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Lo primero que deberíamos tener presente es que la moda no tiene edad, todos de
alguna manera expresan quiénes son por medio de sus acciones y lo que visten.
Nuestra atención no siempre esta dirigida al vestuario de nuestros abuelos, puede
ser porque nos parece tan simple que no le vemos razón de analizar. Pero lo que no
comprendemos es como si a ti te define una chaqueta de lentejuelas a ellos los
definen sus prendas básicas, que cuentan con una connotación cultural diferente
que no solemos comprender porque no logramos transportarnos 20 o 30 años atrás
para analizar los inicios de este estilo para nuestros abuelos o abuelas. Por otro lado,
podemos ver personas adultas con un estilo llamativo, a veces más de lo que
toleramos, pero es en este punto en que nos debemos preguntar ¿Cuál es esa barrera
que define lo simple de lo llamativo? Y también evaluar estos prejuicios que no solo
nos rodean a nosotros, sino tener más presentes contextos de otra época ya sean
históricos o religiosos.
Evaluando los dos primeros textos donde nos presentan culturas como las de Mar de
plata y la cultura de los Guámbianos, podemos ver como tener prendas tan
arraigadas a la cultura según estas comunidades les facilitaba el saber como vestir
para mantener un estatus, un ideal cultural y hasta para unirse como comunidad. En
el caso de mar de plata se definían que prendas se podían usar dependiendo de las
ocasiones, que se consideraba pulcro y vulgar, como presentarse de una manera
apropiada a la sociedad y la clara diferenciación de clases. (KACZAN, 2005). Y en el
caso de los guámbianos tenían prendas características para cada género y cada
individuo tenía una función con respecto a la construcción del vestuario. (SCHWARZ,
1976). Ahora podríamos decir que el siglo XXI es un siglo de subjetividad, donde
dependiendo de tu entorno cultural, histórico, político y económico tendrás una
opinión frente al vestuario de la gente y su actitud, ya sea positivo o negativo
tenemos ese chip que cada vez que vemos algo que llama nuestra atención un
prejuicio o una idea salta de nuestra cabeza. Pero alguna vez te has puesto a pensar
¿Qué piensan nuestros abuelos del sistema moda?, pues créeme que llegan a tener
más opiniones que nosotros por el entorno en el que se les crió y porque cada que
una nueva tendencia emerge es un nuevo elemento que ellos no conocían y a no ser
que los adultos que tú conozcas sean muy “open minded” siempre habrá una opinión.
Previo a nuestro segundo caso evaluaremos la lectura “El poder de la moda. Sastres
en Medellín”, el cual nos contextualiza en la época de 1900-1930; donde nos
presentan el ideal del vestuario y de moda en la ciudad de Medellín, a donde llegaron
las tendencias europeas que empezaron a determinar una jerarquización por medio
de clases sociales, acá es donde los sastres llegan a ser un engranaje más de una
sociedad con ideales elitistas que por medio de la publicidad y con ayuda de las
mujeres de la élite de Medellín difundían las tendencias. Al igual por medio de la
revista “Letras y Encajes” escrita por mujeres para presentar las prendas que se
deben usar desde la pulcritud y las buenas costumbres. Lo que no presenta como los
adultos mayores están tan arraigados a su cultura e ideales que les es difícil
evolucionar su vestuario, ya que con múltiples tendencias podrían ir en contra con
lo que toda la vida han predicado.
Vamos a ver otro caso, donde las oportunidades y el contexto son diferentes, Esther
Julia, nacida el mismo año que Beatriz, pero criada en la ciudad de Medellín por una
familia con más recursos. Lo primero que se le pidió fue que nos dijera como fue su
juventud a lo que nos comentó lo siguiente: “Muy normal, como tenía que ser, mis
hermanas mayores se fueron al convento y solo yo me quede con mis hermanos,
estuve en la escuela y aprendí lo que tenia que aprender a cocinar, organizar, coser,
escribir y leer. Yo me encargaba de la comida con mi mamá y mi papá llegaba tarde
de la finca”. Acá ya nos ubicamos en un contexto económico y cultural diferente,
donde como mujer desde pequeña se le enseño a cumplir con acciones como el
coser, a partir de esto evaluamos ¿Cómo vestía? ¿Quién hacia la ropa? A lo que
respondió “ Yo usaba la ropa que mis hermanas dejaban, pero a ellas mi papá les
llevaba, yo arreglaba mi ropa porque me quedaba grande, pero tenía mucha ropa
porque a nadie más le servía, cuando ya no la usaba más la volvíamos colchas”. Esto
nos da una perspectiva de la vida en Medellín como nos narra el texto, acá es donde
vemos una posición donde no tenían que hacer sus prendas, en cambio cuando ya no
se usaba se le daba una segunda vida. Vemos que las prendas se imponían por quienes
la compraban y más aún cuando eran elementos que pasaban por múltiples personas
antes que Esther Julia.
Esta investigación a llegado a su final, con resultados más maravillosos de los que
cualquiera esperaría. La moda hace parte de la personalidad de todos nosotros, a
veces les damos significado, otras no nos damos cuenta de la importancia de esta en
nuestras vidas. Pero siempre esta allí, todos nos expresamos de una manera
diferente, y de este mismo modo adaptamos tendencias y con ellas prendas que
definen quienes somos y que definirán como las personas nos ven. Sin importar que
edad tengamos siempre habrá elementos que nos ayudaran a expresarnos, puede no
ser nuestra ropa, ni nuestro pelo o accesorios, pero podemos presentarnos al mundo
con nuestra actitud y determinación y eso bastara. Esperábamos que la conclusión
fuera que por medio de nuestras prendas podemos definir y establecer una
personalidad, pero la verdad son un accesorio más que ayudan a complementar una
pantalla frente al mundo.
BIBLIOGRAFÍA