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En torno al problema de la violencia1

Arturo Santos Raga


Filosofía UV

En este tiempo donde la violencia es algo cotidiano que ya no nos causa admiración,
estamos tan habituados a ella que nos ha dejado de sorprender. Se ha roto toda esperanza de
algún cambio, la aceptamos, sin más. La vivimos de modo natural, como el amanecer de
cada día. Además, lo más grave es que consideramos que escapa a nuestras posibilidades
darle solución. Por el contrario, esta situación de pobreza espiritual no implica tener una
valoración pesimista de la realidad, más bien pretende invitarnos a volver sobre lo digno de
ser pensado, a saber, nuestra forma de relacionarnos los unos con los otros.
Como fenómeno omnipresente la violencia es pensada en lo general desde su forma
práctica por una doble razón: por un lado, porque la violencia más evidente es la ejercida de
manera práctica, y por el otro, porque esa violencia suele generar por reacción más
violencia. Pero pienso que la violencia encuadrada en la categoría de acción no devela el
problema de su dificultad para comprenderla. No obstante, también hay otro tipo de
violencia más radical que nos ha dejado ver con especial nitidez en los últimos tiempos el
absurdo de sus consecuencias deshumanizadoras. Me refiero ahora directamente a una
forma teórica de la violencia que por su agudeza da muestra de que se derivan de ella las
formas prácticas de la violencia.
Por ende, mientras no superemos esta violencia teórica, todos los intentos por
eliminar los excesos de violencia que se dan en la vida social de nuestros días serán vanos
deseos utópicos. En manera alguna estoy diciendo que la violencia pueda ser
completamente erradicada de la vida humana, pero sí el plus de la violencia que azota a
nuestro tiempo.
Esta violencia teórica tiene su raíz en la andadura de los tiempos modernos, con la
propuesta de una nueva ciencia, que su tarea radica en que en ella se trata de conocimientos
útiles para la vida y del poder del hombre sobre la naturaleza. Dicha violencia teórica está
presente en la concepción violenta de la relación del hombre con el mundo entendida ahora
como una confrontación de la que nosotros podemos salir victoriosos, siguiendo el
comportamiento de la técnica. La violencia teórica se extendió de modo práctico con el
método experimental, que ha de seleccionar reductivamente en la naturaleza lo que es
significativo en aras de lo que persigue, y cuanto no caiga bajo su poder de captación se
considera como inexistente, o como decía Falgueras, “vehicula el modo de analizar la
naturaleza a la vez que el de acomodarla a la cuantificación matemática, pero sometiéndola
a una especie de coacción tal que, en vez de darnos a conocer su esencia, nos informa sólo
de cómo reacciona ante las perturbaciones inducidas en ella por nosotros”.


1
Artículo publicado el día 5 de Noviembre del 2019 en el Diario de Xalapa.

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