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VIA CRUCIS SACERDOTAL

Por la señal de la Santa Cruz…


Jesús, mi Señor y redentor…

ORACIÓN INICIAL
¡Oh Jesús, sacerdote sumo y eterno! me llamaste a compartir tu sacerdocio,
no por mis méritos, sino por tu gran misericordia.
Y con tu llamado llegó también tu gracia, la gracia de actuar en tu nombre,
de enseñar en tu nombre, de santificar en tu nombre, de perdonar en tu nombre.
Todo eso, Jesús, es el lado amable de mi sacerdocio. Gracias.

Pero hay otro lado que me llena de temor:


tal parece que también me llamaste para sufrir en tu nombre.
Y es lógico; si ser sacerdote significa ser otro Cristo,
también tengo que ser otro Cristo en el camino al Calvario.
También estoy llamado a sufrir en tu nombre.

No me gusta, Jesús, y tan sólo lo acepto si me das tu gracia para sufrir contigo.
Contigo tomaré mi cruz para salvarme y para salvar contigo.

Primera Estación
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Pilato mandó sacar a Jesús y dijo a los judíos: “Aquí tenéis a vuestro rey”. Pero ellos gritaban:
“¡Fuera, fuera, crucifícalo!”. Pilato les dice: “Pero, ¿cómo he de crucificar a vuestro rey?”
Respondieron los príncipes de los sacerdotes: “Nosotros no tenemos más rey que al Cesar”.
Entonces se los entregó para que fuera crucificado (Jn 19, 14-16).

Oración
Jesús, me han condenado a muerte, como a ti y quisiera ser inocente, como Tú. He visto la
mirada de mis hermanos, los hombres y, su mirada grita: “¡reo de muerte, crucifíquenlo!”
A ti te acusaron de hacerte pasar por Dios, ¡y eres Dios!; a mi me acusan de no ser como
Dios,¡y no soy más que un simple humano!, tan débil y pecador como cada uno de esos mis
hermanos cuya mirada me condena. Pero para mí no hay misericordia, porque soy sacerdote,
y me piden que sea como Tú. Y, en cierto modo, tienen razón. ¡Yo debería de ser como Tú!
Padrenuestro…

Canto

Segunda Estación
JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Los judíos tomaron a Jesús y cargándole la cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario (Jn 19,
17).

Oración
Jesús, Tú dijiste: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de
cada día y sígame” (Lc 9, 23).

Aquí estoy, Jesús, yo, tu discípulo por excelencia, tu discípulo por oficio.
Aquí estoy y, aquí está mi cruz. Cruz sacerdotal tan difícil de cargar, tan pesada y tan molesta.
Cruz labrada con maderos de soledad y desamor, cruz de debilidad humana y de pecado, cruz
de egoísmo y de infidelidad.

Ésa es mi cruz de cada día, la que tengo que cargar para caminar contigo el camino de la cruz.
Y esa cruz tan mía se vuelve cada vez más pesada, porque además de cargar con ella yo,
sacerdote, tengo que cargar, también con la cruz de mis hermanos.

¡Cuánto pesa mi cruz! pero, en la medida en que la cargo me voy dando cuenta de que ¡cómo
se parece a la tuya!

Dios te salve, María…

Canto

Tercera Estación
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas a los que me arrancaban la
barba, no aparté la cara ni de los ultrajes ni de las salivas que me echaban (Is 50, 6).
Oración
¿Te enteraste, Jesús? ¡Salió en todos los periódicos! ¡Durante días y días fui primera noticia
en la televisión! ¡Todo el mundo lo comentaba!

Tal parece que al mundo le da gusto que yo caiga. Tal parece que están esperando,están
deseando que yo caiga.

Para placer del mundo, para burla, para justificar sus caídas, ¡he caído, Jesús!

Y yo sé que no te causa placer, y yo sé que no te burlas ni me señalas, y yo sé que te ha dolido


más que a mí.

¡He caído, Señor... y tú conmigo!

Gloria al Padre…

Canto

Cuarta Estación
JESÚS ENCUENTRA A SU SANTÍSIMA MADRE

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Simeón les bendijo y dijo a María su Madre: “Éste está puesto para caída y elevación de
muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, ¡y a ti, una espada te atravesará el alma!,
a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”(Lc 2, 34-35).

Oración
¡Qué pesada es mi cruz, Madre mía!, esa cruz sacerdotal que sobre mis hombros llevo por
amor a tu Hijo.

Cuesta trabajo seguir a tu Hijo; va tan de prisa, pareciera que no se cansa, y yo no puedo
seguir su paso, bajo el peso de la cruz tropiezo y caigo, y ya caído, ¡no me quiero levantar!.
Duelen las caídas, Madre mía, duelen las críticas y las burlas, duele la indiferencia de los
hombres.
Cuando pienso en darme por vencido, en tirar mi cruz y quedarme allí tendido, a medio
camino hacia el Calvario, noto tu maternal mirada, alzo mis ojos y busco los tuyos: ¡tu mirada
es el beso de una madre sobre las heridas de su hijo!

Ya no me duele, Madre mía, mira, me levanto, recojo mi cruz y sigo mi camino, el camino de
tu Hijo.

Dios te salve, María…

Canto

Quinta Estación
EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Cuando llevaban a Jesús al Calvario, detuvieron a un cierto Simón de Cirene, que volvía del
campo, y lo cargaron con la cruz, para llevarla, detrás de Jesús (Lc 6, 31).

Oración
Detrás de ti, Jesús, camino hacia el Calvario, como nuevo Cireneo, te ayudo con tu cruz.

No me lo agradezcas, porque en realidad esa cruz no es tuya, esa cruz es la mía, y Tú la llevas
voluntariamente sobre tus hombros.

Tú, inocente, no mereces ninguna cruz. Me parezco a ti, yo sacerdote, porque sobre mis
hombros llevo la cruz de mis hermanos unida a la mía, que sí merezco, ¡y cuánto pesa mi cruz
sacerdotal!

Tu tuviste un Cireneo que, a pesar de su cansancio, llevó detrás de ti la cruz. En mi vida


sacerdotal has puesto muchos Cireneos que alivien mi cansancio y que alienten mi camino.
Caminan detrás de mí, junto a mí o delante de mí. Cireneos mis padres y hermanos; Cirineos
esos buenos amigos que aman a los sacerdotes. Cirineos algunos obispos y algunos hermanos
sacerdotes, que también aman a sus hermanos sacerdotes. Cirineos los buenos laicos que con
su entrega, me dan ejemplo.

No voy solo hacia mi Calvario, conmigo van tus Cirineos.

Padrenuestro…

Canto
Sexta Estación
LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Muchos se horrorizaban al verlo; tan desfigurado estaba su semblante que no tenía ya aspecto
de hombre (Is 52, 14).

Oración
Buscan mi rostro, Jesús.

La fe hace que los fieles miren mi rostro queriendo ver el tuyo. Me buscan buscándote a ti.
Te buscan y se encuentran conmigo. ¡Cómo quisiera que mi rostro reflejara fielmente el tuyo!,
que la chispa de mis ojos fuera una chispa de tu amor y que mi cara se iluminara con la sonrisa
de tus labios. Pero mi rostro, Jesús, es tan sólo mi propio rostro, afeado por todos mis
pecados.

Dios te salve, María…

Canto

Séptima Estación
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
¡Y con todo, eran nuestras dolencias las que él llevaba, y nuestros dolores los que soportaba!
(Is. 53, 4).

Oración
He caído Jesús, por segunda, tercera... por incontable vez. He caído, ¡y estoy triste! Mi amor
a ti es tan pequeño, y tan grande el amor a mí mismo.

He caído y me da pena; pena con los demás que se han dado cuenta, y si no se dieron cuenta,
pena conmigo mismo. Yo no esperaba eso de mí, me he decepcionado, me doy vergüenza.

“Sí, me levantaré, iré hacia mi Padre y le diré: ‘Padre, he pecado, no merezco ser tu hijo”.
¡El Padre me ha levantado, me ha besado! Ya puedo volver a ocupar mi lugar, allí, junto a ti,
en tu mismo camino.

Gloria al Padre…

Canto

Octava Estación
JESÚS CONSUELA A LAS PIADOSAS MUJERES

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Seguía a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban
por él. Pero Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: “¡Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí!; llorad
más bien por vosotras y por vuestros hijos” (Lc 23, 27-28).

Oración
También yo, Jesús, en mi vía dolorosa me encuentro con las mujeres piadosas que,
olvidándose de sus propios problemas, generosamente me tienden la mano, a mí, sacerdote,
el otro Cristo.

Oran por mí, me ayudan con sus ofrendas de viudas, maternalmente me cuidan, me aconsejan
y corrigen. Ellas nunca faltan a mis solitarias misas, están allí, omnipresentes, y siempre
presentes con su fe sencilla y su preocupación maternal.

Perdón, Jesús, porque no las valoro, porque a veces las ridiculizo y porque no colman mis
ambiciones de pastor. Perdón porque considero que el tiempo que me exigen es tiempo
perdido.

Gracias, Jesús, por las mujeres piadosas de mi parroquia y de todas las parroquias.

Dios te salve, María…

Canto
Novena Estación
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos y yo os aliviaré. Cargad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis descanso
para vuestras almas (Mt 11, 28-29).

Oración
Estoy cansado, Jesús, física y espiritualmente. Cansado de arar y arar y, al final de la jornada,
volver la vista atrás y ver que no he hecho nada. Quisiera dividirme, multiplicarme, porque,
por más que me esfuerzo, siempre hay mucho que no puedo hacer. Y los hombres, mis
hermanos, me piden, me exigen, me devoran.

Todo lo he dado, ya no tengo tiempo para mí. Estoy cansado, Jesús. Quisiera caer y ya no
levantarme.

Padrenuestro…

Canto

Décima Estación
JESÚS DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Ahí lo crucificaron, y después echaron suertes para repartirse las ropas de Jesús (Mt 27, 35).

Oración
Cada día, antes de la misa gozo el momento de revestirme; con mi estola y mi casulla me
siento Tú. Yo, el sacerdote, canal de la gracia; yo, el maestro, veraz y certero; yo, el pastor,
más rey que pastor.

Y las vestiduras sacras se me han hecho piel, las llevo aunque no las lleve, me sacralizo y exijo
que me sacralicen.

Para mí, el mejor lugar en las mesas, el saludo respetuoso de mis fieles, la atención especial
en mis asuntos, la deferencia de las autoridades, la excepción en las leyes.
Me gusta ser como Tú y que me traten como a ti, ¡mientras no se les ocurra despojarme de
mis sacras vestiduras!

Gloria al Padre…

Canto

Décima Primera Estación


JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron a él y a los malhechores, uno
a su derecha y el otro a su izquierda (Lc 23, 33).

Oración
Me da miedo seguirte, Jesús, he puesto mis límites dictados por esa seguridad a la que tengo
derecho, y subir al Calvario contigo, subir a la cruz, es mucho riesgo.

Tengo miedo. Me da miedo tu cruz sobre el Calvario. Pero yo sé que no puedo decir que no,
me has escogido y yo he aceptado.

Ayúdame a aceptarte con todas las consecuencias, ¡hasta la última consecuencia!

Padrenuestro…

Canto

Décima Segunda Estación


JESÚS MUERE EN LA CRUZ

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Como al mediodía, se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde.
En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: “¡Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu!”, y, al decir estas palabras, expiró (Lc 23, 44-45).
Oración
Has muerto, Jesús, ¡y está bien! Así tenía que ser, así estaba escrito, que Tú murieras por mí.
Está bien que mueras por mí, pero nunca permitas que Tú mueras en mí. ¿Qué sería de mí,
sacerdote, si fuera por el mundo con un Cristo muerto en el corazón? ¿Cómo compartirte,
si no te tengo? ¿Cómo hablar de ti, si no hablo contigo? Mi sacerdocio sería un absurdo vacío,
un completo sin sentido.

Muere por mí, Jesús, pero no mueras en mí.

Gloria al Padre…

Canto

Décima Tercera Estación


EL DESCENDIMIENTO

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura
Intervino entonces un hombre del Consejo Supremo de los judíos que se llamaba José. Era
un hombre bueno y justo que no había estado de acuerdo con los planes ni actos de los otros.
Este hombre, de Arimatea, pueblo de Judea, esperaba el Reino de Dios. Fue a presentarse
ante Pilatos para pedirle el cuerpo de Jesús. Habiéndolo bajado de la Cruz, lo envolvió en una
sábana... (Lc 23 50-53).

Oración
De tu cruz a los brazos de tu Madre. Inerte, insensible, flácido, ¡muerto! María, Madre
dolorosa, ¿cómo no conmoverme ante tu pena?, ¿cómo no llorar contigo la muerte de tu hijo,
de mi hermano, de mi Dios?

Madre de Cristo Sacerdote, Madre mía heredada en el Calvario en la persona de Juan


sacerdote, concédeme, como a Juan, poder llevarte conmigo a mi casa... ¡a mi vida!

Dios te salve, María…

Canto

Décima Cuarta Estación


JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura
Y José, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo colocó en un sepulcro
nuevo, cavado en la roca, que se había hecho para sí mismo. Después movió una gran piedra
redonda para que sirviera de puerta y se fue. María Magdalena y la otra María estaban sentadas
frente al sepulcro (Mt 27, 59-61).

Oración
¡Se acabó! Allí estas Tú, Jesús, en el sepulcro, como todos los demás hombres, como yo a mi
tiempo. Tu historia debió haber terminado allí, en ese lugar y en ese momento.

Y, en realidad, allí comenzó todo, tu historia continuó y se prolonga hasta nuestros días y se
prolongará más allá del final de los tiempos.

Vencido, resultaste vencedor. No se acabó, tu historia no se ha terminado; la sigues


escribiendo a través de los hombres, tus hermanos y a través de mí, a pesar de mí, y es una
historia de salvación.

Estás vivo, Jesús, y caminas con nosotros en nuestra ciudad.

Padrenuestro…

Canto

ORACIÓN FINAL

¡Oh Jesús, Sacerdote eterno! Escucha nuestra plegaria por la porción más amada de tu
corazón: tus sacerdotes. Nos unimos a ti en tu oración sacerdotal para decir contigo: "Padre
que todos sean uno, como tú y yo somos uno." Amén.

Bendición final

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