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Ajdukiewicz Kazimierz - Introduccion A La Filosofia - Epistemologia Y Metafisica PDF
Ajdukiewicz Kazimierz - Introduccion A La Filosofia - Epistemologia Y Metafisica PDF
INTRODUCCION
A LA FILOSOFIA
Epistemología y
metafísica '
Introducción a la filosofía
Epistemología y metafísica
Colección Teorema
Kazimierz Ajdukiewicz
Introducción a la filosofía
Epistemología y metafísica
Nota preliminar de Manuel Garrido
C A T ED R A
TEOREMA
Titulo original de la obra:
Zagadnienia i Kierunki Filozofit.
Teoría Poznania-Metafizyka
P rimera parte
T E O R ÍA D E L C O N O C IM IE N T O
S egunda parte
M E T A FÍSIC A
M a n u e l G a r r id o
Prefacio
En este libro, el lector encontrará una revisión de los pro
blemas más importantes incluidos tradicionalmente en la teo
ría del conocimiento y en la metafísica. Encontrará también la
revisión de las soluciones a estos problemas que se encuentran
frecuentemente en la historia de la filosofía, es decir, la revi
sión de las tendencias filosóficas de la teoría del conocimiento
y de la metafísica. Junto a las tesis que caracterizan a las dife
rentes corrientes está esbozado también, en la mayoría de los
casos, el proceso de pensamiento que condujo a esas opinio
nes. Por último, encontrará el resumen de las polémicas soste
nidas por los representantes de tendencias opuestas.
Cuando empecé a escribir, no tenía la intención de dar for
ma a este libro. Su origen es el siguiente: hace veinticinco años
publiqué una colección de textos filosóficos titulada «Las prin
cipales corrientes de la filosofía», presentada con un prefacio
que contenía la revisión de los problemas y tendencias de la fi
losofía, ilustrados a continuación por los textos de varios auto
res. Preparando, recientemente, una nueva edición de la men
cionada colección, llegué a la conclusión de que era necesario
escribir de nuevo este prefacio. Sin embargo, la nueva redac
ción creció demasiado para poder incluirla en aquel volumen.
Se me ocurrió entonces la idea de publicar el prefacio como la
obra separada que el lector tiene ahora en sus manos.
El origen de este libro explica su naturaleza. Ante todo, no
es un manual para estudiantes avanzados en el que el autor es
cribe con la mayor precisión de que es capaz, ignorando los re
quisitos para una fácil comprensión. Por el contrario, al escri
bir este libro traté de evitar los análisis de gran alcance, ni he
procurado lograr una completa claridad conceptual cuya conse
cución redunde en menoscabo de la inteligibilidad. Se hallarán
pues, en el texto, algunos enunciados cuyo sentido puede no
ser suficientemente preciso para aquellos cuyas exigencias al
respecto sean muy grandes, pero que no perturban al lector
medio. Aclaro esto para evitar el malentendido de que las fór
mulas contenidas en este libro se consideren como definitivas
o incapaces de ser reelaboradas de una forma más precisa.
Este libro tampoco es ideal como primera introducción a la
filosofía. Para tal propósito, está escrito de una manera dema
siado concisa y sin agotar todos los medios de una presenta
ción sugestiva de los problemas y sus soluciones. La introduc
ción más adecuada a los problemas filosóficos generales es
siempre una monografía que elabore detalladamente los pro
blemas particulares.
El libro será, en cambio, de utilidad en un nivel medio
como manual o repetitorium para aquellos que han adquirido ya
algún conocimiento filosófico. Permitirá a estos lectores en
contrar algunas fórmulas más o menos tangibles de las co
rrientes y problemas de la filosofía, ordenándolas para encon
trar conexiones que entre ellos existan. Tal vez dé también a
algunos lectores la oportunidad de llegar a opiniones propias
concernientes a varias cuestiones filosóficas.
Espero que, a pesar de todas las definiciones arriba mencio
nadas, la presente Introducción vendrá a llenar una laguna en
nuestra literatura filosófica carente casi por completo de libros
que cubran sistemáticamente toda la teoría del conocimiento
y la metafísica. Este vacío había sido llenado ahora por
las Introducciones a la filosofía escritas por los autores alemanes
de los siglos x ix y x x que, sin embargo, se encuentran ya total
mente agotadas.
D e todos modos, estas Introducciones dejaban mucho que de
sear respecto al análisis del significado de las afirmaciones de
los filósofos. Este trabajo, a pesar de los compromisos contraí
dos con esta presentación y de los límites de espacio, intenta
explicar el significado de los términos empleados por los filó
sofos, al exponer sus doctrinas. Por consiguiente, confío en
que el lector lo encontrará útil.
Introducción
El escepticismo y su refutación
Hemos visto que las razones por las que algunos filósofos
rechazaban la definición clásica de la verdad eran: primero, las
formulaciones impropias de la idea esencial en la que se basa el
concepto clásico de la verdad; segundo, la opinión crítica de
los escépticos sobre la posibilidad de conocer la realidad. D es
pués de encontrar una fórmula correcta para el concepto clási
co de la verdad, y después de evitar las objeciones de los escép
ticos, llegamos a la conclusión de que no existe ninguna razón
para abandonar la definición clásica y escoger otra definición
no clásica. Las definiciones no clásicas de la verdad tuvieron
un importante papel en la historia del pensamiento filosófico;
llegaron a ser uno de los puntos de partida del idealismo, se
gún el cual el mundo accesible a la cognición no es considera
do como la verdadera realidad. Este mundo es reducido al pa
pel de una construcción del pensamiento, y así a una especie
de ficción que se diferencia de la ficción solamente por haber
sido construida de acuerdo con algunas normas regulares con
tenidas en los criterios en los que finalmente confiamos al ha
cer juicios.
Los problemas del origen del conocimiento
El apriorismo y el empirismo
El apriorismo radical
El empirismo radical
El empirismo moderado
El apriorismo moderado
Convencionalismo
El racionalismo y el irracionalismo
El positivismo
El neopositivismo
Metafísica
El origen del término «metafísica»
y la división de los problemas
1) LO S P R O B L E M A S D E LO S O B JE T O S ID E A L E S.
LA C O N T R O V E R SIA ACERCA D E LOS U N IV E R SA L E S
Los universales
A) I d e a l is m o s u b je t iv o
B ) I d e a l is m o o b je t iv o
La dialéctica hegeliana
Entre los idealistas objetivos, Hegel, en particular, destaca
la siguiente idea: si la naturaleza es simplemente un fenómeno
del mundo del espíritu objetivo, las leyes que gobiernan la na
turaleza son nada más que un reflejo de las leyes que gobiernan
el mundo del espíritu objetivo. Pero en el mundo del espíritu
objetivo y, por lo tanto, en el mundo de las entidades lógicas,
gobiernan las leyes de la lógica. E n consecuencia, las leyes de
la lógica deben reflejarse en las leyes de la naturaleza.
Hegel llamó a las leyes de la lógica, leyes de la dialéctica. Se
supone que estas leyes establecen una cierta jerarquía entre con
ceptos (ideales), partiendo del más general de ellos, el con
cepto del ser. E l principio de este orden jerárquico es que ios
conceptos a que nos referimos forman pares contradictorios
(por ejemplo, el ser y el no-ser), que Hegel llama tesis y antíte
sis. Después de cada uno de estos pares sigue en la jerarquía
un tercer concepto, al que llama síntesis, y que contiene en sí
los elementos de la tesis y de la antítesis. Así, la síntesis de los
conceptos del ser y no-ser es, según Hegel, el concepto de de
venir porque lo que deviene ya es y, en cierto sentido, todavía
no es. Esta jerarquía «dialéctica» de los conceptos ideales tiene,
según Hegel, su equivalente en el orden cronológico en que
aparecen, uno tras otro, los objetos de la naturaleza. En la na
turaleza, cada estado del ser es acompañado por su antítesis.
La tesis y la antítesis, en su recíproco antagonismo, originan
un nuevo estado, la síntesis, y es de este modo cómo las leyes
de la dialéctica gobiernan el curso de la naturaleza. Pero Hegel
no piensa que las leyes de la dialéctica que gobiernan el curso
de la naturaleza sean algo primitivo que deba ser establecido
empíricamente. Por el contrario, considera que la dialéctica de
la naturaleza es la consecuencia del hecho de que la naturaleza
es solamente un reflejo del mundo del espíritu, en el cual rige
el orden dialéctico y que debe, en consecuencia, prevalecer en
en mundo natural.
C) E l r e a l is m o m e t a f ís ic o
i) E l p r o b l e m a d e la s u s t a n c ia y d e la e s t r u c t u r a
DEL MUNDO
2 ) E l p r o b le m a d e l a lm a y d e l c u e r p o
El materialismo
El materialismo dialético
El esplritualismo
El monismo inmanente
3) E l d e te r m in is m o y e l in d e te r m in is m o
El problema de la predicción
La libertad de la voluntad
Con los problemas del determinismo se ha vinculado a me
nudo otro problema, que no es en modo alguno emocional
mente indiferente, a saber, el problema de la libertad de la volun
tad. La libertad de la voluntad, que es el problema a discutir
ahora, no siempre ha sido planteado de la misma manera.
Unas veces la libertad de la voluntad del hombre fue concebi
da en términos de su capacidad de ser fiel a lo que considera
ser lo más digno de sus esfuerzos y, por tanto, la capacidad de
resistir a toda tentación que amenace desviarle. Si se concibe así
la libertad de la voluntad, una de las características más aprecia
das del carácter humano, debería dársele el nombre de fuerza
de voluntad mejor que el de libertad.
Hace poco aún se otorgaban otros significados al término
«libertad de la voluntad». E l más importante de ellos es el que se
conecta con el problema de la causalidad, que acabamos de
considerar. E n esta interpretación, la cuestión de si la volun
tad humana es libre se reduce a la cuestión de si los actos de la
voluntad humana son o no determinados inequívocamente por
ciertas causas. La clave de la cuestión está en saber si un
hombre que posee un cierto carácter, disposiciones y predilec
ciones ha de tomar, como resultado de ciertos motivos, deci
siones específicas o si un hombre con cierto carácter puede,
como resultado de unos motivos dados, decidir de una u otra
manera. Por lo tanto, el problema de la libertad de la vo
luntad concierne a la cuestión de saber si la voluntad del
hombre está subordinada al principio general de la causalidad,
o si escapa a sus exigencias, si los actos de la voluntad humana
son meramente vínculos intermediarios en cadenas causales,
que poseen causas y efectos, o si son solamente los inicios de
cadenas causales que, teniendo efectos, no poseen causas. El
reconocimiento de la libertad de la voluntad humana parece
ser requerido por la dignidad humana que queda disminuida
por la idea de que el hombre es simplemente un elemento de la
naturaleza condenado a los favores y disfavores de las fuerzas
que prevalecen en ella y a las cuales el hombre no puede resis
tir. Las situaciones, en las cuales un hombre fuerte resiste a las
tentaciones y combate motivos ruines, parecen demostrar que
el ser humano es capaz de ser dueño de sí mismo y oponerse a
las fuerzas de la naturaleza. Nos parece, finalmente, que la li
bertad de la voluntad es una condición sin la cual es imposi
ble sostener que el hombre es moralmente responsable de sus
actos. Se piensa que si la voluntad humana no fuese libre, que
si los hombres fuesen dotados por la naturaleza de un carácter
y disposiciones innatos, no serían capaces, ante ciertos moti
vos dados, de hacer una elección, sino que deberían com
portarse de una cierta manera y no de ninguna otra, y no se
rían, por lo tanto, agentes responsables de sus actos, sino sola
mente autómatas que harían lo que deriva necesariamente de
su naturaleza. La responsabilidad de los actos de un hombre
no recaería, entonces, sobre él, sino sobre aquel que le hubiese
dado esta y no otra naturaleza.
Estos fueron, parece, los principales motivos que obligaron
a los filósofos a hacer de la voluntad humana una excepción al
principio de la causalidad universal. Estas cuestiones fueron
frecuentemente discutidas en la filosofía. La libertad de la vo
luntad tenía sus defensores, pero también sus oponentes, que
argumentaban que el hecho de que hablemos de dominio de sí
mismo puede ser perfectamente reconciliado con la suposición
de que todas las decisiones del hombre son determinadas ine
quívocamente por ciertas condiciones, y que la responsabilidad
moral puede ser concebida de manera que nos exige la libertad
de la voluntad.
La cuestión de la existencia del futuro
4) E l m e c a n ic is m o y e l f in a lis m o
La intencionalidad antropomórfica
Los neovitalistas
El holismo
Los argumentos anteriores nos permiten dirigir nuestra
atención a otra característica peculiar que ocupa el pensamien
to de los estudiosos contemporáneos de la naturaleza, particu
larmente biólogos; una característica que es altamente signifi
cativa, para las ideas sobre la estructura de la naturaleza y que
no está, por otra parte, desprovista de una significación aún más
amplia. Las disciplinas que tratan de la naturaleza inerte nos
han acostumbrado a explicar el comportamiento de los objetos
complejos por el comportamiento de sus componentes. Esta
mos acostumbrados a tratar las leyes que rigen el curso de las
totalidades complejas como consecuencia de las leyes que diri
gen los elementos de estas totalidades. Los biólogos contem
poráneos, teniendo en cuenta casos como el ya discutido y mu
chos otros, llegan a la conclusión de que si se trata de la natu
raleza viva, el conocimiento de las leyes que rigen los elemen
tos no es suficiente para inferir las leyes que gobiernan las to
talidades compuestas de ellos; para el entendimiento del com
portamiento de las totalidades complejas debemos recurrir a
leyes específicas que son irreducibles a las leyes concernientes
a sus elementos. Por añadidura, piensan que el conocimiento
de las totalidades y de las leyes que las rigen es indispensable
para dar una explicación del comportamiento de los elemen
tos. Esta concepción, que tiene muchos defensores entre bió
logos y psicólogos, es llamada holismo (del griego holos = todo).
Esta doctrina, que considera como totalidades, no solamente
los organismos animales y vegetales particulares, sino también
comunidades y grupos formados por organismos individuales,
y que afirma que el comportamiento de estos grupos ocurre se
gún leyes que son irreducibles a las leyes que dirigen el com
portamiento de los organismos individuales, ve en dichos gru
pos algo más que una mera «suma» de organismos; ve en ellos
a individuos de orden superior, poseedores, por así decirlo, de
su propia vida específica y de leyes específicas. Esta doctrina
no pudo menos de tener influencia en las opiniones sobre la
relación entre el ser humano y la sociedad, proporcionando, en
cierto modo, un apoyo para las tendencias antiindividualistas,
al otorgar a organismos sociales tales como naciones y estados
una cierta primacía sobre los individuos humanos.
Los límites del objetivo que nos hemos trazado no nos permi
ten ir más allá de esta presentación harto esquemática de las
concepciones a que hemos hecho referencia ni tampoco some
terlas al análisis crítico que merecen.
Aparte de los conceptos de intencionalidad ya discutidos,
existe, en el lenguaje coloquial, todavía otro concepto. Se ha
bla, por ejemplo, de la constitución intencional de los organis
mos vivos, de su comportamiento intencional, etc. Si digo, por
ejemplo, que un organismo animal está constituido intencio
nalmente, no quiero decir con esto que algo lo ha hecho así
para realizar un propósito o intención, sino simplemente que
está constituido de una manera que resulta provechosa para sí
mismo y para la especie a la cual pertenece. Si digo, por ejem
plo, que la producción de flores coloreadas por las plantas fer
tilizadas por insectos es intencional, no deseo decir que las
plantas producen flores conscientemente para realizar un cier
to fin establecido, pero considero que esto significa que la pro
ducción de flores contribuye a la supervivencia de la especie de
esa planta. En esta interpretación de la intencionalidad, lo in
tencional es aquello que contribuye a lograr un cierto bien. A
esta interpretación de la intencionalidad la llamamos intencio
nalidad utilitaria.
El optimismo y el pesimismo
L a metafísica religiosa
Dios y el mundo
El ateísmo