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08/09/2015
Dedicatoria
A las personas que han estado a mi lado en estos años de universidad, oasis de
conocimiento que ha provocado un paso fundamental en mis concepciones sobre la
vida.
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Índice
Página
Introducción ……………………………………………………………………………..4
Conclusiones ………………………………………………………………………...…34
Introducción
Su ansiada paz perpetua se presenta como un fin hacia el que dirigirse de manera
continua a través de la teoría y la práctica política de la sociedad internacional. La
historia nos ha presentado la dificultad de tal empresa: todavía quedaban por sucederse
las dos guerras mundiales y los “conflictos periféricos” de la Guerra Fría, entre tantos
otros conatos bélicos a lo largo y ancho del globo. Sin embargo, esta premisa merece su
debida revisión cada cierto tiempo analizando los retrocesos sufridos pero también los
cambios vividos que nos acercan a esa instauración de paz, como la creciente labor
codificadora del derecho internacional y de los derechos humanos bajo el auspicio de
Naciones Unidas.
“Tiene que haber una federación (ein Bund) de índole particular, que puede
llamarse federación pacífica (Friedensbund, foedus pacificum), la cual se
distinguiría del tratado de paz (Friedensvertrag, pactum pacis) en que éste trata de
poner fin meramente a una guerra, y aquella, en cambio, a todas las guerras para
siempre. (…) Esto sería una confederación de Estados (Völkerbund), que no tendría
1
que ser, no obstante, un Estado federal (Völkerstaat).”
1
KANT, Immanuel (2013). La paz perpetua; Joaquín Abellán, Madrid, Tecnos. Edición de Joaquín
Abellán.
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Capítulo 1. Antecedentes
Con antelación a que Kant planteara la idea de paz perpetua, ésta ya se había
sugerido por diferentes teóricos, creadores de una corriente de pensamiento que se ha
desarrollado a lo largo de la historia. Los motivos que les motivaron para este trabajo
son dispares, algunos se basaron en la idea de una unidad religiosa y la salvación de sus
creyentes, y otros en el interés en reducir el absolutismo de algún monarca. El hito que
supuso la obra de Kant deviene de que recoge un gran conocimiento teórico y una gran
capacidad de análisis empírico de la realidad y expone sus ideas de manera muy clara.
Su obra no puede considerarse en su conjunto como accesible para todas las personas
aunque muchos de sus puntos sí estén expuestos de manera muy concisa y directa. La
influencia de su planteamiento lo podemos ver en la ampliación en las últimas décadas
de cada vez más organizaciones regionales o, al menos, intentos de cooperación en el
ámbito económico; el alcance todavía no lo podemos saber ya que la meta de la
instauración de una paz perpetua todavía lleva consigo enormes esfuerzos humanos en
pos de su consecución en contra de muchas voluntades. A referencia de esta afirmación,
las palabras de Kant, con respecto a la posición de los Estados frente a los filósofos, son
clarificadoras:
“(…) todavía se cita fielmente a Hugo Grocio, a Pufendorf, a Vattel y otros como
justificación de un ataque bélico (¡dichoso consuelo!) –aunque los escritos
filosóficos o diplomáticos de estos autores no tengan la menor fuerza legal, o no la
puedan tener porque los Estados como tales no están sometidos a ningún poder
exterior común−, sin que se haya dado un solo caso de que un Estado haya
abandonado sus proyectos por las argumentaciones de tan importantes hombres.”
Grocio (1583- 1645) publica De iure belli ac pacis en 1625, donde funciona
como el precursor del derecho de gentes o derecho internacional, con categoría de ius
cogens, cuando establece la necesidad de que la soberanía debe someterse a éste para
que las naciones puedan sobrevivir, llegando a plantear, además, la posibilidad de unos
mecanismos de derecho que regulasen las controversias en tiempo de guerra, lo que
podría ser un inicio del actual derecho internacional humanitario.
En 1648 se firma la Paz de Westfalia que pone fin a la guerra de los Treinta
años, cuyos firmantes podían interpretar como “la resurrección del Sacro Imperio
Romano”, siendo una justificación de los imperios absolutistas. Los textos que abundan
buscan más un intento de establecimiento de las características para que una guerra sea
justa siguiendo la idea de San Agustín de “no buscar la paz para hacer la guerra, sino
hacer la guerra para conquistar la paz”.
Willian Penn, años después, en 1693, publica Ensayo para llegar a la paz
presente y futura de Europa “de honda inspiración religiosa” (Truyol: 1996) donde
imaginaba un Parlamento en el que no se rechazaba de base la posible incorporación de
Rusia o Turquía.
Con los inicios del Siglo de las Luces y su énfasis en la razón aparece la
corriente del iusnaturalismo racionalista en los siglos XVII y XVIII con Pufendorf o
Christian Wolff, cuando en 1713 nace el Projet pour rendre la paix perpétuelle en
Europe, en dos volúmenes, de Charles Irenée Castel de Saint- Pierre (1658- 1743),
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junto a un tercero publicado en 1717 con el título de Traité pour rendre la paix
perpetuelle entre les souveraines chrétiens.
En su obra se organizan los capítulos tal que Primer Discurso- Premisa mayor,
Segundo Discurso- Premisa menor, Tercer Discurso- Conclusión, en los que intenta
explicar los beneficios para los soberanos cristianos de establecer una Dieta europea o
senado para evitar futuros enfrentamientos. Expone la inestabilidad del sistema de
mantenimiento de paz bajo la premisa del equilibrio de fuerzas entre las casas reales de
Austria y de Francia, del que no se puede esperar ninguna seguridad. Como referencias
a sus exposiciones, utiliza la obra, anteriormente explicada, del ministro del rey Enrique
IV, el duque de Sully, y la construcción de la confederación alemana3
Si juntamos estos tres primeros capítulos tenemos una nueva premisa mayor que
sirve para el Cuarto Discurso- Premisa menor donde expone los medios para alcanzar
esa unión de soberanos cristianos para llegar a una Conclusión que no es más que la
afirmación final de la creación de esa Dieta europea como único medio para proteger la
seguridad y la paz del continente. Este senado, dotado con poderes legislativos y
judiciales, estaría compuesto por 24 representantes de cada país miembro: Francia,
España, Inglaterra, Holanda, Saboya, Portugal, Baviera y sus asociados, Venecia,
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“Les mêmes motifs et les mêmes moyens qui ont suffi pour former autrefois une Societé permanente de
toutes les Souveraneitez d’Allemagne, sont égalmente en notre pouvoir, et peuvent suffire pour former
une Societé permanente de toutes les Souveraneitez Chrétiennes”, abbée de Saint- Pierre: 1713.
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La geografía de la época incluía organizaciones políticas más pequeñas lo que contribuía a la
inestabilidad de las fronteras tanto por unión debido a conquistas o matrimonios como por
separaciones.
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África, acuerdos de paz para comerciar con beneficio mutuo pero no ampliar esta
organización. El ejército común y con derecho a intervención puntual puede recordar a
los cascos azules de la ONU en la actualidad, pero éstos sin el alcance que proponía el
abate. Expone unos artículos, como veremos luego en el texto de Kant, los llamados
“doce artículos fundamentales de una Carta de la Sociedad Europea” entre los que
encontramos el principio de no inferencia en los asuntos internos de otro Estado
miembro, como el 5º artículo preliminar en Kant y recogido también por la Sociedad de
Naciones de 1919 y las Naciones Unidas, o la prohibición de cesiones, compras o
anexiones de unos Estados por otros, como se contempla en el 2º artículo preliminar de
Kant, exponiendo como base para la paz una estabilidad de fronteras, es decir, una
moderación de las aspiraciones de los grandes reinos por absorber más territorio bajo su
dominio.
Leibniz estaba convencido de que con las condiciones del Estado moderno ya no
era posible un Corpus Christianum al estilo del propuesto por el abad, sino que tendría
que darse una comunidad de Estados. El Estado moderno reúne la cohabitatio comunis
de Grocio y la administratio comunis defensora de los ciudadanos ante amenazas
externas.
Pese a todas estas reformas propuestas que abarcan casi la totalidad del
planteamiento original, el proyecto gustaba al filósofo alemán debido a que suponía una
crítica al absolutismo ambicioso de Luis XIV de Francia. El énfasis final es lo más
valioso de su aportación y reside en la necesidad de una reforma en la educación o en la
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Carta al Monsieur Abbée de S. Pierre, Hannover, 4 abril 1715, “Voprosy filosofii” 18
(1964).
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expansión de los valores que permitan que las personas quieran la paz gracias a la labor
de esas sociedades científicas que intentaba promocionar, promoviendo la razón a través
de éstas y las artes. Sería alcanzar la pansophia, la doctrina de la sabiduría universal
diseñada por Johann Amos Comenius (1592- 1670). Es consciente de que solo debido a
este progreso social que desestime el valor de la guerra por los daños que causa al
desarrollo de ese conocimiento que ha alcanzado la humanidad imaginada se podría
alcanzar la paz; porque la paz debida a un deseo político siempre tendrá los días
contados.
El pensador prusiano publica la obra con título original Zum ewigen Frieden. Ein
philosophischer von Immanuel Kant en el verano de 1795 dentro del marco de la recién
firmada Paz de Basilea, en abril de ese mismo año, entre la República francesa
revolucionaria y la monarquía prusiana, el primer tratado de otros dos que le seguirían.
Esta obra se caracteriza por estar en la corriente irenista de proyectos de organización
internacional, pero supone un hito dentro de esta literatura, dado su enfoque práctico
basado en la ética y dentro de la teoría de la filosofía de la historia. Con un estilo breve
y directo (su principal diferencia con el proyecto del abbée) se le presta cada vez más
atención a sus ideas, en su época posibles rêveries.
1. “No debe considerarse válido ningún tratado de paz que se haya firmado con
alguna reserva secreta sobre alguna causa para una futura guerra”
6
Expresión en el original de Kant.
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Este artículo hace referencia al principio de publicidad del autor, el cual apela a
la necesidad de hacer públicos los propósitos de los poderosos; en caso contrario sería
una acción contraria al derecho, exponiendo la invalidez de que el éxito de estas
acciones, muchas veces, descansa en esconder los motivos principales de la iniciativa.
Dentro de las categorías del derecho lo podemos considerar ius post bellum.
6. “Ningún Estado en guerra con otro debe permitirse actos de hostilidad que
hagan imposible la confianza mutua en una paz futura, como la introducción de asesinos
(percusores) o envenenadores (venefici) en el Estado con el que está en guerra, la
violación de la capitulación, la inducción a la traición (perduellio), etc.”
Por otro lado, tras explicar las leyes que no pueden no ser aplicadas, pasamos a
los artículos cuyo cumplimiento puede retrasarse según el momento:
2. “Ningún Estado independiente podrá ser adquirido por otro mediante herencia,
permuta, compra o donación –sin importar que sea grande o pequeño–.”
4. “No debe emitirse deuda pública en relación con los asuntos de política
exterior”.
Tras las leyes prohibitivas (leges prohibitivae), vamos a analizar las condiciones
positivas para la paz: los artículos definitivos.
“Entiendo aquí por antagonismo la insociable sociabilidad de los hombres, esto es,
el que su inclinación a vivir en sociedad sea inseparable de una hostilidad que
amenaza constantemente con disolver esa sociedad. (…) El hombre tiene una
tendencia a socializarse, porque en tal estado siente más su condición de hombre
(…) Pero también tiene una fuerte inclinación a individualizarse”.
paso del avance de la humanidad: hace falta que los Estados también salgan de su
estado de naturaleza. El Estado, como unidad política, se equipara a la persona
individual, y esta equiparación se da igualmente en la incompatibilidad de los hombres
con aquella de las sociedades entre sí; por lo que es necesario llegar a un Estado de
derecho a nivel global. La premisa principal es que si dedicamos tanto esfuerzo a la
creación de un Estado conforme a unas leyes no debemos conformarnos dejando actuar
a “la libertad salvaje de los Estados” (Teresa Santiago Oropeza: 2004)
Primer artículo: “La constitución política de todos los Estados debe ser republicana”.
Segundo artículo: “El derecho internacional debe basarse en una federación de Estados
libres”.
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Muguerza, Javier (1996) “Los peldaños del cosmopolitismo”, en ARAMAGO, Roberto R.,
MUGUERZA, Javier; ROLDÁN, Concha (eds.) (1996) La paz y el ideal cosmopolita de la Ilustración. A
propósito del bicentenario de Hacia la paz perpetua de Kant; Tecnos.
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Tercer artículo: “El derecho cosmopolita debe limitarse a las condiciones de una
hospitalidad general”.
En este artículo es donde cabe desarrollar mejor la idea del derecho cosmopolita
del autor de Königsberg. Enuncia aquí el derecho de superficie de todo ser humano para
circular por la Tierra, “para un posible comercio” añade, interpretando comercio, de
manera amplia, como interacción. La idea estoica del ius cosmopoluicums de la persona
como fin en sí misma para el establecimiento de una comunidad, se expresaba como
civitas máxima, término que analizó en mayor profundidad Christian Wolff. Dentro de
este derecho encontramos la presentación de su base imprescindible: la hospitalidad,
bajo la cual un extranjero no puede ser tratado con hostilidad por causa de su llegada o
establecimiento en el nuevo país, solo pudiendo ser “no admitido”, sin que eso acarree
su “destrucción”, si no se comporta de manera amistosa. Se incluye el término
“establecimiento” porque, aunque Kant haya utilizado la expresión derecho de visita, la
definición que da de ese derecho es “poseer en común la superficie de la tierra (…) que
al final tienen que tolerarse los unos junto a los otros, sin que nadie tenga
originariamente más derecho que los demás a estar en un lugar determinado de la
tierra”. Por tanto, incluye no solo una estancia temporal sino también la posibilidad de
elegir el lugar para establecerse. Es interesante que describa la característica “conducta
inhospitalaria” de los países occidentales, para los cuales según su visión, el derecho de
visita se asimila a la conquista.
Comienza con la afirmación de: “quien suministra esta garantía es nada menos
que la gran artista de la naturaleza (natura daedala rerum)”. Esta idea es esencial del
pensamiento kantiano, ya en 1790, en su tercera Crítica de la obra Crítica de la facultad
de juzgar, expresa que la “providencia” o “destino” obliga a los hombres a dirigir sus
acciones hacia aquello que por sí mismos no harían. Quizás en esta afirmación vemos la
influencia de la educación moral y religiosa que le aportó su madre, y uno de los puntos
más rechazados por autores posteriores, visto como una negación de la voluntad
individual, del libre albedrío. Kant afirma que las leyes de la naturaleza se nos aparecen
incomprensibles, cuyas estratagemas son imposibles de inferir guiadas por una
“profunda sabiduría de una causa superior que determina el devenir del mundo”. Sin
embargo, deja de lado el término providencia por considerarlo poco modesto para el
22
Las bases que guían esta parte final del libro, se desarrollaron también en los
escritos de títulos tan explícitos como: Sobre la expresión corriente: esto puede ser
8
Hedges, Chris (2013) The Treason of the Intellectuals, disponible en línea
http://www.truthdig.com/report/item/the_treason_of_the_intellectuals_20130331
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justo en teoría, pero no vale nada en la práctica (1793) y Sobre un supuesto derecho de
mentir por humanidad (1797). Aunque podamos considerar la validez de estos
supuestos, la conquista de la paz, donde ya se deduce un camino de defensa de la moral
por encima de la política, no debe seguir estas inclinaciones ni tampoco razones
filantrópicas, sino de necesidad jurídica. “La paloma, pues, por difícil que ello sea, debe
guiar a la serpiente” afirma (José Gómez Cafrarena: 1996). La paloma representa la
sabiduría, la moral, mientras que la serpiente, con sus astucias, representa el arte de la
política. Kant critica que las prácticas políticas están apoyadas en las máximas de: actúa
primero y justifícalo luego, niega las culpas y divide y vencerás. Propone entonces que
se siga el principio material de la razón práctica, que los fines sean objeto de la voluntad
o Willkür, en palabras más generales de su filosofía de la historia, que la virtud sea la
naturaleza; y el principio formal o cuestionamiento de tus máximas bajo el imperativo
de su universalización. Para dejar reflejado muy claramente su pensamiento, termina el
final de esta primera parte así:
“No se puede dividir el derecho de los hombres en dos partes e inventarse un híbrido
de un derecho generado desde la práctica (es decir, un híbrido de derecho y de
utilidad), sino que toda política debe doblar su rodilla ante el derecho (…)”.
Hans Kelsen (1881- 1973), que entró en contacto con el derecho internacional
con su llegada a la Universidad de Praga, defendía la supremacía de este sobre los
derechos nacionales. Su corriente de pensamiento era positivista pura, el derecho como
norma que viene de otra norma, rechazando la idea de derecho natural de origen moral,
sino que justificaba la norma jurídica en base a si propio orden como norma como
expone en su obra La teoría pura del derecho; sin embargo, en su rechazo del estudio
del derecho como deber ser, podríamos encontrar una contradicción en la obra La paz
por medio del derecho (1944), donde expone sus ideas acerca de la paz y que puede ser
considerada una obra de corriente jurídico- política.
Como continuador de la labor sobre la paz, recibió mucha influencia de las ideas
de Kant, llegando a ser descrito como exponente del neokantismo. El objetivo de ambos
autores era el mismo, el establecimiento de una paz duradera, y no de simples
armisticios, respetando la soberanía de los Estados por medio de la firma de tratados
entre ellos. Por ello también secunda la idea de que la paz debe ser un proceso largo
para que se consolide esa salida del estado natural y pre jurídico de los Estados, es decir,
también acoge la idea de la artificialidad de la paz con respecto a nuestra naturaleza
irracional.
Politischen: 1932). La idea expuesta, que comenzó siendo dirigida a las potencias
vencedoras de Versailles, la extendió a los intentos de la Sociedad de Naciones y a
Naciones Unidas, “el panintervencionismo conduce a la pancriminalización, y con ello a
la perversión del objetivo al que debe servir” (Schmitt, Glossarium: 1991)
se recoge que los derechos humanos conlleven a su vez unos deberes. Hobbes, ya en el
estudio del derecho en su contexto premoderno, había introducido la característica del
derecho moderno de preeminencia de los derechos sobre los deberes. En este caso la
moral sería la que fundamenta los deberes y los derechos con los que protegen nuestro
supuesto libre albedrío.
Para Kant, los derechos humanos son derecho positivo con contenido moral, los
cuales necesitan ser considerados derechos fundamentales para su protección en todos
los niveles territoriales; pero que, en su texto de La paz perpetua, según Habermas,
pueden confundirse con los derechos morales, que solo han conocido una positivación
clara en Occidente, de ahí los debates sobre la moral universal o cultural.
La principal crítica del autor deriva de lo que entiende por una invasión del
derecho internacional en la soberanía de los Estados. No está de acuerdo con la
prohibición a la guerra ofensiva expuesta en la Carta de Naciones Unidas ni con la
detención de personas individuales por crímenes de guerra, que el derecho internacional
no definió hasta después de la Primera Guerra Mundial. Su desacuerdo proviene de su
no diferenciación entre guerra ofensiva y defensiva, ya que el derecho a la guerra, sea
del tipo que sea, es un derecho constitutivo de la soberanía estatal; sugiere que al no
limitar la guerra se puede limitar su uso sin llegar a una guerra total. Quiere volver al
statu quo ante de guerras limitadas, ya que la eliminación de la guerra es un objetivo
utópico. Estas premisas quedan ante Habermas como de ridícula argumentación que
esconde otros motivos. Expone que no son realistas debido a la praxis política
observada en el siglo XX cuando todavía regulaba el derecho internacional clásico y del
que surge el planteamiento de la guerra total, es decir, la vuelta ese statu quo no serviría
de garante para el objetivo de paz, además de que si no se limita la guerra, muchos
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actores darían rienda suelta a sus ambiciones, las cuales solo podrían ser amainadas a
través de sanciones que no tendrían un efecto jurídico vinculante hacia el Estado
soberano.
si el sistema jurídico permite acciones políticas controladas por él, la guerra permitida y
regulada por el derecho. La conclusión de sus pensamientos puede ofrecer un
llamamiento a la prudencia, y consiste en que debemos cuidar al sistema internacional,
en sus acciones de policía, de caer en rasgos fundamentalistas en la aplicación de
sanciones.
Pasando a John Rawls (1921- 2002), al que nos acercamos a través de Juan
Carlos Velasco Arroyo, fue un filósofo estadounidense receptor de las obras de la
tradición jurídica, muy influenciado por Kant en la definición que hacía de razón y
contribuidor de la filosofía política. En su obra Teoría de la justicia de 1971 trata en un
apartado de la sección 58 acerca de cómo se podría extender la concepción de justicia
aplicada para lo local al ámbito internacional, une la justificación de la objeción de
conciencia a participar en una guerra con la posibilidad de imparcialidad en las
relaciones interestatales. En su segundo libro El liberalismo político (1993) apunta que
habría que repensar el derecho de gentes porque se ha pensado para la relación entre
sociedades políticas cerradas y debería reformularse en vista a sociedades más abiertas.
Utilizando dos de sus expresiones: “posición original” y “velo de la ignorancia”
propone que los gobernantes partan de la posición original para destapar el velo de la
ignorancia reuniéndose a debatir sobre la mejor forma de organización mundial.
Los derechos humanos básicos que deben garantizarse dentro de las sociedades
son los derechos civiles, “el derecho a la vida ya la seguridad, a la propiedad privada y a
los elementos del Estado de derecho y, del mismo modo, el derecho a cierta libertad de
conciencia, a la libertad de asociación y a la emigración” (Rawls: 1997), pero no
necesariamente los de participación política.
Con este precepto considera que está ampliando la aceptación de los derechos
humanos como universales independientemente del régimen político dada su
consideración de derechos de las personas en sí. Es una concepción relajada de la
aplicación de estos derechos pero sin embargo su objetivo es que sean entonces
respetados en la mayor parte de los países. Considera incluso que en un Estado su
religión pueda alcanzar el título de religión de Estado pero para ser considerada una
sociedad bien ordenada nadie debería ser perseguido por sus creencias, es decir, tendría
que existir una tolerancia. (Rawls: 1997).
Los derechos humanos cumplen tres funciones para el Estado: legitimidad del
gobierno suponiendo una limitación a sus acciones soberanas, excluir la posibilidad de
una intervención armada en sus fronteras y establecimiento de un límite al pluralismo
entre los pueblos, que debe respetar siempre la integridad de las personas.
familia de conceptos que sirvan de referencia para juzgar al derecho internacional. Esta
separación la explicó muy bien Francisco de Vitoria cuando daba al ius gentium dos
significados, por un lado el de derecho de la humanidad y por otro el derecho de las
comunidades políticas independientes que se hacen reclamaciones entre sí. Velasco
añade una consideración de Schmitt (1979) en este punto, la desvirtualización del
concepto durante el expansionismo europeo del siglo XIX, que exportó su derecho
internacional público como derecho universal.
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Conclusiones
Conectando con el principio de publicidad planteado por Kant vemos que existe
una necesidad, planteada desde abajo, cada vez mayor de espacios ciudadanos para la
discusión de la actividad política para plantear las necesidades propias que el gobierno
debe tener en consideración y ejercer así un contrapeso a su poder.
Lo que Kant no podía prever fueron las grandes pasiones que desató el
nacionalismo, haciendo que muchas personas se identificasen profundamente con el
lugar de nacimiento y su simbología creando con ella su propia identidad y mostrándose
dispuestas a perder la vida defendiendo a la patria. Sentimientos que produjeron una
reacción ante los horrores vividos en las dos guerras mundiales y las siguientes guerras
en Corea, Vietnam, las consecuencias también terribles del intervencionismo de Estados
Unidos en América Latina o en Oriente Medio, la Guerra de Yugoslavia “a las puertas
de Europa” o la continuación y recrudecimiento del conflicto israelo- palestino.
Estados Unidos, primera potencia militar del momento sabe utilizar muy bien a
parte de su probado hard power, el soft power que ejerce su cultura e idioma
extendiendo los valores que los constituyen y Europa funciona la mayoría de veces
haciendo bandwagoning, como legitimadora de sus acciones. No ha sido hasta hace
pocos años que la Unión Europea está creando su propia política de seguridad común
independiente del anterior baluarte que suponía la OTAN, debido al desinterés de
Estados Unidos en esta organización, actualmente más ocupado en establecer su
influencia en el sudeste asiático con la ASEAN para balancear el poder de la República
Popular China. Está por ver si en futuras decisiones bélicas Europa opta por esa opción
o por el balancing acorde a un mundo multipolar. Tampoco queda claro cuándo el
recurso a la guerra es legítimo, ya que los equilibrios de poder han cambiado desde
1945 y las potencias con poder de veto en la única instancia capaz de legitimizar una
acción armada, el Consejo de Seguridad, siguen en las mismas condiciones de poder. Se
publicó el informe R2P o de responsabilidad de proteger, pero los debates acerca de
cuándo debe aplicarse finalmente están bajo los intereses políticos.
en las élites hasta una ampliación para además incluir un interés en los ciudadanos, en la
opinión pública. Para Morguenthau, padre del realismo político que también estudió el
tema de la paz, la diplomacia suponía la consecución de la paz por medio del acuerdo
frente a las posibilidades de la paz por medio de la limitación de una policía mundial o
por medio de la transformación con la construcción de un Estado mundial, opción que
no agradaba a Kant. El único mecanismo con el que se regula el poder es el derecho,
porque la moral política tiene sus propias características basadas en el interés nacional
donde la ética política solo debe ser medida por las consecuencias políticas de la acción.
Se podría añadir que actualmente encontramos la limitación que supone la opinión
pública internacional, como se comprobó en la Guerra de Somalia con un rebrote del
síndrome de Vietnam o con las actuales ONGs internacionales como Amnistía
Internacional, creadora de opinión pública a nivel global. Si queda claro que los pactos
entre naciones no son duraderos, Morguenthau aboga por revitalizar la diplomacia, pero
como ya señalaba Kant, la diplomacia está al servicio del poder del Estado, no tiene
independencia en sus actuaciones.
Lo que queda claro es que las Relaciones Internacionales deben ser repensadas a
la vista de los nuevos retos que se nos plantean, ya sea por el crimen y el terrorismo sin
fronteras como por retos que nos plantean la naturaleza humana como los flujos
migratorios o la situación de los refugiados y apátridas consecuencia de los conflictos
duraderos y “países fallidos”. Existen bienes públicos entre los que se podría incluir el
derecho de hospitalidad que formuló Kant ya en 1795 y que parece olvidado por
completo. Situación muy bien representada por esta viñeta del New York Times:
El problema de las fronteras llevas en la agenda política muchos años pero sin
conclusiones comunes entre los Estados y el problema no solo pertenece a los países del
Mediterráneo, también al éxodo desde Sudamérica hasta la frontera entre México y
Estados Unidos o el procedente de países africanos hacia Sudáfrica, con problemas
apremiantes de acogida de refugiados en la última década. El perfectio mentium (estado
de libertad y felicidad) entre los pueblos, tras más de dos siglos desde el opúsculo del
gran racionalista Immanuel Kant, sigue estando lejos de conseguirse, lo que continua
siendo un motivo de impulso al trabajo para la consecución de la paz.
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Referencias bibliográficas
- Fuentes primarias
KANT, Immanuel (2013). La paz perpetua; Joaquín Abellán, Madrid, Tecnos. Edición
de Joaquín Abellán.
−−−−−−−−− (1987): Ideas para una historia universal en clave cosmopolita y otros
escritos sobre Filosofía de la Historia, Madrid, Tecnos.
- Fuentes secundarias
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UNP nº 59.
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