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“Para cada hombre, existe un cebo al que no se puede resistir

tranquilamente”.
- Nietzsche
2
Jinsei se deslizó silenciosamente a través de la oscura habitación
del hotel. Caminaba suavemente sobre las puntas de sus dedos hasta
que se golpeó el dedo del pie contra la esquina de la cama. Gruñó de
dolor y el endeble marco chirrió de manera ruidosa. Jinsei se congeló de
terror.

No necesitaba haberse preocupado. Nadie podría haber


escuchado mucho de nada debido a los fuertes ronquidos del hombre
acostado en la cama. Yacía con los brazos abiertos y desnudo, su gordo
estómago hinchándose hacia los lados. El empresario se había quitado el
traje y lo dispersó por toda la habitación en su lujuria, ansioso por dormir
con el hermoso Jinsei que era el chico más lindo que había visto.

Desafortunadamente para él, se había desmayado antes de que


algo pudiese suceder. Afortunadamente para Jin, eso fue exactamente
de acuerdo con su plan.

El chico se arrastró hasta los descartados pantalones del otro


3
hombre y deslizó su pequeña mano en el bolsillo derecho.

Estaba vacío.

Hmm.

Buscó alrededor la chaqueta del traje. Estaba a medio camino de


la habitación colgando de una lámpara. Jinsei frunció el ceño mientras
hurgaba en su interior. Pasó por la cartera, pero luego sonrió victorioso
cuando sus dedos se cerraron sobre las llaves del hombre.
Las extrajo cuidadosamente de manera que el metal no tintinease.
Su hermosa sonrisa incluso se ensanchó más cuando examinó el llavero.
Era amarillo con un caballo negro en el medio.

Este era uno de sus tipos favoritos de llaves.

Bajando al garaje, la llave abrió la puerta de un Ferrari 458 Italia1.


Los brillantes ojos azules de Jinsei se iluminaron cuando lo vio. Estaba
emocionado por la oportunidad de conducirlo.

El motor ronroneó bajo sus manos. Quería ver desesperadamente


lo que este chico malo podía hacer, pero lo último que necesitaba era
llamar más la atención sobre el Ferrari de brillantes colores. Desaceleró
hasta detenerse suavemente en el semáforo y asintió con la cabeza al 4
Camry2 lleno de adolescentes que prácticamente estaban cayéndose
de su coche intentando echar un vistazo al conductor del coche
deportivo que costaba más de dos millones de yenes3.

Jinsei sonrió, les guiñó un ojo, ellas se miraron y gritaron de emoción.

Condujo el coche robado cuidadosamente sólo un poco por


encima del límite de velocidad, ni demasiado lento ni demasiado rápido,
porque cualquiera de los dos era probable que atrajera a los policías. Sus
ojos azules seguían moviéndose a su detector de radar de mano y al
escáner de la policía que llevaba con él. Si tuviese que huir, lo haría, y
sabía que podría deshacerse fácilmente de los policías con la previa
advertencia que los costosos dispositivos le darían.

2
3 Según el convertidor, equivalen a 15.220 €.
Jin no estaba preocupado. Le había dado al gordo empresario dos
roofies4 de acuerdo a su tamaño y estaba seguro que estaría fuera de
combate hasta media mañana.

Rohypnol5; era la droga perfecta para que un ladrón de coches


dosificara a sus víctimas e, incluso mejor, ninguno de los hombres se lo
hubiese esperado. Ninguna de sus víctimas había sido capaz de dar a la
policía una descripción precisa. No tenía olor ni sabor. Cuando se
administraba con alcohol, los efectos aparecían rápidamente, causando
casi de inmediato inconsciencia y amnesia de las horas precedentes.
Básicamente, borraba su memoria de todo lo que les llevó a despertarse
medio desnudos en la habitación de un hotel con su coche 5
desaparecido.

Jinsei comprobó el GPS para asegurase que tenía la dirección


correcta antes de entrar al abandonado almacén. Cuando vio la
multitud de hombres esperándole, exhaló un suspiro de alivio. Lo único
que le importaba a Jinsei era que otro trabajo había terminado.

4 Pastillas que alguien pone en tu bebida en una fiesta de manera que te desmayes y
puedan violarte o tener sexo contigo.
5 Rohypnol es el nombre comercial de una droga llamada flunitrazepam. Pertenece a

la familia que los relajantes, como el Xanax y el Valium, aunque el Rohypnol es mucho
más fuerte. Su potente efecto sedante puede provocar somnolencia y amnesia
(pérdida de la memoria).

Se suele tomar disolviéndolo en un líquido y bebiéndoselo. Son incoloras, inodoras y no


tienen sabor cuando se disuelven en líquidos.
Su parte estaba hecha. Abrió la puerta y arrojó el llavero al equipo
de mecánicos que le habían estado esperando.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó uno de ellos.

—Al menos cuatro o cinco horas —comentó con confianza.

Todos trabajaban para un jefe de la mafia llamado Shibata que


lideraba un grupo que procesaba todas las importaciones robadas. El 6
coche tenía que ser limpiado antes de que fuese denunciado como
robado. Tendrían que mirarlo con lupa y deshabilitar cualquier dispositivo
electrónico. Todos los identificadores o dispositivos de rastreo tenían que
ser eliminados antes de dejarlo en el punto de entrega. Entonces el
coche sería vendido en el extranjero en el Medio Oriente o en los
mercados rusos.

Para el momento en que el empresario despertase, su Ferrari estaría


al otro lado del mundo. Una punzada de culpa retorció el estómago del
chico, pero ese no era su problema. Se encogió de hombros con su
sudadera negra sobre su brillante cabello rubio y se metió las manos
enguantadas en los bolsillos, estremeciéndose ante la anticipación del
largo y frío camino a casa.

El coche robado desapareció en la noche sin ninguna pista.

La tarde siguiente, el Detective Nakamura estaba revisando el


informe policial. Sacudió la cabeza de frustración ya que no era la
primera vez que había escuchado esta historia. La víctima; varón,
mediana edad y adinerado, despertaba desorientado y resacoso con su
costoso coche de importación robado.
No recordaba al joven ladrón rubio que había recogido en el bar.
No había pistas del chico en la habitación del hotel, no tanto como una
huella dactilar. Las imágenes de las cámaras de seguridad eran escasas
o inútiles.

Era como si el chico supiese exactamente donde estaba cada una


y cuidadosamente se mantuviese fuera de la vista, generalmente
escondiéndose detrás de sus objetivos mucho más grandes. El chico era 7
bueno. Era realmente bueno. Pero el detective sabía que no había
manera que estuviese trabajando solo. Sólo era el cebo. Alguien más
estaba sosteniendo la caña y bamboleando el anzuelo.

Nakamura golpeó el escritorio con frustración mientras varios


oficiales le miraban con curiosidad.

El pequeño rubio estaba provocando que hiciesen el ridículo. Era


el séptimo robo este mes y la policía aún no tenía una sola pista.

Era hora de traer las “armas grandes”.


Jinsei miró la dirección que había garabateado de arriba abajo en
el letrero, luego hacia abajo a la dirección y luego hacia el letrero de
nuevo.

Se maldijo a sí mismo en su cabeza.

Club Kasa. Era el club más exclusivo para “solamente miembros”


en el centro de Shinjuku6. ¿Cómo se suponía que iba a recoger allí a un
hombre, mucho menos incluso entrar en el exclusivo club? Sacudió la
cabeza. Estaba desesperado. Su jefe iba a enojarse con él si al menos no
intentaba entrar. Jinsei decidió darle una oportunidad y de esa manera,
si los matones de la yakuza estuviesen cerca, podrían respaldar su historia
de que había intentado y no había podido entrar en el club. Se alisó el
cabello rubio hacia atrás con manos nerviosas y luego enderezó su
camisa de vestir negra y sus ajustados vaqueros azules.

Estaba llevando la mejor ropa que tenía, pero aún estaba


irremediablemente mal vestido para un lugar como el Club Kasa. Puso su 8
mejor cara de póker y caminó hacia el gorila como si fuese el dueño del
lugar.

Intentó no parecer intimidado cuando el gorila le frunció el ceño.


El hombre parecía un gorila de espalda plateada listo para arrancarle
los miembros por invadir su territorio.

6Es uno de los 23 barrios especiales de Tokio, es el principal centro comercial y


administrativo de Tokio.
—Hiro Takeshi —recitó Jinsei uno de sus alias y metió los pulgares en
las presillas de su cinturón. Estaba intentando verse genial y
desinteresado, como si perteneciese a este sitio, en lugar de estar
temblando en sus zapatos como el niño que realmente era.

El gorila ojeó algunos papeles antes de detenerse en uno. —Estás


en la lista. Entra. —Soltó la cuerda de terciopelo y la sostuvo para que
Jinsei pasara.

Jin jadeó durante un momento, incapaz de esconder su sorpresa.

—¡¿ESTOY?!

Se recuperó rápidamente. —Ah, por supuesto que estoy. Muchas


gracias, señor.

Saludó de manera casual y salió pitando hacia el interior del club


antes de que el hombre pudiese cambiar de idea. Mentalmente, se
golpeó a sí mismo. ¿En serio había dicho eso? Gah. Miró alrededor del
resplandeciente club sintiéndose irremediablemente fuera de su 9
elemento. Sacó la foto de su objetivo y la miró de nuevo. El empresario
era moreno, muy guapo y mucho más joven que el objetivo habitual. Su
nombre era Ishida Daijiro, y debería estar en algún lugar por aquí si la
información de su jefe era buena.

Jinsei escaneó el interior del club. Estaba lleno de trajes; la crème


de la créme de la élite de negocios de Shinjuku. Muchos estaban
hablando entre sí con hermosas mujeres jóvenes de aspecto aburrido en
sus brazos. El club estaba dividido en múltiples habitaciones más
pequeñas, con mesas y sofás esparcidos. Realmente apestaba a dinero.

Se decepcionó al ver que no había pista de baile. Eso seriamente


iba a ser un problema. Bailar era el 90% de su técnica de seducción;
desde luego no lo era su don con las palabras. Jinsei suspiró
considerablemente. También podría conseguir una bebida y echar una
mirada alrededor. El hermoso joven se acercó sigilosamente al bar y echó
un vistazo a la carta de bebidas. La miró con incredulidad. No había
precios. Aparentemente estas personas eran tan ricas que no
necesitaban preocuparse sobre cosas tan insignificantes como los
precios como los comunes mortales. Hizo una alocada conjetura y pidió
lo que sonaba como una cerveza barata.
El camarero asintió con la cabeza. —¿Carnet de socio, señor?

Jinsei sacudió la cabeza. —Pagaré en efectivo.

Las oscuras cejas se elevaron un poco, pero el camarero no se


opuso y Jinsei estuvo aliviado, hasta que le deslizó la cerveza y pidió
25.0007 yenes. Jinsei intentó no hacer una mueca de dolor. Apenas tenía
lo suficiente para cubrirlo y una pequeña propina.

Tomó su cerveza y decidió deambular por el club. Era


horriblemente obvio que no pertenecía aquí por las extrañas miradas que
la gente le estaba dando. Finalmente, se metió en un tranquilo rincón y
decidió esperar hasta que llegase su objetivo. No pasó mucho tiempo.

Respiró hondo cuando un hombre con un traje oscuro de tres


piezas entró en el club rodeado por un séquito de personal de seguridad.
Cada ojo se giró hacia él. Hermosas mujeres acudieron a él. Era
sorprendentemente guapo, pero Jin sabía que era más que eso. Tenía un
aura de poder y prestigio que era prácticamente magnética. Muchos de
los empresarios de mayor edad inclinaron la cabeza en señal de respeto. 10
Jinsei se preguntó cuán rico era realmente este hombre.

El hombre de cabello oscuro bajó la cabeza cuando una mujer le


susurró en la oreja. Tenía labios rojos carmesí y un vestido rojo brillante que
se moldeaba ajustándose a sus perfectas curvas. Se veía como si hubiese
salido de la portada de una revista. Era increíblemente hermosa.

Viendo eso, Jinsei se bebió el resto de su cerveza y se preparó para


terminar la noche. Esto fue una pérdida de tiempo. Seguro, podría hacer
que un gordo de mediana edad que tenía una crisis de identidad sexual
regresara a un hotel con él sin problemas, ¿pero este hombre? Ishida
podría tener a cualquiera que quisiera en el club curvando un elegante
dedo. Por otra parte, era obviamente hetero. Shibata iba a tener que
probar un cebo diferente en el anzuelo; algo en una minifalda y
wonderbra.

Secretamente, Jinsei estaba aliviado de no ser el cebo. Se encogió


de hombros y arrojó la botella de cerveza en la papelera más cercana.
Caminó hacia la salida con las manos en los bolsillos.

7 Unos 190 €.
Casi estaba fuera cuando un hombre se escabulló de las sombras
en el callejón detrás de la salida. Sus malignos ojos se fijaron en él. Era
uno de los matones de Shibata. El hombre de aspecto siniestro se pasó
un dedo por el cuello en una silenciosa amenaza y se tambaleó hacia
atrás de miedo. Chocó contra una pared que no había estado ahí antes.
Su mano se estiró de manera reflexiva hacia atrás para evitar su caída
cuando agarró algo cálido, grande y lleno de bultos.

Se dio la vuelta, los ojos azules como platos con miedo. Había
estado esperando a otro de los hombres del jefe de la mafia, pero sus
ojos se abrieron incluso más cuando se dio cuenta de a quién y
exactamente y qué había agarrado. Jinsei alejó su mano como si hubiese
sido quemada, sus mejillas ardiendo en llamas por la mortificación.

—¡Lo–lo–lo siento mucho! —tartamudeó.

Era Ishida en persona. Dorados ojos bajaron la mirada hacia él con


una mezcla de calidez y diversión. —Está bastante bien. Esta es tu primera
vez aquí, ¿no? ¿Te vas tan pronto?
11
Jinsei alejó los ojos del calor en esa mirada. —Uh, sí, estaba… —Su
voz se apagó mientras miraba sobre su hombro para ver si el amenazante
matón aún estaba allí. Nada excepto sombras.

Un enorme y musculoso brazo aterrizó alrededor de la delgada


espalda de Jinsei, girándole gentilmente y presionándole de regreso
hacia el bar. —Deberías permitirme que primero te comprase una
bebida.
Jinsei intentó no caerse de morros ante la sorpresa de su objetivo,
apuntando hacia él.

—¿Qué te gustaría?

Jinsei no sabía mucho sobre alcohol. Técnicamente ni siquiera tenía


la edad legal para comprarlo, dieciocho años en Japón. Estaba
interpretando el papel de alguien más mayor. Veintitrés era lo que decía
en su falso DNI.

Intentó parecer genial cuando respondió, sonriendo de manera


seductora. —Tendré lo que quieras que tenga, chico grande.

Esos ojos dorados centellearon. —Dos tés helados Long Island, por
favor —le dijo al camarero y el empleado asintió con la cabeza.

Le sorprendió que no hubiese pedido algo con alcohol. El té helado


también era una bebida americana, eso fue incluso más extraño. Quizás
no estuviese de humor para beber. Eso estaba bien. Jinsei estaba seguro
de que las roofies que tenía en su bolsillo también se disolverían en el té. 12
El hermoso hombre se inclinó más cerca. —Así que, no te he visto
por aquí antes. ¿Cuál es tu nombre?

—Uh —se estancó Jin mientras intentaba recordar el nombre que


le había dado al guardia de seguridad—. ¡Ah, Hiro! ¡Hiro Takeshi! —
Recordó con triunfo. Esos ojos dorados estaban centelleando de nuevo.
Se veían tan cálidos y llenos de risa. Jinsei nunca lo hubiese esperado de
un hombre tan imponente.
—Bien, Hiro, ¿por qué no te he visto antes por aquí? ¿Un joven
hermoso como tú? Estoy seguro de que me habría dado cuenta. —Se
inclinó con la mirada fija en Jinsei, como si el chico fuese un dulce regalo
que no podía esperar para devorar.

Estaba flirteando descaradamente y Jin estuvo avergonzado de


admitir que estaba funcionando. ¿Hermoso? ¿Ishida pensaba que era
hermoso?, no pudo evitar sonrojarse ante el cumplido. Tomando el té
dulce que el camarero había puesto delante de él, tomó un trago largo
de la fría bebida para cubrir su vergüenza.

Ishida tomó la mano de Jinsei en la suya más grande y Jin sintió su


corazón saltar en su garganta. Fue difícil hablar. —Soy, uh… nuevo en la
zona —tartamudeó.

—¿Oh? Y qué te trajo a Tokio.

Jinsei tosió en su bebida. Ninguno de sus otros objetivos había


hablado tanto o hecho tantas preguntas. Normalmente borrachos para
cuando Jinsei llegaba a ellos, farfullaban algo sobre su culo, él les tiraba 13
los tejos y bing-bang-boom; de regreso a la habitación de hotel. Roofie
en la bebida, wham-bam-thankyouma’am8, y estaría en su camino con
las llaves de su coche. La estrategia funcionaba muy bien para él porque
realmente era un terrible mentiroso y lo sabía. Se tomó otro largo trago
del té dulce para tranquilizar sus nervios. Su cabeza se sentía un poco
rara.

—Estoy involucrado en coches —dijo finalmente. Eso fue lo


suficientemente impreciso.

8Argot para una relación rápida o un sexo realmente rápido con alguien que apenas
conocer o que conoces pero no te importa.
Dejo el original porque no encuentro expresión equivalente en español.
—¿Qué tipo de coches?

Maldita sea.

—Principalmente importaciones extranjeras.

Jinsei se especializaba en convertir las importaciones en


exportaciones, pero eso iba a guardárselo. Esos ojos dorados estaban
centelleando hacia él de nuevo, como si estuviese entretenido por algo.
El enorme pulgar de Ishida estaba acariciando la palma de su capturada
mano y estaba jugando seriamente con su mente. No pudo evitar
imaginar esos cálidos y fuertes dedos acariciando otras… cosas.

—En realidad acabo de comprar uno para mí.

—¿Oh? —Jinsei elevó la ceja e intentó parecer sorprendido como


si ya no lo supiese. Tomó otro sorbo. La bebida estaba realmente buena.

—Mmhm, un Lamborghini Reventón9 —dijo Ishida de manera


casual.
14
Jinsei se atragantó con su bebida. Tosió, farfulló y mantuvo una
servilleta en la nariz mientras el hombre le daba palmaditas en la espalda
con preocupación.

—¡¿Un Lamborghini Reventón?! —preguntó incrédulamente una


vez que se hubo recuperado.

Ishida asintió con la cabeza, un indicio de una sonrisa en su rostro.

—¡Pero sólo se han fabricado veinte! Y algunos están en museos.


¿Cómo demonios lo tienes en tus manos?

Jinsei olvidó todo acerca de su misión, ser seductor y por qué


incluso estaba ahí en primer lugar. Un Reventón era como el santo grial
de los coches deportivos y para un fanático de los coches como Jinsei,
su sueño húmedo.

—Tengo mis métodos.

9
La mente de Jinsei estaba girando. Un Lamborghini Reventón. No
era de extrañar que Shibata se hubiese enfocado en Ishida. ¿Cómo
podría dejar pasar eso?

—¿Te gustaría verlo?

—¿Podría? —gritó Jin con entusiasmo. Apenas podía mantener la


emoción de su voz. Enrojeció cuando se dio cuenta de lo mucho que se
oía como un niño. Simplemente no pudo evitarlo. Era como la Navidad y
su cumpleaños todo en uno.

Jinsei también estaba más que un poco borracho, pero no se dio


cuenta de eso.

Prácticamente aplaudió con alegría cuando las puertas gris


metalizado del Reventón se levantaron hacia un lado, como el Batimóvil.
Era tan genial. Lo primero que Jinsei hizo fue girarse boca abajo y mirar el
suelo entre el asiento del pasajero y el asiento del conductor. Era
totalmente inconsciente de la manera en que su culo se elevaba en el
aire, pero no el hombre de pie detrás de él. Se movió un poco intentando
ver mejor. 15
—¡Número CINCO! —gritó con entusiasmo, señalando el sello.

Ishida arqueó una ceja hacia él como si no tuviese idea de lo que


quiso decir.

—¿Cinco? —Levantó la mano en énfasis. Ishida parecía no mostrar


ninguna comprensión.

Jin se explicó. —Tu coche, es el número cinco en la serie de veinte.


Estamparon el número de cada coche en el suelo entre los asientos,
¿ves? —Señaló hacia la marca.

El empresario se inclinó hacia adelante y miró lo que Jinsei estaba


señalando.

—Oh, mira eso —dijo divertido. Parecía totalmente desinteresado,


sus ojos dirigiéndose directamente al culo de Jinsei.
Jin rodó los ojos antes de caminar alrededor del coche, arrastrando
los dedos delicadamente a lo largo del distintivo trabajo de pintura gris.
El único color en el que se había fabricado el Reventón era un color
especialmente diseñado para esa marca y modelo. Era un elegante gris
opaco con motas de color ámbar metálico que le recordaron a Jinsei las
balas y los ojos de Ishida.

Fue a la parte trasera del coche y se quedó sin aliento cuando miró
hacia abajo en las entrañas del súper coche. El motor en sí mismo era un
trabajo de arte. El capó estaba hecho de laminado de vidrio con
aberturas de ventilación que ofrecían una visión del palpitante corazón
del motor de doce cilindros de 6.5 litros. Ishida notó su atención y puso el
coche en marcha, el motor volviendo a la vida, ronroneando como un
gatito. Jinsei gimió de éxtasis ante la vista e Ishida sonrió.

Jin tocó, rozó y echó un vistazo a cada centímetro de la parte


trasera del coche antes de moverse hacia el frente, inclinándose una vez
más con su curvilíneo culo en el aire.

Ishida estaba de pie sobre él, su ceja elevada con diversión 16


mientras se movía detrás del chico. —¿Qué demonios estás mirando
ahora?

Jinsei señaló hacia los potentes conductos de ventilación. Silbó


ante su tamaño. —Eso sólo es la entrada de aire para los discos de freno
de carbono y el calibrador de seis cilindros.

—¿No es el motor? —preguntó Ishida con sorpresa.

—No. —Jin sacudió la cabeza—. Tiene entradas de aire por todas


partes. Fue diseñado para imitar un caza F-2210. Todo el diseño de la
carcasa intenta maximizar la eficiencia aerodinámica: el óptimo flujo de
aire para una estabilidad absoluta a todas las velocidades y, al mismo
tiempo, una óptima refrigeración para el motor. La carcasa está hecha
de compuesto de fibra de carbono sobre un esqueleto de acero. Lo
mismo que las alas del avión; ligero, pero increíblemente fuerte.

10
Se dirigió a la parte posterior y señaló las ranuras de ventilación en
el capó del motor. —Eso es la toma de aire para el motor.

Luego señaló hacia las tomas de aire en la puerta del lado del
conductor y la puerta del lado del pasajero. —¿Ves la diferencia? En el
lado del conductor, la entrada es más grande para incrementar el flujo
de aire al radiador. En el lado del pasajero, la entrada de aire es plana
porque sólo debe garantizar el flujo bajo el suelo. La estructura del suelo
termina en la parte trasera con un difusor. Está perfectamente optimizado
aerodinámicamente. Cero arrastre y perfecta estabilidad incluso a
340 km/h.

Cualquier cosa menos que la perfección y el coche volaría fuera


de control a esas velocidades. Incluso podría despegar en el aire como
los aviones que fueron diseñados después. El motor de 650 caballos
definitivamente era lo suficientemente potente.

Jin pasó las manos a lo largo de las distintivas curvas del coche
deportivo. —¿Ves esas dos líneas? —Se las señaló a Ishida. La vista lateral
del Lamborghini estaba dominada por la línea de techo muy bajo y dos
amplias pinceladas, la primera enfatizando el arco de la rueda delantera; 17
la segunda, una línea muy dibujada comenzaba en el arco de la rueda
delantera y corría a lo largo de todo el costado del automóvil y sobre la
rueda trasera. Explicó—. No son sólo para mirarlas. Ayudan a entregar el
máximo volumen de aire frío al motor. La entrada de aire del motor está
ubicada en el pilar del techo, detrás de la tercera ventana lateral. ¿Y
todas esas ranuras? —Se inclinó y señaló hacia los arcos de las ruedas
traseras—. Sólo se abren cuando es necesario, si el motor comienza a
calentarse.

Ishida le miró con sorpresa. —¿Cómo sabes tanto sobre coches?

Jin se encogió de hombros. —Mi padrastro era aficionado a la


mecánica. Me pasó la afición. —Entonces el adorable joven se distrajo
de nuevo, poniéndose en cuclillas y pasando los dedos por los alerones
de carbono atornillados en los bordes del coche.

—¿No son sólo para mirarlos? —Supuso Ishida.

—Nop, crean un efecto turbina, canalizando el aire para enfriar los


discos de cerámica que permiten el frenado a altas velocidades.
Jin fue de nuevo a la parte de atrás del coche, mirando con lujuria
el motor. Saltó cuando grandes y fuertes manos acariciaron sus costados,
acariciándole como él había estado acariciando al Reventón.

—Si casi has terminado de comerte mi coche con los ojos, puedo
pensar en algo más que podría llamar tu atención. —Ishida sonaba
envidioso por el hecho de que pareciese estar más interesado en el
coche que en él. Jinsei se había olvidado por completo de lo que se
suponía debía estar haciendo. Se giró en los poderosos brazos del enorme
hombre y le miró de manera seductora.

—¿Celoso? —Sonrió.

—Jodidamente sí —gruñó Ishida. Sus largos dedos se entrelazaron


en el suave cabello en la nuca de Jinsei. Sus intensos ojos dorados se
posaron en él como un par de faros y se sintió el pequeño e indefenso
animal atrapado en ellos. La elegante construcción del empresario era
muy parecida a la del Reventón; poderosa y seductora. El inmenso poder
de su musculoso cuerpo retumbaba como la potencia del motor V1211
bajo el capó. 18
La mano de Ishida se movió para acunar la parte inferior de Jin, sus
dedos se deslizaron bajo la cinturilla de los pantalones y acariciaron la
desnuda piel mientras su cabeza se inclinaba hacia abajo para un beso.
Jinsei jadeó y se retorció de miedo agachándose bajo el brazo de Ishida.
Retrocedió lentamente. Ishida merodeó hacia él como un depredador
hasta que Jinsei levantó el dedo.

—¡No, no! —le reprendió Jinsei—. Conseguiré mi viaje antes de que


obtengas el tuyo.

Jin le guiñó un ojo juguetonamente y se lanzó al lado del pasajero,


con cuidado de mantenerse fuera del alcance de esos largos y
poderosos brazos.

11 En mecánica automotriz, un motor V12 es aquel que posee dos bancadas de 6


cilindros con cárter y cigüeñal común a ambas, generalmente con una abertura de
60º o 120º entre ellas.
Cada bancada es, básicamente, un bloque de 6 cilindros en línea, configuración que
se caracteriza por su finura de funcionamiento, prácticamente ausente de
vibraciones, por lo que no necesita ejes de equilibrado.
Ishida gruñó, pero obedientemente fue tras el volante. Las puertas
de tijera bajaron para encerrarles en el ajustado pero súper lujoso interior
del Lamborghini. Jinsei jadeó con placer, jugando con los controles y
subiendo la música mientras salían del aparcamiento subterráneo del
Club Kasa. Incluso el interior del coche se veía como un avión con sus
numerosas pantallas de cristal líquido. Había un medidor de fuerza G que
mostraba las fuerzas de impulso dinámicas, la aceleración longitudinal
durante la aceleración y el frenado, así como la aceleración transversal
en las curvas. Jinsei estaba embelesado. Sus hermosos ojos azules
brillaban con emoción mientras lo tocaba todo.

Ishida era un increíble buen conductor, y aunque no estuviese


completamente informado sobre los extraordinarios activos del coche,
aprovechaba al máximo el excelente manejo del coche. Voló a través
de las calles de Tokio, prácticamente a la deriva mientras tomaba curvas
cerradas en las esquinas sin desacelerar. El sistema de tracción a las
cuatro ruedas de tracción viscosa era tan eficiente que cada fuerza se
traducía constantemente en movimiento. La enorme rotación del motor
aseguraba un cambio potente en cualquier número de revoluciones:
incluso la más mínima presión sobre el acelerador se transformaba 19
espontáneamente en empuje. No era un coche de transmisión manual.
No, el Lamborghini era algo mucho, mucho mejor que eso. Los ingenieros
de Lamborghini habían creado el compañero perfecto para el potente
motor de doce cilindros con la transmisión ISR12 altamente innovadora.
Era la caja de cambios robotizados más rápidos y el cambio de marchas
más sensible del mundo, cambiando de marcha mucho más rápido que
incluso el piloto de carreras más experto.

Era medianoche cuando salieron a la vacía autopista y


comenzaron a acelerar más y más rápido.

12 Independent Shifting Rods. Varillas de Cambio Independiente


El Lambo registró casi 250 km/h cuando Ishida aceleró. Jinsei se giró
en su asiento para ver si podría ver el movimiento del alerón trasero. Era
desplegable y controlado electrónicamente. En reposo, estaba alineado
con la parte trasera del vehículo.

En funcionamiento, tenía dos posiciones: una inclinación de 11


grados que proporcionaba una carga aerodinámica considerablemente
mayor a velocidades de rango medio (lo que ayuda a optimizar el
manejo y la estabilidad), y luego un ángulo de aproximadamente 4
grados optimizado para altas velocidades. El coche en sí calculaba la
inclinación del ángulo más apropiada y se ajustaba en consecuencia.
Jinsei miró con los ojos como platos como el alerón se ajustaba y luego
bajaba cuanto más rápido iban. De repente Ishida preguntó qué estaba
mirando, sus agudos ojos aún en la carretera mientras giraban y
comenzaba a regresar a Tokio. Jinsei le explicó sobre el alerón e Ishida
escuchaba con interés.

Estaban volando por la autopista a 300 km/h. Como una idea de


último momento, Jin preguntó: —¿No estás preocupado por la policía?
20
Ishida elevó una sarcástica ceja. —¿Realmente piensas que
podrían atraparnos?

Jinsei se rio para sí mismo. —Pregunta tonta.

El hermoso hombre le sonrió amablemente y Jinsei estuvo


sorprendido por el cálido humor en sus ojos ámbar.

—¿Te gustaría conducir? —preguntó de repente Ishida, sus ojos


moviéndose hacia Jinsei.

Quiso decir sí, pero no tenía tanta confianza en su capacidad para


no ser detenido. Lo último que necesitaba era ser atrapado con un
objetivo. Sabía bien que la policía le estaba buscando arduamente. Se
mordió el labio con pena y sacudió la cabeza. —No, quizás más tarde.

Ishida le miró con curiosidad, pero no dio más detalles. Su boca


prácticamente se estaba haciendo agua con el deseo de estar tras el
volante de la poderosa máquina. Y lo haría… no tan “tarde” como
probablemente estaba pensando Ishida.
Lo que ambos querían era obvio e Ishida ni siquiera se molestó en
regresar al club. Llegó hasta la puerta de uno de los hoteles de lujo más
bonitos de la zona y arrojó las llaves al aparcacoches. Jinsei estuvo
deslumbrado cuando el multimillonario le llevó a través del deslumbrante
vestíbulo. Ishida se inclinó delante suyo y presionó el botón del último piso
del hotel. Sus ojos se encontraron y Jinsei se sintió como si alguien le
hubiese dado un golpe en la cabeza. El calor que pasaba entre ellos era
abrasador. En cuanto el ascensor cerró las puertas, Ishida le atacó como
si se estuviese muriendo de hambre y Jin fuese la última barra de
Klondike13 en la tierra.

Los labios se inclinaron sobre los suyos, atrapando el chillido de


sorpresa y amortiguándolo con su propia boca. Presionó a Jinsei contra
la pared del ascensor con un “ruido sordo”.

Fuertes brazos se apretaron a su alrededor, moldeando la


completa longitud de su cuerpo contra la musculosa construcción del
otro hombre. Jinsei suspiró de placer. Normalmente sus objetivos eran
21
viejos con cabello gris, papada y dedos gruesos como salchichas. Tenían
ese viejo olor a naftalina y aliento a cigarro rancio. Generalmente era
todo lo que podía hacer para evitar las náuseas cuando le besaban y
frotaban su vientre gordo contra él. Inspiró el limpio y masculino aroma
del otro hombre mientras sus labios acariciaban suavemente los de Jinsei.

Ishida comenzó a presionarles juntos de manera más insistente, sus


enormes y cálidas manos flotando en el cuello de Jinsei, trazando la
suave piel con las palmas de sus manos. Sus ojos se encontraron, inocente
azul y caliente dorado, y por un momento sólo se miraron fijamente con
fascinación.

El ascensor sonó y les despertó a ambos de su neblina sexual.

13
Ishida sonrió y Jinsei fue arrojado de manera brusca sobre el
hombro de Ishida. Chilló y pateó, pero todo lo que ganó fue un buen
golpe en el culo.

El mundo giró sobre sí mismo una vez más y Jinsei aterrizó con un
fuerte grito en la parte superior de la cama, las piernas abiertas de par en
par. Ishida se alzó sobre él como un depredador, quitándose la corbata
y comenzando a desabrocharse la camisa. La boca de Jinsei se secó
cuando el enorme pecho fue revelado, sus ondulados hombros, su
cincelado paquete de seis y luego más abajo. Apretó las piernas
juntándolas de manera inconsciente cuando el calor en su estómago
casi abrumó sus sentidos. Ishida se había quitado la ropa hasta llegar a
sus bóxer y ahora se estaba moviendo para cubrirlo. Era ahora o nunca.

22

Rodó ágilmente desde abajo cuando el hombre grande tocó la


cama. Se escurrió hacia el otro lado de la habitación como un ratón
intentando evitar al gato. El valor líquido se había evaporado de su
sistema y estaba asustado. Jinsei retorció las manos nerviosamente. Una
bebida. Necesitaba hacerle una bebida a Ishida. Si no dejaba
inconsciente al gigante, realmente iba a terminar haciendo lo que sólo
había pretendido hacer con los otros y nunca antes había hecho eso.

Tan irónico como era, realmente era virgen.

El chico se agachó detrás de la barra, poniéndola entre él e Ishida.


—¿Te sirvo una copa? —Jinsei intentó sonreír de manera casual,
sexy, aun cuando su estómago estaba atado en nudos. Ishida era tan
diferente de cualquiera de sus otros objetivos. Se sentía completamente
fuera de su elemento, pero era hora de tomar de nuevo el control. Tenía
un trabajo que hacer.

El hermoso jovencito tragó saliva e intentó no mostrar el nerviosismo


en su rostro cuando Ishida se levantó de la cama y comenzó a merodear
hacia él de nuevo como depredador.

Jinsei mantuvo las manos abajo detrás de la barra. Agarró


rápidamente el decantador de whisky y sirvió un poco en un chupito,
dejando caer las roofies de su bolsillo en la bebida. Casi había terminado
de burbujear cuando lo levantó y fingió tomar un trago. Los dorados ojos
de Ishida parecían estar a punto de reír cuando se lo entregó. Lo sostuvo
en su mano, pero no tomó un trago. Jinsei se masticó el labio con
nerviosismo. Los ojos azules se fijaron en el ambarino dorado mientras
Ishida caminaba lentamente alrededor de la barra y Jinsei se dirigía en la
otra dirección. Ambos rodearon la barra mientras Jinsei intentaba
mantenerla entre ellos. El hombre se veía como un león hambriento y 23
Jinsei se sentía como una gacela. De repente Ishida se lanzó hacia él y
salió pitando a través de la habitación, retrocediendo hasta que sus
rodillas golpearon la cama.

—Um, ¿no estás sediento? —preguntó con nerviosismo, retorciendo


sus dedos. Ishida sacudió la cabeza sus ojos dorados fijos en él. Puso el
whisky tranquilamente a un lado de la mesa. Agarró la corbata del suelo
y deslizó la seda entre sus dedos con una lasciva sonrisa.

Los ojos de Jinsei se abrieron de par en par de terror cuando el


enorme hombre se abalanzó sobre él, tirándole de espaldas sobre la
cama y al mismo tiempo forzando su boca. Besar a Ishida era como ser
golpeado por un rayo. Todo su cuerpo respondió al instante. Cuando
finalmente liberó sus labios, Jinsei aspiró aire frenéticamente.

La sonrisa de Ishida era salvaje cuando lo mantuvo bajo él, su voz


ronroneando en el oído. —Creo que es hora de ese viaje que me
prometiste.
Jin ahora estaba muy preocupado. Obviamente Ishida pensaba
que tenía mucha más experiencia de la que realmente tenía y el brillo en
los ojos decía que no tenía intención de ir despacio con él.

Luchó pero el agarre de Ishida en sus muñecas sólo se apretó. Jin


gritó. —¡Por favor! No lo entiendes, yo…

Cualquier cosa que hubiese planeado decir fue engullida por otro
beso voraz. Ishida le empujó sobre su vientre y ató sus muñecas a la
cabecera con la corbata de seda. Jin jadeó e intentó liberarse, pero
utilizó un nudo que se apretaba cuando más tiraba. Con sus manos ahora
libres para hacer cosas más importantes, Ishida hizo un rápido trabajo
quitándole la ropa. Empujó la camisa hacia arriba para que colgase
alrededor de sus muñecas y luego le bajó rápidamente los pantalones
hasta los tobillos y los lanzó hacia un lado.

24

Jin lloriqueó cuando su desnuda parte inferior fue expuesta a la


ardiente mirada del hombre. Fuertes manos comenzaron a acariciar su
desnuda carne, rozando y acariciando sus curvas de manera
apreciativa, como Jinsei le había hecho al coche de Ishida. La suave y
cálida piel del chico se estremecía bajo el evaluador toque. Podía sentir
su cuerpo reaccionando a pesar de su miedo cuando Ishida molió su
pelvis contra la regordeta parte trasera de Jinsei. La polla del otro hombre
se sentía enorme y dura como una roca.

—Voy a disfrutar cada minuto de esto, hermoso. Voy a tomar ese


dulce y pequeño culo tuyo para una prueba de manejo, y podría decidir
hacerte mío para siempre.

Jinsei gimió cuando lamió su cuello. Sus manos deambularon


debajo de él para tirar y frotar sus pequeños y duros pezones. Ásperas
yemas de dedos rodaron y pellizcaron mientras Jin se estremecía.
Sin embargo, gritó cuando esos mismos dedos se deslizaron en la
oscura hendidura entre sus piernas y presionaron contra su agujero. Todo
su cuerpo su puso rígido cuando gritó: —¡Para! Nunca antes he hecho
esto.
Sus palabras resonaron en el silencio y durante un momento,
ninguno se movió. Entonces, desde detrás de él, Jinsei escuchó una baja
y retumbante risita. La satisfacción de Ishida era audible.

—¿Es así? ¿Así que entonces tu cuerpo es naturalmente tan


lascivo?

Estiró la mano entre las piernas de Jin y agarró la polla dura como
una roca. Acarició el eje y la sensación hizo que Jinsei pusiera los ojos en
blanco. Su pulgar presionó el tierno lugar entre los testículos y el ano de
Jinsei. Gruñó y cerró los ojos. Su voz se tambaleó. —N-no.

—¿Qué tal aquí?

La yema de un dedo se abrió camino en apretado culo de Jinsei y


el chico se sacudió hacia adelante. —¡No! —chilló. El repentino 25
estiramiento dolió, pero no exactamente de mala manera.

Ishida se rio y retiró el dedo del espasmódico frunce del pobre


chico. Jinsei se mantuvo perfectamente inmóvil cuando sintió dos fuertes
manos agarrar su parte inferior y dos fuertes pulgares presionar en la parte
grasosa. Ishida separó su culo hasta que todo el interior del rosado y suave
pliegue fue revelado. Jin sabía que Ishida podía ver su ano, sus testículos
y su pequeña polla dura donde estaba presionando en la cama. Podía
sentir el fantasmal aire a través de su tierno agujero y eso hizo que lo
apretara con fuerza.

La voz de Ishida fue baja y ronca. —Entonces supongo que nadie


te ha hecho esto.

Ante el primer golpe húmedo de la lengua de Ishida a través de su


agujero, la boca de Jinsei se redondeó en un silencioso ‘oh’. Ante la
segunda lamida, gritó como un cachorro cuya cola había sido pisada.
No era tan doloroso como sorprendente. Entonces le lamió de nuevo, una
suave franja caliente y mojada hasta la grieta del culo, y oh, ni siquiera
podía comenzar a describirlo. Nunca imaginó tal cosa.
—¿Sin palabras? —Ishida se rio y Jin pudo sentir su aliento flotando
sobre la húmeda saliva dejada en su agujero. Sabía que el multimillonario
podía ver su área más íntima, pero de alguna manera, en lugar de
mortificarle, sólo le excitó más.

Con un irregular gemido, sus esbeltas caderas se inclinaron hacia


atrás e inconscientemente presionó su trasero hacia la boca de Ishida,
pidiendo más con su cuerpo. El hombre más mayor se rio de nuevo y Jin
pudo sentir su aliento contra su agujero de nuevo. El pequeño esfínter se
estremeció mientras la dura y plana lengua se frotaba contra él,
presionando pero no entrando. Se sentía raro, erótico y asombroso de
una manera completamente extraña.

—Uh —gimió Jinsei de manera incoherente cuando Ishida se inclinó


hacia atrás y plantó su rostro de nuevo entre sus piernas. Cualquier cosa
que hubiese estado planeando decir desapareció en el momento que la
lengua comenzó a lamer el interior de su culo, la punta retorciéndose más
allá del esfínter. Nunca podría haber imaginado que el poderoso,
hermoso y educado hombre ante el que todos se inclinaban en el club
pondría sus labios contra el culo de un extraño, dándole el beso francés 26
más húmedo y obsceno que había conseguido.

Fue más y más profundo, haciendo con seguridad lo que ninguna


persona normal haría jamás, pero Ishida obviamente no era una persona
normal, era alguna clase de enfermo pervertido. Y el cuerpo de Jin lo
estaba amando.
Estaba temblando de placer, sacudiéndose como una hoja, desde
los hombros hasta los enroscados dedos de sus pies e Ishida tomó total
ventaja. Metió el dedo en el culo del chico, justo al lado de su lengua y
lo empujó contra la próstata previamente intacta. Por un momento su
visión quedó en blanco, el mundo borroso mientras un rayo le quemaba
entre sus piernas y se corría más fuerte de lo que nunca en su vida, su
polla disparando sin ser tocada.

El placer destrozó su cuerpo, desgarrándolo como un terremoto.


Continuó mientras lloraba y gemía, indefenso bajo la brujería sexual que
Ishida estaba desatando sobre él. Un dedo fue seguido por otro y otro en
el interior de su agujero, grueso, caliente y cubierto de humedad y
entonces los dedos desaparecieron. Jin se derrumbó de cara hacia la
cama. Todo su cuerpo estaba relajado y dócil con soñolienta
satisfacción.
Ahí fue cuando Ishida presionó su polla contra el aflojado y
descuidado agujero. El chico levantó la cabeza. Su placentera niebla
reemplazada por un ardiente dolor. Jinsei pensó que Ishida sería gentil
con él, que iría despacio ya que era su primera vez. Y lo hizo, las primeras
embestidas, empujó inexorablemente lento y luego se retiró igual de
gentil. Era abrumador y se sentía completamente dominado. Pero incluso
mientras Jinsei le rogaba y suplicaba, Ishida sólo presionó más profundo
en su interior con cada embestida. Cuando finalmente tocó fondo, todo
su cuerpo estaba cubierto de sudor.

—Duele —finalmente se las apañó para chillar. La plenitud dentro


de él le dejó sin aliento.

—Mejorará —gruñó Ishida y se retiró lentamente, luego presionó las


caderas hacia delante de nuevo. No había nada que Jin pudiera hacer
para detenerle. No podía empujarle o cerrar su pobre y virgen agujero
contra el implacable ataque porque apretarlo sólo lo empeoraría.
Después de unas pocas embestidas más controladas, comenzó a coger
velocidad, empujando dentro y fuera, más y más duro hasta que estuvo
golpeando el interior. Debajo de él, Jinsei estaba jadeando pequeños 27
ruidos.

Todo era demasiado. Lágrimas llenaban sus hermosos ojos.

—Por favor, por favor, detente —suplicó en un suave e impotente


tono de voz.

—Va a estar bien —dijo Ishida, como si no fuese el único causando


el daño—. Pronto estará mejor.

Jinsei no veía cómo eso podría ser incluso posible. Se sentía como
si siempre hubiese sido de esta manera; herido en el interior, dividido,
dolorido y palpitante alrededor de la gigantesca polla. Se sentía como si
su culo nunca se cerraría de nuevo, como si tuviese que llevar pañales el
resto de su vida para evitar que sus entrañas cayeran de su agujero. Ishida
se inclinó y besó su cuello, tiernamente, como si no tuviese las bolas
profundamente en el espasmódico ano.

Ishida canturreó en su oído. —Está bien.


Salió y entró de nuevo con fuerza y Jinsei aulló porque justo en ese
momento, el dolor se convirtió en sorprendente placer.

Sus ojos se abrieron como platos y juró que sobresalieron cuando


las caderas de Ishida golpearon de nuevo hacia adelante y la cabeza
de su polla chocó contra ese lugar especial en su interior. Lo hizo una y
otra vez, hasta que la propia polla de Jin estuvo dura de nuevo,
babeando en el pequeño charco mojado que ya había hecho. Ishida
estaba mordisqueando y besando su cuello y espalda, mordiendo los
músculos y lamiendo los lóbulos de sus orejas. Todo lo que Jinsei pudo
hacer fue yacer ahí y tomarlo; Ishida golpeando entre sus piernas,
manteniéndole completamente abierto con las manos atadas sobre la
cabeza. No había ningún lugar al que pudiese ir, nada que pudiese
hacer.

Era muy consciente de todo, desde la estriada cabeza de la polla,


embistiendo y golpeando las tiernas paredes de su interior, hasta la
ondulación de su vello púbico mientras le rozaba el culo. La sensación
cada vez que golpeaba su punto de placer era casi demasiado intensa.
No era doloroso, pero hacía que su estómago se retorciese y todo su 28
cuerpo se estremeciera. La presión construyéndose detrás de sus bolas
era inaguantable y el dolor viajó por su columna vertebral. Quería
liberarse más de lo que había querido nada en toda su vida.

¡Quería correrse!

Obscenos y húmedos ruidos llenaba la habitación mientras Ishida


le follaba con determinación. Se inclinó hacia abajo, con sus brazos a
cada lado del cuerpo de Jin, sus caderas embistiendo.
—Así es como los chicos pervertidos como tú deberían ser follados
por primera vez; sobre sus bonitos estómagos, el culo hacia arriba, las
piernas abiertas. Así es como aprenderás a amarlo.

Jinsei gimió en el colchón. Odiaba lo que Ishida estaba diciendo,


pero sabía que era cierto. Era demasiado, estaba tan lleno, su sexo se
sentía como un agujero abierto y palpitaba cada vez que Ishida
embestía en su interior. Sabía que sus entrañas tenían que estar
magulladas hasta el ombligo y se sentía tan bien que apenas podía
contenerlo. Se sentía completa y totalmente abrumado. Cerró los ojos
cuando las lágrimas comenzaron a escapar del rabillo y giró la cabeza
de manera que Ishida no pudiese verlo, pero Ishida lo hizo de todos
modos.

—¿Vas a llorar por mí, chico pervertido? ¿Hmh? —gruñó Ishida,


follándole fuerte, sacando pequeños y lastimeros gritos de los labios de
Jin.

Arrastró su polla sobre la próstata, clavándola mientras sostenía al


pequeño debajo de él, con las piernas abiertas, ensartado como un 29
cerdo en una pica y obligándole a aceptar cada centímetro de su carne.
Finalmente empujó a Jinsei al borde, el dolor aumentando el placer,
agudo, bueno y caliente en su cabeza.

Ishida pareció saber el momento en que sucedió.

—Ahora eres mío —susurró fervorosamente—. Inocente muñequito


pretendiendo ser tan pervertido. Nunca voy a dejarte ir, nunca voy a
dejar que nadie más te tenga. Me perteneces.

Sin más, Jinsei sollozó. Ishida se inclinó más cerca de manera que
sus labios frotaron su oreja. —Quiero que te corras para mí ahora.

—¡Oh, Dios! ¡Oh, sí! ¡¡Oh, Dios!!

Sin más, Jinsei se vino abajo. Llorando, gritando y sollozando, su


liberación casi le hizo volverse histérico con su intensidad. Su núcleo se
sentía como si intentara darse la vuelta mientras cada gota de esperma
era ordeñado desde su vientre. Quemaba y su agujero se sentía como
fuego mientras la adolorida y tierna carne se aferraba con fuerza a la
polla de Ishida.
Su orgasmo siguió y siguió mientras se desmayaba en el olvido.

Ishida se presionó tan fuerte como pudo en el chico debajo de él,


moliendo el pequeño cuerpo en el colchón mientras su polla pulsaba y
se vaciaba en las temblorosas lumbares del ahora inconsciente chico.

El joven rubio no despertó cuando Ishida le desató, ni despertó para


el suave baño de esponja que le dio a su mitad inferior. Yació ahí como
una muñeca mientras Ishida maniobraba su inerte cuerpo sobre la cama
y debajo de las sábanas, sin darse cuenta de cuán tiernamente el
hombre mayor acunaba su forma desnuda.

Podría no haber sido la tierna experiencia con la que cada virgen


soñaba, Ishida había tomado su inocencia entre lágrimas de alegría y
dolor, pero no había error en la mirada de total y dichosa satisfacción
escrita sobre el durmiente rostro de Jinsei.

30
Jinsei parpadeó con los ojos nublados en confusión. Las actividades
de la noche anterior le habían desgastado a fondo y era reacio a
despertar. La habitación se veía como si hubiese sido golpeada por un
tornado. Era un caos total. Cuadros colgaban torcidos en las paredes.
Había ropa dispersada por todas partes. Incluso la mesita de noche
estaba volteada.

31
Se arrastró hasta el borde de la cama y buscó a tientas el
despertador en el suelo. Jinsei jadeó cuando vio la hora. Eran cerca de
las cuatro de la madrugada. Habían estado esperándole en el punto de
encuentro hacía casi dos horas.

Gimió suavemente cuando intentó moverse. Jinsei se deslizó


cuidadosamente por debajo del pesado brazo de Ishida y se bajó de la
enorme cama tamaño matrimonio. Todo su cuerpo dolía. Incluso su
cabello dolía. La parte inferior de su cuerpo latía como un dolor de
muelas, y le dolía el trasero. Había una sospechosa humedad entre sus
piernas, goteando por la parte posterior de sus muslos. Jinsei le disparó
una mirada asesina al hermoso hombre durmiendo tan pacíficamente.
Era una máquina sexual, un animal. Jinsei no se había dado cuenta que
fuese posible correrse tanto.

El pobre chico cojeó alrededor de la habitación, encorvado como


un anciano, y recogió lentamente los restos destrozados de su ropa. Jinsei
se puso sus guantes negros y limpió la habitación, limpiando todo lo que
había tocado mientras miraba de manera furtiva a Ishida. El amplio
pecho del empresario se elevaba y caía de manera constante en el
sueño.
Las llaves de su coche estaban justo en la mesa. Habían sido
dejadas a la vista, como si se presentaran a Jinsei. Jinsei sintió su
estómago retorcerse por la incomodidad, la culpa prácticamente
ahogándole. Sus manos temblaron un poco cuando se las metió en el
bolsillo silenciosamente. No quería cogerlas y no quería robar el coche de
Ishida, pero no tenía elección. Tenía un trabajo que hacer.

Se movió para quedarse de pie sobre Ishida, empapándose de la


vista del rostro del hermoso hombre. Jinsei sabía que nunca le olvidaría.
Ishida fue su primero. Le había hecho sentir cosas que nunca antes había
sentido. Realmente había dolido, pero Jinsei realmente había disfrutado
mucho. Ishida dijo que ahora Jinsei era suyo; hubiera querido quedarse y
ver qué quiso decir con eso.

Pero no podía pertenecer a Ishida.

Dispuesto o no, pertenecía a Shibata.

Jinsei susurró suavemente: —Lo siento —en el oído del durmiente


hombre. Apartó gentilmente el oscuro cabello de la suave frente del 32
hombre antes de darse la vuelta para irse.

En el instante en que la puerta se cerró tras él, los ojos dorados se


abrieron de golpe. Estaban completamente conscientes sin un atisbo de
confusión porque no había estado dormido. Determinación estaba
escrita en el rostro de Ishida cuando se vistió rápidamente y marcó en su
móvil. Esta vez no había nada, sólo aplastante culpa mientras Jinsei
guiaba suavemente el elegante Lamborghini a través de la noche y
entraba en el almacén. Suspiró considerablemente cuando apagó el
motor y salió cojeando del coche. El carnoso puño de Shibata atacó,
atrapando la mejilla de Jinsei y moviendo su cabeza hacia un lado.
Normalmente, no habría sido suficiente para derribarle, pero ya se estaba
sintiendo un poco inestable. Jin cayó al suelo. Aterrizó tumbado sobre su
estómago, sin aliento y conmocionado.

—Llegas jodidamente tarde —rugió el jefe de la mafia


airadamente.

Jinsei presionó sus dedos en el pómulo y se frotó la mandíbula.


Estaba palpitando. Sintió que el golpe casi la había dislocado en ese
momento.
—Lo sé, lo siento, me encontré con complicaciones. No pude…

—Complicaciones y una mierda, pequeño mocoso malcriado. Esto


va a costarte.

Los ojos de Jinsei se abrieron como platos. —¡¿Qué?! No, ¡hice lo


que pediste! ¡Robé el coche!

El alto gánster dio una profunda calada a su cigarrillo antes de tirar


las cenizas sobre la cabeza de Jinsei. —Quiero que hagas diez trabajos
más.

—¡Ese no era el trato! ¡Se supone que este sería el último! —gritó el
chico mientras sentía que su corazón caía a su estómago.

—Bueno, estoy cambiando el trato. ¿Qué vas a hacer al respecto?

Jinsei se tambaleó sobre sus pies, protestando. —¡Eso no es justo!

—¡Te mostraré lo justo, pequeña mierda! —Shibata levantó al 33


pequeño chico por el cuello de la camisa y echó el puño hacia atrás de
nuevo. Jin cerró los ojos con fuerza e hizo un gesto de dolor
preparándose.

No intentó defenderse. Sabía que no podía defenderse porque las


consecuencias serían terribles si lo hiciera. Era mejor aceptar el golpe y
esperar que no se magullara tanto el rostro que no fuese capaz de
trabajar.

¡PHWIT! ¡PHWIT!

Un sonido desconocido llenó el almacén. Abrió los ojos justo


cuando Shibata comenzó a gritar. El jefe de la mafia dejó caer a Jinsei y
se agarró el mutilado puño. Miraba fijamente su mano con horror. Varios
dedos estaban en el suelo y la sangre corría por su brazo. Los ojos de Jin
se abrieron como platos cuando docenas de hombres con trajes negros
entraron corriendo para rodear al yakuza y sus matones. Toda la banda
estuvo de rodillas en unos instantes.
Un hombre alto y moreno con un elegante traje de tres piezas salió
de las sombras con una humeante pistola en la mano. Había un largo
silenciador atornillado al cañón.

No era otro que Ishida Daijiro.

El estómago de Jinsei cayó al suelo. La boca del hombre era firme


y sus brillantes ojos estaban fijos en Jinsei. Se veía furioso. Jinsei se encogió
cuando se arrodilló al suelo. Estaba esperando lo peor cuando el hombre 34
alto y amenazador se alzó sobre él. Mantuvo la vista baja porque estaba
demasiado avergonzado para encontrarse con su mirada. Temía lo que
Ishida debía pensar de él. Fuertes dedos agarraron su barbilla y obligó a
levantar la mirada hacia su rostro. Los ojos de Jin estaban llenos de
lágrimas. El rostro de Ishida se volvió borroso y brilló ante sus ojos. La mano
izquierda del hombre acarició la magullada mejilla de Jinsei como si fuese
su preciada posesión y estuviese evaluando el daño causado.

Cuando los ojos de Ishida se detuvieron en la herida de Jinsei, la fría


furia que vio escrita en ese hermoso rostro sacudió a Jinsei hasta la
médula, pero no tuvo tiempo de pensar en lo que significaba. Todas las
cabezas se giraron cuando las sirenas sonaron estridentes en la
oscuridad. Era la policía y se estaban acercando rápidamente.

Ishida agarró a Jinsei por su flaco brazo, tiró de él para ponerle de


pie y le arrastró afuera. El chico estaba rogando y suplicando por su vida,
seguro de que Ishida iba a matarle. —Ishida, realmente lo siento. Por
favor, no lo entiendes. Tuve que…

—Lo entiendo perfectamente. Ahora, cierra la boca —espetó


Ishida.
A Jinsei apenas se le dio la oportunidad de obedecer antes de que
arrancase un pedazo de cinta adhesiva y se lo pusiese en la boca. Dobló
al adolescente sobre el capó de un Mercedes negro, retorció sus brazos
detrás de su espalda y ató sus muñecas con la cinta adhesiva. Casi como
una ocurrencia tardía, Ishida le golpeó fuerte en el culo. La cinta
amortiguó los gritos de pánico.

—Esto es por huir de mí —dijo Ishida de manera fría.

Jinsei lloriqueó su dolor. El azote dolió en su ya tierno trasero. Para


su horror, Ishida le empujó de cabeza al interior del maletero. La puerta
se cerró de golpe sobre él, envolviéndole en una aterradora negrura.

Se retorció y luchó por liberarse. Esperaba poder encontrar el


botón de emergencias interno que tantos fabricantes ahora instalaban
dentro de los maleteros, pero la cinta era demasiado fuerte para que la
rasgara y sus dientes estaban cubiertos por más cinta. No había nada
que pudiese hacer excepto esperar con terror a que Ishida regresara y
repartiese su castigo. Mientras tanto, fuera del maletero, los coches de la
policía se detuvieron en oleadas, uno tras otro. Ishida estaba ahí de pie 35
tranquilamente, sus hombres tenían las armas en los yakuzas hasta que la
policía pudiese ponerlos bajo custodia. Cuando el detective jefe llegó,
caminó directamente hasta Ishida y le estrechó la mano.

—Daijiro, primo, no sé cómo podré pagártelo. He estado


intentando atrapar a Shibata in fraganti durante años, y en una noche
me has dado lo suficiente para encerrarle durante mucho, mucho
tiempo.

Examinó a los hombres esposados con orgullo y luego frunció el


ceño. —Pero, ¿dónde está el pequeño rubio que realmente robó todos
los coches?

Ishida sacó tranquilamente un Dunhill del bolsillo de su pecho y lo


encendió antes de hablar. —Se escapó.

—¡¿Se escapó?! Pero ese niño robó unos treinta y cinco coches,
¡todos juntos valen miles de millones! Incluso robó coches pertenecientes
a varios políticos de alto rango. ¡Quieren que le encuentren y arresten!
Van a castigarme si…
—Te entrego a los hombres responsables. Necesito que pagues el
favor dejándolo correr —dijo Ishida. Sus intensos ojos dorados miraron fija
y significativamente a Nakamura.

El detective estudió a su primo durante mucho tiempo. Tal vez no


hubiese atrapado a todos los responsables, pero también sabía sin
ninguna duda que había atrapado al líder de la banda y sacado de las
calles a un grupo de matones de la yakuza. Supuso que podría lidiar con
dejar que el cebo escapase. Estaba seguro que Ishida tenía sus razones.
Siempre lo hacía.

Nakamura golpeó a Ishida en la espalda. —Bueno, gracias de


nuevo. ¡No puedo creer que comprases un Lamborghini sólo para esto!

Ishida sonrió irónicamente. —¿Cómo podría dejarlo pasar?

El coche era absolutamente maravilloso.

Era el cebo perfecto… justo como el hermoso chico que Shibata


había puesto frente a él. 36
Jin parpadeó ante la repentina luz brillante. Casi hubiese preferido
quedarse en la oscuridad. Estaba aterrorizado. Su agitada mente seguía
repitiendo la furia que vio en los ojos del hombre cuando se fijaron en su
magullada mejilla. Pensó en la mano mutilada de Shibata y la pistola que
Ishida había manejado de manera tan experta. Ishida Daijiro hacía que
Shibata se viese como un amateur. Nunca debería haber jodido a un
hombre así y ahora era demasiado tarde, para él y su hermano pequeño.

Ishida le sacó del maletero y le llevó a una habitación pequeña. Su


corazón estuvo cerca de detenerse cuando sacó una navaja y agarró
los brazos, pero todo lo que hizo fue cortar la cinta adhesiva que
mantenía sus muñecas atrapadas. Gentilmente colocó a Jinsei en una
silla, se arrodilló y cortó la cinta de su boca.

—No podía tenerte haciendo ningún ruido en el maletero mientras


la policía estuviese ahí. —Fue la única explicación ofrecida.
37
Jinsei estaba total y completamente confundido. —Ishida, ¿qué?

De repente la puerta detrás de Ishida se abrió. Un hombre alto con


gafas entró. Llevaba un niño pequeño de cabello oscuro con asustados
ojos azules. La boca de Jinsei se abrió y cerró como un pez fuera del
agua.

Jadeó. —¡Junpei!

— ¡¡¡Onii-chan14!!!

El pequeño corrió a través de la habitación cuando Jinsei se


arrodilló. Con ambos brazos, envolvió a su amado hermano pequeño.
Enterró su rostro en el cabello del niño y le apretó con fuerza. Sus hombros
temblaban mientras intentaba retener las lágrimas. Durante mucho
tiempo, meció a su hermano mientras Junpei sollozaba en su camisa. Sin
pensarlo dos veces, Jinsei se quitó la camisa y limpió el sucio rostro de
Junpei con ella, sosteniendo un extremo en la nariz de su hermano.

14 Asi viene en el original.


—Suénate —dijo con una sonrisa. Junpei se sonó la nariz en la mejor
camisa de vestir de Jinsei con un largo sonido de bocina y Jin le ayudó a
limpiarse. Estaba sucio y tenía moretones en los brazos.

Junpei levantó la mirada hacia él lastimeramente. —Onii-chan,


¿dónde estabas? Los viejos malos no quisieron jugar conmigo y su comida
no era tan buena como la tuya.

Jin revolvió el cabello de Junpei con la mano y sonrió con tristeza.

—Lo siento mucho. Hice todo lo que pude por encontrarte.

La sonrisa del pequeño era radiante. —Lo sabía. ¡Sabía que lo


harías! ¡Sabía que no te habías olvidado de mí!

—Nunca, compañero. ¡Nunca olvidaría a mi Otouto15! ¿Estás bien?


¿Estás herido en alguna parte?

Junpei sacudió la cabeza, y luego puso un regordete dedo en su


labio inferior de manera pensativa. —¿Hambriento? 38
Definitivamente compartían los mismos genes. Jinsei se rio con
ganas y acunó al pequeño de tres años en sus brazos. —Seguro, vamos a
conseguirte algo para comer.

—¿¡POCKY16!?—exclamó Junpei de manera exuberante.

—Cualquier cosa que quieras. —La sonrisa de Jin era radiante


cuando sus ojos se encontraron con los dorados de Ishida. Casi le
sobresaltó, porque en su alegría, se había olvidado por completo de su
audiencia.

—¿Cómo lo supiste? —preguntó silenciosamente y los curiosos ojos


azules de Junpei miraron alrededor para ver a quién estaba hablando
Jinsei. Sus ojos eran una copia perfecta de los de su hermano mayor.

15 Asi en el original.

16
Ishida miró al hombre con gafas. Dijo: —Por favor, lleva al pequeño
afuera y consíguele algo para comer.

Junpei envolvió sus brazos alrededor del cuello de Jinsei como una
soga, apretando tan fuerte como pudo, nuevas lágrimas comenzando a
caer. —¡NAAAAOOOOOHHHH! —aulló, negándose a ser separado de
Jinsei otra vez.

Jin le dio palmaditas suavemente en la cabeza. —¡Hey! ¡Está bien,


Otouto! ¡Está bien, estos son los chicos buenos!

Junpei miró al hombre del traje negro sospechosamente. —Dan


miedo —susurró en voz alta—. No parecen los chicos buenos.

—Bueno, tampoco Batman. Batman parece aterrador, pero


realmente es un buen chico —dijo Jinsei. Su mirada conectó
significativamente con la de Ishida.

—¡¡¡BATMAN!!! —Junpei miró con nuevos ojos al hombre al otro lado


de la habitación. El superhéroe favorito de Junpei en todo el mundo era 39
Batman.

—Sip. Y ese es, um… Robin —dijo Jin, señalando al otro hombre.

El hombre con las gafas tosió torpemente y se sonrojó un poco.

Junpei fue aplacado. Estaría bien dejar a Jinsei solo mientras


Batman estuviese allí y permitió que le transfirieran a los brazos de Robin.
Jinsei se quedó solo con Ishida. Levantó la mirada hacia Ishida.

—Todo fue un montaje, ¿cierto?

Ishida asintió con la cabeza, sacando un paquete de cigarrillos y


extrayendo uno.

—¿De manera que supiste quién era yo todo el tiempo? ¿Y eso fue
por lo que me invitaste al hotel?

Asintió de nuevo con la cabeza, encendiéndolo.


—¿CÓMO lo supiste? —preguntó Jinsei desconcertado. Estaba
asombrado de que realmente Ishida hubiese estado un paso por delante
de él todo el tiempo.

Ishida se explicó. —El detective que ha estado trabajando en los


casos de robos de coches es un amigo mío. Me explicó la situación, que
había un joven rubio seduciendo a hombres ricos mayores, llevándoles a
hoteles, administrándoles Rohypnol y robando las llaves de sus coches.
Nunca dejando rastro, ni una huella dactilar y sólo una grabación mínima
de vigilancia.

—Compré el Lamborghini sabiendo que cualquier ladrón real de


coches no sería capaz de resistirse a un Reventón. Mis hombres recibieron
instrucciones para permitir la entrada a cualquier persona que
coincidiese con tu descripción y alertarme de inmediato. Tus huellas
dactilares fueron fáciles de obtener del vaso en el bar. Tu nombre surgió
en el sistema gracias a tu extenso registro juvenil. Desde ahí, fue bastante
simple juntar las piezas; el préstamo que tu padrastro pidió a Shibata y el
informe de Personas Desaparecidas que presentaste de tu hermano.
40
Ishida le dio una profunda calada al cigarro, nivelando sus ojos en
Jinsei tranquilamente.

La mente de Jinsei aún estaba alucinando. Estos hombres no sólo


eran Batman y Robin. Eran Sherlock y Watson, Hellboy y Abe Sapien17,
Kato y Green Hornet18, ¡toda la Liga de la Justicia combinada!

—¿Cómo supiste que no estaba dispuesto? ¿Qué Shibata había


secuestrado a mi hermano y me estaba chantajeando?

—No sabes mentir. Y estoy muy familiarizado con los métodos de


Shibata. He estado pensando en bajarle los humos durante un tiempo—
Sonrió el hombre más mayor, exhalando una bocanada de humo.

17

18
Jinsei sacudió la cabeza con incredulidad ante otra de las
declaraciones de Ishida.

—Espera, ¿de manera que me estás diciendo que compraste un


coche de dos millones de dólares19 sólo para utilizarlo como cebo para
ayudar a tu amigo a atrapar al ladrón de coches?

La ceja de Ishida se curvó. —Funcionó, ¿cierto?

Ese no era el punto. ¿Cuán jodidamente rico era este bastardo? La


diversión de la pasada noche en esos dorados y risueños ojos de repente
tuvo sentido. Ishida había sabido lo que estaba pasando todo el tiempo.
Lo que quería decir…

—Espera, ¿así que eso quiere decir que SABÍAS que estaba
intentando administrarte roofies?

Levantó la mirada hacia Ishida de manera indignada.

—Bueno, entonces, ¿por qué simplemente no jugaste conmigo? 41


¡Podrías haber fingido quedarte dormido y dejarme coger las llaves! ¡¿Por
qué me hiciste eso?!

Sus mejillas enrojecieron de un rojo brillante por la humillación


pensando en todas las cosas pervertidas que Ishida le había hecho. Y
peor, lo mucho que le había GUSTADO. Ishida se movió para tocarle pero
Jin se apartó bruscamente, moviéndose fuera de su alcance.

—¡Me UTILIZASTE!

Los labios del joven temblaban de indignación y vergüenza. Se


sentía como un idiota. De acuerdo que también había utilizado a Ishida,
pero Ishida no fue quien perdió su virginidad por las mentiras y el chantaje.

Ishida intentó aplacarle. —Jinsei, tal vez tomase ventaja de la


situación…

19Aquí viene la cantidad en dólares, mientras que en capítulos anteriores viene en


yenes.
Creo que la autora se equivoca en los anteriores porque un Ferrari de 15.000 €, no me
cuadra.
—¡¿Tú CREES?! —le interrumpió airadamente, sus ojos azules
parpadeando mientras se echaba la chaqueta del traje de Ishida sobre
los hombros protectoramente, intentando cubrir más de su expuesta
carne.

—Pero dormí contigo por la misma razón que alguien duerme con
alguien más. —Los dorados ojos de Ishida estaban brillando con calidez.

—¿Y cuál es? —Jinsei le miró sospechosamente cuando se acercó.


Sabía que debería hacerlo, pero no se apartó ni inmutó cuando Ishida
puso una gran mano cálida en su mejilla. Inclinó la cabeza para besar el
moretón en la mejilla de Jinsei y luego dejó más besos en su rostro y labios
hasta que el joven suspiró de placer en sus brazos.

42

—¿Ya lo has olvidado, mi chico travieso?

Jinsei abrió los ojos y miró fijamente el rostro de Ishida. Sus ojos
dorados estaban ardiendo, sus labios separados. Lujuria y deseo estaban
abiertamente escritos sobre sus hermosos rasgos. La química pulsaba
entre ellos como electricidad. Ishida atacó a Jinsei de manera voraz,
consumiendo su boca, mordiendo con avidez sus labios mientras una
enorme mano amasaba la parte posterior del cuello de Jin y evitaba que
el chico se retirase. Jinsei gimió cuando el calor creció en espiral en su
estómago y jadeó cuando se dio cuenta que Ishida había deslizado su
otra mano debajo de la chaqueta del traje. Le empujó hacia delante de
manera que estuviesen presionados juntos desde el pecho hasta el muslo.
Su mano era posesiva y ardiente en la desnuda espalda baja de Jinsei.
La hábil lengua de Ishida exploró su boca con agonizante lentitud,
presionando dentro y chupando fuera hasta que estuvo jadeando de
deseo. Sus enormes manos fueron arriba y abajo por el pecho de Jinsei,
jugando con sus pezones hasta que el chico jadeó de placer y su espalda
se arqueó. En cuestión de segundos, estuvo irremediablemente excitado.
Finalmente, Ishida se alejó y miró a Jinsei con sus risueños ojos de nuevo.

El punto que estaba intentando hacer era obvio; a Ishida le


gustaba Jinsei y a Jinsei también le gustaba Ishida. Todo lo demás era
irrelevante.

Jinsei no puedo evitar sonreírle tímidamente.

Era la primera sonrisa verdadera que le había dado. Era la primera


sonrisa verdadera que había dado en años, desde antes de que sus
padres hubiesen muerto y su hermano fuese secuestrado. Sonrió porque
había una promesa en esos ojos dorados; que todo iba a estar bien.

Era una promesa en la que Jinsei, de alguna manera, sabía que


podía confiar, porque ahora sabía que tan malo como pudiese parecer, 43
Ishida Daijiro realmente era el chico bueno. Y el chico bueno había
salvado el día.
1 año después

—Feliz Aniversario, bastardo.

Ishida estaba reclinado en su sillón con un cigarrillo en la mano.


Esperaba obedientemente donde Jinsei le había sentado justo después
de su cena de sushi y luego corrió a buscar algo.

Observó con diversión mientras una enorme caja rectangular con


piernas se movía torpemente hacia él. Estaba claro que Jin había
envuelto el regalo. La enorme caja estaba cubierta un poco
desastrosamente con papel de regalo azul y verde con un lazo amarillo
brillante en la parte superior. Finalmente, se movió hacia un lado e Ishida
pudo ver el hermoso aunque algo gruñón rostro de su adorable y joven
amante.

Era su vista favorita en todo el mundo. 44


Desde el momento en que divisó ese hermoso rostro desde el
oscuro bar lleno de humo del Club Kasa, ni una sola vez se había cansado
de verlo. Le había llevado mucho tiempo entender sus intensos
sentimientos por el dulce joven que no podía mentir ni para salvar su
propia vida. Nadie había despertado tanto instinto posesivo y protector
dentro de él.

Tal vez fuese el hecho de que Ishida supiese que podía confiar en
Jinsei de manera incondicional. A pesar de su inusual comienzo, el chico
había resultado ser la persona más honesta que había conocido. Sus
preciosos y cristalinos ojos transmitían cada pensamiento, emoción y
esperanza. Era brillante, amable, infaliblemente desinteresado, divertido,
travieso e increíble, increíblemente hermoso. Y sus apetitos sexuales eran
casi tan ilimitados como los del propio Ishida.

Ishida amaba a Jinsei y al pequeño Junpei total y completamente.

Antes de ellos, había sido un hombre frío y duro y el amor era una
emoción que nunca antes había experimentado.
El pasado año había sido el mejor año de su vida mientras había
llegado a ver a su joven amante crecer y florecer lentamente en la red
de seguridad que Ishida les había proporcionado a él y a su hermano.

Los dos huérfanos se habían convertido en su familia. En su todo.

Se inclinó hacia adelante y apagó el cigarrillo en el cenicero, de


manera que pudiese darle a su magnífico amante toda su atención.

Jinsei colocó la amplia caja delante de Ishida con un pequeño


puchero en sus hermosos labios y luego tocó el suelo con la punta del pie
de una manera tímida y entrañable.

—Tengo para ti lo que pediste —murmuró.

Ishida ya lo sabía desde que vio la cámara de seguridad en el


garaje subterráneo y ese era el por qué estaba deseando tanto abrir su
regalo de aniversario. Cortó con cuidado el papel de regalo, y luego lo
retiró para revelar su regalo. Aunque Ishida había sabido lo que había
debajo del papel de brillantes colores, su respiración aún quedó 45
atrapada en su pecho ante la vista.

Era un enorme lienzo gallery–wrapped20 de su Lamborghini


Reventón plateado visto desde el guardabarros del lado del conductor.
Pero eso no fue lo que atrajo su atención y le dejó paralizado. Fue el
hermoso chico que lo cubría. Bueno, ‘chicos’ para ser preciso.
Obviamente la imagen había sido alterada de manera digital, pero
increíblemente bien hecho.

Las pupilas de Ishida se oscurecieron por la lujuria. Había tres Jinsei


en el cuadro. Uno rubio estaba en el techo de perfil, su espalda arqueada
de manera seductora con sus largos y pálidos brazos y piernas caídos
lánguidamente sobre los laterales.

20Un método de estirar el lienzo de un artista para que el lienzo se enrolle a los lados de
la barra de la camilla o de las barras del filtro y quede asegurado a la parte posterior
del marco de madera.
Dejo el original porque no conozco palabra en español para definirlo.
Su cabeza caía hacia atrás mostrando su elegante garganta. El gris
opaco enmarcaba su suave carne blanca a la perfección. Otro Jinsei
tenía su regordete trasero apoyado en el capó, sus piernas abiertas de
manera lasciva, exponiendo sus suaves muslos internos y todo lo que
estaba en medio. Su mirada estaba fija en la cámara de manera
desafiante. El Jinsei más cercano estaba inclinado con los codos
apoyados en el borde de la ventanilla del lado del conductor, su
desnuda parte trasera apuntaba hacia el lado de la cámara. Las luces
brillaban en su suave y tensa piel, las redondeadas curvas de su hermoso
y sedoso trasero. Sus exóticos ojos mirando sobre su delicado hombro
tímidamente. Era el retrato perfecto de la personalidad multifacética de
su amante. Jinsei podía pasar de ser un sonrojado virgen a un gato salvaje
y convertirse en un gatito sexual e Ishida descubrió que cada versión era
igual de sexy. Cuanto más miraba el cuadro, más amenazaba su polla
con hacer un agujero en sus pantalones Armani.

—Oh, Jin, nene —dijo, luego silbó bajo y lascivamente. Ishida


disfrutaba la manera en que ese hermoso sonrojo se convertía en un rosa
oscuro. A Jinsei le gustaba burlarse de él por gastar millones de yenes en
un coche, pero por lo que respectaba a Ishida, el Reventón se pagaba
solo cada vez que miraba el hermoso rostro de su chico. 46

—¿Te gusta?

Jinsei retorció los dedos detrás de la espalda de esa encantadora


manera que hacía cuando estaba nervioso. Ishida decidió dejar de
torturarle. Puso el asombroso cuadro a un lado y envolvió sus manos
alrededor de las caderas de Jinsei.
—Absolutamente lo amo. Es hermoso. TÚ eres hermoso. Gracias,
nene —dijo de manera sincera. Ishida atrajo a su chico sobre su regazo y
capturó la parte posterior de su cuello con una enorme mano antes de
saquear su suave boca. No se detuvo hasta que Jinsei estuvo sin aliento
y tan excitado como él. Mordisqueó el cuello y esos delgados dedos se
aferraron a sus hombros, animándole.

Ishida murmuró en la suave carne del cuello de Jinsei: —¿No quieres


saber lo que tengo para ti?

47

—¿Ugh? —Los ojos de Jinsei se abrieron de par en par. Estaban


llenos de confusión y excitación, sin un atisbo de avaricia. Si el
multimillonario le hubiese mencionado un regalo a cualquiera de sus
antiguos amantes, en segundos se habrían levantado de su regazo,
pidiéndole ansiosamente su regalo. Pero Jinsei no. No, su querido chico
no mostraba absolutamente ningún interés en las cosas que el
multimillonario pudiese comprarle. Ese era el por qué Ishida no podía
evitar amontonar regalos sobre él. Sonrió y comenzó a trabajar sus dedos
por los muslos de Jin, frotando el bulto en los pequeños pantalones cortos
de gimnasia, deslizándose debajo del dobladillo para atormentar la
caliente carne de sus suaves muslos.

—¡I–Ishida! —gimió Jinsei lastimeramente.

—¿Sí, nene? —preguntó Ishida de manera inocente.

—¿Por favor? —Sus exóticos ojos se abrieron y los fijó en los de


Ishida. Sus pupilas estaban oscuras por la excitación. Sus largas pestañas
temblaban ligeramente.
Toda broma se detuvo e Ishida le llevó al dormitorio donde
procedió a follarle en el colchón; el único regalo de aniversario que sabía
que su muchacho realmente quería (incluso si estaba demasiado
avergonzado para pedirlo). Pero Ishida podía ver a través de él. Lo hacía
desde el primer momento en que se conocieron, hace un año.

Había visto al tembloroso virgen intentando tan duro desempeñar


el papel de seductor. Vio al honesto chico forzado en el papel de ladrón.
En el momento en que Ishida le había mirado a los ojos, había sabido la
verdad sobre Jinsei; que estaba en problemas y necesitaba ser salvado,
y una buena y dura follada. La cosa pervertida. Batman de hecho, sonrió,
pensando en el apodo favorito de Jinsei para él.

A sus ojos, Ishida era un héroe, y movería cielo y tierra para


mantenerlo de esa manera. Jinsei adoraba a Ishida e Ishida también
adoraba a Jinsei. Para él, el chico era perfecto, excepto por su divagante
mirada. Pero Ishida tenía un plan para arreglar eso. No podía esperar a
ver la mirada en su rostro cuando Jin se diese cuenta de lo que le había
conseguido para su aniversario.
48
A la mañana siguiente, Jinsei se despertó con un gemido e
inmediatamente se dio la vuelta para buscar a Ishida. Se había ido. Jin
suspiró un poco decepcionado pero lo entendía. Ishida era un
multimillonario magnate de los negocios. Era como un Bruce Wayne en
la vida real con un millón de dedos en un millón de tartas21. Por supuesto
que no podía estar toda la mañana en la cama, pero eso no evitó que
Jinsei deseara que pudiese hacerlo. Jinsei se dio la vuelta y sonrió en la
almohada, pensando en su amante. Había mencionado algo sobre un
regalo la pasada noche, pero en lo que a Jinsei concernía, cada día del
pasado año había sido un regalo. Si Ishida no le hubiese descubierto
inmediatamente, estaría en prisión o aún bajo el control de Shibata. Dios
sabe qué le habría sucedido a su hermano pequeño, Junpei.

Probablemente ambos habrían terminado a tres metros bajo el


suelo como su padrastro.

Jinsei suspiró de tristeza, pensando en su amable padrastro. Era un


buen hombre que pidió prestado dinero a la gente equivocada en un
intento de salvar la vida de la madre de Jinsei.

21Expresiónque significa que no se puede desperdiciar un día de trabajo porque se


pierde dinero.
Ambos viudos, los cinco años que habían estado juntos habían sido
los más felices que Jinsei había visto a su madre. La llegada del bebé
Junpei les había traído una alegría más allá de lo creíble, pero entonces
ella se puso enferma.

Su padrastro agotó sus reservas financieras en costosos


tratamientos contra el cáncer. Cuando se hubo quedado sin dinero,
acudió a Shibata; un prestamista y matón de la yakuza. La madre de
Jinsei había estado furiosa cuando lo descubrió y el estrés sólo hizo que
empeorase. Después de que ella falleciera, Shibata persiguió a toda la
familia. Él y sus matones habían venido cuando Jinsei estaba en el colegio
para amenazar e intimidar al padrastro de Jin. Su padrastro había estado
haciendo los pagos, Jin lo sabía porque él mismo había tomado dos
trabajos después del colegio para ayudar a saldar la deuda, pero el
matón yakuza había elevado el interés, cambiado los términos y apenas
eran capaces de mantenerse.

Jinsei aún no estaba seguro de lo que había sucedido ese día. Todo
lo que supo fue que había vuelto a casa para encontrar a su padrastro
en un charco de sangre y a Junpei desaparecido. Una nota dejada por 49
Shibata explicaba la nueva situación; Jinsei trabajaría para Shibata para
saldar la deuda o Junpei sería vendido como esclavo para cubrir la
deuda. De una u otra manera, Shibata conseguiría su dinero. La sangre
de Jinsei se congeló en sus venas ante el pensamiento de a qué monstruo
podría ser vendido un niño tan hermoso como Junpei.

Desesperado y sin opciones y a pesar de la traición ya demostrada


de Shibata, Jinsei hizo un trato con él. Actuaría como ‘cebo’, seduciendo
a hombres mayores y robando sus coches. Una cosa de una vez se
convirtió en dos, luego en tres y así sucesivamente. El éxito de Jin había
sido su perdición. Una vez que Shibata vio lo bueno que era Jinsei
robando coches, le hizo hacerlo cada vez más y más. Mientras Shibata
mantuviese cautivo a Junpei, Jinsei no tendría más elección que hacer lo
que le dijera.

Si no hubiese sido por Ishida, Jinsei aún sería un esclavo de Shibata,


estaría en prisión o muerto. Se estremeció un poco ante el pensamiento.

Ishida había descubierto lo que estaba pasando, salvado a él,


salvado a su hermano y luego les cambió a su propio apartamento para
protegerles hasta que el resto de la banda de Shibata fuese arrestado.
Jin había intentado mudarse varias veces, pero Ishida no quiso
saber nada. No fue hasta que habían pasado seis meses que finalmente
Jin aceptó la permanencia de la situación. Realmente Ishida no le dejaría
marchar. El multimillonario más apto de Japón enamorado del
adolescente que había robado su coche. Era la historia de Cenicienta en
la vida real.

Sí, cada día era un regalo y Jinsei no necesitaba nada más.

Tenía que levantarse e ir a recoger a Junpei. El mejor amigo de Jin


se había ofrecido voluntario para vigilar a su hermano pequeño durante
la noche de manera que Jinsei e Ishida pudiesen celebrar su aniversario
de manera apropiada. Amaba a su hermano pequeño, pero Junpei
estaba atravesando una fase donde no quería ir a la cama, lo que hacía
que el momento de sexo fuese un poco embarazoso como mínimo.
Cada cinco minutos, el pequeño se levantaba por un vaso de agua o
una historia o un segundo beso de buenas noches, e Ishida le complacía
extraordinariamente.

Jinsei sonrió de nuevo en la almohada, pensando en lo bueno que 50


era Ishida con su hermano pequeño. Siempre le estaba leyendo historias
o jugando a Batman con él. Justo el otro día, Jinsei les atrapó jugando a
caballitos (Ishida en su traje Armani de tres piezas había sido el caballo).
Jin se rio entre dientes y se levantó de la cama, su corazón desbordado
de amor por el asombroso hombre que había salvado sus vidas. Se puso
unos vaqueros y un bonito polo. Siempre se vestía un poco mejor en los
días que tenía clase, consciente de cómo sus acciones se reflejaban en
Ishida. Aunque el CEO le juró que no tenía nada que ver con la
aceptación de Jinsei en la Universidad Keio, Jinsei lo sabía mejor.

Estaba seguro de que el hecho de que Ishida fuese un exalumno y


donase millones a la universidad más antigua y prestigiosa de Tokio no
tenía nada que ver con el hecho de que su compañero de piso entrase.
Sí, claro.

A pesar de todo, Jinsei le estaba agradecido y aprovecharía todas


las ventajas de la oportunidad que le habían dado. Era el primero en su
clase para la división de ingeniería y estaba en camino de convertirse en
el diseñador de coches que siempre había soñado.
Jinsei bajó en ascensor hasta el garaje subterráneo donde
guardaba su moto Vespa, comprada y pagada con su propio dinero a
pesar de las objeciones de Ishida.

Le encantaba ir al gigantesco garaje subterráneo del edificio de


apartamentos de Ishida. Era como ir a un espectáculo de coches
exóticos todos los días. El edificio de Ishida estaba lleno de ricos
bastardos, no tan ricos como su bastardo, por supuesto. Jin sonrió con
orgullo. Y aunque ninguno de ellos tuviese coches tan geniales como los
de Ishida, Jinsei aún disfrutaba comerse con los ojos los demás casi a
diario. Siempre estaba babeando sobre los Porsches, Ferraris, Bugattis,
Hennesseys22, un Rolls Royce de época, Bentleys, Aston Martins y por
supuesto una tonelada de los omnipresentes Mercedes Benzs negros,
Audis y BMWs que eran los ‘conductores diarios’ de la élite. Era una pena
porque algunos de los coches deportivos más increíbles rara vez salían
del garaje. Tanto más para su placer visual, sonrió Jinsei lascivamente.

El garaje parecía más abarrotado de lo habitual. Había un nuevo


Ferrari rojo que atrajo su atención. ¿Estaba ese Lotus23 negro y amarillo
personalizado detrás de él? Estiró el cuello para verlo. 51
—¡Bienvenido, Jinsei–san!

—¡Hey, Takeshi!

El nombre el aparcacoches realmente era Hiro Takeshi24. ¿Cuáles


eran las probabilidades?

—¿Qué coche le gustaría llevar hoy, señor?

—Sólo voy a coger la Vespa.

22

23
24Recordad que Hiro Takeshi fue el nombre que Jinsei le dio a Ishida en el club la
primera vez que se conocieron.
Jinsei se detuvo a mitad de camino, un pie en el aire, mientras
digería las palabras del aparcacoches. Se dio la vuelta lentamente.

—¿M-Mis coches?

—Sí, Jinsei-san.

—MIS coches —repitió de nuevo, como un loro.

—Sí, señor. Tiene una buena selección, señor.

—¿Selección?—Jinsei se quedó estupefacto. Hasta ayer, lo único


en el garaje que le pertenecía a Jinsei era la Vespa verde y blanca
aparcada en la esquina detrás del Mercedes de Ishida.

—Sí, señor. ¿Todos esos coches de ahí? Son suyos.

La mandíbula de Jinsei cayó abierta mientras inspeccionaba una


gran sección del garaje que ayer había estado vacía.
52
Ahora estaba llena.

Fila tras fila de coches en cada brillante color que cualquiera


pudiese imaginar sacados directamente de los sueños húmedos de Jinsei
se alineaban en los espacios. Todos los coches que alguna vez hubiese
deseado estaban allí; cada coche por el que casi se dislocaba el cuello
para verlo pasar por la calle; cada coche que había tenido de fondo de
escritorio o póster colgado en su pared.
Había coches de época como un Camaro25 negro de 1969 y un
Charger26 naranja del mismo año. Un Acura NSX27 rojo cereza.

25

26

27
Había un Corvette Stingray28 gris acero. Un Aston Martin DBS V1229
plateado sacado directamente de James Bond. Un Porsche Carrera30. Un
McClarin Spider31 amarillo. Un Nissan GTR32 azul. Un Lexus LFA33. Una nueva
clase de Mercedes SLS class AMG GT34 que ni siquiera se había puesto
aún a la venta. Un Ferrari 45835…

Jinsei cayó de rodillas delante del Lamborghini Murcielago36


personalizado hecho para parecerse al Batmóvil. Estaba hiperventilando
y ni siquiera había llegado a la segunda fila de coches.

O la tercera.

El aparcacoches le entregó una bolsa de papel, ya abierta para el


uso de Jinsei. Jin la agarró con agradecimiento. Sus ojos azules se
desorbitaron mientras respiraba en la bolsa, intentando recuperar el
aliento.

—Cuando Ishida-san me entregó una bolsa de papel esta mañana


y me dijo que la tuviese a mano, me pregunté por qué. Ahora lo sé.
Los ojos de Jinsei se entrecerraron. —¡Ishida! —rugió de indignación. 53

28

29

30

31

32

33

34

35

36
—¿Llamaste?

El alto y hermoso hombre salió de las sombras detrás de ellos. Sus


ojos dorados estaban brillando de satisfacción.

—Tú-tú-tú —tartamudeó Jinsei, nervioso más allá de lo creíble.


Confusión y sorpresa estaba escrito por todo su rostro—. ¿Cómo? ¿Qué?
¿Por qué?

Ishida entrecerró los ojos celosamente, explicándose. —Los únicos


coches que quiero que mires son lo que compre para ti.

Avanzó como un depredador hacia el estupefacto chico. El


multimillonario le dijo al aparcacoches sobre su hombre: —¿Hiro? Bloquea
el garaje y apaga la cámara de seguridad.

—Sí, señor. Inmediatamente, señor.

El aparcacoches sonrió y corrió a cumplir las órdenes de su jefe.


Después de todo, Ishida-sama era el propietario del edificio. 54
El enorme hombre levantó a Jinsei del suelo y le dejó caer en el
capó del coche más cercano, bajándole los pantalones y bóxer hasta
las rodillas de una sola vez. Jin sabía lo que venía después. Ishida tenía un
gran fetiche con sexo en el coche. Le inclinaría y golpearía en el capó
hasta que ambos estuviesen magullados y satisfechos.

Ishida aún no era un amante gentil, pero sin duda era minucioso.

Lo habían hecho muchas veces dentro, sobre y alrededor del


Lamborghini. Jinsei estaba bastante seguro que la manera en que
brillaban la pintura y el cuero no tenía nada que ver con el limpiador y
todo que ver con Ishida cubriendo cada superficie con su propia ‘cera’
especial. Después de que se quitara la camisa, presionó una mano en el
pecho de Ishida y habló con devoción. —Ishida, no sé qué decir. No
puedo creer que hicieses esto. Sabes que no lo necesito.

Sus ojos azules miraron a su amante de manera suplicante. Ya


había hecho demasiado por él y por Junpei. No necesitaba nada más.

—De verdad, no…


Ishida sonrió ante su preocupación. —Lo sé, nene. Y ese es el por
qué no puedo evitarlo.

Pasó las manos por los suaves muslos de Jinsei, separándolos y


tomando ventaja de la estupefacción del chico para hacer un rápido
trabajo con el resto de su ropa. Su pálida piel brillaba en el oscuro
aparcamiento. Brillaba aún más contra la pintura negra mate
personalizada de su propio Batimóvil.

—Si quieres agradecerme de manera apropiada, ponte sobre tus


manos y rodillas y separa esas hermosas piernas.

A veces Jinsei protestaba por el fetiche, pero ambos sabían que el


sexo en el coche le ponía tan caliente como a Ishida.

El hermoso joven retorció el culo avergonzado en el resbaladizo


capó del Muercielago y luego se movió para obedecer. Se dio la vuelta
con cuidado y se posicionó sobre sus manos y rodillas en el capó del
coche, su delicioso culo en el aire. Se le puso la piel de gallina debido a
que el aire en el garaje era fresco. Sin embargo, no pareció molestarle. 55
Su pequeña polla ya estaba dura y apretada contra su cuerpo. La punta
estaba rezumando perladas gotitas de líquido pre-seminal. Quería esto
tanto como Ishida.

Con una mano se desabrochó los pantalones y con la otra, separó


las piernas de Jinsei, cada vez más y más hasta que el joven estuvo
prácticamente dividido en la parte superior del coche. Jinsei gimió ante
el estiramiento pero Ishida sabía que podía ir más allá. Con su mano en
la espalda baja, le presionó sobre el capó, fijando su polla entre su vientre
y el coche. El metal tenía que estar frío en su polla pero Jin sólo gimió y
retorció, follando y moliendo el suave metal. Ishida estaba excitado por
la vista de su desenfrenado amante, piernas separadas, espalda
arqueada, bocaabajo en el capó de su coche.

Le dejó solo ahí durante unos minutos, disfrutando de la vista y


masturbando su propia polla mientras Jinsei gemía y montaba un
espectáculo para él, follando de manera obscena el coche que Ishida le
había comprado. Quien dijo que el dinero no podía comprar la felicidad
obviamente nunca había follado a su amante en el capó de un
Lamborghini.
Ishida se tomó su tiempo preparando, acariciando y rozando el
febril agujero de Jinsei con su lengua y dedos. Lloriqueó, arqueó la
espalda e intentó sin éxito separar las piernas aún más en una invitación
que Ishida ignoró de manera deliberada prefiriendo volver loco a Jinsei
lentamente.

Finalmente, en su frustración, Jinsei giró la cabeza hacia un lado, su


mejilla plana en el coche y dijo: —VAMOS Daijiro, quiero que me FOLLES
en el capó tan duro que mi polla deje una abolladura. Por favor, por
favor, quiero tu polla. ¡La quiero!

—Tan puta de los coches —canturreó Ishida, tirando del chico


hacia atrás hasta que su culo colgó precariamente del capó—. Mi
pequeña puta de los coches.

Deslizó su polla y empujó hasta la empuñadura en el interior de las


apretadas nalgas de Jinsei. El chico vino a la vida, sacudiéndose de
manera salvaje mientras su culo era golpeado. Rebotó hacia atrás, su
culo encontrándose con cada embestida y sus brazos se apretaron
contra el coche de manera que Ishida pudiese follarle tan duro como 56
fuese posible. Ishida soltó una carcajada ante su exuberancia y luego se
inclinó hacia adelante para inmovilizarle. Jin graznó y se retorció, pero
Ishida era mucho más grande y fuerte que él. Ishida sonrió y le sostuvo
ahí, clavado entre el coche y su propio cuerpo duro de manera que
pudiese obligarle a tomar cada parte de la dura follada por la que había
suplicado tan tontamente.

Movió las caderas, rodando y arrastrando la cabeza de su polla


sobre la próstata de Jinsei, clavándola y haciendo que todo el cuerpo
del hombre más joven se sacudiese contra el coche. Sabía que cada
movimiento era intensificado por la manera en que la desnuda polla de
Jin estaba presionada en el capó, pero podía decir que al chico le
estaba gustando por la manera en que se retorcía, disfrutando la
sensación del frío metal en su piel y el calor entre sus piernas. Ishida
apostaba que sus pequeños y bonitos pezones estaban duros como
piedras.

—Tan bellamente desenfrenado —dijo Ishida en un tono de voz


más ronco y oscuro. Volvió a golpear su próstata de nuevo, moviendo sus
caderas de manera salvaje en el interior del culo de su amante.
—Dios, eres hermoso. Exactamente igual que un Lamborghini,
nene, con un paseo tan suave. —Enfatizó su sentencia con profundas
embestidas en el interior del resbaladizo y aterciopelado culo.

Hizo una pausa durante un momento, echando hacia atrás a Jinsei


por el cabello y la cintura de manera que pudiese besar con la lengua su
mejilla y cuello y bombear hacia arriba en su interior. Estaba fuera de
ángulo y el chico se movió irritado en su agarre. Jinsei no quería nada de
su ternura de manera que Ishida le puso de nuevo boca abajo en el
capó. Le empujó bruscamente hacia adelante, extendiendo a Jinsei de
nuevo, haciendo que se agarrase a la suave superficie para conseguir
tracción. El chico se deslizaba hacia atrás y hacia adelante a través del
capó mientras era vigorosamente follado hasta que finalmente Ishida le
agarró de las caderas, le sostuvo y ensartó apropiadamente a su joven
amante.

El coche se balanceaba como un barco en el océano debido a


que Jinsei estaba clavado al frente y le estaba follando tan duro. Ishida
estaba paralizado por la manera en que las nalgas de Jinsei se
separaban cada vez que golpeaba profundamente las pelotas. No pudo 57
evitar admirar las finas líneas y curvas de su amante mientras yacía en la
parte superior del coche.

Gimió muy fuerte y frotando la mejilla sobre la elegante pintura


negra. Ishida sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que cayera
por el borde. Decidió ayudar con las cosas. Levantó de nuevo esas
curvilíneas caderas en el aire y comenzó a introducir su polla
profundamente en el interior, follándole al estilo perrito en el capó.

Golpeó en el interior una y otra vez, follándole hasta la


empuñadura, dándole cada centímetro y entonces, sólo porque pudo,
Ishida pasó los dedos por el aceite que se había escapado del culo de
Jinsei y metió el dedo en el culo del chico justo al lado de su polla.

Jinsei se corrió como si Ishida le hubiese golpeado en el estómago


y le dejase sin aliento. Jadeó de manera impotente, sus caderas se
estremecieron en el agarre de Ishida y su liberación salpicó el capó del
coche. El propio orgasmo de Ishida golpeó igual de fuerte.
Dejó escapar un gruñido animal y vació sus bolas en el apretado
ano de Jinsei. Sacó el dedo y presionó al chico en el coche, empujando
hacia él y chapoteando el semen de Jinsei por todo el frente de su
pequeña y húmeda polla y muslos.

Ishida estuvo cerca de desplomarse sobre su espalda. Se sostuvo


ahí, saboreando hasta la última agitación del límite de su chico. Durante
unos momentos sólo se quedaron de esa manera; Jinsei aplastado contra
el coche y el rostro de Ishida enterrado en el hueco entre los omóplatos
de Jinsei. Se sentía mareado cuando finalmente salió. Lo más caballeroso
que podría hacer cuando vio a su compañero destrozado, con las
piernas abiertas, tendido en un charco de semen con aún más esperma
saliendo de su agujero, hubiese sido limpiarle y ayudarle a bajar del capó.

Lo que hizo en su lugar fue sacar su móvil rápidamente y hacer una


foto de su hermoso y completamente libertino amante.

—Feliz Aniversario para mí —canturreó contento mientras lo


guardaba como fondo de pantalla.
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El trasero de Jinsei chirrió cuando se dio la vuelta y resbaló en el
semen, intentando bajarse del coche. Sacudió la cabeza. —Eres un
idiota.

Ishida se encogió de hombros sin comprometerse. Extendió la


mano para ayudarle a bajar.

El joven se puso de pie, desnudo y con semen escurriendo por sus


piernas sobre el cemento, pero estaba más horrorizado por el desastre
que habían hecho en el coche. Había semen por todas partes y
contaminando el perfecto trabajo de pintura negra del coche deportivo.
—¿Quién va a limpiar esto? —gritó.

La oscura deja de Ishida se elevó. —Es tu coche —señaló


amablemente.

Una amplia sonrisa creció en el hermoso rostro de Jinsei cuando


recordó. —Oh, sí. —Se puso de puntillas para darle un beso a Ishida en la
loco, pero gracias.
La mirada del hombre más joven recorrió el desbordado garaje
con atónita estupefacción. Los dorados ojos de Ishida brillaron con la
victoria. Jinsei no miraría el coche de ningún otro hombre durante mucho,
mucho tiempo. Y sólo pensarlo, podría follarle en el capó de un coche
diferente cada día durante un mes. Porque, cuando lo miras de esa
manera, prácticamente se pagan solos…

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