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Victor Serge-Le Rétif

(1907-1913)
La vida insolente, la vida anarquista

Claudio Albertani
Gemeinwesen Comunidad Ediciones
Territorios administrados por el Estado mexicano
Editorial nómada sin dirección de internet
gemeinwesen.ediciones@protonmail.com

Ningún derecho reservado. Toda la vida a liberar.


ISBN: recordando al compañero Bartleby preferimos no hacerlo.

Primera edición, inicios de 2018


100 ejemplares

Burnin’ and lootin’


Victor Serge-Le Rétif
(1907-1913)
La vida insolente, la vida anarquista 1

Claudio Albertani

La resignación es la muerte, la revuelta es la vida


Albert Libertad

Anarquía, anarquismo, anarquista. Palabras


espantosas que huelen a miedo y estremecen a
quienes no las conocen
Le Rétif

Gemeinwesen Comunidad Ediciones

1 Le Rétif, “Anarchistes”, Le Révolté no. 26, 28 de noviembre,


1908.
Claudio Albertani

El jueves 21 de diciembre de 1911, un día frío y


lluvioso, París fue teatro de un asalto espectacular. En
punto de las nueve de la mañana, justo cuando la
sucursal bancaria de la Société Générale, situada en
el número 146 de la muy popular calle Ordener, en
el barrio de Montmartre, estaba por abrir sus puertas,
dos sujetos elegantemente vestidos dispararon a
sangre fría contra el recaudador del banco, Ernest
Caby, hiriéndole de gravedad y despojándole de
la mochila con el dinero para la operación del día.
Acto seguido, se esfumaron en una lujosa limusina
marca Delaunay-Belleville que les esperaba con el
motor encendido. Aunque la suma incautada resultó
mucho menor a lo previsto (Caby tenía gran parte
del dinero escondido en otra bolsa), el hurto causó
una conmoción enorme en la opinión pública, no
solo por la temeridad y sangre fría de los asaltantes,
sino porque en esa época la policía se desplazaba a
pie, en bicicleta o a caballo. Había nacido un nuevo
género de delito: el asalto en automóvil.
Posteriormente, la limusina fue encontrada sin
placas en la playa de Dieppe, Normandía, lo cual
dejaba entender que los asaltantes se habían fugado
a Inglaterra. En realidad, habían regresado a París
y durante los meses siguientes, sus gestas, a veces
de una violencia inaudita, ocuparon las primeras
páginas de los principales periódicos franceses.2 La
policía creyó, en un primer momento, enfrentarse
a profesionistas del delito ya que estaban armados
con rifles último modelo, de manera que las primeras
pesquisas se orientaron hacia los ambientes de la
criminalidad tradicional.
A los pocos días, sin embargo, un chivato
reveló que, después de haber sido sustraída a su
legítimo propietario, la Delaunay-Belleville había
2 Véase: Frédéric Lavignette, La Bande á Bonnot à travers la
presse de l’époque, Éditions Fage, Lyon, 2008. Se trata de una extensa
recopilación de artículos de prensa de la época que cubre la crónica de
los asaltos atribuidos a la Banda Bonnot y el proceso que siguió.
6
La vida insolente, la vida anarquista

permanecido varios días estacionada en el taller


de un tal Jean Detweiller, mecánico de Bobigny,
conocido por frecuentar a los medios libertarios.3
Fue así como el comisario Xavier Guichard4, célebre
investigador y jefe de la tercera brigada -integrada
por 24 agentes especializados en “anarquismo”-
orientó las pesquisas hacia los ácratas, auxiliado por su
adjunto, el inspector Louis Jouin. Pronto, se descubrió
que los culpables eran unos jóvenes proletarios en
guerra contra la sociedad burguesa. Perseguidos
por toda Francia, burlaron a la policía durante meses
multiplicando sus delitos y creando en torno a sí un
halo de terror, pero también de innegable simpatía.5
La prensa los bautizó con el nombre de
“Banda Bonnot” porque adjudicó a Jules Bonnot, un
mecánico lionés de 35 años, especialista en hurto de
autos, el papel de líder. Sin embargo, el criminólogo
Émile Michon –que entrevistó a los bandidos en
la cárcel- llegó a la conclusión que el verdadero
cerebro de la pandilla era Raymond Callemin, alias
Raymond la ciencia, 22 años, un joven diminuto,
aunque recio, de espíritu cáustico, amante de la

3 Le Petit Parisien, 29 de diciembre, 1911.


4 Xavier Guichard aparece en las novelas de Georges Simenon
como jefe del famoso comisario Jules Maigret, el personaje ficticio
que le dio fama como escritor.
5 La literatura sobre la banda Bonnot es abundante. Véase,
entre otros títulos: Rirette Maitrejean, Souvenirs d’anarchie, Éditions
La digitale, Quimperle (Francia), 2005 (primera edición, 1913); Émile
Michon, Un peux de l’âme des bandits, Dorbon-Ainé, Paris, 1913,
Victor Méric, Les Bandits Tragiques, Simon Kra Éditeur, Paris, 1926;
Malcolm Menzies, En exil chez les hommes, Paris, rue des Cascades,
2007 (primera edición, 1987); Bernard Thomas, La bande à Bonnot,
Claude Tchou éditeur, París, 1968; Richard Parry, The Bonnot Gang.
The story of the French Illegalist, Rebel Press, 1987; Anne Steiner,
Les en-dehors. Anarchistes individualistes et illegalistes a la “Belle
Époque”, Éditions l’échappée, París, 2008. Existe también un filme
de 1968, La Bande à Bonnot de Philippe Fourastié, con el cantante
Jacques Brel en el papel de Raymond Callemin, https://www.youtube.
com/watch?v=WhmPq2CgMXY
7
Claudio Albertani

música y del teatro.6 Rápido para idear los golpes


y aún más para ejecutarlos, Raymond solía decir:
“tenemos que echar mano de los progresos de la
ciencia. Nada grande se logra sin ella: automóvil,
teléfono, telégrafo, armas de precisión; he aquí lo
que necesitamos. En cuanto a lo demás, podemos
confiar en nuestro valor e inteligencia”.7

Un periódico execrado
Conforme avanzaban las investigaciones, se supo
que algunos miembros de la banda eran -como el
mismo Callemin- de origen belga. Todos frecuentaban
la redacción de l’anarchie (así, con minúsculas), una
publicación radical de gran formato que salía los
jueves, alcanzando el tiraje, nada despreciable, de
6,500 ejemplares.8 Su fundador, Albert Libertad (Joseph
Albert, 1875-1908), había elaborado una versión
del anarquismo que articulaba los planteamientos
clásicos de Bakunin, Kropotkin y Reclus sobre la
emancipación colectiva con el individualismo
radical de Max Stirner, el moralismo “sin sanción
ni obligación” de Jean-Marie Guyau9, y la filosofía
trágica de Nietzsche. “No se sabe nada de él antes
de la predicación”, escribe Victor Serge. “Inválido de
las dos piernas, apoyado en unas muletas que usaba
vigorosamente en las escaramuzas, gran peleador
por lo demás, llevaba sobre un torso poderoso una

6 Véase la descripción de Raymond Callemin en: Victor Serge,


Memorias de un revolucionario, Veintisiete Letras, Madrid, 2011
(libro póstumo, primera edición en francés, 1951), pp. 28 y 44.
7 É. Michon, op. cit., pág. 20. Lo mismo señala Victor Méric,
op. cit. http://bibliolib.free.fr/article.php3?id_article=107
8 La revista se publicó durante nueve años, del 13 de abril de
1905 hasta el 30 de julio de 1914, por un total de 485 entregas. Una
selección se puede consultar en: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/
cb34429211d/date.r=.langfr y otra en: http://archivesautonomies.
org/spip.php?article88
9 Jean-Marie Guyau (1854-88), autor de ensayos sobre
arte, ateísmo y filosofía presocrática. Su Esbozo de una moral sin
obligación ni sanción, influenció a Nietzsche.
8
La vida insolente, la vida anarquista

cabeza barbuda de frente armoniosa”.10


Libertad era un hombre de acción, más que
un teórico, un agitador, más que un dirigente político.
Excelente orador, gran desmitificador de ideologías,
llegaba a todas partes con sus piernas enfermas
y su mirada ardiente. El credo que profesaba era
tan sencillo como contundente: “¡rebélate!, ¡sé un
hombre libre!, ¡Vive en camaradería! ¡Sacude, de
una vez por todas, las cadenas que te atan a una
vida mediocre y miserable! La revolución no puede
esperar el gran día; tiene que empezar aquí y ahora”.
En 1902, en pleno caso Dreyfus, Libertad fundó la
Liga Antimilitarista, con el objetivo de radicalizar la
propaganda contra el ejército.11 Poco después, creó
el movimiento de las Causeries Populaires (Charlas
Populares), conferencias abiertas a todo público
que abarcaban los temas más variados: desde el
pacifismo hasta la investigación científica pasando
por el ateísmo, el abstencionismo electoral, el arte y
la comida vegetariana.
El jueves 13 de abril de 1905 apareció el primer
número de l’anarchie. En el editorial leemos: “la libertad
del hombre llega hasta dónde le alcanza su potencia.
(…) Hoy, no mañana, en este instante mismo, surge
un mundo anarquista compuesto de individuos que
solo obedecen a las fuerzas objetivas”.12 Un artículo la
emprendía contra los resignados y otro polemizaba
con los anarcosindicalistas, ya que luchaban por la
jornada de ocho horas olvidando la lucha contra el
capitalismo. Había, además un informe sobre Rusia y
una crónica desde España. A partir de entonces y con
frecuencia semanal, Libertad se dedicó a martillar al

10 V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 39.


11 Alfred Dreyfus fue un capitán del ejército francés de origen
judeo-alsaciano injustamente condenado por espionaje. El caso duró
entre 1894 y 1906 polarizando la sociedad francesa y dando origen
a un vasto movimiento social en el cual los anarquistas participaron
activamente.
12 Albert Libertad, “Aux anarchistes”, l’anarchie no. 1, 13 de
abril, 1905.
9
Claudio Albertani

hombre mediocre, a fustigar “el culto de la carroña”


e, incluso, a cuestionar a los anarquistas tibios. Provisto
de una pluma afilada y una inteligencia sutil, suscitó
rápidamente admiración, aunque también hostilidad
dentro y fuera del movimiento libertario.13
Libertad vivía en unión libre con Anna Mahé
(1882-1960), maestra, periodista y cofundadora del
periódico, y con Armandine, su hermana, lo cual hizo
escándalo. Jean Grave –a quien Victor Serge tacha
de ser “el pontífice de un anarquismo académico
muy asentado”14- atacó duramente la “desviación
individualista” [sic] desde las páginas de la revista
que dirigía, Les Temps Nouveaux (Tiempos Nuevos),
órgano de la ortodoxia anarquista, si es que algo así
puede existir… Lo más cuestionable es que arremetió
contra Libertad con calumnias, incluso de orden
sexual, sentando un muy mal precedente.15 Por otra
parte, dos figuras significativos del anarquismo, Max
Nettlau y Errico Malatesta expresaron, en distintos
momentos que individualistas, y societarios no pueden
más que expresar dos maneras complementarias de
vivir el anarquismo, aunque ambos precisaron que el
individualismo de aquel que se ocupa únicamente
de sí mismo, es el individualismo de los capitalistas y
de los opresores.16
Lo cierto es que el anarquismo no es un sistema
13 Véase la recopilación: Albert Libertad, Le culte de la
charogne. Anarchisme, un état de révolution permanente (1897-1908),
préf. d’Alain Accardo, présentation de Charles Jacquier, postface de
Gaetano Manfredonia, Agone, Marseille, 2006.
14 V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 38. En l’anarchie no. 304,
2 de febrero, 1911, Le Rétif definió a Jean Grave “el bonzo de la
anarquía”.
15 Jean Grave, Mémoires d’un anarchiste, Éditions du Sextan,
París, 2009 (primera edición, 1930). Discípulo de Kropotkin, Grave
(1854-1939) fundó en 1895 Les Temps Nouveaux, revista que se
publicó hasta 1914.
16 Errico Malatesta, “Le Congrès d’Amsterdam”, Les Temps
Nouveaux no.22, año trece, 28 de septiembre, 1907 y Max Nettlau,
“Anarchisme: Communiste ou individualiste? L’un et l’autre”, Les
réfractaires, deuxième serie, no. 2 febrero-marzo de 1914.
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La vida insolente, la vida anarquista

cerrado, sino, más bien, una manera de estar en el


mundo. Hay, entre los militantes, una sensibilidad
común, el rechazo al Estado y al capitalismo, pero
coexisten -como en el marxismo- tendencias distintas y,
en ocasiones, encontradas: colectivistas, comunistas
libertarios, plataformistas, sindicalistas, naturistas,
anarco-cristianos, organizadores, antiorganizadores...
Herederos de la tradición romántica, los individualistas
marcaron un hito en la Francia de esa época que
no fue “bella” para todos. Además de rechazar, la
miseria, la patria, la familia, la moral burguesa y todo
lo que tenía que ver con el viejo mundo, se atrevieron
a reclamar algo inaudito: el derecho a la felicidad.17
Elaboraron así una crítica social que abarcaba,
no solamente el capitalismo, la explotación y la
opresión, sino también la sexualidad, las relaciones
interpersonales, la alimentación, la ropa (las mujeres
se vestían desenvueltamente, sin someterse a la
moda) y la educación. Anticipaban, en este sentido,
las corrientes radicales contemporáneas como el
feminismo, los situacionistas, los ecologistas y otras
que enfatizan la liberación individual y la crítica de la
vida cotidiana.
Libertad murió prematuramente el 13 de
abril de 1908, a los 33 años, cuando se encontraba
“en plena lucha contra la autoridad y contra los
resignados”.18 Sus ideas le sobrevivieron dando forma
a una de las expresiones más controversiales y, a la
vez, originales del movimiento libertario francés: el
individualismo anarquista. Contrario a lo que algunos
creen, dicha corriente no era necesariamente
partidaria de las acciones violentas. Antes y después
de Libertad, hubo individualistas pacifistas como Han
Ryner (Jacques Élie Henri Ambroise Ner, 1861-1938),
autor del Pequeño Manual Individualista en donde
articula el anarquismo con el estoicismo griego,
17 Albert Libertad, “A la conquète du bonheur”, l’anarchie no.
81, 25 de octubre, 1906.
18 “Aux Anarchistes”, l’anarchie, no. 189, 19 de noviembre,
1908; “Libertad”, Le Révolté no. 25, 21 de noviembre, 1908.
11
Claudio Albertani

Manuel Devaldès (Ernest-Edmond Lohy, 1875-1956)


antimilitarista y pedagogo, Eugen Relgis (Eugen
Sigler, 1895-1987), activista y defensor del pacifismo
y George Palante (1862-1925), sociólogo y filósofo,
autor de La sensibilidad individualista, entre muchos
otros.19
L’anarchie siguió apareciendo cada jueves
bajo la dirección, en diferentes momentos, de
Anna Mahé, André Lorulot (Georges André Roulot,
1885-1963), Mauricius (Maurice Vandamme, 1886-
1974), Rirette Maitrejean (Anna Estorges, 1887-1968)
y E. Armand (Ernest-Lucien Juin, 1872-1962). Este
último queda, junto al propio Libertad, como uno
de los pensadores más importantes y actuales de la
corriente anarcoindividualista. A lo largo de más de
cincuenta años de actividad, Armand cuestionó con
tenacidad y argumentos la idea de que la conquista
del poder por parte de las clases explotadas pueda
llevar a una sociedad mejor y fomentó la crítica
permanente a las instituciones -incluso las que son
producto de revoluciones sociales- que practican,
fomentan y enseñan la dominación de los seres
humanos sobre sus semejantes. Abogó por una suerte
de egoísmo organizado, una ética intelectual, social
y económica a partir del deseo imperioso de vivir
una vida plena, “en camaradería” y contra toda
autoridad impuesta.20
La revista continuó con la línea resueltamente
anti-sindical, anti-obrerista y anti-religiosa de su
fundador. Se mostraba, igual que en la etapa
anterior, muy escéptica acerca de la posibilidad de
llevar a cabo una revolución social, por lo menos
en los términos de las diferentes corrientes del
movimiento obrero, incluyendo a los anarquistas. No
apoyaba la idea de la gran noche redentora ni la
19 Véase también: E. Armand, “Illégalisme”, L’Encyclopédie
anarchiste (1934).
20 Émile Armand, El anarquismo individualista. Lo que es,
lo que puede y vale, Pepitas de Calabaza, Logroño, España, 2009
(primera edición en español 1916, traducción Costa Iscar).
12
La vida insolente, la vida anarquista

propaganda a través de las bombas. Defendía, eso


sí, las expropiaciones individuales no como forma de
enriquecimiento, sino como venganza y respuesta a
la esclavitud del trabajo asalariado. Pregonaba la
revolución aquí y ahora: el amor libre, la gimnasia y
la alimentación natural (nada de alcohol, café, ni
tabaco).
A pesar de que sus redactores carecían de
estudios formales, l’anarchie era una revista culta.
“Los bandidos están saturados de filosofía”, escribe,
estupefacto, Michon.21 Al ojear las páginas de la
revista, además de doctas disquisiciones sobre Stirner
(el más admirado), Nietzsche (muy leído y, a la vez,
muy criticado, a menudo acusado de “individualismo
burgués”22), encontramos notas sobre La Boétie,
Tolstoi, Schopenhauer, Élie Faure (sobrino de Reclus
y futuro historiador del arte), Blanqui, Proudhon e,
incluso Marx, autor entonces poco conocido en
Francia.23 Había textos de anarquistas españoles
(Ricardo Mella) y norteamericanos (Benjamin Tucker,
Voltairine de Cleyre y Emma Goldman).
Las polémicas con los socialistas insurrecionalistas
de La guerre sociale, los anarcosindicalistas de la
Confederación General del Trabajo (CGT) y los
anarquistas ortodoxos de Les Temps Nouveaux o de
Le Libertaire (todos acusados de ser burócratas o,
en el mejor de los casos, intelectuales inofensivos)
ocupaban una columna semanal y buena parte
de los editoriales, pero la revista publicaba también
noticias de carácter internacional (cartas de Rusia
y de Estados Unidos, la represión en España y la
Revolución Mexicana, por ejemplo), textos del
anarquismo clásico (Kropotkin, Reclus, Malatesta y
Mechnikov24), además de perlas como “Elogio a la
21 E. Michon, op. cit., pág. 34.
22 Auguste Boyer, “Individualisme bourgeois et individualisme
anarchiste”, l’anarchie no. 147, 30 de enero, 1908.
23 Mauricius, “Les précurseurs. Marx”, l’anarchie no. 177, 27
de agosto, 1908.
24 Lev Mechnikov (o Léon Metchnikoff, 1838-88), especialista
13
Claudio Albertani

vida” de la entonces desconocida Alexandra David-


Néel (quien firmaba con el pseudónimo de Alexandra
Myrdal25), análisis sobre la educación y la Escuela
Moderna de Francisco Ferrer i Guardia, estudios
económicos de Libero Tancredi 26 y textos literarios de
Pio Baroja 27, entre muchos autores.
Sin embargo, mientras Libertad nunca perdió
de vista el proyecto de emancipación colectiva, a
pesar de su individualismo, sus continuadores fueron
otorgando cada vez más importancia al egoísmo,
al “cientificismo”, a las dietas vegetarianas y a las
doctrinas evolucionistas de Félix Le Dantec, Thomas
Huxley (contra quien Kropotkin había escrito El
apoyo mutuo) e Hippolyte Taine.28 Entre ellos había
de todo: activistas y poetas, sin duda, pero también
pícaros, chivatos y provocadores. En ausencia de
una perspectiva revolucionaria, muchos acabaron
por entender la emancipación individual en términos
puramente egoístas volcándose hacia un ilegalismo
desesperado y sin perspectivas con resultados trágicos
para ellos y desfavorables para el movimiento.

de Japón y Rusia, colaborador de la Geografía Universal de Reclus.


l’anarchie publicó “Le Progrès”, una serie de artículos (número
208-10, febrero 1909) en donde Mechnikov define el progreso de la
civilización en función del aumento del nivel de ayuda mutua.
25 Alexandra David-Néel (1868-1969), orientalista, autora de
unos treinta libros, fue la primera mujer occidental que visitó Tíbet.
“Pour la vie” se publicó con frecuencia semanal desde el no. 347 de
l’anarchie (29 noviembre, 1911) hasta el no. 358 (15 febrero, 1912).
26 Libero Tancredi “L’individualisme méthafisique”,
l’anarchie, no. 359, 22 de febrero de 1912. Después de pasar por el
anarquismo, Tancredi (Massimo Rocca, 1884-1973), se adhirió al
intervencionismo de Benito Mussolini (1914) y, sucesivamente, al
fascismo.
27 Pio Baroja, “Les Nietzschéens”, l’anarchie no. 380, 25 de
julio, 1912
28 Félix Le Dantec (1869-1917), biólogo mecanicista y filósofo
materialista francés, sostenedor de un determinismo absoluto y de
un ateísmo radical. Hippolyte Taine (1828-93) filósofo y psicólogo,
exponente del naturalismo en la línea positivista de Comte y Stuart
Mill. Véase: Memorias, op. cit., pp. 39 y 44.
14
La vida insolente, la vida anarquista

Victor Napoleon Llovich Kibalchich


Al momento de los hechos que estamos evocando,
Rirette Maitrejean compartía la dirección de la
revista con su compañero, Victor Napoleon Llovich
Kibaltchiche (Kibalchich en la grafía castellanizada),
alias Le Rétif (El Refractario), quien todavía no
adoptaba el pseudónimo de Victor Serge. A pesar de
su corta edad -¡21 años!-, Le Rétif ya era un conocido
militante que destacaba como periodista, polemista
mordaz y brillante orador de las Charlas Populares.29
Había nacido en Bruselas, el 30 de diciembre de 1890,
en el seno de una familia paupérrima, aunque ilustrada,
de exiliados rusos que deambulaba por los caminos
del mundo. El padre, Léon Ivanovich Kibalchich
era pariente lejano del químico Nicolái Kibalchich,
miembro del comité central de la Narodnaya Volia
(Voluntad del Pueblo), la organización populista que
detectaba en la comuna rural, el mir, la palanca
que podía regenerar a Rusia y llevar a cabo la
construcción de un socialismo campesino.30
El primero de marzo 1881 los narodniki pusieron
fin a la vida de la “fiera coronada”, el zar Alejandro II.31
Detenido junto a sus compañeros -Zheliabov, Risakov,
Mijailov, Vera Figner y Sofía Peróvskaia-, Kibalchich fu
colgado el 3 de abril de 1881, a la edad de 27 años.
En las tres semanas durante las cuales permaneció
29 Existen dos antologías de los escritos anarquistas de nuestro
autor, una en francés, otra en inglés: Victor Serge, Le Rétif. Articles
parus dans l’anarchie (1909-1912). Textes réunis et presentés par Yves
Pagès, Librarie Monnier, París, 1989; Victor Serge, Anarchists Never
Surrender: Essays, Polemics, and Correspondence on Anarchism,
1908-1938, PM Press, Oakland, 2015.
30 Para este rápido esbozo biográfico, utilicé dos notas redactas
por el mismo Serge, una publicada en Pierre Pascal, Mon journal de
Russie. En communisme. 1918-21, L’Age d’Homme, Lausana, 1977,
pp. 104-8 y otra en V. Serge, Carnets (1936-47), édition établie par
Claudio Albertani et Claude Rioux, Agone, Marsella, 2012, pp. 149-
55.
31 Victor Serge, El año I de la Revolución Rusa, Siglo XXI
Editores, México, 1976, pág. 33.
15
Claudio Albertani

en la cárcel, se dio a la tarea de proyectar un cohete


espacial, del cual existe noticia en la Encyclopedia
Britannica.32 La epopeya de este personaje genial,
a quien el historiador Franco Venturi define como
un verdadero científico y una de las figuras más
fascinantes del populismo ruso, jugaron un papel
importantísimo en la maduración del joven Victor,
quien respiró desde niño el fervor y el idealismo de los
revolucionarios rusos de finales de siglo XIX. 33
Ex oficial de la caballería zarista, médico
autodidacta, simpatizante él mismo de la Narodnaya
Volia, Léon Kibalchich huyó de San Petersburgo
emprendiendo una vida nómada y bohemia, a lo
largo y ancho de Europa. En Ginebra se juntó con
Vera Poderevskaya, de Nizhni Nóvgorod, quien
había abandonado a su primer marido para ir a
estudiar a Suiza. Vera era de ascendencia noble,
pero había renegado de sus privilegios atraída por
el movimiento de la “marcha al pueblo”, generado
en Rusia en la década de los 70-80 del siglo XIX. La
pareja aceptaba la miseria económica como un
destino ineluctable que se podía y debía compensar
con la riqueza espiritual. En casa de los Kibalchich,
se narraban historias de atentados, procesos y fugas
de Siberia en una atmósfera análoga a las novelas
de Chernyshevski, Turgenev y Dostoievski. La familia
sobrevivía a duras penas entre una ciudad y otra;
Victor se enfermó de meningitis en Whitechapel,
Inglaterra y Raoul-Albert, el hermano menor, murió de
hambre antes de cumplir los nueve años.
De esos padres atípicos que lo colmaron de
afecto sin proporcionarle una instrucción formal,
Victor heredó el don de la consciencia social, una
ávida curiosidad intelectual y una gran libertad
interior. Léon era discípulo de Herbert Spencer, el
filósofo evolucionista, y transmitió a su hijo la cultura
32 Encyclopedia Britannica, tomo XIX, ed. 1966, entrada
“Rocket”.
33 Franco Venturi, Il populismo russo, Einaudi, Turín, 1972,
tomo III, pág. 297.
16
La vida insolente, la vida anarquista

científica y materialista, mientras que Vera, mujer de


notable sensibilidad y cultura, lo inició al humanismo,
la poesía y la literatura universal.34 Escribe Serge en
Memorias de un revolucionario: “me parece que, si
cuando tenía doce años, me hubieran preguntado:
¿qué es la vida? (y yo me lo preguntaba a menudo),
habría contestado: no sé, pero veo que quiere decir:
pensarás, lucharás, tendrás hambre. Fue sin duda
entre los seis y los ocho años cuando me convertí
en malhechor –y esto habría de inculcarme otra ley:
resistirás.”35
Vera regresó a Rusia en donde murió de
tuberculosis en 1907 y León se marchó a Brasil, de
manera que, a partir de los quince años, Victor se
quedó solo. “Extrema dificultad para ganarme la
vida”, leemos en sus notas. Visitante asiduo de museos
y bibliotecas, frecuentador de las universidades
populares, adquirió una cultura enciclopédica
sobreviviendo con trabajos eventuales: gasero,
aprendiz de fotógrafo, dibujante, tipógrafo…
Conoció, en esta época, a tres jóvenes proletarios:
Lucien Courbe, Raymond Callemin y Jean De Boë, los
dos últimos futuros integrantes de la Banda Bonnot.36
Juntos, fueron unos adolescentes, “más unidos que
hermanos” y juntos se adhirieron al Partido Obrero
Belga. Pronto, Victor ocupó el cargo de secretario
de la Joven Guardia Socialista, en Ixelles, el barrio
donde residía, empezando así un recorrido largo,
atormentado y controversial por distintas corrientes
del movimiento obrero. Estudiaba, participaba en la
actividad militante y dictaba conferencias sobre la

34 Entrevista con Vladimir Kibalchich, Vlady, hijo de Victor


Serge, enero de 1995.
35
V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 21.

36 Raymond Callemin (1890-1913, guillotinado).Después de


purgar 10 años de trabajos forzados en la Cayena, Jean de Boë (1889-
1974). logró fugarse regresando a Bruselas en donde reanudó su
profesión de tipógrafo y la acción revolucionaria en ámbito sindical.
17
Claudio Albertani

revolución rusa.
Los cuatro muchachos compartieron libros,
ideales y una gran devoción recíproca. El paso por el
POB fue efímero. El socialismo reformista y aburguesado
de la época no podía más que decepcionar a
esos jóvenes idealistas, hambrientos de absoluto,
que buscaban dar sentido a la vida. Indignados
con el líder del partido, Émile Vandervelde, que era
partidario de anexar el Congo a Bélgica, Victor y sus
amigos se marcharon de un congreso socialista al
grito de “¡El Congo para los congoleses!”.37 Fundaron,
acto seguido, un colectivo, el Grupo Revolucionario
de Bruselas (GRB), para el cual Victor redactó, entre
otros, dos textos firmemente anticolonialistas: “Acerca
del Congo” y el manifiesto “Nosotros y el Congo”.38
Más adelante, el padre de Raymond declararía a
un periodista que la desgracia de su hijo fue haber
encontrado a ese joven ruso que le contaminó el
cerebro con sus doctrinas envenenadas.39
Pronto, se les unió uno más de los futuros
integrantes de la Banda Bonnot: Edoaurd Carouy
(1883-1913), de profesión tornero, quien amaba la
libertad al punto de comprar pájaros enjaulados
solo para liberarlos y dejarlos volar en el cielo.40 Victor
emprendió estudios de derecho en la Université
Nouvelle de Bruselas, pero, después de leer el
célebre folleto A los jóvenes, de Kropotkin, decidió
37 El Congo era administrado como empresa financiera de
carácter privado por el rey Leopoldo II (1835-1909)). En 1908,
el Congo fue anexado a Bélgica con el acuerdo de la fracción del
POB dirigida por Vandervelde (1866-1938), a la sazón uno de los
principales dirigentes del partido y de la II Internacional.
38 “Nous et le Congo”, Manifeste de la Jeune Garde
Revolutionnaire de Bruxelles, Le Communiste no. 8, 18 enero, 1908 y
Le Rétif, “A propos du Congo”, Le Communiste no. 12, 1º de mayo,
1908. El primer número de Le Communiste salió el 15 de junio, 1907,
con un tiraje de 2,000 ejemplares y el lema “la verdad te hace libre,
la libertad te hace bueno”. El último es de septiembre de 1908, por un
total de 17 entregas.
39 Le Petit Parisien, 10 de abril, 1912.
40 V. Serge, Memorias, op. cit., pp. 35-36.
18
La vida insolente, la vida anarquista

consagrarse por entero a “esa revolución que barrerá


todo vestigio de esclavitud, y que abrirá a la especie
humana un campo nuevo y mayor de vida jubilosa”.41
En Bélgica el anarquismo existía desde los
tiempos de la Asociación Internacional de los
Trabajadores y estaba bien arraigado en Bruselas,
Lieja y Charleroi. Era un movimiento de obreros más
que de artesanos, de valones más que de flamencos
y, a diferencia de Francia, no contaba con figuras
carismáticas. Con una ideología fuertemente anti-
burguesa y anti-intelectual, sus adeptos se mostraban
reacios a la idea de crear organizaciones unitarias,
aunque gran parte de ellos tenía relaciones orgánicas
con la tendencia anarco-comunista, encabezada
por Kropotkin y Malatesta. Es así como los muchachos
entraron en contacto con Émile Chapelier (1870-
1933), uno los principales exponentes del movimiento.
Ex minero, libre pensador y gran propagandista,
Chapelier animaba, junto a su compañera, Valentine
David, la colonia libertaria (hoy diríamos comuna)
L’Expérience, situada en Boitsfort, a las afueras de
Bruselas.42 Los colonos vivían “en camaradería”,
practicando distintos oficios y un anarquismo, por así
decirlo, ecléctico, acorde al lema de Rebeláis que
se podía leer en la entrada de la granja: “haz lo que
quieras”. Tenían una biblioteca, organizaban charlas
e imprimían Le Communiste, periódico mensual en
cuatro páginas con un tiraje de 2,000 ejemplares que
publicaba textos del propio Chapelier, de Reclus,
Kropotkin y otros clásicos del anarquismo (La Boétie,
por ejemplo), junto a noticias internacionales y de
41 Clásico de la literatura anarquista, publicado por el
periódico Le Révolté de Ginebra en 1880. Ahora en: http://2014.
kaosenlared.net/secciones/33926-un-texto-de-rabiosa-
actualidad-a-los-jóvenes-de-pyotr-kropotkin
42 La colonia existió entre abril de 1905 y febrero de 1908,
primero en Stockel y luego en Boitsfort. Véase: Jacques Gillen,
L’utopia anarchica messa in pratica. La colonia di Stockel,
Roberto Giulianelli (a cura di), Luigi Fabbri. Studi e documenti
sull’anarchismo tra otto e novecento, “Quaderni della Rivista Storica
dell’Anarchismo”, n°1, Biblioteca Franco Serantini, Pisa 2005
19
Claudio Albertani

actualidad. 43 Era, precisamente, lo que buscaban los


muchachos: una opción de vida.
Muy populares, las colonias libertarias se
planteaban hacer una suerte de propaganda por
los hechos de carácter no-violento. Nacieron hacia
finales del siglo XIX, después de la etapa de los
atentados, con el proyecto, algo ingenuo, de crear
relaciones humanas liberadas en alternativa a la
explotación del trabajo asalariado. Se implantaron
casi siempre en medios rurales, tanto en Bélgica como
en Francia, Italia, América Latina e, incluso, Palestina.44
Algunas, como “La Cecilia” (1890-1894), fundada
en Brasil por los anarquistas italianos Giovanni Rossi
y Achille Dondelli, sucumbieron rápidamente ante
los problemas prácticos y los desacuerdos internos,
mientras que otras, como Mastatal en Costa Rica
(en la que participó también Léon Rodriguez, un ex
miembro de la Banda Bonnot45), lograron sobrevivir
mucho tiempo, aunque siempre entre mil dificultades.
La colonia de Boitsfort era la sección local
del Groupement Communiste Libertaire (GCL),
organización fundada en 1905 por un asociado de
Chapelier, Georges Thonar (Gérard Debehognes,
1875-1918). Autor del folleto Lo que quieren los
anarquistas -un ágil compendio de las ideas libertarias
publicado en 1904 con introducción de Eliseo
Reclus46-, Thonar divulgaba a través del periódico
que dirigía, L’Insurgé (mismo que se imprimía en la
colonia) los principios del anarquismo comunista y
43 Jean Moulaert, Le mouvement anarchiste en Belgique 1870-
1914, Éditions Quorum, Louvain-La-Neuve, 1996, pp. 223-231. Sobre
la colonia libertarias, véase: Jean Maitron, Le Mouvement anarchiste
en France. Des Origines à 1914, dos tomos, colección Tel/Gallimard,
París, 1992, tomo I, pág. 382-408.
44 Véase: Michel Antony, Utopie : anarchistes et libertaires,
http://www.ecole-alsacienne.org/CDI/pdf/1301/130102_ANT.
pdf
45 Véase al respecto: Malcolm Menzies, Mastatal, Plein Chant,
Bassac, 2012.
46 Reedición: George Thonar, Ce qui veulent les anarchistes,
Éditions du libertaire, Le Havre, Francia, s/f.
20
La vida insolente, la vida anarquista

defendía la participación de los anarquistas en las


actividades sindicales. Entre los colaboradores de
Le Communiste encontramos de nuevo a Alexandra
David-Néel, (con el mismo pseudónimo de Alexandra
Myrdal) que, si bien nacida en París, había pasado su
infancia en Ixelles, en donde se había vuelto discípula
de Reclus.47
El GCL había sido uno de los convocantes
del Congreso Anarquista, celebrado en Ámsterdam
entre el 24 y el 31 de agosto de 1907, en el cual estalló
la conocida polémica entre anarcosindicalistas,
representados por Pierre Monatte y Amedée Dunois
y anarquistas “puros”, dirigidos por Errico Malatesta,
Emma Goldman y Rudolf Rocker.48 Mientras los primeros
estaban convencidos de la necesidad de renovar
la teoría y la práctica del anarquismo a través de la
lucha sindical, los segundos temían que esto implicara
una contaminación del espíritu revolucionario y una
caída en el reformismo. Aunque más cercanos a los
“puros”, los redactores de Le Communiste publicaron
las resoluciones de ambos grupos.49
En agosto de 1908 la revista anunció la
creación de la Federación Anarquista de Bélgica, de
la cual el GRB formaba parte. En el mismo número,
apareció un manifiesto firmado por el propio GRB,
aunque presumiblemente redactado por Victor,
sobre la masacre de Draveil, una comuna al sur de
París, donde trabajadores en huelga y policía habían
47 Alexandra Myrdal, “Le bien et le mal”, Le Communiste no.
10, 21 marzo, 1908.
48 Pierre Monatte (1881-1960), militante anarcosindicalista,
fundador en 1909 del periódico La vie ovrière y en 1925 de La
Révolution prolétarienne, que publicó los textos que Victor Serge
mandaba desde la URSS y participó en la campaña para lograr
su liberación cuando estuvo deportado en Oremburg. Amedée
Dunois (1878-1945) periodista libertario cercano al sindicalismo
revolucionario, redactor de L’Action directe, la Bataille syndicaliste
y L’Humanité. Detenido en 1944, fue portado a Oranienburg, donde
murió.
49 “Le Congrès Anarchiste d’Amsterdam”, Le Communiste no.
4, 21 de septiembre, 1907.
21
Claudio Albertani

chocado el 30 de julio, con un saldo de cuatro


huelguistas muertos, más de 200 heridos y la detención
de los principales dirigentes anarcosindicalistas.50

Rebelión y poesía
El joven Victor Serge se adhirió a los 17 años
al anarquismo comunista y revolucionario de
matriz kropotkiniana. Como el mismo explica en las
Memorias, el pensamiento ácrata lo cautivó porque,
a diferencia del socialismo, buscaba vincular la
práctica con la teoría, las ideas con la vida. Aunque
algunos de sus biógrafos parecen ignorarlo, el escritor
se quedó vinculado a diferentes tendencias del
movimiento durante por lo menos doce (1907-1919)
de los cuarenta años que duró su actividad pública
(1907-47). Desarrolló así una marcada sensibilidad
libertaria que arroja luz sobre su obra y que conservó
hasta el final. Tan es así que, en la entrevista que
concedió al llegar a México en 1941, Serge afirmó
haberse adherido al partido bolchevique en mayo
de 1919 en calidad de anarquista y como tal haber
sido aceptado.51
Autodidacta y lector incansable, el joven
Serge alternó su formación política y filosófica con la
literaria. Entre sus lecturas encontramos un extenso
catálogo de poetas, especialmente los malditos:
François Villon, el bardo medioeval, forajido él mismo,
Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud y Verlaine, pero
también los contemporáneos: Guillaume Apollinaire,
Louis Nazzi, Charles Vildrac, Jehan Rictus y el más
amado: el belga Émile Verhaeren, que cantaba
en versos libres la miseria humana en campiñas
alucinadas y ciudades tentaculares. “La poesía –
escribió en la Memorias- sustituía para nosotros a la
50 “Federation Anarchiste de Belgique”, Rhillon, “Le
commencement de la fin” (sobre Draveil) y GRB, “Assassins!”, Le
Communiste no. 17, 8 de agosto, 1908.
51 Juan Luis Velázquez, “Hablando con Victor Serge”, revista
Hoy, 18 de octubre, 1941. En esta entrevista, la única que concedió en
México, Serge revela varios aspectos de su vida.
22
La vida insolente, la vida anarquista

oración, hasta tal punto nos exaltaba, hasta tal punto


respondía en nosotros a una constante necesidad
de elevación”.52 En ese mundo sin evasión posible de
anteguerra, hecho de pequeñas y grandes mentiras,
la poesía se convirtió en la única verdad, por encima
y en contra de todas las falsas verdades del dinero,
los partidos, los dioses.
Ese joven literato escribió textos de un
radicalismo poco común, incluso en medios
anarquistas.53 Primero en Le Communiste, luego en
su continuación, Le Révolté (mismo que también se
imprimía en la colonia de Boitsfort54) y en otros periódicos
ácratas abordó los grandes temas del momento: el
colonialismo, la corrupción de los partidos socialistas,
la histeria antianarquista, el ilegalismo, las huelgas
y las polémicas con los compañeros “moderados”,
entre otros. 55 Todos destacan por erudición y la
capacidad de dirigirse a las personas por encima de
las ideologías. El Bulletin de l’International Anarchiste,
que coordinaba en París Alexander Shapiro, publicó
algunos informes de nuestro autor sobre los avances
y tropiezos del movimiento en Bélgica, y lo mismo hizo
Les Temps Nouveaux.56 El marco es “comunista”, con
52 V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 37.
53 Véase por ejemplo Le Rétif, “Les illegaux”, Le Communiste
no. 14, 20 de junio, 1908. Se trata de un texto en defensa de E.
Armand, quien recién había sido condenado por falsificar dinero.
54 Le Révolté. Organe Anarchiste de Combat siguió la
numeración de Le Communiste a partir del no. 18, 5 de septiembre,
1908. Apareció de manera eventual hasta 1914. El primer texto firmado
Le Rétif es “Le peril”, Le Communiste no. 10, 21 de marzo, 1907.
55 “A propos du Congo”, Le Communiste No. 12, 1° de mayo,
1908; “La grève des paysans de Parme”, Le Communiste, no. 15, 11
de julio,1908; “Les illegaux”, Le communiste no. 14, 20 junio, 1908 ;
“Des sports”, Le Révolté no. 18, 5 septiembre, 1908; “Un deputé…
socialiste”, Le Révolté no. 22, 31 de octubre,1908; “Réponse à
Rhillon”, Le Révolté no. 27, 5 de diciembre, 1908.
56 En el Bulletin de l’Internationale Anarchiste, encontré los
siguientes artículos: V. K. “Belgique”, no. 4, mayo 1908; “Belgique”
(no firmado), no 7, nov. 1908; Le Rétif, “Belgique”, no. 9-10, marzo
1909. En la colección de Les Temps Nouveaux encontré los siguientes,
23
Claudio Albertani

una marcada inclinación hacia lo que entonces se


llamaba la propaganda por el hecho, es decir las
acciones armadas y violentas. Según Jean de Boë,
el primer contacto del GRB con el individualismo se
puede fechar en el verano de 1909, cuando dicha
corriente -“producto francés”, precisa- llegó a
Bruselas por conducto de un “camarada de París”,
cuyo nombre no menciona.57
En ese mismo año de 1909 estalló el caso de
Abraham Hartenstein –alias Alexander Sokoloff o
Vladimir Seileger-, un joven ruso, experto en dinamita,
que explicaba a sus interlocutores que en la guerra
social se necesitan buenos laboratorios. Hartenstein
era un personaje fuera de lo común. De origen ruso,
obrero calderero, hacia 1906, se encontraba en
París poniendo bombas y, poco después, en Buenos
Aires, invariablemente metido en conspiraciones y
acciones subversivas. En la ciudad rioplatense, con
tan solo 19 años, Hartenstein fundó el grupo Bandera
Negra, mismo que, según informes policiales, llevó a
cabo los primeros atentados en Argentina. En 1907,
se hallaba en Barcelona con la encomienda (fallida)
de asesinar al rey Alfonso XIII; a principios de 1908,
estaba de nuevo en Buenos Aires y, a finales de ese
año, en Bruselas.58
El 15 de febrero de 1909, Hartenstein fue
detenido en Gante, después de un asalto frustrado
al que siguió un enfrentamiento en el que murieron
dos policías; en represalia, el joven fue golpeado y
torturado por la policía. Anota Serge: “Sokoloff era un
hombre de voluntad fría, formado en Rusia por luchas

todos en la sección internacional: “La Fédèration Anarchiste”, no.


21, año 14, 19 de septiembre, 1908; “A Bruxelles, Persécutions
policières”. no. 30, 21 de noviembre, 1908; “Belgique. Tracasseries”,
no. 39, 23 enero, 1909 y “Le procès Hartenstein”, no. 4, año 15, 30 de
junio, 1909.
57 E. Michon, op. cit., pág. 197.
58 José C. Moya, “The positive side of stereotypes: Jewish
anarchists in early-twentieth-century Buenos Aires”, Jewish History,
No. 18, Spring, 2004, pp. 19-48.
24
La vida insolente, la vida anarquista

inhumanas fuera de las cuales ya no podía vivir. Salía


de la tormenta, la tormenta estaba en él. Combatió,
mató, murió en la cárcel.”59 En la redacción de Le
Révolté, el asunto ahondó la fractura ya existente
entre quienes criticaban el uso indiscriminado
de la violencia y quienes la sostenían. Mientras
Le Rétif y sus amigos sostuvieron a Hartenstein de
manera entusiasta, Thonar, quien se inclinaba cada
vez más hacia la acción obrera y el sindicalismo
revolucionario, expresó sus reservas, subrayando que
la expropiación no combina con el anarquismo.60 La
polémica ya se había suscitado antes -y por razones
similares- cuando Thonar había protestado contra Le
Rétif por un artículo de elogio a Joseph Lapidus, un
anarquista ruso que se suicidó después de intentar
un asalto y matar a tres de sus perseguidores en
Tottenham (Londres).61
Thonar cuestionaba severamente a los jóvenes
del GRB quienes aún no abrazaban el individualismo
anarquista, pero ya eran partidarios del ilegalismo,
lo cual desembocó en un conflicto generacional. En
respuesta, los muchachos publicaron un viejo texto de
Kropotkin a favor de la propaganda por el hecho y una
réplica de Le Rétif: “los ladrones no son anarquistas;
los asalariados tampoco. Pero un anarquista puede
ser asalariado o ladrón. La expropiación individual no
es un medio para transformar la sociedad. Pero los
rebeldes se pueden encontrar forzados a practicarla”.
62
En los meses siguientes, Le Révolté atacó de manera
reiterada a las federaciones anarquistas nacionales
59 V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 33.
60 Manifeste du Groupe Révolutionnaire de Bruxelles, “Le
drame de Gand” y Le Rétif, “Autour du drame” Le Révolté, No. 39;
George Thonar, “Mécontents et anarchistes”Le Révolté no. 40, 13 de
marzo, 1909.
61 Le Rétif, “Anarchistes-bandits” Le Révolté no. 36, 6 de
febrero, 1909, y George Thonar, “Protestation”, Le Révolté no. 38, 16
febrero, 1909.
62 Pierre Kropotkine, “La propagande par le fait” (el original
apareció en el Bulletin de la Federation Jurassienne, 5 de abril, 1877)
y Le Rétif, “Illegaux”, Le Révolté no. 29 de marzo, 1909
25
Claudio Albertani

e internacionales que no tomaban abiertamente


partido por Hartenstein.
Le Rétif, por otro lado, fue testigo a favor del
ruso en el proceso que se celebró en Gante, entre
el 16 y el 19 de junio y se concluyó con la condena
a cadena perpetua del imputado.63 El 30 de junio
de 1909 publicó en Les Temps Nouveaux un reporte
sobre el caso Hartenstein en donde lo defendía de
las calumnias de la prensa socialdemócrata belga.64
Sería su última intervención en la prensa anarquista
“ortodoxa”. Mientras tanto, la situación legal de los
muchachos se complicaba, dado que Hartenstein
había frecuentado asiduamente al GRB durante
su estancia en Bélgica. Así las cosas, optaron por
separarse. De Boë y Callemin salieron con rumbo a
Suiza, Carouy se marchó a París mientras que Le Rétif
viajó a Lille, Francia, donde trabajó como fotógrafo
y vivió entre los mineros del barrio popular de Fives.
Solo Lucien Courbe permaneció en Bruselas para
hacerse cargo de Le Révolté hasta que, poco
más que adolescente, le sorprendió la muerte por
tuberculosis.65
Victor se topó en Lille con Mauricius y Rirette
que se encontraban en una gira de conferencias. “Un
joven de ojos negros, inquietantes”, escribe Rirette.
“Su boca era pequeña y desdeñosa, sus manos muy
curadas, sus modales refinados. Vestía una camisa
rusa en franela blanca bordada en seda en la que
flotaba un busto frágil. Hablaba con voz dulce y
acariciante.”66 No hubo, sin embargo, empatía entre
los dos jóvenes, sino hasta cuando volvieron a verse
en París: “todos los días nos encontrábamos en los
jardines de Luxemburgo. Fue el principio de una
63 Le Rétif, Lèttre de Belgique, “Le Libertaire”, no. 34, 20 de
junio, 1909 y no. 37, 11 julio de 1909.
64 Le Rétif, “Le procès Hartenstein”, op. cit.
65 En Le Révolté no. 59, 15 diciembre, 1909, Courbe aparece
como gerente de la revista cuya redacción se encontraba por entonces
en calle de Flandres, en Bruselas.
66 R. Maitrejean, op. cit., pág. 27.
26
La vida insolente, la vida anarquista

amistad preciosa y delicada. Ambos amábamos la


poesía, los crepúsculos, la música”.67

¿Ilegalista?
Le Rétif duró muy poco tiempo en Lille. París le
llamaba. París, el centro del mundo, la capital de
las revoluciones del siglo XIX. París, la ciudad donde,
como escribió el poeta ruso Ossip Mandelstham, se
puede bogar sin conocer el tedio, olvidando el resto
del universo.68 París, la ciudad que ponía en escena
todas las contradicciones de la vida moderna,
todas las alienaciones del individuo, pero también el
apetito de libertad, de conocimiento, de absoluto…
Estos pensamientos y muchos otros se cruzaban en su
mente cuando desembarcó en el Barrio Latino con
unos cuantos centavos en el bolsillo, como lo hicieron
tantos vagabundos geniales antes y después de él.
Finalizaba el verano de 1909 y todavía no cumplía
los 19 años. E. Armand, que lo conoció entonces, lo
recuerda como un joven distinguido, elocuente y un
tanto cínico que citaba con soltura a Ibsen, Stirner y
Nietzsche.69
Inició en esos meses una intensa colaboración
con l’anarchie abandonando sus convicciones
“comunistas” para convertirse a la doctrina de
Libertad. El cambio de perspectiva no radica en la
reivindicación del ilegalismo que ya encontramos en
escritos anteriores, sino en la crítica del sindicalismo
y en la defensa de las tesis individualistas. Siguió
empleando el pseudónimo “Le Rétif”, pero ahora
firmaba también como “Yor”, “Le Masque” y “Ralph”.
El primer texto de corte abiertamente individualista
es de poco sucesivo a su llegada a París. Se llama
“La vida anarquista” y es una incitación a vivir en
el presente dejando a lado la creencia en una
revolución lejana: “¿el futuro? Una quimera para
67 Ibídem, pág. 28.
68 Ossip Mandelstham, De la poésie, Gallimard, París, 1990,
pág. 151.
69 E. Armand, “Kibaltchiche et l’anarchie”, L’unique no. 29 de
avril, 1948 ; “Questions d’histoire”, L’unique no. 45, enero, 1950.
27
Claudio Albertani

los que no tienen presente”. 70 El giro se aprecia


comparando dicho texto y los que siguen con los
de Le Communiste y Le Révolté. Mientras en estos se
mostraba partidario decidido de la revolución social
y de las luchas sindicales, en l’anarchie se burlaba
del “gran día” y de la clase obrera.71
Sabemos, por los informes de policía, que Le
Rétif fue un orador frecuente en las Charlas Populares
y que recomendaba la expropiación individual
como alternativa al “palabrerío estéril de los
revolucionarios”. El anarquista, decía, no debe hacer
nada para enriquecer a la sociedad capitalista; tiene
que vivir al margen empleando todos los medios
ilegales a su alcance y cuidando únicamente de
no perder su libertad.72 Creó un grupo de estudio La
Libre Investigación (1910-11), en donde participaban
Edouard Ferral, discípulo del poeta libertario Mecislas
Goldberg; Alzir Hella, colaborador de l’anarchie
y distinguido germanista; pero también militantes
que no eran anarquistas, como Miguel Almereyda,
de La guerre sociale e, incluso, el monárquico Léon
Daudet. El lema del grupo refleja el espíritu sergiano
de manera cabal: “en la libre confrontación de las
doctrinas de todas las escuelas, aprende a encontrar
tú mismo la verdad”.73
Dos acontecimientos le marcaron
especialmente: las ejecuciones de Ferrer i Guardia
70 Le Rétif , “La vie anarchiste”, l’anarchie no. 233, 23 de
septiembre, 1909. Su primer artículo fechado en París es “La haine”
(El odio), no. 230, 2 de septiembre, 1909.
71 Véase, por ejemplo: “Les pauvres”, l’anarchie no. 237, 21
de octubre 1909; Nôtre antisyndicalisme”, “La religuese ou la laïque”,
no. 250, 20 de enero, 1910; l’anarchie no. 255, 24 de febrero,
1910; “L’ouvrierisme”, l’anarchie no. 259, 24 de marzo, 1910; “De
l’activité anarchiste”, l’anarchie no. 298, 22 de diciembre, 1910.
72 Véase los informes de policía correspondientes a los días 27
de agosto y 28 de noviembre, 1911, Dossier Victor Serge, Fonds du
Service des Archives de la Préfecture de Paris, 4, rue de la Montaigne
Sainte-Geneviève, 75005 París, Francia.
73 V. Serge, Memorias, op. cit., pág. 53. Dossier Victor Serge,
Archives de la Préfecture de Paris (en adelante Dossier Victor Serge),
informe 27 de agosto, 1911.
28
La vida insolente, la vida anarquista

en Barcelona, el 13 de octubre de 1909 y de Jean-


Jacques Liabeuf, un joven falsamente acusado de
proxenetismo que asesinó a dos policías por venganza
y fue guillotinado el 2 de julio de 1910.74 Victor
participó en los violentos motines que se suscitaron en
ambos casos (el de Ferrer fue el más violento y masivo
desde la Comuna) experimentando un profundo
sentimiento de impotencia y convenciéndose de
que el movimiento libertario se encontraba en un
callejón sin salida. Al final de su vida, sintetizaría así
sus sentimientos: en un mundo sin evasión posible, el
único remedio era luchar por una evasión imposible.75
Recordemos que es en este contexto de
terrorismo estatal y represión bárbara, cuando
algunos individualistas declararon la guerra a
la sociedad, conscientes de la tragedia que les
esperaba. Un periodista libertario, Victor Méric,
increpó a los burgueses biempensantes: “escudriñad
las desigualdades, las injusticias, la intolerable
opulencia de una minoría absurdamente rica frente
a la miseria moral y material de la multitud sumida
en las cárceles del trabajo que asesina. Sí, averiguad
todo esto; escrutad el rostro angustiado de nuestra
amable sociedad, su mueca. Hacedlo y descubriréis,
más allá de las causas contingentes, la verdadera
lógica y la única explicación de los “Bandidos
Trágicos”.76
Le Rétif llegó a esa Francia hipócrita que erigía
monumentos a Pierre-Joseph Proudhon, el padre
del anarquismo, mientras mataba y encarcelaba
a los anarquistas de carne y hueso. Trabajaba
como traductor llevando una vida múltiple entre
bohemios, rebeldes, poetas malditos y exiliados
rusos adherentes al Partido Social Revolucionario
74 Ibídem, pp. 48-52; Le Rétif, “Una tête va à tomber”,
l’anarchie, no. 268, 28 de abril, 1910; “La grande colère du 13
de octobre, 1909”, Le Populaire, 18 de octobre, 1936. Agradezco a
Charles Jacquier el envío de este texto poco conocido de Serge. Sobre
Liabeuf, véase: Yves Pagès, L’Homme Hérissé. Liabeuf, tueur des
flics, L’insomniaque, París, 2001.
75 V. Serge, Memorias, op. cit. pág. 19.
76 V. Méric, op. cit., pág.216
29
Claudio Albertani

que creían en el terrorismo como única arma para


derrocar a la dictadura zarista. No tenía en cambio
ningún contacto con los bolcheviques de los cuales
ignoraba incluso la existencia. Residía en cuartuchos
baratos del Barrio Latino, hasta que se sumó a la
comuna individualista de Romainville, junto a Rirette y
a sus dos hijas, Maud y Chinette. Situada a las afuera
de la ciudad, la comuna retomaba los principios
básicos de las colonias libertarias, solo que la vida
en camaradería ya no era un fin en sí mismo, sino un
medio de acción.
Volvió a coincidir con los muchachos: Jean,
Raymond y Edouard, a los que se sumaban un
joven desertor y ex sindicalista, Octave Garnier, y
un adolescente soñador, enfermo de tuberculosis,
André Soudy. Juntos, se encargaban de la impresión
y distribución de l’anarchie, de los folletos de
propaganda y de las Charlas Populares. Llegaba, a
veces, un joven culto y amante de la poesía, René
Valet, el pelirrojo, a quien Méric define una de las
figuras más sugestivas de la banda.77 A partir del mes
de julio de 1911, RIrette y Victor se hicieron cargo de
la dirección de la revista, tras la renuncia de Lorulot
quien fundó L’idée libre, periódico de corte educativo
y neomalthusiano, aunque siguió colaborando con
l’anarchie.78
Jules Bonnot -a quien Serge afirma no
haber conocido- se sumó al grupo hacia el otoño,
procedente de Lyon. De profesión mecánico,
anarquista desde la adolescencia, hacía tiempo que
vivía al margen de la ley. En el camino hacia París,
ocurrió una desgracia. Sorrentino, alias Plátano, un
anarquista italiano con el cual viajaba a bordo de un
coche robado, se disparó accidentalmente un balazo
en el corazón, mientras limpiaba su revólver Browning.
Al ver que no había nada que hacer, Bonnot huyó
dejando el coche y el cuerpo sin vida de su amigo a
77 Ibídem,., pág. 122.
78 A partir del número 333, 17 de agosto, 1911, Lorulot
publicó la serie de artículos “Considerations sur l’état actuelles de
la propagande anarchiste”, en donde formula severas críticas al
ilegalismo.
30
La vida insolente, la vida anarquista

orillas de la carretera.79 La noticia ocupó las páginas


de la crónica negra durante varios días, hasta que
los investigadores descubrieron la identidad del
difunto y, tras algunas pesquisas, culparon a Bonnot
por su muerte. El encuentro entre los muchachos y
el mecánico lionés, perseguido por un delito que no
había cometido, dio pie a la integración de la banda
que lleva su nombre. Esos jóvenes vegetarianos,
amantes de la naturaleza y enemigos del alcohol, se
lanzarían pronto a una aventura trágica por espíritu
de solidaridad, por la necesidad de actuar y, en el
fondo, por impotencia.
¿Hasta qué punto Kibalchich-Le Rétif
compartió la doctrina de sus amigos? He aquí
extractos de sus textos: “no podemos atenernos a
la pura propaganda; hay que ir hasta el fondo”.80
Precisó qué implicaba ese “ir hasta el fondo”,
cuando glorificó a los dos anarquistas rusos que
mantuvieron en jaque a la policía durante horas en
Sidney Street, Londres, antes de sucumbir debido a
la intervención del ejército: “no tenemos por qué
aprobar o desaprobar las acciones ilegales. Nosotros
decimos: son lógicas (…). Nuestra revuelta aspira
a ser completa. Limitarla a la dimensión política o
intelectual, implicaría disminuirla”.81 En otra ocasión
arremetió contra la idea de revolución, esa creencia
en el acontecimiento providencial que esperaba el
movimiento obrero, señalando (proféticamente) que
“el orden revolucionario nos aplastará, nos cazará,
nos matará”.82
Cuando una insurrección popular destronó al
79 Excelsior, 30 de noviembre, 1911.
80 Le Rétif, “Pour la violence”, l’anarchie no. 294, 24 de
noviembre, 1910.
81 Le Rétif, “Deux hommes”, l’anarchie no. 301, 12 de enero,
1911; Sobre el asedio de Sidney Street que conmocionó Londres y en
los cuales intervino el ministro del interior, Winston Churchill, véase:
Rudolf Rocker, En la borrasca, Editorial Cajica, Puebla, 1967, pp.
599-601 y Justus F. Wittkop, Bajo la bandera negra. Hechos y figuras
del anarquismo, http://www.kclibertaria.comyr.com/lpdf/l196.pdf
82 Le Rétif, “L’illusion révolutionnaire”, l’anarchie no. 264, 28
de abril, 1910.
31
Claudio Albertani

rey Manuel II de Portugal (4 y 5 de octubre de 1910)


instaurando la república, en apego a la doctrina
individualista, Le Rétif escribió que nada había
cambiado en ese país y que ninguna otra revolución
podría cambiar algo.83 En el folleto Contre la faim,
afirmó que “la expropiación individual se opone al
acaparamiento de riquezas de la misma manera en
que la revuelta individual se opone a la arbitrariedad
de la ley y de sus servidores”.84 Uno de sus textos
más cuestionables es probablemente, “La guerra al
servicio de la vida”, un artículo sobre Elie Faure, en
el que censuró “las jeremiadas de los socialistas y
pacifistas”.85 En otros artículos reivindicó las teorías de
Darwin, Lamarck, Le Bon y Le Dantec escribiendo, por
ejemplo, que “la evolución de los seres vivientes se
lleva a cabo gracias al triunfo de los más fuertes”.86
Es verdad que, por lo menos en una ocasión,
se pronunció contra “la ilusión imbécil” de imaginar
que, a través de la violencia, a balazos o con bombas
se pueda crear algo nuevo.87 Pero si nos atenemos
a gran parte lo que escribió entre 1909 y 1912, no
hay dudas: Kibalchich-Le Rétif fue un convencido
individualista-ilegalista. Sus artículos contrastan,
sin embargo, con las opiniones que expresaba en
círculos más restringidos. Está claro, por otra parte,
que nunca se involucró en los crímenes de sus amigos
y que su defensa del ilegalismo era de orden más
bien teórico. Disponemos, al respecto, de algunos
testimonios importantes. Está, en primer lugar, un

83 Le Rétif, “Une révolution”, l’anarchie no. 288, 13 de


octubre, 1910; Ralph, “Révolutionnaires conservateurs”, l’anarchie
no. 326, 6 de julio, 1911.
84 Le Rétif, Contre le Faim, Éditions de l’anarchie, París, 1911.
85 Le Rétif, “La guerre au service de la vie”, l’anarchie no.
343, 2 de noviembre, 2011. En las Memorias (op. cit., pág, 55),
curiosamente, Serge escribe que abrió una polémica con Faure,
cuando lo que hizo fue defender a Faure de las críticas que le hizo La
guerre sociale.
86 Le Rétif, “Être le plus fort”, l’anarchie no. 278, 4 de agosto,
1910.
87 Le Rétif, “L’illusion révolutionnaire”, art. cit.
32
La vida insolente, la vida anarquista

artículo de E. Armand publicado en ocasión de la


muerte de nuestro autor (1947), en donde lo describe
como un teórico que se mantenía al margen del
ilegalismo extremo de los bandidos trágicos.88 El
segundo es de un implicado en la banda, Eugène
Dieudonné, quien refiere de furiosas disputas entre
por un lado Kibalchich que denunciaba el ilegalismo
como un grave peligro para el movimiento y, por el
otro, Callemin, Carouy y Garnier que lo acusaban de
vendido y cobarde.89 La misma versión encontramos
en el libro de Victor Méric.90
Habría que añadir que Le Rétif plasmaba
en sus escritos una visión universal, más allá del
marco individualista. Al revisar sus artículos, el lector
se percata de que escribía sobre los temas más
variados: educación, historia y arte con una notable
profundidad y soltura. Véase, por ejemplo, la serie
sobre arte, en la que formuló una crítica radical a la
mercantilización de la actividad creadora que muy
bien podría ser obra de un marxista. Polemizando
con la visión chatamente realista de algunos lectores,
añadió que la obra de arte no aspira únicamente a
representar el objeto que le sirve de modelo, sino a
plasmar la emoción del autor.91
Rememorando la etapa individualista, en las
Memorias, ofrece la siguiente explicación: “yo estaba
bastante lejos de esos puntos de vista elementales.
Otras influencias se ejercían en mí, había otros
valores a los que no podía ni quería renunciar, y era
esencialmente el idealismo revolucionario de los
rusos”.92 Sería fácil refutar dicha afirmación y otras
88 E. Armand, “Kibaltchiche est mort”, L’unique no. 26 de
diciembre, 1947.
89 Véase: V. Méric, “Souvenirs d’Eugène Dieudonné”, VIII,
Romainville, Paris-Soir, 16 de diciembre, 1925. Véase también Les
bandits tragiques, op. cit., pp. 109-10.
90 V. Méric, Les bandits tragiques, op. cit. pág. 115.
91 Le Rétif, “L’Art et la vie”, l’anarchie no. 317, 4 de mayo,
1911; “l’art utile” l’anarchie no. 318, 11 de mayo, 1911; “L’art dans
la propagande et l’éducation”, l’anarchie no. 319, 18 de mayo, 1911.
92 Ibídem, pág. 44.
33
Claudio Albertani

en este libro, esencial para entender los sucesos


históricos de la primera mitad del siglo XX, aunque
no forzosamente para conocer la trayectoria de su
autor. Es innegable que Serge restó importancia a su
participación en el movimiento individualista, pero,
contrario a lo que se ha afirmado, este no es un signo
de doblez. Es, más bien, un intento de tomar distancia
de una experiencia que le costó mucho sufrimiento,
cinco años de cárcel y la expulsión de Francia.
De los cuarenta años que duró su vida pública
(1907-1947), Serge pasó diez en diversas formas de
cautiverio pagando en primera persona por sus
ideas. Nació y murió en el exilio; nunca poseyó bienes
y perdió varias veces todas sus pertenencias: libros,
papeles y objetos personales. Tachar de “doble” a
un hombre así -como lo hace Jean-Luc Sahagian en
un libro que rescata la etapa libertaria de nuestro
autor93- es injusto, por decir lo menos. La adhesión
de Serge a las corrientes en las cuales militó (el
socialismo, el comunismo libertario, el anarquismo
individualista, el bolchevismo, el trotskismo…) nunca
fue incondicional. Se hacía preguntas, cuestionaba.
Dudó del anarquismo individualista y dudó también
del bolchevismo. Se adhirió al régimen de Lenin
y Trotsky, como lo hicieron en su momento otros
anarquistas, pero denunció muy pronto sus gérmenes
totalitarios.
No hay que confundir, al mismo tiempo, la
conducta de Serge con el eclecticismo o con la
búsqueda de posturas intermedias. “Problema
esencial. Hay que tomar partido”, escribió en los
Carnets, un texto introspectivo que escribió al final
de su vida. “Siempre existe una verdad que hay que
buscar, encontrar, defender, una verdad que obliga,
imperativa. No hay acción ni pensamiento válido sin
intransigencia. Por intransigencia entiendo firmeza,
el ser. ¿Cómo hacer para conciliarla con el ser
diferente, con el pensamiento diferente? Nietzsche no
93 Véase: Jean-Luc Sahagian, Victor Serge. L’homme double,
Libertalia, Paris, 2011.
34
La vida insolente, la vida anarquista

se equivoca al considerar la “posesión de la verdad”


como algo ligado a la voluntad de dominación”.94

El final
Regresemos a los acontecimientos de ese invierno
de 1911-12. El asalto de la calle Ordener fue la
primera de una serie de acciones espectaculares
que asolaron a Francia entre diciembre de 1911
y mayo de 1912. Mientras Caby, el empleado del
banco, se recuperaba de sus heridas (quedaría
lisiado de por vida), el 24 de diciembre, integrantes
de la banda desvalijaron una armería en la céntrica
calle Lafayette. Habían cruzado el punto sin retorno:
en adelante sus atracos se caracterizarían por una
violencia indiscriminada y por el número de víctimas.
Esa misma noche, Callemin y Garnier se entrevistaron
con Victor y Rirette en la nueva sede de l’anarchie,
calle Fessart no. 24, en Belleville. Ya no eran los
mismos hombres; marcados por la muerte esperaban
el instante fatal en que pagarían su deuda. Fue un
encuentro ominoso. Exhausto y agotado, Raymond
había perdido su agresividad y admitió lo que Victor
había temido desde el principio: los autores del asalto
eran ellos.95
El 31 de diciembre Garnier y Carouy intentaron
robar el auto de un doctor en Gand, Bélgica, matando
al velador. El 2 de enero, en Thiais, a las afuera de
París, un rico anciano de 91 años y su sirvienta de 72,
fueron salvajemente asesinados por desconocidos
que se dieron a la fuga llevándose un botín de varios
miles de francos. Se culpó a Carouy y a su amigo
Marius Metge, pero, aunque serían condenados
por este crimen abominable, su culpabilidad nunca
fue demostrada. Serge afirma en las Memorias que
Carouy, “ajeno a esos dramas” era completamente
incapaz de matar y pagó por otro. 96 El 10 de enero,
94 V. Serge, Carnets, op. cit., pág. 540.
95 V. Méric, Les bandits tragiques, op. cit., pág. 132.
96 B. Thomas, op. cit., pp. 122-23 y V. Serge, Memorias, op.
cit. pp. 59 y 65.
35
Claudio Albertani

los bandidos atracaron una segunda armería, esta


vez en Boulevard Hausmann, también en el centro de
París, llevándose 17 revólveres, 9 carabinas y dinero
en efectivo.97
Instigada por la prensa, la opinión pública
estaba erizada. El inspector Guichard recibía hasta
700 cartas por día con exhortaciones y sugerencias
para lograr la captura de los bandidos. La Societé
General ofreció una recompensa de hasta 100 mil
francos –una fortuna para la época- a quien ofreciera
información sobre su paradero. Victor escribió: “que
se dispare a plena luz del día contra un miserable
empleado de banco, prueba que algunos hombres
comprendieron al fin las virtudes de la audacia. (…) No
tengo dificultad en admitirlo. Estoy con los bandidos.
Me parece que juegan el papel noble; de pronto, los
veo como hombres. En otras partes, no veo más que
brutos y títeres. Los bandidos, en cambio, muestran
fuerza, audacia y una firme voluntad de vivir”.98 Era al
revés: esos hombres no mostraban voluntad de vivir
alguna, sino una inmensa desesperación.
Por entonces, los investigadores estaban
convencidos de que dichos bandidos no se
encontraban lejos de la redacción de l’anarchie.
El 18 apresaron a Detweiller y el 19 a Louis Rimbault,
otro personaje cercano a los bandidos, aunque de
bajo perfil. Identificado como uno de los autores
del atraco de la calle Ordener, Carouy se mantenía
prófugo. El 27 Victor dictó la conferencia “El individuo
contra la sociedad” en la cual, después de dejar
asentado que la sociedad -incluso en el “paraíso
comunista”- es enemiga de toda individualidad,
afirmaba que el individuo tiene que luchar contra
la sociedad, contra los deberes impuestos como
el servicio militar, el trabajo asalariado, el respeto a
las leyes y a las convenciones. Reiteró, en la charla
del día siguiente, lo que ya había planteado en el
periódico: la sociedad es hostil al individuo y es

97 Excelsior, 11 de enero, 1912.


98 “Les bandits”, l’anarchie no. 352, 4 de enero, 1912. Véase
también “Expedientes”, no. 354, 18 enero, 1912.
36
La vida insolente, la vida anarquista

la sociedad en descomposición, que produce el


crimen. Los bandidos, como los anarquistas, son seres
humanos que luchan contra la esclavitud. 99
El 31 el inspector Jouin irrumpió en la casa de la
calle Fessart, acompañado de sesenta agentes con
pistolas en mano.100 Era miércoles, de manera que,
además de Victor, Rirette y las hijas de ésta, Maud
y Chinette, estaban algunos militantes que habían
llegado para la impresión de la revista, misma que
saldría el día siguiente, jueves 1º de febrero, con en
primera plana el artículo de Le Rétif, “Anarquistas
y malhechores” en donde, una vez más, nuestro
autor se solidarizaba con los bandidos: “están fuera
del rebaño. Me interesan. Y me simpatizan tanto
cuanto me causan desprecio las personas honestas
frustradas o triunfadoras”.101 Los policías no hallaron
dinero, pero sí 3 pistolas procedentes de la armería
de la calle Lafayette, una cantidad importante de
sellos postales y correspondencia comprometedora.
Todos los presentes fueron llevados a la comisaría,
interrogados y sucesivamente liberados. Hacia la
tarde, sin embargo, los agentes regresaron a la calle
Fressart, con la excusa de quitar los sellos, y se llevaron
a Victor. 102
Después de una conversación, por demás
amable, en la que disertó sobre Sebastien Faure -el
gran propagandista libertario, a quien decía admirar-,
Jouin intentó engatusar a Victor ofreciéndole la
libertad a cambio de colaborar. “Mándeme arrestar
–contestó Le Rétif con dignidad–, si se cree usted con
derecho a ello”. El inspector firmó el orden de arresto
casi a su pesar: “se proclama anarquista individualista
99 Apuntes para sendas conferencias citados en Jean Maitron,
“De Kibaltchiche à Victor Serge. Le Rétif (1909-1919)”, Le
mouvement social, no. 47, abril-junio de 1964, pp. 64-6. Ahora en:
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k6125457q?rk=42918;4
100 Le Petit Parisien, 31 de enero y 1º de febrero, 1912;
L’Humanité, 1º de febrero, 1912. R. Maitrejean, op. cit., pág. 89.
101 Le Rétif, “Anarchistes et malfaiteurs”, no. 356, 1º de febrero,
1912.
102 L’anarchie, no. 357, 8 febrero de 1912. Dossier Victor Serge,
cit., informe del 31 enero, 1912.
37
Claudio Albertani

y sostiene que el hombre que no quiere producir tiene


que adueñarse de lo que necesita. (…) Debe ser
considerado un anarquista peligroso”. Otro inspector
lo definía una persona de inteligencia superior,
ferviente discípulo de Stirner y Nietzsche, uno de los
“jefes más escuchados del movimiento anarquista
individualista”.103 La prensa no dio mucha relevancia
a la noticia, aunque L’Humanité mencionó la
identidad de nuestro autor y Le Petit Parisien observó
que gran parte de los involucrados eran de origen
belga.104 Interrogada numerosas veces, Rirette siguió
como responsable de la revista hasta su detención, el
23 de marzo, cuando Armand tomó el relevo.105
Se multiplicaban, entretanto, los hechos
trágicos. El 27 de febrero los bandidos liquidaron a
un agente que intentaba detener el coche robado
en el que viajaban a toda velocidad por las calles
de París. El 28 fue encarcelado Eugène Dieudonné,
un militante a quien se acusó falsamente de haber
participado en el atentado de la calle Ordener y de
haber disparado contra Caby; el 29 le tocó a Jean
de Boë. Ambos guardaban dos revólveres Browning
en sus bolsas, al momento de ser capturados.106
El 25 de marzo los bandidos llevaron a cabo
un asalto espectacular, en otro banco de la Société
Génerale, esta vez en Chantilly (Picardía) llevándose
un botín de 40,000 francos y escapándose en auto,
como de costumbre. El mismo día asesinaron a un
chofer en Montgeron, a las afuera de París. “Otra vez
ellos. Ellos en todas partes”, tituló el Excelsior a cuatro
columnas.107 Enseguida, la policía se anotó algunos
triunfos: el 30 de marzo, fue detenido Soudy, en la
playa de Berck, Normandía, donde se curaba de su
tuberculosis. El 3 de abril cayó preso Carouy y el 8
103 Dossier Victor Serge, cit., informes del 8 de febrero y del 1º
de abril, 1912. Los informes muestran que los policías conocían los
pseudónimos Le Rétif, Ralph y Yor que usaba Serge a la sazón.
104 Le Petit Parisien, 4 de febrero, 1912. Véase la entrevista con
Rirette.
105 L’anarchie, no. 364, 28 de marzo, 1912.
106 Le Petit Parisien, 29 de febrero, 1912.
107 Le Petit Parisien, 21 de marzo, 1912.
38
La vida insolente, la vida anarquista

Callemin. Ninguno de los dos ofreció resistencia, a


pesar de que estaban bien armados. En las Memorias
Serge afirma, de manera harto sibilina, que sus tres
amigos fueron traicionados, pero no ofrece más
detalles.108
SBonnot, Valet y Garnier seguían libres lo
cual muestra, entre otras cosas, la presencia de
una extensa red de camaradas solidarios. Garnier
envió una carta a la prensa en la que, de manera
desafiante se quejaba de que la policía ofrecía una
recompensa de tan “solo”, 10 mil francos por su
captura. Asumía, asimismo, la responsabilidad del
crimen de la calle Ordener, afirmando la inocencia
de Dieudonné y diciéndose listo para enfrentar a
los policías de Guichard: “sé muy bien que la lucha
que emprendí contra el formidable arsenal del que
dispone la sociedad tendrá un final. Sé que seré el
más débil, sé que seré vencido. Pero espero cobrar
caro su victoria”. 109
El 24 de abril hubo otro acontecimiento trágico.
El inspector Jouin detectó que Bonnot se ocultaba en
la casa de un camarada solidario, Antoine Gauzy.
Cuando llegó acompañado de varios agentes para
detenerlo, Bonnot, más rápido, lo mató de un tiro
certero e hirió de gravedad al agente Colmar. Acto
seguido brincó por una ventana con la agilidad de
un tigre, y se esfumó por el patio trasero.110 A partir de
entonces, la prensa empezó a definir a los bandidos
como la “Banda Bonnot”, nombre con el cual
pasarían a la historia. Mientras tanto éste, agotado,
había buscado refugio en el taller mecánico de Jean
Dubois, un anarquista de origen ruso que le profesaba
una gran amistad. No era un buen escondite, porque
el inmueble donde vivía Dubois, en el poblado de
Choisy-le-Roy, al sur de París, estaba rodeado de
cultivos y se situaba a cien metros de las casas más
cercanas, pero no encontró nada mejor.
Los investigadores no tardaron en localizarlo,

108 V. Serge, Memorias…, op. cit., pág. 59.


109 Le Petit Parisien, 21 de marzo, 1912
110 Le Matin, 25 de abril, 1912.
39
Claudio Albertani

pues mantenían a Dubois bajo una vigilancia estricta,


aunque discreta. El sitio empezó hacía las 7 de la
noche del domingo y derivó en un combate épico,
en el cual, además de la policía actuaron, la guardia
civil, los bomberos y el ejército, por un total de más
de mil hombres. A pesar de que no tenía cuentas
pendientes con la justicia, Dubois optó por inmolarse
junto a Bonnot y cayó primero. Malherido, éste se
resguardó en la única habitación del primer piso
y siguió disparando hasta la madrugada del lunes
causando varias bajas entre las fuerzas del orden.
Por entonces, había acudido al lugar una
muchedumbre de curiosos sedientos de emociones
fuertes; 10 mil personas, según la prensa. Cuando,
después de dinamitar el garaje, Guichard y sus
hombres irrumpieron en la habitación, Bonnot seguía
vivo y disparando, a pesar de que tenía siete balazos
en el cuerpo, de los cuales cinco mortales. Antes de
sucumbir envuelto en un colchón, escribió con sangre
estas palabras: Dieudonné es inocente. Durante
algún tiempo, se vendieron postales conmemorativas
del acontecimiento, mientras que las pertenencias
de Bonnot y los pobres restos de la casa de Dubois se
ofrecieron en subasta a coleccionistas morbosos. 111
La infausta epopeya concluyó la noche del 15
al 16 de mayo, cuando Garnier y Valet fueron al fin
localizados en una residencia en Nogent-sur-Marne,
al este de la capital, y muertos de un balazo en la
sien, al cabo de otra batalla campal que, como en
el caso de Bonnot, se prolongó hasta la madrugada
y en la que, además de la policía, intervino la artillería
pesada y un regimiento de zuavos. En un texto de
24 páginas, dactilografiado y encontrado cerca del
cadáver de Garnier, se hallaron las siguientes líneas,
por cierto, muy actuales: “¿por qué en este mundo
hay gente que disfruta de todos los derechos? Dicen
que tienen dinero, pero si les preguntamos cómo lo
obtuvieron, ¿qué pueden contestar? Yo afirmo que
no reconozco a nadie el derecho de imponer su

111 Excelsior y Le Petit Parisien, 29 de abril, 1912; Le Petit


Journal, 5 de mayo; Excelsior, 10 y 13 de mayo.
40
La vida insolente, la vida anarquista

voluntad sobre la mía bajo pretexto alguno; no veo


por qué yo no podría comer esas manzanas o esas
uvas solo porque son propiedad del señor X. ¿Qué ha
hecho él, más que yo, para ser el único en gozarlas?
Nada. De consecuencia, yo tengo el derecho a
disfrutar de ellas según mis necesidades y si alguien
quiere impedirlo por la fuerza, me rebelaré a su fuerza
y la opondré la mía”.112

Espera angustiosa
El final espectacular de Bonnot, Dubois, Garnier y Valet
contribuyó a que la banda entrara en la leyenda
lo cual, evidentemente, complicaba más aún la
situación jurídica de los encarcelados. La conmoción
en torno al caso fue tal que Émile Michon, el citado
psicólogo criminalista, obtuvo el permiso de visitar
a los presos para hurgar en sus almas y arrojar un
poco de luz sobre las razones de su comportamiento,
aparentemente, incomprensible. Lo curioso es que,
en lugar de acreditar la versión de que eran unos
monstruos sanguinarios, el ilustre científico acabó
fascinado por su humanidad exuberante. “¿Tienen
estos hombres el culto de la amistad? Yo diría que
sí. Cuando les pregunté: ¿cuál es el dolor moral que
más les preocupa? Todos contestaron: la traición de
un amigo. A la cuestión: ¿quiénes son sus seres más
queridos?, todos asignaron un lugar preponderante
a los amigos. Interrogado sobre cuál sería una
sensación agradable, uno de ellos manifestó: -la
completa harmonía de mis sentidos y facultades
cuando vagabundeo con un amigo querido, un
hermano del alma”.113
Lo cierto es que esos muchachos no encajaban
en el estereotipo del criminal feroz que había creado
la prensa. Practicaban gimnasia sueca, eran buenos
conversadores, rigurosamente abstemios y muy
limpios, lo cual contrastaba con la vulgaridad de

112 El documento se mantuvo oculto en los archivos de la


policía de París hasta que fue descubierto por Jean Maitron, Ravachol
et les anarchistes, Gallimard, 1964, pp. 179-195.
113 É. Michon, op. cit., pp. 84 y 86.
41
Claudio Albertani

otros detenidos. Carecían de estudios formales, pero


disertaban lo mismo sobre Nietzsche, Schopenhauer y
Chopin que sobre neurología, evolucionismo y control
de natalidad. “Gozaban de una gran libertad de
espíritu”, admite Michon y añade: “tenían un temple
de rudo acero y tuvieron un final poco común”.114
Referente a Le Rétif, el criminólogo no tiene más que
elogios: “posee una cualidad de la que carecen sus
coimputados: tiene tacto. Es un hombre de educación
refinada y gran dulzura (…). Se preocupa mucho por
los demás; preguntaba continuamente sobre la salud
y la suerte de su compañera. (...) Siempre pensé que
era una víctima más que un cómplice. Y es la opinión
de todos los que lo conocían. (…) He aquí un bandido
fuera de serie”.115
Victor seguía publicando en l’anarchie gracias
a la complicidad de su abogado, Charles Le Breton,
quien sacaba sus textos de manera clandestina.116
Escribía sobre diversos temas: la debacle de los
partidos políticos, la lucha armada en Rusia, el
aniversario de la Comuna de París, la situación de los
encarcelados y el inminente proceso.117 Entregó una
larga serie sobre ilegalismo en la que se desdecía
de sus posturas anteriores: “el robo -afirmaba- es
contrario a nuestras concepciones, de la misma
manera que la explotación del trabajo asalariado
o el ejercicio de la autoridad. (…) Es deseable que
el anarquista entienda el robo por lo que es y, si se
le ocurre justificarlo, debe concebirlo como el último
recurso impuesto por el medio social al hombre
exasperado, si es fuerte, o al hombre degradado,
si es débil”. En el último, con fecha 5 de septiembre

114 Ibídem., pp. 121 y 23.


115 Ibídem, pp. 24-27.
116 Dossier Victor Serge, cit. 6 de junio, 1912.
117 Ralph,“Pronostiques Politiques” “En passant”, “Les
Fédérés”, l’anarchie no. 360, 361 y 364, 29 de febrero, 7 y 28 marzo,
1912; Yor, “La grace”, “Faute des grives”, l’anarchie no. 362 y 364.
Le Masque, “L’homme en cage”, l’anarchie no. 370, 16 de mayo,
1912.
42
La vida insolente, la vida anarquista

de 1912, concluía: “esta refutación del ilegalismo, a


la que nos conducen numerosas razones ratificadas
por experiencias terribles, no implica una pusilánime
afectación de honestidad burguesa, ni el abandono
de nuestros camaradas insumisos. No es inútil
recordarlo”. 118
Los camaradas seguían organizando charlas,
eventos musicales y artísticos, en solidaridad con
los presos. Robert Lanoff, cantautor y, por un breve
tiempo, responsable de l’anarchie, fue procesado
y condenado dos veces: primero en julio, por haber
dictado dos conferencias a favor de los detenidos,
y luego en diciembre por un artículo calificado de
apología de delito.119 Lo mismo le pasó a su sucesor,
René Fourcade que tomó el relevo en el mes de
diciembre. Aun así, el periódico no cejó en su defensa
de los bandidos otorgando cada vez más espacio al
tema.
Mientras tanto, las investigaciones proseguían.
La averiguación terminó el 11 de septiembre,
cuando el juez Gilbert anunció sus conclusiones:
el periódico l’anarchie era la tapadera de una
peligrosa organización criminal cuyos integrantes
habían matado a ocho personas, herido a doce y
cometido dieciocho robos con violencia, sin contar
los numerosos delitos llevados a cabo en Bélgica.
Las imputaciones de asesinato pesaban solo sobre
Callemin, Soudy, Monier, Dieudonné y Carouy, pero
a Victor y Rirette, formalmente acusados de robo,
receptación y asociación criminal, se les atribuía el
papel de jefes de la banda. Eran ellos los responsables

118 Le Masque, “L’impasse”, no. 364 bis, 4 de abril, 1912; Le


Masque, “L’illegalisme”, no. 376, 26 de junio, 1912. Es el primero
de una serie de 7 artículos publicados en l’anarchie hasta el no. 386,
5 de septiembre, 2012. La “moderación” de los textos de Le Masque
provocaron la cólera de un tal Tony B. que publicó, en respuesta,
“Reflexions sur l’illegalisme” (no. 389, 26 de septiembre, 1912).
119 Robert Lanoff, “De la rue Ordener aux Aubrais”, l’anarchie
no. 392, 17 de octubre, 1912 y Lanoff, Robert, Dictionnaire des
militants anarchistes, http://militants-anarchistes.info/?article3036
43
Claudio Albertani

de l’anarchie y era en los locales de ese periódico


donde se almacenaban los productos de los robos,
se falsificaban documentos y se recibían cartas
comprometedoras.120
La prensa se ensañaba con los presos y
Mauricius trazó un paralelo entre el caso de los
bandidos trágicos y el Proceso de los Treinta,
celebrado casi veinte años antes (1894). Un grupo
de conocidos anarquistas, entre los cuales se
encontraban Jean Grave y Sebastien Faure, fueron
falsamente acusados de planificar y ejecutar una
serie de atentados, lo cual creó las condiciones
para que el congreso aprobara un paquete de
leyes represivas conocidas como “lois scélérates” o
leyes canallas. Éstas limitaban la libertad de prensa,
introducían la figura de apología del delito y, más
grave aún, la de “asociación criminal” con la cual se
podía perseguir a cualquier ciudadano sospechado
de ser anarquista y que ahora se estaba usando
contra los imputados.121
La situación era, en verdad, difícil. Sin perder
un ápice de su calma proverbial, Victor intentó
confortar a su compañera: “nada del mal que nos
han hecho se perderá, nada será inútil. Dígase a
usted misma, querida amiga, que cada uno de los
días que hemos pasado, teñidos de nuestra tristeza,
nos dejará algo. Y más tarde retomaremos nuestra
vida con los materiales que reunimos ahora.”122

El proceso
¿Cuál sería la actitud de Victor y Rirette en el proceso?
No querían renegar de sus amigos, ni mucho menos
hacerles daño, pero no estaban dispuestos a pagar
por crímenes que no habían cometido y que les
120 Le Matin y Le Petit Parisien, 12 de septiembre, 2012;
L’Humanité, 3 de febrero, 1913.
121 Mauricius, “Le crime”, l’anarchie, no. 405, 16 de enero,
1913.
122 Carta sin fecha deVictor Kibalchich a Rirette Maitrejean,
incluida en É. Michon, op. cit., pág. 105.
44
La vida insolente, la vida anarquista

indignaban, como la masacre di Thiais. “¡Qué difícil


evitar los malentendidos!”, escribió Victor a Armand.
“¡Y cómo se equivocan sobre nuestros sentimientos!
Tenemos, evidentemente, el deseo de volver a la vida,
el deseo apasionado de ver el fin de esta pesadilla
imbécil y no merecida. Me parece, sin embargo,
que todo en nuestras actitudes anteriores debería
aclararles que no haremos nada y no permitiremos se
haga algo contrario a nuestros sentimientos. ¿Necesito
explicarlo? Confieso que me resulta extremadamente
desagradable. (…) El tribunal no es, evidentemente,
el lugar para hablar contra el ilegalismo. Obvio. No
queremos hacerlo. Pero si se me acusa de actos que
me repugnan, tendré que explicarme. (…) Y si digo
que nunca fui partidario de un método de acción
desastroso, si lo digo más tarde como pienso hacerlo,
o si me encuentro en la necesidad de decirlo frente
al jurado, no se me podrá objetar nada, porque es
cierto”. 123
El proceso se celebró en febrero de 1913, en el
Palacio de Justicia, el templo del poder republicano,
situado en la Isla de la Cité, el corazón de París. El
31 de enero los veinte imputados, diecisiete hombres
y tres mujeres (uno más, Godorowsky, nunca fue
detenido), fueron trasladados al edificio contiguo, la
tétrica Conciergerie, donde la reina María Antonieta
y Robespierre, entre muchos otros, habían pasado
sus últimos días, antes de ser guillotinados. El lunes
3 empezó el juicio del siglo. Los principales diarios
nacionales, desde los conservadores Le Petit Parisien,
Le Matin, Le Journal y Le Petit Journal –que, juntos,
tiraban entre quinientos mil y un millón de ejemplares
por día- hasta los nacionalistas L’Intransigeant y
L’action Française pasando por L’Humanité, socialista,
periódicos ilustrados, como L’Excelsior o el semanario
L’Illustration e, incluso, L’Echo d’Alger, desde África,
reportaron la noticia con títulos a cuatro columnas.
Desde muy temprano, cientos de curiosos se
123 Carta de V. Kibalchich a E. Armand, 22 de enero de 1913 en
J. Maitron, Le mouvement social, op. cit. pp. 51-4.
45
Claudio Albertani

formaron en la entrada del majestuoso edificio. El


mismo día la policía detuvo a un grupo misterioso, “Los
vengadores de Bonnot”, que asaltaba en nombre de
los bandidos trágicos, Se temían atentados, de manera
que el procurador general, Victor Fabre, decidió
cerrar la sala donde sesionaba el tribunal penal.124
La audiencia se llevó a cabo frente a un público
reducido, integrado únicamente por periodistas y
parientes de las víctimas y de los victimarios. Hacia
el mediodía, veinte jóvenes, algunos de los cuales
poco más que adolescentes, ingresaron a la sala del
tribunal, a través de una puerta lateral para sentarse
en el banquillo de los acusados.
La primera en asomarse fue Rirette, con el
cabello corto, un austero vestido negro y su peculiar
aspecto de colegiala. La prensa la comparó con
Claudine, la heroína de las novelas de la popular
escritora Colette. Luego entró Victor, impasible como
siempre, envuelto en su característica blusa rusa, y,
uno tras otro, todos los demás. Enfrente, casi al mismo
tiempo, se colocaron los catorce integrantes del
jurado, mientras que, a un lado, justo abajo del jurado,
se podía contemplar la vitrina que exhibía el arsenal
de armas con las cuales la banda había asolado a
Francia durante meses: pistolas, rifles, cartucheras,
balas, puñales…
Los preliminares comenzaron con la prolija
lectura de los treinta y un cargos en contra de
la banda y la lista de los 239 testigos llamados a
declarar. Después, tomó la palabra el presidente de
la audiencia, Couinaud: “señores jurados”, espetó.
“Este no es un proceso político. Demostraremos
que los acusados no son más que vulgares ladrones
y asesinos”. Pasó, acto seguido, a interrogar a
Rirette. A pesar de que eran absolutamente ajenos
a los crímenes que se les adjudicaban, ella y Victor
enfrentaban, como ya señalado, el cargo asociación
124 Cuando no especificado, la reconstrucción que sigue se
fundamenta en los reportajes de los periódicos citados de febrero de
1913.
46
La vida insolente, la vida anarquista

criminal, que era un delito grave.


Rirette se defendió con energía. Admitió
conocer a los bandidos, pero negó ser su cómplice.
Explicó que, al llegar, ella y Kibalchich, a la comuna de
Romainville, Callemin, Garnier y los otros se largaron,
junto con Lorulot, por los graves desacuerdos que
habían surgido. No aceptó haber sido la directora
de l’anarchie pues “entre nosotros no hay jefes,
ni directores”. Añadió que, a partir de otoño de
1911, cuando la sede del periódico se trasladó a
Belleville, ya no tuvieron relación alguna con los
otros imputados. Negó, por último, haber ocultado
mercancía robada y, con respecto a las pistolas
que la policía encontró en su casa, afirmó haberlas
comprado a un compañero que estaba de paso y
del cual ignoraba la identidad.
Victor habló de manera pausada, pero clara
y elocuente cautivando la atención del público.
Declaró, en primer lugar, ser ruso y no belga.
Luego refrendó lo dicho por Rirette, aunque en el
tema de las pistolas, para descargarla de toda
responsabilidad, afirmó que las había adquirido él
mismo.125 Presentó, enseguida, su concepción del
anarquismo repudiando enérgicamente la violencia
y las expropiaciones individuales. “Nosotros somos
moderados –afirmó- y no aceptamos la filosofía del
determinismo biológico que profesan los bandidos”.
Estas declaraciones provocaron el enojo de
Raymond, lo cual dio pie a que el correspondiente del
Times escribiera que Victor se estaba defendiendo a
expensas de los demás. 126
Al cabo de varias horas de preguntas
interminables que contestó de manera puntual,
Victor evocó su vida de trabajo y penurias en el
pobre cuartucho de la calle Fessart que servía, al
mismo tiempo, de redacción del periódico. Concluyó
125 La contradicción está registrada también en el acta de
acusación contra Anna Estorges, Prefectura de París. Copia incluida en
el Dossier Victor Serge, Centre d’Histoire Sociale du XXème siécle, 9,
rue Malher, 75004 París. El documento tiene anotaciones de Victor y
Rirette.
126 Citado en Richard Parry, op. cit., pág.158.
47
Claudio Albertani

reclamando su inocencia: “señores jurados: ¡estoy


enjuiciado por mis opiniones! Se nos ha presentado,
a Madame Maitrejean y a mí, como los encargados
de almacenar los bienes robados por los bandidos.
¿Cuál es la verdad? Que no hubo asociación
criminal. Siempre hemos vivido en la máxima pobreza
y cuando la policía vino a detenernos no encontró
en nuestra casa más que un puñado de francos.
Subsistíamos gracias a las magras suscripciones de los
lectores”. L’Illustration calificó su discurso de “hábil”
y lo describió como “un eslavo soñador, de ojos
hundidos y cara lampiña, el único auténtico teórico
de la banda.127
En abierto desafío al sistema judicial, el 6,
jueves de carnaval, l’anarchie divulgó los nombres
de los doce jurados que tendrían la tarea de juzgar a
los bandidos. El proceso se extendió durante 23 largos
días, opacando inclusive la Guerra de los Balcanes y la
toma de posesión del presidente Raymond Poincaré.
Incapaces de contestar de manera concluyente,
aplastados por el peso del aparato de justicia,
desfilaron, uno tras otro, los imputados principales:
Callemin, Soudy, Monier, Dieudonné, Carouy y Metge.
Cada uno reclamó ser inocente y nadie reivindicó
el ilegalismo como estrategia de lucha. Luego fue
el turno de los menores: las otras dos mujeres, Marie
Vuillemin y Barbe Leclerc y los hombres, De Boë,
Belonie, Rodriguez, Dettweiler, Crozat de Fleury, Gauzy,
Jourdan, Reinart, Benard, Poyer. Uno más, Rimbault,
fue declarado mentalmente desequilibrado y se
encontraba en un hospital siquiátrico.
El sábado 8 hubo un momento de gran tensión
cuando Caby afirmó reconocer a Dieudonné como
su agresor y éste, desesperado, juró que ese día se
encontraba en Nancy con su madre. El 12, Kibalchich
sostuvo un careo desagradable con Lorulot, sobre
el cual tanto él como Rirette tenían reservas.128 El ex
director de l’anarchie, quien ostentaba un amplio
127 L’illustration, 8 de febrero de 1913.
128 R. Maitrejean, op. cit., pág. 82. Las percepciones de Victor y
Rirette estaban equivocadas ya que no salieron cuestionamientos sobre
la honorabilidad de Lorulot.
48
La vida insolente, la vida anarquista

sombrero y un elegante bastón con empuñadura de


plata, había acudido a la audiencia como testigo a
favor de Soudy. “¿Es verdad –le preguntó Kibalchich-
que Carouy, Callemin y Garnier frecuentaban la
redacción del periódico cuando tú eras el director?
“Es verdad”, contestó Lorulot. “Pero no es un crimen”.
“No lo es”, reviró Victor. “Y, sin embargo, yo me
encuentro aquí porque me acusan precisamente de
esto, de conocerlos. ¿A qué se debe tal diferencia
de trato?”.129
El 17 testificó Severine (Caroline Rémy,
1855-1929), la popular escritora anarquista, quien
explicó que un periodista recibe las revelaciones de
muchas personas, pero no tiene derecho -so pena
de faltar a la ética profesional- de divulgarlas. Es
normal, asimismo, que un periódico reciba cartas
extravagantes y si se inculpara de ello a su director, las
cárceles no se darían abasto. El 18, intervinieron otros
dos anarquistas de larga trayectoria, Pierre Martin y
Sebastien Faure. Martin, gerente de Le Libertaire y en
su momento protagonista de otro famoso proceso,
explicó que un periódico anarquista no tiene director
responsable: “un redactor llega, otro se va y nadie
hace preguntas”.130
Sebastien Faure, disertó sobre el Proceso de
los Treinta, en el cual él mismo estuvo sentado en el
banquillo de los acusados. “Por lo menos con respecto
a la asociación criminal -dijo-, encuentro numerosas
analogías. Entonces como ahora, a falta de dar con
los verdaderos responsables, se hallaron inocentes
para satisfacer el ansia de la opinión pública”. Faure
habló también en descarga de Gauzy, quien estaba
enjuiciado por haber ofrecido hospitalidad a Bonnot.
El derecho de asilo, dijo, es un deber sagrado:
“nosotros preferimos actuar de acuerdo a nuestra
moral contra la ley que, de acuerdo a la ley, contra
nuestra moral”.

129 Véase, al respecto, la versión de Lorulot en J. Maitron, “De


Kibaltchiche à Victor Serge”, op. cit., pp. 67-69.
130 Es el llamado “Proceso de los 66”, celebrado en Lyon en
1883 contra varios activistas anarquistas, entre ellos Kropotkin.
49
Claudio Albertani

La tensión aumentaba a medida que se


acercaba el final. Al terminar las comparecencias, el
procurador Fabre, con mirada severa y ataviado en
su toga color de sangre, clamó por la vindicta pública.
Pronunció, acto seguido, una requisitoria durísima
que se prolongó durante varias horas, reiterando
que los acusados habían cometidos crímenes
abominables y no merecían misericordia. Aseveró,
con palabras vehementes, que el anarquismo mismo
era un delito ya que representaba un grave riesgo
para la estabilidad social. El 19, después de analizar
durante más de siete horas los delitos cometidos por
cada uno de los imputados, pidió el castigo supremo,
es decir la guillotina, para Callemin, Carouy, Soudy,
Monier, Metge y Dieudonné, a pesar de que, el día
del asalto en la calle Ordener, éste había sido visto
por decenas de personas en Nancy. Para todos los
demás, incluyendo a Victor y Rirette, Fabre exigió la
pena de los trabajos forzados.
Se dio paso a las arengas de la defensa. Uno
tras otro, los abogados -algunos de los cuales, como
VIncent de Moro-Giafferri, el defensor de Dieudonné,
eran famosos penalistas o lo serían pronto- solicitaron
la absolución de los imputados, por insuficiencia de
prueba. El 25 le tocó a Charles Le Breton, el defensor
de Victor, quien tras un largo discurso en el que
retrató a su cliente como un joven probo totalmente
ajeno a los hechos que se le imputaban, afirmó que
la justicia había fallado en no concederle la libertad
provisional, pero tenía ahora la oportunidad de
reparar el daño absolviéndolo sin reservas. Exhibió,
acto seguido, cartas del jurista Apollon Kareline, de
Moscú, del diputado socialista Ernest Roche y del
filósofo Han Ryner que exigían la liberación del joven
anarquista afirmando que era incapaz de cometer
un crimen alguno.

50
La vida insolente, la vida anarquista

wEpílogo
El miércoles 26 el jurado se reunió para deliberar. Al
cabo de un debate que se prolongó hasta la mañana
del día siguiente, condenó a la pena de muerte a
Callemin, Soudy, Monier y Dieudonné. De nada sirvió
que, al último momento, Raymond confesara ser él el
agresor de Caby. Era demasiado tarde. Sin pruebas
fehacientes, Carouy y Metge fueron sentenciados a
trabajos forzados a perpetuidad. Esa misma noche,
al regresar a su celda de la Conciergerie, Carouy, el
fanático de la libertad, burló la justicia suicidándose
con la pastilla de cianuro que escondía en la suela de
sus zapatos. Metge purgaría su pena en La Cayena,
capital de la Guayana Francesa, hasta su muerte,
a principios de la década de los treinta, cuando se
desempeñaba como cocinero del gobernador.
Jean de Boë fue sentenciado a diez años por
asociación criminal y encubrimiento. A finales de año
fue enviado a la Isla del Diablo, la colonia penal más
dura de la Guayana Francesa, cuyo solo nombre
evocaba el infierno. Intentó fugarse y no lo logró,
pero la segunda vez consiguió llegar a Paramaribo,
Guayana Holandesa. Trabajó para pagarse el boleto
en barco y llegó a Bruselas en 1922. Reanudó su
profesión de tipógrafo y se consagró, en adelante,
a la militancia sindical, a la actividad antifascista y
a la solidaridad con la revolución española. En 1937
visitó Barcelona y, al finalizar la guerra civil, adoptó
dos niñas asturianas cuyos padres habían sido
asesinados por los franquistas. Vivió mucho tiempo,
pero nunca quiso volver a hablar de sus andanzas
con los bandidos trágicos, a pesar de los repetidos
intentos de entrevistarlo al respecto.131
Las tres mujeres fueron absueltas, junto a Léon
Rodriguez quien, sin embargo, permaneció en la
cárcel, acusado de otros crímenes. Vale la pena gastar
algunas palabras sobre este personaje, ignorado por
los historiadores. En 1920 se evadió de La Cayena,

131 Malcolm Menzies, comunicación al autor. De Boë murió en


Bruselas en 1974.
51
Claudio Albertani

iniciando una vida novelesca de contrabandista,


comerciante, traductor y periodista en Venezuela,
América Central, Colombia, México, Suiza, Trinidad,
Estados Unidos, Italia… A lo largo de cuarenta años,
nunca dejó de enviar textos a E. Armand, quien los
publicaba en L’en dehors y L’Unique, las revistas
que animaba. A principios de los sesenta, regresó a
París, cuando expiró su pena, sin que nadie pudiera
molestarlo. Murió en 1969, no sin antes confiar sus
recuerdos al escritor Malcolm Menzies, de quien fue
amigo. Sus memorias se guardan en los archivos del
Institut Français d’Histoire Sociale, en espera de que
algún editor se anime a publicarlas.132
¿Y Victor? Ese 26 de febrero se sentía optimista.
Pensaba que su defensa había sido brillante y se
esperaba una condena de seis meses, máximo un
año, lo cual le hubiera permitido recobrar la libertad.
Pero no fue así: Victor-Napoleon Llovich Kibalchich
fue condenado a cinco años de prisión firme y a cinco
años de interdicción de residencia por el asunto de
los dos revólveres, encontrados en la calle Fessart.
El día siguiente mandó una carta a Rirette: “amiga
mía estoy feliz por vuestra libertad; yo seré el único
que seguirá sufriendo. Todo terminará. Regresaré.
Mientras tanto intentad ser feliz. Conservad el afecto
de Chinette. Aprovechad del sol, de las flores, de los
buenos libros, de todo lo que juntos amamos…. Pero
lo que os pido, amiga mía, es de no volver nunca,
nunca a ese medio”.133
Rirette confió sus recuerdos al periódico Le
Matin que los publicó en primera plana entre el 19 y
el 31 de agosto, suscitando la ira de Mauricius, su ex
compañero.134 Victor, por su parte, purgó la pena en
132 Malcolm Menzies, Mastatal, op. cit. pp. 272-281; Léon
Rodriguez, Mémoires et confessions. Réminiscences d’un évadé du
bagne et survivant de la Bande à Bonnot, manuscrito inédito.
133 R. Maitrejean, op. cit., pp. 62-3. Curiosamente, Victor y
Rirette se hablaban de usted, en contraste con un medio en donde
todo el mundo se tuteaba.
134 Mauricius, “L’oeuvre d’une goule”, l’anarchie no. 437, 28
de agosto, 1913. Los recuerdos en cuestión fueron republicados en R.
Maitrejean, op. cit.
52
La vida insolente, la vida anarquista

la cárcel de Melun, donde el 4 de agosto de 1915, se


casó con Rirette para obtener los beneficios de las
visitas conyugales. La nutrida correspondencia entre
los dos -unas 500 cartas, según Vlady135- permanece
extraviada. Esa mujer diminuta que Serge describe
como una “militante agresiva y delgada, de perfil
gótico”, se mantuvo fiel a los ideales libertarios hasta
que murió en 1968, justo en tiempo para enterarse de
la revuelta de mayo.
Dieudonné se salvó al último momento,
gracias a las gestiones de Moro-Giafferri. El domingo
20 de abril el flamante presidente Poincaré conmutó
la pena de muerte a que había sido condenado por
trabajos forzados a perpetuidad en la Isla del Diablo,
lo cual mostraba la insensatez del sistema judicial
porque, si era inocente -y lo era-, tendría que haber
salido libre. No era hombre que se rindiera fácilmente
y, al cabo de tres intentos frustrados, logró fugarse en
balsa el 6 de diciembre de 1926, junto a cuatro presos
más. Tras cruzar el Orinoco y las forestas amazónicas,
llegó a Belén, en el estado brasileño de Para y luego
se estableció en Rio de Janeiro, Brasil. Recibió el
perdón en 1928, gracias a la campaña organizada
por el valiente periodista Albert Londres, connotado
crítico del sistema penal francés.136 Regresó a París, en
donde reanudó su profesión de ebanista y escribió un
relato sobre sus experiencias.137 Murió en 1944.
Callemin, Soudy y Monier fueron guillotinados
el día 21 en la Santé, en presencia de unos cuantos
periodistas y de Michon, el criminólogo. La fecha de
la ejecución se había mantenido secreta para evitar
las protestas fuera de la cárcel. Todos rechazaron el
vaso de ron que tradicionalmente se ofrecía a los
condenados y todos se condujeron con dignidad.
Raymond recobró la agresividad de antaño y,
135 Entrevista con Vlady, op. cit.
136 Albert Londres, escribió un relato sobre la fuga de
Dieudonné: L’homme que s’évada, Les éditions de France, París,
1928.
137 Eugène Dieudonné, La vie des forçats, Paris, 1930
(reedición, Libertalia, París, 2007, con introducción de Jean-Marc
Rouillan.
53
Claudio Albertani

sarcástico, espetó a los que habían acudido a


contemplar su muerte: “Es hermosa, ¿no?, la agonía
de un hombre…”138 Soudy legó sus huesos a diferentes
instituciones públicas y Monier murmuró: “he aquí un
día sin mañana”.
“Adiós”, tituló a cuatro columnas l’anarchie del
jueves 24. “Nos esperábamos su muerte y sin embargo
el anuncio y la descripción del calvario que sufrieron
nos llenó de consternación. No es la muerte que nos
conmueve. Es la tortura a que fueron sometidos”.
“Admiro el valor que tuvieron en el momento
supremo”, concedió René de Marmande de Les
Temps Nouveaux, un periódico que, como sabemos,
no había ahorrado sus críticas al ilegalismo.139
Los sueños e ilusiones de aquellos “adolescentes
más unidos que hermanos” se infringieron en el
cadalso o en los baños penales del trópico. Errico
Malatesta, un hombre a quien difícilmente se podría
tachar de moderado, escribió su epitafio: “tenían
valor; y el valor es, indudablemente, una cualidad
hermosa. Pero puede ser usada al servicio del bien
como del mal. Hemos visto hombres valientes entre los
mártires de la libertad y también entre los tiranos más
odiosos. El valor se encuentra entre los revolucionarios
y también entre los camorristas, los soldados y los
policías”. La conclusión del viejo militante era severa:
“el robo y el asesinato son medios peligrosos y, en
general, poco productivos. Es un camino que lleva,
con frecuencia, a pasar el resto de la vida en la
cárcel o a dejar la cabeza en la guillotina, sobre todo
si se comete la imprudencia de atraer la atención de
la policía declarándose anarquistas o frecuentando
anarquistas”.140

138 E. Michon, op. cit., pág. 52.


139 R. De Marmande, “Leur mort”, Les Temps Nouveaux, año
18, no. 52, 26 de abril de 1913.
140 E. Malatesta, “Les Bandits Tragiques”, La Société Nouvelle,
año 19, no. 2, agosto de 1913.

54
La vida insolente, la vida anarquista

L’anarchie fue suprimida, junto a los otros


periódicos libertarios, en julio de 1914, justo antes que
estallara la Guerra Mundial. El ruido mediático en
torno al proceso ayudó a descalificar al movimiento
anarquista en sus esfuerzos antibélicos, cuando lo que
más temían los imperialistas era que los trabajadores
del mundo llegaran a entenderse. Victor Kibalchich,
alias Le Rétif, Ralph, Yor, Le Masque y algunos
pseudónimos más, cumplió su pena hasta el último
día. Salió de la cárcel el 31 de enero de 1917, para
empezar una nueva vida, también rebelde, aunque
muy alejada de su individualismo juvenil.

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Claudio Albertani

“Detención de la banda abril de 1913”

“La prensa hace eco de la espectacularidad de los crímenes”


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La vida insolente, la vida anarquista

“El juicio en primera plana”

57
Claudio Albertani

“Ficha policial de Víctor”

58
La vida insolente, la vida anarquista

“los bandidos en automóvil”

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Claudio Albertani

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