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José Rogelio Álvarez
ePUB v1.1
Molcajete Salsero 2012-08-20
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Título original de la obra completa: Enciclopedia de México
Título del tomo: Tomo 2. Arriaga - Campeche.
José Rogelio Álvarez, Director. 1999.
Ilustraciones: Varias fuentes
Diseño/retoque portada: Molcajete Salsero
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Prólogo a la primera edición
La Enciclopedia de México aspira a ser un resumen histórico y un diagnóstico
contemporáneo de los valores materiales y espirituales de la nación; un inventario de
la herencia cultural que a su vez la sociedad está obligada a enriquecer y trasmitir; y
un repertorio de lo exterior que más directamente concierne al país. En este sentido,
el formar la Enciclopedia de México ha supuesto reunir y ordenar, con referencia a un
plan de conjunto, una vasta multiplicidad de materiales dispersos, formular para cada
encabezado resúmenes escritos e integrar, a la postre, una síntesis congruente que
ofrezca lo sustancial de México: su ser, su esencia, su naturaleza, aquello de lo que
consta y gracias a lo cual su identidad se afirma y acrecienta. Se ha pretendido
recoger en forma alfabética el acervo de la memoria nacional y la relación de sus
activos; actualizar lo pasado de valor permanente y dejar constancia de la vida
contemporánea en sus aspectos más significativos. En este repositorio del
conocimiento nacional entran las personas, las instituciones, las ciencias, las artes y
las letras; el territorio y la flora y la fauna que lo pueblan; la historia, en cuyo devenir
todo queda inscrito, y las relaciones recíprocas de interdependencia entre el hombre,
el medio físico y su tiempo. Esta visión de México, compendiada en 12 tomos, aspira
asimismo a poner en contacto a los lectores con una diversidad de materias que a
menudo le son ajenas, o porque no manejan con fluidez las fuentes bibliográficas, o
porque carezcan de los recursos para adquirirlas. Importante como ha sido el esfuerzo
editorial para formar la obra, carecería de sentido social si su lectura quedara
confinada, en razón de sus costos y de su precio, a sólo un sector de altos ingresos.
Nada hubiera justificado salvo, acaso, la satisfacción de una tarea cumplida el tiempo
y los recursos invertidos si ese enérgico empleo de la voluntad y el entendimiento no
se expresara a la postre en un bien comercializable a bajo precio y en gran escala, útil
para atenuar la desigualdad de oportunidades de acceso a la cultura. Esta contribución
al propósito nacional de popularizar el saber ha sido posible, en esta edición, gracias
a la solidaridad de las empresas impresora y vendedora, cuyos sistemas, a tono con la
época, corresponden a la política de Enciclopedia de México, S.A. de C.V., práctica y
de servicio a la vez, orientada a democratizar el consumo por la vía de los mayores
volúmenes de producción.
II
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públicos de modo eminente, desarrollado actividades de creación, compilado o
ensanchado el conocimiento científico, fundado o dirigido instituciones, realizado
actividades excepcionales y escrito obras. Se ha procurado que figuren en las páginas
de la Enciclopedia, salvo omisiones no advertidas que se cubrirán en ediciones
posteriores, aquellos a quienes la memoria o la fama pública atribuyen, por sus
aportaciones o su conducta, una presencia duradera. No se juzga a las personas ni el
valor de sus actos; sólo se registran unas y otros. Se otorga tratamiento igual a todos
los individuos, cualquiera que hayan sido sus acciones o sus ideas. No se procede en
la selección con filias ni fobias, y en el desarrollo de los textos se prescinde de
prejuicios, dejando que la narración y a menudo la transcripción, en especial de
títulos determine de modo espontáneo la dimensión física de las notas. No ha sido
motivo de preocupación la diferencia que así resulta en los espacios atribuidos,
porque las medidas de valor se dan, por el lector, al margen de la Enciclopedia y no
dentro de ella.
Las ciencias han sido tratadas en proyección histórica, con énfasis en los instantes
en que la investigación ha contribuido al conocimiento cierto de las ramas del saber y
al discernimiento, mediante sus frecuentes aplicaciones, de los problemas nacionales.
La arquitectura, la escultura, la literatura, la pintura y la música; la agricultura, los
bancos, la economía, la ganadería y la industria; las artesanías y el arte popular, las
ferias, las fiestas y el folclore, al igual que todas las demás materias generales, dan
ocasión para presentar grandes visiones de conjunto, de una parte, y para anotar, en
otros encabezados, sus aspectos parciales. Esquemas que son a la vez síntesis
orientadoras anteceden la presentación de otras materias varias o complejas, tales
como arqueología, historiografía y pictografía posthispánicas, para cuya mejor
comprensión se juzgó indispensable ofrecer esos marcos de referencia. Dentro del
orden alfabético ostensible de la obra, adoptado para facilitar la consulta, porque de
ese modo se da naturalmente respuesta a la primera inquisición espontánea del lector,
anda subyacente un doble método de organización sistemática: cada materia, tratada
en lo general, puede extenderse a los detalles consultando las parcialidades de que
consta; o bien cada nota particular puede ampliarse recurriendo a la genérica o a sus
semejantes.
La presentación de los vastos campos de la flora y la fauna sigue esta misma
estructura. A las monografías que contienen la historia de los trabajos para clasificar
las especies vegetales y animales, y su distribución territorial en grandes conjuntos,
se corresponden, a lo largo de la Enciclopedia, las descripciones taxonómicas
individuales, identificadas por sus nombres vernáculos, seguidos de los científicos,
para facilitar su localización y evitar confusiones. Con frecuencia se dedican artículos
especiales a complejas divisiones del reino vegetal, constituidas por centenares o
miles de especies, muchas de ellas de gran importancia médica, agrícola o industrial
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para el país. O bien se incluyen amplias monografías relativas a una sola planta,
cuando de ésta derivan actividades asociadas a la tradición, a la sobrevivencia y a las
cuentas nacionales. Con igual criterio se alojó en 10 páginas a sólo dos familias de
parásitos hematófagos, por el modo como limitan el avance productivo de la
ganadería. Rige en estas decisiones y en todas las demás relativas a la selección y a la
extensión de los materiales el mayor interés por México.
Las disciplinas que se ocupan de los diversos aspectos del conocimiento de la
Tierra geociencias, en la proporción de sus aplicaciones al entendimiento del
territorio nacional, suscitaron la necesidad de conceptuar previamente las ramas
independientes geodesia, geofísica, geografía y geología de esa dilatada área del
saber, los campos en que se tocan y complementan topografía, geomorfología y
tectonofísica y la naturaleza de sus especialidades, cada vez en mayor número, según
los métodos de campo, laboratorio y gabinete han ido definiendo nuevas zonas de la
ciencia no acotadas antes. Hubo también que recordar, en forma compendiada, los
esfuerzos universales por discernir la forma del planeta, medirlo, dividirlo y
restituirlo en cartas, y por conocer los fenómenos físicos que ocurren en las partes
sólida y líquida del globo y en la atmósfera que lo rodea. En este marco general se
vuelven doblemente sugestivas las noticias sobre el estado de las geociencias en
México, el avance de la enseñanza y de la investigación, lo que se sabe de cierto en
estas materias y las aplicaciones que se han hecho a las comunicaciones y a los
transportes, la meteorología, la hidrología, la geotermia y, en general, al
aprovechamiento de los recursos naturales. Fuera de esta clasificación rigurosa, se ha
hecho una moderna descripción del territorio de la República; y la presentación de
cada estado se inicia con una visión esquemática de su emplazamiento geográfico y
un mapa grabado expresamente, donde con sencillez, claridad y pulcritud se
evidencian los datos fundamentales. Se han escrito también artículos sobre los golfos,
las islas, los glaciares, los desiertos y muchos temas semejantes, con el propósito de
satisfacer, hasta donde es previsible, toda pregunta que en forma eventual pueda
formularse el lector respecto del medio físico.
Fueron suprimidas las notas locativas hechas a la manera convencional en que
suelen publicarlas los diccionarios. Ante la imposibilidad de inscribirlas de manera
individual en una consideración de conjunto suficientemente expresiva, que obligaría
a repetir decenas, centenares de veces las mismas circunstancias que las condicionan
y explican, se prefirió injerir las localidades en las circunscripciones municipales, y
éstas en la comprensión de cada entidad federativa. Otra cosa habría obligado a
reproducir simplemente las noticias del censo general, que todo lector puede tener a
la mano. Sí es motivo de atención para la Enciclopedia, en cambio, cualquier sitio
que entrañe un peculiar interés económico, cultural, científico o histórico. Las
monografías correspondientes a los estados no sólo cubren con largueza la aparente
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omisión de las localidades, sino que representan un ángulo muy sugestivo para
asomarse, en panorama y en detalle, a la realidad de las provincias, y para
contemplar, desde esas perspectivas, la vida del país, en la medida en que cada una de
aquéllas ha participado en su desenvolvimiento. La Enciclopedia aspira y acaso esta
sola tarea alcance a justificarla a presentar 32 visiones particulares de México que
incluyan la geografía y la historia regionales, la población y las actividades creativas
y productivas, la política y los gobernantes de todas las partes de la República.
Varios procedimientos se han adoptado para abordar los temas de la historia, cada
uno de los cuales supone un ángulo distinto de visión, en un esfuerzo por cubrir todas
las perspectivas. Uno corresponde a la división en periodos, según los propios
acontecimientos los han señalado y la opinión común los reconoce: Conquista,
Imperio Español, Independencia, Imperio Mexicano, Reforma, Intervención Francesa
e Imperio y Revolución. Los lapsos intermedios para quien quisiera seguir en su
indagación un orden cronológico están cubiertos con los artículos dedicados
individualmente a cada uno de los gobernantes. Las etapas anteriores a la dominación
española se muestran en otra índole de entradas, relativas a pueblos o culturas
aborígenes: aztecas, huastecos, mayas, mixtecos, olmecas, tarascos, teotihuacanos,
toltecas, zapotecos y muchos otros, cuyo desarrollo tienen a menudo profundas
penetraciones a épocas recientes y aun al México contemporáneo, en cuyo caso los
datos de la antropología y la lingüística cobran interés relevante. Las guerras, por su
triple condición de catástrofes, catarsis y catástasis, constituyen una serie de
resúmenes esclarecedores: la florida, la del Yaqui, la de castas, las de Francia y
Estados Unidos a México, las mundiales, la civil presente, en sus varias versiones,
durante el mayor lapso de la historia y las guerrillas, en su connotación mexicana. La
reconstrucción de las ideas políticas y de la acción inherente a ellas está representada
en los artículos sobre agrarismo, anarquismo, fascismo, federalismo, feminismo,
masonería, periodismo, partidos políticos y otros semejantes. Los temas de la religión
forman otro conjunto que por sí mismo bastaría para perfilar una imagen de México:
el artículo sobre la Iglesia Católica muestra a la institución en su estructura y
desarrollo generales, en relación con el poder civil; los correspondientes a agustinos,
dominicos, jesuitas, menores franciscanos, redentores de cautivos y otros religiosos
comprenden la historia particular de la evangelización y muy a menudo de la
ocupación del territorio, la actividad económica y la cultura; bajo el rubro de
hospitales se recoge la acción de Vasco de Quiroga y de los hipólitos, los juaninos y
los canónigos regulares de San Antonio Abad, y la participación eclesiástica en la
vida política y social constante en el devenir mexicano se expresa de modo directo en
los artículos sobre ecumenismo, Guadalupe símbolo del nacionalismo, Guerra Civil,
Reforma y sacerdotes para el pueblo. La Enciclopedia ofrece por vez primera una
gran visión del protestantismo en México y una relación de las sectas modernas, y
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aun ha estimulado como en el caso de la monografía sobre Pachuca la investigación
de los temas religiosos en un sentido ecuménico. Algunas entradas, a su vez, tienen el
valor de referencias para situar personas y acontecimientos, como constituciones,
gobernantes y gabinetes.
Las vinculaciones de México con el exterior son también motivo de consideración
acuciosa. En el caso de los países con los cuales México mantiene o ha mantenido
relaciones diplomáticas o solamente económicas, se ha hecho una síntesis geográfica
e histórica y se procuró registrar los primeros contactos, las acciones comunes, los
instrumentos bilaterales, los conflictos e incidentes, la presencia informal, la nómina
de los representantes de un país en otro y las modalidades y cifras del comercio
exterior en ambos sentidos. A las naciones fronterizas se les ha destinado espacio
sobresaliente y a menudo las cuestiones comunes, de índole particular, han dado
origen a notas especializadas. A Estados Unidos se le encuentra constantemente
implicado o aludido en toda clase de encabezados, especialmente en los de orden
económico. En los resúmenes de las épocas más convulsas y compulsivas de la vida
nacional aparecen, a su vez, las otras grandes potencias, en la medida que concierne a
México. En respuesta a la inquietud contemporánea por seguir los cambios en el
mapa político del mundo colonial en proceso de independencia, se elaboraron
artículos sobre África, América y Antillas. Las formas cada vez más complejas de
relación multinacional se tratan asociadas a los organismos, con expresión de su
origen, naturaleza y funciones, y obviamente la participación de México en ellos. Y
aun se definen y explican, a la luz de la política exterior mexicana, los principales
conceptos e instituciones que rigen en materia de derecho internacional.
III
No han sido muchos, aunque sí eminentes, los esfuerzos anteriores por compilar el
conocimiento de México. Los primeros diccionarios Gilberti, Molina, en la segunda
mitad del siglo XVI tuvieron por objeto establecer las equivalencias entre el español
y las lenguas aborígenes. Éstos y los vocabularios posteriores hicieron posible
conservar, ya no sólo en la memoria, el acervo cultural de los antiguos pobladores del
territorio, atribuyeron al alfabeto el valor de un catálogo universal de signos, útil para
unificar la diversidad de idiomas, y facilitaron a los españoles las tareas de sujeción y
adoctrinamiento. La historia general de las cosas de Nueva España, del franciscano
Bernardino de Sahagún, es una enciclopedia de inspiración medieval, matizada por el
espíritu renacentista de la época y por los valores del pueblo mexica de que trata.
Movieron al ilustre fraile, en esta tarea, su infatigable celo evangelizador y la
convicción de que las modalidades del México prehispánico iban a desaparecer
avasalladas por la civilización y la cultura europeas. Quiso conocer las complejidades
del mundo indígena para salvarlo en dos sentidos: espiritualmente, sustituyendo la
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religión pagana por la fe de Cristo; y documentalmente, acopiando testimonios de
primera mano mediante notables sistemas testimoniales que inauguraron la
investigación etnohistórica y social americana. En cierto modo, Sahagún levantó el
inventario de lo que había que destruir y convirtió en historia en pasado la actualidad
de los aborígenes. Colaboraron con Sahagún estudiantes avanzados del Colegio de
Santa Cruz de Tlatelolco, expertos en náhuatl, latín y castellano, y los informantes
que los señores de los barrios le enviaron para que respondieran a sus cuestionarios.
Obra monumental y metódica, Sahagún empleó en ella 24 años (1547 a 1571).
Dos y medio siglos después, coincidiendo con la revolución de Independencia, un
erudito canónigo, el doctor José Mariano Beristáin y Souza, emprendió la tarea de
formar la Biblioteca Hispano Americana Septentrional, o catálogo y noticias de los
literatos, que o nacidos, o educados, o florecientes en la América Septentrional
española, han dado a luz algún escrito, o lo han dejado preparado para la prensa. Se
trata del primer intento para codificar todo cuanto hasta entonces se había escrito en
México, reunido en tres tomos que se publicaron en 1816, 1819 y 1821. El autor sólo
imprimió hasta el folio 184 del primero y, después de su muerte, ocurrida en marzo
de 1817, continuó la edición su sobrino José Rafael Enríquez Trespalacios Beristáin.
Entre las circunstancias que indujeron a Beristáin a dejar una compilación de tal
importancia, debió privar la conciencia de estar situado en un parteaguas de la
historia, en un instante que mueve a recapitular en vísperas de un cambio; el
compilador, sin embargo, nunca lo deseó: por el contrario, hizo violentas armas
verbales contra la Independencia en el púlpito y en numerosos escritos. En cierto
modo quiso demostrar, con sus 3 949 fichas sobre autores, hasta qué punto había sido
fecunda la acción cultural de España en esta parte de sus dominios.
El Diccionario Universal de Historia y Geografía con base en el de Mellado,
hecho en España, y resumido a su vez del de Buillet, publicado en Francia apareció
en México, bajo la dirección de Manuel Orozco y Berra, de 1853 a 1856. El prólogo
del primer tomo fueron siete de base y tres de apéndice está fechado el 1 de mayo de
1853, 10 días después de que Antonio López de Santa Anna asumiera el poder por
decimoprimera y última vez, en el postrer momento de un periodo de inestabilidad,
confusión y violencia que había costado al país la mitad de su territorio y que había
de llevarlo, en diciembre, a la dictadura. Cuando por todas partes del mundo se nos
desconoce y se nos calumnia dice este texto; cuando nosotros mismos no sabemos ni
nuestros elementos de riqueza, ni nuestras esperanzas de progreso, ni nuestros
recuerdos tristes o gloriosos, ni los nombres que debemos respetar o despreciar; una
obra que siquiera ensaye pintar todo esto, que intente reunirlo en una sola
compilación, que se proponga juntar las piedras dispersas de ese edificio por formar,
merece incuestionablemente la aprobación y el apoyo de cuantos han nacido en este
suelo. En esta dramática necesidad de tomar conciencia, que fue el síndrome de los
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mejores hombres de su época, fundó Orozo y Berra la patriótica convocatoria a
escribir una obra que a todos interesaba, al margen de sus creencias y en servicio del
país. Concurrieron a su llamado, entre muchos otros, Lucas Alamán, José María
Andrade, Manuel Berganzo, Joaquín Castillo Lanzas, José María Dávila, Manuel
Díez de Bonilla, Joaquín García Icazbalceta, José María Lacunza, José María
Lafragua, Francisco Javier Miranda, José Fernando Ramírez, José María Roa
Bárcena, Justo Sierra, Joaquín Velázquez de León y, en los tomos de apéndice,
exclusivamente dedicados a México, Bernardo Couto, Miguel Lerdo de Tejada,
Manuel Payno, Francisco Pimentel, Guillermo Prieto y Francisco Zarco. Mientras la
obra se imprimía estalló la revolución de Ayutla, cayó Santa Anna, transitaron por el
poder Martín Carrera y Rómulo Díaz de la Vega, como fórmulas militares de última
hora, y Juan Álvarez e Ignacio Comonfort, ya bajo el signo de la Reforma, y se
instaló el Congreso Constituyente. Otra vez se vivía, de modo paralelo a la necesidad
de compilar el conocimiento de México, una etapa de tránsito en la historia.
Persuadido de las omisiones de la obra editorial de 1853-1858, Orozco y Berra ayudó
a José María Pérez Hernández a formar el Diccionario Geográfico, Estadístico,
Histórico, Biográfico, de Industria y Comercio de la República Mexicana, cuyos
primeros cuatro tomos, que sólo llegan a la Cu, se publicaron en 1874 y 1875. Este
nuevo esfuerzo ya fue exclusivo sobre México y representa la primera preocupación
por incluir en un diagnóstico nacional los temas de la economía.
México a través de los siglos. Historia general y completa del desenvolvimiento
social, político, religioso, militar, artístico, científico y literario de México desde la
antigüedad más remota hasta la época actual. Obra única en su género, es el título
completo y harto significativo de una de las más altas cumbres de la historiografía
mexicana. De aliento enciclopédico, el primero de sus cinco tomos apareció en 1884,
el mismo año de la primera reelección y segunda presidencia de Porfirio Díaz; y el
último en 1889, cuando ya el caudillo tuxtepecano era el héroe de la paz y se disponía
a permanecer en el poder otros 22 años. Escrito bajo el signo del positivismo por
varios de los espíritus más lúcidos de su tiempo Alfredo Chavero, Vicente Riva
Palacio y otros el libro proporcionó a los mexicanos una versión congruente de la
vida nacional, que conciliaba el conflicto de su doble origen, no identificándose con
ninguna de las parcialidades de su pasado, sino asumiéndolas como antecedentes de
un ser nuevo, del que todos habrían de sentirse orgullosos una vez traspuestas la
dominación, la guerra civil cotidiana y las invasiones extranjeras, estado de crisis que
despedazó al país, ahora lanzado por la senda del orden y el progreso. Resuelto el
problema de la connotación nacional No sabemos quiénes somos, había dicho Orozco
y Berra 30 años atrás Antonio García Cubas dio a las prensas, de 1888 a 1891, su
Diccionario geográfico, histórico y biográfico de los Estados Unidos Mexicanos.
Colaboraron con él Francisco Sosa, que redactó la mayor parte de las biografías, y
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Emilio Linch, que hizo algunas descripciones hidrográficas. Los demás datos
geográficos le fueron proporcionados por los gobernadores de los estados, y muy
frecuentemente, para las otras materias, transcribió a Beristáin y al Diccionario de
Orozco y Berra.
Veinte años más tarde, Luis Lara Pardo, Alberto Leduc y Carlos Roumagnac
formaron el Diccionario de geografía, historia y biografía mexicanas, impreso en
París, por la casa de Bouret, en 1910. Mucho más breve que el de García Cubas, fue
en cierto modo un resumen o compendio de éste, enriquecido con nuevos
encabezados y puesto al día en cuanto a las cifras de población.
En los siguientes 40 años aparecieron varios diccionarios históricos, geográficos y
biográficos relativos a algunas de las entidades de la República, destacando entre
ellos los de Colima, Chihuahua y Sonora, de Francisco R. Almada; el de Durango, de
Pastor Rouaix; el de Guerrero, de Héctor F. López; y el de Campeche, de Juan de
Dios Pérez Galaz. Pero la mayor y mejor obra de carácter regional es la Enciclopedia
Yucatanense, publicada de 1944 a 1947 bajo la dirección de Carlos A. Echánove
Trujillo. Compuesta en ocho tomos, no sigue el orden alfabético, sino que agrupa, en
grandes campos, unos 60 artículos, casi todos originales, que proporcionan al lector
una excelente visión sintética de conjunto. La publicación de esta enciclopedia sui
géneris, que inscribe la generalidad del conocimiento en sólo una porción del
territorio mexicano, hizo concebir la esperanza de que su ejemplo fuera emulado.
Nada, sin embargo, se ha hecho desde entonces en el mismo sentido. Al parecer,
esfuerzos de esta índole sólo fructifican cuando a la voluntad y capacidad de
compilar, se asocia la posibilidad real de hacerlo. En el caso de Yucatán, el promotor
de la obra contó con el apoyo incondicional del gobernador del Estado. Otro empeño
editorial digno de ser exaltado, aun cuando no se trata de un diccionario ni de una
enciclopedia, sino de un repositorio de obras e investigaciones a las que da unidad
temática su común referencia territorial, es la Biblioteca Enciclopédica del Estado de
México, que con tanta devoción y entusiasmo ha venido reuniendo Mario Colín desde
1963 y de la cual lleva ya 40 tomos.1 En este caso ha sido también significativo el
patrocinio de los sucesivos gobernadores de esta entidad.
De 1950 a 1952 la Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana publicó el
Diccionario Enciclopédico U.T.E.H.A., promovido por José María González Porto y
dirigido por Luis Doporto, con la asistencia principal de Enrique Rioja, Juan Sapiña y
Agustín Millares Carlo. Se trata de una obra de 13 mil páginas agrupadas en 10
tomos, a los que se añadieron dos de apéndice, y en la cual intervinieron cerca de mil
personas, en especial republicanos españoles que habían encontrado refugio en
México. Caracterizan a este diccionario cuatro notas fundamentales: haber recurrido,
para su redacción, a fuentes primeras; poner énfasis en asuntos españoles,
hispanoamericanos y mexicanos; llevar al máximo el número de entradas, que
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llegaron a ser 50 mil; y servirse de un formato reducido para facilitar su manejo.
En 1964 apareció el Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de
México, reeditado en dos tomos en 1970.2 Fue dirigido por Ángel María Garibay K. e
intervinieron en él Felipe Teixidor, como coordinador, e Ignacio Bernal, José Bravo
Ugarte, Francisco de la Maza, Samuel Fastlicht, Justino Fernández, Francisco
Larroyo, Miguel León-Portilla, Rita López de Llergo, Antonio Magaña Esquivel,
María del Carmen Millán, Daniel Moreno, Salvador Novo, Edmundo OGorman,
Daniel Olmedo y Germán Somolinos. La inspiración de este repertorio fue el de
1910; registra sólo hechos consumados y personas muertas.
Ha habido, pues, en cuanto a los esfuerzos por presentar una gran visión de
México, hecha por el conjunto de sus particularidades, dos corrientes: una
totalizadora, iniciada por Sahagún y continuada por el Diccionario Universal de 1853
y México a través de los siglos y a la cual se afilia la Enciclopedia de México; y otra
que sólo ha recorrido los afluentes biografías, bibliografía, geografía, historia militar
y política, inaugurada por Beristáin y seguida por García Cubas, el Diccionario de
1910 y la editorial Porrúa. Las especialidades de una y otra se expresan en las obras
temáticas o regionales de la misma clase.
IV
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orígenes de los materiales, se procuró homogeneizarlos para mantener igual calidad y
semejante lenguaje.
La estrechez cada vez más apremiante del tiempo personal y la especialización a
que obliga por lo común la sociedad contemporánea tienen inmerso al hombre medio
en campos ciertamente muy restringidos de la cultura nacional. Inabarcable la
actualidad, por el volumen y la importancia de los acontecimientos cotidianos, resulta
aún más difícil aprehender la historia, discernir el territorio, ceñir los avances de la
investigación y acotar las creaciones de la sensibilidad. El editor piensa que una
manera de superar aquellos obstáculos y penetrar organizadamente a la vastedad del
conocimiento de México en una aproximación inicial, consiste en disponer de un
resumen idóneo, fácil de consultar, al margen de partidarismos, sustantivo y no
adjetivo, que brinde los elementos para la reflexión sin anticipar juicios, que suscite
la inquietud y la curiosidad, que induzca al entendimiento, que incite a la acción y
que motive actitudes y disposiciones de ánimo aptas para precipitar la maduración del
espíritu nacional. La Enciclopedia de México aparece en una nueva etapa de tránsito,
otra vez en víspera de cambios radicales. En una época cuya norma consiste en una
prisa asediante, parece un deber apresurarse a volver popular el conocimiento de
México, única fórmula para garantizar la justicia y la perdurabilidad de la mudanza.
1Fueron en total 114, hasta la fecha de su muerte, el 25 de marzo de 1983 (nota del
editor).
2Y en tres tomos en 1986 (nota del editor).
3Se refiere al que se incluyó en la edición de 1977 (nota del editor).
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Prólogo a la segunda edición
A principios de 1985 la Secretaría de Educación Pública ofreció a esta casa editorial
el apoyo financiero necesario para elaborar una segunda edición de la Enciclopedia
de México. En aquel entonces, esta obra era ya el título más consultado por los niños
y los jóvenes en las bibliotecas públicas y en las escolares, y el personal docente la
demandaba cada vez más como fuente para precisar datos y conceptos, y orientar
aspectos complementarios de la enseñanza. La Enciclopedia, que originalmente se
colocó entre el público a precios muy accesibles, se había encarecido en el mercado
abierto a causa del proceso inflacionario y de los nuevos sistemas de distribución y
venta a que obligaba la situación de la empresa, de modo que la posibilidad de
adquirirla ya no correspondía a la capacidad de compra de los sectores de bajos
ingresos. Aun cuando no es frecuente que una obra de esta magnitud se reedite antes
de veinte años, por el trabajo y el tiempo que supone ponerla al día e incorporarle
nuevos materiales, la Secretaría se orientaba, no a reimprimirla, sino a revisarla por
entero, enriquecerla y perfeccionarla, pues la velocidad del cambio en la sociedad
mexicana imponía la necesidad de actualizarla. La proposición de las autoridades
educativas fue acogida con el mayor interés porque significaba un desafío a la
inteligencia mexicana, la ocasión de colaborar con el poder público en la prestación
de un servicio de carácter social, y la oportunidad de reeditar la obra mucho antes de
lo que hubiera sido posible. Convenidos los detalles del programa y fijado el plazo
perentorio de dos años para iniciar la publicación de los tomos, la Secretaría otorgó a
esta empresa un financiamiento, redimible con el producto de la venta, para cubrir los
gastos de la etapa académica del proyecto.
En la práctica, esta segunda edición implicó trazar un nuevo cuadro sistemático
de la realidad nacional, definir las áreas de mayor interés, acotar las especialidades
inherentes, precisar las materias, determinar los temas básicos, los derivados y los
asociados y los artículos unificadores de cada campo; examinar las 16 mil cuartillas
de texto incluido en las 7 192 páginas de la primera edición, para añadir las
novedades y perfeccionar, en su caso, los contenidos; y redactar unas 12 mil cuartillas
adicionales, sobre los más diversos aspectos de la vida de México, para que una vez
depuradas y a menudo reescritas, pudieran agregarse unas 10 mil a la obra. Razones
de método indujeron a crear 25 secciones de trabajo, cada una a cargo de un
coordinador, quien a su vez mantuvo el enlace de la dirección con los colaboradores y
asesores en cada rama. Una tarea paralela fue la unificación del lenguaje, conforme a
criterios previamente codificados.
El volumen de los materiales que se han recogido en la segunda edición de la
Enciclopedia 24 mil cuartillas obligaba a la publicación de 18 tomos y a elevar en un
cincuenta por ciento su costo. La Secretaría y esta empresa, deseosas de no estrechar
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el mercado de la Enciclopedia, sino de ampliarlo, y de poner un producto de alto
valor cultural al alcance de la comunidad docente y estudiantil, y en general de las
familias de fortuna media, decidieron publicar esta segunda edición con sólo las
ilustraciones que tienen una referencia expresa en el texto. Esta versión no desmerece
en nada sustancial la naturaleza de la obra, pues los conocimientos que trasmite se
encuentran expuestos en la letra impresa. La Enciclopedia se lee o se consulta para
conocer una materia o profundizar en ella, reconstruir un suceso o la vida de un
personaje, verificar un dato, apoyar un aserto, despejar una duda o encontrar
respuesta a una interrogante, todo lo cual se consigue en la parte escrita y no en la
gráfica. Las ayudas visuales son una anticipación plástica de los temas y de los
sujetos enunciados, y cumplen la función, en obras de esta índole, de invitar a la
lectura, única vía para inscribir las imágenes en un desarrollo conceptual, histórico o
biográfico. Fue lamentable prescindir de los recursos gráficos que embellecen los
libros, pero se juzgó que esta versión no enteramente ilustrada de la obra, se justifica
en razón del abaratamiento de su precio, sobre todo cuando la situación económica
general ha vuelto la primera edición casi inaccesible para la mayoría de los
interesados en adquirirla. Aparte sus virtudes como medio de difusión de la cultura,
esta segunda edición constituye una hazaña comercial, pues se trata de libros de gran
porte, con 624 páginas cada uno y pastas duras en cartoné, cuyo precio, en el
momento de salir a la venta, es mucho más bajo del que normalmente tiene en el
mercado. Así se cumple uno de los objetivos de la Secretaría de Educación Pública,
en el sentido de popularizar la cultura, de democratizar el saber.
La dirección de la Enciclopedia de México expresa su reconocimiento al
licenciado Miguel González Avelar, Secretario de Educación Pública, por su apoyo
para la consumación de este proyecto; a su antecesor, licenciado Jesús Reyes Heroles,
por el impulso inicial a esta tarea; al licenciado Martín Reyes Vayssade, subsecretario
de cultura, por su discreta y eficaz asistencia; a Miguel López Azuara y a Eduardo
Lizalde, directores generales de publicaciones de esa dependencia al principio y al
final del programa, por su comprensión y ayuda; a la licenciada Margarita Ofarrill,
funcionaria operativa de esa dirección, por su permanente y bizarra disposición a
resolver consultas, hacer y reelaborar cálculos, y expeditar trámites; al Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, por la cesión de algunos materiales; a
todos y cada uno de los colaboradores, revisores, redactores e investigadores, cuyos
nombres constan en las páginas de créditos, por su sabia, entusiasta y perseverante
participación en la obra; al personal administrativo de esta casa editorial, por el
puntual acopio y control de los recursos económicos y la oportuna provisión de
insumos, apoyos secretariales y servicios de intendencia; al personal técnico,
responsable del manejo de los equipos de computación, tipografía, formación y
fotografía, por su aplicación al trabajo en arduas jornadas; a los correctores, por su
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paciente labor de cazadores de gazapos y erratas; a los dibujantes y diagramadores,
por la sencillez y pulcritud de sus trazos; al licenciado Jorge Denegre Vaugth, por su
generosidad y confianza, manifiestas en el frecuente préstamo de libros raros o
agotados; a los directores, catalogadores y empleados de barandilla de bibliotecas y
archivos, por su proclividad a facilitar pesquisas; a los directores, investigadores y
ayudantes de institutos, museos y laboratorios, por el acceso que brindaron a sus
acervos bibliográficos y a sus colecciones; a los parientes o amigos de mexicanos
prominentes ya fallecidos, por las noticias que proporcionaron; a quienes
espontáneamente enviaron a esta casa informaciones útiles; a las secretarias y
telefonistas, dueñas de las voces que acabaron volviéndose familiares, por mantener
libres de interferencias y difericiones las líneas de comunicación con los
interlocutores externos; y a los choferes, carteros y mensajeros, por haber llevado y
traído a lo largo y ancho del país los miles de papeles que hoy, procesados, puestos en
orden alfabético e impresos, tiene el lector ante sus ojos.
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Nota a la tercera edición revisada
La labor enciclopédica no termina nunca: la responsabilidad pasa de unas manos a
otras, pero el sentido de mantener una obra que recopile y clasifique la esencia del
conocimiento permanece.
Gutierre Tibón inició el proceso de gestación de la Enciclopedia de México; José
Rogelio Álvarez le dio forma y sentido, coherencia y visión, y la dirigió en dos
ediciones sucesivas. Las circunstancias de la economía impidieron durante muchos
años que la obra estuviese disponible, pero la demanda del público nunca
desapareció.
En los últimos años, sin embargo, ha salido nuevamente a la luz la Enciclopedia
de México. No se trata de meras reimpresiones. Se han actualizado cientos de páginas
y se han reintroducido muchas de las fotos que, en la segunda edición, se eliminaron
para dar cabida al creciente acervo de información. Este trabajo busca, pues, capturar
el dinamismo de un país que cambia.
La obra, la más vasta en su género en el país, constituye ya un clásico del
enciclopedismo mexicano. El propósito de esta tercera edición revisada es hacerla un
clásico vivo.
Los editores
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A
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ARRIAGA, CAMILO - ARVIZU, FRANCISCO
ARRIAGA, CAMILO
Nació en San Luis Potosí, S.L.P., en 1862; murió en la ciudad de México en
1945. Ingeniero civil; fue diputado local (1887) y federal (1890 a 1898). Durante
el porfirismo, se opuso a la violación de las Leyes de Reforma, muy
especialmente a la intervención del clero en la política. El 30 de agosto de 1900,
junto con otras 125 personas, llamó a los liberales a organizarse; él mismo había
fundado el Club Liberal Ponciano Arriaga, cuya dirección compartía con
Antonio Díaz Soto y Gama (vicepresidente) y José María Facha, Blas C.
Rodríguez, Moisés García y Genaro L. Zapata (secretarios). Atendiendo aquella
convocatoria, el 5 de febrero de 1901 se reunieron en San Luis Potosí 50 clubes
y acordaron fundar el Partido Liberal Constitucionalista. Este organismo se
proponía luchar por el cumplimiento de la Constitución de 1857, la libertad de
imprenta, el sufragio libre, la supresión de los jefes políticos y la solución de los
problemas agrarios; pero el segundo Congreso, citado para el 5 de febrero de
1902, no llegó a celebrarse porque Arriaga y sus partidarios fueron aprehendidos
en la capital potosina y remitidos a México. El 23 de febrero de 1903, ya en
libertad, lanzó su último manifiesto, pero como no quiso oponerse de modo
directo a la sexta reelección del presidente Díaz, muchos de sus seguidores se
afiliaron al Club Antirreeleccionista Redención. Se refugió después en Estados
Unidos y escribió en Regeneración, el periódico que los hermanos Flores Magón
publicaban en San Luis Missouri. Regresó a México en 1908 y fue nuevamente
encarcelado. En 1910 se unió a la revolución maderista. Durante el régimen del
presidente Huerta se exilió en Estados Unidos. Colaboró en El Demófilo, El
Renacimiento, Tercer Imperio y El Heraldo de México. En el curso de sus
últimos años, formó parte de varios organismos antimperialistas.
ARRIAGA, ISAAC
Nació en Purúandiro, Mich., el 1° de junio de 1890; murió en Morelia, Mich., el
12 de mayo de 1921. En 1905, becado por el ayuntamiento de su pueblo y bajo
la protección del doctor Miguel Silva, partió a Morelia a estudiar en el Colegio
de San Nicolás de Hidalgo, donde en 1908 obtuvo el primer premio en un
concurso de matemáticas, y el cargo de subprefecto. Al año siguiente fue el
mejor estudiante del Colegio y se le hizo tesorero de la Sociedad Literaria
Melchor Ocampo y administrador de su órgano, Flor de Loto. En junio de 1910,
ya estudiante de medicina, formó parte de la mesa directiva de la Asociación
Patriótica de Estudiantes. Se distinguió en las campañas en favor de Francisco I.
Madero y del doctor Miguel Silva. En 1917 fundó con los líderes obreros Juan
Ascencio, Nicolás Ballesteros, Federico García y los intelectuales nicolaítas José
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Valdovinos Garza, Lamberto Moreno y Alberto García, el Partido Socialista
Michoacano. Fue diputado federal (1918-1919) y luego jefe del Departamento
Agrario de su estado natal. Murió en un enfrentamiento entre la policía y
manifestantes.
ARRIAGA, JESÚS
Nació en la primera mitad del siglo XIX; murió en la penitenciaría de la ciudad
de México en 1885. Fue uno de los más famosos y populares “bandidos
generosos”. Su apodo de Chucho el Roto se debió a su apariencia, maneras y
expresiones de hombre elegante.
ARRIAGA, JOSÉ JOAQUÍN
Nació en Puebla, Pue., en 1831; murió en la ciudad de México en 1896. Divulgó
el conocimiento científico entre las clases trabajadoras y los niños, para quienes
escribió La ciencia recreativa (1871-1879), útil colección que consta de 12
volúmenes, cada uno de los cuales contiene siete novelas que recogen nociones
de física, meteorología, cosmografía, botánica, zoología, geografía, agricultura e
industria. Las narraciones están escritas con un lenguaje sencillo y claro.
Arriaga, en su momento, si no fue el único que cultivó este género, sí fue uno de
los primeros en hacerlo.
ARRIAGA, PONCIANO
Nació y murió en San Luis Potosí, S.L.P. (1811-1863). Se recibió de abogado en
1831, cuando aún no cumplía los 20 años de edad. En 1832 participó en la
campaña presidencial del general Esteban Moctezuma (federalista) contra
Anastasio Bustamante (centralista). En 1833 se alistó en la Guardia Nacional
para combatir a López de Santa Anna. Fue regidor del Ayuntamiento de su
ciudad natal (1841), diputado local y más tarde secretario de gobierno de su
estado. Impulsó la educación popular y las obras de riego. Fue diputado federal
en 1843 y 1846. Durante la guerra contra Estados Unidos, reunió víveres y
pertrechos para las fuerzas nacionales que combatían en Nuevo León y
Coahuila; y en 1848 protestó contra la mutilación del territorio. Fue miembro de
Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública en el gabinete del
presidente Arista, del 13 de diciembre de 1852 al 5 de enero de 1853. Al cambio
del Poder Ejecutivo, el presidente López de Santa Anna lo desterró por sus ideas
liberales. En Nueva Orleans estuvo en contacto con otros exiliados políticos:
Benito Juárez, Melchor Ocampo y José María Mata, principalmente. Al triunfo
de la revolución de Ayutla, regresó a México. Había alcanzado ya tal prestigio
nacional que fue electo diputado al Congreso Constituyente (1856-1857) por
varios distritos de ocho entidades de la República: San Luis Potosí, Guerrero,
Jalisco, México, Michoacán, Puebla, Zacatecas y el Distrito Federal. Fue el
primer presidente de la Asamblea y el redactor principal del proyecto de
Constitución. Formuló un memorable Voto particular sobre la propiedad, en el
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que objeta la injusta distribución de la tierra y el mal uso que los latifundistas
hacían de ella, manteniendo sin cultivar grandes extensiones y en lamentable
retraso el desarrollo del país; la solución que postulaba consistía en crear una
sociedad de pequeños propietarios prósperos y de hacendados productivos; pero
sus ideas no llegaron a tener éxito entonces. Se pronunció también contra el
militarismo; sostuvo la igualdad jurídica de la mujer; y evitó que el movimiento
de Reforma se frustrara restaurando la Constitución de 1824. Cuando Comonfort
dio el golpe de Estado contra la Constitución (1857), Arriaga se adhirió a la
legalidad que representaba Juárez. En 1862 fue gobernador interino de
Aguascalientes, y al año siguiente, del Distrito Federal. Formó parte de la
corriente del liberalismo mexicano que planteó cambios políticos con reformas
sociales. Solía decir: “Se proclaman las ideas y se olvidan las cosas”.
Véase:Crónica del Congreso Extraordinario Constituyente (1856-1857)
(1957); Manuel Ramírez: Ponciano Arriaga, el desconocido (1965); Jesús Reyes
Heroles: El liberalismo mexicano (1961); Francisco Zarco: Historia del
Congreso Constituyente (1856-1857) (1956); Ricardo J. Zevada: El pensamiento
político de Arriaga (1968).
Ponciano Arriaga
AEM
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Ponciano Arriaga
AEM
ARRIAGA OCHOA, ANTONIO
Nació en Pátzcuaro, Mich., en 1911; murió en la ciudad de México en 1974.
Licenciado en derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, fue juez, magistrado del Tribunal Superior, jefe del Departamento
Jurídico del gobierno y procurador general de Justicia de Michoacán.
Simultáneamente, enseñó historia y legislación en instituciones de su estado.
Dirigió el Museo Michoacano y el Museo Nacional de Historia de Chapultepec,
éste durante 16 años, en cuyo lapso reparó el edificio, renovó las salas,
incrementó el acervo y promovió la pintura de los murales de OGorman,
Siqueiros, González Camarena, Flores, Boliver y otros. Publicó: Notas y
documentos sobre José María Morelos y Derroteros del caudillo José María
Morelos (ediciones del Ayuntamiento de Morelia, s.f.), Documentos sobre el
nacimiento de Miguel Hidalgo y Costilla y La organización social de los
tarascos (ediciones de la Universidad Michoacana, s.f.), Elogio a Michoacán
(1958), El doctor Ignacio Chávez en la Universidad Michoacana (1961), El
doctor Nicolás León y la historia de la ciencia en México (1963), José María
Morelos y los piratas Lafit (s.f.) y La ruta al mar de Guanajuato y Michoacán
(s.f.). Su mayor producción, sin embargo, quedó dispersa en periódicos y
revistas, entre otros: Siempre!, El Magisterio, Boletín del INAH, Anales del
INAH (XII), Nouvelles du Mexique, y La República, Adelante, Época, Ecos
Michoacanos, Tribuna del Pensamiento Libre de Michoacán, Revista Gráfica,
La Voz de Michoacán, Diario de Michoacán, El Heraldo de Michoacán, El Sol
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de Michoacán, Cultura, El Bachiller y El Relator.
ARRIAGA RIVERA, AGUSTÍN
Nació en Morelia, Mich., en 1925. Licenciado en economía (1951) por la
Universidad Nacional Autónoma de México, recibió las más altas distinciones
por su aplicación académica. Mientras fue estudiante, presidió la Generación
1946, la Sociedad de Alumnos de la Escuela Nacional de Economía (1948-1949)
y la Federación de Estudiantes Universitarios (1949). Enseñó materias de su
especialidad en la Escuela Nacional de Economía (1949-1951) y en la Escuela
de Derecho de la Universidad Michoacana (1952-1954). Participó en la
fundación de la Preparatoria Federal y de la Facultad de Comercio de la
Universidad de Tamaulipas (1956). Ha sido presidente de la Comisión Nacional
Juvenil del Comité Central Ejecutivo del Partido Revolucionario Institucional
(PRI, 1949-1951), director de Acción Juvenil (1950), subdirector de Acción
Social de la Secretaría de Educación Pública (1949-1953), diputado federal
(1952-1955), en cuyo carácter le tocó trasmitir a Adolfo Ruiz Cortines su
elección como presidente de la República; representante de la Cámara de
Diputados ante la Comisión Federal Electoral (1955), miembro del consejo de
administración de Impulsora Minera de Angangueo, S.A. (1954-1962),
presidente de la Junta Federal de Mejoras Materiales de Nuevo Laredo (1955-
1959, en memoria de cuya gestión una calle de esa ciudad lleva su nombre), y
director general del Instituto Nacional de la Juventud Mexicana (1959-1962,
periodo durante el cual se crearon las primeras 13 casas de la Juventud en el
interior de la República). Fue gobernador de Michoacán de Ocampo de 1962 a
1968, y en el curso de su administración se edificaron 2 122 aulas; la inscripción
en las escuelas primarias pasó de 270 034 alumnos en 1962 a 384 939 en 1968;
y el número de secundarias, de 54 a 94; el de preparatorias, de tres a 10; y las
escuelas técnicas, de una a 12; también se construyeron los edificios de la
Escuela Normal y del Instituto Tecnológico Regional José María Morelos, que
es creado conjuntamente por su gobierno y la Secretaría de Educación Pública.
El subsidio a la Universidad Michoacana, aumentó de $3.4 millones a $6.3
millones; la red de caminos creció de 1 069 a 2 700 km; se electrificaron 254
poblaciones; se editó una nueva Carta General del Estado de Michoacán (escala
1:500 mil; 1968); se construyó el Centro Deportivo Ejército de la Revolución en
Morelia, otras unidades en Apatzingán, Uruapan, Zamora, La Piedad y
Maravatío, y 100 canchas de basquetbol en el medio rural; el servicio de
teléfonos se extendió a 56 nuevas poblaciones, el de radio a 10 y el de telégrafos
a 88; se pusieron en servicio el Hospital Infantil, la maternidad de La Piedad, 65
centros y 148 unidades de agua; el Instituto de Protección a la Infancia del
Estado de Michoacán instaló la planta de elaboración, el Centro de Integración
Social, el Centro de Rehabilitación, el balneario de Cointzio, 10 parques
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infantiles y el Albergue Tutelar; el estado llegó a tener 218 534 ha de riego y
126 713 de medio riego o humedad; se construyeron 84 silos y 65 bodegas en 49
ejidos, con capacidad para almacenar 53 mil toneladas de granos; se entregaron
123 434 ha a los campesinos y empezaron a funcionar varias empresas ejidales;
se determinó el inventario forestal de 914 191 ha; y el presupuesto local
aumentó de $50 millones a $122 millones. En el orden legislativo, se expidieron
las leyes orgánicas de la Universidad (14 de marzo de 1963 y octubre de 1966),
que le otorgaron la autonomía y el autogobierno; del Registro Civil (27 de
diciembre de 1965), de los poderes Judicial (25 de enero y 15 de febrero de
1968) y Ejecutivo (27 de junio de 1969) y del Ministerio Público (2 de mayo de
1968); las leyes de Planeación y Urbanización (20 de agosto de 1964), y el
Código Tutelar para Menores (11 de enero de 1968). Además, se devolvió a
Morelia su fisonomía original, al descubrir la cantera de los edificios de su
Centro Histórico. El PRI lo designó delegado del Comité Nacional en los
estados de Durango y Oaxaca, en 1971, 1978 y 1979. Es presidente del Supremo
Consejo del Rito Escocés, para el periodo de 1985 a 1988, y Consejero del The
Texas Mexican Railway Company, desde 1986.
ARRIAGA Y AGÜERO, ANTONIO DE
Se ignoran los datos de su nacimiento; murió en Atlixco (Puebla) el 24 de
noviembre de 1698. Religioso agustino, era rector del Colegio de Doña María de
Aragón, en Madrid, España, cuando al quedar vacante la sede episcopal de
Yucatán el rey Carlos II lo eligió para cubrirla, el 18 de abril de 1696, y lo
presentó al papa Inocencio XII. Existían entonces algunas diferencias entre la
corte de España y la curia de Roma, lo que demoraba los trámites; por esa razón,
sin esperar el despacho de las bulas, el rey mandó al obispo electo que pasara a
Yucatán a gobernar su diócesis, de la que tomó posesión el 13 de noviembre de
1696. Todo le pareció malo al llegar, afirma el historiador Crescencio Carrillo y
Ancona: criticó acerbamente al clero, al que calificó de inepto; se concitó la
malquerencia general por su carácter duro y se enfrentó al cabildo de la catedral,
el cual se quejó ante el metropolitano de México. En 1698 partió Arriaga hacia
la capital del virreinato, para defenderse, y luego se trasladó a la villa de Atlixco,
en espera de las bulas que legitimaran su autoridad. Allí falleció sin haberse
consagrado obispo.
ARRICIVITA, JUAN DOMINGO
Nació y murió en la ciudad de México. Religioso franciscano activo en la
segunda mitad del siglo XVIII, en 1792 publicó Crónica seráfica y apostólica
del colegio de Propaganda Fide de la Santa Cruz de Querétaro en la Nueva
España, segunda parte de la iniciada por fray Isidro Félix de Espinosa. Narra la
vida de fray Antonio Margil de Jesús, fundador del colegio de Nuestra Señora de
Guadalupe de Zacatecas, el establecimiento de las misiones texanas y la
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ocupación franciscana de las misiones sonorenses y su expansión hacia Arizona
y California entre 1768 y 1791.
ARRIERÍA
(La palabra arriería se deriva del vocablo arria, que significa recua o conjunto
de animales destinados al transporte de mercaderías; esta voz proviene, a su vez,
de la interjección ¡arre!, que se empleaba para avivar el paso de las bestias.) En
el México antiguo los indígenas solían transportarlo todo a cuestas. Con la
introducción de las bestias por los españoles se organizó la arriería en la segunda
mitad del siglo XVI. El gobierno virreinal autorizó a los indios a valerse de
animales para sus largas caminatas y el acarreo de bultos. Las primeras mulas
arrieras provinieron de las islas antillanas, a donde habían sido llevadas desde la
Península. Antes habían llegado los caballos y los burros; de éstos, los
manaderos de yeguas tenían un alto precio porque eran los sementales para la
cría de acémilas criollas. En ocasiones y debido a la escasez de numerario, los
precios de las bestias se pagaban en esclavos, en vez de dinero. Las ventajas de
las acémilas hicieron que se postergara a los caballos, y esto obligó al cabildo de
la ciudad de México a ordenar que nadie tuviera mulas sin tener caballos. En
realidad se trataba de una medida militar, ya que el caballo era más apto para la
guerra. Pero esa disposición fue superada por una realidad de orden económico,
como lo fue la expansión creciente del comercio. El auge que cobró la arriería se
aprecia por el hecho de que sólo el comercio del puerto de Veracruz requería 70
mil mulas al año, y de que la ciudad de México empleaba más de cinco mil en
usos urbanos.
Fue Sebastián de Aparicio el que construyó en 1536 la primera carreta que
transitó por las calzadas indígenas de la antigua Tenochtitlan. Unció troncos de
mulas a ese vehículo y comenzó a salir de la ciudad, convirtiéndose en el primer
constructor de caminos foráneos. Unió a México con Puebla, Jalapa y Veracruz;
y posteriormente abrió la ruta Zacatecas, que hubiera querido prolongar hacia el
norte. Por sus caminos comenzaron a trajinar las recuas de los arrieros. Otro
camino muy importante para la arriería fue el de Acapulco, debido al cuantioso
comercio que suscitaban las naos de Manila (v. GALEÓN y FERIAS).
La mayor dificultad para los arrieros la constituía el mal estado de los
caminos. En una relación oficial de la época virreinal se da el siguiente informe:
“Los caminos son embarazosos para transitarlos. Los pedregales, lodazales,
barrancos y cuestas son muy frecuentes y en los ríos y arroyos de alguna
consideración no se halla más que algún puente, agregándose que los aguajes
suelen estar a largas distancias y los arrieros se ven precisados a andar dos
jornadas regulares en un día o extraviar el camino por parajes peligrosos de
mucho rodeo”. Durante su estancia en México, al alborear el siglo XIX,
Humboldt hizo esta observación: “Sobre la mesa central se viaja en coches de
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cuatro ruedas, en todas direcciones; pero a causa del mal estado de los caminos
no se ha establecido carreteo, por lo que se prefiere el uso de acémilas; de modo
que millares de caballos y mulas, en largas recuas, cubren los caminos de
México”. Los medios de transporte de México a Veracruz de 1810 a 1819 se
muestran en el cuadro.
La arriería fue penetrando la geografía mexicana como avanzada de los
caminos que integraron la primera red nacional de comunicaciones. Y los
hombres que recorrían esas rutas, arriando sus recuas, se convirtieron en
profesionales altamente cotizados. Arrieros fueron algunos de los más
destacados insurgentes: en el Bajío, Albino García; y en el Sur, Valerio Trujano,
oaxaqueño, y José María Morelos. A éste le preguntaron antes de morir: “¿Por
qué habiendo usted nacido para militar, se hizo cura?”. Y contestó: “Porque no
había otro camino para dejar de ser arriero”.
El autor de Los mexicanos pintados por sí mismos describe así al prototipo
del arriero: “Sombrero de ala ancha forrado de hule, cotón de cuero resguardado
por una pechera de cuero; ancho ceñidor, cuyas puntas caían sobre un calzón de
gamuza abierto hasta media pierna; rodillera también de cuero y zapatos de
vaqueta”. Cuidaba de cada mula en lo individual y le ponía un nombre propio: la
Prieta, la Linda, la Alcahueta, la Grosella, la A-pesar-de-todo.
Paremiología: El refranero mexicano se enriqueció con las alusiones que el
pueblo dedicaba a quien llevaba ceñida una víbora de cuero repletas de monedas
de oro y, no obstante, no dejaba aquel oficio que los envidiosos juzgaban ruin.
Así se decía: “Padre arriero, hijo caballero, nieto pordiosero”; “La india dice el
arriero: cuanto más lépero, más te quiero”; “Arriero de un jumento: buen plato y
mal testamento”; “De arriero a arriero, no pasa dinero”; “Arrieros semos y en el
camino nos encontraremos”.
La religiosidad popular le dio a la arriería por patrón al señor San Pedro,
cuya festividad se celebra el 29 de junio, al descolgarse las lluvias que obstruían
caminos. He aquí una súplica de que los protegiese:
Te pido Apóstol Sagrado
cuando yo al camino salga
que tan sólo al invocarte,
y me asalte el malhechor,
cuando me vea atribulado
allá tu sombra me valga,
siempre estés de mi parte,
en el nombre del Señor.
El carácter del arriero mexicano fue descrito por Ernesto Vigneaux, quien
vino a México como soldado de la Intervención, y que, al regresar a su patria,
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escribió un libro que intituló Souvenirs dun prisonnier de guerre du Mexique. En
él dice que el arriero “era un hombre valiente, como todos sus iguales, que
constituyen una familia interesantísima. El muletero es famoso por su honradez
y su energía en el trabajo. Después de la vida del marino, ninguna hay más
accidentada, más activa y más nómadas que la del arriero. Sobrio y vigilante,
viviendo siempre al aire libre, y pasando más de una noche bajo la luz de las
estrellas, el arriero está desprendido de la mayor parte de los perjuicios que
tienden sus imperceptibles telarañas en torno de las costumbres y las
preocupaciones existentes. Áspero y rudo por naturaleza, pero bueno en el
fondo, es alegre, servicial y únicamente un poco vividor. En el camino, el trabajo
le absorbe por completo, y en los esparcimientos se abandona, como el marino, a
una reacción completa, y descansa precipitándose en el placer”.
Un testimonio procedente de Yucatán puede dar idea de las ganancias de la
arriería en 1852: “Si queremos apreciar, aunque sea de un modo aproximado, la
suma de las ganancias anuales que la arriería logra, habremos de recordar el
número de mulas que emplean: 15 828. Partiendo de aquí, decimos que la
proporción ordinaria de los fletes de tierra, es de un real por arroba cuando la
distancia llega a ocho leguas y no pasa de 12; si calculamos que cada mula hace
dos viajes al mes con ocho arrobas de carga, que es decir 192 al año, tendremos
que cada una rinde 24 pesos de utilidad, y el total de ellas, 379 872 pesos, por lo
menos”.
El impuesto de “muralla” consistía en pagar un real por cada mula cargada
que entrara en la ciudad de México; el producto de esta recaudación, pagada en
su mayor parte por los arrieros, era destinado a la construcción y conservación
de las obras de defensa del puerto de Veracruz. La entrada y salida de acémilas
cargadas en la ciudad de México fue de 200 mil en 1807.
A este propósito Juan López Cancelada escribió desde Cádiz en 1811: “La
arriería de Nueva España goza por medio de los fletes de sus manufacturas una
circulación anual de 681 136 duros; por la cuenta que hice después de averiguar
la alta y baja de los fletes de México para todas partes del reino, hallé más de
830 mil duros invertidos en fletes; si a esta reflexión se me objetase que para los
fletes lo mismo le supone al arriero conducir bretañas que mantas de Puebla,
responderé que no todos los arrieros que introducen en México y otras ciudades
pueden entrar en largo camino real, porque son, como llamamos allí,
chinchorreros, y menos de 40 mulas no costea la empresa de camino real de
puerto a puerto”. Sobre la base de 200 mil mulas que trajinaban en la ciudad de
México, más igual número que se empleaba en el interior y en las costas, a 15
pesos el flete, José María Quirós deduce “que se elevaba por encima de seis
millones de pesos el producto anual de este recomendable ramo”. Tan
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importante era la arriería que, en la división de la población, según la diferente
posición social, que José María Pérez Hernández hace al doblar la segunda
mitad del siglo XIX, da el número de 4 670 arrieros y 1 325 carreteros, cuando
la población económicamente activa de la República Mexicana apenas pasaba de
tres millones. La arriería mexicana constituyó uno de los ramos más
productivos, pues comprendía el 10% del valor de toda la industria nacional (60
millones de pesos ésta y seis aquélla). Filiales de la arriería operaban las
industrias de la talabartería (medio millón de pesos) y las cordelerías, fabricantes
de costalera con henequén yucateco (un millón).
Cuando la fiebre del oro desplazó hacia la costa del Pacífico a millares de
norteamericanos, se estableció un puente marítimo entre los puertos de San
Francisco y Manzanillo. Por este último llegaban mercaderías que eran
conducidas a Guadalajara, y de allí al centro del país, por el camino real de
Colima. Dos poblaciones jalisciences florecieron por la arriería de entonces:
Zapotitlán y Tonila, en las faldas opuestas de los volcanes, que eran jornadas
obligadas para las recuas salidas de Zapotlán el Grande (Ciudad Guzmán).
Inmigrantes de San Francisco, unos alemanes construyeron la hacienda de San
Antonio, al pie del volcán de Colima, la cual disponía de numerosos hatajos de
mulas que acarreaban el café producido y regresaban con cargas de monedas
para pagar a los peones. Como Zapotlán el Grande, en el sur de Jalisco, la
arriería contaba con sitios estratégicos para sus jornadas: Jonacatepec, en el
estado de Morelos; Chamacuero de los Arrieros, en Guanajuato; Paso del
Macho, en Veracruz, fueron sede de las familias de los arrieros próceres. Allí
construyeron casonas con amplias trojes para la remuda y no menos amplia
cocina para los huéspedes. Los arrieros hicieron la prosperidad de estas
ciudades. Como constituían una clase social intermedia entre la peonada y los
hacendados, su colaboración fue eficaz en la Revolución Mexicana. Si en la
Independencia los arrieros tomaron las armas, en la Revolución realizaron un
servicio de inteligencia que resultó tan útil como el primero. Los ferrocarriles,
los caminos petrolizados y los vehículos de motor terminaron con la arriería.
Bibliografía: Francisco R. Calderón: Historia moderna de México (1955);
Heriberto García Rivas: Precursores de México (1965); Charles Gibson: Los
aztecas bajo el dominio español (1967); Alejandro de Humboldt: Ensayo
político sobre el reino de la Nueva España (1965); Salvador Ortiz Vidales: La
arriería en México (1941); José María Pérez Hernández: Estadísticas de la
República Mexicana (Guadalajara, 1862); Catalina Sierra: El nacimiento de
México (1960).
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1811 67 831 145 — 1 000
1812 19 127 23 — 232
1816 12 651 — — 56
1817 36 899 — 37 126
1818 41 382 54 6 56
1819 47 600 74 13 264
Total: 322 557 296 201 2 400
Arrieros de Chihuahua
Foto Armando Vázquez
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ARRIERO
Nombre con el que se conocen varias aves de diversas familias.
Geococcyx californianus, orden Cuculiformes, familia Cuculidae. Ave que
anda por el suelo, grande y de larga cola, con una cresta eréctil conspicua.
Habita los desiertos del norte de México. Se le conoce también como
correcaminos.
2. En Yucatán se les llama así a dos especies del orden Coraciiformes,
familia Momotidae: Aspatha gularis y Electron carinatum, denominadas
también turcos.
3.Icteria virens virens, orden Paseriformes, familia Parulidae. Pájaro
gorjeador, de 17 cm, plumaje oliváceo, pecho amarillo, vientre blanco y
costados pardos, con una mancha negra en los lados y una raya blanca que
circula los ojos. Se alimenta de insectos y frutas. Habita en el norte y en el
centro del país. También se le llama calandria huertera y calandria de agua.
4.Lanius ludovicianus, orden Paseriformes, familia Laniidae. Ave que tiene
la corona, la parte superior de cuello y la espalda grises, una banda negra a los
lados de la cabeza, la base de la cola blanca y el resto negra, la mitad anterior de
las alas gris y la posterior negra con bandas blancas. Destruye ratones e insectos,
pero también las crías de aves insectívoras y de lagartijas. Acostumbra clavar
sus presas en las púas de los magueyes o espinas de otras plantas. El macho
muestra un particular afecto por la hembra, pues le lleva alimentos escogidos.
Una mancha negra atrás del ojo y la forma del pico lo diferencia del verdadero
zenzontle. Habita lugares más bien secos. Se le encuentra en Baja California y
desde el norte y este de México hasta el istmo de Tehuantepec. También recibe
el nombre de cabezón y verdugo.
ARRIETA, DOMINGO
Nació en Candelas, Dgo., en 1874; murió en la ciudad de Durango en 1962. En
su juventud se dedicó a la arriería y a los trabajos mineros. Ferviente
antirreeleccionista, el 20 de noviembre de 1910, en compañía de sus hermanos
Mariano y Eduardo y de unos cuantos hombres más, se levantó en armas en su
pueblo en apoyo del Plan de San Luis. Reconocido como jefe por los
revolucionarios de la entidad, el 9 de marzo de 1911 ocupó Topia, con la ayuda
de los sinaloenses Ramón F. Iturbe y Conrado L. Antura. Solo con sus fuerzas,
unos mil hombres, tomó Santiago Papasquiaro (17 de abril), y marchó sobre la
ciudad de Durango, que asedió desde el 10 de mayo, sin conseguir quebrantarla.
Solicitó refuerzos a Jesús Agustín Castro, José Maciel y Calixto Contreras,
maderistas de la región lagunera, quienes concurrieron con sus partidas hasta la
plaza asediada, la cual no fue atacada porque ya se habían firmado los tratados
de paz de Ciudad Juárez. El 31 de mayo entró Arrieta a la ciudad de Durango.
Al triunfo de la revolución maderista, sus tropas no fueron licenciadas, sino que
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formaron el Regimiento Auxiliar de Caballería Guadalupe Victoria, cuyo mando
retuvo con el grado de coronel, nombramiento que le expidió Madero el 20 de
julio. A partir de entonces guarneció la capital de su estado. En 1913, al ocurrir
la traición del general Victoriano Huerta, Arrieta se levantó en armas a la cabeza
de su regimiento, ya transformado en brigada. Unida al movimiento
constitucionalista, libró contra las tropas federales varios combates, la ciudad de
Durango (18 de junio de 1913), donde quedó como comandante militar del
estado. Cooperó a la toma de Torreón (1° de octubre) y a la de Zacatecas (junio
de 1914). Al suscitarse la escisión villista, permaneció al lado de Carranza y
emprendió en su estado una campaña contra las fuerzas de Villa, hasta
expulsarlas. Del 1° de agosto de 1914 al 30 de junio de 1916, fue gobernador
interior y comandante militar. Restablecido el orden constitucional, fue electo
gobernador, cargo que desempeñó del 1° de agosto de 1917 al 24 de mayo de
1920, en que no quiso reconocer al gobierno emanado de la revolución de Agua
Prieta; abandonó la ciudad de Durango y se mantuvo sublevado hasta el 7 de
mayo de 1924. El 11 de septiembre de 1927 reingresó al ejército como general
de brigada; el 1° de agosto de 1944 se le concedió el retiro con el grado de
divisionario. De 1936 a 1940 fue senador de la República.
Fuente: Archivo de Cancelados de la Secretaría de la Defensa Nacional.
ARRIETA, DOMINGO DE
Escultor novohispano activo en el siglo XVIII. Se le atribuyen los trabajos de
escultura de las grandes tribunas voladas que rodean el coro de la catedral de
México, de estilo barroco exuberante, con figuras de mancebos sosteniendo la
parte más saliente y el todo cubierto de ornamentación vegetal. Estas obras datan
de 1734.
ARRIETA, JOSÉ AGUSTÍN
Nació en Santa Ana Chiautempan (Tlaxcala) en 1802; murió en Puebla, Pue., en
1874. Estudió pintura en la Academia de Puebla, bajo la guía de Julián Ordóñez,
Lorenzo Zendejas, José Manzo y Manuel López Guerrero. En 1818 ganó un
primer premio en esa institución con una estampa de San Juan Bautista. En 1850
expuso en la ciudad de México el cuadro Eneas; en 1855, cuatro cuadros
originales de alacenas; en 1865, el retrato de Juan Uranga de Arriaga y Joven
leyendo frente al espejo; en 1869, El último amor de la mujer; y en 1871, una
escena de familia y cinco bodegones. Trató en su obra temas costumbristas
mexicanos. Le servía de inspiración la vida pintoresca de la gente pobre. A este
género pertenecen La pulpería, en el Museo Nacional de Historia; y Puesto de
aguas frescas, La sorpresa, Escena callejera, Horchatería y El mercado, de las
colecciones Bello de Puebla. En esta ciudad, en el Museo del Alfeñique, se
halla, de su pincel, el retrato del general Luis Osollo. Dos famosos cuadros de
Arrieta pertenecieron a la familia de Francisco Pérez Salazar y actualmente se
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encuentran en el Museo Nacional de Arte: China poblana con platón de mole y
Costeño con fruta. En este último se evidencian, acaso más que en ningún otro,
las altas cualidades del artista. Arrieta pintó figuras populares, chinacos, chinas,
léperos y soldados, y su novedad fue llegar al costumbrismo espontánea y
naturalmente, sin postular una ideología. Atendía la demanda de cuadros
religiosos, retratos y alegorías que originaba el neoclasicismo imperante, pero
prefería los motivos domésticos de las familias provincianas. Parecía pensar
“Dime qué comes y te diré quien eres”. Con ese espíritu realista se orientó hacia
los bodegones que fueron aceptados pronto. Se compraban por pares con destino
al comedor. Los entonaba en forma idéntica, aunque con objetos diversos. La
composición tendía a repetirla piramidalmente, pero tan feliz licencia pasa
inadvertida ante la sensualidad con que reconstruía las cocinas, sus fogones
encendidos y sus muros cubiertos de cazuelas, o la rica variedad de los platillos
poblanos, lujo de la cocina nacional. Como para despertar el apetito y la alegría
de vivir, acomodaba viandas riquísimas asociadas a una amplia gama de
utensilios domésticos. En su libro Viaje a Veracruz en el invierno de 1843, el
novelista Manuel Payno le dedicó estas palabras: “Arrieta, hombre
apreciabilísimo por su modestia y buen trato personal, es admirable para pegar a
sus lienzos esos grotescos raros que vemos en las calles. Un mendigo con
harapos; su cuerpo sucio, sus barbas canas y amarillentas con el humo del
cigarro, es una de sus mejores obras, la cual mereció grandes elogios cuando
hace poco tiempo se expuso en el gran teatro de Santa Anna. En las poblanitas
ha sido también muy acertado Arrieta. En una calle de Puebla hay una tienda
llamada De la Poblana, a causa de un cuadro de este artista. Nada hay
comparable a la gracia y expresión del rostro de esta criatura. ¡Qué pecho, qué
brazo y qué contornos tan mórbidos y delicados!”.
Véase: José Luis Bello y Gustavo Ariza: Pinturas poblanas (1943);
Francisco Pérez Salazar: La pintura en Puebla (1926).
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Pulquería de Agustín Arrieta
AEM
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de su maestro Juan de Zepeda. En 1695 fue nombrado maestro mayor de la
Santa Inquisición y en 1720 lo fue de la catedral y del Real Palacio. De 1695 a
1709 construyó la Basílica de Guadalupe; de 1701 a 1704 intervino en la obra de
Santa Teresa la Antigua y proyectó Santa Teresa la Nueva; de 1714 a 1720
edificó el templo de San José del Real, conocido como La Profesa; también en
1714 erigió la cúpula y las torres de San Miguel; en 1724 concluyó la iglesia y el
convento del Corpus Christi, para indias nobles; en 1721 dio término a la capilla
de las Ánimas de la catedral; y entre 1733 y 1737 concluyó la sede de la
Inquisición (hoy ex-Escuela de Medicina). Otras obras suyas que no se han
podido fechar son las siguientes: la sacristía de Santo Domingo, el templo de
Santiago Tuxpan (Veracruz), el colegio del Seminario de México, los puentes de
la Mariscala (México) y de San Juan del Río (Querétaro) y la alhóndiga y la
fuente de la Plaza Mayor (México). Se sabe que trabajó también en el Hospital
Real y en las iglesias de San Gregorio, Jesús Nazareno y Santa Clara. Según una
declaración propia hecha en 1720, lo enorgullecía la escalera del convento de
San Francisco, “que todos admiran por peregrina en el arte”.
En colaboración con Miguel José Rivera, José Eduardo de Herrera, Miguel
Custodio Durán, Manuel M. Juárez y Francisco Valdés, participó en la redacción
de las ordenanzas de su gremio, fechadas el 7 de diciembre de 1735, según las
cuales únicamente los arquitectos estaban autorizados para levantar edificios en
la ciudad. Aunque barroco, no utilizó soportes salomónicos ni estípites; se limitó
a ornamentar las columnas de corte clásico. En el edificio de la Inquisición
prescindió de los soportes en los ángulos del patio, mediante el procedimiento de
construir dos arcos cruzados. Utilizó a menudo la combinación de tezontle y
cantera en los paramentos, característica de la capital del virreinato. Otros
elementos de su preferencia fueron los grandes tableros, las torres ochavadas y
los arcos mixtilíneos y octogonales.
Véase: “El arquitecto Pedro de Arrieta”, en Boletín del Archivo General de
la Nación (1, 1945).
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Antigua Basílica de Guadalupe, D.F. Fue edificada entre 1695 y 1709, según los planos de
Pedro de Arrieta. En 1976 la sustituyó el moderno santuario, obra de Pedro Ramírez
Vázquez.
Secretaría de Turismo
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Fachada de La Profesa, en el D.F.
AEM
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de enero, del que fue su presidente durante el mes de mayo. En 1835 participó
en la fundación de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Academia
Nacional de Historia. De 1838 a 1842 representó en el Senado a Puebla y
Oaxaca. En 1842 Santa Anna lo nombró miembro de la Junta Nacional
Legislativa que redactó la Constitución de 1843. De 1844 a 1849 fue rector de la
Universidad, y en 1863, del Colegio de San Ildefonso, hasta 1865 en que
Maximiliano lo destituyó del cargo.
ARRILLAGA, FRANCISCO DE
Hombre de empresa veracruzano que en 1837 obtuvo, del presidente Anastasio
Bustamante, la concesión para establecer una vía férrea entre Veracruz y
México. Sólo habían pasado siete años desde que George Stevenson
perfeccionara la locomotora. En 1842 se tendieron 4 km de rieles a partir del
puerto, por cuenta del gobierno; pero la concesión de Arrillaga fue revocada.
ARRIOLA, JUAN JOSÉ DE
Nació en la ciudad de Guanajuato en 1698; murió en la Puebla de los Ángeles en
1768. Estudió en el Colegio de San Ildefonso de la ciudad de México e ingresó a
la Compañía de Jesús, en Tepotzotlán, en 1715. El obispo de Guatemala, Nicolás
de Cervantes, lo ungió sacerdote en 1724. Enseñó filosofía en el Seminario de
Puebla y teología en el Colegio de Guadalajara, y fue operario y prefecto de la
congregación en el Colegio de San Luis Potosí. La orden de expulsión de los
jesuitas no afectó al padre Arriola en virtud de que la real cédula disponía que
los enfermos de gravedad permanecieran en sus conventos. Poeta barroco, gozó
de cierto renombre. Es autor de Canción a un desengaño (1748), en que imita el
texto que con el mismo título publicó el padre Matías de Bocanegra. Escribió
también Vida y virtudes de la esclarecida Virgen y solitaria anacoreta Santa
Rosalía, patrona de Palermo, fechada en 1766, de la cual Alfonso Méndez
Plancarte publicó una selección con el título de Décimas de Santa Rosalía;
diseñó e imprimió este libro Juan José Arreola en su colección Los Presentes.
ARRIOLA HARO, IGNACIO
Nació en Guadalajara, Jal., en 1930. Estudió cine, teatro y televisión en Roma
(1964-1965). Encabezó el Departamento de Cultura de la Universidad
Autónoma de Querétaro y posteriormente fue director de actividades estéticas y
del cineclub de la Universidad de Guadalajara. Recibió el Premio Jalisco de
Letras. Algunas de sus obras son Pandora y el ruiseñor (1967) y Seis piezas
teatrales (1974). Es considerado uno de los mejores dramaturgos de Jalisco.
ARROBA
(Del árabe rubc, cuarta parte, por serlo del quintal.) Medida de peso. Su símbolo
es @. Equivale a 11.56 kg en casi todo el país. En algunas localidades se le da
distinta equivalencia: en Sonora, 11 kg; en Nuevo León (para aguardiente), 18.4;
en Chiapas, 13; en Oaxaca (para chile), 11; en Tamaulipas, 12; en Veracruz,
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17.25 y 17.5; en Campeche (para fibra de henequén), 46. 2. Como medida de
superficie se utiliza en algunos lugares con las siguientes equivalencias: en
Chiapas, para arvejón o frijol, 2 ha; y para maíz, 1 ha. En Nuevo León, para
arroz, 0.25 ha; y para maíz, 1 ha. 3. Antiguamente la arroba (25 libras) era
considerada en muchos lugares como cantidad sinónima de 25, y tenía
aplicación muy amplia; por ejemplo, una arroba de leña equivalía a 25 palos;
una arroba de azotes, a 25 golpes.
ARRÓNIZ, JOAQUÍN
Nació en Cosamaloapan, Ver., en 1838; murió en Orizaba, de la misma entidad,
en 1870. Estudió música, pero se dedicó al periodismo y a la política. Fundó los
periódicos Diablo Predicador, El Ferrocarrilero (de orientación republicana,
durante la Intervención Francesa) y La Jeringa (al triunfo de la República).
Publicó los libros Juicio crítico de la comedia (cosas del día), Ensayo de una
historia de Orizaba (1867), Geografía especial de México (1868) y una edición
del Vocabulario incompleto mexicano-español que hizo el nahuatlato fray
Alonso de Molina.
ARRÓNIZ, MARCOS
Nació en Orizaba (Veracruz) en fecha que se desconoce; murió en 1858 o 1859.
Militante del Partido Conservador, sirvió a Santa Anna en uno de sus primeros
gobiernos. “Poeta de la duda, del delirio y de la desesperación”, lo llamó
Francisco Pimentel; y Altamirano se expresó así de él: “Arróniz había empapado
su poesía en la poesía de Byron. El gran poeta inglés era su modelo, su maestro,
su favorito. Como él, era hermoso, enfermizo y escéptico; como él había amado
mucho y había sufrido tremendos desengaños”. José Zorrilla elogió a Arróniz en
su famosa carta al duque de Rivas, en la que habla de la poesía mexicana. No se
han reunido sus poesías originales ni tampoco sus traducciones, dispersas en
periódicos y revistas de la época. Sólo se editaron dos libros suyos: Manual de
biografía mexicana o galería de hombres célebres (1857) y Manual de historia y
cronología de México (1858).
ARROYO, ESTEBAN
Nació en 1910. Estudió filosofía en Salamanca. Dominico, reside en México
desde 1937. Autor de Cómo formar un hogar dichoso (1952), Fray Francisco de
Burgoa (1955), El monumental convento de Santo Domingo de Oajaca (1955) y
Los dominicos, forjadores de la civilización oajaqueña (1958-1961).
ARROYO, ISAAC
Nació en Guanaceví, Chih.; murió en Ciudad Juárez, Chih., en 1924. Tomó parte
en la revolución maderista. En 1912 se levantó en armas a favor del gobierno
constitucional, logrando sustraer los distritos de Arteaga y de Andrés del Río a
la obediencia orozquista. La víspera del combate de Bachimba, se incorporó a
las fuerzas de Victoriano Huerta. En 1914 fue uno de los generales de la
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División del Norte que desconoció a Venustiano Carranza como Primer Jefe.
ARROYO, JOSÉ ANTONIO
Guerrillero insurgente que participó en multitud de combates contra los realistas
en la sierra norte de Puebla. Contribuyó a la captura del convoy que custodiaba
el comandante Cándano en El Palmar, hazaña que consumaron las tropas de
Mariano Matamoros en octubre de 1813. Murió asesinado por un compañero de
armas apellidado Calzada (1816).
ARROYO CH., AGUSTÍN
Nació en Pueblo Nuevo, Gto., en 1892; murió en la ciudad de México en 1969.
Fue destacado luchador revolucionario, periodista, impulsor de las artes y de la
investigación científica, político, escritor, compositor de melodías populares y
poeta. De origen humilde, cursó la instrucción primaria en su entidad natal. Fue
diputado local y federal, dirigente de la Confederación de Partidos
Revolucionarios Guanajuatenses (Grupo Verde), gobernador del estado (26 de
septiembre de 1927 a 25 de septiembre de 1931), subsecretario de Gobernación
(1935 a 1936), jefe del Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad del
Gobierno Federal (1937-1938), jefe del Departamento del Trabajo (1939-1940),
presidente de la Compañía Productora e Importadora de Papel, S.A. (1960-1961)
y director del periódico El Nacional (1962). Al morir era presidente patrono de
la Fundación de Beneficencia Luz Bringas. Lo mucho que escribió quedó
disperso en periódicos. Joaquín Fernández de Córdoba reunió en Fuego
graneado (1958) lo publicado en Aquí, convertido después en Diario de México.
ARROYO DE ANDA, ANDRÉS
Nació y murió en Guadalajara, Jal. (12 de enero de 1879 - 17 de septiembre de
1899). Estudió hasta el tercer año de la carrera de derecho. Desde la infancia
escribió versos, por lo que se le llamaba “el poeta niño”. A los 15 años de edad
publicó su primer poema, “Crepúsculo”, y comenzó a colaborar en periódicos y
revistas. Preparó antologías poéticas, ejerció la crítica literaria y se aficionó a la
sociología. Se suicidó cuando apenas había cumplido veinte años. Su obra no
está recopilada.
ARROYO DE ANDA Y REYES, FRANCISCO
Nació en Guadalajara, Jal., el 15 de agosto de 1853; murió en la última década
del siglo XIX. Abogado, practicó también la poesía, el periodismo, el teatro y la
historia. Perteneció a la Alianza Literaria de Guadalajara y desempeñó cargos
públicos. En 1883 inició la publicación por entregas de su Diccionario
Universal de Historia, que quedó inconcluso. Entre sus obras dramáticas se
cuentan El verdugo (1882, escrito en colaboración con Antonio Zaragoza), Don
Beltrán de la Cueva (1883) y El fraile de la calavera, hecho en compañía de
Jesús Acal Ilisaliturri.
ARROYO DE ANDA Y REYES, RAFAEL
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Nació en Sayula y murió en San Pedro Tlaquepaque, ambas de Jalisco (1846-
1878). Estudió filosofía en el Seminario de Guadalajara, cursó después algunas
materias de jurisprudencia y, finalmente, se dedicó al periodismo. De arraigadas
ideas católicas, editó La Civilización (1868-1872), periódico que representó el
sentir de la Iglesia. El trabajo que dedicó a la infalibilidad del papa (1867)
alcanzó inusitada resonancia en la prensa católica del país y aun de Italia y
Francia.
ARROYO DE ANDA Y VILLAGÓMEZ, JOSÉ FRANCISCO
Nació en el Mineral de San Sebastián, Nueva Galicia, en 1775; murió en
Guadalajara, Jal., en noviembre de 1847. Cursó la carrera eclesiástica en el
Seminario Conciliar de la capital novogallega. Ya consagrado sacerdote, el
obispo Rousset lo llevó como secretario a Sonora en 1798 y allí cooperó en la
administración de la diócesis durante cinco años. Regresó a Guadalajara en 1801
y, al año siguiente, obtuvo en la Universidad los grados de licenciado y doctor
en teología. Fue capellán del obispo Cabañas. Enseñó historia de la Iglesia y
sagrada elocuencia en el Seminario, y teología en la Universidad. Dirigió el
Colegio Clerical (1805-1815), cuyo plan de gobierno y reglamento fueron obra
suya. Ejerció su ministerio en la parroquia del Sagrario (marzo de 1805 a
diciembre de 1807), en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y en la
parroquia de Tlaltenango, cuyo beneficio disfrutó 40 años. Cuidó de la salud
espiritual y material de sus feligreses y difundió la aplicación de la vacuna
contra la viruela. Ocupó la canonjía lectoral en la catedral de Monterrey y en
1831 ascendió a la dignidad de maestrescuelas. Diputado por Guadalajara a las
Cortes de España (1820-1821), defendió los intereses americanos. Al instalarse
la Legislatura del Estado de Nuevo León (agosto de 1824), fue electo diputado,
firmó la primera Constitución de esa entidad y fue reelegido tres veces. En 1831
obtuvo la canonjía penitenciaria de la catedral de Guadalajara; allí fue también
arcediano, gobernador de la mitra, capellán de las monjas capuchinas y
catedrático de moral en el Colegio de San Juan Bautista. Reunió un gran acervo
de libros, parte del cual se conserva en la Biblioteca Pública de Guadalajara. Fue
corresponsal en Monterrey del Banco de Avío. A su muerte, el Congreso de
Nuevo León, por decreto del 31 de mayo de 1851, impuso su nombre (Doctor
Arroyo) a la antigua Villa de la Purísima. Se conocen de él los siguientes
impresos: Exposición presentada a las Cortes por los diputados de ultramar en
la sesión de 25 de junio de 1821 sobre el estado actual de las provincias de que
son representantes y medios convenientes para su definitiva pacificación
(Madrid, 1821) y Respuesta al papel intitulado: Allá van verdades y tope en lo
que topare; y defensa de los bienes eclesiásticos (1837).
ARROYO DE LA PARRA, MIGUEL
Nació en Morelia, Mich., en 1908. Profesor normalista y abogado, fue
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catedrático de la Escuela Nacional de Maestros y notario en Tlalnepantla.
Escribió obras pedagógicas y jurídicas, entre ellas Educación soviética y
domesticación capitalista, Federalización de la enseñanza, Situación económica
y jurídica del magisterio y La pequeña propiedad.
ARROYO RUANO, LUIS G
Nació en Cuetámaro, Gto., en 1913; reside en Guadalajara desde 1963.
Sacerdote, cultiva la poesía y los estudios biográficos. Ha colaborado en
diversas revistas, entre ellas Ábside de la ciudad de México. Es maestro en la
Universidad Autónoma tapatía. Ha publicado cinco libros de poemas: Paisajes
de mi parroquia (1957), Asombro de luces (1959), Clamor de los símbolos
(1960), Rubor de cantera y Esencias de México.
ARROZ
Oryza sativa L. Planta anual de la familia de las gramíneas, de 1 a 1.5 m de
altura, y de tallo derecho, cilíndrico y nudoso. Las hojas son lampiñas,
denticuladas y muy ásperas en los bordes; las flores, blanquecinas; y el fruto,
blanco, coriáceo y comprimido, el cual, envuelto por las glumelas, constituye el
arroz palay, o sea, con cáscara. La planta es originaria de la India y de China. El
arroz puede ser de tres tipos, según el tamaño del grano; en México sólo se
cultiva el largo, introducido a principios del siglo XVII por los españoles. En la
actualidad se siembra en 16 entidades del país, principalmente en Sinaloa,
Campeche, Veracruz, Michoacán y Nayarit, conforme a tres sistemas (trasplante
y siembra directa, bajo riego y temporal), aunque se ha estado experimentando
el flotante, para aprovechar las áreas inundadas de algunas regiones del Sureste.
Mientras en el ámbito internacional el arroz es el alimento más importante
después del trigo, en México su consumo es complementario, principalmente en
las familias de ingresos medios. A causa de que no existe una demanda estable,
la producción ha sido muy irregular en los últimos años, según se aprecia en el
siguiente cuadro:
ARROZ PALAY
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hectáreas, que pasó de 2 703 t en 1970 a 3 850 en 1984, pues la superficie
cultivada se redujo 24 260 ha en ese periodo. El 60% de las tierras dedicadas al
arroz dispone de riego. En 24 años, el Instituto Nacional de Investigaciones
Agrícolas (INIA) ha procesado 20 variedades de arroz: 14 para riego (10 para
siembra directa y cuatro para trasplante) y seis para temporal.
Del total, 11 se cultivan habitualmente: Morelos A70, Morelos A83, Sinaloa
A68, Navolato A71, Juchitán A74, Bamoa A75, Huastecas A80, Culiacán A82,
Campeche A80, Cárdenas A80 y Chiapas A84; y cuatro están introduciéndose:
Milagro Filipino, del Instituto Internacional de Investigaciones de Arroz de
Filipinas, y CICA-4, 6 y 8, del Centro Internacional de Agricultura Tropical de
Colombia. En 1986 estaban en formación dos nuevas variedades promisorias:
C80-22-11-55 y CS1023-3-3-7-12-3-2, con mayor resistencia a la quemadura y
con amplia adaptabilidad a diferentes condiciones de suelo y lluvia.
ARRUE, JUAN DE
Nació en el pueblo de Avalos, hoy Colima, en 1565; murió en 1637. Fue uno de
los primeros artistas nacidos en el país, hijo del escultor sevillano del mismo
nombre, quien se trasladó a Nueva España en 1547, y de María Caltzontzin o
Casonsi, de noble ascendencia tarasca. Algunos autores han cambiado su
nombre reduciéndolo a Juan de la Rua. Muy joven llegó con sus padres a la
metrópoli, y a los 22 años de edad contrajo matrimonio con Ana de Medina, el
18 de mayo de 1587, según consta en actas. Simón Pereyns fue testigo de su
boda y casi seguramente su maestro. También fue discípulo de Andrés de la
Concha; colaboró con éste en la reparación de la primitiva catedral (1585). Hizo
para la Santa Inquisición nueve sambenitos. Entre 1593 y 1594 pintó el retablo
de la iglesia conventual de Etla, en Oaxaca. El cronista Francisco de Burgoa dice
que “se buscó al Apeles de este Orbe Juan de Arrué para que hiciese el
retablo…, sin perder lo natural de la representación de Miguel Angel y las
brochas del Ticiano”. En 1597 Arrué pasó a Puebla, donde decoró el retablo del
trascoro de la catedral, hizo otro para el Hospital de San Pedro y un tercero para
Tehuacán, que se trasladó al convento franciscano de Cuauhtinchán. En este
último representó El Nacimiento, La Crucifixión, La Adoración de los pastores,
La Ascensión y La Asunción de la Virgen; y a los lados de estas escenas, sobre
tablas, a San Lorenzo, San Miguel, Santo Domingo y La Magdalena. En 1607
estuvo en la ciudad de Antequera (Oaxaca) para denunciar a un tal Diego Martín
ante el Santo Oficio, con motivo de una disputa teológica. Curiosamente,
durante el proceso, Arrué reprodujo la imagen de una Virgen aparecida en el
tronco de un árbol quemado, cuyo testimonio existe en el Archivo General de la
Nación. Entre 1611 y 1612 viajó otra vez a Oaxaca y probablemente decoró los
colaterales de varios conventos en la Mixteca. En la iglesia de San Francisco de
Huitzo pintó nueve cuadros sobre la Vida de la Virgen, y en Tlacochahuaya
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trabajó en un retablo dedicado a San Jerónimo. En 1633 contrató en Puebla la
hechura de un lienzo basado en un Milagro del ángel San Rafael y el beato San
Juan de Dios, para el refectorio del convento de San Bernardo. En 1621 diseñó
para el convento de Santo Domingo el túmulo dedicado a la memoria de
Margarita de Austria; y para celebrar el arribo del virrey marqués de Gálvez,
levantó un monumental arco triunfal. El 30 de agosto de 1637 otorgó testamento
en Puebla como “Juan de Arrué, maestro pintor, vecino de la ciudad de los
Ángeles”.
Véase:Diego Angulo Íñiguez: Historia del arte hispanoamericano
(Barcelona, 1950); Francisco Pérez Salazar: Historia de la pintura en Puebla
(1963); Manuel Toussaint: Arte colonial en México (1962).
ARRUZA, CARLOS
Nació en la ciudad de México en 1920; murió en 1966. Su verdadero apellido
era Ruiz Camino. Torero que alcanzó notables triunfos, especialmente en su gira
de 1946, en compañía de Manolete.
ARSÉNICO
Metaloide duro y cristalino de color gris acero. Se encuentra en estado nativo y
en minas, combinado con otros minerales, entre ellos el níquel y el cobalto. Es
un elemento escaso en la naturaleza. Existen cuatro variedades; la más común es
el blanco o trióxido de arsénico, el cual se utiliza en la fabricación de vidrios y
esmaltes opacos, en insecticidas y herbicidas, en la conservación de maderas y
en otras aplicaciones industriales o metalúrgicas. El trióxido de arsénico es el
único que se produce en México, como subproducto en la refinación del cobre y
del plomo, en dos presentaciones: afinado, con 99% o más de pureza; y no
afinado, cuando la ley es menor. El primero representa el 90% de la producción
nacional. Ésta se había mantenido a un nivel medio de 10 mil toneladas anuales
hasta 1969 (segundo lugar en el mundo, después de Suecia). A partir de
entonces, los avances de la química orgánica han reducido el uso del arsénico,
con la consiguiente baja en la demanda mundial. Ello explica. en parte, que en
1972 la producción mexicana haya sido sólo de 4 482 t; sin embargo, de 1973 a
1984 se ha mantenido alrededor de 4 260 t, con lo que México alcanzó, a partir
de 1983, el primer lugar mundial como productor de arsénico.
ART NOUVEAU
No es fácil precisar las fuentes de este estilo. Su paternidad la reclaman ingleses,
belgas y franceses. Sin embargo, es un hecho que en arquitectura comenzó con
la casa Tassel que Víctor Horta construyó en Bruselas (1893). Ahí están
plasmados los principios que más tarde retomaron los simpatizantes de esta
corriente artística; por ejemplo, el uso de plantas flexibles y de nuevos
materiales, la libre disposición de espacios en distintos niveles y la
independencia de éstos respecto a la planta. Esto influyó muy pronto en
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Alemania, Austria y Francia; de este último país irradió a Latinoamérica y
especialmente a México. Hacia esos años, el arquitecto Antonio Gaudí había
realizado en Barcelona algunas de sus obras la casa Millá, por ejemplo, razón
por la cual también se ha querido ver en ellas los orígenes del nuevo estilo. El
iniciador del art nouveau en Francia fue el arquitecto Héctor Guimard, quien
conoció y revisó la obra de Horta; en 1899 construyó un edificio de
departamentos en París, que al decir de Gideon, es una muestra de arquitectura
total, o sea, de perfecta adecuación entre la planta y la decoración. También fue
autor de las célebres entradas del metro parisiense y, de manera especial, de una
casa en la calle Mozart, en la cual hundió los vanos de las ventanas y balcones
“resaltando el muro de la esquina, en un espléndido equilibrio ondulatorio. En la
puerta principal, resaltada lo mismo que la ventana, ascienden las jambas y se
continúan sin interrupción en el arco, que avanza curvado como en las repisas de
los retablos barrocos y se decora de tallos con una delicada melodía de
entrelazos. De casas como ésta nacen casi todas las mansiones art nouveau que
existen o existieron en la ciudad de México” (Francisco de la Maza: Sobre
arquitectura art nouveau). Esta corriente no se limitó a la arquitectura; invadió
la escultura y, sobre todo, las producciones de artículos decorativos y de
mobiliario; de ahí que muchos críticos lo consideren como “un estilo
eminentemente decorativo”. Surgió en México a principios del siglo XX,
coincidiendo con la creación de nuevos barrios capitalinos: las colonias Juárez,
Cuauhtémoc y Roma; en esta última se conservan, maltrechos, los ejemplos más
sobresalientes, aunque otros existieron en la colonia Santa María y en Tacubaya.
Muchas de las casas art nouveau fueron creaciones europeas, pues planos y
arquitectos se hacían venir del Viejo Continente; sin embargo, hubo mexicanos
que construyeron en ese estilo. Adamo Boari erigió su casa y el Palacio de
Bellas Artes con base en los lineamientos del art nouveau. La primera de esas
obras fue destruida; y respecto a la segunda, Francisco de la Maza dice que, en
tal edificio, Boari “trató de hacer un art nouveau mexicanizado, por lo cual
asoman en muchas partes cabezas de tigres y coyotes y unas poderosas
serpientes ondulan en los arcos de las ventanas del primer piso. Esta decoración,
tan inteligentemente ideada por Boari, le da al Palacio de Bellas Artes una
categoría única”. Obra capital de esta arquitectura es el Hotel de la Ciudad de
México, que en otro tiempo albergó los almacenes de El Centro Mercantil.
Aunque su fachada es más bien ecléctica, el interior fue concebido enteramente
dentro del art nouveau, resaltando particularmente las barandillas, la escalera, el
ascensor y el plafón, donde “un enorme vitral da luz y color a la tienda. Los ejes
y travesaños de hierro que lo sostienen se enriquecen en el centro, en donde tres
óvalos se rehúnden con doble faja de vidrios policromados; después, una suave
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curva de tres tramos en los que los dibujos de los vidrios son diferentes, baja y
se apoya en el muro. La electricidad sobra aquí. Es la luz solar, filtrándose a
través de este rico plafond la que ilumina todo”. Pero la mayor influencia se
ejerció en la arquitectura habitacional, cuyos mejores ejemplos se conservan en
la colonia Roma; casi siempre en los exteriores se despliega gran imaginación al
resaltar las fachadas por medio de volúmenes salientes, líneas curvas y
elementos vegetales; los marcos de las puertas y de las ventanas tienen perfiles
ondulantes, logrados con rebordes. En los pretiles de la parte alta de las fachadas
también predomina la línea curva, tal como podía admirarse en la casa de la
calle de Guanajuato núm. 63 que, sin duda alguna, fue uno de los mejores
ejemplos del art nouveau. En los barandales de las ventanas, calados o
esculpidos, y sin importar la naturaleza de los materiales, generalmente
predomina la línea curva y la ornamentación vegetal. Muchas de esas casas no
fueron construidas por arquitectos, sino por maestros de obra catalanes
establecidos en México, como apunta Israel Katzman. La profusión de motivos
decorativos de los exteriores se acentúa en el interior. Quedan pocos ejemplos; el
más importante fue el de la casa Requena, en la calle de la Santa Veracruz núm.
43. Concebida y realizada por su propietario, don José Luis Requena, de 1907 a
1908, es la obra que más se apegó a los ideales del nuevo estilo, especialmente
en la puerta, el comedor, el salón de música, la sala y la recámara; su autor se
hizo auxiliar, para la decoración, del pintor catalán Ramón Canto, quien supo
adecuar la pintura a la decoración; en el comedor pintó dos alegorías, La
Primavera y El Otoño, “con un estilo claramente prerrafaelista, a lo Rosseti o a
lo Burne-Jones” (Francisco de la Maza). El complemento era un mobiliario art
nouveau y la cristalería y la cuchillería del estilo. En la recámara sobresalía la
cama, en cuyos pies podía verse un pavo real con las alas extendidas; el mismo
tipo de aves decoraba el tocador y las sillas, donde también abundaban flores de
distintas especies. Desgraciadamente la obra fue desmantelada y actualmente
pertenece a una colección particular. Para fines de los años veintes, el art
nouveau había entrado en decadencia; su vida fue efímera pero plena; otros
intereses y nuevas tendencias en el arte empezaban a manifestarse.
Véase: Francisco de la Maza: “Sobre arquitectura art nouveau”, en Anales
del Instituto de Investigaciones Estéticas (26; 1957) y Del neoclásico al art
nouveau y Primer viaje a Europa (1974); Israel Katzman: La arquitectura
contemporánea mexicana. Precedentes y desarrollo (1963).
ART-DECÓ
Estilo de las artes plásticas que debe su nombre al apócope de la expresión
francesa arts décoratifs, utilizada para designar los trabajos artísticos
“aplicados” o de adorno. Cronológicamente, el art-decó sigue al art nouveau y,
de alguna manera, lo niega, aunque se identifique con él como moda artística. El
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apogeo del art-decó en Europa, Estados Unidos y México, ocurrió en los años
veintes y treintas, entre las dos guerras mundiales en los llamados “años locos”.
Los antecedentes del estilo pueden rastrearse desde finales del siglo XIX, y los
consecuentes son ostensibles especialmente en México en obras de los años
cuarentas e incluso cincuentas, sin que por eso dejen de plantear alguna
novedad. La exposición de París en 1923 fue definitiva para la consagración del
nuevo estilo; a partir de entonces, los objetos art-decó invadieron el mundo hasta
la Exposición Internacional de Nueva York de 1940. En la arquitectura mexicana
el art-decó se puso de manifiesto en la sobreposición de motivos en fachadas de
edificios. Si en la ciudad de México hubo barrios donde proliferó el art nouveau,
en otros se optó por el art-decó; el ejemplo más significativo es la colonia
Hipódromo Condesa, pero también quedan edificios singulares. El arquitecto
Juan Segura fue autor del conjunto Cine Hipódromo (en Tacubaya) y de la
Fundación Mier y Pesado (en la calzada de Guadalupe). Los dos edificios art-
decó por antonomasia en la capital de la República son el Palacio de Bellas
Artes (que también tiene elementos art nouveau) y el Monumento a la
Revolución, obras de Federico Mariscal y Carlos Obregón Santacilia,
respectivamente, quienes trabajaron sobre proyectos antiguos (v. ART
NOUVEAU). Otros edificios con este estilo son la Secretaría de Salud, la
antigua Lotería Nacional, el auditorio al aire libre del parque México y los
centros deportivos Plan Sexenal y Venustiano Carranza. Quizá sea en el Palacio
de Bellas Artes donde mejor puedan apreciarse las características del art-decó:
preferencia por la línea y ángulos rectos, perfiles trapezoidales y recuperación de
elementos de arquitectura prehispánica, como las grecas y mascarones del dios
maya de la lluvia; la influencia mexicana se advierte también en el uso de
motivos de la flora nativa (cactos y magueyes). México, país dotado de una
habilidad especial para la decoración, logró darle un toque local al art-decó,
enriqueciéndolo con motivos nacionales. El art-decó no sólo se usó en el
vestíbulo principal; también se llevó a la sala, donde palcos y cúpulas lucen
motivos geométricos y de la flora nativa; asimismo, las lámparas que flanquean
la escalera de acceso a la sala se encuentran entre los objetos más característicos:
simulan fuentes de cristal que se elevan tratando de alcanzar los candiles.
El interior del Banco de México y el Monumento a la Revolución fueron
realizados por Carlos Obregón Santacilia, aprovechando estructuras existentes, a
las cuales logró darles un sello propio. El espacioso interior del Banco de
México se impone por la pureza de sus líneas; ahí es menos severo el
geometrismo, y detalles como la lámpara muestran la sobriedad y la elegancia
características del art-decó. En el Monumento a la Revolución, “inventó” una
obra acentuando geometrismo monumental; utilizó la estructura metálica
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levantada durante el porfirismo por el arquitecto francés Emile Bernard. A ella
se sobreponen, en las esquinas, grupos escultóricos que no pueden considerarse
esculturas, puesto que son complemento del edificio. Este punto de vista ilustra
muy bien el sentido decorativo que tuvo la estatuaria de ese entonces, pues “no
es posible hablar de escultura art-decó por la sencilla razón de que la verdadera
escultura no es decorativa, y el llamado art-decó es esencialmente una
manifestación ornamental. Sería más correcto, en todo caso, decir estatuaria art-
decó, ya que ésta sí pertenece a las artes menores, es decir, a las artes
decorativas” (Salvador Moreno: La estatuaria art-decó en México). En tal
sentido, también deben considerarse ejemplos notables de la estatuaria art-decó
las figuras humanas que ornan la entrada del Banco de México, y el desnudo
femenino que está en la pérgola del parque México, “que sorprende, no tanto por
su desnudez descarada, sino por su descarado afán estatuario. La simetría de los
senos, los brazos, las piernas, los ojos (y había que añadir los cántaros ya que se
trata de una fuente) corresponden a ese carácter decididamente contrario a toda
ondulación y sensualidad que caracterizara al art nouveau” (S. Moreno, Ibídem).
Otro aspecto en el que coinciden ambas expresiones artísticas es la
influencia que ejercieron en las llamadas artes menores. El art-decó, con mucho
mayor intensidad, se dejó sentir en el mobiliario, en la indumentaria y hasta en
los objetos más insignificantes de la vida cotidiana. Hay críticos que admiten
que hubo un “modo de vivir” art-decó, lo cual no parece tan exagerado si se
considera que las grandes tiendas de la época, como El Palacio de Hierro, El
Puerto de Liverpool y El Centro Mercantil, proveían a los capitalinos de la moda
art-decó francesa y neoyorquina. Y es que “el espíritu que encarnó el art-decó
fue el de la superficialidad, el de la inmediatez, el de las cosas que se gastan o
pasan de moda en muy poco tiempo, el de la moda siempre cambiante que
arrastra en su caída a toda la generación que la hizo suya” (Marco Antonio
Pulido). Tal vez por esto mismo se le desconoce hoy en día. De todas maneras,
el art-decó contribuyó a que México fuera mejor conocido en el ámbito
internacional
Véase: Felipe García Beraza y otros: El art-decó en México (1977); Marco
Antonio Pulido: “¿Qué es el Art-Decó?”, en Siete (5-34; 17 de junio de 1974).
ARTAUD, ANTONIN MARIE JOSEPH
Nació en Marsella, Francia, en 1896; murió en Irey, cerca de París, en mayo de
1948. En 1920 se instaló en París. Tomó parte en el movimiento surrealista de
1924 a 1927, en que sobrevino una famosa polémica con André Breton y
Benjamín Peret. Fue actor teatral de LAtelier en muchas obras, y de cine en
películas como Napoleón de Abel Gance (1926), La pasión de Juana de Arco de
Dreyer (1926), LOpera de quatre sous de Paest (1930) y Lilliom de Fritz Lang,
ese mismo año. Escribió poemarios, obras de teatro y críticas literarias. Se le ha
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identificado como heredero de la familia que comienza con los románticos
alemanes, pasa por los “poetas malditos” y culmina con los surrealistas. Entre
sus obras más importantes pueden citarse Carta a la vidente, Heliogábalo o el
anarquista moderado y Antología de la poesía surrealista. Recogió su visión del
arte escénico en El teatro y su doble, donde propugna por un ritual primitivo
sujeto a las necesidades y emociones elementales del hombre, y plantea que el
teatro debe convertirse en protesta contra los valores artificiales impuestos por
una cultura nacionalista. Muchas ideas suyas llegaron a ejercer una poderosa
influencia en la dramaturgia contemporánea. Su naturaleza esencialmente
solitaria le impedía creer en la acción revolucionaria. Siguió practicando
conceptos surrealistas en el “teatro de la crueldad”, el cual fue creado, según su
idea, “para devolverle a la escena la noción de una vida apasionada y
convulsiva”. También incursionó en la pintura. Estuvo en México los primeros
meses de 1936. Ya lo había planeado, pues en 1934 presentó en París su drama
La conquista de México. Jaime Torres Bodet, entonces agregado cultural en
Francia, lo ayudó para que pasara a México, lo eximió de pagar visa y le dio
cartas de recomendación para intelectuales mexicanos. Artaud dio tres
conferencias en la Escuela Nacional Preparatoria: “Surrealismo y revolución”,
“El hombre contra el destino” y “El teatro y los dioses”. No logró la resonancia
merecida, porque se vivía entonces una revolución nacionalista y muchos
preceptos marxistas que Artaud atacaba eran vistos como la única solución.
Ofreció en la Alianza Francesa otra conferencia: “El teatro de la posguerra en
París”, que tampoco causó entusiasmo. Aparte de Luis Cardoza y Aragón, Elías
Nandino y José Gorostiza, no conoció ni trató a escritores mexicanos. Se
entusiasmó en cambio con dos artistas plásticos: Luis Ortiz Monasterio y María
Izquierdo, a quien influyó. Llevó a Francia cuatro óleos de esta pintora y los
presentó como muestras de un arte auténticamente puro. Sus artículos aparecían
en el periódico El Nacional, y gracias a lo que esto le producía y a una beca de
la Secretaría de Educación, viajó a tierras tarahumaras. Se propuso experimentar
con el peyote como “un principio magnético y alquímico maravilloso”; recogió
sus experimentos en el libro Tarahumara. No halló en México lo que buscaba y,
nueve meses después de haber llegado, abandonó el país de regreso hacia
Francia. Cardoza y Aragón, que le ha dedicado varios ensayos, dijo: “Viajó a
México para juntar el rompecabezas que fue su vida sin lograrlo. Lo que
buscaba no lo descubriría en ninguna realidad. En ninguna parte. Lo que
buscaba no existía. No podía existir fuera de su imaginación”.
ARTE PLUMARIO
Una de las manifestaciones originales del sentido artístico de la población
mesoamericana era el arte plumario que floreció con anterioridad a la Conquista.
Se introdujo relativamente tarde entre los aztecas, pues fueron los dos últimos de
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sus reyes los que subyugaron a las provincias sureñas donde este arte estaba
desarrollado y donde había abundancia de pájaros de brillante plumaje. Se
confeccionaban mosaicos de plumas tejidas en mantas o bien pegadas sobre
papel de amate. Son muy pocos los ejemplares que se han conservado (Museo
del Cincuentenario, Bruselas; Museo de Historia Natural, Viena; Museo
Nacional de Antropología e Historia, ciudad de México). Las plumas servían de
adornos para mantos reales, penachos, escudos, brazaletes, pendientes, abanicos
y otros objetos personales, suntuarios o rituales. Se prohibía, bajo pena de
muerte, cazar al quetzal, cuya cola era muy apreciada para esta artesanía y se
reservaba a los reyes. Después de la Conquista se hicieron imágenes cristianas
de plumas de pájaros. Clavijero dice que los artífices tomaban cada plumita de
colibrí, o de otras aves, con unas finísimas pinzas de hueso, la untaban
delicadamente de chaucle y la colocaban en el lugar escogido del cuadro. A
veces estudiaban todo un día la aplicación de cierta pluma, observándola de
distintos ángulos, hasta encontrar aquella que respondía a su propósito de
perfección. Cuando le presentaron al papa Sixto V (1585-1590) un lienzo de San
Francisco de Asís, hecho de plumas por artistas mexicanos, éste se quedó
incrédulo y frotó un poco los dedos sobre el cuadro. Le pareció maravilloso
comprobar que los colores no eran artificiales, pintados, sino naturales, de
plumas de aves del trópico: diferencia que no se podía discernir a simple vista.
El último gran artífice del arte mexicano del mosaico de plumas murió en
Pátzcuaro en la octava década del siglo XVIII; y con él acabó, o al menos se vio
muy disminuida, una de las tradiciones artísticas de más abolengo en el Nuevo
Mundo.
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Amantecas (Códice Florentino)
AEM
ARTEAGA, JOSÉ MARÍA
Nació en la ciudad de Aguascalientes en 1833; murió fusilado en Uruapan,
Mich., en 1865. Luchó en calidad de suboficial contra los invasores
norteamericanos y los polkos. Posteriormente llegó a ser general de división y
gobernador del estado de Querétaro. Fue uno de los Mártires de Uruapan,
oficiales republicanos ejecutados en ese lugar por los invasores, durante la
Intervención Francesa.
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México. Se le conoce también como artemisia y altamisa.
ARTESANÍA Y ARTE POPULAR
La artesanía es el conjunto de reglas de un oficio que el productor aplica a la
manufactura de un objeto. En este campo, la habilidad manual del operario tiene
mayor significación en el trabajo que la idoneidad del herramental y los equipos;
o sea que los medios de que se vale para producir no llegan a ser útiles si no
media, para su manejo, una destreza previa. Esto la diferencia de la industria,
dentro de cuya complejidad las tareas manuales se simplifican, estandarizan o
automatizan, y el hombre queda subordinado al ritmo y a las exigencias de la
máquinas. La artesanía no supone de suyo el ejercicio de una voluntad de
expresión artística. Cuando carece de ese propósito es, simplemente, una forma
primitiva de la producción condenada a desaparecer según avance el desarrollo
de la industria; pero cuando sí tiene ese designio da ocasión para que se
manifieste el arte popular en el área de las manufacturas. Aparte sus atributos
esenciales territorio, lengua, instituciones y creencias comunes, la nacionalidad
se reconoce en los productos culturales del pueblo, entre ellos una vasta
multiplicidad de objetos artesanales de arte popular utilitarios, ceremoniales u
ornamentales en los cuales se acentúa el origen común y el apego a la
comunidad de la que se forma parte. Cuando lo que el artesano produce se apega
a las costumbres, se vuelve tradicional; cuando traduce o interpreta un modo
peculiar de ver, sentir y creer, deviene en arte; y cuando con esas formas se
identifica una voluntad colectiva de expresión, se transforma en arte popular. Por
esta razón, el nombre del autor, que se asocia a las piezas en el arte culto, se
sustituye en el popular por el locativo de su procedencia. El arte popular es, a la
par que un vehículo de identificación del sujeto con su grupo, un medio para
reconocer a la comunidad. Lo que lo distingue es su naturaleza consustancial a
la región, a la ciudad, a la pequeña población y a veces inclusive al barrio. Sin
embargo, no por esto es anónimo, pues los creadores de los diseños básicos son
siempre identificables.
Varias circunstancias, todas relativas a la facilitación de la vida cotidiana,
han restringido el uso de los productos culturales del pueblo. Las costumbres
siguen el ritmo que impone la modernidad, dentro de una tendencia a la
simplificación. La uniformidad es una de las condiciones de la economía
consuntiva; la falta de individualidad atribuye comunes denominadores a las
actividades habituales, y un tono impersonal preside la apariencia formal de los
escenarios en que discurre el acontecer de todos los días, apostillado por
muebles, menajes, vestidos y utensilios estandarizados. Por ello, y como
reacción frente a la rutina del practicismo, el hombre mantiene latente la fórmula
de su identidad: la posibilidad, siempre abierta en virtud de la tradición, de
volver al uso de los productos culturales del pueblo. Es en ese campo donde se
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reencuentra a sí mismo en vinculación con su nacionalidad y su comunidad;
donde afirma su yo autónomo, frente a la generalidad que lo despersonaliza;
donde opera la identificación del individuo con la sociedad.
Dentro de la multiplicidad de formas de creación y de expresión, el arte
popular es el arte social por excelencia. A partir de una interpretación personal
de los comunes denominadores del grupo, muy a menudo religiosos, se suscita
una suerte de hallazgo de lo propio; luego una identificación general del gusto
con el objeto y finalmente una manera, un estilo que particulariza a la
comunidad y que toma el nombre de su locativo. México ha sido un país
disperso por la historia, la incomunicación interior, las diferencias económicas y
la abundancia de lenguas y versiones dialectales. Las culturas regionales o
locales se conservaron en el aislamiento, pero su permanencia actual se finca en
los estímulos que les otorgan la Iglesia, el Estado y un sector de la inteligencia
nacional deseoso de preservar y heredar lo que estima como característico. De la
pluralidad de las culturas y de los materiales locales proviene la variedad de los
productos del arte popular. Éstos se distinguen por el material de que están
hechos y por el lugar de su procedencia. La sensibilidad de los mexicanos,
ejercida con destreza, ha convertido en objetos de arte las arenas sílices (v.
VIDRIO SOPLADO), el barro y el caolín (v. CERÁMICA); el oro, la plata (v.
ORFEBRERÍA), el cobre, el latón, el fierro y el acero (v. METALISTERÍA); la
piel, el cuero, el cuerno, la concha, el carey, el hueso (v. TARACEA) y la cerda;
la caña de maíz, la médula del camalote, el látex del chilte, la madera y las raíces
(v. ESCULTURA y TALLA); la piedra, el alabastro, el jaspe y la obsidiana (v.
LAPIDARIA); el trigo (v. PANICUA) y el azúcar (v. ALFEÑIQUE). Con éstos
y otros materiales y de modo distinto, aunque semejante, en cada región, el arte
popular ha rodeado de representaciones y símbolos el nacimiento, y de juguetes
la infancia; ha proporcionado vestido, muebles y utensilios al hombre durante su
vida, decorado su casa y exornado sus fiestas; y ha rendido culto a Dios, a la
Virgen, a los santos y a sus muertos.
Artesanía y arquitectura. La ciudad de Puebla y sus alrededores es el área
donde las casas y los templos llegaron a representar un estilo nuevo. Durante los
siglos XVII y XVIII surgió allí un barroco sensual y conceptuoso. La fórmula
consistió en añadir a los edificios todos los recursos aplicables de las artesanías:
el ladrillo, el azulejo, las labores de argamasa, el hierro, la cantería, la
imaginería, la pintura y el dorado. El gusto por la exuberancia formal, la
variedad de materiales y la policromía fue compartido tanto por la rica sociedad
poblana cuanto por los barrios y comunidades indígenas. Los mismos recursos
constructivos y plásticos, aunque con tratamientos diferentes, sirvieron a los
prósperos navegantes que hacían el comercio con España y Filipinas para
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homenajear a la Virgen en la Capilla del Rosario; a los aborígenes de Santa
María Tonantzintla, para figurar un paraíso profano; a los clérigos y religiosos,
para ornamentar sus iglesias y conventos; y a los vecinos opulentos, para
embellecer sus residencias. Domos, torres, pórticos, patios y fuentes fueron
revestidos con ladrillos y azulejos; las fachadas fueron tratadas como grandes
composiciones murales, con escenas, escudos y alegorías; y aun hubo iglesias
enteras que fueron hechas de piezas de cerámica. Millones de pequeños
elementos salieron de docenas de talleres, donde cientos, acaso miles de
artesanos producían una a una las partes que luego serían ensambladas. Los
interiores, a su vez, se cubrieron de lacerías, roleos, tarjas y símbolos cristianos.
La arquitectura poblana llegó a expresar así toda la fuerza creativa del pueblo.
Artesanías e Iglesia. Entre los planes de trabajo de la Comisión Episcopal de
Liturgia, Música y Arte Sacro para el periodo 1980-1984, consta el de
“promover el arte sagrado entre los artesanos, fomentar una digna creatividad”.
Este propósito sugiere la intención de preferir para la liturgia las piezas
elaboradas por los artesanos y no las opciones que ofrece la industria. En El arte
sacro actual (1965) del padre jesuita Juan Plazola, citado en Panorama actual
de las artesanías con motivos religiosos (1981) por Porfirio Martínez Peñaloza,
se clasifican los objetos sagrados en tres grupos: 1. El cáliz, la patena, el copón,
el sagrario, la custodia, la cruz del altar y los candelabros; 2. Los vestidos:
casulla, dalmática, capa pluvial, alba, cíngulo y roquete, y el manípulo y la
estola; y 3. El incensario, el aguamanil, las vinajeras, los vasos para los santos
óleos y la lámpara perpetua. Los del primer grupo, igual que las coronas, los
pectorales, los báculos episcopales y los anillos llamados esposas, son productos
de la orfebrería y ciertamente no se han producido en serie. En años recientes,
según Martínez Peñaloza, se ha intentado con éxito reavivar el uso de la
calamina (bronce dorado) en los candelabros y lámparas, siguiendo los modelos
neoclásicos de Manuel Tolsá o ensayando diseños modernos. Las vestiduras, a
su vez, se hicieron con suntuosidad durante el virreinato, especialmente por los
gremios de sederos y bordadores, pero extinguidas estas corporaciones esas
prendas se confeccionaron industrialmente y se importaron de Europa. Sin
embargo, algunas comunidades de religiosas siguieron haciendo en forma
manual estas piezas, así como los corporales, las palias, los manteles y los
frontales, aunque el bordado, el deshilado y la pintura con que se exornan
decayeron en calidad artística. Otros materiales que se han utilizado para fines
litúrgicos son el vidrio soplado y el cristal al plomo, y se explora la posibilidad
de aplicar a las vestiduras y accesorios los tejidos hechos en telar de cintura.
Los objetos artesanales pueden ser utilitarios o decorativos, tradicionales o
de reciente invención. La artesanía popular es la tradicional, vinculada a
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necesidades, festividades o gustos populares; puede ser utilitaria, ritual o
decorativa. El arte popular comprende las artesanías con intención artística y la
arquitectura, la pintura, la escultura, la música, la danza, las leyendas y los mitos
peculiares de cada localidad. En ocasiones se le llama arte folclórico, arte
etnográfico, arte in situ y aun arte indígena. Este artículo se refiere sólo a la
producción artesanal de objetos con intención artística.
Alfarería. Los alfareros utilizan tres técnicas: a) el modelado a mano; b) el
moldeado, sobre patrones de barro cocido o yeso; y c) el torneado. El torno se
emplea en unos cuantos lugares. Al lado del torno mecánico, de forma común en
todas partes, hay otros muy primitivos, que consisten en una simple tabla o pieza
plana colocada sobre una superficie curva, para que gire. De la calidad del barro
de cada región depende la manera de usarlo: sin agregados (Atzompa),
mezclando dos o más clases (Puebla), o añadiéndole otros elementos, como la
plumilla de tule (Metepec). La cocción del barro se realiza preferentemente en
hornos circulares abiertos por arriba, de uso en la mayoría de los centros
alfareros; en hornos bajo tierra, con la boca a ras del suelo (San Bartolo
Coyotepec), o simplemente sobre el piso, a la intemperie (Amatenango del
Valle), lo cual explica la fragilidad de muchas cerámicas tradicionales. El
combustible puede ser leña, petróleo o boñiga de res, aunque en años recientes
se nota una marcada tendencia al uso del petróleo. Las piezas se queman a una
temperatura de 600 a 800 °C; la del tipo mayólica y en general toda la vidriada
se someten a una segunda cochura, a 1 100°. Los colores para decorar suelen ser
tierras, anilinas o esmaltes. En algunos lugares (Tzintzuntzan y Patamban) se
añade a las gretas óxido de cobre. En la producción alfarera se distinguen cuatro
grandes géneros de piezas: a) de uso doméstico; b) ornamentales; c) para usos
rituales; y d) juguetes y miniaturas.
Son 75 los centros alfareros de mayor importancia, cuyos maestros más
distinguidos en lo que va del siglo se indican entre paréntesis. Destacan, en
Aguascalientes: cerámica tipo mayólica, de la capital del estado. En Baja
California: ollas de dos bocas para los matrimonios, en la comunidad kiliwi. En
Colima: barriles, cántaros y reproducción de piezas arqueológicas. En Chiapas:
cántaros, ollas y animales hechos a mano, de Amatenango del Valle; juguetería,
loza vidriada y candeleros del barrio de San Ramón, en San Cristóbal de Las
Casas; loza engobada (platos, cántaros y jarrones) de Tenango; grandes cántaros
de la región de Chamula; pichanchas, cajetes y apaxtles, de Ocozocuautla;
cántaros y silos, de la zona de Comitán; y loza corriente de la colonia El
Modelo. En Chihuahua: comales, palomeras (para tostar maíz) y ollas
tesgüineras, de la región de Cárichi. En Durango: pipas ceremoniales y apaxtles
laqueados con almagre y aceite de chía, en la comunidad tepehuana. En
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Guanajuato: mayólica de Gorky González; vajillas vidriadas y decoradas a
mano y azulejos, de Dolores Hidalgo; macetas y macetones de San Felipe
Torresmochas; platos vidriados con extraordinarios dibujos al pincel, del Rancho
de Flores; cántaros y ollas de barro de San Agustín; y barriles y lavaderos de
Silao. En Guerrero: macetas, cántaros, figuras y animales para alcancía, vasijas,
máscaras y muñecas de una cochura, con decoración al pincel, en Ameyaltepec,
Tulimán y San Agustín Huapan; loza vidriada de Chilapa; cazuelas, cántaros y
tlalchiquihuites de Ayahualco y Atzacoaloya; alfarería doméstica de Tecpan de
Galeana, Coacoyul y El Zarquito; tinajeras y cántaros de San Cristóbal,
Ometepec y San Marcos; ollas y cántaros de una cochura de Ajuchitlán,
Tiringueo, Acapetlahuaya y Magdalena; cántaros de Zacualpan y Tlaxcahuacán;
alfarería corriente de Chaucingo y los alrededores de Tlapa; y cántaros, macetas,
ollas y copaleros de una cochura, con decoración al pincel, de Zumpango del
Río, donde se quema la loza al ras del suelo. En Hidalgo: loza de una cochura,
de Chililico, con decoración al pincel; cántaros de Chapantongo; comales,
chochocoles y ollas decoradas en líneas negras, de San Pedro Tlachichilco; ollas,
cántaros y tinajas, de la región de Acaxochitlán; y loza vidriada de Tulancingo.
En Jalisco: loza vidriada con decoración al pincel llamada “de petatillo” (José
Bernabé); loza bruñida o de olor (Amado y Simeón Galván, Pío y Félix Solís y
Salvador Vázquez); loza del tipo “bandera” (Pablo Jimón y Gregoria Mera); y
miniaturas vidriadas o bruñidas, y alcancías policromadas, de Tonalá; loza
“canelo”, decorada con motivos florales en tonos rojos sobre fondo crema, de El
Rosario (Nicasio Pajarito) y Tateposco (Guadalupe Fajardo); y juguetería de
barro policromado, volantines y silbatos de Salatitán y Santa Cruz de la Huertas,
donde también se hacen arcas de Noé, iglesias y animales policromados y
barnizados al betus (Candelario Medrano); esculturilla fina y juguetería para
Navidad (Guadalupe Panduro y Maximiliano Anguiano), miniaturas
extraordinarias (Ángel y Jesús Carranza) y cerámica de alta temperatura (Jorge
Wilmont), de Tlaquepaque y Tonalá. En el Estado de México: candeleros,
árboles de la vida, figuras de molde policromadas y objetos vidriados de tipo
doméstico, de Metepec; jarros, cazuelas y juguetes decorados al pincel y
vidriados, de Tecomatepec; vajillas vidriadas en verde, café y amarillo, de Valle
de Bravo; loza vidriada, con decoración al pincel, de Santa Cruz de Arriba; loza
vidriada en los alrededores de Temascalzingo y la zona mazahua (cántaros,
barriles, macetas y cazuelas); cántaros y ollas de Almoloya de Juárez; y barro de
una cochura de El Arenal. En Michoacán: vajillas y macetas vidriadas, de
Capula; macetas vidriadas de Zinapécuaro, lisas o decoradas al pastillaje; loza
vidriada en blanco y verde, decorada al pincel con peces, aves, venados y
escenas regionales (Natividad Peña); figuras vidriadas (músicos, reyes magos,
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vírgenes) hechas al molde; loza roja con decoración bruñida (Patricio Estrada),
ollas de diferentes tamaños (cuicha, tacha), poncheras y vasijas para agua, de
Tzintzuntzan; loza vidriada en negro, de Santa Fe de la Laguna; candeleros,
ollas y poncheras con decoración al pastillaje y loza vidriada en verde, decorada
al pincel o esgrafiada, de Patamban, donde también se producen piezas de un
barro muy fino llamado “cáscara de huevo”; piñas y poncheras verdes, de San
José de Gracia (Emilio Alejos Pérez); cántaros rojos y loza vidriada de
Huánsito; figuras fantásticas de Ocumicho; ollas, cazuelas y vajillas de
Tlalpujahua; y comanjas y cuerecas en Chilchota, Zipiajo y Cocucho. En
Morelos: tinajas, cántaros y juguetería para el Día de Muertos, de Tlayacapan.
En Nayarit: sahumadores, ollas, figuras y objetos ceremoniales, de la comunidad
huichol; y pipas rituales y ajuares domésticos para las novias, de la comunidad
cora. En Nuevo León: macetas y cántaros, de Dr. Arroyo. En Oaxaca: San
Bartolo Coyotepec: ollas, cántaros, pichanchas, silbatos zoomorfos, sirenas y
batidores de barro negro pulido (doña Rosa); Tavehua: juguetes, cazuelas de
color naranja bruñidas y patojos; región mixe: patojos, bateas y cántaros
decorados con la resina del encino; Ocotlán de Morelos: mercaderas,
nacimientos, funerales, vasijas zoomorfas, campanas e incensarios, todos hechos
a mano y decorados con anilinas (familia Aguilar); Atzompa: muñecas y otras
figuras decoradas al pastillaje (Teodora Blanco), diversos objetos de tipo
doméstico para uso cotidiano y juguetitos, todos engretados en verde, y apaxtles
y tintas vidriadas o bañadas en rojo; Jamiltepec: juguetes de inspiración
prehispánica; Río Blanco, Tonaltepec: cántaros chorreados, de forma muy
antigua; barrio Vishana, de Tehuantepec: juguetes, muñecas (tanguyús) y
caballitos, rojos, con decorado blanco y dorado; San Blas Atempa: ollas y
tinajeras para enfriar el agua (Luis Ruiz); Juchitán: muñecas del tipo tanguyú;
Ixtaltepec: todas las formas utilitarias comunes; y la ciudad de Oaxaca: loza
blanca chorreada, del tipo mayólica. En Puebla: Acatlán, que tradicionalmente
produce cántaros, chimbules, cajetes, apaxtles, barriles y juguetes, y más
recientemente piezas de excepcional intención artística (Herón Martínez); Izúcar
de Matamoros: árboles de la vida, candeleros, muñecos y animales (Aurelio
Flores y la familia Castillo); Huaquechula: figuras para las festividades de
muertos y Navidad (Guadalupe Cortés); la ciudad de Puebla: vajillas, tibores,
floreros, platones, macetas y azulejos, unos en azul cobalto y otros policromados
(Isauro Uriarte y Margarita y Concepción Guevara); barrios de La Luz y La
Acocota, en Puebla: candeleros vidriados en negro y cazuelas y ollas decoradas
al molde o con aplicaciones al pastillaje (Ángel Arenal); Amozoc: loza vidriada,
animalitos y alcancías en forma de frutas; y en la sierra, entre variadas formas
tradicionales (San Miguel Tenextatiloyan), tenamaxtles zoomorfos para sostener
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el comal sobre el fuego. En Querétaro: loza vidriada de uso cotidiano, de
Cadereyta; y cántaros y tinajas, de San Ildefonso, en la región de Amealco. En
San Luis Potosí: loza utilitaria tipo mayólica, de Venado; ollas, cántaros,
candeleros y juguetería, de la zona huasteca de Tancanhuiz; y figuras
ceremoniales, de la comunidad pame de la región de Río Verde. En Sinaloa:
tesgüineras de boca floreada, de la zona de Choix. En Sonora: sahumadores,
ollas, cazuelas y escenas de la vida diaria, en la comunidad pápago. En
Tamaulipas: cántaros y tinajas, de Tula. En Tlaxcala: vasijas zoomorfas de baño
rojo con decoración floral incisa y raspada, de la zona de Ocotlán. En Veracruz:
juguetitos, campanas y candeleros de Santa María Tatecla; ollas y tinajas
decoradas con nixcomitl, de la región de Tantoyuca; cántaros, campanas y
juguetería, de San Miguel Aguasuelos; cántaros, tinajas y loza bruñida pintada al
pincel, de Blanca Espuma, municipio de Alto Lucero; y tinajas y cántaros con
engobe crema, de Cosoleacaque. En Zacatecas: miniaturas, de la capital. Y en el
Sureste: cántaros de forma ovoide de Tepacán, y loza corriente de Tikul,
Mamita, Maxcanú y Huayna.
Textiles. La producción más variada y auténtica procede de los grupos
indígenas, en virtud de que conservan sus atuendos tradicionales. Se utiliza el
telar de lanzadera, muy conocido, y el llamado telar de cintura, de origen
prehispánico. Los tintes son industriales, en su mayoría, aun cuando en ciertas
partes de Oaxaca (Los Pinotepas) y entre los indios huaves, se emplean todavía
la cochinilla y el caracol marino. Sólo en contados casos los hilos, de lana o
algodón, son de malacate. A los textiles se les distingue por su destino, o sea, por
la forma que asumen al aplicarse a la indumentaria. Entre ellos, destacan: 1. Las
blusas y camisas bordadas a mano, de la sierra de Puebla (San Pablito,
Chachahuntla) y del valle del Mezquital. En San Pablito todavía se hacen
camisas bordadas con chaquira. 2. Los huipiles (camisones anchos abiertos para
introducir la cabeza y los brazos), como los amuzgos de Guerrero, los de la
sierra mazateca y los muy decorados de los Altos de Chiapas (Venustiano
Carranza, Magdalena), los bordados en una punta, procedentes de los
alrededores de Cuetzalan, y los de grandes flores bordados a mano o a máquina
de Tehuantepec y Yucatán. 3. Los enredos (cuéitl) negros de la sierra de Puebla
y Michoacán, los teñidos de la Costa de Oaxaca y los bordados en artisela de
Acatlán, Gro., adornados con lentejuela. 4. Las fajillas de lana o algodón con
estambre y lentejuela de la sierra de Puebla; las de los mazahuas, huicholes y
tarahumares; los otomíes del valle del Mezquital; y las de Santo Tomás Jalieza y
San Pedro Gregorexe, en Oaxaca; así como las de Capácuaro, en Michoacán. 5.
Los ceñidores para hombres: blancos, empuntados y con borlas de la sierra de
Puebla, los muy bordados y listados de Venustiano Carranza, Chis., y los muy
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simples de los huaves. 6. Los cordones de lana para el tocado femenino (verdes,
morados y negros) de Puebla y Oaxaca. 7. Los tradicionales rebozos, lisos o
listados, en lana o algodón, de Mitla y Tepeaca; los bordados en colores, de
Hueyapan, Pue., con flores y animales; los de fino algodón de Tenancingo,
bellamente empuntados a mano y teñidos algunos con colores vegetales; los de
Santa María del Río, San Luis Potosí (en seda); los de Chilapa, empuntados ahí
y en Tonalapan; y los de Guanajuato (Moroleón). 8. Los gabanes o jorongos
(rectangulares con un orificio en el centro para introducir la cabeza) de San
Francisco Xonacatlán, Gualupita y Coatepec Harinas, Méx.; los de Santa Ana
Chiautempan, Tlax.; los de Jocotepec, Jal., y Malinaltepec, Gro., y los que se
hacen en diferentes lugares de Michoacán, de variado diseño (Paracho, Carapan,
Nahuatzen, Santa Clara). 9. Las bolsas o morrales de lana o algodón de los
indios coras, que son los más hermosos, pues tienen dos vistas de diferente
color; los de los huicholes y los de los otomíes de los alrededores de
Ixmiquilpan. 10. Los sarapes o cobijas para cama de Teotitlán del Valle, Oax.,
con dibujos de medallón, de tigres y venados; los Multicolores de San Miguel de
Allende, Gto., y Saltillo, Coah.; los lisos de la sierra Tarahumara; los de
Chiconcuac, Méx., y Santa Ana Chiautempan y San Bernardino Contla, en
Tlaxcala. 11. Los deshilados y pepenados (manteles, blusas y pañuelos) de
Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas y Michoacán. 12. Las mantas y cambayas,
muy coloridas de Oaxaca, Toluca y Pátzcuaro. 13. Y los gobelinos y los tapetes
anudados a mano, que se han empezado a desarrollar en el estado de México
con gran éxito (Xonacatlán y Temoaya).
Fibras y productos vegetales. Con estos sencillos materiales se manufacturan
diversos objetos personales, domésticos y de ornato. En seguida se anota su
naturaleza, la índole de las piezas y los lugares de producción. 1. Tule y papacla:
petates para mesa, fundas para botella y esteras en forma de estrella, de
Tzintzuntzan; petates para el piso, juguetes (caballitos y otras figuras) y muebles
para asiento de Tultepec, Lerma, Méx.; y mulitas para la fiesta de Corpus. 2.
Palma: canastas y cestos policromados de Santa Ana Tepaltitlán, Méx.; tapetes,
flores, collares de bolas y miniaturas policromadas, de Santa María
Chicmecatitlán, Pue.; tenates, tompiates, chiquihuites y bolsas de variadas
formas de Puebla, Oaxaca y Guerrero (Chilapa y Tlamacazapa); cestas seris;
sonajas con pluma (gallitos) del valle del Mezquital; palmas para la bendición
del Domingo de Ramos, de Arantepecua, Mich.; asientos de muebles de
Tenancingo, Tasco, Santa Clara del Cobre, Acatlán y Tecpan de Galeana;
sombreros de la Mixteca Alta, Chilapa, Tlapa, Tlapehuala y Morelita (Guerrero),
San Francisco del Rincón (Guanajuato) y varias localidades de Michoacán,
Jalisco, Yucatán y Campeche (los más flexibles y finos); y sombreros chamulas,
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zinacantecos y huicholes, para uso propio, adornados con listones y otros
objetos. 3. Paja de trigo (panicua): bolsas, palomas, cristos, vírgenes y un
sinnúmero de figuras planas o de bulto en Ihuatzio (Pedro Silva) y Tzintzuntzan.
4. Popote: paisajes e imágenes, en la ciudad de México (Luis Hormigo) y jaulas
para pajaritos de cera. 5. Henequén: bolsas, billeteras, cinturones, zapatillas y
tapetes de Yucatán. 6. Ixtle: ayates finísimos del valle del Mezquital; reatas de
Chavinda y Coatepec Harinas; y bolsas, morrales, redes y hamacas de Chiapas,
Guerrero y Yucatán. 7. Lechuguilla: canastas, sombreros, escobillas y juguetitos
de San Luis Potosí e Hidalgo (Tasquillo). 8. Vara y mimbre: canastas, cestos,
charolas y muchas otras formas de intención artística del área de Tequisquiapan,
Qro., y el estado de México. 9. Otate y carrizo: canastas, fruteros, cestas y
floreros de Ocotlán de Morelos y San Juan Guelavía, en Oaxaca; canastas de
Tonatico, Méx.; y jaulas con cúpulas y torres, como iglesias, en el valle del
Mezquital y algunos puntos de Puebla, Michoacán y Veracruz. En algunos
lugares de la sierra de Puebla también se usa este material, que recibe el nombre
de tarro, para la elaboración de canastas. 10. Jícaras (cáscaras secas de diversas
especies de calabaza y otras frutas): jicalpestes, polveras, palanganas, bules y
costureros de Chiapas (Chiapa de Corzo), Guerrero (Olinalá, Temalacacingo y
Acapetlahuaya), Oaxaca (Pinotepa de Don Luis), Tabasco (Nacajuca), Yucatán y
Michoacán (Uruapan), a menudo laqueadas, pintadas, rayadas o raspadas y aun
recubiertas de chaquira o de figuras de cera, como ofrendas, en la sierra de los
huicholes. 11. Bagazo de caña de maíz: imágenes religiosas de Pátzcuaro
(Baldomero Guzmán) y miniaturas coloridas, de extraordinaria perfección, de
Zacatecas. 12. Chitle: miniaturas, vírgenes y flores de Talpa, Jal. 13. Vainilla:
flores, alacranes y lagartos de Papantla, Ver. 14. Flores secas: palomitas, flores,
liras y calendas de siempreviva o inmortal, de San Antonino, Oax. 15. Semillas:
collares, rosarios y juguetes de Cuernavaca, Oaxaca, Chilapa y la zona
tarahumara; y representaciones religiosas para la fiesta de San Isidro Labrador,
de Metepec, Méx. 16. Coco: copas, bolsos, alcancías y figuras varias de
Veracruz, Colima y Guerrero. 17. Hueso de coyol: anillos de Colima y Guerrero.
18. Hueso de aguacate: cristos y otras figuras de Guanajuato. 19. Cáscara de
nuez, avellana y piñón: miniaturas de barro que representan matrimonios,
corridas de toros y escenas campiranas, de Guanajuato y Puebla. 20. Zozomoxtle
(cáscara seca del maíz); mulitas para el Corpus, viejitos y brujas de San Martín
Texmelucan, Pue., y la ciudad de México. 21. Papel de amate: figuras rituales
de San Pablito, Pue., y hojas de diferentes tamaños.
Metalistería. Aparte el oro y la plata (v. JOYERÍA y PLATERÍA,
INDUSTRIA DE LA), se trabajan los metales o especialidades que se indican a
continuación: 1. Cobre: cazos, ollas, jarras, centros, candeleros y muchas otras
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piezas en Santa Clara de los Cobres, Mich., en donde se procesa este material
desde 1553. Se utiliza alambre de desperdicio, el cual se funde usando leña en
las fraguas, que se avivan con fuelles de mano. Se obtienen así planchas de 40
cm de diámetro por 6 u 8 de grueso, que luego se cortan en trozos (tejos); éstos,
a su vez, son calentados al rojo vivo para golpearlos al yunque y estirar el
material, operación en la que intervienen hasta nueve hombres, pegando con el
marro en el tejo, sucesiva y rítmicamente, para que después la pieza sea
terminada por un maestro acabador. 2. Cuchillería: machetes (la forma más
difundida), espadas, hojas y cuchillos de monte, de Oaxaca, con dibujos y
leyendas grabados al ácido (Austreberto Aragón); machetes grabados al cincel,
de Cualac, Gro.; machetes curvos (yahualos) de Chilapa, y rectos para el trabajo
de campo de muchas otras partes (Tecpan de Galeana). 3. Herrería: cerraduras,
chapetones, clavos, herrajes y rejas de San José de los Herreros, Celaya, la
ciudad de México y San Cristóbal de Las Casas; y lámparas de hierro forjado de
Guadalajara y la ciudad de México. 4. Hojalata: candeleros, marcos,
palmatorias, faroles, charolas, cajas, vitrinas y un gran número de figuras lisas,
repujadas o pintadas con anilinas o decoradas con chapetones, de Oaxaca (José
Velasco), San Miguel de Allende, Puebla, Tlaquepaque y Puente de Ixtla. 5.
Latón: las mismas piezas anteriores, de San Miguel de Allende.
Madera. Con este material se hacen las siguientes especies de objetos: 1.
Muebles: del llamado tipo colonial de Tasco, Ixcateopan, Cuernavaca y la ciudad
de México, en cedro blanco y rojo, nogal y caoba; grabados o labrados, con
ángeles, animales y flores, de Cuanajo y Pátzcuaro, Mich., en pino; los de
inspiración campestre de Colima, en parota, a menudo decorados al pincel (los
más finos, diseñados por Alejandro Rangel Hidalgo); y los tradicionales arcones,
cómodas y mesas de Jalostotitlán, Jal., en madera de sabino con incrustaciones
de naranjo (Lino Gutiérrez) y los arcones también incrustados de Santa María
del Río, S.L.P., y de Olinalá, Gro. 2. Figuras zoomorfas: en madera blanca
decorada con anilinas, de Arrazola (Manuel Jiménez) y San Martín Tilcajete,
Oax. 3. Máscaras para danzantes: Tlacololeros, La Conquista y El tigre, de
Guerrero (Olinalá, Chilapa y Acapetlahuaya); Los viejitos y Los negritos, de
Nahuatzen y Uruapan, y las de madera blanca de Tócuaro, Mich., La Conquista,
de Teotitlán del Valle; Las pastoras, de Cuilapan; Los pacheros, de la Mixteca;
San Marcos, de Villa Alta; y El jorocón, de Jamiltepec, Oax.; las de carnaval de
Huejotzingo, Pue., y otros lugares; Moros y cristianos, de Papantla, Ver.; Los
parachicos, de Chiapa de Corzo, que es la única máscara que se barniza y se
pule (Antonio López Hernández) con una técnica especial que le da un acabado
muy fino, como de cerámica; Los paragüeros, de Santa Ana Chiautempan; La
pascola, de los indios yaquis de Sonora; algunas otras de los tarahumares y
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huicholes, muy primitivas; y las de Santiagueros, Pilatos y Huehuentones, de
Cuetzalan, Pue. (Luis Bazán). En este último lugar, en Chiapa de Corzo y en
otros pueblos se hacen imágenes de madera. 4. Peines: de naranjillo, de Oaxaca
(Pedro Paz). 5. Figuras de Pochote: de Tepoztlán, Mor. 6. Palmetas: (moldes
labrados para tortillas) de Comonfort, Gto., con motivos florales o religiosos. 7.
Instrumentos musicales: guitarras y violines, de Paracho, Mich.; marimbas del
istmo de Tehuantepec; y arpas, requintos y violines de Michoacán, Jalisco,
Chiapas y Veracruz. 8. Cajas para rebozos: de Santa María del Río, S.L.P.; y
para navajas de gallos, de Jalostotitlán, Jal., taraceadas o incrustadas. 9.
Bastones y varitas: (vaciados, rayados y pintados) de San Esteban Tizatlán,
Tlax. 10. Cucharas y bateas: de copal de Los Naranjos (Ixtapan de la Sal, Méx.).
11. Objetos torneados, laqueados y grabados: molinillos, polveras, baleros y
trompos, en madera de madroño, de San Antonio de la Isla y Santa María
Rayón, Méx.; y juegos de ajedrez, centros de mesa y fruteros de Teocaltiche y
Paracho. Y 12. Juguetería de madera: de Silao, Irapuato, Juventino Rosas y
Celaya, Gto.
Cantería y lapidaria. Una demanda reciente de objetos de ornato para
jardines, terrazas y estancias ha originado la producción de fuentes, columnas,
esculturas, gárgolas, perillones, macetones y remates de cantera de Degollado,
Zapotlanejo y Tlaquepaque, Jal., y de Chimalhuacán, Méx., y otros lugares. Las
especialidades tradicionales son las siguientes: 1. Piedras finas o semipreciosas
para joyería (ágatas, ópalos, amatistas, turquesas) de Tasco, Querétaro, San Juan
del Río y Magdalena. 2. Obsidiana (copas, ánforas, figurillas) de San Francisco
Mazapa y San Martín de las Pirámides, Méx. 3. Ónix (floreros, copas, cajetes,
mesas, fruteros, ceniceros, juegos de ajedrez) de Tecali y Texcalac, Pue. 4.
Molcajetes y metates de Chamacuero de Comonfort, Gto., y San Salvador el
Seco, Pue.
Vidrio. El vidrio soplado, de origen europeo, se hace en Puebla desde 1542.
La industria se extendió, en épocas posteriores, a México, Texcoco y
Guadalajara, y en la actualidad también se practica en Tlaquepaque, Monterrey,
Ciudad Juárez y Tijuana. En Durango las piezas se esmaltan a fuego. En Puebla
se siguen haciendo, aunque en pequeña escala, piezas de vidrio prensado para
pulquerías (chivos, catrinas, cacarizas, tornillos) y miniaturas.
Papel y cartón. Las especies en que se expresa este género son las
siguientes: 1. Papel de amate de San Pablito, Pue., cuya producción se envía al
estado de Guerrero para ser pintada a mano. La corteza del amate o jonote se
hierve en cazos de lámina con agua y cal, hasta ablandarla, de forma que es fácil
hacer tiras que luego se extienden en una tabla, en rectángulos cuadriculados que
se machacan con un mazo de piedra para formar hojas que se secan al sol. 2.
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Papel de china calado o picado (el dibujo se recorta con sacabocados y mazo) de
Huaquechula y San Salvador Huixcolotla, Pue., y varias localidades de Jalisco,
Michoacán y el Distrito Federal. Se utiliza para revestir los altares del Día de
Muertos o del Viernes de Dolores y para forrar piñatas. 3. Flores del Distrito
Federal, Oaxaca, Colima, Puebla, Guadalajara y Yucatán, de donde proceden las
mejores. 4. Judas y calaveras de Celaya, San Miguel de Allende y la ciudad de
México, con armazón de carrizo o alambre, superficie de cartón engomado y
decoración de anilinas. 5. Máscaras de cartón de Celaya (Pedro López), hechas
en moldes antiguos, para uso de los niños en Semana Santa. 6. Alebrijes (Pedro
y Felipe Linares) de la ciudad de México, nombre que se aplica a una especie
nueva de figuras fantásticas profusamente decoradas al pincel (v. ALEBRIJES).
7. Calaveras y animales a base de papel engomado y pintado sobre una
estructura de alambre (Saulo Moreno), de la ciudad de México. 8. Papel maché
de la ciudad de México, Tlaquepaque, Tonalá y San Miguel de Allende. Y 9.
Caballitos de cartón de México y Puebla, hechos al molde.
Materias animales duras. 1. Hueso: botones, perillas y juegos de ajedrez y
dominó, de Teocaltiche, Guadalajara (Juan Delgadillo) y el estado de México; y
calaveras y otras figuras finamente talladas (Roberto Ruiz Pérez) de la ciudad de
México. 2. Cuerno: peines zoomorfos, escarmenadores y chinas, lisos o
decorados al ácido y pulidos con ceniza, y botones y juegos de ajedrez de San
Antonio de la Isla, Méx.; recipientes para mezcal, de Chilapa y Tecpan, Gro., los
últimos minuciosamente tallados o pintados (Enrique Ruiz Orbe); mangos para
machete y animalitos de Cualac (Primitivo Pablo Romano), Tecpan y Ometepec;
figuritas de San Cristóbal y San Marcos, Gro.; y botoneros y calzadores de la
ciudad de México. El cuerno se calienta, se abre, se extiende y se corta,
remojándolo para ablandarlo y desbastarlo; o bien, se trabaja al torno. 3.
Conchas marinas: cajas y pescados articulados con destapador, de Guerrero;
miniaturas de concha de abulón, para aplicar sobre madera (muebles, cruces,
instrumentos musicales en miniatura y cajitas) del Barrio del Nith, en
Ixmiquilpan (Santiago Pedraza); y tableros para ajedrez, de la penitenciaría de
Guadalajara. 4. Carey: pulseras, brazaletes, plegaderas, peinetas, prendedores y
aretes de La Paz, B.C., y Campeche, Ciudad del Carmen e Isla Mujeres, y piezas
para joyería y orfebrería de Tasco y la ciudad de México (Pedro Guerra), Y 5.
Coral y perlas: para la joyería, de Oaxaca, Huetamo, Juchitán, Iguala y Ciudad
Altamirano, hecha de filigrana.
Talabartería (de origen español). 1. Cuero (repujado o liso) para sillas de
montar, chaparreras, cinturones, bolsas y garniles de varias partes de la
República, algunas veces bordados con pita (piteados) o con estambres de
colores (chomiteado). 2. Gamuza: entre las prendas de vestir destacan las cueras
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tamaulipecas y las chamarras de Tlaxiaco, Oaxaca y la ciudad de México; y
otras piezas de Puebla, Zacatlán, Guadalajara, León, Ario de Rosales, Huetamo,
Iguala, Ciudad Altamirano y Buenavista de Cuéllar. 3. Huaraches: de Sahuayo,
Mich., entre decenas de variedades (véase). 4. Muebles: equipales de Zacoalco,
Ciudad Guzmán, Pihuamo, Guadalajara y Tlaquepaque, Jal., y Apatzingán,
Mich., y asientos de cuero para piezas de Tasco, Buenavista de Cuéllar,
Cuernavaca, Colima, Guanajuato y la ciudad de México. Y 5. Otros objetos:
bolsos, cinturones, carteras, billeteras y portafolios de la ciudad de México.
Plumaria. De este suntuoso arte prehispánico sólo sobreviven algunas piezas
en museos nacionales y extranjeros (v. ARTE PLUMARIO). En la actualidad se
hacen copias de piezas indígenas en la ciudad de México (Gabriel Olay), tarjetas
postales, adornos para sombrero, objetos rituales huicholes y paisajes en
miniatura de Pátzcuaro.
Cerería. 1. Retratos y figuras de cera (éstas para los nacimientos) se hicieron
hasta el siglo pasado en Celaya y Salamanca, donde se conservan algunas
piezas. En la ciudad de México únicamente quedan dedicados a esta
especialidad los descendientes de Luis Hidalgo. 2. Velas: recamadas de México
y Cuernavaca, cuyas partes se hacen en moldes, aunque a menudo se cortan y
pellizcan; y las convencionales de Toluca, Amecameca y Pátzcuaro, cuya
demanda crece en vísperas del Día de Muertos.
Pintura. 1. Retablos o exvotos en todos los santuarios cristianos de la
República. Entre los pintores de este género, cuya nómina nunca se ha intentado,
sobresale Jesús Fregoso, de Talpa de Allende, Jal., y 2. En papel de amate: de
Xalitla, Ameyaltepec, Tulimán y San Agustín, Gro. (animales, flores y escenas
de la vida cotidiana), donde los antiguos decoradores de cerámica han derivado a
la pintura sobre superficies planas.
Juguetes. De madera y barro, de Santa Cruz de Juventino Rosas, Gto.; de
cartón, de Celaya; trastecitos de barro en todos los centros alfareros, como
Guanajuato, Atzompa, Coyotepec, Patamban, Santa Cruz de las Huertas y
Tonalá; de madera y trapo, de Zirahuén, Mich.; de cobre, de Santa Clara; títeres
de Puebla y la ciudad de México (Manuel Ibarra); de plomo, en moldes antiguos
(Félix Vázquez Pacheco), de la ciudad de México y Celaya; chicharras de
Córdoba y Tuxtla Gutiérrez; rehiletes y papalotes de papel de la ciudad de
México; y trompos, baleros y perinolas de San Antonio de la Isla, Méx., y
Paracho, Mich.
Acción oficial. En 1986 intervenían en el fomento o la compraventa de
artesanías, los siguientes organismos gubernamentales: 1. Fondo Nacional para
el Fomento de las Artesanías. Fideicomiso constituido por el gobierno federal,
por conducto de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en la Nacional
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Financiera, S.A., para atender las necesidades económicas, técnicas y de
organización de las artesanías; otorga créditos, financia operaciones de
compraventa, establece salones de exposición y expendios, y proporciona
asistencia técnica y administrativa. Tiene agencias en la capital de la República
(seis), Ciudad Satélite, Méx.; Morelia, Mich.; Tlaquepaque, Jal.; Huachochi y
Ciudad Juárez, Chih.; Ensenada, B.C.; Oaxaca, Oax.; y San Luis Potosí, S.L.P.
En 1975 sustituyó al Fideicomiso para el Fomento de las Artesanías, del Banco
de Fomento Cooperativo. 2. Instituto Nacional Indigenista. Sostiene los
siguientes museos: Nacional de Artes e Industrias Populares, en México, D.F.;
Regional del Noroeste, en Hermosillo, Son.; Regional de la Huatapera, en
Uruapan, Mich.; Regional de la Cerámica, en Tlaquepaque, Jal.; Regional de la
Laca, en Chiapa de Corzo, Chis.; de Arte Popular, en Chihuahua, Chih.; de Arte
Popular, en Mérida, Yuc.; de la Danza, la Máscara y las Artes Populares de
Occidente, en Colima, Col.; Regional de El Fuerte, en El Fuerte, Sin.; de
Artesanías, en Garza García, N.L.; y Nacional de la Cerámica, en Tonalá, Jal. 3.
Instituto Nacional de Antropología e Historia. Sostiene el Museo Regional de
Arte Popular en Pátzcuaro, Mich. 4. Organismos estatales: Casa de las
Artesanías de Michoacán, en Morelia; Dirección de Promoción Artesanal, Casa
de Artesanías y Museo de Arte Popular del Estado de México, en Toluca;
Instituto de la Artesanía Chiapaneca, en Tuxtla Gutiérrez; Artesanías en
Industrias Populares de Oaxaca; Instituto de la Artesanía Jalisciense, en
Guadalajara; Dirección de Artesanías del Estado de Tlaxcala; Museo de
Artesanías y Tradiciones Populares de Tabasco, en Villahermosa; Escuela de
Artesanías de Santa María del Río, en San Luis Potosí; Artesanías e Industrias
Rurales del Estado de Hidalgo; Dirección de Artesanías del Estado de Guerrero;
Dirección de Fomento Artesanal del Estado de Nuevo León, Dirección de
Artesanías del Estado de Puebla; y Centro de Artesanías, en Mazatlán, Sin. Las
Casas de la Cultura de Baja California, Baja California Sur, Colima, Sinaloa,
Tamaulipas, Tepic y Zacatecas tienen secciones de artesanías y arte popular. En
Aguascalientes, Campeche, Morelos, Quintana Roo y Veracruz estas materias
son atendidas por las oficinas de turismo.
Bibliografía: José Rogelio Álvarez: Vidrio soplado (1969); Rafael Carrillo y
Teresa Pomar: Artesanos y artesanías del estado de México (1972); Carlos
Espejel: Las artesanías tradicionales en México (1972), Las jícaras de
Acapetlahuaya (1973); Peter T. Furst y Salomón Nahmad: Mitos y arte
huicholes (1973); María Luisa Horcasitas de Barros: La artesanía de Santa
Clara del Cobre (1973); Isabel Marín de Paalen: Historia general del arte
mexicano (1974); Porfirio Martínez Peñaloza: “Arte popular y artesanías
artísticas en México”, en Boletín Bibliográfico de la Secretaría de Hacienda y
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Crédito Público (1972); Florencia Muller y Bárbara Hopkins: A Guide to
Mexican Ceramics (1975); Daniel F. Rubín de la Borbolla: Arte popular
mexicano (1974); Elektra y Tonatiuh Gutiérrez: “El arte popular de México”, en
Artes de México (2a. ed., 1974); Kojin Toneyama: The Popular Arts of Mexico
(1972); Frances Toor: Mexican Popular Arts (Detroit, 1973); Varios: Lo eterno y
lo efímero del arte popular mexicano (2a. ed., 1975), Alfarería poblana (1968).
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AEM
Artesanía colimense
Secretaría de Turismo
Artesanía de Santiago, centro turístico de Nuevo León y antiguo asentamiento de los indios
guachichiles.
Secretaría de Turismo
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Artesanía de Tlayacapan, Morelos.
Secretaría de Turismo
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Artesanía de palma (San. Luis Potosí)
AEM
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Artesanía típica de Celaya, Guanajuato.
Secretaría de Turismo
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Artesanías de Quiroga, pueblo de la margen sureste del lago de Pátzcuaro, que debe su
nombre al primer obispo de Michoacán: Tata Vasco.
Secretaría de Turismo
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Artesanías tepehuanas, típicas de Durango
Secretaría de Turismo
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Cerámica de Acatlán de Osorio, Puebla.
AEM
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Dirigentes huicholes y estatales en una exposición de arte indígena. En el centro, al frente,
Agustín Yáñez.
AEM
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Espuelas de Amozoc de Mota, Pue.
AEM
Huipiles de Oaxaca
AEM
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Judas de Jamaica, D.F.
AEM
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La hamaca, foto de El mundo Ilustrado (1900)
AEM
Loza de Puebla
Archivo del Prof. Alejandro Topete del Valle
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Máscara de Guerrero
AEM
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Objeto de cobre en el Museo Regional de Pátzcuaro, Mich.
AEM
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Recorte para incrustar maque (Olinalá, Gro.)
Archivo del Prof. Alberto Beltrán
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Taller de "calaveras" en Jamaica, D.F.
Juan Guzmán
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Tejedoras de Temoaya, estado de México
Archivo del Lic. Mario Colín
ARTESONADO
Techo adornado con artesones. El artesón, en arquitectura, es cada uno de los
adornos cuadrados o poligonales, por lo común con molduras y un florón en el
centro, que se ponen en los techos y bóvedas o en el intradós de los arcos. El
término deriva de artesa, cajón cuadrilongo, generalmente de madera, que por
sus cuatro lados va angostando hacia el fondo, y que se emplea en albañilería
para hacer las preparaciones de argamasa, yeso, estuco y otras mezclas. Los
techos artesonados se utilizaron en la arquitectura religiosa mexicana desde el
siglo XVI. Son notables los que cubren los sotocoros de las iglesias
conventuales de San Francisco, en Tlaxcala, y de Yanhuitlán, Oax.; y el del
refectorio del convento agustiniano de Actopan, Hgo.
ARTHENACK, JUAN
Caricaturista y pintor. Nació y murió en la ciudad de México (1891-1940).
Estudió en la Academia de San Carlos. Trabajó en varios periódicos; dibujó
cartones para El Imparcial y tiras cómicas para Excélsior, El Universal y El
Universal Gráfico. Fue el creador de las historietas Don Prudencio y su familia
y Adelaido el conquistador. Con este último título editó una revista para niños.
ARTIGAS HERNÁNDEZ, JUAN BENITO
Nació en Madrid, España, el 1° de diciembre de 1934. Llegó a México en 1947.
Arquitecto y maestro en historia del arte por la Universidad Nacional Autónoma
de México, es autor de La piel de la arquitectura, murales de Santa María
Xoxoteco (1979).
ARTRÓPODOS
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Taxón o grupo de animales que contiene el mayor número de especies en el
reino animal, aproximadamente el 85% de los seres vivientes. Se caracterizan
por ser animales pluricelulares, celomados, de simetría bilateral y protostomados
con segmentación heterónoma, o sea, con segmentos diferenciados y un par de
apéndices por cada uno. Estos segmentos a menudo se especializan y fusionan
formando tagmas o regiones del cuerpo con funciones centralizadas, carácter
que los define. Su derivación y diferenciación dentro del árbol filogenético de la
vida fue muy temprana, como lo testifica el registro fósil del Cámbrico en el
caso de los trilobites (animales de tres lóbulos longitudinales), ya extintos. Dos
grupos importantes de los Arthropoda, al igual que los trilobites, son los
quelicerados y los antenados; otros, considerados afines por algunos autores o
como artrópodos propiamente por otros, son los tardígrados, los onicóforos y los
pentastómidos. Se considera que este grupo evolucionó a partir de alguna
especie ancestral de anélidos o de otra de protostomado segmentado, a juzgar
por su especialización en los segmentos, los apéndices y las estructuras internas,
además de una cubierta quitinosa. En los artrópodos ha ocurrido mayor número
de cambios; su complejidad es notable, y han ocupado desde antiguo todos los
ambientes disponibles de la tierra, por lo cual se consideran también como el
grupo más evolucionado dentro de los animales metamerizados. El nombre de
artrópodos obedece a la característica de sus apéndices, formados por piezas
articuladas llamadas artejos.
Son numerosas las tendencias evolutivas que aparecen muy acentuadas en
los artrópodos y que los distinguen de los anélidos. La mayor parte de ellas se
manifiesta en la formación de regiones del cuerpo, por medio de la fusión de
segmentos y la especialización de sus estructuras internas y apéndices. Por otra
parte, la conformación del tagma cefálico y el tipo de apéndices que lleva cada
segmento, son caracteres que definen a cada gran subgrupo dentro de los
Arthropoda; por ejemplo, Trilobitomorpha, Chelicerata y Mandibulata (y dentro
de ellos los Pycnogonida, Crustacea, Merostomata, Arachnida, Acarida,
Miriapoda, Insecta, etcétera).
Los artrópodos en México se denominan con nombres populares muy
diversos: abejorros, ácaros, acociles, alacranes, arañas, caballitos del diablo,
camarones, cangrejos, cocuyos, chicharritas, chinches, gallinas ciegas,
garrapatas, gusanos (medidores, del maguey, rosados), libélulas, mariposas,
moscas, mosquitas, niguas, piojos, pulgas, pulgas de agua, zancudos y otros.
Sus formas, tamaños y colores son y han sido extraordinariamente diversos.
Variados grupos han tenido gran significación cultural entre las distintas
civilizaciones, desde los egipcios hasta el presente. Su papel como fuente de
alimento, plagas de cultivo, agentes de enfermedades para los animales y el
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hombre, y modelo de estudio en genética, ecología y evolución, permiten
considerarlos como uno de los grupos más importantes. Intervienen de varias
maneras en los ecosistemas: como predadores o presas, fitófagos, detritrívoros o
parásitos. Llegan a ser muy numerosos cuando se constituyen en plaga, pero
también presentan una muy alta diversidad, principalmente en las áreas
tropicales (v. ÁCAROS; CRUSTÁCEOS e INSECTOS ).
Cutícula. La cubierta externa de los artrópodos se caracteriza por la
presencia de quitina. Ésta es un polisacárido estructural que ofrece
particularidades físicas, químicas y biológicas, las cuales imponen un
crecimiento que se rige a saltos periódicos (proceso de muda) a lo largo del
desarrollo del organismo, un aislamiento y una resistencia relativos a algunos
factores medioambientales y un exoesqueleto, entre otros elementos. La cutícula
a menudo presenta capas donde se depositan proteínas estructurales o sales
calcáreas que ofrecen mayor dureza y rigidez. La cutícula ha sido subdividida en
varias subcapas de acuerdo con su formación, ubicación y constitución:
epicutícula y procutícula, y esta última, a su vez, en endocutícula y exocutícula.
La epicutícula y la procutícula se forman por las secreciones de la capa de
células epidérmicas que son de origen epitelial y descansan en una membrana
basal. Bajo el microscopio electrónico y de acuerdo con análisis químicos más
finos, las distintas capas de la cutícula se subdividen en otras con funciones
distintas. La cutícula y las células epidérmicas que la secretan son las
responsables de los límites superiores del tamaño de los artrópodos; también a
ellas se les adjudica un papel primordial en el color y, en consecuencia, muchas
de las interacciones con el medio físico. De las características particulares de la
pared del cuerpo derivan organismos específicos. La diversidad de arreglos y
constituciones químicas que esa pared puede presentar, tan variados como las
estructuras externas (alas, sedas, carapachos, escleritos esternitos, pleuritos y
terguitos) son básicas en la clasificación de los subgrupos al nivel de clases,
órdenes, familias, géneros y especies, pues las dimensiones, números y
configuraciones de estos arreglos, constituciones y estructuras son
característicos para cada taxón y tradicionalmente son la base para la taxonomía
del grupo.
Tamaño. En su mayoría, las especies son pequeñas, pues difícilmente
alcanzan 1 cm de longitud, aunque existen algunas que sobrepasan el metro.
Muchas son microscópicas, de sólo unos cuantos micrones. El gigantismo es
excepcional entre los artrópodos, pero dado el enorme número de especies, la
proporción de formas que alcanzan gran tamaño resulta significativa. Es en los
organismos marinos, por ejemplo en los crustáceos, donde se encuentran con
mayor frecuencia estos extremos en dimensiones, ya sea de volumen y peso o de
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longitud.
Forma. Los artrópodos pueden ser deprimidos, comprimidos, voluminosos,
aguzados y de muchas otras formas. En la historia de la sistemática del grupo se
reconoce que algunos subgrupos de artrópodos, con base en una estricta
similitud externa y general, han sido clasificados junto con los gusanos por ser
vermiformes, ya sea en estado adulto o juvenil; y otros se han asociado con los
moluscos a causa de las conchas calcáreas que presentan, según es el caso de los
percebes. Los artrópodos pueden tener o no carapachos, alas y sedas,
extremadamente desarrollados o no; los apéndices pueden haberse perdido o ser
muy largos, o bien estar adaptados para muy diversas funciones (correr, nadar,
brincar, parasitar, asir, copular); pueden ser organismos vermiformes con la
metamerización muy conspicua, o bien exhibir configuraciones globosas o
lenticulares sin que se advierta la segmentación. En cada subgrupo puede haber
cierta uniformidad, como en los insectos; pero a menudo las especializaciones
totales o de tagmas, segmentos, apéndices o artejos derivan de la adaptación a
microhábitat muy particulares (madrigueras y nidos de mamíferos y aves, por
ejemplo), siendo parásitos específicos de una parte del cuerpo de algún
vertebrado, predadores muy especializados, organismos bentónicos o de altas
montañas, desiertos o cuevas. La mayoría de las especies de artrópodos pasa por
un ciclo de desarrollo metamórfico, durante el cual existen distintas fases y aun
estadios que en ocasiones corresponden a formas distintas. Por todo lo anterior,
sólo a nivel de familia u orden se pueden caracterizar las formas generales y los
ciclos de desarrollo con sus fases o etapas y sus respectivos estadios; por encima
de la jerarquía de orden, no es posible encontrar uniformidad, excepto por la
presencia de ciertas estructuras y por la disposición de los segmentos en los
tagmas, que no necesariamente expresan una sola forma.
Coloración. Los colores en los artrópodos son extraordinariamente diversos
en origen y numerosos en sus tipos y tonalidades. La intervención de las
subcapas cuticulares y la superficie de éstas en los fenómenos de difracción,
interferencia, reflexión y dispersión fotónica es fundamental para conocer la
naturaleza química de los colores metálicos e iridiscentes, los cuales proceden
de pteridinas, melaninas, carotenos, flavonas y pterobilinas. A menudo estos
pigmentos se encuentran en células llamadas cromatóforos. La coloración en los
artrópodos generalmente es muy estable, pero se pueden producir cambios en
aquellas especies que toman el mismo color del ambiente general en el que se
encuentran, posiblemente para confundirse con él y así protegerse de sus
predadores, fenómeno que se llama homocromía y es uno de los tipos de
criptosis. La coloración de algunos artrópodos es particularmente importante en
la sistemática, la ecología y etología de los decápodos, coleópteros y mariposas,
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que son los grupos que presentan una mayor gama de colores y tonos. En este
último grupo es frecuente el mimetismo, del que hay dos tipos: el batesiano,
cuando una especie no tóxica para el predador alcanza una similitud conductual,
de forma y de color respecto de otra que sí lo es, de tal modo que el predador la
confunda y la evite, lo cual implica que éste ha pasado por un proceso de
aprendizaje; y el mueleriano, cuando por haber dos o más especies tóxicas con el
mismo patrón de coloración (aposemático o de advertencia), el porcentaje de
predación se distribuye proporcionalmente entre las poblaciones.
Tagmosis. La fusión de los segmentos y la especialización de sus estructuras
originan las regiones del cuerpo (tagmas). Un tagma se caracteriza por el
número de segmentos que comprende y por su ubicación y sus funciones. Son
tres las regiones que se pueden distinguir en este Phyllum: 1. acron (cefálica); 2.
soma (media); y 3. telson (terminal). En los dos primeros tagmas pueden ocurrir
subagrupamientos; por ejemplo, en los subphyla Chelicerata y Antenata,
particularmente en las clases Acarida y Crustacea.
Estructuras cuticulares. Derivadas de la epidermis, son innumerables. La
cutícula no es homogénea; en las pleuras y entre los artejos no está endurecida ni
es rígida, lo cual permite movimientos. Por otra parte, la pared del cuerpo
manifiesta invaginaciones o proyecciones internas donde pueden existir puntos
de inserción muscular llamados apodemas. Hay numerosos tipos de sedas en la
superficie cuticular: algunas glandulares son urticantes; otras, sensoriales
mecanorreceptoras; y otras más, quimiorreceptoras. El número, tamaño y
disposición de las sedas es carácter específico. A menudo las sedas están
modificadas en otras estructuras; por ejemplo, en escamas. La superficie puede
ser rugosa, escamada, pilosa, glabra, semitomentosa, granulada. Variados
organitos pueden estar en estrecha relación con la superficie cuticular, tanto para
recibir señales físicas y químicas, como para emitir sonidos, o liberar feromonas
y sustancias de defensa, de agregación, de alarma y de otro tipo. Las
esclerotinas, que son proteínas que dan gran dureza y rigidez a la cutícula, se
presentan a menudo en los antenados, principalmente en insectos; mientras que
las sales calcáreas son frecuentes en los crustáceos. Las cutículas gruesas y duras
ofrecen un exoesqueleto propio de los organismos que alcanzan tamaños
considerables (coleópteros, crustáceos y algunos arácnidos), a los cuales
protegen contra los efectos mecánicos, biológicos (predación) y térmicos
(desecación), pues son animales poiquilotermos (que adquieren en general la
temperatura del medio ambiente). En los organismos de cutículas duras a
menudo se presentan estructuras muy peculiares: cuernos, proyecciones,
carapachos u otras placas o escleritos, útiles para las funciones de cortejo,
excavación, defensa y otras.
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Apéndices. Éstos se presentan en pares por cada segmento, en variedad de
formas y funciones. Los cefálicos son sensoriales y tróficos; y los de la región
del soma, son ambulatorios, respiratorios, raptoriales o sexuales. Con frecuencia
los apéndices se pierden. Su número en las regiones postcefálicas es
característico de cada clase: en muchos quelicerados son cuatro apéndices
pareados, y en los insectos, seis en total en su región torácica. Los apéndices
pueden ser monorrámeos o birrámeos. A los del segundo caso se les denomina
protopoditos; a la rama externa, exopodito; y la interna, endopodito. Otras
prolongaciones externas se llaman epipoditos; y otras internas, enditos, como
ocurre en los crustáceos. Los artejos de cada apéndice varían en origen, número,
forma, tamaño, función y disposición. Los apéndices se insertan en la región
pleural o lateral del cuerpo.
Sistema muscular. La metamerización impone músculos segmentarios
independientes que se insertan en los apodemas. Una disposición equivalente
ocurre con los músculos de los apéndices. Las contracciones musculares
permiten el movimiento articular y segmentario. Los músculos de los artrópodos
son estriados.
Aparato digestivo. La cavidad bucal está bordeada por los apéndices
cefálicos (gnatópodos) y se ubica en el tercer segmento; el aparato continúa,
revestido de quitina, en la sección anterior (estomodeo), a la que sigue la sección
media (mesenterón), que presenta los ciegos gástricos y donde se realiza la
función digestiva propiamente; y termina en la sección proctodeal que, al igual
que la primera, es de origen ectodérmico.
Aparato excretor. En los artrópodos marinos (los crustáceos, por ejemplo)
los organitos excretores son nefridiales y pareados, y según su posición pueden
llamarse antenales, maxilares o coxales. En los artrópodos terrestres el sistema
se basa en túbulos de malpigio que excretan derivados de la urea y sales de
calcio. Estos túbulos, aunque equivalentes en función en los distintos grupos,
pueden tener diferentes orígenes embrionarios.
Glándulas. Son numerosos los organitos, tejidos y células que desempeñan
funciones secretoras. Entre éstas, las hay que están relacionadas con el ciclo de
desarrollo postembrionario, que liberan feromonas, que secretan sustancias
protectoras contra el medio o que previenen la predación. Su origen y posición
varía de un grupo a otro, igual que las sustancias secretadas.
Sistema respiratorio. Depende del tamaño, del ambiente y del grupo de que
se trate. Los hay desde aquellos que realizan el intercambio gaseoso a través de
la pared del cuerpo, hasta aquellos que presentan organitos especializados como
filotráqueas, tráqueas o traqueobranquias. Todos estos organitos llegan a
terminales en cuyas inmediaciones se encuentran células especializadas con gran
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poder de oxigenación.
Aparato circulatorio. Es abierto e incluye un vaso dorsal dispuesto
longitudinalmente. La sección anterior es contráctil, y la anterior es un conducto
aórtico por donde se impulsa la hemolinfa hacia todo el cuerpo. En la sección
anterior se encuentran unas aberturas (ostiolos) de disposición metamerizada con
sus respectivas válvulas, que comunican con la cavidad llamada seno
pericárdico. La circulación va de atrás hacia delante. Los pigmentos
respiratorios (hemoglobina y hemocianina) están disueltos en la hemolinfa.
Sistema nervioso. Está constituido por un ganglio supraesofágico o cerebro,
un ganglio subesofágico y una cadena pareada de ganglios en posición ventral.
El ganglio supraesofágico se divide en proto, deuto y tritocerebro. El primero
está asociado con los ojos, el segundo con las antenas y el tercero con las
antenas o los quelíceros. Los ganglios supra y subesofágico se unen por medio
del anillo periesofágico. El subesofágico inerva los gnatópodos. La cadena
ganglionar ventral, formada por un par en cada segmento, se concentra de
acuerdo con la tagmosis.
Órganos de los sentidos. Los mecanorreceptores y quimiorreceptores se
localizan más a menudo en los apéndices, particularmente en las antenas, y están
representados por sedas tricobotrias, microtriquias u otro tipo de inervadas. Los
órganos visuales son ojos sencillos (ocelos) o compuestos, estos últimos
formados por numerosas unidades llamadas omatidias.
Aparato reproductor. Generalmente, los artrópodos son dioicos; presentan
apéndices para la cópula, y la fecundación es interna en los terrestres y externa
en los acuáticos. Los huevos, centrolécitos, son ricos en vitelo. En algunos
grupos se encuentran varios tipos de partenogénesis y neotenia. Los huevos son
dejados cerca o sobre el sustrato alimenticio de los juveniles, directamente o por
medio de alguna estructura para la oviposición, de uno en uno o en masa, sin
cubierta o con alguna para su protección.
Hábitat y distribución. Los artrópodos ocupan todos los hábitat posibles y se
encuentran distribuidos en todos los rincones de la tierra. Trilobites y crustáceos
han sido y son esencialmente marinos; arácnidos y grupos de miriápodos son
fundamentalmente terrestres; los insectos son terrestres y dulceacuícolas; y los
ácaros han ocupado los ambientes mencionados.
Relaciones bióficas. Los artrópodos mantienen relaciones con casi todos los
otros grupos de seres vivientes y, genéricamente, se pueden reconocer fitófagos,
micófagos, detritívoros, parásitos, parasitoides, predadores, saprófagos. La dieta
de algunos es muy variada y amplia, pero el régimen alimenticio de la gran
mayoría es especializado y guarda estrecha relación con los hospederos, con su
microhábitat y con un nicho muy particular, o sea que son estenoxenos,
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estenotópicos y estenoecos, respectivamente. Esto ha conducido a la
especialización morfofuncional de numerosos grupos.
Importancia. En México y en el mundo algunos artrópodos son muy
apreciados como alimento (camarones, langosta, langostinos, jaibas, cangrejos y
acociles). Muchos grupos de insectos llegan a constituir plagas de los principales
cultivos o granos almacenados y, en ocasiones, son vectores de las enfermedades
de las plantas. Algunos artrópodos son predadores y regulan las poblaciones de
plagas, por lo cual se consideran benéficos. Numerosas especies (pulgas, ácaros,
piojos, chinches, mosquitos y moscas) trasmiten enfermedades al hombre. El
número de artrópodos en México se ha calculado en unas 150 mil especies, en su
mayoría crustáceos, insectos y ácaros. Poco más de 10 mil son mexicanas, cuyo
valor científico es alto, pues son formas sobrevivientes o se han originado y
desarrollado en territorio nacional, principalmente en los desiertos y en las zonas
de montañas húmedas.
Sistemática. Las clasificaciones de los artrópodos son muy diversas, según la
escuela sistemática (fenética, evolutiva o cladista), los caracteres considerados y
otros criterios. En función de los hallazgos e interpretación de los fósiles, de los
análisis morfológico-funcionales de diversos taxa y de los resultados de la
anatomía comparada, la embriología y la biogeografía, en años recientes se han
propuesto posibles relaciones filogenéticas del grupo y por ello han variado las
clasificaciones. Cada una de éstas entraña una hipótesis respecto a la común
ascendencia de los grupos involucrados. En la clasificación de los artrópodos y
grupos afines que a continuación se anota, se sigue básicamente el arreglo de
Kaestner (1968):
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estandarte rosado, las alas purpúreas y la quilla verdosa; la vaina y las semillas
son pequeñas. Igual que la variedad típica, es una hierba anual, trepadora, con
las hojas notoriamente estipuladas, pinadas, presentando un eje o raquis que
termina en un zarcillo ramificado. Las flores, de cáliz oblicuo o giboso en la
base, tienen cinco sépalos más o menos foliosos; la corola, de cinco pétalos, es
amariposada: un pétalo es el estandarte, dos forman las alas y otros dos la quilla;
el androceo lleva nueve estambres soldados y uno libre, y el pistilo es
unicarpelar y unilocular. El fruto es una vaina dehiscente, aplanada, con muchas
semillas. En el siguiente cuadro se muestran las cifras de su cultivo:
Superficie Valor de la
Producción Importación
cosechada Producción
(toneladas) (toneladas)
(hectáreas) (miles de pesos)
1970 5 446 3 682 6 909 -
1975 4 160 2 662 7 680 -
1980 10 434 5 433 96 079 102
1981 6 347 4 670 74 944 2 332
1982 334 298 5 960 1 085
ARVIDE, ISABEL
Nació en la ciudad de México el 12 de noviembre de 1951. Estudió medicina.
Ha manifestado su vocación poética desde sus años de estudiante. Varios
poemas suyos han aparecido en el suplemento Diorama de la Cultura del
periódico Excélsior. Ha publicado el libro Persistencia nocturna (1978)
ARVIZU, FRANCISCO
Nació en Hermosillo, Son., en 1838; murió en Tlatelolco, D.F., en 1895. Era
coronel y comandante militar de Nogales en 1887, cuando provocó un conflicto
internacional: el teniente Benjamín Gutiérrez fue aprehendido por la policía
estadounidense en estado de ebriedad y pidió el auxilio de la fuerza armada
mexicana. Arvizu mandó a un grupo de soldados que pasara la frontera para
rescatarlo. La operación tuvo éxito, después de un tiroteo con los
norteamericanos, y Gutiérrez volvió a Nogales; pero el escándalo que hizo la
prensa de Estados Unidos obligó a las autoridades mexicanas a consignar a los
responsables. Un consejo de guerra sentenció a Arvizu y a Gutiérrez a la pena
capital, conmutada por la de 20 años de cárcel. Arvizu falleció en la prisión
militar de Santiago Tlatelolco.
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ARVIZU, JUAN - ATLACOMULCO, DIÓCESIS DE
ARVIZU, JUAN
Nació en Querétaro, Qro., el 15 de marzo de 1900; murió en la ciudad de
México el 19 de noviembre de 1985. Mientras trabajaba como telegrafista en la
capital de la República, estudió declamación en el Conservatorio Nacional de
Música y canto en la academia de José Eduardo Pierson. En 1925 fue contratado
por la compañía de revistas de Pepe Campillo, y en 1930 participó en el
programa inaugural de la radiodifusora XEW. Tras una temporada en Nueva
York, vivió 18 años en Buenos Aires. Fue el primer cantante mexicano que
grabó discos (1935) y que actuó en una película sonora (Santa). Se le llamó El
Tenor de la Voz de Seda. También compuso canciones, algunas de las cuales
llevan letra de Renato Leduc.
ARZAC, JOSÉ MARÍA
En 1810 era cura de Almoloya, ahora Villa de Álvarez, Col. En 1811 persiguió,
a la cabeza de una partida de gente armada, al jefe insurgente Ignacio Sandoval,
que operaba en la región de la costa. Sin embargo, después de la Independencia
logró, con hábiles intrigas, ser electo diputado al Congreso General
Constituyente. Como tal, en 1823, gestionó la apertura del puerto de Manzanillo
y la segregación definitiva de Colima de Jalisco.
ARZÁPALO MARÍN, RAMÓN
Nació en Tinum, Yuc., el 15 de diciembre de 1938. Licenciado en filología maya
por la Universidad de Yucatán y doctor en filosofía por la Universidad de
Colonia, de la República Federal Alemana, ha sido profesor de lengua maya en
Mérida y catedrático e investigador en la Universidad Nacional Autónoma de
México. Ha publicado trabajos sobre filología en las revistas Estudios de
Cultura Maya y Middle American Research Institute, entre otras, y en los libros
Homenaje a Walter Lehmann y Homenaje a Gerd Kutscher.
ASAI, JUAN MANUEL
Nació en la ciudad de México el 18 de septiembre de 1954. Estudió periodismo.
Ha publicado poemas en la Revista de la Universidad, Sitios, Nexos y La
Semana de Bellas Artes; y en los suplementos La Cultura en México, de la
revista Siempre!, y la Revista Mexicana de Cultura, del periódico El Nacional.
Tiene dos libros de poesía: Doce modos (1976) y Tiro al blanco (1979).
ASAPESCADO
Trichilia hirta L. Arbusto o árbol de la familia de las meliáceas. Las hojas se
componen de 11 a 21 hojuelas lanceolado-ovadas o elípticas, que miden de 2.5 a
8 cm. Las flores, de 4 mm, son verdoso-amarillentas. El fruto, capsular, contiene
tres semillas rojizas o anaranjadas, que producen un aceite empleado como
cosmético. En el sur del país se usa el aceite de mapahuite en sustitución de
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otros especialmente preparados para el cabello.
ASBESTO
Nombre genérico que se da a un grupo de minerales silicatados, compuestos por
fibras flexibles de longitud variable, que se distinguen por ser malos conductores
del calor y la electricidad. Algunos, como el amianto, son incombustibles. En la
naturaleza se encuentra una amplia gama de asbestos; por el tipo de roca que los
contiene y por la longitud de los filamentos, se han clasificado en asbestos de
serpentina (de fibra larga) y anfíbolos (de fibra corta). Los primeros se emplean
en la fabricación de hilazas y cordones y en la industria textil; y los segundos, en
la elaboración de productos comprimidos, pastas especiales, asbesto-cemento,
papel, lana mineral, cubiertas para calderas, tubos conductores de vapor, cortinas
de seguridad, balatas para frenos, juntas para motor, partes para embragues,
aislantes eléctricos, filtros y lámparas. En el territorio nacional se han
descubierto yacimientos de estos minerales en por lo menos 12 de las entidades
federativas del país, pero el único que se considera atractivo es el de El Novillo,
en el estado de Tamaulipas. La producción nacional de asbestos ha sido de
escasa significación. En 1970 se obtuvieron 126 t; en 1971, 311; en 1975, 26; en
1976, 1; y en 1982, 200. Las importaciones, en cambio, especialmente de
Canadá, fueron de 40 459 t en 1970, llegaron a 79 014 en 1980 y descendieron a
53 567 en 1984.
ASCALÓN, ADIR
Nació en Tel-Aviv, Israel, en 1937. Durante más de un año impartió clases de
escultura metálica a los monjes benedictinos del monasterio de Santa María
Ahuacatitlán, cerca de Cuernavaca, Mor. Ha expuesto sus obras en Israel,
Estados Unidos y México. Está casado con la soprano mexicana María Luisa
Rangel.
ASCARIASIS
La ascariasis o ascaridiasis es una parasitosis predominantemente intestinal,
cuyo agente etiológico es Ascaris lumbricoides, helminto que pertenece a la
clase Nematoda, también conocido como “lombriz intestinal”. Los gusanos
adultos desarrollados en la luz intestinal copulan y la hembra deposita huevos
fecundados que son arrojados al suelo con la materia fecal. Se estima que una
hembra fecundada puede llegar a depositar 200 mil huevos diariamente. El
huevecillo requiere permanecer de 9 a 23 días en el suelo y, bajo condiciones de
temperatura y humedad adecuadas, los huevos fecundados pasan al estadio de
huevos embrionados.
La infección por Ascaris lumbricoides se adquiere por la ingestión de huevos
embrionados. En el duodeno, las larvas salen del huevo, penetran a través de la
pared del intestino, y por vía sanguínea llegan al hígado y luego al pulmón.
Posteriormente ascienden por las vías respiratorias, son deglutidas y llegan al
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intestino delgado. Crecen hasta ser parásitos adultos y las hembras empiezan a
poner huevos. Dos o tres meses después, la persona que se ha infectado
comienza a eliminar huevecillos por heces fecales. La sintomatología está
determinada por la migración del parásito en el organismo. En el hígado puede
ocasionar hepatomegalia dolorosa. En los pulmones produce un cuadro
bronconeumónico, caracterizado clínicamente por tos, estertores, disnea,
febrícula y eosinofilia. Su presencia en el intestino delgado ocasiona dolor
abdominal, meteorismo, náusea y vómitos. Entre las complicaciones más
frecuentes se encuentran: obstrucción intestinal, peritonitis y apendicitis, siendo
menos notables el absceso piógeno en el hígado, la pancreatitis hemorrágica, la
perforación del conducto onfalomesentérico y la colecistitis. En los niños
parasitados por un número considerable de gusanos Ascaris, se manifiesta por
falta de apetito, palidez, mal estado general y pérdida de peso. El diagnóstico
puede realizarse en el 80% de los casos por la eliminación de los parásitos
adultos a través de la boca, nariz y ano. También se realiza mediante la
demostración de huevos de Ascaris en materia fecal. Los fármacos útiles para
esta parasitosis son: el tetramisol, el pirantel, la piperazina y el mebendazol.
Esta parasitosis es mucho más frecuente en los niños que en los adultos
debido a malos hábitos de higiene y a la costumbre de jugar con la tierra; los
grupos más afectados son lactantes, preescolares y escolares. La falta de letrinas
sanitarias en las viviendas y de alcantarillado propician la enfermedad en
poblaciones numerosas del país. El hombre y el cerdo son los reservorios de esta
parasitosis; en las zonas endémicas el acceso de los cerdos a las letrinas es factor
importante de diseminación. La ascariasis es un padecimiento endémico en las
zonas tropicales y en el medio rural; su frecuencia es menor en regiones áridas o
semiáridas. Los trabajos del médico mexicano Francisco Biagi han demostrado
que la ascariasis es una parasitosis erradicable. Para prevenir, controlar y
erradicar esta helmintiasis son necesarios: la educación higiénica, evitar la
práctica del fecalismo al aire libre, la detección de los casos y su tratamiento
adecuado. Es útil el tratamiento quimioprofiláctico en masa a base de piperazina.
La ascariasis y su sintomatología fueron conocidas por los nahuas.
Etzacacatzaliztli o cuitlatecpichauiliztli eran los términos que utilizaban para
designar la oclusión intestinal por lombrices. Eliminaban los parásitos
intestinales con la infusión que obtenían del cocimiento de distintos tipos de
raíces (epázotl o epazote, xuchipatli, xiuhtotonqui) y de hojas de ocuipatli. El
polvo de raíz chatalhuich era considerado como uno de los mejores medios para
lograr la expulsión de las lombrices.
ASCASÚCHIL
(Del náhuatl azcaxóchitl: de ázcatl, hormiga, y xóchitl, flor: “flor de las
hormigas”.) Con este nombre se designan las especies Amaryllis formosissima
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L., que los españoles llamaron azucena de Santiago, y Colchicum alpinum,
conocida también como mataperro, quita-meriendas y mayo. V. AZUCENA y
FLOR-azucena.
ASCENCIO MATEOS, PEDRO
Nació en la ciudad de México el 11 de febrero de 1951. Estudió en la Escuela
Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, y
se especializó en la Escuela Superior de Artes de Estocolmo, Suecia. Pintor y
grabador, hay obra suya en el Centro de Arte Moderno de Guadalajara (1975),
en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (1975) y en la Escuela Superior de
Artes de Estocolmo (grabados y litografías). Ha expuesto en numerosas
ocasiones.
ASCENCIO ZAVALA, JOSÉ
Nació y murió en Guadalajara, Jal. (1885-1969). Durante algunos años formó
parte de la comunidad franciscana en Navarra, España, y en Zapopan, Jal. Llegó
a reunir una extraordinaria colección de crónicas religiosas mexicanas, entre
ellas 29 de los franciscanos. Es autor de: Origen de los colegios apostólicos
(1947) y Cronistas franciscanos (1949). Dejó dos obras inéditas: Arquitectura
colonial en México y Las órdenes franciscana, agustiniana y dominica en
México. Sus monasterios en el siglo XVI.
ASCENSIÓN, ANTONIO DE LA
Nació en Salamanca, España, en 1574; murió en la ciudad de Puebla en 1636.
Estudió cosmografía en la Universidad de Salamanca y navegación en el colegio
de San Telmo de Sevilla. Se ordenó como carmelita descalzo en Toro (1590).
Después de servir en el convento de Zaragoza, partió para Nueva España en
1597. Destinado a servir en la colonización de Nuevo México bajo Juan de
Oñate, llegó tarde y fue asignado al convento de San Sebastián. El 20 de febrero
de 1602 fue suplente de vicario y segundo cosmógrafo en el viaje de Sebastián
Vizcaíno para la demarcación del litoral californiano del Pacífico, en busca de
puertos de refugio para el galeón de Manila. Después de 11 meses de
navegación, ya en la ciudad de México, presentó un detallado derrotero de la
costa y recomendó la colonización y evangelización del territorio. Al
suspenderse los planes para establecer un puerto en California, en 1608, fray
Antonio envió un largo memorial a Felipe III recomendando la colonización de
Cabo San Lucas para iniciar la exploración del golfo hacia el norte, en busca del
estrecho de Anián, que supuestamente unía al Pacífico con el Atlántico (v.
ANIÁN, ESTRECHO DE). Concebía el golfo como un paso interior entre el
continente y California, que consideró como una inmensa isla que remataba
cerca de la desembocadura del estrecho. Insistió en que dicha exploración y
colonización permitiría el paso de los galeones de Manila y del Perú a España, lo
que sería de incalculable valor estratégico para el reino. Repitió esto en nueve
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memoriales presentados entre 1608 y 1635, y publicados en Monarquía indiana
de fray Juan de Torquemada en 1615. En 1632 se retiró al convento de Puebla,
desde donde continuó su correspondencia. Su persistencia en esta idea
geográfica influyó en la política española hacia la exploración del golfo y el
abandono de la costa exterior de California durante el siglo XVII, así como en la
cartografía europea, que a partir de 1624 delineaba California como una isla,
concepto que perduró hasta la segunda mitad del siglo XVIII.
ASCHMANN, HAROLD HOMER
Nació en San Francisco, California, E.U.A., en 1920. Profesor de geografía en la
Universidad de California (Riverside), es autor de: The Central Desert of Baja
California. Demography and Ecology (1959), The Subsistence Pattern in Meso-
American History (1960) e “Indian Pastoratist of the Guajira Peninsula”, en
Annals. Association of American Geographers (1960).
ASCHMANN, HERMAN P
Indigenista y filólogo estadounidense. Miembro del Instituto Lingüístico de
Verano, autor del Vocabulario Castellano-Totonaco (1962) y de varios estudios
sobre el totonaco de la Sierra Norte de Puebla, llevados a cabo en Zapotitlán de
Méndez.
ASEGUNDAR
Dar el segundo beneficio al maíz y otras plantas.
2. Barbechar por segunda vez un terreno.
Paremiología: “El que no asegunda no es buen labrador”, es un refrán que
recomienda la conveniencia de repetir determinada acción.
ASIÁIN, AURELIO
Nació en la ciudad de México el 29 de octubre de 1960. Estudió letras y ha
publicado poemas en Guernica, Tornaviaje, La Opinión, Cartapacios y el
suplemento Sábado del periódico Unomásuno; es colaborador de la revista
Vuelta. Aparecieron poemas suyos en la antología Asamblea de poetas jóvenes
de México (1980).
ASIENTOS
Entre las numerosas acepciones que tiene el verbo asentar, del que proviene el
término asiento, está la que significa ajustar o celebrar un contrato o un tratado.
Durante los siglos XVI y XVII, sobre todo, la mayor parte de las rentas de la
Corona española en sus colonias ultramarinas estuvo asentada mediante un
contrato concertado entre el rey, titular de los derechos de cobro, y un particular,
una sociedad o una institución pública como el consulado o el ayuntamiento que,
mediante un anticipo fijo, adquiriría esos derechos de cobro por un tiempo
determinado.
Para intentar una clasificación de los asientos habría que considerar si los
asentistas eran individuos, sociedades mercantiles o instituciones públicas, y su
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nacionalidad; de acuerdo con los derechos, si éstos correspondían a impuestos
personales o reales, monopolios, estancos o privilegios; por su duración, si
algunos fueron por una sola vez, y otros por plazo determinado o por tiempo
indefinido; el monto y la forma de entrega del anticipo, que presentó diferentes
modalidades (en ocasiones, la cantidad comprometida no se pagaba totalmente
en dinero); y, por último, el objeto esencial del asiento, que podía referirse a
personas, mercancías o servicios particulares o públicos.
Durante los dos primeros siglos, la Real Hacienda de la Nueva España pudo
cubrir sus gastos sin sobrantes ni faltantes; pero las rentas permanecieron
estacionarias, sin aumento, pues casi todas estaban arrendadas o asentadas.
Correspondió a Carlos III uniformar el gobierno y la administración del real
patrimonio, tanto en España como en sus dominios, por medio de la Real
Ordenanza de Intendentes dictada en Madrid el 4 de diciembre de 1786, a
propuesta de José de Gálvez, secretario universal de Indias.
Andrés Lira González, en un estudio sobre el aspecto fiscal de la Nueva
España, sólo consigna como dados en concesión o arrendamiento en esa época
los siguientes ramos: correo (estancado); derechos de alumbre, cobre, plomo y
estaño (explotación de yacimientos); cordobanes (estanco arrendado); nieve
(estanco arrendado); explotación y venta de sal (algunas salinas); gallos
(estanco) y panadería y bayuca (estanco). Los más importantes asientos se
establecieron durante las dos primeras centurias novohispanas; en el siglo XVIII
su uso decayó como consecuencia de la nueva política de poner en
administración directa las más importantes fuentes de ingreso del gobierno
virreinal. Siendo tan elevado el número de asientos que estuvo en vigor, resulta
imposible describirlos todos, por lo que sólo se tratan los más importantes.
Asientos para descubrimientos y poblaciones. Está comprobado que tanto el
descubrimiento como la conquista y la colonización de la América española
fueron obras en las que predominó el esfuerzo privado, individual, sobre la
acción oficial del Estado. Daban título legal a una expedición de descubrimiento
o nueva población, las capitulaciones, asientos o contratos efectuados entre la
Corona o sus representantes y el jefe de la expedición. En estos documentos se
fijaron los derechos que se reservaba la Corona en los nuevos territorios, y las
mercedes concedidas a los participantes en la empresa. El estudio de sus
cláusulas pone de relieve que sólo en muy contadas ocasiones (Pedrarias Dávila
y Magallanes) participó la Corona directamente en los gastos; lo corriente era
que quedaran a cargo de quien organizaba la expedición, el cual podía ser al
mismo tiempo jefe militar de la misma o simplemente su empresario. El contrato
o asiento podía convertirse en un título negociable y ser objeto de ventas,
traspasos, permutas o contratos de sociedad. A pesar de sus defectos, el sistema
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prevaleció y fue sancionado expresamente en las Ordenanzas de 1573 de Felipe
II y en la Recopilación de Leyes de Indias. En el ánimo de los reyes de España,
la economía para el real tesoro que este sistema implicaba pesó más que las
dificultades de carácter político y social que al propio tiempo producía, según
afirma José María Ots Capdequi en El Estado español en las Indias (1941).
En su tesis doctoral, Silvio A. Zavala resume de la siguiente manera los
elementos fundamentales de los contratos o asientos efectuados para las
expediciones que descubrieron y conquistaron el territorio que inicialmente tuvo
la Nueva España: 1. Personas que participan: la Corona, el capitán, los soldados,
el socio capitalista, los marineros, clérigos, herreros y otros oficiales a sueldo. 2.
Aportaciones: a) gastos y costos: cargan sobre los patrimonios individuales; son
desiguales las aportaciones; media la colectividad en gastos mayores, como
navío, por ejemplo; hay responsabilidad personal del capitán (fianzas y prendas);
la Corona no contribuye en los costos como principio general; no se forma una
masa indiferenciada común, sino que las aportaciones siguen en propiedad de
cada aportador; b) armas y personas de los expedicionarios. 3. Fines: a)
económicos: permuta o rescate; apresamiento de esclavos; creación de poblados
y sujeción tributaria del indio; b) políticos: toma de posesión y anexión de la
tierra a la Corona; y c) religiosos: conversión cristiana del indio. 4. Forma:
escribano público, testigos, licencia del rey, pregón de la jornada, enganche e
ingreso contractual. 5. Utilidades: la calidad de las personas, de las armas,
cuantía de la hacienda aportada y hechos meritorios durante la expedición
determinan el monto o parte que toca a cada asociado; la facultad de repartir
corresponde al capitán; al lado suyo surgen capitanes segundos que también
aportaron bienes y gozan partes mayores que los soldados, pero menores que el
jefe superior y el socio capitalista; la Corona participa, a modo de impuesto, de
la quinta parte de las utilidades. 6. Régimen: instrucciones, cédulas, leyes,
capitulaciones o contratos escritos; usos y costumbres con vigencia legal.
Para fundar nuevas poblaciones, se convocaba a las personas que quisieran ir
a establecerse en ellas, excluyendo a las que ya tuvieran solares en otra
población, sin distinguir entre españoles e indios. Si no había pobladores en la
tierra, se traían de España, y si aún así no se alistaba la gente, se celebraba un
asiento o contrato con la persona que se obligara a fundar la población, con
título de adelantado o alcalde mayor, corregidor o alcalde ordinario, señalándole
un plazo para que fundara por lo menos tres ciudades: una provincial o
diocesana y sus sufragáneas, si fuere alcalde mayor; y una ciudad sufragánea y
los lugares de jurisdicción que bastaran para la labranza y cría de ganados que
requiere la ciudad, si fuere alcalde ordinario. El asentista que se obligaba a
fundar una población debía satisfacer las siguientes condiciones: tener poblada
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la villa, dentro del término que se le señalara, con 30 vecinos cuando menos,
cada uno con su casa, 10 vacas de vientre, cuatro bueyes (o dos bueyes y dos
novillos), una yegua de vientre, cinco puercas de vientre, seis gallinas y 20
ovejas; un clérigo que ministrara los sacramentos, iglesia con ornamentos y
cosas necesarias para el culto. Para el cumplimiento de lo anterior había de dar
fianza; si no cumplía, pagaría 100 pesos oro de multa y perdería lo que hubiese
fincado y labrado. La tierra para formar la población habría de tener 4 leguas
cuadradas, a una distancia no menor de 5 leguas de cualquier ciudad, villa o
lugar de españoles ya poblado, y en parte donde no causare perjuicio a los indios
o a otras personas. De esa tierra se tomaba primero la extensión necesaria para
plaza, calles, templo y casa de cabildo; luego para propio, ejido y dehesa de la
población; del resto se hacían cuatro partes: una para el que se había obligado a
hacer la población, y las otras tres para dividir en tantos lotes como vecinos.
Cuando no había persona que tomara la capitulación para fundar la villa, pero
existía un número no menor de 10 personas que querían hacerlo, les era
permitido, señalándoseles el lugar, con la extensión y en los términos ya dichos,
y en tal caso ellos podían por la primera vez elegir alcaldes ordinarios y oficiales
de Consejo. A quien se obligaba a fundar la población se le permitía poner
alcaldes ordinarios y otros oficiales de Consejo de entre los vecinos del pueblo y
el alcalde mayor o audiencia en cuyo distrito caía la población. Los que
cumplían con el asiento de poblar podían formar mayorazgo con lo que hubieran
edificado y plantado; se les concedían las minas de oro, plata y demás metales, y
las salinas y pesquerías de perlas, pagando de todo el quinto al rey; se les hacía
“hijosdalgo” y personas nobles de linaje y solar conocido, y podían hacer todas
las cosas a que tenían derecho los hijosdalgo y caballeros de los reinos de
Castilla.
Asientos para introducir negros. En su libro La población negra de México,
Gonzalo Aguirre Beltrán explica que las urgencias de la colonización y la
creciente demanda de mano de obra, que no alcanzaban a satisfacer los
indígenas, propiciaron durante más de tres siglos una corriente de mercancía
humana, apenas interrumpida por guerras que perseguían el control de la trata de
negros, en particular, y del comercio en general. Durante el periodo temprano de
la trata, la Nueva España fue uno de los mejores mercados en el Nuevo Mundo,
y casi todos los asientos se refieren a ella en alguna forma.
Por cédula del 18 de agosto de 1518, Carlos V concedió a Lorenzo de
Garrevod el privilegio para introducir cuatro mil esclavos o esclavas tomándolos
de las islas de Guinea y de las otras partes donde se acostumbraba y, sin
registrarlos en la Casa de Contratación de Sevilla, pasarlos a las Indias, con el
compromiso de que llegando a ellas se les convertiría al cristianismo. Garrevod
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vendió las cuatro licencias a comerciantes genoveses de Sevilla en 25 mil
ducados, con la promesa de que durante los ocho años siguientes al de 1519, el
gobierno no concedería licencia alguna. Posteriormente el privilegio recayó en
los alemanes Heinrich Ehinger y Hieronymus Seiler, quienes se obligaron a
conducir a América cuatro mil negros en un plazo de cuatro años, pagando a la
Corona 20 mil ducados, con la restricción de que no podrían vender las licencias
a más de 45 ducados. Ésta es, en realidad, la primera concesión esclavista que
merece el nombre de asiento.
Al terminar los anteriores asientos, se otorgaron nuevas licencias a
comerciantes, funcionarios, conquistadores y pobladores, tales como Francisco
de Montejo (1533), Rodrigo de Albornoz (1535) y Tomás de Marín y Leonardo
Lomelín (1542). Las angustias del tesoro real inclinaron a Carlos V a colocar en
el mercado de Sevilla 17 mil licencias primero y seis mil enseguida. Felipe II
asentó con Hernando de Ochoa 23 mil licencias, obligándose a no conceder
ninguna otra en los siete años siguientes; Hernán Vázquez pagó 30 mil ducados
por un asiento de mil esclavos en 1561; en 1572 el Consulado de Sevilla aparece
como titular de otro asiento; y en 1579 Diego Fernández y Andrés Pérez
recibieron 174 y 206 licencias respectivamente. Como el valor y el número de
los esclavos negros aumentaba sin cesar, empezaron a efectuarse introducciones
clandestinas, y para combatirlas se adoptaron medidas como la real orden del 16
de abril de 1550, que daba por perdidos a todos los esclavos que se hallaren sin
licencia ni registro; fijaba como únicos lugares de procedencia de los negros las
islas de Cabo Verde y los ríos de Guinea; no autorizaba en los asientos más de
cuatro mil esclavos y sólo permitía su entrada por determinados puertos (en la
Nueva España, primero sólo Veracruz, y después Pánuco y Campeche).
Los primeros asientos o licencias para introducir negros fueron dados, en su
mayoría, a flamencos, genoveses y alemanes, quienes no poseían territorios en
donde obtener los esclavos. Fueron los portugueses quienes se apoderaron de las
costas africanas y lograron un control monopolista de ese mercado. De ahí
surgió el temor de la Casa de Contratación de Sevilla de que se apoderasen
también del negocio de transportarlos por mar hasta las colonias, a tal grado que
se les prohibió de manera expresa el hacerlo. Cuando Felipe II fue también rey
de Portugal, las cosas cambiaron; a partir de 1580 los asientos de negros
recayeron en portugueses que ya tenían experiencia en introducir esclavos a
Brasil, como Pedro Gómez y Reynel, Juan Rodríguez Coutinho, Gonzalo Váez
Coutinho, Agustín Coello, Antonio Rodríguez de Elvas, Manuel Rodríguez
Lamego y Ángel y Cristóbal Méndez de Sossa. La intervención de Portugal en
los asientos concluyó cuando en 1640 recobró su independencia.
Al cesar los asientos de negros con Portugal, la Corona española tomó en sus
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manos el negocio, en tanto que la demanda de nuevas remesas se satisfacía por
el contrabando. Presionado por las grandes pérdidas que sufría la Casa de
Contratación, el Rey se decidió a conceder en 1662 un nuevo asiento a los
comerciantes genoveses Domingo Grillo y Ambrosio y Agustín Lomelín, los
que se comprometieron a introducir en siete años 24 500 negros, o sea, 3 500
anuales, a razón de 100 pesos cada uno, en los puertos autorizados de Cartagena,
Portobello y Veracruz. Al concluir este contrato, los comerciantes españoles
Antonio García y Sebastián de Siliceo firmaron otro en 1674, obligándose a
introducir durante cinco años cuatro mil esclavos en cada uno, con un pago un
total de 450 mil pesos anuales. En 1676 el Consulado de Sevilla se encargó del
asiento, con el compromiso de introducir 10 mil toneladas en cinco años (la
tonelada equivalía a tres negros), pagando por cada una 112.5 pesos; pero las
crecientes dificultades lo obligaron a traspasarlo al comerciante genovés Juan
Barroso del Pozo, poco después a Balthazar Coymans y luego a Nicolás Porcio
(1689) y a Marín de Guzmán (1694). De 1696 a 1779 los contratos fueron
celebrados con grandes compañías extranjeras. La primera fue la Compañía de
Cacheo, que se comprometió a llevar durante seis años (1696 a 1703) 10 mil
toneladas de tres piezas cada una, a razón de 112.5 pesos, y a adelantar 200 mil
pesos que le serían reembolsados al término del asiento; pero dificultades de tipo
político hicieron que se suspendiese en 1701. Después siguió la Compañía del
Senegal, que mediante un asiento con carácter de tratado entre España y Francia,
se obligó a introducir durante 10 años 4 800 piezas de Indias, al precio de 33.5
pesos, y a pagar un adelanto de 600 mil libras tornesas, en compensación del
cual se le eximiría del pago de los derechos correspondientes a 800 negros
anuales; pero esta vez ocurrió la bancarrota de la Compañía en 1710.
Como consecuencia de los Tratados de Utrecht (1713-1714), Inglaterra se
convirtió, por el término de 30 años, en monopolizadora del comercio de
esclavos destinados a las posesiones hispanas, con la obligación de introducir
144 mil piezas de Indias, pagando 33 pesos escudos y un tercio por derechos de
cada pieza y entregando esclavos no viejos ni defectuosos. Dio un anticipo de
200 mil pesos a la Real Hacienda, a cambio de lo cual se le hizo la gracia de los
derechos que no había de pagar por 800 negros. Se le permitió la conducción de
los esclavos en navíos y con tripulantes ingleses, hasta los puertos de entrada de
Veracruz y Campeche. Para cumplir con el contrato, se utilizó la Compañía del
Mar del Sur, que por conducto de su agente en Madrid obtuvo además la
concesión de introducir un navío con géneros y con capacidad primero de 500 y
después de 650 t a las Indias, navío al que se llamó de la “permisión”. Los
ingleses introdujeron, durante la vigencia de su asiento, muchos más esclavos
por Campeche que por Veracruz, destinados en gran parte al territorio que luego
Guillermo Haro
Foto Lola Álvarez Bravo
Antonio Caso
AEM
ATENEO ESPAÑOL DE MÉXICO
MEDALLAS OBTENIDAS
POR ATLETAS MEXICANOS EN
JUEGOS PANAMERICANOS
Indianapolis, 1987
Oro
Femenil
Maricarmen Cárdenas Maratón
María de la Luz Colín Marcha 10 km
Varonil
Arturo Barrios 5 000 m planos
Carlos Mercenario Marcha 20 km
Martín Bermudes Marcha 50 km
Plata
Varonil
Raúl González Marcha 50 km
Bronce
Varonil
Gerardo de la Garza Lanzamiento de jabalina
La Habana, 1991
Oro
Femenil
M. del Carmen Díaz 10 000 m planos
Olga Ávalos Maratón
Graciela Mendoza Marcha 10 km
Varonil
Arturo Barrios 5 000 m planos
Martín Pitayo 10 000 m planos
Carlos Mercenario Marcha 50 km
Plata
Femenil
M. del Carmen Díaz 3 000 m planos
Varonil
Ignacio Fragoso 5 000 m planos
Joel Sánchez Marcha 20 km
Miguel Rodríguez Marcha 50 km
Bronce
1990 1991
Baja California 63 400 54 554
Baja California Sur 27 164 28 417
Otras 48 044 50 243
Total 138 608 133 214
Industrialización. De 1980 a 1984 se procesaron, en promedio anual, 36 700
t de túnidos (incluidos el albacora y el barrilete) en las 18 plantas enlatadoras
existentes, o sea, el 70% de la captura total de este recurso, y se obtuvo una
producción, también promedio, de 16 185.5 t. En 1984, de las 22 334 t
enlatadas, 14 556 (65.2%) provinieron del sector privado, y 7 778 (34.8%) del
paraestatal. Además, se congelaron 1 333 t, de donde resultaron 1 178 de
producto terminado. Ese año, Propemex introdujo al mercado el atún
frescongelado, se instaló una nueva planta enlatadora en Pichilingue, B.C.S., se
dio impulso a las empresas Pescado de Chiapas y Pescado de Colima, y se
proyectó con el grupo francés Alsthon una inversión de 15 mil millones para
procesar 48 t diarias de atún.
Comercio exterior. En el periodo 1986-1992, como efecto del embargo
norteamericano, las exportaciones de atún en sus diferentes presentaciones
registraron un comportamiento muy irregular, aunque con tendencia a la baja:
1987 en
1984 1985 1986
adelante
Porcentajes
Automóviles
Camiones comerciales y ligeros 65 70 70 70
Camiones medianos y pesados 65 70 75 80
Tractocamiones 70 90 90 90
Autobuses integrales 70 90 90 90
Autopartes 50 50 55 60
Uno de los propósitos del decreto es racionalizar el consumo de combustible
y disminuir la contaminación ambiental. Por ello establece que los automóviles
y camiones comerciales destinados al mercado nacional no usarán motores de
gasolina de ocho cilindros, los primeros desde 1984 y los segundos a partir de
1985. Sólo empresas mayoritariamente mexicanas fabricarán motores diesel para
camiones, tractocamiones y autobuses integrales.
Bibliografía: Banco Nacional de Comercio Exterior, S.A.: “La industria
automovilística: un repaso general” (XXXIII-3, marzo de 1983) y “Una industria
1990 206 070 179 582 1 521 3 853 9 603 9 560 1 951
1991 253 634 216 875 2 168 8 681 8 309 13 032 4 569
1992 270 239 225 681 2 089 7 052 9 532 19 778 6 107
1993 203 327 167 086 3 239 5 796 4 841 15 505 6 860
1994 203 027 164 784 1 015 7 095 8 104 14 101 7 928
EXPORTACIONES DE LA INDUSTRIA DE
AUTOPARTES
(miles de dólares)
1990 1991 1992
Motores para automóviles 1 478 359 1 186 1 207 913
Muelles y sus hojas para automóviles 46 209 56 444 59 228
Partes sueltas para automóviles 377 523 455 053 470 373
Superficie Valor de la
Producción
Año cosechada producción
(toneladas)
(hectáreas) (miles de pesos)
1985 258 767 2 763 731 36 783 744
1989 299 373 2 201 485 298 477 133
1990 303 484 2 563 349 462 971 355
1991 302 114 2 491 749 521 409 963
Fuente: Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, Dirección General
de Estadística. Anuario de la producción agrícola, 1985, 1989, 1990, 1991.
AVENDAÑO, HUGO
Nació en Tuxpan, Ver., el 8 de marzo de 1927. Estudió en la Facultad de
Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, carrera que
abandonó para estudiar canto profesional en la tesitura de barítono. Sus primeras
actuaciones en radio y televisión las hizo en 1955. El cambio de su estilo al
romántico popular lo llevó al triunfo. Entre sus más grandes éxitos están las
interpretaciones de “Un viejo amor”, “Negra consentida”, “Ojos españoles”,
“Donde un amor”, “El último romántico”, “Granada”, “Mientes”, “El
organillero” y “Divina mujer”. Ha actuado en todo el continente americano.
Calandrias
Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México
TRANSPORTE AÉREO
1989 1990 1991
Aeropuertos, aeropistas y helipuertos:
Comerciales 78 82 82
Aeródromos 1 824 2 054 2 230
Helipuertos 72 78 n.d.
Regulares 25 30 n.d.
Emergencia 47 48 n.d.
Red ASA (millones):
Operaciones al año (miles) 1 004 1 290 1 239
MÉXICO
POBLACIÓN DE AVES DE CORRAL. 1987-1992
(cabezas)
Año Aves (carne) Aves (huevo) Guajolotes
1987 105 540 000 118 374 700 8 947 600
1988 118 633 214 115 436 351 8 763 726
1989 119 194 351 119 115 214 7 061 530
1990 118 825 000 115 230 040 7 000 000
1991 1 124 785 000 122 176 000 6 873 000
1992² 166 224 000 142 273 000 6 750 000
1
Cifras preliminares. ²Cifras estimadas.
Fuente: Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Dirección General de
Estadística.
Azálea
AEM
AZANZA, MIGUEL JOSÉ DE
Nació en Acoiz, Navarra, España, en 1746; murió en Burdeos, Francia, en 1826.
Pasó a Nueva España a los 17 años de edad, al lado de su tío Martín José de
Alegría, administrador del Tesoro Real en Veracruz. Fue secretario del visitador
general José de Gálvez (1760), en cuya función recorrió buena parte de las
provincias de América Septentrional. En 1771 ingresó al ejército como cadete.
En 1774 estaba en La Habana como secretario del marqués de la Torre, capitán
general de Cuba. Junto con éste asistió al sitio de Gibraltar (1781). Fue
secretario y encargado de negocios de la embajada de España en San
Petersburgo y en Berlín (1784-1786), corregidor de Salamanca (1788) e
intendente del ejército en Valencia (1789) y El Rosellón (1793). El 19 de octubre
de 1796 fue nombrado virrey de la Nueva España. Asumió el poder en Orizaba a
mediados de 1798. Se ocupó principalmente de proteger las costas con motivo
de la guerra contra los ingleses: estableció un cantón en Buenavista, cerca de
Veracruz, y terminó en este puerto una escuadrilla de 18 lanchas cañoneras.
Debido a las dificultades del comercio marítimo, en su tiempo se multiplicaron
los talleres para producir telas de algodón. En 1799 se descubrió la
“conspiración de los machetes”, fraguada por un grupo de jóvenes que se
reunían en el callejón de los Gachupines, en la ciudad de México, con el
Héctor Azar
AEM
AZCAPOTZALCO, D.F
(Del náhuatl azcaputzalli, hormiguero, y co, locativo: “en el hormiguero”.)
Localidad de origen prehispánico. Quedó comprendida en la prefectura de
México al erigirse el Distrito Federal en 1824; en 1861 se le adscribió al partido
de Guadalupe; el 16 de diciembre de 1899 se le dio el carácter de municipalidad;
y el 28 de agosto de 1928 pasó a ser una de las delegaciones del Departamento
del Distrito Federal. Linda al norte y al poniente con el estado de México, al sur
con las delegaciones Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo, y al oriente, con la Gustavo
A. Madero. Tiene una superficie de 38 km2 (2.3% del área total del Distrito
Federal), de la cual el 53.7% está ocupada por habitaciones; el 26.4, por
industrias; el 5.6, por comercios y servicios; y el 14.3, por otros
establecimientos. La Delegación tiene 771 mil habitantes, con una densidad
promedio de 20 300 personas por kilómetro cuadrado. De 1940 a 1950, la tasa
de crecimiento demográfico fue de 11.5%; de 1951 a 1970, de 6.1; y a partir de
entonces, de 3.5 anual. En un lapso de 40 años, el número de habitantes se
incrementó 12 veces. La población económicamente activa representa el 34.2%
Acamapichtli
AEM
Moctezuma II El joven
AEM (INAH)
Quetzalcóatl
AEM
BALANCE OFERTA-DEMANDA DE
LA INDUSTRIA AZUCARERA
(miles de toneladas)
1985 1990 1991 1992³
Producción 3 227 858 3 173 679 3 660 650 3 290 796
Consumo1
Industrial 1 719 1 302 1 755 2 135
Doméstico 1 471 1 489 1 756 1 599
Exportación1 ² 249 91 290 44
Importación1 0 1 825 841 40
1 En miles de toneladas. ² Incluye miel de azúcar. ³ Estimado.
CAÑA DE AZÚCAR
Superficie Rendimiento Valor de la
Producción Precio medio
Año cosechada medio
toneladas rural $/t1 producción1
hectáreas kg/ha $
1968 504 826 62 761 31 683 237 66 2 083 513 457
1969 525 526 61 740 32 445 800 67 2 163 558 411
1970 546 713 63 381 34 651 422 68 2 355 494 321
1971 480 988 68 017 32 715 144 80 2 612 936 894
1972 465 283 69 317 32 251 993 83 2 673 133 535
1973 502 063 65 452 32 861 253 85 2 790 137 023
1974 491 482 68 159 33 499 145 99 3 307 442 880
1975 497 691 72 013 35 840 570 116 4 158 725 420
1976 496 268 73 245 31 386 550 170 5 315 968 610
1977 463 593 63 411 29 397 338 230 6 759 217 000
1978 537 172 66 040 35 474 851 245 8 684 697 000
1979 538 005 64 228 34 587 412 264 9 131 029 000
1980 545 500 66 875 36 480 250 300 10 944 075 000
1981 521 862 62 684 33 165 000 509 16 892 000 000
1982 546 689 64 766 34 066 000 780 26 560 000 000
1983 504 639 67 591 34 109 000 1 304 44 487 000 000
1984 327 000 66 395 21 725 000 91 797 49 954 000 000
1985 448 000 70 451 34 000 000 630 712 147 369 000 000
1986 469 000 74 392 34 900 000 285 588 280 244 000 000
1987 448 000 66 895 34 302 000 230 625 717 152 000 000
1988 415 000 71 623 29 694 000 — —²
1989 612 400 71 672 43 894 379 48 767 2 140 611 000
1990 571 162 69 871 39 907 868 60 473 2 413 363 000
1991 546 205 70 280 38 387 185 71 219 2 733 915 000
1
Precios corrientes. ² Estadística en revisión por la Secretaría de Agricultura y Recursos
Hidráulicos.
Fuente: Azúcar, S.A.: Estadísticas azucareras (1986-1990). Secretaría de Agricultura y
Recursos Hidráulicos. Comité de la Industria azucarera. 1991-1992.
Pintura rupestre. Toda la península de Baja California es sumamente rica en sitios con
vestigios de este arte prehistórico.
Secretaría de Turismo
BAJA CALIFORNIA
CABECERAS MUNICIPALES
UBICACIÓN Y POBLACIÓN, 1995
Latitud Norte Longitud Oeste Altitud
Cabecera Población
º ' º ' msnm
Ensenada 31 52 116 37 20 315 289
Mexicali 32 40 115 28 10 696 034
Tecate 32 34 116 38 540 62 629
Tijuana 32 32 117 03 20 991 592
Playas de Rosarito 32 21 117 03 10 46 596
': minutos, º: grados, msnm: metros sobre el nivel del mar.
Fuente: INEGI, Anuario Estadístico de Baja California 1998.
BAJA CALIFORNIA
BAJA CALIFORNIA
SISTEMA EDUCATIVO
SERVICIOS EDUCATIVOS
Ciclo Profesional medio Bachillerato Educación superior
escolar Alumnos Maestros Alumnos Maestros Alumnos Maestros
1980-81 1 920 182 17 830 1 046 13 983 1 200
1981-82 4 734 426 28 472 2 085 17 652 1 375
1982-83 10 457 882 31 199 2 245 19 406 1 311
1983-84 9 537 818 27 030 1 635 21 896 1 870
1984-85 10 022 887 28 802 2 071 21 424 1 959
1985-86 10 619 933 33 422 2 101 20 856 2 138
1986-87 9 847 1 047 33 725 2 171 20 343 2 296
1987-88 9 779 1 020 35 029 2 208 20 702 2 293
1988-89 9 316 902 38 587 2 677 21 270 2 467
1989-90 8 275 725 37 483 2 783 23 702 2 553
1990-91 7 919 632 38 881 2 729 22 342 2 340
1991-92 8 215 695 40 841 2 813 24 207 2 874
1992-93 8 901 882 40 815 2 787 24 994 3 169
1993-94 9 630 903 42 205 2 853 24 717 3 391
ESTADO DE BAJA CALIFORNIA
SALUD
Principales enfermedades
Número de casos
(1991)
Amibiasis 2 895
Ascariasis 484
Cirrosis hepática 67
Diabetes 1 488
Escarlatina 61
Fiebre reumática 19
Fiebre tifoidea 63
El sector turístico, así como el pesquero, tienen gran importancia en Baja California.
Secretaría de Turismo
Principales enfermedades
Número de casos
(1991)
Amibiasis 4 482
Ascariasis 371
Cirrosis hepática 21
Diabetes 350
Escarlatina 2
Fiebre reumática 3
Fiebre tifoidea 49
Hipertensión arterial 1 311
Destino y especie
Volumen de la captura Valor de la captura a
(Toneladas) (Miles de pesos)
Total Privado Público Social
Total 139 238 105 135 6 19 121 523 306
Consumo humano directo 115 224 b 82 451 6 17 791 486 969
Abulón 189 - - 189 26 051
Almeja 1 394 579 - 815 16 761
Atún 11 121 10 187 - 934 4 348
Calamar 41 936 36 149 - 5 787 103 582
Camarón 1 170 59 - 1 111 54 250
Escama 10 345 6 724 - 3 621 61 377
Langos 1 274 - - 1 274 75 757
Macarela 983 954 - 29 1 078
Sardina 17 486 17 486 - - 19 182
Tiburón y cazón 2 619 1 846 6 767 17 822
Tunidos 1 806 1 531 - 275 706
Verdillo 1 236 1 001 - 235 7 333
Fachada de una iglesia de Baja California Sur. La entidad se distingue por sus numerosas
misiones y templos de gran valor histórico.
Secretaría de Turismo
Museo de Loreto. Loreto, al este de la Sierra de la Giganta, fue capital de las Californias
desde fines del siglo XVIII a 1829.
Secretaría de Turismo
San José del Cabo, misión jesuita fundada en 1730 al sur de la península de Baja
California.
Secretaría de Turismo
Jardín de la Victoria en Silao, centro agrícola del Bajío. Al fondo la parroquia de Santiago
(siglo XVIII)
Secretaría de Turismo
BALANZA DE PAGOS
(millones de dólares)
BALLESTÉ, ENRIQUE
Bambú
Reales
Haber anticipado para la apertura de los canales de Guadarrama y Manzanares 11 830 813
Para construir el lazareto de Maon 19 624
Para construir el puerto del Grao de Valencia 6 167 361
Para el abasto de las carnes de Madrid 515 972
Para el pósito de Madrid 5 946 473
Para la Compañía de Filipinas 21 000 000
45 480 245
Por capitales anticipados a intereses 262 622 717
Por préstamo al gobierno de Cádiz 2 890 000
265 512 717
No hay duda de que ésta fue la razón de sus fracasos, ya que los ingresos
previstos en el aspecto de “proveedor del ejército y la marina” no sólo no le
representaron ningún beneficio económico, sino que le crearon obligaciones
financieras. Al procurar suplir estos ingresos, se interesó en empresas
absolutamente ruinosas, como el establecimiento en Cádiz de una caja de
seguros marítimos y la construcción del canal de Guadarrama al océano. Otro de
los problemas fue la promoción y constitución de la Real Compañía de Filipinas,
para la que el Banco adquirió acciones y otorgó préstamos por sumas que
habrían de convertirse más adelante en inversiones de tipo permanente. No faltó
en ese cúmulo de errores la especulación sobre sus propias acciones.
El Banco de San Carlos quebró en 1829 y sus créditos fueron la base para
fundar el Banco de San Fernando, que quedó constituido el 9 de julio del mismo
año. La Nueva España no obtuvo de la operación ningún beneficio, pues ni se
establecieron aquí las agencias prometidas, ni se usaron nunca sus recursos para
ayudar a la economía novohispana; en cambio, se extrajeron cuantiosos fondos
que arruinaron a las Cajas de Comunidades Indígenas y, en consecuencia, fueron
agotados los ahorros de los mexicanos de la clase popular.
Bibliografía: Adolfo Lamas: Seguridad social en la Nueva España (1964);
Ernesto Lobato López: El crédito en México (1945); Félix F. Palavicini y otros:
México, historia de su evolución constructiva (t. IV, 1945); Guillermo Tardiff:
Historia general del comercio exterior mexicano (t. I, 1968).
Cuadro 1
José López Portillo, presidente de 1976 a 1982, mantuvo una política de relaciones
exteriores más activa que su predecesor, Luis Echeverría.
AEM
BANCROFT, HUBERT HOWE
Nació en Granville, Ohio, en 1832; murió en Walnut Creek, Cal., ambas de
Estados Unidos, en 1918. Siendo librero en Buffalo, N.Y., en 1852 fue a
California atraído por la “fiebre del oro”. Hombre afortunado, hizo dinero,
estableciendo en 1858 una compañía dedicada a publicaciones. Poseedor de
grandes conocimientos bibliográficos, logró formar una enorme biblioteca de
manuscritos y libros referentes a la costa del Pacífico, desde Alaska hasta
Centroamérica, por medio de sus agentes en Estados Unidos, México y Europa.
En 1976 la Bancroft Library, en la Universidad de California, contenía 169 909
libros y 12 737 886 manuscritos. En ella están comprendidas buena parte de las
famosas bibliotecas de José María de Andrade, adquirida por Maximiliano y
llevada a Europa; y la de Alfredo Chavero, compuesta fundamentalmente por la
que formó José Fernando Ramírez, perteneciente a Manuel Fernández del
Castillo y vendida en Londres en 1880 a Bancroft. Interesado vivamente en la
historia del oeste de los Estados Unidos, formó un equipo de doce escritores
especializados y numerosos investigadores y copistas, con el propósito de hacer
una enciclopedia del litoral del Pacífico, que resultó a la postre una historia que
comprende Alaska, la región de las Montañas Rocallosas, Columbia Británica,
California y el litoral del Pacífico hasta la América Central, compuesta de 39
volúmenes. De ellos, 28 están dedicados a la historia propiamente dicha; cinco a
las razas nativas, y seis ensayos. La gigantesca obra está repleta de noticias y de
Mariano Bárcena
AEM
BÁRCENA IBARRA, ALICIA ISABEL
Nació en la ciudad de México el 5 de marzo de 1952. Bióloga (1975) por la
Universidad Nacional Autónoma de México y maestra en ciencias (1979) por el
Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos de Jalapa, Ver., ha
sido investigadora y profesora en estas dos casas de estudio y subsecretaria de la
Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (1982-). Es coautora de
Introducción al método científico en biología (1982).
BARCINA
Red de lazo, de mallas grandes, que se emplea generalmente para transportar
paja y otros productos. Lo que puede contener dicha red suele tomarse como
medida de peso, con muy variadas equivalencias según la naturaleza del
contenido y la localidad de que se trate. En los estados de México, Hidalgo y
Puebla, una barcina de paja de cebada o de zacate pesa 46 kg, y de paja de trigo,
50; en Oaxaca, de 22 a 34.5 kg; en Tlaxcala, 85 kg; en el Distrito Federal, 60 kg,
y de avena, 160 kg; y en Guanajuato, de carbón, 15 y 46 kg. En Escuinapa, Sin.,
Fuente de Jardines del Pedregal, San Angel, D.F. Son obra de Luis Barragán.
Fotografía de Armando Salas Portugal
Miguel Barragán
AEM
BARRAGÁN, RENÉ
Nació en México, D.F., en 1915; murió en la misma ciudad en 1949. Licenciado
por la Universidad Nacional Autónoma de México, y miembro del Instituto de
Investigaciones Sociales, publicó: Bosquejo de una sociología del derecho
(1938), La sociología jurídica (1940), Ensayo de una determinación sociológica
del derecho (1940) y Religión y economía en el pensamiento de Max Weber.
BARRAGÁN DE TOSCANO, REFUGIO
Nació en Tonila, Jal., el 28 de febrero de 1843; murió en la ciudad de México el
22 de octubre de 1916. A los 14 años de edad se trasladó a Colima con su
familia, donde escribió sus primeros poemas, que se publicaron en La Aurora
del Progreso, periódico de esa ciudad. Fue discípula de Rafaela Suárez, de quien
recibió el título de maestra en 1865. Al año siguiente se puso en escena su pieza
La hija del capitán. También es autora de: La hija de Nazareth. Poema religioso.
Dividido en diez y ocho cantos desde la Concepción de María Sma. hasta su
gloriosa Asunción. Con la salutación del Ave María (Ciudad Guzmán, 1880),
Celajes de occidente. Composiciones líricas y dramáticas (Ciudad Guzmán,
1880), Libertinaje y virtud o El verdugo del hogar, drama trágico de costumbres
en tres actos y en verso (Ciudad Guzmán, 1881), Cánticos y armonías sobre la
pasión. Obra religiosa escrita en prosa y en verso y dedicada a la niñez (Ciudad
Guzmán, 1883), Premio del bien y castigo del mal (novela; Ciudad Guzmán,
1884), La hija del bandido y los subterráneos del Nevado (Guadalajara, 1887), A
la memoria del malogrado joven D. José D. Romero… (Guadalajara, 1888),
Antiguo colegio jesuita de San Ildefonso, en la ciudad de México. Posteriormente fue sede
de la Escuela Nacional Preparatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México, en
el D.F.
AEM
Gabino Barreda
AEM
BARREDA, IGNACIO MARÍA
Pintor mexicano activo en el siglo XVII. Al parecer, estudió en el seminario de
San Camilo, en la capital del virreinato. Entre los muchos retratos que hizo,
destacan los de Gregorio José Omaña y Sotomayor (1793), el obispo Andrés
Ambrosio Llanos, Antonio Llanos y Valdés (1794), José Serruto y Nava (1794),
Juana Romero, Juan Ignacio de la Rocha y Gabino Rafael de Valladares. Se
Capilla abierta de Tlalmanalco, estado de México, obra maestra del arte tequitqui (siglo
XVI).
AEM
Portada de los Ángeles o del Camarín, en la iglesia de El Cármen (siglo XVIII), en S.L.P.
Archivo de Rafael Montejano y Aguiñaga
Narciso Bassols
Foto Hermanos Mayo
BASSOLS BATALLA, ÁNGEL
Tequila, Jal.
AEM
Begonia
AEM
BÉISTEGUI, CONCEPCIÓN
Nació en Guanajuato, Gto., en 1820; murió en la ciudad de México en 1870.
Dispuso en su testamento que, una vez cubiertos los legados que dejaba, se
destinase el remanente de sus bienes a socorrer a los pobres del modo que sus
albaceas determinasen. Luciana Béistegui, Juan Rodríguez de San Miguel,
Mariano Yáñez y Francisco Azurmendi, en cumplimiento de aquel encargo,
decidieron fundar un hospital en el local que perteneció al antiguo convento de
Regina, en la capital de la República. La institución se abrió al público, con el
nombre de Hospital Concepción Béistegui, el 22 de marzo de 1886. Desde
entonces ha recibido cuantiosos donativos.
Bejuco
Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México
Berenjena
Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México
BERGAMÍN, JOSÉ.
Nació en Madrid, España, en 1895; murió en 1983 en San Sebastián. Licenciado
en derecho, dirigió la revista Cruz y Raya (1933-1936), fue una de las
personalidades católicas que estuvieron del lado de la República y presidió la
Alianza de Intelectuales Antifascistas. Llegó a México en 1940, como refugiado
político. Ese año fundó la revista España Peregrina. Fue catedrático en la
Universidad Nacional Autónoma de México, dirigió la Editorial Séneca y
publicó parte de su obra literaria. Regresó a España en 1959, pero tuvo que
abandonarla de nuevo en 1964, por haber protestado contra actos represivos del
régimen franquista. Entre sus numerosas obras están: El cohete y la estrella
(Madrid, 1923), Tres escenas en ángulo recto (Madrid, 1924), Caracteres
(Málaga, 1926), El arte del birlibirloque (Madrid, 1931), Enemigo que huye
(1929), Mangas y capirotes (Madrid, 1933), Laberinto de la novela (Madrid,
1935), La estatua de don Tancredo (Madrid, 1935), Disparadero español
Ignacio Bernal y García Pimentel, secretario general (1954-1955) del Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH).
AEM
BERNDTSON, C. ARTHUR
Nació en Chicago, Illinois, E.U.A., en 1913. Ha sido profesor de filosofía en la
Universidad de Missouri. Es autor de: Mexican Philosophy: The Aesthetics of
1990 7 463 31 793 151 104 541 436 120 050 125
1991 8 188 38 301 414 118 242 767 146 457 784
1992 9 319 46 573 688 150 339 948 163 750 429
1993 10 009 50 387 322 151 611 622 190 300 348
1994 10 840 53 909 387 153 676 235 193 319 282
1995 11 009 56 946 888 126 751 357 171 952 147
Fuente: INEGI, con base en cifras proporcionadas por la Secretaría de Educación Pública.
Subsecretaría de Coordinación Educativa. Dirección General de Planeación, Programación
y Presupuesto.
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL: todos los niveles de la educación, desde preescolar hasta
posgrado.
EL COLEGIO DE MÉXICO: Asía, África, economía, demografía, desarrollo urbano, historia, lingüística,
sociología y literatura.
Plantas desérticas
AEM
BIONDELLI, BERNARDINO
Nació en Verona en 1804; murió en Milán en 1886. Glotólogo y nahuatlato
italiano, publicó, con comentarios y traducción, un Evangelarium, epistolarium
et lectionarium aztecum (Milán, 1858) y un Glossarium aztecum-latinum
(Milán, 1869).
BIRONCHE
V. CAZÓN.
BIROTE
Pan de trigo corriente, sin manteca; bolillo. Variante de virote.
BIRRIA
Barbacoa de carne de borrego o de chivo.
2. Persona o cosa despreciable (en sentido similar se usa en varios países de
América Latina).
BISAYAGA
(Del zapoteco bisaaguishi, frijol, y tiaga, oreja.) Enterolobium cyclocarpum
(Jacq.) Griseb. Árbol de las mimosáceas, sinónimo de árbol de las orejas. V.
GUANACASTE.
BISMUTO
Generales Manuel Manchagón, Victoriano Huerta, Félix Díaz y Aureliano Blanquet (de izq.
a der.)
Foto Osuna
BLASIO, JOSÉ LUIS
Nació en la ciudad de México en 1842; murió, al parecer, en París, Francia, en
1923. Historiógrafo y secretario particular de Maximiliano durante la estancia de
éste en México, acompañó a la emperatriz Carlota en su viaje de regreso a
Europa. Publicó Maximiliano íntimo. El emperador Maximiliano y su corte
(París, 1905).
BLEDO
Amaranthus leucocarpus Wats. Hierba de la familia de las amarantáceas, de
aproximadamente 1.5 m de altura, tallo derecho, rojizo, ramificado desde cerca
de la base y con estrías longitudinales. Las hojas son ovadas, de 15 a 18 cm de
largo por 10 de ancho, alternas, sin estípulas, con peciolo largo. Las flores son
unisexuales, muy numerosas, de color morado o blanco, de 4 a 5 mm; se
Simón Bolívar
AEM
BOLÍVAR JIMÉNEZ, ABRIL
Nació en la ciudad de México el 28 de mayo de 1953. Estudió odontología y
humanidades en la Universidad Autónoma Metropolitana y se ha dedicado a la
actuación. Miembro de la revista El Telar, ha publicado tres obras: Y ésta es la
historia de todo acabó, Importante y Apocalipsis generoso. Poemas suyos
aparecen en las antologias 125 mujeres en la poesía mexicana del siglo XX y en
Poesía erótica mexicana, 1889-1980.
BOLÍVAR Y PIELTÁIN, CÁNDIDO
Nació en Madrid, España, el 15 de abril de 1897; murió en la ciudad de México
en 1976. Licenciado (1917) y doctor (1920) en ciencias por la Universidad de
Madrid, enseñó entomología en esa casa de estudios desde 1922 hasta que
estalló la Guerra Civil Española. Fue jefe de la Sección de Entomología y
secretario del Museo de Ciencias Naturales, que dirigía su padre, Ignacio
Bolívar Urrutia. Juntos fundaron en 1925 la revista Eos, de la que aparecieron 12
volúmenes bajo su dirección. Destacó en el campo de la taxonomía de ortópteros
y coleópteros, y tuvo preferencia por el estudio de los insectos de las cavernas.
En 1939 abandonó su país y, tras unos meses en Francia, pasó a México como
refugiado político. En 1940 fundó la revista Ciencia. Trabajó para el Instituto de
Salubridad y Enfermedades Tropicales y en 1941 se le nombró profesor de la
Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, en la cual tuvo a su cargo la jefatura
Bambú
AEM
Begonia
AEM
Berenjena
Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México
Cabeza de negro
Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México
El maguey A. atrovirens es una de las especies más robustas, pues sus hojas o pencas miden
de 1 a 2 m de largo y de 20 a 40 cm. de ancho.
AEM
Escobedia linearis
AEM
Nopal y flor
AEM
Secado de café
AEM
Lorenzo Boturini
AEM
Batalla de Chapultepec
AEM
Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo, fundador del Hospicio Cabañas en Guadalajara.
AEM
CABECITAS COLOSALES
Pequeñas piezas de cerámica, cuya forma es semejante a las cabezas colosales
olmecas, encontradas en la zona de Acatlán, Pue., en la Mixteca Baja. Así las
llamó el arqueólogo Miguel Covarrubias; y a ese estilo se denominó Nuiñe o de
la Tierra Caliente. Posiblemente son retratos, pues casi no hay dos iguales. La
mayoría proceden del periodo Clásico Temprano o Inicial de los Señoríos
Teocráticos.
CABELLERA
Nombre que se da en el sureste de México a ciertas especies de plantas
arbustivas, parásitas o semiparásitas, de la familia de las lorantáceas. Crecen
sobre diversos árboles, algunas con inflorescencias vistosas, en particular:
Phoradendron commutatum Trel. Planta de hojas opuestas, obovadas, de 3.5
a 5 cm; flores pequeñas, agrupadas en espigas de 1.5 a 3 cm; y frutos rojos.
2.Psittacanthus calyculatus Don. Arbusto que se caracteriza por presentar
Cabeza de negro
Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México
CABEZA DE VIEJO
Eira barbara, familia Mustelidae. Mamífero carnívoro, pesa entre 4 y 5 kg; su
cuerpo mide 1 m y su cola hasta 45 cm. Tiene el cuello largo, la cabeza ancha,
las orejas desnudas y redondeadas, las patas cortas y las uñas muy desarrolladas
y no retráctiles. Su pelo es corto y denso, negro en el cuerpo y con tonos que van
del blanco sucio al café oscuro en la cabeza y el cuello. Presenta un triángulo
blanco en el pecho. Arisco y tímido, se mueve con agilidad y rapidez; es buen
nadador y, gracias a la constitución de sus patas y uñas, puede subirse a los
árboles con facilidad. Es de hábitos nocturnos, aunque ocasionalmente se le ve
Luis Cabrera
AEM
VOLUMEN DE PRODUCCIÓN
(toneladas)
Concepto 1989 1990 1991
Manteca de cacao 402 146 136
Cocoa y chocolate 25 725 28 412 34 277
Total: 26 127 28 558 34 413
Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Encuesta industrial
mensual (varios años).
CACAO VOLADOR
Virola guatemalensis (Hemsl.) Ward. Arbol de la familia de las miristicáceas que
alcanza 40 m de alto; de hojas simples, alternas, siempre verdes, grandes,
oblongas, con numerosos pares de nervios laterales y con células oleaginosas; y
flores unisexuales, arquiclamídeas (sin cáliz ni corola diferenciados), con tres
tépalos unidos (perianto gamotépalo) y carentes de corola; las masculinas con
los estambres unidos y las femeninas unicarpeladas. El fruto, ovoide y carnoso,
mide 3 cm de largo. Las semillas, brillantes, van cubiertas por un arilo,
estructura reticulada de color rojo y con el aspecto de encaje. Se desarrolla en las
selvas altas siempre verdes de Chiapas y Tabasco. La madera, ligera y de color
pardo pálido, se usa en carpintería y en la fabricación de papel. Las semillas son
comestibles; pueden servir para hacer jabón y velas, y secas dan sabor a diversas
bebidas, principalmente al chocolate, sobre todo en la región de Soconusco.
CACAPACHE
Passiflora oerstedii choconiana (Wats.) Killip. Nombre que se da en Oaxaca a
una hierba de la familia de las pasifloráceas, trepadora, provista de zarcillos, que
tiene hojas alternas, pecioladas, simples, glandulosas, estipuladas, ovado-
lanceoladas, trilobuladas, de 6 a 13 cm; flores rosadas o blancas, actinomorfas,
hermafroditas, axilares, conspicuas, pentámeras, con el gineceo tricarpelar,
unilocular, provisto de numerosos óvulos sobre tres placentas parietales; y fruto
ovoide, de 4 a 6 cm. Se desarrolla en Veracruz, Oaxaca, Chiapas y Yucatán.
2. En Veracruz llaman cacapachito a la especie Passiflora bryonoides
H.B.K., planta parecida al cacapache.
CACASTE
(Del náhuatl cacaxtli.) Armazón de tablas y rejas de madera para transportar
gallinas, ollas de barro o verduras. Es mayor que el huacal y se carga en la
espalda. También se conoce como cacastle, cacaxte y cacaxtle.
Joconostle
Archivo del Arq. José Rogelio Álvarez Noguera
Nopal y flor
AEM
Plantas desérticas
AEM
CACTOLOGÍA
Ciencia que se ocupa del estudio de las cactáceas. El interés por estas plantas se
remonta a la época prehispánica. Helia Bravo, en Las cactáceas de México
(1937), menciona que entre las plantas que mayor admiración causaron a los
europeos cuando descubrieron América, indudablemente destacaron las
cactáceas por su exótico y peculiar aspecto. Se supone que las carabelas de
PRODUCCIÓN
Volumen Valor
(miles de toneladas) (millones de pesos)
1983 312 47 241
1984 242 11 322
1985 260 164 109
1986 375 107 046
1987 578 133 415
1988 879 156 917
1989 343 n.d.
1990 440 n.d.
1991 299 n.d.
Secado de café
AEM
CAFÉ CIMARRÓN
Cassia leiophylla Vog. Planta arbustiva más o menos pubescente, con hojas
alternas, pinadas, y tres pares de foliolos anchos, obovados, redondeados en el
ápice, de 3 a 5 cm de largo, y una glandulita característica entre el par inferior de
foliolos. Las flores, amarillas, tienen sépalos de 1 a 2 cm de largo, más cortos
Saltos de agua en la Huasteca potosina. Entre los ríos que bañan esta región destaca el
Moctezuma-Pánuco.
Secretaría de Turismo
Calandrias
Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México
CALANDRIÓN
Cacicus melanicterus, familia Emberizidae, subfamilia Icterinae, orden
Paseriformes. Ave tropical propia de las tierras bajas del Pacífico (desde Sonora
Ilustración popular del Calendario Azteca, descubierto a fines del siglo XVIII.
AEM
CALENDAS
En el estado de Oaxaca, procesiones religiosas durante los siete días anteriores a
la Navidad. Las encabezan los Santos Peregrinos y van acompañadas por una
banda de música, y en ocasiones de carros alegóricos con niños vestidos de
ángeles. Los fieles llevan grandes figuras humanas hechas con cartón y tela;
CALZADO Y CURTIDURÍA
VOLUMEN DE PRODUCCIÓN
Concepto 1988 1989 1990
Calzado (pares)
Piel 14 213 049 15 674 453 13 002 972
Textil 21 345 529 20 271 741 20 790 498
Plástico 17 883 223 23 154 200 26 567 790
Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Encuesta industrial
mensual (varios años).
Vista de la cañada del camino a Sta. Ma. Regla, óleo de Eugenio Landesio
AEM
CAMIONES
(Del francés camion.) En México se conoce con ese nombre al vehículo de
motor usado tanto para el transporte de carga, como de pasajeros. A partir de la
etapa constructiva de la Revolución, la producción y el mercado de vehículos de
motor registra un crecimiento notable, impulsado por el aumento de la red de
PRODUCCIÓN NACIONAL
Conceptos 1989 1990 1991 1992
Camiones:
Comerciales 122 584 131 458 146 065 158 375
Ligeros 37 441 48 124 70 966 67 622
Medianos 1 030 448 692 812
Pesados 5 265 8 964 13 016 12 972
Chasis coraza 1 577 2 089 3 920 3 271
Subtotal: 167 897 191 083 234 659 243 052
Tractocamiones 3 498 3 853 8 689 6 478
Autobuses integrales 680 1 521 2 108 2 232
Total: 172 075 196 457 245 456 251 762
Fuente: Asociación Mexicana de la Industria Automovilística. Boletín mensual.
NÚMERO DE CAMIONES
Años1 De pasajeros De Carga Total
1941-1945 11 613 55 186 66 799
1946-1950 15 842 95 039 110 881
1951-1955 20 245 176 081 196 326
1956-1960 23 630 276 125 299 755
1961-1965 29 462 350 443 379 905
1966-1970 33 059 524 985 558 044
1971-1975 50 762 887 912 938 674
1976-1980 75 719 1 505 560 1 581 279
1981-1985 84 426 1 969 084 2 053 510
1986-1990 87 954.2 2 907 563.6 2 995 517
1
Promedios anuales.
Fuente: México Social. 1985, 1986-87, 1988; Instituto Nacional de Estadística, Geografía e
La Campana de Dolores, Gto., fue tocada por el cura Hidalgo al dar el grito de
Independencia.
AEM
CAMPANA
Instrumento de metal, en forma de copa invertida, que golpeado con el badajo,
sirve en los templos para convocar a los fieles. Los españoles introdujeron las
campanas en México. Las primeras que se fundieron en el país son de forma
alargada, al modo como se usaban en algunas regiones de España. Del siglo XVI
sobreviven pocas muestras, entre ellas las que se instalaron en la iglesia
agustiniana de Acolman, Méx. las cuales ostentan en relieve el símbolo del
pueblo. Desde un principio se bendijeron las campanas, ceremonia a la que se
llama bautizo, y se les grabaron la fecha y varios nombres, especialmente el
propio y a menudo el de los donantes, padrinos y fundidores. En la catedral de
México se colocaron algunas de las más notables campanas que hay en la
Fuerte de Campeche
AEM
ENCICLOPEDIA DE MÉXICO
José Rogelio Álvarez
Fundador
Participaron en los trabajos de actualización (1993, 1994, 1995, 1998, 2000) bajo
la supervisión de Sergio Sarmiento y Pedro López Cortezo:
Guillermo Alarcón. Claudia Barona. Consuelo Bonfil. Pietro Cavallazzi. Carlos
Agustín Chimal García Pavón. Ana Lilia Delgadillo. María Luisa Espinosa.
Jacqueline Fortson. Perfecto Gómez Estradé. Armando Guzmán. Gilberto Hernández.
Juan Hernández. Ángeles Lafuente. Pedro López Cortezo. Eduardo Medina. Juan
Andrés Mora. Patricia Mora. Luis Rafael Muñoz Saldaña. Sergio Negrete. José
Pantoja. Carlos Relión. María Asunción Rodríguez. María del Carmen Solórzano.
María del Rosario Solórzano. Yolanda Velázquez. Leticia Vera. Salvador Vera.
Instituciones
Aeroméxico. Aerotécnica de México S. A. Archivo Casasola. Archivo General de la
Nación. Artes de México, primera época. Asociación Nacional de Vitivinicultores.
Ayuntamiento de San Nicolás de los Garza. Ballet Folclórico de México. Banco
Nacional de Crédito Rural. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
Biblioteca Nacional de México. Cámara regional de la Industria del Tequila, Jalisco.
Capilla Alfonsina, Centro de Estudios Literarios Alfonso Reyes. Casa de José María
Morelos. Celanese Mexicana. Centro de Investigaciones Históricas de Hidalgo.
Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y del Trigo. Comisión de Estudios
del Territorio Nacional. Comisión del Río Balsas. Comisión Lerma-Chapala-
Santiago. Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos. Comité Organizador
de la Feria de Colima. Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada.
Compañía Mexicana de Aerofoto. Compañía Mexicana de Aviación. Consejo de
Recursos Naturales no Renovables. Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril.
Diesel Nacional, S. A. Diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Dirección de Prensa y
Relaciones Públicas del Gobierno del Estado de México. Ediciones Domínguez.
Embajada de Australia en México. Embajada de Bélgica en México. Embajada de
Canadá en México. Embajada de Costa Rica en México. Embajada de Gran Bretaña
1994
Redactores
Manuel Andrade, Manuel Bravo Arriola, Luis Felipe Brice, Alberto de la Fuente,
María Luisa de la Garza, Sebastián Elizarrarás, Eduardo García, Lourdes García,
Lena García Feijoo, Dolores González Casanova, Jorge Gutiérrez, Luis Ignacio
1995
Redactores
María del Carmen Bautista, Manuel Bravo Arriola, Luis Felipe Brice, Mónica Ching,
María de los Ángeles Cruz, Alberto de la Fuente, Lena García Feijoo, Marina Graf,
Jorge Gutiérrez, Luis Ignacio Helguera, Carmen Hinojosa, Alberto León, José Ángel
Leyva, Dulce María López, Sofía Miselem, Luis Rafael Muñoz Saldaña, Sergio
Negrete, Luis Bernardo Pérez, Cecilia Rivera, Cristina Rosas, Margarita Salas,
Morris Strauch, Ernesto Vanegas, Gabriela Villanueva, Margarita Yépez.
1996
Redactores
Raquel Aparicio, Manuel Bravo Arriola, Luis Felipe Brice, Martha Castro Rivera,
David Chagoya, Alberto de la Fuente, Lena García Feijoo, Marina Graf, Jorge
Gutiérrez, Luis Ignacio Helguera, Carmen Hinojosa, Alberto León, Luis Bernardo
Pérez, Sofía Miselem, Sergio Negrete, Fabiola Ortega Barba, Cecilia Rivera, Morris
Strauch, Gabriela Villanueva, Margarita Yépez.
1997
Redactores
Esther Alcántara, Edna Aponte, Guillermo Balderrama, Manuel Bravo, Luis Felipe
Brice, Ramón Cota Meza, David Chagoya, Ana Ivonne Díaz, Alberto de la Fuente,
Lena García, Marina Graf, Luis Ignacio Helguera, Carmen Hinojosa, Alberto León,
Dulce María López, Sofía Miselem, Leticia Muñoz, Ramón Eduardo Núñez, Fabiola
Ortega Barba, Luis Bernardo Pérez, Miguel Genaro Prieto, José Ramón Rivas,
Cecilia Rivera, Margarita Salas, Gabriela Villanueva, Juan Villarreal, Margarita
Yépez, Susana Yépez.
2000
Redactores
Sergio Negrete, Sofía Miselem, Luis Felipe Brice.