobre la escritura
[2002], compilación de diversos textos, entre los cuales se halla también el artículo enciclopédico “Texto (teoría del)”.
La puesta entre paréntesis de “(teoría del)” plasma esta “autocrítica permanente” que en otros términos aparece en
“Por una teoría de la lectura” de 1972. Ahí afirma que “«Teoría» quiere decir descripción, producción pluricientífica,
105
Andreas Ilg
discurso responsable, que dirige su mirada hacia el perfil infinito de un problema y acepta ponerse a sí mismo en duda
como discurso de la cientificidad” [2002: 84]. En “Texto (teoría del)”, Barthes retoma esta idea rectora: “El análisis
textual” tiende a sustituir la concepción de una ciencia positiva, que ha sido la de la historia y la crítica literaria, y
que es aún la de la semiología, por la idea de una ciencia crítica, es decir, de una ciencia que pone en duda su propio
discurso” [2002: 151].
106
El efecto Saussure
La significancia y la significación de Saussure a Lacan
su texto “La palabra, el diálogo y la novela”, ensayo sobre Bajtín que se halla en su
obra Semiótica, Kristeva retoma la idea de una “escritura jeroglífica” —término con
el cual se ha identificado el “rébus”— particularmente en relación al trabajo del
sueño [véase 1981: 217], que aparece también en otros pasajes, justamente en
vínculo con la idea de un “juego permutativo” [1981: 49] que Kristeva ubica con
el concepto de la “significancia”. Si para Émile Benveniste, “el carácter común a
todos los sistemas y el criterio de su pertenencia a la semiología es su propiedad de
significar o significancia, y su composición en unidades de significancia o signos”
[2008: 55], idea que se basa completamente en Saussure, para Kristeva y para
Barthes, el planteamiento de una “permutación” en cuanto “infinito del lenguaje”
ya desborda esta concepción. Kristeva enuncia al comienzo de su obra Semiótica
“la posibilidad para la semiótica de poder escapar a las leyes de la significación de
los discursos como sistemas de comunicación, y de pensar otros terrenos de la
significancia” [1981: 23]. Es precisamente una crítica a lo que propone Benveniste
—siguiendo a Saussure— en el proyecto de una “semiología de la lengua”, cuando
afirma que, en contraste con la significancia del arte, “la significancia de la lengua
[…] es la significancia misma, que funda la posibilidad de todo intercambio y de
toda comunicación, y desde ahí de toda cultura” [Benveniste 2008: 63].13 Para
Barthes y Kristeva, hay una puesta en crisis del modelo de la comunicación, basado
en el intercambio.
En resumen, lo que elabora Barthes, con apoyo en Kristeva es una teoría del
texto literario capaz de dar cuenta de un desbordamiento significante en un “trabajo
del texto” semejante al “trabajo del sueño”, concebido por Freud y desarrollado por
Lacan. El concepto crucial para indicar este desbordamiento es la “significancia”
que es un juego del significante independiente del empleo que de él puede hacer
un sujeto. Y es este juego que no sólo desborda toda significación (que, recordando
el planteamiento de Barthes en “Elementos de semiología” y mencionado en el
inciso i, es esa segmentación simultánea de las dos masas amorfas, estableciendo
una correspondencia de A-A’, B-B’, C-C’ de significante y significado), sino toda
posibilidad de dominio de un sujeto sobre el significante. Es por ello que para
13
La diferencia entre significancia de la lengua y significancia del arte, radica, según Benveniste, en que “la
lengua es el único sistema cuya significancia se articula así, en dos dimensiones [las dimensiones de lo ‘semiótico (el
signo)’ que debe ser reconocido, y lo ‘semántico (el discurso)’ que debe ser comprendido]. Los demás sistemas tienen
una significancia unidimensional: o semiótica (gestos de cortesía; mudrās), sin semántica; o semántica (expresiones
artísticas), sin semiótica” [2008: 68].
107
Andreas Ilg
Lacan, como para Barthes, el sujeto es efecto del juego significante. A eso apunta
el enunciado recurrente en los textos de Lacan: “un significante representa a un
sujeto para otro significante” [véase 2001: 799, 819].14
Y todo este recorrido ahora nos lleva de vuelta a “La instancia de la letra en
el inconsciente…”.
iv
En el inciso i citamos a Lacan diciendo que Freud “se adelantaba mucho a las
formalizaciones de la lingüística” y esta afirmación sin duda se refiere a la concep-
ción del sueño como un rébus, aunque también alude a las demás formaciones
inconscientes. Lacan lo menciona en el contexto de la publicación de La interpre-
tación de los sueños en 1900 [2005: 493], poniendo énfasis en “la letra del discurso,
en su textura” [489] tal como ocurre en el trabajo del sueño. Al sueño como un
rébus, hay que entenderlo “al pie de la letra”, debido a la instancia de una “estruc-
tura literante (dicho de otra manera, fonemática), donde se articula y se analiza el
significante en el discurso” [490].
Tal como las figuras no naturales del barco sobre el tejado o del hombre con cabeza
de coma expresamente evocadas por Freud, las imágenes del sueño no han de rete-
nerse si no es por su valor de significante, es decir por lo que permiten deletrear del
“proverbio” propuesto por el rébus del sueño. Esta estructura de lenguaje que hace
posible la operación de la lectura, está en el principio de la significancia del sueño,
de la Traumdeutung [2005: 490].
En otras palabras, “el trabajo del sueño sigue las leyes del significante” [2005:
492] y estas leyes del significante, que Lacan ubica el año anterior, en “El semina-
rio sobre La carta robada (1956), como “insistencia de la cadena significante”
[2005: 3] se ligan con la “instancia de la letra en el inconsciente”.
Pero antes de seguir por esta vía, cabe indicar ese “principio de la significancia”
—ya puesto en itálicas por Lacan— y retomar la “estructura literante […] donde
se articula y se analiza el significante en el discurso” [2005: 490]. Lacan representa
a esta “estructura literante” con el algoritmo S/s, estructura que luego divide en
14
En “La posición del inconsciente”, Lacan escribe: “El registro del significante se instituye por el hecho de
que un significante representa a un sujeto para otro significante. Es la estructura, sueño, lapsus y rasgo de ingenio, de
todas las formaciones del inconsciente” [2005: 819].
108
El efecto Saussure
La significancia y la significación de Saussure a Lacan
15
No ahondaremos aquí en otro préstamo-desvío efectuado por Lacan de los planteamientos respectivos a
metáfora y metonimia (y a la figura retórica de la sinécdoque) de Roman Jakobson.
109
Andreas Ilg
110
El efecto Saussure
La significancia y la significación de Saussure a Lacan
v
La letra es para Lacan lo que inscribe la ley del significante en el inconsciente. La
letra es así un trazo que marca una diferencia que se inscribe como una apertura,
que el significante siempre indicará sin nunca poder colmarla.16 El significante, por
así decirlo, “inviste” y “reviste” esta apertura y le confiere un borde, convirtiéndo-
la en una zona. Ante lo indecible de este trazo, el significante lo vuelve narrable.
Pero un significante en relación con su significado siempre remite a otro signifi-
cante y es el sujeto que en este juego incesante se manifiesta como efecto del sig-
nificante y que se asoma en las formaciones inconscientes, particularmente en lo
que aquí hemos explorado como rébus en el caso del sueño. Es en el momento de
una significación en la que aparece el sujeto, una significación que, no obstante,
nunca coincide con lo que pretende significar. Por eso el sujeto es representado por
un significante para otro significante. La diferencia que inscribe la letra y que in-
sistirá en las formaciones inconscientes queda velado por el significante, pero es en
las significaciones múltiples que metafóricamente se logran hacer, donde el sujeto
puede narrar lo inefable de este trazo originario inscrito en el cuerpo. Aunque esta
narratividad nunca alcanza lo que describe, es en su connotación en la que el sujeto
es capaz de tomar distintas posiciones frente a estos trazos que lo constituyen. Ahora
16
Aquí habría que diferenciar entre trazo y letra, ya que un trazo deviene letra en cuanto significante escritural.
Es decir, lo que Lacan llama “letra”, sólo retroactivamente devendría tal al significar como “letra” al trazo inenarrable.
111
Andreas Ilg
bien, ¿de dónde provienen estos trazos? Lacan le asigna un lugar que llama “Otro”
y que en la infancia corresponde a la madre. Ella inscribe estos trazos en el cuerpo
del infante y Lacan llama a estos trazos “letra” y “goce” a su efecto en el cuerpo. No
podemos aquí desarrollar estos conceptos pero quisiera referirme brevemente a un
texto de Serge Leclaire que permite ilustrarlo hasta cierto punto. En su libro Psi-
coanalizar. Un ensayo sobre el orden del inconsciente y la práctica de la letra (1968),
Leclaire da el ejemplo de una madre cuyo dedo “juega «inocentemente», como en
el momento del amor, con el exquisito hoyuelo junto al cuello” del bebé, ilumi-
nándose el rostro de éste con una sonrisa.
Puede decirse que el dedo, por su amorosa caricia, viene a imprimir una
marca en ese hoyuelo, a abrir un cráter de goces, a inscribir una letra que
parece fijar la inasible inmediatez de la iluminación. En este hoyuelo se abre
una zona erógena, se fija una diferencia que nada podrá borrar, pero en la
que se realizará de manera electiva el juego del placer, siempre que un objeto
cualquiera venga a reavivar en ese lugar el brillo de la sonrisa que ha fijado
la letra. / Vemos con más nitidez, en este ejemplo, que la inscripción erógena
la hace posible el hecho de que el dedo que acaricia sea en sí mismo, para
la madre, zona erógena: ese dedo, en su esencial valor libidinal, puede
decirse que es el “porta-letras” o inscriptora, en la medida en que, zona
erógena de la madre, una letra fija en su pulpa el intervalo de una diferencia
exquisita [Leclaire 1980: 73].
El “cráter de goces” marca una diferencia cuyo agente es la letra: imprime una
apertura. Ahora bien, para Leclaire, en relación con lo que Freud afirma en torno
al objeto de la pulsión, “se manifiesta en seguida, ‘en lugar’ de la letra perdida” en
esta apertura, un objeto que nunca coincide con aquel dedo que la fijó. “Tomar el
cuerpo a la letra —concluye Leclaire— es, en suma, aprender a deletrear la orto-
grafía del nombre compuesto por las zonas erógenas que lo constituyen; es reco-
nocer en cada letra la singularidad del placer (o del dolor) que fija, y advertir al
mismo tiempo la serie de objetos en juego” [Leclaire 1980: 76].17 El sujeto, efecto
17
Aquí incluso podríamos volver a Michel Arrivé sobre el puente que establece entre “símbolo” del sueño y
“letra”. Arrivé habla de “inscripciones […que] ponen en juego un alfabeto”, “grabadas en la sustancia de la piedra:
constituyen, al mismo tiempo que conservan, la huella del gesto de quien las ha grabado” [2014: 72}. “Bastaría un
ligerísimo deslizamiento terminológico —pasar de la letra al significante”, en cuanto Arrivé, basándose en Saussure,
112
El efecto Saussure
La significancia y la significación de Saussure a Lacan
del lenguaje, ahora tratará de buscar palabras que puedan volver narrable a esta
apertura y es en las formaciones del inconsciente, donde aparece lo que insiste de
la letra que trazó esta apertura. Es lo que Freud llama el ombligo del sueño, no
interpretable, en torno al cual se manifiestan las formaciones propias del trabajo
del sueño, como un borde de significación. De hecho, puede pensarse que si la
significancia es un desbordamiento —como lo plantea Barthes— la significación
es la puntuación que hace borde, punto de almohadillado, como lo indican Nancy
y Lacoue-Labarthe.
Ahora bien, las interrupciones en la cadena significante, franqueamientos
metafóricos de la barra, permiten el surgimiento del sujeto precisamente entre un
significante y el anterior y la detención momentánea de la cadena significante —
bajo la cual se desliza el significado— para hallar un nexo de significación. Ese es
el momento en el cual lo “plural del texto” para Barthes, y lo polifónico del sueño,
permitiéndonos este sintagma conjugando a Kristeva con Freud, encuentra su
“Bedeutung”.18 Y en este contexto podríamos retomar a Benveniste pensando la
significancia como posibilidad de significación, más de una significación cuyo
sentido siempre sería equívoco. Por eso, para Freud, la Deutung de un sueño es
siempre una exploración connotativa cuya Bedeutung surgirá como puntualización,
a su vez que abre una nueva vía de sentido.
Los conceptos de Saussure de “parasema” y de “aposema” tal vez puedan re-
lacionarse con este último proceso siendo, por un lado, una red connotativa y por
el otro, en cuanto al aposema, “como cosa despojada de su significación o de sig-
nificación” [Saussure 2004: 101], deviniendo el “resultado iterativo de una semiosis
interminable”, como sostiene Jäger [2010: 156-160]. Sin embargo, falta discutir
más esta última idea que aquí suspendemos para otra exploración.
piensa el “símbolo como desunido de lo que significa” [49], “símbolo separado de su sentido, significante sin signi-
ficado” [50] y así lee el deslizamiento incesante del significado bajo el significante de Lacan como un “deslizamiento
indefinido del significado bajo el símbolo” [49] en el trabajo del sueño.
18
Por cierto, es también una idea que sostiene Jacques Derrida, véase “Fuerza y significación” (1963), en La
escritura y la diferencia: “la metáfora […] orienta la búsqueda y fija los resultados”, mientras que la “fuerza […] es lo que
resiste a la metáfora”, siendo la fuerza “una cierta equivocidad” [1989: 28, 31 y 40]). Ese texto, como muchos otros de
Derrida podrían servir para seguir discutiendo esta problemática.
113
Andreas Ilg
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y nn.). Clara Ubaldina Lorda Mur (trad.). Gedisa. Barcelona.
115
El neo-saussureanismo:
¿revisión o invención?
1
Estudios de Psicología (unam), licenciatura en Lingüística, maestría y doctorado en
Antropología Social (enah). Profesor de asignatura en la licenciatura y posgrado de la enah,
en el Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura (iconos) y en el Centro de Estudios
Cinematográficos (cec).
117
José Luis Valencia González
2
Considera que “[…] las totalidades estructuradas concierne a sus leyes de composición, éstas son, estructuras
por naturaleza y esta constante dualidad o más precisamente bipolaridad de propiedades […] que se explica en pri-
mer lugar el éxito de esta noción […] como la del orden […] una actividad estructurante sólo puede consistir en un
sistema de transformaciones” [Piaget 1974: 14].
118
El efecto Saussure
El neo-saussureanismo
3
Hay distintas editoriales que publicaron Curso de Lingüística General de Ferdinand de Saussure, la que yo dis-
pongo corresponde a la serie de “Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo”, colección editada por Editorial
Planeta-De Agostini, Barcelona, 1985.
4
Ferdinand de Saussure, Escritos sobre Lingüística general, Simon Bouquet y Rudolf Engler (ed., int. y nn.),
Antoinette Weil (col.), Clara Ubaldina Lorda Mur (trad.). Editorial Gedisa. Barcelona. 2004.
119
José Luis Valencia González
por ahora, más como observador que como partícipe, quiero comentar que noté
una transformación en la perspectiva de las academias lingüísticas, que ahora
entiendo, querían prepararse para darle la bienvenida a un Saussure “recargado”,
que en un intento por ser protagonistas del evento revolucionario, impulsaron
urgentemente los cambios prospectivos de los programas del plan de estudios en la
enseñanza de la lingüística.
Fue entonces que, desde principios de este siglo, se impusieron fronteras in-
flexibles, inamovibles e impermeables para el abordaje académico, hermetizando
las estructuras sincrónicas de la lengua, que si bien tiene sesgos aislados, la realidad
es que quedaron vetados el sujeto, la historia, la ideología y la cultura, para enca-
jonar finalmente una lingüística idealista y positivista, huyendo de la confrontación
con las condiciones de producción de las materializaciones y funcionamientos del
lenguaje5 y rezagándola a los modelos teórico-metodológicos de la primera mitad
del siglo pasado.6 De hecho, y dicho sea de paso, en el mismo sitio donde existió
un posgrado de ciencias del lenguaje, a pesar de que nunca funcionó como tal, se
transformó en un funcionalista posgrado de lingüística, algo que alejó a los estu-
diantes y eliminó los beneficios de pertenecer al estatus de la excelencia, de acuerdo
con los parámetros que establece el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(conacyt).
Durante ese tiempo examiné un volumen de Saussure, se trataba de las Fuentes
manuscritas y estudios críticos, recopilados por Robert Godel.7 En él pude percatar-
me por primera vez que el misterio de Saussure generaba angustia en algunos es-
tudiosos y, era obvio, si en su obra central, que es el clg, impunemente está ausente
cualquier otro tipo de referencia, pues cuesta trabajo creer que de sus publicaciones
solamente se reconocen dos: su tesis doctoral Memoria sobre el sistema primitivo de
las vocales en las lenguas indoeuropeas y Sobre el empleo del genitivo absoluto en
sánscrito;8 pero no había notas escritas con su puño y letra, que permitieran a todo
biógrafo conocer en profundidad el pensamiento real de tan destacado personaje.
5
Propuesta de la línea de investigación del Análisis del discurso y de la semiótica de la cultura de la profesora
Julieta Haidar del posgrado de Antropología Social de la enah.
6
<http://www.enah.edu.mx/index.php/lin-plan>.
7
Ferdinand de Saussure, Fuentes manuscritas y estudios críticos. Siglo xxi editores. Publicación a cargo de Robert
Godel en francés como Les Sources Manuscrites du “Cours de Linguistique Générale” de Ferdinand de Saussure (1957).
1971.
8
Mémoire sur le système primitif des voyelles dans les langues indoeuropéennes (1879) y De l’emploi du génitif
absolu en sanscrit (1881).
120
El efecto Saussure
El neo-saussureanismo
Tal incertidumbre estaba haciendo estragos entre el mundo de los expertos del
estructuralismo lingüístico, exigidos por la hegemónica epistemología positivista y
por tales condiciones emergía una especie de idea especulativa, como si el padre de
la lingüística y de la semiología hubiera sido producto de una invención.
De cualquier forma persistía un problema mayor, de acuerdo con los críticos
posteriores, el texto de las Fuentes manuscritas y estudios críticos no resolvería las
contradicciones saussureanas; ni Godel [1977], ni algunos otros citados por François
Rastier, lograron encontrar los argumentos que resolvieran las confusas “carencias”
saussureanas; la angustia continúa pendiente, sin mucha esperanza de resolución,
aunque —según Rastier— parece que uno de ellos sí lo logra pero no quedan ex-
puestos los descubrimientos que efectivamente cambiarían el rumbo de la historia
de la lingüística.9
Desde un sentido más optimista, hay que considerar que la riqueza de la
compilación de Godel es que aparecen consagrados lingüistas que le dedican am-
plias reflexiones en torno a las propuestas de Saussure, ellos son: Greimas, Wells,
Benveniste, Hjelmslev, Starobinski y el propio coordinador, Robert Godel. Desde
luego, están dispuestos en una amplia gama de estudios del lenguaje pero contun-
dentemente fundamentados en el estructuralismo; sin embargo, es con estos teó-
ricos donde se puntualizan otros alcances en temáticas heterogéneas que el propio
Saussure no había advertido, todo esto debido a esa doble naturaleza de los fenó-
menos del lenguaje que planteó, por un lado la noción de sistema y por el otro
como unidad constituido por el signo. Se derivan entonces distintos niveles inclu-
yentes que puede colocar a Saussure como un filósofo del lenguaje o como un
promotor de los estudios culturales. De tal modo, que se amplían ya a cinco enor-
mes vertientes: la lingüística repleta de expertos, representados por las escuelas de
Praga con Jakobson, Trubetzkoy y Mukarovsky; la de Ginebra, con Bally y Seche-
haye y la Americana de Bloomfield; en torno a la semiológica sin duda aparecen en
primer plano A. J. Greimas, R. Barthes y P. Guiraud; el razonamiento axiomático
está en los Prolegómenos de Hjelmslev; en la antropológica, Claude Lévi-Strauss; y
en la filosofía del lenguaje con Merleau Ponty, y de ahí una enorme proliferación de
9
“Hace algún tiempo, un colega tituló una recopilación de artículos En busca de Ferdinand de Saussure y con-
cluyó, decepcionado, que su búsqueda había sido vana. Igualmente proustiano pero más optimista, el título Saussure
reencontrado podría convenir a este libro, pues no sólo varios textos importantes de Saussure fueron descubiertos
hace 20 años, sino que hoy obligan a reencontrar el pensamiento de Saussure para reorientar tanto el destino de la
lingüística como también, más ampliamente, el de la semiótica” [Rastier 2015: 10].
121
José Luis Valencia González
estudios de las ciencias del lenguaje, aun así el texto no dejó satisfechos a los pro-
saussureanos.10
Casi contemporáneamente, revisé el texto de Charles Bally, El Lenguaje y la
vida,11 quien ya desde su propio balcón intenta difundir sus propias investigaciones
lingüísticas. Es obvio que está formado por su maestro Saussure, después de ser
junto con Sechehaye los productores del clg, inicia una revisión con una serie de
reflexiones sobre lo que él mismo no le aclaraba. Para empezar, hace lo que Saussure
no, salta de lo sincrónico a lo diacrónico para analizar el desarrollo de los estudios
sobre el lenguaje, lo que los maestros de nuestro autor principal le habían transmi-
tido, la influencia de la teoría evolucionista era patente y la aplicación de la lingüís-
tica comparada era el método. Se sabe que Rasmus Rask y Franz Bopp lograron
identificar el parentesco entre los lenguajes del latín y el griego con el sánscrito
porque se derivaban de una lengua común que le denominaron indoeuropea. Con
ello se puede apreciar que el difusionismo lingüístico logró algunas aportaciones,
pero, por otro lado, la aberración imperialista de suponer que habían lenguas más
evolucionadas que otras, en esos tiempos, parecía inobjetable. Así que la contribu-
ción saussureana a las ciencias del lenguaje, que pasó por inadvertido lo menciona-
do y colocó a todas las lenguas en un mismo estatus fue el parteaguas histórico. Y
como afirma Bally: “Si los gramáticos de antes de 1800 hubieran estudiado el
lenguaje sin miras utilitarias, con principios puramente científicos, nos hubieran
suministrado una teoría de los estados idiomáticos de la lingüística actual […]”
[Bally 1941: 19]. Con ello demuestra Bally que también no se sentía satisfecho con
lo aprendido de su maestro, para él, como se había planteado, al lenguaje le faltaba
alma, la fuerza vital de su existencia. A partir de eso, la primera parte de su obra se
va a perfilar para rescatar la función espiritual del lenguaje, es decir, el lenguaje será
la expresión de la comunicación con la vida como si fuera su substancia primaria.
Sumándole a lo anterior, Bally también profundiza sobre el uso de la lengua,
en terrenos de lo que ahora consideramos con la retórica, pero que sin tenerla bien
definida la planteaba en sus concepciones estilísticas. El problema radicaba que, desde
su esquema comparativista, le preocupaban más las formas utilizadas por distintos
10
“El título de la obra que en 1957 inaugura la era de las investigaciones exegéticas saussureanas, Las Fuentes
manuscritas… es totalmente ambigua en cuanto al análisis del corpus de autógrafos que agrupa: efectivamente, gran
parte de ese corpus no sirvió en modo alguno de fuentes para la elaboración del texto de Bally y Sechehaye” [Saussure
2004: 17].
11
Charles Bally, El Lenguaje y la vida. Editada por primera vez en español en 1941 por editorial Losada, Buenos
Aires. Publicado por primera vez en francés como Le Langage et la vie. 1926.
122
El efecto Saussure
El neo-saussureanismo
lenguajes para decir lo mismo, es decir, sentía que el comportamiento de las lenguas
buscaban por su naturaleza una mejor manera expresiva con esa tendencia “retórica”
pero, de acuerdo con aquella definición de ser el arte de hablar, no le satisfacía, por
lo que se inclinaba hacia la tendencia de lo que ahora denominaremos como los
problemas de traducción. Para resolver su ubicación metodológica la denominó
entonces como estilística y eso le permitió llevarla a distintos niveles analíticos,
desde las estilísticas de la fonología, del vocabulario, de la sintaxis, de la diferencia
entre lo “oral” y lo “escrito”, en la interjección y frase exclamativa, hasta otros
ámbitos como algunos tropos o figuras retóricas.
Definitivamente se requeriría un gran esfuerzo para analizar con detalle las
aportaciones de este extraño libro, seguramente pudiera ser el “eslabón perdido”
que se necesitaría para conocer mejor a Saussure, principalmente por el apego que
debería tener Bally con su maestro, lo que sería vital para la comprensión amplia
de Saussure; no obstante, el problema que noto y por eso lo califico de extraño, no
por anormal sino por desconocido, es que no está citado por los estudiosos de
Saussure o de la lingüística general, eso lo puedo afirmar a partir de la amplia gama
de libros que revisé exclusivamente para reconocer su referencia. En concreto, Bally
es reconocido por la elaboración del clg, pero no por su propia obra.
Alejándome un poco de las temáticas anteriores, ya desde una esfera más
pragmática, como se propuso desde el principio, es digno mencionar que lógica-
mente el movimiento neo-sassureano alcanzó, y en mejores condiciones que las de
México, a otras regiones latinoamericanas, aspecto que comprendí con la experien-
cia que tuve cuando asistí al i Coloquio Nacional de Retórica de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, efectuado en el mes de marzo
de 2010. En aquella ocasión me enteré que se abrió una nueva corriente saussurea-
na en la carrera de Lingüística, con base en el apartado de la Doble esencia del
lenguaje de los elg de 1996, que promovían la premisa de un Saussure totalmente
desconocido. Los hallazgos de unos escritos, que se dice, fueron encontrados en
distintos espacios de su casa, me llenó de curiosidad y acudí como espectador a la
“mesa” que habían constituido. Escuché atentamente sus exposiciones y captaba
con extrañeza que oscilaban indistintamente con los términos de significado y
sentido para referirse a la semántica y a la semiótica en un ambiente confuso; al
finalizar indagué que se estaba presentando nuevamente un reiterado reduccionis-
mo, semántica y semiótica correspondían a un mismo orden, lo cual me generó
una lamentable desencanto. La contradicción ha sido el problema que han mos-
123
José Luis Valencia González
124
El efecto Saussure
El neo-saussureanismo
De no haber sido así, la semiología no hubiera alcanzado los niveles que tiene
ahora, es decir, el camino que preparó Saussure la dejó establecida, a pesar de que
muestre enormes limitaciones y su elaboración no haya sido de su puño y letra.
Regresando un poco, es verdad que, según el clg, Saussure planteó una doble
esencia del lenguaje: lengua y habla, que posteriormente se hicieron grandes esfuer-
zos por unificarla [Galan 1988] y que él evitó ingresar al campo del habla por
considerarla subjetiva, pero es ahí precisamente donde podemos ubicar su modelo
del signo, el cual se fue complejizando paulatinamente por los semiólogos o semió-
ticos posteriores, pasando de un modelo base Signdo./Signte. (significado/significante),
para llegar hasta el plano de la expresión/plano del contenido, enriquecidos cada uno
de ellos por más elementos, de tal forma que rebasamos el metalenguaje heredado
como el de la significación que es la relación entre el Signdo. y el Signte., para trans-
formarse en semiotización, que sería la relación que hay entre la significación del
plano de la expresión y la significación del plano del contenido; y el sentido se da cuando
se contextualiza multidimensionalmente por las condiciones de producción y re-
producción semiótico-discursivas. Con este fundamento se esclarece la distinción
entre las ciencias de la Semántica y de la Semiótica,12 es decir, se entiende que la
significación fluctúa entre conservación de las formas estructurales y las dimensiones
histórico-culturales como la ideología; pero la semiótica ya no tiene fundamentos
estructurales por más esfuerzos que haya hecho Greimas para generalizar la estruc-
tura.
La semiosis ya está inmersa en la praxis socio-histórico-psico-cultural. Este
entendimiento no se hubiera logrado sin las bases sustanciales saussureanas, que
fueron afianzadas al complementarlas o enriquecerlas con otras aportaciones de
estudios desde distintos macrocampos del saber; ejemplos maravillosos de ello,
agregados a las cinco vertientes que ya se mencionaron, está la parte cognitiva que
se suma con la gramática generativa de Chomsky y en el enfoque cultural, la for-
taleza de la semiótica de la cultura que coloca a la Escuela de Tartu sobre la postura
lévi-straussiana. Tratar de resquebrajar a Saussure para destruir toda una trayecto-
ria teórico-metodológica cimentada por varias generaciones, para suplantarla por
un neo-saussurismo que replantee todo ese camino, apunta a una lucha metodoló-
gicamente estéril.
12
Se comenta que en el i Congreso Internacional de Semiótica en 1969 se dispuso utilizar Semiología para
el lenguaje verbal y Semiótica para lo no verbal, pero la práctica ha derivado que el término de Semiótica se utiliza
indistintamente.
125
José Luis Valencia González
126
El efecto Saussure
El neo-saussureanismo
lingüista como a otros estudiosos que han fortalecido las ciencias del lenguaje.
Desintegrar o derrumbar esa tradición que ha sido producto de una historia de
larga duración es un sueño imposible. Afortunadamente, en este espacio tenemos
la oportunidad de recibir los argumentos y las aportaciones que nos ofrecen quienes
aspiran a acercarse a un Saussure desconocido y, con ello, resignificar su legado.
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127
Constancia de participación en la organización de la mesa “Homenaje a Saussure”, en las xii Jornadas
Antropológicas de Literatura y Semiótica de la enah realizadas en septiembre de 2016.
Epílogo
129
Luis de la Peña Martínez
Con ello, se presenta una imagen de Saussure como alguien que se encontra-
ba en la transición entre dos formas de concebir y practicar el estudio de las lenguas.
Por un lado, Saussure pertenece a una tradición de filólogos que basados en los
escritos y libros de la antigüedad han examinado la aparición y evolución de las
lenguas indoeuropeas. Por otro lado, se pone atención a los fenómenos y el fun-
cionamiento de las lenguas modernas en una perspectiva actual, o aún más: a-
histórica.
Esta doble condición hace que en el “Prefacio” se muestren otras paradojas
igualmente significativas, como por ejemplo la que se da entre la búsqueda de un
paradigma distinto de estudio de los fenómenos lingüísticos y la larga tradición de
conocimiento acerca de esta problemática, señalada de forma abrupta en la “Ojeada
histórica al desarrollo de la lingüística” puesta al comienzo del cgl.
Así, en el “Prefacio” se presenta una situación conflictiva cuando se muestra
la oposición entre el Caos y la Ley, ilustrados por la situación de la lingüística
contemporánea a Saussure (la de los comparatistas históricos de las lenguas indoeu-
ropeas, o los de las lenguas romances como Diez) y la necesidad de asentar los
fundamentos de una ciencia lingüística con un objeto de estudio propio. Asunto,
este último, que nos da la clave para interpretar el “Prefacio” y el cgl como un
intento de fundamentación epistemológica en el campo del saber lingüístico.
Qué de lo dicho en los tres cursos debía rescatarse y qué descartar, y en qué
orden presentarlo y desarrollarlo, no era un mero asunto de “edición” de escritos,
sino una labor de creación y recreación de un objeto teórico cuya denominación
no era simple: el objeto “lengua”. Era, ante todo, una operación de desmontaje de
conceptos, nociones e intuiciones aceptados por el uso y el “conocimiento común”
(en el sentido bachelardeano) frente a la “puesta en escena” de una formación
discursiva diferente, apenas avizorada, que conformaría el par lingüística-semiolo-
gía, o, si se prefiere, el de una semiología lingüística.
Tal vez, en ese sentido, el “Prefacio” sea un aporte poco reconocido a la re-
flexión sobre la construcción de la lingüística como una disciplina autónoma,
aunque en ese intento se abandonará una riqueza de planteamientos y abordajes
por igual sugerentes.
Si el cgl representa un hito en el despegue y demarcación de una lingüística
“científica”, el “Prefacio” es la pieza fundamental para esta ingeniosa maniobra. El
temor a lo “heteróclito” es la motivación de este esfuerzo. Lo “heteróclito” del texto
(formado con remiendos de otros escritos) y del mismo lenguaje, como algo incla-
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El efecto Saussure
Los susurros de Saussure
au-
sure
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Programa del Coloquio conmemorativo “A cien años del Curso de Lingüística General de Ferdinand de
Saussure”, realizado en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam en noviembre de 2016.
EL EFECTO SAUSSURE
Se terminó de imprimir en 2017, en los talleres de
Ediciones del Lirio S.A. de C.V.,
ubicados en Azucenas 10, col. San Juan Xalpa, del.
Iztapalapa, C.P. 09850, Ciudad de México.
Se compuso en tipos Adobe Garamond Pro de 16, 13
10, 9 y 7 puntos y Adobe Jenson Pro de 8 y 7 puntos,
se imprimió en papel Bond ahuesado de 90 g.
600 ejemplares
Diseño de Logotipo:
Miguel Martínez Montoya