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“Discernir e interpretar las varias voces de nuestro tiempo”

(Gaudium et Spes, n° 44)

Pbro. Nelson Chávez Díaz

1.- Los hechos y acontecimientos que nos impactan.


Estimadas lectoras y lectores, hoy quiero excusarme por no hacer el
comentario bíblico dominical acostumbrado. Hoy escribo apesadumbrado pero
también lleno de esperanza por los hechos y acontecimientos que hemos vivido en
el mes de Octubre y parte ya del mes de Noviembre de 2019.
Son días convulsionados que van, poco a poco, perturbando el fluir diario
de nuestra existencia y alterando el ritmo y la rutina de nuestras vidas. Por los
medios de comunicación somos testigos, día a día, en un bombardeo incesante de
imágenes, de marchas multitudinarias que llenan plazas y avenidas a lo largo de
ciudades y pueblos de todo nuestro país. Junto a estas marchas pacíficas en
donde se hacen presentes jóvenes, niños, hombres y mujeres, familias enteras en
ritmo de carnaval y de alegría existen también otras manifestaciones que, a su
paso, van destruyendo todo y que son como verdaderas hordas que siembran la
discordia y atentan contra la propiedad privada y pública, dejando una estela de
heridos y provocando la represión violenta de los organismos e instituciones
encargadas del orden y la seguridad ciudadana.
Las manifestaciones y marchas de estos últimos días son reclamos y
aspiraciones de justicia social que, a su vez, recogen y expresan descontento,
frustración, rabia social acumulada ante muchas situaciones de inequidad y
desigualdad social y económica, que, con el transcurso de los años, se han ido
acumulando y reproduciendo y que se han convertido en una pesada carga que
agobia día a día la vida de muchos compatriotas.
¿Qué nos ha pasado?
La chispa que ha encendido la llama de las manifestaciones y protestas fue
la subida del pasaje del ferrocarril metropolitano; causa inmediata, pudiéramos
decir, que no es sino la punta del iceberg que, a simple vista, puede no ser vista,
especialmente por los sectores y las elites gobernantes y las autoridades
legislativas que, en el transcurso de más de veinte años, se han ido sucediendo.
Los síntomas de estas crisis social y que algunos la han definido como un
verdadero “estallido social” se perciben en distintos niveles y ámbitos de la vida
diaria de los chilenos; es la frustración de tantos compatriotas que, trabajando toda
una vida con esfuerzo y sacrificio, jubilan con menos de la mitad del salario
mensual que ganaban en su vida activa; es la pésima y denigrante atención de
salud, otorgada por el Estado, a una población de enfermos que no tiene acceso a
una salud digna; es el cobro desmedido y legalmente impuesto de las tarifas
eléctricas que se reajustan sin tener en cuenta el costo de la vida; es la venta y
expropiación a capitales extranjeros de los recursos naturales que nunca debieron
venderse ni privatizarse tales como el agua, el litio, la luz y las carreteras; es la
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marcada segregación y desigualdad en el ámbito de la educación que no es pareja


para todos y que discrimina según lo que cada persona pueda financiar
económicamente; es la corrupción, la codicia y el aprovechamiento de algunas
personas, que estando en una situación de privilegio por el cargo que ocupan, han
robado y estafado al Estado; es la crisis de las instituciones, ya sean políticas,
estatales y religiosas.
Pero, si estos son los síntomas o es la cara superficial del iceberg, ¿qué es
aquello que está en el fondo de esta crisis y que ha ido provocando, poco a poco,
una verdadera fractura social y un quiebre de la convivencia nacional?

2.- El Neoliberalismo.
No hay duda que, detrás del modelo económico de mercado implantado
en Chile durante el tiempo de la dictadura militar, está la ideología del
neoliberalismo; ¿qué es el neoliberalismo? Puede entenderse como una
“concepción radical del capitalismo que tiende a absolutizar el mercado hasta
convertirlo en el medio, el método y el fin de todo comportamiento humano
inteligente y racional”1.
La política neoliberal aplicada por la dictadura militar provocó cambios
sustantivos respecto del rol del sector público en la actividad económica
restringiendo –y en algunos casos- retirando al agente estatal de toda actividad
económica.
El nuevo orden político y económico que se constituyó tuvo centro y motor a
la empresa privada limitándose al mínimo el papel del Estado y tan sólo
entregándole un rol subsidiario. En el pensamiento de un economista, “las
principales transformaciones se situaron en el ámbito fiscal, financiero, laboral, de
relaciones económicas con el exterior, de propiedad pública de los medios de
producción y del sistema previsional”; este último, el sistema previsional, vino a
reemplazar el régimen de pensiones que era financiado por un sistema de reparto,
por otro de capitalización individual, en financieras previsionales privadas y
denominadas Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).
“De esta manera, se produjo una verdadera ‘revolución capitalista desde
arriba’ que cambió definitivamente el rostro de la sociedad chilena, sin parangón
en la región. Ámbitos como la educación, la salud y el sistema de seguridad social,
en general, fueron entregados a manos privadas. Con ello se forjaron los
cimientos de una sociedad muy distinta al histórico modelo de creciente protección
social y redistribución de la renta que se había precariamente intentado en Chile, a
lo menos desde la década de los 40. La paradoja estriba que, si bien todos los
cambios se implementaron bajo una estricta cosmovisión liberal, fue, en efecto, el
Estado el agente clave de las transformaciones siendo el sector privado un actor,
en verdad, secundario, muy lejano de las agresivas acumulaciones originarias
capitalistas protagonizadas por una fuerte burguesía en ascenso como sucedió en
Inglaterra o Francia”2.

1
Tony Mifsud, S.J., “Economía de mercado. Interrogantes éticos para una acción solidaria” (San
Pablo, Santiago, 1997), 121.
2
Paulo Hidalgo, “El ciclo político de la Concertación (1990-2010)” (Uqbar ediciones, Santiago de
Chile 2011), 54-55..
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Pero, no es suficiente afirmar que el “neoliberalismo” es una ideología


porque también se convierte en un verdadero paradigma social y económico que
contiene, a su vez, una concepción del hombre (antropología), de la sociedad, y
también de la política. Veamos cuáles son sus principales tesis.

1.- Individualismo posesivo (Macpherson). El ser humano es libre y su libertad


estriba en que cada sujeto o individuo es propietario de sí mismo y de sus bienes.
Como a afirmado muy bien un pensador moderno: “La vida sin imperativo
categórico, la vida kit modulada en función de las motivaciones individuales, la
vida flexible en la era de las combinaciones, de las opciones, de las fórmulas
independientes que una oferta infinita hace posibles” 3.

2.- Los seres humanos son naturalmente desiguales y la igualdad la puede


otorgar la Ley y el Mercado. El concepto de “igualdad de oportunidades” para el
neoliberalismo no se basa en el igual derecho de todas las personas para vivir
una vida digna y plena sino más bien en que todos los sujetos tienen el mismo
derecho o igual derecho a competir para alcanzar el máximo de beneficio posible.
De esta manera se justifica la desigualdad social que se basa, a su vez, en la
desigualdad natural de cada persona en donde unos han utilizado con mayor
inteligencia sus capacidades y fuerzas en desmedro de otros que no han sabido
aprovecharlas. Esta segunda tesis reproduce lo que se ha llamado el “darwinismo
social” en donde sobreviven los más dotados y capacitados y desaparecen los
débiles y malogrados.

3.- El concepto de libertad es individual, negativo y sólo económico. Es un


concepto negativo de libertad pues sólo coloca en acento en la no coerción, en la
lucha en contra de todo aquello que coarte la propia libertad personal; la libertad
positiva, en cambio, es “libertad para” que se dirige siempre a la propia
autodeterminación que implica, ciertamente, el control de la propia vida y el
autodominio. La libertad negativa propugnada por el neoliberalismo es una libertad
que lucha contra todo aquello que interfiera con la propia persona.

4.- El mercado. El mercado es un orden de carácter natural y espontáneo el cual


está sustraído a toda consideración y juicio moral; el mercado, en este sentido,
está más allá de toda consideración ética pues no debe ni puede juzgarse su
acción. Cada individuo en el mercado actúa a partir de sus intereses personales y
el resultado colectivo de esa suma de actuaciones no está previsto ni tampoco
tiene un propósito previo o concertado.

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Lipovetsky, Gilles, “La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo”
(Anagrama,Barcelona, 2018), 19.
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