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DERECHO CIVIL VI
DERECHO SUCESORIO. LA SUCESIÓN TESTADA. LAS ASIGNACIONES
FORZOSAS.
El art. 1167 define las asignaciones forzosas como “las que el testador es obligado a
hacer, y que se suplen cuando no las ha hecho, aun con perjuicio de sus disposiciones
testamentarias expresas”. Estas asignaciones constituyen el mecanismo a través del
cual el Código Civil limita la libertad de testar.
Los alimentos que constituyen asignación forzosa son los alimentos que el testador
está obligado por ley a pagar, conocidos como alimentos forzosos o legales. Están
tratados en el título V del Libro III, arts. 1168 a 1171. Estos alimentos forzosos
constituyen una baja general de la herencia (art. 959 N° 4), por lo que deben ser
pagados antes de liquidar lo que corresponde a cada asignatario. No obstante, el art.
1171 señala que si las asignaciones alimenticias que se hacen a alimentarios
forzosos fueren mayores de lo que corresponda, el exceso se imputará a la parte que
el testador pudo disponer a su arbitrio.
Los alimentos debidos por ley constituyen una baja general de la herencia aun
cuando el testador imponga su pago a un asignatario determinado, según parece
desprenderse del art. 1168 (René Ramos y Fernando Rozas; en contra, Somarriva).
Los arts. 1167 y 1168 hablan de “alimentos debidos por ley”. Esta expresión puede
entenderse en varios sentidos:
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Apunte preparado por el profesor Dr. Rodrigo Barría Díaz, Universidad Alberto Hurtado.
1. El causante fue condenado por sentencia ejecutoriada a pagar alimentos. En
este caso es evidente que estamos frente a alimentos debidos por ley.
2. El causante pagaba en forma voluntaria los alimentos a la persona a quien por
ley debe entregárselos, sin haber sido condenado por sentencia judicial, ellos
son asignación forzosa, pues se deben por ley.
3. El causante fue demandado judicialmente por quien tenía derecho a
alimentos, pero la sentencia queda ejecutoriada después del fallecimiento de
este. Como las sentencias judiciales son declarativas de derechos, el derecho
de alimentos existía con anterioridad, por lo que esos alimentos el causante
los debía por ley y son asignación forzosa.
4. Una persona tenía título legal para demandar alimentos del causante y no los
recibía ni los había demandado. La jurisprudencia considera que en este caso
no se trata de alimentos debidos por ley, puesto que, de ser así, los herederos
nunca estarían a salvo de aquellos que, teniendo un título legal para
demandar alimentos, no lo hicieron en vida del causante.
Finalmente, digamos que de acuerdo al art. 1170, los alimentos forzosos no se ven
afectados por las deudas o cargas que graven el patrimonio del causante. Lo que sí
puede ocurrir es que sean rebajados cuando parezcan desproporcionados a la fuerza
del patrimonio que el causante tenía en vida.
El art. 1181 define las legítimas como “aquella cuota de los bienes de un difunto que
la ley asigna a ciertas personas llamadas legitimarios”.
Agrega la ley, quizá innecesariamente, que los legitimarios son herederos, pues como
a los legitimarios les corresponde una cuota de los bienes del difunto y no bienes
determinados de éste, aplicando la regla general del art. 951 se llegaría a idéntica
conclusión. Esto permite hacer concluir a Somarriva, que los términos heredero
forzoso y legitimario, son sinónimos.
Pero la legítima es, ante todo, una asignación forzosa de que no puede ser privado el
legitimario, a menos que, por causas legales, haya sido desheredado, es decir,
excluido de la sucesión por el propio causante mediante una cláusula testamentaria
(y probado el hecho en que se funda), o por la declaración de indignidad a
requerimiento de cualquier persona interesada en la exclusión del legitimario.
Sobre esta enumeración hay que hacer dos comentarios: respecto de los hijos, el
propio artículo señala que opera el derecho de representación; y el art. 1182 es
taxativo, no hay más legitimarios que los que enumera la disposición.
Los legitimarios son asignatarios forzosos, pero ello no significa que todos concurran
en la herencia. Esto porque las legítimas se distribuye de acuerdo con las reglas de la
sucesión intestada (art. 1183). Esto significa que se aplicarán las reglas
concernientes a los órdenes sucesorios, que ya estudiamos, para definir quiénes
deben concurrir o ser excluidos de la mitad legitimaria. 3
1. Legítima rigorosa
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Está establecida en el art. 1184, inciso primero, de acuerdo al cual se puede decir
que la legítima rigorosa es aquella parte que le cabe al legitimario dentro de la mitad
legitimaria.
Los legitimarios llevan la mitad de los bienes del causante, previas las deducciones o
bajas generales de la herencia señaladas en el art. 959 y las agregaciones que
corresponden a los acervos imaginarios consagrados en los arts. 1185 y 1186. La ley
agrega que esta mitad se divide por cabezas (cuando los legitimarios concurren
personalmente) o por estirpes (cuando los legitimarios concurren representados).
Pero no todas las legítimas son de la misma cuantía, conforme se desprende de los
arts. 988 a 990. Puede ocurrir que un legitimario no lleve todo o parte de su legítima,
sea porque es incapaz (no existe al momento de deferírsele la asignación), ha sido
desheredado, declarado indigno o ha repudiado la asignación y no tiene
descendencia con derecho a representarlo. En este caso, la parte que no lleva ese
legitimario se agrega -dice la ley-, a la mitad legitimaria y contribuirá a formar las
legítimas rigorosas de los demás legitimarios. En realidad, la ley se ha expresado
defectuosamente,porque si un legitimario no lleva todo o parte de su legítima, nada
se agrega a la mitad legitimaria, sino que ella se dividirá por un factor menos (menos
legitimarios) y con ello se elevará su cuantía. Por lo tanto, no hay en este caso
acrecimiento o agregación alguna, sino la consecuencia lógica de que la mitad
legitimaria se distribuya entre menos legitimarios. De allí que en este supuesto, la
legítima siga siendo rigorosa y no efectiva.
2. Legítima efectiva
Esto tiene gran importancia práctica, pues mediante tal acervo imaginario, se trata
de impedir que las legítimas sean burladas por el causante, mediante donaciones a
los propios legitimarios o a extraños. Con este acervo imaginario se reconstruye el
patrimonio del causante y se limitan las donaciones que puede hacer a extraños a lo
que, conforme a la ley, puede disponer libremente y sin restricción. 6
Este acervo se forma siempre que se verifiquen dos requisitos: que al abrirse la
sucesión, existan legitimarios, puesto que con él se pretende defender la integridad
de las legítimas; y que el causante haya hecho donaciones a un legitimario, puesto
que si no las hay no se forma este acervo.
1. Los regalos moderados que se hacen según la costumbre (art. 1188, inciso 7
segundo). Esta norma está en perfecta armonía con el art. 1735, que autoriza
al marido, como administrador de la sociedad conyugal, para hacer
donaciones de poca monta. Nótese que aquí estamos ante un caso,
excepcional por lo demás, en el que la ley se remite a la costumbre (artículo
2). Cabe indicar que aun cuando el art. 1188 no lo diga en forma expresa,
debemos atender a la capacidad del patrimonio del causante, para calificar
las donaciones de “regalos moderados”.
2. Los presentes hechos a un descendiente con ocasión de su matrimonio(art.
1198). Se presenta aquí un problema interesante, ya que nada dice la ley
sobre la cuantía de la donación. De ello puede deducirse que cualquiera sea la
cuantía de la donación, no procedería colacionarla. Se plantea que no sería
este el espíritu de la ley. Se trataría siempre de donaciones moderadas con
relación a las fuerzas del patrimonio.
3. Tampoco se colaciona lo que se invierte en el pago de una deuda de un
legitimario que sea descendiente, si esta inversión o desembolso no ha sido
útil para el pago de dichas deudas (art. 1203, inciso primero, interpretado a
contrario sensu). Tal sería el caso, por ejemplo, de un pago de lo no debido: se
pagó a una persona distinta del acreedor, subsistiendo el crédito que tiene el
último en contra del legitimario descendiente del causante. La ley advierte que
no se colacionará el pago inútil, en relación a las deudas del legitimario
descendiente. De esta norma, se concluye que sí procede acumular estos
desembolsos, aun cuando no hayan sido útiles, si se han hecho para pagar
deudas de otros legitimarios: o sea, ascendientes o cónyuge sobreviviente.
4. Los gastos de educación de un descendiente(art. 1198, inciso segundo). Lo
anterior, porque se trata del cumplimiento de una obligación fundamental
para con los descendientes. La ley no distingue si se trata de un hijo u otro
descendiente, cuestión correcta, porque la obligación de suministrar alimentos
y educar puede pasar a los abuelos por falta o insuficiencia de los padres (art.
232).
5. Finalmente, tampoco se colacionan a este acervo los frutos de las cosas
donadas revocable o irrevocablemente, a título de legítima o de mejora, que
se devenguen en vida del donante, si las cosas donadas han sido entregadas a
los donatarios. Ello, a consecuencia de que el dominio de dichas especies
pertenece al donatario -incluso de donación revocable, para algunos autores-, y
los frutos se devengan para sus dueños. Por la misma razón, tampoco se
agregarían o colacionarían a este acervo las accesiones que experimenten las
cosas donadas mientras ellas estaban en poder de los donatarios, puesto que
este aumento favorece al dueño, o sea, al donatario.
1. La ley ordena que la colación se haga según el valor que tenían las cosas al
tiempo de la entrega, pero cuidando de actualizarlo prudencialmente a la
época de la apertura de la sucesión (art. 1185, inciso primero).
Esta última suma, $1.250.000, debe repartirse entre la mitad legitimaria y la cuarta
de mejoras en proporción de dos a uno (porque la mitad legitimaria es el doble de la
cuarta de mejoras). O sea, que la mitad legitimaria lleva $833.000 y la cuarta de
mejoras $417.000. Tenemos entonces que la herencia queda distribuida así:
El segundo acervo imaginario está contemplado por los arts. 1186 y 1187, precepto
este último en el cual se consagra lo que jurídicamente recibe el nombre de acción de
inoficiosa donación.
No cabe duda que sólo procede la formación del segundo acervo imaginario cuando
al momento de hacer las donaciones irrevocables a terceros, el causante tenía ya
legitimarios. Así lo da a entender el encabezamiento del art. 1186. Es decir, el
causante debe tener legitimarios al momento de hacer la donación irrevocable.
José Clemente Fabres opinaba que debían ser unos mismos los legitimarios en
ambas oportunidades, de modo que la formación de este segundo acervo imaginario
no beneficiaría a los legitimarios que no tenían el carácter de tales al momento de
efectuarse las donaciones.
Debe tenerse presente que este segundo acervo imaginario (a diferencia del primero)
procede sólo en presencia de donaciones irrevocables, dado que el art. 1186 habla
de donaciones entre vivos.
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Estas donaciones irrevocables deben haber sido hechas a extraños, porque si fueron
efectuadas a legitimarios, lo que procede es formar el primer acervo imaginario.
En relación al principio de que para la procedencia del segundo acervo imaginario las
donaciones deben ser excesivas, pueden presentarse las siguientes situaciones:
Se divide esta suma por cuatro, lo que nos da $ 50.000.000. En este caso, las
donaciones no son excesivas porque lo donado irrevocablemente por el causante
alcanzó la suma de $ 50.000.000, cantidad a la que asciende también lo que pudo
donar. De tal modo, a pesar de existir legitimarios y haberse hecho donaciones
irrevocables a terceros, no procede formar el segundo acervo imaginario, pues las
donaciones no son excesivas. Como lo dice el art. 1186, el segundo acervo imaginario
se forma sólo cuando hay un exceso en lo donado.
Se divide esta suma por cuatro, lo que nos da $ 40.000.000, cantidad a la cual
asciende lo que el causante legítimamente pudo donar. Pero como en realidad donó
$ 60.000.000, existe un exceso de $ 20.000.000 y procede entonces formar el
segundo acervo imaginario. Este se forma conforme a lo dispuesto en el art. 1186: el
exceso se acumula imaginariamente al acervo, para la computación de las legítimas
y mejoras. O sea, en el ejemplo, a los $ 100.000.000 del acervo líquido o primero
imaginario agregamos el exceso que es de $ 20.000.000, con lo cual se forma un
segundo acervo imaginario de $ 120.000.000.-
Se cumple así el primer objetivo de este segundo acervo imaginario, que es reducir la
parte de libre disposición. En el ejemplo, disminuye de $ 30.000.000 a $ 10.000.000,
o sea, se reduce en $ 20.000.000, cantidad a que asciende el exceso de lo donado.
Se limita entonces la facultad de testar del causante en la parte de libre disposición,
pues ya dispuso en vida de parte de lo que podía asignar libremente por testamento.
c. Las donaciones son de tal modo excesivas que menoscaban las legítimas y
mejoras.
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La tercera situación que puede presentarse es la contemplada en el art. 1187, esto
es, el exceso es de tal magnitud que no sólo absorbe la parte de la herencia de la cual
el difunto hubiera podido disponer libremente, sino que menoscaba las legítimas
rigorosas o las mejoras. Se forma entonces el segundo acervo imaginario,
procediendo en la misma forma anterior.
Al igual que en los casos anteriores, dividimos esta cantidad por cuatro, lo que nos da
$ 85.000.000. Esta suma fue la que el testador pudo libremente donar, y en cambio,
lo donado realmente alcanza a $ 220.000.000.El exceso es de $ 135.000.000.
Sumamos entonces este exceso al acervo para calcular el acervo imaginario, lo cual
nos da $120.000.000, más $ 135.000.000 (exceso de lo donado), lo da $
255.000.000, cantidad a la cual asciende el segundo acervo imaginario.
Se produce entonces el segundo efecto de este acervo imaginario, más radical que el
anterior, consistente en dar nacimiento a la acción de inoficiosa donación, que
pasaremos a estudiar a continuación.
Esta acción la tienen los legitimarios en contra de los donatarios cuando el causante
ha hecho en vida donaciones irrevocables excesivas que menoscaban las legítimas
rigorosas o mejoras, y que se traduce en la rescisión de dichas donaciones. En el
último de los ejemplos citados, no basta con limitar la parte de libre disposición, pues
ni siquiera existen fondos para pagar las asignaciones forzosas, o sea, la mitad
legitimaria o la cuarta de mejoras. Entonces, el legislador otorga a los legitimarios un
medio más radical para amparar sus legítimas, que consiste en la rescisión de las
donaciones irrevocables excesivas.
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En otras palabras, la acción de inoficiosa donación sólo nace cuando el exceso
donado por el causante a extraños (vale decir, donaciones que no se han hecho en
razón de legítimas o mejoras) supera la cuarta parte de la suma del acervo líquido o
del primer acervo imaginario, en su caso, y el total de dichas donaciones. Por lo
mismo, las donaciones que se han hecho hasta cubrir dicha cuarta parte, quedan
confirmadas. En consecuencia, ninguna disposición del causante podrá llevarse a
efecto, si la hay, ya que en vida consumió todo aquello de que podía disponer
libremente.
Esta acción pueden intentarla tanto los legitimarios como los beneficiados con la
cuarta de mejoras. Según el art. 1187, la acción se dirige en contra de los donatarios
que han recibido una donación que excede en todo o en parte a la cuarta de libre
disposición, en un orden inverso al de las fechas de las donaciones, esto es,
principiando por las más recientes. Primero se persigue al donatario más nuevo, y
sucesivamente a los más antiguos, hasta que queden pagadas la mitad legitimaria y
la cuarta de mejoras. Si hubiere donaciones en la misma fecha, podrán afectarse
íntegramente o proporcionalmente si ellas son superiores al exceso que se cobra. El
valor de la cosa donada debe considerarse al momento de la entrega (tradición) y
actualizarse a la fecha de apertura de la sucesión, mediante la aplicación de algún
índice de reajustabilidad.
El objetivo perseguido con esta acción es el dejar sin efecto las donaciones hasta
completar el pago de las legítimas y mejoras. Señala Somarriva que concuerda con el
art. 1187 el art. 1425, ubicado en las normas de las donaciones irrevocables, que
dice precisamente que se “rescinden las donaciones irrevocables en el caso del art.
1187”.
Lo es, puesto que sólo puede intentarse en contra de los donatarios que hayan sido
favorecidos con la donación que causa el exceso de que trata el art. 1187. Es, por lo
mismo, indiferente quien detenta la posesión de la cosa al momento de deducirse la
acción. Puede ella estar en manos del donatario o de un tercero. En consecuencia, no
se traspasa la acción si el actual poseedor de la cosa es persona distinta del
donatario, ni puede éste exonerarse de responsabilidad por el hecho de haber
enajenado la cosa.
Puesto que persigue que se entere a los sucesores una determinada suma de dinero,
representativa del exceso donado por el causante más allá de su parte libre de
disposición. En consecuencia, la acción de inoficiosa donación es renunciable,
transferible, transmisible y prescriptible.
i. En primer lugar, aplicar la regla general del art. 2515 para las acciones
ordinarias y concluir que esta acción prescribe en el plazo de 5 años.
ii. En segundo lugar, podría sostenerse que como el art. 1425 califica esta acción
de rescisoria, cabría aplicar la regla del art. 1691 respecto de la acción de
rescisión. En consecuencia, el plazo para pedir la rescisión de las donaciones
duraría cuatro años.
Casos en que el legitimario puede exigir un saldo o puede estar obligado a pagarlo él
El art. 1206 establece la regla general con relación al ajuste que debe realizarse
entre el legitimario (incluido el asignatario de cuarta de mejoras) y la sucesión,
cuando, habiendo sido objeto de donaciones o legados que deben imputarse a su
legítima, resulta un saldo a favor o en contra del asignatario. El art. 1206 se pone
entonces en dos situaciones:
La primera y más simple de las situaciones que pueden presentarse es que las
donaciones y legados calcen perfectamente en la legítima. Por ejemplo, a Pedro le
corresponden $ 10.000.000. por legítima, una vez calculado el primer acervo
imaginario. El testador le había hecho donaciones por $3.000.000. Como se vio
oportunamente, se imputan a la legítima de Pedro lo que recibió por donaciones; en
consecuencia, recibirá en efectivo sólo $ 7.000.000, lo que unido a lo donado,
completan su legítima. No hay problemas de ninguna especie en este caso, porque lo
que el legitimario tiene que imputar a su legítima es inferior a lo que le corresponde
por tal concepto.
Puede acontecer que las imputaciones que deban hacerse a las legítimas excedan a
lo que al legitimario le corresponde a título de tal. Por ejemplo, calculado el primer
acervo imaginario, a Pedro le correspondían por legítima $ 10.000.000 y recibió
donaciones por $ 12.000.000. En esta situación, dos preceptos del Código Civil, los
arts. 1189 y 1193, disponen que este exceso se imputará al resto de la herencia.
Estos preceptos, que en el fondo consignan la misma regla (que el exceso se saca
con preferencia a toda otra inversión del resto de la herencia), establece que si
existen descendientes, ascendientes o cónyuge sobreviviente (o sea legitimarios), el 18
exceso se saca de la cuarta de mejoras (art. 1193). El precepto agrega que, pagado
el exceso con imputación a la cuarta de mejoras, ésta se dividirá en partes iguales
entre los legitimarios. Lo anterior será así, naturalmente, si el testador no ha
distribuido la cuarta de mejoras por testamento. Por ejemplo: al fallecer el causante,
deja dos hijos, Pedro y Juan, y un acervo líquido de $70.000.000. El testador había
donado revocablemente a Pedro $30.000.000, y en consecuencia, se forma un
acervo imaginario de $100.000.000, que se distribuye en mitad legitimaria ($
50.000.000), cuarta de mejoras ($25.000.000) y cuarta de libre disposición
($25.000.000). A cada hijo le corresponde por legítima rigorosa $25.000.000, pero
como Pedro recibió $30.000.000 por donaciones, conserva dicha cantidad y con ello
queda pagada íntegramente su legítima, pero con un exceso de $5.000.000. Juan
recibe en efectivo su legítima de $25.000.00, pues no tenía nada que imputar a ella.
El exceso de Pedro ($5.000.000) se le imputa a mejoras, y se le paga también
imaginariamente. La cuarta de mejoras queda reducida entonces a $20.000.000 (en
efecto, existían en efectivo $70.000.000; de ellos, $25.000.000 se pagaron a Juan
en efectivo; y $25.000.000 constituyen la cuarta de libre disposición; restan entonces
$20.000.000, cantidad a que queda reducida la parte de mejoras por haberse tenido
que pagar con ella imaginariamente a Pedro $5.000.000. Según el art. 1193, estos
$20.000.000 a que queda reducida la cuarta de mejoras, se dividen por partes
iguales entre Pedro y Juan, correspondiéndole a cada uno $10.000.000.
4. Caso en que de todos modos no haya como pagar las legítimas y las mejoras
El art. 1196 se pone en el caso de que, a pesar de todo, no exista lo suficiente para
pagar las legítimas y mejoras completas calculadas en conformidad a las reglas
precedentes. Advierte Somarriva que hay que tener cuidado con la interpretación del
art. 1196. De su solo tenor, demasiado amplio, podría deducirse que si, por ejemplo,
no hay como pagar las legítimas y mejoras por haberse hecho donaciones excesivas
a un legitimario, entonces deben rebajarse unas y otras a prorrata. Por ejemplo, el
acervo imaginario es de $100.000.000.- y concurren dos legitimarios, a uno de los
cuales se hizo una donación por $90.000.000.- No hay cómo entonces pagar la
legítima del otro, que es de $25.000.000.- (la mitad de la mitad legitimaria). El 19
legitimario que recibió donaciones debe restituir el exceso, en el ejemplo los
$15.000.000 que faltan para pagar al otro legitimario. El resto de su donación se le
imputa a su legítima, a mejoras y a la parte de libre disposición en conformidad a lo
estudiado precedentemente. La interpretación contraria iría contra el objeto de la
colación, que es defender a los legitimarios de las donaciones hechas por el testador
a algunos de ellos, e iría también contra el art. 1206, que precisamente se pone en el
caso de que el donatario deba restituir un saldo. Entonces el art. 1196 se aplica
cuando el donatario que debe restituir es insolvente. También cuando es insolvente el
donatario contra quien se dirige la acción de inoficiosa donación. En estos casos y
otros que pueden presentarse no hay cómo pagar las legítimas y mejoras y se
rebajan unas y otras a prorrata. A Somarriva le parece que esta es la única
interpretación lógica del precepto.
Cabe consignar, como apunta Somarriva, que el legislador llama también a esta
institución exheredación (art. 1190) y desheredación (art. 18 de la Ley de Efecto
Retroactivo).
Requisitos
De todo lo cual resulta que puede el testador extender los efectos del
desheredamiento, aun revocando las donaciones entre vivos, o bien restringir los
efectos, limitando parcialmente las asignaciones que corresponden al legitimario.
Los efectos del desheredamiento no se extienden, por regla general, a los alimentos.
Conforme al art. 1210, inciso segundo, los efectos del desheredamiento no se
extienden a los alimentos, excepto en los casos de injuria atroz. Recordemos que los
casos de injuria atroz están contemplados en el art. 968, el cual coincide, en gran
parte, con el art. 1208.
La revocación es un acto solemne que depende de la sola voluntad del testador y que
al igual que el desheredamiento, debe estar contenida en un acto testamentario.
A la luz del art. 1184, debe concluirse que se forma la cuarta de mejoras cuando
concurren descendientes, o cónyuge sobreviviente o ascendientes. Dicho de otra
forma, hay cuarta de mejoras cuando concurre a la sucesión cualquiera que tenga la
calidad de legitimario. No es necesario, por ende, que concurran necesariamente
descendientes. Lo que no significa que dicha cuarta, según veremos, deba asignarse
necesariamente a un legitimario.
La ley ha limitado las personas que pueden ser objeto de esta asignación. Ellas no se 22
confunden con los legitimarios. Hay personas que siendo legitimarios pueden ser
“mejoradas” y otras que, sin ser legitimarios, también pueden ser objeto de una
asignación con cargo a esta parte de la herencia. Es importante subrayar que puede
ser asignatario de cuarta de mejoras una persona que no tenga la calidad de
legitimario del causante. El artículo 1184, por lo demás, así lo deja en claro, cuando
expresa en su inciso tercero que“otra cuarta, para las mejoras con que el difunto haya
querido favorecer a su cónyuge o a uno o más de sus descendientes o ascendientes,
sean o no legitimarios…” Por lo demás, el artículo 1195, alude a los “descendientes”
y a los “ascendientes”, quienes no necesariamente serán legitimarios.
Las personas que la ley permite favorecer con esta asignación, de conformidad con el
art. 1195, son las siguientes:
1. Los descendientes;
2. El cónyuge sobreviviente; y
3. Los ascendientes.
Así lo dice expresamente el art. 1167, de modo que el testador debe respetarla. Del
hecho de que las mejoras constituyan una asignación forzosa se derivan las
siguientes consecuencias:
Recordemos que las legítimas admiten una sola modalidad y ningún gravamen. La
modalidad admitida consiste en que un Banco administre la legítima rigorosa
durante la incapacidad del legitimario.
Respecto de las mejoras, la ley en principio no ha excluido las modalidades, y sólo ha
prohibido los gravámenes establecidos en beneficio de personas a quienes el
testador no podía beneficiar con mejoras. Querrá decir entonces que todo gravamen
que importe en cualquier forma violar las mejoras como asignaciones forzosas será
nulo. ¿Qué ocurre en cambio con las modalidades? Debemos entender que ellas
serán válidas siempre que no importen una violación de las mejoras a los
descendientes, ascendientes o cónyuge sobreviviente. En otras palabras, las mejoras
admiten modalidades, pero ellas deben estar establecidas en beneficio de personas
que puedan ser asignatarios de cuarta de mejoras.
Existen también otras modalidades a las cuales pueden sujetarse las mejoras,
siempre que ellas no importen una violación de esta asignación forzosa. Así, en
conformidad al art. 250 N° 2 y al artículo 252, inciso tercero, se podrán dejar las
asignaciones de mejoras al hijo no emancipado con la condición de que no las 24
administre o no tengan el usufructo de ellas, el padre o madre, etc. (por ejemplo,
cuando el abuelo le deja la cuarta de mejora a su nieto, con la condición de que la
asignación no sea administrada por el padre o por la madre o ambos).
En cuanto a los gravámenes, éstos sí que están prohibidos por la ley, salvo cuando
están establecidos en beneficio de personas a quienes el testador podía beneficiar
con mejoras(art. 1195, inciso segundo). Quiere decir entonces que los gravámenes
impuestos en favor del cónyuge sobreviviente o descendientes o ascendientes del
causante, son válidos, pero no los establecidos en beneficio de persona que no tiene
derecho a mejoras. Y es lógico que así sea, pues el testador puede disponer
libremente de la cuarta de mejoras, pero sólo en favor de sus descendientes,
ascendientes y cónyuge sobreviviente. Si el testador pudo dejarle al descendiente,
ascendiente o cónyuge sobreviviente a quien se beneficia con el gravamen toda la
cuarta de mejoras, con mayor razón podrá favorecerlo en la forma dicha. Es la
aplicación de la regla jurídica de quien puede lo más puede lo menos. Como una
consecuencia de la facultad que tiene el testador de distribuir la cuarta de mejoras en
la forma que desee, puede imponer a los beneficiados con ella un gravamen en favor
de otro asignatario de cuarta de mejoras.
Pacto de no mejorar
Está tratada en el párrafo segundo del Título VI del Libro III, arts. 1216 y siguientes.
Puede definirse como aquella acción que la ley confiere a los legitimarios para
obtener que sean respetadas las legítimas, cuando el testador no les ha dejado lo
que por ley les corresponde (art. 1216, inciso primero).
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Hemos hecho presente que el legislador ampara las asignaciones forzosas, y en
especial las legítimas, por medios directos e indirectos; el principal medio indirecto
de amparar las legítimas y mejoras está constituido por los acervos imaginarios. La
acción de reforma del testamento es el medio directo y eficaz que otorga el legislador
a los asignatarios forzosos para amparar y defender sus legítimas y mejoras. Su
objetivo es modificar las disposiciones testamentarias del causante, para hacer
prevalecer las disposiciones de la ley en materia de asignaciones forzosas, pero sólo
respecto de las legítimas y las mejoras.
De aquí que el testamento del causante surta todos los efectos que corresponden,
con la salvedad de aquellas disposiciones que, de llevarse a cabo, lesionarían las
asignaciones amparadas en la ley. Por consiguiente, el juez, al acoger la acción de
reforma de testamento, debe establecer claramente qué asignaciones voluntarias se
modifican o no tendrán efecto.
Características
3. Es prescriptible
No le parece ésta la interpretación correcta a Somarriva. Este autor señala que debe
aplicarse el art. 1698, regla fundamental en materia de carga probatoria. Entonces, si
el asignatario demandado por los legitimarios opone la excepción de prescripción, a
él le corresponderá probar que realmente ha existido prescripción y para ello deberá
acreditar el momento en el cual los legitimarios tuvieron conocimiento del
testamento y de su calidad de tales.
Sin embargo, la acción de reforma hace excepción a este principio, atendido el tenor
del art. 1216. Dicho de otra manera, en este caso, a pesar de ser ésta una
prescripción de corto plazo, se suspende en favor de los incapaces, y no comienza a
correr sino desde que cesa la incapacidad.
V. LA PRETERICION
Trata de la preterición el art. 1218. Consiste en que un legitimario haya sido pasado
en silencio en el testamento, caso en el cual deberá entenderse como una institución
de heredero en su legítima.
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