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“La vida insolente, la vida anarquista” 1

Victor Serge-Le Rétif


(1907-1913)

Claudio Albertani

La resignación es la muerte, la revuelta es la vida


Albert Libertad

Anarquía, anarquismo, anarquista. Palabras


espantosas que huelen a miedo y estremecen a
quienes no las conocen
Le Rétif

El jueves 21 de diciembre de 1911, un día frío y lluvioso, París fue teatro de un


asalto espectacular. En punto de las nueve de la mañana, justo cuando la
sucursal bancaria de la Société Générale, situada en el número 146 de la muy
popular calle Ordener, en el barrio de Montmartre, estaba por abrir sus puertas,
dos sujetos elegantemente vestidos dispararon a sangre fría contra el
recaudador del banco, Ernest Caby, hiriéndole de gravedad y despojándole de
la mochila con el dinero para la operación del día. Acto seguido, se esfumaron
en una lujosa limusina marca Delaunay-Belleville que les esperaba con el motor
encendido. Aunque la suma incautada resultó mucho menor a lo previsto (Caby
tenía gran parte del dinero escondido en otra bolsa), el hurto causó una
conmoción enorme en la opinión pública, no solo por la temeridad y sangre fría
de los asaltantes, sino porque en esa época la policía se desplazaba a pie, en
bicicleta o a caballo. Había nacido un nuevo género de delito: el asalto en
automóvil.
Posteriormente, la limusina fue encontrada sin placas en la playa de
Dieppe, Normandía, lo cual dejaba entender que los asaltantes se habían
fugado a Inglaterra. En realidad, habían regresado a París y durante los meses
siguientes, sus gestas, a veces de una violencia inaudita, ocuparon las
primeras páginas de los principales periódicos franceses. 2 La policía creyó, en
un primer momento, enfrentarse a profesionistas del delito ya que estaban
armados con rifles último modelo, de manera que las primeras pesquisas se
orientaron hacia los ambientes de la criminalidad tradicional.

1
Le Rétif, “Anarchistes”, Le Révolté no. 26, 28 de noviembre, 1908.
2
Véase: Frédéric Lavignette, La Bande á Bonnot à travers la presse de l’époque, Éditions Fage, Lyon, 2008.
Se trata de una extensa recopilación de artículos de prensa de la época que cubre la crónica de los asaltos
atribuidos a la Banda Bonnot y el proceso que siguió.
2

A los pocos días, sin embargo, un chivato reveló que, después de haber
sido sustraída a su legítimo propietario, la Delaunay-Belleville había
permanecido varios días estacionada en el taller de un tal Jean Detweiller,
mecánico de Bobigny, conocido por frecuentar a los medios libertarios. 3 Fue así
como el comisario Xavier Guichard 4, célebre investigador y jefe de la tercera
brigada -integrada por 24 agentes especializados en “anarquismo”- orientó las
pesquisas hacia los ácratas, auxiliado por su adjunto, el inspector Louis Jouin.
Pronto, se descubrió que los culpables eran unos jóvenes proletarios en guerra
contra la sociedad burguesa. Perseguidos por toda Francia, burlaron a la policía
durante meses multiplicando sus delitos y creando en torno a sí un halo de
terror, pero también de innegable simpatía. 5
La prensa los bautizó con el nombre de “Banda Bonnot” porque adjudicó
a Jules Bonnot, un mecánico lionés de 35 años, especialista en hurto de autos,
el papel de líder. Sin embargo, el criminólogo Émile Michon –que entrevistó a
los bandidos en la cárcel- llegó a la conclusión que el verdadero cerebro de la
pandilla era Raymond Callemin, alias Raymond la ciencia, 22 años, un joven
diminuto, aunque recio, de espíritu cáustico, amante de la música y del teatro. 6
Rápido para idear los golpes y aún más para ejecutarlos, Raymond solía decir:
“tenemos que echar mano de los progresos de la ciencia. Nada grande se logra
sin ella: automóvil, teléfono, telégrafo, armas de precisión; he aquí lo que
necesitamos. En cuanto a lo demás, podemos confiar en nuestro valor e
inteligencia”.7

Un periódico execrado
Conforme avanzaban las investigaciones, se supo que algunos miembros de la
banda eran -como el mismo Callemin- de origen belga. Todos frecuentaban la
redacción de l’anarchie (así, con minúsculas), una publicación radical de gran
formato que salía los jueves, alcanzando el tiraje, nada despreciable, de 6,500
ejemplares.8 Su fundador, Albert Libertad (Joseph Albert, 1875-1908), había
3
Le Petit Parisien, 29 de diciembre, 1911.
4
Xavier Guichard aparece en las novelas de Georges Simenon como jefe del famoso comisario Jules Maigret,
el personaje ficticio que le dio fama como escritor.
5
La literatura sobre la banda Bonnot es abundante. Véase, entre otros títulos: Rirette Maitrejean, Souvenirs
d’anarchie, Éditions La digitale, Quimperle (Francia), 2005 (primera edición, 1913); Émile Michon, Un peux
de l’âme des bandits, Dorbon-Ainé, Paris, 1913, Victor Méric, Les Bandits Tragiques, Simon Kra Éditeur,
Paris, 1926; Malcolm Menzies, En exil chez les hommes, Paris, rue des Cascades, 2007 (primera edición,
1987); Bernard Thomas, La bande à Bonnot, Claude Tchou éditeur, París, 1968; Richard Parry, The Bonnot
Gang. The story of the French Illegalist, Rebel Press, 1987; Anne Steiner, Les en-dehors. Anarchistes
individualistes et illegalistes a la “Belle Époque”, Éditions l’échappée, París, 2008. Existe también un filme
de 1968, La Bande à Bonnot de Philippe Fourastié, con el cantante Jacques Brel en el papel de Raymond
Callemin, https://www.youtube.com/watch?v=WhmPq2CgMXY
6
Véase la descripción de Raymond Callemin en: Victor Serge, Memorias de un revolucionario, Veintisiete
Letras, Madrid, 2011 (libro póstumo, primera edición en francés, 1951), pp. 28 y 44.
7
É. Michon, op. cit., pág. 20. Lo mismo señala Victor Méric, op. cit. http://bibliolib.free.fr/article.php3?
id_article=107
8
La revista se publicó durante nueve años, del 13 de abril de 1905 hasta el 30 de julio de 1914, por un total de
485 entregas. Una selección se puede consultar en: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/cb34429211d/date.r=.langfr
3

elaborado una versión del anarquismo que articulaba los planteamientos


clásicos de Bakunin, Kropotkin y Reclus sobre la emancipación colectiva con el
individualismo radical de Max Stirner, el moralismo “sin sanción ni obligación”
de Jean-Marie Guyau9, y la filosofía trágica de Nietzsche. “No se sabe nada de
él antes de la predicación”, escribe Victor Serge. “Inválido de las dos piernas,
apoyado en unas muletas que usaba vigorosamente en las escaramuzas, gran
peleador por lo demás, llevaba sobre un torso poderoso una cabeza barbuda de
frente armoniosa”.10
Libertad era un hombre de acción, más que un teórico, un agitador, más
que un dirigente político. Excelente orador, gran desmitificador de ideologías,
llegaba a todas partes con sus piernas enfermas y su mirada ardiente. El credo
que profesaba era tan sencillo como contundente: “¡rebélate!, ¡sé un hombre
libre!, ¡Vive en camaradería! ¡Sacude, de una vez por todas, las cadenas que te
atan a una vida mediocre y miserable! La revolución no puede esperar el gran
día; tiene que empezar aquí y ahora”. En 1902, en pleno caso Dreyfus, Libertad
fundó la Liga Antimilitarista, con el objetivo de radicalizar la propaganda contra
el ejército.11 Poco después, creó el movimiento de las Causeries Populaires
(Charlas Populares), conferencias abiertas a todo público que abarcaban los
temas más variados: desde el pacifismo hasta la investigación científica
pasando por el ateísmo, el abstencionismo electoral, el arte y la comida
vegetariana.
El jueves 13 de abril de 1905 apareció el primer número de l’anarchie.
En el editorial leemos: “la libertad del hombre llega hasta dónde le alcanza su
potencia. (…) Hoy, no mañana, en este instante mismo, surge un mundo
anarquista compuesto de individuos que solo obedecen a las fuerzas
objetivas”.12 Un artículo la emprendía contra los resignados y otro polemizaba
con los anarcosindicalistas, ya que luchaban por la jornada de ocho horas
olvidando la lucha contra el capitalismo. Había, además un informe sobre Rusia
y una crónica desde España. A partir de entonces y con frecuencia semanal,
Libertad se dedicó a martillar al hombre mediocre, a fustigar “el culto de la
carroña” e, incluso, a cuestionar a los anarquistas tibios. Provisto de una pluma
afilada y una inteligencia sutil, suscitó rápidamente admiración, aunque
también hostilidad dentro y fuera del movimiento libertario. 13
Libertad vivía en unión libre con Anna Mahé (1882-1960), maestra,
periodista y cofundadora del periódico, y con Armandine, su hermana, lo cual
hizo escándalo. Jean Grave –a quien Victor Serge tacha de ser “el pontífice de
y otra en: http://archivesautonomies.org/spip.php?article88
9
Jean-Marie Guyau (1854-88), autor de ensayos sobre arte, ateísmo y filosofía presocrática. Su Esbozo de
una moral sin obligación ni sanción, influenció a Nietzsche.
10
V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 39.
11
Alfred Dreyfus fue un capitán del ejército francés de origen judeo-alsaciano injustamente condenado por
espionaje. El caso duró entre 1894 y 1906 polarizando la sociedad francesa y dando origen a un vasto
movimiento social en el cual los anarquistas participaron activamente.
12
Albert Libertad, “Aux anarchistes”, l’anarchie no. 1, 13 de abril, 1905.
13
Véase la recopilación: Albert Libertad, Le culte de la charogne. Anarchisme, un état de révolution
permanente (1897-1908), préf. d’Alain Accardo, présentation de Charles Jacquier, postface de Gaetano
Manfredonia, Agone, Marseille, 2006.
4

un anarquismo académico muy asentado”14- atacó duramente la “desviación


individualista” [sic] desde las páginas de la revista que dirigía, Les Temps
Nouveaux (Tiempos Nuevos), órgano de la ortodoxia anarquista, si es que algo
así puede existir… Lo más cuestionable es que arremetió contra Libertad con
calumnias, incluso de orden sexual, sentando un muy mal precedente. 15 Por
otra parte, dos figuras significativos del anarquismo, Max Nettlau y Errico
Malatesta expresaron, en distintos momentos que individualistas, y societarios
no pueden más que expresar dos maneras complementarias de vivir el
anarquismo, aunque ambos precisaron que el individualismo de aquel que se
ocupa únicamente de sí mismo, es el individualismo de los capitalistas y de los
opresores.16
Lo cierto es que el anarquismo no es un sistema cerrado, sino, más bien,
una manera de estar en el mundo. Hay, entre los militantes, una sensibilidad
común, el rechazo al Estado y al capitalismo, pero coexisten -como en el
marxismo- tendencias distintas y, en ocasiones, encontradas: colectivistas,
comunistas libertarios, plataformistas, sindicalistas, naturistas, anarco-
cristianos, organizadores, antiorganizadores... Herederos de la tradición
romántica, los individualistas marcaron un hito en la Francia de esa época que
no fue “bella” para todos. Además de rechazar, la miseria, la patria, la familia,
la moral burguesa y todo lo que tenía que ver con el viejo mundo, se atrevieron
a reclamar algo inaudito: el derecho a la felicidad. 17 Elaboraron así una crítica
social que abarcaba, no solamente el capitalismo, la explotación y la opresión,
sino también la sexualidad, las relaciones interpersonales, la alimentación, la
ropa (las mujeres se vestían desenvueltamente, sin someterse a la moda) y la
educación. Anticipaban, en este sentido, las corrientes radicales
contemporáneas como el feminismo, los situacionistas, los ecologistas y otras
que enfatizan la liberación individual y la crítica de la vida cotidiana.
Libertad murió prematuramente el 13 de abril de 1908, a los 33 años,
cuando se encontraba “en plena lucha contra la autoridad y contra los
resignados”.18 Sus ideas le sobrevivieron dando forma a una de las expresiones
más controversiales y, a la vez, originales del movimiento libertario francés: el
individualismo anarquista. Contrario a lo que algunos creen, dicha corriente no
era necesariamente partidaria de las acciones violentas. Antes y después de
Libertad, hubo individualistas pacifistas como Han Ryner (Jacques Élie Henri
Ambroise Ner, 1861-1938), autor del Pequeño Manual Individualista en donde
articula el anarquismo con el estoicismo griego, Manuel Devaldès (Ernest-
Edmond Lohy, 1875-1956) antimilitarista y pedagogo, Eugen Relgis (Eugen
14
V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 38. En l’anarchie no. 304, 2 de febrero, 1911, Le Rétif definió a Jean
Grave “el bonzo de la anarquía”.
15
Jean Grave, Mémoires d’un anarchiste, Éditions du Sextan, París, 2009 (primera edición, 1930). Discípulo
de Kropotkin, Grave (1854-1939) fundó en 1895 Les Temps Nouveaux, revista que se publicó hasta 1914.
16
Errico Malatesta, “Le Congrès d’Amsterdam”, Les Temps Nouveaux no.22, año trece, 28 de septiembre,
1907 y Max Nettlau, “Anarchisme: Communiste ou individualiste? L’un et l’autre”, Les réfractaires,
deuxième serie, no. 2 febrero-marzo de 1914.
17
Albert Libertad, “A la conquète du bonheur”, l’anarchie no. 81, 25 de octubre, 1906.
18
“Aux Anarchistes”, l’anarchie, no. 189, 19 de noviembre, 1908; “Libertad”, Le Révolté no. 25, 21 de
noviembre, 1908.
5

Sigler, 1895-1987), activista y defensor del pacifismo y George Palante (1862-


1925), sociólogo y filósofo, autor de La sensibilidad individualista, entre
muchos otros.19
L’anarchie siguió apareciendo cada jueves bajo la dirección, en diferentes
momentos, de Anna Mahé, André Lorulot (Georges André Roulot, 1885-1963),
Mauricius (Maurice Vandamme, 1886-1974), Rirette Maitrejean (Anna Estorges,
1887-1968) y E. Armand (Ernest-Lucien Juin, 1872-1962). Este último queda,
junto al propio Libertad, como uno de los pensadores más importantes y
actuales de la corriente anarcoindividualista. A lo largo de más de cincuenta
años de actividad, Armand cuestionó con tenacidad y argumentos la idea de
que la conquista del poder por parte de las clases explotadas pueda llevar a
una sociedad mejor y fomentó la crítica permanente a las instituciones -incluso
las que son producto de revoluciones sociales- que practican, fomentan y
enseñan la dominación de los seres humanos sobre sus semejantes. Abogó por
una suerte de egoísmo organizado, una ética intelectual, social y económica a
partir del deseo imperioso de vivir una vida plena, “en camaradería” y contra
toda autoridad impuesta.20
La revista continuó con la línea resueltamente anti-sindical, anti-
obrerista y anti-religiosa de su fundador. Se mostraba, igual que en la etapa
anterior, muy escéptica acerca de la posibilidad de llevar a cabo una revolución
social, por lo menos en los términos de las diferentes corrientes del
movimiento obrero, incluyendo a los anarquistas. No apoyaba la idea de la gran
noche redentora ni la propaganda a través de las bombas. Defendía, eso sí, las
expropiaciones individuales no como forma de enriquecimiento, sino como
venganza y respuesta a la esclavitud del trabajo asalariado. Pregonaba la
revolución aquí y ahora: el amor libre, la gimnasia y la alimentación natural
(nada de alcohol, café, ni tabaco).
A pesar de que sus redactores carecían de estudios formales, l’anarchie
era una revista culta. “Los bandidos están saturados de filosofía”, escribe,
estupefacto, Michon.21 Al ojear las páginas de la revista, además de doctas
disquisiciones sobre Stirner (el más admirado), Nietzsche (muy leído y, a la vez,
muy criticado, a menudo acusado de “individualismo burgués” 22), encontramos
notas sobre La Boétie, Tolstoi, Schopenhauer, Élie Faure (sobrino de Reclus y
futuro historiador del arte), Blanqui, Proudhon e, incluso Marx, autor entonces
poco conocido en Francia.23 Había textos de anarquistas españoles (Ricardo
Mella) y norteamericanos (Benjamin Tucker, Voltairine de Cleyre y Emma
Goldman).
Las polémicas con los socialistas insurrecionalistas de La guerre sociale,
los anarcosindicalistas de la Confederación General del Trabajo (CGT) y los

19
Véase también: E. Armand, “Illégalisme”, L’Encyclopédie anarchiste (1934).
20
Émile Armand, El anarquismo individualista. Lo que es, lo que puede y vale, Pepitas de Calabaza, Logroño,
España, 2009 (primera edición en español 1916, traducción Costa Iscar).
21
E. Michon, op. cit., pág. 34.
22
Auguste Boyer, “Individualisme bourgeois et individualisme anarchiste”, l’anarchie no. 147, 30 de enero,
1908.
23
Mauricius, “Les précurseurs. Marx”, l’anarchie no. 177, 27 de agosto, 1908.
6

anarquistas ortodoxos de Les Temps Nouveaux o de Le Libertaire (todos


acusados de ser burócratas o, en el mejor de los casos, intelectuales
inofensivos) ocupaban una columna semanal y buena parte de los editoriales,
pero la revista publicaba también noticias de carácter internacional (cartas de
Rusia y de Estados Unidos, la represión en España y la Revolución Mexicana,
por ejemplo), textos del anarquismo clásico (Kropotkin, Reclus, Malatesta y
Mechnikov24), además de perlas como “Elogio a la vida” de la entonces
desconocida Alexandra David-Néel (quien firmaba con el pseudónimo de
Alexandra Myrdal25), análisis sobre la educación y la Escuela Moderna de
Francisco Ferrer i Guardia, estudios económicos de Libero Tancredi 26 y textos
literarios de Pio Baroja 27, entre muchos autores.
Sin embargo, mientras Libertad nunca perdió de vista el proyecto de
emancipación colectiva, a pesar de su individualismo, sus continuadores fueron
otorgando cada vez más importancia al egoísmo, al “cientificismo”, a las dietas
vegetarianas y a las doctrinas evolucionistas de Félix Le Dantec, Thomas
Huxley (contra quien Kropotkin había escrito El apoyo mutuo) e Hippolyte
Taine.28 Entre ellos había de todo: activistas y poetas, sin duda, pero también
pícaros, chivatos y provocadores. En ausencia de una perspectiva
revolucionaria, muchos acabaron por entender la emancipación individual en
términos puramente egoístas volcándose hacia un ilegalismo desesperado y sin
perspectivas con resultados trágicos para ellos y desfavorables para el
movimiento.

Victor Napoleon Llovich Kibalchich


Al momento de los hechos que estamos evocando, Rirette Maitrejean
compartía la dirección de la revista con su compañero, Victor Napoleon Llovich
Kibaltchiche (Kibalchich en la grafía castellanizada), alias Le Rétif (El
Refractario), quien todavía no adoptaba el pseudónimo de Victor Serge. A pesar
de su corta edad -¡21 años!-, Le Rétif ya era un conocido militante que
destacaba como periodista, polemista mordaz y brillante orador de las Charlas
Populares.29 Había nacido en Bruselas, el 30 de diciembre de 1890, en el seno
24
Lev Mechnikov (o Léon Metchnikoff, 1838-88), especialista de Japón y Rusia, colaborador de la Geografía
Universal de Reclus. l’anarchie publicó “Le Progrès”, una serie de artículos (número 208-10, febrero 1909)
en donde Mechnikov define el progreso de la civilización en función del aumento del nivel de ayuda mutua.
25
Alexandra David-Néel (1868-1969), orientalista, autora de unos treinta libros, fue la primera mujer
occidental que visitó Tíbet. “Pour la vie” se publicó con frecuencia semanal desde el no. 347 de l’anarchie
(29 noviembre, 1911) hasta el no. 358 (15 febrero, 1912).
26
Libero Tancredi “L’individualisme méthafisique”, l’anarchie, no. 359, 22 de febrero de 1912. Después de
pasar por el anarquismo, Tancredi (Massimo Rocca, 1884-1973), se adhirió al intervencionismo de Benito
Mussolini (1914) y, sucesivamente, al fascismo.
27
Pio Baroja, “Les Nietzschéens”, l’anarchie no. 380, 25 de julio, 1912
28
Félix Le Dantec (1869-1917), biólogo mecanicista y filósofo materialista francés, sostenedor de un
determinismo absoluto y de un ateísmo radical. Hippolyte Taine (1828-93) filósofo y psicólogo, exponente del
naturalismo en la línea positivista de Comte y Stuart Mill. Véase: Memorias, op. cit., pp. 39 y 44.
29
Existen dos antologías de los escritos anarquistas de nuestro autor, una en francés, otra en inglés: Victor
Serge, Le Rétif. Articles parus dans l’anarchie (1909-1912). Textes réunis et presentés par Yves Pagès,
Librarie Monnier, París, 1989; Victor Serge, Anarchists Never Surrender: Essays, Polemics, and
7

de una familia paupérrima, aunque ilustrada, de exiliados rusos que


deambulaba por los caminos del mundo. El padre, Léon Ivanovich Kibalchich
era pariente lejano del químico Nicolái Kibalchich, miembro del comité central
de la Narodnaya Volia (Voluntad del Pueblo), la organización populista que
detectaba en la comuna rural, el mir, la palanca que podía regenerar a Rusia y
llevar a cabo la construcción de un socialismo campesino. 30
El primero de marzo 1881 los narodniki pusieron fin a la vida de la “fiera
coronada”, el zar Alejandro II.31 Detenido junto a sus compañeros -Zheliabov,
Risakov, Mijailov, Vera Figner y Sofía Peróvskaia-, Kibalchich fu colgado el 3 de
abril de 1881, a la edad de 27 años. En las tres semanas durante las cuales
permaneció en la cárcel, se dio a la tarea de proyectar un cohete espacial, del
cual existe noticia en la Encyclopedia Britannica. 32 La epopeya de este
personaje genial, a quien el historiador Franco Venturi define como un
verdadero científico y una de las figuras más fascinantes del populismo ruso,
jugaron un papel importantísimo en la maduración del joven Victor, quien
respiró desde niño el fervor y el idealismo de los revolucionarios rusos de
finales de siglo XIX. 33
Ex oficial de la caballería zarista, médico autodidacta, simpatizante él
mismo de la Narodnaya Volia, Léon Kibalchich huyó de San Petersburgo
emprendiendo una vida nómada y bohemia, a lo largo y ancho de Europa. En
Ginebra se juntó con Vera Poderevskaya, de Nizhni Nóvgorod, quien había
abandonado a su primer marido para ir a estudiar a Suiza. Vera era de
ascendencia noble, pero había renegado de sus privilegios atraída por el
movimiento de la “marcha al pueblo”, generado en Rusia en la década de los
70-80 del siglo XIX. La pareja aceptaba la miseria económica como un destino
ineluctable que se podía y debía compensar con la riqueza espiritual. En casa
de los Kibalchich, se narraban historias de atentados, procesos y fugas de
Siberia en una atmósfera análoga a las novelas de Chernyshevski, Turgenev y
Dostoievski. La familia sobrevivía a duras penas entre una ciudad y otra; Victor
se enfermó de meningitis en Whitechapel, Inglaterra y Raoul-Albert, el hermano
menor, murió de hambre antes de cumplir los nueve años.
De esos padres atípicos que lo colmaron de afecto sin proporcionarle una
instrucción formal, Victor heredó el don de la consciencia social, una ávida
curiosidad intelectual y una gran libertad interior. Léon era discípulo de Herbert
Spencer, el filósofo evolucionista, y transmitió a su hijo la cultura científica y
materialista, mientras que Vera, mujer de notable sensibilidad y cultura, lo
inició al humanismo, la poesía y la literatura universal. 34 Escribe Serge en
Memorias de un revolucionario: “me parece que, si cuando tenía doce años, me
Correspondence on Anarchism, 1908-1938, PM Press, Oakland, 2015.
30
Para este rápido esbozo biográfico, utilicé dos notas redactas por el mismo Serge, una publicada en Pierre
Pascal, Mon journal de Russie. En communisme. 1918-21, L’Age d’Homme, Lausana, 1977, pp. 104-8 y otra
en V. Serge, Carnets (1936-47), édition établie par Claudio Albertani et Claude Rioux, Agone, Marsella, 2012,
pp. 149-55.
31
Victor Serge, El año I de la Revolución Rusa, Siglo XXI Editores, México, 1976, pág. 33.
32
Encyclopedia Britannica, tomo XIX, ed. 1966, entrada “Rocket”.
33
Franco Venturi, Il populismo russo, Einaudi, Turín, 1972, tomo III, pág. 297.
34
Entrevista con Vladimir Kibalchich, Vlady, hijo de Victor Serge, enero de 1995.
8

hubieran preguntado: ¿qué es la vida? (y yo me lo preguntaba a menudo),


habría contestado: no sé, pero veo que quiere decir: pensarás, lucharás,
tendrás hambre. Fue sin duda entre los seis y los ocho años cuando me
convertí en malhechor –y esto habría de inculcarme otra ley: resistirás.” 35
Vera regresó a Rusia en donde murió de tuberculosis en 1907 y León se
marchó a Brasil, de manera que, a partir de los quince años, Victor se quedó
solo. “Extrema dificultad para ganarme la vida”, leemos en sus notas. Visitante
asiduo de museos y bibliotecas, frecuentador de las universidades populares,
adquirió una cultura enciclopédica sobreviviendo con trabajos eventuales:
gasero, aprendiz de fotógrafo, dibujante, tipógrafo… Conoció, en esta época, a
tres jóvenes proletarios: Lucien Courbe, Raymond Callemin y Jean De Boë, los
dos últimos futuros integrantes de la Banda Bonnot. 36 Juntos, fueron unos
adolescentes, “más unidos que hermanos” y juntos se adhirieron al Partido
Obrero Belga. Pronto, Victor ocupó el cargo de secretario de la Joven Guardia
Socialista, en Ixelles, el barrio donde residía, empezando así un recorrido largo,
atormentado y controversial por distintas corrientes del movimiento obrero.
Estudiaba, participaba en la actividad militante y dictaba conferencias sobre la
revolución rusa.
Los cuatro muchachos compartieron libros, ideales y una gran devoción
recíproca. El paso por el POB fue efímero. El socialismo reformista y
aburguesado de la época no podía más que decepcionar a esos jóvenes
idealistas, hambrientos de absoluto, que buscaban dar sentido a la vida.
Indignados con el líder del partido, Émile Vandervelde, que era partidario de
anexar el Congo a Bélgica, Victor y sus amigos se marcharon de un congreso
socialista al grito de “¡El Congo para los congoleses!”. 37 Fundaron, acto
seguido, un colectivo, el Grupo Revolucionario de Bruselas (GRB), para el cual
Victor redactó, entre otros, dos textos firmemente anticolonialistas: “Acerca del
Congo” y el manifiesto “Nosotros y el Congo”. 38 Más adelante, el padre de
Raymond declararía a un periodista que la desgracia de su hijo fue haber
encontrado a ese joven ruso que le contaminó el cerebro con sus doctrinas
envenenadas.39
Pronto, se les unió uno más de los futuros integrantes de la Banda
Bonnot: Edoaurd Carouy (1883-1913), de profesión tornero, quien amaba la
libertad al punto de comprar pájaros enjaulados solo para liberarlos y dejarlos

35
V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 21.
36
Raymond Callemin (1890-1913, guillotinado).Después de purgar 10 años de trabajos forzados en la
Cayena, Jean de Boë (1889-1974). logró fugarse regresando a Bruselas en donde reanudó su profesión de
tipógrafo y la acción revolucionaria en ámbito sindical.
37
El Congo era administrado como empresa financiera de carácter privado por el rey Leopoldo II (1835-
1909)). En 1908, el Congo fue anexado a Bélgica con el acuerdo de la fracción del POB dirigida por
Vandervelde (1866-1938), a la sazón uno de los principales dirigentes del partido y de la II Internacional.
38
“Nous et le Congo”, Manifeste de la Jeune Garde Revolutionnaire de Bruxelles, Le Communiste no. 8, 18
enero, 1908 y Le Rétif, “A propos du Congo”, Le Communiste no. 12, 1º de mayo, 1908. El primer número
de Le Communiste salió el 15 de junio, 1907, con un tiraje de 2,000 ejemplares y el lema “la verdad te hace
libre, la libertad te hace bueno”. El último es de septiembre de 1908, por un total de 17 entregas.
39
Le Petit Parisien, 10 de abril, 1912.
9

volar en el cielo.40 Victor emprendió estudios de derecho en la Université


Nouvelle de Bruselas, pero, después de leer el célebre folleto A los jóvenes, de
Kropotkin, decidió consagrarse por entero a “esa revolución que barrerá todo
vestigio de esclavitud, y que abrirá a la especie humana un campo nuevo y
mayor de vida jubilosa”.41
En Bélgica el anarquismo existía desde los tiempos de la Asociación
Internacional de los Trabajadores y estaba bien arraigado en Bruselas, Lieja y
Charleroi. Era un movimiento de obreros más que de artesanos, de valones
más que de flamencos y, a diferencia de Francia, no contaba con figuras
carismáticas. Con una ideología fuertemente anti-burguesa y anti-intelectual,
sus adeptos se mostraban reacios a la idea de crear organizaciones unitarias,
aunque gran parte de ellos tenía relaciones orgánicas con la tendencia anarco-
comunista, encabezada por Kropotkin y Malatesta. Es así como los muchachos
entraron en contacto con Émile Chapelier (1870-1933), uno los principales
exponentes del movimiento.
Ex minero, libre pensador y gran propagandista, Chapelier animaba,
junto a su compañera, Valentine David, la colonia libertaria (hoy diríamos
comuna) L’Expérience, situada en Boitsfort, a las afueras de Bruselas. 42 Los
colonos vivían “en camaradería”, practicando distintos oficios y un anarquismo,
por así decirlo, ecléctico, acorde al lema de Rebeláis que se podía leer en la
entrada de la granja: “haz lo que quieras”. Tenían una biblioteca, organizaban
charlas e imprimían Le Communiste, periódico mensual en cuatro páginas con
un tiraje de 2,000 ejemplares que publicaba textos del propio Chapelier, de
Reclus, Kropotkin y otros clásicos del anarquismo (La Boétie, por ejemplo),
junto a noticias internacionales y de actualidad. 43 Era, precisamente, lo que
buscaban los muchachos: una opción de vida.
Muy populares, las colonias libertarias se planteaban hacer una suerte
de propaganda por los hechos de carácter no-violento. Nacieron hacia finales
del siglo XIX, después de la etapa de los atentados, con el proyecto, algo
ingenuo, de crear relaciones humanas liberadas en alternativa a la explotación
del trabajo asalariado. Se implantaron casi siempre en medios rurales, tanto en
Bélgica como en Francia, Italia, América Latina e, incluso, Palestina. 44 Algunas,
como “La Cecilia” (1890-1894), fundada en Brasil por los anarquistas italianos
Giovanni Rossi y Achille Dondelli, sucumbieron rápidamente ante los problemas

40
V. Serge, Memorias, op. cit., pp. 35-36.
41
Clásico de la literatura anarquista, publicado por el periódico Le Révolté de Ginebra en 1880. Ahora en:
http://2014.kaosenlared.net/secciones/33926-un-texto-de-rabiosa-actualidad-a-los-jóvenes-de-pyotr-kropotkin
42
La colonia existió entre abril de 1905 y febrero de 1908, primero en Stockel y luego en Boitsfort. Véase:
Jacques Gillen, L’utopia anarchica messa in pratica. La colonia di Stockel, Roberto Giulianelli (a cura di),
Luigi Fabbri. Studi e documenti sull’anarchismo tra otto e novecento, “Quaderni della Rivista Storica
dell’Anarchismo”, n°1, Biblioteca Franco Serantini, Pisa 2005
43
Jean Moulaert, Le mouvement anarchiste en Belgique 1870-1914, Éditions Quorum, Louvain-La-Neuve,
1996, pp. 223-231. Sobre la colonia libertarias, véase: Jean Maitron, Le Mouvement anarchiste en France.
Des Origines à 1914, dos tomos, colección Tel/Gallimard, París, 1992, tomo I, pág. 382-408.
44
Véase: Michel Antony, Utopie : anarchistes et libertaires,
http://www.ecole-alsacienne.org/CDI/pdf/1301/130102_ANT.pdf
10

prácticos y los desacuerdos internos, mientras que otras, como Mastatal en


Costa Rica (en la que participó también Léon Rodriguez, un ex miembro de la
Banda Bonnot45), lograron sobrevivir mucho tiempo, aunque siempre entre mil
dificultades.
La colonia de Boitsfort era la sección local del Groupement Communiste
Libertaire (GCL), organización fundada en 1905 por un asociado de Chapelier,
Georges Thonar (Gérard Debehognes, 1875-1918). Autor del folleto Lo que
quieren los anarquistas -un ágil compendio de las ideas libertarias publicado en
1904 con introducción de Eliseo Reclus 46-, Thonar divulgaba a través del
periódico que dirigía, L'Insurgé (mismo que se imprimía en la colonia) los
principios del anarquismo comunista y defendía la participación de los
anarquistas en las actividades sindicales. Entre los colaboradores de Le
Communiste encontramos de nuevo a Alexandra David-Néel, (con el mismo
pseudónimo de Alexandra Myrdal) que, si bien nacida en París, había pasado su
infancia en Ixelles, en donde se había vuelto discípula de Reclus. 47
El GCL había sido uno de los convocantes del Congreso Anarquista,
celebrado en Ámsterdam entre el 24 y el 31 de agosto de 1907, en el cual
estalló la conocida polémica entre anarcosindicalistas, representados por Pierre
Monatte y Amedée Dunois y anarquistas “puros”, dirigidos por Errico Malatesta,
Emma Goldman y Rudolf Rocker. 48 Mientras los primeros estaban convencidos
de la necesidad de renovar la teoría y la práctica del anarquismo a través de la
lucha sindical, los segundos temían que esto implicara una contaminación del
espíritu revolucionario y una caída en el reformismo. Aunque más cercanos a
los “puros”, los redactores de Le Communiste publicaron las resoluciones de
ambos grupos.49
En agosto de 1908 la revista anunció la creación de la Federación
Anarquista de Bélgica, de la cual el GRB formaba parte. En el mismo número,
apareció un manifiesto firmado por el propio GRB, aunque presumiblemente
redactado por Victor, sobre la masacre de Draveil, una comuna al sur de París,
donde trabajadores en huelga y policía habían chocado el 30 de julio, con un
saldo de cuatro huelguistas muertos, más de 200 heridos y la detención de los
principales dirigentes anarcosindicalistas. 50

Rebelión y poesía
El joven Victor Serge se adhirió a los 17 años al anarquismo comunista y
revolucionario de matriz kropotkiniana. Como el mismo explica en las
45
Véase al respecto: Malcolm Menzies, Mastatal, Plein Chant, Bassac, 2012.
46
Reedición: George Thonar, Ce qui veulent les anarchistes, Éditions du libertaire, Le Havre, Francia, s/f.
47
Alexandra Myrdal, “Le bien et le mal”, Le Communiste no. 10, 21 marzo, 1908.
48
Pierre Monatte (1881-1960), militante anarcosindicalista, fundador en 1909 del periódico La vie ovrière y
en 1925 de La Révolution prolétarienne, que publicó los textos que Victor Serge mandaba desde la URSS y
participó en la campaña para lograr su liberación cuando estuvo deportado en Oremburg. Amedée Dunois
(1878-1945) periodista libertario cercano al sindicalismo revolucionario, redactor de L'Action directe, la
Bataille syndicaliste y L’Humanité. Detenido en 1944, fue portado a Oranienburg, donde murió.
49
“Le Congrès Anarchiste d’Amsterdam”, Le Communiste no. 4, 21 de septiembre, 1907.
50
“Federation Anarchiste de Belgique”, Rhillon, “Le commencement de la fin” (sobre Draveil) y GRB,
“Assassins!”, Le Communiste no. 17, 8 de agosto, 1908.
11

Memorias, el pensamiento ácrata lo cautivó porque, a diferencia del socialismo,


buscaba vincular la práctica con la teoría, las ideas con la vida. Aunque algunos
de sus biógrafos parecen ignorarlo, el escritor se quedó vinculado a diferentes
tendencias del movimiento durante por lo menos doce (1907-1919) de los
cuarenta años que duró su actividad pública (1907-47). Desarrolló así una
marcada sensibilidad libertaria que arroja luz sobre su obra y que conservó
hasta el final. Tan es así que, en la entrevista que concedió al llegar a México
en 1941, Serge afirmó haberse adherido al partido bolchevique en mayo de
1919 en calidad de anarquista y como tal haber sido aceptado. 51
Autodidacta y lector incansable, el joven Serge alternó su formación
política y filosófica con la literaria. Entre sus lecturas encontramos un extenso
catálogo de poetas, especialmente los malditos: François Villon, el bardo
medioeval, forajido él mismo, Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud y Verlaine, pero
también los contemporáneos: Guillaume Apollinaire, Louis Nazzi, Charles
Vildrac, Jehan Rictus y el más amado: el belga Émile Verhaeren, que cantaba
en versos libres la miseria humana en campiñas alucinadas y ciudades
tentaculares. “La poesía –escribió en la Memorias- sustituía para nosotros a la
oración, hasta tal punto nos exaltaba, hasta tal punto respondía en nosotros a
una constante necesidad de elevación”. 52 En ese mundo sin evasión posible de
anteguerra, hecho de pequeñas y grandes mentiras, la poesía se convirtió en la
única verdad, por encima y en contra de todas las falsas verdades del dinero,
los partidos, los dioses.
Ese joven literato escribió textos de un radicalismo poco común, incluso
en medios anarquistas. 53 Primero en Le Communiste, luego en su continuación,
Le Révolté (mismo que también se imprimía en la colonia de Boitsfort 54) y en
otros periódicos ácratas abordó los grandes temas del momento: el
colonialismo, la corrupción de los partidos socialistas, la histeria antianarquista,
el ilegalismo, las huelgas y las polémicas con los compañeros “moderados”,
entre otros. 55 Todos destacan por erudición y la capacidad de dirigirse a las
personas por encima de las ideologías. El Bulletin de l’International Anarchiste,
que coordinaba en París Alexander Shapiro, publicó algunos informes de
nuestro autor sobre los avances y tropiezos del movimiento en Bélgica, y lo
mismo hizo Les Temps Nouveaux.56 El marco es “comunista”, con una marcada
51
Juan Luis Velázquez, “Hablando con Victor Serge”, revista Hoy, 18 de octubre, 1941. En esta entrevista, la
única que concedió en México, Serge revela varios aspectos de su vida.
52
V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 37.
53
Véase por ejemplo Le Rétif, “Les illegaux”, Le Communiste no. 14, 20 de junio, 1908. Se trata de un texto
en defensa de E. Armand, quien recién había sido condenado por falsificar dinero.
54
Le Révolté. Organe Anarchiste de Combat siguió la numeración de Le Communiste a partir del no. 18, 5 de
septiembre, 1908. Apareció de manera eventual hasta 1914. El primer texto firmado Le Rétif es “Le peril”, Le
Communiste no. 10, 21 de marzo, 1907.
55
“A propos du Congo”, Le Communiste No. 12, 1° de mayo, 1908; “La grève des paysans de Parme”, Le
Communiste, no. 15, 11 de julio,1908; “Les illegaux”, Le communiste no. 14, 20 junio, 1908 ; “Des sports”,
Le Révolté no. 18, 5 septiembre, 1908; “Un deputé… socialiste”, Le Révolté no. 22, 31 de octubre,1908;
“Réponse à Rhillon”, Le Révolté no. 27, 5 de diciembre, 1908.
56
En el Bulletin de l’Internationale Anarchiste, encontré los siguientes artículos: V. K. “Belgique”, no. 4,
mayo 1908; “Belgique” (no firmado), no 7, nov. 1908; Le Rétif, “Belgique”, no. 9-10, marzo 1909. En la
12

inclinación hacia lo que entonces se llamaba la propaganda por el hecho, es


decir las acciones armadas y violentas. Según Jean de Boë, el primer contacto
del GRB con el individualismo se puede fechar en el verano de 1909, cuando
dicha corriente -“producto francés”, precisa- llegó a Bruselas por conducto de
un “camarada de París”, cuyo nombre no menciona. 57
En ese mismo año de 1909 estalló el caso de Abraham Hartenstein –alias
Alexander Sokoloff o Vladimir Seileger-, un joven ruso, experto en dinamita,
que explicaba a sus interlocutores que en la guerra social se necesitan buenos
laboratorios. Hartenstein era un personaje fuera de lo común. De origen ruso,
obrero calderero, hacia 1906, se encontraba en París poniendo bombas y, poco
después, en Buenos Aires, invariablemente metido en conspiraciones y
acciones subversivas. En la ciudad rioplatense, con tan solo 19 años,
Hartenstein fundó el grupo Bandera Negra, mismo que, según informes
policiales, llevó a cabo los primeros atentados en Argentina. En 1907, se
hallaba en Barcelona con la encomienda (fallida) de asesinar al rey Alfonso XIII;
a principios de 1908, estaba de nuevo en Buenos Aires y, a finales de ese año,
en Bruselas.58
El 15 de febrero de 1909, Hartenstein fue detenido en Gante, después de
un asalto frustrado al que siguió un enfrentamiento en el que murieron dos
policías; en represalia, el joven fue golpeado y torturado por la policía. Anota
Serge: “Sokoloff era un hombre de voluntad fría, formado en Rusia por luchas
inhumanas fuera de las cuales ya no podía vivir. Salía de la tormenta, la
tormenta estaba en él. Combatió, mató, murió en la cárcel.”59 En la redacción
de Le Révolté, el asunto ahondó la fractura ya existente entre quienes
criticaban el uso indiscriminado de la violencia y quienes la sostenían. Mientras
Le Rétif y sus amigos sostuvieron a Hartenstein de manera entusiasta, Thonar,
quien se inclinaba cada vez más hacia la acción obrera y el sindicalismo
revolucionario, expresó sus reservas, subrayando que la expropiación no
combina con el anarquismo. 60 La polémica ya se había suscitado antes -y por
razones similares- cuando Thonar había protestado contra Le Rétif por un
artículo de elogio a Joseph Lapidus, un anarquista ruso que se suicidó después
de intentar un asalto y matar a tres de sus perseguidores en Tottenham
(Londres).61
Thonar cuestionaba severamente a los jóvenes del GRB quienes aún no
abrazaban el individualismo anarquista, pero ya eran partidarios del ilegalismo,
colección de Les Temps Nouveaux encontré los siguientes, todos en la sección internacional: “La Fédèration
Anarchiste”, no. 21, año 14, 19 de septiembre, 1908; “A Bruxelles, Persécutions policières”. no. 30, 21 de
noviembre, 1908; “Belgique. Tracasseries”, no. 39, 23 enero, 1909 y “Le procès Hartenstein”, no. 4, año 15,
30 de junio, 1909.
57
E. Michon, op. cit., pág. 197.
58
José C. Moya, “The positive side of stereotypes: Jewish anarchists in early-twentieth-century Buenos
Aires”, Jewish History, No. 18, Spring, 2004, pp. 19-48.
59
V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 33.
60
Manifeste du Groupe Révolutionnaire de Bruxelles, “Le drame de Gand” y Le Rétif, “Autour du drame”
Le Révolté, No. 39; George Thonar, “Mécontents et anarchistes”Le Révolté no. 40, 13 de marzo, 1909.
61
Le Rétif, “Anarchistes-bandits” Le Révolté no. 36, 6 de febrero, 1909, y George Thonar, “Protestation”, Le
Révolté no. 38, 16 febrero, 1909.
13

lo cual desembocó en un conflicto generacional. En respuesta, los muchachos


publicaron un viejo texto de Kropotkin a favor de la propaganda por el hecho y
una réplica de Le Rétif: “los ladrones no son anarquistas; los asalariados
tampoco. Pero un anarquista puede ser asalariado o ladrón. La expropiación
individual no es un medio para transformar la sociedad. Pero los rebeldes se
pueden encontrar forzados a practicarla”. 62 En los meses siguientes, Le
Révolté atacó de manera reiterada a las federaciones anarquistas nacionales e
internacionales que no tomaban abiertamente partido por Hartenstein.
Le Rétif, por otro lado, fue testigo a favor del ruso en el proceso que se
celebró en Gante, entre el 16 y el 19 de junio y se concluyó con la condena a
cadena perpetua del imputado. 63 El 30 de junio de 1909 publicó en Les Temps
Nouveaux un reporte sobre el caso Hartenstein en donde lo defendía de las
calumnias de la prensa socialdemócrata belga. 64 Sería su última intervención
en la prensa anarquista “ortodoxa”. Mientras tanto, la situación legal de los
muchachos se complicaba, dado que Hartenstein había frecuentado
asiduamente al GRB durante su estancia en Bélgica. Así las cosas, optaron por
separarse. De Boë y Callemin salieron con rumbo a Suiza, Carouy se marchó a
París mientras que Le Rétif viajó a Lille, Francia, donde trabajó como fotógrafo y
vivió entre los mineros del barrio popular de Fives. Solo Lucien Courbe
permaneció en Bruselas para hacerse cargo de Le Révolté hasta que, poco más
que adolescente, le sorprendió la muerte por tuberculosis. 65
Victor se topó en Lille con Mauricius y Rirette que se encontraban en una
gira de conferencias. “Un joven de ojos negros, inquietantes”, escribe Rirette.
“Su boca era pequeña y desdeñosa, sus manos muy curadas, sus modales
refinados. Vestía una camisa rusa en franela blanca bordada en seda en la que
flotaba un busto frágil. Hablaba con voz dulce y acariciante.” 66 No hubo, sin
embargo, empatía entre los dos jóvenes, sino hasta cuando volvieron a verse
en París: “todos los días nos encontrábamos en los jardines de Luxemburgo.
Fue el principio de una amistad preciosa y delicada. Ambos amábamos la
poesía, los crepúsculos, la música”. 67

¿Ilegalista?
Le Rétif duró muy poco tiempo en Lille. París le llamaba. París, el centro del
mundo, la capital de las revoluciones del siglo XIX. París, la ciudad donde, como
escribió el poeta ruso Ossip Mandelstham, se puede bogar sin conocer el tedio,
olvidando el resto del universo. 68 París, la ciudad que ponía en escena todas las
contradicciones de la vida moderna, todas las alienaciones del individuo, pero

62
Pierre Kropotkine, “La propagande par le fait” (el original apareció en el Bulletin de la Federation
Jurassienne, 5 de abril, 1877) y Le Rétif, “Illegaux”, Le Révolté no. 29 de marzo, 1909
63
Le Rétif, Lèttre de Belgique, “Le Libertaire”, no. 34, 20 de junio, 1909 y no. 37, 11 julio de 1909.
64
Le Rétif, “Le procès Hartenstein”, op. cit.
65
En Le Révolté no. 59, 15 diciembre, 1909, Courbe aparece como gerente de la revista cuya redacción se
encontraba por entonces en calle de Flandres, en Bruselas.
66
R. Maitrejean, op. cit., pág. 27.
67
Ibídem, pág. 28.
68
Ossip Mandelstham, De la poésie, Gallimard, París, 1990, pág. 151.
14

también el apetito de libertad, de conocimiento, de absoluto… Estos


pensamientos y muchos otros se cruzaban en su mente cuando desembarcó en
el Barrio Latino con unos cuantos centavos en el bolsillo, como lo hicieron
tantos vagabundos geniales antes y después de él. Finalizaba el verano de
1909 y todavía no cumplía los 19 años. E. Armand, que lo conoció entonces, lo
recuerda como un joven distinguido, elocuente y un tanto cínico que citaba con
soltura a Ibsen, Stirner y Nietzsche.69
Inició en esos meses una intensa colaboración con l’anarchie
abandonando sus convicciones “comunistas” para convertirse a la doctrina de
Libertad. El cambio de perspectiva no radica en la reivindicación del ilegalismo
que ya encontramos en escritos anteriores, sino en la crítica del sindicalismo y
en la defensa de las tesis individualistas. Siguió empleando el pseudónimo “Le
Rétif”, pero ahora firmaba también como “Yor”, “Le Masque” y “Ralph”. El
primer texto de corte abiertamente individualista es de poco sucesivo a su
llegada a París. Se llama “La vida anarquista” y es una incitación a vivir en el
presente dejando a lado la creencia en una revolución lejana: “¿el futuro? Una
quimera para los que no tienen presente”. 70 El giro se aprecia comparando
dicho texto y los que siguen con los de Le Communiste y Le Révolté. Mientras
en estos se mostraba partidario decidido de la revolución social y de las luchas
sindicales, en l’anarchie se burlaba del “gran día” y de la clase obrera. 71
Sabemos, por los informes de policía, que Le Rétif fue un orador
frecuente en las Charlas Populares y que recomendaba la expropiación
individual como alternativa al “palabrerío estéril de los revolucionarios”. El
anarquista, decía, no debe hacer nada para enriquecer a la sociedad
capitalista; tiene que vivir al margen empleando todos los medios ilegales a su
alcance y cuidando únicamente de no perder su libertad. 72 Creó un grupo de
estudio La Libre Investigación (1910-11), en donde participaban Edouard Ferral,
discípulo del poeta libertario Mecislas Goldberg; Alzir Hella, colaborador de
l’anarchie y distinguido germanista; pero también militantes que no eran
anarquistas, como Miguel Almereyda, de La guerre sociale e, incluso, el
monárquico Léon Daudet. El lema del grupo refleja el espíritu sergiano de
manera cabal: “en la libre confrontación de las doctrinas de todas las escuelas,
aprende a encontrar tú mismo la verdad”.73

69
E. Armand, “Kibaltchiche et l'anarchie”, L'unique no. 29 de avril, 1948 ; “Questions d'histoire”, L'unique
no. 45, enero, 1950.
70
Le Rétif , “La vie anarchiste”, l’anarchie no. 233, 23 de septiembre, 1909. Su primer artículo fechado en
París es “La haine” (El odio), no. 230, 2 de septiembre, 1909.
71
Véase, por ejemplo: “Les pauvres”, l’anarchie no. 237, 21 de octubre 1909; Nôtre antisyndicalisme”, “La
religuese ou la laïque”, no. 250, 20 de enero, 1910; l’anarchie no. 255, 24 de febrero, 1910;
“L’ouvrierisme”, l’anarchie no. 259, 24 de marzo, 1910; “De l’activité anarchiste”, l’anarchie no. 298, 22 de
diciembre, 1910.
72
Véase los informes de policía correspondientes a los días 27 de agosto y 28 de noviembre, 1911, Dossier
Victor Serge, Fonds du Service des Archives de la Préfecture de Paris, 4, rue de la Montaigne Sainte-
Geneviève, 75005 París, Francia.
73
V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 53. Dossier Victor Serge, Archives de la Préfecture de Paris (en adelante
Dossier Victor Serge), informe 27 de agosto, 1911.
15

Dos acontecimientos le marcaron especialmente: las ejecuciones de


Ferrer i Guardia en Barcelona, el 13 de octubre de 1909 y de Jean-Jacques
Liabeuf, un joven falsamente acusado de proxenetismo que asesinó a dos
policías por venganza y fue guillotinado el 2 de julio de 1910. 74 Victor participó
en los violentos motines que se suscitaron en ambos casos (el de Ferrer fue el
más violento y masivo desde la Comuna) experimentando un profundo
sentimiento de impotencia y convenciéndose de que el movimiento libertario
se encontraba en un callejón sin salida. Al final de su vida, sintetizaría así sus
sentimientos: en un mundo sin evasión posible, el único remedio era luchar por
una evasión imposible.75
Recordemos que es en este contexto de terrorismo estatal y represión
bárbara, cuando algunos individualistas declararon la guerra a la sociedad,
conscientes de la tragedia que les esperaba. Un periodista libertario, Victor
Méric, increpó a los burgueses biempensantes: “escudriñad las desigualdades,
las injusticias, la intolerable opulencia de una minoría absurdamente rica frente
a la miseria moral y material de la multitud sumida en las cárceles del trabajo
que asesina. Sí, averiguad todo esto; escrutad el rostro angustiado de nuestra
amable sociedad, su mueca. Hacedlo y descubriréis, más allá de las causas
contingentes, la verdadera lógica y la única explicación de los “Bandidos
Trágicos”.76
Le Rétif llegó a esa Francia hipócrita que erigía monumentos a Pierre-
Joseph Proudhon, el padre del anarquismo, mientras mataba y encarcelaba a
los anarquistas de carne y hueso. Trabajaba como traductor llevando una vida
múltiple entre bohemios, rebeldes, poetas malditos y exiliados rusos
adherentes al Partido Social Revolucionario que creían en el terrorismo como
única arma para derrocar a la dictadura zarista. No tenía en cambio ningún
contacto con los bolcheviques de los cuales ignoraba incluso la existencia.
Residía en cuartuchos baratos del Barrio Latino, hasta que se sumó a la
comuna individualista de Romainville, junto a Rirette y a sus dos hijas, Maud y
Chinette. Situada a las afuera de la ciudad, la comuna retomaba los principios
básicos de las colonias libertarias, solo que la vida en camaradería ya no era un
fin en sí mismo, sino un medio de acción.
Volvió a coincidir con los muchachos: Jean, Raymond y Edouard, a los
que se sumaban un joven desertor y ex sindicalista, Octave Garnier, y un
adolescente soñador, enfermo de tuberculosis, André Soudy. Juntos, se
encargaban de la impresión y distribución de l’anarchie, de los folletos de
propaganda y de las Charlas Populares. Llegaba, a veces, un joven culto y
amante de la poesía, René Valet, el pelirrojo, a quien Méric define una de las
figuras más sugestivas de la banda.77 A partir del mes de julio de 1911, RIrette

74
Ibídem, pp. 48-52; Le Rétif, “Una tête va à tomber”, l’anarchie, no. 268, 28 de abril, 1910; “La grande
colère du 13 de octobre, 1909”, Le Populaire, 18 de octobre, 1936. Agradezco a Charles Jacquier el envío de
este texto poco conocido de Serge. Sobre Liabeuf, véase: Yves Pagès, L’Homme Hérissé. Liabeuf, tueur des
flics, L’insomniaque, París, 2001.
75
V. Serge, Memorias, op. cit. pág. 19.
76
V. Méric, op. cit., pág.216
77
Ibídem,., pág. 122.
16

y Victor se hicieron cargo de la dirección de la revista, tras la renuncia de


Lorulot quien fundó L’idée libre, periódico de corte educativo y neomalthusiano,
aunque siguió colaborando con l’anarchie.78
Jules Bonnot -a quien Serge afirma no haber conocido- se sumó al grupo
hacia el otoño, procedente de Lyon. De profesión mecánico, anarquista desde
la adolescencia, hacía tiempo que vivía al margen de la ley. En el camino hacia
París, ocurrió una desgracia. Sorrentino, alias Plátano, un anarquista italiano
con el cual viajaba a bordo de un coche robado, se disparó accidentalmente un
balazo en el corazón, mientras limpiaba su revólver Browning. Al ver que no
había nada que hacer, Bonnot huyó dejando el coche y el cuerpo sin vida de su
amigo a orillas de la carretera. 79 La noticia ocupó las páginas de la crónica
negra durante varios días, hasta que los investigadores descubrieron la
identidad del difunto y, tras algunas pesquisas, culparon a Bonnot por su
muerte. El encuentro entre los muchachos y el mecánico lionés, perseguido por
un delito que no había cometido, dio pie a la integración de la banda que lleva
su nombre. Esos jóvenes vegetarianos, amantes de la naturaleza y enemigos
del alcohol, se lanzarían pronto a una aventura trágica por espíritu de
solidaridad, por la necesidad de actuar y, en el fondo, por impotencia.
¿Hasta qué punto Kibalchich-Le Rétif compartió la doctrina de sus
amigos? He aquí extractos de sus textos: “no podemos atenernos a la pura
propaganda; hay que ir hasta el fondo”. 80 Precisó qué implicaba ese “ir hasta el
fondo”, cuando glorificó a los dos anarquistas rusos que mantuvieron en jaque
a la policía durante horas en Sidney Street, Londres, antes de sucumbir debido
a la intervención del ejército: “no tenemos por qué aprobar o desaprobar las
acciones ilegales. Nosotros decimos: son lógicas (…). Nuestra revuelta aspira a
ser completa. Limitarla a la dimensión política o intelectual, implicaría
disminuirla”.81 En otra ocasión arremetió contra la idea de revolución, esa
creencia en el acontecimiento providencial que esperaba el movimiento obrero,
señalando (proféticamente) que “el orden revolucionario nos aplastará, nos
cazará, nos matará”.82
Cuando una insurrección popular destronó al rey Manuel II de Portugal (4
y 5 de octubre de 1910) instaurando la república, en apego a la doctrina
individualista, Le Rétif escribió que nada había cambiado en ese país y que
ninguna otra revolución podría cambiar algo. 83 En el folleto Contre la faim,
afirmó que “la expropiación individual se opone al acaparamiento de riquezas
de la misma manera en que la revuelta individual se opone a la arbitrariedad
78
A partir del número 333, 17 de agosto, 1911, Lorulot publicó la serie de artículos “Considerations sur l’état
actuelles de la propagande anarchiste”, en donde formula severas críticas al ilegalismo.
79
Excelsior, 30 de noviembre, 1911.
80
Le Rétif, “Pour la violence”, l’anarchie no. 294, 24 de noviembre, 1910.
81
Le Rétif, “Deux hommes”, l’anarchie no. 301, 12 de enero, 1911; Sobre el asedio de Sidney Street que
conmocionó Londres y en los cuales intervino el ministro del interior, Winston Churchill, véase: Rudolf
Rocker, En la borrasca, Editorial Cajica, Puebla, 1967, pp. 599-601 y Justus F. Wittkop, Bajo la bandera
negra. Hechos y figuras del anarquismo, http://www.kclibertaria.comyr.com/lpdf/l196.pdf
82
Le Rétif, “L’illusion révolutionnaire”, l’anarchie no. 264, 28 de abril, 1910.
83
Le Rétif, “Une révolution”, l’anarchie no. 288, 13 de octubre, 1910; Ralph, “Révolutionnaires
conservateurs”, l’anarchie no. 326, 6 de julio, 1911.
17

de la ley y de sus servidores”. 84 Uno de sus textos más cuestionables es


probablemente, “La guerra al servicio de la vida”, un artículo sobre Elie Faure,
en el que censuró “las jeremiadas de los socialistas y pacifistas”. 85 En otros
artículos reivindicó las teorías de Darwin, Lamarck, Le Bon y Le Dantec
escribiendo, por ejemplo, que “la evolución de los seres vivientes se lleva a
cabo gracias al triunfo de los más fuertes”. 86
Es verdad que, por lo menos en una ocasión, se pronunció contra “la
ilusión imbécil” de imaginar que, a través de la violencia, a balazos o con
bombas se pueda crear algo nuevo. 87 Pero si nos atenemos a gran parte lo que
escribió entre 1909 y 1912, no hay dudas: Kibalchich-Le Rétif fue un
convencido individualista-ilegalista. Sus artículos contrastan, sin embargo, con
las opiniones que expresaba en círculos más restringidos. Está claro, por otra
parte, que nunca se involucró en los crímenes de sus amigos y que su defensa
del ilegalismo era de orden más bien teórico. Disponemos, al respecto, de
algunos testimonios importantes. Está, en primer lugar, un artículo de E.
Armand publicado en ocasión de la muerte de nuestro autor (1947), en donde
lo describe como un teórico que se mantenía al margen del ilegalismo extremo
de los bandidos trágicos. 88 El segundo es de un implicado en la banda, Eugène
Dieudonné, quien refiere de furiosas disputas entre por un lado Kibalchich que
denunciaba el ilegalismo como un grave peligro para el movimiento y, por el
otro, Callemin, Carouy y Garnier que lo acusaban de vendido y cobarde. 89 La
misma versión encontramos en el libro de Victor Méric. 90
Habría que añadir que Le Rétif plasmaba en sus escritos una visión
universal, más allá del marco individualista. Al revisar sus artículos, el lector se
percata de que escribía sobre los temas más variados: educación, historia y
arte con una notable profundidad y soltura. Véase, por ejemplo, la serie sobre
arte, en la que formuló una crítica radical a la mercantilización de la actividad
creadora que muy bien podría ser obra de un marxista. Polemizando con la
visión chatamente realista de algunos lectores, añadió que la obra de arte no
aspira únicamente a representar el objeto que le sirve de modelo, sino a
plasmar la emoción del autor. 91
Rememorando la etapa individualista, en las Memorias, ofrece la
siguiente explicación: “yo estaba bastante lejos de esos puntos de vista
elementales. Otras influencias se ejercían en mí, había otros valores a los que

84
Le Rétif, Contre le Faim, Éditions de l’anarchie, París, 1911.
85
Le Rétif, “La guerre au service de la vie”, l’anarchie no. 343, 2 de noviembre, 2011. En las Memorias (op.
cit., pág, 55), curiosamente, Serge escribe que abrió una polémica con Faure, cuando lo que hizo fue defender
a Faure de las críticas que le hizo La guerre sociale.
86
Le Rétif, “Être le plus fort”, l’anarchie no. 278, 4 de agosto, 1910.
87
Le Rétif, “L’illusion révolutionnaire”, art. cit.
88
E. Armand, “Kibaltchiche est mort”, L'unique no. 26 de diciembre, 1947.
89
Véase: V. Méric, “Souvenirs d’Eugène Dieudonné”, VIII, Romainville, Paris-Soir, 16 de diciembre, 1925.
Véase también Les bandits tragiques, op. cit., pp. 109-10.
90
V. Méric, Les bandits tragiques, op. cit. pág. 115.
91
Le Rétif, “L’Art et la vie”, l’anarchie no. 317, 4 de mayo, 1911; “l’art utile” l’anarchie no. 318, 11 de
mayo, 1911; “L’art dans la propagande et l’éducation”, l’anarchie no. 319, 18 de mayo, 1911.
18

no podía ni quería renunciar, y era esencialmente el idealismo revolucionario


de los rusos”.92 Sería fácil refutar dicha afirmación y otras en este libro,
esencial para entender los sucesos históricos de la primera mitad del siglo XX,
aunque no forzosamente para conocer la trayectoria de su autor. Es innegable
que Serge restó importancia a su participación en el movimiento individualista,
pero, contrario a lo que se ha afirmado, este no es un signo de doblez. Es, más
bien, un intento de tomar distancia de una experiencia que le costó mucho
sufrimiento, cinco años de cárcel y la expulsión de Francia.
De los cuarenta años que duró su vida pública (1907-1947), Serge pasó
diez en diversas formas de cautiverio pagando en primera persona por sus
ideas. Nació y murió en el exilio; nunca poseyó bienes y perdió varias veces
todas sus pertenencias: libros, papeles y objetos personales. Tachar de “doble”
a un hombre así -como lo hace Jean-Luc Sahagian en un libro que rescata la
etapa libertaria de nuestro autor93- es injusto, por decir lo menos. La adhesión
de Serge a las corrientes en las cuales militó (el socialismo, el comunismo
libertario, el anarquismo individualista, el bolchevismo, el trotskismo…) nunca
fue incondicional. Se hacía preguntas, cuestionaba. Dudó del anarquismo
individualista y dudó también del bolchevismo. Se adhirió al régimen de Lenin y
Trotsky, como lo hicieron en su momento otros anarquistas, pero denunció muy
pronto sus gérmenes totalitarios.
No hay que confundir, al mismo tiempo, la conducta de Serge con el
eclecticismo o con la búsqueda de posturas intermedias. “Problema esencial.
Hay que tomar partido”, escribió en los Carnets, un texto introspectivo que
escribió al final de su vida. “Siempre existe una verdad que hay que buscar,
encontrar, defender, una verdad que obliga, imperativa. No hay acción ni
pensamiento válido sin intransigencia. Por intransigencia entiendo firmeza, el ser.
¿Cómo hacer para conciliarla con el ser diferente, con el pensamiento diferente?
Nietzsche no se equivoca al considerar la “posesión de la verdad” como algo
ligado a la voluntad de dominación”.94

El final
Regresemos a los acontecimientos de ese invierno de 1911-12. El asalto de la
calle Ordener fue la primera de una serie de acciones espectaculares que
asolaron a Francia entre diciembre de 1911 y mayo de 1912. Mientras Caby, el
empleado del banco, se recuperaba de sus heridas (quedaría lisiado de por
vida), el 24 de diciembre, integrantes de la banda desvalijaron una armería en
la céntrica calle Lafayette. Habían cruzado el punto sin retorno: en adelante
sus atracos se caracterizarían por una violencia indiscriminada y por el número
de víctimas. Esa misma noche, Callemin y Garnier se entrevistaron con Victor y
Rirette en la nueva sede de l’anarchie, calle Fessart no. 24, en Belleville. Ya no
eran los mismos hombres; marcados por la muerte esperaban el instante fatal
en que pagarían su deuda. Fue un encuentro ominoso. Exhausto y agotado,

92
Ibídem, pág. 44.
93
Véase: Jean-Luc Sahagian, Victor Serge. L’homme double, Libertalia, Paris, 2011.
94
V. Serge, Carnets, op. cit., pág. 540.
19

Raymond había perdido su agresividad y admitió lo que Victor había temido


desde el principio: los autores del asalto eran ellos. 95
El 31 de diciembre Garnier y Carouy intentaron robar el auto de un
doctor en Gand, Bélgica, matando al velador. El 2 de enero, en Thiais, a las
afuera de París, un rico anciano de 91 años y su sirvienta de 72, fueron
salvajemente asesinados por desconocidos que se dieron a la fuga llevándose
un botín de varios miles de francos. Se culpó a Carouy y a su amigo Marius
Metge, pero, aunque serían condenados por este crimen abominable, su
culpabilidad nunca fue demostrada. Serge afirma en las Memorias que Carouy,
“ajeno a esos dramas” era completamente incapaz de matar y pagó por otro. 96
El 10 de enero, los bandidos atracaron una segunda armería, esta vez en
Boulevard Hausmann, también en el centro de París, llevándose 17 revólveres,
9 carabinas y dinero en efectivo.97
Instigada por la prensa, la opinión pública estaba erizada. El inspector
Guichard recibía hasta 700 cartas por día con exhortaciones y sugerencias para
lograr la captura de los bandidos. La Societé General ofreció una recompensa
de hasta 100 mil francos –una fortuna para la época- a quien ofreciera
información sobre su paradero. Victor escribió: “que se dispare a plena luz del
día contra un miserable empleado de banco, prueba que algunos hombres
comprendieron al fin las virtudes de la audacia. (…) No tengo dificultad en
admitirlo. Estoy con los bandidos. Me parece que juegan el papel noble; de
pronto, los veo como hombres. En otras partes, no veo más que brutos y
títeres. Los bandidos, en cambio, muestran fuerza, audacia y una firme
voluntad de vivir”.98 Era al revés: esos hombres no mostraban voluntad de vivir
alguna, sino una inmensa desesperación.
Por entonces, los investigadores estaban convencidos de que dichos
bandidos no se encontraban lejos de la redacción de l’anarchie. El 18 apresaron
a Detweiller y el 19 a Louis Rimbault, otro personaje cercano a los bandidos,
aunque de bajo perfil. Identificado como uno de los autores del atraco de la
calle Ordener, Carouy se mantenía prófugo. El 27 Victor dictó la conferencia “El
individuo contra la sociedad” en la cual, después de dejar asentado que la
sociedad -incluso en el “paraíso comunista”- es enemiga de toda
individualidad, afirmaba que el individuo tiene que luchar contra la sociedad,
contra los deberes impuestos como el servicio militar, el trabajo asalariado, el
respeto a las leyes y a las convenciones. Reiteró, en la charla del día siguiente,
lo que ya había planteado en el periódico: la sociedad es hostil al individuo y es
la sociedad en descomposición, que produce el crimen. Los bandidos, como los
anarquistas, son seres humanos que luchan contra la esclavitud. 99

95
V. Méric, Les bandits tragiques, op. cit., pág. 132.
96
B. Thomas, op. cit., pp. 122-23 y V. Serge, Memorias, op. cit. pp. 59 y 65.
97
Excelsior, 11 de enero, 1912.
98
“Les bandits”, l’anarchie no. 352, 4 de enero, 1912. Véase también “Expedientes”, no. 354, 18 enero, 1912.
99
Apuntes para sendas conferencias citados en Jean Maitron, “De Kibaltchiche à Victor Serge. Le Rétif
(1909-1919)”, Le mouvement social, no. 47, abril-junio de 1964, pp. 64-6. Ahora en:
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k6125457q?rk=42918;4
20

El 31 el inspector Jouin irrumpió en la casa de la calle Fessart,


acompañado de sesenta agentes con pistolas en mano. 100 Era miércoles, de
manera que, además de Victor, Rirette y las hijas de ésta, Maud y Chinette,
estaban algunos militantes que habían llegado para la impresión de la revista,
misma que saldría el día siguiente, jueves 1º de febrero, con en primera plana
el artículo de Le Rétif, “Anarquistas y malhechores” en donde, una vez más,
nuestro autor se solidarizaba con los bandidos: “están fuera del rebaño. Me
interesan. Y me simpatizan tanto cuanto me causan desprecio las personas
honestas frustradas o triunfadoras”. 101 Los policías no hallaron dinero, pero sí 3
pistolas procedentes de la armería de la calle Lafayette, una cantidad
importante de sellos postales y correspondencia comprometedora. Todos los
presentes fueron llevados a la comisaría, interrogados y sucesivamente
liberados. Hacia la tarde, sin embargo, los agentes regresaron a la calle
Fressart, con la excusa de quitar los sellos, y se llevaron a Victor. 102
Después de una conversación, por demás amable, en la que disertó
sobre Sebastien Faure -el gran propagandista libertario, a quien decía admirar-,
Jouin intentó engatusar a Victor ofreciéndole la libertad a cambio de colaborar.
“Mándeme arrestar –contestó Le Rétif con dignidad–, si se cree usted con
derecho a ello”. El inspector firmó el orden de arresto casi a su pesar: “se
proclama anarquista individualista y sostiene que el hombre que no quiere
producir tiene que adueñarse de lo que necesita. (…) Debe ser considerado un
anarquista peligroso”. Otro inspector lo definía una persona de inteligencia
superior, ferviente discípulo de Stirner y Nietzsche, uno de los “jefes más
escuchados del movimiento anarquista individualista”. 103 La prensa no dio
mucha relevancia a la noticia, aunque L’Humanité mencionó la identidad de
nuestro autor y Le Petit Parisien observó que gran parte de los involucrados
eran de origen belga.104 Interrogada numerosas veces, Rirette siguió como
responsable de la revista hasta su detención, el 23 de marzo, cuando Armand
tomó el relevo.105
Se multiplicaban, entretanto, los hechos trágicos. El 27 de febrero los
bandidos liquidaron a un agente que intentaba detener el coche robado en el
que viajaban a toda velocidad por las calles de París. El 28 fue encarcelado
Eugène Dieudonné, un militante a quien se acusó falsamente de haber
participado en el atentado de la calle Ordener y de haber disparado contra
Caby; el 29 le tocó a Jean de Boë. Ambos guardaban dos revólveres Browning
en sus bolsas, al momento de ser capturados. 106

100
Le Petit Parisien, 31 de enero y 1º de febrero, 1912; L’Humanité, 1º de febrero, 1912. R. Maitrejean, op.
cit., pág. 89.
101
Le Rétif, “Anarchistes et malfaiteurs”, no. 356, 1º de febrero, 1912.
102
L’anarchie, no. 357, 8 febrero de 1912. Dossier Victor Serge, cit., informe del 31 enero, 1912.
103
Dossier Victor Serge, cit., informes del 8 de febrero y del 1º de abril, 1912. Los informes muestran que los
policías conocían los pseudónimos Le Rétif, Ralph y Yor que usaba Serge a la sazón.
104
Le Petit Parisien, 4 de febrero, 1912. Véase la entrevista con Rirette.
105
L’anarchie, no. 364, 28 de marzo, 1912.
106
Le Petit Parisien, 29 de febrero, 1912.
21

El 25 de marzo los bandidos llevaron a cabo un asalto espectacular, en


otro banco de la Société Génerale, esta vez en Chantilly (Picardía) llevándose
un botín de 40,000 francos y escapándose en auto, como de costumbre. El
mismo día asesinaron a un chofer en Montgeron, a las afuera de París. “Otra
vez ellos. Ellos en todas partes”, tituló el Excelsior a cuatro columnas.107
Enseguida, la policía se anotó algunos triunfos: el 30 de marzo, fue detenido
Soudy, en la playa de Berck, Normandía, donde se curaba de su tuberculosis. El
3 de abril cayó preso Carouy y el 8 Callemin. Ninguno de los dos ofreció
resistencia, a pesar de que estaban bien armados. En las Memorias Serge
afirma, de manera harto sibilina, que sus tres amigos fueron traicionados, pero
no ofrece más detalles.108
SBonnot, Valet y Garnier seguían libres lo cual muestra, entre otras
cosas, la presencia de una extensa red de camaradas solidarios. Garnier envió
una carta a la prensa en la que, de manera desafiante se quejaba de que la
policía ofrecía una recompensa de tan “solo”, 10 mil francos por su captura.
Asumía, asimismo, la responsabilidad del crimen de la calle Ordener, afirmando
la inocencia de Dieudonné y diciéndose listo para enfrentar a los policías de
Guichard: “sé muy bien que la lucha que emprendí contra el formidable arsenal
del que dispone la sociedad tendrá un final. Sé que seré el más débil, sé que
seré vencido. Pero espero cobrar caro su victoria”. 109
El 24 de abril hubo otro acontecimiento trágico. El inspector Jouin
detectó que Bonnot se ocultaba en la casa de un camarada solidario, Antoine
Gauzy. Cuando llegó acompañado de varios agentes para detenerlo, Bonnot,
más rápido, lo mató de un tiro certero e hirió de gravedad al agente Colmar.
Acto seguido brincó por una ventana con la agilidad de un tigre, y se esfumó
por el patio trasero. 110 A partir de entonces, la prensa empezó a definir a los
bandidos como la “Banda Bonnot”, nombre con el cual pasarían a la historia.
Mientras tanto éste, agotado, había buscado refugio en el taller mecánico de
Jean Dubois, un anarquista de origen ruso que le profesaba una gran amistad.
No era un buen escondite, porque el inmueble donde vivía Dubois, en el
poblado de Choisy-le-Roy, al sur de París, estaba rodeado de cultivos y se
situaba a cien metros de las casas más cercanas, pero no encontró nada mejor.
Los investigadores no tardaron en localizarlo, pues mantenían a Dubois
bajo una vigilancia estricta, aunque discreta. El sitio empezó hacía las 7 de la
noche del domingo y derivó en un combate épico, en el cual, además de la
policía actuaron, la guardia civil, los bomberos y el ejército, por un total de más
de mil hombres. A pesar de que no tenía cuentas pendientes con la justicia,
Dubois optó por inmolarse junto a Bonnot y cayó primero. Malherido, éste se
resguardó en la única habitación del primer piso y siguió disparando hasta la
madrugada del lunes causando varias bajas entre las fuerzas del orden.
Por entonces, había acudido al lugar una muchedumbre de curiosos
sedientos de emociones fuertes; 10 mil personas, según la prensa. Cuando,
107
Le Petit Parisien, 21 de marzo, 1912.
108
V. Serge, Memorias…, op. cit., pág. 59.
109
Le Petit Parisien, 21 de marzo, 1912
110
Le Matin, 25 de abril, 1912.
22

después de dinamitar el garaje, Guichard y sus hombres irrumpieron en la


habitación, Bonnot seguía vivo y disparando, a pesar de que tenía siete balazos
en el cuerpo, de los cuales cinco mortales. Antes de sucumbir envuelto en un
colchón, escribió con sangre estas palabras: Dieudonné es inocente. Durante
algún tiempo, se vendieron postales conmemorativas del acontecimiento,
mientras que las pertenencias de Bonnot y los pobres restos de la casa de
Dubois se ofrecieron en subasta a coleccionistas morbosos. 111
La infausta epopeya concluyó la noche del 15 al 16 de mayo, cuando
Garnier y Valet fueron al fin localizados en una residencia en Nogent-sur-Marne,
al este de la capital, y muertos de un balazo en la sien, al cabo de otra batalla
campal que, como en el caso de Bonnot, se prolongó hasta la madrugada y en
la que, además de la policía, intervino la artillería pesada y un regimiento de
zuavos. En un texto de 24 páginas, dactilografiado y encontrado cerca del
cadáver de Garnier, se hallaron las siguientes líneas, por cierto, muy actuales:
“¿por qué en este mundo hay gente que disfruta de todos los derechos? Dicen
que tienen dinero, pero si les preguntamos cómo lo obtuvieron, ¿qué pueden
contestar? Yo afirmo que no reconozco a nadie el derecho de imponer su
voluntad sobre la mía bajo pretexto alguno; no veo por qué yo no podría comer
esas manzanas o esas uvas solo porque son propiedad del señor X. ¿Qué ha
hecho él, más que yo, para ser el único en gozarlas? Nada. De consecuencia,
yo tengo el derecho a disfrutar de ellas según mis necesidades y si alguien
quiere impedirlo por la fuerza, me rebelaré a su fuerza y la opondré la mía”. 112

Espera angustiosa
El final espectacular de Bonnot, Dubois, Garnier y Valet contribuyó a que la
banda entrara en la leyenda lo cual, evidentemente, complicaba más aún la
situación jurídica de los encarcelados. La conmoción en torno al caso fue tal
que Émile Michon, el citado psicólogo criminalista, obtuvo el permiso de visitar
a los presos para hurgar en sus almas y arrojar un poco de luz sobre las
razones de su comportamiento, aparentemente, incomprensible. Lo curioso es
que, en lugar de acreditar la versión de que eran unos monstruos sanguinarios,
el ilustre científico acabó fascinado por su humanidad exuberante. “¿Tienen
estos hombres el culto de la amistad? Yo diría que sí. Cuando les pregunté:
¿cuál es el dolor moral que más les preocupa? Todos contestaron: la traición de
un amigo. A la cuestión: ¿quiénes son sus seres más queridos?, todos
asignaron un lugar preponderante a los amigos. Interrogado sobre cuál sería
una sensación agradable, uno de ellos manifestó: -la completa harmonía de
mis sentidos y facultades cuando vagabundeo con un amigo querido, un
hermano del alma”.113
Lo cierto es que esos muchachos no encajaban en el estereotipo del
criminal feroz que había creado la prensa. Practicaban gimnasia sueca, eran
buenos conversadores, rigurosamente abstemios y muy limpios, lo cual
111
Excelsior y Le Petit Parisien, 29 de abril, 1912; Le Petit Journal, 5 de mayo; Excelsior, 10 y 13 de mayo.
112
El documento se mantuvo oculto en los archivos de la policía de París hasta que fue descubierto por Jean
Maitron, Ravachol et les anarchistes, Gallimard, 1964, pp. 179-195.
113
É. Michon, op. cit., pp. 84 y 86.
23

contrastaba con la vulgaridad de otros detenidos. Carecían de estudios


formales, pero disertaban lo mismo sobre Nietzsche, Schopenhauer y Chopin
que sobre neurología, evolucionismo y control de natalidad. “Gozaban de una
gran libertad de espíritu”, admite Michon y añade: “tenían un temple de rudo
acero y tuvieron un final poco común”. 114 Referente a Le Rétif, el criminólogo no
tiene más que elogios: “posee una cualidad de la que carecen sus
coimputados: tiene tacto. Es un hombre de educación refinada y gran dulzura
(…). Se preocupa mucho por los demás; preguntaba continuamente sobre la
salud y la suerte de su compañera. (...) Siempre pensé que era una víctima
más que un cómplice. Y es la opinión de todos los que lo conocían. (…) He aquí
un bandido fuera de serie”.115
Victor seguía publicando en l’anarchie gracias a la complicidad de su
abogado, Charles Le Breton, quien sacaba sus textos de manera clandestina. 116
Escribía sobre diversos temas: la debacle de los partidos políticos, la lucha
armada en Rusia, el aniversario de la Comuna de París, la situación de los
encarcelados y el inminente proceso. 117 Entregó una larga serie sobre
ilegalismo en la que se desdecía de sus posturas anteriores: “el robo -afirmaba-
es contrario a nuestras concepciones, de la misma manera que la explotación
del trabajo asalariado o el ejercicio de la autoridad. (…) Es deseable que el
anarquista entienda el robo por lo que es y, si se le ocurre justificarlo, debe
concebirlo como el último recurso impuesto por el medio social al hombre
exasperado, si es fuerte, o al hombre degradado, si es débil”. En el último, con
fecha 5 de septiembre de 1912, concluía: “esta refutación del ilegalismo, a la
que nos conducen numerosas razones ratificadas por experiencias terribles, no
implica una pusilánime afectación de honestidad burguesa, ni el abandono de
nuestros camaradas insumisos. No es inútil recordarlo”. 118
Los camaradas seguían organizando charlas, eventos musicales y
artísticos, en solidaridad con los presos. Robert Lanoff, cantautor y, por un
breve tiempo, responsable de l’anarchie, fue procesado y condenado dos
veces: primero en julio, por haber dictado dos conferencias a favor de los
detenidos, y luego en diciembre por un artículo calificado de apología de
delito.119 Lo mismo le pasó a su sucesor, René Fourcade que tomó el relevo en
el mes de diciembre. Aun así, el periódico no cejó en su defensa de los
bandidos otorgando cada vez más espacio al tema.

114
Ibídem., pp. 121 y 23.
115
Ibídem, pp. 24-27.
116
Dossier Victor Serge, cit. 6 de junio, 1912.
117
Ralph,“Pronostiques Politiques” “En passant”, “Les Fédérés”, l’anarchie no. 360, 361 y 364, 29 de febrero,
7 y 28 marzo, 1912; Yor, “La grace”, “Faute des grives”, l’anarchie no. 362 y 364. Le Masque, “L’homme en
cage”, l’anarchie no. 370, 16 de mayo, 1912.
118
Le Masque, “L’impasse”, no. 364 bis, 4 de abril, 1912; Le Masque, “L’illegalisme”, no. 376, 26 de junio,
1912. Es el primero de una serie de 7 artículos publicados en l’anarchie hasta el no. 386, 5 de septiembre,
2012. La “moderación” de los textos de Le Masque provocaron la cólera de un tal Tony B. que publicó, en
respuesta, “Reflexions sur l’illegalisme” (no. 389, 26 de septiembre, 1912).
119
Robert Lanoff, “De la rue Ordener aux Aubrais”, l’anarchie no. 392, 17 de octubre, 1912 y Lanoff, Robert,
Dictionnaire des militants anarchistes, http://militants-anarchistes.info/?article3036
24

Mientras tanto, las investigaciones proseguían. La averiguación terminó


el 11 de septiembre, cuando el juez Gilbert anunció sus conclusiones: el
periódico l’anarchie era la tapadera de una peligrosa organización criminal
cuyos integrantes habían matado a ocho personas, herido a doce y cometido
dieciocho robos con violencia, sin contar los numerosos delitos llevados a cabo
en Bélgica. Las imputaciones de asesinato pesaban solo sobre Callemin, Soudy,
Monier, Dieudonné y Carouy, pero a Victor y Rirette, formalmente acusados de
robo, receptación y asociación criminal, se les atribuía el papel de jefes de la
banda. Eran ellos los responsables de l’anarchie y era en los locales de ese
periódico donde se almacenaban los productos de los robos, se falsificaban
documentos y se recibían cartas comprometedoras. 120
La prensa se ensañaba con los presos y Mauricius trazó un paralelo entre
el caso de los bandidos trágicos y el Proceso de los Treinta, celebrado casi
veinte años antes (1894). Un grupo de conocidos anarquistas, entre los cuales
se encontraban Jean Grave y Sebastien Faure, fueron falsamente acusados de
planificar y ejecutar una serie de atentados, lo cual creó las condiciones para
que el congreso aprobara un paquete de leyes represivas conocidas como “lois
scélérates” o leyes canallas. Éstas limitaban la libertad de prensa, introducían
la figura de apología del delito y, más grave aún, la de “asociación criminal”
con la cual se podía perseguir a cualquier ciudadano sospechado de ser
anarquista y que ahora se estaba usando contra los imputados. 121
La situación era, en verdad, difícil. Sin perder un ápice de su calma
proverbial, Victor intentó confortar a su compañera: “nada del mal que nos han
hecho se perderá, nada será inútil. Dígase a usted misma, querida amiga, que
cada uno de los días que hemos pasado, teñidos de nuestra tristeza, nos dejará
algo. Y más tarde retomaremos nuestra vida con los materiales que reunimos
ahora.”122

El proceso
¿Cuál sería la actitud de Victor y Rirette en el proceso? No querían renegar de
sus amigos, ni mucho menos hacerles daño, pero no estaban dispuestos a
pagar por crímenes que no habían cometido y que les indignaban, como la
masacre di Thiais. “¡Qué difícil evitar los malentendidos!”, escribió Victor a
Armand. “¡Y cómo se equivocan sobre nuestros sentimientos! Tenemos,
evidentemente, el deseo de volver a la vida, el deseo apasionado de ver el fin
de esta pesadilla imbécil y no merecida. Me parece, sin embargo, que todo en
nuestras actitudes anteriores debería aclararles que no haremos nada y no
permitiremos se haga algo contrario a nuestros sentimientos. ¿Necesito
explicarlo? Confieso que me resulta extremadamente desagradable. (…) El
tribunal no es, evidentemente, el lugar para hablar contra el ilegalismo. Obvio.
No queremos hacerlo. Pero si se me acusa de actos que me repugnan, tendré
que explicarme. (…) Y si digo que nunca fui partidario de un método de acción
desastroso, si lo digo más tarde como pienso hacerlo, o si me encuentro en la
120
Le Matin y Le Petit Parisien, 12 de septiembre, 2012; L’Humanité, 3 de febrero, 1913.
121
Mauricius, “Le crime”, l’anarchie, no. 405, 16 de enero, 1913.
122
Carta sin fecha deVictor Kibalchich a Rirette Maitrejean, incluida en É. Michon, op. cit., pág. 105.
25

necesidad de decirlo frente al jurado, no se me podrá objetar nada, porque es


cierto”. 123
El proceso se celebró en febrero de 1913, en el Palacio de Justicia, el
templo del poder republicano, situado en la Isla de la Cité, el corazón de París.
El 31 de enero los veinte imputados, diecisiete hombres y tres mujeres (uno
más, Godorowsky, nunca fue detenido), fueron trasladados al edificio contiguo,
la tétrica Conciergerie, donde la reina María Antonieta y Robespierre, entre
muchos otros, habían pasado sus últimos días, antes de ser guillotinados. El
lunes 3 empezó el juicio del siglo. Los principales diarios nacionales, desde los
conservadores Le Petit Parisien, Le Matin, Le Journal y Le Petit Journal –que,
juntos, tiraban entre quinientos mil y un millón de ejemplares por día- hasta los
nacionalistas L’Intransigeant y L’action Française pasando por L’Humanité,
socialista, periódicos ilustrados, como L’Excelsior o el semanario L’Illustration e,
incluso, L’Echo d’Alger, desde África, reportaron la noticia con títulos a cuatro
columnas.
Desde muy temprano, cientos de curiosos se formaron en la entrada del
majestuoso edificio. El mismo día la policía detuvo a un grupo misterioso, “Los
vengadores de Bonnot”, que asaltaba en nombre de los bandidos trágicos, Se
temían atentados, de manera que el procurador general, Victor Fabre, decidió
cerrar la sala donde sesionaba el tribunal penal. 124 La audiencia se llevó a cabo
frente a un público reducido, integrado únicamente por periodistas y parientes
de las víctimas y de los victimarios. Hacia el mediodía, veinte jóvenes, algunos
de los cuales poco más que adolescentes, ingresaron a la sala del tribunal, a
través de una puerta lateral para sentarse en el banquillo de los acusados.
La primera en asomarse fue Rirette, con el cabello corto, un austero
vestido negro y su peculiar aspecto de colegiala. La prensa la comparó con
Claudine, la heroína de las novelas de la popular escritora Colette. Luego entró
Victor, impasible como siempre, envuelto en su característica blusa rusa, y,
uno tras otro, todos los demás. Enfrente, casi al mismo tiempo, se colocaron los
catorce integrantes del jurado, mientras que, a un lado, justo abajo del jurado,
se podía contemplar la vitrina que exhibía el arsenal de armas con las cuales la
banda había asolado a Francia durante meses: pistolas, rifles, cartucheras,
balas, puñales…
Los preliminares comenzaron con la prolija lectura de los treinta y un
cargos en contra de la banda y la lista de los 239 testigos llamados a declarar.
Después, tomó la palabra el presidente de la audiencia, Couinaud: “señores
jurados”, espetó. “Este no es un proceso político. Demostraremos que los
acusados no son más que vulgares ladrones y asesinos”. Pasó, acto seguido, a
interrogar a Rirette. A pesar de que eran absolutamente ajenos a los crímenes
que se les adjudicaban, ella y Victor enfrentaban, como ya señalado, el cargo
asociación criminal, que era un delito grave.

123
Carta de V. Kibalchich a E. Armand, 22 de enero de 1913 en J. Maitron, Le mouvement social, op. cit. pp.
51-4.
124
Cuando no especificado, la reconstrucción que sigue se fundamenta en los reportajes de los periódicos
citados de febrero de 1913.
26

Rirette se defendió con energía. Admitió conocer a los bandidos, pero


negó ser su cómplice. Explicó que, al llegar, ella y Kibalchich, a la comuna de
Romainville, Callemin, Garnier y los otros se largaron, junto con Lorulot, por los
graves desacuerdos que habían surgido. No aceptó haber sido la directora de
l’anarchie pues “entre nosotros no hay jefes, ni directores”. Añadió que, a partir
de otoño de 1911, cuando la sede del periódico se trasladó a Belleville, ya no
tuvieron relación alguna con los otros imputados. Negó, por último, haber
ocultado mercancía robada y, con respecto a las pistolas que la policía
encontró en su casa, afirmó haberlas comprado a un compañero que estaba de
paso y del cual ignoraba la identidad.
Victor habló de manera pausada, pero clara y elocuente cautivando la
atención del público. Declaró, en primer lugar, ser ruso y no belga. Luego
refrendó lo dicho por Rirette, aunque en el tema de las pistolas, para
descargarla de toda responsabilidad, afirmó que las había adquirido él
mismo.125 Presentó, enseguida, su concepción del anarquismo repudiando
enérgicamente la violencia y las expropiaciones individuales. “Nosotros somos
moderados –afirmó- y no aceptamos la filosofía del determinismo biológico que
profesan los bandidos”. Estas declaraciones provocaron el enojo de Raymond,
lo cual dio pie a que el correspondiente del Times escribiera que Victor se
estaba defendiendo a expensas de los demás. 126
Al cabo de varias horas de preguntas interminables que contestó de
manera puntual, Victor evocó su vida de trabajo y penurias en el pobre
cuartucho de la calle Fessart que servía, al mismo tiempo, de redacción del
periódico. Concluyó reclamando su inocencia: “señores jurados: ¡estoy
enjuiciado por mis opiniones! Se nos ha presentado, a Madame Maitrejean y a
mí, como los encargados de almacenar los bienes robados por los bandidos.
¿Cuál es la verdad? Que no hubo asociación criminal. Siempre hemos vivido en
la máxima pobreza y cuando la policía vino a detenernos no encontró en
nuestra casa más que un puñado de francos. Subsistíamos gracias a las
magras suscripciones de los lectores”. L’Illustration calificó su discurso de
“hábil” y lo describió como “un eslavo soñador, de ojos hundidos y cara
lampiña, el único auténtico teórico de la banda. 127
En abierto desafío al sistema judicial, el 6, jueves de carnaval, l’anarchie
divulgó los nombres de los doce jurados que tendrían la tarea de juzgar a los
bandidos. El proceso se extendió durante 23 largos días, opacando inclusive la
Guerra de los Balcanes y la toma de posesión del presidente Raymond
Poincaré. Incapaces de contestar de manera concluyente, aplastados por el
peso del aparato de justicia, desfilaron, uno tras otro, los imputados
principales: Callemin, Soudy, Monier, Dieudonné, Carouy y Metge. Cada uno
reclamó ser inocente y nadie reivindicó el ilegalismo como estrategia de lucha.
Luego fue el turno de los menores: las otras dos mujeres, Marie Vuillemin y

125
La contradicción está registrada también en el acta de acusación contra Anna Estorges, Prefectura de París.
Copia incluida en el Dossier Victor Serge, Centre d’Histoire Sociale du XXème siécle, 9, rue Malher, 75004
París. El documento tiene anotaciones de Victor y Rirette.
126
Citado en Richard Parry, op. cit., pág.158.
127
L’illustration, 8 de febrero de 1913.
27

Barbe Leclerc y los hombres, De Boë, Belonie, Rodriguez, Dettweiler, Crozat de


Fleury, Gauzy, Jourdan, Reinart, Benard, Poyer. Uno más, Rimbault, fue
declarado mentalmente desequilibrado y se encontraba en un hospital
siquiátrico.
El sábado 8 hubo un momento de gran tensión cuando Caby afirmó
reconocer a Dieudonné como su agresor y éste, desesperado, juró que ese día
se encontraba en Nancy con su madre. El 12, Kibalchich sostuvo un careo
desagradable con Lorulot, sobre el cual tanto él como Rirette tenían
reservas.128 El ex director de l’anarchie, quien ostentaba un amplio sombrero y
un elegante bastón con empuñadura de plata, había acudido a la audiencia
como testigo a favor de Soudy. “¿Es verdad –le preguntó Kibalchich- que
Carouy, Callemin y Garnier frecuentaban la redacción del periódico cuando tú
eras el director? “Es verdad”, contestó Lorulot. “Pero no es un crimen”. “No lo
es”, reviró Victor. “Y, sin embargo, yo me encuentro aquí porque me acusan
precisamente de esto, de conocerlos. ¿A qué se debe tal diferencia de
trato?”.129
El 17 testificó Severine (Caroline Rémy, 1855-1929), la popular escritora
anarquista, quien explicó que un periodista recibe las revelaciones de muchas
personas, pero no tiene derecho -so pena de faltar a la ética profesional- de
divulgarlas. Es normal, asimismo, que un periódico reciba cartas extravagantes
y si se inculpara de ello a su director, las cárceles no se darían abasto. El 18,
intervinieron otros dos anarquistas de larga trayectoria, Pierre Martin y
Sebastien Faure. Martin, gerente de Le Libertaire y en su momento
protagonista de otro famoso proceso, explicó que un periódico anarquista no
tiene director responsable: “un redactor llega, otro se va y nadie hace
preguntas”.130
Sebastien Faure, disertó sobre el Proceso de los Treinta, en el cual él
mismo estuvo sentado en el banquillo de los acusados. “Por lo menos con
respecto a la asociación criminal -dijo-, encuentro numerosas analogías.
Entonces como ahora, a falta de dar con los verdaderos responsables, se
hallaron inocentes para satisfacer el ansia de la opinión pública”. Faure habló
también en descarga de Gauzy, quien estaba enjuiciado por haber ofrecido
hospitalidad a Bonnot. El derecho de asilo, dijo, es un deber sagrado: “nosotros
preferimos actuar de acuerdo a nuestra moral contra la ley que, de acuerdo a
la ley, contra nuestra moral”.
La tensión aumentaba a medida que se acercaba el final. Al terminar las
comparecencias, el procurador Fabre, con mirada severa y ataviado en su toga
color de sangre, clamó por la vindicta pública. Pronunció, acto seguido, una
requisitoria durísima que se prolongó durante varias horas, reiterando que los
acusados habían cometidos crímenes abominables y no merecían misericordia.

128
R. Maitrejean, op. cit., pág. 82. Las percepciones de Victor y Rirette estaban equivocadas ya que no
salieron cuestionamientos sobre la honorabilidad de Lorulot.
129
Véase, al respecto, la versión de Lorulot en J. Maitron, “De Kibaltchiche à Victor Serge”, op. cit., pp. 67-
69.
130
Es el llamado “Proceso de los 66”, celebrado en Lyon en 1883 contra varios activistas anarquistas, entre
ellos Kropotkin.
28

Aseveró, con palabras vehementes, que el anarquismo mismo era un delito ya


que representaba un grave riesgo para la estabilidad social. El 19, después de
analizar durante más de siete horas los delitos cometidos por cada uno de los
imputados, pidió el castigo supremo, es decir la guillotina, para Callemin,
Carouy, Soudy, Monier, Metge y Dieudonné, a pesar de que, el día del asalto en
la calle Ordener, éste había sido visto por decenas de personas en Nancy. Para
todos los demás, incluyendo a Victor y Rirette, Fabre exigió la pena de los
trabajos forzados.
Se dio paso a las arengas de la defensa. Uno tras otro, los abogados
-algunos de los cuales, como VIncent de Moro-Giafferri, el defensor de
Dieudonné, eran famosos penalistas o lo serían pronto- solicitaron la absolución
de los imputados, por insuficiencia de prueba. El 25 le tocó a Charles Le Breton,
el defensor de Victor, quien tras un largo discurso en el que retrató a su cliente
como un joven probo totalmente ajeno a los hechos que se le imputaban,
afirmó que la justicia había fallado en no concederle la libertad provisional,
pero tenía ahora la oportunidad de reparar el daño absolviéndolo sin reservas.
Exhibió, acto seguido, cartas del jurista Apollon Kareline, de Moscú, del
diputado socialista Ernest Roche y del filósofo Han Ryner que exigían la
liberación del joven anarquista afirmando que era incapaz de cometer un
crimen alguno.

Epílogo
El miércoles 26 el jurado se reunió para deliberar. Al cabo de un debate que se
prolongó hasta la mañana del día siguiente, condenó a la pena de muerte a
Callemin, Soudy, Monier y Dieudonné. De nada sirvió que, al último momento,
Raymond confesara ser él el agresor de Caby. Era demasiado tarde. Sin
pruebas fehacientes, Carouy y Metge fueron sentenciados a trabajos forzados a
perpetuidad. Esa misma noche, al regresar a su celda de la Conciergerie,
Carouy, el fanático de la libertad, burló la justicia suicidándose con la pastilla
de cianuro que escondía en la suela de sus zapatos. Metge purgaría su pena en
La Cayena, capital de la Guayana Francesa, hasta su muerte, a principios de la
década de los treinta, cuando se desempeñaba como cocinero del gobernador.
Jean de Boë fue sentenciado a diez años por asociación criminal y
encubrimiento. A finales de año fue enviado a la Isla del Diablo, la colonia penal
más dura de la Guayana Francesa, cuyo solo nombre evocaba el infierno.
Intentó fugarse y no lo logró, pero la segunda vez consiguió llegar a
Paramaribo, Guayana Holandesa. Trabajó para pagarse el boleto en barco y
llegó a Bruselas en 1922. Reanudó su profesión de tipógrafo y se consagró, en
adelante, a la militancia sindical, a la actividad antifascista y a la solidaridad
con la revolución española. En 1937 visitó Barcelona y, al finalizar la guerra
civil, adoptó dos niñas asturianas cuyos padres habían sido asesinados por los
franquistas. Vivió mucho tiempo, pero nunca quiso volver a hablar de sus
andanzas con los bandidos trágicos, a pesar de los repetidos intentos de
entrevistarlo al respecto.131

131
Malcolm Menzies, comunicación al autor. De Boë murió en Bruselas en 1974.
29

Las tres mujeres fueron absueltas, junto a Léon Rodriguez quien, sin
embargo, permaneció en la cárcel, acusado de otros crímenes. Vale la pena
gastar algunas palabras sobre este personaje, ignorado por los historiadores.
En 1920 se evadió de La Cayena, iniciando una vida novelesca de
contrabandista, comerciante, traductor y periodista en Venezuela, América
Central, Colombia, México, Suiza, Trinidad, Estados Unidos, Italia… A lo largo de
cuarenta años, nunca dejó de enviar textos a E. Armand, quien los publicaba en
L’en dehors y L’Unique, las revistas que animaba. A principios de los sesenta,
regresó a París, cuando expiró su pena, sin que nadie pudiera molestarlo. Murió
en 1969, no sin antes confiar sus recuerdos al escritor Malcolm Menzies, de
quien fue amigo. Sus memorias se guardan en los archivos del Institut Français
d’Histoire Sociale, en espera de que algún editor se anime a publicarlas. 132
¿Y Victor? Ese 26 de febrero se sentía optimista. Pensaba que su defensa
había sido brillante y se esperaba una condena de seis meses, máximo un año,
lo cual le hubiera permitido recobrar la libertad. Pero no fue así: Victor-
Napoleon Llovich Kibalchich fue condenado a cinco años de prisión firme y a
cinco años de interdicción de residencia por el asunto de los dos revólveres,
encontrados en la calle Fessart. El día siguiente mandó una carta a Rirette:
“amiga mía estoy feliz por vuestra libertad; yo seré el único que seguirá
sufriendo. Todo terminará. Regresaré. Mientras tanto intentad ser feliz.
Conservad el afecto de Chinette. Aprovechad del sol, de las flores, de los
buenos libros, de todo lo que juntos amamos…. Pero lo que os pido, amiga mía,
es de no volver nunca, nunca a ese medio”. 133
Rirette confió sus recuerdos al periódico Le Matin que los publicó en
primera plana entre el 19 y el 31 de agosto, suscitando la ira de Mauricius, su
ex compañero.134 Victor, por su parte, purgó la pena en la cárcel de Melun,
donde el 4 de agosto de 1915, se casó con Rirette para obtener los beneficios
de las visitas conyugales. La nutrida correspondencia entre los dos -unas 500
cartas, según Vlady135- permanece extraviada. Esa mujer diminuta que Serge
describe como una “militante agresiva y delgada, de perfil gótico”, se mantuvo
fiel a los ideales libertarios hasta que murió en 1968, justo en tiempo para
enterarse de la revuelta de mayo.
Dieudonné se salvó al último momento, gracias a las gestiones de Moro-
Giafferri. El domingo 20 de abril el flamante presidente Poincaré conmutó la
pena de muerte a que había sido condenado por trabajos forzados a
perpetuidad en la Isla del Diablo, lo cual mostraba la insensatez del sistema
judicial porque, si era inocente -y lo era-, tendría que haber salido libre. No era
hombre que se rindiera fácilmente y, al cabo de tres intentos frustrados, logró
fugarse en balsa el 6 de diciembre de 1926, junto a cuatro presos más. Tras

132
Malcolm Menzies, Mastatal, op. cit. pp. 272-281; Léon Rodriguez, Mémoires et confessions.
Réminiscences d’un évadé du bagne et survivant de la Bande à Bonnot, manuscrito inédito.
133
R. Maitrejean, op. cit., pp. 62-3. Curiosamente, Victor y Rirette se hablaban de usted, en contraste con un
medio en donde todo el mundo se tuteaba.
134
Mauricius, “L’oeuvre d’une goule”, l’anarchie no. 437, 28 de agosto, 1913. Los recuerdos en cuestión
fueron republicados en R. Maitrejean, op. cit.
135
Entrevista con Vlady, op. cit.
30

cruzar el Orinoco y las forestas amazónicas, llegó a Belén, en el estado


brasileño de Para y luego se estableció en Rio de Janeiro, Brasil. Recibió el
perdón en 1928, gracias a la campaña organizada por el valiente periodista
Albert Londres, connotado crítico del sistema penal francés. 136 Regresó a París,
en donde reanudó su profesión de ebanista y escribió un relato sobre sus
experiencias.137 Murió en 1944.
Callemin, Soudy y Monier fueron guillotinados el día 21 en la Santé, en
presencia de unos cuantos periodistas y de Michon, el criminólogo. La fecha de
la ejecución se había mantenido secreta para evitar las protestas fuera de la
cárcel. Todos rechazaron el vaso de ron que tradicionalmente se ofrecía a los
condenados y todos se condujeron con dignidad. Raymond recobró la
agresividad de antaño y, sarcástico, espetó a los que habían acudido a
contemplar su muerte: “Es hermosa, ¿no?, la agonía de un hombre…” 138 Soudy
legó sus huesos a diferentes instituciones públicas y Monier murmuró: “he aquí
un día sin mañana”.
“Adiós”, tituló a cuatro columnas l’anarchie del jueves 24. “Nos
esperábamos su muerte y sin embargo el anuncio y la descripción del calvario
que sufrieron nos llenó de consternación. No es la muerte que nos conmueve.
Es la tortura a que fueron sometidos”. “Admiro el valor que tuvieron en el
momento supremo”, concedió René de Marmande de Les Temps Nouveaux, un
periódico que, como sabemos, no había ahorrado sus críticas al ilegalismo. 139
Los sueños e ilusiones de aquellos “adolescentes más unidos que
hermanos” se infringieron en el cadalso o en los baños penales del trópico.
Errico Malatesta, un hombre a quien difícilmente se podría tachar de
moderado, escribió su epitafio: “tenían valor; y el valor es, indudablemente,
una cualidad hermosa. Pero puede ser usada al servicio del bien como del mal.
Hemos visto hombres valientes entre los mártires de la libertad y también
entre los tiranos más odiosos. El valor se encuentra entre los revolucionarios y
también entre los camorristas, los soldados y los policías”. La conclusión del
viejo militante era severa: “el robo y el asesinato son medios peligrosos y, en
general, poco productivos. Es un camino que lleva, con frecuencia, a pasar el
resto de la vida en la cárcel o a dejar la cabeza en la guillotina, sobre todo si se
comete la imprudencia de atraer la atención de la policía declarándose
anarquistas o frecuentando anarquistas”. 140
L’anarchie fue suprimida, junto a los otros periódicos libertarios, en julio
de 1914, justo antes que estallara la Guerra Mundial. El ruido mediático en
torno al proceso ayudó a descalificar al movimiento anarquista en sus

136
Albert Londres, escribió un relato sobre la fuga de Dieudonné: L’homme que s’évada, Les éditions de
France, París, 1928.
137
Eugène Dieudonné, La vie des forçats, Paris, 1930 (reedición, Libertalia, París, 2007, con introducción de
Jean-Marc Rouillan.
138
E. Michon, op. cit., pág. 52.
139
R. De Marmande, “Leur mort”, Les Temps Nouveaux, año 18, no. 52, 26 de abril de 1913.
140
E. Malatesta, “Les Bandits Tragiques”, La Société Nouvelle, año 19, no. 2, agosto de 1913.
31

esfuerzos antibélicos, cuando lo que más temían los imperialistas era que los
trabajadores del mundo llegaran a entenderse. Victor Kibalchich, alias Le Rétif,
Ralph, Yor, Le Masque y algunos pseudónimos más, cumplió su pena hasta el
último día. Salió de la cárcel el 31 de enero de 1917, para empezar una nueva
vida, también rebelde, aunque muy alejada de su individualismo juvenil.

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