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Usos folclóricos y construcción de la otredad en Canciones de los eslavos occidentales y

en La hija del capitán

El principal objetivo de este texto es el de definir los usos folclóricos y marcar la otredad en
Canciones de los eslavos occidentales y en La hija del capitán. Con respecto a los términos
“folclore”, “otredad” y “alteridad” debemos tener en claro sus definiciones. Sobre el primero,
el término “folclore”, según la RAE, es un conjunto de costumbres, creencias, artesanías,
canciones, y otras cosas semejantes de carácter tradicional y popular. Sobre las otras dos
palabras, pueden ser entendidas como sinónimos de “alteridad”, ya que “otredad” significa
como un individuo diferente, que no forma parte de la comunidad propia. Sobre la palabra
“alteridad”, entendemos lo mismo si recurrimos a una definición etimológica, así pues el
término “alter” en latín quiere decir “otro”. Asimismo, las dos palabras significarían
exactamente lo mismo. De esa manera, la palabra “otro” la utilizamos para designar aspectos
que no son nuestras, sino que pertenecen a grupos o individuos que están con nosotros.
También podemos utilizarla para designar a todo aquello que no soy yo, es decir “todo
aquello que no soy yo es otro”.

Teniendo en cuenta lo dicho antes, la alteridad u otredad serían el conjunto de seres humanos
o elementos culturales que no son yo o que no pertenecen a lo mío. De modo que en La
conquista del otro se utiliza la conjunción de términos como en el caso de “la alteridad en el
descubrimiento de América” para designar unos hombres y unas manifestaciones diferentes,
de un lado la visión de los indios americanos y del otro la visión europea (Todorov, 2003:
164). Es decir, esta expresión se utiliza para simplificar una gran cantidad de variantes y
configuraciones distintas, porque si no lo hiciéramos así, tendríamos que especificar a cada
momento a qué realidad hacemos referencia.

En primer lugar, en el caso de Canciones de los eslavos occidentales de Aleksandr


Pushkinen, en el poema de “Bonaparte y los montenegrinos”, apenas se podría considerar a
los montenegrinos como portadores de una civilización, de una cultura propiamente dicha;
más bien, sus maneras y sus costumbres eran más parecidas a las de las bestias que a las de
los hombres: “¿Montenegrinos? ¿Qué es eso?/ ¿Es una tribu maligna, Bonaparte preguntó, /
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Que no teme nuestra insignia?”. Entonces, el problema de la otredad se origina al momento
de considerar que el otro puede ser entendido como algo diferente a mí, inferior a mí, superior
a mí, o igual a mí. Ahora bien, cabe precisar que “igual a mí” no quiere decir que el otro sea
idéntico a mí en todos los aspectos posibles, porque de hecho no lo es.

En, segundo lugar, podemos ver la otredad con el judío en “La batalla de Zénitsa-vélika”:”Y
los judíos los colgábamos” y en “Teodoro y Elena”: “Va a ver a un judío malvado, / exige
que le dé un consejo”. En la nota al pie de página, se pude leer que los judíos eran objeto de
odio en las provincias turcas. Entonces veríamos una concepción jerarquizada y jerarquizante
de la realidad que no puede ser comprendida de manera igualitaria. Siguiendo el principio de
oposición dicotómico que implica una jerarquización de lo real, sea en los niveles físicos
(bestias/hombres), antropológicos (esclavo/hombre libre, bárbaro/griego, niño/adulto,
mujer/hombre, cuerpo/alma), ontológico (sensible/inteligible), metafísico (materia/forma) y
ético-religioso (bueno/malo, perfecto/imperfecto) y político (autárquico/no-autárquico). Solo
hace falta agregar uno más que ya se vislumbra en este esquema, y que, ciertamente, se
encuadra en el nivel antropológico: judíos/turcos. Los judíos son vistos como brujos o
personas malvadas.

En tercer lugar, en “El háiduk Jrízich” donde la otredad y las costumbres se observan en
cómo enfrentar la muerte en el círculo familiar:

Al quinto día enloqueció el mayor,

De su madre miraba el cadáver,

Como un lobo a un cabrito dormido.

Se asustó, al verlo, su hermano.

Le gritó a su hermano mayor:

‘¡Hermano querido! No pierdas tu alma;

Sáciate con mi sangre caliente,

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Y muramos una muerta de hambre,

Así abandonaremos las tumbas

Cuando el enemigo esté dormido

Y chuparemos su sangre”.

En este ejemplo, los hermanos hacen todos los esfuerzos posibles por sobrevivir. Según la
RAE, el término “vampiro” es de origen húngaro y hace referencia a una criatura legendaria
que, una vez muerta, sale por la noche de su tumba para chupar la sangre de las personas
dormidas. Entonces, el otro es el que busca chupar la sangre para mantenerse “vivo”.

En cambio, en La hija del capitán, la construcción del otredad y de las costumbres se observa
desde el lado de Piotr Andréyevich Griniov. Este siendo un narrador noble, ve con malos
ojos las costumbres tanto de la gente del pueblo como de los seguidores de Yemelián
Pugachov. En momento determinado del texto, Griniov comenta: “Todos se trataban como
camaradas y nadie mostraba especial deferencia a su jefe”. Critica esa igualdad en el rango
militar, sin distinciones entre unos y otros.

A su vez, Griniov no comprendía el vocabulario de Pugachov que está repleto de términos


de la lengua popular: “Entonces no pude entender nada de aquella conversación de ladrones,
pero más tarde comprendí que se trataba de los asuntos del ejército del Yaik, recién
apaciguado después del levantamiento de 1772”. Sobre esta cita, en Sobre la hija del capitán,
se explica esta incomprensión: “Es significativo, además, que el idioma secreto ‘de ladrones’
que usan Pugachov y el dueño de la ‘parada’ no es una jerga, un habla especial solo
comprensible para el miembros de la banda, sino la lengua de los proverbios y de las
adivinanzas, una incomprensible para Griniov, es perfectamente comprensible para el lector”
(Shklovski y Lotman, 2003: 44). El otro es igual a mí en un sentido analógico, es decir, en
algo somos iguales y en algo somos diferentes. En este sentido, la concepción del otro remite
al concepto mismo de civilización y por ende al de cultura, al choque y confrontación que se
produce en el encuentro con los otros, desde entonces y hasta nuestros días.

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Por último, en varios epígrafes se puede aprecia el folclore y el color local. En Pushkin sátiro
y realista, se explica que Pushkin traduce lo local exótico al ruso, entonces: “rusifica
entonces los Balcanes, que ya eran en realidad una balcanización de lo europeo. Traduce
además en verso lo que estaba originalmente en prosa, recuperando de algún modo el carácter
poético de los originales inexistentes. Poco importa que no existieran. No hay mímesis, sino
creación de lo popular” (López Arriazu, 2003: 144). Es decir, La hija del capitán se divide
en catorce capítulos, cada uno de los cuales inicia con un epígrafe en las que cita a Iakov
Kniajnine, canciones populares y proverbios rusos.

Referencias bibliografías

PUSHKIN, A. Canciones de los eslavos occidentales (1835) y Prosper Merimee, La guzla o


Selección de poesías liricas recogidas en Dalmacia, Bosnia, Croacia y Herzegovina
(1827), Buenos Aires, Dedalus Editores, 2013. Traducción del ruso y del francés de
Eugenio Lopez Arriazu. (Poesía narrativa).

-------- La hija del Capitán (1836), Madrid, Editorial Alianza, 2008. Traducción del ruso de

Ricardo San Vicente (Novela).

-------- “Relatos de Belkin” (1830), en Prosa escogida, Moscú, Progreso, 1981.

LÓPEZ ARRIAZU, E., Pushkin sátiro y realista, Buenos Aires, Dedalus editores, 2014.
Lotman, I. “La estructura conceptual de La hija del capitán” en Sobre La hija del
capitán de Pushkin. Buenos Aires: Opfyl. Traducción del ruso para la catedra de E.
Lopez Arriazu.

TODOROV, T. La conquista del otro (1982), Buenos Aires, Siglo XXI Editorial, 2014.

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