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Lanier, además de informático y músico, simpatiza con los libertarios. (Allan J. Cronin / CC)
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Los avances tecnológicos han conducido a la economía a la recesión y diezmado para siempre la
clase media. Además, cada vez más industrias se verán afectadas por estos cambios que alterarán
los modelos de producción de arriba abajo y los retos que sus trabajadores habrán de enfrentar
durante los próximos años pondrán en peligro su bienestar, su riqueza y sus puestos de trabajo.
Esta es la polémica tesis que expone el escritor, informático y gurú Jaron Lanier en su último libro,
Who Owns the Future?, que se publica esta misma semana en Estados Unidos.
“Aquí hay un ejemplo de lo que está ocurriendo. En la cumbre de su poder, la compañía fotográfica
Kodak empleaba a más de 140.000 trabajadores y tenía un valor de más de 28.000 millones de
dólares. Entonces inventaron la cámara digital”, explica Lanier en el preludio de su nuevo ensayo.
“Hoy, Kodak se encuentra en bancarrota, y la nueva cara de la fotografía digital es Instagram”. Una
compañía que, cuando fue vendida a Facebook por una cantidad exorbitada, apenas contaba con
13 personas entre sus filas. La pregunta que el autor se hace es dónde han ido esos miles de
personas que han perdido su puesto de trabajo.
“En lugar de hacer crecer nuestra economía global, el aumento del networking digital
está enriqueciendo a un grupo relativamente pequeño de personas”, explica en el libro. La
riqueza se ha centralizado, y la mayor parte de trabajadores ahora se encuentran, como indica en
una reciente entrevista realizada para Salon, “luchando por cada comida”. Aquellos que la
componen tienen de qué preocuparse cuando enferman, cuando tienen hijos y cuando ven que su
edad de jubilación se acerca.
Gran parte de estas preocupaciones, reconoce el autor, han surgido después del nacimiento de su
hija, que crecerá “en una sociedad hueca, que carece de clase media, en un mundo mucho menos
cómodo del que habría deseado para ella”, como aseguraba en una entrevista en The Guardian.
Sin embargo, Lanier presenta este panorama como algo inevitable. En el libro afirma que “sólo
podemos sobrevivir si destruimos la clase media de músicos, fotógrafos y periodistas”. Con ello, el
autor lanza un aviso a navegantes: si ellos son los primeros, es probable que “médicos, enfermeras
y abogados” los acompañen poco después.
El peculiar informático –exhibe con orgullo sus rastas, barbas y ropas hippies– alerta contra los
peligros de la “información gratis” que internet ha contribuido a crear y que es “idealista y
comprensiblemente popular”. Se trata de un sistema económicamente insostenible, ya que
impide que los creadores de esos contenidos puedan dedicarse a ello. Toda la productividad, tarde
o temprano, estará mediada por el software, por lo que tarde o temprano todos los sectores
formarán parte de la llamada “información”. De las impresoras 3D a los camiones conducidos de
manera automática, el modelo de la “información gratis” puede terminar trasladándose a todos los
ámbitos de la labor humana.
Lanier no escatima adjetivos para describir este nuevo panorama que se abre ante nosotros.
“Quizá la tecnología haga todas las necesidades vitales tan baratas que será virtualmente gratis
poder vivir bien, y nadie se tendrá que preocupar por el dinero, el trabajo, las desigualdad sociales
o los planes de jubilación. Pero dudo seriamente que este panorama se desarrolle”, explica uno de
los grandes antiutópicos del mundo de la tecnología. Por el contrario, el también músico y artista
visual considera que lo más probable es que entremos en un panorama de “híperdesempleo, y con
él, en una época de caos social y político”. Nos adentramos en un escenario caótico, y ya que “los
resultados del caos son impredecibles”, es mejor ser cautos ante él.
radicales Esto se refleja también en algunas de las decisiones que se han adoptado en el
terreno tecnológico. En el momento actual, la población no es tratada como si fuese “lo
suficientemente especial”, en términos del propio autor, sino que son meros engranajes de un
sistema mucho mayor que ellos mismos. La respuesta que proporciona Lanier es “pagar a la gente
por la información que se cosecha de ellos si esa información tiene algún valor”. Ya no se trata
únicamente de contenidos, sino de la gran cantidad de datos que las compañías obtienen de los
usuarios a partir de internet. Esta idea surge de uno de los grandes maestros del neoyorquino, Ted
Nelson, creador del hipertexto, que defendía la necesidad de incorporar micropagos a cada uno de
los procesos de enlace en la red.
Lanier asegura que el actual modelo tecnológico es tan pernicioso como el comunismo o el
capitalismo radicales, ya que proporciona unas explicaciones sencillas sobre el mundo que pueden
conducirnos a la debacle. “Deberíamos haber aprendido que esto sistemas tan simples y perfectos
son ilusiones”. Quizá por eso, el autor reconoce que se siente más cerca de los libertarios que de
las utopías socialistas.