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EL MINISTERIO PÚBLICO
, Sin embargo, los autores están concórdes en afirmar que por sus propios
fines, ubicación, estructura y actividades, no alcanza pari ljdefensá, en el
proceso, de los intereses colectivos o difusos que la moderna sociedad indus-
trializa¡la y de masas plantea en los momentoi actuales. En general, expresa
M¡uno C¡pp¡l¡-srn, se trata de una institución incapaz de extender sus funcio-
nes, en el proceso civil, de manera de satisfacer enteramente las exigencias
nuevas y vitales de las sociedades modernas en el dominio económico, social,
del medio ambiente (del consumidor, en general de los intereses difusos), así
como de las libertades públicas (infra, cap. XX).
3. Naturaleza del ministerio público. Sufunción en el proceso.-Se dis-
cute, entre los autores, sobrela naturaleza de este órgano: pór un lado, si él es
administrativo ojudicial, y, por el otro, cuál es su función áentro del proceso.
Respecto de si se trata de un órgano que ejerce función administrativa o
judicial, nos parece que la cuestión dependé, al menos cn parte, de la organiza-
ción de cadapafs. Sin perjuicio de que, a despecho de esta --que es divcrsá-, su
función sea bastante similar en los procesol de la mayoía áe los países.
La distinción radica en que, mientras quc en los más de los países depen-
de de la administración, especialmenre del Ministerio de Justicia, en otros inte-
gra el poder judicial. El primero (sistema de Francia, Italia y Ia mayoría de
nuestros países iberoamericanos) acentúa su carácter administrativo (pese a
como siempre, optemos por el criterio funcional y no orgánico); el iegun-
-que,
do es el ejemplo del régimen argenrino, donde los fiicales,in general (sálvo
algún régimen provincial especial), están insertos en el poderjud-icial y depen-
den de los respectivos órganos jurisdiccionales.
Por eso en Italia se sostiene que es un órgano administrativo (FoscHtnr,
Leo¡rr, oe Mensrco, etc,), aun cuando hay quien entienda que es de ca¡ácter
judicial (MrcHer.t), aunque no jurisdiccional. por su parte, VE r" M¡nlco¡¡o¡
dice que.es yn_orgalo dejusticia, igual al tribunal, pero no ejerce el poder
jurisdiccional. Esto último es importante, pues no cabá duda de que no réaliza
función jurisdiccioral, aunque pertenezca al poder judicial o a süs inregrantes
se les reconozca el carácter similar a los magistraáos judiciales, de quienes,
como veremos, a menudo adopta su estatuto, salvo diferencias excepcionales
(Italia, Uruguay, etc.).
. . De cualquier manera, para nuestro tema lo esencial es an alizar lafunción
del minísterio ptiblico en el proceso.
. Hay quienes consideran que el ministerio público esun sustituto proce-
sa/, porque actúa en nombre própio pero en defensa de un interés ajeno, ya sea
del Estado, de la sociedad o de un particular desamparado
lausenie, inóapaz,
herencia yacente, etc.). Otros dicen que realmente aótúa deduciendoen juicio
derechos sustanciales pertenecientei al Estado, por lo que en realidad nó solo
NOCIONES PRELIM¡NARES Y PRINCIPIOS 1 53
.. E¡ el proceso civil, por las mismas razones y sin perjuicio det principio
dispositivo, se admite, en ciertos casos, la actuación como parte del minisr"ijo
ptlblico mediante el ejercicio de la acción (pretensión), convirtiéndolo asf en
parte (principal) en cl proceso.
En otros casos, no ya con el fin de salvar la inercia de las partes, sino más
bien para prevenir que estas actúen no en función de la aplicacién de la le¡ sino
en desmedro o en fraude a ella, o sin atender debidamente al desamparádo, se
permite la intervención del ministerio público como tercero (interviniente), a
menudo obligatorio, en un proceso entre otras panes principales.
'' En determinados procesos la ley establece la preceptiva intervcnción, y
en otros, sirnplemente, la audiencia del ministerio público.
. Se trata de las formas procesales más comunes en quc actúa el ministerio
público (fiscal) en el proceso.
Esta distinción la traducen los italianos diciendo que, en el primer caso,
aclúa como agente, y en el segund o, como intentinien¡¿, cabiendo, en csta rllti-
ma forma, que su intervención sea, obligatoria (según laley) ofacultativa.
4. Organización del ministerio ptiblico (o fiscal). Designación. Estatuto.
Pr.incipios.-1omo hemos dicho, en la mayoría de los países los órganos del
ministerio público (fiscal) son nombrados por el poder ejecutivo y co-nstituyen
t:na corporación dependiente de ese poder a través del Ministerio de Justicia.
Así sucede en varios países de Latinoamérica, siguiendo el sistema francés (e
italiano).
Solo por excepción en la República Argentina, inclusive por disposición
constitucional (salvo en ta nación y provincia de Santa Fe, según Cr-enrÁ
Olvroo), integra el poderjudicial y depende de este (aun cuando eJnombrado,
como todos los magistrados de ese país, por el poder ejecutivo en acuerdo con
el legislativo).
situación orgánica lo coloca bajo la dependencia del poder ejecutivo,
-Esta
no obstante lo clal, aparece como un cueqpo con la suficienteiutonomía para
actuar bastante libremente en el proceso. Y esto se debe a alguno de los princi-
pios que regulan su organización.
, l9r 9so no creemos que corresponda hacer la distinción que efectúa una
fracción de la doctrina extranjera (y prácticamenfe toda la uruguaya, inclusive
Brnnros op Áxcsr-¡s, qn su úitimo titro), entre parte marerill o'suistancial y
fonnal o procesal.
160 LAs[.lsTrfucroNEs
De aquí es también muy simple inferir que puede serlo la persona física o
natural, con tal que tenga existencia y hasta que muera. Por excepción, aten-
diendo a razones especiales del derecho procesal, se admite que, pese al falle-
cimiento:
a) la relación procesal continúa existiendo desde la citación para la sen-
tencia hasta que esta se dicte;
b) el apoderado (procurador) podrá seguir actuando, a menos que los he-
rederos revoquen el poder.
También es sujeto de derechos (en general y procesalmente hablando) la
persona jurídica, conforme a las reglas generales. Deberá también existir (sal-
vo la posibilidad de actuar en formación la sociedad anónima), de conformidad
con las reglas generales.
Los procesalistas señalan que también pueden tener derechos procesales
algunos grupos de individuos (o de bienes) aun sin serpersonas para el derecho
(engeneral). Porejemplo,loscopropietariosdeunedificiodepropiedadhori-
zontal (ley 10.75 I, en Uruguay).
En España, Gu¡sp menciona ciertos comités y juntas autorizados para
actuar en juicio. Lo ¡nisrno sucede con la n¡asa de la quiebra o el concurso que
actúan en juicio (representados por el síndico).
Igualmente como otra especialidad que interesa señalar- el derecho
procesal reconoce-y el carácter de una única parte al grupo de individuos que ac-
túan conjuntarnente, aun sin constituir una personajurídica (litisconsorcio, üfrc,
núm. 8).
En cuanto a la capacidad de ejercicio (aptitud para actuar por sÍ en el
proceso), también, en principio, el derecho procesal se limita a aplicar o repro-
ducir las reglas generales. Así, en el Código de Procedimiento Civil uruguayo
se establece la regla de gue "tünto el actor como el reo deben ser personas ca-
paces para obligarse y para litigar". Y dice: "Son incapaces para litigar por sí
mismos, los menores de edad, aunque hayan obtenido habilitación o emancipa-
ción, las mujeres casadas, los dementes y los sordomudos que no saben leer y
escribir. El juicio se seguirá con sus representantes legales".
Estas reglas implican una repetición casi textual de las normas de derecho
civil, establecidas en el respectivo Código.
Es que la cuestión, como decimos, corresponde a Ia teoría general del de-
recho y bien podría incluirse en una ley especial. O dejarla en el Código Civil,
que es el que regula las personas y su aptitud para ejercer, en general, sus
derechos, obligarse y contratar.
Los códigos procesales deben limitarse a estatuir el principio de que "tie-
nen capacidad para comparecer por sí en el proceso, las personas que pueden
disponer de sus derechos. Las demás deberán comparecer por intermedio de
sus representantes o debidamente autorizadas por estos con sujeción a las nor-
mas sustanciales", tal como dice el artículo 44 del Código colombiano y los
demás modernos del área-
1Bt LAS INSTIfUCIONES
que, dictada la sentencia, será necesario notificar a los hcredcros, pues en caso
conrario lo actuado será nulo. Por consiguiente no correrán, para la persona
fallecida o para quienes la sucedan, los plazos, como es lógico.
También es posible demandar a personas inciertas o indetennínadas (ade-
más de las desconocidas o aquellas cuyo domicilio se ignora, lo que no es nada
especial), como los que fucren heredcros de una persona, o quienes tengan
interés en controvertir una prescripción adquisitiva (no solamente los propieta-
rios, lo quc es normal, sino sus hercderos, causahabientes a ¡ítulo sucesorio
particular, etc.), en cuyo caso estos demandados son emplazados y rcpresenta-
dos en juicio por persona nombrada por cl tribunal, que actúa en representación
de aquellos y como auxiliar de Iajusticia (defensor de oficio, curador ad litem,
etc.).
3.2. Personas jurídicas o morales. Puesto que las personas jurídicas, ya
sean de derecho público o derecho privado, tienen personalidad jurídica y ca-
pacidad, es natural que pueden ser partes en el proceso, lo mismo que las físi-
cas.
Generalmente las leyes sustanciales (en el Urugua¡ el propio Código Civil)
admiten como personas jurídicas al Estado, los municipios, la lglesia, y otras
corporaciones públicas, y declaran que serán consideradas como personasjurí-
dicas las corporaciones privadas reconocidas por la autoridad pública compe-
tente.
En consecuencia y a los efectos de la capacidad de goce, habrá que analizar
si existe, jurídicamente, la persona que pretende comparccer cn juicio. Habrá
que examinar, en primer lugar, la ley cuya crcación ha determinado la personali-
dad jurídica (en general de las personas públicas, ya sean estatales o para-estata-
les, mixtas, etc.), pues, en caso contrario, la compareciente deberájustificar su
existencia, demostrando el reconocimiento de que ha sido objeto por la autori-
dad pública competente.
Y esa existencia, que determina su capacidad, durará hasta que se extinga
la personalidad jurídica, la cual puede originarse por diversas causas (plazo
frjado, cese, pérdida de la personalidad, disoluci6n, etc.).
Los códigos de comercio de nuestra área suelen decir que las sociedades
comerciales son personasjurÍdicas, esto es, que bastará demostrar, en ese caso,
la constitución de acuerdo con los requisitos legales, de la sociedad, para que
quede demostrado, aulomáticamente, que se trata de persona jurídica.
3.3. Otros casos especiales. Ciertas comunidades que no son personas
jurídicas (ni naturales para el derecho privado), igualmcntet por razones de in-
terés procesal, actúan como tales en el proceso. O sea, que se permite conside-
rarlas como una parte, a los fines de ejercer sus acciones (pretensiones) o ex-
cepciones (contradicción, excepción, defensa).
Entrc otras señalemos, cn primer lugar,la herenciayacente, En efecto, el
patrimonio sucesorio, pese a su unidad, no constituyc una persona de derecho
privado. Por eso, frente a la herencia es neccsario que los hercderos actúen, o
SUJEIOS OELPROCESO: LAS PABTES 167
que se accione contra ellos. Y es preciso emplazar a todos ellos para que la
actuación sea válida.
En cambio, cuando se trata de la herencia yacente, esto es, la que no co-
nesponde a ningún heredero conocido, el derecho recurre a una ficción, al menos
proccsalmentc, puesto que le nombra un curador, el cual actúa en "representa-
ción de la masa", si es que podemos decirlo así. O sea, que él puede iniciar
todas las acciones que benefician al patrimonio sucesorio. Igualmente podrá
ser demandado.
En segundo término, debemos mencionar el conca rso y la quiebra,cuyos
patrimonios tampoco constituyen entidades (personas) jurídicas separadas, no
obstante lo cual, y entre otros los efectos procesales, se nombra un curador o
síndica, quien actúa en representación de la masa (de créditos, de acreedores,
al menos de los quirografarios) y puede ser, en juicio, tanto actor como deman-
dado (tercerista, etc.).
No enunciamos, en especial, el caso del ausenle, porque este es una per-
sona física a la cual, por no estar presente, se le nombra también un represen-
tante (curador, etc.) que actúa por ella en juicio; pero, en el fondo, estamos ante
una aplicación de los principios generales de la teoría general del derecho y el
derecho civil (representación).
Finalmente digamos que existe el albacea de la sucesión, quien en reali-
dad no la representa en juicio, porque ni la l¡erencia ni la sucesió¡r tienen
personeríajurídica. Sin embargo, cuando se le da la tenencia de bienes, puede
ejercer pretensiones relacionadas con la administración de ella y también pue-
de ser llamado al proceso.
4, Problemas procesales ¿Ierivados tlel tenn de la capacidatl.-El juez
competente para nombrar curador ad lite¡n es el que está conociendo o el que
debe conocer en el pleito. Este último principio permite la designación por vía
de diligencia preparatoria y aun solicitada por la par¡e que debe demandar a un
incapaz. El mismo criterio debe seguirse, a falta de norma expresa, para el
trámitedehabilitaciónparacomparecerenjuicio,salvoloreferenteallugar. A
este respecto la ley establece que será el tribunal del domicilio del que la soli-
cita.
La situación de incapacidad puede sufrir variaciones durante el proceso.
Si el capaz deviene incapaz, la consecuencia natural será la nulidad de lo actua-
do en adelante. Sin embargo, cabe hacer dos precisiones: a) para que se pro-
duzca este efecto será necesario la decla¡ación (udicial) de incapacidad, no
basta la simple iniciación del juicio (denuncia de incapacidad, etc.), ni alegar
que la parte sufre alteraciones mentales, cstá en tratamiento psiquiátrico, etc.:
b) si la parte está representada en juicio por procurador, lo actuado es valido
mientras los habilitados para actuar no revoquen el poder.
Lajurisprudencia acepta que la nulidad puede convalidarse por la ratifica-
ción posterior de quien esté habilitado para hacerlo.
168 t¡s rNsTrTUcroNEs
titularidad del derecho respecto del objeto del proceso. Es, por Io tanto, una
peculiar situación jurídica que tiene el sujeto que actúa en el proceso respecto
del objeto que se controvierte, que es lo gue lo autoriza a pretender en forma
eficaz. O, por parte del demandado, a contradecir hábilmente.
La legitimación, entonces, es un presupuesto de la sentencia de mérito; el
juez, previamente (dicho en términos lógicos) a la decisión, debc analizar si las
partes que están presentes en el proceso ("las partes") son las que deben estar,
esto es, aquellas que son los titulares de los derechos que se discuten. AsÍ, si se
demanda a dos condominios por la propiedad, y estos son tres, carecerán de le-
gitimación. Si el actor es el esposo, pero e[ bien es de los dos y
mujer- y aquel no puede actuar por su mujer respecto dc dicho bien, -marido
que es Io
controvertido, carecerá de legitimación.
La falta de legitimación, que a veces se dice falta de cualidad o falta de
acción, no funciona, en la mayoría de los regímenes procesales, como una cues-
tión previa (como una excepción dilatoria) que hay que resolver liminarmente,
antes de continuar el proceso, sino en el momento de la sentencia final (de
mérito), pero antes de entrar al fondo. Porexcepción, en algunos países (Vene-
zuela, Brasil, Francia) funciona como cues(ión previa.
En nuestro sistema, que sigue e[ de la mayorÍa, la falta de capacidad o de
representación da lugar a una excepción dilatoria, de previo y especial pronun-
ciamiento, como veremos al estudiar el procedimiento. En cambio, la falta de
legitimación es una defensa de fondo y se tramita y resuelve con las demás
excepciones y defensas (no dilatorias), en la sentencia definitiva. Aunque el
juez, desde el punto de vista lógico, considerará previamente esta cuestión, y
si las partes ---o alguna de ellas- carece de la necesaria legitimación, no efec-
tuará pronunciamiento sobre el mérito. En este sentido, la legitimación es un
presupuesto procesal (de la sentencia) de los cuales, según la mayóría de la
doctrina y la jurisprudencia, el propio magistrado puede relevar de oficio, aun-
que la parte no lo haya señalado.
Es indispensable para que pueda dictarse una sentencia eficaz, la cual,
naturalmente, podrá ser favorable o desfavorable.
6. Sustítucíón de las partes durante el proceso.-Pot regla general, los
sujetos del proceso no se modifican durante su desarrollo. Sin embargo, por
circunstancias excepcionales que tener en cuenta Ia muerte, por ejem-
plo- se puede dar la situación. -hay
Cuando se trata del juez, la cuestión no afecta al proceso por cuanto el
órgano es el mismo y su continuidad está dada aunque cambien las personas
físicas que lo integran. Solo excepcionalmente, ciertas causas personales que
afectan al sujeto, no al órgano, pueden variar. Así, si el juez había sido recusa-
do o impedido por alguna razón personal, al cambiar cesarán las causas de
recusación o impedimento.
Respecto del^s partes, en cambio, la sustitución tiene mayor importan-
cia. Si se trata de la muerte o incapacidad, como hemos visto, el proceso se
170 LAS INSTITUCIONES
dctienc y debc continuar con los herederos dcl causante o curador del incapaz
(supra,n(rm. 2),
Más complejo todavía, cs el fenómeno dc la sucesión de partes por la
transmisión de los derechos en litigio (enajenación de la cosa litigiosa, cesión
dclcrédito,etc.). Enprincipio,laspartesinicialescontinrlancnclprocesoyla
sustitución debe ser rcsuelta exprcsamentc por cl juez, con audiencia de la par-
tc contraria, Estos son los requisitos que la doctrina rnás rclcvante cxigc
(R ruos MÉxorz), aun cuando la legislación uruguaya, así como la de la mayo-
¡ía de los países iberoamericanos, nada prevea sobre el tema. Salvo en lo que
se refiere a algunas situaciones suslantivas especialcs. Y cl caso de la acción
subrogatoria, que permite ejercer al subrogantc la acción por el subrogado.
Por lo cual entendemos que, cuando se presente un vacío, debc recurrirse
a la doctrina más receptada.
7. Otras aheraciones. Renúsión.-Puede darsc el caso, asimismo, de la
sustitución dc la legitimación, como sucede en el dcl sustituto procesal que es-
tudiaremos en otro lugar (iny'a, cap. XIII),
Pero la ocurrencia más común cs la de quc ingrese al proccso de un farce.
ra, quc puede coadyuvar con una de las partes, o tendcr a excluirlas, en cuyo
caso y al final del juicio, podría darse la sustitución. Aunque, en gcncral, csc
terceror como veremos, una vcz ingresado al proccso se conviertc en parte.
Nos hallamos, entonces, en el proceso con pluralidad de partes, quc estu-
diamos por separado.
8. EI proceso acumulativo. La conexión. EI Iitisconsorcio.-El esquema
comrln del proccso lo constituye la dilucidación dc un litigio cntrc dos perso-
nas. No obstante, puede darse el caso de que el mismo Iitigio afecte varias per-
sonas o que se trate de la resolución de más de una situaciónjurídica (o preten-
sión). Estamos ante fendmenos de conexión, que dan lugar al proceso
acuntulatívo.
En efecto, cuando existe dicha conexión, hay interés general en que el
litigio se resuelva en un solo proceso, por razón de economía proccsal y a fin de
evitar sentencias contradictorias sobre un mismo asunto.
Este proceso acttmulatívo puede serlo en razón de las personas (acunula-
ción subjetiva) o en razón del litigio que se compone o la pretcnsión que se
quierc satisfacer, esto cs, por virtud del objeto dcl proceso (acumulación obje-
liva). Aunque, cn realidad, la acumulación subjctiva se da, como veremos en
seguida, si también existe cierta unidad de objeto (salvo el caso de la acumula-
ción de demandas en nuestra ley uruguaya).
A causa de encontramos en el estudio de las partes, y sin perjuicio de
reconocer la unidad del proceso acumulativo, vamos a estudiar aquf solamente
el primero y no el segundo.
Digamos, por último, que este fenómeno ocurre tanto en cl proceso civil
como en el penal. Encste también es posible que varios sujetos en conjunto
SUJETOS DEL PBOCESO: LAS PARfES 17'l
(C. de P. C., arl. 287). O sea, que no es necesario que tengan una causa idén-
tica (conexidad objetiva). Y también permite reconvenir sin exigir la conexidad'
lo que constituye un error.
En cambio, el litísconsorcio necesario es imprescindible para la correcta
(válida) resolución del litigio. Por lo cual, de no verificarse, la demanda puede
ser rechazada.
Discutible es si eljuez, en ese caso, puede integrar de oficio el litisconsorcio
en los sistemas en que la ley no prevé expresamente la cuestión. En la duda' y
conforme a la tendencia de aumento de los poderes del juzgador para mejor
cumplir la función pública de decir el derecho, nos inclinamos por la afirmati-
va. Sobre todo, por admitir la posibilidad de que intinte a la otra Parte que
denuncie a todos ios litisconsortes necesarios de su pretensión, como forma de
evitar un proceso inútil.
La solución del Código "Modelo" es quejuez resuelve que el actor solici-
te las medidas para la integración.
B)En cuanto al procedimiento, la mayoría de la doctrina y lajurispruden-
cia se inclina por aceptar, en general, los principios que analizamos y que son
admitidos casi unánimemente. Motivo por el que ellos son los que hay que
admitir en países como el nuestro, a falta de una reglamentación expresa. La
cual, por supuesto, es deseable y conveniente que se establezca.
9. EI tercero en eI proceso.-Desde Roma se mantiene el principio de que
los efectos del proceso, en especial la cosajuzgada, no alcanzan a los terceros
(res inter alios iudicata tertiís non nocet). Por eso los romanos no admitieron
la figura de terceros en el proceso, fenómeno que solo aparece en la práctica
judióiat medieval, desde dónde llega hasta los derechos positivos latinoameri-
ianos, Muchos de cuyos ordenamientos, sin embargo' solamente regulan la
terceríaeneljuicioejeiutivo. Otros,comoeluruguayo'establecentambiénun
capítulo de terceros dentro de los principios generales.
En esos códigos se admite, en principio, la intervención'de un tercero en
el proceso, además de las partes, cuando tiene un interés propio (cierto y ac-
tuál¡ en Ia litis que se desarrolla. El caso más claro es el del tercero de domi-
nio, que pretende un derecho propio (excluyente) del que las partes alegan so-
bre un bien.
En dichos casos, y asimismo si el tercero pretende ayudar a una de las par-
tes invocando un interés coincidente (coadyuvante), se acepta' en general, la
intervención en un juicio entre otras partes.
También aquí, como en todo el proceso acumulativo, Ia conexidad apare-
ce como elemenio esencial para admitir la intervención.
Suele designarse igualmente intervención o intemención de tercero en
sentído amplio, cuando una parte (normalmente el demandado) llama a un ter-
cero para que asuma su defensa en juicio, sobre el cual invoca una acción de
regreso (llamada en garantía). Es el caso del patón demandado con motivo de un
174 LASINSTITUCIONES
accidente producido por un vehículo suyo que llama en garantía al obrero que
lo manejaba.
Por último, en ciertos ordenamientos (Italia, Francia, etc.) se admite que
el tercero comparezca cuando se ha dictado la sentencia recurriendo contra ella
(tierceopposition).
En definitiva, digamos que en el derecho modemo, pese a atenerse al afo-
rismo romano de que la cosajuzgada no afecta a los terceros (principio que
tiene sus excepciones), se acepta, sin embargo, la intervención de estos cuando
demuestran tener un interés directo en la causa que se controvierte en el pleito
entre otras partes, así como su llamada cuando legalmente Pueden ser resPon-
sables de la pretensión deducida (llamada en garantía, caso de citación de evic-
ción, etc.).
En estos casos, el tercero, una vez admitido en el proceso, se convierte en
pafe y tendrá los derechos, deberes y cargas de esta.
9.1. Diversasformas de intervención. Clases de tercerías. De una prime-
ra división resultan las tercerías voluntarias y lasfonosas, esto es, la de quie-
nes compa¡ecen por sí y quienes lo hacen porque son llamados al juicio. Las
voluntarias están reguladas en los códigos que reglamentan las terceríasi las
forzosas no aparecen sino en los más modernos.
Entre las volunta¡ias, que son las que regula el Código urxguayo, se en-
cuentran las coadyuvantes y las excluyentes. Según dicho Código, las primeras
se constituyen en el caso de "aquel cuya pretensión se opone a la del actor co-
adyuvando a la del reo o viceversa", y las excluyentes, cuando se opone "a Ia de
los dos" (se refiere á las dos pretensiones).
Conforme a R¡oeNrt, la tcrcería excluyente es "una pretensión conexa
pero en contraste", puesto que el interviniente se opone a las dos pretensiones,
como sucede en el más claro ejemplo de la tercería de dominio interpuesta
frente a otras dos partes que discuten el dominio de un bien. Introduce un nue-
vo litigio en el proceso.
El Código de Procedimiento Civil uruguayo regula esta tercería en el ca-
pítulo general (arts. 520-525) y en el dejuicio ejecutivo (arts. 942-948). En
este último se distingue Ia tercería de dominio de la de mejor derecho; en el
primer caso, el tercero discute el dominio del bien embargado y sujeto a la
ejecución; en el segundo, alega una superior razón jurídica (de fondo) y recla-
ma preferencia (en el pago). En ambos se opone a la pretensión originaria de
las partes y, por consiguiente, altera la relación procesal y el desarrollo del
procedimiento.
La tercería coadyuiante es aquella en la cual el tercero deduce no una
pretensión excluyente, sino coincidente con la de una de las partes a la que se
adhiere (coadyuvante o adhesiva).
Según el citado Código, en este caso el tercero será tenido como una sola
parte con aquel al cual se adhierc, Io que implicará un proceso acumulativo y
un caso de litisconsorcio.
SUJETOS DELPROCESO: LAS PARTES 175
juicio una cuestión conexa que sería inconveniente tralar por separado, y evi-
tando asísentencias contradictorias. Esta regla no debe olvidarse, para no ad-
mitir cualquier citación que puede implicar una forma de prolongar (y compli-
car) el pleito. También aquí el tercero es una excepción y altera las reglas
procedimentales
h) El citado no entra, en ningún caso, en sustitución del citante, pues el
actor tiene derecho a elegir su contraparte. Salvo, claro está que haya disposi'
ciónexpresa(C.'de P. C. uruguayo, arts. 315 y3l8).
i) Entrando el citado, este es un tercero, que ahora se ha convertido en
parie, Por ello, si no hay norma expresa, necesitamos recurrir, por analogía, a
lasreglasyaexpresadas. Quieredecirqueseráposible,sielcitadosostienela
misma posición (deudor y fiador, por ejemplo), que formen una sola parte. Y
será posible que se les exija actuar con procurador común (ifra, cap. XIII),
Estos mismos principios se aplican a Ios demás códigos que prevén el instituto,
a los casos de vacío.
9.4.3. Otras fortnas de ínlervención de terceros. La doctrina, en general,
además de la llamada citación en garantía, que es la designación más común,
reconoce otras formas de intervención forzada de terceros en el pleito.
En primer lugar, la denuncia del pleito (litis denuntiatio), que es el simple
conocimiento del juicio en que se puede poner a una Personat aun sin citarla,
con la posibilidad de que comparezca o no, por el hecho de que la decisión pue'
da serle perjudicial (C. de P. C. uruguayo, afi. 479, especialmente el ordinal
titulado "sentencias que perjudican a terceros que han tenido conocimiento
judicial del pleito"). En Colombia (Brasil, etc.) hay norma expresa también
para este caso (art. 54).
Asimismo el llamamiento al tercero pretendiente, que es la notificación a
quien se entiende se considera con derechos al bien objeto del proceso' Es una
especie de llamamiento al tercero excluyente. Es decir, que este tercero no
entra como demandado reforzando la posición del citante, sino como actor.
TETTELBAUM, entre los autores un¡guayos, pone el ejemplo dcl proceso volunta-
rio de mensura, deslindey amojonamiento (C. deP. C. un¡guayo, art. 1216).
Es el caso de la citación a los linderos del terreno (art. 1222).
9.5, I-os terceros en el proceso penal. En principio, el delito da origen a
unaacciónpenal y una civil. En efecto, es principio reconocido el de que
el delito puede ----eventualmente, aunque en la mayoría de los casos- produ'
cir una acción restitutoria o indemnizatoria de carácter civil.
Se reconoce, así, que en el objeto del proceso penal se encuentra no solo
la satisfacción del daño público (social) que ocasiona el hecho criminoso, sino
también el daño privado que causa.
Y bien, el ejercicio de la pretensión punitiva del Estado, ya sea por medio
del ministerio público o de oficio por el juez penal, es independiente de la
pretensión civil del damnificado por el delito, la cual se rige por los principios
comunes de ne procedat iure ex oficio y nemo iudex sine actore.
180 [AstNs'I[uctoNEs
Naturalmente que esto origina también una ampliación del objeto proceso
penal-aun cuando se diga quc se trata del mismo-y adicionales'difiiuttades
procedimentales, que hacen, además, que haya partc de la doctrina y sistemas
que niegucn esta intcrvención, como consecuencia de negar la consiitución de
una "parte" civil en el proceso penal.
9.5r?, EI responsablecivil en el prcceso urugualo. El viejo Código de
_
Instrucción Criminal uruguayo no regulaba claramente la parricipación, /a sea
del actor o bien del demandado civil en el proceso civii. Deiía, sí, quc el
damnificado. podÍa optar por ejercer la acción civil en el proceso penal oen la
otra vía (civil), pero quc el juicio civil podÍa iniciarsc (en la sedé respcctiva)
solo una vez concluida la acción penal. Esto es, quc cstablecía la preeminencia
de la acción penal sobre la civil.
Muy pocas reglas más contenfa, lo que provocaba una gran controversia
de Ia doctrina procesal uruguaya acerca de si, realmente, existía una parte civil
y sobre sus facultades dentro del juicio penal.
:EI Código del Proceso Penal de 1979 ha esrablecido el siguiente sistema:
'
a) No se admite la consritución de una parte civil y, por consiguiente, tam-
poco de un tercero responsable dentro deljuicio penal (art.25). -
Se acepta, en cambio, el ejercicio simultáneo de la acción civil con el des-
arrollo del proceso penal, hasta que el juicio sc halle en estado de dictarse sen-
tencia (arts.27 y 28). En este estado se suspende hasta que se dicte Ia sentencia
penal, la que, agregada al juicio civil, permite dictar lá sentencia en este (art.
28). En todo caso, las conclusiones de hecho de la sentencia penal no podrán
modifrcarse por la sentencia civil (art. 29). Es un tema que estudiaremos en el
capítulo sobre la cosajuzgada.
b) No obstante ello, el damnificado por el delito podrá comparecer en el
juicio penal y solicitar medidas cautelarei, conforme á los principios genera-
les, las cuales se mantendrán hasta luego de dictada la sentencia pénal definiti-
va, transfiriéndose al juicio civil iniciado o a iniciarse dentro de los 20 dfas de
notificada la sentencia penal (arts. 80-93).
c) Tanto el damnificado como el'tercero civilmente responsable, dice la
ley, podrán solicitar durante el sumario (y el período de amp[iación del suma-
rio) medidas probatorias atjuez, para la comprobación del áelito (art. g0).
El juez será libre de decrera¡las o no.
La doctrina untguaya propició esta solución ---€xtrema- no sin discre-
pancias, para evitar el entorpecimiento en el desarrollo de los procesos penales.
C¡pfru¡-o XII
LOS PODERES DEL JUEZY DE LAS PARTES
EN EL PROCESO
interdependientes, que se desa¡rotlan conforme a un fin, esto es, hacia una meta
(ver cap. VI).
2. Poderes, facultades, cargas.-Estos poderes que las partes desarrollan
en el proceso y que hemos designado así, genéricamentc, cn realidad compo-
nen una variada gama de situaciones jurídicas. Hay quiencs hablan de dere-
chos subjetivos procesales, y quienes, de poderes o cargas, MrcHell, por ejem-
plo, habla de poderes-cargas, cuando, en realidad, la noción de carga antes
parece encajar dentro de la situación jurídica pasiva que dentro de la activa. En
efecto, la carga es un imperativo del propio interés. Es la necesidad de realizar
un acto que e¡ sujeto es libre de cumplir o no; pero si no lo rcaliza surgc, para
é1, un hecho dañoso, una consecuencia desfavorable,
En el proceso, realmente, hay más bien poderes, cargas y sujeciones, que
derechos y deberes.
Con respecto a las situaciones activas, mencionamos los poderes, y a las
pasivas, las cargas, las cuales estudiaremos en su oportunidad, a medida que
ve¡mos el desarrollo del proceso (ínfra, cap.XÍY).
Aquí nos interesa, mejor, recordar Ia posición de los sujetos procesales en
su relación recíproca; señalar, v. gr., que frente a los poderes de las partes sur-
girán sujeciones del juez, y viceversa, En este punto debemos anotar que,
justamente porque no estamos frente a simples derechos, no surge siempre
frente a la situación activa una obligación del juez (o del Estado). Esto es, que
si bien se reconoce a la parte un poder, la otra (o el juez), a su vez, se halla en
estado de sujeción, pero no de deber. Por ejemplo, no basta que el actor deduz-
ca la pretensión, para que se haga lugar a ella; no basta qüe pida una prueba,
para que se Ie acepte. Es decir, que la posición de las partes es especial en cl
proceso, y al lado de los derechos y deberes hay cargas, sujeciones efectivas,
etc.f como lo ha señalado Gor-oscrtt,.lor (supra, cap. VI), Pero, como hemos
visto, hay derechos y poderes, y también deberes, que tenemos que estudiar.
3, Deberes de las partes.-Veremos los principales. Está, por ejemplo,
el de pagar las cosfas y demás gastos, lo que en el derecho positivo uruguayo
se llama costas (tributos) y costos. En vim:d del costo del proceso, la ley im-
pone a las partes el pago (parcial) de este, salvo cuando se da, por razones es-
peciales, el beneficio de litigar sin gastos (auxiliatoria de pobreza).
Se trata de un verdaderb deber, inclusive que determina sanciones. La ley
uruguaya establecfa consecuencias no solo en el plano tributario, como el co-
bro cbmpulsivo de los gastos (costas o tributos) no pagados en las oportunida-
des debidas, sino también en el procesal, impidiendo quc la parte que no ha
hecho efectivo cl pago en la opornrnidad debida, pueda presentar cscritos.
Son casos en los cuales el derecho tributario impone sus preceptos al pro-
cesal, y en los cuales Ios derechos sé encuentran supeditados a Ia tributación, lo
que ha sido rechazado como principio.
LOS PODERES O€LJUEZY DE LAS PMTES EN EL PROCESO 185
dos por las partes, la posibilidad de desistir y transar en cualquier etapa del jui-
cio (salvo los procesos sobrc derechos indisponibles). Y las garantías del debi-
do proceso legal, que configura la igualdad y el rcspeto al derccho de defensa
de las partes) que se reconocen de rango constitucional en nuestros sistemas
legales.
No obstante, en 1934 el Código dcl Niño dio especiales facultades in-
quisitivas al juez de menores, en los procesos relativos a cstos, estableciendo
que para cumplir su misión "tiene todas las facultades del juzgado letrado de
instn¡cción en materia penal" (art. I l4). Asimismo le permite proceder de ofi-
cio (arts. I 26, I 5 I , etc.) y aumenta la intervención del ministerio priblico (art.
1214, etc.).
Por eso no nos debe hacer perder de vista el fin fundamental del proceso,
como lo es el del derecho, que es cl hombre y olvidar que la sociedad, meta
última, está compuesta por hombres. Es dccir, que cuando hablamos del au-
mcnto de los poderes no podemos olvidar que los reclamamos para que se
pucdan defender más adecuadamentc en el proceso los derechos (y sobre todo
más eficazmcnte los de quienes están en condiciones de mayor dcsamparo).
Pero no debemos crecr quc cse aumcnto de poderes es un fin en sí mismo, sino
que cstá al scrvicio dc lajusticia, No de la arbitrariedad y del abuso del poder.
C¡rfru¡-o XIII
REPRESENTACIóN, POSTULACIÓN
EN EL PROCESO. PROCURADORES. ABOGADOS
LA ACTIVIDAD PROCESAL
C¡pfru¡-o XIV
. LAS SITUACIONES TRfDICAS
ACTOS PROCESALES
2. Concepto._,Hemos dicho que son los actos jurÍdicos del proceso. por
ello debemos tomar de la teoría general de los actos, los conceptos fundamen-
tales y adaptarlos al derecho procesal.
El concepto de acto parte del de hecho jurídico. Es que las relaciones
jurídicas se originan de hechos condicionantes. O sea, que no es el ordena-
micnto jurídico el que crea relaciones entre los hombres, sino que solamente
las reconoce y las regula (las prohíbe o permite, las legitima, les hace producir
efectos, las somete a formas, etc.). Quiere decir, que los hechos ----€n gene-
216 LAACTIVIDADPRoC€SAL
el que las infringe (p. ej., el que no cumple con la "carga"). Esto acaece por la
violación de las formalidades externas, que son las que realmente importan en
el procedimiento, no el fondo, los motivos. En ese sentido, el propio Courunr,
estudiando la "causa" en los actos procesales, señala que ni la ausencia de ella,
ni el error, vician el acto procesal. Este asunto lo estudiamos con más detalle
en el siguiente parágrafo C.
Por supuesto que el predominio del principio dispositivo hace que, en
ciertos casos, las forma estén establecidas para suplir la voluntad de las partes,
pór lo que estas pueden apartarse de ellas. Así sucede con el propio proceso,
que las partes pueden iniciar o no, sustituirlo por el juicio arbitral, desistir de
é1, etc. Así ocurre con la posibilidad de prorrogar la competencia, de minorar
los plazos de prueba, de renuncia¡ a las excepciones del'juicio ejecurivo (en la
hipoteca, C. de P, C., uruguayo, art. 899); pero, comoquiera que sea se trata de
normas expresas estatuidas en leyes, que son, como sabemos, las que pueden
establecer el orden y la formalidad de los juicios. Además, son casos limitados
e instituidos expresamente por las leyes.
En otros casos, el acto se halla establecido en interés de una de las partes
(apelación) y esta puede no cumplirlo. Por lo demás, como veremos (in/ra,
cap. XIX, núm. 9), la mayoría de las nulidades procesales quedan co nvalidadas
durante el propio proceso, si no se reclama de ellas inmediatanrente (C. de P. C.
uruguayo, art. 673). Este principio, estatuido para sanear el procedimiento y
evitar gue se hagan reclamaciones tardías, no implica renunciar a las formas,
sino imponer otros valores necesarios (certeza, no necesidad de anular si no
hay perjuicio, etc.).
O sea que, en definitiva y fuera de las formas que las partes están autori-
zadas para alterar por expresa disposición legal, existe,la posibilidad de pres-
cindir de algunas de ellas, establecidas solo en interés de las partes. Arsrxe
dice que la pauta para determinar cuáles pueden renunciarse y cuáles no, es la
de que debe estarse a lo dispuesto por el Código sobre las materias que pueden
someterse o no a juicio arbitral. Esto en lo que se refiere a la posibilidad de
apartarse del proceso, pero en cuanto a las formas de estos rige el principio ge-
neral enunciado, es decir, que las partes no pueden apadarse de tales formas.
No olvidemos que el proceso y el procedimiento tienen, en general, un fin
público y no privado.
Por forna de los actos procesales debe entenderse no solo el mecanismo
(procedimiento) por el que se exterioriza cl hecho jurídico, sino también su
ubicación en el tiempo y en el espacio. Esto es, que fuera de la manera como se
debe actuar, hay que considerar también el lugar y el plazo o término fijado
para su realización, sobre Io que haremos un estudio separado (lrfra, cap. XVI).
Nuestros códigos, en general, no contienen una sistematización respecto
de estos temas.
4.3. Contenido de los actos, La causa en los actos procesai¿s. Este ele-
mento, referido al contenido y finalidad de los actos, no ha sido hasta ahora, en
220 LAACTIVIDAOPROCESAL
Una muy común es la que, teniendo en cuentalos sujetos, divide los actos
así: a) d.epartei b) del tribunal; c) de terceros.
Los actos de par¡e son en su mayoría unilaterales, y solo por excepción,
bilaterales.
Están sometidos a los requisitos generales de los actos que aquí se estu-
dian, así como a los especiales de algún tipo de procedimiento o a cierto trarno
de estos.
Los actos del tibunal comprenden los de los agentes de la jurisdicción
(losjueces) y también los de los funcionarios auxiliares que actúan, normal-
mente, por delegación.
El principal acto del tribunal es el decisorio y lo constituye la sentencia,
que es, como hemos visto, el último eslabón de la cadena, la finalidad hacia la
cual convergen todos los demás, pero durante el procedimiento se dictan otros
actos, En general, se los llama providencias o resoluciones judiciales, que se
dividen en: de mero trámite, que solo dan el impulso al proceJo; interlocuiorias
(sentencias o autos, según los códigos), que se dictan durante el procedimiento
y se relacionan con una cuestión conexa pero ajena a la principal (al objeto del
proceso), y definitivas, que son la sentencia final.
tienerazón. Estolojuzgaeljuezalsentenciar(laadmisibilidad,alrecibirla).
El fundamento de la sentencia sejuzga en la segunda instancia, luego del rccur-
so de apelación. Su invalidez mediante el recurso de nulidad.
Por rlltimo, la eficacia se produce cuando el acto alcanza el fin propuesto,
y para ello, generalmente se requerirá que cumpla con las demás condiciones
(validez y/o admisibilidad y fundabilidad).
7. Defectos en los actos procesales.-Las catcgorías mencionadas (sapra,
núm. 6) son, podemos decir, positivas. A ella se oponen otras negativas, de-
rivadai de los defectos que pueden contener los actos procesales.
Así, frente a la validez está la invalidez o nulidad; frente a Ia admisibili-
dad,la ínad¡nisibilidad; a la eficacia, la ineficacia; y a la fundabilidad,lafalta
de ftmdatne nto (o de fundabi lidad).
En general, ateniéndose a que el derecho procesal es esencialmente for-
mal, se considera como desviación del acto su desajuste con dichas formas, su
"apartamiento del modelo", como suele repetirse por los lrocesalistas que tra-
tan del tema.
No obstante, y siguiendo la doctrina general del derecho, debemos reco-
nocer que la ley "desviación" puede provenir de cualquier irregularidad en los
diversos elementos del acto procesal(supra, núm.4).
Es decir, que consideramos que el acto puede ser inegular o defectuoso
no solo por sus vicios extrínsecos sino también por sus vicios intrhtsecos.
Es que, en definitiva, habría que examinar uno a uno sus elementos, sus
formas, sus contenidos, y señalar como defecto un apartamiento de las normas
que los regulan.
'
Así, siguiendo el plan trazado opodunamente, podemos comenzar por Ios
sujetos del acto, y con respecto a estos, apreciar su capacidad y legitimación.
Así, siguiendo la teoría general de los actosjurídicos, es indudable que Ia inca-
pacidad de las partes genera un vicio que implicará un defecto del acto. Sea
una nulidad y sea esta absoluta o relativa. Debemos recordar que con relación
a las partes en el juicio, hay normas especiales concemiéntes a su capacidad e
incapacidad, las que regulan el estado personal (capacidad-incapacidad) repro-
ducidas de las normas de fondo, las que rigen el desanollo procesal, por el
Código de Procedimiento. Y en lo tocante al juez,.su,cápacidad (o legitima-
ción) está regulada por las normas referidas a Ia compétencia.
Respecto de los srrjetos, tamhién podemos considerar los vicios de la vo-
luntad (que responden a los vicios del consentimiento de la materia contrac-
tual) y de esta manera nos será posible encontrar el error, el dolo y la violencia,
especialmente, en los negocios procesales (supra, núm. 3).
Con relación a Ia forma del acto procesal, este es el defecto más conocido
y estudiado cuando se aborda el tema de las nulidades (ittfra, cap. XIX). Y en
la forma incluimos la ubicación, en el tiempo y el espacio, de los actos.
224 LA ACIIVIDAD PROCESAL
clare, como veremos), pero estos pueden, a veces, no ser nulos. Una sentencia
no es eficaz frentc a terceros, pero no es nula a su respecto. Una prueba puede
no ser eficaz para demostrar Io que quiere la parte, pero no es nula. (Se dice,
también, que es inconducante). Muchas veces la ineficacia proviene, única-
mente, de haberse realizado el acto fuera de tiempo, como el sólicitar una pn¡e-
ba después del término hábil.
- Es decir, que hay una ineficacia del acto nulo, puesto que este no produce
efecto, y puede haber una del acto válido.
También la inadmisibilidad, como hemos dicho, se diferencia de la nuli-
dad. Así, una demanda presentada sin el cumplirniento de los requisitos para
hacerla admisible, no en(raña nulidad de esa demanda.
.
Tampoco lafaka de fundabilidad produce, normalmenre, nulidad, ya que
por lo general se refiere al fondo, y la nulidad, a la forma. Ni la falta de iunáa-
mento de la demanda, ni la de la sentencia, conducen a la nulidad. pueden dar
lugar al rechazo de Ia primera en la sentencia final, y al recurso, en lo que se
refiere a la segunda.
' Sin embargo, y en orden a la eliminación de los vicios de los actos o a la
invalidación de los que los contienen, es indudable que Iá nulidad es la sanción
más trascendente e importante. Y, en muchos casos, es la única que prevé la ley
o la única efectiva, de modo que a veces las otras se subsumen in ólla.
. .Alítt9l."jgmplo, es cierro que la falta del cumplimiento de un requisito
de admisibilidad conduce a la declaración de inadmisibilidad, pero la núlidad,
en este caso, es la única sanción efectiva. Puesto que es la única que prevé la
ley y que puede ocasionar la invalidez de los actos. De este modo, ii efjuez no
declaró inadmisible la demanda de desalojo presentada sin el respectivo con-
trato y el procedimiento siguió, el único camino para la parte que reclama será
el del recurso de nulidad de la sentencia.
Es que el derecho procesal, como veremos (infra, cap.XlX), se caracteri-
za por la máxima conservación de los actos, y la cosa juzgada tiende a cubrir
todos los vicios, evitando que se invoquen estos para desconocerla, cuando
constituye una de las bases de la certeza del derecho y de la seguridad jurídica
de la sociedad. Entonces establece un sistema de nulidades restringido (y de
medios de impugnación de ellas también reducido) espicialmente por él prin-
cipio de especificidad legal, y trata de evitar que porbtros mecanismos iesto
es, por la puerta de atrás) puedan echarse abajo los actos proóesales y aun el
Proceso mtsmo.
C¡pfrulo XVI
FORMAYLUGAR
DE LOS ACTOS PROCESALES
En todo caso se admite que el tribunal, cuando existan razones para ello,
disponga la reserva, suprimiendo Ia presencia del público. Inclusive y por ex-
cepción, en algunos procesos (caso de familia y menores) la regla es la contra-
ria: la de la no publicidad, salvo excepciones.
5. Docutnentación de Ia actividad. El expediente judicial
5.1. Escritolsjudiciales. Docunrcntos que los acompañan. En un proce-
dimiento escrito, la referencia en cuanto a la forma de la actividad procesal
recae, indudablemente, en Ia escritura. No obstante, el tratamiento general de
los actos debe abarcar, asimismo, la forma oral.
En general, pues, cabe afirmar que lo primero que debe mencionarse es
qu'e el idionn que ha de ser utilizado es el nacional, ya sea en los escritos,
donde no hay excepciones, como sucede con los documentos agregados (que
pueden estar en idioma extranjero y deben traducirse), o en las expresiones
orales. Aquí también es posible que haya que uiar intérprete o traductor para
quien no conoce la lengua.
Sin embargo, una disposición del Código uruguayo permite prescindir de
dicho auxiliar si el juez y el actuario conocen el idioma (no nacional) del testi-
go. Con todo, si las partes no lo conocen y pueden presenciar la declaración y
hacer repreguotas, igualmente habrÍa que efcctuar Ia traducción. En cuanto se
oraliza el procedimiento o se actúa en audiencia, no basta que el oficio judicial
conozca el idioma.
Ahora bien, toda la actividad que se va cumpliendo, desde el comienzo
hasta el final del proceso debe necesariamente constaÍ de alguna manera pe-
renne.
En la actualidad se utiliza la escritura, en folios continuados y numerados,
que unidos se conocen bajo el nombre de expedientejudicial. AIIíconsta toda
la actividad del procedimiento documentada. Aun las diligencias practicadas
fuera de la sedejudicial, quedan allí registradas por medio de actas o de oficios
o exhortos, cuyos contenidos y contestación se van agregando.
En un procedimiento escrito, conro el nuestro, estos constituyen el ele-
mento principal del proceso y del expediente. Inclusive en los procesos mixtos
o por audiencia, adquieren fundamental importancia, pues documentan los ac-
tos principales (demanda, contestación, alegaciones, providencias judiciales,
recursos).
Respecto de los escrítosjutliciales, además de lo dicho sobre el idioma,
deben ceñirse a ciertas formalidades mínimas.
En cuanto a la escritura, se admite que sea hecha a máquina o a mano,
siempre que el escrito pueda leerse correctamente, pucs el actuario (secretario)
puede rechazarlo en caso contrario, o si tiene tachaduras, qtc,, sin salvar,
En algunos países (inclusive en el Urugua¡ antes de la ley de 1979, que
estableció la gratuidad de la justicia) se establece el máximo de líneas y la
prohibición de escribir fuera de ellas en los papeles sellados.
230 LAACIIVIOAD PROCESAL
Hay normas respecto a las firmas. Como hemos visto, sc necesita la det
abogado, ya que es indispensable la actuación de este.
Se exige la firma de la parte (salvo en el caso de representación), y aun
cuando en el Uruguay no hay texto expreso, surge de múltiples disposiciones y
es elemental- Se regula también el caso de no saber firmar, o sea, la firma a
ruego previa lectura del escrito en la oficina.
El escrito debe comenzar con la invocación al tribunal al quc se dirige,
establecer el nombre del quc compar€cc, diciendo la representaclón que invo-
ca, si asf fuere, y cl nombrc y númcro de los autos (expedicnte) en ól que sc
presenta, y ha de rerminane con un petitorio. La lcy uruguaya no regula sepa-
radamente estas formas, sino cn el escrito de dcmanda, y luego dice que en los
demás escritos, en lo que corresponda, deban seguirse las formas prescritas
para la redacción de aquella. Allí es donde se menciona la necesidad de cons-
tituir domicilio, indicar el nombre y domicilio del demandádo, establecer los
hechos en capítulos separados, invbcar el derecho y formular Ia petición.
Los modérnos códigos latinoamericanos tienen, en general, un capftulo
dedicado al tema.
Recordemos que hay un doble contralor: el de Ia oficina (actuaria) y el
juez que permite, inclusive, rechazar los escritos que no se ajustcn a las forma-
lidades, siendo, en tal sentido, más limitados los conlralores de la oficina, que
se refieren solo a cuestiones de forma (falta de timbres, de firmas, etc.).
También se sostiene que el juez puede mandar que se testen de los escri-
tos, consideraciones que no corresponden a ellos, tates como, en ciertos casos,
alegaciones que se hacen en escritos de prueba (sobre todo en procedimientos
en que luego no hay alegados de bien probado, Io que implica un abuso). En
algún caso Ia norma legal permite rechazar cl escrito, si se áa esa circunstancia,
como cuando se interpone un recurso fundado que no debe fundarser aunque se
debe dejar constancia de el expediente del recurso y su fecha (C. de p. C-., art.
658). Otras veces se dispone que se deje constancia del petitorio, el que igual-
mente surtirá efecto.
No obstante, al recordar estas facultades es bueno considerar que deben
ser usadas con mucha mesura, pues el rechazo de un escrito puede violar garan-
tías aun constitucionales (debido proceso), por lo cual es preferible mandar que
se borre una parte del escrito o sancionar al abogado por los términos, antes
que rechazar el escrito, privando del derecho de defensa. Inclusive, esa fa-
cultad de ordenar que se teste es muy Iimitada y discutible, a falta de norma ex-
presa.
L¡s.escritos de las pafes son documentos privados, lero al ser presenta-
-
dos adquieren fecha cieta. Es la que les da la nota de que en la
"urgo,
constancia de la oficina de su presentación y el día, Actualmcnte,"onsiste
en nuestro
derecho se ha resuelto ciue debe sellarse al interesado la copia del escrito que
queda en su poder, como prueba de su presentación y de lalecha
FORMA Y LUGAR DE LOS ACfOS PFOCESALES 231
cias, actos de parte, etc. Para quc un acto pueda cumplirse fuera de la sede
judicial, es necesario riue así lo imponga la naturaleza de aquel o una norma
expresa del derecho positivo. Caso contrario, habrá una violación que, inclusi-
ve, puede derivar en una nulidad
Claro que sele no implica los locales mismos; si en vez de en su sala el
tribunal se rerfne en otra, no existirá nulidad alguna.
Es lógico quc hay diligencias quc normalmente dcben cumplirse fuera dc
la sede, en especial lo relacionado con la instrucción (prueba) y la recolección
de elementos que hay que buscar o investigar allí donde se encucntran o se pro-
ducen. Inclusive resulta lo corriente cn la etapa dc la instrucción en cl proceso
penal. Aun cuando los actos que pueden realizarsc cn la sedc judicial (decla-
raciones, careos, etc,) no deben efectuarse fuera de clla, salvo por motivos ex-
cepcionales (realización en el lugar del hecho para reconocimiento o reconstruc-
ciones con interrogatorios, etc.), también, se admite por razones dc carácter
práctico, que un remate se verifique en la propia sede del inmueble a rematar (o
aun en laAsociación de Rematadores) o una reunión muy numerosa (unta de
acreedores), por falta dc lugar. Otras veces, la propia norma legal pcrmite el
desplazamiento del testigo o parte que no puede concurrir al juzgado.
El segundo principio es el de que el tribunal tiene un ámbito ¡erri¡orial dc
compelencía, el cual frja su esfera de acción. Los actos procesales que el tribu-
nal debe realizar fuera de su tenitorio, los somete a otro, ya sea dcl mismo país
o inclusive de uno distinto, al que se pide la cooperación judicial quc regula cl
derecho privado intemacional procesal. Y, normalmente, se desarrolla confor-
me a los tratados existentes.
En algunos sistemas se admite el traslado del juez fuera de su jurisdic-
ción, cuando debe efectuar alguna diligencia relacionada con un proceso a su
cargo (así sucede en ciertas provincias argentinas). En el Urugua¡ salvo ex-
cepciones, el principio es el de quc toda diligencia fuera del ámbito del tenito-
rio del tribunal debe encargarse a otro, en cuyo ámbito deba realizarse la dili-
gencia.
Consecuencia del principio estricto es la nulidad del acto destacado fuera
de su tenitorio.
Ahora bien, si el acto se realiza fuera de Ia sede del tribunal, la documen-
tación, por medio de las actas, se incorpora al expediente.
7. EI domicilio
7.1. Concepto de domicilio. Domicilio viene del latín domus, que signi-
fica "casa" "morada", y es el asiento o sede de las personas individuales o co-
lectivas.
El tema pertenece a la dockina general del derecho y en nuestros pafses
cstá regulado, generalmente, dentro del Código Civil.
No ha¡ pues, un concepto de domicilio civil y otro procesal. Solo puede
haber una clase de domicilio proccsal (ad litem),
FORMA Y LUGAR DE LOS ACTOS PROCESALES 235
mos dicho, en múltiples actos del proceso, sobre todo cuando aún no funciona
cl domicilio ¿d /itam, especialmcntc el contractual.
Por medio de este se pueden obtener modificaciones, no solo cn el lugar
de efectuar notificaciones, citaciones o emplazamientos, sino también de la
competencia frjada por las reglas legales.
. Es convcnicntc, entonccsr efectuar un cstudio espccial dc csta clase de
domicilio.
Es principio generalmente admitido cn la doctrina general (y civil), con
alcance ¡ambién proccsal, cl de la legitimidad de que las partes (autonomía de
la voluntad) cstablezcan, contractualmente, un domicilio especial (contractuat)
con validez no solo en el contrato, sino para el proceso (C. C., art. 32). Todo Io
cual se regula por la ley de fondo, y a ella nos rcmitimos (forma dc constitu-
ción, validez, modificación, etc.).
No obstantc y sin perjuicio dc ello, hay algunas normas procesales (las
menos) y otras soluciones de la doctrina y lajurisprudencia, que dcbemos se-
ñalar:
A) La constirución del domicilio contractual no está sometida a las for-
malidades (o solemnidades) que rigen cl contrato principal, dcsde que la ley
procesal, al menos cn el Uruguay, permite su establecimicnto cn documento
aparter aun postcrior en el tiempo,
Tampoco es necesario que previamente se reconozca el documento para
que valga, como sostenía una antiguajurisprudencia.
B) Se hace, eso s( indispcnsable, quc dicha constitución resulte clara-
mente del documento, no siendo suficiente el quc las partes denuncian como su
domicilio al establecerse las características personales en el contrato.
Pero basta, por ejemplo, que digan que ese domicilio Io constituyen a
todos los efectos del contrato (más claro, naturalmente, si se agrega que a los
efectos tanto judiciales como extrajudiciales).
Se ha dudado si vale como domicilio espccial cl que se establece por el
deudor al lado de la firma con la que suscribe un documento comercial, salvo
en caso de que la ley así lo determine (como sucede en la ley uruguaya de
títulos valores).
Es nanrral que debe tratarse de un verdadero domicilio; no basta, por ejem-
plo, que se diga quc se constituye en la ciudad dc Montevideo (lo que podría
valer solo a los efectos de la competencia).
En todo caso debe cstarse a la intención de las partes conformc a las re-
glas de la interpretación de los contratos
C) En Io demás rigen los principios generalcs: así valc mientras dure el
contrato, no si este se rescinde; en cambio. si él subsiste mantiene su validez en
cualquier circunstancia (se afirma que inclusive si se ha demolido la casa, lo
cual es dudoso). Asimismo se extiende al objeto del contrato y con relación a
¡as partes; se transmite a los herederos y a los sucesores a título particular del
FORMA Y LUGAR DE LOS ACTOS PfiOCESALES
dictó (art. 486) y a partir de su notificación empiezan a correr los plazos para
recurrirla ¡ por ende, para que quede ejecutoriada (art. 489). Lo miimo suiede
con la demanda que al notificarse se perfecciona, no pudiendo en adelante
mudarse la pretensión deducida. Y comienzan varios de sus efectos (efectos
del emplazamiento). Pero tampoco la nulidad de la notificación anula la de-
manda ni sus efectos (salvo, naturalmente, los del emplazamiento).
2.3. Formas d.e Ia notificación. Por el lugar, la notificación puede ser en la
oficina o en el domicilio del notiFrcado. Esto es, ir hacia él o hacer venir a
la parte a la oficina judicial, donde radica el.proceso.
En este último caso, y sin perjuicio de que el interesado (o su apoderado o
autorizado a ese fin) concuna y se notifique, es en el que se establece Ia notifi-
caciónfi.cta o autoruítica (por oposición a la real), en virtud de la cual el inte-
resado, dadas ciertas circunstancias, se tiene por notificado,
En Venezuela y Colombia, efectivamente, existe el instituto de que ,,las
partes están a derecho", en razón del cual, luego de notificada la demanda co-
mienza para ellas la carga de comparecer (ante el tribunal a oír providencia).
Y su omisión produce el efecto de la notificación (ficta o automática) con la
simple publicación de Ia providencia dictada en la oficina.
Sistema parecido existe en otros países (en el Río de la Plata, al menos) en
que también hay la carga de comparecer en determinados días (dos días ñjos
por semana, Argentina; cada tres días hábiles, Uruguay), y una vez transcurri-
do ese lapso (ver infra, núm. 7), la providencia se tiene por notificada.
Tomando en cuenta la forma como se efectúa la comunicación al notifica-
do, se habla de notificación peroonal, por cédula (o cedulón), por telegrama,
por edictos, etc.
La notificación personal es la que se hace en persona al destinatario de la
notificación (al demandado, por ejemplo), y en su domicilio.
Las leyes prevén la circunstancia de que no se encuentre la persona en su
domicilio, en cuyo caso admite que se Ie deje una cédula donde sé transcriba la
providencia con la fecha y firma del funcionario actuante. (A esta, que en el
fondo también es personal, se la ha llamado, buscando una mayor piecisión,
cuasipersonal).
Esta forma (asf como por otro medio más moderno de comunicación) es
utilizada cuando se desconoce el domicilio del demandado o se trata de perso-
nas inciertas. En general se prevé la publicación de edictos en el Diario o
Boletín Oficial o alguno de mayor circulación. Lo que conduce a una presun-
ción absoluta de conocimiento, como sucede con todas las formas de notifica-
ci6n,encasodecumplirselosrequisitosprevistos. Sinoseprovocaríalanuli-
dad, y en este caso, por indefensión que es insanable.
Recordemos Io ya señalado de que la notificación de las resoluciones dic-
tadas en audiencia se tienen por comunicadas a quienes están en ellas (sin nin-
guna formalidad), así como a los que tuvieron la carga de comparecer a ellas.
2.4. La notifcación defectuosa. Nutidad. En el capítulo XIX estudiamos
la nulidad de los actos procesales por violación de las formas; inclusive los
casos en que corresponde o no la nulidad.
Por lo tento, solo hemos de mencionar algunos aspectos referidós exclusi-
vamente a la nulidad de la notificación.
En primer término, digamos que el principio es el de que deben cumplirse
las formas establecidas por la ley en materia de notificación, bajo pena de nu-
lidad, especialmente si se refieren al emplazamiento no solo en virtud de lo
dispuesto por la ley (C. dc P. C., art. 3 I I ), sino, además, porque entre las garan-
tías del debido proceso se incluyc la de haber sido debidamente citado al juicio.
También, de habérsele notificado en forma la sentencia. Entonces la nulidad
surgiría por violación de dichas garantías y la existencia de indefensión.
Esto se admite no solo en los procesosjudiciales, sino aun en los adminis-
trativos. Por supuesto, en los que se siguen ante el Tribunal de lo Contencioso
Administrativo, donde se aplican todas las normas que expresamos en este ca-
pítulo.
En primer lugar, reiteramos, las forma$,en este caso, especialmente si se
reñeren a la comunicación de la demanda, se consideran como esenciales para
la constitución del proceso. Es lo que sucede en el derecho comparado y de
modo indiscutible e¡r el derecho del Uruguay. La jurisprudencia de este país es
clara al respecto,
Ella ha dicho, en efecto, que tales actuaciones deben estar libre de toda
sospecira y falsedad. Que, en caso contrario, es nula y no se convalida; scría
inexistente. Así ocurrirá si se hace fuera del domicilio o en el que dejó de serlo,
si no es el contractual.
En general se declara nula Ia notificación realizada con def'ecto en las
formalidades requeridas.
Naturalmente que esa nulidad sE produce si el defecto existe en fomra
manif,esta y surge de la propia docunintación del acto. En caso contrario, es
decir, que se alegue la falsedad de lo documentado, como se trata de un instru-
mento público, debe probarse plenamente.
246 LAAcIvtDAopRocEsAL
Interesa hacer hincapié en que esta deñnición nos lleva a distinguir los
plazos procesales de otros no procesales, como ¡os civiles, administrativos,
etc.
Esta distinción debe efectuarse claramente, pues tiene importantes conse-
cuencias prácticas. Así y sobre todo, por la forma de transcurrir y las causas de
suspensión. Por ejemplo, las razones de suspensión de los plazos procesales
(ferias judiciales, etc.) no se aplican a los civiles. Ta¡nbién en la forma de
computarse los días hábiles e inhábiles.
Por eso conviene señalar que procesales son los lapsos de tiempo estable-
cidos para realizar un acto procesal o vinculados al desarrollo del proceso.
Los demás no son procesales, aunque se trate de actos relacionados con el
proceso o que deben intem.rmpirse o cumplirse con la realización de un acto
procesal.
3. Dias y horas hábiles.-Los actos judiciales deben realizarse en condi-
ciones adecuadas no solo de lugar, sino también de tiempo, para lo cual la ley
establece que hay días y horas hóbiles, de lo que resulta quc los restantes son
inhábiles. Los primeros son los aptos pararcalizar válidamente los actos pro-
cesales, Por consiguiente, los que se efectúen fuera de ellos (esto es, en días o
en horas inhábiles) serán inválidos, es decir, nulos. La ley uruguaya no lo es-
tablece expresamente, pero es la consecuencia natural. Solo que se trata de una
nulidad relativa, como las procesales en general, o sea, que estamos solo en la
categorfa de actos anulables.
Además de la posibilidad o no, de realizar actos procesales, los dfas y
horas hábiles (e inhábiles) influyen en el cómputo de los plazos procesales.
EL TIEMPO EN LOS ACTOS PROCESALES 249
En el Uruguay son días hábiles aquellos en que funcionan las oficinas del
poderjudicial. A esta redapción se Ilegó luego de una sucesión de leyes, inclui-
da la que estableció el sábado libre para las oficinas judiciales, lo cual creaba
un problema especialmente para el cómputo de los plazos. No son hábiles,
entoncesf los domingos,los sábados, los días de y'erla nacional y los de /e-
rias judicialer, En efecfo, el Código de Organización de los Tribunales habla
de dfas feriados y en ellos cabe entender incluidas las feriasjudiciales (arts. 6l
y 62). La h¡bilitación, generalmente, es por asunto (causa, etc.), aunque tam-
bién puede serlo para determinado acto (tomar una declaración muy urgenter
comunicar un embargo, trabarlo, etc.).
Un problema se presenta cuando la oficina no funciona porque ha habido
una paralización colectiva de tareas (huelga, etc.). Si esta es total (y no ha
concurrido ni el actuario, o sea, en caso de que Ia oficina esté cenada), eviden-
temente debe entenderse que se traia de que no funciona y el día debe entender-
se inhábil. Por lo demás, al impedido por justa causa no puede correrle término
(C. de P. C., art. 32 I ). No es el caso previsto de que el escrito puede presentar-
se en el domicilio del acruario, como veremos.
Horas hábiles la ley uruguaya, siguiendo una antigua disposición
española- son las que -dice
transcurren desde la salida del sol hasta su ocaso. Sin
embargo, al dársele a la Suprcma Corte de Justicia facultad para frjar los hora-
rios en que funcionarán las oficinas (C. de O. T.,art.207, inc.4'), en lugar de
referirse a la puesta del sol (C. de P. C., art. 192) estableció un horario de aper-
tura y cierre de los tribunales. Es evidente que la mayoría de los actos pro-
cesales solo pueden realizarse en ese período, puesto que se desarrollan dentro
de las oficinas. No obstanie, la reiteración de la norma por la nueva redacción
dada al artÍculo 603 por la ley 13.355, demuestra que no está derogada por el
Código de Organización de los Tribunales.
Los códigos más modernos, incluido el argentino, el "Modelo", el Código
General del Proceso para Uruguay, etc., eliminan el viejo sistema de establecer
como hábil el día natural "desde la salida a la puesta del sol".
En cambio regulan los días hábiles e inhábiles según funcionen o no las
oficinas del poderjudicial, en el horario establecido.
Y permiten habilitar los días y horas inhábiles para realizar en etlos dili-
gencias fuera o dentro del juzgado.
Asi¡nismo y con referencia a los plazos se establece que los mayores de
I5 días conen todos los días (conidos) salvo la intemrpción de las feriasjudi-
ciales (y en Uruguay la "semana de turismo" todavía festiva).
En cambio para Ios plazos hasta l5 días se cuenta¡r solo los días ft¿íbil¿s.
Que son aquellos en que funcionan las oficinas judiciales, como dijimos, con
lo cual se excluyen sábados, domingos y feriados.
4. Habilitación de días y horas inhóóiles.-Es regla general la de que "no
pueden practicarse diligenciasjudiciales" sin previa habilitación, porjustacausa,
en los días y horas inhábiles (días inhábiles y días hábiles Iuera del día natural).
El Código de Organización I de los Tribunales hablaba de que "los jueces
no actuarán en días feriados" (art. 62) y el Código de Procedimiento Civil de-
cía, en su redacción original, que "no dictarán providencias" (art, 83).
Tales normas (y sobre todo la redacción actual del art. 603) deben enten-
dersc como la prohibición de realizar actos judiciales. La palabra diligencias
se usa en ese sentido, si bien parece que solo se refiere a la acruación de los
jueces ("providencias", "diligencias judiciales", etc.), esto es, a los actos de¡
juez y no de parte.
Solamente se regula aparte la presentación de escritos que se admite se
haga en casa del actuario fuera de las horas de oficina, en día hábil hasta la
puesta del sol (acordada del l6 de septiembre de 1879).
Para que puedan realizarse actos válidos en esos días u horas inhábiles se
necesita h a b i I i t ac i ó n p rev ia y por c a us a j us t if c ada.
Pra'ia si$niftca antes del acto, lo que puede hacerse "antes del feriado o
dentro de é1" (C. de O. T., art. 62).
Habilitaciónes declarar útiles, a los efectos de determinado acto procesa¡
(o de determinado asunto), los días u horas inhábiles.
Cuusa justifcada ("urgencia", dice el C. de O. T.) es, según la le¡ la de
aquellus actuaciones (aquí ya no se habla de providencias o diligencias, sino
que se asimila más al "acto") "cuya dilación pueda causar perjuicio grave a los
interesados o a la buena administración de lajusticia"(C. de O. T, art. 62, inc.
2"). Esta es apreciada por el tribunal y se podrá hacerlo de oficio o (como
generalmente sucede) a petición de parte, incluido el ministerio público, cuan-
do actúa cn defensa de Ia causa pública y aunque no sea parte,
En materia procesal penal rigen los principios generales, salvo rcspecto
de la instrucción, para Ia cual se establece la regla de que se presumirá hábil
todoeltienrponecesarioparaeldiligenciamientodelaprueba(C.de P.P.,art.
86, inc. I ' itr fine). Es la regla que todos los códigos modemos estatuyen.
Para habilitar la feria, si esta comenzó, será competente el juez de feria,
según la designación que, en cada una, efectúa la Suprema Corte (C. de O. T.,
art. 63). Si es .antes del feriado, la habilitación podría hacerla el juez de la
causa. Ta¡¡bién en caso de habilitarse días u horas inhábiles.
5. PIa¿os prccesales. Su clasificacidn.-Según su origen,los plazos son:
legales, judi<'iales y convencionalas. Los primeros son los que establece la ley;
lossegundos,losquefijaeljuez,ylosterceros,losqueestipulanlaspartes. Es
natural que siendo la ordenación del proceso de carácter público, es la ley la
quc, generalnrente, dispone los lapsos de tiempo en los cuales pueden re lizal
se los uctos del proceso. Por excepción, y en virtud de las facultades otorgadas
al juzgador en el proceso, se le concede la fijación del lapso de algún plazo
proccsal, a veces dentro de un máximo fijado por la ley. Y también por excep-
ción, se permite a las partes establecerlo; más bien se les permite modificar, de
cotrtún acuerdo, algrln plazo,
€LTIEMPO EN LOSACTOS PROC€SALES 251
puede llevar a las partes a demorar el pleito. Sin embargo, la moderna tenden-
cia doctrinaria y Iegislativa conduce a establecer plazos perentorios, en general
y como regla, en los códigos, tal como hemos hecho en nuestro Anteproyecto
para el Uruguay, siguiendo el sistema de Ios nuevos códigos latinoamericanos,
sin perjuicio de permitir a Ias partes pedir Ia suspensión del proceso, cuando lo
deseen y dentro de cieitos límites, justamente para facilitar una transaccíón.
En los demás casos, la no perentoriedad alarga indefinidamente los proce-
sos,
Por las personas a quienes afectan, los plazos pueden ser: del tribunal o
de las partes,y dentro de estos: comunes o particulares. Lo cual hace relación
al comienzo y fin del cómputo temporal.
Los plazos normalmente se refieren a las partes, pero pueden serlo del
propiojuez (plazos para dictar sentencia) o de sus auxiliares. En principio, la
oficina actuaria tiene ciertos plazos frjados en la ley, con áni,mo de acelerar los
procesos, como el plazo para poner los auto para senten'cia (ley 9.594 del l2-
IX- I 936, arts. 8" y 9") o para elevarlos al tribunal superior (art. 658), etc. Asi-
mismo eljuez podrá hjar los plazos a su oficina para realizar algún acto que le
encarSue.
Los demás plazos corresponden a las partes, y si corren para ambas
conjuntamente, seráh comunes (como el de prueba) y si para cada una por
separado, serán particulares. En este caso pueden correr para una sola parte
(contestar, para el demandado) o para ambos, pero separadamente (el de ape-
lar). Según veremos luego, el cómputo de estos plazos tiene, como es lógico,
puntos de partida diferentes (C. de P. C., art. 604) (ínfra, núm. 6).
Como es natural, existen otras clasificaciones y otros criterios. Recorde-
mos, por ejemplo, que en materia de prueba los plazos (a los que la ley llama
términos) son ordinarios y extraordinarios, según se trate de producirla en el
Un:guay o en el extranjero (C. de P. C., arts.336 a 338 y ley 13.355, arts.2l,22
v 24).
6, Cómputo de los plazos procesales.-La duración de los plazos com-
prende el espacio de tiempo desde el comienzo hasta que expira (distantia
temporis). Es decir, el que media entre los dos términos: dies a quo y dies ad
quem.
En cuanto ¡l comienzo y refiriéndonos a los plazos de partes, que son la
mayoría, diremos que la ley uruguaya lo frja a panir del día siguiente a la
no!ifc.!ciót1.: !a de ta pa4e resnectiva, si son Darticulares: el de la última notifi-
cación, si son comunes. Esta comprende Ia que se hace a la última parte noti-
ficada, ya sea un tercero o el ministerio público, si son parte. Es la regla del
artículo 604 y no presenta dificultades: el dies a 4ilo no cuenta. Es el siguiente
a la notificación el que comienza el plazo. Esto evita los problemas de orros
sistemas, en los cuales se comienza desde el día de la notificación, lo que hace
que interese el momenro (hora) de ella.
Respecto al fm del plazo, se produce el último día, y en cuanto a Ia hora,
será la del ocaso del sol o la del cierre de la oficina fijada por la Suprema Corte
de Justicia (sapra, núm, 3). Será ese día y no el siguiente; el dies ad qucrn se
incluye en la cuenta. Claro que si vence en día inhábil, queda prorrogado hasta
el primer día hábil siguiente (art. 603, inc. l").
Hasta ahora hemos supuesto que Ios plazos cuentan por días, lo cual suce-
de en la mayoría de los casos; también existen los que cuentan por lpras, por
meses y por aiíos, No existen en la ley uruguaya plazos que cuenten por sema-
nas, En orden a los plazos por horas, generalmente, al no establecerse la hora
en el acto de la notificación, en realidad se transforman en plazos dc días. Así
ocu¡Te con los plazos para interponer los llamados recursos de aclaración o
ampliación (C. de P. C., arts. 486 y 487).
Solo cuando se ponc la hora puede computarse así el plazo (C. de P. C.,
art. 658), lo que no cs habitual, ni se cumple en la práctica.
Los plazos de meses y años no presentan particularidades respecto del
comienzo o el fin,
En cuanto al transcurso del plazo, existe una importante regla en el dere-
cho positivo uruguayo según la cual en los que sc cuentan por horas o por dfas
y su "duración no excede de quince... solamente se computarán los días hábi-
les". Y sabemos que hábiles son aquellos en que funcionan las oficinas del
poderjudicial, quedando excluidos los sábados, domingos, feriados y ferias
judiciales (.rupra, núm. 3).
En los demás plazos (más de quince días, meses y años) cuentan todos los
días cor¡idos, hábiles e inhábiles, salvo las ferias judiciales y la semana de
turismo (art.603). Estos dos feriados, porconsiguiente, intem:mpen todos los
plazos (ya sean de días u horas, sean o no mayores de quince días).
Esta forma de computarse solo por ciertos días es una característica de los
plazos procesales y no se hace extensiva a los civiles, que siempre se cuentan
corridos.
Recordemos que en el derecho uruguayo y como resabio de una época en
que las comunicaciones eran muy dificultosas y las distancias las hacían aún
más, se establece todavía, en cienos plazos, una diferencia en razón de Ia dis-
tancia. Asi en el plazo del emplazanriento se cuenta agregando un día más
"por cada cinco leguas" (art. 298 infine). Los emplazamientos son de 30 días
para las personas que viven en el Uruguay, y de 90 si viven fuera (art, 307); el
término de prueba extraordinario (art. 341), como el del emplazamiento (art.
301, inc, 2o), se regula por el lugar, ya sea del acto de prueba o del domicilio en
el extranjero.
7. Suspensión e interrupción del plazo procesal.-El plazo procesal, por
excepción deja de co¡rer. En estos casos se intem.lmpe o se suspen de. Suspen.
der importa inutilizar un período del plazo, desde que se produce la causa de
suspensión hasta que cesa, luego de la cual aquel continúa. Es decir, que lo
ELTIEMPO EN LOSACTOS FROCESALES 255
NULIDADES PROCESALES
Gnn¡n¡Ltorors
,. .Se trata de casos excepcionales, como es natural, rigiendo para las demás
nulidades el principio general de que se convalidan denrro del mismo proceso
al no_ usarse los medios procesales necesarios para su impugnación y déntro de
los plazos previstos. Y los actos nulos, aun los que lo son con la categoría de na-
Iidad absoluta, producen efectos mientras no se declare la nulidad. por lo
tanto, todas. las nulidades procesales, a pesar dé lo que dice Courune, pueden
ser convalidadas. Es una diferencia importante con el derecho civil. Solamen-
te Ia inexistencia resulta no convalidable. Casos muy excepcionales, en que
hay un "no acto", son los insanables.
B)Lá convalidación delas nulidades procesales se produce, en definitiva,
al final del proceso por el principio de Ia cosa juzgada, como hemos dicho
(supra, y3m,2), Las que se refieren a los actos de procedimiento se convalidan
en la misma instancia y si no se usan los recursos Jorrespondientes (reposición
y apelación, además de la nulidad). Es decir, que esr;s, que podilan ser las
relatiuas, deben ser impugnadas de inmediato (aunque s"a cbn li reposición en
tres.días, si no_admite apelación el acto, para mante;er abierta la víá de impug-
nación cont¡a la sentencia). Y las otras, que la ley llama veces
te, y en ocasiones indirectamente- absolutas (,,de pleno -aderecho",directameñ_
..de
dere_
cho"), quedan convalidadas al final del proceso, la sentencia definitiva
"rundo
ha pasado en autoridad de cosa juzgada. Entendemos que la nulidad deducida
NULIDAOES PFOCESALES 263
po¡ objeto evitar la violación a las garanrías en juicio. La nulidad tiene por fi n
no el solo interés legal en el cumptimiento de las formas y ritualidades que la
ley flrja para losjuicios, sino la salvaguarclia de los derechos de las partei.
Este principio rraduce Ia antigua máxima,,no hay nulidad sin perjuicio',
gue había consagrado, hace tiempo, la jurisprudencia francesa (pas de nullíté
sans griefl, aun en ausencia de texto legal (C. de P. P., art.98).
Es por esta razón por la que algunos derechos positivos modemos estable-
cen el principio de que el acto con vicios de forma es válido, si alcanza Ios fines
propuestos, igualmente, o si en lugar de seguirse un procedimicnto se ha utili-
zado, equivocadamente, otro, pero con trayores garrntías, lo que también se
llama principio de finalidad (C. de P. P., arr. 99).
Iis decir, que la violación for¡¡al debe trascender a la violación de los
dercchos de las parres (o de una parte),
Este principio no tiene consagración legal en muchos códigos (antiguos),
pero es aceptado unánimemente en el derecho comparado y tatnbién por ¡a
doctrina y la jurisprudencia uruguayas.
En Ia legislación del Uruguay, resulta del hecho de que el recurso de nuli-
dad no cabe, si no hay apelación (C. de P. C., arts. 671 y 672) (ínfra,núm. l2).
.. .No
incluimos el principio de protecciótt, porquc el asunto de quc no hay
nulidad sino para protegercontra la indefensión, qulda subsumido en el princí_
pio.de trascendencia. Respecto al punto de qué quien provocó la nuúdad a
sab.ie¡das no puede invocarla, corresponde estudiailo en la legitimación para
solicitar la nulidad (infra, núm. 1l).
En cuanto al principio de fnalidad (no corresponde anular el acto si,
pese a los defectos formales, ha cumplido su frn), ya lo mencionamos (supra,
núm. l).
9. Convalidación de Ias nulidades del lrocedimiento. Generalid.ades.-
Las razones de seguridad y certeza del derecho, que se manifiestan de modo
especial en el proceso, y el instituto de la cosa juzgada hacen, como hemos
dicho, que en nuestro_campo, mucho más que en el del derecho civil, se aplique
el principio de convalidación de las nulidades, de manera que transcuniáa úna
etapa.no se puede volver a la anterior (principio de preclusíón procesal). y
cuando todas lq etapas se han cerrado (sentencia definitiva, cosijuzgadá¡, se
precluye la posibilidad de reclamar contra todas las nulidades.
Algunos han incluido el tema de la convalidación en el de los reuedios
contra el acto nulo, es deci¡ el saneaniento de las nulidades. Efectivamente,
así como el derecho estudia el acto nulo y sus efectos (iny'a, núm. l5), también
lo hace con las formas de evitar dichos efcctos, eliminando o saneando el acto
nulo. O lea, que en lugar de la invalidación (efecto negativo), se busca Ia
subsanación (efecto posirivo) (C. de P. P., arr. 1 04).
Las formas de subsanación pueden ser varias, a saber:
a) la repetición del acto anterior sin los vicios de este;
b) la confirmación o ratificación del acto anulable;
c) la conformidad (expresa o tácita) con el acto, que es lo que a veces se
..
llama convalidación (aunque ese término equivale a subianación) y puede com-
prender las tres formas.
. En realidad, la repetición del acto anterior no es una subsanación de este,
sino Ia realización de un nuevo acto, sin los vicios del primero y que, por con.
sigüiente, lo sustiruye. Hay un acto válido: el nulo ya no inieñsa.' Asf, la
notificación realizada sin las formas requeridas (por noia, si era a domicilioj se
repite, pero en forma correcta. Lo quelale es lá segunda.
nos no solo referidos a tiempo, sino a desarrollo del proceso. Así y con respec-
to a las nulidades del procedimiento, hay términos para pedirlo por las partes,
dentro de los plazos de recursos, y existe un término final, que es el de la
sentencia,fueradelcual,enprincipio,nocabrápedirlanulidad. Elpropiojuez
solamente podrá examinar los presupuestos procesales hasta ese momento. La
cosa juzgada lo purifica todo, o casi todo. Hemos dicho que si el proceso es
inexistente o si hay indefensión o fraude, siempre se podrá reclamar su nuli-
dad, aun después de finalizado, por vía de una acción independiente, en un
posterior juicio ( infra, núm. l3). Aquí solo cabe tener presenter como límite, el
plazo prescriptivo de las acciones (C. C., art. l2l6).
En otros términos, la nulidad por defectos de procedimiento (relativa)
podrá pedirse solo dentro de los términos de los recursos (art. 673), y la que se
deriva de defectos en la constitución del proceso, que afectan su validez, en
cualquier estado de la causa, dentro de un plazo a partir de cuando se tuvo
conocimiento, que la ley civil no fija (a diferencia del C. de P. P., art. 103, 5
días) y lajurisprudencia discute (5 días hasta 30 días).
12. Vías y procedinrientos para solicitar la nulidad. El recurso.-Exis¡en
distintos medios y procedimientos para solicitar la declaración de nulidad. La
doctrina y lajurisprudencia uruguayas admiten, casi sin hesitaciones, fuera del
recurso (ordinario y extraordinario) previsto por la ley, Ia excepción, el inci-
dente y, con discrepancias, la acciótt ordinaria.
Estas vías tienen cada una su oportunidad, es decir, que no son altemati-
vas. Cada una corresponde en su caso y no fuera de é1, cada cual tiene su
alcance y su técnica procesal propia.
Los recursos corresponden dentro del mismo proceso y están regulados
por el Código de Procedimiento Civil. Solamente mencionaremos aquí las es-
pecialidades de la nulidad.
En el Uruguay, el principio fundamen(al que regula este recurso es el de
que no puede interponerse si no conesponde la apelación y que ambos se tra-
mitan conjuntamente (C. de P. C., arts. 671 y 672y 267 y 268). La anrigua
querella nullitatis y e[ mecanismo para eliminar el gravamen (apelación) se
unificaron en algunos derechos en la Edad Media y en los procesos modernos
como el francés y el italiano, pero siguen separados en el derecho uruguayo.
La separación consiste fundamentalmente en el punto de partida (casos de nu-
lidad, aunque entre la de fondo y Ia apelación las dife¡encias se estrechan) y el
punto de llegada (efectos de la sentencia de segunda instancia), pero el proce-
dimiento es el mismo y se tramitan conjuntamente,
El recurso de nulidad puede darse contra una violación de forma, o sea,
del procedimiento, dice la ley, o de fondo, esto es, de la sentencia, que no está
inreglada a la ley (C. de P. C., arts. 673, 674 y 675).
No obstante, ya hemos dicho que la nulidad de fondo se confunde con el
agravio, y, en consecuencia, la nulidad queda absorbida por la apelación. Esto
sucede en la mayoía de los casos.
NULIDADES PROCESALES 271
Otra brecha fue abierta por el estudio del proceso fraudulento, en el cual
el maestro Courune tuvo un impofante papel, colocándolo dentro de la teoría
general de los negocios fraudulentos, al afirmar que esjustamente eso: un ne-
gocio fraudulento realizado con medios procesales.
Comenzó a sostenerse, entonces, que el proceso fraudulento o simulado
para obtener un resultado ilegítimo en perjuicio de terceros era nulo y que estos
podían pedir la nulidad. Es el caso común del proceso celebrado en fiaude de
los acreedores, o el del simple embargo fraguado en perjuicio del tercero pro-
pietario.
Dando un paso adelante se admitió la invalidez del proceso simulado,
aunque no fuera en perjuicio de terceros, como sucede con un divorcio en el
que se simula una causal, un domicilio, etc. Los códigos modernos dan pode-
res al juzgador para excluir el fraude del proceso, aun cuando no perjudique a
terceros, solo en detrimenro de las normas de orden público (Colombia,irts.
37, inc. 3o y 58). En el estudio del ministerio público se hace hincapié en sus
facultades al respecto (supra, cap. X).
Comienza entonces a considerarse la posibilidad de admitir una acción o
recurso, para preve.nir o excluir dicho fraude, aun en detrimento de la cosa
juzgada, la cual se ¡econoce que no es un concepto lógico, sino dc política
procesal.
El derecho comparado positivo regis(ra diversos casos en los cuales se
admite esta vía, ya sea como acción o como recurso. Este medio es algo más
que la simple oposición de terceros, que aceptan en cualquier
curso, el derecho francés y sus seguidores, puésto que se cóncede"uso, "omo.e-
también a ¡as
partes.
Pa¡ece ser la solución más razonable y la que acompañan nuestras moder-
nas doctrina yjurisprudencia, salvo alguna parte de ellas que admite siempre la
vía incidental, aunque haya "terminado" el proceso, en ciso de fraude dfalta
de emplazamiento. (Especialmente en el último caso, por entender que eljui-
cio no fi nalizó). Naturalmente que en esta vfa, como quizá en todas ias quó se
otorgan para reclama¡ nulidades procesales,.debemos proceder con extrema
cautela y con criterio restrictivo. No obstante, y como ya lo hemos dicho, no
pueden convalidarse los vicios que afectan la constitución de la relación proce-
sal y el debido proceso (supra, núm. 5), y esto, ni aun frente a la cosa juigada.
Podemos deci¡ pues, que debe admitirse, a falta de texto negativo expreso
en contrario o establecimiento de un recurso que cumpla esa finálidad, laixis-
tencia de una acción autónoma de nulidad. Esta acción procederá, en primer
lugar, en beneficio de un tercero que no haya sido parte en un juicio y que haya
podido ser afectado por é1, pero también, y en casos excepciónales,-en b"n"i,-
cio aun de las propias partes. Ello cuando se pruebe qué han faltado las ele-
mentales garantías del debido proceso o que nos hallemos frente a un proceso
simulado o fraudulento. Es natural que inilusive en estos casos, la acción solo
corresponderá a la parte (o tercero) que no haya tenido a su disposición otras