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Edad Moderna.

El descubrimiento

El proyecto colombino.

El proyecto de Cristobal Colón no era otro


que encontrar una nueva ruta que llegase a las
costas del continente asiático navegando hacia
el occidente, es decir, atravesando el Océano
Atlántico, en esos tiempos más conocido como
Mar Océana o Mar Tenebroso.
La idea empezó a rondar la cabeza de Colón con
la lectura de ciertas obras y documentos que
sugerían esa posibilidad de llegar a las Indias por
el occidente y en las que se hacían cálculos
sobre las posibles distancias a
recorrer. Toscanelli1, matemático y astrónomo
florentino, sugirió que la circunferencia de la
tierra era de unos 30.000 km aproximadamente,
cuando en realidad es de 40.000 km. Por lo que, conociendo las distancias de
Europa a Asia por el oriente, le llevó a deducir que Asia se encontraba a unas 750
leguas marinas (4.500 km), mucha menos distancia de lo que realmente está.
Aspectos generales del proyecto:
 Náuticos: navegación corta y facilitada
 Económicos: alternativa a la ruta de la seda.
 Políticos: establecimientos de relaciones diplomáticas con las Indias, con
posibilidad de aliarse contra la amenaza del imperio turco.
 Religioso: misión evangelitzadora cpn atribución de una bula papal de
cruzada.

Cristóbal Colón tuvo que buscar financiación


para su proyecto de encontrar un ruta a la
India desde Europa cruzando el Océano
Atlántico, pero no sólo buscaba recursos
económicos sino también el apoyo de algún
poder político que le diese legitimidad,
exclusividad y poder para ejecutar sus planes.

1
Paolo dal Pozzo Toscanelli: (Florencia 1397 - id., 1482) Científico italiano. Basándose en los
relatos de Marco Polo y de Nicolás de Conti, calculó la posibilidad de dirigirse a Oriente a
través del océano Atlántico, estimando erróneamente que la distancia entre las islas Canarias
y Cipango (Japón) era menos de la mitad de la real. Intercambió información con Fernão
Martins, al que envió una carta (1474) en la que exponía que esta ruta era más corta que la
que pretendían seguir los portugueses a través de las costas de África.
Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/toscanelli.htm

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De ahí que se dirigiese a los reyes europeos más importantes de la época para
solicitar su aprobación y acuerdo.
Su primer intento fue en el año 1484 con el rey Juan II de Portugal, al que
presentó el proyecto que fue examinado por la Junta dos Matemáticos para su
análisis. Estos expertos no creían en la teoría del Mar Estrecha, según la cual
la distancia que separaba Europa de Asia no era tan grande como se suponía, y
por ello lo rechazaron, además de que para el rey luso las pretensiones políticas y
económicas de Colón eran excesivas, por lo que también lo rechazó. Juan II de
todas maneras creía algo en él por lo que se dice que en secreto y sin que Colón
se enterase envió una carabela a seguir el rumbo que proponía el marinero, pero
no encontraron gran cosa y ante el miedo a la lejanía retornaron a las Islas de
Cabo Verde, lugar desde las que partieron.

Ante este primer fracaso Cristóbal Colón


llega a Castilla en 1485, el otro reino
europeo con mayor peso en la región. Dejó
a cargo de los monjes del convento de la
Rábida a su hijo Diego y marchó a Alcalá de
Henares, donde le esperaban los Reyes
Católicos que ya habían sido informados
del proyecto por fray Hernando de
Talavera, confesor de la reina Isabel y
conocido de los frailes del convento
onubense fray Juan Pérez y Antonio
Marchena.
Los reyes convocaron una junta de
expertos de las universidades de Córdoba y Salamanca. Estudiaron y
también rechazaron el proyecto tachándolo de fantasioso y excesivamente
exigente en lo económico. Los reyes acataron el veredicto de los expertos pero se
guardaron un as en la manga dándole esperanzas a Colón de que en un futuro
podrían tener en cuenta dicho proyecto, ya que en ese momento se encontraban
en plena guerra de Granada y no había ni tiempo ni recursos para estas
aventuras.
Frustrado Colón regresa a Portugal para negociar de nuevo con Juan II pero
precisamente en esas fechas el marinero portugués Bartolomé Días consiguió
doblar el cabo de Buena Esperanza, por lo que la ruta hacia Asia la tenían
despejada, objetivo principal de la marina lusa, haciendo que el proyecto
colombino perdiese el poco interés que pudiese tener.
En 1491 Colón regresó a la Rábida para recoger a su hijo Diego e irse a Francia a
ofrecer su proyecto a los franceses, pero fray Juan Pérez le retuvo con la excusa
de que había enviado una carta con opinión favorable del médico
de Palos, García Hernández, experto en astronomía, a la reina Isabel, y que
esperase la respuesta de la misma por si era positiva.
El fraile Juan Pérez consigue otra entrevista con la reina Isabel La reina contestó a
Juan Pérez pidiéndole que la visitase en la Corte. En esta visita el fraile defendió
el proyecto de forma elocuente y detallada y consiguió que la reina solicitase a
Colón que volviese a presentar el proyecto. Lo hizo y pidió unas condiciones 2 que

2
En la negociación final, Colón exigió que se le concediera el título hereditario de Almirante del Mar
Océano, el cargo de virrey y gobernador y el diez por ciento de las ganancias del descubrimiento.
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no fueron aceptadas por los reyes, por lo que de nuevo fue rechazado, pero
cuando Colón ya había salido de Granada un alguacil enviado por los reyes le
pidió que volviese, que querían hablar con él otra vez. Se cree que este cambio
de opinión de los reyes fue gracias a Luis de Santángel, que intercedió
directamente ante la reina aportando él el capital que se supone tenía que cubrir
la corona y convenció a los reyes de que había poco que perder y mucho que
ganar.

Capitulaciones de Santa Fe.

El 17 de abril de 1492 se firmaron las capitulaciones de


Santa Fe que concedieron a Colón el título de almirante de la
expedición, el de virrey de la tierra que conquistara y el diez
por ciento de las riquezas que pudiera traer a Castilla. Dichas
capitulaciones fueron redactadas por Juan de Coloma por
parte de los reyes y por el fray Juan Pérez por parte de
Cristóbal Colón. El camino para el descubrimiento ya estaba
abierto.
Ya en Palos de la frontera, Colón recibió la cooperación de los Hermanos Pinzón,
Martín Alonso y Vicente, armadores de la ciudad portera, quiénes le prestaron
dos carabelas, la Pinta y la Niña, que se unieron a la Santa María. La tripulación
se formó principalmente por marineros de Palos, ya que la Bula de los reyes así lo
determinaba. En total embarcaron 90 marineros, 5 de ellos extranjeros, incluido
el mismo Colón. La expedición tenía un presupuesto de 3.600.000 maravedís.

El primer viaje

Bethell: “[…] pero a finales del s XV la combinación del aparejo cuadrado de los
europeos del norte con la vela latina del Mediterráneo produjo en la carabela un
impresionante barco para navegar en el océano. Al mismo tiempo que las nuevas
necesidades de los viajes atlánticos ayudaron a perfeccionar las carabelas, así
también ayudaron a mejorar las técnicas de navegación.
Una vez que los barcos navegaron por aguas
desconocidas fuera de la vista de tierra, las viejas
técnicas de la estima ya no
fueron adecuadas y los
portugueses se volvieron a la
observación del cielo para
medir distancias y determina
latitudes haciendo uso de
instrumentos largamente
utilizados por los astrónomos:
el astrolabio y el cuadrante.

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Tras todos los problemas y preparativos de los últimos meses el primer viaje al
Nuevo Mundo se inició en la mañana del 3 de agosto de 1492. Las tres naves
castellanas partieron del puerto de Palos (Huelva – España) en dirección a las
Islas Canarias. Tras un apacible viaje el 9 de agosto arribaron a la isla Gran
Canaria y posteriormente a la isla de La Gomera donde se realizaron diversas
reparaciones y los últimos aprovisionamientos con vistas a la parte más dura del
trayecto.
Cristóbal Colón, según sus cálculos, sabía que antes de llegar a Catay (China), la
cual situaba a unos 6500 kilómetros al oeste de las Islas Canarias, se encontraría
con las islas de Cipango (Japón), unos 2100 kilómetros más cercanas. Y que
llegaría a estas siguiendo la misma latitud, es decir, navegando en línea recta
hacia el oeste. Antes de partir le comunicó a su tripulación que el viaje sería de
unas 750 leguas castellanas (los 6000 km referidos anteriormente).
Las reparaciones y aprovisionamientos de este primer viaje de Colón les tuvieron
entretenidos en las Islas Canarias hasta el 6 de septiembre en que por fin parten
hacia lo desconocido. Pocos días después Colón comienza a apuntar en el libro de
navegación oficial menos millas de las realmente recorridas. Este truco lo empleó
para tener un margen de error suficiente en sus cálculos con la intención de que
la tripulación creyese que habían recorrido menos distancia de la real. Aunque
esta idea es un poco burda y difícil de creer, ya que marineros experimentados
como Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez y Juan de la cosa, que capitaneaban
las dos carabelas, no creo que cayesen en tan sencillo ardid.
Las naves fueron empujadas suavemente por los vientos alisios hasta llegar a los
límites del mar de los Sargazos donde vieron abundantes concentraciones de
algas (sargazo) flotando, incluso con pequeños animales en ellas, lo que les hizo
creer que se encontraban cerca de tierra. No fue hasta el 25 de septiembre
cuando Martín Alonso Pinzón dijo avistar tierra, pero resultaron ser nubes bajas.
En dicha fecha se habían superado los 4500 kilómetros de viaje, por lo que las
islas preasiáticas ya debían de estar a punto de aparecer en el horizonte.
El 7 de octubre a petición de Martín Alonso y tras observar un vuelo de aves
ordenó cambiar el rumbo para colocarse en el paralelo 24 lo que les llevaría a
encontrarse con las islas del actual Archipiélago de las Bahamas; si hubieran
seguido sobre el plan establecido habrían llegado a la península de Florida.
Estuvieron viendo hierba durante varios días más hasta el día 8 de octubre en
que desapareció súbitamente. Habían conseguido atravesar la barrera de los
Sargazos.
En este primer viaje de Colón ya llevaban más de un mes de travesía y aún no
habían encontrado tierra, la marinería comenzó a ponerse nerviosa y a solicitar la
vuelta a España. Colón, que estaba seguro de que iban a encontrarla muy pronto,
les pidió que aguantasen tres días más y que si no encontraban tierra en los
siguientes días se volverían. Pero en ningún caso hubo un motín a bordo, tan sólo
divagaciones y algunas quejas.
El 11 de octubre ya vieron signos evidentes de tierra en el mar y en la
madrugada del día 12 Colón dijo ver una lucecilla lejana que se movía en la
oscuridad. Al amanecer del día, cuando empezaba a clarear, el marinero de la
Pinta, Rodrigo de Triana, dio el aviso de tierra, pero Colón se asignó el premio
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prometido por los Reyes Católicos, 10.000 maravedíes para el que primero
avistase tierra, alegando el cuento de la lucecilla. Sin saberlo habían
protagonizado uno de los hechos más importantes de la historia mundial: el
Descubrimiento de América.
Atracaron en una pequeña isla llamada Guanahaní por los nativos y fue
bautizada por Colón como San Salvador, nombre que conserva actualmente a
pesar de que las mayorías islas del entorno tienen nombres ingleses.
Por puro accidente, buscando una ruta hacia Asia Cristóbal Colón y sus hombres
se encontraron con un obstáculo que jamás lograrían salvar: el continente

americano. Lo volvió a intentar de nuevo en tres ocasiones sin éxito. El


continente americano había sido visto oficialmente por primera vez por un
europeo. Esta noticia se difundió rápidamente por todo el mundo.
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Descubriendo un nuevo mundo

Cristóbal Colón estaba convencido de que había llegado a las llamadas Siete Mil
islas que Marco Polo narraba en sus relatos y que antecederían al continente
asiático. Allí debería de encontrar el ansiado oro y las especias y al Gran Khan
con el que tenía previsto entrevistarse y presentarle los respetos de los Reyes
Católicos.
En pocos días visitaron y pusieron nombre a numerosas islas: San Salvador,
Santa María de la Concepción, Fernandina, Isabela, etc. Llegaron a Cuba el 28 de
octubre, isla bautizada con el nombre de Juana. Al almirante le pareció tan
grande que creyó sin duda que habían llegado al continente, afirmando en su
Diario que se encontraban entre Zaiton y Quinsay, legendarias ciudades chinas.
Las primeras impresiones de Colón, a pesar de lo que deja entrever en su Diario,
debieron de ser decepcionantes, ya que se supone que deberían de haber
llegado a una tierra rica, con ricos habitantes, suntuosas y grandes ciudades y
hasta el momento no habían visto más que gente pobre, prácticamente desnuda,
que vivía en pequeñas aldeas y que no conocían ni el hierro, cuando en Asia este
metal ya era usado siglos antes.
Supuso que tierra adentro se podría encontrar algo de interés y por ello envió a
cuatro emisarios a explorar el interior de Cuba: dos españoles, Rodrigo de Jerez y
Luis de Torres, este último traductor de caldeo, hebreo y algo de árabe, y dos
indios, uno de la isla de San Salvador y otro de la propia isla de Cuba. Tras varios
días de marcha regresaron el 6 de noviembre con pobres noticias: internados
varias decenas de kilómetros encontraron varias aldeas de no más de cincuenta
casas, algo más grandes que las costeras, pero igualmente pequeñas. Contaron
que los indios allí residentes les habían tratado de forma extremadamente
hospitalaria y que creían que ellos venían del cielo, enviados por los dioses.
Los conquistadores siempre preguntaban a los indígenas que veían con alguna
pequeña pieza de oro o de plata de dónde lo había sacado y había casi total
unanimidad en señalar hacia el sureste, en donde decían que había una isla
grandísima donde el oro se podía recoger con las manos de las riveras de los ríos.
Por eso continuaron navegando en dirección sureste hacia la isla conocida por los
nativos como Haití.
El 22 de noviembre sin previo aviso Martín Alonso Pinzón y la Pinta
desaparecieron y continuaron la expedición por su cuenta, dejando a Colón
materialmente tirado en Cuba. Nunca ha trascendido los motivos de dicha
maniobra, pero todo apunta a que quiso adelantarse a Colón en encontrar el oro
y las riquezas asiáticas.
Tras varios días en los que no pudieron navegar por corrientes y vientos
contrarios las naves de Colón avistaron la referida isla de Haití, concretamente el
5 de diciembre, a la que pone el nombre de la Isla Española. Oficialmente es
Colón el descubridor de la isla haitiana, pero si tenemos en cuenta que Martí n
Alonso Pinzón les dejó atrás este debería de ser el auténtico descubridor y primer
europeo en ver sus costas.

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En esta isla se encontraron tribus más organizadas que las que había podido ver
previamente, en ella conocieron al cacique Guacanagaríx, que acogió a los
españoles muy amablemente y les indicó lo mismo que el resto de nativos, que
en el interior había una región riquísima en oro y otros minerales llamada Cibao.
Por su parecido fonético con Cipango (Japón) hizo pensar a Colón que ya por fin
se encontraba en Asia.
Continuaron bordeando la costa haitiana pasando junto a la isla de la Tortuga y
pocas millas más adelante, en una de sus paradas nocturnas, concretamente la
noche del 25 de diciembre, debido a la calma del mar y a que ya habían
investigado bien la zona, dejaron a cargo de un grumete la nao
Santa María. El inexperto marinero no consiguió frenar la deriva de la nave hacia
un banco de arena en el que quedó encallada. Colón trató de salvar todo lo que
pudo y decidió construir con sus restos un fuerte al que llamó Navidad, en el que
dejaría una avanzadilla de 39 marineros con armas, abastecimientos y todo lo
necesario para subsistir por lo menos un año. Quedarían allí con la misión de
continuar explorando el interior de la isla en busca del Cibao y de entablar
relaciones con los indígenas locales. Así Colón quedaría libre de seguir
explorando y ya podría volver a España a contar todo lo que había visto y vivido
en esta primera expedición.
El 6 de enero, mientras bordeaban la costa buscando una corriente óptima para
el retorno a Europa se encontraron con la Pinta y su capitán Martín Alonso, el cual
se disculpó argumentando que la nave se separó de las otras dos sin querer y
que cuando se quisieron dar cuenta ya era demasiado tarde para reunirse con
ellos. Colón aceptó las disculpas ya que dos buques eran mejor que solo uno para
afrontar el viaje de vuelta que les aguardaba.
Reunidas las dos naves prosiguieron con su exploración de la costa norte de la
isla Española, hasta que llegaron a su punta este, hasta la bahía de la Flechas,
actual Samaná, donde tomaron rumbo hacia España tras casi tres meses de
estancia en las Indias.

Primeras consecuencias del descubrimiento

Las bulas alejandrinas


Bethell: Los Reyes Católicos se dirigieron al papado, siguiendo el precedente
sentado por los portugueses, quienes habían asegurado una donación formal del
Papa de los derechos de soberanía […] De un complaciente papa español,
Alejandro VI, obtuvieron lo que querían: derechos similares en “todas y cada una
de las tierras firmes e islas lejanas y desconocidas… descubiertas y que se
descubran en adelante” en el área fuera de la línea nacional de demarcación que
se acordaría formalmente entre las coronas de España y Portugal en el Tratado de
Tordesillas, en 1494. Las bulas alejandrinas, en 1493, pudieron considerarse
innecesarias en vista del principio del derecho romano implícito en las Siete
Partidas, en cuanto a que la posesión pertenecía a los primeros ocupantes de la
tierra.

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En marzo de 1493, al saberse en la corte de Castilla
el éxito de la expedición de Cristóbal Colón, los
Reyes Católicos buscaron resolver y fundamentar
jurídicamente la incorporación de “Las Indias” a la
Corona de Castilla y el derecho a ocupar dichas
tierras, así como las que faltaren por descubrir.
Las Bulas Alejandrinas son un conjunto de cinco
documentos pontificios de carácter arbitral que
otorgan a Castilla el derecho a conquistar América y
la obligación de evangelizarla. De estas bulas
derivarán muchos conflictos pues los documentos
fueron antedatados y en algunos casos, sus fechas
no corresponden al día o al mes en que fueron
expedidas:
La primera bula: Inter Coetera I, llamada de donación, está fechada el 3 de
mayo de 1493. Por medio de ella, el Papa concede a los Reyes de Castilla las
tierras descubiertas y por descubrir, hacia la India, que no pertenecieren a
algún príncipe cristiano.
La segunda bula: Inter Coetera II, datada el 4 de mayo de 1493 –motivo de
esta efeméride- es conocida como Bula de Partición, se le llama así porque
divide el océano en dos partes, mediante una línea de polo a polo trazada a
100 leguas al oeste de las islas Azores y Cabo Verde; las tierras al occidente
de esa frontera serán para Castilla y las del oriente portuguesas.
La tercera bula: Piis Fidelium, expedida el 25 de junio de 1493, es
considerada bula menor y está dirigida a fray Bernardo Boyl y por ella se le
dan facilidades para ejercer su labor misionera.
La cuarta bula: Eximiae Devotionis, datada el 3 de mayo y también bula
menor, otorga a los Reyes Católicos en sus territorios los mismos privilegios
que a los Reyes de Portugal en los suyos.
La quinta bula: Dudum Siquidem, bula menor, del 26 de septiembre de
1493, es conocida como Ampliación de la Donación, porque amplía la
concesión de la primera Inter Coetera y señala que serán para los
castellanos las tierras que hubiera hacia la india.
En suma, de este conjunto de documentos, las que establecen donación son: la
primera Inter Coetera y la Dudum Siquidem, las cuales precisan la concesión de
dominio -por ser tierras de infieles- con sus señoríos, ciudades, castillos, lugares
y villas y con todos sus derechos y jurisdicciones y excluyen a toda otra persona
de cualquier dignidad, estado, grado, orden o condición, incluso imperial o real,
en el comercio o en cualquier otra cosa, sin licencia expresa de los Reyes
Católicos; serán excomulgados los que viajen a las Indias por el Oeste sin
autorización de los reyes de Castilla; y los reyes estarán obligados a evangelizar
las tierras concedidas.
Fuente: http://www.memoriapoliticademexico.org/Efemerides/5/04051493.html

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El tratado de Tordesillas

Se conoce como tratado de Tordesillas al acuerdo


firmado el 7 de junio de 1494 en Tordesillas,
Valladolid-España, por los reyes de Castilla
(España) y Portugal con el fin de dividir territorios
a explorar.
Dicho tratado significó un acuerdo entre estas dos
naciones para cumplir con algunas cláusulas, entre ellas,
repartir el océano Atlántico y los territorios a conquistar
en América, en ese entonces llamado Nuevo Mundo. Esta
división se trazó mediante una línea imaginaria ubicada a
370 leguas al oeste de las islas del Cabo Verde.
Este tratado significó que gran parte del territorio
Americano pudiese estar en manos de Castilla, mientras
que la zona del actual Brasil, estaría en manos de Portugal.
Las principales cláusulas que
conformaban al tratado de
Tordesillas fueron:
Establecer un límite de
demarcación desde el norte hasta
el sur, a 370 leguas al oeste de las
islas del Cabo Verde. Todo lo que
cubriera el este pertenecía a Portugal,
mientras que lo que se encontrará al
oeste sería para Castilla.
Ambos reinados se comprometieron
con este tratado a respetar las líneas de límites y a centrarse en explorar
solamente lo que les correspondía.
También, el acuerdo comprendía el hecho de que los españoles tenían el
permiso de navegar por la zona portuguesa para poder llegar hasta su
límite, pero tenían prohibido explorar en la zona y si encontraban alguna tierra
debían entregarla al rey portugués.
Al establecer el tratado de Tordesillas, tanto el reino de Castilla y Portugal se
vieron beneficiados. Principalmente porque estos límites que pusieron en el
tratado y sus cláusulas, no sólo permitían ser dueños de una delimitación, sino
que también esto les otorgaba un respeto hacia lo que era de ellos.
Además, estos evitaron una guerra por los territorios a explotar, pero quien más
benefició obtuvo en aquel entonces fue Portugal, ya que logró quedarse con una
tierra rica en producción y ubicada estratégicamente como lo es Brasil, que luego
le permitió explorar otras zonas de América.
Cabe mencionar que, durante este período, si bien ya se empezaba a conocer la
existencia de un nuevo continente, aún estaba sin explorar, por lo que ninguna
de las dos naciones tenía conocimiento completo de la dimensión del territorio en
el que poseían derecho a conquistar según dicho tratado.
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Si bien, en los años posteriores dicho tratado comenzó a ser transgredido por
ambas partes, fue España quien al final obtuvo más territorios colonizados a
partir del beneficio que le otorgó dicho tratado.
Fuente: https://enciclopediadehistoria.com/tratado-de-tordesillas/

La conquista

“Quien no poblare, no hará buena conquista, y no conquistando la tierra, no se


convertirá a la gente; así, la máxima del conquistador ha de ser poblar.”
Francisco. López de Gómara, Historia general de las Indias, Madrid, 1852, p. 181.

Bethell: Conquistar, por tanto, puede significar colonizar, pero también puede
significar invadir, saquear y avanzar.
En cuanto al contexto político-social: […] En el s. XV, Europa era una sociedad
que todavía sufría las desarticulaciones sociales y económicas causadas por los
estragos de la peste negra. Había escasa oferta de trabajo; los ingresos de los
aristócratas habían disminuido; los monarcas y los nobles competían por poder y
recursos.

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