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INDICE

Introducción 3
Saliendo de la universidad ¡Ya la hice! 7
Cruzando la frontera 10
Los polleros 11
¿Cómo trabajan los polleros de 12
La patrulla fronteriza 16
¿Cómo se obtiene trabajo en los Estados Unidos de 17
Norteamérica?
Cómo es la vida de los indocumentados 20
La mujer mexicana indocumentada 23
¿En qué trabaja la mujer mexicana indocumentada? 24
El seguro social (Medicaid y Medicare) 28
¿En qué trabajan los hombres indocumentados en la Unión 31
Americana?
Los migrantes indocumentados centroamericanos 36
¿Cómo se ayudan los mexicanos indocumentados en los 40
Estados Unidos de Norteamérica y cómo es el trabajo allá?
El comportamiento del mexicano indocumentado en el 45
trabajo y fuera de él
La segunda vez 52
La tercera vez 59
Remesas 61
¿Cómo envía el indocumentado mexicano su dinero a 71
México?
La identidad cultural del mexicano y la religión 77
La desintegración familiar debido a la migración 83
Los problemas del migrante indocumentado: factores 89
socioculturales y educativos
Los errores que cometen los ilegales mexicanos en la Unión 93
Americana
El caso Georgia y San Francisco (dos lugares donde trabajé) 95
Importancia estratégica de San Francisco y el papel clave de 97
los
Mexicanos
Los niños inmigrantes 98
El pandillerismo en los indocumentados mexicanos 105
Y centroamericanos

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La diferencia entre inmigrantes mexicanos y cubanos 109
El regreso a casa 111
Canadá 113
La última vez 117
Fuentes 121
conclusión

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INTRODUCCIÓN

En uno de sus estudios, el Consejo Nacional de Población expone sintéticamente


las principales características del éxodo de mexicanos hacia el vecino país del
norte:

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Aunque la migración mexicana hacia Estados Unidos ha sido una constante en las
relaciones entre ambas naciones desde hace más de un siglo y medio, este
fenómeno se ha intensificado considerablemente en las últimas tres décadas.
Factores diversos como la vecindad geográfica, los estrechos lazos sociales y
culturales, la creciente integración económica, y las intensas relaciones e
intercambios entre ambos países hacen inevitable la generación de flujos
migratorios.
Se ha caracterizado desde sus orígenes como un proceso de naturaleza
primordialmente laboral, en el cual se observa una dualidad continuidad/cambio,
cuyos elementos tienden a dar cuenta de patrones de estabilidad en el tiempo y
los cuales evidencian ciertas transformaciones a partir de los ochenta. Dichos
patrones encuentran su correlato en ciertos cambios contextuales de prominencia,
tales como las sucesivas crisis económicas registradas en México durante estas
dos últimas décadas, la reestructuración de su modelo económico, las
transformaciones en la estructura económica estadounidense, las contingencias
deparadas por la unilateralidad de las diversas políticas migratorias
norteamericanas, el impacto de los tratados comerciales y un contexto general de
creciente globalización. (W.W.W.
Conapo.gob.mx/publicaciones/intensidad/mig/cap.01pdf (Mayo 04, 2004).

La migración es un fenómeno propio de países como México y Centroamérica. Sin


embargó, el impacto social, económico y político que ha adquirido en los últimos
años es sorprendente. Debido a que las desigualdades sociales y la falta de
oportunidades han creado un lanzamiento desorbitado en países en desarrollo, la
migración ha ocasionado que se den transformaciones sociales y con ello mayores
desafíos para lograr tener un mejor acuerdo y una mejor y eficaz convivencia en
las sociedades modernas. Más allá de las remesas, la migración ha generado
nuevas estructuras de organización social, nuevos roles en la familia, así como
cambios en las relaciones internacionales y las políticas sociales. Es muy
importante tomar en cuenta que los gobiernos de México y los Estados Unidos de
Norteamérica nunca han reconocido la dignidad del migrante; es decir respetar
sus derechos más elementales como seres humanos.

Uno de los aspectos importantes es la situación de los jóvenes en cuanto a


su formación profesional y el acceso al empleo en nuestro país. Es bien sabido
que los jóvenes enfrentan serios problemas en relación con el al acceso al empleo
cuando se egresa de una carrera universitaria.

El mundo actual es muy diferente al de décadas anteriores. Para poder


enfrentar esta falta de empleo al salir de la universidad, los jóvenes deben tener
más que una actitud positiva; ésta debe ser emprendedora y, a la vez, solidaria.
No es fácil conseguirlo en una época de tanta violencia y egoísmo, donde la
desconfianza siempre está presente. El sistema educativo de México debe ayudar
a que los jóvenes reúnan esas actitudes, pero será difícil lograrlo si no se tiene el
apoyo de las familias, los políticos y otros agentes mediante el ejemplo de su
comportamiento. Cabe señalar la importancia que representa la migración en el
crecimiento y desarrollo regional, cuyo costo social es muy alto. El respeto a la
persona, sin importar su condición migratoria, es obligatorio para reducir
fenómenos tales como: la corrupción, la delincuencia organizada, la prostitución,

5
inclusive la explotación infantil. Para poder suavizar este monstruo que es la
migración, se necesitan programas de desarrollo que la contrarresten y permitan a
miles de mexicanos retornar a sus lugares de origen y puedan lograr crecimiento
económico a lado de sus familiares y se deje con esto de cruzar la frontera.

La política migratoria implementada por los estados de la república


mexicana, así como por el gobierno federal, ha resultado ineficiente e inapropiada
para el desarrollo social, cultural y económico de nuestros connacionales.

La frontera norte ha sido, es y será una franja de tránsito, rechazo y


aceptación de migrantes, siendo este uno de los cruces fronterizos más dinámicos
de la región. Los flujos fronterizos de inmigrantes más consistentes son
efectuados por trabajadores temporales, refugiados centroamericanos, visitantes
locales, visitantes fronterizos y transmigrantes. Todos ellos serán presa fácil de los
famosos polleros, gente inhumana y explotadora, que no se tienta el corazón para
quitarle el dinero a los inmigrantes y dejarlos abandonados a su suerte.
Posteriormente, si tienen suerte, serán capturados por la patrulla fronteriza la cual
es totalmente discriminatoria y abusiva con todos aquellos que cruzan de manera
ilegal su frontera. El gobierno mexicano debe de poner mayor atención con
respecto a esta autoridad migratoria y exigirle un mejor trato para nuestros
conciudadanos.

Los trabajadores temporales, tanto mexicanos como centroamericanos, son


contratados por enganchadores; devengan sueldos verdaderamente paupérrimos,
no cuentan con ningún tipo de prestación, y son víctimas de explotación laboral,
muchas veces trabajando enfermos. Estas precarias condiciones de trabajo han
generado el crecimiento de la economía regional de nuestro país “hermano”.

Cada día es mayor el número de mujeres y niños que intenta llegar a los
Estados Unidos de Norteamérica para lograr el “sueño americano”. Estos grupos
son los más vulnerables a violaciones de sus derechos más elementales. Es de
gran importancia que nuestro gobierno proteste formalmente por la forma
inhumana en que son tratados no sólo los varones en aquel país, sino también
nuestras mujeres e hijos, por las condiciones infrahumanas en que trabajan.

La producción y venta de petróleo, es una de las fuentes principales del


desarrollo social, económico y político de nuestro país. Las remesas –tema que
abordaré más adelante- ocupan el segundo lugar en importancia y es un orgullo
para políticos mexicanos que estas sean una fuente de ingreso más para el país.
Sin embargo, bajo esta apariencia, es sólo una herramienta para poder contener la
pobreza de nuestra nación. Esto continuará sucediendo mientras todos los países
de la región no se comprometan con planes de desarrollo eficaces que permitan
mejores condiciones de vida a las clases más vulnerables.

El Estado mexicano tiene la obligación constitucional de garantizar la


dignidad, la libertad y la igualdad de las personas, así como de proporcionarles las
condiciones propicias para contar con un empleo digno, que cubra las

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necesidades de sus familias. Con esto será posible prevenir la desintegración
familiar por causa de la emigración de algunos de sus integrantes. Mientras
nuestro país siga sin planes de desarrollo económicos bien fundamentados para
las clases desprotegidas y no detenga la fuga de intelectuales, México no tendrá
una estabilidad social, cultural, económica y política que pueda impulsarlo al
desarrollo de una potencia como la de nuestro vecino e incluso tener un desarrollo
socioeconómico como las potencias europeas.

Bajo esta premisa, el propósito central de esta monografía y reflexividad es


brindar una perspectiva de los principales aspectos que hoy en día configuran el
contexto regionalizado de la emigración de mexicanos a los Estados Unidos. En
ella se tocarán temas tales como el de los polleros, la patrulla fronteriza, el papel
de la mujer en el sostenimiento del hogar, la desintegración familiar, el problema
que tienen los centroamericanos al cruzar nuestra frontera y el trato que le dan las
autoridades migratorias mexicanas, el comportamiento del mexicano en la Unión
Americana, el pandillerismo, la negación a los servicios médicos para todo
inmigrante y otros temas de gran importancia. Otro de los propósitos de este
trabajo es aportar elementos relacionados con la migración, pero sobre todo hacer
una reflexión de la problemática que es la migración del mexicano y las
implicaciones que conlleva alcanzar el tan anhelado “sueño americano”.

Este trabajo trata de una vivencia que pretende mostrar las principales
tendencias y rasgos del fenómeno y destacar, de manera especial, la importancia
económica que representan las remesas en el ingreso monetario de los hogares y
su papel como paliativo para la disminución de los niveles de pobreza; describir el
mundo de los famosos “polleros”, qué papel juegan en la migración no sólo de
miles de mexicanos, sino de otras nacionalidades, educación, empleo, policía
migratoria, la fuga de cerebros hacia eses país, religión, costumbres etc.

Incluyo algunas reflexiones en torno a las diferencias en la narración


masculina y femenina de la migración, lo que implica distintas vivencias y
percepciones del mismo fenómeno. Además de las diferencias de género, noto
variaciones que tienen que ver con problemáticas individuales de cada migrante.

Gracias a mi formación profesional, en varias ocasiones utilicé la


etnografía. Durante cuatro años, en mi convivencia con muchos indocumentados,
obtuve varias narraciones. Involucrándome en sus vidas, logré que me relataran lo
que hicieron en beneficio de ellos y sus familias, vidas simples y comunes que se
disiparon en la historia del proceso. Gracias a esto fue posible comprender que el
trabajo no es sólo de lo vive el ser humano, sino que, como lo señala Menéndez
(1987), “en la mayoría de los casos es a través de él que se evidencian las más
negativas relaciones de control social, de explotación y de alienación”.

Una de las tendencias más alarmantes del éxodo de mexicanos


hacia los Estados Unidos de Norteamérica durante los últimos años, reside en el
importante incremento de los flujos de migración indocumentada, la cual se ha
convertido en un modo migratorio sobresaliente, con serias discrepancias para las

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comunidades de origen y destino, donde los más afectados son los propios
migrantes. La intensidad y la magnitud que ha adquirido el fenómeno han hecho
que ocupe un lugar prioritario en la agenda política de ambos países y en la
relación binacional.

La falta de conductos legales para regular el flujo migratorio que generan


los factores de oferta y demanda laboral de los países que están implicados en
esta problemática, está estimulando la ampliación de la migración irregular a lo
largo de toda la frontera entre México y estados Unidos y, con ello, el
acrecentamiento de los riesgos y costos –tanto económicos como humanos- en
los cruces fronterizos, tema que tocaremos también en esta narración.

Debido a la condición ilegal de muchos inmigrantes, se restringen sus


posibilidades de acceso a la seguridad médica y esto influye en el deterioro de sus
condiciones de salud. A su vez, una circunstancia de este tipo podría reducir las
motivaciones de las personas a migrar. No obstante, las situaciones
socioeconómicas de sus países de origen no les permiten obtener un nivel de vida
digno y salen a buscarlo a otros sitios, a pesar de los riesgos. La insuficiencia de
oportunidades se manifiesta en el hecho de que cada vez son más los
profesionistas que migran por no hallar un empleo (sea apto o no para
desempeñarlo) y que pudiera permitirles tener un nivel de vida apropiado a sus
necesidades y ambiciones. Contadores, maestras, químicos farmacéuticos,
administradoras, propietarios de pequeños negocios en bancarrota, etc.,
abandonan sus países en busca de un empleo que les permita sostener a su
familia.

En México la migración es una práctica que se realiza desde mucho tiempo


atrás, pero hoy es algo habitual no sólo entre aquellas clases de bajo status, sino
que ha alcanzado a las clases que gozaban de una mejor posición en la pirámide
social y en la distribución del ingreso. Nuestro gobierno no ha solucionado el
deterioro de las condiciones de vida de miles de mexicanos que tienen la
imperiosa necesidad de brindarles un futuro mejor a sus familias. Esto ha
ocasionado que centenares de personas abandonen sus tierras o su ocupación
anterior para desplazarse a los lugares donde se demanda mano de obra barata
pasando por áreas inhóspitos y desconocidas, atravesando desiertos y brincando
cercas; se ven obligados a luchar contra el idioma y el entorno cultural de su
nuevo hogar con la simple finalidad de encontrar acomodo para sus familias.

La migración no es sólo un problema para los llamados países


“subdesarrollados”, sino también es un problema de los países “desarrollados”, los
cuales deberían aportar propuestas de solución a este fenómeno. Pero tendría
que ser una solución en la que se reconociera la contribución económica y cultural
de los inmigrantes

Todos aquellos que emigran en busca de mejores condiciones de vida y que


se desplazan de la frontera sur a la del norte de nuestro país, son aquellos
hombres, mujeres y niños que realizan esta hazaña con la finalidad de dejar atrás

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el desempleo, la violencia, el hambre y toda aquella vida paupérrima de la cual
nunca podrá el gobierno de nuestro país sacarlos adelante.

Al llegar a los Estados Unidos de Norteamérica se arriesga la vida e incluso,


muchos de ellos la pierden y tan solo no por unos cuantos dólares y esto con la
finalidad de superarse y no quedarse en la mediocridad, esto significa un mejor
futuro económico y cultural para los hijos.

Como se sabe, cada año llegan a la Unión Americana miles de ilegales


mexicanos. Los estadounidenses argumentan que los inmigrantes son un
verdadero problema, debido a que les quitan el trabajo a sus conciudadanos y
usan los servicios de éstos sin pagarlos. Con el tiempo pierden su propia identidad
cultural, terminando por adoptar la del lugar donde se encuentran y la trasmiten a
sus nuevas generaciones.

En las líneas siguientes veremos cómo nuestros connacionales realizan


trabajos mal remunerados y, lo que es peor, se piensa que estos los debe
desarrollar un inmigrante. Por ejemplo: tocaremos tópicos sobre cómo el
indocumentado tiene que realizar trabajos de albañilería, del campo, las labores
doméstico y de limpieza, entre otros.

La pregunta es: ¿por qué el gobierno norteamericano no los expulsa a


todos de una vez y termina con este problema? Es cierto que los inmigrantes
reciben los servicios del vecino país y no le cuestan; al mismo tiempo, un gran
número de estos son contribuyentes. En este documento también se explicará el
problema de los impuestos que el gobierno de aquel país le quita al
indocumentado mexicano sin que este pueda cobrarlos.

La inmigración a los Estados Unidos ha sido vista siempre con malos ojos,
ya que para los norteamericanos los mexicanos somos personas “delincuentes” e
incluso “terroristas”. Debido a esto, como se sabe, el gobierno y algunos grupos de
ciudadanos estadounidenses han tomado medidas para evitar a toda costa el
cruce, no sólo de inmigrantes mexicanos, sino de otras nacionalidades; una de
esas medidas es el muro que está en Tijuana y que llega hasta el mar. Por ello
pueden detectar a ilegales. En fin, Estados Unidos ha creado muchos otros
mecanismos para evitar el paso de ilegales. Esto conlleva a que miles de
mexicanos busquen otras rutas, aún más peligrosas, para cruzar y se convierten
entonces en fugitivos de la ley, lo cual los condena ha vivir escondidos para no ser
deportados, asunto que se explicará adelante de manera más amplia.

A pesar de todas estas circunstancias desfavorables, para los que


intentamos cruzar en alguna ocasión la frontera de nuestro vecino país, tenemos
que vivir de manera precaria, pues no existen lugares en donde se le pueda a uno
ayudar o personas que le tiendan la mano al que va llegando por primera vez a
ese país. El inmigrante se tiene que organizar para mantenerse sin desembolsar
mucho dinero y tratar de vivir lo mejor posible.

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Un tema de gran importancia dentro de las migraciones es el de la
descomposición de las comunidades de origen, el trato hacia la mujer en esos
lugares cuando el esposo emigra en busca de mejores condiciones de vida.
También se abordará el tema de la expulsión o salida de todos aquellos miembros
del núcleo familiar, la cual genera problemas graves en la integridad social de éste
y perturbaciones mentales en todos sus miembros. Sin embargo, también puede
favorecer el sostenimiento económico de la familia y el fortalecimiento psicológico
individual y de grupo.

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SALIENDO DE LA UNIVERSIDAD ¡YA LA HICE!

La educación superior en México se ha convertido en una inversión


improductiva para el país, porque derivado de la crisis económica y la falta de
trabajo, alrededor de 684 mil personas con estudios universitarios se encuentran
en completo desempleo, revelan cifras del Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática (INEGI).

En el año de 1987 egresé de la Universidad Veracruzana como pasante de


la licenciatura en Antropología Social; recuerdo que había pasado el mundial de
futbol del 86 y veníamos de la durísima crisis del 82 donde lloró el “perro”. En ese
momento comencé a buscar empleo y tuve la fortuna de incorporarme nada más y
nada menos que a la fuerza laboral de la Secretaría de Educación y Cultura con
un sueldo que dejaría atónito a cualquiera (400 pesos al mes). En ese trabajo duré
ocho meses y lo perdí porque la dependencia no contaba con presupuesto
suficiente para el área donde yo trabajaba. Me avoqué a conseguir trabajo y toqué
puerta tras puerta sin obtener respuesta. Fue entonces cuando me involucré en lo
que yo llamo el principal problema de empleo en México, ya que estoy convencido
de que la subocupación es la segunda casa de los profesionistas que egresan de
una universidad y no encuentran las fuentes para su desarrollo profesional. Nos
dedicamos a manejar un taxi, a múltiples oficios como hacer llaves e incluso
muchos tenemos que emigrar. Eso es lo que yo hice. Tuve que ofrecer mi fuerza
de trabajo en otro país en ciudades como Chicago, Houston, Dallas, Arkansas,
Atlanta y otras, en las cuales tuve no sólo que desempeñar miles de oficios, sino
medio aprender otro idioma, soportar las inclemencias del frío, conocer los
diferentes aspectos ideológicos y de idiosincrasia de los demás migrantes; pasar
hambre, tener que trabajar veinte horas diarias, quedarse sin trabajo en los
inviernos que son de hasta de 18 grados bajo cero, dormir en el suelo, tener que
maltratar tus manos porque si no están ásperas no sirves para el trabajo; soportar
la distancia en navidad y año nuevo, no estar en los cumpleaños de tus hijos ni en
las graduaciones de ellos, no se diga cuando un hijo se rompe el brazo con el
peligro de perderlo y tú no estás; caminar en el calor sofocante de más de 45
grados hacia tu trabajo por falta de coche porque los compañeros no te quieren
llevar.

En nuestro querido y apreciado país “hermano”, nuestros compatriotas te


pasan que seas feo, o bonito, güero o prieto, que tengas mejor troca que ellos,
pero no perdonan que alguien sobresalga. Esto tiene una clara relación con la
pobreza, en parte por no tener la capacidad de brindar las fuentes deseadas y
correctas de trabajo a nuestros egresados y a la población en edad de trabajar en
general. Vuelvo a insistir, ante la falta de empleos, el desocupado prefiere
subemplearse en trabajos precarios en términos de las condiciones de su jornada
laboral, ingresos y aprovechamiento de sus capacidades productivas, lo que
realiza generalmente trabajando por cuenta propia en actividades comerciales o
de servicios personales1.
1
Les recuerdo que esto sólo sucede en México… perdón, quise decir en nuestros egresados y
otros estratos sociales, no piensen que pasa esto con nuestros políticos.

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Por consiguiente, muchos de los trabajadores, empleados (y aquí me
incluyo) nos ocupamos en actividades para las cuales no fuimos capacitados y en
múltiples ocasiones tenemos que peregrinar primero por el desempleo y después
por el subempleo. También le agregamos a este mercado laboral la falta de
financiamiento a la planta productiva, especialmente a las ya conocidas como
micro y pequeñas industrias, motivo que origina que exista el subempleo y el
comercio informal.

El otro día, viendo las noticias por televisión, uno de nuestros gobernantes
señalaba, contento y orgulloso, que se había creado cierto número de empleos (no
recuerdo la cifra) en el país. Y qué bueno por los que necesitan o necesitamos un
empleo, pero de qué sirve crear estas fuentes de trabajo si te van a pagar el
sueldo mínimo; es decir, son empresas de otros países que vienen a instalarse en
nuestro país para no pagar más impuestos en su país de origen, para no pagar
por hora sino por día y, como sabemos, están regidos por nuestras leyes, pero el
día que ellos lo deciden se van.

Tengo muy en claro cuando se dio la huelga de obreros de la VW en


Puebla, pidiendo mejoras para su economía; los dirigentes de esa empresa le
pusieron sus condiciones al gobierno mexicano: o los dejaba despedirlos o esa
planta la trasladaban para Venezuela.

Mientras México no sea competitivo en todos los sentidos respecto a otros


países, tenga una verdadera reforma energética, de impuestos, educativa y deje
de mantener a nuestros políticos, no existirá una igualdad social para todos los
mexicanos. El desempleo en México es cada día más preocupante y alarmante.
Los jóvenes son los más afectados por esta situación, ya que por lógica duplica la
tasa de desempleo de los adultos. Con respecto a los profesionistas, cada vez
toma más tintes de desesperación este problema, ya que los profesionales con
mayor educación son quienes sufren el mayor índice de desocupación por la brutal
crisis económica que está viviendo el mundo. Esto se puede ver cuando un
profesionista egresado de cualquier universidad va en busca de empleo. Lo que se
argumenta es: “Eres muy joven y no tienes experiencia. Necesitamos gente con
maestría”; y cuando la obtienes, dicen que “es mejor si tienes doctorado”; cuando
se logra todo esto, argumentan que “sólo se contrata gente de treinta años”, los
viejos no sirven.

La búsqueda por parte de los diferentes gobiernos de mejorar los niveles


educativos para impulsar el desarrollo económico mexicano ha fallado. El
problema ha radicado en el modelo económico neoliberal, cimentado en darle
prioridad a la estabilidad de precios, limitando con esto la inversión y limitando el
crecimiento de la base salarial. Por ende, esto hace aún más precaria la vida de
los desempleados. Una situación que ha llevado al gobierno a permitir el
crecimiento indiscriminado de su economía informal, siendo la migración hacia
Estados Unidos la muestra de la incapacidad del país para generar los puestos
laborales que demanda.

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El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) ha
publicado unos datos que muestran que la tasa de desempleo de la Población
Económicamente Activa (PEA) de entre 20 y 24 años de edad alcanzó en el primer
trimestre del año un 4,9%, porcentaje muy superior al 2,8% que registró la
población activa en su totalidad. Estas cifras certifican que la desocupación en
México afecta de manera más grave a los jóvenes. Sin embargo, el dato más
alarmante es que el desempleo afecta, sobre todo, a aquellos que tienen estudios
universitarios. Las mismas estadísticas señalan que del total de personas que
estaban en el paro en enero de este año, el 50,4% tenía estudios de nivel medio y
superior. Y, según las estadísticas oficiales de la Subsecretaría de Planeación y
Coordinación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), durante el año escolar
2001-2002, unos 312.000 jóvenes concluyeron sus estudios de educación
secundaria. Aunque, tan sólo un 34% de ellos ha obtenido un empleo acorde con
lo que estudió. Una de las desventajas que se tiene en México es que los
trabajadores carecen de seguros de desempleo, como los existentes en la Unión
Europea, Estados Unidos y otros países.

En México, quedarse sin empleo es sinónimo de empeñar tus cosas y de


trastornos múltiples en las relaciones familiares, especialmente en la relación
matrimonial, que en muchos casos ha llegado a la separación. Además, las
condiciones de vida limitan el tiempo que se puede subsistir sin ingresos. Por
consiguiente, gran parte de las clases más desprotegidas llegan a tener dos
trabajos para poder llevar sustento al hogar.

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CRUZANDO LA FRONTERA
La cifra de los muertos en el intento de cruzar la malla que separa a México
y Estados Unidos, desde el 1994 hasta lo que va de 2008, ha cobrado infinidad de
muertes de migrantes. El cierre de algunos puntos estratégicos para ingresar
hacia los Estados Unidos de Norteamérica cambió la ruta migratoria a ciudades
fronterizas (el desierto de Arizona). Cada vez es más dura la vigilancia que la
policía de migración estadounidense (border patrol) impone para imposibilitar el
ingreso de cualquier etnia a ese “lindo” país. No obstante, presión ejercida por el
desempleo y el hambre que en la actualidad padecen no sólo la las clases bajas,
sino también la clase media, que se ven asfixiadas por la crisis económica y la
violencia, lo cual propicia que se arrojen a la aventura de buscar una mejor vida en
el país del norte. Actualmente residen en Estados Unidos alrededor de 9.5
millones de personas indocumentadas en ese país. [CONAPO].

Las historias son inverosímiles. Cientos de mujeres, muchas de ellas


madres solteras han dejado sus hijos y tratan de buscar trabajo en los Estados
Unidos, son abusadas sexualmente en el viaje y terminan con graves problemas
psicológicos que afectan las relaciones familiares.

Cabe mencionar que miles de hombres, mujeres, niñas y niños de países


centroamericanos se enganchan en el tren para alcanzar la frontera, arriesgando
-como ha sucedido en incontables ocasiones- desistir por cansancio y perder la
vida.
Nuestros compatriotas, padres de familias muy humildes, empujados por la
necesidad, parten solos a correr con los riesgos del cruce de la frontera. La mayor
parte de los trabajadores migratorios encuentran empleo en el campo, pero
también en la construcción, en restaurantes (Burger King, MC Donal´s, Wendys y
otros) y en empresas de carnes, que no encuentran mano de obra nacional para
esos oficios.
Los migrantes envían dinero cada semana a su familia. En la mayoría de
los casos y debido a la soledad, se arriesgan a llevar esposa e hijos. A veces
dejan a éstos con sus familiares más cercanos. Después de varios años, si todo
sale bien (si no hay crisis económica), cuando han logrado alguna estabilidad se
devuelve el padre por sus hijos.

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Principales entidades de la republica mexicana que emigran (cruzan cada
año esta frontera) hacía los Estados Unidos de Norteamérica:

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LOS POLLEROS

Las redes de tráfico de migrantes en México comenzaron a cobrar protagonismo a


partir de 1964, año en que finaliza el Programa Bracero. Dichas redes están
directamente relacionadas con los denominados “polleros”, “coyotes” o
“enganchadores”. Aunque estos conceptos suelen tomarse como sinónimos, en la
actualidad se hacen distinciones entre ellos como parte de una estrategia para
evitar ser acusados de violación al artículo 138 de la Ley General de Población
vigente en México, que aplica penas de cárcel a los “traficantes de personas”
(Meneses, 2005).

En este mismo sentido, un “coyote”, en materia de migración ilegal, es una


persona o actor social del que hay que desconfiar o, incluso, al que hay que
despreciar.

El “pollero”, término utilizado como sinónimo del anterior, es aquel individuo


que lleva a los migrantes o “pollos” avanzando en fila detrás de él, al internarse
clandestinamente por los senderos que los conducirán al destino final, que es el
otro lado de la frontera. Se le llama “pollero” debido a que cuando el
indocumentado es detenido (por lo general en la noche) la patrulla fronteriza se
mofa de uno diciendo: “pollito, pollito, no te muevas porque disparo”.

A su vez, se le denomina “patero” en la frontera con Texas, cerca del río


Bravo, por cruzar a los indocumentados a través del agua y no por tierra como lo
hacen los “polleros” (Meneses, 2005).

Y finalmente, los “enganchadores”, o también llamados “padrotes”, son


quienes se encargan de buscar y “enganchar” a los indocumentados para llevarlos
con los polleros (Agence France Presse, 2005).

Los modos de operación y los abusos cometidos por las redes de tráfico de
migrantes son diversos y han ido adquiriendo cada vez mayor presencia dentro de
la dinámica de migración ilegal en el continente americano. Tan sólo para el 2003
se calculaba la existencia de 120 organizaciones de “polleros”, ello sin contar las
que pasan inadvertidas gracias a su efectivo sistema de operación o por estar de
acuerdo con las autoridades (Schlemm, 2004). Sin embargo, según un informe de
las autoridades estadounidenses, en la frontera con México se revela la presencia
de al menos 400 organizaciones de traficantes. En el mismo informe se menciona
que estas redes han logrado establecer rutas y caminos propios para movilizar a
los migrantes (García, 2005).

El tener que “emplear” en la actualidad a un “pollero” por parte de los que


migramos es verdaderamente espeluznante. Anteriormente, los individuos no
tenían la imperiosa necesidad solicitar los servicios profesionales de un pollero.
Por ende, sólo se puede ingresar a esa nación por caminos verdaderamente
inhóspitos y muy peligrosos que exigen ser cruzados en “asociación” con “sujetos

16
expertos”; es decir, verdaderos conocedores del territorio que se pisa. Por este
motivo, los migrantes ilegales se ven en la imperiosa necesidad de acudir a la
“ayuda” de estos personajes. Cabe mencionar que muchas de las veces estos
individuos cumplen eficaz y asertivamente la labor con sus clientes trasladándolos
exitosamente. Sin embargo, gracias a la información que recolecté por medio de
conversaciones y de la observación, percibí que en muchas ocasiones los polleros
abandonan a sus clientes cuando ven cerca el peligro para no ser detenidos por
las autoridades correspondientes. La mayoría de ellos se laceran o incluso se
llegan a borrar las huellas digitales para no ser detenidos. En una ocasión, me
explicó un pollero que de ser detenidos con frecuencia podían pagar condenas de
seis años en adelante, esto dependiendo del estado de la unión americana donde
se encuentren “laborando”.

CÓMO TRABAJAN LOS POLLEROS

Los polleros le piden al migrante que se traslade a cualquier punto de la frontera y


éste se hospeda en el hotel que ellos designen. Los minutos, las horas son
eternos. De pronto suena el teléfono y aquí empieza la aventura. Posteriormente
los invitan a zonas alejadas por donde tendrán que iniciar el recorrido, este puede
durar desde doce horas hasta varios días sin comer, beber agua, con
temperaturas gélidas o de mucho calor.

El gran inconveniente se da cuando estos desconocen el terreno que pisan


y muestran incompetencia para realizar dicha hazaña y es cuando abandonan a
las personas que acompañaban en la travesía. Estas no regresan a su punto de
origen, sino que se internan en el desierto sin que les haya explicado el pollero
qué es lo que tienen que hacer y por lo general mueren en el transcurso del viaje.
Ahí las temperaturas son muy bajas, lo que propicia que mueran por hipotermia.
Cuando la temperatura es alta mueren por deshidratación. Los fallecimientos
también se registran por picaduras de animales venenosos, por asaltos y
violaciones que ejecutan las bandas de asaltantes (cholos). Incluso hay muchos
polleros que, aunque dicen conocer el camino y convencen a los migrantes de ser
guiados por ellos, finalmente resultan ser unos timadores.

Por ejemplo, para llegar a Chicago piden de 3 y 4 mil dólares; es decir, si


quieres caminar poco, eso cuesta; si no tienes dinero, está el otro paquete: camina
por el desierto y pagarás únicamente entre 500 y 1,500 dólares.

“El tráfico de migrantes ha dado origen a una industria sumamente lucrativa


que tan sólo en México tiene ganancias superiores a los diez millones de dólares,
con costos que pueden ir de 2,000 a 6,000 dólares por persona” (citado en
Excelsior.com, 2005).

Los polleros cobran lo que quieren, son amos y señores de la frontera.


Cuando se tiene necesidad y ambición de tener algo, se arriesgan a lo que sea.
Por eso los polleros se aprovechan y dicen: “¿Deseas cruzar? Dame mil

17
quinientos”. “Sólo tengo mil doscientos”, dice el migrante. “Entonces deberás
caminar unos días más”.

Por ejemplo, un amigo de Xalapa, Veracruz, estuvo seis años en Atlanta,


Georgia. Se trasladó a Houston, Texas, para pagar un pollero que trasladaría a su
esposa e hijo con él. Llegaron a Reynosa, Tamaulipas. Ahí esperó 3 días a que se
completara un grupo de 30 personas para cruzar, pagó 3.000 dólares a los
coyotes por cruzar al niño, quien pasó con papeles de un niño nacido en Estados
Unidos y fue cruzado por una mujer enganchadora; a su esposa le cobraron 4.000
dólares, ya que sólo caminó unas cuantas horas; la llevaron a la ciudad de
McAllen y desde allí emprendió el viaje hacía su destino final, pero los inmigrantes
no pueden comprar boletos de avión porque estos son adquiridos sólo por
personas que residentes o nacidos en Estados Unidos.

También están las famosas “chepas”. Ésta es una de las zonas más
peligrosas de la frontera (yo la crucé), la zona desértica que se encuentra en la
frontera con Chihuahua, México. Debido a la inmensidad del desierto de Nuevo
México, formado por dunas y arena, no hay sombras en las cuales refugiarse. Esta
superficie denominada por los migrantes indocumentados como “chepas”.

Nuevo México es una zona de gran comercio humano para los coyotes, aun
para los que el destino final es California, ya que es un corredor poco vigilado por
la Patrulla Fronteriza. Cuando uno se adentra por esa zona, los inmigrantes
caminan hacia el norte con rumbo a Deming, lugar que está aproximadamente a
unas 35 o 40 millas (56 kilómetros) de la franja fronteriza, o bien se puede
encaminar hacia el oeste rumbo a Lordsburg o lo que es peor aún, hacia Arizona
para alcanzar Phoenix. Los indocumentados que logran eludir el desierto, las
pandillas que asaltan, roban y violan a las mujeres, el calor brutal del día, el frío
desesperante de la noche y los que logran salvarse de los atropellos de los
traficantes de humanos, tienen que lidiar con la Oficina de Detención y
Deportación de Arizona, la cual incluso se desplaza en bicicletas para poder
atrapar de mejor manera a los indocumentados. Los que logra superar todas estas
dificultades, se dirigen a lugares tales como Illinois, Nueva York o California.

Cuando ingresé por esta zona, las caminatas hacia Deming y después
hacia Lordsburg se extendieron por cuatro o cinco noches. Caminábamos de
noche para no ser vistos, y de día buscábamos una sombra bajo la cual
refugiarnos. Una vez que uno se cansa, si no está acompañado por un familiar o
amigo, sucede lo trágico, es abandonado por el grupo con el que se inició el viaje
Sólo logran pasar los de mejor condición física. Se tiene que caminar al ritmo del
coyote o te quedas rezagado y abandonado. Eso significa prácticamente la
muerte, ya que no se conoce la región y es seguro que el que se rezaga termine
desorientado y tome el camino equivocado.

Cuando trabajé en los Estados Unidos, muchas personas usaron un


“coyote” o “pollero” para poder ingresar ilegalmente. Muchas de las personas con
las que laboré en aquel país me platicaban sobre las peripecias por las que

18
pasaron. Sin embargo, también cayeron, al igual que yo, en las redes de aquellos
que se dedican al tráfico de humanos y se les conoce con el nombre de
“juntadores”.

Juntadores. Estas personas son las que se encargan de atraer a los migrantes en
diferentes poblaciones o ciudades o centrales de autobuses. Habitualmente
reclutan jóvenes y adolescentes que quieren llegar a la Unión Americana en busca
de sus padres. En varias ocasiones pagué por los servicios de estas personas,
quienes operan del siguiente modo: se les habla por teléfono a sus lugares de
origen, ellos ponen el precio por la travesía y, si está uno de acuerdo, es cuando le
dicen en qué ciudad y lugar lo esperan para cruzarlo.

Cuidadores. Estos individuos tienen la consigna de cuidar a todos aquellos que


van a “dar el salto”, “brincar”, “cruzar”, etc. Viven en las casas de huéspedes. Su
ocupación es evitar a toda costa que los migrantes salgan del albergue sin
permiso, impedir que otros juntadotes se inclinen y se enganchen con otros
polleros. Cuando estuve la primera vez en Agua Prieta, Sonora, permanecí en una
de estas casas de huéspedes por espacio de una semana sin salir, cuidado
celosamente por estas personas hasta que iniciamos el viaje.

Viajeros. Su función es custodiar a los migrantes en los traslados desde su lugar


de origen o a partir de la casa de huéspedes hasta el sitio del cruce. Cuando uno
se encuentra en el vecino país del norte, no se puede comprar boletos de avión
para llegar hacia el lugar deseado y es cuando los “viajeros” le ayudan a uno a
realizar todos los trámites relacionados en los aeropuertos o centrales de
autobuses, además de contratar taxis, camionetas y casas de huéspedes.

Guías. Son los responsables de la caminata, ya sea en el desierto o del cruce por
el río. Estas son personas que viven en estos lugares o muy cerca de donde se
pretende cruzar. Por lo general son vecinos de la zona, aunque también hay ex
migrantes que al ver que esta actividad deja buenos dividendos se dedican a
cruzar a los indocumentados. Tiempo atrás, los ex migrantes cruzaron varias
veces y se aprendieron la ruta. Es factible que algunos de estos “coyotes” o
“polleros” soliciten los servicios de otros “coyotes” para que crucen a otras
personas, lo cual se da sólo cuando se tiene muchas personas que cruzar o, en su
defecto, que el coyote no conozca bien la zona. Casi siempre son jóvenes aunque
también hay adolescentes, todos con mucha resistencia física; conocen los
movimientos de la Patrulla Fronteriza y hasta los sitios donde los activistas (son
personas que tienen una profesión u oficio y les gusta ayudar a todos aquellos que
van en busca del sueño americano) colocan agua. Sobre ellos cae la mayor
responsabilidad de la muerte de personas que son abandonadas en el desierto,
así como las múltiples agresiones, violaciones y secuestros que suceden a los
migrantes.

Raiteros. Trabajan en Estados Unidos y generalmente son personas con


residencia legal o ciudadanos norteamericanos que esperan a los indocumentados
en las carreteras y casas de seguridad designadas por el pollero. Su tarea

19
consiste en trasladarlos en autos o camionetas a las ciudades donde serán
distribuidos hacia su destino final.

Cobradores. Son las personas que realizan el trabajo más “fácil”, ya que son los
encargados de llevar a los inmigrantes a los lugares deseados y de cobrar el
dinero. Son los eslabones conocidos (estos son mexicanos que lograron obtener
la residencia americana y que su función es la de recibir a los indocumentados y
posteriormente comunicarse vía telefónica con sus familiares, ya sea en México o
Centroamérica, para cobrarles el dinero por haberlos pasado a suelo
Norteamericano) que se encargan de la cadena de traficantes y dominan uno de
los sitios más altos, incluso sin llegar a ser los jefes.

PRINCIPALES ESTADOS DE LA REPUBLICA MEXICANA EXPULSORES DE


MIGRANTES HACIA LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMERICA.

http://oncetv-ipn.net/migrantes/mapas/mapmex1.html

LA PATRULLA FRONTERIZA

La frontera México-Estados Unidos de Norteamérica tiene alrededor de


3,200 kilómetros cuadrados de largo. Es en este lugar donde se realizan las
detenciones masivas de ilegales mexicanos y centroamericanos, es la zona donde
se violan mayormente los derechos humanos de estas personas. Cuando un ilegal

20
es detenido por un agente de la patrulla fronteriza, lo encañonan, se burlan, lo
escupen, tiran la credencial de elector, la patean y cuestionan: “¿Por qué madres
enseñas esa mierda?”. Posteriormente, esposado, lo suben a la perrera
(vagonetas Ford o Chevrolet) y lo llevan a la cárcel (por cierto que nada tienen que
ver con las cárceles de México); le quitan agujetas, cinturón y lo deportan cuando
se completan grupos de 25 o 30 personas para dejarlos en un punto de la frontera
distinto del que intentó cruzar. Cuando el migrante es detenido, lo interrogan y lo
fichan para ingresarlo a una base de datos. Este es un ejemplo de cómo se cruza
la frontera:

Un grupo de compañeros quiso cruzar la “línea”. José Garcá García de 30


años, originario de la ciudad de México, aguardaba su turno sigilosamente. El
calor del sol era muy intenso. Cualquier negligencia de la patrulla fronteriza podía
ser buena para saltar. Desde lo alto del muro metálico, José estaba a la mira de lo
que hacían treinta de nuestros compatriotas que habían excavado un pequeño
hueco, pero fueron sorprendidos por un agente. Desistió de cruzar y dice: “hay
mucha 'migra' ”, pero si hubiera decidido ir a las montañas se hubiera encontrado
con los atracadores. Ellos son peores, ya que despojan a los migrantes de todas
sus pertenencias, si bien les va. Ciertamente, pequeños grupos de pandillas
suelen asaltar a las personas que llevan consigo sus escasas pertenencias.
Cuando se cruza es preferible el muro iluminado y la migra que hay en la línea,
que aventurarse a ser asaltados o agredidos.

Conforme caía el día, aumentaba el número de personas que deseaba


cruzar. A lo lejos se podía observar cómo un agente de la patrulla migratoria
colocaba en un cerro su Ford Bronco dotado de un sistema de visión nocturna
(son unos anteojos para ver en la noche, como los que usan en Irak para matar
gente, aunque aquí sólo los usan para detenerla).

En los cañones cercanos al río, grupos de entre veinte y treinta personas


esperaban tener una oportunidad para poder alcanzar el sueño americano.
Eficazmente fueron llevados por los “polleros”, pequeños grupos que cobran
desde 1.500 hasta 4.000 dólares por llevar a los candidatos ilegales hasta Los
Ángeles, Chicago, Atlanta y otros lugares. El viaje puede ser entre dos horas y
media en coche y varios días.

El siguiente es otro ejemplo de lo que vivimos quienes intentamos cruzar la


línea.

Cuando los inmigrantes empiezan a saltar como conejos para alcanzar su


objetivo, ya tienen prácticamente encima a la policía de migración, detienen a una
mujer embarazada que dice ser de Veracruz y le preguntan en español cuántas
estrellas tiene la bandera de México, conoces a fulano de tal, cuál es la capital de
Veracruz, etc. Por lo general, esto se debe a que la gente que dice ser de
Veracruz suele ser de Centroamérica. La mayoría de las veces a ellos no los
deportan y les dan permisos de trabajo, aunque cabe señalar que el mexicano es

21
más redituable para el “gringo” por la capacidad y tesón para las jornadas de
trabajo, característica que no tienen los centroamericanos.

Leticia, la mujer veracruzana embarazada, no pasó la prueba. Un automóvil


la llevó directamente a la aduana para que no tuviera que esperar en la comisaría.
El oficial que la arrestó dijo que está embarazada y que “si este cabrón nace de
este lado”, recibirá la nacionalidad norteamericana.

Mientras éste abría y cerraba la puerta de su vehículo con quince o más


personas de sexo y edad variados, notificaba por la radio de la patrulla en un tono
sarcástico “disfrutamos de un tráfico atravesando por la quebrada [cañón]”.
Estaban cruzando la carretera. Un grupo de entre 20 y 30 indocumentados. La
búsqueda comenzaba de nuevo. Un helicóptero sobrevolaba la espesa zona. Era
media noche y finalizaba el turno de la patrulla fronteriza. De vuelta al motel que
está en la carretera. Una decena de sombras se mueve junto a la autopista. Era el
porcentaje de quienes reciben el premio a la constancia.

CÓMO SE OBTIENE TRABAJO EN LOS ESTADOS UNIDOS

El empleo es posible para aquellas personas que logran la hazaña de


cruzar ese país. Claro, si logra conseguir papeles legales, no importa que no sean
los suyos. La industria de documentos chuecos es un gran negocio acreditado por
las grandes compañías que los emplean y por las autoridades de las ciudades
receptoras de Estados Unidos. Estos documentos se adquieren en el mercado
clandestino. Los documentos elementales que se necesitan para poder laborar en
ese país son: un número de seguridad social 2. El acta de nacimiento o partida y el
carnet de residencia. Todo esto cuesta al módica suma de entre 2,000 y 3,000
dólares a cada migrante que pretende encontrar un trabajo bien remunerado.
Luego se acercan a transnacionales como las procesadoras de carne de cerdo
QPP y HORMEL, para el caso de ciudades como Austin, Minesota, (que les paga
poco mas de 12 dólares por hora), Coca-Cola en Atlanta, Georgia, (esta es la
planta más grande en el mundo en relación a la fabricación de refrescos de cola),
con ingresos de 20 o más dólares por hora de ingreso.

SHAW y MOHAWK son las plantas más grandes del mundo en fabricación
de carpetas, alfombras y recubrimientos para automóviles

Es la ciudad de Atlanta, Georgia una de las zonas más grandes de la Unión


Americana con respecto al empleo restaurantero y, por cierto, se tiene que trabajar
muchas horas con bajos salarios, lo cual se debe a que la mayoría de los dueños
son asiáticos, quienes suelen pagar solo seis dólares la hora.

2
No es como la curp en México, ya que teniendo este documento se abren las puertas del trabajo.

22
Durante el verano, en Chicago aumenta la oferta de trabajo en el área de la
construcción, industria donde se puede ganar hasta 50 dólares la hora y en
promedio se pueden trabajar ochenta horas a la semana. Los famosos yarderos,
en cambio, quienes trabajan limpiando jardines, sembrando pasto y podándolo,
ganan seis dólares la hora y, además, empiezan a trabajar a las seis de la mañana
en punto y terminan a las nueve de la noche, todos los días. En invierno están los
famosos neveros. Estos son inmigrantes del centro de la república mexicana que
sólo van a esa zona en el periodo de invierno a palear nieve y lograr ahorrar hasta
ciento cincuenta mil pesos por temporada.

En California, Miami y Arkansas es en donde se da el trabajo más duro que


es el del campo; el sueldo en estos lugares es menor a los seis dólares la hora,
Sin embargo, en Nueva York los inmigrantes trabajan lavando pisos, en
restaurantes y en la construcción, el sueldo fluctúa entre los siete u ocho dólares
la hora.

En la mayoría de las fábricas existen montacargas y grúas. Para poder


operarlas y tener acceso a un mejor sueldo se tiene que ir a la escuela y así
obtener licencia para manejarlas. Una vez capacitado el trabajador, recibe un buen
pago. Como se observa, esto es mucho mayor, que el que recibiría cualquier
obrero por desempeñar ese u otro oficio similar en México. El problema es
sostenerse, soportar la soledad, a los paisanos y el racismo de los gringos. Este
tipo de trabajos y sueldos se pueden tener siempre y cuando, afirmo de nuevo, los
documentos sean los adecuados. ¿Cómo funciona esto? Se hace una cita con las
personas que venden estos papeles (previa recomendación de algún amigo), paga
la mitad y la otra cuando hacen la entrega. Esto no dura más que tres días
aproximadamente, proporcionándote una serie de números en una tarjeta
pequeña con el nombre de otra persona, que si bien existe, no está trabajando ese
número o, en su defecto, es de una persona que ya falleció. Al estar trabajando
con otro nombre, no se pueden declarar impuestos debido a que el dueño de ese
seguro se daría cuenta y el impostor iría uno a la cárcel. Con el tiempo el seguro
caduca, por la falta del pago de impuestos. Dado ese caso, se busca otro seguro.
En estas condiciones no se pueden adquirir bienes inmuebles, coches, aparatos
eléctricos, etc. Estos se obtienen por medio de personas que residan legalmente
en Estados Unidos.

Para solicitar trabajo se recurre a agencias tales como Man Power, Job
Safe, Job Center, Job Trak, y otras. En estas agencias la entrevista es por lo
regular en inglés, ponen cualquier tipo de examen y se llena una solicitud con
todos los datos relacionados con el seguro social correspondiente; al día siguiente
cuenta uno con el trabajo ganando por hora y el famoso Over Time. 3 Los
inmigrantes indocumentados suelen depender en gran medida de su entorno.
Consecuentemente, son presas fáciles de la explotación, el maltrato y el abuso: el
tráfico de indocumentados, la prostitución forzada, la criminalidad, el trabajo sin
ninguna protección; así como, la explotación en el sector del servicio doméstico, el

3
Sistema en el que después de cuarenta horas pagan el doble.

23
chantaje, etc. Las redadas a las casas son frecuentes. Aunque los
indocumentados cuentan con vehículo, éste se usa sobre todo para ir de la casa al
trabajo, pues no tiene licencia para conducir. Varios han sido detenidos cambiando
una llanta al vehículo en la orilla de una carretera. Incluso en el trabajo se tiene
que estar muy alerta por las famosas redadas, ya que si atrapan a alguien la pena
mínima es de seis meses de cárcel y luego la deportación.

Muchas personas opinan que los inmigrantes indocumentados son


indispensables para el funcionamiento de la economía de los EE. UU y otros dicen
que deportarlos a todos no tendría ningún impacto en la economía de ese país. La
pregunta es: ¿Valdría de algo expulsar a todos los inmigrantes indocumentados?
¿Cuáles serían las consecuencias si esto ocurriera? Esto tendría grandes
repercusiones para los dos países: ambos se verían afectados en el desarrollo de
su economía. El norteamericano no quiere saber nada del trabajo sucio o un
empleo en donde no se devengue un gran salario, pero nosotros los inmigrantes
indocumentados no tenemos la culpa de esta situación, es el gobierno de México
por no crear los empleos suficientes y bien remunerados para que el mexicano y
centroamericano no tenga que emigrar hacia el país del norte.

Para que tengan una idea del sueldo, en una semana se gana más de lo
que se ganaría en un mes en México. Las personas que tienen la necesidad de
trabajar en ese país, no es que quieran hacer los trabajos más sucios; es porque
en muchos de nuestros paisanos no hablan el inglés, y mucho menos se tiene la
capacitación apropiada para desempeñar otra actividad. Cuando el inmigrante
aprende el idioma y logra tener la capacitación adecuada, no le dan trabajo por no
tener los papeles en regla y como obtenerlos eso es casi imposible, entonces se
tiene que hacer el trabajo sucio.

Expulsar a los indocumentados sólo incrementaría el precio de los


productos que se producen o fabrican en ese país. Sobre todo se verían afectados
muy seriamente los productos de la agricultura, pues no es muy probable que la
población blanca y afroamericana 4 quiera laborar 12 o 15 horas diarias recogiendo
tomates, legumbres, etc., a una de 40 grados. El que viene a este país es porque
tiene necesidad de trabajar y de sacar adelante a su familia. Nadie va de turista y
con mucho dinero en la bolsa. Los que hemos sido indocumentados tenemos a
nuestras familias en nuestros países que desgraciadamente no nos brindan
oportunidades.

En la Unión Americana trabajé muchos años y en diferentes oficios y


aprendí hacer muchas cosas, como el manejo de diferentes tipos de máquinas.
Quien no está capacitado para desempeñar un oficio, servirá únicamente para
limpiar pisos y baños5. En casi todos los trabajos los norteamericanos nos trataron
a los mexicanos indocumentados con la punta del pie, excepto en Atlanta. En ese
lugar trabajé en varias plantas y en la última donde presté mis servicios, el dueño

4
Por cierto, son bien trabajadores, aunque nunca vi algún afro-americano trabajando en el campo.
5
En Chicago pagan 8 dólares la hora en el día y 10 en la noche.

24
quería mucho a los mexicanos. Este señor tenía 10 plantas y cada una de ellas le
dejaba ganancias por 3 millones de dólares al año y todo el trabajo y la producción
era llevada a cabo, en su mayoría, por mexicanos. Cuando se tenía que trabajar
los fines de semana, nos regalaba la comida, ya sea pizza, pescado, pollo
Kentucky, entre otras cosas. Al año de trabajo se nos daba una semana de
vacaciones y al que no quería descansar, le daba oportunidad de trabajar
pagándole el doble. Cada año nos daba reparto de utilidades y en diciembre nos
regalaba un arcón navideño y un pavo a cada uno de los trabajadores. Cuando
llegaba migración nos escondía en los hornos, que había adaptado para eso. En
una ocasión un compañero se accidentó en un montacargas, saliéndosele un
hueso del pie por completo. Lo mandó al mejor hospital de Atlanta, lo indemnizó
con 40 mil dólares y continuó dándole trabajo. Cada año aumentaba el sueldo por
arriba de lo establecido por las autoridades del país y siempre decía que quería
mucho a los trabajadores mexicanos porque gracias a ellos él había logrado tener
todo esa riqueza. Creo que durante todos esos años que laboré en ese país, ese
fue el único lugar que valió la pena haber trabajado.

CÓMO ES LA VIDA DE LOS INDOCUMENTADOS

El inmigrante sin papeles en los Estados Unidos debe comportarse con precaución
ante todas las cosas y personas, desconfiar a la hora de tomar el autobús y al
momento de trabajar. Tiene que ser muy precavido para no ser visto y no debe
visitar los centros comerciales si no tiene nada que comprar. Cualquier movimiento
que haga mal, es muy peligroso para los indocumentados, que han sido
maltratados por las redes de tráfico. La mayoría de los inmigrantes no se exponen
mucho a la vista del público, ya que se encuentran sin papeles oficiales. Por esa
razón, la mayoría de las veces los inmigrantes buscamos la invisibilidad para
escapar de la detención oficial o de las amenazas hacia nosotros o las familias.

En el año 2000 crucé la frontera con un grupo de veinte personas y con


algunas de ellas viví en Chicago, Illinois; una de ellas ya había ido antes y con el
tiempo me narró lo siguiente: en una casa prácticamente vacía, Leticia intentó
poner en la mesa comida mexicana… bueno, casi mexicana, pues es hecha en
Estados Unidos. Leticia es una madre soltera que trabaja fuertemente y paga
impuestos como la mayoría de los ilegales (cabe señalar que el gobierno
norteamericano permite pagar impuestos a los indocumentados sin molestarlos), y
como la mayoría de las personas casadas en ese país especular en cómo pagar
por la educación, la ropa, o el alquiler para sacar adelante a sus hijos. Lo difícil
para ella fue ingeniárselas para que sus hijos crecieran en ese país sin ser ella
deportada y piensa que eso la hace diferente. Esa diferencia la pone en el medio
del debate nacional sobre l inmigración que se estaba dando en ese momento.
Leticia me platicó cómo cruzó la frontera la primera vez: “intenté atravesar el río
Bravo y me arrastró”, dijo ella; recordando con lágrimas sus intentos de nadar
atravesando de la frontera entre México y los EE.UU. No cargaba nada que le
pudiera auxiliar o proteger. Cruzó el Río Bravo entre México y Reynosa,
Tamaulipas, para poder llegar a Texas; recuerda que ese día llovió mucho y el río

25
estaba muy crecido y hubo muchos guardias. No logró cruzar hasta el sexto
intento. "Yo dije: ‘¡ésta vez, voy a pasar!’. Y lo pasé."

Ahora que está aquí, tiene que vivir en las sombras como todos los
indocumentados porque no cuenta con la documentación reglamentaria que le
exige el gobierno para estar aquí. Leticia es una entre aproximadamente 12
millones de inmigrantes indocumentados que están viviendo en los Estados
Unidos, y una entre 85,000 y 100,000 que viven en Chicago.

Leticia llegó a Chicago hace más de seis años. Presta sus servicios en una
fábrica, donde logro ahorrar $12,000 mil dólares que requería para que sus hijos
fueran llevados de contrabando del otro lado de la frontera. No tenía a ninguno de
sus familiares con ella, trabajo exageradamente para juntar ese dinero. Su esposo
tomó la decisión de vivir en México. Su hija más chica nació en los Estados
Unidos, donde ella está convencida que el futuro será mejor.

En México, donde logró finalizar estudios superiores de enfermería, nunca


pudo conseguir trabajo. Siempre le ponían excusas. Ella dice que en México, si no
tienes “palancas”, no encuentras trabajo. Si a esto le sumamos la corrupción que
se da en todos los niveles (como la compra-venta de plazas, por ejemplo), menos
se puede lograr algo, y ni qué decir con respecto de los sueldos. En Chicago,
Leticia pagó $500 dólares por una mica y una ID. 6 Todo es falso. Estos
documentos le abrieron las puertas de su primer trabajo en una fábrica de
prestigio. Al paso del tiempo, ella pudo conseguir documentos buenos, como la
forma W-2. Gracias a esos papeles ahora gana $22,000 dólares al año. Claro, sin
pagar impuestos. Ella con el tiempo aprendió a llenar los formatos de pago de
impuestos y en la actualidad ayuda a otros que hablan español con el pago de sus
impuestos.

Agentes federales detuvieron a 1,698 trabajadores indocumentados en


redadas en las plantas empacadoras y de acero en el condado de Elgin, Illinois.
Acusaron a 474 de robo de identidad por haber usado identidades de ciudadanos
para conseguir los trabajos. Leticia dejó su trabajo poco después de las redadas.
Ella comenta que su número de seguro social no pertenece a nadie, es falso. Pero
su patrón le pidió que firmara un cuestionario que fue distribuido por esa compañía
pidiendo información a las oficinas de migración. Es así como detectan a los
indocumentados que están trabajando ilegalmente. El 15 de noviembre Leticia
recibió una llamada de la oficina de migración argumentando que tenía que firmar
unos papeles porque estaban buscando criminales. Ella dijo que eso era sólo una
excusa para deportarla a México.

En los Estados Unidos, hay muchas personas que pueden comprender


estas historias de los inmigrantes y se preguntan: ¿Por qué los inmigrantes no
siguen las leyes de ese país? Porque siguiendo las reglas es imposible que alguna
persona pueda trabajar o estudiar e inclusive ir de turista. Son mil requisitos que
casi nadie cumple. El Departamento de Estado solamente presenta visas
6
Documento de identidad similar a la credencial de elector en México.

26
inmigratorias a personas que están patrocinadas por un empleador, un esposo o
un pariente que es ciudadano.

El único trámite autorizado al cual uno puede tener acceso es ganar la


lotería, el famoso “loto” (algo así como aspirar a ganar el melate). Pero solo se
puede cobrar por medio de un abogado, ya que a los ilegales les ponen muchos
obstáculos para poder cobrarla; es por esa razón, que personas de nacionalidad
mexicana o individuos que nacieron en Brasil, Canadá, China, Colombia,
República Dominicana y otros países puedan tener acceso a este cobro. Los
aproximadamente 40,000 ganadores de la lotería, tienen la gran oportunidad de
solicitar una visa. Bajo estas circunstancias, los gringos aceptan más inmigrantes
autorizados que cualquier otro país cada año. Claro, que no sean mexicanos. 7

En la actualidad miles no sólo de mexicanos tienen la muy remota


esperanza que el nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cambie
algo las cosas en su favor. Si no logra cambiar el problema migratorio y levantar la
economía no sólo de ese país, sino del mundo, entonces la situación del migrante
será verdaderamente drástica. El mutismo con respecto al tema de los migrantes
indocumentados en la campaña fue más que claro, en un país con una crisis
económica brutal, que abre las puertas al dinero y, paradójicamente, las obstruye
a los trabajadores que venden barato su mano de obra al sector productivo de ese
país.

La vida de los indocumentados es monótona y aburrida, debido a que por lo


general sólo se descansa un día a la semana: el día domingo. Ese día se
aprovecha para estar en casa y hablarle a la familia que se quedó en México.
Cuando alguien cumple años, lo festeja trabajando. Los que estamos solos no
festejamos o celebramos nada. Por ejemplo, el día de reyes pocos son los que
regalan juguetes a sus hijos, lo de la rosca de reyes ni siquiera se recuerda y el
día de la Candelaria pasa desapercibido. Allá no hay que celebrar a Don Benito
Juárez García o la expropiación petrolera. Menos el día del niño o la Semana
Santa. Es semana de trabajo. Recuerdo que en una ocasión trabajando en un
invernadero de un suburbio de Chicago a cero grados centígrados, se me ocurrió
preguntar al capataz si se iba a laborar en Semana Santa y le causó risa. Luego
me reprendió diciendo: ¡esto es Norteamérica, aquí se trabaja los 365 días del año
No somos de huevones como ustedes eso que nunca se te olvide y si no te
parece, te puedes ir! Los ahí presentes, se la mentaron por dicha contestación.
¡Ah!, pero el cinco de mayo es el famoso tex-mex, una combinación de cerveza,
tequila y hot dog. En esta fecha conviven los gringos con los mexicanos, creyendo
los primeros que es el día de nuestra independencia.

En este país se celebra el 5 de Mayo como una tradición anual, la cual


honra el patrimonio mexicano de una creciente cantidad de ciudadanos
estadounidenses, con una orientación hacia la cocina mexicana, los bailes
populares, los sugestivos trajes y la muy famosa música del mariachi mexicano.
7
Imaginen a un hispano nacido en ese país, descendiente de mexicanos, de nombre Juan Pérez y
que sea el futuro presidente de los Estados Unidos.

27
Muchos de los que aplauden esta fecha quizás no se han percatado de que esta
conmemoración ha evolucionado mucho con el andar de los años y, a menudo,
con una pequeña huella de sus orígenes. El 5 de mayo no es, como muchos
norteamericanos piensan, el día de la Independencia de México, es en realidad se
celebra el 16 de septiembre. El día 5 se conmemora la victoria de las fuerzas
mexicanas, menos compactas y en gran parte indígenas, contra el ejército francés
en la Batalla de Puebla, en 1862, luego de un período turbulento en la historia de
nuestra nación.

Sin embargo, el 16 de septiembre, lógico, lo celebran muchos mexicanos,


pero no en sus casas sino que se arriesgan a salir y los gringos no lo hacen.

En noviembre, olvídense de que haya tamales, hay un montón de trabajo


que sacar, pero el Día de Acción de Gracias (el famoso ThanksGivens), que se
celebra el cuarto jueves de noviembre, en todas las fábricas regalan a todos los
trabajadores un pavo y es la única fecha, junto con las del 4 de julio
(independencia de los EE. UU) y el 30 de mayo (día de los veteranos caídos en
guerra) que se descansa. Esto para las familias norteamericanas constituye
regularmente un festejo familiar, en el cual las personas se reúnen con sus
parientes en torno a la mesa. Inclusive, estas celebraciones son más importantes
para ellos que la navidad o el año nuevo. Y no puede faltar el mexicano que hace
su cena imitando esta tradición, pero en muchos casos sólo por aprovechar el
pavo que nos han regalado. Es en este momento cuando se reúnen las familias
que están alejadas o que casi no se ven por el trabajo (aquí, gracias a Dios, entra
uno de colado).

LA MUJER MEXICANA INDOCUMENTADA

La mujer mexicana que antes migraba para reunirse con su familia en el


vecino país del norte, hoy decide abandonar su país por necesidad de trabajo. La
mujer indocumentada, al igual que el hombre, ha creado su propio sueño
americano. Si para el “sexo fuerte” es un infierno atravesar la frontera, para el
denominado “sexo débil” no existen adjetivos que describan todo el calvario que
vive.

La mujer ha empezado a salir de las labores hogareñas para emplear su


fuerza de trabajo en una actividad predominantemente económica y productiva,
aportando los mismos beneficios para el hogar que el hombre. Esto la ha
trasladado a dimensiones mayúsculas para obtener aún más “independencia”.
Para la mujer, incorporarse a la fuerza de trabajo del país del norte y abandonar su
entorno, significa romper con patrones culturales propios de la sociedad a la cual
pertenece. No se diga si es de extracción campesina o incluso indígena.

28
Cuando estuve en los Estados Unidos me tocó platicar con mujeres de
diferentes estados de la república. Sorprendentemente todas ellas del medio rural
o de colonias muy pobres de la ciudad y decían que les tenía sin cuidado que sus
familiares y/o amigos las criticaran por abandonar a sus hijos y sobre todo que
esto fuese una muestra de desobediencia a las normas que se les imponían, como
no tener derecho a trabajar, estudiar, a buscar mejoras salariales o estar
subordinadas al marido proveedor y sujetas a su maltrato. Por esa razón, están
convencidas de haber buscado el sueño americano e insertarse en otra cultura,
muy distinta a la de nosotros, para así alejarse de sus familias, de su país y así
poder independizarse económicamente y lograr sus objetivos.

La mujer actual8 prefiere migrar que vivir en condiciones verdaderamente


paupérrimas, aunque esto le cueste humillaciones, explotación, violación a sus
derechos humanos, etc. Las mujeres mexicanas que toman la abrupta decisión de
migrar hacia el norte, lo hacen para ayudarle al hombre en el ingreso familiar,
porque en México no es suficiente con que sólo trabaje el hombre para poder
conseguir un status económico capaz de cubrir las necesidades de la familia. Al no
tener cierto grado de educación, se le obstruyen todas las puertas del empleo, de
tal forma que decide emprender el viaje. Las mujeres mexicanas también se van
por un deseo de superación buscando su participación en el mercado de trabajo
para poder mejorar su propia condición personal y familiar, porque quieren sacar
adelante a sus hijos ofreciéndole una mejor calidad de vida, que ellas no han
podido alcanzar en este país.

Estando en un bar gringo 9, una amiga me platicaba que ella emigró por los
golpes, mentiras, humillaciones, pobrezas causadas por el gobierno y tomó la
decisión de caminar días y correr el riesgo de ser ultrajada por pandillas, de ser
abandonada en el desierto para poder brindarle una vida decorosa a sus hijos.

Al convivir en Estados Unidos con compañeras de trabajo –la mayoría de


ellas muy humildes y no cuentan con grado alguno de estudios- coincidían en que
siempre estuvieron sometidas al mismo estereotipo de vida de sus abuelas y
madres. Cosa curiosa: los abuelos emigraron de zonas rurales maltrechas hacia
grandes áreas urbanas en busca de mejores condiciones de vida, pero
transcurrieron los años y siguieron metidos en la misma pobreza, tal vez por
razones culturales. Fue entonces cuando esta nueva generación de mujeres
“aventureras” decidió cambiar estos patrones culturales y económicos que regían
su vida.

EN QUÉ TRABAJA LA MUJER MEXICANA INDOCUMENTADA

8
Me refiero sobre todo a la mujer del campo y a la de clase media.
9
Ese es el “deporte” favorito de muchos mexicanos en EE. UU: bebida, droga, pandillas, armas,
etc.

29
No debemos olvidar que en el mundo de las mujeres mexicanas
indocumentadas está compuesta por aquellas que logran cruzar la frontera y se
encuentran laborando en el país de los “sueños”, aquellas que fracasaron en su
intento y aquellas que murieron en el intento de llegar al objetivo que se habían
trazado. La mujer mexicana indocumentada es sinónimo de respeto, de alabanza,
de orgullo para toda la sociedad mexicana porque tiene que cumplir con roles de
trabajo más allá de lo establecido y que un hombre no puede desempeñar. En el
país del norte la mujer mexicana indocumentada se emplea en los mismos
trabajos desarrollados por el hombre, trabaja de 40 horas en adelante sin parar y
si tiene que laborar más horas, lo hace. Como toda mujer, trabaja estando
embarazada, enferma, atiende al marido y a los hijos; tiene que soportar
humillaciones por parte de los gringos, entre otras lindezas. Recuerdo cuando
trabajé en la Global Textile Service, una de las compañias más grandes de la
Unión Americana en la fabricación y elaboración de carpetas, alfombras y
alfombras para automóviles;10 allí trabajó una señora de 60 años
aproximadamente oriunda del estado de Guanajuato. En el turno de la noche se
trabajaban doce horas y ella permanecía parada toda la jornada poniendo más de
1.000 hilos a las diferentes máquinas, prácticamente sin parar.

La mujer trabaja en plantas empacadoras, talleres o en el servicio


doméstico. En estos suelen contratar sólo mujeres solteras y jóvenes, quienes son
transportadas en grupos a los diferentes puntos de trabajo. En este tipo de
empleos prevalece la desigualdad salarial y la distinción social y las posibilidades
de que una mujer, en alguno de estos puestos, pueda fungir como supervisora o
jefa inmediata son prácticamente nulas, ya que está establecida una jerarquía
donde sólo los hombres pueden ser jefes. Cuando se da la oportunidad de algún
ascenso, se tiene que ir a cursos de capacitación que están fuera del alcance de
las mujeres por los horarios y responsabilidades que tienen en sus hogares y su
bajo grado de estudios.

Cabe mencionar que los múltiples trabajos desempeñados por la mujer


como migrante en Estados Unidos son semicalificados o sin la calificación
adecuada para llevarlos a cabo. No cuentan con prestaciones o algún tipo de
beneficio laboral y tienen que trabajar en el último mes cuando están
embarazadas, incorporándose nuevamente a sus actividades de trabajo 15 días
después.

Lo que observé en distintas fábricas donde laboré, fue que las mujeres
mexicanas que no cuentan con papeles para poder realizar algún trabajo son más
numerosas que sus similares residentes. Por tal razón, tienen la desventaja de
disminuir su fuerza de trabajo, por si fuera poco, tiene más posibilidades de
convertirse en madres que las mujeres norteamericanas, quienes no desean tener
hijos. Esto les perjudica porque tendrán que permanecer más tiempo a lado de sus
hijos. Si tomamos en cuenta que las mujeres y hombres indocumentados ganan

10
Aquí se elaboran tapes sólo para personas europeas muy ricas y llegan a costar más de 1.000
dólares cada uno.

30
menos que quienes tienen residencia o ciudadanía, tardarán más en juntar dinero
para retornar lo más pronto posible a sus lugares de origen.

La mayoría de estas mujeres indocumentadas ganan, al igual que los


varones, menos del salario mínimo. Además es un flujo migratorio cuya condición
marginal es blanco fácil de atropellos físicos y verbales. Tampoco falta el patrón
explotador que promete la residencia a los indocumentados sin cumplir con su
palabra. El patrón, asesorado por sus abogados, sabe que no pueden interponer
denuncia alguna contra su empresa porque serían deportados. Esto también da
pie a que los dueños infrinjan en el pago oportuno de los salarios
correspondientes.

En una de mis travesías hacía los EE. UU., me tocó ayudar a cruzar a una
mujer de Aguascalientes que tenía ochos años que no veía a sus dos hijas. Su
esposo había muerto hacía años cruzando la frontera y las hijas estaban con una
hermana suya. Le cuestioné el por qué había tomado tal determinación y me
contestó: “para mujeres mexicanas como yo, hay muchas oportunidades de
encontrar trabajo e incluso de poder ir a la escuela; e incluso, ¿por qué no?,
ocupar un puesto sobresaliente en alguna fábrica u oficina. En México, encuentras
muchas trabas para poder sobresalir, se tienen muchos complejos culturales como
la religión, etc. Por ejemplo, yo quise salir de mi casa para poder estudiar, pero
mis padres me decían que no querían ese futuro para mí; mis padres tienen una
mentalidad muy conservadora donde creen que la mujer debe sólo salir de la casa
cuando se va a casar. La educación y muchos de los trabajos de donde vengo son
sólo para los hombres [sus padres son campesinos], las compañías prefieren darle
trabajo a un hombre que a una mujer; y lo que es peor aún: la mayoría de las
mujeres que solicitamos un empleo debemos presentar un certificado médico de
no estar embarazadas. Por eso voy para allá”.

El trabajo de la mujer en las diferentes fábricas que existen en nuestro país


se realiza en condiciones propias de la esclavitud, pues están sometidas a un
medio muy duro, con ventilación no apta para poder desarrollar adecuadamente la
labor que se realiza en ese lugar; están sujetas a los abusos de sus jefes –desde
los psicológicos hasta los sexuales-, con condiciones altamente peligrosas para su
integridad física y con horarios de trabajo muy extensos. La mayoría de estas
empresas son trasnacionales que se instalan en nuestro país pagando por día y
no por hora, ahorrándose miles de millones de dólares al año. Y lo que es peor
aún: al igual que en el campo, se encuentran niños laborando en esas fábricas y
muchas veces el gobierno se hace el que no ve, o no sabe nada. Estas industrias
tampoco comulgan con el sindicalismo, tratan de evitarlo a toda costa o de
reprimirlo, dificultando la manifestación legal de las mujeres que laboran en esos
espacios.

En Estados Unidos existen plantas clandestinas y yo trabajé en una de


ellas. En estas plantas se emplean a mujeres sin permiso legal, ya que no todas
tienen papeles que acrediten que pueden trabajar, y es cuando los dueños de las
empresas se aprovechan de ellas pagándoles muy por debajo de lo establecido

31
por la ley, sin darles seguro social e incluso las despiden antes para no pagarles. A
esto le podríamos llamar economía subterránea. Esta economía se establece en el
campo, donde miles de mujeres mexicanas trabajan de sol a sol y, cuando llega la
hora de pagarles, los dueños les hacen cuentas chinas dándoles lo que ellos
creen que es conveniente. Acaso esta es la idea de la globalización. De ser cierto,
se tendría que replantear el trabajo de miles de mujeres vietnamitas que trabajan
para la empresa norteamericana NIKE. Esta es una cita de Johan Norberg:

*"Si quieres estar a la moda en estos días, no lleves productos fabricados por
Nike antes bien, los boicoteas. Así que estaba interesado en oír a alguien no
solamente elogiando los sweatshops de Nike, sino que proclamando además que
Nike es un ejemplo de negocio bueno y responsable. Ese "alguien" ha sido el
Partido Comunista del Vietnam, que es el que gobierna ese país… []… La verdad
es que el trabajo parece duro, y las condiciones de trabajo sombrías, si
comparamos las fábricas vietnamitas con las fábricas de nuestro país. Pero esa no
es la comparación que hacen estos trabajadores. Ellos comparan el trabajo en
Nike con la forma en la que vivían antes, o la forma en la que sus parientes o
vecinos todavía trabajan. Y los hechos son reveladores. La paga media en una
fábrica de Nike cercana a Ciudad Ho Chi Minh [antigua Saigón] es de 54$ al mes,
casi tres veces el salario mínimo para una empresa de propiedad estatal. Hace 10
años, cuando Nike se estableció en Vietnam, los trabajadores tenían que andar
hasta las fábricas, a menudo muchas millas. Después de tres años de salarios de
Nike, pueden permitirse bicicletas. Tres años después, pueden permitirse
ciclomotores... []...hoy en día, los primeros trabajadores pueden permitirse
comprar un automóvil." (Cita tomada de Wikipedia Foundation, Inc., el día 16 de
diciembre de 2008).

Las mujeres que subsisten en su sociedad de origen mientras los hombres


se desplazan abren la puerta para el desplazamiento de otros que, igual que los
primeros, ven en el vecino del norte, un medio para solucionar sus problemas
económicos, ocupándose no sólo de su relación habitual de proteger el bienestar
de los hijos (as) y del funcionamiento del hogar, sino también ocupándose en
funciones productivas pagadas, sufragando la manutención económica de la
familia y de la comunidad.

Muchas mujeres que resuelven renunciar a su país, lo hacen con el fin


congregarse con sus familiares, que se encuentran en el vecino país del norte. Allí
se desempeñan especialmente como trabajadoras. Estas valerosas mujeres son
explotadas la mayor parte de las veces en la industria maquiladora, en el empleo
doméstico y en el sector de servicios de entretenimiento. Algunas de ellas son el
pedestal principal de la familia o, en su defecto, son responsables, en cierta
medida, del sostén económico de sus padres o abuelos. Las mujeres que aún no
contraen matrimonio y que no tienen hijos migran también en busca de empleo
para su propio sostenimiento.

Las diferencias entre mujeres y hombres se han edificado a lo largo de la


historia y departiendo socialmente. En casi todo el territorio mexicano se ha

32
educado a mujeres y hombres mexicanos con valores diversos. También se han
establecido relaciones desiguales. Esa desigualdad se expresa, entre otras cosas,
en la construcción del estereotipo de la mujer como “sexo débil” que solo sirve
para el trabajo doméstico y cuidado de los niños. Las diferencias establecidas en
cuanto al género derivan en incertidumbre para la mayoría de las mujeres de
nuestro país, debido a que se les ha considerado como simples objetos sexuales,
que tienen menor capacidad tanto física como intelectual que los hombres para
desarrollarse en el entorno social.

Las condiciones de las mujeres migrantes se empeora porque son


empleadas en labores que se facilitan a la violación de sus derechos humanos. El
servicio doméstico, la industria del entretenimiento y la maquiladora son sectores
en los que los jefes escapan habitualmente a sus responsabilidades pactadas y a
la norma laboral. En el servicio doméstico, especialmente, ellas viven una
situación de esclavitud en la que muchas veces se hallan sustraídas de su
libertad, sus derechos de privacidad son limitados y en ocasiones son víctimas de
intimidación verbal, física y/o sexual por parte de sus jefes. La sociedad cimentada
sobre relaciones fundadas en el poder no le ofrece una situación de
correspondencia con respecto al varón. La considera débil y, por tanto, susceptible
de someterse a una relación de poder. Las autoridades y patrones, basados en la
creencia de que la mujer es incapaz de requerir o exigir un trato digno, cometen
injusticias y anomalías sin temor a ser denunciados.

Mientras la realidad económica de nuestro país prosiga empobreciendo


cada día a la población, el flujo de migratorio hacia el país del norte nunca se verá
truncado. Tampoco esta marcha penosa y mortuoria hacía cualquier país del
mundo. Es sabido por todos que el gobierno federal no tiene interés por resolver
esta problemática, lo que nos hace vislumbrar un futuro no muy halagador para los
miles de migrantes.

EL SEGURO SOCIAL (MEDICAID Y MEDICARE)

El método de salud que se emplea en la Unión Americana se basa


primordialmente en dos tipos de seguros médicos: el privado, que se obtiene por
el empleo, y el de los seguros médicos públicos, denominados Medicaid y
Medicare. Al primero sólo pueden tener acceso aquellas personas que cada
semana se les descuenta una cuota por dichos servicios. El segundo es para las
personas que tienen que cumplir ciertas exigencias para poder suscribirse a los
diferentes programas gubernamentales, los cuales están plenamente vinculados
con la condición de pobreza de la clase trabajadora, el tiempo de residencia y el
status migratorio.

La mayor parte de la cobertura de este tipo de asistencia de salud para la


población indocumentada mexicana se basa primordialmente en la seguridad
médica privada, la cual tiene un enorme porcentaje de esta clase de trabajadores.

33
En cambio, los trabajadores mexicanos que participa de estos servicios en los
diferentes programas establecidos por el gobierno estadounidense es un grupo
reducido de personas. El tiempo de estancia en la Unión Americana por parte de
los indocumentados mexicanos, no hace mayor diferencia en el acceso al sistema
de seguridad pública. Aunque los inmigrantes de larga estancia logran avances
respecto a los inmigrantes recientes, todavía persisten rezagos frente a los
mexicano-americanos. Los mexicano-americanos son los que cuentan en
proporciones mayores con un seguro médico público. El estado de salud de los
migrantes constituye un activo fundamental para el impulso total de sus
capacidades, para el cometido laboral y su participación social.

El tener una buena salud favorece a los migrantes, a sus sucesores, a los
residentes mexicanos y al propio norteamericano. Sin embargo, cuenta con
impedimentos de carácter macro-social y económico en las diferentes zonas de
destino como en las de origen. La salud de los migrantes mexicanos y también las
de los centroamericanos es, por tanto, una inquietud que atañe a México, Estados
Unidos y a los países centroamericanos, cuyo cuidado requiere de esquemas y
tácticas con una configuración binacional.

La circunstancia en la que se encuentra la salud de la mujer indocumentada


mexicana en un medio adverso para los inmigrantes en general, es totalmente
desalentadora. Con regularidad las mujeres mexicanas inmigrantes son obligadas
a prestar sus servicios dentro de las industrias en muy malas condiciones:
subvaloradas, mal pagadas, con peligros para la salud física y mental de todos los
migrantes. Todas estas industrias carecen de protección para los que ahí laboran,
no ofrecen ningún tipo de ayuda que en el futuro se vea reflejado en el trabajador.
Por consiguiente, la mayoría no cuenta con un seguro médico para él y su familia.

El famoso Medicaid es un tipo de seguro que por lo general sólo lo tiene


residentes y nacidos en EE. UU. El trabajador se identifica con una tarjeta de
plástico con una serie de números codificados con la cual recibe atención en
cualquier clínica. Teniendo esa tarjeta se cubren todos los gastos del médico
familiar o el especialista. Según el salario del trabajador, éste podrá tener acceso a
operarse, al servicio dental, a cirugías mayores y otros. A cada derechohabiente
se le proporciona otra tarjeta que sirve para obtener en una farmacia los
medicamentos que el médico le recete. Los trabajadores que disponen de estos
seguros no pagan nada en el momento, ya que, se les descuenta cada semana
una cantidad mínima de su sueldo. Por ejemplo: cuando yo laboré en la Global
Servicie Textile en Atlanta, Georgia, tuve ingresos de 700.00 dólares a la semana y
el descuento por el servicio médico y de farmacia era de unos 10 dólares a la
semana.

El gobierno de los Estados Unidos, a diferencia del sector salud de nuestro


país, no paga sumas millonarias en personal, medicamentos, inmuebles, luz, etc.,
porque todo, por lo general, es particular, aunque vigilado siempre por el Estado.
Por ejemplo, un doctor del hospital civil de Xalapa, gana alrededor de 8,000 pesos
mensuales, un cirujano del seguro social 30,000 pesos al año (el DIF ya ni lo

34
mencionamos), mientras un cirujano de ese país gana al año 147 mil dólares al
año.

Por tal razón, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica le ha


negado a los indocumentados el servicio médico. Todo para que los patrones se
ahorren miles de dólares al año en cobertura de salud. Recuerdo que un amigo de
Houston, Texas, tenía un seguro médico que sólo abarcaba el pago de consultas
médicas y farmacia, más no para cirugías. Su esposa estaba embarazada y dio a
luz, pero tuvo que ser por cesárea, lo que le costó 8 mil dólares. A los dos meses
se vio muy grave de la vesícula y le cobraron 10 mil dólares; en la actualidad,
sigue pagando todo esto.

La ventaja que es que en el hospital a cada trabajador le hacen un estudio


socioeconómico (aquí tiene uno, por lo general que mentir) y va pagando cada
semana de acuerdo al sueldo declarado por el trabajador. Las mujeres
indocumentadas mexicanas y de otras nacionalidades, pagan impuestos y
contribuyen a la prosperidad de ese país. A las mujeres que han vivido varios años
en ese país se les niega el acceso al famoso Medicaid, lo que equivale a no tener
derecho al servicio médico más elemental, incluyendo el servicio prenatal.

En algunos empleos, a la mujer mexicana le proporcionan únicamente un


tipo de seguro que le da derecho a los servicios de emergencia, que incluye el
parto pero no la atención prenatal. Las mujeres indocumentadas mexicanas tienen
menos posibilidades de obtener una atención médica adecuada para poder
detectar oportunamente enfermedades como las de cáncer cervical, el de pecho y
otras enfermedades como el sida, por ejemplo.

Cuando están embarazadas, las mujeres mexicanas residentes o


naturalizadas, de otras nacionalidades y norteamericanas, reciben atención por
parte del gobierno mediante un programa llamado Medicaid, que ya he
mencionado. Es un servicio similar al IMSS y que consiste en hacer revisiones de
los pacientes cada mes y, además, les proporciona mensualmente vales de
comida (jugos, quesos, fruta, etc). Los derechohabientes cambian los vales en
diferentes almacenes, sobre todo Wall Mart. Este seguro les paga parto, cirugía (si
es que se requiere), médicos y medicamentos. Ellas no pagan un solo centavo y
todo esto a cambio de que la futura madre esté al pendiente de que a su hijo no le
falte lo más elemental, lo trate bien, lo mande a la escuela, lo lleve vacunar y esté
siempre en óptimas condiciones de aliño, etc. El gobierno constata todo esto por
medio de trabajadores sociales (ganan 1,500 dólares a la semana), quienes entran
a la casa y revisan todo lo relacionado con el niño, que no falte comida en el
refrigerador. Si no está todo en regla, lo dan en adopción.

Debido a esto, muchas mujeres indocumentadas de cualquier nacionalidad


buscan servicios esenciales en clínicas que les brinden servicios de salud
reproductiva casi gratuitos. En la actualidad esas clínicas tienen problemas con el
gobierno norteamericano porque les piden que comprueben el status migratorio de
las personas a las que les dan servicio. De no hacerlo, el gobierno les aplica una

35
multa. Las políticas que está implementando el gobierno de los Estados Unidos
están orientadas a negar la atención médica a miles de mujeres indocumentadas.

Todo esto es contradictorio, los trabajadores indocumentados aportan


millones de dólares al seguro social, pues cuando un inmigrante solicita trabajo en
cualquier agencia de ese país, llena un formato que es el W-2. En este se ponen
todos los datos del solicitante, incluyendo el número de seguro social que inventó
la persona a la cual se le compró. Aunque los datos sean falsos o pertenezcan a
otra persona, el hecho es que los trabajadores indocumentados pagan impuestos
que van a parar semanalmente a las arcas del gobierno estadounidense. Los
norteamericanos afirman que los indocumentados llevarán a la quiebra al seguro
social, pero dicha afirmación es falsa porque los trabajadores indocumentados
aportan sumas millonarias que provienen del descuento de su seguro.

Es incongruente que los cubanos indocumentados que llegan por sí solos a


costas de Miami y no son detenidos por migración obtengan y, además, obtienen
la residencia y el derecho al Medicaid (seguro social), mientras que con las
mexicanas que nadan, corren, brincan cercas y son violadas en el trayecto hacia
esa nación (pareciera que vamos a las olimpiadas) sucede lo contrario. Los
norteamericanos argumentan que México es un país con una riqueza que los
cubanos no tienen. Y es cierto. Lo que no saben es que esta riqueza está mal
empleada y mal distribuida. Por ejemplo, si una mujer indocumentada llega grave
a un hospital y necesita cirugía mayor, no hay problema, siempre y cuando su
estatus migratorio sea el adecuado. De lo contrario, tiene que pagar mil dólares de
anticipo para poderle dar el derecho a una cita con el especialista, ya que la
administración del hospital desconfía de los inmigrantes y teme que se puedan ir
sin pagar la cuenta.

En general, las personas que se mueven de un lugar a otro sufren cambios


en sus patrones culturales, familiares y sociales, además de problemas
relacionados con la salud física y emocional. Debido a los traslados (comúnmente
en condiciones poco adecuadas), pueden alterarse patrones alimenticios, estados
de ánimo y los migrantes quedan más expuestos a incurrir en conductas de riesgo,
como por ejemplo el uso de drogas o las prácticas sexuales no seguras.
Generalmente los lugares de acogida no cuentan con estrategias suficientes para
responder a las necesidades de salud de los de migrantes, situación que se ve
reflejada en casos como la cobertura de salud de los hispanos en Estados Unidos,
donde más del 50% los migrantes recientes no cuentan con seguros de salud.
(Fuente: CONAPO, Migración México–Estados Unidos: temas de salud, octubre
de 2005. Datos originales de estimaciones de la UCLA, Center for Health Policy
Research, con base en U.S. Nacional Health Interview Survey 2000)

¿EN QUÉ TRABAJAN LOS HOMBRES


INDOCUMENTADOS EN LA UNIÓN AMERICANA?

36
Indudablemente, México tiene lugares paradisíacos. Su extenso territorio nos
permite tener playas, bosques, ciudades, museos, etc., que visitar. Pero la
situación económica es verdaderamente preocupante: el salario mínimo para la
mayoría de los mexicanos es de 50 pesos diarios (alrededor de unos 4 dólares), el
desempleo es altísimo, abundan los asaltos y las violaciones, el número de robos
de autos es alarmante; cierto tipo de robo es solapado por las autoridades y según
nuestras leyes algunos de esos delitos están tipificados como no graves y
alcanzan una fianza, motivo por el que en menos de tres días los delincuentes
están en la calle robando de nueva cuenta; miles de niños y adolescentes viven en
la calle drogándose, la corrupción en todos los niveles de la sociedad mexicana es
muy alta, nuestros ilustres diputados y senadores tiene sueldos de 100 y 150 mil
pesos mensuales. Bajo estas premisas la gente más desprotegida no tiene otro
recurso que migrar al país del norte del cual dependemos desde hace muchísimos
años. Por tal razón, todos los hombres toman la decisión de mudarse y con mayor
suerte encontrarán trabajo y una mejor estabilidad social y económica. El salario
más raquítico en la unión americana es de 50 a 60 dólares diarios (esto se obtiene
en lugares como Wall Mart, Burger King y tiendas de autoservicio. Se trabaja en
estos lugares cuando acaba uno de llegar a ese país y no se encuentra algo mejor
(eso sí, con tan sólo una sola hora de trabajo de puede adquirir una hamburguesa
con papas y un refresco grande, cosa que no se puede hacer en México, ya que
se requieren ocho horas de trabajo).

Hagamos una pequeña remembranza de las principales causas migratorias


que han obligado al campesino a migrar a las grandes ciudades y al no encontrar
un sustento económico para sobrevivir emigra hacia los EE. UU.

Las ciudades tienen un atractivo muy poderoso para los campesinos. Con
frecuencia los campesinos mexicanos quedan deslumbrados por las grandes
urbes, lo que se ve reflejado –lógico es- en lo que no pueden adquirir en el medio
rural. En las grandes metrópolis existe una mayor diversidad de empleos, muy
tentadora sobre todo para la mujer campesina, cosa que no se da en el medio
rural porque sólo existen actividades de índole agropecuaria. Podemos constatar y
encontrar un número muy variado de servicios, ya sean educativos, médicos, etc.,
pero también encontramos empleo poco calificado; es decir, con frecuencia las
grandes urbes requieren de mano de obra para aquellos empleos de escasa
exigencia y de un menor salario. Estos empleos son cubiertos por la mano de obra
inmigrante campesina. Todo esto se daba hace muchos años, cuando las grandes
ciudades les daban la posibilidad a estas personas de encontrar un trabajo. En la
actualidad esto no es ya factible y terminan nuestros campesinos emigrando al
país del norte. La mayoría de los trabajadores indocumentados que van al norte
en busca de trabajo procede de los estratos sociales que se encuentran en
extrema pobreza, cuyo ingreso al día es verdaderamente paupérrimo. Muchos van
a los Estados Unidos ya no digamos por encontrar un mejor empleo, sino por no
encontrar trabajo en México.

Al salir de la universidad, como ya lo cité, trabajé alrededor de un año para


la Secretaría de Educación y Cultura; posteriormente, toqué infinidad de puertas

37
sin encontrar respuesta. Entonces me dediqué a hacer “Antropología de las
llaves”: mi suegra tenía en ese entonces una cerrajería que le heredó a mi esposa.
En ese lugar aprendí, durante muchos años, todos los trucos y secretos de ese
oficio y, con el tiempo, el pequeño negocio fue decayendo. Por eso decidí cerrarlo.
Un día, uno de mis mejores amigos me invitó a trabajar en los EE. UU,
precisamente en el campo. Error mío al aceptar porque yo no soy campesino. Me
bajó el cielo y las estrellas (también los dólares) por llevarme a trabajar. Ese día
me platicó que él estaba trabajando en campo de cultivo de chile para ser
industrializado y que ganaba a la semana mínimo 20 mil pesos. Me convenció,
pues pensé: “¿cuándo carajo voy a ganar eso en México?”. Recuerdo muy bien
que ese día nos reunió en un café para explicarnos cómo iba a ser la ruta del viaje
y todo su itinerario. Salimos un 15 de octubre de 1999 hacia la ciudad Agua Prieta,
Sonora y tardamos en llegar tres días con dos noches. En ese lugar nos
hospedamos en una casa dedicada a dar posada a inmigrantes mexicanos y
centroamericanos. Ahí conocí por primera vez los dólares (qué bonitos son). La
persona que nos iba a pasar se llamaba Elías, un coyote con mucha experiencia.
Nos explicó todo lo refente al cruce y lo que se tenía que hacer. Ya estando de
acuerdo, nos dijo que descansáramos lo que quedaba de ese día y que nos
preparáramos para salir al otro día a las seis en punto para cruzar.

En ese lugar conocí a un señor de nombre Juan Rosales, oriundo de


Guanajuato11. Hice amistad con Juan y le pregunté que si él ya había estado en
los Estados Unidos a lo que contestó inmediatamente que sí, que él era
campesino al igual que toda su familia y que había tomado la determinación de
emigrar debido que en Guanajuato ya no era redituable trabajar las tierras.
Comentó que él iba y venía cada año a las diferentes cosechas de temporada de
Arizona. Llegaba allá con sus hijos, esposa y algunos hermanos. Éstos fueron los
que se lo llevaron por primera vez a la Unión Americana. Ya entrando en calor (nos
estábamos echando unas chelas, como dijo el señor, pal susto), me contó muy
triste que en una ocasión mandó por uno de sus hijos, pues había mucho trabajo.
Le comentó esto a su hijo e ilusionado se fue para allá. El coyote lo metió a la caja
de un trailer y ahí murió asfixiado, pues pasaron por el sur de Texas y ese día
hacía mucho calor. Entonces me dijo: “¿ya lo pensaste bien? Hoy murieron siete
personas más al intentar cruzar. Habían dejado todo en sus comunidades con tal
de llegar al norte”. No le contesté, se me arrugaron… los ojos y pensé: “perdí mi
negocio, no me puedo echarme para atrás”, también recordé a mis hijos.

Al siguiente día, a las seis en punto llegó un taxi para llevarnos al punto del
cruce, ahí empezó una de mis primeras aventuras. Empezamos a caminar y a
caminar y a saltar alambrados (salté 226 alambrados, altísimos todos, pues no son
como los de México) y hubo momentos en la noche que se tuvo que trotar e
incluso que correr por espacio de más de dos horas. Hubo gente que se quedó
abandonada. Nos escondíamos en los senderos porque pasaba la patrulla de
migración y con sus anteojos infrarrojos nos perseguía. Así detuvo a varios de los
que iban con nosotros. Los que tuvimos suerte pudimos proseguir esa

11
Es muchísima la gente del estado de Guanajuato que está laborando en ese país del norte.

38
peregrinación. Recuerdo que caminado por el desierto íbamos todos en fila india,
había muchos arbustos típicos del desierto con unas espinas bien grandes que
nos las enterrábamos en los brazos y cabeza. A la mitad del camino me atravesé
una de esas espinas en el pie y nadie se paró a ayudarme. Le grité a mi cuate que
me ayudara y me dijo: “arréglatelas como puedas”. Como pude me saqué la
espina del pié y así caminé el resto de la noche con dolor y lleno de sangre. Poco
después descansamos por espacio de unos quince minutos para que nos
explicara el coyote cómo se iba a cruzar la carretera. Nos dijo que cuando pasara
la patrulla de migración, a la orden de él, teníamos que correr hacia la otra
alambrada y saltarla y el que no lo lograra se quedaba. Así sucedió. Al pasar la
patrulla fronteriza, el coyote dio la señal y “piernas para que las quiero”. A pesar de
estar lastimado, llegué a la alambrada (no en primer lugar, estaría presumiéndoles,
y ahora me río). Logré saltarla. Todo esto fue en cuestión de minutos, aunque a mí
me parecieron horas. Para colmo de males, cada vez que pasábamos por alguno
de los ranchos de este lugar, los rancheros nos soltaban a los perros, teníamos
que correr y escondernos. Para mí fue difícil por estar lastimado. Seguimos
caminado, hacía un frío de los “mil demonios”. Yo llevaba dos camisetas, una
camisa, una chamarra y en mi mochila una botella con agua (son de las primeras
indicaciones que te dan para poder cruzar). En el trayecto sentía mucho frío, no
paraba de temblar, a pesar de todo lo que había caminado y corrido. Cuando me
dio sed, quise tomar mi botella con agua, pero me percaté de que estaba llena de
agujeros y toda se había regado en mi mochila y parte de mi espalda. Las espinas
de los arbustos habían hecho su trabajo. Después de horas de caminar, seguía
teniendo demasiada sed, creo que como nunca en mi vida. Cuando pasmos por
un terreno, se encontraban una especie de jagüeyes como los que usan nuestros
campesinos o indígenas de México para almacenar agua. Casi todos tomamos
agua. Error. Como estaba muy sudado y el agua muy fría, el tiempo cobraría
factura de ese traspié.

Ese grupo que se conformaba de 40 personas sólo llegamos 10. Teníamos


que estar a la seis de la mañana en unos matorrales donde iba a pasar una
camioneta por nosotros, pero no llegamos a la hora indicada. Eran las siete de la
mañana y estábamos a unos metros del punto de referencia, pero estaban varias
patrullas de migración deteniendo a varios de nuestros compatriotas (iba yo a
decir atletas). Recuerdo que estábamos tirados a unos metros del punto indicado y
nos tuvimos que desviar hacía una casucha donde se guardaban implementos
para la agricultura. La casucha estaba en una loma y las patrullas a pocos metros
de esa casa y de nosotros. Seguíamos completamente al descubierto pero nunca
nos vieron porque Dios no lo quiso. Pensé en ese momento: “tanto que padecí
para que estos bueyes nos aprendan aquí”. Empezamos a arrastrarnos hacia la
casa. En el suelo había demasiadas espinas, ya que en ese tipo de suelo crece un
una maleza que tiene muchas puntas muy largas. Todos avanzaban, menos yo
porque tenía demasiadas espinas en el pecho y a un costado de mi cuerpo. Para
colmo, tenía unas ganas tremendas de orinar, lo que hice fue orinarme en el único
pantalón seco que tenía disponible, pero llegue a la casa. Ahí me resguardé atrás
de unas láminas.

39
En ese grupo iba con nosotros una muchacha de El Salvador y un sujeto,
por cierto muy feo de carácter. Este individuo abuso de la chica estando nosotros
completamente dormidos y se le escapó al coyote. Dos horas después, las
patrullas se fueron. Nunca revisaron ese lugar, permanecimos por espacio de
nueve horas en ese granero hasta que fue una vagoneta por nosotros. Nos
llevaron a un pueblito muy chico (nunca nos quisieron dar el nombre del lugar). Ahí
nos distribuyeron en diferentes “trailas”. 12 Ahí nos recibió una señora mexicana
que sirve de enganche entre los coyotes y, lógico, se lleva sus buenos dólares.
Nos dio de comer y un refresco de lata a cada uno. Esta ha sido la comida más
rica que haya probado (bueno, siempre que me he brincado he dicho lo mismo).

Posteriormente, fuimos llevados en otras camionetas a un lugar llamado


Wilcox, Arizona. Por ignorancia me fui a meter a donde más patrullas y oficinas de
migración existen. En ese lugar nos metieron a un hotel de mala muerte y ahí me
asignaron un bonito lugar para pasar la noche: el suelo. Las camas fueron para los
guías (por cierto no les comenté cuánto me cobraron: 30 mil pesos de los de
aquella época). Llegué casi sin dinero y sin poderme comunicar con mi familia. No
nos dejaban ni asomar las narices por miedo a que nos delatara alguien con
migración. En fin, pasaron ocho días y nosotros sin trabajar. Le dije a mi amigo
que eso no era lo que él me había platicado y él me puso mil excusas, siempre
argumentando que era un proceso muy largo y complicado para poder trabajar. Lo
que hacían los coyotes era comprar los víveres, iban anotando lo que compraban
y nos tenían endrogados y sin trabajar. Después de unos días llegaron unos
enganchadores mexicanos y nos anotaron para que el día siguiente empezáramos
a trabajar en el campo. Y así fue. Al siguiente día a todos nos levantaron a las
cuatro de la mañana y a las cinco ya estábamos trabajando en la recolección de
chile rojo, el cual es utilizado en la industria y sirve para darle color a ciertas
prendas (ropa) o darle color a ciertos alimentos.

El trabajo consistía, como ya se mencionó, en la recolección de este


producto. Nos asignaban surcos interminables e hincados teníamos que arrancar
los chiles para depositarlos en cubetas grandes y correr a ponerlos en una carreta
impulsada por un tractor a vaciaban. Le daban a cada quien una ficha por cubeta.
Si no estaba llena nos la tiraban al suelo y hacían que la recogiéramos y fuéramos
a llenarla como ellos lo habían indicado. Ese día gané la nada despreciable
cantidad de 30 dólares, cuando verdaderos campesinos lograban ganar 150 a 200
dólares diarios. Aquí los campesinos centroamericanos nunca pudieron competir
con los campesinos mexicanos, quienes son unas verdaderas máquinas hechas
para este trabajo. Los días se tornaban cada vez más desesperantes, pues
trabajábamos un día, cuatro no y la cuenta de los alimentos seguía creciendo (se
hacía una comida al día). Al estar trabajando, suele suceder que de repente llega
la patrulla de migración y los trabajadores indocumentados tienen que correr para
esconderse y no ser deportados. Esto lo hacen los gringos para no pagarle al

12
Se le denomina así a unas casas largas montadas en bases de concreto muy bonitas, pueden
llegar a costar hasta unos 30 mil dólares y tienen todos los servicios, son como las casas de
Xalapa 2000.

40
campesino mexicano, ahorrarse ese dinero y contratar después a otros que le
hagan de igual manera el trabajo.

Llegué a ese lugar enfermo de la garganta, debido a que tomé agua muy
fría durante el trayecto y me afectó. Aunado a la temperatura gélida que prevalecía
en las madrugadas, me enfermé de una infección en el pulmón. Comencé con
mucha temperatura y posteriormente mucha tos y dolor de cuerpo. Decidí regresar
y lo poco que junté se lo pagué a un “gabacho”, 13 para que me trasladara de nueva
cuenta a donde había comenzado mi peregrinar. Cuando llegué a la casa, me
sorprendió encontrarme con mi amigo: lo había deportado migración en una de
esas redadas. Le expliqué la razón por la que me regresaba y me dijo que primero
tenía que pagarle lo que me había tragado. Le contesté que no fuera mala gente,
que regresaba derrotado y sin ningún centavo en la bolsa. Este argumentó que no,
que él no mantenía huevones y que si no le pagaba me iba a madrear. La verdad
ya le traía ganas, así que lo bajé de la cama a punta de golpes y le puse una
buena madrina. Permanecí en ese lugar hasta que mi esposa consiguió dinero
para poder regresar. Esta es una de tantas anécdotas que pasé en Estados
Unidos y que seguiré abordando.

Creo que las muertes de inmigrantes mexicanos aparecen con frecuencia,


pero poco se habla de las fuerzas políticas y económicas que obligan a estas
personas indocumentadas a dejar sus hogares para intentar la travesía hacia la
Unión Americana en busca de mejores condiciones económicas y sociales.
Cuando logremos entender mejor la globalización de la economía mexicana (no
nosotros, sino nuestros políticos) y la implementación de políticas al servicio de los
intereses de las compañias transnacionales, entonces comprenderemos por qué
millones de campesinos pobres deciden ir en busca del sueño americano.
Debemos recordar que dos causas primordiales que han empujado a muchas
personas –no sólo campesinos, sino gente cualquier clase social- a emigrar en
busca de trabajo hacia los Estados Unidos, fue la firma del tratado de Libre
Comercio de América del Norte y la devastadora caída del peso en el año de
1994. Desde mi punto de vista, estas políticas han empobrecido a México, donde
más de la mitad de las personas viven en pobreza o en extrema pobreza. Este
tratado que incluye a México, Estados Unidos de Norteamérica y Canadá, fue
firmado en el año de 1993 y aplica desde el año de 1994. Se puede decir que es
un pacto donde se remueve las diferentes restricciones al comercio de cada uno
de estos países.

LOS MIGRANTES INDOCUMENTADOS CENTROAMERICANOS

Los mexicanos siempre nos quejamos del trato recibido por los
norteamericanos, de la violación de los derechos humanos hacia nuestros
paisanos, el trato inhumano cuando son detenidos, las violaciones hacia nuestras

13
Es una de tantas formas de cómo le llama el mexicano al norteamericano o estadounidense.

41
mujeres mexicanas, la explotación en los trabajos, la falta de los más elementales
servicios de salud, etc. Nosotros hacemos exactamente lo mismo con todos los
centroamericanos. Por eso está el dicho: “no hagas, lo que no te gustaría que te
hicieran”. La frontera sur es una zona que se ha convertido en uno de los cruces
más difíciles y peligrosos para la mayoría de indocumentados centroamericanos.
La mayoría, como ya se sabe, proviene de El Salvador, Guatemala, Honduras y
otros países ya conocidos. Ellos tienen que cruzar por Chiapas, donde son
asaltados y sus mujeres violadas. Viajan en trenes sin protección alguna y cuando
caen sufren amputaciones. Esto representa un alto riesgo y costo para poder
llegar al sueño americano.

Estando en la ciudad de Dallas, Texas, trabajé manejando un montacargas


levantando más de 22 mil libras de acero. En ese lugar trabajaban varios
centroamericanos, en especial gente de El Salvador. Una de estas personas me
platicó que cuando intentó cruzar por primera vez la frontera sur, fue detenido por
migración mexicana y que lo trataron peor que un perro, quitándole todo lo que
tenía. Fue encarcelado varios días y golpeado y no le dieron derecho a nada. Me
dijo que para poder cruzar esta frontera el coyote los hizo practicar una y otra vez
el acento mexicano, aprenderse gran parte de la historia de México, costumbres
de las diferentes regiones por donde iba a pasar, nombres de gobernantes y de
presidentes de la república. Cuando llegaron a la garita mexicana, un oficial de
ese lugar le hizo muchas preguntas relacionadas con nuestro país. El oficial
dudaba y volvía a preguntarle cualquier cosa relacionada con nuestra historia o
con lo que fuera y él por enésima vez, contestaba. El oficial no quedó conforme y
se retiró. A los pocos minutos regresó con un refresco de lata y se lo dio. En ese
momento el centroamericano cometió un grave error y le pregunta al oficial que si
no tenía una pajilla (para los salvadoreños es pajilla, para los mexicanos popote).
En ese instante el oficial le dijo que se bajara y que quedaba detenido porque era
un indocumentado.

Los centroamericanos no quieren a los mexicanos por todas estas razones,


ya que siempre los discriminamos y nos sentimos superiores a ellos. El mexicano
en los Estados Unidos perdonan todo, pero lo que no perdona es que otro
sobresalga. El mexicano es muy dado a poner apodos, a burlarse de todos, a no
ser solidario con sus compatriotas; toma demasiado y así maneja, porta armas de
fuego (algo que es ilegal en ese país), se droga y vende drogas, le pica el trasero
a sus compañeros, mienta la madre a cada rato, etc. En cambio, el
centroamericano no es así, ya que es educado, forma un círculo de ayuda con
otros centroamericanos, por lo general es respetuoso con sus compañeros de
trabajo y goza extremadamente cuando pierde la selección nacional de futbol de
México.

Los países centroamericanos –en especial El Salvador- son considerados


por los norteamericanos como países pobres, sin los recursos naturales que tiene
la república mexicana. Por tal razón, el gobierno del vecino país les extiende un
permiso de trabajo por determinado tiempo, les brinda un seguro social legítimo
que les da derecho a solicitar trabajo donde sea. Pueden solicitar su licencia de

42
manejo, tener crédito para comprar casi lo quieran. Algo muy importante es tener
derecho a servicios de salud (cosa que los mexicanos no pueden) y otros
beneficios más. Al ver todo esto, los mexicanos envidian la situación de los
centroamericanos y no los quieren. Cuando se dan pleitos entre centroamericanos
y mexicanos siempre hay muertos y los segundos siempre los aporrean por ser
mayor número. Lo único en lo que no nos ganan los centroamericanos es en la
realización de trabajos pesados. Los gringos dicen: “si tengo a diez
centroamericanos con papeles y un mexicano ilegal, me quedo con el mexicano”.

Tan sólo en el año de 2005, fueron detenidos y repatriados 240 mil


centroamericanos indocumentados, 45% de los cuales eran guatemaltecos, 34%
hondureños y 15% salvadoreños; en el año de 2007 fueron detenidos en Chiapas
57,497 inmigrantes sin papeles, la mayoría de provenientes de los países citados
(INM). Cuando me dirigía hacia Atlanta, Georgia, estuve trabajando para una
compañía muy grande que se dedica al cultivo de pasto para los campos de golf y
los parques de las grandes ciudades de la unión americana. En fin, le dan mil
usos. En este lugar trabajé con un grupo numeroso de yarderos centroamericanos.
Nos levantábamos a las cinco de la mañana y nos transportaban en trocas
(camionetas) hacia los diferentes files.14 Existían varias formas de trabajar. Por
ejemplo, nos subíamos a un tractor que en la parte trasera lleva una paleta (una
tarima) y el tractor, con unas cuchillas en la parte derecha del mismo, iba cortando
el pasto en cuadros pequeños y uno estaqueándolo. 15 Se llenaban paletas de
acuerdo con el pedido, pero había días en que hacíamos hasta 200 paletas sin
parar; o sea, era la una de la mañana cuando estábamos terminando y a las pocas
horas: “levántate que se tiene que seguir trabajando”. Cuando se dominaba este
primer trabajo, el mayordomo le daba el visto bueno y pasábamos al segundo
trabajo (que por cierto me molestaba mucho), el cual consistía en ir atrás de un
tractor que cortaba rollos de pasto gigantes y uno tenía que irle poniendo
rápidamente sin parar cuñas para que este no se desenvolviera. Cuando quedaba
listo se le ponía una malla para su entrega.

Para llegar a estas dos primeras instancias, se tenía que trabajar las orillas
de los campos sacando la basura, amontonando el pasto podrido; es decir, había
que hacer méritos para poder trabajar al lado de los tractores. Posteriormente, al
dominar estos trabajos, enseñaban a fumigar el pasto, a diferenciar los diversos
químicos que se usaban para la conservación y crecimiento del mismo. 16

En este lugar aprendí a operar un caterpillar, recogía basura y luego hacía


zanjas donde se me indicara. Cuando aprendí a operar un tractor y cortaba pasto
para los campos de golf, de 5.75 dólares la hora me subieron el sueldo a 6
dólares, después a 7 y finalmente a 9 dólares la hora.
14
Así le dicen los mexicanos a los campos de este tipo de cultivo.
15
Se coloca en la paleta acomodándolo de manera que este quede bien seguro y no se caiga.
16
El pasto se vende de acuerdo con su calidad: el “estrella” es el más corriente, el “mar” se usa en
los jardines públicos y algunas casas de clase media. El más fino es el “cavalier”, usado en los
campos de golf y en las casas de las personas pudientes, para quienes un rollo puede costar más
de mil dólares.

43
En una hielera poníamos cerveza a enfriar y la pasábamos todo el día
tomando para poder soportar el trabajo y los 48 grados de temperatura. Vivíamos
más de cien mexicanos y centroamericanos en una casa larga y muy grande.
Recuerdo que sólo había seis estufas para cocinar, ocho baños (en esto último no
había tanto problema porque la mayoría de ellos se bañaba cada ocho días).
Además, teníamos Dish.17

Al cobrar su dinero, la mayoría de los trabajadores lo gastaban en alcohol,


droga (aquí conocí la cocaína) y en burdeles donde las gringas cobraban 50
dólares por un “rapidín” (eso me contaron).

En este lugar aprendí muchísimo, ya que me ilustré sobre la jardinería y


todo lo que tiene que saber un yardero. ¿Quién me iba a decir que con el tiempo,
al no encontrar trabajo en las grandes ciudades, esto me iba serviría como
referencia para poder solicitar trabajo a las grandes compañias que se dedicaban
al oficio y así poder subsistir un tiempo mientras encontraba algo mejor?.

Logré hacer amistad con un nicaragüense, Fernando, quien me platicó todo


lo que sufrió para llegar a los Estados Unidos. Según su relato llegó primero a
Chiapas, donde lo asaltaron los policías, se cayó del tren y se fracturó dos
costillas. En Veracruz lo extorsionaron las autoridades migratorias para dejarlo
continuar su viaje, pero la pesadilla más grande la soportó en el norte del país, en
Tamaulipas. Eran transportados en un trailer rumbo a la frontera y cuando faltaba
poco para cruzar fueron detenidos por un grupo armado que los secuestró.
Comenta:

Permanecí por espacio de diez días atado al piso. Durante ese tiempo, no sabía
qué hacer o que decir. Sólo me cuestionaban que no los viéramos, que
claváramos la mirada al piso. Tampoco nos proporcionaban alimentos, tampoco
nos daban agua. Pensé que me iban a matar, debido a que oía que a otros
individuos que habían llevado antes que a nosotros, los torturaban muy feo y sus
gritos me invadieron porque sentía mucho miedo.

Después me explicó que el tormento durante esos diez días era persistente, pues
les colocaban las armas en la cabeza y les decían que los iban a matar. Y así iban
llegando más personas secuestradas, pero nadie salía. Nos pidieron dos mil
dólares (mil a cada uno) para podernos dejar ir. Aunque Fernando pensaba que
nadie saldría con vida de ese lugar, aún vive para contarlo. Eso es lo que pudo
constatar a lo largo de esos días que estuvo privado de su libertad.

La finalidad del secuestro era contactar a los familiares de las víctimas para
obligarlos a pagar su recate de 2 mil dólares. Varias familias pagaron, pero
Fernando nunca supo si en verdad fueron liberados. Había una persona que tenía
mucho tiempo de estar en ese lugar y supe que lo iban a matar por no pagar lo
que le estaban pidiendo. Cuando me trasladaron a ese lugar, tenía 15 días
17
Sistema de TV por cable, en donde se veía, se aplaudía y se les gritaba a las mujeres de las
películas porno. Por eso el baño siempre estaba ocupado.

44
secuestrado según el testimonio de Fernando. Al tener conocimiento, llorando le
suplicó a sus captores que por favor lo dejaran en libertad, que él no tenía en ese
momento dinero, debido a que se lo habían quitado todo en el trayecto y que
había dejado esposa e hijos. Les suplicó una y otra vez y fue dejado en libertad.
Su franqueza hizo que los secuestradores le dieran su libertad, no así a otras
personas que ya tenían días de haber llegado. Esto sucedió cuando Fernando
intentó cruzar por segunda ocasión nuestra frontera. Recuerda que en su primer
intento logró cruzar hacía el vecino país del norte, pero fue deportado. Con unas
cervezas en la mano me explicaba que él ya no quería venir, pues es mucho
dinero con lo que se endeuda uno, aparte de todos los peligros que se tienen que
sortear. “Lo hice de nuevo porque no tenía trabajo y debía mucho dinero y por tal
razón, decidí volver venirme pa´cá”. La odisea que tuvo que pasar es la misma
que experimentan en México cientos de centroamericanos que pretenden llegar a
Estados Unidos. Días de pesado viaje, angustia, dolor, temor, y de paso, ser
secuestrados por un comando armado. Fernando agregó en su relato:

Para mí fue muy duro porque nunca esperé pasar todo eso y porque nunca he sido
secuestrado. Aunque no he visto morir a nadie de esa forma, durante mi encierro me
pude dar cuenta que sacaron de la casa a un tipo de El Salvador y a un
guatemalteco lo obligaron a que lo matara con un machete. De nada sirvieron los
ruegos de estas personas y fueron golpeados salvajemente porque no quisieron
hacer lo que se les dijo.
Yo le pedía mucho a Dios para que no me fueran a matar. Uno de los
secuestradores, quien lo liberó luego de otro breve interrogatorio, y lo dejó en
libertad en el transcurso de la madrugada, después de 11 días de torturas físicas y
maltrato psicológico. Cuando me quitaron las vendas de los ojos vi todo borroso y
me pude percatar que algunas de las personas que emprendieron el viaje estaban
conmigo. Después no supe más qué pasó con ellos. Estas parecieran historias
inventadas, pero un cosa es contarlas y otra vivirlas.

Hace años, los centroamericanos indocumentados podían desplazarse libremente,


junto con sus hijos menores, hacia nuestra frontera norte. En esos años podían,
por medios legales, al igual que los mexicanos, introducir a sus hijos o confiárselos
alguien. No existían pandillas ni grupos organizados dedicados a la delincuencia.

La expulsión de ciudadanos de una nación, tiene diversos contenidos


sociológicos e históricos. Además de la anhelada reunificación familiar, este
fenómeno obliga a organismos internacionales a fijar su atención en los niños y
niñas que viajan solos. De tal magnitud es el problema que “El Instituto Nacional
de Migración de México ha nombrado a 68 nuevos oficiales para la protección de
niños emigrantes, como parte de un proyecto piloto asesorado por la Oficina del
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). El
programa tiene el propósito de ayudar a los menores que llegan al país sin
acompañantes” (INM).

45
CÓMO SE AYUDAN LOS MEXICANOS INDOCUMENTADOS EN ESTADOS
UNIDOS Y CÓMO ES EL TRABAJO ALLÁ

Los mexicanos indocumentados que venden su fuerza de trabajo en la


Unión Americana, desempeñan trabajos que otros no quieren realizar y, por ende,
son mal remunerados. Esto se debe a su bajo perfil educativo y por no contar con
la documentación correspondiente. Los trabajos que se realizan cotidianamente en
la Unión Americana son el de la construcción, la jardinería, la industria, la
hotelería, la agricultura, la salud (hospitales), terminales aéreas e incluso tuve
compañeros que antes de los ataques del 11 de septiembre laboraron en la NASA.
No obstante, el mayor número de trabajadores indocumentados está en los
restaurantes. Cabe mencionar que en aquel país existe demasiado racismo por
parte de los norteamericanos. Estados como Texas, Arizona son extremadamente
racistas, ya que, por ejemplo, en el estado de Georgia existen los Red Neck
(cuellos rojos). Estas comunidades están cerradas a cualquier otro tipo de
ideología e idiosincrasia e incluso puede costar mínimo la deportación o la muerte
si alguien ajeno intenta mezclarse con estas comunidades. Por otro lado, se
encuentran los afroamericanos quienes están diseminados por todo este país y
por lo general conviven con otras culturas. Sin embargo, la mayoría de la gente
trata de tener el menor contacto posible con ellos, debido a que son generalmente
agresivos, trafican con drogas, les encanta ingerir bebidas alcohólicas, nunca
tienen dinero y en donde hay personas de raza negra de clase media baja está la
policía.

Cabe mencionar las diferentes clasificaciones que se tienen en los Estados


Unidos para las diferentes razas. Por ejemplo: está el latino, el mexicano, los
México-americanos, el hispano, el chicano, el que es residente y el naturalizado.
¿Por qué se plantea todo esto? Porque es necesario saber, cuándo se está por
primera vez en los EE. UU., con quién tratar, con quién platicar, a quién se le va a
pedir ayuda, cuál de estos grupos es capaz de entregar a alguien a las
autoridades migratorias, quién te puede ofrecer de comer, quién te puede dar
albergue, etc. Por ejemplo, los inmigrantes indocumentados que viven en
California, Arizona, la Florida y, sobre todo los que laboran en las dos Carolinas,
sufren de una discriminación de años por dedicarse al campo, trabajos mal
pagados y que nadie quiere realizar. La mayoría de estos grupos trabajan
arduamente demasiadas horas al día y aún así viven en la pobreza. A la mayoría
de estos trabajadores del campo no les alcanza para comprarles ropa a sus hijos.
La mayoría de las personas que viven en estas comunidades (muchos mexicanos)
no reciben ayuda, principalmente de los funcionarios. La única institución no
gubernamental que les proporciona ayuda es la iglesia protestante y católica
Los trabajadores de la construcción suelen ayudarse entre ellos, a esta
rama se entra por medio de algún sindicato (dependiendo el estado en el que se
encuentre uno), o por recomendación de algún amigo, si es que se tiene. Otro de
los grupos en el que los trabajadores sólo se ayudan entre ellos es el de los
obreros fabriles. A las fábricas es difícil entrar por recomendación de algún amigo,
por lo que se tiene que aplicar; es decir, presentar examen y ser entrevistado en
alguna agencia temporal.

46
Un área en la que se encuentra trabajo fácilmente y no exigen papeles es en los
diferentes restaurantes y centros comerciales. En la mayoría de ellos pagan al
contado.

Como se puede observar, es muy difícil cuando se llega por primera vez a
este país en calidad de inmigrante indocumentado. Son pocos los que le tienden la
mano a uno. La siguiente es una pequeña remembranza de cómo se cierran estos
grupos de mexicanos hacia otras etnias. Para ingresar a los Estados Unidos
ilegalmente, se tiene que pagar a un coyote o pollero y por más que le ruegues
que te cobre un poco menos, siempre argumenta que no se puede porque es muy
peligroso, y si pueden quitarte más dinero, no se tientan el corazón para cobrarte
de más. Además, son capaces asaltar y abandonar a su suerte o entregar a
bandas de asaltantes a quienes se supone que guían en el camino hacia el otro
lado de la frontera. Cuando logra uno atravesar la línea divisoria entre los dos
países, se llega a la casa de la persona a la cual le pidió uno ayuda, quien a la
menor brevedad posible empieza a cobrar los gastos que genera el estar en el
lugar. Aparte se tiene que gastar en los papeles para poder trabajar, etc. Son muy
pocos los que ofrecen ayuda desinteresadamente a los indocumentados.

Cuando trabajé en la Main Steel, en Chicago, cubría el turno de la noche.


Laboraba de las 8 de la noche a las 8 de la mañana. Este trabajo lo conseguí en
una agencia de nombre Man Power, donde ganaba 8 dólares la hora las primeras
40 horas. Con el Over Time me pagaban 12 dólares la hora, ganando a la semana
650 dólares. A esta fábrica llegué en el mes de abril, pero antes estuve 3 semanas
sin trabajar. Estaba sentado en un parque leyendo un periódico en busca de
trabajo y encontré varias agencias. Fui a la entrevista y me pusieron varios
exámenes. Al día siguiente me hablaron para que me presentara a ese trabajo.
Llegué a esa planta donde se pulía acero de primera hasta de tercera clase. Este
último se usa para tapas de microondas y refrigeradores. El acero de primera se
usa para almacenar comida y se mide la calidad de estos materiales con varios
instrumentos especiales.

Cuando llega el momento de presentarse en la planta, tiene uno que ir a la


agencia por un plano a fin de poder llegar y por el nombre de la persona ante la
cual hay que presentarse. En algunas agencias le exigen a uno que tenga
automóvil como condición para darle el trabajo, debido a las distancias. En otras
agencias llevan al trabajador y le cobran por semana. En la calle de Ignacio de la
Llave, en la ciudad de Xalapa, Enríquez., Veracruz, se encuentra una de las
citadas agencias, sólo que aquí es muy diferente porque ofrecen trabajo en
restaurantes (entre otros centros de trabajo) ganando 50 pesos diarios, mientras
que en un restaurante de coreanos, que son verdaderamente explotadores, se
gana 50 dólares diarios.

En aquella fábrica limpiaba pisos y lavaba baños, usados por la mayor parte
de los mexicanos que laboraban en ese lugar. Cuando llegué, todos se burlaban
de mí y me decían: “¡apúrate pinché burro lava caños!” y muchas cosas más. En
ese lugar, se operaban diferentes grúas y montacargas; también había diferentes

47
máquinas de Inglaterra y Alemania para pulir los diferentes aceros. Con el tiempo,
les decía a los obreros que me enseñaran a operar las máquinas y se burlaban,
pero un día faltó un afro-americano que tomaba mucho y lo sustituí. Su trabajo
consistía en tirar discos toda la noche para pulirlos (en una noche llegué a tirar
más 2000 discos). Estos se ponían en una banda eléctrica que trasladaba los
discos por 8 máquinas con lijas alemanas, saliendo por el otro extremo ya pulidos.
Aquí logré ganar 9 dólares la hora, trabajando durante 3 meses sin parar, los siete
días de la semana.

En otra de las líneas, había una máquina inglesa que pulía láminas de
todos tamaños y diferentes largos, se levantaban con una grúa especial y se
acomodaban en esta máquina en un Fork Lift (montacargas). En esta línea sólo
era un simple chalán: “pon”, “tráeme”, “quítale”, “ponle”, “cárgale”, etc. Esta
máquina era operada por un señor del estado de Michoacán, un “pocho”. 18 Era de
lo peor que pudiera haber, ya que siempre me reportaba, me mentaba la madre en
inglés y otras groserías más. Yo no sabía cómo contestarlas. Muchos mexicanos
indocumentados salieron fracturados o sin algún miembro debido a que esta
persona los ponía nerviosos y eso hacía cometer muchos errores. Nunca me quiso
enseñar nada. Siempre fui su burro de carga, pero siempre me fijé cómo operaba
la máquina y cómo manejaba las distintas grúas y montacargas. Un día hizo mal
un trabajo de una empresa que le daba mucho trabajo a la compañía en la que
laborábamos: echó a perder un paquete de más de 5 mil dólares y lo corrieron.

Las doce horas eran muy pesadas. El trabajo nunca paraba y nadie se
solidarizaba. Los mexicanos siempre acusan entre sí, se ponen muchas piedritas
en el camino. Posteriormente, llegó a operar esa línea de producción un
veracruzano, originario de Tlacotalpan. Durante dos meses le rogué que me
enseñara el funcionamiento de esa línea y un día aceptó. Me instruía a las 3 de la
madrugada cuando ya no estaban los jefes de línea. Lo primero que me enseñó
fue a tirar la basura con un montacargas japonés. Los desechos eran vertidos en
unos depósitos especiales. Era muy peligroso porque el montacargas entraba en
unas rampas muy angostas y se tenía que tener mucha práctica. De otra manera,
el montacargas se podía voltear y matarse el operador. 19 Recuerdo que por falta
de práctica tiraba toda la basura y él se enojaba. Me decía en términos
veracruzanos: “¡Cómo eres pendejo! ¡Ahora la recoges toda del suelo y la pones
en su lugar!”. Así estuve dos meses recogiendo la basura del suelo hasta que
aprendí. También me fue enseñando poco a poco todos los trucos para poder
operar esa máquina y también aprendí a operar las diferentes grúas que había en
ese lugar.

Después de varios meses pude comprar mi comprar mi primer coche y,


como todos los mexicanos, conducía sin licencia y sin “aseguranza” (así le llaman
los mexicanos indocumentados de la Unión Americana a este tipo de automotriz).
Si la policía para a alguien y no tiene estos papeles, es bajado del coche,

18
Se le denomina así a las personas de padres mexicanos pero nacidas en los Estados Unidos.
19
Dicen que mucha gente había perdido la vida descargando ese tipo de material.

48
esposado y remitido a la estación de policía, en donde sólo se puede pagar fianza.
Posteriormente, a los dos o tres meses tienes que ir a la corte por tu sentencia.
Sólo una persona residente o naturalizada en el país podrá manejar tu automóvil.

Más adelante, en esa misma empresa, me reubicaron en otra línea donde


se pulía acero de primera calidad. Allí manejaba un montacargas enorme y
levantaba rollos de acero con un peso de 22 mil libras. Ya ganaba 12 dólares la
hora y así estuve trabajando hasta el invierno. Cuando ya me sentía indispensable
(se me olvidó que en ese país nadie es indispensable), bajó la producción y que
me corrieron. En ese momento es cuando se le pide ayuda a los compañeros de
trabajo o conocidos para poder encontrar empleo y casi nadie quiere ayudar. De lo
que se trata es de salir adelante cada quien por su lado. Durante ese invierno
estuvimos a 18 grados bajo cero. Manejar cuando está nevando se siente la
muerte. Hacía mucho frío y nadie me dijo que en esta época la oferta de trabajo
baja demasiado. Así que se tiene que ahorrar para poder pagar la renta y los
gastos más elementales. En ninguna agencia se consigue trabajo. Es muy difícil.
Estuve sin trabajar varias semanas, hasta que una agencia me dio trabajo en un
suburbio llamado Aurora.20 Era una fábrica de papel donde trabajaban pocos
mexicanos. Se tenían que pulir pisos todo el día por 6 dólares la hora y 30 horas
de trabajo a la semana.

El trabajo en los Estados Unidos es muy pesado y sucio para los


inmigrantes mexicanos y centroamericanos, pero acomodándose uno puede llegar
a ganar bastante bien.

Con el paso del tiempo, es fácil percatarse de cómo los diferentes grupos
raciales se cierran y, por lo general, no dejan o aceptan tan fácilmente la entrada
de otros a su vida diaria. Por ejemplo, los gringos son altivos, prepotentes,
engreídos, creen que todo lo pueden y la mayoría de ellos no quieren a los
mexicanos ni a los centroamericanos, ni, en general, a los latinos, porque es una
etnia que se considera muy superior a las demás. Dicen: “nosotros somos altos,
rubios y de ojos claros, lo que el latino no tiene”. Pero en esto hay algo curioso:
este sentimiento de superioridad con respecto a los latinos se da más entre los
hombres norteamericanos que entre las mujeres, ya que estas prefieren más al
latino que a los de su propia raza. En varias ocasiones les pregunté a algunas
mujeres gringas casadas con mexicanos la razón por la que habían preferido vivir
con paisanos, a lo que contestaron que ellas llevaban varios matrimonios con
americanos que sólo les hacían el amor una vez al día y los mexicanos las veces
que quisieran.

Los mexicanos no quieren, por lo general, a los centroamericanos, siempre


los hacen menos, los molestan y no les tienden la mano. Los puertorriqueños
hacen lo mismo con los mexicanos: no los quieren y siempre andan de pleito con
ellos. Los afro-americanos quieren a todos, se llevan con todos, chingan a todos,
pero nadie los quiere. Para ofender a los mexicanos nacido en ese país, los

20
La distancia es más o menos la que existe entre Xalapa y Veracruz.

49
afroamericanos les dicen “bastardo” y los mexicanos dicen de ellos que “los
negros cuando son chiquitos, son como los perritos, muy bonitos, pero cuando
crecen son como la chingada de feos y huevones”. Son etnias bien definidas.
Mientras los afro-americanos tienen sus negocios obscuros, sus pandillas e
incluso su clase de mujeres, los mexicanos tienen con sus famosos cholos o
pandillas y los centroamericanos sus famosas maras. Recuerdo que en una
ocasión, buscando trabajo con un compañero de Durango, pasamos por un barrio
de nombre California, donde viven sólo afro-americanos. Al hacer alto, dos de ellos
nos apuntaron con sus pistolas y nos quitaron todo lo que teníamos, y como yo
casi no llevaba dinero, me pegó con la pistola en la cabeza y me dijo que para la
otra, si no llevaba dinero, me iba a matar.

Ahora bien, las nuevas generaciones de mexicanos nacidos en los Estados


Unidos, se identifican como “México-norteamericanos” (más gringos que las
hamburguesas) y rechazan a los mexicanos indocumentados. Aunque hablan
perfectamente el español, en su mayoría no lo saben escribir bien y cuando un
indocumentado mexicano o centroamericano les pregunta algo, contestan en
inglés que no hablan español. En otra ocasión estaba en una tienda de auto partes
en Atlanta, Georgia, y necesitaba comprar el radiador de mi coche que se había
roto. Estaba recién llegado y no hablaba bien el idioma inglés. Entonces me
percaté de una joven que prestaba sus servicios en ese lugar y estaba hablando
en perfecto español. Me acerqué y le pregunté: “Señorita, por favor, ¿puede usted
darme un radiador de este tipo?”, y no me hizo caso; le volví a preguntar lo mismo
y respondió en inglés: “Lo siento, no hablo español”; le contesté: “acabo de oírte
hablar en español”, y me respondió en inglés que no tenía por qué contestar en
español porque sólo lo hacía con sus amigos. Entonces le dije: “Sí hablas español,
sí me entiendes, pendeja”, y me recordó a mi madre en inglés al derecho y al
revés.

En Washington, donde trabajé en la construcción, un día veía la televisión y


escuché señor López-Dóriga de Televisa decir, muy orgulloso, que uno de los
portaviones de la armada de los Estados Unidos se dirigía hacía Medio Oriente y
que era operado por mexicanos. Lo que no sabe es que esos mismos mexicanos,
cuando su presidente les llegue a dar la orden de tirar todas las bombas que
llevan, las van a tirar en México y no en Estados Unidos. Pero me sorprendió
mucho cuando se efectuaba el mundial de Corea-Japón y México fue eliminado
por los gringos (por cierto, ya competimos y competiremos con esos mexicanos en
futbol, tenis, box, en el estudio, etc). Se escuchaba en la radio a muchísimos
“mexicanos” nacidos allá, cómo deseaban que su país de origen no sólo le ganara
al nuestro, sino que los golearan y disfrutaron con esa victoria como no se
imaginan. En otra ocasión, cuando pasé por el río bravo, nos detuvo migración y
nos llevó a la cárcel (que por cierto, está muy bien). Es triste ver cómo mexicanos
nacidos en ese país nos trataran de la forma más discriminatoria, arbitraria,
prepotente, pero sobre todo, grosera. Por esta razón, los verdaderos mexicanos
no los queremos por anglos (así los conocemos allá).

50
Sin embargo, el chicano se preocupa más por el indocumentado mexicano.
Aquel, al conocer más sobre leyes y derechos, le tiende más la mano al
indocumentado. Pero estos son lo chicanos que, por así decirlo, son ya viejos en
ese país. Las nuevas generaciones son las que se oponen a los nuevos
inmigrantes indocumentados. No nos quieren.

El primer grupo de chicanos que mencioné, no conoce prácticamente nada


en relación con nuestra cultura, aunque trata de inmiscuirse o relacionarse más
con nuestra identidad cultural. Pero el mexicano indocumentado no acepta la
cultura chicana y, sobre todo, no la conoce. El mexicano tampoco quiere al
México-norteamericano por las desiguales condiciones de vida que llevan los
indocumentados mexicanos en ese país. Le llegan a tener coraje y envidia a estas
dos etnias.

EL COMPORTAMIENTO DEL MEXICANO INDOCUMENTADO EN EL TRABAJO


Y FUERA DE EL, SUS DIVERSIONES,
COMO OBTIENE SUS COSAS.

México es fiestero por naturaleza. Los mexicanos somos muy patriotas,


aunque reneguemos siempre de nuestro gobierno; el nuestro es un país por
demás católico, aunque nunca pisemos la iglesia; los festejos con la familia son
algo inolvidable, nos reímos de la muerte y a la vez le lloramos. En México
celebramos las posadas, año nuevo, el día de la bandera, semana santa, el día de
la madre, del padre, el 15 de septiembre, etc. Prácticamente celebramos todo. Por
eso se dice que es el país de los puentes. En cambio, eso no se ve en Estados
Unidos, a pesar de que es un país altamente consumista donde las clases
sociales contrastan unas de otras. El gobierno apenas tiende la mano a los más
desprotegidos, por lo que es muy común la pobreza en esta sociedad. Son pocas
las personas que tienen un seguro de desempleo y las pensiones son muy
raquíticas para aquellas personas que pasaron toda su vida laborando en alguna
empresa. En este país se piensa que la persona que no tiene dinero es porque es
flojo (esto es casi igual que en México). ¿Qué es lo que hace rico a este país?
Posee un consumo interno de proporciones gigantescas. Como se había dicho,
ellos sólo festejan el 30 de mayo, el 4 de julio (día de la independencia) y el
ThanksGivens (el Día de Acción de Gracias). Y sólo en caso de que no haya
mucho trabajo, el 24 y 31 de diciembre. Así que cuando los mexicanos
indocumentados cruzamos la frontera, nos tuvimos que adaptar a esta nueva
cultura de los modismos, del consumismo y el trabajo diario.

Se ha hablado mucho de los diferentes sectores que emigran a la Unión


Americana, pero en realidad ¿quiénes son los que emigran? Con el tiempo llegué
a la conclusión de que son todos aquellos individuos (incluyo niños y mujeres),
que buscan satisfactores económicos para poder sobrevivir dignamente y así

51
poder mejorar sus condiciones de vida y las de su entorno social. Cuando estuve
trabajando en el campo de Arkansas, había un compañero del estado de
Guanajuato, quien me decía que él es un hombre de campo, de origen económico
verdaderamente humilde. Cuando trabajó en la recolección de lechuga en su
estado cada día tenía que hacer un esfuerzo mayor por recolectar lechugas y
poder tener algo extra de dinero para el sustento de su familia. “Nunca tuve buena
ropa, zapatos, buena comida, no se diga diversiones. Sin embargo, después de
varios intentos de cruzar la frontera y de lograrlo, mi vida, aparte de adquirir
sentido, se tornó novedosa; comencé a tener acceso a ciertos lujos, mandaba
dinero a mi hogar, empecé a tener diversiones como ir a fiestas, a ingerir bebidas
embriagantes [la mayor parte de sus ingresos lo destinan a esto]; logré tener
buena ropa, una cama donde dormir porque allá no teníamos camas o algo que se
le pareciera. Dormíamos en el suelo”. Decía que la mayoría de los jóvenes fuman
marihuana, cocaína, alcohol. Es mentira que aquí se descompongan lo chicos, ya
vienen con esos malos hábitos y tienen mucha facilidad de obtener sexo, cosa que
en el pueblo no se puede o no es tan fácil. Por eso existen muchos casos de sida.
En este país existen dos clases de mexicanos: los que se la viven drogándose,
tomando, en bailes y los que se aguantan las ganas de ir a los bailes, los que no
se drogan, los que no salen para nada a las calles porque se quedan todo el día
en la casa a cocinarse y lavar su ropa. Sólo así es como puedes ahorrar un poco.

La mayoría de los mexicanos indocumentados en Estados Unidos, como ya


se mencionó, se emplean en diferentes trabajos, tales como: en el lavando platos,
la agricultura, la construcción, la limpieza de pisos, los establos, entre otros. El
trabajador mexicano es como el sedán de la W. W. Toma agua, un poco de comida
y listo. El mexicano está “diseñado” para soportar demasiadas horas de trabajo.
Por lo general es muy puntual al trabajo y podrá emborracharse el fin de semana,
pero el lunes, aunque sea “crudo” está al pie del cañón. La mayoría de ellos son
muy celosos de su trabajo y es raro el que quiera enseñarte a trabajar. Se puede
aprender de los trabajadores mexicanos sólo viendo cómo desarrollan eficazmente
el trabajo. El comportamiento en el trabajo consiste en estar observando y
realizando el mismo, debido a que ni siquiera está permitido escuchar música.
Aquel que viole esta regla se arriesga a ser despedido de la empresa en la que
está laborando.

La mayoría de los trabajadores indocumentados son personas sin estudios.


Van desde colonias que pertenecen a las periferias de las grandes ciudades de
México, hasta gente de clase media baja, pasando por trabajadores del campo.
Generalmente, cuando mucho, cuentan con estudios de secundaria. Es muy raro
alguien que tenga nivel medio superior y menos aún alguien con una carrera
universitaria terminada.

Por lo regular, a los mexicanos les fascinan los bailes. Aunque saben del
peligro que representan las redadas por parte de migración, se aventuran a estos
convivios viajando grandes distancias para escuchar a su grupo predilecto. Les
encanta la música norteña, ingieren grandes cantidades de licor y conducen en
estado de ebriedad de regreso a sus casas. Cuando una persona es detenida en

52
ese estado, es remitida a la estación de policía más cercana, pero tiene que ir
alguien con residencia o que sea ciudadano a pagar la fianza. Posteriormente,
tiene que ir a la corte en el tiempo que se le indique. Si no se presenta a dicha
diligencia, le envían el primer citatorio y otra multa por no haberse presentado.
Envía la autoridad correspondiente el segundo citatorio y prácticamente se repite
el procedimiento. Pero ya para el tercer citatorio, si la persona no se presenta, los
oficiales de policía va a su casa sin que se presente orden de cateo, sino que
entran con pistola en mano y se acabó. Hecho esto, lo presentan ante el juez y
este lo pone los días que considere convenientes en la cárcel, le aplica una fuerte
multa y, además, lo castigan con servicio a la comunidad. Le proporcionan un
librito donde escoge las horas de trabajo a la semana y el lugar donde “quiera” ir a
prestar dicho servicio (lavar platos, a limpiar pisos en algún hospital, etc.).

La mayoría de los mexicanos estamos acostumbrados a manejar


borrachos, mentar la madre, pasarnos los altos, no ceder el paso a los peatones, a
cruzar la calle por las esquinas o lugares señalados.

Para obtener una licencia de conducir, se tiene que ir a un curso teórico y


practico. En el curso teórico, después de haber estudiado por un buen tiempo,
ponen un examen de 180 preguntas. Si el examinado falla tan solo una, se tiene
que repetir el curso. Cuando pasa dicho curso, tiene que presentarse en la
estación de policía21 con un automóvil en buenas condiciones y su aseguranza
(seguro del automóvil) al corriente. Al mínimo error, el oficial replica: “por favor,
regrese a la estación, está usted reprobado”.22

Recuerdo que en una ocasión salí del trabajo y se me pegó como chicle
una patrulla. Por el retrovisor me percaté que en su computadora revisó mi placa,
me siguió por mucho tiempo y decidí entrar a un centro comercial y, lógico, me
siguió, pues la policía de los Estados Unidos puede entrar en donde sea. Por su
torreta me dijo que me detuviera.23 Me pidió mi tarjeta de circulación, la miró, pero
nunca me solicitó mi licencia de conducir, que no tenía, por lo que me hubiera
detenido y remitido a la estación de policía más cercana, pasando por todo el
proceso ya comentado.

Me platicaban algunos señores grandes de edad, que antes de que hubiera


muchos inmigrantes –sobre todo de México- a la policía no se le podía sobornar
(darle dinero) porque era peor la pena a pagar. En la actualidad, muchos de ellos
aceptan mordidas. Cuando estuve en Chicago hubo muchos policías detenidos
por corruptos, ya que aceptaban mordidas de los mexicanos que vivían en esa
ciudad. A pesar de todos estos inconvenientes o –mejor dicho- reglas de este país,

21
En ese país el policía también es agente de tránsito.
22
Todo esto es igual a lo que se hace en Tránsito del Estado en Xalapa, pero la mayoría de los
mexicanos falsifican las licencias o pagan para obtener las ciento ochenta preguntas y así poder
pasar, a la primera, el examen.
23
Cuando esto sucede se tiene que bajar casi todo el cristal de la ventanilla y poner las dos manos
sobre el volante, contestar sólo lo que pregunte el policía.

53
muchos mexicanos las quebrantan sin importarles lo que les puede costar en la
actualidad, que es un mínimo de seis meses de cárcel y la deportación.

En la mayoría de los trabajos, los días de pago son los jueves o los viernes.
Desde ese momento, “la raza” empieza a comprar cerveza en cantidades
industriales y llegando el viernes en la tarde comienza la convivencia: asan carne,
longaniza, etc., y a tomar como cosacos. La música a todo volumen no puede
faltar. Así las cosas, el pocho o el México-americano le habla a la policía y esta se
presenta a la casa y da una primera advertencia para que se le baje a la música.
Si persiste el problema, regresa y ya a la tercera llegan infinidad de camionetas,
entran a la casa y se llevan a todos con todo y equipo de música. Un viernes
trabajé toda la noche en una fábrica de plásticos. Cuando llegué, mis compañeros
ya estaban festejando el fin de semana con la música a todo volumen y tomando
cerveza. Yo dormía en un closet porque cuando llegué a esa casa ya no alcancé
lugar y me asignaron el closet. Ese día me insistían para que me tomara unas
cervezas con ellos y les dije que estaba muy cansado. El caso es que me llevé
sólo cuatro para el sueño y al otro día, al despertar, me percaté de que no había
ruido y ni gente. Les pregunté a los vecinos por mis amigos y me contestaron que
se los había llevado la policía. Tuve que hablarle a la novia de uno de ellos, quien
tenía papeles, para que fuera a pagar la multa y los sacara de la cárcel.

El mal comportamiento de algunos mexicanos nos hace ver ante las


autoridades de ese país que todos somos iguales. Pero no es así. Los paisanos
llegan a la Unión Americana en condiciones verdaderamente desastrosas: sólo
con la ropa que se lleva y unos cuantos dólares y todos los vicios y malos hábitos
engendrados en nuestro país. Lo peor de todo esto es que, con el tiempo, la
mayoría adquieren confianza y piensan que no va a pasar nada y es cuando
empiezan a comportarse como si estuvieran en sus comunidades, a tomar, a
poner a todo volumen la música, etc., y la policía, al ver esto, piensa que todo
mexicano es igual. Como se observa, no existen muchas diversiones para los
indocumentados, más que ingerir alcohol, ir a los bailes cuando se puede, ir a
comprar el lunch con mucho cuidado, o ir a ver los partidos de la selección
nacional de futbol cuando viene a este país.

Como ya dije, cuando se arriba por primera vez a los Estados Unidos llega
uno prácticamente desnudo, arrimado, sin dinero. Cuando decidí dejar el estado
de Arkansas (entonces trabajaba en Litle Rock), me comuniqué con un amigo que
vivía en Dalton, Georgia, diciéndole que me ayudara para irme con él a trabajar.
Le manifesté que en donde trabajaba se pagaba muy poco, era trabajo de campo
muy pesado. Él accedió ayudarme. A lo pocos días emprendí el viaje en autobús 24.
Llegué a un lugar llamado Chatworth. Fue por mí un primo de mi amigo de nombre

24
Se tiene que viajar en autobuses gringos, ya que estos son menos molestados por la “migra”. Si
se viaja en autobuses mexicanos que no vengan hacía la frontera con México, es muy probable la
deportación. En avión no pueden viajar los ilegales, debido a que no tiene una identificación oficial
para poder adquirir el boleto. Cuando es utilizado este medio, se le paga a alguna persona con
papeles para que compre el boleto.

54
Manuel (no mencionó los apellidos por obvias razones). 25 Viajamos todo el día y la
noche. Había llegado con 40 dólares, pues había enviado 150 a mi familia.
Cuando llegamos a Dalton mi amigo no estaba porque era el puente del 4 de julio
y había ido a pasear a Miami con su esposa. Llegaron hasta en la noche. Su
esposa –como decimos en México- me puso cara y nunca le agradó la idea de
verme en su casa. No había comido nada en todo el día. La mujer de Manolo hizo
de comer, se sentaron a comer y no me invitaron. Hasta que mi amigo le dijo a su
esposa que hiciera de cenar, fue cuando comí. Dormía en el suelo.

Mi amigo trabajaba en una fábrica de alfombras. La industria de este


pequeño pueblo consiste en la elaboración de alfombras para casa y tapetes para
decoración,26 pero sobre todo, lo que se fabrica en este lugar es la alfombra que
llevan los coches en el piso, el techo y la cajuela.

Exactamente a los quince días de haber llegado, conseguí trabajo en una


de estas fábricas. Los compañeros de ese centro de trabajo eran muy cerrados y
pocos fueron los que me enseñaron todo lo relacionado con las actividades que se
debían realizar.

La vida económica de ese pueblo se debe a los inmigrantes


indocumentados, tanto de origen centroamericano como mexicano. Por ser un
pueblo tan chico existen pocas fuentes de trabajo, casi no hay restaurantes o
algún otro trabajo en el que se pueda uno desempeñar. Por tal motivo, la vida del
mexicano es monótona y aburrida, casi no hay centros de diversión y los pocos
que hay son prácticamente para los gringos.

Para que se tenga idea de lo que genera la presencia del mexicano, en ese
lugar existen demasiados Dealeer. 27 Los principales consumidores de coches
seminuevos son, por lo general, los paisanos. Siempre hay mexicanos comprando
coches en estos lugares y existen compatriotas que tienen dos o tres automóviles,
después de que –como dicen ellos- en su tierra no tenían ni para el camión. Hay
paisanos que, por su estatus de ilegal, no pueden adquirir coches y muchas otras
cosas. Las adquieren gracias a personas que tienen papeles en regla y así logran
rentar una casa, poner teléfono, luz, cable, etc. El amigo con el que llegué a vivir
ganaba 7 mil dólares a la semana y su esposa 6 mil, tenían dos súper coches,
rentaban una casa bonita y perfectamente amueblada, consumían en los mejores
supermercados. Cuando le preguntaba si pensaba regresar algún día a México,
me contestaba que no, que él no quería volver a ser pobre. Actualmente vive en
Las Trancas, tiene un año que regresó debido al fallecimiento de su madre y está
muy arrepentido. Cuando llegó a de nueva cuenta a México sufrió demasiado.

La mayoría de los inmigrantes mexicanos son campesinos y es muy fácil


identificarlos, al igual que los de clase media muy baja. Con el tiempo logran un
25
Actualmente vive en Cardel, Veracruz, y tiene paralizado medio cuerpo.
26
En otras fábricas se le pone un plástico por las parte de atrás a las alfombras para que tengan
consistencia y no se doblen.
27
Lugar donde se venden automóviles seminuevos.

55
estatus de riqueza. Así lo manifiesta su apariencia física y mental, adquieren joyas
(sobre todo), se visten muy bien, adoptan la indumentaria tipo vaquero 28, manejan
su buena “troca” (camioneta) con estereo de lo más caro en el mercado y se
cortan el pelo en forma de casquete (se dejan un poco de cabello en la parte
superior) y hacen que sus hijos se vistan de igual forma. Viven con los lujos más
exagerados y sin ahorrar, adquieren todas las marcas de perfume existentes, les
gusta mucho comprar armas, sabiendo que es algo que esta sumamente prohibido
y que sólo las pueden comprar residentes o nativos de ese país.

El norteamericano no le gusta la forma de ser del mexicano: borracho,


indisciplinado, vendedor de droga y formador de pandillas. Un gran número de
accidentes en estado de ebriedad y de asaltos está protagonizado por los
hispanos. La mayor cantidad de gente que se encuentra en las cárceles de ese
país es de origen mexicana. Por lo general, no respeta ninguna norma establecida
por los norteamericanos. Es por eso que no lo quieren. Los asiáticos también son
borrachos, se drogan, etc., pero son muy respetuosos de las leyes establecidas en
Estados Unidos, son muy callados, se ayudan entre ellos y, además, tienen una
ventaja muy grande sobre nuestros compatriotas: llegan casi todos dominando el
idioma inglés y con un alto grado de estudios.

En síntesis, el mexicano se compra lo que quiere, vive de lo mejor y lo que


no puede obtener de manera legal, lo obtiene ilegalmente. Es desorganizado y,
eso sí, no te regala nada, todo te lo cobra.

Uno de mis mejores trabajos, lo obtuve gracias al comportamiento de un


compañero en una de las grandes plantas de carpetas en Atlanta. Me dio empleo
sólo por tres semanas. La actividad que yo desempeñaba consistía en cuidar unos
hornos por donde pasa la carpeta y se tenía que vigilar que el plástico no se
pegara con el calor o se le hicieran deformaciones. Estos hornos estaban en una
planta alta y desde ahí podía observar cómo manejaba el rol, 29 cómo se envuelve
y cómo se sube con el montacargas a los tráileres. A este sujeto se le ocurrió
palparle las pompas a una gringa muy guapa, ésta lo reportó con el mayordomo y
lo corrieron. En ese momento no tenían quién le manejara el rol y osadamente le
dije al segundo mayordomo que yo sabía manejarlo. Se me quedó viendo con cara
de “¿what?” y me cuestionó: “¿Estás seguro, grandísimo cabrón?” Le contesté:
“Sí, yo sé operarla”. Me volvió a cuestionar: “¿En dónde aprendiste?” “Bueno, en
Chicago manejaba una parecida”, contesté. Se sonrió, y pensé que no me iba a
dar el trabajo. Se fue y platicó con el mayordomo encargado de toda la planta, Dan
Jhonson, quien todavía trabaja en la Global Textile Service en Dalton, Georgia.

28
Casi siempre ropa de mezclilla, camisa vaquera y botas puntiagudas.
29
El rol son dos cilindros enormes donde se envuelve la carpeta. Existen varios tipos de carpetas:
la más pesada para trabajar es una denominada sintec (sintética), que usa para los interiores y la
cajuela de los coches de marcas como Ford, Chevrolet, Chrysler, Toyota y otras. También se
emplea para adornar algunos tipos de casa de gente rica de ese país. Un simple rollo puede valer
miles de dólares. Si se llega envolver mal, puede maltratarse. Cuando el cliente no la quiere por
algún defecto de fábrica, la compañía tiene que solventar esas pérdidas. Entonces el riesgo de
operar una máquina de ese tipo es mucho porque puede representar pérdidas para la compañía.

56
Este se acercó a mí y me preguntó: “¿En realidad sabes operarla, grandísimo
pendejo?” Le contesté: “Sí señor, yo sé operarla”. Se llevó la mano a la cabeza y
se rió. Enseguida me tomó del brazo y me llevó hacía el rol. Todos me veían, me
temblaban las piernas y otras partes del cuerpo no las sentía. Luego me dijo el
mayordomo: “Tienes una semana para manejarla, y si no lo haces, te prometo que
no sólo no vas volver a encontrar trabajo en este pueblo, te voy a echar a
migración. ¿Me entiendes pinché mexicano?” A lo que yo simplemente contesté:
“Sí señor”.

En ese momento, el norteamericano ordenó que se empezara a correr las


carpetas sintéticas y empecé a trabajar el rol. Al principio fue muy duro porque es
un trabajo, más que difícil, extremadamente pesado. Los mexicanos con los que
trabajé no me querían. Los que trabajaban enfrente de mí, le daban con toda la
velocidad posible al rol con tal de que no hiciera bien mi trabajo

Todos los que trabajaban en ese lugar, se reían de mí y me decían que no


la iba a hacer, que daría el trasero en ese lugar. Los del estado de Guanajuato –
que son siempre la mayoría en las fábricas de Estados Unidos- decían que los de
Veracruz éramos unos huevones, que no servíamos para el trabajo. En fin, mil
cosas malas me auguraban. Ese día fue terrible. Uno de los mayordomos tuvo que
irme guiando porque ningún mexicano me quiso enseñar. Se amontonaban los
rollos, me hacía pelotas con los controles. Había días que terminaba totalmente
exhausto, pero con el paso del tiempo llegué a dominar a la perfección el rol, a tal
grado que jamás se me amontonó la mesa donde estaban depositados más de 60
rollos. Me gané el respeto de mis compañeros (pero sólo el respeto, porque nunca
fueron solidarios). Así trabajé en esa planta un buen tiempo. De igual forma que en
otros lados, me pude percatar del poco grado de estudio de los indocumentados
mexicanos. La mayoría no llegaba a cocinar para ahorrar dinero, sino que siempre
compraban el desayuno, la comida y la cena. Había grupos bien delimitados entre
ellos: los que hacían sus viernes sociales (si no tomas, no encajas en ese mundo),
los que se drogan -que están peor-, pero por lo regular se formaban grupos
pertenecientes a un mismo estado de la República Mexicana. Amolado estaba yo,
porque en esa planta era el único de Veracruz.

Con el tiempo, cuando decidí renunciar porque ya había conseguido un


trabajo mejor, le dije al mayordomo encargado de toda la planta que me disponía a
irme. Me recomendó que lo pensara y me pidió que no me fuera, me prometió que
me aumentaría el sueldo, cosa rara en una planta norteamericana y cuando lo
aumentan son diez centavos a cada quien. Le di las gracias y le expliqué que tenía
que partir. Nos dimos las manos y me dijo que cuando quisiera tendría trabajo en
esa fábrica. Le agradecí nuevamente y cuando ya iba a retirarme, le dije: “Señor,
no me siento muy cabrón, ¡soy muy cabrón!”. Se río y se dio la media vuelta. Me
despedí de mis “compañeros” diciéndoles: “Gracias, cabrones, por todo lo que me
enseñaron. Y no se les olvide que en Veracruz somos muy chingones para todo”.
Tomé mis cosas y me fui.

57
Aprendí algo muy cierto acerca del comportamiento del mexicano. Cuando
se cruza la frontera, cambia en un cien por ciento el comportamiento de todos los
que logramos cruzar la frontera, pues ya no tiramos basura en la vía pública o por
la ventanilla del coche, no nos pasamos los altos en el coche; nos hacemos
puntuales para ir al trabajo, si no nos corren; cuando manejamos, esperamos a
que se ponga el verde y le damos preferencia al peatón, mientras que en México
les mentamos la madre o no les damos preferencia. Nos ponemos el cinturón de
seguridad para manejar, no se cambia de carril abruptamente sin antes haber
puesto nuestra direccional; en fin, dejamos de ser lo que somos en México:
incultos en el aspecto de la educación vial. Cuando se llega a la frontera norte
inmediatamente se respira el cumplimiento de las diferentes leyes por las cuales
se rige ese país. No existe casi la corrupción de la famosa mordida hacia las
autoridades. Esto se debe a que los policías –que también hacen la función de
agentes de tránsito- ganan de 10 a 15 mil pesos a la semana (algo parecido a la
policía de la Ciudad de México). En México, el incumplimiento de las leyes se
arregla con el pago de una multa o con el soborno, mientras que en Estados
Unidos violar las leyes te lleva a la cárcel.

LA SEGUNDA VEZ

Cuando regresé de aquella odisea por Arizona, me repuse de todos mis


males, pero nunca de todas las tristezas y humillaciones de las cuales fui objeto.
Quedé sumamente endrogado, estuve seis meses sin encontrar trabajo hasta que
pude acomodarme en una compañía constructora del puerto de Veracruz en la
que laboré por espacio de un año. En esta corporación aprendí muchas cosas
relacionadas con la construcción, las cuales me servirían en el futuro. En este
trabajo no me pagaban bien, pues con ese sueldo apenas sobrevivía con mi
familia y seguía debiendo dinero de mi primera aventura. Cuando se terminó el
trabajo pasé un buen tiempo sin poder conseguir empleo. Mi madre, quien sabía
de mi situación laboral, tenía un compadre trabajando en Carolina del Norte. Un
buen día el compadre le habló a mi progenitora para saludarla y ella le comentó
sobre mi situación. Al día siguiente me habló por teléfono y, sin conocerme, me
dijo que si quería irme para allá con él. Le contesté que sí, pero que no tenía el
dinero suficiente para irme y que no sabía cómo llegar para ese lugar. Me contestó
que no preocupara porque él iba a financiarme el viaje, financiamiento que
después tendría que pagar. También me comentó en ese momento que él iba a
conseguir al coyote para que me pasara y que sólo tenía que pagar mi viaje hasta
Matamoros, Tamaulipas. Al siguiente día, volvió a entablar comunicación conmigo
y me explicó que tenía que estar al otro día en la ciudad antes mencionada y
hospedarme en el Hotel “México”, que se ubica aproximadamente a 20 minutos de
una playa de nombre Bagdad. Seguí sus instrucciones, compré mi boleto, me
despedí de mi esposa y de mis hijos. Todos se quedaron muy tristes y llorando.
Mis hijos me partieron el alma porque se aferraban fuertemente a mis piernas y

58
me decían una y otra vez: “¡No te vayas, papá, no nos dejes!”. Les explicaba la
razón por la cual me tenía que ir, pero no entendían.

Salí un 17 de mayo de 2003 siendo las dos de la tarde de la terminal de


ADO de Veracruz con destino hacia la frontera. Viajé toda la noche y llegué a las
seis de la mañana a la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, y me hospedé en el
hotel que se me había indicado. Después de bañarme, volví a hacer contacto con
el compadre de mi madre, quien me dio el teléfono de una señora que vive en
Houston, Texas. Me comuniqué inmediatamente con la señora. Ella me pidió el
número de la habitación en la que estaba hospedado y me dijo que esperara ahí
porque me iban hablar por teléfono. Y así fue. Timbró el teléfono exactamente a
las cinco de la tarde y me dijo que a las seis de me esperaba afuera del hotel. A
las seis en punto estaba en el lugar mencionado. Había llegado en un Ford Grand
Marquis americano muy viejo. Se abrió la ventanilla del lado del copiloto y un
sujeto mal encarado me dijo: “Súbete rápido”. En la parte trasera estaban un señor
y una señora. El chofer tomó camino hacia la playa antes mencionada.

En el transcurso del viaje nos pidieron 20 dólares para las cervezas, nos
pidieron nombres y datos relacionados con nuestras vidas. Les dije todo lo
contrario a lo que querían saber, ya que luego fingen secuestrar a las familias y
cobrar dinero que uno no tiene. A continuación la camioneta se desvió de la
carretera y se internó por una vereda. Estaba totalmente oscuro y no se distinguía
prácticamente nada. Llegamos al punto de referencia, nos bajaron y nos
ocultamos en unos matorrales. Como a los veinte minutos llegaron otros cuatro
automóviles y se bajaron otras personas que realizarían la caminata conmigo.
Éramos un total de 15 personas. En diez minutos uno de los tipos nos explicó que
caminaríamos alrededor de cuatro horas (eran las 8 de la noche en punto) hasta
llegar al río y que el guía que nos iba a llevar no lo haría porque tenía otro
compromiso. Así que nos guió un muchacho de tan solo 20 años de edad. Una
señora argumentó que era muy joven. El coyote contestó: “Si le parece, pinche
vieja. Si no, ya se puede ir largando por donde vino”. Ante esas delicadas
contestaciones, optamos por permanecer callados.

Se nos advirtió que si nos capturaba la patrulla fronteriza, no dijéramos


quién era el guía, porque de lo contrario estaríamos en la cárcel por espacio de
seis meses hasta que fuéramos llevados a la corte a declarar en contra del coyote.
Durante el tiempo que el inmigrante indocumentado está detenido, se trabaja en la
cárcel y se le paga por hora (se le paga a la persona indocumentada que está
detenida por el lapso de tiempo que ordena el juez del país Norteamericano, es
más o menos algo parecido a nuestras cárceles aquí en México). Dadas esas
advertencias teníamos que afirmar que nos habíamos encontrado en el camino y
decidimos caminar juntos y así tendríamos muchas probabilidades de que nos
soltaran al otro día o hasta que se juntara cierto número de personas para
dejarnos de nueva cuenta en la frontera. De ser así, tendríamos que regresar al
hotel y ellos volverían a pasar por nosotros. También se nos advirtió que en caso
de ser detenidos, debíamos obedecer siempre a los de migración. De lo contrario
nos dispararían.

59
Antes de comenzar la caminata, la mayoría llevábamos nuestras mochilas
con varias pertenencias, pero nos las quitaron y las metieron en las cajuelas de los
automóviles argumentando que eso los atrasaría a ellos debido a que nuestra
carga sería más pesada y nos recalcaron que el que no llevara el paso, se
quedaría abandonado. Cabe señalar que nunca se les paga por adelantado a
estos sujetos, sino hasta cuando se entrega la mercancía (o sea, nosotros) en la
ciudad correspondiente.

Empezamos a caminar siendo las 8 de la noche en punto. Las nubes


tapaban la luna, no podíamos separarnos ni un metro porque se puede tomar otro
camino y perderse. El joven coyote nos hizo caminar cuatro horas a un paso muy
rápido. Había ocasiones que trotábamos y otras teníamos que correr. Y así
llegamos al río Bravo.30 Llegamos completamente sudados, nos hicieron que nos
quitáramos la ropa para cruzarlo sólo en trusa y las mujeres en pantaletas.
Habíamos metido nuestras pertenencias en varias bolsas de plástico que llevaba
el pequeño traficante de humanos. De repente, el chico sacó dentro de su ropa
una cámara de coche y comenzó a inflarla. Cuando finalizó nos explicó que
cruzaríamos en grupo de tres: dos personas a las orillas y él en medio. Nos dijo
que teníamos que nadar “de a perrito”, que nunca lo hiciéramos como si
estuviéramos en una alberca. De lo contrario nos ahogaríamos porque en el fondo
de este río hay muchas ramas y se enredan en las piernas. Por eso mucha gente
se ahoga.

Empezamos a pasar como lo había ordenado el coyote, de tres en tres; yo


pasé hasta lo último con un señor y una señora algo obesa y no sabía nadar, pero
antes de esto volteaba constantemente porque quería ver el camino por donde
habíamos llegado, pero todo estaba en completa oscuridad. Entonces el señor me
dijo algo que siempre he tenido muy presente: “¡Nunca mire pa´tras, siempre vea
pa´delante!” Las mujeres ya pasaron, ¿usted no piensa pasar? Llegó mi turno y
empezamos a nadar y cuando llevábamos una cuarta parte del recorrido, la
señora se atoró con las ramas que están en el fondo y empezó a manotear. Acto
seguido, comenzó a gritar y el coyote le tapó la boca; la señora forcejeó con el
joven y nos hundimos los tres, pero nunca me solté de la cámara; tomé de los
cabellos a la señora, la apreté fuertemente y le dije que se callara y se
tranquilizara. A la mitad del recorrido, repentinamente el río se comenzó agitar
arrastrando muchos lirios, ramas y, entre estas, muchos patos. En ese momento
nos atoramos y no podíamos avanzar. En vez de ir hacía el frente, lo hacíamos río
abajo, muy lentamente. En ese momento dejamos de luchar contra la corriente,
debido a que llegó una perrera (una Van de migración), se bajaron dos oficiales de
migración y empezaron alumbrar el lugar con unas lámparas grandes. Las demás
personas estaban escondidas del otro lado del río en unos matorrales muy
grandes, mientras nosotros lo hacíamos tras las ramas y lirios que habían bajado.
Los oficiales estuvieron unos quince minutos inspeccionando. Después se fueron.
Para entonces nosotros estábamos como a unos cuatrocientos metros alejados
del primer grupo que había pasado primero.

30
Siempre lo había visto por la televisión, pero verlo directamente es impresionante.

60
Al llegar a la orilla del río, sacamos nuestra ropa de las bolsas negras, y así,
completamente mojados como estábamos, nos vestimos rápidamente, caminamos
toda la orilla del río hasta encontrar a las demás personas que ya estaban
cambiadas. Posteriormente caminamos durante dos horas más hasta llegar a la
carretera, pero el imbécil del coyote se equivocó de ruta y tuvimos que cruzar
como a un kilómetro de una estación de la policía de migración. Saltamos la
alambrada, atravesamos la autopista y nos escondimos en unos matorrales.
Cuando quisimos incorporarnos para seguir caminando, ya teníamos a los
oficiales encima. Nos habían detectado con los catalejos infrarrojos mediante los
cuales se puede ver en la oscuridad. El coyote dijo que nos pusiéramos boca
abajo y no hiciéramos ruido. Se escuchaba cómo decían en inglés los oficiales:
“Hay varias personas tiradas en el suelo”. Otro dijo: “Ya los tengo”. Y en ese
momento nos encañonaron y nos hablaron en español diciéndonos: “pollitos,
pollitos” y se reían. Nos ordenaron que saliéramos y advirtieron que si corríamos
nos dispararían. Nos trasladaron hacia la orilla de la carretera, hicieron que nos
hincáramos cruzando las piernas, de tal forma que no pudiéramos correr. Nos
pidieron identificaciones y que habláramos con la verdad en ese momento.
Preguntaron que si era la primera vez que intentábamos cruzar la frontera y quién
nos había traído. Contestamos lo que nos había indicado el coyote. Después nos
revisaron de pies a cabeza, a las mujeres las revisó una mujer de migración.

Nos metieron cortésmente en la perrera, nos llevaron a la delegación de


migración, donde trabajan, por lo general, México-norteamericanos nacidos en ese
país. En todo momento se burlaron de nosotros, nos quitaron agujetas y cinturón,
nos tomaron huellas dactilares y fotografía y registraron todos los datos
relacionados con nosotros. Más adelante nos hicieron firmar unas hojas en donde
se explicaba en español que deseábamos regresar por nuestra propia voluntad a
nuestro país. Después de esto, nos encarcelaron por el resto de la noche. A las
seis de la mañana nos subieron a la perrera y nos trasladaron a la garita de San
Isidro. Allí nos dejaron diciéndonos: “¡Órale pendejos, ya se pueden ir a su país de
porquería! Las otras personas le contestaron con un caluroso recordatorio del día
de las madres y diciéndole “bastardo”, palabra que enfurece mucho a los que son
de padres mexicanos nacidos allá.

Migración nos dejó en la garita de Reynosa, Tamaulipas, a fin de alejarnos


de Matamoros e irnos desgastando en el aspecto económico, además de
desalentarnos por la distancia, ya que esto implicaba para nosotros volver a
empezar. Efectivamente, tuvimos que trasladarnos al mismo hotel y volver a
comenzar.

Me instalé de nuevo en el mismo hotel, me bañé y entablé comunicación


con la persona que estaba en Houston. La señora me dijo que tenía que esperar
de nuevo la llamada del coyote. A las dos de la tarde me hablaron para decirme
que a las cinco de ese mismo día volvían a pasar por mí. A la hora señalada
regresaron al estacionamiento del hotel. Ahí los estaba esperando. En esta
ocasión fueron en otro vehículo y llegó gente diferente a la anterior. Me subí y se
dirigieron hacia otro lugar muy distinto. Cuando llegamos volvimos a encontrar a

61
todos los que habían sido deportados. Nos recordaron las mismas instrucciones
que la vez pasada. Siendo las seis y media de la tarde comenzamos a caminar,
pero en esta ocasión el coyote era una persona de 35 años, aproximadamente.
Después de cuatro horas de rápida y pesada caminata, estábamos en el río Bravo.
Comenzamos a cruzar el río en grupos de tres y logramos llegar al otro lado sin
ningún contratiempo. Nos vestimos inmediatamente y seguimos caminando por
veredas hasta la una de la mañana, hora en que llegamos a la autopista principal.
Esta tenía unos arbustos muy grandes y del otro lado estaba una alambrada muy
grande. En ese lugar descansamos quince minutos y el coyote aprovechó para
explicarnos que al brincar la alambrada teníamos que correr. Se trataba de un
campo con el pasto y la yerba muy crecidos y era muy difícil poder avanzar. Nos
dijo que a dos kilómetros, aproximadamente, estaba una caseta de la patrulla
fronteriza que nos podía detectar con los catalejos y por eso se tenía que correr a
todo lo que se pudiera. Agregó que las patrullas nos perseguirían y que él no iba a
esperar a nadie, pero nos aseguró que el que llegara a los matorrales grandes que
estaban al final del recorrido, prácticamente podía considerar que había llegado,
pues estas patrullas no se aventurarían a seguirnos porque no lograrían meterse a
ese lugar. Tampoco se arriesgarían a seguirnos porque está muy oscuro.

Durante ese descanso platiqué con el coyote, al tiempo que nos


fumábamos un cigarrillo (el mió de tabaco, el de él de marihuana). El coyote nunca
quiso decirme su nombre. Sólo me platicó que tenía años dedicándose al tráfico
de personas y que le pagaban 500 dólares por persona (éramos quince). Me dijo
que todo se lo gastaba en droga, licor y mujeres. También me contó que nunca lo
había detenido la patrulla fronteriza y que pasaba gente prácticamente todo el año,
pues estaba juntando dinero para irse a trabajar al campo a Carolina del Norte. En
broma dijo que iba a contratar un coyote para que lo pasaran al otro lado. Recordó
que cuando cruzaba centroamericanos cobraba más y llevaba más gente. No le
importaba que se quedaran en el camino dos o tres personas, pues con los que
llegaran era suficiente dinero el que ganaría.

Al finalizar la plática, nos explicó que cuando pasara la patrulla de migración


teníamos que salir corriendo de los matorrales para brincar lo más rápido posible
la cerca y correr nuevamente sin parar. Era una distancia de aproximadamente
dos kilómetros hasta llegar a los matorrales, donde también había unas piedras
enormes. Cuando pasó la patrulla nos dijo que corriéramos. El coyote salió
primero y yo atrás de él. No pensaba quedarme por segunda ocasión, así que
saltamos la alambrada y a la mitad del trayecto nos detectó migración. Prendieron
sus torretas y comenzaron a seguirnos con su vehículo. 31 A ese punto logramos
llegar diez personas, puesto que migración detuvo a cinco (tres mujeres y dos
hombres adultos). Nos escondimos entre los matorrales, que eran muy grandes, y
las enormes piedras. Como auguró el coyote, los oficiales desistieron de
seguirnos.

31
Por lo general, estas unidades están equipadas con el sistema cuatro por cuatro.

62
Inmediatamente el coyote hizo que nos levantáramos y comenzáramos a
caminar por esos matorrales por un buen rato. A las cinco de la mañana llegamos
a Brownsville o McAllen, Texas (nunca supe en cual de las dos ciudades estuve).
Nos escondimos en una maleza enorme. Teníamos diez minutos de estar ahí,
cuando llegó un automóvil y nos subieron a todos inmediatamente para dejarnos
en la casa de un señor mexicano que es residente de ese país. A las mujeres les
dieron de cenar y las dejaron bañarse, mientras que a los tres hombres que
quedamos nos hospedaron en un pesebre, junto a caballos, burros, vacas, etc.
Nos dieron de comer a las tres de la tarde del otro día y no nos dejaron bañarnos.
La esposa del cayote se mostró muy grosera y desconfiada.

Al siguiente día, como a las doce, nos acomodaron debajo de los asientos
del vehículo32 que nos transportó para poder pasar la garita. Yo casi no podía
respirar. Cuando llegamos a la garita, estaba todo entumido, pues teníamos varias
horas viajando e íbamos todos amontonados. Al llegar al punto de revisión
escuché cómo pedían los papeles a las personas que nos llevaban. En la parte de
adelante, el señor conducía y su esposa cargaba a su hijo de 6 años; y en la parte
trasera, iban los hijos mayores del matrimonio. Media hora después, abrieron los
compartimentos y nos sacaron para sentarnos en los asientos que estaban
desocupados. Yo tenía todo el cuerpo dormido. No sentía nada. Había pasado
varios días sin bañarme ni cambiarme de ropa y comiendo –cuando bien me iba-
una sola vez al día.

Viajamos todos esos días, y a las once de la noche, por fin, llegamos a
Houston, donde nos esperaba una señora de nombre Francisca. Esta mujer, ya
madura, les pagó a los coyotes. Posteriormente nos alojó en su casa, nos dejó
bañarnos y recuerdo que me dio un plato con sopa y pollo que me supo a gloria,
pero seguí durmiendo en el suelo. Esa misma noche, le hablé a mi amigo para
comunicarle que había logrado cruzar la frontera. En ese instante me dijo que
tenía un amigo de nombre José (por cierto, originario de Xalapa) en Dallas, Texas.
José trabajaba en una imprenta por las noches y mi amigo le había comentado
que llegaría ese día. José le propuso que fuera a probar suerte en la imprenta al
siguiente día. Un sobrino de mi amigo me trasladó en una camioneta hacia la
ciudad de Dallas. Llegamos a las 3 de la madrugada al departamento de José. Me
esperaba con una hamburguesa de Burger King (esas si son hamburguesas),
papas y una Coca-Cola enorme. Amanecimos platicando y ese mismo día me llevó
a un barrio de mexicanos para sacar mis papeles falsos y poder trabajar, pues
José trabajaba toda la noche. Me explicó dónde estaban las agencias que
empleaban ilegales, trazando un croquis para poder localizar fácilmente sus
diferentes direcciones. Mientras él dormía, yo buscaba trabajo en su coche por
todo Dallas, que es una ciudad enorme. Siempre andaba perdido y tuve que
comprar un mapa de la ciudad para poder guiarme.

32
Era una Van muy grande, a la que le adaptaron los asientos con sobre fondo en la parte de abajo
para poder meter ilegales.

63
Después de varios días pude encontrar trabajo en un rastro, uno de los más
grandes de la Unión Americana en lo relacionado con la producción de la carne de
cerdo. Ahí ganaba seis dólares la hora y era un trabajo muy pesado: tenía que
lavar los frigoríficos donde estaba la carne de cerdo en canal, juntar todas las
porquerías y tirarlas a la basura. Duré poco tiempo en ese lugar.

Luego trabajé en UPS, una compañía de mensajería que daba servicio a


nivel mundial. El trabajo consistía en descargar toda la noche los trailers que
contenían diferentes paquetes que llegaban a la ciudad. También aquí trabajé
poco tiempo porque detectaron quiénes tenían papeles legales para poder
desempeñar ese trabajo.

Después de mi salida de UPS estuve mucho tiempo sin encontrar trabajo,


pero un fin de semana se comunicó mi amigo y le expliqué mi situación laboral. Él
me platicó de un empleo en el que la actividad era pesada, pero que la paga era
segura cada quince días y, además, que tenían dónde dormir, no pagaban luz,
agua, cable, etc. Y ahí voy… Al siguiente día abordé un autobús con destino hacia
Carolina del Norte. Llegué en la tarde y al otro día llené los papeles para poder
trabajar. Al tercer día estaba recolectando rábanos, lechugas, repollo (col) y otros
productos que se cultivaban en ese lugar. Trabajaba de las seis de la mañana
hasta nueve o diez de la noche. Ganaba 500 dólares a la quincena. Este empleo
tenía varios inconvenientes que no me gustaron: pagaban cada quince días,
dormía en una galera con más de sesenta personas y tardaba muchísimo en
cocinarme y bañarme porque éramos muchos; pero el inconveniente más grande
era que, cuando llovía, no se trabajaba; es decir, trabajábamos tres días y los
demás permanecíamos encerrados. Así estuve un buen tiempo (y mi familia
padeciendo), hasta que un día pude contactar a un amigo en Michigan y le
platiqué mi situación. Inmediatamente abordé un autobús y me trasladé hacia esa
ciudad. La ventaja que tuve fue que ya no compré papeles para poder trabajar,
pues ya los tenía. Además, en ese lugar conseguí, por fin, una recámara para mí
solito y pude comprar un colchón para dormir.

En Michigan encontré trabajo en una fábrica de acero donde manejaba una


máquina para envolver piezas para diferentes usos, desde el industrial hasta el
automotriz. Aquí todo era diferente porque, con el tiempo, llegué a ganar 800
dólares a la semana. Así que logré pagar todo lo que debía en México, adquirí un
automóvil casi nuevo para poder trasladarme en la ciudad, ya que los mexicanos
acostumbran “raitiar”.33 Ese año trabajé hasta el día 23 de diciembre y nos dieron
vacaciones hasta el día 2 de enero. Recuerdo que cuando llegué a la fábrica a
trabajar, nos estaba esperando el mayordomo de toda la planta. Nos explicó que la
producción había bajado y, por tal motivo, se suspendían las labores hasta nuevo
aviso. Aquí aprendí que se tiene que ahorrar durante todo el año, a efecto de que
durante el invierno haya dinero para pagar la renta y todos los “biles”. 34 En esa
temporada fui a una compañía que se dedicaba a apalear nieve. El trabajo

33
Llevar a alguien al trabajo en el coche de ellos a cambio de un pago semanal.
34
Así le llaman los mexicanos al pago de luz, agua, cable, etc.

64
consistía en quitar la nieve de las calles, empezando a las 6 de la mañana y
terminando a las 6 de la tarde. La persona que quisiera trabajar más horas, podía
hacerlo.

Pagaban a 15 dólares la hora. La compañía nos proporcionaba todo el


equipo necesario para poder trabajar. Laborábamos a temperaturas de 12 a 15
grados bajo cero. Teníamos que tomar constantemente aguardiente para que no
se congelara la sangre.35 Para este duro trabajo, existen mexicanos
indocumentados que llegan desde el mes de noviembre a laborar exclusivamente
en este oficio, ganando grandes cantidades de dólares. Hay quienes trabajan las
veinticuatro horas del día y descansan uno, logrando así grandes dividendos.
Cabe señalar que en ese tipo de trabajos nunca se verá los norteamericanos (ni
“blancos” ni afro-americanos).

Yo trabajé todo el invierno y gané bastante bien. Así que valió la pena tener
ampollas en las manos, las cuales tenía el tiempo entumidas, no sentir las piernas
e incluso fuertes dolores de cabeza debido al frío.

En primavera y verano, esa misma compañía se dedica a la “yarda”. Esta


palabra es la castellanización de yard, que significa patio. Los jornaleros
mexicanos utilizan mucho la expresión “to clean the yard”, que quiere decir “hacer
la yarda”, o sea, trabajar en todo lo relacionado con la jardinería. En este trabajo,
que consiste en limpiar un poco y recoger las hojas que caen de los árboles, la
paga es de 12 dólares la hora. El sueldo para el personal capacitado en la siembra
de pasto, flores, diferentes tipos de plantas de ornato y podar árboles es de 15
dólares la hora, trabajando hasta 16 horas al día.

La compañía también se dedica a la colocación y reparación de techos. A


esta actividad se le llama “rufin”. A la persona que se dedica a esta actividad se le
denomina “rulero”. Las casas son de madera y se les coloca una carpeta. El
nombre que recibe quien hace esta tarea es el de “carpetero”. Estos son tres
niveles en los que se puede trabajar. Yo logré trabajar largas horas en esta
empresa, aprendiendo los tres rubros y llegué a tener un sueldo de 25 dólares la
hora.

LA TERCERA VEZ

Después de trabajar por un buen tiempo en los Estados Unidos decidí


regresar a México, debido a que uno de mis hijos se fracturó un brazo y estuvo a

35
Esto según los mexicanos, que eran los que consumían esa bebida. Pero una cosa es cierta: si
no evitaba que se congelara la sangre, hacía que anduviéramos bien contentos toda la jornada.

65
punto de perderlo. También debido a que ya estaba harto de la vida que se lleva
aquí.

La operación de mi hijo me salió demasiado cara, ya que en la


rehabilitación lo volvieron a fracturar y estuvo a punto de volver hacer operado,
cosa que no sucedió porque siguió un tratamiento y logró recuperarse
satisfactoriamente.

En México estuve sin trabajar varios meses y gastando dinero. Entonces


decidí emigrar de nuevo, pero esta vez lo hice con un compadre de Ixmiquilpan,
Hidalgo. Este compadre ha emigrado a la Unión Americana varias veces. A su
edad (55 años), no logra encontrar trabajo en México. Tomamos la decisión de
cruzar la frontera por Tijuana sin éxito. Después de intentarlo varias veces nos
separarnos de un grupo de 30 personas. Por suerte encontramos un guía que nos
cobraba 2000 dólares por cruzarnos (1000 dólares menos de lo que cobraba el
primer “coyote”). Caminamos prácticamente toda la noche. Hacía mucho frío.
Cuando llegamos a Caléxico, nos tropezamos con un canal de aguas negras. El
“coyote” nos preguntó si sabíamos nadar, a lo que contestamos que sí, aunque la
verdad era que mi compadre no sabía nadar. Sin embargo, con el afán de cruzar
se aventuró a decir que sí podía cruzar a nado, ya que cuando se toma la decisión
de llegar a ese destino, no se puede uno echar para atrás porque de retroceder se
pierde todo. Pero esto casi le costó la vida.

Recuerdo que las cinco personas que íbamos con el guía nos lanzamos
hacía ese río de aguas negras. Al comienzo nadamos por el lado menos profundo,
pero conforme avanzábamos se hacía más profundo y sentíamos cómo nos
arrastraba la corriente cada vez nada más fuerte. Yo intentaba con todas mis
fuerza llegar a la orilla y sin querer tragaba esa agua sucia. Cuando llegamos a la
orilla, nos dimos cuenta que mi compadre se estaba ahogando y se lo dije al guía.
Este regresó por él cargándolo. Más adelante, el trayecto se hizo muy pesado
para mí por el esfuerzo que hice para llegar a la orilla. Comencé a sentir fuertes
calambres en las piernas y así tuve que seguir caminando, rezagándome del
grupo. A veces tenía que ser ayudado por mis compañeros. Después de seis días
de caminar y de escondernos, probando alimentos muy rara vez, llegamos a unos
cerros con los pies ampollados, deshidratados y sin fuerzas para poder continuar.
En este lugar decidimos descansar por lo menos un día para poder continuar. No
obstante, se nos vino encima la desgracia: nos descubrió migración. Los oficiales
dijeron en español que no nos moviéramos. En ese momento pensé que eso era
lo mejor porque nos iban a deportar. Los agentes se bajaron de las dos patrullas
que conducían y en ellas llevaban alrededor de 20 personas. Cuando comenzaron
a interrogar a las personas que llevaban, un grupo de estos inmigrantes intentó
escapar. De inmediato jalé a mi compadre y empezamos a correr. Los agentes de
migración nos dispararon, pero logramos llegar a una zanja llena de lodo y ahí nos
escondimos.

Podíamos ver cómo agentes de la patrulla fronteriza capturaban a un


indocumentado y le propinaban siete patadas. Uno de los oficiales que los iba

66
persiguiendo, salvajemente, le puso la bota en el cuello y otro sacó la pistola y le
cortó cartucho diciéndole que se iba a morir. El indocumentado pensó que lo
matarían y rompió en llanto. Los detenidos fueron trasladados a un centro de
detención en Phoenix, Arizona, y deportados.36

Permanecimos en el lugar donde nos escondimos toda la noche y


decidimos comenzar a caminar hasta la siguiente noche. Ya no teníamos agua ni
comida. Sólo éramos dos porque al coyote lo agarraron y decidimos continuar,
puesto que si lo lográbamos, nos ahorraríamos ese dinero. Eso era lo que nos
mantenía con fuerzas para seguir, pues nos serviría para comprar papeles y tener
dinero para subsistir mientras encontrábamos trabajo e incluso mandarle un poco
a nuestras familias. En las noches procurábamos dormir lo menos posible, ya que
se escuchaba cómo aullaban los coyotes y pensábamos que nos comerían.
Cuando se duerme en lugares como ese, también se corre el riesgo de ser
mordido por alguna serpiente de cascabel.

Así caminamos dos días más sin bañarnos, sin tomar agua y, sobre todo,
sin comida. Pensé que iba a morir y me acordé de mi esposa y de mis dos hijos. A
la siguiente noche llegamos a un lugar donde estaban varias “trailas” 37 y tomamos
la decisión de tocar en una de ellas, ya que no podíamos continuar y pensamos
que nos ayudarían, aunque nos entregaran. Tuvimos mucha suerte porque en la
traila en la que tocamos nos ayudó una mexicana que estaba casada con un
“gringo”. De momento ella estaba asustada, pero le explicamos nuestra situación y
le dijimos que sólo queríamos agua y comida. Ella accedió a ayudarnos. Tengo
muy presente que nos hizo un sándwich de tres pisos y me tomé la Coca-Cola
más rica que he probado en toda mi vida. Además, la mujer nos regaló comida y
agua, nos dijo qué ruta seguir para llegar a nuestro destino. Le ofrecimos dinero,
pero ella no quiso tomarlo, pues decía que sus padres llegaron así como nosotros.
Continuamos nuestro viaje y al siguiente día llegamos hasta Tennessee, en donde
mi compadre tenía unos amigos ahí laboré, momentáneamente, en una fábrica de
sopas para después entrar a un restaurante de “gringos” como lavaplatos y de
ayudante de cocinero. En este lugar sufrí el maltrato de los patrones, quienes la
mayoría de las veces todo lo querían rápido y bien hecho. Debido a esto, cuando
nos referimos al “patrón” les decimos “perros”. Por ejemplo, en las fábricas se te
exige que se termine el producto lo más rápido posible, pero en un restaurante se
tiene que hacer un sándwich en 20 ó 30 segundos. Esto hace que se entre en un
estado de competencia con los compañeros que ahí viven y todo esto se hace con
la idea de agradar a los patrones “gringos”. Sin embargo, ellos nunca reconocen
esto y jamás aumentan el sueldo. En este estado existen demasiadas factorías, en
donde pagan seis dólares la hora y la renta de un departamento es de 1200
dólares al mes. Por este motivo no me convenía seguir trabajando en esa
empresa y, con el tiempo, decidí moverme de estado.

36
Esta es la razón por la que no se debe uno vencer ante tales circunstancias, pues se pierde todo
y queda uno fichado ante estas autoridades migratorias.
37
Casas largas que cuentan con todos los servicios. Los mexicanos nacidos allá las compran
incluso de uso y a un buen precio.

67
REMESAS

Las remesas son las divisas que envía una persona que labora en el
extranjero a su país o lugar de origen. En el caso específico de la República
Mexicana, serían los dólares que envían nuestros compatriotas. Ese dinero que
envían los indocumentados mexicanos a sus familias y comunidades sirven para
poder tener una mejor calidad de vida y son un impulso para miles de personas
que buscan mejorar sus condiciones de existencia. En la mayoría de los casos, las
remesas constituyen la parte principal de los ingresos de las familias mexicanas
con parientes que tuvieron que emigrar a los Estados Unidos. Para nuestro país,
son una de las más generosas fuentes de ingreso y, por años, se han
caracterizado por ser el mayor y más seguro esquema de protección para las
familias y las zonas pobres del país. Se puede certificar que sin las remesas de las
y los migrantes, México no habría podido impedir una crisis social ni eludir la crisis
financiera de los últimos años.

A pesar de que se les ha “bautizado” con denominaciones despectivas tales


como “pollos” o “espaldas mojadas”, los migrantes mexicanos se han convertido
en uno de los pilares que sostienen la economía de México y evitan mayores
distorsiones de la balanza de pagos. Con las remesas de los que están o en
alguna ocasión estuvimos ahí, se subsana el déficit de la cuenta corriente,
generada principalmente por el pago de intereses de la deuda externa.

Para tener una idea de lo que representan las remesas enviadas por los
miles de mexicanos que radican en los Estados Unidos de Norteamérica, son la
principal fuente de divisas de la economía mexicana e inclusive representan, en la
actualidad, un monto superior al saldo de la balanza comercial de la exportación
del petróleo, cuyo ingreso neto “fue en el año de 2004 de 13 mil 439 millones de
dólares, reveló la información oportuna sobre la Balanza Comercial de México
durante diciembre del año pasado, dada a conocer por el INEGI”.

Es verdad que el campo mexicano no está tan abandonado como en años


anteriores, pero en la actualidad se siguen dando desplazamientos de migrantes
en busaca de mejoras económicas para sus familias, sobre todo de gente
procedente del campo y de clase media urbana. Se podría decir que estos
desplazamientos se deben al rezago de productos básicos para el consumo
interno del cual padecen miles de familias mexicanas y el exacerbado privilegio a
las exportaciones. Persiste, por parte del gobierno, una cultura que omite una
mejor asesoría técnica a nuestros campesinos y, sobre todo, un pobre subsidio a
la producción agrícola. Aunado a esto, las condiciones climatológicas provocan
que cada año cientos de campesinos pierdan sus cosechas y tengan que emigrar
hacia el país del norte en busca de mejores oportunidades. En este sentido,
México pierde mano de obra esencial y potencialmente productora en el presente
y para el futuro, pero el gobierno de México gana, indudablemente, en el envío
espléndido de las remesas.

68
A decir verdad, la migración internacional ha evitado problemas sociales y
económicos no sólo para el gobierno de México, sino para los gobiernos de
muchos países en el mundo. Por una parte, es un descanso para estos gobiernos
por el simple hecho de saber que no tendrán que crear, por un buen tiempo, las
necesarias fuentes de trabajo para los que se van, y no se gastará del erario en
educación, servicios de salud, etc. Por otra, se obtendrán ganancias de las
remesas obtenidas por el incesante flujo de migrantes hacia otros países. Estas
ganancias están apuntaladas por las transferencias individuales de dinero, fruto
del trabajo realizado por los migrantes mexicanos.

Las remesas enviadas semana con semana de los Estados Unidos a


nuestro país, están destinadas, por lo general, para el sostén del hogar, la
educación de la familia, el pago de deudas y la inversión en pequeños negocios,
que no todos logramos crear, lo cual tiene efectos benéficos en la economía de las
diversas regiones de la República Mexicana. En este contexto, el gran número de
inmigrantes mexicanos que vive en aquella vecina nación, no sólo representa una
notable contribución, esencial para el buen funcionamiento de la economía de su
país de origen por la cantidad de dinero que circula y se invierte, sino también
constituye un sustancial ahorro para los patronos estadounidenses que contratan
mano de obra barata. En la actualidad, el dinero que envían nuestros compatriotas
que laboran en la Unión Americana es, por así decirlo, un consuelo para que la
economía de regiones de toda la República Mexicana pueda subsistir. Por
consiguiente, sin esos recursos monetarios, muchas de esas entidades ya
hubieran colapsado.

Hay temporadas donde se presenta una bonanza y cobran nueva vida las
regiones económicamente deprimidas. La mano de obra migrante mexicana
personifica, de antaño, como es sabido por todos, estabilidad económica para
ambos lados de la frontera. Gracias al envió de estas remesas, gran número de
familias mexicanas pueden tener acceso a una mejor vida y le quitan un gran peso
a la economía mexicana, ya que el gobierno no ha tenido la capacidad de buscar
fuentes alternas para tener un mejor desarrollo económico. Del otro lado del río
Bravo, miles de compatriotas se desempeñan en empleos que nadie quiere
realizar y, con ello, contribuyen también al buen funcionamiento de la economía
norteamericana. Considerando esto, es necesario e importante que el gobierno
mexicano busque entablar conversaciones con el gobierno de Estados Unidos
para lograr un acuerdo migratorio que dé certeza a los mexicanos en su estatus
migratorio porque su contribución es importante y significativa en ambos países,
cosa que muchos no quieren ver.

¿Qué sucederá con miles de familias mexicanas cuando algún día se


fracture la economía norteamericana y esta no pueda albergar más a los
indocumentados? Lo peor de todo esto para nuestro país es que se le está
acabando la gallina de los huevos de oro, o sea, que las remesas que envían los
mexicanos se agotan o, mejor dicho, que la crisis americana, las duras redadas en
aquel país y el accionar despiadado por parte de las autoridades migratorias
hacen que cada día miles de mexicanos retornen a nuestro país prácticamente

69
con las manos vacías y sin ninguna capacitación de la que se puedan valer para
poder encontrar alguna fuente de trabajo para mantener dignamente a sus
familias. Sin embargo, el gobierno mexicano se empecina en seguir poniendo
énfasis en estas remesas porque las ve como una fuente de ingresos que
supuestamente, bien administra, podría favorecer el crecimiento y bienestar de
nuestro país. Y así, el gobierno lograría esquivar su responsabilidad.

En conclusión, no hay duda de que duplicar el impacto de las remesas


familiares convirtiéndolas en principios de paso a créditos cambiarios sería un
movimiento maravilloso para optimizar el nivel de vida de un sin número de
latinoamericanos en las franjas más menesterosas de la región. Los beneficios
que se adquieren después del arribo del dinero se comparten entre millones de
moradas, lo que exige un estudio del impacto a partir del núcleo familiar. Una vez
que las remesas llegan a las familias, pueden ser utilizadas para acrecentar el
consumo de beneficios primordiales y en muchos países –no en todos-, se podría
superar la línea de escasez. Inexcusablemente, este efecto hace que nos
tracemos la disyuntiva de si son más seguras las remesas que las políticas
sociales para ayudar a los habitantes con irrisorios recursos monetarios.

En la actualidad, evaluar las cantidades actuales de las remesas representa


un alto grado de dificultad, ya que la mayoría de las veces están concernidas con
los dispositivos de registro y, en otros, con los sistemas nacionales de
contabilidad. Asimismo, muchas de estas remesas son enviadas por nuestros
connacionales de manera informal por medio de familiares y amigos, por lo que no
son reportadas oficialmente ante las entidades bancarias o empresas financieras
encargadas de transferirlas.

Durante mi estancia en los Estados Unidos, me comentaba un amigo del


estado de Guanajuato y originario de la comunidad de Salvatierra, que la mayoría
de sus paisanos optaron por ir en busca de trabajo a aquel país. Me explicaba que
gracias al dinero enviado por ellos hacia esa comunidad, en ese lugar había
disminuido la mortalidad de menores, puesto que con el dinero que recibían ya
podían pagar un buen médico, así como mejores medicamentos. Sus hijos
pudieron tener un mejor nivel educativo debido a que podían comprar todo lo
relacionado con los útiles escolares y, al mismo tiempo, la mayoría de sus
compañeros lograron salir de la pobreza en la que se encontraban hundidos.
También el aspecto del pueblo cambió, ya que, pudieron hacer mejoras en sus
viviendas, lo cual nunca hubieran podido realizar trabajando todo el día y ganando
apenas el sueldo mínimo en nuestro país.

La mayoría de los que en alguna ocasión trabajamos en aquel país


mandábamos nuestro dinero por medio del banco. Como lo mencioné
anteriormente, cuesta muchísimo ganarse estos recursos, que son utilizados por
miles de familias mexicanas en el consumo básico de alimentos, salud y
educación. El sobrante se invierte en bienes muebles e inmuebles y ¿por qué no?,
hasta en un pequeño comercio, que es manejado y administrado por la misma
familia.

70
Pero no sólo es enviar dinero a la familia. Con el paso del tiempo y
sabiendo la gran distancia que lo separa de sus familiares, la nostalgia invade al
migrante mexicano. Y es cuando nos da por mandar lo que llamaría “remesas
sentimentales”, que son aquellas que nos permiten seguir teniendo un contacto
con nuestras familias, las que nos permiten tener un intercambio de sentimientos
encontrados. Por medio de esta permuta podemos imaginar que no sólo estamos
de nuevo en México, sino con nuestras familias. Estoy hablando del envío de
fotos, presentes para las familias y cartas, entre otras cosas. Estos envíos
permiten el flujo de las relaciones al interior de las familias, relaciones que
envuelven género, clase social, ideología e identidad. Esto podría verse por
muchos como algo cursi, pero el que no ha vivido esta dura experiencia, ignora
que no sólo se envían remesas monetarias, sino también remesas de afecto.

Casi todos los mexicanos, es cierto, mandan la mayor cantidad posible de


dinero. Cada año algunas instituciones dan cifras de esas remesas. Según
CONAPO México ocupa el segundo lugar en envío de remesas, después de la
India. Pero pocos saben que el mexicano de cualquier estado de la República
Mexicana, durante todo el año, aparte del dinero que envía cada ocho días,
manda sus excedentes en especie, como es el caso frecuente de la compra de
automóviles usados, sobre todo lo que le llamamos trocas (camionetas), las cuales
legaliza a través de un amigo y las envía a sus comunidades para el trabajo en el
campo o para venderlas y ahorrar más para cuando, llegado el momento del
regreso al lugar de origen, cuente con un mayor volumen de dinero.

Constantemente envía infinidad de prendas de vestir de buena calidad


comprada en las tiendas de segunda, donde si un par de tenis tiene una
pequeñísima mancha, se paga por mitad. Lo mismo pasa con la ropa, si tiene un
pequeño defecto se puede comprar muy barata. También se adquieren infinidad
de estas cosas en las denominadas “pulgas”. 38 Estos lugares tienen forma de
plazoleta donde los mexicanos exhiben una gran variedad de productos
comprados en las grandes fábricas para revenderlos. Algunos revendedores
cuentan con el permiso correspondiente, pero la gran mayoría no cuenta con ese
permiso. Así que tienen que cuidarse de los inspectores. En una ocasión, un
amigo perdió su trabajo en Nueva York y lo que hizo para mantenerse fue comprar
cajas de cerillos muy grandes, puso en el suelo una cobija y gritaba entre español
e inglés: “One dólar, one dólar… llévelos, sólo cuesta one dólar”. Pero lo hacía
siempre atento a que se aparecieran las autoridades de comercio de esa ciudad.
Cada vez que los veía venir levantaba sus cosas y se escondía. Y así era todo el
día porque al inmigrante que detenían, debía pagar una multa de 1000 dólares.
Hoy esa falta se castiga con deportación.

Todos estos presentes, ya sea ropa, aparatos electrónicos, videojuegos,


línea blanca y otros, no se pueden mandar por algún medio autorizado, ya que el
envío es muy costoso. De ese modo saldría igual comprarlos en México. Sin
38
Para los “gringos” es un lugar lleno de pulgosos, vendiendo mierda. Esta palabra es muy usada
por los norteamericanos y es el equivalente decir pendejo para el mexicano. Si el mexicano emplea
frecuentemente la palabra antes mencionada, el gringo la dice infinidad de veces.

71
embargo, existen personas con residencia que se dedican a traer las cosas de los
mexicanos a toda la republica a un bajísimo precio, puesto que traen muchas
cosas y es casi seguro que estas lleguen al lugar deseado. Como se puede
observar, estos son otros tipos de remesas de los que, por cierto, muy poco se
habla. Pero son fundamentales durante todo el año para la economía de las
familias mexicanas.

Es triste decirlo, pero parece que el gobierno de nuestro país, trata al


migrante como a una plantita: la cuida, la poda, le pone fertilizante y termina la
usándola de adorno. Me refiero aquí a los migrantes indocumentados, sobre todo
a los indígenas, campesinos y personas que viven en la periferia de las grandes
ciudades. El gobierno invierte un tanto en salud, un poco en educación, los cuida
que crezcan “fuertes” y “sanos” para que con el tiempo se vayan en busca de las
remesas que necesita y, a la larga, éste llevará consigo a su familia, lo cual será
más redituable en el futuro. En pocas palabras, quiérase o no, el gobierno vende
la fuerza de trabajo de los migrantes a cambio de remesas. Y ojo, los intelectuales
mexicanos ya entraron al ámbito de las remesas, y esto es aún peor porque se
está gastando en la educación de personas que después van a servir a otro país y
no al nuestro. La única ganancia que obtendrá nuestro país de todo esto son las
remesas enviadas también por estos intelectuales.

Se habla todos los días sobre el monto que los mexicanos envían cada año
a la República Mexicana, pero no se habla del efecto que tendrá cuando los
Estados Unidos decidan poner fin, de alguna forma, a este tipo de migración. Es
cierto que con las remesas miles de familias mexicanas tienen una mejor calidad
de vida en lo social y económico, el problema va a radicar en que nuestro país no
tiene la capacidad de crear las necesarias y suficientes fuentes de empleo para
nuestros paisanos cuando estos decidan regresar o los regresen. En la mayoría
de las veces el dinero de las remesas, que se obtiene con demasiado esfuerzo,
desaparece como agua por no saber cómo administrarlo y por la falta de asesoría
en su inversión. Esos recursos podrían ser fuentes de trabajo en sus lugares de
origen para otras personas de su misma comunidad.

Uno de los mayores problemas que enfrenta el migrante y la sociedad


mexicana, y que es ya muy recurrente, es el abandono de la familia, debido a que
algún integrante de la pareja se va a los Estados Unidos y allá reinicia una nueva
relación sentimental, formando, con el tiempo, una nueva familia. Un gran número
de personas deciden no regresar para evitar hacerse cargo de la familia que
dejaron. Se olvidan de ella en todos los sentidos y ésta se convierte en una familia
disfuncional. Muchas veces los hijos de los migrantes pierdan el interés por
continuar con sus estudios, pues no tienen quién los siga motivando y
explicándoles que el estudio es un salvoconducto para un mejor futuro y no el de
las remesas. Vislumbran su futuro en cualquier trabajo del otro lado de la frontera,
debido a que, en México, finalizar una carrera (corta o larga) es sinónimo de estar
siempre mal pagados o de emplearse en otra cosa. En cierta ocasión, fui a
tramitar unos documentos en las oficinas de atención del migrante ubicadas en
Murillo Vidal. La persona que recibió mi solicitud, riendo, me dijo que era bueno

72
haberme decidido ir a ganar unos cuantos dólares, ya que la migración era otra
opción para trabajar (cínico). Solamente lo miré y sonreí.

Como ya he dicho, la migración genera problemas familiares que llegan


incluso a la desintegración familiar ocasionando con esto graves trastornos a la
sociedad. No es sólo el hecho de ir en busca de las remesas y mandarlas a las
familias. Muchas veces estas remesas son el motivo principal de que de la falta de
interés de los hijos por aprender, puesto que ven que sus papás se van y quieren
seguir los mismos pasos del padre. Pero de algo sí estoy convencido: gracias a
las remesas, muchas comunidades muy humildes han logrado un efecto positivo;
la gente vive mejor en casas de concreto que en jacales, tienen el dinero suficiente
para comer, comprar juguetes, mandar a sus hijos a la escuela y, en términos
generales, tienen –al menos por unos años- una mejor vida social y económica
mientras alguien de ese núcleo familiar labore en el vecino país del norte.

Gráfica del principal uso de las remesas de indocumentados mexicanos

www.ime.gob.mx/agenda_migratoria/remesas.htm

México ocupa un lugar estratégico en relación con el volumen de


transferencias de capital entre países desarrollados y en desarrollo. Así, y según
cifras recientes del Banco Mundial (2005), México forma parte de la región que
más recursos capta, en todo el mundo, por concepto de remesas. De un total

73
mundial de 125.8 mil millones de dólares recibidos por el conjunto de los países en
desarrollo, América Latina y el Caribe constituye la región que más recursos recibe
por este concepto: 36.9 mil millones de dólares, es decir, un monto que representa
casi el 30% de todas las remesas captadas por los países en vías de desarrollo en
todo el planeta.

Dentro de esta macro-región receptora, México ocupa un lugar


sobresaliente: del total de remesas captadas en América Latina y el Caribe,
nuestro país recibe casi la mitad de estas transferencias (46%). Existen sólo dos
países en todo el mundo, uno perteneciente a la región del Este Asiático (Filipinas)
y otro en el Sur de Asia (India), que reciben porcentajes significativos dentro de
sus respectivas regiones: 40% en el caso de las Filipinas y 70% en el de la India.

En síntesis, nuestro país forma parte de: a) la región más importante en


todo el mundo en términos de captación de remesas; b) es el país que, sólo
después de la India, recibe la mayor cantidad de remesas en términos absolutos:
23 mil millones en el caso de la India y 17 mil millones en el de México (2004).
Para finales de 2006 se calcula que México recibirá remesas por 21 mil millones
de dólares. Pero si estas cifras, absolutas y relativas, se interpretan a la luz de la
población total de cada uno de estos dos países, México puede considerarse
como el país más importante, a nivel mundial, en términos de las divisas que se
obtienen por el envío de remesas.

El considerar la importancia numérica de los flujos migratorios y el volumen


de las remesas captadas no implica, a nuestro modo de ver, un argumento
orientado hacia la pertinencia de una estrategia de desarrollo económico ni una
política de población a seguir. Resulta imposible dejar de reconocer que ambos
factores se desenvuelven en y contribuyen a reproducir un contexto estructural de
desigualdad socioeconómica que, además, tiene importantes consecuencias
sociales y culturales. Como lo planteara K. Davis, el fenómeno social de la
migración necesita contextualizarse en términos de la dinámica política entre
países y regiones y de las relaciones de poder que entre ellos se establecen: «las
migraciones son criaturas de las políticas» (1988, en Arango, 2003). Pero
comprender la migración también requiere de aproximaciones que nos acerquen a
los determinantes más inmediatos (Arango, 2003:17). La comprensión de estos
determinantes no sólo hace justicia a la agencia humana de los propios migrantes,
sino que arroja luz sobre el rostro real de la maquinaria de las relaciones
estructurales. En este espacio no podemos ampliar y profundizar la reflexión en
torno a las distintas aristas socioeconómicas que se derivan a partir del fenómeno
de las remesas.

Nos interesa sobre todo destacar el lugar que México tiene en el contexto
internacional de la transferencia de recursos económicos por concepto de
remesas. En este sentido, tanto el elevado índice de los flujos migratorios
internacionales como la magnitud de las transferencias financieras provenientes
de los Estados Unidos hacen que México se constituya como un interlocutor de
primer orden para el análisis de estos procesos a nivel mundial. Aún cuando en

74
términos nacionales Yucatán no destaca por el monto de las remesas recibidas
desde el exterior, la evolución de los envíos en los últimos años no deja de
sorprendernos. Un ejemplo que da según cifras del Banco de México, Yucatán ha
casi duplicado el monto de las remesas en tan sólo los últimos tres años.

En nuestro estado, las remesas complementan el ingreso de la economía


familiar y, a diferencia de otras entidades de la república, muestran una clara
tendencia en ascenso. Muy probablemente se deba a que los migrantes yucatecos
son muy jóvenes en edad y al hecho de que la migración internacional de Yucatán
es relativamente reciente. Así, el elevado monto de las remesas refleja, a nuestro
modo de ver, un fenómeno sociocultural importante: la comunidad de migrantes en
el exterior tiene fuerte arraigo con sus localidades de origen. Hemos observado
la jerarquía que tienen las remesas de los migrantes mexicanos, sin embargo es
fundamental la jerarquía que tienen los envíos de estos capitales por parte de los
centroamericanos a sus países de origen, así como tienen dificultades enormes
para poder atravesar nuestro territorio, también lo es para poder enviar esos
recursos monetarios a sus lugares de origen.

México representa un caso muy especial, pues a pesar de que Estados


Unidos es el principal destino de los migrantes mexicanos y latinoamericanos, un
número cada vez más importante de migrantes centroamericanos cruza México,
puerta y ruta principal para entrar en aquella nación. De entre los latinoamericanos
no mexicanos, la mayor cantidad de migrantes que se dirigen a Estados Unidos
provienen de Centroamérica y, de éstos, la gran mayoría lo hace de manera ilegal
(indocumentados).

Los centroamericanos, al cruzar México, solicitan recursos económicos para


poder financiar todos los gastos que implica todo este trayecto de solventar, como
alimentación, transporte, hospedaje y medicinas, y otros más de índole prohibido,
como cohechos, sustracciones y chantajes. Para todos aquellos que pretenden
pasar ambas confines es exagerado y peligroso transitar consigo el dinero
necesario para su cruce; de tal manera, reciben una gradual importe de remesas
que gastan aquí en nuestro país antes de cruzar, las cuales son enviadas por
familiares de los receptores que ya están establecidos en el vecino país del norte
o, en menor medida, por familiares que los apoyan desde sus países de origen.
Ha sido fundamental para los migrantes y, para su confianza, el poder recoger
sumas parciales de dinero a través de las traspasos electrónicas, en diversos
puntos a lo largo de su viaje.

El creciente flujo de migrantes centroamericanos ha sido agraciado por dos


grandes sociedades para la expedición y recepción de dinero. Se trata de la
empresa Electra-Western Unión, así como de la misma Western Unión asociada,
por otro lado, con una importante red bancaria mexicana. Esta última red es poco
utilizada por los centroamericanos, ya que la seguridad policíaca de las filiales
bancarias los espanta, por su situación de indocumentados y por la aumento de
injusticias y desfalcos de que son objeto. Es indiscutible mostrarse conforme con
relación del fenómeno de los miles de migrantes centroamericanos que pretenden

75
transitar por nuestro territorio, al mismo tiempo de que es imposible pararlo en su
totalidad y, de que seguirá en aumento, por lo que es fundamental conocer los
hechos y tener estadísticas exactas y confiables, que permitan estar al tanto de lo
que está sucediendo, y esto se pueda dar en los próximos años, para así
conseguir mantener cualquier medida en el futuro.

CÓMO ENVÍA EL INDOCUMENTADO MEXICANO SU DINERO A MÉXICO

En México hay infinidad de compañías dedicadas al envío de dinero de Estados


Unidos de Norteamérica a México y viceversa. No obstante, los costos varían de
acuerdo con los servicios que otorgan. Para todas las personas interesadas en
contratar los servicios de envío de estas empresas, se debe tener en cuenta el
tiempo que tardarán en entregar el dinero. Por consiguiente, hay que cerciorarse
del costo del envío, así como confirmar si la comisión que se cobra es única o si al
momento de pago existen otros cargos. Si el dinero es enviado desde Estados
Unidos a México, es primordial observar con mucha cautela el precio que cobra la
empresa para pagar en dólares. Esto, a un tipo de cambio distinto al vigente en el
momento del pago en el lugar de origen.

El gobierno de México creó la famosa matrícula consular, que es un


documento de identificación en aquel país ante cualquier autoridad. Por
consiguiente, esta credencial sirve para tramitar los envíos de las remesas a
nuestro país. Sin embargo, las autoridades mexicanas se dieron cuenta del dinero
que se obtendría por obtener esta credencial. Por esta razón, no es gratuita y las
autoridades mexicanas ponen muchas trabas para poder obtenerla.

Trabajando en la ciudad de Chicago, tuve la imperiosa necesidad de


tramitarla para poder enviar dinero a mi familia. Me solicitaron acta de nacimiento,
credencial de elector o licencia de manejo. No tuve ningún problema para
presentar estos documentos. Sin embargo, la mayoría de mexicanos que se
encuentran laborando allá, no cuentan con ninguno de ellos. Es cierto que con la
matrícula consular se reducen considerablemente los costos de envío de dinero,
por lo que es esencial aproximarse al consulado de nuestro país para recibir
información sobre la cantidad exacta y el tiempo que tardará esta transacción
monetaria.

Lo primero que hacemos todos los que trabajamos en ese país antes de
enviar dinero a nuestras familias, es tomar en cuenta cuáles son los mejores
lugares para poder cobrarlo, de preferencia que se encuentren cerca de nuestros
hogares y sobre todo de las comunidades a las cuales nuestros paisanos envían
estas remesas. Lo cierto es que los envíos de dinero generan un considerable
gasto. Es esencial tener en cuenta la cantidad correcta del giro, así como informar
a los familiares de cualquier anomalía en el servicio.

76
El monto total del servicio se deriva de las comisiones cobradas por las
empresas y por el tipo de cambio pagado por el intermediario. Por ejemplo,
cuando estuve trabajando en Dallas, Texas, enviaba 600 dólares a la semana. La
compañía de nombre Money Transfers cobraba un dólar por cada cien que
enviaba. En cambio, desde Atlanta enviaba 700 dólares y el monto del envío era
de 20 dólares. En la primera necesitaba la matrícula consular y en la segunda sólo
requería presentar mi credencial de elector. El dinero lo depositaba por la tarde y,
al día siguiente, antes del mediodía, el dinero podía ser cobrado.

Cuando trabajé en Los Ángeles, California, pintando casas, lo más


económico se puede encontrar en materia de envíos de dinero fue en Bancomer -
US Postal Servicie en 8.14 dólares (85.55 pesos), mientras que las empresa más
lujosa, Dinero en Minutos, ofrecía el servicio en 20 dólares por cada cien. No
obstante, con este precio el dinero estaba en México en cuestión de cinco
minutos. En la actualidad, en cualquier parte de la República Mexicana se pueden
cobrar estas remesas sin problema. Sin embargo, el problema es que muchas
familias no saben a dónde dirigirse o a quién preguntar acerca del cobro de este
dinero. Por ejemplo, cuando las remesas son enviadas por una casa de valores,
de nombre Ría, que se especializa en envíos de remesas de indocumentados
mexicanos.

Las personas pueden cobrar su dinero en sucursales de dichas empresas,


casas de cambio, oficinas de Telecom o en bancos establecidos en diferentes
localidades. En el caso de Citibank Global Transfers, se cobra en Banamex; en el
caso Money Gram esta transacción se realiza en casas de cambio, Bancomer,
Banorte y diversas tiendas de autoservicio; el dinero enviado por Order Express en
Bansefi, se cobra en Telecom y en todos los bancos. La poderosa y abusadora
Western Unión tiene sedes en Elektra, Salinas y Rocha, Comercial Mexicana y
Banamex. Cuando llega a haber alguna denuncia ante la Procuraduría Federal del
Consumidor debido al incumplimiento de dicha compañía, por más vueltas que dé
la persona que denuncia, nunca se resuelve a su favor.

Esta situación no se da en los Estados Unidos de Norteamérica porque allá


existen oficinas gubernamentales a las que se puede acudir para denunciar y no
importa si la persona que denuncia es o no indocumentada. En cuestión de
minutos el dinero es devuelto a su respectivo dueño o la casa de cambio que hizo
la transacción envía el dinero lo más rápido posible. Esto se debe a que las
demandas en ese país son millonarias.

Recuerdo que en una ocasión trabajaba para una compañía de nombre


Main Steel en un suburbio de la ciudad de Chicago y fui contratado por una
agencia de nombre Man Power. Esta casa de empleo nos pagaba cada ocho días
y la mayoría de mis compañeros y yo siempre teníamos problemas con el pago de
nuestros cheques. Cierto día, mi cheque no llegó. Yo iba a cada momento a la
agencia a preguntar qué había pasado con mi cheque. Quienes me atendían
ponían cualquier pretexto para no pagarme. Un compañero de trabajo que había
estado en la misma situación me aconsejó que pusiera mi queja ante instancias

77
gubernamentales de ese país. Le pregunté que si por mi status migratorio no
tendría problemas y me dijo que no me preocupara, que a ellos no les interesaba
eso.39 Interpuse mi querella y la dependencia hizo contacto inmediato con la
agencia. Ese mismo día me hablaron para que fuera a recoger mi pago atrasado,
se disculparon conmigo argumentando que había sido un error y para
demostrarme su gratitud me regalaron un cheque por 40 horas de trabajo.

En la Global Textile Service es una compañía donde laboré –como dije


antes- manejando un rol y después diferentes montacargas. Nos pagaban los días
jueves, entre las 10 de la mañana y la 1 de la tarde. El pago era por medio de
cheque y uno de los mayordomos nos hacía el favor de ir al banco a cambiarlos (el
dueño de la fábrica era dueño del banco) y lo hacían debido a que no se podía
cambiar el cheque prácticamente en ningún otro lado. Estaba prohibido por las
autoridades cambiar cheques a gente ilegal, 40 pero el problema no era tanto cobrar
el dinero, sino depositarlo porque en ese lugar piden un requisito indispensable en
toda la Unión Americana: la famosa ID, una identificación personal que da el
gobierno y que sólo se obtiene siendo legal en el país. Lo que hacíamos era
buscar casas de envío de dinero donde trabajaran mexicanos, pero les teníamos
que dar una mordida para que se pudiera hacer esa transacción.

Cuando llegó la matrícula consular, todo cambió porque se nos permitió


abrir cuentas bancarias, pudimos cambiar cheques y, sobre todo, enviar nuestro
dinero. En la mayoría de los casos la comisión que se cobra es única y suele
aplicarse a la persona que envía el dinero, pero cada compañía tiene autonomía
para establecer la manera en que se cubrirá este pago, que está especificado en
el contrato que cada empresa hace firmar al usuario del servicio. Existe la
posibilidad de que una parte se cobre en los Estados Unidos y la otra en México,
al momento del cobro. Bajo estas condiciones es factible que la compañía que
paga en México también solicite de un pago por sus servicios. No obstante, la
mayoría de las veces la obtiene como proporción de la comisión que ya cobró la
empresa en Estados Unidos al momento del envío. De tal manera que puede
darse el caso en que la empresa que envía no le proporcione nada a la empresa
que paga y esta última tenga que cobrar una cantidad adicional al beneficiario del
envío.

En la actualidad, la manera más eficaz de enviar dinero a nuestro país


estando en la Unión Americana es la transferencia vía electrónica, ya que es un
medio muy seguro y rápido mediante el cual el beneficiario puede disponer del
39
Cuando es detenida cualquier persona por la policía, inmediatamente saben si uno se encuentra
o no en el país ilegalmente. Sin embargo, la persona no cuestionada por los oficiales sobre ese
tema, debido a que no es su función. Sólo hacen esto cuando se ha cometido algún ilícito. En ese
caso, primero es juzgado y paga con cárcel el tiempo que se le indique y posteriormente es
remitido a migración para que sea deportado.
40
Existe una tienda mexicana que se arriesga a cambiarlos. Sin embargo, cobraban 20 dólares por
cada cien dólares, es decir, si cobraba 600 a la semana, ellos me cobrarían 120 dólares por
cambiarlo. También existe otra tienda de gente de la India, la cual cobra casi lo mismo pero no
quieren a los mexicanos, ya que estos, cuando no se les cambia su cheque o no les quieren
vender tarjetas telefónicas, les rompen sus cristales.

78
dinero en unos minutos o bien al día siguiente. Existen varias maneras de enviar el
dinero que se gana en el vecino país del norte. Los traspasos sin cuenta bancaria,
los llevan a cabo sociedades y bancos en Estados Unidos que cuentan con
sucursales en México para realizar estos pagos. La forma de realizar esto es muy
sencilla: se entrega el dinero que va hacer enviado y el prestador del servicio
traslada el dinero al lugar de destino en el tiempo señalado en el contrato. Cabe
mencionar que el precio de la transferencia puede fluctuar de acuerdo con la
urgencia del envío estipulado. Los lugares donde se puede recoger el dinero de
una transferencia de este tipo son diversos: sucursales bancarias, casas de
cambio, farmacias, gasolineras, cadenas comerciales, oficinas de telégrafos, entre
otros. Es primordial estar al tanto de que algunas empresas brindan la opción de
depositar el dinero que envían los migrantes en una cuenta en México. La ventaja
es que la comisión suele ser menor a la de un envío normal y se puede disponer
del dinero poco a poco e incluso puede generar beneficios, dependiendo del tipo
de cuenta con la que se cuente.

Una práctica que tiende a cobrar importancia en la actualidad es la apertura


de cuentas bancarias en Estados Unidos para situar el dinero que gana el
beneficiario en México, quien lo cobra mediante un retiro en cualquier cajero
automático con una tarjeta de débito que la cuentahabiente o el propio banco le
hacen llegar. Con el tiempo, algunas personas aprenden a utilizar cuentas
bancarias en ambos lados de la frontera. Es importante aprender cómo enviar
estos recursos a una cuenta bancaria para depositar el dinero en Estados Unidos
y éste sea trasladado de manera rápida y eficiente a una cuenta en México. Esto
conlleva una disminución significativa en el desembolso de comisiones. No
obstante, el proceso puede ser más tardado que en los casos anteriores. Los
envíos por Internet operan mediante un procedimiento que está disponible
principalmente en sucursales de transferencia. La transacción se puede efectuar
con cargo a tarjeta de crédito, débito o a alguna cuenta bancaria del usuario. Esta
forma consiste en entrar a la página electrónica del intermediario, aportando la
información correspondiente a la cuenta de la cual será deducido el dinero, así
como las referencias del beneficiario. El dinero puede ser cobrado en efectivo o
transferido a una cuenta bancaria. En Internet se pueden encontrar una infinidad
de firmas que prestan este servicio efectuando una indagación con el criterio de
búsqueda “envío de dinero online”.

Otra opción con la que cuentan los indocumentados mexicanos que laboran
en aquel país para enviar dinero es comprando un Money Order (orden de pago
internacional), cuyo costo varía dependiendo de la casa en la cual se compre y
oscila entre 4 y 7 dólares. Habitualmente se hace llegar por medio del correo y se
puede cobrar en los diferentes bancos existentes en la localidad del beneficiario o
en las conocidas casas de cambio, donde le cobrarán una pequeña comisión.
Estos instrumentos tienen gran demanda por su bajo costo. Sin embargo, tiene
desventajas como son el tiempo para recoger este documento y la peculiaridad de
que pueda extraviarse. Los cheques personales son otra forma para poder
trasladar el dinero de estas personas, pero, al igual que las Money Order, resultan

79
poco prácticos porque se tienen que enviar por correo y después la persona que
va a cobrarlos tiene que asistir al banco a cobrarlo o depositarlo en su cuenta.

Otra manera de enviar el dinero a nuestro país es mediante otras personas.


Cuando se es primerizo en los Estados Unidos y no se tiene el conocimiento de
los diferentes sistemas para enviar el dinero, se recurre a personas que son
residentes de aquel país para enviarlo por una comisión. Este dinero es enviado
en dólares y en efectivo con un conocido que viaje a México, pero la mayoría de
las veces los residentes lo hacen perdidizo, de tal manera que en muchas
ocasiones no llega a su destino o llega incompleto. Por ello, esta forma es tal vez
la menos aconsejable. Muchos de los que la probamos éramos robados por estos
sujetos.

Con el tiempo aprende uno a no enviar el dinero con otra persona y mucho
menos hacerlo en efectivo. Resulta más provechoso mandarlo por Money Order,
que es reembolsable en caso de no cobrarse. Con el tiempo aprendimos qué son
los Money Order y cómo se usan. Esta compañía opera con órdenes de pago que
se pueden obtener con terceras personas, tales como agencias de transferencia
(empresas de envío de dinero), las famosas casas de cambio y tiendas de
autoservicio, aunque por lo regular se buscan lugares donde, de preferencia, se
hable español. Esto es muy simple: el interesado se tiene que acercar a estos
intermediarios y preguntar si sus servicios incluyen órdenes de pago. La forma
más viable para realizar esta operación consiste en pagar el costo del documento
que fluctúa entre los 3 y 5 dólares aproximadamente. Acto seguido, se anotan los
datos del beneficiario y del remitente, así como la cantidad que se pretende enviar
y adjudicar, en este caso, a una tercera persona el monto señalado. A
continuación, se envía el instrumento por correo y el beneficiario lo cobra con la
persona que se lo va a pagar. Por eso se tiene que preguntar al intermediario
dónde se puede obtener un Money Order, cuáles son los distintos lugares donde lo
pagan y a dónde debe acudir el beneficiario a cobrarlo. Con esta elección de envío
se debe tener muy en cuenta cuánto tiempo tardará el correo en entregar el
documento. Hay que comprobar inmediatamente si la comisión que se está
cobrando es la correcta y la única o si al momento del pago se realizarán otros
cargos. Si no es apremiante mandar dinero, se tienen que buscar otras opciones
que resulten más baratas. Esto es aconsejable hacerlo con la ayuda de la familia
para elegir la mejor y más segura forma de envío.

Afortunadamente para muchos de los mexicanos indocumentados que


trabajan en el vecino país del norte, la matrícula consular ya es admitida como
identificación que permite la apertura de cuentas en diversas instituciones
bancarias, lo que anteriormente resultaba muy problemático de lograr al no poder
contar con este documento legal que hoy es otorgado por parte de las autoridades
mexicanas. Esto redujo favorablemente los precios en el envío de dinero.

Cuando se recibe dinero desde los Estados Unidos de Norteamérica se les


debe informar a los familiares qué compañías en la ciudad prestan el servicio, para
que puedan cobrar sin problemas, ya que si no se le instruye de manera correcta a

80
los beneficiarios, se corre el riesgo de que la transferencia pueda causar un gasto
extra para quien recibe.

Es muy importante saber con exactitud la cantidad correcta de dinero que


está enviando el familiar radicado en la Unión Americana, así como tiempo que
tardará en poderse cobrar. Algo que es fundamental y sobre lo cual se debe tener
pleno conocimiento, es no permitir que la empresa en la cual se está cobrando el
dinero determine la clase de servicio le darán a la familia que se disponga hacer
efectivo ese cobro, es decir, no se debe permitir que lo obliguen a comprar
mercancía o a aceptar pagos en especie. Se debe informar lo antes posible a la
familia lo que está sucediendo con este servicio, para que en caso de ser
necesario, se cambie de empresa para hacer los envíos y/o presentar la queja o
denuncia a las autoridades correspondientes.

En síntesis, todas aquellas personas que laboramos en su momento en los


Estados Unidos aprendimos y buscamos distintas formas de envío del dinero a
nuestras familias de la manera más rápida y segura. Muchos compañeros, por
miedo, pero sobre todo por ignorancia, preferían dárselo algún amigo de la familia
que los visite. Recuerdo que mi primer sueldo lo envíe por medio de una
transferencia internacional. El costo fue elevadísimo, ya que me descontaron del
15% al 25% de la cantidad que envié en su momento. Además, puede suceder
que los costos sean todavía más altos, debido al cambio de la moneda. Sin
embargo, una empresa muy confiable es México Express, la cual cobra muy por
debajo de lo establecido por la ley, no pide la matrícula consular y después de que
la persona acumula cinco envíos, el siguiente es gratuito; no le da importancia al
status migratorio de las personas y los usuarios pueden enviar documentos y
cartas sin cargo extra, además de que el servicio es sumamente rápido en el envío
electrónico de remesas, ya que estas son entregadas personalmente dentro de las
siguientes 24 horas en el banco de la localidad con el que esta empresa está
asociado para prestar sus servicios.

Acaso a muchas personas les causará risa la lectura de estas líneas, pues
supondrá que algo tan sencillo podría realizarlo cualquier persona de una manera
rápida y fácil, como si se estuviese en México. Pues les diré que no es así, debido
a que en la Unión Americana, por lo general, el pago a los empleados es cada
ocho días y con cheque, el cual no es posible cambiar por una persona sin
documentos legales, ni mandarlo el dinero en el remoto caso de que lo pudiese
haber cobrado, y menos cuando se es novato en la materia e ignorante de los
trucos y mañas para poder realizar cada ocho días los depósitos correspondientes
a la familia. Con el tiempo y la ayuda de los “compañeros” uno aprende a moverse
en este ámbito.

Muchos de mis compañeros y que en su mayoría eran de extracción social


muy baja. Entre ellos estaban gente del campo y de colonias de diferentes partes
de la República Mexicana y no sabían cómo enviar dinero a sus lugares de origen.
Si a esto le agregamos la falta de dominio de la lengua inglesa, los trabajadores
mexicanos se paran en medio de la nada y miran para todos lados sin saber qué

81
hacer con ese cheque. Las primeras veces que envié dinero a mi esposa, lo hice
desde la ciudad de Houston, Texas. Recurrí a una tienda de mexicanos en la cual
tenía que comprarles hasta un 20% del monto del cheque poder a cambiarlo.
Además, sólo cambiaban estos instrumentos a mexicanos residentes de aquel
país. Por tal motivo, tenía la imperiosa necesidad de buscar a un residente para
realizar dicha operación, a cambio de una comisión por realizar el cambio del
dinero en dicha tienda.

Con el tiempo, me fui haciendo amigo de varios “gringos” y, aunque parezca


increíble, gracias a ellos podía enviarle dinero a mi familia. Estos no me cobraban
absolutamente nada y podía enviar cosas para mi hogar. Me enseñaron muchos
trucos y mañas para poder sobrevivir en ese país. El único inconveniente para mí
era que estas personas pertenecían a la religión de “los hermanos” (era un
inconveniente, porque mi religión es la católica y ellos por el hecho de ayudarle a
uno siempre insistían en que se cambiara uno a la religión del protestantismo). No
tengo nada encontra de ninguna religión y soy muy respetuoso de la ideología e
idiosincrasia de cada persona. Me oigo mal al decirlo, pero en este lugar
permanecí sólo por conveniencia durante un buen tiempo.

LA IDENTIDAD CULTURAL DEL MEXICANO Y LA RELIGIÓN

En algunos aspectos, la identidad cultural del mexicano es homogénea


porque, por ejemplo, celebramos el Día de Reyes, el Día de la Candelaria, la
Semana Santa y nos une un mismo idioma, entre otras cosas. Sin embargo,
tenemos una enorme diversidad cultural que es la etiqueta de identificación y
presentación hacia todo el mundo. Por eso es pertinente plantearse aquí esta
pregunta: ¿Qué pasa cuando este ser humano necesitado de trabajo cruza la
frontera para poder tener un mejor nivel de vida? El éxodo de mexicanos hacia la
Unión Americana es un asunto complicado y difícil de comprender (sobre todo, de
resolver) y que se ha dado durante muchísimos años. Mientras el gobierno
mexicano no tome las medidas pertinentes, miles de compatriotas verán pisoteada
su identidad cultural del otro lado del río Bravo.

Con el tiempo, han variado las distintas zonas de origen y destino que ha
elegido el mexicano para conseguir un trabajo digno en aquel país. En ese temible
y peligroso ir y venir del migrante mexicano van transformándose las diferentes
motivaciones y los contextos de la emigración van cambiando drásticamente. Sin
embargo, es aún más temible el enfrentamiento de los migrantes ante las
diferencias culturales encontradas en los Estados Unidos, al igual que la
reglamentación migratoria y laboral de ese país, que muchos desconocemos y que
no hacemos por conocer antes de partir. Nunca pensamos sobre los aspectos
políticos y socio-culturales a los cuales nos vamos a enfrentar. Por ello, cuando se
está del otro lado y choca nuestra identidad cultural con la del norteamericano es

82
algo totalmente desastroso, porque los mexicanos no estamos acostumbrados a
ese ritmo de trabajo, sino que estamos habituados a faltar al trabajo, a poner mil
excusas para no presentarnos y queremos festejar como si estuviéramos en
nuestro propio país (error garrafal), aparte de manejar en estado de embriaguez o
bajo los efectos de alguna otra droga. Así que el que no se adapta inmediatamente
a esa identidad cultural, termina siendo abortado como indeseable. Por esta y
muchas otras razones se dice que el perfil del migrante mexicano se torna
heterogéneo, pues estos rubros se dan tanto en la migración indígena como en la
migración de aquellos profesionistas altamente calificados, quienes piensan que
por tener un alto grado de instrucción los va a hacer muy distintos en su
comportamiento comparado con el comportamiento de los indígenas o de los
campesinos. Idea errónea, porque la identidad cultural mexicana no puede
cambiar súbitamente.

Desde esta perspectiva, los que emigran deben tener muy encuenta que se
enfrentarán a nuevas reglas y tendrán que asimilarlas, entre muchas otras cosas.
Deben conocer la forma en que somos vistos por los americanos. Precisamente,
no es sino hasta el momento de ubicarse en la Unión Americana que los
indocumentados mexicanos expresan que aquí ellos son hispanos, ya que los
estadounidenses piensan que el continente americano está compuesto sólo por
ellos y que los demás habitantes del continente (latinoamericanos, caribeños) no
existimos. No es sino hasta el momento en que cruzamos el límite entre los dos
países cuando nos ven como hispanos: el simple hecho de hablar español, tener
un apellido de origen hispano, color de piel morena, etc. Al estar al otro lado de la
frontera, nos catalogan con una identidad pobre y que no está a la altura de la de
ellos.

Durante mi estancia en aquel país pude observar cómo un gran número de


personas –por no decir la que mayoría-, acuden a los espacios destinados para la
práctica religiosa. Por medio de ella se busca ampliar el círculo de amigos y con
esto continuar con esa identidad cultural. Estas reuniones nos servían para poder
encontrar un mejor trabajo, aprender muchas cosas referentes a nuestro status
migratorio, aunque con el tiempo comprendí que en esas reuniones no sólo era
buscar la religión, era convivir con el México que habíamos dejado. Cuando llegué
al país del norte, no sólo me percaté, sino que experimenté que los
indocumentados disponíamos de espacios de socialización. Es cierto que existen
cines, pero todo es en inglés y llenos de norteamericanos que lo miran a uno como
si fuera basura; los parques con familias enteras jugando su deporte nacional, el
béisbol; los centros comerciales repletos de estos güeros y los únicos lugares en
donde se podía convivir con mexicanos y expresar esa identidad que nos unía era
la iglesia o en algunos restaurantes de comida mexicana, en donde nos sentíamos
seguros.

La mayoría de nosotros salíamos de nuestras casas antes del amanecer


para ir directamente a nuestros trabajos, en donde, además del turno completo
que teníamos que cumplir, la mayoría de nosotros teníamos que cubrir el mayor
número de horas extras para tener más dinero. Al regresar de nuestros trabajos lo

83
que hacíamos era regresar directamente a nuestros hogares. Esta forma de
trabajar de la mayoría de nosotros era hasta por siete días a la semana. Cuando
teníamos un día libre (el domingo), lo usábamos para comprar lo que se iba a
consumir en la siguiente semana, ir a la lavandería y a la iglesia. Pero, con el
tiempo, se termina por imponer la identidad cultural del estadounidense porque ya
celebrábamos el 4 de julio, el día del pavo, entre otros días relacionados con la
cultura de aquel país.

Para que se tenga una idea más clara de esto, cuando llega uno por
primera vez y desea uno convivir o, mejor dicho, oír hablar a alguien en español y
platicar de las cosas que nos identifican como “hispanos” se tiene que buscar una
iglesia católica y, lógicamente, en donde se celebren misas en español. Sin
embargo, resulta muy difícil encontrarlas, debido a que la mayoría son iglesias
protestantes y concurren a ellas norteamericanos. Por eso es muy difícil poder
encontrar lugares donde se pueda socializar con mexicanos. Cuando se logra
encontrar alguno de estos lugares, los que acabamos de instalarnos en ese país
podíamos disfrutar, además de la celebración religiosa, que encontrábamos a otra
personas igual que nosotros, es decir, con la misma identidad cultural que la
nuestra. Y no es lo mismo explicarlo con palabras que vivirlo, y menos aún que los
demás entiendan lo que se siente. En las conversaciones informales que tienen
lugar en estos espacios se intercambia valiosísima información sobre posibles
empleos, alojamiento, lugares que deben evitar quienes no disponen de
documentos migratorios y muchos más asuntos comunes a todos. Los que
acabamos de llegar podíamos construir así nuestras propias fronteras de identidad
cultural, pero de una identidad no sólo de mexicanos, sino de inmigrantes
indocumentados.

A su vez, las iglesias católicas (aquí incluyo a otros cultos) brindan a los
indocumentados, no sólo a los mexicanos sino también a los centroamericanos
recién llegados, un lugar en el que nuestro idioma y nuestras prácticas –salvo
algunas de ellas- no son menospreciados sino que por el contrario, se les aprecia,
formándose un ambiente verdaderamente mexicano. Algo muy peculiar cuando se
llega por primera vez se encuentra uno sin dinero, maltrecho por los largos días de
peregrinar para poder lograr ese objetivo, sin ropa, sin amigos y sin nadie que le
tienda la mano. Las personas que brindan ayuda son los protestantes y no los
católicos, pues nos curan, proporcionan refugio, comida, así como la orientación
necesaria para poder realizar el sueño americano. Esta es otra forma de identidad
cultural muy distinta y difiere de los católicos, cuyas casas casi siempre
encontrábamos cerradas.

Se podría decir, que esta expresión de la cultura popular tan peculiar por
parte de los mexicanos del culto a la Virgen de Guadalupe y a los diferentes
santos patrones de las comunidades, tienen –al igual que en México- un
importantísimo lugar en la vida de los inmigrantes mexicanos en los Estados
Unidos, porque gracias a estas creencias nos sentíamos más unidos. La finalidad
era que participáramos dentro de esa comunidad, que era la hispana e inclusive
se adherían a este protocolo personas de otros países y era cuando se

84
conjuntaban diferentes ideologías e idisincracias amalgamando una sola identidad
religiosa, lo cual no sucedía con los norteamericanos porque su territorio es tan
grande que existen entre ellos muchas tradiciones, lo cual, por lo general, no
sucede con el mexicano. Como inmigrantes sacados de la nada, esto hacía que
participáramos y esta práctica era reconocida y admitida en la sociedad en la cual
interactuábamos, de acuerdo a con la jerarquía que la práctica católica tiene en la
Unión Americana. Nos permitía, simultáneamente, la reivindicación de diversos
dispositivos con respecto a las diferentes identidades particulares, e incluso
locales. Algo muy curioso y que comprendí una vez estando en mi país, fue
cuando fui por primera vez a la iglesia: rezar simbolizaba, a secas, rezar. Sin
embargo, en los Estados Unidos, rezar significa orar en español. ¿Por qué?,
porque sentíamos que al hacerlo en español – como casi no se escucha este
idioma- era como si platicáramos entre nosotros. Esta es una de las múltiples
causas por las cuales, las misas como la doctrina en español son preservados
vehementemente por la comunidad hispana.

Es indiscutible el rol que juegan las iglesias –no sólo católicas, sino de otros
cultos- al conceder áreas para el convivio entre las diferentes etnias que laboran
en aquel país, donde los recién llegados podíamos disponer de las condiciones
necesarias para poder incorporarnos a los grupos que hacen posible la
preservación de nuestra identidad cultural. No obstante, el proceso de integración
del individuo a la comunidad católica mexicana no era, necesariamente, una
primera etapa en el proceso de integración a la sociedad a la cual pertenecíamos
en ese momento. En ese contexto, me tocó observar cómo muchos
indocumentados mexicanos, por necesidad, tuvimos que cambiar nuestra religión,
que es parte importante de nuestra identidad cultural. Esto resultó revelador
porque en la casi totalidad de los casos atravesar la frontera significó, en su
momento, renunciar al catolicismo, porque era mayoría en comparación con otros
cultos de los inmigrantes. Con el tiempo, tuvimos que adoptar parte de la identidad
cultural de los norteamericanos para poder sobrevivir y situarnos en un nuevo
argumento en donde la diversidad religiosa de otros grupos y la identidad del
gringo resultaron ser más efectivas para poder sobresalir.

En la Unión Americana trabajé en varios condados o suburbios en los


cuales pude percatarme que muchas agrupaciones religiosas tienen una gran
penetración en las zonas en donde suelen habitar los migrantes mexicanos.
Primordialmente, éstas se relacionan con cultos tales como testigos de Jehová,
Adventistas del Séptimo Día y diversas denominaciones evangélicas
pentecostales. De tal manera, un gran número de indocumentados que cruzaron la
frontera se relacionaron con algún segmento de estas religiones y todo por la
necesidad de obtener algún beneficio. Esta relación suele darse mediante la
propaganda que ya todos conocemos. Los integrantes de dichos grupos religiosos
llegan hasta los hogares de los indocumentados, tocan a la puerta y dicen que su
interés es estudiar la Biblia, o bien realizan el contacto por medio de colegas de
trabajo o de los mismos vecinos. Varios de ellos señalaron haber recibido algún
apoyo por parte de miembros de alguno de estos cultos religiosos, que van desde
la obtención de información sobre empleos, vivienda, ubicación de centros

85
comerciales, servicios médicos, hasta ayudas en forma concreta y precisa para
normalizar la situación migratoria de los que no contamos con papeles, pasando
por hospedaje provisional y apoyo económico en época de desempleo.

Es aquí cuando parte de la identidad cultural que se heredó de nuestras


familias es cambiada por otra y la mayoría de las veces se hace más por
necesidad o por conveniencia. Sin embargo, es preciso señalar que los
integrantes de estos cultos o religiones tienen toda una maquinaria ideológica y
económica muy poderosa para ayudar a resolver los distintos problemas de los
inmigrantes y así satisfacer las necesidades más elementales de las personas que
radican allá.

Las agrupaciones religiosas trabajan arduamente y tienen un alto nivel de


responsabilidad respecto a sus integrantes, que les permite estar presentes en
una diversidad de espacios sociales, facilitando su labor en aspectos tan diversos
como los servicios de salud, la asesoría jurídica o el acceso al empleo y la
vivienda. En cambio, la religión católica se conforma con abrir solo sus puertas
para oficiar su homilía y no se interesa por atender las necesidades del inmigrante
de cualquier nacionalidad. Por eso, estos cultos tienen cada día más devotos y,
por consiguiente, se imponen y generan cambios de identidad en cientos de
personas que ya contaban con una identidad cultural propia.

Cuando estuve en el sur de Carolina, llegué a la casa de un amigo que


conocí estando en Miami. Él y toda su familia pertenecían a la Iglesia Apostólica
de la Fe en Cristo. Al tiempo de ofrecerme hospedaje, su esposa y los miembros
de esta iglesia me ayudaron a conseguir los documentos necesarios para poder
encontrar trabajo y me ayudaron en todo lo que yo necesité durante el tiempo que
no tuve trabajo. Mi amigo iba con sus familiares cada domingo a su templo y todos
sus conocidos eran miembros de la misma iglesia. Todos asistían al mismo
servicio religioso. A la postre, los miembros de esta comunidad religiosa me
ayudaron a tener un excelente trabajo en una compañía constructora, cosa que
por mis propios medios no hubiera podido conseguir. Sin embargo, el precio de
toda esta ayuda era, simple y sencillamente, el de cambiar mi identidad por la de
ellos.41 Andando el tiempo, empecé a tener amigos que comulgaban con mis ideas
y gracias a ello pude irme alejando de aquellos. Pero les expliqué todo lo que yo
pensaba y sentía, y les dejé claro que yo estaba totalmente identificado con mi
ideología. De las personas esa religión que me tendieron la mano en su momento,
jamás recibí ninguna recriminación, aunque sí me pidieron después que ayudara a
un nuevo miembro de su agrupación a conseguir empleo, y con mucho gusto
accedí.

Quedan claros los problemas a los que se tienen que enfrentar todas
aquellas personas cuando se despliegan relaciones interpersonales,
41
Esto es como (valga la comparación) cambiar la simpatía que uno tiene hacia un equipo de futbol
por la simpatía hacia otro o dejar una buena comida por queso y frijoles. Imagine el lector dejar las
convicciones propias por las ajenas. A mí nunca me fue posible hacer esto y cuando lo tuve que
realizar, siempre me sentí como un hipócrita.

86
especialmente al interior de una comunidad muy distinta a la nuestra. Es muy
difícil lograr un proceso aceptable de socialización. El proceso de creación de
redes solidarias y de amistad con alguno de estos grupos conlleva conflictos al
relacionarse con personas que no pertenecen a ese culto religioso. Por ejemplo,
cómo es el mecanismo que emplean estas religiones para ganar adeptos: los
líderes de la comunidad están al tanto de las ocupaciones de cada uno de sus
miembros y con esa información están en posibilidad de saber quiénes necesitan
un empleo, que por lo regular son los que vienen llegando. De esta manera, entre
otros apoyos, pueden proporcionarle una buena recomendación a aquel que no
tiene trabajo.

Estos dirigentes conocen las circunstancias laborales de las familias y todo


lo relacionado con ella. Están al corriente de quién está en condiciones de dar
albergue provisional en su domicilio a un recién llegado. Asimismo, es factible que
los cabecillas de una comunidad religiosa, muy bien relacionados, cavilen quién
puede tener el mando moral para solicitar el apoyo fraterno en beneficio de
aquellos individuos que recientemente se incorporan a esa sociedad. La mayoría
de los indocumentados mexicanos que alguna vez tuvimos la imperiosa necesidad
de emigrar hacia los hacia los Estados Unidos, tratamos por todos los medios de
no fragmentar nuestra relación con nuestras familias, no olvidarnos de dónde
venimos y quiénes somos. Es cierto que adoptamos por un buen tiempo parte de
la identidad del norteamericano. No obstante, jamás se debe olvidar o romper con
los vínculos sociales, culturales, políticos, afectivos, entre otros. En su momento,
nos tuvimos que volver hipócritas para no cambiar los tacos por las hamburguesas
o la carne semi cocida por los tamales. Lo que hacen algunos mexicanos
indocumentados es introducir nuevas estrategias que nos permitan no perder
nuestra propia identidad cultural. Por ejemplo, nos uníamos un grupo variable de
mexicanos para celebrar la navidad (los protestantes no lo hacen). La mayoría de
las familias mexicanas y de origen campesino, explican a sus hijos el concepto
básico de la Semana Santa.42

Con la Pascua, los antiguos daban la bienvenida a la primavera,


considerada un periodo de esperanza tras la dureza y las calamidades del frío e
infructuoso invierno. Para el pueblo norteamericano, la fertilidad, el nacimiento de
la vida, el huevo y el conejo representan la llegada de la primavera. Como
recordaremos, estas no son tradiciones de origen cristiano, sino rituales
relacionados con el culto al sol y a la madre naturaleza y con las ancestrales
religiones politeístas (información extraída de Deutsche Welle).

Los norteamericanos acostumbran llevar a sus ancianos a unos asilos


propios para ellos, mientras que los mexicanos, por lo general, acostumbramos
42
Los gringos, en compañía de muchos mexicanos, celebran el día de la coneja, que es una
celebración en donde se le enseña a los niños estadounidenses que al depositar un huevo en el
jardín se marca el inicio de la primavera. Durante esta celebración se regalan huevos como un
intercambio de deseos, de fertilidad y para que se tengan buenas cosechas. Se le denomina Día
de la Coneja porque los conejos son muy reproductivos y esto es un símbolo de la fertilidad y la
abundancia.

87
cuidar a los nuestros en casa. En síntesis, cada pueblo tiene su propia identidad
cultural. Pero desde mi punto de vista, el meollo del asunto radica en saber
conservar nuestra identidad en la medida de lo posible, aun cuando estemos en
patio ajeno.

LA DESINTEGRACIÓN FAMILIAR DEBIDO A LA MIGRACIÓN

Una noche, cuando cenábamos varios de mis compañeros y yo en la planta de


embutidos,43 un compañero del estado de Durango platicaba que había trabajado
en los Estados Unidos por espacio de seis años en diferentes lugares. Le
preguntamos la razón por la cual volvió a ese país a trabajar y nos explicó que un
día tomó la decisión de regresar al lado de su familia para poner un negocio, ya
que durante ese tiempo ahorró bastante dinero. Refirió que cuando llegó a su
hogar su esposa estaba muy cambiada con él y tenía un niño de varios meses. Le
cuestionó de quién era ese niño y ella le dijo que le cuidaba el niño a una señora y
que cada quincena recibía un pago por cuidarlo. Él le dijo que estuvo bien, pero
que quería que ya no lo cuidara porque tenía otros planes. La esposa le contestó
que le diría a la mayor brevedad posible a la madre del niño que no podría cuidarlo
por más tiempo.

Cuando llegó la noche, nadie fue por el niño y él le cuestionó por qué no iba
la madre por él. Ella contestó que en repetidas ocasiones, cuando la madre de ese
niño doblaba turno en su trabajo, no le avisaba y tenía que cuidarlo toda la noche,
pagándole más dinero. Al siguiente día, él le comentó a su esposa que iría a
saludar a sus amigos y fue al billar donde solía convivir con ellos. Al llegar a ese
lugar, se encontró con varios, le invitaron una cerveza y se dispuso a jugar. En eso
estaba cuando llegó uno de sus mejores amigos saludándolo efusivamente y
felicitándolo por el nacimiento de su nuevo hijo. Además, le reclamó que su
esposa no les hubiese invitado nada cuando el niño nació. Él estaba
verdaderamente sorprendido y le preguntó que cuál hijo, agregando que ellos
sabían que él estuvo trabajando en los Estados Unidos. Le contestaron que su
mujer se desapareció una buena temporada y que cuando la volvieron a ver ya
estaba embarazada y les dijo que había cruzado la frontera como ilegal para estar
con su marido, quedando embarazada al poco tiempo. Sólo que tomaron la
decisión de que su hijo naciera en México. Muy enojado, él marchó hacia su casa
y le cuestionó a su mujer su proceder; ella, llorando, le explicó que tenía mucho

43
Sólo para recordarlo al lector, esta planta es uno de los rastros más grandes de la Unión
Americana y se ubica en Dallas, Texas.

88
tiempo de vivir sola y que tenía una relación con otro hombre, pero que no se
atrevió a contárselo; cuando lo iba hacer, él ya estaba de regreso. Le preguntó qué
había pasado con el dinero que ahorró durante todos esos años, y ella le contestó
que gastó buena parte con el otro hombre. Es por eso que nuestro compañero
decidió regresar al vecino país del norte.

Como sabemos, la familia es un grupo de parentesco fundamental para las


sociedades, inclusive para aquellas más industrializadas. En el núcleo familiar se
reúnen elementos tales como la necesidad de comer, dormir o procurarse el
alimento. También están presentes elementos tales como el amor, el cariño, la
protección y se orienta a los hijos para una “mejor vida” y tratando con ello que
sean personas útiles a la sociedad. Por medio de la unión familiar se logra
estabilidad emocional, social y económica. En este núcleo se les enseña a los
hijos a tener tolerancia en el diálogo, a escuchar y respetar las diferentes normas
que nos impone la sociedad, a desempeñarse de acuerdo con sus derechos, pero
también con sus deberes ante la sociedad de la cual forman parte. Sin embargo,
son diversas las causas que obstaculizan en el buen desempeño del núcleo
familiar, y una de ellas es precisamente la migración. Como se ha referido
anteriormente, esta ha crecido de manera desmedida –sobre todo en los últimos
años- en nuestro país, lo que ha creado serias perturbaciones a la sociedad
mexicana. Miles de hombres y mujeres que abandonan, no sólo el país sino
también su ciudad, su barrio, su comunidad y su familia. Es justamente esta última
la que soporta las mayores consecuencias de la migración. Tal es el caso del
amigo de Durango, quien al emigrar por no encontrar las fuentes de empleo en su
lugar de origen, su familia terminó desarticulándose. Y es aquí donde los que
pagan las consecuencias del rompimiento son los hijos, los cuales no contarán
más con la figura paterna y, además, si la mujer no cuenta con los medios,
estudios y carácter adecuado para orientar a sus hijos, el futuro de estos no será
nada promisorio.

Recuerdo que cuando emigré hacia los Estados Unidos a mi hijo mayor lo
dejé teniendo sólo diez años. A mi regreso estaba casi por cumplir los quince y no
obedecía las normas más elementales impuestas por mi esposa, inclusive llegó a
retarme a golpes. Fue algo difícil poder hacerle entender los motivos por los
cuales había estado ausente tanto tiempo, aunque lo fue comprendiendo al paso
de los meses. En tales circunstancias uno se siente fuera de tiempo y espacio,
siente que estorba a la esposa y a los hijos. Tiene que pasar demasiado tiempo
para volver a acostumbrarse a la identidad de la familia que se perdió al emigrar.

Las mujer mexicanas y centroamericanas, cuando permanecen solas (esto


lo soportó mi esposa) debido a la emigración del cónyuge, se ven afligidas por el
asedio sexual, cumplen con el doble rol para dirigir a la familia, muchas veces baja
su autoestima y se deprimen al igual que los hijos. Por otra parte, la familia del
esposo (pongo como ejemplo mi caso) abusa de ellas porque quieren administrar
los recursos económicos, la sociedad se refiere a ellas con sarcasmo, pues la
gente piensa que emigrar es algo denigrante. En forma de burla preguntan que si
se fue de mojado o si cruzó por el desierto. Las amistades siempre dicen: “¡mira,

89
su esposo esta de ilegal en los Estados Unidos!” Y si no se tiene la suerte de
llegar aquel país, se padece la pérdida de bienes para poder pagar el dinero que
se pidió prestado para el viaje. Tanto la esposa como los hijos tienen el deseo de
emigrar también para recuperar al ser querido. La mayoría de las mujeres y sobre
todo aquellas que son de zonas rurales o de un estrato socioeconómico muy bajo
lo llevan a cabo.

Se habla siempre del fenómeno migratorio como si fuese el hombre el único


que participa de este, es decir, cuando se habla de ir a trabajar a los Estados
Unidos se piensa siempre que lo hace el hombre y después la mujer. Error. No
siempre es así. Cuando tenía la cerrajería, uno de mis mejores trabajadores y mi
compadre, siempre me decía que quería ir a probar suerte a la Unión Americana
porque su suegra vivía en Michigan y tomó la decisión de que su esposa se fuera
antes a esa ciudad y así fue. Mi empleado se hizo cargo de los hijos, la casa, la
escuela y todo lo relacionado con el hogar. Cuando él llegó a Michigan ella tenía
otro esposo y otra religión. Cada quien se quedó con un hijo y en la actualidad esa
familia se encuentra totalmente desintegrada. La hija, con el tiempo, resultó
embarazada y el hijo dejó de estudiar, optando por la cultura estadounidense (hoy
es un “pocho”).

El varón que se queda solo y con la responsabilidad de los hijos porque


bajo alguna circunstancia la esposa tomó la decisión de emigrar, igualmente es
afectado por el doble rol que tiene que desempeñar para sacar a flote su hogar.
Debido a la soledad y la ruptura de la familia el hombre se da a la bebida, sufre
depresión porque no cuenta con el tiempo suficiente atender a los hijos, entra en
la desesperación y comienza a maltratarlos. Inclusive puede llegar abandonarlos y,
después, tiene sentimiento de culpa e impotencia por no poder mantener a la
esposa y haberla dejado ir; se genera una baja autoestima, la burla de la sociedad
porque la mujer se fue a trabajar es mayúscula en comparación con la del hombre
cuando decide emigrar por necesidad. Busca otra u otras mujeres olvidándose de
las múltiples responsabilidades que se tiene con el hogar que dejó la mujer a su
cargo, se aprovecha y hace mal uso del dinero ganado por su cónyuge, situación
que también padece el hombre cuando pasa los primeros meses en aquel país.
Cuando se llega a Estados Unidos y la mujer e hijos que se quedan en México, se
sufre de angustia, inseguridad, desesperación, ganas de llorar, desconfianza hacia
la mujer y lo primero que se piensa es en el regreso.

Cuando emigra alguno de los dos cónyuges, los hijos se sienten


abandonados y entran en una etapa de rebeldía muy fuerte, difícil de controlar por
parte de la madre y, si no se tiene el suficiente tacto para platicar con ellos,
pueden caer en adicciones de graves consecuencias para la familia, pero sobre
todo para sí mismos. Inclusive pueden caer bajo la influencia de personas que los
pueden encaminar a realizar actos vandálicos. La situación migratoria de los
padres lleva a los hijos a que entren en una etapa de depresión, agresividad,
inseguridad, incertidumbre, desidia para seguir encausándose de manera positiva
en sus estudios y llegan al grado de aislarse y no querer tener vida social; pueden
olvidarse de los diferentes valores que se les inculcaron, como es el caso de mis

90
hijos, que querían dejar la escuela y se volvieron flojos con el pretexto de que su
padre no los llevaba más a la escuela. El primer año se padece mucho con el
rendimiento escolar y, aunque parezca increíble, hay una pérdida de identidad.

Muchas veces, en las familias de bajos recursos económicos y educativos


los hijos padecen de abuso sexual, les da vergüenza decir dónde está su padre y
a qué se dedica; muchos jóvenes pierden la ilusión de ser alguien en la vida y
buena parte de ellos incursionan a temprana edad en las relaciones sexuales,
cosa que los padres ignoran.

Antes se creía que este fenómeno era propio de aquellas familias que
habitan en comunidades pequeñas y muy pobres. Sin embargo, este fenómeno
migratorio ha alcanzado a personas de clase media que viven en las grandes
ciudades. En tales circunstancias, resulta muy preocupante la desintegración
familiar que padecen los pobladores de comunidades rurales y de la periferia de
las ciudades, cuyos jefes de familia han emigrado. La situación se ha agravado a
tal grado que no tiene antecedentes en México.

Cuando estuve de ilegal en Estados Unidos padecí, junto con mi familia,


muchas de estas penosas y desagradables situaciones. Hoy he llegado a la
conclusión de que hacen falta diferentes esquemas gubernamentales de atención
psicosocial a las familias de todos aquellos que emigran desde las distintas
entidades del país, especialmente a para aquellas mujeres de bajos recursos
económicos y educativos. Esto ayudaría a sacar adelante a los hogares que se
encuentran maltrechos por la partida de alguno de los dos cónyuges. Hay que
tener presente que la desintegración no es sólo de dos, sino de todos los
integrantes de la familia, tengan la edad que tengan. Todo esto se puede lograr
mediante una adecuada combinación entre las distintas instituciones estatales y
federales relacionadas con el tema del maltrato y las estructuras que conforman a
la sociedad.

A la vez, se puede y se debe inducir el establecimiento de microempresas


en los estados de la República con la finalidad de cortar de tajo la migración de
hombres y mujeres en busca de un futuro mejor para sus familias. Esto se puede
lograr con mecanismos de financiamiento de las diferentes instituciones crediticias
que existen en nuestro país con el único propósito de desalentar la migración
indígena, campesina, de aquellas clases sociales populares e inclusive de
nuestros intelectuales. Con medidas como esta, se podrían generar mejores
perspectivas en cuanto a oportunidades de trabajo para todos y tal vez se pondría
fin a la desintegración familiar que sufren miles de familias mexicanas. Por otro
lado, el gobierno puede y tiene la capacidad de orientar no sólo a aquellas familias
de estratos sociales humildes, sino a todos aquellos que tienen cierto grado de
estudio y no saben cómo invertir el dinero ganado con tanto esfuerzo. Al contar
todos estos sectores con una adecuada asesoría en este rubro, se obtendría una
mejor administración de las remesas que envían nuestros paisanos desde el
exterior, a fin de que efectúen inversiones productivas y se haga posible el retorno
de los migrantes, así como la integración de toda la familia.

91
Se debe preparar, prioritariamente, una estrategia a favor de la educación
de los indígenas, campesinos y todas las clases medias con la finalidad de que
cuando ingresen a los Estados Unidos sepan lo más elemental de su cultura, ya
que por desconocimiento los inmigrantes cometen faltas graves que los privan de
su libertad y esto alarga la separación de las familias durante más tiempo. Se les
debe aleccionar, por lo menos, en lo referente a que cada estado de la Unión
Americana cuenta con distintas leyes y que cada una de ellas juzga de diferente
forma a las personas. Se debe hacer conciencia en los migrantes en que deben
salir del país en un contexto que sea adecuado para ellos como trabajadores. Por
ejemplo, la misma embajada Norteamericana da visas de trabajo para las labores
del campo, siempre y cuando el trabajador no haya sido detenido antes de forma
ilegal. Así se dará la migración de manera propicia y clara. Se tendría que poner
énfasis en los graves riesgos que corre su vida y en las consecuencias
psicológicas, sociales y familiares que entraña la entrada irregular desde México.

Si bien se ha discutido bastante el fenómeno de la desintegración familiar


como consecuencia de la migración, no se ha establecido con claridad que es un
producto de la migración irregular, casi exclusivamente, más que de la regular, ya
que esta última –en algunos casos- establece el derecho a la reunificación familiar,
como solución adecuada e inmediata del fenómeno.

El gobierno federal y los gobiernos de los diferentes estados de la


República Mexicana se deben comprometer a tomar acciones inmediatas en
apoyo de las comunidades más vulnerables a la pobreza. Una de ellas consistiría
en reunir en los Estados Unidos a las familias afectada por la migración irregular.
Estas medidas, sin embargo, servirían para atenuar sólo por un tiempo el
problema. Mientras no se elimine la pobreza, la falta de trabajo y la inequidad
entre las diferentes clases sociales, grandes cantidades de ciudadanos del campo
y de las áreas urbanas se seguirán viendo obligados a emigrar hacia otros
destinos en busca de mejores condiciones de vida. En este sentido, el fomento de
una economía productiva en las comunidades de origen alentará el retorno de los
migrantes y esto se logrará sabiendo capitalizar de buena manera las remesas
que se envían. Además, si el gobierno propicia la asesoría adecuada en esas
comunidades, esto podría dar origen al encuentro con sus familias y así se evitaría
la desintegración familiar.

Debido a la falta de información entre las familias de clase media y


campesina, la violencia intrafamiliar y otras situaciones penosas dentro del núcleo
familiar, se propicia la desintegración familiar. Estos contextos, sin lugar a dudas,
generan situaciones donde los jóvenes se hallan en un estado de mayor
vulnerabilidad ante los vicios, la prostitución y el pandillerismo. La desintegración
familiar es un fenómeno social que no respeta condición social y en la actualidad
se ha vuelto más recurrente. Es muy triste ver que cada vez hay más indigentes
que se drogan con sus bebés a un lado. Al crecer en las calles, es muy probable
que estos pequeños se vuelvan delincuentes. Es importante voltear a ver esta
situación social en que vivimos y hacer algo porque el día de mañana será el
México que estaremos heredando a nuestros hijos.

92
Tenemos por cambiar nuestras propias leyes para darles más y mejores
oportunidades que requieren nuestros connacionales. Por ejemplo, a los ilegales
de otros países que son deportados, no se les concede ni la más mínima
oportunidad de defenderse; en Canadá los ilegales no tienen derecho a estudiar,
no cuentan con otro tipo de ayuda y si logran conseguir empleo, les pagan la mitad
por el trabajo realizado e inclusive en algunos casos no les pagan porque saben
sobre el estatus migratorio de las personas (saben que el seguro de trabajo es
falso o no se cuenta con el mismo); para tramitar cualquier documento se tiene
que presentar papeles oficiales de aquel país, y si no los presenta, su vida se
convierte en un verdadero calvario en el aspecto laboral; cuando las autoridades
de migración lo detectan, le pagan el boleto de avión y lo deportan 44. Por tal
motivo, ¿cómo le exigimos al vecino país del norte que cambie sus leyes, cuando
el que tiene la obligación de crear los empleos es el gobierno mexicano? Las
autoridades mexicanas deberían generar fuentes de trabajo y salvaguardar la
integridad física y moral de los que emigran. Así habría un bajísimo flujo migratorio
y, a su vez, la desintegración familiar no sería un problema social tan grave para la
sociedad.

Con la cercanía entre México y los Estados Unidos se ha creado, al pasar


de los años, una asimilación y una identidad cultural entre ambas naciones. Sin
embargo, esta asimilación ha sido muy diferente en cada uno de estos países,
pues los dos han tomado algo distinto del repertorio cultural del otro. La permuta
de elementos culturales entre ambas naciones ha provocado, a la larga, que se
pierda parte de esta identidad cultural, ya que muchos mexicanos avecindados en
aquella nación han propiciado que otros mexicanos adopten elementos culturales
de aquella nación. Esto ha innovado algunas costumbres, tradiciones, valores, el
mismo nivel de vida, la educación y el mismo idioma. Podríamos decir que la
desintegración familiar es producto del quebrantamiento de la unidad familiar y la
insatisfacción de las necesidades primarias que requieran sus miembros.

Viviendo en la Unión Americana me tocó convivir con muchas mujeres que


se había separado de sus esposos. Me relataron que durante el tiempo que
vivieron con ellos, siempre sufrieron en el aspecto económico porque sus esposos
nunca tenían empleo; vivían en extrema pobreza y en el ocio, se había perdido el
afecto y no existían buenos modales. La mayoría de estas mujeres, decidieron
dejar el hogar debido a que no se sentían felices y no tenían otras expectativas de
vida, pues el ambiente era muy tenso y predominaba la discordia sobre la
armonía. En tales circunstancias, no podían seguir juntos, ni siquiera por el
supuesto bien de los hijos. Otro aspecto de desintegración familiar en estas
parejas es cuando existe una relación conflictiva entre sus integrantes, dando
origen a recelos, temores y fricciones permanentes. Frecuentemente estas
familias son incapaces de planear y realizar tareas, ni de resolver los problemas
juntos; expresan conflictos extremos y no tienen la habilidad de comunicarse con
el resto de la familia, lo cual, en lugar de crear para los hijos un ambiente

44
También trabajé en Canadá medio año y créanme que Estados Unidos es la gloria.

93
armonioso y estable, construye una atmósfera hostil que obstaculizará su
desarrollo personal.

Es cierto que un gran número de hombres que emigran hacia los Estados
Unidos de Norteamérica mandan por sus esposas e hijos para que incorporen a la
vida de ellos en aquel país, pero también cabe señalar que un gran número de
hombres que antes de partir hacia el vecino país del norte han usado la violencia
física y psicológica en contra de sus esposas e hijos y han empleado la agresión
verbal como mencionamos de intimidación, también en la mayoría de las parejas
se da esta desintegración familiar por el aspecto económico y, en la mayoría de
los casos, por padres perniciosos. Si a esto le sumamos que la mayoría de los
hombres toman, se drogan y que tienen un bajo nivel de instrucción y que los hijos
asimilan todo este ambiente negativo, al darse la separación de los padres,
comienzan a tener malas amistades y a unirse a pandillas en donde caen en el
mundo de las drogas y la delincuencia. El resultado es que llegan a la cárcel.

Este fenómeno se da de igual forma en los Estados Unidos, donde los


padres se dedican todo el día al trabajo, mientras los jóvenes se encuentran solos,
situación propicia para que estos sean presa fácil de influencias negativas para su
desarrollo social. Un gran número de jóvenes indocumentados que estudian en
aquel país encuentran amistades con las cuales se inician en las drogas y los
malos hábitos.

LOS PROBLEMAS DEL MIGRANTE INDOCUMENTADO:


FACTORES SOCIOCULTURALES Y EDUCATIVOS

Los inmigrantes indocumentados han sido por años considerados una


amenaza para los Estados Unidos de Norteamérica, lo cual es erróneo, ya que
son la fuerza que impulsa la economía de aquel país. Todos los que hemos
trabajado en el campo, en las fábricas, en la construcción, barriendo las calles,
paleando la nieve, hacemos un trabajo que no realizaría un trabajador legal de
aquel país. Al realizar esas actividades, a nosotros los indocumentados nos llaman
ilegales o, mejor dicho, criminales. Somos indocumentados por no tener un
documento que nos permita poder conseguir un trabajo digno y bien remunerado.
Así nos trata esa sociedad. Sin embargo, gracias a nuestra fuerza de trabajo
hemos fortalecido y enriquecido al vecino país del norte.

Muchos de nosotros reprochamos a los norteamericanos todas las


vejaciones a las cuales someten a los ilegales que trabajan allá, pero debemos
recordar que decidimos por cuenta propia alcanzar el sueño americano. Así
mismo, es factible recalcar que ellos no son los culpables de esta situación, que
nosotros fuimos movidos hacia ese país por nuestra propia voluntad, la cual
siempre ha estado movida por la necesidad y la esperanza de salir adelante con
nuestras familias. Por ejemplo, yo tuve que abandonar mi país en su momento al
no encontrar un trabajo dignificante y bien pagado. De esta situación y del éxodo

94
masivo de connacionales no tienen la culpa los norteamericanos. En gran medida,
como lo he comentado, la tienen las autoridades mexicanas, la tiene nuestro
gobierno por la incapacidad de nuestros políticos para generar los empleos
suficientes para todos aquellos mexicanos que requieren de un trabajo. Sólo se
preocupan por vigilar que sus salarios sigan creciendo y por asegurar el futuro de
sus familias. Por años hemos criticado e incluso juzgado de alguna forma a los
norteamericanos de nuestras desgracias. No obstante, gracias a esa nación
muchos de los que alguna vez emigramos de manera ilegal nos permitió trabajar y,
en su momento, tener solvencia económica.

En la ciudad de Atlanta, Georgia, trabajé en la construcción doce horas


diarias. En cierta ocasión fui a un almacén a comprar un pantalón de mezclilla
para el trabajo y la mujer americana que me atendió me trató con desprecio por el
simple color de mi piel,45 tardó en atenderme y, después, el pantalón me lo tiró en
la cara. Puse una queja con la administradora de ese lugar y la corrieron. Esa
mujer fue despedida porque ya había cometido otras ofensas racistas hacia
mexicanos y cuando fue despedida, recuerdo que me gritó “¡delincuente!”, siempre
me he preguntado: ¿cuál es la diferencia entre el soldado que mata por órdenes
superiores e incluso se le otorga una medalla por su valentía y el que mata por el
simple hecho de causar un mal? O en su defecto, ¿cuál sería la diferencia entre
aquella persona que se sube a un autobús del servicio urbano en estado de
ebriedad, se vomita, dice cosas impropias a las personas, es bajado a punta de
golpes. Y de nuevo pregunto: ¿cuál sería la diferencia entre aquella persona que
cruza la frontera con papeles y de aquella que lo hace cruzando por el río Bravo?

En verdad, se es delincuente por no tener documentos en regla, por la


simple razón de cruzar el río (como yo lo hice en alguna ocasión), por tener las
suficientes agallas de cruzar el desierto con el riesgo de morir deshidratado,
picado por algún animal ponzoñoso o recibir un tiro por parte de la patrulla
fronteriza; o bien con el peligro de ser engañados, estafados y abandonados a la
suerte de Dios por algún pollero; por brincarse una barda o cruzar un muro de la
frontera gringa. Es peor aún el caso de los centroamericanos en su travesía por
territorio mexicano en busca del sueño americano.

Todos los que hemos estado en aquel país hemos tenido que realizar
trabajos que nadie quiere hacer, soportar la inclemencia del tiempo y, lo que es
peor, estar lejos de la familia y del país. No es agradable estar en un lugar raro,
lejos de casa, en donde se es discriminado, e inclusive perseguido por migración;
en donde se sufren todo tipo de abusos y violaciones a los derechos humanos,
donde se es utilizado por la simple razón de percibir un puñado de dólares, en
donde no se tiene el mínimo derecho a quejarse ante las autoridades por ser
considerados unos delincuentes, por tener otra ideología, otra idiosincrasia y otro
color de piel. Somos delincuentes por tener las mismas oportunidades de trabajo
45
En esta zona de Atlanta sus habitantes suelen ser muy racistas. Son de piel completamente
blanca y ojos azules. Se les denomina los Rednek. Son los cuellos rojos y no quieren, por lo
general, a los mexicanos. Así que es muy difícil que uno de nosotros penetre en el círculo cultural
de ese grupo.

95
que los nacidos en aquella nación y se nos considera delincuentes, mojados y
otros adjetivos más, por el simple hecho de servir a esa sociedad. Y todo con la
finalidad de sostener a nuestras familias y de crear mejores condiciones
económicas para el futuro de nuestros hijos.

La segunda ocasión que laboré en la Unión Americana fue en el campo en


la ciudad de Litle Rock, en Arkansas. En este lugar trabajé con mexicanos que se
dedicaban en sus lugares de origen a este rudo trabajo desde muy pequeños.
Ellos no sabían leer ni escribir. Todos trabajábamos desde el amanecer hasta que
se ocultaba el sol. Uno de estos compañeros, de nombre Lázaro y originario de
Sonora, había tomado la decisión de emigrar debido a las carencias su
comunidad, como la gran mayoría de las comunidades rurales de México. Lázaro
relataba que durante muchos años en su localidad sufrieron marginación, pues
siempre han tenido un alto índice de pobreza, un atraso fenomenal con respecto a
la educación en todos los niveles, un gran deterioro en los rubros de salud y
alimentación, así como en las condiciones generales de vida. Con el tiempo, la
situación degeneró en no poder alcanzar mejores condiciones de trabajo y
desarrollo para sus comunidades orillándolos a renunciar a sus tierras y migrar
hacia los Estados Unidos para encontrar mejores perspectivas de empleo para su
familia.

Todos estas personas que trabajaban en el campo eran brutalmente


explotados por los patrones americanos, trabajaban más de doce horas diarias,
haciendo sólo una comida al día, recibiendo un salario menor al estipulado,
viviendo con más de veinte personas en una galera larga con un solo baño, viendo
películas pornográficas, fumando marihuana, cocaína e ingiriendo bebidas
alcohólicas casi todos los días. Para que se tenga una idea de cómo estamos, aun
así Lázaro decía que estaban mejor en ese país que en México, ya que por lo
menos tenían para comer todos los días y unos dólares para enviarle a su familia.

Explicaba que la emigración a los Estados Unidos se debe a que sus


tierras, generalmente, tienen un alto grado de aridez y siempre están supeditados
a la lluvia para que las cosechas den buenos dividendos. La mayoría de los
terrenos no son apropiados para los cultivos de esa zona, dando como resultado
un bajo rendimiento. Aunado a todo esto, los esquemas agrícolas de los gobiernos
estatal y federal, siempre mantienen bajos los precios de los diferentes productos
que se dan en esa región. Es necesario que les garanticen buenos precios para
tener excedentes para poder sembrar al año siguiente y asegurar así la
subsistencia de sus familias. Constantemente tienen el problema de los “coyotes”
o especuladores, los cuales les pagan por sus cosechas lo que quieren. De
acuerdo con el relato de Lázaro, cuando logran emplearse en algún trabajo,
continuamente reciben bajos salarios, incluso muy por debajo de lo establecido
por la ley.

Cuando estuve en Arizona y Arkansas trabajando en el campo, había


mujeres mexicanas indocumentadas realizando labores agrícolas. Ellas migraron
para estar con sus esposos y la mayoría tuvo que sortear infinidad de obstáculos

96
para poder encontrarse con su familia en el vecino país del norte. Estas mujeres
trabajaron en sus lugares de origen en el campo, no cuentan con ningún tipo de
estudio y son abusadas por sus maridos tanto en lo físico como en lo mental.
Aparte de soportar todas estas vejaciones, se ven en la necesidad de incorporarse
a la vida y al trabajo de aquel país. Las trabajadoras agrícolas sufren de
aislamiento, que es muy duro; no tienen acceso a los más elementales servicios,
ninguno de los integrantes de su comunidad habla el idioma inglés; tienen
prohibido el acceso a licencias de conducir y, la mayoría de las veces, padecen la
separación de sus familias que se quedaron en su país de origen.

La salud de las trabajadoras agrícolas es mucho más vulnerable que la de


las trabajadoras que se emplean en fábricas de las grandes ciudades e incluso el
acervo cultural de ambas es muy distinto. El poco tiempo que permanecí en esos
dos estados de la Unión Americana, pude observar que todos, incluyendo a los
varones, carecen de seguro médico; no así, hasta cierto punto, los que trabajan en
las grandes urbes. Los trabajadores agrícolas –sobre todo la mujer- tienen que
recurrir a clínicas de mala muerte y esperar a pasar por un sin fin de trámites
engorrosos para poder ser atendidas y, después, ser deportadas. En estos lugares
comprendí que, el aislamiento geográfico y lingüístico, pero sobre todo el aspecto
cultural conlleva la falta de prestación de estos servicios médicos para los
trabajadores agrícolas que están laborando de manera ilegal en ese país.

Una tarde en Arkansas, platicando con María, una de las mujeres jóvenes
que trabajaban en ese rancho cultivando pasto para los jardines de las personas
ricas de las grandes ciudades, me contaba que había llegado a los Estados
Unidos procedente del estado de Hidalgo, donde había días que no tenía ni para
comer; constantemente era maltratada por su esposo, e incluso por el padre. Un
día tomó la decisión de cruzar la frontera, pensando en tener un mejor futuro para
ella y su único hijo. Se fue siguiendo a su esposo para ayudarlo en el campo. Me
decía que siempre se ha sentido muy aislada de su familia que está en México y
que pasa mucho tiempo sin hablarles por teléfono. Estando ya con su esposo,
éste la golpeaba con frecuencia y la amenazaba con quitarle a su hijo, por lo que
ella se sentía aún más sola en aquel país. Llegó el momento en que su esposo se
puso demasiado agresivo y tuvo que recurrir a un resguardo para que le ayudaran.
Sin embargo, debido a su estatus migratorio no la aceptaron y tuvo que regresar al
infierno de su hogar. En ese momento no contaba con trabajo ni con dinero. Así
que siguió al lado de su esposo durante un año, al cabo del cual fue a dar al
hospital. Debido a esta situación, el servicio de protección a los menores le quitó a
su hijo.

Y así como María, existen miles de mujeres campesinas que laboran en la


Unión Americana. Las que tienen suerte, logran laborar en empacadoras o van al
lado de los tractores tragando tierra todo el día bajo temperaturas verdaderamente
altas, expuestas a las sustancias tóxicas de los pesticidas que se usan en esos
ranchos o granjas. La mayoría de las veces no se cuenta con agua para poder
lavarse y así quitarse los químicos del cuerpo. En mi caso, durante tres largos
meses estuve lleno de grandes ronchas en el cuerpo. En fin, teníamos que aceptar

97
condiciones de trabajo que afectaban drásticamente nuestra salud y estábamos
siempre sin el derecho a la seguridad social, que tanto se necesita. Trabajar en el
campo de la Unión Americana, equivale a no tener el pago extra, seguro médico,
ni un solo día de descanso a la semana, ni a pedir aumento al salario, derecho a la
educación de los hijos, entre otras cosas. ¿Acaso este no es el mismo tipo de
marginación que se da en nuestro país?, ¿a cuántos niños, hijos de indígenas o
campesinos se les niega o se les ve con desprecio en cuanto a servicios jurídicos,
educativos y de salud, aunque tengan derecho?

LOS ERRORES QUE COMETEN LOS ILEGALES


MEXICANOS EN LA UNION AMERICANA

En la mayoría de las plantas en las cuales tuve la oportunidad de laborar en


la Unión Americana, se nos practicaban diferentes tipos de exámenes para ver el
grado de estudio con el cual contaba cada trabajador. De esa manera, podían ver
quiénes estaban en posibilidad de desempeñar aquellas actividades en las que se
necesitaba personal con cierto grado de estudio. Sobre todo que supieran leer y
escribir bien. La mayoría de los mexicanos reprobaban, por lo que no podían
aspirar a realizar únicamente trabajos pesados. Debido a ello los “gringos” siempre
se burlaban. Los norteamericanos se han formado un concepto de los mexicanos
como “tontos” e “idiotas”, que no pueden aprender y que sólo sirven para el trabajo
pesado. Por este concepto negativo de los dueños de las fábricas acerca de los
indocumentados mexicanos y centroamericanos los consideran fracasados y
piensan que nunca van a aprender. Por consiguiente, la atención hacia ellos es
muy pobre, poniendo mayor atención en personas de otras nacionalidades, sobre
todo los trabajadores de los países asiáticos.

Por ejemplo, en esta planta se realizó un programa de capacitación a


personas de otras nacionalidades que manejaban distintas máquinas. Se advirtió
al responsable de este curso que siete de estas personas habían sido detectados
como muy inteligentes y capaces de sobresalir en el curso. En realidad, habían
sido elegidas al azar. El resultado fue un alto rendimiento y la selección de dichos
obreros como líderes del grupo. En este caso, la variable independiente fue la
expectativa positiva que el responsable de la aplicación de este curso tenía al
respecto de los siete obreros que habían sido seleccionados.

En ocasión de un curso realizado en otra área de esta misma planta, se


notificó a los capacitadores que cinco de las personas (escogidas al azar) habían
sido evaluadas como muy inteligentes. Al final de dicho curso tuvieron un alto
rendimiento, producto de un trato preferencial por parte de los jefes que los
consideraba “muy inteligentes”. ¿Qué hubiese sucedido si estos fueran tratados
como tontos? Es preciso comentar que los mexicanos, cuando emigran hacia el
país del norte, son personas –como ya se mencionó- de una escasa instrucción,
que pertenecen a la clase campesina y media muy baja. Nunca trabajé con
indígenas durante mi estancia, pero tampoco con alguien que hubiera finalizado

98
siquiera el nivel medio superior. En parte, esta es la causa por la cual los
mexicanos cometen infinidad de violaciones a las leyes de aquel país, cayendo así
en innumerables errores y comportamientos no deseados por los
norteamericanos.

Cuando trabajaba en la ciudad de Dallas conocí a un Marine de los Estados


Unidos, de padres mexicanos pero nacido en los Estados Unidos. Se refería de
manera despectiva hacia nuestros connacionales, quienes cuando regresan a
México llegan hablando inglés delante de los demás, aunque no lo sepan hablar
bien y se vuelven engreídos. Todos sabemos –dijo- que son los gatos de los que
trabajamos acá y que atrás de esas camionetas y de todo lo que traen hay unas
deudas tremendas. Según él todo esto se debe a que los inmigrantes mexicanos
son de una clase muy baja y, por lo general, sin cultura alguna. Es cierto que son
muy trabajadores, pero nunca en su vida han tenido algo y ahora que lo tienen se
creen dioses. Cuando retornan a sus lugares de origen –no sólo los mexicanos,
sino también personas de otras nacionalidades- todos son unos “nacos” y hablan
el inglés porque “se les olvida” el español.

Esto demuestra que no son muy inteligentes y –sigue diciendo-, que si


hablaran los dos idiomas serían entonces muy inteligentes y que si a ellos se les
olvida, cómo es posible que quieran enseñarles bien el idioma de ese país.
Continuamente los que han estado en los Estados Unidos presumen de tener éxito
a comparación de los que han ido y se regresan con las manos vacías, aunque su
éxito sólo sea unos cuantos dólares, ropa, un carro viejo y electrodomésticos de
segunda. Todo esto se debe a que la mayoría de los mexicanos que vienen a los
Estados Unidos no tienen estudios porque son pocos los que logran terminar la
secundaria. Comienzan a trabajar de sirvientes de los “gringos” logrando juntar
algún dinero y retornan a sus jodidas comunidades y sus logros se los restriegan
en la cara a las personas que son iguales que ellos. Y aunque tengan muchos
años acá y hablen inglés, el americano siempre los verá con desprecio y serán sus
gatos. Le pregunté al Marine en ese momento por qué los criticaba si sus padres
venían del mismo lugar. Le dije que él seguía siendo gato de los “gringos” y que
era cierto que habla bien el idioma inglés, pero que era un pobre ignorante porque
ni siquiera sabía escribirlo y mucho menos sabía lo más elemental del español.
Agregué que lo más importante es que no debería de olvidar que sus padres
llegaron a gatas a los Estados Unidos y que si fuera más inteligente no andaría de
marinerito.

En Atlanta, en la planta de textiles en la que trabajaba, también lo hacían


infinidad de indocumentados centroamericanos. Uno de ellos, que es salvadoreño
y vivía con nosotros,46 decía que no conocía bien a los mexicanos hasta que
ingresó a la Unión Americana y que casi la mayoría de latinos residentes aquí son
de México, principalmente del norte de la República. El salvadoreño manifestaba
que los mexicanos son de una estirpe demasiado hostil y de una bajísima

46
Coexistíamos ocho en un departamento con dos recámaras, un baño y una cocina demasiado
pequeña, pagando mil dólares de renta al mes.

99
educación y son la gente más “ojete” que puede existir, son repuralata 47 porque no
le hacen un favor a nadie. Por ejemplo, si necesitas un “aventón” para ir al mismo
lugar de trabajo, no te lo dan por la simple razón de que “no, ¿y para que te lo
doy?, no”. Considera que a los integrantes de esta raza nunca les enseñaron a ser
buenas personas con los demás.

Un día me tocó ver que a la hora de la comida ese mismo compañero, que
no había llevado tortillas, se le ocurrió pedirle a un compañero mexicano una
tortilla. Éste se la dio pero le dijo que le tenía que devolver la tortilla porque él no
se chingaba la madre trabajando para estar regalando su comida. Al otro día, un
guatemalteco le pidió fuego, para prender un cigarrillo y éste le dijo que le daría la
lumbre, pero le preguntó que cuántos cigarrillos le daría por el favor.

En ese mismo departamento en el que vivíamos, me tocó ver cómo la


mayoría de los mexicanos les cobraban a los centroamericanos cinco dólares por
bañarse cuando estos no tenían en verano agua en sus departamentos. Por eso
los centroamericanos dicen que los mexicanos son unos Fucking Asshole
(“ojetes”) y que los mexicanos son unos rancheros, “morenos” y “norteños” gachos
que te cobran la gasolina a lo doble de lo que cuesta y sólo por llevarte unas
cuantas cuadras. Dicen que es la raza más “ojete” que existe, que no conocemos
lo que es la caridad; tiran la comida para no dársela al que la necesita (eso es
cierto y me tocó vivirlo). A este compañero le contesté que no todos los mexicanos
son así, que en todas las culturas existen gente deshonesta y sin preparación y,
que la mayoría de los mexicanos somos personas solidarias y que nos gusta
ayudarnos. Eso creo, no tuve otra cosa que contestarle.

EL CASO GEORGIA Y SAN FRANCISCO (DOS LUGARES DONDE TRABAJÉ)

Los mexicanos asentados en Georgia proceden, por lo general, de aquellos


territorios tradicionalmente expulsores, pero también llegan nuevos inmigrantes
que provienen de las provincias conurbadas. Los migrantes que más abundan son
aquellos que provienen de las grandes ciudades de nuestra República. Son un
contingente más nuevo, más urbano, que cuenta con superiores niveles de
competencia laboral.

Se distingue que los mexicanos que lograron llegar a ese estado son
pobladores que constituyen una sociedad cada vez más grande, fuerte, unida y
variada. Esto lo pude constatar cuando se hizo la mega marcha, que fue un error
de los migrantes mexicanos porque el gobierno de los Estados Unidos de
Norteamérica sabía que estábamos ahí, pero no se imaginaba en realidad cuántos
éramos. La mayoría de mexicanos que conocí durante mi estancia en ese estado
son primordialmente afanosos e indistintamente, por su necesidad económica, se

47
Los salvadoreños y guatemaltecos llaman así aquellos que son malas personas, que no ayudan
a nadie.

100
desempeñan en la agricultura. La mayor parte de estas personas son originarias
del noreste mexicano, de estados tales como: Tamaulipas, Chihuahua, Durango y
Coahuila. Sin embargo, también laboran en ese lugar michoacanos,
guanajuatenses (que abundan), hidalguenses, potosinos y, finalmente, los de
Veracruz, que son muy contados.

El estado de Georgia es uno de los nuevos destinos migratorios por parte


de los mexicanos que deciden ir a probar suerte. En esta planta de textiles donde
laboré por espacio de dos años, hice amistad con un mayordomo (uno de los jefes
de la planta), quien me decía que hace por lo menos unos veinte años casi no
había mexicanos en esos suburbios de Atlanta. En la actualidad, cada vez hay
más inmigrantes, y no sólo son de origen mexicano, sino centroamericano y de
varios países asiáticos.

Hace muchos años no se conocía en muchos de estos lugares lo que era la


comida mexicana. En la actualidad, es tan grande el número de mexicanos que en
el año de 1995, el grupo MASECA, con sede en Monterrey, puso una planta en
Jefferson, Georgia, en la cual laboré por más de un año a lado de muchos
mexicanos ilegales y, cosa curiosa, muchos de ellos con un alto grado de estudios.
Esto se debe a que empresas como esta piden cierto grado de estudios y un poco
el dominio del idioma inglés. Asimismo, el norte de Atlanta cuenta con un
desarrollo significativo. Por ejemplo, en Gainesville, muchas de las personas que
son originarias de México laboran en la industria pecuaria, principalmente en
empacadoras de pollo y sus derivados; en la ciudad de Dalton, en donde trabajé
por espacio de dos años, se calcula que viven mas de 30 mil mexicanos, la mayor
parte de ellos trabajando como obreros en la industria local de alfombras y tapetes
que supera las 120 instalaciones, de acuerdo a los informes de Francisco
Palacios, periodista jalisciense radicado en dicha ciudad.

A la vez, en el sur de Georgia, un gran número de compatriotas se emplean


en actividades relacionadas con la agricultura, cultivando y cosechando frutales
como el durazno y legumbres como cebolla, pepino y chile pimiento. Los informes
del Consulado de México en Atlanta, cuya circunscripción cubría hasta 1999
Georgia, Alabama, Tennessee y Carolina del Sur, han cuantificado un número
importante de trabajadores mexicanos vinculados a labores agrícolas, industriales
y de servicios en dichos estados (Consulado Mexicano, 1999). De acuerdo con
fuentes consulares en Atlanta, la población mexicana en toda la circunscripción
consular superaba las 400 mil personas en el ano 2000 y la población que trabaja
por temporadas también ha crecido, si se comparan los servicios consulares
demandados en los últimos años. Demanda que ha crecido significativamente en
las rutas que sigue el consulado móvil en diferentes regiones agrícolas y los
estados circunvecinos que son parte de la circunscripción.

A partir del año 2000 se abrió un nuevo consulado de carrera en Raleigh,


Carolina del Norte, que atiende a los mexicanos en las dos Carolinas. Un informe
de Teodoro Maus, Cónsul General de México en Atlanta entre 1989 y febrero de
2001 –con una ausencia de un año cuando el embajador Andrés Valencia ocupó el

101
puesto entre 1994 y 1995 y Maus fue Director General del Programa para las
Comunidades en el Extranjero en la Cancillería mexicana- puntualiza que la
comunidad mexicana en dicha urbe es muy joven, pero se encuentra en una etapa
de fuerte crecimiento. En la gestión de Teodoro Maus, con el apoyo del Programa
para las Comunidades Mexicanas en el Extranjero, que en 2002 se transformó en
el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (www.sre.gob.mx/ime ), organismo
descentralizado de la Cancillería mexicana, se inició la localización de los
diferentes grupos provenientes de varios estados de la República Mexicana, así
como de las personas que por su perfil e influencia se consideran con potencial de
liderazgo. Durante mi estancia, pude constatar que el estado de Georgia es un
nuevo destino para los migrantes mexicanos. Son suburbios muy tranquilos para
el trabajo, aunque lo anhelado sería que la mayoría de mexicano no tuvieran que
emigrar hacia el vecino país del norte, tuvieran varias opciones de empleo y
bienestar en sus lugares de origen.

IMPORTANCIA ESTRATÉGICA DE SAN FRANCISCO


Y EL PAPEL CLAVE DE LOS MEXICANOS

No cabe duda, que la zona de San Francisco, California, es un estado favorable


para que los inmigrantes de todas las latitudes puedan desempeñarse en
cualquier tipo de trabajo. Aunque sus problemas consisten en que los trabajadores
no son bien remunerados y hay un constante peligro de toparse con los agentes
de migración, se tienen muy diversas ofertas de trabajo, como el de la elaboración
de productos agrícolas o en la industria tecnológica, siempre y cuando se tengan
los documentos adecuados para poder emplearse. Inclusive, existen muchos
mexicanos que se han podido penetrar en el ámbito de la investigación científica y
tecnológica en todos sus campos. Debido al rol que juega un gran número de
obreros industriales, trabajadores agrícolas, empleados de servicios, así como
ingenieros y docentes que provienen de una extensa gama de países de todas las
latitudes, hacen posible que la productividad, la competitividad e innovación
constante de los procesos de productivos del estado de California trasciendan no
en todo el mundo.

Esta zona, por ejemplo, es básicamente restaurantera 48 y depende


primordialmente de la mano de obra mexicana. Aquí podemos incluir a los
cocineros y a los especialistas en gastronomía sofisticada para el gusto adinerado
de los americanos (por cierto me corrieron de uno de estos restaurantes). Existen
cientos de mexicanos trabajando en el Valle del Silicio en la recolección de la uva
para la elaboración de uno de los mejores vinos del mundo, trabajo que pagan a
siete dólares la hora y se realiza prácticamente todo el día. Esta actividad –como
casi todas- depende de la mano de obra especializada de trabajadores mexicanos,
48
Yo laboré en varios restaurantes, donde el trabajo era demasiado y mínimo el pago. Pero
también estuve en el trabajo de la pintura y ahí mi actividad empezaba desde muy temprano,
terminando hasta el anochecer. La diferencia es que en el segundo trabajo ganaba doce dólares la
hora.

102
que por lo general es gente del norte de la República Mexicana reclutada
especialmente por su experiencia y fortaleza física.

Es palpable la necesidad que se tiene en ese estado de emplear a


trabajadores y trabajadoras de origen mexicano en otros rubros como el de la
pesadísima industria de la construcción, así como en la jardinería. Estas
actividades cuentan con importantísimos segmentos de trabajadores y contratistas
mexicanos que emplean a miles de mexicanos indocumentados. Es importante
resaltar que sin la fuerza laboral de los mexicanos inmigrantes el estado de
California no podría estar actualmente a la punta de productividad. Uno de los
aspectos que me sorprendieron de California fue la alta productividad con la que
se cuenta no sólo en sectores en los que se utiliza la de tecnología de punta, sino
que también existe en el comercio mayorista y minorista, además de los servicios
de apoyo a los negocios, donde la ayuda es en serio y con una visión futurista que
va a generar una gran gama de fuentes de trabajo.

LOS NIÑOS INMIGRANTES

México tiene sitios muy hermosos y lo extenso de su territorio permite


encontrar playas tropicales (Acapulco, Zihuatanejo, Cozumel y Puerto Ángel, entre
otras), selvas, bosques, montañas y desiertos, ciudades con arquitectura colonial
como Guanajuato, Morelia y Oaxaca. Pero la situación económica es muy grave
para muchos: el salario mínimo es de 40 pesos o 4 dólares al día. 49 ¿Qué puede
hacer una familia con ese ingreso? Además, el desempleo es muy alto y, por lo
tanto, el comercio informal callejero abunda, como abundan los asaltos, crímenes
y hasta violaciones; es muy alto el índice de robo de autos, el simple robo es casi
protegido por las autoridades, los ladrones son detenidos y soltados casi
inmediatamente; miles de niños viven y se drogan en las calles, la corrupción es
muy elevada, los funcionarios y diputados tienen sueldos altísimos que van de
10,000 a 15,000 dólares mensuales; estamos sujetos a los Estados Unidos
económica y políticamente desde hace 200 años, y sin la menor probabilidad de
sacudirnos ese yugo.

La mayor parte de quienes se van, lo hacen por necesidad, pues por lo


menos encuentran trabajo en los Estados Unidos, algo que en México no tienen.
Algunos logran establecerse bien. Muchos no. Pero por lo menos tienen lo
suficiente para alimentarse porque el salario normal puede ser de 40 a 50 dólares
por día. Tomando en cuenta las condiciones en que vivían en México, la mayoría
de los niños que emigran hacia la Unión Americana son muy vulnerables e
idóneos para el abuso y aprovechamiento de todos aquellos patrones que tienen
campos de cultivo.

Es evidente que en México urge crear un modelo educativo que considere


las condiciones de vida y las más elementales necesidades educativas para que

49
El tipo de cambio actual es 10 a 1, pero una barra de pan cuesta 15 pesos, un kilo de carne de
40 a 100 pesos según la calidad.

103
los niños no abandonen la escuela. Son necesarios incentivos para que la mayoría
logre avanzar lo más que se pueda en el ámbito educativo, ya que hay altos
índices de reprobación y de deserción, sobre todo en los primeros años de estudio
en las diferentes escuelas de la República Mexicana.

Podríamos decir que la mayoría de los estados de nuestro país cuenta con
un gran número de niños que se dedica a las actividades propias del campo. Es
inobjetable que no tienen un hogar estable y que emigran de un estado a otro
junto con toda su familia en busca de mejores condiciones de vida. Si el padre no
encuentra trabajo y, además, no cuenta con una mínima instrucción escolar, se le
cierran las puertas del empleo, lo que implica para ellos tener que emigrar
nuevamente con esos niños a otro lugar.

Estuve en el estado de Hidalgo haciendo una práctica de campo sobre las


personas que emigraban de ese lugar hacia los Estados Unidos de Norteamérica.
Llegué a la conclusión de que los hombres de esa comunidad se iban porque no
tenían dinero para trabajar sus tierras y el adecuado asesoramiento técnico para
cultivarlas, tampoco existían fábricas en las cuales se pudieran emplear y sólo
tenían estas dos opciones: la primera, los hombres no tenían más alternativa que
emigrar hacia la ciudad de México y emplearse en la industria de la construcción;
por consiguiente, las mujeres hacían lo propio, pero en las labores domésticas,
regresando a su comunidad cada mes para estar con sus hijos, que quedaban al
cuidado de sus abuelos. Sin embargo, la mayoría de los hombres preferían
emigrar hacia el vecino país del norte y con el tiempo tomaban la decisión de
llevarse a toda su familia.

Como ya había mencionado, trabajé por espacio de un año en la Secretaría


de Educación y Cultura del estado de Veracruz. Ahí participé en una investigación
en la que se trataba de saber cuántos niños de la región de Perote, Veracruz,
terminaban la primaria, cuántos el quinto grado, cuántos desertaban y así
sucesivamente. Al terminar el estudio se llegó a la conclusión según la cual este
fenómeno se daba, al igual que en Hidalgo, porque no existían fuentes de trabajo,
el campo estaba abandonado, era una región demasiado árida para la agricultura
y los hombres tomaban la decisión de emigran con sus familias hacia los Estados
Unidos en busca de mejores condiciones laborales.

Estando en el estado de Arkansas cortando pasto presté mis servicios con


varias personas del estado de Oaxaca, quienes me explicaban que en ese estado
los contratan para ir a la pizca,50 pagándoles una miseria por contrato. Para ganar
más dinero en esa temporada, llevan con ellos a sus hijos y esposas. Si “dan el
ancho” en el trabajo, prácticamente tienen asegurado el empleo para el año
siguiente. Los menores de edad emigran a Sinaloa contratados para la pizca de
tomate. Trabajan de tres a cuatro meses y después los regresan a su estado de
origen. Cuando logra juntar toda la familia el dinero suficiente, el primero en viajar
50
Es el término que usan los campesinos mexicanos para referirse a la recolección de frutas,
legumbres, entre otros productos del campo. Y cuando quieren emborracharse, dicen: “vamos a
pistear”.

104
hacia los Estados Unidos es el hombre. Mientras tanto, siguen trabajando la mujer
y los hijos. Con lo que ahorra el esposo en el otro lado y la familia en el norte del
país, viajan también a los Estados Unidos los que se habían quedado en México.

En la pizca del tomate por familia al mes el hombre recibe de cuatro a seis
mil pesos, mientras que en la pizca de la manzana en Nueva York logran ganar
cuatrocientos dólares diarios para toda la familia. En la mayoría de los casos, los
niños que tienen la suerte de estudiar lo hacen cuando finalizan su jornada laboral.
Varios de los niños estudian en el transcurso de la noche, por lo que siempre
estarán trabajando. Sin embargo, cuando tienen entre 13 y 17 años de edad, la
mayoría de ellos, por no tener instrucción escolar, emigran hacia los Estados
Unidos siguiendo los mismos pasos del padre.

Con mucha frecuencia los familiares del inmigrante tienen que quedarse en
la frontera entre México y Estados Unidos. Esta separación forzosa es muy grave,
pues prácticamente se deja a los menores de edad indefensos ante la
delincuencia, y el gobierno norteamericano incita a esta situación con las famosas
deportaciones masivas de menores. A mí me tocó ver cómo repentinamente
migración despliega sus famosas redadas, ocasionando con esto que los niños
que no están en ese momento con sus padres se queden al desamparo y sufran
abusos por parte de la delincuencia e incluso tengan que dejar sus estudios (los
que logran estudiar), para retornar de nueva cuenta con sus padres a México y
empezar de nuevo. Las drásticas medidas tomadas por las autoridades
norteamericanas, no sólo provoca desintegración familiar, sino que viola los
derechos del menor y no da siquiera derecho de réplica a los progenitores para
que puedan defender a sus hijos.

Ojalá que en un futuro no muy lejano se recapacite y se realice un pacto


binacional al respecto, ya que es indiscutible que la situación no sólo debe
mejorar, sino que debe frenarse en beneficio de los menores. Al mismo tiempo, es
comprensible que se hayan tomado estas medidas, dado que la expatriación de
estos menores se debe, en buena medida, a que se cometen con demasiada
facilidad muchos actos indebidos en ese país. Sin embargo, esto es alarmante,
porque separar a los menores del seno familiar, y aún más cuando han crecido en
la Unión Americana, significa cambiarles sus esquemas culturales, académicos y
sociales. Por consiguiente, lo recomendable sería que estos jóvenes
adolescentes, no tengan la necedad de salir de su medio social, sino que sean
ingresados en un reclusorio juvenil ahí mismo, para que se readapten y se
reintegren a la sociedad de forma más armoniosa”.

Cuando trabajé en una fábrica de plásticos en Chicago, laboraban también,


junto con sus padres, cuatro adolescentes. El mayor tenía 15 y el menor, 13 años.
Vivían como todos los inmigrantes indocumentados solemos hacerlo, pues
compartían una “traila” con doce personas más. Cierta ocasión, al mediodía, se
realizó una redada por parte de las autoridades de migración de aquel estado.
Tuve que esconderme en unos hornos que estaban demasiado calientes, ya que
corría el peligro de que me atraparan los agentes de migración. La redada duró

105
aproximadamente tres horas. Así que cuando salí de los hornos mi ropa estaba
completamente mojada, y yo casi deshidratado. Dos de los jóvenes fueron
deportados con sus padres hacía territorio mexicano y los otros dos lograron huir.
Con el tiempo, estos siguieron trabajando. Pero al estar ausentes los padres,
empezaron a ingerir bebidas embriagantes y a consumir drogas, tenían malas
amistades y llegaron a robar en un comercio establecido de aquella zona; por esa
razón fueron detenidos, y cuando terminaran de pagar su condena, ordenaron su
deportación.

Si los padres no emigraran con sus hijos, estos no se volverían unos


desadaptados sociales. Cuando llegan a los Estados Unidos, los niños sufren de
estrés y lloran porque todo lo tienen que aprender y pedir en inglés, los que van a
la escuela son insultados y padecen el racismo por parte de los otros niños. Por
ejemplo, mi amigo Miguel, con quien viví en Dalton, Georgia, llegó a aquel país
con su hijo, de tan sólo tres años de edad. Cuando el niño ingresó al jardín,
cambió por completo su conducta, no sólo hacia sus padres, sino hacia todos
aquellos con los que convivía; se transformó en un niño agresivo, fue maltratado
porque se negaba a ir a la escuela, que era un martirio para él porque lo
discriminaban sus compañeros e incluso algunos maestros. Con el paso de los
años, el niño logró adaptarse a esta situación. Sin embargo, poco a poco fue
adquiriendo la cultura estadounidense, en buena medida porque los padres, al
trabajar todo el día, no se ocupaban de enseñarle lo más básico de la cultura
mexicana. Este infante sabía quién era Abraham Lincoln, Martin Luther King,
comía hamburguesas y hot dogs, sabía escribir y hablar muy bien el inglés, pero
no sabía quién fue Benito Juárez, qué son los tacos, y otras cosas tan elementales
de nuestra cultura e historia. Aprendió expresiones tales como: “el coche está mal
parqueado”, “el suelo está frizado”, “la troca está muy bonita”, “Huáchale con lo
que dices”, “esa chica me gusta para linkear” (ligársela), y otras más. También
llegó a mezclar conceptos de los pochos: “está chido”, “qué tranza wey”, “chale
bato estás pende---“, “chale pinche bato, ya valiste” y otros términos usados por
éste niño.

La mayoría de estos jóvenes pueden reconocerse inmediatamente, ya que


suelen vestirse con pantalones cortos o bombachos, a determinada edad se
tatúan, usan el pelo muy corto con mechones al frente, calzan tenis, algunos se
cuelgan joyas, y es cuando empiezan incursionar en las pandillas. También un
gran número de niños adoptan esta cultura, pero son rechazados por la sociedad
estadounidense, y cuando los padres deciden regresar a México, no se adaptan a
la cultura de nuestro país, donde también son rechazados, lo cual hace muy
complicada su nueva forma de vida. Esto le sucedió a “Miguelito”, quien hasta la
fecha sigue vistiéndose de esa manera y expresándose igual. En conclusión estos
jóvenes no son aceptados en los Estados Unidos ni en nuestro país, ocasionando
con estos que continúen con sus malos hábitos, tales como el uso de drogas, el
robo, el asalto y todo lo tocante a pandillerismo.

Aunque no se tienen cifras precisas sobre cuántos menores michoacanos


han sido expulsados del territorio estadounidense, se estiman 10 mil deportados

106
en lo que va del año 2008 (La Jornada Michoacán, 07/08/08). El hecho es que
esto ha generado ya una presencia masiva de muchachos deportados en territorio
fronterizo, pues una vez expulsados “se niegan a regresar al estado, y
generalmente, permanecen ahí”. Al no querer retornar a sus lugares de origen,
Estos jóvenes el problema, es usual que sean objeto de abusos de diverso tipo, y
que incluso sean monopolizados por las redes de prostitución y pornografía
infantil. En el país del norte, suele suceder que los menores infractores paguen
condenas por muchos años, desde cuatro años como mínimo. Posteriormente son
deportados a México, en donde continúan dedicándose a actos ilícitos, pues ya no
pueden conseguir tan fácilmente el dinero como se obtiene en aquel país. Esto ha
generado que haya cárceles llenas de adolescentes en la frontera del lado
norteamericano. Al estar las cárceles congestionadas, se les envía a México para
que concluyan su condena aquí.

La primera vez que fui detenido por la patrulla fronteriza, nos llevaron a una
estación de migración51 y me percaté que en ese lugar estaban varios
indocumentados, tanto mexicanos como centroamericanos. Entre ellos estaba un
niño que fue atrapado cuando trataba de cruzar junto a sus padres hacia el otro
lado. Lo tenían encadenado a una de las literas y estaba en espera de ser
trasladado para México. Le pregunté al niño por sus padres y dijo que no sabía,
que en ese momento todos sus acompañantes corrieron y que él se perdió en la
oscuridad. Por su parte, otros adolescentes que permanecían en ese lugar nos
platicaban que varios de ellos fueron objeto de burlas por parte de los agentes de
migración.

Con frecuencia los niños no tienen acceso a apoyo legal y no conocen sus
derechos, además de que se les priva del contacto con su consulado. En el caso
de los niños centroamericanos, en ocasiones son detenidos durante días. En el
proceso de deportación, las circunstancias suelen ser muy delicadas para los
menores. Muchas veces son abandonados del otro lado de la frontera, en medio
de la noche y en sitios que no constituyen lugares oficiales de entrada. Con
periodicidad se ejecutan las deportaciones sin pensar si el niño estará quedará en
un ambiente que ponga su vida en riesgo.

Se debería reconsiderar por parte de las autoridades migratorias que estos


menores indocumentados no deberían ser repatriados. La mayoría de las veces
viajan de manera indocumentada por la simple razón de que sus padres ya se
encuentran en territorio de la Unión Americana, pero sus padres no quieren
esperar años para reunirse con ellos. Hacen convenios para que crucen la franja
fronteriza con un ‘coyote’ y ahí los arrestan. La solución tendría que ser una
política humanitaria para reunir a las familias.

Por otro lado, cabe señalar que los padres que logran la residencia pueden
darles papeles a sus hijos que están de manera ilegal en aquel país. Si estos se
encuentran allá, no hay ningún problema. Sin embargo, muchos se arriesgan a
llevarlos y son atrapados por migración. De esa manera es muy difícil que les den
51
Por cierto, son muy bonitas las cárceles en aquel país.

107
papeles por haberlos engañado, e inclusive ellos se arriesgan a perder sus
papeles (cabe señalar, que los padres por lo general, son los que emigran primero
y logran obtener la residencia, cometen en la mayoría de las veces regresar por
sus hijos, en vez de hacer los trámites correspondientes y al ser detenidos es
cuando pierden todo). Anteriormente, cuando nacía el hijo de un indocumentado
en el vecino país del norte, automáticamente les concedían los documentos de
residencia. En la actualidad, esto ha cambiado, ya que sólo los conceden a los
hijos nacidos allá. Y si los padres intentan arreglar esta situación migratoria, son
deportados de inmediato con el argumento de que el que nace en territorio
norteamericano es el que tiene derecho a permanecer en ese país. En tales
circunstancias, si tienen suerte, pueden regresar con sus hijos, pero si no, los hijos
se quedan en los Estados Unidos bajo el cuidado de personas que en la mayoría
de los casos no son sus parientes, y es cuando la familia queda dividida. Logran
ver a sus hijos sólo después de años de haberlos dejado en aquel país. A este
respecto puedo mencionar el ejemplo de Miguel, el amigo del que hablado
anteriormente, pues su hija nació en Estados Unidos y, al mes de nacida, el
departamento de migración envió su acta de nacimiento y su seguro social. En la
actualidad, la niña vive en Xalapa, Veracruz, y puede ingresar el día y hora que
quiera a aquel país, pero no puede darles a sus padres los documentos
reglamentarios para que puedan radicar en la Unión Americana.

Todas las ocasiones en que crucé la frontera de manera ilegal, nos


acompañaron siempre menores de edad, quienes por lo regular iban solos para
reunirse con sus padres. Cabe señalar que la mayoría de estos niños quieren
llegar para reunirse con sus familias, pero otros lo hacen en busca de trabajo para
salir de la pobreza en la que se encuentran. Muchos de estos jóvenes se van con
un primo mayor o con un amigo del pueblo que les arregla todo para quedarse en
una casa y trabajar en los campos de cultivo. La primera vez que crucé la frontera
fue por Agua Prieta, Sonora. Estuve en una casa albergue en donde nos daban la
habitación y comida relativamente accesibles. En ese lugar estaban más de diez
adolescentes que iban a cruzar y todos iban solos porque iban a reunirse con sus
padres o eran adolescentes en busca de trabajo o de aventura. Eran de diferentes
estados de la República Mexicana. La mayoría de ellos tenían varios días de estar
en esa casa-albergue. Sin embargo, hay otros que tardan semanas porque me
explicaban que casi todos son menores de edad y no se les permite abandonar
solos el albergue. Así que tiene que venir un familiar por ellos y traer el acta de
nacimiento o una identificación, pero con una buena “mordida” les permiten ir
hacia su destino.
La segunda ocasión que crucé la frontera fue por Reynosa, Tamaulipas.
Iban con nosotros varios jóvenes sin sus padres, quienes pagaron a los coyotes
para que cruzaran a sus hijos. En esa ocasión nos detuvo la patrulla fronteriza y
los “coyotes” abandonaron a los niños. Lo que nunca supe fue si los volvieron a
cruzar o si de plano los padres, que pagaron grandes cantidades porque pasaran
a sus hijos, perdieron su dinero.
Otra forma de pasarlos es por la línea o garita. Para cruzar por ahí se
contrata a los famosos traficantes, quienes después de darles antihistamínicos
pasan a los niños dormidos con documentos falsos. Cuando las autoridades

108
estadounidenses ven algo irregular, detienen a los menores y luego de
interrogarlos detectan que no son sus padres quienes intentan pasarlos.
Posteriormente los devuelven al lado mexicano. Al hijo de mi amigo Miguel pasó
con una señora residente de aquel país con documentos que correspondían a uno
de sus hijos, cobrando cuatro mil dólares. La gran mayoría de estos niños están
sometidos a un alto grado de inseguridad porque pueden ser maltratados
sexualmente o caer en redes de prostitución infantil.

En la época en la que yo crucé varias veces la frontera, me platicaron


historias sobre estos niños migrantes y otras las viví, porque vi cómo la Border
Patrol deporta a menores por lugares distintos a los que expulsa a sus padres, no
importando si es muy noche o de madrugada para que no se puedan encontrar y
no intenten cruzar de nuevo y, sobre todo, que los organismos que defienden los
derechos humanos y nuestro gobierno no se enteren.

La primera vez que crucé fue en un mes de diciembre, que es cuando se da


un incremento de niños y adolescentes que viajan solos porque piensan que
durante las fiestas navideñas no va a haber personal de migración para vigilar la
frontera. Pero es un error, pues es cuando más oficiales de estas corporaciones se
encuentran vigilando la frontera. Es preocupante que muchos niños sean puestos
por sus familiares en manos de los polleros para realizar el cruce tan peligroso. En
los albergues es muy peligroso permanecer por espacio de varios días, puesto
que los policías piden documentos. Quien no los tenga es detenido, extorsionado y
puede ser llevado a lavar sus patrullas de manera obligatoria. Los que más
padecen de estos abusos policíacos son los indocumentados centroamericanos y,
sobre todo, los niños que no van acompañados de sus padres.

La mayoría de las personas que han sido deportadas y que se quedan sin
recursos y sin papeles, salen a las calles y se meten a los comercios a pedir
dinero para costear los pasajes a sus lugares de origen. Lo poco que juntan, lo
usan para comer y duermen en los parques. Hasta que logran juntar el dinero
suficiente, se trasladan a sus lugares de origen. Cabe mencionar que algunos de
los albergues que se encuentran en el norte de nuestro país llegan a pagar los
boletos de regreso de quienes intentaron cruzar la frontera y no lo lograron. De
momento les dan dónde dormir y qué comer, pero sólo les pagan los gastos
cuando presentan ante el albergue el documento que les da la Border Patrol. A
quienes no cuenten con los papeles, se les ayuda sólo con 50 por ciento del
pasaje.

Debemos señalar que las leyes migratorias norteamericanas no sólo dañan


los derechos de los trabajadores mexicanos o de otros países, sino que afectan a
los productores agrícolas, industriales, al comercio organizado, a los restaurantes
y hoteles que son propiedad de ciudadanos norteamericanos, donde laboran miles
de mexicanos. Esas leyes van en contra de la libertad de trabajar que supone el
capitalismo de libre competencia. Estas leyes tienen un carácter anti inmigrante,
que deja ver la discriminación de los que gobiernan, su total torpeza y ausencia de

109
los derechos civiles, la carencia de derecho al trabajo y a una vida digna (tanto
para los mismos norteamericanos como para los mexicanos) y muestra,
indiscutiblemente, las contradicciones de un capitalismo falsamente globalizador.
Estas leyes anti inmigrantes son verdaderamente terribles, ya que siembran en lo
profundo de nuestro pueblo la disgregación social, pues no sólo censuran al padre
de familia, lo mandan a la cárcel y lo deportan por no tener los documentos
necesarios para poder obtener mejores condiciones de vida, sino también manda
a la calle a la madre y a sus hijos -que en muchos casos son norteamericanos por
nacimiento-, y les arranca el derecho a la salvaguardia social.

EL PANDILLERISMO EN LOS INDOCUMENTADOS


MEXICANOS Y CENTROAMERICANOS

Podríamos considerar a las pandillas como un conjunto de compañeros, por


lo general jóvenes, que se adhieren para constituir una agrupación constituida por
un grupo étnico dominante con una autoridad territorial para controlar a otros por
medio de la intimidación física. Habitualmente en todas las bandas seleccionan un
dirigente para que los personifique. Asimismo, se le da un mote a la pandilla para
que pueda ser diferenciada de otras pandillas. También suele acontecer que entre
los miembros utilicen ropa con un distintivo especial para que les dé un sentido de
identidad entre ellos.

Entre los impactos negativos y notorios de la migración, está la creación de


pandillas y la influencia de sus usos y costumbres. Generalmente, la formación de
pandillas en los Estados Unidos obedece a mecanismos de defensa ante el
racismo o la agregación de los residentes ciudadanos contra los recién llegados;
también, a motivos de afirmación nacional y étnica.

El pandillerismo se transmite por los jóvenes que emigran, o bien por las
hijas e hijos de progenitores inmigrantes. Dentro de estas pandillas existen
jóvenes que viven en precarias condiciones de vida y que no tienen muchas
posibilidades de educación, ya que existen sistemas educacionales que los
reprimen y los segregan de la sociedad. Los jóvenes que forman estas pandillas
son, por lo general, jóvenes que buscan refugio, aceptación, identificación y
protección en un lugar en donde sobresale y sobrevive el más fuerte. Estos
jóvenes suelen pelear por espacios que les servirán para el control de drogas y
armas. Las pandillas presentan un predominio dentro de los suburbios de las
ciudades. El hecho de no tener disponibilidad a una buena educación y calidad de
vida, las lleva a efectuar actos en contra de lo reglamentario. La represión policial
no es el procedimiento adecuado para exterminar estas terribles realidades
sociales, de las cuales depende, en buena medida, la existencia de las pandillas.

Por ejemplo, varios políticos han aplicado medidas violentas en contra de


los que conforman estas pandillas, puesto que en Estados Unidos un pandillero es
calificado de terrorista. A un mexicano indocumentado se le mira de igual forma.

110
Algunas de estas medidas son la extorsión, la tortura y otras formas de represión.
Sin embargo, esta no es la solución para eliminar a estas pandillas, ya que estas
se forman por causas socioeconómicas y políticas, donde la evasión de
responsabilidades de las instituciones refleja la dolorosa realidad que viven los
integrantes de estos grupos. En los contextos en los que viven los inmigrantes, el
racismo y la discriminación cultural llevan a estos jóvenes a cometer actos que los
terminan poniendo en alguna de las correccionales norteamericanas. Si existiera
una equitativa distribución de la riqueza, no tendríamos que convivir con esta triste
realidad social. Aunque algunos no lo quieran ver, nos señala a todos.

El comportamiento de estos pandilleros y los incidentes relacionados tal


comportamiento son problemas que afectan tanto al centro de la ciudad como a
los suburbios o las ciudades pequeñas de los Estados Unidos. Las pandillas han
dejado de ser un problema exclusivo del centro de las ciudades. El incremento de
las pandillas puede ser atribuido al ambiente físico, mental, social y familiar que
rodea a los niños. Las siguientes situaciones pueden ser incluidas dentro de las
razones por las cuales se originan las pandillas.

Durante mi estancia en los Estados Unidos me percaté de que la mayoría


de las familias mexicanas indocumentadas son gente de muy escasos recursos
económicos y no se diga de su nivel de instrucción escolar, pues ni siquiera
cuentan con la primaria. Por esa razón, dentro del núcleo de estas familias el
crecer dentro de una familia cuyos integrantes (al menos algunos) forman parte de
una pandilla, es una razón significativa para que estos niños perciban como algo
normal su pertenencia a una pandilla.

La influencia de los padres en el seno de la familia pude ser pernicioso o


indiferente. La simple iniquidad y negligencia en la familia pueden llevar a los
jóvenes a buscar protección y cuidado fuera del hogar. La gran mayoría de estos
jóvenes, cuando llegan a la Unión Americana, lo hacen apenas siendo unos niños,
quienes por lo general pasan muchas horas solos, debido a que los padres tienen
que trabajar todo el día para sufragar los gastos del hogar. Los jóvenes se reúnen
con otros que viven en la calle y son los que los inician en estos grupos. Cabe
señalar que la gran mayoría de padres no imponen normas, reglas o límites
adecuados a sus hijos para que no incurran en faltas graves, puesto que no saben
cómo guiar a sus hijos. Si a esto le agregamos que los padres tienen arraigados
malos hábitos de sus comunidades de origen, tales como beber alcohol de manera
desmedida o el uso de sustancias prohibidas como cocaína o marihuana, tenemos
como resultado que los hijos tarde o temprano, seguirán el mismo ejemplo de sus
padres.

Al no contar con una identidad vista o proporcionada por los padres, éstos
jóvenes buscan situaciones en las que creen que pueden tener éxito y encuentran
en el asalto, las drogas o en cualquier acto ilícito lo adecuado para el desarrollo de
sus vidas, sin reflexionar si sus acciones son correctas o incorrectas. Suele
suceder que los jóvenes se integran a estos círculos viciosos por la falta de
autoestima y la pérdida de control sobre sus propias vidas y algo que es muy

111
importante en cualquier adolescente: la falta de habilidad para neutralizar la
presión de los amigos. Para estos jóvenes, los amigos vienen a ser su centro de
atención y de acción. De tal manera que ser aceptados por el grupo que
conforman es muy importante para un individuo y muchas veces sustituye a la
figura paterna.

He podido percibir que hay otros factores que afectan el punto de vista de
los jóvenes respecto a su autoestima, como son el aprendizaje y algunas
carencias para desplegar ciertos comportamientos. Muchas veces los problemas
de aprendizaje y comportamiento resultan en bajas calificaciones y disminuyen su
autoestima. También he observado que el ambiente social en el que se
desenvuelven es fundamental para que los jóvenes se involucren en pandillas,
especialmente si no cuentan con el apoyo de sus familias. El estilo de vida de los
miembros de las pandillas,52 la necesidad de dinero y la manera fácil de obtenerlo
es una de las causas por las que se integran a estos grupos, pues se les hace fácil
robar para no tener que trabajar y piensan que mediante su permanencia en la
pandilla obtendrán un estatus o posición social, ya que dentro del grupo podrán
tener los contactos adecuados para ese fin.

Una combinación de esos y otros factores, puede ser la causa de la


transformación de los jóvenes de ciertas clases sociales en pandilleros. Pero es
importante señalar de manera específica que las pandillas se originan debido a los
vacíos que existen en la vida de un individuo y que no pueden ser llenados por la
familia. Estos vacíos se deben a la destrucción del ambiente familiar, social e
individual. Las pandillas tienden a formarse en barrios muy pobres –como en los
casos de México y de los Estados Unidos-, viven en una misma zona territorial y
sobresalen más que otros. Por consiguiente, la mayoría de los jóvenes que
integran estas pandillas tienen un nivel muy bajo de instrucción escolar o han
dejado sus estudios debido a que sus padres no los pueden apoyar, o bien, debido
a su conducta belicosa fueron expulsados de las escuelas donde estudiaron. Por
lo general, los adolescentes que se integran a las pandillas tienen vínculos con la
venta de drogas y la delincuencia. Por ejemplo, en México las zonas más
marginadas de nuestro país, casi no reciben apoyo de las distintas corporaciones
policíacas y en su mayoría están coludidas con estas pandillas, no así en la Unión
Americana, en donde incluso son deportados hacia sus países de origen.

Como mencioné, la desintegración familiar es una de las causas por las cuales los
jóvenes se suman a estas pandillas,53 tanto en los Estados Unidos como en
México.

52
Aquí me refiero, básicamente, a la indumentaria que acostumbran usar, el tatuaje, el tipo de
música con el que se identifican, las formas de saludo que tienen, pero sobre todo a la hermandad
que los une y de la cual ya no pueden salir.
53
Actualmente laboro en el Centro de Rehabilitación para Adolescentes, ubicado en la comunidad
de Palma Sola, Veracruz. Todos los jóvenes recluidos en dicho centro y que fueron integrantes de
una pandilla, tienen en común la separación de sus padres.

112
Estando en aquel país cuando tuve la oportunidad de convivir con “cholos”
(pandilleros) me comentaban que en cuando vivían con sus padres eran
golpeados física, emocional, verbal, e inclusive sexualmente. Y esto no sólo
sucede a los jóvenes, sino que a la madre le sucede lo mismo. 54 Estos jóvenes
han tenido poca comunicación con sus padres, quienes por lo general son
alcohólicos. La existencia de inestabilidad emocional entre los padres ha generado
que sus vástagos no deseen convivir con ellos y pasen más tiempo en la calle y
con malas amistades. Por tal razón, la mayoría de los jóvenes, al integrarse a
estas pandillas, buscan el reemplazo de la familia que nunca tuvieron,
encontrando en el líder la representación paternal.

Cuando viví en Dalton, Georgia, compartí el departamento con varios


mexicanos, un guatemalteco y un salvadoreño de nombre Salvador, a quien le
decíamos “Chava”. Él había estado por varios años trabajando en diferentes
estados de la Unión Americana. Cuando ingresó con permiso llegó a los Ángeles,
California, donde fue integrante de una de estas pandillas. De acuerdo con el
relato de Salvador, todo mundo piensa que estas pandillas son originarias de su
país, pero eso no es cierto, sino que nacen en los Estados Unidos. En su país, al
igual que otros de Centroamérica, no existían ese tipo de pandillas. Al terminar la
guerra civil en El Salvador empezaron a expulsar a este tipo a los integrantes de
las pandillas que ya se habían formado en los Estados Unidos. En su país –según
Chava- no nace la “Mara Salvatrucha”, sino que proviene de los Ángeles,
California, de una calle con el número 18 y de ahí se derivan estos nombres.

Cuando Salvador llegó a esta pandilla, a los pocos días le instigaron a


experimentar con marihuana. Al probar esta droga por primera vez, la reacción
que tuvo fue extraña. Al paso del tiempo ya era un adicto. Esto significó un
desastre para él y su familia. El problema era cuando se le terminaba la droga,
pues comenzaba, junto con los demás pandilleros, a pedir sin importar a quién.
Cuando alguien se negaba a dar dinero o droga era golpeado por el grupo sin
piedad. En poco tiempo se adhirió a esa pandilla. Después él mismo les propuso
salir a robar para conseguir dinero. En primera instancia comenzaron a robarles a
personas del barrio donde vivían. Sin embargo, este dinero no era suficiente para
el consumo de la droga que utilizaban. Entonces decidieron que era mejor asaltar
joyerías e incluso llegaron a asaltar autobuses de pasajeros.

Según Salvador, se trataba de una pandilla fuerte pero, sobre todo, grande
y con gente armada. Cuando estaban narcotizados, en lugar de darles miedo todo
lo que hacían, los hacía sentirse bien. Con el tiempo la marihuana ya no le
satisfacía y empezó a incursionar al consumo de crack y con eso gozaba más.
Posteriormente esta droga no le hacía el efecto suficiente y comenzó a inyectarse
heroína. Su reacción le encantó porque se sentía dueño del mundo y aprendió a
inyectarse la droga. Un día estaba muy drogado y llegaron al barrio varios
muchachos de otra banda y comenzaron a discutir. Él sacó una pistola y le disparó
54
En el Centro de Rehabilitación para Adolescentes –que ya mencioné- sucede lo mismo con los
jóvenes y, caso curioso, los que han cometido un homicidio han sido golpeados y abandonados por
los cónyuges y son los que por lo general han permanecido en alguna pandilla.

113
hiriendo a un integrante del otro grupo. Al saber que la otra pandilla comenzó a
buscarlo, le dio mucho miedo y decidió irse por un tiempo a su país. Después
regresó, pero a otro estado.

Este compañero tenía varios tatuajes en el cuerpo y me explicaba que entre


los miembros de las pandillas, todos tienen que tatuarse y adorar a la santísima
muerte. Los tatuajes son un distintivo de estos grupos.

En los Estados Unidos se puede tener tatuado todo el cuerpo, usar el pelo
demasiado largo o parecer pordiosero y no se tiene ningún problema para
encontrar trabajo. En cambio, en México, para mucha gente, el tatuaje es sinónimo
de haber estado en la cárcel o en el ejército y es mal visto por la sociedad. Así que
difícilmente se puede encontrar trabajo con esa apariencia.

A los pandilleros les gusta dibujarse en sus cuerpos las letras o números
que identifican a sus pandillas, se tatúan calaveras, los nombres de sus novias o
novios y no falta quienes se decidan por sofisticados diseños de animales. Muchos
de estos jóvenes se tatúan con personas que no son expertas y la falta de técnica
hace que a la hora de intentar quietárselo, sea muy difícil.

En una ocasión acompañé a este amigo al centro de Atlanta para quitarse


uno de los tatuajes que tenía en la cara y le cobraron 500 dólares. Lo más curioso
es que quitarse un tatuaje pequeño cuesta hasta 1000 dólares. Lo ideal es que no
se hagan ningún tipo de tatuaje porque, habitualmente, cuando salen de estas
pandillas, acaban arrepintiéndose de haberlo hecho.

LA DIFERENCIA ENTRE INMIGRANTES MEXICANOS Y CUBANOS

Los migrantes mexicanos y centroamericanos siempre han sido y serán mal vistos
por las leyes de migración de los Estados de Unidos, no por los “americanos”,
como ellos se autodenominan. Es cierto que esta nación tiene sus reglas o leyes
como cualquier otro país del mundo, pero también es cierto es un país donde se
pueden hacer realidad las múltiples ilusiones de aquellos que no cuentan con
nada en sus países de origen, si se saben aprovechar las coyunturas que ahí se
ofrecen.

En la actualidad la ley antiemigrante, nos ve como a unos delincuentes, y


todo por no contar con la famosa Green Card, que es el documento para
comprobar ante las leyes de migración que el estatus legal del migrante en aquel
país. De no tenerla, el inmigrante es hostigado, acosado e incluso deportado hacia
el país de origen. A los “gringos” no les importa que se haya trabajado de sol a sol
y la mayoría de las veces en condiciones infrahumanas y que se paguen las
famosas taxes (impuestos). Tampoco les interesa que nos paguen un salario
mísero, porque para ellos siempre seremos mano de obra barata, ni que los
propios “americanos” y afro-americanos no quieren realizar los trabajos que los

114
mexicanos hacen. Menos les importa que los inmigrantes mexicanos y
centroamericanos carezcan de educación y servicio médico para sus familias, aun
cuando se pavonean ante el mundo diciendo que es el país de los derechos
humanos. Sabemos que la ley no está a nuestro favor, puesto que nos rechazan,
nos persiguen y nos prohíben conducir un automóvil para trasladarnos a nuestros
trabajos. Eso sí, hay un grupo de inmigrantes que todos conocemos y que en
verdad es muy afortunado.55 Este venturoso grupo son los cubanos, pues tal
parece que las leyes migratorias fueron hechas para ellos porque les da
preferencia sobre otros latinos. Pareciera que nacieron en ese país, pues cuentan
con la fortuna de ser aceptados de manera legal, y tan solo por el simple hecho de
tocar suelo norteamericano, bajarse de una simple balsa, de un avión o pasar por
la frontera y hablar, ya saben que son cubanos y les dicen: “¡pásale!”, abriéndole
las puertas del triunfo.

Los cubanos inmigrantes, como es sabido, por lo general se tienen que


enfrentar al peligroso mar del Golfo de México, mientras que los indocumentados
mexicanos y centroamericanos tenemos que sufrir la severidad de un desierto
mortal. Bien es cierto que ellos en Cuba padecen hambre y carecen de la libertad
de expresión que nosotros “tenemos”, pero también los mexicanos tenemos
necesidad de trabajar para no padecer hambre. Al igual que ellos, nosotros vamos
por el famoso sueño americano, pero a diferencia de los mexicanos
indocumentados, los cubanos sí pueden manejar un automóvil y gracias a que
pueden pedir asilo político se han vuelto intocables.

La mayoría de los mexicanos trabajamos jornadas de hasta dieciséis horas


diarias bajo la dureza del frío o del calor extremos, ocultándonos de las brutales
redadas realizadas por migración, como si fuéramos unos criminales que al ser
atrapados nos privan junto a nuestras familias de tener una vida mejor.
Trabajamos por un salario raquítico y sin poder expresar enojo por esa
arbitrariedad, porque de no ser así corremos el riesgo de ser deportados. Como a
los cubanos, nos costó tiempo, dinero, sufrimiento y a veces la vida para poder
cruzar la frontera. Sin embargo, los cubanos tienen su Green Card de residencia,
la tarjeta que les da derecho al seguro social, no están a expuestos a las
humillaciones y siempre cuentan con la opción de marcharse de un trabajo a otro.
Mientras que, por su parte, los mexicanos se ven en la necesidad de conformarse
con el empleo que tienen en ese momento.

Las personas que emigran de otras naciones son humilladas y maltratadas,


mientras que a los cubanos los reciben con un apretón de manos y un saludo.
Cuando se encuentran en la jornada de trabajo, los cubanos siempre se quejan
del calor, de la rudeza del trabajo y siempre están a disgusto con lo que tienen.
Para ellos el pago es de 5.75 dólares mientras que el mexicano no sólo se
conforma con ese pago, sino que muchas veces tiene la imperiosa necesidad de
conseguir un empleo extra. Tiempo después de haber llegado, los inmigrantes

55
Y no hablo por envidia, sino porque lo pude constatar cuando estuve en los Estados Unidos,
aunque también tengo entendido que se da este fenómeno en Canadá.

115
cubanos empiezan a mandar dinero a sus familias, dinero de la ayuda que les da
el gobierno de los Estados Unidos, ayuda que los mexicanos no tienen.

Con el tiempo, la mayoría de los cubanos logran la tan anhelada residencia,


cosa a la cual los mexicanos jamás podrán aspirar, a menos que se case con una
ciudadana estadounidense o se saque la lotería. Los mexicanos no pueden
regresar a su país por no tener papeles para salir y entrar aquella nación. Lo
hacen cuando ya han pasado muchos años, ya que primero tienen que juntar un
buen capital para ver a su familia y después volver a pasar las mismas peripecias
para regresar. En tanto que el cubano, prácticamente, en cuanto obtiene su
residencia lo primero que hace es ir a su país y regresar en avión como si no
pasara nada.

A los gringos no les importan los indocumentados mexicanos, no les


interesa si uno se muere trabajando en el campo o en una fábrica, y aún así
somos criminales que violamos sus leyes. Existen infinidad de mexicanos que
nacieron en los Estados Unidos. Sin embargo, eso no sirve de nada, porque los
detienen, los separan de los hijos que han nacido allá y los deportan sin
importarles el daño psicológico que les producirán a las familias. Por cualquier
delito, por menor que sea, les dan un sin fin de años, o lo que es peor, la pena de
muerte. Mientras que los verdaderos criminales son aquellos maniáticos
norteamericanos que se pasean por las calles de ese país y que por cierto no son
indocumentados, sino locos norteamericanos, drogadictos, indigentes, sin oficio ni
beneficio para la sociedad. En cambio, los cubanos, llegan, regresan a su país
natal, vuelven entrar y prosiguen violando las leyes norteamericanas (violan estas
leyes en el sentido de que entran sin papeles, obtienen papeles falsos para
trabajar y hacen lo mismo que los indocumentados mexicanos y centroamericanos
para sobrevivir en aquella nación).

EL REGRESO A CASA

La última ciudad en la que estuve trabajando en los Estados Unidos de


Norteamérica fue en la ciudad de Atlanta, Georgia, lugar en el que laboré por
espacio de dos años en una compañía de nombre Global Service Textile. Ahí
utilicé el nombre de José García, una persona que nació en el estado de Texas,
aunque nunca supe a ciencia cierta la ciudad en la que nació, sólo que era de
padres mexicanos. En esa compañía yo trabajaba de doce a quince horas diarias.
Recuerdo que una mañana, cuando llegué a laborar, me mandaron me llamaron
para que acudiera a las oficinas centrales de la empresa y me dijeron que durante
ese año había ganado demasiado dinero, que no había declarado nada al fisco
norteamericano y que a la persona propietaria del seguro le estaban cobrando los
impuestos correspondientes. Además, me dijeron que había puesto una demanda
en contra de la persona que estaba utilizando ese seguro. Ahí fue cuando se
dieron cuenta de que trabajaba de manera ilegal. Aun así, el dueño de la
compañía me dijo que consiguiera otro seguro para poder seguir trabajando, pero
que la investigación seguía y que tarde o temprano el gobierno de ese país daría
conmigo y que tendría que pagar con la cárcel. En ese momento le dije que sólo

116
trabajaría el resto de esa semana y renunciaría, respuesta con la cual él estuvo de
acuerdo.

Cuando se terminó esa semana, cobré una cuarta parte de mi cheque, ya


que las otras tres cuartas partes me las descontó el gobierno por lo que debía y
así sería hasta liquidar la deuda. Al siguiente día, compré un boleto de autobús de
Dalton, Georgia, hacia el puerto de Veracruz en 300 dólares. Al día siguiente salí a
las doce del día y viajé tres noches con dos días hasta que llegué a mi destino
final.

Viajé con mucho miedo pensando en la posibilidad de que me detuvieran,


pero jamás tuve ningún problema estando dentro de los Estados Unidos. El
problema se dio cuando llegué a la garita de Reynosa, Tamaulipas, porque nos
hicieron bajar a todos del autobús en que viajábamos, nos inventaron una infinidad
de pretextos para sacarnos dinero, y como me opuse a esto, sustrajeron todas las
cosas que venían en mis maletas, las revolvieron y me dijeron que con mi
credencial de elector no podía pasar para México. Pero yo había bajado de
Internet la información sobre las diferentes formas en las que podía identificarme
para poder ingresar a mi país, qué cosas podía llevar y las cantidades en especie
y dinero que tenía derecho a pasar. Aun así, dijeron que esa credencial de elector
que les presenté era falsa y que me deportarían a Centroamérica, pues les
perecía guatemalteco. Acto seguido, me pidieron que les cantara el himno
nacional mexicano y les contesté que no les cantaría “ni una chingada”, ya que no
era Luís Miguel para estarles cantando las estupideces que ellos quisieran.
Agregué que tenía derecho a entablar conversación con mi consulado, que los iba
reportar con las autoridades correspondientes en cuanto llegara a Veracruz y que
quería hablar en ese momento con los medios de comunicación y con Derechos
Humanos. Cuando mencioné “derechos humanos”, su hostilidad se vino abajo
inmediatamente y no les quedó más que dejarme pasar. Sin embargo, a todos los
que eran humildes y de aspecto campesino, les quitaron desde cuarenta hasta
sesenta dólares y a mí me habían roto todas mis cosas, además de que otras no
aparecieron.56

Cuando decidí regresar a mi país comencé a enfrentarme a una serie de


conflictos. Esto no significa que todo haya sido negativo, sino que hice un recuento
de las ventajas y desventajas que enfrentaría a mi regreso. Entre las ventajas que
puede constatar fue el tiempo que estuve en contacto con otra cultura, otras
formas de vida y, al mismo tiempo, tuve la oportunidad de aprender nuevas
actividades, adquirí un poco el conocimiento de otra lengua, entre otras cosas. Sin
embargo, cuando estas ventajas no se manejan adecuadamente pueden ser
contraproducentes.
56
Cuando se es detenido por las autoridades migratorias de los Estados Unidos, los agentes
escriben en un formato todo lo que le decomisan a uno, lo leen en voz alta y posteriormente se
firma el formato. Cuando queda en libertad esa persona se le regresa completamente todo, esto se
debe a la preparación que tienen, al sueldo que devengan y, sobre todo, que si cometen un acto de
esta naturaleza y se les comprueba pierden su empleo y pueden ir a la cárcel. Si alguien llega a
interponer una demanda y gana, la suma de dinero que recibe es millonaria.

117
La mayoría de los indocumentados, retorna a su país de origen cuando
tiene mejores oportunidades de trabajo e incluso la posibilidad de establecer su
propio negocio. Esto último se torna posible cuando los migrantes han logrado
hacer un ahorro tal que permita poder iniciarlo. Todos aquellos que tuvieron la
fortuna de desenvolverse en alguna actividad de tipo profesional, e incluso
pudieron estudiar en aquel país, podrán tener la ilusión de que al establecerse de
nuevo en México tendrán mayores y mejores posibilidades de encontrar un buen
trabajo y con mejores salarios. Los mexicanos que han trabajado en los Estados
Unidos tienen la gran ventaja de conocer los dos sistemas y están motivados a
poner en práctica una serie de ideas para poder mejorar y tener un mejor futuro al
lado de sus familias. No obstante, lo que le ha pasado a miles de inmigrantes que
retornan a sus lugares de origen (y que también me pasó a mí) es que cuando se
enfrentan al famoso “choque cultural”, este es, sin duda, muy diferente al que
experimentan cuando llegan a la Unión Americana, pues evidentemente
encuentran diferencias con respecto a su lugar de origen. Pero cuando regresan y
ven que la casa que dejaron por varios años ha cambiado, piensan que están en
un lugar extraño, pues no está como la dejaron. Aquí es donde comienza una serie
de retos, principalmente personales, que se deben afrontar, puesto que los
migrantes se sienten fuera de contexto. En mi caso particular, a la fecha ha
pasado mucho tiempo que regresé y sigo viendo extraña mi casa y, sobre todo, no
me acostumbro al país. Los cambios que encontramos los vivimos desde fuera,
por lo que resulta frustrante no poder explicar esa sensación de abandono,
sumado a que nosotros también cambiamos mucho durante el tiempo que
estuvimos fuera de nuestro país.

A nuestro regreso, todos estos cambios pudieran tener desventajas, ya que


debemos de reacomodarnos de nueva cuenta a un espacio para el cual no
estábamos preparados. Del mismo modo, nos enfrentamos o encontramos con
cambios económicos, ya que los sueldos en ambas naciones son totalmente
diferentes y las formas de evaluar a los empleados también son distintas. Tuve la
fortuna o la desgracia, a mi regreso, de competir con empleados que tal vez tenían
menos habilidades, pero con mayor experiencia que la mía y con un mayor tiempo
de laborar en esa empresa, por lo que el factor de antigüedad está en contra de
los que vamos llegando, puesto que “perdimos el tiempo” en los Estados Unidos
laborando por la causa de nuestras familias. Asimismo, las formas de contratación
son diferentes. Pero no se puede llegar a un lugar marcando esas diferencias
entre México y los Estados Unidos, ya que eso nos hace ver como extranjeros en
nuestra propia tierra.

Desde mi punto de vista, los que en alguna ocasión tuvimos la desgracia de


migrar, quiérase o no, hemos sufrido cambios que al principio tal vez no son muy
evidentes, pero con el tiempo nos volvemos muy desconfiados a todo lo que nos
rodea en México, ya sea con respecto al sistema de gobierno o a un sistema
laboral en donde no encuentras trabajo sin una buena “palanca”. En ese contexto,
es imposible no comparar con otro sistema donde, si tienes setenta años no
importa, siempre y cuando demuestres que sabes hacer bien las cosas.
Lamentablemente, lo reconozco, se la pasa uno constantemente criticándolo todo

118
porque después de la experiencia en los Estados Unidos todo lo vemos feo y mal
hecho, aunque con el tiempo se va superando esta etapa. Con frecuencia
hacemos referencia al por qué las cosas y sujetos deben de cambiar, que no se
puede continuar viviendo así, principalmente en cuestiones de política, de
economía y sistema educativo.

CANADÁ

La totalidad de los mexicanos que emigran hacia el vecino país del norte lo hacen
con la intención no sólo de permanecer el mayor número de años, sino hasta de
quedarse de por vida. Esto se debe a que en aquel país lo tienen todo y al
regresar, no encuentran trabajo y lo que se logra ahorrar no es lo suficiente como
para emprender algún negocio. Por lo tanto, la mayoría de estas personas deciden
quedarse a vivir en aquel país. Sin embargo, este fenómeno no sucede con la
migración hacia Canadá, ya que un gran número de mexicanos que toman la
decisión de ir a trabajar a ese país, lo hacen por medio de un programa temporal
de cooperación agrícola entre ambos países. Cabe señalar, que el campo
canadiense cuenta con mucha demanda de mano de obra, lo que resulta ser un
punto de partida de empleo para los trabajadores mexicanos y muy convenientes
para los agricultores canadienses. Sin embargo, Estados Unidos sigue siendo el
principal receptor de la mano de obra mexicana.
Por otro lado, en el caso de Canadá, se estima que la población mexicana
asciende aproximadamente a 36,500 personas. Entre las provincias con mayor
número de mexicanos se encuentran: Notario, British Columbia, Québec y Alberta.
Cabe subrayar, que la población mexicana sobresale entre el conglomerado de
inmigrantes latinoamericanos en Canadá.

Cuadro 3
Distribución de la población mexicana en Canadá por provincia
Provincia Número de mexicanos
Alberta 3,345
British Columbia 8,465
Manitoba 181
New Brunswick 165
Newfoundland y Labrador 10
Northwest Territories 15
Nova Scotia 310
Nunavut 0
Ontario 15,465
Prince Edward Island 15
Quebec 6,475
Saakatchewan 465
Yukon Territory 35
CANADÁ 36,575
Fuente: Statistics Canadá, 2003.

119
La última vez que estuve trabajando en los Estados Unidos de
Norteamérica fue en la ciudad de Atlanta, Georgia, lo hice durante dos años y
medio. Cuando regresé a mi país tuve diferentes empleos mal pagados por
espacio de nueve meses y tomé la decisión de regresar de nueva cuenta hacia el
vecino país del norte, pero un día vino a Xalapa un hermano que vive en la ciudad
de Pachuca, Hidalgo, y me comentó que el hijo de su esposa estaba trabajando en
Canadá y que era mejor irme para ese país, ya que pagaban muy bien y, sobre
todo, no le piden visa a los mexicanos para poder ingresar a ese país.
A los pocos días de haber tenido esta plática, mi hermano me habló de
Pachuca para decirme que ya había platicado con su hijastro y que no había
ningún problema para ayudarme; me dio su teléfono e inmediatamente me
comuniqué con esta persona a la ciudad de Toronto, Canadá. Michel es el nombre
de la persona que me ayudó para irme hacia ese país. Él me explicó que ganaba
quince dólares canadienses la hora (dos o tres dólares americanos menos, que el
dólar americano), y que había demasiado trabajo, que se daba el lujo de cambiar
de trabajo a la hora que él quisiera, que era un ambiente muy padre y una ciudad
hermosa (y lo es); para decirlo en pocas palabras, me bajó el cielo y las estrellas.
Michel me preguntó en qué lugares de la Unión Americana había estado
trabajando, qué era lo que sabía hacer y qué había aprendido en el vecino país del
norte. Él se sorprendió por mi respuesta y dijo que eso era genial, que gracias a
esa experiencia no tendría ningún problema para poder encontrar empleo
inmediatamente y que con toda esta práctica adquirida en distintas fábricas de los
Estados Unidos tendría las puertas abiertas del trabajo, e incluso, hizo hincapié en
que personas con esa experiencia podría llegar a ganar de 20 a 30 dólares la
hora. Volvió a decirme que por él, encantado, que no había ninguna objeción para
que me fuera lo más pronto posible para Toronto, que arreglara todos mis papeles
para poder viajar y que cuando estuviera listo le volviera a hablar para ponernos
de acuerdo.
En los siguientes días, arreglé mi pasaporte, abrí una cuenta en el banco,
solicité una tarjeta de crédito, compré el boleto de avión de ida y vuelta, ya que
esa es una de las condiciones para poder entrar, es decir, como turista; de lo
contrario, no es permitida la entrada a Canadá.
Recuerdo que salí un día antes del día del padre, en el mes de junio de
2006. Todavía vi con mis hijos el primer juego de la selección mexicana en la copa
mundial de futbol. Ese día salí a las cuatro de la madrugada hacia la ciudad de
México. El avión se retrasó, saliendo a las cuatro de la tarde para Toronto, a donde
llegué a las nueve de la noche. 57 Inmediatamente nos pasaron a migración,
entregué la documentación correspondiente, me hicieron las preguntas de rutina y
pasé. Afuera me esperaba el hijastro de mi hermano. Nos saludamos y nos
encaminamos hacia su departamento. Al siguiente día, él se fue a trabajar y me
quedé todo el día encerrado, pues aún no conocía la ciudad. Así estuve varios
días hasta que le pregunté si me ayudaría a conseguir trabajo. Me dio varios
periódicos, me dijo que me pusiera a buscar y me quedé con el ojo cuadrado.

57
Toronto es una ciudad que va una hora adelante con respecto al tiempo del centro de México,
que es el huso horario que aplica en Veracruz y en la mayor parte de los estados de la República
Mexicana.

120
Michel vivía en un departamento por el cual pagaba doce mil pesos
mensuales, aparte luz y agua (no había cable), y tenía sólo dos recámaras: una
ocupada por él y la otra por una prostituta de Colombia que vivía en ese lugar.
Vamos a suponer que alguien vive en la ciudad de México y necesita
trabajar y yo le digo que en Xalapa hay muchas oportunidades de empleo, lo invito
a que venga, y una vez instalado acá, le doy el Diario de Xalapa para que
encuentre trabajo. Eso es más ó menos lo que me sucedió. Además, los empleos
que pude leer en los periódicos eran de limpiador de pisos, ayudante de cocinero
o de barrendero en las calles por seis dólares la hora.
Con el tiempo supe que la persona con la que llegué a Toronto había tenido
problemas muy serios en Hidalgo y tuvo que migrar hacia ese país. Había
estudiado inglés y después solicitó ir a Canadá en un intercambio, argumentando
que quería mejorar su inglés. Así lo hizo por espacio de seis meses, viviendo con
una familia de haitianos, quienes a su vez mandaron a su hija con la familia de
Michel. Durante esos seis meses estudió y logró conseguir trabajo en fábricas muy
pequeñas por medio de agencias y ganaba a la semana una miseria, que apenas
le alcanzaba para pagar un cuarto con varios de sus “amigos”. Cuando estuvo
estudiando, conoció a una familia residente de Canadá e hizo amistad con José,
de origen salvadoreño y dueño de una compañía donde se fabricaban escaleras
de madera.58 En esa empresa Michel llegó a ganar hasta mil dólares a la semana,
pues llegó a dominar bien el oficio que desempeñaba.
En los Estados Unidos, cuando un inmigrante está más allá de Houston y la
policía lo ve caminar por las calles, saben perfectamente cuando es ilegal. Sucede
lo mismo en las diferentes agencias en donde contratan inmigrantes, así como en
las fábricas: saben a la perfección cuando se trata de ilegales y no se meten con
ellos, salvo que cometan algún ilícito. En ese caso, lo corren o lo detienen.
En cualquier ciudad de Canadá el inmigrante ilegal no puede trabajar.
También compras papeles “chuecos”, pero las agencias saben sobre esta
situación y por tal razón le dan a uno el trabajo que ellos quieren y le pagan
cuando quieren. En varias agencias para las que trabajé nunca me pagaron y no
se puede poner una queja como en los Estados Unidos, porque lo deportan hacia
México y la consecuencia es que la persona deportada no puede entrar a ese país
en los próximos diez años. Cuando una persona es deportada, las mismas
autoridades de migración le compran a uno el boleto de avión. Tampoco se tiene
derecho a estudiar o algún tipo de seguridad social.
El primer mes trabajé en la compañía de José, el salvadoreño, haciendo
escaleras. Me pagaba siete dólares la hora, pero dejé este trabajo porque se
aprovechó de mi estatus migratorio y no me quiso pagar una semana que había
trabajado en su compañía. Posteriormente, encontré un trabajo en donde tenía
que levantarme a las tres de la mañana para estar a las siete en punto y salía a
las seis de la tarde, llegaba al departamento de noche y tenía que bañarme y
guisarme, recorría todos los días una distancia equivalente a la que hay entre
Xalapa a Puebla. La dueña de esta agencia era una argentina. Era muy mala
persona, ya que nos pagaba a destiempo o cuando quería y lo que quería. Ahí
perdí el trabajo porque le reclamé a la dueña que no me estaba pagando lo que se

58
Todas las casas en Canadá son de madera y, por consiguiente, llevan este tipo de escaleras.

121
había acordado y me despidió. En tales circunstancias, tenía que pagar parte de
los gastos del departamento y me fui endrogando cada día con Michel. Por esa
razón tuve que lavar platos todo el día en diferentes restaurantes, la mayoría
propiedad de gente de la India. También en Canadá se encuentra gente de todas
partes del mundo, pero como en ese país se da prioridad a los hindús, pues su
país fue colonia de Inglaterra y hay un acuerdo para dar refugio a personas de la
India. Tampoco los inmigrantes ilegales pueden manejar un automóvil, como
sucede en la Unión Americana. Quien es detenido, también es despojado del
coche, es infraccionado y llevado a la corte, la cual le impone un castigo, que en el
caso de los indocumentados es la deportación.
Así permanecí varias semanas, trabajando de un lugar a otro y el dinero no
me alcanzaba. Durante mucho tiempo no mandé dinero a mi familia. Pero uno de
los restaurantes en los que estuve, conocí a un mexicano de Guadalajara, Jalisco,
el cual había pedido refugio. Me aconsejó que yo también lo hiciera y me asesoró
sobre la forma de hacerlo. Luego me llevó a las oficinas de migración y tuve que
inventar una historia para que me dieran refugio. Después de inventar una historia,
me tomaron datos de todo tipo: enfermedades, si se estuve en el ejército, delitos
cometidos, etc. Luego me decomisaron el pasaporte y me dieron una hoja de color
marrón con la cual me podría identificar ante la policía. De entrada, me dieron mil
doscientos dólares y cada mes ocho cientos dólares y vales para comprar comida.
Es obligación de todo refugiado estudiar inglés, así como ir al médico
periódicamente. En mi caso, que uso lentes, me revisaron y salí mal de la vista,
por lo que me dieron dinero para comprar unos anteojos nuevos. Después de
obtener todos estos papeles, le advierten que no se puede trabajar. Sin embargo,
la mayoría de las personas tratan de conseguir trabajo para obtener más dinero.
Después de que han pasado entre tres y seis meses, el refugiado se tiene que
presentar en la corte con un abogado para que defienda su caso, argumentando
acerca del problema que tiene en su país de origen. 59 Ya en la corte, si no logra
comprobarse el motivo de la presencia del refugiado en el país, el gobierno otorga
unos días para abandonarlo. Vale la pena añadir aquí que en los casos de
personas de México y Costa Rica, las autoridades canadienses tienen mucha
desconfianza y por lo regular no les creen, pues saben que la mayoría de las
veces inventan historias para obtener más dinero.

También cabe señalar que todo se habla y se pide en inglés. No es como en


la Unión Americana, en donde se encuentra gente de México por todas partes. Por
el contrario, en Canadá es muy raro encontrar mexicanos. Cuando se emigra
hacía Estados Unidos, se corre, se brinca, se nada y se busca un “coyote” ó
“pollero”. En cambio, cuando se emigra hacia Canadá, se viaja bien cómodamente
en avión, se va bien vestido y se gasta menos dinero. En realidad existen muchos
profesionistas en aquel país a quienes no se les reconocen sus estudios y andan
trabajando de taxistas, en la construcción o lavando platos, como yo lo hice.
Así estuve dos meses y trabajando en diferentes oficios. Con el tiempo, al
ver que mi situación económica empeoraba, decidí renunciar al refugio y regresar
a México. Tuve que hacer todos los trámites en las oficinas de migración y como
59
Antes de presentarse, se contrata al abogado para que realice los trámites correspondientes ante
las autoridades de migración.

122
tenía boleto de regreso, no fue necesario que ellos lo compraran, yo fui a
renunciar un día martes y al martes siguiente me estaba subiendo al avión de
regreso a mi país.

Durante esos ocho días me la pasé encerrado en el departamento y unos


días antes le dije a Michel que si podía pedirle a alguien de sus amigos que me
llevará al aeropuerto, ya que el avión salía a las ocho de la mañana en punto. Él
me dijo que sí, pero cuando se llegó el día de irme me dijo que no había podido
conseguir a alguien que me llevara. Así que tuve que dormir en una de las sillas
del aeropuerto. A las seis de la mañana me presenté ante migración, donde me
quitaron la hoja marrón y, junto con otros cuatro mexicanos que habían sido
deportados, me pasaron a una sala especial. Nos pusieron aparte de los que
viajaban ese día para México. Todos se nos quedaban viendo y sentí mucha
vergüenza, pero… ni modo, así es la vida de los migrantes. Unos minutos antes
de que se llegara la hora de volar, nos llevó el oficial de migración con una de las
sobrecargos y le dijo que estábamos deportados, que nos diera nuestro pasaporte
estando en la terminal aérea de nuestro país. La sobrecargo nos dio el pasaporte
cuando ingresamos a territorio nacional y con una sonrisa amble nos dijo
¡bienvenidos de nuevo a México! y nos ofreció algo de tomar. Esto nunca lo he
olvidado. Ese día llegué a Xalapa a las siete de la noche, triste, cabizbajo y
derrotado, pero siempre con el apoyo de mi familia. Lo que me quedó de esta
aventura fue el sello en mi pasaporte por parte de las autoridades de migración
con la fecha en que ingresé a Canadá.

LA ÚLTIMA VEZ

En Canadá estuve de junio hasta septiembre de 2006. Durante los meses


siguientes trabajé en lo que pude, y antes de la semana santa del 2007 me habló
un compadre que se encontraba en ese momento en Arkansas, laborando en el
campo. Le platiqué sobre mi situación y me comentó que tenía un amigo que se
dedicaba a llevar gente a la Unión Americana, pero con visa de trabajo, que se
conseguía en el consulado americano de la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Me
dio su teléfono y en seguida llamé a la ciudad de Pachuca, Hidalgo, para ponerme
en contacto con el amigo de mi compadre. Le comenté que había sido detenido y
fichado la segunda vez que intenté cruzar hacia Estados Unidos. Él contestó que
eso no tenía ninguna importancia, ya que había logrado, por medio de un abogado
de migración, arreglarles los papeles a algunos migrantes para poder ingresar de
nueva cuenta aquel país.
Esta persona me dijo que si quería irme, tenía que viajar esa misma noche
a la ciudad de México y darle los papeles que necesitaba y la cantidad de siete mil
pesos (en total eran quince mil pesos) y que si no me daban la visa de trabajo, me
devolvería el dinero. Esa misma noche me trasladé a la ciudad de México y a la
dirección que me dio. Le entregué los papeles y el dinero y me dijo que en un mes
más o menos él me estaría hablando. No obstante, la espera duro mes y medio y
un martes se comunicó conmigo para decirme que tenía que estar en la ciudad de
Monterrey el día jueves a las ocho de la mañana. Y así fue.

123
Llegué a la hora y el día pactados a un parque cerca de la embajada de los
Estados Unidos. Nos hospedamos en una casa de huéspedes donde se
encontraban niños, mujeres y hombres dedicados al trabajo del campo, quienes
estaban en espera de que los cruzara un “coyote” de manera ilegal. También se
encontraban muchos centroamericanos que iban a pasar para aquel país. Esa
estancia se llama “La Casa del Migrante” y el precio por un cuarto con agua
caliente y una comida era de 50 pesos diarios. En cambio, en un hotel se cobraba
desde 250 hasta 500 pesos por día y no había lugar.
Mi idea era conseguir la visa de trabajo y posteriormente desertar del
empleo para regresar a cualquiera de los lugares en los cuales ya había trabajado.
Al siguiente día, a las diez de la mañana, nos llevaron a una casa de Monterrey
con un abogado cubano “experto” en leyes migratorias, quien nos explicó que si
no teníamos un mal record era muy probable que se nos otorgara la visa de
trabajo.60 Después de que nos dijo cuáles eran los pros y los contras, los que
aceptamos fuimos a Banamex a pagar el derecho de visa, le dimos el
comprobante del pago al abogado y nos citó en el consulado americano al otro día
a las ocho de la mañana.
El día de la cita llegamos y nos formaron. Éramos alrededor de 500
personas los que estábamos solicitando una visa de trabajo. Sólo en ese día
(pagué por ese permiso más de mil pesos, qué negocio), fuimos pasando en
grupos de cincuenta personas, y luego, de diez en diez, pasábamos a unas
ventanillas en donde se nos pedían datos tales como: si ya habíamos estado
antes trabajando en los Estados Unidos, si habíamos cometido alguna infracción
de tránsito, si se debía dinero, o si habíamos tenido algún problema con las
autoridades de del país. Como estábamos aconsejados, a todo decíamos que no.
Cuando me tocó pasar a la ventanilla, me cuestionaron, buscaron mi
nombre en la base de datos, se me quedaron viendo y me dijeron que esperara un
momento. Pasaron quince largos minutos y me pasaron a un cuarto donde me
tomaron varias fotografías. De las quinientas personas que pasamos, fui el único
al que le hicieron eso. Después me dijeron que pasara a la siguiente fila y en ella
permanecíamos parados un buen rato hasta llegar a la ventanilla donde estaba un
oficial de migración, el cual iba interrogando a cada uno de los aspirantes. Delante
de mí estaba un señor que estuvo diez años en Nueva York trabajando en la
construcción y revisando la base de datos le dijeron todos los ilícitos que había
cometido durante su estancia y que, por lo tanto, no podía ingresar durante los
próximos 99 años.
Cuando se cruza hacia los Estados Unidos se debe de tener mucho
cuidado la forma en que se pasa para no ser atrapado para evitar el fichaje por
parte de las autoridades migratorias. De igual modo, cuando se está trabajando en
ese país se tiene que ser muy cuidadoso de no cometer ningún tipo de delito como
el no pagar la renta, conducir en estado de ebriedad, no pagar alguno de los

60
Estas visas las dan sólo por seis meses para trabajar en las diferentes granjas o campos de los
Estados Unidos. Se trabaja desde las seis de la mañana hasta que se oculta el sol. Los
trabajadores tienen derecho a las tres comidas, al servicio médico y se les respetan el resto de sus
derechos laborales, ya que el consulado mexicano está pendiente de su situación migratoria y
laboral. Es así como muchos mexicanos tienen trabajo cada año.

124
“biles”;61 tampoco es conveniente comprar un coche o placas y ponerlos a nombre
de uno. Yo había cometido dos errores: el primero, fue cuando me crucé por
segunda ocasión, pues fui detenido por migración y fichado; la segunda, cuando
estuve trabajando en Atlanta, ya que compré un coche y lo puse a mi nombre,
junto con las placas. Todo esto queda registrado en la base de datos de las
diferentes corporaciones policíacas.
Cuando tocó mi turno, el oficial de migración me dijo que le dijera la verdad,
que si en alguna ocasión había estado en su país y que si le decía la verdad me
daría la visa. Esto ya lo había hecho con otras personas y por decir la verdad no
sólo no se las dieron, sino que les dieron muchos años para no poder entrar a
trabajar. En mi caso, yo le contesté que nunca había trabajado en su país. Se rió y
no solamente me dijo que había estado trabajando en su país, sino qué coche
tenía y cuánto me había costado. También me dijo que había estado en Canadá y
que solicité refugio. Me dijo, además, que estaban investigando en qué lugares de
Atlanta había trabajado. En ese momento me dijo que durante los próximos diez
años no podría ingresar a su país y que de hacerlo tendría graves consecuencias
legales. En ese momento me proporcionó mi hoja de no ingreso hacia la Unión
Americana.62 En seguida me retiré y me dirigí hacia la calle –junto con varios de
los que querían ir a trabajar al otro lado de la frontera- en busca de la persona a la
que habíamos solicitado los servicios para obtener la visa de trabajo. Al llegar, le
platicamos lo que había sucedido y nos contestó que no nos podía regresar todo
el dinero porque se le había quedado una parte al abogado por los servicios que
había realizado ante el consulado americano. Después nos dirigimos con el
abogado, ya que este nos había dicho que a las personas que no les dieran la visa
les regresaría su dinero. Mencionamos lo que había dicho la otra persona y
contestó que él no tenía el dinero, que se lo había quedado la otra persona. El
señor a quien le dieron 99 años de no ingreso hacia el vecino país del norte, nos
comentó que la persona que no nos quería devolver el dinero ya había estado
detenido por la misma causa, permaneciendo en la cárcel durante cinco años.
Fuimos a ver de nueva cuenta a quien le habíamos pagado y le dijimos que si no
se regresaba el dinero, lo acusaríamos ante las autoridades correspondientes. Fue
cuando accedió a devolvernos el dinero.
Esa misma noche tomé el transporte de regreso. Viajé doce horas a México
y cinco más hacia la ciudad de Xalapa.
Posteriormente, estuve todo un año sin encontrar trabajo. Hoy trabajo en el
Centro de Internamiento de Palma Sola, municipio de Alto Lucero, Veracruz.

61
El mexicano le llama así al pago de los servicios de una casa o departamento, luz, cable, agua,
renta y otros.
62
Esta hoja de no ingreso, aún la conservo. En ella aparece toda esta información.

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Fuentes consultadas

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Conapo, Migración México-Estados Unidos: temas de salud octubre de 2005.


Datos originales de estimaciones de la UCLA. Center for Health Policy Research,
con base en U.S. Nacional Health Interview Survey 2000.

García, Juan de Dios (2005). “Travesía sin papeles”. Disponible en:


http://www.Prensalibre.com/pl/domingo/archivo/revistad/2005/febrero
05/130205/dfondo.shtml...

http://www.baxico.org.mx/g/publicaciones/informesAnual/Informes/2000/InformesA
nual/2003pdf.

http://www.monografías.com/trabajos14/diagnóstico-migratorio/Image 581.gif

http://oncetv-ipn.net/migrantes/mapas/mapmex/html

Menéndez, Eduardo (1987) “Trabajo y significación subjetiva, continuidad cultural,


determinación económica y negatividad” cuicuilea 19, octubre-diciembre (19-25)

Meneses g. a. (2005). “Migra, coyotes, paisanos y muertitos: sobre la analiticidad y


el sentido de ciertos factores de la migración clandestina en la frontera norte”.

Muller, Max (1983): La antropología. México. Ediciones Mensajero.

Redalic. Uaemex.mx/redalic/htlm/…63300509.htlm.

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www.diplomáticoescritores.org/.../migraciónMexMLugo COMPLETO. pdf.

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www.Exonline.com.mx/…tráfico…/141157

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www.ibtimes.com.mx/.../desempleo-México-inegi.htm.

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www.lajornadadeMichoacán.com.mx/2008/09/index.php?

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www.radilaprimerisima.com/noticias/4777

Wikipedia Foundation, Inc., el día 16 de diciembre de 2008

www.Sre.gob.mx/acerca/marco...ime.htm

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