Está en la página 1de 4

Ningún "Cristiano a medias": La impresionante vida y

patrimonio de John Wesley1


Por William P. Farley

El 2 de abril de 1739, un delgado sacerdote anglicano, con 5 pies 2 pulgadas de estatura, de 36 años de
edad subió a una pequeña elevación en un patio de ladrillos en las fueras de Bristol, Inglaterra.
Graduado de la universidad de Oxford, había sido preparado para hacerlo todo con decencia y con
orden. La decencia no incluía predicar al aire libre. Pero tres cosas lo motivaban para romper con toda
convención: Dios había bendecido la predicación de su amigo, George Whitefield; la mayoría de las
iglesias le habían cerrado las puertas; y él se sentía consumido por una pasión de alcanzar a los
perdidos.

Quizás hacía frío y llovía. Es probable que el sermón fuera largo y difícil de captar, pero 3.000 personas
llegaron a oírlo, y muchos se convirtieron. "Tan pronto como llegó a la plataforma", escribió uno de los
que estaban presentes, "se pasó la mano por el pelo y volvió el rostro hacia donde yo estaba de pie, y
tuve la impresión de que fijaba sus ojos en mí. Cuando hablaba, pensé que todo su mensaje iba dirigido
a mí. Cuando terminó dije: ‘Este hombre puede saber los secretos de mi corazón’." 2

Y así comenzó el largo, fructífero, admirablemente productivo ministerio de John Wesley (1703-91).
Desde sus primero días, se había propuesto jamás ser lo que él llamaba un "cristiano a medias". Y no lo
fue. Durante los próximos 52 años, recorrió a caballo más de 250.000 millas (con un promedio de 4
horas al día, 7 días a la semana en la montura). Predicó un promedio de 2 sermones al día, contestó
inmensa correspondencia, escribió un comentario completo de la Biblia, redactó y publicó una
biblioteca cristiana en 50 volúmenes, leía omniváramente, escribía reseñas de libros sobre literatura
contemporánea, preparó a cientos de hombres para el ministerio, y supervisó una organización auxiliar
de la iglesia que después llegaría a ser la iglesia metodista.

De él J.C. Ryle escribió: "Sólo aquellos que leen los diarios que él mantuvo por 50 años pueden tener
una idea de la inmensa cantidad de trabajo que logró. Quizás jamás hombre ninguno tuvo tantas
planchas frente al fuego al mismo tiempo, sin embargo logró mantener calientes a tantas. . . . Escribía
como si no tuviera nada más que hacer que escribir, predicaba como si no tuviera nada más que hacer
que predicar, y administraba como si no tuviera nada más que hacer que administrar." 3

De sí mismo, Wesley escribió: "Aunque siempre ando apremiado, nunca estoy de prisa, porque nunca
tomo más trabajo del que puedo hacer con perfecta calma de espíritu." 4 Esta calma, junto con su intensa
unidad de propósito, era el secreto de su productividad espiritual.

LOS PRIMEROS AÑOS

La crianza de Wesley tuvo mucho que ver con su utilidad para Dios. Nació en 1703 en Epworth,
Inglaterra, hijo de Samuel y Susannah Wesley. John fue el 15º de 19 hijos. Su padre, el sacerdote
episcopal de la villa, provenía de tenaces antapasados puritanos. El abuelo y el bisabuelo de John
padecieron rechazo durante la misma persecusión que llevó a la prisión a John Bunyan. Nuestro héroe
se crio con una mezcla de espartana disciplina y tierno afecto – el mismo crisol que produjo a muchos
de los grandes líderes de la historia.

Asistió a Oxford y fue ordenado a sus 20 años. A la edad de 27 años, él y su hermano Charles
organizaron a un grupo de estudiantes para alentarse unos a otros en mutuo crecimiento en santidad.
Visitaban las prisiones, oraban constantemente, daban limosna a los pobres, y se reunían para orar y
estudiar la Biblia. Los otros estudiantes burlonamente les dieron el apodo de "el club santo".

A pesar de estos esfuerzos, todavía no se había convertido. Dependiendo de sus buenas obras, buenas
intenciones, y esfuerzos personales para ser aceptado por Dios, él conocía por experiencia íntima la
agonía que era la esclavitud a la Ley. Él poseía celo sin conocimiento, y sufría de incesante culpabilidad,
sentimientos de ser inadecuado, y temor a la muerte.
A la edad de 32 años, se embarcó con su hermano al estado de Georgia, en Estados Unidos para
evangelizar a los indios. De camino el barco pasó por una terrible tempestad. Grandes olas se
reventaban sobre la popa, llegando hasta arrancar de su base el mástil principal. Wesley pensó que iba a
morir. Se sintió aterrado porque le faltaba la paz con Dios.

No pudo evitar hacer un contraste entre su pánico con la paz y la calma de 26 misioneros moravianos
que también estaban a bordo. Wesley no poseía el nuevo nacimiento que los aseguraba y calmaba a
ellos, pero quería lo que ellos tenían. Después de 2 años de infructuosos esfuerzos misioneros en
Georgia, regresó a Inglaterra convencido de que necesitaba la conversión tanto como los indios a
quienes él trató de evangelizar.

A la edad de 35 años, después de haber sido un sacerdote anglicano ordenado por 10 años, fue a una
reunión de noche en la calle Aldersgate en Londres. "Alguien leía el prefacio de Lutero a la epístola a los
Romanos", escribió Wesley más tarde. "Como a eso de las 9 menos cuarto, mientras él (Lutero)
describía el cambio que Dios hace en el corazón por medio de la fe en Cristo, sentí que mi corazón se
enardecía de manera muy extraña. Sentí que confiaba en Cristo; en Cristo solamente, para ser salvo. . . .
Él había quitado mi pecado, sí el mío, y me había salvado de la ley del pecado y de la muerte." 5

Wesley era un hombre nuevo. Entre más y más profundo uno ha estado encadenado a la justificación de
sí mismo, más grande es el gozo de la salvación por fe solamente. Dentro de pocos meses predicó el
sermón en Bristol con el que comenzó este artículo y lanzó, en el poder del Espíritu Santo, un ministerio
de 52 años que cambió el curso de la historia de Inglaterra.

EL HOMBRE

Dios dio a John Wesley varias cualidades singulares que merecen consideración. Primero, él daba un
tremendo énfasis a la predicación. Veía claramente que ésta era la primera obra de cualquier siervo de
Dios. El domingo 8 de abril de 1739 es una ilustración. A las 7 a.m. predicó a casi 1.000 personas en
Bristol. Un poco más tarde ese mismo día predicó a 1.500 al aire libre sobre el Monte Hannam en
Kingswood. Todavía más tarde ese mismo día predicó a 5.000 en Rose-Green. Dos días después fue a
Bath donde predicó tres veces más a multitudes parecidas. Todo esto sin micrófonos, dando gritos al
viento y a la intemperie.6

Segundo, el poder de Dios lo acompañaba. A pesar del hecho de que era un predicador común y
corriente, no era raro que la gente fuera tremendamente afectada por la presencia del Espíritu Santo y
su convicción. La siguiente nota en su diario era típica: "Muchos de los que oyeron comenzaron a
clamar a Dios con grandes gemidos y lágrimas. Algunos se derrumbaron, sin quedar ninguna fuerza en
ellos."7 Tampoco los dones ni la personalidad de Wesley explican estos resultados. Él dependía
totalmente de la unción sobrenatural de Dios, y Dios se la dio de forma liberal durante todo su
ministerio.

Tercero, él era valiente. No temía a ningún hombre. La consagración de Dios le trajo tremenda
persecusión. Las multitudes con frecuencia eran difíciles y violentas. "Tan pronto como salimos", dijo
Wesley de un lugar, "nos saludaron como de costumbre, con burlas y unas cuantas piedras y pedazos de
lodo."

"Wesley y sus amigos", escribió un biógrafo, "con frecuencia eran atacados por pandillas armadas con
palos, azotes, ladrillos, bombas hediondas, fuego, o huevos podridos. A veces soltaban toros entre la
gente o algunos los montaban."8 Ante esta terrible oposición Wesley seguía adelante, siempre buscando
primero el reino de Dios – como Pablo, valiente. (Note el contraste entre el nuevo Wesley y el Wesley no
creyente lleno de temor en medio de la tempestad en el Atlántico.)

La valentía de Wesley también se dejó ver temprano en su ministerio cuando regresó a su ciudad natal.
Cuando el rector de la villa que había tomado el lugar de su fallecido padre se negó a dejarlo predicar
debido a su entusiasmo, se subió al sepulcro de su padre que estaba al lado de la iglesia y predicó a un
buen número de personas al aire libre con trascendentales resultados.

Cuarto, él siempre fue un fiel anglicano. No quería comenzar una nueva iglesia. Aunque miles se
salvaron a través de su ministerio, él lo conducía como una organización auxiliar dentro de la Iglesia de
Inglaterra. Esta fue una debilidad. Se negó a reconocer lo que en realidad estaba sucediendo – Dios
estaba sacando para sí a un pueblo fuera de una estructura eclesiástica muerta. Después de su muerte,
sus seguidores rompieron con el anglicanismo y formaron la iglesia metodista. Hoy cuenta con más de
9.7 millones de miembros, pero en su mayoría, la consagración de Wesley ya no existe.

LECCIONES DE LA VIDA DE WESLEY

¿Qué podemos aprender de la vida de John Wesley? Primero, que la mano que mece la cuna con
frecuencia controla el mundo. John y Charles Wesley debían la mayoría de lo que fueron a la diligente
preparación, altas expectaciones morales, santo ejemplo, y horas de instrucción espiritual que les
impartió su madre. A medida que se esforzaba para criar a 19 hijos, estoy seguro que con frecuencia no
se daba cuenta de que Dios la estaba usando de una manera especial, pero sí la usaba.

Segundo, a veces Dios retiene a ciertos hombres en la miseria de la incredulidad para ampliar el gozo y
el privilegio de la conversión cuando éste por fin llega. Como Lutero antes de él, y Spurgeon después de
él, cuando Wesley vio la justificación por medio de la fe solamente, lo embargó el alivio y el gozo. Fue el
momento que definió su vida, y su predicación continuamente volvía a la realidad de este gozo en la
liberal y soberana gracia de Dios.

Tercero, la verdad no es popular hasta el grado en que el poder de Dios la impulsa. Wesley llegó a
experimentar la persecusión en directa proporción al poder de Dios que estaba sobre él. Tenemos poca
persecusión porque tenemos muy poco poder. La mayoría de nosotros no posamos ninguna amenaza al
diablo. Pero si Dios nos diera el poder espiritual de Wesley – el poder para sacudir a esta nación – todo
el infierno se desataría contra nosotros, tal como lo fue con Wesley.

Cuarto, de la vida de John aprendemos la prioridad que ocupa el predicar en el poder del Espíritu
Santo. Dios sacudió a Inglaterra por medio de la dinámica de su Palabra proclamada por John con
pasión y convicción. Esto siempre ha sido el patrón de Dios, y jamás cambiará. No hay grandes
despertares sin la predicación llena del poder de Dios.

Quinto, la vida de Wesley nos recuerda que hay un lugar para el ministro soltero en el reino de Dios.
Wesley casó con Molly Vazeille a la edad de 47 años. Fue un error, y aunque nunca se divorciaron,
llegaron a separarse. Su llamado quizás no era compatible con el matrimonio. Él siempre estaba
viajando, constantemente ocupado, y totalmente dedicado a la expansión del reino de Dios solamente.
Él no podía dar el tiempo y la atención que los votos del matrimonio exigen dan a la esposa. Es muy
posible que Dios había llamado a John a la vida de soltero.

William P. Farley, de Pinnacle Communications, Spokane, Washington. For His Glory, por William Farley, se puede pedir de
Pinnacle Press, P.O. Box 8146, Spokane, WA 99203.

Endnotes

1. Christian History Magazine, Volume 2, no.1, and winter 2001, no. 69.

2. Richard M. Hannula, Trial and Triumph (Nashville: Cannon Press, 1999), 201,202.

3. J.C. Ryle, Christian Leaders of the Eighteenth Century (Edinburgh, Scotland: Banner of
Truth, 1981), 83,84.

4. Ibid., 84.

5. Christian History Magazine (Volume 2, no. 1): 32, quoted from Wesley’s Journals.

6. The Journals of John Wesley.

7. Hannula, 202.

8. Garth Lean, Strangely Warmed (Wheaton: Tyndale, 1979), 77.

También podría gustarte