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ESTHER VILAR
EL VARÓN POLfGAMO vuelo, ha constituido un fulmi-
nante éxito editorial. Ya su obra
anterior, •El varón domado•, d-
Esther Vilar sató una auténtica tempestad de
comentarios. De su segunda
obra, El varón polígamo•. ha
dicho la crítica:
•El varón polígamo• es un libro
sobre el amor. A diferencia de
la mujer, el hombre puede man- •Como todos los moralistas, será odia-
tener relaciones íntimas simul- da e insultada por la mayoría de sus
táneas con varias compañeras. contemporáneos. Pero ante un espejo
no cabe argumentación alguna; lo úni-
Los motivos estriban en el com- co que podemos hacer es destruirlo.•
portamiento oportunista de la
W-NBC, Nueva York
mujer. Ésta se hace pasar pqr
una adolescente desvalida ante •Sin temor y abiertamente, la más
el hombre, y lo induce a «adop- discutida autora de bestsellers de Ale-
tarla•. Mediante tal procedi- mania vuelve a la carga con un nuevo
miento, le impone asimismo la libro.•
poligamia: cualquier hombre em- Newsweek, Nueva York
parejado con una mujer aniñada
necesita, por añadidura, otra mu- •Haciendo caso omiso de todas las
presiones y ataques, esta escritora
jer auténtica: una amante. Pero desencadena una nueva gran ofensiva.•
como ésta persigue, a su vez, Sunday People, Londres
ese amparo, el hombre busca
una tercera, y así sucesivamen- . .r.,. «Se trata de una obra asombrosa ...
te. Puesto que la mujer degrada .··• Contiene brillantes pasajes.•
a su amante convirtiéndolo en Die Weltwoche, Zurich
proveedor, conduce el amor
masculino por derroteros erró- «Llena de entusiasmo, nada contra la
neos y, de paso, destruye el corriente.•
suyo propio, porque el hombre. Le Figaro, París
en su condición de •padre•, tam-
poco representa para ella el «Con el tiempo será llamada el critico
amante ambicionado. Esther Vi- de la sociedad de su época.•
lar ha armado un verdadero re- Claire Merlot-Simonet
(Continuación en la 2.ª solapa)
Título original:
DAS POLYGAME GESCHLECHT
Traducción de
MANUEL VAZQUBZ
La mujer. -¿Cómo has dicho, por favor? de amor entre hombre y mujer, dos formas dia-
El hombre. -Dije «estupendo».. . ¡Quédate con metralmente opuestas por su misma esencia? ¿O
él! hay tan sólo un amor verdadero y otro falso?
La mujer. -¿Te alegras? ¿Cómo se explica la existencia de tantos equívo-
El hom_bre. -¿Por qué no habría de alegrarme? cos acerca de un fenómeno que ha sido experimen-
La mu¡er. -Entonces ... ¿ya no me quieres? tado, en definitiva, por cada persona adulta al me-
El hombre. -Al contrario. . nos una vez, e investigado con suma minuciosidad
La mujer. - ¿Me quieres todavía? por varias generaciones de psicoanalistas, un fe-
El hombre. -Te quiero y, por tanto, deseo ver- nómeno que viene siendo, desde remotas fechas, el
te feliz. ¿Acaso esperabas otra cosa? tema predilecto de literatos, compositores y otros
artistas?
¿Qué es el amor?
Más tarde, cuando el productor lee ese guión y
llega al susodicho pasaje, agarra el teléfono y pide
comunicación con su autor. Empieza preguntándo-
le si ha perdido el juicio: evidentemente usted ha
intentado representar una escena de amr, le dice,
pero tales escenas amorosas no ocurren nunca en
la vida real. Cuando son auténticas, el hombre parte
el cráneo a su mujer o, por lo menos, intenta ha-
cerlo. Luego salta al coche, arranca haciendo chi-
rriar los neumáticos y vapulea a su rival.
Sin embargo, el autor se resiste a hacer modifi-
caciones: el hombre realmente enamorado de su
mujer, responde, se comporta así y nada más, pues
el verdadero amor es, ante todo, abnegado.
Si el productor se prestara a proseguir la polé-
mica se pondría seguramente de manifiesto que
existen, por fuerza, dos clases bien distintas de
amor entre hombre y mujer: uno condescendiente
y otro vengativo, uno altruista y otro posesivo, uno
donador y otro recipiente ...
¿Es cierto eso? ¿Existen dos formas diferentes
EL VARÓN POLÍGAMO 13
ambos, es decir, seamos semejantes respecto a todo son cualidades ficticias, según lo demuestra su so-
cuanto no conceptuemos como específicamente se- metimiento a la moda y su evolución inmediata tan
xual. Los contrastes específicamente sexuales pue- pronto como ésta lo solicita. Las artistas cinemato-
den tener un carácter más o menos genérico o bien gráficas del pasado tenían otra «feminidad» que las
más o menos individual, con lo cual se quiere sig- de Truffaut o Godard. Una mujer que se compor-
nificar que pueden referirse al sexo contrario en tara hoy día como cualquier vampiresa de los años
bloque o a una persona determinada del mismo. veinte no parecerla femenina a un hombre, sino más
Por ejemplo, los hombres con barba cerrada, torso bien grotesca.
velludo, anchas espaldas, caderas caídas y largas ex- La ley biológica prescribe una mezcla de facto-
tremidades son, generalmente, los preferidos. Las res hereditarios extremos. Quien pretenda descar-
mujeres con epidermis nacarina, grandes senos y tarla o sustraerse a su dictado -quien no exhiba
opulentas caderas suelen tener preferencia entre los ninguna cualidad masculina o femenina ni haga el
liombres. Cuanto más se acumulen las polaridades menor esfuerzo por aparentarla- tendrá escasas
individuales tanto mayor será la idoneidad de las probabilidades de atraer hacia sí el impulso sexual
relaciones sexuales. Esa fascinación proverbial que de otros, es decir, escasas probabilidades para la
ejercen las mujeres rubias sobre los individuos mo- reproducción.
renos o las ojizarcas sobre los ojinegros, no es ac-
cidental ni mucho menos. Por eso, cada cual re-
curre a toda su habilidad para realzar la antítesis Como ya hemos mencionado, a la polaridad de
entre él y el otro sexo o un sujeto concreto del cualidades específicamente sexuales se agrega la si-
mismo; y cuando no se dé tal contraste, él o ella militud de todas las demás. Desde luego, en casi to-
procurará simularlo, por ejemplo, desarrollando los dos los casos existe cierta superioridad física del
bíceps mediante una gimnasia intensiva, agrandan- hombre sobre la mujer, lo cual es una cualidad s-
do los senos con postizos, cortándose los cabellos o pecfficamente sexual que suscita la atracción mu-
bien dejándolos crecer hasta la cintura, etcétera. tua. Ahora bien, tan pronto como esa diferencia sea
Asimismo aquí encuentran su origen los com- excesiva -tan pronto como la mujer sea tan débil
portamientos llamados «típicamente masculinos» y o finja ser tan débil que resulte imposible concep-
«típicamente femeninos»: estriban siempre en una tuar la diferencia entre fuerzas físicas cual un fac-
simulación consciente o subconsciente de atributos tor específicamente sexual-, sobrevendrá una pe-
sexuales específicos. Sonrisas frecuentes o insólitas, ligrosa alteración, pues el instinto protector del con-
verbosidad o mutismo, contoneo o sobriedad en la sorte más fuerte se interpondrá en el camino de su
marcha ..., todo ello hace «más masculinos» o «más instinto sexual. Entonces éste temerá hacer daño
femeninos» a los seres humanos. Evidentemente, a su compañera sexual y exagerará en su afán de
24 ESTHER VILAR EL VARÓN POÚGAMO 25
ahorrarle fatigas. Si a esa inferioridad física se biológico que impulsara a las jóvenes hacia los bra-
agregara otra intelectiva, la compañera sexual se zos de hombres excesivamente maduros, habría tam-
convertiría paulatinamente en objeto de pupilaje. bién matrimonios entre jubilados menesterosos y
Planteada esa situación, el acto sexual (usualmente muchachas opulentas.
una especie de escaramuza) sólo sería posible cuan-
do el más fuerte procurara refrenarse y sacrificar
lo esencial. Así, pues, la igualdad del nivel intelec-
tivo es, junto con el contraste físico, una premisa
necesaria para el amor entre hombre y mujer.
Una garantía muy aceptable para la similitud en
los terrenos no específicamente sexuales es la igual-
dad generacional. Nosotros entendemos por gene-
ración el lapso transcurrido entre el nacimiento de
un individuo y el de su primer descendiente, lo
cual, en los seres humanos, equivale más o menos
a veinte o veinticinco años. Sin duda, la sexualidad
es una ocupación de personas adultas, pero cuando
una de las partes cuenta con más de veinticinco años
sqbre la edad del otro y, por consiguiente, pertenece
a la generación de los abuelos, se dan unas posibi-
lidades relativamente mínimas para unas relaciones
sexuales satisfactorias entre ambas partes. A decir
verdad, hay casos en los que el dinamismo singular
de una persona determinada consigue franquear
durante algún tiempo ea frontera biológica. Sin
embargo, tales excepciones confirman la regla. Real-
mente, las frecuentes uniones entre mujeres jóvenes
y hombres cuya diferencia de edad representa más
de una generación, no son una prueba convincente;
todas ellas estriban siempre en unas premisas inal-
terables: el bienestar económico o el prestigio so-
cial de un hombre perteneciente, por lo menos, a
1a generación anterior. Si existiese algún mecanismo
EL VARÓN POLÍGAMO 27
fica del amor sexual. El amor lógico es la actitud
amorosa fundada en una «comprensión superior•.
la a alguien, la cuestión variará según emplee uno dominarme solamente cuando sea más fuerte. Por
o ambos impulsos sociales, es decir, le dominará el contrario, es poderoso aquel con quien quiero
parcial o totalmente, ejercerá un poder relativo o o debo satisfacer mi impulso sexual o mi impulso
absoluto sobre él. (Aquí estamos hablando del po- protector. Aunque él fuera mil veces más débil, yo
der condicionado biológicamente; más adelante nos seguiría haciendo todo cuanto me pidiera. Así, pues,
referiremos al condicionamiento psicológico.) el poder es la faceta realmente interesante del do-
Así, pues, si se quiere averiguar cuál de ambas minio; la autoridad es secundaria y mucho menos
personas ejerce poder sobre la otra, bastará con pre- eficaz.
guntarse cuál se halla en situación ventajosa para
manipular el impulso sexual o protector de la otra.
Lo mismo es aplicable a las relaciones entre grupos
humanos: clases sociales, razas, comunidades reli-
giosas, generaciones, estirpes. Quienesquiera se en-
cuentren en la posición inicial más provechosa,
quienesquiera sepan atraer hacia sí los impulsos so-
ciales de otros sin comprometerse, poseerán el poder.
ricamente ofreciéndose a sus protectores como com- Mientras todos los seres humanos se afanan por
pañeros sexuales. Sin embargo, ello no sería fac- caparar poder, sería absurdo suponer que las mu-
tible porque la sexualidad requiere madurez del ;,s renunciasen mansamente a tal oportuni-
sexo. Por consiguiente, los niños dominan únicamen-
te a sus tutores valiéndose del impulso protector,
con lo cual este poder tiene unas limitaciones bio-
lógicas.
Ello resulta sobremanera ventajoso, puesto que la una mujer estaba encinta durante la mayor parte
exhibición de torpeza -contrariamente a la de inteli- de su vida-, y, en definitiva, resultaba casi impo-
gencia- no cuesta esfuerzo alguno Uno no se hace sible confundir las misiones laborales de hombres
lerdo, uno permanece lerdo. Según se ha demostrado y mujeres.
al nivel de la ciencia contemporánea, el hombre sano
y la mujer sana, sean pobres o ricos, negros o blan- Pero esa situación ha evolucionado lo suyo de
cos, nacen con idénticas facultades intelectivas. El entonces acá. En los países industrializados son ya
desarrollo de tales facultades puede paralizarse por muy escasas las tareas que precisen un rendimiento
falta de estímulo o por una competencia insuficiente. físico inaccesible para la mujer, se regulan o evi·
El primer caso es una consecuencia de la pobreza y tan los embarazos -con el consiguiente empequeñe-
tiene lugar entre las clases sociales menos favoreci- cimiento de la familia-, y los hombres pueden aten-
das. El segundo es consecuencia del lujo y tiene lugar der también al lactante desde el invento de la leche
entre las mujeres. El matrimonio significa siempre materna artificial. Dicho con otras palabras: hoy
que el marido debe sustentar a la esposa, y como día, cualquier mujer puede alimentar a su marido
casi todas las mujeres ponen sus miras, incluso an- e hijos -tal como se cuida un hombre de su esposa
tes de la pubertad, en una futura solución matri- y prole- y competir en muchos campos con otros
monial, quedan al margen de toda competencia des- proveedores hasta el punto de posibilitar la equi-
de un principio. Ellas saben que más adelante no paración entre ambos sexos. Los dos o tres embara-
necesitarán hacer nada y, por tanto, tampoco apren- zos sufridos como promedio por una mujer según
den nada. rezan las estadísticas, no comportan inconveniente
alguno; sólo significan que deberá interrumpir sus
No obstante, las mujeres de tiempos pretéritos actividades sustentadoras durante cuatro semanas,
eran más propensas todavía que las coetáneas al aproximadamente, dos o tres veces en su vida. No
cultivo de su inferioridad intelectiva. Como casi justifican siquiera la necesidad de ahorrarle el. ser-
todas las tareas «extradomésticas» requerían aún vicio militar: a decir verdad, hombres y mu3eres
gran esfuerzo físico -pues se vivía aún de la caza, podrían compartir prácticamente todos los come-
se solventaban los litigios con la espada y cada cual tidos de nuestro tiempo.
se construía su propia vivienda-, es lógico inferir
que fuera el hombre y no la mujer quien compitie- Siendo así, cuando una mujer quiere conservar
ra y se viera obligado a desarrollar su intelecto me- la inferioridad intelectual y, por ende, estar más ne-
diante la experiencia. La mujer estaba ligada al ho- cesitada de protección que su compañero -lo cual
gar, la prole era numerosa -no había ninguna suele ser el caso, evidentemente-, debe recurrir a
posibilidad de controlar la natalidad y, por tanto, un ardid. Como no puede enfrentarse con el hom-
46 ESTHER VII.AR EL VARÓN POLÍGAMO 47
bre y decirle sin rodeos que, por ser el más fuerte, jer decide trabajar hoy día, lo hace dejándose guiar
le corresponde sentarse cada día ante el escritorio por una de estas tres motivaciones: es soltera, o, si
para mantenerla, procura educarlo de tal forma que está casada, su marido no gana lo suficiente, o, sim-
jamás se le ocurra invertir esos términos colocán- plemente, desea distraerse un poco («relacionarse
dola a ella ante el escritorio para mantenerlo. « Un con la gente»). Y, como en cada caso, llega raras ve-
hombre auténtico -alecciona a su hijo- es el que ces a una auténtica competencia, su inferioridad in-
se cuida de esposa e hijos.» Como los hombres no telectiva se mantiene intacta. El hecho de que casi
son educadores de la progenie, les resulta imposi- todas las mujeres profesionales ocupan cargos su-
ble tomarse el desquite e inculcar todo lo contrario balternos no es imputable a «la opresión del sexo
a sus hijas. De ahí que las hijas sigan siendo más femenino por el masculino», sino a la ociosidad de
lerdas que los hijos. tantas mujeres que sólo quieren trabajar temporal-
mente y, por consiguiente, aceptan si acaso un adies-
El único intento realizado para proporcionar tra- tramiento preliminar deficiente cuando no rechazan
bajo «extradoméstico» a las mujeres y promover así toda instrucción. Nadie confía gustoso cargos de
su desarrollo intelectivo, proviene de las feminis- responsabilidad a mujeres que sólo conceptúan su
tas. «Una mujer auténtica -dicen éstas al audito- profesión cual un intermezzo entre los años escola-
rio femenino- debe propulsar su propia evolución. res y el matrimonio. Esto es también aplicable a
Y sólo podrá hacerlo cuando trabaje fuera de casa quienes entienden la actividad profesional como un
como el hombre.» Pero esa treta es demasiado bur- «hobby» porque no necesitan el dinero. En tales ca-
da para que las mujeres se dejen convencer. Porque sos, sus colegas masculinos son más fiables, pues,
las mujeres son, sin duda, bobaliconas, aunque no para ellos, la cuestión reviste mucha seriedad.
tanto como suponen las feministas. Trabajar «a se- Desde luego, ese lamentable cuadro perjudica a
mejanza de los hombres», sería trabajar con la fi. las escasas mujeres laboriosas, pero aquí la culpa
nalidad de procurar el sustento para toda una fa. no es de los hombres, sino de la gran masa femeni-
milia. Ahora bien, ambos compañeros no pueden na. ¿Cómo puede saber un empresario que se halla
trabajar simultáneamente: cuando llegan los niños ante uno de esos casos excepcionales, una mujer que
ha de hacerlo él o ella. Hasta esas fechas, las muje- ejerce seriamente su profesión y no se propone aban-
res han evitado siempre con éxito que sea ella: aun donarla a la primera oportunidad?
cuando se les venga dando acceso a todas las profe- Aunque aquellos viejos tiempos pasaron hace mu·
siones desde hace medio siglo, se conocen hasta cho a la historia, el monopolio de pechos y vagina
ahora muy pocos hogares en donde una mujer haya sigue permitiendo que la mujer elija como le plazca
optado por dedicar toda su vida a procurar sustento su n,ivel intelectual. Una mujer es lerda porque quie-
para un marido sano y la progenie. Cuando una mu- re serlo, un hombre es inteligente porque necesita
48 ESTHER VILAR 1
go, no es una casualidad que las mujeres traten fesional. Cuando una mujer se casa, asciende siem-
preferentemente con hombres de edad superior a la pre la escala social; si lo hace un hombre, desciende
suya. Y tampoco es casual que en una pareja se per- invariablemente algunos peldaños de esa escala. Los
filen y distingan entre sí esas cualidades: esposa más médicos contraen matrimonio con enfermeras; las
menuda y débil, más lerda y joven; marido más alto doctoras en Medicina suelen casarse con médicos
y fuerte, de mayor edad e inteligencia. jefes, pero no optan jamás por los enfermeros. Los
La pare ja ideal -una pareja en la que el hombre directores comerciales se casan con sus secretarias,
supera en todos los terrenos a la mujer- es una las mujeres que ocupan altos cargos empresariales
creación femenina. Si las mujeres tienen el poder, prefieren conservar el celibato antes que ir a un
poseerán también la facultad de elegir. Aquí ocurre «casorio» con el ayudante de su antedespacho. In-
como en el mundo de los negocios: los hombres cluso las jóvenes profesionales no creen tener sufi-
hacen sus ofertas, las mujeres escogen la más con- ciente con hombres de posición similar. Una azafata
veniente. Si eligen a un hombre superior, asegura- se casa con algún piloto o comerciante, pero en sus
rán para siempre su manutención. Si eligen a uno cálculos matrimoniales jamás figura un steward o
inferior, se darán dos circunstancias negativas: pri- camarero. Las elegantes encargadas de una boutique
mera, él no podrá mantenerlas tan bien como el otro, no pensarían, ni en sueños, desposarse con sus co-
y, segunda, tampoco querrá hacerlo porque su com- legas dé la moda masculina. «Un hombre debe estar
pañera no le parecerá suficientemente necesitada de en condiciones de protegerme», reza el lema. Y eso
protección. sólo puede hacerlo un sujeto cuando sea más alto,
fuerte e inteligente..., «cuando sea posible mirarle
Los muchachos endebles y de escasa talla saben, de abajo arriba•.
ya en la pubertad, cuán difícil es encontrar una
amiga o novia. Y, cuando alcanzan la edad adulta, Buena prueba de que las mujeres se ofrecen
ven confirmada definitivamente su inferioridad. En- como niñas a los hombres, es la diferencia de edades
tonces necesitarán apuntarse muchos éxitos profe- entre ambos cónyuges. Pues, aunque no haya razón
sionales si quieren conquistar a una mujer atracti- alguna para que las mujeres no enmariden con hom-
va. Quizá sea éste el motivo de que se atribuya al bres más jóvenes, las casadas son, generalmente,
hombre pequeño una medida extraordinaria de am- cuatro años menores, por lo menos, que sus consor-
bición y dinamismo. tes. Sin embargo, lo contrario sería más racional
desde un punto de vista biológico. Si, como se ha
Los hombres marcados por la extrema sencillez comprobado, las mujeres viven cinco o siete años
o el fracaso profesional no conquistan jamás muje- (según cada país) más que los hombres, deberían
res superiores a ellos en el plano intelectual o pro- buscar esposos más jóvenes para evitar en la vejez
EL VARÓN POLÍGAMO 53
52 ESTHER VILAR
al interesado cuando llegue el momento: pues bien,
esa soledad cuya duración oscila entre los nueve y en el caso de las empleadas, se suele indicar el día
once años. Puesto que la capacidad femenina para y el mes, pero se sustituye el año por tres puntos.
el orgasmo subsiste prácticamente hasta la muerte
- al decir de Masters y Johnson- mientras la Naturalmente, aquí hay lugar también para otra
masculina se agota entre los sesenta y setenta años, explicación: una sociedad inmisericorde -dicen las
las mujeres no necesitarían renunciar al acto sexual feministas- impone esa maniobra a las mujeres.
durante una gran parte de su vida si se casaran con Pero, ¿por qué sólo a las mujeres y no también a
hombres más jóvenes que ellas. Sin embargo, esa los hombres? Sin duda, una mujer que pretende
circunstancia causa poca impresión en la mujer, hacerse pasar por niña, está obligada a mantener
pues como ella no busca un amante, sino un provee- una eterna juventud. Si se afana por rejuvenecerse
dor, prefiere elegir a los hombres de más edad. ?n y mostrar así la juventud ante los hombres cual la
individuo de treinta años puede mantenerla me1or más valiosa cualidad femenina, no acatará un dicta-
- aquí se sobrentiende el mantenimiento en su do implacable de la sociedad, sino que, más bien,
más amplio sentido- que un bachiller. Si acaso se
P?- desacreditará a aquellas mujeres de mayor edad o
dría utilizar al bachiller como amante, pero sm apariencia similar que, en definitiva, constituyen
prescindir del proveedor. Para ello es condición in- una parte nada despreciable de esta sociedad nues-
dispensable que el proveedor ignore todo: e lo con- tra. El hecho adicional de que una actitud seme-
trario podría perder el gusto por el trabaJo. jante desprestigie a su propio sexo, merece tan sólo
una observación marginal. Eso no le preocupa. Pues
Se comprende cuán importante es para las u- si a las mujeres les importa muy poco el ser con-
jeres ese papel infatil protagonizado .voluntaria- ceptuadas cual inferiores mentales entre los hom-
mente si se considera que muchas empiezan a dar bres, aún les importa menos figurar como insince-
datos falsos sobre su edad cuando no han cum- ras. En su escala de valores, la sinceridad ocupa un
plido todavía los treinta años. El falseamieno de peldaño ínfimo, justamente el asignado a la inteli-
la partida de nacimiento por parte de la uJer se gencia. Aquí sólo interesa hacerse pasar por des-
ha generalizado tanto que, en muchos pa1ses, no validas, pues el desvalimiento es una propiedad que
se persigue ya judicialmente. Cualquier nombre sabe activa como ninguna otra el impulso protector mas-
que el preguntar la edad a una señora es muetra culino. Las mujeres no tienen pundonor ni lamen-
de pésimos modales. Por añadidura, sería desatma- tan esa carencia.
do: porque si lo hiciera se le amonestaría o men-
tiría. Muchas empresas comerciales acostumbran
publicar listas con los cumpleaños de cada cola-
borador, para que todo el mundo pueda felicitar
EL VARÓN POL1GAMO 55
mientras que su instinto sexual la haría depender se les pidió su opinión sobre la sexualidad, resultó
de él tanto como él dependería de ella. que el 36 % de dichas mujeres, cuyas edades osci-
laban entre veinte y cincuenta años, no mostraron
Según hemos dicho, el permanecer lerda es puro el menor interés en el coito matrimonial, y decla-
lujo y no cuesta esfuerzo alguno. El permanecer in- raron no tener inconveniente en renunciar a él. Tal
diferente requiere bastante dominio sobre sí mismo, medida de indiferencia sexual es excesiva y algo per-
pero, evidentemente, la mujer opina que vale la turbadora. Aquí sólo importa ser el más indiferente
pena hacer tal sacrificio. de ambos cónyuges..., pues el poder corresponderá
Así como hombre y mujer nacen con idénticas siempre a quien tenga el instinto sexual más debi-
facultades intelectivas, idéntico instinto de conser- litado.
vación e idéntico impulso protector, llegan también
al mundo con los mismos requisitos para una vida Hoy día, la frigidez parcial no comporta ya des-
sexual activa. Sin embargo, les es posible condi- ventajas. Antaño, una mujer fría abandonaba la
cionar el placer de la sexualidad: monjas y sacerdo- cama sin orgasmo, hoy su compañero debe compen-
tes nos ofrecen un buen ejemplo de ello. Ahora sar ese anhelo insatisfecho. En la era de los play-
bien, las monjas, siendo mujeres, inician el adies- boys, un hombre sólo puede vanagloriarse de ser un
tramiento mucho antes que sus colegas masculinos, perfecto amante cuando procura que una mujer frí-
por lo cual los deslices y escándalos son bastante gida o, para expresarlo con otras palabras, una mu-
más raros entre ellas. jer que no lo desea, alcance la acmé. Numerosos
prontuarios populares describen el procedimiento.
Respecto a las restantes mujeres, no hay necesi- Aun cuando sea posible hacer alcanzar la acmé a
dad, ni mucho menos, de una abstención completa..., cualquiera -inclusive a la mujer- mediante un
por el contrario, la frigidez absoluta sería incluso estímulo exclusivamente mecánico, el hombre mo-
perjudicial, pues podría habituadas a rechazar de derno sigue interpretando todavía el empleo eficaz
plano lo sexual hasta no utilizarlo siquiera en el de tal o cual técnica como una muestra de su
trueque para arrogarse los privilegios inherentes al atractivo.
objeto de pupilaje. Una encuesta pública realizada
no hace mucho entre varios millares de italianas Desde luego, aquí cabría preguntarse si el true-
pertenecientes a todos los estamentos sociales,* re- que de los amantes por los padres resulta verdade-
veló con cuánta facilidad puede conducir el condi- ramente provechoso para las mujeres. Sin embargo,
cionamiento del instinto sexual a la frigidez. Cuando tal pregunta no tendría sentido: las numerosas mu-
jeres que se casan cada día con hombres de mucha
• Doxa, Roma, 1974. más edad -e incluso con homosexuales - dan la
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callada por respuesta. Sin duda, habrá motivos para das en confortables abrigos cuyas pieles han sido
que mujeres jóvenes se unan con hombres sexage- obtenidas de una forma bárbara. Los periódicos in-
narios, pero la sexualidad no puede figurar entre forman invariablemente cada año sobre las tremen-
ellos. Un sesentón no reúne ya las condiciones fisio- das matanzas de focas. El codiciado astracán de
lógicas estrictas para· satisfacer el apetito sexual de garras se confecciona con las pieles de corderos no-
mujeres normales con edades comprendidas entre natos Caracul, es decir, mediante el brutal proce-
veinte y treinta años. Si, no obstante, lo consigue. dimiento de provocar el aborto en la oveja preña-
será preciso pensar que ese apetito no existe, o sea da. Se cometen tales atentados por docenas para
que la culpa es de ella y no de él. Entre los hom- elaborar un solo abrigo. Pues bien, cuando una
bres está muy generalizado el criterio de que la ex- persona ha aprendido a costa de su propio cuerpo
periencia sexual aumenta el atractivo masculino, lo el significado de la preñez y, no obstante, se ador·
cual encuentra siempre una confirmación aparente na sin reparo con las pieles de animales nonatos,
cuando algún caballero maduro y acomodado con- sería desatinado pensar que esa misma persona se
quista el corazón de una muchacha. Ello está des- avergüence de visitar un burdel para saciar el ape-
provisto de todo fundamento auténtico. tito absolutamente natural de la sexualidad.
to incompleto de pupilaje ..., es decir, si tiene suerte, miento sobre una base más sólida todavía. Siendo
podrá disfrutar, con el tiempo, del altruismo feme- madre de auténticos objetos de pupilaje es preciso
nino. abastecerla, aunque ya no parezca tan indefensa
Como recompensa, él legará su patrimonio y la como debería requerirlo ese papel.
mensualidad que se le pagará puntualmente a ella
después de su muerte. Una vez fallecido, la mujer El poder del hijo sobre sus padres -el poder del
le sobrevivirá -según rezan las estadísticas- seis más débil sobre el más fuerte en términos biológi-
años aproximadamente, más los que representaban cos- es una ley natural. Puesto que los niños pe-
la diferencia de edades. que:fios no pueden procurarse todavía el sustento,
perecerían si no ejerciesen ese poder sobre los sen-
Prescindiendo por una vez de la mujer, cabría timientos del adulto. Es muy natural que ·los pa-
aducir que un protector, es decir, quien tiene a su dres se precipiten hacia casas en llamas o se arro-
cargo el aprovisionamiento de la pupila, podría jen a ríos de corriente violenta si sus hijos se ha-
coaccionarla cuando le viniera en gana. Y, sin em- llan en peligro. Asimismo se ha hecho natural que
bargo, eso es precisamente lo que no puede hacer. los hombres vayan a las guerras por sus mujeres.
Si pudiera, habría comenzado por cortar el aprovi- Pues el hombre que representa el papel de padre
sionamiento. Al fin y al cabo, el trabajar para otros con su esposa, es impotente ante ella.
no es un placer. En verdad, el impulso protector es
algo tan elemental que nadie puede sustraerse a él.
Ni las propias mujeres han conseguido dominarlo
hasta ahora. Tan sólo en su caso la satisfacción del
impulso protector está asociada raras veces con
grandes fatigas. Aun cuando fueran ellas quienes de-
searan tener hijos -pues el hombre tiene ya sufi-
ciente prole con su esposa-, el encargado de sus-
tentarlos sería siempre el marido. El impulso pro-
tector es polivalente, lo cual significa que el ser hu-
mano puede tener varios objetos de pupilaje a un
tiempo. Cuando nace el primer objeto auténtico de
pupilaje, la esposa pasa a ser simplemente la hija
primogénita de su marido. Una mujer con hijos tie-
ne doble ventaja: satisface su impulso protector y,
al propio tiempo, se asegura el propio aprovisiona-
5-3275
EL VARÓN POÚGAMO 67
quier hombre razonable comprenderá que, pese a han vedado la verdadera agresividad -violación de
los mejores propósitos para dominar su libido, no la mujer- por los conductos legales.
podrá llegar jamás tan lejos como una mujer co-
rriente. Puesto que le resulta tan difícil alcanzar la El desorbitado entusiasmo femenino, a veces casi
libertad total, opta por la esclavitud total en lo histérico, ante las personificaciones del sexo mascu-
sucesivo y agrega, como si tal cosa, la impotencia lino --digamos famosos actores o cantantes- pa-
del amante a la del padre. Puesto que no puede rece desmentir todo lo dicho y, sin embargo, esos
dominar a su mujer, la coloca inmediatamente so- símbolos del sexo masculino tienen siempre un de-
bre un pedestal y le implora clemencia de una for- nominador común: su inasequibilidad para las mu-
ma desenfrenada. Ciertamente, a veces logra satis· jeres que los codician. Aquí sí se puede dar, rienda
facer -según veremos más adelante- sus dos im- suelta a la libido, pues no hay el menor riesgo de
pulsos sociales más importantes con dos mujeres que la concupiscencia tenga consecuencias negativas.
distintas y repartir así su dependencia entre dos Los hombres asequibles son objeto de un exa- men
personas. Pero ambas son femeninas: por tanto, se- minucioso e inmediato para calibrar sus apti- tudes
guirá dependiendo unilateralmente de la mujer en como padres adoptivos, aun cuando ese perío- do de
sí, del sexo femenino. prueba tenga lugar con creciente frecuencia bajo la
socapa de un apasionado idilio. Al solte- ro bien
Para salvar su dignidad, ha dado al hecho de parecido y codiciable, cuyos esfuerzos para salvarse de
que él persigue a la mujer, -y ésta, sin embargo, lo las manifiestas ofertas resultan eviden- tes, le va
acecha raras veces, una denominación halagadora bastante mejor aunque sólo aparente- mente. Desde
con arreglo a su escala de valores: agresividad luego, se acuesta con más mujeres y consigue llevarlas
masculina. a la cama antes que muchos otros; ahora bien, cuando
La agresividad masculina consiste en hacer una no hace una oferta de adopción en el tiempo más
propuesta de ayuntamiento carnal a la mujer co- breve posible, pierde todas esas oportunidades para
diciada y esperar pacientemente hasta que ésta res- be:qeficio de los competidores y prohijadores
ponda con un sí o un no rotundo. Los hombres há- potenciales. El gran consumo de compañeras sexuales
biles y discretos pueden acrecentar sus probabilida- que se atribuye a tales hom- bres, tiene una causa
des mediante la dispersión: si presentan simultánea- primordial: ninguna se queda mucho tiempo con ellos.
mente su proposición a varias mujeres, será mu- Sobre todo, las mujeres realmente deseables, es decir,
cho mayor la posibilidad de una respuesta positiva, aquellas con medios suficientes para escoger, no
si las ·circunstancias lo permiten. Los hombres par· pierden el tiempo. Tan
tidarios de tal método se hacen famosos como indi- pronto como se aseguran de que tal o cual hombre
viduos particularmente agresivos. Ellos mismos se no las adoptará jamás, levantan el campo y se des-
70 ESTHER VILAR
«La primera opresión social -dice una famosa antemano al fracaso: se quedará sin partidarios. El
sentencia de Friedrich Engels- es la opresión de la poder del sexo más potente es incluso la premisa
mujer por el hombre.» Engels confundió la violen- para que funcionen otros sistemas dominantes. Sin
cia con el poder. Cometió el error, como lo hicie- el asenso de la mujer, hubieran sido impracticables
ran después muchos izquierdistas, de transportar el fascismo, el imperialismo o la Inquisición. Sin su
sin discernimiento las estructuras autoritarias fun. dependencia de la mujer, los hombres no habrían
dadas en la violencia física, al terreno de la pugna podido ser instrumentos de tales sistemas. Sólo un
entre sexos. Engels creyó -sólo porque el hombre ser humano vinculado a otro por mediación de sus
tiene mayor fortaleza física- que el individuo principales impulsos sociales -digamos un cabeza
masculino ejerce también poder sobre la mujer. Tal de familia- puede someterse a la violencia de al-
vez se pueda avasallar a una clase social mediante gún sistema secundario y verse obligado a cometer
la fuerza física, pero nunca ejercer poder sobre actos de terrorismo, fariseísmo y traición. El poder
un sexo. femenino contribuye al despotismo de otros.
En otras palabras: los opresores potenciales no
son los más fuertes, sino los más desvalidos, y el Prelados, estadistas y dictadores conocen esa ley
tirano potencial no es el codiciador, sino el codi- tácita. La acción política más importante de un go-
ciado. Si casi todas las mujeres evidencian una in- bernante consiste en cortejar y halagar a las mu-
ferioridad física e intelectiva, y si los hombres las jeres. Ellos saben lo que se hacen: una vez seganen
codician más, entonces la «primera opresión social» el favor de las mujeres, captarán automática- mente a
no será la de la mujer por el hombre sino la del los hombres. Mientras la Iglesia siga reco-
hombre por la mujer. Generalmente, a una mujer mendando a la mujer cual objeto de pupilaje, lo-
sólo le irán mal las cosas cuando su marido sufra grará que el hombre inculque a sus hijos esa fe
descalabros desde mucho tiempo atrás. en el ser incorpóreo tan necesaria para su subsis-
tencia. Mientras los políticos prometan lenitivos so-
El poder femenino es la infraestructura de todas ciales para las mujeres, podrán mantener el servi-
las estructuras del poder. Aquellos sistemas socia- cio militar exclusivamente para hombres o jubilar
les cuyo dominio no se funde en la satisfacción de a los hombres a una edad más elevada. Mientras
los instintos, sólo podrán ser superestructuras de los dictadores prescindan de ejércitos femeninos no
dicha infraestructura... y sus dirigentes gobernarán tendrán dificultades para organizar sus guerras y
siempre solamente esas pequeñas áreas a las que no movilizar a los reclutas masculinos.
atribuyen ningún valor los compañeros sexuales y
los objetos de pupilaje. Un sistema que no respete La Iglesia sólo se fortaleció verdaderamente
el poder del sexo más potente estará condenado de cuando declaró digna de adoración a la mujer -to-
74 ESTHER VII.AR EL VARÓN POÚGAMO 75
mando como referencia la Virgen María-, Y hoy día fusión sembró en las mentes de los adeptos!
su dominio se mantiene intacto únicamente allá don-
de permanece intacto el culto mariano. Jesús des- Asimismo, Adolf Hitler hizo suya esa táctica..•
cuidó la asociación con las mujeres, y cierta vez aunque con designios muy distintos. Sin el apoyo
dijo a su Madre: «Mujer, ¿qué he de ce: on- de la «mujer alemana•, un ditirambo inventado por
tigo ?» Asimismo, el apóstol Pablo, antifem1msta, él, jamás hubiera sido posible su marcha hacia la
tuvo poca fortuna. Solamente con la institucionali- dictadura ni tampoco, en último término, sus ma-
zación del objeto femenino de pupilaje se aseguró, tanzas. Ya que los poderosos de la nación no eran
por fin, un inmenso auditorio para Cristo. hombres, él pudo plantear abiertamente su pro-
Consecuentemente, es muy posible que los gran- grama gubernamental: guerra contra los países
des revolucionarios sociales hayan inventado la vecinos y persecución de una raza. Según sabe-
«mujer oprimida» con una finalidad táctica y trai- mos, fueron las mujeres quienes lo aclamaron con
cionando sus propias convicciones. En páginas ante- más entusiasmo. Ahora bien, no interpretemos esto
riores hemos afirmado que Engels confundió el po- en el sentido de que las mujeres favorecen más la
der con la violencia y, sin embargo... tal vez fuera guerra que los hombres -en definitiva, ¿quién de-
todo lo contrario: quizás él percibiera ese poder fe- sea una guerra?-, pero, sin duda, se oponen menos
menino y lo movilizara deliberadamente para ha- a ella. Puesto que no se las envía al frente, corren
cerlo contribuir al triunfo de su propio sistema. menos riesgos en caso de conflicto bélico, y como
Parecería extraño que precisamente unos hom- sus pensamientos son menos abstractos les cuesta
bres como Marx y Engels, Lenin y Mao, conocedores imaginar la muerte en toda su crudeza. Por otra
insuperables del medio proletario, creyeran seria- parte, nadie pudo suponer que un gobierno demo-
mente que la mujer del trabajador lo pasaba peor crático como el inglés ordenase arrojar bombas so-
que el propio trabajador ..., es decir, parecería ex- bre la indefensa población civil (demostrablemente,
traño si ellos no hubiesen sabido a ciencia cierta los bombardeos de las ciudades no tuvieron utili-
que la mujer del trabajador -no obstante su mi- dad alguna; tan sólo el aniquilamiento sistemático
seria y prolificación- se llevaba siempre la mejor de las instalaciones industriales puso fin a la gue-
parte de la inhumana existencia proletaria cuando rra) e hiciera matar a medio millón largo de mu-
comenzaba la industrialización. Si esos revolucio- jeres y niños. Pero los bombarderos británicos fue-
narios y otros muchos se proponían mejorar el des- ron pilotados por hombres, y quizás estribara ah{
tino del proletariado, no tenían más remedio que el motivo de que las inglesas no mostraran excesiva
asociarse con las proletarias y maniobrar como si preocupación. Asimismo, en el país de las sufragis-
la lucha se librara, ante todo, por su causa. Aque- tas se luchó sin duda por el derecho electoral de la
lla táctica fue hábil y legítima pero... ¡cuánta con- mujer, mas no por la participación laboral femeni-
76 ESTHER VII.AR
cual deberá corresponder con mucho agradecimiento ca pr:ocupación del analista consiste en que tales
lo antes posible. pesdillas creen un complejo de culpabilidad a su
En tiempos pretéritos, cuando las mujeres iban paciente. Por tanto, no se cansa de asegurarle que
todavía vírgenes al matrimonio y, por añadidura, todo eso es «normal».
la diferencia de edades entre ambos cónyuges era
todavía mayor, se hacían especialmente ostensibles Se está haciendo normal, en efecto. Así lo con:
los nexos entre adopción e incesto: tras la ceremonia firman reiteradamente las cifras sobre perpetración
nupcial, el novío debía abusar o poco menos de su de incestos auténticos, cópula entre parientes de
protegida. Hoy día, gracias a la nueva moral sexual, primero Y segundo grado, pues aquí las relaciones
los hombres tienen, por lo menos, oportunidad de padre-hija ocupan un lugar preferente. Cierta inves-
habituarse paulatinamente a la situación. El ma- tigación sobre el incesto patrocinada no hace mu-
trimonio, antigua condición prevía para el incesto, cho por el Gobierno sueco respecto a todos los ca-
adquiere cada vez más una forma de desagravio. sos conocidos en Suecia durante los últimos veinte
años, nos proporciona los siguientes datos estadísti-
Al ser padre contra su voluntad, el hombre no cos: el 60 % de las relaciones incestuosas se pro-
tiene más recurso que abrir brecha en la barrera ducen entre padre e hija, el 20 % entre hermano
incestuosa hacia «su esposa». No siendo ella una hija Y hermana, y sólo el 1 % entre madre e hijo. El res-
auténtica de su marido, sin sólo una «seudohija• tante 19 % comprende las relaciones entre hombres
la cuestión resulta, hasta cierto punto, menos pe- y sus nietas o sobrinas.
liaguda, claro está, porque además, en este caso,
el incesto tampoco es auténtico, sino solamente un Un hombre cuyo empeño sea el de concentrar
seudoincesto. No obstante, esa manipulación re- los instintos sexual y protector en una mujer y por
lativa de los impulsos acarrea algunas consecuen- añadidura, haya tropezado con una compañer ex-
cias. El consultorio del psicoanalista nos muestra tradamente infantil, se verá ante una situación
hasta qué grado explotan las represiones incestuo- esquizofrénica muy especial. No es de · extrañar I
sas de muchos hombres, quienes suelen abordar el pues, que su comportamiento le parezca excéntrico
verdadero incesto, por lo menos, en sus desvaríos no pocas veces a la elegida: en ocasiones, halaga-
mentales. El hecho de que algunos padres forjen dor, otras, execrable; unas veces la viola, otras, se
visiones sexuales respecto a sus hijas adolescentes, humilla ante ella; unas veces la maltrata y, otras,
es una ocurrencia cotidiana según manifiestan los quisiera morir por ella. Sin embargo, todo ello debe
terapeutas. El psicoanálisis, siempre presto a des- s así. Puesto que el impulso protector y el ins-
cubrir toda clase de complejos, no ha intentado si- tinto sexual son inconciliables en el fondo, un hom-
quiera librar a los hombres de tales visiones. La úni- bre no tiene ninguna posibilidad salvo la de osci-
86 ESTHER VILAR
, .',:',)
Además se le facilita casi siempre ese paso, pues . ·Y- ·;:. .'..
.,•,
este mundo nuestro un hombre no obtiene nada
una vez nacido el objeto auténtico de pupilaje, la .
;'; gratis -tampoco la satisfacción de su impulso pro-
esposa-hija representa su papel de compañera se-
tector ni la de su instinto sexual- necesita estar
xual con el menor ardor posible. Incluso para una ·,:. también en condiciones de sustentar a varias muje-
.
mujer de libido normal, el amante elegido por su
. .. '
90 ESTHER VII.AR EL VARÓN POLfGAMO 91
res si quiere materializar su propensión poligámica sucesiva, esporddica y simbólica. ¿Cuál de esos ti-
y, por lo general, ése no es su caso. La poligamia pos elegirá un hombre determinado? Eso depende,
presupone siempre una distribución injusta de los en última instancia, de la fortuna disponible para la
bienes materiales, es un reflejo de la justicia social realización de su deseo. Las poligamias simultánea
en cualquier país. Puesto que el hombre debe pagar ,. y sucesiva son las de los opulentos; esporádica y
a la mujer, un individuo con mucho dinero tendrá simbólica, las del hombre humilde.
muchas mujeres, y uno con poco, ninguna. Así, pues,
los hombres de países socialistas se hallan en pési-
mas condiciones de partida por cuanto se refiere a
la realización de sus sueños: cuanto más uniforme
el reparto de los bienes nacionales, tanto menores
las posibilidades para la poligamia. Como la pro-
porción de mujeres en la población total equivale,
aproximadamente, a la de hombres, la mujer com-
plementaria permanente sigue siendo también un
privilegio del opulento en los países industriales
occidentales, donde cada hombre puede mantener
por lo menos una mujer. La base para la poligamia
es particularmente favorable en los países occiden-
tales subdesarrollados con sus grandes desniveles
sociales. En muchos países de América latina se ha
institucionalizado prácticamente la bigamia. El me-
xicano acomodado tiene la «casa grande» y la «casa
chica», es decir, la casa de su esposa y la de su
amante. Como es natural, él mantiene ese arreglo
mientras esté en situación de proveer suficiente-
mente a ambas casas. Por consiguiente, que un hom-
bre sea polígamo o no depende totalmente de su
posición económica: los hombres ricos no son más
polígamos, sino más ricos; los hombres pobres no
son más monógamos, sino más pobres.
Fundándonos en ello, nosotros distinguimos en-
tre las siguientes formas de poligamia: simultdnea,
EL VARÓN POLÍGAMO 93
Y su compañera sexual es completamente arbitraria. ble para sí y su objeto de pupilaje contra la nueva
Desde luego, la amante se le ha ofrecido como com- compañera sexual. Siguiendo el ejemplo de otros
pañera sexual, pues en calidad de tal tiene mejores polígamos, se somete a algo así como un lavado de
perspectivas ..., ya que el impulso protector de su cerebro: para no caer jamás en la tentación de pro-
mantenedor queda suficientemente satisfecho por la porcionar al nuevo amor la posición que quisiera
esposa adoptiva y los hijos. A pesar de todo, ella es darle, desmentirá, escarnecerá o maldecirá desde
también, en el fondo, una mujer como casi todas las un principio el cariño profesado a su compañera
demás: mitad objeto de pupilaje y mitad objeto se- sexual. Para no dejarse arrebatar nunca por la sos-
xual, mitad niña y mitad vampiresa ... y con capaci- pecha de haberse enamorado, falseará para sí y los
dad para dar la cara, que es justamente lo más re- demás ese avasallador apasionamiento -la necesi-
munerador. A menudo muestra, incluso, un sorpren- dad de aproximarse todo lo posible a ella hasta pe-
dente parecido con la esposa ..., pues muchos hom- netrar en sus entrañas, la necesidad de acariciarla
res prefieren un «tipo» determinado y se aferra.n y sentir sus caricias- tachándolo de adocenado y
sm cesar a él. Como la esposa suplementaria no sólo vil, primitivo, vulgar e ínfimo... una mera cuestión
suele ser más bonita que la legitima -y, frecuente- «de sexo».
mente, no sólo más joven, sino también más lerda-
puede convertirse con facilidad en una trampa: qui- Paralelamente a esa depreciación de la compa-
zá cuando menos se espere sobrevendrá la trans- ñera sexual, se produce la revalorización del objeto
formación... y esa compañera sexual vendrá a ser de pupilaje. Entonces se utiliza el anhelo urgente
otro objeto de pupilaje. Entonces el polígamo se de prestar amparo -lo cual no tiene, en el fondo,
econtrará inopinadamente con nuevas cargas so- ninguna relación exclusiva con hombre y mujer
ciales en lugar de con la cautivadora amante. Así porque también pueden suscitarlo niños, ancianos
fundará con la recién protegida una segunda fami- o enfermos- hasta hacerle parecer lo que no es ni
lia, procreará más hijos, y si se le ocurriera buscar será jamás: el amor «verdadero» entre hombre y
otra amante, se hallaría ante un dilema más espino- mujer. Como «madre de sus hijos» la adoptada será,
so que el precedente. Porque su impulso sexual, ver- cada vez más, «lo puro», «lo importante», «el sen-
dadero objetivo de la complicada maniobra, queda tido» de su vida..., y la amante justamente lo con-
nuevamente insatisfecho ..., mientras que su esposa trario.
legitima, a la cual deseaba proteger con absoluta Desde ese instante, las experiencias amorosas
sinceridad, ha salido perjudicada. con la amante serán del dominio público: el hombre
Por tanto, la tarea primordial del hombre con no tendrá inconveniente en divulgarlas entre sus
dos mujeres consiste en soslayar esa clase de com- amigos -incluso les apremiará a escuchar tal in-
plicaciones y procurar la máxima protección posi- formación- relatándoles minuciosamente cuántas
96 ESTHER VILAR EL VARÓN POLÍGAMO 97
veces se ha ayuntado con ella y cómo lo ha hecho. paros y no «mero sexo» como hace su marido. Na-
Entretanto, las relaciones sexuales con el objeto de turalmente, se guardará mucho de revelarle tal cosa:
pupilaje -si subsisten todavía- son tabú. Si sor- en el plano convencional, para ella amor significa
prende a otro hombre hablando sobre su objeto de también altruismo.
pupilaje como si fuera una compañera sexual, en-
tiende que «la está mancillando», como él lo deno-
mina -se atreve incluso a calificar la sexualidad de
suciedad elemental-, y entabla sin tardanza una
polémica. No hace mucho tiempo, los maridos se
batían en duelo para defender la reputación de sus
esposas --esposas con las cuales dormían solamen-
te porque así se lo dictaba su sentido del deber-,
y, aunque parezca increíble, perdían a veces la vida
en ese empeño.
pre y cuando sea verdaderamente acaudalado o ejer- de su esposa resulta fácil calcular exactamente cuán-
za una profesión lucrativa. Apenas encuentre la nue- do sobrevendrá ese fenómeno natural.
va hija y se cerciore de que ella lo necesita, otorga-
rá una dote a la envejecida primogénita -casi siem-
pre se trata de la casa donde ha habitado, más plu- Ni los «eternos padres» acaudalados ni los bur-
ses de alimentación hasta las segundas nupcias de gueses dan preferencia en sus pensamientos a la
aquélla, para consagrar todas sus energías a la sexualidad. Diferenciándose del polígamo simultá-
juvenil descendencia. Naturalmente, no utilizará un neo, el polígamo sucesivo abandona a su esposa
cochecito de niño para pasear a su «bebé» sino para poder satisfacer en otra parte su impulso pro-
un «Lincoln» o un «Mercedes», tampoco dejará que tector, no el sexual. Sin duda, su primera esposa es
la admiren las vecinas, sino los amigos o colegas. demasiado vieja, pero no como mujer, sino como
No obstante, ambas imágenes son idénticas. Desde niña. Por consiguiente, lo normal aquí es el divorci'J
luego, nadie le preguntará si su «bebé» sabe hablar y las nuevas nupcias ..., justamente lo que procura
va o ha echado los primeros dientecillos, pero sí se evitar con todas sus fuerzas el polígamo simultáneo.
le dirá, jovialmente, que su «pequeña» es «encanta- Por ello, el polígamo sucesivo no reniega de la es-
dora». Y eso lo enorgullecerá tanto como a una ma- posa sucesiva -al contrario, la última esposa es
dre o un padre. Cierto, la pequeña es encantadora, siempre el gran amor de su vida- sino que, más
responderá él, pero tiene una hermosa cabeza muy bien, denigra a su predecesora. Y como la nueva no
dura y a veces, en la cama, es de un salvajismo de- es en su opinión una compañera sexual, sino un ob-
licioso. jeto de pupilaje, él quiere ofrecerle la máxima pro-
tección dentro de sus medios: mediante la adopción
Como el «eterno padre» no sólo forma parte de
legal.
la clase adinerada, sino que también figura entre los
burgueses, existe asimismo una variante burguesa A diferencia del «eterno célibe», el «eterno pa-
de la poligamia sucesiva fundada en el impulso pro- dre» no teme la impotencia. Lo que él quiere decir
tector. El hombre burgués no tiene suficiente dine- no es «escucha, soy todavía tan potente que puedo
ro para buscar con frecuencia nuevos objetos de pu- satisfacer incluso a mujeres muy jóvenes», sino «es-
pilaje. Ahora bien, tras veinte o treinta años de cucha, soy todavía tan eficiente que puedo tomar
intensa actividad profesional consigue atesorar casi bajo mi tutela a esta niña inocente». Un «eterno
siempre una pequeña fortuna y, algunas veces -no padre» sabe por experiencia que sólo puede captar
pocas-, la invierte en una segunda adopción. Se- mujeres más o menos frígidas... pues las demás no
gún un dicho popular, se trata de «su segunda pri- se comprometen, salvo casos excepcionales, con
mavera». Analizando su cuenta bancaria y la edad hombres veinte o treinta años mayores que ellas.
... .
102 ESTHER VII.AR ' EL VARÓN POLÍGAMO 103
una vez expire el contrato, seguirán automáticamen- . <lucidas por la fricción durante diez minutos. La mu-
te la indemnización y la renta vitalicia. Los enlaces jer cuya técnica posibilita tales contracciones, ocu-
exclusivos sin contrato, por ejemplo entre amantes, l ·,-·:,, pa un lugar escasamente superior a cualquier otra
resultan caros solamente durante las relaciones ín- cavidad x que podría producirlas igualmente.
timas ..., precisamente la ausencia del contrato pro-
tege al compañero sexual eximiéndolo de toda com- Sea corno fuere, el sexo prostibulario es barato
pensación cuando terminen los contactos. El sexo y protege al objeto de pupilaje en casa. No raras
con callgirls -mujeres que tienen, a lo sumo, dos veces, la prostituta representa un alivio para la es-
compañeros cada día- es bastante más favorable; posa adoptiva, pues asume total o parcialmente los
aquí los clientes son de la clase media acomodada. penosos deberes de una compañera sexual. Por ello
Cuanto mayor el número de compañeros diarios, se conceptúan muy pocas veces las visitas de un
más reducidos los precios, y quienes los pagan, cada hombre al burdel cual un indicio de depravación:
vez más pobres. La ramera de burdel, con cinco por el contrario, representan la prueba más con-
compañeros diarios, es el objeto sexual del repre- cluyente de su devoción incondicional a la adopta-
sentante comercial bien remunerado; la prostituta da. No habrá siquiera gran revuelo si se descubre
recogida diariamente por diez automovilistas, el esa actividad poligámica: la competidora es, «tan
del empleado medio; la azotacalles, con treinta com- sólo», una prostituta ... y, por tanto, según los con-
pañeros diarios, el del proletario. Quienes soportan vencionalismos consagrados por el uso, no tiene nada
realmente la frustración sexual son, tan sólo, los de mujer. Las mujeres «genuinas» son aquellas que
hombres sin oficio ni beneficio. hacen peligrar la posición de otra mujer como ob-
1 ',,i'
jeto de pupilaje. En este aspecto, la ramera es ab-
Sin duda, el sexo con prostitutas es la forma ·. solutamente inofensiva: un hombre que abandona-
más económica de satisfacer el instinto sexual en ra a su «adoptada» para casarse con una chica de
un objeto viviente; no obstante es también el más la calle, causaría sensación.
distante de la sexualidad. Los hombres que recurren Por tal motivo, los hombres son realmente los
a las prostitutas sacian su ansia de amor con una únicos que consideran inmoral la prostitución. Les
persona del sexo opuesto siguiendo procedimientos desagrada la idea de verse poseyendo a una mujer
casi mecánicos. El hecho de que abracen una cosa -un ser necesitado de mucha protección, según se
viva tiene, en el fondo, un carácter simb.Slico y nada les ha enseñado- y darle como única compensación
1.
más. La sexualidad, la forma más absoluta y más 1' .
unas cuantas monedas. Sólo encuentran soportable,
pura de la comunicación entre humanos, queda re- 1 .
hasta cierto punto, una situación semejante cuando
ducida así a su expresión más rudimentaria: una
serie de contracciones musculares involuntarias pro-
fí piensan que otros hombres han hecho lo mismo con
la misma mujer..., de ahí que resulte todo tan ha-
108 ESTHER VII.AR
1 · ¡:
miden su sexo con el rasero masculino-, las mu-
jeres no ven en sus iguales unos seres necesitados
de protección. Ahora bien, por razones de higiene
'¡ít.f,
preferirían que sus padres adoptivos se contentasen , {
POLIGAMIA SIMBÓLICA
J
1'_1
para emprender la marcha hacia una prostituta y,
por ello, prefiere la compañera sexual ficticia. Hay
.,.
, '·-
también introvertidos opulentos, claro está. Pero
como
contrarellos
unano necesitan sexual
compañera esforzarse nunca
-sino todopara en-
lo con-
·1 ·",..'••I' .'•..
• ••
1
.
1 •·..
.
.
trario-, no pueden conformarse, a despecho de su
excesiva sensibilidad, con el sexo simbólico. Sólo los
ricos que no saben cómo comportarse con las
110 ESTHER VILAR EL VARÓN POÚGAMO 111
compañeras sexuales vivientes -los ancianos y compañeras sexuales representadas -según se dice
aquellos con una libido extraviada- se interesan no causan tanta excitación como las de otras revis-
por los mismos símbolos de sus menos privilegia- tas competidoras- que en la sutil coartada para
dos hermanos. hacer la compra. Hefner ha justipreciado acertada-
mente al introvertido: con un anuncio de dos planas
Los hombres son diversos: unos dejan volar su hace publicidad de Playboy entre las mujeres sugi-
imaginación mediante las imágenes, otros, mediante riéndoles la suscripción a la revista como obsequio
las palabras. Y hay quienes prefieren una combina- para él. Como muy pocas mujeres leen Playboy -es
ción de ambas. La oferta al polígamo simbólico tie- una revista para caballeros-- el anuncio no tiene
ne presente esas diferencias y brinda a cada consu- por objetivo la mujer, sino el hombre. «Si otras mu-
midor el adecuado sustitutivo sexual. Para hombres jeres se suscriben incluso a Playboy para sus mari-
con mayor imaginación óptica hay fotografías y fil- dos -se dicen ellos-, no hago nada malo.» Un ex-
mes pornográficos que, aun estando 'desprovistos de traordinario surtido de cuentos, entrevistas y car-
textos, nada dejan que desear en materia de perspi· toons, redondea la perfecta coartada: aunque tales
cuidad. Para aquellos más sensitivos a las palabras colaboraciones pasan casi inadvertidas para el com-
-casi siempre de mayor nivel intelectual- hay lite- prado:r, justifican la decisión de compra. Hefner ha
ratura pornográfica. Y para quienes no quieran re- abierto brecha en un monopolio femenino: es el pri-
nunciar a ninguno de ambos medios, están las «re- mer hombre que ha conseguido comercializar la
vistas de caballeros•. frustración sexual del cabeza de familia y triunfar
así en un coto reservado exclusivamente hasta ahora
El hecho de que en tales revistas la imagen re- a las mujeres. Como hombre conoce mejor las ne-
fuerce la palabra y viceversa, ha resultado ser enor- cesidades de su sexo y, por ende, puede satisfacerlas
memente ventajoso para sus creadores: cuando también mejor que cualquier mujer. Con su imperio
Hugh Hefner fundó en Estados Unidos, hace muchos valorado en doscientos millones de dólares es ya hoy
años, su revista Playboy, la censura no pudo repro- día la madame más popular de la Historia.
charle gran cosa: ni las ilustraciones ni los textos
acompañantes eran extremados; el efecto residía en Naturalmente, los objetos sexuales simbólicos
la combinación de ambos y era difícilmente percep- -aquí no hay mujeres de carne y hueso-- excitan
tible. Por eso, el éxito fue descomunal y, desde en- al polígamo introvertido, pero no pueden satisfacer-
tonces acá, se ha acrecentado si cabe, porque, a pe- lo. Así, pues, el único escape para él es la autosatis-
sar de los numerosos plagios, Playboy sigue siendo facción o la satisfacción con el objeto de pupilaje.
el sustitutivo sexual más vendido entre los hombres Gracias a la acción estimulante del sustitutivo se-
tímidos. Ello estriba menos en la calidad de las xual, el hombre consigue no raras veces olvidar
112 ESTHER V1LAR
Ahora bien, no todos los hombres que se hacen con objeto de aportarles una renta, se fabrican
pasar por mojigatos lo son. Ahí distinguimos entre aquellos artículos de consumo a los cuales dan pre-
ferencia ellas. Los hombres -los legisladores- par-
a) mojigatería simulada (la mojigatería del «admi- ten hacia la guerra acatando las leyes concebidas
nistrador»), y por ellos mismos y dejan a las mujeres en casa; los
b) mojigatería genuina (la mojigatería de los «pa- hombres -los bolsistas- multiplican su dinero de
dres»). · tal forma que las mujeres constituyen ya la mayoría
absoluta de accionistas en muchos países industria-
M ojigaterla simulada es la de aquellos hombres les; los hombres -los religiosos- predican a su
a quienes encomiendan las mujeres que administren propio sexo la continencia, la fidelidad y la mono-
el mundo tal como lo desean ellas. Pues, lógicamen- gamia.
te, quien ejerza el poder aprovechará su situación Así como se le pregunta al accionista con oca·
para hacer todo cuanto le cause placer y desatender sión de la junta anual: «¿Desea usted que continue-
todo cuanto no se lo cause. Entre las cosas que no mos actuando como lo venimos haciendo hasta
causan placer destacan las mortificaciones de la vida ahora?» A lo que él responde: «Sí, pero los benefi-
asalariada. Así, pues, ellas encargan a quienes no cios deben ser mayores», así los maridos interrum-
tienen suficiente poder que se ocupen de solventar- pen asimismo sus actividades momentáneamente
les la vida. También suele ocurrir, claro está, que la e inquieren: «¿Te gusta cómo lo hago? ¿Debo se-
competencia profesional proporcione placer, según guir haciéndolo igual?» Y las esposas contestan:
lo demuestran ciertas mujeres dedicadas a una pro- «Sí, sigue igual, pero procura esforzarte un poco
fesión aunque sus maridos tengan grandes ingresos, más en lo sucesivo.» Las mujeres no necesitan saber
o el nabab que va cada día a la oficina para divertir- to que han de seguir haciendo sus esposos, ni cómo
se (éste es el duplicado masculino de la «mujer deben hacerlo, ni cudles son los capítulos donde se
emancipada»). Sin embargo, en casi todos los hom- requiere ese mayor esfuerzo: el mecanismo es tan
bres se trata de un deber, pues no se les ofrece otra perfecto que ellas no pueden percibir sus deficien-
opción. :. : cias ni juzgar sobre las aptitudes de los encargados ...
Los propios hombres descubrirán las eventuales im-
Las mujeres son para el mundo lo que los accio- perfecciones del sistema y propondrán a los más
nistas para sus empresas: aunque no entiendan nada competentes entre ellos para los cargos directivos.
de nada, aunque apenas sepan hacer algo útil, todo Pero el candidato debe respetar la posición re-
cuanto se haga será en beneficio suyo. Se constru- servada al objeto de pupilaje femenino; eso es lo
yen casas tal como las necesitan, se promulgan le- único que piden las mujeres, porque en esa posición
yes para asegurar su protección, se invierte capital estriba indudablemente su poder. Y él aporta tal
116 ESTHER VII.AR EL VARÓN POLfGAMO 117
comprobante mediante su intachable vida privada: La mojigatería genuina -la de los pad rs- es
un hombre qne quiera representar los intereses fe- menos reconocible que la simulada, porque tiende a
meninos en altos niveles debe adoptar por lo pronto presentarse como antítesis de ésta y, efectivamente,
una mujer y crear con ella varios objetos de pupila- lo es: prueba el libre albedrío sexual del hobre.
je ..., desde luego, en su pasado no puede haber di- He aquí su causa: un hombre que ve a las muJres
vorcio, infidelidad ni otros «delitos» sexuales. Si no cual objetos de pupilaje -un pad re- ve también,
reúnen tales requisitos, las mujeres no lo elegirán consecuentemente, el acto camal como una violación
pese a las encarecidas recomendaciones de los ex- del más débil. Ello origina un sentimiento de culpa-
pertos ... Estos expertos lo saben sobradamente y, bilidad que sólo se puede combatir mediante las
por tanto, no proponen nunca a semejantes candi- confesiones prolijas. Aquí hay que distinguir entre
datos. las confesiones directas e indirectas: las primeras
Consecuentemente, aquellos aspirantes a los al- son los llamados coloquios entre caballeros, Y las
tos cargos en la administración del imperio feme- segundas los llamados chistes para hombres. Ambas
nino, por ejemplo jefes de Estado, ministros, cléri- son variedades de la mojigatería.
gos, generales, jueces o directores de Banco, deben
responder al ideal femenino tanto antes de su acti-
vidad como durante ella: no les será permitido aban-
donar a las esposas esquivas --como es sabido, mu-
chos personajes cargan para toda la vida con muje-
res desabridas, los llamados «pecados de su juven-
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Verdaderamente, se desconoce cuánto tiempo de-
dica el individuo ordinario a las conversaciones
con hombres sobre sexualidad; sin embargo, no es
arriesgado suponer que consagra mucho menos al
sexo. En rigor, es inexplicable que un hombre adul-
tud»-, no se les tolerará la adopción de esposas su- 1
:1 to -si no es homosexual- converse con otro hom-
plementarias ni codiciarán a personas de su propio · ·,'
bre sobre el sexo. Normalmente, el acto camal es
sexo, y así sucesivamente. Recapitulando: el admi- un tema de conversación entre los dos miembros de
nistrador debe ser mojigato o fingirlo porque, de una pareja. Pero la circunstancia de que los hom-
otro modo, no tiene la menor probabilidad. En sus bres prefieran hablar largamente con otros hombres
manifestaciones públicas necesita hacer constar que sobre sus experiencias sexuales tólo es conce-
la vida familiar es siempre lo prevaleciente, que con- bible si están cargados de sentimientos culpables,
dena el desenfreno sexual, que no puede compren- remordimientos de conciencia suscitados por el tra-
der la homosexualidad y otras cuantas cosas más. to carnal con mujeres.
Cualquier frase impensada, cualquier beso ilícito,
cualquier cita secreta puede poner punto final a la Aún resulta más ostensible ese estado de cosas
carrera soñada. en la confesión indirecta, los chistes entre caballe-
ros. Para el hombre que encuentra inadmisible el
118 ESTHER VII.AR EL VARÓN POLÍGAMO 119
trato carnal con mujeres y, sin embargo, no re- cido ni querido la sexualidad, el hombre que se case
nuncia a ello, el protagonista de una indecencia debe con una virgen, obtendrá casi siempre lo que de-
ser el perpetrador de algo ilícito. Por eso, el con- seara en el fondo: una compañera frígida. De resul-
tenido del típico chiste para hombres es siempre el tas, retornará sin dilación a la poligamia simultá-
acto sexual en el que uno de los participantes sue- nea o esporádica y, entonces, satisfará su instinto
le ser una criatura inexperta, un ginecólogo libidi- sexual, como antes del matrimonio, con una «mala».
noso, una monja, un clérigo, etc. Puesto que esos La «buena» será «madre de sus hijos», un ser ase-
chistes entre caballeros no son verdaderamente xual y merecedor de protección. Suele decirse que
chascarrillos sino confesiones, resultan muy poco las mujeres están condenadas a la abstinencia se-
interesantes para las personas ajenas al asunto. El xual en esta «sociedad masculina•, pero eso es un
afán por contar chistes en una reunión masculina craso error: la mujer que decida valerse por sí sola
debe interpretarse únicamente como un pretexto no necesitará permanecer intacta, podrá tener tan-
para iniciar una terapia colectiva cuyo escenario tos amantes como le plazca.
sea la taberna o el casino en vez del instituto psi- Las formas antedichas de mojigatería se mani-
cológico. Las estruendosas carcajadas que celebran fiestan muy poco entre las mujeres, como ya hemos
cada relato son tina risotada liberadora, una exte- señalado; quizá haya mujeres mojigatas, pero éstas
riorización de conciencias exoneradas colectiva- constituyen la excepción y no la regla. La mujer de
mente. nivel medio habla muy poco sobre sus experiencias
sexuales, refiere raras veces cuentos indecentes y
Una variedad muy generalizada de mojigatería jamás exige la virginidad del oovio. Como muy
masculina es el exigir una novia incólume. Esto es pocos hombres fingen ser niños, también muy po-
frecuente allá donde la mojigatería simulada se co- cas mujeres cometen actos reprochables cuando
dea con la genuina. Al exigir la virginidad de su duermen con un hombre: por consiguiente, no tie-
prometida, el novio deja entender, inequívocamen- nen remordimientos de conciencia ni necesitan la
te, que la sexualidad es reprochable. Así, pues, im- confesión. Más bien se diría lo contrario: pues, para
pondrá una prueba muy sencilla a las mujeres que las numerosas mujeres que no pueden sentir nada
conozca: quienes se acuesten con él serán malas, durante la cópula -por ejemplo, en los Estados
quienes no lo hagan, buenas. Sólo cuando sean bue- Unidos se estima que la proporción de mujeres con
nas, cuando demuestren que no le codician, él se dificultades para el orgasmo asciende a un 75 %-,
mostrará dispuesto a ampararlas durante toda su ese acto es una demostración del más acrisolado al-
vida. truismo, un sacrificio que debería enorgullecerlas.
Puesto que una persona queda caracterizada
cuando cumple los veintitrés años sin haber cono-
EL AMOR ENTRE HOMBRE V MUJER
ES MONOGÁMICO, CELOSO V DEVOTO
FUNDAMENTO TEÓRICO DEL AMOR
• K.laus Wagn: Was Zeit ist und was nicht, Munich, 1974.
124 ESTHER VILAA EL VARÓN POLfGAMO 125
cuanto no lo es.» En un mundo integrado tan sólo dos- además del mío, pero para mí éste es mi sis-
por dos individualidades, una máquina mecanográ- tema, mi mundo absoluto: esos sistemas se defi-
fica diferiría mucho de lo que es en nuestro mundo nen en mi mundo como algo, no son todo en mi
excepcionalmente pluralista, sería «esto» a diferencia sistema, sino uno.
de «aquello» ... y no habría posibilidad de afinar más Según Wagn, el sistema no es más que el suje-
tal definición. Para un legionario de César o un ele- to generalizado. Lo que es algo específico queda
fante esa máquina no significaría lo mismo, ni mu- definido concebiblemente por todo cuanto no lo
cho menos, que para una mecanógrafa. Lo que puede sea, y ese «todo» corresponde, una vez más, al su-
ser algo depende del medio circundante, de su «mun- jeto: cada definición procede del sujeto, porque si
do» eventual... y de todo cuanto no lo es. El todo no fuera así, ¿cuál sería su procedencia? El sujeto
por cuya mediación se define el algo, es abstracto es el todo, ya que está en condiciones de definir
-dice Wagn-, es aquello que no es el Algo. Repre- el uno. Es su fondo, el único donde puede perfi-
senta el sistema abstracto que asigna al Algo un larse.
lugar concreto, es el único fondo donde puede des- El sujeto debe ser universal, pues, de lo contra-
tacar el Algo como uno. Así, pues, el Algo sólo es rio, sus definiciones no coincidirían con las de otros
definible cuando ocupa un lugar específico e intrans- sujetos. Nosotros sólo podremos comunicarnos con
ferible dentro del sistema. Ello significa que un sis- los demás mediante el lenguaje mientras compar-
tema debe ser incontrovertible, y una definición, tamos los mismos conceptos. Un objeto será objeti-
concecible..., el definido debe ser concebible. Como vo únicamente cuando todos los sujetos lo definan
se precisa definir todo lo que es en un sistema, todo por igual. Y no hay ninguna fuente imaginable de
lo que es será concebible. objetividad, salvo esa unanimidad de los sujetos
como sujetos universales, es decir, como sistema
El sistema es aquello que no es el Algo. Mientras universal: una misma época, una misma especie
el algo exista será definible concebiblemente por de vivientes sometidos a la misma moda, etc.
todo cuanto no sea él... por el sistema. Esto atañe Así, pues, yo quedo definida, mientras exista,
también al Yo siempre y cuando se le conceptúe por el sistema -por «el sujeto universal»- cual
como algo. Yo estoy definida concebiblemente un objeto concreto que ocupa dentro del conjunto
-mientras exista como algo concebible-- por todo -dentro del todo- su lugar específico e intransfe-
cuanto no soy como tal algo: por mi sistema. Es rible, es decir, su razón de ser. Pero yo no soy sólo
mi sistema porque él me define, es el mundo entero, un objeto, no soy sólo algo concreto. Mi definición
pero el mundo entero donde yo vivo. Es el mundo como tal pasa por alto lo que verdaderamente soy:
de mi escala evaluadora, el mundo tal como lo no soy sólo objeto, sino también, y ante todo, su-
veo yo. Quizás haya otros sistemas -otros mun- jeto. Definida como objeto soy única, concreta, con-
126 Jm'HER VII..Aa EL VARÓN POtlGAMO 127
cebible; como sujeto me asemejo en lo posible a concebible y se neutralizará por sí solo. Entonces
los demás de mi especie, pues como sujeto soy inde- yo perderé mi definición, mi razón de ser y, porende,
finible, me defino yo misma y, por cierto, coinci- mis fundamentos para existir: nada puede existir sin
diendo (en lo posible) con todos los demás objetos definición. El quedar definido significa vida y,
concretos. Como sujeto me identifico con el siste- consecuentemente, placer; el quedar indefi- nido
ma, me identifico en lo posible con todos los cáno- significa muerte y angustia mortal.
nes que tengo por «universales». Así, pues, como
objeto se me define, como sujeto me defino yo mis- Si mi sistema pierde su significado por causa
ma, pero los objetos concretos que yo defino me de unas súbitas contradicciones, «mi mundo se
clasifican también cual un sujeto abstracto, univer- desplomará» y yo tendré miedo..., un miedo exis-
sal: mi visión del mundo, mi escala de valores, mi tencial según lo denominan los filósofos del existen-
sistema radican en todos los pormenores que me cialismo. Efectivamente, es el miedo acerca de la
han sido siempre conocidos... Yo, como sujeto abs- propia existencia en su más amplia acepción.
tracto, no soy todos ellos, soy el fondo en donde Las contradicciones y, como consecuencia, la fal-
ellos se perfilan. De modo inverso, yo defino con- ta de definiciones, pueden surgir, por ejemplo, con
cebiblemente cuanto me es conocido fundándome la muerte de un deudo: su presencia estaba prevista
en mi concepto del mundo. El algo que yo defino concienzudamente en mi sistema, y sin él todo pier-
depende de mi «mundo»: tomando como referencia de significado. También sirve de ejemplo quien
otras experiencias, otros ambientes, otras épocas, pierde sus amigos en una situación difícil: ellos for-
conceptuaría de diversos modos la misma cosa, le maban parte de la planificación, pero ahora no se
atribuiría sentidos diferentes... pero yo misma sería puede contar ya con su apoyo, el sistema se desmo-
también otra. rona... no porque sea espinosa la situación, sino por
El yo sólo puede ser definible -queremos decir, las contradicciones dentro del sistema. Asimismo, la
concebiblemente-- mientras se lo caracterice me- propia existencia puede resultar inconcebible sin
diante el sistema, el «sujeto universal» en donde ningún motivo especial cuando uno se ensimisma y
existe. Yo desempeño un papel muy específico -con- descubre contradicciones en las que no había pensa-
cebible-- que me ha asignado el medio ambiente, do jamás.
el mundo donde existo, el sistema. La cosa variaría La desintegración del sistema no significa que el
si yo existiese en cualquier otro mundo, cualquier yo quede desprovisto de un sistema..., pues, sin sis-
otra época, cualquier otro sistema. Sin una defini- tema, nada puede existir. Significa una alteración
ción el yo no puede existir; la definición del yo del sistema; pero este cambio, por muy insignifican-
tiene su origen en el sistema. Si mi sistema define te que sea, hace variar todas las definiciones; lo que
mi papel de dos formas contradictorias, será in- fuera concebible hasta entonces pierde ahora su sen-
128 ESTHER VILAR
Ahí reside también la razón de que el amor haga te, que no puedo vivir sin él. Y esto no es exagera-
más feliz -o infeliz- que cualquiera otra cosa. ción: realmente no podría vivir sin él..., pues si me
faltara, yo no sabría para quién debería sobrevivir
Amor es sometimiento total y recíproco. Cuando ni quién sería yo. Él es mi sistema.
un hombre y una mujer se quieren, se hallan en Si mi enamorado me abandonara, sobrevendría
estado de definición absoluta: cada uno sabe en todo una carencia peligrosa de definiciones, un estado de
momento quién, cómo y qué es, cada uno representa libertad total ante lo cual yo sólo podría reaccionar
la máxima autoridad para el otro. Entre dos ena- -si fuera un gran amor auténtico, una definición ab-
morados cada cual es objeto del otro pero también soluta de cuerpo y alma- con apatía y desespera-
sujeto, ambos son mutuamente todo. El definir ad- ción, demencia y suicidio... con miedo existencial.
quiere aquí su máxima expresión y precisión: el de- Esas penas de amor tantas veces ridiculizadas son,
finidor es una sola persona y me define por com- quizá, la mayor desdicha que pueda asaltar a un
pleto... mi psique en la conversación, mi cuerpo ser humano: es la experiencia más intensa de liber-
cuando hacemos el amor. tad que nos ofrece el mundo.
Un amigo o enemigo puede decir algo sobre mi
mentalidad, un amante puede catalogar mi cuerpo...
pero el enamorado abarca toda mi persona. Cada ca-
ricia suya me muestra cómo soy: hermosa, codicia-
ble. Cada pregunta suya y cada respuesta me dice lo
que soy: una persona con la cual desea relacionarse,
una persona más interesante que cualquiera de sus
conocidas. Y, precisamente por haberme elegido, mi
enamorado me convierte en algo único sobre este
mundo: soy yo a quien él ama, y ninguna otra. Si
ese amor es feliz, las definiciones serán cada día más
exactas y después de cada cita yo sabré todavía me-
jor quién soy. Los demás pueden decir sobre mí
cuanto gusten, yo no les creeré ni una palabra. Sólo
mi enamorado sabe quién soy y me lo dice. Como
sus definiciones tienen cada vez más precisión, mi
dependencia de él aumentará sin cesar, pero a él
le sucederá exactamente lo mismo. Yo le digo que
le pertenezco, que puede hacer conmigo cuanto gus-
EL VARÓN POL1GAMO 133
imaginación necesaria para percibir una situación Compartir el lecho con una persona torpe es la
peligrosa ... y, de resultas, mostrará aplomo y supe· cosa más solitaria del mundo. Entonces el sexo se
rioridad cuando afronte el peligro en su medio cir- torna «sexo escueto» y a menos que haya mediado
cundante. Un lerdo suele tomar rápidas determina- antes la «adopción», el enlace se extinguirá.
ciones: puesto que carece de pensamiento abstrac-
to sólo ve, por lo general, una salida ante tal o cual b) Idealización de la pro pia persona: Mi aman-
situación ... y esa salida es no raras veces la justa. te, el erudito profesor X, se ha enamorado apasio-
Como el torpe no sabe nada y, por lo tanto, tampo- nadamente de mí. Según dice él, le fascina sobre
co puede hacer comparaciones, su criterio sobre todo mi cualidad y, una rara propiedad que no po-
problemas intelectuales es, casi siempre, asombro- see cada mujer. A decir verdad, no entiendo lo que
samente consecuente. quiere significar, pero me siento halagada: soy una
Con frecuencia transcurren varios meses hasta mujer con la cualidad y, es decir, una persona poco
que uno logra imponer un sistema a la existencia común... Me estoy idealizando.
asistemática de su lerdo consorte, y entonces se Sin embargo, esa cuestión empezará a aburrirme
revela el aplomo de éste como lo que ha sido siem- con el tiempo: esa cualidad y no me dice nada ni
pre en el fondo: facultad abstractiva y sensibilidad ocupa ningún lugar en mi escala de valores. Ya no
deficientes ocasionadas por una experiencia insufi· hay entendimiento entre el profesor y yo, nos falta
ciente. Cuando sucede tal cosa uno no podrá seguir el lenguaje común. El hecho de que me ame ese hom-
idealizándolo aunque se lo proponga ... y si uno no bre instruido entraña cierta cuota de definición -me
tiene ya posibilidad de idealizarlo tampoco la tendrá convierte en amante de un erudito--, pero no me re-
para amarlo. vela quién soy yo. Si no se ha producido la «adop-
Un simple está incapacitado para definir con sus ción», abandonaré muy pronto a mi talentoso ena-
escasos conceptos la pluralidad del compañero o morado y buscaré otro más lerdo que hable mi
compañera: cuando un niño dice a su padre que es propio lenguaje y comparta mi mundo conceptual.
formidable, sus palabras son conmovedoras, pero El profesor es inadecuado como compañero sexual
jamás creíbles; el padre sabe que sus modestos co- mío; las relaciones con él eran «sexo escueto» por-
nocimientos empíricos le impiden todavía apreciar que no podían definirme suficientemente como indi-
si él es verdaderamente formidable comparado con viduo.
otros hombres.
Quien descubra un buen día la torpeza del ena- «Sexo escueto» es el acto carnal sin amor, es e]
morado o la enamorada descubrirá también muy sexo entre dos personas que en el fondo no se en-
pronto que sus caricias ya no le causan placer aun- tienden. Los compañeros sexuales con diferentes '
onP si11 nrPri nc'ln sn l,prmn<: n r;..n,.;., niveles intelectivos sólo podrán permanecer juntos
140 ESTHER VILAR EL VARÓN POLÍGAMO 141
cuando cada uno tenga otra persona que lo defina. las relaciones. Al cabo de algún tiempo, ambos se
El «sexo escueto» condiciona la infidelidad psíqui- diferenciarán demasiado entre sí para poder seguir
ca..! un recurso predilecto para aquellas parejas definiéndose con precisión, y entonces terminará su
que, por razones extrínsecas, deban continuar unidas amor.
el resto de su vida. La esposa tiene una buena amiga
que la delinea siguiendo las estrictas reglas del sis- b) Uno de los cónyuges es inestable y, por ello,
tema denominado feminidad ..., que en nombre de no tiene opiniones firmes sobre su medio ambiente.
todas las mujeres dictamina cuánto vle ella «como La inestabilidad suele ser un rasgo característico de
mujer». Sus referencias son el número de hijos, la las personas con inteligencia superior a la media.
calidad del piso donde habita y su mobiliario, la Cada materia o tema presenta sin duda varias face-
elegancia del guardarropa, la posición social del cón- tas; uno puede tener, por lo menos, dos opiniones
yuge, etc. El marido tiene amigos, colegas, correli- sobre todo, y cada una de esas opiniones es siem-
gionarios que le proporcionan definiciones fragmen- pre, por un motivo u otro, acertada o errónea. Una
tarias sobre su persona. Tales maniobras permiten persona de inteligencia normal no suele percibirlo
que ambos consortes denominen amor al motivo de así conscientemente, ella sólo ve un solo aspecto.
su continuada unión. En cambio, quien sea inteligente por encima del ni·
También se puede cultivar el «sexo escueto» con vel medio lo advertirá y, por ello, su criterio osci-
varios compañeros sexuales: un hombre con una lará continuamente de un extremo al otro. Evidente-
esposa lerda y una amante igualmente lerda cultiva mente, el cónyuge de la persona inestable no será
el «sexo escueto» y el instinto protector con la espo- ajeno a tales oscilaciones mentales, pues él -sobre
sa, mientras que, con la amante, sólo es cuestión todo él- forma parte del mismo medio ambiente.
de «sexo escueto». Otros se encargan de definirlo. La pareja de una persona inestable se ve siempre
expuesta a unas definiciones contradictorias sobre
El qmor de duración media se origina cuando los su naturaleza: unas veces es mala, otras buena, unas
niveles intelectivos inicialmente similares o las apa- veces se la ensalza, otras se la condena. En verdad
riencias en principio contrapuestas de dos cónyuges, se la define continuamente con toda precisión y,
evolucionan con carácter diferencial. Por ejemplo: sin embargo, la calidad de la definición nunca es
durable. Con el tiempo dejará de dar crédito a su
a) Uno de los consortes se sustrae a la lucha por consorte -en las opiniones referentes a ella-, le
la existencia desde el comienzo de las relaciones retirará su confianza y, por fin, buscará otro defi-
amorosas mientras el otro lucha por los dos. De ahí nidor más fiable.
resulta que uno adquiere cada día más saber y el
otro se aferra al nivel que tenía cuando se iniciaron
142 ESTHER VILAR EL VARÓN POLÍGAMO 143
e) Un amor puede extinguirse también cuando codician pagarían cualquier precio para asegurarse
se mantenga la similitud intelectual, pero se aminore su compañía. Así, pues, una mujer de aspecto muy
cada vez más la contraposición externa. Una mujer femenino necesita poseer gran fuerza de voluntad si
ingeniero cuyos conocimientos similares a los de quiere exponerse a la lucha por la existencia como
sus colegas le hagan adoptar también actitudes pa- los hombres, no obstante los insistentes intentos
recidas -cabello corto, lenguaje, risas y movimien- corruptores de éstos. Generalmente elige el camino
tos masculinos- se mostrará cada vez menos «feme- más fácil y deja que un hombre luche por ella. Las
nina» ante su cónyuge. Un peluquero que empieza mujeres de apariencia muy femenina no necesitan
el día menos pensado a hacerse la manicura, perfu- ser inteligentes para sobrevivir: y, como norma, tam-
marse y teñirse el pelo perderá todo atractivo para poco lo son. Sólo cumplen una de las dos premisas
su consorte, quien lo amaba todavía cuando no había para el amor: la contraposición externa con su con·
manicura, ni perfume ni tinte... a ella le parecerá sorte.
«afeminado».
Las mujeres que no se diferencian mucho de los
Como es sabido, los grandes amores son excep- hombres por su físico -mujeres de aspecto poco
cionalmente raros. Para que nazca un gran amor de- femenino-- son menos codiciadas que otras por ra·
ben concurrir, según hemos dicho, dos premisas fun- zones biológicas: estarán expuestas pocas veces o
damentales: contraposición externa específica entre quizá nunca a los intentos corruptores del hombre.
ambos cónyuges (uno es el polo opuesto del otro: Por consiguiente, la mujer de aspecto poco femeni-
hombre muy varonil, mujer muy femenina) e igual- no necesita luchar por la existencia como cualquier
dad en todos los aspectos ajenos a lo específica- hombre para sobrevivir, y está asimismo obligada
mente sexual (hombre y mujer tienen la misma inte- a desarrollar su intelecto. Así, pues, las mujeres de
ligencia, sensibilidad, etc.). Tales condiciones se dan aspecto poco femenino reúnen .asimismo una sola
raras veces. premisa para el amor: la equiparación intelectual
con el cónyuge. Casi siempre les falta la otra condi-
Las mujeres que se diferencian ostensiblemente ción, la contraposición externa.
por su físico de los hombres -mujeres de aspecto
muy femenino-- son más codiciadas que las demás De ahí se infieren las siguientes consecuencias:
por razones biológicas, pues la ley biológica propen·
de a mezclar óptimamente los factores hereditarios 1) A quienquiera que elija el hombre como com·
extremos dentro de la misma especie. Esa codiciosa pañera le faltará una de las premisas para el amor
solicitación les permite sobrevivir con garantías al (la mujer será poco femenina para él o bien dema-
margen de toda competencia: los hombres que las siado torpe).
EL VARÓN POL1GAMO 145
144 ESTHER VILAR
a) amparase a otros; y
b) aprovechase ese pretexto para prescribirles
cómo deben vivir.
164 ESTHER VII.AR EL VARÓN POLÍGAMO 165
jeres*. La psicología contemporánea parte del si- vard el año 1975- cataloga a la mujer estadouni-
guiente postulado: casi todos los valores concep- dense cual «una fámula del hombre» y lleva al
tuales de un ser humano le han sido inculcados ya papel frases tan enjundiosas como ésta, «la esposa-
en los primeros años de su vida por la persona sirviente está democráticamente al alcance de casi
educadora, es decir, la madre. Todos los grandes toda la población masculina»,* sólo caben dos expli-
feministas masculinos provinieron de familias bur· caciones plausibles: o no quiere ver los hechos, o
guesas acomodadas, sus madres fueron pupilas de no puede verlos (o se hace el tonto, o lo es de rema·
primera magnitud y, naturalmente, defendieron su te). Por lo menos parece ignorar las siguientes cir-
privilegiada posición mediante un método muy po- cunstancias dominantes en casi todos los países
pular, el lavado de cerebro. Los auténticos esclavos industriales occidentales, sobre los cuales escribe,
de la familia, sus padres, vivieron bajo el yugo de por cierto, él mismo:
un trabajo abrumador y, por tanto, veían raras
veces a esposa e hijos. 1) Los hombres hacen el servicio militar, las
Es tan natural como posible --esto ya lo hemos mujeres no.
discutido-- que aquellos revolucionarios fueran há- 2) Los hombres van a la guerra, las mujeres no.
biles demagogos con sobrada imaginación para in- 3) Los hombres obtienen la jubilación más tar-
ventar, por razones políticas, el cuento de la mujer de que las mujeres (aunque con sus menores expec-
oprimida. Tal elucidación sería reveladora para ex- tativas de vida deberían tener derecho a retirarse
plicar sus triunfos intelectuales en otros sectores. antes).
En este caso, Sigmund Freud sería la única excep- 4) Los hombres no pueden ejercer prácticamen-
ción: si supo cuántos disparates estaba diciendo te la menor influencia sobre su procreación {para
acerca de la mujer fue presuntamente un «super- ellos no hay píldoras ni interrupción de embarazo;
compensado». deben, o mejor dicho, sólo pueden tener los hijos
que dispongan las esposas).
Para hacer justicia a los feministas históricos, 5) Los hombres alimentan a las mujeres; éstas
debemos hacer constar que antes de implantarse el nunca alimentan --o si acaso temporalmente- a los
derecho electoral femenino y cuando se desconocía hombres.
aún la moderna teoría del instinto, los hombres te- 6) Los hombres trabajan durante toda una vida,
nían más razón que ahora para ver en la mujer un las mujeres pasajeramente o jamás.
ser oprimido. Cuando un intelectual tan prestigioso 7) Aunque los hombres laboren toda su vida y
como John Kenneth Galbraith -catedrático de Har- las mujeres pasajeramente o jamás, aquéllos son, en
* Me he referido con detalle a este tema en mi obra El * J. K. Galbraith: La economía y el objetivo público (en
varón domado. preparación), «Plaza & Janés».
150 ESTHER VIIAR EL VARÓN POLfGAMO 151
Para las mujeres sólo es deseable la propiedad a) casi siempre los amigos y familiares con quienes
del patriarca; ellas prefieren prescindir de la b). conviene tener trato social. De explotación sexual
Ahora bien, la a) no podría tener vigencia sin la b): más valdría no hablar: la frecuencia media del coito
quien gane dinero querrá determinar también cómo tras cinco años de matrimonio es, por ejemplo en
se debe gastar, pues, de lo contrario, ese laborar in· los países occidentales, de una vez a la semana. Esto
cesante no le aportaría satisfacción alguna. Para no puede causar grandes trastornos siquiera a una
conservar, pues, la provechosa propiedad a) es pre- mujer frígida. En el caso de las otras, sería de to-
ciso hacer creer al hombre que posee también la dos modos sumamente inadecuado hablar de la ex-
propiedad b). plotación, porque para ellas es un placer.
Dicho de otra forma: para que el aprovechamien·
to económico de su esfuerzo laboral se realice sin Considerando lo antedicho, resultará mucho más
fricciones, debe convencérsele de que está tiranizan- fácil embaucar al hombre sobre su papel, si se apro-
do a su mujer. Conviene sugerirle esto: empleando vecha el influjo de la opinión pública. Todo hombre
como trueque el dinero que gana para ella, le im- sabe que él mismo no explota a nadie ni abusa se-
pone servicios humillantes de verdadera esclav.a y xualmente de persona alguna..., pero, tal vez, se
la explota sexualmente. pregunte si no lo harán otros hombres. Y terminará
creyéndolo cuando se lo repitan cada día periódicos,
Esa maniobra diversiva resulta casi impractica· emisoras radiofónicas y televisión. Cuando unos
ble en el plano privado: todo marido sabe que, en hombres instruidos predican sin cesar a otro más
los modernos hogares automatizados, su mujer es simple que se debe interpretar también el trato
cualquier cosa menos una esclava. En los matrimo- sexual ordinario cual una violación de la compañe-
nios ordinarios, la mujer toma prácticamente todas ra, que el monótono y breve trabajo en un hogar
las decisiones financieras: según rezan las estadísti- completamente automatizado, la compañía de niños
cas, casi todas las mujeres adoptan por sí solas las y amigas durante la interminable jornada y esa eter·
determinaciones de compra; únicamente consultan na espera hasta el retorno del marido representan
con sus maridos cuando adquieren artículos de con- el tipo más sutil de· esclavitud, su oyente terminará
sumo cuya elección requiera conocimientos técnicos, viéndose también cual uno de esos brutales indivi-
tales como autos, electrodomésticos, etc. La mujer duos que impiden a sus mujeres «la propia realiza·
es árbitro exclusivo, por decirlo así, en el ámbito ción». Y, entonces, la persecución del pan diario
social: ella determina cuál debe ser el número de para su adoptada volverá a tener sentido.
hijos mediante el uso calculado de anticonceptivos; Los padres públicos son hombres que proveen
asimismo dirige su educación porque así se lo per· con datos falsos sobre mujeres a sus camaradas y,
mite su presencia permanente en casa; ella elige obrando así, mantienen y perpetúan el objeto fe-
152 ESTHER VII.AR
dad capitalista los medios informativos no manipu- consiguiente, procura soslayar ese riesgo mediante la
lan a los seres humanos sino, más bien, éstos a los «autocensura».
medios informativos. ' Entretanto, tal vez alguien decida arriesgarse
una pizca y retratar a las mujeres -prudentemente,
Pues aunque los hombres quisieran leer la ver- eso sí- con un poco más de veracidad. Ello podría
dad sobre el papel que desempeñan, las mujeres ser incluso rentable y promovería temporalmente los
seguirían marcando la pauta. Ambos son lectores, intereses de tal o cual periódico ..., pero, en último
cierto, pero la mujer es todavía, con mucho, el ma- término, triunfará siempre la mujer. Por cada ar-
yor consumidor. Según hemos indicado, la decisión tículo que la critique se publicarán cien glorificán-
de comprar desde el mobiliario hasta los artículos dola.
de consumo diario corresponde principalmente a las
mujeres y, por consiguiente, ellas mismas orientan, Los hombres no quieren saber nada sobre su ver-
de forma directa o indirecta, ]a campaña publicitaria dadero papel, como se trasluce principalmente en
hacia sí. Como los órganos informativos occidenta- los productos de Prensa dirigidos al lector masculi-
les están financiados en su mayor parte por la pu- no. Una revista femenina moderna, digamos la Cos-
blicidad, el día en que las mujeres decidreran no mopolitan, podría burlarse si le apeteciera de la so-
comprar tal o cual periódico o revista porque no les ciedad paternal, pues la leen exclusivamente muje-
gustaran sus artículos de fondo, ese periódico o re- res, quienes, en el fondo, saben muy bien lo que
vista se vendría abajo automáticamente por falta de han hecho de los hombres. Las revistas masculinas
publicidad. Así, pues, aunque los hombres lo quisie- son productos de los padres para el padre: Time,
ran, no tendrían nunca la menor oportunidad de pu- Newsweek, L'Express y Der Spiegel deben retratar
blicar libremente su opinión sobre las mujeres en al hombre cual un brutal opresor del sexo femenino.
un producto de Prensa dirigido a ambos sexos (y ¿Qué objeto tendría la lucha de sus suscriptores si
estos productos constituyen la mayoría). aquellas por quienes luchan no estuvieran necesita-
Lo mismo es aplicable a las emisiones televisivas das de protección y si se les dijera que, por lo ge-
financiadas por la publicidad. En casi todos los paí- neral, son ellos mismos los esclavizados? Los edi-
ses occidentales la televisión es publicitaria. Esto tores de las revistas masculinas y las mujeres tiran
significa que, asimismo, aquí sólo es permisible mos- de la misma soga: aunque se supiera quién oprime a
trar aquello aprobado conclusivamente por la cen- quién, ellos se guardarían mucho de imprimir la
sura femenina. No se trata, claro está, de censura verdad en sus planas.
previa sino a posteriori. Ello se rige por el siguiente
principio: cuando el producto no cuente con su fa-
vor, el producto podrá despedirse del negocio. Por
EL VARÓN POLÍGAMO 157
apta debería tener un intelecto superior al suyo y cargar con fardos o echar anclas. Con sus raídas cha-
ser su polo opuesto físico: le será casi imposible quetillas de cuero, sus recios pantalones de pana,
encontrar una mujer que reúna ambas condiciones. sus barbas y barbitas, pipas y pipitas parecen mari-
Esa madre ficticia aparece siempre únicamente con neros, camioneros o albañiles, pero jamás hombres
el éxito profesional. Cuando un intelectual alcanza cuyo único esfuerzo corporal consiste en sostener un
renombre como literato o pintor, escenógrafo o lápiz entre dos dedos.
compositor por haber explicado su temor de la vida Son supercompensados: hombres que remedan a
a los demás intelectuales con tanta lucidez que éstos hombres y van demasiado lejos. Todo cuanto hagan
pueden identificarse con él, encontrará por fin la los otros, ellos lo harán también, pero como no hay
mujer que lo «proteja». Entonces podrá exteriorizar una necesidad auténtica tras esas acciones, pierden
su miedo, y eso le hará incluso interesante. En su el sentido de la proporción. Se atracan con whisky
obra, las mujeres serán siempre seres fuertes y po- y aguardiente sólo porque creen que es viril, se lían
derosos a quienes se rinden sin condiciones los hom- ellos mismos los cigarrillos y, de paso, se deshacen
bres. En sus relaciones con las mujeres, los artistas los pulmones, pasan sus sábados en las tribunas del
masculinos son adoradores o delatores, son un Ing- estadio, silban a las rubias llamativas, se compri-
mar Bergman o un Norman Mailer... nunca se los men en los incómodos asientos de automóviles de-
encuentra sobre un mismo plano por así decirlo. portivos o cabalgan sobre potentes motocicletas
«BMW».
Desde luego, casi todos los intelectuales parecen / Ellos, tan opuestos usualmente al derramamiento
preferir la imagen «Norman Mailer» a la del per- de sangre en todas sus formas, dejan de observar
petuo adorador. Por temor de que se descubra su sistemáticamente los límites de velocidad en el trán-
miedo, imitan a los hombres que quisieran ser en sito urbano. Ellos, temerosos de la muerte como nin-
el fondo. Como muy pocos son buenos actores, se gún otro -por ser los únicos con suficiente fantasía
pasan de la raya con frecuencia, lógicamente. Y, so- para imaginársela-, se aseguran un fin prematuro
bre todo cuando la cuestión atañe a un gran grupo fumando cigarrillos en cadena hasta contraer cáncer
de intelectuales, esa exageración roza lo grotesco. de pulmón. Ellos, cuya mayoría trata con suma ti-
Hoy día, quien entre desprevenido en una redac- midez a las mujeres y se expresa generalmente em-
ción de periódico, un estudio de televisión o una pleando términos escogidos -«Versátil», «frustra-
agencia publicitaria -lugares donde se agrupan mu- do», «progresivo» ... y saben muy bien todo cuanto
chos hipersensibles-, creerá haber subido a bordo esto significa- emplean una jerga profesional sobre-
de un mercante. Los hombres que lo reciben en des- manera vulgar para hablar de ellas entre sí (las mu-
pachos climatizados y cubiertos de alfombras pare- jeres son «muñecas», «hembras» a quienes se debe
cen estar esperando la orden para apalear carbón, «crucificar» y «joder»). Y mientras su modelo, el
160 ESTHER VII.AR EL VARÓN POÚGAMO 161
obrero, se pone su ropa dominical los días festivos, bién supercompensados, claro está, sobre todo
ellos pasan el fin de semana enfundados en los uni- aquí..., y por eso les gusta tanto ocuparse en las
formes de trabajo de aquél. Sus centros intelectua- «cuestiones femeninas». Y dicen: «Nosotros somos
les --conciertos, teatros, exposiciones de arte- los lo más grande..., ¿acaso no os dais cuenta, pobre-
visitan luciendo un conjunto de jeans decolorado cillas, cómo os explotamos y abusamos de voso-
artificialmente: es preciso defender en todo momen- tras?» No podría ser de otro modo: para no mos-
to la imagen del hombre rebelde. trar cuán necesitado está él mismo de protección, el
Solamente en aquellas regiones donde no pueden supercompensado debe representar como desvalidas
ser una réplica de sus arquetipos, invocan su supe- a aquellas cuya protección busca y espera. El hom-
rior inteligencia y explican sus debilidades a los bre ordinario da una impresión de fortaleza; el in-
fuertes. Por lo general, un intelectual no sabe «ni telectual necesita inventar alguien más débil para
clavar un clavo en la pared», «ignora todo acerca de poder pasar por fuerte.
asuntos monetarios», «no tiene ni la menor idea so-
bre el funcionamiento de un auto» y cuando necesita De resultas, los hombres intelectuales son los
cambiar un fusible pide a voces la presencia del mejores aliados con quienes podrían soñar las mu-
portero. jeres para defender su estado cual objetos de pupi-
El saber tales cosas sería un indicio de primiti- laje. Aquí se complementan los intereses masculinos
vismo mental... él es, sin duda, un hombre hecho y y femeninos como en ningún otro terreno: la mujer
derecho, pero justamente por eso no puede ser pri- requiere la imagen del débil, el intelectual la del
mitivo. Así como una mujer no necesita saber nada fuerte. Un corresponsal que escribe cada día en su
porque es femenina, el intelectual tampoco nece- periódico cuán cruel es la opresión de los hombres
sita saber nada porque él sabe ya otras cosas. sobre las mujeres es la representación más fiel
del buen periodismo según el criterio femenino. Un
Como el intelectual trabaja precisamente, por redactor de televisión que clame contra la denomi-
razón de su capacidad para el razonamiento abstrac- nación «objeto sexual» y recomiende a sus hermanos
to, allá donde las mujeres más pueden necesitarle las virtudes del altruismo -abnegación, desinterés,
--centros periodísticos y editoriales, radio y televi- tolerancia- en su trato con las mujeres, personifi-
sión, institutos psicológicos, publicidad e investiga- cará el espacio televisivo más ponderable según los
ción de la opinión-, y como le agrada tanto ocupar- módulos femeninos.
se en «cuestiones femeninas», su contribución es
inestimable para los fines de las mujeres. Pues, a A decir verdad, parece irónico que precisamente
diferencia de los adoradores, no les dicen a éstas, los hombres más necesitados de protección sean
«vosotras sois lo más grande». Aquí deben ser tam- quienes participen a las mujeres cuán lamentable es
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162 ESTHER VILAR
dos los periódicos americanos importantes- o por- pueden ofrecer fotos en color y papel satinado a
que· algún padre público las haya citado deliberada- sus oprimidas y libertas. El cuento sobre la sir-
mente. Y, desde allí, el mensaje sigue su camino vienta del hombre está haciendo una peligrosa com-
hacia el resto del mundo: los periódicos europeos petencia a los hermanos Grimm.
reproducirán con gran formalidad todas las opinio-
nes de las feministas americanas tanto si son favo- El periodismo «feminista» comparado con otros
rables o contrarias a Kissinger, Marilyn Monroe, los sectores de esta profesión, tiene la ventaja de ser
pantalones largos, los cortos, los sprays de vagina, excepcionalmente simple. Para declarar como testi-
el lesbianismo o la abstinencia sexual. ¿Quién puede go de cargo contra la esclavitud femenina no se ne-
ser tan chauvinista como para suprimir de sus pla- cesita valor (como nadie se opone a ello, no hay
nas las noticias sobre la lucha por la libertad de enemigos), ni estilo literario (poco importa cómo
esas bravas mujeres? se escribe, lo principal es describir la opresión del
propio sexo), ni conocimientos técnicos (basta, si
Ahora cabría preguntarse por qué hacen tal cosa acaso, con una vagina a modo de legitimación .pro-
esas mujeres. ¿Qué consiguen las periodistas y es.. fesional) ni ideas (ésas las proveen siempre los
critoras inutilizando a su sexo como receptor del hombres).
bienestar? ¿Por qué quieren desempeñar por doquier La idea sobre el sexo oprimido -según hemos
el papel de víctimas? ¿Acaso se benefician tanto las repetido varias veces- fue de origen masculino. No
mujeres, dejando aparte lo material, con los remor- ha nacido de Beauvoir, Friedan, Millet ni Greer
dimientos del hombre? -¿cómo podría ocurrírsele a las mujeres esa idea
Las periodistas no son heroínas ni mucho menos. de opresión?-, sino de Marx, Engels, Bebel y Freud.
Ellas hacen lo más fácil y escriben exactamente Las mujeres intelectuales aportan únicamente el in-
-con algunas excepciones si hemos de ser justos-- dispensable «lagarto muerto» para la ceremonia fu.
lo que la gente quiere leer. No son ellas las culpa- neraria. Con tal fin se sirven de los siguientes mé-
bles de esa imagen femenina, sino aquellas que las todos:
han sobornado. Seguramente no hay ni una sola
periodista entre las más eminentes de nuestros días a) Informe sumario.
que crea seriamente en la mujer oprimida, pero b) Informe insider.
ellas seguirán propagando esa versión mientras se e) Estadísticas binarias.
lo pidan. La liberación de la mujer ha llegado a ser
una industria organizada, sobre todo en los Estados Mediante el informe sumario, una mujer relata
Unidos. Hay numerosas revistas especializadas, por su trágico destino individual, frecuentemente verídi-
ejemplo Ms.• cuyos negocios marchan tan bien que co. Las otras lo declaran un caso modelo.
172 ESTHER VILAR EL VARÓN POL1GAMO 173
Mediante el informe insider las mujeres partici- cualquier político femenino que les apeteciera.
pan a los hombres cuál es el «sentir de una mujer» Se celebra el elevadÓ porcentaje de mujeres tra-
ante determinadas situaciones. Por ejemplo, Ger- bajadoras, pero se calla que de las cifras citadas
maine Greer explica al lector de Playboy que el acto sólo la mitad trabajan durante la jornada comple-
carnal equivale a una violación para «cualquier ta, que muy pocas lo hacen para toda su vida
mujer». Gloria Steinem comunica al lector de Der (siempre son otras quienes aparecen en las estadís-
Spiegel que si hay tan pocas doctoras en Medicina es ticas) y que el profesionalismo femenino no es com-
porque uno, «como mujer», no puede imaginar un parable todavía, ni mucho menos, con el masculino
médico femenino. Ellen Frankfort * comenta la es- porque la mujer casi nunca alimenta con su sueldo
casez de cirujanos femeninos: «como mujer» uno al marido ni a los hijos.
evita esa profesión porque los hombres nos dicen Se condena la doble carga de las madres traba-
que la larga permanencia en pie produce varices, lo jadoras, olvidando que, según las estadísticas, el pa-
cual resta gracia al otro sexo. Para esquematizar el dre trabajador dedica tanto tiempo a las tareas ac-
sentir «como mujer» en la vida cotidiana se estable- cesorias como su esposa trabajadora: gestiones de
ce también una comparación con las minorías ra- · orden administrativo, liquidación de impuestos, re-
dales: las mujeres estadounidenses dicen que se paraciones en la casa, atenciones al auto, trabajo de
sienten tratadas en su propio país como si fueran jardinería y vigilancia de los hijos.
negros, y las mujeres de los restantes países occi- Se acusa a la «sociedad masculina» de seguir
dentales que se sienten tratadas como negros esta- pagando muchas veces sueldos inferiores a las mu-
dounidenses («Nosotras somos los negros de la na- jeres, pero no se menciona que hay convenios co-
ción»). lectivos entre sindicatos y empresas y que sólo una
fracción mínima de mujeres profesionales están sin-
Mientras se dramatiza con los informes sumario dicadas, por no decir nada de sus actividades sindi-
e insider, se procede con frialdad científica median- cales.
te el método de la estadística binaria. :Sste consiste Se demuestra que las mujeres hacen las tareas
en citar la primera parte de una investigación y ol- más desagradables --como asistentas y encargadas
vidarse como por casualidad de la segunda: de lavabos-, pero se olvida nuevamente que los tra-
Hay, por ejemplo, muchas quejas sobre el bajo bajos verdaderamente desagradables corresponden
porcentaje de políticos femeninos, pero se olvida a los hombres: mineros, basureros, barrenderos,
decir que las mujeres con su mayoría electoral ab- limpiadores de alcantarillado, enterradores, encar-
soluta del 51/52 % podrían proponer y elegir a gados de cámaras mortuorias, matarifes, médicos,
forenses, especialistas en proctología, enfermedades
* Ellen Frankfort : Vaginal Politics, Nueva York, 1972. cutáneas y venéreas y patología anatómica.
174 ESTHER VIJAR EL VARÓN POLfGAMO 175
Se reprocha a los hombres que su legislación De su propio sexo hacen ellas, las hijas públicas,
prohíba el aborto, pero se calla que, según las esta- unas perfectas cretinas. Porque hay cierta diferencia
dísticas, hay muchos más hombres que mujeres entre decir de alguien que no quiere hacer otra cosa
partidarios de legalizar el aborto, y que los partidos y decir que no puede hacer otra cosa.
conservadores que en su mayoría son siempre ele- Si las mujeres no quieren hacer otra cosa se las
gidos por voto femenino, son quienes más lo com- emparejará sobre un mismo plano con los ricos: su
baten. torpeza será una consecuencia del lujo, su estilo de
Se acusa al hombre de haber descubierto la píl- vida una elección libre, su renuncia a cargos y ho-
dora para la mujer en vez de hacerlo para sí mis- nores una prueba de soberanía. Para cambiar su
mo, pero se olvida mencionar que la industria far- destino les bastará con desearlo, todo dependerá de
macológica internacional ha invertido hasta ahora ellas mismas.
sin éxito en la píldora masculina una suma mil ve- Si las mujeres no pueden hacer otra cosa se las
ces superior a la necesaria para descubrir la píldora encasillará como idiotas innatas. Si transcurridos ya
femenina, y que, además, ésta hace depender al hom· tantos años de derecho electoral femenino, mayoría
bre unilateralmente de la mujer. electoral, bienestar material, libre elección para
Se interpreta el hecho de que las mujeres se so- abrazar profesiones liberales, si a despecho de tan
metan al psicoanálisis con mucha más frecuencia denodados esfuerzos no se abren camino, sólo ha·
que los hombres, como una señal de la desespera- brá una explicación: inferioridad psíquica innata
ción femenina, pero no se menciona que el número Unos seres humanos semejantes no pueden variar
de suicidios entre hombres es el doble de las mu- su destino por sí solos, quedan a merced de la com-
jeres, ni se menciona que, en casi todos los casos, pasión y el entendimiento en su medio ambiente, ne-
son hombres quienes pagan por las costosas horas cesitan el altruismo de los hombres.
de confesión psicoanalítica de las mujeres. Sin embargo, cuesta mucho creer que las feminis-
Las hijas públicas no quieren desembarazarse tas conozcan el mal que están intentando hacer a
del «padre», sino todo lo contrario: haciendo res- las mujeres. Ellas son hijas, si bien sólo públicas.
ponsable al hombre de todas las ocurrencias desa· Y las hijas, aunque públicas, no son responsables.
gradables en su vida, le confieren la condición
auténtica de padre. Ellas no quieren asumir la res-
ponsabilidad de sus propios actos, sólo desean una
educación «antiautoritaria»: les aburre ya la casa de
muñecas y quisieran poder jugar también al fin con
«cuchillo y tenedor, bromas y luz» exactamente como
los chicos.
EL HOMBRE COMO VICTIMA
DE SU POLIGAMIA
12-ms
LA POLIGAMIA DELUDE SIEMPRE
A LOS HOMBRES EXCLUSIVAMENTE
tor de la pareja y no su instinto sexual, empujándo- mucho a las mujeres: en su harén se procurará por
la, por lo . tanto, a la poligamia: puesto que el hom- todas ellas, la «explotación» sexual se dispersará con-
bre siente la necesidad de protegerla, experimenta siderablemente y, de resultas, las molestias serán
remordimientos en el terreno sexual. Entonces bus- mínimas; ellas no necesitarán separarse de sus hi-
ca una segunda compañera, y si ésta le es también jos y tendrán siempre la compañía de las otras
inferior, retomarán los remordimientos y el proce- mujeres.
so proseguirá. Los individuos homosexuales son a En verdad, eso sólo resulta humillante para los
veces, quizás, hombres resignados que han buscado hombres pobres: noventa y nueve de ellos se ven sin
inútilmente durante largo tiempo una compañera compaiieras porque el jeque se las ha arrebatado.
sexual adulta. Y, por fin, prefieren la igualdad del Asimismo, en la modalidad sudamericana de bi-
sexo al intelecto infantil. gamia ya citada, no es la mujer quien sale perdien-
Aunque el polígamo habitual no engañe realmen- do, sino el hombre. · La verdadera víctima del ma-
te a su mujer, sino a otro hombre, sólo se da cuenta chismo es siempre otro macho, pues cada macho
de ello muy raras veces: desde el punto de vista se- con dos hembras robará a otro la suya. Como el ma-
xual, nadie puede engañar a una mujer que vea un cho opulento pide fidelidad a sus mujeres cual re-
padre en su marido. Para una «adoptada», el com- tribución exclusiva, y como las muchachas procuran
paiiero no tiene nada de amante, y, por tanto, ella acrecentar su valor mercantil mediante la virgini-
únicamente mostrará celos de otra mujer cuando dad, el macho menesteroso tiene muy pocas proba-
peligre su aprovisionamiento. Por supuesto, prefe- bilidades de adquirir sexo gratuito. La consecuen-
riría ser hija única de su esposo, pero si surge una cia es un ser prostibulario merodeando el mundo de
«hermana» convendrá hacer lo posible para que no sus iguales: los numerosos pobres a quienes se les
sea la predilecta. Si todo se distribuye con equidad ha arrebatado su compaiiera deben repartirse entre
y el padre tiene suficientes recursos para alimentar sí las escasas mujeres restantes. Ahora bien, gracias
a varias hijas, le resultará indiferente en el fondo lo al antedicho lavado de cerebro, el macho pobre per-
que él haga con la otra. cibe tan poco como el rico lo que se está represen-
tando ahí. fü cree también sin vacilar que las muje-
Así, pues, el polígamo no debería sentir remor- res están bajo el yugo masculino, y cuando ha gana-
dimientos de conciencia por su actitud con las mu- do lo suficiente para alquilar durante media hora
jeres, sino con los hombres. Como las poblaciones una compaiiera sexual, se siente superior a todas las
masculina y femenina mantienen un equilibrio nu- mujeres.
mérico bastante afinado, cada hombre que se apro- Se puede tener la certeza de que los hombres
pie de dos mujeres arrebatará a otro su compaiiera. sudamericanos más pobres olvidarían inmediatamen-
Un jeque con cien «objetos sexuales» no perjudicará te su famoso machismo si pudieran despertar de ese
ESTHER VII.AR
182
es la definición femenina del amor. El hombre pro- car una mujer entre todas las «nenas» con quienes
cura atenerse a ella. Pero siempre que hace lo posi- tropiecen en el curso de su vida..., hasta encontrar-
ble para conducirse con una mujer tal como se es- la. Según hemos dicho, nadie es víctima de su poli-
pera de él -pensar sobre todo en su felicidad- no gamia, excepto ellos mismos. Y si quieren ser los
se siente feliz, y cuando se siente feliz es porque ha únicos perjudicados, justo es que tomen solos las
pensado preferentemente en sí mismo. decisiones de una vez por todas.
EL S1NDROME PATERNO • • • 77
¿Cómo se origina un síndrome paterno? • 79
Adopción e incesto . • • . • 82
Orígenes de la poligamia masculina . 87
Poligamia simultánea • 92
Poligamia sucesiva • 98
Poligamia esporádica 104
Poligamia simbólica • . 109
Solamente los hombres son mojigatos . 113