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LA IDENTIDAD DEL CATEQUISTA

La Iglesia existe para evangelizar dice Pablo VI en la Evangelii Nutiandi.


El fraile Severino Calderón Martínez (OFM) señala que existen tres etapas de este proceso
evangelizador, tres etapas en la que el catequista participa siendo este el portador de la luz para
llevarla a los hermanos:
1).- ACCIÓN MISIONERA: tiene por finalidad ser “despertador” de los no creyentes… tarea de
preparar terreno y SEMBRAR (Anuncio-Conversión).
2).- ACCIÓN CATEQUÉTICA: proceso de maduración de la fe ENRAIZAR la siembra (ARBOL CON
RAIZ).
3).- ACCIÓN PASTORAL: fieles que pertenecen ya a la comunidad, que deben seguir madurando
evangelizando (misionando). FRUTOS DEL ARBBOL (madurez de la cosecha).
Cuando alguien se siente llamado a comunicar Buenas Noticias, a llevar a cabo estas tres acciones
de evangelización, debe hacerlo desde una identidad comunitaria para que actué conjuntamente con
los demás. Se pone u vocación, llamada de Dios, respuesta humana, al servicio de los demás o se
propone a una persona que forme parte del grupo y se haga catequista, conviene tener en cuenta,
quitando cualquier equívoco que: “dar catequesis” no es una evasión, una diversión , un modo de
emplear el tiempo libre, un “hobby”, sino un servicio a Cristo y a la Iglesia, desde el carisma especifico
que se ha recibido.
El catequista es aquel bautizado que comunica la fe que ha recibido a otro bautizado o a aquel que
quiere serlo para adherirse en Cristo al Padre por el Espíritu Santo.
El catequista encuentra su identidad de misionero en su bautizo, siendo sacerdote, profeta y rey.
 EL CATEQUISTA COMO SACERDOTE:
El catequista es sacerdote, porque habla a Dios de los hombres. Porque ha visto el apremio y la
urgencia de llevar la Buena Nueva a los hermanos de la comunidad. El catequista ejerce su sacerdocio
desde la oración y es que no puede ser de otra manera, sino desde este ser de sacerdote. El sacerdote
desde el AT era el que ofrecía los sacrificios al Dios de Israel, el que conocía las necesidades del
pueblo y se las comunicaba a Dios y Dios las acogía y las resolvía.
El catequista es sacerdotes cada vez que se dirige a Dios y le presenta sus inquietudes, ilusiones,
dudas, preocupaciones, dificultades, alegrías… sus necesidades y las del mundo entero. Cuando la
oración del catequista es universal y no se centra en sí mismo, ahí esta ejerciendo su sacerdocio dado
por el bautismo.
Jesús, el Evangelizador del Padre por excelencia, el que nos trae la Buena Nueva del Dios Amor,
jamás hizo nada sin antes ejercer su sacerdocio, es decir, sin antes orar al Padre en espíritu y en
verdad. (Lc 22, 44-46). No podemos dejar de reconocer en todo momento, que Cristo Jesús es mucho
mas que un verdadero modelo de hombre de oración. Jesús oraba, y oraba con frecuencia, a veces
pasaba noches enteras en la oración. Los discípulos, viéndole una vez orando, calmado y feliz,
tranquilo y manso, sintieron el impulso de orar. Pero se preguntaron ¿cómo hacerlo?, entonces se
acercaron a él y le rogaron: “Maestro, enséñanos a orar”. Los discípulos es ese instante lo hacen por
un extraordinario deseo y las ansias más profundas del corazón.
El catequista ofrece todo su esfuerzo evangelizador a Jesús, para que Él lo toque y se haga fecundo
y este trabajo misionero dé mucho fruto de vida eterna. Ésta debe ser la oración de todo catequista al
final de su día, cuando va a reposar y piensa en todo lo sembrado durante su hora de catequesis, en
el esfuerzo puesto en cada niño, joven o adulto evangelizado, en esa semilla del Reino que puso en
aquellos corazones: debe ofrecerlos a Jesús, para que él haga próspero este trabajo. Antes de ser
profeta, el catequista es sacerdote, ora y vela por extender el Reino de Dios en la tierra.
 EL CATEQUISTA COMO PROFETA:
El catequista es profeta, porque en su bautismo ha sido ungido como antiguamente a los profetas se
ungía, pues eran hombres elegidos por Dios para anunciar y denunciar al pueblo en una determinada
circunstancia y tiempo. Son ungidos los profetas con la fuerza de Dios, pues el trabajo que
desempeñaran no será fácil. El catequista ha sido ungido por el bautismo con el santo crisma , el
mismo crisma con que eran ungidos los profetas y los reyes del antiguo testamento. El catequista
forma parte de una comunidad, el catequista es llamado, es escogido desde su realidad para anunciar
la buena nueva del Reino de Dios. Es uno más de los hermanos que se siente impulsado a llevar
buenas noticias, que quiere llevar mensaje de paz, que quiere llevar a sus hermanos al conocimiento
de Dios, porque él ya lo conoce, el catequista ejerciendo su sacerdocio común, es decir, el catequista
que ha orado y ha tenido un encuentro con Dios, se siente impulsado a contagiar a los demás del
amor de Dios que ha recibido, quiere compartir el agua de la Fuente Viva a los sedientos de Dios. Y
esto lo hace anunciando el evangelio.
Es por eso que el catequista llega formar parte de una comunidad, se identifica con otras personas
que sienten lo mismo, que también han sentido el llamado de llevar la Buena Nueva. Todo se convierte
en un encuentro de experiencias y en un testimonio de la presencia del Señor en medio de su
comunidad. Los catequistas comparten interrogantes y dificultades existenciales acerca del modo de
vivir, testimoniar y servir el mensaje cristiano par que su Palabra no quede vacía de eficacia.
Los catequistas, ejerciendo su profetismo, son llamados a vivir la fraternidad catequística, atenta a la
escucha de la Palabra de Dios y su anuncio, y es clave hacerlo sin fisuras, y evitando dispersiones.
Se es hermanos gracias a la palabra, la cual une, crea solidaridad y ayuda a crecer como “Iglesia”.
El catequista anuncia con su vida, a la persona de Jesucristo, cundo son consecuentes con su
condición de creyentes y vive en verdad, sin querer escoger ante los otros su fe. Cabe decir, que el
catequista se va encontrar con muchas dificultades, como se las encontraron los profetas, como Elías,
buscado por la furia de Jezabel para ser asesinado o las dificultades del profeta Jeremías, que desde
muy pequeño fue llamado apara anunciar la destrucción de Sión si no había una conversión profunda
del pueblo de Israel (Jer 34,17), cómo era visto jeremías, ante los falsos profetas que anunciaban
libertad y victorias infundadas, mientras que él anunciaba guerra y destrucción, hasta el punto de
renunciar al matrimonio y a una familia para no traer hijos que serían el oprobio y la burla de los
babilonios. Estas dificultades que el catequista que se va enfrentar son esenciales para el verdadero
fruto de su misión. Recordando las palabras de la santa Teresa de Calcuta “hay que dar hasta que
duela”, es donde el catequista va encontrar la verdadera paz en medio de las tribulaciones, porque si
duele la misión, es buena señal.
 EL CATEQUISTA ES REY:
El catequista es rey, cuando sabe dominar y acallar todo aquello que le aparta de Dios. cuando es
dueño y señor de sí mismo y de las circunstancias que le rodean. El rey es aquel que gobierna
determinada porción terrestre, tiene a su mando ejército y súbditos para defender su reino de los
ataques del enemigo. El rey extiende sus dominios con sabias estrategias, un sabio rey es querido por
su pueblo y admirado por sus homólogos de otros reinos, como el caso del rey Salomón. El catequista
bautizado es ungido también como rey, pues le esperan duras batallas por conquistar en el campo de
la evangelización. El catequista se identifica como rey cuando siente celo por el Señor de los Ejércitos,
a ejemplo del profeta Elías, que lo quería defender de los falsos profetas que predicaban falsos
dioses… “Ardo de celo por el Señor Dios de los ejércitos” (1 Re 19, 10).
El catequista ejerce su ser de rey cuando con la evangelización extiende el Reino del único Dios
verdadero. Se identifica con el Rey de reyes, pues cumple el mandato de Jesucristo de ir a predicar a
todos la Buena Nueva, llevando palabras de paz a los que viven en guerra, el conocimiento de Dios a
los que lo ignoran, la ternura del Dios Amor a los que carecen de ella.

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