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Padres orgullosos dejan a sus hijos en las puertas del colegio, soñando con lo que podrían lograr tras

años de estudio.
Dejan en manos de los maestros la labor de cultivar su desarrollo y abrir sus ojos a un mundo de posibilidades. Es una
enorme responsabilidad, pero ¿se refleja esa responsabilidad en su estatus social y salario? ¿Reciben los profesores lo
que en realidad merecen?

La realidad de los ‘profes’ pone sobre el escenario su situación en Colombia. No es secreto para nadie que en el país el
empleo docente no es de los más respetados y, mucho menos, bien remunerado, lo que ha impactado en la calidad
profesional de los nuevos egresados de licenciatura y en la vocación docente de primaria y secundaria.

“Este es un grave problema en los imaginarios sociales. Pareciera que los que hemos ingresado a estudiar una
licenciatura fuéramos retrasados mentales porque a nuestros programas se nos asigna el puntaje más bajo para el
ingreso. De ahí que surjan premisas como “cualquiera puede ser maestro”, “o estudie esta carrera para luego pasar a la
que le gusta”, “aunque sea de maestro, el todo es trabajar”. Eso hace que el perfil de los profesores sea muy variado,
pues muchos ingresan a la carrera sin conocer cuál es la función del educador”, asegura la doctora Diana Elvira Soto,
decana de la facultad de Educación de la UPTC en Tunja.

Un estudio realizado en el último mes por la Fundación Varkey, analizó en 35 países la visión que las sociedades tienen
de los docentes. Los resultados se presentaron en el Global Teacher Status Index (GTSI – Índice Global del Estatus de los
Profesores) 2018. Unos de sus principales hallazgos es que solo un cuarto (25%) de los colombianos piensa que los
alumnos respetan a sus docentes, mientras que 53% considera que no. En este aspecto, Colombia es el decimocuarto
más bajo de todos los países encuestados y contrasta con China, que ocupa el primer lugar, donde 81% de los
encuestados considera que los alumnos respetan a sus docentes.

Además, el GTSI muestra de manera inédita que hay un vínculo directo entre el estatus dado al docente y el rendimiento
de los alumnos, medido por los resultados de las pruebas Pisa (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes).
Los países que presentaron mayor nivel de prestigio al profesor, en general, tienen mejores puntuaciones en las Pisa.
Este resultado demuestra que no solo es bueno tener un alto prestigio de los docentes, sino que es algo que conduce a
mejores resultados entre los estudiantes.

Europa es el mejor lugar para enseñar en términos de salarios. Particularmente en Luxemburgo, donde pueden llegar a
ganar hasta US$137.000 al año. Suiza y Alemania son los siguientes países con los salarios más altos en la docencia a
nivel preparatoria. En Colombia, según la información de las tablas salariales publicadas por Fecode en su página,
aproximadamente 48% de aquellos profesores que están en el escalafón docente de 1979, recibe un sueldo de
$3’120.336. De los que están amparados bajo el decreto 1278 de 2002 hay 52% que gana $1’924.511 y 6% que tienen
doctorado y entre 15 y 18 años de experiencia, los cuales devengan $7’163.444 mensuales.

Al tema salarial, se une el de la capacitación, que es otra desventaja que se evidencia en Colombia. Mientras en
Singapur, todos los maestros se forman en el Instituto Nacional de Educación y entran a trabajar los egresados más
destacados, acá sigue el debate sobre la evaluación docente y sobre las herramientas para fortalecer esta profesión.

Hace tres años el Ministerio de Educación lanzó un programa de formación llamado ‘Becas para la Excelencia Docente’,
pero los expertos insisten en que falta mucho en capacitación –en Singapur los profesores tienen más de 100 horas de
desarrollo y formación profesional cada año–, así como en crear conciencia sobre el rol del maestro.

Para la doctora Soto hay ausencia de los valores éticos transversales en la formación del docente, dado su papel como
agentes líderes de la sociedad. “Por supuesto, los documentos del Ministerio de Educación establecen esos valores, pero
en la pruebas que se hacen solo miden conocimientos”.

Desde 2002 en el país se aplica un nuevo Estatuto de Profesionalización Docente, Decreto 1278, el cual tiene en la
evaluación el instrumento clave para avanzar en esta carrera y ascender en el escalafón.

“Antes, las pruebas básicamente consistían en unas evaluaciones indirectas de selección múltiple, hasta 2015, cuando
se empezó a hacer una evaluación más completa, con unas aspiraciones muy altas. Pero falta plata para hacer una mejor
evaluación, con observación de clase, calificación de videos, varios jueces, etc. Este tipo de pruebas dan información, no
solo sobre lo que sabe el docente, sino también sobre cómo enseña, pero sabemos que el presupuesto para educación
es limitado y hay que ver cómo se aprovecha”, comenta Julián Mariño, director del Centro de Evaluación de la
Universidad de los Andes.

La ministra de Educación, María Victoria Angulo, ha anunciado que la evaluación docente tendría nuevas luces. “El
Ministerio viene trabajando en siete ejes que contribuirán a mejorar la calidad en la formación colombiana. El tercer eje
se llama “Todos por una educación de calidad” e involucra un trabajo articulado con el Icfes para definir el nuevo
esquema de evaluación”, dijo la Ministra.

Por el bien de los estudiantes y de los más de 326.000 docentes que ejercen en el país, ojalá se puedan mejorar las
condiciones de evaluación y volver a dignificar su profesión, la cual es fundamental para el desarrollo de Colombia.

Para la elaboración de las evaluaciones docentes en el país se tomaron varias ideas de Chile, uno de los sistemas más
completos y exitosos de la región. Pero se limitaron algunos aspectos tras la discusión entre el Icfes y Fecode. Por
ejemplo, se permite tomar un video de una clase, que vale 80% en la prueba, pero que de no ser aprobado, podría
nivelarse con la aprobación de un curso en una universidad certificada. También se acabaron las discusiones
pedagógicas entre pares mediante entrevistas, la evaluación de la planeación del contenido de las sesiones, que tenía
como objetivo medir los conocimientos disciplinares, la claridad conceptual, la pertinencia curricular y los métodos
evaluativos.

El Banco Interamericano de Desarrollo ha realizado investigaciones sobre cómo recuperar el prestigio docente y para
eso recomienda políticas que hagan atractiva la profesión, con aumentos salariales y una carrera meritocrática.

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