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Acto único
PLACIDA- Pensar que en los últimos tiempos tenía la manía de comerse las uñas, pero
al fin pude corregirle esa costumbre…
SIMON- (Con gran aspaviento) ¡Oh, cuñado! ¡Oh cuñado! (Luego de una pausa) –
Plácida, tú crees en la reencarnación?
SIMON - ¡Ah no! No vale repetir, no vale repetir! (El niño se rie)
TODOS- ¡¡Shhhhh!!
SIMON- ¡Salga de acá! (Volviendo su rostros hacia el lecho mortuorio) ¡Te lloraré
durante días y días!
NELLA- ¿Cómo puedes decir solo días? ¡No lo podremos olvidar tan solo en días!
¡Serán meses y meses!
PLACIDA- ¿Cómo puedes decir meses? Es un tiempo muy breve. ¡Serán años y años!
SIMON- ¿Cómo puedes decir solo años? ¡Te lloraré toda la vida! Pensar que tendremos
que llevarte al cementerio…
GERARDIÑO- Lo triste no es ir al cementerio, sino tener quedarse.
TODOS- Shhhh!!!
TODOS- ¡Pobre Clemente! (Gerardiño, molesta a unos y otros para que jueguen a las
cartas con él, porque está aburrido)
PLACIDA- (A Simón) ¡Llévate a ese niño de aquí Simón! (Plácida se acerca al niño y
lo pone contra la pared en un rincón) Es impertinente igual a su padre!
SIMON- Pero…
NELLA- ¿Qué es lo que has dicho? Si yo te dijera lo que me dijeron que no te dijera…
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NELLA- ¿Aló? Si…quién Habla? No, habla Nella… ¡Callate que no puedo hablar
muy fuerte porque…..Por eso te digo… Pero ya que llamaste, te voy a decir que me dijo
Beatriz que vos le dijiste lo que me dijo Lucy que yo te dije que no le dijeras….Ah! vos
le dijiste que no me dijiste que vos lo habías dicho? Pues lo dijo! Bueno, pero no le
digas que yo te dije que me lo dijo… ¿qué me querés decir? ¿Y quién te lo dijo?
¿Basilia? ¿Estás segura? ¿Y te dijo que no me lo dijeras? ¿Qué suerte que me lo dijiste?
¡La cara que van a poner todos acá cuando yo se los diga!....Bueno, querida tengo que
cortar…..si, después te cuento….No te olvides de decirme si te dice algo que no quiere
que me digas….Un beso. (Cuelga)
NELLA- Ornella.
NELLA- Vení que te lo digo. (Le dice algo al oído a Simón) Así como te lo digo!
SIMON.- ¿Qué estás diciendo? ¿Estás loca? ¡No puede ser cierto!
NELLA- Como te lo digo, aunque me dijeron que no lo dijera. Eso es lo que todo el
mundo comenta en la ciudad. (Se acerca Renato interesado en la conversación)
NELLA- Se dice que…(se lo dice al oído a Renato) Pero no tenés que decir que yo te lo
dije, porque me dijeron que no lo dijera.
PLACIDA- (Qué está lagrimeando junto al lecho del difunto) Y bien, ¿se puede saber
qué es lo que dicen? ¿Por qué tanto secretearse? ¿Eh?
NELLA- ¡Plácida por favor! Respetemos al difunto! Hay cosas que no hay que decirlas
aunque tengas ganas de decirlas!
PLACIDA- ¡Ah ¡ Sí, es cierto. ¡Pero me da una rabia que se metan en nuestras
cosas…(Se vuelve hacia el lecho del muerto) Perdóname querido Clemente!
Bueno…total él no escucha nada…
SIMON- ¡Shhh! Pero la cosa no acaba ahí; el empleado de la botica, comentó que el
boticario que es bastante lengua suelta, había dicho, que si Clemente moría, había
llegado la hora del banquete para el convento.
TODOS- ¡¡¡Noooo!
SIMON- ¿A quién?
PLÁCIDA- (Mirando al difunto) Bueno, no sé. Pero si es verdad que este viejo
mojigato le dejó todo a las monjas…
PLACIDA- ¡Pues entonces, manos a la obra! ¡Vamos a dar vuelta la casa hasta que lo
encontremos!
(Comienza una carrera para ver quién encuentra más pronto el testamento)
SIMON- (por un costado de la cama, se fija debajo del colchón de la cama del difunto)
¡Aquí está! (Todos se frenan esperanzados. Pero Simón extrae un libro que había estado
escondido) ¡Ah, no! No era. (Continúa la búsqueda)
PLACIDA- ¡Lleva eso afuera, muchacho! (El niño la lleva y la deja arriba de la mesa)
¡Llévala afuera! (El niño obedece)
SIMON- ( Destapa al difunto y le levanta cómicamente las piernas y busca debajo del
colchón del lado de los pies. Encuentra un gran envoltorio alargado)
-¡Ahora sí que lo encontré! ¡Ah no! Es un pedazo de pan que ha escondido este tacaño!
NELLA- ¿Dónde podrá estar? Si Clemente me lo hubiera dicho, yo se los diría. Pero no
me lo dijo para que yo no se los dijera. ¿Dónde podrá estar?
RENATO- (Que revuelve el baúl que está a los pies de la cama)- ¡Estamos salvados!
¡Estamos salvados! ¡Encontré el testamento de Clemente Donati! ¡Tía lo he encontrado
yo! (Vuelve a entrar el niño)
TODOS- ¡Shhhh!
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NELLA- No lo digas! No queda bien decirlo, porque el pobrecito está muerto y nos
dejó su fortuna. (Lloriquea)
RENATO- Toma tía. (Le entrega el testamento a Plácida) ¿Dime pronto si el tío me ha
dejado en buena posición. Si dentro de poco, todos seremos ricos. En un día de fiesta
como el de hoy…
RENATO- Bueno, con un ojo llorando y el otro riendo dijo Shakespeare. ¿Darías tu
consentimiento, para que me case con Laurencia, la hija de Schicchi? Me parecerá más
dulce mi herencia, si puedo desposarla el 1º de mayo.
SIMON- ¡Oh sí,! ¿Por qué no? ¿Cuál puede ser el inconveniente?
NELLA- ¡Por supuesto que sí! Pero no lo digas ahora. Vamos a ver que dice el
testamento. Porque según lo que diga es lo que vamos a decirte.
PLACIDA- (A Renato) ¿No ves que estamos con los nervios a flor de piel?
PLACIDA- Si todo se desarrolla como esperamos, ¡cásate con quien te plazca, aunque
sea la hija del diablo! Vamos a ver… (/Desenrolla el pliego de papel)
RENATO- ¡Ah, toma! Aquí tienes unos céntimos. Cómprate caramelos.(El muchacho
sale raudo)
SIMON- ¡Pobre mi querido cuñado! Todas las velas de la ciudad van a arder para ti
hasta consumirse. (Prende dos velas que habrá en la cabecera de la cama en unos
candelabros de pie)- ¡Disfrútalas! ¡Disfrútalas! ¡Pobre Clemente!
NELLA- ¡Ay! ¡No me digas que me dejó los molinos de la villa! …los campos y las
mulas…
SIMON- (Aparte) Si me legaste la casa, las mulas, los molinos y los campos…
TODOS- ¡Ahhhh!
NELLA. ¡Por Dios! Dilo ¡Nos morimos de impaciencia! Pero si es tan malo no digas lo
que nos dice Clemente en ese testamento!
PLÁCIDA- (Que por fin puede hablar)- ¡Era verdad! Lo que decía la gente! Le dejó
todo al convento. ¡Miserable!
SIMON- (Va hacia el lecho y le apaga las velas que recién ha encendido)- ¡Era cierto
nomás! ¡Yo te voy a dar velas! ¡A oscuras vas a caminar hacia el otro mundo!
¡Desagradecido! ¡Tacaño!- Todo para las monjas. Por algo siempre venían y me pedían
a mí, dinero.
TODOS- ¿A ti?
SIMON- ¡Claro! Un día, 10 mil florines, otro, 20 mil, otro treinta mil…
SIMON- No sé, porque nunca se los dí. Ahora veremos a las monjas engordar a
expensas de los Donati.
NELLA- Y era cierto lo que Basilia me dijo que yo no dijera! Todo el dinero ahorrado,
acabará en los hábitos de esas monjas. Como dice el refrán: “frailes y monjas del dinero
esponjas”
TODOS- ¡Nooo!
SIMON- Yo tendré que medirme en las bebidas, mientras ellas beberán buen vino de las
viñas.
PLÁCIDA- Tendrán que agrandarse los hábitos de los gordas que van a quedar.
NELLA- Y después dicen que están casadas con el Señor…Mirá más vale que yo no
diga lo que me dijeron, porque no queda títere con cabeza. Mejor dicho monja con
cabeza; van a quedar decapitadas como en el tiempo de la inquisición.
PLÁCIDA- ¡Casadas con Dios! Flor de cómodas. Tienen un marido al que no deben
hacerle la cama ni la cena, ni la comida, ni plancharle la ropa. Así cualquiera. Y todavía
reciben nuestra herencia. ¡No es justo!
SIMON- Nosotros reventaremos de rabia y ellas de comida. (Con rabia) Qué patada le
pegaría a este viejo canalla!
SIMON- (Gritando como para que lo oigan las monjas)- ¡Vayan monjas abriendo las
despensas y afilando los dientes!
NELLA – (Gritando) Aquí tienen! ¡Pobres monjas! (Con rabia) -Tordos gordos!
Compren codornices, gallinas tiernas, gansos, corderos, dulces, huevos…y nosotros
muertos de hambre. ¡Se los dije, nomás!
SIMON- (Llora) ¡Quién iba a decir que cuando el primo acabase en el cementerio,
nuestro llanto sería sincero. (llora) ¡Canalla! (Lloran todos. Simón arrodillado, Nella ,
está sentada en su espalda. Todos están en posiciones ridículas. Simon se suena
fuertemente la nariz haciendo un gran estruendo)
RENATO- ¿ O de falsificarlo?
NELLA- ¿O de romperlo…?
RENATO- Solo hay una persona que puede aconsejarnos y quizás salvarnos.
TODOS- ¿Quién?
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PLACIDA- ¡A Giovanni Schicchi y a su hija, no quiero oír nombrarlos nunca más! ¿Lo
entiendes?
SIMON- ¡Lindo momento para tener que soportar a Giovanni Schicchi! Imagínate a un
Donatti, casándose con la hija de un campesino.
RENATO- Te equivocas, tía. Es un hombre hábil y astuto. Se conoce todas las trampas
posible de las leyes. ¿Quieren gastarle una broma a las monjas? ¡Pues Giovanni
Schicchi la inventará!
RENATO- Viene del campo ¿y qué?¡ Basta de prejuicios mezquinos! (Se oyen tres
golpes en la puerta) ¡Es él! (Todos adoptan expresiones de dolor fingido. Giovanni
Schicchi entra con su hija. Mira a todos)
GIOVANNI- ¿Se ha muerto? (Con ironía) ¿Y entonces por qué lloran? Son mejores
actores que un juglar ambulante. ¡Ah! Comprendo el dolor de tamaña pérdida. (Con
ironía)- ¡Cuánto lo lamento.
GIOVANNI- Bueno…así son las cosas. ¿Qué se le va a hacer? (Con ironía) -En este
mundo se pierde una cosa y se gana otra. Se arrima por detrás de Plácida) Se pierde a
Clemente, ( haciendo frotar los dedos) pero se gana una herencia.
GIOVANNI- ¡Hija, tienes que tener un poco de orgullo! ¡Nada tenemos que hacer aquí!
GIOVANNI- Muy bien, vieja muy bien. Por una dote sacrificarás a mi hija y a tu
sobrino. ¡Tacaña! ¡Miserable!
RENATO- (Que es empujado por su tía) ¡Lo has arruinado todo! ¡Rompiste nuestras
esperanzas.
NELLA- ¡No digan lo que no deben decirse aunque lo quieran decir! Piensen en el
testamento!
RENATO- ¡Señor Giovanni, quédese un momento! (a la tía) - ¡En vez de gritar, dale el
testamento! (A Giovanni que trata de irse) - ¡Trate de salvarnos! No le ha de faltar una
idea maravillosa, una solución, una salida, un recurso!
GIOVANNI- ¿Para esta gente que no se lo merece? ¡Nada; nada; nada! (Golpea la
mesa. Va a buscar a Laurencia y trata de sacarla de allí) - ¡Vamos Laurencia!
(Breve silencio. Renato se acerca y pone el testamento en manos de Laurencia, sin que
su padre lo vea, para que esta se lo entregue)
TODOS- ¡¿No?!
SIMON- ¿Y bien?
NELLA- No! Yo no dije nada! Porque Ornella no me dejó decirlo, por contarme lo que
Basilia le había dicho que no me dijera de la herencia de Clemente.
PLÁCIDA- ¡Pero…!
GIOVANNI- ¡Silencio! ¡Hagan lo que les digo! (Todos se ponen manos a la obra.
Cuando están levantando al difunto, golpean la puerta) ¿Quién puede ser?
TODOS- ¡Shhhhh!
NELLA- ¡Ha mejorado! ¡Ha mejorado! ¡Se lo digo como me dijeron que se lo dijera!
SPINELLI- (Luego de lograr asomar medio cuerpo adentro de la pieza) ¿Le ha ido bien
con el remedio?
PLACIDA- ¡Excelente! (Simón y Renato tratan de meter al muerto dentro del armario
sin que Spinelli los vea porque le ha quedado un brazo afuera) ¡Muy bueno el remedio!
¡Muy bueno!
SPINELLI- (Entra a la pieza, justo cuando logran esconder el cadáver de Clemente por
completo)- ¡Cómo ha avanzado la ciencia! Bien. Veamos…veamos…
RENATO- Sí, hay que dejarlo descansar. (Hacen todos una barrera para que el doctor
no vea que la cama está vacía. El médico tiene en sus manos un estetoscopio)
GIOVANNI- (Se esconde detrás del respaldo de la cama y trata de imitar la voz de un
moribundo) ¡Oh, doctor Spinelli!
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SPINELLI- (Hablará con el supuesto enfermo, pero los demás continúan haciéndole
una barrera para que no vea el lugar vacío) ¡Oh, mi estimado Sr Clemente! (Enfoca la
campana del estetoscopio hacia donde viene la voz)
GIOVANNI- ¡Qué ganas tengo de descansar! (Siempre con voz de moribundo) ¿Podría
volver esta tarde? Estoy a punto de dormirme.
SPINELLI- Hasta luego entonces. ( A los demás) Por su voz, parece que está mejor. ¡A
mí jamás se me ha muerto un paciente!
PLACIDA- Usted quiere creer que cada vez que veo a un hombre me tiemblan las
piernas.
NELLA- ¡Ay, doctor, doctor...Espere que le diga algo…Pero esto sí se lo puedo decir.
NELLA- Cuando subo la pendiente para llegar hasta casa me fatigo muchísimo, ¿Qué
me aconseja tomar?
NELLA- OOOOH!!!
TODOS- ¡ Hasta luego, doctor! (Casi que lo empujan a la calle. De pronto se abre la
puerta del armario y el muerto asoma medio cuerpo. El Doctor Spinelli se vuelve pero
no llega a verlo)
SPINELLI- Hasta esta tarde. (sale. Simón mete al muerto de nuevo en el armario.
Todos suspiran aliviados)
GERARDIÑO- (Entra un poco intrigado por lo que pasa) ¿Qué ocurre que hay tanto
alboroto?
TODOS- Shhhhhh!!
TODOS- ¡Igualita!
TODOS- ¡No!
GIOVANNI- ¡Son unos alcornoques! Vayan a la casa del notario, y le dicen que venga
inmediatamente, porque Clemente Donati está muy grave y quiere hacer su testamento;
que traiga él las actas o será demasiado tarde. Entonces, cuando llegue, encontrará el
cuarto en penumbra y en la cama estará Clemente moribundo; con gorro de dormir,
sobre la boca un pañuelo y una nariz que se asemejará a la de Clemente pero que será la
mía, porque en lugar de Clemente estaré yo. ¡Yo Schicchi! Fingiendo ser Clemente
Donati, dando instrucciones y dictando el testamento. ¿Qué les parece esta descabellada
idea que surge de mi imaginación? ¿Eh?
GERARDIÑO- Papá, ahora que está contento, le voy a comunicar que tengo dos
noticias: una buena y una mala.
SIMON- (Corriéndolo) ¡Que este muchacho salga de acá porque vamos a tener dos
velatorios!
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RENATO- ¡Ya voy! ¿No les dije que Schicchi era un genio?
GERARDIÑO- ¿Genio? ¡No me hagas reir! El mundo se está quedando sin genios.
Einstein se murió, Beethoven se quedó sordo… y a mí me duele la cabeza.
GERARDIÑO- Tan inútil no soy, por lo menos sirvo para mal ejemplo.
SIMON- ¡Perezoso! ¿No sabes que la pereza es la madre de todos los vicios?
GERARDIÑO- Entonces hago bien, porque a la madre hay que respetarla. Además ya
ven lo que le pasó al tío. Mátate estudiando y serás un cadáver culto.
GERARDIÑO- Decía un sabio griego :”No os toméis la vida en serio; total no saldréis vivos
de ella.
PLACIDA- ¡Llévatelo Renato y ve a buscar al notario! ¡De prisa! ¡De prisa, muchacho!
SIMON- ¡Gracias Giovanni! ¡Qué alegría, qué alegría! Seremos herederos! (Todos se
abrazan y festejan)
PLÁCIDA- ¡Qué lindo es el amor entre parientes! ¿Quién dijo que los campesinos eran
ignorantes y mala gente? (Giovanni la mira con sorna) Vaya, y dígame Don Giovanni,
¿cómo le ha ido este año con la cosecha?
SIMON- Pero hombre, tienes que hacer como yo, y poner un espantapájaros.
SIMON- Mira, a mí los cuervos no solo no me han comido la cosecha, sino que me han
devuelto la del año pasado.
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GIOVANNI- ¡Qué bueno! Ja, ja, ja,ja!. A propósito, el otro día vi a tu suegra y...
NELLA- ¡Te digo que fastidia que siempre esté hablando mal de las suegras!
SIMON- ¿De qué te quejas? Al fin y al cabo, no hablo mal de la tuya, sino de la mía.
SIMON- Bueno, Giovanni: ahora tenemos que pensar cómo repartiremos los bienes. El
dinero contante y sonante.
NELLA- Eso es! Yo le digo lo que todos decimos. Que nadie quede desconforme.
SIMON- Para mí las propiedades que se encuentran junto al río y los corrales.
NELLA- Para mí el viñedo que está junto a la abadía. Eso me lo dijo Clemente y me
pidió que no se los dijera. (Giovanni los mira a todos lentamente. Todo revela que su
mente está tramando algo)
PLACIDA- Quedan todavía: esta casa, el molino de la villa, los campos linderos y las
dos mulas para trabajar el molino..
SIMON - Los bienes mejores. (Nella le da un codazo para que se calle) Ya que soy el
de mayor edad y he sido alcalde de la ciudad, me los pueden dar a mí.
RENATO- ¡Mírenlo qué pretensiones ! ¿No íbamos a repartir por partes iguales?
NELLA- ¡La casa, el campo, las mulas y el molino nunca! ¡Así como se los digo!(Se
entabla una discusión )
GIOVANNI- ¡Qué poco les duró el amor de familia! ¡Ja, ja, ja! (De pronto suenan las
campanadas profundas del reloj. Todos se callan)
LAURENCIA- (Entrando) Papá, ¿qué hago? Los pájaros no quieren comer más.
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SIMON- Con respecto a la casa, los campos, las mulas y el molino, propongo que lo
decida el sentido de la justicia de Schicchi.
GIOVANNI- Como ustedes quieran. Ahora denme las ropas para vestirme. ¡Rápido!
¡Rápido! (Las mujeres comienzan a buscar ropas en el baúl)
PLACIDA- Aquí está el gorro de dormir. (Aparte a Giovanni) – Si me das esta casa, los
campos, los molinos y las mulas, te daré 30 florines.
SIMON- Si me das los molinos, la casa, la mulas y el campo, te daré 100 florines.
NELLA- Aquí tienes el pañuelo. (Aparte) Acuérdate de lo que te dije. Si nos das todo
lo que ya sabes, te ahogaré en dinero que no sabrás que hacer con él.
GIOVANNI- (Con una voz muy cómica igual a la que hizo ante el doctor) ¡Ah! ¿Está
usted aquí? Gracias don Nicolás. Hubiera escrito el testamento por mi mano, pero me lo
impide mi estado de salud. Por eso he solicitado un notario como usted, serio y honrado.
GIOVANNI- Bueno; ¿podemos comenzar? Porque creo que ya me queda poco tiempo.
NOTARIO- Sí señor Clemente. Enseguida. Pero no se agite usted que todavía le queda
rollo para rato. (Le hace señas a los demás de que ya está casi finado)
NOTARIO- Entonces comienzo: (Lee) En el año del Señor, 1930, el 1ero de setiembre;
yo Amantio Nicolás, notario, ciudadano de Florencia, por voluntad de Clemente Donati,
escribo su testamento.
NOTARIO- Muy buen preámbulo. ..dígame Clemente, su entierro - que ojalá tarde en
llegar- lo quiere ¿espléndido, fastuoso, costoso?
GIOVANNI- ¡No, no, no! Con poco dinero. (Todos aprueban con sonrisas falsas) Que
no se gasten más de dos florines.
CLEMENTE- Acércate. (Simón se acerca) ¿Ves ese reloj que está hora sobre la mesa de
luz?
TODOS- Ohhh!
GERARDIÑO - (Entrando siempre con los caramelos y con cierta mal intención)
¿Pero no se había muerto el tío Clemente?
GERARDIÑO- Porque papá ha dicho que cuando tu cierres los ojos, seremos
millonarios.
GERARDIÑO- ¡Qué amable que está ahora conmigo, tía! ¿por qué será?
CLEMENTE- (Siempre con voz de moribundo, ríe) ¡Qué ocurrente que es tu papá!
(Pausa) Prosigamos amigo Nicolás…
SIMON- ¡Bravo!
GIOVANNI- Cuando alguien muere y deja una gran suma a órdenes religiosas y
monasterios, los que lo sobreviven dicen…(Con voz aflautada) “Era dinero robado”
GIOVANNI- Los florines en efectivo los lego por partes iguales a todos mis parientes.
GIOVANNI- A mi prima Plácida, lego la casita del campo y le dejo algo para que
coma el resto de vida que le queda…
GIOVANNI- A mi cuñado Simon (Con voz aflautada)…le lego el perro ovejero. Dos
azadas, dos palas, una horquilla y el placer de trabajar para ganarse la vida, cosa que no
ha hecho en 25 años.
NELLA- ¿No te dije que no le preguntaras? Pero le preguntaste y fijate lo que te dijo!
GERARDIÑO- ¡Uy, qué bien! Entonces guárdame tú mis caramelos porque todos estos
me los van a comer!
GERARDIÑO- ¿Bombones?
SIMON- (Al público)- Aquí me ha de favorecer a mí, después de la broma que me hizo.
Estoy seguro.
GIOVANNI- Lego las mulas, las que cuestan 300 florines cada una y son las mejores
mulas de Toscana, a mi devoto amigo ( dice rápidamente) Giovanni Schicchi.
PLÁCIDA- Pero…
NOTARIO- ¡Shhhhhh!
NELLA- Nos quiere estafar! ¿No les dije que le dijeran que no viniera?
GIOVANNI- Lego esta casa de Florencia a mi devoto amigo: (con énfasis) Giovanni
Schicchi.
GIOVANNI- Señor notario, lego los bienes a quien me parece. (Se sienta en la cama)
Tengo mi testamento en mente y no será otro. (Finge un aseso de tos y se acuesta
nuevamente y prosigue con voz aflautada) Los molinos se los lego a mi afectuoso
amigo Giovanni Schicchi. (Pausa) ¡Ya está todo!
TODOS- ¡Nooooo!
NOTARIO- ¡Shhhhh!
NOTARIO- ¡Ah! ¡Qué hombre! ¡Qué hombre este señor Clemente! (Todos están
consternados pero por la trampa que les ha tendido Giovanni. Mientras el notario se
retira va diciendo) - ¡Qué hombre! ¡Qué pérdida! (Va saludando de a uno como
dándoles el pésame anticipado) - ¡Qué pena! ¡Que gran pérdida! ¡Qué buen hombre!
¡Valor! (Cuando sale el notario todos cambiarán de actitud. Están furiosos)
PLACIDA- ¡Ladrón!
SIMON- ¡Delincuente!
(Se para en medio de la cama y con una sábana arrollada, comienza a revolearla como
un lazo con el que trata de espantar a los parientes defraudados)
GIOVANNI- ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! (gran griterío) ¡Es mi casa! ¡Fuera! (Todos
comienzan a salir pero llevándose algo: un jarrón, el reloj, la palangana, la jarra, un
cuadro, etc, Giovanni sale y se oyen sus gritos) ¡Fuera! ¡Fuera!. (Breve pausa para
restaurar el orden. Entra sigilosamente Laurencia. Mira todo en derredor. Entra
Giovanni Schicchi. Laurencia lo ve y le canta tratando de conmoverlo y que le autorice
a casarse con Renato)
LAURENCIA – (Canta) Oh papito querido
Renato es mi amor,
Un anillo y un velo
Y si hoy él no me quisiera
GIOVANNI- ¡Ven aquí hija! ¿Quién soy yo para oponerme a tu felicidad? (La abraza)
LAURENCIA- ¡Para siempre! (Se abrazan. Giovanni. Se quita las ropas que utilizó
para engañar al notario, mira a los muchachos que se alejan y luego se dirige al
público)
GERARDIÑO- ¿Pero donde habrá puesto Giovanni mis caramelos? (Se acerca a la
cama y levanta la almohada. De pronto se abre nuevamente el armario y se ve la imagen
del difunto que cae medio cuerpo dentro de la escena)
TELON