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Don Celestial - Joseph F. McConkie
Don Celestial - Joseph F. McConkie
Don Celestial
Joseph Fielding McConkie
Thomas Paine
Creditos
El autor queda agradecido a James A Moss, Su colega
I
La obediencia a los principios del evangelio produce las
mismas bendiciones en todas las épocas. Por tanto, nosotros
los Santos de los Ultimos Días tenemos derecho a las mismas
bendiciones que gozaron los santos de los tiempos bíblicos. La
fe que salvó a los hombres de la antigüedad es la fe que salva
a los hombres de hoy. La fe por la que levantaron a sus
muertos, dieron vista a los ciegos, sanaron a los enfermos, y
echaron fuera a los demonios en el meridiano de los tiempos,
es la misma fe que se necesita para realizar esas mismas obras
en nuestros tiempos. Los resultados de la fe son los mismos
para los hombres de todas las épocas. Tenemos el mismo
derecho a esa fe y a esperar los mismos resultados que
cualquier otro pueblo en cualquier otro tiempo pasado,
presente, o futuro. (1 Nefi 10:17-19.)
II
Al ejercer la fe,podemos, a través del arrepentimiento y el
bautismo, obtener una remisión de nuestros pecados. "Si
vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a
ser como blanca lana." (Isaías 1:18.) Mediante el proceso
divinamente instituido de fe, arrepentimiento y bautismo, es el
derecho de todos los hombres recibir el cumplimiento de la
promesa del Señor, de que sus pecados ya no serán recordados
"más". (D. y C. 58:42.)
III
Tras haber recibido una remisión de los pecados y la
consiguiente paz de conciencia, es nuestro derecho ahora
recibir e1 Espíritu Santo. El don del Espíritu Santo se otorga
mediante la imposición de manos. Con ese don viene el
derecho de recibir revelación, guía, luz, y verdad del Espíritu.
El profeta José Smith dijo: "Ningún hombre puede recibir el
Espíritu Santo sin recibir revelaciones. El Espíritu Santo es un
revelador" (Enseñanzas del profeta José Smith, p. 405.)
IV
El Espíritu Santo concede dones y privilegios, y a los fieles
da talentos espirituales especiales. "No a todos se da cada uno
de los dones; pues hay muchos dones", pero a todo hombre le
es dado un don por el Espíritu de Dios", y a todos se nos
aconseja buscar diligentemente los mejores dones,
"recordando siempre para que son dados". (D, y C. 46:8-11.)
V
Todas las bendiciones espirituales se basán en la obediencia
a determinadas leyes. (D. y C. 130:20, 21.) El que cumple la
ley recibe la bendición. Por lo tanto, el Señor ha dicho que El
está obligado cuando hacemos lo que nos dice, pero cuando
fallamos en hacerlo, no tenemos ninguna promesa. (D. y C.
82:10.)
VI
En la esfera de las cosas espirituales los límites los fija el
individuo. Y este principio se aplica a todos los atributos de
santidad. La espiritualidad no es un oficio. La fe no es un
oficio. El conocimiento no es un oficio. La sabiduría no es un
oficio. Los atributos de santidad no dependen de los
llamamientos a servir, ni están necesariamente asociados con
la edad, ni pertenecen exclusivamente a los hombres, o a las
mujeres. La fuerza espiritual viene por las obras de justicia.
VII
Se ha dado a los hombres la capacidad de hacer mucho bien
y efectuar mucha justicia. A1 grado que lo hagan, "de ninguna
manera perderán su recompensa". (D. y C. 58:27. 28.)
VIII
Como miembros de la Iglesia, ya no somos "extranjeros ni
advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de
la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo
Jesucristo mismo". (Efesios 2:19; 20.) Nuestra ciudadanía en
el reino terrenal de Dios nos da derecho a la dirección
inspirada de líderes que beben de la fuente de la inspiración y
nos invitan a participar de ella. De sus manos recibimos
bendiciones de consejo y consuelo, bendiciones que nos
hablan del futuro, bendiciones de salud cuando estamos
enfermos, y bendiciones especiales de protección. Si seguimos
fielmente su consejo, se nos promete que las puertas del
infierno no prevalecerán contra nosotros, y que el Señor Dios
dispersará los poderes de las tinieblas de ante nosotros, y hará
sacudir los cielos para nuestro bien y la gloria de su nombre.
(D. y C. 21:6.)
IX
Por medio de la dignidad personal ganamos el derecho de
entrar en la Casa del Señor, y allí somos investidos con
conocimiento, poder y bendiciones de lo alto. En el templo, el
esposo y la esposa son sellados por tiempo y eternidad,
preservando así la unidad familiar en los mundos venideros.
X
Todos los santos fieles tienen el derecho de recibir la
confirmación de que el curso de vida que siguen es aprobado
por Dios. Para ello, e1 Espíritu Santo otorga la promesa de que
"todos los convenios, contratos, vínculos, compromisos,
juramentos, votos, efectuaciones, uniones, asociaciones o
aspiraciones" tendrán "eficacia, virtud o fuerza" en el otro
mundo. (D. y C. 132:7.)
El testimonio del ángel que anunció el nacimiento de Cristo
fue que las buenas nuevas y el gran gozo eran para todo el
pueblo. (Lucas 2:10.) Y Pedro testificó de un Dios que "no
hace acepción de personas". (Hechos 10:34.) Las promesas
nos pertenecen; el tiempo no las empaña "Dios no es Dios de
muertos, sino de vivos." (Mateo 22:32.) Los poderes de los
cielos no se hacen viejos, ni sufren menoscabo alguno. Los
hombres de hoy. pueden ser bendecidos igualmente que lo
fueron los antiguos.
Y no estamos hablando de bendiciones reservadas para los
apóstoles y profetas, pues las tales no existen. José Smith
enseñó que "el Señor no revelará nada a José que no revele a
los Doce, o al menor de los miembros de ta Iglesia, tan pronto
como pueda aguantarlo". (Bruce R. McConkie, "¿Are General
Authorities Human?") "Las bendiciones vienen por causa de
la obediencia y la rectitud personal, no por tener posiciones
administrativas." (Bruce R. McConkie, CR, octubre de 1977,
p. 49.)
El conocimiento y la confirmación que buscamos son
nuestros por derecho, y serán nuestros si los deseamos, los
buscamos y vivimos dignos de recibirlos. Esa es la experiencia
de los fieles de todos los tiempos.