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Teoría política IV - Arnaudo Agustín Darío

1. James O’Connor sostiene que el Estado capitalista desarrolla dos funciones básicas:
desarrollar cuáles son y señalar por qué el Estado desarrolla esas funciones.
De acuerdo con O’Connor “el Estado capitalista debe tratar de satisfacer dos funciones
básicas y a menudo contradictorias: acumulación y legitimación” (1994: 26). En otras
palabras, el Estado debe intentar mantener y/o crear condiciones en las que sea posible la
acumulación rentable de capital mediante su intervención en el proceso económico de la
sociedad, y a su vez intentar mantener y/o crear las condiciones necesarias para una armonía
social favoreciendo la integración y consenso social. Mediante la realización de gastos estatales
de capital social (inversión y consumo social, que constituyen los gastos precisos para una
acumulación rentable de capital), y gastos sociales (aquellos proyectos y servicios necesarios
para el mantenimiento de la armonía social) el Estado busca cumplir con dichas funciones1.
El desarrollo de la sociedad capitalista y de las fuerzas productivas ha llevado a la necesidad de
que el Estado capitalista se constituya a su vez en efecto y causa de la expansión y acumulación
capitalista. De allí la primera tesis que sostiene el autor acerca de que el crecimiento del sector
estatal y del gasto estatal se convierte en la base del crecimiento del sector monopolista y de la
producción total, al mismo tiempo que es un resultado de esas dinámicas. Básicamente la
socialización de los costos de capital va aumentando con el tiempo, debido a que el carácter
social de la producción que impide una acumulación rentable del capital privado, siendo el
Estado el que para asegurar la lealtad de las masas y mantener su legitimidad satisface las
distintas demandas de los que sufren los costes del crecimiento económico. Ahora bien, la
acumulación de capital social y gastos sociales se vuelve un proceso contradictorio que genera
tendencias hacia crisis económicas, sociales y políticas, cuestión que retomaremos en la
próxima consigna.
Consideramos que debe quedar en claro la idea de que para que sea posible una acumulación de
capital es necesario un éxito ideológico. “La expansión de los beneficios presupone la
legitimación y la hegemonía que, al darse una cohesión ideológica interna, promueven la
integración social” (O’Connor, 1994: 322). Los símbolos buscan legitimar políticas cuyos fines
son la expansión de los beneficios y la acumulación, pero hay que tener en cuenta que para
legitimar el proceso real de acumulación ante las facciones de clase que no participan en él y/o
ni siquiera son favorecidas por él, se necesita de recursos materiales.

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“Debido al carácter dual y contradictorio del Estado capitalistas, casi todos los sectores de la
administración estatal se encuentran comprometidos en la acumulación y en la legitimación, y los gastos de
casi todos los Estados presentan este carácter dual” (O’Connor, 1994:27).
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2. De acuerdo con la perspectiva de O’Connor, describir cómo una crisis económica se


convierte en una crisis política.
Murillo en el prólogo a la obra de O’Connor enuncia que la causa básica de la crisis fiscal
radica en la propia contradicción de las sociedades capitalistas avanzadas en las que los costos
de capital son socializados mientras que la propiedad de los medios de producción y los
beneficios continúan siendo privados. El desarrollo de la acumulación capitalista ha llevado a
que en esta etapa la empresa monopolística se haya habituado a que se socialicen sus déficits, y
a que sea el Estado quien sufrague los costes y gastos sociales que genera su actividad mientras
que los beneficios no se socializan. “En este contexto, las necesidades de acumulación y
legitimación operan empujando hacia arriba los gastos públicos, como un globo libre, sin más
límite que el estallido” (Murillo, en O’Connor, 1994: 14).
Si recuperamos la segunda tesis que sostiene O’Connor veremos la acumulación de capital
social y gastos sociales se vuelve un proceso contradictorio que genera tendencias hacia crisis
económicas, sociales y políticas. Esto se debe a que para cumplir sus funciones de acumulación
y legitimación el Estado precisa de recursos materiales, y un análisis de la situación fiscal
evidencia una tendencia a que el gasto gubernativo aumente más rápido que sus ingresos. Por
ello son las propias contradicciones las que llevan a un desajuste estructural entre los ingresos y
gastos del Estado que conduce a una crisis y bancarrota fiscal, y a una quiebra de todo el
aparato legitimador del mismo que intenta mantener una armonía social.
La importancia de entender que para cumplir sus funciones el Estado precisa de recursos
materiales nos permite comprender el por qué una crisis económica puede convertirse en una
crisis política. Dado que para legitimar las políticas que contribuyen al proceso rentable de
acumulación se precisa de ingresos, una crisis económica2 puede llevar a que el Estado no
pueda llegar a ofrecer bienes y/o servicios que desde hace tiempo son considerados
imprescindibles y propios de él, y que con ello caiga toda su pretensión de legitimidad,
desencadenándose una crisis social y política.

3. Dar cuenta de la contradicción: mercantilización y desmercantilización de acuerdo


con Offe.
La contradicción “mercantilización-desmercantilización” encuentra su origen en los diferentes
principios organizativos básicos que estructuran la sociedad como sistema de acuerdo a la teoría
de Offe. El sistema económico es regido por la lógica del intercambio, sistema normativo como
bien lo dice su nombre se funda en relaciones normativas, y el sistema político-administrativo

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Ya sea de sobreproducción, subproducción, fiscal, etc.
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en la coerción. Ahora bien, las sociedades capitalistas se caracterizan porque en ellas el


principio organizativo del intercambio se torna universal. “Desde luego, una sociedad
organizada mediante relaciones de intercambio jamás puede organizarse únicamente por
medio de relaciones de intercambio, pues exige subsistemas flanqueadores […] Una sociedad
basada sobre intercambios de mercado no puede funcionar sin el sistema familiar y el sistema
legal” (Offe, 1991: 45).
Ahora bien, podemos decir que en el sistema económico las relaciones al estar regidas por el
intercambio tienden a estar mercantilizadas, mientras que fuera del mismo priman otras
dinámicas a las que el autor reconoce como no-mercantiles. Es más, al ser el intercambio
mercantil un principio predominante de organización de las relaciones en las sociedades
capitalistas podríamos decir que estas tienden a estar mercantilizadas. Ahora bien,
paradójicamente lo que ocurre es que dentro de una estructura social regulada por relaciones de
intercambio se produce la formación y expansión de áreas no-mercantiles.
Si bien es posible que condiciones del sistema político e ideológico (normativo) no solo sean
producidas en una sociedad capitalista sino también requeridas para su reproducción
(subordinación positiva), surgen problemas de subordinación negativa cuando se producen
fenómenos y estructuras que no son requeridos por la estructura que los produce. El desarrollo
de la sociedad industrial capitalista produce de manera acumulativa dichos elementos que no se
hallan determinados por el interés de unidades capitalistas individuales cuyo objetivo es la
plusvalía. Los mismos contienen la semilla de formas de organizativas no capitalistas, y de allí
el alerta de excluirlos defensivamente, prevenirlos y evitarlos, dada su naturaleza no-mercantil.
“A fin de mantener la estabilidad del sistema, ha de concederse prioridad a minimizar los
posibles efectos disociadores de estos fenómenos sobre el sistema dominante de creación de
plusvalías” (Offe, 1991: 49).
El hecho de que el Estado de Bienestar deba jugar un papel intervencionista en relación con la
economía capitalista es una evidencia de su “cíclica dinámica auto-mutiladora”. Dada la
socialización de la producción, los procesos económicos capitalistas hacen al crecimiento de
formas de acción colectivas para remediar las consecuencias de las operaciones de unidades
individuales de capital. Por ende la supervivencia del conjunto de la esfera no regulada por la
lógica mercantilizadora depende de la aplicación de formas de regulación colectiva,
desmercantilizadas, que promuevan de modo eficaz y efectivo la inversión de capital y las
posibilidades de venta de la fuerza de trabajo mediante diversas políticas. “Esta contradicción
entre mercantilización y desmercantilización ayuda a explicar por qué hay tan pocas áreas de
la vida exteriores a la esfera de la política y la administración del Estado actualmente”
(Keane, en Offe, 1991:22).
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Bibliografía

O’Connor (1994) La crisis fiscal del Estado. Barcelona, Península Editorial.

Offe, Claus (1991) Contradicciones en el Estado de Bienestar. México, Consejo para la cultura y
las artes y Alianza Editorial.

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