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CIENCIA Y FILOSOFÍA

“José A. de Azcárraga”

JUAN GUILLERMO MESA VALLEJO


GRUPO C
C. C. N° 71´659.794

DOCENTE:
Dr. REINALDO GIRALDO DÍAZ

COLOMBIA – MEDELLÍN
SEPTIEMBRE 10 DE 2018
INTRODUCCIÓN
Todavía es muy pobre el empoderamiento por parte de algunos estudiantes y
docentes sobre las formas en que hacemos investigación, no faltará que algunos de
los actores citados anteriormente, pertenecientes o que deseen pertenecer a
semilleros, grupos de estudio, o estemos matriculados en un posgrado (sea este
maestría o doctorado), nos imaginemos que hacer “investigación” solamente le
concierne a la ciencia o a los científicos, y a estos los vemos mentalmente como
personas que “viven” en un laboratorio, de bata blanca, con lentes y calvos.

Como docente de una institución educativa pública en las laderas de Medellín –


Colombia, veo que los currículos de todas las áreas que se trabajan con los
educandos de bachillerato o secundaria tienen grandes falencias con respecto a la
introducción de temas que les enseñen de cómo investigar, qué es la investigación
y que esta no solamente le compete a los docentes de las áreas de ciencias
naturales o las matemáticas, sino, que la investigación debe ser transversal con
todas las demás áreas de los currículos de todos los grados, es más, no esperar a
que inicien su ciclo de secundaria para enseñarles lo que es la investigación
científica y social.

Hay que enseñarles a nuestros jóvenes estudiantes que la palabra investigación no


es preferencia solamente de algunas disciplinas o personas: Que constantemente
todos los seres humanos estamos “investigando”, desde que nos levantamos hasta
que nos acostamos, pero, si es importante demostrarles que hay diferentes tipos de
investigación, unas muy rigurosas que deben cumplir unos métodos científicos para
que se llamen como tal y otras que a pesar de llevar el nombre de investigación, no
está generando un conocimiento científico.

Asimismo, hay que enrutar al joven estudiante en que él puede hacer investigación
científica y social y que esta posee dos componentes que no se pueden separar: la
ciencia y la filosofía.
DESARROLLO TEMÁTICO
Hoy el mundo científico, político, económico, cultural, tecnológico y del conocimiento
está experimentando cambios paradigmáticos que el mismo hombre ha producido
con el fin de responder de manera efectiva a la crisis de los fundamentos del
conocimiento científico y filosófico. Una crisis que genera incertidumbre en las cosas
fundamentales que afectan al ser humano en lo físico, sicológico, biológico, social y
ambiental. Y esto, precisa y paradójicamente, en un momento en que la explosión
y el volumen de descubrimiento y conocimiento pareciera no tener límites en esta
sociedad del siglo XXI.

Este contexto no es algo voluble, ni coyuntural; el problema es mucho más profundo


y serio, su origen llega a toda la sociedad del conocimiento y especialmente en las
estructuras lógicas de nuestra manera de pensar y hasta los métodos de cómo
hacer ciencia en el modo de conocer, conceptualizar, dar sentido a las
interpretaciones y justificaciones de la realidad socio concreta; por ello, esta
situación resulta ser examinada dentro de un marco de reflexiones filosóficas a fin
de replantear una nueva visión epistemológica y metodológica que se adapte a lo
real, tomando como referencia los nuevos paradigmas pos positivistas.

Sobre lo antes expuesto, queda claro que la dinámica de los métodos de


investigación tienen un tiempo útil y esto con el tiempo deben ser revisados y
realineados a fin de generar nuevos procedimientos científicos que respondan a los
cambios constantes que experimenta la sociedad y más la de estos días.

Es conveniente resaltar que todo este proceso es producto de la necesidad que


tiene el mundo del conocimiento de proponer nuevos enfoques y criterios que
validen de manera asertiva la generación de conocimientos útiles para la ciencia y
la humanidad, promoviendo una revolución y ruptura de los modelos clásicos
impuestos por la cultura occidental y dar espacios a nuevas corrientes filosóficas
para crear oportunidades de pasar de un paradigma a otro mejor.

En nuestros días está naciendo una nueva forma de producción del conocimiento,
sobre la cual se forman nuevas tendencias que buscan un nuevo significado de las
acciones humanas evidenciando nuevas normas, reglas o técnicas que ayuden a
una mejor interpretación y comprensión de todo el proceso de producción del
conocimiento.

Estas nuevas tendencias han empezado a surgir y ganar adeptos, motivando a que
el conocimiento ya no corresponde a pequeños grupos o clubes del saber, sino, por
el contrario se ha aperturado un proceso de transformación en la forma de hacer
ciencia, mejorando los nuevos instrumentos para resolver los enigmas de la
humanidad y a su vez a todos los interesados por los nuevos desarrollos, que
puedan tener el acceso de conocer los nuevos avances de la ciencia, esto hoy en
día gracias a los grandes desarrollos en materia de tecnología, telecomunicaciones,
información y al internet.

Las humanidades se encargan de estudiar las cuestiones referentes al humano,


pero por alguna razón la historia ciencia es un área central para las humanidades
contemporáneas. La historia de la ciencia es el ancla que mantiene firmemente
unidos a las humanidades y a la ciencia. Por un lado, la historia aporta el eje central
(núcleo) de las humanidades, pero cuando se enfoca a realizar un estudio o
investigación de la misma, se ve obligada a usar las formas de la ciencia y la
tecnología para poder ejercer su trabajo. Por tanto, esto hace que la historia de la
ciencia sea una práctica intelectual, intensa y útil.

Por lo tanto, esta situación es algo real y necesaria para la ciencia y el conocimiento,
porque en la medida que las personas internalicen que el cambio en la concepción
de las estructuras lógicas de nuestra mente y los procesos que sigue nuestra razón
en el modo de conceptualizar, analizar y dar sentido a la realidad concreta de hoy,
no es lo mismo de ayer, por ello, es necesario conocer nuevas formas que desafíen
las formas de entender.

La lógica paradigmática del siglo XXI, demanda un alerta de mayor sensibilidad


intelectual, emocional, una actitud crítica constante, proactiva y cohesionada, esto
con el fin de evitar las amenazas de dejar sin rumbo y sin sentido nuestros saberes
y conocimientos considerados como los más seguros por ser científicos.

La mente humana no puede comenzar a caminar sino desde donde ya se halla, es


decir, desde su “mundo interior”, singular y personal, tal como lo percibe, el cual
puede o no coincidir con el “mundo exterior.

En los recientes años se atestiguaron grandes avances en esta área, tanto que
ahora no es posible entender a la ciencia sin ubicarla en su ámbito histórico y
geográfico. Ahora, esta historia se ha convertido no solo de los grande hombres ni
de las grandes teorías científicas, sino que ahora se ha vuelto inevitable su estudio
en contextos tan diversos como diversas son las experiencias humanas.

El desarrollo de la ciencia no se dio de forma aislada a las demás corrientes del


pensamiento de su época, quizá en algún momento una dependió de la otra para
poder satisfacer sus necesidades de superación y desarrollo evolutivo. El
pensamiento científico jamás ha estado del todo separado de la filosofía, de hecho,
las grandes revoluciones científicas siempre han surgido por un cambio en la forma
de pensar de la filosofía. El desarrollo de la ciencia no se ha dado de manera
aislada, sino que siempre se ha dado de manera inmersa en los principios
axiomáticos, que habitualmente se han atribuido como pertenecientes a la filosofía.
Así, por ejemplo, una corriente filosófica llamada “Positivismo”, afirma que una
proposición tiene el carácter científico si es capaz de ser verificada a través de
procedimientos de naturaleza empírica, lo que denota una relación más o menos
cercana entre la ciencia y la filosofía.

La filosofía de la ciencia, es una corriente que pretende explicar el proceso evolutivo


de la ciencia, pero que además, busca aportar herramientas al científico para que
pueda inclinarse por el campo de investigación que más le convenga. En sí, se
encarga de estudiar los cambios de enfoque y criterios que se dan en diferentes
áreas del conocimiento. Para ello, compara diferentes tendencias del pensar
humano en diferentes épocas, poniendo especial atención en la transición de un
cambio a otro.

Aristóteles decía que no existía diferencia entre la filosofía y la ciencia, él llamaba a


ambas como “el amor por el saber” y más aún, no le daba mucha importancia a que
este saber tuviera alguna aplicación práctica. Más tarde, gracias a una no muy clara
ayuda filosófica, aparece el método científico, basado principalmente en la
observación y en la experimentación, lo que representa la aparición de la ciencia
moderna. De hecho, los aportes de la ciencia a la filosofía a partir de él método
científico fueron mucho más grandes que los de la filosofía a la ciencia, un ejemplo
de ello fue el desarrollo filosófico del siglo XVII, con el empirismo de Locke y Hume.

Es la filosofía de la ciencia la que aporta el marco de referencia global de la actividad


científica. Así, por ejemplo, el Positivismo, aporta el marco clásico de la actividad
científica al decir que se puede conocer de manera positiva, cierta y segura el
mundo exterior; y otra más, el interpretativismo, que de alguna manera es opuesta
a la primera, que dice que el científico es quien interpreta a su manera la
investigación, y por tanto altera el resultado, pudiendo obtener algo que no es del
todo cierto para la naturaleza científica.

Los aportes de la filosofía de la ciencia son de gran importancia para la ciencia


actual, pues como sabemos, sin la filosofía, la ciencia no sería lo que es hoy
exactamente, y de alguna manera retrasaría el desarrollo tecnológico.

Hay una cantidad abrumadora de hechos y procedimientos que los estudiantes


deben dominar para llegar a ser competentes científicamente, y solo tienen un
tiempo limitado para aprenderlos. Los científicos deben diseñar sus cursos para
mantenerse al día con un conocimiento empírico en rápida expansión, y no tienen
el placer de dedicar horas de clase a preguntas que probablemente no están
capacitados para abordar. La consecuencia involuntaria es que los estudiantes a
menudo salen de sus clases sin darse cuenta de que las preguntas filosóficas son
relevantes para la teoría y la práctica científica.

Pero las cosas no tienen por qué ser así. Si se establece la plataforma educativa
adecuada, los filósofos no tendrán que trabajar a contracorriente para convencer a
nuestros estudiantes de que tenemos algo importante que decir acerca de la ciencia.
Para esto necesitamos la ayuda de los científicos, a quienes los estudiantes ven
como los únicos proveedores legítimos de conocimiento científico. Sería bueno
tener una división explícita del trabajo. Los científicos deberían continuar enseñando
los fundamentos de la ciencia, pero pueden ayudar dejando claro a sus alumnos
que la ciencia está repleta de importantes cuestiones conceptuales, interpretativas,
metodológicas y éticas que los filósofos están en una posición única para abordar,
y que lejos de ser irrelevantes para la ciencia, los asuntos filosóficos se encuentran
en su núcleo.

En síntesis, en el nuevo paradigma del conocimiento científico se tendrá muy


presente que las ciencias humanas las lleva a cabo el hombre y estas nunca podrán
ser objetivas, ya que el objeto de estudio, que es el científico mismo, es la persona
que se encarga de interpretar y dar respuestas a las realidades del entorno; esto
produce que el rigor científico no tenga un carácter neutral y de plena objetividad
como se ha querido demostrar.
CONCLUSIONES
Se puede decir que el estudio detallado del desarrollo de la ciencia es muy
importante, estudiarla tomando en cuenta los personajes, descubrimientos y
aplicaciones relevantes, pero también tomando en cuenta la parte humana de la
ciencia, lo que de alguna manera motivó a la mente humana para poder ir más allá
de los misterios de la naturaleza, utilizando para ello recursos que la misma filosofía
y otras corrientes le proporcionaron para lograrlo, todos estos detalles, sin duda,
hacen que la ciencia sea lo que es hoy; un compendio de conocimiento humano
enorme (no como un cementerio de errores, como dicen algunos) que posiblemente
crecerá de manera exponencial hasta llegar a la máxima cumbre posible.

Como ya se había dicho, la filosofía tiene un papel muy importante en la historia


científica del mundo, habría que profundizar si algunos de estos personajes
importantes tuvieron alguna relación con esta corriente, como es el caso de Newton
y sus rasgos metafísicos. Parece ser que algunos otros no muestran tener relación
alguna con ella, pero lo que sí es seguro, es que aunque no demuestren estar
relacionados, si lo están; ya que de alguna manera la ciencia tiene raíces filosóficas,
aunque en los colegios no sea esta la que se imparta a los estudiantes.

Finalmente, hay que decir que tal influencia es casi imperceptible para la mayoría
de los físicos, matemáticos, y cualquier otro que estudie algún tipo de ciencia pura,
lo que se puede considerar como un símbolo de que algunos científicos no conocen
la historia de su propia ciencia, sino que solo se dedican a la producción de
conocimiento didáctico y no se detienen un momento a la investigación de su
historia científica. Creo que un buen profesor e investigador conoce la historia de su
ciencia, y aun mejor, la historia de su ciencia filosófica.
BIBLIOGRAFÍA
Azcárraga, J. (2003). Ciencia y Filosofía. Mètode, Revista de difusión de
investigación de la Universidad de Valencia, Anuario, págs. 40-46.

Bunge, Mario. La Ciencia, su Método y Filosofía. 1998. Editorial Sudamericana.


Recuperado de: http://www.biocap.org/ciencia.html

Douglas J. (2001). El conocimiento científico. México: BUAP. Recuperado de:


http://www.elementos.buap.mx/num41/htm/21.htm

Szilasi, W. (1956) “¿Que es la Ciencia?”, editorial Fondo de Cultura Económica,


México.

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