Está en la página 1de 17

El.

LEGADO FILOSÓFICO Y CIEN1ÍFICO DEL SIGLO XX

ricano muy bien informado de la inteligencia artificial (a cuyo modelo de


hombre de Turing opone el modelo fenomenológico-hermenéutico-heidegge-
riano de «estar en el rnundo»), es autor de un excelente comentario a Sery tiem-
/,0: Being-in-tbe- World: A Commentary on Heidegger's, «Being and Time» (Cam-
bridge, Mass, y Londres, M.I.T. Press, 1991). Sobre Heidegger y el nazismo
son particularmente interesantes la introducción y comentarios de Ramón Ro-
dríguez a su edición del discurso rectoral de Heidegger (Madrid, Tecnos) y el
libro de Hugo Ott, Martin Heidegger (Madrid, Alianza, 1992).

COLECCIONES DE OBRAS SOBRE PENSADORES CONTEMPORÁNEOS

1. Wadsworth Philosophers Series. La editorial norteamericana Wadsworth


posee una colección popular de breves monografías de aproximadamente un SEGUNDA PARTE
centenar de páginas cada una sobre pensadores de todos los tiempos, clásicos
y contemporáneos. El pensamiento fiwsófico occidental
2. Con un criterio similar, Luis ]iménez Moreno dirige en Ediciones del
Orto de Madrid la colección «Filósofos y textos», que programa pequeños en la segunda mitad del sigw xx
volúmenes sobre pensadores de todas las épocas, con mayor atención que
ot r,15colecciones al pensamiento español. Cada uno de esos volúmenes consta
(1946-2000)
de una introducción a cargo de un experto y una antología del pensador en
( ucstión.
J. Cambridge Companions to Philosophy: La editorial Cambridge ofrece una
excelente serie de libros guía (Companions), de mayor nivel que los anteriores,
y ('1) ada uno de los cuales concurren varios especialistas, asimismo dedicados
,1 los grandes pensadores de todos los tiempos. Entre los contemporáneos
(Ol)lCI nientes a este período (primera mitad de siglo y precursores) figuran
l Luwin, Pcirce, Brentano Nietzsche, Russell,]ames, Husserl Freud Heidegger,
yS,lIt\"(:.
'1. HI' Arguments of the Philosophers. T ed Honderich dirige en la editorial
I{!l\ltInlge un.i e le ción también dedicada a los grandes pensadores, pero en
dI 1I111('1,1(1.1volumen está compuesto por un solo autor. Entre los conternpo-
1.IIII'm. ~Oll tl,ll.1dos en sendos volúmenes Peirce, Frege, Nietzsche, Meinong,
II\I~~('''. '.IIItt·S Dcswey, Bergson, Santayana, Moore, Russell y Wittgenstein.
" 1~1l\11 veric Denker [pensadores] dirigida por Ottfried Hóffe, la editorial
111111,111,1Hn k recoge, con criterio más popular que la anterior, monografías sobre
111'11\,1(101es de todas las épocas.
6, 1..1s -ric Library rfLiving Philosophers. La editorial Open Court de Chica-
go IlIir ió .n 1939 una colección dirigida por Paul Schilpp (a quien hoy sucede
I,('WIS Edwin 1Ialin) que recoge en gruesos volúmenes la filosofía de grandes
pcns.ulorcs del iglo xx. Cada uno de esos volúmene consta de una autobi -
gl.dl.l intelectual del pensador en cuestión, una serie de artí ulos d spe inlis
I.1.Stlist inguidos que discuten críticamente su filosoíla y respuesta del autor .1
('s.lS ultit.ls. Los nombre de Whit h ad, Einstein, Russ 11, Moorc, Dcwcy,
S,lI1LIY,lll.1 • .J,l~lwrs. Maree] y Suuc figUI.1I1en 'S,I col x ción.

\tI
6 ~
o r--,
r: ... r-,
V"l
o:
00
<o
o:
o "
u OJ
~..§
~~ r-,
-e-
V"l

O
V"l
" u
"0:00
U
t-,
-o
U
u
o: ..~]
~~
¡::
¡:¡
V"l¡:QV"l
'"
<o ~¡:Q

~ 5: ~
~
.c
Elo:
o: ••o:
bl)
U
_
U
1:: ~ t:
o:
bO
U
.¡::
J3
::1
~~o ~
t:: ~ "
'"
OJ
::l •..•
OJ
V>

U" U
~U
000 O"~
N N
~ ...
r-, <o
~ON
" .•...
:g.g
• OJ

,, '" .,.,
V"l
~~ e
s
U
~.-
~~
~ o
::1 >
V"l

.,., ~
.,.,:l ~~
V':lV)c-.o

~~~~~ B ~ ~~~
Qj~

., I' z ...-o " ::1


.b '"
~ "O'"
~ .b
'D~~J5J5~g~~~~~ 5 e,
~~
¡::

~
V)
.,!.¡:Q "

.5
o
Si:
"'V)

B~ §i:·n¡ g E §2~ 8 B::l.~1:: •..• OJ

p. ;5Q V)
,,'u
I-<....l j:J~~~~&Q~QQ¡;;:
V)

_"d
"'"o
OJo OJ
"O e, 8
1;1 ...
r-,
.,.,
o ::o
cr-: 8.. Q'J ::l
~ ~ ~
o
-o "''''
~e.o ·0 g~ Introducción
~ t;~ U .,., .,.,
00 ~ '"
g¡¡ U
~
<o
~J5 .§ ~ s
&: ~
~~
"ou " ""¿e
¡::
""
~
·v"
¡:j ~& 0..- " El pensamiento occidental en los años duros
..3~
"O "O
.- c.. ·v '" B OJ
~II u ~ U
"O
'v'v
1 :r:~ :r: ~ o'" :r: :r::r: lS'Jj~
o - o.. de la guerra fría
.,.,
o "'w_
§B{l
'"
el f- o MANUEL GARRIDO
,,' ¡.: .b
o .,.,
.,., "''" ...
00
<e
~
OJ
-o.~ ~
" OJ

~~ e-,
u ~'"
§~ "§
"
'o
¡::: o,
el ~ o
E :l ~ § u
._

~E-g
@
ti) ~

úJ~ o ~ .s:
La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa determinaron en
I «:
"O
~'"
'" ee
:r:~
ee
:r: ji=~
.1 [~ ~ distinto grado un nuevo mapa de Europa y un nuevo juego de fuerzas
1
~I
OJ
"O."
~ ~
OJ
políticas y económicas, y con esa circunstancia vino a sintonizar de aI
11 ~~ '".,., .,., .•..."Q.JO
..c(';$"0 guna manera la drástica transformación que tuvo lugar entonces en el
~ :2
LJ f"
...
00 00
.,.,.,.,
••.'0 <e
~ ~:E~
~ e ·0 ~.,., o
-o u
¿g.atE modo de hacer filosofia y en la prioridad de sus contenidos. Baste corn
LJ el
S ~~
ii ~ parar, para evidenciarlo, el paisaje filosófico de la Europa de principios
1-<
€ -5 ",u-
~ O
¡:¡ -"'o
:::>-
....l¡:Q
'"
V) ;;;: " ~8 '"~
OJ de siglo con el de los años veinte y treinta.
'"
<e
-g",So Una serie de cambios no menos drásticos determinó la Segunda
"," <il-~
1 0 <o
.:g, o-; 1: ~ ~O" Guerra Mundial en esos mismos ámbitos y a nivel planetario, con In
;~ ~; ,"
..0.-
~I <e
8
o <il
-t-
.,.,
00 .¡:: 2 V>
particularidad de que la expansión del poder de las dos grandes super
::-: ~, X. '".,.,u
::l OJ
.1
1 ,. rt,
~ So c·~> ~OJ potencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética, condicionó desfa-
o ~ ~u ¡::
.o
~~c8
"·1 [' -. :r: ¡:Q ~ U u o OJ vorablemente el desarrollo autónomo del pensamiento en el continen-
t'dt""'d

00
.,.,
r-
" OJ '"
te europeo. Cualquier persona que hubiera estado familiarizada con el
-r r-" <e OJ -.~
Ifj ••~ paisaje global de la filosofía de Occidente en los años treinta debió sen-
.o -e- ,,"" '" 00 So<il 'o
u V"l
~~
I r.()"' 00
;j o t-,
'" _OJ-
"'"O o tirse tremendamente desorientada y perpleja al tratar de otear ese pai-
I~
,)l' ~
~
1',I 1 ~
·;1~~5
~".o
V"lV"l

~Ol) ~e
'"

._ o
0:"0
¡::

S~
'" o'"
~O'\'-D~~
v lr'¡ v
fS: .s
ti
c::
~~2
~ § ~El
[
'"
2
2'"
~'"
El ¡j
OJ ::l "
g.~8 saje veinte años después.
~~ UEa S
o ¡::
ee :::> .00
.8.0
g. ~] 0·-
es ~ ~
I~I
-
u<=<:<=<: 1-< &8 u> &¿&~ª "'"~u ~ d& .•..•cr'''0
,6h o '0
Debemos a José Ferrater Mora 1, una lúcida cartografía de ese paisa-
o ~1ií~ je contenida en la segunda parte de su libro La filosofla en el mundo di'
'"
.. ~¿
'
I,~
V"l

.s V"l
r-
V"l
.,.,
o-: '"
<e -c
es "'O ~
boy, que apareció publicado en lengua castellana en L 959.
~ V"l -c "OO~

§5
U
"," a-
3'"0"0
8o
e ¡::
a-S\ í9 §~~ o "'~ o
,1 . -er- " " ~ ·jL ~ '" ¡;j
]"
~ ~ 8 u
H. !.J u u
..,...¡:: ~ ¡;.o:~ o:
:l " ¡; 1 El pl'I1~;ld()1 c.u.il.in, rnundi.ilrucnt« conoc ido, .Im(· FCII"lll'l' Mor.i (1912 l'i'i 1)

jiJ .;?o ~
.b
«:¿ m 'B' 1.1hq\l·11101lf.1 lid pl'I1\.llIlil·111O l·\p.1I10Il·l\
-
----
V)O V)

--
V)

~- ._) o
'" u
IOl11p.llll' tOlI Zuhlli 1.\ \l·f\III1(1.1 mit.id tll' \1

\9
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX
INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

1. EL «FLASH» DE FERRATER MORA: LAS TRES FILOSOFÍAS 1.1. El imperio filoscfico de «los europeos»

Esa segunda parte del libro que acabo de mencionar es un breve En él se agolpa, según Ferrater, «un número sorprendente de ten-
ensayo de treinta páginas titulado «Las tres filosofías», en el que Perra- dencias [...] Múltiples formas de fenomenología, infinitas variedade
ter hace gala de una imaginación, un alcance en su visión de conjunto de existencialismo, sutiles matices de escolasticismo, residuos de idea-
y un buen tino en sus juicios que nos hacen recordar a Ortega, a quien lismo, neokantismo y positivismo, filosofias de la vida, de la historia y
él consideraba maestro suyo, aunque no hubiese sido fisicamente de la acción, vitalismo ..., personalismo». Sin embargo, «hay cierto nú-
miembro de la orteguiana «Escuela de Madrid». mero de temas que vuelven una y otra vez dominando el clamoroso
Como aperitivo introductorio a su cartografia del entonces nuevo tumulto de la filosofia europea [...] El sery la nada; la esencia y la exi -
paisaje filosófico mundial, Ferrater recurre al artificio de evocar el pa- tencia; la inmanencia y la trascendencia; lo absoluto y lo relativo; la
norama de la filosofia medieval anterior a la síntesis de pensamiento temporalidad y la intencionalidad; la infinitud y lo finito; la media
elaborada por Tomás de Aquino. Con anterioridad a dicha síntesis ha- ción y la intuición; la vida y la muerte; la razón y lo irracional; el a t
bía, en tomo al año 1200, tres filosofias o tres continentes filosóficos, yel cumplimiento [...] ées necesario mencionar otros temas para ates
el pensamiento cristiano, el islámico y el judío, que compartían impor- tiguar que la especulación metafisica ha invadido a fondo la escena f
tantes factores comunes en cuanto a su temática filosófica y en cuanto losófica europea?» Pero Ferrater advierte que «llega siempre, en ¡-, .ro,
al modo de abordada, pero que, sin embargo, a la hora de intercomu- un momento en que todos los problemas aludidos acaban por dcscm
nicarse mantenían un diálogo de sordos. bocar en una cuestión central y omnipresente: «[ué es el hornbr .?», 1111
Análogamente, sostenía Ferrater en su ensayo (fechado, no lo olvi- tema respecto del cual «la corriente existencialista y las afin 's .1 dl.I'
demos, en los años cincuenta del pasado siglo): «El planeta se halla hoy [...] son, por así decido, su "tropa de choque", su punta de lanza, \11 di
escindido en tres colosales imperios filosóficos, y aunque las relaciones visión más aguerrida y agresiva». «Esta pertinaz "humanización" tilo 1(,\
entre ellos no estén totalmente ausentes, resultan casi siempre inope- problemas se revela [...] sobre todo en la elección del lenguaje 1.. ·1 L.IS
rantes.» Estos imperios eran el de «los europeos», el de «los angloame- expresiones más frecuentemente usadas por los europeos son: 1.. ·1
ricanos» y el de «los rusos». Los nombres estrella que brillaban en el "creación", "experiencia", "angustia", "renovación", "situación", " on
primero eran los de «Husserl, Heidegger, ]aspers, Marcel, Croce, Orte- versión", "compromiso"> Nuestro compatriota propone la etiqueta de
ga, Sartre, Merleau-Ponty». Los nombres estrella del segundo eran los «humanismo», o incluso de «humanismo metafísico», para referirse al
de «Russell, Moore, C. 1. Lewis o Ryle», pero también los de «Carnap, modo de pensar centroeuropeo.
Ayer, Austin, Quine», El tercero se presentaba principalmente como
u n bloque donde lo colectivo prevalece sobre la individualidad. A cada
uno de esos tres imperios les corresponden, continuaba el filósofo ea- 1.2. El imperio filosofico de «los angloamericanos»
r.il.in, evidentes demarcaciones geográficas y sendos modos de pensar,
,1 los que «resumiré [...] calificándolos, respectivamente, de "humanis- En este imperio predominan «la hostilidad a la especulación y 1.1
I,IS","científicos" y "sociales"» creciente simpatía por el análisis», y Ferrater discierne en él dos tend n
cias cruciales. Una es la de «los lingüistas», que a veces son presentados
como miembros de una «escuela inglesa» (Ryle, Austin, ]ohn Wisd< In,
J. O. Urmson) y «se interesan casi exclusivamente por el análi: is ti ,1
glo. Al final de la guerra civil cruzó los Pirineos como juvenil combatiente republicano lenguaje corriente y de sus formas, y prestan escasa, o nula, aten ión ,1
c.unino del exilio y desde 1949 disponía ya de segura atalaya docente en Estados Uni- lo lenguajes científicos, isternas {i rmalcs e inve tigaci nes pist '1110
<1m. M~s informa ión sobre Ferrater puede encontrar el lector en la historia de la filoso-
lógi as tradici nalcs». La otra es la de «losjimntJlisltlS», qu a vcc 's SOIl
nol cspaúola del siglo xx escrita por Nelson rringer, en la cuarta parte d ,1 presente v
1\l1Ill'1I.
pl .scntados '01110 mi .mbros de una «es U 'la nOlte.1111 li .ana» ( ,,11

iJO iJl
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

Ilap, Quine, Nagel), aunque «algunos de ellos trabajen y vivan en In- ta; Aristóteles, un charlatán; Hume, un farsante; Kant, un pedante, y
glaterra», como era el caso de Popper. Estos pensadores «toman la cien- de que Heidegger es un embaucador y Carnap un pelmazo.» Pero sin
cia en serio y gastan mucho tiempo y esfuerzo en análisis epistemoló- abandonar la esperanza de que alguna vez advenga un común enten-
gicos y en diversas formalizaciones de lenguajes científicos». Pese a las dimiento, el filósofo catalán termina optando, no sin reservas, por el
diferencias de asunto y de método entre uno y otro grupo, Ferrater se pensamiento del imperio anglosajón: «Estimo que los requisitos pro-
inclina por aplicar a ambos la etiqueta de «cientficos» alegando que en puestos por la filosofia angloamericana (y no sólo la de nuestros días)
última instancia el interés preferente de ambos no es lo subjetivo, sino cuentan entre los más adecuados y prometedores; quienquiera haya
lo objetivo o científico y que su tema casi preferente es la naturaleza. sido adiestrado en ellos repara muy pronto en que resulta penoso re-
«Mientras aquéllos [los británicos] han dado en la locura del minucio- gresar a formas de expresión menos exigentes. Opino, asimismo, que
so análisis del "lenguaje corriente", éstos [los norteamericanos] han caí- la preocupación angloamericana por la ciencia y sus problemas no po-
do en el frenesí de la investigación epistemológica del lenguaje cientí- drá ser descartada fácilmente, pues, si bien la ciencia no lo es todo,
(ico y de los lenguajes formalizados. Sin embargo, estas diferencias no constituye la contribucion mayor del espíritu moderno al mundo de la
logran extirpar el hecho de que entre los dos grupos hay un acuerdo cultura.»
básico. Común a ambos es, en efecto, el desvío de la especulación y la
casi infinita paciencia para el análisis.»
2. ACOTACIONES AL «FLASH» DE FERRATER

1.3. El imperio filosijico de «los rusos» La pintura de Ferrater nos proporciona un mapa bien trazado del
panorama filosófico occidental de los últimos años cincuenta, una d
Ferrater señala en él su obvia conexión con el marxismo y toma tri- las décadas más características de los años duros de la guerra fría. Pero
ple nota de la emergencia de otro posible imperio, «el chino», suscepti- me parece que una perspectiva secuencial que considere el antes y el
ble de rivalizar con el soviético; de la existencia del bloque de «países después de los mismos ayudará a mejorar nuestra comprensión del
satélites», «cuyo sovietismo es objeto de interminables debates»; y de sentido de los sucesos dibujados en esa pintura. Por otra parte, creo
grupos de pensamiento existentes en los otros dos grandes imperios, el también útil repasar la división de tendencias en cada uno de los tres
europeo y el angloamericano, que profesan el marxismo. Pero recono- imperios filosóficos retratados por Ferrater. A ello responden las cinco
le que, a pesar de los abusos de la burocracia y del dogmatismo, no se acotaciones que siguen.
puede borrar sin más a los rusos del mapa filosófico, y les aplica el dis-
tintivo de «sociales». «Los rusos piensan -o creen que piensan- en
t {-11ll inos de sociedad. Los europeos juran por el hombre y prestan 2.1. De cómo los Estados Unidos exportaron después de la guerra
pido .ncnto a cuantos problemas suscitan las situaciones humanas. a Centroeuropa una filosofia que acababan de importar de ésta
li-nt.ulos estamos de acatar el principio de simetría y manifestar que
1m .\II¡.;lo,\mericanos soslayan múltiples cuestiones relativas al horn- La mayoría de los ciudadanos del continente europeo compartie-
1)1 (' Y ,\ 1.1 sociedad con el fin de consagrar preponderante atención ron en los años cincuenta la impresión de que dos corrientes extrañas
.rl It"ll el' gran tema de la historia de la filosofia moderna: el tema de la venidas de fuera, la filosofía «analítica» o anglosajona y la marxista,
N.\I U1":IIL-za.» cada una de ellas amparada por el paraguas de una superpotencia, in-
Tras examinar las semejanzas y las diferencias entre estos tres impe- vadían punto menos que manu militari el espacio público de la filoso-
Iios íilosóficos, Ferrater constata en cada uno de ellos la desdichada au- fía hasta entonces vigente en sus respectivas universidades y países,
SCIl .ia de voluntad de entender a los otros: «Si alguien desea llegar a la donde solían entonces sufrir acoso el existencialismo y la fenomen I -
c on .lusión de que cuanto dice un colega carece de sentido, no le será gía. Y algo de eso se atisba en el ensayo de Ferrater.
dificil mostrar que, efectivamente, carece de sentido; un leve toque, P '1"0 si uno cha mano de la perspe tiva secuencial, d bcrá re 'o
una hábil pincelada y pronto salta la idea de que Platón .ra un sofis- no' .r, sin embargo, que la xpr .sión «venid, s el' {LI 'fa» ti 11' has

l.t1
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

tante de ilusión óptica. Por una parte, no debemos olvidar que un


marxismo no ortodoxo respecto de la ideología oficial soviética
floreció ya en Centroeuropa, desde los años veinte con Lukács y 2.2. Los caminos del análisis: el segundo desencuentro
Bloch y desde los años treinta con la Escuela de Frankfurt. Y es bien entre Russell y Wittgenstein
íácil de constatar que a partir de los sesenta tuvo lugar el mismo
fenómeno. Ferrater distingue acertadamente dos corrientes principales en el
Por otra parte, y en lo que se refiere al pensamiento analítico, pensamiento anglosajón a las que él llama respectivamente la de «los
sería absurdo negar que de sus cuatro pilares fundacionales, Frege, lingüistas», interesada por el análisis del lenguaje corriente y cultivada
Russell, Moore y Wittgenstein, el primero fue alemán y el cuarto de preferencia por los ingleses (lo que hoy suele llevar la etiqueta de «fi-
austríaco. Pero no menos innegable es que el pensamiento ciencis- losofia del lenguaje ordinario»), y la de «losformalistas», interesada por el
ta norteamericano, que pareció irrumpir en Europa como venido análisis del lenguaje científico y cultivada de preferencia en Estados
de fuera, estaba capitaneado por Carnap y otros miembros recién Unidos. Y a los representantes de ambas les aplica el apelativo común
exiliados del Círculo de Viena, todos los cuales muy bien pudieron de «aencficos».
cambiar efectivamente de pasaporte después de que el nazismo los Pero el criterio de cientificidad quizá no sea el más adecuado para
empujase al exilio. Pero esto no le resta un ápice al hecho de que to- homologar esas dos corrientes, porque Wittgenstein siempre sostuvo,
dos ellos eran tan nativamente centroeuropeos como el Círculo y muy insistente y explícitamente en la segunda fase de su pensamien-
que habían organizado en la capital de Austria. A ningún científico to, que no es tarea de la filosofía construir teorías al modo de la cien-
se le ocurre decir, por ejemplo, que la teoría de la relatividad es nor- cia, mientras que Russell y los positivistas lógicos propugnaban una fi-
t carnericana por el simple hecho de que Einstein se trasladase des- losofía que se aproximase al comportamiento de los científicos. En
pués de la guerra a la universidad estadounidense de Princeton y este sentido la oposición entre una y otra tendencia es diametral y no
allf muriera. Sólo por un falso prejuicio, alimentado tal vez por el admite término medio. Si hubiera que señalar un factor común a am-
resentimiento de algunas de las escuelas filosóficas centro europeas bas quizá fuese preferible apuntar al talante antiespeculativo (en el sen-
que tan enconadamente se enfrentaron en los años del nazismo, y tido de antimetafísico) y al método analítico. De hecho el propi
como efecto quizá también de subliminal propaganda norteameri- Ferrater así lo sugiere al indicar con su habitual buen tino, en palabra -
cana, ha podido prevalecer durante la segunda mitad del siglo XX la que acabo de citar en párrafo anterior (1.2.), que en el imperio de «los
idea de que la pugna entre la tradición hermenéutica y fenomeno- anglosajones» predominan «la hostilidad a la metafisica y el creciente in-
lógica y la tradición analítica es fundamentalmente una pugna en- terés por el análisis».
t re centroeuropeos y anglosajones. Si convenimos en decir, parafra- Una buena manera de visualizar la tensión que late en el enfrenta-
sc.indo a M ichael Dummett, que Frege es el abuelo de la filosofía miento entre la corriente interesada por el lenguaje ordinario y la ten-
.ui.ilítica y Brentano el de la fenomenología, habremos dado el pri- dencia ciencista de la filosofía analítica (o anglosajona por seguir con
IIlCl'paso p.lra hacemos a la idea de que una y otra corriente de pen- la terminología de Ferrater) es echarle un vistazo retrospectivo al origen de
s.unicnto, 1.1 primera en su mejor parte y la segunda en su totalidad, dicho enfrentamiento, lo cual nos remonta a la historia del segundo
son fenómenos tan genuinamente centroeuropeos como el Rin y el contacto de Bertrand Russell (1872-1970), padre de la filosofia científica
l ).\I1ubio. Devolviendo así la imagen captada por eljlash de Ferrater del siglo XX, con su antiguo discípulo Ludwig Wittgenstein (1889-1951),
.11 . ntexto de la película de acontecimientos de la que fue extraí- padre de la filosofia del lenguaje ordinario.
cla, se nos hace patente lo que hay de espejismo en la idea de que Después de la Primera Guerra Mundial, Wittgenstein había llevado
1.1 (ilowfía analítica sea tan extraña al pensamiento continental eu- una vida de retiro en Austria, donde ejerció por un tiempo de maestr
iopco. De hecho, parece ser que el primero que utilizó la expresión de escuela rural, mientras Russell, expulsado de Cambridge por pa ilis-
«Iilosofía analítica» fue el pensador alemán Gustav Bergman, ta, d dicaba gran part d sus jornadas a la acción política, a la lucha
mi .mbro del positivismo lógico y posteriormente emigrado a Esta- p r la sup .rviv n .ia y al mantenimiento de una escuela de cdu ación
dos lJ nidos. libre íundndu por él y su s 'gllnda .sposa, la izqui .rdisra radi '~111 01\1

1\4 1.1\
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTiFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

Russell. Los breves años, anteriores a la Primera Guerra Mundial, de triviales, y sus doctrinas negativas, infundadas. No he hallado en las
trabajo y discusiones de maestro y discípulo en tomo al atomismo ló- Investigaciones filosóficas de Wittgenstein nada que me parezca intere-
gico, con su final desencuentro, quedaban lejos. sante, y no comprendo que toda una escuela halle sabiduría en sus pá-
En marzo de 1930, Russell recibió una carta de Moore, con quien ginas. Psicológicamente es sorprendente. El Wittgenstein de la prime-
ra época, a quien conocí con intimidad, era un hombre adicto al pen-
acababa de cooperar generosamente en un tribunal académico que
samiento intenso y apasionado, profundamente percatado de los
otorgó a Wittgenstein el grado doctor en Cambridge sobre la base del difíciles problemas cuya importancia él y yo conocíamos, y poseedor
viejo Tiactatus. En esa carta Moore le comunicaba que dicha universi- (o al menos, así yo lo creía) de un verdadero genio filosófico. El Witt-
dad podría contratar al recién doctorado Wittgenstein si recibía infor- genstein de la segunda época, por el contrario, parece haberse cansa-
mes favorables de expertos que avalasen un manuscrito [las futuras Ob- do de pensar seriamente y haber inventado una doctrina que hace in-
servaciones filosoficas (philosophische Bemerkungen)] que éste presentaba. necesaria tal actividad [...] Me doy cuenta, sin embargo, de que siento
Se trataba de la nueva visión wittgensteiniana del lenguaje no como una invencible predisposición contra semejante doctrina porque, si es
unidad ideal de significado, sino como pluralidad real de usos prácti- acertada, la filosofía resulta ser, en el mejor de los casos, una ayuda de
cos que no admiten entre sí más parecido que el de un vago aire de fa- escasa monta para los lexicógrafos,y en el peor, una ociosa distracción
milia. Dos meses después, tras un par de contactos más o menos acci- de sobremesa [...] En común con todos los filósofos anteriores a WlI,
mi objetivo fundamental ha sido comprender el mundo lo mejor po-
dentados con quien había sido su discípulo y algún fallido intento
sible, y separar lo que podía tenerse por conocimiento de lo que ha-
suyo de informar sólo de palabra, Russelllo hizo finalmente por escri- bía de rechazarse como opinion infundada. A no ser por WlI, no hu-
to diciendo que «las teorías contenidas en esta nueva obra de Witt- biera pensado que merecía la pena mencionar este objetivo [...] Pero
genstein son nuevas, muy originales e indudablemente importantes. Si ahora se nos dice que no es el mundo lo que hemos de tratar de com-
son verdaderas, es cosa que no sé. Como lógico amante de la simplici- prender, sino frasessolamente, y se supone que todas las frasespueden
dad, desearía que no lo fueran, pero por lo que he leído estoy bien se- contar como verdaderas, excepto las que pronuncian los filósofos.
guro de que se le debe dar al autor la oportunidad de seguir elaborán-
dolas, pues cuando las complete muy bien puede ser que constituyan Estos argumentos no parecen triviales, y la circunstancia de que
una filosofía enteramente nueva». Por su parte Wittgenstein le comen- Ferrater se haya decantado por la corriente ciencista frente a la lingüis
tó sarcásticamente a Moore que «parecía» que esta vez Russell había ta redunda en su favor. Pero yo aconsejaría al lector que reserve su jui-
entendido alguna minúscula brizna de los nuevos pensamientos que él cio hasta después de haber escuchado a la otra parte defender la te is
quiso darle a conocer. contraria, y a este respecto, dado que no dispongo aquí ya de espacio
Veintitantos años después, en 1955, Russell escribiría lo siguiente: para aducir razones de fondo ni a favor ni en contra, le recomien-
do que lea la exposición de las Investigaciones lógicas del «segundo»
No es una experiencia del todo agradable verse considerado Wittgenstein que hace Luis M_ Valdés, uno de los mejores conocedo-
como anticuado, después de haber estado de moda por algún tiem- res del pensamiento wittgensteiniano en España, en el capítulo que si-
po [...] Desde 1914 he dedicado gran parte de mi tiempo y energía gue inmediatamente a la presente Introducción. No le arredre esa lec-
a otros temas distintos a la filosofía. Desde 1914, tres filosofías han tura, porque se trata del libro tal vez más influyente en filosofía duran-
dominado el mundo filosófico británico: primero, la del Tractatus de te los últimos cincuenta años. Con él realizó su autor, después de
Wittgenstein; segundo, la de los positivistas lógicos, y tercero, la haber protagonizado con el Tractatus una revolución de pensamiento
de las Investigaciones filosóficas, de Wittgenstein. La primera ejerció en la primera mitad del pasado siglo, la inverosímil hazaña de volver a
considerable influencia sobre mi pensamiento, aunque ahora creo
ser protagonista, en la segunda mitad del mismo, de una nueva revolu-
que esa influencia no fue del todo buena. La segunda escuela, la de
[os positivistas lógicos, tuvo mi general simpatía, aunque estuve en ción de pensamiento que no sólo ha sido más vasta que la que le pr -
desacuerdo con algunas de sus doctrinas mas características. La ter- cedió, ino que además la contradice en buena parte-,
cera escuela, que por comodidad designaré WlI (para distinguirla de
las doctrinas del Tractatus, que llamaré WI), continúa siendo corn- 2 L.l di¡?It'\lÓIl hivtóric.i de 1.1 que .u abo dt' d.u cucnt.i, t.unpoco me dt'j.l csp.u io
plct.irncnte ininteligible para mí. Sus doctrinas positivas me parecen p.ll.l U)lI\ld(·1.11 d P(·Il\.Ullll'lltoy los .ugumcnro, lIi d . 1m filówfo\ dd kll¡?U,lj . oidm..

7
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946·1970)

paraíso a la tierra merced a la sociedad comunista, cuyas condiciones


distaban empero, a juicio de este campeón del pensamiento utópico,
2.3. Los nueuos rostros del marxismo de ser ideales en la República Democrática Alemana, de la que prefirió
emigrar trasladándose en 1961 a la ciudad occidental de Tübingen,
Durante la década de los cincuenta, como bien constata en suflash donde residió las dos últimas décadas de su vida.
Perrater Mora, la ideología soviética fue prácticamente hegemónica en
el orbe marxista. Pero la proliferación de formas disidentes de esa ideo-
logía en los años sesenta cambiaron espectacularmente el panorama 2.3.2. El rescate de Gramsci
JeI marxismo en Europa. Las breves pinceladas que siguen así lo evi-
dencian. Si hay en toda la historia del marxismo occidental del siglo xx un
teórico y líder del Partido Comunista capaz de ofrecer una alternativa
a la teoría del Estado y del poder de Lenin, ese hombre fue Antonio
2.3.l. Las últimas obras de Lukács y Bloch Gramsci (1891-1937), cofundador del Partido Comunista Italiano y
condenado por el gobierno fascista de su país, que lo mantuvo en pn-
Las dos grandes figuras del marxismo teórico centroeuropeo de los sión los diez últimos de los 48 años de su vida. Sus voluminosos Cua-
.1I10Sveinte y treinta continúan su actividad después de la guerra. dernos de la cárcel, sólo recuperados para el conocimiento público des-
Gy6rgy Lukács (1885-1971) vuelve a tomar parte activa en la políti- pués de la Segunda Guerra Mundial, son fruto de aquel mortal e~cierro.
'.1 húngara e incluso llega a ser ministro de cultura en el breve gobier- Para Gramsci la teoría coercitiva del Estado y del poder de Lenin debe
no Nagy. En su doctrinario libro El asalto a la razón (1954) describe el ser completada con una teoría no opresiva.del poder cultural, al que él
d .sarrollo del pensamiento alemán desde la revolución de 1848 hasta llamaba hegemonía. Su pensamiento es una «filosofía de la praxis» que
el nazismo como un movimiento reaccionario e irracionalista de la contiene la más dura crítica jamás escrita del fascismo y propugna para
burguesía que empieza con Schelling y termina en el racismo, pasando la Italia de su tiempo una revolución cultural basada en una alianza de
por Schopenhauer, Nietzsche, Weber y Heidegger. Retirado en sus úl- intelectuales burgueses «jacobinos» con el proletariado. Gramsci Iu .
timos años de la política, aborda en una extensa obra no terminada el un ídolo para los movimientos de nueva izquierda de los años se enta
,'stlidio de la ontología del ser social. y setenta, incluida la revolución de 1968.
y Ernst Bloch (1885-1977) amplía las tesis ya expuestas en su ante-
11mlúpír;tu de la utopía para dar cima a su enciclopédica obra en tres
volúmenes El principio esperanza (1954, 1955, 1959). En esta obra, escri- 2.3.3. El giro marxista de Sartre
1.1en .stilo expresionista, Bloch trata de fundamentar la realidad de la
('SI ('r:IIlZ¡1
y la utopía reinterpretando la teoría aristotélica del acto y Los años cincuenta asistieron al triunfo filosófico y literario del
1.1potl'llt i,1y la tradición judeocristiana del milenarismo a la luz de un existencialismo francés. A través de la revista por él fundada en 1945,
111.11Xi,\lil0 no dogmático. Para Bloch, a quien Habermas apellida Les 'Iemps Modernes, Jean-Paul Sartre (1905-1980) y sus compañeros d
''1111Schclling marxista», el sueño de la utopía es una meta accesible lucha, Simone de Beauvoir, Merleau-Ponty y Camus, disponían de una
d '11t1'0,Yno fuera, de la historia del progresivo desarrollo de la huma- excelente plataforma de influencia cultural y política. A mediados de
nidad .n un mundo alumbrado por la razón en el que nos es traído el esa década, el autor de El sery la nada era ya famoso compañero de via
je del Partido Comunista, el cual, celoso de su influencia, no se lo agra-
decía demasiado, adjudicándole entre otras lindezas el apodo d «hi
II() (Rylc, Austin, Strawson) ni de los filósofos de la ciencia (Carnap, Quine, Popper
na de la estilográfi a».
[quun du ho sea de paso no es «formalista», sino todo lo contrario], Kuhn) que son ge-
111'1.11 1011.11 II1l'l11 ' posteriores a Russell y Willgcnstein y han sido figuras capital s de la fi·
Pero fu n I año 1960, tras hab r vuelto la espalda a di ho partí
Imofl,l ,1II.i1f1il,1en ·1 períod 19461970. Pcrmit.im el le tor que vuelva ,1 remitid ,11 do por la invasión s vi 'ti a de Hungría, uand publi ó artr su se
\ ,Ipíllllo ((lIl' ~i¡;lIl' inrncdr.u.uncntc a 1.1 pIC~(,111
'1I111oduCti 11. gund.l grall obr.i, la Cntic« de ln nl7.fíll dialéctic«, prc dida de un arnbi

4H '11)
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTíFICO DEL SIGLO XX
INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

cioso prólogo sobre «Cuestiones de método». En ella rendía homena-


je al marxismo, «la filosofía insuperable de nuestro tiempo», y se traza-
ba como meta «reconquistar al hombre en el interior de» esa filosofia 2.3.5. El retorno de la Escuela de Frankfurt
Su?su~lÍendo ~sí ~n ella al existencialismo. Al igual que el Lukáks d~
Historia y consaenaa de clase, rechazó la «dialéctica de la naturaleza», que Fue un dichoso azar que allá por el año 1922 un acaudalado expor-
es el compo~ente cosmológico del marxismo oficial, y se quedó sólo tador de grano, a instancias de su hijo, que estaba empeñado en elevar
con la ~octr~na de Marx como materialismo histórico, aunque abun- a rango universitario el estudio del marxismo, accediese a financiar con
dando infinitamente menos que Marx en el factor económico. Y lo tal fin un Instituto de Estudios Sociales afiliado a la Universidad de
misD?-0que ~uká~" otorga un valor fundamental a los conceptos de Frankfurt. Cuando unos diez años después, en 1931, se hizo cargo
totalidad y alienación. De hecho su Crítica se subtitula «Teoría de los Max Horkheimer (1895-1973) de la dirección del Instituto, nuevas cir-
conjuntos prácticos». Y su aportación más específica en ella, que no cunstancias, como la emergencia del nazismo o la estalinización del
concuerda co~ la te?ría de las clases de Marx, pero sí con el espíritu comunismo, constituían un reto inédito para la investigación que el
hondamente I.Ibert~no de la filosofia sartriana de la libertad, es que el nuevo director y sus colaboradores, entre los que destacaban principal-
grupo revolucionario que se hace con el control de una totalidad prác- mente Theodor Wiesengrund Adorno (1903-1969) y Herbert Marcuse,
tica (u~ ~po o una soc~edad),de~enera fatalmente en abuso de poder tenían que realizar. Clausurado por los nazis en 1933, el Instituto emi-
burocrático, y genera asr la necesidad de una nueva revolución. El li- gró pocos años después a Estados Unidos.
bro fue modelo entonces de teoría marxista para los emergentes países Lo que solemos llamar «Escuela de Frankfurt» es la comunidad de
del Tercer Mundo.
pensadores, que desarrollaron el programa de investigación del Institu-
to, paradigmáticamente expuesto en un serninal ensayo de Horkheimer
publicado en 1937 con el título «Teoría tradicional y teoría crítica».
2.3.4. El estructuralismo marxista de Althusser
El preámbulo de la tesis defendida en este ensayo consiste en consta-
tar que las teorías filosóficas tradicionales, desde las elaboradas p. r
La figura de Louis Althusser (1918-1990) es en más de un sentido Descartes y Kant hasta corrientes contemporáneas como el neo-kantis-
la antítesis de la de Sartre. Por una parte, no fue compañero de viaje mo, el positivismo, el pragmatismo y la fenomenología, se dejan guiar
por poco tiempo, sino militante y dirigente por mucho del Partido Co- más por las ideas preconcebidas del sujeto que por la experiencia de la
munista. Por otra, su interpretación «estructuralista- del marxismo no realidad social: son teorías socialmente acríticas, o dicho en lenguaje
~striba ~n desconectar a Marx de la ciencia y subrayar sus raíces hege- marxista, teorías «alienadas», ideologías reificadas por prejuicios socia-
lianas, SIllOen desconectado de esas raíces y practicar una extravagan- les. Y la tesis esgrimida por Horkheimer es sencillamente la propuesta
tcmente audaz lectura «científica» de sus textos. Esta lectura consistía de una «teoría crítica de la sociedad tal como es» que tenga en cuenta
("11 extirpar sistemáticamente con el bisturí metodológico en la obra de
la realidad de sus condiciones sociales actuales. La fundamentación fi-
M.1IX todo libro y todo pasaje que contuviese connotaciones historicis-
losófica de esta nueva teoría está en el pensamiento histórico y crítico
1.1\ hasta dejada reducida al delgado esqueleto de una estructura con-
de Hegel y Marx, sobre todo en el de este último. La idea de que el
1 ('pt u.il. La reuolucián teórica de Marx (pour Marx, 1965) y Para leer «El ca- pensamiento crítico es emancipador y acerca a la realización de la jus-
/'11(11 •• (1965) son las obras principales de Althusser. El Marx que ofrece
ticia social es una convicción básica de los miembros de la Escuela de
('11 l"1I,IS al atónito lector es un Marx cuya frondosa barba histórica ha
Frankfurt, sin que esto tuviera que suponer predisposición alguna a
~Id() pu!cramente rasurada por la navaja estructuralista. La influyente
acatar de antemano las consignas del comité central de cualquier parti-
(,111 .ra intelectual de Althusser quedó dramáticamente truncada tras
do comunista.
haber estrangulado a u mujer en una crisis nerviosa en 1980 lo cual En lo año de inmediata posguerra, Horkheimer y Adorno ini ian
1' dejó prácticamente re .luido en los últimos diez años de su vida>y una cgunda etapa d investigación en la que se trasluce>por una par-
por la frontal colisión el . sus principios teóricos con decisiones, que él te, 1 h ndo p sin ism d ambos n el futur de la iviliza i n y in
Juzgaba oportuni (as, ndoptad.ts p r la úpula de , u partido. 1.1 I osil ilidad d ' qu ' 1,1 razón rmnsíorm ' rcalm ni' ;t 1:1 S i .dad, y,

)íO
) 1
INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO :xx

por otra, el cambio de fuente de inspiración, que ahora no lo es tanto zación occidental, como una pintura ideal de la armonía entre el hombre
Marx como Max Weber, el gran sociólogo alemán de las primeras dé- y la naturaleza, Horkheimer y Adorno quieren ver, por el contrario, en las
c~das del siglo xx, a cuyo influjo en ambos autores hay que añadir en aventuras de Ulises el paradigma de la dialéctica de la Ilustración que vive
dicha etapa también el de Nietzsche. Una de esas dos rutas de explora- la sociedad burguesa. Ulises, el héroe del poema, es para ellos la viva es-
ción conduce al análisis de la «razón instrumental" que es la razón que tampa del individuo burgués, gobernado por los intereses de su ego, que
efectúa el cálculo de medios para la consecución de fines y que respon- le aconsejan sacrificar a corto plazo la satisfacción inmediata de sus ins-
de al modelo weberiano de «racionalidad ordenada al cumplimiento de tintos para sacar provecho a medio y largo plazo de la natural~za y d~ la
obj~t~v?s». A esta razón, ensalzada por los ideales de la Ilustración y el sociedad: «Una negación de la naturaleza en el hombre con VIstas a ejer-
PosIuyIsmo, le debe la clase burguesa el dominio de la naturaleza y de cer dominio sobre la naturaleza no humana y sobre los otros hombres>
la SOCIedad. En su libro escrito en inglés con el título Eclipse de la razón Sacrificando temporalmente la comodidad de su bienestar y poniendo
(1947), y dos décadas después aparecido en alemán como Crítica de la en práctica el cálculo racional, el sujeto burgués logra liberarse del cruel
razón instrumental, lleva a cabo Horkheimer el análisis crítico de esa ra- yugo de la naturaleza y burlar con ello, por tanto, muchos de los decretos
cionalidad. del implacable destino: tal es «el núcleo de toda civilización racional».
La segunda vía de investigación de la Escuela de Frankfurt en estos Como individuo racional y como capitán de su barco, continúan los au-
años se orienta hacia una visión crítica general de la cultura de Occi- tores del libro, Ulises actúa «a uno y el mismo tiempo como sacrificio y
dente, que culmina en los mencionados ideales de cientificidad de la como sacerdote." Calculando astutamente su propio sacrificio, vence el
~lustrac.ión y el positivismo, y hacia la crítica más particular de la actual poder de la naturaleza ante la que se humilla sólo de momento.
IJ1dustn~ de la cultura. Ello se plasma en el libro escrito en común por El episodio de las Sirenas ilustra de manera plástica la conducta egoís-
I,IorkheImer y Adorno con el título de Dialéctica de la llustración (Dialek- ta e insolidaria del héroe burgués con sus semejantes, porque su éxito sól
tlk der Azif/ddrung, 1944), que es a juicio de uno de sus comentaristas puede ser logrado a costa de la miseria y laignorancia de éstos. Avisado
que yo suscribo, una de las obras filosóficas más fascinantes de las apa- por la hechicera Circe del invencible poder de seducción de los cánti m
recidas en el siglo xx. La tesis principal de este libro es que la función de las Sirenas, Ulises urde una doble estrategia. Por una parte, tapona '011
de la razón instrumental y científica, a la que rinden culto desde Fran- cera los oídos de los marineros y los obliga a remar sin descanso mientras
lis Bacon y Descartes, padres de la moderna concepción científico- la nave atraviesa la peligrosa zona. Por otra, ordena previamente a esos
I .cnológica del mundo, la Ilustración y el positivismo, representa cier- hombres que lo amarren al mástil del barco. Desde allí puede deleitarse
tamcnte, por una parte, la última etapa en la superación del mito por escuchando los embriagadores cánticos con la tranquila seguridad d sa-
1.1 razón o lógos, pero implica también, por otra, un regreso de la razón ber que sus ataduras le impedirán sucumbir a la mortal tentación de ar.r -
.11 I11ltO.Porque todos los rasgos típicos del mito, como son la volun- jarse al agua. Es el modelo de la división del trabajo en la empresa capua
LId dt, adquirir un dominio de la naturaleza, la visión de lo real como lista. Los obreros trabajan ciegamente ignorantes de la estrategia del em-
1('( 111rcn .ia o repetición, la inmisericorde falta de consideración del presario, el cual saca de ahí entre otras ventajas la de poder disponer de la
1.11 tOI humano, la falta de conciencia social crítica, son también en úl- posibilidad de contemplar espectáculos de máximo riesgo de una man '
11111.1instancia, como ya advirtió Nietzsche, rasgos típicos de la visión ra, por así decirlo, artística, esto es, sin capacidad de acción, pero sin ten 'r
111('(:I\lit,l y científico-matemática del mundo. Llevando a sus más altas que jugarse la vida. Si el burgués puede permitirse el lujo de ejercitar la a .
\ OI.IS el mala.barismo .del psicoanálisis, que tanto obsesionaba en aque- tividad contemplativa del arte y de la ciencia, es porque no tiene que mal
llo!. ,11l0S al cme de Hitchcock, ambos pensadores tienden en el diván al vender su fuerza de trabajo y dispone, a costa de los que tienen qu ven
do tor Jekyll, arquetipo del burgués ilustrado, y lo transmutan en unas derla, del tiempo y de los recursos necesarios para ese ocio.
c u.uuas sesiones en un Mr. Hyde con cara de chimpancé positivista. En do últimas obras suyas de importancia, Dialéctica negtlti1i((
M:'s de una de las tesis del postrnodemismo están anticipadas aquí. (1966) y Teorla Estética (1970), Ad rno rechaza con vehemencia la posi
La segu~lda parte de la Dialéctica de la Ilustración incluye una digresión bilidad ti que la dialé ,ti a pueda desembocar en una ptimi la (limo
sob, ' la Odisea de H mer . eparánd se de la fil logía tradicional que in- fb de 1,1 identidad que disuelva la radi 'al e irn] en trablc alt ridad ti .
lel pr 'la ,11 o \11,1 h méri 'O, 1 text bási 'o P r anton masia d ' la civili- lo r -.11 y divis.i '\1 la 'st~tit.1 un últimc r -rugio '11dond ' la n ~t.1lgi.ly
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

la contemplación del arte pueden brindar un precario consuelo y has-


ta un rayo de esperanza al sujeto vencido por la siniestra realidad y de-
fraudado por el fracaso del concepto. El lector puede decidir por su 2.4.1. La filosofia alemana: Heidegger, Jaspers
cuenta si las usuales críticas del marxismo comprometido a la Escuela y el paradigma hermenéutica
de Frankfurt (ausencia de praxis real, ejercicio de una crítica que, a di-
ferencia de la kantiana, la hegeliana o la marxista, carece de principios Todas las naciones europeas tuvieron que emprender un penoso
fundamentales precisos que la legitimen) tienen o no validez. proceso de reconstrucción después de la guerra. Pero Alemania, la gran
En el seno de la Escuela de Frankfurt, aunque mucho más efectiva- derrotada, implacablemente dividida en dos, tuvo que maximizar ese
mente vinculado que los dirigentes de ésta al Partido Comunista, traba- esfuerzo. El filósofo Hans Gadamer pasará a la historia como instaura-
jó también Walter Benjamin (1892-1940), a quien la universidad le había dor de un modo a la vez nuevo y viejo de hacer filosofia, el «paradig-
cerrado las puertas. Posiblemente sea el más original pensador de la con- ma hermenéutico», que se ha impuesto progresivamente en el pensa-
cepción marxista de la cultura. En su famoso ensayo sobre «La obra de miento occidental de la segunda mitad del siglo xx. Pero antes de abor-
arte en la era de la reproductividad técnica» (1936) sostiene que el estatu- dar el examen de ese paradigma conviene detenerse a contemplar
to cultural de la obra de arte, clásicamente dependiente de un nicho o primero como telón de fondo, aunque sólo sea fugazmente, el desarro-
«aura» espacial (iglesia, palacio o museo) y caracterizada por su singulari- llo del pensamiento de los dos grandes representantes del existencialis-
dad y «noreproductividad», cambia a partir de la fotografia, que libera a mo alemán anterior a la guerra: Heidegger, de quien Gadamer fue
dicha obra de esas condiciones. En su nueva situación la obra de arte así discípulo y al que éste debe en muy grande medida la inspiración
emancipada puede ganar en popularidad sin pérdida de excelencia, de su paradigma, y Jaspers, a quien Gadamer sucedió en su cátedra de
t ()1110es el caso, por ejemplo, del cine de Chaplin, pero queda también Heidelberg.
más inerme y más a merced del control político, como lo evidencian el El llamado giro o vuelta de Martín Heidegger (1889-1976) ha sido
.1I1e de masas fascista y comunista (y hoy, podemos añadir nosotros, fuente de perplejidad para infinidad de personas. Después de haber
t.unbién el democrático). Pocas páginas tan luminosas se han escrito en sido sometido a un duro expediente de depuración por su compro-
todo el siglo xx sobre las relaciones entre el arte y la técnica. Expulsado miso nazi (expediente en el que obra un severo informe negativo de
de Alemania por los nazis y acosado después por la Gestapo cuando tra- Jaspers) el autor de Sery tiempo (1927) pudo retomar a la enseñanza uni-
r.iba de huir de Francia a España, Benjamin se quitó la vida en la fronte- versitaria y continuar en los últimos años de la década de los cuarenta
1.1entre ambos países. Sus «Tesis sobre la filosofia de la historia», escritas la marcha de sus publicaciones. Pero el nuevo rumbo que emprendie-
después del choque traumático que le produjo el pacto nazisoviéti- ron éstas extrañó sobremanera y aún extraña a sus lectores. Este giro
t o de 1939, le llevan a una reflexión pesimista sobre la marcha de la po- podría ser esquemáticamente descrito diciendo que ahora se eclipsa el
lit ic a, la impotencia del intelectual y el carácter utópico de la revolución. concepto de «estar ahí» (Dasein), que caracteriza a la existencia huma-
1 .• 1 vigorosa actualidad que ha cobrado el pensamiento de Benjamin a na en la recién mentada obra de 1927, mientras que pasa a ocupar un
p.n tir de los años sesenta invita a considerarlo en el contexto de la segun- absoluto primer plano la idea de «ser», Esto sólo no constituye en sí
d.I mitad del siglo xx, a pesar de que muriese antes de la guerra. ninguna incoherencia. Ya desde el comienzo de Sery tiempo había pro-
clamado Heidegger que el asunto prioritario de su indagación era elu-
cidar el sentido del ser. Y en una breve nota auto biográfica puso
.tI. Otms llneas de recuperación del pensamiento europeo: mucho más tarde en nuestro conocimiento, para mayor abundamien-
rstructuralismo y hermenéutica to, que ya en su primera juventud vino a interesarle ese problema desde
que, iendo erninarista, se topó con un seminallibro de Brentano s .
Al .mania y Francia son, como dice Ferrater, los dos polos filosófi- bre la multipli idad de lo sentidos del ser. Pero lo que no deja de sus-
(()\ del e ntinente europeo, en uyo seno el marxismo disidente repre- citar xtrañcza n clle tres el notable arnbi de pap les que pare 'e
\rlll.1 ya una Iín a d p nsami nto autónomo. Otras son, principal- adjudi ,11 ,\ s .gund 1\ .id 'gg 'r ,11 hombre y al s .r, Si en Ser y tiempo,
urente, 1.1 h '1111<:
n \uti .a y el cstru .turalism íran " dond . xc nos dibuja 1.1 existencia hUIl1.1Il.1l( 11iasgcs prom '1 'i 'OS, lec
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

mos que sólo «mientras hay Dasein hay sep>,dándosenos al parecer a como lo envolvente o «circunvalante» (das Umgrefende), parcialmente
entender que nuestro conocimiento alumbra el ser y es de alguna ma- inspirada en la noción de apeiron, la infinita realidad principial o ele-
nera su fuente, ahora parece decimos Heidegger que es el ser el que mental que todo lo genera y envuelve, concebida por el pensador pre-
.ilumbra o ilumina al hombre, quien no es su fuente sino su guardián socrático Anaximandro. Y otra fue su historia mundial de la filosofia,
() «pastor». El apelante o interpelante es ahora el ser, y la interpelada la Los grandes pensadores, a los que, utilizando un concepto metodológico
existencia humana, que debe mantenerse a la escucha del ser y acatar de su admirado Max Weber, agrupa por tipos, en lugar de hacerlo por
fielmente su mensaje. Por otra parte, la proverbial alergia de Heidegger cronología.
.1la dialéctica y a la filosofia de la historia de Hegel tampoco le impi-
de ahora ver en la historia de los avatares del ser la historia del destino El paradigma hermenéutico. Hans Gadamer (1900-2002), discípulo
del hombre, que no es, según él, un proceso fatalmente progresivo del neokantiano Natorp primero y luego de Husserl y Heidegger, pasó
corno el espíritu absoluto hegeliano, sino también potencialmente re- en 1949 de Frankfurt a Heidelberg para ocupar la cátedra que había de-
grcsivo. De hecho Heidegger denuncia enfáticamente la decadencia jado allí vacante Jaspers. Bastante bien dotado para el savoirfaire (de he-
del pensamiento occidental, desde el idealismo de Platón hasta el nihi- cho así lo demostró cuando pudo obtener prontamente su cátedra
lisrno de Nietzsche, por haber olvidado la enigmática presencia del ser en 1938 con el régimen nazi y luego ascender al Decanato (1945) y
que supieron atisbar los presocráticos. Y mientras nos exhorta a lograr, posteriormente al Rectorado (1946) en la Universidad de Leipzig ya
mediante una seria reconversión de nuestro pensamiento, una nueva y bajo autoridades comunistas) ha sido durante el período de la guerra
propicia «apropiación» del ser, lanza venablos contra la actual concep- fría árbitro reorganizador de la filosofia académica de la República Fe-
l ión científico-tecnológica del mundo principalmente predicada por deral Alemana.
los Estados Unidos, que se plasma en un mercantilismo y un consu- La precocidad académica de Gadamer contrasta con su parsimonia
mismo que denigran al hombre y a las cosas. El filósofo Richard Rorty, creadora, pues cuando publicó su obra fundamental Verdad y método
que ha estado de moda en las últimas décadas en Norteamérica y en (1960) era ya sexagenario. Este libro contiene el desarrollo maduro de
l.uropa, ha escrito que a la hora de elegir entre el primero yel segun- su proyecto hermenéutico, que ha devenido, andando el tiempo, paradig-
do Wittgenstein, prefiere el segundo, pero que cuando hay que optar ma clave en el pensamiento continental europeo de la segunda mitad
entre el primer y el segundo Heidegger, prefiere el primero. Habermas del siglo xx. El lector encontrará más abajo, en el capítulo 15, un aná-
opina, , or su parte, que hay más fascismo en el segundo Heidegger lisis a fondo de esta obra elaborado por Ramón Rodríguez, uno de los
<¡ue l'I1 el primero. Quede la opción por el segundo a juicio del lector . mejores conocedores de la filosofia hermenéutica en nuestro país. Yo
.,.unbién puede detectarse después de la guerra en elpensamiento de me limito aquí a un breve apunte.
1\11// f¡1I/,l'r,1 (1883-1969) un cierto giro, orientado en su caso hacia una La palabra de origen griego hermenéutica es sinónima del vocablo de
fdmnfLI dt, 1.1razón y la comunicación de contenido moral y político. origen latino interpretación. Y el arte de interpretación, ars interpretandi,
II Idh'XIÚIlsobre la culpabilidad alemana, efectuada justo al final de de signos, gestos, textos, sueños y vaticinios se remonta a la Antigüe-
1I 111I1111·lId.I, implicaba la condena moral del pueblo alemán por no dad. Las tradiciones medieval y moderna lo desarrollaron luego en u
II.tlwl\(·Idlt'l.ldo contra Hitler. Sus críticas a la nueva democracia ale- esfuerzos de interpretación de la Biblia. En el siglo XIX el filósofo de la
111,111,1, .11.1que abandonó en 1948 para enseñar en la Universidad de religión Friedrich Schleiermacher y el filósofo de la historia y de la vida
11,1\11c,I, su 111 xlitación sobre la idea de «fe filosófica» y su polémica Wilhelm Dilthey elevaron la categoría epistemológica de este arte. Se-
(UIIel teólogo liberal Bultmann acerca del horizonte filosófico de la re- gún Dilthey, la hermenéutica es la herramienta capital de las cien ias
Vl"1.11 ión .ristiana parecen justificar la sugerencia de su discípula -que culturales para «comprender» los hechos de la historia y de la vida. En
t.unhién lo fue de Heidegger- Hannah Arendt cuando quiso ver en él el siglo xx, Heidegger utilizó como método en su Sery tiempo (1927) no
L111.\ re ·di ión de la figura del último Kant en el siglo xx. Pero en esta sólo la [en menología de Husserl, sino también la hermenéuti a d '
\cguntLl fase de su filosofia tampoco dejó Jaspers de escribir obras teó- Dilth y. i I estar ab! o Dasein puede atender a los asunt d su vida
lit .\\ de envergadura. Una fue Sobre la verdad (1948), un tratad d ló- y teorizar sol re cll s s p rque su csen ial on titución incluye 110
gil.1 íilosófica en d nde propone una arnbi i sa n .cpci n ti I ser sólo 1.1(()1II/m·lI.\ilÍlI, sino in luso 1.1pn: (ll1II/m'lIsiólI d ' tales asuntos, L.\

Lífl
El. LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

hermenéutica nos revela, por usar sus palabras, la «ontología de la fac- de conciencias o «fusión de horizontes» culturales de los interlocuto-
t icidad» de nuestra existencia. res. De ese reajuste no debe quedar exenta ni siquiera nuestra compren-
La estrategia de Gadamer ha consistido en fijarse como objetivo la sión del pasado histórico. El tercer rasgo esencial de la visión gadame-
investigación y descripción del proceso del comprender humano en riana de la hermenéutica es su «lingüisticidad», o dicho en términos
sus contextos vitales y culturales, concentrándose, por una parte, en lo menos abstractos, su profunda vinculación al lenguaje, que es su me-
que para Heidegger fue una potentísima herramienta de comprensión dio natural, un rasgo que aproxima evidentemente el pensamiento de
del hombre y del ser, pero dejando a un lado, por otra, lo que para su Gadamer al de su maestro Heidegger y también al del «segundo» Witt-
maestro era la finalidad última de dicha herramienta, que es el acceso genstein.
a la comprensión del ser. Liberando a la hermenéutica de esta engorrosa Gadamer ha polemizado sobre el sentido de su hermenéutica con
carga y cambiando por lenguaje sencillo el esotérico de su maestro, la Habermas (que criticó su conservadurismo) en los años sesenta, con Rorty
empresa de Gadamer ha cosechado los mejores resultados. en los setenta y, menos felizmente, con Derrida en los ochenta.
Sin embargo sería incorrecto considerar esta empresa como pura
metodología. Su propósito no está en regular, sino en describir el pro-
ceso del comprender, que le es consustancial a la vida humana. De he- 2.4.2. El estructuralismo francés: el encanto de lo sincrónico
cho, Gadamer ha respondido a las críticas que le han dirigido al respec-
to dos importantes tratadistas actuales, Betti y Hirsclr', de la hermenéu- Rara vez una tendencia filosófica se ha ganado en poco tiempo el
t ica como método normativo, insistiendo en que su visión de este favor del gran público. Así sucedió en Francia con el existencialismo
proceso no es normativa, sino descriptiva. en los años cuarenta y buena parte de los cincuenta del pasado siglo, y
Mencionaré tres de los rasgos más típicos de la hermenéutica gada- luego, por otro par de décadas, con el estructuralismo.
mcriana. El primero suele ser catalogado como una «defensa del pre- Un denominador común de esta segunda tendencia está gráfi a-
juicio». En la medida, sostiene Gadamer, en que cada uno de nosotros mente insinuado en una caricatura que dio la vuelta al mundo, dond .
l'sl,í constituido como «conciencia efectivamente enclavada o implan- los cuatro principales gurús de la misma, Lévi-Strauss, Lacan, Barihcs
t.ida en la historia», no podemos hacer caso omiso de nuestros conoci- y Foucault, reposan semidesnudos en la arena de una playa, vistienclo
mientos «previos». La vieja tesis aristotélica de que todo discurso racio- faldilla indígena y luciendo Lacan su corbata. Este decorado alude di-
nal es por esencia, equivocado o no, un conocimiento fundado o ba- rectamente a la voluntad estructuralista de «sincronía» declaracla por
s.ido en supuestos (toda conclusión supone unas premisas) encontró algunos estructuralistas, entendiendo por talla voluntad de olvidarse
('11 la primera mitad del siglo :xx un brillante desarrollo en el historia- de la historia para sumergirse en el ahistórico presente de los pueblos
dOI y íilósofo inglés R. G. Collingwood (1989-1943; véase el «tercer primitivos, del inconsciente psicoanalizado por Freud y del lenguaje
/1,/\/1 •• de 1.1 introducción a la primera parte de este volumen), para humano tal y como fue analizado por Saussure. Pero alude también
'1111"111.1 t.irca de la filosofia consiste en la investigación de los supues- oblicuamente al mensaje ideológico que se encierra en la fórmula «la
111 d,' 111It'~11O conocimiento. De ello tomó buena nota el autor de ~r- muerte del hombre», dpcumentable en algunos textos de los represen-
,/",/ )1 1II1'/OrlO, P .ro para él la defensa del prejuicio tiene además como tantes del estructuralismo", que ha sido algo perversamente sobredi-
11\111.111'1.11.1 ck-lcnsa de la tradición. mensionado por sus adversarios, los representantes del humanisrn
¡I,I M'glllldo rasgo a destacar de la hermenéutica de Gadamer es su
'.11.1( Irl di.ilógico o conversacional, que obliga siempre a un reajuste 4 «Creemos que la meta última de las ciencias humanas no es constituir al hombre,
sino disolverlo» (Lévi- Strauss); «el ser del lenguaje sólo aparece cuando desaj are e el S1I
\ ¡:,I italiano Emilio Betti, fundador en 1955 de un instituto de hermenéutica en jeto» (Fou ault), y si se incorpora el nombre de Althusser a la relación de pensador s 's
ROIII.I, 11,1procurado continuar la gran tradición de Dilthey, haciéndola en la medida de tructuralistas d ,1 momento, cabría añadir este texto suyo: «Habland estri tarncnt ' ti '
In posible más objetiva, en su libro La hermenéutica como metodologiageneral de las ciencias tcorín, uno puede y debe hablar abiertamente de un ami-humanismo marxista t óri 'o y
drl i'.If'lri/11 (1962). El inglés E. D. Hirsch, Jr. ha tratado de hacer en SlJ libro Vrtlidl'7., l' i,,- VCI'l'J1 este nnri humanismo 1:1condición absoluta d I conocimiento positivo ti '1 111\111
/I'III/I'/(Io'ó" (1967) una «lógica de la validación" inspirada en la lógica '()nj~'tllr"ll de l.i in do 11I1m,1I10y sus tr.iuslonu.u ioncs. Uno sólo puede hacer algo sobre ti hombre b.ljo 1.1
v\',tif;,Il'ión cicruíf al r puesta y dcsarr liada por P pp r. ,lh~()hrl.1 «)ndi\ iÓII de rt'du( ir ,1twizas el mito filo,ófit() del 110I11hl'(,.»
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INfRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

historicista, entonces comúnmente defendido por el pensamiento de La «antropología estructural» de Lévi-Strauss, desarrollada en dos
Sartre, por el cristiano y por numerosos seguidores de Marx. Quizá fases, conjuga de una manera a la vez fascinante y paradójica', la idea
esto explique en parte que Lévi-Strauss haya preferido luego no ser eti- clave de aplicar al campo antropológico el modelo formal de análisis
quetado como miembro de la escuela o moda filosófica conocida en de estructuras, creado por los lingüistas Ferdinand de Saussure y
los años sesenta y setenta por el nombre de «estructuralismo», aunque Roman ]akobson, con la apasionada admiración de Rousseau por el
no pone ningún reparo a ser catalogado con dicho término, siempre buen salvaje. La lingüística estructural polariza su atención en las es-
que se entienda exclusivamente por tal el uso de un método científico tructuras formales o sintácticas del lenguaje que ordenan y aglutinan
de análisis de estructuras que él comparte con otros hombres de cien- las palabras, sin cuidarse de tener en cuenta su semántica o su signifi-
cia del campo de las humanidades como Georges Dumézil (1898-1986) y cado. La antropología estructural de Lévi- Strauss analiza con idéntico
Émile Benveniste (1902-1976). Con el mismo o mayor énfasis que criterio formalmente sistematizador las conductas del hombre. Las in-
Lévi-Strauss protestó luego también Foucault de que se le adjudicase vestigaciones sobre parentesco (Estructuras elementales del parentesco, 1949)
dicha etiqueta. y totemismo (El totemismo hoy, 1962) corresponden a la primera fase de la
El estructuralismo francés se presentaba a los ojos de muchos lec- trayectoria investigadora de Lévi-Strauss, que sistematizó, con el mismo
lores, por una parte, como un movimiento ciencista o cientificista, al- rigor formal que el lingüista que estudia la sintaxis de las palabras, las
tcrnativo a la filosofia analítica anglosajona de la ciencia y preferente- pautas estructurales del intercambio de mujeres con sus respectivas dotes
mente orientado, a diferencia de ésta, a la fundamentación de las cien- en las relaciones matrimoniales de las tribus primitivas. A su segunda
cias no fisicas sino humanas; pero también se presentaba, por otra, fase corresponde la monumental obra Mitológicas, una investigación en
corno un movimiento filosófico de inclinación ideológica que miraba cuatro gruesos volúmenes aparecidos a lo largo de la década de los sesen-
.1 la izquierda. La conexión con la ciencia y la praxis científica estaba ta, sobre las relaciones estructurales subyacentes -su «gramática profun-
.ivalada por el antropólogo Lévi-Strauss y el psiquiatra Lacan. La co- da», podríamos decir utilizando la terminología análogamente estructu
11.xión con el pensamiento filosófico y literario estuvo protagonizada ralista de Noam Chomsky- y detectables mediante el análisis en vastas
por Barthes y Foucault. Ferdinand de Saussure (1857-1912) y Sigmund constelaciones de mitos de los indios brasileños. Entre ambas fases vic
l-rcud (1856-1939), descubridores de sendos continentes científicos, el ron la luz los libros de contenido más filosófico de Lévi-Strauss, como
dc la moderna lingüística y el del inconsciente, fueron los patrones ad- sus dos volúmenes de Antropología estructural (1958, 1973) y El pensamien-
vocados por la dimensión ciencista del estructuralismo. Otro par de gi- to salvaje (1962), que estampa en su cubierta un dibujo de la flor silvcstr '
g.m1l's, Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Nietzsche (1844-1900), pa- así llamada y en el que su autor polemiza con Lévy-Bruhl y jean-Paul
11011iZ,1ron su dimensión filosófica. Sartre sobre el pensamiento salvaje y el civilizado. Lévi-Strauss nos ha
enseñado a ver con otros ojos, libres de prejuicios, las civilizaciones pri-
1:/ /It'II.1'fll/til'llfO salvaje de Lévi-Strauss. Claude Lévi-Strauss (nacido en mitivas y el valor que tiene el reconocimiento de la pluralidad de sus
11111\('1.1\,190H) es una figura cumbre de la antropología actual y culturas para la vida y el desarrollo de la humanidad.
111111 dI' I()~ principales artífices del pensamiento del siglo xx. Filósofo
1'1111.1.'tld)( uu, investigó y enseñó antropología en Brasil en los años
11('1111.1. 'I'I.I~ ejercer como profesor en Nueva York en la década de los
2.4.3. Cabos sueltos: Teilhard, Aron
(11.llt·III.I,volvió a su país, donde ha ocupado desde 1959 la cátedra de Aunque no encuentran ubicacion precisa en el presente mapa, hay
Allllopología Social en el College de France. Su libro Tristes trópicos d s grandes figuras del pensamiento francés que descuellan en los años
(19.5), «uno de los más bellos jamás escritos por un antropólogo», se- ti ' la guerra fría y no puedo dejar de mencionar.
gÚI1 lilr rd Geertz, es a un mismo tiempo una autobiografia intelec-
tu.il, el diario de sus expediciones en Brasil y una meditacion sobre la
\ C1ifl<lIde '1"1;-;
y Edouard Dcrucllc h,1I1llamado Inatención,el primero sólo irÓllil.1
dist.mcia entre el hombre civilizado y el primitivo y sobre el valor de 1I1l"1I1l"
Y d Sl'l-\lIl1do
dcnun inndoun «correcpisrcmológico», en el tUli ¡SO contrate '1111 . 1,1
1.1,1111 ropología como remedio al malestar que si nt el h mbr mo- 100,,~r,IUlli,IIl.1
llost.ilgi.1que siente l.évi SII,HlS\por los puchk», pnmitivos y su ("\IIU\tUI.1
drrno por su propia cultura. 11\1110,
qw' \olllrlt·,1('\0' pu -h!OS.1UIl.11l.\lisi,
1 ih '11l('lil
o de simpb p.I\II.1\ .llItOIIl.\lil
,1\.
I~I lEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

Una de ellas es el jesuita Pierre Teilhard de Chardin (1886-1955), los hombres de ciencia, visto como un potencial hereje por las autori-
paleontólogo, filósofo y teólogo, cuyas reflexiones gozaron de gran dades de su religión y como un aliado forzoso por los marxistas que
predicamento en aquellos años. El contenido de su pensamiento po- colaboraron temporalmente con la Iglesia católica en las luchas socia-
dría ser parcialmente descrito diciendo que continúa en la segunda mi- les de la época, Teilhard es candidato propicio a la marginación y al ol-
t.id de siglo el enfoque ya iniciado en la primera por Bergson, que le vido. Recientemente, sin embargo, ha despertado interés el análisis
influyó muy profundamente: una visión del universo como proceso, comparativo de la enigmática noosfera por él soñada con el hecho de
e entrada en la teoría y en el hecho de la evolución biológica, donde se Internet.
sostiene que el espíritu triunfa progresivamente sobre la materia. Pero La otra gran figura también dificil de ubicar en nuestro mapa es
'Icilhard llega mucho más lejos que Bergson en un doble compromiso, Raymond Aran (1905-1983), el escritor más relevante del pensamiento
lino con la religión y otro con la materia. Por una parte, sostiene que, político conservador francés de este período. Su triple trayectoria
,1 diferencia de lo que sucedió en el siglo XIX, la ciencia y la religión ea- como docente, como escritor y como columnista político es espectacu-
tólica no son fenómenos divergentes sino convergentes. Para él, el Dios lar, y su punto de vista es el de un analista de la sociedad liberal bastan-
de la Biblia es mucho más compatible con el contexto de la teoría cien- te pesimista y escéptico, en parte como reacción a la hegemonía de los
Ií íica de la evolución que el Dios Primer Motor y ajeno al mundo tra- intelectuales de izquierda de entonces en su país, que apenas le deja-
dicionalmente concebido por filósofos y teólogos. Por otra parte, pre- ban sitio para respirar. Representa, con esos matices, la continuidad
dica un sentido de fidelidad a la tierra que casi nos hace recordar a del pensamiento liberal inspirado en los grandes nombres clásicos de
N ictzsche y muestra un interés efectivo por los desamparados de la Montesquieu, Tocqueville y Max Weber. Compañero de estudios
Iicrra que nos hace recordar a Marx. Ya en 1927, mientras investigaba de Sartre, a quien orientó hacia la fenomenología, y profundamcnt '
( 01110 paleontólogo en China, publicó un breve libro titulado El medio interesado como él por la dimensión política del hombre, uno y otro
dnnno, donde declara que precisamente por compartir profundamente componen una pareja antitética de vidas cronológicamente paralelas.
1.1 problemática de nuestro tiempo no puede dejar de ver a Dios por to- El pensamiento de uno es de derechas y el del otro de izquierdas.
d.IS partes. Pero su actitud de anteponer el magisterio de la materia al Cuando Sartre defiende la violencia, Aran la condena, y viceversa.
m.igistcrio tradicional de la Iglesia y de proclamar su inextinguible fe Francois George ha comentado que «Aro n mostraba la historia como
\'11 el mundo material pronto le valió ser considerado persona no gra- era y Sartre la diseñaba como hubiera debido ser». Las obras de Aran,
1.1 por las autoridades de la religión que profesaba, las cuales lo aparta- que se inician con una tesis doctoral de juventud sobre la filosofla ,lle
Ion de 1.1 enseñanza y le prohibieron exhibir públicamente semejantes mana de la historia, abarcan el triple espectro económico, social y po
1"1 111m. En su obra principal Elfenómeno humano (1955), que fue muy lítico. Entre las principales destacan El opio de los intelectuales (1955),1'(17-
1.lIdl.IIIH·lIle publicada y resultó ser por muchos años un éxito de ven- .y guerra entre las naciones (1962), Tres ensayos sobre la era industrial (1966) y
1\", 'I¡·dll.lld sostiene que hay en la evolución un «hilo de Ariadna», lAS etapas del pensamiento sociológico (1967), magna obra organizada
'1111 1" 1.1 producción de formas cada vez más elevadas de conciencia, romo una galería de retratos intelectuales que agrupa en un cuart '
1111,\ fin h.i» -n su interior, que es el fenómeno del hombre (defini- lo a los fundadores de la sociología (Montesquieu, Comte, Marx y
d" pOI 1'1 11 -odurwinista Julian Huxley como «la evolución que cobra 'Iocqucville) y en un terceto a los grandes sociólogos de principios del
, '"H lelH 1,1 de sí rnisrna»). Esta flecha, insiste Teilhard, apunta en una siglo xx (Durkheim, Pareto y Weber).
dllt·( c ión, Y la meditación sobre ello le lleva a extrapolar o anticipar un
f 111 [di imo, que él denomina noosfera: un universo de conocimiento
I1I indc el orden de la información le ganaría la batalla al caos y al de- 1,llIlt'I1I,' proporcionaba el eslabón pcrdid entre el hombre y sus antepasados 110hum.,
xordcn de la entropía. Usualmente considerado un visionarios por 1111\.1,0 que en un principio pareció un impresionante descubrimiento resultó S('I, \~f\ÚII
\1' "lpO mucho 111.\starde, en 1953, UI],I Slip .rchcrla, El mundialmente f:lllI0'O p.II(·1II1
IlIlo¡'.o SIl'ph '11j.ry .ould, profese» tIL- 11••rv.ird, csc ribió ('11lo" ,.ilm oc 11"111.1 ,"'1 p.1
" El JOV('IITcilh.ird tuvo la mala suerte, cuando sus .iutorid.idcs I enviarona pro ',Ido \1¡;lo IIIl .nrk ulo 1"J()ZllIl'IlI," IÍli«() sobre el .ivuntr: l'II el que imphc.th.i '('11.1111<'111,·
hlll\li/.ll ('11III¡:I.II('II,I ~II~estudios d· p.rlconrologln, de ira caer b,ljo I.J S0l11llr.1pIOIl'( .tl y" I.dl('( Ido 'lcilh.ud 1'111.1"'1wrr!ll'IÍ,1. Di, IIO .lId, 1110('(lll\liIIlY" \1110dI' 1m (.Ipflllllll
1"1.1dI' l." d'I\ 11f\1I1.I\I'·'pom.lbl,·, lid h.ill.izgo ti ·1«hombre ,k, PdldoWlln. que 'IIJHI(" """11I "
ell' \11Ilhlll I )/1'1I1,·\"r.~'II//IIII. r "i//(/I/II (19IU),
El I.EGADO FILOSÓFICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

maneció en los Estados Unidos, donde se nacionalizó y ejerció como


profesor en las universidades de Columbia, Harvard y Brandeis.
2.5. Los maestros pensantes del 68 Fue en los años cincuenta y sesenta cuando saltó a la fama Mar-
cuse con sus dos obras más leídas, Eras y civilización (1955) y El hombre
Entre los pensadores de diversas tendencias que simpatizaron con unidimensional (1964). En la primera vuelve a sacar agua de la roca para
<:1 movimiento revolucionario estudiantil de los años sesenta o se mos- extraer también de Freud elementos revolucionarios tras atemperar o
1 raron dispuestos a comprometerse con él, unos pertenecían a una ge- relativizar históricamente lo que hay de represivo en el pensamiento
ncración muy anterior, ya jubilada o a punto de jubilarse, como fue el freudiano. Ello le permite construir una nueva síntesis de Marx y
t .ISO de Russell, Adorno, Marcuse o Sartre, y otros eran jóvenes profe- Freud, un nuevo freudomarxismo con mejor base filosófica que el
xorcs que se hallaban en la etapa inicial de su carrera docente, como abordado por Wilhelm Reich en los últimos años veinte.
íuc el caso de Foucault, Habermas y Chomsky. De los primeros men- Su libro El hombre unidimensional fue bandera de los movimientos
t ionare aquí únicamente a Marcuse y de los segundos a Foucault y Ha- estudiantiles de los sesenta. Su tesis fundamental es que la moderna so-
bcrmas, Sobre el pensamiento de Chomsky en este período remito al ciedad industrial en su fase actual de capitalismo avanzado enmascara
lec lar a las páginas correspondientes de las secciones segunda y tercera su irracionalismo básico con la sobreabundancia de producción, que
ti ,1 capítulo 11, que sigue inmediatamente a esta Introducción. le ha permitido integrar a la antaño miserable clase trabajadora. Ese
irracionalismo consiste en poner a los seres humanos al servicio de un
aparato instrumental de productividad erigido en fin en sí mismo. La
..1.1. Marcuse: una utopía que añade a la teoría crítica actual industria de la cultura facilita la manipulación de las apetencias
el compromiso práctico y pensamientos del ciudadano, creándole falsas necesidades, que lo
mantienen adicto al consumo y prisionero, por tanto, del sistema. La
En la memoria de los ciudadanos que vivieron la revuelta estudian- desesperada apelación de Marcuse al final de su libro a los marginados
1d de los años sesenta, Herbert Marcuse (1898-1979) es el pensador más de la tierra para que recogiesen la antorcha abandonada por la clas
representativo de los ideales de ese movimiento, en cuyos objetivos se obrera encontró inesperado, aunque transitorio, eco en la rebeldía de
\ omprornetió. El se había formado primero con Husserl y Heidegger los universitarios.
p.I!.1 pasar luego a trabajar en el seno de la Escuela de Frankfurt. Sus En sus últimas obras, Ensayo sobre liberación (1969) y La dimensión Col
dm primeras obras importantes tienen por tema el pensamiento hege- tética (1973), Marcuse vuelve a meditar, perfilándola mejor, sobre su
11,1110: l.tI ontología de Hegel (1932), elaborada en el departamento de doctrina de la utopía y contribuye con una importante aportación a la
I 1('11Iq',gn. y Rrlzán.y revolución (1942), resultado de sus investigaciones teoría del arte y la belleza.
1IIIIIn 11I1I'llIh10de la Escuela de Frankfurt. En esta segunda casi pare-
I 11.11.I}\\I.Idr 1.1 roca para poner de manifiesto elementos revolucio-
1111111111d pvns.un iento hegeliano. 2.5.2. Foucault: el estatuto epistemológico de las ciencias humanas
1)1 l h u ldn-uner y Adorno lo separa la simpatía, no exenta de críti-
1 1, '1"1 (·1\IIIIIÚ por la fenomenología y el existencialismo y también Muchos de los lectores que fueron jóvenes en los años sesenta
11111I( 1\ t1 lunttscritos económicos y filosoficos de Marx, una de sus obras vinculan sobre todo a Michel Foucault (1924-1986) con Las palabrasy
111.1\IdmúllLIs (compuesta en 1844 pero publicada un siglo después, las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas (1966). Pensado para un
1'1111)I ).qu ' contiene ingredientes de utopía. Pero lo que sobre todo reducido sector de especialistas, este libro encontró en el gran públi o
111dl\l.lIH. iaba de sus dos colegas era su voluntad de compromiso prác- una acogida espectacular que le abrió definitivamente a su sorprcndi
ru o, 111ornpatible con el pesimismo radical de ambos respecto a las d autor las puertas de la fama. Con las ideas a primera vi ta más 11.1
pO\lbilid.ldes de transformación de la sociedad, que convertía a la Es- mativas en \1 expuestas (la tesi de «la muerte del hombre» y la apar '11
t ud.1 ti . Frankfurt en un marxismo sin praxis. Tampoco regresé rno te d .ícnsa del cníoqu cstru .turalista) Fou ault transmitía también, .1
l lorkh .im '1" Y Adorn a Al manía d .spu '.. de la gu rra, sino 'qll ' P '1'- UIl niv ,1 111.\sprofundo, -l m .nsa] ,d' qu -la ruptura, 1,1 discontinuid,ul
El. LEGADO FILOSOFICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCION. SEGUNDA PARTE (1946-1970)

y el disenso son factores más saludables que la continuidad y el con- Por aquellos años, en 1962 y 1968 respectivamente, publicó sus
senso para el desarrollo del pensamiento y de la cultura. En el lanza- dos primeras obras de importancia, Historia y crítica de la opinión públi-
I~liento de estas mismas ideas dentro del ámbito más restringido de la ca y Conocimiento e interés. Su luminoso hallazgo en la primera de ellas
íilosofia y la historia de la ciencia, Kuhn se había anticipado a Foucault es la formulación del concepto de esfera o espacio público. En los
con su Estructura de las revoluciones cientfficas (1962). Éste, por su parte, de- clubs, cafés, revistas y periódicos de la sociedad burguesa emergente
claró seguir en su libro una línea similar ya trazada por grandes figuras del siglo XVIII constata Habermas la creación de un ámbito de convi-
Irancesas de la filosofía de la ciencia, como Bachelard y Canguilhem, vencia que iba más allá de lo familiar, pero que quedaba más acá de lo
que fue su maestro. político. Allí cualquier individuo podía emitir libremente sus opinio-
A Las palabras y las cosas le corresponde por derecho propio una nes, contrastándolas con las de cualquier otro, sintiéndose así propia-
posición estelar en nuestro actual firmamento filosófico. Para Fou- mente ciudadano. Luego el creciente desarrollo político, administrati-
cault, sin embargo, como ha recordado ]eannette Colombel, éste no vo e industrial de la sociedad del siglo XIX invadió aquel espacio de li-
era «su» libro, quizá porque es el que más induce al lector a encasi- bertad, que hoy han recuperado de momento los usuarios de Internet,
ll.irlo con la etiqueta por él repudiada de «estructuralista», quizá por el último refugio de la comunicación interactiva.
ser una obra más discursiva y textual que práctica y operativa, o qui- El ensayo Conocimiento e interés, la segunda obra importante de Ha-
z,í porque su objeto, el estatuto epistemológico de las ciencias hu- bermas, fue una especie de «crítica de la razón pura» de bolsillo, o si se
111,lI1as, era algo demasiado «normal». quiere una filosofia francfortiana de la ciencia que ayudase al ciudada
«Lalocura, la muerte y el crimen», dirá más tarde Foucault, «son para no de la guerra fría a contemplar el fenómeno de la ciencia sin calarse
mí .Ioshechos más intensos ..» Al primero de ellos le había consagrado ya antes los consabidos y admirativos anteojos anglosajones. Habcrm.is
e! libro _resultante de su teSISdoctoral, la Historia de la locura, aparecido denunció en ese libro el carácter meramente instrumental de la filosoíl.i
t mco a~os antes que Las palabras y las cosas, que queda por debajo de la anglosajona de la ciencia. Y en él puso respectivamente en conexión 10\
t ornpleja y potente plataforma conceptual de éste, que le va, sin embar- tres géneros que él veía del saber científico (el de las ciencias flsicas, d
go a la zaga, en vividez y atractivo. Esa historia denunciaba el silencio a de las ciencias sociales y el de las ciencias crítico-filosóficas o critico
que ha condenado a la sinrazón la Razón ilustrada, la cual, al encerrar al humanistas, entre las que incluyó al psicoanálisis) con tres intereses b:1
loco en el manicomio, vino a romper una costumbre todavía vigen- sicos del hombre: el de orientarse en el mundo físico, el de comprende:
I t· ,11 comienzo de los tiempos modernos, cuando la cordura y la locura su mundo social y el de emanciparse de cualquier dominación.
.iún eran capaces de convivir armoniosamente: el Quijote de Cervantes, La relación de compromiso de Habermas con los jóvenes del 68 fue
t·.1 R~'YLear de Shakespeare o el elogio filosófico que hizo Erasmo de la más efectiva y afortunada que la de Horkheimer y Adorno, pero menos
sinrazón son monumentos espirituales que lo testimonian. Este libro que la de Marcuse, con quien sostuvo interesantes discusiones al respecto.
ruxpiraria al movimiento anti-psiquiátrico de aquellos años.

.'i, 1. 1 Iaberrnas: la crítica de la razón positivista

1:.1 lilósofo y sociólogo ]ürgen Habermas (nacido en Düsseldorf


t'l1 1\)29) era ya famoso en los años sesenta del pasado siglo como prin-
(lp.tI h .redero de la Escuela de Frankfurt. En su juventud tuvo la suerte
y el mérito de conectar oportunamente en Frankfurt, en cuya universi-
t!,ltIdesempeñaba tareas académicas, con los líderes del repatriado «Ins-
IIIulO de Investigación Social». Por un breve lapso de tiempo trabajó
(01110ayuda~te de investigación de Adorno en dicho Institut y luego,
.md.indo el ucrnpo, ocuparía la cátedra d ITorkheimer en Frankfim.

También podría gustarte