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ESTUDIOS

Victimología: ¿Quiénes son las víctimas? ¿Cuáles sus


derechos? ¿Cuáles sus necesidades?*
Elena LARRAURI

1. INTRODUCCION de una (nueva) victimología que se diferencia de la


anterior fundamentalmente por su preocupación por
La primera cuestión que puede sorprender es la las necesidades y derechos de la víctima y su sen-
atención a las víctimas después de que éstas per- sibilidad por no contraponer los derechos de la víc-
maneciesen olvidadas tanto tiempo. Este olvido era tima a los derechos del delincuente4,
doble: por un lado, a un nivel teórico existía por par- ¿A qué obedece el surgimiento de esta (nueva)
te de la criminología una preocupación por entender victimología?5. Las razones pueden resumirse en: la
la etiología del delito y por buscar otras respuestas justificación de una política de «ley y orden» y la ma-
a la delincuencia, éstas podían consistir en métodos yor rentabilidad política de satisfacer a las víctimas
de tratamiento en el seno de la cárcel o últimamen- que a los delincuentes; la necesidad de establecer
te en la búsqueda de alternativas a la cárcel. Pare- un contrapeso a la criminología crítica que con sus
ce cierto que la criminología, a pesar de su declara- análisis deterministas (sociales) parecía eximir implí-
ción de que el delito es una relación social, había citamente al delincuente de toda responsabilidad; el
prestado poca atención a las víctimas. ímpetu del movimiento feminista señalando el alto
También en derecho penal se había producido el grado de victimización sufrido por las mujeres, y el
olvido de la víctima. En su aspecto material el fin de surgimiento e impacto de las encuestas de victimi-
«protección de bienes jurídicos» parecía basarse ex- zación que demostraron la extensión del delito y su
clusivamente en el castigo del delincuente, en vez concentración en los estratos más vulnerables de la
de en la reparación del mal causado a la víctima 1. población.
Y en últimas tampoco el derecho procesal penal ha- Esta preocupación por las víctimas ha dado lugar
bía puesto suficiente énfasis en los derechos de las al surgimiento de diversas organizaciones como la
víctimas en el proceso penal. NOV A (1979) en Estados Unidos, la NA VSS (1979)
Frente a todo ello resurge en la década de los en Inglaterra, la Weiser Ring en Alemania, etc. In-
años ochenta con especial ímpetu la victimolo¿¡ía. La cluso en España, si bien limitado al fenómeno del
victimología tenía, sin embargo, una historia . Esta terrorismo, se ha organizado la Asociación de Vícti-
victimología convencional podía caracterizarse, de mas del Terrorismo. Es difícil encontrar un denomi-
acuerdo a Walklate (1989:18) por: a) un análisis in- nador común -más allá de su preocupación por las
dividualista de las relaciones entre la víctima y el de- víctimas-, mientras unas hacen bandera de no rea-
lincuente; b) una tendencia a considerar a la vícti- lizar planteamientos políticos, sino de atender las ne-
ma como responsable, «culpar a la víctima»; e) una cesidades de la víctima, otras se han constituido en
tendencia a concentrarse en el delito común. grupo de presión reclamando diversos cambios en
Pero junto a esta victimología originaria surgió en el sistema penal y procesal.
la década de los ochenta una nueva victimología3. Este resurgir de las víctimas ha propiciado, pues,
Podemos, por consiguiente, aventurar que lo que se el asentamiento de una rama de estudio que hoy ya
vislumbra en la década de los ochenta es el resurgir se denomina victimología. Tres son en mi opinión

* Versión abreviada de la ponencia presentada en el XLVI Cur- convencional, ésta sigue desarrollando investigaciones para des-
so Internacional de Criminología (Barcelona, 28 al 31 de octubre cubrir cuáles son los rasgos (<<estilo de vida») de las personas
de 1991). victimizadas. Para una evaluación véase Walklate (1989:6-20).
1 Adicionalmente como señala Meier (1991 :32) «( ...) el con-
4 Ello no obsta como advierten Maguire-Pointing (1988:2) que
cepto "bien jurídico", establecido por la doctrina analítica del de-
recho penal servía a la consecución de la anonimidad de la víc- en Estados Unidos a diferencia de Europa la preocupación haya
tima, en tanto la objetivaba (...)>>. estado más dirigida a los derechos que a las necesidades de las
2 Para una exposición completa véase García Pablos víctimas, lo cual unido con el movimiento de una pena justa (<<just
(1988:76-103); Landrove (1990); Walklate (1989). desserts») ha llevado en ocasiones a reclamar una pena más se-
3 Lógicamente ello no implica la extinción de la victimología vera como un derecho de la víctima.

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las áreas de conocimiento que hoy cobija la vic- tima», como observa Box (1983:17), no sabe
timología. que ha sido objeto de un delito.
- Las encuestas de victimización (información Ello es debido a que la mayoría de la gente no per-
acerca de las víctimas). cibe estas actividades como delictivas (p. ej., los pi-
- La posición de la víctima en el proceso penal sos se derrumban debido a la aluminosis) y/o a su
(los derechos de las víctimas). más difícil comprobación de que el resultado es de-
La atención asistencial y económica a la vícti- bido a una actividad delictiva (p. ej., enfermedades
ma (las necesidades de las víctimas). como producto de delito ecológico o de imprudencia
médica o laboral).
En definitiva, las encuestas de victimización tien-
2. LAS ENCUESTAS DE VICTIMIZACION den ineludiblemente a sobrerrepresentar el delito
común.
Las encuestas de victimización consisten en rea- - Pero ni siquiera este delito común aparece ín-
lizar un cuestionario a un muestreo de población re- tegramente recogido. Como observan Magui-
presentativa a la cual se le pregunta si ha sido víc- re-Pointing (1988:9), hay dos casos en los cua-
tima de un delito determinado. Con ello se consigue les es posible afirmar que existe una subrepre-
recopilar información acerca de los delitos aconteci- sentación; el primero, por lo que respecta a las
dos, la frecuencia de los mismos y las característi- víctimas más vulnerables como, por ejemplo,
cas de la gente victimizada. Adicionalmente las en- niños, ancianos o los propios presos; las en-
cuestas de victimización acostumbran a recabar cuestas de victimización no acostumbran a
también información acerca de las relaciones de la preguntar a estos colectivos. El segundo ejem-
víctima con el sistema penal: si éstas han denuncia- plo de subrepresentación se refiere a supues-
do o no, los motivos para realizar la denuncia, etc. tos de victimización múltiple (p. ej., actos de
Lo que se pretende normalmente con ellas es con- vandalismo, faltas, etc.), en los cuales por la
seguir una mayor información que permita elaborar escasa gravedad del delito no se acostumbra
propuestas de política-criminal acerca de técnicas a plasmar en las encuestas, a pesar de que la
preventivas -medidas eficaces para conseguir una gravedad es considerable si se toma en con-
futura victimización- y represivas -áreas conflicti- sideración su continuidad.
vas en una ciudad que requiere de una vigilancia - Se ha destacado insistentemente por el movi-
especial. miento feminista que las encuestas de victimi-
Entre los méritos de las encuestas de victimiza- zación acostumbran a concentrarse en las ac-
ción destaca indudablemente el haber proporciona- tividades realizadas en la «vía pública» y con
do una mayor información respecto del delito y fun- ello minimizan los «delitos» acontecidos en el
damentalmente respecto de las víctimas del delito, área privada, que quedan sin contabilizar
ausentes de las estadísticas policiales. como delitos y que afectan particularmente a
Este conocimiento permitió que se presentasen mujeres y menores de edad. Incluso deben ha-
como superado ras de las estadísticas oficiales, en cerse constar las dificultades de recoger las
la medida que permitían descubrir la «cifra oscura" respuestas de la mujer cuando el entrevista-
del delito, esto es, la que no aparecía reflejada en dor está preguntando a ésta acerca de la vio-
las estadísticas policiales al no haber sido detecta- lencia doméstica delante del marido (Stanko,
da o denunciada. Su valía como fuente de informa- 1988:45).
ción comportó un cierto auge de las encuestas de - Adicionalmente existe toda una serie de pro-
victimización. blemas que si bien pueden englobarse bajo el
Debe advertirse, sin embargo, que desde su ini- epígrafe de «fallos técnicos» relativizan el va-
cio las encuestas de victimización nacen en el seno lor de las encuestas de victimización. Entre és-
de una arena política entre distintos grupos de pre- tos acostumbran a destacarse que: la gente no
sión dentro de una misma sociedad o entre distintas se acuerda si ha sido o no víctima de un deli-
instituciones de un mismo Gobierno. Ello no las des- to; la definición popular no coincide necesaria-
merece, simplemente nos recuerda que, cuando me- mente con la definición técnica leal; sólo acos-
nos, en las ciencias sociales no hay datos «neutra- tumbran a figurar los casos en que el delito se
les». Lo cual a mi entender implica que la propia for- ha consumado; se pregunta en un período de
ma en cómo se recopilan los datos debe a su vez tiempo limitado; las respuestas dependen en
someterse a examen. ocasión de la actitud del entrevistador, etc.
Este estudio de las encuestas de victimización es Como Geis (1990 :261) observa, no hay acuerdo
el que ha permitido elaborar las siguientes objecio- científico ni siquiera respecto a los aspectos metó-
nes críticas: dicos clave, lo cual puede dar una indicación de lo
- Se ha repetido (pero debe insistirse) que las disparatado de extraer conclusiones o comparar re-
encuestas de victimización son incapaces de sultados entre diversos países.
recoger los delitos de «cuello blanco» o los - Finalmente se destaca con preocupación que
«delitos de los poderosos». En ocasiones este las encuestas de victimización pueden ser fá-
tipo de delitos ni siquiera figura en las encues- cilmente cooptadas por los sectores políticos
tas cuando se pregunta acerca de la victimi- más partidarios de endurecer el derecho pe-
zación, pero también debe observarse que aun nal. Es cierto que de los datos no se extraen
cuando se preguntase difícilmente se obten- conclusiones políticas, pero también resulta fá-
dría una respuesta afirmativa, ya que la «víc- cil imaginar que una primera conclusión apre-

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surada frente al mayor índice de delitos des- la gente maneja sus problemas al margen del dere-
velados por las encuestas de victimización, cho penal.
sea la necesidad de aumentar la represión po- En esta línea las investigaciones de Hanak (1987)
licial o las penas. han indicado que la gente no define la mayoría de
En mi opinión los datos revelados por las encues- sus problemas como delitos -aun cuando lo sean
tas de victimización permiten vislumbrar una fructí- en sentido técnico-Iegal-, que en consecuencia re-
fera agenda de estudio, esto es, no las concibo curre a otras estrategias distintas del derecho penal
como un punto de llegada, sino más bien de parti- para hallarles solución, y que cuando se produce el
da. A título de ejemplo: recurso al sistema penal el interés que lo guía es
bastante distinto de un interés retributivo, siendo las
Una primera área de estudio quizás fuese la cons-
motivaciones fundamentales el registrar el delito (a
tatación de que la «gente no se acuerda de los de-
efectos de reclamar a la compañía de seguros), o el
litos». Ello puede ser debido a que no se acuerde,
de conseguir la devolución o reparación, o el conse-
pero también a que las definiciones no son invaria-
guir una protección inmediata. En esta perspectiva,
bles o, dicho de otro modo, es posible que variables
el no denunciar refleja una desconfianza, una dis-
como el género, la clase social, la edad, etc., influ-
cordancia entre lo que la gente espera conseguir y
yan en el momento de subsumir determinado com-
lo que sabe que puede conseguir si recurre al siste-
portamiento en un tipo delictivo. Debe observarse
ma penal.
que en ocasiones el comportamiento delictivo está
La falta de denuncia puede indicar también una
tan integrado en nuestra experiencia cotidiana que
falta de poder o alienación. Determinados colectivos
difícilmente se señalará que se ha sido víctima de
-travestis, gente sin hogar, grupos de mujeres, ho-
un delito (p. ej., el acoso sexual a las mujeres, ata-
mosexuales- tienen más dificultades que otros en
ques racistas a los extranjeros, lesiones entre ban-
iniciar un procedimiento penal.
das juveniles, etc.) (Walklate, 1989:34).
Es obvio que los temas apuntados son sólo hipó-
Pudiera pensarse que la gente «se acuerda» de tesis. Mi anotación obedece al interés en recordar
los delitos más graves. Sin pretender negar una cier- un aspecto: las estadísticas policiales no sólo fue-
ta lógica a esta aserción, lo que indudablemente sor- ron cuestionadas por no reflejar la «cifra oscura» del
prende cuando se examinan las estadísticas pOlicia- delito, sino también por no estudiar los procesos de
les y encuestas de victimización es que los más gra- interpretación por los cuales se identificaban y defi-
ves (en el sentido de que se han denunciado o se nían determinados hechos con delito (Kitsuse-Cicou-
recuerdan) sean robos en o de los vehículos, utiliza- rel, 1963). Se objetaba que el sistema penal o el de-
ción ilegítima de vehículos de motor, tirones, robo en recho penal predeterminaba el ámbito de estudio,
el domicilio o comercio, tráfico y tenencia de drogas. excluyendo ab initio determinados comportamientos
De nuevo a título de hipótesis, ello quizá se deba al no cuestionarse como algo adquiere el carácter
a: a) el tipo de gente normalmente asociada con su de delito.
comisión, gente habitualmente perteneciente a sec- Asumir que todos sabemos lo que es delito, esto
tores marginales y de los cuales se presume su pe- es, que hay una concordancia, una identificación
ligrosidad, esto es, hay un miedo a la presunta vio- «natural» entre problemas sociales graves y delitos
lencia asociada con el delito común6; b) el resto de -una muerte es una muerte, pero que ella sea con-
problemas sociales no se leen en clave de delito y siderada como delito, como baja en el combate,
en este sentido es de interés estudiar la relación en- como una «pena» de muerte o como una desgracia
tre medios de comunicación, persecución policial, no es «natural».
aplicación de la ley penal, existencia de institucio- No cuestionarse qué respuesta requiere el delito
nes alternativas, y la conciencia popular de qué es y asumir que frente a los problemas así reconoci-
y qué no es delito; e) que el tipo de delitos denun- dos, identificados y definidos como delito la respues-
ciado aparece como el único contra el cual algo pue- ta «natural» es la denuncia a la policía, y que la de-
de hacerse, mientras el resto son «desgracias», «ac- nuncia implica la demanda de una pena, de un cas-
cidentes» o simples «gafes» de la vida, esto es, que- tigo, en vez de otras soluciones, puede significar
dan englobados en una ideología del desastre permanecer, por la vía de las encuestas de victimi-
(Walklate, 1989:102). zación, anclados en los estrechos confines marca-
La segunda área de estudio que puede plantear- dos por el derecho y sistema penal.
se es la pregunta de «¿por qué no denuncia la gen-
te?» Normalmente, como afirma Steinert (1988:15),
el jurista observa ello con preocupación y asume que 3. LA POSICION DE LA VICTIMA EN EL
éste es un estado de cosas indeseables, pero ello DERECHO PENAL Y EN EL PROCESO
lleva implícito dos asunciones: que es buena la in- 3.1. La victimodogmática
tervención del derecho penal, esto es, que la gente
debería denunciar, y que el derecho penal sirve para Ultimamente se ha hecho hincapié en el olvido? a
enderezar las injusticias. Sin embargo, en opinión que el derecho penal había sometido a las víctimas,
de Steinert ello puede ser también sinónimo de que ello ha conllevado una atención a las víctimas por

5 He aventurado las razones para entender este resurgir de la tigar cuáles son los mecanismos que generan miedo. Es en este
víctima más ampliamente en Larrauri (1991b). sentido que las encuestas de victimización destacan que no hay
6 Y con ello no estoy sugiriendo que el miedo es «irracional». correlación entre las probabilidades matemáticas de ser víctima
El miedo es miedo. Pero no por ello deja de tener interés inves- de un delito y el miedo que este ocasiona.

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parte de diversos penalista, lo que ha llevado a ha- presunción de un derecho penal que limita los an-
blar de una "victimodogmática». helos punitivos de la víctima.
Esta victimodogmática ha pretendido poner de re- Sin embargo, ello conlleva una visión del derecho
lieve todos los aspectos del derecho penal en los penal y de las víctimas cuyo reto constituye uno de
que sí se toma en consideración a la víctima (espe- los pilares fundamentales de esta (nueva) victimolo-
cialmente Landrove, 1990; Peris Riera, 1989). En gía. Esta no sólo no lamenta el protagonismo de la
concreto se indica que el Código Penal sí toma en víctima, sino que se esfuerza en promoverlo.
consideración, la víctima y así se realiza un listado De nuevo aparece una contraposición implícita de
de la fase previa, fase de ejecución y fase posterior los derechos de las víctimas y de los ofensores: si
a la realización del delito en el cual la víctima tiene la víctima tiene más poder, ello redundará en perjui-
una "cierta incidencia». cio del delincuente. En realidad si algo destacan con
Junto a esta declaración de "olvido pero no tan- práctica unanimidad los estudios victimológicos es
to» surge la polémica de con qué objetivo debe to- que la víctima es menos punitiva de lo que creen el
marse en consideración a la víctima. De forma im- resto de conciudadanos; y que la víctima en raras
plícita, y explícita en algunos autores, pienso que ocasiones desea un castigo cuando considera repa-
puede afirmarse que la victimodogmática se preocu- rado el mal causado.
pa de la contribución de la víctima en el delito y la Por último, la victimodogmática sitúa un gran én-
repercusión que ello debe tener en la pena del au- fasis en las necesidades económicas de la víctima
tor, desde su total exención de responsabilidad en que deben ser cubiertas por el Estado (Peris,
base al "principio de autorresponsabilidad» de la 1989:49). Se ha producido, como observa García
víctima hasta una atenuación de la pena (Silva, Pablos, una cierta "mercantilización» de la víctima.
1989:637). y ello también parece diferente con lo propugna-
do por la (nueva) victimología que enfatiza que las
El tema que debate la victimodogmática es dificul-
necesidades que pretenden cubrirse no son sólo las
toso y no puede dilucidarse en unas pocas líneas
económicas. Los que abogan por una mayor parti-
apresuradas que no harían justicia a la profundidad
cipación de la víctima en el proceso acentúan los de-
del debate8. Mi preocupación es exclusivamente
rechos a la información, participación y protección
precisar la relación de la victimodogmática con la
para evitar una "victimización secundaria»; los que
victimología, debido a que la primera se presenta
establecen centros de "mediación y reparación»
como integrada (?), continuadora (?) de los pasos
pretenden fundamentalmente combatir los estereo-
de la victimología. Y en mi opinión, y a pesar de re- tipos y racionalizaciones de ambos, víctimas y ofen-
conocer varias posiciones en el seno de la victimo- sores. Superar el impacto emocional y el miedo a vi-
logía, ello no es cierto. vir, entender que el delincuente no es un energúme-
Hay tres diferencias entre lo que se ha denomina- no, rebatir la cosificación de categorías como "víc-
do "victimodogmática» y victimología. tima» y "delincuente», destacar el valor del diálogo
En primer lugar, pienso que puede afirmarse que para que el ofensor confronte el sufrimiento de la víc-
una victimodogmática así entendida contrapone tima y el valor de la reparación realizada por el pro-
efectivamente los derechos de la víctima con los de- pio ofensor, etc.
rechos del delincuente. No sé si ello es loable, o es En definitiva, la asunción de una víctima "culpa-
una manifestación más de lo que se denomina "cul- ble», "punitiva» y "mercantil» permitiría afirmar que
par a la víctima», pero lo que sí parece claro es que la victimodogmática aparece, si mi juicio es acerta-
ello no es lo propugnado por la (nueva) victimología. do, más bien continuadora de algunas asunciones
La contribución de la victimología se realiza fun- de la antigua victimología.
damentalmente en la teoría de la pena, articulando Ello no significa que no exista espacio para una
un castigo al infractor que sirve «eo ipso» para sa- victimodogmática. En mi opinión una victimodogmá-
tisfacer las necesidades de la víctima. Ello pretende tica que pretenda aunar sus esfuerzos con los de la
conseguirse con la introducción de dos medidas: la victimología debiera dedicarse a arguir los aspectos
compensación como un castigo autónomo y el tra- que más se oponen a la consideración de la vícti-
bajo de utilidad social (Community Service Orders) ma, o como dice Roxin (1988) debiera legitimar con
argumentos penales cuál es el fundamento de la
para reparar el mal del delito a la víctima y a la
participación de la víctima y mostrar que ello no se
sociedad.
opone con los fines atribuidos al derecho penal.
Desde esta perspectiva los derechos de la vícti- y en este punto es donde considero de vital im-
ma no aparecen contrapuestos al ofensor, ya que a portancia la contribución de Roxin de acuerdo al cual
estas medidas se había llegado también desde la cri- una mayor presencia de la víctima --en concreto de-
minología, preocupada por establecer sanciones al- fiende la introducción de la compensación como
ternativas a la cárcel. "tercera vía» junto a las penas y medidas de segu-
Una segunda característica de esta victimodog- ridad- no contradice los fines del derecho penal.
mática es el sentimiento implícito de lamentación En opinión de Roxin, la compensación sólo sería
cuando se da un excesivo protagonismo a la vícti- incompatible con una teoría de la pena retributiva;
ma (Peris, 1989:40) amparándose en el temor de sin embargo, esta teoría está descalificada en un ré-
que ello dé lugar a una demanda de penas excesi- gimen democrático que no busca responder a un
vas. Late la asunción de una "víctima punitiva» y la mal con el ocasionamiento de otro mal sino que está

7 Actualmente se asiste, sin embargo, a un renovado interés. Gutiérrez y Alviz (1990); Landrove (1990); Meier (1991); Perís
En español pueden verse Beristain y De la Cuesta (eds.) (1990); (1989).

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movido por el interés de evitar futuros comporta- avezadas en los trámites legales, pero no víc-
mientos delictivos. timas individuales.
De acuerdo con las teorías preventivas, la com- d) Finalmente surgen una serie de problemas re-
pensación no se opone a ellas. Desde el punto de feridos a la capacidad económica del infractor.
vista de la prevención especial qué duda cabe que En mi opinión todos estos problemas pueden ser
el ofensor no se desocializa tanto como con la pena remendados.
de cárcel. Por lo que respecta a la prevención ge- Es cierto que la objeción más repetida, al plantear
neral positiva, ésta pretende, si mi comprensión es la posibilidad de introducir la compensación como
acertada, confirmar la vigencia del ordenamiento ju- una «tercera vía», es que «el delincuente es insol-
rídico vulnerado por el delito, reafirmar las expecta- vente». No deja de acongojar, como señaló Christie
tivas del ciudadano. Si éste es el objetivo, parece en (1977), una sociedad en la cual privar de libertad
efecto necesario que la pena actúe como denuncia sea más fácil que privar de la propiedad. Y, en efec-
pública del mal realizado, que enfatice la vigencia to, éste parece ser el caso actual, en el cual el acu-
del derecho vulnerado y la fuerza del ordenamiento sado aparece insolvente sólo con la mera averigua-
jurídico capaz de reaccionar y responder a esta in- ción por medio de un oficio enviado a Hacienda (De-
fracción. Pero este objetivo de denuncia pública, claración de Renta) y al Ayuntamiento (Contribución
prevención general positiva, no exige una determi- Urbana). Parece claro, en una primera aproxima-
nada severidad o intensidad de la pena porque no ción, que ello da más insolvencia de la que realmen-
pretende conseguir la función instrumental de intimi- te existe, especialmente si se atiende a lo advertido
dar mediante la pena9, sino de confirmar la vigencia en los juzgados de que siempre hay dinero para pa-
y la fuerza del ordenamiento jurídico, lo cual se con- gar la fianza. Pueden, en consecuencia, imaginarse
sigue cuando el autor responde por su hecho. nuevas posibilidades: modificación de la regulación
Es por estos motivos que considero loable la pro- de la insolvencia, que la suma no sea excesiva, la
puesta, ya aplicada en numerosos países europeos, posibilidad de admitir plazos, etc.
de establecer la compensación como una penalidad También es cierto el problema de ponderación en-
independiente, porque ello se aviene con el fin de la tre la pena y la compensación a la víctima. Sin em-
prevención general positiva y no se contradice con bargo, pienso que este «resultado paradójico», al
el fin del derecho penal de «protección de bienes ju- que alude Duff, es producto de la visión hasta hoy
rídicos», los cuales pueden ser «protegidos» en vez predominante de que la compensación no es una
de por el castigo (del mal) por la compensación (del respuesta adecuada a determinados delitos.
mal). Igualmente pareciera posible articular medios de
Admitida la adecuación de la compensación con que la víctima manifieste su opinión respecto de lo
los fines de la pena, es de suponer que su aplica- que ella estime una compensación adecuada (p. ej.,
ción tropiece con una serie de problemas prácticos. el Victim Statement Opinion y el Victim Impact Sta-
Duff (1988:149), en su estudio de la compensación tement). Sin embargo, llegado a esta solución se le-
introducida en Inglaterra en 1972, señala: vantan voces que claman en contra de dejar la de-
a) La relación de la compensación con el castigo terminación de la pena en manos de la víctima, a pe-
¿es parte del castigo o no se toma en consi- sar de que el único estudio que se realizó del fun-
deración? Sólo si la pena es una multa, se cionamiento de estas medidas demostró que las víc-
toma en consideración su cuantía a efectos de timas no pedían sentencias más elevadas (Kelly,
establecer la compensación pero si la pena es 1990:173).
Estas dificultades son, como observa Duff
distinta de la multa, no se permite su sustitu-
(1988:149), producto del intento de integrar a la víc-
ción y entonces aparece adicional a la pena.
tima en un sistema que está fundamentalmente ba-
El resultado es paradójico, cuanto más grave
sado en la relación entre delincuente y el Estado.
sea el delito menos posibilidades tiene la víc-
Por ello la discusión de estas dificultades no debie-
tima de recibir la compensación. ran hurtar el verdadero debate: ¿puede «civilizarse»
b) Ello va unido al segundo problema detectado el derecho penal? ¿Puede transformarse el derecho
por Duff, esto es, que dicha medida no es del penal en un derecho orientado fundamentalmente a
excesivo agrado de los jueces ni tribunales, és- dar satisfacción a la víctima, a conseguir un acuer-
tos tienen el convencimiento de que el proce- do entre la víctima y el infractor, a conseguir una so-
so penal debe limitarse a imponer penas y re- lución del conflicto?10
celan incluso de «quienes usan el proceso pe- Finalmente, una «victimodogmática» o una victi-
nal como medio de conseguir prestaciones mología sensible a las posibilidades que ofrece el
civiles». derecho penal quizá pudiera sugerir cambios en al-
e) Un tercer tipo de problemas es que la víctima gunos ámbitos que reforzasen la posición de la víc-
tiene un rol totalmente pasivo, no acostumbra tima. A título de ejemplo:
a ser llamada para dar evidencia, ni puede ha- 1. Aumentar el número de delitos que requieran
cer peticiones. Ello ha conducido, según Duff, previa denuncia para ser perseguibles. No es
a que en la práctica quien acostumbre a reci- ineludiblemente negativo que la gente no de-
bir compensaciones sean corporaciones, más nuncie si existen otros mecanismos (compa-

8 La única reflexión que estoy en condiciones de realizar en es- 9 Soy consciente de lo discutible de esta aserción, pero tam-
tos momentos es la siguiente: la afirmación de que la víctima ha bién lo es su contraria, esto es, que el castigo previene, en la me-
«precipitado» el delito no contesta a la pregunta decisiva de si la dida que intimida, comportamientos delictivos.
víctima tenía derecho a comportarse como lo hizo.

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ñías aseguradoras, por ejemplo) capaces de iniciar, detener o modificar el resultado del proceso.
cubrir el mal. ¿Cuál es la posición de la víctima en el proceso
2. Ampliar la eficacia del perdón, fundamental- penal español?12
mente en delitos patrimoniales (cheques, es- La primera cuestión destacable es que si la vícti-
tafas). De nuevo soy plenamente consciente ma presenta denuncia en la Comisaría, ello no sig-
de la posibilidad de recrear la «venta de per- nifica necesariamente que quiera emprender un pro-
dones», pero la cuestión fundamental, si se ceso penal. No obstante, una vez denunciado el he-
admite su adecuación, es cómo solucionar los cho a la víctima le es imposible sustraerse ya del
problemas (intervención judicial, asociaciones proceso penal.
de víctimas, etc.), que dicha institución plan- Si la víctima ha sido testigo del suceso, pueden
tea y no cómo anular dicha institución ante los surgir las siguientes dificultades:
problemas que plantea. - Que no sea llamada por el Ministerio Fiscal ni
3. Posibilidad de reclamar la responsabilidad ci- por el abogado defensor. En este supuesto se
vil en el proceso penal. Ello está reconocido privaría a la víctima no sólo de la posibilidad
en el derecho penal español; sin embargo, es de testificar, sino asimismo de la posibilidad de
necesario, al igual que lo requiere la compen- conocer cualquier incidencia del proceso que
sación, la modificación de los mecanismos re- la afecte o de su resolución.
guladores de la declaración de insolvencia. - En el supuesto de que, efectivamente, sea lla-
4. Incluir dentro del catálogo de sanciones la mada como testigo destaca que no está pre-
compensación. Esto es más amplio que la re- visto como un derecho de la víctima la asisten-
paración en el sentido de no limitarse a térmi- cia de letrado. La víctima puede lógicamente
nos estrictamente económicos, puede ser en requerir sus servicios, pero, excepto en el su-
forma de trabajo social (Community Service puesto de que goce del beneficio de justicia
Order) o en forma de aceptación de determi- gratuita, esta asistencia correrá a cargo de la
nadas condiciones apuntadas por la víctima. propia víctima.
Con ello se cumple el criterio retributivo -en - Finalmente desconoce nuestra legislación la
la medida en que la persona es obligada a necesidad, incorporada en la legislación nor-
responder por el mal y repara a la víctima a teamericana (Witness Protection Act) , de pro-
su situación inicial; y el criterio de prevención teger a la víctima testigo de cargo. Desde las
en la medida en que la sociedad y la víctima elementales precauciones para que no sea in-
se consideran satisfechas por la imposición timidada en el acto del juicio por la cercanía
de la sanción (Wright, 1991 :46). del acusado hasta unas medidas policial es de
5. También acertada me parece la propuesta re- protección. Ello se ha pretendido, como viene
cogida por Meier (1991 :47) de establecer un siendo habitual, remediar con la introducción
"procedimiento especial de restitución o de de un nuevo tipo penal que castiga al que in-
conciliación» cuyo objetivo consiste precisa- tente intimidar a un testigo (art. 325 bis), pero,
mente en abrir la posibilidad de que víctima e irónicamente, su miedo a declarar y su nega-
infractor alcancen un acuerdo refrendado por tiva a hacerlo pueden transformarla de víctima
el juez que evite la imposición de una pena. en autora de un delito (art. 372).
En este sentido, para concluir, pienso que una vic- Si la víctima no ha sido testigo, obtener la mínima
timodogmática así orientada no estaría en contradic- información o participación en el proceso requiere
ción con los derechos del infractor, ya que en defi- que se constituya en parte. Una puede legítimamen-
nitiva estas medidas coinciden con las que se su- te preguntarse qué alicientes tiene la víctima para
gieren por los estudiosos de las alternativas a la cár- constituirse en parte de un proceso en el cual debe-
ce111. Las alternativas a la cárcel que sitúen en pri- rá, amén de otras molestias, cargar con los gastos
mer término la reparación de la ofensa perpetrada de la asistencia letrada; y en el cual frecuentemente
a la víctima pueden ser ambos respetuosos con los se verá privada de la satisfacción de sus intereses
derechos del infractor y atentos a los derechos y ne- debido al escaso margen de maniobra puesto a dis-
cesidades de las víctimas. posición del Juez y debido a la «mecanicidad» con
que se conceden las declaraciones de insolvencia.
La nueva Ley Orgánica 7/1988 de 28 de diciem-
3.2. Derecho procesal penal bre que ha modificado el proceso penal ha preten-
dido dar una especial relevancia a las víctimas. Sin
embargo, sólo tres son las medidas destacadas por
En mi opinión uno de los primeros en advertir del Peris (1989), ninguna de las cuales permite augurar
escaso rol atribuido a la víctima en el proceso penal el retorno de la «edad dorada» de las víctimas.
fue el criminólogo noruego Nils Christie (1977), En primer lugar se prevé la ejecución provisional
quien popularizó la expresión de que a la víctima se de la responsabilidad civil. Ello presenta las siguien-
le "roba el conflicto». Con esta expresión Christie tes dificultades: a) la víctima debe previamente ha-
pretendía advertir el escaso poder de la víctima para berse constituido en parte, de lo contrario ni siquie-

10 Ha sido frecuente esgrimir en contra de esta «civilización» mi opinión ninguna de estas premisas es indiscutible, fundamen-
del derecho penal las siguientes asunciones: el derecho civil es tarlas o retarlas puede ser una de las tareas pendientes de la
de naturaleza privada en tanto el derecho penal es público; la victimodogmática.
pena tiene un efecto preventivo; y la respuesta proporcionada del 11 Más extensamente en Larrauri (1991a).
derecho penal evita la venganza privada desproporcionada. En

26
ra está previsto notificarle la sentencia; b) la vícti- cias que puedan afectarla (p. ej., remi-
ma debe prestar a su vez fianza; e) (de nuevo) la sión condicional);
imposibilidad de ejecutarlo debido a la declaración - asistencia letrada gratuita;
de insolvencia del acusado. - mayor participación en la resolución del
La segunda medida pareciera, aun cuando indi- proceso mediante el Victim Impact Sta-
rectamente, el escrito conjunto de conformidad del tement y Victim Statement Opinion.
Ministerio Fiscal, el abogado defensor y el acusador. Debe recordarse que toda «solución» comporta
Este escrito de conformidad, mediante el cual se eli- nuevos problemas. Una mayor participación de las
mina el acto del juicio oral y se dicta directamente víctimas puede comportar una mayor desigualdad
sentencia, podría propiciar la negociación de la víc- de las sentencias, y una mayor presión sobre la víc-
tima y acusado. tima que quizás lo que quiere es olvidar lo sucedido
La tercera medida que puede, en opinión de Pe- y no participar más en ello. Pero pareciera cierto que
ris (1989), favorecer la posición de la víctima es la también hay víctimas que desean participar, y del
renuncia al recurso de apelación. Pero además de mismo modo que se señala que el no castigar pue-
que ello sólo es aplicable en el procedimiento abre- de abrir el peligro de las venganzas privadas, la no
viado, sólo indirectamente favorece a la víctima en participación en el proceso penal, con el sistema pe-
cuanto propicia una celeridad de la resolución, pero nal, puede también provocar reacciones espontá-
ignora que es la propia resolución lo que es insatis- neas al margen del proceso penal.
factorio para la víctima y no sólo su tardanza.
En conclusión, no parece que la situación de las
víctimas en el proceso penal, ni aun después de la 4. CENTROS DE REPARACION y
reforma, haya mejorado sustancial mente. Evitar la MEDIACION13
«victimización secundaria» ocasionada por el siste- Hasta el momento he resumido las iniciativas que
ma penal parece requerir unas mayores reformas pueden adoptarse en el seno del sistema penal exi-
del derecho penal (apartado 2.1) Y del proceso tente para mejorar la situación de las víctimas. Es
penal. necesario prestar atención a experiencias alternati-
Por ello sería conveniente acoger las recomenda- vas que se están desarrollando fundamentalmente
ciones del Convenio Europeo, sobre la Indemniza- en Estados Unidos (Institute for Mediation and Con-
ción a las Víctimas de Delitos Violentos (1983), y la flict Resolution, 1970), Canadá, Australia, Inglaterra
Declaración de la Asamblea General de las Nacio- (Forum for Iniatives of Reparation and Mediation,
nes Unidas (1985) tendentes a mejorar el trato que 1984), y ~ue han sido extendidas a otros países
recibe la víctima. De estas declaraciones, así como europeos1 .
de diversas investigaciones, se desprende la proce- La labor de estos Centros de Reparación y Me-
dencia de adoptar las siguientes medidas: diación consiste en mediar entre el ofensor y la víc-
a) A un nivel policial: tima para intentar llegar a un acuerdo satisfactorio
Recordemos que ésta acostumbra a ser la prime- para ambas partes. Estos centros parten de diver-
ra instancia a la cual la víctima recurre, de ahí su ex- sas premisas.
trema importancia para la víctima; y para la policía, En primer lugar de que el castigo es ineficaz e ile-
la cual necesita de su colaboración: gítimo. Ineficaz, porque no consigue su objetivo cual
- derecho a recibir información de todos los ser- es la reducción del delito; en efecto, es corriente la
vicios asistenciales o jurídicos existentes; afirmación de que el delito es un producto de mu-
- derecho a una protección y ayuda inmediata chas causas (condiciones sociales, familiares, socia-
(p. ej., arreglar una puerta, préstamo de dine- lización, estructuras de oportunidad, posición subor-
ro, asistencia médica). dinada, etc.), para luego aportar una única «solu-
b) A un nivel procesal: ción» -el castigo- que no dice relación con las
b1) Medidas tendentes a evitar la «victimización causas apuntadas; es corriente afirmar que no está
secundaria» producida por el escaso tacto demostrado que la severidad -en vez de la certeza
del sistema penal; o celeridad- del castigo consiga un cambio de con-
- salas separadas, posibilidad de declarar ductas, para luego presumir que si no existiese la
por vídeo, resarcimiento de los gastos cárcel existirían más delitos. Tomarse en serio es-
ocasionados; tas proposiciones implica, como detalladamente ex-
- protección de la vida privada en el in- presa Wright (1991), desvincular la relación entre
terrogatorio y protección de la integridad delito y castigo, significa discutir seriamente estrate-
física. gias de reducción del delito y reservar al castigo el
b2) Medidas tendentes a incrementar el rol de papel simbólico de denuncia, denuncia que se cum-
la víctima en el proceso y evitar una des- ple cuando se obliga a reparar el mal en vez de im-
confianza, hacia el sistema penal, plasma- poner otro mal.
do en frases como: «entran por una puerta y es ilegítimo, porque implica infligir un mal como
y salen por la otra»; medio de solucionar los problemas sociales -y el
- derecho a estar informada del proceso: delito es uno de ellos-. El mensaje es que la vio-
de su resolución, así como de inciden- lencia, la imposición de una «solución» que no res-

12 Este apartado hubiera sido de imposible elaboración sin la en el excelente libro de Wright (1991:48-77). En español puede
paciente ayuda de los Magistrados Luis Griera y Joan Uría. verse DOnkel(1990:113-143).
13 La información que se proporciona al respecto puede verse

27
peta la opinión de los afectados, que no se preocu- ción; los conflictos son normales, pero la violencia
pa por convencer, es aceptable siempre y cuando no es en ningún caso aceptable; el proceso por el
lo realice el Estado; es ilegítimo, porque sustrae el que se llega a un acuerdo cumple una función tan
verdadero debate de que no sabemos qué hacer con importante como el propio acuerdo.
el delito aun cuando estemos convencidos de que Más allá de estos principios existe diversidad de
no nos guste; y es ilegítimo, porque en últimas si- métodos: en unos se realizan encuentros cara a cara
gue basando, en gran medida, su justificación en la entre la víctima y el ofensor, en otros son reuniones
consecución de objetivos, los cuales está lejos de entre diversos grupos de víctimas y ofensores, en al-
conseguir15. gunos actúan los mediadores sin necesidad de rea-
Una segunda premisa es el énfasis en el proceso lizar encuentros.
de resolución de todo conflicto. Existe un interés en Las medidas adoptadas acostumbran a consistir
la confrontación entre víctima e infractor para que en una disculpa a la víctima 16, la reparación del daño
ambos cuestionen las asunciones, estereotipos y ra- causado a la propia víctima, o algún tipo de trabajo
cionalizaciones. Así puede ser de interés que el de- social.
lincuente se confronte con el sufrimiento causado, Debido a la diversidad de centros con su propia
del mismo modo que puede ser útil para la víctima dinámica es difícil establecer unos criterios únicos
el ver el lado humano de la persona que sólo ha co- de evaluación. Sin embargo, las evaluaciones acos-
nocido como energúmeno, esto es, eliminar la ima- tumbran a recoger: cuanta gente acude; cuantos
gen hostil. En síntesis se realza el valor terapéutico acuerdos se consiguen; quedan satisfechas las víc-
del proceso que permite establecer el diálogo como timas y ofensores de la experiencia; se cumplen los
una vía de solución antes que las soluciones auto- acuerdos; retan los prejuicios y las racionalizaciones
ritarias, jerárquicas e impuestas. Finalmente se re- de ambos; sirven como alternativa al sistema penal,
cuerda que las necesidades de la víctima no son esto es, consiguen derivar a los ofensores hacia
sólo económicas, a la víctima normalmente le que- afuera del mismo.
da un estado de perplejidad -¿por qué a mí?- y La experiencia positiva de estos centros no pue-
de temor, que es necesario solucionar porque ello de ocultar que éstos se enfrentan aún con graves
afectará a la calidad de su vida futura. problemas. Siguiendo de nuevo a Wright
No todos los centros en funcionamiento siguen las (1991 :66-67) podríamos indicar:
mismas pautas, pero siguiendo los criterios de 1. En la práctica no está claro su relación con el
Wright (1991 :85) podríamos clasificarlos del siguien- sistema penal formal. Si el objetivo es colaborar con
te modo: los Tribunales, ello puede producir una serie de efec-
- Por su relación con los Tribunales. tos colaterales negativos, destacadamente: la parti-
Independientes: basan todo el proceso sobre ba- cipación del infractor puede no ser voluntaria desde
ses totalmente voluntarias: voluntaria es la presen- el momento en que pende sobre su cabeza la ame-
cia de la gente, voluntario es el cumplimiento del naza de la pena; los derechos del ofensor pueden
acuerdo; semiindependientes: el caso entra en el ser vulnerados al implícitamente declararse culpable
sistema penal, pero puede derivarse en cualquier del acto para poder participar en la iniciativa de me-
estadio (policial, durante el proceso, en el cumpli- diación y reparación; pueden conculcarse principios
miento de condena) de forma incondicional al cen- que son tomados en consideración si se tratara de
tro de mediación; dependientes: son los Tribunales un castigo; pueden servir para aumentar la capaci-
los que remiten los casos después de enjuiciarlos y dad del sistema penal formal en la medida en que
antes de la condena al centro de mediación para in- se deriven sólo «casos menores» o los casos de
tentar llegar a un acuerdo, acuerdo que en el su- gente pobre, la cual, se afirma, se ve privada de la
puesto de no alcanzarse o de vulnerarse dará pie a protección del sistema de justicia formal.
una nueva intervención del sistema penal formal. Vinculado a ello surge el problema de la «exten-
- Por su estructura y casos admitidos: en algu- sión de la red», esto es, que el incumplimiento de
nos los mediadores son estudiantes de derecho vo- los acuerdos sea base para una pena de cárcel a
luntarios, en otros son voluntarios de la vecindad, en un comportamiento inicial que no le hubiera sido im-
otros son agentes especializados (psicólogos, asis- puesta, o que la mediación se añada a una pena im-
tentes sociales). puesta por los Tribunales.
Por lo que respecta a los casos abordados no hay Parece cierto que todos estos problemas subsis-
una limitación de principio. Si bien muchos de ellos tirán en tanto se opere con un sistema dual híbrido
se concentran en delitos no violentos (delitos contra -el cual parece ser por hoy el único posible-; de
consumidores, estafas, delitos laborales, vivienda, forma similar a lo que sucede en el tema de las «al-
etc.) otros admiten casos violentos (en particular vio- ternativas a la cárcel», estos problemas requieren
lencia doméstica). Por último, otros se centran en una especial sensibilidad respecto de los derechos
actos realizados por gente joven. y garantías y un énfasis en que las alternativas se
- Respecto del método de resolución existen configuren como sustitutos en vez de como aña-
unos principios básicos: la cuestión no reside en di- didos.
rimir culpas ni culpables, sino en alcanzar una solu- 2. Un segundo problema es la existencia de gran-

14 En Cataluña existe desde 1990 un Centro de Mediación im- que criterios exclusivos de utilidad no convertirían el castigo en
pulsado por la Direcció General de Justicia Juvenil (Generalitat legitimo. También la tortura puede ser útil y ello no obsta a que
de Catalunya). haya sido prohibida por la Constitución al atentar a nuestros va-
15 Me atrevería a opinar, a pesar de la complejidad del tema, lores sociales y culturales.

28
des diferencias de poder entre las partes involucra- el acto es un inculpable); adicional mente se limita a
das: unos admiten o incluso recomiendan la presen- las víctima del delito violento17, siendo la definición
cia de abogados que asesore a las partes; otros no de «violento» problemática (p. ej., la infracción de
aceptan algunos casos individuales en los cuales la una norma sanitaria puede producir un resultado vio-
diferencia de poder es excesiva y animan la crea- lento de muerte); no están claro los criterios por los
ción de una organización de todos los afectados; cuales se decide qué víctimas se lo «merecen» y
otros finalmente en el supuesto de desigualdad pue- cuáles no; tampoco están claros los criterios por los
den no admitir el caso y enviarlo al sistema penal que se delimita la suma a pagar; finalmente existen
formal. toda una serie de dificultades administrativas: ¿qué
3. También problemático aparece la posibilidad organismo es el competente para decidirlo? ¿Qué
de que esta participación le añada «stress» a la víc- ayuda tiene la víctima para rellenar los formularios?
tima. Aun cuando la participación de la víctima en la ¿Cuándo y cómo debe hacerse efectiva? Y todo ello
mediación es voluntaria, puede efectivamente ser un unido a que la mayoría de las víctimas desconocen
motivo de pesar el saber que la condena del infrac- la existencia de este Fondo.
tor depende de que ella acepte participar en la me- En definitiva, pueden señalarse como grandes
diación y reparación. problemas la inexistencia de un derecho de la vícti-
Sin negar el listado de problemas, considero acer- ma a percibir esta compensación, las limitaciones
tada la opinión final de Wright (1991 :133): «Ambas por lo que respecta al tipo de delitos y tipos de víc-
perspectivas (justicia), tradicional y Uusticia) restau- timas y las dificultades técnicas y grandes retrasos
radora, tienen sus ventajas y desventajas; cuando en su pago. Esta situación es lo que ha llevado a la
menos es posible que los métodos constructivos y paradoja de que en Holanda las víctimas más insa-
restauradores tengan menos efectos colaterales ne- tisfechas son las que han recurrido a este Fondo,
gativos. La única forma de saberlo es probarlo. La hasta el punto que los Servicios de Ayuda a la Víc-
propuesta no consiste en una repentina inversión del tima han decidido no aconsejarlo (Van Dijk, 1988).
sistema, o en construir un sistema ideal, sino en rea- En España también existe un Fondo de Compen-
lizar un cambio gradual de dirección: la reparación sación limitado a las víctimas del terrorismo. Se creó
como única sanción podría ser introducida para los por LO 9/1984, Y está regulado actualmente por RD
casos menores, y si es aceptada, extenderse a los 1311/1988 de 28 de octubre (Peris, 1989:74).
casos más graves. Este proceso no iría más allá de Las características de esta ayuda destacadas por
lo que fuera aceptable para el público en general y estudiosos (Landrove, 1990:123; Peris, 1989:75)
por las propias víctimas y ofensores.» son las siguientes: se establece una indemnización
Frente a la diversidad de delitos existentes, con para las víctimas de delitos de terrorismo que hayan
muy poco en común excepto el hecho de estar (casi) sufrido «daños corporales», se establece el carác-
todos en un mismo Código, con la diversidad de per- ter no subsidiario de las ayudas del Estado en cuan-
sonas involucradas en actividades delictivas, pare- to declara que son compatibles con el sitema gene-
ce admisible reclamar una diversificación de res- ral de Seguridad Social. Estas ayudas se resuelven
puestas más imaginativas que la construcción de por medio de un expediente administrativo, lo cual
nuevas cárceles, las cuales no son defendidas ni por puede llevar a valoraciones distintas entre el ámbito
sus constructores y se masifican apenas inaugu- penal y el administrativo.
radas. Desconozco la existencia de estudios que evalúen
su funcionamiento, sin embargo, en una primera
aproximación aparecen mencionables: no se confi-
5. LA ASISTENCIA SOCIAL A LA VICTIMA gura como un derecho de la víctima, sino como una
prestación del Estado; se limita a víctimas del terro-
rismo 18 y a los daños corporales sufridos; y existe
5.1. Los Fondos de Compensación a la un vacío legal que dificulta el cobro de dichas indem-
Víctima nizaciones a los menores de edad (La Vanguardia,
27 de octubre de 1991).
En los últimos años se ha establecido en nume-
rosos países unos Fondos de Compensación esta-
tales para paliar las necesidades económicas de las 5.2. Otras iniciativas asistenciales
víctimas de delitos violentos.
Un breve examen del funcionamiento de dichos Finalmente deben mencionarse otras iniciativas
Fondos ha sido realizado por Duff (1988:151), quien asistenciales a la víctima. En concreto en la ciudad
en su estudio del Criminal Injuries Compensation de Barcelona Uunto a Valencia y Palma de Mallor-
Scheme creado en Inglaterra en 1964 observa los si- ca), siguiendo con matices, el modelo europeo de
guientes inconvenientes: está limitado a que sea de- Victim Support Schemes, existe el Servicio de Asis-
finido técnicamente como delito (aspecto discutido tencia a la Víctima del Delito (SAVD).
éste, en la legislación inglesa, cuando el que realiza Este servicio está compuesto fundamentalmente

16 Como acertadamente afirman los mediadores catalanes no ción que ha gobernado hasta el momento su existencia, «todo no
debe subvalorarse esta medida. Ello implica que el joven asume es un pastel en la vida».
su acto-en palabras de Matza (1964), no está neutralizando su 17 La razón por la cual se excluyen los delitos contra la pro-
responsabilidad por el hecho realizado-; y el joven asume que piedad es porque se parte de la premisa -incierta- de que las
puede realizar algo por lo cual será valorado positivamente, algo personas tienen ya sus bienes asegurados.
que él/ella hace produce efectos que escapan de la predestina-

29
por asistentes sociales, psicólogos y abogados. Su sonas victimizadas, los estudios feministas han iden-
tarea fundamental es la de proporcionar una infor- tificado ya tempranamente el principal factor que
mación a la víctima, una intervención directa y la de- contribuye a la victimización de las mujeres: su au-
rivación al resto de servicios sociales existentes. sencia de poder, su posición subordinada en las re-
El problema fundamental de este centro parece laciones familiares y sociales que la convierten en
ser en primer lugar el que la víctima tenga conoci- víctima propiciatoria.
miento de su existencia; las víctimas pueden ser in- Por esta razón las campañas de prevención del
formadas por la pOlicía o por los Juzgados. Sin em- delito deben reconocer su insuficiencia al dirigirse a
bargo, ello plantea la problemática de cuáles son las un público -femenincr- que ya adopta de forma
víctimas remitidas a estos centros, o expresado de instintiva y rutinaria todas estas precauciones (Stan-
otro modo, en base a qué criterios se clasifican las ko, 1990); y los tradicionales consejos, ayuda y asis-
víctimas. tencia a las víctimas deben adoptar una especifici-
Un estudio (Corbett-Maguire, 1988:27) del funcio- dad al dirigirse a unas víctimas -femeninas- que
namiento de estos centros en Inglaterra planteaba se caracterizan en un gran número de ocasiones por
como grave objeción el que la policía sólo acostum- conocer y tener relaciones con el agresor. No son
bra a remitir a ellos a la «víctima inocente», el perfil víctimas culpables, pero tampoco son víctimas igua-
era el de una anciana, víctima de robo, que no co- les.
noce al autor.
Para paliar esta selección algunos centros han
conseguido que la policía les remita la lista íntegra BIBLlOGRAFIA
de personas victimizadas. Ello, si bien ha sido visto
como un avance, ha trasladado la problemática al in-
Alabart-Aragay-Sabaté (1991): «La información para
terior de dichos servicios. En efecto, parece imposi-
la política municipal de prevención de la delin-
ble para el centro atender a todas las víctimas, es-
cuencia» en Seminario Internacional. Instrumen-
pecialmente cuando éstos hacen una política de
tos y metodología para el conocimiento del fenó-
«puertas afuera», esto es, su tarea consiste en visi-
meno delincuencia l. Institut D'Estudis Metropoli-
tar a la víctima, en vez de esperar su visita.
tans de Barcelona.
Visitas, que a su vez, plantean otro cúmulo de pro-
Beristain, A.; De la Cuesta, J. L. (eds.) (1990): Vic-
blemas, como el hecho de ser espontáneas o con-
timología. San Sebastián: Universidad del País
certadas, por gente de la vecindad o por profesio-
Vasco.
nales, etc.
Box, S. (1983): Power, crime and mystification. Lon-
Finalmente por su especificidad debieran mencio- dres: Tavistock Publications, Ud.
narse las Casas de Acogida de Mujeres Maltrata- Corbett, C.; Maguire, M. (1988): «The value and li-
das. A diferencia de los servicios de asistencia a la mitations of Victims Support Schemes» en Magui-
víctima, éstas han permanecido, cuando menos en re, M. & Pointing, J. (eds.) (1988), Victims of Gri-
Inglaterra, más independientes de los organismos me. A New Deal?
municipales o estatales. Christie, N. (1977): «Conflicts as Property» en The
Esta mayor autonomía obedece probablemente a British Journal of Griminology, vol. 17, n.O1.
diversos factores. Por un lado, la diversidad de me- Duff, P. (1988): «The victim movement and legal re-
didas (Rape crisis centers, incest survivors groups, form» en Maguire, M. & Pointing, J. (eds.) (1988),
hot-Iines) creadas bajo el ímpetu del movimiento fe- Victims of Grime. A New Deal?
minista, no se conciben exclusivamente como medi- Dunkel, F. (1990): «La conciliación delincuente-víc-
das asistenciales o de ayuda a la mujer victimizada; tima y la reparación de daños» en Beristain, A.;
más bien pretenden ejercer una labor educativa, de De la Cuesta, J. L. (eds.) (1990), Victimología.
presión y de combate contra las actuales estructu- García Pablos, A. (1988): Manual de Griminología.
ras familiares y sociales. Incluso la denominación de Madrid: Espasa Universidad.
«víctima» es sustituida por la de «survivors» (sobre- Geis, G. (1990) «Crime Victims. Practices and Pros-
viviente); no son «víctimas», son supervivientes que pects» en Lurigio, A. J.; Skogan, W. G.; Davis, R.
han librado un combate y han sobrevivido. C. (eds.) (1990), Victims of Grime. Problems, Po-
A esta distinta concepción se une también una tra- licies, and Programs.
dicional desconfianza hacia el sistema penal, en es- Gutiérrez Alví, F. (1991): «Nuevas perspectivas so-
pecial hacia los policías y los Tribunales. No se re- bre la situación jurídico-penal y procesal de la víc-
chaza su intervención, a la inversa, se exige que se tima» en Poder Judicial, n.O 18.
tomen los delitos contra las mujeres en serio, pero Hanak, G. (1987): «Ethnographie der Konfliktverar-
se observa cómo esta intervención penal acostum- beitung» en Kriminalsoziologische Bibliographie,
bra a producir una «segunda victimización», el tra- Heft 56/57.
to, las preguntas, todas ellas dirigidas a cuestionar Kelly, D. (1990): «Victim participation in the criminal
la moralidad de la mujer y demasiado prestas a ad- justice system» en Lurigio, A. J.; Skogan, W. G.;
mitir que la mujer ha «provocado» o no se ha «re- Davis, R. C. (eds.) (1990), Victims of Grime. Pro-
sistido» suficiente. blems, Policies, and Programs.
Un último factor de esta menor institucionalización Kitsuse, J.; Gicourel, A. (1963): «A note on the uses
quizá obedezca a la distinta concepción de los fac- of official statistics" en Social Problems.
tores que propician la victimización. En tanto conti- Landrove, G. (1990): Victimología. Valencia: Tirant
núan los estudios en el seno de la victimología, que lo Blanch.
pretenden elaborar un listado de rasgos de las per- Larrauri, E. (1991 a): «Las paradojas de importar al-

30
ternativas a la cárcel en el Derecho Penal Espa- víctima del delito en el derecho y en el proceso pe-
ñol» en Anuario de Derecho Penal, fase. 1. nal» en Criminología y Derecho Penal al servicio
- (1991b): La Herencia de la Criminología Crítica. de la persona. Libro-Homenaje al profesor Anto-
Madrid, Siglo XXI. nio Beristain. Ed. Instituto Vasco de Criminología.
Lurigio, A. J.; Skogan, W. G.; Davis, R. C. (eds.) Silva, J. (1989): «Consideraciones Victomológicas
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NO HAY DERECHO.
A que la dignidad del hombre y sus ideales
de paz, libertad y justicia social sean
avasallados en ningún lugar del mundoo
Si crees en los Derechos Humanos,
lucha por ellos.
-- .
.-. .••....
••••••••
•••••••••
•••••••••••
•••••••••
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, N0mbr8' _ c.pQ&t8'I
, D\feCd6n' ¡s\laña
oudad,- . °na 'a ~Ul\\al\OS de °d
, 'Derecnos 11
$O\\c\U \nformaep 28006 Madn .
, Asoclac16u r~asset,77, 2" -
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31

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