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UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR

DEPARTAMENTO DE PLANIFICACIÓN URBANA


CIUDADES INTELIGENTES
PROF. SANDRA ORNÉS
ALUMNO: RAYNER CASTRO, 13-10250

Análisis crítico: Ciudades inteligentes: el dilema entre la privacidad de datos y bien común.

La concepción de ciudad inteligente se ha convertido en un modelo con las que muchas ciudades del
mundo aspiran convertirse en el futuro. El fundamento de este concepto se basa principalmente en las
tecnologías de información y comunicación, en la que la ciudad, como sistema, optimiza sus recursos y
procesos mediante el uso de datos que esta va generando, registrando, procesando y que, en función de
ello, se puedan tomar decisiones.
En este reportaje titulado “Ciudades inteligentes: el dilema entre la privacidad de datos y bien común”,
realizado por DW Español, se pretende abordar la interrogante sobre el alcance que debe tener esta
información sin perjudicar la privacidad de los ciudadanos y exponerlos a determinados peligros, así
como la recopilación de cada dato para mejorar al máximo las capacidades y recursos de sus respectivos
gobiernos.
Inicia como cualquier presentación de urbanismo que hace referencia a que en las ciudades ya vive más
de la mitad de la población mundial y procede con una aproximación de definición para entender qué es
una Ciudad Inteligente, acompañada con algunas iniciativas en desarrollo que se están dando en el
mundo. En este comienzo abordan un punto importante: ¿Qué se necesita para tener una ciudad
inteligente?
Jonas Böhn, experto en ciudades inteligentes de la universidad de St. Gallen en Suiza, afirma que la
ciudad inteligente se compone de todos los sistemas urbanos que funcionan para la ciudadanía: los
servicios, los equipamientos, las actividades, el transporte, la energía y más. Por ende, la ciudad necesita
de estos la recopilación de datos, el análisis en conjunto y las soluciones para mejorar.
Con respecto a esta labor y haciendo un breve paréntesis, se podría pensar que para crear una ciudad
inteligente se necesita de una gran infraestructura que realice estas tareas de manera efectiva y que
abarque toda la ciudad. En efecto, puede que sea así. Sin embargo, tal como se aprecia en los ejemplos,
hay iniciativas como Smart Favelas que apenas necesitan un computador, conexión a internet y la
voluntad de los ciudadanos para utilizar su teléfono inteligente e incorporarse en la toma de decisiones
en su barrio. Si bien en el sentido macro se necesita de una gran red física y virtual que recopile
continuamente información, se pueden plantear alternativas que permitan un primer paso que promueva
también la incorporación de los ciudadanos.
Retomando la estructura de funcionamiento de una ciudad inteligente, el primer problema subyace en el
análisis de la información ¿Quién va a analizar la información generada de la recopilación y el
procesamiento? Si bien un aparato puede realizar estas dos labores, un personal humano debe revisar el
producto y generar soluciones a partir de este. El reportaje hace alusión a la negativa de que una empresa
privada esté a cargo del proceso, por el hecho de que el objetivo de esta sea generar dinero y, por ende,
utilizará esta meta data para sus propios fines. Además, la debilidad que es observada en el ente público
es solo por su incapacidad técnica para poder procesarla. Sin embargo, este al tener tal cantidad de
información ¿Qué lo detiene de no utilizarla con un carácter político para fines que no son los idóneos
a los intereses de la ciudadanía?
El hecho es que el manejo de la información puede recaer en una negativa utilización unilateral sea en
el caso del ente público o privado. Por lo que quizás la opción más viable esté en la complementación
de ambas instituciones junto a la activa vigilancia participativa de los ciudadanos. Que, como un sistema
integrado, cada actor sea garante del buen funcionamiento del otro para la idónea utilización de la
información en beneficio de la ciudadanía, el gobierno, la empresa privada y cada actor que haga vida
en la ciudad.
Otra preocupación que reluce el reportaje, es la cantidad de información que el ciudadano está dispuesto
a ofrecer en contraposición a la exigencia de cómo quiere que la utilicen. Si bien las iniciativas que
mencionan proponen la incorporación de la información como parte de la infraestructura de la ciudad,
debe ser estudiada de acuerdo a la población y el uso al que se pueda utilizar. Tal como lo mencionan,
es el reto de que los ciudadanos usen de manera responsable la información, a la vez que se atrevan a
abrirse y proporcionarla al sistema.
Siguiendo la línea del punto anterior, es la incorporación y la confianza que se pueda generar en la
población para convertirse entonces en ciudadanos inteligentes de una ciudad inteligente.
El punto final al que se hace mención, y quizás representa el mayor reto, es la vulnerabilidad ante
ciberataques. En este sentido, una gran parte de los esfuerzos, en los casos de ciudades que tienen ya
integrados sus sistemas de manera digital, son aplicados para preservar la protección del funcionamiento
y evitar que hackers invadan la plataforma con fines de robar información, tumbar servidores e incluso
alterar datos o procesos. Con cada avance que se haga hacia una ciudad inteligente, se avanza también
hacia la vulnerabilidad, en el que se deben reforzar las defensas ante estas amenazas.
El reportaje, ante esta realidad, culmina con la interrogante de si los ciudadanos están dispuestos a ceder
su privacidad a cambio de alcanzar una ciudad inteligente. Con una recapitulación, es posible llegar a
una aproximación de la respuesta.
Los aportes que genera una ciudad inteligente, tal como se vio en el material, se escatiman en una gran
mejora del funcionamiento de los procesos urbanos: infraestructura, servicios, transporte, calidad
ambiental, participación ciudadana, entre otros. Asimismo, con unas iniciativas de bajo costo en recursos
financieros y técnicos, se pueden lograr grandes avances que promuevan este enfoque. En un mundo
globalizado donde la tecnología avanza todos los días, una ciudad inteligente se convierte en una
incubadora de emprendimiento y desarrollo que mejora directa e indirectamente los potenciales urbanos.
En cambio, las debilidades que posee devienen por parte de la desconfianza e incapacidad que puede
existir entre los distintos actores: el gubernamental, por no contar con el recurso técnico para operar y
la posibilidad de utilizar el procesamiento de la información con fines unilaterales; la empresa privada,
si monopoliza el procesamiento de la información; y la población, por el temor a ceder su privacidad y
que esta sea violada o utilizada en su contra. Además de la vulnerabilidad en la que se encuentra el
sistema integrado ante ciberataques, que en la medida que este sea más complejo, el impacto en la ciudad
será peor.
En conclusión, el reto entonces se fundamenta en la cohesión de los actores para promover la
transparencia, la confianza y los términos de aceptación sobre el rol de los ciudadanos en la ciudad
inteligente. Esto se puede reforzar con la promoción de las fortalezas que posee este enfoque y los
beneficios que puede generar sobre los ciudadanos, el gobierno y los actores económicos. De esta
manera, poder enfocar los esfuerzos para mitigar o evitar el impacto de los ciberataques.

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