LA FANTÁSTICA IMAGINACIÓN DEL SR HICKMAN1
Diego Grillo Trubba editorial ajena, en la historieta independiente el
El presente texto fue expuesto por Diego Grillo
Trubba, narrador, periodista y sociólogo -autor de la
saga Crímenes coloniales y La mafia política entre
otros titulos- durante el Primer Encuentro
Internacional de Literatura Fantástica, en la mesa
dedicada a explorar el género fantástico en la
historieta del mundo.
En el campo de la historieta, de los productores
maá s que de los lectores de historieta, suele hacerse
la diferenciacioá n entre “historieta mainstream” e
“historieta independiente”. Podríáamos resumir la
“historieta mainstream”, dos palabras, a otras dos
palabras, “Marvel” y “DC”, mientras que la “historieta
independiente” se construiríáa por oposicioá n: “todo
lo que no es Marvel ni DC”. Esta divisioá n resulta
problemaá tica ya que, en la uá ltima deá cada y media al
menos, Marvel y DC publica historietas de autores
surgidos del rinñ oá n de su opuesta, la historieta
independiente. Por dar algunos nombres: Brian
Michael Bendis, Charles Souleá , Ed Brubaker, Neil
Gaiman, Robert Kirkman, Alan Moore, Grant
Morrison, Greg Rucka, por decir solo algunos, se
formaron al margen de las grandes companñ íáas, luego
fueron reclutados por estas y maá s tarde se
afianzaron allíá o renunciaron o fueron expulsados o
consiguieron poner una pata en una o las dos
grandes editoriales al mismo tiempo que
desarrollaban o desarrollan obras en el aá mbito
independiente. En ese sentido, el de los nombres, no
hay posibilidad de que la diferenciacioá n entre
“historieta mainstream” e “historieta independiente”
sea efectiva.
En verdad, creo que “historieta mainstream” e
“historieta independiente” es una diferenciacioá n que
se refiere, fundamentalmente, a los modos de
produccioá n: mientras en DC o Marvel los autores
deben desarrollar en casi todos los casos personajes
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Junio 17, 2014
creados por otros y en el marco de una planificacioá n lo disruptivo, de esa pequenñ a variacioá n que
resignifica el universo entero.
autor debe crear su personaje, su historia, su
universo. Seríáa infantil suponer que, por esto que
describo, en el universo independiente existe una
mayor libertad de creacioá n. La diferencia, digo, se da
por hacerse cargo de un pasado o por empezar todo
de cero. Vivimos en un paíás donde cada deá cada nos
gusta empezar de cero, borrar todo trazo del pasado,
hacer malabarismos fundacionales, por lo que no es
iloá gico que aquíá haya prendido maá s la idolatríáa a la
“historieta independiente”.
Prefiero anclar estas palabras maá s en los
resultados que en los procesos de produccioá n. Si es
por los resultados, no existen diferencias entre
“historieta mainstream” e “historieta
independiente”. En ambas los resultados pueden ser
oá ptimos, y tambieá n pueden ser paupeá rrimos. La
necesidad de hacerse cargo de un pasado al
desarrollar historietas para DC o Marvel no implica
que deba hacerse algo malo, ni siquiera que deba
hacerse algo poco original. Basta recordar lo
realizado por Alan Moore con La cosa del pantano,
donde tomoá las raíáces del personaje creado por Len
Wein para transformarlas en otra cosa, muy
superior, con una originalidad y genialidad pocas
veces vistas.
Me gusta hacer una comparacioá n entre la
“historieta mainstream” y la muá sica. Desarrollar
superheá roes para Marvel o DC es como el ejercicio
hoy de la muá sica claá sica. Un artista se hace cargo de
una partitura preexistente, que el puá blico conoce de
memoria, pero su forma de materializarla
transformaraá esa creacioá n ajena en algo propio,
uá nico. A veces mejor, a veces peor que los
antecesores. No es lo mismo la novena sinfoníáa de
Beethoven ejecutada por Lalo Schifrin que por Zubin
Mehta, de la misma forma que no es lo mismo el
Batman escrito por Ed Brubaker que por Jeph Loeb.
Hay algo familiar, reconfortante, identificable, entre
ambas versiones, pero tambieá n generan el placer de
A diferencia de la prosa, la historieta es un campo
donde la batalla entre forma y contenido posee un
claro ganador: contar historias. Mejores o peores,
pero son por abrumadora mayoríáa historias. Es,
tambieá n, un campo donde la capacidad imaginativa
supera ampliamente en poder al conocimiento
teoá rico. El guionista de historietas se impone al
resto, y a los lectores, fundamentalmente con la
imaginacioá n. No hay amparos ni avales teoá ricos que
valgan, hay historias entretenidas o que van a la
basura, hay historias imaginativas o que pasan al
olvido. Los teoá ricos de la historieta son, en el mejor
de los casos, figuras ornamentales que a lo sumo
otorgan alguá n premio. Pero, en el fondo, y por
suerte, nadie los escucha.
La imaginacioá n es una caracteríástica que en las
uá ltimas deá cadas, quizaá s medio siglo, ha perdido su
prestigio. No es casual: al haber existido una mayor
produccioá n hubo una mayor repeticioá n, y al haber
existido una mayor repeticioá n la gente con poca
imaginacioá n dijo que ya no importaba la
imaginacioá n, que ya no era posible hacer algo nuevo
en base a las estructuras claá sicas, que no son otras
que las estructuras que conforman nuestro
pensamiento: introduccioá n-nudo-desenlace es lo
mismo que tesis-antíátesis-síántesis. Me permito decir,
acaá , que sostener que eso estaá perimido es una de
las mayores barbaridades que se han sostenido en el
desarrollo de las disciplinas artíásticas. La ausencia
de buenas historias, la ausencia de sorpresa, la
ausencia de imaginacioá n, es lo que aniquiloá a la
prosa, que hoy cuenta con muchíásimos menos
lectores y que estaá en la recta final de su esperanza
de vida.
En ese sentido, la historieta posee un futuro
mucho maá s promisorio. Alcanza con ver coá mo
abrevan de ella el cine y la televisioá n para potenciar
sus contenidos. Y en esa buá squeda que se hace en
pos de brindarles contenidos a los puá blicos masivos
no se decide por si una historieta es mainstream o
independiente, lo cual hace a la diferenciacioá n, una
vez maá s, algo superfluo, ornamental. Lo que importa
es la imaginacioá n.
La imaginacioá n es lo que transforma lo cuadrado
en redondo, lo finito en infinito. Si a un autor
talentoso se le imponen las condiciones que se
presuponen horrorosas de la historieta mainstream,
sortearaá el escollo sin problemas e incluso lo
transformaraá en una potencialidad maá s.
Es por eso que esta tarde queríáa hablar de
Jonathan Hickman. No sabríáa si decir que es el mejor
guionista de historietas que existe en la actualidad,
pero no tengo dudas al afirmar que es el maá s
talentoso e imaginativo.
Hickman demuestra que puede escribir al
amparo de las condiciones de la Marvel los 4
fantaá sticos, Los vengadores o SHIELD y al mismo
tiempo desarrollar sus propias historias para Image
Comics, como The Manhattan Projects o East of
West. Hickman incomoda, porque su cerebro infinito
nos demuestra que si no atravesamos los líámites es
responsabilidad pura y exclusivamente nuestra.
Cuando escribioá los 4 fantaá sticos para Marvel,
Jonathan Hickman hizo caso al pie de la letra a las
piedras basales de la mitologíáa: una familia de
superheá roes. Sin embargo, desarrolloá ese concepto
hasta magnificarlo. Tomoá el conocimiento
superdotado de Reed Richards para transformarlo
en el eje de su etapa, para hacerlo viajar entre
dimensiones, para demostrar que lo que lo separa de
su familia es que no puede compartir todo lo que
sabe, con el dolor y la sensacioá n de soledad que eso
conlleva. Pero, a ese saber superior de Reed
Richards, le puso no como contrapeso sino como
potenciador al amor por sus hijos y su mujer. En uno
de los primeros arcos argumentales que desarrolloá
Hickman para los 4 fantaá sticos, Richards inventa un
aparato que le permite interactuar con otras
versiones de síá mismo en otras dimensiones. Todos
son genios, y si se sumara a ellos accederíáa a lo que
cree que es lo que maá s desea en la vida: el
conocimiento absoluto. Sobre el final, uno de sus
alter ego le revela cuaá l es el costo. Le dice: “Si deseaá s
saberlo todo, el costo es todo”. Para saberlo todo,
Richards debe sacrificar el sentir algo por su familia.
Y Richards comprende que saber sin sentir careceríáa
de sentido, por lo que regresa con sus seres
queridos. Prefiere saber mucho y no todo, porque
prefiere amar mucho y ser muy amado. Es
probablemente uno de los momentos maá s
inteligentemente emotivos que haya leíádo jamaá s, y
se hizo en una historieta para la Marvel, con todas
las condiciones que se sabe que pone Marvel.
Doy otro ejemplo. Cuando Hickman se hace cargo
-primero al amparo de Brian Michael Bendis, luego
solo- de SHIELD, le introduce el elemento maá s
disruptivo de la historieta en la historia en cuanto a
políática se refiere. Nick Fury descubre que SHIELD
no es otra cosa que HYDRA, la organizacioá n
terrorista internacional contra la que siempre creyoá
estar luchando. Hickman, en una editorial
multinacional y capitalista a maá s no poder, nos
plantea una metaá fora bastante evidente: la CIA es lo
mismo que las organizaciones terroristas contra las
que combate. ¿Coá mo se hace para lograr meter ese
moderno Manifiesto Comunista Paranoico en las
entranñ as del poder? Con talento, con imaginacioá n,
porque la historia que se contaba era bueníásima. Y,
en la historieta, la historia se impone.
Doy otro ejemplo. Cuando Hickman se hace cargo
de Los Vengadores, hace un par de anñ os, primero
decide que no se reduzca a cuatro o cinco
integrantes maá s o menos rotativos como siempre
habíáa sucedido, sino que se trata de una ceá lula
central de la que dependen decenas de ceá lulas
menores que, sumadas, terminan por incluir a casi la
totalidad de los superheá roes de la Marvel. Esa
modificacioá n de estructura de poder los transforma
en algo absolutamente invencible, por lo que para
que haya conflicto -sin el cual no habríáa historia- los
traslada al espacio, donde se deben enfrentar a seres
capaces de generar vida llamados Alephs -en
homenaje a Jorge Luis Borges- e incluso a seres
capaces de crear o anular universos. Hombres con
algunos poderes contra dioses con todos los
poderes. Esa batalla eá pica y apasionante, pero sobre
todo esa metaá fora acerca de la trascendencia y la
mediocridad, es la que permite la imaginacioá n.
Si algo posee la obra de Hickman es que uno
nunca sabe lo que se le va a ocurrir. No parece haber
líámites para su imaginacioá n. En The Manhattan
Projects, para Image, exacerba las teoríáas
conspirativas del Hangar 54 hasta puntos casi
insoportables, ridíáculos, absurdos y delirantes, y
pone de protagonistas a Einstein, Oppenheimer y
otros genios con una particularidad: odian a la
humanidad y haríáan todo lo que pudieran para
destruirla. En East of West, Hickman toma el
subgeá nero del western post-apocalíáptico y lo
transforma en otra cosa, ya que su protagonista es la
Muerte, que acaba de resucitar y busca venganza al
tiempo que desea recuperar al mayor amor de su
existencia.
Hickman, claro exponente del geá nero fantaá stico,
demuestra con su imaginacioá n, que parece no tener
líámites, que cuando se intenta ponerle líámites a la
creacioá n, por ejemplo diferenciando
peyorativamente entre historieta mainstream e
independiente, nos estamos inventando líámites,
barreras, muros que nos permiten protegernos de la
mirada ajena y refugiarnos en nuestra mediocridad.
El geá nero fantaá stico existe, sobre todo, para
recordarnos que la mediocridad es solo una de las
opciones que tenemos en la vida. Existe otra, y es la
trascendencia, y en ella las diferenciaciones de la
gente diminuta con ambiciones miserables se hacen
tan pequenñ as como un aá tomo. Y todos sabemos que
cuando estamos en condiciones de fragmentar un
aá tomo estalla una bomba que arrasa con todo y nos
permite explorar un mundo nuevo, al que jamaá s
debimos renunciar.