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(1907-1913)
La vida insolente, la vida anarquista
Claudio Albertani
Gemeinwesen Comunidad Ediciones
Territorios administrados por el Estado mexicano
Editorial nómada sin dirección de internet
gemeinwesen.ediciones@protonmail.com
Claudio Albertani
Un periódico execrado
Conforme avanzaban las investigaciones, se supo
que algunos miembros de la banda eran -como el
mismo Callemin- de origen belga. Todos frecuentaban
la redacción de l’anarchie (así, con minúsculas), una
publicación radical de gran formato que salía los
jueves, alcanzando el tiraje, nada despreciable, de
6,500 ejemplares.8 Su fundador, Albert Libertad (Joseph
Albert, 1875-1908), había elaborado una versión
del anarquismo que articulaba los planteamientos
clásicos de Bakunin, Kropotkin y Reclus sobre la
emancipación colectiva con el individualismo
radical de Max Stirner, el moralismo “sin sanción
ni obligación” de Jean-Marie Guyau9, y la filosofía
trágica de Nietzsche. “No se sabe nada de él antes
de la predicación”, escribe Victor Serge. “Inválido de
las dos piernas, apoyado en unas muletas que usaba
vigorosamente en las escaramuzas, gran peleador
por lo demás, llevaba sobre un torso poderoso una
revolución rusa.
Los cuatro muchachos compartieron libros,
ideales y una gran devoción recíproca. El paso por el
POB fue efímero. El socialismo reformista y aburguesado
de la época no podía más que decepcionar a
esos jóvenes idealistas, hambrientos de absoluto,
que buscaban dar sentido a la vida. Indignados
con el líder del partido, Émile Vandervelde, que era
partidario de anexar el Congo a Bélgica, Victor y sus
amigos se marcharon de un congreso socialista al
grito de “¡El Congo para los congoleses!”.37 Fundaron,
acto seguido, un colectivo, el Grupo Revolucionario
de Bruselas (GRB), para el cual Victor redactó, entre
otros, dos textos firmemente anticolonialistas: “Acerca
del Congo” y el manifiesto “Nosotros y el Congo”.38
Más adelante, el padre de Raymond declararía a
un periodista que la desgracia de su hijo fue haber
encontrado a ese joven ruso que le contaminó el
cerebro con sus doctrinas envenenadas.39
Pronto, se les unió uno más de los futuros
integrantes de la Banda Bonnot: Edoaurd Carouy
(1883-1913), de profesión tornero, quien amaba la
libertad al punto de comprar pájaros enjaulados
solo para liberarlos y dejarlos volar en el cielo.40 Victor
emprendió estudios de derecho en la Université
Nouvelle de Bruselas, pero, después de leer el
célebre folleto A los jóvenes, de Kropotkin, decidió
37 El Congo era administrado como empresa financiera de
carácter privado por el rey Leopoldo II (1835-1909)). En 1908,
el Congo fue anexado a Bélgica con el acuerdo de la fracción del
POB dirigida por Vandervelde (1866-1938), a la sazón uno de los
principales dirigentes del partido y de la II Internacional.
38 “Nous et le Congo”, Manifeste de la Jeune Garde
Revolutionnaire de Bruxelles, Le Communiste no. 8, 18 enero, 1908 y
Le Rétif, “A propos du Congo”, Le Communiste no. 12, 1º de mayo,
1908. El primer número de Le Communiste salió el 15 de junio, 1907,
con un tiraje de 2,000 ejemplares y el lema “la verdad te hace libre,
la libertad te hace bueno”. El último es de septiembre de 1908, por un
total de 17 entregas.
39 Le Petit Parisien, 10 de abril, 1912.
40 V. Serge, Memorias, op. cit., pp. 35-36.
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La vida insolente, la vida anarquista
Rebelión y poesía
El joven Victor Serge se adhirió a los 17 años
al anarquismo comunista y revolucionario de
matriz kropotkiniana. Como el mismo explica en las
Memorias, el pensamiento ácrata lo cautivó porque,
a diferencia del socialismo, buscaba vincular la
práctica con la teoría, las ideas con la vida. Aunque
algunos de sus biógrafos parecen ignorarlo, el escritor
se quedó vinculado a diferentes tendencias del
movimiento durante por lo menos doce (1907-1919)
de los cuarenta años que duró su actividad pública
(1907-47). Desarrolló así una marcada sensibilidad
libertaria que arroja luz sobre su obra y que conservó
hasta el final. Tan es así que, en la entrevista que
concedió al llegar a México en 1941, Serge afirmó
haberse adherido al partido bolchevique en mayo
de 1919 en calidad de anarquista y como tal haber
sido aceptado.51
Autodidacta y lector incansable, el joven
Serge alternó su formación política y filosófica con la
literaria. Entre sus lecturas encontramos un extenso
catálogo de poetas, especialmente los malditos:
François Villon, el bardo medioeval, forajido él mismo,
Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud y Verlaine, pero
también los contemporáneos: Guillaume Apollinaire,
Louis Nazzi, Charles Vildrac, Jehan Rictus y el más
amado: el belga Émile Verhaeren, que cantaba
en versos libres la miseria humana en campiñas
alucinadas y ciudades tentaculares. “La poesía –
escribió en la Memorias- sustituía para nosotros a la
50 “Federation Anarchiste de Belgique”, Rhillon, “Le
commencement de la fin” (sobre Draveil) y GRB, “Assassins!”, Le
Communiste no. 17, 8 de agosto, 1908.
51 Juan Luis Velázquez, “Hablando con Victor Serge”, revista
Hoy, 18 de octubre, 1941. En esta entrevista, la única que concedió en
México, Serge revela varios aspectos de su vida.
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¿Ilegalista?
Le Rétif duró muy poco tiempo en Lille. París le
llamaba. París, el centro del mundo, la capital de
las revoluciones del siglo XIX. París, la ciudad donde,
como escribió el poeta ruso Ossip Mandelstham, se
puede bogar sin conocer el tedio, olvidando el resto
del universo.68 París, la ciudad que ponía en escena
todas las contradicciones de la vida moderna,
todas las alienaciones del individuo, pero también el
apetito de libertad, de conocimiento, de absoluto…
Estos pensamientos y muchos otros se cruzaban en su
mente cuando desembarcó en el Barrio Latino con
unos cuantos centavos en el bolsillo, como lo hicieron
tantos vagabundos geniales antes y después de él.
Finalizaba el verano de 1909 y todavía no cumplía
los 19 años. E. Armand, que lo conoció entonces, lo
recuerda como un joven distinguido, elocuente y un
tanto cínico que citaba con soltura a Ibsen, Stirner y
Nietzsche.69
Inició en esos meses una intensa colaboración
con l’anarchie abandonando sus convicciones
“comunistas” para convertirse a la doctrina de
Libertad. El cambio de perspectiva no radica en la
reivindicación del ilegalismo que ya encontramos en
escritos anteriores, sino en la crítica del sindicalismo
y en la defensa de las tesis individualistas. Siguió
empleando el pseudónimo “Le Rétif”, pero ahora
firmaba también como “Yor”, “Le Masque” y “Ralph”.
El primer texto de corte abiertamente individualista
es de poco sucesivo a su llegada a París. Se llama
“La vida anarquista” y es una incitación a vivir en
el presente dejando a lado la creencia en una
revolución lejana: “¿el futuro? Una quimera para
67 Ibídem, pág. 28.
68 Ossip Mandelstham, De la poésie, Gallimard, París, 1990,
pág. 151.
69 E. Armand, “Kibaltchiche et l’anarchie”, L’unique no. 29 de
avril, 1948 ; “Questions d’histoire”, L’unique no. 45, enero, 1950.
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El final
Regresemos a los acontecimientos de ese invierno
de 1911-12. El asalto de la calle Ordener fue la
primera de una serie de acciones espectaculares
que asolaron a Francia entre diciembre de 1911
y mayo de 1912. Mientras Caby, el empleado del
banco, se recuperaba de sus heridas (quedaría
lisiado de por vida), el 24 de diciembre, integrantes
de la banda desvalijaron una armería en la céntrica
calle Lafayette. Habían cruzado el punto sin retorno:
en adelante sus atracos se caracterizarían por una
violencia indiscriminada y por el número de víctimas.
Esa misma noche, Callemin y Garnier se entrevistaron
con Victor y Rirette en la nueva sede de l’anarchie,
calle Fessart no. 24, en Belleville. Ya no eran los
mismos hombres; marcados por la muerte esperaban
el instante fatal en que pagarían su deuda. Fue un
encuentro ominoso. Exhausto y agotado, Raymond
había perdido su agresividad y admitió lo que Victor
había temido desde el principio: los autores del asalto
eran ellos.95
El 31 de diciembre Garnier y Carouy intentaron
robar el auto de un doctor en Gand, Bélgica, matando
al velador. El 2 de enero, en Thiais, a las afuera de
París, un rico anciano de 91 años y su sirvienta de 72,
fueron salvajemente asesinados por desconocidos
que se dieron a la fuga llevándose un botín de varios
miles de francos. Se culpó a Carouy y a su amigo
Marius Metge, pero, aunque serían condenados
por este crimen abominable, su culpabilidad nunca
fue demostrada. Serge afirma en las Memorias que
Carouy, “ajeno a esos dramas” era completamente
incapaz de matar y pagó por otro. 96 El 10 de enero,
94 V. Serge, Carnets, op. cit., pág. 540.
95 V. Méric, Les bandits tragiques, op. cit., pág. 132.
96 B. Thomas, op. cit., pp. 122-23 y V. Serge, Memorias, op.
cit. pp. 59 y 65.
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Espera angustiosa
El final espectacular de Bonnot, Dubois, Garnier y Valet
contribuyó a que la banda entrara en la leyenda
lo cual, evidentemente, complicaba más aún la
situación jurídica de los encarcelados. La conmoción
en torno al caso fue tal que Émile Michon, el citado
psicólogo criminalista, obtuvo el permiso de visitar
a los presos para hurgar en sus almas y arrojar un
poco de luz sobre las razones de su comportamiento,
aparentemente, incomprensible. Lo curioso es que,
en lugar de acreditar la versión de que eran unos
monstruos sanguinarios, el ilustre científico acabó
fascinado por su humanidad exuberante. “¿Tienen
estos hombres el culto de la amistad? Yo diría que
sí. Cuando les pregunté: ¿cuál es el dolor moral que
más les preocupa? Todos contestaron: la traición de
un amigo. A la cuestión: ¿quiénes son sus seres más
queridos?, todos asignaron un lugar preponderante
a los amigos. Interrogado sobre cuál sería una
sensación agradable, uno de ellos manifestó: -la
completa harmonía de mis sentidos y facultades
cuando vagabundeo con un amigo querido, un
hermano del alma”.113
Lo cierto es que esos muchachos no encajaban
en el estereotipo del criminal feroz que había creado
la prensa. Practicaban gimnasia sueca, eran buenos
conversadores, rigurosamente abstemios y muy
limpios, lo cual contrastaba con la vulgaridad de
El proceso
¿Cuál sería la actitud de Victor y Rirette en el proceso?
No querían renegar de sus amigos, ni mucho menos
hacerles daño, pero no estaban dispuestos a pagar
por crímenes que no habían cometido y que les
120 Le Matin y Le Petit Parisien, 12 de septiembre, 2012;
L’Humanité, 3 de febrero, 1913.
121 Mauricius, “Le crime”, l’anarchie, no. 405, 16 de enero,
1913.
122 Carta sin fecha deVictor Kibalchich a Rirette Maitrejean,
incluida en É. Michon, op. cit., pág. 105.
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wEpílogo
El miércoles 26 el jurado se reunió para deliberar. Al
cabo de un debate que se prolongó hasta la mañana
del día siguiente, condenó a la pena de muerte a
Callemin, Soudy, Monier y Dieudonné. De nada sirvió
que, al último momento, Raymond confesara ser él el
agresor de Caby. Era demasiado tarde. Sin pruebas
fehacientes, Carouy y Metge fueron sentenciados a
trabajos forzados a perpetuidad. Esa misma noche,
al regresar a su celda de la Conciergerie, Carouy, el
fanático de la libertad, burló la justicia suicidándose
con la pastilla de cianuro que escondía en la suela de
sus zapatos. Metge purgaría su pena en La Cayena,
capital de la Guayana Francesa, hasta su muerte,
a principios de la década de los treinta, cuando se
desempeñaba como cocinero del gobernador.
Jean de Boë fue sentenciado a diez años por
asociación criminal y encubrimiento. A finales de año
fue enviado a la Isla del Diablo, la colonia penal más
dura de la Guayana Francesa, cuyo solo nombre
evocaba el infierno. Intentó fugarse y no lo logró,
pero la segunda vez consiguió llegar a Paramaribo,
Guayana Holandesa. Trabajó para pagarse el boleto
en barco y llegó a Bruselas en 1922. Reanudó su
profesión de tipógrafo y se consagró, en adelante,
a la militancia sindical, a la actividad antifascista y
a la solidaridad con la revolución española. En 1937
visitó Barcelona y, al finalizar la guerra civil, adoptó
dos niñas asturianas cuyos padres habían sido
asesinados por los franquistas. Vivió mucho tiempo,
pero nunca quiso volver a hablar de sus andanzas
con los bandidos trágicos, a pesar de los repetidos
intentos de entrevistarlo al respecto.131
Las tres mujeres fueron absueltas, junto a Léon
Rodriguez quien, sin embargo, permaneció en la
cárcel, acusado de otros crímenes. Vale la pena gastar
algunas palabras sobre este personaje, ignorado por
los historiadores. En 1920 se evadió de La Cayena,
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