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AUTÓNOMA DE MÉXICO
SEPTIEMBRE, 2018
GRUPO: 9102
RESUMEN DE MAQUIAVELO, BODIN Y HOBBES
El Príncipe
De los capítulos XV al XXI de la obra “El Príncipe” de Maquiavelo, se habla de
las características que un príncipe debe tener para ser exitoso en su gobierno.
Primero se habla de cómo debe comportarse un príncipe en su trato tanto con
sus súbditos como con sus amistades. Debe aprender a no ser bueno, y
practicarlo o no según la conveniencia del momento, si es que desea mantenerse
en el poder, ya que a veces los que parece virtud es causa de ruina, y lo que
parece vicio es lo que realmente trae el éxito.
Después se habla de la prodigalidad y la avaricia. En cuanto a la primera se
menciona que es mejor ser tenido por pródigo, pero no de una manera abierta,
ya que esto puede perjudicar, es decir se debe ser astuto para practicar esta
virtud, ya que si se va al extremo va a llegar un momento en el que, producto del
derroche, se verá obligado a cobrar más impuestos, entre otras cosas no
deseadas por su pueblo para hacerse nuevamente de dinero. En consecuencia,
un príncipe debe reparar poco, con tal de que ello le permita defenderse, no robar
a los súbditos y no volverse pobre y despreciable.
El príncipe no debe gastar el dinero propio, sino el público, y con éste mantener
contentos a sus ejércitos para que lo sigan los soldados, ya que al derrochar lo
ajeno da reputación, y lo contrario no. Es mejor fama de tacaño que implica una
vergüenza sin odio, que ser pródigo, lo que implica una vergüenza con odio.
Posteriormente se nos habla de la crueldad y la violencia, y se responde a la
pregunta si es mejor ser amado que temido o viceversa. Lo ideal es ser tenido
por clemente y no por cruel, un príncipe no debe preocuparse de que lo acusen
de cruel, siempre y cuando su crueldad tenga por objeto la unidad de sus
súbditos, para lo cual basta con pocos castigos ejemplares; aquí es importante
mencionar que Maquiavelo menciona que no debe caer en el extremo de no
poner castigos ejemplares, ya que esto contribuye al desorden, lo que incluye
matanzas y saqueos, y si fuera extremo en sus castigos, eso iría en su contra.
Por lo anterior se concluye que es más seguro ser temido que amado, ya que los
hombres tienen menos cuidado de ofender a uno que se haga amar que el caso
contrario.
Respecto a lo anterior, Maquiavelo hace una aclaración, que cuando el príncipe
está al frente de sus ejércitos, teniendo que gobernar a miles de soldados, es
necesario que no se preocupe si merece fama de cruel, ya que esto garantiza
tener el ejército unido y dispuesto a luchar.
Más adelante, se habla de qué modo un príncipe debe cumplir sus promesas.
Nadie deja de comprender cuan digno de alabanza es el príncipe que cumple la
palabra dada y que obra con rectitud, pero la experiencia demuestra que quienes
han hecho caso a la fe jurada son los que han hecho menos, mientras que los
que han envuelto a los demás con su astucia y burlado de los que han confiado
en su lealtad, son los que han realizado grandes empresas.
Para logra lo anterior, Maquiavelo recomienda que el príncipe sepa comportarse
como hombre y como bestia, lo que se refiere a saber combatir con las leyes y
con la fuerza respectivamente. Hay que saber disfrazarse bien y ser hábil en
fingir y disimular, ya que aquel que engaña encontrará siempre quien se deje
engañar. Es preciso que tenga una inteligencia capaz de adaptarse a todas las
circunstancias y que no se aparte del bien mientras pueda, pero que de ser
necesario no dude en entrar en el mal.
En el siguiente apartado nos habla del modo en que debe evitarse ser
despreciado y odiado. El príncipe debe huir de las cosas que lo hagan
despreciable, y una vez logrado esto, habrá cumplido con su deber y no tendrá
nada que temer de los otros vicios. La mayoría de los hombres viven bien
mientras son se ven privados de sus bienes y de su honor, por lo que el príncipe
debe ingeniarse para que en sus actos se reconozca grandeza y valentía.
Asimismo, se habla de las dos cosas que debe tener el príncipe, que son que se
le rebelen en el interior de su reino y que lo ataque por el exterior. En cuanto a
lo primero, Maquiavelo llega a la conclusión que un príncipe, cuando es
apreciado por el pueblo debe cuidarse muy poco de las conspiraciones, pero que
debe temer de todos cuando lo tienen por enemigo y es aborrecido por su pueblo.
Los Estados bien organizados y los príncipes sabios siempre han procurado no
exasperar a los nobles y al mismo tiempo tener satisfecho al pueblo, siendo éste
uno de los puntos los que más debe atender un príncipe.
En el siguiente capítulos se habla de si las fortalezas y muchas otras cosas que
los príncipes hacen con frecuencia son útiles o no. Lo primero que Maquiavelo
sugiere es que el príncipe no desarme a sus súbditos ya que esto genera rencor
en los mismos al no confiar en su lealtad, esto solo debe hacerlo cuando
adquiere un estado nuevo que no poseía. Irónicamente ha pasado que los
príncipes, principalmente los nuevos, han hallado más utilidad en aquello que al
principio de su gobierno le eran sospechosos que en aquellos en quienes
confiaba.
Por último se nos habla de cómo debe comportarse un príncipe para ser
estimado. Lo principal es lograr grandes empresas y el ejemplo de raras virtudes.
También concurre en beneficio del príncipe el hallar medidas sorprendentes en
lo que se refiere a la administración, y cuando cualquier súbdito hace algo
notable, ya sea bueno o malo en la vida civil, hay que encontrar la manera de
aprovecharse de esto para que dé de que hablar a la gente. Y por encima de
todo, el príncipe debe ingeniárselas para parecer grande e ilustre en cada uno
de sus actos.
El príncipe también se mostrará amante de la virtud y honrará a los que se
distingan en las artes. Asimismo dará seguridad a los ciudadanos para que
puedan dedicarse tranquilamente a sus profesiones, al comercio, a la agricultura
y a cualquier otra actividad.
El Leviatán
Hobbes menciona que “la Naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las
facultades del cuerpo y del espíritu que, si bien un hombre es, a veces, más
fuerte de cuerpo o más sagaz de entendimiento que otro, cuando se considera
en conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no es tan importante que uno
pueda reclamar para sí mismo, un beneficio que otro no pueda aspirar como él”,
es decir, que todos los hombres son iguales en cuanto a que son de una misma
especie e independientemente de sus diferencias en fuerza física e inteligencia,
deben aspirar a los mismos derechos creados por el mismo hombre.
Hobbes plantea que precisamente debido a esta igualdad es que procede la
desconfianza, ya que menciona que “de esta igualdad en cuanto a la capacidad
se deriva la igualdad de esperanza respecto a la consecución de nuestros fines.
Esta es la causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno
pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al
fin… tratan de aniquilarse el uno al otro”. Dicho en otra palabras, esta idea hace
alusión a que el hombre posee cosas negativas como la envidia, y al no saber
controlar o medir ésta, es cuando se desata la lucha por un fin en común, del
cual son incapaces de compartir, por lo que Hobbes encuentra en el hombre tres
causas naturales de discordancia: la competencia, la desconfianza y la gloria. La
primera es la que impulsa a los hombres a atacarse para lograr un beneficio,
mientras que la segunda permite lograr seguridad y la terecra es para ganar
reputación.
Hobbes plantea la idea de que fuera del estado civil siempre hay guerra de cada
uno contra todos, con lo que se da a entender que durante el tiempo que los
hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la
condición o estado que se denomina “guerra”, siendo ésta de todos contra todos.
Este autor menciona que sin las leyes el hombre viviría en un estado bestial,
comparando su natal Inglaterra con varias comarcas de América, cuya concordia
depende de la concupiscencia natural, carecen de gobierno en absoluto y viven
en estado bestial.
“Aunque nunca existió un tiempo en que los hombres particulares se hallaran en
una situación de guerra de uno contra otro, en todas las épocas, los reyes y las
personas revestidas con autoridad soberana, celosos de su independencia, se
hallan en estado de continua enemistad… con las armas y los ojos fijos el uno
en otro, es decir, con sus fuertes guarnicione y cañones en guardia en la frontera
de sus reinos, con espías entre sus vecinos, todo lo cual implica una actitud de
guerra.”
Pero entonces ¿cómo se logra la paz? Hobbes responde a esta pregunta con las
pasiones que inclinan a los hombres a la paz, las cuales son el temor a la muerte,
el deseo de las cosas que son necesarias para una vida confortable, y la
esperanza de obtenerlas por medio de trabajo. La razón sugiere adecuadas
normas de paz, a las cuales pueden llegar los hombres por mutuo acuerdo,
normas a las cuales se les denomina “leyes de la naturaleza”.
Hobbes también habla de cómo deben ser los contratos que crea el hombre para
la adecuada convivencia de unos con otros, por lo que primero hay que entender
qué es el Derecho de la Naturaleza. Se refiere a la libertad que cada hombre
tiene de usar su propio poder cómo quiera, para la conservación de su propia
vida, y por consiguiente, para hacer todo aquello que su propio juicio y razón
considere como los medios más aptos para lograr este fin. Asimismo, también
hay que entender qué es la libertad, la cual según este autor se refiere a la
ausencia de impedimentos que con frecuencia reducen parte del poder que un
hombre tiene de hacer lo que quiera.
Ahora bien, las leyes de la Naturaleza son:
1. Buscar la paz y seguirla.
2. Que uno acceda, con el consenso de todos, a renunciar al derecho de
todas las cosas y satisfacerse con la misma libertad que los demás.
Por lo anterior se entiende que para Hobbes un contrato es “La mutua
transferencia de derechos es lo que los hombres llaman contrato”. Del contrato
se derivan los siguientes concetos:
1. Convenio: Quien ha de cumplir una obligación en tiempo venidero se le
otorga un crédito, la falta de cumplimiento de éste, es una violación de la fe. No
se puede hacer pacto con las bestias (es decir con los animales).
2. Donación: Cuando una de las partes transfiere con la esperanza de
ganar con ello la amistad o el beneficio de los demás.
3. Juramento: Como la fuerza de las palabras, débiles para mantener a
los hombres en el cumplimiento de sus pactos es muy pequeña, existen en la
naturaleza humana dos elementos auxiliares que cabe imaginar para
robustecerla. Unos temen las consecuencias de quebrantar su palabra, o sienten
la gloria u orgullo de serles innecesario faltar a ella. Este último caso implica una
generosidad que raramente se encuentra, en particular en quienes codician
riqueza, mando u otros placeres, siendo la mayor parte del género humano. Por
lo anterior podemos resumir que el juramento es una forma de expresión,
agregada a una promesa por medio de la cual quien promete significa que, en
caso de no cumplir, renuncia a la gracia de Dios, y pide que sobre él recaiga su
venganza.
Volviendo a las leyes de la naturaleza la tercera es:
3. La justicia: Que los hombres cumplan los pactos que han celebrado,
por lo que la definición de injusticia no es otra sino el incumplimiento de un pacto.
Referencias
- Bodin, Jean. Los seis libros de la República, Madrid, Aguilar, 1973. Recuperado
el día 10 de septiembre de 2018.