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Cu cú pasó un marinero
Cu cú vendiendo romero. La letra de la canción 'Frère Jacques'
La nuez de oro...
Un día, mientras la pequeña María daba un agradable paseo por el bosque, descubrió una preciosa nuez de oro, a un
lado del camino.
Sin saber cómo, la pequeña nuez de oro, se encargaba de darles ropas y comida a todo el que lo necesitaba. Desde
entonces, la niña fue conocida en todos los contornos como María la Nuez de Oro.
El flautista de hamelin...
Hace muchos años, en una rica ciudad llamada Hamelín, ocurrió uno de los sucesos más extraños que se recuerdan en
todo el país: una mañana, cuando todo el mundo se encontraba inmerso en sus preocupaciones, comenzaron a llegar
desde un lugar desconocido, miles de
Enfurecido por el mal trato al que había sido sometido, decidió vengarse de la comunidad, arrebatándole, al igual que
hizo con los roedores, a su bien más preciado: los niños, a los que se llevó tan lejos, que nunca más pudieron
encontrarlos.
Es por eso que en Hamelín, nunca más hubo niños, ni ratones.
La zorra y el leñador...
Hace mucho tiempo, una pobre zorra huía despavorida de un grupo de cazadores, que pretendían darle caza. En su
frenética carrera, se encontró con uno de los leñadores que había por la zona, al que le pidió que la escondiera en su
cabaña mientras pasaba el peligro.
Dándose la vuelta la zorra, le dijo:
Te estaría agradecida, si no hubieras dicho una cosa con la boca y otra con tus manos.
Moraleja: no se debe negar con nuestros actos, lo que expresamos con las palabras.
Los tres reyes de la mesa
Un día se presentó una fuerte discusión entre el Cuchillo y el Tenedor, porque ambos querían determinar cuál de ellos
era el más importante utensilio de la mesa. El Cuchillo sostenía que sin él, las personas que se sentaran a comer no
podían cortar las carnes ni otros alimentos mientras que el Tenedor argumentaba que él era muy indispensable para
sostener las comidas de manera cómoda y fácil como en el caso de comer espaguetis. Para dilucidar la situación hicieron
una apuesta, esperarían la llegada de un cliente al restaurant y según la comida solicitada, algunos de ellos dos sería el
seleccionado y por lo tanto el ganador. Pasados los minutos, llegó un cliente a comer y todos escucharon cuando pidió
muy amablemente que le sirvieran un hervido de pescado. Inmediatamente el mesonero sirvió la comida y le entregó al
cliente una reluciente cucharilla, incrédulos ambos contrincantes comprendieron que había otro utensilio tan importante e
indispensable como ellos en la mesa. La llegada al restaurant de un nuevo cliente calmó las tensiones ya que la persona
solicitó le sirvieran como plato principal unos deliciosos macarrones con pollo y allí tanto el Tenedor como el Cuchillo
fueron de gran utilidad para el comensal, mientras en una esquina muy tranquila y serena la Cucharilla esperaba que la
utilizaran cuando sirvieran algún postre. Así terminó la discusión entre el Cuchillo y el Tenedor porque ese día
comprendieron que tanto ellos dos como la Cucharilla eran importantes e indispensables en la mesa, cuando se sirven
las comidas.
La fiesta de las vocales
En una fiesta de presentación, la (a) exclamó: ¡ah, ya están llegando todas mis amigas! Luciendo un hermoso vestido la
(e) hizo su entrada y dijo: ¡e, ya llegué! Pasados uno minutos se presentó la (i) y exclamó: ¡Aquí estoy yo, dispuesta a
bailar con todas ustedes! Continuaron llegando los invitados, entonces llegó la (o) y dijo: ¡oh, que gran cantidad de gente!
La fiesta tomó calor y las vocales se dispersaron por el salón, fue en esos momentos cuando llegó la (u) y a plena voz
dijo: ¡Disculpen amigas pero he llegado yo, para unirlas nuevamente a todas! Seguidamente las vocales formaron una fila
y todas pronunciaron su nombre en alta y sonora voz: ¡ a,e,i,o,u!. Luego se dedicaron a bailar alegremente toda la noche.
La Aguja y el Hilo
Había una vez un gran mago, que vivía en un apartado castillo en la montaña. Un día le llegaron dos jóvenes muchachos
que querían ser sus discípulos y aprender los secretos de su magia. Con el transcurrir de los años, el anciano mago se
dio cuenta que los aprendices tenían malas intenciones y sólo querían aprender los secretos mágicos para hacer
maldades a las personas. Entonces el gran mago decidió castigarlos, a uno de los jóvenes lo convirtió en aguja y al otro
en hilo y así estarían juntos para siempre, serían de gran utilidad para las señoras de la casa, con ellos coserían la ropa,
las sabanas y demás prendas de vestir. Una cosa muy importante, el gran mago siempre los vigilaría, aunque de vez en
cuando el anciano mago se queda dormido y entonces la aguja aprovecha el descuido de las personas y se clava en sus
dedos provocándoles dolor mientras que el hilo es más dócil, sólo que con el paso de los años se pone viejo y se rompe,
por lo que las personas deciden entonces cambiarlo y comprar un hilo nuevo. Desde aquellos tiempos remotos, la aguja
y el hilo viven juntos, haciendo el bien a las personas y todo gracias a la sabia decisión del gran mago.
El tiburón azul
Había una vez un niño llamado Lalo, era un niño bueno que amaba mucho a los animales.
Su padre era pescador y salía en su lancha todos los días a trabajar.
Un día en las redes de su padre cayó un pequeño tiburón azul y el niño lo arrojó de nuevo al mar.
Pasó el tiempo, cuando Lalo era un jovencito y ayudaba a su padre a pescar, cayó de la lancha en una zona de
tiburones.
Todos pensaron que Lalo iba a morir cuando veloz un gran tiburón azul lo salvó, llevándolo a la orilla, era el mismo
tiburoncito que Lalo había salvado.
El conejo y el león
Estaba un hambriento león dando un paseo, cuando se encontró con un conejo que dormitaba tranquilamente a la
sombra de un árbol. Estaba a punto de comerse al conejo, cuando vio pasar cerca a un ciervo.
"El ciervo tiene mucha más carne que el conejo", pensó, y ni corto ni perezoso, salió a toda velocidad en persecución del
pobre cervatillo. El conejo se despertó con el ruido de la carrera y salió huyendo a toda velocidad, poniéndose a salvo en
su madriguera. Al cabo de un buen rato, el león cansado de perseguir al veloz ciervo y viendo que era imposible darle
alcance, volvió donde estaba el conejo. "Mejor un conejo que nada", pensó. Al volver donde el conejo dormía, se llevó
una gran sorpresa de que esta se había puso a salvo. "Lo merezco", se dijo para sí. "Abandoné a el conejo que tenía
seguro para correr tras el ciervo". Por ambicioso, me quede sin comer
Uga la tortuga
Cuento infantil sobre la perseverancia
¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para menos: siempre llega
tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.
¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco
esfuerzo al realizar sus tareas.
Cuento infantil sobre la perseverancia
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de
los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y
a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo
importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca
sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son
buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede
sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a comprender
el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había
hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas
tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
FIN
Las moscas
En un frondoso bosque, de un panal se derramó una rica y deliciosa miel, y las moscas acudieron rápidamente y
ansiosas a devorarla. Y la miel era tan dulce y exquisita que las moscas no podían dejar de comerlas.
Lo que no se dieron cuenta las moscas es que sus patas se fueron prendiendo en la miel y que ya no podían alzar el
vuelo de nuevo.
A punto de ahogarse en su exquisito tesoro, las moscas exclamaron:
- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer!
Las moscas: en verso
A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron,
que por golosas murieron,
presas de patas en él.
Otra dentro de un pastel
enterró su golosina.
Así, si bien se examina,
los humanos corazones
perecen en las prisiones
del vicio que los domina.
FIN
Cuento sobre los berrinches
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo a su padre que no tenía que clavar ni
un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que controlase su carácter, que sacase
un clavo de la cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca.
Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás de la casa y le dijo:
- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron
en la cerca. Jamás será la misma.
Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal carácter, dejas una cicatriz, como
estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es
igual que una herida verbal.
Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te
animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron con que el niño reflexionase sobre las
consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN
Daniel y las palabras mágicas Un cuento que fomenta la amabilidad.
Te presento a Daniel, el gran mago de las palabras. El abuelo de Daniel es muy aventurero y este año le ha enviado
desde un país sin nombre, por su cumpleaños, un regalo muy extraño: una caja llena de letras brillantes.
En una carta, su abuelo le dice que esas letras forman palabras amables que, si las regalas a los demás, pueden
conseguir que las personas hagan muchas cosas: hacer reír al que está triste, llorar de alegría, entender cuando no
entendemos, abrir el corazón a los demás, enseñarnos a escuchar sin hablar.
Cuento de amabilidad
Daniel juega muy contento en su habitación, monta y desmonta palabras sin cesar.
Hay veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas, imaginarias, y es que Daniel es mágico, es un
mago de las palabras. Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere.
Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un buenos días, preciosa debajo de la almohada;
o cuando papá encuentra en su coche un te quiero de color azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir bien: gracias, te quiero, buenos
días, por favor, lo siento, me gustas.
Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la cara de felicidad de la gente cuando
las oye.
Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son como llaves que te abren la puerta de los demás.
Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel te pregunta: ¿quieres intentarlo tú y ser un mago de las
palabras amables?
FIN
La liebre y la tortuga
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era la más
veloz y se jactaba de ello ante la lentitud de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta! Decía la liebre burlándose de la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
- Estoy segura de poder ganarte una carrera
- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy ufana, aceptó. Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló los puntos de
partida y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la incredulidad de los asistentes.
Confiada en su ligereza, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla de ella. Luego, empezó a
correr velozmente y sobrepasó a la tortuga que caminaba despacio, pero sin parar.
Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a descansar antes de concluir la
carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta distancia de la meta. Salió corriendo
con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había ganado la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los demás. También
aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.
La rana saltaventanas
Hace mucho tiempo, había una rana muy curiosa, a la que su estaque le parecía tan aburrido, que decidió salir a explorar
el palacio que junto a su hogar se levantaba. Así fue como dando unos cuantos saltitos, se coló dentro del edificio por
una ventana, que tenía por cristales una gran pompa de jabón. Lo que no sabía la ranita, es que la pompa, no era de
jabón, sino de un componente mágico que la llevó muy lejos de su hogar.
En primer lugar, la pompa mágica la llevó hasta una casa llena de lujos, en la que a punto estuvo de perecer en las
mandíbulas de un perro. Afortunadamente, pudo escapar de allí saltando una vez más hacia la mágica ventana. Su
nuevo destino, fue una increíble charca en la que todos sus habitantes eran tan hermosos, que no podían soportar la
normalidad de su nueva inquilina, echándola de allí mientras dormía.
Cuando la rana abrió los ojillos, se dio cuenta de que estaba en un sitio totalmente diferente, en el que la pobreza estaba
patente en cada lugar en el que posara su vista. Allí, se convirtió en la mejor amiga de un pobre niño, que se desvivía
porque nada le faltara. A pesar de sus esfuerzos, el desagradecido animal, al sentir el frío del invierno, volvió a
escaparse por la ventana en busca de un sitio más propicio.
Pero, no pudo encontrar un lugar mejor, ya que su mala actitud, la llevó a quedarse encerrada para siempre, entre un
ardiente desierto y los fríos hielos del Polo.
La nueva vida
Juan era un chico que era muy tímido. Iba al colegio a la mañana y a la tarde trabajaba en un almacén.
Un día se peleó con los compañeros del almacén, lo echaron y se enojó mucho. Entonces no fue más al colegio.
Unos días después se encontró con su amigo llamado Julio. Este amigo le preguntó si quería ir a robar con él. Entonces
a la noche siguiente salieron a robar y Juan le dijo a Julio:
– vayamos a robar al almacén.
– ¿por qué? -preguntó Julio.
– porque ellos me echaron – dijo Juan.
Rompieron la puerta del local y la alarma no sonó. Se sorprendieron. Y le robaron todo lo que pudieron.
Entonces pasó un patrullero y al ver la puerta rota frenó. Dos policías entraron al local. Al ver a Juan y Julio robando
sacaron sus pistolas y pegaron un tiro al aire. Julio, por la desesperación sacó su arma y empezó a disparar para todos
lados. Luego, por defensa, le disparan a Julio y lo matan. A Juan lo acorralaron y le dieron seis años de prisión.
Seis años después salió de la cárcel y quiso empezar una nueva vida, volviendo al colegio y trabajando en un
supermercado.
La pelea
La otra vuelta, en la rotonda de la esquina de la escuela, había dos grupos grandes de chicos y chicas. Todos estaban
alentando a dos chicas que se estaban por pelar. Todos estaban a los gritos, chiflidos y risas.
Una de las chicas que se iba a pelear tenía diecinueve años y era de contextura muy grande; y la otra tenía quince y era
más menudita. Yo me acerqué a preguntar qué había pasado y me dijeron:
– se van a pelear porque Karina, la más grande, flasheó que Romina se comió al novio.
– ¿y por qué flasheó eso? -pregunté.
– Porque el novio tenía un par de mensajes de ella en el celular. -dijo la chica.
– ¿y por esa boludéz se van a agarrar ? Cualquiera!!
– sí, ya sé; pero igual quiero ver piñas!! jajaja!
Y en un momento se escuchó
– uh! No!! mirá cómo le está dando!!
Ahí me fui para el medio de la calle y vi como Karina le estaba pegando a Romina. Pobre Romi, me dio una lástima verla
ahí tirada en el piso, toda lastimada. Yo me quería meter para separarlas, pero si llegaba a hacer eso se la iban a agarrar
conmigo y yo no quería problemas.
Después de varias semanas la chica se recuperó de la golpiza. Yo le fui a hablar y me contó todo. Ella no le había
mandado mensajes, había sido la hermana del chico, que tenía su mismo nombre, pero Karina se la había agarrado con
ella.
Más adelante, Karina se enteró, le pidió disculpas a Romi y se arreglaron.
EL PINGÜINO Y EL CANGURO
Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero al que el éxito había vuelto vanidoso,
burlón y antipático. La principal víctima de sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar lento y torpón impedía
siquiera acabar las carreras.
Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes que su favorito para la siguiente carrera era el
pobre pingüino. Todos pensaban que era una broma, pero aún así el vanidoso canguró se enfadó muchísimo, y sus
burlas contra el pingüino se intensificaron. Éste no quería participar, pero era costumbre que todos lo hicieran, así que el
día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el lugar de inició. El zorro los guió montaña arriba durante un
buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino, sobre que si bajaría rondando o resbalando sobre su barriga...
Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un cráter que había rellenado un gran lago.
Entonces el zorro dio la señal de salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado". El pingüino, emocionado,
corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia,
mientras el canguro apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso, humillado y medio ahogado. Y aunque parecía que el
pingüino le esperaba para devolverle las burlas, éste había aprendido de su sufrimiento, y en lugar de devolvérselas, se
ofreció a enseñarle a nadar.
Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su ingenio
había conseguido bajarle los humos al vanidoso canguro.
CUENTO DE EL ÁRBOL MÁGICO
Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol con un cartel que decía: soy
un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás.
El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra, tan-ta-ta-chán, supercalifragilisticoespialidoso y muchas
otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: “¡¡por favor, arbolito!!”, y entonces, se abrió una gran puerta en el
árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: “sigue haciendo magia”. Entonces el niño dijo “¡¡Gracias,
arbolito!!”, y se encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y
chocolate.
El chico de la calle
Esta es la historia de Hernán, un chico que tiene 16 años y vive con sus padres.
Un día Hernán se fue a bailar y al regresar se encontró con una amiga que le dijo que le presentaría una amiga suya. En
cuanto se conocieron Hernán la invitó a bailar y ella aceptó. Al día siguiente, le propuso si quería salir con ella.
Luego de 3 meses Hernán empezó a drogarse. Fumaba porro, aunque tenía asma y no era consciente de lo que hacía. Al
cabo de una semana lo invitaron a robar. Su amigo José le dijo que iría a robar a los andenes de Merlo a la una del
mediodía.
Los padres les preguntaban a dónde iba y él respondía que iba a la escuela, pero en realidad se iba a robar a los andenes.
Con el tiempo los padres empezaron a dudar de él y llamaron a la escuela. También le preguntaron a la novia si sabía en
qué andaba su hijo y ella les dijo que iría a buscarlo.
Al otro día Hernán apareció en casa de sus padres y discutieron. Al poco tiempo se separó de la novia y sus padres lo
echaron de la casa. También dejó el colegio y empezó a robar en lugares más grandes, como en supermecados. Mientras
se drogaba más y más y sentía la nariz como si estuviera sin piel por dentro.
Hasta que una vez tomó noción de lo que estaba haciendo y estando sólo en el andén comenzó a pensar en su vida; en
que había perdido a su familia y a su novia por la droga. Entonces fue al hospital a buscar ayuda.
A los dos días de su recuperación fue a la casa de los padres y les pidió perdón por todo lo que había hecho y les
prometió que no lo volvería a hacer más. Los padres aceptaron sus disculpas.
Pinocho
En una vieja carpintería, Geppetto, un señor amable y simpático, terminaba un día más de trabajo dando los últimos
retoques de pintura a un muñeco de madera que había construido.
Al mirarlo, pensó: ¡qué bonito me ha quedado! Y como el muñeco había sido hecho de madera de pino, Geppetto
decidió llamarlo Pinocho. Aquella noche, Geppeto se fue a dormir deseando que su muñeco fuese un niño de verdad.
Siempre había deseado tener un hijo. Y al encontrarse profundamente dormido, llegó un hada buena y viendo a Pinocho
tan bonito, quiso premiar al buen carpintero, dando, con su varita mágica, vida al muñeco.
Al día siguiente, cuando se despertó, Geppetto no daba crédito a sus ojos:Pinocho se movía, caminaba, se reía y
hablaba como un niño de verdad,para alegría del viejo carpintero.
Feliz y muy satisfecho, Geppeto mandó a Pinocho a la escuela. Quería que fuese un niño muy listo y que aprendiera
muchas cosas. Le acompañó su amigo Pepito Grillo, el consejero que le había dado el hada buena.
Pero, en el camino del colegio, Pinocho se hizo amigo de dos niños muy malos, siguiendo sus travesuras, e ignorando los
consejos del grillito. En lugar de ir a la escuela, Pinocho decidió seguir a sus nuevos amigos, buscando aventuras no
muy buenas.
Al ver esta situación, el hada buena le hechizó. Por no ir a la escuela, le colocó dos orejas de burro, y por portarse mal, le
dijo que cada vez que dijera una mentira, le crecería la nariz, poniéndosele además colorada.
Pinocho acabó reconociendo que no estaba siendo bueno, y arrepentido decidió buscar a Geppetto. Supo entonces que
Geppeto, al salir en su busca por el mar, había sido tragado por una enorme ballena. Pinocho, con la ayuda del grillito,
se fue a la mar para rescatar al pobre viejecito.
Cuando Pinocho estuvo frente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá, pero la ballena abrió su enorme boca y se
lo tragó también a él. Dentro de la tripa de la ballena, Geppetto y Pinocho se reencontraron. Y se pusieran a pensar
cómo salir de allí.
Y gracias a Pepito Grillo encontraron una salida. Hicieron una fogata. El fuego hizo estornudar a la enorme ballena, y la
balsa salió volando con sus tres tripulantes.
Todos se salvaron. Pinocho volvió a casa y al colegio, y a partir de ese día siempre se comportó bien. Y en recompensa
de su bondad, el hada buena lo convirtió en un niño de carne y hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años.
LA AVENTURA DE LOS ANIMALES DE LA SELVA
Había una vez un
Elefante muy tragón
. Cansado de comer las plantas de la selva, decidió irse al Zoológico.
El Elefante llamó a la Tortuga y le contó que se iba al Zooológico y le dijo que llame a los animales que quisieran ir con él,
La tortuga dormilona, cansada que no la dejen dormir, le dijo:
Estas loco! Como vas hacerlo? y el Elefante le dijo:
Llamalos a todos! y la Tortuga le contestó - Está bien, está bien .....ya voy.
Entonces vinieron el León malo, triste de no tener niños para asustar y el Mono aburrido de comer plátanos todo el
día. Todos ellos decidieron irse al Zoológico con el Elefante.
Al otro día, el Elefante los despertó a todos muy temprano para hacer elplan e ir al zoológico. Se escondieron entonces
en un barco que iba a la ciudad. viajaron todo el dia y la noche.
Al día siguiente el Mono se despertó y les dijo a sus amigos: - Llegamos amigos, Estamos en el zoologíco!!
despierten!!
Esperaron la noche para salir camino al Zoológico, cuando llegaron se encontraron con el avestruz que estaba
desesperada por salir del zoológico.
- Porque te quieres ir? dijo la Tortuga
- Porque no tengo espacio para correr, todo el día estoy encerrada en esta jaula - dijo el avestruz. Y el pinguino triste
dijo:
-Acá no hay frío amigos
- Si! - le dijo el Gorila fortachón desde su jaula- aquí tampoco podemos salir de nuestras jaulas, ayudenos a salir!
El Elefante al escuchar lo que le iban disiendo los animales, se puso triste porque no era el zoológico como él pensaba y
decidió salvar a los animales del Zoológico y ayudarlos a salir y escapar de su jaulas... Entonces el León malo le dijo:
Estas loco! yo no quiero regresar, yo quiero asustar niños!!!
Estas loco!! dijo el Gorila - sí tú asustas a un solo niño, te dejan sin comer todo el día y te castigan mucho. Aqui los niños
vienen a divertirse.
Entonces dijo el León, vamonos de aqui, hay que salvarlos y salir pronto!!
Así comenzaron a abrir las jaulas con las llaves que encontró el Mono en la caseta del guardia que dormía y en silencio
salieron todos los animales al puerto.
Al llegar, el encontraron un barco que estaba a punto de partir, corrieron y saltaron y se escondieron en el depósito del
barco, para que nadie los viera.
Al llegar a la selva, todos los otros animales los esperaban felices , organizaron una fiesta y no querían volver a quejarse
de lo que tenían.
FIN
Sara y Lucía,
Érase una vez dos niñas muy amigas llamadas Sara y Lucía. Se conocían desde que eran muy pequeñas y compartían
siempre todo la una con la otra.
Un día Sara y Lucía salieron de compras. Sara se probó una camiseta y le pidió a su amiga Lucía su opinión. Lucía, sin
dudarlos dos veces, le dijo que no le gustaba cómo le quedaba y le aconsejó buscar otro modelo.
Entonces Sara se sintió ofendida y se marchó llorando de la tienda, dejando allí a su amiga.
Lucía se quedó muy triste y apenada por la reacción de su amiga.
No entendía su enfado ya que ella sólo le había dicho la verdad.
Al llegar a casa, Sara le contó a su madre lo sucedido y su madre le hizo ver que su amiga sólo había sido sincera con ella
y no tenía que molestarse por ello.
Sara reflexionó y se dio cuenta de que su madre tenía razón.
Al día siguiente fue corriendo a disculparse con Lucía, que la perdonó de inmediato con una gran sonrisa.
Desde entonces, las dos amigas entendieron que la verdadera amistad se basa en la sinceridad.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que se enfade se quedará sentado.
FIN
Santilín
Santilin es un osito muy inteligente, bueno y respetuoso. Todos lo quieren mucho, y sus amiguitos disfrutan jugando con
él porque es muy divertido.
Le gusta dar largos paseos con su compañero, el elefantito. Después de la merienda se reúnen y emprenden una larga
caminata charlando y saludando a las mariposas que revolotean coquetas, desplegando sus coloridas alitas.
Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos. Con mucha paciencia trata de enseñarles que pueden
entretenerse sin dañar las plantas, sin pisotear el césped, sin destruir lo hermoso que la naturaleza nos regala.
Un domingo llegaron vecinos nuevos. Santilin se apresuró a darles la bienvenida y enseguida invitó a jugar al
puercoespín más pequeño.
Lo aceptaron contentos hasta que la ardillita, llorando, advierte:
- Ay, cuidado, no se acerquen, esas púas lastiman.
El puercoespín pidió disculpas y triste regresó a su casa. Los demás se quedaron afligidos, menos Santilin, que estaba
seguro de encontrar una solución.
Pensó y pensó, hasta que, risueño, dijo:
- Esperen, ya vuelvo.
Santilin regresó con la gorra de su papá y llamó al puercoespín.
Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan sencilla, taparon las púas para que no los pinchara y así
pudieran compartir los juegos.
Tan contentos estaban que, tomados de las manos, formaron una gran ronda y cantaron felices.
FIN
30 trabalenguas
Los tigres que comen trigo
Tres tristes tigres comen trigo en un trigal un tigre un trigo dos tigres dos trigos tres tigres tres tigres tres
trigos
Pepe
Pepe pecas pica papas con un pico con un pico Pepe peca pica papas
Compadre compreme un coco
_ compadre compreme un coco
_ compadre no compro coco porque como poco coco como poco coco como compadre.
Camarero....
Camarero desencamaronamelo
Yo no quiero
Yo no quiero que tu me quieras por que yo te quiero ati
5. Clavitos
Pablito clavó un clavito en la calva de un calvito,
en la calva de un calvito clavó un clavito Pablito.
6. Compadres
Compadre cómpreme un coco.
Compadre no compro coco,
porque como poco coco como, poco coco compro.
7. Nuca
Nunca nuca he tenido,
nuca nunca tendré.
8. Comer
Si yo como como como,
y tu comes como comes.
¿Cómo comes como como?
¡Si yo como como como!
9. Jamón
Monja, monja,
monja, monja,
monja, monja,
monja, monja,
monja, monja,
monja, món.
10. Vino
El vino vino,
pero el vino no vino vino.
El vino vino vinagre.
30 adivinanzas
Sal al campo por las noches si me quieres conocer, soy
ADIVINANZAS señor de grandes ojos, cara seria y gran saber. ¿Quién
Choco entre dos paredes soy? Respuesta: El búho.
late mi corazón.
Quien no sepa mi nombre Cabeza de hierro, cuerpo de madera, si te piso un dedo,
es un cabezón. ¡menudo grito pegas! ¿Qué es? Respuesta: El martillo.
Respuesta: el chocolate.
Canto en la orilla, vivo en el agua, no soy pescado y
Blanca por dentro, tampoco cigarra. Respuesta: La rana.
verde por fuera.
Si no sabes, Me llegan las cartas y no sé leer y, aunque me las trago,
espera. no mancho el papel. ¿Qué es? Respuesta: El buzón.
Respuesta: la pera.
En tus manos limpio, en tus ventanas sucio. Si sucio, me
Un señor gordito, ponen limpio, y si limpio, me ponen sucio. ¿Qué es?
muy coloradito, Respuesta: El pañuelo.
no toma café,
siempre toma té ¿Qué cosa es? ¿Qué cosa es? Que corre mucho y no
Respuesta: el tomate. tiene pies. Respuesta: El viento.
Soy bonito por delante y algo feo por detrás, me Y lo es, y lo es, y no me lo adivinas ni en un mes. ¿Qué
transformo a cada instante ya que imito a los demás. es? Respuesta: El hilo.
¿Sabes quién soy? Respuesta: El espejo.
Mi picadura es dañina, mi cuerpo insignificante, pero el
Oro parece, plata no es. Abran las cortinas y verán lo néctar que yo doy, os lo coméis al instante. ¿Qué es?
que es. Respuesta: El plátano. Respuesta: La abeja.
Es pequeña como una pera, pero alumbra la casa
entera. ¿Qué es? Respuesta: La bombilla.