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Homilía de monseñor Araya en la Fiesta del Santo Cura

Brochero 2022
Villa Cura Brochero, 16 de marzo de 2022
Hoy hemos venido todos seguramente a esta Misa, a este santuario, reconociéndonos
pecadores. Esto significa reconociendo que Dios tiene el deseo de perdonar. No es para llenarnos
de culpas o enfermarnos de culpas sino que es la posibilidad de abrir la puerta del corazón a
Dios. Dios que salva siempre, perdonando nuestros pecados y haciendo posible en nosotros la
esperanza de ser parecidos a Jesucristo, en eso consiste el ser hijo de Dios. Ojalá que hayamos
venido todos como los pecadores que se acercaban a Jesús para escucharlo.
Porque Jesús nos revela en este texto que acabamos de proclamar del Evangelio de San
Lucas, capítulo 15, ahí nos revela cuál es su alegría. A veces decimos: ¿era Jesús un hombre
alegre? ¿Dicen los Evangelios que se reía? Una buena pregunta para ir al Evangelio y ver.
Pero hoy en el Evangelio Jesús nos dice cuál es su alegría, qué es lo que lo pone contento.
Porque la comparación del Pastor y la oveja extraviada nos quiere convencer que él se alegra
como un pastor cuando encuentra a su oveja. ¿Cómo es la alegría de Jesucristo? ¡Como un Pastor
que encuentra a la oveja perdida, esa es la alegría del Señor siempre.
Dice el texto: Al encontrarla se la echa sobre los hombros, contento. Hemos contemplado
cómo la busca hasta encontrarla. El Pastor cuando la encuentra trae a la oveja cargándola sobre
sus hombros. Y nosotros percibimos, intuimos, ayudados por el Espíritu de Dios, que nos solo el
pastor trae a la oveja, sino que también la oveja lleva al pastor. ¡Esa es la alegría de Jesucristo!
De modo que hoy el Evangelio hace resonar a nuestros oídos y al corazón la verdad de que Dios
es alegre y que su alegría consiste en perdonar, ¡Qué grande que es Dios!
Ojalá que esto se nos grabe esta tarde y que así siga haciendo eco el Evangelio de esta
Misa en el corazón de cada peregrino, de cada mujer, de cada hombre que ha venido a esta Misa
y a este santuario. Démosle a Dios la posibilidad de alegrarse, ¡reconociendo lo que somos! ¿par
que nos vamos a seguir engañando? Reconociendo con sencillez, con humildad lo que somos, lo
que hemos hecho.
Y estas eran también las alegrías de Brochero: encontrarse con las personas era la alegría
de Brochero. Y el diría: “mientras más condenao, borracho y ladrón, mejor”. ¿Esas son las
alegrías que tenemos nosotros? ¿Las de encontrarnos con los hermanos marginados, descartados,
ninguneados, juzgados? ¿Esas son nuestras alegrías? ¿La Iglesia de hoy se alegra del encuentro
con el condenao, borracho y ladrón? ¿Nuestra diócesis de Cruz del Eje se alegra del condenao,
borracho y ladrón o tiene otras alegrías mundanas, lejos del corazón de Brochero?
Y la otra alegría de Brochero era celebrar el sacramento de la reconciliación: “Yo me
felicitaría si Dios me saca de este planeta si Dios me saca de este planeta sentado confesando”.
Aprovecho para agradecer a tantos sacerdotes que en esta novena han escuchado a los
peregrinos.
¿Quiénes vienen a Bochero? Y venimos todos. Somos gente de todas las condiciones
sociales, edades, profesiones y trabajos. A Brochero viene mucha gente muy distinta. La inmensa
mayoría son creyentes y católicos pero también se acercan otros hermanos. Viene una gran
diversidad de personas que acá se sienten de algún modo unidas. Haciendo experiencia de
comunión. Hermanos y hermanas: esto es lo que configura un Pueblo. Porque Pueblo es una
multitud de gente diferente, básicamente unida. Habría que decir que a Brochero viene de modo
especial el pueblo sufrido de todos los tiempos.
Ahora, Brochero fue un maestro en la capacidad de acercarse en la diversidad de personas
de su época. Cada una con su pasado, con su futuro. Sabía que solo unidos en esa inmensa
diversidad, eran capaces de abrir camino, Un maestro del acercamiento al Pueblo, a las diferentes
personas o grupos. Un campeón en la capacidad de acercarse a todos, superando mucho más allá
de lo impensado las diferencias. Amó, trabajó y rezó por la gente y con la gente.
¡Iba atrás, haciéndose como ellos! “Se ha hecho tan como nosotros decía la gente” Y
cuando lo acusan de decir malas palabras, él dice: “No recuerdo haber dicho nada ofensivo pero
me hecho tan como ellos que no le puedo decir si he hecho algo mal”. Me he hecho tan como
ellos…delante, al medio y atrás camina.
La gente lo seguía, porque él seguía a la gente. Diría el papa Francisco: Disfrutaba del
gusto espiritual de ser Pueblo. Ahí estaba su alegría, esa es la alegría brocheriana. La gente lo
seguía porque tenía claro que no buscaba su propio interés, su fama, su dinero. Lo seguían
porque sabían que no trabajaba para una abstracta institución. Trabajaba y rezaba por ellos. Por
la Iglesia que eran ellos.
Me gustaría pedirle a Dios por la intercesión del Santo Cura Brochero que se
multipliquen curas de este tipo, obispos de este tipo, políticos, docentes, profesionales, artistas,
enfermeros, bomberos, policías…que todos tengamos la capacidad de descubrir que hemos
venido a este mundo para ser Pueblo, para ser Pueblo de hermanos y de hermanas. Para ponernos
todos iguales, promocionando lo que es bien para todos.
Que nos conceda Dios por la intercesión del Santo Cura Brochero, no dejar de ser Pueblo,
que las pequeñas o las grandes diferencias no opaque nunca la verdad y el gusto de ser Pueblo de
hermanos. O nos reconocemos como Pueblo de hermanos y hermanas o perdemos todo.
¿Cómo se va el peregrino del santuario? Diferente. Porque ha hecho en el santuario la
experiencia de ser Pueblo y esa experiencia es espiritual. De saber que el Cura empuja, sostiene,
ilumina y protege desde el Cielo. Hemos venido como peregrinos y nos vamos con la experiencia
de una transformación, de que algo puede cambiar en mí, en todos.
Que renovemos el gusto de haber sido llamados por Dios a ser Pueblo de hermanos y
hermanas, que el ejemplo e intercesión del cura gaucho lo hagan realidad en el día a día de cada
familia, de cada comunidad, de esta Argentina y de este mundo que necesita juntar las manos.

† Hugo Ricardo Araya


Obispo de Cruz del Eje

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