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La psicóloga clínica explica las diferentes causas que llevan a las personas a
suicidarse. Es enfática en decir que sí hay maneras de detectar a un potencial
suicida, de la importancia de que siga un tratamiento para evitar que se quite la vida.
El tema del suicidio no es un tema que está dado desde el éxito o no éxito de las
personas sino desde la psicopatología que podemos tener todos los seres humanos.
Siempre que hay un suicida existe una enfermedad mental subyacente. El suicidio
viene dado a partir de un montón de rasgos. Por ejemplo, las personas que tienen
adicciones son potencialmente suicidas. También quienes tienen actitudes
compulsivas. Detrás de esos elementos tenemos casi siempre un trastorno obsesivo
compulsivo.
Hay que pasar una evaluación que tiene escalas que dan unos porcentajes de 5%,
10%, 30%, 70% y esos me dan el indicativo de que estoy al frente de una persona
con una enfermedad mental y que tengo que trabajarla desde ahí y no desde lo que
el paciente me cuenta. Esto es igual que cualquier otro tipo de enfermedad. Si vas
al doctor porque te duele la garganta, él te hace exámenes y cuantitativamente saca
los elementos que tendrá que curar. Es exactamente lo mismo en psicología. Sí
podemos tener indicativos de personas que podrían estar en riesgo de suicidio.
Personas que empiezan a aislarse, que cuentan menos lo que les está sucediendo,
que están muy eufóricas, hacen las cosas muy rápido, toman decisiones
urgentemente. Esas son personas en riesgo. O, todo lo contrario, personas
depresivas, que lloran con mucha facilidad, que usan frases como “yo ya no sé para
qué estoy en este mundo”. Esas son valoraciones cualitativas, pero nosotros
tenemos que pasar a valoraciones cuantitativas. Hay evaluaciones (cuestionarios)
de depresión que te dan porcentajes exactos. Nosotros manejamos cerca de mil
cuestionarios. Hay cuestionarios que usamos como primera forma de evaluación
para detectar psicopatologías. Para que una persona llegue al suicidio tiene que
haber habido una psicopatología, una enfermedad mental. Creo que es hora de que
empecemos a ver los rasgos suicidas desde una enfermedad mental y no desde
una característica de personalidad.
¿Cómo podríamos explicar el proceso en que una persona sana adquiere una
enfermedad mental?
Hay casos de suicidios en los que el círculo cercano creía que la persona “ya estaba
bien” o estable. ¿Cómo se puede entender la cabeza de alguien suicida a partir
de este punto de quiebre entre estar bien y suicidarse?
Entonces más allá de un contexto específico, en el caso de los suicidas, ¿hay una
descomposición química a considerar?
Si es que nosotros tenemos una persona que actúa de una manera, no podemos
trabajar sobre eso. Es imposible pensar que solamente actúa de esa manera sin
que haya un motivo de orden químico. Cuando nosotros trabajamos tenemos que
saber que debe haber un diagnóstico. Sin diagnóstico es poco ético trabajar así y
creo que el 80% de mis colegas lo hacen y no, las cosas no funcionan así. Si yo
tengo un paciente con 85% de depresión, sé que esa persona necesita fármacos.
Nosotros tenemos que tener en cuenta que siempre son para suicidarse. No
podemos confiar de que no es para suicidarse. Si hay un parasuicidio, es decir un
intento, tenemos que intervenir.
Ahí hablamos de redes de apoyo. Hay que organizar estructuras alrededor del
suicida. Si es que nosotros nos damos cuenta del riesgo, hay que alertar a la familia.
En adolescentes, por ejemplo, les cuentan a sus amigos que se está cortando los
brazos o las piernas, nunca sé qué tan hondo me corto, dicen que quieren que se
acabe la vida. Esa información es demasiado riesgosa para que esa persona la
tenga sin comunicarla. Con eso hay que replantearse el hermetismo y la
confidencialidad. Nosotros como profesionales estamos obligados a avisar a sus
familiares cuando vemos que una persona está en riesgo de suicidio. Si alguien me
dice que se quiere suicidar, debo avisar, sea mi amiga, sea quien sea.
Ahí es donde vienen a buscar a las profesionales. Ahí nosotros debemos hacer una
valoración para saber en qué nivel de riesgo está el paciente. Hay evaluaciones
para ver el riesgo suicida. Con esos datos nos reunimos con las familias, aunque
las personas en riesgo sean mayores de edad. La ley nos ampara para abrir la
confidencialidad. Allí se determina un tratamiento y se toman acciones de protección
para el suicida. No puede volver a cerrar la puerta de su cuarto, por ejemplo. Tienen
que retirar todas las cosas con las que esa persona pueda hacerse daño. La
frecuencia de las sesiones será más intensa. Requeriremos, además, por supuesto,
intervención psiquiátrica.
Sin duda sí. El tema es que los familiares y todos sepamos que detrás de un
potencial suicida hay una enfermedad mental y no simplemente una conducta. Y
trabajamos sobre eso, sobre la enfermedad mental.
Claro, hay un riesgo porque hay una descompensación química y el rato que se
produce la descompensación química es cuando aparece la psicopatología. No es
un tema menor.
Al inicio, usted mencionaba como ejemplo el dolor de garganta que el médico trata
a partir de los síntomas y aplica el tratamiento. ¿Las enfermedades mentales se
curan o es algo con lo que la persona debe lidiar toda la vida?
Hay algunas enfermedades mentales que se pueden controlar, pero hay otras que
son crónicas, lo que tú dices, lidiar toda la vida. La enfermedad crónica está,
entonces hay momentos en que la persona está químicamente controlada, y hay
otros momentos en que no. Partimos del hecho de que las enfermedades mentales
son crónicas. Actúo como si lo fueran. Si después se estabiliza y tal, qué bueno,
pero parto de que es una enfermedad crónica.
Desde los medios los estamos viendo este momento. Los modelos familiares
también. Los niños cogemos modelos a los que les asignamos la característica de
tener poder. Cogemos ese modelo y en nuestra cabeza es como una fotocopiadora,
se imprime y ahí se quedó. ¿Qué sucede entonces? Luego vamos a repetir esos
modelos que vemos como poderosos. Eso se llama poder mimético. Si un niño ve
que su papá o su mamá pega, él va a pegar. Lo mismo si intentó suicidarse. Si el
niño le otorga poder a esa figura, podría replicar el intento de suicidio. Cuando murió
Kurt Cobain surgieron emprendimientos que buscaban evitar que se replicara el
modelo del suicidio porque como esta figura tenía poder, podía haber muchísima
gente que quisiera repetirlo. En este instante tenemos lo mismo. Sí, papá, mamá,
hermanos, abuelos, colegas, o alguien que nos da indicativos de que no quiere
seguir viviendo, que empieza a regalar las cosas, que se la pasa llorando, ya no
vamos a repetir esa famosa frase de “tú puedes, hazlo, inténtalo, es cuestión de
voluntad”. Eso no es cierto. Allí puede haber potencialmente un suicida en su casa.
¿Y hay casos en los que no se ven señales de alerta, o siempre hay formas de
detectarlo?
A veces no hay señales de alerta, pero en algún punto, si es que estamos abiertos,
hay formas de pedir ayuda. El tema con la enfermedad mental es que no la ves,
entonces no la crees. Si alguien está con una pierna rota, le dices no puedes correr
porque estás con la pierna rota y te ayudo. En la enfermedad mental, no sé si por
conceptos de orden cultural, religioso, espiritual, la idea es que tú puedes porque
puedes poner voluntad, pero la verdad es que no puedes. Si estás con la pierna
rota, por más que quieras, no puedes correr; en la enfermedad mental es igual.
Entonces tienes que buscar ayuda. Una persona que no se quiere levantar de la
cama, que no quiere abrir las cortinas, que llora mucho, está en riesgo. Una persona
que no se concentra en nada, está en riesgo. Y ahí es cuando muchas personas
piden ayuda o avisan a otros para que otros pidan ayuda. Pero lo importante es que
cuando hablan o les cuentan a otros, estos otros no salgan con que “tú puedes”,
sino que sepan que hay que buscar un apoyo clínico.
Descripción general
El suicidio, ponerle fin a tu propia vida, es una reacción trágica a situaciones de vida
estresantes; más trágica aún porque el suicidio puede prevenirse. Si estás
pensando en suicidarte o conoces a alguien que esté teniendo sentimientos
suicidas, aprende a identificar los signos de advertencia del suicidio y a comunicarte
para buscar ayuda y tratamiento profesional de inmediato. Puedes salvar una vida;
la tuya o la de otro.
Puede parecer que tus problemas no tienen solución y que el suicidio es la única
forma de poner fin al dolor. Pero hay algunas medidas que puedes tomar para
mantenerte a salvo y volver a disfrutar de la vida.
Síntomas
Los signos que advierten sobre el suicidio o los pensamientos suicidas incluyen lo
siguiente:
Hablar acerca del suicidio, por ejemplo, con dichos como “me voy a suicidar”,
“desearía estar muerto” o “desearía no haber nacido”
Obtener los medios para quitarse la vida, por ejemplo, al comprar un arma o
almacenar pastillas
Regalar las pertenencias o poner los asuntos personales en orden cuando no hay
otra explicación lógica para hacerlo
Acércate a un amigo cercano o un ser querido, aunque sea difícil hablar sobre tus
sentimientos
Comunícate con un pastor, un líder espiritual u otra persona de tu comunidad
religiosa
Los pensamientos suicidas no desaparecen por sí solos, así que busca ayuda.
Causas
Los pensamientos suicidas pueden tener distintas causas. Con mayor frecuencia,
los pensamientos suicidas pueden ser el resultado de sentimientos que no puedes
afrontar cuando se presenta una situación abrumadora en tu vida. Si crees que no
hay esperanzas en el futuro, puede que pienses, equivocadamente, que el suicidio
es una solución. Es posible que experimentes una especie de estrechez de criterio
donde, en medio de una crisis, sientas que el suicidio es la única salida.
También puede existir una propensión genética al suicidio. Las personas que
cometen suicidio o que tienen pensamientos o conductas suicidas suelen tener
antecedentes familiares de suicidio.
Factores de riesgo
Aunque los intentos de suicidio son más frecuentes entre las mujeres, los hombres
son más propensos a completar el suicidio ya que tienden a usar métodos más
letales, como las armas de fuego.
Si tienes una enfermedad que se puede asociar con la depresión y los pensamientos
suicidas, como una enfermedad crónica, dolor crónico o una enfermedad terminal
Niños y adolescentes
Problemas físicos o médicos, por ejemplo, quedar embarazada o tener una infección
de transmisión sexual
Asesinato y suicidio
En casos poco frecuentes, existe el riesgo de que la persona con intención suicida
mate a otros y después atente contra su propia vida. Esto se conoce como
“homicidio-suicidio” o “asesinato-suicidio”, y algunos de los factores de riesgo son
los siguientes:
Problemas familiares de naturaleza legal o financiera por los que se esté pasando
Sin embargo, recuerda que es más probable que los antidepresivos reduzcan los
pensamientos suicidas a largo plazo, ya que mejoran el estado de ánimo.
Complicaciones
Los pensamientos suicidas y los intentos de suicidio dejan una huella emocional.
Por ejemplo, los pensamientos suicidas pueden consumirte al punto de que no
puedas desenvolverte en tu vida cotidiana. Y si bien los intentos de suicidio son
actos impulsivos durante momentos de crisis, pueden dejar como secuela lesiones
permanentes y graves, como insuficiencia orgánica o daño cerebral.
Prevención
Crea una red de apoyo. Hablar de los sentimientos suicidas puede ser difícil, y es
posible que tus amigos y familiares no comprendan completamente por qué te
sientes de ese modo. Procura conectarte con ellos de todas formas, y asegúrate de
que las personas que se preocupan por ti sepan lo que está sucediendo y estén a
tu lado cuando las necesites. También es recomendable que busques ayuda en la
comunidad religiosa, en grupos de apoyo o en otros recursos disponibles en tu
comunidad. Sentirte conectado y contenido puede ayudar a reducir el riesgo de
suicidio.