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Curso 2014-2015
LA EDAD MEDIA
INTRODUCCIÓN
En Historia, se denomina Edad Media a un largo periodo sobre cuyo principio y fin no hay acuerdo
preciso. Unos ponen su comienzo en el año 476 (caída del Imperio romano de Occidente); otros, en el 711
(venida de los árabes a España). En cuanto a su final, se han señalado también fechas diversas: 1453
(ocupación de Constantinopla por los turcos); 1492 (descubrimiento de América), etc.
La invasión germánica provoca la fragmentación del Imperio Romano y da lugar a la evolución del latín
y a la aparición de las distintas lenguas y dialectos peninsulares. En el año 711, en la batalla de Guadalete,
los árabes vencen a don Rodrigo, el último rey godo, recordado en el romancero, e invaden la Península. La
resistencia de los hispano-godos marca el inicio de la Reconquista, que durará ocho siglos.
Marco histórico:
Nuestra Edad Media es especialmente rica y atractiva, aparte de fundamental en la constitución del
espacio cultural que hoy se conoce como Europa.
En los inicios de la Alta Edad Media (siglos V a XIII) se introducen en la Península los pueblos
visigodos, de cuyo legado destacan las Etimologías de San Isidoro de Sevilla, auténtica recopilación del saber
de la época. A partir del año 711, se abre otro período cultural de suma importancia con la llegada de la
civilización musulmana, que desarrolla en Al-Ándalus las bases del conocimiento occidental: poetas, músicos,
médicos, filósofos, teólogos, matemáticos, astrónomos... irradian nueva luz sobre la Europa medieval.
Durante este tiempo conviven tres grandes culturas: la cristiana, que perdura desde los tiempos del
Imperio Romano, la hebrea y la musulmana.
Pese a todo, la imagen que nos ha llegado de la Edad Media nos muestra una sociedad
predominantemente cristiana y caracterizada por un acusado teocentrismo, ya que la vida gira en torno a la
religión.
SOCIEDAD:
La forma básica de relación social es el feudalismo. Todo está fuertemente estructurado según un
rígido orden jerárquico. La sociedad, fundamentalmente agraria, se divide en estamentos:
La nobleza constituye un grupo minoritario, pero de amplia fuerza política y militar, que ejerce su
dominio sobre los vasallos, a los que presta protección y cede sus tierras a cambio de tributos. La
nobleza muestra predilección por los cantares de gesta, obras que narran las hazañas de los héroes
pertenecientes a esta clase.
El clero, la única clase letrada, tiene un enorme peso en la época. Los monasterios fueron los
principales focos de erudición durante mucho tiempo; así, hombre de iglesia y hombre de letras
vinieron a confluir en la figura del clérigo. La Iglesia sirvió de enlace entre la civilización oriental de
los musulmanes y la cultura occidental. Asimismo, fue decisiva en la importación de las costumbres
y de los saberes europeos, especialmente franceses, a través del Camino de Santiago. El clero será
el impulsor de la primera escuela consciente de creación literaria en nuestras letras, el mester de
clerecía.
El pueblo llano conforma los estratos inferiores de la sociedad. De él surge la lírica tradicional y es
el destinatario oral de muchas de las manifestaciones literarias del momento.
A partir del siglo XII mejoran las condiciones económicas; la población se reúne en núcleos urbanos,
a los que se trasladan muchos campesinos en busca de nuevas oportunidades. Dedicados al comercio y
labores artesanas formarán una nueva clase social, la burguesía, que, con el paso del tiempo, irá
adquiriendo protagonismo y desarrollará nuevos valores.
En la Baja Edad Media (siglos XIV-XV) la situación política y social precedente va lentamente cediendo
a la desesperanza y a la desilusión. Se avecinan tiempos políticamente confusos y de difícil coexistencia
entre las tres culturas. Se debilita el orden feudal: es un momento de gran inestabilidad política, se produce
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en la Iglesia el Cisma de Occidente y las sucesivas epidemias de peste producen una disminución de la
población europea.
La expansión militar de los reinos cristianos del norte, proceso bélico intermitente que se extiende
durante 800 años, lleva a los musulmanes a refugiarse en el Reino de Granada. En 1492, musulmanes y
judíos son expulsados de la Península; sin embargo, otros acontecimientos tan decisivos como el
Descubrimiento de América, la difusión de la imprenta y, con ello, la divulgación de ideas procedentes de
Europa, se encuentran en el origen de una nueva visión del mundo: el Renacimiento.
Un hecho crucial al hablar de este período es la aparición de los burgueses, habitantes de las ciudades,
que se convierten a partir del siglo XIV en el nuevo centro de actividad económica. Para este grupo, la religión
no posee ya tanto peso, lo que propiciará un ambiente social más vitalista y práctico. En esta época, la ciudad
tiene un mayor protagonismo.
ARTE Y CULTURA:
Toda la cultura está en poder de la Iglesia. En los monasterios, los monjes se dedican a copiar a mano
los libros antiguos.
A partir del siglo XII se crean las primeras universidades, como las de Palencia y Salamanca, y los
nobles empiezan a interesarse por la cultura.
En el arte triunfan los estilos Románico (siglo XI y XII aprox.) y Gótico (siglos XIII- XIV, aunque en
España tendremos Gótico hasta prácticamente el XVI)
LITERATURA
Literariamente, la Edad Media se inicia en el siglo X con las primeras manifestaciones escritas, las
jarchas. En cuanto a su final, la Edad Media literaria va más allá que la histórica: la última obra importante de
esta edad de cuatro siglos es La Celestina (1499), de Fernando de Rojas. La literatura medieval se extiende
hasta el comienzo del Renacimiento, que se suele situar en 1526. En este año, Garcilaso de la Vega, nuestro
primer autor moderno, renueva las letras españolas inspirándose en modelos italianos.
Características de la literatura medieval
Teocentrismo y religiosidad. La vida y la literatura medievales están claramente marcadas por la
religión, por la relación del hombre con Dios. La posición cultural dominante de la Iglesia impone su
visión del mundo: la vida se entiende como tránsito, como sufrimiento, que tendrá su recompensa con
la eternidad; sin embargo, aunque este sentimiento impregna todos los órdenes de la existencia
humana, hay que entender que, en esta época, lo religioso estaba íntimamente unido a lo profano, de
manera que ambos aspectos se funden. Ejemplo de ello serían festividades como las romerías y los
carnavales; muchos ritos paganos se cristianizaron, pero seguían celebrándose, a veces con gran
escándalo.
Predominio de la oralidad. Las principales manifestaciones literarias medievales tienen origen oral
(lírica primitiva, cantares de gesta, etc.) o se conciben para su lectura en público. Ello conlleva que las
obras contengan una gran cantidad de recursos orales: apelaciones a los oyentes, reiteraciones, pa-
ralelismos, anáforas, etc. Con todo, no debemos olvidar que los textos han llegado a nosotros gracias
a algún individuo culto, que decidió escribirlos y hacerlos perdurar.
Didactismo. La literatura medieval busca a menudo una utilidad práctica: la difusión de una
enseñanza moral y religiosa. En una época en la que el analfabetismo está muy extendido, la literatura
se concibe como un buen medio de difusión ideológica.
Mestizaje cultural. En la España medieval coexisten tres culturas: cristiana, musulmana y judía, con
frecuentes influjos mutuos. Esta situación, que se mantuvo con altibajos durante 800 años, atravesó
algunos momentos de gran estabilidad, pero se fue paulatinamente degradando, hasta que a finales
del siglo XV sólo se reconocería oficialmente una sola religión, la cristiana.
Fuentes literarias. Aunque durante mucho tiempo se creyó que la Edad Media fue un período sin
cultura, de barbarie y de oscurantismo, se han constatado influencias muy diversas en la literatura
castellana medieval:
• Grecolatina. Los saberes del mundo clásico estaban recogidos en multitud de libros,
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Recuerda: NARRATIVA
♦ Los poemas épicos son
narraciones en verso en las
1.- La épica medieval: Mester de Juglaría
que se relatan hazañas EPOPEYA Y CANTARES DE GESTA
protagonizadas por héroes.
♦ Los poemas épicos más Un cantar de gesta es una composición extensa en verso que narra
antiguos son las epopeyas. las hazañas (o gestas) de un héroe. Se trata de un género narrativo
escrito en verso.
♦ Las principales epopeyas
clásicas occidentales son la
Ilíada y la Odisea, de
El espíritu heroico de la epopeya clásica resurgió en la Edad Media,
Homero. fruto de la sociedad feudal y del espíritu guerrero de la época. Las
epopeyas medievales fueron los cantares de gesta, que cantaban en verso
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las hazañas de grandes héroes. Los más famosos son la Chanson de Roland, de la épica francesa, que
cuenta las aventuras de Carlomagno, y el Cantar de Mío Cid, que exalta las virtudes del héroe castellano y
posee rasgos específicos de gran originalidad. La principal diferencia entre ambos es que el cantar francés
altera la historicidad de los hechos para engrandecer la figura de Roland, hasta convertirlo en un héroe
mitológico. En cambio, el poeta castellano manifiesta un realismo muy cercano a la historia real.
RASGOS GENERALES DE LA ÉPICA CASTELLANA
Para caracterizar la épica castellana de este largo período medieval nos fijamos en estos aspectos: la
historicidad, la autoría y transmisión el uso de epítetos y fórmulas épicos, y la métrica.
♦ Historicidad. Frente al predominio de lo fantástico y mitológico de los cantares de gesta germánicos y
franceses, la épica castellana se caracteriza por la preponderancia de lo histórico. Los sucesos, personajes y
lugares mencionados en los cantares hacían referencia a hechos muy próximos y reales, conocidos por
quienes escuchaban los textos.
♦ Autoría y transmisión. Los cantares son anónimos, es decir, no tienen autor conocido. En aquellos
momentos interesaba más la información que se recibía a través de los cantares que saber quién los
componía. Sin embargo, sí conocemos a las personas encargadas de transmitirlos: los juglares. Éstos
recorrían pueblos, mercados y ferias recitando los poemas ante un público ávido de información y de
entretenimiento.
♦ Epítetos y fórmulas épicas. Los juglares aprendían de memoria los textos y los recitaban ante el
auditorio. La presencia de epítetos aplicados a los numerosos personajes y el uso de fórmulas o enunciados
facilitaba la memorización del texto y, al mismo tiempo, captaba y mantenía la atención del público. Veamos
algunos ejemplos extraídos del Cantar de Mío Cid.
EL MESTER DE JUGLARÍA
En España, los cantares de gesta aparecen hacia el siglo XII. La difusión oral de estas historias
correspondía a los juglares, actores y cantores errantes que iban de villa en villa actuando en plazas o en
castillos. El juglar se dedicaba profesionalmente a la recitación y su espectáculo debía reunir diversos
ingredientes: música, mímica, dramatización, malabarismo, etc., para atraer y mantener la atención del
público; el oficio de los juglares se denomina mester de juglaría.
Métricamente, sus obras emplean la tirada épica, es decir, una serie indefinida de versos de arte
mayor en torno a las 16 sílabas con cesura o pausa interna y rima asonante continua.
El mester de juglaría posee un estilo propio de expresión. Según se desprende de los textos que nos
han llegado, los juglares usaban recursos específicos para la recitación oral:
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Son frecuentes las llamadas de atención al público para ganarse su interés y captar su benevolencia (Si
quisieseis escucharme...).
Además, se emplean otras fórmulas juglarescas: abundan los adverbios de presencia (Aquí veis al héroe...)
y las referencias visuales (Vierais moros y moras...). Simultáneamente, el juglar emplearía la gesticulación
para ilustrar esas expresiones e, incluso, imitaría las voces de los protagonistas del relato.
Las repeticiones son constantes, ya que facilitan tanto la recitación como la memorización y la correcta
comprensión por parte del receptor. Las hay de tipo formal (paralelismos, anáforas, versos bimembres) y de
contenido. El juglar recuerda datos para que nadie pierda el hilo narrativo.
Predominio de las oraciones simples y coordinadas, que eran más fáciles de recordar y permitían
improvisar durante la recitación.
Uso del presente de indicativo (Mío Cid cabalga) para acercar la acción a los oyentes.
Estilo directo: El narrador cede la voz a los personajes mediante la utilización del estilo directo:
Alegre se queda el Cid por lo que hicieran allá:
— Oídme, mis caballeros, esto aquí no quedará.
Realismo: Para hacer más creíble la historia, estos cantares aportan datos reales sobre lugares,
personajes, batallas, vestimenta, etcétera:
Luego salió por la puerta, y el río Arlazón pasaba.
Junto a la villa de Burgos en el arenal acampa.
Petición final de “soldada”, es decir, un sueldo por la actuación.
Algunos de estos recursos, como veremos, también serán empleados en el mester de clerecía.
EL CANTAR DE MÍO CID
El Cantar de Mío Cid es un cantar de gesta que narra en verso las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar,
el Cid Campeador. Se trata del más antiguo de los cantares conservados y el único que ha llegado hasta
nosotros casi íntegro.
A. FECHA Y AUTORÍA:
La obra nos ha llegado en una copia del siglo XIV, manuscrito copiado, a su vez, de otro realizado en
1207. Los críticos no se ponen de acuerdo en si antes de ese año existía ya el poema. Ramón Menéndez
Pidal1 sostiene que el Cantar ya estaría escrito en 1140; otros autores retrasan la fecha de su composición
hasta 1207.
El manuscrito no está completo: faltan, al menos, la primera página y algunas intermedias. En total se
conservan 3370 versos.
El manuscrito aparece firmado por Per Abat, que se considera el copista. Se han barajado diversas
hipótesis sobre su autoría:
Menéndez Pidal mantiene la autoría de dos juglares: sobre 1120, un juglar de la zona de San
Esteban de Gormaz (Soria) redactaría los dos primeros cantares del poema, en una época más
cercana a los hechos, de carácter realista; y hacia 1140 un segundo juglar de Medinaceli (también
en Soria), añadiría el tercer cantar y modificaría los dos anteriores, introduciendo capítulos más
novelescos.
Existen más opiniones y teorías, entre las que destacan:
o que la obra podría haber sido escrita por un experto en leyes, dadas las referencias a esta
temática que se conservan en la obra;
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o o por un clérigo cercano al monasterio de San Pedro de Cardeña, debido a las alusiones que
se hacen a este monasterio.
B. CONTENIDO DEL POEMA:
1.- Argumento
Cantar del destierro (Cantar I)
El Cid es desterrado de Castilla por el rey Alfonso VI y pierde su honra. No se menciona la causa, pero
es sabido que se vierte una serie de acusaciones contra el héroe, del que se dice que se había apropiado de
los tributos de los moros al rey de Castilla. Le acompañan sesenta caballeros con los que llega a Burgos. El
temor al castigo real es la causa por la que nadie osa darles posada. A pesar de todo, un burgalés, Martín
Antolínez, les abastece de pan y vino y se ofrece a acompañarles; pero necesitan más fondos, por lo que el
Cid decide engañar a dos prestamistas judíos, Raquel y Vidas. Don Rodrigo se despide de su mujer, doña
Jimena, y de sus hijas, doña Elvira y doña Sol, en el monasterio de Cardeña; allí quedan bajo la custodia del
abad don Sancho. Después, el Cid abandona definitivamente Castilla con un ejército de trescientos hombres.
Comienzan enseguida las campañas guerreras en tierras fronterizas. En ellas consigue un preciado botín. El
de Vivar lo reparte con los suyos y decide enviar al rey un buen regalo. Posteriormente se aventura por tierras
de Huesa y Montalván, protegidas por el conde de Barcelona. Este desafía al Cid en Tévar; allí el conde es
vencido y hecho prisionero. El conde inicia entonces una huelga de hambre hasta que Rodrigo lo libera.
Cantar de las bodas (Cantar II)
El Cid conquista durante tres años las tierras de los alrededores de Valencia; al fin, decide sitiar la
ciudad, que, tras diez meses de resistencia, acaba entregándose. Entonces, manda cien caballos al rey y le
pide permiso para que su familia se reencuentre con él en Valencia.
En este Cantar vemos a Álvar Fáñez entrevistándose con el rey en Carrión. Al soberano le agradan las
noticias sobre las victorias del Cid y accede a sus peticiones. Álvar Fáñez va en busca de doña Jimena y de
sus hijas y emprende el camino hacia Valencia. Allí, la esposa y las hijas del Cid van a tener la ocasión de
presenciar una importante batalla. El botín en esta ocasión es impresionante, e incluye la tienda del rey Yucef
de Marruecos, cuyos soportes son de oro. El Campeador no duda en enviársela a Alfonso VI, junto con
doscientos caballos. Los infantes de Carrión, con el fin de mejorar su situación económica, piden al rey
casarse con las hijas del Cid. Poco después, el rey se entrevista con don Rodrigo y le solicita para los infantes
la mano de doña Elvira y doña Sol. El Cid recela, pero accede, y el monarca nombra padrino de la boda a
Álvar Fáñez. El Cantar termina con el casamiento. El Cid recupera así su reputación militar y pasa a disfrutar
de una situación completamente honrosa, tanto en el ámbito público como en el familiar.
Cantar de la afrenta de Corpes (Cantar III)
Don Rodrigo duerme. De repente, se escapa un león; los infantes huyen atemorizados y los castellanos
se burlan de su cobardía. Cuando el Campeador despierta, atrapa al león y lo reduce, pues estaba
amaestrado.
Los moros intentan de nuevo recuperar Valencia y mandan un gran ejército dirigido por el rey Búcar. En
esa batalla, los infantes dan de nuevo muestras de cobardía; avergonzados, planean su venganza y piden
permiso para abandonar Valencia con sus mujeres. El Cid, que no sospecha nada, acepta. En el Robledal de
Corpes, los infantes maltratan a sus esposas y las abandonan malheridas. El Cid exige entonces una
reparación al rey, responsable de la nueva deshonra que ha caído sobre su familia, y este convoca Cortes en
Toledo. Los hombres del Cid, que relatan los diversos actos de cobardía de los infantes, les retan y les
vencen en duelo. El Cantar termina con el anuncio de las bodas de los infantes de Navarra y Aragón con las
hijas del Cid, doña Elvira y doña Sol. La honra del Cid ha crecido tanto que «hoy los reyes de España
parientes suyos son». Por fin el Cid ha recuperado de manera definitiva su honra.
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CARACTERÍSTICAS
El mester de clerecía se caracteriza por los siguientes rasgos:
Son autores cultos, normalmente clérigos, conocedores de la lengua latina, que cultivan una
poesía erudita de tipo narrativo. Tienen clara conciencia de autor y, a diferencia de los autores de
épica, firman sus obras.
Manifiestan una clara preocupación por el estilo: presumen de saber expresarse en un lenguaje
correcto, dominar las reglas de la retórica y la métrica, escribir con rima y “sílabas contadas”. Por
eso, utilizan la cuaderna vía. Esta estrofa consta de cuatro versos alejandrinos (14 sílabas). Cada
verso está dividido en dos hemistiquios iguales (7 + 7) por una cesura o pausa central:
«Mester traigo fermoso: non es de juglaría,
mester es sen pecado, ca es de clerecía:
fablar curso rimado por la cuaderna vía,
a sílabas contadas ca es gran maestría».
No buscan temas originales, sino que recrean aquellos ya tratados y prestigiados por la tradición.
Los más abundantes son los religiosos, aunque no faltan los históricos, como sucede con el Libro de
Aleixandre (sobre la vida de Alejandro Magno), los novelescos, como el Libro de Apolonio (cuenta
las aventuras de Apolonio, rey de Tiro, en busca de su mujer y su hija), o los de temática nacional,
como el Poema de Fernán González (tras una larga introducción sobre la Historia de España,
cuenta la vida del héroe castellano que da nombre a la obra).
Tienen una finalidad didáctica: Su lenguaje es cuidado y selecto, pero suelen emplear un tono
menos elevado que el épico. Traducen las obras cultas latinas y las adaptan a un lenguaje sencillo
que pueda entender todo el mundo. Por eso utilizan el román paladino, la lengua romance.
Las obras no están pensadas para la recitación, como los cantares de gesta, ni para la recepción
individual, sino para la lectura en voz alta ante un público analfabeto.
Uno de sus recursos más utilizados es la alegoría: Los esfuerzos para interpretar el mundo como
resultado de unos planes perfectos y ocultos de Dios hallan su mejor expresión en esta figura que
expresa la correspondencia prolongada entre una serie de hechos o fenómenos reales y la
interpretación trascendente que se da de cada uno de ellos. Por ejemplo en Los Milagros de
Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo, se presenta un relato centrado en un paisaje. Éste es un
paisaje real que representa un mundo mucho más complejo y profundo que no se puede percibir por
los sentidos. Cada uno de los elementos que configuran el paisaje se convierte en un símbolo:
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Se rompe la regularidad métrica que caracterizaba al período anterior: junto a la cuaderna vía aparecen
otras estrofas.
Los autores ya no siguen con fidelidad una única fuente escrita, sino que reciben varias influencias.
Se acentúan los aspectos críticos y satíricos.
Además del elemento narrativo, aparecen contenidos líricos y dramáticos.
Se da una mayor influencia de la lírica trovadoresca.
A este período pertenece el Libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita.
Lo poco que conocemos de su autor procede de los datos que él mismo nos da en su obra: se llama
Juan Ruiz, nació o vivió durante bastante tiempo en Alcalá de Henares y fue Arcipreste de Hita.
El Libro de Buen Amor es un texto extenso, compuesto hacia 1330 y escrito en su mayor parte en
cuaderna vía, aunque aparecen también otras formas métricas. Es una obra de gran originalidad, que los
críticos adscriben al género literario de «tratado de amores conforma autobiográfica». Se caracteriza por su
variedad y por su diversidad (temática, formal...).
a) Estructura
Los elementos que componen esta obra son los siguientes:
La narración de los amores del Arcipreste: el Arcipreste, que aparece como personaje central, intenta
seducir, sin éxito, a mujeres de toda condición con ayuda de diversos intermediarios. Destacan los
siguientes episodios:
o La historia de don Melón y doña Endrina: es una adaptación de una comedia medieval del siglo
XII escrita en latín, Pamphilus, que alcanzó gran difusión en España. El Arcipreste cambia su
nombre por el de don Melón, quien, con ayuda de la alcahueta Trotaconventos, consigue
convencer a la joven viuda doña Endrina para que se case.
o El encuentro con las serranas: el Arcipreste va a las montañas de Guadarrama, donde se
encuentra con cuatro serranas. El autor realiza una parodia del género de la pastorela.
o El episodio de doña Garoza: el protagonista, inducido y ayudado por Trotaconventos, seduce a la
monja doña Garoza, quien muere poco después. Posteriormente muere también la vieja
Trotaconventos.
Una colección de cuentos y ejemplos intercalados en el relato que Juan Ruiz recoge de diversas fuentes
y utiliza con varias finalidades:
o Como ejemplificación de alguna enseñanza moral. Como cierre o conclusión de alguna aventura.
o Como refuerzo dialéctico en los diálogos que los personajes mantienen entre sí.
Un conjunto de digresiones didácticas (sobre los instrumentos musicales, sobre la validez de la
astrología...) y morales (sobre los pecados capitales, la confesión...).
Dos episodios alegóricos: el encuentro del Arcipreste con don Amor y doña Venus, y la batalla de don
Carnal y doña Cuaresma. En el primero, el autor ofrece una serie de consejos para «bien amar»; en el
segundo, hace una parodia de las narraciones épicas.
Diversas composiciones líricas, tanto religiosas (loores y cantigas a la Virgen), como profanas (coplas
cazurras, cantigas de serranas...).
A esto hay que añadir los textos preliminares, entre los que destaca el prólogo en prosa, donde el autor
parodia los sermones cultos y nos habla de la intencionalidad, supuestamente didáctica, de su obra.
A pesar de la gran variedad de elementos que lo componen, el Libro de Buen Amor mantiene la unidad
gracias a la forma autobiográfica y al personaje protagonista.
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b) Personajes
Por el Libro de Buen Amor desfilan toda clase de personajes: reales (la vieja Trotaconventos),
mitológicos (Júpiter), alegóricos (don Carnal y doña Cuaresma), animales (los protagonistas de las fábulas),
etcétera. Entre todos ellos, destacan las figuras femeninas:
Los amores del Arcipreste son mujeres de toda condición: jóvenes y viejas; solteras, viudas y monjas;
cristianas y moras; habitantes de la ciudad; serranas; nobles y plebeyas, etc. La única excepción son las
mujeres casadas, ya que el Arcipreste rechaza de plano esta clase de amor, que considera adulterio.
La vieja Trotaconventos: es el antecedente literario de la Celestina. Es la mensajera, vieja avariciosa,
astuta y sin escrúpulos. Ejerce de buhonera y sabe preparar hechizos. Corresponde a un tipo real de la
época.
El Libro de Buen Amor retrata con realismo estamentos sociales, oficios, costumbres y personajes
(caballeros, hidalgos, mercaderes, matarifes, labradores, juglares...). En este aspecto, la obra es precursora
de La Celestina y del Lazarillo.
c) Lenguaje y estilo
Además de la cuaderna vía, el autor utiliza otras formas métricas: la cuarteta, en versos de dieciséis
sílabas, y diversas composiciones líricas de arte menor, con predominio del zéjel.
La obra está escrita en primera persona, tanto por cercanía al lector como para aumentar el posible
didactismo. También en este sentido puede interpretarse otra de las claves estilísticas de Juan Ruiz: la
tendencia a la “amplificatio”, a continuar escribiendo, a añadir detalles cuando parece que todo está dicho.
Juan Ruiz utiliza, por una parte, procedimientos retóricos de carácter culto (enumeraciones, sinónimos,
antítesis o paralelismos), y por otra, un lenguaje vivo, reflejo del habla coloquial (interrogaciones y
exclamaciones, diminutivos de tipo familiar, máximas y refranes, etcétera). No faltan recursos juglarescos,
entre ellos el de entregar la obra al pueblo para que la modifique, amplíe o corte a su gusto.
d) Fuentes:
Las fuentes en las que se basa el autor son variadas: religiosas, clásicas, Pamphilus de Amore,
árabes…
La obra procede también de la cultura popular carnavalesca y goliardesca2; lo erótico, lo grotesco y lo
degradado son elementos de gran importancia.
e) Un libro reflejo de su época
Los historiadores coinciden en que el siglo XIV fue una época de crisis, debida, entre otros factores, al
enfrentamiento entre la monarquía y la nobleza, a la mortandad provocada por las grandes epidemias (la
peste negra de 1347) y a la corrupción de la Iglesia. Por otro lado, en la Península convivieron durante siglos
tres grandes culturas (cristiana, árabe y judía), lo cual, según Américo Castro, determinó el carácter español.
En este sentido, la obra del Arcipreste refleja no solo la crisis del siglo XIV, sino también este mestizaje
cultural: en ella se encuentran continuas referencias a costumbres árabes y judías.
f) La intención del autor
El Arcipreste se refiere en el prólogo en prosa a la intención didáctica de su obra: dice haberla escrito
«para despabilar a cautos e incautos contra las malas artes del amor loco del mundo»; pero advierte que «los
que quisieren seguir el loco amor, encontrarán sutiles artes para practicarlo». A lo largo de todo el libro nos
habla del «buen amor», que unas veces se identifica con el amor divino y otras, con el amor mundano.
Algunos críticos dudan de la sinceridad de su intención didáctica; otros, en cambio, sí creen en ella y
opinan que la forma autobiográfica estaría precisamente relacionada con esta finalidad, ya que cualquier
experiencia contada en primera persona resulta más ejemplar.
2 Los goliardos eran clérigos o estudiantes, hombres letrados y cultos que parodiaban la literatura oficial y llevaban una vida
licenciosa.
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Lo cierto es que el autor juega con la ironía y la ambigüedad, e intenta confundir al lector sobre el
propósito de su libro. La obra mezcla magistralmente lo didáctico y lo humorístico, la devoción más sincera
con la sátira más irreverente. Esto explica su desconcertante carácter ambiguo y polisémico. Podemos afirmar
que se emplea el humor y la burla como forma de captar la atención, de ganarse al lector para que se
identifique con la obra.
Juan Ruiz se dirige a un receptor crítico y alude continuamente a la necesidad de entender de modo
correcto su mensaje.
4.- El nacimiento de la prosa castellana
La aparición de la prosa literaria es posterior a la épica y a la lírica, ya que primeros testimonios que se
conocen datan de comienzos del siglo XIII. Hasta entonces, la mayoría de los documentos se redactaba en
latín, pues la lengua romance no tiene aún la suficiente categoría por su rigidez sintáctica y su falta de
vocabulario.
Al igual que los clérigos, los nobles y los reyes utilizaron la narración con fines didácticos, pero no
se sirvieron del verso, sino de la prosa.
La prosa castellana surgió en un momento en el que existía ya una clara conciencia nacional y la
necesidad de divulgar conocimientos.
ALFONSO X EL SABIO
Para regular la convivencia de los musulmanes, judíos y cristianos que habitaban en Castilla, el rey
Alfonso X decidió que el castellano, nexo de unión de todos ellos, se convirtiera en la lengua de la
Administración y de los documentos legales, que hasta entonces se redactaban en latín. Las obras en
prosa creadas durante el reinado de Alfonso X (1252-1248) no están redactadas directamente por el
monarca. Este debía de dictar el plan de trabajo a los sabios de su corte y revisar los textos finales, en los
que cuidaba especialmente el estilo.
Con esta magna obra en prosa, Alfonso X desarrolló el castellano dotándolo de procedimientos para
expresar contenidos científicos, que hasta entonces no habían sido formulados en esta lengua.
Durante su reinado, el monarca impulsó la creación de obras diversas:
♦ Obras legales: el código de las Siete partidas.
♦ Obras científicas y recreativas que divulgaban el saber de la época Libro del saber de astronomía,
Lapidario, Tablas alfonsíes y el Libro de ajedrez, dados y tablas.
♦ Obras históricas con las que el Alfonso X quiso mostrar la grandeza de su reino: General Estoria y
Estoria de España.
LOS CUENTOS:
Los primeros cuentos escritos en castellano son traducciones de cuentos orientales que se
recopilaron en forma de colecciones. Estos relatos servían de ejemplos de conducta para los nobles en las
tareas de gobierno.
Las dos principales colecciones de cuentos medievales son:
♦ Calila e Dimna. Traducida al castellano por encargo de Alfonso X, reúne los relatos de dos chacales,
Calila y Dimna.
♦ Sendebar. Unos sabios y la concubina de un rey narran cuentos ante el monarca para liberar o culpar
al hijo de este de la condena a muerte dictada por su padre.
DON JUAN MANUEL Y LA LITERATURA DIDÁCTICA.
Los exemplos medievales siguen la misma estructura que los cuentos o las narraciones breves, pero
tienen la finalidad de aleccionar al lector al tiempo que se le entretiene.
Los exemplos tienen como precedente los cuentos y fábulas orientales (árabes, persas, hindúes…) A
partir de relatos en los que participan personas, animales, personajes fantásticos…, se presenta un caso
sobre el que después se desprenderá una lección o consejo moral.
Este género medieval llega a su punto culminante y perfección formal con don Juan Manuel.
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Este autor, sobrino de Alfonso X, vivió entre 1282 y 1348. Perteneció a la nobleza y fue educado tanto
para las armas como para las letras. Hombre culto, se interesó por la cultura clásica y la oriental, por la
política y por las leyes. Como autor, se esforzó en obtener un estilo personal que combinara la elegancia con
la precisión y la expresión depurada en castellano. Es el primer escritor castellano que se preocupa por la
conservación y transmisión de sus escritos.
Su obra más importante es El Conde Lucanor o Libro de Patronio. Es una obra didáctica dividida en
cinco partes, de las cuales vamos a centrarnos en la primera, formada por 51 cuentos.
1.- La estructura que presenta cada uno de los cuentos es siempre la misma:
a) El conde Lucanor expone un problema o situación a Patronio y le pide consejo.
b) Patronio relata un cuento que sirve de ejemplo para la situación planteada.
c) Se pone en relación el tema del cuento explicado con el problema propuesto por el conde.
d) Don Juan Manuel resume mediante un pareado, a modo de moraleja, la enseñanza que deseaba
transmitir.
2.- Estilo:
o Don Juan Manuel destaca por su afán de claridad, que pone siempre al servicio del didactismo.
o Busca la sencillez y la brevedad y utiliza términos fácilmente entendibles por los lectores de la época.
o Su sintaxis es simple y reiterativa, basada en la coordinación de oraciones y la repetición de estructuras.
o Son también rasgos de su estilo el uso de recursos orales, propios de la literatura medieval
o el empleo sutil del diálogo
o y la fuerte presencia de lo narrativa frente a lo descriptivo.
LA LÍRICA MEDIEVAL
Durante la Edad Media, la lírica en las diversas lenguas románicas de Península Ibérica se desarrolló
en dos vertientes: una popular y otra culta
lírica popular lírica culta
Concepto: Concepto:
Se conoce como lírica popular de la Edad Media el La lírica culta medieval, surgida al amparo de las
conjunto de poemas anónimos, cantados por el cortes y los palacios nobiliarios, está integrada por
pueblo y transmitidos oralmente, que surgieron en la poemas de autores concretos e instruidos, que desde
Península Ibérica a partir del siglo XI. muy pronto difundieron estas composiciones por
escrito.
Manifestaciones peninsulares: Manifestaciones peninsulares:
Se distinguen tres grandes manifestaciones de la Los primeros poetas cultos en romance fueron los
lírica popular: trovadores de la región francesa de Provenza. En la
Las jarchas, escritas en el dialecto mozárabe Península se diferencian tres focos de lírica culta:
empleado por los cristianos de Al-Ándalus (siglos XI- La poesía trovadoresca en Cataluña (siglo XII).
XII). Las cantigas de amor en Galicia (siglos XIII-XIV).
Las cantigas de amigo, compuestas en La poesía cancioneril en Castilla (siglo XV).
gallegoportugués (siglos XIII-XIV).
Los villancicos, escritos en castellano (siglos XIV-XV).
Características formales y temáticas: Características formales y temáticas:
Los textos de la lírica popular presentan algunos Los poemas cultos comparten también algunas
rasgos comunes: características:
Se trata de composiciones breves. Son composiciones más extensas y elaboradas que
En general, están puestos en boca de una las populares
mujer, que se queja de la ausencia del amado. En muchas de ellas la temática es, también,
Uso abundante de las figuras de repetición amorosa, pero el yo-emisor es, en general, un
(anáforas, paralelismos…) hombre.
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Lírica popular
Entre las primeras manifestaciones literarias en lenguas románicas se cuenta un tipo de composiciones
líricas que el pueblo cantaba y transmitía oralmente. Estos poemas constituyen la lírica primitiva tradicional.
En la lírica primitiva tradicional se diferencian las jarchas, en Andalucía; las cantigas de amigo, en
Galicia, y los villancicos, en Castilla.
En todos los casos se trata de poemas breves, compuestos en versos de arte menor y caracterizados
por la repetición de palabras o ideas.
JARCHAS
Los testimonios más antiguos de la lírica primitiva son las jarchas, conservadas desde el siglo XI. Se
trata de breves composiciones en árabe o hebreo vulgares, o en mozárabe, que los poetas árabes y judíos
insertaban al final de unos poemas cultos llamados moaxajas.
Su tema es amoroso: el emisor, una joven que sufre por la ausencia de su enamorado (el habib), se
lamenta ante su madre o sus hermanas:
Qué faréyo, mamma? ¿Qué haré yo, madre?
Mieo-l-habibi ya vase Mi amigo ya se va,
con tan bel fogore. su fulgor es hermoso
Layta non lo amase! ¡Ojalá no le amase!
CANTIGAS DE AMIGO
Las cantigas de amigo gallego-portuguesas (siglos XIII y XIV) presentan el mismo tema de las jarchas,
pero en ellas la joven enamorada se dirige también a los elementos de la naturaleza. En estos poemas es
habitual el recurso al paralelismo:
Ondas del mar de Vigo,
¿acaso habéis visto a mi amigo?
Y, ay Dios, ¡s¡ vendrá pronto!
Ondas del alto mar,
¿acaso habéis visto a mi amado? 5
Y, ay Dios, ¡si vendrá pronto!
¿Acaso habéis visto a mi amigo,
aquel por quien yo suspiro?
Y, ay Dios, ¡si vendrá pronto!
¿Acaso habéis visto a mi amado, 10
aquel por quien tengo gran cuidado?
Y, ay Dios, ¡si vendrá pronto!
VILLANCICOS
El tema de los villancicos castellanos es similar al de las jarchas y las cantigas de amigo; pero, además, estas
composiciones desarrollan otros asuntos: canciones de trabajo, de boda, de alborada, de fiesta...
¿A quién contaré yo mis quejas,
mi lindo amor?
¿A quién contaré yo mis quejas,
si a vos no?
ROMANCES LÍRICOS
Aunque la mayoría de los romances son poemas narrativos, desde finales del siglo XIV se recogen los
primeros ejemplos de romances líricos en castellano, como el Romance del prisionero.
La Lírica culta
Al lado de las creaciones anónimas de la primitiva lírica tradicional, se desarrolló una lírica culta, obra de
poetas concretos. Estas composiciones, como las de la poesía popular, reflejan la coexistencia de lenguas y
culturas característica de la Edad Media peninsular.
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La lírica primitiva culta comprende las moaxajas, la poesía trovadoresca catalana y las cantigas de
amor y de escarnio y maldecir gallego-portuguesas.
Se trata de textos más extensos y formalmente más complejos que los de la lírica tradicional. Además
del tema amoroso, abordan asuntos morales, filosóficos y de crítica a personajes o a grupos sociales.
POESÍA TROVADORESCA CATALANA
La poesía trovadoresca nació en Provenza, una región al sur de Francia, en el siglo XII. Muchos
trovadores eran grandes señores que compusieron una lírica escrita en provenzal o lengua d'oc. En el siglo
XIII, los poetas catalanes heredaron la tradición de los trovadores provenzales.
La composición típica de la poesía trovadoresca es la cansó, en la que se desarrolla el código del amor
cortés: el trovador ama tanto a la dama que está entregado a su servicio; él se presenta como vasallo, y la
dama aparece como señor feudal. La veneración del caballero hacia su dama es un mero juego formal, al que
obliga el que se trate de una poesía cortesana de «lucimiento»:
Belha dompna, humils e vertadiers, Hermosa señora, humilde y veraz,
francx e leyals, ses cor gualiador, franco y leal y sin corazón engañador,
sopley vas vos, suplico a vos, a quien amo y adoro,
cuy yeu am et azor, y soy vuestro vasallo y criado.
e suy vostres liges e domesgiers.
CANTIGAS DE AMOR
Escritas en gallego-portugués, las cantigas de amor florecieron en los siglos XIII y XIV. Su tema es siempre
amoroso, pero, frente a las cantigas de amigo, es el caballero el que se lamenta ante el desdén de su dama:
Amoroso rryso angelical, Amorosa sonrisa angelical,
soy presso en vestro poder. estoy preso en vuestro poder.
Quered vos merçed aver Quered vos apiadaros
de miña cuyta desygual. de mi pena desigual.
Desque vos vy, noble señor, Desde que os vi, noble señor,
nunca fyz synon penssar no hice sino pensar
en vos seruir, e syn dubdar en serviros y sin dudar
jamas en quanto vivo for. jamás mientras viva.
Sy vosa merçet non me val, Si no os apiadáis de mí,
eu morre ssyn fallescer. moriré sin expirar.
Por en vos plega de querer En vos está el desear
Que eu non passe tanto mal. que yo no pase tanto mal.
CANTIGAS DE ESCARNIO Y MALDECIR
Siguiendo el ejemplo del sirventés3 provenzal, en gallego se componen también las cantigas de
escarnio y maldecir, en las que se critica algún acto político o la forma de vida de un grupo social, aunque
predominan los ataques personales dirigidos contra individuos concretos. Estos dos tipos de composiciones
integran el cancionero de burlas gallego-portugués.
TEATRO
LOS ORÍGENES DEL TEATRO
La rica tradición del teatro clásico se perdió en la sociedad medieval debido a varias causas, entre las
que cabe señalar la oposición de la Iglesia católica, las invasiones bárbaras y un cambio en los gustos del
público. Sin embargo, mimos e histriones continuaron las escenificaciones teatrales, y algunos llegaron a
alcanzar considerable fama. Siguieron con esta tradición los juglares: acróbatas, músicos y danzantes que
desarrollaron distintas formas de espectáculo en las que utilizaban técnicas como las del disfraz o la
3sirventés: es, junto con la cansó, una de las composiciones típicas de la poesía provenzal. Se utilizaba para atacar a persona hacer crítica de
asuntos políticos.
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impostación de voz. Aunque la crítica no ha podido reunir testimonios suficientes sobre la aportación de estos
actores ambulantes al teatro medieval, no hay que infravalorar su labor en este campo.
El teatro medieval surgió en las iglesias. En ellas se representaban los tropos (textos breves que se
intercalaban en los textos litúrgicos), escritos en latín y de temática, obviamente, religiosa.
Más tarde, el diálogo salió del coro y aparecieron varios personajes en un espacio teatral: el altar. El
número de figuras dramáticas fue creciendo y la acción llegó a durar hasta media hora, por lo que estos
dramas litúrgicos se acabaron desgajando de la propia ceremonia de la misa.
Poco a poco aparecieron nuevas formas de asunto religioso, pero ajenas a la liturgia: los dramas
sacros.
La misa se fue convirtiendo en una mezcla de elementos sacros y profanos, hasta que el papa
Inocencio III prohibió estas representaciones. Así fue como salieron del interior de los templos: primero a los
pórticos y luego a espacios especialmente dedicados a tales fines.
EL TEATRO CASTELLANO
Frente a los numerosos textos conservados de la literatura medieval francesa o de la catalana, el teatro
en lengua castellana es, según Lázaro Carreter, la «historia de una ausencia».
La única obra conservada del teatro castellano anterior al siglo XV es el Auto de los Reyes Magos, que
cuenta el viaje de los tres Reyes para adorar al niño Dios.
Sin embargo, testimonios procedentes de sínodos y concilios parecen indicar que existían en Castilla
representaciones de teatro religioso, tanto en latín como en lengua vernácula.
EL AUTO DE LOS REYES MAGOS
El Auto de los Reyes Magos se ha conservado de forma casi accidental en unos folios en blanco de un
códice de contenido religioso. Se supone que fue compuesto a finales del siglo XII o principios del XIII. El
texto —147 versos de métrica variada: polirrítmicos— se inspira en el Evangelio de san Mateo y cuenta el
viaje de los tres Reyes Magos para adorar al niño Dios.
El tema se distribuye a lo largo de cinco escenas:
Escena I: Los tres reyes, en tres breves monólogos, comentan la aparición de una estrella, sus dudas
sobre si se trata de una señal del nacimiento de Jesús y su decisión de ir a comprobarlo.
Escena II: Se encuentran los Reyes Magos y comentan cómo pueden saber si el niño que ha nacido es
realmente el Salvador.
Escena III: Los Reyes Magos llegan ante Herodes y le comunican la aparición de la estrella, señal del
nacimiento de Jesús.
Escena IV: Herodes, en un breve monólogo, expone su temor de que el niño le arrebate su poder real.
Escena V: El rey Herodes pide consejo a los sabios, que consultan las escrituras antiguas. Esta
dramatización de la riña entre los sabios y Herodes es la escena que cierra la obra.
Algunos críticos creen que el texto está incompleto; otros sostienen que su final abrupto obedece a las
intenciones artísticas del autor. En cualquier caso, la gran madurez dramática de la obra indica la existencia
de una tradición teatral anterior: el Auto parece haber formado parte de una abundante producción teatral
ligada a la catedral de Toledo.
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