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09/01/20 07:33 a. m.

SUMARIO

Introducción................................................................................................................................

I. EL CONCILIO VATICANO II Y LA RESTAURACIÓN


DEL CATECUMENADO..............................................................................

1. La restauración del Catecumenado en los textos conciliares .............................

a) Constitución Sacrosanctum concilium.................................................... .....


b) Constitución Lumen gentium.......................................................................
c) Decreto conciliar Christus Dominus............................................................
d) Decreto conciliar Presbiterorum ordinis.....................................................
e) Decreto conciliar Ad gentes...........................................................................

2. Primera etapa: la pastoral catecumenal y pequeñsa comunidades en el inmeditato


postconcilio (1965-1975)

a) K. Rahner: Una nueva imagen de Iglesia (1966).........................................


b) El Consilium de Liturgia (1966)..................................................................
c) En Medellín (1968)......................................................................................
d) En el Directorio de Pastoral Catequética (1971)........................................
e) El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (1972)...............................
f) La praxis neocatecumenal y el Cap. IVº del RICA (1973)...........................
g) En el Sínodo sobre Evangelización (1974)..................................................
Síntesis teológico-pastoral...............................................................................

3. Segunda etapa: La pastoral catecumenal y pequeñas comunidades en el decenio


crítico (1975-1985)

a) En Evangelii nuntiandi (1975).....................................................................


b) En Catechesi Tradendae (1977)..................................................................
c) En Puebla (1979).........................................................................................
d) El Código de Derecho Canónico (1983)......................................................
e) En el Sínodo-Extraordinario (1985).............................................................
Síntesis teológico-pastoral................................................................................

4. Tercera etapa: La pastoral catecumenal y pequeñas comunidades bajo el horizonte


de la Nueva Evangelización (1985-1995)

a) VI Simposio de los obispos de Europa (1985).............................................


b) En Christifideles laici (1989)......................................................................
c) En Redemptoris missio (1991)......................................................................
d) En Asamblea para Europa del Sínodo de los obispos (1991)......................
e) El Catecismo de la Iglesia Católica (1992)..................................................
f) En Santo Domingo (1992).............................................................................
Síntesis teológico-pastoral.................................................................................

5. Cuarta etapa: La pastoral catecumenal y pequeñas comunidades en la perspectiva de


la Iniciación Cristiana (1995-2008)

a) Juan Pablo II, Vigilia de Pentecostés (1996)..................................................


b) El Directorio General para la Catequesis (1997).........................................
c) Juan Pablo II, Vigilia de Pentecostés (1998).................................................
d) Seminario sobre Movimientos Eclesiales y nuevas Comunidades
en la solicitud pastoral de los obispos (1999)..................................................
e) Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte (2001)........................................
f) Aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal (2002)......................
g) Juan Pablo II, Exhortaciones apostólicas: Ecclesia in Europa
y Pastores gregis (2003)....................................................................................
h) CELAM, Documento “La Bienaparecida” (2007)
y) Aprobación definitiva del Estatuto del Camino Neocatecumenal (2008)
Síntesis teológico-pastoral................................................................................

6. De la restauración del Catecumenado en el Concilio a su configuración actual

a) Planteamientos catecumenales en la Iglesia del posvaticano II

1. Razones de un redescubrimiento
2. Catecumenado e iniciación cristiana

b) El Catecumenado, una institución fundamental en la historia de la Iglesia

1. Iglesia primitiva: el Catecumenado,un elemento esencial de la


iniciación
2. Siglos III-VI: Esplendor y decadencia del Catecumenado
3. Siglos VII-XX: Pervivencia histórica e intentos de renovación

c) Restauración del Catecumenado en la Iglesia actual

1. Ritual de la Iniciación cristiana de adultos (RICA)


2. Otros documentos posconciliares
3. Recepción del Catecumenado en diversas Iglesias

d) Por un redescubrimiento de la identidad del Catecumenado

1. Identidad del Catecumenado


2. Objetivos del Catecumenado
3. Notas esenciales del Catecumenado
4. Estructura del Catecumenado
5. Dinámica interna del Catecumenado
6. Catecumenado, neocatecumenados, procesos catecumenales
7. El Camino Neocatecumenal: “Catecumenado” con reconocimiento
eclesial
e) Retos actuales para la realización del Catecumenado

1. El problema radical es la iniciación


2. Nuevos dispositivos para un proyecto de iniciación cristiana
3. “Analogía catecumenal”: entre la expresión y el contenido
4. ¿Dónde está la comunidad? Relación Catecumenado – comunidad
5. ¿Quién puede hacer el Catecumenado? Capacidad catecumenal del
hombre actual
6. No es lo mismo catequesis de adultos que Catecumenado
7. Iniciación con Catecumenado e iniciaciones sin Catecumenado
8. Canto a la esperanza

7.Impulsar la pastoral catecumenal y comunitaria en la Iglesia hoy

1. Catecumenado para la evangelización


2. Comunidad cristiana para vivir la fe

II. EL RITUAL DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS (RICA):


UN CAMINO HACIA EL BAUTISMO POR ETAPAS

1. Líneas generales del RICA


2. Estructura de la Iniciación Cristiana de los Adultos
3. El itinerario catecumenal del Ritual
4. La aplicación del camino catecumenal por etapas a la Iniciación Cristiana de
Adultos bautizados

a) Las posibilidades que ofrece el RICA para un camino de reiniciación de los


bautizados
b) El Cap. IVº del RICA delinea concretamente la posibilidad de un camino de
reiniciación para los bautizados
c) El itinerario catecumenal para adultos bautizados: Configuración estructural

III. EL RITUAL DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS (RICA):


UN CAMINO HACIA EL BAUTISMO POR ETAPAS

1. Cap. IVº del RICA y el Neocatecumenado (1973)


2. Líneas generales del RICA
3. Estructura de la Iniciación Cristiana de los Adultos
4. El itinerario catecumenal del Ritual
5. La aplicación del camino catecumenal por etapas
a la Iniciación Cristiana de Adultos bautizados:

a) Las posibilidades que ofrece el RICA para un


camino de reiniciación de los bautizados
b) El Cap. IVº del RICA delinea concretamente
la posibilidad de un camino de reiniciación para
los bautizados
c) El itinerario catecumenal para adultos bautizados:
Configuración estructural

IV. EL RITUAL DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS


Y LA INICIACIÓN CRISTIANA EN EL NEOCATECUMENADO:
UNA APLICACIÓN PARA LA SITUACIÓN ACTUAL

1. Tiempos y grados en el itinerario catecumenal del RICA:

A) TIEMPOS:

1. El tiempo del Precatecumenado


2. El tiempo del Catecumenado
3. El tiempo Purificación e iluminación
4. El tiempo de la Mystagogia

B) GRADOS:

1. El Rito de Entrada en el Catecumenado


2. El Rito de la Elección
3. La celebración de los
Sacramentos de Iniciación

2. Etapas y Pasos en el Neocatecumenado:

A) ETAPAS:

1. Etapa Kerigmática
2. Etapa del Precatecumenado
3. Etapa de paso Neocatecumenado
4. Etapa del Neocatecumenado

a)Una catequesis apropiada que conduzca al


conocimiento sapiencial del misterio de la
salvación
b)Una ejercitación en la práctica de la vida
cristiana que exprese el cambio de mentalidad
y de costumbres
c ) Una iniciación a la oración y vida litúrgica
d)) Una iniciación en la actividad evangelizadora
de la Iglesia

5. Etapa de la Elección
6. Etapa del Neofitado

a) La escucha de la Palabra de Dios


b) La participación en la Eucaristía
c) La práctica del amor fraterno
B) PASOS:

1. Ritos de Entrada en el Neocatecumenado:

a) El Rito del Primer Escrutinio


b) La convivencia del Schemá
c) El rito del Segundo Escrutinio

2. Ritos del Neocatecumenado

a) Rito de la Entrega de la
Liturgia de las Horas
b) Rito la Traditio Symboli
c) Rito de la Redditio Symboli
d) Rito de la Entrega del Padrenuestro

3. El Rito de la Elección y la renovación


de las promesas bautismales

V. CONTENIDOS TEOLÓGICO-CATEQUÉTICOS DEL


NEOCATECUMENADO

1. La centralidad de la Palabra de Dios en la Iglesia

a) Importancia de la Palabra en la Iniciación Cristiana


b) Documentos donde se encuentran los referentes
de la Palabra
c) Contenidos fundamentales de la fe
d) Contenidos fundamentales de la fe en y para la
Iniciación Cristiana
e) Gradualidad en la transmisión de los contenidos
catequéticos

2. Escritura y Catequesis en el Neocatecumenado

a) Fuentes inspiradoras de los contenidos de fe en el


Neocatecumenado
b) Recepción de la Constitución Dei Verbum
c) Recepción del Catecismo de la Iglesia Católica
d) Recepción del Directorio General para la Catequesis

3. Contenidos bíblicos y catequéticos centrales en el


Neocatecumenado a través de sus etapas:

a) Escritura y catequesis en la etapa Kerigmática


b) Escritura y catequesis en el Precatecumenado
c) Escritura y catequesis en el paso al Neocatecumenado
d) Escritura y catequesis en el Neocatecumenado
e) Escritura y catequesis en el tiempo de la Elección
f) Escritura y catequesis en el tiempo del Neofitado

4. Articulación de los contenidos teológico-catequéticos del


Neocatecumenado:

a) Dimensión histórico-salvífica
b) Dimensión cristológica 242
c) Dimensión trinitaria 245
d) Dimensión pneumatológica 247
e) Dimensión eclesiológica 253
f) Dimensión mariológica 258
g) Dimensión litúrgico-sacramental 261
h) Dimensión moral 264
i) Dimensión antropológica 270
j) Dimensión social 277
k) Dimensión escatológica 280

5. El Neocatecumenado al servicio de la transformación de la


Parroquia en comunidad de comunidades 328

a) La Parroquia a la luz de la eclesiología de comunión:


1) La Parroquia, lugar de comunión
2) Raíces del moderno concepto de comunidad
330
3) Recuperación del carácter comunitario de la Parroquia 332

b) Dos eclesiologías en conflicto 334

1) La Parroquia totalizante 334


2) La Parroquia comunidad de comunidades 337

c) La espiritualidad de comunión como punto de partida


para solucionar los conflictos pastorales
d) Valoración de la dimensión comunional en las Comunidades
Neocatecumenales

VI. CONCLUSIONES FINALES


1. Valoración de los contenidos teológico-catequéticos del Neocatecumenado
2. Valoración de la praxis litúrgico-celebrativa en el Neocatecumenado
3. El Neocatecumenado como lugar teológico
4. Epílogo: Diez tesis para comprender la identidad del Neocatecumenado

SIGLAS.....................................................................................................................................
..
Introducción

Estimados alumnos, el curso que hoy iniciamos tiene por objetivo


acercarnos a la comprensión de una institución eclesial esencial para la vida de la
Iglesia, que llamamos CATECUMENADO. En el Concilio Vaticano II se pidió
su restauración. Han pasado 44 años desde esta petición conciliar y vamos a hacer
un viaje en el tiempo de la Iglesia para descubrir cómo el Espíritu Santo ha ido
“dando vida y forma” a este deseo de los padres conciliares. Analizaremos en el
primer Capítulo de nuestro curso, la recepción y evolución de la pastoral
catecumenal y comunitaria en el Magisterio de los tres últimos Papas (Pablo VI,
Juan Pablo II y Benedicto XVI) y del Episcopado de diversas naciones a lo largo
de estas cuatro décadas en la vida eclesial. Tomamos como punto de partida el
Concilio Vaticano II porque es en él donde se pide, para toda la Iglesia, la
restauración del Catecumenado (SC, nº 64), y es en el Vaticano II donde se ha
producido un giro copernicano en la comprensión de la Iglesia: ya no es percibida
como institución con un marcado peso clerical, sino como comunión,
comunidad1, es decir, fraternidad de hermanos que cree, celebra la Eucaristía,
vive la comunitariedad de la fe y de esta forma cercana es signo para los hombres
(lumen gentium y sacramento de salvación) en un lugar determinado (LG, nº 26;
SC, nnº 41-42). He aquí dos de las grandes novedades de más largo alcance del
Vaticano II.

En la Iglesia, en general, la aparición de catecumenados va pareja con la


creación de diversos modelos de comunidades cristianas, dentro o fuera del
ámbito parroquial. De ahí que el fenómeno catecumenal debe ser analizado junto
con el del nacimiento y expansión de las pequeñas comunidades cristianas. En
este primer Capítulo donde analizaremos todos los documentos que nos han
ayudado a la comprensión e identidad de ambas realidades (catecumenado y
comunidad cristiana) iré señalando por décadas (1965-1975; 1985-1995; 1995-
2008) los avances que se producen y los discernimientos que los propugnan. En
este primer Capítulo nos preguntaremos, también, si a la recuperación oficial
teórica del Catecumenado por el Vaticano II corresponde una recuperación real y

1
Entiendo por pequeña comunidad cristiana lo que afirman los obispos españoles: “Al hablar de comunidad
entendemos, por lo pronto, la comunidad eclesial inmediata, donde el creyente concreto nace y se educa en la fe.
No la podemos considerar aislada ni de la Iglesia universal ni de la Iglesia local diocesana que constituyen las
auténticas comunidades de referencia”. Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, La
catequesis de comunidad (Madrid 1983), nº 255. En adelante citaremos este documento con las siglas CC.
pastoral del mismo; y si el lenguaje y las realizaciones “catecumenales” que hoy
se están dando salvan la identidad del mismo catecumenado, o si se manifiestan
variantes nuevas para las que es cuestionable el calificativo de “Catecumenado”
o “ Catecumenal”. Haremos una breve referencia a la historia del Catecumenado2,
por razones de comprensión del tema. Nuestro objetivo es presentar las líneas
generales de una recuperación oficial, y su recepción en una aplicación real, con
especial incidencia en el Camino Neocatecumenal3, y ofrecer asimismo algunos
principios de discernimiento crítico, señalando tanto las dificultades como las
posibilidades para una realización práctica4.

Como guía de lectura metodológica se ha de señalar que el estudio


realizado está contextualizado, eclesial y pastoralmente, en el marco de las
grandes orientaciones pastorales (sínodos, exhortaciones y planes pastorales, etc)
de la Iglesia universal5. Tal marco eclesial se torna imprescindible a la hora de
comprender este estudio diacrónico de la recepción realizada por nuestros
obispos en relación con el catecumenado y la pequeña comunidad cristiana. El
método de trabajo será por tanto teológico-pastoral; desde una perspectiva de
conjunto, nos permitirá descubrir los avances, acentos y orientaciones
fundamentales que a lo largo de cuatro décadas nuestros pastores han venido
ofreciendo a la Iglesia en sus diversos niveles de concreción eclesial (universal,
local y parroquial).

Al ser un estudio sobre la recepción y evolución del Catecumenado y de


la pequeña comunidad cristiana en el Magisterio de nuestros obispos en el
postconcilio, emplearemos también el método cronológico, teniendo muy
presentes estas coordenada históricas: Concilio Vaticano II y recepción del
evento conciliar en la Iglesia. El estudio diacrónico que hacemos está dividido en
cuatro etapas: 1ª) de 1965 a 1975; 2ª) de 1975 a 1985; 3ª) de 1985 a 1995; y,
cuarta de 1995 a 2008. Entiendo aquí estos períodos no en sentido estrictamente
cronológico, sino como una aproximación a décadas que ofrecen ciertos rasgos
significativos. Unas veces la exposición seguida de un tema me obligará a
extenderme más allá de las fechas previstas. En otras, durante el espacio
reservado a fechas posteriores hay que tratar un tema que se inició en años
anteriores. He querido tener muy presente que los estudios a los que en todo
momento hago referencia, estén muy pegados a la situación histórica. Ello nos

2
Cf. M. DUJARIER, Breve Historia del Catecumenado, Bilbao 1986; C. FLORISTÁN, Para comprender el
catecumenado, Estella 1989; RAMÓN DOMÍNGUEZ BALAGUER, Catequesis y liturgia en los Padres,
Salamanca 1988.
3
Cf. JUAN JOSÉ CALLES GARZÓN, Una forma de renovación del catecumenado: el Camino
Neocatecumenal (evolución, análisis, valoración), Universidad Pontificia de Salamanca 2005; ID., El Camino
Neocatecumenal: Un catecumenado parroquial, Salamanca 2007 (2ª ed.).
4
Cf. JESÚS ANDRÉS VELA, Reiniciación cristiana, Estella 1986; D. BOROBIO, Catecumenado para la
evangelización, Madrid 1997; ID., Catecumenado e iniciación cristiana, Barcelona 2007.
5
Cf. JUAN JOSÉ CALLES GARZÓN, Catecumenado y comunidad cristiana en el Episcopado español (1964-
2006), Universidad Pontificia de Salamanca 2006.
permite descubrir que la conciencia de los temas en el transcurso del devenir
histórico reclama necesariamente el paso del tiempo para la maduración
imprescindible de las realidades eclesiales y de las mismas proclamaciones
conciliares.

Con el fin de articular las intuiciones teológicas, catequéticas y pastorales


emergentes en la reflexión episcopal, será necesario tener en cuenta el criterio
sistemático. Nos permitirá mostrar cómo la recepción de ambas novedades
conciliares han ido evolucionando y madurando lentamente. A la luz de los
avances o retrocesos en la reflexión de nuestros obispos, iré señalando, al final de
cada una de las etapas señaladas, las síntesis teológico-pastorales más
significativas; nos ayudará ir descubriendo las intuiciones pastorales de cada
momento eclesial en su contexto histórico, los discernimientos más orientadores
y las indicaciones pastorales más incisivas en estas cuatro décadas. Así, de un
modo sistemático y sintético, podremos apreciar los avances que se producen, las
lentitudes que se detectan y la maduración progresiva de la teología, la pastoral y
la disciplina canónica en relación con el catecumenado y las pequeñas
comunidades cristianas.

El Ritual postconciliar más importante, por su transcendencia y


fecundidad, en palabras de no pocos teólogos pastoralistas, ha sido el <<Ritual
de Iniciación Cristiana de Adultos>> (= RICA). En él encontramos esbozado un
camino de iniciación cristiana hacia el bautismo por etapas recuperando la riqueza
teológico-pastoral, litúrgica y sacramental de la praxis de la Iglesia primitiva. Al
estudio de dicho ritual, dedicaremos el Capítulo 2º de nuestro curso.

El tercer Capítulo lo dedicaremos a mostrar cómo de hecho el Camino


Neocatecumenal hace una adaptación creativa y fecunda del RICA descubriendo
que nos encontramos con una concreción pastoral conseguida de un
Catecumenado postbautismal. Analizaremos las etapas y los pasos tal y como son
vividos por las Comunidades Neocatecumenales, y lo haremos desde una
metodología comparativa, en relación con el RICA; una mirada retrospectiva a
la historia de la Iglesia, a la praxis catecumenal de los primeros siglos; una
percepción que detecto en la sensibilidad eclesial de las cuatro últimas décadas
(1964-2008) que viene acentuando la necesidad de que los mismos cristianos
sean evangelizados. Tendré muy en cuenta la relectura que nuestros Obispos
hacen del RICA en los documentos de naturaleza catequética anteriormente
señalados; y por último, desde una verificación de la praxis neocatecumenal en la
redacción estatutaria del Camino Neocatecumenal.

En el Cuarto capítulo intentaremos acercarnos a esta realidad eclesial del


Neocatecumenado desde un método más crítico-sistemático, a fin de proyectar lo
que son sus aportaciones más logradas en relación con la Palabra de Dios (cómo
es acogida, transmitida, celebrada, estudiada, orada...). En la medida en que la
actividad esencial del tiempo neocatecumenal está dedicado a la catequesis,
mostraré qué lugar ocupa la Escritura y qué contenidos teológico- catequéticos se
transmiten a lo largo de todo el proceso de iniciación cristiana que se desarrolla
en este camino de maduración de la fe. Intentaré valorar estos contenidos desde
los referentes bíblicos, teológicos y de magisterio, en los que se expresa la esencia
de la fe cristiana. Asimismo, al final de este capítulo, dedico dos apartados a
valorar críticamente los aspectos más controvertidos del Neocatecumenado que
tienen que ver con la liturgia y la comunión eclesial. Respecto a las innovaciones
litúrgicas, defiendo que para someter a un juicio valorativo la praxis litúrgica
neocatecumenal hay que contextuarla históricamente en su génesis evolutiva, y
planteo que sigue siendo una cuestión abierta a nuevos pronunciamientos de la
autoridad competente dentro de la Iglesia. En relación con los conflictos de
comunión eclesial, considero que deben ser tratados en una equilibrada visión de
conjunto y desde la perspectiva de una eclesiología de comunión que esté
alentada por una pedagogía y espiritualidad de comunión, en la línea de lo
apuntado por el Juan Pablo II en Novo millennio ineunte, nnº 43-456.

Por último, en las conclusiones finales, sintetizo aquellas aportaciones más


sugerentes que la praxis neocatecumenal aporta hoy a la Iglesia en orden a una
adecuada pedagogía catecumenal. De ahí que una vez analizados los contenidos
bíblicos, catequéticos y teológicos centrales en el Neocatecumenado, tras haber
visto las fuentes desde las que se elaboran dichos contenidos (Escritura,
Tradición, Magisterio) y los materiales que se utilizan en la pedagogía catequética
del Neocatecumenado (Biblia, Diccionarios Bíblicos, RICA, textos de los Santos
Padres, obras de autores espirituales, documentos del Magisterio y de un modo
especial el Catecismo de la Iglesia Católica), resalto - con un método
comparativo- en qué medida la formación que se imparte en el Neocatecumenado
se ajusta a las orientaciones que la Iglesia pide hoy para formar desde una
pedagogía adulta, a los cristianos de las próximas generaciones..

A lo largo de toda esta exposición, la muestra comparativa con la que


confrontaré la praxis neocatecumenal no es otra que la de aquellos documentos
de la Iglesia que han abordado en su integridad la pastoral catequética en general
(Directorio General de Pastoral Catequética del ´71, Catecismo de la Iglesia
Católica y Directorio General para la Catequesis ´97), y la pastoral catecumenal
de un modo más específico (Catequesis de la Comunidad ´83, Catequesis de
Adultos ´90, La Iniciación Cristiana ´98, y Orientaciones pastorales para el
Catecumenado ´02). Los referentes principales con los que confronto la praxis
del Neocatecumenado son pues: la Escritura, la Tradición viva de la Iglesia, el

6
Cfr. JUAN PABLO II, Carta apostólica, Novo millennio ineunte, Ed, B.A.C, Madrid 2001.
Magisterio, los rituales litúrgicos y las orientaciones de nuestros Obispos
españoles -fundamentalmente- sobre la pastoral catecumenal.

Al final, el Anexo de “tablas de comprensión” ofrece, de modo sinóptico,


el alcance de este estudio comparativo de la praxis del Neocatecumenado en
relación con la praxis catecumenal de la Iglesia primitiva, el RICA y las
orientaciones de pastoral catecumenal que nos ofrecen nuestros Obispos. Esta
presentación sinóptica y comparativa nos facilitará la comprensión del desarrollo
argumental de la misma Disertación. Evidentemente, a la hora de valorar estas
“tablas sinópticas de comprensión”, habrá que tener muy en cuenta la distinta
naturaleza de los referentes comparativos. Habrá que tener muy en cuenta, lo que
es praxis celebrativa (la experiencia litúrgico-catequética de la Iglesia primitiva),
lo que son directrices y normativas rituales (RICA) y lo que son orientaciones de
tipo catequético y pastoral (documentos de los Obispos).

A lo largo del Curso, iremos mostrando, también, de un modo transversal,


cuál es la actualidad y verdad del Catecumenado en el momento actual de la
Iglesia, así como sus posibilidades de realización, resaltando cómo el Camino
Neocatecumenal ha hecho una recepción creativa, original y fecunda de la
identidad misma del Catecumenado y cómo su “reconocimiento oficial” ha
supuesto un “hito histórico” en la vida de la Iglesia: es la primera vez en la historia
de la Iglesia que un Catecumenado es discernido, acogido y ofrecido como “un
itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de
hoy” (SCN, art. 1&1)7 y es “un instrumento al servicio de los Obispos también
para la iniciación cristiana de los no bautizados” (SCN, art. 24&1).

I. EL CONCILIO VATICANO II Y LA RESTAURACIÓN DEL


CATECUMENADO

7
Cf. Neocatechumenale iter Statuta, Bilbao 2002, p. 23.
El 16 de abril de 1962, seis meses antes de inaugurarse el Concilio8,
promulgaba la Sagrada Congregación de Ritos el Decreto mediante el cual se
instauraba un nuevo Ordo Baptismi adultorum9, y se restauraba el Rito Bautismal
Per Gradus, repartido en diversas etapas según la antigua tradición de la Iglesia.

La Constitución sobre la Sda. Liturgia pedía, dos años más tarde10, para el
bautismo de adultos, una vuelta al camino catecumenal por etapas y santificado
por ritos, que desembocase en los sacramentos de la iniciación. Era una
innovación sin precedentes por lo menos, en diez siglos en la pastoral de
iniciación de la Iglesia. Una innovación que suponía una vuelta a la edad de oro
de la Iglesia catecumenal. Volvía a tener carta de ciudadanía en la Iglesia el
concepto de una iniciación previa a los sacramentos, que avanza por etapas y es
consagrada por ritos.

Una vez clausurado el Concilio11, se empezaron a dar los primeros pasos


para llevar adelante la Reforma Litúrgica pedida en todos los campos de los
sacramentos por la Constitución. Se organizó un Consilium, el cual encomendó a
el Coetus XXII la tarea de reforma en el campo del Bautismo, tanto de adultos
como de niños12. Iniciándose así un largo camino hasta llegar al alumbramiento
del Ordo Initiationis Christianae Adultorum, que fue promulgado por la
Congregación para el Culto Divino el 6 de Enero de 197213.

Desde la promulgación del Ordo baptismi adultorum de 1962 hasta la


promulgación del OICA pasarían diez años. Fue esta, sin duda alguna, una década
de replanteamientos en los contenidos debido a un mejor conocimientos de los
8
La inauguración del Concilio tuvo lugar el 11 de octubre de 1962.

9
Es el Ordo Baptismi Adultorum per gradus Catechumenatus dispositus. Cfr. AAS, 30 de mayo, 54 (1962), pp.
310-338. Para un estudio en profundidad de este Ritual, ver A. LAURENTIN-M. DIJARIER, El Catecumenado:
fuentes neotestamentarias y patristicas. La reforma del Vaticano II, Bilbao 2002, pp. 383-546.

10
La votación final y la promulgación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia tuvo lugar el 4-XII- 1963, al
finalizar la 2ª Etapa conciliar. El 25 de Enero de 1964, por el motu propio Sacram liturgiam, se ponía en vigor la
Constitución y se creaba un Consejo para ejecutar su aplicación.

11
La ceremonia solemne de clausura del Concilio ecuménico, al aire libre, tuvo lugar en la plaza de San Pedro el
8 de Diciembre de 1965.

12
Como presidente del Coetus XXII fue elegido el profesor B. FISCHER, quien, en la segunda fase de los trabajos
de la preparación del OICA, pidió a J. CELLIER presidirlos, como secretario, más directamente encargado del
OICA, se pidió la colaboración del P. L. LIGIER, S.J., profesor de la Facultad de Teología de la Universidad
Gregoriana. Cfr. A. BUGNINI, La Riforma Liturgica (1948-1975), (Roma 1983), p. 570, Nota 1. La versión
castellana de esta obra lleva por título La reforma de la Liturgia 1948-1975 (Madrid 1999).

13
Cfr. Ordo initiationis christianae adultorum, (Roma 1972). Citamos este Ritual en su versión latina con las
siglas OICA.
catecumenados de la Iglesia primitiva, y de ensayos y experiencias en el campo
catequético y misional. "Unas líneas de trabajo -afirma M. Dujarier- fueron
propuestas por las comisiones competentes después de las consultas a las Iglesias.
El Consilium de Liturgia redactó primeramente en 1966 un proyecto de Ritual,
transmitido a diversas Iglesias del mundo para ser experimentado. Después del
examen de las respuestas, se formuló otro proyecto y fue comunicado en 1969
para obtener observaciones y sugerencias más abundantes. Y, a partir de las
respuestas enviadas a este segundo proyecto fue cuando se redactó el nuevo
Ritual de la iniciación cristiana de adultos"14.

La puesta en marcha del Catecumenado, como institución pastoral, tuvo


lugar antes del Concilio, aunque será en la Asamblea Conciliar dónde
oficialmente se pedirá su restauración oficial15. En Francia se restaura el
Catecumenado a partir de la experiencia de Lyon de 195216.

En los países de misión, sobre todo en África, las experiencias de


evangelización a través del Catecumenado habían comenzado a cosechar sus
frutos17. El religioso de los Padres Blancos, X. Seumois, presentó en el encuentro
internacional de pastoral litúrgica sobre la iniciación cristiana, celebrado en 1958
en Montserrat, una importante comunicación sobre el catecumenado, sólidamente
establecido en África por los seguidores del cardenal Lavigerie18. En enero de

14
El autor presenta una abundante bibliografía sobre el Catecumenado en general y de estudios particulares que
estuvieron en la base de los expertos encargados de hacer realidad su restauración tal y como pedía el Concilio
(SC nº 64). Cfr. Breve Historia del Catecumenado (Bilbao 1986), pp. 125-132.

15
Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el Catecumenado, (Estela 1989), pp. 108-114. D. BOROBIO,
“Catecumenado”, en: C. FLORISTÁN- J.J. TAMAYO (eds.), Conceptos fundamentales de la pastoral (Madrid
1983), pp. 99-120; ID., Catecumenado para la evangelización (Madrid 1997).

16
Sobre la historia de la renovación en Francia: Vers un catécheménat d´adultes, en Documentation catéchistique
nº 37 (jul. 1957) que fue revisado y desarrollado en Problèmes du catéchumenat, suplemento de Catéchèse, París,
1961.- Cfr. VERNETTE, J. y BOURGEOIS, H.: Seront-ils chrétiens, (París, Chalet, 1975); Más recientemente
para una memoria del camino recorrido, ver PASCAL THOMAS, Pour une mémoire catéchuménale. Petite
histoire du catéchuménat francais (París 1992).

17
Para J. LÓPEZ-GAY, "dentro del campo misionero, quizás sea AFRICA donde la adaptación litúrgica del
Catecumenado se va desarrollando en una forma más orgánica, alcanzando metas precisas. En parte se debe a la
tradición catequética puesta en marcha por el Card. Lavigerie y que, durante un siglo, ha permanecido viva en el
catecumenado africano". Cfr. Notae: Liturgia y misión. Un decenio de estudios y experiencias: Eph. Lit. 68 (1974),
p. 223; J. PERAUDIN (Obispo de Kabgayi, Rwuanda) Le Catèchuménat d´après le Card. Lavigerie: Parole et
Mission 4 (1961), pp. 386-395.

18
"Desde el siglo XVIII, capuchinos y espirituales habían tratado de restaurar la preparación bautismal. Pero es
mérito del cardenal LAVIGERIE el haber vuelto a poner en vigor la disciplina catecumenal", (cita la obra de
PERRAUDIN, J. Le catéchuménat d´après le Card. Lavigerie, en PM nº 14, pp. 383-395). Cfr. M. DUJARIER,
o. cit., p. 141; Cf. X. SEUMOIS, La structure de la liturgie baptismale romaine et les problèmes du catéchuménat
missionaire: LMD 58 (1959), pp. 83-110; La totalidad de este número de LMD, titulado Du catéchuménat à la
confirmation, recoge las ponencias del congreso internacional de Monserrat.
1959, J. Blomjous, obispo de Tanganica, solicitó por primera vez a Roma la
restauración del ritual del bautismo de adultos dividido en siete etapas, con tres
escrutinios y entregas del Credo y Padrenuestro. Coincidieron, pues, las
demandas catecumenales africanas y europeas.

Por entonces, F. Antonelli estaba al frente de la comisión de reforma


litúrgica creada por Pío XII, que acababa de decretar la reforma de la semana
santa. F. Antonelli era cercano a la pastoral litúrgica y aceptó la reforma del ritual
del bautismo de adultos19. Se comenzó el trabajo que, una vez concluido, se
presentó a Juan XXIII, recién elegido Papa, para su aprobación. Con fecha del 16
de abril de 1962, seis meses antes de inaugurarse el Concilio, promulgaba la
Sagrada Congregación de Ritos el Decreto mediante el que se instaura un nuevo
Ordo baptismi adultorum20 , y se restaura el Rito Bautismal Per Gradus,
repartido en diversas etapas según la antigua tradición de la Iglesia. Es el mismo
texto del antiguo Bautismo de Adultos, dividido en siete etapas, sin modificar
ritos ni oraciones21. Se dividió en partes el rito existente del Rituale Romanum"22.
El mismo Decreto reconocía que habían sido muchos los obispos de
territorios misioneros y de regiones tradicionalmente católicas los que solicitaban
un nuevo Ritual para el bautismo de adultos, dado el aumento incesante de los
catecúmenos. Sin una liturgia adecuada, el catecumenado corría el peligro de
reducirse a una enseñanza doctrinal y a una formación moral. El Decreto romano
autorizaba la restauración de las etapas catecumenales "por las que, con oportunos
intervalos, los catecúmenos adultos, según el desarrollo de su formación
catequética, se encaminan hacia la recepción del bautismo, a fin de santificar la

19
Para conocer la génesis del Ordo baptismi adultorum de 1614: C. FLORISTAN, El Catecumenado (Madrid
1972), pp. 111-113. Este Rituale Romanum estuvo vigente hasta el Ordo per Gradus de 1962.

20
El Decreto del 16 de abril promulgaba Adiciones y cambios en el Ritual Romano concernientes al Ordo del
bautismo de adultos. Al antiguo Ordo del bautismo, que se celebra en una sola ceremonia y que se consideraba
facultativo, se añadía un nuevo Ordo baptismi adultorum per gradus catechumenatus dispositus. Aparecen el
Decreto, las Adiciones y el Ordo. Es el Ordo Baptismi Adultorum per gradus Catechumenatus dispositus en
"AAS", 30 de mayo, 54 (1962), pp. 310-33. Así lo presentaba el Card. Larraona, Prefecto de la Sgda. Cong. de
Ritos, en el Prefacio del Decreto General: "El Ordo del Bautismo de los adultos, descrito en el Ritual Romano,
Título II, Cap. IV, nació de ritos y ceremonias diversas por medio de las cuales, hace tiempo, avanzando por las
diversas etapa de la iniciación cristiana, los catecúmenos eran conducidos al santo Bautismo".

21
Las etapas son las siguientes: Entrada al Catecumenado, imposición de la sal, exorcismos -tres etapas-
introducción a la Iglesia y unción prebautismal, Bautismo. Cfr. LMD nº 71 (1962), pp. 7-8.

22
A. BUGNINI -promotor directo de toda la Reforma Litúrgica del post-Vaticano- indica la diferencia cuando,
comparando este ORDO con el OICA, dice que el planteamiento del OICA es totalmente nuevo. Con todo,
reconoce el mérito del ORDO del 1962 de haber resaltado la importancia litúrgica del catecumenado. Cfr. La
Riforma Liturgica, p. 571, Nota 5.
formación catequética con ritos sagrados"23. Sustituía al ritual del bautismo de
adultos contenido en el Ritual Romano decretado por Paulo V en 1614. En el
ritual romano anterior de 1523, titulado Liber sacerdotalis y compuesto por A.
Castellano, se contenían dos formularios para el bautismo de niños basados en
fuentes romanas antiguas. El Rituale romanum de 1614 aceptó el primero de estos
dos rituales como Ordo baptismi parvulorum, y el segundo, ligeramente
modificado, como Ordo baptismi adultorum. Prácticamente desapareció del
Rituale romanum el antiguo ritual del catecumenado24.

Se distinguen en este nuevo ritual oficial siete etapas, aunque algo distintas
de las propuestas por J. Blomjous. Por ejemplo, los ritos de entrada constituyen
dos etapas (entrada en el catecumenado e imposición de la sal); las etapas tercera,
cuarta y quinta (de los exorcismos) coinciden con los tres escrutinios; en la sexta
tiene lugar la entrega del Símbolo y Padrenuestro, y la séptima es propiamente la
celebración bautismal. Se admite ya una cierta adaptación y todo es posible
celebrarlo en la lengua del pueblo. Pero el hecho conciliar relegó a un lado la
novedad, no excesivamente grande, de este nuevo ritual, ya que no había
modificado los ritos. Los intereses se centraron entonces en la Constitución sobre
la Sagrada Liturgia.

1. La restauración del Catecumenado en los textos conciliares

La Asamblea Conciliar se encontró con un terreno ya abonado, pero había


que dar el último paso: unir el camino de los catecúmenos a la celebración en el
tiempo de las etapas catecumenales. Este paso lo dio el Vaticano II. El Concilio
restaura el camino de duración temporal de la iniciación cristiana, distribuido por
diversas etapas, celebradas por la liturgia, interiorizadas en la catequesis, con
decisiones y opciones progresivas y un ingreso gradual a la Iglesia. Este hecho es
profundamente significativo. No es una moda o una nostalgia semántica25. Son
motivos profundos, exigidos por la lógica misma del pensamiento conciliar: La

23
Cfr. AAS 54 (1962), pp. 310-338. La traducción francesa del Décret et des Normes se halla en MD 71 (1962,
3) pp. 7-14. Para comprender este documento, leer GY, P.M., Le nouveau rite du baptême des adultes: MD 71,
pp. 15-27, y LAURENTIN, A., Le nouveau rituel du baptême d´adulte: Par. y Lit. 1963, 1, pp. 1-27.

24
Cfr. A. RENOUX, L áncien rituel romain du catéchuménat et notre Ordo du baptême des adultes: LMD 71
(1962), pp. 32-45. En este Ordo se habían perdido: la asamblea dominical, los textos litúrgicos, la preparación
ritual de los adultos, la oración, las lecturas y cantos y la catequesis (Ib., pp. 39-40).

25
Esta opinión la expresa con claridad Seumois: "El hecho de que el Concilio restaure para toda la Iglesia la
disciplina catecumenal, es en sí mismo rico de significado". "Una tal toma de posición tan neta, de parte del
Concilio, es verdaderamente digna de destacarse": Le Catéchuménat et l´initiation chretienne. n. 14: L´Activité
missionaire de l´Eglise (= Unam Sanctam, nº 67), Paris 1967, pp. 271-272.
evangelización suscita una conversión global inicial, que necesita ser
profundizada antes del compromiso total del Bautismo (Ad Gentes, nº 13).

El "restablecimiento del catecumenado -afirma X. Seumois- no viene


exigido por el atractivo exterior de una fórmula de moda, menos aún por una
nostalgia romántica por esta antigua institución, considerada como una edad de
oro en la vida de la Iglesia"26. Sencillamente, el Vaticano II es, a diferencia del
Vaticano I, un concilio misionero27. Era, por tanto, verdaderamente lógico que
una Iglesia misionera -como la del Vaticano II- restaurase el Catecumenado como
proceso de iniciación28.

a) Constitución Sacrosanctum concilium

El momento central de la restauración de la iniciación catecumenal antes


del Bautismo fue la Constitución sobre la Sagrada Liturgia. En ella se decreta la
restauración del Catecumenado de adultos pluribus gradibus distinctus, y
celebrado en tiempos sucesivos con los sagrados ritos.

La Constitución sobre la Sda. Liturgia pidió, para el bautismo de adultos,


una vuelta al camino catecumenal por etapas y santificado por ritos, que
desembocasen en los sacramentos de la iniciación: "Restáurese el catecumenado
de adultos, distribuido en varias etapas, cuya práctica estará sometida al juicio del
Ordinario del lugar: de este modo se obtendrá que el tiempo del catecumenado,
destinado a una formación apropiada, pueda ser santificado con ritos sagrados
que se celebrarán en tiempos sucesivos" (nº 64)29.

26
ID., “El catecumenado y la iniciación cristiana”, en J. SCHÜTEE (ed.), Las misiones después del Concilio.
Comentario del decreto conciliar sobre la actividad misionera de la Iglesia ( Buenos Aires 1968), p. 130.

27
Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el catecumenado, p. 110. En las discusiones conciliares, aparecieron
también ciertas resistencias y oposiciones a la restauración del catecumenado. Cita la obra de Seumois que en la
página 130 da una relación de los Padres que hablaron en contra. Para un acercamiento a los testimonios de los
Padres Conciliares ver dos artículos de F. BROVELLI, “Per una valutazione del dibattito e delle esperienze di
iniziazione cristiana”, en Iniziazione cristiana. Problema della Chiesa di oggi (Bolonia 1972), pp. 167-219; ID.,
L´iniziazione cristiana: fatti, problemi, prospettive: Rivista di Pastorale Liturgica 75 (1976), pp. 5-14.

28
Para J. A. VELA "lo que llama la atención es que la lógica de estos motivos no haya sido expresamente discutida
por el Concilio. ¿Se acepta este proceso catecumenal como algo connatural a la Iglesia, que el neopaganismo
moderno hace surgir como una exigencia fundamental? Esto sería lo que parecerían indicar las experiencias
previas y mucho más las posteriores al mismo Concilio". Cfr. Reiniciación cristiana, respuesta a un bautismo
"sociológico". Disertación en la Facultad de Misionología de la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, 1984,
p. 78. Esta tesis doctoral fue publicada dos años más tarde con el título de Reiniciación cristiana (Estella 1986)
(las páginas citadas corresponden a la Tesis publicada por la Facultad de Misionología de la Pontificia Universidad
Gregoriana).

29
En esta cita seguimos la traducción del Concilio Vaticano II (Madrid 1965).
La restauración del catecumenado de adultos, que al modo del
catecumenado antiguo se indica en este artículo, constituye el primer paso, y
realmente el principal, en toda la reforma del Ordo del bautismo de los adultos30.

Esta decisión, por otra parte, suponía una revisión del ritual del bautismo
de adultos, de ahí que se pidiera: "Revísense ambos ritos del bautismo de adultos,
tanto el simple como el solemne, teniendo en cuenta la restauración del
catecumenado, e insértese en el Misal romano la Misa propia In collatione
baptismi" (nº 66). A su vez, la restauración catecumenal entrañaba una atención
particular sobre la última etapa tradicional de la iniciación cristiana: "Puesto que
el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la
palabra de Dios y a la oración, para que celebren el misterio pascual, sobre todo
mediante el recuerdo o la preparación al bautismo y mediante la penitencia, se
dé particular relieve en la liturgia y en la catequesis al doble carácter de dicho
tiempo" (nº 109)31.

En consecuencia, el Concilio decide revisar los ritos -solemnes o simples-


del Bautismo de adultos32. Este mandato conciliar es el origen del OICA.
b) Constitución Lumen gentium

Al terminar la tercera etapa del Vaticano II, se promulga, con fecha del
21 de noviembre de 1964, la constitución sobre la Iglesia, cuyo capítulo II, al
describir la naturaleza del pueblo de Dios, termina precisamente con una
importante llamada de atención al carácter misionero de la Iglesia:

"Predicando el evangelio, (la Iglesia) mueve a los oyentes a la fe y a la


conversión de la fe, los dispone para el bautismo, los arranca de la servidumbre
del error y los incorpora a Cristo, para que crezcan hasta la plenitud por la caridad
hacia él" (LG, nº 17)

La existencia de catecúmenos es evidente. ¿Cuál es su vinculación a la


Iglesia? Así lo expresa la misma constitución:

"Los catecúmenos que, por la moción del Espíritu Santo, solicitan con
voluntad expresa ser incorporados a la Iglesia, se unen a ella por este mismo

30
Para un comentario autorizado sobre la SC ver: I. OÑATIBIA, “Los sacramentos de la iniciación cristiana”, en
Renovación Litúrgica. Doctrina y comentarios (Madrid 1964), p. 300. Esta obra nos presenta los estudios
realizados por miembros y consultores de la Comisión Conciliar de Liturgia.

31
Cfr. AA. VV., La Cuaresma. Catecumenado de nuestro tiempo ( Madrid 1964).

32
Se puede encontrar una buena bibliografía comentada sobre la SC en M. SODI, La SC e i suoi commenti dal
1964 ad oggi: Notitiae 19 (1983), pp. 571-607.
deseo, y la madre Iglesia los abraza ya amorosa y solícitamente como a hijos"
(LG, nº 14,3).

c) Decreto Christus Domminus

En la cuarta y última sesión del Concilio, celebrada a finales de 1965, el


Vaticano II recomienda encarecidamente a los obispos una gran preocupación
catecumenal:

"Pongan también empeño en que se restablezca o se adapte mejor la


instrucción de los catecúmenos adultos” (CD, nº 14,3)33.
d) Decreto Presbiterorum ordinis

A estas palabras conciliares dirigidas a los obispos, en su decreto del 28 de


octubre de 1965, se pueden añadir las referidas a los presbíteros, en esa misma
fecha:

"Siendo la eucaristía fuente y culminación de toda la evangelización, sean


introducidos poco a poco los catecúmenos en la participación eucarística" (PO,
nº 5, 2). Un poco más adelante se añade que los presbíteros han de sentir "una
obligación especial para con los catecúmenos y neófitos, puesto que hay que
formarlos gradualmente en el conocimiento y práctica de la vida cristiana" (PO,
nº 6, 4).

e) Decreto Ad gentes

Al finalizar la cuarta y última sesión del Vaticano II, se promulga, el 7 de


diciembre de 1965, el decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia34, en el
que se incluyen los textos conciliares más importantes sobre el catecumenado.

La obra misionera de la Iglesia es analizada en el capítulo II de este


decreto, al mismo tiempo que se señala el itinerario misional de la Iglesia: 1)
testimonio de vida, diálogo y presencia de la caridad, es decir, evangelización y

33
En la edición de la BAC de 1965, la palabra latina institutio se traduce equivocadamente por instrucción cuando
lo correcto es institución. La nueva edición de la BAC de 1993, nos ofrece una traducción más correcta: "Tienen
que esforzarse también en restablecer el catecumenado de adultos o en hacer una adaptación más adecuada".
Según el Concilio, no sólo se trata de instruir a los catecúmenos, sino de restaurar el catecumenado (C. Floristán).

34
Sobre el Decreto AG se pueden consultar las siguientes obras: J. MASSAN, L´attività missionaria della Chiesa,
(Torino 1966); A. SANTOS, Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia. Texto y Comentarios (Madrid
1966); Documentos del Magisterio de la Iglesia sobre el Catecumenado: Act. Cat. nnº 74-75 (1975), pp. 13-17.
conversión (AG, nº 13); 2) catecumenado e iniciación cristiana para la formación
de la comunidad cristiana (AG, nº 14). El catecumenado se sitúa entre la
evangelización y el bautismo, tal como había sido sugerido por la constitución
sobre la liturgia (SC, nº 9). En Ad gentes (nº 14), el catecumenado se describe con
estos rasgos: tiempo de maduración en la fe (iniciación al misterio de salvación),
período de educación en la moral evangélica (noviciado de vida cristiana), etapa
de iniciación litúrgica (aprendizaje en la oración), curso de iniciación comunitaria
(entrada en la vida de la comunidad)35

En su comentario a este número de AG X. Seumois concluye afirmando:


"En nuestro mundo actual, donde se extiende cada vez más un pluralismo
religioso, el catecumenado, lejos de ser una institución marginal, tiene que llegar
a ser un instrumento vital, plenamente integrado en la vida parroquial, no
solamente como testimonio de la fecundidad espiritual de la Iglesia, sino como
instrumento indispensable para el ejercicio de su maternidad. Gracias al
catecumenado, gracias a la actividad propiamente evangelizadora que él
desarrolla, la Iglesia local reflejará, en su propia vida, su carácter de Iglesia
misionera"36. Por otra parte, el catecumenado litúrgico restaurado demostrará que
"la conversión es obra de Dios más que obra del hombre. Aparecerá mucho mejor
la naturaleza verdadera del catecumenado cristiano, que no solo consiste en
nociones y preceptos, sino en la iniciación a la vida y misterios de la Iglesia, y
hace posible la participación de la comunidad parroquial en la preparación de los
catecúmenos"37.

35
Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el Catecumenado, pp. 111-112. Tras el análisis de los textos conciliares
sobre el catecumenado llega a las siguientes conclusiones: "-El movimiento litúrgico moderno, de hondas raíces
bíblicas, confluyó en el Concilio con el movimiento misionero de evangelización. Con estos criterios pastorales
se advirtió en muchos fieles una deficiente iniciación cristiana, fruto de una escasa evangelización y de una
precipitada sacramentalización. De una parte, se administraba, y se administra, el bautismo a hijos de padres
frecuentemente no catequizados ni evangelizados. De otra, los bautizados no recibían, ni reciben, a menudo una
adecuada iniciación; - El hecho de que el Vaticano II restaure el catecumenado al mismo tiempo que revaloriza la
importancia de la comunidad cristiana, indica la importancia de la iniciación en la formación de los cristianos.
Las comunidades cristianas del futuro, constituidas por fieles creyentes convencidos, podrán ser sostenidas y
desarrolladas a través de una adecuada iniciación. Nuestras asambleas dominicales languidecen porque no están
formadas por verdaderos fieles, iniciados en un verdadero catecumenado; -Dada la autonomía de la persona en
nuestra sociedad enormemente secularizada y teniendo a la vista la escasa y difícil función educadora religiosa
de la familia, cada vez es más difícil heredar espontáneamente la fe y cada vez es más necesario el acto de
conversión en la vida adulta. Pero el cristiano que practica ritualmente, si no tiene convicciones profundas,
arraigadas mediante la conversión y una progresiva iniciación cristina, tiene el peligro evidente de abandonar
fácilmente la práctica religiosa, y, con la práctica, la fe." (p. 112).

36
Cfr. art. cit., p. 279.

37
Cfr. C. CELIER, Catécumènes et communautè chretienne: Maison-Dieu, cuaderno 71 (1962), pp. 142-150.
El Decreto conciliar AG acaba pidiendo que se exponga claramente en el
Código el estado jurídico de los catecúmenos ya vinculados a la Iglesia y que con
frecuencia viven una vida de fe, esperanza y caridad.

Para finalizar este recorrido por los textos conciliares que han tratado
explícitamente el tema del catecumenado, podemos concluir diciendo con A.
Aubry que en esta nueva toma de conciencia eclesiológica, "el proyecto eclesial
de la LG, como el de la SC, manifiesta un talante pastoral y posibilita el
resurgimiento de ministerios inéditos que se sugerían en la CD y en la PO; supone
una exploración del dinamismo de la conversión y del crecimiento de la fe, es
decir plantea un problema no solamente catequético, sino además de
evangelización, ya que sacó a la luz la doctrina misionera de A.G"38. Esta
situación revela que el Ritual no obedecía solamente a una reivindicación ritual
de los padres del Concilio, sino a un amplio proyecto teológico: el catecumenado
como expresión litúrgica del nacimiento y del crecimiento de la Iglesia39.

2. Primera etapa: la pastoral catecumenal y pequeñas


comunidades en el inmediato postconcilio (1965-1975)

Este decenio se va a caracterizar por el surgimiento de experiencias


comunitarias de todo tipo. Va a ser una década experimental en el campo de la
pastoral a todos los niveles (litúrgico, catequético...). En España además
asistiremos en este período sobre todo a partir de 1968, junto al derrumbamiento
de los históricos Movimientos Apostólicos, al alumbramiento de un fenómeno
netamente postconciliar: el nacimiento de pequeñas comunidades eclesiales de
muy diverso signo. El Concilio había ya creado la atmósfera que hacía posible la
aparición, desarrollo y reconocimiento de las pequeñas comunidades.
Efectivamente, la experiencia comunitaria de los orígenes ya había estado
presente en el horizonte de comprensión del Papa Juan XXIII: El cometido del
Concilio Ecuménico ha sido concebido para devolver al rostro de la Iglesia de
Cristo todo su esplendor, revelando los trazos más simples y más puros de su
origen40.

Y, el Vaticano II, sin hacer distinciones entre comunidades grandes y


pequeñas, había visto en la experiencia comunitaria de los orígenes (Hch. 2, 42-

38
Cfr. A. AUBRY, Le projet pastorale du rituel de L´O.I.C.A: Ephemerides liturgicae 88 (1974), pp. 174-179.

39
Cfr. IDEM, Celebrar el nacimiento de una Iglesia: Phase 64 (1971), pp. 361-373.

40
Cfr. JUAN XXIII, Un Señor, una fe, un bautismo. Homilía del Papa después de la misa eslavo-bizantina (13
de noviembre de 1960; texto italiano en L´Osservatore romano del 14-15); en Ecclesia 1011, p. 5.
47) el modelo no sólo de la vida religiosa (PC 15, 1), de la de los misioneros (AG
25, 1) y de los sacerdotes (PO 17, 4 y 21, 1), sino de todo el pueblo santo de Dios
(LG 13, 1; DV 10, 1), el modelo y clave de la renovación conciliar.

a) K. Rahner, una nueva imagen de Iglesia (1966)

A los pocos meses de la conclusión del Concilio, K. Rahner resumía su


opinión sobre el gran acontecimiento eclesial en un artículo publicado en la
revista Geist und Leben, con el título Das neue Bild der Kirche41: Un Concilio
de la Iglesia para la Iglesia; el Concilio de la eclesiología; una nueva imagen de
la Iglesia. Rahner destacaba, ante todo, dentro de esa nueva imagen la afirmación
conciliar de la presencia de la Iglesia de Cristo en la comunidad local (LG, 26)42.
Según el teólogo alemán, aquí se anuncia una nueva experiencia de Iglesia: la
Iglesia como acontecimiento en una comunidad local de altar, de palabra y de
amor. Rahner veía en Lumen Gentium 26 la mejor novedad de la eclesiología
conciliar y una perspectiva realmente prometedora para la Iglesia del futuro.
Después de 20 años, y teniendo presente la evolución de las experiencias
comunitarias surgidas en la Iglesia, R. Blázquez, en su estudio sobre el
Postconcilio y eclesiología en España43, señalaba que las llamadas pequeñas
comunidades cristianas han supuesto una forma de recepción creativa del magno
acontecimiento eclesial44. Y en esta misma línea se expresa J. Losada: "la
aparición de las pequeñas comunidades es la manifestación más importante de la
recepción y realización del Concilio en la Iglesia"45.

b) El Consilium de Liturgia (1966)

Una vez terminado el Concilio, se creó un Consilium al que se le


encomienda la Reforma Litúrgica, pedida en todos los campos de los sacramentos

41
Cfr. Das neue der Kirche, Gul 39 (1966), pp. 4-24. Este artículo apareció un año más tarde recogido en Schriten
zur Theologie VIII (Einsiedeln 1967), pp. 333-337. Esta novedad conciliar había surgido por el retorno a las
fuentes del cristianismo y enunciaba un futuro fecundo.

42
Cfr. JUAN JOSÉ CALLES, Lumen gentium, nº 26: Génesis, historia y teología (Tesina de Licenciatura).
Universidad Pontificia de Salamanca-1988.

43
Cfr. R. BLÁZQUEZ, La Iglesia del Concilio Vaticano II ( Salamanca 1988), pp. 497-498.

44
Mons. Blázquez señala dos formas de recepción creativa: La teología de la liberación y las pequeñas
comunidades cristianas.

45
Cfr. J. LOSADA, Eclesiología de las pequeñas comunidades: tres momentos de la radicalización del carisma:
Sal Terrae 12 (1982), p. 879.
por la Constitución. El Coetus XXII fue el encargado de trabajar esta Reforma en
el campo del Bautismo, tanto de Adultos como de niños. Fue así como empezó
su fatigoso camino el Ordo Initiationis Christianae Adultorum.

En la que fuera su tesis doctoral, el teólogo-pastoralista Jesús Andrés Vela46


distingue cuatro momentos importantes en el camino de la redacción de este
Ritual. Sigo aquí sus apreciaciones:

1. El Coetus XXII busca las grandes líneas de la estructura del Rito para
el Bautismo de Adultos teniendo en cuenta las experiencias misioneras
de África y Asia y los caminos seguidos por el Catecumenado en
Francia. Contrariamente a la opción del Rituale Romanum de Paulo V,
se opta por partir no por el Bautismo de niños, como modelo ejemplar,
sino por el Bautismo de Adultos. En cuanto a su estructura, se afirman
las líneas de la inserción del Rito en el contexto pascual y dentro de una
dinámica de iniciación cristiana, de manera que resplandezca la íntima
conexión de los tres sacramentos de la iniciación. Se introducen la
realización y celebración de las etapas, que respondan a un camino
espiritual de los candidatos. Se busca la participación activa de la
comunidad cristiana, tanto en el camino como en el momento final de
la celebración de los sacramentos.

2. Se estructura el ORDO, para poderlo ofrecer a la experimentación de


diversos centros misioneros de África y Asia y a centros catecumenales de
Francia47. Este Esquema recibe la aprobación de Pablo VI el 18 de Marzo de
1966.Considera ya el rito completo del Catecumenado: la entrada, la elección, los
escrutinios y las entregas, los ritos preparatorios y la celebración cristiana. Le
sigue el tiempo de la Mystagogia, para acompañar a los neófitos en los primeros
pasos de la vida cristiana.

3. Después de tres años de experimentos, se realiza el Esquema definitivo,


que es propuesto a la reunión del Consilium el 29 de Septiembre de 1969. Es el
momento en el que se añaden los Praenotanda. El nuevo Esquema fue
examinado, después de una exhaustiva presentación del Secretario P. L. Ligier.

46
Cfr. Reiniciación cristiana, respuesta a un bautismo "sociológico", pp. 31-32.

47
Esta intención de mandar el ORDO para ser experimentado, antes de su redacción definitiva, se expresa en el
Esquema 112 De Rituali 5 del 4 de Octubre de 1965. "Según carta del 11 de noviembre de 1966, el Consilium
solicitó a los obispos franceses que esta experiencia se realizase bajo su dirección" . Cfr. C. FLORISTAN, El
Catecumenado, p. 115. "El Consilium de Liturgia creado por Paulo VI emprendió la realización de este voto. Se
elaboró un ritual provisional y se envió a todos los rincones del mundo para que las Iglesias locales lo
experimentaran, dando su opinión y sus sugerencias. De este intercambio, proseguido durante varios años, nació
este Ritual de la iniciación cristiana de adultos". Cfr. M. DUJARIER, La iniciación cristiana de adultos, pp. 16-
17.
La votación fue ampliamente positiva. Es de notar la introducción clara del
tiempo de la Evangelización -llamado Precatecumenado-, pedido insistentemente
por muchas de las respuestas.

4. Empezó un largo camino por los Dicasterios de la Curia Romana.


Pasaron dos años antes de llegar a la conclusión. Este retardo se debió también al
hecho de que el ORDO contenía partes esenciales del Ordo confirmationis. Por
fin, el Consilium aprobó el OICA en su XII Sesión General y cuidó de su
composición tipográfica. El texto fue promulgado con un Decreto de la
Congregación para el Culto Divino el 6 de Enero de 1972, bajo el título de Ordo
initiationis christianae adultorum48.

c) En Medellín ( 1968)

Durante el período que dura esta etapa experimental, tuvo lugar la Segunda
Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968)49, y entre las
conclusiones a que se llegaron, algunas están en la línea de pedir la restauración
del catecumenado en continuidad con el Concilio y teniendo en cuenta la
particular situación religiosa en que se encontraba América Latina: "Las
situaciones en las que se desenvuelve la catequesis -afirma Medellín- son muy
diversas" (nº 8,8).

Se aboga por una catequesis eminentemente evangelizadora, que abarque


la evangelización de los bautizados o "re-evangelización de los adultos"(nº 8,9),
y propone nuevas formas de un catecumenado en la catequesis de adultos para
una eficaz "evangelización de los bautizados" (nnº 7,9 y 17 f.).

En definitiva, Medellín recomienda una seria re-evangelización, que se


traduce en "una reconversión y una educación de nuestro pueblo en la fe a niveles
cada vez más profundos y maduros", en "la doble dimensión personalizante y
comunitaria" (nº 8). Se opta prioritariamente por la evangelización de los adultos.

Por otra parte, en relación con la valoración que los obispos


latinoamericanos van a hacer del fenómeno comunitario, se puede decir que es en
esta Asamblea de Medellín donde la comunidad eclesial de base obtuvo carta de
ciudadanía, al ser definida como “el primero y fundamental núcleo eclesial, que
48
Cfr. Ordo initiationis christianae adultorum (Roma 1972). La edición castellana es del 18 de abril de 1976:
COMISIÓN EPISCOPAL DE LITURGIA, Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (Madrid 1976). En
adelante citaremos este Ritual con las siglas RICA.

49
Cfr. La Iglesia en la actual transformación de América Latina, ponencias y conclusiones de la 2ª Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano (Bogotá 1969).
debe, en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y expansión de la fe,
como también del culto, que es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de
estructuración eclesial, y foco de promoción humana y desarrollo”50. Y, al tratar
el tema de la pastoral popular los obispos latinoamericanos piden en la propuesta
13 “que se promueva la formación del mayor número de comunidades eclesiales
en las parroquias, especialmente rurales o de marginados urbanos. Comunidades
que deben basarse en la Palabra de Dios y realizarse, en cuanto sea posible, en la
celebración eucarística, siempre en comunión con el obispo y bajo su
dependencia”. Para los obispos latinoamericanos piden a “los miembros de estas
comunidades, que viviendo conforme a la vocación a que han sido llamados,
ejerciten las funciones que Dios les ha confiado, sacerdotal, profética y real, y
hagan así de su comunidad un signo de la presencia de Dios en el mundo” (nº
15,10-11).

Unos años más tarde, el CELAM dirá que como fruto de la IIª Conferencia
General "ha sido fortalecida la evangelización de los adultos, a diferencia de la
catequesis de épocas anteriores que se preocupaban con preferencia de los
niños...Se han formado muchos grupos de catecumenado para bautizados adultos
como una verdadera primavera espiritual"51.

d) Directorio General de Pastoral Catequética (1971)

En 1971, la Congregación del Clero promulgó el Directorio General de


Pastoral Catequética. Es el primer Documento oficial en el que aparece
explícitamente la palabra reevangelización, al tocar el punto del indiferentismo
religioso, o el de masas, que mantienen una fe "sin el necesario dinamismo"52.
Ahora, más que conservar sólo costumbres religiosas transmitidas, se trata, sobre
todo, de fomentar una adecuada reevangelización de los hombres, de obtener una
conversión, de impartirles una más madura y profunda educación de la fe.

En el Directorio se confirma que "la catequesis de adultos, al ir dirigida a


hombres capaces de adhesión plenamente responsable, debe ser considerada

50
Cfr. Iglesia y liberación humana. Los documentos de Medellín, Pastoral de conjunto, 10-11. Para J.A. VELA
“lo específico de la experiencia latinoamericana en el proceso de educación de la fe son las Comunidades de Base
en su explícita referencial ´eclesial`. Aunque no hagan una referencia explícita al neocatecumenado, sí lo hacen a
sus elementos esenciales como son la reiniciación en la fe de los bautizados, la integración en la Iglesia y el
compromiso testimonial en el mundo...”. Cf. Reiniciación cristiana, p. 282.

51
Cfr. SECRETARIADO GENERAL DEL CELAM, Medellín. Reflexiones en el CELAM (Madrid 1977), p. 108.

52
D.C.G. Edición Bilingüe del Episcopado Español (Madrid 1971), nº 6.
como la forma principal de catequesis, a la que todas las demás, siempre
ciertamente necesarias, de alguna manera se ordenan" (DCG, nº 20).

El problema eclesial de la reiniciación de los bautizados, insuficientemente


evangelizados, es contemplado en este Directorio: "Muchísimas veces la
situación real en que se encuentra un gran número de fieles pide necesariamente
una cierta forma de evangelización de los bautizados, que precede a la
catequesis" (DCG, nº 19). Esta forma de evangelización halla su concreción
práctica en las "organizaciones catecumenales para quienes, estando bautizados,
carecen, sin embargo, de la debida iniciación cristiana" (íbidem).

Entre nosotros, "más que de conservar sólo costumbres religiosas


transmitidas, se trata sobre todo de fomentar una adecuada re-evangelización de
los hombres, de obtener su re-conversión, de impartirles una más profunda y
madura educación en la fe" (DCG, nº 6). Por esta razón, dicho Directorio señala
la importancia de la iniciación cristiana. "El catecumenado de adultos, que es a la
vez catequesis, participación litúrgica y vida comunitaria, es el ejemplo típico de
una institución nacida de la colaboración de varias tareas pastorales. Su finalidad
es, pues, dirigir el itinerario espiritual de los hombres que se preparan para recibir
el bautismo y orientar el cambio de su mentalidad y costumbres. Es escuela
preparatoria de la vida cristiana, introducción a una vida religiosa, litúrgica,
caritativa y apostólica del pueblo de Dios. Esta tarea incumbe a toda la comunidad
cristiana, representada por los padrinos, y no solamente a los sacerdotes o
catequistas" (DCG, nº 130)53.

e) El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (1972)

El documento oficial más importante sobre el catecumenado es,


evidentemente, el Ritual de la iniciación cristiana de adultos. Fue promulgado
el 6 de enero de 1972 por la Sagrada Congregación para el Culto Divino, y hecho
público el 17 de febrero, fruto de una decena de años de investigaciones y de
experimentaciones54. No es un ritual del bautismo, sino de la iniciación cristiana,
tal como se da a entender en los preeliminares del ritual (observaciones generales
y observaciones previas). Más aún, -afirma M. Dujarier-, no conlleva solamente

53
También en el Sínodo sobre el Sacerdocio y la justicia en el mundo, celebrado ese mismo año, los
Obispos que habían tratado el tema del sacerdocio ministerial, hacían un reconocimiento explícito de las
pequeñas comunidades:"Las pequeñas comunidades que no se contraponen a la estructura parroquial o
diocesana deben ser inscritas en la comunidad parroquial y diocesana de manera que sean en medio de
ellas como el fermento del espíritu misionero". Cfr. El sacerdocio y la justicia en el mundo (Madrid
1971), parte II, nº 1, d.

54
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación cristiana de adultos, p. 15.
la celebración de estos sacramentos (bautismo, confirmación y eucaristía), "sino
también todos los ritos del catecumenado cuyo valor está probado por la
antiquísima práctica de la Iglesia" (párr. 2). Esto expresa al mismo tiempo su
importancia y su novedad55.

En un sugerente trabajo el profesor Carlo Rocchetta56 sostiene que "la


novedad del nuevo Rito se hace evidente ya en el título del libro: Rito de la
iniciación cristiana de adultos. No se trata sólo de la reedición de un nuevo rito
De baptismo adultorum, como se hizo en 1962 cuando la entonces Congregación
de los Ritos había publicado un Ordo baptismi adultorum per gradus
catechumenatus depositus, estructurando el rito del bautismo de los adultos en
siete etapas, sino de la recuperación de un itinerario catecumenal completo,
gradual y orgánicamente articulado. Lo que se ha restaurado es el catecumenado,
con su forma y estructura global"57.

Rocchetta presenta el RICA como propuesta tipo para una Nueva


Evangelización: "capaz de romper con el sedentarísmo crónico de nuestras
comunidades e impregnarlas de una nueva evangelización, con el
redescubrimiento de un auténtico espíritu catecumenal y de un modelo de Iglesia
capaz de responder a las expectativas del mundo contemporáneo".

Al final del libro resume así su trabajo: "La opción de recuperar la


ejemplaridad del RICA obedece al hecho de saberse Iglesia catecumenal en
estado de misión y a la toma de conciencia de que el proceso de crecimiento y de
nuevo descubrimiento de la fe por parte del individuo está inseparablemente
ligado al proceso de crecimiento de la fe como novedad, por parte de la
comunidad eclesial y viceversa. A este nivel es donde se impone la reconquista
de una praxis catecumenal que ponga en estado de iniciación permanente a
nuestras comunidades con la puesta en marcha de itinerarios de fe y de formación
a la vida cristiana diferenciados y adaptados a las nuevas situaciones. El futuro

55
Cfr. los números especiales dedicados al ritual en LMD 110 (1972); Rivista Liturgica 10 (1973) nº 60; Via,
Verità e Vita 22 (1973) nº 41; Ephemerides Liturgicae (1974/3); Phase 94 (1976). Para una exposición sistemática
de la significación de este Ritual: C. FLORISTÁN, Para comprender el Catecumenado, pp. 117-125. Ver el
estudio de CARMELO GÓMEZ GÁLVEZ, La propuesta catecumenal en el RITUAL DE INICIACIÓN
CRISTIANA DE ADULTOS (Tesina de Licenciatura). Universidad Pontificia de Salamanca. Facultad de
Teología-1992. J. L. DEL PALACIO, El catecumenado postconciliar de adultos, forma privilegiada de la
evangelización permanente de la Iglesia local. Estudio del catecumenado en el concilio Vaticano II y en el Ritual
de Iniciación Cristiana de Adultos (Bilbao 1999).

56
Lleva por título Cómo evangelizar hoy a los cristianos (Bilbao 1994). El autor presenta El Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) como propuesta tipo para una nueva evangelización

57
Ibid., p. 49. Esta misma opinión la sostiene Carmelo Gómez: "Lo más sorprendente y renovador del RICA es
la opción catecumenal...La clave de su novedad y su relevancia radica, precisamente, en la opción catecumenal...",
en o. cit., p. 152.
de la evangelización es catecumenal. El RICA es su propuesta tipo”58. Se trata
pues de la recuperación de un itinerario catecumenal completo, gradual y
orgánicamente articulado. Lo que se ha restaurado es el Catecumenado, con su
forma y estructura global.

Por su parte, el profesor Borobio sostiene que el documento que mejor


acoge, restaura y aplica el catecumenado es el RICA: “Es un Ritual que no se
limita a la Iniciación sacramental, sino que además ofrece un camino progresivo
de Iniciación catecumenal, recogiendo las esencias del catecumenado antiguo, e
intentando aplicarlo a nuestros días”59. Esto expresa al mismo tiempo su
importancia y su novedad. El nuevo Ritual no obedece solamente a una
reivindicación ritual de los padres del Concilio, sino a un amplio proyecto
teológico: el catecumenado como la expresión litúrgica del nacimiento y del
crecimiento de la Iglesia60.

El contenido y pretensiones fundamentales del Ritual se desarrollan en una


estructura clara, que abarca desde unos prenotandos explicativos hasta la
inclusión de aquellas situaciones peculiares en la práctica de la iniciación y, cuya
consideración, deja abierta la puerta a numerosas posibilidades pastorales. La
estructura del RICA es la siguiente61:

a) Contiene unos Preliminares (nnº 1-67) sobre el espíritu que tiene que
animar la iniciación. Así como la estructura, etapas y grados de la misma.
Comprende unas observaciones generales y unas observaciones previas.

b) El Cap. Iº ofrece el Ritual del catecumenado distribuido en sus grados


o etapas (nnº 69-239). Es la parte más importante y se refiere a la iniciación de
los adultos. Viene completado por el Cap. VIº que ofrece una opción de Textos
diversos para la celebración de la iniciación de los adultos (nnº 370-392).

c) Este Ritual es para desarrollar normalmente en varios años. En


circunstancias extraordinarias en las que los plazos habituales no pueden ser

58
Cfr. Cómo evangelizar a los cristianos (Bilbao 1994), pp. 9 y 163.

59
Fruto de las reflexiones en torno al catecumenado y su restauración en la Iglesia en España, y bajo la dirección
experta de mi Director de Tesis Doctoral, -DIONISIO BOROBIO-, ver el siguiente artículo: El Catecumenado y
su situación en la Iglesia actual: Teología y Catequesis 83 (2002), p. 79. Para completar esta visión, ver A.
CAÑIZARES, Panorámica general de los catecumenados en España: Phase 16 (1976), pp. 307-320; J. LÓPEZ,
Panorámica global de la catequesis de adultos en España hoy: Teología y Catequesis 2 (1982), pp. 169-176; ID.,
Proyecto de catequesis de adultos de talante catecumenal: Actualidad Catequética 124 (1985), pp. 475-495.

60
Cfr. A. AUBRY, Celebrar el nacimiento de una Iglesia, pp. 361-373.

61
Sigo aquí la esquematización de M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de adultos, pp. 17-19.
respetados, las ceremonias se reagrupan entonces y hasta se celebran
excepcionalmente en una sola vez, según dos esquemas posibles:

- El Ritual simplificado de la iniciación cristiana de un adulto corresponde


al capítulo IIº (nnº 240-277).

- El Ritual abreviado de la iniciación de un adulto en peligro o en punto


de muerte se presenta en el capítulo IIIº (nnº 278-294).

d) Hay otros dos capítulos, de hechura bastante nueva, que corresponden a


situaciones pastorales particulares que no habían sido suficientemente estudiadas
hasta el presente:

- El capítulo IVº proporciona directrices sobre “la preparación para la


Confirmación y para la Eucaristía de los adultos que fueron bautizados en la
primera infancia pero que no han sido catequizados” (nnº 295-305). Ahí se da, en
efecto, una situación especial bastante frecuente que hay que asumir seriamente.
Estos adultos, que están en camino de conversión, tienen necesidad de que su
progreso sea sostenido y santificado por acciones litúrgicas62.

- El capítulo Vº presenta el Ritual de iniciación de los niños llegados a la


edad del catecismo (nnº 306-369). Es acertado que se tenga en cuenta desde ahora
la psicología de los niños que son bautizados en edad escolar.

e) Y termina con un apéndice que contiene el Rito de admisión en la plena


comunión con la Iglesia católica para los cristianos que fueron ya bautizados
válidamente en una comunidad eclesial separada63.
En 1976 se publicó la edición castellana con el título de Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos. El Cardenal Jubany en la presentación del mismo
dice que el RICA no es exclusivamente para bautizar adultos, aunque manifiesta
cuáles son las exigencias de la iniciación cristiana que ha de cumplir tanto el
adulto que quiere bautizarse como el niño que recibió el bautismo a los pocos días
de nacer. Y añade que también "será útil para cuantos quieran ahondar en su vida
cristiana, bien individualmente o por medio de reuniones periódicas en las que, a
modo de neocatecumenado, se replantean los compromisos de su fe y de su
62
Cfr. M. DUJARIER, En quel cas peut-on parler d´un catèchuménat post-baptismal?, Le Calao 28 (1974, 4)
pp. 5-11, y 29 (1975, 1), pp. 36-42.

63
Cfr. Para una exposición detallada del Ritual etapa por etapa: J. ORIOL, El nuevo rito de la Iniciación Cristiana
de adultos: Phase 69 (1972), pp. 291-293; M. DUJARIER, Iniciación cristiana de adultos, pp. 21-203. Los
excelentes trabajos de JESÚS ANDRÉS VELA, Reiniciación cristiana, y de CARLO ROCCHETTA, Cómo
evangelizar hoy a los cristianos; por las perspectivas pastorales que intentan abrir. También J. LÓPEZ,
“Catecumenado. Datos de la historia y etapas del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos”, en Proyecto
Catecumenal (II) (Madrid 1983), doc. 8.
bautismo. Precisamente ahora proliferan en todas partes movimientos que tienden
a recuperar para la formación cristiana la dimensión catecumenal"64.

El RICA contiene una gran riqueza teológica, litúrgica y pastoral, y sólo


desde él se puede afrontar con coherencia la tarea iniciatoria en el actual contexto
de Iglesia. Las posibilidades que abre para llevar adelante una pastoral
auténticamente catecumenal son ya una realidad. Para el experto teólogo-
pastoralista Borobio, “este Ritual es uno de los documentos de más trascendencia
del Vaticano II, no sólo porque renueva el Catecumenado en el proceso de la
Iniciación Cristiana de adultos, sino también porque integra, armoniza y expresa
de modo ejemplar los diversos niveles y perspectivas: el nivel antropológico, el
teológico, el sacramental-ritual y el pastoral; y porque se presenta como el
referente principal de Iniciación Cristiana y como el modelo de toda catequesis
integral, que implica la participación y renovación de la misma comunidad
Cristiana”65.

f) La praxis del Camino neocatecumenal y el Cap. IVº del RICA (1973)

El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) es, ya lo hemos


advertido, el documento oficial más importante en relación con el catecumenado
publicado en el período postconciliar. Promulgado en 1972 no vio la luz en la
Iglesia en España hasta 1976. La recepción eclesial de este documento ha sido
muy irregular66. Se ha impulsado a la luz del Cap.IVº la pastoral catecumenal de
no pocos grupos; ha ayudado a resaltar el papel decisivo que está llamada a tener
la Iniciación Cristiana en la Nueva Evangelización, pero todavía sigue siendo un
Ritual desconocido por los agentes de pastoral (sacerdotes y catequistas en
general) y poco utilizado en la pastoral de Iniciación Cristiana tanto en adultos
bautizados como con adultos sin bautizar.

La praxis del Camino Neocatecumenal67, anterior a la promulgación de


dicho Ritual, ayudó no poco a los expertos que estaban trabajando y preparando

64
Cfr. Cardenal JUBANY, Presentación del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos.

65
Cfr. El Catecumenado y su situación en la Iglesia actual, p. 81.

66
Para corroborar esta afirmación baste señalar que en el último Plan Pastoral de la CEE 2006-2010 que lleva por
título “Yo soy el pan de vida” (Jn 6,35). Vivir la Eucaristía, una de las acciones pastorales que se proponen,
después de 40 años de su promulgación en castellano, es la “publicación y divulgación del Ritual de la Iniciación
Cristiana (explicación de su estructura –itinerario de iniciación- así como los criterios para su correcta aplicación”
(p. 38).
67
Para un mayor conocimiento de la historia en relación con la influencia que tuvo la praxis neocatecumenal en
la comprensión del Cap. IVº del RICA, ver JUAN JOSÉ CALLES, o. cit., pp. 78-89.
la edición del RICA. Tras su publicación, los diálogos entre la Congregación para
el Culto Divino y los iniciadores del Camino Neocatecumenal –Kiko Argüello y
Carmen Hernández- fructificaron en una estrecha colaboración, hasta el punto de
que un año después de haber sido promulgado el Ritual, la misma Congregación
publicará unas reflexiones en las que teniendo muy presente la praxis
neocatecumenal posibilitará una comprensión del Cap. IVº que avalará la
experiencia de Iniciación Cristiana con adultos bautizados tal y como se venía
haciendo ya en las Comunidades Neocatecumenales.

La Sda. Congregación para el Culto Divino emite estas reflexiones sobre el


camino de iniciación que emana del capítulo IVº, y amplía el caso (en el
comentario de P. Pasqualetti, incluido en el cuerpo de las mismas), a los adultos
bautizados, que también han recibido la Confirmación y la Eucaristía, pero que
se encuentran en la misma situación de no haber sido evangelizados ni
catequizados y que, por lo tanto, no han seguido un camino de iniciación hacia la
opción de fe68. Esta ampliación se va a llevar a cabo para dar respuesta a una
pregunta del Vicariato de Roma en relación con el Neocatecumenado, es decir
con el camino de iniciación cristiana vivido por las Comunidades
Neocatecumenales69.

Así relata los hechos Mons. Bugnini -impulsor de toda la Reforma


Litúrgica del post-Concilio, cuando habla directamente del Cap. IVº: "La
situación de estos cristianos bautizados es bastante similar a la de los
catecúmenos, su iniciación religiosa ha sido deficiente. Este capítulo fue objeto
dos años más tarde, de una particular interpretación oficiosa para determinar qué
ritos se podían emplear y cuáles no, en una forma de instrucción neocatecumenal

68
Cfr. Riflessioni sul capitolo IV dell"Ordo initiationis christianae adultorum" : Notitiae 9 (1973), pp. 274-278,
con el comentario del P. PASQUALETTI (pp. 278-282): "El capítulo da lugar a una búsqueda seria también en
las naciones tradicionalmente cristianas: un grupo seriamente comprometido, como el de las Comunidades
Neocatecumenales, había iniciado ya con los iniciadores una formación cristiana de los bautizados basándose en
el modelo del camino catecumenal. Encontraron dificultades y recurrieron a menudo a la Sgda. Congregación
para el Culto que se interesó de este problema. También el Vicariato de Roma pedía una clarificación. El problema
era: qué sentido había que dar a un modelo de Catecumenado para los ya bautizados, y sobre todo, para los
eventuales ritos que acompaña la formación espiritual del cristiano. Éstos, fundamentalmente, deben entenderse
como un revivir aquello que ha sido ya sacramentalmente celebrado. Pero, se aclaraba también que no se pueden
repetir los ritos del Epheta, de la unción y de la vestidura blanca. En cambio, sí se pueden repetir, la entrega del
Símbolo y su devolución y la entrega del cirio pascual. El mérito de este grupo está en haber comprendido la
importancia del espíritu del Catecumenado para formar verdaderos cristianos, también el Papa interviene a
propósito de este argumento”. Ver también Notitiae 10 (1974), pp. 228-229.

69
Es importante señalar cómo por estos años, desde el punto de vista pastoral se venía planteando la viabilidad
de una experiencia catecumenal con bautizados: E. COSTA, E´possibile oggi l´esperienza catecumenali dei
battizati?: RPL nº 60 (1973), pp. 33-37, donde ya se refiere expresamente al Neocatecumenado: "La intuición de
Kiko Argüello, muy unida a su experiencia personal, partiendo del hecho de considerar a los catecúmenos casi en
situación de tabula rasa, e invitarlos, con el anuncio del Kerygma, a recorrer profundamente todas las etapas de
la iniciación cristiana hasta una completa re-conversión; el lugar idóneo de este camino es la comunidad
catecumenal", p. 34.
promovida por instituciones religiosas modernas”70. Es el mismo Bugnini quien
presenta así la historia de estas Riflessioni: el recurso de algunas Comunidades
Neocatecumenales a la Sda. Congregación de Ritos sobre el estilo catecumenal
que daban a la formación cristiana de los bautizados, y la petición del Card.
Poletti sobre qué sentido dar a una especie de Catecumenado para los ya
bautizados y, sobre todo, a los eventuales ritos que acompañan la formación
espiritual del cristiano.

Este primer discernimiento sobre el Neocatecumenado emanado de la


Sagrada Congregación para el Culto Divino apareció en la revista Notitiae,
órgano oficial de dicha Congregación, después de varios encuentros que
mantuvieron con los iniciadores del CN los responsables de esta Congregación
sobre las celebraciones del Neocatecumenado, después del discurso del Papa
Pablo VI en la audiencia general del 24 de abril de 197471 y como continuación
de las palabras que el mismo Papa Pablo VI dirigió a los párrocos y responsables
de las Comunidades Neocatecumenales en la audiencia del 8 de mayo de 197472.
g) En el Sínodo sobre la Evangelización (1974)

Hay que señalar -en este decenio- que un momento clave para el
movimiento comunitario sería la celebración del Sínodo de obispos de 1974 sobre
la evangelización. El Sínodo se ocupó mucho de las pequeñas comunidades o
comunidades de base y preparó el camino para que Pablo VI, en la Evangelii
Nuntiandi (1975) les otorgará pleno reconocimiento eclesial, a la vez que
estableciera los criterios de eclesialidad.

Con motivo de su celebración, desde Roma se pidió a las diversas


comunidades cristianas un Informe sobre su vida, razón de ser, problemas y

70
Cfr. DI ANNIBALE BUGNINI, La Riforma liturgica, p. 579. Se refiere en concreto a las Comunidades
Neocatecumenales y cita la interpretación oficiosa que salió a la luz, es decir, el comentario de P. Pasqualetti
recogido más arriba.
71
Cfr. PABLO VI, “El catecumenado en la preparación al bautismo”, en El Neocatecumenado en los discursos
de Pablo VI y Juan Pablo II (Madrid 1986) (1ª ed.), p. 18.

72
"Tras un período de estudio de las etapas y de los ritos del Camino Neocatecumenal, durante el cual enviaron
observadores a nuestras celebraciones, y dado que el capítulo IV del OICA extendía el uso del Ordo también a los
bautizados que no habían recibido una catequesis suficiente, la Congregación publicó un documento titulado
Reflexiones sobre el capítulo IV del OICA. En él se establecía qué ritos del catecumenado de los adultos podían
repetirse para revivir el Bautismo y cuáles no. Después de esto fuimos de nuevo convocados, leyeron delante de
nosotros este documento y nos expresaron su alegría y satisfacción por el trabajo que estábamos realizando en la
Iglesia. Y nos dijeron que publicarían en la revista oficial de la Congregación, Notitiae, una nota laudatoria en
latín para toda la Iglesia, para de este modo ayudarnos...Gracias a este hecho se estableció, con la Congregación
del Culto, un diálogo fecundo, que resultará más tarde muy importante para la relación de Pablo VI con el Camino
Neocatecumenal”. Cfr. E. PASOTTI (ed.) El Camino Neocatecumenal según Pablo VI y Juan Pablo II (Madrid
1995), p. 13.
perspectivas73. Estos informes sirvieron, a nivel oficial, para conocer el fenómeno
menos desde fuera, tener noticias de primera mano, corregir, si fuera preciso, unas
ideas y formular un criterio global sobre las pequeñas comunidades, como así
hizo más tarde el Papa Pablo VI en la Exhortación Apostólica Evangelii
Nunciandi nº 58:

"Serán un lugar de evangelización, en beneficio de las comunidades


más vastas, especialmente de las Iglesias particulares, y serán una
esperanza para la Iglesia universal, como Nos dijimos al final del Sínodo,
en la medida en que:

- buscan su alimento en la Palabra de Dios y no se dejan aprisionar


por la polarización política o por la ideología de moda, prontas a explorar
su inmenso potencial humano;

- evitan la tentación siempre amenazadora de la contestación


sistemática y del espíritu hipercrítico, bajo pretexto de autenticidad y de
espíritu de colaboración;

- permanecen firmemente unidos a la Iglesia local en la que ellas se


insertan, y a la Iglesia universal, evitando así el peligro -muy real- de
aislarse a sí mismas, de creerse, después, la única auténtica Iglesia de Cristo
y, finalmente, de anatemizar a las otras comunidades eclesiales;

- guardan una sincera comunión con los Pastores que el Señor ha


dado a su Iglesia y al Magisterio que el Espíritu de Cristo les ha confiado;

- no se creen jamás el único destinatario o el único agente de


evangelización; esto es, el único depositario del Evangelio, sino que,
conscientes de que la Iglesia es mucho más vasta y diversificada, aceptan
que la Iglesia se encarna en formas que no son las de ellas;

- crecen cada día en responsabilidad, celo, compromiso e irradiación


misioneros;

- se muestran universalistas y no sectarias.

Con estas condiciones, ciertamente exigentes, pero también de


reconocimiento, las comunidades eclesiales de base corresponderán a su

73
El Informe sobre las CNC fue entregado por Kiko Argüello y Carmen Hernández al Papa Pablo VI en mayo de
1974. Un año más tarde salió publicado: Le Comunita` Neocatecumenali: Rivista de Vita Spiritualle 2 (1975), pp.
191-200.
vocación fundamental; escuchando el Evangelio que les es anunciado y
siendo destinatarias privilegiadas de la Evangelización ellas se convertirán
rápidamente en anunciadoras del Evangelio".

La recepción sinodal del fenómeno comunitario surgido en el primer


decenio post-conciliar es positiva como se puede apreciar. El nº 58 reconoce la
existencia de muchas y plurales formas de vida comunitaria, hace un diagnóstico
pastoral de las mismas y señala los límites eclesiales en que deben situarse dentro
de la Iglesia. Este mismo esquema de discernimiento pastoral seguido por Pablo
VI en la Evangelii Nuntiandi, lo van a seguir, a partir de este momento, obispos
y pastoralístas a la hora de acercarse a las distintas realidades comunitarias.

Síntesis teológico-pastoral

1ª) El Concilio creó la atmósfera que hizo posible la aparición, desarrollo


y reconocimiento de las pequeñas comunidades. Si el Concilio no hubiera
acentuado que allí donde se predica el Evangelio y se celebra la cena del Señor
acontece la Iglesia de Dios, y que "en estas comunidades, aunque sean
frecuentemente pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, está presente Cristo,
por cuya virtud se congrega la Iglesia, una, santa católica y apostólica" (LG, nº
26), no habría estado expedito el camino para el reconocimiento de la comunidad
como realización concreta de la Iglesia.

2ª) El fenómeno comunitario postconciliar aparece inmediatamente


después del Vaticano II como un lugar privilegiado de realización de ciertas
exigencias de la conciencia eclesial engendrada por el concilio. Por todas partes
y al mismo tiempo nacen y proliferan grupos de creyentes espontáneos con
diversas denominaciones.

3ª) La aparición de las pequeñas comunidades es la manifestación más


importante de la recepción y realización del Concilio en la Iglesia. En realidad, el
Concilio fue convocado para esto: para devolver al rostro de la Iglesia de Cristo
todo su esplendor, revelando los trazos más simples y más puros de su origen.

4ª) La importancia de la Catequesis de Adultos y la necesidad de potenciar


la pastoral catecumenal va a ir adquiriendo gradualmente importancia en toda la
Iglesia. La publicación del RICA ayudó a esta toma de conciencia catecumenal
pero sobre todo la constatación de ver "una gran muchedumbre, hoy día muy
numerosa, de bautizados que, en gran medida, no han renegado formalmente de
su bautismo, pero están totalmente al margen del mismo y no lo viven" (EN, nº
56). El documento que mejor acoge, restaura y aplica el catecumenado es el Ritual
de la Iniciación Cristiana de adultos publicado en 1972.
5ª) La praxis litúrgico-catequética de las Comunidades Neocatecumenales
ayudó a los expertos que estaban trabajando en el RICA a ver el modo de aplicar
prácticamente la pedagogía catecumenal con adultos bautizados pero
insuficientemente formados y necesitados de un proceso continuo de conversión
y maduración de la fe, vivido en pequeñas comunidades, y jalonado por etapas y
ritos.

6ª) Ambos fenómenos postconciliares, la puesta en práctica de


catecumenados en el interior de las parroquias y el surgimiento de pequeñas
comunidades recibieron un tratamiento específico en los documentos eclesiales
del inmediato post-Concilio, y fueron asumidos y reconocidos como verdaderas
concreciones eclesiales del espíritu conciliar y marcos imprescindibles para que
la Iglesia pueda desarrollar la tarea esencial de la evangelización.

3. Segunda etapa: La pastoral catecumenal y pequeñas


comunidades en el decenio crítico (1975-1985)

Desde el punto de vista eclesial los acontecimientos que a lo largo de esta


etapa han tenido lugar a nivel de Iglesia Universal (Sínodos sobre la
Evangelización-1974, sobre la Catequesis-1977, Sínodo Extraordinario-1985;
muerte del Papa Pablo VI y de Juan Pablo I; elección de Juan Pablo II en 1978 y
su presencia en la inauguración de la Asamblea de los obispos latinoamericanos
reunidos en Puebla el año 1979) marcarán una etapa muy rica y decisiva en la
orientación de la pastoral catecumenal y comunitaria para la vida la Iglesia. Bien
pueden llevarnos a definir esta etapa como la de un decenio crítico.

En el primer capítulo de nuestra reflexión, hemos intentado esbozar el


marco eclesial en el que poder situar, entender y comprender el restablecimiento
del catecumenado como institución pastoral de primera necesidad para la Iglesia
postconciliar. Ha sido el Concilio quien pide su restauración, y van a ser los
discernimientos eclesiales hechos en asambleas episcopales de diverso signo
(Celam, Asambleas Sinodales, Sgda. Congregación para el Culto Divino y para
el Clero) las que irán delineando el modo y la forma de introducirlo en la Iglesia
poco a poco.

Por lo que respecta a la catequesis de adultos podemos decir, con palabras


de Jesús López, que "ha ido pasando por diversos momentos: del estado de
abandono al reconocimiento de su prioridad como forma de catequesis;
posteriormente se ha acentuado su inspiración catecumenal y su dimensión
comunitaria"74.

En efecto, el Iº Congreso Internacional de Catequesis, celebrado en Roma


en 1950, deploraba gravemente el estado de abandono en que generalmente se
encontraba la catequesis de adultos, y pedía su eficaz restauración, acomodada a
los nuevos tiempos. Por otra parte, ya hemos visto cómo en el postconcilio la
catequesis de adultos ha ido acentuando su inspiración catecumenal.

El problema, planteado ya en la II Conferencia General del Episcopado


Latinoamericano (Medellín, 1968), fue recogido en el Directorio General de
Pastoral Catequética: "Muchísimas veces la situación real en que se encuentra
un gran número de fieles pide necesariamente una cierta evangelización de los
bautizados, que precede a la catequesis" (nº 19).

Efectivamente, en el Directorio Catequístico General (1971), la catequesis


de adultos aparece ya reconocida como "la forma principal de catequesis" (DCG,
nº 20). También insistirá en este sentido la Exhortación Evangelii Nuntiandi, nº
54: "Es preciso profundizar, consolidar, alimentar y hacer cada día más madura
la fe", pues de otro modo, la fe corre el riesgo de "morir por asfixia o por
inanición" (Idem). Y en el Sínodo de la Catequesis (1977), se dirá que constituye
"una de las preocupaciones más constantes de los padres del sínodo, impuesta con
vigor y urgencia por las experiencias que se están dando en el mundo entero"
(CT, nº 43).

Ahora bien, sin menoscabo de este nivel permanente de alimentación,


consolidación, profundización y maduración en la fe, la catequesis de adultos -
como toda catequesis, que encuentra su modelo en el catecumenado bautismal
(MPD, nº 8)- ha ido recuperando su carácter propio, que se sitúa a nivel de
iniciación. Se ha ido acentuando así, en los últimos años, la forma básica o
catecumenal de la catequesis de adultos (DCG, nº 96), entendida tanto en sentido
estricto (para no bautizados) como en sentido amplio (para bautizados
insuficientemente evangelizados).

Asimismo, vamos a asistir, durante esta década al desarrollo de la


dimensión comunitaria de la catequesis. En la comunidad, la catequesis
(especialmente, la catequesis de adultos) encuentra su origen, su lugar y su meta.
En la medida en que, por aproximaciones sucesivas, volvemos a la comunidad de
los Hechos de los Apóstoles (Hch 2, 42-47), encontramos ahí el lugar originario
de la catequesis antigua, que era principalmente catequesis de adultos.

74
Cfr. JESÚS LÓPEZ, “Pastoral catecumenal y pastorales análogas”, en o. cit., p. 155.
El descubrimiento de la dimensión comunitaria de la fe como sustancial a
la misma experiencia evangélica, abría en el horizonte postconciliar el palpitar de
una nueva época eclesial, marcada por la señal catecumenal y comunitaria75.
Siendo la Iglesia misterio de comunión vivido en comunidad, consecuentemente,
quedaba por desarrollar a partir del Concilio la dimensión comunitaria de la
catequesis.

Durante el postconcilio, las diversas formas de catequesis de adultos, que


realmente tienen inspiración catecumenal, valoran la importancia del hecho
comunitario para vivir la fe. Tienen, por tanto, también una inspiración
comunitaria que encuentran en el modelo de las primeras comunidades. Además,
conocen las dificultades de los catecúmenos (o cuasi catecúmenos) para
integrarse allí donde no esté reconstruido (o no se esté reconstruyendo) el tejido
comunitario de la Iglesia.

a) En Evangelii nuntiandi (1975)

En diciembre de 1975, el Papa Pablo VI sacaba a la luz la Exhortación


Apostólica Evangelii Nuntiandi. Esta Exhortación tendrá una decisiva influencia
en este decenio de cara a comprender y alentar la evangelización, como tarea
fundamental de la Iglesia.

En el cap. IV, al abordar los Medios de evangelización, la catequesis, ocupa


un papel relevante. Pablo VI señala que "sin necesidad de descuidar de ninguna
manera la formación de los niños, se viene observando que las condiciones
actuales hacen cada día más urgente la enseñanza catequética bajo la modalidad
de un catecumenado para un gran número de jóvenes y adultos que, tocados por
la gracia, descubren poco a poco la figura de Cristo y sienten la necesidad de
entregarse a él" (EN, nº 44).

Más adelante, se apunta a que entre los destinatarios de la evangelización


(cap. V) hay que volver a proponer el primer anuncio también a los bautizados
no suficientemente bien catequizados "se está volviendo cada vez más necesario,

75
La recuperación de la dimensión comunitaria de toda experiencia cristiana, hace posible que la Iglesia de hoy
recupere su sentido primigenio, llegue a ser fraternidad efectiva y se convierta en un lugar de anuncio gozoso y
de interpelación para todos los hombres. Es necesario para ello, como afirma el P. LIEGE, “que todo bautizado
se oriente hacia las experiencias comunitarias y comprenda que no es facultativa la vida comunitaria a causa del
Evangelio. Son aún demasiados los bautizados que vegetan en la Iglesia, sin integrarse activamente en ella, por
pensar que la vida comunitaria exige una vocación especial y un atractivo particular, si es que no la juzgan puro
esnobismo”. Cfr. Comunidad y comunidades en la Iglesia (Madrid 1978), p. 104. En esta misma dirección de
planteamientos, R. BLÁZQUEZ sostiene que “necesitamos recuperar la verdad de la Iglesia como congregación,
como comunidad... Sin comunitariedad la Iglesia pierde su misma identidad; se difuminan sus contornos, se
generaliza su concreción, se dilapida su fuerza, se afloja su densidad”. Cfr. “Dimensión eclesial de la identidad
cristiana”, en Jesús sí, la Iglesia también (Salamanca 1983), p. 311.
a causa de las situaciones de descristianización frecuentes en nuestros días, para
gran número de personas que recibieron el bautismo, pero viven al margen de la
vida cristiana; para las gentes sencillas que tienen cierta fe, pero conocen poco
los fundamentos de la misma; para los intelectuales que sienten necesidad de
conocer a Jesucristo bajo una luz distinta de la enseñanza que recibieron en su
infancia y para otros muchos" (EN, nº 52).

Otros espacios eclesiales especialmente señalados como destinatarios de


evangelización -señala la Exhortación- son las comunidades eclesiales de base.
El Papa Pablo VI considera el fenómeno de la aparición de las pequeñas
comunidades como un signo de los tiempos: "florecen un poco por todas partes
en la Iglesia, según los distintos testimonios escuchados durante el Sínodo" (EN,
nº 58). El Papa Pablo VI hace un pleno reconocimiento eclesial de las pequeñas
comunidades cristianas: son destinatarias de la evangelización y, al mismo
tiempo, evangelizadoras; florecen un poco por todas partes y nacen en el interior
de la Iglesia, para vivir todavía con más intensidad la vida de la Iglesia, para hacer
crecer a la Iglesia. Al mismo tiempo, señalará los criterios para su discernimiento
eclesial: se alimentan de la Palabra de Dios, no son contestatarias, viven unidas a
la Iglesia local y universal, están en sincera comunión con los Pastores, no se
creen el único agente de evangelización, crecen cada día en compromiso
misionero y son universalistas y no sectarias.

b) En Catechesi tradendae (1979)

El Sínodo de la Catequesis vendría a confirmar unánimemente la


conveniencia de los procesos catecumenales (diversos métodos de iniciación a la
vida cristiana) para aquellos que aún no recibieron una adecuada educación en la
fe cristiana: “Nuestra preocupación pastoral y misionera... se dirige a quienes, a
pesar de haber nacido en un país cristiano, e incluso en un contexto
sociológicamente cristiano, nunca han sido educados en su fe y, como adultos,
son verdaderos catecúmenos” (CT, n º 44)76. El Sínodo precisaría, además, que
con esta educación no se trata de adquirir nuevos conocimientos, sino más bien
de una iniciación en una verdadera experiencia comunitaria de la vida cristiana.

El Sínodo del 77 vino a marcar un verdadero jalón en la maduración de una


pastoral catecumenal, que a partir de este momento va a encontrar un apoyo más
madurado y decidido entre los obispos. Esto es lo que sugiere la lectura de la

76
En esta IV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos se tuvo en cuenta la experiencia del CN en las
parroquias. Así consta expresamente en las intervenciones de los Cardenales Suenens (cfr. Informaciones
Catholiques Internationales nº 520, 15-11-1977, p. 50) y Benelli (cf. Vida Nueva n.º1100, 15-10-1977, p. 1988).
Proposición 3077, en la que se invita a: "Suscitar las experiencias catecumenales,
animarlas, promover la coordinación y diálogo entre ellas, ejercer un necesario
discernimiento, establecer los necesarios servicios de índole diocesana y
nacional, facilitar una general toma de conciencia del valor eclesial de estas
instituciones".

Los obispos del Sínodo reconocen en la pastoral catecumenal un gran


servicio a la fe del Pueblo de Dios; por ello, perciben como responsabilidad
propia de los pastores de la Iglesia, ser los primeros impulsores de una verdadera
pastoral catecumenal. A partir de este momento dos serán las líneas-fuerza que
se van a comenzar a destacar: a) por una parte la insistencia en que toda catequesis
ha de tener una inspiración catecumenal, en este sentido D. José Manuel Estepa,
Delegado de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis y secretario
técnico del Sínodo, decía un año después de su celebración, a este respecto, lo
siguiente: "El Sínodo juzgó que los procesos catecumenales tienen hoy un lugar
imprescindible en la iniciación de los cristianos en la fe. Un proceso educativo
eclesial no puede concebirse hoy como un mero proceso cognoscitivo sino como
un itinerario vital, en el que se integran diversas dimensiones, entre ellas, la
dimensión poética"78; b) por otra, la convicción ya madurada eclesialmente de
que el lugar propio de la catequesis es la comunidad cristiana, es decir la
inspiración comunitaria en la que brota y desde la que se lleva adelante todo
proceso catequizador79.

De modo general, la CT destacó la importancia de la comunidad con


relación a la catequesis: "La catequesis corre el riesgo de esterilizarse, si una
comunidad de fe y vida cristiana no acoge al catecúmeno en cierta fase de la
catequesis. Por eso la comunidad eclesial, a todos los niveles, es doblemente
responsable respecto a la catequesis: tiene la responsabilidad de acogerlos en un
ambiente donde puedan vivir, con la mayor plenitud posible, lo que han
aprendido" (nº 24).

77
Cfr. IVª Asamblea del Sínodo de los Obispos (1977), Proposición 30: Actualidad Catequética 96 (enero-
marzo 1980) , pp. 137-138.

78
Cfr. J.M. ESTEPA, La catequesis en nuestro tiempo. Principales líneas de fuerza del Sínodo 77: Actualidad
Catequética, 86 (1978), p. 103.

79
Lo proclamó ya el Sínodo ´77 al declarar que la comunidad es el origen y meta de toda catequesis, y se
convirtió en un leit-motiv constantemente repetido en la década de los ´80. Para el Sínodo ´77 la comunidad
cristiana es donde "los cristianos viven su conciencia clara de unión con Cristo y el Padre en el Espíritu, escuchan
y ponen en práctica la palabra de Dios, celebran su fe, sobre todo en los sacramentos, oran juntos y viven la
fraternidad en el amor, alimentan la conciencia de tener una misión en el mundo, reconocen sus limitaciones
individuales y comunitarias abriéndose a la comunión con las restantes comunidades cristianas de la Iglesia local
y universal". Cfr. IV Sínodo de los Obispos, Mensaje al pueblo de Dios y documentación complementaria
(Proposición 25).
La pequeña comunidad o comunidad eclesial de base aparece en la CT -
sostiene J. López- como uno de los "múltiples lugares, momentos o reuniones por
valorizar", "momentos de gran importancia en que la catequesis encuentra
cabalmente su puesto" (nº 47)80.

En la CT la pequeña comunidad es un lugar de gran importancia


catequética, pero no el lugar principal, como se votó en el Sínodo de la Catequesis
(Proposición 29). El lugar privilegiado corresponde a la parroquia. Además, la
parroquia debe velar "por la integración de distintos grupos en el cuerpo eclesial"
(nº 67). El Sínodo de la Catequesis (1977) reconoció que las pequeñas
comunidades eclesiales ocupan “el lugar principal” en la transmisión de la fe y
que la pequeña comunidad eclesial es la vía ideal para la transformación
progresiva de la parroquia.

Sin duda, el Sínodo de la catequesis había sido más crítico y más renovador
ante la situación actual de la parroquia, peculiar lugar de catequesis, necesitado
de profunda renovación: "De hecho, no pocas parroquias por diversas razones,
están lejos de constituir una verdadera comunidad cristiana. Sin embargo, la vida
ideal para renovar esta dimensión comunitaria de la parroquia podría ser
convertirla en una comunidad de comunidades"81.

c) En Puebla (1979)

Significado especial tendrán, en la III Conferencia episcopal


latinoamericana, las comunidades eclesiales de base, "cuya multiplicación se
hace cada día más necesaria para responder a una evangelización más
personalizante"82. La Conferencia de obispos latinoamericanos en Puebla hace
una evaluación muy positiva de las pequeñas comunidades, después de una
experiencia de más de diez años, los obispos vuelven la mirada al acto fundante

80
Cfr. JESÚS LÓPEZ., Catequesis de adultos y Catechesi Tradendae, diez años después: Sinite 92 (1989), p.
485. Ver también C. FLORISTÁN, El proceso catecumenal en la Catechesi Tradendae: Sinite 92 (1989), pp.
511-517.

81
Cfr. Proposición 29. Según JJ. TAMAYO-ACOSTA las Proposiciones aprobadas por los obispos reunidos
en el IV Sínodo de obispos, referidas a la catequesis y al lugar de las cc. bb. en ella, se mueven en la misma
perspectiva abierta por la Evangelii Nuntiandi: "Se concede gran importancia a las pequeñas comunidades
cristianas para la catequesis. Y, lo que es más importante, se demanda a los obispos que promuevan dichas
comunidades como lugares de catequización, alienten sus valores positivos y su dinamismo, las ayuden a
encontrar su propia misión en la Iglesia local, las doten de medios para desarrollar una catequesis adecuada y
armonicen las pequeñas comunidades con la catequización de la vida de la Iglesia (Proposición 29)". Cfr.
Comunidades de base y la Catechesi Tradendae: Sinite 92 (1989) pp. 502-503.

82
Cfr. IIIª CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, La evangelización en
el presente y en el futuro de América Latina. Puebla (Bogotá 1983), (4ª ed.,), nº 111.
de Medellín y constatan el doble fenómeno de crecimiento numérico y de la
madurez de las comunidades de base, que son vistas con alegría y esperanza para
la Iglesia. Ellas, dice Puebla citando a Medellín, "se han convertido en focos de
evangelización y en motores de liberación y desarrollo" (nº 56). Son presentadas
como lugar privilegiado para vivir la fraternidad y como una buena fuente de
donde nacen los ministerios laicales, como presidentes de asambleas,
responsables de comunidades, catequistas, misioneros, etc. La evangelización en
el futuro “reconocerá la validez de la experiencia de las comunidades eclesiales
de base y estimulará su desarrollo en comunión con sus pastores” (nº 155).

Al mismo tiempo, se reconoce que en el diálogo con el hombre de hoy, la


catequesis llega a los adultos "en formas más adecuadas al pueblo sencillo" (nº
629); en concreto, se señala que, las pequeñas comunidades, lejos de formar una
estructura elitista, son "expresión del amor preferente de la Iglesia por el pueblo
sencillo; en ellas se expresa, valora y purifica su religiosidad y se le da la
posibilidad concreta de participación en la tarea eclesial y en el compromiso de
transformar el mundo" (nº 643).

Además del reconocimiento tan explícito de las comunidades de base como


el referido, los obispos latinoamericanos asumieron en la Asamblea de Puebla el
compromiso decidido de "promover, orientar y acompañar a las comunidades
eclesiales de base" (nº 490).

d) El Código de Derecho Canónico (1983)

Siguiendo el Decreto Ad Gentes (nº 14), el Código de Derecho Canónico


de 1983 recoge en unos quince cánones el aspecto jurídico del catecumenado.

En fidelidad al Vaticano II, en el c. 206 encontramos las bases del estatuto


canónico de los catecúmenos. Aunque no hayan recibido el bautismo, están ya
vinculados a la Iglesia y ésta los acoge y considera suyos83.

Sobre la organización del catecumenado tratan los cc.788 y 851:

788.1.- Quienes hayan manifestado su voluntad de abrazar la fe en Cristo,


una vez cumplido el tiempo de precatecumenado, sean admitidos en ceremonias
litúrgicas al catecumenado, e inscríbanse sus nombres en un libro destinado a este
fin.

83
Una aplicación puede verse en los cc. 1170 y 1183. La distinta condición de los fieles cristianos y de los
catecúmenos queda recogida en los cc. 204-205; aunque sería un error interpretar esta distinción que hace el
Código como una distinción meramente disciplinaria.
2.- Por la enseñanza y el aprendizaje de la vida cristiana, los catecúmenos
han de ser convenientemente iniciados en el misterio de la salvación, e
introducidos a la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del pueblo de Dios y
del apostolado.
3. Corresponde a las Conferencias Episcopales publicar unos estatutos por
los que se regule el catecumenado, determinando qué obligaciones deben cumplir
los catecúmenos y qué prerrogativas se les reconocen.
851. Se ha de preparar convenientemente la celebración del bautismo:
1.- El adulto que desee recibir el bautismo ha de ser admitido al
catecumenado y, en la medida de lo posible, ser llevado por los pasos sucesivos
a la iniciación sacramental, según el ritual de iniciación adaptado por la
Conferencia Episcopal y atendiendo a las normas peculiares dictadas por la
misma.

El legislador al comentar estos cánones manifiesta lo siguiente: los


catecúmenos, antes presentes tan sólo en países de misión y ahora, por desgracia,
también en los de vieja cristiandad, son objeto de atención en el nuevo Código,
que esboza un peculiar estatuto jurídico para ellos. Establecidos los principios
fundamentales de su situación en el c. 206, se describe (c. 788) aquí su ingreso
en el catecumenado (estudiado también en el c. 865), al par que se apuntan (en el
c. 865) las exigencias a las que estarán sometidos. El c. 1183 les concede una
equiparación a los fieles en lo que se refiere a las exequias (1º).

El nuevo Código no entra, en ningún caso, a considerar la situación de los


cuasi catecúmenos (CT, nº 44).

e) En el Sínodo extraordinario 1985

A los veinte años del Vaticano II, el Papa Juan Pablo II convocó un Sínodo
extraordinario en Roma con la finalidad de "celebrar, verificar y promocionar el
Vaticano II"84. Al ser tratado el tema de la evangelización se reconoce que "por
todas partes en el mundo, la transmisión de la fe y de los valores morales, que
proceden del Evangelio, a la generación próxima (a los jóvenes) está hoy en
peligro. El conocimiento de la fe y el reconocimiento del orden moral se reducen
frecuentemente a un mínimo. Se requiere, por tanto, un nuevo esfuerzo en la
evangelización y en la catequesis integral y sistemática"85. Teniendo muy
presente, -se afirma- en la Relación Final- que "hay que promover la propia

84
Cfr. SÍNODO 1985. Documentos I.2 (Madrid 1985).

85
Ibid., II, B) a) 2.
espiritualidad de los laicos fundada en el bautismo"86. De ahí, que en otra
sugerencia, se pida que "las catequesis, como así lo fueron en el comienzo de la
Iglesia, deben ser de nuevo el camino que introduzca a la vida litúrgica
(catequesis mistagógicas)"87. Es más, por primera vez en un documento eclesial
de este rango se va a decir expresamente que "la evangelización no pertenece
sólo a la misión en sentido ordinario, es decir, a los gentiles. La evangelización
de los no creyentes presupone la autoevangelización de los bautizados y también
de los mismos diáconos, presbíteros y obispos"88.

El Sínodo de 1985 volvió a subrayar que la eclesiología de comunión es


una idea central y fundamental en los documentos del Concilio, pero esta
eclesiología "no se puede reducir a meras cuestiones organizativas o a cuestiones
que se refieren a meras potestades. La eclesiología de comunión es el fundamento
para el orden de la Iglesia y en primer lugar para la recta relación entre unidad y
pluriformidad"89. Efectivamente, una de las aportaciones más firmes de esta
Asamblea Sinodal, ha sido la de poner en primer plano la Iglesia como comunión.
Va a ser en este contexto, donde el Sínodo retomando lo ya apuntado por la
Evangelii Nuntiandi, afirmará "porque la Iglesia es comunión, las nuevas
comunidades eclesiales de base, así llamadas si verdaderamente viven en la
unidad de la Iglesia, son verdadera expresión de comunión e instrumento para
edificar una comunión más profunda. Por ello dan una gran esperanza para la vida
de la Iglesia (cf. EN 58)"90.

Síntesis teológico pastoral

1ª) Ante el fenómeno creciente de la secularización, la Iglesia va a ir


desbrozando cada vez con mayor nitidez la naturaleza genuina de su misión
evangelizadora, y al mismo tiempo demandando las respuestas pastorales más
necesarias para cada una de las situaciones.

2ª) Los Sínodos dedicados expresamente a la evangelización (1974) y


catequesis (1977) van a ir apuntando a la necesidad, conveniencia y urgencia del
catecumenado post-bautismal. En ambos sínodos se produce un giro copernicano

86
Ibid., II. A) 5.

87
Ibid., II, B) b) 2.

88
Ibidem.

89
Ibid., II, C), 1.

90
Ibid., II, C) 6.
pastoralmente hablando: se deja de mirar a los niños como los principales
destinatarios de la acción eclesial y pastoral y se señala a los adultos como los
destinatarios preferenciales de la misión evangelizadora de la Iglesia y la
catequesis de adultos como la forma principal de toda acción catequética.

3ª) La valoración de la pastoral catecumenal y comunitaria en este decenio


es muy clarificadora en los documentos del Magisterio de la Iglesia. Si cabe, hay
una acentuación más determinante en la potenciación de las experiencias
comunitarias en la base eclesial pero reconociendo que ambas perspectivas
pastorales se implican y mutuamente se reclaman.

4ª) Es muy clarividente que se contemple la evangelización integral


también englobando a todos los bautizados y que se pida la recuperación del
carácter mistagógico en el proceso catequizador.

5ª) Este decenio ha pasado a la historia de la teología pastoral como un


tiempo de asentamiento en los principios más renovadores que tienen en el
Concilio su inspiración: la Iglesia como sujeto evangelizador, la opción y
preocupación de la Iglesia por el pueblo sencillo y más pobre, la restauración del
catecumenado, la importancia de la pequeña comunidad, la centralidad de la
eclesiología de comunión.

4. Tercera etapa: La pastoral catecumenal y pequeñas


comunidades bajo el horironte de la Nueva Evangelización (1985-
1995)

El decenio que va desde la mitad de los años 80 hasta mediados de los


noventas ha tenido y tiene, desde una perspectiva eclesial y pastoral, un mismo
denominador común, el deseo expreso de poner en marcha en toda la Iglesia un
programa orgánico de evangelización para el cual el mismo Papa Juan Pablo II
ha acuñado la expresión de Nueva Evangelización91.

91
El concepto de nueva evangelización fue mencionado y difundido por primera vez por el propio Juan Pablo
II en Puerto Príncipe (Haití), en el discurso dedicado a la celebración del Vº Centenario de la evangelización de
América, precisando ya unos rasgos que en los años posteriores se han ido clarificando con mayor profundidad.
La evangelización a la que Juan Pablo II convoca quiere ser nueva por su ardor, sus métodos y su expresión. Cfr.
JUAN PABLO II, Discurso al CELAM, 9-III-1983: AAS 75 (1983-I) pp. 777-779. Este concepto comenzó a ser,
de forma insistente, el centro de las intervenciones sucesivas del Papa, quien tres años más tarde, en 1986, en el
discurso que dirigiera a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa, ya expondría las razones y los
contenidos de la Nueva Evangelización en relación con la situación espiritual y las necesidades pastorales de
Europa. Cfr. Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa, 2-1-1986: AAS 78 (1986), pp.
454-457. Para un estudio, más en profundidad, de la historia, contenidos y alcance de esta Nueva Evangelización,
son interesantes estas obras: FERNANDO SEBASTIÁN AGUILAR, Nueva evangelización (Madrid 1991),
RICARDO BLÁZQUEZ, Iniciación Cristiana y nueva Evangelización (Bilbao 1992). Muy crítico con la
Si nos acercamos con detenimiento a los documentos de la Iglesia que a lo
largo de este decenio se han ido publicando, descubriremos con facilidad que la
nueva evangelización se ha convertido en el elemento dinamizador y unificador
de la actividad pastoral para la Iglesia misma. Tal es así que, con palabras de
González Dorado, se ha definido esta nueva evangelización "como el primer
proyecto de evangelización orgánica de toda la Iglesia, que pretende enfrentar
desde su misión la nueva situación de humanidad interdependiente y unificada a
nivel planetario"92. En poco tiempo la expresión Nueva Evangelización se ha
convertido en una palabra de moda a la que se asociarán significados diversos y
a veces contrastantes. J. Gevaert distingue cuatro significados:

1º) Se habla de nueva evangelización simplemente como sinónimo de


catequesis de los adultos. Este término se escucha siempre con simpatía. La fe de
muchos cristianos no resiste hoy a la presión contraria del ambiente y de la
cultura, pues han quedado fijados en el catecismo de la infancia. Por eso hace
falta una nueva evangelización a nivel de adultos.

2º) Hay un segundo modo de usar el término nueva evangelización. Se


refiere a la recuperación de los numerosos bautizados que no sólo no frecuentan
ya con regularidad la Iglesia, sino que incluso se han alejado mucho de la fe.

3º) El tercer modo hace referencia a la empresa de una segunda


evangelización de Europa; recristianizar Europa. Se trata de convertirla de nuevo
en un continente cristiano, superando el pluralísmo, la secularización, el laicismo,
la indiferencia religiosa, el ateísmo.

4º) Y el cuarto modo de hablar sobre la nueva evangelización insiste en


este hecho: ante la profunda crisis de transmisión de la fe a una generación nueva
de cristianos, es necesario plantear la evangelización de un modo diverso o nuevo
(nueva evangelización)93.

interpretación que hace Fernando Sebastián se muestra FLORISTÁN, La "nueva evangelización". Ambigüedades
y exigencias: Sal Terrae 79 (1991), pp. 879-893..

92
Cfr. A. GONZÁLEZ DORADO, Juan Pablo II y la "Nueva Evangelización": Misión Abierta, 5 (1990), p.
39; según González Dorado, "la nueva evangelización es el primer plan de pastoral orgánica de toda la Iglesia",
en: La Nueva Evangelización promotora de la civilización de la solidaridad: Confer (1989), p. 587. Si bien es
cierto que no han faltado voces críticas que han levantado la sospecha de encontrarnos aquí con un programa
pastoral de tipo restauracionísta en el que la vuelta al pasado sea propiciada y alentada, ver J. MARTÍN
VELASCO, La nueva evangelización. Ambigüedades de un proyecto necesario: Misión Abierta (5/1990), pp. 87-
97.

93
Cfr. “Nueva Evangelización”, en Primera evangelización (Madrid 1992), pp. 8-11 (contiene una bibliografía
actualizada y abundante con las mejores plumas que han tratado sobre la Nueva Evangelización).
Los precedentes de esta expresión de Juan Pablo II están sin duda en la
Asamblea del Sínodo de los Obispos dedicada al tema de la Evangelización en el
año 1974. La Exhortación postsinodal de Pablo VI se acerca mucho a esta misma
expresión cuando habla de "tiempos nuevos de evangelización" (EN, nº 20). En
realidad, afirma Fernando Sebastián, "todo el contenido de la admirable
Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, posterior a la Asamblea Sinodal de
1974, es ya una introducción y una verdadera fundamentación del concepto y de
la misma consigna pastoral de la nueva evangelización"94.

A lo largo de nuestra exposición, venimos haciendo un recorrido por los


diversos documentos post-conciliares que han puesto el acento en la
evangelización teniendo muy presente que los principales destinatarios de la
misma son los adultos. Las expresiones con que nos hemos encontrado son las
siguientes: re-evangelización, segunda evangelización, autoevangelización y por
último nueva evangelización, que es la fórmula que definitivamente se ha ido
generalizando95. En síntesis podemos afirmar con C. Floristán, que "la nueva
evangelización se orienta a bautizados, sean alejados, no practicantes o
indiferentes, para que personalicen la fe que inconscientemente recibieron con el
sacramento. La segunda evangelización es, pues, acción misionera de la Iglesia
en los países de cristiandad, en relación a los bautizados que viven al margen de
la vida cristiana o tienen una fe, más o menos vaga, sin fundamentos fe del
carbonero o con fundamentos inadecuados (creencias infantiles o mágicas)"96.

También hemos visto que en esta tarea evangelizadora ha ido adquiriendo


importancia progresivamente en la Iglesia, sobre todo a partir de la publicación
del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, la pastoral catecumenal que ha
recuperado la vigencia, actualidad y fecundidad de la institución del
Catecumenado como un método tradicional del que la Iglesia siempre se ha
servido en las épocas de mayor actividad e intensidad misionera y
evangelizadora.

Pues bien, la insistencia en la Nueva Evangelización en este decenio (1985-


1995), como veremos en el análisis que vamos a intentar hacer de esta tercera
etapa de nuestro recorrido histórico, nos va a poner delante, de nuevo, la urgente
necesidad de la pastoral catecumenal y la creciente actualidad de una pastoral más
comunitaria y comunional. Y no puede ser de otra forma -señala Ricardo
Blázquez- porque "la evangelización tiene que ver con los fundamentos de la

94
Cfr. FERNANDO SEBASTIÁN, Nueva evangelización, p. 21.

95
El alcance del contenido de estas expresiones lo analiza RICARDO BLÁZQUEZ, o. cit., pp. 49-57.

96
Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el Catecumenado, p. 25.
existencia cristiana y de la Iglesia. Por este motivo existe connaturalidad entre
iniciación cristiana y nueva evangelización...Iniciación cristiana, catecumenado,
catequesis misionera, actuación apostólica con inspiración catecumenal parecen
ser los métodos básicos para llevar a cabo la misión pendiente"97.

En las dos etapas anteriores hemos querido ir señalando la lenta pero


progresiva valoración de las realidades catecumenales y comunitarias en la
Iglesia; en esta 3ª etapa el acento va a estar puesto en impulsar la Nueva
Evangelización. Vamos a detenernos, de nuevo, en aquellos documentos que en
continuidad con otros anteriores, orientan, señalan y apuntan los caminos de la
Nueva Evangelización, para descubrir qué lugar ocupa en ellos las realidades
catecumenales y comunitarias.

Para noviembre de 1985 había convocado el Papa Juan Pablo II un Sínodo


extraordinario con el fin de celebrar, verificar y promocionar el Concilio
Vaticano II, a los 20 años de su clausura.

La convocatoria de este Sínodo propició en toda la Iglesia una corriente de


reflexión en clave de revisión de los grandes logros y también de las lagunas que
la recepción del Concilio había supuesto para la Iglesia. Jornadas de estudio se
multiplicaron en distintos foros y a distintos niveles eclesiales con la finalidad de
analizar la real influencia, inspiración y concreción de las grandes aportaciones
conciliares en las distintas Iglesias locales; la proliferación de libros y nuevas
publicaciones que trataron la recepción del Concilio no se hicieron esperar y
comenzaron a aparecer estudios concienzudamente dedicados a esta temática.

Dentro de la abundante bibliografía que se publicó este año, una de las


novedades más impactantes del momento fue, sin duda alguna, la aparición de un
libro presentado en forma de entrevista que tenía como principal protagonista al
cardenal Joseph Ratzinger98, Prefecto, desde 1982, de la Sagrada Congregación
para la Doctrina de la Fe, y que llevaba por título Informe sobre la Fe. Las
afirmaciones que en él se vertían trataban de las cuestiones más candentes y
controvertidas en la Iglesia, de ahí que la lectura que hiciera el cardenal tuviera
real influencia en los acontecimientos de la vida eclesial de este momento.

La tesis que expone el cardenal Ratzinger en esta obra es que una de las
raíces de la crisis por las que atraviesa la Iglesia está en la eclesiología: "Aquí
está el origen de buena parte de los equívocos o de los auténticos errores que

97
Ibid., p. 17.

98
Cfr. JOSEPH RATZINGER/VITTORIO MESSORI, Informe sobre la fe (Madrid 1985).
amenazan tanto a la teología como a la opinión común católica"99. En cambio,
junto a esta crisis, señala el cardenal, "lo que a lo largo y ancho de la Iglesia
universal resuena con tonos de esperanza -y esto sucede justamente en el corazón
de la crisis de la Iglesia en el mundo occidental- es la floración de nuevos
movimientos que nadie planea ni convoca y surgen de la intrínseca vitalidad de la
fe. En ellos se manifiesta -muy tenuamente, es cierto, algo así como una
primavera pentecostal en la Iglesia. Pienso, por ejemplo, en el Movimiento
carismático, en las Comunidades Neocatecumenales, en los Cursillos, en el
Movimiento de los Focolari, en Comunión y Liberación, etc"100.

La valoración que hace Ratzinger de estos nuevos movimientos es


confiadamente positiva: "La intensa vida de oración presente en estos
Movimientos no implica un refugiarse en el intimismo o un encerrarse en una
vida privada. En ellos se ve simplemente una catolicidad total e indivisa. La
alegría de la fe que manifiestan es algo contagioso y resulta un genuino y
espontáneo vivero de vocaciones para el sacerdocio y la vida religiosa". Y no
oculta las dificultades que plantean:"Nadie ignora, sin embargo, que entre los
problemas que estos nuevos movimientos plantean está también el de su inserción
en la pastoral general: lo asombroso es, que todo este fervor, no es el resultado de
planes pastorales oficiales ni oficiosos, sino que en cierto modo aparece por
generación espontánea. La consecuencia de todo ello es que las oficinas de
programación -por más progresistas que sean, no atinan con estos movimientos,
no concuerdan con sus ideas. Surgen tensiones a la hora de insertarlos en las
actuales formas de las instituciones, pero no son tensiones propiamente con la
Iglesia jerárquica como tal".

El cardenal Ratzinger mira con optimismo estas nuevas realidades y piensa


que está forjándose una nueva generación de Iglesia para la que pide "mantenerle
abiertas las puertas, disponerle el lugar"101.

Esta obra de Ratzinger, las reflexiones en profundidad hechas por los


obispos en diversos foros y a distintos niveles eclesiales, la celebración del

99
Ibid., p. 53.

100
Ibid., p. 50.

101
No deja de sorprender el paralelismo entre la lectura que hacer Ratzinger de este fenómeno postconciliar
que es el de la aparición de los nuevos movimientos y el que hiciera Mons. Bugnini en 1974 con respecto a las
CNC: "Todo Concilio -afirma Ratzinger-, para que resulte verdaderamente fructífero, debe ir seguido de una
floración de santidad. Así sucedió después de Trento, que precisamente gracias a esto pudo llevar a cabo una
verdadera reforma. La salvación de la Iglesia viene de su interior" (Ibid., p. 49). "Todas las reformas en la Iglesia
-afirmaba Bugnini- han aportado nuevas iniciativass y promovido nuevas instituciones, que han realizado los
objetivos de la renovación. Así sucedió después del Concilio Trento; y no podía suceder ahora de otro modo...Un
ejemplo excelente de esta renovación se encuentra en las Comunidades Neocatecumenales...".
Sínodo Extraordinario de 1985 y las sucesivas Asambleas ordinarias de obispos
celebradas en esta década (1985-1995) nos van a ir dando la verdadera medida
del nivel de valoración de las realidades comunitarias y catecumenales. Y, todo
ello enmarcado en un gran programa global de pastoral que hemos denominado
de Nueva Evangelización.

a) En el VI Simposio de los Obispos de Europa (1985)

El VI Simposio de los Obispos de Europa se reúne en Roma 7-11 de


octubre bajo la presidencia del cardenal Basil Hume, presidente del Consejo de
las Conferencias Episcopales Europeas, y con el tema Secularización y
evangelización en Europa hoy102. Una de las Ponencias más destacadas por la
influencia que iba a tener en la Asamblea Sinodal extraordinaria a celebrar un
mes más tarde fue la del arzobispo de Malinas-Bruselas, cardenal Danneels103.

En esta Ponencia hay un profundo discernimiento sobre la situación


religiosa en Europa para diagnosticar las raíces del ateísmo que la invade: "el
diagnóstico sobre el ateísmo de nuestro mundo occidental, permaneciendo muy
grave y alarmante, no se encuentra, sin embargo, sin salida ni sin esperanza" -
afirma Danneels-, para quien urge una segunda evangelización que llegue al
corazón de los hombres seducidos por un ateísmo práctico, al que define como
"entorpecimiento espiritual..Este ateísmo práctico no es un sistema para pensar,
ni una filosofía ni una religión mundana. Se aproxima más bien a un vacío
espiritual, que cada vez más, en nuestra época, se convierte en la única alternativa
de la fe"104.

En esta urgente necesidad de evangelización que está reclamando el


continente europeo, señala el cardenal Danneels el papel decisivo que juegan y
van a jugar los grupos pequeños, entre los que enumera los "grupos de oración,
grupos de renovación; neocatecumenado; comunidades carismáticas o de otra
clase, aparición de nuevos grupos religiosos fuera de los monasterios y de las
congregaciones religiosas clásicas, etc"105. Según el cardenal en estos grupos es

102
Fue tratado ampliamente en Ecclesia, nº 2.242.

103
Cfr. cardenal DANNEELS, Evangelizar la Europa secularizada: Ecclesia, nº 2.251, pp. 28-41. Al cardenal
Danneels se le encargó la Relación Final del Sínodo-1985.

104
Ibid., p. 31.

105
Ibid., p. 39. Sin embargo, no parece tener muy claro el cardenal "¿cómo encontrar la articulación entre
estos grupos y las estructuras clásicas de la Iglesia que son las parroquiass y los movimientos? ¿Cómo
revitalizarlos? El interrrogante queda abierto. ¿Es verdad que los pequeños grupos de renovación de la vida
cristiana no podrán alcanzar su madurez y su objetivo sino en el momento en el que consigan insertarse en la
donde se está realizando un trabajo verdaderamente misionero, kerygmático, de
anuncio directo, explícito, ad extra: "aparte de algunos grupos aislados como la
Legión de María y ciertas comunidades de renovación, el neocatecumenado y los
cursillos, se hace muy poco en momento actual para anunciar a Cristo a los que
están lejos"106.

El cardenal Danneels denuncia en esta Ponencia que "la evangelización en


Europa hoy día parece sufrir una especie de desequilibrio: El de la dosificación
del Kerygma y de la didaché"107, de ahí la urgencia por "encontrar nuevos lugares
para la primera evangelización, el Kerigma. Tenemos necesidad de nuevos
métodos y de nuevos tipos de evangelizadores porque la mayor parte de los
catequizandos, sigue afirmando el cardenal, no tienen fe o en muy pequeña
medida. Su primera evangelización (el kerygma) está todavía por hacer. Por ello,
sería necesario que en la situación actual (en la escuela, en la parroquia, en los
diferentes ambientes de vida o de trabajo) se crearan lugares y momentos del
primer anuncio, los cuales nos faltan"108. Todos -cristianos y no bautizados- tienen
necesidad del Kerygma en nuestra cultura secularizada"109.
Esta necesidad de acometer un renovado impulso en la evangelización de
Europa viene urgido, además, por la aparición de un fenómeno preocupante: las
Sectas; para el cardenal Danneels, Europa empieza a ser un "continente barrido
por las sectas"110, y solicita con urgencia "estudiar el fenómeno de las sectas y
obtener las conclusiones de su éxito (aún cuando efímero)"111. Entre los

parroquia para devolverle impulso y vida? ¿Es necesario desplazar el centro de nuestra actividad evangelizadora
y hacer la opción de los pequeños grupos o de las agrupaciones o movimientos espirituales nuevos?" (ibidem).

106
Ibid., p. 40.

107
Ibidem.

108
Por primer anuncio el Cardenal entiende “el anuncio directo -abrupto- del Kerygma, como Cristo y los
apóstoles -sobre todo Pablo- lo predicaron. Es el anuncio directo del misterio salvífico de Cristo -su muerte y su
resurrección. Así lo hizo Pedro el día del primer Pentecostés. Esta predicación lleva a los oyentes directamente a
la crisis: suscita necesariamente una reacción, como la de los judíos tras el anuncio hecho por Pedro: Hermanos,
¿qué debemos hacer? (Hch. 2,37). Ante una predicación de este tipo, uno sólo puede responder con un sí o un no.
Este método de evangelización, que podemos llamar directo, abrupto, Kerygmático, es tanto más indispensable
cuanto raro resulta en nuestra época.

109
Cfr. GODFRIED DANNEELS, La Iglesia de la "segunda" evangelización: Communio (Julio-
Agosto 1986), p. 337.

110
"Se encuentran, entre nosotros, las sectas, cuya difusión ha sorprendido a los observadores de los últimos
años. Con la superabundancia y la vitalidad de una vegetación tropical, dichas sectas han invadido Europa". Ibid.,
p. 36.

111
Ibidem. Esta misma preocupación venían manifestando ya las diversas Conferencias Episcopales de todo
el mundo. El Secretariado del Vaticano para la Unidad de los Cristianos envió en febrero de 1984 un Cuestionario
a las Conferencias Episcopales y a estructuras semejantes, con la intención de recibir informaciones e indicaciones
dignas de confianza para poder presentar un Informe sobre el tema. Este informe progresivo, basado en las
respuestas (más o menos de 75 CE) y en la documentación recibida hasta octubre de 1985 salió publicado al año
desafíos y enfoques pastorales que este Documento señalará como importantes
se encuentra el de fomentar el sentido comunitario de la Iglesia: "Casi todas las
respuestas piden una revisión (al menos en muchas situaciones locales) del
tradicional sistema parroquial comunitario, una búsqueda de objetivos
comunitarios, que sean más fraternos, más a medida de hombre, más adaptados a
las condiciones de vida de las personas; más comunidades eclesiales de base:
constituyendo comunidades de fe, amor (calor, aceptación, entendimiento,
reconciliación, intimidad, fraternidad), y esperanza; comunidades que celebren,
comunidades que oren, comunidades misioneras: que vayan adelante y den
testimonio; comunidades abiertas y que quieran ayudar a personas con problemas
especiales: divorciados y vueltos a casar, marginados"112.

Muy en sintonía con el tenor de esta Ponencia, fue el discurso113 que Juan
Pablo II dirigió a todos los participantes al Simposio el 11 de octubre al ser
recibidos en audiencia privada. En él les recuerda que "Europa, a la que hemos
sido enviados, ha experimentado tales y tantas transformaciones culturales,
políticas, sociales y económicas, que plantean el problema de la evangelización
en términos totalmente nuevos"114; para el Papa los cambios que se han producido
son de tal magnitud que "plantean el desafío más radical que la historia ha
conocido en el cristianismo y en la Iglesia"115, y están pidiendo "una nueva
síntesis creativa entre el Evangelio y vida"116, que, entre otras cosas, reclama un
nuevo tipo de evangelizador: "Para esta sublime misión de conseguir que florezca
una nueva edad de evangelización en Europa -afirma Juan Pablo II-, se requiere
hoy evangelizadores particularmente preparados. Son necesarios heraldos del
Evangelio expertos en humanidad que conozcan a fondo el corazón del hombre
de hoy, participen de sus alegrías y esperanzas, angustias y tristezas, y al mismo
tiempo sean contemplativos enamorados de Dios. Para esto se necesitan nuevos
santos. Los grandes evangelizadores de Europa han sido los santos"117.

siguiente: SECRETARIADO PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS, Sectas o nuevos movimientos


religiosos. Desafíos pastorales (Madrid 1986).

112
Ibid., p. 46.

113
Cfr. JUAN PABLO II, Europa debe recordar siempre sus raíces cristianas: Ecclesia, nº 2.242, pp. 8-13.

114
Ibid., p. 8.

115
Ibidem.

116
Ibid., p. 9.

117
Ibid., p.11.
El Papa hablará en este discurso de que hay que volver al modelo
apostólico primero. "Para realizar una eficaz labor de evangelización debemos
volver a inspirarnos en el primerísimo modelo apostólico. Dicho modelo,
fundamental y paradigmático, lo contemplamos en el Cenáculo: los Apóstoles
están unidos y perseverantes con María en espera de recibir el don del Espíritu.
Sólo con la efusión del Espíritu comienza la obra de la Evangelización. El don
del Espíritu es el primer motor, la primera fuente, el primer soplo de la auténtica
evangelización. Es necesario, pues, comenzar la evangelización invocando el
Espíritu y buscando donde sopla el Espíritu (cfr. Jn 3,8)"118.

b) En Christifideles laici (1989)

En 1987 tuvo lugar la celebración de la VII Asamblea general ordinaria de


Obispos119, dedicada a reflexionar sobre el papel de los seglares en la Iglesia y en
el mundo.

El Papa tardó más de un año en publicar la esperada exhortación apostólica


postsinodal. Juan Pablo II hizo público el 30 de enero de 1989 un extenso
documento120, que lleva fecha de 30 de diciembre de 1988121. La exhortación
Christifideles laici es un texto de 64 números que recoge el contenido de las
proposiciones de la Asamblea sinodal122.

118
Para el Papa Juan Pablo II "algunos síntomas de este soplo del Espíritu están ciertamente presentes hoy en
Europa. Para encontrarlos, sostenerlos y desarrollarlos será necesario a veces abandonar esquemas atrofiados para
marchar allí donde comienza la vida, donde vemos que se producen frutos de vida según el Espíritu (cfr. Rom.
8)". Y, apunta algunos criterios de discernimiento: "Se encuentran generalmente allí donde Cristo y el amor por
Cristo está unido con la conciencia y la vida eclesial; allí donde la Iglesia, como María, es venerada y acogida
como Madre". Ibid., p. 13.

119
Se celebró en el Vaticano del 1 al 30 de octubre.

120
"Un vademécum, un compendio rico y completo de la doctrina del Concilio Vaticano II sobre la identidad,
la vocación y la misión de los seglares..." en expresión del cardenal Pironio en el acto de presentación de la
exhortación Christifideles laici (YA, 31-1-1989, p. 1, en que se dice que "es el documento más largo firmado nunca
por un Papa si se exceptúan los textos conciliares").

121
El texto oficial latino salió publicado en AAS 81 (1989), pp. 393-521. Nosotros manejaremos la edición
castellana: JUAN PABLO II, Christifideles laici. Los fieles laicos, (Madrid 1989).

122
En efecto, de las 224 notas de la exhortación, 45 de ellas, esto es, un quinto, el 20% corresponden a citas
de las Proposiciones. Y monseñor Schotte se expresaba en la presentación del documento en estos términos: "Al
final de la Asamblea sinodal, acogiendo este deseo, el Santo Padre se comprometió a preparar un texto que diese
voz al mismo Sínodo, respetando los derechos de autor. Todo el texto demuestra que el Santo Padre ha sido fiel
a esta promesa: se ha tomado en el documento el contenido de proposiciones, salvadas algunas exigencias
estilísticas y de desarrollo ideológico, citándolas en su formulación exacta, total o parcialmente, o resumiendo su
esencia en un contexto más amplio". Cfr. YA, 31-1-1989, p. 2.
De esta decisiva Asamblea, por lo que a la doctrina sobre la vocación
cristiana en general se refiere, vamos a detenernos solamente en resaltar cómo
aparecen en el documento recogidas estas tres notas fundamentales: la resonancia
en la exhortación de la Nueva Evangelización, la eclesiología de comunión, y la
valoración de las pequeñas comunidades y del catecumenado postbautismal.

A estas tres notas, hay que añadir, además, que esta será la segunda ocasión
en que Kiko Argüello interviene en una Asamblea sinodal invitado como auditor
laico. Su aportación se verá recogida en el contenido del nº 61 al hablar de la
importancia del catecumenado postbautismal en la formación de los adultos.

Dentro del Cap. III, que se centra en la corresponsabilidad de los fieles


laicos en la Iglesia-misión, encontramos las claves desde las que el documento
habla de la nueva evangelización. Ante la situación de "indiferentismo, de
secularismo, de ateísmo y de progresiva difusión de las sectas", afirma el Papa,
la Iglesia tiene "que dar hoy un gran paso adelante en su evangelización; debe
entrar en una nueva etapa histórica de su dinamismo misionero", y señala la
finalidad a la que debe apuntar: "esta nueva evangelización está destinada a la
formación de comunidades eclesiales maduras" (nº 34). Al tiempo valora la
presencia de matrimonios y familias en esta obra de evangelización: "Se dan
también matrimonios cristianos que, a imitación de Áquila y Priscila (cf. Hech.
18; Rom 16,3s) están ofreciendo un confortante testimonio de amor apasionado
a Cristo y a la Iglesia mediante su presencia activa en tierras de misión" (nº 35)123.

Toda la exhortación está vertebrada dentro de la eclesiología de comunión


tan resaltada por la II Asamblea general extraordinaria124, que de nuevo retoma la
VII ordinaria125. A la luz de esta eclesiología hay que leer lo que se dice en la
exhortación en relación con las pequeñas comunidades eclesiales: "Dentro de
algunas parroquias, sobre todo si son extensas y dispersas, las pequeñas
comunidades eclesiales presentes pueden ser una ayuda notable en la formación
de los cristianos, pudiendo hacer más capilar e incisiva la conciencia y la

123
"El Capítulo III, La corresponsabilidad de los fieles laicos en la Iglesia-misión (nn. 32-34), no se ocupa de
los movimientos, aunque puede descubrirse su huella en determinadas actividades que el Santo Padre anima o
elogia. Así, por ejemplo, el testimonio misionero de matrimonios (n. 35) puede ponerse en relación con la
experiencia llevada a cabo por familias de comunidades neocatecumenales (Cf. G. GENNARINI, Il ruolo della
famiglia cristiana nell´annuncio del Vangelo oggi: L´osservatore Romano, 31-7-1987, p. 5; JUAN PABLO II,
Homilia en la Misa en el Centro Siervo de Yahvé, de Porto San Giorgo (30-12-1988): L´Osservatore romano, ed.
castellana, 8-1-1989, pp. 7-8" Cfr. JESÚS BOGARÍN DÍAZ, Los movimientos eclesiales en la VII Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de Obispos, pp. 83-84.

124
"La eclesiología de comunión es el fundamento para el orden de la Iglesia y en primer lugar para la recta
relación entre unidad y pluriformidad". Cfr. SÍNODO 1985, II, C), I.

125
La prop. 2 sugería la posibilidad de que el documento papal fuera redactado a la luz de la eclesiología de
la comunión.
experiencia de la comunión y de la misión eclesial" (nº 61). Es muy importante
que dentro de este número dedicado a los lugares y medios de formación de los
fieles cristianos se haya resaltado la importancia de las pequeñas comunidades y
también del catecumenado postbautismal: "Puede servir de ayuda también, como
han dicho los Padres sinodales, una catequesis postbautismal a modo de
catecumenado, que vuelva a proponer algunos de los elementos del Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos, destinados a hacer captar y vivir las inmensas
riquezas del bautismo ya recibido" (Idem).

Por otra parte, el Sínodo también recoge la definición de nueva parroquia


como comunidad de comunidades en el Mensaje al Pueblo de Dios (nº 10)126. En
la exhortación se deja sentir este deseo de ir a una decidida renovación de las
parroquias, para lo cual propone, siguiendo a la prop. 11, una adaptación según
la flexibilidad que permite el nuevo Código de Derecho Canónico y el recurso a
las "pequeñas comunidades eclesiales de base, también llamadas comunidades
vivas". En el capítulo II (nº 26) se habla de las C.E.B. en las parroquias, mientras
que en el Capítulo V (nº 61) se alude a todas las pequeñas comunidades
intraparroquiales127.

El tema de los nuevos movimientos fue el tema estelar en el Sínodo, el


principal motivo de reflexión y discusión128. Los movimientos aparecen en el
contexto de la eclesiología de comunión. A través de la comunión, los carismas
y la participación en la diócesis y en la parroquia, el Papa va acercándose a los
movimientos eclesiales hasta desembocar en ellos en los números 29-31. El tema
de su discernimiento abrió en el Aula Sinodal una motivada y tensa discusión,
fruto de la cual ha hecho posible que la exhortación nos ofrezca los criterios para
la aceptación de su eclesialidad. El Documento final recoge algunas afirmaciones
del cardenal Suquía sobre la necesidad de discernimiento para evitar la dispersión
de fuerzas y la esterilidad de los dones espirituales. Sus cinco criterios de
discernimiento (la confesión de la fe cristiana, sentido de pertenencia a la Iglesia,

126
"Vemos con alegría que la parroquia se convierte en comunidad de comunidades cuando es ella el epicentro
de las comunidades eclesiales de base y de los demás grupos y comunidades que la dinamizan y, a la vez, se nutren
de ella". Cfr. Mensaje de los padres sinodales al Pueblo de Dios, nº 10: Vida Nueva, Núm. 1.606/7 (7/14
noviembre 1987), p. 69.

127
No sigue, en cambio, el Papa al Sínodo en animar la transformación de la parroquia en comunidad de
comunidades. No se encuentra esta expresión en la exhortación.

128
"En el Sínodo se enfrentaban dos concepciones diferentes. Una, basada en una eclesiología de la Iglesia
universal, defendía la razón de ser de estos grupos desde su aprobación por Roma y desde su existencia en la
universalidad de la Iglesia; otra, más basada en una eclesiología de las Iglesias locales en comunión, afirmaba la
necesidad del discernimiento de tales grupos y comunidades desde la concreta pastoral diocesana". Cfr. JULIO
A. RAMOS, Teología pastoral, p. 310.
obediencia a los pastores, frutos de santidad, edificar la Iglesia de esta
generación) están, tal cual, recogidos en el texto (nº 30)129.

Por lo que respecta a las CNC, ni los iniciadores de las mismas (Kiko y
Carmen), ni tampoco sus integrantes, se consideran un movimiento130. Aunque en
este equívoco incurren frecuentemente obispos y teólogos, ni los iniciadores del
Camino Neocatecumenal, ni los párrocos que están viviendo al interior de sus
parroquias este itinerario de Iniciación Cristiana con adultos bautizados, se
comprenden a sí mismos como un movimiento.

Ya en 1972, los mismos párrocos y responsables de las CNC de Roma


afirmaban en relación con el Neocatecumenado que estaban viviendo lo
siguiente: "No es un grupo espontáneo, ni una asociación; no es un movimiento
de espiritualidad, ni un grupo selecto dentro de la parroquia. Es un camino vivido
en régimen de pequeñas comunidades formado por personas de edad, condición
social, mentalidad y cultura diferentes, que, dentro de la actual estructura de la
parroquia y en comunión con el obispo reviven el bautismo"131. En todo caso, la
intervención de Kiko Argüello en el circulo menor en el que participó, como
hemos visto, no trató directamente de los movimientos, sino que su propuesta era
en favor de la instauración en las parroquias de un catecumenado postbautismal
que quedaría reflejada en la prop. 11 y en el nº 61 de la exhortación.

c) En Redemptoris missio (1991)

129
Entre los obispos presentes en el Sínodo que se pronunciaron en relación al tema de los Movimientos, se
encuentran Mons. Felipe Fernández García, Hay que canalizar y articular el dinamismo de los movimientos
laicales: Vida Nueva Núm 1.606/7 (14 noviembre 1987), pp. 49-50; el Cardenal Aloisio Lorscheider, Ninguna
asociacion o movimiento pude encerrarse en sí mismo, en este mismo número, en la página 51; Cardenal Carlo
María Martini, Ante las nuevas asociaciones, la principal tarea es el discernimiento, (p. 55).

130
Las CNC no habían participado hasta entonces en encuentros de movimientos ni habían querido reconocerse
como tal, sin embargo, al ser el término movimientos, el más usado en los trabajos sinodales, también las mismas
CNC aparecían englobadas bajo esta denominación, que sigue siendo bastante imprecisa y confusa. Para un
estudio más pormenorizado del alcance de la terminología empleada en la Asamblea Sinodal ver JESÚS
BOGARÍN., art. cit., pp. 91-96.

131
Cfr. CENTRO NEOCATECUMENAL DIOCESANO, Resucitó. Cantos para las Comunidades
Neocatecumenales (5ª ed.). Madrid 1985, p. 3. Kiko Argüello, en su intervención en la VI Asamblea general
ordinaria del Sínodo, (21-octubre de 1983) declaró que "el neocatecumenado no es un movimiento, en el sentido
que siempre hasta ahora se ha dado a esta palabra, sino que es un tiempo para llevar a la gente a redescubrir su fe,
que les lleve a ser miembros vivos de la iglesia local, la parroquia y la diócesis", en El Neocatecumenado.., p.
231. Sin embargo, y a pesar de esta insistencia en dejar claro que el CN no es un movimiento, los estudios que
seguían apareciendo lo consideraban como tal: "Los movimientos en la actualidad de la Iglesia: contribuciones
de Comunión y Liberación, Focolares, Renovación Carismática, Neocatecumenales": Communio (Julio-Agosto
1986), pp. 443-445; P. CORDES, Nouveaux mouvements sprituels dans l´Eglise: Nouvelle Revue Théologique,
109/1 (1987), pp. 46-65: Le Chemin du néo-catéchumenat (p. 52).
Esta Carta encíclica de Juan Pablo II132 no viene precedida de la
celebración de una Asamblea sinodal de obispos. Su oportunidad la explica el
mismo Papa en la Introducción. No es otra que poner de manifiesto la permanente
validez del mandato misionero: "El presente Documento se propone una finalidad
interna: la renovación de la fe y de la vida cristiana. En efecto, la misión renueva
la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas
motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola!. La nueva evangelización de los
pueblos cristianos hallará inspiración y apoyo en el compromiso por la misión
universal". Esta necesidad de publicar una carta-encíclica sobre las misiones,
venía a responder, por otra parte, a "las numerosas peticiones de un documento
de esta índole; disipar dudas y ambigüedades sobre la misión ad gentes...;
promover las vocaciones misioneras...; dar nuevo impulso a la misión..."133.

Esta carta-encíclica es un precioso documento, desde el comienzo hasta al


final está teñido de un ardiente celo misionero. El Papa está convencido que "Dios
abre a la Iglesia horizontes de una humanidad más preparada para la siembra
evangélica. Preveo que ha llegado el momento de dedicar todas las fuerzas
eclesiales a la nueva evangelización y a la misión ad gentes. Ningún creyente en
Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar
a Cristo a todos los pueblos"134.

Sin embargo, y a pesar, de que la mirada del documento esté puesta en la


misión ad gentes, el Papa tiene muy en cuenta otras situaciones, las que se dan
"especialmente en los países de antigua cristiandad, pero a veces también en las
Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido
vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando
una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En este caso es necesaria una
nueva evangelización o reevangelización (nº 32)".

La valoración del fenómeno comunitario también aparece reflejado en el


documento: "las comunidades eclesiales de base (conocidas también con otros
nombres) están dando prueba positiva como centros de formación cristiana y de
irradiación misionera" (nº 51). La lectura que hace de las mismas es muy
ponderada y concisa: "Se trata de grupos de cristianos a nivel familiar o de ámbito
restringido, los cuales se reúnen para la oración, la lectura de la Escritura, la
catequesis, para compartir los problemas humanos y eclesiales de cara a un
compromiso común. Son un signo de vitalidad de la Iglesia, instrumento de

132
Cfr. JUAN PABLO II, Redemptoris missio (Madrid 1991).

133
Ibid., p. 15.

134
Ibid., p. 16.
formación y de evangelización, un punto de partida válido para una nueva
sociedad fundada sobre la civilización del Amor". Y, la articulación de estas con
la parroquia aparece, equilibradamente, así presentada: "Estas comunidades
descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que permanecen siempre
unidas; se enraízan en ambientes populares y rurales, convirtiéndose en fermento
de vida cristiana, de atención a los últimos, de compromiso en pos de la
transformación de la sociedad".

Por último, este número hace una decidida defensa también de la


comunitariedad de la fe: "en ellas cada cristiano hace una experiencia
comunitaria, gracias a la cual también él se siente elemento activo, estimulado a
ofrecer su colaboración en las tareas de todos. De este modo, las mismas
comunidades son instrumento de evangelización y de primer anuncio, así como
fuente de nuevos ministerios, a la vez que, animadas por la caridad de Cristo,
ofrecen también una orientación sobre el modo de superar divisiones, tribalismos
y racismos".

Si la valoración del fenómeno comunitario es altamente positiva, no lo es


tanto, en el documento, la presentación de la institución pastoral fundamental en
una evangelización misionera como es el catecumenado, y eso que fue en este
campo de la misión ad gentes, donde se pidió su instauración. Echamos de menos,
en esta carta-encíclica, un apartado dedicado al catecumenado como institución
pastoral de una Iglesia misionera y las posibilidades que abre el Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos, de ahí que, a nuestro juicio, el nº 46 dedicado a
tratar la relación entre conversión y bautismo aparezca un tanto descompensado.

En continuidad con el Concilio (AA, nº 10) y con las exhortaciones


apostólicas Evangelii nuntiandi, nnº 70-73 y Christifideles laici, nº 33, en los que
aparece fundamentada la vocación misionera de los cristianos laicos en los
sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo, el
documento Redemptoris missio hace ya un reconocimiento explícito de la labor
que los cristianos laicos vienen desempeñando en el campo misionero: "En los
tiempos modernos no ha faltado la participación activa de los misioneros laicos y
de las misioneras laicas. ¿Cómo no recordar el importante papel desempeñado
por éstas, su trabajo en las familias, en las escuelas, en la vida política, social,
cultural y, en particular, su enseñanza de la doctrina cristana? Es más, hay que
reconocer -y esto es un motivo de gloria- que algunas Iglesias han tenido su
origen, gracias a la actividad de los laicos y de las laicas misioneros" (nº 71).

Para terminar, también nos encontramos en este documento con una buena
valoración de los movimientos eclesiales: "Recuerdo, como novedad surgida en
no pocas Iglesias, el gran desarrollo de los movimientos eclesiales, dotados de
dinamismo misionero. Cuando se integran con humildad en la vida de las Iglesias
locales y son acogidos cordialmente por obispos y sacerdotes en las estructuras
diocesanas y parroquiales, los movimientos representan un verdadero don de
Dios para la nueva evangelización y para la actividad misionera propiamente
dicha. Por tanto, recomiendo difundirlos y valerse de ellos para dar nuevo vigor,
sobre todo entre los jóvenes, a la vida cristiana y a la evangelización, con una
visión pluralista de los modos de asociarse y de expresarse" (nº 72).

d) En la Asamblea para Europa del Sínodo de los Obispos (1991)

La caída del muro de Berlín (1989) y el derrumbamiento progresivo del


comunismo en los países del Este, con la correspondiente apertura -en libertad-
hacia el mundo occidental, estaban en el transfondo de la convocatoria que el
Papa Juan Pablo II hiciera para tener una Asamblea Especial para Europa en el
marco del Sínodo de los Obispos a celebrar en Roma (del 28 de noviembre al 14
de diciembre de 1991)135.

Los objetivos de la Asamblea sinodal quedaron concretados en cinco


apartados: 1º) agradecer y celebrar la libertad de los pueblos y las iglesias de
Europa; 2º) favorecer la comunicación y el conocimiento entre todas las Iglesias
europeas; 3º) dar lugar a un intercambio de dones y ayudas mutuas; y 4º)
reflexionar juntos sobre las principales necesidades pastorales de Europa (Nueva
Evangelización)136.

Efectivamente, en esta Asamblea se analizó en profundidad el significado


de la nueva evangelización de Europa. Los obispos del Este pusieron de
manifiesto la convicción de que "en algunas partes del continente y, sobre todo,
entre las nuevas generaciones, la fe cristiana es casi desconocida a causa de una
sistemática propaganda atea, o en general, el proceso de secularización ha llegado

135
"En los umbrales del tercer milenio, Europa está viviendo acontecimientos extraordinarios, a través de los
cuales tocamos con la mano el amor y la misericordia de Dios Padre hacia todos los hombres, sus hijos. Por ello,
el Santo Padre Juan Pablo II ha querido convocar esta Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Europa,
a fin de que, después de tantos años de forzada separación, obispos del Este, del Centro y del Oeste de Europa
pudieran, en comunión colegial con él y entre sí, reflexionar sobre el alcance y las consecuencias de esta hora
histórica para Europa y para la Iglesia". Así comienza el Preámbulo del Documento que lleva por título Somos
testigos de Cristo que nos ha liberado. Cfr. Ecclesia Núm 2.559 (21 de diciembre de 1991), p. 8. (En adelante
citaremos este Documento por la paginación de la revista). El Papa Juan Pablo II, señalará en el Discurso de la
clausura de esta Asamblea que "el Sínodo de los Obispos europeos está, en definitiva, motivado por la
circunstancia del ya cercano año 2.000: El final del segundo milenio y el comienzo del tercer milenio de la historia
de la Humanidad después de Cristo. Del segundo milenio, distintamente del primero, el cristianismo sale dividido,
pero deseoso de una nueva unidad". Cfr. La verdad sobre el hombre, hilo conductor del Sínodo: Ecclesia Núm.
2.559 (21 de diciembre de 1991), p. 17.

136
Ver el estudio que hizo un testigo cualificado de este Sínodo: FERNANDO SEBASTIÁN, Una asamblea
sinodal para impulsar la evangelización de Europa: Ecclesia Núm 2.564 (25 de enero 1992), pp. 25-38.
tan lejos que la evangelización debe recomenzar casi de nuevo"137; pero también,
para los obispos del resto de Europa, comenzaba a ser evidente que "allí donde la
presencia de la Iglesia es todavía fuerte, sólo una minoría participa plenamente
en la vida eclesial, al mismo tiempo que se puede percibir un alejamiento
profundo a nivel más general -entre fe y cultura, fe y vida"138. La respuesta, en
ambos casos, pasa por ofrecer nuevamente a los hombres y a las mujeres de
Europa el mensaje liberador del Evangelio, afirman los obispos. Se ha de
impulsar una Nueva Evangelización139, que no podrá llevarse a cabo, dicen los
obispos, "si no invitamos a tomar parte activamente en esta tarea a todos los
cristianos conscientes de la propia vocación profética"140.

Entre los caminos de la Nueva Evangelización que se señalan, siguiendo


la línea de Christifideles laici, 29, hay una decidida apuesta por las parroquias:
"Para devolver vitalidad a la Iglesia son particularmente importantes las
parroquias, que siguen siendo instrumentos fundamentales de la vida y de la
misión de la Iglesia y deben ser renovadas y fortalecidas a la luz del Evangelio",
y también por "las asociaciones y los nuevos grupos de fieles laicos, que han
florecido especialmente en concomitancia con el acontecimiento conciliar"141. El
Capítulo II del Documento que lleva por título Centro vital y caminos de la Nueva
Evangelización, nos ofrece ya una sistematizada reflexión sinodal de la nueva
evangelización de Europa, incorporando todo cuanto el magisterio había venido
diciendo hasta el momento.

Mons. Fernando Sebastián en las reflexiones postsinodales que hace de esta


Asamblea y del Documento final de la misma, indica algunas aplicaciones para
España, partiendo de un diagnóstico pastoral inicial ciertamente realista. Una de
sus afirmaciones centrales es la siguiente:

"Contamos con una mayoría de bautizados poco evangelizados,


poco convertidos, poco formados, poco activos, que sin embargo, tenemos
que seguir atendiendo con afecto y solicitud. Tenemos unos cuadros
pastorales ya en declive biológico, algo cansados, un poco desconcertados,

137
Cfr. Somos testigos de Cristo que nos ha liberado, p. 9.

138
Ibidem.

139
"La nueva evangelización debe ser, pues, profundamente misionera y llegar no solamente a aquellos
individuos o a aquellos grupos que están ya enraizados en el corazón de la Iglesia, sino también a aquellos que la
miran desde lejos, no raras veces con escepticismo o, sin más, con sentido de rechazo". Ibid., p. 12.

140
Ibid., p. 11.

141
Ibid., p. 12.
sobrecargados de trabajo en muchos casos y poco experimentados en una
pastoral comunitaria y misionera"142.

Reconoce también que existen en la Iglesia española realidades eclesiales


de talante evangelizador que no están siendo del todo bien aprovechadas:

"Contamos con movimientos e instituciones vigorosas, pero no


acabamos de entendernos y de poner en marcha unas cuantas líneas de
trabajo comunes, armoniosas y estables"143.

Y, termina señalando, la urgente necesidad de poner en marcha una


pastoral de conversión y evangelización en la Iglesia española, que lleve a:

"La renovación interior de las personas y de las comunidades


cristianas, en la piedad, en la vida sacramental y litúrgica, en la conversión
y en la formación, en la preparación de cristianos con nuevo estilo,
comunitario, participativo, responsable, apostólico y misionero, libres de
desconfianzas intraeclesiales y de timideces sociales o culpabilidades
históricas. Con ello será indispensable la renovación de nuestro servicio de
solidaridad y caridad hacia los pobres, los inmigrantes, los enfermos, los
marginados de todas las clases"144.

e) El Catecismo de la Iglesia Católica (1992)

Una de las características más sobresalientes del Catecismo de la Iglesia


Católica145 es la presentación dinámica que hace de la vida cristiana. El Papa Juan
Pablo II afirma que "el contenido es expresado con frecuencia de una forma
nueva, con el fin de responder a los interrogantes de nuestra época"146.

Como es sabido, el contenido del Catecismo viene dividido en cuatro


partes: el Credo, la Sagrada Liturgia, con los sacramentos en primer plano; el
142
Cfr. FERNADO SEBASTIÁN, Una Asamblea Sinodal para impulsar la Evangelización de Europa, p.
38.

143
Ibidem.

144
Ibidem.

145
Cfr. ASOCIACIÓN DE EDITORES DEL CATECISMO: Catecismo de la Iglesia Católica (Madrid 1992).
Para una aproximación en profundidad al contexto y contenidos del Catecismo, ver OLEGARIO GONZÁLEZ
DE CARDEDAL-JUAN ANTONIO MARTÍNEZ CAMINO (Eds), El catecismo posconciliar (Madrid 1993).

146
Cfr. Constitución Apostólica Fidei Depositum, en Catecismo de la Iglesia Católica, p. 10.
obrar cristiano, expuesto a partir de los mandamientos, y, finalmente, la oración
cristiana147. En la segunda parte dedicada a la Celebración del misterio cristiano
nos encontramos con los nnº 1229-1245, en los que se describe La celebración
del Sacramento del Bautismo. Es importante señalar cómo el aspecto dinámico,
de crecimiento en la vida cristiana, está presente en el Nuevo Catecismo. He aquí,
dos ejemplos:

"Para llegar a ser cristiano hace falta, desde el tiempo de los


Apóstoles, un camino y una iniciación con diversas etapas.
Este camino puede ser recorrido rápida o lentamente..." (nº
1229).

"Por su misma naturaleza el Bautismo de los Niños necesita


un catecumenado postbautismal. No se trata solamente de la
necesidad de una instrucción posterior al bautismo, sino del
desarrollo de la gracia bautismal en la persona" (nº 1231)148.

Como se puede apreciar en ambos textos, se está operando con una


compresión de la gracia bautismal totalmente renovada. La gracia bautismal es
concebida, no como una realidad estática, sino más bien dinámica. Su misma
naturaleza requiere y exige un desarrollo, un camino gradual y progresivo. "Los
grupos que han hecho el esfuerzo de penetrar el espíritu del nuevo ritual -escribe
M. Dujarier- y de ponerlo en práctica conocen por experiencia todo el bien que
sacan no sólo los catecúmenos, sino también las comunidades cristianas mismas.
A partir de ahora salimos de una especie de concepción automática del bautismo
para entrar en una pastoral de plazos, o mejor una pastoral de itinerarios. El
sacramento no es algo que hay que recibir para estar tranquilo y quedarse allí,
sino una etapa en una vida de fe que no ha terminado nunca de crecer y de
renovarse"149.

147
"Las cuatro partes se articulan entre sí: el misterio cristiano es el objeto de la fe (primera parte); es celebrado
y comunicado en las acciones litúrgicas (segunda parte); está presente para iluminar y sostener a los hijos de Dios
en su obrar (tercera parte); es el fundamento de nuestra oración, cuya expresión privilegiada es el Padrenuestro,
que expresa el objeto de nuestra petición, nuestra alabanza y nuestra intercesión (cuarta parte)". (Ibidem).

148
"Quizá podría haber recogido aquel criterio sobre las fechas de celebración en la Vigilia Pascual y Pentecostés
que recogía el Catecismo Romano: Especialmente oportunos pueden ser los días en que la santa Iglesia acostumbra
a administrar el bautismo con extraordinaria piedad y solemnidad -el Sábado Santo y la Vigilia de Pentecostés-
sin excluir las demás ocasiones que pueden presentarse para ello (CR 347-348). ¿No hubiera estimulado este
criterio a poner en práctica el catecumenado postbautismal". Cfr. D. BOROBIO, Los sacramentos en el
"Catecismo de la Iglesia Católica": Phase 194 (1993), p. 111.

149
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación cristiana de adultos, p. 203. Para este teólogo, el Camino Neocatecumenal ha
venido a recuperar para la Iglesia la mentalidad de la iniciación gradual y progresiva que en buena parte había
desaparecido de la pastoral sacramental, ver Breve Historia del Catecumenado, pp. 153-157.
Se habla aquí de catecumenado post-bautismal en la misma línea que lo
hiciera el Papa Pablo VI en las dos ocasiones en que se dirigió oficialmente a los
miembros de las Comunidades Neocatecumenales:

"Sabemos que en vuestras comunidades os esforzáis todos


juntos en comprender y desarrollar las riquezas de vuestro
Bautismo y sus consecuencias por vuestra pertenencia a
Cristo. Tal empeño os lleva a daros cuenta de que la vida
cristiana no es otra cosa que una coherencia, un dinamismo
permanente que deriva del hecho de haber aceptado estar con
Cristo y prolongar su presencia y su misión en el mundo.
Vivir y promover este despertar es considerado por vosotros
como una forma de catecumenado post-bautismal, que podrá
renovar en las comunidades cristianas de hoy aquellos efectos
de madurez y de profundización que en la Iglesia primitiva
eran realizados en el período de preparación al Bautismo.
Vosotros lo hacéis después: el antes o después, diría, es
secundario"150.
"La palabra catecumenado hace referencia al Bautismo.
Catecumenado era el período de preparación al Bautismo.
El Bautismo, ahora, no tiene ya, por lo menos difusa y
didácticamente, este desarrollo. Entonces éstos dicen: bien,
lo haremos después del Bautismo. No ha sido suficiente la
gracia santificante. Es más: la gracia santificante no ha
hecho más que encender un fuego, que debe ser después luz,
que se propague durante la vida. San Agustín hace una
referencia a esto. ¿No podemos anticipar? Hagamos
después el Catecumenado, es decir, la instrucción, la
educación, la madurez, todo el arte educativo de la Iglesia,
después del Bautismo.
He aquí pues, el renacer de la palabra catecumenado,
que, ciertamente, no quiere invalidar, ni disminuir, la
importancia de la disciplina bautismal vigente, sino que la
quiere aplicar con un método de evangelización gradual e
intensivo, que recuerda y renueva, en cierto modo, el
catecumenado de otros tiempos. El que ha sido bautizado

150
Para conocer el texto íntegro del discurso que el Papa dirigió el día 8 de mayo de 1974 al grupo de sacerdotes
y laicos de las comunidades neocatecumenales llegados a Roma de muchas diócesis de Italia y de otros países
para un encuentro sobre el tema de la Evangelización en el mundo contemporáneo, que iba a ser examinado en la
Asamblea de Obispos. Cfr. Notitiae, julio-agosto 1974, p. 230.
necesita comprender, pensar de nuevo, apreciar y decir amén
a la inestimable riqueza del Sacramento recibido"151.

Estos textos nos permiten descubrir el alcance de lo apuntado en los nnº


1229-1231 del Nuevo Catecismo y nos sitúan en el horizonte para la comprensión
pastoral de los mismos.

f) En Santo Domingo (1992)

Hemos visto ya cómo para la encíclica Redemptoris missio (nº 30), el


proyecto pastoral de la Nueva Evangelización consiste en dar un nuevo impulso
a la actividad misionera de la Iglesia. Los obispos latinoamericanos van a
encontrar en este programa pastoral de la nueva evangelización el punto de
partida para sus reflexiones con motivo de la conmemoración del Vº Centenario
de la Evangelización de América, durante la celebración de la IV Conferencia del
CELAM, que tuvo lugar en Santo Domingo (República Dominicana) los días del
12 al 28 de octubre de 1992. El Episcopado de América del Sur se centró en el
tema de la nueva evangelización en relación a dos componentes principales: la
promoción humana y la cultura cristiana152.
Las Conclusiones de la IV Conferencia General están divididas en tres
partes: Jesucristo, evangelio del Padre, Jesucristo evangelizador viviente en su
Iglesia (la parte central y más extensa). La segunda parte se compone de tres
capítulos (la nueva evangelización, la promoción humana y la cultura cristiana.
Y, la tercera parte, que es la más breve, expone esquemáticamente las líneas
pastorales prioritarias de la Iglesia Latinoamericana.

151
Este segundo discurso fue pronunciado en la Audiencia General del miércoles 12 de enero de 1977. Cfr.
L´Osservatore romano, (13 de enero).

152
Cfr. IV CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Santo Domingo:
Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana (Madrid 1993). El Documento de Santo Domingo
va a suponer una ruptura en el modo de enfrentarse a las cuestiones pastorales, por parte del Episcopado
latinoamericano. Ha supuesto un giro y una opción por un método de reflexión más kerigmático que sociológico,
como punto de partida. Y, este cambio se produjo para salir del estancamiento en que estaban los debates y las
intervenciones de los obispos durante la celebración de esta IV Conferencia del CELAM. He aquí el relato de lo
acontecido y el golpe de timón que se operó en la Asamblea: "El tono, sin embargo, cambió radicalmente en la
cuarta jornada de la semana pasada, cuando el cardenal LUCAS MOREYRA NEVES, primado del Brasil, propuso
un golpe de timón ante el entrampamiento de los debates y de las intervenciones inconexas...La propuesta de
Moreyra Neves fue la siguiente: reemplazar el tradicional método ver, juzgar, actuar utilizado en Medellín y
Puebla -y empleado también en el vapuleado documento de trabajo-, por el que sugiere implícitamente el Papa
Juan Pablo II en su discurso inaugural. Este esquema proponía, en vez de comenzar por el análisis de la realidad,
hacerlo con un preámbulo fuertemente cristológico. En otras palabras, esto significaba que el tema de la opción
por los pobres, que para el sector radicalizado debía ser el eje central del documento final, quedaba plenamente
vigente, pero integrado a una de las partes, la de promoción humana...". LUCIANO MENDES DE ALMEIDA,
presidente de la Conferencia Episcopal Brasileña, y con gran influencia en el sector liberacionista, tomó la
palabra, inesperadamente, para apoyar la moción de su compatriota...". Cfr. Cambio total en la propuesta del
documento final: Vida Nueva nº 1865 (24 de octubre de 1992), p. 6.
Siguiendo el hilo de nuestra investigación, nos detendremos en ver cómo
aparece recogido en este documento la preocupación por las realidades
catecumenales y comunitarias.

Como hemos apuntado, la reflexión de los obispos latinoamericanos


encontró en el programa de la Nueva evangelización la vertebración para su
propuesta pastoral global: "Animados por el Espíritu Santo -afirman los obispos-
nos disponemos a impulsar con nuevo ardor una nueva evangelización, que se
proyecte en un mayor compromiso por la promoción integral del hombre e
impregne con la luz del evangelio las culturas de los pueblos latinoamericanos"
(nº 1).

Más adelante se dirá, que "la nueva evangelización tiene como finalidad
formar hombres y comunidades maduras en la fe y dar respuesta a la nueva
situación que vivimos, provocada por los cambios sociales y culturales de la
modernidad...La nueva evangelización tiene la tarea de suscitar la adhesión
personal a Jesucristo y a la Iglesia de tantos hombres y mujeres bautizados que
viven sin energía el cristianismo, han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no
se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de
Cristo y de su evangelio (RMi 33)" (nº 26). De hecho, se dirá en el documento
que "los bautizados no evangelizados sean los principales destinatarios de la
nueva evangelización..." (nº 97)153.

Entre las líneas pastorales a potenciar que proponen los obispos


latinomericanos para llevar adelante la Nueva evangelización, entre los fieles
laicos, se encuentran las siguientes:

- "acentuar una catequesis kerigmática y misionera" (nº 49)154. Esta


catequesis, -afirman los obispos- "ha de tener un itinerario continuado
que abarque desde la infancia hasta la edad adulta, utilizando los medios
más adecuados para cada edad y situación".

153
Los obispos tienen claro que "la mayor parte de los bautizados no han tomado aún conciencia plena de su
pertenencia a la Iglesia. Se sienten católicos, pero no Iglesia. Pocos asumen los valores cristianos como un
elemento de su identidad cultural y por lo tanto no sienten necesidad de un compromiso eclesial y evangelizador.
Como consecuencia, el mundo del trabajo, de la política, de la economía, de la ciencia, del arte, de la literatura y
de los medios de comunicación social no son guiados por criterios evangélicos. Así se explica la incoherencia que
se da entre la fe que dicen profesar y el compromiso real en la vida". Cfr. Santo Domingo, nº 96.

154
La nueva evangelización nos exige "formar en una fe que se haga vida, iniciándola con el anuncio del
kerigma a los que están en el mundo descristianizado y promoviéndola con el testimonio alegre de auténticas
comunidades de fe en las que nuestros laicos vivan el significado de los sacramentos" (nº 156).
- Convertir la parroquia en una "comunión orgánica y misionera, para
que sea una red de comunidades" (nº 58). Se pide expresamente
"renovar las parroquias a partir de estructuras que permitan sectorializar
la pastoral mediante pequeñas comunidades eclesiales en las que
aparezca la responsabilidad de los fieles laicos" (nº 60), y que se
"ratifique la validez de las comunidades eclesiales de base fomentando
en ellas un espíritu misionero y solidario y buscando su integración con
la parroquia, con la diócesis y con la Iglesia universal, en conformidad
con las enseñanzas de Evangelii nuntiandi (cf EN 55)" (nº 63)155.

- Potenciar los "movimientos y asociaciones de Iglesia. Como respuesta


a las situaciones de secularísmo, ateísmo e indiferencia religiosa y
como fruto de la aspiración y necesidad de lo religioso, el Espíritu Santo
ha impulsado el nacimiento de movimientos y asociaciones de laicos
que han producido ya muchos frutos en nuestras iglesias" (nº 102).

Síntesis teológico-pastoral

1ª) Se va a caracterizar este decenio 1985-1995 por los agudos y profundos


diagnósticos sobre la situación de la sociedad y de la Iglesia (cardenales
Ratzinger y Daennels; Mons. Fernando Sebastián), y sobre el creciente fenómeno
del secularísmo y la necesidad y urgencia de acometer una evangelización en
profundidad que dé respuestas a los desafíos, o en palabras del Papa Juan Pablo
II, una Nueva Evangelización: Para realizar una eficaz labor de evangelización
debemos volver a inspirarnos en el primerísimo modelo apostólico.

2ª) Europa ha experimentado tales y tantas transformaciones culturales,


políticas, sociales y económicas, que plantea el problema de la evangelización
en términos totalmente nuevos. En palabras del mismo Juan Pablo II, los cambios
que se han producido son de tal magnitud que platean el desafío más radical que
la historia ha conocido en el cristianismo y en la Iglesia. El proceso de
secularización ha llegado tan lejos que la evangelización debe recomenzar casi
de nuevo (Sínodo ´91).

155
Esta misma visión pastoral se pedirá para combatir el desafío de las sectas, "que la Iglesia sea cada vez
más comunitaria y participativa y con comunidades eclesiales, grupos de familias y círculos bíblicos, movimientos
y asociaciones eclesiales, haciendo de la parroquia una comunidad de comunidades" (nº 142); y, para responder
al "desafío de la masificación de las grandes ciudades", dicen los obispos latinoamericanos que hay que
"multiplicar las pequeñas comunidades, los grupos y movimientos eclesiales, y las comunidades eclesiales de
base..." (nº 259). La valoración en conjunto que se hace en el documento acerca de la realidad de las pequeñas
comunidades es altamente positiva: "La práctica de pequeñas comunidades pastoralmente bien asistidas constituye
un buen medio para aprender a vivir la fe en estrecha comunión con la vida y con proyección misionera" (nº 48).
3ª) La Iglesia debe entrar en una nueva etapa histórica de su dinamismo
misionero. Esta evangelización está destinada a la formación de comunidades
eclesiales maduras y a los bautizados que han perdido el sentido vivo de la fe o
incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia
alejada de Cristo y de su Evangelio.

4ª) Para acometer esta empresa de la Nueva Evangelización, el Señor ha


preparado una primavera pentecostal que son los nuevos movimientos. Para el
Papa Juan Pablo II, los movimientos representan un verdadero don de Dios para
la nueva evangelización y para la actividad misionera propiamente dicha.

5ª) Sin embargo, esta apuesta decidida por alentar y potenciar los
movimientos eclesiales va a producir un cierto desplazamiento de la línea pastoral
hasta ahora seguida. Por un lado, la preocupación por encontrar los criterios de
discernimiento eclesial de dichos movimientos va a ocupar mucho tiempo en la
reflexión pastoral de este decenio. Y, por otra parte, se va a dejar de insistir en la
importancia del catecumenado y de las pequeñas comunidades, de tal forma que
el punto de mira dejará de estar centrado en la parroquia, para empezar a estar
centrado en los movimientos eclesiales. Durante este decenio, pues, vamos a
asistir a un desplazamiento a la hora de valorar las realidades catecumenales. Se
va a poner el acento más en los nuevos movimientos, que sí están respondiendo
con verdaderos procesos de inspiración catecumenal en sus itinerarios de
formación. Pero no se avanza en la voluntad pastoral de concretar el estatuto de
identidad del catecumenado. Aunque se reconoce que la mayor parte de los
catequizandos no tienen fe o en muy pequeña medida (Cardenal Danneels), que
grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se
reconocen ya como miembros de la Iglesia, que para la formación de los fieles
cristianos puede servir de ayuda una catequesis postbautismal a modo de
catecumenado que vuelva a proponer algunos de los elementos del Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos, destinados a hacer captar y vivir las inmensas
riquezas del bautismo recibido, que los bautizados no evangelizados sean los
primeros destinatarios de la nueva evangelización.

6ª) El aprecio y respaldo pastoral a las pequeñas comunidades cristianas va


a ser reiteradamente puesto de manifiesto. Para el Cardenal J. Ratzinger la alegría
de la fe que manifiestan es algo contagioso y resulta un genuino y espontáneo
vivero de vocaciones para el sacerdocio y la vida religiosa. Según el Cardenal
Danneels en estas comunidades eclesiales se está realizando un trabajo
verdaderamente misionero, kerygmático, de anuncio directo, explícito. En el
Sínodo sobre los laicos se hace una valoración positiva de las pequeñas
comunidades eclesiales. Son una ayuda notable en la formación de los cristianos,
pudiendo hacer más capilar e incisiva la conciencia y la experiencia de la
comunión y de la misión eclesial. También el Papa en Redemptor missio señala
el papel protagonista que las pequeñas comunidades están llamadas a desempeñar
en la Nueva Evangelización, desarrollan el primer anuncio y son fuente de nuevos
ministerios. Y en la Asamblea de Santo Domingo se pedirá que las parroquias se
renueven a partir de estructuras que permitan sectorializar la pastoral mediante
pequeñas comunidades eclesiales en las que aparezca la responsabilidad de los
fieles laicos.

5. Cuarta etapa: la pastoral catecumenal y las pequeñas


comunidades desde la clave de la Iniciación Cristiana (1995-2008)

Nos vamos a encontrar en el final del segundo milenio, con la necesidad


de dotar a los nuevos movimientos de unas configuraciones jurídicas que les
permitan superar las tensiones propias de una etapa incipiente, de crecimiento y
de maduración que obligaba a los pastores a buscar el modo de inserción de estos
movimientos en las iglesias locales, preguntarse qué estatuto jurídico protegía la
identidad y la naturaleza carismática de los mismos, cómo superar las tensiones
entre el servicio institucional y el servicio carismático156.
Por todo ello, los pronunciamientos que a lo largo de este decenio se van a
producir en forma de alocuciones, documentos, congresos de reflexión, jornadas
de comunicación, comunión y celebración... van a ser determinantes para
encontrar el modo de insertar armónicamente en la comunión157 la inmensa
riqueza que aportan los nuevos movimientos y las nuevas realidades a la vida de
la Iglesia.
a) Juan Pablo II, Vigilia de Pentecostés (1996)

Juan Pablo II había invitado constantemente a sus hermanos en el


episcopado a otorgar espacio y confianza a las nuevas comunidades y
movimientos. Con este fin retomó su mensaje la vigilia de Pentecostés de 1996158
, citándose expresamente a sí mismo, y apeló a ellos con una cierta impaciencia

156
Cfr. Dentro de la pedagogía de la comunión, nuestros obispos ya habían pedido que “hace falta un mayor
conocimiento mutuo y apertura de todos y se debe evitar la contraposición entre Parroquia y movimientos o de
movimientos entre sí, ya que todos expresan la riqueza del Espíritu y entre todos hacen posible una Iglesia con
más vitalidad”. Cfr. Una Iglesia esperanzada, nº 50. Para una comprensión teológico-pastoral de la relación
“Parroquia-Movimiento” , ver estos excelentes trabajos: Cardenal J. RATZINGER, “Los movimientos eclesiales
y su lugar teológico”, en Convocados en el camino de la fe (Madrid 2004), pp. 181-208; ARTURO CATTANEO,
I movimenti ecclesiali: aspetti ecclesioloci: Annales theologici 11 (1997), pp. 401-427; de este mismo autor, su
ponencia: La relación entre Parroquia y los movimientos eclesiales en la XXI Asamblea Plenaria (24-28
noviembre 2004) organizada por el Consejo Pontificio para los laicos: Zenit (22 diciembre 2004).

157
Cfr. Cardenal J. RATZINGER, “Presentación de la Carta Communionis notio”, en AA. VV., El misterio
de la Iglesia y la Iglesia como comunión (Madrid 1994), pp. 101-103.

158
El Papa abrió la gran misión urbana de Roma con la vigilia de Pentecostés en la Plaza de San Padreo (25 de
mayo de 1996) en preparación al Gran Jubileo. Cfr. L´Osservatore romano 6 (27/28 mayo 1996).
para que se decidieran por fin a tomar en serio esta preocupación suya. Sus
palabras abrirán un tiempo nuevo para la acogida y la aceptación de los
movimientos eclesiales en el interior de la Iglesia.

El Papa pone su confianza, de nuevo en ellos y espera su colaboración:


AUno de los dones del Espíritu en nuestro tiempo, es ciertamente el florecimiento
de los movimientos eclesiales, que desde el inicio de mi Pontificado continúo
indicando como motivo de esperanza para la Iglesia y para los hombres. Ellos
´son un signo de la libertad de formas, en los que se realiza la única Iglesia, y
representan una segura novedad que sigue esperando ser adecuadamente
comprendida en toda su positiva eficacia para el Reino de Dios a la obra en el hoy
de la historia` (Insegnamenti, VII/2 [1984], 696).

En el marco de las celebraciones del Gran Jubileo, sobre todo las del año
1998, dedicado de forma particular al Espíritu Santo y a su presencia santificadora
dentro de la comunidad de los discípulos (cf. Tertio millennio adveniente 44),
cuento con el testimonio y con la colaboración de los movimientos. Confío en
que ellos, en comunión con los pastores y en unión con las iniciativas diocesanas,
querrán llevar al corazón de la Iglesia su riqueza espiritual, educativa, misionera,
como preciosa experiencia y propuesta de vida cristiana@.

Este discernimiento autorizado del ministerio petrino tiene si cabe, más


relevancia por cuanto en estos años se seguía, en no pocos sectores de la iglesia,
tildando a estos movimientos de sectas debido en parte a que su inserción en la
comunión eclesial no estaba siendo fácil159. ACon frecuencia -afirma Carlos
García Andrade- se escuchan voces críticas, acusaciones, descalificaciones... En
el caso de los movimientos, las críticas suelen recaer en algunos rasgos que
juzgados quizá de manera superficial, dan pie a una asimilación con un fenómeno
muy problemático, también actual, como son las sectas@160. Algunos autores

159
Para J. LOSADA Aeste distanciamiento del Pueblo y la desconfianza respecto de los movimientoses uno
de los mayores problemas pastorales que tienen planteado los obispos@. en Los AMovimientos@ dentro de la
Iglesia: Sal Terrae 1989, n1 79, p. 44; Cfr. P.J. CORDES, Los nuevos grupos eclesiales. Indicaciones para la
pastoral ordinaria, en Communio 17 (1995), pp. 570-584. La revista Sal Terrae dedicó el número correspondiente
al mes de abril de 1996 a los nuevos movimientos eclesiales. Para la comprensión de los movimientos eclesiales
dentro de las diócesis, ver R. BLÁZQUEZ, “La Iglesia Particular y los nuevos movimientos”, en Catecumenado
en la Iglesia, pp. 53-78. Y, para los aspectos canónicos que reclama su inserción, ver M. PIÑERO CARRIÓN, El
fenómeno asociativo actual en la Iglesia: movimientos eclesiales atípicos o canónicamente no sistematizados:
Salmanticensis 1987, y L. MARTÍNEZ SISTACH, “Los movimientos y asociaciones de fieles y la Iglesia
Particular” en: XXI Semana Española de Derecho Canónico. El laicado en la Iglesia (Salamanca 1989), pp. 123-
142.

160
Ibid., p. 130. En este artículo, muy ponderado, al final se dirá que Arespecto de su vinculación con el
fenómeno de las sectas, me parece un juicio injusto@ (ib., p. 140). Ver del SECRETARIADO PARA LA
UNIDAD DE LOS CRISTIANOS, Sectas o nuevos movimientos religiosos. Desafíos pastorales (Madrid 1986).
Para un acercamiento al fenómeno histórico del surgimiento de los movimientos, ver FIDEL GONZÁLEZ, Los
llegaron a calificar a los mismos movimientos en dos tendencias radicales161, en
una se situarían los neomísticos162 y en otra los neomilitantes, los primeros serían
los preferidos de la jerarquía. Otros, en cambio, piden que se les apoye sin
reservas y se les acoja con confianza163.
En todo caso, cuando aquí hablamos de movimientos eclesiales164, nos
referimos a formas agregativas de participación en la vida y la misión de la
Iglesia, que se denominan movimientos, grupos, comunidades, asociaciones...
Hay que respetar la forma como cada realidad se designa a sí misma. La
calificación nuevos indica una connotación cronológica -han surgido en los
últimos decenios- y sobre todo unas características que los diferencian de los
movimientos de Acción Católica, de las agrupaciones nacidas en el ámbito de las
familias religiosas, de los institutos seculares, de las cofradías, etc. Nada tienen
que ver, por tanto, con los llamados nuevos movimientos religiosos de carácter
sectario, ecléptico y en ocasiones pseudo-religiosos165.

b) El Directorio General para la Catequesis (1997)

Nos acercamos a este documento con la intención de resaltar la importancia


que en él se concede a la concepción del catecumenado bautismal como proceso
de formación y auténtica escuela de fe. En este sentido, ofrece a la catequesis
postbautismal una dinámica y algunos rasgos que le imprimen carácter: la
movimientos en la historia de la Iglesia. Y, para un conocimiento de los grandes movimientos eclesiales actuales:
P. J. CORDES, Signos de esperanza (Madrid 1998).

161
Cfr. AUGUSTO GUERRA, Movimientos en la Iglesia de hoy, en Revista de Espiritualidad, t. 52 (1993),
pp. 257-283.

162
Los movimientos neomísticos son los preferidos por la Jerarquía, entre estos están: Opus Dei, Comunión
y Liberación, Focolarini, Comunidades Neocatecumenales (Ibid., p. 269). Y cita como comprobación de esta
preferencia los libros de J. RATZINGER, Informe sobre la fe. (Madrid 1986), p. 50; y J.P. CORDES, Los nuevos
movimientos eclesiales, en Pastoral Misionera, n1 164 (1989), pp. 57-58.

163
AAunque para algunos ´entendidos` resulte anacrónico, es necesario seguir apoyando aquellos
movimientos cristianos que anuncian con humildad y convicción el ´kerigma`y que, luego, incorporando al
´catecúmeno` a la comunidad, le siguen iniciando en los misterios de Cristo@. Cfr. Mons. RAMÓN
BUXARRAIS, El fracaso de la Pastoral de maquillaje, en Vida Nueva (3 de agosto de 1996), p. 33.

164
ALa expresión ´Movimientos Eclesiales`es hoy la más usada y de carácter más general; que da cabida,
de hecho, en el lenguaje común actual, a todos los tipos de organizaciones eclesiales. En este sentido, no está fuera
de lugar referirnos a los Movimientos Eclesiales en una forma amplia, capaz de significar diversas y muy
complejas realidades@. Cfr. M. PIÑERO CARRIÓN, art. cit., pp. 45-46.

165
Consulta de Amsterdam sobre Nuevos Movimientos Religiosos y las Iglesias, III, 2, documento de la
Federación Luterana Mundial y Consejo Ecuménico de las Iglesias, Amsterdam. Septiembre 1986. Texto
publicado en español por J. BOSH, Para conocer las sectas (Estella 1993), pp. 266-271. Para un estudio en
profundidad, ver MANUEL GUERRA GÓMEZ, Los nuevos movimientos religiosos (las Sectas) (Pamplona
1993).
intensidad e integridad de la formación; su carácter gradual, con etapas definidas;
su relación con ritos, símbolos y signos, especialmente bíblicos y litúrgicos; su
referencia constante a la comunidad.

Para el Cardenal Darío Castrillón, prefecto de la Congregación para el


Clero, Ala catequesis postbautismal, sin tener que reproducir miméticamente la
configuración del catecumenado bautismal, y reconociendo a los catequizandos
su realidad de bautizados, hará cosa buena si se inspira en esta ´escuela
preparatoria para la vida cristiana` dejándose fecundar por los principales
elementos que la caracterizan. De aquí la valoración hecha por el Ritual de la
Iniciación Cristiana de Adultos como referente fundamental para la
catequesis@166.

El 18 de Septiembre de 1997 era presentado en Roma el nuevo Directorio


General para la Catequesis167 (que viene a sustituir al Directorium
Cathechisticum Generale, que, en cumplimiento de un encargo del Concilio
Vaticano II, la Santa Sede, el 11 de Abril de 1971, ofreció para el servicio de las
Iglesias particulares). Diez días antes, el 8 de Septiembre, en Castengandolfo, el
Papa Juan Pablo II había presentado la edición típica del Catecismo de la Iglesia
Católica, texto aprobado y promulgado por él con su Carta Apostólica Laetamur
magnopere (15 Agosto 1997). Estos dos hechos, relacionados entre sí teológica
y pedagógicamente, fueron considerados como tales en el marco de la misión
evangelizadora de la Iglesia en un Congreso catequístico internacional celebrado
en Roma los días 14 al 17 de Octubre168.

La edición de este nuevo Directorio viene a completar, en el campo de la


catequesis, el rico patrimonio doctrinal que a lo largo de estos cerca de treinta
años en la Iglesia se ha ido madurando y ofreciendo en los documentos que el
Magisterio ha sacado a la luz: "Los treinta años transcurridos desde la clausura
del Concilio Vaticano II hasta el umbral del tercer milenio, constituyen -sin duda-
un tiempo muy rico en orientaciones y promoción de la catequesis. Ha sido un
tiempo que, de algún modo, ha vuelto a hacer presente la vitalidad evangelizadora
de la Iglesia de los orígenes y a impulsar oportunamente las enseñanzas de los
Padres, favoreciendo el retorno actualizado al Catecumenado antiguo" (nº 2).

166
Cfr. “El Directorio General para la Catequesis: motivos y criterios de la revisión”, en o. cit., p. 46.

167
Cfr. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis.(Madrid 1997) [citaremos
este documento con las siglas DGC (1997)].

168
Cfr. COMUNICADO DEL CONGRESO CATEQUÍSTICO INTERNACIONAL (Vaticano 14-17 de octubre
1997): La fe de la Iglesia y su misión evangelizadora: L´Osservatore romano (ed. en español), 7 de noviembre de
1997, pp. 8 y 10. Ver ANTONIO CAÑIZARES/MANUEL CAMPO (eds), Evangelizacion, catequesis,
catequistas. Una nueva etapa para la Iglesia del Tercer Milenio (Madrid 1999).
¿Cómo aparece recogida en este Directorio la pastoral catecumenal? ¿Qué
importancia le concede al Catecumenado? ¿De qué forma incorpora los
ensanchamientos pastorales que apuntan tanto el RICA como EN, CT y el mismo
Catecismo de la Iglesia Católica?169 . Veamos someramente el tratamiento que
reciben estos interrogantes.

El DGC, conservando la estructura básica del texto de 1971, se articula en


cinco partes, precedidas de una Exposición Introductoria y seguidas de una
conclusión170.

En la Exposición introductoria, donde se presentan unos breves


diagnósticos en orden a la misión el Directorio invita a que los cristianos miremos
al mundo con los mismos ojos con que Jesús contemplaba la sociedad de su tiemp.
La Iglesia ha de mirar al mundo desde la fe, y en este contexto se señala: "es
importante que la catequesis sepa iniciar a los catecúmenos y a los catequizandos
en una lectura teológica de los problemas modernos"171.

Más adelante, el Directorio, siguiendo los análisis de GS, EN y CT -entre


otros- constata que entre los cristianos hay un "gran número de personas que
recibieron el bautismo pero viven al margen de toda vida cristiana. Se trata, en
efecto, de una gran muchedumbre de cristianos no practicantes, aunque en el
fondo del corazón de muchos el sentimiento religioso no haya desaparecido del
todo" (nº 25).

Despertarles a la fe es uno de los retos más serios que tiene planteada hoy
la pastoral de la Iglesia, de ahí que encontremos postulada en el Directorio la
necesidad impulsar la nueva evangelización: "Estas situaciones de la fe de los
cristianos reclaman con urgencia del sembrador el desarrollo de una nueva
evangelización, sobre todo en aquellas Iglesias de tradición cristiana donde el
secularismo ha hecho más mella. En esta nueva situación, necesitada de
evangelización, el anuncio misionero y la catequesis sobre todo de jóvenes y
adultos, constituyen una clara prioridad" (nº 26).

169
"Evidentemente, la nueva redacción del Directorio General para la Catequesis, ha debido conjugar dos
exigencias principales: - por una parte, el encuadramiento de la catequesis en la evangelización, postulado en
particular por las Exhortaciones Evangelii Nuntiandi y Catechesi Tradendae; - por otra parte, la asunción de los
contenidos de la fe propuestos por el Catecismo de la Iglesia Católica" (nº 7).

170
Para una síntesis de la estructura, finalidad, destinatarios y contenido del Directorio ver las páginas 17-21.

171
Ibid., p. 25.
En la Primera Parte dedicada a la Catequesis en la misión evangelizadora
de la Iglesia nos encontramos de lleno con el planteamiento que el Directorio
hace de la pastoral catecumenal.

El nuevo Directorio habla de la fe como "proceso de conversión


permanente" (nº 56) y se dice expresamente que "frecuentemente, las personas
que acceden a la catequesis necesitan, de hecho, una verdadera conversión" (nº
62); de ahí que se subraye la dimensión de la catequesis puesta al servicio de la
iniciación cristiana (nnº 63-65).
En el Directorio se sostiene asimismo que el modelo de toda catequesis es
el catecumenado bautismal y que "la catequesis de adultos, al ir dirigida a
personas capaces de una adhesión plenamente responsable, debe ser considerada
como la forma principal de la catequesis, a la que todas las demás, siempre
ciertamente necesarias, de alguna manera se ordenan" (nº 59); es más, se afirma
también que la "riqueza, inherente al catecumenado de adultos no bautizados, ha
de inspirar a las demás formas de catequesis" (nº 68), y se consideran "algunos
elementos del catecumenado bautismal, que deben ser fuente de inspiración para
la catequesis postbautismal" (nº 91)172.

Ahora bien, para favorecer un proceso permanente de conversión, el


Directorio afirma con rotundidad que "se necesita una comunidad de base o
fundante. Para favorecer tal proceso, se necesita una comunidad cristiana que
acoja a los iniciados para sostenerlos y formarlos en la fe" (nº 69), y se tiene muy
presente que "la vida cristiana en comunidad no se improvisa y hay que educarla
con cuidado" (nº 86).

En las partes restantes del Directorio encontramos suficientes


orientaciones de profundo calado catequético-pastoral para una buena
fundamentación de la pastoral catecumenal que la Iglesia hoy precisa y necesita.
En realidad, este nuevo Directorio lo que ha hecho ha sido asumir toda la rica
profundización que los diversos documentos del Magisterio del Papa, de los
obispos, y de los teólogos han aportando a la catequesis en estos treinta años de
vida eclesial posconciliar. Es, por tanto, repetitivo en el sentido de que asume lo
ya afirmado, y propositivo porque la síntesis teológico-catequética y pastoral que
ofrece está avalada por la reflexión anterior y aparece aquí asumida y propuesta
en forma de Directorio para ser "aliento en el servicio que la Iglesia y el Espíritu

172
En el DGC se utilizan, como distintas, las expresiones catecúmenos y catequizandos: "entre los catequizandos
y los catecúmenos, y entre la catequesis posbautismal y la catequesis prebautismal, respectivamente, hay una
diferencia fundamental. Esta diferencia proviene de los sacramentos de iniciación recibidos por los primeros, los
cuales han sido ya introducidos en la Iglesia y hechos hijos de Dios por el Bautismo. Por tanto su conversión se
funda en el Bautismo recibido, cuya virtud deben desarrollar después" (n.º 90).
encomienda a todos los pastores de la Iglesia: favorecer el crecimiento de la fe en
aquellos que han creído" (nº 287)173.

Este documento y su publicación en el año 1997 va a ser muy importante


y decisivo en orden a la fundamentación catequética que las nuevas realidades
comunitarias y catecumenales estaban intentando conseguir para expresar su
identidad eclesial formal. En concreto, este documento va a ser determinante para
la redacción del Estatuto del Camino Neocatecumenal174 que se había comenzado
a gestar este año, y en él va a encontrar la confirmación y fundamentación de la
praxis vivida en el interior de las Comunidades Neocatecumenales.

c) Juan Pablo II, Vigilia de Pentecostés (1998)

En su homilía del 25 de mayo de 1996, vigilia de Pentecostés, Juan Pablo


II solicitaba la participación viva de los Movimientos eclesiales en la preparación
del Jubileo del año 2000 para relanzar la Nueva Evangelización. Y subrayaba el
significado y la importancia de los Movimientos eclesiales retomando las
palabras pronunciadas por él mismo doce años antes: AUno de los dones del
Espíritu a nuestro tiempo es ciertamente el florecimiento de los Movimientos
eclesiales, que desde el inicio de mi Pontificado he señalado y sigo señalando
como motivo de esperanza para la Iglesia y para los hombres: son signo de la
libertad de formas en que se realiza la única Iglesia, y representan una segura
novedad, que todavía ha de ser adecuadamente comprendida en toda su positiva
eficacia para el Reino de Dios en orden a su actuación en el hoy de la historia@175.

La oportunidad de este encuentro venía dada por ser 1998 el año dedicado
al Espíritu Santo en el camino hacia el gran Jubileo del 2000, y el Papa había
pedía a los Movimientos eclesiales que ofrecieran un testimonio común y que, en
comunión con los pastores y en unión con las iniciativas diocesanas llevasen Aal

173
Sin duda alguna, lo más original de este nuevo Directorio es el Capítulo II de la Segunda Parte en el que se
hace una fundamentación del papel que tanto el nuevo Directorio como el Catecismo de la Iglesia Católica están
llamados a desempeñar en la acción catequizadora de la Iglesia. Este capítulo segundo, es completamente nuevo,
y está al servicio de la presentación del Catecismo de la Iglesia Católica, como texto de referencia para la
transmisión de la fe en la catequesis y para la redacción de los Catecismos locales.

174
En el Estatuto del CN encontramos 38 citas explícitas de este documento, referidas a 50 números del
mismo. He aquí los nn1 por orden de citación :59 (dos veces), 91 (dos veces), 51, 69, 223, 172, 257, 64, 225, 258,
80, 156, 230-232, 62, 102, 53-55, 94, 127, 128, 96, 59, 85, 226-227, 255, 86(cuatro veces), 268, 86, 85, 70, 56,
69-72, 222-223, 246, 247, 235-236.

175
Cfr. Insegnamenti, VII/2 (1984), p. 696. También en Ecclesia, núm. 2.793 (1996/I), p. 901.
corazón de la Iglesia su riqueza espiritual, educativa y misionera, como preciosa
experiencia y propuesta de vida cristiana@176.
El encargado de convocar y alentar este encuentro internacional de
Movimientos eclesiales fue el Pontifico Consejo para los Laicos. Para ello
organizó un Congreso mundial, bajo el lema: Los Movimientos eclesiales:
comunión y misión en los umbrales del tercer milenio.

La finalidad de dicho Congreso, en palabras del Papa a los congresistas,


era, Apor un lado profundizar en la naturaleza teológica de los Movimientos, y
por otro, fomentar la edificación recíproca mediante el intercambio de
testimonios y experiencias@177. Efectivamente, en dicho Mensaje, Juan Pablo II
volvía a expresar su total confianza en los Movimientos: AEllos representan uno
de los frutos más significativos de esa primavera de la Iglesia anunciada en su día
por el Concilio Vaticano II@ y, subrayaba con énfasis, que Ano existe contraste
o contraposición entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, de
la que los movimientos constituyen una expresión significativa. Ambas son
´coesenciales`a la constitución divina de la Iglesia que fundó Jesús, pues juntas,
contribuyen a hacer presente el misterio de Cristo y su obra salvífica en el
mundo@178.

El día 30 de Mayo tuvo lugar un Encuentro del Papa Juan Pablo II -en la
Plaza de San Pedro- con representantes de los Movimientos eclesiales y las
nuevas Comunidades. En él intervinieron con sus testimonios, Chiara Lubich
(fundadora del Movimiento de los Focolares), Kiko Argüello (Iniciador del
Camino Neocatecumenal)179, Luigi Giussani (Fundador de Comunión y

176
Cfr. Homilía en la Vigilia de Pentecostés (25-5-96), en Ecclesia, núm. 2.793 (1996/I), p. 901. Esta misma
invitación la haría el Papa a los iniciadores del CN el 24 de enero de 1997: APor este motivo, para el año 1998,
que en el marco de la preparación del Gran Jubileo está dedicado al Espíritu Santo, he deseado un común
testimonio de todos los movimientos eclesiales, bajo la guía del Pontificio Consejo para los Laicos. Será un
momento de comunión y de renovado empeño en el servicio de la misión de la Iglesia. Estoy seguro de que no
faltaréis a esta cita tan significativa@. Cfr. JUAN PABLO II, A treinta años del nacimiento del Camino
Neocatecumenal en las barracas de Madrid: L´Osservatore romano, 25 de enero de 1997, p. 4.

177
Cfr. JUAN PABLO II, Mensaje a los participantes en el Congreso mundial promovido por el Pontificio
Consejo para los laicos: Un himno a la unidad en la pluralidad de las formas, en L´osservatore romano, ed. lengua
española, 5-6-1998, pp. 324-326; también en Ecclesia, núm 2.898 (20 de junio de 1998), p. 931.

178
Ibid, p. 932. La tesis, hasta entonces discutida entre los canonistas, había sido formulada por Eugenio
Corecco, que hablaba de un polo institucional y un polo carismático en la constitución de la Iglesia. Cfr. “Profili
istituzionali dei Movimenti nella Chiesa”, en AA. VV., I Movimienti nella Chiesa negli anni ´80. Atti dle 11
Convegno Internazionale. Roma 23-27 Settembre 1981, (Milano 1981), pp. 216-221. Ver también LIBERO
GEROSA, “Carismas y formas de aggregationes fidelium”, en El Derecho en la Iglesia (Valencia 1998), pp. 285-
305.

179
En su intervención Kiko Argüello volvió a precisar que AEl Camino Neocatecumenal no es un
movimiento o una asociación, sino un instrumento de las parroquias al servicio de los Obispos para llevar a la fe
a mucha gente que la ha abandonado@. Y daba estadísticas del CN en este momento: AEn estos años el Camino
Liberación) y Jean Vanier (Fundador de las Comunidades terapéuticas del Arca
y de Fe y Luz180. El mismo Papa definió este encuentro como Aun acontecimiento
verdaderamente insólito: por vez primera los movimientos y las nuevas
comunidades eclesiales se encuentran, todos juntos, con el Papa. Se trata del gran
´testimonio común` que deseé para el año que, en el camino de la Iglesia hacia el
gran Jubileo, está dedicado al Espíritu Santo@181.

Juan Pablo II sostuvo en el discurso dirigido indistintamente a los


movimientos y a las comunidades que Apor su naturaleza, los carismas son
comunicativos, y dan origen a esa particular afinidad espiritual entre las personas
y a esa amistad en Cristo que están en el origen de los ´movimientos`. La
transición del carisma original al movimiento se realiza gracias al misterioso
atractivo que el fundador ejerce sobre quienes se dejan implicar en su experiencia
espiritual@182.

Más adelante, señalará los conflictos y tensiones que no pocas veces han
provocado: ASu nacimiento y difusión ha aportado a la vida de la Iglesia una
novedad inesperada, a veces incluso arrolladora. Ello no ha dejado de suscitar
interrogantes, malestar y tensiones@. Y, señalaba las causas: Aa veces ha
acarreado presunciones e intemperancia por un lado y no pocos prejuicios y
reservas por el otro. Ha sido un período de prueba de su fidelidad, una ocasión
importante para comprobar la legitimidad de sus respectivos carismas”184.

En todo caso, el Papa es consciente de que Ase abre para los Movimientos
una nueva etapa: la de su madurez eclesial@. Y por ello se pregunta: A)Cómo
conservar y garantizar la autenticidad del carisma?@.Y él mismo responde:
“resulta de fundamental importancia que todo movimiento se someta al

se ha extendido en 850 diócesis de 105 países, con 15.000 comunidades en 4.4500 parroquias@. Cfr. P.J.
CORDES, Signos de Esperanza, p. 207.

180
Para un conocimiento de estos Movimientos, ver “Entrevistas a los Fundadores y Líderes de los
Movimientos”, en P.J. CORDES, o. cit., pp. 13-123.

181
Cfr. JUAN PABLO II, Discurso con ocasión del encuentro en la Plaza de San Pedro con los Movimientos
eclesiales y la nuevas Comunidades: Una nueva etapa de madurez eclesial para los movimientos, en
L´Osservatore romano, ed. española, 5-6-1998, pp. 324-326; también Ecclesia, núm. 2.898 (20 de junio), p. 933.

182
Cfr. Una nueva etapa..., p.934.

183
Ibidem.

184
Ibidem.
discernimiento de la autoridad eclesiástica competente. Por ello ningún carisma
dispensa de la referencia y del sometimiento a los pastores de la Iglesia”185.

Al día siguiente, el 31 de Mayo, durante la Homilía pronunciada en la


Vigilia de Pentecostés, el Papa volverá a manifestar que los AMovimientos y
nuevas comunidades, expresiones providenciales de la nueva primavera suscitada
por el Espíritu mediante el Concilio Vaticano II, constituyen un anuncio del poder
del amor de Dios, que superando todo tipo de divisiones y barreras renueva la faz
de la tierra para construir en ella la civilización del amor@186.

d) Seminario sobre Movimientos Eclesiales y nuevas Comunidades en


la solicitud pastoral de los obispos (1999)

Un año después del impactante encuentro internacional de los


Movimientos eclesiales y nuevas Comunidades (30-Mayo-1998), el Consejo
Pontificio para los Laicos, en colaboración con las Congregaciones para la
doctrina de la Fe y para los Obispos, reunía en Roma, los días 16 al 18 de junio,
a más de 100 cardenales y obispos procedentes de 50 países para reflexionar y
dialogar en un Seminario que tenía como tema: Movimientos eclesiales y nuevas
Comunidades en la solicitud pastoral de los obispos187.

En este Seminario fueron tomando la palabra distintos Cardenales y


obispos para iluminar, desde una visión interdisciplinar (teológica, pastoral,
canónica, litúrgica y ecuménica) la aportación de los Movimientos y nuevas
Comunidades a la vida de la Iglesia188. También es importante señalar, que este
Seminario se clausuró con un diálogo directo entre los fundadores de algunos
Movimientos y los Cardenales y obispos participantes. Entre otros, estuvieron
presentes, Chiara Lubich, Kiko Argüello, Andrea Riccardi, Stefano Alberto,
Gerald Arbola y Salvatore Martínez.

185
Ibidem.

186
Cfr. JUAN PABLO II, Vivir la espera perenne del Espíritu, en Ecclesia, núm. 2.898 (20 de junio de
1998), p. 936.

187
Cfr. JUAN PABLO II, Es preciso hacer fructificar los dones del Espíritu al servicio de todo el pueblo
de Dios. Mensaje a los participantes en un seminario sobre los movimientos eclesiales en la solicitud pastoral de
los obispos: L´Osservatore romano, 2-VII-1999, p. 23 (en la edición española). La revista Vida Nueva publicó un
amplio reportaje sobre este evento eclesial en su n1 2.193 del 10 de julio de 1999, pp. 24-29.

188
Para un acceso a las Comunicaciones que en el Seminario se escucharon, ver el Pliego de Vida Nueva.
Para leer el alcance y la transcendencia que la celebración de este
Seminario ha tenido para la Iglesia, es necesario acercarnos al Mensaje que el
Papa Juan Pablo II dedicó a todos los participantes. En él abordará tres puntos
esenciales: la contribución de los Movimientos eclesiales y nuevas Comunidades
a la Nueva Evangelización, su inserción armónica y orgánica en la comunión de
la Iglesia universal y particular, y la responsabilidad del ministerio episcopal para
el acompañamiento, discernimiento e inserción de los Movimientos y nuevas
Comunidades en las estructuras diocesanas y parroquiales.

Comienza el Papa constatando que Aen nuestros tiempos los desafíos de la


nueva evangelización se presentan a menudo en términos dramáticos, e impulsa
a la Iglesia, y en particular a sus pastores, a buscar formas nuevas de anuncio y
de acción misionera que respondan mejor a las necesidades de nuestra época@.
Entre estas tareas pastorales más urgentes en la actualidad, Juan Pablo II señala,
en primer lugar, Ala atención a las comunidades que tienen una conciencia más
profunda de la gracia relacionada con los sacramentos de la iniciación cristiana,
de los que brota la vocación a ser testigos del Evangelio en todos los ámbitos de
la vida@. Y, unida a esta, una ulterior urgencia pastoral que no se debe subestimar
Aes la formación de comunidades cristianas que sean auténticos lugares de
acogida para todos, con constante atención a las necesidades específicas de cada
persona@.

Continúa señalando que “los movimientos y las nuevas comunidades,


como toda obra humana que, aún realizándose por moción divina, se desarrolla
dentro de la historia humana, no han suscitado durante estos años únicamente
consideraciones positivas@, como ya afirmara el 30 de Mayo de 1998. Sin
embargo, se atreve a profetizar que Aveía y veo la llegada de una ´etapa nueva:
la de su madurez eclesial`@189.

Para esta nueva etapa, el Papa pide a los movimientos y nuevas


comunidades Ael compromiso de compartir, en el ámbito de la comunión y la
misión de las Iglesias particulares, sus riquezas carismáticas de modo humilde y
generoso@. Y a los obispos les invitará a que Aabran los ojos del corazón y de la
mente, para reconocer las múltiples formas de la presencia del Espíritu en la
Iglesia, evaluarlas y guiarlas a todas hacia la unidad en la verdad y en la caridad@.

189
El Cardenal J. Ratzinger en su intervención, abordó los aspectos institucional y carismático del ejercicio
del ministerio episcopal, y al final apostillaba: AEl 30 de Mayo pasado acabó la primera fase de la historia de los
movimientos. Aquella en la que se trataba de hacerles espacio por parte de la realidad institucional de la Iglesia.
Ahora estamos en la segunda fase, la del reconocimiento de la unidad substancial de las realidades carismáticas y
de la institución@. Cfr. Vida Nueva (1999), p. 28.
En palabras de Juan Pablo II, uno de los frutos más importantes que han
producido los movimientos Aes precisamente el haber sabido estimular en
muchos fieles laicos, hombres y mujeres, adultos y jóvenes, un intenso impulso
misionero, indispensable para la Iglesia que se prepara a cruzar el umbral del
tercer milenio@. Pero afirmará, con toda rotundidad, que Aeste objetivo se
alcanza sólo cuando se integran con humildad en la vida de las Iglesias locales y
son acogidos cordialmente por obispos y sacerdotes en las estructuras diocesanas
y parroquiales@.

e) Juan Pablo II, Novo Millennio ineunte (2001)

Tras la celebración del Gran Jubileo del 2000, el Papa ha querido ofrecer a
toda la Iglesia una Carta Apostólica en la que resuena con confianza y esperanza
la invitación a remar mar adentro para pescar: Duc in altum (Lc 5,4). En ella
hace un recorrido por los grandes eventos celebrados durante el Año Jubilar e
invita -de nuevo- a poner la mirada Amás que nunca fija en el rostro del Señor@
(n1. 16), para desde Él fijar algunas prioridades pastorales, la primera de todas
será la de tender a la santidad: ANo dudo en decir que la perspectiva en la que
debe situarse el camino pastoral es el de la santidad@ (n1 30).

En realidad, poner la programación pastoral bajo el signo de la santidad es


una opción llena de consecuencias: Asignifica expresar la convicción de que, si
el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la
inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido
contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una
religiosidad superficial. Preguntar a un catecúmeno, )quieres recibir el
Bautismo?, significa al mismo tiempo preguntarle: )quieres ser santo?. Significa
ponerle en el camino del Sermón de la Montaña: ´Sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre celestial` (Mt 5,48) [n1 31].

Una de las notas teológicas más sobresalientes de esta Carta Apostólica es


la explicitación que el Papa hace de lo que ha dado en llamar la Aespiritualidad
de la comunión@ (nn1 42-45). En esta perspectiva hablará de Avalorar y
desarrollar aquellos ámbitos e instrumentos que, según las grandes directrices del
Concilio Vaticano II, sirven para asegurar y garantizar la comunión@ (n1 44),
como son Alos organismos de participación previstos por el Derecho canónico,
como los Consejos presbiterales y pastorales@ (n1 45). En esta misma línea,
afirmará más adelante Juan Pablo II: Atiene gran importancia para la comunión
el deber de promover las diversas realidades de asociación, que tanto en sus
modalidades más tradicionales como en las más nuevas de los movimientos
eclesiales, siguen dando a la Iglesia una viveza que es un don de Dios
constituyendo una auténtica primavera del Espíritu@. Y, por ello, pide que Atanto
en la Iglesia universal como en las Iglesias particulares, las asociaciones y
movimientos actúen en plena sintonía eclesial y en obediencia a las directrices de
los Pastores@ (n1 46).

f) Aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal (2002)

Con fecha del 29 de Junio del 2002 aparece aprobado el Estatuto del
Camino Neocatecumenal190 “después de un atento examen del texto de los
Estatutos, fruto de un laborioso proceso de colaboración entre los iniciadores del
Camino Neocatecumenal y el Pontificio Consejo para los Laicos, que se ha valido
de la contribución aportada en el ámbito de sus propias competencias por diversos
Dicasterios de la Curia romana”191 y después de cinco años de “un diálogo
intenso, a veces incluso difícil, pero siempre guiado por un elevado sentido de
responsabilidad y caridad eclesial... Este largo proceso de elaboración y examen
de los Estatutos ha sido, al mismo tiempo, ocasión providencial y tiempo fuerte
de discernimiento de la propuesta y de la experiencia del Camino
Neocatecumenal por parte de la Santa Sede. Y se concluye con una “garantía
ulterior de la autenticidad de vuestro carisma” (Cfr. Juan Pablo II, Discurso del
24 de enero de 1997,n. 4; carta autógrafa citada, n. 2), como es la aprobación de
los Estatutos”192.

A la luz del Decreto de aprobación, “el Camino Neocatecumenal se pone


al servicio de los obispos y de los párrocos como itinerario de redescubrimiento
del Bautismo y educación permanente en la fe, se propone a los fieles que desean
reavivar en su vida la riqueza de la iniciación cristiana, recorriendo este camino
de conversión y catequesis”. Asimismo, es ofrecido a los obispos como “un

190
El texto íntegro del Estatuto -en varias lenguas- ha sido divulgado a través de internet en una página web
reconocida como oficial por el equipo responsable internacional (www.camminoneocatecumenale.it). El decreto
de aprobación está en italiano (así se publicó en los sitios oficiales en la red tanto del Camino como de la Santa
Sede. Para un acceso a la traducción española puede leerse en Ecclesia nº 3109 (13-7-2002), 1063-1064, y en
L´Osservatore romano, ed. lengua española, 12-7-2002, 353. Para cada lengua se ha hecho una edición típica con
el nombre común para todas ellas en latín:. Neocatechumenale iter Statuta (Bilbao 2002). Es la edición típica del
Estatuto del CN y en ella encontramos en una PRIMERA PARTE el Decreto de Aprobación del Pontificio Consejo
para los Laicos y el Estatuto del Camino Neocatecumenal; en una SEGUNDA PARTE tenemos acceso a las
intervenciones de Kiko Argüello, Carmen Hernández, el P.Mario Pezzi (el día de la entrega del Estatuto) y la del
Cardenal J.F. Stafford, así como el discurso del Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, Cardenal J.F.
Stafford, a los catequistas itinerantes reunidos en una convivencia internacional el día 30 de Junio; en una
TERCERA PARTE se incorporan algunos comentarios jurídicos y eclesiales al Estatuto.

191
Cfr. Decreto de aprobación: Statuta, pp. 17-18.

192
Cfr. “Discurso del Cardenal J.F. STAFFORD a los itinerantes del camino neocatecumenal (Porto S. Giorgo,
30 de junio de 2002)”, en Statuta, p. 82.
instrumento para la iniciación cristiana de los adultos que se preparan a recibir el
Bautismo”193.
La gran novedad que aporta la aprobación del Estatuto del Camino
Neocatecumenal, en palabras de Kiko Argüello, es que “con este Estatuto el Papa,
con valentía, ofrece a los Obispos y a las Conferencias Episcopales un modo de
iniciación y de catecumenado postbautismal avalado por más de treinta años de
camino llenos de fruto”194. Y esta es una novedad de gran alcance, porque es la
primera vez en la historia de la Iglesia en que la Santa Sede aprueba oficialmente
un catecumenado postbautismal y una modalidad de catecumenado bautismal
para toda la Iglesia. El Papa Juan Pablo II también ha querido resaltar esta
novedad al decir que “los Estatutos constituyen, también, una importante ayuda
para todos los pastores de la Iglesia, particularmente para los Obispos diocesanos,
a los cuales se les ha confiado por parte del Señor el cuidado pastoral y, en
particular, la iniciación cristiana de las personas en las diócesis”195.

Es reseñable, la valoración positiva que el teólogo Olegario González de


Cardedal hace, por estos años, de la aportación del Camino Neocatecumenal a la
vida de la Iglesia en España: “En el postconcilio han surgido las comunidades
neocatecumenales que están siendo un factor decisivo en la forma de vivir la
Iglesia y su presencia en la sociedad. Ellas han recuperado al pueblo y al
sentimiento para la fe, la Iglesia y el dinamismo misionero, han devuelto la
sencilla alegría de creer y el gozo de ser Iglesia en medio de todos los problemas
o tareas, han conformado una transmisión de la fe en familia, han creado una
forma de misión para los seglares célibes o casados, que no cede en generosidad
193
Ibid., p. 18.

194
Intervención de KIKO ARGÜELLO en el día de la aprobación del Estatuto: Statuta, p. 64. Viene a coincidir
esta aprobación del Estatuto del CN en este momento cuando “casi todas las Conferencias Episcopales están
hablando de la necesidad de una iniciación cristiana postbautismal, encuentran muchas dificultades para
realizarla” (Kiko Argüello, ib., 64). Para el canonista Dr. Adelchi Chinaglia “con esta aprobación formal el Santo
Padre (a través del Prefecto del Pontificio Consejo para los Laicos, a quien ha dado expreso y específico mandato
con la carta del 5.04.2001), en la línea de su decreto de 1990, ofrece a toda la Iglesia este nuevo instrumento, con
abundante experiencia y frutos, que nace en las barracas de Madrid a través de Kiko Argüello y Carmen
Hernández, enraizado en el Concilio Vaticano II: un itinerario postbautismal de naturaleza catecumenal, método
válido para llevar a la madurez de la fe a cualquier bautizado o no bautizado que ´manifieste su decisión de abrazar
la fe en Cristo` (can. 788) o de ´hacerse cristiano` (Statuta, p. 108).

195
Cfr. Discurso del Papa JUAN PABLO II a los Iniciadores del Camino Neocatecumenal, a los catequistas
itinerantes y a los presbíteros (Castel Gandolfo, 21 de septiembre de 2002): Statuta, separata, p. 4. Para un acceso
a las indicaciones normativas que el Camino Neocatecumenal ha recibido desde la Santa Sede en relación con las
modalidades litúrgicas de la celebración de la Eucaristía, ver: CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO,
Carta al Camino Neocatecumenal (1 diciembre de 2005); Discurso del Santo Padre BENEDICTO XVI a un grupo
numeroso de miembros del Camino Neocatecumenal (jueves 12 de enero de 2006), en la pág. WEB del Vaticano;
El Cardenal Arinze explica las normas litúrgicas emitidas para el Camino Neocatecumenal (jueves 16 de febrero
2006) en ZENIT; El Camino Neocatecumenal acoge con entusiasmo las indicaciones de la Santa Sede, en
www.caminayven.com.
espiritual, litúrgica y económica a las clásicas órdenes religiosas con los de sus
miembros con los tres votos. El futuro de estos movimientos dependerá de la
fidelidad de sus miembros, a la vez que de la generosidad lucidez y apoyo, tan
benévolo como crítico, que se les preste. Estos movimientos tienen vocaciones
apostólicas porque son el resultado natural de una vida cristiana intensa y fiel. Si
ésta existe, aquellas existirán”196.

g) Juan Pablo II, Exhortaciones apostólicas Ecclesia in Europa y


Pastores gregis (2003)

En un mismo año el Papa Juan Pablo publicará dos exhortaciones


apostólicas, la primera, Eclesia in Europa197 es un texto muy maduro y madurado,
recoge las reflexiones de la Asamblea sinodal celebrada en Roma los días 1 al 23
de octubre de 1999 en la que había sido el segundo Sínodo de los obispos
europeos. La segunda contiene la reflexión de los obispos con ocasión de la Xª
Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos celebrada en Roma en
octubre del 2001198. El tema se sitúa en clara continuidad con el Sínodo del ´99 y
es la última reflexión doctrinal que el Papa hace en relación con las diversas
vocaciones suscitadas por el Espíritu en el Pueblo de Dios (ya había reflexionado
sobre los fieles laicos y la vida religiosa, ahora lo hace sobre el ministerio
episcopal)199.

Tras la caída del muro de Berlín, frente al nuevo horizonte de una Europa
inmersa en un contexto de confusión y desesperanza, el Papa y los obispos
europeos han querido “proclamar –con este documento- una exhortación a la
esperanza a una Europa que parecía haberla perdido” (nº 2). Juan Pablo II
desentraña la riqueza de las aportaciones de los obispos tomando como punto de
partida el libro del Apocalipsis “revelación profética que desvela a la comunidad
creyente el sentido escondido y profundo de los acontecimientos” (nº 5).

El documento está vertebrado con un esquema claramente kerigmático y


eclesial: comienza con una proclamación de Jesucristo es nuestra esperanza
(cap. Iº) y en los capítulos sucesivos se desarrolla el papel de la Iglesia como
depositaria del Evangelio de la esperanza (cap. IIº) a través de las tres grandes

196
Cfr. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristianismo, Iglesia y Sociedad en España, 1950-2000 (Madrid
1999), pp. 400 y 406.
197
Cfr. Ecclesia in Europa (Madrid 2003).
198
Cfr. Pastores gregis (Madrid 2003).
199
El título de la convocatoria sinodal reza así: El Obispo, servidor del Evangelio de Jesucristo para la
esperanza del mundo
dimensiones de la misión, el anuncio (cap. IIIº), la celebración (cap. IVº), el
servicio (cap. Vº), para terminar proponiendo el Evangelio de la esperanza para
una nueva Europa (cap. VIº).

Los Padres sinodales son muy conscientes de la situación en la que se


encuentra la Iglesia en Europa y hacen un diagnóstico muy lúcido del momento:
“La Iglesia no puede eludir el deber de un diagnóstico claro que permita preparar
los remedios oportunos. En el viejo Continente existen también amplios sectores
sociales y culturales en los que se necesita una verdadera y auténtica misión ad
gentes” (nº 46).

Más aún, los obispos europeos afirman con claridad que “es necesario un
nuevo anuncio incluso a los bautizados porque muchos bautizados no saben qué
es el cristianismo, viven como si Cristo no existiera, se han dejado contagiar por
el espíritu de un humanismo inmanentista, etc, y, por ello, la tarea por hacer no
será tanto bautizar a los nuevos convertidos, cuanto guiar a los bautizados a
convertirse a Cristo y a su Evangelio” (nº 47).

Los padres sinodales afirman con rotundidad que “la actual situación
cultural y religiosa de Europa exige la presencia de católicos adultos en la fe y de
comunidades cristianas misioneras que testimonien la caridad de Dios a todos los
hombres. El anuncio del Evangelio de la esperanza comporta, por tanto, que se
promueva el paso de una fe sustentada por costumbres sociales, aunque siempre
apreciables, a una fe más personal y madura, iluminada y convertida” (nº 50).
Para ello será necesario “que las comunidades cristianas se movilicen para
proponer una catequesis apropiada a los diversos itinerarios espirituales de los
fieles en las diversas edades y condiciones de vida, previendo también formas
adecuadas de acompañamiento espiritual y de redescubrimiento del propio
bautismo” (nº 51).

Se sigue apostando por la parroquia abierta a una renovación constante y


se hace una valoración positiva de la aportación que los nuevos movimientos y las
nuevas comunidades eclesiales ofrecen a las parroquias describiendo en clave
positiva todas sus bondades: “ayudan a los cristianos a vivir más radicalmente
según el Evangelio; son una cuna de diversas vocaciones y generan nuevas
formas de consagración; promueven sobre todo la vocación de los laicos y la
llevan a manifestarse en los diversos ámbitos de la vida; favorecen la santidad del
pueblo; pueden ser anuncio y exhortación para quienes, de otra manera, no se
encontrarían con la Iglesia; con frecuencia apoyan el camino ecuménico y abren
cauces para el diálogo interreligioso; son un antídoto contra la difusión de las
sectas; son una gran ayuda para difundir vivacidad y alegría en la Iglesia” (nº 16).
Sin embargo, también los obispos insistirán en la necesidad de vivir una
comunión más plena a todos los niveles: “es necesario que, de una parte, los
nuevos movimientos y las nuevas comunidades eclesiales, abandonando toda
tentación de reivindicar derechos de primogenitura y toda incomprensión
recíproca, avancen en el camino de una comunión más auténtica entre sí y con
todas las demás realidades eclesiales y vivan con amor en total obediencia a los
obispos; por otro lado, es necesario también que los obispos, manifestándoles la
paternidad y el amor propio de los pastores, sepan reconocer, discernir y
coordinar sus carismas y su presencia para la edificación de la única Iglesia” (nº
29).

La Exhortación Apostólica Pastores gregis (Los pastores de la grey) tiene


la finalidad doctrinal de mostrar la riqueza teológico-pastoral del ministerio
episcopal al servicio del Evangelio de la Esperanza a la luz del triple munus que
les ha confiado la Iglesia: munus docendi, sanctificandi et regendi, “de este modo,
viviendo como hombres de esperanza y reflejando en el propio ministerio la
eclesiología de comunión y misión, los Obispos deben ser verdaderamente
motivo de esperanza para su grey” (nº 5d).

En relación con su munus sanctificandi, el documento afirma la


responsabilidad del obispo en relación a la Iniciación Cristiana y reafirma la
importancia del catecumenado para la Iglesia hoy: “En las circunstancias actuales
de la Iglesia y del mundo, tanto en las Iglesias jóvenes como en los Países donde
el cristianismo se ha establecido desde siglos, resulta providencial la
recuperación, sobre todo para los adultos, de la gran tradición de la disciplina de
la iniciación cristiana... Mediante el itinerario de la iniciación cristiana se
introduce progresivamente a los catecúmenos en el conocimiento de Cristo y de
la Iglesia... (nº 38). Y se les pide a los obispos que “teniendo en cuenta las
circunstancias actuales han de poner en práctica las prescripciones del Rito de la
iniciación cristiana de adultos. Por tanto, han de procurar que en cada diócesis
existan las estructuras y agentes de pastoral necesarios para asegurar de la manera
más digna y eficaz la observancia de las disposiciones y disciplina litúrgica,
catequética y pastoral de la iniciación cristiana, adaptada a las necesidades de
nuestro tiempo” (ibidem).

En relación con la pastoral de la comunión, se hace una valoración positiva


de las realidades asociativas así como de los nuevos movimientos, pero se pide a
los obispos que ejerzan su labor de discernimiento “a cuya misión pastoral
corresponde favorecer la complementariedad entre movimientos de diversa
inspiración, velando por su desarrollo, la formación teológica y espiritual de sus
animadores, su inserción en la comunidad diocesana y en las parroquias, de las
cuales no deben separarse” (nº 51c). En todo caso, el obispo ha de ser el primero
en vivir, alentar y propiciar y “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la
comunión” (nº 22).

h) CELAM, Documento “La Bienaparecida” (2007)

1) Aprobación definitiva del Estatuto del Camino Neocatecumenal (2008)

Síntesis teológico-pastoral

1ª) Este entre-tiempo que va de 1995 al 2008, ha estado marcado por el


acontecimiento singular y transcendental -para la vida de la Iglesia-, de la
preparación y celebración del Gran Jubileo del Año 2000. Este evento eclesial,
en sí mismo, ha generado una corriente de vida espiritual que ha estimulado y
vitalizado muchas energías espirituales y pastorales en la vida de la Iglesia en
estos siete años.

2ª) La Vigilia de Pentecostés del año ´96, abrió en la Iglesia un tiempo que
va estar caracterizado por la emergencia y presencia de los Movimientos
eclesiales y nuevas Comunidades en algunos de los eventos eclesiales más
significativos y pastoralmente más relevantes en este septenario temporal, que va
a ser denominado como el tiempo de una nueva primavera.

3ª) En efecto, vamos a asistir en este período, al tiempo de la madurez


eclesial de los Movimientos y nuevas Comunidades en sus configuraciones
jurídico-canónicas, y a un acercamiento de comunicaciones y diálogos, entre la
realidad institucional y las realidades carismáticas que propiciarán toda una serie
de encuentros, congresos, seminarios como los mejores ámbitos para vivir la
espiritualidad de la comunión.

4ª) Será el Papa Juan Pablo II quien definirá desde un punto de vista
teológico y pastoral el alcance de la llamada espiritualidad de la comunión,
invitando a toda la Iglesia a ser casa y hogar de comunión entre todos sus
miembros, entre todas sus realidades. Los obispos están llamados a ser los
garantes de la unidad y de la comunión, de este modo viviendo como hombres de
esperanza y reflejando en el propio ministerio la eclesiología de comunión y
misión serán verdaderamente motivo de esperanza para su grey.

5ª) A la luz del discernimiento teológico-pastoral de los obispos europeos


se vuelve a insistir en la importancia de la catequesis como educación y desarrollo
de la fe de cada persona, de modo que crezca y madure la semilla puesta por el
Espíritu Santo y transmitida con el Bautismo. De aquí que se resalte la necesidad
del catecumenado como institución integrada en la Iniciación Cristiana y se pida
a los obispos que, teniendo en cuenta las circunstancias actuales, se pongan en
práctica las prescripciones del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos y que
ellos mismos se pongan al frente de la Iniciación Cristiana.

6ª) Junto a la relevancia que en estos años van a tener los Movimientos
eclesiales y las nuevas Comunidades, un documento que va ayudar a toda la
Iglesia a seguir avanzando por el camino de la evangelización y de la catequesis,
será la promulgación del Directorio General para la Catequesis del año ´97. No
sólo ha sido y es un inestimable servicio al ministerio catequético de la Iglesia,
sino que como hemos visto, también ha ayudado a orientar la identidad eclesial
de no pocas de las nuevas realidades comunitarias que por estos años estaban
intentando perfilar su estatuto de identidad eclesial. En el Directorio se afirmará
que para favorecer un proceso permanente de conversión, se necesita una
comunidad de base o fundante. Para favorecer tal proceso, se necesita una
comunidad cristiana que acoja a los iniciados para sostenerlos y formarlos en la
fe. Y se tiene muy presente que la vida cristiana en comunidad no se improvisa y
hay que educarla con cuidado.

7ª) La aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal es un acto


jurídico con profundo significado eclesial. Tal Estatuto contiene una novedad
desde el punto de vista jurídico: es la primera vez en la historia de la Iglesia que
la Santa Sede reconoce oficialmente un catecumenado postbautismal. Y esto
acontece en un momento en el que casi todas las Conferencias Episcopales están
hablando de la necesidad de una iniciación cristiana postbautismal y encuentran
no pocas dificultades para realizarla.

8ª) El Camino Neocatecumenal no ha sido aprobado como una asociación,


un movimiento o una congregación religiosa, sino, respetando y confirmando la
intención de sus iniciadores, como un itinerario de iniciación cristiana para el
redescubrimiento del Bautismo, es decir, un catecumenado post-bautismal al
servicio de las diócesis y de las parroquias. Está al servicio de los Obispos como
una modalidad de realización diocesana de la iniciación cristiana y de la
educación permanente de la fe, según las indicaciones del Concilio Vaticano II y
del Magisterio de la Iglesia. El Camino Neocatecumenal aparece reconocido
como un catecumenado post-bautismal, como una iniciación cristiana, un
instrumento que la Santa Sede ofrece a los obispos para que se pueda reforzar el
Bautismo de los cristianos en respuesta al ateísmo práctico moderno. Y también
y, esto es especialmente significativo, como un instrumento al servicio de los
Obispos para la iniciación cristiana de los no bautizados (SCN, art. 24&1).

6. El Catecumenado y su situación en la Iglesia actual


En este apartado tratamos de estudiar cuál es la actualidad y verdad del
catecumenado en el momento actual de la Iglesia, así como sus posibilidades de
realización. Nos preguntamos si a la recuperación oficial teórica del
catecumenado por el Vaticano II corresponde una recuperación real y pastoral del
mismo; y si el lenguaje y las realizaciones “catecumenales” que hoy se están
dando salvan la identidad del mismo catecumenado, o si se manifiestan variantes
nuevas para las que es cuestionable el calificativo de “catecumenado” o
“catecumenal”. Haremos una breve referencia a la historia del catecumenado, por
razones de comprensión del tema. Nuestro objetivo es presentar las líneas
generales de una recuperación oficial, y su recepción en una aplicación real, sobre
todo en España, y ofrecer asimismo algunos principios para un discernimiento
crítico, señalando tanto las dificultades como las posibilidades para una
realización práctica.

a) Planteamientos catecumenales en la Iglesia del postvaticano II

“La Iglesia es catecumenal. El catecumenado es eclesial”. Esta verdad,


olvidada en gran medida durante siglos por una imperante “Iglesia de
cristiandad”, ha venido a ser hoy una verdad patente, una exigencia para la
evangelización, y un requisito para la plenitud de la iniciación cristiana. Por eso,
sobre todo después del Vaticano II, se ha venido a extender la conciencia de una
necesidad de renovar el Catecumenado, no sólo como preparación al bautismo,
sino también como elemento decisivo para la verdad y autentificación de la fe de
los ya bautizados, y de la vida de la comunidad cristiana.

1. Razones de un redescubrimiento

Muchas son las razones que suelen aducirse al respecto:


• Ha quedado ya muy atrás la época de una Iglesia de cristiandad;
• vivimos momentos de fuerte descristianización y secularización;
• la desproporción entre el número de bautizados y el número de convertidos es
enorme;
• cada vez aumenta más el número de los no bautizados de niños, que bien al
llegar al uso de
razón, o en la juventud o la adultez, piden el bautismo;
• la conciencia de que no se viene a ser cristiano sólo por el rito del bautismo,
sino también por convicción y personal conversión, es cada vez más clara;
• ya no se comprende el bautismo como rito aislado, sino como punto de partida
de un proceso para venir a ser cristiano, que reclama la renovación del mismo
Catecumenado. Por todas partes se siente la necesidad y urgencia de una
evangelización “ad intra” y “ad extra”, que renueve y consolide la fe y conversión
personal, que autentifique la comunidad cristiana. La apoyatura y el elemento
vital para descubrir, crecer y permanecer en la fe, no son tanto las instituciones
clásicas (Iglesia, familia, escuela), ni la sociedad con su mundo ambiente y sus
medios de comunicación, sino la pequeña comunidad de la que se hace
experiencia y a la que se aprende a pertenecer por el Catecumenado; la
indiferencia religiosa, la incredulidad ambiental y el materialismo absorvente,
conmueven los mismos fundamentos religiosos, y exigen un redescubrimiento de
la identidad cristiana... Pues bien, como respuesta y medio más apropiado ante
esta situación y necesidad, algunos documentos eclesiales (Directorio
Catequístico General, Evangelii Nuntiandi, Catechesi Tradendae, Familiaris
Consortio, Christifideles Laici, Catecismo de la Iglesia Católica), y muchos
pastores y responsables (Documentos y orientaciones de Conferencias
Episcopales, Obispos, Organismos diversos) piensan en el “Catecumenado”. Y,
entre todos estos documentos destaca, como veremos, el Ritual de la Iniciación
cristiana de adultos, verdadero referente y modelo de la propuesta catecumenal
en la Iglesia actual.

2- Catecumenado e iniciación cristiana

Pero, ya desde el principio, queremos aclarar que el Catecumenado no debe


entenderse como una pieza solitaria, sino como un elemento importante y
necesario de un proceso global, que abarca diversos aspectos integrantes, en
orden a “hacer” de alguien un verdadero cristiano, y a renovar la comunidad
cristiana, extendiendo el reino de Dios en el mundo. Todo Catecumenado
verdadero, sea que se realice antes o después del bautismo, es de iniciación y para
la iniciación a la verdad de la fe y de la vida cristiana. De la misma manera que
no se puede hablar de Catecumenado sin hablar de evangelización, así tampoco
puede pretenderse hacer un Catecumenado sin replantearse la misma iniciación.
La finalidad y esencia de toda iniciación, y en concreto de la iniciación cristiana
puede describirse como un proceso de referenciación vital al “arquetipo” o
modelo originario (Cristo); como un proceso de “muerte iniciática”, por el que se
abandona lo anterior para venir a vivir algo nuevo; como un “nuevo nacimiento”
por el que se acepta una vida y sentido nuevos; como un “tránsito”, que implica
a la vez separación, prueba y reintegración en una nueva comunidad; como un
tiempo y un espacio especiales para la transmisión y "apropiación personal y
existencial" de las normas, valores y símbolos propios del grupo a que se inicia;
como un momento de revelación y experiencia de lo sagrado, de Dios.

El Catecumenado es precisamente el medio más importante, que por su


contenido, dinámica y estructura, posibilita la realización de esta iniciación. Su
carácter iniciático se manifiesta sobre todo en que es tránsito de una situación de
no-fe a otra de verdadera fe; transformación del corazón y reorientación de la vida
o conversión; momento de prueba y decisión; paso a una nueva vida o
“renacimiento”; proceso de adaptación a unos valores y normas ; procesualidad
duradera en espacio y tiempo especiales; experiencia de Dios y fascinación del
evangelio; preparación al bautismo con todo su simbolismo iniciático de “muerte
y resurrección”; descubrimiento e integración en la nueva comunidad de la
Iglesia.. Los mismos nombres que se dan a los que siguen este camino o proceso
catecumenal, indican su carácter iniciático, engendrador, transformador: los que
despiertan su interés por ser cristianos (Sympatizantes) - los que se deciden a
prepararse al bautismo (Catechumeni) – los que son aceptados a recibir el
bautismo (Competentes) - los que han iluminado su mente y su corazón con la fe
(Illuminati) - los que han vivido el “nuevo nacimiento” por el bautismo (Neophiti)
- los que en fin han venido a incorporarse a la nueva comunidad de los fieles
(Christifideles laici).

b) El Catecumenado, una institución fundamental en la vida de la


Iglesia

Nos atenemos a las principales investigaciones actuales sobre el tema,


destacando las grandes etapas históricas y la evolución de las estructuras de
iniciación cristiana.

1. Iglesia primitiva: El catecumenado, elemento central de la iniciación


cristiana

El Nuevo Testamento no habla de «iniciación» ni de Catecumenado de modo


explícito. Pero sí sugiere el contenido y dinámica que suponen (Hch 2, 36-41; Rm
6, 1-14; 2 Co 5, 17; Jn 3, 3-5...). Supone un proceso en la comunidad eclesial, que
conlleva la predicación y el anuncio del kerigma, la acogida por la conversión y
la fe, el bautismo en el agua y el Espíritu, la participación en el acontecimiento
pentecostal por la imposición de manos, y hasta la participación en la oración y
fracción del pan (Ef 1, 13-14; Mc 16, 15-16; Hch 2; 8, 14-17; 19, 1-7; Hb 6, 4-6).
No sabemos en qué medida estos elementos del proceso se daban unidos o
separados, ni cuál era su mutua referencia y configuración ritual. Pero lo cierto
es que todos ellos vienen a considerarse, sobre todo en los Hechos, como
elementos integrantes y complementarios del hacerse cristiano o seguidor de
Cristo, y ser reconocido como tal.

La Iglesia primitiva se movió en la misma línea de desarrollo, tal como se


expresa en los escritos de los diversos Padres de Oriente y Occidente (Tertuliano,
Orígenes, Juan Crisóstomo, Teodoro de Mopsuestia, Cirilo de Jerusalén,
Ambrosio, Agustín...), y en la ordenación litúrgica o celebración ritual (Tradición
Apostólica, Didascalía de los Apóstoles, Juan Senario...). «Hacerse cristiano»
implica todo un proceso de iniciación o Catecumenado (siempre que se trata de
adultos), que supone: haber acogido la palabra (catequesis), haber creído (fe-
símbolo) y haber cambiado de vida (conversión moral); requiere haber
participado en la oración de la comunidad (imposiciones de manos, exorcismos,
bendiciones...), y haber participado en los ritos de iniciación (bautismo de agua,
ritos posbautismales, eucaristía); conlleva el haber sido introducido en la
disciplina del arcano (contenidos, misterios), y haberse acogido a las costumbres
de la vida comunitaria.

La iniciación es una totalidad que integra unitariamente diversos elementos de


un único proceso: comienzo en el Catecumenado, culminación en los
«sacramentos bautismales» y su iluminación; y continuidad en la experiencia
cultual comunitaria y las catequesis mistagógicas. Lo que el Nuevo Testamento
contiene en germen, la Iglesia primitiva lo desarrolla y expresa, sobre todo con la
institución catecumenal y con la configuración y mutua ordenación de los ritos
iniciatorios. No sólo hay un Catecumenado, también hay una sola celebración
bautismal (la de la Vigilia Pascual —más tarde también la de Pentecostés—), un
rito único y continuado (en la misma celebración se dan el bautismo, los ritos
postbautismales y la eucaristía), y un ministro original verdadero (el obispo).

No obstante esta unidad destacada durante los primeros siglos, admite también
diversidad de tradiciones e incluso de estructuras iniciáticas, sobre lo que no
podemos detenernos en este momento, distinguiéndose claramente la tradición
Occidental y la Oriental.

La Iglesia primitiva, si bien destacaba la unidad de la iniciación, en


correspondencia con la situación eclesial y con el sistema iniciatorio establecido,
también supo respetar la diversidad de tradiciones, las variantes rituales, los
procesos diversificados. No obstante, la estructura iniciática que prevaleció
durante toda esta época puede calificarse como una “estructura dinámico-
unitaria”, porque todos sus elementos y sus ritos centrales (bautismo, ritos
postbautismales, eucaristía), aparecen encuadrados dentro del proceso y
dinamismo del catecumenado, constituyendo una unidad orgánica y referenciada,
que viene a constituir un verdadero “sistema” de iniciación adaptado a la
situación histórico eclesial concreta.

2. Siglos III-VI: Esplendor y decadencia del Catecumenado

A partir del s. V y durante toda la Edad Media se producen en la Iglesia


Occidental dos fenómenos un tanto contradictorios, que muestran el conflicto
existente entre la concepción o afirmación teórica y la exigencia o aplicación
práctica, debido a una falta de planteamiento coherente de la estructura iniciática
más adaptada a la nueva situación socio-cultural y eclesial. Teóricamente se
afirma más la unidad que la separación sacramental en Sacramentarios y
testimonios diversos; pero prácticamente se vive más la separación que la unidad,
dadas las condiciones y posibilidades reales de celebración del sacramento. Estos
son los datos:
• El número de quienes desean ser cristianos ha aumentado considerablemente,
son los llamados “bastardos”, y no todos están dispuestos a convertirse (por lo
que retrasan el bautismo (son los llamados “recrastinantes”);
• El bautismo de niños se ha generalizado e impuesto como norma, y el ministro
más ordinario es el presbítero;
• El Catecumenado ha desaparecido prácticamente (con raras excepciones), o
bien se manifiesta y realiza sin gran fidelidad a su contenido y estructura
originarios;
• La “confirmatio” tiene que esperar hasta que la administre el obispo (con
excepción de algunos casos en Hispania);
• y la primera participación en la eucaristía se da bajo la especie de vino a los
niños cuando son bautizados. En una palabra, se trata de un proceso de
“descomposición” del antiguo sistema iniciático, y de nacimiento de una nueva
concepción y praxis de la iniciación. Tanto las vicisitudes del sacramento de la
confirmación, como la decadencia del Catecumenado, se explican desde estos
cambios del “sistema iniciático” originario.

3. Siglos VII-XX: Pervivencia histórica e intentos de renovación

Durante la Edad Media, y la época del renacimiento se sigue hablando de


“Catecumenado”, así como de la necesidad de que el bautismo implica el
“catechismus” y el “exorcismus” (Beda, Hugo de San Victor, Pedro Lombardo,
Santo Tomás...). Pero, en verdad, a los nombres no responde la realidad práctica.
También se sigue defendiendo la relación íntima y la unidad de los ritos
iniciáticos (bautismo, confirmación, eucaristía). Pero, de hecho, se continúa
celebrando separados estos ritos, y el hecho de que la primera eucaristía se vaya
trasladando a la edad del uso de razón, hace que la misma confirmación se retrase
hasta los doce años (cf. Catecismo de Trento). Después del Concilio de Trento
hubo algunos intentos de renovación del proceso catecumenal ante las
necesidades planteadas por el descubrimiento y evangelización del nuevo mundo,
y en España encontraron eco importante, pero no llegaron a imponerse en la
práctica. Debido a la impugnación pastoral (desorden en la Iglesia respecto a la
confirmación) y a la negación por parte de los Reformadores (la confirmación no
es un sacramento con todo lo que esto implica), Trento insistirá en la
sacramentalidad «autónoma» de la confirmación y en su necesaria renovación
pastoral. Por otra parte, debido al impulso pastoral y catequético preconizado por
el Catecismo Romano (Pío V, 1566) y por otros catecismos de la época (el de B.
Carranza, P. Canisio, R. Belarmino, Fleury...), se despierta la conciencia de
pastores y fieles, en orden a una más cuidada catequesis y celebración de la
confirmación, e incluso se manifiesta un deseo de retrasar la confirmación a una
edad más avanzada, que con cierta frecuencia (diversas diócesis de Francia) se
sitúa después de la primera comunión. Ante este hecho los Papas insisten en la
unidad de la iniciación. Por todo ello resulta una “estructura pastoral distanciada”
que, sobre todo por razones pastorales,
lleva a un distanciamiento y separación de los ritos bautismales y a una
desaparición del Catecumenado; y que, a partir del siglo XIII (Concilio
Lateranense IV) introducirá en el proceso la obligatoriedad de confesarse a la
edad del uso de razón. Por tanto, se comienza bautizando a los niños “quam
primum”; se confía la educación cristiana a la familia, y en ocasiones a la
educación escolar; se exige la confesión al llegar al uso de razón; normalmente
sigue después la primera eucaristía; y se deja la confirmación para cuando venga
el obispo, o se vaya donde él está. Esta praxis se verá facilitada por la orientación
posterior del Papa Pío X, en el Decreto «Quam singulari» (8 agosto de 1910), en
el que, al determinar la edad de la discreción para la primera comunión, mueve
prácticamente a retrasar la confirmación a un momento posterior. Si bien, en
realidad, con este Decreto no se hizo sino confirmar una praxis ya extendida en
la Iglesia y que, al venir a ser la primera comunión la fiesta principal de la
iniciación, reclamaba situarla a la edad de la catequesis y como culminación de
la misma16, llevando como resultado una cierta generalización del retraso de la
confirmación después de la primera comunión.

c) Restauración del Catecumenado a nivel oficial

En los tiempos del Vaticano II la Iglesia tenía clara conciencia de la


necesidad de renovar el Catecumenado. Por eso, la Constitución de Liturgia
afirmaba: Restáurese el Catecumenado de adultos, dividido en distintas
etapas…En las misiones, además de los elementos de iniciación contenidos en la
tradición cristiana, pueden admitirse también aquellos que se encuentran en uso
en cada pueblo en cuanto puedan acomodarse al rito cristiano” (SC 64-65). Esta
restauración se concreta más en el Decreto “Ad gentes”, donde no sólo se describe
la necesaria unión entre evangelización y conversión, sino que afirma
explícitamente que este es el primer paso de un proceso de iniciación que implica
la realización del Catecumenado con todos los elementos que lo integran: “Los
que han recibido de Dios, por medio de la Iglesia, la fe en Cristo, sean admitidos
con ceremonias litúrgicas al catecumenado, el cual no es mera exposición de
dogmas y preceptos, sino formación y noviciado convenientemente prolongado
de toda la vida cristiana…” (AG 13-14). La importancia del Catecumenado se
destaca también en el Decreto “Presbyterorum ordinis”, al recomendar de forma
especial a los sacerdotes “a los catecúmenos y neófitos, que han de ser
gradualmente educados para que conozcan y vivan la vida cristiana” (PO 5). Más
aún, el hecho de que de alguna manera ya estén vinculados a la Iglesia, hace que
ella “como madre los abrace en amor y solicitud como suyos” (LG 14).

1. El Ritual de la Iniciación cristiana de adultos (RICA)

Pero, el documento que mejor acoge, restaura y aplica el catecumenado es del


“Ritual de la Iniciación cristiana de adultos”. Por primera vez, desde que se
produjeron las grandes transformaciones en la iniciación cristiana en el s. V, se
propone un Ritual propio para adultos, de la misma manera que antes (a. 1969)
se había ofrecido un Ritual propio para niños. El tema de la Iniciación Cristiana
recibe un tratamiento especial en cuanto un 'todo unificado”. Es un Ritual que no
se limita a la iniciación sacramental, sino que además ofrece un camino
progresivo de iniciación catecumenal, recogiendo las esencias del catecumenado
antiguo, e intentando aplicarlo a nuestros días, una vez estudiadas las experiencias
de renovación realizadas al respecto en África, en Francia etc. Encierra una gran
riqueza teológica, litúrgica y pastoral, en una adecuada armonía y equilibrio entre
entre acción graciosa de Dios, mediación de la comunidad eclesial, ritos
sacramentales de la iniciación y respuesta de fe del sujeto. Cada uno de estos
elementos encuentra un espacio propio, dentro de un ritmo, que es el que marca
la creación de un itinerario dinámico y coherente para la Iniciación Cristiana. El
nuevo Ritual no obedece solamente a una reivindicación ritual de los padres del
Concilio, sino a un amplio proyecto teológico: el catecumenado como la
expresión litúrgica del nacimiento y del crecimiento de la Iglesia, que quiere
responder a una nueva situación evangelizadora. Por eso, los “principios-guía”
que conducen a esta renovación son:
1. Expresar con más claridad la significación de los ritos para posibilitar
mayor participación en los misterios de la salvación.
2. Recoger los elementos tradicionales de la liturgia catecumenal y
asegurar continuidad entre las formas antiguas y nuevas.
3. Mostrar la armonía entre la acción de Dios significada por los ritos y el
progreso del catecúmeno en la conversión y la fe.
4. Proponer un “modelo típico” de iniciación de adultos, que las
Conferencias Episcopales deben adaptar a su situación pastoral en un esfuerzo de
inculturación28. A lo largo del Ritual se ofrecen posibilidades que ministros y
Conferencias Episcopales han de tener en cuenta, porque se prestan a la
acomodación, en virtud de las necesidades de las Iglesias locales.

En cuanto al contenido del Ritual baste recordar en síntesis que su objetivo


es presentar la manera como la Iglesia acoge e inicia a los que piden ser cristianos.
En este sentido ofrece una verdadera estructura de iniciación para aquellos
adultos, que tras oír el anuncio del misterio de Cristo, asistidos por el Espíritu
Santo, toman la decisión libre y responsable de caminar por el sendero de la fe y
de la conversión, a fin de prepararse para el Bautismo en el agua y en el Espíritu
y poder
participar de la Eucaristía de la comunidad30. Se trata de una preparación e
introducción progresiva de varios años de duración al misterio de Cristo y de la
Iglesia.

Esta introducción se hace mediante etapas significadas por los ritos del
Catecumenado que vienen desarrollados en el Ritual. Un camino que comienza
con el Rito de Entrada en el Catecumenado y culmina con la recepción de los
sacramentos. Sin embargo, el Ritual no se reduce a ser un momento ritual-
celebrativo, en él se hallan las claves que deben llenar de contenido la catequesis,
los ritos que han de ir jalonando el proceso y la vida evangélica que ha de ir
expresando el cambio de vida, todo ello formando parte de un dinámico itinerario
catecumenal.

Respecto a la estructura es como sigue:


a) Contiene unos Preliminares (nn. 1-67) sobre el espíritu que tiene que animar
la iniciación, y sobre la estructura, etapas y grados de la misma. Comprende unas
observaciones generales y unas observaciones previas.
b) El Cap. I ofrece el Ritual del catecumenado distribuido en sus grados o
etapas (nn. 69- 239). Es la parte más importante y se refiere a la iniciación de
los adultos. Este Ritual es para desarrollarlo normalmente en varios años. Pero
en situaciones excepcionales las ceremonias se reagrupan según dos esquemas
posibles.
c) En el Cap. II: Forma simplificada de la iniciación de un adulto (nn. 240-277).
d) En el Cap III: Ritual breve de la iniciación de un adulto en peligro próximo o
inminente de muerte (nn. 278-2294).
e) El Cap. IV . proporciona directrices sobre la Preparación para la
Confirmación y la Eucaristía de los adultos bautizados en la primera infancia y
que no han recibido
catequesis (nn. 295-305).
f) El Cap. V . presenta el Ritual de la iniciación de los niños en edad catequética
(nn. 306- 369).
g) Y finalmente, un apéndice, que contiene el Ritual de la admisión a la plena
comunión con la Iglesia católica de los ya bautizados válidamente (31 números)
en una Iglesia separada.

En conclusión, creemos que este Ritual es uno de los documentos de más


trascendencia del Vaticano II, no sólo porque renueva el Catecumenado en el
proceso de la iniciación cristiana de adultos, sino también porque integra,
armoniza y expresa de modo ejemplar los diversos niveles y perspectivas: el nivel
antropológico, el teológico, el sacramental-ritual y el pastoral; y porque se
presenta como el referente principal de iniciación cristiana, y como el modelo de
toda catequesis integral, que implica la participación y renovación de la misma
comunidad cristiana.

2. Otros documentos oficiales posteriores al Vaticano II

La repercusión de los planteamientos del RICA en los documentos posteriores


de la Iglesia es muy importante, sobre todo cuando se trata de iniciación cristiana
(v.gr. Ritual de la confirmación), de evangelización, de catequesis, de misión y
participación en la misión, de preparación a los sacramentos. Baste un breve
recorrido al respecto.
• El “Directorium catechisticum generale” (1971) menciona el Catecumenado
entre las formas particulares de catequesis de adultos.
• La “Evangelii Nuntiandi” (1975), atendiendo a la situación descristianizadora y
a la necesidad de evangelización, afirma que el Catecumenado debe aplicarse
también a la situación de algunos bautizados: “Se viene observando que las
condiciones actuales hacen cada vez más urgente la enseñanza catequética bajo
la modalidad de un Catecumenado para un gran número de jóvenes y adultos que,
tocados por la gracia, descubren poco a poco la figura de Cristo y sienten la
necesidad de entregarse a él” (nº 44).
• En la misma línea la “Catechesi tradendae” (1979) habla de “cuasi
catecúmenos” refiriéndose a “los que en su infancia recibieron una catequesis
proporcionada a su edad, pero que luego se alejaron de toda práctica religiosa y
se encuentran en la edad madura con conocimientos religiosos más bien
infantiles; a los que se resienten de una catequesis sin duda precoz, pero mal
orientada o mal asimilada; a los que, aún habiendo nacido en países cristianos,
incluso dentro de un cuadro sociológicamente cristiano, nunca fueron educados
en la fe y, en cuanto adultos, son verdaderos catecúmenos” (nº 44).
• Se trata de una situación intraeclesial a la que se refiere también de modo
significativo la “Redemptoris missio” (1990): “Se da, por último, una situació
intermedia, especialmente en los países de antigua cristiandad, pero a veces
también en las iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han
perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de
la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su evangelio. En este
caso es necesaria una nueva evangelización o reevangelización” (nº 33), junto
con la situación de la “misión ad gentes” (nº 47).
• Por todo ello, se pide por ejemplo en la “Christifideles laici” (1988), “una
catequesis postbautismal a modo de catecumenado, que vuelva a proponer
algunos elementos del ‘Ritual de la iniciación cristiana de adultos’, destinados a
hacer captar y vivir las inmensas riquezas del bautismo ya recibido” (nº 61).
• Y la “Familiaris consortio” (1981) ya señalaba que en la preparación al
matrimonio debía distinguirse entre la “preparación remota, próxima e
inmediata”, de modo que “como en un camino catecumenal” se diera una
preparación adecuada al matrimonio: “Entre los elementos a comunicar en este
camino de fe, análogo al catecumenado, debe haber también un conocimiento
serio del misterio de Cristo y de la Iglesia, de los significados de gracia y
responsabilidad del matrimonio cristiano…” (n º66).
• Por su parte, el “Código de Derecho canónico” (1983) se refiere al
Catecumenado de aquellos que quieren abrazar la fe y recibir el bautismo,
recogiendo los pasos prescritos ya por el Rica, e indicando lo que corresponde a
las Conferencias Episcopales y a los obispos al respecto: “Corresponde a las
Conferencias Episcopales publicar unos estatutos por los que se regule el
Catecumenado, determinando qué obligaciones deben cumplir los catecúmenos
y qué prerrogativas se les reconocen” (cc. 788-789, 851 & 1, 865). La aportación
es al nivel de normativa canónica.
En cambio el “Catecismo de la Iglesia católica” (1992) hará algunas aportaciones
importantes a nivel de iniciación y ecuménico. Así, además de que recuerda la
praxis de iniciación de la Iglesia antigua, que implicaba “un largo período de
Catecumenado”, afirma sin ambages que el catecumenado pertenece al bautismo,
“por su misma naturaleza”, y por tanto no se debe prescindir de él, sea en un
momento u otro del proceso de iniciación: “Desde que el bautismo de niños vino
a ser la forma habitual de celebración de este sacramento, ésta se ha convertido
en un acto único que integra de manera muy abreviada las etapas previas a la
iniciación cristiana. Por su naturaleza misma, el bautismo de niños exige un
Catecumenado postbautismal. No se trata solo de la necesidad de una instrucción
posterior al bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el
crecimiento de la persona. Es el momento propio de la catequesis” ( nº 1231).

Por tanto, si bien el Catecumenado en sentido más propio es el que precede


al bautismo de adultos, de modo que les permita “en respuesta a la iniciativa
divina y en unión con una comunidad eclesial, llevar a madurez su conversión y
su fe” (cf. CEC 1247-1249); sin embargo, esto no obsta para que en el caso del
bautismo de niños, se proponga un proceso o “catecumenado postbautismal”, ya
que “en todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del
bautismo”, de manera que tanto la fe como la gracia bautismal puedan
desarrollarse de forma adecuada (cf. CEC 1253-1255). En concreto el nº 1253
dice: “El bautismo es el sacramento de la fe... La fe que se requiere para el
bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que está llamado a
desarrollarse”.

Será el “Directorio General para la Catequesis” (1997) el documento


oficial que trate precisamente de este desarrollo, de modo especial a través de la
catequesis en sus diversas formas, y a través del Catecumenado prebautismal o
de los catecumenados” postbautismales o “cuasicatecumenados”. El documento
comienza reconociendo la importancia del Catecumenado antiguo, cuyo retorno
ha sido favorecido por el Vaticano II (DGC, nº 2). Y, recogiendo un texto del
antiguo Directorio de catequesis, nos recuerda que “el modelo de toda catequesis
es el catecumenado bautismal, que es formación específica que conduce al adulto
convertido a la profesión de su fe bautismal en la noche pascual” (DGC, nº 59).
Por eso mismo en otros lugares afirmará que toda catequesis debe estar animada
por una “inspiración catecumenal” (nº 35. Cf. 68, 256), de la misma manera que
“el catecumenado bautismal es el lugar típico de catequización” (nº 256). A lo
largo de todo el documento destaca la mutua relación y continuidad que existe
entre los diversos momentos integrantes del proceso de iniciación: misión –
evangelización – Catecumenado – catequesis – sacramentos de iniciación, pues
todo ello constituye un conjunto integrativo de la totalidad del proceso. Lo
califica como “proceso evangelizador o de evangelización” que implica:
“testimonio cristiano, diálogo y presencia de la caridad, anuncio del evangelio y
llamada a la conversión, Catecumenado e iniciación cristiana, formación de la
comunidad cristiana, por medio de los sacramentos, con sus ministerios”(nº 47).

Y más tarde, refiriéndose a la “coordinación de la catequesis” con otros


aspectos de la misión dice: “La situación actual de la evangelización postula que
las dos acciones, el anuncio misionero y la catequesis de iniciación, se conciban
coordinadamente y se ofrezcan, en la Iglesia particular, mediante un proyecto
evangelizador misionero y catecumenal unitario” (nº 277.Cf. 272, 276). Esta
coordinación es necesaria no sólo para el caso de los adultos no bautizados, sino
también para aquellos “adultos bautizados que no recibieron una catequesis
adecuada; o que no han culminado realmente la iniciación cristiana; o que se han
alejado de la fe, hasta el punto de que han de ser considerados
“cuasicatecúmenos”.
En estos casos, como explícitamente se reconoce, “se trata de impulsar una
catequesis postbautismal, a modo de catecumenado, que vuelva a proponer
algunos elementos del Ritual de la iniciación cristiana de adultos, destinados a
hacer captar y vivir las inmensas riquezas del bautismo recibido” (nº 258). Se
trata de un “cuasicatecumenado” que también puede proponerse a los jóvenes,
teniendo en cuenta las diversas situaciones: “Entre las diversas formas de
catequesis de jóvenes, hay que prever, teniendo en cuenta las situaciones, un
catecumenado juvenil en edad escolar, una catequesis que complete y culmine la
iniciación cristiana; una catequesis sobre cuestiones específicas; así como
encuentros más o menos ocasionales e informales” (nº 185). Teniendo en cuenta
que hoy la evangelización de los jóvenes requiere más una acción evangelizadora
precatecumenal que una acción catequética catecúmena (Ibidem).

Naturalmente, el Directorio es consciente de que una cuestión decisiva es


“quién realiza esta tarea”. Por eso insiste en la gran importancia que tiene la
comunidad cristiana, que es la que “debe ayudar a los candidatos y a los
catecúmenos durante todo el período de la iniciación…” (256); pero sobre todo
en la insustituible función del catequista, especialmente durante el Catecumenado
o “cuasicatecumenado”, por lo que se requiere que tenga una formación especial
por la que se pretende que “el catequista pueda animar eficazmente el itinerario
catequético” (nº 235), siendo al mismo tiempo “maestros, educadores y testigos”
(237). Para ello, si es preciso, ellos mismos deben seguir un proceso catecumenal:
“Cuando la fe de los catequistas no es todavía madura, es aconsejable que
participen en un proceso de tipo catecumenal para jóvenes y adultos. Puede ser el
proceso ordinario de la propia comunidad o uno creado expresamente para ellos”
(nº 247).

Como conclusión de este recorrido podemos decir que desde el Vaticano II


el tema tiene una presencia permanente en casi todos los documentos dirigidos a
la Iglesia universal. Pero se trata de una presencia con contenido y aplicaciones
pastorales diferentes, según se trate del catecumenado de adultos no bautizados,
o del “Catecumenado” de adultos ya bautizados: en el primer caso, es evidente
que debe aplicarse lo que afirma la AG 13-14 y lo que se propone en el “Ritual
de la iniciación cristiana de adultos”; en el segundo caso, se trata no de un
Catecumenado en sentido estricto, sino de un proceso o itinerario catecumenal, o
“a modo de Catecumenado”, o “cuasicatecumenado”, que aplica la dinámica y
etapas a las diversas situaciones de los ya bautizados, pero no plenamente
evangelizados ni catequizados ni sacramentalizados (porque no han recibido aún
la confirmación, y a veces tampoco la eucaristía). Se trata de una situación que se
ha incrementado en los últimos años, debido a una secularización y
descristianización progresiva, que reclama con urgencia la evangelización o la
“nueva evangelización”. Y, en definitiva, se trata de una situación que replantea
la misma iniciación cristiana, y el puesto que en ella debe ocupar el
catecumenado, en cuanto que pertenece a su misma naturaleza y estructura.

3. Recepción del Catecumenado en diversas Iglesias

Tratamos de ofrecer una breve síntesis selectiva, que nos sirva como elemento
de comparación con lo que sucede en España. Por ello nos fijamos en algunos
países más significativos de Europa200.

Entre los países europeos destaca Francia201, cuya tradición catecumenal se


remonta ya a los años 1940-1950. Desde Lyon los catecumenados se extienden a

200
Se comprende que esta referencia es reducida, conscientes de que existen otros muchos ejemplos de recepción
que merecerían la pena reseñar. Para un ensachamiento de esta perspectiva, ver D. BOROBIO, Catecumenado
para la evangelización, o. c., pp. 75 ss.
201
Una bibliografía al respecto:CNPL. Service National du catéchuménat. “Guide pastoral du Rituel de
l’initiation chrétienne: Guide Célébrer 8 (2000); M.L. Condal, Initiation chrétienne. Bapteme,
confirmation,eucharistie, Centurion, París 1989 (existe traducción española); Id., Entrer dans la foi aujourd’hui:
commencer et recommencer: Lumen Vitae 46 (1991) 71-84; H. Bourgeois, Théologie catéchuménale. A propos
de la “nouvelle” evangelisation, Cerf, París 1991; Id., Redécubrir la foi. Les recomencants, Desclée de Brouwer,
toda Francia en los años 1960, creándose ya en 1964 el “Centro Nacional del
Catecumenado”. La recepción del Catecumenado tal como lo propone el mismo
Vaticano II y el RICA no sólo ha sido extensa y positiva, sino que ha supuesto
para la pastoral de iniciación en Francia una confirmación y una continuidad, no
obstante algunas crisis vividas202. La Iglesia oficial francesa en sus diversos
documentos relativos a la iniciación, da especial preferencia al Catecumenado203.
Francia es sin duda el país europeo donde el Catecumenado prebautismal tiene
más extensión y vigencia (hay unos 11.000 catecúmenos en la actualidad), siendo
un referente para el resto de los países europeos.

También en Italia se ha dado una recepción importante del Catecumenado, si


bien no existe una tradición catecumenal como en Francia. Aunque los estudios
aparecidos en relación con el RICA y la iniciación cristiana son muy
abundantes204 (lo que demuestra el gran interés del tema), también puede
constarse la presencia y orientaciones sobre el tema en documentos de la
Conferencia Episcopal Italiana, sobre todo el dedicado expresamente a ofrecer
“orientaciones para el catecumenado de los adultos”205. De cualquier manera, el
planteamiento en Italia se refiere sobre todo a la relación Catecumenado –
iniciación cristiana, y a la recuperación del catecumenado para el caso de los
bautizados no evangelizados206.
En cambio, en Alemania ha habido una recepción más lenta del Catecumenado,
debido al puesto que la Iglesia y la religión ocupan tanto en la vida de la sociedad
como en la educación cristiana. Se percibe un interés creciente sobre todo a partir
de 1989. La situación de creciente descristianización interna, así como la

París 1993; A. Fayol-Fricout- A. Pasquier-O. Sarda, L’initiation chétienne, démarche catéchumenale, Desclée de
Brouwer, parís 1991 Groupe Thomas-Pascal, Catéchese catéchuménale.Parcours pour adultes et jeunes, Lyon
1992; Id., Pour une memoire catéchuménale. Petite histoire du catéchuménat francais 1950-1992, París 1992;
AA.VV., Photografie du catéchuménat en France 1993-1994. Enquête sociologique, Bayard Presse, Janvier
1994; AA.VV., Le baptême: Catéchèse: 2 (1997); C. Floristán, Para comprender el catecumenado, Estella 1989,
pp. 86-93: “Renovación del catecumenado en Francia”.

202
A. Fayol-Fricout- A. Pasquier-O. Sarda, L’initiation chétienne, o.c.

203
Por ejemplo: Commision épiscopale de Liturgie. Pastorale sacramentelle, I. Les sacrements de l’initiation
chrétienne et le mariage, París 1996.
204
Véase el estudio de las diversas publicaciones con sus diversas tendencias , por ejemplo, en P. Caspani,
“Iniziazione cristiana” e “catecumenato”: semplicemente sinonimi?: Scuola Cattolica 127 (1999) 261-312.
Cf. También anteriormente: S. Lanza, Il catecumenato in Italia. Prospettive di rinovamento pastorale, RCI
(Rivista del Clero Italiano) 76 (1995) 485-503; AA. VV., Catecumenato e iniziazione cristiana: Rivista di
Pastorale Liturgica 196 (1996) 3-53.

205
CEI, Consiglio Episcopale Permanente, Il catecumenato oggi in Italia: adulti verso il battesimo. Strumento
di lavoro per un servicio al catecumenato, Roma 1994. Pero más importante es el documento de la CEI,
L’iniziazione cristiana. 1. Orientamenti per il catecumenato degli adulti (30 de marzo de 1997), Roma 1997;
206
Puede verse, por ejemplo, en CEI, Evangelizazione e testimonianza della caritá. Orientamenti pastorali del
Episcopato Italiano per gli anni ’90, Roma 1990; Id., Direttorio di pastorale familiare per la Chiesa in Italia,
Roma 1993.
influencia de los planteamientos pastorales de otras Iglesias, llevan a un deseo de
restauración del Catecumenado207. Desde 1980 se han realizado y han aparecido
diversos estudios sobre el Catecumenado, sobre todo por parte de la Delegación
Central de Pastoral y del Secretariado de Liturgia para el habla alemana. A partir
de 1992 la Delegación Central de Pastoral promovió un grupo de trabajo sobre el
“Catecumenado”, donde han tenido gran influencia las investigaciones de F.P.
Tebartz van Elst sobre el Catecumenado en Norte América y sus aplicaciones al
área alemana208. En 1997 la Conferencia Episcopal Alemana, a través de las
mismas instituciones de Pastoral y Liturgia publicó “Adultos en el camino hacia
el bautismo, de. M. Ball, München 1997. Y una propuesta posterior más concreta
se publica el año 2000 “Adultos preguntan por el bautismo. Un material
catequético litúrgico para la realización del catecumenado”209. Esta
preocupación y recepción teórica tardía, no va acompañada, sin embargo, hasta
el momento, de una recepción práctica correspondiente.

Por lo que respecta al continente africano, como ya es sabido el


Catecumenado en África se extiende con la evangelización del continente en el
siglo XIX (a.1831-1846)68. Dada la situación cultural y religiosa del continente
(pluralidad de religiones y sectas, unida a costumbres iniciatorias ancestrales), el
Catecumenado ha sido en África una realidad siempre viva. Por ello la recepción
de la enseñanza del Vaticano II y del Ritual de la iniciación cristiana de adultos
se han caracterizado por la continuidad y la adaptación o inculturación del mismo,
como lo prueban los diversos estudios210.

En cuanto al continente americano, llama la atención la acogida y recepción


que el Catecumenado está teniendo en la Iglesia de los Estados Unidos de

207
Una cronología sobre la evolución del catecumenado en Alemania puede verse en A. Waibel-F.P. Tebartz
van Elst, “Feier der Eingliederung in die Kirche”, en B. Kranemann – E. Nagel – E. Nübold, Heute Gott
feiern, Freiburg 1999, 182-186. También en el informe del actual Director del Instituto Alemán de Liturgia
Eberhard Amon, Panorama der christlichen Initiation: gestern und heute, Fatima 2001 (Ad usum privatum).
208
Su tesis doctoral sobre Der Erwachsenenkatechumenat in den Vereinigten Staaten von Amerika. Eine
Anregung für die Sakramentenpastoral in Deutschland (Múnsteraner Theologische Abhandlungen 28),
Altenberge 1993. Posteriormente el autor ha publicado diversos trabajos al respeto, por ejemplo: “Die
Wiederbelebung des Erwachsenenkatechumenats: Konzepte, Erfahrungen, Perspektiven”, en P.M. Zulehner – H.
Auf der Maur – J.Weismayer, Zeichen des Lebens. Sakramente im Leben der Kirchen – Rituale im Leben der
Menschen, Ostfildern 2000, 262-290.

209
De. Ernst Werner, DKV, München 2000.

210
Una bibliografía al respecto: A. Tatiana Sanon-R. Luneau, Enraizar el evangelio. Iniciaciones africanas
ypedagogía de la fe, Madrid 1994; B. Muzungu, Le dieu de nos Pères, t. I,II,III, Les Presses Lavigerie, Bujumbura
1974-1975; D. Nothomb, Un humanisme africain. Valeurs et pièrres d’attente, Ed. Lumen Vitae, Bruselas 1965;
M. Combarros Miguelez, Dios en Africa. Valores de la tradición Bantú, Madrid 1993; J. Van der Meersch, Vers
un catéchuménat rénove selon le Concile, Ed. del Centro Internacional de Pastoral y Catequesis, Butare 1968-
1971; AA.VV., L’Eglise du Rwanda vingt ans après le Concile Vatican II, Ed. Pallotti-Presse, Kigali 1987;
AA.VV., Une expérience africaine d’inculturation. Théologie-Anthropologie, Ed. N.D. Cotonou, París 1992.
América211. La fuente de información más completa que tenemos es la tesis
doctoral de citado F.P. Tebartz van Elst212. En este país, de 252 millones de
habitantes, de los que 60 millones son católicos, distribuidos en 188 diócesis.
puede decirse que al menos dos tercios de las parroquias han vivido experiencias
catecumenales. La publicación del RICA y su traducción al inglés en 1974,
encontró en los Estados Unidos un clima social especial: el llamado “Catholic
moment in American Culture” (momento católico en la cultura americana). Este
clima, unido a un número alto y constante de conversos y solicitantes del
bautismo, y a un aprecio a las comunidades católicas como lugares de referencia,
llevó a prestar una especial atención a la pastoral de iniciación y al mismo
catecumenado propuesto por el RICA. El intercambio de experiencias a nivel
interdiocesano condujo a definir mejor los fines y los medios de la iniciación. En
1981 tiene lugar una Conferencia en Estes Park (Colorado) en la que se crea el
"North American Forum on the Catechumenate" (Foro para la coordinación del
desarrollo del OICA en las parroquias de Estados Unidos). De este Foro nacerá
una adaptación más precisa y coordinada del RICA, que tendrá en cuenta no sólo
los no bautizados, sino también los conversos válidamente bautizados.
Finalmente, en 1986 la Conferencia Episcopal aprobó el RICA para los Estados
Unidos, con el título: "Rite of Christian Initiation of Adults", lo que fue
confirmado por Roma el 1 de septiembre de 1988. En adelante, esta será la única
y obligatoria forma de iniciación de adultos en las parroquias estadounidenses.
En este ritual: Se considera el caso de los bautizados que vienen de otras
confesiones; se promueve no sólo la formación de Catequistas y animadores, sino
también su experiencia catecumenal, siguiendo las fases diversas. Esto hace que
descubran la identidad de su fe, y se capaciten para conducir el proceso, para
considerarse "Iglesia en proceso".
En lo que se refiere a Latinoamérica, la recepción del Catecumenado
propuesto por la reforma del Vaticano II y el RICA puede decirse que ha sido
reducida y lenta (a excepción de la implantación y fecundidad del Camino

211
Una bibliografía al respecto: B. Fischer, Das Amerikanische Beispiel. Die Rezeption des Ritus
derEewachsenen-Initiation von 1972 in den Vereinigten Staaten: Liturgisches Jahrbuch 37 (1987) 66-74; F. P.
Tebartz van Elst, Der Erwachsenen-Katechumenat in den Vereinigten Staaten von Amerika. Eine Anregung für
die Sakramentenpastoral in Deutschland, Altenberge 1993; Id., Die Wiederbelebung des
Erwachsenenkatechumenates in den USA und seine pastoralliturgischen Anregungen für die Kirche in
Deutschland: Liturgisches Jahrbuch 44 Jahr (1994) 67-78; Id., Erwachseneninitiation in den USA: Diakonia 24
(1993) 279 ss.; W. A. Anderson, Journeying throuth the RICA, Dubuqye, Iowa 1984; K.A. Boyack, A Parish
Guide of Adult Initiation, Nueva York 1979; Murphy Center for Liturgical Research, Made, not born.New
Perspectives on christian Initiation and the Catechumenate, Notre Dame-Londres 1980; W.J. Reedy, Becoming
a Catholic Christian. A Symposium on Christian Initiation, Nueva York-Chicago-Los Angeles 1979; Id.,
Christian Initiation Resources Readers, Nueva York 1984.

212
Nota anterior 55: Der Erwachsenenkatechumenat in den Vereinigten Staaten von Amerika, Altenberge 1993.
Un resumen de la misma en la revista Liturgisches Jahrbuch 44 Jahr (1994) 67-88. Un resumen de la estructura y
peculiaridades del catecumenado en EE. UU., en D. BOROBIO, Catecumenado para la evangelización, o. c., 96-
113.
Neocatecumenal en la mayor parte de las diócesis de América Latina), con
características peculiares dada la situación cultural y religiosa de los diversos
países. De hecho, llama la atención que en los grandes documentos del
Episcopado latinoamericano ocupe un lugar destacado el tema de la
evangelización o nueva evangelización, pero que a ello no se una de forma
explícita y amplia el tema del Catecumenado213. Cierto que se habla de catequesis
permanente, o de “itinerario continuado”214, pero no se piensa directamente en el
Catecumenado215. Sin embargo, los procesos en “pequeñas comunidades” o en
“comunidades eclesiales de base” han cumplido de hecho las funciones de un
verdadero Catecumenado. Algunas conferencias Episcopales, como la brasileña,
se plantearon ya desde los años ’70 la cuestión de la iniciación cristiana, y por
tanto también en alguna medida la del catecumenado216. Algún movimiento, como
el SINE o “Sistema de evangelización integral”, promovido por el A. Navarro en
México en todo Latinoamérica, tiene una verdadera estructura y dinámica
catecumenal, desde una insistencia en la evangelización (o precatecumenado), en
la participación de la parroquia o comunidad en el proceso evangelizador, en la
necesidad de promover los ministerios laicales, realizar todas las dimensiones de
la misión equilibradamente, y sectorizar el terreno para una evangelización
concreta y eficaz217.

7. Por un redescubrimiento de la identidad del Catecumenado

a) Identidad del Catecumenado

213
ll Nos referimos a las Conferencias de Medellín, Puebla, Santo Domingo sobre todo.
214
En el documento de Santo Domingo, Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana, PPC,
Madrid1993, n. 49 se dice: “La nueva evangelización debe acentuar una catequesis kerigmática y
misionera…Nuestra catequesis ha de tener un itinerario continuado que abarque desde la infancia hasta la edad
adulta, utilizando los medios más adecuados para cada edad y situación”.

215
Teólogos pastoralístas y Catequistas itinerantes de las Comunidades Neocatecumenales han constatado en
diversos encuentros con párrocos y catequistas de Latinoamérica que muchos sacerdotes todavía no conocen el
Ritual de la iniciación cristiana de adultos, en parte debido a que ha sido traducido muy tardiamente.

216
Episcopado Brasileño, Pastoral dos sacramentos da inicicao Cristá, Sao Paulo 1974; J. Lachnitt, Desafíos
para a iniciacao cristá a partir da iniciacao War’a: Revista de Liturgia 3 (1990) 93-96; A.F. Lelo, La
inculturaciòn en Brasil del Ritual de iniciación cristiana de adultos, Universidad Pontificia. Faculktad de
Teología, Salamanca 1994.

217
A. Navarro, Parroquia evangelizadora. Sistema integral de la nueva evangelización, México 1994; Id.,
Evangelización. Kerigma, México 1974; Id., El anuncio kerigmático. Por si mismo, sólo y todo, México 1994.
El Catecumenado es uno de los elementos de iniciación más antiguos,
originales e importantes de la Iglesia, cuya renovación actual condensa de forma
muy sintomática el modelo eclesiológico al que hoy se aspira, y la calidad de
cristiano que en nuestros tiempos se espera. Se entiende por "Catecumenado" (de
"katejein" = instruir de palabra), en su sentido más clásico, la instrucción
iniciática de carácter catequético-litúrgico-moral, creada por la Iglesia de los
primeros siglos, con el fín de preparar y conducir a los convertidos adultos, a
través de un proceso espaciado y dividido por etapas, al encuentro pleno con el
misterio de Cristo y con la vida de la comunidad eclesial, expresado en su
momento culminante por los ritos bautismales de iniciación: bautismo, ritos
postbautismales, eucaristía que, normalmente presididos por el obispo, se
celebran en la vigilia pascual.

Con otras palabras, el Catecumenado es el ámbito en el que una persona se


hace con las disposiciones necesarias para llegar a ser cristiano; es el camino que
conduce a la verdad del ser cristiano y de la pertenencia a la Iglesia; es el proceso
en etapas, a través de las que se llega a descubrir y acoger el don de la fe y la
gracia de la salvación; es el espacio y tiempo adecuado para la manifestación del
misterio amoroso de Dios y la experiencia religiosa que transforma la vida; es el
lugar del encuentro entre el candidato al bautismo y la comunidad que acoge y
acompaña; es el proceso de aprendizaje e iluminación del candidato, en el interior
de la comunidad y para la renovación de la misma comunidad; es, en fín, el
momento de “prueba” o “noviciado”, por el que renunciando a lo antiguo, se
comienza a vivir la novedad de la vida en Cristo.

El Catecumenado no es un "a se" independiente, sino un "para" relacionado y


finalizado por los ritos bautismales de iniciación. Aunque bajo el nombre de
"Catecumenado" se acostumbra a referirse a todos los actos y momentos
preparatorios al bautismo, en realidad sólo a una etapa (la más importante) de este
proceso le corresponde tal nombre. El Catecumenado es, por tanto, la etapa más
importante del proceso preparatorio de iniciación y, como tal, un elemento
integrante y decisivo para que tal iniciación llegue a su plenitud.

En los primeros tiempos de la Iglesia el Catecumenado precedía al bautismo,


normalmente celebrado con adultos. En cambio en los últimos tiempos se ha
venido a extender, junto a un Catecumenado que precede al bautismo de adultos
convertidos (RICA), otros que siguen al bautismo de niños, a veces también al
bautismo y primera comunión, e incluso confirmación, y que se realizan a una u
otra edad, con cristianos todavía no plenamente convertidos e iniciados.

Sin embargo, esta extensión actual del "Catecumenado" no está sucediendo


sin notables ambigüedades. Unas veces porque ha venido a ser considerado como
una pieza necesaria de la pastoral renovada, y se ofrece sin las debidas
condiciones y seriedad; otras veces, porque se tiende a repetir el "Catecumenado"
en la misma comunidad a diversas edades y en distintas situaciones; otras porque
se habla de "Catecumenado" cuando se trata de una simple preparación
catequética intensiva, o de reuniones periódicas y permanentes, o de grupos de
educación en la fe, que no cumplen las mínimas condiciones catecumanales, y
queda reducida a simple discurso teórico...

b) Objetivos del Catecumenado

En principio, los objetivos del Catecumenado no pueden ser otros que los
de la iniciación cristiana global, que recordamos brevemente:

1. Adhesión y vinculación afectiva y efectiva a Cristo = Fe. Por una pedagogía


de
aprendizaje y crecimiento, por la escucha de la Palabra, la catequesis y el
diálogo, el sujeto llega a acoger el misterio, a iluminar su vida a hacerse con los
“ojos de la fe”, por la que podrá comprender y vivir los misterios bautismales.
2. Cambio de vida y perdón de los pecados = Conversión. El catecúmeno es un
convertido inicial, que a lo largo del proceso va gozándose en el “tesoro
escondido y descubierto), va profundizando en la “conversión radical primera”,
hasta transformar su vida y reorientarla en un nuevo sentido.
3. Introducción al misterio y experiencia de la salvación de Dios, por Cristo, en
el Espíritu = Don de gracia. Para que la fe y conversión tengan toda su
profundidad y consistencia, es preciso que crezcan y se sustenten en la
experiencia del Dios amoroso, que viene a nuestro encuentro en Cristo y nos
transforma en el Espíritu. No se trata tanto de una introducción intelectual, como
de una inmersión vivencial, por la que más que pretender desentrañar el misterio
con las categorías de la razón, se llega a vivirlo con la entrega del corazón, con la
experiencia del gozo, con la admiración y el entusiasmo, con la contemplación,
la oración y la acción.
4. Acogida y aceptación de la convivencia y pertenencia a la comunidad =
Comunión. El Catecumenado es encuentro del catecúmeno con la comunidad y
de la comunidad con el catecúmeno, y por lo mismo tiene como objetivo la
relación y comunicación con los creyentes, el suscitar y posibilitar la primera
experiencia de comunidad, el iniciar al sentido de Iglesia, despertando el sentido
de pertenencia a la misma, que le conducirá a una unión más perfecta y a una
participación más estrecha en su vida y sus tareas.
5. Participación en las tareas de edificación de la Iglesia = Compromiso. El
catecumenado lleva a comprender y asumir la misión de la Iglesia como propia;
suscita la responsabilidad personal y comunitaria respecto a esta misión;
identifica el carisma y la vocación personal desde la que se puede servir mejor a
dicha misión en la Iglesia y en el mundo. Quien a lo largo del catecumenado se
ha alimentado y crecido por la acción y el testimonio de los demás, no puede
olvidar que también él está llamado a ayudar y dar testimonio ante los demás. El
evangelizado necesariamente debe ser evangelizador.

c) Notas esenciales del Catecumenado

Los objetivos del Catecumenado sólo podrán alcanzarse si se salva la


identidad del propio Catecumenado y se realizan los elementos que lo integran.
Desde la Tradición permanente, el Vaticano II y el RICA, creemos que las notas
esenciales del Catecumenado pueden concretarse de la siguiente manera:

El Catecumenado es un proceso dinámico señalado por etapas

Es así porque exige duración y permanencia, porque requiere programación


y espaciación, porque supone progresividad, dinamismo y avance, porque implica
diversas etapas o fases, porque es camino hacia una meta. Nunca puede tratarse
de un monótono volver sobre lo mismo, que de la sensación de estancamiento,
sino de un crecer permanente a través del tiempo. Para lograr este dinamismo es
preciso crear un ritmo, lo cual se logra si se estableces sucesivas etapas, marcadas
o diferenciadas debidamente, que serán momentos referenciales del proceso,
puntos de llegada y de partida, hitos en el camino hacia la iniciación plena.

Esta estructura dinámica del Catecumenado no sólo responde a la


historicidad en que se despliega la vida del hombre; responde también a la
necesidad de tiempo para la maduración de su opción, al respeto que merece su
libertad, a la imposibilidad de abarcar el misterio en un momento pasajero, a la
misma pedagogía de Dios en la historia de la salvación.

El Catecumenado es un proceso marcado o significado por ritos

Normalmente las etapas del Catecumenado quedan marcadas y


diferenciadas por los diversos ritos. Como dice el Vaticano II y el RICA, el
Catecumenado supone "unos ritos sagrados que han de celebrarse en tiempos
sucesivos". Así lo entendió también la Iglesia primitiva, y de ahí los ritos de
entrada y presentación, de la sal y las entregas, de la imposición de manos y
bendiciones, de los exorcismos y escrutinios, de la elección y preparación
inmediata...

Por supuesto, será necesario realizar una labor de introducción a la lectura


y el sentido de los signos y símbolos, así como adaptar de forma adecuada estos
signos a la sensibilidad de los jóvenes. Será en algunos casos discutible qué tipo
de ritos, y para esto está la creatividad y la imaginación. Pero no es discutible si
tiene que haber ritos, y para eso está la experiencia histórica y la sabiduría
litúrgica .
El Catecumenado es un proceso comunitario en comunidad

El Catecumenado es un caminar de la comunidad junto al catecúmeno y


del catecúmeno junto a la comunidad. No existe un Catecumenado en solitario;
siempre es un proceso en comunidad y con la comunidad.

Porque es "comunitario", el Catecumenado debe hacerse en grupo,


incorporándose a un grupo de personas que quieren seguir el mismo proceso,
buscan la misma verdad, tienen idéntico objetivo, y están dispuestas a vivir la
misma experiencia iniciándose al misterio de Cristo y al de la Iglesia. De este
modo, los catecúmenos sienten el mutuo apoyo y ayuda, son entre si estímulo y
testimonio.

Y porque es proceso "en relación con la comunidad", el Catecumenado no


puede no implicar a la comunidad entera, sea o no parroquial. La comunidad debe
ejercer una función positiva y activa respecto al catecumenado y a lo largo de
todo el proceso catecumenal. Y esto por medio de la acogida, por el
acompañamiento, por la instrucción, por su intervención en diversos momentos,
por el ejemplo y el testimonio, por la oración y la participación en las diversas
celebraciones, y sobre todo en la celebración del sacramento.

El Catecumenado es un proceso educativo doctrinal

Puesto que el Catecumenado tiende a suscitar, alimentar y madurar la fe,


consistirá de forma importante en la transmisión de unos contenidos de fe, en la
instrucción doctrinal, la educación o iluminación, que hace posible el poder dar
razón de nuestro creer y esperar.

Para que este objetivo pueda lograrse adecuadamente, es preciso


determinar con justeza los contenidos de la evangelización catecumenal, ya que
de ello depende en gran parte la identidad o la desidentificación del
Catecumenado.

Esta concreción o determinación de contenidos no puede hacerse


arbitrariamente, a partir de simples criterios subjetivos, o doctrinalistas, o
moralizantes, o ritualistas... Debe hacerse teniendo en cuenta los objetivos del
mismo Catecumenado y de la iniciación, centrados en aquellos fundamentos
bíblicos que estructuran la conversión y la fe. Igualmente, tendrá en cuenta los
centros temáticos más importantes de la historia de la salvación: Dios Creador y
padre, Cristo-Espíritu, Iglesia, sacramentos, vida cristiana y misión. Estos
deberán ser los "mínimos doctrinales"que vertebren o estructuren toda la
catequesis en el proceso catecumenal. El desarrollo o amplitud mayor o menor
que estos temas puedan tener, así como la metodología o pedagogía empleada,
serán diversos, según las circunstancias.

El Catecumenado es un proceso vivencial

Dijimos que uno de los objetivos del Catecumenado es suscitar en los


catecúmenos la experiencia de Dios, la experiencia del Espíritu, conscientes de
que no hay adhesión más plena y radical, más totalizante y transformadora, que
aquella que procede de la vivencia inmediata y sensible de la misteriosa cercanía
y amor de Dios a los hombres.

No podemos detenernos ahora a explicar los rasgos de dicha experiencia.


Señalamos algunos de los medios concretos para suscitarla, admitiendo siempre
lo misterioso e irreductible de tal experiencia, que siempre se sitúa en la frontera
del misterio del encuentro con Dios, que es quien nos hace sentir con su gracia
tal experiencia. Estos medios pueden ser la oración en sus diversas formas, los
signos y símbolos bien dados o espontáneos, la contemplación y meditación, el
testimonio de diversas personas creyentes, el encuentro y ayuda a personas más
pobres e indigentes (enfermos, ancianos, drogadictos, alcohólicos, los que
padecen el SIDA, refugiados o emigrantes, pobres...).

El Catecumenado es un proceso transformador

El Catecumenado, hoy como ayer, exige un auténtico cambio de vida, una


transformación moral en correspondencia con el evangelio y la vida de la
comunidad evangélica. La conversión y cambio de vida era el exigitivo para
entrar y avanzar en el Catecumenado, para ser “competentes” o "iluminados" y
llegar a la plena iniciación. Para apoyar este cambio, la Iglesia primitiva empleaba
los exorcismos y escrutinios, el discernimiento sobre la vida de los catecúmenos,
la purificación de costumbres y actos de la vida pasada.

Pues bien, eso mismo debe ser el Catecumenado hoy: un proceso que
compromete la vida, que lleva a revisar las actitudes y actos en un esfuerzo de
transformación según el evangelio y sus exigencias rectamente interpretadas por
la Iglesia. No se trata de una insistencia en normas morales, desde una visión más
bien rigidista de la Iglesia y negativa del ser cristiano. Se trata más bien de una
insistencia en el ideal evangélico, sin olvidar sus exigencias en la vida personal,
social, económica, política.

e) Estructura del Catecumenado

La estructura fundamental del Catecumenado es aquella que fue acuñada


por la tradición viva de la Iglesia, y que ha sido recogida en la Iglesia actual por
el Ritual de la Iniciación Cristiana de adultos. Esta estructura viene determinada
por la misma historicidad del hombre, por la progresividad en el crecimiento de
la fe, por el carácter procesual que exige espacio y tiempo.

El camino catecumenal se desarrolla en tres grandes fases o tiempos: 1. La


fase del primer anuncio o precatecumenado, que conduce a la conversión y fe
inicial, purificando las motivaciones subjetivas, y alimentando el deseo de seguir
a Cristo y pertenecer a la Iglesia, y de prepararse o renovar el bautismo. 2. La fase
del catecumenado, que incluye una preparación más lejana (que acaba en la
“elección”), y otra más próxima (que suele abarcar la cuaresma), por las que el
candidato va siendo iniciado en los misterios y profundizando en la fe, va
descubriendo el sentido de los signos, y la exigencia de la pertenencia eclesial,
culminando todo ello en los ritos bautismales. 3. La fase de la profundización o
mistagógica (durante el tiempo pascual), por la que los que ya han recibido o
renovado su bautismo, profundizan en la grandeza del misterio celebrado y
vivido, a través de la celebración, del encuentro con la comunidad, y del
compromiso de vida cristiana (RICA 7).

En este camino, además del tiempo de instrucción y de maduración, hay


“grados” o etapas, mediante las cuales el catecúmeno ha de avanzar, atravesando
puertas, por así decirlo, o subiendo escalones. 1. El primer grado, que corresponde
a la primera conversión, es la acogida en el catecumenado, y se expresa con la
celebración del “rito de entrada”. 2. El segundo grado, es cuando ya madurada la
fe y finalizado el Catecumenado, se es acogido a una preparación más intensa e
inmediata a los sacramentos de iniciación, y se expresa con la celebración del
“rito de la elección o inscripción del nombre”. 3. El tercer grado, es cuando
acabada la preparación más espiritual e inmediata, el catecúmeno recibe los
sacramentos de la iniciación cristiana: el bautismo, la confirmación y la eucaristía
(RICA 6).

e) Acompañamiento durante el Catecumenado

Para llegar a ser cristiano, es necesaria la relación y el encuentro con otros


cristianos, pues ni se llega a ser ni se permanece como cristiano en solitario. La
íntima relación que siempre existió entre Catecumenado y comunidad, manifiesta
cómo este acompañamiento engendrante, a través de la intervención de diversos
servicios y ministerios, y por medio de diversas acciones, es parte integrante del
mismo proceso. En concreto, deben indicarse:

La Parroquia

“El pueblo de Dios representado por la Iglesia local siempre debe entender
y mostrar que la iniciación de los adultos es cosa suya y asunto que atañe a todos
los bautizados...Por tanto, debe ayudar a los candidatos y a los catecúmenos
durante todo el período de la iniciación” (RICA 41). Toda la comunidad está,
pues, interesada y comprometida en la acción catecumenal y la preparación al
sacramento de la confirmación. Su intervención puede manifestarse: en el apoyo
moral, el testimonio vivo de sus miembros, la oración comunitaria por los
catecúmenos, la participación en la preparación de las catequesis y en las diversas
celebraciones... En la medida en que la comunidad acoja y colabore con los
catecúmenos, en esa medida aparecerá claro ante ellos el carácter eclesial de la
iniciación y de la confirmación. Y en esa medida la iniciación conducirá a la
renovación de la misma vida de la comunidad y de su misión en el mundo.

Las pequeñas comunidades

Supuesto que en la Parroquia existen diversos grupos o pequeñas


comunidades, es necesario que estas mantengan una permanente relación con el
grupo de los catecúmenos, de modo que se supere el aislacionismo y
extrañamiento, y se promueva el mutuo conocimiento y ejemplo, el estímulo y la
ayuda a todos los niveles: acogida y ánimo, participación en catequesis y
celebraciones, acciones conjuntas hacia adentro o hacia afuera de la
comunidad...Esta relación es la clave de una aceptación afectiva y respetuosa, así
como de una colaboración y coordinación posterior en las diversas tareas de
edificación de la Iglesia, a través de diversos servicios y ministerios.
El Sponsor

Es aquella persona que ha suscitado el interés, y acompaña al candidato al


grupo de los catecúmenos. Normalmente, se trata de una persona que pertenece
al círculo inmediato de relación del sujeto, a quien conoce relativamente bien.
Puede ser el mismo esposo(a), el prometido(a), el amigo, otro familiar, el
compañero de trabajo...Por otra parte, el “sponsor” suele ser siempre una persona
creyente y comprometida, que conoce y tiene una relación fraterna con la
comunidad, y por tanto es capaz de garantizar la sinceridad del candidato,
presentándolo e iniciándolo a los encuentros con otros miembros de la
comunidad, y por tanto al Catecumenado. Su función puede y debe permanecer
durante todo el proceso, viniendo a ser el verdadero “padrino”. Sin embargo, la
figura y función del “sponsor” no puede confundirse sin más con la figura y la
función del “padrino”. En la praxis neocatecumenal, el “sponsor” son los
denominados “garantes”.

Los padrinos

Los padrinos son, a la vez, un signo de la extensión de la "iglesia


doméstica", y una manifestación concreta del compromiso de la Iglesia universal,
que personaliza sus responsabilidades dentro de la Iglesia local. Sus funciones las
describe de modo excelente el RICA 43: “El padrino, elegido por el catecúmeno
a causa de buen ejemplo, de sus dones y de la amistad, delegado por la comunidad
cristiana local y aprobado por el sacerdote, acompaña al candidato en el día de la
‘elección’, en la celebración de los sacramentos y en la etapa de la ‘mystagogia’.
A él le atañe mostrar familiarmente al catecúmeno el uso del evangelio en la vida
propia y en el trato con la sociedad, ayudarle en las dudas y ansiedades, y darle
testimonio y velar por el incremento de su vida bautismal. Señalado antes de la
‘elección’, cumple su oficio públicamente desde el día de la ‘elección’, al dar
testimonio del catecúmeno ante la comunidad; y su oficio sigue siendo
importante, cuando el neófito, recibidos los sacramentos, ha de ser ayudado para
permanecer fiel a las promesas del bautismo”. Dentro del Neocatecumenado, esta
función la realizan la “comunidad-madre” a la que pertenecen los catequistas.

Los catequistas

Dada la importancia de los catequistas en el Catecumenado, es preciso que


ellos se presten a una formación personal y a una colaboración sin reservas con
el sacerdote o responsable principal. El catequista es la pieza clave para el éxito
o el fracaso del Catecumenado. Pueden ser religiosos (as), personas casadas o
solteras, padres de los catecúmenos...Lo importante es que sean personas
equilibradas y formadas, capaces no sólo de dar una catequesis, sino sobre todo
de entrar en contacto con las familias; de dirigir y animar un grupo; de ayudarles
a reflexionar, buscar y madurar; de sintonizar con la mentalidad e inquietudes de
los sujetos.

Normalmente, el catequista viene a ser también el Responsable del proceso


catecumenal, el que garantiza el clima de acogida y diálogo, el que crea espacios
para la expresión de la fe, el que mantiene el ritmo y las secuencias exigidos.
Además de dar la catequesis y participar en los ritos, el RICA 48 les recomienda
que “cuando enseñan, procuren que su doctrina esté llena del espíritu evangélico,
acomodada a los símbolos y tiempos litúrgicos, adaptada a los catecúmenos y
enriquecida, en cuanto sea posible, con las tradiciones y usos locales. Más aún,
señalados por el obispo, pueden realizar los exorcismos menores y las
bendiciones, de que se trata en el ritual (cf. nn. 113-124).

Los sacerdotes

Los sacerdotes tienen la responsabilidad principal, en cuanto educadores,


animadores y coordinadores de todo el proceso catecumenal. A ellos corresponde
el despertar y condividir responsabilidades, buscar colaboradores y formar
catequistas, ofrecer los materiales y medios necesarios, orientar y coordinar las
tareas de la comunidad que presiden. Todo deberá ir precedido de una seria
programación y de un esfuerzo por despertar el interés de la comunidad cristiana.
Además de la importante tarea de la coordinación, en relación con los
catecúmenos, le corresponde “ayudar a los que se ven inseguros por dudas o
aflicciones, proporcionándoles la catequesis adecuada, con ayuda de los
catequistas; aprobar la elección de los padrinos, y oírlos y ayudarlos
gustosamente; y finalmente, velar con diligencia para que se sigan perfectamente
los ritos previstos en el ritual” (RICA 45).

El obispo

El obispo no puede permanecer al margen del proceso de iniciación. Al


contrario, “es propio del obispo, por si o por su delegado, organizar, orientar y
fomentar la educación pastoral de los catecúmenos, y admitir a los candidatos a
la elección y a los sacramentos. Es de desear que, en cuanto sea posible, además
de presidir la liturgia cuaresmal, él mismo celebre el rito de la elección, y en la
Vigilia pascual confiera los sacramentos de la iniciación” (RICA 44).

La presencia y el acompañamiento del obispo a los grupos catecumenales,


a lo largo de todo el proceso, por medio de encuentros y celebraciones, es uno de
los elementos más importantes para manifestar la dimensión eclesial de la
iniciación cristiana.

f) Dinámica interna del Catecumenado

El Catecumenado, en su sentido más clásico, la instrucción iniciática de


carácter catequéticolitúrgico- moral, creada por la Iglesia de los primeros siglos,
con el fin de preparar y conducir a los convertidos adultos, a través de un proceso
espaciado y dividido por etapas, al encuentro pleno con el misterio de Cristo y
con la vida de la comunidad eclesial, expresado en su momento culminante por
los ritos bautismales de iniciación: bautismo, ritos postbautismales, eucaristía
que, normalmente presididos por el obispo, se celebran en la vigilia pascual.

El Catecumenado, (cuyo objetivo fundamental fue siempre hacer posible


que quien quiere ser cristiano y miembro de la Iglesia lo sea de verdad), no es un
"a se" independiente, sino un "para" relacionado y finalizado por los ritos
bautismales de iniciación, y por la misma comunidad cristiana, y por el
compromiso de un seguimiento fiel de Jesucristo.

Por todo ello, el Catecumenado implica una interna dialéctica entre la


diversidad de elementos que lo constituyen. En primer lugar, se expresa esta
dialéctica en el equilibrio proporcional y desproporcional a la vez, de una
manifestación externa de intervención de Dios, de la Iglesia y del catecúmeno
que, tanto en intencionalidad, como en palabras, signos y acciones diversificadas
concurren al misterioso “encuentro” de gracia y fe bautismal.
En segundo lugar, la dialéctica debe aparecer en la armonización adecuada
de las diversas dimensiones que articulan el proceso iniciático: la Palabra, que se
expresa en evangelización, catequesis, predicación, contenidos doctrinales,
lectura, diálogo; la Liturgia, que se significa en oración, celebraciones de la
Palabra, ritos de tránsito, exorcismos, escrutinios y entregas, sacramentos; y la
Moral, que se manifiesta en la caridad y la justicia, en los compromisos de vida
cristiana, en la fidelidad al evangelio. En tercer lugar, esta dialéctica se expresa
en la adecuada integración de la experiencia personal o biografía propia (fe
subjetiva), con la experiencia de la comunidad o biografía eclesial (fe mediada),
y con la experiencia evangélica o biografía de Cristo (fe evangélica).

En cuarto lugar, en esta dialéctica entra igualmente el equilibrio entre el


tiempo o duración iniciática (etapas y duración de cada etapa), el espacio apto o
apropiado para la iniciación (lugar donde tienen lugar los encuentros o sesiones,
otros lugares de convivencia u oración), y el sistema simbólico (lugar, momento,
tipo de celebración) en que tal iniciación va a tener lugar.

Y todo ello, en quinto lugar, sucede en una intercomunicación permanente


entre los iniciadores y los iniciandos, en un intercambio aleccionador donde todos
dan y reciben, enseñan y aprenden, inician y se dejan iniciar o re-iniciar.

g) El Catecumenado hoy, una realidad analógica: Catecumenado,


neocatecumenados, procesos catecumenales

El Catecumenado, según el modelo clásico, es en si uno y único. Pero la


situación actual de la Iglesia, así como las distintas formas de realización
existentes, exigen que, aún aceptando hablar de “catecumenado”, se tenga en
cuenta una cierta analogía catecumenal. Por ello nos parece que es lícito distinguir
“diversos tipos de catecumenado”.

1. Catecumenado en sentido estricto: Es aquel que se realiza antes del bautismo


y los demás ritos de iniciación cristiana, por personas jóvenes o adultas, que
consciente y libremente buscan al Dios vivo, son capaces de dar una respuesta
personal de fe y de optar por un proyecto de vida cristiana, y siguen el camino
catecumenal de fe y conversión, con todas las características que lo integran.

Para que este Catecumenado pueda realizarse, es preciso instaurar un


proceso por etapas, ofrecer medios personales (catequistas) y materiales
(espacios) adecuados, comprometer a la comunidad entera, poner en acción la
Palabra que convierte y alimenta la fe, suscitar la experiencia del Espíritu y
desplegar las riquezas del símbolo, de manera que a través de todo ello, pueda
acontecer el nacimiento de un nuevo cristiano.
2. Catecumenado en sentido propio: Es aquel Catecumenado que, aún no
sucediendo antes del bautismo, tiene lugar durante el tiempo y espacio iniciáticos,
ofrece la posibilidad de realizar las verdaderas características del Catecumenado,
y culmina con uno de los sacramentos de iniciación, todavía no celebrado, y con
la plena integración a la vida de la comunidad cristiana, con todos sus derechos y
deberes.

Como es evidente, esto exige pensar en un momento postbautismal que,


perteneciendo todavía al período iniciatorio, ofrezca las condiciones subjetivas y
eclesiales más adecuadas para su realización, cumpliendo con su objetivo central
de llevar a plenitud la iniciación cristiana, y culminando con un "sello"
sacramental correspondiente.

3. Catecumenado en sentido análogo o "neocatecumenados": Se califica como


tales a aquellos catecumenados que se realizan con adultos o jóvenes ya
bautizados, confirmados y eucaristizados, en vistas a suscitar una experiencia de
iniciación o reiniciación, que haga de ellos verdaderos bautizados evangelizados
y creyentes, dispuestos a compartir su experiencia de comunidad y a
comprometerse en las tareas de la Iglesia.

Aún reconociendo las notables diferencias que existen entre los diversos
"modelos catecumenales" que se proponen ("comunidades neocatecumenales",
catecumenados de adultos...), cabe resaltar algunos elementos comunes
diferenciantes del Catecumenado "estricto" y "propio". Aquí se trata de un
Catecumenado para la re-iniciación, pero fuera del tiempo iniciático que marca
la celebración de los sacramentos. Es un Catecumenado que tiende a "reparar"
aquello que en otro momento debió haberse hecho, y no se hizo. Este
Catecumenado está sí referido a los sacramentos de iniciación, pero no culmina
en la celebración sacramental irrepetible de ninguno de ellos, sino sólo con su
renovación. Los objetivos son idénticos a los que persigue el Catecumenado, pero
la realización, los medios y el ritmo, el contenido y la duración... son diversos. Se
trata, pues, de un "Catecumenado" en sentido análogo y amplio. No obstante, los
neocatecumenados o catecumenados de adultos siempre serán necesarios para
autentificar la iniciación sacramental, y para renovar la fe personal y la
comunidad cristiana.

4. Procesos catecumenales: El adjetivo "catecumenal" ha venido a ser en los


últimos tiempos un símbolo de búsqueda por la renovación y la autenticidad
cristiana. Quizás por ello se habla, en diversas ocasiones y refiriéndose a distintas
realidades, de "proceso", “itinerario”, "acción", "tarea", "preparación"
catecumenal. Las mismas comunidades o grupos reciben con frecuencia el
calificativo de "catecumenales". Sin detenernos a valorar el uso o abuso del
término en cada caso, sí cabe señalar algunas razones e intenciones que motivan
su empleo, como son: la evangelización de muchos bautizados, pero todavía no
convertidos; la superación de una determinada religiosidad popular, para venir a
ser vivida en su autenticidad y verdad evangélicas; la respuesta a un déficit de
catequesis y educación de la fe; la preparación más seria a los sacramentos, que
salvaguarde su verdad; el intensificar los lazos grupales y comunitarios, a través
de la reunión y la acogida, el diálogo...;la creación de un tiempo y espacio
prolongado de formación, que conduzca a una vida cristiana más auténtica y
testimonial en la Iglesia y en el mundo.

En resumen, los principales aspectos que se quiere resaltar con la palabra


"catecumenal" son: la evangelización, la renovación de la fe, el sentido
comunitario, la autentificación sacramental, la duración y la permanencia. Y,
como puede apreciarse, su coincidencia con el catecumenado o neocatecumenado
está en que persigue objetivos similares, adoptando un cierto estilo catecumenal,
perceptible sobre todo en su dinámica y duración. Su diferencia radica en que no
procede por etapas, ni marca el proceso con la misma riqueza de ritos y
celebraciones, ni tiene por meta la celebración de un sacramento de iniciación (al
menos en el caso de adultos), ni mantiene una estrecha conexión con la
comunidad de referencia, ni se propone ser un verdadero catecumenado. La
variedad de casos y situaciones impide una fácil generalización.

7. Retos actuales para la realización del Catecumenado

De todo lo expuesto se desprende que la vitalidad catecumenal en la Iglesia es


importante, tanto a nivel teórico como práctico. Pero es preciso reconocer que
hay no pocos aspectos que nos sitúan lejos del ideal.

a) El problema radical es la iniciación

Teniendo siempre en cuenta el carácter iniciatorio del Catecumenado,


nuestra tesis es la siguiente: creemos que el problema radical de la Iglesia hoy,
no es ni el Catecumenado, ni la catequesis de adultos, sino el cuadro total de
iniciación cristiana en el que se realizan; como tampoco es el Bautismo o la
Confirmación, sino si existe un proyecto coherente de iniciación en el que
bautizar y confirmar tengan su pleno sentido. Desde el siglo V, puede afirmarse
que la Iglesia ha carecido de un verdadero proyecto de iniciación cristiana
teórico-práctico, que ofreciera todos los dispositivos necesarios para realizar en
plenitud la iniciación de aquellos que comenzaba bautizando de niños, y en
correspondencia con lo sacramentalmente significado y lo experiencialmente
vivido. Aunque, después del Vaticano II, teóricamente se haya recuperado la
“unidad de la iniciación cristiana”, hay que seguir afirmando: que el Bautismo de
niños es un sacramento, de algún modo, «incompleto» porque no realiza todos
los elementos que implica, y es preciso descentrarlo o relativizarlo en función de
otros «pasos» de la iniciación; que la estructura iniciática que hoy ofrece la Iglesia
como más ideal (Bautismo de niños - Confirmación – primera Eucaristía) no
permite la realización adecuada de las dimensiones que implica la iniciación
(teológica, eclesiológica, personal, sacramental, histórica); que no existe una
armonía entre sentido reconocido y formas concretas, entre contenido y
estructura, entre ideal y dispositivos, que permitan llevar a cumplimiento la
iniciación cristiana. La Iglesia no ha llegado a plantearse con rigor y coherencia
el problema raíz de otros muchos, que es la reestructuración o proyecto auténtico,
real, unitario de la iniciación cristiana, como respuesta a los presupuestos
doctrinales que la exigen, y a las necesidades pastorales que la reclaman. De poco
sirve hablar y proponer mucho el Catecumenado y la catequesis de adultos, si no
propone un proyecto global, que sin exaltar o marginar elementos esenciales, ni
dejar espacios vacíos, responda a estas dos cuestiones fundamentales: “cómo se
hace un cristiano”, “cómo se renueva una comunidad”.

b) Nuevos dispositivos para un proyecto de iniciación cristiana

En nuestra opinión, la forma mejor de responder es proponiendo un


«proyecto de iniciación» que tuviera como «piezas claves” los siguientes cambios
y dispositivos:
- “Referenciación” del Bautismo de niños, destacando su propio valor, pero
mitiéndolo a los otros «pasos» de la iniciación cristiana (educación permanente-
primera Eucaristía- Confirmación - Catecumenado), e instaurando una pastoral
discerniente, que no bautice sin más a todos de modo indiscriminado. El
Bautismo de niños es parte fundamental de la iniciación, pero no la totalidad de
la iniciación. Es el comienzo sacramental, no es fin de un proceso que implica
algo más que los
sacramentos. El niño bautizado comienza a ser cristiano y miembro de la Iglesia,
pero todavía tiene que «hacerse cristiano» y aún debe llegar a tener conciencia de
su pertenencia eclesial.
- La distinción entre la «primera Eucaristía», como momento primero de acogida
a la participación en el signo máximo de pertenencia a la Iglesia, y la “Eucaristía
en la comunidad adulta”, como momento segundo de una acogida a la misma,
con plenos deberes y derechos a participar, ejerciendo los diversos servicios o
ministerios litúrgicos, y significando la disposición a asumir las tareas de
edificación de la comunidad.
- La valoración de la Confirmación, situándola a una edad más temprana (12-14
años), en la que sea posible asumir y ratificar la fe del Bautismo, desde una opción
libre, consciente y responsable, que les permita vivir y comprometerse en la
comunidad adulta, para la edificación de la Iglesia, con la fuerza que da la acogida
del don gratuito del Espíritu Santo y la fraternidad cristiana.
- La recuperación y restablecimiento del Catecumenado, teniendo en cuenta la
situación de los adolescentes o jóvenes, en el momento en que se prepara el
sacramento de la Confirmación, como el dispositivo más genuino, tradicional y
adecuado para lograr los objetivos de la iniciación cristiana, y responder a las
necesidades de una situación y momento eclesial, que aparecen con cierto
paralelismo respecto a la Iglesia primitiva.
- La capacitación de personas (creación de ministerios) y la ordenación de
medios adecuados para na educación en la fe a los distintos niveles, y para una
catequesis permanente que, en correspondencia con la edad, capacidad y estado
del proceso de iniciación de los bautizados, no sólo haga efectiva y
subjetivamente eficaz dicha iniciación, sino que cree los espacios de acogida y
los ritos necesarios que mantengan y conduzcan a plenitud el proceso.
- Finalmente, la generalización de la catequesis de adultos, como oferta
permanente en orden a una reiniciación constante que, recuperando la experiencia
o memoria histórica personal de la fe, sea capaz de leerla de nuevo en la
«gramática» de la vida, llegando a aquella articulación de sentido que le hace
capaz de responder de modo adecuado a los problemas y necesidades de la
comunidad y del mundo. Esta catequesis debería tener lugar normalmente en el
marco de los grupos comunitarios que se responsabilizan de un área de la misión
de modo especial (Palabra, caridad, culto), y renuevan y alimentan su vida con el
ejercicio de los diversos ministerios.

A1 determinar estas «piezas-clave» de respuesta a las cuestiones de «cómo


se hace un cristiano», “cómo se renueva una comunidad”, creemos haber
respondido ya a la pregunta inicial sobre dónde situar el Catecumenado y la
catequesis de adultos en el «iter» del hacerse y permanecer como cristiano. E1
Catecumenado tiene su puesto más propio, no fuera, sino dentro de la estructura
de iniciación. Para el teólogo D. BOROBIO y otros teólogos pastoralistas, el
momento más apto, por razones teológicas, pastorales y psicológicas, es el que
precede a la Confirmación, situado entre los 14-18 años. En este caso, se trataría
de un Catecumenado que conservaría toda la fuerza de su sentido iniciatorio, por
las siguientes razones: porque se trata de un Catecumenado para la iniciación y
dentro de la estructura-proceso de iniciación; porque culmina con un sacramento
de iniciación celebrado por vez primera (Confirmación) y se orienta a la
Eucaristía en la comunidad adulta; porque expresa su objetivo central de llevar a
plenitud y culminación el Bautismo. Es dentro de esta estructura (por supuesto,
renovada) donde debe haber un «después» bautismal para el Catecumenado, que
posibilite y ofrezca los medios necesarios para llevar a plenitud la iniciación
cristiana. En cuanto a la «catequesis de adultos» su lugar se encuentra en el
«después» permanente de la iniciación, en orden a mantener y hacer crecer un
estado de reiniciación constante, que mantenga vivo y activo nuestro ser de
cristianos, en cada momento de la historia personal y eclesial. La catequesis de
adultos viene a valorar la importancia de «lo que sigue», desde lo “ya acaecido”
iniciatoriamente de una vez para siempre.

c) “Analogía catecumenal”: entre la expresión y el contenido

En primer lugar, es preciso aceptar que la palabra “Catecumenado” está


utilizándose con una variedad de contenidos, sentidos y aplicaciones que
reclaman una ponderación clarificadora, una aplicación analógica, porque no es
lo mismo catequesis de adultos que catecumenado. Desde el empleo que hacen
los mismos documentos, es evidente que una cosa es el Catecumenado
prebautismal de adultos, otra el Catecumenado o neocatecumenado postbautismal
de jóvenes o adultos, otra los “procesos catecumenales” o “cuasicatecumenados”,
y otra los itinerarios catequéticos de estilo catecumenal… Todo depende de la
situación de los sujetos, y la forma en que se realizan la estructura, el contenido
y la dinámica propias del catecumenado. Se requiere, por tanto, una ponderación
lingüística, y un respeto a la misma identidad del Catecumenado que evite la
confusión de lenguaje y de contenido. Cuando todo es “Catecumenado”, ya nada
lo es. Ciertamente, es necesario adaptar el Catecumenado a la mentalidad y
posibilidades actuales. Pero hay que evitar por todos los medios el
desidentificarlo en su dinámica y estructura fundamentales.

Pueden variar algunos contenidos y su forma de presentarlos; alguna


ritualidad y su forma de celebrarla; los momentos y lugares de encuentro y
relación con la comunidad; los métodos pedagógicos; los sujetos que intervienen
en el proceso...Pero no puede prescindirse de lo que hemos llamado “notas
esenciales” de todo Catecumenado. A no ser que lo que proponemos y hacemos
sea algo diferente. En cuyo caso, dejemos de hablar de “Catecumenado”.

d) ¿Dónde está la comunidad? Relación Catecumenado – comunidad

Otra dificultad importante es la relación que los diversos tipos de


“catecúmenos” deben mantener con la comunidad cristiana. Es evidente que las
situaciones son diferentes. Pero nada debe hacerse al margen de la comunidad,
en extrañamiento total y permanente, si queremos que se cumpla uno de los
elementos esenciales del catecumenado. El movimiento relacional que debe
crearse es mutuo: de los catecumenados a la comunidad (información, presencia,
colaboración…), y de la comunidad a los catecúmenos (interés, participación,
catequesis, testimonio…). Solo entonces podrá esperarse una integración mutua
eclesial comunitaria al final del proceso. No obstante, son muchas las cuestiones
que al respecto se plantean, según se trate de un grupo u otro. ¿Dónde está esa
comunidad de referencia y acompañamiento que requiere el Catecumenado? ¿En
qué medida les interesa a los catecúmenos la comunidad y a la comunidad los
catecúmenos? ¿Cuántos son capaces y están dispuestos a una intervención activa
y testimonial en el proceso? ¿No viene a ser el grupo con cierta frecuencia un
lugar de amistad y desahogo de inquietudes encerrado en si mismo, que no llega
a la experiencia comunitaria, y hasta prescinde de la gran comunidad? ¿No se
crea a veces una especie de comunidad biseccionada: por una parte, la comunidad
de los iniciados o confirmados y por otra parte, la comunidad de los bautizados
pero no evangelizados ni plenamente iniciados? ¿Qué comportamiento
eucarístico y sacramental hay que tener en cada caso? …

e) ¿Quién puede hacer el Catecumenado? Capacidad catecumenal


del hombre actual

Una tercera dificultad más radical es la que plantea lo que llamaríamos la


“capacidad catecumenal del hombre actual”. Pues si aparecen dificultades en los
que están dispuestos a seguir el proceso del Catecumenado, más dificultad supone
los que no se plantean el proceso por una cierta incapacidad de sintonía con lo
que supone, dada la mentalidad y el contexto ambiental reinante. Es aquí donde
nuestra llamada o invitación al catecumenado encuentra su resistencia más
grande. Para caer en la cuenta baste contrastar algunos aspectos:
- El hombre actual vive concentrado en lo pragmático utilitario y materialista, y
el Catecumenado escapa a este materialismo.
- La exaltación del sujeto frente al objeto, impide con frecuencia la aceptación de
unos contenidos y normas que se le ofrecen como absolutos en el catecumenado.
- La aceleración de la vida cotidiana que devora el tiempo, se opone al ritmo y
proceso espaciado que reclama el catecumenado, con sus etapas, espacios y
tiempos.
- La inestable movilidad a que conduce el mercado de trabajo o el estudio,
impide a veces la permanencia estable y la continuidad del mismo proceso.
- La invasión ambiental de las nuevas corrientes y tendencias, de los proclamados
estados de bienestar y disfrute de la vida, es un obstáculo para el cambio de vida
y la conversión que exige el catecumenado.
- La fijación en lo inmanente visible, en lo inmediato disfrutable, hace difícil la
entrega o seguimiento de lo invisible utópico, del trascendente que promete
felicidad eterna.
- El “entredicho” divulgado sobre la Iglesia, cuando no el desprestigio de lo
eclesiástico, es también impedimento para suscitar y mantener un sentimiento
afectivo y efectivo de pertenencia a la misma Iglesia.
- La extensión de otras formas de iniciación paralelas, como pueden ser la
iniciación juvenil al grupo de amigos, la iniciación a asociaciones culturales,
deportivas…diversas, resultan más atractivas a muchos que aquella que puede
suponer la integración en un grupo cristiano de catecumenado.
- La cultura mediática y las posibilidades informáticas que permiten autogestionar
la propia vida, y elaborar el propio “menú” de comportamiento, llevan a una
resistencia a un aprendizaje dado, no ofrecido “a la carta” ni dejado al gusto de la
propia libertad.
- La preferencia por una autoiniciación sincrética o según el gusto personal de la
oferta del mercado cultural y religioso, sobre una oferta de iniciación dirigida con
un contenido religioso definido, es también causa de que algunos rechacen el
catecumenado.
- La misma dificultad de que puedan expresarse los elementos antropológico
cristianos de toda iniciación (separación – prueba – integración en relación con
la comunidad), dados los cambios que se han verificado en la familia, la
comunidad, la relación grupal…, no permite una expresión adecuada del carácter
iniciático del catecumenado.

f) No es lo mismo catequesis de adultos que Catecumenado

La catequesis de adultos no puede confundirse con la “formación” de


adultos (que se propone preparar a responsables eclesiales para desempeñar un
ministerio); ni con la “educación de la fe” de adultos (que tiende a fundamentar
las razones del creer, en orden a una fe consciente); ni con la “teología para
laicos» (que trata de enseñar e ilustrar la cultura religiosa de los seglares desde
diversos puntos de vista). La catequesis de adultos es una catequesis dirigida a
personas bautizadas y adultas, que tiene por objetivo el profundizar y madurar la
fe y el compromiso cristiano, a partir de las cuestiones que surgen de la
experiencia y plantea la vida (aportación del destinatario), desde la luz que
proporciona el acontecimiento y misterio de Cristo (punto de referencia), en una
comunidad que es lugar de simbolización y de vida (interlocutor fundamental), y
a través del encuentro y comunicación de grupo, que no tiene como finalidad
primordial el responsabilizar a sus miembros de determinadas tareas eclesiales.
El nuevo Directorio Catequístico distingue entre los adultos a los que se dirige la
catequesis: los “adultos creyentes”, los “adultos bautizados que no recibieron una
catequesis adecuada”; los “adultos no bautizados, que necesitan en sentido propio
un catecumenado”; e incluso “los adultos que provienen de confesiones
cristianas” (nº 172).

En muchos casos esta catequesis debe tener un estilo catecumenal, como


bien señala el mismo Directorio: “Se trata de impulsar una catequesis
postbautismal, a modo de catecumenado, que vuelva a proponer algunos
elementos del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, destinados a hacer
captar y vivir las inmensas riquezas del bautismo recibido” (nº 258. Cf nº 96c).
Esto no quiere decir, sin embargo, que se trate de un verdadero y propio
Catecumenado.

La catequesis de adultos es un acto complejo y pluridimensional, que se


realiza variablemente según la calidad, edad y situación religiosa-vital de los
grupos, y que tiene como constantes distintivas del catecumenado las siguientes:
no es un proceso marcado por etapas, ni estructurado en grados como el
Catecumenado; en ella predomina más el contenido que el símbolo y el rito; su
carácter no es tan directamente iniciático, ni histórico-salvífico; la relación del
grupo catequético con la comunidad es diversa de la que debe tener el grupo
catecumenal; el lugar que ocupa la oración y celebración es diverso... De aquí se
deduce que si todo Catecumenado es también catequesis de adultos no toda
catequesis de adultos es también Catecumenado. Entre una y otra existen
diferencias fundamentales.

Estas diferencias sugieren de por sí las lecciones que el Catecumenado


puede ofrecer a la catequesis de adultos, si es verdad lo que afirmaba Pablo VI,
de que «el modelo de toda catequesis es el catecumenado bautismal, formación
específica que conduce al adulto convertido a la profesión de su fe bautismal en
la noche pascual» (cf. La catequesis para nuestro tiempo, nº 8).
- La lección iniciatoria: Todo Catecumenado, toda catequesis, todo catequista
son fundamentalmente de y para la iniciación, o de y para la re-iniciación. El
Catecumenado, por su estructura y dinamismo, por sus ritos y sus símbolos
expresa perfectamente este carácter iniciático, que conduce al descubrimiento e
“inmersión” en el misterio de Cristo y de la Iglesia, a la integración en la
comunidad eclesial existente e identificada. La catequesis, en cambio, tiende
hacia una cierta teorización sin fuerza iniciática, que es preciso subsanar. E1
catecumenado recuerda a la catequesis que toda nueva experiencia de fe y
comunidad sólo tiene pleno sentido en el descubrimiento o renovación de la
grandeza del llegar a ser cristiano. Si el catecumenado inició, la catequesis debe
renovar y perfeccionar de modo permanente esta iniciación.
- Lección comunitaria: E1 Catecumenado y la catequesis sólo son verdaderos
cuando suceden en, desde, con y para la comunidad. La lección comunitaria del
catecumenado a la catequesis consiste en recordarle a ésta: que no debe encerrarse
en sí misma ni en el grupo, sino que tiene que abrirse a otros grupos y
comunidades; que debe hacer intervenir a diversos miembros en la comunidad;
que ha de desarrollar la in-corporación ontológica bautismal en un sentido de
pertenencia afectivo y activo; que el grupo debe entenderse como una unidad
menor dentro de una comunidad toda ella catequética y catequizanda, a la vez;
que más importante que integrar en un “modelo” de Iglesia es responsabilizar en
construir y edificar la Iglesia; que, en fin, la reunión catequética debe ser un lugar
para la experiencia comunitaria, en el deseo de renovación permanente de la
Iglesia. Toda catequesis es una forma de hacer y transmitir Iglesia. Y toda
comunidad es una forma de hacer catequesis. E1 modelo de esta catequesis
comunitaria es el Catecumenado (EN, 44; ChL 61, NDGC, 90).
- Lección litúrgica: Tanto el Catecumenado cuanto la catequesis tienen una
dimensión litúrgica, en cuanto deben catequizar sobre el misterio teniendo como
base el conocimiento vital de la significación y exigencias de los signos
sacramentales, la profundización en la fe desde la experiencia de Dios y la
convivencia con la comunidad, sobre todo en su centro que es la eucaristía.
E1 Catecumenado, con su riqueza simbólica y ritual, con sus celebraciones y su
mystagogia es el paradigma de un desarrollo litúrgico, de una valoración
simbólica de la catequesis. En los últimos años, la catequesis ha tendido, en
cambio, a acentuar lo nocional-verbal, lo doctrinalcomprometente, marginando
lo litúrgico-ritual, y olvidando, en parte, la necesaria integración entre palabra y
memoria, enseñanza y celebración, evangelización y culto. La lección del
Catecumenado es una llamada a la integración, complementariedad y mutuo
enriquecimiento entre la catequesis y la liturgia. Por eso insiste el nuevo
Directorio en esta necesaria integración: “Tareas fundamentales de la catequesis
son: ayudar a conocer, celebrar, vivir y contemplar el misterio de Cristo”.
- Lección ministerial: E1 Catecumenado y la catequesis implican el ejercicio
común, al menos del ministerio del catequista. Pero en el Catecumenado, no sólo
aparece en toda su importancia este ministerio desde los primeros siglos, sino que
también entran en juego otros ministerios importantes de la comunidad: el
episcopal-presbiteral, el de los padrinos y los testigos...colaborando todos ellos a
la acción común de la iniciación cristiana. En los últimos años se ha valorado
ciertamente en la Iglesia el ministerio del catequista, pero esto no ha comportado,
al mismo tiempo, la valoración de otros ministerios laicales, dentro de la
comunidad, en orden a autentificar la vida cristiana. La lección del catecumenado
consiste en el estímulo a una potenciación de los ministerios, de manera que
puedan cumplirse adecuadamente todas las funciones de la misión de la Iglesia,
y la catequesis se realice desde la responsabilización de todos sus miembros. Al
mismo tiempo, el Catecumenado implica un ministerio especial, que viene a ser
como el “ministerio-tipo” de catequista, al que vamos a llamar “ministerio del
guía del Catecumenado”.

g) Iniciación con Catecumenado e iniciaciones sin Catecumenado

Estas y otras dificultades creemos constituyen un obstáculo para posibles


catecúmenos, a la vez que un estímulo para mejorar nuestra “oferta” de
Catecumenado. Sin duda, será necesario que contemos más con una situación
plural que se nos impone, también al nivel de la iniciación catecumenal. Creemos
que, además de la iniciación de los adultos no bautizados, entre los bautizados de
niños se dan de hecho estas “tres formas de iniciación”:
1. La iniciación elemental no institucional: de aquellos que desde una cierta
cultura religiosa familiar, y una relación lejana con la Iglesia, se van haciendo su
propio “compuesto religioso cristiano” de forma libre y autónoma.
2. La iniciación semi-institucional: de aquellos que han recibido una elemental
educación religiosa (familia, escuela, algunas catequesis) sin verdadera
conversión ni compromiso cristiano, y que renuevan estacionalmente “su fe” en
Navidad, Semana Santa, alguna peregrinación, algún evento familiar…
3. La iniciación institucional catecumenal: de aquellos que no sólo han sido
educados en una cultura religiosa y han recibido alguna catequesis, sino que
también han seguido en su momento un proceso catecumenal, que ha madurado
su conversión y su fe.

h) Canto a la esperanza

No obstante estas dificultades, hay que decir que los esfuerzos y frutos del
Catecumenado en la Iglesia Universal, con sus variantes, han sido y siguen siendo
muy importantes. Creemos que es una verdadera bendición de Dios el
redescubrimiento del Catecumenado, como institución más originaria y adecuada
para la evangelización y la iniciación cristiana. Estamos convencidos de que la
restauración del Catecumenado, como uno de los elementos esenciales de y para
la iniciación o para la plenificación iniciatoria, es uno de las mejores aportaciones
del Vaticano II, y de la Iglesia, en orden a la autentificación de su vida y a la
renovación de la comunidad cristiana. Cuando miles de jóvenes y adultos intentan
seguir un proceso catecumenal; cuando miles de miembros de las comunidades
dedican sus mejores esfuerzos a la renovación de la fe de estos jóvenes y adultos,
sea en una u otra situación; cuando se descubre que realmente el anuncio de la
Buena Nueva sigue teniendo su fuerza y que el Espíritu actúa..., no hay motivo
para la desesperanza, aunque el ideal siempre esté por conseguir. Al contrario, es
una ocasión para la esperanza, porque algo nuevo está naciendo.

e) Impulsar la pastoral catecumenal y comunitara en la Iglesia hoy

1. Catecumenado para la evangelización

La intuición primera del Concilio Vaticano II de restaurar el


Catecumenado (SC, nº 64; AG, nº 14; CD, nº 14) se ha mostrado a lo largo de
estos de 44 años de vida eclesial como una de las inspiraciones conciliares de
más profético calado eclesial. Muchas y diversas son las pastorales
catecumenales que se han puesto en marcha, existen hoy en la Iglesia toda una
serie de propuestas y realizaciones que apuntan hacia la potenciación de la
función catecumenal y del catecumenado como institución y como praxis.

Durante estos últimos años el teólogo-pastoralista Dionisio Borobio ha


venido llamando la atención sobre la necesidad de un Catecumenado para la
Iglesia hoy: "cada vez resulta más patente en la Iglesia actual la necesidad de
renovar el catecumenado, no sólo como preparación al bautismo, sino también
como elemento decisivo para la verdad y la autentificación de la comunidad
cristiana"218. Y ha intentado fundamentar la necesidad del catecumenado para la
evangelización: “como lo demuestra la misma historia de la Iglesia, no puede
haber verdadera evangelización si se prescinde del catecumenado, ni puede haber
verdadero catecumenado que no implique la evangelización”219.

También Mons. Ricardo Blázquez, en reiteradas ocasiones, ha expresado


su orientación en este sentido: “Debemos beber en las fuentes de la Iglesia
primitiva, aprender de ella como discípulos, orientarnos en su forma de iniciar
para acometer decididamente una Catequesis de inspiración catecumenal. Es, por
tanto, muy pertinente que en presencia de los desafíos actuales nos preguntemos
por la manera como respondió la Iglesia en otras situaciones, y especialmente en
los siglos primeros, que son no sólo los iniciales sino también los originarios y
por ello, especialmente normativos”220.

Si se pregunta sobre el por qué de esta orientación, no es nada difícil


comprender sus motivaciones de fondo, que coinciden en parte con las que
reclaman la opción preferencial por la Catequesis de Adultos en la pastoral de
hoy. Podemos resumirlas de este modo:

* Motivaciones de orden pastoral: son las más evidentes, y responden a


exigencias pastorales concretas en la Iglesia actual. La iniciación cristiana, tal y
como se desarrolla entre nosotros en la mayoría de los casos, presenta múltiples
lagunas y deficiencias. La dispersión a lo largo de amplias etapas de la vida de la
celebración de los tres sacramentos de iniciación: Bautismo, Confirmación y
Eucaristía, dificultan la unidad del proceso. La fragmentación del proceso
catequético propio de la iniciación y su reducción en algunos casos a meras
catequesis sacramentales, contribuyen a su desarticulación y empobrecimiento.
Las connotaciones sociales que rodean la celebración de estos sacramentos
desvirtúan con frecuencia su más profundo significado. El resultado es que
muchos bautizados crecen sin alcanzar una mínima madurez personal de su fe,
no llegan a adquirir siquiera la condición de verdaderos iniciados en la vida
cristiana. Por otra parte, la existencia de procesos de reiniciación son un síntoma
elocuente de la crisis de la pastoral tradicional, que está reclamando con urgencia
una revisión profunda del proceso de iniciación cristiana, de la vitalidad de las

218
Catecumenado para la evangelización, p. 9.

219
Ib., p. 5.
220
Cfr. Catecumenado en la Iglesia (Valencia 1998), p. 17.
comunidades, del modo concreto de vivir la relación Iglesia-mundo y fe-
cultura221.

* Motivaciones de orden teológico: la reflexión teológica postconciliar


subraya algunos temas, como la fe, la conversión, la Iglesia, la misión de los
cristianos en el mundo, el significado de los signos de los tiempos (la Nueva
Evangelización), que estimulan la Iniciación cristiana. Ésta aparece vinculada a
la búsqueda y promoción de un nuevo modelo de creyente, de comunidad, de
Iglesia, según las exigencias del mundo contemporáneo. Por su parte, la
investigación histórico-teológica ha redescubierto el carácter primordial del
catecumenado como función esencial de la Iglesia, de toda la Iglesia222. Son muy
elocuentes los pronunciamientos del entonces teólogo J. Ratzinger al afirmar que
“la doctrina cristiana debe surgir, originariamente, en el contexto del
catecumenado. Sólo desde allí puede aspirar a renovarse. Lo que hoy nos falta no
son nuevas fórmulas; al contrario, más bien tenemos que hablar de una inflación
de palabras sin suficiente respaldo. Lo que ante todo necesitamos es el
restablecimiento del contexto vital de la ejercitación catecumenal en la fe como
lugar de la común experiencia del Espíritu, que puede convertirse en la base de
una reflexión atenta a los contenidos reales. De ella surgirán también, con certeza,
formulaciones nuevas, en las que se exprese con la fuerza y concisión de los datos
centrales de la fe cristiana”223.

* Motivaciones de orden socio-cultural en referencia sobre todo a algunos


fenómenos típicos de nuestra época: el progresivo proceso de descristianización,
con la difusión de la indiferencia religiosa y del fenómeno de la increencia224; la
secularización, que empaña la dimensión religiosa y obliga a una profundización
y personalización de la opción de fe; la difusión de nuevas expresiones religiosas,

221
"Los procesos de reiniciación son hoy una necesidad y deben ser apoyados con entusiasmo y creatividad,
sabiendo que inciden sobre todo en el ámbito de la pastoral y que son un test elocuente de la capacidad de la
Iglesia de hoy de lanzar iniciativas de CA en clave de maduración. Los catecúmenos y los reiniciados son un don
y una chance para la Iglesia, que se enriquece así con su experiencia y con su nuevo modo de vivir la fe. Es
importante, por lo tanto, no entender estos procesos en clave de conservación o restauración". Cfr. E.
ALBERICH/A. BINZ, Formas y modelos de catequesis de adultos, p. 54.

222
“En nuestras Iglesias necesitamos nuevamente descubrir los cimientos del cristianismo, y de aquí partirá el
servicio que deseamos ofrecer con renovada confianza a la humanidad del tercer milenio. Iniciación cristiana,
catecumenado, catequesis misionera, actuación apostólica con inspiración catecumenal... parecen ser los
´métodos`básicos para llevar a cabo la misión pendiente”. Cf. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Iniciación
cristiana y nueva evangelización (Bilbao 1992), p. 17.

223
Cfr. Teoría de los principios teológicos (Barcelona 1985), p. 28.

224
Cfr. CARTA PASTORAL DE LOS OBISPOS DE PAMPLONA Y TUDELA, BILBAO, SAN SEBASTIÁN
Y VITORIA, Creer en tiempos de increencia (1988); Evangelizar en tiempos de increencia (1994); C.
FLORISTÁN, Para comprender la evangelización; CEE, Una Iglesia esperanzada. Plan Pastoral 2002-200, nnº
4-11.
a veces muy ambiguas, que conllevan un replanteamiento radical de las propias
opciones de vida; la complejidad y el pluralismo de nuestra sociedad, que coloca
la visión cristiana de la vida en régimen de competencia, en medio de muchas
opciones posibles.

El significado de la importancia del Catecumenado como itinerario de


Iniciación cristiana en la pastoral de la Iglesia hoy, no deriva tanto del número de
adultos y de agentes pastorales implicados, cuanto de su carácter esencial en el
conjunto de la praxis eclesial. Merece que venga considerada como "uno de los
signos más reveladores del futuro de la Iglesia"225, y como paradigma de toda
Catequesis de Adultos. He aquí algunas observaciones pastorales importantes a
la luz de lo que venimos afirmando:

1ª) El Catecumenado debe ser considerado como función esencial de la


Iglesia. Su reaparición en el panorama pastoral constituye hoy una prueba de
vitalidad y una ocasión providencial de renovación eclesial. Ciertamente, la
praxis catecumenal obliga a un replanteamiento en profundidad de toda la vida y
actividad pastoral, porque el catecumenado no puede ser concebido en clave de
conservación, sino de decidida renovación, con vistas a un proyecto convincente
de Iglesia226. En una pastoral de evangelización la praxis catecumenal no puede
reducirse a ser una experiencia límite, marginal, excepcional, sino que debe
representar una actividad normal, significativa y prometedora.

2ª) Es importante que las comunidades eclesiales no vean la puesta en


marcha del dispositivo catecumenal como algo marginal que no les afecta, sino
que lo reconozcan plenamente y se reconozcan en su práctica como un momento
esencial de su propia actividad.

225
Para los obispos vascos "la iniciación a la fe es el gran reto para muchas parroquias... el futuro de nuestras
Iglesias se juega, en buena parte, en esta iniciación a la fe... Nuestras Iglesias diocesanas se han de plantear ya el
estudio y desarrollo de una pastoral catecumenal orientada directamente a ofrecer una respuesta adecuada a
personas no bautizadas o totalmente alejadas que, sin embargo, en estos momentos preguntan por Dios. Cfr.
CARTA PASTORAL DE LA CUARESMA - PASCUA DE RESURRECCIÓN, 1997: Al servicio de una fe más
viva, nº 90. Y, más recientemente acaban de afirmar que “Necesitamos un proceso de iniciación... No se puede
iniciar en masa. Este delicado proceso está reclamando una atención individual y personalizada”. Cfr. CARTA
PASTORAL DE CUARESMA-PASCUA, 2003: Vivir la experiencia de la fe, p. 26.

226
Nuestros obispos han afirmado que consideran “que la restauración del catecumenado en nuestras iglesias es
una oportunidad que Dios nos concede para la renovación de la vida de la Iglesia y una ocasión para mostrar a
todos la fe que ella ha recibido (cf. LG 1; IC 3). A su vez, la Iglesia se ve renovada y enriquecida por los nuevos
creyentes que son siempre un signo de vitalidad del Evangelio”. Cfr. OPC, nº 5.
3ª) La praxis tradicional de la iniciación cristiana a partir del Bautismo de
los niños debe ser repensada y reformada a la luz del modelo catecumenal227, que
debe recuperar su papel normativo e inspirador. Si se ha proclamado oficialmente
que el catecumenado de adultos es modelo de toda catequesis, hoy es necesario
afirmar también que el catecumenado de adultos constituye el modelo de todo
proceso de Iniciación cristiana.

4ª) La reflexión teológico-pastoral, junto con la atenta consideración de las


transformaciones de nuestra sociedad, parecen indicar con claridad que ha
llegado la hora de decidirse por la opción catecumenal228, en forma explícita y
oficial. Esta opción, tomada en forma responsable dentro de una adecuada
programación pastoral, se anuncia hoy como un elemento esencial de esa pastoral
de evangelización tan proclamada por doquier.

5ª) Es difícil exagerar el alcance de la opción catecumenal. Se trata en


realidad de un verdadero viraje histórico en nuestra praxis pastoral (los obispos
vascos hablan de giro hacia una pastoral evangelizadora) y realiza de hecho el
paso de una pastoral de mantenimiento, en régimen de cristiandad, a una pastoral
evangelizadora y de refundación de la experiencia cristiana.

Otras muchas consecuencias y compromisos lleva consigo la opción por


una pastoral evangelizadora que ponga en el centro de su actuación la Iniciación
cristiana y el catecumenado: creación de estructuras, formación de animadores y
responsables, revisión en profundidad de las programaciones pastorales. Pero
supone sobre todo un necesario cambio de mentalidad, una voluntad sincera de
conversión, de las personas y de la comunidad, sin la cual serán inútiles todos los
esfuerzos de renovación. Para el nuevo Directorio General para la Catequesis:
"Los treinta años transcurridos desde la clausura del Concilio Vaticano II hasta el
umbral del tercer milenio, han constituido -sin duda- un tiempo rico en
orientaciones y promoción de la catequesis. Ha sido un tiempo que, de algún
modo, ha vuelto a hacer presente la vitalidad evangelizadora de la Iglesia de los
orígenes y a impulsar oportunamente las enseñanzas de los Padres, favoreciendo

227
Para un experto como H. BOURGEOIS el espacio catecumenal se convierte en un verdadero lugar teológico,
un lugar de reformulación de la fe y de elaboración teológica. Ver en este sentido la fundamentación de este
planteamiento en Théologie catéchuménale (Paris 1991).

228
"La actividad catequística de nuestro tiempo debe subrayar el carácter y la inspiración catecumenal propios de
la catequesis. Si la missio ad gentes es paradigma de toda la actividad evangelizadora en cada uno de sus diversos
momentos, el catecumenado bautismal es modelo e inspiración de la actividad catequizadora particularmente con
referencia a la catequesis de iniciación". Cfr. Comunicado del Congreso catequístico internacional-1997, p. 8.
229
el retorno actualizado al catecumenado antiguo" . El catecumenado

representa ciertamente una gran oportunidad y riqueza para la Iglesia, para las
comunidades cristianas, para el dinamismo de la fe. Su potenciación responde a
uno de los retos más urgentes para el futuro de la fe en el mundo actual.

La necesidad de afrontar con serenidad la importancia y trascendencia


pastoral que va a tener la pastoral catecumenal y comunitaria para el futuro de la
Iglesia en España debe seguir siendo un tema apasionante en la reflexión
teológico-pastoral de nuestras diócesis. Y, si nos preguntamos el por qué de esta
convicción, no es nada difícil comprender, tiene que ver con los planteamientos
de fondo de nuestro ser cristiano y el modo de configurar nuestra identidad
eclesial: el catecumenado apunta al camino para llegar a ser cristiano; el vivir la
fe comunitariamente, señala la casa, el seno donde se realiza esta gestación.

2. La pequeña comunidad cristiana para vivir la fe

La recuperación del carácter comunitario de la Iglesia brilla


particularmente en las pequeñas comunidades cristianas. En su origen, además

230
de los signos de Dios , se han dado cita la percepción del principio local

de la Iglesia, el acento de la eclesialidad vivida con mayor concreción y densidad,


la urgencia de alcanzar una experiencia más intensa de las realidades objetivas

229
Cfr. DCG (1997), p. 13.

230
El fenómeno de las pequeñas comunidades, o comunidades de base es un fenómeno típico de la Iglesia
postconciliar que surgió un poco por todas parte” como reconocía Pablo VI en EN, nº 58.
cristianas, la cercanía frente al anonimato y despersonalización padecidas por el

231
hombre actual .

Aunque el interés comunitario no es algo nuevo en la Iglesia, y ha estado


siempre presente desde su origen, la convicción de que la comunidad constituye
el lugar apropiado de anuncio y vivencia de la fe, hoy, la dimensión comunitaria
acusa una necesidad más sentida y universal entre los cristianos. El anonimato y
la masificación de la gran ciudad despierta la necesidad de vivir la fe en grupos
de talla humana o pequeñas comunidades cristianas que sean en verdad
misioneras en nuestro mundo de hoy.

La parroquia, lugar originario y privilegiado en el que los fieles pueden


tener una experiencia concreta de Iglesia, está llamada, también, a renovarse
profundamente. Los obispos latinoamericanos han señalado que “una clave de
renovación parroquial, especialmente urgente en las parroquias de las grandes
ciudades, puede encontrarse quizás considerando la parroquia como comunidad

232
de comunidades y de movimientos” .

El mismo Papa Juan Pablo II hablando sobre la parroquia y la iniciación


cristiana decía en una parroquia de Roma donde hay más de 30 pequeñas
comunidades neocatecumenales: “hay un modo, pienso yo, de reconstruir la
parroquia basándose en la experiencia neocatecumenal... Es muy coherente con

231
Los obispos latinoamericanos han señalado que si la parroquia se renueva desde el principio comunitario
podrá formar a la gente en comunidades, ofrecer auxilio a la vida de familia, superar el estado de anonimato,
acoger y ayudar a que las personas se inserten en la vida de sus vecinos y en la sociedad”. Cfr. Ecclesia in America
(Madrid 1999), nº 41b.
232
Ibidem.
233
la naturaleza misma de la parroquia” . Algunos años más tarde,

dirigiéndose a una Asamblea de Obispos reunidos en Viena con los iniciadores y


catequistas de Europa del Camino Neocatecumenal, les decía que “estas
comunidades forman células vivas de la Iglesia, renuevan la vitalidad de la
parroquia mediante cristianos maduros capaces de testimoniar la verdad con una

234
fe radicalmente vivida” .

La dimensión comunitaria no es algo exclusivo de la vida cristiana, sino


que es algo connatural a la misma existencia humana. Sin vida comunitaria, el
hombre deja de ser humano porque deja de ser social. El hombre tiende a vivir en
común, necesita de los otros para su propio desarrollo y madurez. Esta dimensión
comunitaria parece que hoy adquiere nuevo impulso debido, en parte, a un sentido
renovado de responsabilidad y participación adquirido a nivel social; y, por otra,
la soledad y el anonimato que produce la sociedad industrial conduce a la
necesidad de vivir unas relaciones interpersonales a nivel humano que, como muy
bien ha expresado Henri De Lubac, permitan “instaurar relaciones personales,
interpersonales, de reconocimiento mutuo (llamarse por el apellido, por el
nombre), de comunicación, intercambio, de codo a codo. Surge por consiguiente,
una insatisfacción ante las grandes asambleas anónimas (...). La Iglesia no puede
seguir siendo un aparato extraño a la realidad comunitaria vivida”235.

Esta misma preocupación la manifestaba el Papa Juan Pablo II a los


obispos de Ontario (Canadá) con motivo de la visita ´ad limina`: “para muchas
personas, especialmente para los jóvenes, la ciudad se convierte en una

233
Cfr. En la Parroquia de Santa María Goretti, 31 de Enero de 1988: L´Osservatore romano (1-2 Febrero 1988).
234
Cfr. Mensaje a los Obispos de Europa reunidos en Viena (12 de Abril de 1993).

235
Cfr. Llamados a la vida, (Barcelona 1988), pp. 146-147.
experiencia de desarraigo, anonimato e injusticia, con la consiguiente pérdida de
identidad y del sentido de la dignidad humana (...) Hace falta una experiencia
nueva y más profunda de la comunidad en Cristo, que es la única respuesta eficaz
y duradera a una cultura marcada por el desarraigo y el anonimato”236.

La utopía comunitaria se presenta como el resorte capaz de cambiar las


relaciones humanas y la sociedad. Por su parte, los cristianos encuentran en su fe
nuevos motivos que estimulan y mantienen el impulso comunitario. El P. Liege
sostiene que los discípulos de Jesús “tienen motivos particulares para desear vivir
comunitariamente, en la medida en que se posesionan del Evangelio, origen de
su fe. Es cierto que no encuentran en su fe ningún modelo unitario de comunidad,
pero sí la urgencia de existir como comunidad y unas normas de conformidad con
el proyecto eclesial de Jesucristo. Incumbe a cada generación de creyentes la tarea
interminable de dar forma a esta urgencia comunitaria nacida del Evangelio, y de
hacer visible y significativo el nosotros comunitario de los cristianos”237.

La recuperación de la dimensión comunitaria de toda experiencia cristiana,


hará posible que la Iglesia hoy recupere su sentido primigenio, llegue a ser
fraternidad efectiva y se convierta en un lugar de anuncio gozoso y de
interpelación para todos los hombres. Es necesario para ello, como afirma el P.
Liege, que “todo bautizado se oriente hacia las experiencias comunitarias y
comprenda que es facultativa la vida comunitaria a causa del Evangelio. Son aún
demasiados los bautizados que vegetan en la Iglesia, sin integrarse activamente
en ella, por pensar que la vida comunitaria exige una vocación especial y un
atractivo particular, si es que no la juzgan puro esnobismo”238. En este sentido la

236
Cfr. El desarrollo de las grandes ciudades plantea graves problemas pastorales a la Iglesia: L´Osservatore romano (14
de mayo de 1999), p. 2. A la problemática pastoral de cómo evangelizar la cultura urbana ha querido responder el último
Sínodo de Obispos de América que han llegado a afirmar que no hay que dejar que el anonimato de las ciudades invada
nuestras comunidades eucarísticas. Hace falta encontrar nuevos métodos y nuevas estructuras para construir puentes entre las
personas, de modo que se realice realmente la experiencia de acogida mutua y de cercanía que la fraternidad cristiana requiere.
Podría ser que esta experiencia, y la catequesis que debe acompañarla, se realice mejor en comunidades más pequeñas, como
se aprecia en la Exhortación postsinodal: “Una clave de renovación parroquial, especialmente urgente en las parroquias de las
grandes ciudades, puede encontrarse quizá considerando la parroquia como comunidad de comunidades... Ellas son el marco
más fácil para escuchar la palabra de Dios, para reflexionar a su luz sobre los diversos problemas humanos y madurar opciones
responsables inspiradas en el amor universal de Cristo”. Cfr. Ecclesia in América, nº 41. El Papa Juan Pablo II ha desarrollado
esta misma perspectiva en dos alocuciones en relación con la CNC: “El Camino Neocatecumenal, en el que maduran los
itinerantes y las familias misioneras, puede responder a los desafíos del secularísmo, de la difusión de las sectas y de la escasez
de vocaciones. La reflexión sobre la palabra de Dios y la participación en la Eucaristía hacen posible la vitalidad de la parroquia
mediante cristianos maduros capaces de dar testimonio de la verdad con una fe radicalmente vivida”. Cfr. Mensaje a los
miembros del CN: El Camino Neocatecumenal puede responder a los desafíos del secularísmo, las sectas y la escasez de
vocaciones: Ecclesia, nº 2.632 (15 de mayo de 1993), p. 31; y un año más tarde volvía a afirmar: “Estas comunidades ayudan
a experimentar la Iglesia como cuerpo de Cristo, en el que, mediante los signos sacramentales, Dios extiende su acción salvífica
a los hombres de toda generación, sobre todo a las familias”. Cfr. Un ejemplo de nueva evangelización: L´Osservatore romano
(21 de enero de 1994), p. 20.

237
Cfr. P.A. LIEGE, o. cit., p. 9. En esta perspectiva ver G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería. Dimensiones comunitarias
de la fe cristiana (Bilbao 1998).

238
Ibid., p. 104.
praxis del Neocatecumenado, al ser vivido en pequeñas comunidades, ayuda
enormemente a vivir la comunitariedad de la fe como un don: “La educación a la
vida comunitaria es una de las tareas fundamentales de la iniciación cristiana. El
Neocatecumenado educa a ella de modo gradual y constante mediante la inserción
en una pequeña comunidad, cual cuerpo de Cristo resucitado, abierta a la vida de
la comunidad parroquial y de toda la Iglesia” (SCN, art. 15&1).

Sin embargo, hay que reconocer que en esta dimensión nos encontramos
todavía ante una transición en gran medida pendiente: pasar de una forma de
Iglesia como organización de servicios religiosos (por ello pudo ser identificada
la Iglesia con el Papa, los Obispos, los sacerdotes, los frailes y las monjas) a otra
forma de Iglesia como comunidad, donde todos seamos miembros activos,
conscientes de la dignidad cristiana, dispuestos a dar personalmente razón de la
esperanza, responsables en los trabajos del Evangelio. La acentuación de la
comunitariedad, que reclama como necesario correlato la acentuación de la
personalidad de cada uno, es de esta manera condición para la nueva
evangelización. La comunidad no es refugio de intimidados, sino hogar de
adultos. Para que la vida cristiana sea vivida verdaderamente en cristiano, ha de
ser vivida en comunidad239.

El Concilio Vaticano II presenta un tipo de parroquia sobre la base de la


nueva eclesiología por el mismo elaborada: “El Obispo no puede presidir
personalmente a toda la grey en su Iglesia, siempre y en todas partes. Por eso,
necesariamente debe constituir comunidades de fieles, entre las que destacan las
parroquias, distribuidas localmente bajo un pastor que hace las veces del Obispo.
Estas, en cierto modo, representan a la Iglesia visible establecida por todo el
mundo. Por tanto, se ha de fomentar teórica y prácticamente entre los fieles y el
clero la vida litúrgica parroquial y su relación con el Obispo, y hay que trabajar
para que florezca el sentido de comunidad parroquial, sobre todo en la celebración
común de la misa dominical” (SC, nº 42).

Esta noción de parroquia como comunidad de fieles, lógica consecuencia


de la eclesiología desarrollada por el Vaticano II en torno al concepto de
communio, encuentra su “expresión más completa in communi celebratione
missae dominicalis que es el centrum et culmen totius vitae christianae. Esto
significa que entre todos los coetus fidelium, que el obispo debe poder erigir para
presidir eficazmente la propia populi Dei portio, la parroquia es el paradigma de

239
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ afirma con rotundidad que “necesitamos recuperar la verdad de la Iglesia como
congregación, como comunidad (...) Sin comunitariedad la Iglesia pierde su misma identidad; se difuminan sus contornos, se
generaliza su concreción, se dilapida su fuerza, se afloja su densidad”. Cfr. “Dimensión eclesial de la identidad cristiana”, en
Jesús si, la Iglesia también, p. 311.
agregación eclesial que nace de la celebración eucarística dominical”240. La
asamblea eucarística es la fuente propia de la comunidad parroquial. Más aún, en
la visión que el Concilio tiene de la Eucaristía se afirmará, además, que “no se
construye ninguna comunidad cristiana si ésta no tiene su raíz y centro en la
celebración de la sagrada Eucaristía. En ella, por tanto, ha de empezar toda la
formación en el espíritu de comunidad”(PO, nº 6).

Si es verdad que la expresión parroquia comunidad de comunidades no


aparece como tal en los textos conciliares, sin embargo la recepción que la Iglesia
ha ido haciendo progresivamente de esta nueva comprensión eclesiologíca de la
Parroquia se ha ido abriendo paso al ritmo de los desafíos que a la Iglesia se le
han ido presentando. El Papa Pablo VI en Evangelii nuntiandi acogió con paternal
solicitud el fenómeno de las pequeñas comunidades y las interpretó como un
signo de los tiempos: “florecen un poco por todas partes en la Iglesia” (nº 58).
El Papa Juan Pablo II ha alentado y ayudando a que el fenómeno de las
pequeñas comunidades fuera acogido, valorado y ayudado. Será en Christifideles
laici , nº 61 donde se fundamentará el papel matriz de la Parroquia como ámbito
de inserción y de comunión de las pequeñas comunidades. En el Mensaje al
Pueblo de Dios, nº 10 los padres sinodales saludan la nueva concepción de la
Parroquia: “Vemos con alegría que la parroquia se convierte en comunidad de
comunidades cuando es ella el epicentro de las comunidades eclesiales de base y
de los demás grupos y comunidades que la dinamizan y, a la vez, se nutren de
ella”.

Dos años más tarde en Redemptoris missio, nº 51 , ofrecerá un juicio más


positivo de lo que esta transformación va a suponer dentro de la parroquia: “Estas
comunidades descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que
pertenecen siempre unidas, se enraízan en ambientes populares y rurales,
convirtiéndose en fermento de vida cristiana...”. Y esta experiencia encuentra su
madurez en las formulaciones que expresará en Ecclesia in America, nº 41: “Una
clave de renovación parroquial, especialmente urgente en las parroquias de las
grandes ciudades, puede encontrarse quizás considerando la parroquia como
comunidad de comunidades”.

Aunque el interés comunitario no es algo nuevo en la Iglesia, y ha estado


siempre presente desde su origen, la convicción de que la comunidad constituye
el lugar apropiado de anuncio y vivencia de la fe, hoy la dimensión comunitaria
acusa una necesidad más sentida y universal entre los cristianos. Como he
señalado anteriormente, el anonimato y la masificación de la gran ciudad
despierta la necesidad de vivir la fe en grupos de talla humana o en pequeñas
comunidades cristianas que sean de verdad misioneras en nuestro mundo.
240
Cfr. L. GEROSA, Carisma e diritto nella Chiesa (Milán 1989), p. 229.
La necesidad de que las estructuras de la Iglesia se renueven para
responder a los desafíos de una cultura urbana afecta primordialmente a la
Parroquia. De ella afirma Joan Bestard: “no puede ignorar la existencia de estos
grupos o comunidades de base, intermedios entre el individuo y ella misma. Tales
grupos o comunidades podrán ser un elemento revitalizador de la vida parroquial,
ya que en las parroquias urbanas es muy difícil que madure una verdadera
conciencia comunitaria si no es a nivel de estos grupos de talla humana. Las
pequeñas comunidades pueden dinamizar la vida parroquial y, a la vez, la
parroquia puede coordinar y relacionar a estas comunidades entre sí, para que no
se queden encerradas en horizontes demasiado estrechos o narcisistas. En estas
pequeñas comunidades, el hombre urbano encuentra una manera eficaz de
profundizar su experiencia cristiana, que es esencialmente personal y, al mismo
tiempo, esencialmente comunitaria”241.

Efectivamente, ante la aldea global de McLuhan, la Parroquia está llamada


a transformarse en una aldea celeste, con una nueva estética: un catecumenium,
con espacios modernos para el culto y para la vida de las pequeñas comunidades,
un modelo social más humano, capaz de abrir espacios para una nueva cultura.
Aquí hay que situar la urgente necesidad para la evangelización del
Catecumenado tal y como se pidió en el Congreso sobre Parroquia
evangelizadora: “Necesitamos experimentar y encontrar verdaderos
catecumenados para personas realmente alejadas. Procesos capaces de conducir
de la no fe a la fe, del alejamiento a la comunidad, del vacío a la experiencia
religiosa, de la indiferencia a la seducción por Jesús”242.

Para que las parroquias sean verdaderas comunidades cristianas, el Papa


Juan Pablo II pide que “las autoridades locales favorezcan: a) la adaptación de la
estructuras parroquiales con la amplia flexibilidad que concede el Derecho
Canónico, sobre todo promoviendo la participación de los laicos en las
responsabilidades pastorales; b) las pequeñas comunidades eclesiales de base,
también llamadas comunidades vivas, donde los fieles pueden comunicarse
mutuamente la palabra de Dios y manifestarse en el recíproco servicio y en el
241
Cfr. J. BESTARD, Desafíos de la realidad urbana a la parroquia: Sal Terrae (setiembre 1984), pp. 671-672.

242
Cfr. Congreso Parroquia Evangelizadora, (Madrid 1988). En la 1ª Ponencia del Congreso nos encontramos con una
lectura pastoral de los datos del análisis sociológico que se había hecho a partir de la encuesta preparatoria. Es muy significativo
reseñar la complementariedad que se ha ido produciendo en las parroquias de las diócesis españolas entre parroquia - pequeñas
comunidades y los movimientos apostólicos: “El sentido comunitario de la parroquia va en aumento: un 53% afirman que la
estructura general de la parroquia es comunitaria” (...) También crece el número de parroquias concebidas como una comunión
de pequeñas comunidades diversas o que de hecho albergan en su seno algún tipo de comunidades: populares (un 4,2%),
neocatecumenales (un 10%), y otras pequeñas comunidades (un 27%)”. Cfr. Congreso, p. 65. De cara a renovar nuestras
parroquias, se afirma que éstas “no pueden ponerse al servicio de la evangelización, si no van transformándose de centros de
servicios religiosos en comunidades vivas de creyentes, es decir, en ámbitos donde los cristianos puedan vivir realmente la
experiencia de la fraternidad cristiana” (Ibid, p. 147). Ver J. HIGUERAS, Hacia la parroquia del Tercer Milenio (Madrid
2000).
amor; estas comunidades son verdaderas expresiones de la comunión eclesial y
centros de evangelización, en comunión con sus pastores”243.

Ahora bien, este nuevo modelo de Iglesia, que puede ser definido como
comunidad de comunidades, tiene sus riesgos y comporta interiormente sus
limitaciones244. De aquí la importancia de la Parroquia como lugar de comunión.
La Parroquia concebida como comunidad de comunidades se situaría en la línea
del ministerio de la unidad y de la comunión, siendo ella misma garantía de la
intercomunión entre diversas comunidades eclesiales. Puesta a su servicio, está
llamada a ofrecerles, además del lugar de culto, locales adecuados para sus
reuniones y una estructura básica capaz de coordinar iniciativas y hacer efectivo
un trabajo común. La Parroquia así concebida será la encargada de evitar la
disgregación de los grupos, pero sin imponerles una disciplina monovalente.

Esta perspectiva de comunión, como muy bien ha señalado el Papa Juan


Pablo II, “está estrechamente unida a la capacidad de la comunidad cristiana para
acoger los dones del Espíritu. La unidad de la Iglesia no es uniformidad, sino
integración de las legítimas diversidades” (NMI, nº 46). La existencia de las
comunidades dentro de la Parroquia en forma de pequeñas iglesias locales
facilitará la fermentación cristiana de los miembros por la evangelización más
honda, y tendrá más consistencia la participación de los fieles.

El Sínodo que reflexionó sobre la vocación y misión de los fieles laicos en


la Iglesia y el mundo, y que lo hizo a la luz de la eclesiología de comunión afirma
de las pequeñas comunidades que “dentro de algunas parroquias, sobre todo si
son extensas y dispersas, las pequeñas comunidades eclesiales pueden ser una
ayuda notable en la formación de los cristianos, pudiendo hacer más capilar e
incisiva la conciencia y la experiencia de la comunión y de la misión eclesial”245.

243
Cfr. Christifideles laici, nº 26. Algunos años más tarde, en 1991, Juan Pablo II sostendrá que “estas comunidades
descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que permanecen siempre unidas, se enraízan en ambientes populares y
rurales, convirtiéndose en fermentos de vida cristiana, de atención a los últimos, de compromiso en pos de la transformación
de la sociedad. En ellas cada cristiano hace una experiencia comunitaria, gracias a la cual también él se siente elemento activo,
estimulado a ofrecer su colaboración en las tareas de todos. De este modo, las mimas comunidades son instrumento de
evangelización y de primer anuncio, así como fuente de nuevos ministerios”. Cfr. Redemptoris missio, nº 51.

244
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ las ha señalado: “1ª) Cada comunidad no puede estar desconectada de otras comunidades
ni de la Iglesia universal; 2ª) La vida eclesial en comunidad pequeña no puede llevar consigo una automarginación de la vida
pública; 3ª) Puede existir el peligro de que la intensidad de la vida comunitaria asfixie a la persona”. Cfr. Jesús sí, la Iglesia
también, pp. 312-313. En esta perspectiva ver la profunda reflexión de I. ZIZIOULAS, El ser eclesial. Persona, comunión,
Iglesia ( Salamanca 2003).

245
Cfr. JUAN PABLO II, Christifideles laici. Los fieles cristianos, nº 61. En el Mensaje final el Sínodo había recogido la
definición de nueva parroquia como comunidad de comunidades. Cfr. Mensaje de los padres sinodales al Pueblo de Dios, nº
10: Vida Nueva, nº 1606/7 (7/14 noviembre de 1987), p. 69.
La Parroquia podrá llamarse y ser en verdad comunidad de comunidades si
es capaz de crear a su alrededor todo un tejido de grupos de talla humana
adecuadamente interrelacionados entre sí y con ella misma. Esta nueva
concepción de Parroquia ya ha sido asumida por la CEE: “La concepción de la
parroquia como comunidad de comunidades nos parece, a la vez perfectamente
viable, sumamente adecuada a los condicionamientos del hombre y de la sociedad
de hoy, y extraordinariamente beneficiosa para el crecimiento profundo y
verdadero de la Iglesia. Decimos esto teniendo presentes los resultados de las ya
numerosas experiencias constatadas así como las excepcionales condiciones que
las pequeñas comunidades están mostrando para estimular la autenticidad y la
comunión eclesial”246.

Ciertamente, nos encontramos en un momento de transición, de una Iglesia


de masas a una Iglesia comunidad de creyentes que optan por la fe personal y
libremente en un mundo secular. La tensión es por tanto inevitable, pero hay que
tener en cuenta, como sostiene J. Bestard, que “hoy día no es conveniente plantear
la opción pastoral, a nivel de comunidades, en sentido disyuntivo (o comunidades
o parroquia). Lo que importa es saber conjugar ambas posibilidades, sin excluir
que pueda haber pequeñas comunidades, incluso extraparroquiales, que conecten
con el Consejo Arciprestal de Pastoral o, en su ausencia, con otras instancias
diocesanas que les permita caminar y desarrollarse como Iglesia, de cuya unidad
es servidor el Obispo”247. Ahora bien, K. Rahner sostiene que “si las comunidades
de base se van convirtiendo paulatinamente en los elementos fundamentales
insustituibles de la Iglesia del Obispo, la Iglesia del Obispo tiene la tarea y el
deber de impulsar y contribuir según sus fuerzas a la formación de esas
comunidades y a su tarea misionera”248.

A esta nueva comprensión eclesiológica ha contribuido sin duda alguna la


praxis eclesial y pastoral de las parroquias que albergan en su seno Comunidades
Neocatecumenales. Hay parroquias que cuentan con más de 30, 28, 20, 18, y 15
comunidades. La armónica coexistencia entre vida parroquial y desarrollo del
itinerario neocatecumenal ha hecho comprender que cuando no se plantean los
conflictos en términos disyuntivos, la Parroquia ofrece al Neocatecumenado el
ámbito natural para que desde él se “eduque a la vida comunitaria de modo

246
Cfr. Servicio pastoral a las pequeñas comunidades cristianas, nº 46. Ver también La catequesis de la Comunidad, nº 280.

247
Cfr. J. BESTARD, art. cit., p. 664.

248
Cfr. Cambio estructural de la Iglesia (Madrid 1974), p. 140. Ya por aquellos años el teólogo alemán hacía este tipo de
afirmaciones: “La Iglesia del futuro deberá construirse y crecer desde su base natural comunitaria. ´Iglesia desde la base`,
fundamentada en auténticas ´comunidades de base`, de libre iniciativa y asociación, unidas en comunión con el Obispo y con
la Iglesia particular diocesana” (pp. 140-145).
gradual y consciente mediante la inserción en una pequeña comunidad abierta a
la vida de la comunidad parroquial y de toda la Iglesia” (SCN, art. 15&1).

Estoy convencido de que hoy lo importante, en palabras de Juan Pablo II

249
no es tanto hacer “programas nuevos” , cuanto vivir la novedad

permanente del evangelio y orientar nuestros esfuerzos a lo nuclear de la vida


cristiana: el encuentro con Cristo. Como nos ha recordado recientemente el Papa
Benedicto XVI “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran
idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un

250
nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” . Para

este encuentro se necesita la mediación de la sacramentalidad del –Cuerpo de


Cristo que es la Iglesia.

En el horizonte del tercer milenio se vislumbra ya un nuevo rostro de


Iglesia, una nueva forma de vivir la existencia cristiana, en pequeñas
comunidades viviendo los signos queridos por Jesús, el Amor: “En esto
conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros”
(Jn 13,35) y la Unidad: “Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno,
y el mundo conozca que tú me has enviado” (Jn 17, 22). Ambos signos, serán luz
para las gentes y sacramento de salvación para todos.

Desde el Vaticano II, hemos visto a lo largo de este curso, se está


imponiendo en la Iglesia, por la fuerza de la situación socioeclesial y también,
como un nuevo signo de los tiempos, un talante evangelizador, catecumenal y
comunitario. Se es cada vez más consciente de que la nueva evangelización sólo
puede llevarse a cabo con la recuperación del catecumenado y la dinámica

249
Cfr. JUAN PABLO II, Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte (6-1-2001), nº 29.
250
Cfr. Carta Encíclica Deus caritas est (25-12-2005), nº 1
catecumenal, como el medio más apto y probado para la iniciación y reiniciación
cristiana y para la renovación en autenticidad de la comunidad cristiana.

Al terminar este curso sobre la pastoral catecumenal y comunitaria hoy, en


nuestra Iglesia Católica, quiero rendir un sincero homenaje al profesor Casiano
Floristán (ya fallecido) que tanto ayudó a la comprensión de esta institución
eclesial desde su cátedra de Teología Pastoral en el Instituto de Pastoral ubicado
en Madrid. Él ha sido el teólogo pastoralísta que más ha contribuido con su
palabra (magisterio) y escritos (teología) a la implantación del catecumenado en
España y a la renovación tanto de la teología pastoral como de la teología
práctica. Suyas son estas palabras escritas en 1968, que siguen conservando
todavía hoy su intuición profética: “Las comunidades cristianas básicas del
futuro, constituidas por un número reducido de fieles, sólo podrán ser sostenidas
y desarrolladas a través de una seria iniciación cristiana. Nuestras actuales
asambleas dominicales languidecen porque no están formadas por verdaderos
fieles, es decir cristianos que han superado las etapas clásicas del
precatecumenado, catecumenado y neofitado. En la Iglesia primitiva se bautizaba
a los convertidos; hoy tenemos que convertir a los bautizados. Con todo, el
tratamiento pastoral catequético de los adultos convertidos, sean no bautizados o
bautizados, parece ser fundamentalmente idéntico: necesitan un catecumenado.
La catequesis, del mismo, ha de ser similar. Únicamente varían los ritos litúrgicos

251
de las etapas catecumenales” .

El Concilio Vaticano II pidió la restauración del Catecumenado. La Iglesia


en España ha vivido, durante estos 44 años (1964-2008), un tiempo de ensayo en
el terreno pastoral, muy rico en experiencias catecumenales y comunitarias. Los
papas y nuestros obispos han orientado, desde su magisterio, el desarrollo, la
maduración y su inserción armónica en la comunión de las diócesis y de la Iglesia
Universal. Toca ahora, después de este éxodo pastoral, valorar y discernir los
frutos para que, como en la parábola del árbol fecundo (Mt 7,16-20: “por sus
frutos los reconoceréis”), las realidades eclesiales que han cuajado en una vida
rica en frutos espirituales y pastorales, sigan dando más fruto y, también, para que
iluminados con la parábola de la vid y los sarmientos (Jn 15,2: “lo limpia para
que de más fruto”), los brotes que necesiten aún de una poda necesaria sean
podados, para que den mejores frutos.
251
Cfr. El Catecumenado actual: Pastoral Misionera 4 (1968), pp. 534 y 550.
II. EL RITUAL DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS
(RICA): UN CAMINO HACIA EL BAUTISMO POR ETAPAS

1. Líneas generales del RICA

El RICA, como muy bien pone de manifiesto sus prenotandos252, no sólo


ofrece los ritos propios del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, sino que
además presenta "todos los ritos del Catecumenado, que probado por la más
antigua práctica de la Iglesia, corresponde a la actividad misionera de hoy"
(RICA, nº 2). De ahí que el documento conciliar que mejor ha explicitado la
naturaleza y el espíritu del Catecumenado haya sido el Decreto sobre la actividad
misionera de la Iglesia (Ad Gentes).

A propósito de la conversión inicial suscitada por la precatequesis, el nº 13


describe ya lo que debe ser el Catecumenado: "Por la acción de la gracia de Dios,
el neoconverso inicia un camino espiritual por el que, participando ya por la fe
del misterio de la muerte y resurrección pasa del hombre viejo al hombre nuevo
perfecto en Cristo. Este paso lleva consigo un cambio progresivo de sentimientos
y costumbres, debe ponerse de manifiesto en sus consecuencias sociales y
desarrollarse en el tiempo de Catecumenado".

En el nº 14 se vuelve a tomar y desarrollar esta perspectiva en


términos más concretos:
"Los que han recibido de Dios la fe en Cristo por la Iglesia, deben ser admitidos
con ceremonias litúrgicas al Catecumenado; éste no es una mera exposición de
dogmas y preceptos, sino la formación y el noviciado debidamente prolongado
de toda la vida cristiana, en que los discípulos se unen a Cristo, su Maestro. Por
lo tanto, hay que iniciar adecuadamente a los catecúmenos en el misterio de la
salvación, en la práctica de las costumbres evangélicas y en los ritos sagrados que
deben celebrarse en tiempos sucesivos, e introducirlos en la vida de la fe, la
liturgia y la caridad del Pueblo de Dios".

A la luz de estos dos textos conciliares percibimos con claridad los


sustantivos empleados para definir el Catecumenado. En el nº 13, los términos
itinerario, paso, cambio progresivo, insisten más bien en el aspecto de la
educación: ésta es una marcha, un avance, un progreso que hace pasar poco a

252
"Los praenotanda representan un reflexión particularmente amplia y son indispensables para la comprensión del Rito;
constituyen una especie de tratado teológico-litúrgico sobre la misión iniciadora de la Iglesia y sobre los fundamentos de la iniciación
cristiana y catequético-pastoral para valorar debidamente el Rito de la iniciación cristiana de adultos y su condición de modelo". Cfr.
C. ROCCHETTA, o. cit., p. 51.
poco de un estado de vida a otro. Las palabras del nº 14, formación y noviciado
de vida, aprendizaje prolongado, iniciación, subrayan sobre todo el aspecto
vivencial y comunicacional de esta educación. En el fondo de estos textos late la
comprensión de una pedagogía que se atiene a los ritmos de crecimiento propios
de la naturaleza. Si todo crecimiento vital es progresivo, es decir se realiza en el
tiempo, franqueando ciertas etapas características, la iniciación catecumenal, que
es "formación y noviciado debidamente prolongado de toda la vida cristiana"
(AG, nº 14), tampoco escapa a esta tendencia.

En el Ritual aparece perfectamente recogido este espíritu del texto


conciliar. M. Dujarier afirma que "éste presenta una doble originalidad:
considera la iniciación como un itinerario por etapas y es un instrumento al
servicio de una educación vital"253. El Ritual se presenta como un camino
espiritual que se recorre gradualmente para la maduración de la fe y la conversión
desde dos aspectos fundamentales:

a) La expresión litúrgica de la formación y la maduración en la fe.


Presupone una doble perspectiva doctrinal y moral.

b) La progresión manifestada en unos momentos rituales determinados,


auténticos ritos de paso que expresan además de la progresiva maduración
personal del convertido, el reconocimiento y la acogida cada vez mayor, tanto de
Dios como de la Iglesia.

Estos umbrales permiten dividir el período de la iniciación en tiempos


determinados a los que accede al cruzar esas etapas rituales y que suponen un
progreso con respecto a tiempos anteriores (RICA, nº 6).

2. Estructura de la Iniciación Cristiana de los adultos

La estructura de iniciación que resulta de esta graduación progresiva es


presentada sumariamente en los prenotandos del Ritual, para luego recibir su
tratamiento litúrgico en el capítulo Iº.

Consta de cuatro tiempos o períodos (RICA, nº 7):

253
Cfr. Iniciación cristiana de adultos, p. 21. Para una mayor profundización sobre diversos aspectos del RICA ver los siguientes
artículos en el nº 88 de Ephemerides Liturgicae de 1974: A. NOCENT, L´Ordo initiationis christianorum: lignes theologico-
liturgiques du Catéchumenat, pp. 163-173; B. CARDINALI, Linee catechetico-liturgiche del rito dell´iniziazione cristiana degli dulti
per una valorizzazione critica della sua indole pastorale, pp. 192-209; JESÚS LÓPEZ GAY, Liturgia y misión, pp. 221-231; ver
también en el nº 69 de la Rivista Liturgica del año 1979, los artículos de: A.M. TRIACCA, Struttura e linee-forza: dal l´analisi alla
sintesi, pp. 425-436; F. BROVELLI, Per introdurre alla Chiesa oggi. Problematica ecclesiologica del "Rito dell´Iniziazione cristiana
degli adulti", pp. 437-455; L. DELLA TORRE - D. SARTORE, Considerazioni pastorali sui capitoli IV e V del "rito dell´Iniziazione
cristiana degli adulti", pp. 471-493.
1. El Precatecumenado, dedicado a la primera evangelización.

2. El Catecumenado, dedicado a la catequesis integral. Dura varios años.

3. La Purificacion e Iluminación, dedicado a propiciar una preparación más


intensa de los sacramentos. Dura el tiempo de la Cuaresma.

4. La Mystagogia, dedicado a gustar los frutos del Espíritu y facilitar el


encuentro del neófito con la comunidad de los fieles. Dura el tiempo Pascual.

Con tres grados o etapas litúrgicas que marcan el final de un período y


comienzo del siguiente (nº 6):

a) El Rito de Entrada en el Catecumenado, en virtud del cual el convertido


es recibido en la Iglesia como catecúmeno.

b) El Rito de la Elección, por el cual, el catecúmeno es elegido y admitido


para los sacramentos.

c) La Celebración de los Sacramentos de Iniciación, donde el elegido


comienza a ser cristiano.

Esta estructura que ofrece el Ritual nos da la posibilidad de considerar


desde una visión más amplia el camino espiritual de crecimiento en la fe, de esta
manera podemos englobar y comprender estos tiempos y estos grados, como las
vértebras de tres grandes niveles de progresión en la fe que son descritos por M.
Dujarier de la siguiente manera: el despertar a la fe, la educación de la fe y la
consagración de la fe254. Se formularía así: 1. EL DESPERTAR EN LA FE: a)
Tiempo: Precatecumenado. b) Grado: Rito de Entrada en el Catecumenado; 2. LA
EDUCACIÓN EN LA FE: a) Tiempo: Catecumenado. b) Grado: Rito de la
Elección; 3. LA CONSAGRACIÓN EN LA FE: a) Tiempo: Purificación -
Iluminación y Mystagogia; b) Grado: Celebración de los sacramentos,
incorporación a la comunidad y vivencia comunitaria de la Eucaristía. Y habría
un cuarto nivel ulterior, al finalizar el tiempo de la Mystagogia, que sería el de la
TESTIFICACIÓN DE LA FE cuyo tiempo englobaría toda la existencia cristiana
y la graduación en la maduración permanente de la fe vendría jalonada por la
vivencia de los sacramentos de la Iglesia255 y los tiempos del Año litúrgico.

254
Para esta comprensión de la estructura de iniciación ofrecida por el RICA, tengo en cuenta, con cierta libertad, la descripción
hecha por M. Dujarier. El utiliza la terminología "período" y "etapa", nosotros utilizaremos la empleada en la edición en castellano
del Ritual: "tiempo" y "grado". Cfr. M. DUJARIER, o. cit., pp. 22-27.
255
Este último nivel es añadido por mí. Para B. CARDINALI, "las cuatro etapas de esta pedagogía progresiva se califican como
anuncio (= evangelización: precatecumenado), formación (= catecumenado), renovación (= purificación-iluminación), profundización
(= mistagogia)”, en art. cit., p. 196.
3. El itinerario catecumenal del Ritual

El Ritual habla de cuatro tiempos o etapas de la iniciación cristiana,


separadas por tres ritos principales: la entrada en el Catecumenado, la llamada
decisiva y la celebración sacramental en la noche pascual. Veamos a la luz de los
prenotandos cómo aparecen descritas las etapas catecumenales:

1º) El tiempo de la evangelización y el Precatecumenado (nnº 9-13)

Es el tiempo de la primera evangelización (nº 7), donde se anuncia


abiertamente y con decisión al Dios vivo y a Jesucristo (nº 9), para que broten la
fe y la conversión inicial o para que madure la verdadera voluntad de seguir a
Cristo y de pedir el Bautismo (nº 10). En esta etapa, el catecúmeno se enfrenta
con el problema de la conversión y quiere hacerse cristiano (nº 6). Durante este
período, los candidatos se llaman simpatizantes o precatecúmenos. Es un tiempo
de contactos, diálogo y primeros descubrimientos de tipo informal, en el que
deben prevalecer la sinceridad y la libertad (nnº 9-13). Termina este período con
el ingreso en el grado de catecúmenos (nº 7).

2º) El tiempo del Catecumenado (nnº 14-20)

El segundo tiempo, que comienza con el rito llamado Entrada en el


Catecumenado (nnº 14.50.65.68) y acaba el día de la elección. Es la etapa de la
catequesis integral (nº 7), progresiva, organizada y completa, acompañada de una
praxis de la caridad, dentro del marco de las celebraciones de la palabra en orden
a una educación penitencial y eucarística, de exorcismos menores para recalcar
una vida de ruptura, de opción y de lucha, y de bendiciones con objeto de
reconocer el valor de la paz y de la acción de gracias. Es un tiempo prolongado,
en que los candidatos reciben la instrucción pastoral, mediante cuatro caminos:
una catequesis apropiada, los ritos litúrgicos oportunos y el testimonio de vida
con la profesión de la fe (nº 19).

Con la entrada en el Catecumenado, el candidato ya es cristiano, aunque


todavía sea catecúmeno; tiene derecho a participar en la Liturgia de la Palabra, en
los sacramentales, en el matrimonio y en los funerales de la Iglesia (nº 18). El
Catecumenado, en su preparación remota, puede durar varios años (nº 7).

3º) El tiempo de Purificación e Iluminación (nnº 21-26)

La última preparación es una etapa bastante más breve, que de ordinario


coincide con la preparación cuaresmal a la Pascua. Es tiempo para renovar a la
comunidad de los fieles junto con los catecúmenos por la liturgia y a la catequesis
litúrgica mediante el recuerdo o la preparación del Bautismo, y por la Penitencia
(nº 21). Su objetivo es proporcionar una preparación espiritual más intensa (nº
7).

Mediante el rito de la elección de los candidatos al próximo Bautismo o


inscripción de los nombres, con el que comienza el tiempo de Purificación e
Iluminación (nº 21), los catecúmenos se llaman elegidos, competentes o
iluminados. La elección se realiza a través de la comunidad; ha de coincidir con
la opción fundamental por parte del candidato. Tienen lugar en esta etapa los
escrutinios, las entregas del Símbolo y del Padre Nuestro, devoluciones y
unciones. Termina este tiempo con el Bautismo, Confirmación y primera
Eucaristía del catecúmeno en la Vigilia pascual o con la Penitencia y la Eucaristía
en un proceso de re-iniciación.

4º) El tiempo de la Mystagogia o etapa pascual (nnº 37-40)

Consiste esta etapa en experimentar, con gusto, alegría y sabiduría, el


sentido de la vida de fe, la significación de los símbolos sacramentales y las
relaciones adquiridas en comunidad. En esta etapa los bautizados se llaman
neófitos. El Ritual dice que se dedique este tiempo a gustar de los frutos del
Espíritu y a estrechar más profundamente el trato y los lazos con la comunidad
de los fieles (nº 7). En resumen, es tiempo de adquirir una nueva experiencia de
los sacramentos y de la comunidad . Convencidos de que la inteligencia más
plena y fructuosa de los misterios se adquiere con la renovación de las
explicaciones y sobre todo con la recepción continuada de los sacramentos (nº
38). De ahí que como la índole y la fuerza de esta etapa procede de la experiencia
personal y nueva de los sacramentos y de la comunidad, el principal lugar de la
lo constituyen las llamadas , o sea, las Misas
de los Domingos del tiempo pascual" (nº 40).

A modo de gráfico, el itinerario catecumenal del RICA quedaría así (ver la


tabla 2ª).

4. La aplicación del Catecumenado por etapas a la Iniciación Cristiana de Adultos


bautizados

Ha sido J. A. Vela, en la que fuera su Tesis Doctoral256, quien mejor ha


estudiado las repercusiones teológico-pastorales que se desprenden de un
conocimiento profundo de la génesis del RICA y de su contenido. El autor se
propone como objetivo mostrar "la repercusión del RICA en el campo pastoral
256
Lleva por título Reiniciación cristiana, respuesta a un bautismo "sociológico". Contribución a un estudio de la Estructura
Pastoral de la Reiniciación, a partir del Capítulo IV del OICA.
de la reiniciación cristiana, a partir de los Praenotanda del Capítulo IVº"257. La
finalidad, por tanto, que persigue el autor es la de reflexionar sobre la analogía -
diferencia y semejanza- entre el camino iniciatorio, propuesto por el Capítulo Iº
del RICA con sus Praenotanda, y el reiniciatorio indicado por el Capítulo IVº.
Una vez que fundamenta la "necesidad de una reevangelización de los
bautizados" en la Iglesia de hoy, J. A. Vela desarrolla cómo "el RICA,
especialmente en sus capítulos IVº y Vº, ofrece posibilidades concretas para
intentar un camino de reiniciación para los bautizados"258.

En estas últimas décadas, se puede decir que la Iglesia ha ido tomando


conciencia de que junto a la iniciación estricta de adultos convertidos no
bautizados, aparece modernamente la necesidad de un Catecumenado con adultos
bautizados en su infancia, alejados posteriormente (o desde siempre) de la fe y de
nuevo convertidos, que desean recorrer un camino de descubrimiento,
maduración y fundamentación de la fe cristiana recibida pero no experimentada,
descubierta pero aún por experimentar. Más aún, recientemente un experto en
pastoral catecumenal como Henri Bourgeois ha llegado a afirmar que "hay que
reconocer que la conciencia bautismal es, la mayoría de las veces, poco
viva"259entre los cristianos. De hecho, una nota característica del tiempo
postconciliar es la progresiva toma de conciencia de que es preciso evangelizar a
los bautizados. El problema es afrontado con carácter de urgencia y con
tratamiento catecumenal, así lo expresan dos documentos importantes de estos
dos últimos decenios: "La evangelización de los no creyentes presupone la
autoevangelización de los bautizados y también de los mismos diáconos,
presbíteros y obispos"260. Y también: "Puede servir de ayuda, como han dicho los
Padres sinodales, una catequesis posbautismal a modo de Catecumenado, que
vuelva a proponer algunos elementos del Ritual de la Iniciación Cristiana de
Adultos, destinado a hacer captar las inmensas riquezas del Bautismo ya
recibido"261.

Es importante subrayar que a lo largo de estos últimos años, teólogos


pastoralistas han venido fundamentado la viabilidad de una aplicación analógica
del RICA para la iniciación cristiana postbautismal de adultos no iniciados.
También las mismas conferencias episcopales europeas han hablado de la
257
Ibid., p. 32.
258
Ibid., pp. 75-103. Esta "tesis" la desarrolla también C. ROCCHETTA, para quien "las posibilidades de utilización del RICA
en el mencionado sentido son múltiples y diversas. Se puede pensar, por ejemplo, extendiendo eventualmente sus aplicaciones, en el
itinerario propuesto en el capítulo IV del Rito para adultos, en la perspectiva de una pedagogía de recuperación y fundamentación de
la vida cristiana destinada a los adultos ya bautizados, pero indiferentes o inmaduros para asumir su fe". Cfr. Cómo evangelizar hoy
a los cristianos, p. 111. Ver también: L. DELLA TORRE - D. SARTORE, Considerazioni pastorali sui capitoli IV e V del Rito
dell´iniziazione cristiana degli adulti, pp. 471-493.
259
Cfr. “Pastoral catecumenal y conciencia bautismal en Europa”, en CONFERENCIA EUROPEA DE CATECUMENADO,
Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa Hoy, p. 37.
260
Cfr. SÍNODO 1985, Relación final, II,B,a,2. Ed, B.A.C., Madrid 1985, pp. 12-13; ver Medellín VIII, nnº 3,7,9 y 17; DCG ,
nº19; EN, nnº 44 y 52; CT, nº 44; Puebla, nnº 461, 1007 y 1008.
261
Cfr. Exhortación Apostólica de JUAN PABLO II, Christifideles laici. Los fieles laicos, nº 61.
necesidad del Catecumenado postbautismal. Y para constatar la vigencia y
actualidad de esta preocupación pastoral en que la catequesis tenga esta impronta
catecumenal, en el comunicado del Congreso catequístico internacional
celebrado en Roma los días 14 al 17 de octubre de 1997 se afirma: "La actividad
catequística de nuestro tiempo debe subrayar el carácter y la inspiración
catecumenal propios de la catequesis. Si la missio ad gentes es paradigma de toda
la actividad evangelizadora en cada uno de sus diversos momentos, el
Catecumenado bautismal es modelo e inspiración de la actividad catequizadora
particularmente con referencia a la catequesis de iniciación"262.

a) Las posibilidades que ofrece el RICA para un camino de reiniciación de


los bautizados

Todos los estudiosos del RICA coinciden en señalar que la aparición de


este Ritual ha representado para toda la pastoral de educación de la fe en la Iglesia
un punto fundamental. Para L. Della Torre "desde la publicación del ORDO se
ha acelerado en la Iglesia una reflexión que ha llevado a afirmar una perspectiva
catecumenal -podríamos decir iniciática- en las actividades catequísticas y
formativas"263. El RICA desde su aparición pasa a ser considerado como Ritual
Tipo o Forma Típica de la iniciación a la fe y a la vida de la Iglesia264, como
Paradigma para el orden eclesial265, uno de los acontecimientos más importantes
en el orden pastoral y ritual del post-Concilio, una de las expresiones más
singulares del camino de la comunidad cristiana a la luz del actual contexto
eclesial. Para J.A. VELA la razón es simple: "Se convierte en el instrumento
concreto para poder realizar de hecho el camino catecumenal en nuestros tiempos,
haciendo unas síntesis entre las instituciones del Catecumenado antiguo y los
grandes principios cristológicos y eclesiales del Vaticano II, uniendo el elemento

262
Cfr. Comunicado del Congreso catequístico internacional sobre "La fe de la Iglesia y su misión evangelizadora":
L´Osservatore romano (7 de noviembre de 1997) [ed. en español], p. 8.
263
Cfr. Balance de las aplicaciones del OICA, p. 229. L. DELLA TORRE constata el hecho de que "muchos sacerdotes no
conocen siquiera su existencia o no lo han tenido jamás entre sus manos. Tal es el juicio recogido entre algunos catequistas itinerantes
de las comunidades neocatecumenales, cuyos viajes cubren toda Europa, casi toda América y gran parte de Asia. A fin de legitimar y
exponer su propuesta de un itinerario de fe progresivo para los adultos bautizados, ellos se refieren al ORDO, con lo cual han tenido
ocasión de hablar sobre el tema con obispos y párrocos. Incluso donde está vigente la institución catecumenal, el problema parece
afectar únicamente a los sacerdotes y catequistass que se dedican a ella; los demás agentes pastorales no se sienten interesados" (p.
228). Para una mayor ampliación, ver: A. GIULIANI, Il catecumenato: volto nuovo della Chiesa: Via, Verità e Vita 130 (1990), pp.
45-46, y R. LAURITA, Il catecumenato in Europa e nel mondo, ibíd., pp. 65-72, ofrecen una breve reseña de las actuales utilizaciones
del RICA en la Iglesia.
264
Para una profundización en este aspecto, ver el Capítulo sexto del libro citado ya de C. ROCCHETTA: El RICA "forma tipo"
de "itinerarios catecumenales", pp. 97-112. El teólogo italiano sostiene que "a pesar de que ya han pasado más de veinte años desde
su promulgación, no se puede decir que esta dimensión del RICA haya sido realmente estudiada y valorada ni en el aspecto de la
reflexión y profundización teológico ni en el de la praxis y la vida de las comunidades locales" (p. 98).
265
Para D. BOROBIO, "el Ritual de la iniciación cristiana de adultos se convierte en paradigma de iniciación, es decir, en
modelo y ejemplar de la meta, los dispositivos y el proceso que, de u otra forma, antes o después, necesita cumplir toda iniciación
cristiana", aunque más adelante este autor manifiesta su perplejidad al confesar que "no deja de ser, por otro lado, una contradicción
el que precisamente este Ritual esté, hoy por hoy, condenado a ser un Ritual desconocido; un Ritual que, en el mejor de los casos
prestará un servicio a las comunidades neocatecumenales y de vez en cuando se aplicará en los casos de los adultos convertidos", en
Proyecto de Iniciación cristiana, pp. 120 y 126.
ritual con el camino de iniciación en un tiempo sucesivo, conforme a las
indicaciones de SC 64"266.

El RICA parece estar reservado exclusivamente sólo a los bautizados. En


efecto, éste es el primer destino del Ordo, que fue concebido como un itinerario
completo y orgánico de iniciación cristiana, expresión de una comunidad eclesial
que se prepara para poner en práctica la tarea central que le ha sido confiada: la
de engendrar a los hombres a la vida de Cristo en el Espíritu con la predicación
de la Palabra, el testimonio de la caridad y los sacramentos pascuales. Esta
finalidad inmediata, sin embargo, no excluye, sino que implica una segunda
finalidad, la de presentarse como una propuesta de reconstrucción de la fe y la
identidad cristiana, dirigida a los que, aun estando bautizados, necesitan recorrer
el itinerario del cristianismo de un modo nuevo y consciente. El propio RICA
deja entrever esta segunda finalidad cuando, después de haber dicho que el Rito
está dirigido en primer lugar a los no bautizados que, movidos por el Espíritu, se
abren a la fe y a los sacramentos de la iniciación cristiana (nnº 1-2), muestra que
también interesa, al mismo tiempo, a aquellos que, aun estando ya bautizados, no
han recibido ninguna catequesis y por ello no han sido admitidos a la
Confirmación ni a la Eucaristía (nº 295).

Este dato representa, dentro del RICA, una verdadera extensión en el


sentido y el uso del Rito completo. Una extensión autorizadamente confirmada
por la Congregación para el Culto Divino de entonces. Al planteársele una
pregunta precisa, según hemos comprobado al exponer la influencia de la praxis
del Camino Neocatecumenal en el RICA, la Congregación admitió, de hecho, la
legitimidad de una extensión del capítulo IVº a otros casos de preparación
sacramental, aunque los destinatarios hubieran recibido ya el Bautismo. En
el comentario a esta "respuesta-oficial", ya vimos como Pasqualetti destacaba -
entre otras cosas- que la extensión se puede referir:

- a los niños bautizados, con ocasión de la catequesis de admisión a los


sacramentos de la Confirmación y la Eucaristía;
- a los que, aun habiendo recibido los sacramentos de la Confirmación y de
la Eucaristía, han abandonado después la práctica religiosa y desean
retornar a ella;
- a los que, en la práctica de la vida cristiana, desean profundizar en su fe.

Y si en estos casos, como precisa la Congregación para el Culto Divino, es


oportuno evitar la expresión de Catecumenado y catecúmeno, no parece que haya
ningún problema en utilizar, en un sentido analógico, el adjetivo catecumenal y
la expresión más general de itinerarios catecumenales, basándose en la

266
Cfr. Reiniciación cristiana..., pp. 86-87.
semejanza objetiva existente entre las dos situaciones desde un punto de vista
psicológico267.

Las Conferencias Episcopales Nacionales, una vez traducido y publicado


el RICA en las diversas lenguas, así lo han comprendido y por ello han venido
señalando las posibilidades que el nuevo Ritual ofrece de cara a una reiniciación
con los adultos. Para la Conferencia Episcopal italiana, el gran valor del RICA es
el de ser una forma típica para la formación cristiana268. Para la Comisión
Litúrgica de la Conferencia Española, el RICA será especialmente útil para
profundizar la vida cristiana, renovando los compromisos de la fe y el Bautismo
en un camino neocatecumenal. El RICA es una orientación valiosa, por su
organización y contenido, "para recuperar la dimensión catecumenal de la fe
cristiana", tal y como señalaba el Cardenal Jubany en la Nota introductoria a la
edición del Ritual en castellano269.

b) El Capítulo IVº del RICA delinea la posibilidad de un camino de


reiniciación para los bautizados

Los Praenotanda del RICA, junto con el Cap. Iº, representan el camino de
iniciación de los adultos al Bautismo. El Cap. IVº es un camino concreto de
iniciación a la Confirmación y Eucaristía de los adultos que, bautizados en la
infancia, no recibieron ninguna catequesis. Pero también se puede aplicar a casos
semejantes (nº 295): aquí tendrían cabida los diversos casos enunciados por EN
y CT de cristianos alejados, no practicantes, indiferentes.... La variedad de
situaciones entre los adultos bautizados -afirma D. Borobio- es muy grande, y
pueden distinguirse las siguientes:
"- Unos sólo recibieron el Bautismo, pero no la Confirmación ni la primera
Eucaristía.

267
"A la experiencia catecumenal acude una gran variedad de personas en situación de búsqueda con diversidad de necesidades
y experiencias. Los hay que, nacidos en el campo, han sido educados con poco o ningún contacto con la religión o con la Iglesia.
Otros han sido hechos cristianos de niños; quizá recibieron alguna instrucción en su niñez, pero llegaron a adultos con un sustrato
virtualmente no cristiano a comenzar un camino de fe. Hay otros cuyo camino es un nuevo comienzo después de haber permanecido
años lejos del cristianismo porque en la adolescencia abandonaron su religión infantil". Cfr. PETER BALL, “La conversión en las
iglesias de Europa”, en CONFERENCIA EUROPEA DE CATECUMENADO, Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en
Europa Hoy, p.17.Para conocer el "estado espiritual" de los que llaman a la Iglesia para iniciar un camino de fe, ver: HENRI
BOURGEOIS, Los que vuelven a la fe, Ed, Mensajero, Bilbao 1995.
268
Nota introductoria del RICA en la edición italiana: "Como es verdad que este libro más que un rito contiene un complejo
de reflexiones teológicas, de indicaciones pastorales y acciones litúrgicas que pueden ser de gran estímulo para la renovación pastoral
en acto en nuestras Iglesias". "Pretende precisamente hacer emerger la exigencia de una acción pastoral que conduzca al
descubrimiento y a la conciencia progresiva y personal de la propia fe, mediante una catequesis permanente o itinerario de tipo
catecumenal". "Tenemos a disposición un ORDO con valor de forma típica para la formación cristiana". Cfr. Rito dell´iniciazione
Cristiana degli adulti, CEI (Roma, 1978), nnº 1-399 (comprende la Introducción a la iniciación cristiana de adultos, nnº 1-67, el Rito
completo de la iniciación, nn. 68-239, las fórmulas rituales alternativas, nnº 240-269 y los Textos a elegir para la celebración de la
iniciación cristiana de adultos, nnº 370-399). Cfr. el artículo de D. MOSSO, Il Rica nella Chiesa italiana: RL 66 (1979), pp. 417-424.
269
Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL ESPAÑOLA DE LITURGIA: Ritual de la Iniciación Cristiana de adultos, Madrid 1976.Ver
también P- LLABRÉS, Celebración del neocatecumenado a partir del RICA: Phase 20 (1980), p. 296
- Otros recibieron el Bautismo y la Confirmación, o el Bautismo y la
primera Eucaristía.
- Otros recibieron los tres sacramentos de iniciación, pero ninguna
formación catequética.
- Otros recibieron una cierta catequesis en al escuela o parroquia pero luego
han venido a perder la fe, a caer en la indiferencia...
- La mayoría de estos bautizados han vivido como alejados, indiferentes o
increyentes"270.

Para ellos, lo mismo que para los catecúmenos, el Cap. IVº prevé una
preparación en el tiempo y una institución pastoral con una oportuna disciplina
(nº 296). Este Capítulo IVº, a diferencia de los otros, no es un Ritual, pues no
hace sino presentar una serie de orientaciones pastorales y litúrgicas, en continua
referencia implícita o explícita al Cap. Iº271.

Los principales responsables en la elaboración del RICA, Mons. Bugnini y


B. Fischer, entre otros, han resaltado la trascendental importancia pastoral que
este capítulo está llamado a tener. Según ellos, en sus 11 números, propicia un
movimiento pastoral de la mayor significación para la recuperación de los
alejados, nominalmente cristianos, que quieren en realidad vivir su cristianismo.
Entre las varias innovaciones que el RICA hace a rituales anteriores, parece que
ésta sea una de las de mayor relevancia pastoral para abrir pistas de un itinerario
de iniciación post-bautismal.

Ya he analizado anteriormente la real y decisiva influencia que la praxis


del Camino Neocatecumenal tuvo a la hora de orientar el alcance pastoral que
contienen los 11 números del Cap. IVº. Puse de manifiesto que para hacer una
reflexión sobre el itinerario catecumenal apuntado en este Capítulo es
imprescindible un estudio comparativo de tres fuentes: la primera redacción del
Cap. IVº, la redacción definitiva y las Reflexiones que sobre el mismo publicó la
Sda. Congregación para el Culto Divino un año después de ser promulgado el
RICA (el 8 de marzo de 1973).

Dichas Reflexiones venían precisamente a responder al recurso que se


presentó a la Sda. Cong. de Ritos sobre el estilo catecumenal que se debía dar a
la formación de cristianos bautizados, y a la petición del Cardenal Poletti sobre
"qué sentido dar a una especie de Catecumenado para los ya bautizados y, sobre
todo, a los eventuales ritos que acompañan la formación espiritual del

270
Cfr. Catecumenado para la evangelización, p. 35.
271
Cfr. R. BERAUDY, Le nouveau Rituel du Baptême des adultes: LMD, n. 121 (1975), pp. 140-141. Para R. Beraudy el sentido
del tiempo preparatorio no es idéntico, puesto que, mientras en el Cap. I se preparan las personas al bautismo, en el Cap. IV se
actualizan las virtualidades puestas en el hombre por este sacramento. Como indica el nº 296 del Cap. IV, se trata de hacer crecer y
madurar la fe infusa recibida por el Sacramento del Bautismo.
cristiano"272. Y a la luz de la respuesta que dio la Sgda. Congregación se apuntó
la dirección que comprende y desarrolla un itinerario postbautismal con adultos
bautizados.

La emergencia de estas consideraciones -sostienen L. Della Torre y


Sartore-, son el fruto de las investigaciones del movimiento litúrgico-pastoral,
que ha puesto en evidencia cuánto las características del Catecumenado clásico
responden a las actuales necesidades de formación cristiana y de edificación
eclesial: " Una Iglesia que se piensa y se proyecta para el futuro, que será un
futuro de esperanza y por tanto misionero y no un futuro de resignación, y por
ello conservador, debe prepararse seriamente a ser evangelizadora e iniciadora,
dado que la evangelización para edificar la Iglesia desemboca necesariamente en
un complejo de actividades pastorales que descubren la inspiración en el Ritual
de la Iniciación Cristiana de Adultos. Esta Iglesia debe abrir en ella misma, un
espacio catecumenal no sólo como servicio a realizar confiándolo a un personal
especializado en ello, sino como un modo de ser y de vivir”273.

c) El itinerario catecumenal para adultos bautizados: Configuración


estructural

La configuración del camino catecumenal propuesto para estos


destinatarios bautizados que desean profundizar su fe recupera las modalidades
esenciales y las celebraciones del itinerario completo, con sus cuatro tiempos y
los tres ritos de paso. La recuperación se refiere ante todo a la duración: "Igual
que para los catecúmenos, la preparación de estos adultos exige un tiempo
prolongado", de modo que la fe que recibieron en el Bautismo crezca hasta la
madurez cristiana y se enraíce profundamente. "Su vida cristiana debe reforzarse
con una preparación oportuna, una catequesis adaptada, las relaciones con la
comunidad de los fieles y la participación en algunos ritos litúrgicos" (RICA, nº
296).

La recuperación se refiere, por lo tanto, al orden del itinerario


catecumenal, a pesar de las oportunas atenciones a la situación particular de los
destinatarios: "El orden de la catequesis responde, en general, al orden propuesto
para los catecúmenos" (RICA, nº 19); a pesar de ello, "al ofrecer estas catequesis,
el sacerdote, el diácono o el catequista deben tener en cuenta la condición especial
de estos adultos que ya han recibido el don del Bautismo" ( nº 297). De tal modo
que las celebraciones catecumenales son sobre todo una demostración o
272
Cfr. Mons. BUGNINI, La Riforma Liturgica, p. 579, Nota 26. El mismo Bugnini presenta la historia de estas "riflessioni".
Esta misma opinión la expresan L. DE LA TORRE y SARTORE, "También, el documento de la Sgda. Congregación para el Culto
Divino, arriba citado, había salido a la luz para responder a las preocupaciones que en algunos pastores de almas había suscitado la
metodología pastoral de estas Comunidades Neocatecumenales”, en Considerazioni pastorali sui capitoli IV..., p. 481.
273
Cfr. Considerazioni pastorali sui cap. IV..., p. 475.
explicación de cuanto ya se ha recibido, para una mejor comprensión y
experiencia de su significado cristiano. La recuperación se refiere, en fin, a la
implicación de la comunidad y de los responsables de los distintos ministerios:
"Como a los catecúmenos, que la comunidad de los fieles ofrezca también su
ayuda a estos adultos con caridad fraterna y con la oración y que den testimonio
de su idoneidad, cuando se trate de admitirles a los sacramentos. Los adultos son
presentados a la comunidad por el garante. Mientras dure su instrucción, que cada
uno de ellos, con la aprobación del sacerdote, elija un padrino que se comprometa
con él como delegado de la comunidad, que se ocupe de él del mismo modo que
el padrino se ocupa del catecúmeno. El padrino escogido en este tiempo podrá ser
el mismo padrino del bautismo, siempre que éste se encargue verdaderamente de
llevar a cabo esta tarea" ( nnº 298-299).

Se ofrecen algunas precisiones por lo que respecta a las etapas de búsqueda


y de maduración, y también respecto de los ritos que pueden utilizarse274y cuáles
no pueden reiterarse275. La primera etapa, correspondiente al tiempo del
Precatecumenado, se pone en práctica con el primer anuncio y se "santifica con
acciones litúrgicas, la primera de las cuales es la acogida de los adultos en la
comunidad, de la que reconocen formar ya parte en cuanto que ya han sido
sellados por el Bautismo" (nº 300).

La segunda etapa, correspondiente al Catecumenado, se realiza según las


cuatro vías propuestas para el rito común: catequesis, conversión de mentalidad
y vida, participación en los ritos litúrgicos especiales y testimonio de vida y de fe
(nº 301). El cap. IVº subraya que estos bautizados pueden participar "en las
celebraciones de la liturgia de la palabra, tanto en aquellas para las que se reúne
la comunidad, como las que están destinadas de modo especial a los
catecúmenos". Aparte de ello se pueden utilizar los "ritos propios del
Catecumenado que correspondan a las condiciones y a la utilidad espiritual de
estos adultos, como las entregas del Símbolo, de la Oración del Señor e incluso
de los Evangelios" (nº 302).

La tercera etapa, correspondiente al tiempo de la Purificación e


Iluminación, se hará coincidir normalmente con el período cuaresmal. Es
evidente la importancia que asume, en esta propuesta de itinerario, la actitud
penitencial y el sacramento de la reconciliación como actos con los que el
candidato recupera el sentido del Bautismo recibido y celebra la Penitencia

274
En las Riflessioni, se señalan los siguientes ritos: "1. Rito de la aceptación de la comunidad; 2. Liturgia de la palabra; 3. Las
entregas (traditio Symboli, Orationis dominicae et Evangeliorum) ; 4. Celebración penitencial (oraciones especiales, bendiciones con
imposición de las manos; 5. Sacramento del la Penitencia; 6. Eucaristia" (pp. 275-278).
275
Se señalan lo siguientes: "a) El rito del effetha; b) La unción; c) La vestidura blanca" (pp. 275-276). Tanto en las Riflessioni
como en el comentario de G. PASQUALETTI se pone de manifiesto que el Bautismo es irrepetible: "Ante todo debe estar siempre
claro que un bautizado, aunque negligente en la vida cristiana y en la fe, no puede ser considerado al mismo nivel que un bautizado...".
Cfr. Commento, p. 279.
sacramental como un segundo Bautismo o Bautismo laborioso276. Por ello el
RICA desea que durante este tiempo se prevean determinados ritos penitenciales,
a modo de preparación a la celebración del sacramento de la Penitencia (nº 303)
y que se desarrolle un camino de formación al sentido de pertenencia a la Iglesia,
cuya culminación será habitualmente la Vigilia Pascual, "en la que los adultos
profesarían la fe bautismal" (nº 304)277.

La última etapa prevista corresponde al tiempo de la Mystagogia, que se


debe vivir junto con los neófitos, como un tiempo en que los adultos se dediquen
a completar su formación cristiana, viviendo y realizando en plenitud el hecho de
ser parte viva de la comunidad eclesial (nº 305).

Los ritos de paso dirigidos a acompañar a los cuatro tiempos de búsqueda


y maduración corresponden a los previstos por el rito completo (rito de admisión,
rito de elección, sacramentos pascuales), con la excepción evidente del Bautismo
que, habiendo sido recibido, se recuerda en la renovación de las promesas
bautismales. En caso de que el rito se utilice para sujetos, no sólo bautizados, sino
también confirmados y eucaristizados, está claro que el tercer rito de paso asume
un significado sólo simbólico, de compromiso renovado y de renovación de los
compromisos ya asumidos con los tres sacramentos de la iniciación cristiana.

En cuanto a los ritos iniciatorios que podrían ser usados en el camino de la


reiniciación en el Cap. IVº del RICA se prescribe con respecto a la iniciación a la
Confirmación y Eucaristía de los cristianos bautizados en la infancia, que vaya
acompañada por algunos ritos (nº 296) a semejanza de los ritos bautismales: el
tiempo de preparación se debe santificar con acciones litúrgicas (nº 300), deben
tener lugar celebraciones de la Palabra (nº 301) y usarse algunos ritos propios del
Catecumenado, que respondan a su condición y situación específica (nº 302).Al
tratarse de bautizados, evidentemente los ritos y acciones litúrgicas no pueden
tener el sentido estrictamente catecumenal de preparación al Bautismo. Son más
bien una explicitación a fin de contribuir a una mayor consciencia y desarrollo de
sus riquezas espirituales278.

276
En las "Riflessini", la Sgda. Congregación para el Culto Divino invita a contemplar el Sacramento de la Penitencia desde su
fundamento bautismal: "La Iglesia antigua con San Agustín ha concebido el Sacramento de la Penitencia como un segundo Bautismo.
Por lo cual, una vez cumplido el recorrido catequético sobre la base del camino catecumenal, el Sacramento de la Penitencia puede
tener el puesto del Bautismo” (p. 277). G. PASQUALETTI considera "muy oportuna la indicación de la Congregación para el Culto
Divino de presentar el Sacramento de la Reconciliación como un segundo Bautismo”". Ibid., p. 282.
277
"El Bautismo no se repite, pero se renueva continuamente con la profesión de la fe, con la participación en los sacramentos y
con una vida santa". Ibid., p. 282.
278
En el estudio que se hizo en el Secretariado Diocesano de Catequesis de Madrid se afirma que "muchos millones de hombres
que hoy se llaman cristianos fueron bautizados al poco de nacer, pero nunca llegaron a tomar conciencia de los compromisos que
comporta su fe... Esto hace que en el llamado mundo cristiano, y más en concreto en España, sean mayoría los bautizados que tienen
un fe sociológica, una fe difícil de definir, pero que ciertamente es muy distinta de la fe evangélica. Para estos hombres y mujeres el
Bautismo no pasó de ser un rito exterior vacío de significado. La fe bautismal recibida en el sacramento quedó sin desarrollarse. Y es
preciso desarrollarla. ¿Cómo?. Nosotros pensamos que por medio del Catecumenado. Un Catecumenado que conduciría al hombre
no a una reiteración del Bautismo, sino a una aceptación personal y consciente de su ser cristiano". Cfr. De la cristiandad a la
comunidad, Ed, Paulinas, Madrid 1978, pp. 22-23.
Este modelo propicia la unión de la liturgia con los momentos más salientes
de la acción pastoral de la Iglesia. Refiriéndonos especialmente a los ritos,
corresponden éstos a momentos importantes de la decisión tomada o a
preparaciones para la decisión: indican siempre el progreso en el camino de la fe
asumida. Explican, además, los sacramentos recibidos, pero no vivenciados ni
preparados por la Evangelización con sus respuestas adecuadas. Todo su lenguaje
es simbólico, y dan lugar a una profunda experiencia humana y asimilación
personal. Un camino neocatecumenal "secularizado" no llegaría a la comprensión
cristiana de la fe. De ahí la dificultad que detecta C. Floristán al afirmar que "no
es fácil estructurar hoy neocatecumenados de adultos, con una catequesis
adecuada, a lo largo de unas etapas, con objeto de que el bautizado convertido
ingrese consciente, activa y plenamente en la comunidad cristiana"279.

Para C. Rocchetta, la importancia pastoral de una propuesta catecumenal


como la que acabamos de reseñar, surge por sí sola: "En una Iglesia de masas, en
la que ningún fiel ha sido nunca catecúmeno ni ha recorrido nunca un auténtico
camino de búsqueda y maduración en la fe, el modelo riguroso y orgánico
propuesto por el capítulo IVº del RICA representa un recordatorio inquietante y
estimulante y exige por parte de las comunidades cristianas el coraje de verificar
de qué modo asumen de hecho su tarea de comunidades que inician y forman a
la vida cristiana"280. O en expresión de J.A. Vela "todo este Modelo requiere una
comunidad local apostólica viva, en actitud misionera y evangelizadora: una
comunidad de testimonio de fe vivida en común en medio del mundo, que atraiga
a los cristianos lejanos, los acoja y los acompañe en su camino de reencuentro
con la Iglesia y con su ser cristiano, discierna su comportamiento y los ayude en
su decisión definitiva por Cristo y la Iglesia, celebre con ellos este
acontecimiento, y sea el lugar donde ellos puedan ejercitar sus ministerios y
carismas. Sin este lugar catecumenal concreto, local y vivo, no habría
reiniciación"281.En realidad serán estos tipos de comunidades las que devolverán
a la Iglesia su imagen iniciática desde el principio de la iniciación y no sólo en
las fase finales de la recepción de los sacramentos282.
279
Cfr. Para comprender el Catecumenado, p. 30. Para verificar las dificultades concretas que en el campo de la pastoral
se encuentran, ver J. GALIANA, El neocatecumenado parroquial, Instituto Diocesano de Pastoral, Alicante 1978.
280
Cfr. Cómo evangelizar hoy a los cristianos, p. 118. Para este teólogo "el capítulo IV del RICA se presenta como una propuesta
básica de notable importancia para volver a cimentar la existencia cristiana de los bautizados, para la recuperación de los alejados y
la renovación de nuestras comunidades con la perspectiva de una nueva evangelización, en los umbrales del tercer milenio" (ib.,).
281
Cfr. Reiniciación cristiana de adultos..., pp. 103-104. Esta misma posición la mantiene ANTONIO CAÑIZARES LLOVERA,
"La iniciación cristiana integral, sólo será posible mediante el testimonio y vida de comunidades auténticas donde se viva en concreto
lo que quiere decir propiamente cristianismo... Apremia el que, mediante la autoevangelización de la Iglesia, se creen comunidades
cristianas inmediatas positivamente eclesiales...". Cfr. La Catequesis en el proceso de iniciación cristiana: Teología y Catequesis 4
(1984), p. 560.
282
Cfr. H. BOURGEOIS y J.J. SALVEAT, Pour une Eglise catéchuménale: Cr. De l´Eg. n. 42 (1977) pp. 17-23. Para C. ROCCHETTA,
este tipo de comunidades son ya una realidad: "Quien esto suscribe, en los últimos diez años ya ha experimentado en primera persona dos
formas de itinerarios catecumenales delineados (el itinerario penitencial con un grupo parroquial, de un año de duración, y el itinerario
catecumenal para matrimonios con unas treinta parejas, de cuatro años de duración)... Las mismas Comunidades Neocatecumenales y las de
la renovación en el Espíritu son una prueba palpable de que las comunidades están llamadas a convertirse en lugares de experiencia de vida
cristiana ...". Cfr. Cómo evangelizar hoy a los cristianos, p. 112.
Así quedaría el gráfico del itinerario catecumenal para adultos bautizados
tal y como aparece sugerido en el cap. IVº del RICA (ver tabla 3ª).

III. EL RITUAL DE INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS Y


LA INICIACIÓN CRISTIANA EN EL NEOCATECUMENADO:
UNA APLICACIÓN PARA LA SITUACIÓN ACTUAL

En este capítulo voy a intentar mostrar de qué forma el Neocatecumenado


ha hecho una adaptación creativa en clave de inculturación de las grandes líneas
inspiradoras de la propuesta catecumenal que el RICA presenta. Esta
comprobación tendrá el siguiente desarrollo: a) Por un parte analizaré la
propuesta catecumenal que ofrecen los prenotandos del RICA, paso a paso y
etapa a etapa, teniendo muy presentes las lecciones de la historia, especialmente
la praxis catecumenal de la Iglesia primitiva para ver en qué medida este Ritual
incorpora las grandes líneas maestras de la pedagogía catecumenal de los
primeros siglos. Más adelante, b) analizaré en profundidad el itinerario
neocatecumenal. Intentaré mostrar su configuración estructural, sus expresiones
litúrgicas y qué tratamiento eucológico recibe en la praxis del
Neocatecumenado283. En este estudio, c) no podrá faltar la mirada retrospectiva y
comparativa también con la tradición viva de la Iglesia de los orígenes, la que se
conoce como la época dorada del Catecumenado. De esta forma podremos
diferenciar, de cara a determinar la identidad del Neocatecumenado, lo que es

283
RICARDO BLÁZQUEZ en su libro Las Comunidades Neocatecumenales (pp. 59-84), hace una descripción teológico-
pastoral del Camino Neocatecumenal. Es una aproximación de discernimiento teológico al que es necesario añadir una
fundamentación de la praxis litúrgico-celebrativa y teológico-catequética en confrontación con la propuesta catecumenal contenida
en el RICA.
fidelidad a la tradición de la Iglesia, creatividad en la puesta a punto de la praxis
litúrgico-pastoral del RICA y originalidad en la propuesta del itinerario
neocatecumenal.

1. Tiempos y grados en el itinerario catecumenal del RICA

En las Observaciones previas del RICA se afirma que "la iniciación de los
catecúmenos se hace gradualmente, en conexión con la comunidad de fieles..."
(nº 4), "se acomoda al camino espiritual de los adultos..." (nº5) y, que "en este
camino, además del tiempo de instrucción y de maduración, hay grados o
etapas..." (nº 6).

Al analizar anteriormente la estructura de la Iniciación Cristiana de los


adultos tal y como nos es presentada en el RICA ya he apuntado que los Tiempos
y los Grados constituyen la estructura del RICA: una estructura catecumenal al
servicio de una iniciación en la que los sacramentos son los puntos finales de
referencia, pero con una mentalidad iniciatoria eclesial, a la manera de un camino
progresivo de fe, más que de una posesión del sacramento. Estructura
prevalentemente ritual, pero en la que se acentúan los aspectos catequético
pastorales284. Los tiempos y grados son elementos que se tejen para confluir en
una totalidad. Confluyen para formar un tejido eclesial ejemplar, forman -en
expresión de A. Triacca- como una "reja metodológica" para rehacer un
planteamiento general de la catequesis y de la pastoral eclesial285.

Los Tiempos y los Grados son los elementos que conforman pues la
estructura del modelo de iniciación del RICA. Son los diversos pasos que el
iniciado tiene que dar para atravesar las diversas puertas o subir los escalones de
este camino, que llamamos iniciación286. Cada grado conduce a un tiempo, más o
menos prolongado de discernimiento y madurez, que prepara el grado
siguiente287. Los Tiempos podrían ser definidos como un espacio pastoral más o
menos largo en el cual los candidatos buscan los caminos de la fe y crecen en ella
correspondiendo a algunas iniciativas pastorales. Los tiempos son llamados

284
"A nuestro juicio, lo que nos parece más digno de consideración es que el nuevo ORDO recoge y al mismo tiempo exige no
sólo una estructura catecumenal, sino también la formación, en lo que a los adultos se refiere, de una verdadera mentalidad
catecumenal, por la que se pueda comprender todo lo que pertenece a la fe, entendida a la manera eclesial". Cfr. EDITORIAL de Eph.
Lit. 88 (1974), p. 161. Ver también el estudio de EDOARDO FERENT, “Linee portanti proprie della struttura dell´OICA”, en Il
misterio della Chies locale nella Iniziazione Cristiana degli Adulti e nello Ordo della Confermazione, Roma 1979 (Tesis doctoral).
285
Para él, estos elementos, que forman como una reja metodológica, se integran en una especie de "tejido eclesial". Un "unicum"
en el que confluyen las nuevas experiencias comunitarias dirigidas a vivificar la realidad de los Sacramentos de la iniciación cristiana
en sus tres "momenti-vita": el antes, el durante y el después celebrativo. Cfr. Struttura e Linee-Forza dall´analisi alla sintesi..., p.
434.
286
"...mediante los cuales el catecúmeno ha de avanzar, atravesando puertas, por así decirlo, o subiendo escalones". Cfr. RICA,
nº 6.
287
"Los grados, por tanto, introducen a las etapas de instrucción y maduración, o por ellas son preparados". Cfr. RICA, nº 7.
también Etapas porque son espacios de tiempo entre unos objetivos y otros del
camino de la fe y los sacramentos.

La duración o progresión en el tiempo de la conversión siempre ha sido


considerada en el Catecumenado un elemento esencial. El decreto Ad Gentes
describe el Catecumenado como una "formación y noviciado convenientemente
prolongado de toda la vida cristiana" y como una iniciación en el Misterio de la
salvación, en las costumbres evangélicas y en los ritos sagrados que han de
celebrarse de forma sucesiva (nº 14). Los Praenotanda del RICA nos hablan de
"progresión" en la iniciación (nº 6) y de un tiempo de discernimiento y madurez
(nº 7). La Constitución sobre la Sda. Liturgia distingue un Catecumenado
"dividido en diversas etapas"288 "En este camino hay grados o etapas" (RICA, nº
6)..
Los Grados son pasos de un tiempo a otro. Son, por lo tanto, umbrales, que
se atraviesan, de una puerta o escalones de una escalera por la que se sube289. El
umbral se abre a un tiempo nuevo. Pero, además, el RICA los llama momentos
condensados de la iniciación (nº 6). Son la condensación de todo el tiempo, que
pasó, con celebraciones especiales, que le dan una densidad de vivencia. Es un
implícito reconocimiento de que en ciertos momentos es necesario cristalizar la
experiencia de la conversión y celebrarla con expresiones rituales. Son ciertos
períodos de cambio más cualitativo, que requieren apoyo de la Iglesia y una
mayor actividad ritual. Se pueden denominar también a los Grados pasajes
señalados por celebraciones -al pasar de un tiempo al otro- de manera que se
manifieste más claramente el camino que va recorriendo el candidato, que entra
más decidida y proféticamente en la Iglesia.

Ya en el Ordo per Gradus del año ´62 se dividía en siete grados: la


admisión del candidato, la bendición y aplicación de la sal, tres series de
exorcismos, los ritos inmediatamente preparatorios y el rito mismo del
Bautismo290. En el esquema del RICA se retiene esencialmente el primer grado

288
Cfr. SC, nº 64. La gradualidad de la formación catecumenal, recordada por el Concilio, ha sido establecida claramente por la
Iglesia en el RICA:

"Restáurese el Catecumenado de adultos, distribuido en varias etapas (pluribus gradibus)" SC, nº 64.

"Los catecúmenos y neófitos han de ser gradualmente (graditim) educados para que conozcan y vivan la vida
cristiana" (PO, nº 6).

"La iniciación de los catecúmenos se hace gradualmente" (RICA, nº 4).

289
En rigor los grados, de carácter celebrativo y puntual, son los "pasos" o "puertas" que dan acceso a las diversas etapas. En el
Catecumenado oficial de la Iglesia hay cuatro etapas y, entre ellas, tres grados. Cfr. RICA, nnº 6 y 7. Para BERAUDY en los
"umbrales" o grados se articula toda la estructura del RICA. En los tres "umbrales" se cierra el ciclo de no cristiano a cristiano, en Le
nouveau Rituel du Baptême des Adultes, p. 130.
290
El Ordo per Gradus fue publicado en AAS 54 (1962), pp. 315-338. El pasar del "uno tractu" del Ritual Romano, vigente
hasta ese año, fue mérito del "Ordo per Gradus", aunque sin dar el paso todavía de las etapas sucesivas en el tiempo. Los siete grados
se basan en el "Ordo Romanus XI". Cfr. C. FLORISTÁN, El Ritual de la iniciación cristiana de adultos: Phase 16 (1976), p. 290.
de la admisión, que -según la tradición- se llama "ad catechumenos faciendos".
Desaparece la bendición y aplicación de la sal. El segundo grado será la elección
para una preparación más intensa de los sacramentos291. El tercero, la misma
recepción de los sacramentos de la iniciación292.

El paso de los siete grados del Ordo "Per Gradus" del ´62 al concepto de
tiempos y grados del RICA pasó por una serie de vicisitudes. Al principio se
abandonó el concepto de Grado y se pasó al de Stationes293 reduciendo los siete
grados a cuatro "stationes" y añadiendo las catequesis mistagógicas. Después, se
volvió al concepto de "Grados", pero complementándolo con el de "Tiempos".
He aquí como relata J.A. Vela este interesante "iter":

"En el encuentro con el Consilium de Abril del ´65, la Relatio S 65


(Schemata 77/ De Rituali, 2) dice que se prefiere la palabra
´estación` en lugar de ´grado` precisamente porque se adapta más a
la imagen de ´camino`. El Rito de iniciación de adultos instaurado
conforme a la mente y el orden de los que se habla en 1o. (mente
general) y 2o. (restauración del rito) en su secuencia de ritos
corresponderá al itinerario espiritual de los candidatos, como fue
pedido por el Concilio en el artículo 64 de la Constitución sobre la
restauración del Catecumenado (ib., 5-6).
La Relación distingue cinco estaciones:
* El Rito para hacer el catecúmeno.
* Celebraciones de la Palabra de Dios con exorcismos menores y
bendiciones.
* La Elección o inscripción del nombre y los escrutinios.
* Los Ritos inmediatamente preparatorios, los tres sacramentos de
la iniciación y los ritos inmediatamente posteriores.
* Las catequesis mistagógicas.
En la Relatio 0 65 (Schemata 112/ De Rituali, 2), el término
se desdobla en dos: gradus y tempora. Se expresa así la razón de ese
cambio: Habiendo atacado algunos de vosotros la Terminología,
que hablaba de diversas ´estaciones`, la hemos mudado, de manera
que de ahora en adelante distingamos entre ´grados`y ´tiempos`.
Bajo el nombre de grados se entienden: el Rito para hacer el
291
Este segundo grado concentra las tres series de exorcismos mayores que se conservan "substancialmente, pero se acortan y
se injertan de nuevo". Con todo, los exorcismos pierden su forma "imprecativa" y se convierten en "deprecativos". Se les añaden las
entregas del Símbolo de la fe y del Padre Nuestro. Pero, antes de la elección y después del grado "ad catechumenos faciendos", se
añaden los exorcismos "menores": "Pero entre estos dos grados se injerta uno intermedio, que consiste en los ritos que acompañan la
catequesis, a saber los exorcismos menores y bendiciones". Cfr. B. FISCHER, De initiatione Christiana Adultorum: Notitiae 3 (1967),
p. 56.
292
"Tres, pues, son los grados, pasos o puertas, que han de marcar los momentos culminantes o nucleares de la iniciación. Estos
tres grados se marcan o sellan con tres ritos litúrgicos: el primero, por el rito de Entrada en el catecumenado: el segundo, por la
Elección y el tercero, por la celebración de los Sacramentos". Cfr. RICA, nº 6.
293
En una de las Relaciones preparatorias al RICA se les llama también "stationes" para conformarse más a la imagen de camino.
Así lo piensa L. DELLA TORRE, Significato teologico-pastorale dell´OICA: RPL n. 5 (1973), p. 14. Cfr. "Relatio A 65", 5.
catecúmeno, la elección, los escrutinios y las tradiciones, los
inmediatamente preparatorios. Bajo el nombre de tiempos el del
catecumenado y la mistagogia" (ib., 4)
Cfr. lo que sobre esta Relatio escribe B. Fischer en De iniatione...58-
59.
Es este segundo trabajo -la Relatio 0 65- ligeramente mejorado,
después de la Reunión con el Consilium, el que se envía para ser
experimentado por los diversos centros catecumenales del mundo.
Pero existe una novedad importante: se reconoce por primera vez el
tempus evangelizationis antes del grado ad catechumenum
faciendum. Son dos momenta principaliora en el spirituale iter del
catecúmeno: Primeramente cuando el que quiere ser cristiano pasa
por su movimiento de conversión, con una fe inicial en Cristo,
entonces es propiamente cuando se hace y es llamado catecúmeno.
En segundo lugar, cuando con una fe avanzada y madura, acaba su
largo y extendido camino de conversión, entonces es cuando
propiamente se hace y es llamado fiel.
Tenemos, así, el tiempo de la Evangelización que acaba con el grado
para hacer el catecúmeno: Primero,lo que antecede a la entrada del
Catecumenado y se llama ´evangelización` (De Sacra Liturgia, art.
9; Dec. Ad Gentes, 13). Lo segundo, el tiempo que pasa entre su
entrada y la recepción de los sacramentos y es el ´Catecumenado`
(De Sacra Liturgia, art. 64; Dec. Ad Gentes, 14). Este es el tiempo
´para hacer el fiel`. Se termina con el tiempo de la Mistagogia: lo
tercero es lo que sigue a los sacramentos y se llama Mistagogia
(Dec. Ad. Gentes, 14).
Cfr. Esquema 344/ De Rituali, 35, del 21 Junio 1969, viene después
de los años de experimentación:
* El grado tercero de Scrutinia et Traditiones se separa de la
Elección, para formar un tiempo aparte: el de Purificationis et
Illuminationis. La razón es que los Scrutinia et Traditiones no es un
momento concentrado -lo que sería esencial para formar un grado -
sino que abarca toda la cuaresma.
* Desaparece la palabra Evangelización y se sustituye por
Precatecumenado. En los nn. 5-7 se habla de la actividad de
Evangelización, propia de este tiempo.
Por primera vez aparecen los Praenotanda del OICA. En el Esquema
352/De Rituali, 36, del 29 Septiembre 1969, se explica que ya en las
reuniones de Tréveris (1964) y de Colonia (1965) se había iniciado
la redacción de los Praenotanda, pero que se quería esperar a la
realización de los experimentos y a que saliesen los Praenotanda
Generalia del Rito de Bautismo de niños. (Cfr. ib., 1). Todavía hubo
tres reuniones en el verano de ese mismo año.
Por fin se adaptan a los Praenotandos del Rito de Bautismo de niños
y especialmente al texto del Rito de adultos corregido por nuestro
Grupo después de los experimentos (ib., 2).
El nuevo boceto, que formará ya definitivamente la estructura del
OICA, recupera el tiempo del Precatecumenado, antes del grado ad
catechumenum faciendum. Queda, así, la estructura compuesta por
cuatro tiempos y tres grados. Schemata 352/De Rituali, 36.
Este Esquema se llevó a la reunión XII del Consilium, para la
aprobación definitiva. Diez días después, la votación fue
ampliamente positiva.
Cfr. A. BUGNINI, La Riforma Litúrgica...574.
Los Documentos, citados por mí en esta nota, pertenecen al archivo
personal del P. Ligier, Secretario del Coetus 22"294.

El acceso, a través de esta larga nota del trabajo de J.A. Vela, a la historia
de la génesis de la estructura final de la Iniciación Cristiana de adultos en sus
cuatro tiempos y tres grados tal y como aparecen en el RICA, nos pone delante la
complejidad y las sucesivas maduraciones que el texto del Ritual fue adoptando
en un continuo y permanente diálogo con lo que las experiencias en los centros
catecumenales iban aportando. Este hecho me parece importante destacarlo,
porque cuando nos adentremos ahora a descifrar el alcance y el contenido de cada
una de los tiempos y de los grados del camino catecumenal del RICA nos vamos
a encontrar con que en él tenemos los ritos de la Iniciación Cristiana de Adultos
pero faltan las catequesis que ayudan a preparar esos ritos, no las encontramos en
el Ritual, de ahí la importancia de los praenotanda, que en expresión de C.
Rocchetta295 pueden ser calificados de verdadero "documento de teología
litúrgica".

Evidentemente no voy a ofrecer un estudio exhaustivo y pormenorizado de


las etapas catecumenales y de los ritos que el RICA contempla para cada
momento, este trabajo fundamentalmente está hecho ya, y a los autores y obras
publicadas296 me remitiré. Mi objetivo, es poner de manifiesto la coherencia
interna de todos los elementos constitutivos de la estructura del itinerario de la
Iniciación Cristiana de los adultos. Esto nos permitirá en un segundo momento
ver en qué medida el itinerario del Neocatecumenado se ajusta al modelo
catecumenal propuesto en el RICA o se distancia de él.

294
Cfr. o. cit., p. 127 (Nota 121).
295
"Su importancia es igual, si no mayor, a la del mismo Ritual, ya que es lo que explica y determina el significado del propio
catecumenado y de cada uno de sus ritos...el conjunto de los praenotanda puede calificarse como un documento de teología litúrgica
dentro de un libro litúrgico cuyo conocimiento es indispensable para poder valorar y utilizar adecuadamente el propio rito y las
potencialidades sobrentendidas en él". Cfr. o. cit., p. 51.
296
Cfr. Entre otras señalo las siguientes: M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 35-199; J.A VELA, Reiniciación
Cristiana..., pp. 132-149; C. ROCHETTA, Cómo evangelizar hoy a los cristianos, pp. 61-75; C. FLORISTÁN, Para comprender el
Catecumenado, pp. 126-159; DIONISIO BOROBIO, Iniciación cristiana, pp. 213-235 y Catecumenado para la evangelización, pp.
9-29; CARMELO GÓMEZ, La propuesta catecumenal en el RICA, pp. 28-152.
Toda la estructura catecumenal del RICA, según lo dicho, se entrelaza en
el entramado de cuatro tiempos y tres grados, que avanzan progresivamente,
fundamentándose unos en los otros. Paso ahora a descifrar el contenido de cada
uno de estos tiempos, y después analizaré los Ritos litúrgicos que dan unidad a
todo el tiempo de la Iniciación Cristiana de los adultos.

A) TIEMPOS

1. El tiempo del Precatecumenado

"El primer tiempo, destinado a la búsqueda por parte de los


candidatos, la Iglesia lo dedica a la evangelización y al
Precatecumenado y concluye con el ingreso en el orden de los
catecúmenos" (nº 7a).

El Ritual de iniciación comienza directamente con el Rito de Entrada en el


Catecumenado, por ser éste el momento en que la Iglesia acepta a los nuevos
candidatos como suyos; sin embargo no soslaya la importancia del despertar de
la fe y, en sus prenotandos, lo considera bajo el nombre de Precatecumenado,
esbozando una cierta forma de realización y de organización297, que llega a
adquirir rango oficial como tiempo integrante de la Iniciación Cristiana298.
Aunque es un hecho claro ya desde la Iglesia de los primeros siglos299, es una
novedad del RICA el que se haya dado rango de tiempo oficial y el que se haya
resaltado su importancia. Es más, se puede afirmar que en el RICA se configura
algún tipo de itinerario para el Precatecumenado300.

297
Cfr. RICA, Observaciones previas, nnº 9-13. Hablan los prenotandos de una ceremonia de acceso, de una explanación de los
evangelios a cargo de catequistas, diáconos, sacerdotes y seglares y de la posibilidad de encuentros de los simpatizantes con las
familias y grupos cristianos. Cfr. P.A. LIÉGE, “Critères pour l´admission au catéchuménat”, en F. COUDREAU (ed.) Problèmes de
catéchuménat (Paris) pp. 221-228.
298
"Aunque la evangelización ha sido una constante en la Iglesia, sólo en el RICA alcanza este grado de tiempo oficial de la
iniciación". Cfr. J.A. VELA, o. cit., p. 183.
299
M. DUJARIER hace un estudio de este primer estadio precatecumenal en la Iglesia de los siglos II y III en Le Parrainage
des Adultes..., pp. 181-188; 263-267; 313-317. A esta acción precatecumenal se refiere AG 11: "Es necesario que la Iglesia esté
presente en estos grupos humanos por medio de sus hijos, que viven entre ellos o a ellos son enviados. Porque todos los cristianos,
dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra el hombre nuevo del que
se revistieron por el bautismo, y la virtud del Espíritu Santo, por quien han sido fortalecidos en la Confirmación, de tal forma que
todos los demás, al contemplar sus buenas obras, glorifiquen al Padre y perciban con mayor plenitud el sentido genuino de la vida
humana y el vínculo d la unión de los hombres".
300
B. FISHER piensa que es una de las novedades del RICA el que señale para los "simpatizantes" el camino específico del
PRECATECUMENADO. Se recomienda algún acto externo para la entrada, acompañado de la oración, y al final puede venir algún
rito auxiliar como el de imponer el crucifijo. Para G.M MEDICA en el RICA "existe pues la posibilidad de admitir a un cierto itinerario
de precatecumenado también de los simples simpatizantes, que muestran propensión por la fe cristiana, aún sin creer plenamente", en
Catechesi permanente a itinerario catecumenale: Catechesi n. 7 (1974) p. 56. Para una ampliación de esta etapa, ver: A.M.
NEBREDA, Le precatéchuménat et le catéchuménat. Le manuel du catéchisme pour les catéchumènes: Lumen Vitae 17 (1962), pp.
765-767; R. ZAGNOLI, Evangelizzazione e sacramenti: il problema del precatecumenato: Vía Verità e Vita 22 (1973) n. 41, pp. 31-
39.
Este primer tiempo es significativo porque representa el momento en el que
sucede el encuentro decisivo entre Cristo y el hombre y, en ningún caso debe ser
omitido si queremos que la Iniciación Cristiana lleve su curso normal y
progresivo. Esta etapa garantiza el desarrollo normal y serio de las siguientes 301.
"Estamos aquí, afirma M. Dujarier, ante el período ciertamente más difícil de
realizar, pero también el más importante, puesto que condiciona toda la
iniciación"302. El RICA dice de este tiempo inicial, anterior a la admisión al
Catecumenado, que tiene gran importancia "y normalmente no debe omitirse" (nº
9). Este tiempo puede describirse como tiempo de primer anuncio y acogida
eclesial303.

Tiempo de primer anuncio, "para que los no cristianos, dejando que el


Espíritu Santo abra su corazón, crean libremente y se conviertan al Señor y se
adhieran sinceramente a él" (nº 9)304. Del anuncio debe surgir la primera adhesión
de fe y el primer movimiento de conversión del corazón, de la mente y de la vida,
de modo que "cada uno se sienta llamado a abandonar el pecado y a introducirse
en el misterio del amor de Dios y madure la seria voluntad de seguir a Cristo y
pedir el Bautismo" (nº 10).

Tiempo de acogida eclesial. Durante este período, la comunidad está


llamada a intervenir de diversas maneras con relación a los candidatos: con el
testimonio de un verdadero espíritu misionero (nº 41,1), con la explicación del
evangelio por parte de los catequistas, los diáconos, los presbíteros y los laicos y
con la ayuda diligente que ellos deben prestarle (nº 11) y, en particular -al menos
cuanto esté previsto por las Conferencias Episcopales- ,con un momento de
acogida de los simpatizantes, o sea con un momento ritual dirigido a "los que, sin
creer plenamente, muestran, sin embargo, una cierta inclinación hacia la fe
cristiana" (nº 12)305. También son de desear encuentros de grupo (nº 41,1) y la
oración de los pastores (nº 13).
301
Cfr. RICA, Observaciones previas, nº 50,1. Antes de dar el paso para entrar en el Catecumenado se pide el tiempo oportuno
para concebir la fe y conversión inicial. Para A. AUBRY "esta fe es definida como una fe inicial (nnº 10 y 68), es la fe de los ´rudes`de
San Agustín (cf. de catechizandis rudibus) fruto de la primera evangelización (el Kerigma de los exégetas), que conduce a cambiar
de vida, y se traduce a la vez por rupturas (por ejemplo, con el pecado, poco a poco identificado) y por la atracción hacia el Evangelio
(nº 10). Antes que madure y que se concluya esta primera etapa por la Entrada en el Catecumenado ("ritus ad catechumenum
faciendum”), mucha paciencia será necesaria, será preciso saber esperar (nº 69) y si la prudencia invita a no proceder al rito no se
desanima pero se aprovechará el intervalo para purificar el proceso (Ibid, nº 16). Uno de los signos que permite pasar más allá es la
aparición de un cierto sentido de la Iglesia (nnº 68 y 15)". Cfr. Le projet pastoral du rituel de l´initiation des adultes, p. 181.
302
Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, p. 30.
303
El modo de hacerlo queda a la iniciativa de las Conferencias Episcopales, tanto en lo concerniente a la evangelización como
en la realización de la recepción de los simpatizantes. La importancia que tiene ese acto de acogida por parte de la comunidad, no deja
lugar a dudas, por el hecho, de que los prenotandos del Ritual ofrecen pautas para hacer un cierto ceremonial de acogida que exprese
a los nuevos simpatizantes que de alguna manera ya han empezado el camino hacia la unión en la fe con Jesucristo, arropados por una
comunidad de cristianos que quiere abrazarlos en su seno. Cfr. RICA, nº 12.
304
J.A. VELA sostiene que en el RICA se pueden distinguir dos momentos de la Evangelización: una primera Evangelización
más Global en la que prima el testimonio directo de los cristianos sin que por ello tenga que haber proclamación explícita de la palabra
evangélica, y una Evangelización más específica o Pre-catecumenado para que se llegue a ser "simpatizante" y se esté dispuesto a
recibir la "primera Evangelización" y reflexionar sobre ella. Cfr. o. cit., p. 133.
305
El RICA ofrece una posibilidad ritual para este tiempo, que consiste en la celebración de los de los exorcismos menores y de
las bendiciones para el bien espiritual de los simpatizantes.
Estos dos aspectos (primer anuncio y acogida) están íntimamente ligados
entre sí como servicio ofrecido por la comunidad a los que piden razón de la
esperanza de los creyentes para que puedan tomar conciencia de sí mismos, del
sentido de su vida y de la bondad del Dios de la salvación, revelado en Jesucristo.
Este tiempo, cuya realización se supone a fin de ser considerado idóneo para el
Rito de admisión al Catecumenado, tiene por finalidad el que los candidatos
asimilen "los primeros elementos de la vida espiritual y de la doctrina cristiana"
(nº 15); que se haga presente en ellos, aunque sea de modo inicial, "el sentido de
la Iglesia" (nº 68) y comiencen "a tener el sentido de la penitencia, a invocar a
Dios y a rogarle, a tener la primera experiencia de la comunidad y de la
espiritualidad cristiana" (nº 15). El juicio sobre la idoneidad del candidato para
su ingreso en el orden de los catecúmenos "corresponde a los pastores, con ayuda
de los ´garantes` (nº 42), de los catequistas y de los diáconos" (nº 16). Va a ser,
por tanto, esta investigación sobre los motivos del simpatizante la que influirá a
la hora de prolongar o reducir el tiempo precatecumenal (nnº 9 y 69).

Si hacemos un gráfico de esta etapa del Precatecumenado tal y como viene


esbozada en el RICA quedaría así (ver tabla 4ª).
Si ahora echamos una mirada retrospectiva306a los primeros siglos de la
Iglesia encontramos algunos testimonios que permiten hablar y perfilar lo que en
el RICA se denomina como Precatecumenado, entendido como la primera
evangelización previa y distinta de la instrucción catequética. Tanto en el RICA
como en estos testimonios de la primitiva Iglesia es nítida la importancia de la
evangelización para asegurar la autenticidad del camino de la conversión. Era un
momento imprescindible para recorrer el itinerario de la fe hacia el baño
bautismal307.

En la primitiva Iglesia, al igual que muestra el RICA, la evangelización es


labor que corresponde al común de los cristianos, por ser una etapa en la que se
opera especialmente con el testimonio de vida, la palabra que narra una
experiencia salvífica, la actitud de acogida,... En este sentido es toda la
comunidad, a través de sus miembros, la que transparenta un talante específico.
Así la evangelización era hecha por cristianos sencillos que entendían su vida
como vida en misión en un ambiente paganizado, bien con el testimonio de su
propia vida o bien, incluso, con la persuasión de sus palabras308. Era una labor que

306
Para un acceso más detallado a estas "miradas retrospectivas" que haremos en cada momento al pasado, tendremos muy en
cuenta los trabajos de M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos y Breve Historia del Catecumenado, y CARMELO GÓMEZ,
La propuesta catecumenal en el RICA.
307
Cfr. C. FLORISTÁN, “La etapa del precatecumenado”, en Para comprender el Catecumenado, pp. 126-133 (indica una
abundante bibliografía).
308
"La actividad misionera, sin mandato particular, por el solo dinamismo de la fe bautismal, brota habitualmente de las mismas
filas de los cristianos. Vemos que hay sacerdotes, pero los laicos son la gran mayoría. El cristianismo es como una mancha de aceite,
se extiende por las mallas de la familia, del trabajo, de las relaciones. Es una predicación modesta, que no se hacía bajo la luz de los
focos, públicamente en plazas y mercados, sino sin ruido, a la oreja, por medio de palabras dichas en voz baja, al amparo del hogar
realizaban espontáneamente en su vida ordinaria, en sus relaciones con sus
familiares y vecinos, etc, cada uno según su carisma; es así como se cumplen las
palabras del evangelio: "Vosotros sois la luz del mundo... Vosotros sois la sal de
la tierra" (cf. Mt. 5, 13-14). Es interesante comprobar la reacción de un
observador pagano ante estos hechos: "Se ve a cardadores de lana, zapateros,
gentes ignorantes y desprovistas de toda educación, que en presencia de maestros,
hombres de experiencia y de juicio, se guardan bien de abrir la boca; pero que
sorprendentemente en particular los niños de la casa o mujeres que no tienen otra
razón que ellas mismas, se ponen a hablar de maravillas... Ellos solos saben cómo
se debe vivir... Que aquellos que desean saber la verdad,... vienen... a la tienda
del zapatero o a la botica del farmacéutico, para aprender allí la vida perfecta"309.

Al hacer un estudio comparativo, a la luz de la historia, de lo que significa


para el RICA este tiempo del Precatecumenado se detectan grandes analogías en
el desempeño de la función evangelizadora, pero también podemos afirmar con
palabras de Carmelo Gómez que "el nuevo Ritual presenta una novedad de vital
importancia: En la primitiva Iglesia esta tarea más que preparación al
Catecumenado, era el esfuerzo misionero de una Iglesia que vivía intensamente
el encargo del Señor resucitado y no se cansaba de hablar de las excelencias de
su vida. En una pequeña Iglesia en crecimiento, en medio de un ambiente
paganizado, el fin de la evangelización fue una tarea por ganar el mundo y por
introducir a los hombres en la comunidad de gracia. La evangelización no gozaba
del rango de parte integrante del proceso de iniciación. El RICA ha aprendido de
una Iglesia esencialmente misionera, y además, ha buscado un lugar para esta
tarea, que no solamente es una de las dimensiones de la misión de la Iglesia, sino
que además se perfila en la dirección de la Iniciación Cristiana al ser constituido
en el RICA como el primer tiempo del proceso iniciatorio"310. En el fondo se
tiene muy presente la convicción que certeramente expresa C. Floristán: "No hay
Catecumenado auténtico sin verdadera evangelización, en cuyo proceso se sitúa
el Catecumenado. De igual modo también podemos afirmar que no hay
evangelización eficaz sin un Catecumenado que la acompañe"311. Y con idénticas
palabras mantiene la misma tesis D. Borobio: "No puede haber verdadera

doméstico... Nada más exacto que la palabra contagio empleada por Tácito y Plinio para caracterizar la nueva religión y su propaganda,
de boca a oreja, de esposa a marido, de esclavo a ama...El concepto reciente de evangelización del medio por el medio es demasiado
estrecho para tener en cuenta la paradoja del esclavo evangelizando al amo y el amo al esclavo". Cfr. A. G. HAMMAN, La vida
cotidiana de los primeros cristianos, Ed, Palabra, Madrid 1988 (3ª ed.), pp. 74-75.
309
Cfr. ORÍGENES, Contra Celsum 3, 55, SCr 136 (1968), pp. 129-131.
310
Cfr. o. cit., p. 36. Para una profundización de la dimensión "misionera" que aporta el Catecumenado, ver: P.A. LIÉGÉ, Antes
del Catecumenado, la misión, en Evangelización y catequesis, Madrid 1968, pp. 103-110; F. COUDREAU, Le catéchuménat dans
une perspective missionnaiere: Parole et Mission n. 10 (1960) pp. 357-387.
311
Cfr. Para comprender el Catecumenado, p. 126. "La pastoral catecumenal sólo adquiere contornos definidos en las opciones
pastorales que privilegian la evangelización. Por ello, no acaba de encontrar su sitio allí donde la Iglesia mantiene con fuerza una
pastoral de cristiandad". Cfr. J.PIERRE DE MEULDER, El catecumenado, un hecho europeo, en CONFERENCIA EUROPEA DE
CATECUMENADO, Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa Hoy, p. 76.
evangelización si se prescinde del Catecumenado, ni puede haber verdadero
Catecumenado que no implique la evangelización"312.

2. Tiempo del Catecumenado

"El segundo tiempo, que empieza con el ingreso en el Catecumenado


y que puede retrasarse durante varios años, está dedicado a la
catequesis y los ritos relacionados con ella y se termina el día de la
elección" (nº 7b).

El Catecumenado es un tiempo "suficientemente prolongado", desarrollado


a través de una institución pastoral definida como "formación y noviciado de la
vida cristiana"313. Su finalidad es llevar a la madurez las disposiciones
manifestadas en el grado previo. Es un proceso esencial para la madurez y el
crecimiento de toda la Iglesia: la Iglesia tiene que ser "catecúmena" -afirma J.A.
Vela314- antes que ser "bautizada" o "eucarística". Es el punto central de un
proceso de conversión y preparación para el Bautismo. Sin la estructura
catecumenal la Iglesia se arriesga a perder el sentido misionero.

Se podría definir como una etapa de la catequesis de iniciación, progresiva,


organizada y completa, acompañada de la práctica de la vida cristiana -a manera
de noviciado- especialmente marcada por la vida de la caridad y el testimonio de
la fe, dentro de un marco litúrgico de celebraciones en orden a recibir los
sacramentos de la iniciación315.

El Catecumenado es el tiempo fuerte del itinerario de iniciación cristiana y


es un tiempo de gran responsabilidad; reclama que se hagan madurar las
disposiciones de ánimo manifestadas por los candidatos en el momento del rito
de admisión (nº 19). Ello exige, por lo común, un aprendizaje debidamente
prolongado en el tiempo (nº 20), de tal modo que los catecúmenos "sean
adecuadamente iniciados en los misterios de la salvación, en la práctica de las
costumbres evangélicas y en la sucesiva celebración de los sagrados ritos y sean
conducidos por el camino de la fe, de la liturgia y de la caridad del pueblo de
Dios" (nº 98; y también nº 99). No se trata sólo de una preparación a los

312
Cfr. Catecumenado para la evangelización, p. 5.
313
Cfr. AG, nº 14. RICA, Observaciones previas, nº 19. En el Catecumenado antiguo este tiempo era de dos o tres años también
en Oriente como en Occidente. El RICA considera que depende de la gracia de Dios o de varias circunstancias como son la respuesta
libre del mismo catecúmeno, la misma instrucción catecumenal, la ayuda de la comunidad local..."Nada se puede definir a priori". Es
un hecho de discernimiento local que depende especialmente del Obispo. Ibíd., nº 20. "Es evidente que la iniciación cristiana de un
adulto requiere tiempo...La pedagogía recomendada por la Iglesia al catecumenado se vacía de todo su valor si no se respeta el tiempo
indispensable en cada etapa". Cfr. JEAN-BERNARD DOUSSE, “La iniciación cristiana catecumenal”, en Los comienzos de la fe.
Pastoral catecumenal en Europa hoy, pp. 90-91.
314
Cfr. o. cit., p. 137.
315
La descripción más completa del Catecumenado se encuentra en RICA, nº 19, que refleja lo apuntado en AG, nº 14.
sacramentos, sino de una verdadera escuela de vida cristiana consistente en
aprender a vivir la fe de la comunidad eclesial. Ni siquiera se trata sólo de un
tiempo de instrucción, sino de conversión, oración y liturgia, de profesión de fe y
de testimonio316. El RICA indica a este propósito cuatro caminos esenciales: la
catequesis, el cambio de mentalidad y de costumbres, la participación en algunos
ritos litúrgicos y el testimonio de vida.

La actividad esencial de este tiempo del Catecumenado es la catequesis317.


Una catequesis dirigida por los presbíteros, los diáconos y los catequistas,
"dispuesta por etapas y presentada integralmente, adaptada al año litúrgico y
basada en las celebraciones de la palabra", que sea capaz de conducir a los
catecúmenos "no sólo a un conocimiento conveniente de los dogmas y los
preceptos, sino también al íntimo conocimiento del misterio de la salvación, cuya
aplicación a sí mismos deben considerar" (nº 19, 1)318. En el RICA, la catequesis
va a tener una estructura eminentemente catecumenal en una doble vertiente:

316
Para C. FLORISTÁN el Catecumenado no es una escuela "sino lugar de iniciación en el que se descubre ya que la fe es
fundamentalmente experiencia. La iniciación es un proceso en el seno de una comunidad", en El Ritual de la iniciación cristiana de
adultos, p. 260. Otro experto en pastoral catecumenal como THOMAS P. EVORY sostiene que el Catecumenado es un proceso que
promueve la renovación de la comunidad cristiana local: es allí donde se da el lugar de las experiencias personales cristianas. Este es
un punto básico. Pero hay que conceder que la mayor parte de las comunidades locales en la Iglesia universal son más un impedimento
que una ayuda. El Catecumenado puede ayudar a que la parroquia sea esta comunidad. Por otro lado debe ser toda la comunidad
parroquial la que ore por los catecúmenos, planifique la acción y forme catequistas y padrinos. Es importante que esta comunidad
forme sus propios ministerios en orden al Catecumenado: laicos, religiosos, sacerdotes, obispo -todos tienen sus roles distintos, pero
complementarios-. Según él, “el Catecumenado debe ser concebido dentro de una Planificación Pastoral más amplia: Planificación
que parte de una opción por una comunidad pobre o en situación de diáspora y se propone edificarla hasta la madurez. Los objetivos
intermedios serían el de unificar a la gente interesada en un espíritu de diálogo y anunciarles la palabra de Dios a través de una efectiva
Catequesis. El catecumenado sería como el espacio y el tiempo para el florecimiento de una nueva Iglesia”. Es más, sostendrá más
adelante que “el paradigma ofrecido por el OICA debe ser entendido en el conjunto de la renovación de la comunidad parroquial.
Esto supone que el OICA también podrá ser aplicado al mismo tiempo a los no creyentes y a los catecúmenos ya
iniciados por el Bautismo... Ivory cree que podemos hacer del OICA uno de los mayores intentos para la
renovación de las comunidades parroquiales, que emergen del Vaticano II...", ver “The Stages of iniciation: Il
Catechumenate”, en Becoming a Catholic Christian (Sodlier-New Yor, 1981) pp. 199-217.
317
Así lo piensa A. AUBRY: "La actividad esencial de este tiempo privilegiado es la catequesis. Todavía es preciso comprenderlo
correctamente. Esta actividad no es una enseñanza, ni una información doctrinal, moral y sacramental, es una experiencia. Según una
expresión frecuentemente repetida en los Praenotanda: experientia societatis et spiritus christianorum. A lo largo de la cual, el
convertido es iniciado a la vida social y cultural de una comunidad eclesial local” Cfr. Le projet pastoral du Rituel de l´initiation des
adultes, p. 182. Ver también, A. NOCENT, L´"Ordo initiationis christianae adultorum": lignes théologico-liturgiques du
catéchuménat, pp. 163-173.
318
Cfr. C. PALIARD, La catechesi nel catecumenato: Concilium 3 (1967), n. 2, pp. 61-66; J.M. TOTOSAUS, El contenido de
la catequesis catecumenal: Phase 11 (1971), pp. 335-347.
dogmática y moral319. De ahí, que autores como A. Triacca consideren el RICA
como un documento catequético-litúrgico de primer orden320.

La finalidad que se persigue durante el tiempo del Catecumenado es


propiciar el cambio de mentalidad y de costumbres: "Los recién convertidos
inician un itinerario espiritual en el cual, encontrándose ya por la fe en contacto
con el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, pasan del hombre viejo al
hombre nuevo que encuentra en Cristo la perfección. Este paso, que implica un
cambio progresivo de mentalidad y de costumbres, debe manifestarse en sus
consecuencias de orden social y desarrollarse progresivamente durante el tiempo
del catecumenado" (nº 19,2; también AG, nº 13). Es un paso del hombre viejo al
nuevo que supone un cambio progresivo de sentimientos y actitudes, y no se dará
sin consecuencias sociales y morales321.

La maduración en la fe a lo largo de este tiempo se irá celebrando y sellando


con ritos litúrgicos especiales: El camino de catequesis y conversión va
acompañado y subrayado por ritos litúrgicos especiales previstos para este
período. "En su itinerario, los catecúmenos son ayudados, de hecho, por la Madre
Iglesia mediante ritos litúrgicos expresos, por medio de los cuales van
purificándose progresivamente y son sostenidos por la bendición divina. Para su
utilidad están dispuestas las oportunas celebraciones de la palabra de Dios" (n.
19, 3).

319
No sólo en cuanto está dividida en etapas sucesivas -Catecumenado, Iluminación, Mistagogia- sino porque cada etapa tiene
una Catequesis propia: la Catequesis en el Catecumenado es más dogmática -contenido de la fe en la historia de de la Salvación- y
moral -aplicación a la vida-; en la Etapa pre-bautismal de la Iluminación predomina la Catequesis que ayuda al discernimiento y a la
opción definitiva de fe; en la Mistagogia, la Catequesis es sacramentaria. Por fin la Catequesis en el RICA tiene otra característica: la
ritual. La Catequesis está entremezclada con los otros elementos de la liturgia y es celebrada en la liturgia. En ella "la Iglesia pone
todos sus recursos de oración y de acción al servicio de quien ha de entrar en combate entre Cristo y Satanás". J. DANIELOU, entiende
por Catequesis dogmática "simplemente la transmisión del contenido esencial de la fe cristiana, con su raíz concreta en la revelación
evangélica, lo cual está muy lejos del carácter abstracto del lenguaje especulativo" (p. 63). En relación con la Catequesis moral afirma
que es la más antigua: "Muchas veces incluso la Catequesis preparatoria al Bautismo se reduce en los primeros tiempos a la Catequesis
moral". Pero, ¿cuál es su sentido?: "En un sentido muy amplio y fundamental es la que tiende a poner la vida concreta de un hombre
de acuerdo con la fe a que se adhiere. Profesar la fe de Jesucristo quiere decir cambiar de vida. Es la conversión. En este sentido, el
aspecto moral, -es decir vital- de la Catequesis es siempre un elemento esencial" (p. 115). Para una mayor profundización, ver J.
DANIELOU/R. du CHARLAT, La catequesis en los primeros siglos, pp. 30-32.63.115.159.
320
"El RICA es también un documento catequético y litúrgico de primer orden... Una catequesis global es la que aparece
contemplada en el en el RICA que está al servicio de ayudar en el crecimiento de una personalidad cristiana, en la que no exista
fractura o divorcio entre la vida cotidiana y la que comunmente es llamada vida de fe...” en: Structure e Linee - Forza..., p. 436. Ver
Liturgia y catequesis: Rivista Liturgica n.5, 60 (1973), pp. 591-673. También el libro de RAMÓN DOMÍNGUEZ
BALAGUER, Catequesis y liturgia en los Padres. Interpelación a la catequesis de nuestros días, Ed, Sígueme,
Salamanca 1988

321
"Esta tensión cristocéntrica de la maduración cristiana se realiza y se manifiesta plenamente en el Misterio Pascual (cf. Rom
1, 4; Ef, 1, 18-21; Jn 12, 32): en la muerte y resurrección ce Cristo que en la cristificación de los catecúmenos alcanza su culminación
(cf. OICA/p, 32; I, 177, 210, 215), puesto que, comunicando el Misterio de la muerte y resurrección, pasando del hombre viejo al
hombre nuevo en Cristo encuentra su perfección (cf. OICA/P, 19: Ad Gentes, 13; Col 3, 5-10; Ef 4, 20-24); Así pues, se puede
justamente decir que conformidad a Cristo se traduce en la práctica en la conformidad a su muerte y resurrección) (cf. OICA/I, 177)".
Cfr. BRUNO CARDINALI, Linee catechetico-liturgiche del Rito dell´Iniziazione cristiana degli adulti per una valorizzazione critica
della sua indole pastorale, p. 202.
Los ritos litúrgicos que van a sostener la educación y el crecimiento de los
catecúmenos son de tres clases: a) Celebraciones de la Palabra que pueden ser
tanto celebraciones especiales, como la participación en la primera parte de la
Misa; estas celebraciones se complementan con otros dos tipos de ritos: "Las
celebraciones de la palabra de Dios pueden hacerse después de la catequesis,
comprendiendo los exorcismos menores; también pueden concluir con las
bendiciones..." (nº 108)322; b) Sacramentales: bendiciones y exorcismos menores;
y c) Ritos de transición323. Estos ritos litúrgicos tienen el triple fin de ayudarles
en su camino, purificarles y apoyarles con la bendición divina.

Este tiempo no es solamente un tiempo de recepción, sino de empeño


activo y de primera participación en la vocación y la misión de la Iglesia en el
mundo, de ahí la importancia del testimonio de vida: los catecúmenos son
educados "para colaborar activamente en la evangelización y la edificación de la
Iglesia con el testimonio de su vida y con la profesión de su fe" (nº 19,4; también
AG, nº 14).

La duración del Catecumenado depende de múltiples elementos como son


la gracia de Dios, la respuesta de cada cual, el número de catequistas, el modo
como se haya llevado adelante el camino de iniciación y tantas otras
circunstancias ligadas a las situaciones locales. Aunque no se puede establecer
nada a priori (nº 20) compete al Obispo "determinar el tiempo, como también
regular la disciplina del Catecumenado" con relación a las diversas situaciones de
las iglesias locales. "También las Conferencias Episcopales darán más
precisiones al respecto, teniendo en cuenta las condiciones de los respectivos
pueblos y países" (Ibidem). La comunidad eclesial, aparte de la implicación
directa de cada uno de los ministerios, acompaña durante este tiempo
especialmente tomando parte activa en las celebraciones previstas para este
período. El RICA precisa la naturaleza y contenidos de las celebraciones rituales
que deben hacerse durante el tiempo del Catecumenado. Son éstas:

- Celebraciones de la Palabra de Dios, "adaptadas al tiempo litúrgico y


ventajosas para la instrucción de los catecúmenos" (nº 100); tales celebraciones
deben concebirse como "una escuela de oración" y de asimilación efectiva de los
contenidos de la revelación: una experiencia vivida de estos contenidos y una
forma de iniciación al culto de la comunidad (nnº 106-108)324;

322
B. FISCHER afirma, al hablar de este tiempo, que "pertenece a la catequesis que los "oyentes" se formen por medio de
instrucciones y celebraciones de la palabra, intercalados algunos ritos, a saber exorcismos menores y bendiciones", en De initiatione
christiana..., p. 64.
323
Para este autor "en lo que se refiere a las ceremonias propiamente catecumenales, el ritual abre un vasto campo de creación
litúrgica...", en Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 83-94.
324
"Lo mejor es proponer de parte de Dios a aquellos que lo buscan, la proclamación de su Palabra. Escuchándola, el catecúmeno
entra en las verdaderas perspectivas de la vida cristiana: caridad, perdón de las ofensas, sentido del pecado y de la penitencia, práctica
y gusto de la oración, significación del año litúrgico, tales son los elementos que la celebración de la Palabra debe proponerle". Cfr.
A. NOCENT, L´"Ordo initiationis christianae adultorum"..., p. 166. Para el profesor A. TRIACCA una de las principales linee-forza
- Exorcismos menores, cuya finalidad es la de poner "ante los ojos de los
catecúmenos las verdaderas características de la vida espiritual, la lucha entre la
carne y el espíritu, el valor de la renuncia para conseguir la bienaventuranza del
Reino de Dios y la continua necesidad de la ayuda divina" (nº 101). El Rito,
después de algunas indicaciones sobre las rúbricas (nnº 109-112), presenta
oraciones de exorcismo, ricas en contenido y capaces de expresar la experiencia
que se pretende de los catecúmenos: en el fondo está siempre presente la
perspectiva del seguimiento evangélico y de la disponibilidad para dejarse
purificar por el poder del Espíritu a fin de convertirse en verdaderos discípulos
de Cristo (nnº 113-118 y 372)325;
- Bendiciones, que "dan a entender el amor de Dios y la viva solicitud de la
Iglesia, para que, mientras aún están privados de la gracia de los sacramentos, los
catecúmenos puedan recibir de la Iglesia ánimo, alegría y paz para proseguir su
laborioso camino" (nº 102). También para éstas, el Rito, después de haber dado
las oportunas disposiciones sobre el modo litúrgico en que se deben efectuar (nnº
119-120), propone una serie de textos muy expresivos que ilustran las gracias
significadas por las bendiciones y anuncian de antemano, con abundancia de
anotaciones y referencias, el valor de los sacramentos pascuales (nnº 121-124 y
373);
- Ritos de entrega y de unción prebautismal: de por sí, estos ritos (tales
como la entrega del Símbolo y de la oración del Señor, el rito del Effeta y el de
la unción con el óleo de los catecúmenos) están previstos para el tiempo de la
Purificación y de la Iluminación cuaresmal; sin embargo, algunos de ellos o todos
pueden ser anticipados debido a exigencias particulares y para la utilidad común,
con tal de que los catecúmenos hayan alcanzado la preparación necesaria, o sea
"una cierta madurez" (nnº 103 y 125-126). En todos los casos se sigue apelando
a la comunidad, con la invitación dirigida a los catecúmenos para que encuentren
los padrinos que les presenten a la Iglesia el día de la elección (nnº 104 y 43),
mientras que se les recomienda a todos que participen en las celebraciones del
Catecumenado y en los ritos organizados en los momentos fuertes del año
litúrgico (nº 105).

El tiempo del Catecumenado termina con el rito de la Elección o


inscripción del nombre, que abre paso a su vez al tiempo siguiente. "Se llama
Elección o selección, porque la admisión, hecha por la Iglesia, se basa en la
elección hecha por Dios, en cuyo nombre actúa la Iglesia; se llama también
inscripción del nombre porque los candidatos, como prenda de su fidelidad,
inscriben su nombre en el libro de los elegidos" (nº 22).

del RICA es justamente la relevancia que adquiere la PALABRA DE DIOS: "La Palabra de Dios es el primer componente para
vivificar la preparación y el estilo celebrativo de los sacramentos de la Iniciación Cristiana...", en Struttura e linee-forza..., p. 429.
325
"Son una creación del nuevo Ordo. Los formularios propuestos contienen una gran riqueza catequética y están redactados en
forma deprecativa y positiva". Cfr. J.A. VELA, o. cit., p. 140.
Veamos pues, cómo quedaría gráficamente sintetizado este tiempo (tabla
5ª).

Mirando al pasado, hay que decir, respecto del tiempo del Catecumenado,
con palabras de S. Felici que "nada de lo que propone el RICA para este tiempo
es nuevo en la tradición de la Iglesia. Tanto el espíritu que debe animar el
Catecumenado, como los elementos, acciones y ritos allí propuestos presentan
características atávicas que hunden sus raíces en la época patrística. Esta no es
sólo el recordatorio de una práctica eclesial, sino que es una privilegiada
experiencia que se ha convertido para nosotros en memoria interpelante y se torna
a su vez en profecía de una Iglesia más auténtica a través de la praxis cristiana
recuperada y adaptada, gracias al esfuerzo conciliar"326.

Efectivamente, la época patrística es punto de referencia y fuente viva -


afirma D. Borobio- "de la cual ha de beber el esfuerzo pastoral, porque
admirablemente radicó la fuerza de su estructura iniciática en el Catecumenado
como preparación lenta y rigurosa, elaborando un verdadero sistema donde se
integraban los diversos elementos que conducen a la transformación y a la nueva
vida: elementos doctrinales, morales, rituales, personales y comunitarios"327. Esta
práctica tiene tras de sí un soporte teológico claro y seguro como se desprende
del hecho de que no se trató sin más de una serie de actividades aisladas de
algunos catequistas originales, sino que los diversos testimonios patrísticos
muestran que las prácticas catecumenales en las diversas iglesias del mundo
mediterráneo, constituían una manera habitual de hacer, que se desarrolló por
todas partes espontáneamente y cuya autenticidad y necesidad fue reconocida por
la Iglesia328.

3. Tiempo de Purificación e Iluminación

"El tercer tiempo, bastante breve, que, por norma, coincide con la
preparación cuaresmal a las solemnidades pascuales y a los
sacramentos, está dedicado a la Purificación y a la Iluminación
interior" (n.º7c).

El sentido de este tiempo es el de una preparación intensa y próxima a los


sacramentos de la iniciación en el espíritu de la Cuaresma. Predomina el sentido

326
Cfr. “Le linee fondamentali dell´itinerario cristiano”, en AA. VV., Catechesi Battesmale e Riconciliazione nei Padre del IV
secolo, Roma 1984, p. 13.
327
Cfr. Bautismo de niños y Confirmación: Problemas teológico pastorales, Madrid 1987, pp. 43-44.
328
Cfr. M. DUJARIER, Breve historia del catecumenado, p. 72.
de recogimiento, de oración, de penitencia y de preparación a los sacramentos329.
El tercer período, por tanto, coincide normalmente con el tiempo cuaresmal, cuya
espiritualidad y eclesialidad absorbe por entero; el sentido de este tiempo es, de
hecho, llamar a la renovación, junto a los catecúmenos, a toda la comunidad de
los fieles y disponerles a la celebración del misterio pascual, dentro del cual se
sitúan y al que pertenecen los sacramentos de iniciación (nº 21; también SC, nº
109).

Inaugurado por el Rito de la Elección (nnº 22-24), este período representa


esencialmente un tiempo de Purificación e Iluminación, "destinado a una más
intensa preparación del espíritu y del corazón" (nº 22). J.A. Vela afirma que "la
interiorización de este tiempo supone un proceso en el que se parte de un real
conocimiento de sí mismo para purificar las intenciones y el corazón, insistir en
la oración personal y litúrgica que conduzca a un más profundo conocimiento de
Cristo y de la Iglesia y ejercitar en la vida el sentido de la fe y la caridad" 330. De
hecho, "durante este tiempo, la preparación, que tiene más un carácter de
reflexión espiritual que de catequesis, se hace más intensa y está ordenada a
purificar el corazón y la mente con una revisión de la propia vida y con la
penitencia y a iluminar a los elegidos con un conocimiento más profundo de
Cristo Salvador" (nº 25). Éstos, "junto con la comunidad local, se esfuerzan por
conseguir una renovación espiritual para prepararse a las fiestas pascuales y a la
iniciación a los sacramentos" (nº 152)331.

Este camino espiritual está acompañado por múltiples ritos litúrgicos entre
los cuales están los escrutinios332, las entregas (tradiciones) del Símbolo de la fe
y del Padrenuestro y la preparación inmediata del Sábado Santo, cuando no se
han celebrado antes (nnº 25 y 152-153). Todos los fieles de la comunidad están

329
Cfr. RICA, nº 21 nos da el sentido de este tiempo de purificación e iluminación: la liturgia y la catequesis litúrgica, la memoria
y la preparación al Bautismo, la penitencia -especialmente a través de los exorcismos- (Cf 1/109) y la renovación de la comunidad de
los fieles a una con los catecúmenos. El teólogo A. AUBRY opina que este tiempo supone una gran capacidad de acogida por parte
de la comunidad cristiana local: "Esto supone una alta calificación de la acogida de parte de las comunidades. Toda la Iglesia local,
va en efecto, con ellos, a renovar su compromiso, y hacer una peregrinación a las fuentes de su fe, reviviendo la iniciación con los
catecúmenos (nº 21) como una comunidad portadora, como un seno maternal,, decían los Padres de la Iglesia", en Le projet pastoral
du Rituel..., p. 183.
330
Cfr. o. cit., p. 143.
331
"La renovación que caracteriza el periodo de la purificación-iluminación (cf. OICA/I, 152-207), encuentra su puesto
significativo a lo largo del itinerario progresivo de la iniciación cristiana, sobre todo, por el hecho que se califica como una impensior
animi praeparatio en espera de una iluminada y sabia celebración de los sacramentos (cf. OICA/P, 7c 22; I, 152): se podría hablar
de una profunda, aunque si no definitiva, verificación de la formación catecumenal madurada en el tiempo precedente. Un revisión
que se desarrolla sobre dos líneas estrechamente vinculadas e interdependientes: por un parte, una gradual toma de conciencia de la
propia situación de pecado a través de una constante revisión de vida, con la finalidad de responsabilizar al catecúmeno-electo. De
otra parte, un efectivo compromiso mediante una participación más activa en el misterio de la salvación que se completa en Cristo
agua viva, luz, resurrección, vida. Y esto es el significado fundamental de los escrutinios y los relativos exorcismos (cf. OICA/I,
154-157, 162-164, 169, 171, 176, 178; VI, 378s., 383, 387)". Cfr. B. CARDINALI, Linee catechetico-liturgiche dell´O.I.C.A...,
p. 197.
332
Lo esencial de este tiempo de purificación son los Escrutinios que intentan "purificar las almas y los corazones, proteger
contra las tentaciones, rectificar las intenciones y mover la voluntad, para que los catecúmenos se unan más estrechamente a Cristo y
prosigan con mayor decisión en su esfuerzo por amar a Dios" (RICA, 154). No son sino la manifestación de la acción de Dios para
que el catecúmeno entre en la dinámica de la vida en Cristo. Cfr. R. BERAUDY, Los escrutinios y los exorcismos: Concilium 22
(1967) pp. 242-244.
invitados a tomar parte en estos ritos, ofreciendo a los catecúmenos "el ejemplo
de su renovación en el espíritu de penitencia, de fe y de caridad" y teniendo muy
en cuenta la renovación de las promesas bautismales que tiene lugar en la vigilia
pascual (nº 41,4).

El conjunto del camino catecumenal y de la preparación cuaresmal llega a


su cumbre y a su plena realización con la celebración de los sacramentos de
iniciación, de ordinario en la noche de la Vigilia Pascual (nnº 208-209).

Así queda gráficamente representada esta etapa (ver tabla 6ª).

Contemplando la historia, descubrimos que en la época patrística, especial


importancia revistió la última preparación a los sacramentos de iniciación. La
encontramos perfectamente codificada hacia la segunda época del Catecumenado
(siglos IV-V), abarcando el tiempo de la Cuaresma333, si bien es cierto que la
intensidad ritual y catequética venía a suplir una insuficiente preparación
catecumenal. "Precisamente para remediar esta grave laguna de un
Catecumenado relajado -afirma M. Dujarier- la Iglesia va a desarrollar la
Cuaresma como un tiempo de formación bautismal"334. Pero ese talante de
preparación última y definitiva es patrimonio común de todo Catecumenado. En
ese momento, aunque la preparación se reducía a la semana anterior al Bautismo,
ésta se teñía de cierta solemnidad y la cercanía del Bautismo le confería un grado
de intensidad mayor.

La preparación al Bautismo comprendía fundamentalmente una parte


doctrinal destinada a dar los fundamentos sólidos a la vida de la fe y a purificar
el alma. Constaba de dos elementos: una explicación de la Escritura y un
comentario del Símbolo. Así, durante las primeras semanas el Obispo comenta
toda la Escritura y expone toda la historia de la salvación desde el principio de la
historia de la salvación, que comienza con la creación, hasta los tiempos actuales
de la Iglesia335, para favorecer su actualización en la vida de los catecúmenos.
Hacia el final de la Cuaresma comenzaba la catequesis dogmática, constituida por
la explicación de los artículos del Símbolo336.

En esta época tiene especial importancia la instrucción catequética. Mucho


más que actualmente, ya que en el RICA la catequesis en sentido fuerte es

333
Cfr. C. FLORISTÁN, “La etapa cuaresmal”, en Para comprender el Catecumenado (con abundante bibliografía a pie de
página), pp. 141-149. También, M. DUJARIER, Breve historia del catecumenado, pp. 104-111.
334
Cfr. Breve historia del catecumenado, p. 104.
335
Las catequesis se hallan contenidas en la exposición de la historia de la salvación. Cfr. J DANIELOU-R. du CHARLAT, o.
cit., pp 236-249.
336
Cfr. AGUSTÍN, Sermón, 216, 1, en OBRAS COMPLETAS, XXIV, 186 (B.A.C., 447); CIRILO DE JERUSALEN,
Protocatequesis, 4, en A. ORTEGA Ed., PPC, Madrid 1985; CARLOS ELORRIAGA, San Cirilo de Jerusalé, Ed, DDB, Bilbao
1991.
relegada al tiempo del Catecumenado. Prueba de esta importancia de la
instrucción son los tesoros catequéticos que guardamos de estas catequesis
cuaresmales dadas por los Obispos: Cirilo de Jerusalén, de Juan Crisóstomo, de
Agustín, de Teodoro de Mopsuestia o de Ambrosio, entre otros337.

La celebración de los sacramentos de la iniciación tenían lugar durante la


Vigilia Pascual. Al hacer una mirada retrospectiva nos encontramos con diversas
tradiciones rituales para la celebración de los sacramentos de la iniciación que,
poco a poco, se fueron asimilando unas a otras. No obstante, la variedad propicia
la riqueza expresiva y ritual. Más allá de cómo se articulaban los diferentes ritos
constitutivos de los sacramentos queda una forma básica de entender y mostrar la
plenitud de la Iniciación Cristiana, que no depende tanto del desarrollo ritual
cuanto de la obra de salvación en Cristo, que se comunica en virtud del Espíritu.
No es difícil reconocer que un mismo fundamento de fe ha encontrado su
expresión ritual apropiada en las diversas tradiciones litúrgicas338.

Dicho esto, y con los testimonios conservados de la antigüedad patrística,


podemos esbozar un esquema básico de lo que fue la expresión litúrgica del
Bautismo en Cristo. Comenzaba con la Renuncia a Satanás y Adhesión a Cristo,
de gran riqueza simbólica y fuerza expresiva. Los elegidos, acto seguido, eran
ungidos con el aceite del exorcismo para su fortalecimiento. Llegaba por fin el
momento del baño bautismal por inmersión -aunque también existía el rito
mitigado por infusión- que se repetía tres veces, para expresar la fe trinitaria y
recordar los tres días que Jesús estuvo en el sepulcro. Después los bautizados eran
beneficiados con el don del Espíritu a través de la Unción del Crisma de Acción
de Gracias -y la imposición de manos en algunos casos-. Eran vestidos con un
vestido blanco y recibían el beso de la paz. De la entrega del cirio no hallamos
testimonios hasta el siglo XI en la liturgia romana, aunque desde sus orígenes el
Bautismo es llamado iluminación, por eso debió ser acompañado
espontáneamente con signos de la luz. Por fin, la celebración de la Eucaristía que
es la cumbre de la iniciación. A su salida del baptisterio son conducidos
solemnemente al lugar de la asamblea eucarística. Después de la comunión beben
una mezcla de leche y miel que significa la nueva tierra prometida, el nuevo
nacimiento y la dulzura de Cristo339.

4. El tiempo de la mystagogia

337
Ver el libro de ANNE FIELD, De las Tinieblas a la Luz. Lo que significaba llegar a ser cristiano en la Iglesia primitiva, Ed,
DDB, Bilbao 1988. La autora intenta reconstruir las enseñanzas catequéticas de los siglos IV y V, presentando un ciclo completo de
instrucción -al modo de las antiguas catequesis- sirviéndose de las grandes catequesis cuaresmales y bautismales de la edad patrística.
338
Veáse las diversas familias litúrgicas de administración del Bautismo y, especialmente, el problema de las uniones en las
diversas iglesias en G. KRETSCHMAR, Nouvelles recherches sur l´initiation chrétienne: LMD 132 (1977), pp. 7-32.
339
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 156-164. Ver los dos artículos de J. DANIELOU: La preparación
al bautismo y El Rito bautismal publicados en el nº 72 de Phase.
"El último tiempo, que se extiende durante todo el tiempo pascual,
está destinado a la Mystagogia, o sea a la experiencia cristiana y a
sus primeros frutos espirituales e incluso a establecer lazos cada vez
más estrechos con la comunidad de los fieles" (nº 7d; y nnº 37 y 235).

Es el último tiempo de la iniciación. En él la comunidad, junto con los


recién bautizados, progresa en una más profunda comprensión del Misterio
Pascual y en el testimonio del mismo. En él se experimenta con gusto, alegría y
sabiduría el sentido de la vida, que da la fe, la significación simbólica sacramental
y las nuevas relaciones fraternales adquiridas en la comunidad. Al mismo tiempo,
se adquiere un nuevo sentido de la fe, de la Iglesia y del mundo por la exploración
del Evangelio, la experiencia de los sacramentos y la inter-relación con la
comunidad.

La importancia de este tiempo es semejante a la del Catecumenado; deriva


de la conciencia de que no pueden comprender plenamente los sacramentos si no
es después de haberlos recibido: es el propio misterio sacramental, de hecho, el
que inicia al creyente. Por ello, sólo después de haberse celebrado y de la efusión
de sus dones puede ser acogido y vivido enteramente. Esto sucede por norma en
el seno de la comunidad en que se ha llevado a cabo la iniciación y que ha
engendrado a los catecúmenos a la vida de Cristo. El significado de este tiempo,
por consiguiente, se puede esquematizar en dos aspectos fundamentales: es el
tiempo de la experiencia de los sacramentos recibidos y el tiempo de la
experiencia de la comunidad.

El Bautismo recién recibido, con todas las vivencias personales y


comunitarias de la Pascua, hicieron que los neófitos palpasen la presencia de Dios
y la comunicación de su Espíritu: gustaron cuán suave es el Señor340. Es de esta
experiencia, palpada en la misma vida, de donde los neófitos adquieren un nuevo
sentido de fe, de Iglesia y del mundo. La experiencia vivida desencadena todo el
tiempo de la Mystagogia.

Es el Tiempo de experiencia de los sacramentos recibidos. "Los neófitos,


de hecho, han sido renovados interiormente, han saboreado íntimamente la buena
palabra de Dios, han entrado en comunión con el Espíritu Santo y han descubierto
cuán bueno es el Señor. Mediante esta experiencia, propia del cristiano y

340
Los neófitos ya están iniciados a la vida sacramental, interiormente renovados por el Bautismo, confirmados por el Espíritu
y han participado ya a la Eucaristía (Cfr. RICA, nº 38). Los tres sacramentos los han puesto en relación directa con el Misterio de la
Pascua y los han injertado plenamente en la Comunidad cristiana. Les queda el vivir y gustar plenamente esta nueva situación, que
tiene su fuente y su concentración en la celebración eucarística. De ahí que las Misas de los neófitos -junto con la comunidad- son de
gran importancia (Cfr. RICA, nº 40). Las misas por los neófitos son llamadas "lugar principal de la Mystagogia". En estas misas "se
reservan sitios especiales para los neófitos entre los fieles" (RICA, nº 236). Para una ampliación, ver, C. FLORISTÁN, El Ritual de
la iniciación..., p. 263; y A. AUBRY, Le projet pastorale..., p. 184.
consolidada por la práctica de la vida, ellos alcanzan un nuevo sentido de la fe,
de la Iglesia y del mundo" (nº 38). Tiempo de experiencia de la comunidad. "Por
ello el tiempo de la Mystagogia tiene enorme importancia y permite que los
neófitos, ayudados por los padrinos, establezcan relaciones más estrechas con los
fieles y les ofrezcan una renovada visión de la realidad y un impulso de vida
nueva" (nº 39).

El momento ritual más expresivo de este período está constituido por las
Misas para los neófitos o Misa de los domingos de Pascua durante las cuales los
neófitos ocupan un lugar especial entre los fieles, y las lecturas, sobre todo en el
año "A", están adaptadas a ellos de modo especial (nº 237). El RICA desea que,
en el aniversario de su Bautismo, los neófitos se vuelvan a encontrar todos juntos
(nº 238) y puedan eventualmente encontrarse también con el Obispo que presidió
su iniciación en la fe y en el misterio de la Iglesia (nº 239). El tiempo inaugurado
con los ritos sacramentales de iniciación y continuado con la Mystagogia es el
tiempo de caminar "en una vida nueva" y en el amor de Dios, difundido con
abundancia en el corazón de los nuevos bautizados, que les ha sido dado por el
Espíritu Santo (cf. Rom 5,5).

Como medios para vivir la experiencia de este tiempo, centrada en el


sacramento de la Eucaristía, el RICA propone la lectura y meditación del
Evangelio, la vivencia profunda de la caridad y la catequesis mistagógica.

El tiempo de la Mystagogia ya no cuenta con ritos especiales. Son los


mismos de las celebraciones pascuales para toda la comunidad. Los neófitos
ocupan un sitio especial en la Asamblea litúrgica y el RICA pide que se les tenga
en cuenta en la homilía y en la Asamblea de los fieles (nº 39). El tiempo de la
Mystagogia corresponde normalmente a los cincuenta días del tiempo pascual y
se termina con una celebración especial el domingo de Pentecostés (nº 237).

Ver el gráfico de la tabla 7ª.

Mirando a la historia para descubrir lo que este tiempo significó341,


comprobamos que desde el comienzo se ha tenido conciencia de que los nuevos
bautizados debían recibir una acogida especial de la comunidad y que habían de
ser sostenidos por la predicación común, que con frecuencia hacía alusión a ellos.
Esa acogida se expresaba asimismo por el acceso de los neófitos a la celebración
eucarística. Pero es a partir del siglo IV cuando se establecerá la costumbre de un
pequeño período de tiempo destinado a esos menesteres. Se trata de la semana in
albis. Durante la octava de Pascua los neófitos se reencuentran para recibir las
llamadas catequesis mistagógicas y para gozar de la gloria de la experiencia

341
Cfr. M. DUJARIER, “El Neofitado en los orígenes de la Iglesia”, en Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 189-199.
transformante operada en Cristo. Toda la semana permanecían con las
vestimentas blancas recibidas en la noche pascual y tenían un puesto reservado
en la asamblea litúrgica. Al final de la semana se quitaban los vestidos blancos, y
con éste último acto acababa el camino de la iniciación.

El Ritual ha recuperado el tiempo de la Mystagogia ampliándolo a todo el


tiempo pascual. Su misión ya no es tanto explicar el misterio, cuanto profundizar
en él y en toda su riqueza, entrar de lleno en la experiencia y en la vivencia de los
sacramentos, por eso propone como objetivo privilegiado las misas de los
neófitos. Se enseña así a los neófitos a llevar una vida bautismal vivida a la luz
del misterio de Dios y celebrada a través de los sacramentos de la Iglesia. El
tiempo de la Mystagogia en el RICA también es deudor del Catecumenado
clásico, por cuanto detrás late la concepción que mantuvo la disciplina del arcano.
A saber, que los sacramentos requieren de la fe, pero que la fe sólo encuentra su
luz y su perfección después del encuentro sacramental con Dios.

El punto de llegada de este largo camino es la plena inserción en la


comunidad local y, a través de ella, en la Iglesia universal. Una comunidad que
sea fiel a las funciones sacerdotales, profética y real, participe en los sacramentos,
se nutra de la palabra de Dios, dé testimonio de fe y caridad y ejerza el espíritu
apostólico. Pero es una comunidad que vive en medio del mundo y debe animar
desde dentro las realidades temporales y "ordenarlas de tal forma que se hagan
continuamente según Cristo". Se trata de ser fermento del mundo y animarlo con
el espíritu evangélico (AG, nº 15)342.

B) GRADOS

"Tres, pues, son los grados, pasos o puertas, que han de marcar los
momentos culminantes o nucleares de la iniciación. Estos tres grados
se marcan o sellan con tres ritos litúrgicos: el primero por el rito de
Entrada en el Catecumenado; el segundo, por la Elección y el tercero,
por la celebración de los Sacramentos" (nº 6).

1. El Rito de Entrada en el Catecumenado

El RICA advierte que es de gran importancia la celebración de este rito:


por él Dios concede su gracia y la Iglesia quiere significar su acogida. La entrada
en el Catecumenado es la primera etapa litúrgica de la iniciación cristiana. Ella
342
Todo el Artículo del Decreto AG es una descripción de esta culminación magnifica del camino de educación de la fe,
descritos en los Artículos I y II.
significa y consagra la conversión inicial que es el fruto de este tiempo de
búsqueda llamado Precatecumenado. En efecto, ella tiene lugar cuando la
evangelización ha suscitado en el corazón de los simpatizantes "un principio de
fe en Cristo Salvador" (nº 28).

El RICA nos dice que éste es el primer encuentro oficial entre la Iglesia y
el convertido (nº 14). El candidato manifiesta su deseo de seguir a Cristo.
Manifiesta que quiere no solamente proseguir su descubrimiento de Jesús, sino
también conformar su vida al Evangelio y por tanto cesar en las prácticas paganas.
En cuanto la Iglesia, en su misión apostólica, acoge litúrgicamente al nuevo
convertido. Lo hace entrar en el Pueblo de Dios y, por ello mismo, pone en
marcha su santificación.

Esta es por tanto la etapa de la entrada en la Iglesia. Hace del convertido


un catecúmeno, en espera de que los sacramentos de la iniciación hagan de él un
cristiano fiel laico. Más bien se puede decir que el Bautismo ha comenzado,
puesto que "Dios confiere su gracia" a los nuevos catecúmenos y la Iglesia les
significa "su primera consagración" (nº 14).

Los términos de la Constitución conciliar sobre la Iglesia hay que tomarlos


en toda la riqueza de su expresión: "Los catecúmenos, que movidos por el Espíritu
Santo piden con voluntad explícita ser incorporados a la Iglesia, se unen a ella
por este mismo deseo. A éstos, la Madre Iglesia los abraza ya con amor
tomándolos a su cargo” (LG, nº 14). La misma doctrina, sacada de S. Agustín, se
reencuentra en el Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia: "Los
catecúmenos están ya unidos a la Iglesia, son ya de la casa de Cristo" (AG, nº 14).

El ritual exige que para franquear este umbral el candidato tenga una fe
inicial y que manifieste un principio de conversión (nnº 15, y 68). Sólo los
convertidos a Cristo pueden ser admitidos. En estos momentos no se trata,
ciertamente, más que de una conversión inicial, pero debe ser una conversión real.
"Aunque no se trate evidentemente de percibir la fe de una persona -afirma M.
Dujarier- se debe con todo discernir sus signos exteriores"343. De ahí, que el ritual
precisa que esta ceremonia de acogida litúrgica no debe tener lugar demasiado
rápidamente (nº 50). Hace falta, en efecto, un cierto tiempo para que nazca la fe
y para que se manifiesten los primeros signos de conversión. Todo depende del
camino personal de cada uno (nº 69).

El juicio sobre la idoneidad del candidato para su ingreso en el orden de


los catecúmenos -señala el RICA- "corresponde a los pastores, con ayuda de los

343
"Su fe inicial versará sobre el núcleo de la doctrina cristiana, es decir, esencialmente: ¿crees en el Dios único, vivo y
verdadero?, ¿en Cristo Salvador, enviado por el Padre? y ¿en la Iglesia como lugar de nuestro encuentro con Cristo?". Cfr. Iniciación
cristiana de Adultos, p. 45.
garantes (nº 42), de los catequistas y de los diáconos" (nº 16). Cuando el juicio
de idoneidad es positivo, tiene lugar un rito de admisión al Catecumenado. Éste
tiene una importancia capital "porque en esta ocasión, presentándose por primera
vez públicamente, los candidatos manifiestan a la Iglesia su voluntad y la Iglesia,
en el ejercicio de su misión apostólica, admite a los que aspiran a convertirse en
sus miembros" (nº 14).

La entrada en el Catecumenado comporta dos partes bien distintas: la


acogida de los convertidos344, que se desarrolla en el umbral del lugar de culto, y
la liturgia de la Palabra, que se celebra en el seno de la asamblea. El desarrollo
del Rito de Admisión está descrito detalladamente en los nnº 68-72 por lo que
respecta a las condiciones de los protagonistas, y en los nnº 73-97 para la
celebración propiamente dicha. Los momentos esenciales de esta celebración son
los siguientes:

- un rito de introducción, con una monición ambiental que evoque el camino


espiritual con que se ha encontrado el candidato por su propia elección, un diálogo
y una primera adhesión que expresan el sentido del rito y se cumplen con el
ingreso en la Iglesia (nnº 73-90).

- la celebración de la palabra de Dios que concluye generalmente con la


entrega del Evangelio, la oración por los catecúmenos y su despedida (nnº 91-
96); a ésta puede seguir la celebración de la Eucaristía para los fieles, después de
que los catecúmenos se hayan ido (nnº 72 y 97).

La celebración del Rito de Admisión supone que los nombres de los


catecúmenos sean inscritos en un libro destinado a este fin, "mencionando el
ministro y los garantes, la fecha y el lugar de la admisión" (nº 17). El rito
determina, de hecho, una pertenencia real de los catecúmenos a la Iglesia, con
todo lo que de ello se deriva en el plano de la participación en la vida cristiana,
de un eventual matrimonio en este período y de las exequias (nº 18).

Veamos pues, cómo quedaría gráficamente representado este primer grado


del Catecumenado (tabla 8ª).

Si echamos una mirada retrospectiva a la práctica de la Iglesia primitiva


por lo que se refiere a este momento de la Entrada en el Catecumenado,

344
Los autores llaman la atención a menudo acerca de la importancia de este momento: “Para la Iglesia es esencial el acoger
las nuevas o viejas culturas y las mentalidades secularizadas y preñadas de increencia del hombre de nuestros días. Este tipo
de acogida es una misión original de nuestra Iglesia. El crear espacios de acogida es tan importante como evangelizar”. Cfr.
J. A. VELA, Reiniciación cristiana..., p. 136; “La acogida es decisiva. A veces, del primer contacto que el eventual catecúmeno
tiene con un miembro de la comunidad depende el rumbo de vida cristiana”. Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el
catecumenado, p. 130. Ver más detenidamente: M. DUJARIER, “La estructura de la entrada en el catecumenado”, en La
Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 46-66.
descubrimos efectivamente que el RICA ha encontrado en los Santos Padres un
hontanar donde beber345. Sin embargo, respecto del Rito de Entrada en el
Catecumenado no existen testimonios que atestiguen un rito con todos los
aspectos más relevantes. Carmelo Gómez asevera que: "La tradición patrística
puso el acento en el primero de estos aspectos, movida por las condiciones
ambientales peculiares: el paganismo como olla ambiental de la que salían los
convertidos para abrazar la nueva religión. Se hacía necesaria una gran seriedad
en la conversión y una auténtica renuncia a los falsos dioses. El RICA, no
obstante, pone el acento en el aspecto ritual, porque le interesa resaltar el gozo de
la celebración, donde se pone de manifiesto el encuentro entre la llamada de Dios
y la respuesta del hombre en el marco de la comunidad que recibe al candidato"346.

2. El Rito de la Elección

La importancia de la elección antes del Bautismo es atestiguada por toda la


práctica catecumenal de la Iglesia primitiva: se refería especialmente a la
conducta seguida en la etapa catecumenal347.Para M. Dujarier la Elección es el
momento de el llamamiento decisivo348 y para que se celebre con verdad
presupone que la Iglesia haya discernido a aquellos catecúmenos que, por sus
buenas disposiciones, son juzgados capaces de participar en la iniciación
sacramental (nº 22).

La Elección va a suponer por tanto la previa deliberación sobre la idoneidad


de los candidatos, sobre el cambio -producido en el Catecumenado- de su
mentalidad y costumbres, sobre el conocimiento suficiente de la doctrina
cristiana, sobre los criterios de fe y sentimientos de caridad. Es un verdadero
juicio serio y fundamentado de si los catecúmenos aprovecharon bien el tiempo
del Catecumenado y se prepararon para el Bautismo.

Con el rito de la Elección o inscripción del nombre el Catecumenado


encuentra su cumplimiento y su acto de paso al tiempo siguiente. Al rito de la
Elección se le define "como quicio de todo el Catecumenado" (nº 23); y ello por
motivos de orden general: 1) se configura como un juicio de idoneidad emitido

345
Sobre todo con ORÍGENES, Contra Celso, III,51 (SCr, 136, pp. 121-123) e HIPÓLITO, La Tradición apostólica, 15 y 16
(SCr, 11 bis, pp. 69-74).
346
Cfr. o. cit., p. 47.
347
Hipólito de Roma (s. III) en su "Tradición Apostólica" distingue dos momentos en el cuadro catecumenal: la entrada en el
Catecumenado y la admisión al Bautismo. Por esta admisión los catecúmenos son "elegidos" para oír el Evangelio y prepararse para
llegar hasta la liturgia bautismal. ¿Han vivido honestamente? ¿Han honrado las viudas? ¿Han visitado los enfermos? ¿Han hecho
buenas obras? En este caso entenderán el Evangelio. Para un acercamiento a otros Padres, ver M. DUJARIER, Le
Parrainage..., pp. 190-193; 203; 279; 230-235; 321-322.
348
"Esta etapa del llamamiento decisivo es la que, hasta el presente, ha sido la menos trabajada" (p. 113); "Tal y como lo propone
el ritual, el llamamiento decisivo no nos parece estar suficientemente puesto de relieve como llamada gratuita de Dios" (p. 112). Cfr.
La Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 95-114.
por la Iglesia en nombre de Dios (nnº 22-23 y 41,3): una decisión responsable de
la comunidad, articulada en los diferentes ministerios sobre la admisión de los
candidatos a los sacramentos pascuales (nnº 133-138), y un momento central y
particularmente expresivo de la solicitud maternal de la Iglesia para con los
catecúmenos (nº 135); 2) implica, por parte de los candidatos, una nueva y
específica modalidad de pertenencia a la Iglesia, expresada especialmente por el
cambio de nombre: ya no son catecúmenos, sino elegidos o aspirantes
(competentes), "porque juntos pretenden o aspiran a recibir los sacramentos de
Cristo y el don del Espíritu Santo"; e iluminados, "porque al propio Bautismo se
le llama iluminación y por él los neófitos son inundados por la luz de la fe" (nº
24).

Teológicamente, el rito se entiende como una efectiva llamada por parte de


Dios y de la comunidad, una llamada por propio nombre, en un sentido bíblico,
una elección. El que sea la comunidad quien emita el juicio de idoneidad evoca
el hecho de que los sacramentos, antes que un derecho del hombre, son un don de
Dios y que la Iglesia es la depositaria de este don. El rito litúrgico de la elección
se cumple habitualmente el primer domingo de Cuaresma, de modo que
constituya el comienzo del tiempo de preparación de Cuaresma, la cual a su vez
terminará con las solemnidades pascuales (nnº 139-140); para este rito se pueden
escoger lecturas y textos eucológicos propios, tanto si el rito se desarrolla durante
las celebraciones de la Misa como si se hace fuera de ella (nnº 141 y 374). El rito,
en cualquier caso, tiene lugar después de la liturgia de la palabra y la homilía del
celebrante (nnº 142-143) e implica cinco momentos esenciales:

- presentación de los candidatos, cuya idoneidad está significativamente


expresada en términos de escucha y de actuación de la palabra de Dios, de
comunión fraterna y de oraciones, con una referencia implícita al texto de Hch.
2,42 (nnº 143-145);
- pregunta a los candidatos e inscripción de su nombre (nº 146);
- admisión o elección, con la invitación a la comunidad y a los padrinos para
que se pongan en actitud de ayuda fraternal y ejemplo (nº 147);
- oración por los elegidos, con la súplica de que todos los componentes de
la comunidad vivan en plenitud su tarea y den el testimonio que se les pide (nnº
148-149);
- despedida de los elegidos (nnº 150-151).

Así quedaría gráficamente expresado este segundo grado (ver tabla 9ª).

Mirando al pasado, descubrimos que el actual rito de la Elección o


Inscripción del Nombre encuentra sus precedentes en la antigua tradición eclesial.
"En efecto, el Catecumenado clásico, según los testimonios, -afirma Carmelo
Gómez- desarrolló este momento de dos formas peculiares correspondientes a
diversos tiempos: el modo de hacer del siglo tercero cuando la expresión
catecumenal alcanzó sus más altas cotas y la forma de admitir al Bautismo a partir
del siglo cuarto"349.

El RICA ha sabido armonizar e integrar estas dos formas de hacer, que en


el fondo son dos aspectos de una misma realidad. Ha dejado claro que la
Inscripción del Nombre y la Elección son gestos complementarios de una única
acción generosa de Dios, porque la elección divina consiste en estar entre los que
van a ser registrados en el Libro de la Vida. El desenlace de una vida recta que
permite el acceso a la casa de Dios es anotado en el registro de Dios, como sello
de que se ha sido elegido para la vida nueva, como expresa el salmo 15: "Yahvé,
¿Quién morará en tu tienda?/¿Quién habitará en tu monte santo?/El que anda sin
tacha y obra la justicia..."350. Mirando al presente y a la viabilidad de la oferta
catecumenal contenida en el Ritual, contrasta esta postura de la Iglesia para con
los catecúmenos -afirma Ramón Domínguez-, “con la facilidad y casi diríamos
ligereza con la que se admite a otros sacramentos a personas bautizadas, pero que
en modo alguno viven su Bautismo, y aun con la admisión al Bautismo de niños
que difícilmente ofrecen garantías de que serán educados según la fe de la
Iglesia"351.

3. La celebración de los Sacramentos de Iniciación

Son la meta de todo el camino de la iniciación. El conjunto del camino


catecumenal y de la preparación cuaresmal llega a su cumbre y a su plena
realización con la celebración de los Sacramentos de Iniciación, de ordinario en
la noche de la Vigilia pascual (nnº 208-209). "El Bautismo, la Confirmación y la
Eucaristía son la última etapa, una vez cumplida la cual, obtenida la remisión de
los pecados, los elegidos son agregados al pueblo de Dios, reciben la adopción de
hijos de Dios, son introducidos por el Espíritu Santo en el templo del pleno
cumplimiento de las promesas y saborean por anticipado el Reino de Dios,
mediante el sacrificio y el banquete eucarístico" (nº 27). El contexto que da
significado a la celebración entera es el de la economía de la salvación que
permite recordar las grandes obras llevadas a cabo por Dios en favor de los
hombres (los Mirabilia Dei), desde la creación del mundo a la creación
escatológica inaugurada por la encarnación-muerte-y-resurrección de Cristo y por
el don de su Espíritu a la Iglesia, que se hace presente en la nueva regeneración
que se comunica a los elegidos con los sacramentos de la iniciación cristiana (nnº
210-234). Un contexto eficazmente recordado, expresado por las lecturas bíblicas

349
Cfr. o. cit., pp. 91-93.
350
Cfr. Salmo 15, 1,2ss. Este salmo lo propone el RICA para ser cantado mientras se realiza la Inscripción del Nombre.
351
Cfr. Catequesis y liturgia en los Padres. Interpelación a la catequesis de nuestros días, p. 110.
previstas, por el canto del exultet, por los símbolos del fuego, de la luz y por la
fórmula de bendición de la fuente bautismal.

Celebración del Bautismo. El rito bautismal está preparado, junto con las
letanías de los santos, la bendición del agua y la profesión de fe y tiene su
momento culminante en el rito de la ablución, unido a la invocación de la Trinidad
(nº 28). Con la bendición del agua se recuerda la continuación de las "Maravillas
de la salvación", que tienen su pleno cumplimiento en el misterio pascual, que
se despliega en el candidato, mediante el poder del Espíritu operante en el
Bautismo (nnº 29 y 210). Con los ritos de la renuncia y de la profesión de fe "los
bautizandos expresan con fe consciente el mismo misterio pascual, que ha sido
vuelto a evocar en la bendición del agua y que después será brevemente
proclamado por el celebrante con las palabras del Bautismo. Los adultos, de
hecho, no se salvan si no quieren acoger el don de Dios con fe, acercándose
espontáneamente a éste. La fe, de la que reciben el sacramento, no es sólo de la
Iglesia sino también suya personal y ellos están destinados a hacerla rica en
frutos" (nnº 30 y 211). El rito del Bautismo, tanto si es por inmersión como por
infusión, expresa realizándola la participación en el misterio pascual de Cristo, el
nuevo nacimiento y la incorporación del candidato al pueblo de Dios (nnº 31-32).
Los ritos postbautismales significan la nueva condición de los bautizados y su
vocación a caminar como hijos de la luz (nº 33; nnº 213-226 para cada una de las
partes del rito bautismal).

Celebración de la Confirmación. La celebración de la Confirmación está


estrechamente ligada a la celebración del Bautismo; "este lazo significa la unidad
del misterio pascual, la estrecha relación entre la misión del Hijo y la efusión del
Espíritu Santo y la unidad de los sacramentos con que el Hijo y el Espíritu vienen
junto con el Padre a habitar en los bautizados" (n. 34). Por ello, inmediatamente
después de los ritos complementarios del Bautismo, eliminando la unción
postbautismal, se confiere la Confirmación (nnº 35 y 227-231).

Celebración de la Eucaristía. La celebración completa de la iniciación


concluye con la celebración de la Eucaristía, "en la cual los neófitos participan
por primera vez con pleno derecho, y con la que culmina su iniciación. En ella,
de hecho, los neófitos, promovidos a la dignidad del sacerdocio real, toman parte
de las ofrendas al altar; se hacen partícipes de la acción del sacrificio, con toda la
comunidad y devuelven el Padrenuestro, oración con la que manifiestan el
espíritu de hijos de adopción, recibido con el Bautismo. Por fin, con la comunión
en el Cuerpo inmolado y la Sangre derramada, confirman los dones recibidos y
saborean por anticipado los dones eternos" (nº 36).

Podemos tener presente el gráfico de este tercer grado ( tabla 10ª).


Si echamos una mirada a la historia descubrimos que para los Padres "el
momento donde se pasa del estado de no iniciado al de iniciado se encuentra en
la celebración -de ordinario, la Vigilia Pascual- donde se recibe el Bautismo, el
don del Espíritu, y donde se accede por primera vez a la mesa del Señor"352. Los
sacramentos son, pues, el momento decisivo por el que los catecúmenos son
iniciados a la vida cristiana. Bien es verdad que se daba gran importancia a la
institución catecumenal, pues no todos podían ser admitidos al Bautismo al
requerir éste de la fe y de la conversión verdaderas y verificadas. "Todo esfuerzo
realizado anteriormente a través de las instrucciones, escrutinios y demás
requisitos era considerado justamente como una preparación para el instante
supremo del Bautismo"353.

Cabe notar que hay una gran similitud con nuestro actual rito de los
sacramentos desarrollado en la triada sacramental, como también hay gran
parecido con el rito del Bautismo, que es el que presenta mayor complejidad
ritual354. Todos estos ritos, en la antigüedad patrística formaban una única acción
ritual llamada Bautismo, que contaba con el don del Espíritu y abría la puerta al
banquete eucarístico. En nuestro Ritual, claramente, se articula la acción litúrgica
en los tres sacramentos bien distinguidos -aunque complementarios-, pero juntos
forman una unidad mayor, el gran sacramento de la Iniciación Cristiana o, lo que
es lo mismo, el único Bautismo en Cristo que se desarrolla en el agua, en el
Espíritu y en la mesa de comunión.

Bien podemos afirmar, a modo de conclusión, que el tema de la Iniciación


Cristiana recibe un tratamiento especial en cuanto un todo unificado en el
Ritual355destinado a la iniciación de los adultos que se convierten y desean
avanzar por el camino de la fe. El RICA es un Ritual que no se limita a la
iniciación sacramental, sino que además ofrece un camino progresivo de
iniciación catecumenal. El Ritual encierra una gran riqueza teológica, litúrgica y
pastoral que edifica todo un proyecto de vida cristiana, consiguiendo, de este
modo, un equilibrio adecuado entre el planteamiento pastoral, el medio

352
Cfr. P.M.GY, La notion chrétienne d´initiatión: en LMD 132 (1977), p. 53. En este trabajo, el autor hace un estudio acerca
de la noción cristiana de iniciación en los Padres, y llega a la conclusión, de que el Catecumenado se entendía como tiempo de
preparación para la iniciación por los sacramentos y los ritos anejos.
353
Cfr. S. MOVILLA, Del catecumenado a la comunidad, p. 30.
354
Cfr. HIPÓLITO, La Tradición apostólica, 21 (SCr, 11 bis, pp. 81-95). Hipólito ofrece una descripción detallada de todo el
desarrollo ritual. Con algunas variedades, se asimila mucho a nuestro ritual. Para una mayor profundización en un estudio
"comparado" entre el RICA y la praxis patrística, ver, M. DUJARIER, La Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 153-183; y CARMELO
GÓMEZ, La propuesta catecumenal en el RICA, pp. 143-151.
355
La Iniciación Cristiana es considerada como un sacramento "en tres etapas sacramentales" -sostiene A. NOCENT-: "Se
comprenderá también que se debe desear, en el futuro, la edición de un libro único que tenga por título La iniciación cristiana. En él
estarían reunidos el ritual de la iniciación de los adultos, su preparación y sus tres sacramentos; es decir, el ritual del catecumenado,
el bautismo, la confirmación, la eucaristía, la mistagogia.. Aquí no se trata solamente de un problema de edición, de una
racionalización tipográfica y ceremonial. Sin duda, sólo el ritual para los adultos merece el título Iniciación cristiana, puesto que, hoy
en día, en la liturgia latina, los niños no reciben los tres sacramentos de la iniciación uno a continuación del otro. Sin embargo, el libro
se presentaría como un ideal, realizado solamente para los adultos", en La reforma litúrgica. Una relectura, Ed, EGA, Bilbao 1993,
p. 58.
catequético y la expresión litúrgica. Y es así porque "cada uno de estos elementos
encuentra un espacio propio, dentro de un ritmo, que es el que marca la creación
de un itinerario dinámico y coherente para la Iniciación Cristiana"356.

Pero, si cabe, su principal mérito es haber puesto en acción y haber


renovado la antigua tradición de la Iglesia de enseñar intra ipsa mysteria, dando
al sacramento una visión amplia de progresiva entrada en la historia de la
salvación y en la Iglesia, en la que esa historia se actualiza y continúa357. El RICA
supone un paso adelante en el talante conciliar de la Iglesia, no sólo por sus
contenidos, sino por la forma como está elaborado: la rúbrica pierde su
importancia y la gana el vasto proyecto pastoral que desde la primera a la última
página en él se encierra.

2. Etapas y Pasos en el Neocatecumenado

Al contemplar el itinerario catecumenal que el RICA diseña ya he puesto


de manifiesto que la iniciación de los catecúmenos se hace de una manera gradual,
en conexión con la comunidad de fieles, acomodándose al camino espiritual de
los adultos..., y que en este camino, "además del tiempo de instrucción y de
maduración, hay grados o etapas, mediante los cuales han de avanzar,
atravesando puertas, por así decirlo, o subiendo escalones" (nnº 4-7). Son
precisamente estos Tiempos y Grados los que constituyen la estructura del
Modelo de iniciación del RICA. Cada grado conduce a un tiempo, más o menos
prolongado de discernimiento y madurez, que prepara el grado siguiente. Esto es
lo que hemos venido analizando hasta el momento.

Llegados a este punto, voy a intentar mostrar la aplicación que el


Neocatecumenado ha hecho del RICA para, desde un análisis comparativo que
introduce también el referente histórico, ver en qué medida el itinerario
neocatecumenal ha hecho una adaptación del RICA fiel, creativa y original o se
distancia del mismo. En el intento de inculturación catecumenal que el
Neocatecumenado ha realizado, tendré muy presentes las orientaciones de los
Obispos españoles en relación con la pastoral catecumenal esbozadas en los
documentos Catequesis de la Comunidad (1983), Catequesis de Adultos (1992)
Iniciación Cristiana. Reflexiones y orientaciones (1999) y Orientaciones
pastorales para el Catecumenado (2002). Una vez analizado todo el proceso
neocatecumenal en su conjunto, podremos descubrir hasta qué punto la praxis
neocatecumenal es fiel a los principios orientadores que los pastores de nuestras

356
Cfr. D. BOROBIO, Proyecto de Iniciación Cristiana, p. 119.
357
Cfr. A. NOCENT, Lignes théologico-liturgiques du catéchumenat, p. 173.
iglesias locales están pidiendo hoy de cara a una apuesta decidida y firme por una
pastoral catecumenal358.

Los iniciadores del Camino Neocatecumenal han presentado este itinerario


neocatecumenal desde sus comienzos como un Catecumenado359. En la primera
síntesis que sobre el Neocatecumenado hicieron Kiko Argüello y Carmen
Hernández para presentársela al Papa Pablo VI, proclamaron: "El Señor nos ha
llamado a vivir un camino de conversión por medio del cual nos es dado
redescubrir las riquezas inmensas de nuestra fe, en un Catecumenado
postbautismal, en el cual, poco a poco, etapa tras etapa, peldaño tras peldaño,
podemos descender hasta las aguas de la regeneración eterna, a fin de que el
Bautismo que un día nos confirió la Iglesia pueda llegar a ser, mediante nuestra
adhesión, sacramento de salvación, buena noticia para los hombres"360.

Para Kiko Argüello la identidad del Neocatecumenado viene expresada en


estos términos: "El Camino Neocatecumenal no pretende formar un movimiento
en sí mismo, sino trata de ayudar a las parroquias a abrir un camino de iniciación
cristiana hacia el Bautismo para descubrir lo que significa ser cristiano... El
Neocatecumenado es una síntesis teológico-catequética, un catecismo, un
Catecumenado para adultos, un itinerario de formación cristiana para el hombre
contemporáneo"361.

358
En CC los Obispos afirman que la catequesis ha de tener una clara y decidida inspiración catecumenal (nnº 83-84), en CA
se propone el Catecumenado bautismal como modelo referencial para la catequesis (nº 79) y en el Plan Pastoral de la CEE para el
trienio 2002-2005 se pide su implantación parroquial (nº 33).
359
"En un periodo de tres años, vimos aparecer delante de nuestros ojos un verdadero camino de gestación a la fe, una especie
de catecumenado que iba creando, poco a poco, una Iglesia, realizaba una comunión fraterna”. Cfr. KIKO ARGÜELLO, Le comunità
neocatecumenali: Rivista di Vita Spirituale (1975/2), p. 193. Este artículo contiene la breve síntesis sobre el CN que Kiko Argüello y
Carmen Hernández entregaron al Papa Pablo VI, y que algunos años más tarde (en 1983) fue presentada, con ligeras variaciones, a la
Asamblea Plenaria de la Sagrada Congregación para la evangelización de los pueblos.
360
Ibid., p. 192. Este itinerario neocatecumenal se vive en el espíritu señalado por el RICA IV, nº 295: "Su conversión se funda
en el Bautismo ya recibido, cuya virtud deben desarrollar después"; y nº 296: "Por la misma razón que en el caso de los catecúmenos,
la preparación de estos adultos requiere tiempo prolongado, para que la fe infundida en el Bautismo pueda crecer, llegar a la madurez
y ser grabada plenamente por medio de la formación que se les proporciona...". Para G. PASQUALETTI la "situación psicológica de
los católicos no catequizados puede ser considerada similar a la de los catecúmenos. De ahí, que nada impida su catequización según
el mismo orden de instrucción de los catecúmenos, teniendo siempre presente que aquellos ya han recibido los sacramentos”, en
Riflessioni..., p. 274. Asimismo este parece ser el objetivo del Catecumenado postbautismal tal y como lo presenta el Catecismo de
la Iglesia Católica, nº 1231: "Desde que el bautismo de los niños vino a ser la forma habitual de celebración de este sacramento, ésta
se ha convertido en un acto único que integra de manera muy abreviada las etapas previas a la iniciación cristiana. Por su naturaleza
misma, el Bautismo de niños exige un catecumenado postbautismal. No se trata sólo de la necesidad de una instrucción posterior al
Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona...".
361
Cfr. Breve comentario para la sala de prensa vaticana a la carta del Santo Padre sobre el Camino neocatecumenal, en E.
PASOTTI (ed.), El Camino Neocatecumenal según Pablo VI y Juan Pablo II, pp. 21-23. Con motivo de la "Carta de
Reconomiento del Camino Neocatecumenal" del Papa JUAN PABLO II (30 de Agosto de 1990), KIKO ARGÜELLO mantendrá que
"la gran novedad de esta Carta del santo padre es que reconoce en el neocatecumenado una iniciación cristiana para adultos de tipo
catecumenal y ofrece, de este modo, a la diócesis un instrumento concreto de evangelización sin transformarlo en una orden religiosa,
en una asociación particular o un movimiento" (Ib., p. 22). Esta Carta apareció publicada en Ecclesia Núm. 2.508 (29 de diciembre
1990) acompañada de un estudio de Mons. RICARDO BLÁZQUEZ: "La Carta del Papa sobre las Comunidades Neocatecumenales",
pp. 34-38 .
Mons. Ricardo Blázquez, que lo ha vivido en primera persona y ha
reflexionado sobre el mismo en diversas ocasiones362, afirma que "el Camino
Neocatecumenal es un Catecumenado en el sentido propio de la palabra. Este
Catecumenado ha nacido no como resultado de una programación pastoral sino
como concreción de las indicaciones de la vida que se iba anticipando. Se han
dado cita en su configuración la sintonía con las orientaciones del Concilio
Vaticano II, la sensibilidad con las actitudes del hombre marcado por la
secularización en relación con la fe, y la inspiración constante en los orígenes de
la Iglesia"363.

A la luz de estas afirmaciones parece que la identidad del


Neocatecumenado está clara364. En este capítulo pretendo certificar tal
autocomprensión. Para ello me propongo desentrañar su configuración
estructural en cuanto itinerario postbautismal365. Voy a ir analizando las etapas y
los pasos tal y como son vividos por las Comunidades Neocatecumenales (=
CNC), y lo haré -como antes he apuntado siguiendo este procedimiento: a) una
metodología comparativa, en relación con el RICA; b) una mirada retrospectiva
a la historia de la Iglesia, a la praxis catecumenal de los primeros siglos; c) una
percepción que detecto en la sensibilidad eclesial de estas tres últimas décadas
(1964-2004) que viene acentuando la necesidad de que los mismos cristianos
sean evangelizados; d) con la relectura que nuestros Obispos hacen del RICA en
los documentos de naturaleza catequética anteriormente señalados; y e) una
verificación en la redacción estatutaria del Camino Neocatecumenal.

A) ETAPAS

Ya hemos visto que en el RICA los tiempos pueden ser llamados también
etapas porque son espacios de tiempo entre unos objetivos y otros del camino de
la fe y los sacramentos366, y los grados pueden ser denominados pasos367, porque
introducen a los tiempos de instrucción y maduración, o por ellos son preparados.

362
Cfr. Comunidades neocatecumenales. Un camino de iniciación cristiana (1984), pp. 603-641. Cuatro años más tarde este
mismo artículo fue editado en forma de libro: Las comunidades neocatecumenales, (1988). Del mismo autor: “Un camino de iniciación
cristiana”, en Iniciación Cristiana y nueva evangelización, pp. 338-402; también Catecumenado en la Iglesia (1998).
363
Cfr. Iniciación Cristiana y nueva evangelización, p. 377.
364
La naturaleza y la realización del Camino Neocatecumenal viene así definida en el Estatuto como un “itinerario de
formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy” (SCN, art 1&1), y como “una modalidad de realización
diocesana de la iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe, según las indicaciones del Concilio Vaticano II y
del Magisterio de la Iglesia” (SCN, art. 1&2). El Neocatecumenado es uno de los ´bienes espirituales` del CN (SCN, art. 1&3)
que se ofrece a los obispos como “un instrumento para el redescubrimiento de la iniciación cristiana de los adultos bautizados”
(SCN, art. 5&1).
365
Tras haber vivido y recorrido el itinerario neocatecumenal, el párroco salmantino ANDRÉS FUENTES, hace una detallada
explicación del mismo: El Neocatecumenado: Un camino de iniciación cristiana, Ed, DDB, Bilbao 1996.
366
Al estudiar la estructura del camino catecumenal del RICA he optado por la terminología que preferentemente emplea el
Ritual, Tiempos y Grados. En el Neocatecumenado, se emplea de modo más usual los términos de Etapas y Pasos que son
equivalentes a los del RICA: Tiempos = Etapas; Grados = Pasos.
367
"Tres, pues, son los grados, pasos o puertas, que han de marcar los momentos culminantes o nucleares de la iniciación...".
Cfr. RICA, Observaciones previas, nº 6c.
Por otra parte ya he puesto de manifiesto que la configuración estructural de un
itinerario catecumenal para adultos bautizados es pastoralmente viable a la luz
de las reflexiones hechas por G. Pasqualetti donde se fundamenta que las
celebraciones del itinerario catecumenal completo, con sus cuatro tiempos y los
tres ritos de paso, pueden perfectamente hacerse con los adultos bautizados "igual
que para los catecúmenos, la preparación de estos adultos exige tiempo
prolongado", de modo que la fe que recibieron en el Bautismo crezca hasta la
madurez cristiana y se enraíce profundamente, "su vida cristiana debe reforzarse
con una preparación oportuna, una catequesis adaptada, las relaciones con la
comunidad de los fieles y la participación en algunos ritos litúrgicos" (nº 296).

La utilización del RICA en la praxis catecumenal con adultos bautizados


se refiere, por lo tanto, al orden del itinerario catecumenal, teniendo siempre
presente las oportunas atenciones a la situación particular de los destinatarios: "El
orden de la catequesis responde, en general, al orden propuesto para los
catecúmenos" (nº 19); a pesar de ello, al ofrecer estas catequesis, los catequistas
deben tener en cuenta "la condición especial de estos adultos que ya han recibido
el bautismo" (nº 297)368.

En el Neocatecumenado las distintas etapas, con cierta flexibilidad, están


ya prácticamente fijadas. "Su articulación -afirma Mons. Ricardo Blázquez- va
resultando del encuentro entre el Catecumenado de la Iglesia primitiva y las
experiencias recogidas en las comunidades pioneras"369, también del intento
creativo de adaptación del RICA en las distintas etapas y pasos del
Neocatecumenado370.

El itinerario neocatecumenal, así como el camino catecumenal que


contempla el RICA, es gradual (nº 4). Se acomoda al ritmo de conversión y de
vitalidad de la fe de las personas (nº 5). Sin embargo, el Neocatecumenado es
mucho más largo que lo que en principio parece apuntar el RICA371. Este es uno
de los puntos más criticados del proceso neocatecumenal, y sin embargo ya en el
Ritual se afirma explícitamente que “la duración del tiempo del catecumenado

368
"No se trata de que la catequesis con bautizados reproduzca, miméticamente, el proceso catecumenal del no bautizado, ya
que su condición difiere de la condición de los catecúmenos (RICA, nº 295). La inspiración de fondo y el carácter gradual de su
formación deben sin embargo, mantenerse". Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, Catequesis de
adultos, nº 199.
369
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 61. En el Estatuto del CN, los ´elementos fundamentales del
Neocatecumenado`vienen desarrollados en los arts. 19-21.
370
Según Mons. RICARDO BLÁZQUEZ: "El camino está jalonado de etapas, de escrutinios, de pasos, de exorcismos, de
ritos...que no son un montaje artificial" ( Ibid., p. 66).
371
"Este camino postbautismal es semejante a aquel que en la Iglesia primitiva precedía al bautismo, pero adaptado a su situación
de bautizados. Aunque las Comunidades Neocatecumenales no señalan cuál es el modelo catecumenal concreto -de entre los existentes
en la Iglesia antigua- al que quieren asemejar su Neocatecumenado, algunos historiadores de la catequesis estiman que su modelo es
el de Hipólito de Roma (comienzos del siglo III), si bien es cierto que éste sólo duraba tres años". Cfr. SECRETARIADO
DIOCESANO DE CATEQUESIS DE MADRID, Comunidades plurales en la Iglesia, Ed, Paulinas, Madrid 1981, p. 55. La
configuración definitiva del Neocatecumenado ha recibido la influencia de otros modelos catequéticos de la primitiva Iglesia que a lo
largo de los siguientes apartados iré mencionando.
depende de la gracia de Dios y además de varias circunstancias... Nada por tanto
puede ser establecido ´a priori`” (nº 20).

En la comprensión global del camino catecumenal que se tiene en el


Neocatecumenado, ya podemos detectar una clara diferencia con respecto a la
comprensión que se tiene en el RICA. En el Ritual se dice: "En este camino,
además del tiempo de instrucción y de maduración, hay grados, mediante los
cuales el catecúmeno ha de avanzar, atravesando puertas, por así decirlo, o
subiendo escalones" (nº 6a). En el Neocatecumenado, en cambio, aparece como
un camino de descendimiento372, a lo largo del cual aprenderán los
neocatecúmenos personalmente lo que es creer. "A través de etapas, pasos y
escrutinios -afirma Mons. Ricardo Blázquez- se hará un descenso por la
conversión en las aguas de la muerte de donde saldrá un hombre nuevo creado
por el Espíritu de Dios. Bautizar significa etimológicamente sumergir en el agua
(cf. Rom 6, 3); este símbolo reclama la conversión como un descenso interior"373.
Por lo demás, esta visión que se tiene del Neocatecumenado como un
descendimiento es fiel heredera de la que se tenía en la Iglesia primitiva: los
baptisterios374 tenían peldaños de bajada hasta la piscina bautismal. El
catecúmeno bajando estos peldaños expresaba su renuncia al hombre viejo,
muriendo a todos los pecados, se despojaba de la vestidura vieja, era bautizado,
sepultado en la muerte de Cristo y renacía a una vida nueva375.

El Neocatecumenado reclama para sí ser un verdadero proceso de


iniciación a la fe, a la conversión y al Bautismo; aunque por tratarse de un
Catecumenado postbautismal, se llama Neocatecumenado (SCN, art. 1&3). Es un
camino largo, se desarrolla en seis etapas sucesivas que marcan el progresivo
crecimiento de la fe (SCN, art. 8&!)376. Veamos cómo se han configurado y se
viven las distintas etapas y pasos de este itinerario catecumenal postbautismal.

372
"Este camino es un Catecumenado. Podéis hacer este gráfico del catecumenado. El Bautismo se representa por un
descendimiento de siete peldaños que descienden a una piscina. En el bautismo el cadáver del hombre viejo queda sepultado dentro
del agua, que significa la muerte. De la misma forma que Jesús ha entrado en la muerte y ha sido sacado de ella por Dios como hombre
nuevo resucitado, tú entrando y saliendo del agua mueres y resucitas, realizándose en tí la Muerte y Resurrección de Jesucristo
resucitado, el hombre que ha nacido del Espíritu Santo. El Catecumenado es este descendimiento hasta las aguas del Bautismo. Es un
camino de conversión. Cfr. KIKO ARGÜELLO, Orientaciones a los Equipos de catequistas para la Fase de conversión (Catequesis
dadas a los equipos de catequistas de Madrid en los Dominicos del Rosario de la calle Conde de Peñalver 40, durante los meses de
febrero, marzo y abril de 1972) (Por manuscrito), p. 8. [Citaremos este documento a partir de este momento así: Orientaciones...,].
373
"Bajar los peldaños de la fuente bautismal (recuérdese cómo eran los baptisterios primitivos) es el símbolo de una conversión,
de una Kénosis, de un descenso a la auténtica realidad del hombre. Bajando encuentra el hombre su verdad". Cfr. Las Comunidades
Neocatecumenales, p. 30.
374
El baptisterio de la Iglesia de San José en Nazaret tiene 7 peldaños. También el de la Iglesia de Éfeso.
375
Esta comprensión bautismal está íntimamente ligada a la naturaleza del Catecumenado en su ´entrañamiento parroquial`,
y así aparece reflejado en SCN, art. 6&1: “El Neocatecumenado, en cuanto itinerario de redescubrimiento de la iniciación
cristiana, se realiza normalmente en la parroquia, ´ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe`, lugar privilegiado donde
la Iglesia, madre y maestra, engendra en la fuente bautismal a los hijos de Dios y les ´gesta` a la vida nueva”.
376
Para G. ZEVINI “el Neocatecumeando consta de las catequesis iniciales y del itinerario neocatecumenal, articulado según
las tres fases de la iniciación cristiana: precatecumenado, catecumenado y elección, divididas en etapas, jalonadas por pasos marcados
por algunas celebraciones”. Para el desarrollo del Neocatecumenado ver: “Etapas del Neocatecumenado”, en La iniciación cristiana
de adultos en las Comunidades Neocatecumenales: CONCILIUM nº 142 (febrero 1979) pp. 240-248. Del mismo autor, aunque sólo
se encuentra en la versión original italiana, ´Neocatecumenato`, en Nuovo Dizionario de Spiritualità (ed. St de FIORES-T. GOFFI),
1. Etapa kerigmática

Ya desde su origen el Camino Neocatecumenal ha sido ofrecido como un


don, como un servicio, como instrumento a los Obispos y por tanto a sus diócesis
para llevar adelante una pastoral de evangelización con adultos ofreciendo un
camino de conversión por medio del cual todos los que se sientan llamados
puedan redescubrir las riquezas inmensas de la fe, en un Catecumenado
postbautismal (SCN, art. 5&1), en el cual, poco a poco, etapa tras etapa, peldaño
tras peldaño, puedan descender hasta las aguas de la regeneración eterna, a fin de
que el Bautismo que un día les confirió la Iglesia pueda llegar a ser, mediante su
adhesión personal, sacramento de salvación, buena noticia para los hombres.

Los Obispos por tanto, son los que abren el Neocatecumenado en las
respectivas diócesis (SCN, art. 26)377, contando siempre con el hecho de que
algunos de sus párrocos estén dispuestos a iniciar esta experiencia (SCN, arts.
9&1 y 27). Ellos son los que dan el consentimiento y la aprobación al equipo de
catequistas que ponen en marcha el Neocatecumenado en las parroquias de sus
diócesis en un servicio de comunión que estará siempre bajo la observancia y
tutela episcopal (SCN, arts. 8&4 y 27-28)378. Ellos son los legítimos y por tanto
verdaderos responsables del Catecumenado en sus diócesis379, y también del

Roma, 1979 (2ª Ed.), pp. 1056-1073 (con bibliografía italiana muy completa) (Artículo éste injustificada e incomprensiblemente
suprimido en la traducción española). Ver también Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 59-86;
y A. FUENTES, El Neocatecumenado. Un camino de iniciación cristiana, pp. 57-120.
377
Esta vinculación del Neocatecumenado con el ministerio episcopal es inequívoca. Al interior de las CNC se tiene muy claro
que "el Obispo, en calidad de maestro de la fe (cf. CT, nº 63), es el primer catequista de los adultos. Está llamado a ejercer dicha tarea
con la peculiar incidencia de su carisma y testimonio. Se interesará, por tanto, en primera persona, del plan diocesano de la catequesis
de adultos, se informará de su desarrollo mediante encuentros con los responsables y con los mismos catequistas a los que considerará
entre sus principales colaboradores, seguirá con atención premurosa y cordial la formación de los catequistas de adultos. Por la
responsabilidad que le corresponde, el Obispo atenderá con fraterna caridad a las diversas formas de catequesis de adultos de origen
no diocesano". Cfr. COINCAT, La catequesis de adultos en la comunidad cristiana. Algunas líneas y orientaciones, Ed, Edicep,
Valencia 1990, nº 82. El Neocatecumenado en cuanto itinerario catequético que se desarrolla con adultos, se ha ido extendiendo para
responder a la demanda de los Obispos: "Muchos equipos de catequistas itinerantes, después de una experiencia de evangelización en
la propia nación, han sido llamados por el Señor para abrir el Camino en otros países de donde nos habían llegado numerosas peticiones
de los Obispos y párrocos, sobre todo a partir de 1972". Cfr. KIKO ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, “El Camino
Neocatecumenal: breve síntesis”, en E. PASOTTI, o. cit., pp. 126-127.
378
Para Mons. RICARDO BLÁZQUEZ "tanto la terquedad del carismático como la estrechez del ministro pueden obstaculizar
la relación, llamada a ser fecunda, entre la originalidad del carisma y la comunión de la Diócesis en torno al Obispo. El Camino
Neocatecumenal tiene muy claro que si el Obispo no quiere ni se abre el catecumenado en las parroquias de su Diócesis ni una vez
abierto se despliega en su itinerario (y lo mismo se diga en relación con el Párroco)". Cfr, Iniciación cristiana y nueva Evangelización,
p. 356.
379
Las atribuciones que el RICA asigna a los Obispos recoge el espíritu conciliar. No podemos olvidar que la restauración del
Catecumenado ha sido una petición expresamente solicitada por la Asamblea Conciliar: "Restáurese el Catecumenado de adultos,
dividido en distintas etapas, cuya práctica dependerá del juicio del Ordinario del lugar" (SC, nº 64); "Tienen que esforzarse también
en restablecer el Catecumenado de adultos o en hacer una adaptación más adecuada" (CD, nº 14). En concreto, se dice que "es propio
del Obispo, por sí, o por su delegado organizar, orientar y fomentar la educación pastoral de los catecúmenos y admitir a los candidatos
a la elección y a los sacramentos..." (RICA, nº 44); y se le apuntan sus responsabilidades:"1) Establecer la institución del
Catecumenado y decidir las normas oportunas para cada necesidad; 2) Determinar, según las circunstancias, si se puede celebrar, y
cuándo, el rito de la iniciación fuera de los tiempos propios (Cfr. nº 58); 3) Dispensar por impedimentos graves de un escrutinio y, en
circunstancias extraordinarias, también de dos (Cfr. nº 240); 4) Permitir que parcial o totalmente se use el Ritual abreviado (Cfr nº
240); 5) Confiar a los catequistas, que sean verdaderamente dignos y estén bien preparados, la misión de realizar los exorcismos y las
Neocatecumenado. Es por otra parte un hecho contrastado que en el
Neocatecumenado, los Obispos son invitados y están presentes en todos los pasos
que jalonan este largo itinerario neocatecumenal, desde el mismo instante en el
que se inicia, es decir, en la celebración en que el Obispo hace entrega
autorizadamente de la Escritura a las personas que están dispuestas a recorrer este
proceso neocatecumenal.

Cuando un Párroco, por tanto, desea iniciar este camino toma contacto con
las parroquias en las cuales existen Comunidades Neocatecumenales, si el
Neocatecumenado ya está establecido en su Diócesis. De lo contrario, es el
Obispo el que solicita y pide que un equipo de catequistas itinerante inicie el
Neocatecumenado en su Iglesia Particular380. Una vez puestos en contacto el
equipo de catequistas con el Párroco que desea abrir el Neocatecumenado, éstos
le informan en qué consiste este proceso con sus etapas y pasos y muestran la
importancia del ministerio pastoral del Párroco que está llamado a ser el
responsable y estar al centro del mismo. Una vez que se clarifica el horizonte
pastoral al que apunta este itinerario neocatecumenal, si el Párroco se decide a
iniciar el Neocatecumenado pide que le sean enviados catequistas, los cuales se
comprometen a iniciarlo y a guiarlo en comunión con el Párroco381. Los
catequistas hablan también con todo el consejo parroquial, presentando la
necesidad de inaugurar una pastoral de evangelización a través de un
Catecumenado post-bautismal; sucesivamente tienen un encuentro con los
movimientos de la parroquia, y por último, hacen una invitación a todos los fieles
de la parroquia durante las misas del domingo y les invitan a participar en unas
catequesis que tendrán lugar dos veces a la semana, durante dos meses. El equipo
de catequistas está formado por un sacerdote, garante de la ortodoxia y de la
eclesialidad del anuncio, de un matrimonio y de un joven, constituyendo una
pequeña comunidad de evangelización382.

Este tiempo que se dedica a la catequización en la parroquia y que dura dos


meses es la fase que abre el Neocatecumenado383, también se la suele denominar

bendiciones (Cfr. nnº 44 y 47); 6) Presidir el rito de la elección y dar por válida la admisión de los elegidos o por medio de un delegado
(Cfr. nº 44)" (RICA nº 66).
380
“Al Obispo diocesano, cual responsable de la iniciación, de la formación y de la vida cristiana en la Iglesia particular,
compete autorizar la realización del Camino Neocatecumenal en la diócesis”. Cfr. SCN, art. 26,1º.
381
“El Neocatecumenado es guiado, en comunión con el Párroco y bajo su responsabilidad pastoral, por un equipo de
catequistas...”. Cfr. SCN, art. 8&4.
382
“Dicho equipo, con las catequesis iniciales, pone en marcha un proceso de gestación en la fe en que se forman las
comunidades y vuelve periódicamente, normalmente una vez al año, para conducir los diversos pasos del itinerario
neocatecumenal y dar las indicaciones necesarias para el desarrollo de las diversas fases y etapas”. Cfr. SCN, art. 8&5.
383
Cfr. KIKO ARGÜELLO, art. cit., p. 198. En una artículo publicado en 1977, el mismo Kiko Argüello describe sumarialmente
el contenido de las catequesis de esta etapa Kerigmática: Il Neocatecumenato. Un´esperienza di evangelizzazione in atto. Sintesi delle
sue linee di fondo: Rivista di Vita Spirituale 1 (1977), pp. 85-102. Otros estudios aparecieron este mismo año: L. DELLA TORRE,
Il Neocatecumenato: Communio 32 (1977), pp. 58-68; Esperienze di catechesi neocatecumenali: SPAS 31 (1977) pp. 37-45; Vi
presentiamo il movimento neocatecumenale (Intervista a cura del C.M.D.F) en Stt. del Clero 44 y 45 (1977); G. ZEVINI, Le comunità
neocatecumenale. Una pastorale di evangelizzazione permanente, Roma 1977.
fase de conversión384. Es el tiempo del anuncio del Kerygma "anuncio de
salvación que se desarrolla a través de un diálogo directo y existencial sobre la
incidencia del cristianismo en la vida de las personas. Las catequesis se basan en
el trípode: Palabra-Liturgia-Comunidad sobre el cual se basará todo el recorrido
neocatecumenal"385. Este planteamiento viene recogido en el Estatuto del CN:
“Las catequesis iniciales y el itinerario neocatecumenal se basan en los tres
elementos fundamentales (trípode) de la vida cristiana, resaltados por el Concilio
Vaticano II: Palabra de Dios, Liturgia y Comunidad” (art 8&2).

En esta primera fase, este trípode se empieza a vivir y experimentar de un


modo muy germinal, pero apuntando ya la creativa y original síntesis pastoral que
encierra al conseguir unificar las tres dimensiones básicas de la misión
evangelizadora de la Iglesia: Anuncio (= Palabra), Celebración (= Liturgia) y
Moral-Vida (= Comunión) de un modo concreto, sencillo y vital. En el Estatuto
se afirma que “en el centro de todo el recorrido neocatecumenal hay una síntesis
de predicación kerigmática, cambio de vida moral y liturgia” (SCN, art 8&3).

Tras las primeras cuatro catequesis introductorias, que explican el


significado del Neocatecumenado iniciado en la parroquia, se anuncia el
Kerygma (catequesis 7ª y 8ª) partiendo de la situación existencial de la persona
(catequesis 5ª y 6ª) hechas de un modo muy directo y con un lenguaje existencial
y claramente paulino: "El Kerygma, el Siervo de Yahvé que, resucitado por Dios,
hoy se presenta vivo ante ellos, llamándoles a conversión, a cambiar de vida,
puesto que Dios ha resucitado a este pobre que no se resiste al mal de nuestros
pecados, como la única verdad, como la vida eterna a la que todos tenemos acceso
gratuitamente si reconocemos que no amamos así y si creemos que esta forma de
amor es la verdad (y no los ídolos del mundo sobre los que basamos nuestra
existencia: el éxito humano -Jesús murió fracasado por amor nuestro-, el dinero,
los afectos, la sexualidad, etc.). El Kerygma no es una doctrina a la que adherirse,
ni es sólo una verdad que tenemos que creer; es una Persona que se hace
acontecimiento a través de la predicación, que nos interroga, que podemos aceptar
o rechazar"386.
384
En las "Observaciones previas" del RICA se señala claramente el alcance que está llamado a tener el Ritual en esta fase: "Está
destinado a los adultos, que al oír el anuncio del misterio de Cristo, y bajo la acción del Espíritu Santo en sus corazones, consciente y
libremente buscan al Dios vivo y emprenden el camino de la fe y de la conversión. Por medio de este Ritual se les provee de la ayuda
necesaria para su preparación..." (nº 1). En el Neocatecumenado, vamos a ir viendo que la referencia al RICA será una constante ya
desde la primera fase de su nacimiento en una Parroquia, y este recurso está legítimamente fundamentado en el mismo Ritual: "Para
significar la acción de Dios en esta obra de preparación, sería muy oportuno emplear algunos de los ritos propios del catecumenado,
que respondan a la condición especial de estos adultos bautizados y a su provecho espiritual, como son las entregas del Símbolo, de
la Oración dominical y también de los Evangelios" (nº 302).
385
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Le comunità neocatecumenali, p. 198. "A propósito del trípode (palabra, liturgia y comunión)
recordemos cómo el Concilio Vaticano II ha seguido de forma sistematizadora estas tres dimensiones... Esta trilogía indica las acciones
básicas a través de las cuales la Iglesia vive, se edifica y cumple su misión; y se apoya en la concepción de los Padres de la Iglesia,
según la cual Jesús es el Mesías, el Ungido, como Sacerdote, como Profeta y como Rey. La Iglesia vive de la Palabra de Dios y de la
celebración de los Sacramentos; y su forma de existencia es la comunión". Cfr. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Las Comunidades
Neocatecumenales, p. 64.
386
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 93. En el RICA se dice que "en este período se hace la evangelización, o
sea se anuncia abiertamente y con decisión al Dios vivo y a Jesucristo, enviado por él a salvar a todos los hombres" (nº 9).
Estas catequesis, pues, giran en torno al anuncio de la salvación operada en
el misterio pascual: Cristo, al morir por nosotros, consuma la muerte del hombre
viejo con sus pecados; al resucitar por nosotros, configura la nueva criatura en la
fe y realiza la comunión con Dios y con los hermanos, incluidos los enemigos387.
Kiko Argüello, al dirigirse a la Asamblea Sinodal en 1983 -reunida para
reflexionar sobre el tema de la Penitencia y la Reconciliación- les decía a los
Obispos con respecto a esta fase kerigmática lo siguiente: "Esta primera fase la
hacemos en las parroquias durante un período de dos meses, llamando con fuerza
a convertirse a este Siervo sufriente, como el camino de la verdad, como felicidad
ofrecida al hombre en el Nombre de Jesús, esto es: la posibilidad de amar
totalmente, de donarse totalmente..."388. El Kerygma apostólico se anuncia con
gran fuerza -afirma Andrés Fuentes- desde la misma realidad profunda del
hombre: "Todo hombre ha realizado en sí mismo, tal vez sin saberlo, la misma
experiencia del Paraíso, la negación del amor de Dios, la desobediencia interior,
raíz de todas sus frustraciones. El miedo a la muerte de todo su ser esclaviza al
hombre y lo lanza en brazos de los ídolos. Ni conoce a Dios, ni se conoce a sí
mismo, ni se explica el sentido de su vida y mucho menos el de su muerte. En
Cristo muerto y resucitado se nos desvela todo el sentido y la meta de nuestra
existencia. Cristo asume nuestra muerte y la transforma en vida. La conversión
es creerse esta palabra que nos pone en camino de la obediencia a Dios"389.

Después de este anuncio explícito del Kerygma y de la llamada a la


conversión que se hace a los oyentes, quienes aceptan esta predicación son
invitados a dar una respuesta en una Celebración Penitencial. Es preparada con
una Encuesta sobre la real incidencia de este sacramento en la vida de las
personas, y con una catequesis sobre la historia del Sacramento de la
Reconciliación y de la Penitencia, poniendo el acento en todos los elementos que
han enriquecido este Sacramento a la luz de la doctrina conciliar y sobre todo del
Sínodo que tuvo lugar en 1983 sobre el tema Reconciliación y penitencia en la
misión de la Iglesia390. "En el marco de esta predicación Kerigmática -afirma
Kiko Argüello- y después de anunciar el perdón de los pecados, como en las

387
Para conocer el contenido de las catequesis iniciales que se imparten durante dos meses en la parroquia, ver SCN, arts. 9
y 10.
388
Cfr. “Breve relación sobre el Camino Neocatecumenal en la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre Penitencia y
Reconciliación”, en El Camino Neocatecumenal en los discursos de Pablo VI y Juan Pablo II, Centro Neocatecumenal de Madrid
1992 (2ª Ed.), pp. 228-232. A. FUENTES desarrolla ampliamente el contenido de estas catequesis, ver: El Neocatecumenado..., pp.
60-70.
389
Cfr. La espiritualidad del Camino Neocatecumenal: Vida sobrenatural (Enero-Febrero 1995), p. 85. Ver también, C.
ELORRIAGA, Bautismo y espiritualidad neocatecumenal: Revista de Espiritualidad nº 184-185 (1987) pp. 369-388.
390
Cfr. Exhortación Apostólica post-sinodal de JUAN PABLO II, La reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia
hoy, Ed, B.A.C., Madrid 1984. Y la reflexión ulterior de nuestros obispos: Instrucción pastoral sobre el Sacramento de la Penitencia,
Dejaos reconciliar con Dios, Ed, Edice, Madrid. 1989. "Es un hecho acreditado en las Comunidades Neocatecumenales que en el
interior del proceso de fe y de conversión hacia el Bautismo se recupera con vigor el sacramento de la conversión, de la penitencia.
Según el testimonio de los presbíteros, la comunidades han fortalecido decisivamente la celebración del sacramento en sus parroquias,
e incluso a veces la han rescatado del olvido...". Cfr. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 38-
39.
parroquias la mayoría son bautizados, se les invita a sellar la conversión en el
Sacramento de la Penitencia”391

Es importante observar, en este sentido, que el RICA ya pone de


manifiesto que "de la evangelización, llevada a cabo con el auxilio de Dios, brotan
la fe y la conversión inicial, con las que cada uno se siente arrancar del pecado e
inclinado al misterio del amor divino" (nº 10). Esta celebración culmina con un
ágape fraternal en los salones parroquiales que ayuda a expresar la alegría del
perdón recibido, sirve para el mutuo conocimiento entre los asistentes, y crea
unos iniciales vínculos de comunión entre las personas reconciliadas que han
experimentado el perdón de Dios.

En las cinco catequesis siguientes se trata de presentar el Kerygma


preparado por Dios a través de la Historia de la Salvación -se anuncia a través de
la Escritura392(SCN, art. 9,2ª)-, y preparan a los oyentes a la primera entrega que
en el Neocatecumenado se hace: La entrega de la Biblia en el marco de una
Celebración de la Palabra, celebración a la que se invita al Obispo o un delegado
suyo393. Esta iniciación a la Escritura, se dice en el Estatuto, “es sellada en una
celebración de la Palabra, en que los participantes reciben la Biblia de manos del
Obispo, garante de su auténtica interpretación, como signo de que la madre
Iglesia de ahora en adelante a lo largo del camino les nutrirá semanalmente en
esta mesa, fuente viva de la catequesis”(art. 9, 2ª).

Esta celebración, al igual que la anterior del sacramento de la Penitencia,


viene precedida de una suficiente y esmerada preparación que incluye una
Encuesta en la que se pone de manifiesto, casi siempre, el gran desconocimiento
e ignorancia que la mayoría de los bautizados tienen de la Escritura, libro que no
suele ser habitual en las estanterías de los oyentes, o si se tiene a penas se utiliza.

391
“A este punto de la catequesis, comenzamos a ver ya los primeros milagros de la predicación: gente alejada del sacramento
de la Penitencia durante años, vuelven a confesarse con alegría, recuperan una paz que hacía muchos años que no conocían, y
sobre todo, se comienza a recuperar en algunos países el sacramento de la Reconciliación que había casi desaparecido”. Cfr.
“Breve relación sobre el Camino Neocatecumenal en la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre Penitencia y
Reconciliación”, en El Camino Neocatecumenal..., p. 230. Ver también SCN, art 9,1ª.
392
"Abraham, paradigma de la fe, Palabra que llama a cada uno de nosotros a un camino: Abraham eres tú; el Éxodo, paradigma
de la liberación de la esclavitud del pecado y del camino de un pueblo en el desierto hasta el Reino de Dios: Jesús el verdadero Israel
que nos lleva al Padre". Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, pp. 93-94. La catequesis del Éxodo ha recibido una clara
influencia de ORÍGENES para quien las etapas del Catecumenado las veía perfectamente "profetizadas" en el Éxodo hebreo:"Y no
pienses que aquellas azañas son meros hechos pasados y que nada tienen que ver contigo, que los escuchas ahora: en ti se realiza su
místico significado. En efecto, tú, que acabas de abandonar las tinieblas de la idolatría y deseas ser instruido en la ley divina, eres
como si acabaras de salir de la esclavitud de Egipto...". Cfr. Homilía 4,1: PG 12, pp. 842-843. Ver también: Homilías sobre el libro
de los Números, 26,4 (SCr, 29, p. 501). Para una mayor ampliación y profundizar en el lugar que ocupó la "tipología del Éxodo" en
la iniciación cristiana de la Iglesia primitiva: JEAN DANIELOU, Tipología bíblica. Sus orígenes, Ed, Paulinas, Buenos Aires 1966,
pp. 201-284.
393
"Mostrando con este rito que la Escritura no se puede separar de la Iglesia". Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato,
p. 94. La presentación, la lectura y la interpretación de la Escritura en el Neocatecumenado está desde el mismo momento que se inicia
el itinerario neocatecumenal católicamente bien presentada en continuidad con la doctrina conciliar que encontramos en Dei Verbum,
nnº 7-12. Para conocer el alcance y la importancia que la Palabra de Dios tiene en el Neocatecumenado, ver, F. VOLTAGGIO, “La
Parola di Dio nelle comunità neocatecumenali”, en G. ZEVINI, “Incontro con la Bibbia. Leggere, pregare, annunziare”, Roma 1978,
pp. 187-191; P. SORCI, Hermenéutica della Parola nel Cammino Neocatecumenale: Rivista Liturgica 84 (1997), pp. 867-880.
De ahí que, tras hacer una catequesis sobre la importancia y el lugar que la Palabra
de Dios debe ocupar en la vida de los cristianos, la celebración de La entrega de
la Biblia por manos del Obispo sea vivida como un momento realmente
significativo y de un profundo contenido católico: de manos del Obispo se recibe
la Escritura para que ella sea desde este momento el alimento y el sustento diario
en el largo itinerario que estas personas se disponen a iniciar394.

Esta etapa de anuncio del Kerygma se concluye con una convivencia de


tres días, en la que se ve cómo este Kerygma es predicado, proclamado y hecho
presente para nosotros a través de los sacramentos y fundamentalmente en la
Eucaristía (SCN, art. 9, 3ª). Se hacen catequesis sobre la renovación litúrgica del
Concilio, sobre la Pascua hebrea, sobre la Pascua de Cristo, sobre la historia de
la Eucaristía a través de los siglos... Se presenta al hombre nuevo que Dios quiere
hacer nacer a través del Neocatecumenado: el hombre del Sermón de la Montaña,
que no se resiste al mal y ama a los enemigos, que tiene la misión de ser cada día
cordero llevado al matadero y de morir por el mundo. Y ésta es una Buena
Noticia, porque la criatura nacerá y crecerá no como fruto de nuestros esfuerzos,
sino como obra del Espíritu Santo: la Virgen de Nazaret, imagen de la Iglesia y
del Neocatecumenado ("¿Cómo es posible?" "El Espíritu Santo descenderá sobre
ti y te cubrirá con su sombra..." "Hágase en mí según tu palabra")395. En el
Estatuto, se remarca que “el último día de la convivencia se proclama el Sermón
de la Montaña, diseño del hombre nuevo, y se presenta el itinerario
neocatecumenal como un camino de gestación, a imagen de la Santa Virgen
María” (art. 10&1).

En esta convivencia celebran por primera vez la Eucaristía todos juntos,


ponen en común las experiencias que han vivido a través de la catequesis y cada
uno expresa su opción de caminar o no con la comunidad. La convivencia
concluye con el nacimiento de la Comunidad Neocatecumenal396. Así pues,
394
Cfr. RICA, nº 18: "Los catecúmenos son alimentados por la Iglesia con la palabra de Dios y favorecidos por las ayudas
litúrgicas". Hace unos pocos años el Papa Juan Pablo II les decía a los Obispos italianos: "A pesar del gran impulso que el Concilio
Vaticano II ha dado a los estudios bíblicos y a la pastoral bíblica en las comunidades cristianas, todavía son demasiados los fieles que
siguen privados de un encuentro vital con las Sagradas Escrituras y no alimentan adecuadamente su fe con la riqueza de la palabra de
Dios que se halla en los textos revelados". Cfr. Discurso a la Conferencia Episcopal Italiana (22-5-97), A Jesucristo por la Biblia:
L´Osservatore romano, 30-5-97 (en español).
395
"Hemos visto cómo el cristiano tiene en María la propia imagen: ella ha acogido el anuncio, ha llevado en su seno a Jesús, lo
ha dado a luz en medio de la pobreza y el rechazo. Siendo la madre de Jesús, tiene un amor maternal, lleno de ternura hacia el Hijo
de Dios. Ese amor, esta nueva maternidad celeste y virginal, es dada en participación al cristiano, por obra del Espíritu Santo". Cfr.
KIKO ARGÜELLO, “La Virgen María y el Camino Neocatecumenal”, en CARLOS GARCÍA ANDRADE, Presencia de María en
los movimientos eclesiales contemporáneos: Ephemerides Mariologicae 36 (1986), p. 306.
396
“ Al final de la convivencia, con los que acogen la llamada a recorrer tal Catecumenado postbautismal se forma la comunidad
neocatecumenal”. Cfr. SCN, art. 10&2. Según afirma Mons. RICARDO BLÁZQUEZ "en esta convivencia se presenta el camino
neocatecumenal para que todos sepan de qué se trata, y se expone la misión de la Iglesia que es la misión del Siervo de Dios. El
sermón del monte será para el cristiano el espejo del hombre nuevo. Con los disponibles a caminar se constituye la comunidad,
eligiéndose el responsable y corresponsables. El párroco es el presbítero de la primera comunidad de su parroquia", Las Comunidades
Neocatecumenales, p. 70. En esta misma dirección: "Un Catecumenado no se pone en marcha por decreto, como tampoco se puede
hacer que un árbol crezca a base de órdenes. El Catecumenado, como el árbol, para dar fruto requiere una tierra debidamente preparada.
Y esta tierra no es otra que la comunidad cristiana. Sin una comunidad que lo respalde, el Catecumenado tiene pocas posibilidades
de sobrevivir...". Cfr. De la cristiandad a la comunidad, p. 35; y "por comunidad cristiana entendemos la comunidad eclesial
inmediata donde el creyente nace y se educa en la fe (CC, nº 255). Es importante recordar que toda comunidad cristiana es la
podemos afirmar que la predicación kerigmática tiende a la constitución de la
comunidad, para que en ella, como en un seno materno, sean los neocatecúmenos
gestados en la fe397. Como muy bien ha fundamentado Mons. Iniesta, para los
neocatecúmenos, a partir de este momento "la pequeña comunidad cristiana será
el espacio privilegiado, normal y habitual para el creciente desarrollo y
maduración de la vida cristiana"398.

El Neocatecumenado es presentado como un periodo de gestación en el


seno de la Iglesia: Nicodemo pregunta a Jesús: ¿Cómo puede nacer un hombre
siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar en el seno de su madre otra vez y nacer?
(Jn. 3,4). Esta frase ilustra -afirma Kiko Argüello- el espíritu de las Comunidades
Neocatecumenales: volver al seno de la Iglesia, volver a nuestra Madre, a la
Virgen, para que ésta engendre y haga crecer en nosotros la semilla del Bautismo
que llevamos dentro. Este tiempo de gestación y de crecimiento lo llamamos
Neocatecumenado"399Las dos engendran virginalmente al mismo Cristo: María
llevó en su seno a la Vida y la engendró física y virginalmente, mientras que la
Iglesia la crea en las aguas bautismales y en el anuncio de la fe y la engendra
misteriosamente por obra del Espíritu Santo".. Los Obispos españoles con otras
palabras, insisten en esta misma idea al afirmar que "en todo proceso catequizador
de un adulto se desarrolla esta acción maternal de la Iglesia, que alimenta con su
propia fe a sus hijos nacidos por el Bautismo. Es inherente, en consecuencia, que
la vinculación cordial del cristiano con la madre Iglesia quede bien consolidada.
La salud espiritual del adulto depende de ese vinculo" (CA, nº 110) 400"La Virgen

realización concreta del don de la comunión que el Espíritu concede a los cristianos" (CA, nº 125). Para una explicación más detallada
de los diferentes ámbitos comunitarios en que se puede realizar la catequesis de adultos ver el apartado: "La catequesis se
realiza a través de diversos ámbitos comunitarios" (CC, nnº 267-282).
397
Los SS. Padres asimilan, frecuentemente, la formación catecumenal a una gestación de la Iglesia, que da a luz a sus hijos en
la pila bautismal. Por ejemplo, S. GREGORIO GRANDE dice: "Después de haber sido fecundada, concibiendo a sus hijos por el
ministerio de la predicación, la Iglesia les hace crecer en su seno con sus enseñanzas" (ML 76, p. 108). SAN AGUSTÍN, por su parte,
afirma dirigiéndose a los catecúmenos:"Aunque todavía no hayáis nacido, habéis sido ya concebidos y vais a ser alumbrados en la
fuente bautismal como en el seno de la Iglesia" (Sermones ad competentes, 56,IV,5). Para profundizar en la "catequesis de adultos,
transmisión maternal de la fe de la Iglesia", ver Catequesis de Adultos, nº 110.
398
Los arts. 7;13 y 15,1&1 del Estatuto desentrañan la realización del Neocatecumenado en pequeña comunidad. A Mons.
Iniesta "le parece legítimo suponer que no solamente la Iglesia es una comunidad, sino que en su interior debe estar normalmente
organizada como comunidad de pequeñas comunidades, donde el cristiano individual puede encontrar una expresión concreta,
cercana, cálida y adaptada a su tamaño de la gran Iglesia, y, de ese modo, no sentirse en ella como una masa anónima sino como una
familia de hermanos". Ver la excelente "ponencia" que pronunció en el III Encuentro Catecumenal Diocesano celebrado en Madrid
en 1979, que lleva por título: "La pequeña comunidad, hoy, como ámbito para la experiencia de fe", recopilada junto a otros artículos
en su libro Teopraxis: 2. Comunidades. Tareas urgentes. Ensayos de Teología Pastoral, Ed, Sal Terrae, Santander 1981, pp. 9 y 11.
399
Cfr. Le Comunita´Neocatecumenali, p. 200. Según KIKO ARGÜELLO: "El cristiano es gestado por la Iglesia en un útero
celeste, en un seno divino, el Bautismo. Entendiendo por el Bautismo aquí la globalidad de la gestación cristiana: anuncio -
precatecumenado-catecumenado- elección y neofitado... fiel, cristiano". Cfr. “La Virgen María y el Camino Neocatecumenal”, en art.
cit., p. 302. "María es la figura (prototipo) de la Iglesia, ya que Cristo nace de ella, por obra del Espíritu Santo, para poder seguir
naciendo y creciendo en la Iglesia. Las dos son templos vivos, sagrarios e instrumentos de manifestación del Espíritu Santo. Cfr.
NUEVO DICCIONARIO MARIOLOGÍA, Ed, Paulinas, Madrid, 1988, p. 457.Ver también estos dos estudios:
K. DELAHAYE, "Ecclesia Mater" chez les Pères de l´Eglise, Cerf, París, 1964; y M. DUJARIER, Le
catéchuménat et la maternité de l´Eglise: LMD 71 (1978), pp. 78-93.

400
METODIO DE OLIMPIA, por ejemplo, apunta a esta acción maternal de los catequistas, cuando educan en la fe a los
cristianos inmaduros:"Respecto a los que son todavía imperfectos (en la vida cristiana), son los más maduros los que les forman y les
dan a luz en una acción maternal" (Symposium,III,8).
en su vida fue ejemplo de aquel afecto maternal con el que es necesario estén
animados todos los que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a regenerar
a los hombres" (LG, nº 65).. De ahí que la Comunidad Neocatecumenal
inmediata, en cuyo ámbito se va a realizar todo la iniciación cristiana, así como
los catequistas concretos que la van a guiar a lo largo de todo el itinerario
neocatecumenal, participan de manera eminente de esa maternidad de la
Iglesia401.

El Neocatecumenado se va a vivir en comunidad y esta primera etapa


tiende a su constitución. Evidentemente, en estos primeros comienzos, la
comunidad tiene más rasgos de grupo neocatecumenal402 que de comunidad
cristiana ya constituida. Poco a poco a lo largo del itinerario neocatecumenal la
comunidad cristiana irá apareciendo como un don más que como una conquista
humana, la comunidad cristiana será el origen y la meta del Neocatecumenado403.
Empalma este objetivo con el señalado por nuestros Obispos, para quienes "la
finalidad de la catequesis es la educación de la fe del creyente con vistas a
iniciarle en la comunidad cristiana que construye el Reino de Dios en el mundo.
Por ello, junto a la profesión de fe, a la celebración de los misterios y a la vivencia
de los valores evangélicos, la comunidad es meta de la catequesis y en ella
desemboca. Toda la catequesis es para la comunidad y ha de estar al servicio de
su construcción" (CC, nº 287).

Terminada la convivencia, se inicia el Precatecumenado postbautismal


(SCN, art. 19&1). Los catequistas que han anunciado el Kerygma, después de
instruir a la comunidad de cómo han de caminar, retornan a su comunidad de
origen, y sólo después de cierto tiempo volverán para visitar a la comunidad que

401
En este sentido es inherente a la misma pedagogía neocatecumenal la obediencia de los neocatecúmenos a los catequistas.
Ya hemos visto cómo en los Hechos de los Apóstoles los que acogían el Kerygma se ponían en obediencia: ¿Qué hemos de hacer
hermanos? (Hch 2,37). En el Catecumenado primitivo sucedía lo mismo. El catequista, como delegado del Obispo, daba una serie de
instrucciones a los catecúmenos. Durante un tiempo debían escuchar asiduamente la palabra de Dios, orar, ayunar, cambiar
costumbres... Pasado un tiempo, antes de recibir el Bautismo, el Obispo tenía que ver si los candidatos eran dignos. Y les preguntaba
al padrino sobre su idoneidad. Es como si le dijera: ¿Han obedecido a aquello que les mandamos?. El espíritu de obediencia que
los neocatecúmenos tienen con sus catequistas es uno de los "signos" más llamativos del Neocatecumenado. La obediencia es un
elemento fundamental del proceso bautismal y de toda la vida cristiana que en el Neocatecumenado se descubre y se vive con
radicalidad. Ver las hermosas páginas de HENRI DE LUBAC acerca de la obediencia: "El hombre de Iglesia no es sólo obediente,
sino que ama la obediencia...Ella somete nuestros pensamientos y deseos, no a los caprichos de los hombres, sino a la obediencia de
Cristo... Nunca se traiciona a ninguna causa, nunca se es infiel a otro, a sí mismo, o a Dios, cuando se obedece con sencillez". Cfr.
Meditación sobre la Iglesia, Ed, Encuentro, Madrid 1984, pp. 204-209. WALTER KASPER muestra como la "Kenosis", la obediencia
de Jesús y del cristiano es una prueba de la libertad interior, en in Fede e Storia, Brescia, 1985, p. 187.
402
La catequesis en grupo, es una exigencia de la catequesis, y así lo afirman nuestros Obispos: "Una catequesis en la comunidad
y en clave de proceso catecumenal parece reclamar, como medio más adecuado para cumplir su cometido, el que se realice en grupo.
El grupo catequético y la catequesis en grupo, como expresión e iniciación en la comunidad, es una exigencia de la catequesis" (CC,
nº 233). También dan las razones de esta opción (CC, nº 284), y señalan los riesgos (CC, nº 285). Hoy en la pastoral catequética se
subraya con fuerza la relación estrecha existente entre catequesis y comunidad: "Se puede hablar en este sentido de una clara opción
comunitaria en la conciencia catequética actual, según la cual la comunidad cristiana es para la catequesis condición, lugar, sujeto,
objeto y meta" afirma EMILIO ALBERICH en La Catequesis en la Iglesia, Ed, CCS, Madrid 1991, p. 193. Ver también S. MOVILLA,
Educación de la fe y comunidad cristiana: Sinite 23 (1987) pp. 317-331.
403
“Dentro de la parroquia, el Neocatecumenado es vivido en pequeña comunidad -denominada Comunidad Neocatecumenal-
, dado que la forma completa o común de la iniciación cristiana de los adultos es la comunitaria”. Cfr. SCN, art. 7,1 (ver
también las arts. 10; 15&1; 20,3ª).
se acaba de formar. En este primer momento, -afirma G. Zevini- "el testimonio
de los catequistas abarca dos puntos: ellos son espectadores del milagro constante
de que la gente, por la necedad de la predicación, cambie su vida en serio, y el
autor de la evangelización es Cristo mismo, que llama, convierte y ama a los
pecadores, los cuales viven hoy lacerados por mil sufrimientos familiares,
sociales, económicos, afectivos y psicológicos"404.
A partir de este momento el Neocatecumenado se vive dentro de la actual
estructura parroquial en comunión con el Obispo, en régimen de pequeñas
comunidades formadas por personas de edad, condición social, mentalidad y
cultura diversas405. No se trata de un grupo espontáneo, ni de una asociación
católica, ni de un movimiento de espiritualidad, ni de un grupo elitista dentro de
la parroquia. Se trata de personas que quieren redescubrir y vivir plenamente la
vida cristiana y las consecuencias de su Bautismo a través de un
Neocatecumenado, dividido en diversas etapas, semejantes a las de la Iglesia
primitiva y adaptado a su condición de bautizados406. El Neocatecumenado queda
insertado -afirma A. Fuentes- "en la parroquia, en la misma intimidad de la
parroquia, no como algo extrínseco o periférico... La Comunidad
Neocatecumenal es la misma parroquia que como madre va gestando en la fe a
sus hijos de dentro y a todos los que, viniendo de fuera, se sienten interpelados
por su espíritu"407.

En los iniciadores del CN hay una conciencia muy viva, por lo que se
refiere a esta primera fase que se denomina kerigmática, de estar actualizando en
el hoy de nuestra Iglesia el modelo pastoral de la Iglesia primitiva, de las primeras
comunidades cristianas, tal y como aparece -sobre todo- en los Hechos de los
Apóstoles408: "Los primeros apóstoles, en pequeños equipos de evangelización, -
sostiene Kiko Argüello- recorrían las sinagogas anunciando la Buena Noticia:
Dios ha resucitado a su siervo Jesús, aquél del cual nosotros hemos renegado,
pidiendo gracia de un asesino; aquél que murió sin oponer resistencia, sin
resistirse al mal, amando a sus enemigos, excusándoles (perdónales porque no

404
Cfr. La iniciación cristiana de adultos en las Comunidades Neocatecumenales, p. 8.
405
"Los rasgos esenciales con que pueden describirse estas comunidades son los siguientes: son comunidades heterogéneas por
procedencia social de sus miembros, por sexo y por edad. Pero las relaciones interpersonales de solidaridad y fraternidad suelen ser
muy fuertes". Cfr. DIONISIO BOROBIO, “La recepción del Concilio por diversos movimientos cristianos postconciliares en España”,
en A. GONZÁLEZ MONTES, Iglesia, Teología y Sociedad veinte años después del segundo Concilio Vaticano II, Publicaciones
Universidad Pontificia de Salamanca, 1988, p. 41.
406
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 90. Para Mons. RICARDO BLÁZQUEZ "la Comunidad Neocatecumenal
es una realización local de la iglesia infra e intraparroquial. La eclesialidad constitutiva de la condición cristiana pasa por la
comunidad, que crece en el ámbito parroquial que está a su vez en comunión con el obispo de la diócesis. En este punto es claramente
perceptible la perspectiva conciliar. Sin el Vaticano II no habría sido pensable el Camino Neocatecumenal como comunidad de
comunidades". Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 43.
407
Cfr. El Neocatecumenado, pp. 50-51. En el Estatuto se subraya con claridad la ´parroquialidad` del Neocatecumenado, ver
arts. 6; 8&4;9&1; 10&3; 16&2. Ver, JESÚS HIGUERAS, La Parroquia y el Camino Neocatecumenal. Una experiencia, Ed, Edibesa,
Madrid 1992. De mismo autor, Hacia la parroquia del Tercer Milenio, Ed, Edibesa, Madrid 2000.
408
Cfr. RAMÓN TREVIJANO, Orígenes del Cristianismo. El trasfondo judío del cristianismo primitivo. Publicaciones
Universidad Pontificia de Salamanca 1995; RAYMOND E.BROWN, Las Iglesias que los apóstoles nos dejaron, Ed, DDB, Bilbao
1986. Ver el excelente trabajo de G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería. Dimensión comunitaria de la fe cristiana, Ed, DDB,
Bilbao 1998 (3ª edición).
saben lo que hacen); aquél que ofreció al mal que le afligían -la tortura y la cruz-
como prueba de que su amor era más grande que la muerte y que no cesaba de
amarles, aunque le quitasen la vida: Dios lo ha resucitado de la muerte y hoy El
está vivo, para perdonar éste y cualquier otro delito"409. El anuncio del
acontecimiento de Jesucristo es en las primeras comunidades cristianas el anuncio
de la salvación y el perdón de los pecados en su resurrección tras el paso por la
muerte. El anuncio de la resurrección de Cristo como victoria sobre la muerte
implica que el pecado del hombre ha sido destruido y por la obra del Espíritu
Santo ha aparecido una posibilidad de vida nueva (el hombre nuevo: cf. toda la
espiritualidad bautismal que refleja Rom 6,3-11). Esta es palabra que ha de
anunciarla Iglesia: “En el Kerygma, que, con este u otro término, predicó la
Iglesia desde su comienzo -en la práctica, Kerygma significa tanto el hecho del
anuncio, sentido primario de la expresión como su contenido-, reside la fuerza y
el sentido de la misión de la Iglesia. Cuando las Comunidades Neocatecumenales
señalan la importancia del Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a
toda la creación (cf. Mc 16,15), tienen conciencia de estar realizando, de acuerdo
con el mandato de Jesús, lo que siempre fue razón de ser de la Iglesia)"410.

Desde Pentecostés, la fe es el elemento central de la conversión: una fe


propiamente cristiana, es decir, que no sea solamente creencia en el Dios creador
(como los paganos), ni tampoco en el Dios del Antiguo Testamento (como los
judíos), sino en el Dios de Jesucristo. La narración de los bautismos de
Pentecostés deja incluso entrever dos momentos en el acceso a la fe, dos períodos
marcados por dos umbrales. Está ante todo el anuncio kerigmático (cf. Act. 2, 14-
36). Este primer período, que proclama el misterio de Cristo resucitado, aboca a
un primer umbral: "Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a
los demás apóstoles: ¿Qué hemos de hacer, hermanos?" (cf. Act. 2,37). Esta
pregunta, casi ritual -sostiene M. Dujarier-411, reaparece habitualmente en un
contexto kerigmático: manifiesta la primera conversión que permite dar un paso
hacia el Bautismo. Se trata, en efecto, de una fe real y profunda, pues está
dispuesta a pasar a los hechos. Pero no está todavía afianzada. Debe ser
consolidada por una enseñanza más profunda, expresada en la frase "con otras
muchas palabras". Después del primer umbral tiene, por tanto, lugar un cierto

409
Cfr. Il Neocatecumenato, pp. 84-85. En 1983, cuando Kiko Argüello se dirige a los Obispos en la Asamblea Sinodal sobre la
Penitencia y Reconciliación, vuelve a fundamentar la praxis del CN en el modelo pastoral de las primeras comunidades cristianas tal
y como aparece en los Hechos de los Apóstoles: "Esta predicación hecha con fuerza ponía al que escuchaba frente a un acontecimiento:
Jesús es el Señor, sólo en El tenemos salvación, El ha sido resucitado de la muerte, ha vencido la muerte, para que podamos tener
acceso a una vida nueva, a la Vida eterna. Los que sentían tocado el corazón por la acción del Espíritu Santo que acompañaba a los
apóstoles en su misión, y preguntaban: ¿Qué tenemos que hacer? San Pedro respondía Convertíos y que cada uno de vosotros se haga
bautizar en el Nombre de Jesús para el perdón de todos sus pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo prometido (Act. 2, 38)".
Cfr. “Breve relación sobre el Camino Neocatecumenal en la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre Penitencia y Reconciliación",
en El Camino Neocatecumenal en los discursos de Pablo VI y Juan Pablo II, p. 228.
410
Cfr. CARLOS ELORRIAGA, Bautismo y espiritualidad neocatecumenal, p. 373.
411
Cfr. "Las grandes opciones de la epoca neotestamentaria", en Breve Historia del Catecumenado, pp. 19-29. Después del
anuncio del Kerygma hay un tiempo de catequesis. Es el Catecumenado propiamente dicho (Hch 2,38-40). J. DUPONT dice que los
versículos 38-40 describen de una manera completa las etapas del proceso de conversión. Cfr. Studi sugli atti degli Apostoli, Roma.
1975, pp. 246-247.
período de catequesis (cf. Act 2,38-40). Este tiempo de instrucción y de
formación termina en un segundo umbral en el que se trata de constatar si los
candidatos han hecho pasar el mensaje a sus vidas, si han "acogido la palabra"
(cf. Act 2,41), es decir, si han obedecido prácticamente al Cristo, si han cambiado
suficientemente su comportamiento como para ser admitidos al Bautismo. Por
tanto, -afirma M. Dujarier- "el acceso al Bautismo parece implicar ya dos etapas
distintas y dos umbrales. Aún cuando, al nacer la Iglesia, estas etapas están
todavía muy juntas, el redactor de la narración las ha mencionado claramente:
una primera evangelización que aboca a un acto de fe, global pero real, puesto
que implica la existencia; después una catequesis más detallada que debe
traducirse en acto en lo concreto de la vida"412.

En todo caso, parece exegéticamente bien contrastada la afirmación de que


hacerse bautizar en la Iglesia primitiva no era una cosa mágica ni inmediata. "Los
Apóstoles han construido la Iglesia, -sostiene Kiko Argüello-, a través de un
camino de gestación a la fe que tenía tres momentos fundamentales: 1º) Anuncio
del Kerygma por los apóstoles itinerantes: anuncio del Siervo de Yavé como Hijo
del Hombre, que viene para juzgar a los vivos y a los muertos; anuncio y
proclamación de la cruz de Cristo como única verdad, la no resistencia al mal, el
amor al enemigo. Por tanto: llamada a convertirse a este siervo, llamada a cambiar
radicalmente. ¿Qué hemos de hacer?... Haceos bautizar; 2º) De esta forma los
llamados que habían acogido esta noticia, se hacían bautizar, entrando en un
camino de conversión o Catecumenado, en el que, mediante catequesis y ritos,
eran conducidos al Bautismo; 3º) Superadas las etapas catecumenales y
demostrado que habían sido elegidos por Dios, por haber recibido el Espíritu
Santo, que les hacía fieles al Señor en su propia historia, recibían el Bautismo y
constituían el Cuerpo visible de Cristo resucitado, que ha recibido del Padre la
misión de anunciar al mundo la verdad en cada generación, y formaban la
comunidad cristiana"413.

En este modelo de pastoral se han inspirado los iniciadores de las


Comunidades Neocatecumenales para proponer el Neocatecumenado como una
forma concreta de reconstruir hoy la Iglesia414. "Estamos anunciando, -dice Kiko

412
Cfr. Breve historia del catecumenado, p. 28.
413
Cfr. Il Neocatecumenato, pp. 87-88.
414
El trabajo que venían desarrollando las CNC va a encontrar su confirmación y respaldo en unas palabras pronunciadas por
el Papa Pablo VI en la Audiencia General del 7 de julio de 1976: "Todo el trabajo realizado en los siglos que nos precedieron, no nos
exime de la colaboración con el divino constructor, por el contrario nos llama, no sólo a u fiel cometido de conservación, y no de
pasivo tradicionalismo, ni de rechazo hostil de la perenne renovación de la vida humana; sino que nos llama a comenzar de nuevo,
recordando, sí, siendo custodios celosos de lo que la historia auténtica de la Iglesia ha acumulado para ésta y para futuras generaciones,
pero conscientes de que el edificio, hasta el último día del tiempo, reclama trabajo nuevo, reclama construcción fatigosa, fresca, genial,
como si la Iglesia, el divino edificio, tuviera hoy que comenzar su aventuroso desafío a las alturas del cielo". Cfr. PABLO VI, La fede
è la base per costruire la Chiesa: L´Osservatore romano (15-7-1976). Para el Párroco JESÚS HIGUERAS FERNÁNDEZ "las
Comunidades Neocatecumenales arrancan de la base de que, si en los primeros tiempos el Catecumenado tenía como misión hacer la
Iglesia, hoy tiene como misión reconstruir la Iglesia y, para ello, hay que comenzar por redescubrir, renovar y revitalizar el Bautismo".
Cfr. La Parroquia y el Camino Neocatecumenal, p. 54.
Argüello- el Kerygma por las parroquias de todo el mundo, por pequeños equipos
itinerantes (siempre con un presbítero al centro) que, partiendo de su Iglesia local
y sin tener dónde reclinar la cabeza (los itinerantes venden todos sus bienes y
dejan todo), dan su vida en este servicio, en este nuevo culto que es volver los
corazones desviados al Dios vivo (cf. Rom. 1,9)"415.

Esta Etapa kerigmática que abre al interior de la Parroquia la posibilidad


de iniciar el Neocatecumenado con las personas que lo deseen es
significativamente importante. Aunque el RICA comienza con la admisión o
entrada en el Catecumenado, sin embargo sostiene que "el tiempo precedente o
Precatecumenado tiene gran importancia ni se debe de omitir ordinariamente. En
este período se hace la evangelización, es decir se anuncia abiertamente y con
decisión al Dios vivo y a Jesucristo, enviado por él para salvar a todos los
hombres..." (nº 9)416. Recientemente. El profesor D. Borobio ha vuelto a reclamar
la decisiva y determinante relación entre Kerygma y Catecumenado, para él "esta
relación es uno de los aspectos centrales para comprender el Catecumenado"417.
Tras analizar la situación social y eclesial del momento actual considera necesaria
y urgente una "evangelización kerigmática"418 que tenga como objetivos
prioritarios la conversión primera y la fe.

Dentro del campo de la pastoral catecumenal esta etapa es considerada por


M. Dujarier como la más complicada: "Estamos aquí ante el período ciertamente
más difícil de realizar, pero también el más importante, puesto que condiciona
toda la iniciación"419; e impica necesariamente una comunidad de testigos que
garantice la puesta en marcha y la continuidad de todo el proceso catecumenal.
Sin una comunidad que lo respalde el Catecumenado no tiene razón de ser. Se
trata de un proceso de formación de cristianos en comunidad eclesial: “ La
comunidad ya formada o en proceso de formación es la que convoca al
Catecumenado...El Catecumenado no es cuestión de una asociación particular,
sino propósito comunitario para formar cristianos sin más añadidos. Se convoca

415
Cfr. “Breve relación sobre el CN en la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre Penitencia y Reconciliación", p. 230.
416
En la praxis iniciatoria del Neocatecumneado por lo que se refiere a esta etapa hay una clara sintonía con el espíritu del Ritual:
"El primer tiempo, o etapa, por parte del candidato exige investigación, y por parte de la Iglesia se dedica a la evangelización y
Precatecumenado y acaba con el ingreso en el grado de los catecúmenos" (nº 7). Pero previo a este ingreso en el Catecumenado, en
el RICA se acentúa el carácter evangelizador del tiempo precedente al que denomina Precatecumenado: "De la evangelización, llevada
a cabo con el auxilio de Dios, brotan la fe y la conversión inicial, con las que cada uno se siente arrancar del pecado e inclinado al
misterio del amor divino. A esta evangelización se dedica íntegramente el tiempo del Precatecumenado, para que madure la verdadera
voluntad de seguir a Cristo y de pedir el Bautismo" (nº 10).
417
Cfr. Catecumenado para la evangelización, p. 46.
418
Ver las páginas 49-57 dedicadas a fundamentar la "Necesaria evangelización kerigmática" y las pp. 57-65 en las que analiza
"La evangelización kerigmática exigencia del Catecumenado". Para un acceso a lo que significa la evangelización y la catequesis
kerigmática que tuvo su punto culminante en el periodo 1950-1970, ver el estudio de E. ALBERICH, art.´ Precatequesis`, en
Diccionario de catequética, Madrid, Ed, CCS, 1987. Para conocer como se plantea hoy esta etapa fundamental dentro de la misión
evangelizadora de la Iglesia, ver J. GEVAERT, El fatigoso descubrimiento del problema de la primera evangelización, en Primera
evangelización, Ed, CCS, Madrid 1992, pp. 20-68.
419
Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, p. 30. "La entrada en el Catecumenado no se hace en el acto. Es necesario ante todo un
cierto tiempo de formación y de prueba, podríamos decir de postulantado. El postulante no será agregado al número de los
catecúmenos sino después de haber acogido el kerigma". IDEM., Breve historia del catecumenado, pp. 67-68.
inequívocamente para ayudar a madurar o crecer en la fe a personas que lo
necesitan y lo desean"420.

Posiblemente nos encontramos aquí con una de las garantías más sólidas
del CN. Los catequistas que abren el Neocatecumenado en una parroquia, son
testigos de lo que anuncian, porque lo han experimentado y lo están viviendo en
su historia y en sus comunidades; y al mismo tiempo, se convierten en testigos
referenciales421 para los que inician el itinerario neocatecumenal (SCN, arts. 8&5;
28,3ª). El hecho de que el itinerario explicitador del Neocatecumenado ya esté
experimentado y vivido en todas sus etapas es una garantía de que el camino
iniciado irá conduciendo lentamente a los neocatecúmenos a la madurez de la fe.
"Durante este tiempo catequético -dice Kiko Argüello- recorremos las diferentes
etapas de nuestro Bautismo, poniendo delante de nosotros las realidades que
tenemos ya dentro, para que, mediante la adhesión libre a la gracia del Bautismo,
ésta pueda crecer y desarrollarse"422.

Junto a la originalidad en el modo de iniciar y abrir el Neocatecumenado


al interior de una parroquia en esta etapa kerigmática, hay que destacar el primer
rito catecumenal que en ella se hace, también dentro de una liturgia, como es la
celebración de la Palabra: nos referimos a la entrega de la Escritura (SCN, art.
9,2ª). Ya he hecho referencia anteriormente al contexto en el cual hay que situar
dicha entrega y también al impacto que suele ocasionar. En el RICA, para el Rito
de entrada en el Catecumenado, se prevé ya esta entrega que en el
Neocatecumenado se anticipa a este momento: "A continuación (después de la
celebración de la Palabra), si parece oportuno, se pueden distribuir, con dignidad
y reverencia, los libros de los Evangelios a los catecúmenos, usando para el caso
alguna fórmula apropiada, v. gr.: -Recibid el Evangelio de Jesucristo, Hijo de
Dios" (n. 93). Para algunos atures como A. Nocent "la entrega del Evangelio da
un acento más significativo a la signatio"423. En cambio, para D. Borobio, "la
entrega de los Evangelios tiene por finalidad primordial el significar a quién
deben convertirse y sobre qué debe tratar el Catecumenado. Los Evangelios
deben ser para los catecúmenos el libro de oración, de meditación, de encuentro
con Cristo, de iluminación, de orientación fundamental de la vida"424. La

420
Cfr. C. FLORISTÁN, Para comprender el Catecumenado, pp. 164-165. El Neocatecumenado abierto en una parroquia que
se vive en régimen de pequeñas comunidades es "la parroquia misma en proceso de conversión, de revitalización. La parroquia que
se renueva por sí misma y siendo ella misma, sin etiquetas. Las CNC no son una asociación piadosa, un movimiento apostólico, una
élite de espiritualidad o una iglesia paralela de la parroquia. Se trata de grupos de personas que quieren vivir plenamente los frutos
del Bautismo y del cristianismo, a través de un catecumenado dividido en varias etapas e integrado plenamente en la parroquia". Cfr.
JESÚS HIGUERAS, o. cit., p. 71.
421
"El padrinazgo no sólo es tarea personal, sino función comunitaria cristiana con una gran preocupación apadrinante. A la
comunidad cristiana corresponde la educación de los catecúmenos a través del ejercicio de su maternidad espiritual en su triple función
de despertar, acoger y sostener la fe de los candidatos". Cfr. C. FLORISTÁN, o. cit., p. 171.
422
Cfr. “Breve relación sobre el Camino Neocatecumenal en la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre Penitencia y
Reconciliación", p. 231.
423
Cfr. L´Ordo initiationis christianae adultorum: lignes teologico-liturgiques du catéchuménat, pp. 165-166.
424
Cfr. Proyecto de iniciación cristiana, p. 261.
importancia que adquiere este rito dentro del Neocatecumenado aparece más
subrayada que en el RICA (donde se deja a libre elección si parece oportuno)425.

La presencia del Obispo supone el primer encuentro cercano, para muchos


el primero de su vida, entre los oyentes a las catequesis con el garante principal
de la fe de la Iglesia local donde se está haciendo el anuncio del Kerygma. El
recibir la Biblia (que en muchos casos se compra en este momento porque no se
tenía) de manos del Obispo, será una invitación a poner la Escritura en el centro
de la vida, pues ella va a ser a partir de este momento la fuente de vida espiritual
y alimento a lo largo de todo el Neocatecumenado. El gesto de la Entrega de las
Sagradas Escrituras "tendrá todo su sentido -afirma M. Dujarier- si va
acompañado de una palabra del celebrante invitando a leer con frecuencia la
Buena Nueva y de una respuesta personal de cada convertido"426. El
descubrimiento de la celebración de la Palabra de Dios es uno de los tesoros de
la Iglesia que el Neocatecumenado ha recuperado con creatividad, y ya desde el
mismo comienzo del itinerario neocatecumenal (SCN, art. 11)427.

La presentación que se hace ya en esta fase kerigmática de la relación entre


Escritura y Palabra de Dios con la experiencia de la celebración de la Liturgia de
la Palabra -para muchos la primera vez- en la que tiene lugar la entrega de la
Escritura de manos del Obispo, les hace percibir (y sobre todo conforme avancen
en el camino) que, como muy bien ha puesto de manifiesto Mons. Robert Coffy,
"no basta con leer la Biblia, incluso con los mejores comentarios, es necesario
escuchar la Palabra de Dios que la Biblia nos transmite y responder a ella. En la
liturgia de la Palabra, la Biblia no se presenta tan sólo como libro escrito
antiguamente para el pueblo de Israel y que nosotros recordamos. Es la Palabra
de Dios dirigida hoy a su pueblo. Es aquí y ahora, en la celebración en la que
participamos, cuando Dios se dirige a nosotros... En la liturgia de la Palabra no
leemos un texto, escuchamos a alguien que nos habla. No atendemos a la lectura
pública de un texto venerable por su antigüedad, escuchamos a Dios que nos
habla"428. En el mismo RICA se apunta la relevancia que las celebraciones de la

425
Aunque en el nº 302 del RICA, hablando de la pedagogía catecumenal con adultos bautizados se dice "Para significar la
acción de Dios en esta obra de preparación sería muy oportuno emplear algunos de los ritos propios del catecumenado, que respondan
a la condición especial de estos adultos y a su provecho espiritual", y se señala en concreto la entrega de los Evangelios.
426
Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 65-66.
427
En estos términos expresaban los hermanos de la primera Comunidad Neocatecumenal nacida en la Parroquia de San Felipe
Neri en Munich (Alemania) al término de esta etapa kerigmática: "Ahora escuchamos la Palabra de Dios, juntamente con el presbítero,
en la parroquia, en una liturgia de la Palabra el martes por la tarde... Con este camino ha empezado para nosotros un verdadero
Catecumenado, una escucha y respuesta de la Palabra de Dios, en contacto con la vida...Nuestra relación con la Iglesia se ha empezado
a transformar de la siguiente manera: se ha disminuido el afán de eficacia de la Iglesia constitucional; hay más hermanos prontos a
asumir tareas en la parroquia, como servicio a la Iglesia; estamos contentos y agradecidos de haber encontrado un camino en el seno
de la Iglesia local (la parroquia) y finalmente por haber recibido la esperada y deseada formación intensiva en la fe". Cfr. KIKO
ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, Convivencia de los párrocos de las Comunidades Neocatecumenales con vistas al Sínodo
sobre "La Catequesis en nuestro tiempo", Roma, 10-13 enero 1977 (por manuscrito): "Algunas experiencias tipo por cada fase del
Camino (pp. 27-63). Citaremos en adelante este documento así: Convivencia de párrocos.
428
Cfr. La celebración, lugar de la educación de la fe: Phase 118 (1980) p. 273. La presentación que Mons. Coffy hace en este
artículo acerca de la liturgia cristiana como el lugar en el que el libro se convierte en palabra y donde la celebración se transforma en
el mejor ámbito para la educación de la fe expresa de modo admirable el "espíritu" y la "atmósfera" celebrativa que las liturgias de la
Palabra deben tener en todo el proceso catecumenal "por una catequesis
apropiada, dirigida por sacerdotes, diáconos o catequistas y otros seglares,
dispuesta por grados, pero presentada íntegramente, acomodada al año litúrgico
y basada en las celebraciones de la palabra, se va conduciendo a los catecúmenos
no sólo al conocimiento de los dogmas y de los preceptos, sino también al íntimo
conocimiento del misterio de la salvación, cuya aplicación desean" (nº 19)429.

Articulando todo el itinerario sobre este pilar nuclear de la Celebración de


la Palabra conecta así el Neocatecumenado con la praxis catecumenal de los
primeros siglos en los que la liturgia de la Palabra en el seno de la comunidad
cristiana era el núcleo esencial430. No sólo era celebración litúrgica, además servía
de auténtica catequesis y de oración acompañada de ritos anejos de imposición
de manos para que el catecúmeno recibiera la ayuda de Dios en su empeño de
llevar una vida digna de Cristo. Hipólito habla con claridad de lo que constituía
la estructura fundamental del Catecumenado: "Cuando el doctor concluye la
catequesis, los catecúmenos rezarán por separado de los fieles laicos. Las mujeres
lo harán en otro lugar de la Iglesia, ya se trate de fieles o catecúmenos. Cuando
hayan terminado de orar, no se darán, sin embargo el beso de la paz, puesto que
su beso no es santo aún"431, más adelante añade: "Cuando el doctor, después de
la plegaria, imponga las manos sobre los catecúmenos, orará y los aceptará. Aquel
que enseña ya sea clérigo o laico siga siempre esta norma"432. De este testimonio
se deduce:

Palabra tienen en el Neocatecumenado, y que encuentra en la Constitución Sacrosanctum Concilium su fundamentación doctrinal: 1.
La constitución conciliar sobre liturgia habla expresamente, en el capítulo sobre la Eucaristía, de "la liturgia de la palabra" y subraya
que ésta constituye con la liturgia eucarística un "solo acto de culto" (nº 56); 2. "Él (Cristo) está presente en la palabra, pues es él
quien habla cuando se leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras" (nº. 7); 3. "En la liturgia, Dios habla a su pueblo; Cristo anuncia el
Evangelio" (nº 33). Para el Concilio, la Escrituras son otro "Sagrario de Cristo": "La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura
como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo" (DV, nº 21). Sobre los distintos accesos hermenéuticos a la Escritura: literal, alegórico,
analógico y moral, véase: H. DE LUBAC, Esegesi medievale, Scritura ed Eucaristia (volumen 18), Opera Omnia. Milano, 1988, pp.
301-315. Y ver también las consideraciones que hace C.H. DODD a una lectura puramente literal de la Escritura, sin tomar en cuenta
el sentido simbólico, en La Biblia y el hombre de hoy, Madrid. 1973, pp. 31-32.
429
En los nnº 18, 19, 37... del RICA, se habla de la importancia de la Palabra de Dios, para guiar a los catecúmenos hacia la
comprensión y vivencia de los misterios cristianos. Cfr. PEDRO FERNÁNDEZ, La liturgia de la palabra de Dios: Teología y
Catequesis, Núms. 37-38 (Enero-Junio 1991), pp. 72-92; JESÚS LÓPEZ, Escuchar la Palabra, objetivo catecumenal: Teología y
Catequesis 3 (1983), pp. 399-432.
430
Según DIONISIO BOROBIO, "las CNC parten de una teología Kerigmática o de hª de la salvación, que proclaman, meditan,
dialogan... a partir de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios tiene en el CN un puesto central por los siguientes datos: las reuniones
de la comunidad tanto para la reflexión y diálogo, cuanto para la celebración, tiene por centro la Palabra". Cfr. “La recepción del
Concilio por las Comunidades Neocatecumenales”, en o. cit.,p. 49.
431
Cfr. La Tradición apostólica, 18, (SCr,11 bis, p. 77). Aunque no se dice explícitamente que se trata de una liturgia de la
Palabra, todo parece indicar que se trataba de una auténtica celebración de la Palabra, por cuanto hay elementos propios como la
oración y el beso de la paz, y porque existía una estrecha relación entre catequesis y celebración litúrgica. A menudo la celebración
era el lugar de la educación en la fe. Ver estos estudios: R. DOMINGUEZ, Catequesis litúrgica en los padres, pp. 123-126; I.
OÑATIBIA, La catequesis litúrgica de los Padres: Phase 118 (1980), pp. 281-294; A.M. TRIACCA, Liturgia y Padres de la Iglesia:
Cuadernos Phase 48 (1993), pp. 59-77.
432
Cfr. HIPÓLITO, o. cit., 19, (SCr, 11bis, p. 77).
* Que los catecúmenos reciben una instrucción o catequesis durante el
tiempo de preparación433.

* Que los catecúmenos participaban de la liturgia de la Palabra al mismo


tiempo que los fieles, aunque tenían un lugar particular434.

* Que se incluía una imposición de manos sobre ellos, que, sin duda se
trataba de un gesto de exorcismo, gestos salvíficos que acompañaban todo el
itinerario catecumenal, aunque no eran tan solemnes como el exorcismo que se
hacía justo antes de recibir el Bautismo435.

Claramente se percibe que todos los elementos se organizaban en torno a


la Palabra de Dios. Esta intuición patrística es retomada por el RICA, que otorga
a la celebración de la Palabra un puesto relevante y recomienda que se organicen
en torno a la liturgia de la Palabra436, tanto la catequesis como los ritos propuestos.
Esta intuición patrística la encontraremos a lo largo de todo el itinerario
neocatecumenal437, que ha conseguido hacer una síntesis muy viva entre Palabra-
Liturgia y Moral.

Veamos en un gráfico comparativo respecto a la praxis catecumenal de la


Iglesia primitiva y en relación con la ordenación litúrgica del RICA cómo queda
configurada esta etapa en el Neocatecumenado para mejor detectar las
coincidencias y señalar las variaciones (ver tabla 11ª).

2. Etapa del Precatecumenado

Al analizar esta etapa tal y como la contempla el RICA he resaltado que en


ella hay que situar el tiempo "de la primera evangelización" (nº 7), donde "se
anuncia abiertamente y con decisión al Dios vivo y a Jesucristo" (nº 9), para que
broten "la fe y la conversión inicial" o "para que madure la verdadera voluntad
de seguir a Cristo y de pedir el bautismo" (nº 10). En esta etapa, "el catecúmeno
433
La instrucción que reciben los catecúmenos es la misma que se da a los fieles, pues era práctica común que los fieles se
reunieran en la Iglesia todos los días antes de ir al trabajo para escuchar la instrucción y orar en comunidad. Cfr. HIPÓLITO, La
Tradición apostólica, 30 y 41, (SCr, 11 bis, pp. 123 y 125).
434
Esta práctica también es recomendada en el RICA, ya que en el Rito de Entrada en el Catecumenado, los catecúmenos son
invitados a la mesa de la Palabra junto con la asamblea comunitaria (nº 90).
435
Veáse HIPÓLITO, La Tradición apostólica, 20, (SCr, 11 bis, pp. 79 y 81).
436
Cfr. RICA, nnº 108.110.119.128. Ver los siguientes artículos: FERNANDO IBAÑEZ, La Sagrada Escritura, fuente de la
Catequesis, pp. 282-296; y ALFONSO DE LA FUENTE, La interpretación de la Sagrada Escritura en la Catequesis: Teología y
Catequesis 3 (1983), pp. 297-308.
437
En el estudio comparativo al que somete CARMELO GÓMEZ GÁLVEZ el Neocatecumenado llega a la siguiente conclusión:
"Las Comunidades Neocatecumenales desarrollan todo su camino desde la Palabra de Dios, por eso, las celebraciones constantes de
la Palabra son más importantes que la instrucción. Antes que reflexionar sobre el mensaje, se deja que éste vaya calando en el corazón
del catecúmeno. Es fiel al primitivo Catecumenado y, la liturgia con su variedad ritual es uno de los pilares fundamentales, lo cual es
de elogiar. La celebración de la Palabra como en S. Hipólito, es para ellos el alimento necesario en el camino". Cfr. La propuesta
catecumenal en el RICA, p. 190.
se enfrenta con el problema de la conversión y quiere hacerse cristiano" (nº 6).
Durante este período, los candidatos se llaman simpatizantes o precatecúmenos.
Es un tiempo de contactos, diálogo y primeros descubrimientos de tipo informal,
en el que deben prevalecer la sinceridad y la libertad (nnº 9-13). Y, termina este
período "con el ingreso en el grado de los catecúmenos" (nº 7).

Los autores que han estudiado en profundidad el RICA (B. Fisher, M.


Dujarier, J.A. Vela, entre otros) han señalado la importancia de este tiempo del
Precatecumenado que en el Ritual es una novedad. Va a ser este el período más
difícil de realizar, pero también el más importante, puesto que condiciona toda la
iniciación. El hecho de que el RICA no presente una estructuración concreta de
esta primera etapa, ha posibilitado sin duda alguna la creatividad en todos
aquellos que han intentado poner en marcha un itinerario catecumenal. Los
iniciadores del CN, en este sentido, han articulado esta etapa con fidelidad a la
liturgia catecumenal del Bautismo y con creatividad a la hora de conducir con
una pedagogía claramente catecumenal a los bautizados que psicológicamente
pueden ser considerados como "cuasi-catecúmenos" a las distintas etapas del
Bautismo para adherirse a la gracia recibida de una forma personal, consciente y
vital438.

El tiempo del Precatecumenado es presentado como un tiempo de


descendimiento, de vaciamiento y de conocimiento de la persona a la luz de la
Palabra, los Sacramentos y la Comunión viviendo en comunidad en camino de
conversión un descenso constante a la auténtica realidad del hombre439. El RICA
señala que como resultado de la evangelización los catecúmenos "al disponerles
el corazón el Espíritu Santo, crean, se conviertan libremente al Señor, y se unan
con sinceridad a él" (nº 9). De entrada, al iniciarse el Precatecumenado, nadie
tiene acreditada y garantizada la conversión, ésta tendrá que verificarse en la
historia y con los signos que la expresan. En este sentido la estructuración de tal
etapa, es sumamente realista y confronta al hombre con los verdaderos y
profundos motivos de su conversión, de ahí la importancia de un cierto tiempo
para que se pueda "gestar la conversión"440. Esto es precisamente lo que se pide
438
"La catequesis de adultos hará bien en asumir el espíritu de estas etapas del catecumenado bautismal. Las dos primeras se
refieren más directamente al proceso de búsqueda y maduración en la fe, y el catequizando adulto, ordinariamente, deberá recorrerlas"
Cfr. Catequesis de Adultos, nº 200.
439
En el Estatuto se dice del Precatecumenado postbautismal, “que es un tiempo de kenosis para aprender a caminar en
humildad”. Cfr. SCN, art. 19&1. Para Mons. RICARDO BLÁZQUEZ en este tiempo "Poco a poco van cayendo las máscaras detrás
de las cuales se esconde y defiende el hombre. Estas máscaras, por otra parte, al ser imágenes sociales, le imponían una manera
inauténtica de vivir y actuar. Al principio nadie se siente concretamente pecador, nadie tiene enemigos; todos tienen mucha fe, todos
aman mucho...". Cfr., Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 30-31.
440
"La imagen de la gestación se funda en la noción tradicional de la Iglesia Esposa y Madre...La aplicación de esta imagen vital
a la iniciación catecumenal se puede comprender muy fácilmente, puesto que el bautismo es presentado por Jesús como un nuevo
nacimiento (cf. Jn 3,3-8)... El interés de esta imagen está en mostrar que la iniciación cristiana no es una educación de tipo escolar,
sino un crecimiento vital y que se realiza en el seno de una comunidad cristiana que debe jugar el papel de medio nutricio". Cfr. M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 76-77. "Por eso, al establecer etapas sucesivas, y en concreto la precatequesis, la
Iglesia desea que el adulto disponga del tiempo suficiente para que madure la verdadera voluntad de seguir a Cristo (RICA, nº 10).
No quiere precipitar las cosas. Desea ir acompañando al adulto en el lento proceso de hacerse verdadero cristiano". Cfr. Catequesis
de adultos, nº 202. Los Obispos españoles denominan a esta etapa con el nombre de precatequesis: "Hemos utilizado la expresión
en el RICA antes de admitir a los candidatos al Catecumenado: "espérese algún
tiempo, el conveniente y necesario en cada caso concreto, para investigar los
motivos de la conversión, y para purificarlos, si es necesario" (nº 69)441.
En el Neocatecumenado, este "tiempo de conversión y discernimiento"
para purificar las verdaderas intenciones del corazón engloba prácticamente las
tres primeras etapas del itinerario neocatecumenal: kerigmática, precatecumenal
y la del paso al Neocatecumenado. Van a estar jalonadas por tres umbrales que
recogen y de algún modo amplían -como más adelante analizaré- el espíritu del
Rito de Entrada en el Catecumenado con el que el RICA inicia el itinerario
catecumenal. Estos tres ritos de Entrada en el Neocatecumenado son: 1º) El Rito
del Primer Escrutinio; 2º) La convivencia del Shemá; 3º) El Rito del 2º Escrutinio.

Pero veamos ahora cómo es vivida y desarrollada esta segunda etapa (que
viene a durar unos dos años) en el Neocatecumenado, teniendo siempre presente
que los destinatarios en este caso son personas bautizadas pero que no han
asumido conscientemente toda la virtualidad de la gracia bautismal (SCN, art.
5&1)442. Lo hago de una forma un tanto descriptiva, pero en todo caso, intentaré
señalar las concreciones creativas, que en la praxis neocatecumenal se viven en
fidelidad con el espíritu del RICA o como expresión de la creatividad propia de
la genialidad del carisma que los iniciadores han sabido plasmar en continuidad
con la praxis catecumenal de los primeros siglos, y a la luz también de lo que han
ido experimentando y viviendo las primeras comunidades con las que se ha ido
realizando el Neocatecumenado en todas sus etapas.

Una vez terminada la fase kerigmática y constituida la comunidad en la


convivencia final, con la que concluye este período de dos meses de
evangelización, da comienzo la segunda etapa del itinerario neocatecumenal: el
Precatecumenado443. Esta etapa, tal y como está estructurada en el
Neocatecumenado, es fiel al objetivo que se pide en el RICA, va a ser un tiempo
destinado a que "broten la fe y la conversión inicial... y a que madure la verdadera
voluntad de seguir a Cristo y de pedir el Bautismo" (nº 9); en el caso de los adultos
bautizados, será un tiempo para descubrir la hondura y la vitalidad de la fe
recibida para llegar al convencimiento desde la experiencia comunitaria vivida en

precatequesis por analogía con el Precatecumenado. También podríamos referirnos a ella como al primer grado de catequesis, por ser
la primera etapa de la formación catequética. En otras ocasiones, se la ha denominado catequesis misionera, porque tiene como
objetivo la conversión (ver CC, nº 50" (ibid., nota [21] del nº 213).
441
Dado que la precatequesis tiene como finalidad propiciar la conversión y esta decisión es libre, su duración es variable y no
se puede determinar a priori. El RICA se expresa de esta manera: "Espérese a que los candidatos, según su disposición y condición,
tengan el tiempo necesario para concebir la fe inicial y para dar los primeros indicios de su conversión" (nº 50). Son interesantes las
"indicaciones" de nuestros Obispos con respecto a esta etapa que ellos denominan de "precatequesis" que tiene como objetivo "buscar
la conversión", ver Catequesis de adultos, nnº 210-213.
442
B. FISCHER hablará de "recuperación de los alejados" que, en virtud de su Bautismo, son "nominalmente" cristianos, pero
que quieren en realidad vivir su cristianismo. Estos siguen un camino "análogo" al de los bautizados. Cfr. “Die Struktur des OICA
von 72 Wiederentdcktes und Neueingeführtes”, pp. 382-383.
443
Para una mayor profundización respecto de esta etapa ver: KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, pp. 94-96; G. ZEVINI,
Neocatecumenato, pp. 1062-1064; Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Las comunidades neocatecumenales, pp. 70-72; C.
ELORRIAGA, Bautismo y espiritualidad neocatecumenal, pp. 378-379; A. FUENTES, El Neocatecumenado, pp. 70-77.
esta etapa, de la necesidad que tienen de pedir la fe a la Iglesia. Esto se hará en el
primer paso que se celebra en el Neocatecumenado y que se denomina Primer
Escrutinio.

En la configuración estructural de este tiempo anterior al rito de Entrada


en el Catecumenado, que el RICA denomina Precatecumenado (7a) y que en el
Neocatecumenado engloba las primeras etapas del largo itinerario
neocatecumenal, se han dado cita la experiencia vital de las primeras CNC que a
la luz de lo apuntado en el espíritu del RICA han hecho una adaptación creativa
con un contenido profundamente catecumenal. En cierto modo se puede decir que
estas tres primeras etapas en el Neocatecumenado vienen a desarrollar de forma
concreta y con una pedagogía neocatecumenal clara los principios expresados en
los nnº 14-18 del RICA con respecto a la importancia que en el Ritual se le da al
rito de Entrada en el Catecumenado. Evidentemente, si en el RICA las etapas que
se señalan son de naturaleza puramente catecumenal, en el caso del
Neocatecumenado hay que entenderlas más bien como etapas de búsqueda y de
maduración "para que la fe infundida en el Bautismo pueda crecer, llegar a la
madurez y ser grabada plenamente por medio de la formación pastoral que se les
proporciona" (nº 296). De hecho lo que el Neocatecumenado va a hacer en las
celebraciones que sellan la maduración de estas etapas, será poner delante de los
precatecúmenos los primeros ritos bautismales que recibieron siendo niños444,
para que ahora de una manera consciente y personal puedan adherirse a la gracia
bautismal ya recibida pero no plenamente desarrollada445.

El Precatecumenado postbautismal es un periodo de tiempo, más o menos


dos años (SCN, art. 19,1ª), durante el cual la comunidad verifica su auténtica talla
de fe, y se educa en la escucha sincera y en la resonancia en común de la Palabra
de Dios, en la celebración de la Eucaristía y en la comunión fraternal446.

444
El Neocatecumenado, por lo que respecta al rito de Entrada al Catecumenado lo que ha hecho ha sido "jalonar" la celebración
de este rito único tal y como el RICA lo presenta, en tres celebraciones o pasos que tienen por objetivo la misma finalidad, preparar
espiritualmente al adulto bautizado a revivir los momentos pre-catecumenales del Bautismo recibido. En este sentido, la configuración
estructural del itinerario neocatecumenal es fiel al "iter ritual" de la liturgia catecumenal prevista en el ritual del Bautismo tal y como
aparecía en los rituales anteriores a la promulgación y entrada en vigor del actual (cf. COMISIÓN EPISCOPAL ESPAÑOLA DE
LITURGIA, Ritual del Bautismo de niños, Madrid 1970). Para este análisis comparativo tengo presente el Ritual oficial de
experimentación que editaron conjuntamente la Comisión Mixta (CELAM-ESPAÑA) al finalizar el Concilio: Ritual de los
Sacramentos: Bautismo-Confirmación-Eucaristía, Ed, Litúrgica Española, Barcelona, 1966. En este Ritual, para el Bautismo de un
párvulo se señalan, dentro de la Liturgia catecumenal los siguientes pasos: A. RITOS INTRODUCTORIOS: 1º) Diálogo y catequesis.
2º) Soplo. 3º) Signación. 4º) Imposición de la mano. 5º) La sal. Y, dentro del Rito del Bautismo de adultos por etapas se señalan las
siguientes: 1ª) Entrada en el Catecumenado. 2ª) El Rito de la Sal. 3ª) Primer escrutinio. 4ª) Segundo escrutinio. 5ª) Tercer escrutinio.
6ª) Preparación inmediata. 7ª) Liturgia bautismal.
445
"Aunque el don del Bautismo es pleno por parte de Dios, sin embargo, por parte del hombre requiere respuesta y conversión;
esto es: fe personal, cuando el hombre sea capaz de ello. Lo que en los adultos es requisito previo al Bautismo, en los niños es exigencia
posterior, de tal manera que si esta exigencia no se cumple, el Bautismo queda, de alguna manera, infructuoso. Lo que al niño le salvó
en promesa no será suficiente de adulto si no se cumple esa promesa viviendo la fe de la Iglesia, en la que ha sido bautizado. Porque
quienes fueron incorporados a la Iglesia por el Bautismo recibido en la infancia están llamados a desarrollar la fe que se les infundió,
de modo que lleguen a ser conscientes de lo que significa haber sido elegidos para asociarse a Cristo por el sacramento del agua y del
Espíritu". Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL ESPAÑOLA DE LITURGIA, Ritual del Bautismo de niños, Madrid 1970: "Notas
pastorales", nnº 87-88.
446
Para un buen conocedor de la pastoral catecumenal como JEAN-BERNARD DOUSSE esta etapa del Precatecumenado
"merece una atención especial...Entre el primer descubrimiento o primera llamada interior y la opción de un proceso puede pasar un
Los neocatecúmenos447se reúnen dos veces por semana para la celebración
de la Palabra sobre temas bíblicos -como agua, roca, pastor, etc. de la Escritura-
que ayudan a conocer el lenguaje de la Escritura y, sobre todo, iluminan
constantemente la vida de los hermanos. También se reúnen para la Eucaristía
dominical celebrada el sábado por la noche. Estas celebraciones son preparadas
en grupos rotatorios por cinco o seis personas que leen la Escritura a la luz del
Espíritu tal y como se pide en Dei Verbum, nº 12: "La Escritura se ha de leer e
interpretar como el mismo Espíritu con que fue escrita: por tanto, para descubrir
el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el contenido
y la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda la Iglesia, la analogía
de la fe..."448.

Una vez al mes, toda la comunidad vive una jornada de retiro espiritual o
"convivencia" en la cual tiene lugar una iniciación muy incipiente a la oración de
alabanza de la Iglesia a través de la Liturgia de las Horas (en este caso los Laudes
por la mañana). Al mismo tiempo esta jornada de convivencia fraternal hace
posible que la comunión entre los hermanos vaya naciendo, creciendo y
madurando al poner en común sus experiencias a la luz de la Palabra de Dios, de
la historia personal de cada uno y de los acontecimientos existenciales que están
viviendo (SCN, art. 15&2)449. Todos los hermanos se comunican lo que Dios ha

tiempo muy largo, incluso varios años. Tiempo empleado de diversas formas, bien en una búsqueda personal a través de lecturas, bien
en contactos e intercambios con cristianos o bien en simple espera de un momento favorable". Cfr. “La iniciación cristiana
catecumenal”, en CONFERENCIA EUROPEA DE CATECUMENADO, Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa
Hoy, p. 90. La praxis precatecumenal en tantos grupos parroquiales ha hecho percibir en el Neocatecumenado con bastante realismo
pastoral y catecumenal que evidentemente la iniciación cristiana de un adulto requiere tiempo. La pedagogía recomendada por la
Iglesia al Catecumenado se vacía de todo su valor si no se respeta el tiempo indispensable en cada etapa.
447
La experiencia de haber asistido al nacimiento de una comunidad como fruto de la predicación del Kerygma es tan impactante
que los miembros de las CNC comienzan a pronunciar palabras como "comunidad" y "hermanos" con un sentido profundamente
renovado: la comunidad comienza a tener rostro humano, la fraternidad será el resultado de la comunitariedad recién estrenada.
448
En el Estatuto se dice que “para profundizar la Escritura ´con la inteligencia y el corazón d e la Iglesia`, los neocatecúmenos
se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos de los Padres, de los documentos del Magisterio, en especial del Catecismo de la
Iglesia Católica, y de obras de autores espirituales”. Cfr. SCN, art. 11&4. Las celebraciones de la Palabra son preparadas siguiendo
los temas del Vocabulario de Teología Bíblica de X. LEÓN-DUFOUR (Ed, Herder, Barcelona 1965). La relevancia de la Palabra en
todas las etapas del Neocatecumenado y en todas las catequesis de los sucesivos pasos que se recorren en este itinerario de iniciación
cristiana, la interpretación "cristocéntrica" de la Escritura (cf. DV, nnº 17,18), la insistente presentación del ambiente cultural judío
(DV.12) de los textos principales que introducen a las distintas etapas del Neocatecumenado, la importancia que se concede al Antiguo
Testamento y a la unidad de ambos Testamentos (DV, nnº15-16), la constancia en apoyar las interpretaciones de la Escritura en textos
de los Santos Padres, de la Tradición y del Magisterio (DV, nº 10), la instrucción que reciben los precatecúmenos y los
neocatecúmenos a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal para aprender a escrutar personalmente toda la Escritura, el
presupuesto hermeneútico que subyace a todas las celebraciones de que a través de la proclamación de la Palabra en un contexto
orante se establece un diálogo entre Dios y el hombre (DV, nº 25), y por último, la interpretación autorizada del Magisterio
representada en la figura del presbítero que preside alejan estas celebraciones de cualquier sospecha de "fundamenta lismo"
con
el que a veces se tilda a estas comunidades. El "espíritu" y la "atmósfera litúrgica" con que se
viven las celebraciones de la Palabra en el Neocatecumenado está perfectamente sintetizado en
el esclarecedor y penetrante artículo de ROBERT COFFY, La celebración, lugar de la educación de la fe,
citado anteriormente.
449
La afirmación del profesor CASIANO FLORISTÁN de que "en estas comunidades se vislumbra un cierto antirracionalismo
religioso a causa del dualismo razón-sentimiento. Parece como si la reflexión fuese un ídolo. En la comunidad no hay discusión ni
crítica de ningún tipo, ya sea de dentro o de fuera. Sólo el eco de la palabra. Al faltar el sentido crítico, se cae en el conformismo
estructural" (Cfr. Para comprender el Catecumenado, p. 103), evidentemente, solo se sostiene desde un conocimiento distante y desde
una actitud recelosa con respecto al CN. Quien ha vivido y vive la experiencia neocatecumenal sabe del realismo de estas
"convivencias", de los conflictos y tensiones que en ellas se desatan, de las alegrías y esperanzas que en ellas se comparten, del
discernimiento fraternal hecho con "franqueza" y de la iluminación de la historia personal de cada hermano a la luz de la fe.
obrado en sus vidas a lo largo del mes transcurrido y confrontan el lenguaje de la
fe cristiana con la propia realidad del trabajo, la familia, la sociedad... En este
punto de la experiencia se constata que "el camino nos enseña a descender hasta
tocar la Roca, hasta conocer lo que hay en lo profundo de nuestro corazón (cf. Dt.
8,2), enseñándonos a sumergirnos en la Cruz de Cristo. Todo el camino será
superar etapas, descender los escalones hasta llegar a tocar el fondo de nuestro
bautismo, para dejar el cadáver de nuestro hombre viejo y poder resucitar con
Cristo"450.

Para realizar o, mejor, facilitar la conversión, sostiene Kiko Argüello, la


comunidad se convierte en el lugar idóneo para desmantelar todas las falsas
proyecciones en las que el hombre tantas veces ha construido su vida: "La
comunidad nos ayuda, haciendo de espejo en el que se reflejan nuestra
infidelidades, nuestras impotencias para amar al hermano cuando es diferente de
nosotros, cuando se convierte en el otro, cuando el otro se hace pesado, hostil,
enemigo, cuando el otro nos destruye. Si ser cristiano significa amar "como Yo
os he amado" (es decir, hasta la muerte, sin resistirse al mal de nuestros
pecados...), al caminar durante un largo período junto a hermanos concretos
llenos de defectos, nos lleva a un repensar constante de nuestro ser cristianos, a
la conciencia de nuestra incapacidad de amar al enemigo y de la total
imposibilidad de darnos a nosotros mismos la fe..."451.

Este mismo planteamiento lo expresa Mons. Ricardo Blázquez del


siguiente modo: "En esta etapa van descubriendo que no tienen tanta fe como
pensaban los cristianos de siempre, ni aman tanto como creían los más asiduos
cumplidores. La comunidad como un campo donde chocan los egoísmos de todos,
los proyectos de cada uno y los personales caprichos, es un espejo para conocerse
a sí mismo. Cae de esta forma el ideal de comunidad que cada uno se había
forjado. Todos tienen sus personales quejas. Pronto advierten que están ante la
siguiente alternativa: o este tinglado inevitablemente se hunde, o la comunidad
tiene que ser construida por Dios. Así van sintiendo la necesidad de que les nazca
un corazón nuevo, capaz de amar también al molesto e insolente, y de que su fe
demasiado infantil sea conducida a la maduración. La fe sembrada en el bautismo
como una semilla, no se ha expansionado según la estatura del hombre"452.

El objetivo de esta etapa es por tanto, pasar de una fe devocional y


sentimental a un nuevo modo de concebir la vida y la historia como el lugar en
450
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 96.
451
Cfr. Ibid., p. 95. "La vida cristiana en comunidad no se improvisa. Hay que educarla con cuidado. Como dice el Concilio, hay
que cultivar debidamente el espíritu de comunidad (PO, nº 6). Para conseguir la vivencia comunitaria la dinámica grupal es muy
importante para la catequesis. Los adultos van descubriendo en el grupo lo que es vivir en comunidad" (CA, nº 132). Ver “La
catequesis de adultos, una acción realizada en la comunidad cristiana” (CA, nnº 125-132).
452
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 71. D BONHOEFFER explica la diferencia entre la comunidad ideal y la
comunidad real. Aquélla es un sueño y debe ser destruido. Esta, la comunidad real, es la verdadera, con su pecado, con sus límites,
donde Dios actúa. Véase: Vida en Comunidad, Ed, Sígueme (2ª Edición), Salamanca 1983, pp. 16-18.
que se verifica y realiza la fe, que no es emotividad, sino historia que hay que
vivir con Cristo en un camino que proyecta hacia una misión. Es un tiempo
privilegiado de kénosis y conversión (cf. Hch. 2,37-38) viviendo en humildad y
vaciamiento de sí mismo, a quitarse máscaras para iluminar su vida con la Palabra
de Dios. "Este tiempo tiene por objeto -afirma Kiko Argüello- conducirnos a ver
la necesidad de ser gestados en la fe, de ser ayudados por la Iglesia. La fe no
podemos dárnosla nosotros mismos, no es un moralismo ni el fruto de nuestros
esfuerzos: es un don gratuito que Dios nos da a través del Bautismo"453. De ahí,
pasados unos dos años, los precatecúmenos tienen un Primer Escrutinio de paso
al Neocatecumenado en el que se reflexiona sobre las exigencias del "dejar todo
por el reino" y "llevar la cruz" para seguir a Cristo con más radicalidad (cf. Mc
8,34). Cuando analice los Pasos en el Neocatecumenado, me detendré en
esclarecer en qué consiste y cómo se desarrolla esta celebración de Entrada en el
Neocatecumenado que recibe el nombre de Primer Escrutinio.

3. Etapa de paso al Neocatecumenado

Después del primer escrutinio, hay un período de otros dos años que se
llama paso al Neocatecumenado (SCN, art. 19,2ª). La comunidad sigue viviendo
el camino de conversión apoyada en el trípode Palabra-Liturgia-Comunidad,
profundizando a la vez en las diversas etapas de la historia de la salvación:
Abrahán, éxodo, desierto, alianza, tierra prometida, reino, exilio, profetas,
creación, mesías, resurrección, Iglesia, parusía... (cuatro semanas por tema) 454.
Las catequesis son preparadas por pequeños grupos de la comunidad. A través de
los trabajos en grupo, las reuniones, las revisiones a la luz de la Palabra y las
celebraciones, se actualiza la acción de Dios, que se manifestó en aquella fase de
la Historia de la Salvación y que a partir de este momento alcanza a la comunidad
que se dispone a vivirla hoy. "La lectura de la Palabra es -afirma Mons. Ricardo
Blázquez- profundamente personal y eclesial, y, por el ministerio de la Iglesia,
también autorizada; la homilía del presbítero, la predicación del Obispo y los
documentos del Magisterio pastoral expresan para la comunidad ese carácter
autorizado"455.

453
Ibid., p. 96. "Cuando el hombre ha hecho la kénosis en su interior y ha visto iluminada su actitud ante la fe, normalmente
descubre que no tiene fe, que la fe, heredada no le ha servido para la búsqueda de Dios, que vive más de los criterios del mundo y de
la carne que de la fidelidad a la voluntad de Dios. Necesita pedir la fe. ¿Dónde encontrarla? Y se le garantiza que la fe la da la Iglesia
y a la Iglesia debe pedírsela". Cfr. ANDRÉS FUENTES, La espiritualidad del Camino Neocatecumenal, p. 88.
454
"Se comienza a estudiar la historia de la salvación, dividida en etapas (esto se hace a través de celebraciones de la Palabra y
catequesis preparadas por los mismos hermanos de la comunidad divididos en pequeños grupos que trabajan unos tres meses sobre
cada tema)”. Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato..., p. 96.
455
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 75-76. Esta es la experiencia de una Comunidad Neocatecumenal de la
Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia de Lisboa que estaba en esta etapa: "Después del Precatecumenado y después del
primer escrutinio, fue muy importante para nosotros la llamada a conversión y a descubrir el amor de Dios, que elige siempre a los
más débiles; en la historia de la salvación que hemos celebrado por etapas, hemos podido ver nuestra propia historia". Cfr. KIKO
ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, Convivencia de párrocos, p. 36.
Un hito fundamental en esta fase del Neocatecumenado es la convivencia
del Shemá, llamada así porque en ella se va a proclamar y a entregar
solemnemente a cada hermano el credo de Israel: "Escucha (en hebreo: Shemá),
Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno" (cf. Dt 6,4)456. El Shemá, es
decir, el reconocimiento vital de la unicidad de Dios, es el mensurador de la
conversión efectiva457. Al candidato al Neocatecumenado contestó el Obispo en
la celebración del Primer Escrutinio: "Si quieres alcanzar la Vida Eterna, amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas y
al prójimo como a ti mismo" (cf. Lc 10,27).

Pues bien, el candidato deberá probar que sólo Dios es el Señor de su vida
renunciando significativamente al dinero, puesto que el dinero es el primer
competidor de Dios en la existencia del hombre (cf. Mt 6,24)458. En el Estatuto se
dice que a los neocatecúmenos “les es dado un tiempo para que se prueben a sí
mismos en la sinceridad de su intención de seguir a Jesucristo, a la luz de su
Palabra: ´No podéis servir a Dios y al Dinero`” (SCN, art. 19,2ª).

A lo largo de este período, los miembros de la comunidad van tomando


conciencia de que el obstáculo mayor que impide su opción completa por Cristo
son los ídolos de la propia vida: el dinero, el trabajo, los afectos. Durante estos
dos años, el equipo de catequistas -que lleva adelante el proceso neocatecumenal
en la parroquia y que ha visitado, de vez en cuando, la comunidad preparándola
al primer encuentro con el Obispo- sitúa a cada hermano y a la comunidad entera
frente a la catequesis del Evangelio sobre las riquezas, en su triple aspecto:
trabajo, afectos y dinero459Ver "el compendio de catequesis" de los Santos Padres
(Juan Crisóstomo, Clemente de Alejandría, Basilio de Cesárea y Ambrosio de
456
Este es el primer mandamiento de la vida. El precatecúmeno está experimentando de una manera existencial que
verdaderamente la vida le viene de "escuchar" la Palabra, ha comenzado a descubrir que en "la liturgia de la Palabra no leemos un
texto, escuchamos a alguien que nos habla. No atendemos a la lectura pública de un texto venerable por su antigüedad, escuchamos a
Dios que nos habla". Cfr. Mons. ROBERT COFFY, art. cit., p. 273.Al mismo tiempo, el precatecúmeno es más consciente de que
"escuchar" no es fácil, son necesarias unas actitudes previas: la humildad, el silencio, la fe... Véase: H. URS VON BALTHASAR,
Puntos centrales de la fe, Ed, BAC., Madrid 1985, p. 312. Es importante subrayar que al final del Catecumenado, antes del Bautismo,
el Obispo pregunta a los padrinos: "¿Han escuchado fielmente la palabra de Dios anunciada por la Iglesia?" (RICA, nº 144).
457
"La ley fundamental del cristianismo es escuchar. En la medida en que el hombre escucha, en la medida en que acoge, esta
Palabra actuará...Escucha Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. En estas palabras está toda la vida religiosa". Cfr. DIVO
BARSOTTI, El Señor es Uno, Ed, DDB, Bilbao 1988, p. 45.
458
"Hay aquí un realismo en el Neocatecumenado que contrasta con todas las acusaciones fáciles de angelismo...Si en el proceso
del hacerse un cristiano queda intocada la relación con el dinero, es necesario reconocer que ese camino es superficial y en el fondo
irreal. A este centro se refiere el paso al catecumenado, que se recuerda en un alto en el camino llamado convivencia del shemá". Cfr.
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, o. cit., p. 74. Este aspecto también lo subraya con bastante claridad ANDRÉS FUENTES: "Hay que
situar al catecúmeno frente al dinero como el ídolo más esclavizante que destruye el corazón del hombre. El dinero es causa y origen
de todas las perturbaciones del espíritu y hay que saber situarse ante él con el mismo espíritu de Jesucristo. Son radicalmente
incompatibles la fe en Dios y la fe en las riquezas". Cfr. La espiritualidad del Camino Neocatecumenal, p. 89.
459
En el RICA se afirma que "este tránsito (conversión) que lleva consigo un cambio progresivo de sentimientos y costumbres,
debe manifestarse con sus consecuencias sociales y desarrollarse paulatinamente durante el catecumenado" (nº 9). En esta etapa del
Neocatecumenado lo que se acentúa es la convicción de que el amor a Dios por encima de todos los ídolos debe ser concreto. En la
Iglesia primitiva, el cristianismo revolucionaba la vida familiar, profesional y social. La conversión comportaba un cambio de vida y
de religión que provocaba una ruptura con la ciudad, con el propio ambiente, con la propia familia que continuaba pagana. La
recepción del Bautismo incidía en la vida familiar, profesional, social. "Confesarse cristiano era colocarse al margen de la buena
sociedad y en conflicto con el entorno". Cfr. A.G. HAMMAN, La vida cotidiana de los primeros cristianos, p. 218.
Milán) en relación con el dinero: El buen uso del dinero, Ed, DDB, Bilbao. 1995..
Ahora la comunidad es iluminada, sobre los ídolos que la esclavizan, mediante la
catequesis evangélica relativa a las riquezas (cf. Lc 14,33; 12,33) en la convicción
de que el Señor la libera y la exorciza con la fuerza de la palabra: "El yo del
hombre -afirma Kiko Argüello- trata de escapar de la muerte y del absurdo a
través de la autoafirmación en estos tres elementos, porque cada uno de nosotros
los convierte en ídolos; ídolos que nos esclavizan y entenebrecen nuestro espíritu,
encerrándonos en moralismos exasperantes y exigiendo formas de vida que nos
oprimen y nos llenan de sufrimientos. Descubrir y constatar, frente a estas
esclavitudes, nuestra impotencia para librarnos de nosotros mismos, así como
nuestra dependencia de los poderes y de los ídolos que tiranizan al mundo, será
el cometido de esta etapa. Jesús de Nazaret, que ha resucitado y vive hoy en su
Iglesia, ha vencido todos los demonios y quitado el poder a todos los ídolos del
mundo con su resurrección. El nos libra y nos exorciza con la fuerza de su Palabra
que se hace eficaz en su Iglesia: El que no renuncia a todos sus bienes no puede
ser discípulo mío"460.

Los precatecúmenos llevan entonces en los ojos la sorpresa de ver que es


posible cambiar de vida, salir del juicio y de la ley, pasar a la misericordia461. Esta
etapa concluye con un Segundo Escrutinio de paso definitivo al
Neocatecumenado. Ante el Obispo se renuncia públicamente a los ídolos del
mundo para poner a Dios en el centro de la vida (cf. Dt 6,4-5; Lc 10,27). Cada
uno es invitado a vender sus bienes y adherirse a Jesucristo, dando, en esta
celebración, un signo concreto en dinero que se distribuye entre los pobres de la
parroquia462.

Así quedaría gráficamente esbozada esta etapa, y a continuación pongo


en otro cuadro comparativo el tiempo del Precatecumenado que engloba estas
etapas del Neocatecumenado tal y como fue vivido en el Catecumenado de la
primitiva Iglesia y en el RICA. Asimismo, señalo las orientaciones que nos
ofrecen nuestros Obispos para esta etapa en CC, en CA y IC (ver tablas 12ª y
13ª).

460
Cfr. Il Neocatecumenato, p. 97.
461
Así lo ponían de manifiesto los precatecúmenos de la Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia de Lisboa en 1976
cuando estaban viviendo esta etapa del Neocatecumenado:"La maravilla que podemos testimoniar es que, pasado algún tiempo, las
barreras que nos separaban, las diferencias de edad, mentalidad y categorías sociales, empezaban a desaparecer, y nacía entre nosotros
la koinonia". Cfr. Convivencia de párrocos, p. 36.
462
"En el segundo escrutinio se recogen cantidades sorprendentes, entregadas de forma absolutamente libre, que se destinan en
gran parte a los pobres de la parroquia. La verdad de esta renuncia, el impulso apostólico, el gozo en la precariedad que se fía de
Dios... son signos llamativos del camino neocatecumenal". Cfr. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, o. cit., p. 76. La experiencia
profundamente liberadora en el cumplimiento de esta palabra por parte de los precatecúmenos contrasta, a veces, con la actitud
"acomodaticia" con la que a veces se interpreta la Escritura. D. BONHOFFER comenta la poca credibilidad, entre los cristianos, a la
Palabra de Dios. Lo de "Vended los bienes", "Poned la otra mejilla", el "Mirad las aves del cielo", ect... se tiende siempre a
"interpretarlo" a nuestro modo: "Siempre encontramos lo mismo: la supresión consciente de la obediencia sencilla, de la obediencia
literal (a la Palabra)". Cfr. El precio de la gracia, Ed, Sígueme, Salamanca, 1986 (3ª Edición), pp. 45-46.
4. Etapa del Neocatecumenado

Al estudiar esta etapa dentro del itinerario catecumenal que el RICA


presenta, he señalado que el Catecumenado se concibe como un tiempo
"suficientemente prolongado", desarrollado a través de una institución pastoral
definida como "formación y noviciado" (nº 19), "que se alargará cuanto sea
necesario para que madure su conversión y su fe, y, si fuere necesario, por varios
años" (nº 98). De hecho, se dice que "la prolongación del período de
Catecumenado depende de la gracia de Dios y de varias circunstancias, a saber:
de la organización de todo el Catecumenado, del número de catequistas, diáconos
y sacerdotes, de la cooperación de cada catecúmeno, de los medios necesarios
para acudir a la clase del Catecumenado y permanecer en él, y finalmente, de la
ayuda de la comunidad local. Por tanto, nada se puede definir a priori" (nº 20).

La descripción más completa del Catecumenado se encuentra en el nº 19


del RICA, que recoge la doctrina contenida en AG,14. Si el tiempo del
Precatecumenado puede ser definido como un tiempo de búsqueda con vistas a
una opción por el Evangelio, el Catecumenado -en cambio- va a ser descrito como
un tiempo de maduración con vistas a la confesión de fe: "Es un tiempo
prolongado...en el que se les ayuda (a los candidatos) para que lleguen a la
madurez las disposiciones de ánimo manifestadas a la entrada" (nº 19)463. Va a
ser por tanto el Catecumenado un proceso orgánico, integral y básico de
formación cristiana cuya finalidad tiende a que en el catecúmeno madure la
vinculación a Jesucristo, en la Iglesia, para el servicio al mundo, y esto se ha de
conseguir, -señala el RICA- por cuatro caminos: 1º) Una catequesis apropiada
que conduzca al conocimiento sapiencial del misterio de la salvación;2º) Una
ejercitación en la práctica de la vida cristiana que exprese el cambio de
mentalidad y de costumbres; 3º) Una iniciación a la oración y vida litúrgica; 4º)
Una iniciación en la actividad evangelizadora de la Iglesia (nº 19)464.

463
Las etapas del Catecumenado bautismal son calificadas por el RICA como etapas de "búsqueda y maduración" (RICA,nnº 6
y 7). Siendo el Precatecumenado el tiempo de búsqueda, las tres etapas catecumenales restantes son etapas de maduración en la fe.
Nuestros Obispos afirman que "en nuestro contexto pastoral, en efecto, nos encontramos hoy en día con muchos adultos necesitados
de una fundamentación básica de la fe" (CC, nº 98), para estos "el catecumenado bautismal trata de fundamentar la fe..." (CC, nº 97),
la necesidad de una vigorosa organización catequética de adultos entre nosotros "se justifica por la necesidad de suplir las
insuficiencias o deficiencias de la catequesis (anterior), o de completar adecuadamente, a un nivel más elevado, la que recibieron en
la infancia, o -incluso- de enriquecerse en este campo hasta el punto de poder ayudar más seriamente a los demás. (CT, nº 45). En
otras palabras, la catequesis de adultos, tratará de fundamentar la fe cristiana, ya sea porque -en rigor- falte esa fundamentación, o
porque sea inadecuada para la edad adulta, o porque sea necesario reactualizarla" (CC, nº 100).
464
Hablando de estas tareas, el RICA muestra cómo la Iglesia desea que, durante el Catecumenado, los adultos "sean iluminados
por la fe, dirijan su corazón a Dios y se promueva su participación en el misterio litúrgico, se impulse su actividad apostólica, y toda
su vida se nutra según el espíritu de Cristo" (nº 99). Con esta palabras, el RICA vuelve, así, a recordar los "cuatro caminos" de la
formación catecumenal (nº 19). El Código de Derecho Canónico, sintetizando las dimensiones de la formación catecumenal que el
Concilio define en AG,14 indica también que la iniciación en el misterio de la salvación -finalidad de dicha formación- se obtiene a
través de cuatro tareas: "Por la enseñanza y el aprendizaje de la vida cristiana, los catecúmenos han de ser convenientemente iniciados
en el misterio de la salvación, e introducidos a la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del pueblo de Dios, y del apostolado"
(CIC, c. 788,2). Los Obispos españoles afirman que "una catequesis inspirada en el modelo catecumenal es una iniciación en la
realidad desbordante del misterio de Cristo, iniciación que implica una gran riqueza de dimensiones" (CC, nº 84): 1ª) Iniciación al
conocimiento del misterio de Cristo (dimensión noética) (CC, nnº 85-86); 2ª) Iniciación en la vida evangélica (dimensión axiológica)
Me propongo, a continuación, ver de qué forma está estructurada esta etapa
en el Neocatecumenado y en qué medida se ajusta o se distancia del
Catecumenado esbozado en el RICA. De entrada tengo que decir que el RICA
deja un amplio margen de libertad a la hora de utilizar el Ritual, y en este sentido
no encorseta la institución catecumenal465, ni por lo que se refiere al tiempo (nnº
20, 98 y 280), ni por lo que atañe a la fijación de los ritos específicamente
catecumenales (nnº 274-276); de hecho, las entregas que en el Ritual forman
parte del tiempo de Purificación e Iluminación (nº 25) y por tanto se tendrían que
hacer durante la Cuaresma (nnº 153 y 181); el RICA no impide que se puedan
anticipar (nº 65,6) "ya para diversificar el período del Catecumenado, ya por
razón de la brevedad del período de Purificación e Iluminación" (nº 125)466.

El itinerario neocatecumenal siendo fiel al espíritu y a la libertad que el


RICA deja, y teniendo muy presente lo que se afirma en el nº 302 ("para significar
la acción de Dios" en la lenta y progresiva maduración de los neocatecúmenos)
va a emplear todos los ritos propios del Catecumenado señalados en el Ritual,
aunque adaptándolos a la situación de los adultos bautizados, teniendo muy
presente -como han puesto de manifiesto los Obispos españoles- que "la
gradualidad de la catequesis de adultos encierra en la práctica diversas
dificultades. He aquí algunas de ellas: 1ª) Es más fácil delimitar las etapas de la
catequesis en los adultos no bautizados. Se hace más difícil en la catequesis con
bautizados, necesitados de reiniciación. En el primer caso esa frontera es más
difícil de establecer; 2ª) En la dinámica de la fe, las fronteras son movedizas. El
crecimiento no se produce de manera uniforme. Los momentos de gracia son
distintos en un grupo de adultos. Los bloqueos son, también, muy diversos. Un
adulto, superado un bloqueo, puede recuperar -de manera acelerada- el terreno
perdido; 3ª) Cuando el grupo de adultos es poco numeroso se hace más difícil
dividir a los adultos por grados de fe. Una cierta coexistencia de diversos niveles
tiene, entonces, también sus ventajas. Todo lo cual supone un llamamiento a la
flexibilidad y al realismo en la praxis catequética concreta"467.

(CC, nnº 87-88); 3ª) Iniciación en la oración y en la vida litúrgica (dimensión práxica) (CC,nnº 88-89); 4ª) Iniciación en el compromiso
apostólico y misionero (CC, nnº 91-92).
465
"Los ministros que empleen este Ritual, usen con libertad y sensatez de las facultades y atribuciones que se les conceden..."
(nº 313). Ver las "acomodaciones que puede hacer el ministro" en el nº 67. Para M. DUJARIER, "en lo que se refiere a las ceremonias
propiamente catecumenales, el ritual abre un vasto campo de creación litúrgica". Cfr. Iniciación cristiana de Adultos, p. 88.
466
Cfr. RICA, nº 103: "Según lo aconsejan las circunstancias, se pueden adelantar la traditio o entrega del Símbolo, y también
de la oración dominical, y el rito Epheetha, para los cuales, tal vez, falte tiempo si se deja todo para la última etapa (nn. 125-126)".
En el Neocatecumenado las entregas de la Liturgia de las Horas, del Símbolo y de la oración dominical se han estructurado de una
formal "original" que no se ciñe exactamente al modelo que el RICA propone.
467
Cfr. Catequesis de adultos, nº 203. Con respecto al ritmo de cada catecúmeno, sostienen los Obispos que la "pedagogía
catequética es respetuosa con el personal proceso de fe de cada catecúmeno, con su ritmo propio, con su particular itinerario. Ya el
hecho de concebir la fe en términos de proceso es muy importante, pues subraya el hecho de que la adhesión del catecúmeno a Cristo
tiene lugar en forma progresiva. A partir de una conversión inicial, se van convirtiendo los diversos estratos de la personalidad del
creyente -las diferentes zonas de su ser- a través de un proceso de conversión permanente. Ese caminar de la fe tiene sus momentos
de resistencia -personales de cada uno- que el catequista ha de saber respetar con tacto y comprensión” (CC, nº 214).
Veamos, pues cómo madura la fe del neocatecúmeno siguiendo los cuatro
caminos señalados en el RICA, nº 19.

1º) Una catequesis apropiada que conduzca al conocimiento


sapiencial del misterio de la salvación.

La etapa del Neocatecumenado se inicia una vez pasado el Segundo


Escrutinio y acaba el día de la Elección. El Neocatecumenado, así como el
Catecumenado que el RICA desarrolla (nº 7), va a durar varios años, y "por la
misma razón que en el caso de los catecúmenos, la preparación de estos adultos
requerirá tiempo prolongado (cfr. observaciones previas, nº 21), para que la fe
infundida en el Bautismo pueda crecer, llegar a la madurez y ser grabada
plenamente por medio de la formación pastoral que se les proporciona" (nº 296).
Asimismo, "el desarrollo ordinario de la catequesis generalmente corresponderá
al orden propuesto a los catecúmenos" (nº 297), y "para significar la acción de
Dios en esta obra de preparación, se emplearán algunos ritos propios del
Catecumenado, que respondan a la condición especial de estos adultos y a su
provecho espiritual, como son las entregas del Símbolo, de la Oración dominical
y también de los evangelios" (nº 302). En el Neocatecumenado se ampliará
también a la entrega de la Liturgia de las Horas y de la oración mariana por
excelencia, el Rosario.

El tiempo del Neocatecumenado es presentado como el tiempo que ha de


llevar al neocatecúmeno a la simplicidad de vida, "como el Precatecumenado se
caracteriza por la humildad -afirma Kiko Argüello468, en el sentido de que se
empieza a descender hasta el conocimiento de nuestra realidad más profunda, a
tocar nuestra verdadera historia, a vivir en la verdad, así el tiempo del
Catecumenado es un tiempo que se caracteriza por la simplicidad"469. La
comunidad, seguida siempre por los catequistas, va a vivir en este tiempo la
experiencia de la sencillez de vida. Durante el Neocatecumenado, la fe aparece

468
Cfr. Il Neocatecumenato, pp. 97-98. En el Estatuto se define el Catecumenado postbautismal como “un tiempo de combate
espiritual para adquirir la simplicidad interior del hombre nuevo que ama a Dios como único Señor, con todo el corazón, con toda la
mente, con todas las fuerzas y al prójimo como a sí mismo”. Cfr. SCN, art. 20.
469
Existen algunos estudios que han explorado la "experiencia catecumenal" en San Juan de Avila, e intentan
mostrar los "puntos de contacto" con el Neocatecumenado. Por ejemplo: JULIAN BALLESTA ILLAN, La
iniciación cristiana en los escritos de San Juan de Avila (Según el Ordo de la Iniciación Cristiana de Adultos -
OICA- (Dissertario ad Doctoratum), Roma 1982; ALBERTO GARCÍA TORRES, San Juan de Avila y el Camino
Neocatecumenal. Puntos de contacto, Ed, EGA, Bilbao 1994. "El Camino Neocatecumenal tiene sus pasos y etapas que
culminan en momentos celebrativos. San Juan de la Cruz distinguía las tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva. El Camino va
discurriendo a través de tres etapas que conducen a lo mismo: humildad, simplicidad y alabanza" Cfr. ANDRÉS FUENTES, La
espiritualidad del Camino Neocatecumenal I, p. 86.
como un combate en el que se experimenta la acción liberadora del Espíritu de
Cristo. Esta etapa -en principio- está pensada para que dure unos tres años470.

Durante este tiempo prolongado las catequesis que reciben los


neocatecúmenos van a ir completando y desarrollando las entregas que la Iglesia
les va a ir haciendo en cada momento. Las celebraciones de la Palabra serán la
fuente y posibilidad de que la instrucción que se les da sea acogida desde la fe,
puesto que la instrucción no puede alimentar la fe si no está Dios detrás alentando
y dinamizándola. Está, por tanto, en íntima unión con la instrucción catequética,
por eso el Ritual ofrece la posibilidad de hacer la celebración litúrgica de la
Palabra, después de la catequesis (nº 108), para significar que se trata de una
misma realidad: la Palabra de Dios que se celebra, escucha y recibe de diversas
formas. Palabra que acompañará al neocatecúmeno desde el principio al fin. Por
tanto, las catequesis se distinguirán por dos notas fundamentalmente, que también
vienen señaladas en el RICA, la gradualidad (nnº 4, 6-7; también en CA, nnº 198-
222) y la integridad. El Ritual dice que a través de esta catequesis "dispuesta por
grados, pero presentada íntegramente, acomodada al año litúrgico y basada en las
celebraciones de la palabra, se va conduciendo a los catecúmenos no sólo al
conveniente conocimiento de los dogmas y de los preceptos, sino también al
íntimo conocimiento del misterio de la salvación, cuya aplicación desean" (nº
19.1).

Esto, efectivamente, es así en el Neocatecumenado. Los neocatecúmenos


caminan apoyados en el trípode -Palabra-Liturgia-Comunidad- a lo largo de toda
esta etapa, y en cada momento las catequesis que reciben van a ir iluminando el
contenido de la fe, que es objeto de maduración y asimilación:
1º) Durante la primera iniciación a la oración (entrega del Salterio), se
celebrará la Palabra (RICA, nº 106) adquiriendo una importancia especial el
conocimiento de los Salmos que serán leídos y rezados desde una perspectiva
cristológica y eclesial; se profundizará en el sentido y la importancia de la oración
en la vida de los creyentes471.
470
"Esta fase dura alrededor de tres años, con tres etapas fundamentales. En cada una de ellas la Iglesia nos ayuda con
exorcismos”. Cfr. KIKO ARGÜELLO, art. cit., p. 98. En la práctica y como muy bien señala el nº 20 del RICA, las "diversas
circunstancias", hacen que esta etapa sea más larga. El Neocatecumenado, evidentemente no puede durar un tiempo indefinido, el
carácter temporal del Catecumenado bautismal es inherente al mismo proceso de iniciación, de ahí que este proceso tenga un comienzo
y un final, en el Neocatecumenado también es así y el hecho de que en un gran número de parroquias ya se haya finalizado el
Neocatecumenado en todas sus etapas, va a propiciar la "agilización" en la pedagogía neocatecumenal. A este respecto es interesante
resaltar que ya los Obispos españoles habían llamado la atención sobre este punto del carácter temporal de todo proceso catequético,
"creemos importante insistir en este punto porque observamos una cierta tendencia a hacer de los grupos cristianos en los que se
realiza la catequesis, grupos catecumenales de duración indefinida. Nos parece muy importante el distinguir bien el grupo catequético
(o catecumenal) de la comunidad cristiana estable" (CC, nº 101). Ahora bien, ¿Cuánto tiempo debe durar la formación catequética del
adulto? se preguntan los Obispos españoles, "tratándose de adultos bautizados, la formación catequética debe ser -en principio- similar
a la de un catecúmeno (RICA, nº 296). Entre nosotros, cuando se trata de verdaderas catequesis orgánicas con adultos, la duración
media podría situarse entre los dos a cinco años" (CA,n º 95).
471
“La Iglesia realiza una primera iniciación de los neocatecúmenos a la oración litúrgica y personal, incluso nocturna, que
culmina con las catequesis de los Evangelios sobre la oración y con la celebración de la entrega del libro de la Liturgia de las Horas”.
Cfr. SCN, art. 20,1ª. El RICA pide que se "enseñe (a los catecúmenos) los diversos métodos y aspectos de la oración" (nº 106,b). En
el Neocatecumenado, ya en esta etapa se familiariza a los neocatecúmenos con la "Oración de Jesús" tan profundamente venerada en
la espiritualidad oriental. Cfr. E. BEHR SIGEL/GUIGON II, La Iglesia reza, Ed, DDB, Bilbao 1987, pp. 5-47. Nuestros Obispos
2º) En el período de la entrega del Símbolo, todos los neocatecúmenos
tendrán que estudiar, encarnar y celebrar comunitariamente cada artículo del
credo. Cada uno deberá responder si cree en esa proposición de la fe y por qué
cree472.
3º) Y, por último, en la segunda iniciación a la oración (entrega del
Padrenuestro) se ahondará en las siete peticiones de la oración del Señor y
profundizará en el alcance de la filiación divina473.

Si la finalidad de la catequesis es la confesión de la fe474, vamos a


contemplar a lo largo de toda esta etapa de Neocatecumenado cómo "para una
auténtica introducción en la Sagrada Escritura, la Iglesia entrega al catecúmeno
(en nuestro caso al neocatecúmeno) una clave de lectura: el Símbolo, el Padre
Nuestro y una normativa de conducta que recoge lo esencial del estilo de vida del
Evangelio, como son el mandamiento del amor y las bienaventuranzas (que son
la referencia moral concreta señalada por Pablo VI en el Credo del Pueblo de
Dios" (CC, nº 230)475. Las catequesis que se imparten a lo largo de todo el
Neocatecumenado estarán marcadas por esta clave hermenéutica señalada por
nuestros Obispos: "Entre la Sagrada Escritura y esta clave de lectura que la Iglesia
entrega al catecúmeno, la relación circula en el doble sentido: a) desde el
Símbolo, el Padre Nuestro y las Bienaventuranzas podemos seleccionar aquellas
perícopas bíblicas que mejor contribuyan a nutrir la síntesis de fe. Desde ahí

reconocen y alaban todos los avances que en esta dimensión de la catequesis se están dando en los procesos de iniciación: "No
podemos menos de alabar los esfuerzos realizados entre nosotros para tratar de conseguir que un proceso catequético se convierta en
verdadera escuela de oración... Iniciar al catecúmeno en la plegaria de los salmos, desarrollar en él la dimensión contemplativa..., es
imprescindible para la catequesis". Cfr. Catequesis de la Comunidad, nº 90.
472
“La Iglesia entrega a los neocatecúmenos el Credo (Traditio Symboli), ´compendio de la Escritura y de la fe` y les envía a
predicarlo, de dos en dos, por las casas de la parroquia”. Cfr. SCN, art. 20,2ª. El Catecismo de la Iglesia católica, se convierte en un
manual imprescindible y los neocatecúmenos lo conocen y utilizan con bastante asiduidad para la preparación de cada artículo: "El
Símbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como Autor de todo bien, como Redentor, como Santificador y los articula
e torno a los tres capítulos de nuestro Bautismo -la fe en un solo Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo,
nuestro Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia". Cfr. Prólogo, nº 14. Para el Cardenal JOSEPH RATZINGER "El
Catecismo desarrolla la fe a partir de la profesión bautismal. Así aparece claro de qué modo quiere explicarla: la catequesis implica
catecumenado". Cfr. Evangelio, catequesis, catecismo, Ed, EDICEP, Valencia 1996, p. 25. Según él, "el símbolo de la Iglesia se ha
desarrollado (sobre todo) en el contexto vital del catecumenado, y en este contexto ha sido transmitido... Hoy necesitamos restablecer
el contexto vital de la ejercitación catecumenal en la fe como lugar común de la experiencia del Espíritu, que puede convertirse así en
la base de una reflexión atenta a los contenidos reales". Cfr. Teoría de los principios teológicos, Ed, Herder, Barcelona 1985, p. 28.

473
"Para adentrarse en este misterio y convertirlo en fuente de vida, la comunidad por grupos, estudia todas y cada una de las
peticiones, todas y cada una de las palabras del Padre nuestro a la luz de la Escritura y de los Padres. Y junto al estudio, la celebración
gozosa de las peticiones y las palabras, convertidas en oración y motivo de agradecimiento a la Trinidad". Cfr. ANDRÉS FUENTES,
Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, pp. 175-176. Para los Obispos españoles "la traditio orationis dominicae (entrega del
Padre nuestro) es una dimensión de la catequesis que ha de estar permanentemente presente a lo largo de todo el proceso" (CC, nº
90).
474
"El Catecumenado bautismal señala, además, a la catequesis la meta del proceso: la profesión de la fe: La catequesis tiene su
origen en la confesión de la fe y conduce a la confesión de la fe [...]. A lo largo de su preparación, los catecúmenos reciben el Evangelio
(Sagrada Escritura) y su expresión eclesial, que es el Símbolo de la fe (MPD, nº 8)" (CC, nnº 96 y 230).
475
Para nuestros Obispos, "la importancia de esta clave de lectura consiste en que tanto el Símbolo, como el Padre Nuestro,
como el Mandamiento del amor, junto con las Bienaventuranzas, son lo esencial de la Sagrada Escritura: son la regla de la fe, el
modelo de toda oración cristiana y las actitudes básicas que configuran la vida evangélica. Son el corazón de la Escritura y el criterio
de su interpretación" (Ibidem). En el Estatuto también se afirma que “para profundizar la Escritura ´con la inteligencia y el corazón
de la Iglesia`, los neocatecúmenos se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos de los Padres, de los documentos del Magisterio,
en especial del Catecismo de la Iglesia Católica, y de obras de autores espirituales” (SCN, art. 11&4), y se da la “clave hermeneútica”
necesaria para la escucha y la comprensión de la Sagrada Escritura: ver en Jesucristo, el cumplimiento de las Escrituras y poner lo s
hechos de la propia historia bajo la luz de la Palabra” (SCN. Art. 9,2ª)..
detectamos enseguida cuándo nuestra lectura de la Escritura es parcial e
incompleta. El conjunto de documentos de la fe propuestos por la catequesis será
así armónico; desde la Sagrada Escritura, tanto el Símbolo, el Padre Nuestro,
como las Bienaventuranzas se irán cargando de contenido, el esqueleto se irá
llenando de carne, cada artículo, cada petición, cada bienaventuranza se verá
enriquecida por figuras bíblicas, parábolas evangélicas, salmos,
acontecimientos..., que -de uno u otro modo- desarrollarán el núcleo esencial.
Esta misma clave de lectura contribuye también a hacer una selección catequética
adecuada de los textos del Magisterio, dentro de la abundante riqueza de los
mismos, en función siempre de la mejor comprensión de la Sagrada Escritura y
de las necesidades más características del creyente y de la comunidad, hoy"(CC,
nº 232).

La experiencia contrastada en tantas Comunidades Neocatecumenales


confirma y garantiza la integridad en los contenidos, la gradualidad en la
presentación de éstos y cómo a través de las celebraciones de la Palabra, se va
equipando a los catecúmenos no sólo del conveniente conocimiento de los
dogmas y de los preceptos, sino también de la forma cristiana de vivir la
existencia en todas sus dimensiones (personal, familiar, laboral, política...).
Veamos pues, de qué modo se "rellena el esqueleto del Neocatecumenado" desde
esta perspectiva catequética.

Durante el primer año, tiene lugar una de las entregas que el


neocatecúmeno va a recibir a lo largo de toda esta etapa y que es, sin duda alguna,
una de las aportaciones más originales que el Neocatecumenado hace con
respecto al RICA: se trata de la primera iniciación a la oración "como primera
arma importante y necesaria en nuestra lucha. Al final de esta seria iniciación,
que dura un año, el Obispo, en una liturgia, entrega el Libro de los Salmos" 476.
También conecta, en este punto, el Neocatecumenado con la praxis de los
primeros siglos cuando "el oficio, considerado como oración de los fieles, era una
realidad viva en los orígenes de la Iglesia, cuando era efectivamente la oración de
la asamblea cristiana, de la ecclesia local"477. Efectivamente, también M. Dujarier

476
Cfr. KIKO ARGÜELLO, art. cit, p. 98. Ya en el mismo Concilio "se recomienda que también los laicos reciten el Oficio
divino, bien con los sacerdotes o reunidos entre sí, e incluso solos" (SC nº, 100). El Papa PABLO VI en la Constitución apostólica
laudis canticum (1 de noviembre de 1970), con la que promulgaba el Oficio Divino reformado por mandato del Concilio (SC, nº 90),
afirma que "toda vez que el Oficio es oración de todo el pueblo de Dios, ha sido dispuesto y preparado de suerte que puedan participar
en él no solamente los clérigos, sino también los religiosos y los mismos laicos" (nº 1), y sostiene que "es verdaderamente deseable
que la Liturgia de las Horas penetre, anime y oriente profundamente toda la oración cristiana, se convierta en su expresión y alimente
con eficacia la vida espiritual del pueblo de Dios...La Liturgia de las Horas expresa con claridad y confirma con eficacia esta profunda
verdad inherente a la vida cristiana. Por esto, el rezo de las Horas es propuesto a todos los fieles, incluso a aquellos que legalmente
no están obligados a él" (nº 8). Por lo demás, en la Institutio generalis Liturgiae horarum encontramos las bases para la recuperación
de la oración comunitaria como una forma eclesial de manifestar la realidad de la Iglesia local (cf. nnº 9 y 21), en los nnº 22 y 23 se
contempla el hecho de la "convocación y la reunión de la comunidad para la liturgia de las horas y la participación de los fieles que
deben ser instruidos convenientemente por los pastores". Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL ESPAÑOLA DE LITURGIA, Liturgia de
las Horas (Tomo Iº), Coeditores litúrgicos [2ª edición], 1984.
477
Cfr. P. SALMÓN, “La oración de las horas”, en A.G. MARTIMORT, La Iglesia en oración, Ed, Herder, Barcelona, 1967,
pp. 946-947. Para un acceso a los Santos Padres que han tratado sobre los salmos: BASILIO, Hom. in Psalmum 1, Patrologia Graeca,
muestra que ya en los primeros siglos hubo algunas iglesias donde la iniciación
cristiana contemplaba la posibilidad de hacer la entrega de los salmos478.

Una vez iniciados en la oración litúrgica de la Iglesia, durante este tiempo


los neocatecúmenos, en celebraciones domésticas, por grupos, profundizan en los
salmos que son escrutados ayudándose de las notas, lugares paralelos y otras
referencias de la Biblia de Jerusalén. Entre todos buscan la relación que cada
salmo tiene con Jesucristo y cada uno confronta la propia vida con el salmo
proclamado, estudiado y meditado479. Así, afirma Mons. Ricardo Blázquez, "se
van conociendo los salmos, y se convierten en expresión personal de petición,
acción de gracias, alabanza, lamentación... de los neocatecúmenos"480. De esta
forma, poco a poco, los neocatecúmenos se familiarizan con los salmos 481.
Empalma así esta praxis de la oración litúrgica de los neocatecúmenos con el
espíritu de la reforma litúrgica tal y como sostiene V. Raffa en su estudio histórico
en relación con la Liturgia de las Horas: "Se concibe el oficio divino no como
oración propia del clero y de los monjes, tal como había acabado siendo en una
época de decadencia litúrgica, sino como conmemoración de todos los
bautizados... Los laicos, como grupos y como individuos, que celebren aunque
sólo sea una parte de la LH ejercen la misión de la Iglesia orante, se insertan más
íntimamente en ella (SC, nº 85), llevan a cabo una acción litúrgica y un culto
público y contribuyen no poco a la salvación de todo el mundo (OGLH, nº 27).
Desaparece la discriminación entre personas delegadas y no delegadas para la
oración litúrgica, y se exhorta vivamente a los laicos a hacer de la LH, total o
parcial, su oración (SC, nº 100; OGLH, nnº 22;23;27)"482.

Asimismo, en este tiempo, la vida y la maduración de la fe sigue


alimentándose de la Palabra (que es preparada y celebrada sobre figuras de la
Biblia: Adán, Abel, Abrahán, Melquisedec. Se hace una lectura en clave
cristológica, se trata de ver cómo todas hablan de Cristo que ha dado

29; AMBROSIO, Explanatio Psalmi 1: Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum, 64. Para un estudio histórico ver: ´Liturgia
de las Horas`, en Nuevo Diccionario de Liturgia, Ed, Paulinas, Madrid 1987, pp. 1164-1190.
478
En concreto, el autor habla de la liturgia que se celebraba en Nápoles en el siglo VI, "se desarrollaba esta ceremonia el
domingo tercero de Cuaresma. Poseemos una serie de Homilías en las que el obispo Juan el Mediocre invita a aprender de memoria
el salmo 22, o por lo menos el salmo 116, más fácil de memorizar porque es más corto. Tal vez también el salmo 41". Cfr. Iniciación
Cristiana de Adultos, pp. 141-142. También encontramos atestiguada esta práctica en las catequesis de Nicetas recientemente editadas,
ver NICETAS DE REMESIANA, Catecumenado de adultos, Ed, Ciudad Nueva, Madrid 1992 (especialmente, el capítulo dedicado
"Sobre el canto cristiano", pp. 114-127). Para una mayor profundización: A. ROSE, Les Psaumes de l´iniciation chrétienne: Questions
Liturgiques er Paroissiales 47 (1966) pp. 279-292 y 48 (1967) pp. 111-120.
479
Siguiendo el mandato de Jesús que nos invita a "escrutad las Escrituras, ya que pensáis que en ellas hay vida eterna. Ellas
dan testimonio de mí" (cf. Jn. 5, 39-40). El Estatuto describe así esta praxis neocatecumenal: “Los neocatecúmenos, escrutando los
salmos en pequeños grupos, son iniciados a la práctica de la ´lectio divina` o ´scrutatio scripturae`, ´en la que la Palabra de Dios es
leída y meditada para transformarse en oración`”. Cfr. SCN, art. 20,1ª.
480
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 78.
481
"Con la entrega del Oficio de las Horas, durante la iniciación a la Oración, algunas familias de la primera comunidad se han
convertido en Iglesias domésticas, desde las que se eleva a Dios, dador de todo bien, la alabanza cotidiana. Es la oración del pueblo
de Dios". Cfr. Convivencia de párrocos, p. 53.
482
Cfr. Liturgia de las Horas, p. 1171.
cumplimiento a las Escrituras)483, de la Eucaristía (que es vivida más
profundamente porque los hermanos saben ya que comer el Cuerpo de Cristo
significa aceptar la Voluntad de Dios) y de la Comunión fraterna (que comienza
a realizarse también en la ayuda a los hermanos necesitados). Además, a partir de
la entrega de los salmos empiezan los neocatecúmenos todos los días a rezar
Laudes antes de comenzar la jornada y por la tarde vísperas y hacen una oración
del corazón, silenciosa, de encuentro profundo con Dios. Los esposos comienzan
a rezar juntos484, y los domingos y días de fiesta los padres rezan con los hijos en
una verdadera celebración doméstica, celebración que se convierte en ocasión
propicia para ir transmitiendo la fe a los hijos485. Esta celebración doméstica tiene
una trascendencia enorme para los niños. En el Estatuto se afirma que “los padres
son instruidos a transmitir la fe a los hijos en una celebración doméstica, hecha
durante los Laudes del Domingo” (SCN, art. 14&2)486.

Pasado un año, los catequistas de la comunidad vuelven para la entrega del


Credo (SCN, art. 20,2ª)487. Pero esta entrega no es un hecho intelectual, "tiende a
la iluminación de los neocatecúmenos", pues "en el Símbolo, en el que se
recuerdan las grandezas y maravillas de Dios para la salvación de los hombres,
se inundan de fe y de gozo" (RICA, nº 25,2)488

483
"Para iluminar la propia historia de salvación que Dios quiere hacer con cada uno de nosotros, tenemos todos los personajes
que desfilan por la historia de la salvación. Todos los personajes de la historia de la salvación nos enseñan a entrar en la voluntad de
Dios... El conocimiento de estos personajes, el verse reflejado en ellos a través de la figura de Jesús al que anuncian, potencia el
espíritu de oración y de confianza plena en la voluntad de Dios". Cfr. ANDRÉS FUENTES, art. cit., p. 171.
484
La misma "Institutio generalis de la Liturgia horarum" dice que "conviene que la familia, que es como un santuario doméstico
dentro de la Iglesia, no sólo ore en común, sino que además lo haga recitando algunas partes de la Liturgia de las Horas, cuando resulte
oportuno, con lo que se sentirá más insertada en la Iglesia" (nº 27b.)
485
"También el Sínodo, siguiendo y desarrollando la línea conciliar ha presentado la misión educativa de la familia cristiana
como un verdadero ministerio, por medio del cual se transmite e irradia el Evangelio, hasta el punto que la misma vida de familia se
hace itinerario de fe y, en cierto modo, iniciación cristiana y escuela de los seguidores de Cristo...En virtud del ministerio de la
educación los padres, mediante el testimonio de su vida, son los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos. Es más, rezando
con los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos en la intimidad del Cuerpo -eucaristíco y
eclesial- de Cristo mediante la iniciación cristiana, llegan a ser plenamente padres". Cfr. JUAN PABLO II, Familiaris consortio, nº
39. Ver la profunda y penetrante reflexión que los Obispos vascos dedican a la "familia cristiana, una comunidad que ora". Cfr. Carta
pastoral de los Obispos vascos, Redescubrir la familia (Pascua de Resurrección, 1995), nnº 91-98.
486
"Los padres que caminan en la fe de la Iglesia pasan a los hijos la experiencia que ellos tienen del Dios viviente y del Señor
resucitado", afirma MICHI COSTA, presbítero , por un tiempo, del Equipo Itinerante del CN en Sudáfrica junto a un matrimonio con
tres hijos. Fruto de la experiencia y de estas celebraciones domésticas han nacido estos libros: Cuando tu hijo te pregunte; Hazme oir
tu voz; Quiero ir a Jerusalén, los tres editados por DDB, Bilbao, 1991. Ver también las indicaciones que hace CARLOS
ELORRIAGA, "Los niños y las Comunidades Neocatecumenales", en Bautismo y espiritualidad neocatecumenal, pp. 385-386. Y, la
descripción de "una experiencia de Laudes en familia", en Convivencia de párrocos, pp. 62-63.
487
"El sexto domingo de cuaresma comenzaba en Oriente la catequesis dogmática, esencialmente constituida por la explicación
de los artículos del Símbolo. Y así comenzaba con la importante ceremonia de la traditio Symboli... La entrega del Símbolo es un acto
fundamental que contiene todo el significado de la catequesis. Al entregar el Símbolo, la Iglesia transmite a los nuevos cristianos la
fe; por eso lo convierte en un acto litúrgico... La misión del Símbolo es expresar resumidamente el contenido de la tradición; su origen
es esencialmente catequético". Cfr. JEAN DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., pp. 52-53.
488
"En la gran tradición eclesial, la confesión de fe más estrictamente vinculada al proceso de la iniciación cristiana es la
Profesión de fe apostólica. El llamado Credo o Símbolo de los apóstoles, en efecto, es una fórmula que la Iglesia ha utilizado, desde
muy antiguo, para profesar su fe bautismal y para iniciar en esa fe a los catecúmenos" (CA, nº 137). Y, más adelante se dice, "la clave
para estructurar esta doble dimensión -bíblica y doctrinal- de la enseñanza de la fe, tal como atestigua la práctica secular de la
comunidad cristiana, está en la entrega del símbolo (RICA, nº 183), que la Iglesia, en el momento oportuno, lleva a cabo con los
catecúmenos y, en nuestro caso, con los adultos que se catequizan" (CA, nº 179). "La catequesis, para educar al catecúmeno en el
sentido de la nueva existencia recibida en el Bautismo, lo inicia en la profesión de la fe cristiana, en la que se expresa la razón de su
esperanza y la raíz de su existir" (CC, nº 164).
. Los neocatecúmenos, durante este tiempo, profundizarán en cada uno de los
artículos del Credo489, meditándolos, preparándolos y celebrándolos en las
liturgias de la Palabra490, se conecta así con la tradición más puramente
catecumenal, que ha reservado a la explicación del Símbolo algunas de sus
mejores tratados teológicos491.

Los neocatecúmenos reciben el Credo492, para después de haberlo


confesado con su vida a través de la misión a la que se les envía por un tiempo,
devolverlo a la Iglesia hecho carne en ellos. Por eso en el rito de la Traditio,
presidido por el Obispo, son enviados a predicar el Kerygma, partiendo de la
experiencia vivida. "Son enviados de dos en dos, -afirma Mons. Ricardo
Blázquez- de acuerdo con el Párroco que lo comunica a los feligreses, a visitar
las familias de la parroquia anunciándoles la paz en nombre de Jesucristo
resucitado. Se incorporan de esta manera a la misión evangelizadora de la
Iglesia"493.

Una vez terminado este tiempo de evangelización por las casas, los
catequistas vuelven para la Redditio del Credo: durante la Cuaresma, en la
parroquia y en la liturgia de las Vísperas, cada neocatecúmeno confesará
públicamente la fe de la Iglesia a la luz de su experiencia personal494, en presencia

489
Cfr. SANTOS SABUGAL, Credo. La fe de la Iglesia. El Símbolo de la fe: historia e interpretación, Ed, Montecasino. Zamora
1986. Estudios de este tipo, serán continuamente material de referencia en esta etapa del Neocatecumenado. Entre las principales
catequesis sobre el Credo fácilmente accesibles en nuestra lengua citamos: SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Cat. 4-18 (P.P.C., Madrid
1984). TEODORO DE M., Hom. Ct. 1-10 (ST 145, pp. 4-281); SAN AGUSTÍN, Serm. 212 (B.A.C. 447, Madrid 1983) y Serm. 213
(B.AC. 447, idem); SAN AMBROSIO, Exp. Symb. (SC 25 bis, pp. 46-59). SAN LEÓN MAGNO, Serm. 98 (SC 200, pp. 295-301);
CESAREO, Serm. 9 (SC 175, pp. 362-375).
490
Para los Obispos españoles, "La entrega del Símbolo que, acompañada de un breve comentario del mismo, puede interiorizarse
en unos pocos encuentros. Juan Pablo II sugiere una utilización más concretamente adaptada (CT, 28) de esta entrega del Símbolo,
en la que los adultos puedan encontrar, a modo de síntesis final, todo lo que a lo largo de la catequesis han descubierto y vivido" (CA,
nº 219).
491
"Nosotros encerramos en estos pocos versículos toda la enseñanza de la fe" (S. CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis, 5,12).
"Se les explica frase por frase la doctrina encerrada en el Símbolo y en las Escrituras, primero literalmente, y luego su sentido
espiritual" (EGERIA, Itinerario, 46). "Este es el Símbolo cuyo contenido ha sido enseñado con las Escrituras cuando erais
catecúmenos, pero que bajo esta fórmula resumida os servirá, una vez fieles, para testimoniar vuestra fe y para progresar en ella" (S.
AGUSTÍN, Sermones, 212,2).
492
"La ceremonia de la entrega del Credo está atestiguada tanto en Oriente como en Occidente desde el siglo IV". Cfr. M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, p. 135. Para una información particular acerca de la etapa de "entrega" y "devolución"
(Traditio-Reditio Symboli) del Credo como se realiza en estas CNC, ver: S. SABUGAL: El "Símbolo de la Fe" ayer y hoy: Estudios
agustinianos (Septiembre-Diciembre), pp 413-473. Para este experto de la patrística, "una concreta y eficaz adaptación de la antigua
entrega del Símbolo es ciertamente el respectivo rito del Camino neocatecumenal" (p. 452).
493
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales..., p. 80. "Durante siglos, un elemento importante de la catequesis era precisamente
la traditio Symboli (o transmisión del compendio de la fe), seguida de la oración dominical. ¿No habría que encontrar una utilización
más concretamente adaptada (en la catequesis) para enseñar esta etapa?" (CT, nº 28). Para FRANCO SOTTOCORNOLA “el
Catecumenado constituye con la evangelización el ámbito principal de la pastoral de una Iglesia en estado de misión”. Ver las
sugerentes perspectivas que apunta en su articulo: L´iniziazione cristiana degli adulti nella vita della Chiesa in stato di missione:
Rivista di Pastorale Liturgica 5 (1973) pp. 26-32.
494
"Una vez explicado el Símbolo durante cuarenta días, deberá ser repetido por el catecúmeno a quien se le entregó: es la
redittio symboli. Este rito tiene lugar el Domingo de Ramos, antes de que comience la semana mayor. Ese día el catecúmeno, siempre
acompañado de su padrino o madrina, recita solemnemente ante el obispo el Símbolo que debe ya conocer de memoria". Cfr. JEAN
DANIELOU/r. du CHARLAT, o. cit., pp. 53-54. Según nuestros Obispos: "Cada nuevo bautizado recita en singular el Credo durante
toda su vida, incluso en la asamblea litúrgica, pues ninguna acción es tan personal como ésta. Pero lo recita siempre en la iglesia y a
través de ella, puesto que lo hace como miembro suyo. La fe cristiana no es sino participación de la fe de la Iglesia" (CA, nº 138).
A propósito de la "redditio symboli" del filósofo Marius Victorinus, que San Agustín narra en su libro las Confesiones, ver:
de los presbíteros, de todas las comunidades y de toda la gente de la parroquia
que desea asistir. Esta confesión de fe se hace desde el presbiterio, proclamando
en voz alta el Credo y añadiendo por qué y en base a qué experiencias personales
se cree495"Al cabo de cinco semanas de instrucción (sobre las Escrituras), los que
van a acceder al bautismo reciben el Símbolo... Cuando no queda más que una
semana antes de Pascua, se coloca una sede para el obispo al fondo del ábside,
detrás del altar, y allí uno por uno, los hombres con su padrino, las mujeres con
su madrina, y recitan el Símbolo al obispo". Cfr. Itin. de la V. Eg. 46.. Es éste -
sostiene S. Sabugal- "un momento culminante del Camino Neocatecumenal, en
el que la bienal experiencia personal y anuncio del Símbolo se concentran en un
insólitamente fuerte testimonio de fe cristiana, que sella en lo profundo la vida
del confesor y conmovedoramente sobrecoge a sus oyentes, aquél y éstos
absolutamente convencidos de una cosa: ¡vale la pena ser cristiano! Este efecto
produce en todos la solemne confesión del neocatecúmeno"496. El Domingo de
Ramos los neocatecúmenos hacen una solemne procesión recibiendo de manos
del Obispo la palma como símbolo del testimonio de Cristo que llega hasta el
martirio497.

Después de un año (en el que la celebración de la Palabra tiene por tema


los artículos del Credo)498, hay una segunda y más intensa iniciación a la oración
que culmina con la entrega del Padre Nuestro (SCN, art. 20,3ª)499.

Va a ser durante este periodo, que en el Neocatecumenado se denomina


tiempo del Padre Nuestro, cuando va a tener lugar, de un modo oficial, la
iniciación a la oración mariana por excelencia que culminará con la entrega del

S. POQUE, Au sujet d´une singularité romaine de la "redditio symboli" (Confessions 8, 2, 5): Augustinianum 25 (Agosto) 1985, pp.
133-143.
495
A finales del siglo IV, EGERIA describe así el uso cristiano de la traditio-redditio tal como se desarrollaba en Jerusalén:

496
Cfr. El "Símbolo de la Fe" ayer y hoy, p. 455.
497
"La confesión de fe está, en la misión, vinculada a la persecución: No temáis a los que matan al cuerpo, que el alma no pueden
matarla... A todo el que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre. TERTULIANO, por
ejemplo, se expresa de esta forma: Quien haya sido interrogado en la tierra y haya confesado se llevará con él las llaves del cielo... La
persecución es el elemento indispensable de toda confesión... La persecución se consuma en la confesión (Scorpiace, c. 10)" (CA, nº
138).
498
En esta celebraciones descubren los neocatecúmenos cómo "en el Símbolo de la fe se contiene el misterio de Dios y los
hechos salvíficos esenciales. Al introducir al catecúmeno en las diferentes perícopas del Antiguo y Nuevo Testamento, el Símbolo le
ayuda a situar esas perícopas en referencia al misterio de Cristo, a hacer una lectura bíblica en torno a la salvación de Dios en Cristo"
(CC, nº 231a).
499
"Mucho antes de instituir la ceremonia de la entrega del Pater, la Iglesia transmitió siempre con cuidado a los catecúmenos
la novedad de la oración cristiana. Y así poseemos tres obras de la primera mitad del siglo III que son iniciaciones a la oración a partir
del Padre Nuestro. Es curioso constatar que las tres son obras de autores africanos: Tertuliano, Orígenes y Cipriano". Cfr. M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 137-140. "La entrega del Pater se hace generalmente al principio de la Semana
Santa. Pero en algunas Iglesias se traslada a después del bautismo, porque se considera que el Pater es la oración específica de los
cristianos y no pueden decirla más que los hijos". Cfr. JEAN DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., p. 54. Para nuestros Obispos "El
Padre nuestro es el modelo de toda oración cristiana. Es la oración que Jesús enseñó a sus discípulos. En él está condensado lo mejor
de los salmos y lo nuclear de la oración y de la predicación de Jesús. Su espíritu, eminentemente escatológico, ha de impregnar toda
nuestra oración. Con él intensificamos el espíritu filial que el bautismo depositó germinalmente en nosotros" (CA, nº 181).
Rosario500. En el Neocatecumenado la figura de la Virgen María ha estado
presente desde las catequesis iniciales (SCN, art. 10&1)501, pero se espera hasta
este momento, en el que la estatura de la fe en el neocatecúmeno ya ha crecido,
para hacer una peregrinación a Roma, donde ante la tumba de los santos apóstoles
San Pablo y San Pedro se profesa la fe. Junto a este gesto de comunión con la
cátedra del sucesor de Pedro, se hace un viaje también al Santuario de la
Encarnación, a Loreto, donde se conserva la Casa de Nazaret. Aquí, en el
Santuario de Loreto502, se les entrega a los neocatecúmenos en una sencilla y
emocionante liturgia, la Virgen María como Madre503simbolizado en la entrega
del Rosario, que a partir de este momento lo comenzarán a rezar con asiduidad504.
Antes de recibir el neocatecúmeno el Padre Nuestro, es preciso que experimente
que "no puede tener a Dios por Padre, quien no tiene a la Iglesia (a la Virgen
María), por Madre" (San Cipriano). La experiencia de esta peregrinación marca
definitivamente a los neocatecúmenos y los prepara ya para vivir con actitud filial
la entrega definitiva del Padre Nuestro505.

500
"El Rosario, como ejercicio de devoción cristiana, sigue en importancia a la Santa Misa y al Breviario; y sigue para los laicos
a la participación en los sacramentos [...]. Plegaria pública y universal frente a las necesidades ordinarias y extraordinarias de la Iglesia
santa, de las naciones y del mundo entero". Cfr. JUAN XIII, Carta Apost. Sobre el Rosario, (29-IX-1961). Recientemente, el Papa
JUAN PABLO II, ha subrayado que “el rosario forma parte de la mejor y más reconocida tradición de la contemplación cristiana.
Iniciado en Occidente, es una oración típicamente meditativa y se corresponde de algún modo con la ´oración del corazón` u ´oración
de Jesús`, surgida sobre el humus del Oriente cristiano”. Cfr. Rosarium Virginis Mariae, Ed, San Pablo, Madrid 2002, nº 5.
501
En la Convivencia final que cierra la fase kerygmática, la Virgen es presentada como modelo del Neocatecumenado.
"Nicodemo pregunta a Jesús ¿cómo puedo nacer un hombre siendo viejo? ¿Puede acaso entrar en el seno de su madre otra vez y
nacer? (Jn 3,4). Esta frase ilumina el espíritu de las Comunidades Neocatecumenales: volver al seno de la Iglesia, volver a nuestra
madre, a la Virgen, para que esta reengendre y haga crecer en nosotros la semilla del bautismo que llevamos dentro". Cfr. KIKO
ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, “El camino neocatecumenal: breve síntesis”, en o. cit., p. 132. Ver el artículo de KIKO
ARGÜELLO, “La Virgen María y el Camino Neocatecumenal”, en o. cit., pp. 302-309. Ver también: MARIO PEZZI, “Maria nel
cammino della comunità neocatecumenale”, en AA. VV., Maria nella comunità ecclesiale [Atti della XVII Settimana mariana
nazionale (Brescia 26/30-6-1978)]: Mad 26 (1978) 3-4, pp. 119-123; 156-155.
502
Cfr. G. SANTARELLI, “Il santuario della Santa Casa di Loreto. Note di storia e di arte”, en Maria nel Misterio del Verbo
Incarnato. Congreso Internazionale Mariologico (Loreto 22-25 marzo 1995): Theotokos. Roma 1995/2, pp. 641-654.
503
"Durante el recorrido de la iniciación cristiana, como es el Neocatecumenado, y después de algunos años de haber hecho la
experiencia de la Iglesia como Madre que te ayuda, que cuida de ti, te da leche, te enseña a hablar, a caminar, te muestra quien es tu
padre, etc..., al neocatecúmeno se le presenta a María, la madre de Jesús, como madre suya, que Cristo le ha entregado en la Cruz, y
desde aquel día la acoge en su casa (en su espíritu) como San Juan, como su madre, y establece con ella una verdadera relación de
hijo (...) El amor a la Madre de Jesús nace en la Iglesia a causa de la gestación que se realiza en el hacerse cristiano y no tiene su
origen en la necesidad psicológica de todo hombre hacia su madre. Allí donde se anuncia verdaderamente a Jesús, se da siempre -por
obra del Espíritu Santo- el descubrimiento maravilloso y gozoso de María como Madre de Jesús y como Madre nuestra". Cfr. KIKO
ARGÜELLO, “La Virgen María y el Camino Neocatecumenal”, en art. cit., p. 308. Ver también RICARDO BLÁZQUEZ, “ María
en el Camino Neocatecumenal”, en Transmitir el Evangelio de la verdad, Ed, Edicep, Valencia 1997, pp. 245-260.
504
Para muchos, es la primera iniciación a esta oración fundamental de la piedad mariana, para otros en cambio, es una
confirmación de este modelo de oración en el que fueron iniciados ya desde la infancia en el seno familiar. El rezo del rosario, que
hasta hace bien poco, constituía una de las oraciones que más profundamente estaba arraigada en las familias cristianas, ha sido
radicalmente "eclipsado" por las nuevas corrientes secularizadoras que se han introducido en los hogares y por los nuevos hábitos que
han desintegrado el tejido familiar (fundamentalmente la televisión). La pedagogía catequética no ha acertado aún a situar la "entrega
del rosario" de una forma sencilla y vinculante que ayude al cristiano a incorporar entre sus oraciones ésta oración cristológica y
mariana. De aquí, la "genialidad" en el modo, la forma y el momento que en Neocatecumenado se ha encontrado para hacer esta
"entrega" de una manera tan sencilla y al mismo tiempo tan catecumenal. Ver E.D. STAID, ´Rosario`, en NUEVO DICCIONARIO
DE MARIOLOGÍA, Ed, Paulinas, Madrid 1988, pp. 1731-1741.
505
"Para esta entrega se acostumbraba a proclamar el texto evangélico de Mt 6,7-15, y comentarlo después para los elegidos".
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, p. 138. Para un acceso a los "Sermones" de los Santos Padres, ver A. HAMMAN,
Le Pater expliqué par les Pères, París 1962. "la entrega del Padre nuestro, condensa la iniciación a la oración realizada a lo largo del
proceso catequéti Según nuestros Obispos co, ayuda a los adultos a interiorizar las actitudes básicas de la relación con Dios, que
brotan del don de la filiación divina que el Bautismo otorga" (CA, nº 219). Ya en Catequesis de la Comunidad, habían afirmado los
Obispos españoles que "desde las actitudes básicas que lo configuran (al Padre nuestro), la autenticidad de la iniciación catecumenal
en la oración y celebración queda asegurada" (nº 231).
Durante esta iniciación a la entrega del Padrenuestro, los neocatecúmenos
se reúnen como comunidad parroquial en el templo, todas las mañanas antes del
trabajo, para cantar los Laudes, escuchar el Evangelio y hacer media hora de
oración silenciosa (SCN, art 20,3ª)506. Por la tarde se reúnen de nuevo para las
Vísperas y para escuchar las catequesis sobre el Padre Nuestro507. "Para adentrarse
en este misterio y convertirlo en fuente de vida -afirma Andrés Fuentes- la
comunidad por grupos, estudia todas y cada una de las peticiones, todas y cada
una de las palabras del Padre Nuestro a la luz de la Escritura y de los Padres. Y
junto al estudio, la celebración gozosa de las peticiones y de las palabras,
convertidas en oración y en motivo de agradecimiento a la Trinidad"508.

La oración se convierte en este momento en alimento indispensable para


conocer a Dios como Padre, para santificar su nombre en medio de las naciones,
para comer el pan de su Voluntad, aceptando la propia historia como el designio
de Dios para la felicidad del neocatecúmeno y llevando la propia cruz como única
verdad; estando llamados así, a ser testigos de la vida eterna y del reino de Dios
que comienza ya en este mundo. Los Obispos recuerdan que "el Padre Nuestro,
por su parte, permite (al catecúmeno, en nuestro caso a los neocatecúmenos)
adentrarse en la lectura de los salmos, y -más en general- en el amplio campo de
la oración bíblica desde el modelo paradigmático de toda oración cristiana que es
la oración del Señor. Desde la óptica del Padre Nuestro, la plegaria de los salmos
se convierte en oración cristiana; desde las actitudes básicas que lo configuran, la
autenticidad de la iniciación catecumenal en la oración y celebración queda
asegurada" (CC, nº 231b). Estas indicaciones se viven con hondura cristiana y
vitalidad eclesial en el interior de las Comunidades Neocatecumenales que se
encuentran a esta altura del itinerario de iniciación cristiana.
Por otra parte, durante este tiempo del Padre Nuestro dos cosas ayudan a
la comunidad y a los neocatecúmenos a entrar en la verdad de la vida cristiana.
La comunidad será siempre soporte y garantía que evite desviaciones y ayuda a

506
La praxis de iniciación a la oración en el Neocatecumenado está contribuyendo a formar dentro de las parroquias
verdaderos espacios litúrgicos para la oración. En este sentido empalma con una preocupación que el Papa JUAN PABLO II
expresaba en NMI dónde pide que “nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas escuelas de oración” (nº
33), y más adelante afirma: “está quizás más cercano de lo que ordinariamente se cree el día en que en la comunidad cristiana
se conjuguen los múltiples compromisos pastorales y de testimonio en el mundo con la celebración eucarística, y quizás con
el rezo de Laúdes y Vísperas. Lo demuestra la experiencia de tantos grupos comprometidos cristianamente, incluso con una
buena representación de seglares” (nº 34).
507
SANTOS SABUGAL publicó un libro precisamente "destinado a los catecúmenos y neocatecúmenos, que se preparan a ser
iniciados en los secretos y práctica de la oración". Cfr. El padrenuestro en la interpretación catequética antigua y moderna, Ed,
Sígueme, Salamanca 1982, p. 11. "En la catequesis de adultos descubren la riqueza de orar juntos, del compartir la fe tanto con
palabras que surgen del fondo de uno mismo como con el silencio contemplativo. La oración en común es una constante en la vida de
un grupo catequético. Algunos grupos llegan, incluso, a establecer periódicamente encuentros dedicados únicamente a la oración. Este
aprendizaje cala tan profundamente en los catequizandos que, una vez finalizada la catequesis, muchos buscan organizar en sus
comunidades parroquiales momentos especiales de oración compartida" (CA, nº 182). En las parroquias donde se lleva adelante una
iniciación cristiana con adultos bautizados a través del Neocatecumenado, a partir del momento en que se recibe el Padre Nuestro, los
neocatecúmenos y los fieles cristianos que han finalizado ya el itinerario neocatecumenal, se reúnen por las mañanas, antes de ir al
trabajo, durante los tiempos litúrgicos de Adviento y Cuaresma para la oración de Laudes.
508
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, pp. 174-175. En el Estatuto se afirma que “en esta etapa los
neocatecúmenos estudian sistemáticamente cada una de las peticiones del ´Padrenuestro` y temas sobre la Virgen María: Madre
de la Iglesia, Nueva Eva, Arca de la Alianza, Imagen del cristiano, etc.”. Cfr. SCN, art 20,3ª.
vivir en la verdad. Los lazos de comunión a estas alturas de camino ya se han
entrelazado entre los neocatecúmenos y la realidad de la comunidad cristiana va
apareciendo con asombro ante sus ojos, con sus rasgos específicos tal y como la
describen nuestros Obispos: comunidad cristocéntrica (CC, nº 258), congregada
por la Palabra de Dios (nº 259), orante centrada en la Eucaristía (nº 260),
suscitadora de la comunión eclesial (nº 216), misionera (nº 262), de
corresponsabilidad y ministerial (nº 263), consciente de sus límites y de la
necesidad de complementariedad (nº 264), de talla humana (nº 265).

Esta comunión fraternal tiene un espacio comunitario donde se acrecienta


y vigoriza: la reunión en pequeños grupos de neocatecúmenos presididos por un
garante una vez al mes. En un contexto de oración -afirma Andrés Fuentes- "se
pone de manifiesto hasta qué punto, en la vida de cada día, en los acontecimientos
de la propia historia, se vive la conciencia de hijo, la confianza plena en Dios, el
desprendimiento de sí mismo. Todos ayudan a todos a descubrir la voluntad del
Señor y a aceptarla y vivirla con espíritu de hijos. Criterios, actitudes, cruces,
todo tiene que ser constantemente iluminado. Nuestra historia de cada día no
puede marchar al margen de Dios"509. No existe en estas reuniones ningún atisbo
de bisoñez, ni de sentimentalismo evasivo. La presencia del "garante"
(normalmente un presbítero, o neocatecúmenos de probada virtud), en su
momento, y ante el Obispo, habrá de avalar a los hermanos y dar testimonio de si
viven en fidelidad a la voluntad de Dios o no510.

2º) Una ejercitación en la práctica de la vida cristiana que exprese


el cambio de mentalidad y de costumbres

Todo intento de vinculación a una persona supone, en quien lo pretende,


una capacidad de poder convivir con ella, de dejarse transformar, de seguirla. Son
muchos los textos evangélicos en los que se ve cómo Jesús condiciona el ser
discípulo suyo a un cambio profundo de actitudes: "Cualquiera de vosotros que
no renuncie a todos sus bienes no puede ser discípulo mío" (cf. Lc 14,33). El

509
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, p. 176. En un tercer artículo publicado por este mismo autor afirma: "Este
discernimiento lo va haciendo la misma comunidad. Ella es la garante de la respuesta del neocatecúmeno. La comunidad tiene un
enorme poder de discernimiento porque la misma comunidad vive de la palabra y de la acción del Espíritu. Los catequistas que van
llevando paso a paso la comunidad son los garantes de este discernimiento. No hay duda de que el carisma del catequista actúa de una
forma clarividente para discernir qué es lo que viene de Dios y qué es lo que viene del hombre; hasta qué punto el neocatecúmeno
está aprendiendo a vivir según la voluntad de Dios o conforme a sus propios criterios; cómo se dan en el catecúmeno las obras del
Espíritu o las obras de la carne. Es importante descubrir y deshacer todas las mentiras que puedan obstaculizar la obra de Dios y poner
al neocatecúmeno en la verdad de cara a Dios". Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal III, p. 257.
510
"Es aquí donde la dimensión comunitaria del catecumenado muestra su importancia. En torno a los candidatos habrá un
número de personas que se han convertido en sus amigos cristianos. En el amor de esta pequeña comunidad se da una experiencia de
lo que significa ser Iglesia. Mediante este servicio de amor y del testimonio se puede discernir e impulsar la conversión". Cfr. PETER
BALL, “La conversión en las Iglesias de Europa”, en CONFERENCIA EUROPEA DE CATECUMENADO: Los comienzos de la fe.
Pastoral Catecumenal en Europa Hoy, p. 31.
joven rico, por ejemplo, no cumplía una de las condiciones para poder participar
en un seguimiento fiel del Señor y renunció al seguimiento (cf. Lc 18,22-24)511.

La catequesis, en esta etapa del Neocatecumenado, busca vincular a los


neocatecúmenos con Cristo, y para ello los va a ir entrenando en aquellas
actitudes más propias del Maestro. De este modo, el adulto "emprende un camino
espiritual por el que, participando ya por la fe del misterio de la muerte y de la
resurrección, pasa del hombre viejo al hombre nuevo perfecto en Cristo" (AG, nº
13)512.

Este cambio de actitudes, sin embargo, -opinan los Obispos españoles- "no
es condición previa para comenzar el proceso catequizador. Basta el deseo inicial
de querer cambiar de vida. La propia catequesis irá facilitando el que los adultos
adquieran, poco a poco, el estilo de vida del Maestro: su manera de situarse ante
los marginados, ante el dinero, el poder, la violencia, el conflicto..., y su forma
de convivir con sus discípulos: su amor fraterno, su comprensión, su perdón, su
oración por los suyos, su compartir todo con ellos... Seguir a Cristo en su estilo
de vida lleva a profundizar las actitudes comunitarias y de servicio al mundo, con
sus consecuencias sociales y eclesiales"513.

Si la formación moral es algo más que conocer las virtudes cristianas, si se


trata de ejercitarse en ellas, lo que trae consigo "un cambio de sentimientos y
costumbres, que debe manifestarse con sus consecuencias sociales" (AG, nº 13),
los neocatecúmenos van a ir siendo iniciados en una forma de ser, de pensar, de
vivir y de actuar inequivocamente cristiana. "La fe, en la medida en que va
tomando asiento en la persona, -afirma Mons. Ricardo Blázquez- impacta todos
los ámbitos de su vida; por tanto, sería infidelidad retener el dinamismo de la fe
en la pura interioridad del corazón o del grupo. Por eso, la vida conyugal y
familiar, la relación con el dinero y la profesión, la manera de estar y vivir en la
sociedad... van cambiando a lo largo del camino recorrido por los
neocatecúmenos en sus comunidades; estos aspectos son trasparentes"514.

511
Para M. DUJARIER este pasaje del joven rico de Lucas "es un vestigio de la disciplina que presidía la entrada en las primeras
comunidades palestinenses. La exigencia es doble: a) La seriedad de la vida religiosa judía (Cf. Mt 12,34); b) Dar un paso adelante
y abandonarlo todo, sobrepasando la ley, por seguir a Jesús". Cfr. Le Parrainage des Adultes, pp. 153-164.
512
"Si alguno no se ha corregido de sus malas costumbres y no se ha ejercitado en la virtud hasta hacérsele fácil, que no se haga
bautizar" (S. Juan Crisóstomo, Il Cat baut, PG, 49, p. 234).
513
Cfr. Catequesis de adultos, nº 185. Para el Papa JUAN PABLO II "es importante revelar sin rodeos las exigencias, hechas de
renuncia pero también de gozo, de lo que el apóstol Pablo gustaba llamar vida nueva". Deduce el Papa la relevancia de la formación
moral en la catequesis, "de ahí la importancia que tienen en la catequesis las exigencias morales personales correspondientes al
Evangelio y las actitudes cristianas ante la vida y ante el mundo. Nosotros las llamamos virtudes cristianas o evangélicas" (CT, nº 29).
514
Cfr. Las comunidades neocatecumenales, p. 91. Antes de que se celebre la elección, se discernirá si en los neocatecúmenos
"la conversión de la mente y de las costumbres" (RICA, nº 23) es real. En el Neocatecumenado se descubre que la misma existencia
y permanencia de la comunidad es en sí un "fruto" con hondas consecuencias sociales. Así describe JESÚS HIGUERAS cómo las
personas alejadas de la Iglesia y los marginados son reinsertados en la sociedad a través de la Iglesia, teniendo como mediación una
comunidad concreta: "Personas destruidas por el alcohol, la droga, la prostitución o la homosexualidad, o matrimonios deshechos,
que se han encontrado con Jesús y El los ha liberado de sus esclavitudes físicas o espirituales con la fuerza del Espíritu y la Palabra
de Dios. En las asambleas, que celebran para recibir la Eucaristía y la Palabra de Dios, se va dando el amor fraterno, se conocen y se
vencen los problemas de los hombres de nuestro tiempo; en esas asambleas conviven los jóvenes con los adultos y los ancianos, los
Este cambio progresivo de mentalidad y de costumbres con sus inevitables
consecuencias de orden personal, familiar y social conlleva necesariamente tantas
veces, en el neocatecúmeno, sufrimientos y tensiones familiares, y no puede ser
de otro modo porque "siendo el Señor, al que confían, blanco de contradicción,
los que se convierten experimentan con frecuencia rupturas y separaciones, pero
también gozos que Dios concede sin medida" (RICA, nº 19.2)515. Que los
neocatecúmenos a lo largo del camino de maduración, experimentan
progresivamente un cambio moral es un hecho contrastado. El acceso a los
testimonios de estos neocatecúmenos no deja lugar a dudas (SCN, art. 16,3)516El
testimonio dado por los neocatecúmenos en Ruanda pone de manifiesto la radical
experiencia de la fe a la que el CN conduce: Mártires de la Iglesia en Ruanda.
Testimonio de hermanos del Camino Neocatecumenal: Communio (Septiembre-
Octubre 95), pp. 477-488.. En la Convivencia de párrocos de las Comunidades
Neocatecumenales celebrada en 1977, encontramos el testimonio de distintas
comunidades de diversa nacionalidad donde aparece afirmada con claridad esta
dimensión, he aquí algunas de estas experiencias:

"Este camino nos está ayudando al descendimiento, a reconocer y


aceptar el propio pecado, desmontando los esquemas que el mundo
nos ofrece sobre la vida como pilares donde él encuentra su

pobres con los ricos, los analfabetos con los profesores de universidad y los intelectuales, los alcohólicos, los drogadicos, los que no
encuentran sentido a su vida, con los católicos practicantes", o. cit., pp. 68-69. Una de las acusaciones que con más frecuencia se
vierte contra el CN es que no inicia suficientemente en la dimensión social que es constitutiva de la fe, es decir que los neocatecúmenos
se inhiben en las tareas sociales y se desentienden de los aspectos colectivos de la fe. Los Obispos españoles, por otra parte, denuncian
esta laguna "la formación moral que se imparte en los grupos de catequesis de adultos queda en un nivel individual, sin abrirse
suficientemente a las exigencias de la moral social. La enseñanza social de la Iglesia es, con
frecuencia, ignorada" (CA, nº 189). En todo caso, si esta "acusación" se verificara como cierta,
cosa que todavía no ha ocurrido, atentaría contra la misma identidad del Neocatecumenado,
que por naturaleza está obligado a entregar al neocatecúmeno la "integridad"·del depósito de
la fe, dentro del cual "el rico patrimonio de la enseñanza social de la Iglesia ha de encontrar su
puesto, bajo formas apropiadas, en la formación catequética común de los fieles" (CT, nº 29).
Por otra parte, los responsables últimos de toda la iniciación cristiana son el Obispo, los
párrocos y presbíteros y los catequistas, si ellos detectan este "déficit" son los primeros que
están obligados a corregir las posibles deficiencias en el proceso de transmisión de contenidos.
515
El neocatecúmeno a estas alturas de su itinerario de maduración de fe ha podido experimentar suficientemente aquellas
palabras del apóstol Pablo a su discípulo: "Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones" (cf.
2ªTim. 3,12). La persecución forma parte de la "identidad cristiana" (cf. Mt. 5,11-12; St. 1,2; 1ª Pe. 4,13-14). ¡Cuántas rupturas y
persecuciones familiares se han dado a lo largo de la historia!. Recordemos a Santa Perpetua (catecúmena), leemos en las Actas de
los Mártires la obcecación de su padre para convencerla de que renegase de Cristo: "Entonces mi padre, irritado por esta palabra (soy
cristiana) se abalanzó sobre mí con ademán de arrancarme los ojos; pero se contentó con maltratarme. Y se marchó vencido él y los
argumentos del diablo". Cfr. Actas de los Mártires, Ed, BAC, Madrid 1987, p. 421.
516
CARMELO DI GIOVANNI, religioso de los Padres Pallottini y presbítero de una Comunidad Neocatecumenal, que desarrolla
su actividad pastoral en la parroquia italiana de Londres (St. Peter en Clerkenwell), ocupándose sobre todo de la asistencia a los
italianos detenidos en cárceles británicas, ha escrito un impresionante libro que recoge la correspondencia con diversos presos,
conocidos ex-terroristas "políticos", algunos de los cuales han experimentado un cambio radical en sus vidas a través de la experiencia
de encuentro con Jesucristo por medio de las catequesis del CN. Cfr. Eramos terroristas, Ed, DDB, Bilbao 1993. Ver "La experiencia
de Paolo Bianchi y su encuentro con el Camino Neocatecumenal" (pp. 217-223), y "Otros terroristas en las Comunidades
Neocatecumenales" (pp. 223-226). Recientemente acaba de publicarse un nuevo libro que recoge las experiencias de conversión de
presos en las cárceles italianas donde se han dado las catequesis neocatecumenales: AA. VV., In carcere ma liberi!, Ed, Grafite,
Napoli 1996. Editado también en español: ¡En la cárcel, pero libres!, Ed, EGA, Bilbao 1996.
salvación: dinero, trabajo, fariseísmo, religiosidad natural...Esta
catequesis, recibida y vivida a lo largo del Camino Neocatecumenal,
va cambiando poco a poco el corazón de las personas, lo cual se
refleja en su vida exterior. Es un camino en el que se han producido
cambios radicales en la forma de pensar y de enfocar la vida de
algunos miembros de la comunidad, aunque cada uno muchas veces
no lo vea en sí mismo. Esto es también una garantía para nosotros.
Nuestras actitudes ante la vida, trabajo, religión, etc., están
cambiando. Sabemos y experimentamos que Dios es potente para
destruir el hombre viejo y egoísta que hay en nosotros, así como las
barreras que existen de edad, sexo, cultura, dinero... Hemos
descubierto que en Jesucristo no hay diferencias de clases.
Finalmente, es en el desprendimiento del dinero donde se concreta
enseguida la llamada a conversión de la Palabra de Dios. Las
comunidades aportan a la parroquia un fondo para ayuda a sus
presbíteros... Con motivo de uno de los últimos pasos de la Primera
Comunidad (Segundos Escrutinios) todos nosotros damos gracias a
Dios por el milagro visto en el desprendimiento del dinero. Todo él
ha ido a parar a los pobres"517.

"Con la entrada en comunidad, ha habido en todos nosotros un paso


de un estado de religiosidad natural al descubrimiento de que la
Palabra, que nos es dada, sirve para la vida concreta de cada día. El
Camino Neocatecumenal está cambiando verdaderamente nuestra
vida, aunque el pecado y la infidelidad vuelvan siempre. Es un
camino de crecimiento.
Hemos experimentado que la seguridad y la vida la encontramos sólo
en Dios; no está en absoluto en las riquezas, ni en el trabajo, ni en los
bienes de este mundo, incluidos los afectos... Algunos hermanos más
avanzados en el camino, están experimentando fuertemente este
despego de los bienes, pagando mensualmente el diezmo de su
salario para las necesidades de la evangelización y para los pobres
de la parroquia. Sólo el tener que pagar los viajes de los cuatro
catequistas itinerantes es un compromiso no pequeño para una
comunidad tan reducida y es un signo evidente de lo que he dicho
antes"518.

"Lo más importante que todos los hermanos han testimoniado es la


gradualidad del camino, que se desarrolla por etapas y a través de

517
Cfr. “Experiencia de la Parroquia de San Sebastián (Madrid)”, en Convivencia de párrocos-1977, pp. 44-48.
518
Cfr. “Experiencia de la Comunidad Neocatecumenal existente en la Parroquia obrera de "San Bartolo in Tutto", zona de
Scandicci, de administración y ambiente comunista, a las afueras de Florencia (más de siete años de camino)”, Ibid., pp. 49-55.
puertas que nos abren, poco a poco, nuevos horizontes y nos hacen
descubrir:
- nuestra ceguera y la necesidad de pedir la fe;
- nuestros ídolos, que no nos salvan, sino que nos tienen
esclavos;
- Dios como el Único;
- la necesidad de la oración;
- el Kerigma como vida para el mundo;
- la relación con Dios como Padre y el perdón de los
enemigos como garantía de que el Espíritu vive en
nosotros;
- el Siervo de Yahveh, como única verdad que supera
toda lógica y expectativa humana"519.

Que a través de la lenta pero progresiva maduración que se va produciendo


en la fe del neocatecúmeno, éste experimenta una profunda transformación que
alcanza a todas las dimensiones de su vida tanto a nivel personal como social, es
un dato que se puede verificar y de hecho se verifica en el Neocatecumenado a
través de los sucesivos escrutinios. Conecta también en este punto con la praxis
de la Iglesia primitiva en la que los catecúmenos para ser admitidos a los
sacramentos eran sometidos a un minucioso examen que miraba no sólo a los
actos, sino también a las actitudes520. El Catecumenado era ante todo un tiempo
donde se ponía a prueba la conversión; y esto sólo era posible verificarlo a través
de las virtudes evangélicas que comenzaban a aparecer en la vida de los
catecúmenos. Por otra parte, no era algo que se hiciera a la ligera, sino que los
exámenes de vida eran concienzudos en una comunidad que se preciaba de
diferenciarse del resto, por el estilo de vida fundado en el amor521. Hoy en día, las
condiciones sociales dificultan la suficiente seriedad en este aspecto, sin embargo
el RICA lo retoma y le da gran importancia (nnº 16;50.1;69) y la praxis del
Neocatecumenado parece confirmar la fecundidad que conlleva verificar la
conversión moral como garantía de identidad cristiana522.

519
Cfr. “Experiencia de la comunidad existente en la Parroquia de Mártires Canadienses de Roma: clase media; llevada por
religiosos sacramentinos; 10 comunidades: primera comunidad catequizada en Italia y la que va más adelante en el Camino (más de
ocho años)”, Ibid., pp. 56-63.
520
Así lo vemos confirmado en CLEMENTE ALEJANDRINO: "Y a buen seguro no se miden los actos solamente después de
su ejecución, sino que se les juzga también según las intenciones deliberadoras de cada uno: ¿se hizo la elección a la ligera?, ¿se han
arrepentido de sus faltas? ¿se ha tomado conciencia de sus caídas y las han reconocido?". Cfr. El Stromata II,26,5, (SCr,38, p.54).
521
Por eso, se examinaba la conducta del candidato (cf. HIPÓLITO, Trad. apost., 20) e incluso el obispo podía pedir a algunos
catecúmenos que cambiaran de trabajo u oficio, cuando su antiguo género de vida le parecía incompatible o difícilmente conciliable
con la nueva fe y los compromisos que iban a contraer ante toda la comunidad. En el Neocatecumenado hay experiencias en este
sentido y algunos neocatecúmenos han cambiado de trabajos y han regularizado situaciones incompatibles con la moral cristiana.
522
El Papa JUAN PABLO II afirma que "la evangelización -y por tanto la nueva evangelización- comporta también el anuncio
de la propuesta moral". Cfr. Carta encíclica "Veritatis splendor", Ed, B.A.C., Madrid 1993, nnº 106-108. Y los Obispos españoles
en un penetrante discernimiento sobre la situación moral de la sociedad española que lleva por título "La verdad os hará libres"
afirman: "No hay humanidad nueva, si no hay hombres nuevos con la novedad del Bautismo y de la vida según el Evangelio (EN, n.
18). Por eso la conversión ha de estar en el primer plano de las preocupaciones y atenciones de la comunidad eclesial. La conversión
personal sigue siendo piedra angular para el cristiano y para la comunidad eclesial...". Y más adelante afirmarán que "el tema de la
moral ha de ocupar un puesto imprescindible en la catequesis, la predicación, la enseñanza teológica... Necesitamos una formación
3º) Una iniciación a la oración y vida
litúrgica

Ya he apuntado anteriormente cómo a lo largo de todo el


Neocatecumenado, quienes recorren este camino son iniciados gradualmente en
la oración (SCN, art. 14,2). Al inicio del mismo se les entrega oficialmente la
oración de la Iglesia (Salterio), y a partir de este momento descubrirán que la
oración será la fuente de toda la vitalidad y fecundidad de la propia experiencia
personal de la fe. Al final del Neocatecumenado se le hará la entrega del Padre
Nuestro como el modelo de toda oración cristiana. Ya en este momento
"descubren más profundamente el nuevo espíritu de hijos, gracias al cual llaman
Padre a Dios" (RICA, nº 25)523.

Juntamente con esta iniciación a la oración, se va dando a lo largo de todo


el Neocatecumenado una iniciación cada vez más profunda a la vida litúrgica de
la Iglesia. El camino de catequesis y conversión va siendo acompañado y
subrayado por ritos litúrgicos especiales previstos para este período. "En su
itinerario, los catecúmenos son ayudados, de hecho, por la Madre Iglesia
mediante ritos litúrgicos expresos, por medio de los cuales van purificándose
progresivamente y son sostenidos por la bendición divina. Para su utilidad están
dispuestas las oportunas celebraciones de la palabra de Dios" (RICA, nº 19.3).
Como en el Catecumenado bautismal, las celebraciones de la Palabra ocupan en
el Neocatecumenado el lugar celebrativo ordinario en la vida de la Comunidad
Neocatecumenal. Los fines que de hecho asumen son los mismos que asigna la
Iglesia para la formación de los catecúmenos:"Para la utilidad de los catecúmenos
prepárense peculiares celebraciones de la palabra de Dios, procurando en primer
lugar los fines siguientes: a. Que la doctrina recibida penetre en las almas; b. Que
enseñen a saborear los diversos métodos y aspectos de la oración; c. Que
expliquen a los catecúmenos los símbolos, gestos y tiempos del misterio litúrgico;
d. Que les vayan introduciendo gradualmente en los actos de culto de la
comunidad total" (RICA, nº 10).

sistemática -a través de la catequesis, de la enseñanza religiosa, de la predicación o de otros medios- sobre los aspectos fundamentales
e insoslayables de la moral cristiana... Los adultos, especialmente en las actuales circunstancias y ante las nuevas situaciones y nuevos
problemas que se les plantean en la vida personal, familiar, social y económica, están necesitados de una enseñanza que les
proporcione criterios morales de acuerdo con la Tradición de la Iglesia, que ilumine y oriente la conducta humana en el mundo de hoy
con suficiente claridad, objetividad y vigor para que puedan actuar en conformidad con las exigencias eclesiales del seguimiento de
Jesucristo" (nº 53). Cfr. AA. VV., Para ser libres nos libertó Cristo. Comentarios y texto del documento de los obispos "La
verdad os hará libres", Ed, Edicep (2ª edición). Valencia 1991. Si tenemos en cuenta que la catequesis moral estuvo ligada
siempre en la Iglesia primitiva al tiempo catecumenal, tendremos que afirmar que cualquier itinerario catecumenal o neocatecumenal
es el espacio eclesial idóneo para la formación moral de los cristianos, que nuestros Obispos consideran "gravemente insuficiente".
Cfr. JEAN DANIELOU/RÉGINE DU CHARLAT, “La catequesis moral antigua”, en La catequesis en los primeros siglos, pp. 115-
160.
523
"Os entregamos la oración del Padre nuestro para que sepáis a quien estáis orando y qué tenéis que pedir" (S. Agustín,
Sermones, 56). "Esta oración os anima no solamente a aprender a pedir a vuestro Padre que está en los cielos lo que vosotros deseáis,
sino a aprender también lo que vosotros debéis desear" (S. Agustín, Sermones, 59).
Estas celebraciones de la Palabra permiten a los neocatecúmenos ir
adentrándose en los diferentes contenidos de los misterios de la fe, de un modo
gradual y cada vez más rico y profundo dependiendo de las entregas que va
recibiendo por parte de la Iglesia. En el Neocatecumenado, sostiene G. Zevini,
"la iniciación a la palabra es algo extraordinario: se lee gradualmente, se medita
con fe y luego se vive con fruto por parte de la comunidad. La palabra es abordada
de manera no intelectual, sino sapiencial; no especulativa, sino orante. Para el
neocatecúmeno, la palabra de Dios indica una realidad, una fuerza que crea y
promueve la historia: es, a la vez, acontecimiento y acción (cf. Dei verbum). Lo
que se busca es la palabra de vida, su realización concreta, el compromiso entre
nosotros y Dios, y no una ideología, un aumento de conocimientos. La palabra no
es algo, sino Alguien, una persona que habla e ilumina la existencia"524.

Además de la celebración de la Palabra, otro pilar importante de esta


iniciación a la oración y a la liturgia, la encontrarán los neocatecúmenos en la
celebración sacramental, fundamentalmente de la Eucaristía. Ésta se convierte en
un momento privilegiado para interiorizar el proceso catequético, así como para
el desarrollo de la vida de la comunidad525. Para G Zevini, "en el centro del
Neocatecumenado está la Eucaristía, misterio de la Pascua del Señor... En ella la
comunidad descubre con gozo el paso del Señor y lo encuentra en la fe, superando
la situación de infelicidad y pecado; recibe la fuerza renovadora de su misión, es
constituida como sacramento de salvación entre los hombres y comprende el
signo del amor absoluto de Dios (cf. Jn 3,16)"526.

A esta altura del Neocatecumenado, los neocatecúmenos ya tienen clara la


centralidad de la Vigilia Pascual como centro del que dimana toda la fuerza
litúrgica del año527. En el Estatuto se afirma que el triduo pascual “constituye el
axis del Neocatecumenado, en cuanto redescubrimiento de la iniciación cristiana”
(SCN,art. 12&1), también se afirma que los neocatecúmenos son “iniciados
gradualmente a una más perfecta participación en la Vigilia Pascual” (art 12&2),
y que el Neocatecumenado “contribuye a formar poco a poco una asamblea
parroquial que prepara y celebra la Vigilia Pascual en la noche santa, con toda la
524
Cfr. Neocatecumenato, p. 1068. Para una mayor ampliación: IDEM, “Attualizzazione della parola di Dio nelle comunità e
nei gruppi ecclesiali”, en Attualizzazione della parola di Dio nelle nostre comunità, pp. 205-232, esp. 217-223; F. VOLTAGGIO,
“La Parola di Dio nelle comunità neocatecumenali”, en Incontro con la Bibbia. Leggere, pregare, annunziare, pp. 187-191.
525
"La Eucaristía, que en el Catecumenado sólo es posible celebrarla en el tiempo final de la mystagogia (Cf. RICA, nº 40), en
la catequesis de adultos es posible realizarla desde el principio, y en muchos casos constituye un componente preeminente del proceso
catequizador" (CA, nº 183). En el Estatuto se afirma que “la Eucaristía es esencial al Neocatecumenado, en cuanto catecumenado
postbautismal, vivido en pequeña comunidad. La Eucaristía, en efecto, completa la iniciación cristiana”. Cfr. SCN, art 13&1.
526
Cfr. Neocatecumenato, p. 1069. Los neocatecúmenos celebran la Eucaristía “en la pequeña comunidad para ser iniciados
gradualmente a la plena, consciente y activa participación en los divinos misterios [...] Esta costumbre, consolidada en la praxis de
más de treinta años del Camino, es fecunda en frutos”. Cfr. SCN, art. 13&2.
527
"Estas comunidades han descubierto el gozo más profundo y el centro de su vida en la celebración de la gran Vigilia Pascual
(cf Ex 12,42), que dura hasta la aparición del lucero matutino (cf. 2 Pe 1,19). En la espera de esta noche, los neocatecúmenos descubren
que Dios pasa por Jesús, sumerge en la cruz el cuerpo de pecado, destruye el poder de la muerte y salva sus vidas por la resurrección
de Cristo". Cfr. G. ZEVINI, Neocatecumenato, p. 1069.
riqueza de los elementos y signos litúrgicos y sacramentales queridos por la
Iglesia” (art. 12&3).

En torno a ella gira todo el año litúrgico que los neocatecúmenos empiezan
a descubrir y vivir como un auténtico itinerario catecumenal en el que se reviven
y actualizan todas las etapas espirituales de la vida cristiana que a lo largo del
Neocatecumenado han ido personalizando, haciendo realidad una de las notas de
la catequesis que nuestros Obispos expresan en La catequesis de la comunidad:
"una catequesis que forme auténticamente hace que la vida del catequizando se
vea jalonada poco a poco por las principales fiestas del año litúrgico" (nº 90) 528.
A este respecto es importante subrayar que el Neocatecumenado opera una
iniciación gradual a los sacramentos y presenta de forma eclesial clara la
inseparable conexión que existe entre el anuncio de la palabra y la celebración
del sacramento, entre la fe y la praxis sacramental (SCN, art. 12,2).

4º) Una iniciación en la actividad evangelizadora de la Iglesia

Es ésta quizá una de las dimensiones que en el Neocatecumenado se


perciben con más fuerza ya desde su inicio. El neocatecúmeno irá siendo invitado
a "cooperar activamente en la evangelización y en la edificación de la Iglesia con
el testimonio de su vida y con la profesión de su fe" (RICA, nº 19.4) 529de una
forma gradual y progresiva. Lo hacen algunos miembros de la Comunidad
Neocatecumenal cuando al ser elegidos catequistas colaboran directamente con
el Párroco en la evangelización de los adultos, a esta tarea dedicarán su tiempo y
energías durante algunos meses del año, tanto dentro de la parroquia como en
otras parroquias (SCN, art. 17,3). Y lo hacen todos los neocatecúmenos una vez
que la Iglesia les ha entregado el Credo y los envía de dos en dos a anunciar el
Evangelio a todas las casas y a todos los ambientes que circundan la parroquia,
"de esta forma, aunque en pequeña escala, se participa -afirma Mons. Ricardo
Blázquez- en la proclamación pública del evangelio, rompiendo toda reclusión en
el santuario de la conciencia o en el ámbito de la comunidad. Y de esta forma se

528
"Es importante, finalmente, ayudar a los adultos a vivir el año litúrgico, sobre todo cuando se trata de creyentes habitualmente
practicantes, ya que nada -ordinariamente- vincula tanto a Cristo como la celebración litúrgica de sus misterios a lo largo del ciclo
anual. En el círculo del año (la Iglesia) desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión,
Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor (SC, 102)" (CA, n º90).
529
En el Estatuto se afirma que “los neocatecúmenos colaboran activamente en la evangelización y en la edificación de la Iglesia,
ante todo siendo lo que son: su propósito de vivir de modo auténtico la vocación cristiana se traduce en un testimonio eficaz para los
demás, en un estímulo al redescubrimiento de valores cristianos que podrían de otro modo quedar casi ocultos” (art. 17&2). El profesor
DIONISIO BOROBIO sostiene que "en la Iglesia del post-Vaticano se ha impuesto un cierto talante o estilo catecumenal,
debido a la constatación de la existencia de grandes masas por evangelizar, a la memoria y recuperación del catecumenado histórico
para la iniciación cristiana de adultos, y a los ejemplos catecumenales existentes en diversos lugares. Siendo el catecumenado aquel
espacio y tiempo ordenados, del que siempre dispuso la Iglesia para posibilitar la evangelización integral...". Los Laicos y la
Evangelización, Ed, DDB, Bilbao 1987, pp. 171-172.
van asimilando las actitudes apostólicas, en las cuales también deben ser
entrenados los catecúmenos"530.

El Concilio destaca esta nota misionera de toda vocación cristiana al


afirmar que "el bautizado tiene el deber de confesar su fe delante de los hombres"
(LG, nº 11). El Papa Pablo VI había puesto de manifiesto la íntima relación entre
la adhesión al seguimiento de Jesús y la pasión por el anuncio del Reino a la que
Él convoca. Seguir a Jesucristo implica asumir su acción misionera y
evangelizadora, "es impensable que un hombre haya acogido la Palabra, y se haya
entregado al Reino, sin convertirse en alguien que, a su vez, da testimonio y
anuncia" (EN, nº 24). Para los Obispos españoles, "un discípulo de Jesucristo es
misionero al igual que su maestro: Los envió de dos en dos a todas las ciudades
y pueblos por donde él había de pasar (cf. Lc 10,1). La catequesis debe, por tanto,
entrenarle en el ejercicio de la misión" (CA, nº 191)531, y la fundamentación de
esta dimensión esencial de toda vocación cristiana encuentra su quicio justamente
en los sacramentos de la iniciación cristiana tal y como sostiene el Papa Juan
Pablo II: "Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen
la vocación y la misión de ser anunciadores del Evangelio: son habilitados y
comprometidos en esta tarea por los sacramentos de la iniciación cristiana y por
los dones del Espíritu Santo" (Ch.L., nº 33).

Se percibe con claridad a lo largo de todo el Neocatecumenado que el


compromiso evangelizador, al que se inicia poco a poco, ha de estar siempre
motivado por la experiencia gozosa de la fe. Así lo expresan nuestros Obispos al
afirmar que "la verdadera motivación de la acción apostólica debe venir de la fe.
Toda persona necesita expresar sus vivencias y experiencias más hondas. La luz
transformadora de la Palabra de Dios suscita la experiencia del encuentro con
Cristo, y es natural querer expresarla mediante la profesión de fe, la celebración
y el compromiso cristiano" (CA, nº 192c). El Papa Juan Pablo II insiste en este
sentido al decir que "la catequesis está abierta, igualmente al dinamismo
misionero. Si se hace bien, los cristianos tendrán interés en dar testimonio de su
fe, de transmitirla a sus hijos, de hacerla conocer a otros, de servir de todos los
modos a la comunidad humana" (CT, nº 24). Ya he apuntado anteriormente cómo
los neocatecúmenos a partir de la entrega del Salterio empiezan a rezar Laudes
todos los días antes de comenzar la jornada. Los domingos participan los hijos en
esta oración; y en catequesis sencillas van transmitiendo los padres la fe a los

530
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 80. "Esta experiencia los somete a un contraste interior: en muchos hogares no
quieren escuchar la Buena Noticia, aun entre aquellos que oficialmente se llaman creyentes. En otros hogares reciben el anuncio con
alegría y admiración. Así experimentan en ellos mismos que la fe es una gracia y que tiene poder para transformar al hombre. Y
siempre deja en el neocatecúmeno la alegría de poder anunciar a Jesucristo". Cfr. ANDRÉS FUENTES, Espiritualidad del Camino
Neocatecumenal II, p. 173.
531
Este aprendizaje debe capacitar al adulto tanto para desarrollar una presencia cristiana en la sociedad (vecinal, laboral,
sindical, cultural, política...), como para cooperar en tareas intereclesiales (catequista, animador litúrgico, acogida, obras
asistenciales...). Ambas dimensiones, dicen nuestros obispos, deben ser cuidadas en esta tarea. Ver "algunas orientaciones sobre esta
tarea" (nnº 192-195).
niños. Durante el tiempo de la Traditio Symboli todos anuncian públicamente el
Kerygma por las casas y también se incorporan a la pastoral de mediación que se
lleva adelante en la parroquia, es decir, la mayoría de los neocatecúmenos son
incorporados a los diversos grupos parroquiales encargados de los diferentes
servicios pastorales: catequesis de primera comunión, Confirmación, Bautismo,
Matrimonio, equipos de liturgia, cáritas parroquial, consejos de pastoral y
economía, etc.

En el estudio que el director de la oficina de estadística y sociología de la


Conferencia Episcopal Española, F. Azcona, hizo acerca de la incidencia que el
Neocatecumenado tiene en las parroquias de España532, se llega a las siguientes
conclusiones:

"Queda constatado algo innegable: que las parroquias españolas


donde hay Comunidades Neocatecumenales tienen, globalmente, en
una proporción significativamente más alta en comparación con las
parroquias que no tienen elementos organizativos que expresan
mayor participación, corresponsabilidad y apertura parroquial; más
incorporación de los laicos a la pastoral; mayor presencia eclesial en
la sociedad o barrio; más participación en movimientos, asociaciones
y grupos apostólicos; mayor talante evangelizador en la
administración de los sacramentos; proporcionan a sus feligreses
más medios de formación eclesial permanente; se preocupan más de
los alejados; tienen más procesos catequéticos o catecumenados para
los alejados de la fe; tienen experiencia de más incorporación de
alejados a las actividades parroquiales y hay elementos objetivos
para calificarlas, en general, como más misioneras"533.

Asimismo, el descubrimiento gozoso del Bautismo recibido y adultamente


asumido a través del itinerario neocatecumenal, va haciendo percibir en el
neocatecúmeno la grandeza de la vocación cristiana (SCN, art. 17&1)534 y
también de la misión que el Señor le confía por medio de la Iglesia de cara al
mundo, desde su condición secular propia tal y como el Concilio Vaticano II la
ha iluminado:

"Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios


ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios.
532
Cfr. “Parroquia y Camino Neocatecumenal como aparecen en una investigación estadística de la CEE”, en E. PASOTTI, El
Camino Neocatecumenal según Pablo VI y Juan Pablo II, pp. 158-174.
533
Ibid., p. 174.
534
"El bautismo nos regenera a la vida de los hijos de Dios; nos une a Jesucristo y a su cuerpo, que es la Iglesia; nos unge con
el Espíritu Santo, constituyéndonos en templos espirituales" (Ch.F, nº 10). Mons. Antonio Cañizares sostiene que "recobrar el sentido
del bautismo es tarea ineludible para la presencia en el mundo de una Iglesia con identidad. No hay identidad cristiana sin Bautismo...
Es tarea urgente de la Iglesia fortalecer la identidad bautismal del cristiano". Cfr. La Catequesis en el proceso de iniciación cristiana,
p. 564.
Viven en el mundo, en todas y cada una de las profesiones y
actividades del mundo y en las condiciones ordinarias de la vida
familiar y social, que forman como el tejido de su existencia. Es ahí
donde Dios los llama a realizar su función propia, dejándose guiar
por el Evangelio para que, desde dentro, como el fermento,
contribuyan a la santificación del mundo, y de esta manera,
irradiando fe, esperanza y amor, sobre todo con el testimonio de su
vida, muestren a Cristo a los demás. A ellos de manera especial les
corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a las
que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser
según Cristo, se desarrollen y sean para alabanza del Creador y
Redentor"(LG, nº 31)535.

Este carácter secular propio de los cristianos laicos, afirma Juan Pablo II,
"debe ser entendido a la luz del acto creador y redentor de Dios, que ha confiado
el mundo a los hombres y mujeres, para que participen en la obra de la creación,
la liberen del influjo del pecado y se santifiquen en el matrimonio o en el celibato,
en la familia, en la profesión y en las diversas actividades sociales" (Ch.F, nº15).
En este sentido, se puede decir que en el Neocatecumenado en la medida en que
se asume plenamente y conscientemente la identidad cristiana contenida en el
Bautismo, en esta misma medida se descubren, ahondan y empiezan a vivirse
cristianamente todas las realidades personales, familiares, sociales y culturales en
las que vive y se mueve el neocatecúmeno. Asimismo, en esta recuperación
vigorosa de la identidad bautismal hay que situar el fecundo descubrimiento de
las distintas vocaciones específicas al servicio de la misión eclesial: al
matrimonio "en el Señor", al ministerio eclesial, a la vida religiosa, a la misión
apostólica...

Veamos por último dos nuevos gráficos. En el primero describo el


Neocatecumenado tal y como es vivido al interior de las CNC, en el segundo
muestro un gráfico comparativo en el que se puede contemplar las fuentes en que
se inspira (Iglesia primitiva y RICA) y los documentos eclesiales de naturaleza
catecumenal en los que encuentra confirmación y fundamento (Catequesis de la
Comunidad, Catequesis de Adultos y La Iniciación Cristiana) [ver tablas 14ª y
15ª).

5. Etapa de la Elección

535
Para el Papa JUAN PABLO II "la condición eclesial de los fieles laicos se encuentra radicalmente definida por la novedad
cristiana y caracterizada por su índole secular" (Ch.F., nº 15). "Sólo dentro de la Iglesia como misterio de comunión se revela la
identidad de los fieles laicos, su original dignidad. Y sólo dentro de esta dignidad se pueden definir su vocación y misión en la Iglesia
y en el mundo" (Ch.F., nº 8). El Papa sostiene que "sólo captando la misteriosa riqueza que Dios dona al cristiano en el santo bautismo
es posible delinear la figura del fiel laico" (Ibid, nº 9).
En el RICA, esta etapa tal y como aparece configurada, es fiel heredera de
la más pura tradición catecumenal de los siglos IV al VI, en los que ya el
Catecumenado como un tiempo largo de preparación y maduración en la fe ha
perdido su fuerza y fecundidad y las nuevas condiciones sociales y eclesiales
reclaman un nuevo modo de iniciar más intensamente a aquellos que querían
llegar a ser cristianos. La Iglesia lo iba a encontrar en el tiempo de Cuaresma que
se transformaría en el tiempo catecumenal por antonomasia. "A partir del siglo
cuarto, -afirma M. Dujarier- cuando el Estado reconoce al cristianismo como
legítimo y la Iglesia finalmente es protegida o incluso privilegiada, las
conversiones no son siempre serias. Mucha gente que entra en el Catecumenado
por interés y sin convicción de fe, no son cristianos más que de nombre y no
siguen las instrucciones destinadas a ellos. Para remediar esta preparación
insuficiente la Iglesia decide desarrollar la semana de celebración bautismal. La
extiende a las siete semanas de Cuaresma que se convierte así en un tiempo de
formación intensiva"536. En el Ritual este tiempo recibe el nombre de tiempo de
Purificación e Iluminación y se dice de él que "de ordinario coincidirá con la
Cuaresma" (RICA, nº 21) y que dentro de este tiempo la Iglesia "hace la Elección"
(nº 22). Para poder purificar e iluminar a los catecúmenos, la Iglesia prevee en
este tiempo que sean ayudados "por medio de varios ritos, especialmente por el
escrutinio y la entrega" (nº 25).

Evidentemente, la concentración catecumenal en el tiempo de la


Cuaresma hace que este tiempo y esta etapa aparezca sobrecargada de ritos.
Aparece así en el RICA, porque su estructura, ya he apuntado, es fiel reflejo de
la praxis catecumenal que se desarrolló en la Iglesia a partir del siglo IV. Sin
embargo, el mismo Ritual abre la posibilidad de que "por razones pastorales, para
enriquecer la liturgia del tiempo de Catecumenado, las entregas se puedan
trasladar y celebrar dentro del Catecumenado al modo de rito de transición [Cfr.
nnº 193-207]" (nnº 53; 65.6).

En el CN hemos visto cómo la estructuración del tiempo del


Neocatecumenado se va jalonando en base a la anticipación de las entregas que
en el Ritual se fijan para este tiempo "desde la antigüedad las entregas, se tienen
después de los escrutinios y pertenecen al mismo Tiempo de Purificación e
Iluminación" (nº 53). Veamos ahora cómo aparece estructurada esta etapa en el
Neocatecumenado en la que tiene lugar la Elección de los candidatos para hacer
la renovación de las promesas bautismales.

Se inicia esta etapa en el Neocatecumenado con una Convivencia, que abre


para los neocatecúmenos un tiempo de iluminación, unos dos años, y de una

536
Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, p. 98. El autor desarrolla históricamente la configuración de "La Cuaresma: un
catecumenado de recuperación", en Breve Historia del Catecumenado, pp. 104-115. En esta perspectiva,ver La cuaresma.
Dimensiones pastorales del itinerario cuaresmal: Phase n. 260 (marzo-abril 2004).
mayor profundización en la identidad y la misión de ser cristianos en el mundo.
"La Elección -afirma Kiko Argüello- es el tiempo de las catequesis más
profundas... Aquellos hermanos que durante los siete años precedentes han
demostrado su fidelidad a la alianza y a la promesa de nuestro Señor, son
aceptados como candidatos a la Elección (muchos son los llamados y pocos los
elegidos)537.

Los neocatecúmenos como candidatos a la Elección538, durante este tiempo


van a confrontar su vida a la luz del Sermón de la Montaña539. Una serie de
catequesis van dando forma al estudio de Mt.5-7. Estas catequesis se preparan
por grupos y se celebran y meditan en comunidad. También en las reuniones por
pequeños grupos con el garante se revisa, a luz de la fe, y teniendo muy presente
el diseño de Hombre nuevo que contiene el Sermón del Monte540, toda la vida del
candidato.

En las celebraciones de la Palabra durante este tiempo el candidato a la


Elección descubre que tiene que romper con todas las alianzas que tiene en el
mundo, con todos los ídolos que le impiden tener al Señor como el único, con
todos los apegos que le impiden amar a Dios, con todo el egoísmo que le impide
amar al hermano. Y, al mismo tiempo son invitados a hacer una alianza con
Jesucristo para "vivir un sacerdocio con un culto espiritual en un templo no
construido por manos humanas; a vivir una espiritualidad de acción de gracias,
de constante Eucaristía, como Reyes, como Profetas de la historia, que viven en
medio de las naciones su misión de ser el pueblo de Dios, sacramento para el
mundo del amor que Dios tiene por los hombres y, sobre todo, por los malvados

537
Cfr. Il Neocatecumenato, p. 100. En el Estatuto se dice que “la tercera fase del Neocatecumenado es el redescubrimiento de
la elección, ´eje de todo el catecumenado`” . Cfr. SCN, art. 21&1.
538
El Ritual prevee varias palabras para designar a los catecúmenos que Dios ha elegido. "A partir de la fecha del día de su
elección y admisión, se llama a los catecúmenos elegidos (electi, elegidos). Se les llama también competentes (aquellos que tienden
juntos hacia), porque se dirigen en grupo hacia los sacramentos de Cristo y al don del Espíritu. Se les llama también iluminados
(illuminandi, los que están en el tiempo de iluminación), porque su bautismo se designa también como iluminación, por el hecho de
que los nuevos bautizados reciben la luz de la fe. En nuestros días está permitido usar otros términos que, según la diversidad de países
y culturas, convengan más para ser comprendidos por todos y respondan al genio de las lenguas" (nº 24).
539
"Las Bienaventuranzas y todo el contenido del Sermón de la Montaña nos ofrecen de modo admirable la doctrina moral de
Cristo. Las encontramos muy fielmente en nuestros textos primitivos y en los Padres apostólicos en general, íntimamente unidas a
otros elementos de catequesis moral". Cfr. J. DANIELOU/R. du CHARLAT, o, cit., pp. 124-125. "Comentando el Sermón del
monte, Agustín hace una feliz comparación entre las peticiones del Pater, las bienaventuranzas e incluso los dones del Espíritu Santo:
- Santificado sea tu nombre: bienaventuranza de los pobres, temor de Dios; - Venga tu reino: bienaventuranza de los mansos, piedad;
- Hágase tu voluntad: bienaventuranza de los victoriosos en su lucha contra la carne, don de ciencia; - Danos hoy nuestro pan:
bienaventuranza de los que tienen hambre y sed, fortaleza; - Como nosotros perdonamos: bienaventuranza de los misericordiosos,
consejo; - No nos dejes caer: bienaventuranza de los puros, inteligencia; - Más líbranos: bienaventuranza de los pacíficos, sabiduría”.
Cfr. SAN AGUSTÍN, De Serm. Dom. in monte, I, 4,11 y II, 11,38. Se puede leer la traducción en A.G. HAMMAN, Saint Augustin
explique le Sermon sur la montagne: Les Pères dans la foi, I, 6, pp. 30-32 y 114-116.
540
Para nuestros Obispos "el sermón del Monte es referencia obligada en la tarea catequética de iniciar en la vida evangélica.
Representa la enseñanza moral más importante de Jesús, con la que -como nuevo Moisés- da al Decálogo de la Alianza su sentido
pleno y definitivo... He aquí algunos de los rasgos más sobresalientes que definen la vida cristiana, tal como Jesús los propuso en
dicho sermón: * Los valores de las bienaventuranzas, que constituyen todo un programa de vida (Mt 5,3-10); * La necesidad de que
la vida cristiana suponga una justicia más honda que una moral legalista (Mt 5,20); * El carácter misionero de la vida evangélica,
como "luz y sal de este mundo" (Mt 5,16); * El carácter teónomo de la conducta cristiana, como motivación última, ya que "el Padre
que ve en lo secreto te recompensará" (Mt 6,4); * La libertad que da la pobreza evangélica para poder responder sin trabas a Dios
(Mt 6,25); * El amor al prójimo como compendio de toda la Ley (Mt 7,12)" (CA, nº 188).
y pecadores. Porque Dios, el Dios de Jesucristo, es el único que ama a sus
enemigos, que caminó llevando consigo a Judas, que no se resiste al mal.
Aquellos que reciben su Espíritu aman como Él, perdonan como Él, no se resisten
ante el malvado, como Él; son corderos llevados al matadero todos los días,
ofreciendo la vida por el mundo en un culto espiritual y racional, que nos es
pedido, sobre el altar de la historia. De modo que cuando en nosotros obra la
muerte, en esta generación obra la vida"541. Partiendo de las Bienaventuranzas,
preparadas, leídas y celebradas en comunidad, situándose en Dios como Padre y
en el amor a los otros, cada hermano contesta ante los demás a esta pregunta:
"Dios quiere hacer una alianza contigo, ¿estás dispuesto?". Y en medio de la
Asamblea cada uno responde sinceramente.

Es un tiempo de profunda simplicidad y alabanza, en el que los candidatos


a la Elección viven en una actitud de permanente acción de gracias al saberse
"elegidos de antemano para ser hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el
beneplácito de su voluntad" (cf. Ef 1,5), y sentirse enviados a ser "la sal y la luz"
(cf. Mt 5,13-16) del mundo. "Si el candidato a la Elección ha sido fiel, -sostiene
Andrés Fuentes- gracias a este largo proceso de iluminación y simplicidad habrá
descubierto que la vida sólo está en Cristo y habrá experimentado que, fuera de
Cristo, todo es muerte. La fe se hace sencilla y clara, ilumina la propia historia
desde la verdad de la palabra de Dios, nos incorpora a la vida de Dios"542.

Una vez que los candidatos han podido celebrar y vivir en profundidad
todas las catequesis relacionadas con el Sermón de la Montaña, tiene lugar el
tiempo de la Elección próxima que va a estar dedicado a una mayor purificación
y que coincidirá siempre con la Cuaresma, tal y como sugiere el RICA para los
catecúmenos: "El tiempo de Purificación e Iluminación de los catecúmenos de
ordinario coincidirá con la Cuaresma" (nº 21).

Una nueva Convivencia, celebrada normalmente el primer domingo de


Cuaresma543, abre este tiempo de Purificación que tiene la misión de preparar a
los candidatos a la Elección que tendrá lugar a lo largo de todo el tiempo
cuaresmal (periodo de tiempo que se dedicará al Tercer Escrutinio) y que "está
destinado a la preparación intensiva del espíritu y del corazón" (RICA, nº 22) de
los candidatos con la finalidad de que la Iglesia pueda hacer "la selección y
admisión de los catecúmenos (en este caso los candidatos a la Elección), que por

541
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 100.
542
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal III, p.177. "El tiempo del catecumenado postbautismal tiende a llevar a los
neocatecúmenos a la simplicidad, a hacerse pequeños, a abandonarse a la voluntad del Padre. Esto permitirá -siempre guiados por los
catequistas en comunión con el párroco- pasar, a través del abandono, a una espiritualidad de alabanza y agradecimiento. De esta
forma son preparados para entrar en la última etapa del camino: la elección y la renovación de las promesas bautismales". Cfr. KIKO
ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, “El Camino neocatecumenal: breve síntesis”, en o. cit., pp. 131-132.
543
"El rito de la elección o de la inscripción del nombre se celebrará, ordinariamente, el primer domingo de Cuaresma.
Oportunamente puede anticiparse unos días antes o celebrarlo dentro de la semana" (RICA, nº 51). En el Neocatecumenado tendrá
lugar una vez finalizado el Tercer Escrutinio.
su disposición personal sean idóneos" (Ibidem) para hacer la renovación de las
promesas bautismales en la Vigilia Pascual de ese año. "La puerta ahora se
estrecha. Las exigencias cristianas, después de siete años, son una cosa natural,
no son forzadas. Dentro del candidato existe ya una realidad que ha
experimentado y que experimenta; sabe que es diferente de los otros hombres,
porque Dios lo está eligiendo para una misión muy alta: Ser cristiano"544.

El RICA pide que "antes de que se celebre la Elección, se requiere en los


catecúmenos, (en nuestro caso los candidatos a la Elección), la conversión de la
mente y de las costumbres, suficiente conocimiento de la doctrina cristiana y
sentimientos de fe y caridad; se requiere, además, una deliberación sobre su
idoneidad" (nº 23). Esta idoneidad es un verdadero juicio serio, fundamentado
sobre el provecho que los catecúmenos hicieron del tiempo del Catecumenado.
En el Neocatecumenado, esta etapa se vive con profunda seriedad y se le da la
importancia que el mismo Ritual resalta: "la Elección, está rodeada de tanta
solemnidad porque es como el eje de todo el Catecumenado" (Ibidem). En el
Neocatecumenado este paso es la prueba que verifica la transcendencia que está
llamado a tener en la Iglesia como un auténtico camino de iniciación cristiana: el
itinerario de iniciación cristiana postbautismal que tantos miles de bautizados
siguen a través del Neocatecumenado, ¿inicia, madura y conduce a la vida
cristiana?, ¿renueva el entramado comunitario de las parroquias?. La facultad de
verificar estos interrogantes compete a los Obispos, "es propio del Obispo, por sí,
o por su delegado organizar, orientar y fomentar la educación pastoral de los
catecúmenos y admitir a los candidatos a la Elección y a los sacramentos. Es de
desear que, en cuanto sea posible, además de presidir la liturgia cuaresmal, él
mismo celebre el rito de la Elección, y en la Vigilia pascual confiera los
sacramentos de la iniciación" (nº 44)545. Y lo mismo se pide para el caso de los
adultos bautizados: "El vértice de toda la formación será generalmente la Vigilia
pascual, en la cual los adultos profesarán su fe bautismal..." (nº 304).

No obstante, la comunidad no desempeña únicamente el papel de control,


de juez que evalúa y discierne. La Elección es también el momento expresivo de
la maternidad solícita de la Iglesia hacia los catecúmenos que van adquiriendo
nuevas modalidades de pertenencia a la Iglesia, como claramente lo expresa el
cambio de nombre, de catecúmenos a elegidos.

544
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 100. Para descubrir el alcance de la propuesta cristiana hoy, ver J.
RATIZINGER, Ser cristiano en la era neopagana, Ed, Encuentro, Madrid, 1995.
545
Hay que hacer notar que el Ritual ofrece la posibilidad de hacer participar en este discernimiento, si fuere preciso, al grupo
de catecúmenos, lo cual habla por sí mismo del tono conciliador y pedagógico del RICA, que si bien pide seriedad, tampoco se excede
en rigurosidad (cf. nº 137). Para conocer los "perfiles del cristiano adulto" a los que debe conducir una verdadera iniciación, ver CEE,
Testigos del Dios vivo, Ed, EDICE, Madrid 1985, nº 30.
Si echamos una mirada retrospectiva a la praxis catecumenal de los
primeros siglos546, descubrimos con claridad que antes incluso de que se
institucionalizase el Catecumenado, hubo siempre un período litúrgico de
preparación al Bautismo y jamás se admitió a nadie sin discernimiento. Se
examinaba la fe a partir del comportamiento, pues "una fe no es auténticamente
cristiana -afirma M. Dujarier- a menos que transforme la vida"547. Las exigencias
que encontramos en los Santos Padres son claras y firmes, quizás donde más
evidentes aperecen es en Hipólito de Roma548. La inspiración que esta etapa, -
llamada Elección-, recibe en el Neocatecumenado de la praxis catecumenal
antigua es evidente: si en los primeros siglos no se admitía a las ceremonias
bautismales más que aquellos cuya fe había transformado efectivamente el
comportamiento de sus vidas de una forma manifiesta y verificada549, también en
el Neocatecumenado se exigirá esta misma verificación para poder renovar las
promesas bautismales, y esto se hace con absoluta fidelidad a lo que el mismo
RICA pide: "se requiere, además, una deliberación sobre su idoneidad" (nº 23).
Esta deliberación, que lleva como consecuencia una Elección ("porque la
admisión, hecha por la Iglesia, se funda en la elección de Dios, en cuyo nombre
actúa la Iglesia", nº 22), compete por tanto a la Iglesia, es decir al "Obispo, los
presbíteros, los diáconos, los catequistas, los padrinos y toda la comunidad local,
cada cual en su lugar y a su manera, después de haber sopesado rigurosamente
las cosas, tienen que dar su opinión respecto a la formación y al progreso de los
catecúmenos" (nº 135)550. Es preciso, pues, "que antes del rito litúrgico, se tenga
una deliberación sobre la idoneidad de los candidatos por aquellos que les
atienden, o sea, en primer lugar los que dirigen la formación del Catecumenado,
presbíteros, diáconos y catequistas, más los padrinos y delegados de la comunidad
local; incluso, si es preciso, con la participación del grupo de catecúmenos" (nº
137)551.
546
Cfr. M. DUJARIER, Iniciación Crisiana de Adultos, pp. 96-101.
547
Ibid., p. 97.
548
"Cuando se eligen aquellos que van a recibir el bautismo, se examina su vida: ¿han vivido honestamente mientras eran
catecúmenos?, ¿han honrado a las viudas?, ¿han visitado a los enfermos?, ¿han hecho toda clase de obras buenas? Si aquellos que les
han guiado dan testimonio sobre cada uno diciendo que ha obrado así, entonces, entenderán el Evangelio". Cfr. Trad. Ap. 20.
549
Así lo expresa SAN AGUSTÍN: "Es inadmisible admitir al baño de la regeneración... a todos los candidatos indistintamente,
menos aún si la inmoralidad de su conducta y el escándalo de sus faltas son notorias". Cfr. De fide et operibus, I,1 (BA, p. 355).
550
"En la fórmula del RICA, aunque el fin pretendido es el mismo que el que persigue Hipólito, notamos que el contenido es
más genérico y no tan anclado en el aspecto ético. El RICA, a diferencia, del catecumenado antiguo trabaja con una noción
antropológica mucho más amplia y, por tanto, pide una idoneidad que abarca toda la persona. Lo expresa en términos de capacidad
de escucha de la Palabra de Dios, de fidelidad a lo escuchado y de adhesión vital a la comunidad cristiana que lo está iniciando. En
esta formulación aparecen implicados no sólo el catecúmeno, sino también Dios y la comunidad que siempre tienen que estar en
referencia al progreso espiritual de los catecúmenos". Cfr. CARMELO GÓMEZ GÁLVEZ, La propuesta catecumenal en el RICA, p.
94.
551
Para M. DUJARIER esta etapa que él llama del llamamiento decisivo es "la que, hasta el presente, ha sido menos trabajada.
A muchos les parece un poco abstracta, por lo menos tal como viene propuesta por el ritual. Pero nosotros pensamos que puede y
debe tener un gran valor pastoral si se llega a expresar bien su sentido y a hacerla vivir de manera suficientemente concreta", en
Iniciación Cristiana de Adultos, p. 113. La praxis que en el itinerario neocatecumenal se desarrolla respecto de esta etapa, permite
afirmar que se convierte "en el eje de todo el neocatecumenado" (cf. RICA, nº 23). Solamente tomando absolutamente en serio esta
etapa de la Elección adquiere el tiempo precedente su sentido, y viceversa, solo tiene sentido vivir una experiencia neocatecumenal si
esta en verdad conduce y culmina en la maduración y por tanto verificación de la confesión de la fe: "A través de la confesión
bautismal, precisamente, todo el catecumenado desemboca en el bautismo...En consecuencia, tanto el catecumenado, que prepara esa
confesión, como -en nuestro caso- la catequesis de adultos que la personaliza, son una exigencia del mismo bautismo. La catequesis
A partir del año 1983, en el que la primera Comunidad Neocatecumenal de
la Parroquia de Mártires Canadienses de Roma renovó solemnemente las
promesas bautismales en la Vigilia celebrada en la Basílica de San Pedro, son
muchas, y cada año más, las comunidades que terminan el Neocatecumenado y
que por tanto inician su vida como comunidades cristianas parroquiales al
servicio de la evangelización en sus diócesis552. El hecho de que ya en numerosas
parroquias el itinerario neocatecumenal esté experimentado y vivido en todas sus
etapas, hace preveer que en un futuro el tiempo iniciatorio que hasta ahora, por
distintas circunstancias, ha podido parecer como excesivamente largo en el
Neocatecumenado se acorte. Siempre que se trata de abrir un túnel a través de
una montaña rocosa para trazar por medio de él una autopista se tarda tiempo,
una vez finalizado, se atraviesa con mayor rapidez. Esto es lo que se vislumbra
en el horizonte pastoral del CN, donde se tiene muy claro que la madurez en la
fe, necesaria para la adultez cristiana y la acción apostólica, es lenta, y que por
tanto no hay que correr sino que hay que esperar. En este sentido es legítima la
apreciación de Mons. Ricardo Blázquez al decir, "a un candidato al ministerio
sacerdotal se le piden bastantes años de preparación espiritual, teológica y
apostólica; a una religiosa, antes de incorporarse plenamente a la actividad de su
familia espiritual, se exigen noviciado y juniorado. ¿Es tan extraño que a un
cristiano se pida cierto tiempo para su mayoría de edad? Hay a veces una
impaciencia que refleja escasa comprensión de la seriedad de la vocación
cristiana"553.

La duración del Neocatecumenado hasta ahora es evidente que ha


precisado de un tiempo prolongado, algunos lo califican de exageradamente
dilatado. Pero también, no es menos cierto que la adulteración de nuestra vida
cristiana es tan considerable, que purificarla de todas las adherencias que la han
secularizado en gran medida requiere de paciencia y de un tiempo suficiente que
jalonado por etapas y pasos permita a las personas llegar a la fe adulta.

Así queda gráficamente desarrollada esta etapa del itinerario


neocatecumenal, y así aparece configurada en la historia y en el Ritual de la

queda, así, penetrada por su dimensión bautismal. Su meta no es otra que la confesión adulta de una fe depositada germinalmente en
el bautismo. No se persigue, por tanto, otra cosa que ayudarnos a asumir personalmente nuestra condición de bautizados" (CA, nº
136). Recordemos, una vez más, que el Catecumenado bautismal es el modelo en el que la catequesis de adultos debe inspirarse: "El
modelo de toda catequesis es el catecumenado bautismal, formación específica que conduce al adulto convertido a la profesión de su
fe bautismal en la noche pascual" (MPD, nº 8).
552
La comunidad neocatecumenal finaliza el Neocatecumenado e inicia la vida cristiana adulta en la educación permanente
de la fe: “La comunidad neocatecumenal, después de haber finalizado el itinerario de redescubrimiento de la iniciación
cristiana, entra en el proceso de educación permanente de la fe...”. Cfr. SCN, art. 22&1.
553
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 60. "El Catecumenado constituye un verdadero aprendizaje. Por eso la Iglesia
necesita un tiempo bastante largo, tanto para revelar al catecúmeno todo lo que debe ilustrar el lento camino de su conversión, cuanto
para permitirle asimilar en su espíritu y realizar en toda su vida su fe naciente. Un Catecumenado demasiado corto y precipitado
conduciría al fracaso o a dificultades insuperables posteriormente" (Ibidem).
Iniciación Cristiana de Adultos actual con las orientaciones pastorales
iluminadoras de los Obispos españoles (ver tabla 16ª y 17ª).

6. Etapa del Neofitado

Con la renovación solemne de las promesas bautismales finaliza el tiempo


de la instrucción para los que han vivido todas las etapas y pasos del
Neocatecumenado y se inicia la vida cristiana en comunidad como fieles-neófitos.
Termina el itinerario de maduración en la fe y se inicia el itinerario de la vida
cristiana. Con la renovación de las promesas bautismales la comunidad cristiana
comienza a vivir la última etapa del Neocatecumenado que coincide con la
cincuentena pascual y que recibe el nombre de Neofitado554. En el RICA este
último tiempo de la iniciación es denominado como el tiempo de la Mystagogia
(nnº 37-40). Para el Ritual es: “El último tiempo, que se extiende durante todo el
tiempo pascual, y está destinado a la Mystagogia, o sea a la experiencia cristiana
y a sus primeros frutos espirituales e incluso a establecer lazos cada vez más
estrechos con la comunidad de los fieles" (n. 7d.). Y, viene así descrito: "Los
neófitos, con la comunidad, progresan en una percepción más profunda del
Misterio pascual y en su aplicación cada vez mayor a su vida, meditando el
Evangelio, participando en la Eucaristía y ejerciendo la caridad" (nº 37).

Vemos por tanto que el tiempo de la Mystagogia tiende a que los nuevos
bautizados adquirieran una experiencia más consciente y verdadera de lo que es
la vida cristiana. Para alcanzar este fin, se utilizan tres medios privilegiados:

a) La escucha de la Palabra de Dios

El Ritual sostiene que "los neófitos, renovados en el espíritu, han gustado


íntimamente la provechosa Palabra de Dios..." (nº 38); además "la posterior

554
"En griego, el myste, es el iniciado. El mistagogo es el sacerdote encargado de la iniciación, literalmente: el que conduce al
myste. De ahí viene la palabra Mystagogia. Este vocabulario, empleado ante todo por las religiones de la antigüedad, fue adoptado
por los cristianos para expresar las realidades sacramentales y especialmente las de la preparación al bautismo. La catequesis se llama
mistagógicas en cuanto que ayuda a los nuevos bautizados, llamados neófitos, es decir nuevas naturalezas, para comprender mejor la
vida divina que reciben participando en los misterios que son los sacramentos. Por extensión, la Iglesia habla de Mystagogia o de
neofitado para designar el período durante el cual se desarrolla esta catequesis postbautismal...". Cfr. M. DUJARIER, Iniciación
Cristiana de Adultos, p. 186. Más adelante, el autor se pregunta si realmente existió un Neofitado, y ésta es la conclusión a la que
llega: "Si la palabra designa una institución estructurada, se puede decir que jamás existió neofitado. Pero la Iglesia siempre tuvo
cuidado de sus nuevos miembros. Históricamente se distinguen dos épocas. Durante los tres primeros siglos, cuando la comunidad
participaba activamente en la formación de los convertidos, no sintió la necesidad de organizar nada especial para los neófitos.
Simplemente continuó sosteniéndolos fraternalmente después de su bautismo como antes. A partir del siglo cuarto, por el contrario,
dándose el hecho de que la formación catecumenal había sido reducida prácticamente al tiempo de Cuaresma, la Iglesia quiso proseguir
un poco más la formación de los convertidos más allá de la fiesta de Pascua, durante una semana
por lo menos, que se llamó semana in albis, es decir, semana de las vestiduras blancas". (Ibid.,
p. 189)". Para un acceso a una experiencia pastoral con neófitos, ver D.B. GUILLARD, Notas pastorales: La Iglesia acoge a los
neófitos: Asambleas del Señor 43 (1963), pp. 111-123.
frecuencia de sacramentos ilumina la inteligencia de las sagradas escrituras..." (nº
39) y en las Misas para los neófitos, estos "encuentran, especialmente en el
Leccionario del ciclo A, lecturas sumamente adecuadas para ellos... pudiéndose
utilizar esas lecturas aunque la iniciación se celebre fuera del tiempo pascual" (nº
40).

El tiempo del Neofitado en la Iglesia primitiva era el tiempo destinado a


las catequesis mistagógicas555 tal y como aparece en la tradición catecumenal de
los primeros siglos556. Las catequesis mistagógicas eran frecuentemente un
comentario espiritual de los ritos de la iniciación, que se apoyaba en la tipología
bíblica y miraba a sostener la perseverancia de los bautizados. "El predicador -
afirma M. Dujarier- explica las ceremonias que tuvieron lugar en Pascua. Ayuda
también a los neófitos a comprender las exigencias de la vida que derivan de su
compromiso bautismal"557.

Estas catequesis se impartían durante la Semana in albis558; cada día de la


semana, los neófitos y sus padrinos se reencontraban para una celebración
eucarística que, en las grandes ciudades, tenía lugar en una iglesia diferente cada
vez. Hacían también una procesión solemne hacia otro lugar, después de la misa,
o después del oficio de la tarde. Durante estos encuentros se hacían las catequesis

555
De la Iglesia primitiva tenemos buen conocimiento de estas catequesis mistagógicas: "Después del bautismo, les toca todavía
a los neófitos vivir una última etapa de la catequesis de tipo enteramente nuevo para ellos, ya que hasta ahora nunca se había tratado
sobre la catequesis sacramentaria. Se consideraba que era necesario haber recibido el bautismo antes de entrar en el misterio de los
sacramentos cristianos. Esto sucedía, ante todo, por respeto a la ley del arcano, que prohibía comunicar este misterio a los paganos,
incluso a los que aún no se hallaban plenamente integrados a la Iglesia. Pero, sobre todo, la costumbre de no dar la catequesis de sacramentos
hasta después del bautismo y la eucaristía nacía de la convicción de que los sacramentos son acontecimientos y no nociones. Valía más
la pena vivirlos antes, y que luego se diera su significado". Cfr. J. DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., pp. 57-59. Para una mayor
comprensión, ver "La catequesis mistagógica", en M. DUJARIER, o. cit., pp. 196-199.
556
Para un acceso a las principales catequesis mistagógicas, ver: CIRILO DE JERUSALÉN, Catecheses baptismales 5,12:
PF,91-92; trad. C. ELORRIAGA, San Cirilo de Jerusalén, Ed, DDB, Bilbao 1991; JUAN CRISÓSTOMO, Las catequesis
bautismales, Ed, Ciudad Nueva, Madrid 1988; S. AMBROSIO, Sobre los sacramentos. Sobre los misterios. Explicación del Símbolo,
Col. NEBLI-rojo n. 45, Madrid 1977; TEODORO DE MOPSUESTIA, Homiliae catechetica: ed. R. TONNEAU, Citè du Vatican
1949; EGERIA, Peregrinatio: SC 296, 1982; Ed, Sígueme, Salamanca 1994; AGUSTÍN, De catechizandis rudibus: ed. J. COMBÈS,
BA 11, 1949; “Máximo el Confesor, Mystagogie”, en HAMMAN, L´initiation chrétienne, pp. 251-291.
557
Ibid., p. 196. Para J. DANIELOU/R. du CHARLAT, "las catequesis mistagógicas que conocemos presentan tres tipos de
explicaciones de los sacramentos. En primer lugar, un comentario de los ritos últimamente vivido por los neófitos, cuya memoria así
se estimula: Recuerda lo que se te preguntó; acuérdate de tus respuestas. Viene en seguida una teología bíblica de los sacramentos
presentados como continuación de las grandes obras de Dios en el Antiguo Testamento: liberación de Egipto y bautismo; maná y
eucaristía. Y finalmente, la catequesis mistagógica procura responder a dificultades teológicas, como por ejemplo, saber si la Virgen
fue bautizada, si hay que reiterar el bautismo para un excomulgado, etc. Se advierte, sin embargo, que la enseñanza que se da durante
la semana de Pascua a los nuevos bautizados no es siempre un comentario a los sacramentos. En las homilías de San Juan Crisóstomo
se trata de un resumen de vida cristiana según San Pablo; en las de Asterio el Sofista, de un comentario de los salmos", en o. cit., pp.
58-59.
558
Para C. FLORISTÁN, "cuando el significado primitivo de la cincuentena pascual comenzó a decaer, se empezó a celebrar la
octava pascual, tanto en oriente como en occidente. Esto ocurrió, a finales del siglo IV. El ciclo antiguo de las siete semanas se
desdobló en otro nuevo de ocho días, con un carácter eminentemente bautismal. La octava permitía a los neófitos gustar las delicias
de su bautismo, prolongando una semana el día que hizo el Señor (Sal 117,24). Al principio fueron siete los días bautismales. El
sábado era el tiempo en que los neófitos se desprendían de los vestidos blancos recibidos en el bautismo. Más tarde se trasladó este
rito al domingo, llamado por esta razón in albis. La octava se llamaba alba o blanca", en Para comprender el catecumenado, p. 158.
Según M. DUJARIER, "la imposición de una vestidura blanca no está claramente atestiguada más que a partir del siglo IV...El nuevo
bautizado se reviste de una especie de alba que conservará durante siete u ocho días, tanto en casa como en la Iglesia... La deposición
de las albas se hace habitualmente en el oficio de vísperas del sábado. Más tarde, algunas Iglesias la harán el domingo. En una época
más reciente, se bendice en este momento el agua que debe servir para lavar las albas", en Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 194-
195. Para un estudio histórico, ver. A.J. WEGMAN, La historia de la octava de Pascua: Asambleas del Señor 43 (1964), pp. 9-
19.
mistagógicas559. Al final de la semana, los nuevos bautizados guardaban sus
vestidos blancos con los que habían sido revestidos en la noche pascual. Su
iniciación cristiana había terminado. En adelante alimentarían su fe en el seno de
la comunidad cristiana y en la vida litúrgica.

El RICA al ser un Ritual litúrgico, evidentemente no contiene las


catequesis mistagógicas pero sí que expresa la finalidad que perseguían estas
catequesis al decir que "la inteligencia más plena y fructuosa de los misterios se
adquiere con la renovación de las explicaciones..." (nº 38). Ya hemos apuntado
al tratar esta etapa cuando la analizamos dentro de la estructura del actual Ritual,
que el RICA ha recuperado el tiempo de la Mystagogia ampliándolo a todo el
tiempo pascual. Su misión no será tanto explicar el misterio, cuanto profundizar
en él y en toda su riqueza, entrar de lleno en la experiencia y en la vivencia de los
sacramentos, de ahí la importancia que cobran las Misas para los neófitos.

b) La participación en la Eucaristía

Según el Ritual "el principal lugar de la Mystagogia lo constituyen las


llamadas Misas de neófitos, o sea, las misas de los Domingos del tiempo pascual"
(nº 40). El tiempo de la Mystagogia ya no cuenta con ritos específicos. Son los
mismos de las celebraciones pascuales para toda la comunidad. Los neófitos
ocupan un sitio especial en la Asamblea litúrgica y el RICA pide que se les tenga
en cuenta en la homilía y en la Asamblea de fieles (nº 239). El tiempo de la
Mystagogia corresponde normalmente a los cincuenta días del tiempo pascual y
se termina con una celebración especial el domingo de Pentecostés (nº 237). La
gran fiesta de la Pascua se prolonga por espacio de cincuenta días. Es una octava
de domingos y una semana de semanas. Este período, denominado tiempo pascual
o cincuentena pascual, conmemora a Cristo resucitado, presente en la Iglesia, y
al Espíritu Santo, donación del Padre.

Ya he apuntado que el objetivo de la octava de Pascua o Semana in albis


en la tradición antigua de la Iglesia consistía en que los neófitos recibiesen las
últimas catequesis denominadas mistagógicas. La octava de pascua estaba, pues,
en relación con la iniciación a los sacramentos de los recién bautizados en la
Vigilia Pascual. Durante los siete domingos de pascua, la liturgia celebra el
mensaje pascual de la resurrección del Señor, la alegría de la Iglesia por la
renacida esperanza, la vida nueva de los neófitos y la acción del Espíritu Santo

559
He aquí cómo EGERIA nos describe lo que se hacía en Jerusalén en el siglo IV:"Cuando llegan los días de Pascua, durante
estos ocho días, es decir, desde Pascua hasta la octava, cuando ha tenido lugar la despedida de la Iglesia, se marcha, cantando himnos,
a la basílica de la Anástasis, después se hace una primera oración, se bendice a los fieles. El obispo, de pie... explica todo lo que se
hace en el bautismo. En aquella hora, ningún catecúmeno penetra en la Anástasis: sólo los neófitos y los fieles que quieren escuchar
hablar de los misterios entran allí. Se cierran las puertas para que ningún catecúmeno se acerque. Mientras el obispo trata de todas
estas cuestiones y las expone, se acentúa con tales clamores de aprobación que, aún fuera de la Iglesia, se oye clamar a la gente.
Porque desvela tan bien todos los misterios que nadie puede quedarse insensible a lo que oye explicar allí". Cfr. Itin. de la Virg. Eg.,
p. 47.
en la comunidad cristiana, y todo esto lo vive, saborea y experimenta en las
eucaristías pascuales. Los Obispos españoles consideran que "en el clima de estas
celebraciones eucarísticas finales, inspiradas en las misas de neófitos del tiempo
de la Mystagogia los adultos saborearán el espíritu de los sacramentos de la
iniciación cristiana y aceptarán su intrínseca unidad, derivada del misterio
pascual" (CA, nº 218)560.

Por tanto, si la finalidad de esta etapa es que los neófitos progresen "en la
percepción más profunda del misterio pascual" (RICA, nº 37) el camino que se
les propone es el de "experimentar de una forma personal y nueva los sacramentos
y la comunidad" (nº 7), de ahí, que "el principal lugar de la Mystagogia lo
constituyan las llamadas Misas para neófitos, o sea, las Misas de los Domingos
del tiempo pascual" (nº 40). Estas misas de Pascua están pensadas para que se
viva y celebre con profundidad este tiempo de la Mystagogia, por eso sus
oraciones reflejan con fidelidad el espíritu de este tiempo. Lo fundamental es
comprender mejor la inestimable riqueza que se ha recibido. Se trata del don del
Espíritu que mediante el agua del Bautismo y la sangre del memorial ha hecho
renacer al neófito y lo ha introducido en la vida de la comunidad redimida por la
sangre de Cristo561. Se trata pues, de que los neófitos saboreen el espíritu de los
sacramentos de la iniciación cristiana y capten su intrínseca unidad, derivada del
misterio pascual:

"Los fieles, incorporados a la Iglesia por el Bautismo,


quedan destinados por el carácter al culto de la religión
cristiana y, regenerados como hijos de Dios, tienen el
deber de confesar delante de los hombres la fe que
recibieron de Dios por medio de la Iglesia.

Por el sacramento de la Confirmación se vinculan más


estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con la
fortaleza especial del Espíritu Santo, y de esta forma se
obligan con mayor compromiso a difundir y defender la
fe con su palabra y sus obras como verdaderos testigos
de Cristo.

Participando del Sacrificio Eucarístico, fuente y culmen


de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la Víctima

560
Para C. FLORISTÁN tanto los catecúmenos en sentido estricto como los neocatecúmenos "necesitan un cierto tiempo para
saborear el significado de los símbolos recién experimentados y penetrar en la realidad misteriosa de la nueva vida aceptada. Este es
el sentido de la catequesis mistagógica: participar plenamente en la comunidad cristiana, cuya fuente y cima es la celebración
eucarística". Cfr. Para comprender el Catecumenado, p. 159.
561
Así lo expresa la oración colecta del IIº Domingo de Pascua: "Dios de misericordia infinita, que reanimas la fe de tu pueblo,
con el retorno anual de las fiestas pascuales, acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, para que comprendamos mejor la inestimable
riqueza del Bautismo que nos ha purificado, del espíritu que nos ha hecho renacer, y de la sangre que nos ha redimido" (Misal Romano,
p. 311).
divina y a sí mismos juntamente con ella... Después, una
vez saciados con el cuerpo de Cristo en la asamblea
sagrada, manifiestan concretamente la unidad del
Pueblo de Dios, aptamente significada y
maravillosamente producida por este augustísimo
sacramento" (LG, nº 11).

Nuestros Obispos consideran esta etapa como un tiempo destinado a


interiorizar los sacramentos de la iniciación cristiana ya recibidos, "en la etapa
final de la catequesis los adultos aprenden a interiorizar y gustar los sacramentos.
Muchos no habrán conocido las riquezas encerradas en su Bautismo y en su
Confirmación, y, sobre todo, nunca las habrán revivido a fondo. Ahora es el
momento adecuado para hacerlo" (CA, nº 218)562.

c) La práctica del amor fraterno

En el Ritual se va a pedir a los neófitos que "ayudados por los padrinos,


traben relaciones más íntimas con los fieles y les enriquezcan con la renovada
visión de las cosas y con un nuevo impulso" (nº 39)

También para los adultos ya bautizados que han renovado las promesas
bautismales en la Vigilia Pascual este tiempo tiene la misma intensidad que para
los catecúmenos, así lo expresa el RICA: "Finalmente los adultos completarán su
formación cristiana, y perfeccionarán su inserción en la comunidad, viviendo en
unión de los neófitos el tiempo de la Mystagogia" (nº 305)563.

Más aún, el Ritual requiere que sea toda la comunidad la que se renueve
espiritualmente durante este tiempo juntamente con los neófitos: "Para que los
primeros pasos de los neófitos sean seguros, es de desear que en todas estas
circunstancias sean ayudados con interés y amistad por la comunidad de fieles,
por sus padrinos y pastores. Póngase todo el empeño en conseguir su plena y
gustosa integración en la comunidad" (nº 235)564. Va a ser por tanto este carácter

562
Haremos bien en asumir, entre nosotros, aplicándolo a la situación de unos adultos ya bautizados, el espíritu con el que los
SS. Padres deseaban que se viviera esta etapa: "Ha llegado el momento de hablaros de los misterios y de haceros conocer todo lo
relativo a los sacramentos (S. AMBROSIO, De mysteriis, 1). También S. CIRILO DE JERUSALÉN: "Ya hacía tiempo que deseaba,
hermanos queridísimos e hijos de la Iglesia, tratar con vosotros de estos espirituales y celestiales misterios" (Catequesis, 19,1).
563
"El RICA, nº 41 enumera con detalle las diversas tareas que, a lo largo de la formación debe realizar la comunidad con los
catecúmenos. La catequesis de adultos con bautizados tiene derecho a esperar de la comunidad cristiana donde se realiza un apoyo
análogo" Cfr. CA, nº 127 [nota 50]. Para los obispos españoles, "se trata de un tiempo más breve, en el que los adultos, ya catequizados
propiamente en la segunda etapa, recapitulan y gustan lo vivido en ella y asumen públicamente los compromisos de los sacramentos
de la iniciación cristiana, que ellos ya recibieron" (CA, nº 217).
564
Evidentemente el Ritual parte de un presupuesto pastoral que en la mayoría de los casos no se da: en nuestras parroquias no
existe un verdadero tejido comunitario y hay una muy escasa conciencia catecumenal, faltan comunidades cristianas iniciadoras. Cfr.
XV ENCUENTRO DE ARCIPRESTES DE LA IGLESIA EN CASTILLA, La iniciación cristiana hoy y aquí. Villagarcía de Campos
(Valladolid) [6-9 de marzo de 1995], pp. 60-64. El Ritual pide que "el Pueblo de Dios siempre debe entender y mostrar que la
iniciación de los adultos es cosa suya y asunto que atañe a todos los bautizados" (nº 14). Ya el Concilio había recordado esta
sacramental del que está impregnado todo este tiempo, el que da a esta última
etapa su especificidad propia, dotada de un clima altamente espiritual, de ahí que
el RICA afirme que "este período se ordena más bien a la formación espiritual
que a la instrucción doctrinal" (nº 25)565Y también se afirma que "la índole y la
fuerza propia de esta etapa procede de la experiencia personal y nueva de los
sacramentos y de la comunidad" (nº 40)..

Veamos pues, cómo viven esta etapa las Comunidades Neocatecumenales


que han experimentado el largo itinerario neocatecumenal. Lo haré siguiendo los
tres medios que señala el nº 37 del Ritual: "la escucha de la Palabra de Dios", la
"participación de la Eucaristía" y la "práctica del amor fraterno" que son en el
fondo los tres pilares sobre los que se ha sustentado todo el itinerario
neocatecumenal: Palabra-Liturgia-Comunión.

Para los neófitos que han vivido todo el proceso neocatecumenal y que han
renovado solemnemente las promesas bautismales en la noche de la Vigilia
Pascual vestidos con las túnicas blancas, la cincuenta pascual va a ser vivida,
por primera vez, en una atmósfera espiritual de talante esponsalicio566. En esta
etapa final, la comunidad entera hace una peregrinación a Tierra Santa567, los
neófitos viven esta peregrinación como un verdadero "viaje de bodas"(SCN, art.
21&3). La estancia en la geografía de la Encarnación, las celebraciones en los
Santos Lugares (Belén, Nazaret, Getsemaní, Cenáculo, Santo Sepulcro...) y la
experiencia gozosa de la comunión fraternal dejarán en el corazón de los neófitos
un recuerdo imborrable que se hará presente en cada una de las eucaristías
pascuales que celebrarán en comunidad a lo largo de toda la cincuentena pascual.

La escucha de la Palabra adquiere, en esta etapa, una mayor


profundización, el neófito saborea como fruto de la experiencia pascual vivida la
presencia del Señor Resucitado que le habla en la historia, a través de la oración,

responsabilidad común de la comunidad cristiana en transmisión de la fe: "Esta iniciación cristiana durante el catecumenado no deben
procurarla solamente los catequistas y sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles" (AG, nº 14). Es más, el RICA sostiene que
esta presencia activa de toda la comunidad cristiana respecto a los catecúmenos es igualmente necesaria cuando se trata de la catequesis
de adultos con bautizados (nº 298). Los Obispos españoles señalan la necesidad de comunidades eclesiales de referencia: "Habrá de
contar, también con un núcleo comunitario referencial, compuesto por los cristianos más comprometidos con su fe... Esta plataforma
comunitaria va a ser punto de referencia fundamental para la catequesis de adultos y órgano de acompañamiento de la misma" (CA,
nº 130) y ámbitos eclesiales de acogida: "Comunidad que acoge a los adultos catequizados al término de la catequesis en un ambiente
donde puedan vivir, con la mayor plenitud posible, lo que han empezado a experimentar. La catequesis corre el riesgo de esterilizarse
si una comunidad de fe y vida cristiana no acoge al catecúmeno en cierta fase de su catequesis" (CA, nº 128).
565
El tiempo de la Mystagogia está "señalado por la nueva experiencia de los sacramentos y de la comunidad" (RICA, nº 7).

566
El espíritu con que los neófitos celebran las eucaristías pascuales es muy semejante al que describe SAN JUAN
CRISÓSTOMO: "Tiempo de gozo y alegría espiritual es éste en el que nos encontramos. Han llegado los días de las bodas espirituales,
objeto de nuestro anhelo y de nuestro amor". Cfr. Catequesis bautismales, 1,1.
567
Esta peregrinación que tiene como duración unos diez días se desarrolla en los dos escenarios fundamentales de la vida y del
ministerio público de Jesús, la primera parte tiene lugar en Galilea y la segunda en Judea, sobre todo en Jerusalén. Las celebraciones
en los Santos Lugares (Laudes, Vísperas, Eucaristías), las catequesis mistagógicas que en ellos tienen lugar van "jalonando" este
"viaje de bodas" que es vivido por los neófitos de sorpresa en sorpresa y con una profunda gratitud al Señor por su fidelidad, después
de tantos años. La peregrinación en sí es vivida como una Convivencia de diez días y como el espacio idóneo para las "instrucciones
mistagógicas".
de los acontecimientos de la vida, pero sobre todo en la celebración eucarística
que celebra cada atardecer en comunidad568. Los neófitos experimentan con
alegría que "la inteligencia más plena y fructuosa de los misterios se adquiere con
la renovación de las explicaciones y sobre todo con la recepción continuada de
los sacramentos" (RICA, nnº 37 y 39). Andrés Fuentes al hablar de esta etapa del
Neofitado se expresa así: "Esta consciente y fructuosa participación de los
sacramentos abre cada vez más la inteligencia para comprender las Escrituras,
para recrearse en la palabra de Dios, para hacer de ella luz y vida. Para el neófito
entrar en esta inteligencia sabrosa y gozosa es algo connatural al espíritu recibido
a lo largo del Catecumenado"569.

La participación en la Eucaristía todos los días del tiempo pascual va a ser


para los neófitos, sin duda alguna, la experiencia más fuerte de la etapa del
Neofitado. Celebran vestidos con las túnicas blancas y cada Eucaristía es vivida
y celebrada como una verdadera Pascua, se celebra con solemnidad y se gusta y
saborea "cuán suave es el Señor" (RICA, nº 38)570. Se experimenta con intensidad
que la celebración de la Eucaristía es la "fuente y cima de toda la vida cristiana"
(LG, nº 11) y que "no se construye ninguna comunidad cristiana si ésta no tiene
su raíz y centro en la celebración de la sagrada Eucaristía. Por ella, por tanto, ha
de empezar toda la formación en el espíritu de comunidad" (PO, nº 6) 571.

La fuerza testimonial y el impulso misionero que llevan adelante las


Comunidades Neocatecumenales tienen su "fuente y su cima" ciertamente en la
celebración de la Eucaristía vivida en pequeña comunidad (SCN, art 13&2). De
hecho la actividad evangelizadora y misionera que los miembros de estas
comunidades están haciendo presente en tantas partes del mundo encuentra su
sostén en la pequeña comunidad cristiana, cuyo centro es la Eucaristía572.

568
"Te glorificamos, Padre Santo, porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida, sobre todo cuando
Cristo, tu Hijo, nos congrega para el banquete pascual de tu amor. Como hizo en otro tiempo con los discípulos
de Emaús, él nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan" ("Transición" antes de la Epíclesis de la
Plegaria Eucarística Vª).
569
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal III, p. 253. También para D. GUILLARD "la situación espiritual del neófito
depende esencialmente de lo que ha vivido durante el tiempo del Catecumenado. Su experiencia de la Iglesia, en cuanto catecúmeno,
influirá decisivamente en su experiencia de Iglesia después del bautismo", en art. cit., p. 113.
570
Durante la octava de Pascua, al finalizar las eucaristías pascuales, los neófitos beben una mezcla de leche y miel. Este "rito"
se practicaba en algunos catecumenados primitivos, en concreto en el de Roma. Cfr. HIPÓLITO, Tradición Apostólica 23: SC 11 bis,
93. Según M. DUJARIER "la leche y la miel simbolizan la nueva tierra prometida, el nuevo nacimiento y la dulzura de Cristo", en
Iniciación Cristiana de Adultos, p. 164. Abandonado el pecado, sepultado en el bautismo con Cristo, el cristiano ya ha renacido a la
vida de la gracia. Con la nueva vestidura blanca ya puede entrar en el banquete eucarístico. Es como gustar ya los frutos -leche y miel-
(Dt 11,10b.), de la Tierra Prometida. "¿A cuánto se remonta la costumbre de dar leche y miel al bautizado durante la celebración
eucarística?. Es difícil precisarlo. Su simbolismo es claro: el bautismo hace entrar al neófito en la Tierra Prometida. La iniciación
bautismal se acaba en y por la eucaristía". Cfr. A.G. HAMMAN, o. cit., p. 222. Para una mayor profundización en el significado de
este "rito": M. RIGHETTI, La bevanda di latte e miele: Storia Liturgica, 4, pp. 125-126.
571
El Concilio cita aquí un texto de la Didascalia II, 59,I-3: "En tu enseñanza, invita y exhorta al pueblo a venir a la asamblea,
a no abandonarla, sino a reunirse siempre en ella; abstenerse es disminuirla... Sois miembros de Cristo, no os disperséis, pues, lejos
de la Iglesia, negándoos a reuniros; Cristo es vuestra cabeza, según su promesa, siempre presente, que os reúne; no os descuidéis, ni
hagáis al Salvador extraño a sus propios miembros, ni dividáis su cuerpo, ni lo disperséis..." (Ed, F.X. Funk, I, p. 170).
572
En el Congreso Eucarístico de Sevilla se subrayó esta "dimensión evangelizadora" de la liturgia, así aparece recogida en el
texto-base: "Para los que participan sinceramente en la eucaristía, ésta contiene, por su estructura y dinámica, por su sentido y
contenido, por su fuerza transformadora y su vida, un auténtico capital evangelizador, en el que confluyen y del que dependen todas
Siguiendo el espíritu del Concilio Vaticano II y sobre todo de la renovación
litúrgica, que indica cómo el objetivo de dicha renovación es la mayor y mejor
participación en aquello que los sacramentos significan y realizan (SC, nº 14), los
neófitos a lo largo de todo el Neocatecumenado han venido celebrando la
Eucaristía del Domingo, en pequeña comunidad, con la riqueza de todos los
signos, con una participación real (SCN, art. 13&4)573. Ahora, una vez finalizado
el tiempo de la instrucción, descubren en plenitud que a esta experiencia pascual
que es la Eucaristía sólo puede llegarse después de una iluminación del espíritu
por la Palabra de Dios. En este momento se realiza esta afirmación que
encontramos en el RICA: "Porque los neófitos, renovados en su espíritu, han
gustado íntimamente la provechosa palabra de Dios, han recibido el Espíritu
Santo y han experimentado cuán suave es el Señor. De esta experiencia, propia
del cristiano y aumentada en el transcurso de la vida, beben un nuevo sentido de
la fe, de la Iglesia y del mundo" (nº 38). Para el Papa Juan Pablo II es precisamente
"la reflexión de la palabra de Dios y la participación en la Eucaristía las que hacen
posible una gradual iniciación en los santos misterios, forman células vivas de la
Iglesia, renuevan la vitalidad de la parroquia mediante cristianos maduros capaces
de dar testimonio de la verdad con un fe radicalmente vivida"574.

Pero no solamente el impulso misionero, también "el ejercicio de la


caridad" (RICA, nº 37) encuentra su "fuente y su cima" a partir de la Eucaristía.
Así lo pide también el Concilio cuando al hablar del "espíritu comunitario" que
se crea a partir de la celebración de la Eucaristía, dice que "esta celebración, para
ser sincera y plena, debe llevar a las diversas obras de caridad y a la ayuda mutua,
así como a la actividad misionera y a las diversas formas de testimonio cristiano"
(PO, nº 6)575.

las acciones evangelizadoras extraeucarísticas" (nº 14). Cfr. Documento "Christus, lumen gentium". Cristo, luz de los pueblos.
Eucaristía y evangelización. Texto-base del Congreso Eucarístico Internacional de Sevilla 1992, Ed, Paulinas, Madrid 1992, p. 129.
Para D.B. GUILLARD "el neófito ha sido conducido al umbral de una vida nueva. La catequesis ha iluminado, paso a paso, su largo
camino desde la primera conversión hasta el bautismo (en nuestro caso a la renovación de las promesas bautismales). Una vez abierta
esta puerta sacramental, la Eucaristía se convierte en adelante en el centro de su vida cristiana. Su conversión, nunca acabada,
reclamará, además, encuentros regulares con el Señor en el sacramento de la penitencia", en art. cit., pp. 118-119.
573
En estas celebraciones, los neófitos reciben fuerza, consuelo y fortaleza, sostén y vida nueva de tal forma que como los
mártires de Bitinia descubren con el paso del tiempo que "sin Eucaristía no se puede vivir". Sin poder celebrar la Eucaristía en
pequeña comunidad, ésta pierde su identidad. La liturgia al venir de nuevo masificada bloquea la renovación litúrgica. Tantos alejados
obligados a retornar a la Misa parroquial donde se encuentran de nuevo en una relación individualista y despersonalizada entran en
crisis y terminan dejando la Iglesia. Este es un dato contrastado experiencialmente en tantas parroquias donde se está llevando adelante
esta iniciación cristiana para adultos a través del Neocatecumenado. Ver la fundamentación bíblica, histórica, teológica, sociologíca,
psicológica y pastoral que hace Mons. PAUL JOSEF CORDES de la legitimidad y necesidad de la celebración de la Eucaristía en
pequeñas comunidades: Participación attiva all´Eucaristia. La "actuosa participatio" nelle piccole comunità, Ed, San Paolo, Milano
1996. En castellano lleva por título: Una participación activa. Aproximación pastoral a la celebración de la Eucaristía en pequeñas
comunidades, Ed, EG, Bilbao 1998.
574
Cfr. El Camino Neocatecumenal puede responder a los desafíos del secularismo, las sectas y la escasez de vocaciones:
Ecclesia Núm. 2.632 (15 de Mayo de 1993), p. 31. Ver la reciente Carta Encíclica de JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucharistia, Ed,
San Pablo, Madrid 2003.
575
LUIS GONZÁLEZ-CARVAJAL muestra, partiendo del testimonio de los Santos Padres, la relación íntima entre Eucaristía-
Fraternidad-Justicia, ver: La causa de los pobres, causa de la Iglesia, Ed, SAL TERRAE. Santander 1982, pp. 134-139.
Las comunidades cristianas parroquiales son ya en esta etapa, después de
tantos años de haber experimentado los frutos de la conversión576, un claro y vivo
exponente de la comunión vivida, celebrada y expresada. Las celebraciones de
las eucaristías pascuales significan y realizan esta comunión (koinonía) y
permiten disfrutar de la fraternidad cristiana, que es un don del Espíritu. Para
nuestros Obispos, la finalidad de todo proceso catequético es justamente llegar a
construir la comunidad cristiana: "La finalidad de la catequesis es la educación
de la fe del creyente con vistas a iniciarle en la comunidad cristiana que construye
el Reino de Dios en el mundo. Por ello, junto a la profesión de fe, a la celebración
de los misterios y a la vivencia de los valores evangélicos, la comunidad es meta
de la catequesis y en ella desemboca. Toda catequesis es para la comunidad y ha
de estar al servicio de su construcción. La transitoriedad de la catequesis exige
que se conduzca a la comunidad cristiana, inserta en la Iglesia local" (CC, nº
287)577Es importante resaltar que cuando el SÍNODO DE LA CATEQUESIS
abordó el problema de la comunidad en la Iglesia, aprobó casi unánimemente esta
proposición: "De hecho, no pocas parroquias, por diversas razones, están lejos de
constituir una verdadera comunidad cristiana. Sin embargo, la vía "ideal" para
renovar esta dimensión comunitaria de la parroquia podría ser convertirla en
comunidad de comunidades" (Proposición 27). El Papa JUAN PABLO II pedirá
que para la que las parroquias sean verdaderas comunidades cristianas, las
autoridades locales favorezcan "las pequeñas comunidades eclesiales de base,
también llamadas comunidades vivas, donde los fieles pueden comunicarse
mutuamente la palabra de Dios y manifestarse en el recíproco servicio y en el
amor; esta comunidades son verdaderas expresiones de la comunión eclesial y
centros de evangelización, en comunión con sus pastores" (Proposición 11). Cfr.
Cristifideles laici, nº 27c. Para J. LOSADA, "la aparición de las pequeñas
comunidades es la manifestación más importante de la recepción y realización
del Concilio en la Iglesia". Cfr. Eclesiología de las pequeñas comunidades: tres
momentos de la radicación del carisma: Sal Terrae 12 (1982), p. 879..

Este es en el fondo el objetivo del Neocatecumenado, llegar a la


constitución de la comunidad cristiana adulta578, de tal forma, que como apuntan

576
"No es difícil comprobar los frutos del Camino Neocatecumenal: las familias reconciliadas, abiertas a la vida y agradecidas
con respecto a la Iglesia, se ofrecen a llevar el anuncio del Evangelio hasta los confines de la tierras... De estas familias están surgiendo
ahora muchísimas vocaciones... Un gran fruto de este Camino es sobre todo, el impulso misionero...". Cfr. JUAN PABLO II, Un
ejemplo de nueva evangelización: L´Osservatore romano (21 de enero de 1994), p. 20.
577
JESÚS LÓPEZ sostiene que "tanto la pastoral catecumenal como las pastorales análogas valoran la importancia del hecho
comunitario para vivir la fe. Todas ellas tienen una inspiración comunitaria que encuentra en el modelo de las primeras comunidades
cristianas. Además conocen las dificultades de los catecúmenos para integrarse allí donde no esté reconstruido (o no se esté
reconstruyendo) el tejido comunitario de la Iglesia. Ciertamente, el Concilio crea la atmósfera que hace posible la aparición, desarrollo
y reconocimiento de las pequeñas comunidades". Cfr. “Pastoral catecumenal y pastorales análogas”, en CONFERENCIA EUROPEA
DE CATECUMENADO, Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa Hoy, p. 163.

578
"La primera finalidad de este Neocatecumenado o iniciación a la fe es la formación de la comunidad". Cfr. G. RANSENIGO,
´Comunità neocatecumenali`, en DIZIONARIO DI PASTORALE (a cura di KARL RAHNER y TULLO GOFFI). Ed, Queriniona,
Brescia 1979, p. 149. Para Mons. RICARDO BLÁZQUEZ está claro que "el Camino Neocatecumenal, a medida que se le otorga
espacio y se le deja tiempo, muestra una forma de Iglesia como comunidad, en que se hace presente y actúa la única Iglesia de
nuestros Obispos, "al final de un proceso catequético los cristianos han de
desembocar ordinariamente en una comunidad cristiana inmediata e integrarse
plenamente en ella. La comunidad irá manteniendo su vida de fe y en ella vivirán
el don de la comunión con los hermanos y serán impulsados a una vida cotidiana
que sea coherente con la fe que profesan y celebran" (Ibidem). De hecho, al
finalizar esta etapa del Neofitado, los catequistas garantes de todo el itinerario
neocatecumenal que han conducido a los neocatecúmenos hasta la renovación de
las promesas bautismales, concluyen este servicio catequético que en nombre del
Obispo han realizado en las parroquias presentando a los neófitos que han sido
gestados en la fe de la Iglesia durante el Neocatecumenado579. Las pequeñas
comunidades cristianas quedan, a partir de este momento, confiadas al ministerio
pastoral del párroco y del Obispo para el servicio de la comunión y de la
evangelización en el ámbito parroquial, diocesano y de la Iglesia universal580.
Kiko Argüello sostiene que una vez la comunidad cristiana constituida "mediante
los signos de la fe que comienzan a dar -el amor y la unidad- hacen presente a la
Iglesia local como sacramento de salvación... Vemos que allí donde nacen estas
comunidades la parroquia se convulsiona positivamente. Estos signos, creados en
torno así, interrogan y llaman, en consecuencia, a muchas personas alejadas de la
Iglesia a entrar en otras comunidades de la misma parroquia. De esta forma ha
comenzado a aparecer una nueva estructura parroquial que, sin destruir la ya
existente, va haciendo conscientes a todos los hermanos de la necesidad absoluta,

Jesucristo. En estas comunidades, pequeñas y pobres, los laicos redescubren su fe, su lugar en la Iglesia y su misión evangelizadora...
De forma práctica confluyen las Comunidades Neocatecumenales con la eclesiología conciliar". Cfr. Iniciación Cristiana y nueva
Evangelización, p. 379.
579
Un interrogante que se abre al terminar la etapa de la iniciación es el siguiente: ¿dónde se insertan los cristianos que después
de un largo Neocatecumenado han redescubierto las riquezas y la responsabilidad del Bautismo?. Pues bien, a la luz de la "eclesiología
de comunión", este interrogante encuentra su respuesta: la meta de las pequeñas comunidades cristianas no está en "diluirse" en el
"conglomerado parroquial", sino en insertarse dentro del tejido eclesial parroquial desde su propia identidad eclesial que los mismos
Obispos han reconocido: "Las Pequeñas Comunidades Cristianas constituyen una expresión más entre otras de la vida de la Iglesia.
En cuanto comunidad de bautizados que se reúnen para compartir y celebrar su fe y su compromiso con la Iglesia y con el mundo,
tienen un derecho básico a que se les reconozca como parte de la diócesis a todos los efectos; una ciudadanía eclesial análoga -no
necesariamente idéntica, por diferencia de circunstancias- a las que tienen las parroquias y otras instituciones u organizaciones
pastorales de la Iglesia local". Cfr. DOCUMENTO DE LA COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL, Servicio pastoral a las
pequeñas comunidades cristianas, Ed, Edice, Madrid 1982, nº 34. Recordemos que el Sínodo de los Obispos de 1971 sobre el
sacerdocio ministerial afirmó que "las pequeñas comunidades que no se contraponen a la estructura parroquial o diocesana deben ser
inscritas en la comunidad parroquial y diocesana de manera que sean en medio de ellas como el fermento del espíritu misionero". Cfr.
SÍNODO DE LOS OBISPOS de 1971, El sacerdocio y la justicia en el mundo, Ed, PPC, Madrid 1971, II, nº 1, d. El pastoralista
CASIANO FLORISTÁN sostiene que "la parroquia no es comunidad porque entre los feligreses
están casi ausentes las relaciones interpersonales (sobre todo en la urbe) y porque no se da en
ella suficientemente lo que los hechos de los Apóstoles llaman koinonia... Sin embargo, el
futuro y porvenir de la Iglesia -afirma un documento del Consejo Presbiteral de Madrid- está
condicionado por la calidad de su vida comunitaria. La Iglesia será, en gran parte, lo que sean
las comunidades cristianas (parroquias, comunidades intraparroquiales y extraparroquiales) en
las que se construye el pueblo de Dios". Cfr. Para comprender la Parroquia, Ed, Verbo Divino, Estella (Navarra)
1994, p. 62.
580
"¿A dónde van a parar estas comunidades en la parroquia? Pues muy sencillo, a ser parroquia evangelizada y evangelizadora
acogiendo en su seno a los conversos. Alguna comunidad ha terminado ya la etapa catecumenal con la renovación solemne y especial
del Bautismo y de las promesas que en él hicimos. Ahora se encuentran a disposición de la Iglesia -del obispo de la diócesis y del
párroco de la parroquia- procurando ser más eficientemente levadura dentro de la masa de los fieles". Cfr. JESÚS HIGUERAS, o cit.,
p. 108.
hoy, de profundizar en la fe"581. La comunitariedad, la parroquialidad y la
diocesaneidad son notas distintivas de su eclesialidad. Para Secundino Movilla,
"las pequeñas comunidades cristianas, lejos de significar un peligro para la Iglesia
institución, quieren ser, y lo están siendo de hecho en muchos aspectos, un
espacio de renovación. Entiéndase lo de espacio en el sentido de ámbito
institucional en el que se está alumbrando una nueva imagen de Iglesia, gracias a
la ayuda del Espíritu y gracias también al empeño creativo con que hoy se intenta
vivir en comunidad dimensiones esenciales de la fe cristiana... Las comunidades
son el futuro de la Iglesia, porque eso fue el comienzo -y quiere seguir siendo hoy
- la Iglesia de Cristo: una comunión de comunidades"582.
Esta etapa del Neofitado concluye con la celebración solemne de la Vigilia
de Pentecostés. El RICA propone para finalizar esta etapa tres sugerencias
pastorales "para clausurar el tiempo de la Mystagogia, al final del tiempo pascual,
en la proximidad del domingo de Pentecostés, téngase alguna celebración
litúrgica, festejando la fecha también con algún acto social de carácter civil según
las costumbres de la región" (nº 237). Las comunidades cristianas parroquiales
tras haber vivido y celebrado con gozo pascual todas las Misas para los neófitos,
participan ahora junto al resto de comunidades, grupos y fieles de la Parroquia en
la solemne Vigilia de Pentecostés en la espera del Espíritu Santo a quien ya han
experimentado los neófitos como el corazón y el alma de la Iglesia583 que ha
nacido dentro de ellos, que ha hecho posible el milagro del nacimiento y
consolidación de la comunidad, y que hace posible la comunión en la diversidad
dentro del espacio parroquial.

581
Cfr. “El Camino neocatecumenal: breve síntesis”, en o. cit., p. 129. Para los iniciadores del CN el modelo de toda comunidad
cristiana ha de ser la Sagrada Familia de Nazaret, ella ha sido el "lugar teológico" donde el Hijo de Dios, ha nacido, se ha desarrollado,
ha crecido, se ha hecho adulto, durante treinta años. Las comunidades cristianas parroquiales son, por tanto, el espacio donde se da
tiempo a que la fe se haga adulta (ver SCN, art. 7&2 y 23&1). Para G. Zevini, "el nacimiento del neocatecumenado ha hecho entrever
una nueva estructura de Iglesia local formada por pequeñas comunidades donde, en la medida en que crece la fe maduran de la
experiencia nuevos carismas y ministerios". Cfr. Experiencias de iniciación cristiana de adultos en las Comunidades
Neocatecumenales, p. 245.
582
Cfr. Del catecumenado a la comunidad: Misión Abierta (3/1979, Junio), p. 108. Esta visión la expresó también el Cardenal
SUQUIA en su visita a los fieles de la Paloma en la inauguración del centro parroquial "Virgen de la Paloma" el día 4 de mayo de
1991. El Cardenal Arzobispo de Madrid propuso que, para contrarrestar la acción de las sectas, "es urgente la participación vital en
pequeñas comunidades" y señaló el peligro de "una iglesia masificada". "El futuro está en que la Parroquia se convierta en una
Comunidad de Comunidades, donde las personas se sientan acogidas, puedan vivir la fraternidad y reflexionar comunitariamente
sobre la Palabra de Dios". Cfr. JESÚS HIGUERAS, o. cit., pp. 38-39. Ya hemos señalado anteriormente que para THOMAS P.
IVORY el Catecumenado es un proceso que promueve la renovación de la comunidad cristiana local. Según él, el catecumenado
puede ayudar a que las parroquias sean esta comunidad, de tal forma que habría que concebir el catecumenado como el "espacio y el
tiempo" para el florecimiento de una nueva Iglesia. Para IVORY el RICA ofrece uno de los mayores intentos para la renovación de
las parroquias, que emergen del Vaticano II... Ver su interesante estudio: "The Stages of iniciation: Il Catechumenate”, en o. cit., pp.
199-217. Para el SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS de Madrid "en nuestra Iglesia de hoy, formada en gran parte
por masas de gente sacramentalizada y poco evangelizada, el Catecumenado para adultos bautizados es uno de los medios más eficaces
que poseemos. Y necesariamente habremos de usarlo para dar el paso de una Iglesia de Cristiandad a otra más viva y evangélica, que
sea comunidad de comunidades". Cfr. De la cristiandad a la comunidad, p. 38.
583
En este texto de LG,4 encontramos magníficamente sistematizada las "notas" de actuación del Espíritu tanto en el cristiano
como en la Iglesia: "El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo (cf. 1 Cor 3,16; 6,19), y en ellos
ora y da testimonio de su adopción como hijos (cf. Gál 4,6; Rom 8,15-16.26). Guía a la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16,13), la
unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos
(cf. Ef. 4,11-12; 1 Cor. 12,4; Gál 5,22) con la fuerza del evangelio rejuvenece a la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a
la unión consumada con su Esposo".
Igualmente se pide que "en el aniversario del Bautismo sería de desear que
los neófitos se reunieran de nuevo para dar gracias a Dios, y para cambiar entre
sí sus experiencias personales y para renovar las energías espirituales" (nº 238).
Los fieles de las comunidades cristianas, cada año, al celebrar el Misterio Pascual
y renovar las promesas bautismales en la Vigilia Pascual, volverán a celebrar
vestidos con las túnicas blancas toda la cincuentena pascual y al mismo tiempo
que recuerdan y renuevan su etapa de Neofitado, ayudarán a "que los primeros
pasos de los neófitos sean seguros..." (nº 235) alentándolos con su presencia y
estimulándolos con su ejemplo.

Por último, el Ritual requiere que la presencia del Obispo sea significativa,
"para comenzar su trato pastoral con los nuevos miembros de su Iglesia, cuide el
Obispo que al menos una vez al año, en cuanto sea posible, se reúna con los
neófitos últimamente bautizados y presida la celebración de la Eucaristía".
Normalmente, hasta ahora, todas las Comunidades Neocatecumenales que han
terminado su itinerario de iniciación cristiana han venido renovando las promesas
bautismales584 en la Vigilia Pascual presidida por el Obispo respectivo (SCN,art,
21&2). Por otra parte, cuando el Obispo ha participado normalmente en todos los
pasos del Neocatecumenado, esto le ha dado la posibilidad de tener un
conocimiento y una cercanía casi familiar con los neocatecúmenos. Por tanto, el
trato pastoral que se sugiere en el Ritual para esta última etapa, el Obispo puede
anticiparlo siempre que asuma el papel fundamental que el RICA le confiere
"organizar, orientar y fomentar la educación pastoral de los catecúmenos y
admitir a los candidatos a la Elección y a los sacramentos" (nº 44).

Veamos gráficamente cómo queda configurada esta etapa (ver tabla 18ª y
19ª).

B) PASOS

Al analizar anteriormente los grados del RICA, hemos visto que éstos son
tres (nº 6) y que además también pueden ser denominados pasos porque marcan
y sellan con ritos litúrgicos los momentos nucleares de la iniciación. Cada uno de
los tres pasos conducen a un tiempo, más o menos prolongado de discernimiento
y madurez, que prepara el grado siguiente. Los grados son pasos de un tiempo a
otro. Son, por lo tanto, umbrales que se atraviesan de una puerta, o escalones de
una escalera por la que se sube o -en la presentación del Neocatecumenado- se
desciende. En rigor, los grados, de carácter celebrativo y puntual, son los pasos o
puertas que dan acceso a las diversas etapas. Hasta ahora me he detenido en ver

584
También en los ritos de la "inscripción del Nombre", de la "renuncia a Satanás" y de la "imposición de la túnica blanca",
siempre que pueden suelen estar presentes los Obispos, de ahí que el conocimiento y el trato con los neófitos sea muy cercano y
familiar.
cómo aparecen estructuradas las cuatro etapas que contempla el RICA y las seis
que jalonan el itinerario neocatecumenal, vamos a intentar mostrar a partir de este
momento los pasos a través de los cuales avanzan descendiendo todos aquellos
que están viviendo el Neocatecumenado.

En el largo itinerario neocatecumenal, básicamente nos vamos a encontrar


con estos mismos grados585 que apunta el Ritual, señalando la diferencia: en el
tercero, en vez de recibir por primera vez los sacramentos de la iniciación
cristiana lo que hacen los elegidos es renovar en plenitud las promesas
bautismales. Ahora bien, dicho esto, he de afirmar también que en la aplicación
y el modo de inculturar estos grados en la praxis litúrgica concreta del
Neocatecumenado, éste ha hecho una adaptación creativa de los elementos
constitutivos de la iniciación catecumenal y los ha situado al servicio de una
iniciación gradual e integral a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal, como
voy a mostrar. En esta puesta en escena de la praxis litúrgico-pastoral del
Neocatecumenado ha influido por una parte la coyuntura histórica (no podemos
olvidar que los iniciadores del CN han imprimido a las catequesis y a la liturgia -
con sus ritos respectivos- una pedagogía netamente neocatecumenal antes incluso
de que el RICA fuera publicado)586, y por otra, la creatividad y genialidad propia
del carisma de los iniciadores587que han sabido sintetizar en una experiencia
neocatecumenal las aportaciones de la rica tradición catecumenal de la Iglesia
585
"Tres, pues, son los grados, pasos o puertas, que han de marcar los momentos culminantes o nucleares de la iniciación. Estos
tres grados se marcan o sellan con tres ritos litúrgicos: el primero, por el rito de Entrada en el catecumenado, el segundo, por Elección
y el tercero, por la celebración de los Sacramentos" (RICA, nº 6). En el Neocatecumenado, por lo que se refiere al primer grado, es
decir a la Entrada en el Neocatecumenado, veremos que se va a celebrar "escalonadamente" en el tiempo con dos "ritos" y una
Convivencia en medio: el Rito del Primer Escrutinio, la Convivencia del Shema, y el Rito del Segundo Escrutinio. La etapa del
Precatecumenado se vive con intensidad y se tiene muy presente a la hora de celebrar la Entrada en el Neocatecumenado, la advertencia
del RICA: "Que no sea prematuro: espérese hasta que los candidatos, según su disposición y condición, tengan el tiempo necesario
para concebir la fe inicial y para dar los primeros indicios de su conversión (Cfr. n. 20)". (nº 50). El "espíritu" de la
celebración de estos "Ritos introductorios" en el Neocatecumenado reciben -en su conjunto- una mayor influencia de la praxis
catecumenal del siglo III que de la posterior, de los siglos IV al VI en los que el Catecumenado se circunscribe a la Cuaresma y los
ritos están ya más estructurados. Cfr. M. DUJARIER, “La Entrada en el Catecumenado”, en Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 35-
50.
586
El primer "proceso" al que fueron sometidos los iniciadores del CN tenía como trasfondo averiguar la fundamentación de la
praxis litúrgico-pastoral que estaban llevando adelante con los precatecúmenos, así narra KIKO ARGÜELLO estos momentos de
incertidumbre: "Cuando fuimos convocados por la Congregación del Culto Divino y de los Sacramentos por la perplejidad de un
obispo auxiliar de Roma con motivo de los exorcismos que hacíamos en el primer escrutinio, nos encontramos frente a una comisión
de los expertos que habían trabajado en el Ordo Initiationis Christianae Adultorum (OICA). Cada uno de ellos tenía delante el Ordo,
ya impreso, pero que no se encontraba aún en las librerías. Nos presentamos llenos de miedo, después de haber rezado mucho a la
Virgen y al Señor para que estuvieran a nuestro lado. Mientras nosotros explicábamos que no hacíamos otra cosa sino poner a las
personas frente a la primera parte del bautismo que ya habían recibido y del que los exorcismos constituían una parte importante, y
tras haberles explicado cómo había nacido el Camino, en qué consistía, etc., ellos se quedaron estupefactos, mirándose unos a otros:
era la realización práctica en las parroquias de lo que ellos habían elaborado a lo largo de los años en el Ordo de iniciación de los
adultos...". Cfr. KIKO ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, “Introducción” en E. PASOTTI, o. cit., p. 12.
587
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ ha señalado certeramente: "La Iglesia se va renovando actualmente no sólo de forma
deductiva, por la aplicación de los documentos conciliares; hay además otro camino: el de la síntesis creadora entre las grandes
orientaciones del Vaticano II y el movimiento hondo de nuestra cultura. El Neocatecumenado actúa por este segundo camino. Dios
envía a cada generación y a cada etapa de la Iglesia los maestros, los reformadores y los iniciadores que necesita; suscita por su
Espíritu los carismas requeridos para su renovación fiel y elocuente... La renovación litúrgica, bíblica, eclesiológica... asumidas y
propugnadas por el Camino Neocatecumenal están en la base. Pero su novedad consiste en el genio que las ha integrado vitalmente y
ha creado con ellas un conjunto dinámico. Porque no basta poseer teóricamente todos los elementos, no es suficiente decir cómo debe
ser; con unos rituales renovados, con un rico conocimiento bíblico, con la mejor teoría catequética, con una adecuada comprensión
de la Iglesia, puede darse escasamente la vida. El genio creador es el que ofrece la clave para, de una forma singular, aunar todos los
elementos construyendo una andadura viva y fecunda. Así se entiende que haya iniciativas más programadas que reales, más teóricas
que eficaces". Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 11-17.
primitiva, las profundas intuiciones de la reflexión catecumenal del periodo
preconciliar y posconciliar, y las mismas inspiraciones que el Espíritu les ha ido
marcando en la historia concreta de la iniciación postbautismal con las
comunidades pioneras588.

La pedagogía neocatecumenal avanza siempre teniendo presente la


actuación de la pedagogía divina589empleada en la Revelación. "El carácter
gratuito, histórico y trascendente de la pedagogía divina proporciona a la
catequesis el carácter propio de ser una pedagogía del don, de la historicidad y
del signo" (CC, nº 220), e ilumina también la articulación que en el
Neocatecumenado encontramos entre la Palabra de Dios que gradualmente se va
a ir entregando al neocatecúmeno590en cada etapa, entendida ésta como hemos
visto, es decir, como un espacio de tiempo para que la adhesión del
neocatecúmeno a Jesucristo se vaya haciendo de una forma progresiva591, y los
pasos que van a ir marcando los momentos nucleares del crecimiento y
maduración de la fe592.

Veamos en concreto cómo aparecen estructurados los pasos en el


Neocatecumeando, qué tratamiento litúrgico-ritual se da en ellos y la influencia
que reciben del RICA en sus configuraciones rituales, celebrativas y
eucológicas593.

588
Así se lo manifestaba KIKO ARGÜELLO a los cerca de 180 Obispos latinoamericanos: "Poco a poco lo íbamos descubriendo.
Poco a poco, al ir a las parroquias, Dios ha ido iluminando. Hasta hace muy pocos años no sabíamos cómo iba a ser el final del
Camino; hemos confiado en el Señor -cuando lleguemos a esa etapa final-, el Señor nos lo dirá. Efectivamente, ya se ha acabado el
Camino, ya hay muchas parroquias que no las llevamos nosotros. Porque el Camino Neocatecumenal no es un Movimiento en el
sentido de que los Focolarinos toda la vida son Focolarinos... El Camino Neocatecumenal es un tiempo de formación. Un tiempo que
es largo" Cfr. Santo Domingo-1992, p. 25.
589
Esta inspiración de la pedagogía catequética en la pedagogía divina la han desarrollado con cierto detalle nuestros obispos en
Catequesis de la Comunidad, nnº 206-220, y han vuelto a profundizar en ella en Catequesis de adultos, nnº 254-282.La utilización de
esta pedagogía divina como muy bien han señalado nuestros obispos, ha obligado a los catequistas iniciadores del CN a estar muy
cerca de la vida concreta de los catequizandos. He aquí las "actitudes" que se piden a los catequistas:"* Respetar el ritmo personal de
los adultos, estando atento a los momentos de gracia de cada uno así como a los posibles bloqueos y resistencias (cf. CC, nº 214); *
Referir constantemente la Palabra de Dios a las experiencias humanas más importantes, de las que participan los catequizandos. Esta
referencia a la experiencia concreta es vital para la catequesis (cf. CC, nº 222); * Fomentar la creatividad en los catequizandos,
confiando en las posibilidades de éstos para asumir el proceso de maduración en la fe; * Buscar un lenguaje adaptado, que resulte
significativo para los adultos y de esta forma facilitarles el acceso al mensaje cristiano"(CA, nº 259).
590
"La Palabra de Dios ilumina todo el acto catequético y es el elemento que da conexión a todos los demás... La catequesis es
enseñar a leer la Escritura con el corazón de la Iglesia" (CC, n º 228), también en CA, nº 226.
591
Según los Obispos españoles "a partir de una conversión inicial, se van convirtiendo los diversos estratos de la personalidad
creyente -las diferentes zonas de su ser- a través de un proceso de conversión permanente. Ese caminar de la fe tiene sus momentos
de resistencia -personales en cada uno- que el catequista ha de saber respetar con tacto y comprensión...Este mismo sentido de proceso
concierne al grupo catecumenal como tal, al que hay que concebir como una comunidad in fieri más que como ya totalmente
consumada. Aquí también debemos respetar los ritmos de crecimiento y, en consecuencia, saber graduar determinadas exigencias
comunitarias del Evangelio (como puede ser la comunicación cristiana de bienes) dentro de unas etapas de crecimiento" (CC, nº 214).
Para posibilitar el desarrollo gradual de la conversión es por lo que en el Neocatecumenado las etapas tienen un determinado tiempo
de duración. Se necesita tiempo para ser cristiano y es muy importante tener muy presente que la "pedagogía catequética debe ser
respetuosa con el personal proceso de fe de cada catecúmeno, con su ritmo, con su particular itinerario" (Idem).
592
Son la condensación de todo el tiempo que pasó. Es un implícito reconocimiento de que en ciertos momentos es necesario
cristalizar la experiencia de la conversión y celebrarla con expresiones rituales. Son ciertos períodos de cambio cualitativo, que
requieren apoyo de la Iglesia y una mayor actividad ritual.
593
Por lo que respecta a los "ritos de Entrada en el Neocatecumenado" nos vamos a encontrar con una gran riqueza de "oraciones
originales" de la liturgia neocatecumenal. El haber celebrado estos ritos antes incluso de que saliera publicado el RICA propició esta
creatividad litúrgica.
1. Celebraciones de entrada en el Neocatecumenado

El Ritual contempla como primer grado el Rito de Entrada en el


Catecumenado. Este rito viene a sellar la etapa que el RICA llama
Precatecumenado, que está íntegramente destinada a concebir la fe y la
conversión inicial, es la etapa que se ha dedicado a la evangelización (7a).

En la configuración estructural de este primer grado, por lo que respecta al


Neocatecumenado, veremos que lo que ha hecho ha sido jalonar la celebración
de este rito único tal y como el RICA lo presenta, en tres celebraciones o pasos
que tienen por objetivo la misma finalidad: preparar espiritualmente al adulto
bautizado a revivir los momentos precatecumenales del Bautismo recibido594. En
este sentido, la configuración estructural de este primer grado del itinerario
neocatecumenal es fiel al "iter ritual" de la liturgia catecumenal prevista en el
ritual del Bautismo tal y como aparecía en los rituales anteriores a la
promulgación y entrada en vigor del actual. De ahí que los ritos precatecumenales
que van a permitir revivir esta primera parte del Bautismo siguen el orden
litúrgico-ritual que aparecía en los rituales inmediatamente posconciliares:

1º) En la celebración del Primer Escrutinio el precatecúmeno pide la fe a


la Iglesia, es exorcizado, signado con la cruz e inscrito en el Libro de la Vida.

2º) En la Convivencia del Shemá se le hace presente de nuevo al


precatecúmeno las palabras que la Iglesia le confió en el Rito del Primer
Escrutinio: "Si quieres poseer la vida eterna, cumple los mandamientos: amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser, y a tu
prójimo como a ti mismo".

3º) En la celebración del Segundo Escrutinio los precatecúmenos pasan al


Neocatecumenado recibiendo la "sal de la sabiduría de Dios".

Evidentemente en esta forma de estructurar el único Rito de Entrada en el


Catecumenado (en el RICA) y de Entrada en el Neocatecumenado nos
encontramos con unas adaptaciones originales específicas del itinerario
neocatecumenal:

594
El Ritual dice que para dar este "paso" en los candidatos se requiere: "Una vida espiritual inicial y los conocimientos
fundamentales de la doctrina cristiana..." (nnº 15, 50 y 68).Y, un discernimiento de la Iglesia en el que se "investigarán los motivos
de la conversión" (nnº 69, 16 y 50). La praxis litúrgica del Neocatecumenado por lo que se refiere a este primer grado del RICA, va a
ser más fiel al "Iter" de la liturgia catecumenal tal y como aparecía en los rituales inmediatamente posconciliares, en los que el "orden
ritual" era el siguiente dentro de los "ritos" especificamente prebautismales o también denominados "Ritos de introducción": 1º
Diálogo y Catequesis; 2º El soplo; 3º La signación; 4º Imposición de la mano; 5º La sal. Cfr. Ritual de los Sacramentos: Bautismo-
Confirmación-Eucaristía, Ed, Litúrgica Española, Barcelona 1966, pp. 28-31.
- el sentido que los escrutinios595Para CARMELO GÓMEZ, "en las
Comunidades Neocatecumenales son los Escrutinios los que progresivamente
van descubriendo el corazón del catecúmeno y las actitudes de conversión. Son
auténticos momentos de paso que abren o cierran el camino hacia delante. Si el
catecúmeno no va integrando la fe en la vida no pasará a la siguiente etapa. Esta
seriedad en el Catecumenado es de agradecer porque tanto el Catecumenado
antiguo como en el RICA, el paso de una etapa a otra se hace sólo después de
haber comprobado la seriedad de la conversión y la purificación de las
motivaciones. Lo que no parece oportuno es que sean los Escrutinios los que
signen y hagan efectivos estos pasos de etapa, porque en el Ritual el significado
de los Escrutinios es el de la acción de Dios que escruta el corazón de los que ya
han sido elegidos, de los que han dado pruebas de conversión. No son ritos de
paso con revisión de vida, sino ritos que van introduciendo en el Misterio de Dios,
propios del tiempo de la Iluminación". Cfr. La propuesta catecumenal en el
RICA, p. 190. Para una profundización acerca de los escrutinios, ver: M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, pp. 115-126; R. BÉRAUDY, Los
escrutinios y los exorcismos: Concilium 22 (1967/8). van a tener;
- la "entrega del Shemá";
- la recuperación del rito de la sal.

Sin embargo veremos que son insertados dentro de la pedagogía


neocatecumenal de un modo armónico y respetando el "espíritu" del RICA.

a) La celebración del Primer Escrutinio

Después de dos años de caminar en comunidad confrontando la vida


semanalmente con la Palabra de Dios596, el precatecúmeno ha comenzado a darse
cuenta de que no tiene tanta fe como creía tener, "que la fe no puede dársela a sí
mismo, ni es un moralismo que consigue como fruto de su esfuerzo, sino que es

595
En el Ritual los "Escrutinios" son tres y están reservados para la etapa de la "purificación e iluminación", se celebran durante
los tres primeros domingos de la Cuaresma (nº 25b y 52). La finalidad de los mismos es "hacer aparecer en el corazón de los elegidos
todo lo que hay de débil, de enfermo y de maligno y curarlo, y todo lo que hay de bueno, válido y santo para afirmarlo. En efecto, los
escrutinios liberan del pecado y del diablo, y dan la fuerza de Cristo, que es para los elegidos el Camino, la Verdad y la Vida" (nº
25,1). Así pues su finalidad es "principalmente espiritual, y se completa con ayuda de los exorcismos. Pues los escrutinios están
hechos para purificar los espíritus y los corazones, fortalecerlos contra las tentaciones, convertir las intenciones, excitar las voluntades,
a fin de que los catecúmenos se unan más profundamente a Cristo y prosigan sus esfuerzos" (nº 154). En la praxis del
Neocatecumenado, veremos que se da una fidelidad en la intencionalidad con que se practican los Escrutinios respecto del RICA,
pero también hay una adaptación en el modo de ordenarlos dentro del itinerario neocatecumenal. En el Estatuto, se dice que “los
escrutinios ayudan a los neocatecúmenos en su camino de conversión, respetando la conciencia y el fuero interno, según la normativa
canónica, el OICA y el Directorio catequético del Camino Neocatecumenal”. Cfr. SCN, art. 19&2 y 28&4.

596
El período del Precatecumenado es un período de kénosis, afirma KIKO ARGUELLO: "En este tiempo las personas verifican
su fe caminando junto a otras personas imperfectas y pecadoras, en la novedad de una comunidad concreta que hace de espejo y que
llama a cada uno a conversión al ver claramente su realidad". Cfr. El Camino neocatecumenal: breve síntesis, en o. cit., p. 130.
un don gratuito de Dios que se da a través del Bautismo"597 y ha descubierto que
la Iglesia puede dársela porque ella es la auténtica depositaria de este don.

Los catequistas que iniciaron el Neocatecumenado en la Parroquia vuelven


para preparar a los precatecúmenos al Primer Escrutinio que tendrá lugar en el
marco de una Convivencia de tres días donde ayudados por unas catequesis acerca
de la fe, de las renuncias a las riquezas y de la cruz les prepararán para el Rito
que presidirá el Obispo o un delegado suyo598.

¿En qué consiste este celebración?, ¿Cual es su estructura litúrgico-


celebrativa? ¿Qué similitud tiene con el Rito del RICA?. Vamos a analizarlo
detenidamente.
La celebración del Primer Escrutinio tiene lugar dentro del marco
celebrativo de la Eucaristía599, y por tanto tiene lugar dentro de la Liturgia de la
Palabra que va iluminando cada una de las cuatro partes en las que está
estructurado el Rito:

1ª) Inscripción del nombre en el Libro de la Vida


2ª) Diálogo sobre la Fe y la Vida Eterna
3ª) Exorcismo e insuflación del Espíritu Santo
4ª) La cruz gloriosa

Analicemos cada uno de estas "acciones litúrgicas"600 y veamos el


tratamiento que reciben en el Neocatecumenado.

597
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 96.
598
Así presentaba KIKO ARGÜELLO a los Obispos de Latinoamérica la celebración del Primer Escrutinio: "Después de que
este hombre en la comunidad se ha dado cuenta de que no tiene fe, o que tiene poca fe, entonces le ponemos frente a su Bautismo.
Nos pregunta: ¿cómo tengo que hacer para tener fe? Pedirla a la Iglesia. Hacemos el Primer Escrutinio donde se renueva la primera
parte del Bautismo. Viene el Obispo. La primera cosa que hemos descubierto es que no puede darse en el hombre la conversión si no
tiene iluminadas las injusticias de su historia, la cruz de su historia. Le comenzamos a hablar de la cruz y le preguntamos: ¿tú estás
dispuesto a que te ayudemos a iluminarte tu cruz? o estás escandalizado con la monstruosidad de tu historia, con lo que te ha pasado
en tu vida. ¿Cuál es tu cruz? pregunta el Obispo. Y él dice: mi mujer, por ejemplo; lo dice públicamente, en la liturgia. Porque el
Obispo pregunta: Y ¿qué sentido tiene para ti? ¿Está iluminada por la cruz de Cristo? Y lo dice allí. O sea ya no están rebelados contra
la cruz, ni contra Dios, ni contra la historia. Ya se puede comenzar en ellos un proceso de profundización de la fe". Cfr. “Exposición
del CN”, en Convivencia-1992, pp. 22-23.
599
También el Ritual contempla la Eucaristía como marco celebrativo, aunque evidentemente en ella no participarían los
catecúmenos: "A este Rito, que consta de la admisión de los candidatos, de la liturgia de la palabra y de la despedida de aquéllos,
puede seguir la Eucaristía" (nº 72).
600
"El rito repite los hechos primordiales de la vida del creyente, vuelve a lo que son sus arquetipos dinámicos, retorna a sus
orígenes, los actualiza, los hace presentes. La representación ritual tiene pues el doble sentido de imitar y a la vez presentizar,
presencializar". Cfr. L. MALDONADO/PEDRO FERNÁNDEZ, “La celebración litúrgica: Fenomenología y Teología de la
celebración”, en DIONISIO BOROBIO (dir.), La celebración en la Iglesia I, Ed, Sígueme, Salamanca 1985, p. 281. Para una mayor
profundización sobre el alcance "mimético", "representativo" y "actualizador" que los ritos tienen, ver: “Liturgia, corporeidad,
ritualidad”, en Celebrar para vivir. Liturgia y Sacramentos de la Iglesia, Ed, Sígueme, Salamanca 2003, pp. 26-36. Por lo que respecta
a los "ritos" que tenían lugar dentro de la celebración de la Entrada en el catecumenado, "los documentos antiguos señalan cuatro: 1)
la signación o señal de la cruz en la frente del candidato, para significar que el convertido pertenece a Cristo y que ya es catecúmeno
o primer grado de su ser cristiano (será fiel con el bautismo); después se extendió la signación a la boca y el pecho, cuya actualización
es el signarse y el santiguarse. 2) La imposición de manos, que se vinculaba a veces a la signación; expresa protección de Dios y
acogida por parte de la Iglesia. 3) El ofrecimiento de la sal, que equivale a hospitalidad y acogida. 4) El soplo, rito más tardío a modo
.
*La "Inscripción del nombre en el Libro de la Vida"*

A lo largo del itinerario neocatecumenal este rito se realiza en dos


ocasiones, en el momento de "entrar en el Neocatecumenado" y al final del
mismo, cuando el neocatecúmeno es "elegido" para renovar solemnemente las
Promesas bautismales601.

El Ritual pide que después de la celebración del Rito de Entrada en el


Catecumenado se "inscriban prontamente los nombres de los catecúmenos en el
libro, destinado a este menester..." (nº 17). En la praxis litúrgica del
Neocatecumenado, este rito es el primero dentro de toda la "estructura ritual" del
primer grado neocatecumenal que es la Entrada en el Neocatecumenado y que se
vive "gradualmente" en dos grandes celebraciones (la del Primer y Segundo
Escrutinio).
La inscripción del nombre en el Libro de la Vida es por tanto un rito
neocatecumenal con una doble significación: por una parte representa la
"llamada" de Dios, que siempre es personal y "nominal"(cf. Jn. 10,3), y por otra,
al ser inscrito con su nombre sobre la Biblia le hará presente al precatecúmeno
que la Historia de la Salvación Dios la ha hecho con personas concretas a las que
llamó y bendijo, y la sigue haciendo con ellos, a los que ha llamado y a los que
sigue bendiciendo (cf. Rom 8,29-30). También tendrá esta inscripción un
significado que expresará la comunión fraternal porque a partir de este momento
cada vez que celebren la Eucaristía se pedirá personalmente por los hermanos
ausentes inscritos en la Biblia602.

Esta acción litúrgica viene precedida por la proclamación de dos lecturas


neotestamentarias (Ap. 3, 1-5 ; Lc. 10,17-20 y Mc 12,28-34) en las que aparecen
"vestigios" de primitivas liturgias bautismales del primer siglo cristiano y que
contextúan catecumenalmente el significado del mismo rito. Después de
proclamadas las lecturas y explicado el sentido del rito por parte del catequista,
los precatecúmenos se acercan uno a uno y escriben su nombre sobre la Biblia.
El Presidente pronuncia esta oración conclusiva:
"Padre Santo, que en el día del Bautismo has querido escribir
estos nombres en el Libro de la Vida y que por tu misericordia
has llamado, a través de este camino, a estos hermanos para que

de exorcismo, expresa la entrada del Espíritu de Dios (es viento y aliento), junto al rechazo de todo lo diabólico". Cfr. C. FLORISTÁN,
lain Para comprender el Catecumenado, pp. 137-138.
601
En el RICA la celebración del segundo grado se denomina Rito de la Elección o inscripción del nombre, con este rito los
catecúmenos que han sido elegidos son "inscritos" para ser purificados e iluminados durante el tiempo cuaresmal en orden a la
recepción de los sacramentos de la Iniciación Cristiana. En el CN al final del Neocatecumenado también se vivirá este "Rito de la
inscripción del nombre en el Libro de la Vida" dentro de los ritos preparatorios a la renovación de las Promesas bautismales.
602
Normalmente se compra para este Rito la edición grande de la Biblia de Jerusalén, que será la que utilizarán los precatecúmenos
y los neocatecúmenos en las celebraciones.
descubran el amor que les tienes. A Ti te los presentamos para
que sus nombres no sean jamás borrados del Libro de la Vida (El
Presidente lee todos los nombres). Te suplicamos que concedas
a estos tus hijos alegrarse sobre todo porque sus nombres están
escritos en el cielo. Por Jesucristo, nuestros Señor. Amén."603.

Para una comprensión sinóptica de esta acción litúrgico (ver tabla


20ª)

*Diálogo sobre la Fe y la Vida Eterna*

En el RICA después de la monición previa (nº 74) que es el espacio en el


que tiene lugar la presentación de los catecúmenos y el saludo a éstos por parte
del Presidente, viene a continuación el diálogo en forma interrogativa entre el
celebrante y los catecúmenos (nº 75). El modelo breve que aporta el Ritual está
centrado, como antiguamente, sobre la fe y la vida eterna.

El modo de vivir este rito en el Neocatecumenado sigue el esquema del


Ritual, aunque es más fiel al modo como aparecía este rito presentado en los
rituales inmediatamente postconciliares604 Celebrante: Si quieres poseer la vida
eterna, cumplid los mandamientos: Amad al Señor vuestro Dios con todo vuestro
corazón, con toda vuestra alma, con todo vuestro ser, y a vuestro prójimo como
a vosotros mismos. Estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los
profetas...". Cfr. Ritual de los Sacramentos, pp. 46-47. Hay que significar que
tanto en el Ritual del Bautismo de niños (nº 110) actualmente en vigor y que fue
publicado en 1970 como en el RICA (nº 75), la invitación del celebrante a poner
el "Shema" en el centro de la existencia cristiana ha desaparecido. De ahí que la
praxis neocatecumenal se remita a los rituales anteriores.. Durante la Convivencia
que prepara este Primer Escrutinio de paso al Neocatecumenado, los catequistas
presentan con una serie de catequesis la teología del Bautismo605y esto facilita
que los precatecúmenos que ya han descubierto a lo largo de dos años la debilidad
de la fe heredada o la poca fe que tenían, se la pidan a la Iglesia, que es la

603
Esta oración es de origen "neocatecumenal", no se encuentra en el Ritual. Veremos en los sucesivos ritos, como la liturgia
neocatecumenal ha creado también su propia "eucología" respondiendo a las nuevas situaciones de estos adultos bautizados.
604
"DIÁLOGO Y CATEQUESIS

¿Qué pedís a la Iglesia de Dios?


Todos responden: La fe
Celebrante: ¿Qué os da la fe?
Todos responden: La vida eterna.

605
Cfr. ANDRÉS MANRIQUE Teología bíblica , del Bautismo. Formulación de la Iglesia Primitiva, Ed, "Biblia y Fe", Madrid
1977.
depositaria de la fe606. Después de proclamar el texto de Mc 12,28-34607en el que
Jesús muestra cuál es el camino de la Vida, se acercan los precatecúmenos al
Obispo y tiene lugar el diálogo interrogativo que encontramos en el Ritual (nº 75)
pero con el "añadido" del texto del Shemá608. La oración conclusiva con la que
termina este rito también es original de la liturgia neocatecumenal609 (ver tabla
21ª).

*Exorcismo e insuflación del Espíritu Santo*

En la Iglesia primitiva, los exorcismos tenían un puesto relevante en el


Catecumenado. "Existe aquí (en Jerusalén), dice Egeria, la costumbre de que
quienes han de ser bautizados acudan todos los días durante la Cuaresma a que
los clérigos pronuncien sobre ellos el exorcismo"610. En efecto, esta misma
práctica la encontramos en la Tradición Apostólica de Hipólito donde los
exorcismos son practicados diariamente611. Las fórmulas presentan los
exorcismos como intervenciones de Dios para preparar a los catecúmenos al
sacramento de la regeneración. Los exorcismos que se practicaban con
normalidad y naturalidad son -según D. Borobio- "expresión de una teología del
mal, del pecado original que tiene el alma cautiva y del misterio de la Redención.
Con ello se pretende arrancar al catecúmeno de las fuerzas del mal y unirlo a
Cristo; liberarlo del pecado y llenarlo de la vida nueva"612.

En el RICA también encontramos una línea claramente favorable al recurso


de los exorcismos menores (nnº 109-112) para el tiempo del Catecumenado,

606
La fe afirma el Cardenal JOSEPH RATZINGER "surge de la Iglesia y lleva a la Iglesia. El don de Dios que es la fe incluye
tanto el requerimiento a la voluntad del hombre como la acción y el ser de la Iglesia. Nadie puede establecer por sí mismo que es
creyente. La fe es un proceso de muerte y nacimiento, un pasivo activo y un activo pasivo, que necesita a los otros: que necesita el
culto de la Iglesia, en el que se celebra la liturgia de la cruz y resurrección de Jesucristo. El Bautismo es sacramento de la fe y también
la Iglesia es sacramento de fe. Por consiguiente, sólo entiende la pertenencia a la Iglesia aquel que comprende el bautismo y sólo
comprende el bautismo el que dirige su mirada a la fe que, a su vez, remite al culto de la familia de Jesucristo". Cfr. Teoría de los
principios teológicos, p. 46.
607
En este texto según la Nota de la Biblia de Jerusalén se pone de manifiesto que "el monoteísmo es tan intransigente en el
N.T. como en el Judaísmo. Aquí se apoya, en labios de Jesús, en el Sema (Dt 6,4-5)".
608
M. DUJARIER comentando este momento del "diálogo" sostiene que sería mejor "orientar el diálogo en función de las
palabras dichas por Jesús en Juan 14, 6, y que el Concilio justamente ha presentado como el resumen de la fe inicial de los convertidos
(AG,13). En efecto, expresan el descubrimiento esencial que ellos han hecho durante su precatecumenado: Jesús es el camino que nos
conduce al Padre. Venimos a buscarlo en su Iglesia para que en ella nos comunique su verdad y su vida. Más aún, para que él mismo
se comunique a nosotros, él que es verdad y vida". Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, p. 58.
609
"Padre Santo, da a estos hermanos la fe, manténlos siempre caminantes para que su fe vaya
creciendo en profundidad, para que sean luz hasta que te veamos todos sin velos, cara a
cara, en la visión del amor eterno. Por Jesucristo nuestro Señor".
610
Cfr. Peregrinatio Egerie, 46: CSEL 39, p. 97.
611
Cfr. "A partir del día que son elegidos, que se les impongan cada día las manos exorcizándolos" Cfr. Trad. Apost., 20;"El
exorcismo, dice S. CIRILO, pone de manifiesto el conflicto interior que se libra en el alma del catecúmeno entre Cristo y Satanás".
Cfr. Protocatequesis, XVI: PG 33, p. 361. Para una mayor ampliación, ver B. BERAUDY, Los escrutinios y los exorcismos:
Concilium 22 (1967) pp. 239-244. Del mismo autor, Los exorcismos prebautismales: Asambleas del Señor, 30 (1964), pp. 9-19.
612
Cfr. Proyecto de iniciación cristiana, p. 262. La significación que los exorcismos tenían -afirma ANDRÉS MANRIQUE- era
"arrancar progresivamente al catecúmeno de las fuerzas del mal para unirle cada vez más a Cristo, conjurar a Satanás para que no
sirva de obstáculo en su marcha hacia el bautismo". Cfr. Teología bíblica del bautismo, p. 212.
incluso se ofrecen una serie de oraciones para el caso (nnº 113-118), pero se
reservan los exorcismos mayores para el "tiempo de la Purificación y de la
Iluminación" cuando tienen lugar los tres escrutinios (nnº 154-159)613, aunque el
mismo Ritual sostiene que "se puede introducir un primer exorcismo y una
primera renuncia en el Rito de Entrada en el Catecumenado (nnº 79 y 80)" (nº
65,2), tal y como se hará en la praxis neocatecumenal al realizar el Segundo
Escrutinio.

Efectivamente, en el Ritual nos encontramos que ofrece la posibilidad de


significar la adhesión a Cristo del catecúmeno por medio de un exorcismo y de la
"renuncia a los cultos paganos" (nnº 78-82)614. En el Neocatecumenado este rito
guarda también bastante similitud con el RICA aunque añade algunas
modificaciones propias. Antes de proceder al rito, se proclama el texto de Lucas
11,14-20, en el que Jesús aparece exorcizando y expulsando un demonio, lo que
hace que la Palabra proclamada llene de expresividad y contenido al mismo rito
que a continuación se realiza siguiendo este orden:

OBISPO: Vosotros que tantas veces habéis contristado al Espíritu de Dios, ¿Queréis
ser templos vivos del Espíritu Santo?
PRECAT: Si, quiero

Una vez que ha terminado de preguntar a todos, los precatecúmenos se


arrodillan y el Obispo sopla sobre la cabeza de cada uno, despacio, con unción615.
Después, con las manos extendidas prosigue con una oración original de la
liturgia neocatecumenal pero que contiene el espíritu de las palabras que
pronuncia el Presidente en el Ritual616. Una vez terminada esta oración de
exorcismo, el Obispo impone las manos sobre cada uno diciendo una oración que
también es propia de la liturgia neocatecumenal617 El gesto de la imposición de

613
"Cada escrutinio comporta un exorcismo solemne. Cuando el ritual estaba aún ad experimentum, a este exorcismo se le
calificaba de mayor, porque estaba construido de forma imprecativa, es decir, se dirigía a Satán mismo ordenándole salir. Pero la
edición definitiva de 1972 utiliza la forma simple deprecativa que es una oración al Padre y a Cristo". Cfr. M. DUJARIER, o. cit., pp.
124-125. Ver también B. FISCHER, Batismal Exorcism in the Catholic Baptismal Rites after Vatican II: Stud. Lit. 10 (1974), pp. 48-
55 y RAMIRO GONZÁLEZ, La victoria de Jesucristo sobre el “Príncipe del mal”. Introducción al tema de la demonología y al
“Ritual de Exorcismos”: Phase nº 246 (noviembre-diciembre 2001), pp. 493-505.
614
"La renuncia a los cultos paganos se presenta como facultativa: no habrá que hacerla más que allí donde existen tales cultos
(nº 78). Nos parece curioso que no se la considere como necesaria, pues, en toda civilización, existen creencias y prácticas contrarias
al Evangelio. En la tradición de la Iglesia, toda adhesión a Cristo implica el abandono de ciertos comportamientos". Cfr. M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, p. 61.
615
Este gesto lo encontramos en el nº 79 del Ritual. También tenemos constancia del mismo en: S. AGUSTÍN, Contr. Cresc.,
II,5,7; y en PEDRO CRISÓLOGO, Sermón, 52 (PL 52, p. 347.).
616
Cfr. "Rechaza, Señor, con el soplo de tu boca a los malignos espíritus: Mándales que se aparten,
porque se acerca tu reino" (nº 79).

"!Oh Padre¡ tu que en la muerte y resurrección de tu Hijo has quitado todo poder al
demonio, te suplicamos por estos hijos tuyos que hoy reviven el Bautismo: aparta de ellos
el espíritu del Mal para que pueda dejar el sitio al Espíritu Santo Paráclito. Por Jesucristo
nuestro Señor". (Liturgia neocatecumenal).
617
Cfr. "Padre, derrama sobre estos hermanos el espíritu de adopción; que estén en continuo
diálogo contigo para crearlos en el amor, para darles luz interior, luz en el camino que les
dé sabor para suavizar las durezas de la lucha; fuerzas para enfrentarse a los enemigos del
manos manifiesta por una parte la acogida de la Iglesia, y por otra, la bendición
que se pide para el catecúmeno. Cfr. P. GALTIER, ´Imposition des mains`, en
Dictionnaire de Théologie Catholique, París 1927, pp. 1315-1317. En Hipólito
era usual una imposición de manos después de cada catequesis con sentido de
oración y aceptación. Cfr. La Trad. Apos., 19 (SCr, 11bis, p. 77.). (ver tabla 22ª).

*Signación con la Cruz Gloriosa*

En el Neocatecumenado existe la fuerte convicción de que la cruz está


plantada en el centro del evangelio. Toda la vida de Cristo tiende hacia la cruz, y
el discípulo de Jesús debe recibirla en su vida (cf. Mc 10,32-34; Lc 12,50). En el
tiempo del Precatecumenado, los precatecúmenos han comenzado a descubrir los
traumas de su historia y han empezado a reconciliarse con ella. En esta
Convivencia a través de las catequesis se ilumina el misterio de la Cruz618que en
Jesucristo se ha transformado en gloriosa para el discípulo que le sigue (cf.Mt.
11,29-30). Se trata -dice Andrés Fuentes- de "situar al catecúmeno ante la cruz,
ante la reconciliación con su propia historia como expresión de la voluntad de
Dios. Iluminar la cruz como expresión de la voluntad de Dios que nos lleva a no
renegar de Dios sino acogerla como expresión de su amor entrañable y
salvífico"619. Es "un descubrimiento de primer orden -afirma Mons. Ricardo
Blázquez- comprender que la cruz es signo del amor de Dios y no expresión de
su indiferencia o de su animosidad"620. Esta catequesis staurológica encontrará
su expresión ritual en la signación con la cruz.

La signatio frontis es de una tradición antiquísima621, era el rito que


certificaba el compromiso del candidato tras el diálogo y la primera adhesión. Así
lo encontramos en S. Agustín:

reino. Que les dé amor fraterno para que saboreen las primicias de la vida eterna, para que
todos juntos marchemos hacia tu morada. Por Jesucristo Nuestro Señor".

618
La teología paulina sobre la Cruz resuena con fuerza en estas catequesis (cf. 1 Cor. 1,17-30; 4,9-13). "Para el catecúmeno,
anunciar hoy la salvación es anunciar la cruz gloriosa de Cristo, ayudar a los hombres a tomar conciencia de su propia realidad
existencial de límite, alienación, infelicidad, incapacidad para dar por sí solos un sentido a sus vidas, y anunciar, a partir de esta
realidad, la victoria que sólo Cristo ha conseguido con su cruz. El egoísmo es la causa de toda infelicidad humana. Anunciar la
salvación en "Cristo crucificado" (1 Cor 1,23) quiere decir proclamar la posibilidad de una vida nueva y distinta y que la gloria de
Dios se manifiesta en el Siervo doliente de Yahvé, el cual no resiste al malvado y ama al enemigo (cf. Is 42,1-7; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-
53,12). La cruz de Cristo revela a todo hombre muerto por una vida de egoísmo que está matando también a los demás. Aceptar la
cruz es aceptar esa actitud de Jesús Siervo como la única verdad, porque no hay filosofía, ni política, ni ciencia en que pueda salvarse
la humanidad. Viviendo esta actitud de Cristo, la comunidad se convierte para el mundo en signo de amor a Dios y proclama que al
amor está siempre marcado por la cruz y que sólo en la cruz de Cristo se ama auténticamente y es posible entrar en la historia". Cfr.
"La cruz gloriosa en el CN", en Comunidades plurales en la Iglesia, pp. 68-69.
619
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal I, p. 89.
620
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 33.
621
La imposición de la cruz en la frente del candidato es, según SAN BASILIO, de origen apostólico. Cfr. Tratado del Espíritu
Santo, XXVII, 66: PG 32, p. 188. Ver también , C. VOGEL, La signation dans l´Eglise des primiers siècles: La Maison Dieu 75
(1963, 4), pp. 37-51. Para M. DUJARIER "este rito expresa que el convertido pertenece desde ahora a Cristo, cuyo signo recibe y
cuyo nombre también lleva: cristiano. Al hacer este gesto, se reza para que el catecúmeno guarde este signo, no solamente de un modo
"Habíendose hecho esta instrucción, hay que preguntar al
candidato si cree estas verdades y si desea conformar a ellas su
vida. Y, una vez que haya respondido que sí, se deberá hacer
sobre él, según el rito, la señal de la cruz y tratarlo según
costumbre de la Iglesia"622.

Es evidente la influencia que recibe el rito propuesto en el RICA como


signación de la frente y de los sentidos (nnº 83-87) de la praxis del Catecumenado
primitivo. En el Neocatecumenado, nos vamos a encontrar este mismo rito con
un contenido profundamente existencial. No se puede llegar a ser cristiano sin
tener iluminada la cruz, de ahí que tras la proclamación de 1ª Cor 1,17-25, cada
uno de los precatecúmenos es llamado por el catequista para que ante el Obispo
establezca este diálogo:

OBISPO: N... ¿Cuál es tu cruz y qué sentido


tiene en tu vida?
PREC.: Responde libremente, con brevedad 623.

Terminadas las respuestas y el diálogo, el precatecúmeno se acerca al


Obispo y se arrodilla ante él, y éste mientras signa con el pulgar derecho mojado
con óleo perfumado624 sobre la frente, dice:

OBISPO: N...Recibe la cruz gloriosa de nuestro Señor Jesucristo. Que


éste signo de victoria te lleve a la vida eterna.
PREC.: Amén625.

La oración conclusiva de la signación también es original de la liturgia


neocatecumenal y hace referencia a la sabiduría de la cruz626.

exterior, sobre su frente, sino también interiormente, en su corazón, es decir, en toda su vida". Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos,
pp. 40-41.
622
Cfr. De Catechizandis rudibus, XXVI, 50.
623
Cada uno de los precatecúmenos se acerca al Obispo y al ser interrogado responde brevemente y con sinceridad cuál es la
cruz de su vida en ese momento y el sentido que tiene para él.
624
Este rito, propio de la liturgia catecumenal, que responde a la primera unción conservada en el Ritual del Bautismo de Niños,
se propone también como optativo en el RICA, como signo que expresa la protección de Dios y el paso de un grado a otro (nnº 103 y
127-132). D. BOROBIO sostiene que "la recepción de este gesto en aquellos que ya fueron bautizados de niños, y por lo tanto ungidos,
no se opone al carácter e irreiterabilidad del Bautismo, ya que no se trata de repetir el rito del agua; ni creemos que ofrezca dificultad
alguna, puesto que la misma historia ofrece ejemplos de repetición de la unción (Tradición Apostólica, Concilio de Arange), y por
otra parte, si se puede suprimir, ¿por qué no se puede repetir?". Cfr. Proyecto de Iniciación Cristiana, p. 266 [nota 62].
625
Tiene cierta similitud con la propuesta en el Ritual:
N., recibe la cruz en la frente:
Cristo mismo te fortalece con la señal de su caridad (o bien: de su
victoria). Aprende ahora a conocerle y a seguirle (nº 83).
626
Cfr. "Señor Jesús: Tú que sabes que en el misterio de tu muerte está nuestra
vida; que en el misterio de tu resurrección está nuestra fuerza.
Enséñanos también a nosotros el misterio de la cruz, porque ya que
con nuestra sabiduría no hemos cometido más que imprudencias,
pecados, tonterías, estupideces y locuras, con tu locura aprendamos la
sabiduría, la vida de verdad. Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén".
Por último, se culmina esta acción litúrgica con la acogida por parte de la
Iglesia representada por el Obispo, los presbíteros y los catequistas, de los
precatecúmenos. Delante del Presidente se ponen de rodillas el responsable de la
comunidad (si hay más comunidades haciendo el Rito, cada responsable), y ante
ellos pronuncia estas palabras:

"Hoy sois acogidos en las manos de la Iglesia de Dios. Desde hoy


estáis bajo su custodia, su vigilancia, su preocupación, su fuerza,
su luz, su camino. Ella se encarga de vosotros. Ella tiene el
espíritu de Jesús que le da entrañas de madre, corazón de maestro,
corazón de padre, a fin de preocuparse de vosotros, de daros una
fuerza nueva que os pueda fecundar en el camino" 627.
A lo que responden todos los precatecúmenos:

"¿A dónde iremos? Sólo el Señor tiene Palabras de Vida


Eterna?

Esta acción litúrgica concluye con el abrazo de la Paz y con la celebración


de la Eucaristía628, aunque también puede ser celebrado en el marco de una
celebración de la Palabra (ver tabla 23ª).

b) La Convivencia del Shemá

Durante la Convivencia del Primer Escrutinio al precatecúmeno se le ha


situado frente a la catequesis del Evangelio sobre las riquezas, en su triple
aspecto: trabajo, afectos, dinero (cf. Mc. 10,17-31; Mt. 6,19-34; Lc 16,1-15, Ap.
3,14-22)629 y en el diálogo con el Obispo ha sido invitado a poner en el centro de
su corazón a Dios como único absoluto:

"Si quieres alcanzar la vida eterna, escucha: el Señor, nuestro


Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas y al prójimo como a tí mismo"630.

627
Para el caso de los adultos bautizados se afirma que "el tiempo de la preparación sebe ser santificado con celebraciones
litúrgicas, de las cuales la primera es el rito con el que los adultos son recibidos en la comunidad, y con el que ellos, como ya sellados
con el Bautismo, reconocen que tienen parte en ella" (RICA, n º 300).
628
En el RICA, un vez celebrados estos ritos introductorios, los catecúmenos son "introducidos en el templo" (nº 90) e invitados
a participar en la Celebración de la Liturgia de la Palabra (nnº 91-92), dentro de la cual tendrá lugar -de modo optativo- la "Entrega
de los Evangelios" (nº 93) que en el Neocatecumenado hemos visto que se anticipa a la etapa kerigmática. Después de la oración de
los fieles, son despedidos con una nueva oración.
629
Aunque explícitamente en el Estatuto no se habla de esta ´Convivencia`, sin embargo, implícitamente se está haciendo
referencia a este tiempo cuando se dice que a los neocatecúmenos “les es dado un tiempo para que se prueben a sí mismos en la
sinceridad de su intención de seguir a Jesucristo, a la luz de la Palabra: ´No podéis servir a Dios y al dinero` (Mt 6,24)”. Cfr. SCN,
art. 19, 2ª.
630
En el RICA ha desaparecido esta "catequesis bautismal" que figuraba dentro de la "estructura" del "Diálogo" en los rituales
anteriores. Cfr. Ritual de los Sacramentos, pp. 46-47.
En el Ritual, ya he apuntado que esta entrega del Shemá ha desaparecido.
La praxis del Neocatecumenado, en cambio, la ha conservado y puesto al servicio
de la purificación631y maduración de la fe del precatecúmeno que a lo largo de
este año -más o menos- experimentará cómo esta palabra le hace presente siempre
la necesidad de renunciar de manera personal y eficiente a todos los ídolos,
afectos y esclavitudes que desvían su corazón del amor y de la voluntad de
Dios632.

Después de haber tenido un tiempo para probar la verdadera intención y


rectitud de corazón del precatecúmeno respecto a la Palabra que recibió en el
Primer Escrutinio (cf. Lc 14,28-33 y 18,18-23), son de nuevo convocados a una
Convivencia de un fin de semana en la que, dentro de en un marco catequético y
celebrativo, se le hace entrega del Shemá, es decir se proclama y se entrega
solemnemente a cada precatecúmeno el credo de Israel: "Escucha Israel, el Señor
es nuestro Dios, el Señor es uno" (cf. Dt 6,4).

A partir de este momento, el Shemá, es decir el reconocimiento vital y


existencial de la unicidad de Dios, actuará de mensurador de la conversión
efectiva que se irá concretando y visibilizando en el amor fraternal (cf. 1ª Jn.
4,12). Por eso afirma Divo Barsotti que "al Shemá hebreo Cristo mismo, después
de Amarás al Señor Dios tuyo, ha añadido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
La unión con Dios se realiza en la unión con el hombre: el hombre y Dios son
uno, Cristo. La vocación del hombre es la de ser Cristo. El hombre no será Dios
puramente sino que será en cierta manera Cristo mismo, será en Cristo hombre y
Dios. Si el hombre debiera ser Dios, sería necesario su anulación metafísica como
criatura. Ser en Cristo no implica anulación de la criatura, sino anulación de una
voluntad propia, en cuanto que se opone a la voluntad divina"633.

631
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. El amor nos sana. La charitas que ordena al hombre a Dios resana ante todo
al hombre impidiendo que las potencias dispersen su actividad en la multiplicidad de los objetos, dividan al hombre. Un hombre
dividido nunca es un hombre que ama a Dios". Cfr. DIVO BARSOTTI, El Señor es Uno, p. 78. En las catequesis que ha recibido el
precatecúmeno sobre las riquezas, ha escuchado decir con fuerza: "No podéis servir a Dios y al Dinero" (Lc 16,13). Para un
acercamiento a las catequesis de los Padres de la Iglesia en relación con el dinero y las riquezas, ver: El buen uso del dinero, Ed,
DDB, Bilbao 1995.
632
Esta "renuncia" sí viene contemplada en el Ritual (nnº 78-82). Antes de pasar al Catecumenado deben -los catecúmenos-
renunciar a los ídolos. Para J.A. VELA, "en nuestra cultura consumista y secularista, éstos serán el dios dinero, sexo, poder, confianza
en las ideologías...". Cfr. Reiniciación cristiana..., p. 137. Los precatecúmenos tendrán que confrontar su vida con las tentaciones que
padeció Jesús. "El Tentador instiga al hombre para que se asegure en el dinero, rechace la historia y se postre ante los ídolos. Esta
tentaciones, que seguramente acompañaron a Jesús en su actividad pública y que fueron redaccionalmente adelantadas por los
evangelistas al comienzo de su predicación, no son tentaciones distantes del hombre actual. Ahondando en su sentido, nos descubrimos
también acechados por ellas. Todas atentan contra el puesto único debido sólo a Dios". Cfr. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, Las
Comunidades Neocatecumenales, p. 31.
633
"Ciertamente no se llega al olvido total de sí por parte de nosotros: es la proclamación de la Palabra de Dios la que crea esta
aniquilación, es la Palabra de Dios la que se hace presente en el hombre. No podremos nunca llevar a término esta realización de Dios,
pero es Dios quien la obra en nosotros, por la eficacia soberana, por el poder irresistible de su misma palabra que el alma escucha.
Así pues, la ley fundamental del cristiano es escuchar. En la medida en que el hombre escucha, en la medida en que acoge, esta Palabra
actuará...". Cfr. o. cit., pp. 44-45. El contacto con la Palabra a lo largo de los tres años transcurridos en el Precatecumenado ha ido
"abriendo el oído" del precatecúmeno y éste empieza a saborear la "sabiduría de la escucha": "Escucha Israel: el Señor es nuestro
Dios, el Señor es Uno. En estas palabras está toda la vida religiosa” (Ibidem).
En esta Convivencia no tiene lugar ningún rito especial, aparte de la entrega
del Shemá que se hace a través de una catequesis y con la enseñanza y entrega
del canto del Shemá634 que se ha reservado para este momento. La finalidad de la
misma es también preparar y ayudar al precatecúmeno para el Segundo
Escrutinio, paso a través del cual se completarán todos los ritos de este primer
grado del itinerario neocatecumenal en el que el precatecúmeno va a pedir a la
Iglesia definitivamente entrar en el Neocatecumenado (ver tabla 24ª).

c) La celebración del Segundo Escrutinio

Ya hemos visto que con el Primer Escrutinio se abre un período para el


preneocatecúmeno de paso al Neocatecumenado (es como una puerta que se abre
y que se cerrará en el Segundo Escrutinio) que viene a durar unos dos años y en
cuya mitad hay que situar la Entrega del Shemá. Así, "después de cuatro años de
Precatecumenado -afirma Kiko Argüello- se hace un rito de entrada al
Catecumenado, presidido por el Obispo, con una renuncia a los ídolos del mundo
y al demonio. Todos los hermanos son invitados a vender sus bienes y adherirse
a Jesucristo, dando, en este rito, un signo concreto en dinero que se distribuye
entre los pobres de la parroquia"635.

Veamos en concreto cómo se desarrolla este rito conclusivo con el que se


inicia definitivamente el Neocatecumenado.

El Segundo Escrutinio se inicia con una Convivencia en la que a través de


las catequesis que giran en torno a las tentaciones de Jesús (cf. Mt. 4,1-11)636y de
la sal (cf. Lc 14,25-35; Mc 10,41-50; Mt 5,1-13)637; se le presenta al
precatecúmeno a Jesús como Aquél que ha entrado en la voluntad de Dios y ha
llevado a plenitud el cumplimiento del Shemá desde las tentaciones hasta la Cruz.
Sus llagas gloriosas le acreditan como el Hijo del Padre que venciendo la muerte
derrama su Espíritu para que en fidelidad a Él todos los que lo reciban puedan
salir victoriosos en las pruebas de la vida638.
634
La "sensibilidad artística" del iniciador del CN, KIKO ARGÜELLO, junto al "don" que ha recibido para poder "musicalizar"
la mayor parte de los Salmos y una gran cantidad de textos bíblicos, ha imprimido a la liturgia neocatecumenal unos rasgos muy
relevantes. Los "cantos" son "entregados" en momentos significativos del itinerario neocatecumenal y "sellan" "hitos" relevantes del
Neocatecumenado. El canto ayuda a personalizar y concentra, condensa y hace presente siempre que se canta la experiencia vivida
haciendola actual. El canto del "Shemà" hará presente al precatecúmeno la llamada a tener a Dios como el Único Señor de su vida.
635
Cfr. Il Neocatecumenato, p. 97. Ver SCN, art. 19,2ª.
636
Cfr. J. DUPONT, El Evangelio (Mt 4, 1-11): Las tentaciones de Jesús en el desierto: Asambleas del Señor 26 (1963), pp. 38-
54.
637
Para esta catequesis se tiene muy en cuenta el estudio de OSCAR CULLMANN, Que signifie le sel dans la parabole de
Jésus?: Revue D´histoire et de Philosophie Religieuses 4 (1957), pp. 3-43.
638
"Israel cayó en las tentaciones; pero Jesús fue totalmente fiel, y abrió el camino de la fidelidad. A la luz de la psicología y de
la sociología puede entenderse qué profundas son las raíces que aprisionan al hombre en el tener, en el poder, en el saber, en la
afectividad, en la propia imagen proyectada... Por ello, aclarar vitalmente este fondo es liberar al hombre". Cfr. Mons. RICARDO
BLÁZQUEZ, Las Comunidades Neocatecumenales, p. 32. Ver también , J. FRISQUE, La tentación de Cristo, de la Iglesia y del
cristiano: Asambleas del Señor 26 (1963), pp. 92-103.
Toda esta doctrina que encontramos bien documentada en los Santos
Padres tiene su fundamento en el N.T. El Evangelio pone al descubierto, de un
lado, el poder maléfico de Satanás: "Fue homicida desde el principio y no se
mantuvo en la verdad, puesto que la verdad no existe en él" (cf. Jn 8,44); por otro,
el incesante combate que Jesús mismo hubo de librar durante su vida con él (cf.
Mt 16,21-23). El último drama de esta lucha termina en la cruz, donde, tras haber
echado fuera al Príncipe del mal que dominaba a los hombres, los libra de la
tiranía por su muerte (cf. Hb 2,14-15; Jn 12,31; 1 Jn 5,19).

La Iglesia continúa este combate del Maestro. Conoce también las raíces
satánicas del mal y del pecado. Sabe que no es posible la adhesión a Cristo sin
liberarse del espíritu del mal. De ahí, que los precatecúmenos sean ayudados para
hacer la renuncia al demonio en el rito definitivo de Entrada en el
Neocatecumenado.

Esta Convivencia abre un tiempo no muy largo (puede durar un mes), en


el que la vida del precatecúmeno va a ser confrontada con las tentaciones del
dinero, de la historia y de los ídolos. El tiempo del Segundo escrutinio, afirma
Andrés Fuentes, "es una prueba de fuego en orden a la purificación de la fe. Es
un discernimiento profundo guiado por los catequistas, para clarificar la rectitud
de intención, el conocimiento de la propia realidad interior, el descubrimiento
existencial de los ídolos dominantes, la clarificación de las seguridades en las que
se apoya la vida de cada catecúmeno"639. Y, como guía para esta introspección
interior de sí mismo se utiliza el relato de las tentaciones de Jesús.

En este tiempo previo a la celebración del Segundo Escrutinio, la Iglesia


representada por el Párroco y los catequistas, hacen posible en la praxis
neocatecumenal cuanto encontramos en el RICA referido a los catecúmenos, pero
adaptado a su condición de bautizados. El espíritu con el que se realizan los
diálogos personales con los precatecúmenos procura "descubrir en los corazones
lo que es débil, morboso o perverso para sanarlo; y lo que es bueno, positivo y
santo para asegurarlo" (nº 25,1)640. En el contexto de un diálogo fraternal y
sincero, en un ambiente de oración y discernimiento, los catequistas ayudan a los
precatecúmenos a ver en qué medida han mostrado y muestran deseos de vivir en
fidelidad a Dios en todos los ámbitos de su existencia641.

639
Cfr. La espiritualidad del Camino Neocatecumenal I, p. 91.
640
En el itinerario catecumenal del RICA los "escrutinios" -ya hemos apuntado en reiteradas ocasiones- tienen lugar en el tiempo
de la "Purificación e Iluminación", dentro del tiempo cuaresmal. La praxis neocatecumenal ha mostrado la importancia de emplear el
espíritu de los escrutinios que "se ordenan a la liberación del pecado y del diablo, y al fortalecimiento en Cristo" (nº 25,1) justamente
en el momento en el que el Ritual pide que "se investigue los motivos de la conversión para purificarlos si fuera necesario" (nº 69),
es decir, antes de la Entrada en el Neocatecumenado.
641
"Sólo el que ha dado pruebas de que ha superado estas tentaciones y quiere, de verdad, seguir el espíritu de Jesucristo podrá
pasar adelante. De lo contrario, habrá de esperar a tener pruebas fehacientes, a los ojos de los catequistas y de la comunidad". Cfr.
ANDRÉS FUENTES, o. cit., p. 93. La seriedad en el discernimiento y el realismo pastoral con que se vive este "tiempo" contradice
Empalma en este punto la praxis neocatecumenal con el modo de proceder
que encontramos en los testimonios de la tradición de los primeros siglos donde
la conversión debía manifestarse a través de cierto cambio de vida. Este momento
litúrgico estaba en estrecha relación con el itinerario de la conversión. Ya hemos
visto cómo para verificar este progreso y la autenticidad de la conversión existía
un verdadero examen previo al Catecumenado, realizado por los doctores, con
ayuda de los padrinos, los cuales daban testimonio acerca de la aptitud de los
candidatos642. Este examen se hacía en privado y consistía en tres aspectos
fundamentales:

* Diálogo sobre las intenciones, motivaciones y seriedad de la opción.


* Se les recordaba las exigencias fundamentales de la vida cristiana.
* Se les instaba a abandonar los oficios manifiestamente contrarios
a las costumbres evangélicas643.

Con esta misma seriedad se viven estos diálogos en el interior del


Neocatecumenado. La palabra del ministerio catequético tiende a "purificar las
almas y los corazones, proteger contra las tentaciones, rectificar las intenciones y
mover la voluntad para que los precatecúmenos se unan más estrechamente a
Cristo y prosigan con mayor decisión en su esfuerzo por amar a Dios" (RICA, nº
154). Esto conduce tantas veces a reajustes en los modos de pensar, de actuar, de
vivir... incluso de trabajar.

Una vez que todos los precatecúmenos han sido escrutados y han sido
considerados idóneos (nnº 16.50.69) para pasar al Neocatecumenado , tiene lugar
la celebración de los ritos que faltan dentro de este primer grado del itinerario
neocatecumenal que es la Entrada en el Neocatecumenado . Como vengo
resaltando, este primer grado del itinerario en el Neocatecumenado lo
encontramos dividido fundamentalmente en dos grandes ritos, el del Primer
Escrutinio y este que ahora estamos analizando.

La celebración del Segundo Escrutinio tiene lugar en el marco de una


celebración de la Liturgia de la Palabra, que se invita a presidirla al Obispo. La
estructura de la celebración gravita, en una primera parte, en torno al Rito de la

profundamente la "acusación" con la que a veces se tacha a los miembros de esta comunidades de "angelistas". "La libertad ante el
dinero deberá acreditarse muy realistamente, porque los autoengaños son particularmente sinuosos y las recaídas son en este punto
tercamente insistentes. La renuncia al dinero desencadena la fidelidad en el Dios que provee, es lugar hermenéutico para comprender
el cristianismo", afirma Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, o. cit., p. 34.
642
"Serán interrogados acerca de las razones que los condujeron a la fe y quienes los trajeron
darán testimonio respecto a la capacidad para escuchar la Palabra. Se les pregunta sobre su
estado de vida".
Cfr. HIPÓLITO, La tradición apostólica, 15 (SCr, 11 bis, p. 69.).
643
Ibid., 16 (SCr, 11 bis, pp. 71-75.). Hipólito ofrece un elenco de estos oficios que eran reprobados y que debían ser abandonados
al entrar en el orden catecumenal. Los oficios que, según HIPÓLITO, impiden entrar en el Catecumenado son los que están vinculados
a las tres acciones eminentemente anti-cristianas: la idolatría, el homicidio y la impureza.
renuncia de los ídolos y en una segunda en torno al Rito de la sal. La Palabra
proclamada ilumina, da sentido y se concretiza en estos dos ritos que siguen este
esquema celebrativo:

1ª) Primera parte de la celebración: La renuncia a los ídolos

* Celebración de la Palabra (Gn. 15,1-11. 17-21; Gn 32, 23-33; 35,


1-13; Josué 24, 1-27)
* Exhortación del Presidente
* Diálogo
* Renuncia a los ídolos
* Exorcismo

2ª) Segunda parte de la celebración: Entrega de la sal

* Lecturas: Ap. 2,17; Mt 5,13-16


* Anáfora de la sal
* Distribución y degustación de la sal

Veamos cómo transcurre esta celebración y analicemos la influencia que


recibe de la praxis litúrgica del Catecumenado primitivo y del actual Ritual (ver
tabla 25ª).

1ª) Primera parte de la celebración: La renuncia a Satanás y a los ídolos

La renuncia a Satanás encuentra su primer eco en S. Justino y es atestiguada


universalmente en los siglos III y IV. Su origen, sin embargo, se remonta a la
liturgia bautismal primitiva. Las Cartas apostólicas nos hablan ya de la lucha que
debe soportar el cristiano contra el diablo, "el príncipe de este mundo", que
arrastra a los hombres al pecado (cf. Ef. 2,2,; 1ª Pe. 5,8-9; St 4,7; 2ª Tim. 4,17-
18). Y cuando invita S. Pablo a la renuncia de "las obras de las tinieblas" (cf.
Rom. 13,12), según una fórmula que probablemente tiene su origen en la
catequesis bautismal, quiere decir que no estamos ya lejos de la "renuncia a
Satanás y a sus obras".

Basado en estas y otras razones, M. E. Boismard opina que la renuncia a


Satanás ha tenido su primera formulación dentro del ambiente judío, pasando de
aquí al griego. En cuyo caso, el sentido de la renuncia sería el siguiente: "Los
catecúmenos son liberados por Cristo de Satanás y de sus obras (los pecados que
cometían bajo su imperio) para consagrarse a Dios y a sus obras (las acciones
buenas cumplidas bajo la moción del Espíritu Santo)"644.

Otros, por el contrario, creen que dicho rito no nació en el ambiente judío,
sino en el cristianismo helénico, relacionándose con la adjuración de la
idolatría645. La tesis viene apoyada por el hecho de que, al renunciar a Satanás
solían los catecúmenos volverse hacia el Occidente, simbolismo utilizado por los
antiguos griegos para indicar, en la puesta del sol, las puertas del Hades 646. Por
otra parte, la renuncia a "las pompas y obras de Satanás", parece significar
también diversas manifestaciones del culto pagano, v. gr.: idolatría, superstición,
espectáculos647.

Para los Santos Padres del s. III al V, la renuncia al demonio y la profesión


de fe constituían un pacto de alianza con Dios648. Sin embargo, las expresiones
litúrgicas podían variar. En Oriente, la fórmula era como la antítesis formal de la
ruptura con el diablo. Así, en Antioquía y en Jerusalén, puesto en pie el
catecúmeno, con la mirada hacia Occidente, declaraba "Yo renuncio a ti, Satanás,
a tus pompas, a tu culto y a tus ángeles" y añadía: "Y me uno Ti, Cristo"649.

Hecha la adjuración de Satanás y de sus "pompas" (apotaxis), venía la


adhesión a Cristo (syntaxis). Ésta tenía lugar vueltos hacia Oriente, "donde nace
la luz de Cristo"650.

El RICA conserva este rito de la renuncia a Satanás unido al exorcismo del


rito de Entrada en el Catecumenado (nnº 78-82), pero dándole un contenido
diferente, quizá influenciado por la práctica catecumenal en los países de misión,
de ahí que el acento se ponga no tanto en la renuncia a Satanás sino más bien en

644
Cfr. "Je renonce á Satan, à ses pompes et à ses oeuvres": Lumiere et Vie 25 (1956), pp. 105-110. Véase también el artículo
de G. FABRIANO, que defiende la posibilidad de que la fórmula se derive si no en los términos, al menos en sustancia, de la Escritura:
Riflessi biblici della formula battesimale "Abrenuntio Satanae et pompis et operibus": Ephemerides Liturgicae 72 (1958), pp. 218-
220.
645
Hay que tener muy presente que "en la mente patrística, espectáculo público e idolatría aparecen unidos". Cfr. VICENTE
HERNÁNDEZ GARCÍA, Asistencia a los espectáculos en la doctrina patrística, Universidad Pontificia de Salamanca, 1994, p. 58.
646
Cfr. J, DANIELOU, La symbolique des rites baptismaux: Dieu Vivant 1 (1945), pp. 24-28.
647
"Para San Cirilo de Jerusalén pompas del diablo son el teatro, el circo, las carreras de caballos, etc (De Spectac. c. 4; ML 4,
815)". Cfr. VICENTE HERNÁNDEZ GARCÍA, o. cit., p. 84.
648
Cfr. ORÍGENES, In Num. hom. XII, 4: PG 12, p. 665.; TERTULIANO, De pudicitia, IX: PL 2, p. 1050; GREGORIO
NACIANZENO, Orat., XL, 8: PG 36, p. 368; AGUSTÍN, Serm. CCXXVI, 2, 2: PL 38, p. 1077.
649
Cfr. S. JUAN CRISÓSTOMO, Ad Colossenses VI: PG 62, p. 342. "Antes, aunque hubieseis querido, no habríais podido;
pero, ya que, gracias a los exorcismos, la sentencia divina os ha prometido la liberación, podéis decir: Renuncio a Satanás, indicando
a la vez vuestra anterior unión con él y vuestra ruptura actual. El gesto de extender la mano (Cirilo) o las manos (Teodoro) subraya
el carácter de renuncia. Era el gesto que acompañaba en la antigüedad a un compromiso solemne contraído con juramento o bien a su
denuncia". Cfr. J. DANIELOU, La preparación al bautismo, p. 14: Phase 72 (Abril 1996), pp. 5-23 (La preparación al bautismo y
El rito bautismal, corresponden a los dos primeros capítulos de la obra Sacramento y culto según los santos Padres, Ed, Guadarrama,
Madrid 1962. Ambos reeditados en este nº de "Phase".
650
Cfr. SAN AGUSTÍN, Serm. CCXXVI, 2, 2: PL 38, p. 1077. Véase L. LIGIER, Le sumbolisme biblique du baptême selon les
Pères et la liturgie: Concilium 22 (1967), pp. 21-32.
la renuncia a los cultos paganos y pide que sean las Conferencias Episcopales las
que regulen la celebración de ese rito (nº 80).

En la liturgia neocatecumenal nos vamos a encontrar, en cambio, que los


ritos con los que se sella el tiempo vivido en la etapa precatecumenal y con los
que se entra en el Neocatecumenado, tienen su inspiración y reciben toda la
influencia de la praxis litúrgica catecumenal primitiva. En este sentido, el
Neocatecumenado ha hecho una adaptación ciertamente creativa de los gestos y
ritos practicados en la liturgia catecumenal antigua mostrando su actualidad y
vigencia para los tiempos de hoy.

*Celebración de la Palabra*

Como en todos los ritos que se celebran en el Neocatecumenado, la Palabra


de Dios precede a la celebración del Rito. En este caso las tres lecturas que se
proclaman (cf. Gn. 15, 1-11. 17-21; Gn. 32, 23-33; 35, 1-13 y Josué 24, 1-27)
hacen presente a tres grandes personajes de la Historia de la Salvación (Abraham,
Jacob y Josué) que tienen en común haber sido objeto de la elección de Dios y
son testigos privilegiados de la Alianza divina.

La figura de Abraham iluminada por la catequesis que sobre él recibieron


en la etapa kerigmática, pone al precatecúmeno siempre frente a la fe651.

La historia de Jacob ilumina en este momento muy profundamente la vida


del precatecúmeno, también él va a ser invitado a hacer una alianza con Aquél
que es "el más fuerte" (cf. Gn 32,29). Los precatecúmenos como Jacob han
conocido existencialmente a lo largo de todo el tiempo vivido en el
Precatecumenado su debilidad y ahora van a recibir una nueva bendición de Dios
(cf. Gn 32,30), a través de la Iglesia por medio de este Rito, para que puedan
entrar en el Neocatecumenado.

La lectura de la Alianza de Siquém (cf. Jos. 24, 1-28) que Dios realizó con
su pueblo Israel, teniendo como intermediario a Josué, actualizará y
presencializará en el Rito esta misma gesta histórico-salvífica (ver tabla 26ª).

*Diálogo*
651
"A un catecúmeno adulto le resultaba difícil descubrir la historia de Abrahán respondiendo a la llamada de Dios. No veía por
qué su preparación para el bautismo tenía que pasar por el estudio de aquella vieja historia con la que no sentía ninguna vinculación.
Luego, un día, llegó la iluminación. Exclamó: ¡Abraham soy yo!. El relato había funcionado para él: había entrado en la historia, se
había identificado con el personaje. La vocación de Abrahán se convertía en la parábola de su propia llamada a la fe y de lo que había
dejado para responder a ella". Cfr. BERNARD SESBOÜE, Jesucristo el único mediador II, Ed, Sígueme, Salamanca 1993, p. 28.
Para el rito de Entrada en el Catecumenado, el Ritual pide que la lectura bíblica sea la vocación de Abrahán, Gn 12, 1-4 (nnº 92 y
372).
Este Rito del RICA está tomado de la praxis catecumenal antigua,
principalmente de Orígenes quien, a su vez, inspirado en el pacto de Siquem (Jos.
24) fundamentaba la adhesión a Jesucristo por parte del catecúmeno y su renuncia
a los ídolos y a las antiguas prácticas en el diálogo de la asamblea siquemita que
muy probablemente hace alusión a este Rito652.

En el Ritual viene inmediatamente después del exorcismo y se ofrecen dos


modos de realizarlo (nnº 80 y 371), en ambos casos con una estructura dialógica.
En las palabras del Celebrante se pone de manifiesto la invitación que hace a los
candidatos para que "sirvan al único Dios y a Cristo" (nº 80) y para que "no lo
abandonen a él ni a su Hijo Jesucristo para servir de nuevo a otros dueños" (nº
371). La renuncia, a la que se califica de “momento solemne" (nº 80) hay que
hacerla públicamente "en presencia de toda la asamblea" (nº 371).
En la liturgia neocatecumenal, este rito también conserva la estructura
dialógica y sigue casi fielmente las fórmulas de los números del Ritual antes
señalados aunque modifica levemente la presentación de las palabras del
Celebrante por influencia del texto proclamado de Jos. 24. He aquí cómo se
desarrolla:

Presidente:

Elegid hoy, hermanos, a quién


queréis servir, si al Dios único,
revelado en Jesucristo, o a los
ídolos de este mundo653

652
En su obra Exhortación al martirio hablando de dos ficticios cristianos que se encontraban en el momento de la verdad, les
dice:"Al principio, antes de haber sido catequizados, fue razonable el que se os preguntara: (Si no queréis servir al Señor...) (cf. Jos
24,15). Y el catequista os diría: (Yo y mi casa, serviremos al Señor, porque es santo). Pero ahora no es tiempo de hablaros así; porque
vosotros dijisteis: (Lejos de nosotros...) (cf. Jos 24,16-17). Y acordes con vuestra actitud para con Dios, respondisteis a vuestros
catequistas: (Nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios) (cf. Jos 21,24)". Cfr. Exhortación al martirio, 17 (PG 11, p.
585).
653
El Ritual da libertad para que la propia Conferencia Episcopal pueda elaborar otras "fórmulas del interrogatorio y de la
renuncia" (nº 80). He aquí como comienzan las dos que ofrece:

"Queridos candidatos, puesto que llamados y ayudados por Dios, habéis decidido venerarle y adorarle a él sólo
y a Cristo, y ya que queréis desde ahora mismo servir al único Dios y a Cristo, ha llegado el momento solemne
de que renunciéis públicamente a esas potestades que no son Dios, y a esos cultos con los que no se manifiesta
la veneración a Dios. ¡Lejos de vosotros esté el que abandonéis a Dios y a su Cristo y sirváis a potestades ajenas!"
(nº 80).

"Queridos candidatos, habéis decidido dar culto al Dios verdadero, que os ha llamado y os ha traído hasta aquí,
y queréis servirle a él solo y a su Hijo Jesucristo. Ahora, pues, en presencia de toda la asamblea, renunciad a los
ritos y cultos con los que no se da culto al Dios verdadero. No lo abandonéis a él ni a su Hijo Jesucristo, para
servir de nuevo a otros dioses" (nº 371).
La formulación de la liturgia neocatecumenal toma como base la misma
pregunta que formula Josué: "Elegid hoy a quién habéis de servir..." (cf. Jos.
24 15). .
Todos:

Lejos de nosotros abandonar a


nuestro Dios para servir a otros
dioses654.

Pr.:
Vosotros sois testigos contra
vosotros mismos de que habéis
elegido a Dios para servirle655.
T.:
Somos testigos.
Pr.:
Volved entonces vuestro corazón al Señor vuestro Dios656.
T.:
A el sólo serviremos y escucharemos su voz 657.
Pr.:
Apartad de en medio de vosotros los ídolos del mundo y
renunciad a ellos ante la Iglesia658.
T.:
Amén.

*Exorcismo e Imposición de Manos*

Una vez concluido el diálogo entre el Celebrante y los precatecúmenos, el


catequista explica cómo se ha de hacer concretamente la "renuncia a Satanás"659:

654
"¡Lejos de nosotros el servir a otros señores fuera del Dios verdadero!" (nº 317).

La respuesta en ambos casos es parecida a la de Jos. 24,16:

"Lejos de nosotros abandonar a Yahveh para servir a otros dioses".


655
Esta respuesta es idéntica a Jos. 24,22:

"Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido a Yahvéh para
servirle".

En el Ritual la "responsabilidad" en la veracidad del testimonio recae sobre los padrinos y la comunidad presente:

"Vosotros, padrinos, que nos presentáis a estos candidatos, y, vosotros, hermanos todos,
aquí presentes, que les habéis oído renunciar a esos cultos, ¿sois testigos de que estos
candidatos han elegido a Cristo, el Señor, y quieren servirle a él solo?" (nº 81).
656
La dependencia de Jos. 24,23 es evidente:

"Inclinad vuestro corazón hacía Yahvé, Dios de Israel".


657
Cfr. Jos. 24,24: "A Yahvéh nuestro Dios serviremos y a su voz atenderemos".
658
Cfr. Jos. 24,23: "Entonces, apartad los dioses del extranjero que hay en medio de vosotros”. Para M. DUJARIER "semejante
texto, ignorado por muchos historiadores del catecumenado, da una buena idea de lo que podía ser la decisión de la fe, exigida al
postulante para ser admitido a la catequesis... El principio de la catequesis supone, por lo tanto, para el oyente, un acontecimiento
análogo al de Siquem. Por eso la aplicación de este texto a los catecúmenos es perfectamente pertinente y la manera como Orígenes
les enseña a leer su experiencia en la Palabra misma de Dios es admirable". Cfr. Breve Historia del Catecumenado, p. 70.
659
He aquí cómo TEODORO DE MOPSUESTIA describe la renuncia a Satanás: "Estad de pie sobre vuestros cilicios, descalzos,
después de haber levantado vuestro vestido externo, teniendo las manos extendidas hacia Dios, como en actitud de oración. Luego
El precatecúmeno se levanta, se dirige al centro de la Asamblea donde hay
colocado un cesto y arroja allí el signo660 Cuando en los Hechos de los Apóstoles
se dice que Bernabé "tenía un campo; lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los
pies de los apóstoles" (4,37) y a continuación nos narra el "fraude" de Ananías y
Safira (cf. Hch. 5,1-11), ¿no estaremos ante la praxis apostólica de la renuncia a
los bienes como un distintivo de los discípulos de Jesús?. Este "gesto" que
acompaña la fórmula de la renuncia, es una de las aportaciones más llamativas
que la liturgia neocatecumenal hace al RICA e incluso a la misma praxis
catecumenal antigua. La convicción de que la libertad ante el dinero se debe
acreditar muy concretamente, "no se puede servir a Dios y al Dinero" (cf. Lc
16,13), es un rasgo característico del Neocatecumenado. ;después de pie, de
espaldas a la presidencia y frente al cesto de los signos, con el brazo extendido,
apuntando con el dedo a la puerta de la Iglesia, dirigiéndose a Satanás, dice:

"Yo, N... (su nombre de Bautismo),


renuncio a tí, Satanás, porque...
(espontanea y brevemente dice por qué)...
desde hoy me acojo a Jesucristo"661.

Dicho esto da media vuelta y va a arrodillarse delante del Celebrante, con


los brazos abiertos y extendidos, mirando al presidente, dice:

"Yo, N..., pido a la Iglesia


entrar en el Neocatecumenado" 662.

A continuación el Celebrante pronuncia una oración de exorcismo en


forma deprecativa e impone las manos sobre el neocatecúmeno:

"Padre Santo, te suplicamos que apartes de N...,


todo espíritu maligno, toda obra de error y de
pecado, la incredulidad y la duda.
Ven, Espíritu Santo, y confirma en N... la palabra
de nuestra fe para que no hable vanamente, sino

arrodillaos, pero conservad derecho el cuerpo, y decid: Yo renuncio a Satanás, a todos sus ángeles, a todas sus obras, a todo su culto, a toda
vanidad y a todo desviamiento mundano, y me comprometo con voto a ser bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo". Cfr. Homilías Catequéticas, 13, Introducción. "Así vuelto hacia Occidente, el lugar o morada del poder de las tinieblas, con
las manos extendidas en el gesto que en la antigüedad acompañaba a todo compromiso solemne, el que va a ser bautizado declara la
ruptura del pacto que le unía a Satanás". Cfr. J. DANIELOU/R. DU CHARLAT, o. cit., pp. 56-57.
660
"Todos los hermanos son invitados a vender sus bienes y adherirse a Jesucristo, dando en este rito, una ´señal`concreta en
dinero que se distribuye posteriormente entre los pobres de la parroquia”. Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 97.

661
La fórmula es idéntica a la empleada en tiempos de S. JUAN CRISÓSTOMO, Ad Colossenses VI: PG 62, p. 342. Para un
seguimiento detallado de este rito y de su significación, ver: ANNE FIELD, ´La renuncia a Satanás`, en De las Tinieblas a la Luz, pp.
134-139. En el Ritual no encontramos una "formula" de este estilo, en clave personal y existencial. La renuncia prebautismal presenta
tres modos de hacerla en clave "interrogativa" (nº 217).
662
"A la abjuración de Satanás y de sus pompas sigue en seguida la adhesión a Cristo. Esta vez el catecúmeno se vuelve hacia
el Oriente de donde viene la luz de Cristo, hacia ese Oriente que es también el camino del Paraíso y hace profesión solemne de fe en
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo". Cfr. DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., p. 57. En la liturgia neocatecumenal, una vez hecha
la renuncia y manifestado la adhesión a Jesucristo, el precatecúmeno pide entrar en el Neocatecumenado.
en aquel poder y gracia con que Jesucristo libró
al mundo del mal. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén"663.

La oración conclusiva de esta celebración está tomada del Ritual (nº 115),
aunque se introduce una pequeña modificación atendiendo a su condición de
bautizados (Ver tabla 27ª.):

"Mira a estos hijos tuyos, que has llamado a este camino, para
revivir en ellos los tesoros de la gracia bautismal".

Segunda parte de la Celebración: Entrega de la Sal

Dentro de los ritos litúrgicos que en la Iglesia primitiva tenían lugar en el


contexto de los ritos introductorios del Catecumenado nos encontramos con el
Rito de la sal664, principalmente en las Iglesias de África del Norte665en donde
tenía una significación de hospitalidad y de acogida666, aunque, como muy bien
señala M. Dujarier, "su utilización en la Biblia para las comidas de la alianza
permite también ver en ello un signo de unión que el nuevo cristiano contrae con
Dios en la Iglesia y de la purificación que implica"667. Finalmente el significado
que se impuso al ser introducida en la liturgia romana del Bautismo será la de ser
"signo de sabiduría"668. En el rito romano se le ponía al neófito sal en la boca
como símbolo de sabiduría. En todo caso, éste ha sido un rito que ha perdurado
hasta la entrada en vigor de los nuevos rituales del Bautismo669. Una vez,

663
Ambas oraciones son propias de la liturgia neocatecumenal. Ya hemos apuntado en algún momento, que respecto a los
"exorcismos menores", el Ritual deja un amplio margen a la creatividad, "nada impide que las fórmulas asignadas para los exorcismos
menores, puedan repetirse en diversas circunstancias" (nº 112).
664
Cfr. X. LEÓN-DUFOUR, ´Sal`, en Vocabulario de Teología Bíblica, Ed, Herder, Barcelona 1990, pp. 824-825; también ver,
MANFRED LURKER, ´Sal`, en Diccionario de imágenes y símbolos de la Biblia, Ed, "El Almendro", Córdoba 1994, pp. 201-202;
O. CULLMANN, Que signifie le sel dans la parabole de Jésus?, pp. 3-43; para la significación de la sal en el Catecumenado, ver A.
STENZEL, Die Taufe, Innsbruck 1958, pp. 171-175.
665
Cfr. S. AGUSTÍN, De cat. Rud. XXVI, 50, p. 137.
666
"El rito tradicional de la imposición de la sal es a la vez un signo de hospitalidad y un signo de alianza". Cfr. M. DUJARIER,
Inciación Cristiana de Adultos, p. 59.
667
Ibid., pp. 41-42.
668
"La sal ha sido entendida como signo de la sabiduría y la palabra sabiduría (sapientia) ha sido relacionada con sapere, de
donde se deriva sabor: descubrir el sabor de la verdad, recibir y gustar este sabor, ésta era la tarea, de acuerdo con la sentencia de
Tomás de Aquino: sapiens (sabio) es aquel a quien las cosas le saben (sapiunt) tal como son, el que gusta su auténtico sabor. Por otra
parte, merece la pena recordar que ya en el Antiguo Testamento se considera a la sal como un atributo de las ofrendas: sólo gracias a
la sal adquieren las cosas sabor agradable a Dios. No obstante, este simbolismo de las ofrendas requiere una reinterpretación desde
Cristo: el hombre debe ser aderezado con la sal para ser agradable a la divinidad y para que él mismo encuentre sabor en Dios. Necesita
la sal de la pasión para emprender el camino de la verdad. La hospitalidad cristiana introduce en la comunión de la cruz y así
precisamente se convierte en sabor de la verdad". Cfr. Cardenal JOSEPH RATZINGER, Teoría de los principios teológicos, pp. 40-
41.
669
En el Ritual de los Sacramentos al que venimos haciendo referencia en nuestro estudio comparativo, este "rito de la sal" tenía
lugar (en el bautismo de los niños) después de la "signación", y dentro del "bautismo de adultos por etapas" era considerado como la
que los catecúmenos habían gustado la sal, el Celebrante concluye el rito con una
oración..

En el RICA este rito prácticamente ha desaparecido, si bien es cierto que


se habla de unos ritos auxiliares dentro de los cuales se dice que "si existieran
algunas costumbres locales aptas para significar la entrada en la comunidad, v.
gr. arrojar sal u otro acto simbólico..." (nº 89) se podría utilizar; pero de hecho,
no es relevante ni significativo, sino más bien auxiliar y de poca consideración.

En el Neocatecumenado nos vamos a encontrar, de nuevo, con la


adaptación de un rito ignorado ya en los actuales rituales, que en la praxis
neocatecumenal va a ocupar un puesto relevante dentro de este gradual acceso
que el precatecúmeno va haciendo al revivir los ritos de Entrada al
Neocatecumenado. Veamos cuál es su estructura y cómo se realiza en concreto:

*Celebración de la Palabra*

La proclamación de dos lecturas del NT (cf. Ap 2,17 y Mt 5,13-16) centran


el significado del rito que se va a celebrar. Los neocatecúmenos van a recibir en
palabras de San Agustín el "sacramento de los catecúmenos", "una piedrecita
blanca, y, grabado en la piedrecita, un nombre nuevo que nadie conoce, sino el
que lo recibe" (cf. Ap 2,17)670; van a gustar la "sal de la sabiduría" como símbolo
de la incorporación a la muerte y resurrección del Señor, como signo de
purificación interior, como antídoto contra la corrupción del espíritu y como
"profecía" de lo que los neocatecúmenos estan llamados a ser: "Vosotros sois la
sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará?" (cf. Mt. 5,13)671.
Este gesto adquiere un profundo significado antes de iniciar el Neocatecumenado:
“Jesús a los apóstoles les inculca que tengan sal dentro de ellos, que ellos mismos
son la sal de la tierra que deben mantener su eficacia en medio del mundo. La sal
degustada es signo de la sabiduría de Dios de la que debe llenarse el
neocatecúmeno. La sal destruye la corrupción, lo que atenta contra la vida, y
conserva la vida. La sal nos hace entrar de nuevo en Jesucristo muerto y

"segunda etapa". El esquema de este rito era el que sigue: el Celebrante bendecía la sal con una oración, a continuación entregaba al
catecúmeno la sal con estas palabras:
N., recibe la sal de la sabiduría.
Que te sirva para la vida eterna
Catecúmeno: Amén

670
"La piedrecita blanca (color de victoria y alegría) es la señal de la admisión en este Reino; el nombre nuevo, la renovación
interior que nos hace dignos del Reino". Cfr. Biblia de Jerusalén, nota de Ap. 2,17.
671
"Según un primer sentido posible, en relación con la sal de la alianza, esto significa que si se rompe la alianza con el Señor,
no es posible reanudarla. Según la interpretación de Mateo, el creyente debe ser la sal de la tierra, o sea que debe conservar y hacer
sabroso el mundo de los hombres en su alianza con Dios. De lo contrario, no sirven para nada, y los discípulos merecen ser arrojados
fuera (Lc 14,35)". Cfr. X. LEON-DUFOUR, o. cit., pp. 824-825. Para la interpretación exegética de este versículo, véase: P.
BONNARD, El Evangelio según San Mateo, Ed, Cristiandad, Madrid 1976, pp. 94-96. Ver también, F. FERNÁNDEZ, La sal de la
tierra: Studium Legionense 31 (1990) 63-85.
resucitado, verdadera sal del mundo que previene al hombre de la corrupción y le
da la vida. Cada uno, como ofrenda que se ha hecho a Dios, debe ser salado y
pasado por el fuego de la cruz. Esta sal degustada es un signo sacramental que
nos lleva a entrar en la comunión con Jesucristo"672.

*Anáfora de la Sal*

En los rituales en los que aún se conservaba este rito de la sal, éste tenía
lugar después de la signación y de la imposición de manos. Se iniciaba con la
bendición de la sal673... Una vez bendecida el Celebrante pronunciaba una oración
en la que aparecía este rito en relación con el Bautismo674, e inmediatamente
después el Celebrante ponía un poco de sal en la boca del catecúmeno, diciendo
estas palabras:

"N..., recibe la sal de la sabiduría.


Que te sirva para la vida eterna.
CAT...: Amén"675.

En la liturgia neocatecumenal de esta entrega de la sal, descubrimos una


clara influencia del ritual arriba citado, pero también nos encontramos con
modificaciones propias y originales nacidas de la creatividad litúrgica del
Neocatecumenado.

Una vez escuchada la Palabra, la Asamblea se pone en pie y el Celebrante


canta o recita la Anáfora de la Sal que tiene una finalidad bendicional. En este
texto, originario de la liturgia neocatecumenal, hay concentrada una síntesis muy
completa del significado cristológico de la sal:

672
Cfr. El Neocatecumenado, p. 85.
673
Cfr. "Te conjuro, sal, en el nombre de Dios Padre todopoderoso, en el amor de nuestro Señor
Jesucristo, y por la fuerza del Espíritu Santo. Te conjuro por el Dios vivo, por el Dios
verdadero, por el Dios santo, por el Dios que te creó para protección del hombre, y mandó
que fueras consagrada por sus siervos para uso del pueblo que llega a la fe, a fin de que, en
el nombre de la Trinidad santa, te conviertas en signo de salvación para ahuyentar al
enemigo. Por eso te rogamos, Señor, Dios nuestro, que santifiques y bendigas copiosamente
esta sal para que sirva de remedio eficaz a cuantos la reciban y permanezca en sus entrañas.
Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que ha de venir a juzgar a los vivos
y a los muertos, y al mundo por el fuego". Cfr. Ritual de los Sacramentos, p. 21 y 53.
Se detecta en esta oración la influencia que ha recibido de las antiguas costumbres romanas: "En Roma existía la
costumbre de poner un poco de sal en los labios del recién nacido para proteger su vida de los peligros que la
amenazaban. Según una creencia popular muy extendida, la sal repugna a los demonios". Cfr. MANFRED
LURKER, o. cit., p. 201.

674
"Dígnate escuchar a quien en tu honor inclina su cabeza hacia la fuente bautismal, para que renacido del agua y del Espíritu
Santo, y despojado del hombre viejo, se revista del hombre nuevo, creado a tu imagen, reciba la vestidura blanca e inmaculada, y
merezca servirte a ti, Dios nuestro. Por Cristo nuestro Señor". Cfr. Ritual de los Sacramentos, p. 54.
675
Cfr. Ritual de los Sacramentos, pp. 54-55. Para el Cardenal J. RATZINGER este rito tenía una significación "cuasi-
eucarística": "la inauguración en la entrega de la sal (la sal es signo de hospitalidad y, por tanto, una ´especie de preeucaristía`) en
cuanto admisión en la hospitalidad de los cristianos". Cfr. Teoría de los principios cristianos, p. 39.
"Tú has creado la sal para que significase la realidad de nuestra
participación en el misterio de la muerte y resurrección de tu
Hijo" (cf. Lc 14,33).

"Haz que esta sal reciba la gracia del Espíritu para que cuantos la
van a gustar, purificados por el fuego, lleven en sus cuerpos el
morir de Jesús para que la resurrección de tu Hijo se manifieste
en sus vidas" (cf. 2ªRr 2,19-22; 2ª Cor 4,10; Mc 9,49).

Su significación histórico-salvífica:

"Oh Dios, que en tu sabiduría ordenaste a tu pueblo que te


presentara toda oblación con la sal de la Alianza. Haz que
nosotros, purificados por ti, seamos transformados en ofrenda
agradable" (cf. Lv 2,13; Nm 18,19; Ez 43,24).
Y, su significación purificadora:

"Oh Dios, has dispuesto que tus elegidos fuesen salados por
medio del fuego. Para que, habitando en ellos tu mismo amor,
fueran transformados en la sal de la tierra" (cf. Lv 21,6.8.17.22;
Mt 5,13).

"Haz que esta sal reciba la gracia del Espíritu para que cuantos la
van a gustar, purificados por el fuego...".

Una vez terminada la anáfora con la bendición de la sal, los


neocatecúmenos reciben sentados del Celebrante un granito de sal con las
palabras que nos recuerdan la de los antiguos rituales:

"Recibe la sal de la sabiduría de Dios, que ella te conserve


para la vida eterna".

Esta acción litúrgica concluye con el abrazo de la Paz, invitando el


Celebrante con palabras tomadas del texto de Mc 9,50: "Tened sal dentro de
vosotros y estad en paz los unos con los otros", y con la bendición final676.

La Entrada en el Neocatecumenado, constituye un paso decisivo en el


Camino Neocatecumenal. Se sella con una cena fraternal. Este rito queda grabado
en la memoria de los neocatecúmenos y a él harán referencia en muchas
ocasiones677. Lejos de pensar que pudiera tratarse de revivir un rito arqueológico
676
"El realismo de este momento es francamente impresionante, la actitud de conversión es fuerte. Nada sitúa al hombre ante
Dios, ante sí mismo y ante el mundo como este paso que ilumina y fortalece el camino de la vida. El camino de conversión no termina
nunca, pero aquí se ha dado un paso decisivo. Se ha entrado en la humildad, en la kénosis, en el vaciamiento interior, en la experiencia
de que solo Dios basta para dar paso a una etapa de sencillez, de infancia espiritual y caminar en la docilidad a la voluntad de Dios".
Cfr. A. FUENTES, El Neocatecumenado, pp. 85-86.
677
"En el segundo escrutinio se recogen cantidades sorprendentes de dinero, entregadas de forma absolutamente libre, que se
destinan en gran parte a los pobres de la parroquia. La verdad de esta renuncia, el impulso apostólico, el gozo en la precariedad que
del pasado, la experiencia de tantos miles y miles de neocatecúmenos certifica la
profundidad y seriedad con que se prepara, la fuerza litúrgica que contiene, la
oportunidad y actualidad de los gestos y ritos que la Iglesia de ayer empleó para
iniciar a los catecúmenos y la viabilidad que los mismos tienen para re-iniciar a
los neocatecúmenos de hoy (ver tabla 28ª).

2. Celebraciones en el Neocatecumenado

Al analizar anteriormente la etapa del Neocatecumenado, he intentado


poner de manifiesto la originalidad de la praxis neocatecumenal a la hora de
articular esta etapa. Aunque evidentemente no se ajusta al iter catecumenal que
el RICA propone, no por ello deja de ser fiel al espíritu del mismo Ritual teniendo
presente que éste en lo que se refiere a las ceremonias propiamente
catecumenales, abre un vasto campo de creación litúrgica678.

El Neocatecumenado, sin duda alguna, ha desarrollado de forma creativa y


original el RICA, haciendo una adaptación del Ritual pastoralmente fecunda y
litúrgicamente bien estructurada las celebraciones que van a ir jalonando todo el
itinerario neocatecumenal. Quizá lo más sorprendente es ver la mutua trabazón
de las entregas que la Iglesia va a ir haciendo escalonadamente al neocatecúmeno
en orden a madurar y acrecentar su fe. Ya apunté cómo el CN ha anticipado las
entregas a esta etapa del Neocatecumenado siguiendo así las indicaciones del
mismo RICA: "Por razones pastorales, para enriquecer la liturgia del tiempo de
Catecumenado, las entregas se pueden trasladar y celebrar dentro del
Catecumenado al modo de rito de transición ( nnº 125-126, más los nnº 53.
65,6)". Incluso va a añadir como novedad la entrega de la Liturgia de las Horas
y la entrega del Rosario, que no aparecen contempladas en el Ritual.

En el Neocatecumenado las tres fases de la iniciación cristiana


(Precatecumenado, Catecumenado y Elección) están divididas en etapas, y éstas
a su vez, están “jalonadas por pasos marcados por algunas celbraciones” (SCN,
art. 8&1). Todas las celebraciones que van a tener lugar a lo largo del itinerario
neocatecumenal están en función de preparar al neocatecúmeno para el momento
decisivo de la Elección, ésta es también en el Neocatecumenado el segundo
grado, es decir, "cuando madurada ya la fe, y finalizado casi el
[Neo]Catecumenado, el [neo]catecúmeno es admitido a una preparación más
intensa de los sacramentos" (nº 6,b) (en nuestro caso, ya vimos, será el tiempo
para prepararse a renovar las promesas bautismales). Sin embargo, en la praxis

se fía de Dios... son signos llamativos del Camino Neocatecumenal... Apoyado en la experiencia de las comunidades de un lugar y
otro, se puede afirmar que la superación del segundo escrutinio marca profundamente a los hermanos; la vida en el futuro será muy
distinta". Cfr. Mons. RICARDO BLÁZQUEZ, o. cit., pp. 76-77.
678
Cfr. RICA, nnº 20, 65,6. 98, 103, 125-126, 274-276, 280, 313.
neocatecumenal se da una mayor riqueza litúrgica y catequética al no concentrar
todas las entregas para un tiempo (la Cuaresma) posiblemente muy corto, dando
lugar a que la naturaleza dinamizadora de los ritos se despliegue en un tiempo
determinado. No olvidemos que la repetición reiterada de los ritos sin una
preparación catequética adecuada ha llevado, en la praxis pastoral, tantas veces
al puro ritualismo desconectado de la Vida que se hace presente en cada acción
litúrgica (SC, nº 7).

Veamos ahora, pues, cómo están estructurados todas las celebraciones del
Neocatecumenado, la influencia que reciben de la praxis catecumenal antigua y
las diferencias o coincidencias con el RICA.

a) Celebración de la Entrega de la Liturgia de las Horas

Precede a este entrega en el Neocatecumenado -como en todas las demás-


una Convivencia679 que abre un tiempo, relativamente corto, en el que los
neocatecúmenos van a ser preparados para la primera iniciación a la oración que
se tiene en el Neocatecumenado y que se expresará con un rito en una liturgia
que preside el Obispo o un delegado suyo (SCN, art. 20, 1ª).

La estructura de la liturgia del paso de la Oración aunque no se encuentra


tal cual en el RICA, sin embargo es ciertamente fiel al modo como se realizan los
ritos litúrgicos del mismo Ritual y recoge las orientaciones fundamentales de la
Institutio generalis de Litrugia Horarum. En el Estatuto del CN se afirma lo
siguiente respecto a esta entrega: “La Iglesia realiza una primera iniciación de los

679
En esta Convivencia las "catequesis" giran en torno al Evangelio de "La Samaritana" (cf. Jn 4,1-39). En él descubren los
neocatecúmenos todo un tratado acerca de la oración. También ellos son invitados a partir de ahora a convertirse en "adoradores
verdaderos que adoren al Padre en espíritu y verdad" (v. 23). Veremos cómo las "entregas" en el Neocatecumenado vienen
contextuadas catequéticamente con las tres grandes catequesis bautismales de la Iglesia primitiva que encontramos en el Evangelio
de San Juan (la Samaritana, el ciego de nacimiento, y la resurrección de Lázaro) y que la Iglesia proclama durante la Cuaresma. Para
un estudio de "génesis-estructural" de este tiempo, ver: THIERRY MAERTENS, “La liturgia de Cuaresma es
actual?”, en La Cuaresma catecumenado de nuestro tiempo, Ed, Marova, Madrid 1964, pp. 11-45. Y, para la
interpretación que los Santos Padres ha hecho de este evangelio de la Samaritana, ver: ADRIEN NOCENT,
Celebrar a Jesucristo (III. Cuaresma), Ed, Sal Terrae, Santander 1980, pp. 96-104. En el RICA coincide la
proclamación de este evangelio con el tercer Domingo de Cuaresma, en el que la "tradición catecumenal" ha
situado el Primer Escrutinio. Efectivamente "el camino cuaresmal hacia la Pascua del ciclo dominical A nos trae
el mensaje luminoso de esos tres encuentros con Cristo, o mejor, de Cristo con los hombres, que caracteriza el
itinerario bautismal de todo creyente. En los Evangelios tercero, cuarto y quinto de Cuaresma, la Iglesia lee el
Evangelio de Juan seleccionando cuidadosamente esas tres perícopas que suponen una catequesis progresiva sobre
el misterio de la salvación que se va a consumar en las aguas bautismales de la vigilia pascual. Como camino
catecumenal que se realiza en el tiempo de Cuaresma, "tiempo de la iluminación y de la purificación", estos
encuentros purifican e iluminan en contacto vivo con la persona de Cristo. Por eso los tres Evangelios están
insertados con mucho tino en los tres progresivos escrutinios que supone el Ritual de la Iniciación Cristiana de
Adultos...". Cfr. J. CASTELLANO, “Tres encuentros con Cristo en el camino hacia la Pascua”, en Camino
cuaresmal hacia la Pascua, Ed, CPL n. 45, Barcelona 1991, pp. 24-31.
neocatecúmenos a la oración litúrgica y personal, incluso nocturna, que culmina
con las catequesis de los Evangelios sobre la oración y con la celebración de la
entrega del libro de la Liturgia de las Horas” (art. 20,1ª). Veamos cómo se
desarrolla.

*Liturgia de la Palabra *

Tiene lugar esta entrega normalmente en la liturgia de las Vísperas de la


tarde y después de una catequesis sobre la oración en la que ésta es presentada
como arma para el combate espiritual partiendo de la misma Escritura:

+ La lectura de Gn 32,4-33 donde aparece Jacob en lucha con Dios es


para los Santos Padres la imagen del combate espiritual y de la eficacia de la
oración perseverante680.

+ En Ef. 6,10-20, San Pablo describe la oración como una lucha espiritual
para la cual se precisan las armas de Dios.

+ En su Evangelio, Lucas ha concentrado todo un compendio de iniciación


a la oración para sus comunidades (10,38-42; 11,14-28)681.

Después de una catequesis sobre la oración, los neocatecúmenos son


invitados a orar durante un cuarto de hora en silencio682, práctica que se ha venido
repitiendo durante todos los días en los que han tenido lugar las catequesis sobre
la oración683.

680
Cfr. ORÍGENES, Tratado sobre la oración, Ed, Nebli, Madrid 1994.
681
"La oración del Señor, en la redacción lucana, está dirigida, por tanto, a quienes no saben aún orar cristianamente y deben
aprenderlo...rezando el padrenuestro. Este forma, pues, parte de una catequesis catecumenal, siendo como el introductorio y principal
capítulo de esa catequesis oracional (Lc 11,1-13), redactada por Lucas para iniciar en los secretos de la oración cristiana -su esencia-
(Lc 11,2-4) y modalidad (Lc 11,5-13)-, a los catecúmenos venidos principalmente del paganismo a su comunidad, consolidando a la
vez la catequesis prebautismal recibida por los suyos ya fieles (cf. Lc 11,2-4)". Cfr. SANTOS SABUGAL, El padrenuestro en la
interpretación catequética antigua y moderna, p. 30.
682
A los neocatecúmenos se les enseña a orar con la "Oración a Jesús" tal y como la describe El Peregrino Ruso: "La continua
oración interior a Jesús es una llamada continua e ininterrumpida a su nombre divino, con los labios, en el espíritu y en el corazón;
consiste en representarlo siempre presente en nosotros e implorar su gracia en todas las ocasiones, en todo tiempo y lugar, hasta
durante el sueño. Esta llamada se compone de las siguientes palabras: Jesús mío, ten misericordia de mí" (p. 155). El Peregrino,
deseoso de encontrar el método a que hace referencia, continúa buscando hasta topar con estas palabras de san Simeón, el Nuevo
Teólogo: "Siéntate solo y en silencio. Inclina la cabeza, cierra los ojos, respira dulcemente e imagínate que estás mirando a tu corazón.
Dirige al corazón todos los pensamientos de tu alma. Dilo moviendo dulcemente los labios y dilo en el fondo de tu alma. Procura
alejar todo otro pensamiento. Permanece tranquilo, ten paciencia y repítelo con la mayor frecuencia que te sea posible" (p. 53). Cfr.
El Peregrino Ruso, Ed, de Espiritualidad. Madrid 1984. La oración supone un "ejercicio", y los neocatecúmenos son gradualmente
iniciados a esta "lucha" diaria.
683
"La iniciación cristiana es una iniciación en la oración, en el diálogo personal con Dios para caminar en su presencia. Esta
iluminación es teórica y práctica. Por una parte, ha de descubrir el secreto y las condiciones de la oración tal como Jesús nos enseña
en el evangelio. Por otra el catecúmeno ha de ejercitarse todos los días en la oración". Cfr. ANDRÉS FUENTES, Espiritualidad del
Camino Neocatecumenal II, p. 169.
*Exorcismo e Imposición de manos*

Una vez concluido el tiempo de silencio y de oración, el Celebrante dice la


oración de exorcismo tomada del Ritual nº 178; exorcismo ordenado en forma
deprecativa y positivo que "muestra ante los ojos de los neocatecúmenos la
verdadera condición de la vida espiritual, la lucha entre la carne y el espíritu..."
(nº 101):

Pr.: "¡Oh Señor! En el poder que has dado a tu Iglesia y por la


victoria de tu Hijo resucitado, aparta de N..., el espíritu del mal,
de egoísmo, de pereza, que aleja al hombre de la oración y de la
contemplación del amor de Dios y le impide hacer tu voluntad.
Y, deja el sitio al Espíritu Santo Paráclito" 684.

Seguidamente, el Celebrante impone las manos sobre el neocatecúmeno y


pide que descienda sobre él el Espíritu Santo:

Pr.: "Ven Espíritu Santo, desciende sobre N..., (aquí impone las
manos sobre la cabeza del neocatecúmeno), para que lleno del
gozo de tu amor, exulte de alegría y pueda alabar y bendecir a
Dios en medio de esta generación" 685.
Neocat.: Amén.

*Entrega de la Liturgia de las Horas*

Finalizada esta oración de bendición, el Obispo o el celebrante delegado


hace entrega del Salterio al neocatecúmeno:

Pr.: "N... Que el Señor abra tu corazón y tus labios para que
puedas proclamar en esta generación sus alabanzas"686.

Neoct.: Amén (El neocatecúmeno besa el Salterio y vuelve a su


sitio).

Una vez concluido el rito de entrega del Libro de los Salmos, el Celebrante
tiene la homilía en la que hace hincapié en la necesidad de la oración continua y

684
Esta oración de exorcismo es original del Neocatecumenado.
685
Responde esta oración a las que en el RICA reciben el nombre de "bendiciones de los catecúmenos" y siguen su misma
ordenación litúrgica: "Las bendiciones indicadas en el nº 102 pueden ser dadas por un sacerdote o por un diácono, o también por un
catequista (cfr. nº 48), los cuales, extendiendo las manos sobre los catecúmenos, pronuncian algunas de las oraciones siguientes (nnº
121-124). Acabada la oración, los catecúmenos, si cómodamente puede hacerse, se acercan al celebrante, que impone la mano a cada
uno. Después se retiran..." (nº 119).
686
Es este un rito original con el que el CN enriquece esta etapa del Neocatecumenado que tiene como uno de sus principales
objetivos iniciar a los neocatecúmenos en la oración (RICA, nº 19.2). Para iniciar y significar este paso, afirma ANDRÉS FUENTES,
"se hace entrega solemne, en una celebración litúrgica, de la Liturgia de las Horas, a todos y cada uno de los neocatecúmenos. Con
ello, además, se les exhorta al compromiso de la oración diaria y a familiarizarse con la oración de la Iglesia". Cfr. Espiritualidad del
Camino Neocatecumenal II, p. 170.
diaria para sostener el combate de la fe. La celebración termina con la oración de
los fieles, el Padrenuestro, la Paz y la bendición final (ver tabla 29ª).

b) Celebración de la Traditio Symboli

Al año de haber recibido los neocatecúmenos la entrega del Libro de los


Salmos, los catequistas de la comunidad vuelven para hacer una segunda entrega,
la del Credo de la Iglesia, como resumen del Kerygma (SCN,art. 20,2ª).
En el marco de una Convivencia687 se inicia este tiempo de preparación al
rito de la entrega del Símbolo que tiene lugar dentro de una liturgia solemne y
sugestiva presidida por el Obispo. El rito es ciertamente original de la liturgia
neocatecumenal por la síntesis que ha hecho entre la praxis de la liturgia
catecumenal688 primitiva, la influencia que recibe del Ritual y las adaptaciones
propias del Neocatecumenado que inserta en este momento una de las finalidades
que el RICA propone para el tiempo del Catecumenado, como es incorporar a los
catecúmenos en la misión evangelizadora de la Iglesia: "Como la vida de la
Iglesia es apostólica, los catecúmenos deben aprender también a cooperar
activamente a la evangelización y a la edificación de la Iglesia con el testimonio
de su vida y con la profesión de su fe" (nº 19,4). Pero veamos cómo aparece
estructurada esta celebración:

*Liturgia de la Palabra*

Después del saludo inicial por parte del presidente y de una breve monición
ambiental para explicar el significado de la celebración, un canto apropiado, la
proclamación de dos lecturas bíblicas689 sobre la misión (cf. Ex 3,1-14; 4, 1-17) y
sobre el Kerygma post-pascual de los primeros enviados (cf. 1ª Cor 15,1-8)
iluminan y actualizan la finalidad del rito. Tras esta doble proclamación de la
Palabra, precedida y acompañada de respectivas moniciones y cantos, tiene lugar
el Rito de entrega del Símbolo Apóstólico.

687
"Cuidadosamente y eficientemente preparados con una convivencia de tres días, -dirigida por los catequistas de la(s)
comunidad(es) respectiva(s)". Cfr. SANTOS SABUGAL, El "Símbolo de la Fe" ayer y hoy, p. 451. Esta Convivencia girará en
torno a la catequesis del Ciego de Nacimiento (cf. Jn. cap. 9). Esta es la lectura que se proclama en el cuarto Domingo de Cuaresma
y que jalona el itinerario espiritual de los catecúmenos que es sellado ahora con el Segundo Escrutinio (RICA, nnº 169-173 y 380).
Cfr. ADRIEN NOCENT, o. cit., pp. 109-113.

688
En la Iglesia primitiva a los catecúmenos se les explicaba el Credo Apostólico de forma sistemática y ellos debían aprenderlo
de memoria para recitarlo ante el obispo antes de su bautismo. San CIRILO nos dice que "al final de las cinco semanas de instrucción,
entonces reciben (los catecúmenos) el Símbolo”. Cfr. Procatequesis, 5, 12. Al finalizar esta catequesis afirma CARLOS
ELORRIAGA, “parece entregar Cirilo el Símbolo, pero se transcribe al terminar la catequesis aparte. El Símbolo jerosolimitano no
se encuentra directamente en el texto de las catequesis". Cfr. San Cirilo de Jerusalén, Ed, DDB, Bilbao 1991, p. 137. Para una
exposición sistemática con la recopilación de las catequesis de algunos Santos Padres, ver: ANNE FIELD, “El Credo, resumen de la
fe cristiana”, en o. cit., pp. 63-89.
689
En el Ritual se proponen estas seis: Dt 6,1-7; Rom 10,8-13; 1ªCor, 1-8a; Jn 3,16; Mt 16,13-18; Jn 12,44-50 (nº 185).
*Entrega del Símbolo Apostólico*

Se inicia con una exhortación del Celebrante tomada de la Catequesis Vª


de San Cirilo de Jerusalén que se lee íntegramente690. Seguidamente se proclama
la fórmula del Ritual nº 186:

"Después de la homilía el diácono dice:

- Acérquense los elegidos (en este caso los neocatecúmenos),


para recibir de la Iglesia el Símbolo de la fe.

Entonces el Celebrante les habla con estas o parecidas palabras:

- Queridos elegidos (neocatecúmenos), escuchad las palabras de


la fe, por la cual recibiréis la santificación. Las palabras son
pocas, pero contienen grandes misterios. Recibidlas y gustadlas
con sencillez de corazón.

A continuación el celebrante comienza el Símbolo, diciendo:

- Creo en Dios,

y prosigue o bien él sólo, o bien juntamente con la comunidad de


fieles el resto del Credo"691.

En la liturgia neocatecumenal, este momento adquiere una singular


expresividad. El Credo se entrega cantándolo (los neocatecúmenos lo escuchan)
y esta entrega la hace la Iglesia adulta aquí representada por el Obispo y los
presbíteros, los catequistas y la comunidad-madre a la que éstos pertenecen692 y
que actúa como madrina de los neocatecúmenos. Finalizada la transmisión, el
Celebrante pronuncia la oración del Ritual, nº 198 en la que pide para los
neocatecúmenos que "sea una misma fe la que confiesan los labios y profesa el
corazón, y así cumplan con las obras tu voluntad".

690
Cfr. CARLOS ELORRIAGA, San Cirilo de Jerusalén, pp. 135-137.
691
CARMELO GÓMEZ mantiene que esta fórmula del Ritual ha recibido su influencia de S. AGUSTÍN, "El RICA exhorta a
acogerse al Credo y a guardarlo, Agustín va más lejos, y expresa la función que tiene el Símbolo de ser rector de vida, al decir, que
en él han de progresar los catecúmenos. Así lo expresa el Santo de Hipona:´He aquí el Símbolo que ya se os ha ido descubriendo por
medio de las Escrituras y de los sermones de la Iglesia, a cuya breve fórmula, sin embargo, los fieles han de aferrarse y en ella han de
progresar`(cf. Sermón 212,2)". Cfr. La propuesta catecumenal en el RICA, p. 118.
692
"Cuando la comunidad designa catequistas, doctores audientium, evangelizadores itinerantes, o cuando los mismos fieles con
su ejemplo y sus palabras comunican la buena noticia, actúan como testigos y portavoces de lo que la comunidad vive, se remiten a
ella y de ella reciben valor sus palabras, en cuanto que lo que se dice se halla cumplido en la comunidad; los que van a ser iluminados
se miran en el espejo de los que han sido iluminados, quienes anuncian el amor, manifiestan la actitud de los que se aman. De tal
modo la comunidad es origen de la catequesis, que sin ella no sería posible, pues de nada sirve un testimonio sin testigos, ni una buena
noticia que no llegue a verse realizada". Cfr. RAMÓN DOMÍNGUEZ BALAGUER, Catequesis y liturgia en los Padres. Interpelación
a la catequesis de nuestros días, p. 127.
*Diálogo con los neocatecúmenos y envío*

Una de las novedades y enriquecimiento que la liturgia neocatecumenal


hace a la entrega del Símbolo, es precisamente este envío misionero al que los
neocatecúmenos son invitados a adherirse a partir de este momento (SCN, art.
20,2ª).

Viene precedido este rito del envío, por la proclamación de una tercera
lectura bíblica de San Pablo (cf. Rom 10,8-17) en la que el apóstol habla sobre la
necesidad de confesar "con la boca" la Palabra creída en el corazón, para pasar
después a un diálogo en el que el Celebrante dice a los neocatecúmenos:

Pr.: ¿Aceptáis ser enviados por la Iglesia a predicar el


Evangelio?
Neoc.: Sí, aceptamos.

El Celebrante les ha interrogado si aceptan el envío a confesar la Fe [=el


Símbolo], que oficialmente la Iglesia les ha trasmitido; al "sí" de éstos responde
la proclamación del Evangelio sobre el primer envío de los doce por Jesús (cf. Mt
10,7-10.12-42), seguidamente comentado por el Celebrante en su homilía. El rito
se concluye con un exorcismo693 pronunciado sobre cada neocatecúmeno -que
está arrodillado-, al que siguen las oraciones, la Paz y el canto final694 (ver tabla
30ª).

c) Celebración de la Redditio Symboli

Una vez terminado el tiempo de la evangelización por las casas, los


catequistas vuelven para preparar a los neocatecúmenos a la Redditio Symboli, es
decir la celebración de la devolución del Símbolo695, durante el tiempo de la

693
En todas las "entregas" del Neocatecumenado, se realiza un exorcismo, es decir una oración en la que se implora al Señor
que aparte al Maligno de los neocatecúmeno (en este momento se pide que aleje de éstos todo espíritu de error, de mal que les impida
realmente proclamar el Evangelio). Y después se invoca sobre ellos el Espíritu Santo para que los ayude y los fortalezca en esta misión
de confesar la Fe.
694
"En explícita referencia al rito de la Entrega del Símbolo, hoy re-introducido en la iniciación de los catecúmenos, se interroga
Juan Pablo II si ´no habría que encontrar una utilización más concretamente adaptada, para señalar esa etapa -la más importante de
todas- en la que un nuevo discípulo de Jesucristo acepta con plena lucidez y valentía el contenido de lo que más adelante va a
profundizar con seriedad` (CT,28): Una concreta y eficaz adaptación de la antigua "entrega del Símbolo" es ciertamente el respectivo
rito del Camino neocatecumenal". Cfr. SANTOS SABUGAL, art. cit., p. 452.
695
De este "rito" nos han llegado muchos testimonios del Catecumenado primitivo. El desarrollo del mismo lo describe así
ANNE FIELD: "A continuación los candidatos son llamados individualmente para que se adelanten y reciten el Credo. Cuando cada
uno es requerido por el diácono, es acompañado por su padrino que permanece cerca de él, luego sube a una tarima, y de forma que
toda la congregación le oiga, pronuncia el texto del Credo palabra por palabra. Esta es la solemne devolución del Credo y profesión
de fe, que él repetirá en forma abreviada cuando esté en la pila bautismal". Cfr. De las Tinieblas a la Luz, p. 166. Incluso S. AGUSTÍN
nos ha dejado constancia de la redditio symboli del famoso y conocido retórico de Roma Marius Victorinus, ver: SUZANNE POQUE,
Au sujet d´une singularité romaine de la "redditio symboli": Augustinianum 25 (Agosto) 1985, pp. 133-143.
Cuaresma –antes de la Semana Santa-. En esta celebración, los neocatecúmenos
reviven su bautismal profesión de fe; en el Estatuto se dice que “restituyen a la
Iglesia (“Redditio Symboly”), confesando su fe y proclamando el Credo
solemnemente ante los fieles, durante la Cuaresma” (art. 20,2ª)696.

También esta confesión pública del Credo es cuidadosamente preparada en


el Neocatecumenado con una Convivencia de tres días, dirigida por los
catequistas, en los que los momentos de oración comunitaria y personal se
alternan con catequesis sobre los signos obrados por Jesús con paralíticos (cf. Jn
5,1-18) y ciegos (cf. Jn 9,1-41), hambrientos (cf. Mc 6,30-44par; 8,1-10par) y
muertos (cf. Jn 11,1-45), seguidamente concretizadas en un cuestionario, al que
cada uno debe responder. Así se preparan de inmediato a confesar públicamente
los signos obrados por el Señor en ellos: A dar testimonio de su Credo vivido.
Esto lo hacen -tras sostener cada neocatecúmeno un detenido discernimiento con
sus catequistas- en un rito solemne y público, del todo sugestivo697, presidido por
el Párroco, los presbíteros y cuando es posible, por el Obispo. La profesión de Fe
de los neocatecúmenos tiene lugar en el marco celebrativo de las Vísperas de los
días de la Cuaresma.

De modo descriptivo, cada día la Redditio Symboli de los neocatecúmenos


se desarrolla con el siguiente esquema celebrativo: Una breve monición
ambiental sobre la necesidad de confesar la Palabra creída (cf. Rom 19,9-10),
como lo hizo Jesús "ante Poncio Pilato" y Timoteo "ante muchos testigos" (cf. 1ª
Tim 6,12-13), precede al ingreso de los neoatecúmenos acompañados de sus
catequistas; seguidamente se cantan los salmos de las vísperas del día y a
continuación se proclama la Palabra sobre la "solemne profesión" de Timoteo (cf.
1ª Tim 6,13-16), el "tan solemne testimonio" de Jesús (cf. Jn 18,1-19,10), la
curación del sordomudo (cf. Mc 7,31-37) y otras lecturas en las que aparece
siempre la "profesión de fe" de distintos personajes bíblicos. Tras lo cual, previa
imposición de las manos y una invocación al Espíritu Santo por el Celebrante,
cada neocatecúmeno devuelve a la Iglesia -allí representada por los presbíteros,
catequistas y fieles- el Credo recibido, dando público testimonio de su fe
experimentada en un lenguaje existencial, para una vez terminado, recitar de
memoria el Símbolo apostólico698. Como en otro tiempo (s. IV) el convertido
retórico y filósofo Mario Victorino hizo pública su "devolución del Símbolo" en
Roma, así ahora la voz del neoconfesor de la Fe -situado también él "en un lugar
eminente" de la presidencia, junto al crucifijo- resuena conmovida y "totalmente

696
En el Ritual el "rito de la recitación del Símbolo" forma parte de los ritos para la preparación inmediata (nnº 193-199).
697
En el RICA se dice que los elegidos deben aprenderse de memoria el Símbolo, y después lo pronunciarán públicamente (nnº
194-199).
698
"Durante la Cuaresma, en la parroquia y en la liturgia de las Vísperas, cada hermano confesará públicamente su fe, en
presencia de los presbíteros, de todas las comunidades y de toda la gente de la parroquia que desea asistir. Esta confesión de fe se
hace desde el presbiterio, proclamando en voz alta el Credo y añadiendo por qué y en base a qué experiencias se cree". Cfr. KIKO
ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 99.
segura", poderosa y convincente a los oídos de la silenciosamente presente y
atenta "asamblea santa"699, que suele quedar siempre impresionada e impactada
por el testimonio vital de los neocatecúmenos. Una vez proclamada y profesada
públicamente la Fe, el neocatecúmeno se arrodilla ante el Celebrante, quien le
impone las manos e invoca sobre él "la fuerza del Espíritu Santo, a fin de que sea
testigo" fiel del Señor resucitado en su pueblo o ciudad, en su nación "y hasta los
confines de la tierra" (cf. Hech. 1,8; Lc 24,46-49), y para que, en toda
circunstancia y ante todos los hombres, pueda "mantener firme la confesión
profesada" (cf. Heb 4,14)700. El rito se concluye con una oración del Celebrante y
las preces de la asamblea, el abrazo de la paz y la bendición final.

El Domingo de Ramos reciben solemnemente todos los neoconfesores de


la Fe una hoja de palmera verde, la palma que es a su vez símbolo del Símbolo,
signo también de su fe sólida y vertebrada, porque está arraigada en la espina
dorsal del Credo701. Apoyados en la palma subirán en procesión hacia la Iglesia
Parroquial donde celebran la Eucaristía con solemnidad y cantan por vez primera
el Credo, después de haber revivido esta dimensión martirial del bautismo
recibido. Esta palma se la llevan a sus casas y la colocan en sitios visibles, bien
en una ventana o clavada en la puerta de entrada, como memorial perpetuo de la
Fe, que han confesado y diariamente deben confesar. No sólo eso, para los
vecinos y familiares, amigos y demás visitantes, esa palma -cada año renovada
(se quema y las ´cenizas` serán utilizadas para el rito del Miércoles de Ceniza)-
es también un memorial de lo que es y debe ser: un confesor de la Fe o, en otras
palabras, un candidato al martirio. Pues el cristiano, a quien la Iglesia entregó la
Fe para que la confiese702, es por vocación eso: un testigo [= mártir] de la Fe, un
confesor del Símbolo (ver tabla 31ª).

699
San Agustín cuenta cómo el retórico de la ciudad de Roma -Victorino-, hizo pública confesión de su fe ante la "asamblea
santa": "Cuando finalmente llegó la hora de hacer la profesión de fe, que en Roma los que se van a acercar a la gracia del bautismo
suelen hacer delante del pueblo fiel, sobre un lugar elevado, con cierta y determinada fórmula, sabida de memoria, decía Simpliciano
que los sacerdotes ofrecieron a Victorino que la hiciese en secreto, como solía ofrecerse a ciertas personas que parecía habían de
azorarse por la vergüenza; pero que él prefirió hacer en presencia del concurso de los fieles la profesión de su salud. Porque ninguna
salud había en la retórica que enseñaba, y, sin embargo, la había profesado públicamente... Así, pues, luego que subió para hacer su
profesión, todos los que le conocían -¿y quién había allí que no le conociese?- levantaron un murmullo pronunciando su nombre y
congratulándose; y a media voz se escapó de las bocas de todos un rumor de júbilo: ¡Victorino, Victorino! Pronto alzaron el rumor
con el placer de verle, y pronto callaron viéndole, con el gozo de oírle. Pronunció él la verdadera fe con maravillosa entereza". Cfr.
Confesiones VIII,2,4.
700
A partir de este momento, el Símbolo es para el neocatecúmeno un compañero inseparable y, más aún, un fiel amigo: Deviene
su "salvaguardia siempre presente" y su "gran defensa" tanto contra las crisis de fe como "contra las tentaciones del adversario" por
ser su "viático durante todo el tiempo de la vida". Así lo designan, respectivamente, SAN AMBROSIO, Expl. Symb., 1.9 y SAN
CIRILO, Cat. V,12.
701
"Desde el siglo VII y VIII se introdujo en la procesión del Domingo de Ramos, ligada a la bendición de las palmas, en
recuerdo de la entrada de Jesús en Jerusalén. En el arte cristiano, las ramas de palmera son atributo de los mártires; en piedras
sepulcrales de la primera época cristiana, pueden ser, además, sencillamente una alusión al premio de la victoria que el cristiano ha
recibido después de una vida de lucha. Una palmera entre otros árboles es símbolo de la cruz de Cristo; así aparece en el grabado en
cobre de Schongauer Jesús después de la tentación". Cfr. MANFRED LURKER, ´Palmera`, en Diccionario de imágenes y símbolos
de la Biblia, p. 162. Ver también, J.DANIÉLOU, “La palme et la courone”, en Les symboles chrétiens primitifs, pp. 33-48.
702
Cfr. SAN CIRILO, Cat. XVIII 32.
c) Celebración de la Entrega Padrenuestro

En el Neocatecumenado, después de un año de haber profesado la Fe, los


catequistas vuelven para hacer ya una segunda y definitiva iniciación a la oración
que culmina con la Entrega del Padrenuestro (SCN, art. 20,3ª). Tras un periodo
en el que los neocatecúmenos descubren en plenitud que por el Bautismo han sido
incorporados a un "Pueblo sacerdotal, profético y real" (cf. 1ª Pe 2,9; Ap 1,6;
5,10) que es la Iglesia, "después de tres años de constante oración -afirma Kiko
Argüello- y ayudados por el Salterio, abrazados al deseo ardiente de proclamar el
Evangelio, y ya en nuestro espíritu se empieza a oír los vagidos de una pequeña
criatura que todavía no sabe decir papá,abbá. El Padrenuestro, recitado tres veces
al día como en la Iglesia Primitiva, nos ayudará a prepararnos a las etapas más
importantes: la elección o competencia, tiempo de alabanza"703. Pero antes de
pasar a la etapa de la elección, los neocatecúmenos reciben en una liturgia
neocatecumenal la entrega de la Oración dominical704.

Esta Entrega del Padrenuestro es preparada convenientemente por medio


de una Convivencia de tres días705, donde ayudados por catequesis bíblicas acerca
de lo que supone la "filiación divina" (cf. 1ª Carta de San Juan; Jn 8, ect) 706, los
neocatecúmenos se disponen a recibir de la Iglesia como madre, a Dios como
Padre.

La celebración de la Entrega del Padrenuestro tiene una estructura sencilla


y sigue el esquema de los anteriores ya vividos por los neocatecúmenos. Tras la
liturgia de la Palabra en la que se leen las Lecturas que hacen presente la nueva
condición de hijos que tienen los cristianos por el don del Bautismo recibido (cf.
Gál 4,1-11; Rom 8,1-39; Mt 6,5-15), el Celebrante tiene un diálogo con los
Catequistas y garantes de los neocatecúmenos. Este interrogatorio está tomado
del Ritual y versa sobre tres preguntas:

1ª) ¿Asiste a las oraciones de la Iglesia? Y el garante, poniendo la mano en su hombro,


garantiza: Sí, ha asistido siempre.

703
Cfr. Il Neocatecumenato, p. 100. Ver JOACHIM JEREMÍAS, ABBA. El mensaje central del Nuevo Testamento, Ed, Sígueme,
Salamanca 1983.
704
En el Ritual "la entrega de la Oración dominical se hace durante la semana que sigue al tercer escrutinio", pero también se
puede celebrar "si se juzga conveniente, durante el tiempo del catecumenado (Cfr. nn 125-126)", incluso se da la posibilidad de que
"surgiendo alguna necesidad, se retrase para celebrarla juntamente con los ritos de preparación inmediata (Cfr. nn. 193 ss)" (nº 189).
705
En la Iglesia primitiva los usos por lo que respecta a esta entrega del Padre Nuestro varían mucho según las Iglesias "la entrega
del Pater se hace generalmente al principio de la Semana Santa. Pero en algunas Iglesias se traslada a después del bautismo, porque
se considera que el Pater es la oración específica de los cristianos y no puede decirla más que los hijos". Cfr. J. DANIELOU/R. du
CHARLAT, o. cit., p. 54.
706
"Al catecúmeno se le adentra e introduce en otros de los misterios más profundos: descubrir, meditar y saborear la filiación
divina. Es un nuevo momento de la iluminación interior para vivir el misterio del Dios revelado en Jesucristo, que nos ha llamado a
ser sus hijos de adopción por el nuevo Espíritu que se nos ha dado... Mediante una serie de catequesis se ilumina, a la luz de la Palabra,
la llamada a ser hijos, a gloriarse en el Padre, que nos llama en el Hijo, que nos incorpora a sí en el Espíritu que habita en nosotros...".
Cfr. ANDRÉS FUENTES, Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, p. 174.
2ª) ¿Ha asistido a la instrucción de los apóstoles? esto es, ¿conoce toda la instrucción
cristiana?. Sí ha hecho el Camino.

3ª) ¿Ha aprendido a poner en práctica en la vida común el Evangelio?. Sí ha


comenzado707.
Seguidamente tiene lugar la renuncia a Satanás y una oración de exorcismo,
y a continuación, como ya se hiciera en la celebración de la Entrega del Símbolo,
la Iglesia adulta aquí representada por el Obispo, los presbíteros y catequistas
cantan el Padrenuestro y los neocatecúmenos lo escuchan y reciben. Terminada
la transmisión, el Celebrante pronuncia una oración con las manos extendidas
sobre los neocatecúmenos708 y tras el saludo de la Paz y la bendición final
concluye el rito. A partir de este momento, los neocatecúmenos cantarán el
Padrenuestro siempre que celebren la Eucaristía. También, a partir de este
momento, “en las ferias de Adviento y Cuaresma, empiezan a celebrar
comunitariamente en la parroquia, antes de ir al trabajo, los Laudes y el Oficio de
Lecturas, con un tiempo de oración contemplativa” (SCN, art. 20,3ª) [ver tabla
32ª).

3. Celebración de la Elección y la renovación de las promesas bautismales

Al analizar la Etapa de la Elección ya hice una amplia exposición de cómo


se vive este tiempo en el Neocatecumenado. Ahora ya solamente me centro en
los ritos de la Elección que van a hacer del neocatecúmeno un fiel cristiano709,
que le preparan para la renovación de las promesas bautismales y que ponen fin
al itinerario neocatecumenal, al desembocar estos en la comunidad cristiana.

Tras iniciar este tiempo de la Elección próxima con una Convivencia de


tres días, que normalmente coincide con el primer Domingo de Cuaresma, tal y
como se pide en el Ritual (nº 51), los candidatos a la Elección viven durante toda
la Cuaresma de forma muy intensa el Tercer Escrutinio que se tiene a lo largo del

707
En el RICA vienen así formulado este cuestionario que forma parte del Rito de la Elección o inscripción del nombre" (nº
144):

"Y volviéndose hacia los padrinos:


- Por eso os ruego a vosotros, padrinos (y madrinas), que deis vuestro testimonio: ¿Han
escuchado fielmente la palabra de Dios anunciada por la Iglesia?
Padrinos:
- Sí, la han escuchado.
Celebrante:
- Han comenzado a caminar ante Dios, guardando la palabra recibida?.
Padrinos:
- Sí, han comenzado.
Celebrante:
- ¿Estáis unidos fraternalmente a la comunidad, y han tomado parte en sus oraciones?
Padrinos:
- Sí están unidos".
708
Adaptada a su situación de bautizados de éstos (la del Ritual la encontramos en el nº 192).
709
Durante el tiempo pascual será considerado como "neófito", ver "La Etapa del Neofitado".
Neocatecumenado y que persigue como finalidad discernir si la fe de los
candidatos está profundamente iluminada y si su voluntad de renovar las
promesas bautismales es firme (nº 134)710. La deliberación sobre la idoneidad de
los candidatos compete a los catequistas, oído el parecer del Párroco, de los
presbíteros, de los garantes y de la misma comunidad711. Una vez admitidos los
elegidos éstos se disponen a renovar solemnemente las Promesas Bautismales en
la Vigilia Pascual, pero antes han de celebrar los tres últimos ritos del
Neocatecumenado: La inscripción en el Libro de la Vida, la Renuncia a Satanás
y la imposición de la túnica blanca. Veamos cómo se desarrollan.

*La inscripción en el Libro de la Vida*

En la tradición del Catecumenado primitivo tenemos testimonios de esta


inscripción del nombre que estaba ligada al segundo examen al que eran
sometidos los catecúmenos que pedían ser bautizados. Según J. Danielou "la
víspera del primer domingo de cuaresma, los catecúmenos que deseaban ser
bautizados daban su nombre al sacerdote encargado de esta misión. Al día
siguiente tenía lugar una ceremonia muy solemne que comprendía un examen y
la inscripción del nombre"712. Si el examen era favorable, el Obispo en persona
inscribía de su puño y letra en el Libro de la Iglesia el nombre del futuro
bautizado, que así venía a ser electus, elegido, o phôtizomenos, el que viene a ser
iluminado. No era una pura formalidad administrativa. En ese caso, habría
bastado lo que el sacerdote de servicio había hecho la víspera. Ser inscrito en el
registro, es quedar inscrito entre los ciudadanos de la Jerusalén celeste:

"Dadme vuestros nombres, para que yo los inscriba con tinta. El


Señor los grabará en tablas imperecederas, inscribiéndolos con
su propia mano" 713.

710
"No basta la experiencia vivida: el Catecúmeno debe hacer un discernimiento -sólo y con la comunidad Catecumenal- tanto
de su fe iluminada, como de su voluntad deliberada... Está llegando el momento de hacer una opción fundamental para toda su vida.
La Iglesia acompaña este discernimiento a través de los Escrutinios. Cfr. J. A. VELA, Reiniciación cristiana, p. 143.
711
El RICA afirma que "en lo que toca a la Iglesia, la elección es como el centro de la atenta solicitud hacia los catecúmenos. El
Obispo, los presbíteros, diáconos, catequistas, padrinos y toda la comunidad local, cada uno en su orden y a su modo, después de
diligente reflexión, dé su parecer acerca de la instrucción y aprovechamiento de los catecúmenos" (nº 135). Además es "oficio del
Celebrante, es decir del Obispo o del que haga sus veces...quien debe exponer ante los presentes la decisión de la Iglesia y del mismo
modo oír, según lo pidan las circunstancias, la opinión de los presentes, averiguar la voluntad personal de los catecúmenos, y efectuar,
por último, en nombre de Cristo y de la Iglesia, la admisión de los elegidos" (nº 138).
712
Cfr. J. DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., p. 45.
713
Cfr. GREGORIO DE NISA, Adversus procrastinantes, PG,46, p. 417 B; y TEODORO DE MOPSUESTIA afirma: "Desde
ahora ya estáis inscritos en el cielo". Cfr. Homilías Catequéticas, 12, 18. A partir del siglo IV, y dada entonces la costumbre,
recriminada por la Iglesia, de diferir considerablemente el bautismo, todos lo años, en epifanía, el obispo hacía un llamamiento
solemne a los catecúmenos para que dieran su nombre a la catequesis de preparación, al comienzo de la cuaresma. EGERIA nos lo
describe así en su Itinerario: "El que da su nombre, lo hace en la víspera de la cuaresma, y un sacerdote anota sus nombres... Al día
siguiente, comienzo de la cuaresma, se le coloca al obispo la sede en medio de la iglesia mayor..., después se van acercando uno a
uno los candidatos. Si son hombres, vienen con sus padrinos; si son mujeres, con sus madrinas. Entonces, por cada uno, el obispo
pregunta a los vecinos de aquel que ha entrado, diciendo: ¿Lleva una vida honesta? ¿Respeta a sus padres? ¿No es dado a la bebida o
a la mentira?... Los que son de fuera, a no ser que tengan testigos que les conozcan, logran llegar con menos facilidad al bautismo".
Cfr. EGERIA, Itinerario 45, SC 21, pp. 255-256.
En la liturgia neocatecumenal de esta inscripción nos vamos a encontrar
con una clara influencia de la praxis catecumenal antigua que el Ritual también
ha recuperado (nnº 143-151).

Al celebrar el Primer Escrutinio ya vimos que se iniciaba con el gesto de


la Inscripción del nombre en el Libro de la Vida, ahora al finalizar el itinerario
neocatecumenal se vuelve a repetir de nuevo una segunda inscripción y se hace
en el contexto de una Liturgia de la Palabra presidida por el Obispo, los
catequistas presentan a los elegidos y le hacen al Celebrante una breve
presentación del itinerario espiritual recorrido a lo largo de tantos años por éstos,
en quienes se ha cumplido la Palabra evangélica "muchos son los llamados y
pocos los elegidos" (cf. Mt 22,14). En esta celebración se vuelven a proclamar
las Lecturas en las que aparece cómo Dios mismo es quien escribe en el Libro de
la Vida, "...no borraré su nombre del libro de la vida" (cf. Ap. 3,5; 21, 1-27), y
cómo Jesús invita a alegrarse a sus discípulos no tanto por los signos que puedan
realizar sino "porque vuestros nombres estén escritos en los cielos" (cf. Lc 10,17-
24). Tras la proclamación de la Palabra de Dios, tiene lugar un diálogo entre el
Presidente y los catequistas para conocer la idoneidad de los elegidos, siguiendo
el formulario de preguntas que aparece en el Ritual nº 144, y, una vez concluido,
los elegidos se van acercando y cada uno escribe su nombre en la Biblia de la
Comunidad714. Una vez terminada la inscripción de los nombres sobre la Biblia,
el Celebrante dice una oración en la que presenta a Dios todos y cada uno de los
elegidos y pide para que se mantengan fieles a la elección divina. Con esta oración
se concluye este sencillo pero penetrante rito (ver tabla 33ª).

*La renuncia a Satanás*

Al hablar de la Entrada en el Neocatecumenado, he afirmado que uno de


los ritos fundamentales en el Neocatecumenado es el de la renuncia a Satanás y
que la forma como la liturgia neocatecumenal ha organizado este rito recibe una
determinante influencia de la praxis litúrgica catecumenal primitiva. Ahora al
finalizar el itinerario neocatecumenal, también los elegidos son invitados a hacer
una solemne renuncia de Satanás. El rito se desarrolla según el esquema que
vimos al analizar el Segundo Escrutinio, de nuevo, va acompañado con un signo
expresivo de la renuncia (materializado en dinero). Tras la renuncia, el Obispo
pronuncia una oración de exorcismo sobre todos los elegidos que permanecen de
rodillas y seguidamente impone las manos y ora pidiendo que el Espíritu Santo
invada y sostenga en el combate de la fe a estos elegidos (ver tabla 34ª).

714
De nuevo, para este momento se compra una Biblia de Jerusalén grande y dignamente adornada que será la Biblia que usará
la comunidad cristiana constituida a partir de la Renovación de las promesas bautismales.
*La imposición de la túnica blanca*

Este rito postbautismal, aunque no parece existir en Hipólito de Roma, sin


embargo, sí lo encontramos generalizado en el siglo IV, en Jerusalén, en Milán,
en Verona, en Antioquia y en Hipona. San Cirilo lo menciona, sin describir el
desenvolvimiento litúrgico del mismo:

"Después, has recibido las vestiduras, como prueba de que te


habías despojado de la túnica del pecado y te habías revestido de
los puros hábitos de la inocencia" 715.

La vieja vestidura de corrupción y de pecado, que depone el catecúmeno


ante el Bautismo, corresponde a la misma de que fue revestido Adán después de
la caída. Se perfila, por consiguiente, como dice J. Danielou, "el paralelismo entre
la escena del paraíso, donde Adán, vencido por Satanás, fue revestido de la
corruptibilidad; la del calvario, donde Jesús, nuevo Adán, vencedor de Satanás,
se despoja de la túnica corruptible; y la del bautismo, donde el bautizado se
despoja, con las viejas vestiduras, de la corruptibilidad en que participa, por
hallarse bajo el dominio de Satanás"716.

Las vestiduras blancas expresan la pureza del alma y la incorruptibilidad


del cuerpo. Este último simbolismo es particularmente grato a Teodoro de
Mopsuestia717. El rito expresaba, por tanto, la gracia bautismal, la configuración
con Cristo, según la frase de San Pablo que recuerda San Juan Crisóstomo:
"Todos los que fuisteis bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo (cf.
Gál 3,27): He ahí vuestras vestiduras"718. El vestido blanco tiene también un
significado escatológico, -afirma J. Danielou- "es signo de la resurrección de los
cuerpos. Designa también la participación en la gloria de Cristo transfigurado, de
quien se dice que sus vestidos eran blancos como la nieve"719.

Estas ideas, que a primera vista pudieran parecer un tanto acomodaticias,


están respaldadas por un fondo bíblico, que no carece de interés. Así San Pablo
afirma que el bautizado se "despoja del hombre viejo con todas sus obras" (cf.
Col 3,9). Pero el verbo empleado por el Apóstol significa propiamente
desvestirse. Con lo cual alude, sin duda, a la ceremonia en que el neófito se
despoja de sus vestidos antes de descender a la piscina del Bautismo. La vestidura

715
Cfr. Catequesis 22: PG, p. 1104. Veáse también SAN AGUSTÍN, serm. 223, 1: PL 38, p. 1092. Para un conocimiento
detallado de lo que significó este rito en el Catecumenado primitivo, ver: J. DANIELOU, El rito bautismal: Phase (Abril 1996), pp.
38-43.
716
Cfr. Sacramento y culto según los Padres, Madrid 1964, p. 53.
717
Cfr. Hom. 14, 26, en L´initiation chrétinne, col, Ictys 7, París 1963, p. 140.
718
Cfr. Cat. 2, 2.
719
Cfr. J. DANIELOU/R. du CHARLAT, o. cit., p. 186.
blanca que se le impone al neófito expresa la vida divina que ha recibido el
bautizado, a Cristo del que se ha "revestido" (cf. Gál 3,27)720.
Como puede apreciarse por los ricos testimonios que tenemos de este rito,
la imposición de la Vestidura blanca es uno de los ritos postbautismales que
cuenta con una mayor y mejor fundamentación teológica. En el RICA viene
inmediatamente después de la unción del crisma, "la unción del crisma después
del Bautismo significa el sacerdocio real de los bautizados y su adscripción en la
comunidad del pueblo de Dios. La vestidura blanca es símbolo de su nueva
dignidad" (nº 33):

"- N. y N., os habéis transformado en nuevas


criaturas y estáis revestidos de Cristo. Recibid,
pues, la blanca vestidura, que habéis de llevar
limpia de mancha ante el tribunal de nuestro
Señor Jescristo, para alcanzar la vida eterna"(nº
225).

El Ritual subraya que son los padrinos o madrinas quienes imponen a los
neófitos la vestidura blanca.

Y, ¿cómo se realiza en el Neocatecumenado? Normalmente este rito tiene


lugar el mismo Sábado Santo y se invita al Obispo para que lo presida.
Evidentemente, en el caso de elegidos, no se trata de reiterar este rito, pues por
su naturaleza es irrepetible; los elegidos ya están bautizados. Lo que a través de
este rito acontece es que la Iglesia entrega aquella vestidura blanca que recibieron
los elegidos cuando fueron bautizados de niños, para que ahora, de adultos, una
vez recorridas y revividas todas las etapas del Bautismo, signifique y exprese la
nueva condición que la Fe ha operado en ellos. La estructura del rito es muy
simple y sencilla por un parte y muy expresiva y emocionante por otra. Reunidos
todos los elegidos en la Iglesia, presidiendo la Asamblea el Obispo o un delegado
suyo, los Catequistas explican brevemente el rito, y se proclama la Lectura del
Ap 7,9-17: "Esos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de
dónde han venido? Yo le respondí: Señor mío tú lo sabrás. Me respondió: Esos
son los que vienen de la gran tribulación, han lavado sus vestiduras blancas y
las han blanqueado con la sangre del Cordero..." (vv. 13-14). Tras esta
proclamación y un canto apropiado como respuesta se pasa al rito de la entrega e
imposición de la túnica blanca que cada elegido recibe del Obispo, con palabras
tomadas de la misma fórmula del Ritual pero adaptada a su condición de
bautizados:

720
"El color blanco recuerda la gloria de Jesús transfigurado, la resurrección y la victoria de los elegidos en el cielo" dice M.
DUJARIER, Iniciación Cristiana de Adultos, p. 162. Para un estudio más pormenorizado de este rito, ver S. FAMOSO, Accipe vestem
candidam. Origine, evoluzione e sviluppo del rito: Riv. Lit. (42), pp. 26-45; V. PAVAN, La veste bianca battesimales, indicium
escatologico nella Chiesa dei primi secoli: Augustinianum 1978,1, pp. 257-271.
"N..., recibe la túnica blanca, guárdala sin
mancha hasta la Vida Eterna".

La Asamblea, poco a poco, se va trasformando, se pasa de una Asamblea


multicolor a una Asamblea "blanca como la nieve" (cf. Sal. 68,15). Revestidos
con estas túnicas, los elegidos participarán en la Solemne Vigilia Pascual721, hasta
ahora prácticamente se ha venido celebrando, allí donde se ha finalizado el
Neocatecumenado, con el Obispo respectivo en la Solemne Vigilia celebrada en
la Catedral, como Iglesia madre de toda la Diócesis (SCN, art 21&2). Y
revestidos de blancas túnicas celebrarán todas las eucaristías durante la
cincuentena pascual, en la etapa que el Ritual denomina de la Mystagogia (nnº
235-239) y que en el Neocatecumenado se llama Etapa de Neofitado722. Este
modo de celebrar, con las túnicas blancas, se repetirá cada año, al revivir los
cristianos el tiempo pascual como tiempo de gozo transfigurado por la
Resurrección con la que el Señor reviste a su Iglesia. Al finalizar el tiempo de
Pascua los cristianos guardan cuidadosamente la túnica blanca que al año
siguiente volverán a vestir en las eucaristías pascuales723. El Ritual no hace
ninguna alusión al modo de celebrar aunque sí insiste en la importancia de las
eucaristías pascuales. Para M. Dujarier "el símbolo de la vestidura tiene también
un gran valor, pero desgraciadamente no está suficientemente puesto de
relieve"724. En cambio, en el Neocatecumenado se ha hecho una verdadera
inculturación de este rito, adaptándolo a la mentalidad actual y haciéndolo
expresivo, funcional y definitivamente litúrgico. Sólo quien ha asistido a alguna
Eucaristía pascual con estas comunidades cristianas parroquiales puede ponderar
la dignidad de la Asamblea, la solemnidad con que se celebra, y la fuerza que
adquieren todos los signos (ver tabla 35ª).

721
"El vértice de toda la formación será generalmente la Vigilia Pascual, en la que los adultos profesarán su fe bautismal..."
(RICA, nº 304). "La renovación de las promesas del Bautismo realizada, a ser posible, en la Vigilia pascual con toda la comunidad
cristiana, y en la que, junto a la renuncia al hombre viejo, los adultos realizan la confesión pública de la fe, meta final de la catequesis
adultos" (CA, nº 119).
722
Estas eucaristías -ya hicimos referencia a ellas- se viven en "atmósfera espiritual esponsal" que encuentra su fundamentación
en las fuentes neotestamentarias. El desposorio de Cristo y la Iglesia viene representado en un banquete (cf. Mt 22,1-14; Lc 14,16-
24). Para entrar en este banquete se necesita el traje de boda. Uno que no lo llevaba, el rey, airado, lo echó fuera (cf. Mt 22,13). En la
iniciación cristiana el traje de boda es la vestidura blanca. El tiempo de la Mystagogia en el que los neófitos adquieren una "inteligencia
más plena y fructuosa de los misterios se adquiere con la renovación de las explicaciones y sobre todo con la recepción continuada de
los sacramentos" (nº 38), especialmente de la Eucaristía que los neófitos que han renovado las promesas bautismales celebran con el
"traje de boda" que es "de lino deslumbrante de blancura -el lino son las buenas obras de los santos-" (cf. Ap 19,8). Por eso en este
tiempo, el Ritual invita al "ejercicio de la caridad" (nº 37).
723
Ya vimos cuando analicé el tiempo de la Mystagogia, que en el Catecumenado clásico, los neófitos permanecían con las
vestiduras blancas durante siete u ocho días tanto en casa como en la Iglesia, pero aunque el resto del tiempo ya celebraban sin las
túnicas, he aquí como alienta SAN AMBROSIO a sus cristianos tomando ocasión de este rito: "Durante la semana pasada vuestras
hermosas vestimentas blancas han atraído la atención de todos. Aún cuando ya no vais a usarlas más, todavía podéis incitar a todos
los que os vean a glorificar a Dios y a seguir vuestro ejemplo, conservando la túnica real de vuestra inocencia en toda su belleza,
caminando en el Espíritu y sirviendo al Señor con todas vuestras fuerzas. Brille así vuestra luz delante de los hombres, dice nuestro
Señor en el evangelio para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mt 5,16). No es por
usar una vestimenta distintiva, sino por su modo de vida, como los Cristianos atraen a los no creyentes al Señor..." Cfr. ANNE FIELD,
o. cit., p. 235.
724
Cfr. Iniciación Cristiana de Adultos, p. 176.
IV. CONTENIDOS DEL NEOCATECUMENADO: ANÁLISIS Y
VALORACIÓN

Una vez que hemos desentrañado la naturaleza litúrgico-catequética del


Neocatecumenado, en este capítulo, vamos a intentar descifrar -de un modo
sistemático- cuáles son sus grandes aportaciones a la vida de la Iglesia en campos
tan fundamentales como el de la teología, la catequesis y la transmisión de la fe
hoy a la siguiente generación.

En los cuatro capítulos precedentes he trabajado con un criterio más


histórico-sistemático con la intención de acercarnos a las grandes intuiciones de
la pastoral catecumenal de la primitiva Iglesia (capítulo primero); también para
ver el lento pero progresivo desarrollo eclesial y pastoral de la intuición conciliar
de restaurar el Catecumenado (capítulo segundo); para descubrir las posibilidades
reales que ofrece el RICA en orden a poder desarrollar un itinerario catecumenal,
también con bautizados (capítulo tercero); me he detenido más en mostrar cómo
de hecho el Neocatecumenado hace una adaptación creativa y fecunda del RICA
descubriendo que nos encontramos con una concreción pastoral conseguida de un
Catecumenado postbautismal (capítulo cuarto); ahora, intentaré acercarme a esta
realidad eclesial desde un método más crítico-sistemático, a fin de proyectar lo
que son sus aportaciones más logradas en relación con la Palabra de Dios (cómo
es acogida, transmitida, celebrada, estudiada, orada...). En la medida en que la
actividad esencial del tiempo neocatecumenal está dedicado a la catequesis, voy
a intentar mostrar qué lugar ocupa la Escritura y qué contenidos catequéticos se
transmiten a lo largo de todo el proceso de iniciación cristiana que se desarrolla
en este camino de maduración de la fe.

1. La centralidad de la Palabra en la Iglesia

El Concilio Vaticano II, precedido y preparado por los movimientos


litúrgico, ecuménico y bíblico, de hecho, y quizá más allá de la conciencia y de
las intenciones de los Padres conciliares -sostiene E. Bianchi- “liberó la palabra
y terminó con el exilio de las Sagradas Escrituras. Estoy cada vez más convencido
de que, entre todas las recepciones conciliares, la más epifánica es precisamente
esta restitución de la palabra al pueblo de Dios”725.

725
Cfr. “Carácter central de la Palabra de Dios”, en G. ALBERIGO-J.P. JOSSUA, Recepción del Vaticano II, Ed, Cristiandad,
Madrid, 1987, pp. 150-174. Para este teólogo “fue muy importante la decisión tomada pocos días después de la apertura del
Concilio de entronizar al comienzo de cada sesión, como se había hecho en el concilio de Éfeso, en el de la unión de Ferrara-
Efectivamente, el Concilio Vaticano II quiso restablecer “una lectura de la
Sagrada Escritura más abundante, más variada y más apropiada” (SC, nº 35), y
“fomentar aquel amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura que atestigua la
venerable tradición de los ritos tanto orientales como occidentales” (SC, nº 24).
Para ello, dispuso que se abrieran con mayor amplitud “los tesoros bíblicos de la
Iglesia” en la “mesa de la Palabra de Dios” (SC, nº 51; DV, nº 21; PO, nº 18) 726.
Esta apertura conciliar ha producido -en palabras de Mons. Julián López- “uno
de los mayores frutos del Concilio Vaticano II al haber posibilitado el
conocimiento y la estima del pueblo cristiano hacia la Palabra de Dios. El uso de
las lenguas modernas en la liturgia, la abundancia de versiones y ediciones de la
Biblia, el esfuerzo realizado en la catequesis, en la predicación, en la teología y
en la espiritualidad, para fundamentarlo todo en la Palabra de Dios, han
contribuido a un contacto cada vez más frecuente e intenso de todos los fieles con
la Sagrada Escritura”727.

El esquema de la Constitución Dei Verbum, desde su primer parágrafo, se


sitúa como texto conciliar, en la dinámica misma de la Palabra de Dios que se
revela al mundo:

“La Palabra de Dios la escucha con devoción y la proclama con


valentía el Santo Concilio, obedeciendo a aquellas palabras de Juan:
´Os anunciamos la vida eterna: que estaba junto al Padre y se nos
manifestó. Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos para que
también vosotros vivais en esta unión nuestra, que nos une con el
Padre y con su Hijo Jesucristo` (1 Jn 1,2-3). Y así, [...] este Concilio
quiere proponer la doctrina auténtica sobre la Revelación y su
transmisión: para que todo el mundo escuche y crea, creyendo
espere, esperando ame” (DV, nº 1).

Este preámbulo solemne presenta lo que podríamos llamar una concepción


dinámica de la Palabra de Dios: el Concilio, rompiendo con ciertas tradiciones
teológicas, que habían hecho de la Revelación bíblica un repertorio estático y
fijado de verdades dogmáticas formuladas según una modalidad, propone aquí en
expresión de D. Bourgeois “una visión mucho más tradicional según la cual la
Palabra de Dios es un fuerza, una virtud dinámica, una persona que se lanza desde
el corazón de Dios y viene a morar entre los hombres... De este modo se ve la

Florencia y en el Vaticano I; porque este gesto significaba poner a la asamblea bajo el primado y la soberanía de la palabra”
(pp. 152-153).
726
Cfr. S. LYONNET, “La elaboración de los capítulos IV y VI de la ´Dei Verbum`”, en R. LATOURELLE (ed.), Vaticano
II. Balance y perspectivas, Ed, Sígueme, Salamanca 1989, pp. 117-149.
727
Cfr. Exhortación pastoral, La Palabra de Dios en la iniciación cristiana y en la vida de la comunidad parroquial, Ciudad
Rodrigo 1995, p. 2. Parte de esta exhortación fue publicada bajo el título de “Revalorizar la Palabra de Dios”, en Celebrar la
Liturgia de la Palabra, CPL. 70, Barcelona 1996, pp. 9-28.
eficacia de esta Palabra divina: sale de Dios para investir, arrastrar en su
movimiento toda la creación, unir en la fe, la esperanza y la caridad a todos los
hombres, destinatarios de esta Palabra, y reunirlos en el corazón de Dios, de
donde había brotado”728.

En este texto, el mismo Concilio, es decir, la asamblea del colegio


episcopal confesando en nombre de toda la Iglesia y para ella misma la fe de la
Iglesia en el poder de esta Palabra, se reconoce a sí mismo -y, por consiguiente,
a la misma Iglesia- como totalmente asido y dinamizado por el poder de esta
Palabra. Esta última, sin perder nada de su transcendencia, se convierte en el bien
propio de la Iglesia, que la escucha y la proclama. Y cuando la proclama, es el
mundo entero el que oye esta Palabra, cree en ella, encuentra por ella la esperanza
y ama al Dios vivo, que es su fuente. Así pues, todo el dinamismo de la Palabra
de Dios es una fuerza de lo alto, que se apodera de los que la escuchan y los asocia
a su movimiento mismo de vuelta a Dios, convirtiendo a los oyentes en heraldos
y testigos.

La importancia central de la Palabra de Dios contenida en la Escritura está


atestiguada por la relación establecida con la tradición y por el reconocimiento
explícito de que , respecto a ella, “el magisterio no está por encima de la palabra
de Dios, sino a su servicio” (DV, nº 10)729. El cap. VIº de la Constitución, relativo
a su lugar en la Iglesia, es uno de los lugares más adecuados para mostrar el
cambio de perspectiva que se produjo durante los trabajos del Concilio, en
concreto el nº 21:

“La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el


Cuerpo de Cristo, pues, sobre todo en la sagrada liturgia, nunca ha cesado de
tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de
Dios y del Cuerpo de Cristo. La Iglesia ha considerado siempre como suprema
norma de fe la Escritura unida a la Tradición, ya que, inspirada por Dios y escrita
de una vez para siempre, nos transmite inmutablemente la palabra del mismo
Dios; y en las palabras de los Apóstoles y los Profetas hace resonar la voz del
Espíritu Santo. Por tanto, toda la predicación de la Iglesia, como toda la religión
cristiana, se ha de alimentar y regir con la Sagrada Escritura. En los libros
sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus
hijos para conversar con ellos”730.

Para E. Bianchi, a partir de Dei Verbum, “se deduce que la importancia


central de la palabra está regulada y precisada en los cuatro ámbitos que
728
Cfr. Para una lectura pastoral de la ´Dei Verbum`, en La Pastoral de la Iglesia, Ed, Edicep, Valencia 2000, p. 193.
729
La Iglesia, nuevo pueblo de Dios, está llamada, por tanto, a escuchar continuamente la Palabra de Dios y a ponerla en
práctica (cf. Jn 14,15; Rom 10,8-17) porque ha de vivir de esta Palabra. Por esto en la Asamblea extraordinaria del Sínodo de
los Obispos de 1985, se denominó a sí misma “Iglesia bajo la Palabra de Dios” que “celebra los misterios de Cristo para la
salvación del mundo”. Cfr. Relación final, en SÍNODO 1985, Documentos, Madrid 1985, p. 3
730
Para un estudio en profundidad de este capítulo de la DV, ver, C. M. MARTINI, “La Sacra Scrittura nella vita della
Chiesa”, en La Constituzione Dogmatica sulla Divina Rivelazione, Turín 1966, pp. 265-305.
constituyen la vida de la Iglesia; en la liturgia, efectivamente, ´a través de las
Escrituras, Dios conversa con los hombres y resuena la voz del Espíritu Santo`
(nº 21); la predicación debe ´estar alimentada y regulada por la Sagrada Escritura`
(ibid.); la teología debe ´basarse en la palabra de Dios como fundamento
perenne`, y centro debe ser el estudio de la palabra (nº 24); y, finalmente, la vida
cotidiana de los fieles debe caracterizarse por la asiduidad a las Escrituras (nº 25).
La palabra es colocada, por tanto, en la vida de la Iglesia con toda su primacía y
soberanía, que hace de todo ministerio un servicio de la palabra y de todo cristiano
un siervo de la palabra (cf. Lc 1,2 y Hch 20,24)”731.

A los 20 años de la clausura del acontecimiento conciliar, la Iglesia quiso


celebrar y reavivar -de nuevo- el espíritu conciliar a través de la celebración de
un Sínodo Extraordinario. En él se levantó acta de las aportaciones que el
Concilio Vaticano II había dado a la vida de la Iglesia, partiendo de las cuatro
grandes Constituciones (LG, GS, SC y DV). Pero, también, se señalaron las
lagunas en la recepción de las mismas732. En concreto, y por lo que se refiere a la
constitución Dei Verbum, en la Relación final, se dirá que “también para esta
constitución es necesario evitar una lectura parcial. Principalmente la exégesis
del sentido original de la Sagrada Escritura, que está recomendada fuertemente
por el Concilio (cf. DV 12), no puede ser separada de la viva tradición de la Iglesia
(cf. DV 9) ni de la interpretación auténtica del magisterio de la Iglesia (cf. DV
10)”733.

Cuando nos acercamos al origen del Camino Neocatecumenal en las


barracas de Palomeras, nos hemos encontrado con la centralidad y la fecundidad
de una Palabra que puso en movimiento a una serie de personas desplegando un
dinamismo evangélico y evangelizador de consecuencias imprevisibles en aquel
momento en el que esta Palabra estaba siendo sembrada como una semilla de
mostaza (cf. Mt 13,31-32). Kiko Argüello, recordando estos momentos fundantes
del Camino Neocatecumenal les decía a los Obispos de Latinoamérica:

“Entonces allí empezó todo a moverse. Nos reuníamos a celebrar la Palabra con
los gitanos. José Agudo me traía de su zona a un grupo; de nuestra zona venía
otro grupo; de la zona de Carmen venía otro grupo. ¿Y qué es lo que hacíamos?
Me pedían que hablara de Jesucristo y yo verdaderamente no sabía; entonces
abría la Escritura y leía. Y vi el amor que Dios tenía a los pobres porque de

731
Cfr. E. BIANCHI, o. cit., p. 159. Según D. BOROBIO, “después del Vaticano II, es cierto que se ha dado un verdadero
progreso en la participación de los laicos en todos los servicios a la Palabra: desde la evangelización y catequesis a la enseñanza
y la reflexión teológica, desde la predicación a la colaboración en Sínodos y Concilios... Pero no podemos desconocer que
persisten todavía no pocos prejuicios y suspicacias en algunos obispos y sacerdotes respecto a la capacidad y hasta
conveniencia de que los laicos participen en esta tarea: así sucede en la predicación, en la enseñanza sobre todo en Facultades
de Teología, en su intervención para determinar planes de pastoral en relación con la Palabra...”. Cfr. Misión y ministerios
laicales, p. 28.
732
Cfr. D. BOROBIO, “La recepción del Concilio por movimientos cristianos postconciliares en España”, en o. cit., pp. 37-
69.
733
Cfr. Relación final II, B) 1, en o. cit., p. 12.
pronto se me unificó la Escritura y hablaba; yo mismo aprendía de lo que
hablaba. Me di cuenta que esto era el amor que Dios tenía a esa gente; era
impresionante. Ha habido gente atea que ha llegado a las barracas y viendo
aquello se ha convertido a Jesucristo”734.

Después de casi 40 años de praxis neocatecumenal, en el Estatuto del CN


se dice que “para profundizar la Escritura ´con la inteligencia y el corazón de la
Iglesia`, los neocatecúmenos se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos de
los Padres, de los documentos del Magisterio, en especial del Catecismo de la
Iglesia Católica, y de obras de autores espirituales” (art. 12&4). Ver en qué
medida la centralidad de la Palabra es un elemento constitutivo del
Neocatecumenado, descubrir el lugar que ocupa en cada una de las etapas del
itinerario neocatecumenal, y descifrar las claves hermenéuticas de su
comprensión, aceptación y puesta en práctica, son algunos de los objetivos que
me propongo clarificar.

a) Importancia de la Palabra en la Iniciación cristiana

Ya he apuntado en algún momento que el Catecumenado es el tiempo


fuerte del itinerario de iniciación cristiana y es un tiempo de gran responsabilidad;
exige que se hagan madurar las disposiciones de ánimo manifestadas por los
candidatos en el momento del Rito de Admisión (RICA, nº 19). Ello exige, por lo
común, un aprendizaje debidamente prolongado en el tiempo (nº 20), de tal modo
que los catecúmenos "sean adecuadamente iniciados en los misterios de la
salvación, en la práctica de las costumbres evangélicas y en la sucesiva
celebración de los sagrados ritos y sean conducidos por el camino de la fe, de la
liturgia y de la caridad del pueblo de Dios" (nº 98; y también nº 99). No se trata
sólo de una preparación a los sacramentos, sino de una verdadera escuela de vida
cristiana consistente en aprender a vivir la fe de la comunidad eclesial. Ni siquiera
se trata sólo de un tiempo de instrucción, sino de conversión, oración y liturgia,
de profesión de fe y de testimonio735.

Este aprendizaje se realizará, fundamentalmente, a través de las


celebraciones de la Palabra de Dios, “adaptadas al tiempo litúrgico y ventajosas
para la instrucción de los catecúmenos” (RICA, nº 100), y a las catequesis que en
medio de ellas se imparten, catequesis que, según el Ritual, han de dirigir los
734
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Convivencia de Santo Domingo-1992, (por manuscrito), p. 10. Esta experiencia la interpreta el
iniciador del CN de la siguiente forma.: “Dios ha hecho que en las barracas apareciera una síntesis teológico-catequética que
tiene como centro el Kerigma. Esto es, la resurrección de Jesucristo, la victoria de Cristo sobre la muerte”. Cfr. Id., Anuncio
de Cuaresma-1989, (por manuscrito), p. 4. Esta síntesis es también reconocida en el Decreto de Aprobación del Estatuto del
CN: “ Con el paso del tiempo, este kerigma se concretizó en una síntesis catequética basada en el ´trípode ´Palabra de Dios-
Liturgia-Comunidad` que trata de conducir a las personas a una comunión fraterna y a una fe madura”. Cfr. Statuta, p. 17.
735
Para C. FLORISTÁN el Catecumenado no es una escuela "sino lugar de iniciación en el que se descubre ya que la fe es
fundamentalmente experiencia. La iniciación es un proceso en el seno de una comunidad", en El Ritual de la iniciación cristiana de
adultos, p. 260.
presbíteros, los diáconos y catequistas y que tendrán como objetivo conducir a
los catecúmenos “no sólo a un conocimiento conveniente de los dogmas y los
preceptos, sino también al íntimo conocimiento del misterio de la salvación, cuya
aplicación a sí mismos deben considerar” (nº 19,1). Estas celebraciones, se dirá
más adelante, deben ser concebidas como una escuela de oración y de
asimilación afectiva de los contenidos de la revelación: una experiencia vivida de
estos contenidos y una forma de iniciación al culto de la comunidad (nnº 106-
108)736.

La descripción más completa del Catecumenado se encuentra en el nº 19


del RICA, que recoge la doctrina contenida en AG, nº14. Si el tiempo del
Precatecumenado puede ser definido como un tiempo de búsqueda con vistas a
una opción por el Evangelio, el Catecumenado -en cambio- va a ser descrito como
un tiempo de maduración con vistas a la confesión de fe: "Es un tiempo
prolongado...en el que se les ayuda (a los candidatos) para que lleguen a la
madurez las disposiciones de ánimo manifestadas a la entrada" (nº 19). Va a ser
por tanto el Catecumenado un proceso orgánico, integral y básico de formación
cristiana cuya finalidad procura hacer que madure en el catecúmeno la
vinculación a Jesucristo, en la Iglesia, para el servicio al mundo. Esto se ha de
conseguir -señala el RICA- por cuatro caminos: 1º) Una catequesis apropiada que
conduzca al conocimiento sapiencial del misterio de la salvación; 2º) Una
ejercitación en la práctica de la vida cristiana que exprese el cambio de
mentalidad y de costumbres; 3º) Una iniciación a la oración y vida litúrgica; 4º)
Una iniciación en la actividad evangelizadora de la Iglesia.

En estos cuatro caminos, el papel que va a jugar la Palabra de Dios va a ser


decisivo. Veamos ahora los documentos en los que encontramos los referentes
de la Palabra de Dios con la que los catecúmenos van nutriéndose y madurando
en las cuatro dimensiones arriba citadas.

b) Documentos donde se encuentran los referentes de la Palabra

El primer documento donde nos encontramos los referentes de la Palabra


lo tenemos en la Sagrada Escritura, según Dei Verbum, nº 21: “La Iglesia ha
considerado siempre como suprema norma de su fe la Escritura unida a la
Tradición, ya que, inspirada por Dios y escrita de una vez para siempre, nos
transmite inmutablemente la palabra del mismo Dios [...]. Por tanto, toda la

736
En los nnº 18,19, 37, 108, 110, 119, 128... del RICA, se habla de la importancia de la Palabra de Dios, para guiar a los
catecúmenos hacia la comprensión y vivencia de los misterios cristianos. Para una mayor profundización en este punto, ver:
PEDRO FERNÁNDEZ, La liturgia de la Palabra de Dios, pp. 72-92; JESÚS LÓPEZ, Escuchar la Palabra, objetivo
catecumenal, pp. 399-432; FERNANDO IBÁÑEZ, La Sagrada Escritura, fuente de la Catequesis, pp. 282-296; ALFONSO
DE LA FUENTE, La interpretación de la Sagrada Escritura en la Catequesis, pp. 297-308.
predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y
regir con la Sagrada Escritura”.

Siguiendo este principio conciliar fundamental, en Catechesi tradendae se


señala e indica que la fuente de donde la catequesis toma su mensaje es la misma
Palabra de Dios: “La catequesis extraerá siempre su contenido de la fuente viva
de la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la Escritura, dado que
la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen el único depósito sagrado
de la Palabra de Dios confiado a su Iglesia” (CT, nº 27). Y en el Directorio
General para la Catequesis de 1997 se hablará de la fuente y las fuentes del
mensaje de la catequesis, de este modo: “Todas éstas son las fuentes, principales
o subsidiarias, de la catequesis, las cuales de ninguna manera deben ser tomadas
en un sentido unívoco. La Sagrada Escritura ´es Palabra de Dios en cuanto que,
por inspiración del Espíritu Santo, se consigna por escrito`; y la Sagrada
Tradición ´transmite íntegramente a los sucesores de los apóstoles la Palabra de
Dios que fue a éstos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo`. El
Magisterio tiene la función de ´interpretar auténticamente la Palabra de Dios`
realizando -en nombre de Jesucristo- un servicio eclesial fundamental. Tradición,
Escritura y Magisterio, íntimamente entrelazados y unidos, son ´cada uno a su
modo`, fuentes principales de la catequesis” (nº 96)737.

Por tanto, la fuente viva de la Palabra de Dios y las fuentes que de ella
derivan y en las que ella se expresa, proporcionan a la catequesis los criterios para
transmitir su mensaje a todos aquellos que han tomado la decisión de seguir a
Jesucristo. Tradición, Escritura y Magisterio, íntimamente comunicados y
vinculados, son ´cada uno a su manera` las fuentes principales de la catequesis738.

Las fuentes de la catequesis tienen cada una su propio lenguaje, que queda
plasmado en una rica variedad de documentos de la fe (CC, nº 144). La catequesis
es tradición viva de esos documentos: perícopas bíblicas, textos litúrgicos,
escritos de los Padres de la Iglesia, formulaciones del Magisterio, símbolos de la
fe, testimonio de los santos, reflexiones teológicas.

737
En la formulación de este número, se deja ver la decisiva ´influencia`del cardenal J. RATZINGER, a partir de la lección
que pronunció en París y Lyon en 1983, que ha supuesto un verdadero ´jalón` y giro a la vez en todo el movimiento catequético,
ver, Transmisión de la fe y fuentes de la fe: Scripta Theologica 15 (1983/1), pp. 9-29.
738
Para el Cardenal CASTRILLÓN “Las ´fuentes` de la catequesis tienen cada una de ellas su lenguaje, que recibe forma a
través de una rica variedad de ´documentos de la fe`. La catequesis es tradición viva de tales documentos. Hoy no se puede
prescindir de la aportación del Catecismo de la Iglesia Católica como síntesis orgánica de la fe a nivel universal”. Cfr. “El
Directorio General para la Catequesis: motivos y criterios de la revisión”, en A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO
(Eds), o. cit., p. 47. ANTONIO CAÑIZARES sostiene también que “la catequesis se ha beneficiado ampliamente de la
presencia de las Escrituras como fuente primera y principal de sus enseñanzas. A través de la catequesis se ha producido una
mayor difusión y utilización de la Palabra de Dios en la conciencia general de los fieles. Ella, en efecto, junto con la Liturgia,
ha vehiculado bastante bien la renovación bíblica y la devolución de la Biblia al pueblo cristiano, como quiso el Vaticano II”.
Cfr. “Veinte años de catequesis después del Concilio en España”, en ADOLFO GONZÁLEZ (Ed.), o. cit., p. 156.
Tras la aparición del Catecismo de la Iglesia Católica (1992), en la lectura
eclesial de la Escritura, hecha a la luz de la Tradición, aquel va desempeñar un
papel importante y de decisiva transcendencia, según el Directorio, “la Sagrada
Escritura y el Catecismo de la Iglesia Católica se presentan como dos puntos de
referencia para inspirar toda la acción catequizadora de la Iglesia en nuestro
tiempo” (nº 128)739.

c) Contenidos fundamentales de la fe

Cuando hablamos ahora de los contenidos fundamentales de la fe en sí nos


estamos refiriendo a aquello en lo cual la catequesis quiere iniciar a los
catecúmenos y desea transmitir a los catequizandos: la fe cristiana, la celebración
del misterio cristiano, la vida en Cristo y la oración cristiana740. Podríamos hablar
también de lo objetivo de la fe y decir qué es lo que nos precede a los cristianos
desde el principio, aquello que nosotros no creamos sino creemos, lo que
constituye la tradición apostólica, lo objetivo de la fe es el bien común de la
Iglesia, recibido del Señor741.

En el capítulo segundo del Directorio general para la Catequesis se


reflexiona sobre el contenido de la catequesis tal y como la Iglesia lo expone en
la síntesis de fe que oficialmente elabora y propone en sus Catecismos. “La
Iglesia ha dispuesto siempre -se afirma en el documento- de formulaciones de la
fe que, en forma breve, condensan lo esencial de lo que Ella cree y vive: textos
neotestamentarios, símbolos o credos, fórmulas litúrgicas, plegarias eucarísticas.
Más tarde ha considerado también conveniente explicitar de modo más amplio la
fe, a manera de una síntesis orgánica, por medio de los Catecismos que, en
numerosas Iglesias locales, se han ido elaborando en estos últimos siglos. En dos
momentos históricos, con ocasión del concilio de Trento y en nuestros días, se ha
considerado oportuno ofrecer una exposición orgánica de la fe mediante un
Catecismo de carácter universal, como punto de referencia para la catequesis en
toda la Iglesia. Así, en efecto, ha procedido Juan Pablo II, al promulgar el
Catecismo de la Iglesia Católica el 11 de octubre de 1992" (DGC, nº 119)742.

739
Mons. LORENZO CHIARINELLI afirma con rotundidad que “el Catecismo de la Iglesia Católica es texto de referencia
para la transmisión de la fe”. Cfr. “El Catecismo de la Iglesia Católica punto de referencia para los catecismos nacionales”, en
A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO, o. cit., p. 353.
740
Cfr. R. BLÁZQUEZ, “Lo objetivo y lo subjetivo de la fe o la fe fielmente transmitida y vitalmente recibida”, en Transmitir
el Evangelio de la verdad, pp. 103-115.
741
En expresión de J. RATZINGER, “La Iglesia es algo más que una asociación que se da sus propios estatutos y reglamentos
y cuyas actividades son la suma de cada uno de sus miembros, y nada más. Ella misma es dada siempre de nuevo desde fuera;
vive de la palabra que la encontró primero; vive de los sacramentos que no puede hacer, sino solo recibir”. Cfr. Teoría de los
principios teológicos, p. 42.
742
“La intención profunda del Catecismo de la Iglesia Católica, al final del segundo milenio y a principios del tercero es
ofrecer una exposición global, unitaria y orgánica de la fe; anunciar al hombre la buena nueva, capaz de reinterpretar la vida y
la historia en el diálogo con Dios que se revela y se da en nuestro Señor Jesús, Cristo y Salvador”. Cfr. L. CHIARINELLI,
“El Catecismo de la Iglesia Católica punto de referencia para los catecismos nacionales”, en A. CAÑIZARES - MANUEL
La Iglesia está llamada a realizar la trasmisión de la fe a través de toda la
vida: “Lo que los apóstoles trasmitieron comprende todo lo necesario para una
vida santa y para una fe creciente del Pueblo de Dios; así la Iglesia con su
enseñanza, su vida y su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y
lo que cree” (DV, nº 8). Pero de un modo particular y a la vez eminente, la Iglesia
entrega la vida que tiene, trasmite la vida que vive y engendra en ella por la
iniciación cristiana. Por su parte la catequesis, en cuanto acto de tradición viva,
es uno de los modos principales de esta transmisión, que comunica y hace entrega
de la fe a través de cuatro vías, como expresa el Catecismo de la Iglesia Católica:
el símbolo de la fe, los sacramentos, el decálogo y la oración del Señor743.

En consecuencia, la transmisión de la fe que es necesario garantizar


mediante la catequesis de iniciación cristiana integra un conjunto de realidades
íntimamente unidas: la presentación orgánica de la verdad de la fe y el
afianzamiento en el seguimiento de Jesucristo; la conversión del corazón y el
ejercicio de la vida cristiana; la escucha de la Palabra y la maduración progresiva
de la fe; la instrucción y la formación espiritual a través de la penitencia, la lucha
espiritual y la oración; el cambio de mentalidad y el cambio de costumbres; la
experiencia de la vida litúrgica y el aprendizaje del testimonio apostólico
misionero.

A la luz de los contenidos fundamentales de la fe en sí que la Iglesia debe


transmitir, descubrimos que la transmisión de la fe y la iniciación cristiana son
realidades íntimamente vinculadas y correlativas: la misión propia de la Iglesia
de transmitir la fe, de comunicarla, se realiza de modo eminente en la iniciación
cristiana744. Según la opinión de Mons. Ricardo Blázquez, “la iniciación cristiana
tiende a que el hombre se encuentre con Jesucristo, que es al mismo tiempo
Revelador de Dios y del hombre, en el interior de la Iglesia. Aspira a introducir
en el seguimiento de Jesús, a formar a Jesucristo en el catecúmeno, a regenerar la
comunidad cristiana en su vida interna y en su dinamismo evangelizador”. De

DEL CAMPO, o. cit., p. 346. Para un acercamiento a los ´contenidos` del Catecismo, ver la Segunda parte del libro editado
por OLEGARIO G. DE CARDEDAL - JUAN A. MARTÍNEZ, El Catecismo posconciliar. Contexto y contenido, pp. 111-
217.
743
Para el cardenal J. RATZINGER “estas cuatro clásicas ´piezas maestras` de la catequesis han servido durante siglos como
elementos estructurantes y como lugares de concentración de la enseñanza catequética, y han abierto también el acceso tanto
a la Biblia como a la vida de la Iglesia. Ya hemos dicho que corresponden a las dimensiones de la existencia cristiana. Es lo
que afirma el Catecismo Romano al decir que allí se encuentra lo que el cristiano debe creer (el símbolo), lo que debe esperar
(el Padrenuestro), lo que debe hacer (el decálogo como explicitación de los modos de amar), y se nos describe el espacio vital
en que todo esto hunde sus raíces (sacramentos e Iglesia). Cfr. Transmisión de la fe y fuentes de la fe, p. 24.
744
“Transmisión de la fe e iniciación cristiana se reclaman mutuamente y mutuamente se perfeccionan. Por eso, cuando
percibimos que una determinada comunidad eclesial no acierta a iniciar en la fe a nuevos creyentes, o, como se acostumbra a
decir coloquialmente, no sabe cómo ´hacer` nuevos cristianos, estamos constatando, en el fondo, la incapacidad de esa
comunidad para transmitir la fe, para vincular a nuevos creyentes al curso vivo de la Tradición de la Iglesia”. Cfr. M. DEL
CAMPO, “Iniciación cristiana y catequesis”, en A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO, o. cit., p. 182. Para un acceso
a las reales dificultades en la transmisión de la fe, hoy en la Iglesia de España, ver INSTITUTO SUPERIOR DE PASTORAL,
La transmisión de la fe en la sociedad actual, Ed, Verbo Divino, Estella (Navarra) 1991.
aquí, que según este teólogo, “cuatro son las realidades fundamentales que
constituyen el contenido de la iniciación, de la transmisión de la Iglesia a los
catecúmenos: La fe, la celebración cristiana, una vida moral según el Evangelio
y el testimonio de Jesucristo con obras y palabras”745.

d) Contenidos fundamentales de la fe en y para la Iniciación Cristiana

Los Obispos españoles en el documento dedicado a la Catequesis de


Adultos afirman claramente que la finalidad de la catequesis es la confesión de la
fe, “esto es, la entrega confiada del hombre a Dios, realizada en la Iglesia, para el
servicio del mundo” (CA, nº 134), por ello, la catequesis tratará de propiciar la
vinculación fundamental del hombre a Dios (metanoia), en la comunión eclesial
(koinonia), para el servicio al mundo (diakonia). Las tres dimensiones (teologal,
eclesial y diaconal) -afirman nuestros Obispos-, “forman parte integrante de la
finalidad de la catequesis, y se implican mutuamente”746.

Al ser la confesión de la fe esencial al Bautismo, la catequesis queda, así,


penetrada por su dimensión bautismal. Su meta no es otra que la confesión adulta
de una fe depositada germinalmente en el Bautismo. No persigue, por tanto, otra
cosa que ayudarnos a asumir personalmente nuestra condición de bautizados. De
aquí que se proponga como modelo para toda catequesis “el Catecumenado
bautismal, formación específica que conduce al adulto convertido a la profesión
de su fe bautismal en la noche pascual” (CA, nnº 79-85)747.

La catequesis ha de ser -en expresión de los Obispos- “esencialmente un


acto de la tradición viva de la Iglesia que, por medio de la iniciación en su
´doctrina, vida y culto`(DV, nº 8), transmite al catecúmeno todo lo que ella cree,
todo lo que es. La traditio Evangelii in symbolo (tradición del Evangelio en el
símbolo) y la traditio orationis dominicae(tradición del Padre Nuestro) son - en
el Catecumenado bautismal y en nuestra catequesis- la expresión de lo que es, en
esencia, un proceso catecumenal: la transmisión de la fe eclesial. Es importante
que, entre nosotros, la acción catequética se vea fecundada por la concepción

745
Cfr. “Dimensiones y elementos básicos del catecumenado de la Iglesia”, en Transmitir el Evangelio de la verdad, p. 79.
Para el cardenal J. RATZINGER, “El catecumenado de la Iglesia primitiva ha recogido los elementos fundamentales a partir
de la Escritura: son la fe, los sacramentos, los mandamientos y el padrenuestro [...] Para ser cristianos, se debe creer, se debe
aprender el modo de vivir cristiano, por así decir, el estilo de vida cristiano, se debe ser capaz de rezar como cristianos y se
debe en fin acceder los misterios y a la liturgia de la Iglesia”. Cfr. “Introducción al nuevo ´Catecismo de la Iglesia Católica`”,
en OLEGARIO G. DE CARDEDAL - JUAN A. MARTÍNEZ, o. cit., p. 59.
746
En el documento se desarrolla el alcance de una confesión de fe adulta, como meta de la catequesis, se examina cómo esa
confesión de fe es un proceso vinculante, que nos une en primer lugar a Jesucristo y, a partir de él, a Dios trino, a la Iglesia y
al mundo; y finalmente, se describen los rasgos del cristiano adulto que nace de la catequesis y hacia el que todo el proceso
catequizador apunta continuamente. A desarrollar estos aspectos, está dedicada la segunda parte del documento que lleva por
título, “La naturaleza interna de la catequesis de adultos” . Cfr CA, pp. 101-203.
747
Para el Cardenal J. RATZINGER “si la confesión es esencial para el bautismo, entonces el catecumenado es una parte
constitutiva del bautismo mismo”. Cfr. Teoría de los principios teológicos, p. 39.
conciliar de la tradición. El catecúmeno, por medio de la catequesis, ha de ser
iniciado para que se incorpore vitalmente en la Tradición de la Iglesia. No se trata
de que adquiera solamente un conocimiento de las expresiones históricas
objetivas de esa Tradición (pensamiento de los Santos Padres, testimonios de los
Santos, manifestaciones de arte cristiano y otras expresiones culturales de la vida
de la Iglesia), sino de que se introduzca y participe en la corriente de vida de la
existencia cristiana que, desde la época apostólica hasta nuestros días, ha
profundizado, cada vez más, el Evangelio de Jesús” (CC, nº 135)748.

Las características y las tareas que debe acometer la catequesis en y para la


Iniciación Cristiana, las señalan los Obispos, en el documento sobre la Iniciación
cristiana. Aquí simplemente las enumero: a) Una formación orgánica y
sistemática de la fe; b) Una formación básica, esencial, centrada en lo nuclear de
la experiencia cristiana; c) Un aprendizaje a toda la vida cristiana, una iniciación
cristiana integral; d) Una iniciación mistagógica a los misterios de la salvación(
IC, nnº 41-43).

e) Gradualidad en la transmisión de los contenidos catequéticos

La transmisión de los contenidos de la fe en un itinerario catecumenal o


neocatecumenal se desarrolla a través de un proceso lento de crecimiento y
maduración. La catequesis, al servicio de ese crecimiento, es una acción gradual.
Así lo hemos visto al analizar la estructura del Catecumenado bautismal y
contemplar de qué modo la formación se desarrolla en cuatro etapas749; y cómo

748
En palabras de J. RATZINGER “la doctrina cristiana debe surgir, originariamente, en el contexto del catecumenado. Sólo
desde allí puede aspirar a renovarse. Lo que hoy nos falta no son, nuevas fórmulas; al contrario, más bien tenemos que hablar
de una inflación de palabras sin suficiente respaldo. Lo que ante todo necesitamos es el restablecimiento del contexto vital de
la ejercitación catecumenal en la fe como lugar de la común experiencia del Espíritu, que puede convertirse así en la base de
una reflexión atenta a los contenidos reales. De ella surgirán también, con toda certeza, formulaciones nuevas, en las que se
expresen con la fuerza y concisión los datos centrales de la fe cristiana”. Cfr. Teoría de los principios teológicos, p. 28. De
aquí, que más adelante, el Cardenal afirme que “la estructuración de una forma de catecumenado adecuada a nuestro tiempo
debe enumerarse entre las tareas de máxima prioridad de la Iglesia actual (Ibid., p. 29). En esta misma dirección se expresa
Mons. FERNANDO SEBASTIÁN cuando afirma que para llevar adelante la ´Nueva Evangelización` “el catecumenado,
establecido de una u otra manera, tendrá que ser la primera propuesta y la primera oferta. ¿Qué podemos hacer con los que
vienen a nosotros si no tenemos una actividad permanente en donde puedan aprender de nuevo o por primera vez a ser
cristianos de verdad? El catecumenado, o la catequesis sistemática es la única respuesta posible”. Cfr. Nueva evangelización,
Ed, Encuentro, Madrid 1991, p. 61. Y, esta es la ´tesis`que -también- defiende y explica D. BOROBIO: “Se es cada vez más
consciente de que la ´nueva evangelización` sólo puede llevarse a cabo con la recuperación del catecumenado y la dinámica
catecumenal, como el medio más apto y probado para la iniciación y reiniciación cristiana y
para la renovación en autenticidad de la comunidad cristiana”. Cfr. Catecumenado para la
evangelización, p. 10.
749
“El Precatecumenado, caracterizado porque en él tiene lugar la primera evangelización en orden a la conversión y se
explicita el kerigma del primer anuncio; el catecumenado, propiamente dicho, destinado a la catequesis integral y en cuyo
comienzo se realiza la ´entrega de los evangelios`; el tiempo de purificación e iluminación, que proporciona una preparación
más intensa a los sacramentos de la iniciación, y en el que tiene lugar la ´entrega del Símbolo`y la ´entrega de la Oración del
Señor`; y el tiempo de la mystagogia, caracterizado por la experiencia de los sacramentos y la entrada en la comunidad”. Cfr.
DGC, nº 88. Más adelante se dirá que “la concepción del catecumenado bautismal como proceso formativo y verdadera escuela
de fe, proporciona a la catequesis postbautismal una dinámica y unas características configuradoras: la intensidad e integridad
de la formación; su carácter gradual, con etapas definidas; su vinculación a ritos, símbolos y signos, especialmente bíblicos y
cada una de estas etapas reclama una catequesis apropiada dispuesta por grados
(RICA, nº 19)750.

Estas etapas se afirma en DGC nº 89 “llenas de la sabiduría de la gran


tradición catecumenal, inspiran la gradualidad de la catequesis. En la época de
los Padres de la Iglesia, en efecto, la formación propiamente catecumenal se
realizaba mediante una catequesis bíblica, centrada en la narración de la Historia
de la salvación; preparación inmediata al Bautismo, por medio de una catequesis
doctrinal, que explicaba el Símbolo y el Padre nuestro, recién entregados, con sus
implicaciones morales; y la etapa que seguía a los sacramentos de la iniciación,
mediante una catequesis mistagógica, que ayudaba a interiorizarlos y a
incorporarse en la comunidad. Esta concepción patrística sigue siendo un foco de
luz para el Catecumenado actual y para la misma catequesis de iniciación”751. La
secuencia de estas formas de catequesis (kerigmática, bíblica, doctrinal ,
mistagógica) es muy querida por el Directorio, vuelve varias veces sobre ella
(nnº 88; 107; 128; 129).

Para un experto teólogo-catequeta como R. Lázaro “la acción


catequizadora de la Iglesia no puede trastocar impunemente este orden. La
catequesis kerigmática es anterior a la catequesis bíblica y ésta, a su vez, es
anterior a la catequesis doctrinal: hay que dejar tiempo a que el corazón del
catecúmeno madure la pregunta por la identidad profunda de Jesucristo. De
hecho, el Ritual de la Iniciación cristiana de adultos indica cómo las entregas del
Símbolo y del Padre nuestro han de hacerse ´solamente cuando parezcan maduros
los catecúmenos`”752.

Al mismo tiempo, esta acción gradual en la pedagogía catecumenal irá


acompañada también de la integridad del mensaje evangélico. Así como Jesús
nos ha anunciado el Evangelio en su integridad: “...todo lo que he oído a mi Padre
os lo he dado a conocer” (cf. Jn 15,15); y ha pedido esta misma integridad a sus
discípulos cuando los envía a la misión: “...enseñándoles a guardar todo lo que os
he mandado” (cf. Mt 28,19). También, es para la pedagogía catequética un

litúrgicos; su constante referencia a la comunidad cristiana... La catequesis postbautismal, sin tener que reproducir
miméticamente la configuración del catecumenado bautismal, y reconociendo su carácter de bautizados que tienen los
catequizandos, hará bien en inspirarse en esta ´escuela preparatoria de la vida cristiana`, dejándose fecundar por sus principales
elementos configuradores” (nº 91).
750
Esta gradualidad aparece también en los nombres que la Iglesia utiliza para designar a los que se encuentran en las
diferentes etapas del Catecumenado bautismal: ´simpatizante` (RICA, nº 12), que, aunque todavía no crea plenamente, está ya
inclinado a la fe; ´catecúmeno` (RICA, nnº 17-18), firmemente decidido a seguir a Jesús; ´elegido` o ´competente` (RICA, nº
24), llamado para recibir el Bautismo; ´neófito` (RICA, nnº 33-36), recién nacido a la luz del Bautismo; y ´fiel cristiano`
(RICA, nº 39), maduro en la fe y miembro activo de la comunidad cristiana.
751
Para un desarrollo en profundidad de la “Estructura gradual de la catequesis de adultos”, ver la síntesis realizada por
nuestros Obispos en CA, nnº 198-203, donde sostienen -sin ninguna ambigüedad- que “la catequesis de adultos con cristianos
bautizados, inspirada en el modelo catecumenal, ha de ser una formación gradual” (nº 199), y que esta “gradualidad, tanto de
la formación catecumenal como de la catequesis de adultos con bautizados, muestra el gran respeto de la Iglesia hacia la
persona del adulto y a su libertad en el acto de la fe” (nº 202); y no soslayan las ´dificultades`que se puedan presentar (nº 203).
752
Cfr. “El concepto de itinerario en la catequesis”, en A. CAÑIZARES-M. DEL CAMPO, o. cit., p. 486.
criterio fundamental, la salvaguardia de la integridad del mensaje, evitando
presentaciones parciales o deformadas del mismo. Así lo pide el DGC, nº 113:
“La catequesis, en consecuencia, parte de una sencilla proposición de la estructura
íntegra del mensaje cristiano, y la expone de manera adaptada a la capacidad de
los destinatarios. Sin limitarse a la exposición inicial, la catequesis, gradualmente,
propondrá el mensaje de manera cada vez más amplia y explícita, según la
capacidad del catequizando y el carácter propio de la catequesis. Estos dos niveles
de exposición íntegra del mensaje son denominados integridad intensiva e
integridad extensiva”753.

Y, además de la gradualidad y de la integridad del mensaje evangélico


(DGC, nº 111), la praxis catecumenal destacará, también, por ser ámbito en el que
“el mensaje que trasmite la catequesis tendrá un carácter orgánico y jerarquizado,
constituyendo una síntesis coherente y vital de fe” (nº 114); y “todos los aspectos
y dimensiones del mensaje cristiano participarán de esta organicidad
jerarquizada” (nº 115).

2. La Escritura y la Catequesis en el Neocatecumenado

Abordo en este punto la presencia, incidencia e importancia de la Escritura


y la Catequesis en el Neocatecumenado. Pretendo analizar, desde la dimensión
constitutiva y constituyente de la Palabra de Dios para y en la vida de la Iglesia,
cómo -de hecho- se vive, acoge, medita, comparte y transmite en el itinerario
neocatecumenal.

a) Fuentes inspiradoras de los contenidos de fe en el Neocatecumenado

Si nos preguntamos ahora cuáles son las fuentes en las que se nutren los
neocatecúmenos a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal, hemos de decir
que a la luz de la praxis litúrgico-catequética del mismo Neocatecumenado, no
son otras más que aquellas de las que se nutre la misma Iglesia, es decir la Palabra
de Dios contenida en la Sagrada Escritura y en la Sagrada Tradición. Así aparece
fundamentado este punto relativo a la fuente y las fuentes del mensaje de la
catequesis en el Directorio General para la Catequesis de 1997 (nº 96)754.

753
Para una mayor profundización de estos aspectos, ver, Cardenal D. CASTRILLÓN, “El Directorio General para la
Catequesis: Motivos y criterios de la revisión”, en A. CAÑIZARES-M. DEL CAMPO, o. cit., p. 54.
754
El Directorio del ´71 describe así las ´fuentes`de la catequesis: “El contenido de la catequesis se encuentra en la palabra
de Dios, escrita o transmitida por tradición; es comprendido más profundamente y desarrollado por el pueblo creyente, bajo la
guía del Magisterio; se celebra en la liturgia; resplandece en la vida de la Iglesia, sobre todo en los justos y santos; y aparece
también de algún modo en los genuinos valores morales que, por providencia de Dios, existen en la sociedad humana. Todas
éstas son las ´fuentes`,principales y subsidiarias, de la catequesis”. Cfr. DCG, nº 45.
Fieles a estas fuentes, se dirá en el Estatuto del CN que “para profundizar
la Escritura ´con la inteligencia y el corazón de la Iglesia`, los neocatecúmenos
se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos de los Padres, de los documentos
del Magisterio, en especial del Catecismo de la Iglesia Católica, y de obras de
autores espirituales” ( SCN, art. 11&4)755.

Por tanto a la hora de concretar las fuentes inspiradoras de toda la


pedagogía y transmisión de la fe dentro del Neocatecumenado hay que señalar las
siguientes: la Sagrada Escritura, la Sagrada Tradición, el Magisterio de la Iglesia,
la liturgia de la Iglesia (el RICA y los rituales litúrgicos), el Concilio Vaticano II,
el Catecismo de la Iglesia Católica, las obras de autores espirituales, el Directorio
General para la Catequesis y los catecismos de las Iglesias locales.

Pero veamos en qué medida la praxis neocatecumenal ha hecho una


recepción pastoral y eclesialmente significativa en relación con la Palabra, a la
luz de los tres grandes textos inspiradores de la renovación teológica (Dei
Verbum), catequética (Catecismo de la Iglesia Católica) y pastoral (Directorio
General para la Catequesis).

b) Recepción de la Constitución Dei Verbum

El Neocatecumenado, nacido como respuesta y aceptación del Kerygma de


Jesús muerto y resucitado, se distingue esencialmente por la supremacía de la
Palabra de Dios756. La iniciación al encuentro personal, existencial y eclesial con
la Escritura es un elemento constitutivo del Neocatecumenado desde el primer
instante: la Escritura es entregada por el Obispo a cada uno de los
neocatecúmenos para que sea el alimento diario en el camino de la fe y de la
conversión, y mostrando con este signo concreto que “el oficio de interpretar
auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido confiado únicamente al
Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo” (DV, nº 10).
En el Estatuto se dirá que “esta iniciación a la Escritura es sellada en una
celebración de la Palabra, en que los participantes reciben la Biblia de manos del
Obispo, garante de su auténtica interpretación, como signo de que la madre
Iglesia de ahora en adelante a lo largo del Camino les nutrirá semanalmente en
esta mesa, fuente viva de la catequesis” (art. 9,2ª).

755
Este artículo remite a los nnº 127-128 del DGC, en este último se afirma que “La Sagrada Escritura y el Catecismo de la
Iglesia Católica se presentan como dos puntos de referencia para inspirar toda la acción catequizadora de la Iglesia en nuestro
tiempo”. Para una mayor profundización, ver J. SARAIVA, “El Catecismo de la Iglesia Católica y la inculturación de la fe”,
en A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO, ,en o cit., pp. 321-333.
756
Según D. BOROBIO, “La Palabra tiene en el CN un puesto central por los siguientes datos: las reuniones de la comunidad,
tanto para la reflexión y diálogo, cuanto para la celebración, tienen por centro la Palabra; el material básico de estudio y
reflexión durante la fase kerigmática y el precatecumenado es el ´Vocabulario de Teología Bíblica`de León-Dufour...”. Cfr.
“La recepción del Concilio por diversos movimientos cristianos postconciliares en España”, en o. cit., p. 49.
La Biblia se leerá desde el comienzo del itinerario neocatecumenal de
manera gradual, se meditará con fe, y se concretará con sencillez y realismo en la
vida de la comunidad y en la existencia cotidiana de los neocatecúmenos. La
gradualidad, también en el modo de leer la Escritura, durante las distintas etapas
en las que se encuentra jalonado el Neocatecumenado es de suma importancia.
Siguiendo un proceso progresivo y pedagógico, el neocatecúmeno va recibiendo
y siendo gestado a la fe por la Palabra de Dios y por los Sacramentos, que la
acompañan. En una primera etapa la comunidad se acerca a la Escritura en una
forma muy simple, destinada a poner a los hermanos en contacto con la Biblia
como Palabra de Salvación, aprendiendo el lenguaje de Dios, lenguaje histórico-
salvífico (DV, nº 12)757. Es la Escritura que se hace Palabra de Dios en la
celebración por medio del Espíritu Santo (DV, nº 9). De esta manera el mensaje
de salvación del Evangelio es visto ya incoado en el Antiguo Testamento y
cumplido en Jesucristo, a cuya luz se proclama y escucha siempre la Escritura
(DV, nnº 14-16).

En etapas sucesivas, se recorrerá de nuevo toda la Escritura, viendo la


Historia de la Salvación en sus momentos fundamentales o profundizando en
aspectos particulares, como las figuras o personajes bíblicos, los salmos, los
artículos del Credo, las peticiones del Padre Nuestro, las bienaventuranzas (SCN,
arts. 9,2ª; 19,2ª; 20, 1ª . 3ª; 21&1). Se puede decir que en el Neocatecumenado,
la Escritura es el alma de la vida y de la formación de los miembros de la
comunidad, que una vez a la semana, se transforma en una verdadera escuela de
la Palabra758. Y con la Escritura, los neocatecúmenos se abren a la Tradición de
la Iglesia (DV, nnº 8-10).

757
Sin este lenguaje, esencialmente bíblico y litúrgico, trabajado por los Santos Padres y continuado en el magisterio de la
Iglesia, no se puede entender el cristianismo. Una muestra de esa mentalidad-lenguaje se encuentra en el Catecismo de la
Iglesia Católica.
758
“Todas las semanas hay en las comunidades una Celebración de la Palabra, preparada por un grupo de hermanos que
proclama textos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento. Se escucha con suma atención, se medita, y ante ella se
responde personalmente. Siendo siempre Jesucristo el centro de la Palabra. Según la fase del camino en que se encuentre cada
comunidad se entra en la Escritura desde aspectos distintos (conceptos, personajes, temas, etapas, libros...). A la luz de la
Palabra se va modelando la fe y la moral de los que la escuchan”. Cfr. ENRIQUE BONETE, Reflexiones sobre la relación
entre el ´Camino Neocatecumenal` y el concilio Vaticano II: Communio (noviembre-diciembre 1996), p. 549. Este artículo,
quiso ser en su momento, una respuesta ´ponderada`a algunas de las afirmaciones un tanto ´sesgadas`y peyorativas del
periodista EZEQUIEL COLLADO en su artículo, El ´Camino Neocatecumenal`(los ´kikos`). ¿Qué antropología? ¿Qué
teología? ¿Qué moral?: Sal Terrae (abril 1996). Este autor hace -en general- una interpretación positiva de la acogida de la
Palabra de Dios en las Comunidades Neocatecumenales, y acusa a los neocatecúmenos de hacer una interpretación
´alegorizante y fundamentalista` de la Escritura (p. 304). Para el profesor E. BONETE, “afirmar como hace E. COLLADO,
que las alegorías con las que Kiko interpreta la Escritura son favorecedoras de su propia trayectoria religiosa y determinan
todas las posibles interpretaciones en el Camino, es olvidar que en miles de comunidades repartidas por el mundo se proclaman
todas las semanas centenares de textos distintos, y miles de catequistas y presbíteros predican desde su propia experiencia de
fe y conocimiento de la Escritura, apoyándose en textos bíblicos del momento litúrgico. Evidentemente, no todos
los hermanos de las comunidades, entre los que hay de muy distinto nivel cultural y social, ni
todos los catequistas, poseen conocimientos rigurosos de los métodos histórico-críticos de
interpretación de la Escritura. Pero este acceso no agota toda la riqueza espiritual y vital de los
textos bíblicos. Hay otros niveles de lectura (la hermenéutica alegórica, literaria, existencial,
mística, modélica, moral,...), que sin negar las aportaciones ´científicas` de la exégesis
contemporánea, acercan de una manera más penetrante y viva la Escritura a los problemas
La Palabra es abordada de manera no intelectual, sino sapiencial; no
especulativa, sino orante. Para E. Bianchi, en el Neocatecumenado, “la palabra
de Dios se percibe como mensaje de un viviente que interpela en forma directa la
vida personal y la del grupo, y la Biblia es el libro que es preciso escuchar y del
que hay que alimentarse en las dificultades del camino. Hay que reconocer, sobre
todo, a los neocatecumenales un gran esfuerzo para dar la primacía a la palabra y
una gran fidelidad en el contacto directo con la Escritura, que no sólo es
escuchada y rezada, sino también anunciada”759. Un experto en las nuevas
realidades eclesiales como Jesús Castellano al describir el lugar que ocupa la
Palabra de Dios en las Comunidades Neocatecumenales trae a colación la aguda
observación hecha por Kiko Argüello a un estudiante del Bíblico que empezaba
su experiencia de catequesis neocatecumenal: “Él creía conocer la Bíblia y le hizo
entrar en crisis esta frase: ´Tú has pasado por la Biblia, pero la Biblia no ha pasado
por ti`. Se puede conocer la Biblia, pero se puede permanecer fuera de la
experiencia de la Palabra”760.

Ya en las catequesis iniciales “se dan las claves hermenéuticas necesarias


para la escucha y la comprensión de la Sagrada Escritura: ver en Jesucristo el
cumplimiento de las Escrituras y poner los hechos de la propia historia bajo la luz
de la Palabra”(SCN, art. 9,2ª)761 Para el neocatecúmeno, la Palabra de Dios indica
una realidad, una fuerza que crea y promueve la historia: es, a la vez,
acontecimiento y acción (DV, nº 2). Lo que se busca es la palabra de vida, su
realización concreta, el compromiso entre nosotros y Dios, y no una ideología,
un aumento de conocimientos762. La Palabra no es algo, sino Alguien, una Persona
que habla e ilumina la existencia. De aquí la importancia de la homilía dentro de
la Celebración de la Palabra, “que tiene un lugar privilegiado, en la instrucción

humanos en los que están inmersos quienes se sitúan ante la Palabra” (pp. 549-550). Esta
misma posición la mantiene la PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA al afirmar que “hay que
alegrarse de ver que gente humilde y pobre, toma la Biblia en sus manos y puede aportar a su
interpretación y actualización una luz más penetrante, desde el punto de vista espiritual y
existencial, que la que viene de una ciencia segura de sí misma (cf. Mt 11,25)”. Cfr. La
interpretación de la Biblia en la Iglesia, Ed, (7ª ) PPC, Madrid 2001, p. 123.
759
Cfr. “Carácter central de la Palabra de Dios”, en G. ALBERGIO-J.P. JOSSUA, La recepción del Vaticano II, p. 169. Sin
embargo, C. FLORISTÁN hace un juicio valorativo más critico: “La Palabra de Dios es absolutizada al modo barthiano.
Además, Dios habla casi sólo por la Biblia, no por lo signos de los tiempos ni por los acontecimientos, que apenas tienen
relieve”. Cfr. Para comprender el catecumenado, p. 103.
760
Cfr. Carismas para un “tercer milenio”, p. 180.
761
El texto que contiene la ´concreción cristológica` más densa en esta constitución, lo encontramos en DV, nº 4. Aunque D.
BOROBIO afirma que “respecto a la clave ´hermeneútica` desde la que se lee e interpreta la Palabra, es sobre todo la
´espiritual`”. (Cf. La recepción del concilio..., p. 49), hay que añadir que la ´clave hermeneútica` es más bien ´cristológica,
eclesial y existencial`.
762
Ya hemos hecho alusión antes a como la misma Pontificia Comisión Bíblica en el documento sobre La interpretación de
la Biblia en la Iglesia , sostiene que “hay que alegrarse de ver que gente humilde y pobre, toma la Biblia en sus manos y puede
aportar a su interpretación y actualización una luz más penetrante, desde el punto de vista espiritual y existencial, que la que
viene de una ciencia segura de sí misma (cf. Mt 11, 25)” [p. 123]; y esto se afirma al hablar de la contribución de las
asociaciones y movimientos eclesiales que ponen en primer plano la lectura de la Biblia en una perspectiva de fe y compromiso
cristiano, y de las ´numerosas comunidades de base` que centran sobre la Biblia sus reuniones y se proponen un triple objetivo:
conocer la Biblia, construir la comunidad y servir al pueblo.
del Neocatecumenado”, porque a través de ella “el presbítero prolonga la
proclamación de la Palabra, interpretándola según el Magisterio y actualizándola
en el hoy del camino de fe de los neocatecúmenos”( SCN, art. 11&2) 763.

A modo de síntesis, se puede afirmar a luz de la praxis neocatecumenal en


relación con la centralidad de la Palabra en la vida de la Iglesia y del
Neocatecumenado, que éste ha revalorizado y concretado teológica, eclesial,
pastoral y catequéticamente hablando, los siguientes aspectos subrayados en la
Constitución Dei Verbum:

a) La Palabra de Dios como acontecimiento que se realiza y actualiza en la


historia: en esta perspectiva, la historia es escenario de la revelación, y la vida
cotidiana de los hombres, el lugar histórico concreto en el que Dios sigue
dialogando con sus hijos a través de su Palabra: “En los Libros sagrados, el Padre,
que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar
con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye
sustento y vigor para la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma,
fuente límpida y perenne de vida espiritual” (DV, nº 21).

b) La íntima y mutua relación entre Tradición y Escritura y el servicio


diaconal del Magisterio en relación con la Palabra de Dios: “La Tradición y la
Escritura están estrechamente unidas y compenetradas; manan de la misma
fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el mismo fin. La Sagrada
Escritura es la Palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu
Santo” (DV, nº 9)764, y más adelante se dice que “el oficio de interpretar
auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado
únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo”
(DV, nº 10). Los neocatecúmenos profundizan en la Escritura con ´la inteligencia
y el corazón de la Iglesia` (SCN, art. 11&4) y lo hacen en comunión y obediencia
al Magisterio, para que así “se realice una maravillosa concordia de Pastores y
fieles en conservar, practicar y profesar la fe recibida” (DV, nº 10).

c) La centralidad de la Sagrada Escritura en la vida de la Comunidad


Neocatecumenal, y en la vida de los neocatecúmenos. Es este, sin duda alguna,
uno de los frutos más fecundos que el Neocatecumenado aporta a la vida de la
Iglesia. En aquellas parroquias donde se ha iniciado el Neocatecumenado, nace
de forma natural, por la implantación misma del Neocatecumenado, una

763
Ver F. VOLTAGGIO, “La parola di Dio nelle comunità neocatecumenali”, en: G. ZEVINI (Ed.) Incontro con la Biblia.
Leggere, pregare, anunziare, pp. 187-191.
764
Para una comprensión del alcance de estas expresiones conciliares, ver, M. A. MOLINA PALMA, La interpretación de
la Escritura en el Espíritu Santo. Estudio histórico-teológico de un principio hermenéutico de la Constitución ´Dei Verbum`:
Burgense 27 (1986), pp. 345-570; I. DE LA POTTERI, La lettura della Sacra Scrittura ´nello Spiritu`: il modo patristico di
leggere la Bibbia è possibile oggi?: La Civiltà Cattolica 137/III (1986), pp. 209-223.
celebración nueva, además de la Eucaristía: la Celebración de la Palabra765. Va
a ser en este ámbito celebrativo nuevo donde irá brotando del corazón del oyente
de la Palabra el amor y la veneración a la Sagrada Escritura haciendo así
experimentable la afirmación conciliar: “La Iglesia siempre ha venerado la
Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues sobre todo en
la sagrada liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de vida
que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo” (DV, nº 21).

Este amor y veneración a la Sagrada Escritura, está llevando a la necesidad


de adecuar espacios celebrativos con una estética nueva al interior de las
parroquias766. Se ve cada vez con mayor claridad y urgencia que el lugar de la
Palabra, la dignidad del local y la belleza de la sala, han de estar ordenados de
tal forma que propicien y faciliten a la asamblea una celebración de encuentro
verdaderamente epifánico: “En los Libros sagrados, el Padre, que está en el cielo,
sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos” (DV, nº
21). Estos espacios celebrativos reciben el nombre de catecumenium y ya son una
realidad en no pocas parroquias esparcidas por todo el mundo767.

Pero quizá donde estética y arquitectónicamente sea más perceptible el


alcance de esta innovación creadora que el CN está ofreciendo hoy a la Iglesia
se encuentra en los Seminarios Redemptoris Mater. En ellos encontramos un

765
“Nos referimos a las celebraciones sagradas de la palabra de Dios, en cuanto acto celebrativo autónomo... Cuando nos
adentramos en el estudio teológico y pastoral de las celebraciones de la palabra intentamos reflexionar, principalmente, no
sobre la liturgia de la palabra, sino sobre la palabra en la liturgia. En nuestro estudio vamos a presentar tres aspectos, que son:
su valor litúrgico, su dinámica celebrativa, y sus formas concretas de las celebraciones de la palabra de Dios, teniendo en
cuenta que se trata de una acción litúrgica específica, cuyo futuro en pastoral de la Iglesia, en orden a favorecer especialmente
la evangelización y el crecimiento de la fe y de la oración en las comunidades cristianas, presenta una riqueza todavía no
utilizada”. Cfr. PEDRO FERNÁNDEZ, La liturgia de la palabra de Dios, pp. 82-83. Del mismo autor, ´Celebraciones de la
Palabra`, en Nuevo Diccionario de Liturgia (Madrid 1987), pp. 353-373.
766
En la Convivencia celebrada en Nueva York (Abril-1997) con 253 Obispos de las Américas sobre el tema, ´Evangelización
y Camino Neocatecumenal`, el planteamiento de fondo que apareció con fuerza es que ´sólo una nueva estética salvará a la
Iglesia`. Cfr . Nueva Evangelización en las Américas y Camino Neocatecumenal, New York (1-5 de Abril de 1997), [por
manuscrito], Ed, Centro Neocatecumenal de Roma 1997. Con motivo del Sínodo de Europa -celebrado en 1999- Kiko Argüello
tuvo una intervención en el Aula Sinodal, y en su alocución hizo referencia a la ´nueva estética` del CN: “Nosotros hemos
visto -durante treinta años de experiencia y en más de cien naciones- la urgencia de que las estructuras de la Iglesia se renueven;
como la parroquia, que, ante la ´aldea global` de McLuhan, pueda transformarse en una ´aldea celeste`, con una nueva estética:
un catecumenium, con espacios modernos para el culto y para la vida de las pequeñas comunidades, un modelo social más
humano, capaz de abrir espacios a la nueva cultura”. El texto íntegro de su intervención apareció publicado en LA RAZÓN
(jueves, 7-X-1999), bajo el título: Kiko Argüello pide una renovación para que las parroquias sea ´aldeas celestes’. Acerca
de la ´búsqueda`de una nueva arquitectura que responda a la nueva estética del hombre de hoy, ver, J.L. DEL PALACIO,
Arquitectura, Liturgia y Nueva Estética en el Tercer Milenio para la Nueva Evangelización. Lección inaugural del Curso
académico 2001 en el Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater y Juan Pablo II (afiliado a la Pontificia Universidad
Urbaniana de Roma) [separata]. En esta misma perspectiva, ver M. A GRIPPA, El edificio de culto
como signo visible del misterio eclesial, ayer y hoy: Communio (mayo-junio 1993), pp. 260-267; y L. BOUYER - J. L. DEL
PALACIO, Arquitectura y Liturgia, Ed, Ega, Bilbao 2000, pp. 11-21; M. BERGAMO - M. DEL PRETE, Espacios
celebrativos. Estudio para una arquitectura de las iglesias a partir del concilio Vaticano II, Ed, Ega, Bilbao 1998; LUIS
MALDONADO, Liturgia, arte, belleza, Ed, San Pablo, Madrid, 2002.
767
Recientemente el periódico LA RAZÓN se hacía eco de la conclusión de las pinturas que Kiko Argüello ha estado haciendo
en la parroquia Santa Catalina Labouré en Madrid, dentro de un proyecto integral que comprende también la construcción,
junto con la Iglesia, de nuevos espacios arquitectónicos con una finalidad catequética y celebrativa, que se denominan
catecumenium. Cfr. Argüello crea una nueva estética para la parroquia: LA RAZÓN (miércoles 26-III-2003), pp. 36-37 . Ver
Una parrochia per el Terzo Millennio. San Bartolomeo in Tuto, Firenze 1999.
ámbito arquitectónico nuevo, que recibe el nombre de Santuario de la Palabra.
Es este un lugar celebrativo y litúrgico. En él se reza la Liturgia de las Horas.
También es un espacio para la adoración, el silencio y la meditación bajo la
presencia de la Palabra de Dios que es venerada “como lo ha hecho la Iglesia con
el Cuerpo de Cristo” . De ahí que se encuentre entronizada la Sagrada Escritura
en el sagrario de la Palabra. Y por último, el Santuario de la Palabra se
transforma, un día a la semana, en una asamblea de oyentes, meditadores y
escrutadores de la Palabra. Todos los seminaristas son iniciados a la scrutatio
scripture (cf. Jn 5,39), una modalidad de lectio devina “en la que la Palabra de
Dios es leída y meditada para transformarse en oración” (SCN, art. 20 1ª) 768. Se
convierte así, este espacio y este tiempo, en un elemento esencial de la formación
espiritual de los seminaristas tal y como sugiere la Exhortación Apostólica de
Juan Pablo II Pastores dabo vobis: “La familiaridad con la Palabra de Dios
facilitará el itinerario de la conversión [...] Es necesario acercarse y escuchar la
Palabra de Dios tal como es, pues hace encontrar a Dios mismo, a Dios que habla
al hombre [...] Se trata de leer; las Escrituras escuchando las palabras, la Palabra
de Dios, como nos recuerda el Concilio: ´La Sagrada Escritura contiene la Palabra
de Dios, y en cuanto inspirada es realmente Palabra de Dios` [...] El conocimiento
amoroso y la familiaridad orante con la Palabra de Dios revisten un significado
específico en el ministerio profético del sacerdote, para cuyo cumplimiento
adecuado son una condición imprescindible, principalmente en el contexto de la
´nueva evangelización`, a la que hoy la Iglesia está llamada” (PDV, nº 47) 769.

Pero, fundamentalmente, donde se concreta y experimenta de un modo


existencial la centralidad y la importancia de la Sagrada Escritura, es en la propia
vida de los neocatecúmenos. El Neocatecumenado ha conseguido, desde una
pedagogía netamente catecumenal, hacer saborear y gustar las “delicias de la
Palabra de Dios” (cf. Sal 119,24), y al hacerlo de un modo gradual, ha sabido ir
dotando al neocatecúmeno, en cada momento, de aquel alimento necesario para
fortalecer y vigorizar la vida cristiana: la Biblia, la ´oración de Jesús`, el Salterio,

768
La ´modalidad hermeneútica`de acceso a la Escritura en los Seminarios, en su ´forma litúrgica` se asemeja a la ´lectio
divina`tal y como viene descrita en el documento de la Pontificia Comisión Bíblica: “Es una lectura, individual o comunitaria,
de un pasaje más o menos largo de la Escritura, acogida como Palabra de Dios, y que se desarrolla bajo la moción del Espíritu
en meditación, oración y contemplación” ; en cuanto al ´método de actualización` sigue también aquel que viene señalado en
dicho documento: “La interpretación de la Escritura por la Escritura es el método más seguro y fecundo, especialmente en el
caso de textos del Antiguo Testamento que son releídos en el Antiguo Testamento (p. ej., el maná de Ex 16 en Sb 16,20-29)
y/o en el Nuevo Testamento (Jn 6). La actualización de un texto bíblico en la existencia cristiana no puede hacerse
correctamente sin establecer una relación con el misterio de Cristo y la Iglesia”. Cfr. La interpretación de la Bíblia en la
Iglesia, pp. 113 y 119. Ver GARCÍA M. COLOMBÁS, La lectura de Dios. Aproximación a la lectio divina, Ed, Monte
Casino, Zamora 1999, y MARIO MASINI, La lectio divina, Ed, B.A.C., Madrid 2001. El Papa Juan Pablo II, ha tenido la
oportunidad de bendecir el Santuario de la Palabra del Seminario Diocesano Redemptoris Mater de Santo Domingo en 1992,
y también el de la Casa ´Domus Galileae` en Tierra Santa el año 2000.
769
Cfr. AA. VV., Os daré pastores según mi corazón. Comentario y texto de la Exhortación Apostólica ´Pastores dabo vobis`
de JUAN PABLO II, Ed, Edicep, Valencia 1992. El documento de la Pontificia Comisión Bíblica vuelve a insistir en este
punto: “Es, pues, deseable que la formación de los futuros presidentes de asambleas y de aquellos que los acompañan, tenga
en cuenta las exigencias de una Liturgia de la Palabra de Dios fuertemente renovada. Así, gracias a los esfuerzos de todos, la
Iglesia continuará la misión que le ha sido confiada, ´de tomar el pan de vida de la mesa de la Palabra de Dios, como de la del
Cuerpo de Cristo, para ofrecerlo a los fieles`(Dei Verbum, 21). Cfr. La interpretación de la Biblia en la Iglesia, p. 119.
el Rosario, el Credo, el Padre Nuestro, las Bienaventuranzas, son las fuentes en
las que la vida espiritual del neocatecúmeno encuentra siempre nuevas energías
para seguir creciendo en la intimidad del Padre, del Hijo y del Santo Espíritu. Se
hace así posible, en la praxis concreta del Neocatecumenado, la recomendación
conciliar que alcanza también a los fieles laicos: “El Santo Sínodo recomienda
insistentemente a todos los fieles la lectura asidua de la Escritura para que
adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (cf. Fil. 3,8), ´pues desconocer la
Escritura es desconocer a Cristo` (DV, nº 25)770.

En este punto, hay que subrayar la importancia tan decisiva, en orden a la


interiorización y memorización de la Palabra de Dios, que ha tenido el himnario
de cantos771 que es utilizado en las asambleas litúrgicas del Neocatecumenado; la
mayor parte de los salmos han sido musicalizados por Kiko Argüello, y en
sucesivas etapas del itinerario neocatecumenal, van siendo entregados de un
modo catequético a los neocatecúmenos; esta es la razón por la que hay cantos
que se aprenden, se graban en la memoria y se cantan sin dificultad en cualquier
circunstancia de la vida cotidiana. La catequesis neocatecumenal, por influencia
de estos cantos y textos neotestamentarios, será más bíblica que académica, más
existencial que racional. El aprendizaje de los salmos a través del canto se
convierte así en uno de los elementos pedagógicos más significativos e
importantes de la dinámica neocatecumenal en orden a la recepción, asimilación
y concreción de la Palabra de Dios en la propia vida: no en vano, los salmos son
los que aportan la “luz” (cf. Sal 119,105) en las horas de cada jornada772.

c) Recepción del Catecismo de la Iglesia Católica

770
Para el profesor ENRIQUE BONETE “ésta es una de las aportaciones más llamativas del Camino Neocatecumenal: la
capacidad de acercar, de manera profunda y sencilla a la vez, el acontecimiento salvífico de Cristo a través de un lenguaje
directo y liberador. Lo que para tantos católicos no era más que un voluminoso libro de adorno en sus casas, que no sabían
comprender ni relacionar con sus vidas, tras el paso por esta iniciación cristiana se convierte en un libro vivo e iluminador de
sus diversas situaciones históricas; siendo así posible, como dice el Concilio, que ´llene más y más los corazones de los
hombres`(DV 26)”. Cfr. Reflexiones sobre la relación entre el ´Camino Neocatecumenal` y el Concilio Vaticano II, p. 550.
771
Así introduce KIKO ARGÜELLO el ´libro de cantos`del CN: “En el camino Neocatecumenal, vemos aparecer hoy un
servicio humilde y esencial cual es el del ´Cantor`. El, en este itinerario de educación de la fe, tiene la misión de ayudar a crear
la comunidad litúrgica o, mejor, de recrearla; de convertir tantas veces una pluralidad en una unidad de culto: ´A una sola voz,
con un sólo corazón y con una sola alma”. Cfr. Resucitó. Cantos del Camino Neocatecumenal, Centro Neocatecumenal
Diocesano de Madrid, 1972.
772
“ La Iglesia primitiva oró con los salmos y los cantó como himnos de Cristo. Cristo mismo se convierte así en director de
coro que nos enseña el canto nuevo, que da a la Iglesia el tono y le enseña el modo de alabar a Dios correctamente y de unirse
a la liturgia celestial”. Cfr. J.RATZINGER, Un canto nuevo para el Señor, Ed, Sígueme, Salamanca 1999, p. 116. Sitúa de un
modo muy clarificador el ´lugar teológico`que ha de ocupar la música y el canto en la vida litúrgica y teológica de la Iglesia:
“Muy pronto, la Iglesia prohibió rigurosamente la innovación poética y musical, y redujo la música sagrada al salterio; y esto,
en un doble significado: primero, la teología del salterio bastaba y constituía el criterio para el contenido de la fe eclesial;
segundo, el estilo musical propio del salterio pasó a ser la norma eclesial para el futuro” (p. 124). En esta perspectiva, tenemos
que tener muy en cuenta la ´praxis orante` de Jesús, “desde sus comienzos y siguiendo el ejemplo de Jesús, que oraba con los
salmos, la Iglesia tuvo acceso al uso de los salmos en la plegaria común. La utilización del Salterio en la liturgia cristiana
primitiva fue una consecuencia de la recepción en la Iglesia de las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento: la Ley de
Moisés, los Profetas y los Salmos, cuyo cumplimiento en Cristo y sentido último reveló el Señor a sus discípulos”. Cfr.
SECRETARIADO NACIONAL DE LITURGIA, Directorio litúrgico-pastoral: El Salmo responsorial y el ministerio del
Salmista, Ed, PPC, Madrid 1986, p. 11.
Fue en la celebración extraordinaria del Sínodo de 1985 para celebrar el
vigésimo aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II, donde se pide
explícitamente “que se escriba un catecismo o compendio de toda la doctrina
católica, tanto sobre fe como sobre moral, que sea el punto de referencia para los
catecismos y compendios que se redacten en las diversas regiones. La
presentación de la doctrina debe ser tal que sea bíblica y litúrgica, que ofrezca la
doctrina sana y sea, a la vez, acomodada a la vida actual de los cristianos”773, y
esto se hace dentro del capítulo dedicado a analizar la recepción de la
Constitución Dei Verbum en la Iglesia, al final, a modo de sugerencia, como una
especie de conclusión.

A partir de la fecha de su aprobación definitiva (el 25 de junio de 1992), el


Santo Padre aprueba el texto en redacción definitiva bajo el título de Catecismo
de la Iglesia Católica ( = CCE). Se ha convertido necesariamente desde entonces
en un punto de referencia a tres niveles: para la catequesis, para la transmisión de
la fe, y para los catecismos”774.

El propio CCE indica, en su prólogo, el fin que persigue: “Este catecismo


tiene por fin presentar una exposición orgánica y sintética de los contenidos
esenciales y fundamentales de la doctrina católica, tanto sobre la fe como sobre
la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la
Iglesia” (CCE, nº 11) 775. Esta es pues la intención profunda del CCE: ofrecer una
773
Cfr. Sínodo 1985, II, B).4. La elaboración del ´Catecismo de la Iglesia Católica`será el fruto de una amplísima colaboración
que conducirá -después de seis años de intenso trabajo- al final de su redacción, y tras una amplia consulta a todos los obispos
católicos, a sus Conferencias episcopales o Sínodos, a institutos de teología y catequesis, el Papa Juan Pablo II lo aprobaba el
25 de Junio de 1992 y salía a la luz con el título de ´Catecismo de la Iglesia Católica`el 11 de octubre de 1992 con la
Constitución Apostólica ´Fidei Depositum` para la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica escrito en orden a la
publicación del Concilio Ecuménico Vaticano II. Cfr. ASOCIACIÓN DE EDITORES DEL CATECISMO, Catecismo de la
Iglesia Católica. Madrid 1992, (citaremos este documento con las siglas CCE). Para una aproximación en profundidad al
´contexto y contenidos` del Catecismo, ver OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL-JUAN ANTONIO MARTÍNEZ
CAMINO, o. cit.; J. RATZINGER, “¿Por qué un Catecismo de la Iglesia Católica?”, en Evangelio, catequesis, catecismo, Ed,
Edicep, Valencia 1996, pp. 7-17. Ver también, estas tres ´Ponencias`: Cardenal CHRISTOPH SCHÖNBORN, “El Catecismo
de la Iglesia Católica”; P. BENOIT, “La fe transmitida, celebrada, vivida y orada en el Catecismo de la Iglesia Católica”;
Mons. JOSÉ SARAIVA, “El Catecismo de la Iglesia Católica y la inculturación de la fe”; Mons. LORENZO CHIARINELLI,
“El Catecismo de la Iglesia Católica punto de referencia para los catecismos nacionales”; y Mons. ANTONIO CAÑIZARES,
“El Catecismo de la Iglesia Católica clave de interpretación del Directorio General para la
Catequesis”, en ANTONIO CAÑIZARES-MANUEL DEL CAMPO, o. cit, pp. 281-356. Sin
embargo, la mejor presentación que se ha hecho del Catecismo de la Iglesia Católica la encontramos en el
mismo Directorio General para la Catequesis, nnº 120-130.
774
Desarrolla estas dimensiones con amplitud, Mons. LORENZO CHIARINELLI, art. cit, pp. 349-356. La propia
Constitución apostólica Fidei Depositum define este Catecismo como “texto de referencia para una catequesis renovada en las
fuentes vivas de la fe” (nº 1).
775
Para el Cardenal J. RATZINGER, “el Catecismo está subordinado al concepto de catequesis que encontramos en Catechesu
Tradendae, nnº 5-6. No quiere otra cosa que ser voz de Cristo y acompañamiento en el camino catecumenal, en el proceso de
incorporación -tanto vital como intelectual- a la comunidad de discípulos de Jesucristo, discípulos que han llegado a ser su
propia familia al estar unidos en la voluntad de Dios [...] De toda la tradición catecumenal de la Iglesia se desprende claramente
que el Catecismo como libro es sólo un elemento de un gran conjunto. Por una parte apela, para hablar en lenguaje de san
Agustín al maestro interior existente en cada uno de nosotros, de modo que en el encuentro con el mensaje de Jesús cualquiera
pueda percibir: ´Sí, es esto; esto es aquello que siempre estoy buscando`. Por otra parte, el Catecismo necesita un maestro
exterior, el catequista, y la comunidad de discípulos que caminan juntos. Sin la palabra viva del catequista, el cual -como
Apolo- ´ha sido catequizado él mismo en el camino del Señor` (Hch 18,25), el libro permanece mudo”. Cfr. Evangelio,
catequesis, catecismo, pp. 46-47.
exposición global, unitaria y orgánica de la fe; anunciar al hombre la buena nueva,
capaz de reinterpretar la vida y la historia en el diálogo con Dios que se revela y
se da en nuestro Señor Jesús, Cristo y Salvador. En este sentido, el Catecismo
resulta especialmente rico, pues pretende “presentar una exposición orgánica y
sintética de [...] la doctrina católica [...] a la luz del Concilio Vaticano II y del
conjunto de la Tradición de la Iglesia. Sus fuentes principales son la Sagrada
Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el Magisterio de la Iglesia”776.

El CCE se articula en torno a cuatro dimensiones fundamentales de la vida


cristiana: la profesión de la fe, la celebración litúrgica, la moral evangélica y la
oración777. Esta articulación cuatripartita desarrolla los aspectos esenciales de la
fe: Creer en Dios creador, Uno y Trino, y en su designio salvífico; ser santificado
por Él en la vida sacramental; amarle con todo el corazón y amar al prójimo como
a sí mismo; orar esperando la venida de su Reino y el encuentro cara a cara con
Él. Con esta articulación tradicional en torno a los cuatro pilares que sostienen la
transmisión de la fe (símbolo, sacramentos, decálogo, Padre nuestro), - se afirma
en el Directorio General para la Catequesis-,“el Catecismo de la Iglesia Católica
se ofrece como referente doctrinal en la educación de las cuatro tareas básicas de
la catequesis” (nº 122).

Para Mons. Antonio Cañizares, el CCE es la clave de interpretación del


Directorio General de Catequesis778. Según él, “entre ambos existe una
imbricación y una complementariedad que no se puede dejar de tener en cuenta.
El nuevo Directorio General para la Catequesis señala de manera expresa y
pormenorizada las relaciones de distinción y complementariedad entre ambos y
se detiene de manera casi esquemática en algunos aspectos sobresalientes del
Catecismo de la Iglesia Católica y en su lugar en la catequesis, sobre todo en la
consideración del Catecismo como punto de referencia para inspirar toda la
acción catequizadora de la Iglesia en nuestro tiempo y elemento en el que ´puedan
apoyarse, en el desarrollo ordinario de la catequesis, los catecúmenos y los
catequizandos (DGC, nº 128)779. Más aún, el CCE, se ha convertido en un
instrumento al servicio de la Iniciación cristiana, -en palabras de Mons. A.
776
Ibid. El contenido del nuevo Catecismo de la Iglesia Católica se articula en cuatro partes: la profesión de la fe bautismal
(el Símbolo), los Sacramentos de la fe, la vida de la fe (los mandamientos), la oración del creyente (el Padre nuestro). El propio
texto indica que esta distribución “se inspira en la gran tradición de los catecismos, los cuales articulan la catequesis en torno
a cuatro pilares” (nº 13).
777
Cfr. DGC, nº 122. Ver la ´ponencia`del P. BENOIT, “La fe transmitida, celebrada, vivida y orada en el Catecismo de la
Iglesia Católica”, pp. 301-319. Para el P. BENOIT el Catecismo constituye un “instrumento de la educación y de la instrucción
de la fe”. Ibid., p. 306.
778
Cfr. “El Catecismo de la Iglesia Católica, clave de interpretación del Directorio General de Catequesis”, pp. 359-399. La
tesis que defiende y fundamenta ´magistralmente` -Mons. CAÑIZARES- parte de la siguiente convicción del autor: “Se puede
afirmar con toda claridad y sencillez que el Directorio explicita y desarrolla como orientación o directriz pastoral para toda la
Iglesia la catequesis que reclama el Catecismo. Es más, estimo que el Catecismo es clave de lectura del Directorio” (p. 360).
779
Ibid., pp. 359-360. “El Catecismo ofrece -según Mons. CAÑIZARES-, los elementos fundamentales para que, por la
catequesis, el cristiano sea educado en la fe y en la comunión de la Iglesia, sin rupturas, sin criticismos, sin incertidumbres,
con afecto y confianza en la Madre Iglesia, apoyándose en fundamentos sólidos y claros, compartidos eclesialmente, vigorosos
y sencillos” (Ib., pp. 361-362).
Cañizares-, quien fundamenta esta afirmación del siguiente modo: “Este
Catecismo, enteramente, está vinculado al Bautismo, a la confesión de la fe
bautismal, que es el arquetipo de toda profesión de fe, sobre el que se fundamenta
cualquiera otra profesión de la fe [...] El Catecismo desarrolla la fe a partir de la
profesión de la fe bautismal. Así aparece claramente en qué manera quiere
enseñar la fe: catequesis es catecumenado [...] De esta manera, el Catecismo de
la Iglesia Católica, dentro de esta clave catecumenal que acabamos de señalar,
refleja las dimensiones fundamentales y esenciales de la existencia eclesial y
cristiana, en una estructura que se remonta a los orígenes de la Iglesia y propone
la verdad íntegra de la experiencia cristiana como horizonte de comprensión de
la Iglesia y del mundo”780.

El término catecismo pertenece a la familia lingüística de la catequesis y


del Catecumenado. Allí hay que situarlo para ver su lugar en el proceso de
evangelización. En este sentido, el profesor Julio Ramos sostiene que el nuevo
CCE encuentra “su puesto en la etapa catecumenal o, dada nuestra práctica actual
pastoral, en las acciones de la Iglesia que tengan identidad o características
catecumenales. Sin embargo, el Catecismo no ocupa la totalidad de esa acción
catecumenal y, por ello, hay que tener en cuenta lo siguiente:
- Que el Catecismo siempre es un medio para la acción catecumenal y no
lo agota. Un catecismo es válido, útil y necesario para los procesos
catecumenales, pero no constituye por sí mismo esos procesos. Sustituir procesos
catecumenales por el aprendizaje del catecismo supondría ir en contra del mismo
catecismo.
- Que el Catecismo tiene como finalidad la transmisión de los contenidos de
la fe de la Iglesia, tanto en sus aspectos teóricos como prácticos. Con ello, quien
realiza un proceso catecumenal llega al conocimiento de la fe de la Iglesia en su
universalidad y en su globalidad.
- Que este Catecismo no tiene como destinatario directo al Pueblo de Dios,
ni a quienes realizan un proceso de tipo catecumenal sino principalmente a los
responsables de la catequesis: en primer lugar a los obispos, en cuanto doctores
de la fe y pastores de la Iglesia. Les es ofrecido como instrumento en la
realización de su tarea de enseñar al Pueblo de Dios. A través de los obispos, se
dirige a los redactores de catecismos, a los sacerdotes y a los catequistas. Será
también de útil lectura para todos los demás fieles cristianos (cf. CCE, nº 12)”781.

780
Ibid., p. 381. Para CH. SCHONBORN, “Se trata de la síntesis de aquello que hay que confiar a la memoria, indispensable
a la fe, y que, al mismo tiempo refleja los elementos indispensables de la Iglesia, esto es: el Símbolo de los Apóstoles, los
Sacramentos, el Decálogo y la Oración del Padre nuestro. Estos son los elementos que entran en el proceso de la iniciación y
de la maduración en la fe, a cuyo servicio está la catequesis que tiene un proceso dialogal, el que corresponde al catecumenado:
Dios y su obra, que tiene la iniciativa y la primacía, y lo que el hombre hace, que siempre será respuesta a la obra de Dios”, en
Algunas observaciones sobre los criterios de redacción del Catecismo: L´Osservatore Romano (ed. castellana) -22 de enero
de 1993, p. 10.
781
Cfr. Teología Pastoral, Ed, B.A.C., Madrid 1995, pp. 275-276.
Si es cierto que hablar de iniciación cristiana es hablar asimismo de
identidad cristiana y católica; si está fundamentado que la identidad cristiana se
origina en el Bautismo; si hemos visto que el Catecismo desarrolla la fe a partir
de la profesión de fe bautismal, podemos preguntarnos en este momento: ¿Cómo
ha sido recibido el CCE en el Camino Neocatecumenal cuya naturaleza viene
definida como “un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y el
hombre de hoy”, y como “una modalidad de realización diocesana de iniciación
cristiana”? ¿De qué manera es utilizado el CCE en el Neocatecumenado?

De entrada, podemos afirmar que el CCE ha encontrado en el CN un ámbito


privilegiado de acogida, de recepción y de asimilación782. Al mismo tiempo, el
Neocatecumenado se ha visto enriquecido con la aparición del Catecismo, puesto
que en él va a encontrar las referencias necesarias para ir enriqueciendo los
contenidos catequéticos en cada una de las etapas del itinerario
neocatecumenal783.

Desde el mismo instante de su aparición, el Catecismo se ha convertido,


junto a la Escritura, en los dos puntos de referencia básicos en el caminar de cada
neocatecúmeno; especialmente para la comprensión, preparación y desarrollo de
las catequesis dogmático-doctrinales y morales que tienen lugar en el
Neocatecumenado. Es significativo que la misma redacción del Estatuto del CN
haya querido dejar este principio hermenéutico de comprensión y vivencia de la
fe muy claro: “Para profundizar la Escritura ´con la inteligencia y el corazón de
la Iglesia`, los neocatecúmenos se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos
de los Padres, de los documentos del Magisterio, en especial del Catecismo de la
Iglesia Católica, y de obras de autores espirituales” (SCN, art. 11&4)784.

Esta mutua y receptiva implicación del Catecismo en el Neocatecumenado


parece justa y razonable al ser definida la naturalezadel CN como un “itinerario
de formación católica, válida para la sociedad y el hombre de hoy”. Cuál sea la
manera concreta de esta formación se indica también en el Estatuto. Se trata de
un Neocatecumenado o Catecumenado post-bautismal. Por tanto, tiende a la
iniciación cristiana, no a cualquier proceso formativo. Tiene que ver con el

782
Para JESÚS BOGARÍN “al haber conseguido el reconocimiento del Neocatecumenado como verdadero catecumenado
postbautismal [...], no puede enseñar más que lo básico y común a todo cristiano, a saber, los contenidos del Catecismo de la
Iglesia Católica en sus cuatro partes de qué creer (fe), celebrar (liturgia), hacer (moral) y rezar (oración). Cfr. La
institucionalización del camino neocatecumenal. Comentario a sus estatutos, p. 757.
783
Cfr. DGC, nº 128. A la luz de la exposición sistemática, integral y unificadora del Catecismo, es muy ´aguda` la afirmación
de Mons. LORENZO CHIARINELLI: “El proceso catequético en un proceso vital: tanto en el plano de la propuesta como en
el de la respuesta (traditio-redditio), requiere anuncio y doctrina, celebración y sacramentos, práctica cristiana y testimonio: la
fidelidad a la Revelación divina, la dimensión litúrgico-sacramental, la no separación entre cultura y vida, identifican
constantemente la renovación de la catequesis y el Catecismo de la Iglesia Católica. Catequesis reductivas o inadecuadas en
la presentación de los contenidos, en la identidad del creyente, en la forma de situarse de la comunidad eclesial, han de
compararse con el texto que nos ofrece hoy la Iglesia. Cfr. “El Catecismo de la Iglesia Católica punto de referencia para los
catecismos nacionales”, en A. CAÑIZARES - M. DEL CAMPO, o. cit., p. 351.
784
Expresamente, este artículo, remite a los números 96 y 128 del DGC.
Bautismo, que es el fundamento sacramental de la existencia cristiana. En cuanto
a la identidad católica de esta formación, según Mons. Ricardo Blázquez, “puede
tener doble significado; el primer sentido es obvio: El Camino neocatecumenal
no ´huele` a protestante [...] El Camino es católico sin ambigüedades; podemos
fiarnos de su catolicidad. El segundo sentido sería este: Su validez no se limita a
los núcleos urbanos, o a los países de nuestro ámbito geográfico de Europa
occidental, o a ciertos grupos sociales... Ha mostrado su capacidad de iniciación
a la fe cristiana en Europa occidental y en la Europa del centro y del este, en
Estados Unidos y en Brasil, en Nicaragua y en Chile, en Japón y en Costa de
Marfíl... Personas de diversa condición, cultura, edad... forman parte de una
misma comunidad”785. Y podríamos añadir, a la luz de la praxis ecuménica que el
mismo CN está llevando adelante con hermanos de diversas confesiones no
católicas (ortodoxos, anglicanos, protestantes, etc.), que además de esta nota de
catolicidad, hay que añadir también la de ser un instrumento al servicio del
diálogo ecuménico786.

La recepción que el Neocatecumenado ha hecho del Catecismo se ve


reflejada, por último, en el Directorio catequético del Camino Neocatecumenal
que consta de 13 volúmenes y “que recogen la tradición oral y la praxis de más
de treinta años del Camino”(SCN, art. 2,2º) 787. Una vez concluido el minucioso
trabajo al que han sido sometidos todos y cada uno de estos volúmenes, se han
incorporado al texto 2.500 notas del Catecismo de la Iglesia Católica que avalan,

785
Cfr. Iniciación Cristiana y nueva Evangelización, pp. 347-348.
786
En 1996 tuvo lugar una Convivencia Internacional de los iniciadores del CN con representantes de las Iglesias del Oriente
Próximo. Estuvieron presentes un patriarca, treinta y seis obispos y numerosos presbíteros en representación de once naciones;
entre ellos estaban presentes coptos, maronitas, armenios, griegos y sirios. Entre otros, es significativo, el testimonio del
Patriarca Copto de Alejandría STEFANOS II: “Al principio pensábamos que abrir esta pastoral catecumenal para llevar de
nuevo a Cristo a los indiferentes y alejados estaba bien para la Europa secularizada, pero no nos parecía apropiada para el
Oriente Cristiano, que tanto ha sufrido a lo largo de los siglos por defender la fe. Hoy, tras los 18 años que llevan nuestras
Iglesias abiertas a esta experiencia, podemos constatar, por el contrario, que estas catequesis sistemáticas y permanentes
forman pequeñas comunidades que encarnan una palabra profética y preciosa también para nuestros cristianos, que con
frecuencia van a la Iglesia con una piedad ritual separada de su vida práctica”. Cfr. Diario Avvenire (20 de Abril de 1996). Y,
más reciente aún, nos encontramos con el testimonio que aportaba el P. BERTOGLI -fraile capuchino- que preside una
Comunidad Neocatecumenal en Antioquía (Turquía): “Hemos empezado a trabajar con jóvenes, tratando de hacerles
conscientes del profundo sentido del Bautismo que han recibido. Por esto hemos acogido las catequesis propuestas por el
Camino Neocatecumenal, comenzando a rezar con la Palabra de Dios y a celebrar la Eucaristía. Hoy tenemos dos comunidades
con 120 personas en total. Esto demuestra el redescubrimiento de la fe por parte de los jóvenes. Forman parte de las
comunidades también fieles ortodoxos. Al comienzo algunos Obispos ortodoxos no vieron con buenos ojos esta pertenencia,
pensando quela nuestra fuese una tarea de proselitismo. Pero luego, los jóvenes han enseñado y
testimoniado ellos mismos a sus Obispos un modo nuevo de vivir la fe. ¡ Y hoy algunos de
ellos se han convertido en catequistas!”. Cfr. Ser católicos en Turquía: la experiencia de la comunidad cristiana
en Antioquia. Agencia Fides (jueves 14-Enero-2003).
787
En un encuentro que mantuvieron los iniciadores del CN - KIKO ARGÜELLO y CARMEN HERNÁNDEZ- en Roma
con los miembros de las CNC para preparar la celebración de ´acción de gracias` por la aprobación del Estatuto del CN, Kiko
Argüello daba a conocer los siguientes datos: “Todavía debe ser aprobado el Directorio Catequético del Camino
Neocatecumenal, y ya sabéis que está compuesto de 13 volúmenes que contienen todas las catequesis. Están ya aprobados 11
[...] , 3100 páginas que han estudiado 5 teólogos distintos, que han dado una valoración, estudiando punto por punto. Ha sido
necesario insertar las referencias del Catecismo de la Iglesia Católica, de los 2.800 números que tiene el Catecismo, nosotros
hemos insertado 2.500 notas. Es decir, son 2.500 puntos en las catequesis que están fundamentados en el Catecismo de la
Iglesia Católica”. Cfr. Incontro con i parroci de Roma (30-XI-2003) [policopiado].
fundamentan y orientan la comprensión de los contenidos catequéticos que se
imparten a lo largo del itinerario neocatecumenal.

d) Recepción del Directorio General para la Catequesis

La promulgación del nuevo Directorio General para la Catequesis (18-IX-


1997) va a ser determinante y de una influencia decisiva en orden a encaminar el
proceso de discernimiento en el que el Camino Neocatecumenal había entrado en
Enero de 1997 con la invitación expresa del Papa a “interrogaros sobre cuál es el
designio de Dios respecto del Camino en este momento histórico”788.

La apuesta decidida que el Directorio va a hacer del Catecumenado como


institución pastoral y eclesial (nnº 88-91) y la continuidad que pastoralmente abre
a todos aquellos que han vivido un proceso catecumenal, contemplando la
catequesis como un servicio a la educación permanente de la fe en la comunidad
cristiana (nnº 69-70), venían a cimentar y fundamentar la misma praxis
neocatecumenal.

La importancia que el Directorio concede al Catecumenado aparece al


inicio del mismo documento: “Los treinta años transcurridos desde la clausura
del Concilio Vaticano II hasta el umbral del tercer milenio, constituyen - sin duda-
un tiempo muy rico en orientaciones y promoción de la catequesis. Ha sido un
tiempo que, de algún modo, ha vuelto a hacer presente la vitalidad evangelizadora
de la Iglesia de los orígenes y a impulsar oportunamente las enseñanzas de los
Padres, favoreciendo el retorno actualizado al Catecumenado antiguo” (nº 2).

Para el Directorio, el Catecumenado bautismal aparece como un proceso


de formación y auténtica escuela de fe; en este sentido, ofrece a la catequesis
postbautismal una dinámica y algunos rasgos que le imprimen carácter: la
intensidad e integridad de la formación; su carácter gradual, con etapas definidas;
su relación con ritos, símbolos y signos, especialmente bíblicos y litúrgicos; su
referencia constante a la comunidad.

La catequesis postbautismal - se dirá en el Directorio-, “sin tener que


reproducir miméticamente la configuración del Catecumenado bautismal, y
reconociendo el carácter de bautizados que tienen los catequizandos, hará bien en
inspirarse en esta ´escuela preparatoria de la vida cristiana`, dejándose fecundar
por sus principales elementos configuradores” (DGC, nº 91).

788
Cfr. JUAN PABLO II, A treinta años del Camino Neocatecumenal en las barracas de Madrid. Discurso leído el 24 de
Enero de 1999 a los iniciadores del Camino Neocatecumenal y a los catequistas de todo el mundo, al regreso de la Convivencia
del Sinaí. Fue publicado en L´Osservatore romano, 25 de enero de 1999, p. 4.
Este documento y su publicación en el año 1997 va a ser muy importante
y decisivo en orden a la fundamentación catequética que las nuevas realidades
comunitarias y catecumenales estaban intentando conseguir para expresar su
identidad eclesial formal. En concreto, este documento va a ser determinante para
la redacción del Estatuto del Camino Neocatecumenal789 que se había comenzado
a gestarse ese mismo año, y en él va a encontrar la confirmación y
fundamentación de la praxis vivida en el interior de las Comunidades
Neocacumenales.

3. Contenidos bíblicos y catequéticos centrales en el Neocatecumenado a través


de sus etapas

En este momento, me interesa resaltar el papel que ocupa la Palabra de


Dios como fuente de la catequesis790, una catequesis, según pide el RICA, dirigida
por los presbíteros, los diáconos y los catequistas, "dispuesta por etapas y
presentada integralmente, adaptada al año litúrgico y basada en las celebraciones
de la palabra", que sea capaz de conducir a los catecúmenos "no sólo a un
conocimiento conveniente de los dogmas y los preceptos, sino también al íntimo
conocimiento del misterio de la salvación, cuya aplicación a sí mismos deben
considerar" (nº 19, 1)791. En este sentido, comparto la afirmación del Cardenal J.
Ratzinger, “necesitamos -hoy-, restablecer el contexto vital de la ejercitación
catecumenal en la fe como lugar común de la experiencia del Espíritu, que puede
convertirse así en la base de una reflexión atenta a los contenidos reales”792 . Esta
misma apreciación viene contemplada en el Directorio General para la
Catequesis cuando dice, “que el Catecumenado se convierte, así, en foco
fundamental de incremento de catolicidad y fermento de renovación eclesial” (nº
78c). La praxis formativa del Neocatecumenado va a encontrar en la celebración
de la Palabra el ámbito ordinario de formación catequética primaria y
fundamental. La formación que se imparte a lo largo de todo el itinerario
neocatecumenal viene definida en el Estatuto con las palabras del Papa Juan

789
En el Estatuto del CN encontramos 38 citas explícitas de este documento, referidas a 50 números del mismo. He aquí los
nnº por orden de citación: 59 (dos veces),91 (dos veces) 51, 69,23,172,257,64,225,258,80,156,230-232,62,102,53-
55.94,127,128,96,59,85,226-227,255,86 (cuatro veces),268,86,85,70,56,69-72,222-223,246,247,235-236.
790
Así lo expresa CT, nº 27: “La catequesis extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida
mediante la Tradición y la Escritura, dado que la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen el único depósito
sagrado de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia”. También en DGC-97, nº 94: “La fuente de donde la catequesis toma su
mensaje es la misma Palabra de Dios” (este número es citado en la nota 25 del SCN).
791
67 “ Esto se hace en el Camino Neocatecumenal mediante ´una oportuna catequesis` preparada en base al Catecismo de la
Iglesia Católica, que ´lleva a los catecúmenos no sólo a un necesario conocimiento de los dogmas y de los preceptos, sino también al
íntimo conocimiento del misterio de la salvación`”. Cfr. SCN, art. 24&2,6º. Ver C. PALIARD, La catechesi nel catecumenato:
Concilium 3 (1967), n. 2, pp. 61-66; J.M. TOTOSAUS, El contenido de la catequesis catecumenal: Phase 11 (1971), pp. 335-347.
792
Cfr. Teoría de los principios teológicos, p. 28. En otra de sus obras, afirmará que “el Catecismo desarrolla la fe a partir de
la profesión bautismal. Así aparece claro de qué modo quiere explicarla: la catequesis implica catecumenado”. Cfr. Evangelio,
catequesis, catecismo. p. 25. En este mismo posicionamiento de recuperar el Catecumenado como “lugar teológico”, hay que
leer la obra de H. BOURGEOIS, Théologie catéchuménale, Les editions du Cerf. Paris 1991; ver también, La educación
catecumenal de la fe. Nuevo lugar de creación de la Iglesia, en Misión Abierta (3/1979, junio).
Pablo II: “Reconozco el Camino Neocatecumenal como un itinerario de
formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy”( SCN, art.
1&1)793.

Van a ser, por tanto, las celebraciones de la Palabra de Dios, "adaptadas


al tiempo litúrgico y ventajosas para la instrucción de los catecúmenos" (RICA,
nº 100), los ámbitos donde, -en este caso los neocatecúmenos- se alimentarán con
asiduidad de la Mesa de la Palabra de Dios794 de un modo gradual y progresivo;
tales celebraciones deben concebirse como "una escuela de oración" y de
asimilación efectiva de los contenidos de la revelación: una experiencia vivida de
estos contenidos y una forma de iniciación al culto de la comunidad (nnº 106-
108).

La centralidad de la Palabra de Dios en el Neocatecumenado, como en la


misma Iglesia, es un elemento constitutivo de su identidad, y así aparece
expresado este punto en el SCN, art. 8&2: “Las catequesis iniciales y el itinerario
neocatecumenal se basan en los tres elementos fundamentales (trípode) de la vida
cristiana, resaltados por el Concilio Vaticano II: Palabra de Dios, Liturgia y
Comunidad”795.

En su formación, desarrollo y meta, el Neocatecumenado se basa en este


trípode: Palabra-Liturgia- Comunidad796. Es la Palabra anunciada, acogida y
celebrada la que convoca, alimenta y sostiene a la Comunidad. Es la Liturgia la
que hace viva y eficaz la Palabra, llevando a los hermanos de la división a la
Comunión, haciendo de los hermanos un Cuerpo, que tiene a Cristo como cabeza.
Es la Comunidad la que anuncia y celebra agradecida la Palabra cumplida en
ella797. En todas las etapas del Neocatecumenado está presente este trípode.
También en la teología: se trata de una teología no especulativa, sino narrativa,
793
Ver el amplio comentario de Mons. R. BLÁZQUEZ a esta afirmación del Papa: “Un camino de iniciación cristiana”, en
Iniciación Cristiana y nueva Evangelización, pp. 338-380.
794
“Cada comunidad neocatecumenal tiene semanalmente una celebración de la Palabra de Dios, normalmente con cuatro
lecturas, según los temas indicados en el Directorio catequético del Camino Neocatecumenal para cada etapa”. Cfr. SCN, art.
11&1.
795
“El convencimiento -acrecentado con los años- de que el Camino Neocatecumenal concreta y potencia aspectos
fundamentale del concilio Vaticano II, me ha impulsado a escribir estas páginas para mostrar en qué medida el Trípode
(Palabra-Liturgia-Comunidad) en que se apoya la pastoral de esta iniciación cristiana de adultos no podría concebirse, ni
llevarse a la práctica parroquial, sin el respaldo que los documentos conciliares expresamente le concede. Cfr. ENRIQUE
BONETE, art. cit., p. 484.
796
Para R. BLÁZQUEZ “esta trilogía indica las acciones básicas a través de las cuales la Iglesia vive, se edifica y cumple su
misión; y se apoya en la concepción de los Padres de la Iglesia, según la cual Jesús es el Mesías, el Ungido, como Sacerdote,
como Profeta y como Rey. La Iglesia vive de la Palabra de Dios y de la celebración de los Sacramentos; y su forma de
existencia es la comunión”. Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 24.
797
L.M CHAUVET afirma que “las Escrituras nunca manifiestan tan bien su esencia como en la asamblea celebrante, allí
donde levantadas de su ´muerte` por la voz viva del lector que las proclama como mensaje vivo para hoy, los antiguos textos
alcanzan su objetivo de Palabra de Dios para el hoy de cada generación. Es en la ecclesia litúrgica donde la Biblia llega a su
verdad. Para decirlo de otro modo, la asamblea litúrgica da verdaderamente ´lugar`a las Escrituras como ´Palabra de Dios`.
Cfr. “Biblia y Liturgia”, en Celebrar la Liturgia de la Palabra, p. 34.A la luz de esta reflexión, la praxis celebrativa del
Neocatecumenado permite descubrir cómo la pequeña comunidad se transforma en un ´laboratorio litúrgico` de verificación
real del poder transformante y transformador de la Palabra de Dios.
histórica, donde la Palabra se hace historia de salvación; se trata de una teología
celebrativa, expresada en un lenguaje simbólico más que conceptual; es una
teología hímnica porque se saborea más a través del cántico de los salmos que
de la reflexión de los conceptos; es una teología icónica más que académica y
discursiva; y es una teología eclesial, fruto de la comunión en el Espíritu, que
también incorpora y cuenta con la enseñanza y el estudio.

Por tratarse de una iniciación catecumenal, los aspectos de la gradualidad,


la integridad y la jerarquización orgánica en la presentación de los contenidos
catequéticos, se articularán convenientemente en el itinerario de formación
católica que es el Neocatecumenado. Vamos a verlo seguidamente, siguiendo
estos dos momentos: 1º) analizando los contenidos biblicos y catequéticos
fundamentales del Neocatecumenado etapa por etapa; 2º) articulando estos
contenidos catequéticos a la luz de las siguientes dimensiones de comprensión
teológicas: a) dimensión histórico-salvífica; b) dimensión cristológica; c)
dimensión trinitaria; d) dimensión pneumatológica; e) dimensión eclesiológica;
f) dimensión mariológica; g) dimensión litúrgico-sacramental; h) dimensión
moral; i) dimensión antropológica; j) dimensión social, y k) dimensión
escatológica.

Para iniciar este recorrido, lo haré etapa por etapa, puesto que “el
Neocatecumenado consta de las catequesis iniciales y del itinerario
neocatecumenal, articulado según las tres fases de la iniciación cristiana:
precatecumenado, catecumenado y elección, divididas en etapas, jalonadas por
pasos marcados por algunas celebraciones”(SCN, art. 8,&1)798. Esto me permitirá
descubrir en qué medida el Neocatecumenado es fiel a una de las tareas
fundamentales de la catequesis799: propiciar el conocimiento de la fe800, ya que “el

798
En la nota 17 que acompaña a este artículo se dice que “la finalidad definitiva del Neocatecumenado es poner a las personas,
de etapa en etapa, paso a paso, ´no sólo en contacto, sino en comunión, en intimidad con Jesucristo`(DGC, nº 80; cfr OICA,
6), ´autor y perfeccionador de la fe`” (cf. Hb 12,2).
799
“Las tareas de la catequesis corresponden a la educación de las diferentes dimensiones de la fe, ya que la catequesis es una
formación cristiana integral, ´abierta a todas las esferas d la vida cristiana`. En virtud de su misma dinámica interna, la fe pide
ser conocida, celebrada, vivida y hecha oración. La catequesis debe cultivar cada una de estas dimensiones. Pero la fe se vive
en la comunidad cristiana y se anuncia en la misión: es una fe compartida y anunciada. Y estas dimensiones deben ser, también
cultivadas por la catequesis”. Cfr. DGC, nº 84. Ver también “las tareas de la catequesis de adultos” en CA, nnº 172-190.
800
Según el Directorio “la catequesis debe conducir, a ´la comprensión paulatina de toda la verdad del designio divino`,
introduciendo a los discípulos de Jesucristo en el conocimiento de la Tradición y de la Escritura, que es la ´ciencia eminente
de Cristo` (Flp 3,8). Este profundizar en el conocimiento de la fe ilumina cristianamente la existencia humana, alimenta la vida
de la fe y capacita también para dar razón de ella en el mundo. La ´entrega del Símbolo`, compendio de la Escritura y de la fe
de la Iglesia, expresa la realización de esta tarea”. Cfr. Ibid., nº 85. Para el profesor A. AMATO, “la adhesión a Jesucristo da
origen a un proceso de conversión permanente que dura toda la vida y que lleva al bautizado a la madurez de la plenitud de
Cristo. Se trata de un itinerario que comporta diversas etapas: el interés por el Evangelio, la conversión a Jesús, la profesión
de fe en Él, el camino hacia la perfección. El momento de la catequesis es el que corresponde al período en que se estructura
la conversión a Jesucristo, dando una fundamentación a esa primera adhesión”. Cfr. “Jesucristo, plenitud de la Revelación”,
en A. CAÑIZARES-M. DEL CAMPO, o. cit., p. 131.
fin de la catequesis es conducir a una fe madura a cada fiel y también a las
comunidades”(DCG-1971, nº 38)801.

El Neocatecumenado se inicia en las Parroquias a través de un tiempo


intenso de catequesis donde la Palabra de Dios va a estar en el centro del
contenido y del desarrollo mismo de las catequesis (SCN, art. 9). En el
Neocatecumenado las catequesis tendrán siempre un marcado enraizamiento
bíblico y a su vez, la Escritura será proclamada y explicada desde una pedagogía
claramente catequizadora. Toda la formación católica que a lo largo del itinerario
neocatecumenal van a ir recibiendo los neocatecúmenos, tendrá como centro la
Sagrada Escritura leída e interpretada con “la inteligencia y el corazón de la
Iglesia”802 , es decir, a la luz de la Sagrada Tradición y del ministerio del
Magisterio. El acceso a la Escritura y la secuencia de las formas de catequesis
que en cada tiempo del Neocatecumenado se irán impartiendo adoptarán de forma
gradual las siguientes características: kerigmática, bíblica, doctrinal y
mistagógica. Vamos a verlo en cada una de las etapas por las que el
neocatecúmeno avanza progresivamente en la maduración de la fe.

a) Escritura y Catequesis en la etapa Kerigmática

El Neocatecumenado inicialmente se abre al interior de una Parroquia a


través de la predicación que tendrá como fundamento y punto de partida la
Palabra, el anuncio de la Buena Noticia de la Salvación que es Jesucristo para el
hombre de hoy (cf. Rom 12)803. Este tiempo que se dedica a la catequización en
la Parroquia y que dura dos meses es la fase que abre el itinerario neocatecumenal,
también se la suele denominar fase de conversión o etapa kerigmática804. Es el
tiempo del anuncio del Kerygma, anuncio de salvación que se desarrolla a través

801
Nuestros Obispos ya en el Documento La Catequesis de la Comunidad afirmaban que “en muchos cristianos adultos se
da, hoy en día, la demanda de un proceso de fundamentación de la fe” , y , por tanto “la Iglesia debe ofrecerles la posibilidad
de una catequesis orgánica, con vistas a la consolidación de su fe” (nº 99). Años más tarde afirmarán que “la finalidad de la
catequesis es la confesión de la fe, esto es, la entrega del hombre a Dios, realizada en la Iglesia, para el servicio del mundo”.
Cfr. CA, nº 134.
802
Cfr. CT, nº 27; DGC, nº 127. Citados ambos en la nota 39 del SCN art 11& 4: “ Para profundizar la Escritura ´con la
inteligencia y el corazón de la Iglesia` los neocatecúmenos se ayudan sobre todo de la lectura de los escritos de los Padres, de
los documentos del Magisterio, en especial del Catecismo de la Iglesia Católica, y de obras de autores espirituales”. Para un
acceso a la clave de comprensión de la Escritura en la patrística, ver A.G. HAMMAN, Leer la Biblia en la escuela de los
Padres, Ed, DDB, Bilbao 1999.
803
En el contenido de los anuncios para iniciar las catequesis, se proclama con firmeza y valentía lo que tan bellamente ha
expresado el Papa Juan Pablo II en Christifideles laici, nº 34: “¡El hombre es amado por Dios! Éste es el simplicísimo y
sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto del hombre. La palabra y la vida de cada cristiano pueden y deben
hacer resonar este anuncio: ¡Dios te ama, Cristo ha venido por ti; para ti Cristo es ´el camino, la verdad y la vida`(Jn 14,6).Esta
nueva evangelización -dirigida no sólo a cada una de las personas, sino también a enteros grupos de poblaciones en sus más
variadas situaciones, ambientes y culturas- está destinada a la formación de comunidades eclesiales maduras, en las cuales la
fe consiga liberar y realizar todo su originario significado de adhesión a la persona de Cristo y a su evangelio, de encuentro y
de comunión sacramental con él, de existencia vivida en la caridad y en el servicio”.
804
“El Neocatecumenado empieza en la parroquia, a petición del Párroco, con las catequesis kerigmáticas, llamadas catequesis
iniciales, contenidas en el Directorio”. Cfr. SCN, art. 9.
de un diálogo directo y existencial sobre la incidencia del cristianismo en la vida
de las personas. Las catequesis se basan en el trípode: Palabra-Liturgia-
Comunidad sobre el cual se sustentará todo el recorrido neocatecumenal.

El anuncio del Kerygma se hace, en las primeras catequesis, partiendo de


la situación existencial del hombre de hoy, y en diálogo directo con los asistentes
a dichas catequesis805. En un segundo momento se anuncia con fuerza el núcleo
central del Kerygma, la muerte y la resurrección de Jesús como respuesta de Dios
Padre a los interrogantes más profundos del hombre806KIKO ARGÜELLO
explica que en la 7ª Catequesis, se trata de anunciar “el kerigma, el Siervo de
Yavé que, resucitado por Dios, hoy se presenta vivo ante ellos, llamándoles a
conversión, a cambiar de vida, puesto que Dios ha resucitado a este pobre que no
se resiste al mal de nuestros pecados, como la única verdad, como la vida eterna
a la que tenemos acceso gratuitamente si reconocemos que no amamos así y si
creemos que esta forma de amor es verdad (y no los ídolos del mundo sobre los
que basamos nuestra existencia: el éxito humano -Jesús murió fracasado por amor
nuestro-, el dinero, los afectos, la sexualidad, etc)”. Cfr. Il Neocatecumenato, p.
93., teniendo como fundamento las Escrituras807. En un tercer momento se
anuncia el Kerygma a partir de las Escrituras: cómo se ha realizado y actualizado
en la Historia de la Salvación808 . Todo ello prepara a los oyentes de las catequesis

805
“Las dos catequesis siguientes se hacen en diálogo con las personas, sobre dos temas: ¿Quién es Dios para ti? ¿Por qué
crees en Dios? (Invitando a que expliquen cómo han llegado a la fe aquellos que dicen tenerla, o por qué no creen los que
dicen no tenerla; este diálogo ayuda a hacer caer las falsas imágenes, presentando al Dios que interviene en la historia), y la
Catequesis 6ª ¿Por qué vives? ¿Para qué vives? (este diálogo prepara a las personas para escuchar el Kerigma, haciéndoles
reflexionar sobre el sentido del hombre: como el ´ser para la muerte`, al que es necesario dar una respuesta”. Cfr. KIKO
ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 92.
806
Ya el Papa Pablo VI había puesto de manifiesto que “el más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es
esclarecido, justificado -lo que Pedro llamaba dar ´razón de vuestra esperanza-, explicitado por un anuncio claro e inequívoco
del Señor Jesús. La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser, pues, tarde o temprano, proclamada por la
palabra de Vida. No hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el
reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios”. Cfr. Evangelii nuntiandi, nº 22. Nuestros Obispos españoles afirman que
“Jesucristo resucitado es el núcleo del Reino de Dios, de la Nueva Humanidad y de la Nueva Creación que de ir reuniéndose
y configurándose en torno a su cuerpo y a su humanidad glorificada”, y más adelante subrayarán que “la muerte y la
resurrección de Jesús son los acontecimientos definitivos de la salvación” (nº 19). Cfr. CEE, Testigos del Dios vivo, Ed, Edice,
Madrid 1985, nº 12b (en los nnº 14-20 desarrollan lo que debe constituir “el contenido fundamental del mensaje de Jesús y de
la Iglesia”).

807
El anuncio explícito del Kerigma por parte del evangelizador o catequista, necesariamente necesita apoyarse en las
Escrituras, esta es la experiencia de San Pablo 1ª Cor 15, 1-15, y a este núcleo de textos a los que hace alusión el Catecismo
de la Iglesia Católica, se remiten los catequistas del CN: “Este designio divino de salvación a través de la muerte del ´Siervo,
el Justo` (Is 53,11; Hch 3,14) había sido anunciado antes en la Escritura como un misterio de redención universal, es decir, de
rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado (cf. Is 53, 11-12; Jn 8, 34-36). S. Pablo profesa en una confesión
de fe que dice haber ´recibido` (1 Cor 15,3) que ´Cristo ha muerto por nuestros pecados según las Escrituras (ibid.; también
Hech 3, 18; 7, 52; 13, 29; 26, 22-23). La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cf.
Is 53, 7-8 y Hch 8, 32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo doliente (cf. Mt
20,28). Después de su Resurrección dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 25-27), luego
a los propios discípulos (cf. 24, 44-45). [nº 601].
808
“Las cinco catequesis siguientes tratan de presentar este Kerigma preparado por Dios a través de la Historia de la Salvación;
tratan de presentar la Palabra viva y operante hoy, porque ella es Jesucristo mismo. Se presenta Abraham (Catequesis 10ª),
paradigma de la fe, Palabra que llama a cada uno de nosotros a un camino: Abraham eres tú; y el Éxodo, paradigma de la
liberación de la esclavitud del pecado y del camino de un pueblo en el desierto hasta el Reino de Dios: Jesús el verdadero
Israel que nos lleva al Padre”. Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 94.
a la primera entrega que tiene lugar en el Neocatecumenado: La Entrega de la
Biblia en el marco de una Celebración de la Palabra, celebración a la que
normalmente siempre se invita al Obispo o un delegado suyo.

Nos encontramos, pues, -ya en el marco de las catequesis iniciales-, con


una primera iniciación a la Escritura, de una forma sencilla y desde una pedagogía
catequética bien lograda. Como muy bien ha puesto de relieve el Estatuto del CN,
en estas catequesis “se dan las claves hermeneúticas para la escucha y la
comprensión de la Sagrada Escritura: ver en Jesucristo el cumplimiento de las
Escrituras y poner los hechos de la propia historia bajo la luz de la Palabra. Esta
iniciación a la Escritura es sellada en una celebración de la Palabra, en la que los
participantes reciben la Biblia de manos del Obispo, garante de su auténtica
interpretación, como signo de que la madre Iglesia, de ahora en adelante, a lo
largo del Camino les nutrirá semanalmente en esta mesa, fuente viva de la
catequesis” (art. 9, 3ª)809.

En esta etapa kerigmática, hay que destacar el primer rito catecumenal que
en ella se hace, también dentro de una liturgia como es la celebración de la
Palabra: la Entrega de la Escritura810. Es este un rito cargado de significación
eclesial, pastoral y catecumenal. El Obispo, garante de la ortodoxia de la fe y de
la auténtica interpretación de la Palabra de Dios, hace entrega a cada uno de los
asistentes a las catequesis de la Sagrada Escritura para que sea la fuente y el
alimento en su caminar como neocatecúmenos. El Pastor de la Diócesis acredita
con su presencia la garantía de los contenidos catequéticos que se están
impartiendo en las catequesis. Y el Obispo al presidir este primer rito
neocatecumenal confirma que él es el principal “responsable de la iniciación, de
la formación y de la vida cristiana en la Iglesia particular” (SCN, art. 26,1º)811.

Esta primera celebración de la Liturgia Palabra que se tiene en la fase


kerigmática viene precedida de dos catequesis en las que se anuncia el Kerygma
preparado por Dios a través de la historia de la salvación (Abrahám y el Éxodo)

809
Posiblemente todavía no se ha ponderado lo suficiente la gran aportación que ha hecho y está haciendo el
Neocatecumenado al acercar las Sagradas Escrituras al Pueblo de Dios; así como la transcendental importancia que va a tener
para la vida la Iglesia la instauración -una vez a la semana- de la Celebración de la Palabra. Con la Celebración de la Palabra
-una vez a la semana- al interior de las parroquias, el Neocatecumenado está contribuyendo, de manera pastoralmente
significativa, a la comprensión y vivencia de la ´centralidad de la Palabra de Dios`para la vida de la Iglesia. El DGC afirma
que “el estudio y profundización de la Sagrada Escritura leída no solo en la Iglesia, sino con la Iglesia y su fe siempre viva.
Esto ayuda a descubrir la verdad divina, de forma que suscite una respuesta de fe. La denominada ´lectio divina` es la forma
eminente de estudio vital de las Escrituras” (nº 71).
810
“Esta iniciación a la Escritura es sellada en una celebración de la Palabra, en que los participantes reciben la Biblia de
manos del Obispo, garante de la auténtica interpretación, como signo de que la madre Iglesia de ahora en adelante a lo largo
del Camino les nutrirá semanalmente en esta mesa, fuente viva de la catequesis”. Cfr. SCN, art. 9, 2ª. Remite en la nota a los
nnº 53-55 del DGC.
811
En el documento de la Pontificia Comisión Bíblica se valora esta praxis de iniciación a la lectura de la Biblia por parte de
los fieles laicos: “Hay que alegrarse de ver que gente humilde y pobre, toma la Biblia en sus manos y puede aportar a su
interpretación y actualización una luz más penetrante, desde el punto de vista espiritual y existencial, que la que viene de una
ciencia segura de sí misma (cf. Mt 11,25)”. Cfr. La interpretación de la Biblia en la Iglesia, p. 123.
y donde se dan las claves hermenéuticas necesarias para la escucha y la
comprensión de la Sagrada Escritura. Asimismo, para posibilitar desde una
perspectiva pedagógica la asimilación de estas catequesis, es de gran ayuda y
clarificación la presentación que se hace - partiendo de una encuesta- de la
relación entre Sagrada Escritura y Palabra de Dios, en la línea de lo expresado
por el teólogo liturgista Pedro Fernández: “Para captar la palabra de Dios como
acontecimiento, sobre todo en la liturgia, es preciso distinguir entre Escritura y
Palabra. Escritura es, en sí misma, letra todavía muerta; es una letra fijada y
esclerotizada. Necesita el Espíritu Santo para que recobre su vida propia [...] La
Palabra, por el contrario, es la Escritura como acontecimiento actual, vivo y
fuente de vida. Es la Palabra acontecimiento. ´Hoy se cumple esto que acabáis de
escuchar`”812.

La Palabra de Dios es mucho más que las Escrituras. Por eso éstas nunca
se pueden separar del cuerpo que les da vida. Este cuerpo es la Iglesia, el Pueblo
de Dios que ha vivido las Escrituras, las ha escrito y las sigue transmitiendo e
interpretando. En este sentido podemos decir que el libro no es lo importante y
por ello la Iglesia frente a las posiciones de la dogmática protestante, siempre ha
defendido la explicitación y canalización de la Palabra a través de la Tradición
viva de la Iglesia, tal y como se afirma en DV, nº 10 : “La Tradición y la Escritura
constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia”. Pero
la legítima, fiel y autentica interpretación de la Palabra de Dios le compete al
Magisterio como un servicio eclesial: “El oficio de interpretar auténticamente la
Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de
la Iglesia, el cual lo ejerce en nombre de Jesucristo. Pero el Magisterio no está
por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo
transmitido, pues por mandato divino, y con la asistencia del Espíritu Santo, lo
escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este
único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser
creído”.

A partir de esta primera celebración todo el itinerario neocatecumenal se


articulará fundamentalmente sobre este pilar de la Celebración de la Palabra,
conectando así con la praxis catecumenal de los primeros siglos en los que la
liturgia de la Palabra en el seno de la comunidad cristiana era el núcleo esencial813,

812
Cfr. La liturgia de la Palabra de Dios, p. 72. Este teólogo liturgista ha dedicado algunos estudios a analizar la naturaleza
litúrgica y teológica de la Celebración de la Palabra, también del Neocatecumenado: Teología litúrgica de la Palabra de Dios:
Ciencia Tomista 121 (1994), pp. 549-603; La Palabra de Dios en la Celebración litúrgica: Pastoral Litúrgica 229-230 (1996),
pp. 3-171; Cuestiones teológico-pastorales sobre la iniciación cristiana: Ciencia Tomista 407 (1998), pp. 529-566.
813
“La estructura fundamental de la celebración de la palabra de Dios la ha heredado la Iglesia del culto sinagogal [...] esta
estructura pasa al Nuevo Testamento a través del ministerio de Jesús, asistente asiduo al culto de las sinagogas [...] En el fondo, esta
estructura celebrativa ´reproduce en la liturgia la estructura misma de la revelación. Mediante la proclamación de la Palabra que la
contiene, ella llega a la comunidad para pedirle una respuesta de fe, manifestando también cómo la unidad y el progreso de la historia
salvadora del Antiguo Testamento llega al Nuevo, pasando a través de la Pascua de Cristo que es el centro y el vértice de ambos
Testamentos”. Cfr. PEDRO FERNÁNDEZ, La liturgia de la Palabra de Dios, pp. 82-83. Ver también, P. SORCI, Senso teologico e
pastorale della liturgia della Parola: Rivista Pastorale Liturgica 118 (1983).
también lo va a ser en el Neocatecumenado donde “cada Comunidad
Neocatecumenal tiene semanalmente una celebración de la Palabra de Dios,
normalmente con cuatro lecturas, según los temas indicados en el Directorio
catequético del Camino Neocatecumenal para cada etapa”( SCN, art. 11&1)814.

Para finalizar esta etapa o fase de conversión, se anunciará “el Kerygma


actualizado en los sacramentos y en la koinonia: las catequesis culminan en la
convivencia con la celebración de la Eucaristía. Dicha celebración, preparada por
oportunas catequesis, ayuda a redescubrir el esplendor pascual resaltado por el
Concilio Vaticano II y a experimentar la comunión entre los hermanos”( SCN,
art. 9, 3ª)815. El último día de la convivencia se descubre, con aquellos que aceptan
iniciar el Neocatecumenado, cómo “a través de la predicación y de las
celebraciones realizadas en las catequesis iniciales, el Espíritu Santo invita a
hombres y mujeres de diversa edad, mentalidad, cultura y condición social a
emprender juntos un itinerario de conversión, fundado en el redescubrimiento
progresivo de las ´inmensas y extraordinarias riquezas y responsabilidades del
Bautismo recibido`, para realizar en ellos el gradual crecimiento y maduración de
la fe y de vida cristiana. Al final de la convivencia con los que acogen la llamada
a recorrer tal Catecumenado postbautismal se forma la Comunidad
Neocatecumenal” (SCN, art. 10&3).

b) Escritura y catequesis en el Precatecumenado

Durante esta etapa (unos dos años), los miembros de las CNC se reúnen
dos veces por semana para la celebración de la Palabra de Dios, en la que los
precatecúmenos aprenden el lenguaje bíblico, “con temas simples que recorren
toda la Escritura, como agua, roca, cordero, etc” (SCN, art 19,1ª). La preparación
en pequeños grupos y la celebración de estas palabras en asamblea litúrgica
ayudarán progresivamente a conocer el lenguaje de la Escritura y, sobre todo,
iluminarán constantemente la vida de los hermanos816. Estas celebraciones son
814
Según D. BOROBIO, "las CNC parten de una teología Kerigmática o de hª de la salvación, que proclaman, meditan, dialogan...
a partir de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios tiene en el CN un puesto central por los siguientes datos: las reuniones de la
comunidad tanto para la reflexión y diálogo, cuanto para la celebración tiene por centro la Palabra". Cfr. La recepción del Concilio
por las Comunidades Neocatecumenales, p. 49.
815
Para las catequesis que se imparte en esta Convivencia, acerca de la Eucaristía y del Siervo de Yahvé, se tienen muy
presentes aquellos autores que han abordado el entroncamiento de la Eucaristía con la historia y la teología de la fiesta pascual,
y han ayudado a la comprensión de la Eucaristía como Pascua del Señor entre otros: Th. BARROSE, La Pascua y la Comida
Pascual: Concilium, nº 40 (diciembre 1968); L. BOUYER, Eucaristía, Ed, Herder, Barcelona 1969; H. HAAG, De la antigua
a la nueva Pascua, Ed, Sígueme, Salamanca 1980; J. JEREMÍAS, La ultima Cena: Palabras de Jesús, Ed, Cristiandad, Madrid
1980; F. X. DURRWELL, La eucaristía, sacramento pascual. Ed, Sígueme, Salamanca 1982; ASOCIACIÓN ESPAÑOLA
DE PROFESORES DE LITURGIA, El Misterio Pascual en la Liturgia, Ed, Grafite, Bilbao 2002. Para un acceso “integral” y
sistemático a la teología de la Eucaristía: M. GESTEIRA, La Eucaristía. Misterio de comunión, Ed, Sígueme, Salamanca
1999; y D. BOROBIO, Eucaristía, Ed, B.A.C., Madrid 2000.
816
Los Obispos españoles afirman que la “necesidad de que la catequesis introduzca al creyente en lenguaje propio de la fe
que está admirablemente expresada en esta reflexión del Mensaje del Sínodos: ´El primer lenguaje de la catequesis es la
Escritura y el Símbolo... Las Escrituras permiten a los cristianos hablar un lenguaje común. Es normal que, a lo largo de la
formación, se aprendan ciertas sentencias bíblicas, en especial del Nuevo Testamento, o determinadas fórmulas litúrgicas,
preparadas en grupos rotatorios por cinco o seis personas que leen la Escritura a
la luz del Espíritu tal y como se pide en Dei verbum, nº 12. Para G. Zevini “la
iniciación a la palabra es algo extraordinario: se lee gradualmente, se medita con
fe y luego se vive con fruto por parte de la comunidad. La palabra es abordada de
manera no intelectual, sino sapiencial; no especulativa, sino orante. Para el
neocatecúmeno, la palabra de Dios indica una realidad, una fuerza que crea y
promueve la historia: es, a la vez, acontecimiento y acción (cf. Dei verbum 2)”817.

También se reúnen para la Eucaristía celebrada el sábado por la noche y


“cada celebración la prepara, cuando es posible bajo la guía del presbítero, un
grupo de la Comunidad Neocatecumenal, por turno, que prepara breves
moniciones a las lecturas, escoge los cantos, provee el pan, el vino, las flores, y
cuida el decoro y la dignidad de los signos litúrgicos” (SCN, art. 13&4). En estas
preparaciones, la utilización de la Escritura, su lectura compartida y la búsqueda
del mensaje de la Palabra de Dios para la vida de cada uno de los hermanos y de
la comunidad, irá ayudando a adquirir en el precatecúmeno una conciencia de
oyente y servidor de la misma Palabra de Dios.

En todo caso, lo que no deja de ser sorprendente es que a las pocas semanas
de haber iniciado las catequesis, y tras la celebración de la entrega de la Biblia,
los precatecúmenos ya comienzan a tener una experiencia nueva -para muchos
recién estrenada- de diálogo con las Sagradas Escrituras que a partir de este
momento será su compañera de camino aportando nuevas comprensiones para la
existencia cotidiana y luz para acometer las decisiones de cada día818 , el salmo
119,105 lo expresa del siguiente modo: “lámpara para mis pasos, luz en mi
sendero”.

La catequesis, durante esta etapa (que va desde las catequesis iniciales al


Primer Escrutinio de paso al Catecumenado postbautismal, y que dura unos dos
años), tiene la misión de “ayudar a los neocatecúmenos a vaciarse de los falsos
conceptos de sí mismos y de Dios y a descender a su realidad de pecadores,

que son expresión privilegiada del sentido de dichas sentencias bíblicas, así como también otras plegarias comunes. El
creyente asimila también aquellas expresiones de fe acuñadas por la reflexión viva de los cristianos durante siglos y que son
recogidas en los Símbolos y en los principales documentos de la Iglesia... La catequesis es así ´transmisión de los documentos
de la fe`” (MPD, 9)”. Cfr. CC, nº 141.
817
Cfr. La iniciación cristiana de adultos en las comunidades neocatecumenales, en Concilium nº 142 (febrero
1979), p. 242. La afirmación del profesor CASIANO FLORISTÁN de que "al enfatizar tanto el don de la fe y la actitud de la
escucha, el creyente y convertido puede acentuar la pasividad, con todas las secuelas de subjetivismo e intimismo. La palabra
de Dios es absolutizada al modo barthiano. Además, Dios habla casi sólo por la Biblia, no por los signos de los tiempos ni por
los acontecimientos, que apenas tienen relieve" (Cfr. Para comprender el Catecumenado, p. 103), evidentemente, solo se
sostiene desde un conocimiento distante y desde una interpretación sesgada y no ajustada a la realidad de los hechos y de los
frutos que la escucha, aceptación y la puesta en práctica de la Palabra de Dios ha producido y sigue produciendo en el interior
de las CNC de todo el mundo.
818
Según nuestros Obispos “la Palabra de Dios ilumina todo el acto catequético y es el elemento que da conexión a todos los
demás. La catequesis, en efecto, es ese proceso en el que el grupo catecumenal entra en contacto con el Evangelio que la Iglesia
le entrega, para dejarse interpelar por él, para conocerlo en profundidad y para vivirlo orientando desde él la existencia. De ahí
que sea esencial para la catequesis el abrir, ante el corazón del catecúmeno, la Sagrada Escritura y enseñarle a interpretar su
mensaje”. Cfr. CC, nº 228.
necesitados de conversión, redescubriendo la gratuidad del amor de Cristo, que
les perdona y ama” (SCN, art. 19, 1ª)819. Es un tiempo en el que los
precatecúmenos poco a poco van entrando en el gusto y entendimiento de la
Escritura y desentrañando el secreto de la Historia de la Salvación. Porque por un
camino u otro, sin violentar la Palabra, siempre se hace presente a Jesucristo como
Buena Noticia.

En esta etapa, se desarrolla lo que en los documentos de pastoral


catequética se denomina la precatequesis820 que tiene como finalidad -en palabras
de C. Floristán- “despertar la fe y ayudar a promover la conversión. Esta etapa
comienza con una fe lejana y confusa, y termina, con el ingreso catecumenal, con
una adhesión global a Cristo y a la Iglesia. Empieza con una conversión en forma
de toma de conciencia interior y acaba con una aceptación plena de los valores
evangélicos”821. Para nuestros Obispos este tiempo de precatequesis es
fundamental, y también lo es para el Neocatecumenado, “la experiencia de
muchos grupos de catequesis de adultos nos dice que muchos cristianos progresan
poco en el crecimiento de su fe porque el impulso del descubrimiento inicial, en
la precatequesis, fue poco profundo. No hay que precipitarse para pasar al
segundo grado formativo. Es en el primero donde se gestiona lo esencial,
dedicado como está a descubrir el tesoro del Evangelio y a gustar la novedad de
este descubrimiento”822

En este tiempo la praxis de iniciación a la lectura e interpretación de la


Escritura en el Neocatecumenado ha conseguido de un modo sencillo y práctico
poner en las manos de los fieles los “tesoros de la Biblia” (SC, nº 51) fomentando
en ellos “aquel amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura” (SC, nº 24),
haciéndoles experimentar cómo “en los Libros sagrados, el Padre, que está en el
cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos” (DV,

819
Mons. R. BLÁZQUEZ afirma que “poco a poco van cayendo las máscaras detrás de las cuales se esconde y defiende el
hombre. Estas máscaras, por otra parte, al ser imágenes sociales, les imponen una manera inauténtica de vivir y de actuar. Al
principio nadie se siente concretamente pecador, nadie tiene enemigos; todos tienen mucha fe, todos aman mucho. Con el
espejo de la comunidad cada uno irá descubriendo que necesita pedir la fe a la Iglesia, que es justamente lo que tendrá lugar
en el escrutinio primero. Antes de comenzar a construir es necesario desmontar”. Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales,
pp. 30-31. Para una profundización en este tiemp o del Neocatecumenado desde la clave de la espiritualidad, ver, A.
FUENTES, El Neocatecumenado, pp. 70-77; del mismo autor, La espiritualidad del Camino Neocatecumenal: Vida
Sobrenatural, nº 577 (enero-febrero 1995), pp. 82-94.
820
“La precatequesis es un ´tiempo de búsqueda` (RICA, nº 6) en el que el adulto, interesado por el Evangelio, busca al Señor.
Este carácter de búsqueda, con vistas a una firme opción de fe, es lo que define a esta etapa, condicionando su específica
metodología”. Cfr. CA, nº 204. Ver también IC, nº 119. En el Directorio general para la Catequesis se levanta ´acta`de la
situación eclesial del momento al afirmar que “frecuentemente las personas que acceden a la catequesis necesitan, de hecho,
una verdadera conversión. Por eso, la Iglesia desea que, ordinariamente, una primera etapa del proceso catequizador esté
dedicada a asegurar la conversión. En la ´misión ad gentes`, esta tarea se realiza en el ´Precatecumenado`. En la situación que
requiere la ´nueva evangelización` se realiza por medio de la catequesis kerigmática, que algunos llaman ´precatequesis´,
porque, inspirada en el Precatecumenado, es una propuesta de la Buena Nueva en orden a una opción sólida de fe” (nº 62).
821
Cfr. Para comprender el catecumenado, p. 132. Para una ampliación, E. ALBERICH, ´Precatequesis`, en Diccionario de
Catequética, Ed, CCS, Madrid 1977.
822
Cfr. CA, nº 215. Un intento de acercamiento a esta etapa y de respuesta a los interrogantes que plantea, H. BOURGEOIS,
Los que vuelven a la fe. En esta misma honda de preocupaciones, ver CONFERENCIA EUROPEA DE CATECUMENADO,
Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa Hoy.
nº 21), a través de su mismo Hijo - Verbum carnem factum (DV, nº 2) que se hace
presente “en su palabra, pues, es Él mismo el que habla cuando se lee en la Iglesia
la Sagrada Escritura” (SC, nº 7). Y esto se consigue a través de la instauración en
la Parroquia de la celebración semanal de la Palabra, en pequeñas asambleas
litúrgicas, donde “cada celebración de la Palabra es preparada cuidadosamente,
por turno, por un grupo de la comunidad, con la ayuda, cuando es posible, del
presbítero. El grupo escoge las lecturas y los cantos, prepara las moniciones y
dispone la sala y los signos litúrgicos para la celebración, cuidado con celo la
dignidad y la belleza de los mismos” (SCN, art. 11&3)823.

Es esta una de las grandes aportaciones del Neocatecumenado a la Iglesia


en orden a resaltar de una forma eclesial, pastoral y litúrgicamente práctica, la
centralidad de la Palabra en la vida de las parroquias donde normalmente la
asamblea de fieles es convocada -de modo ordinario- para la celebración de la
Eucaristía, pero apenas hay experiencias de convocar a la asamblea para celebrar
la Palabra de Dios824. Se ofrece así un espacio más reposado para una auténtica
iluminación de los acontecimientos de la vida a la luz de la Palabra de Dios825, de
un modo sistemático, permanente y gradual.

Después de dos años de caminar en comunidad confrontando la vida


semanalmente con la Palabra de Dios826, el precatecúmeno ha comenzado a darse
cuenta de que no tiene tanta fe como creía tener, "que la fe no puede dársela a sí
mismo, ni es un moralismo que consigue como fruto de su esfuerzo, sino que es
un don gratuito de Dios que se da a través del Bautismo"827. Ha descubierto que
la Iglesia puede dársela porque ella es la auténtica depositaria de este don.

823
En las preparaciones de esta celebración, los precatecúmenos se ayudan de algunos instrumentos, por ejemplo el
Vocabulario de Teología Bíblica de X. LEÓN-DUFOUR, los textos paralelos y las notas de la Biblia de Jerusalén. En este
sentido el ´método` hermenéutico utilizado para acceder a la comprensión de la Escritura sigue las indicaciones de la Pontificia
Comisión Bíblica, que sostiene que “para llevar a cabo adecuadamente la actualización de la Biblia, la interpretación de la
Escritura por la Escritura es el método más seguro y más fecundo, especialmente en el caso de los textos del Antiguo
Testamento que son releídos en el Antiguo Testamento mismo (p. ej., el maná de Ex 16 en Sb 16, 20-29) y/o en el Nuevo
Testamento (Jn 6). La actualización de un texto bíblico en la existencia cristiana no puede hacerse correctamente sin establecer
una relación con el misterio de Cristo y la Iglesia”. Cfr. La interpretación de la Biblia en la Iglesia, p. 113.
824
Para Mons. JULIÁN LÓPEZ “todavía queda mucho por hacer en este campo. A la abundancia de medios y al progresivo
perfeccionamiento de los instrumentos de acceso a la Sagrada Escritura que poseemos hoy, no se corresponde aún una
suficiente familiaridad con la Palabra de Dios, de manera que ésta informe efectivamente los pensamientos, los proyectos de
vida y la conducta de los cristianos”. Cfr. “Revalorizar la Palabra de Dios”, en Celebrar la Liturgia de la Palabra, p. 11.
825
“La auténtica catequesis es siempre una iniciación ordenada y sistemática a la revelación que Dios mismo ha hecho al
hombre, en Jesucristo, revelación conservada en la memoria profunda de la Iglesia y en las Sagradas Escrituras y comunicada
constantemente, mediante una ´traditio` viva y activa, de generación en generación. Pero esta revelación no está aislada de la
vida ni yuxtapuesta artificialmente a ella. Se refiere al sentido último de la existencia y la ilumina, ya para inspirarla, ya para
juzgarla, a la luz del Evangelio”. Cfr. CT, nº 22. G. VOGELEISEN habla de la catequesis como ´articulación de la fe`, lugar
y momento en que las experiencias humanas son interpretadas a la luz de la fe, ver Articuler la foi: Catéchèse 21 (1981), p.
35. Para una ulterior profundización, E. ALBERICH, La catequesis en la Iglesia, Ed, CCS, Madrid 1991, pp. 57-90.
826
El período del Precatecumenado es un período de kénosis, afirma KIKO ARGUELLO: "En este tiempo las personas
verifican su fe caminando junto a otras personas imperfectas y pecadoras, en la novedad de una comunidad concreta que hace
de espejo y que llama a cada uno a conversión al ver claramente su realidad". Cfr. El Camino neocatecumenal: breve síntesis,
en o. cit., p. 130. Ver cuanto dijimos acerca de El tiempo del Precatecumenado, y también SCN, art. 19.
827
Cfr. KIKO ARGÜELLO, Il Neocatecumenato, p. 96.
Esta petición a la Iglesia por parte de los precatecúmenos para que les
ayude a madurar en la fe, tiene lugar en la celebración conclusiva del Primer
Escrutinio. Como ya analicé en su momento la estructura y el contenido de dicho
rito, ahora simplemente resalto la importancia de la Escritura y de las catequesis
que acompañan a dicho rito.

El rito del Primer Escrutinio se celebra dentro del marco celebrativo de la


Eucaristía (también puede ser celebrado dentro de una Celebración de la Palabra),
y por tanto tiene lugar dentro de la Liturgia de la Palabra que va iluminando cada
una de las cuatro partes en las que está estructurado el Rito:

1ª) Inscripción del nombre en el Libro de la Vida Este rito viene precedido
por la proclamación de dos lecturas neotestamentarias (cf. Ap. 3,1-5; Lc 10,17-
20) en las que aparecen vestigios de primitivas liturgias bautismales del primer
siglo cristiano y que contextualizan el significado del mismo rito. Después de
proclamadas las lecturas y explicado el sentido del rito por parte del Catequista,
los precatecúmenos se acercan uno a uno y escriben su nombre sobre la Biblia.
Las moniciones catequéticas de este rito resaltan la elección de Dios como un don
gratuito y la llamada como una vocación a desarrollar en el seguimiento fiel a
Jesús en la Iglesia.

2ª) Diálogo sobre la Fe y la Vida Eterna . Después de proclamar el texto


de Mc 12,28-34, en el que Jesús muestra cuál es el camino de la Vida, se acercan
los precatecúmenos al Obispo y tiene lugar el diálogo interrogativo que
encontramos en el Ritual (nº 75) pero con el añadido del texto del shemá. El
acento catequético se pone en este momento en descubrir qué es la fe y cómo se
sabe si uno tiene una fe adulta o debilitada y que por tanto necesitará ser
fortalecida. Normalmente, a la luz de la catequesis, en este momento se constata
que la fe o no se tiene o es débil e ineficaz, que no se tiene porque sí, sino que
hay que pedirla a la Iglesia con humildad.

3ª) Exorcismo e insuflación del Espíritu Santo. En el Neocatecumenado


este rito guarda también bastante similitud con el RICA, aunque añade algunas
modificaciones propias. Antes de proceder al rito, se proclama el texto de Lucas
11,14-20, en el que Jesús aparece exorcizando y expulsando un demonio, lo que
hace que la Palabra proclamada llene de expresividad y contenido al mismo rito
que a continuación se realiza. Su finalidad es doble, por una parte se hace sobre
el precatecúmeno un exorcismo menor en la línea de lo apuntado en el Ritual con
la finalidad de poner “ante los ojos de los precatecúmenos las verdaderas
caraterísticas de la vida espiritual, la lucha entre la carne y el espíritu, el valor de
la renuncia para conseguir la bienaventuranza del Reino de Dios y la continua
necesidad de la ayuda divina” (nº 101). Y, por otra parte, se invoca al Espíritu
Santo en la perspectiva del seguimiento evangélico y de la disponibilidad para
dejarse purificar por su acción a fin de convertirse en verdadero discípulo de
Cristo.
4ª) La cruz gloriosa (cf. Mc 10,32-34; Lc 12,50). En el tiempo del
Precatecumenado han comenzado a descubrir los traumas de su historia y han
empezado a reconciliarse con ella. En esta Convivencia a través de las catequesis
se ilumina el misterio de la Cruz que en Jesucristo se ha transformado en gloriosa
para el discípulo que le sigue (cf. Mt. 11,29-30). En el Neocatecumenado, nos
vamos a encontrar este mismo rito con un contenido profundamente existencial;
no se puede llegar a ser cristiano de una forma adulta sin tener iluminada la cruz
(cf.1ª Cor 1,17-25). En este rito “reciben el signo de la cruz gloriosa de Cristo,
que ilumina la función salvífica que tiene la cruz en la vida de cada uno” (SCN,
art. 19,1ª).

c) Escritura y Catequesis en el paso al Neocatecumenado

Una vez celebrado el Primer Escrutinio, hay un período de otros dos años
que se llama paso al Neocatecumenado. En el Estatuto se dice que en esta etapa,
“los neocatecúmenos celebran las grandes etapas de la historia de la salvación:
Abrahám, Éxodo, Desierto, Tierra prometida, etc., y les es dado un tiempo para
que se prueben a sí mismos en la sinceridad de su intención de seguir a Jesucristo,
a la luz de la palabra: ´No podéis servir a Dios y al dinero` (cf. Mt 6,24)” [art. 19,
2ª].

Las catequesis son preparadas por pequeños grupos dentro de la


comunidad. A cada tema se le dedicarán cuatro semanas828. A través de los
trabajos en grupo, las reuniones, las revisiones a la luz de la Palabra y las
celebraciones, se actualiza la acción de Dios, que se manifestó en aquella fase de
la Historia de la Salvación y que a partir de este momento alcanza a la comunidad
que se dispone a vivirla hoy.

No se pretende instruir en cultura bíblica, sino que la Palabra de Dios se


convierta en pan, en alimento espiritual. Afirma Mons. Ricardo Blázquez:
“Siempre se hacen explícitamente las preguntas de cómo tal realidad se refiere a
Jesucristo y cómo afecta concretamente a la vida. La lectura cristológica y

828
En el DGC-97 se pide que se “Presente la historia de la salvación por medio de una catequesis bíblica que dé a conocer
las ´obras y palabras`con las que Dios se ha revelado a la humanidad: las grandes etapas del Antiguo Testamento, con las que
se preparó el camino del Evangelio...” (nº 108). Según CESARE BISSOLI, “existe un acontecimiento-institución que es el
que mejor traduce la catequesis como historia salvífica: se trata del catecumenado. En éste, según la concepción de los Santos
Padres que se ha recogido en el Ritual de la iniciación cristiana de adultos (RICA), la narración de la historia de la salvación
puede extenderse y serenamente. Por ello, el Directorio reconoce que ´el catecumenado bautismal` es ´inspirador de la
catequesis en la Iglesia` porque bien podemos afirmar que es el lugar en el que alcanza mayormente su plenitud de sentido y
eficacia de vida la narración de las grandes maravillas de Dios”. Cfr. La acción de Dios en la Historia: Los hechos más
destacados, la narración de la historia de la salvación y la catequesis, en A. CAÑIZARES- MANUEL DEL CAMPO, o. cit.,
p. 439.
existencial de la Escritura son constantes [...] La lectura de la Palabra es
profundamente personal y eclesial, y, por el ministerio de la Iglesia, también
autorizada; la homilía del presbítero, la predicación del obispo y los documentos
del Magisterio pastoral expresan para la comunidad ese carácter autorizado"829.
Este aspecto que subraya la garantía ortodoxa y católica en la interpretación de la
Escritura, se fundamenta en Dei Verbum, nº 10: “El oficio de interpretar
auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado
únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de
Jesucristo”. Esta perspectiva encuentra en la praxis neocatecumenal una
concreción bien articulada dentro de la misma celebración: “En la homilía, que
tiene un lugar privilegiado en la instrucción del Neocatecumenado, el presbítero
prolonga la proclamación de la Palabra, interpretándola según el Magisterio y
actualizándola en el hoy del camino de fe de los neocatecúmenos” (SCN, art.
12,2)830.

Después de haber tenido un tiempo para probar la verdadera intención y


rectitud de corazón del precatecúmeno respecto a la Palabra que recibió en el
Primer Escrutinio (cf. Lc 14,28-33 y 18,18-23), son de nuevo convocados a una
Convivencia de un fin de semana en la que, dentro de en un marco catequético y
celebrativo, se le hace entrega del Shemá, es decir se proclama y se entrega
solemnemente a cada precatecúmeno el credo de Israel: "Escucha Israel, el Señor
es nuestro Dios, el Señor es uno" (cf. Dt 6,4).

Durante la celebración de la Convivencia del Shemá, se vuelve a situar al


neocatecúmeno frente a esta palabra: “Si quieres alcanzar la Vida Eterna, amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas y
al prójimo como a ti mismo (cf. Lc 10,27)”. Pues bien, el candidato deberá probar
que sólo Dios es el Señor de su vida renunciando significativamente al dinero. El
dinero es el primer competidor de Dios en la existencia del hombre (cf. Mt 6,24).
Es necesario poner la fe a prueba frente a los ídolos y es necesario constatar, de
hecho, si se ha cumplido y cómo esta palabra. Con la profesión de fe en el Dios
único, -se afirma en el DGC- 97: “el cristiano renuncia a servir a cualquier
absoluto humano: poder, placer, raza, antepasado, Estado, dinero..., liberándose
de cualquier ídolo que lo esclavice” (nº 82). A esta libertad de espíritu profunda,
purificada y despierta apuntan las catequesis que se dan en esta Convivencia

829
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, pp. 75-76. Esta es la experiencia de una Comunidad Neocatecumenal de la
Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia en Lisboa que estaba viviendo esta etapa: “Después del precatecumenado
y después del primer escrutinio, fue muy importante para nosotros la llamada a la conversión y descubrir el amor de Dios, que
elige siempre a los más débiles; en la historia de la salvación que hemos celebrado por etapas, hemos podido ver nuestra
historia”. Cfr. KIKO ARGÜELLO/CARMEN HERNÁNDEZ, Convivencia-1977, p. 36.
830
Se cita expresamente en las notas al margen de este artículo, el documento de la PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, La
interpretación de la Biblia en la Iglesia, III, B, 3: “En cuanto colaboradores de los Obispos, los sacerdotes tienen como primer
deber la proclamación de la Palabra (cf. PO, 4). Están dotados de un carisma especial para la interpretación de la Escritura
cuando, transmitiendo, no sus ideas personales, sino la palabra de Dios, aplican la verdad eterna del evangelio a las
circunstancias concretas de la vida (ibid)”.
partiendo de las parábolas de las vírgenes (cf. Mt 25,1-12), y del sembrador (cf.
Mt 13, 1-23), así como la verificación de las reales intenciones del corazón en la
puesta en práctica de la palabra recibida en el Primer Escrutinio: “Ve, vende lo
que tienes y dáselo a los pobres y después, ven y sígueme” (cf. Mt 19,21).

Un año más tarde serán convocados los precatecúmenos para “la


celebración conclusiva del Segundo Escrutinio de paso al Catecumenado
postbautismal, renuevan ante la Iglesia la renuncia al demonio y manifiestan su
voluntad de servir sólo a Dios” (cf. SCN, art. 19,2ª). El Segundo Escrutinio se
inicia con una Convivencia en la que a través de las catequesis que giran en torno
a las "tentaciones de Jesús" (cf. Mt. 4,1-11)831y de la "sal" (cf. Lc 14,25-35; Mc
10,41-50; Mt 5,1-13)832 se le presenta al precatecúmeno a Jesús como Aquél que
ha entrado en la voluntad de Dios y ha llevado a plenitud el cumplimiento del
Shemá desde las tentaciones hasta la Cruz.

La celebración del Segundo Escrutinio tiene lugar en el marco de una la


Liturgia de la Palabra, que se invita a presidirla al Obispo. La estructura de la
celebración gravita, en una primera parte, en torno al Rito de la renuncia de los
ídolos, y en una segunda, en torno al Rito de la sal. La Palabra proclamada
ilumina, da sentido y se concretiza en estos dos ritos que se celebran en el marco
de una Celebración de la Palabra. Como en todos los ritos que se celebran en el
Neocatecumenado, la Palabra de Dios precede a la celebración del Rito. En este
caso las tres lecturas que se proclaman (Gn 15,1-11; 17-21; Gn 32,23-33; 35, 1-
13; Josué 24,1-27) hacen presente a tres grandes personajes de la Historia de la
Salvación (Abraham, Jacob y Josué) que tienen en común haber sido objeto de la
elección de Dios y son testigos privilegiados de la Alianza divina833. La figura de
Abraham iluminada por la catequesis que sobre él recibieron en la etapa
kerigmática, pone al precatecúmeno siempre frente a la fe. La historia de Jacob
ilumina en este momento muy profundamente la vida del precatecúmeno.
También él va a ser invitado a hacer una alianza con Aquél que es "el más fuerte"
(cf. Gn 32,29). Los precatecúmenos, como Jacob, han conocido existencialmente
a lo largo de todo el tiempo vivido en el Precatecumenado su debilidad y ahora
van a recibir una nueva "bendición" (cf. Gn 32,30) de Dios a través de la Iglesia
831
Cfr. J. DUPONT, El Evangelio (Mt 4, 1-11): Las tentaciones de Jesús en el desierto, pp. 38-54. La interpretación que se
hace de las ´tentaciones de Jesús` sigue la interpretación del nº 539 del CCE. Para el exegeta ANTONIO VARGAS-MACHUCA, “Al
exponer las tentaciones de Jesús (n. 539) el Catecismo da una explicación que refleja de una parte la exégesis más actual: ´Los
evangelistas indican el sentido salvífico de este acontecimiento misterioso. Jesús es el nuevo Adán que permaneció fiel allí donde el
primero sucumbió a la tentación. Jesús cumplió perfectamente la vocación de Israel al contrario de los que anteriormente provocaron
a Dios durante cuarenta años por el desierto (cf Sal 95,10). Cristo se revela como el Siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad
divina”. Cfr. “El nuevo Catecismo. Lectura de un exegeta” , en OLEGARIO G. DE CARDEDAL - JUAN A. MARTÍNEZ, o. cit., p..
246.
832
Para esta catequesis se tiene muy en cuenta el estudio de OSCAR CULLMANN, Que signifie le sel dans la parabole de
Jésus?: Revue D´histoire et de Philosophie Religieuses 4 (1957), pp. 3-43.
833
"El término alianza pone ritmo a todos estos relatos: Dios hace alianza con Abrahám, con Moisés, con David. Había hecho
ya alianza con Noé y, en cierto sentido, con Adán al crearlo. El pueblo elegido es el pueblo de la alianza. Concretamente la elección
y la alianza son una sola cosa, ya que la elección se ordena a la alianza y la alianza tiene por motivo la elección". Cfr. BERNARD
SESBOÜE, Jesucristo, el único mediador II, Ed, Sígueme, Salamanca 1993, p. 127.
por medio de este rito para que puedan entrar en el Neocatecumenado. La lectura
de la "Alianza de Siquém" (cf. Jos. 24, 1-28) que Dios realizó con su pueblo Israel
teniendo como intermediario a Josué actualizará y presencializará en el rito esta
misma gesta histórico-salvífica.

Tras la exhortación del Presidente, el diálogo que sigue está tomado de la


praxis catecumenal antigua, principalmente de Orígenes quien, a su vez, inspirado
en el pacto de Siquém (cf. Jos. 24) fundamentaba la adhesión a Jesucristo por
parte del catecúmeno y su renuncia a los ídolos y a las antiguas prácticas en el
diálogo de la asamblea siquemita. Muy probablemente hace alusión a este rito.

La celebración de la entrega de la sal encuentra su marco de comprensión


bíblica en dos textos (cf. Ap 2,17 y Mt 5,13-16) que se proclaman y que centran
el significado del rito que se celebra; y el alcance teológico-catequético del
mismo rito encuentra su fundamento en la exégesis misma de estos textos y los
comentarios de algunos autores como O. Cullmann y el P. Bonnard, entre otros,
que aportan luz para su comprensión.

d) Escritura y Catequesis en el Neocatecumenado

La etapa del Neocatecumenado se inicia una vez pasado el Segundo


Escrutinio y acaba en el tiempo de la Elección (SCN, arts. 20 y 21). Es el tiempo
más largo de todo el itinerario neocatecumenal834. En él se impartirán
gradualmente las catequesis más doctrinales y morales. La finalidad de esta etapa
viene descrita así en el Estatuto: “La segunda fase del Neocatecumenado es el
Catecumenado postbautismal, que es un tiempo de combate espiritual para
adquirir la simplicidad interior del hombre nuevo que ama a Dios como único
Señor, con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas y al prójimo
como a sí mismo” (art. 20).

La pedagogía neocatecumenal ha anticipado a este tiempo las entregas del


Salterio, del Símbolo, del Padrenuestro y del Rosario. En relación con cada una
de estas entregas se iniciará a los neocatecúmenos en las tres dimensiones
constitutivas del ser cristiano: en la misión sacerdotal, con la entrega del Salterio
y las catequesis sobre la oración del cristiano en la Iglesia y su misión en el
mundo; en la misión profética, con la entrega del Símbolo y el envío a la misión
y las catequesis dogmáticas sobre los artículos del Credo; y en la misión real-

834
“La Iglesia realiza una segunda iniciación de los neocatecúmenos a la oración litúrgica y contemplativa, que culmina con
las catequesis sobre la oración del Señor y con la celebración de la entrega del ´Padrenuestro`, ´síntesis de todo el Evangelio`.
Desde entonces, en las ferias de Adviento y Cuaresma, empiezan a celebrar comunitariamente en la parroquia, antes de ir al
trabajo, los Laudes y el Oficio de Lecturas, con un tiempo de oración contemplativa” (cf. SCN, art. 20, 3ª).
servicial, con la entrega del Padrenuestro y la segunda iniciación a la oración
dominical y a la forma cristiana de vivir los hijos de Dios.

Si la precatequesis, hemos visto, es un tiempo de búsqueda con vistas a una


opción por el Evangelio, el Catecumenado es un tiempo de maduración con vistas
a la confesión de la fe835. La catequesis en el tiempo del Neocatecumenado va a
adquirir una dimensión más sistemática836, coincidiendo con las entregas que el
neocatecúmeno irá recibiendo a lo largo de dicho tiempo837, a través de unas
catequesis apropiadas que conducirán al neocatecúmeno al conocimiento
sapiencial del misterio de la salvación838.

Durante el primer año de Neocatecumenado, tiene lugar una de las entregas


que el neocatecúmeno va a recibir en esta etapa y que es, sin duda alguna, una de
las aportaciones más originales que el Neocatecumenado hace con respecto al
RICA. Se trata de la primera iniciación a la oración "como primera arma
importante y necesaria en nuestra lucha. Al final de esta seria iniciación, que dura
un año, el Obispo, en una liturgia, entrega el Libro de los Salmos"839. El tiempo
de la iniciación a la oración comienza con una Convivencia de tres días a la que
siguen siete catequesis bíblicas sobre la oración y concluye con la entrega del
Libro de la Liturgia de las Horas (el Salterio).

835
Las etapas del Catecumenado bautismal son calificadas por el RICA como etapas de ´búsqueda y maduración` (nnº 6 y 7).
Siendo el Precatecumenado el tiempo de búsqueda, las tres etapas catecumenales restantes son etapas de maduración en la fe.
Ver CA, nnº 214-216.
836
Para nuestros Obispos “lo propio de la catequesis es esa iniciación global y sistemática en las diversas expresiones de la
fe de la Iglesia. Es ese servicio a la unidad de la confesión de la fe. Es ese período intensivo y suficientemente prolongado de
formación cristiana integral y fundamental”. Cfr. CA, nº 61. La catequesis de iniciación tiene unas ´características`propias que
el Directorio General para la Catequesis indica en el nº 67 y concreta en el nº 68: “En síntesis, la catequesis de iniciación, por
ser orgánica y sistemática, no se reduce a lo meramente circunstancial u ocasional; por ser formación para la vida cristiana,
desborda -incluyéndola- a la mera enseñanza; por ser esencial, se centra en lo ´común`para el cristiano, sin entrar en cuestiones
disputadas ni convertirse en investigación teológica. En fin, por ser iniciación, incorpora a la comunidad que vive, celebra y
testimonia la fe. Ejerce, por tanto, al mismo tiempo, tareas de iniciación, de educación y de instrucción. Esta riqueza, inherente
al catecumenado de adultos no bautizados, ha de inspirar a la demás formas de catequesis”.
837
“La segunda fase del Neocatecumenado es el Catecumenado postbautismal, que es un tiempo de combate espiritual para
adquirir la simplicidad interior del hombre nuevo que ama a Dios como único Señor, con todo el corazón, con toda la mente,
con todas la fuerzas y al prójimo como a sí mismo. Sostenidos por la Palabra de Dios, por la Eucaristía y por la comunidad,
los neocatecúmenos se adiestran en la lucha contra las tentaciones del demonio: la búsqueda de seguridades, el escándalo de
la cruz y la seducción de los ídolos del mundo. La Iglesia viene en ayuda de los neocatecúmenos entregándoles las armas
necesarias, en tres etapas”. Ver. A. FUENTES, La espiritualidad del Camino Neocatecumenal, pp. 82-94.
838
Esta misma percepción valorativa la expresa D. BOROBIO al afirmar que “en cuanto a los contenidos de las mismas
catequesis que se emplean, son eminentemente bíblicos, y recogen los núcleos centrales del mensaje: kerigma, fe y conversión,
misterio pascual (el Siervo y el Kyrios), la Iglesia y comunidad, sacramentos y oración, símbolo y mandamientos, apostolado
y ministerios. El estricto desarrollo de la dinámica y etapas catecumenales es el espacio exigitivo de unos contenidos que
siempre pertenecieron a la esencia y objetivos del catecumenado”. Cfr. “La recepción del Concilio por movimientos cristianos
postconciliares”, en o. cit., p. 49.
839
Cfr. KIKO ARGÜELLO, art. cit, p. 98. En el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos desarrollado esta dimensión
del ´combate de la oración´: “Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de Cristo, así como la Madre de Dios y los santos
con El nos enseñan que la oración es un combate. ¿Contra quién? Contra nosotros mismos y contra las astucias del Tentador
que hace todo lo posible por separar al hombre de la oración, de la unión con su Dios. Se ora como se vive, porque se vive
como se ora. El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar habitualmente en su
Nombre. El ´combate espiritual` de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración” (nº 2725, ver los nnº
2726-2733).
Tiene lugar esta entrega normalmente en la liturgia de las Vísperas de la
tarde y después de una catequesis sobre la oración en la que ésta es presentada
como arma para el combate espiritual partiendo de la misma Escritura:

- La lectura de Gn 32, 4-33, donde aparece Jacob en lucha con Dios, es para
los Santos Padres la imagen del combate espiritual y de la eficacia de la oración
perseverante840.
- En Ef. 6,10-18, San Pablo describe la oración como una lucha espiritual
para la cual se precisan las armas de Dios.
- En su Evangelio, Lucas ha concentrado todo un compendio de iniciación
a la oración para sus comunidades (10, 38-42; 11,14-28).

En este tiempo los neocatecúmenos se familiarizan con los salmos841 y se


adentran en la intimidad de la comunión con Jesucristo; esta es una de las tareas
fundamentales de la catequesis tal y como se afirma en el Directorio General
para la Catequesis: “lleva a los discípulos a asumir el carácter orante y
contemplativo que tuvo el Maestro. Aprender a orar con Jesús es orar con los
mismos sentimientos con que se dirigía al Padre: adoración, alabanza, acción de
gracias, confianza filial, súplica, admiración por su gloria”842.

La Biblia tiene el libro más completo, más profundo y más potente para
llevar al hombre a la oración: el libro de los salmos. En ellos se ora a Dios con
palabras de Dios. Fue el libro de oración para Jesús como lo era diariamente para
el pueblo de Israel: es el libro de oración para el nuevo Israel, la Iglesia. Orar con
los salmos es orar con el mismo espíritu de Jesucristo reflejado en todos ellos. En
esta etapa, en el proceso celebrativo del Neocatecumenado, se estrenará una
forma celebrativa nueva: la celebración doméstica en la que “los
neocatecúmenos, escrutando los salmos en pequeños grupos, son iniciados a la
práctica asidua de la ´lectio divina` o ´scrutatio scripturae`, en la que la Palabra
de Dios es leída y meditada para transformarse en oración” (SCN, art. 20,1ª). Los
salmos van siendo escrutados cada quince días según el orden de la Biblia en
actitud de oración. Se hace una lectura en clave cristológica y existencial. Leído
el salmo, se confronta con las notas y paralelos que lo acompañan. Y en actitud
de oración, a la luz del espíritu, el neocatecúmeno ha de discernir cómo se ha
cumplido el salmo en Jesucristo y cómo se está cumpliendo en sí mismo.

840
“El combate espiritual de la vida del cristiano es inseparable del combate de la oración que lleva a la intimidad con
Dios”. Cfr. SCN, art. 20,1ª (cita al Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2725).
841
Cfr. D. LIFSCHITZ, La tradición hebrea y cristiana comenta los Salmos, Ed, DDB, Bilbao 1992. Ver también , R.
ARON, Así rezaba Jesús de niño, Ed, DDB, Bilbao 1988.
842
El Papa Juan Pablo II ha insistido mucho en la ´centralidad de la oración`para la vida del cristiano: “Se equivoca quien
piense que el común de los cristianos se puede conformar con una oración superficial, incapaz de llenar la vida. Especialmente
ante tantos modos en que el mundo de hoy pone a prueba la fe, no sólo serían cristianos mediocres, sino ´cristianos con riesgo`
[...] Hace falta que la educación en la oración se convierta de alguna manera en un punto determinante de toda la programación
pastoral”. Cfr. Carta apostólica, Novo millennio ineunte, nº 33.
Además de estas liturgias domésticas, la comunidad sigue alimentándose
de la Palabra, de la Eucaristía y de la Comunión expresada ahora de un modo más
profundo al incorporarse los neocatecúmenos a la misión de intercesión de toda
la Iglesia a través de la oración diaria con la Liturgia de las Horas.

La segunda entrega que tiene lugar en la etapa del Neocatecumenado es la


entrega del Credo. En el Estatuto se afirma que “la Iglesia entrega a los
neocatecúmenos el Credo (Traditio Symboli), ´compendio de la Escritura y de la
fe`, y les envía a predicarlo, de dos en dos, por las casas de la parroquia. Estudian
y celebran artículo por artículo el Símbolo apostólico” (SCN,art. 20, 2ª). La
catequesis conduce en esta etapa a la comprensión paulatina de toda la verdad del
designio divino, introduciendo a los neocatecúmenos en el conocimiento de la
Tradición y de la Escritura, que es la “ciencia eminente de Cristo” (cf. Flp 3,8).
“Este profundizar en el conocimiento de la fe - se afirma en DGC, nº 85- ilumina
cristianamente la existencia humana, alimenta la vida de la fe y capacita también
para dar razón de ella en el mundo. La entrega del Símbolo, compendio de la
Escritura y de la fe de la Iglesia, expresa la realización de esta tarea”.

El esquema celebrativo y el contenido catequético del ´rito de la Traditio`


lo detalla profusamante Santos Sabugal843. Después de los ritos introductorios en
los que ha tenido lugar una breve monición ambiental para explicar el significado
del rito, un canto apropiado y el saludo del Celebrante, la proclamación de dos
lecturas bíblicas sobre la misión (cf. Ex 3,1-22) y sobre el Kerygma post-pascual
de los primeros enviados (cf. 1ª Cor 15,1-11)844, iluminan y actualizan la finalidad
del rito. Tras esta doble proclamación de la Palabra, precedida y acompañada de
respectivas moniciones y cantos, tiene lugar el Rito de entrega del Símbolo
Apostólico.Viene precedido este rito del envío, por la proclamación de una tercera
lectura bíblica de San Pablo -Rom 10,8-1- en la que el apóstol habla sobre la
necesidad de confesar "con la boca" la Palabra creída en el corazón, para pasar
después a un diálogo del Celebrante con los neocatecúmenos: El Celebrante les
ha interrogado si aceptan el envío a confesar la Fe [=el Símbolo], que
oficialmente la Iglesia les ha trasmitido; al "sí" de éstos responde la proclamación
del Evangelio sobre el primer envío de los doce por Jesús (cf. Mt 10,7-10.12-42),
seguidamente comentado por el Celebrante en su homilía.

Con la entrega del Símbolo se abre para los neocatecúmenos un tiempo


intenso de iniciación a la evangelización por las casas de la parroquia. Como ya
se ha indicado es la misma Iglesia la que envía a predicar el Símbolo. Esta es una
de las tareas de la catequesis, inspirada en el modo como Jesús enseñaba y
preparaba a sus discípulos, “les enseñó a evangelizar. ´Les envió de dos en dos`

843
Cfr. El “Símbolo de la Fe” ayer y hoy, pp. 413-473.
844
En el Ritual se proponen estas seis: Dt 6,1-7; Rom 10,8-13; 1ªCor, 1-8a; Jn 3,16; Mt 16,13-18; Jn 12,44-50 (nº 185).
(cf. Lc 10,1), y les fue preparando para que asumieran, tras su muerte, la gran
tarea misionera de la Iglesia: ´Id y anunciad el Evangelio a toda criatura`(cf. Mc
16,16)”845.

El tiempo de la Traditio Symboli estará marcado por la evangelización


explicita y directa que todos los neocatecúmenos hacen durante un tiempo por las
casas de la parroquia. Se va a esta misión en nombre de Jesucristo y de la Iglesia,
no en nombre propio ni para hacer proselitismo. En esta etapa del
Neocatecumenado también cambia el proceso catequético. Las celebraciones se
centrarán en el estudio, meditación y celebración de cada uno de los artículos del
Credo. Y lo hacen de forma comunitaria y activa. Se divide la comunidad en
grupos y a cada uno se le asigna un artículo. Durante un tiempo, el equipo prepara
el tema sirviéndose de la Escritura y de otros libros oportunos. La pedagogía es
netamente activa y la profundización en cada uno de los artículos hace que las
catequesis y las celebraciones que se tienen en este tiempo estén impregnadas de
un apreciable contenido teológico. Para la presentación catequética y sistemática
de cada uno de los artículos del Credo se tiene siempre muy en cuenta el
Catecismo de la Iglesia Católica.

Una vez que los neocatecúmenos han celebrado íntegramente cada uno de
los artículos del Credo, los catequistas visitan la comunidad y ayudan a éstos para
vivir el tiempo de la Redditio Symboli que tendrá lugar delante de la asamblea
parroquial, durante la Cuaresma. El transfondo catequético de este tiempo viene
iluminado por la parábola de los talentos (cf. Mt 25,14-30). En la Traditio,
especialmente, al neocatecúmeno se le dieron unos talentos y se les invitó a que
los negociasen, que los hicieran fructificar. A lo largo del Neocatecumenado, se
les ha ido entregando el talento de la fe en Cristo el Señor, que es el mismo
Jesucristo. Se les ha entregado la Iglesia que es la que posee las riquezas de la fe
y se les ha enviado durante un tiempo para que pongan en juego dichos talentos.
Ahora, en la Redditio el neocatecúmeno ha de dar razón de su preocupación por
multiplicar los talentos. Y para ello, se les dio la gracia del Espíritu. A cada uno
se le dio según su capacidad. No se le pedirá más que de lo que pueda exigírsele:
al que recibió cinco, cinco; al que recibió dos, dos. Sólo éstos podrán entrar en el
banquete por su fidelidad, no así los que por miedo no se atrevieron a negociar.
Éstos no estaban convencidos de la misión a la que fueron enviados, les faltaba
madurar, no han confiado en la fuerza del poder de Dios, no han conocido
verdaderamente a Dios. Confesar la fe supone energía interior, voluntad firme,
confianza en el que envía. Porque la fe no se proclama a título personal, como un
acto propio de hombría, sino en nombre de la Iglesia y con la garantía del Espíritu.

845
Cfr. CA, nº 173. También en DGC, nº 85 se afirma que una de las tareas de la catequesis consiste en ´iniciar a la misión`:
“Se trata de capacitar a los discípulos de Jesucristo para estar presentes, en cuanto cristianos, en la sociedad, en la vida
profesional, cultural y social. Este compromiso evangelizador brota, para los fieles laicos, de los sacramentos de la iniciación
cristiana y del carácter secular de su vocación”.
Si uno ha de arrostrar dificultades, desprecios, desplantes, tergiversaciones por el
Evangelio no lo puede hacer apoyado en sí mismo. Nadie puede ir al martirio
porque sí, sino por la obediencia de la fe.

Durante este tiempo, la comunidad vivirá una experiencia muy intensa de


comunión. Cada uno de los neocatecúmenos es escrutado, es interrogado
existencialmente a dar razón de su fe, no sólo si cree, sino por qué cree.
Ciertamente apoyado en el Magisterio de la Iglesia, pero también ha de dar razón
de su fe a través de lo que esta fe ha operado en él, en qué medida ha enriquecido
su vida. Y esta fe ha de ser completa, tal y como se contiene en el Credo. Por qué
cree en el Padre y en el Hijo y en el Espíritu Santo. Qué han operado en él. Si la
Trinidad se da, en qué medida reconoce que se le ha dado a él y así poder
testimoniarlo.

La celebración en la que se hace la devolución del Credo o Redditio tiene


lugar por la tarde en el contexto de la liturgia de Vísperas y en las misas
dominicales. Está invitada toda la parroquia y, en este contexto litúrgico, se tiene
cada día una sencilla catequesis partiendo de algún relato bíblico en el que
aparece la Redditio de distintos personajes de la Historia de la Salvación (Moisés,
Naamán, San Pablo, etc.). Después, cada uno de los neocatecúmenos que han sido
escrutados idóneos para hacer la Redditio, uno por uno, hacen públicamente
profesión de su fe. Esta profesión de fe personal de cada neocatecúmeno termina
con la profesión de fe comunitaria en la liturgia del domingo de Ramos. A los
neocatecúmenos que han profesado la fe se les entrega una palma verde e irán en
procesión pública hasta el lugar donde se celebra la Eucaristía. Esta palma verde
será el testimonio de la fe que ha profesado, que puede llevarlos hasta el martirio,
suprema confesión de fe. Durante todo el año penderá de sus balcones recordando
la profesión que han hecho y como testigo de que allí habita un cristiano que ha
hecho públicamente confesión de su fe.

Después de un año (en el que la celebración de la Palabra tiene por tema


los artículos del Credo), hay una segunda y más intensa iniciación a la oración
que culmina con la entrega del Padre Nuestro. Es la oración que Jesús enseñó a
sus discípulos y que es modelo de toda oración. Y es una de las tareas
fundamentales confiadas a la catequesis. Según el Directorio General de la
Catequesis: “la ´entrega del Padre Nuestro`, resumen de todo el Evangelio 846.,
es, por ello, verdadera expresión de la realización de esta tarea. Cuando la
catequesis está penetrada por un clima de oración, el aprendizaje de la vida

846
"Para adentrarse en este misterio y convertirlo en fuente de vida, la comunidad por grupos, estudia todas y cada una de
las peticiones, todas y cada una de las palabras del Padre nuestro a la luz de la Escritura y de los Padres. Y junto al estudio, la
celebración gozosa de las peticiones y las palabras, convertidas en oración y motivo de agradecimiento a la Trinidad". Cfr. ANDRÉS
FUENTES, Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, pp. 175-176. Para los Obispos españoles "la traditio orationis dominicae
(entrega del Padre nuestro) es una dimensión de la catequesis que ha de estar permanentemente presente a lo largo de todo el proceso"
(CC, nº 90).
cristiana cobra toda su profundidad. Este clima se hace particularmente necesario
cuando los catecúmenos y los catequizandos se enfrentan a los aspectos más
exigentes del Evangelio y se sienten débiles, o cuando descubren -maravillados-
la acción de Dios en sus vidas” (nº 85d).

La renovación de las promesas bautismales, a las que son conducidos los


neocatecúmenos, implican la conformación con Cristo, Hijo de Dios y la
participación de su espíritu de Hijo. En esta etapa final del Neocatecumenado, la
iniciación a la vida cristiana se hace más profunda, más existencial y más
gozosa847. La entrega del Padre Nuestro, de la Oración del Señor, abre la puerta
del corazón del neocatecúmeno hacia los más grandes misterios que iluminan con
luz más potente la profundidad y la grandeza de la vida en Cristo. Desvelando el
gran misterio de Dios, en su realidad de Padre que nos llama a participar de vida
como hijos, se desvela el gran secreto de la personalidad auténtica de hombre
como hijo del Padre. Se nos manifiesta lo que somos y lo que seremos: “Ahora
somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que,
cuando se manifieste seremos semejantes a Él porque lo veremos tal cual es” (cf.
1ª Jn 3,2-3) 848.

Durante este tiempo del Padre Nuestro el acceso a la Escritura se hace


fundamentalmente a través de la scrutatio scripture (cf. Jn 5,39), de las
celebraciones de la Palabra en torno a las ´ocho peticiones` de la Oración del
Señor y de las catequesis que se preparan en torno a cada una de estas peticiones,
teniendo muy presente la sistematización que ofrece el Catecismo de la Iglesia
Católica.

Una vez iniciados a vivir como hijos de Dios, en confianza filial y en


actitud de abandono a la voluntad de Dios; tras un tiempo necesario, “la Iglesia
culmina este tiempo con la entrega del Padre Nuestro, ´síntesis de todo el
Evangelio`” (SCN, art. 20, 3ª)849. Esta entrega tiene lugar en el contexto de una
Celebración de la Palabra y el rito que en ella se desarrolla tiene una estructura
sencilla y sigue el esquema de los anteriores ya vividos por los neocatecúmenos.
Tras la liturgia de la Palabra en la que se leen las Lecturas que hacen presente la
nueva condición de hijos que tienen los cristianos por el don del Bautismo
recibido (cf. Gál 4,1-11; Rom 8,-39; Mt 6,5-15), el Celebrante tiene un diálogo
con los Catequistas y garantes de los neocatecúmenos siguiendo el interrogatorio
propuesto en el RICA, nº 144. Una vez finalizado, la Iglesia adulta, representada
por el Obispo, los presbíteros, catequistas y ´comunidad madrina` cantan el
847
“Desde entonces, en las ferias de Adviento y Cuaresma, empiezan a celebrar comunitariamente en la parroquia, antes
de ir al trabajo, los Laudes y el oficio de Lecturas, con un tiempo de oración contemplativa” (Cf. SCN, art. 20, 3ª).
848
Cfr. Espiritualidad del Camino Neocatecumenal II, pp. 174-175. “En esta etapa los neocatecúmenos estudian
sistemáticamente cada una de las peticiones del ´Padrenuestro` y temas sobre la Virgen María: Madre de la Iglesia, Nueva
Eva, Arca de la Alianza, Imagen del cristiano, etc”. Cfr. SCN, art. 20,3ª.
849
Remite en la nota a DGC, nº 85 y CCE, nº 2761.
Padre Nuestro y los neocatecúmenos lo escuchan y reciben. En la liturgia
neocatecumenal de este rito nos vamos a encontrar con una clara influencia de la
praxis catecumenal antigua que el Ritual también ha recuperado (nnº 143-151).

e) Escritura y Catequesis en el tiempo de la Elección

La etapa de la Elección culmina todo el proceso neocatecumenal. Ante la


Elección nos encontramos con otro gran misterio y otro don de la bondad gratuita
de Dios. Para ayudar a los elegidos a tomar una decisión libre, consciente y
sincera, y a toda la comunidad a hacer un discernimiento decisivo en este
momento, una Convivencia pone las cosas en su punto e ilumina a la comunidad
y a cada uno de sus miembros. La Historia de la Salvación, a través de sus
personajes paradigmáticos, pone delante cómo es esta elección de Dios y cómo
es la respuesta de los elegidos: Abrahám, Moisés, David, María, Pedro son
algunos de los muchos personajes sobre los que se proyecta esta elección divina
y la misión que de ellos quiere. Son expresión determinante de la fidelidad de
Dios a la alianza que sella con ellos. Los mismos elegidos tienen ya una fuerte
experiencia de esta fidelidad de Dios, que siempre ha salido a su encuentro. Ya
saben también a qué los llama el Señor: a vivir en esta fidelidad al Espíritu de
Jesucristo.

Queda un tiempo, antes de la renovación de las promesas bautismales, para


la iluminación y decisión a través de la palabra que va a acompañar en este
momento. La obra a la que está llamado el cristiano es la práctica de las
Bienaventuranzas y del Sermón de la Montaña. Allí se nos da todo el espíritu de
Jesucristo, el camino de la verdad y de la libertad. El cristiano, el que ha sido
elegido y ha sido regenerado, es el hombre nuevo que vive en la precariedad y
confianza absoluta en Dios, que ama en la dimensión de la cruz, que no devuelve
mal por mal, que ama a los enemigos, que no juzga ni condena.

En este tiempo, las celebraciones se ceñirán al estudio y asimilación de


estos temas bíblicos que tendrán siempre como transfondo los capítulos 5-7 de
San Mateo donde encontramos el Sermón de la Montaña, verdadera fotografía
del hombre nuevo encarnado en Jesucristo y en todos aquellos que participan de
su Espíritu.
Una vez que los candidatos han podido celebrar y vivir en profundidad
todas las catequesis relacionadas con el Sermón de la Montaña, tiene lugar el
tiempo de la Elección próxima que va a estar dedicado a una mayor purificación
y que coincidirá siempre con la Cuaresma, tal y como sugiere el RICA para los
catecúmenos: "El tiempo de purificación e iluminación de los catecúmenos de
ordinario coincidirá con la Cuaresma" (nº 21). De tal forma, que en este tiempo,
“después de haber mostrado con las obras que en ellos se está realizando, aunque
en la debilidad, el hombre nuevo descrito en el Sermón de la Montaña, que,
siguiendo las huellas de Jesucristo, no se resiste al mal y ama al enemigo, los
neocatecúmenos renuevan solemnemente las promesas bautismales en la Vigilia
Pascual, presidida por el Obispo. En esta liturgia visten las túnicas blancas en
recuerdo de su bautismo”(SCN, art. 21&2).

La renovación solemne de las promesas bautismales viene precedida de un


nuevo rito con el que se sella y confirma definitivamente la elección de Dios. Al
celebrar el primer rito de la Entrada en el Neocatecumenado que en el itinerario
neocatecumenal recibe el nombre de Primer Escrutinio, ya vimos que se iniciaba
con el Rito de la Inscripción del nombre en el Libro de la Vida. Ahora, al finalizar
el Neocatecumenado, se vuelve a repetir de nuevo este rito y se hace en el
contexto de una Liturgia de la Palabra presidida por el Obispo; los Catequistas
presentan a los elegidos y le hacen al Celebrante una breve presentación del
itinerario espiritual recorrido a lo largo de tantos años por los neocatecúmenos,
en quienes se ha cumplido la Palabra evangélica "muchos son los llamados y
pocos los elegidos" (cf. Mt 22,14). En esta celebración se vuelven a proclamar
las Lecturas en las que aparece cómo Dios mismo es quien escribe en el Libro de
la Vida, "...no borraré su nombre del libro de la vida" (cf. Ap. 3,5), y cómo Jesús
invita a alegrarse a sus discípulos no tanto por los signos que puedan realizar sino
que les invita a que se alegren "porque vuestros nombres estén escritos en los
cielos" (cf. Lc 10,17-20). Tras la proclamación de la Palabra de Dios, los elegidos
se van acercando y cada uno escribe su nombre en la Biblia de la Comunidad850.
Una vez terminada la inscripción de los nombres sobre la Biblia, el Celebrante
dice una oración en la que presenta a Dios todos y cada uno de los elegidos y pide
para que se mantengan fieles a la elección divina. “Tras la elección concluye el
Neocatecumenado postbautismal”(SCN, art. 21&3), concluyen también las
catequesis propiamente catecumenales y se inicia la vida cristiana en comunidad
apoyados y cimentados en la Palabra, la Liturgia y la Comunidad.

g) Escritura y Catequesis en el tiempo del Neofitado

La teología kerigmática que ha vertebrado todo el itinerario


neocatecumenal conduce de una manera coherente a sellar el proceso en la gran
Vigilia Pascual. Este misterio pascual nos sitúa, en su sentido teológico, en el
origen del nuevo pueblo de Dios, del culto y de la nueva alianza. Así los neófitos
participan del sacerdocio real de Cristo, ofreciendo y participando en el sacrificio
de Jesús y pueden gustar qué suave es el Señor que los alimenta con un manjar
mejor que la “leche y la miel”.

850
De nuevo, para este momento se compra una Biblia de Jerusalén grande y dignamente adornada que será la Biblia que usará
la comunidad cristiana constituida a partir de la Renovación de las promesas bautismales.
El hombre nuevo, recién nacido del Bautismo, o que ha renovado en
plenitud las promesas bautismales, necesita ser atendido adecuadamente de modo
que la fe recibida o renovada de forma adulta se consolide cada vez más y dé más
fruto. El RICA sostiene que “como la índole y la fuerza propia de esta etapa
procede de la experiencia personal y nueva de los sacramentos y de la comunidad,
el principal lugar de la Mystagogia lo constituyen las llamadas Misas para los
neófitos, o sea, las Misas de los Domingos del tiempo pascual, porque en esas
Misas, además de la comunidad de los fieles reunida y la participación de los
misterios, los neófitos encuentran, especialmente en el Leccionario del ciclo A,
lecturas sumamente adecuadas para ellos” (nº 40). En la participación eucarística
encontrarán los neófitos la fuerza para vivir con gozo la fe recibida y renovada.

La etapa pascual la celebran los neófitos de forma gozosa y solemne como


una permanente actualización de la Vigilia Pascual. Todos los días, al atardecer,
la comunidad se reúne para celebrar la Eucaristía. La impresionante liturgia de
estos días es un canto de la Iglesia al misterio pascual, a la gran obra que Dios ha
realizado en Jesucristo, manifestación de alegría por los nuevos hijos nacidos en
la Noche de Pascua, la experiencia de las primeras comunidades cristianas y la
“fracción del pan” como el centro y la fuente de la energía de la vida nueva. En
estas celebraciones es fácil experimentar que allí está “el culmen y la fuente de
toda la vida cristiana” (LG, nº 11). Porque se experimenta presente al Señor
Resucitado. Y desde ahora, allí estará el centro de toda la comunidad. Seguirá
alimentándose de las celebraciones de la Palabra, paladeando todo el mensaje
salvador que sigue activo en la Escritura que a lo largo de toda la cincuentena
pascual será acogida y saboreada con una inteligencia nueva: la de experimentar
al Señor Resucitado presente en la comunidad, en la Eucaristía, en la comunión
de la Palabra y en la misión de la evangelización. El RICA afirma que esta
“inteligencia más plena y fructuosa de los misterios se adquiere con la renovación
de las explicaciones y sobre todo con la recepción continuada de los sacramentos”
(nº 38). Consiste en experimentar con gusto, alegría y sabiduría el sentido de la
vida que da la fe (meditación del evangelio), el significado de los sacramentos
(participación en la eucaristía) y las relaciones adquiridas en comunidad
(comunión y misión).
En el centro del largo recorrido neocatecumenal ha estado plantada la
Eucaristía como misterio de la Pascua del Señor, en torno al cual el Espíritu Santo
despliega toda la economía salvífica, desde la preparación hasta la consumación.
El Neocatecumenado ha sido así una invitación a ir de Eucaristía en Eucaristía,
de Pascua en Pascua, hacia la Pascua final, en la que Cristo glorioso recapitulará
en sí todas las cosas. A este respecto es importante subrayar que el itinerario
neocatecumenal opera una iniciación gradual a los sacramentos y presenta con
singular fuerza la inseparable conexión que existe entre el anuncio de la palabra
y la celebración del sacramento, entre la fe y la praxis sacramental. Una vez
renovadas las promesas bautismales, en el Neofitado, las catequesis mistagógicas
expondrán los signos principales de los sacramentos de la iniciación. Los neófitos
necesitan un cierto tiempo para saborear el significado de los símbolos recién
experimentados y penetrar en la realidad misteriosa de la nueva vida aceptada.
Este es el sentido de la catequesis mistagógica: participar plenamente de la
comunidad cristiana, cuya fuente y cima es la celebración eucarística.

4. Articulación de los contenidos catequéticos del Neocatecumenado

Una vez señalados los núcleos bíblicos y catequéticos que gradualmente se


van ofreciendo a lo largo del itinerario neocatecumenal voy a intentar ver en este
punto en qué medida los criterios para la presentación del mensaje en el
Neocatecumenado se ajustan adecuadamente a los principios o dimensiones
identificadoras del carácter propio de la catequesis. Lo hago de forma sintética,
mostrando cuáles son los acentos más significativos y los silencios más
llamativos. Para ello, es imprescindible tener claro, que “el mensaje que transmite
la catequesis tiene ´un carácter orgánico y jerarquizado`, constituyendo una
síntesis coherente y vital de la fe. Se organiza en torno al misterio de la Santísima
Trinidad, en una perspectiva cristocéntrica, ya que este misterio es ´la fuente de
todos los otros misterios de la fe y la luz que los ilumina`. A partir de él, la
armonía del conjunto del mensaje requiere una ´jerarquía de verdades`, por ser
diversa la conexión de cada una de ellas con el fundamento de la fe
cristiana”(DGC, nº 114)851.
Evidentemente, el hecho de ser el Neocatecumenado un Catecumenado
postbautismal, posibilita a lo largo de todo el proceso, la presentación orgánica,
sistemática, integral y gradual, de todos los contenidos básicos y fundamentales
de la fe.

a) Dimensión histórico-salvífica

La Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II ha descrito la


Revelación como el acto por el cual Dios se manifiesta personalmente a los
hombres. Dios se muestra, en efecto, como quien quiere comunicarse a Sí mismo,
851
Ya en el Directorio de 1971 se pedía que se “tuviera en cuenta en la catequesis esta jerarquía de verdades de la fe en todos
sus grados. Estas verdades pueden reunirse en cuatro capítulos fundamentales: el misterio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, creador de todas las cosas; el misterio de Cristo, Verbo Encarnado, que nació de María Virgen, padeció, murió por
nuestra salvación; el misterio del Espíritu Santo, que está presente en la Iglesia y la santifica y dirige hasta la gloriosa venida
de Cristo, nuestro Salvador y Juez; y el misterio de la Iglesia que es el Cuerpo místico de Cristo, en el que la Virgen María
ocupa un lugar preeminente” (nº 43). Para el Cardenal Ch. SCHÖNBORN, la ´jerarquía de verdades` significa un principio de
estructuración, que no puede ser confundido con los grados de certeza. La ´jerarquía de verdades` significa que las diversas
verdades de la fe están agrupadas en torno a un punto central y, a partir de él, se hallan ordenadas entre sí, pero no que las
verdades que no se hallan en el centro serían por ello menos verdaderas”. Para el Cardenal, este principio de la ´jerarquía de
verdades`debía ser determinante en la estructuración de todo el Catecismo, según él “tres criterios eran particularmente
importantes al respecto: 1) El misterio de la Santísima Trinidad como punto central de la jerarquía de verdades; 2) El acceso
cristológico; 3) La estructura orgánica de conjunto, que se refleja en su disposición cuatripartita”. Cfr. “El Catecismo de la
Iglesia Católica”, en A. CAÑIZARES - M. DEL CAMPO, o. cit., p. 284.
haciendo a la persona humana partícipe de su naturaleza divina (nº 3)852. Y en este
acto, “Dios en su inmensidad, para revelarse a la persona humana, utiliza una
pedagogía: se sirve de acontecimientos y palabras humanas para comunicar su
designio; y lo hace progresivamente, por etapas, para mejor acercarse a los
hombres. Dios, en efecto, obra de tal manera que los hombres llegan al
conocimiento de su plan salvador mediante los acontecimientos de la historia de
la salvación y las palabras divinamente inspiradas que los acompañan y explican”
(DGC, nº 38)853.

La Palabra de Dios (Dei verbum), antes que cuerpo de doctrina, es acción


gratuita de Dios. Y esta acción es algo más que una comunicación de palabras o
de verdades sobre Dios y su obra: es autocomunicación de Dios mismo a los
hombres, es una donación personal de sí mismo que se expresa en palabras y
obras.

Esta percepción de saberse alcanzados por la actuación de Dios en su


Palabra que nos precede, de quien parte la iniciativa y que desborda los
acontecimientos, es muy constatable en el Neocatecumenado. Desde el primer
instante de las primeras catequesis, los catequistas se sienten enviados y al
servicio de la Palabra que a ellos les ha alcanzado primero. Esta Palabra es Dios
mismo que ha tomado la iniciativa de salvar a los hombres y para ello “escogió a
un pueblo en particular a quien confiar las promesas... y así se fue revelando a su
pueblo, con obras y palabras, como Dios vivo y verdadero” (DV, nº 14 y nº 3), y
que en la plenitud del tiempo “tras haber hablado a nuestros padres en distintas
ocasiones y de muchas maneras por los profetas. Ahora en esta etapa final nos ha
hablado por el Hijo (cf. Hb 1,1-2). Pues envió a su Hijo, la Palabra eterna, que
alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la
intimidad de Dios (cf. Jn 1,1-18). Jesucristo, Palabra hecha carne, ´hombre
enviado a los hombres`, habla palabras de Dios (cf. Jn 3,34) y realiza la obra de
la salvación que el Padre le encargó (cf. Jn 5,36; 17,4). Por eso, quien ve a
Jesucristo, ve al Padre (cf. Jn 14,9); Él, con su presencia y manifestación, con sus
palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa
resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la
revelación y la confirma con testimonio divino; a saber, que Dios está con
nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y la muerte y para hacernos
resucitar a una vida eterna” (DV, nº 4)854.

852
Nuestros Obispos han hecho la fundamentación del carácter propio de la catequesis a partir de la Constitución ´Dei
Verbum`, señalando los siguientes ´rasgos`: a) la Revelación como acción gratuita de Dios; b) El carácter histórico de la
Revelación; c) Jesucristo, plenitud de la Revelación; d) La fe es la acogida del hombre a la Revelación; e) La Tradición como
transmisión de la Revelación. Cfr. CC, nnº 106-139.
853
La Revelación de Dios a los hombres se ha realizado a través de hechos y palabras (DV, nº 2). Ver R. FISICHELLA, “La
Revelación y su transmisión: fundamento y fuente de la catequesis”, en A. CAÑIZARES-M. DEL CAMPO, o. cit., pp. 108-
142.
854
Cfr. CC, nnº 123-127 y DGC, nº 40. Ambos documentos desarrollan con amplitud el ´cristocentrismo`de la catequesis.
Este texto conciliar que explica el misterio de la salvación en la historia y
lo concentra en la persona de Jesucristo, expresa de un modo elocuente las
orientaciones catequéticas que a lo largo del Neocatecumenado desarrollarán la
dimensión histórico-salvífica en la transmisión catequizadora y que podemos
sintetizar en las siguientes:

a) Dios sigue actuando en nuestra historia para ofrecer la salvación a todos


los hombres, la catequesis actualiza la acción de Dios en la Comunidad
Neocatecumenal855;

b) La revelación de Dios, culminada en Jesucristo, está destinada a toda la


humanidad, es un regalo de Dios; la catequesis descubre al neocatecúmeno que
la fe es un don de Dios856;

c) La autocomunicación de Dios -con hechos y palabras- se realiza en el


hoy de nuestra existencia, en este sentido la catequesis educa al neocatecúmeno
para insertar la fe en la vida cotidiana y en los acontecimientos humanos857;
d) La historia de la salvación se ha de presentar “por medio de una
catequesis bíblica que dé a conocer las ´obras y palabras` con las que Dios se ha
revelado a la humanidad” (DGC, nº 108)858, en continuidad con lo que , de hecho,
se hacía en la época patrística (DGC, nº 89)859.

En el Neocatecumenado, ya en la fase kerigmática, hemos visto que se dan


dos catequesis (la décima y la undécima), en las que se presenta “el Kerygma
preparado por Dios a través de la historia de la salvación (Abrahám, Éxodo, etc.),
y se dan las claves hermenéuticas necesarias para la escucha y la comprensión de

855
“La catequesis es ministerio (servicio) de esa Palabra, actualización de esta Revelación, es decir, cauce a través del cual
Dios mismo actúa en el corazón del catecúmeno, como llamada, promesa, perdón, corrección, sentido de la existencia, apoyo,
presencia, justificación, donación... ´La catequesis desempeña la función de disponer a los hombres a acoger la acción del
Espíritu Santo` (DCG, nº 22)”. Cfr. CC, nº 108.
856
“Es imprescindible que el catecúmeno descubra el ´carácter gratuito de la Palabra de Dios y de la fe, para que las reciba
como don. ´La catequesis debe tomar como punto de partida el don del amor divino en nosotros”. Cfr. CC, nº 110.
857
“Este carácter histórico de la Revelación proporciona a la pedagogía catequética otra de sus características peculiares,
convirtiéndola en una pedagogía que impele a leer los acontecimientos y la experiencia humana a la luz de la fe y de la historia
de la salvación”. Cfr. CC, nº 113.
858
Para ver el alcance de esta dimensión, ver, C. BISSOLI, “La acción de Dios en la historia: los hechos más destacados, la
narración de la Historia de la Salvación y la catequesis”, en A. CAÑIZARES - M. DEL CAMPO, o. cit., pp. 430-447.
859
Según C. BISSOLI, de la ´clave histórico-salvífica`aplicada a la catequesis se derivan “los componentes de una
comunicación de la fe que tiene tres características concretas: se produce en clave histórica, a través de un relato y con un
marcadísimo sentimiento de actualidad, es decir, se trata de una experiencia de ayer que nos afecta hoy `”, y afirma, que se
deducen algunas observaciones operativas: 1ª) La historia de la salvación se ha de presentar ´por medio de una catequesis
bíblica que dé a conocer las ´obras y palabras` con las que Dios se ha revelado a la humanidad`. Esto es lo que se hacía, de
hecho, en la época de los Padres; 2ª) La historia de la salvación se organiza en torno a Jesús, ´centro de la historia de la
salvación`; 3ª) El estudio y la profundización de la Sagrada Escritura leída en la Iglesia figura en primer lugar entre las formas
de educación o catequesis permanente de la fe”. Cfr. Ibid., pp. 434-435. Para un acceso a la “Catequesis de la historia de la
Salvación” en la Iglesia primitiva, ver J. DANIELOU - R. DU CHARLAT, o, cit., pp. 236-248.
la Sagrada Escritura: ver en Jesucristo el cumplimiento de las Escrituras y poner
los hechos de la propia historia bajo la luz de la Palabra” (SCN, art. 9,2ª).

Una vez formada la Comunidad Neocatecumenal, los neocatecúmenos


tendrán todas las semanas una celebración de la Palabra en las que gradualmente
“aprenderán el lenguaje bíblico con temas simples que recorren toda la Escritura”
(SCN, art, 19, 1ª). Esta etapa del pre-Neocatecumenado se desarrolla durante dos
años aproximadamente. Tras la celebración del Primer Escrutinio, “los
neocatecúmenos celebran las grandes etapas de la historia de la salvación:
Abraham, Éxodo, Desierto, Tierra prometida, etc., y les es dado un tiempo para
que se prueben a sí mismos en la sinceridad de su intención de seguir a Jesucristo,
a la luz de su palabra: ´No podéis servir a Dios y al dinero` (cf. Mt 6,24)” ( Ibid,
art. 19, 2ª). Este es el tiempo en el que las catequesis histórico-salvíficas apuntan
siempre a su centro que es Jesucristo, cumplimiento de las promesas hechas a los
antiguos Padres y plenitud de la Revelación; a su luz, interpretan los
neocatecúmenos “los acontecimientos actuales de la historia humana, donde el
Espíritu de Dios renueva la faz de la tierra, y permanece en una espera confiada
de la venida del Señor” (DGC, nº 107) 860. En esta etapa, a través de la preparación,
celebración y catequesis de los grandes temas de la historia de la Salvación, los
neocatecúmenos adquieren conciencia de la elección de Dios y de su actuación
salvífica en el ´hoy`de su existencia.

Si en la etapa del Precatecumenado postbautismal, las catequesis que


acompañan el caminar de las comunidades son más bíblicas, en la etapa del
Neocatecumenado, se desarrollarán las catequesis más doctrinales861 y morales,
en torno a las entregas que en cada momento irán recibiendo los neocatecúmenos
(primera iniciación a la oración con la entrega del Salterio; entrega del Símbolo;
entrega del Rosario; entrega del Padre Nuestro), adquiriendo un relevancia
especial el tiempo de la Traditio Symboli-Redditio Symboli, en el que los
neocatecúmenos “estudian y celebran artículo por artículo el Símbolo
apostólico”, y en este contexto celebrativo se imparten las ´catequesis

860
Según el Directorio, el carácter histórico del mensaje cristiano obliga a la catequesis a cuidar estos aspectos: 1º) Presentar
la historia de la salvación por medio de una catequesis bíblica que dé a conocer las grandes etapas del A.T, con las que preparó
el camino al Evangelio; 2ª) Al explicar el Símbolo de la fe y el contenido de la moral cristiana por medio de una catequesis
doctrinal, el mensaje evangélico ha de iluminar el ´hoy` de la hª de la salvación; 3ª) Situar los sacramentos dentro de la hªde
la salvación por medio de una catequesis mistagógica, que ´relee y revive los acontecimientos de la historia de la salvación en
el ´hoy` del la liturgia; 4ª) Las ´obras y palabras` de la Revelación remiten al ´misterio contenido en ellas`. La catequesis
ayudará a hacer el paso del signo al misterio (cf. Ibid., nº 108).
861
“La catequesis doctrinal (que incluye a su vez la catequesis mistagógica), cuyo origen radica igualmente en la Biblia ( en
la que no todo es narración) se apoya en la Tradición mediante cuatro pilares: el Símbolo, los Mandamientos (la moral), los
sacramentos y la oración. Expresa la historia de la salvación en la medida en que sus contenidos (Símbolo, Sacramentos,
Mandamientos, Oración) se entienden como historia de la salvación que Dios hace hoy”. Cfr. C. BISSOLI, o cit., p. 442.
sistemáticas` del Credo apostólico “compendio de la Escritura y de la fe” (DGC,
nº 85)862.

Concluimos esta dimensión histórico-salvífica, y su presentación en el


largo proceso del itinerario neocatecumenal, afirmando con palabras de D.
Borobio que “en cuanto a los contenidos de las mismas catequesis que se
emplean, son eminentemente bíblicos, y recogen los núcleos centrales del
mensaje. El estricto desarrollo de la dinámica y etapas catecumenales es el
espacio exigitivo de unos contenidos que siempre pertenecieron a la esencia y
objetivos del Catecumenado”863.

b) Dimensión cristológica

El Neocatecumenado se abre al interior de las parroquias a través del


“anuncio del kerygma que llama a conversión: la buena noticia de la muerte y de
la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; en efecto... Dios ha querido salvar a
los que creen mediante la necedad del Kerygma (cf. 1ª Cor 1,21)864. Esta ´palabra
de salvación` llama a la conversión y a la fe, invita a reconocerse pecador, a
acoger el perdón gratuito de Dios y a ponerse en Camino hacia la transformación
en Cristo, por el poder del Espíritu”(SCN, art. 9,1ª) . La finalidad definitiva del
Neocatecumenado es poner a las personas, de etapa en etapa, paso a paso, no sólo
en contacto, sino en comunión, en intimidad con Jesucristo, ´autor y
perfeccionador de la fe` (cf. Hb 12,2)” (DGC, nº 80)865.

Y esto se hace en el Neocatecumenado poniendo siempre al centro de la


evangelización, catequesis y predicación, el anuncio del Kerygma, la Buena
Noticia de la resurrección de Jesucristo. El anuncio de la resurrección cuando es
recibido por el hombre en el poder del Espíritu comienza a operar salvíficamente.
La predicación kerigmática ofrece gratuitamente evangelio, es decir esperanza de
parte de Dios para el hombre pecador. En este punto, la teología de Pablo es para
los neocatecúmenos clave de lectura; a partir de textos como Heb 2,14-18, Rom
7 y 8, Gn 3, 1Cor 15,54-57 se presenta la “situación del hombre, esclavizado por
el temor a la muerte, y en esta situación, resuena el Kerygma de la resurrección
de Jesús como una buena noticia, como una alegre noticia: ¡Es posible la vida!
¡Aquí y ahora se te ofrece gratuitamente la vida!. El cristianismo básicamente es

862
Más adelante se afirma que “en la explicitación del Símbolo, la catequesis mostrará cómo los grandes temas de la fe
(creación, pecado original, Encarnación, Pascua, Pentecostés, escatología...), son siempre fuente de vida y de luz para el ser
humano. Ibid, nº 117.
863
Cfr. La recepción del Concilio por movimientos cristianos postconciliares en España, p. 47.
864
Para D. BOROBIO, “la relación kerigma-Catecumenado es uno de los aspectos centrales para comprender el mismo
Catecumenado”. Cfr. “Kerigma y Catecumenado”, en Catecumenado para la Evangelización, p. 46.
865
Este número aparece citado en la nota 17 del SCN.
anuncio. La predicación de Jesús es Buena Noticia (cf. Mc 1,14), y lo mismo la
predicación apostólica (cf. Act 5,42)”866.

La finalidad del Neocatecumenado es poner a las personas, según lo dicho,


en intimidad con Jesucristo, y esta finalidad aparece presentada con claridad
desde las catequesis iniciales y a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal,
“articulado según las fases de la iniciación cristiana: pre-Catecumenado,
Catecumenado y Elección, divididas por etapas, jalonadas por pasos marcados
por algunas celebraciones” (SCN, art. 8&1). El cristocentrismo de las catequesis,
en virtud de su propia dinámica interna, conduce a la confesión de la fe en Dios:
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Este cristocentrismo “es esencialmente trinitario
porque los cristianos, en el Bautismo, quedan configurados con Cristo, ´Uno de
la Trinidad`, y esta configuración sitúa a los bautizados, ´hijos en el Hijo`, en
comunión con el Padre y con el Espíritu Santo” (DGC, nº 99) 867. El itinerario
neocatecumenal posibilitará la presentación de una catequesis cristológica,
gradual, integral y católica, siguiendo el mismo criterio expresado en el
Directorio: “La catequesis, en consecuencia, parte de una sencilla proposición de
la estructura íntegra del mensaje cristiano, y la expone de manera adaptada a la
capacidad de los destinatarios. Sin limitarse a esta exposición inicial, la
catequesis, gradualmente, propondrá el mensaje de manera cada vez más amplia
y explícita, según la capacidad del catequizando y el carácter propio de la
catequesis” (DGC, nº 112)868. Este principio pedagógico aparece bien explicitado
a lo largo de todo el proceso neocatecumenal. A modo de síntesis, señalo los
rasgos más sobresalientes en la dimensión cristológica dentro de la praxis
neocatecumenal:

a) La centralidad del Kerygma como fundamento de la fe, con una


comprensión de la teología paulina muy significativa (cf. SCN, art. 9, 1ª-3ª). Esta
dimensión kerigmática está presente a lo largo de todo el itinerario
neocatecumenal.

b) La clave cristológica como hermenéutica de la Escritura: siempre se


intenta ver en Jesucristo el cumplimiento de las Escrituras y poner los hechos de
la propia historia bajo la luz de la Palabra; en palabras del DGC, “Jesucristo no
sólo transmite la Palabra de Dios: El es la Palabra de Dios. Por eso, la catequesis

866
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 24. Para R. Blázquez “el anuncio de la resurrección abre el camino
neocatecumenal. Por él se inicia la formación de la comunidad y la reconstrucción de la Iglesia [...] El kerigma de Jesucristo,
vencedor de la muerte, es, además del inicio de la comunidad, fundamento permanente de la misma” (Ib., p. 28).
867
Ver las consecuencias para la catequesis desde la perspectiva del ´cristocentrismo trinitario`del mensaje evangélico (nº
100).
868
Para nuestros Obispos “el hecho de que Jesucristo sea la plenitud de la Revelación confiere a la catequesis su carácter
eminentemente ´cristocéntrico`. Creemos que éste es uno de los mayores logros de la catequesis en estos últimos años”. Cfr.
CC, nº 123.
-toda ella- está referida a Él” (nº 98)869. La finalidad del itinerario neocatecumenal
es poner a las personas en intimidad con Jesucristo.

c) En el Neocatecumenado se inicia existencialmente a los neocatecúmenos


en el seguimiento de Jesús y se les ayuda a descubrir lo siguiente:

+ Quien desconoce las Sagradas Escrituras, desconoce a Jesucristo


(Precatecumenado);
+ Sin cruz no se puede ser discípulo de Jesús (cf. Lc 9,23-26) [Primer
Escrutinio];
+ Sin abandonar los ídolos -simbolizado en el dinero (cf. Mt 6,24)-,
no se puede ser libre y estar disponible para el Reino (cf. Mt. 6,24;
Lc 12,22-34) [Segundo Escrutinio].
+ Sin vida de oración, la fe se debilita, nos convertimos -con
expresión de Juan Pablo II (NMI, nº 34)- en cristianos de
riesgo(entrega del Salterio);
+ Sin confesión de la fe y verificación en la misión, la fe se diluye
en conocimientos y prácticas religiosas; en la evangelización se
experimenta la cercanía del Señor (cf. Mt 28,20; Jn 14,18-21)
[tiempo de la Traditio Symboli];
+ Jesús nos adentra en la intimidad del Padre, en los ´secretos de
Dios` (cf. Mt. 11,25-27; Jn 7,48-49) [entrega del Padrenuestro];
+ Jesús nos descubre el camino del Hombre Nuevo, que está
resumido en las Bienaventuranzas, único camino hacia la dicha
eterna a la que aspira el corazón del hombre (cf Mt 5-7) [tiempo de
la Elección];
+ Jesús nos da el Espíritu Santo para que participemos de su misma
filiación y misión (cf. Jn 20,21; Jn 16,13-15) [renovación de las
promesas bautismales]870.

d) La presentación cristológica que se da en Neocatecumenado puede ser


definida como cristología staurológica, del Siervo de Yahvé crucificado y del
Kyrios glorificado871. En el Neocatecumenado existe la fuerte convicción de que

869
En este sentido, lo que caracteriza el mensaje que transmite la catequesis es, ante todo, el ´cristocentrismo`, que debe
entenderse en varios sentidos: que la tarea fundamental de la catequesis es mostrar a Cristo; que El es el centro de la historia
de la salvación; que el mensaje evangélico no proviene del hombre sino que es Palabra de Dios. Para un ensanchamiento de
esta dimensión, ver: CCE, nnº 426-429; CT, nnº 5-6; DGC (1971), nº 40.
870
En Catequesis de la Comunidad, nuestros Obispos han sintetizado las diferentes dimensiones de la vinculación a Cristo
con estas palabras: “Esta iniciación en el seguimiento de Cristo implica adherirse a su persona, descubrir en profundidad su
mensaje, adoptar su estilo de vida, celebrar su presencia en los sacramentos, reunirse -en su nombre- en una comunidad de
discípulos, prepararse para participar en su envío misionero y esperar su venida gloriosa” (nº 124). El Catecismo de la Iglesia
Católica sostiene que “en la catequesis es importante destacar con toda claridad el gozo y las exigencias del camino de Cristo
(cf. CT 29)” (nº 1697), y señala ocho características identificadoras.
871
“El Camino echa mano del texto de Pablo a los Filipenses (2,1-11). Este himno paulino o prepaulino que es como una
radiografía del espíritu de Jesús, es también una imagen que el catecúmeno debe reproducir en sí mismo. Es la ´kenosis`del
Hijo de Dios hecho hombre: desde las alturas de la divinidad desciende a través de la Encarnación a la condición del hombre,
la cruz está plantada en el centro del evangelio872. Toda la vida de Cristo tiende
hacia la cruz, y el discípulo de Jesús debe recibirla en su vida (cf. Mc 10,32-34;
Lc 12,50). Para el neocatecúmeno, anunciar la salvación es anunciar la cruz
gloriosa de Cristo, ayudar a los hombres a tomar conciencia de su propia realidad
existencial de límite, alienación, infelicidad, incapacidad para dar por sí solos un
sentido a sus vidas, y anunciar, a partir de esta realidad, la victoria que sólo Cristo
ha conseguido con su cruz. El egoísmo es la causa de toda infelicidad humana.
Anunciar la salvación en “Cristo crucificado” (cf. 1ªCor 1,23) quiere decir,
proclamar la posibilidad de una vida nueva y distinta y que la gloria de Dios se
manifiesta en el “Siervo doliente de Yahvé”, el cual no se resiste al malvado y
ama al enemigo (cf. Is 42,1-7; 49, 1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). La cruz de Cristo
revela a todo hombre muerto por una vida de egoísmo que está matando también
a los demás. Aceptar la cruz es aceptar esa actitud de Jesús Siervo como la única
verdad873, porque no hay filosofía, ni política, ni ciencia en que pueda salvarse la
humanidad. Viviendo esta actitud de Cristo, la comunidad se convierte para el
mundo en signo del amor de Dios y proclama que tal amor está siempre marcado
por la cruz y que sólo en la cruz de Cristo se ama auténticamente y es posible
entrar en la historia874.

de allí a la condición de Siervo, colma su condición de siervo con el suplicio de los esclavos, la Cruz, para recibir del Padre la
resurrección, la exaltación y el señorío”. Cfr. A. FUENTES, El Neocatecumenado, pp. 129-130. En el Catecismo de la Iglesia
Católica se afirma que “la muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cf. Is 53, 7-8 y Hch
8, 32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo doliente (cf. Mt 20, 28). Después de su
Resurrección dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 25-27), luego a los propios apóstoles
(cf. Lc 24, 44-45)” [nº 601]. Para GERHARD L. MÜLLER, “la síntesis cristológica originaria, a pesar de la diversidad de sus
formulaciones, puede reducirse a un único contenido básico: el Jesús crucificado es el Señor resucitado por Dios a la vida eterna,
el mediador escatológico, confirmado, de la salvación, el Mesías-Cristo”. Cfr. “Jesucristo. El Señor crucificado y resucitado”,
en OLEGARIO G. DE CARDEDAL - JUAN A. MARTÍNEZ, o. cit., p. 119. Desde esta comprensión ´cristológica`, también
se puede proponer una eclesiología ´diaconal`, ver S. SABUGAL, La Iglesia, sierva de Dios. Hacia una eclesiología servicial,
Ed, Monte Casino, Zamora 1987.
872
En la ´Relación final` del Sínodo extraordinario de 1985, los padres sinodales llamaron la atención sobre la ´centralidad de
la teología de la cruz`: “Nos parece que en las dificultades actuales Dios quiere enseñarnos, de manera más profunda, el valor,
la importancia y la centralidad de la cruz de Jesucristo. Por ello hay que explicar a la luz del misterio pascual la relación entre
historia humana y la historia de la salvación...”. Cfr. Sínodo 1985, II, D) 2. y, al final, en las ´sugerencias` se dice que “en este
contexto examínese de nuevo qué es y cómo ha de llevarse a la práctica, -entre otras-: la teología de la cruz y el misterio pascual
en la predicación, en los sacramentos y en la vida de la Iglesia de nuestro tiempo” (II, D) 7). En este punto, la síntesis teológico-
catequética del Neocatecumenado respecto a la centralidad de la cruz en la vida del cristiano, aporta no poca luz para una
comprensión existencial de esta verdad ´troncal` que vertebra la identidad del cristianismo; ver F. RODRÍGUEZ, La cruz de
Jesús y el ser de Dios, Universidad Pontificia de Salamanca 1992.
873
Para A. FUENTES “esta figura del Siervo se agiganta en la conciencia de los neocatecúmenos a lo largo de todas las etapas
del camino [...]. Cuando el camino termine y el neocatecúmeno haya sellado su fe en la renovación de las promesas bautismales,
el Siervo de Yahvé será el espejo en el que deba mirarse: amar al enemigo, no devolver mal por mal, no condenar, ser el último;
en una palabra, cumplir el Sermón de la Montaña”. Cfr. El Neocatecumenado, pp. 128-129. Es importante, subrayar en este
punto, cómo nuestros Obispos han llamado la atención porque “la catequesis no destaca suficientemente el camino concreto a
través del cual Jesús fue obediente a su Padre, y que no es otro que el camino del Siervo. Hay que hacer descubrir al adulto este
camino, basado en la pobreza, la obediencia, el servicio, la entrega. En este sentido, la auténtica vinculación a Jesucristo debe
llevar a asumir el estilo de vida del propio Jesús. ´El discípulo no puede ser mayor que el maestro` (cf. Lc 6,40)”. Cfr. CA, nº
143.
874
Con unas ´categorías nuevas` - en expresión de O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL-, “la muerte en cruz del Hijo manifiesta
a Dios invirtiendo las categoría de honor, dignidad, valor y poder, para mostrar a la luz de la Cruz de Cristo que vale quien
sirve, es quien crea, ama quien se solidariza y se solidariza quien va hasta el extremo en el que el prójimo se encuentra. El
himno de Flp 2, 6-11 contiene la formulación que, a partir de la resurrección, se hace del destino de Cristo y que él había
formulado como proposición general para todos: el primero es el que sirve, el que tiene más capacidad tiene más
responsabilidad, y el que tiene más vida en sí más debe darla a los otros”. Cfr. La entraña del cristianismo, Ed, Secretariado
Trinitario, Salamanca 1997, p. 594.
c) Dimensión trinitaria

El teocentrismo trinitario de la Catequesis ya aparecía resaltado en el


Directorio General de Pastoral Catequética del año 1971: “Como Cristo es el
centro de la historia de la salvación, así también el misterio de Dios es el centro
del cual parte esta historia y al que se ordena como último fin. Cristo crucificado
y resucitado conduce a los hombres al Padre enviando el Espíritu Santo al pueblo
de Dios. Por lo que la estructura de todo contenido de la catequesis debe ser
teocéntrico-trinitaria: Por Cristo, al Padre en el Espíritu”(nº 41)875. En cambio, en
el nuevo Directorio General para la Catequesis, se acentúa más el cristocentrismo
trinitario del mensaje cristiano: La Palabra de Dios, encarnada en Jesús de Nazaret,
Hijo de María Virgen, es la Palabra del Padre, que habla al mundo por medio de
su Espíritu. Jesús remite constantemente al Padre, del que se sabe Hijo Único, y
al Espíritu Santo, por el que se sabe Ungido. Él es el camino que introduce en el
misterio íntimo de Dios.

El cristocentrimo de la catequesis, en virtud de su propia dinámica interna,


conduce a la confesión de la fe en Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es un
cristocentrismo esencialmente trinitario876. Los cristianos, en el Bautismo, quedan
configurados con Cristo, Uno en la Trinidad, y esta configuración sitúa a los
bautizados, ´hijos en el Hijo`, en comunión con el Padre y con el Espíritu Santo.
Por eso su fe es radicalmente trinitaria. El misterio de la Santísima Trinidad es el
misterio central de la fe y de la vida cristiana877.

Este cristocentrismo trinitario encuentra en el Neocatecumenado el ámbito


y el espacio eclesial apropiado para ser desarrollado conforme a la naturaleza y
meta propia del Catecumenado bautismal, que tiende a ´la profesión de la fe` 878.
Nuestros Obispos han afirmado que “la confesión de la fe es esencial al Bautismo.
Este es, en realidad, ´el sacramento de la fe`. La triple pregunta de la profesión de
fe precede inmediatamente a la inmersión o a la infusión del agua. En verdad, la
Iglesia nos bautiza en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Dios

875
Nuestros Obispos desarrollarán esta ´dimensión teologal de la catequesis`en CA, nnº 146-150. Y el nuevo Directorio
General para la Catequesis, hablará del ´cristocentrísmo trinitario`del mensaje cristiano.
876
Para el profesor A. AMATO “el cristocentrimo trinitario implica algunas consecuencias catequéticas innovadoras: - la
catequesis tendrá una estructura cristocéntrica-trinitaria: por Cristo al Padre en el Espíritu; - siguiendo la pedagogía de Jesús, la
catequesis mostrará la vida íntima de Dios a partir de sus obras salvíficas en favor de la humanidad, puesto que las obras de
Dios revelan el misterio de su Ser trinitario; - la confesión de Dios Trinidad significa que el hombre no debe someter su libertad
a ningún poder terrenal absoluto”. Cfr. “Jesucristo, plenitud de la Revelación”, en A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO,
o.cit., pp. 138-139.
877
En el Directorio de 1971se afirma que “el misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida
cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todo los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina.
Es la enseñanza más fundamental y esencial en la ´jerarquía de las verdades de la fe`” (nº 47).
878
Cfr. CC, nº 96; ver también los nnº 164-201, en los que se desarrolla el alcance de la ´confesión de fe, expresión de la
identidad cristiana”.
trino a quien, por la confesión de fe, confiamos nuestra vida [...] En consecuencia,
tanto el Catecumenado, que prepara a esa confesión, como - en nuestro caso- la
catequesis de adultos que la personaliza, son una exigencia de nuestro bautismo.
La catequesis queda así, penetrada por su dimensión bautismal. Su meta no es otra
que la confesión adulta de un fe depositada germinalmente en el bautismo. No
persigue, por tanto, otra cosa que ayudarnos a asumir personalmente nuestra
condición de bautizados” (CA, nº 136).

El Neocatecumenado en cuanto instrumento al servicio de los Obispos para


el redescubrimiento de la iniciación cristiana de los adultos bautizados, conduce
efectivamente a los neocatecúmenos a la confesión de la fe, de una forma adulta,
existencial, pública y eclesial. Este momento, tiene lugar en el tiempo de la
Traditio Symboli y Redditio Symboli . Tras haber celebrado todos los artículos del
Credo, una vez que lo han anunciado por las casas de la parroquia, teniendo ya -
después de un tiempo de madurez en el Neocatecumenado- la conciencia muy
clara de haber sido elegidos para confesar con la boca, lo que ya creen en el
corazón (cf. Rom 10, 9), entonces, públicamente y solemnemente, - ante una
asamblea de testigos- confesarán por qué creen en Dios como Padre, por qué creen
en Jesús como Hijo de Dios, y por qué creen en el Espíritu Santo879. El
neocatecúmeno al profesar la fe de la Iglesia como acto de entrega al mismo Dios
contenido en la palabra “creo-creemos”, proclama personalmente y con la Iglesia
su fe en un Dios que es comunión de personas. Esta profesión de fe trinitaria es
meta de la catequesis.

d) Dimensión pneumatológica
La toma de conciencia, por parte de los neocatecúmenos, de estar viviendo
hoy en la Iglesia una experiencia que es un don del Espíritu-880, un carisma
suscitado por Dios para ayudar a la Iglesia a llevar adelante la Nueva
Evangelización es muy viva. La experiencia agradecida de ver cómo el Espíritu
Santo crea y recrea permanentemente la comunidad, haciendo posible y visible la
koinonía-comunión entre personas diferentes, por edad, situación social y cultural
a lo largo de los años, remite constantemente a Aquél “que habita en la Iglesia y
en el corazón de los fieles como en un templo (cf. 1 Cor 3,16; 6,19), y en ellos ora
y da testimonio de su adopción como hijos (cf. Gál 4,6; Rom 8,15-16.26). Guía a
la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16,13), la unifica en comunión y ministerios, la
provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece
879
“En la gran tradición eclesial, la confesión de fe más estrictamente vinculada al proceso de la iniciación cristiana es la
Profesión de fe apostólica. El llamado Credo o Símbolo de los apóstoles, en efecto, es una fórmula que la Iglesia ha utilizado,
desde muy antiguo, para profesar la fe bautismal y para iniciar en esa fe a los catecúmenos”. Cfr. CA, nº 137; CC, nnº 164-169.
880
El Papa Juan Pablo en reiteradas ocasiones ha resaltado, en sus intervenciones, el origen ´carismático`del CN; así lo hizo
en 1993: “No se puede negar, que el Espíritu Santo, mediante el Concilio Vaticano II, ha suscitado instrumentos válidos - y
entre éstos también el Camino Neocatecumenal- para responder a los interrogantes del hombre contemporáneo”. Cfr. Mensaje
de JUAN PABLO II a los miembros del Camino Neocatecumenal: El Camino Neocatecumenal puede responder a los desafíos
del secularismo, las sectas y la escasez de vocaciones, en Ecclesia, Núm. 2632 (15 de Mayo de 1993), p. 31.
con sus frutos (cf. Ef 4,11-12; 1ª Cor 12, 4; Gál 5,22), con la fuerza del evangelio
rejuvenece a la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión
consumada con su Esposo”(LG, nº 4)881.

La presencia del Espíritu Santo en el Neocatecumenado está íntimamente


ligada a la experiencia de la evangelización primera en las catequesis iniciales, y
al nacimiento de las mismas Comunidades Neocatecumenales, como acción del
mismo Espíritu Santo: “A través de la predicación y de las celebraciones
realizadas en las catequesis iniciales, el Espíritu Santo invita a hombres y mujeres
de diversa edad, mentalidad, cultura y condición social a emprender juntos un
itinerario de conversión, fundado en el redescubrimiento progresivo de las
inmensas y extraordinarias riquezas y responsabilidades del Bautismo recibido”
(SCN, art. 18&2)882. En este sentido, se puede afirmar, que entre los catequistas
del CN883 hay una profunda experiencia y convicción de que el “Espíritu Santo es
el agente principal de la evangelización: él es quien impulsa a cada uno a anunciar
el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la
Palabra de Salvación”884.

De esta experiencia previa, del hecho de haber sido elegidos y enviados,


desde el interior de la comunidad, para “tomar parte en los duros trabajos por causa
del Evangelio” (cf. 2ª Tim 1,8), es de donde brota la firme convicción de estar
acompañando al Evangelizador por antonomasia que es “Jesús mismo, Evangelio
de Dios. Él ha sido el primero y el más grande evangelizador” (EN, nº 7). Sólo en
la confianza de saberse alentados y acompañados por el Espíritu Santo, se ponen
los catequistas en manos del Espíritu para que Él haga su obra, sabiendo que son
enviados no “a predicarse a sí mismos o sus ideas personales, sino un evangelio
del que ni ellos son dueños y propietarios absolutos para disponer de él a su gusto,
sino ministros para transmitirlo con suma fidelidad” (EN, nº 15g.)

881
Existe toda una tradición patrística y teológica sobre la unión íntima entre el Espíritu Santo y la Iglesia, unión presentada
a veces de modo análogo a la relación entre alma y cuerpo en el hombre, ver nota 96 de quinta Carta Encíclica del Papa JUAN
PABLO II, Dominum et vivificantem, Ed, Paulinas 1986, nnº 25 y 26.
882
El primer ´canto- invocación` que se aprende en el CN es la invocación al Espíritu Santo: “Oh, Señor, envía tu Espíritu que
renueve la faz de la tierra”. Esta invocación cantada abrirá todas las celebraciones, encuentros y convivencias que a lo largo del
itinerario neocatecumenal se tienen.
883
El mismo nacimiento del ´carisma-servicio de catequista` es vivido al interior de la comunidad como un don del Espíritu
Santo en orden a la evangelización (cf. Hch 13, 1-3). En el Estatuto del CN se dice que “después de cierto tiempo de Camino
(normalmente después del segundo escrutinio de paso al catecumenado postbautismal), cada comunidad neocatecumenal indica
mediante votación algunos hermanos para que desempeñen la misión de catequistas”. Cfr. SCN, art.17&3, y en el art. 29 se
indica que “para que los catequistas adquieran - como lo requiere el Directorio general para la Catequesis- ´las actitudes
evangélicas que Jesús sugirió a sus discípulos, cuando les inició en la misión...: buscar la oveja perdida; anunciar y sanar al
mismo tiempo; presentarse pobres, sin oro ni alforjas; saber asumir el rechazo y la persecución; poner la confianza en el Padre
y en el apoyo del Espíritu Santo; no esperar otro premio que la dicha de trabajar por el Reino, son adecuadamente preparados”.
884
Cfr. Exhortación Apostólica de PABLO VI, Evangelii nuntiandi, nº 75. El capítulo VII aborda ´El espíritu de la
evangelización`y, en este nº 75, se vierten afirmaciones de una clara ´primacía pneumatológica` de permanente actualidad: “No
habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo...”; “Gracias al apoyo del Espíritu Santo, la Iglesia crece.
El es el alma de esta Iglesia. El es quien explica a los fieles el sentido profundo de las enseñanzas de Jesús y su misterio...”, “las
técnicas de evangelización son buenas, pero ni las más perfeccionadas podrán reemplazar la acción discreta del Espíritu...”.
Esta conciencia pneumatológica, se explicita en el abandono confiado (cf.
Lc 12,12; Jn 15,26-27), por parte de los catequistas , en las tareas de la
evangelización -siempre fatigosas-, al saber que el Espíritu Santo les ayudará885;
también, se concretiza en la invocación cantada al Espíritu, antes de iniciar cada
una de las catequesis de la etapa kerigmática.

Si la Iglesia ha nacido gracias a la efusión del Espíritu Santo en el corazón


de los testigos el día de Pentecostés, “consumada la obra que el Padre encomendó
realizar al Hijo sobre la tierra (cf. Jn 17,4), fue enviado el Espíritu Santo el día de
pentecostés a fin de santificar indefinidamente a la Iglesia y para que de este modo
los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu (cf. Ef
2,18). Él es el Espíritu de vida o la fuente de agua que salta hasta la vida eterna
(cf. Jn 4,14; 7,38-39), por quien el Padre vivifica a los hombres, muertos por el
pecado, hasta que resucite sus cuerpos mortales en Cristo (cf. Rom 8,10-11)”886.
También, en el nacimiento de una pequeña comunidad, se reproduce el milagro de
Pentecostés. Solamente el Espíritu Santo es capaz de mantener en la unidad y en
la fidelidad, durante todo el itinerario neocatecumenal, a personas, entre sí,
desconocidas y distintas, por razones de sexo, edad, condición social y cultural.
“En la vida en comunidad, además, de hacerse tangible de algún modo que la
comunión fraterna, antes de ser instrumento para una determinada misión, es
espacio teologal en el que se puede experimentar la presencia mística del Señor
resucitado (cf. Mt 18, 20). Esto sucede merced al amor recíproco de cuantos
forman la comunidad, un amor alimentado por la Palabra y la eucaristía, purificado
en el Sacramento de la Reconciliación, sostenido por la súplica de la unidad, don
especial del Espíritu para aquellos que se ponen a la escucha obediente del
evangelio”887.

La vida en pequeña comunidad888, a lo largo de los años, la experiencia de


la comunión vivida, sufrida y compartida, se convertirá en lugar de comprensión

885
“A Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre lo encontramos, por el Espíritu Santo, en la Iglesia. Es el Espíritu Santo, en
efecto, el maestro interior y artífice de toda acción catequética. El es, en efecto, el principio inspirador de cada obra catequética
y de los que la realizan; El es el que transforma a los discípulos en testigos de Cristo y anima en ellos la vida nueva de los hijos
de Dios. Invocar al Espíritu, dejarse conducir por El, volver constantemente a lo que El nos pide y que nos da a conocer es
enteramente necesario para una renovación auténtica de nuestra catequesis que se presentará así con una verdadera fecundidad
en la Iglesia”. Cfr. Mons. ANTONIO CAÑIZARES, “La catequesis en la misión evangelizadora de la Iglesia”, en A.
CAÑIZARES- M. DEL CAMPO, o. cit., pp. 96-97.
886
Cfr. LG, nº 4. “De este modo, el concilio Vaticano II habla del nacimiento de la Iglesia el día de pentecostés. Tal
acontecimiento constituye la manifestación definitiva de lo que había realizado en el mismo cenáculo el domingo de pascua”.
Cfr. JUAN PABLO II, Dominum et vivificantem, nº 25.
887
Cfr. Exhortación apostólica de JUAN PABLO II, Vita consecrata, Ed (4ª), San Pablo, Madrid 1996, nº 43.
888
Según nuestros Obispos, “dentro del resurgir esperanzador de lo comunitario en nuestra Iglesia hoy, la floración de
comunidades eclesiales inmediatas resulta un instrumento adecuado de formación y penetración capilar del Evangelio en la
sociedad. Estas comunidades serán, normalmente, el sustrato más apto para que en el mundo actual pueda desarrollarse con
todo vigor la acción catequética”. Cfr. CC, nº 257. En la Iglesia y, más precisamente en las distintas comunidades en las que se
concreta, encuentra la catequesis su origen, su lugar propio y su meta, para nuestros Obispos “al final de un proceso catequético
los cristianos han de desembocar ordinariamente en una comunidad cristiana inmediata e integrarse plenamente en ella [...] El
papel de la catequesis, en este sentido, será iniciar en lo comunitario, encaminar hacia la comunidad e insertar en ellas a quienes
pasan por un proceso. Por ello, para que la catequesis preste totalmente su propio servicio a la Iglesia, es necesario la existencia
pneumatológica privilegiado, para poder llegar a la confesión del Espíritu Santo,
y a los otros articulados del Credo que se sitúan en la actividad del santo Espíritu,
a saber, la santa Iglesia Católica, el perdón de los pecados, la resurrección de la
carne y la vida eterna889.

Al mismo tiempo, todo el itinerario neocatecumenal, sustentado en el


trípode Palabra-Liturgia-Comunidad, posibilitará permanentemente vivir la
experiencia de la presencia del Espíritu en cada una de estas dimensiones de la
misión de la Iglesia890. El Neocatecumenado, como proceso de iniciación cristiana,
lleva al neocatecúmeno a la experiencia del Espíritu y de la Eucaristía.
Ciertamente, la Confirmación como sacramento de donación del Espíritu no se
puede repetir, pero la iniciación cristiana ha de desarrollar -afirma A. Fuentes-
“una pneumatología, ante todo experimental porque el neocatecúmeno la va
descubriendo, digiriendo y concienciándola a lo largo de todas las celebraciones.
Todas ellas empiezan con una invocación solemne al Espíritu de cuya presencia y
acción se espera la fecundidad de la celebración. Sin la acción del Espíritu, el
neocatecúmeno aprende que la palabra que se proclama está muerta, inoperante.
Y, a la vez, percibe que, cuando el Espíritu actúa, todo se esclarece y
embellece”891.

La conciencia pneumatológica, en el neocatecúmeno, se irá acrecentando


en la medida en que su fe va siendo madurada, etapa tras etapa, a lo largo del
Neocatecumenado. En todos los pasos, cuando el neocatecúmeno ha de emprender
una etapa nueva, que le exige una decisión, se le imponen las manos invocando al
Espíritu como la única fuerza para llevar adelante la fidelidad al Señor en el
Camino. Conforme avanza la madurez del neocatecúmeno, cada vez se hace más
firme y lúcida la experiencia del Espíritu que va convenciendo de que sólo por el
Espíritu de Jesús puede creer, puede esperar y puede actuar en cristiano892.

en las diócesis de verdaderas comunidades cristianas, positivamente eclesiales, compuestas por hombres y mujeres que creen y
confiesan sinceramente a Jesús. Sólo así la labor catequética podrá ejercerse adecuadamente” (nº 288).
889
RICARDO BLÁZQUEZ siguiendo las conclusiones del estudio del P. NAUTIN, Je crois à l´Esprit Saint dans la Sainte
Église pour la Résurrection de la chair, Paris 1947, afirma que “la segunda vez que aparece la Iglesia en el credo es como
término de la confesión: ´Creemos en el Espíritu santo, en la santa Iglesia`. Según el estudio de Nautin, ya citado arriba, sobre
el credo de la Tradición apostólica de Hipólito, precioso antecedente del símbolo apostólico, podemos concluir lo siguiente: no
son términos connumerables el Espíritu santo y la Iglesia; podríamos traducir, más bien, ´creemos al Espíritu santo en la santa
Iglesia`. Esto es, la Iglesia es el lugar de la presencia y de la actuación del Espíritu santo. Lo confesado en este artículo es
sorprendente y enorme: el Espíritu de Dios habita y acciona sacramentalmente a la Iglesia, que somos nosotros. En ella y a
través de ella perdona los pecados, hace brotar la vida eterna, otorga la garantía de la resurrección gloriosa, ´da esfuerzo` a los
desfallecidos, vence la división por el amor”. Cfr. La Iglesia del Concilio Vaticano II, Ed, Sígueme, Salamanca 1988, p. 49.
890
El profesor D. BOROBIO desarrolla ampliamente la “pluralidad de aspectos en la historización del Espíritu en la Iglesia.
El Espíritu es el que hace posible en la Iglesia la Palabra, el ministerio, el sacramento, y el testimonio. Y, al mismo tiempo, es
esta pluralidad de medios la que manifiesta de un modo más cercano y concreto la presencia histórica del Espíritu en la Iglesia”.
Cfr. La Iniciación Cristiana, p. 411.
891
Cfr. El Neocatecumenado, p. 134.
892
Según A. FUENTES, “al Espíritu se le conoce actuando y así el catecúmeno descubre este Espíritu como Don de Dios a la
Iglesia, como Maestro de la verdad, como abogado frente al demonio, como consolador misericordioso, como fuerza de Dios.
En la Vigilia de Pentecostés como culminación de la Pascua, el Espíritu es celebrado como la gran epifanía del Amor y la acción
de Dios que conduce la comunidad”. Cfr. Ibid, pp. 134-135.
En tres momentos se resalta y concentra la presentación pneumatológica
dentro del itinerario neocatecumenal: a) En la primera iniciación a la oración
(entrega del Salterio); b) En la iniciación a la evangelización (tiempo de la
Traditio Symboli); y en la segunda iniciación a la oración (con la entrega del Padre
Nuestro). Ya vimos de qué modo el RICA reserva estas dos entregas últimas para
el Tiempo de la purificación e iluminación893,aunque contempla la posibilidad de
que “por razones pastorales, para enriquecer la liturgia del tiempo del
catecumenado, las ´entregas` se pueden trasladar y celebrar dentro del
catecumenado al modo de ´rito de transición`” (nº 53). Esta segunda opción es la
que se vive dentro del Neocatecumenado, que además añade a las dos entregas
tradicionales (Símbolo-Padre Nuestro), la entrega del Salterio; y lo hace a lo largo
de todo el tiempo del Neocatecumenado, posibilitando una mayor maduración,
asimilación y recepción de estos tesoros que la Iglesia pone en las manos y el
corazón de los neocatecúmenos.

En estas tres entregas , que tienen lugar en el Neocatecumenado, los


neocatecúmenos son iniciados a vivir la vida en el Espíritu (cf. Rom 8, 1-17),
ayudados por el poder de la oración como don de Dios894. Así aparece recogido
este momento en el Estatuto del CN: “La Iglesia realiza una primera iniciación de
los neocatecúmenos a la oración litúrgica y personal, incluso nocturna, que
culmina con las catequesis de los Evangelios sobre la oración y con la celebración
de la entrega del libro de la Liturgia de las Horas” (art. 20,1ª); asimismo, durante
el tiempo de la Traditio Symboli , en el que los neocatecúmenos son enviados a
predicar por las casas de la Parroquia el Evangelio, y dar razón del Credo de la
Iglesia que han recibido, experimentarán con asombro y admiración la presencia

893
Se pide que se hagan después de los ´escrutinios`, el Símbolo se entrega en la semana que sigue al primer escrutinio, es
decir, dentro de la 3ª semana de la Cuaresma; y el Padre Nuestro, después del tercer escrutinio, en el quinto domingo de
Cuaresma. Efectivamente, en el camino cuaresmal hacia la Pascua del ciclo dominical A nos trae el mensaje luminoso de esos
tres encuentros con Cristo, o mejor, de Cristo con los hombres (la samaritana, el ciego de nacimiento, la resurrección de Lázaro),
que caracteriza el itinerario bautismal de todo creyente. En los Evangelios de los domingos tercero, cuarto y quinto de Cuaresma,
la Iglesia lee el Evangelio de Juan seleccionando cuidadosamente esas tres perícopas que suponen una catequesis progresiva
sobre el misterio de la salvación que se va a consumar en las aguas bautismales de la vigilia. Como camino catecumenal que se
realiza en la Cuaresma, “tiempo de la iluminación y de la purificación”, esos encuentros purifican e iluminan en contacto vivo
con la persona de Cristo. Por eso los tres Evangelios están insertados con mucho tino en los tres progresivos escrutinios que
supone el RICA. Para una presentación catequética de estos textos, ver, J. CASTELLANO, Tres encuentros con Cristo en el
camino hacia la Pascua, pp. 24-31.
894
“Si conocieras el don de Dios” (Jn 4, 20). La maravilla de la oración se revela precisamente allí, junto al pozo donde vamos
a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber.
Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro
de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de El (cf. San Agustín, quaest. 64,4)”. Cfr.
Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2560. Durante el tiempo de la primera iniciación a la oración que culminará con la entrega
del libro de la Liturgia de la Horas, las catequesis que se imparten a los neocatecúmenos tienen como trasfondo el texto de Jn
4, 1-39, y se desarrollan desde una clave pneumatológica. Como muy bien pone de manifiesto el Papa Juan Pablo, “mediante
el don de la gracia que viene del Espíritu el hombre entra ´en una nueva vida`, es introducido en la realidad sobrenatural de la
misma vida divina y llega a ser ´santuario del Espíritu Santo`, ´templo vivo de Dios`. En efecto, por el Espíritu Santo, el Padre
y el Hijo vienen al hombre y ponen en él su morada. En la comunión de gracia con la Trinidad se dilata el ´área vital` del
hombre, elevada a nivel sobrenatural por la vida divina. El hombre vive en Dios y de Dios: vive ´según el Espíritu` y ´desea lo
espiritual`”. Cfr. Dominum et vivificantem, nº 58. A vislumbrar este horizonte de vida, son conducidos los neocatecúmenos a
través de las catequesis que sobre la oración se imparten durante este tiempo.
alentadora del Espíritu Santo prometido por Jesús a todos sus discípulos de
cualquier generación: “Yo pediré al Padre otro Paráclito para que esté con vosotros
para siempre” (cf. Jn 14,16); “Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de
junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio
de mí. Pero también vosotros daréis testimonio” (cf. Jn 15,26-27). Esta docilidad
al Espíritu es, en palabras de Juan Pablo II, una de las notas distintivas de la
espiritualidad de la misión: “Esta espiritualidad se expresa, ante todo, viviendo
con plena docilidad al Espíritu; ella compromete a dejarse plasmar interiormente
por éste, para hacerse cada vez más semejantes a Cristo. No se puede dar
testimonio de Cristo sin reflejar su imagen, la cual se hace viva en nosotros por la
gracia y por el Espíritu Santo. La docilidad permanente al Espíritu compromete,
además, a acoger los dones de fortaleza y discernimiento, que son rasgos
esenciales de la espiritualidad misionera”895.

Este tiempo de misión, a la luz de la praxis neocatecumenal, se convierte en


un tiempo de intensa presencia y vivencia de la cercanía de la Persona del Espíritu
Santo, que como muy bien puso de manifiesto el Papa Pablo VI, “es quien, hoy
igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja
poseer y conducir por él, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podrá
hallar, predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y
acogedora de la Buena Nueva y del reino anunciado” (EN, nº 75). En este texto
aparece magníficamente sintetizada la experiencia que los neocatecúmenos viven
durante el tiempo en que son iniciados a tomar parte en la misión evangelizadora
de la Iglesia.

Un tercer momento, en el que la conciencia pneumatológica en el


neocatecúmeno alcanza un grado de madurez importante, es el que tiene lugar
durante la segunda iniciación a “la oración litúrgica y contemplativa, que culmina
con las catequesis sobre la oración del Señor y con la celebración de la entrega del
Padrenuestro, síntesis de todo el Evangelio” (SCN, art. 20, 3ª)896. Para este tiempo
de camino, al final del Neocatecumenado, los neocatecúmenos ya han sido
iniciados a hacerse pequeños y a vivir abandonados filialmente a la paternidad de
Dios, ya han ido descubriendo a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal que
Dios es un Padre del que se pueden fiar sin reservas. Ahora, con la entrega de la
oración dominical van a ser introducidos en la intimidad y en los secretos del Padre
por medio del Espíritu Santo, porque “Jesús no nos ha dejado una fórmula para
repetirla de modo mecánico (cf. Mt 6,7; 1 Re 18, 26-29). Como en toda oración
895
Cfr. Carta Encíclica sobre las misiones, Redemptoris missio, Ed, PPC, Madrid 1991, nº 87.
896
En el Directorio se afirmará que “el Padre nuestro, condensando la esencia del Evangelio, sintetiza y jerarquiza las inmensas
riquezas de oración contenidas en la Sagrada Escritura y en toda la vida de la Iglesia. Esta oración, propuesta a sus discípulos
por el propio Jesús, trasluce la confianza filial y los deseos más profundos con que una persona puede dirigirse a Dios”. Cfr.
DGC, nº 115. Para nuestros Obispos con “la entrega de Padre nuestro que, condensando la iniciación a la oración realizada a lo
largo del proceso catequético, ayuda a los adultos a interiorizar las actitudes básicas de la relación con Dios, que brota del don
de la filiación divina que el Bautismo otorgó” (CA, nº 219); y “desde las actitudes básicas que lo configuran (al Padre nuestro),
la autenticidad de la iniciación catecumenal en la oración y celebración queda asegurada” (CC, nº 231).
vocal, el Espíritu Santo, a través de la Palabra de Dios, enseña a los hijos de Dios
a hablar con su Padre. Jesús no sólo nos enseña las palabras de la oración filial,
sino que nos da también el Espíritu por el que éstas se hacen en nosotros espíritu
y vida (cf. Jn 6,63). Más todavía: la prueba y la posibilidad de nuestra oración
filial es que el Padre ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que
clama: ´¡Abbá, Padre!` (cf. Gál 4,6). Ya que nuestra oración interpreta nuestros
deseos ante Dios, es también ´el que escruta los corazones`, el Padre, ´quien
conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión en favor de los santos
es según Dios` (cf. Rom 8,27). La oración del Padre se inserta en la misión
misteriosa del Hijo y del Espíritu” (CCE, nº 2765)897.

Por último, para terminar esta dimensión pneumatológica en el


Neocatecumenado, hay que señalar la aportación que las Comunidades
Neocatecumenales están ofreciendo a toda la Iglesia, ayudando a recuperar la
misma celebración de la Solemne Vigilia de Pentecostés; celebración que todavía
no se ha descubierto en su identidad teológica (culminación de la Pascua) y en su
fecundidad eclesial y pastoral (nacimiento de la Iglesia y de la misión)898 en una
buena parte de nuestras parroquias. La conciencia y vivencia del Espíritu Santo,
a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal, hace que los neocatecúmenos se
preparen y vivan espiritualmente esta Solemne Vigilia como un nuevo
Pentecostés. En este sentido, se sitúan en la dirección apuntada por Juan Pablo II
en su Carta Encíclica sobre El Espíritu Santo: “Si es un hecho histórico que la
Iglesia salió del cenáculo el día de pentecostés, se puede decir en cierto modo que
nunca lo ha dejado. Espiritualmente, el acontecimiento de pentecostés no
pertenece sólo al pasado: la Iglesia está siempre en el cenáculo que lleva en su
corazón. La Iglesia persevera en la oración, como los apóstoles junto a María,
madre de Cristo, y junto a aquellos que constituían en Jerusalén el primer germen
de la comunidad cristiana aguardaban, en oración, la venida del Espíritu Santo”899.

e) Dimensión eclesiológica

897
Nuestros Obispos sostienen que “el Padre nuestro es el modelo de toda oración cristiana. Es la oración que Jesús enseñó a
sus discípulos. En él está condensado lo mejor de los salmos y lo nuclear de la oración y de la predicación de Jesús. Su espíritu,
eminentemente escatológico, ha de impregnar toda nuestra oración. Con él intensificamos el espíritu filial que el bautismo
depositó germinalmente en nosotros”. Cfr. CA, nº 181.
898
“El día de Pentecostés (al término de las siete semanas pascuales), la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu
Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Señor (cf Hech 2, 36), derrama
profusamente el Espíritu”. Cfr. CCE, nº 731; “El día de Pentecostés descendió sobre los discípulos para permanecer con ellos
para siempre; la Iglesia se manifestó públicamente ante la multitud; comenzó la difusión del evangelio por la predicación entre
los paganos” (AG, nº 4).
899
Cfr. Dominum et vivicantem, nº 66. Para una mayor profundización en la ´pneumatología del Neocatecumenado`,
tendríamos que acercarnos a los ´himnos y cantos` al Espíritu Santo; ellos contienen y expresan una teología muy madura y
desarrollada.
Esta dimensión es abordada por nuestros Obispos, en el capítulo quinto del
documento sobre la Catequesis de Adultos del ´90900. Se trata de ver cómo “ a
través de la catequesis de la Iglesia, el Espíritu Santo, ´Señor y dador de vida`,
está desarrollando en los adultos bautizados la vida nueva de los hijos de Dios,
hasta hacerla adulta”901. La Iglesia, fecundada por el Espíritu, se realiza como
Iglesia igual que una madre: concibiendo, gestando, alumbrando a nuevos hijos
de Dios902. Y, como una madre, aspira a que la vida que trasmite alcance en sus
hijos una madurez tal que, configurados cada vez más con Jesucristo, lleguen a ser
testigos fieles del Evangelio en medio del mundo.

La catequesis es una acción esencialmente eclesial (DGC, nº 78) 903. El


verdadero sujeto de la catequesis es la Iglesia que, como continuadora de la misión
de Jesucristo Maestro y animada por el Espíritu, ha sido enviada para ser maestra
de la fe. Por ello, la Iglesia, imitando a la Madre del Señor, conserva fielmente el
Evangelio en su corazón, lo anuncia, lo celebra, lo vive y lo transmite en la
catequesis a todos aquellos que han decidido seguir a Jesucristo. Según el
Directorio, “la Iglesia transmite la fe de forma activa, la siembra en el corazón de
los catecúmenos y catequizandos para que fecunde sus experiencias más
hondas”904.

¿Cómo es vivenciada esta dimensión eclesial en el Neocatecumenado?


¿Cómo se inicia a los neocatecúmenos en el amor a la Iglesia y su misión

900
“En este capítulo se aborda la catequesis de adultos en cuanto acción de la Iglesia. Como toda acción evangelizadora, la
catequesis de adultos es de naturaleza eclesial”. Cfr. CA, nº 106. Esta dimensión ya había sido abordada, también, en La
Catequesis de la Comunidad en el ´83, y allí se señalaba ya ´la comunidad cristiana, como punto de partida y clima en el que
el creyente se inicia y madura en la fe`(nº 266); y, en el último documento dedicado a La iniciación cristiana del ´99, se vuelve
a resaltar la ´mediación maternal de la Iglesia`: “La Iniciación cristiana es la expresión más significativa de la misión de la
Iglesia y constituye la realización de su función maternal, al engendrar a la vida a los hijos de Dios” (nº 13).
901
Según nuestros Obispos, “en todo proceso catequizador de un adulto se desarrolla esta acción maternal de la Iglesia, que
alimenta con su propia fe a sus hijos nacidos por el Bautismo. Es inherente a la catequesis, en consecuencia, que la vinculación
cordial del cristiano con la madre Iglesia quede bien consolidada. La salud espiritual del adulto depende de ese vínculo”. Cfr.
CA, nº 110.
902
San Pablo tenía plena conciencia de que al transmitir el Evangelio ejercía la función maternal: “He sido yo quien, por el
Evangelio, os engendré en Cristo Jesús” (cf. 1ª Cor 4,15); “Te ruego en favor de mi hijo, Onésimo, a quien engendré entre
cadenas” (Filemón, v. 10); ver también Gál 4,19; 1 Tes 2,11). También los Santos Padres asimilan, frecuentemente, la formación
catecumenal a una gestación de la Iglesia, que da a luz a sus hijos en la pila bautismal.
903
El Directorio General para la Catequesis desarrolla ampliamente esta dimensión en el capítulo primero de la Primera Parte
bajo el epígrafe: ´La transmisión de la Revelación por medio de la Iglesia, obra del Espíritu Santo`, nº 42; y en la Segunda Parte,
también en el capítulo primero: ´La eclesialidad del mensaje evangélico`, nº 105. El Papa Pablo VI hablaba de la ´eclesialidad`de
todo acto de evangelización en EN, nº 60.
904
Nuestros Obispos, mostraban en 1983 su preocupación sobre este cometido esencial a la catequesis, como es fundamentar
el ´sentido eclesial`de la fe del catecúmeno (CC, nº 137), y afirmaban lo siguiente: “Creemos que éste es un punto clave para la
verdadera renovación de la catequesis. No se nos oculta que es un punto problemático, ´particularmente importante en nuestros
días`(EN, 61). Todos hemos de reconocer sinceramente que el sentido eclesial aparece - con frecuencia- deteriorado entre
nosotros, en situación enferma. Y es imposible una verdadera renovación de la catequesis sin un sentido eclesial sano, como es
muy difícil recuperar el auténtico sentido de la Iglesia sin la catequesis” (CC, nº 138). Años más tarde, esta problemática, seguía
siendo una preocupación: “La experiencia catequética con adultos muestra la dificultad de vivenciar, por parte de los
catequizandos, el sentido de pertenencia eclesial [...] Los adultos que frecuentan los grupos de catequesis se muestran, sin duda,
agradecidos a los desvelos del catequista, pero les cuesta descubrir toda esa dimensión materna de una Iglesia que les está
alimentando con lo mejor de sí misma” (CA, nº 111); y más adelante: “De estos como de otros factores no citados viene a
resultar una acción catequética que no educa el sentido de la adhesión filial a la Iglesia, la cual no ha sido mostrada como madre.
Este es uno de los problemas más serios que, entre nosotros, tiene planteada la catequesis de adultos” (nº 112).
maternal? Hay que comenzar afirmando que esta dimensión eclesial es inherente
a la naturaleza del Neocatecumenado, que por ser “un instrumento al servicio de
los Obispos para el redescubrimiento de la iniciación cristiana de los adultos
bautizados se realiza normalmente en la parroquia, ´ámbito ordinario donde se
nace y se crece en la fe, lugar privilegiado donde la Iglesia, madre y maestra,
engendra en la fuente bautismal a los hijos de Dios y les ´gesta` a la vida
nueva”(SCN, arts. 5&1 y 6&1)905, y que “dentro de la parroquia, el
Neocatecumenado es vivido en pequeña comunidad- denominada comunidad
neocatecumenal-, dado que la forma completa o común de la iniciación cristiana
de los adultos es la comunitaria” (SCN, art. 7&1)906.

La dimensión maternal de la Iglesia907, la comienza a percibir el


neocatecúmeno desde la etapa de las catequesis iniciales que culminan con el
nacimiento de la Comunidad Neocatecumenal (SCN, art. 10&2)908. A partir de este
momento, la constitución de la Comunidad Neocatecumenal, los precatecúmenos
son conscientes de haber iniciado una experiencia eclesial nueva, que tiene unos
rasgos significativos: caminan juntos hombres y mujeres de diversa edad,
mentalidad, cultura y condición social en pequeña comunidad, en la que
progresiva y gradualmente van a ir haciendo la experiencia de ver cómo la Iglesia
va naciendo en sus almas909, concretada por una parte en los catequistas, que como
garantes y guías en el camino les van a ir transmitiendo íntegro el depósito de la
fe (cf. 1 Tim 6,20)910, no a título personal o en su nombre, sino enviados por la
905
En la intervención de KIKO ARGÜELLO en la Asamblea Plenaria de la Sagrada Congregación para la Evangelización de
los pueblos del ´83, así presentaba él la identidad ´maternal`del Neocatecumenado: “El Neocatecumenado se presenta como un
tiempo de gestación en el seno de la Iglesia. En aquellos hombres y mujeres que como María dicen Amén al anuncio del
Salvador, la Palabra comienza a engendrar una nueva vida, obra del Espíritu Santo. La Iglesia se presenta como una Madre que
engendra, que nutre, que da a luz, que cuida hasta la estatura del hombre nuevo del que dice San Pablo: ´No soy yo quien vive,
sino que es Cristo quien viven en mi` (cf. Gál 2,20)”.
906
La realización del proceso catecumenal en pequeña comunidad o grupo catequético es una de las característica de la misma
catequesis, como muy bien resaltan nuestros Obispos: “El grupo catequético y la catequesis en grupo, como expresión e
iniciación en la comunidad, es una exigencia de la catequesis”. Cfr. CC, nº 283, ver también ´La catequesis de adultos, una
acción realizada en la comunidad cristiana` (CA, nnº 125-132).
907
“Otro aspecto teológico que ahora encuentra su pleno desarrollo es el de la eclesiología bautismal, especialmente a partir
de la imagen de la ´Ecclesia mater`. Cfr. D. BOROBIO, La iniciación cristiana, p. 106, y pp. 283-289. Para un desarrollo de
esta perspectiva, ver H. DELAHAYE, Ekklesia Mater chez les Pères des trois premiers siècles, Paris 1964, especialmente pp.
131-250.
908
El aspecto maternal de la comunidad cristiana ha sido muy bien recogido por el Concilio: “La comunidad eclesial ejerce...
una verdadera maternidad para conducir las almas a Cristo”. Cfr. PO, nº 6.
909
Ya en 1922 R. GUARDINI abría su obra El sentido de la Iglesia, con estas palabras: “Un acontecimiento religioso de
alcance transcendental ha hecho su aparición: La Iglesia nace en las almas”. Este es también uno de los descubrimientos más
sorprendentes que el neocatecúmeno experimenta en el Neocatecumenado, “pasado algún tiempo -afirma R. BLÁZQUEZ- el
neocatecúmeno comienza a comprenderse como ´parte de un todo`, como miembro de una comunidad. Con vigor experimentará
que no hay posibilidad de ser cristiano sin la Iglesia, que él encuentra concretamente en la comunidad. Comienza a tomar como
tarea propia la comunidad. La Iglesia va naciendo poco a poco en su alma, y así rompe su individualismo religioso [...] La
Iglesia, en la comunidad, comienza a ser comprendida como una madre que gesta en la fe [...] Este descubrimiento de la Iglesia,
que fue un contenido fundamental del catecumenado primitivo, es un hallazgo fecundo”. Cfr. Las Comunidades
Neocatecumenales, pp. 44-45.
910
La misión del catequista, según nuestros Obispos, consiste en “una labor paciente, silenciosa, humilde... como la de todo el
que enseña a dar los primeros pasos. No pretende deslumbrar a los adultos con las últimas adquisiciones de la ciencia bíblica o
teológica. Se centra en la transmisión de las certezas sólidas e inconmovibles de la fe y en la educación de los valores evangélicos
más fundamentales”. Cfr. CA, nº 226. En el documento dedicado a El catequista y su formación, E, Edice, Madrid 1985, tratan
de aclarar, con cierto detalle, esta tarea propia del catequista. El Directorio dedica el capítulo segundo de la Quinta Parte a ´la
Iglesia y como testigos de lo que ellos mismos viven en comunidad911; y por otra
parte, en la misma Comunidad Neocatecumenal en la que -en comunión con otros
hermanos- vivirá todo el itinerario de iniciación y maduración de la fe y donde
descubrirá que la comunitariedad es parte constitutiva de la identidad cristiana
misma912.

Las catequesis que se impartirán a lo largo de todo el itinerario


neocatecumenal serán presentadas esencialmente como un acto de tradición913.
Los neocatecúmenos, por medio de catequesis, escrutinios, pasos, convivencias,
van a ir siendo iniciados para que se incorporen vitalmente en la Tradición de la
Iglesia. No se trata de que adquieran solamente un conocimiento de las
expresiones históricas objetivas de esa Tradición (pensamiento de los Santos
Padres, testimonios de los Santos, manifestaciones de arte cristiano y otras
expresiones culturales de la vida de la Iglesia), sino de que sean introducidos y
participen en la corriente viva de la existencia cristiana que, desde la época
apostólica hasta nuestros días, ha profundizado y actualizado, cada vez más, el
Evangelio de Jesús.

¿Cómo se fundamenta el sentido eclesial de la fe en los neocatecúmenos?,


podemos preguntarnos, llegados a este punto. En el Neocatecumenado hay un
momento de especial significación eclesial que coincide con la etapa de la Traditio
Symboli-Redditio Symboli. Durante este tiempo, los neocatecúmenos
experimentan que la Iglesia les entrega el compendio de la Escritura y de la fe, es
decir, el Credo de la Iglesia para que lo hagan suyo, personalizándolo914 en sus

formación para el servicio de la catequesis`, nnº 233-251. Ver también del Secretariado Diocesano de Catequesis de Madrid,
Manual para el catequista de adultos, Ed, Paulinas, Madrid 1983.
911
El Directorio señala la importancia de la propia comunidad como ámbito formativo de los catequistas: “Entre los cauces de
formación de los catequistas destaca, ante todo, la propia comunidad cristiana. Es en ella donde el catequista experimenta su
vocación y donde alimenta constantemente su sentido apostólico” (nº 246). Los neocatecúmenos, a lo largo de todo el itinerario
neocatecumenal, tendrán tres encuentros con la ´comunidad-madre`de sus catequistas, en tres liturgias fundamentales de la
iniciación cristiana donde se ´visibiliza` la gestación de la Iglesia como Madre: durante la entrega del Símbolo, en la entrega
del Padrenuestro, y como ´comunidad-madrina`en la renovación de las promesas bautismales, al final del Camino.
912
Cfr. G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería. Dimensión comunitaria de la fe cristiana, Ed, DDB, Bilbao 1986. Para una
mayor profundización sobre la importancia que tiene para la catequesis su dimensión eclesial y comunitaria, ver CC, nnº 253-
288; E. ALBERICH, “Catequesis, comunión y comunidad”, en Catequesis y praxis eclesial, Ed, CCS, Madrid 1983, pp. 182-
203.
913
“La catequesis es, esencialmente, un acto de tradición viva de la Iglesia que, por medio de la iniciación en ´su doctrina, vida
y culto`(DV, 8), transmite al catecúmeno todo lo que ella cree, todo lo que es. La ´traditio Evangelii in symbolo` (tradición del
Evangelio en el símbolo) y la ´traditio orationis dominicae` (tradición del Padre nuestro) son - en el Catecumenado bautismal y
en nuestra catequesis- la expresión de lo que es, en esencia, un proceso catecumenal: la transmisión de la fe eclesial”. Cfr. CC,
nº 135.
914
“La catequesis de adultos, como acto de tradición, no es pura repetición del pasado, ´no es un tesoro muerto que las
generaciones cristianas reciben o dan sin más`. Es por el contrario, ofrecimiento y entrega de una experiencia, que el adulto
recibe de forma activa y creativa. En este sentido, la experiencia cristiana del adulto catequizado se incorpora a la Iglesia y la
enriquece. La antigua melodía de la tradición, al ser recibida de una forma viva, se devuelve a la Iglesia coloreada con nuevos
armónicos”. Cfr. CA, nº 109. Porque “el Símbolo condensa la historia de la salvación y toda la fe de la Iglesia, la iniciación en
el conocimiento del mensaje cristiano debe incluir la narracción (narratio) de la historia de la salvación, la entrega del CREDO,
y la explicación (explanatio) doctrinal del mismo” (Ib., nº 179). Este deseo de nuestros Obispos, se realiza en el CN durante
este tiempo de la Traditio Symboli-Redditio Symboli predicando el Evangelio y dando testimonio de la fe la Iglesia, “de dos en
dos, por las casas de la parroquia. Estudiando y celebrando cada uno de los artículos del Símbolo apostólico y lo restituyen a la
Iglesia, confesando su fe y proclamando el Credo solemnemente ante los fieles, durante la Cuaresma”. Cfr. SCN, art. 20, 2ª.
experiencias concretas; y, al mismo tiempo, descubren que forman parte de una
cadena ininterrumpida de testigos de la fe915 ,y que por ello la Iglesia como madre
les precede y acompaña. Más aún, llegados a esta altura de camino, la pedagogía
neocatecumenal tiene claro que “es la Iglesia la que proporciona a la catequesis su
objeto, es decir, el Evangelio de Jesucristo tal y como es creído y profesado por el
pueblo de Dios. Le proporciona, también, su medio vital: las comunidades
cristianas en las que la Iglesia se realiza. Le proporciona, en fin, su meta: hacer
del catecúmeno un miembro activo de la vida y misión de la Iglesia”916.

Pero la confesión de la fe realizada por los neocatecúmenos sólo es plena


referida a la Iglesia, de ella la recibió y a ella se la devuelve. La conciencia de ser
Iglesia, de creer en y con la Iglesia, hace percibir a los neocatecúmenos, porque lo
han experimentado en sus propias vidas, que la confesión de fe está, en la misión,
vinculada a la persecución: “No temáis a los que matan al cuerpo, que al alma no
pueden matarla... A todo el que me confesare delante de los hombres, yo también
le confesaré delante de mi Padre” (cf. Mt. 10,28-32)917. Al fundir su confesión con
la de la Iglesia, el neocatecúmeno se incorpora a la misión de ésta: ser sacramento
universal de salvación para la vida del mundo.

La praxis neocatecumenal, ciertamente, está contribuyendo, de una manera


significativa y fecunda, a la comprensión de este objetivo que los documentos de
pastoral catequética señalan como la meta de la catequesis, y que es la confesión
de la fe. Junto a esta meta, también la experiencia neocatecumenal conduce a vivir
otra finalidad de la catequesis: descubrir que la comunidad cristiana inmediata es
también meta de la catequesis918. Ya he apuntado la contextualización
eclesiológica que tiene lugar en el Neocatecumenado al llegar el momento de la

Para el Directorio, “La profesión de fe recibida de la Iglesia (traditio), al germinar y crecer a lo largo del proceso catequético,
es devuelta (redditio) enriquecida con los valores de las diferentes culturas. El catecumenado se convierte así, en foco
fundamental de incremento de la catolicidad y fermento de renovación eclesial. La bipolaridad de este gesto expresa la doble
dimensión de la fe: don recibido (traditio) y respuesta personal e inculturada (redditio). Ya, el
Papa Juan Pablo II pedía en CT, nº 28 “una utilización acomodada a nuestro tiempo de este rito
tan expresivo”. A la luz de la praxis neocatecumenal, pensamos que este deseo, se ve cumplido
con una pedagogía netamente catecumenal-tradicional y con una forma ´inculturada`al hombre
de hoy.
915
Nuestros Obispos reclaman que “es preciso recuperar, para la catequesis de adultos, el sentido de la tradición viva de la
Iglesia. Hemos de saber situar activamente al adulto en la corriente viva de las generaciones cristianas y hacer que se sienta
eslabón creativo en esa transmisión ininterrumpida”. Cfr. CA, nº 113.
916
Cfr. CC, nº 137. El Directorio reclama que “es importante que la catequesis sepa vincular bien la confesión de fe cristológica,
´Jesús es Señor`, con la confesión trinitaria, ´Creo en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, ya que no son más que dos
modalidades de expresar la misma fe cristiana”. Cfr. DGC, nº 82.
917
Cfr. CA, nº 138. Nuestros Obispos señalan que “esta es la meta de la catequesis: propiciar la confesión de la fe en Dios,
desde el seno de una Iglesia que, presente en el mundo, le da lo mejor de sí misma a pesar del rechazo y la incomprensión”
(ib.,).
918
“La finalidad de la catequesis es la educación de la fe del creyente con vistas a iniciarle en la comunidad cristiana que
construye el Reino de Dios en el mundo. Por ello, junto a la profesión de fe, a la celebración de los misterios y a la vivencia de
los valores evangélicos, la comunidad es meta de la catequesis y en ella desemboca”. Cfr. CC, nº 287. Para una ampliación de
esta perspectiva, ver FRANCISCO FERRER, “La Iglesia, fuente, lugar y meta de la catequesis”, en A. CAÑIZARES - M.
DEL CAMPO, o. cit., pp. 209-234.
Traditio-Redditio symboli; pero, además, en este punto, hay que decir que una de
las notas características de las catequesis neocatecumenales es el ámbito
comunitario en el que siempre tiene lugar el acto de transmisión catequética: la
Comunidad Neocatecumenal919.

Efectivamente, “la educación a la vida comunitaria es una de las tareas


fundamentales de la iniciación cristina. El Neocatecumenado educa a ella de modo
gradual y constante mediante la inserción en una pequeña comunidad, cual cuerpo
de Cristo, abierta a la vida de la comunidad parroquial y de toda la Iglesia” (SCN,
art. 15&1)920. Dentro de la parroquia, el Neocatecumenado es vivido en pequeña
comunidad, dado que la forma completa o común de la iniciación cristiana de los
adultos es la comunitaria, y se mantiene como comunidad cristiana adulta,
“después de haber finalizado el itinerario de redescubrimiento de la iniciación
cristiana, entrando en el proceso de educación permanente de la fe, perseverando
en la celebración semanal de la Palabra y de la Eucaristía dominical y en la
comunión fraterna, activamente insertados en la pastoral de la comunidad
parroquial, para dar los signos del amor y de la unidad, que llaman al hombre
contemporáneo a la fe” (SCN, art 22&1)921. En el horizonte, y a la luz de la
presencia y praxis del Neocatecumenado en miles de parroquias esparcidas por
todo el mundo, se vislumbra un nuevo tipo de parroquia que puede ser definida
como comunión de comunidades. De este modo el Camino Neocatecumenal - se
afirma en el Estatuto- contribuye a la renovación parroquial deseada por el
Magisterio de la Iglesia: promover nuevos métodos y nuevas estructuras, que
eviten el anonimato y la masificación, y de considerar la parroquia como
comunidad de comunidades, que “descentralizan y articulan la comunidad
parroquial” (SCN, art. 23&1)922.

919
“Solamente las comunidades cristianas, desde su propia vida, serán capaces de que la acción catequética ponga en marcha
un dinamismo comunitario que eduque en el sentido eclesial propio de la vida cristiana”. Cfr. CC, nº 265. En el Directorio se
afirma que “la pedagogía catequética es eficaz en la medida en que la comunidad cristiana se convierte en referencia concreta
y ejemplar para el itinerario de fe de cada uno. Esto sucede si la comunidad se concibe como fuente, lugar y meta de la
catequesis. En concreto, la comunidad viene a ser lugar visible del testimonio de la fe, cuida de sus miembros, les acoge como
familia de Dios, constituyéndose en ambiente vital y permanente del crecimiento de la fe”. Cfr. DGC, nº 158.
920
El Directorio afirma que “la catequesis capacita al cristiano para vivir en comunidad y para participar activamente en la
vida y misión de la Iglesia”, y levanta acta de las dificultades que en este punto, nos podemos encontrar: “La vida cristiana en
comunidad no se improvisa y hay que educarla con cuidado”. Cfr DGC, nº 86. Ver en esta dirección, D. BONHOEEFFER,
Vida en comunidad, Ed, Sígueme, Salamanca 1983. Es importante constatar cómo Juan Pablo II, en Christifideles laici, nº 61,
resalta la conveniencia de las pequeñas comunidades eclesiales en el marco de las parroquias, y no como un movimiento paralelo
que absorba sus mejores miembros: “Dentro de las parroquias... las pequeñas comunidades eclesiales presentes pueden ser una
ayuda notable en la formación de los cristianos, pudiendo hacer más capilar e incisiva la conciencia y la experiencia de la
comunión y de la misión eclesial”.
921
Según el Estatuto, “el Camino Neocatecumenal es así un instrumento al servicio de los Obispos para realizar el proceso de
educación permanente de la fe requerido por la Iglesia: la iniciación cristiana, como reafirma el Directorio general para la
Catequesis, ´no es el punto final en el proceso permanente de conversión. La profesión de fe bautismal se sitúa en los cimientos
de un edificio espiritual destinado a crecer`; ´la adhesión a Jesucristo, en efecto, da origen a un proceso de conversión
permanente que dura toda la vida”. Cfr. SCN, art, 22&2.
922
Esta comprensión nueva de parroquia ya ha sido asumida por los Obispos de América: “Una vía de renovación parroquial,
especialmente urgente en las parroquias de las grandes ciudades, se puede encontrar considerando la parroquia como comunidad
de comunidades”. Cfr. Exhortación apostólica de JUAN PABLO II, Ecclesia in America, Ed, B.A.C., Madrid 1999, nº 41.El
mismo Papa, dirigiéndose a los Obispos de Europa, les decía, en relación con las comunidades neocatecumenales: “Dichas
comunidades, forman células vivas de la Iglesia, renuevan la vitalidad de la parroquia mediante cristianos maduros capaces de
Termino esta dimensión eclesial de la catequesis, asumiendo el postulado
de nuestros Obispos, cuando afirman que “la actividad catequética, que tiene como
objetivo principal iniciar y fundamentar en la fe de la comunidad creyente e
insertar en esa misma comunidad a quien ha dado su adhesión a Jesucristo, no
puede, por ello, separarse, en modo alguno, de la vida de la Iglesia. En esta Iglesia
y, más precisamente en las distintas comunidades en las que se concreta, encuentra
la catequesis su origen, su lugar propio y su meta” (CC, nº 253). Esta es la
experiencia, también de las mismas Comunidades Neocatecumenales.

f) Dimensión mariológica

La dimensión eclesial y la dimensión mariológica, en la praxis


neocatecumenal, son vivenciadas en una estrechísima interrelación923. María es
imagen y modelo, compendio y síntesis, inicio y comienzo de la Iglesia. María es
figura e icono de la Iglesia, sobre todo en su condición de esposa, madre y virgen.
María ha sido receptiva de la Palabra de Dios sin reservas; ha sido obediente; se
ha ofrecido incondicionalmente a la voluntad divina. Ella es la buena tierra en la
que ha germinado el Salvador.

Las relaciones entre María y la Iglesia no son exteriores. María está en la


Iglesia; en ella prolonga su maternidad virginal; María es el icono de la Iglesia, de
cada cristiano, y también del neocatecúmeno. Así explica esta relación Kiko
Argüello: “El cristiano tiene en María la propia imagen: ella ha acogido el anuncio,
ha llevado en su seno a Jesús, lo ha dado a luz en medio de la pobreza y el rechazo.
Siendo la madre de Jesús, tiene un amor maternal, lleno de ternura e inmenso,
hacia el Hijo de Dios. Este amor, esta nueva maternidad, celeste y virginal, es dada
en participación al cristiano por obra del Espíritu Santo. Por lo dicho se comprende
el porqué de la unidad estrecha que existe entre el cristiano y la Virgen María; y

testimoniar la verdad con una fe radicalmente vivida”. Cfr. Mensaje a los Obispos de Europa reunidos en Viena el 12 de Abril
de 1993, El Camino Neocatecumenal puede responder a los desafíos del secularismo, las sectas y la escasez de vocaciones:
Ecclesia, Núm. 2632 (15 de Mayo de 1993), p. 31. La eclesiología del CN se entiende a la luz de la eclesiología de comunión
fecundada y propiciada por el Concilio Vaticano II, refrendada y confirmada en el Sínodo extraordinario del ´85 y alentada y
propuesta -de nuevo- por el Papa Juan Pablo II en su Carta apostólica Novo millennio ineunte: “Hacer de la Iglesia la casa y la
escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza” (nº 43).
923
“Tenemos que aprender de nuevo a ver a la Iglesia en María y a María en la Iglesia. Porque ambos misterios de nuestra fe
están estrechamente vinculados y sólo si nos sumergimos en las profundidades de estos misterios verdaderamente cristianos,
podemos con alegría conocer lo que es nuestra propia santificación, nuestra vida espiritual... El grande amor capaz de
transformar al mundo, que la primitiva cristiandad profesaba hacia el misterio de la Iglesia-Madre, sólo se puede entender
partiendo del grande amor a la Madre terrena del Señor; y esto se debía a que en la primitiva Iglesia se conocía aún con mayor
claridad y entusiasmo este misterio bíblico, a saber, que la Palabra de Dios había dibujado la figura de María Virgen-Madre
como modelo y compendio de la Iglesia-Madre. Así se ve toda la vida de la Madre de Dios, desde el momento de su Concepción
Inmaculada hasta su bienaventurada Asunción, como modelo único del ser y del destino de la Iglesia y de nuestra propia vida
espiritual”. Cfr. K. RAHNER, María y la Iglesia, Ed, Mensajero, Bilbao 1957, pp. 6-7.
cómo en el camino neocatecumenal existe un amor tan grande a la Iglesia y sobre
todo a la Virgen María”924.

A lo largo de todo el proceso neocatecumenal hay dos momentos,en los


que la figura de la Virgen María es percibida por los neocatecúmenos con una
especial relevancia; el primero es justamente cuando se termina la llamada fase
kerigmática y de conversión: “El último día de la convivencia se proclama el
Sermón de la Montaña, diseño del hombre nuevo, y se presenta el itinerario
neocatecumenal como un camino de gestación, a imagen de la Santa Virgen
María” (SCN, art. 10&1)925 . Es por tanto el momento constitutivo de la
comunidad y del arranque del itinerario neocatecumenal. En este instante, aparece
María en el horizonte que se abre delante de cada persona y de la comunidad
entera. El alcance apenas es comprendido entonces926, sin embargo, “después de
unos años, afirma Kiko Argüello, de haber hecho la experiencia de la Iglesia como
Madre que te ayuda, que cuida de ti, te da la leche, te enseña a hablar, a caminar,
te muestra quién es tu padre, etc, al neocatecúmeno se le presenta a María, la
madre de Jesús, como madre suya, que Cristo le ha entregado en la Cruz [...]. El
amor a la Madre de Jesús nace en la Iglesia a causa de la gestación que se realiza
en el hacerse cristiano y no tiene su origen en la necesidad psicológica de todo
hombre hacia su madre. Allí donde se anuncia verdaderamente a Jesús, se da
siempre -por obra del Espíritu Santo- el descubrimiento maravilloso y gozoso de
María como Madre de Jesús y como Madre nuestra”927. También G. Zevini
presenta este paralelismo de la armónica simetría entre la experiencia de la Virgen
de Nazaret y el Camino Neocatecumenal: “María es el modelo de esta
espiritualidad y de este renacer. Igual que María cree en Dios sin comprenderlo
todo, y a Él se abandona totalmente, así todo creyente debe entregarse
confiadamente a Dios en la fe. Como a María se le hace el anuncio gozoso de que
el Mesías nacerá en Ella y ella contesta prontamente ´fiat`, y permite que el
Espíritu la cubra con su sombra y concibe al Hijo Jesús para después donárselo al
mundo, así para todo catecúmeno y para toda la Iglesia se vuelve a proponer el
mismo itinerario de vida. El Neocatecumenado es un tiempo en el que el Espíritu
gesta en cada uno a Jesús: con el anuncio del Salvador y con la relativa acogida
del hombre, empieza a generarse la semilla de la vida nueva y del bautismo, una

924
Cfr. R. BLÁZQUEZ, “María en el Camino Neocatecumenal”, en Transmitir el Evangelio de la verdad, p. 249.
925
En cinco momentos aparece, según el Camino Neocatecumenal, el paralelismo entre María y el cristiano- Iglesia:
Anunciación, gestación, nacimiento, familia de Nazaret y misión del Siervo de Yahvé. Para RICARDO BLÁZQUEZ la
´mariología` del Camino Neocatecumenal se puede resumir en “dos perspectivas: El paralelismo entre María y la Iglesia
divisado desde el principio y constantemente recordado, y la acogida de María como Madre en el contexto de la etapa del ´Padre
Nuestro` y en torno a una peregrinación al santuario de Loreto”. Cfr. Ibid., p. 272.
926
A lo largo del itinerario neocatecumenal, “en varios momentos del recorrido catecumenal transmite el catequista a los
catecúmenos el sentido de la persona y de la misión de María. A través de catequesis, celebraciones, ´escrutinios` de la Escritura,
cantos, oraciones, representaciones de la Virgen (por ejemplo, se ha difundido mucho el icono de la Virgen con el Niño pintado
por Kiko Argüello)... se recibe a María como Madre de Jesús y Madre nuestra”. Cfr. RICARDO BLÁZQUEZ, Ibid., p. 246.
927
Cfr. “La Virgen María y el Camino Neocatecumenal”, en CARLOS GARCÍA ANDRADE, Presencia de María en los
movimientos eclesiales contemporáneos: Ephemerides Mariologicae (1986), Fasc. III-IV, vo. 36 p. 308; ver también, MARIO
PEZZI, “María nel cammino dellà comunità neocatecumenale”, en o. cit., pp. 119-123.
´nueva creatura`, obra del Espíritu Santo... El anuncio hecho a María y al
catecúmeno es el kerigma: quien lo acoge queda fecundado por el Espíritu. El
nacimiento de Jesús en María y la ´vida nueva` en el catecúmeno son los frutos de
esta acción del Espíritu. Por esto María es la imagen ejemplar del catecúmeno. En
Ella, se prefigura la humanidad entera en su incesante itinerario hacia el Señor,
hasta la plenitud del último día; como Mará ´toda alma que cree, concibe y genera
al Verbo de Dios (San Ambrosio). El Neocatecumenado se presenta entonces
como un período de gestación en el seno de la Madre-Iglesia, que genera al
hombre en el bautismo, lo alimenta y lo educa hasta alcanzar la estatura del
hombre nuevo, nacido del Espíritu”928.
El segundo momento, tiene que ver con una de las novedades y
aportaciones más creativas que el Neocatecumenado hace a la pedagogía y
dinámica catecumenal en cuanto tal929, nos referimos a la acogida de la Virgen
María como madre930, en el entre tiempo que va desde la entrega del Credo y la
segunda iniciación a la oración que tiene lugar con la entrega del Padre Nuestro.
En el Estatuto se dice que “en esta etapa los neocatecúmenos estudian
sistemáticamente cada una de las peticiones del Padrenuestro y temas sobre la
Virgen María: Madre de la Iglesia, Nueva Eva, Arca de la Alianza, Imagen del
Cristiano, etc” (SCN, art. 20, 3ª)931, y, que “hacen una peregrinación a un santuario
mariano para acoger a la Virgen María como madre”932. En la casa de la Virgen

928
Cfr. “Il cammino neocatecumenale. Itinerario di madurazione nella fede”, en A. FAVALE, o. cit., p. 269.
929
Aunque es una ´novedad`en la praxis catecumenal, no lo ha sido, a lo largo de la historia- en la ´piedad popular`; así lo
reconoce el Directorio sobre la piedad popular: “A lo largo de la historia de la piedad aparecen diversas experiencias, personales
y colectivas, de ´consagración-entrega-dedicación a la Virgen [...] Un conocido maestro de espiritualidad que presenta dicha
práctica es San Luis María Grignion de Montfort, ´el cual proponía a los cristianos la consagración a Cristo por manos de María,
como medio eficaz para vivir fielmente el compromiso del bautismo`. A la luz del testamento de Cristo (cf. Jn 19,25-27), el
acto de ´consagración` es el reconocimiento consciente del puesto singular que ocupa María de Nazaret en el Misterio de Cristo
y de la Iglesia, del valor ejemplar y universal de su testimonio evangélico, de la confianza en su intercesión y la eficacia de su
patrocinio, de la multiforme función materna que desempeña, como verdadera madre en el orden de la gracia, a favor de todos
y cada uno de sus hijos”. Cfr. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre la piedad
popular y la liturgia, Ed. B.A.C., Madrid 2002, nº 204. En el mismo documento, se sugiere emplear, mejor, el término ´entrega`
´donación` que el de ´consagración`, por la comprensión equívoca de este último; en el CN se habla de ´acogida`.
930
“Los neocatecúmenos son iniciados a hacerse pequeños y a vivir abandonados filialmente a la paternidad de Dios, protegidos
por la maternidad de María y de la Iglesia, y en la fidelidad al Sucesor de Pedro y al Obispo. A tal fin, antes de la entrega del
´Padrenuestro`, los neocatecúmenos hacen una peregrinación a un santuario mariano para acoger a la Virgen María como madre,
profesan la fe en la tumba de S. Pedro y hacen un acto de adhesión al Santo Padre”. Cfr. SCN, art. 20, 3ª. No es difícil constatar
el ´deficit mariológico` en los documentos de pastoral catequética, no así en el Catecismo de la Iglesia Católica que contiene
una buena síntesis de mariología ( ver los nnº 484-507; 721-726; 963-972; 2673-2679), y donde se afirma que “la piedad de la
Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano. La Santísima Virgen ´es honrada con razón por
la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de ´Madre
de Dios`”(nº 971).
931
A. FUENTES sostiene que “el estudio, la celebración y la contemplación de la paternidad de Dios llevan la catecúmeno al
conocimiento de otro misterio: la Maternidad de María. ´Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a María por Madre`. El
itinerario de fe que ha de recorrer el catecúmeno tiene su correlato en el itinerario de fe que hubo de recorrer María [...]. La
fidelidad a la escucha de la palabra y al seguimiento de la Palabra de Dios, la gestación del hombre nuevo, la santificación de
su propia historia, la experiencia de la cruz, la docilidad a la voluntad del Padre; todo esto que María vivió en su andadura
mortal de forma tan sublime, es lo mismo que debe vivir el catecúmeno hasta conformarse con Cristo y engendrar en él un
hombre nuevo, Jesucristo mismo. María nos descubre a Cristo al que hemos de conformarnos de la manera más perfecta en este
camino de fe”. Cfr. El Neocatecumenado, pp. 109-110.
932
Cfr. G. SANTARELLI, “ Il santuario della Casa di Loreto. Note di storia e di arte”, en Maria nel Misterio del Verbo
Incarnato. Congreso Internazionale Mariologico (Loreto 22-25 marzo 1995): Theotokos. Roma 1995/2, pp. 641-645. En este
santuario de la Virgen, situado a orillas del Adriático se conserva la casita de Nazaret donde María recibió el anuncio del ángel,
traída según la tradición por los cruzados medievales. Loreto, cuyo VII centenario se celebró del 1994 al 1995, ha sido y es uno
de Nazaret, los neocatecúmenos serán iniciados a la oración mariana por
excelencia, recibiendo el Santo Rosario, “síntesis de todo el Evangelio” (CCE, nº
971)933, que a partir de este momento, se rezará con asiduidad por parte de los
neocatecúmenos, y tendrán a María como “la orante perfecta, figura de la Iglesia.
Cuando le rezamos, nos adherimos con ella al designio del Padre, que envía a su
Hijo para salvar a todos los hombres. Como el discípulo amado, acogemos (cf. Jn
19, 27) a la Madre de Jesús, hecha madre de todos los vivientes. Podemos orar con
ella y a ella. La oración de la Iglesia está sostenida por la oración de María” (CCE,
nº 2679)934.

g) Dimensión sacramental

La catequesis y la liturgia de la Iglesia son una exigencia interna de los


sacramentos de iniciación. Son, junto a ellos, componente necesarios de la
iniciación cristiana. En el Catecumenado bautismal la formación precede al
Bautismo. Los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía
son, ´fuente` y ´cima` de la iniciación, junto con las celebraciones de la Palabra de
Dios y de los escrutinios (SC, nº 10). Todas estas celebraciones litúrgicas ponen
de manifiesto la progresiva vinculación a Jesucristo de los catecúmenos y de los
catequizandos, a la vez que les comunican la salvación que brota del Misterio
Pascual. “Del esmero que se ponga en hacer de ellas verdaderos momentos
eclesiales del encuentro salvador con Dios en Jesucristo, -afirman nuestros
Obispos- unidos a la acción catequética, dependerá en gran medida el fruto
espiritual de todo el itinerario de la iniciación, y aún el sentido mismo de toda la
vida cristiana, por la iniciación en el lenguaje bíblico y litúrgico, por la centralidad
de la Eucaristía dominical, por el acercamiento al sacramento de la penitencia”
(IC, nº 45).
de los grandes lugares de peregrinación de la Iglesia. Para un alcance de la presentación ´mariológica`que el CN hace en esta
etapa, ver R. BLÁZQUEZ, María en el Camino Neocatecumenal, en o. cit., pp. 245-260: “Con las siguientes palabras anunció
Kiko a una comunidad la vertiente mariana del tiempo del Padre Nuestro: ´En este tiempo del Padre Nuestro también recibiréis
un regalo maravilloso; no solamente ser hijos de Dios y tener al Padre de Jesucristo como nuestro Padre, sino también a la
Madre de Jesús como nuestra Madre. Haremos una peregrinación a Loreto donde está la pequeña casa de Nazaret, y allí
recibiréis del Obispo, en un rito bellísimo, a la Madre de Jesús como vuestra Madre. Os dirá: ´He ahí a tu Madre, como dice en
la cruz Jesús` (p. 261).
933
Ya he hecho -anteriormente- alusión a la importancia que esta ´entrega`tiene dentro del Neocatecumenado, y la aportación
que el CN hace a la pedagogía catequética para acertar a presentar e iniciar a los catecúmenos y neocatecúmenos en la oración
mariana que más profundamente a conformado el alma de los cristianos a lo largo de los siglos: “El rosario forma parte de la
mejor y más reconocida tradición de la contemplación cristiana. Iniciado en Occidente, es una oración típicamente meditativa
y se corresponde de algún modo con la ´oración del corazón`, u ´oración de Jesús`, surgida sobre el humus del Oriente cristiano”.
Cfr. JUAN PABLO II, Rosarium Virginis Mariae, nº 5. El Papa, vuelve a proponer el rezo del rosario en familia: “La familia
que reza unida el rosario reproduce un poco el clima de la casa de Nazaret: Jesús está en el centro, se comparten con él las
alegrías y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza para el camino”
(nº 41). También en el nuevo Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, se resalta la ´singularidad`de esta oración: “El
Rosario o Salterio de la Virgen es una de las oraciones más excelsas a la Madre del Señor. Por eso, los ´Sumos Pontífices ha
exhortado repetidamente a los fieles a la recitación frecuente del santo Rosario, oración de impronta bíblica, centrada en la
contemplación de los acontecimientos salvíficos de la vida de Cristo, a quien estuvo asociada estrechamente la Virgen Madre.
Son numerosos los testimonios de los Pastores y de hombres de vida santa sobre el valor y eficacia de esta oración” (nº 197).
934
Para una comprensión completa de la ´mariología del Neocatecumenado` hay que acercarse a las letras de los
´cantos`dedicados a la Virgen, ellos contienen una verdadera fundamentación bíblica y dogmática de la figura de María.
En la catequesis de adultos que, normalmente se realiza entre nosotros, la
formación catequética es posterior al Bautismo. En este caso, lo que pretende la
catequesis es hacer descubrir “las inmensas riquezas del Bautismo ya recibido”935.
En este sentido, hay que decir que el Neocatecumenado es un instrumento al
servicio de la Iglesia para el redescubrimiento de la iniciación cristiana de los
adultos bautizados.

Por ser el Neocatecumenado una modalidad para renovar y realizar la iniciación


cristiana, por tener como finalidad el redescubrimiento de las inmensas riquezas
del Bautismo936, por desarrollar todo este redescubrimiento a lo largo de un
Catecumenado postbautismal, toda la vida sacramental de los neocatecúmenos
estará impregnada de esta centralidad y espiritualidad pascual-bautismal937. De
hecho, el Directorio dirá que “el catecumenado bautismal está totalmente
impregnado del misterio de la Pascua de Cristo” (nº 91)938, y el Estatuto del CN,
resaltará que el “eje y fuente de la vida cristiana es el misterio pascual, vivido y
celebrado de modo eminente en el Santo Triduo, cuyo fulgor irradia de luz todo el
año litúrgico. Constituye por tanto el axis del Neocatecumenado, en cuanto
redescubrimiento de la iniciación cristiana” (SCN, art. 12&1).

Dos sacramentos, el de la Reconciliación, y el de la Eucaristía, reciben una


impronta catecumenal ya en la fase kerigmática. Se puede decir que la praxis del
Neocatecumenado está ayudando a recuperar existencial y pastoralmente el
sacramento de la Reconciliación y de la Penitencia de una forma catequética y
pedagógicamente bien presentadas939, siguiendo en este punto la orientación de

935
Cfr. JUAN PABLO II, Christifideles laici, nº 61. Y, en el Catecismo de la Iglesia Católica, se dice que “por su naturaleza
misma, el Bautismo de niños exige un catecumenado postbautismal. No se trata sólo de la necesidad de una instrucción posterior
al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona. Es el momento propio de la
catequesis” (nº 1231). Nuestros Obispos señalan ´algunas dimensiones de fondo, subyacentes al Catecumenado bautismal, que
han de inspirar la catequesis de adultos: la dimensión teologal, pascual, eclesial y antropològica`. Cfr. CA, nº 83.
936
El RICA, en sus ´Observaciones generales` (nnº 3-6), desarrolla con sobriedad y profundidad los rasgos que definen la
dignidad del Bautismo. Ver A. MANRIQUE, Teología bíblica del bautismo. Formulación de la Iglesia primitiva, y D.
BOROBIO, “El sacramento del Bautismo”, en Iniciación Cristiana, pp. 349-379.
937
Para el Papa Juan Pablo, sólo captando la misteriosa riqueza que Dios dona al cristiano en el santo Bautismo es posible
delinear la ´figura`del laico: “No es exagerado decir que toda la existencia del fiel laico tiene como objetivo el llevarlo a conocer
la radical novedad cristiana que deriva del bautismo, sacramento de la fe, con el fin de que pueda vivir sus compromisos
bautismales según la vocación que ha recibido de Dios”. Cfr. Christifideles laici, nº 10. Y en Novo millennio ineunte al afirmar
que la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es de la ´santidad`, señala al sacramento del Bautismo como la
verdadera entrada en la santidad de Dios: “Preguntar a un catecúmeno: ´¿quieres recibir el Bautismo?`, significa al mismo tiempo
preguntarle: ´¿quieres ser santo?` Significa ponerle en el camino del Sermón de la Montaña: ´Sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre celestial`(Mt 5,48) [nnº 30-31].
938
Y el RICA pide que “toda la iniciación debe manifestar con claridad su carácter pascual” (nº 8). Ver para una mayor
ampliación, Cardenal SCHÖNBORN, “La catequesis y los sacramentos de la Iglesia”, en A. CAÑIZARES - M. DEL CAMPO,
o. cit., pp. 187-207. Para el Cardenal “sólo el Misterio Pascual da origen al ´orden sacramental de salvación` (p. 196). Ver en
esta perspectiva, Asociación Española de Profesores de Liturgia, El Misterio Pascual en la Liturgia, Ed, Ega, Bilbao 2002.
939
Durante las catequesis iniciales, después del anuncio del Kerigma, tiene lugar la primera celebración sacramental del
Neocatecumenado, “la conversión es sellada por la celebración de la Penitencia, según el rito de la reconciliación de varios
penitentes, con confesión y absolución individual. Este sacramento, celebrado periódicamente, sostendrá el camino de
conversión de las personas y de la comunidad”. Cfr, SCN, art 9,1ª. KIKO ARGÜELLO en la intervención que tuvo durante la
Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Penitencia y la reconciliación, presentaba así la praxis de este Sacramento en el
nuestros Obispos: “El sacramento de la Reconciliación es muy importante en la
catequesis de adultos. De alguna manera se podría decir que es el sacramento de
la catequesis con los adultos bautizados, ya que sella y significa ese reencuentro
con Dios que propicia la catequesis” (CA, nº 220). A lo largo del itinerario
neocatecumenal las celebraciones del Sacramento de la conversión serán
frecuentes: en los tiempos litúrgicos de Adviento y Cuaresma; en todas las
Convivencias importantes, en las peregrinaciones. El neocatecúmeno sabe que
camina en permanente conversión y que necesita la gracia del Sacramento para
vivir en comunión con Dios y con los hermanos.

También el Sacramento de la Eucaristía, recibe en esta etapa inicial, una


comprensión profundamente renovada y nueva. En la convivencia final, a través
de unas catequesis que enraízan bíblicamente la Eucaristía en la original pascua
judía, también en la novedad que Jesús introduce al llevar la Pascua a su plenitud940,
y con la renovación que el Concilio ha querido para este Sacramento941, los
neocatecúmenos celebran la Eucaristía llenos de sorpresa y admiración en esta
convivencia por la forma celebrativa recién estrenada y por la participación plena
y activa experimentada. La celebración de la Eucaristía será uno de los pilares en
los que se sustentará todo el recorrido neocatecumenal, “la Eucaristía es esencial
al Neocatecumenado, en cuanto Catecumenado postbautismal, vivido en pequeña
comunidad. La Eucaristía, en efecto, completa la iniciación cristiana (SCN, art.
13&1)”.

Otros sacramentos como el de la Confirmación, el del Matrimonio, el de la Unción


de los enfermos y el mismo Orden Sacerdotal serán vividos desde una profunda
comprensión eclesial y comunitaria, desde la maduración gradual e integral en la
que los neocatecúmenos son iniciados: “Los hijos son preparados a la Primera
Comunión y a la Confirmación en la parroquia y después de 13 años son invitados
a iniciar el Camino Neocatecumenal” (SCN, art. 14&2). La experiencia de una
maduración progresiva y creciente de la fe, ayuda a vivir armónicamente la gracia
sacramental en los diversos estados de vida cristiana, el matrimonio y el celibato;
y sostiene con firmeza y fortaleza en las pruebas de la vida: crisis de juventud y

Neocatecumenado: “En el camino de conversión, el Sacramento de la Penitencia viene a sellar las etapas del crecimiento de la
vida espiritual, vivimos en continua conversión y la confesión nos ayuda en el crecimiento de esa vida divina, esa vida eterna,
dentro de nosotros”. Cfr. El camino neocatecumenal en los discursos de Pablo VI y Juan Pablo II, Centro Neocatecumenal de
Madrid, 1995 pp. 230-231. Para R. BLÁZQUEZ “es un hecho acreditado en las comunidades neocatecumenales que en el interior
del proceso de fe y de conversión hacia el bautismo se recupera con vigor el sacramento de la conversión, de la penitencia. Según
el testimonio de los presbíteros, las comunidades han fortalecido decisivamente la celebración del sacramento en sus parroquias,
e incluso a veces la han rescatado del olvido”. Cfr. Comunidades neocatecumenales, pp. 37-38.
940
Cfr. H. SCHÜRMANN, ¿Cómo entendió y vivió Jesús su muerte?, Ed, Sígueme, Salamanca 1982; del mismo autor, Palabras
y acciones de Jesús en la última cena: Concilium 40 (1968), pp. 629-640. Para mayor profundización, ver D. BOROBIO,
Eucaristía, Ed, B.A.C., Madrid 2000.
941
“Dicha celebración, preparada por oportunas catequesis, ayuda a redescubrir el esplendor pascual resaltado por el Concilio
Vaticano II y a experimentar la comunión entre los hermanos. En efecto, ´no es posible que se forme una comunidad cristiana
si no tiene como raíz y como centro la celebración de la sagrada Eucaristía, por la que debe, consiguientemente, comenzarse
toda la educación que tiende a formar el espíritu de comunidad`. La celebración de la Eucaristía acompañará a la comunidad
durante todo el itinerario”. Cfr. SCN, art. 9, 3ª. Ver. P. FARNÉS, La celebración eucarística en pequeños grupos, pp. 281-295.
matrimoniales, soledades no asumidas ni integradas, debilidades y flaquezas
debidas a la enfermedad y a la ancianidad. La vivencia comunitaria de todos estos
momentos y tiempos de tránsito, y estados y situaciones de gracia, ayudan siempre
a la persona a sentirse miembro de un cuerpo más grande que les sostiene y
vigoriza; y a sentirse miembros de una familia más amplia que les cuida y
acompaña, y ello permite descubrir que todos los sacramentos son gracias que Dios
derrama en la Iglesia y para sus hijos.

A la luz de la praxis de todo el proceso neocatecumenal, se puede afirmar que


todos los sacramentos y toda la vida sacramental de los neocatecúmenos quedan
potenciados por la recuperación de los elementos que hacen que verdaderamente
sean significativos: la fe y la conversión del sujeto que los recibe, la participación
activa, plena y consciente de los que celebran, la conciencia de ver cómo es toda
la Iglesia, concretada en la comunidad la que se convierte en sujeto celebrante
donde cada uno tiene su puesto, su voz y su servicio..., ect; recibiendo de su centro
-el Misterio Pascual- la ´clave` para su comprensión, vivencia y explicación.

h) Dimensión moral

Una de las tareas fundamentales de la catequesis es la de ayudar a los catecúmenos


a ir adquiriendo el estilo de vida del Maestro, para lo cual se hace imprescindible
la ejercitación en las actitudes evangélicas942, o dicho con otras palabras, descubrir
a los catecúmenos cómo se vive la vida nueva en Cristo943. La catequesis, que busca
vincular a los catequizandos con Cristo, debe entrenarlos en aquellas actitudes más
propias del Maestro. De este modo, el adulto “emprende un camino espiritual por
el que, participando ya por la fe del misterio de la muerte y de la resurrección, pasa
del hombre viejo al hombre nuevo perfecto en Cristo” (AG, nº 13).

942
Los Obispos hacen una clara y comprensible fundamentación de esta tarea en CA, nnº 185-190. “El seguimiento de Jesús es
ante todo, dejarse cautivar por Alguien que está vivo y como fruto de esa vinculación personal, trata de actualizar en nuestra
vida los valores y actitudes que El vivió. Es, en otras palabras, la introducción progresiva en la misma experiencia de San Pablo:
´ya no vivo yo: es Cristo quien vive en mi`”. Cfr. CA, nº 124. Para el Directorio, “la evangelización, ´que comporta el anuncio
y la propuesta moral`difunde toda su fuerza interpeladora cuando, junto a la palabra anunciada, sabe ofrecer también la palabra
vivida. Este testimonio moral, al que prepara la catequesis, ha de saber mostrar las consecuencias sociales de las exigencias
evangélicas”. Cfr. DGC, nº 85c.
943
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, los cristianos “incorporados a Cristo por el bautismo (cf Rom 6,5) , están ´muertos
al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús` (cf Rom 6,11), participando así en la vida del Resucitado (cf. Col 2,12). Siguiendo
a Cristo y en unión con él (cf Jn 15,5), los cristianos pueden ´ser imitadores de Dios, como hijos queridos y vivir en el amor` (cf
Ef 5,1), conformando sus pensamientos, sus palabras y sus acciones con los ´sentimientos que tuvo Cristo` (cf Flp 2, 5) y
siguiendo sus ejemplos (cf Jn 13, 12-16)” [nº 1694]. La Tercera parte del Catecismo desarrolla ´la vida de la fe`: “presenta el fin
último del hombre, creado a imagen de Dios: la bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un obrar recto y
libre, con la ayuda de la ley y de la gracia de Dios (Primera sección); mediante un obrar que realiza el doble mandamiento de la
caridad, desarrollado en los diez Mandamientos de Dios (Segunda sección)” [nº 16]. Ver P. BENOIT, “La fe transmitida,
celebrada, vivida y orada en el Catecismo de la Iglesia Católica”, A. CAÑIZARES - MANUEL DEL CAMPO, o. cit., pp. 301-
319. Ver también, J. ROMÁN FLECHA, “La teología moral en el nuevo Catecismo”, en OLEGARIO G. DE CARDEDAL -
JUAN A. MARTÍNEZ, o. cit., pp. 152-179, y Teología Moral de la Persona, Ed, B.A.C., Madrid 2002.
Sin embargo la renovación de las actitudes vitales en un creyente no nace como
fruto de un moralismo, de cumplir la norma por la norma. Tampoco es
consecuencia de una mera atracción externa que uno puede encontrar en Jesús de
Nazaret, viendo sólo en él un modelo moral que imitar. Las actitudes evangélicas
han de ser presentadas en la catequesis como una llamada a un seguimiento, como
oferta de vida y como camino de felicidad: “Si quieres entrar en la vida... ven y
sígueme” (cf. Mt 19,17-21)944.

En las orientaciones que nos ofrecen los documentos de pastoral catequética para
enfocar esta tarea de la catequesis, se afirma con claridad que la vida de los
catequizandos ha de ser confrontada con las Bienaventuranzas y el Decálogo: “El
Sermón del Monte es referencia obligada en la tarea catequética de iniciar en la
vida evangélica. Representa la enseñanza moral más importante de Jesús, con la
que -como nuevo Moisés- da al Decálogo de la Alianza su sentido pleno y
definitivo”945, se pide que se saquen las consecuencias necesarias para la vida
social, las actitudes evangélicas del creyente “deben manifestarse con sus
consecuencias sociales” (AG, nº 13) 946. Efectivamente, a la luz de estas
orientaciones, se percibe con mayor claridad cómo la institución del
Catecumenado se convierte hoy en un espacio verdaderamente imprescindible para
la formación moral de los creyentes947, porque nos podemos preguntar: ¿Dónde se

944
En palabras de nuestros Obispos, “no es suficiente presentar a los adultos unas actitudes evangélicas aisladas. Es preciso
ofrecerles un marco referencial moral, desde donde poder juzgar cristianamente la propia vida, los acontecimientos y las
situaciones. Este marco incluye una moral fundamental y la oferta de un estilo coherente de vida cristiana, con las implicaciones
sociales que ésta lleva”. Cfr. CA, nº 186. En la Instrucción pastoral de la CEE, La verdad os hará libres, Ed, Edice, Madrid
1990, el episcopado español recoge los aspectos más importantes que debe asumir esta iniciación a la moral fundamenta (nnº
36-51). Ver E. JIMÉNEZ, Moral Eclesial, Ed, DDB, Bilbao 1989; L. MELINA, El actuar moral del hombre, Ed, Edicep,
Valencia 2001.
945
Cfr. CA, nº 188. Ya en 1983, nuestros Obispos afirmaban que “una iniciación en la vida evangélica, en este estilo de vida
nuevo, ´que no es más que la vida en el mundo, pero una vida según las bienaventuranzas`(CT, 29). Esta educación en las
actitudes específicamente cristianas deberá mostrar ´las consecuencias específicas de las exigencias evangélicas`(CT, 29), y
señalaban las ´lagunas`que en esta tarea catequética se estaban dando: “La educación de la dimensión axiológica de la fe, por
medio de una auténtica enseñanza moral y de una adecuada pedagogía de los valores, está lejos de ser un logro en nuestra acción
catequética”. Cfr. CC, nº 88. Aunque encontramos un ´juicio` aún más crítico, cuando afirman que “por lo general, el examen
de los materiales catequéticos referentes a las cuestiones morales deja la impresión de una moral imprecisa, vaga, carente de la
necesaria objetividad”. Cfr. Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe - Subcomisión de Catequesis, “Criterios para el análisis
y dictaminación de libros y materiales catequéticos”, (20 de Noviembre de 1992) en CEE, Fe y Moral, Ed, Edice, 1993, p. 218.
Nuestros Obispos, al analizar las ´causas`de la actual crisis moral, son muy conscientes de “que ha faltado, hemos de reconocerlo,
una buena educación de las conciencias ante las nuevas necesidades. Esta falta de formación es tal vez uno de los más grandes
problemas o carencias con que nos encontramos en el seno de la comunidad católica”. Cfr. CEE, La verdad os hará libres, nº
30. Ya en 1985, el Cardenal J. RATZINGER apuntaba que “la teología moral se ha convertido hoy en un campo de tensiones,
sobre todo porque sus afirmaciones afectan de modo muy directo a la persona”. Cfr. V. MESSORI,
Informe sobre la fe, B.A.C., Madrid 1985, p. 95, y el Papa JUAN PABLO II, señala , entre otras, que una de las ´causas` del
´eclipse moral` que vive nuestra sociedad, tiene que ver con que “algunas corrientes de pensamiento moderno se ha llegado a
exaltar la libertad hasta el extremo de considerarla como un absoluto, que sería la fuente de los valores [...] Se han atribuido a la
conciencia individual las prerrogativas de una instancia suprema del juicio moral, que decide categórica e infaliblemente sobre
el bien y el mal”. Cfr. Carta Encíclica, Veritatis splendor, Ed, Edice, Madrid 1993, nº 32; ver para una mayor profundización,
GERARDO DEL POZO (ed.), Comentarios a la “Veritatis splendor”, Ed, B.A.C., Madrid 1995; ver también de la Comisión
Episcopal para la Doctrina de la fe, Nota sobre la enseñanza de la Moral, Ed, Edice, Madrid 1997.
946
“Muchas veces, sin embargo, la formación moral que se imparte en los grupos de catequesis de adultos, queda a un nivel
individual, sin abrirse suficientemente a las exigencias de la moral social. La enseñanza social de la Iglesia es, con frecuencia,
ignorada”. Cfr. CA, nº 189.
947
JUAN PABLO II afirma que “la evangelización - y por tanto la ´nueva evangelización`- comporta también el anuncio y la
propuesta moral. Jesús mismo, al predicar precisamente el Reino de Dios y su amor salvífico, ha hecho una llamada a la fe y a
forma hoy la conciencia moral de los cristianos? ¿Qué instituciones ayudan a
personalizar los contenidos objetivos de la moral cristiana de un modo integral y
gradual? ¿Son suficientes las actuales mediaciones (familia, escuela, parroquia),
y los contenidos que se dan en el marco de transmisión catequética que la Iglesia
ofrece hoy, fundamentalmente a los niños, y ya con escasa influencia entre los
jóvenes?

Teniendo presente en el horizonte estos interrogantes, una vez que hemos visto
cómo ha de ser planteada y transmitida esta tarea constitutiva de la catequesis, nos
queremos preguntar: ¿Cómo es presentada esta dimensión en el
Neocatecumenado? ¿ De qué forma son iniciados los neocatecúmenos en la
dimensión moral esencial de la catequesis? ¿Cuál es el contenido de las catequesis
morales que se imparten en el itinerario neocatecumenal y en qué tiempos y
momentos se transmiten?

Al analizar la identidad del Neocatecumenado, ya me detuve en señalar que se


propone como un tiempo prolongado, necesario para poder ejercitar a los
neocatecúmenos en la práctica de la vida cristiana, de tal forma que se pueda
verificar el cambio de mentalidad y de costumbres. A esta verificación de la
conversión que gradual y progresivamente se va dando a lo largo de este itinerario
en los neocatecúmenos, contribuye la naturaleza misma del Catecumenado
postbautismal con su estructura propia articulada por “las tres fases de la iniciación
cristiana: precatecumenado, catecumenado y elección, divididas en etapas,
jalonadas por pasos marcados por algunas celebraciones” (SCN, art. 8&1) 948.
Efectivamente, la formación sistemática que en el Neocatecumenado se recibe es
más que una enseñanza: es un aprendizaje de toda la vida cristiana, una iniciación
cristiana integral, que propicia un auténtico seguimiento de Jesucristo, centrado en
su Persona949. Se trata de educar en el conocimiento y en la vida de fe, de forma
que el hombre entero, en sus experiencias más profundas, se ve fecundado por la
Palabra de Dios. A lo largo del itinerario se ayuda al neocatecúmeno a ir viviendo,
progresivamente, la transformación que S. Pablo describe al hablar de la vida
nueva en Cristo: “despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo
que se corrompe siguiendo las seducciones de las concupiscencias, a renovar el

la conversión (cf. Mc 1,15). Y Pedro con los otros Apóstoles, anunciando la resurrección de Jesús de Nazaret de entre los
muertos, propone una vida nueva que hay que vivir, un ´camino` que hay que seguir para ser discípulo del Resucitado (cf. Act
2,37-41; 3,17-20)”. Cfr. Veritatis splendor, nº 107.
948
La conversión, el cambio moral, la transformación mental, cordial y social en el hombre no se realiza de hoy para mañana,
se necesita, tiempo, paciencia y gracia. Nuestros Obispos afirman que “ese cambio progresivo de sentimientos y costumbres
(AG, 13), esa iniciación en el ejercicio de las costumbres evangélicas (AG, 13) implica una lenta transformación de las actitudes
y valores del catecúmeno. Esta es seguramente la principal razón de que todo el proceso catequético haya de ser un periodo
´suficientemente prolongado` de formación y noviciado de la vida cristiana”. Cfr. CC, nº 88b.
949
El Papa Juan Pablo II en 1994 reconocía la síntesis lograda entre Kerygma-Moral-Liturgia que el CN había hecho: “Tenéis
el mérito de haber redescubierto una predicación kerigmática, que invita a la fe también a los alejados [...] En el centro de ese
recorrido de fe se encuentra una fecunda síntesis entre predicación, cambio de vida moral y liturgia”. Cfr. Un ejemplo de nueva
evangelización: L´Osservatore Romano (21 de enero de 1994), p. 20. En el Estatuto, el CN viene reconocido como “un itinerario
de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy”. Cfr. SCN, art. 1&1.
espíritu de vuestra mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en
la justicia y santidad de la verdad” (cf. Ef.4,22-24). Se prepara a los
neocatecúmenos para que asuman sus compromisos bautismales, y se les enseña a
profesar la fe desde el corazón y desde el centro de la vida personal, familiar,
laboral y social en las que el neocatecúmeno vive.

La pedagogía neocatecumenal ha conectado el cambio moral a la experiencia de


la acogida del Kerygma. En este punto conecta con la praxis de la primitiva Iglesia
en la que la conversión venía precedida del anuncio del Kerygma: “¿Qué hemos
de hacer hermanos?”, preguntaron a Pedro. Y este respondió: “Convertíos y que
cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de
vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu” (cf. Hch 2,37-38)950. Esta misma
experiencia se repite en las catequesis iniciales: “esta palabra de salvación llama a
la conversión y a la fe, invita a reconocerse pecador, a acoger el perdón y el amor
gratuito de Dios y a ponerse en camino hacia la propia transformación en Cristo,
por el poder del Espíritu” (SCN, art. 9, 1ª)951. El anuncio del Kerygma pone siempre
al hombre ante la decisión de cambiar de vida. Cuando la conversión se da en el
corazón del que escucha, la liturgia y los sacramentos sellan la conversión iniciada
por el Espíritu. Este esquema atraviesa todo el Neocatecumenado que tiene como
finalidad conducir al neocatecúmeno a la madurez de la fe, que consiste en el
“despojamiento del hombre viejo con sus obras, y en el revestimiento del hombre
nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la
imagen de su Creador” (cf. Col. 3,4)952.

Pero, ¿cuáles son los aspectos que más se resaltan en las catequesis de contenido
moral que se presentan a los neocatecúmenos a lo largo del Neocatecumenado? De
un modo esquemático voy a resaltar los siguientes:

950
Para un acceso al contenido moral de las catequesis en los cuatro primeros siglos, ver , JEAN DANIELOU - R. DU
CHARLAT, “La catequesis moral antigua”, en o. cit., pp. 115-158. Cuando estos autores, se preguntan “¿En qué consistía esta
catequesis moral?, afirman, que, en un sentido muy amplio y fundamental es la que tiende a poner la vida concreta de un hombre
de acuerdo con la fe a la que se adhiere. Profesar a Jesucristo quiere decir cambiar de vida. Es la conversión. En este sentido, el
aspecto moral - es decir, vital- de la catequesis es siempre un elemento esencial” (p. 115).
951
R. BLÁZQUEZ sostiene que la “respuesta de la fe es inseparable de la conversión; es decir, reconocer a Dios como tal
significa que su voluntad presida las actitudes, el comportamiento y los criterios de orientación moral. ´Convertíos y creed en el
Evangelio`es la invitación íntegra y consecuente con el anuncio de la Buena Noticia (cf. Mc 1,14-15; Hch 2,37s.). Cfr.
Catecumenado en la Iglesia, p. 25.
952
El autor de la Carta a los Colosenses, en el capítulo tercero, describe de modo admirable, en qué consiste la ´conversión
moral` en la vida del cristiano; esta comienza en el Bautismo, que ´injerta`al cristiano en el Misterio Pascual de Cristo y le hace
partícipe ya de su misma Vida glorificada. Las ´notas` de la Biblia de Jerusalén, contienen un verdadero compendio de teología
moral: “El cristiano, unido a Cristo por el bautismo, 2,12, participa ya realmente de su vida celestial, pero esta vida es espiritual
y oculta, y no llegará a ser manifiesta y gloriosa sino en la Parusía” (cf. Nota de Col 3,4); “La muerte y resurrección, realizadas
por el bautismo de manera instantánea y absoluta en el plano místico de la unión con Cristo celeste, deben realizarse de forma
lenta y progresiva en el plano terrestre del viejo mundo en el que sigue sumergido el cristiano. Muerto ya en principio, debe
morir de hecho, ´dando muerte` día a día ´al hombre viejo` pecador que vive en él” (cf. Nota de Col 3,5); “El hombre creado ´a
imagen de Dios`, se perdió buscando el conocimiento del bien y del mal fuera de la voluntad divina. Desde entonces, convertido
en esclavo del pecado y de sus apetencias, se convirtió en el ´hombre viejo` condenado a morir. el ´hombre nuevo`, re-creado
en Cristo, que es imagen de Dios, vuelve a encontrar la rectitud anterior y el verdadero conocimiento moral” (cf. Nota Col 3,10).
a) La conversión moral es obra de la Gracia y es la respuesta del hombre que se
siente interpelado por Dios, a través del anuncio del Kerygma, a cambiar de vida.
La moral cristiana es esencialmente responsorial; la iniciativa salvífica de Dios
hace posible, mensura y reclama la respuesta del hombre953.

b) El primer milagro moral que se da en el Neocatecumenado es el nacimiento de


la Comunidad Neocatecumenal. Se convierte en un verdadero laboratorio de
conversión personal y de transformación social (cf SCN 10,2; 15,3). Para R.
Blázquez “la comunidad es una ´muestra` sociológica del mundo y es
´cuerpo`diversificado de Jesucristo. El que todas la barreras de edad, sexo, cultura,
dinero... sean abatidas y nazca la comunión es un indicio del poder de Jesucristo.
Por este motivo es llamada y fermento en un mundo roto y dividido”954.

c) El Neocatecumenado es un tiempo necesario para gestar en la fe y en la


conversión. Los neocatecúmenos emprenden un camino espiritual en el que
participan ya - por la fe- del misterio de la muerte y resurrección, y pasan de la
vieja condición humana a la nueva del hombre perfecto en Cristo. Este tránsito,
que lleva consigo un cambio progresivo de sentimientos y costumbres, tiene sus
consecuencias y concreciones en la vida personal, familiar, laboral y social de los
neocatecúmenos. Pero siendo el mismo Señor en quien han confiado, blanco de
contradicción, ellos mismos experimentan con frecuencia rupturas y separaciones,
pero también gozos que Dios concede sin medida (cf. RICA, nº 19).

d) En el Neocatecumenado hay tres momentos en los que se verifica, se testimonia


y se celebra la gradual maduración de la fe con sus implicaciones morales. Durante
el Primer Escrutinio los neocatecúmenos son invitados al seguimiento de Jesús sin
ataduras, confrontando su decisión libre de seguir al Señor, con los tres “ídolos-
tentaciones” que se enfrenta todo hombre a lo largo de su vida (el deseo de
seguridad, el afán de poseer, y el anhelo de triunfar). En el Segundo Escrutinio, de
paso al Neocatecumenado, expresarán su voluntad de servir sólo a Dios, y hacen
un signo elocuente renunciando al “dios-dinero” (cf. Mt 6,24). En el Tercer
Escrutinio, se verifica si se ha llegado a la estatura de la madurez en Cristo, si el
hombre nuevo gestado por el Espíritu Santo se visibiliza en la vida de los
neocatecúmenos: “Después de haber mostrado con las obras que en ellos se está
realizando, aunque en la debilidad, el hombre nuevo descrito en el Sermón de la
Montaña, que, siguiendo las huellas de Jesucristo, no se resiste al mal y ama al

953
Así comprende san Pablo la existencia cristiana: el hacer previo de Dios (´habéis sido santificados, liberados, amados`:
indicativo divino), al que sigue el hacer correspondiente al hombre (´sed santos, sed libres, amad como habéis sido amados`:
imperativo cristiano). Cfr. R. SCHACKENBURG, El mensaje moral del Nuevo Testamento II, Ed, Mensajero, Barcelona 1991.
954
Cfr. Las Comunidades Neocatecumenales, p. 46. Ya el Papa Pablo VI, ante las acusaciones que llegaban a la Curia romana
en el sentido de que en las Comunidades Neocatecumenales había una ausencia de implicaciones sociales, les decía: “Vosotros
hacéis apostolado sólo siendo lo que sois”. Cfr. Audiencia, 8 mayo 1974, en Notititae, 95-96 (1974), p. 230. Es decir, la
comunidad cristiana, por el simple hecho de su existencia, ya es fermento de humanidad nueva y signo-sacramento de salvación
para el entorno social en el que vive inmersa.
enemigo, los neocatecúmenos renuevan solemnemente las promesas bautismales
en la Vigilia Pascual” (SCN, art. 21&2)955.

e) La proyección y la relevancia social del Neocatecumenado está en la


construcción de la comunidad cristiana como Cuerpo de Jesucristo, que en medio
de la historia, en el corazón de la sociedad es “signo”del Amor entre los cristianos
(cf. Jn 13, 34-35;15,12.17 ),y de la Unidad en el modo de vivir (cf. Jn 17,21), que
aparece ante los hombres como “sacramento de salvación” (cf. LG, nº 1; 14). La
comunidad cristiana, por el solo hecho de su existencia, ya es fermento y
testimonio de transformación social: “A medida que los neocatecúmenos crecen
en la fe, empiezan a manifestarse los signos de la koinonía: el no juzgar, la no
resistencia al mal, el perdón y el amor al enemigo. La koinonía se visibiliza
también en la ayuda a los necesitados, en la solicitud por los enfermos, por los que
sufren y por los ancianos, y en el apoyo, en la medida de lo posible, a los que están
en misión. Los neocatecúmenos son gradualmente formados en un espíritu cada
vez más profundo de comunión y de ayuda recíproca” SCN, art. 16)956. La vocación
social de los neocatecúmenos encuentra su fundamentación teológica en el
Bautismo, ya que “consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están
maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos más
abundantes del Espíritu. En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas,
la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si
se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia,
todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo
(cf. 1 Pe 2,5), que ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de
la Eucaristía uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor. De esta manera, también

955
En conformidad con lo apuntado en CA, nº 165: “Una catequesis sistemática de adultos, que desarrolla la virtualidad del
bautismo recibido en la infancia, ha de producir también esa novedad que pide el apóstol (cf. Col 3,10). Sin embargo, la
experiencia diaria nos enseña, lo difícil que resulta una renovación interior. El hecho mismo de que S. Pablo tenga que recordar,
una y otra vez, a los recién bautizados su nueva condición nos indica la dificultad de tal cambio. Esto debería hacernos ser muy
realistas respecto al hombre nuevo que quisiéramos ver nacer de la catequesis de adultos”.
956
En el Decreto conciliar Apostolicam actuositatem ya se afirma que “la vocación cristiana es, por su misma naturaleza,
vocación también al apostolado”, y que “como lo propio del estado seglar es vivir en medio del mundo y de los negocios
temporales, Dios llama a los seglares a que, con el fervor del espíritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de
fermento” (nº 2). En este Decreto se ponen los ´fundamentos del apostolado seglar` (nº 3), de ´la espiritualidad seglar en orden
al apostolado` (nº4), y los ´fines que hay que lograr` (nnº 5-8). A la luz de los principios y orientaciones que en este Decreto
nos encontramos; a la luz, también de la renovada comprensión de la ´dignidad de los fieles laicos en la Iglesia-misterio`, tal y
como aparecen en Christifideles laici, nnº 8-17; y de la fundamentación para ´la participación de los fieles laicos en la vida de
la Iglesia-comunión` (nnº 18-31), es como hay que plantear la ´identidad y la presencia y relevancia`social de las Comunidades
Neocatecumenales. El Camino Neocatecumenal es una modalidad de iniciación cristiana, no es un movimiento apostólico; sin
embargo en la medida en que es un itinerario de formación, a lo largo del Neocatecumenado se inicia y ´forma` a los
neocatecúmenos para vivir una espiritualidad encarnada y unificada en Cristo, en la Iglesia y en el mundo, que supere el ´divorcio
existencial`en el que viven no pocos bautizados y que el Papa Pablo VI definió como el ´drama de nuestro tiempo`,
es decir “la ruptura entre Evangelio y cultura” (EN, nº 20), la ruptura entre fe y vida, entre liturgia
y existencia. Transcurrido un tiempo en el Neocatecumenado, los neocatecúmenos adquieren
una conciencia clara de que “el campo propio de su acción evangelizadora es el mundo vasto y
complejo de la política, de lo social, de la economía y también de la cultura, de las ciencias y de
las artes, etc”, y en esos ambientes intentan vivir como cristianos laicos, ser Iglesia en el mundo.
Cfr. CEE, Los cristianos laicos. Iglesia en el mundo, Ed, Paulinas, Madrid 1992, nº 27.
los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta sana,
consagran el mundo mismo a Dios”957.

f) En el Neocatecumenado, los neocatecúmenos son iniciados a vivir y expresar


públicamente su fe en el corazón de la sociedad: “La catequesis capacita al
cristiano para vivir en comunidad y para participar activamente en la vida y en la
misión de la Iglesia. Los neocatecúmenos son iniciados a estar presentes, en cuanto
cristianos, en la sociedad” (SCN, arts. 17&1; 16&3)958; y también en el corazón de
la Iglesia: “Los neocatecúmenos colaboran en la acción misionera y pastoral de la
parroquia y de la diócesis. Antes de la ´Redditio Symboli`, teniendo en cuenta su
madurez de fe, los que lo desean ofrecen su cooperación; después, como parte
integrante de la iniciación cristiana, los neocatecúmenos participan en los
diferentes servicios eclesiales, según la vocación de cada uno” (SCN, art. 17&4)959.

Una vez analizadas estas características esenciales de la catequesis moral que se


da en el Neocatecumenado, ahora nos queda por señalar cuáles son los contenidos
de dichas catequesis; lo hacemos, también de forma esquemática:

- En la primera fase del Precatecumenado postbautismal (SCN, art. 19) el


núcleo central del desarrollo de la catequesis moral, gira en torno al seguimiento
de Jesús y al desprendimiento de las riquezas.
- En la segunda fase del Catecumenado postbautismal (SCN, art. 20) metidos
ya de lleno en el Neocatecumenado, la catequesis moral tiende a iluminar los
aspectos y las dimensiones de la existencia del neocatecúmeno en el ámbito de la
familia (moral conyugal), en el ámbito del trabajo (moral social), y en el ámbito
de las relaciones sociales; “los neocatecúmenos son iniciados a hacerse pequeños”
y a “adquirir la simplicidad interior del hombre nuevo que ama a Dios como único
Señor, con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas y al prójimo
como a sí mismo”(SCN, art. 20,3ª). En este sentido, toda la asimilación del estudio
de los artículos del Credo, como las peticiones del Padre Nuestro, estarán marcadas
por las implicaciones morales que se derivan tanto de los artículos del Símbolo
como de las peticiones de la Oración dominical.

957
El Papa Juan Pablo II sostiene que “no es exagerado decir que toda la existencia del fiel laico tiene como objetivo el llevarlo
a conocer la radical novedad cristiana que deriva del bautismo, sacramento de la fe, con el fin de que pueda vivir sus compromisos
bautismales según la vocación que ha recibido de Dios”. Cfr. Christifideles laici, nº 10.
958
Según nuestros Obispos, “la comunidad eclesial es, en sí misma, un hecho público. La vida de la comunidad eclesial, en
todas sus manifestaciones, es ya un hecho público. Y la acción pública de la comunidad eclesial es responsabilidad de todos sus
miembros: supone y exige comunión, diálogo, discernimiento comunitario. Pues sólo la comunidad que escucha la palabra puede
anunciarla; sólo una comunidad que se renueva en sus miembros, y en sí misma, puede renovar la humanidad; sólo una
comunidad unida puede convocar a la unidad a la gran familia humana”. Cfr. CEE, Los cristianos laicos. Iglesia en el mundo,
nº 56. Ver la distinción entre ´presencia de los laicos, presencia pública de los laicos y presencia pública de la Iglesia`, nº 46.
959
En esta iniciación a la misión “los neocatecúmenos colaboran activamente en la evangelización y en la edificación de la
Iglesia ante todo siendo lo que son: su propósito de vivir de modo auténtico la vocación cristiana se traduce en un testimonio
eficaz para los demás, en un estímulo al redescubrimiento de valores cristianos que podrían de otro modo quedar ocultos” (art.
17&2); también en el art. 20, 2ª: “La Iglesia entrega a los neocatecúmenos el Credo (´Traditio Symboli`) y les envía a predicarlo,
de dos en dos, por las casas de la parroquia... y lo restituyen a la Iglesia (´Redditio Symboli`), confesando se fu y proclamando
el Credo solemnemente ante los fieles, durante la Cuaresma”.
- En la tercera fase del redescubrimiento de la Elección (SCN, art. 21), el
sermón del Monte, en el que Jesús, asumiendo el decálogo, le imprime el espíritu
de las bienaventuranzas, será la referencia indispensable en la formación moral de
los ´elegidos`: “Es un tiempo de iluminación en que la Iglesia enseña a los
neocatecúmenos a caminar en alabanza, inundados por la luz de la fe, es decir a
discernir y cumplir la voluntad de Dios en la historia para hacer de la propia vida
una liturgia de santidad. Estudian y celebran los diversos pasajes del Sermón de la
Montaña” (SCN, art. 21&1). El sermón del Monte, es según nuestros Obispos, la
“referencia obligada en la tarea catequética de iniciar en la vida evangélica.
Representa la enseñanza moral más importante de Jesús, con la que -como nuevo
Moisés- da al Decálogo de la Alianza su sentido pleno y definitivo” (CA, nº 188).

i) Dimensión antropológica

Se ha tildado, en alguna ocasión, de “pesimista” la concepción antropológica que


se tiene en el Camino Neocatecumenal960, y de que la visión del hombre que se
imparte en las catequesis se aleja de la antropología bíblica y conciliar. ¿Es esto
así? ¿En qué comprensión antropológica se educa en el Neocatecumenado?
¿Dónde se fundamenta? ¿Qué contenidos se transmiten? En responder a estos
interrogantes me detengo ahora, para señalar los núcleos de teología antropológica
más sobresalientes en este itinerario de iniciación cristiana.

La visión antropológica que en el Neocatecumenado se propone, explícita en el


contexto catequético del anuncio del Kerygma: “la buena noticia de la muerte y
resurrección de Nuestro Señor Jesucristo [...] llama a la conversión y a la fe, invita
a reconocerse pecador, a acoger el perdón y el amor gratuito de Dios y a ponerse
en Camino hacia la transformación en Cristo, por el poder del Espíritu” (SCN, art.
9,1ª)961. A la luz de Gn 2-3 y sus implicaciones en la historia de la salvación,
pasando por Rom 7,14, Hb 2,14-15, etc, se hace una presentación de la
antropología bíblica y conciliar962 en las primeras catequesis de la fase
kerigmática..

960
Así la define E. COLLADO cuando afirma que “Kiko concibe al hombre como caído, siempre rebosante de pecaminosidad,
decidido a fabricarse su historia lejos de Dios, sumergido en una desobediencia radical y orgullosa, cargado de juicios contra el
otro, enemigo de su hermano, sexualmente pervertido [...] Se trata de una antropología bastante alejada de la propugnada por el
Vaticano II, donde se presenta al hombre sumergido también en la victoria del Resucitado. Es una antropología divergente de la
presentada concretamente por la Constitución Gaudium et Spes. Distante también de la antropología bíblica, cuando a ella se
aplican los principios de la Constitución Dei Verbum”. Cfr. El “Camino Neocatecumenal” (los “kikos”). ¿Qué antropología?
¿Qué teología? ¿Qué moral?, p. 309. De esta misma comprensión crítica respecta al Camino Neocatecumenal, participa también
JUAN JOSÉ TAMAYO, quien en su última publicación afirma que “el movimiento neocatecumenal suele pasar por la historia
como por las brasas, sin apenas tocarla. Posee una concepción pesimista del ser humano y tiene una visión negativa del mundo”,
en Adiós a la cristiandad. La Iglesia Católica española en la democracia, Ediciones B, Barcelona 2003, p. 148.
961
En un intento de desarrollar sistemáticamente la teología antropológica contenida en las catequesis 6ª y 7ª de la ´fase
kerigmática`, EMILIANO JIMÉNEZ publicó dos libros: ¿Quién soy yo?, Ed, DDB, Bilbao 1990, y ¡¿Dios?! !¿Para que?¡, Ed,
DDB, Bilbao 1991.
962
La antropología teológica encuentra su último y primer fundamentado en la comprensión cristológica, “de hecho, como es
sabido, las primeras tomas de postura de la fe de la Iglesia sobre la condición humana, se hacen no en un contexto antropológico,
Se transmite en las catequesis iniciales, y a lo largo del itinerario neocatecumenal
la centralidad del Kerygma: la resurrección de Jesucristo (cf. Hch 2,32.36; 1ª Cor
15, 1-3); y se hace una clara y firme confesión de la necesidad de la única
mediación salvadora de Jesús, “porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los
hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (cf. Hch 4,12). En realidad, se
parte de la convicción conciliar de que “el misterio del hombre sólo se esclarece
en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del
que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la
misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el
hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación [...] Cordero
inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En Él Dios nos
reconcilió del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir
con el apóstol: El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mi (cf. Gál
2,20). Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además,
abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren
nuevo sentido” (GS, nº 22)963. A la luz de este texto, descubrimos que “Jesús, el
Hombre Nuevo, nos revela en sí mismo, lo que es el hombre” (CC, nº 180a).

En el anuncio del Kerygma se descubre el hombre a sí mismo a la luz del


juicio, del perdón, y del proyecto que Dios le ofrece964. El anuncio del Kerygma,
cuando es recibido en el poder del Espíritu, comienza a operar salvíficamente
descubriendo a cada uno en su verdadera situación de esclavitud por el pecado, y
en su real necesidad de salvación, liberación, redención, curación y sanación965.
Todos estos términos apuntan a las reales limitaciones antropológicas del

sino cristológico [...] La categoría bíblica imagen de Dios, al menos si se la contempla complexivamente -no sólo en su versión
veterotestamentaria, sino también desde la lectura que Pablo hace de ella, formula esta respectividad recíproca Dios-hombre,
hombre-Dios. Ambos se encuentran frente a frente, se tratan de tú a tú y se vinculan finalmente en Jesús el Cristo. O lo que es
equivalente: la antropología cristiana ha de nutrirse de la ´sospechosa` cristología; la cristología ha de alumbrar el horizonte de
comprensión del discurso antropológico”. Cfr. J.L. RUÍZ DE LA PEÑA, “Jesucristo y la comprensión del hombre”, en AA.
VV., Salvador del mundo, Ed, Secretariado Trinitario, Salamanca 1997, pp. 135-136.
963
Para el profesor E.BONETE, “los parágrafos del 10 al 18 de Gaudium et spes exponen sin duda la base antropológica que
subraya la predicación del Kerigma en el Camino Neocatecumenal, ya desde las primeras catequesis de los años sesenta.
Aquellos textos conciliares ilustran magistralmente cuál es la situación existencial de todo hombre. Y por otro lado, el n. 22 nos
expresa el ´hombre nuevo`, los frutos liberadores de la resurrección de Cristo”. Cfr. Reflexiones sobre la relación entre el
“Camino Neocatecumenal” y el concilio Vaticano II, p. 550.
964
El teólogo OLEGARIO G. DE CARDEDAL sostiene que en relación con el anuncio del kerygma “nos encontramos con
uno de los hechos más originales de la experiencia cristiana, frente a la normal experiencia humana. Lo primero no es el
descubrimiento del pecado, luego el otorgamiento del perdón y finalmente la experiencia del amor de Dios. El camino es
exactamente el contrario. El pecado sólo es directamente recognoscible y real desde la experiencia de Dios, y sólo desde el
encuentro y relación, amor y adhesión a él, aparece el pecado como una relación rota y un amor traicionado, una lealtad olvidada
y una alianza fallida. En la cruz de Cristo éste se entrega desvalido, perdonando a quienes lo ofenden y otorgando la vida - el
cielo - a quienes le infligen la muerte”. Cfr. La entraña del cristianismo, p. 595.
965
Según nuestros Obispos “el hombre, al que Jesús se acerca es el hombre centrado y encerrado en sí mismo, incapaz de
justificar su origen, su existencia y su destino a partir de sus propias fuerzas. Es el hombre herido en su integridad desde sus
orígenes que yace a la orilla del camino (ver la parábola del Buen Samaritano: Lc 10,29-37), la oveja errante sin pastor (ver, Mc
6,34), el ciego que mendiga al borde del itinerario de Jesús (ver curación de Bartimeo: Mc 10,46-52). Jesús ofrece a este hombre
la misericordia y el perdón del Padre, lo ´erige`, lo alza sobre sus pies, lo introduce en el ritmo de su propio caminar, lo reintegra,
lo ´re- crea`en su integridad perdida (ver GS, 13.22)”. Cfr. CC, nº 180b.
pecado966. El mismo Concilio saca las consecuencias de la ruptura del hombre con
Dios derivada de un acto de su libertad creatural: “De ahí que el hombre esté
dividido en su interior. Por esto, toda vida humana, singular o colectiva, aparece
como una lucha, ciertamente dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las
tinieblas. Además, el hombre se encuentra hasta tal punto incapaz de vencer
eficazmente por sí mismo los ataques del mal, que cada uno se siente como atado
con cadenas. Pero el mismo Señor vino para liberar y fortalecer al hombre,
renovándolo interiormente y arrojando fuera al príncipe de este mundo (cf. Jn
12,31), que lo retenía en la esclavitud del pecado. Pues el pecado disminuye al
hombre mismo impidiéndole la consecución de su propia plenitud” (GS, nº 13b)967.
Es en continuidad con la antropología reflejada en este texto conciliar como se
entiende, explica y desarrolla la dimensión antropológica en las catequesis que se
imparten a lo largo del itinerario neocatecumenal.

Ahora bien, ¿cómo se vierten los contenidos fundamentalmente


antropológicos a lo largo de todo el itinerario neocatecumenal? Los señalo de
modo esquemático, siendo consciente de que necesitan una ulterior profundización
y desarrollo:

a) El hombre es amado por Dios968. El anuncio de la resurrección de Cristo es la


Buena noticia, que procede del corazón de Dios que ama a todo hombre. Este
mensaje de salvación no viene a juzgar ni a condenar; tampoco viene a plantear

966
Para una presentación ´sistemática`de las consecuencias del pecado en cuanto separación de Dios, raíz de las alienaciones,
de la idolatría y el desorden, ver JUAN PABLO II, Libertad cristiana y liberación, Ed, Paulinas, Madrid 1986, nnº 37-42.
967
Cuando se le pregunta a KIKO ARGÜELLO ¿qué visión del hombre entraña su misión?, este responde del siguiente modo:
“San Pablo dice que Dios ha querido que la salvación del mundo se realizase por medio de la necedad de la predicación. El
evangelio es fundamentalmente una noticia ante la cual no podemos quedar indiferentes, hay que hacer una opción. La Carta a
los Hebreos afirma que “de la misma manera que los hijos participan de la misma carne y sangre, también participó Él de las
mismas, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir al Diablo, y libertar a cuantos, por el temor a la muerte,
estaban de por vida sometidos a esclavitud” (Hb, 2,14-15). Aquí hay una antropología bíblica impresionante, que es el contenido
de aquello que nosotros predicamos”. Cfr. “Kiko Argüello, fundador del Camino Neocatecumenal”, en PAUL JOSEF CORDES,
Signos de esperanza, Ed, San Pablo, Madrid 1998, p. 28. La síntesis teológica de la comprensión antropológica de Kiko
Argüello, se fundamenta en Gn 2-3: el hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza y ha sido llamado a la libertad
y al amor en la comunión con Dios; el Demonio “tomando ocasión por medio del precepto” (cf. Rom 7,11;), ha seducido al
hombre, y este ha experimentado -en la desobediencia-, el pecado y la muerte (cf. Sb 2,23-24), “porque el salario del pecado es
la muerte” (cf. Rom 6,23), ha experimentado la ´muerte óntica`, la muerte del ser; y a partir de ese momento, el hombre en el
cual habita el pecado, está condenado a vivir para sí mismo (cf. Rom 7,14-24). La gran novedad del cristianismo, - afirma Kiko-
es que anuncia como Buena Noticia la victoria de Cristo sobre la muerte. “Jesucristo ha destruido el pecado en la carne
muriendo por nosotros, y ofrece al hombre, en su resurrección y ascensión al cielo para
interceder por nosotros, la posibilidad, mediante el anuncio de esta noticia, de tener una vida
nueva en el Espíritu Santo que Él nos envía desde el cielo [...] Morir con Cristo, hacer morir
sacramentalmente al yo cosmológico para resurgir con Cristo a vida nueva. ´Cristo ha muerto
por todos, para que quienes viven ya no vivan para sí mismos`, dice san Pablo. Esta es la
antropología bíblica” (ibid., pp. 30-31). Para una profundización en la comprensión de la
antropología bíblica, ver HANS WALTER WOLFF, Antropología del Antiguo Testamento, Ed, Sígueme 1975;
JUAN L. RUÍZ DE LA PEÑA, Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental, Ed, Sal Terrae, Santander 1988.
968
Así lo proclama, en un tono catequético, el Papa Juan Pablo II: “¡El hombre es amado por Dios! Éste es el simplicísimo y
sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto del hombre. La palabra y la vida de cada cristiano pueden y deben
hacer resonar este anuncio: ¡Dios te ama, Cristo ha venido por ti; para ti Cristo es ´el camino, la verdad y la vida`!”. Cfr.
Christifideles laici, nº 34. Ver, J. RATZINGER, “Jesucristo, hoy”, en AA. VV., Salvador del mundo, pp. 305-325.
exigencias al hombre débil, esclavo del pecado por el temor a la muerte. Viene a
regenerar al hombre caído969. Sin la experiencia del amor previo y gratuito de Dios,
el hombre no puede ser reconstruido. Una vida nueva es sólo posible en la medida
en que va naciendo -el Neocatecumenado es un gestación- un hombre nuevo,
revestido de Jesucristo.

b) La antropología teológica del Camino Neocatecumenal encuentra su


fundamentación en la perspectiva kerigmática de la predicación y en la naturaleza
bautismal del Neocatecumenado. Con el anuncio del Kerygma, verdadero esperma
del Espíritu, -en expresión de los santos Padres-, se tiene la convicción y la
experiencia de que la persona cuando acoge la Buena Noticia comienza a gestar
dentro de sí una “vida nueva”970, que necesitará un tiempo de embarazo -como es
el Neocatecumenado- para llegar a alumbrar el hombre nuevo “creado según Dios”
(cf. Ef 4,24)971. En el Estatuto se dice que “el último día de la convivencia se
proclama el Sermón de la Montaña, diseño del hombre nuevo, y se presenta el
itinerario neocatecumenal como un camino de gestación”972, a imagen de la Santa
Virgen María. En este sentido, aparece bien presentada esta dimensión, tal y como
lo sugieren los Obispos: “Puede decirse que, a través de la catequesis de la Iglesia,
el Espíritu Santo, ´Señor y dador de vida`, está desarrollando en los adultos
bautizados la vida nueva de los hijos de Dios, hasta hacerla adulta. La Iglesia,
fecundada por el Espíritu, se realiza como Iglesia igual que una madre:
concibiendo, gestando, alumbrando nuevos hijos de Dios. Y, como una madre,
aspira a que la vida que transmite alcance en sus hijos una madurez que,
configurados cada vez más a Jesucristo, lleguen a ser testigos fieles del Evangelio
en medio del mundo” (CA, nº 110).

El Espíritu Santo, como don de Cristo a sus discípulos, hace del cristiano
una criatura nueva. Por ello, la novedad cristiana es, ante todo, una vida nueva; es
el desarrollo dinámico -catecumenal- del nuevo ser dado al hombre por Cristo

969
Para nuestros Obispos “toda presentación y comprensión de la fe cristiana, que no tenga en cuenta el estado del hombre
caído y lo irremediable de este estado sin la intervención gratuita y amorosa de Dios, falsea la auténtica doctrina de fe acerca del
hombre, y por tanto, contribuye a erosionar la identidad de nuestros cristianos”. Cfr. CC, nº 181. Para una profundización, ver
en el CCE, nnº 385-420.
970
La teología antropológica del IVº Evangelio acentúa esta perspectiva: “Pero todos los que la recibieron les dio poder de
hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (cf. Jn 1,12); “El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el
Reino de Dios. Lo nacido de la carne es carne, lo nacido del Espíritu, es espíritu” (cf. Jn 3,5-6).
971
En la nota de la Biblia de Jerusalén a este versículo se dice que “todos los hombres deben revestirse del ´Hombre Nuevo`,
Ef, 2,15, para ser en él re-creados (cf. Gal 3, 27; Rom 13,14). En otros lugares Pablo habla en este sentido de ´nueva creación`,
2 Cor 5,17".
972
Esta ´gestación` se vivirá en el seno de la pequeña comunidad neocatecumenal que tiene como modelo a la Sagrada Familia
de Nazaret, “lugar histórico donde el Verbo de Dios, hecho Hombre, se hace adulto creciendo en ´sabiduría, edad y gracia` (cf.
Lc 2,52)”. Cfr. SCN, art 7&2. Los SS. Padres asimilan, frecuentemente, la formación catecumenal a una gestación de la Iglesia,
que da a luz a sus hijos en la pila bautismal , perspectiva que también ha hecho suya el Concilio en LG, nº 64: “La Iglesia se
hace Madre por la palabra de Dios, fielmente recibida. En efecto, por la predicación y el bautismo engendra para la vida nueva
e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios”.
mediante el Espíritu973. El cristiano es el nuevo ser “renacido del agua y del
Espíritu” (cf. Jn 3,5). Renovar el bautismo y participar del Espíritu Santo en la vida
de la comunidad es conocer esta nueva vida. Pues el Espíritu, con la nueva vida,
da al cristiano una mentalidad nueva (cf. Rom 8,9-17; Ef. 4,23-24)974.

c) Un punto central en la antropología neocatecumenal es la presentación del


hombre “bajo el pecado” en continuidad con la teología que subyace en textos
como Hb 2,14-15 y Rom 6 y 7. El hombre, por el temor a la muerte, está de por
vida sometido a esclavitud975. El hombre, al pecar (cf. Gn 3) ha hecho la
experiencia de la muerte; ha gustado existencialmente a qué conduce el pecado (cf.
Sant 1,15). El pecado destruye al hombre por dentro. Esta situación del hombre
pecador es presentada en las catequesis neocatecumenales con todo su realismo
existencial, con una clara influencia de la teología paulina; pero este realismo
paulino con que se presenta en las catequesis neocatecumenales la realidad del
pecado, no lleva al pesimismo protestante, sino a la efusión exultante de la acción
de gracias a Jesucristo, que nos ha liberado de la muerte y del pecado (cf. Rom
7,25). La actitud de amor y la gratitud a Dios son proporcionales a la conciencia
del perdón gratuito otorgado.

En esta situación existencial del hombre, esclavo por el temor a la muerte,


resuena el Kerygma de la resurrección de Jesucristo como Buena Noticia.
Jesucristo, entrando en la muerte, ha roto el círculo de la muerte con su
resurrección (cf.1ª Cor 15, 20-28). Ha abierto al hombre un camino hacia la vida y
la libertad (cf. Gal 5,1.13)976. Sin el miedo a la muerte, habiendo quedado “vencido
el señor de la muerte” (cf, Hb 2,14), el hombre puede pasar libremente la barrera
que le separa del otro y amarlo (cf. 1ª Jn 2,10; 3,14). “La muerte ha sido vencida
en la victoria” (cf. 1ª Cor 15,54-57). En el hombre liberado del temor a la muerte
nace el amor cristiano: amor hasta la muerte, amor en la dimensión de la cruz, amor
al enemigo (cf. Jn 15,12-13; Mt 5,43-48)977.

973
“El Resucitado envía ese Espíritu de Dios para transformar a sus discípulos en hombres nuevos y capacitarlos para vivir
como hermanos en la comunidad de la Iglesia”. Cfr. CC, nº 182.
974
La experiencia de transformación pneumatológica, es la que posible que la moral sea enseñada teniendo en cuenta “que las
posibilidades concretas del hombre son las del hombre liberado por Cristo; la moral cristiana, por tanto, ha de hablar de la
situación de pecado original y de la regeneración bautismal que la supera y posibilita la vida moral”. Cfr. Nota sobre la enseñanza
de la Moral, nº 12.
975
Para JUAN PABLO II, “el pecado del hombre, es decir su ruptura con Dios, es la causa radical de las tragedias que marcan
la historia de la libertad [...] Esta es la naturaleza profunda del pecado: el hombre se desgaja de la verdad poniendo su voluntad
por encima de ésta. Queriéndose liberar de Dios y ser él mismo un dios, se extravía y se destruye. Se autoaliena” Cfr. Libertad
cristiana y liberación, nº 37.
976
“La libertad traída por Cristo en el Espíritu Santo, nos ha restituido la capacidad -de la que nos había privado el pecado- de
amar a Dios por encima de todo y permanecer en comunión con El. Somos liberados del amor desordenado hacia nosotros
mismos, que es la causa del desprecio al prójimo y de las relaciones de dominio entre los hombres”. Ibid, nº 53.
977
Según nuestros Obispos, “al revelarnos lo que es el hombre, Jesús nos ha mostrado también el camino que hay que recorrer
para alcanzar la plena realización humana. El cristiano lo acepta cuando confiesa su fe: ´Jesús nos dio su mandamiento nuevo
de que nos amáramos los unos a los otros como El nos amó. Nos enseñó el camino de las bienaventuranzas evangélicas [...] Este
fundamento de la moral evangélica, fruto del don del Espíritu, supone una sabiduría nueva”. Cfr. CC, nº 180d.
d) Este itinerario de iniciación cristiana será experimentado como el tiempo
necesario para que los neocatecúmenos se vayan “despojando del hombre viejo
con sus obras, e ir revistiéndose del Hombre nuevo, que se va renovando hasta
alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador” (cf. Col 3,9-
11)978. Esta es la novedad de vida a la que en el Neocatecumenado se quiere llevar
a vivir a los neocatecúmenos. También esta perspectiva es señalada por nuestros
Obispos: “Una catequesis sistemática con adultos, que desarrolla la virtualidad de
un Bautismo recibido en la infancia, ha de producir también esa novedad de vida
que pide el apóstol” (CA, nº 165).

e) Este “despojamiento-revestimiento” (cf. Col 3,9) se vivirá a través de un


itinerario jalonado por etapas y franqueado por una serie de pasos que tendrán la
misión de ecografiar este ser nuevo que va tomando forma y cuerpo
progresivamente hasta llegar a “reproducir la imagen del Hijo” (cf. Rom 8,29) en
la vida de los neocatecúmenos, hasta el punto de poder llegar a afirmar como san
Pablo: “Con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive
en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que
me amó y se entregó por mí” (cf. Gal 2, 20). La ecografía de este hombre nuevo
que se gesta a través de la predicación, se forma en el Neocatecumenado y nace a
la vida nueva con el Bautismo ( en el caso de los catecúmenos en sentido
estricto),y, con la renovación de las promesas bautismales (en el caso de los
neocatecúmenos), pasa por las siguientes secuencias de crecimiento, desarrollo y
formación:

+ En el Precatecumenado, el precatecúmeno descubre quién es y cómo es,


ayudado por las celebraciones de la Palabra, de los sacramentos (Penitencia y
Eucaristía), y confrontándose con la forma de ser y de pensar de otros hermanos
en el roce frecuente de la vida de la comunidad, irá tomando conciencia de su
verdadera realidad, que es la de ser pecador y la necesidad que tiene de entrar en
la humildad para vivir en la verdad del amor de Dios que en Jesucristo ha venido
a buscar y salvar a los pecadores (cf. Mt 9, 13). “La primera fase del
Neocatecumenado es un tiempo de kenosis para aprender a caminar en humildad”
(SCN, art 19&1 y art 15&3). La formación neocatecumenal desenmascara las
mentiras en las que tantas veces el hombre se refugia, y ayuda a la persona a

978
En la Nota de la Biblia de Jerusalén de los versículos 5 y 11 se explicita el alcance de este ´despojamiento y revestimiento`:
“La muerte y resurrección, realizadas por el bautismo de manera instantánea y absoluta en el plano místico de la unión con Cristo
celeste (Cf. Col 2,12; 3,1-4; Rom 6,4), debe realizarse de forma lenta y progresiva en el plano terrestre del viejo mundo en el
que sigue sumergido el cristiano: Muerto ya en principio, debe morir de hecho, ´dando muerte` día a día ´al hombre viejo`
pecador que vive en él. En el orden nuevo desaparecen las distinciones de raza, religión, cultura y clase social, que dividían al
género humano desde la caída. La unidad se rehace ´en Cristo`”. Esta es la experiencia a la que ha de conducir el Catecumenado:
“Los neoconversos emprenden un camino espiritual, en el cual participan ya por la fe del misterio de la muerte y resurrección,
y pasan de la vieja condición humana a la nueva del hombre perfecto en Cristo” (RICA, nº 19,2), y también la realidad que se
vive al interior del Camino Neocatecumenal: “El Espíritu Santo invita a hombres y mujeres de diversa edad, mentalidad, cultura
y condición social a emprender juntos un itinerario de conversión...” (SCN, art 10&2), y a medida que los neocatecúmenos
crecen en la fe, “empiezan a manifestarse los signos de la koinonia: el no juzgar, la no resistencia al mal, el perdón y el amor al
enemigo” (SCN, art 16&1).
madurar en una aceptación de sí mismo en la realidad concreta en la que vive, sin
buscar salidas falsas de alienación o evasión.

+ En el Neocatecumenado se irá conformando el hombre nuevo, aprendiendo a


vivir en la simplicidad (SCN, art 20), abierto a la acción de Dios en la propia
historia (iniciación a la oración), con las actitudes del discípulo que sigue a Jesús,
es decir, confesando que Él es el centro de la existencia del neocatecúmeno
(Traditio-Redditio Symboli), y viviendo gozosamente la filiación adoptiva -cf. Gal
4,6; Rom 8, 14-17- (entrega del Padrenuestro). Toda la pedagogía
neocatecumenal a lo largo de este tiempo contemplará al neocatecúmeno como un
ser abierto, capaz de Dios, oyente de la Palabra, en estructura personal abierta a la
gracia para conformar en él “la imagen del Hijo” (cf. Rom 8,28). En el Estatuto se
dice que “la segunda fase del Neocatecumenado es un tiempo de combate espiritual
para adquirir la simplicidad interior del hombre nuevo que ama a Dios como único
Señor, con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas y al prójimo
como a sí mismo” (SCN, art. 20).

+ En la etapa de la Elección se empieza a alumbrar la identidad del hombre nuevo,


mostrando los signos de la koinonía: “el no juzgar, la no resistencia al mal, el
perdón y el amor al enemigo; y la ayuda a los necesitados, en la solicitud por los
enfermos, por los que sufren y por los ancianos” (SCN, art. 16&1). Por ello, una
vez que han “mostrado con las obras que en ellos se está realizando, aunque en la
debilidad, el hombre nuevo descrito en el Sermón de la Montaña, que, siguiendo
las huellas de Jesucristo, no resiste al mal y ama al enemigo, los neocatecúmenos
renuevan solemnemente las promesas bautismales en la Vigilia Pascual”(SCN, art
21&2). Evidentemente, hay que ser muy realistas para constatar, como hacen
nuestros Obispos, que “la experiencia diaria nos enseña, sin embargo, lo difícil que
resulta una renovación interior. El hecho mismo de que san Pablo tenga que
recordar, una y otra vez, a los recién bautizados su nueva condición nos indica la
dificultad del cambio interior. Eso deberá hacernos ser muy realistas respecto al
hombre nuevo que quisiéramos ver nacer de la catequesis de adultos” (CA, nº 165).

f) Todas las dimensiones de la persona irán siendo iluminadas a la luz del


Evangelio a lo largo del Neocatecumenado: su singularidad individual y
sexualidad diferenciada (hombre y mujer), su vocación al amor y a la vida (familia
y sexualidad), su realización y creatividad (trabajo y sociedad). En cada uno de los
tres grandes escrutinios que se viven en el itinerario neocatecumenal, serán
ayudados los neocatecúmenos a vivir la existencia cristiana desde la integración
de cada una de estas dimensiones a la luz de la fe. En este sentido, y teniendo ya
muy presente la experiencia de tantos neocatecúmenos que han recorrido
íntegramente el proceso neocatecumenal, se puede afirmar que el
Neocatecumenado es también un ámbito privilegiado para la re-construcción de
la persona, que la formación católica que se recibe ayuda a crecer y madurar como
personas a ser y vivir como cristianos.

j) Dimensión social

La vida teologal del cristiano -afirman nuestros Obispos- “tiene una dimensión
social y aún política que nace de la fe en el Dios verdadero, creador y salvador del
hombre y de la creación entera. Esta dimensión afecta al ejercicio de las virtudes
cristianas o, lo que es lo mismo, al dinamismo entero de la vida cristiana”979.
Efectivamente, la dimensión social de la fe forma parte -también- del contenido de
la iniciación en la vida evangélica de los catecúmenos, y por ello debe mostrar “las
consecuencias sociales de las exigencias evangélicas” (CT, nº 29) 980. La catequesis
de adultos, en esta dimensión, “ha de avanzar decididamente en la promoción de
un laicado que se haga presente en el mundo a partir de su fe. Sin esta audacia
misionera, los seglares no pueden vivir lo que hoy la Iglesia espera de ellos” 981,
afirman nuestros Obispos.

¿Cómo aparece recogida esta dimensión social de la fe en el Neocatecumenado?


¿Los neocatecúmenos conocen los principios fundamentales de la Doctrina Social
de la Iglesia? ¿Son iniciados a asumir su propia responsabilidad en su vida
profesional, laboral y social? ¿Se da -entre los neocatecúmenos - una cierta
inhibición en las tareas sociales y se desentienden de los aspectos más colectivos
de la fe? ¿Cómo comprenden y asumen la secularidad (LG, nº 31) en cuanto nota
específica de su vocación cristiana?

En el Estatuto del CN se afirma con claridad que “la catequesis capacita al


cristiano para vivir en comunidad y para participar activamente en la vida y en la
misión de la Iglesia. Los neocatecúmenos son iniciados a estar presentes, en cuanto
cristianos, en la sociedad y a cooperar en los diferentes servicios eclesiales, según
la vocación de cada uno” (art. 17&1)982. La toma de conciencia y comprensión de
la dimensión social a la que conduce la fe, se va formando al compás de la

979
Cfr. CEE, Los católicos en la vida pública, Ed, Edice, Madrid 1985. Ver el contenido del XIIIº Encuentro de Arciprestes de
la Iglesia en Castilla, La dimensión social de la fe en la catequesis, Villagarcía de Campos (Valladolid), 1-4 de Marzo de 1993.
980
En este punto, los Obispos piden ´cautela y paciencia`, y “advierten que no pocas veces inducimos prematuramente a los
catecúmenos a un compromiso en la sociedad que no brota de unas actitudes hondamente arraigadas”. Cfr CC, nº 88, o que “a
veces los compromisos que se asumen son sólo de carácter asistencial -siempre necesarios- o de carácter intraeclesial, pero se
da una resistencia a una mayor presencia católica en la vida pública”. Cfr. CA, nº 163.
981
El Documento Los cristianos laicos. Iglesia en el mundo tiene como ´objetivo fundamental`proponer líneas de acción para
promover la corresponsabilidad y participación de los laicos en la vida de la Iglesia y en la sociedad civil, los Obispos piden
´fomentar la formación de la dimensión sociopolítica de la fe en el marco de la formación integral`(nº 80).
982
Para R. BLÁZQUEZ, “la fe, en la medida en que va tomando asiento en la persona, impacta todos los ámbitos de la vida;
por tanto, sería infidelidad retener el dinamismo de la fe en la pura interioridad del corazón o del grupo. Por eso, la vida conyugal
y familiar, la relación con el dinero y la profesión, la manera de estar y vivir en la sociedad... van cambiando a lo largo del
camino recorrido por los catecúmenos en sus comunidades; estos aspectos son transparentes”. Cfr. Las Comunidades
neocatecumenales, p. 91.
maduración y formación de la misma Comunidad Neocatecumenal que se
convierte ella misma en un laboratorio de humanidad transformada: “A medida
que los neocatecúmenos crecen en la fe, empiezan a manifestarse los signos de la
koinonía [...] La koinonía se visibiliza también en la ayuda a los necesitados, en la
solicitud por los enfermos, por los que sufren y por los ancianos, y en el apoyo a
los que están en misión...” (SCN, art. 16&1)983.

Ya he apuntado anteriormente que la comprensión eclesiológica del


Neocatecumenado, en la que se resalta la identidad de la comunidad cristiana
como Cuerpo visible de Jesucristo Resucitado en medio de la historia, determina
también la comprensión de su misión y presencia en medio del mundo, y por tanto,
la identidad de la misión de cada uno de sus miembros, en continuidad con la
fundamentación que encontramos en Lumen Gentium, nº 31: “El apostolado de
los laicos es participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, apostolado
al que todos están destinados por el Señor mismo en virtud del Bautismo y de la
Confirmación [...] Todo laico, en virtud de los dones que le han sido otorgados,
se convierte en testigo y simultáneamente en vivo instrumento de la misión de la
misma Iglesia en la medida del don de Cristo”. Es decir, no se contempla en el
Neocatecumenado la misión del cristiano en el mundo, desde su participación en
las formas de vida asociada que existen en la Iglesia (Acción Católica,
movimientos, asociaciones...), sino que, por tratarse de una iniciación cristiana, el
itinerario formativo del Neocatecumenado tiende a la recuperación del Bautismo,
que está en la base de la fraternidad cristiana; y en la medida que va siendo
iniciado el neocatecúmeno, irá descubriendo su propia vocación: al matrimonio
en el Señor, al ministerio eclesial, a la vida religiosa, a la militancia apostólica, a
la militancia política.

El redescubrimiento gozoso de la vocación cristiana en plenitud, vivida


desde la inserción en una comunidad cristiana concreta, toda ella sujeto de la
misión de la Iglesia, permite que el neocatecúmeno descubra que “debe ser ante
el mundo un testigo de la resurrección y de la vida del Señor Jesús y una señal del
Dios vivo. Todos juntos y cada uno de por sí deben alimentar al mundo con frutos
espirituales (cf. Gál 5,22), y difundir en él el espíritu de que están animados
aquellos pobres, mansos y pacíficos, a quienes el Señor en el Evangelio proclamó
bienaventurados (cf. Mt 5,3-9). En una palabra, lo que el alma es en el cuerpo,
esto han de ser los cristianos en el mundo” (LG, nº 38). Pero no solamente
viviendo la existencia cristiana a un nivel individual, sino desde una existencia
compartida y comunitaria, viviendo la comunión y la misión de la Iglesia desde

983
Esta ´percepción` de la comunidad cristiana como primer espacio de ´transformación social`, ha sido ampliamente descrito
por nuestros Obispos: “La transformación del mundo se inicia ya en el cristiano convertido que rehace sus actitudes profundas
y sus relaciones con las demás personas [...] La comunidad cristiana es de manera más amplia y visible una porción de la
humanidad transformada por la fuerza del Espíritu” . Cfr. CEE, Testigos del Dios vivo, Ed, Edice, Madrid, 1985, nº 57a. En los
nnº 61-65 describen cómo los cristianos estamos llamados a ser ´testigos de otro mundo y fermento transformador de las
estructuras sociales`.
una pequeña comunidad de talla humana que vive en medio de la sociedad como
signo y sacramento de salvación para todos los hombres. En este sentido, “el
Camino Neocatecumenal es ofrecido como un instrumento apto para ayudar a la
parroquia a cumplir cada vez más la misión eclesial de ser, luz y fermento del
mundo, y a brillar ante los hombres como Cuerpo visible de Jesucristo resucitado,
sacramento universal de salvación” (SCN, art. 16&3)984.

¿Cuáles son los rasgos más significativos y relevantes de la iniciación en la


dimensión social de la fe en el Neocatecumenado? De modo esquemático, señalo
los siguientes:
a) La verificación de la conversión personal del neocatecúmeno en su vida
personal, laboral y social. A lo largo del Neocatecumenado, todas las dimensiones
de la vida serán examinadas y juzgadas a la luz de la fe, fundamentalmente con
ocasión de los escrutinios. En este sentido, la formación neocatecumenal
contribuye a la unificación en la persona de las dimensiones integradoras de su
existencia: conversión-transformación, fe-vida, familia-comunidad, conducta
moral-vida laboral. Es en el contexto de discernimiento moral que se propicia con
ocasión de los escrutinios, donde los principios básicos de la Doctrina Social de
la Iglesia se presentan como criterios iluminadores del ser y actuar como
cristianos985.

b) Se parte de la convicción profunda de que la familia es el primer campo en el


compromiso social, en continuidad con lo expresado por Juan Pablo II en
Christifideles laici, nº 40: “la expresión primaria y originaria de la dimensión
social de la persona es el matrimonio y la familia [...] El matrimonio y la familia
constituyen el primer campo para el compromiso social de los fieles laicos”. El
testimonio de tantas familias reconstruidas, la apertura a la vida en los
matrimonios neocatecumenales, la educación y la transmisión de la fe a los hijos,
el surgimiento de vocaciones en el interior de las familias para el ministerio
sacerdotal, la vida religiosa, el matrimonio, son indicios inequívocos de una
adecuada e integral formación moral personal, conyugal y social en el
Neocatecumenado.

c) La formación en la comunión y comunicación de bienes -tanto espirituales


como materiales- con los hermanos de la comunidad y con los pobres de la
parroquia, como una manera real y práctica de vivir el desprendimiento y la
generosidad.

984
En el art. 17&1, se dirá que “los neocatecúmenos colaboran activamente en la evangelización y en la edificación de la
Iglesia ante todo siendo lo que son”.
985
Esta presentación viene pedida, también por nuestros Obispos: “Al tratar de la moral socioeconómica y política, procúrese
que se incorporen las principales enseñanzas de la doctrina social de la Iglesia y se tengan presentes los documentos de la
Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la libertad cristiana y la liberación”. Cfr. Comisión Episcopal para la Doctrina de
la Fe - Subcomisión de Catequesis: “Criterios para el análisis y dictaminación de libros y materiales catequéticos”, en Fe y
Moral, p. 217.
d) El descubrimiento y la potenciación de vocaciones singulares y específicas,
como una llamada del Señor a hacerse presentes en campos y ambientes
manifiestamente difíciles desde un punto de vista social: la presencia y la
evangelización en las cárceles, el envío de familias misioneras a los barrios
periféricos y marginales de las grandes ciudades.

e) La presencia y la actuación de los neocatecúmenos en la vida social y política,


con sus instituciones y plataformas, son ejercidas por éstos a título personal, pero
son invitados a actuar desde una identidad inequívocamente cristiana y como
forma de servicio al bien común.
f) La apertura del Neocatecumenado en parroquias esparcidas por todo el mundo,
y en contextos socio-culturales tan diversos y diversificados: parroquias urbanas
y rurales; en las grandes ciudades y en los poblados de la selva; en los centros
urbanos y en las periferias..., permite resaltar más la conveniencia del espacio
catecumenal como ámbito de formación social de la fe y como lugar necesario
para la verificación de su concreción real y encarnada.

Para concluir esta dimensión social de la fe se puede terminar afirmando


que la iniciación cristiana que se imparte a lo largo de todo el Neocatecumenado
posibilita a quienes la siguen fielmente llegar a ser y vivir como cristianos adultos
en medio del mundo, sabiendo que “son llamados por Dios para contribuir desde
dentro, a modo de fermento, a la santificación del mundo mediante el ejercicio de
sus propias tareas, guiados por el espíritu evangélico, y así manifiestan a Cristo
ante los demás, principalmente con el testimonio de su vida y con el fulgor de su
fe, esperanza y caridad” (LG, nº 31).

k) Dimensión escatológica

Es esta una de las dimensiones más silenciada en la transmisión catequética de la


Iglesia en las últimas décadas986 y, sin embargo, forma parte también del contenido
central de la evangelización tal y como resalta el Papa Pablo VI en Evangelii
nuntiandi, nº 28: “La evangelización no puede por menos de incluir el anuncio

986
“Se observa una importante laguna en lo que se refiere a las cuestiones escatológicas: muerte, juicio, infierno y gloria.
Prácticamente ausentes en la mayoría de los instrumentos catequéticos; cuando se tratan, o bien se presentan sin la necesaria
actualización teológica o bien se proponen de una manera desvaída o imprecisa”. Ibid. p. 216. Este ´déficit escatológico`en la
conciencia de nuestros católicos, provocó la publicación de unas ´orientaciones`por parte de la COMISIÓN EPISCOPAL
PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Esperamos la resurrección y la vida eterna, Ed, Edice, Madrid 1995. Nuestros Obispos
levantan ´acta`de cómo “no pocos de los que se declaran católicos, al tiempo que confiesan creer en Dios, afirman que no
esperan que la vida tenga continuidad alguna más allá de la muerte” (nº 2); de ahí que sostengan que “la predicación, la
catequesis y la enseñanza de la religión católica, si quiere ser alimento sano de una fe íntegra y viva, han de proponer con toda
su riqueza la esperanza cristiana en la vida eterna [...] Si no se habla de ella, o si se habla de un modo inapropiado, el corazón
mismo de la fe en Jesucristo resultará negativamente afectado” (nº 3).
profético de un más allá, vocación profunda y definitiva del hombre, en
conformidad y discontinuidad a la vez con la situación presente...”.

No deja de ser sorprendente este olvido, al pensar que los Sacramentos de


iniciación cristiana son los que injertan al hombre en su vocación más definitiva
y última, que es justamente la vocación escatológica: “nosotros somos ciudadanos
del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual
transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo,
en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas” (cf. Flp. 3,7)987.
Efectivamente, para S. Pablo el cristiano, unido a Cristo por el Bautismo, participa
ya realmente de su vida celestial (cf. Ef. 2,6), pero esta vida es espiritual y oculta,
y no llegará a ser manifiesta y gloriosa sino en la Parusía (cf. Col 3, 1-4). Más
aún, el Apóstol saca las consecuencias para la vida moral de la acción de la gracia
vivida ya en el plano sacramental, y contempla la vida del bautizado como un
irse “despojando del hombre viejo con sus obras, para revestirse del hombre
nuevo” (cf. Col 3,10). Para S. Pablo, la muerte y la resurrección, realizadas por el
Bautismo de manera instantánea y absoluta en el plano místico de la unión con
Cristo celeste (cf. Rom 6,4), deben realizarse de forma lenta y progresiva en el
plano terrestre del viejo mundo en el que sigue sumergido el cristiano. Muerto ya
en principio, debe morir de hecho dando muerte día a día al hombre viejo pecador
que vive aún en él (cf. Rom 6,1-11).

La presentación de los contenidos de indole escatológica en el


Neocatecumenado están íntimamente ligados al anuncio del Kerygma988, con una
notable insistencia y acentuación de que es “Cristo Jesús, quien ha destruido la
muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio” (cf. 2ª
Tim 1,10), que cuando es acogido en el corazón, hace brotar la fe. Y la fe en el
Señor Jesús ya es garantía de la vida eterna: “Porque, si confiesas con tu boca que
Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos,
serás salvo” (cf. Rom 10,9)989. Es decir, a la adhesión interior del corazón
corresponde la profesión de fe exterior tal como se hace en el bautismo.
En la medida en que el Neocatecumenado es un itinerario postbautismal para el
redescubrimiento de la iniciación cristiana de los adultos bautizados, toda la
iniciación cristiana estará transversalmente tocada por la dimensión escatológica.

987
JUAN L. RUÍZ DE LA PEÑA al analizar la versión paulina del ´ya pero todavía no`, sostiene que “la aseveración
simultánea del presente y el futuro de la salvación no debe ser entendida como mera yuxtaposición de ambos momentos. Los
bienes salvíficos se poseen en la dialéctica del ya y el todavía no; el cristiano no camina ´según la carne`, aunque viva aún ´en
la carne` (2 Cor 10,3; Gál 2,20; Flp 1,22); posee el Espíritu, mas como arrabón (arras: 2 Cor 1,22; 5,5) o aparché (primicias:
Rom 8,23) de la existencia espiritual propia del éschaton [...] A la vista de estos datos, parece lícito concluir que, al igual que
en los sinópticos, se da en Pablo la típica fusión de elementos presentistas y futuristas, articulados -importa mucho destacarlo-
en torno a la persona de Cristo”. Cfr. La pascua de la creación. Escatología, Ed, B.A.C., Madrid 1996, p. 105.
988
Para A. FUENTES, “toda la escatología: muerte, juicio, infierno y gloria. Son realidades que emergen con fuerza de la
teología del ´kerygma`y de la Cruz”. El Neocatecumenado, p. 133.
989
Para S. Pablo “la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo” (cf. Rom 10,17). En íntima conexión
con esta comprensión paulina, se sitúa la praxis iniciática del Neocatecumenado (ver SCN, art 9, 1ª).
Como he hecho en las anteriores dimensiones, señalo ahora algunos de los rasgos
escatológicos más significativos de su núcleo catequético:

a) La teología bautismal, inserta en la médula del Neocatecumenado, es una


declaración del triunfo de la gracia sobre el pecado, de la vida sobre la muerte, de
la libertad sobre la esclavitud, a través de la muerte y resurrección de Cristo, de
cuyo triunfo glorioso participa el cristiano. En continuidad con la dialéctica
paulina del ya pero todavía no, en el Neocatecumenado se pone más énfasis en la
dialéctica joánica ya pero todavía más: “Mirad que amor nos ha tenido el Padre
para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (ya) [...] Queridos, ahora somos
hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos (todavía no). Sabemos
que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es
(todavía más) [cf. 1ª Jn 3,1-2; 1ª Cor 13,12).

b) La concentración teológica en el Misterio Pascual de la espiritualidad


bautismal, hace que todo el Neocatecumenado reciba su fuerza y dinamismo
pascual de la celebración solemne del Santo Triduo, “cuyo fulgor irradia de luz
todo el año litúrgico, y que constituye por tanto el axis del Neocatecumenado, en
cuanto redescubrimiento de la iniciación cristiana” (SCN, art. 12&1).

c) La recuperación de la Vigilia Pascual y su índole escatológica resaltada de


modo eminente en el Neocatecumenado hace que todas las liturgias
neocatecumenales sean como una prolongación de la solemne Eucaristía de la
Vigilia de Pascua990, e introduce gradualmente en una espiritualidad escatológica
a los neocatecúmenos, haciéndoles descubrirse como hombres en camino, de
paso991.

d) Esta espiritualidad escatológica es alimentada, cada semana, en la celebración


de la Eucaristía dominical, que tiene lugar el sábado, después de las primeras
vísperas, y que, simbólicamente, con el signo de la noche, es como un eco de la
Vigilia Pascual: “La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar con un
sagrado recuerdo, en días determinados a través del año, la obra salvífica de su
divino Esposo. Cada semana, en el día que llamó del Señor, conmemora su

990
“La experiencia nos va diciendo cómo las comunidades encuentran en la Pascua el sentido a todo el año litúrgico. No se
concibe siquiera cómo puede vivirse la vida cristiana sin vivir la Vigilia Pascual, sin integrarse en el Misterio Pascual, sin hacer
la experiencia pascual como Pueblo de Dios. Ello explica y vigoriza la celebración de la Palabra de Dios cada semana y la
Eucaristía abriendo el Día del Señor, la convivencia de cada mes y cada ´paso`del ´camino`: de la Pascua venimos, a la Pascua
vamos y de Pascua en Pascua caminamos hacia el ´paso-pascua`definitivo y pleno a la Casa del Padre”. Cfr. JESÚS
HIGUERAS, La Parroquia y el Camino Neocatecumenal, p. 105.
991
Esta es la ´espiritualidad` que se proponía a los recién bautizados en la primitiva Iglesia, tal y como aparece en la Primera
Carta de San Pedro: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los que viven como extranjeros en la dispersión” (cf. 1,1). En la Nota de
la Biblia de Jerusalén se ilustra así la categoría ´extranjero`: La tierra es de Dios (Sal 24,1); el hombre vive en ella como
forastero (Lv 25,23), ´de paso`, puesto que ha de abandonarla al morir (Sal 39, 13s; 119, 19). Revelada ya la resurrección de
los muertos (2 M 7,9+), se completa el tema: la verdadera patria del hombre (Flp 3, 20; Col 3,1-4; Hb 11, 8-16; 13,14) es el
cielo; en la tierra vive ´en destierro` (paroikia, de donde procede ´parroquia`, 1 Pe 1,17; 2Cor 5, 1-8), en medio de un mundo
gentil, cuyos vicios deben evitarse (1 P 2,11; 4,2-4), como vivían los judíos de la Dispersión.
resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa pasión, en la
máxima solemnidad de la Pascua” (SC, 102)992.

e) Teológica y pastoralmente unida a la recuperación de la Eucaristía como


anticipo del descanso escatológico, la praxis del Neocatecumenado introduce
pedagógicamente a los neocatecúmenos a vivir el Domingo como “día de la
alegría, descanso y solidaridad”993, también como “día de la esperanza”(DD, nº
38).

f) La iniciación a una forma de vida que reclama gestos escatológicos es una tarea
que a lo largo del Neocatecumenado se realiza gradualmente: En el primer
Escrutinio, los neocatecúmenos “piden a la Iglesia que les ayude a madurar en la
fe para realizar las obras de vida eterna (cf. Lc 14,25-33)” (SCN art. 19, 1ª);
durante el Neocatecumenado, y en relación con las entregas que van a recibir los
neocatecúmenos, profundizarán -estudiando por el Catecismo de la Iglesia
Católica- en todas las implicaciones y connotaciones escatológicas: en relación
con la oración, los artículos del Credo y las peticiones del Padre Nuestro, y lo
celebrarán en el contexto de la Liturgia de la Palabra y de la Eucaristía994. Con la
entrega de la Liturgia de las Horas, serán iniciados a pedir la fuerza de lo alto
cada día para entrar en la voluntad de Dios; con la entrega del Símbolo, aprenderán
a confesar a Jesús como el Señor de la historia, “mientras esperamos la aparición
gloriosa de nuestro Salvador Jesucristo”; y con la entrega de la Oración del Señor,
profundizan aún más en el carácter escatológico de las peticiones, “es la oración
propia de los últimos tiempos, tiempos de salvación que han comenzado con la
efusión del Espíritu Santo y que terminarán con la Vuelta del Señor. Las
peticiones al Padre, a diferencia de las oraciones de la Antigua Alianza, se apoyan
en el misterio de salvación ya realizado, de una vez por todas, en Cristo
crucificado y resucitado” (CCE, nº 2771).

g) En el Neocatecumenado, en la medida en que maduran los neocatecúmenos


en la fe, aparecen gestos y actitudes que comportan un plus de confianza
escatológica: el surgimiento de la vocación de catequistas itinerantes995, que
992
“La eucaristía es el lugar donde la Iglesia profesa y alimenta su esperanza escatológica, pidiendo al Padre que las promesas
del Reino se lleven eficazmente a su cumplimiento”. Cfr. D. BOROBIO, La Eucaristía, p, 377. Para un acercamiento a la
perspectiva escatológica de la Eucaristía en el Concilio y documentos posteriores, ver las pp. 380-383.
993
Cfr. JUAN PABLO II, Dies Domini. El día del Señor, nnº 55-73.
994
El Concilio puso de manifiesto que “la más excelente manera de unirnos a la Iglesia celeste tiene lugar cuando -
especialmente en la sagrada liturgia, en la cual la virtud del Espíritu Santo actúa sobre nosotros por medio de los signos
sacramentales- celebramos juntos con gozo común las alabanzas de la Divina Majestad [...] Así, pues, al celebrar el sacrificio
eucarístico es cuando mejor nos unimos al culto de la Iglesia celestial”. Cfr. LG, nº 50. Ver todo el capítulo VII, dedicado a la
´Indole escatológica de la Iglesia peregrinante y su unión con la Iglesia celestial`(nnº 48-51). En SC, nº 8 se afirma que “en la
liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia
la cual nos dirigimos como peregrinos y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y del
tabernáculo verdadero...”.
995
“El catequista itinerante queda unido a su parroquia y comunidad, a la que vuelve regularmente para participar en el Camino
de la misma. Además, el catequista itinerante acepta vivir su misión en precariedad -según la praxis de más de treinta años del
Camino Neocatecumenal-”. Cfr. SCN, art. 31&4.
dejando trabajo, familia y casa, ofrecen su vida entera a la evangelización; la
apertura a la vida en los jóvenes matrimonios, en una cultura que está cerrada a la
vida y que se expresa crudamente en el descenso de la natalidad996; la
disponibilidad de familias numerosas para ir a cualquier parte del mundo a
evangelizar, dejando trabajo, seguridades y comodidades997; número estimable de
vocaciones para la vida contemplativa; desprendimiento y comunicación de
bienes entre los hermanos... son signos elocuentes de la radicalidad de una fe que
gusta aquí ya, anticipadamente, las delicias del Reino y que empieza a vislumbrar
el “ya pero todavía más”del Cielo.

h) Los tiempos litúrgicos marcados por la tensión escatológica son Adviento y


Pascua. En el Adviento, los neocatecúmenos viven en una intensa oración
comunitaria, por las mañanas en las parroquias, haciendo presente la actitud de la
Esposa que grita, “¡Ven!” (cf. Ap. 21,17), en la espera de la Parusía. En la
cincuentena pascual celebran en el contexto de las eucaristías la presencia del
Esposo en la Cena del Señor como anticipación del banquete escatológico por las
bodas del Cordero (cf. Ap 19,9). Así, al celebrar el memorial de Cristo, que
resucitó y ascendió al cielo, la comunidad cristiana está a la espera de “la gloriosa
venida de nuestro Salvador Jesucristo”998 .

i) Por último, hay que resaltar que el Neocatecumenado no sólo enseña e inicia
a vivir como cristianos, sino que también enseña e inicia a saber morir como
cristianos999. No deja de ser una ayuda para la recuperación pascual de la liturgia

996
Para el Papa JUAN PABLO II, “la banalización de la sexualidad es uno de los factores principales que están en la raíz del
desprecio por la vida naciente: sólo un amor verdadero sabe custodiar la vida. Por tanto, no se nos puede eximir de ofrecer
sobre todo a los adolescentes y a los jóvenes la auténtica educación de la sexualidad y del amor, una educación que implica la
formación de la castidad, como virtud que favorece la madurez de la persona y la capacita para respetar el significado
´esponsal`del cuerpo. La labor de educación para la vida requiere la formación de los esposos para la procreación responsable”.
Cfr. Carta Encíclica, Evangelium vitae, Ed, PPC, Madrid 1995, nº 97. La praxis neocatecumenal está mostrando cómo el
Neocatecumenado es un ámbito privilegiado para la educación en el valor de la vida en su integridad: sexualidad, amor y
castidad. La formación y educación sexual que los jóvenes neocatecúmenos reciben es inequívocamente católica, y hoy por
hoy, existencialmente ´martirial` porque les hace ir ´contracorriente`en la ´cultura de la muerte` con la que tienen que
confrontarse cada día. Ver, en esta perspectiva: CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA, Para una pastoral de la cultura,
Ed, Edice, Madrid 1999, nº 8; RAÚL BERZOSA, Evangelizar en una nueva cultura. Respuestas a los retos de hoy, Ed, San
Pablo, Madrid 1998.
997
“La familia en misión queda unida a su parroquia y comunidad, a la que retorna periódicamente para participar en el Camino
de la misma. Además acepta vivir en la precariedad su misión -ayudada eventualmente por la comunidad de origen-, quedando
libre de interrumpirla en cualquier momento”. Cfr. SCN, art. 33&3.
998
Misal Romano, Embolismo después del Padre Nuestro.
999
El profesor titular de Filosofía de la Moral de la Universidad de Salamanca, ENRIQUE BONETE sostiene -desde una
investigación de las implicaciones éticas de la muerte- que “es necesario en las familias, vivir los últimos momentos como
privilegiados para tomar en peso la propia existencia y alcanzar tal grado de comunicación con los enfermos graves que les
libere de cualquier pánico o tabú que impidan la aceptación madura y digna de la ´muerte propia`. De lo contrario se fomenta
indirectamente la violación de ciertos derechos a los enfermos terminales: ´Tengo derecho a que se responda honestamente a
mis preguntas` y ´Tengo derecho a no ser engañado`”. Cfr. “Ética de la muerte” y “Ética del Morir”, en Éticas en esbozo, Ed,
DDB, Bilbao 2003, pp. 165-220; del mismo autor, La faz oculta de la modernidad, Ed, Tecnos, Madrid, 1995, cap. I: “La
sociedad moderna ante la muerte”. Desde una perspectiva cristiana son de sumo interés obras de reflexión en torno al ´más
allá`de la muerte y sus repercusiones en la forma de acercarse al final - y al ´sentido`- de la vida: OLEGARIO G. DE
CARDEDAL, Madre y muerte, Ed, Sígueme, Salamanca, 1993; J.A. VALLEJO-NÁGERA y J.L. OLAIZOLA, La puerta de
la esperanza, Ed, Rialp, Madrid, 1997; V. MESSORI, Apostar por la muerte. La propuesta cristiana, ¿ilusión o esperanza?,
Ed, B.A.C., Madrid, 1995; J. L. RUÍZ DE LA PEÑA, La Pascua de la creación. Escatología, Ed, B.A.C., Madrid, 1996.
de la exequias, contemplar el modo y el espíritu con que normalmente los
neocatecúmenos celebran la muerte de los hermanos de la comunidad y parientes
de sus familias. Cuando se asiste a un funeral de algún miembro de las
Comunidades Neocatecumenales se tiene - en no pocas ocasiones- la experiencia
de verificar cómo la fe en Jesucristo y la esperanza en la Resurrección iluminan
de tal forma esta situación-límite de dolor y de muerte, que aparece transformada
y vivenciada como una verdadera situación de paso, y de pascua: “No queremos
que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no os entristezcáis
como los demás, que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y
resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús”
(cf. 1 Tes 4,13-14). Esta es la fe que consuela, esta es la esperanza que no
defrauda.

5. El Neocatecumenado al servicio de la transformación de la Parroquia en


“comunidad de comunidades”.

El desarrollo práctico y concreto de todo el itinerario neocatecumenal se


desarrolla dentro de la parroquia “ámbito ordinario donde se nace y se crece en la
fe, lugar privilegiado donde la Iglesia, madre y maestra, engendra en la fuente
bautismal a los hijos de Dios y les gesta a la vida nueva” (SCN, art. 6&1). El
hecho de ir madurando gradualmente la fe en pequeñas comunidades al interior
de la Parroquia está ayudando a formar progresivamente dentro de ella un
conjunto de comunidades que está haciendo vislumbrar un nuevo tipo de
parroquia. En este sentido el Estatuto del CN reconoce que este itinerario
“contribuye a la renovación parroquial deseada por el Magisterio de la Iglesia de
promover nuevos métodos y nuevas estructuras que eviten el anonimato y la
masificación, y de considerar la parroquia como comunidad de comunidades”
(SCN, art. 22&2)1000. Esta misma perspectiva es asumida y propuesta por nuestros
Obispos al referirse a la Parroquia en el Plan Pastoral de la CEE 2002-2005 en
estos términos: “Esta institución, nacida en los primeros tiempos de la Iglesia, está
llamada a continuar ejerciendo su influjo benéfico en este nuevo siglo, como
comunidad de comunidades y casa abierta para todos inserta junto a las casas de
los vecinos y con espíritu misionero”1001.

De cara a situar bien los conflictos que se plantean a nivel parroquial en


relación con las CNC, pienso que es necesario partir de una adecuada y
clarividente eclesiología de comunión1002
1000
Para una comprensión más detenida y global de este nuevo tipo de parroquia, ver, J. HIGUERAS, La parroquia y el
camino neocatecumenal. Una experiencia, Ed, Edibesa, Madrid 1992; ID., Hacia la parroquia del Tercer Milenio, Ed, Edibesa,
Madrid 2000.
1001
Cfr. Una Iglesia esperanzada, n º 47.
1002
Cfr. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, El Misterio de la Iglesia y la Iglesia como Comunión, Ed,
Palabra, Madrid 1994.
y proyectar desde ella una nueva comprensión de la Parroquia.

a) La Parroquia a la luz de la eclesiología de comunión

El Vaticano II ha sido un Concilio de reforma, de puesta al día. Ha


equilibrado realidades eclesiales que desde hacía siglos estaban descompensadas.
Ha afirmado simultáneamente y en recíproca interacción el papado y la
colegialidad, la fraternidad cristiana y la autoridad ministerial, la unidad de la
Iglesia universal y la consistencia real de las iglesias particulares, la solidaridad
con el mundo y la irreductible identidad... Pero la reforma iniciada no tiene fin en
sí misma, tiende a que la Iglesia adquiera mayor disponibilidad cristiana para
afrontar la evangelización urgente en la nueva etapa de la libertad y de la justicia
en que está entrando el mundo. El Vaticano II ha conectado con el primer milenio
de la historia de la Iglesia.

La Iglesia se renueva paradójicamente: volviendo a las fuentes; existe una


conexión estrecha entre búsqueda de las raíces y capacitación para asumir en el
mundo la misión. La Iglesia se reforma, es decir se purifica de las deformaciones,
buscando la forma original, es decir, conformándose con la voluntad de Jesucristo.

El Vaticano II encontró en la categoría communio la clave unificadora1003


para la comprensión de la Iglesia. De aquí que al fundamentar su doctrina
eclesiológica acerca del misterio de la Iglesia sobre la noción de comunión,
hizo revivir un pensamiento permanente en la tradición cristiana. Así lo afirma J.
Ratzinger: “Esta eclesiología de la communio se ha convertido en el verdadero y
propio corazón de la doctrina sobre la Iglesia del Vaticano II, el elemento nuevo
y al mismo tiempo totalmente vinculado a los orígenes, que este Concilio ha
querido darnos”1004.

Pues bien, si “la eclesiología de comunión es una idea central y fundamental


en los documentos del Concilio1005, voy a intentar mostrar cómo se resitúa la
Parroquia en este nuevo ´marco eclesiológico`.

a) 1) La Parroquia, lugar de comunión

El Concilio Vaticano II ha presentado el misterio íntimo de la Iglesia como


communio, es decir, como “señal e instrumento de íntima unión con Dios y de la
unidad de todo el género humano” (LG, nº 1), y aparece ella misma como una
“muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
1003
Cfr. R. BLÁZQUEZ, “Eclesiología de comunión”, en La Iglesia del Concilio Vaticano II, pp. 55-76.
1004
Cfr. “L´Ecclesiologia del Vaticano II”, en La Chiesa del Concilio, Milano, 1979, p.13
1005
Cfr. Sínodo Extraordinario de 1985: RF, II, C, 1.
(LG, nº 4). La importancia de esta nueva conciencia eclesial la reconoce A. Antón
al afirmar: “La innovación del Vaticano II de mayor trascendencia para la
eclesiología ha sido el haber centrado la teología del misterio de la Iglesia sobre
la noción de comunión”1006. Una Iglesia formada por cristianos que se sienten
solidarios en el seno de pequeñas comunidades, nacidas a partir de la fe común,
haciéndose responsables de la vida y de la misión de la Iglesia1007.

En la eclesiología de comunión se hacen convergentes o mejor coinciden la


eclesiología eucarística y la eclesiología de la Iglesia local. Una comunidad
cristiana, convocada en un lugar determinado, donde se celebra el memorial del
Señor, es con toda verdad la Iglesia de Dios (LG, nº 26) 1008. De aquí, la
importancia de la parroquia como lugar de comunión. En este sentido “quiero
hacer notar que en el texto definitivo de LG, nº 26 se ha insertado este párrafo
gracias a la intervención de Mons. E. Schick que venía a responder a la ausencia
de una teología de la Iglesia particular que contemplara la naturaleza del
presbiterado, por un lado, y cómo esta consideración del orden de los presbíteros
nos conduce por sí misma, según Mons. Schick, a un punto de máxima
importancia, como es la Iglesia del lugar o parroquia en su sentido, no tanto
administrativo, sino más bien teológico”1009. Por tanto, decir que la parroquia es
una ecclesia equivale a decir que la parroquia es una communio, una comunión.

Para dar vida hoy a una imagen de Iglesia según el Evangelio, es necesario
inspirarse en el modelo que a través del NT nos presentan las primeras
comunidades cristianas. Hemos heredado un modelo de Iglesia demasiado
recargado en lo institucional y en lo estructural que no facilita el sentido
comunitario y hace necesario un discernimiento de aquellas mediaciones
institucionales que hagan posible la existencia de la Iglesia como comunidad y no
ahoguen su desarrollo. Se hace necesario entender a la Iglesia desde una
perspectiva nueva, y no sólo reducirse a ´poner al día`sus estructuras, comparto
en este sentido la afirmación de P.A. Liege cuando afirma que “desde el nuevo
descubrimiento de la comunidad cristiana, como acontecimiento y comunión de
fe, de fraternidad, de servicio y de testimonio, se pueden volver a descubrir

1006
Cfr. Primado y colegialidad, Ed, B.A.C, Madrid 1970; p. 34.
1007
Existe abundante bibliografía sobre las pequeñas comunidades. Puede verse, por ejemplo en C. FLORISTÁN, Bibliografía
sobre comunidades de base: Actualidad Catequética 67 (1974), pp. 167-184. Para una comprensión de las CNC sigue siendo
válido el libro de R. BLÁZQUEZ, Las comunidades neocatecumenales.
1008
Cfr. JUAN JOSÉ CALLES, Lumen gentium, nº 26: Génesis, historia y teología, Licenciatura de Teología Dogmática,
Salamanca 1988.
1009
Ibid, p. 87. En su intervención conciliar Mons. E. SCHICK llegó a afirmar que “la parroquia, en su sentido teológico, o
sea, la comunidad de cristianos de un lugar, que suele reunirse para celebrar la Eucaristía, es según el Nuevo Testamento Iglesia.
No es tanto una ´sección`administrativa de la Iglesia, sino una representación verdadera y manifiesta de la Iglesia universal”.
Cfr. Ac. Syn. II/II, pp. 397-398.
también las indispensables estructuras eclesiales que la comunidad necesita para
ser íntegramente comunidad eclesial”1010.

a) 2) Raíces del moderno concepto de comunidad

Hasta el Vaticano II, la teología católica desconocía este concepto de


comunidad. En la segunda edición del “Lexikon fur Theologie und Kirche”,
preparada por Karl Rahner, el artículo ´Gemeinde` (comunidad) remite sobre todo
a la concepción bíblica de la Iglesia y, a continuación, analiza la comunidad como
concepto protestante. En realidad, tampoco el Concilio conoció esta concepción.

El hecho de que el Concilio no haya formado este concepto, ni que, a pesar


de algunas alusiones y aproximaciones, haya hablado de la comunidad en el
sentido en que nosotros lo empleamos, no quiere decir que la idea sea inadmisible.
No obstante, este entramado básico le asigna ya su lugar y, desde este punto de
vista, el silencio del Concilio marca ciertos límites que son de fundamental
importancia para los nuevos razonamientos. Pero antes hay que preguntarse: ¿De
qué raíces se nutre el concepto de comunidad, si no procede de la tradición
católica? ¿Qué características tiene su contenido? ¿Cómo se pude aceptar y cómo
depurar si es necesario? A estos interrogantes responde con profundidad J.
Ratzinger1011. Según el Cardenal, el concepto de comunidad tiene tres fuentes
esenciales, sigo aquí su planteamiento:

1ª) La raíz más importante debe de buscarse en el movimiento reformista


del siglo XVI: sólo tiene valor teológico y está acorde con el evangelio cada una
de las comunidades concretas, reunidas bajo la palabra.
2ª) En Lutero, la idea de comunidad se entiende básicamente desde la
palabra (el evangelio): “el concepto de comunidad se apoya en dos elementos
fundamentales: la llamada de Dios que convoca y la respuesta a la llamada”.
3ª) Influyen también los modernos conceptos de democracia de base, de
enfrentamientos entre los de arriba y los de abajo, de construcción la nueva
sociedad a través de la base, ideas no pocas veces impreganadas de las utopías de
la moderna crítica social.

1010
Cfr. Comunidad y comunidades en la Iglesia, Ed, Narcea, Madrid, 1978, p. 38. Sigue teniendo vigencia el estudio de la
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL, Servicio pastoral a las pequeñas comunidades cristianas, Ed, Edice, Madrid 1982.
En este documento se apuntaba ya la nueva concepción de parroquia: “La concepción de parroquia como comunidad de
comunidades nos parece a la vez perfectamente viable, sumamente adecuada a los condicionamientos del hombre y la sociedad
de hoy, y extraordinariamente beneficiosa para el crecimiento profundo y verdadero de la Iglesia. Decimos esto, teniendo
presente los resultados de las numerosas experiencias constatadas, así como las excepcionales condiciones que las Pequeñas
Comunidades están demostrando para estimular la autenticidad y la comunión eclesial” (p. 34).
1011
Cfr. Teoría de los principios teológicos, pp. 348-357.
J. Ratzinger llega a la conclusión, en su estudio, de que en el nuevo
concepto de comunidad afloran muchos motivos dignos de atención; no obstante,
mezclados con ellos aparecen otros motivos y concepciones que deforman, por
fuerza, el concepto de Iglesia. Esta deformación surge allí donde el don divino de
la Eucaristía se destila un derecho del grupo que, en última instancia, convierte a
la Eucaristía más en medio para la autorrealización y la autoconservación del
grupo que para su inserción en la amplia dimensión de la gran comunidad de todos
los creyentes1012.

Sin embargo, el camino de la recuperación del concepto de comunidad está


abierto, según J. Ratzinger, para conseguir este concepto positivo de comunidad
es perfectamente lícito tomar como punto de partida la idea de Lutero según la
cual la comunidad se constituye en virtud de la llamada de la Palabra de Dios.
Ahora bien, ´ser llamado en la palabra`significa también, siempre, ser llamado en
la conexión obligatoria y vinculante de historia de vida de la comunidad creada
por la Palabra, en la conexión católica. Desde aquí se advierte como el ministerio
jerarquico no es un añadido posterior a la Palabra, de tipo organizativo, sino que
es parte constitutiva de la forma esencial sacramental católica de la Palabra única,
que permanece así como única, en la historia1013.

Estos dos polos que constituyen la comunidad cristiana -legitimidad y


comunión- aparecen con claridad en LG, nº 26 donde se afirma que “toda legítima
celebración de la Eucaristía es dirigida por el Obispo, al cual le fue confiada la
tarea de ofrecer a la Divina Majestad el culto cristiano y de regularlo según los
mandamientos del Señor y las leyes de la Iglesia”. Las pequeñas comunidades
cristianas presididas por un presbítero se insertan, mediante la palabra legitimis,
en el contexto de la sucesión apostólica y, por tanto, de la Iglesia universal. Y por
la comunión con el Obispo se constituye en comunidad. A partir de estos dos
principios, sostiene J. Ratzinger, se puede insistir “con mucha fuerza en la
importancia teológica de la asamblea local, de la comunidad que ha surgido en
unos lugares determinados o a partir de ciertos grupos y es el soporte de las
personas concretas, y puede elaborarse un concepto teológicamente fecundo de
comunidad”1014.

a) 3) Recuperación del carácter comunitario de la Iglesia

La dimensión comunitaria no es algo exclusivo de la vida cristiana, sino


que es algo connatural a la misma existencia humana. Sin vida comunitaria, el
hombre deja de ser humano porque deja de ser social. El hombre tiende a vivir en
1012
Tiene de trasfondo, entre otras, la obra de E. SCHILLEBEECKX, El ministerio eclesial, Ed, Cristiandad, Madrid 1983.
1013
Para conocer de cerca estos planteamientos, ver Teoría de los principios teológicos, p. 356s.
1014
Ibid., p. 358.
común, necesita de los otros para su propio desarrollo y madurez. Esta dimensión
comunitaria parece que hoy adquiere nuevo impulso debido, en parte, a un sentido
renovado de responsabilidad y participación adquirido a nivel social; y, por otra,
la soledad y el anonimato que produce la sociedad industrial conduce a la
necesidad de vivir unas relaciones interpersonales a nivel humano que, como muy
bien ha expresado Henri De Lubac, permitan “instaurar relaciones personales,
interpersonales, de reconocimiento mutuo (llamarse por el apellido, por el
nombre), de comunicación, intercambio, de codo a codo. Surge por consiguiente,
una insatisfacción ante las grandes asambleas anónimas (...). La Iglesia no puede
seguir siendo un aparato extraño a la realidad comunitaria vivida”1015. Y esta
misma preocupación se la manifestaba el Papa Juan Pablo II a los obispos de
Ontario (Canadá) con motivo de la visita ad limina: “para muchas personas,
especialmente para los jóvenes, la ciudad se convierte en una experiencia de
desarraigo, anonimato e injusticia, con la consiguiente pérdida de identidad y del
sentido de la dignidad humana (...) Hace falta una experiencia nueva y más
profunda de la comunidad en Cristo, que es la única respuesta eficaz y duradera a
una cultura marcada por el desarraigo y el anonimato”1016.
La utopía comunitaria se presenta como el resorte capaz de cambiar las
relaciones humanas y la sociedad. Por su parte, los cristianos encuentran en su fe
nuevos motivos que estimulan y mantienen el impulso comunitario. El P. Liege
sostiene que los discípulos de Jesús “tienen motivos particulares para desear vivir
comunitariamente, en la medida en que se posesionan del Evangelio, origen de su
fe. Es cierto que no encuentran en su fe ningún ´modelo`unitario de comunidad,
pero sí la urgencia de existir como comunidad y unas normas de conformidad con
el proyecto eclesial de Jesucristo. Incumbe a cada generación de creyentes la tarea
interminable de dar forma a esta urgencia comunitaria nacida del Evangelio, y de
hacer visible y significativo el ´nosotros`comunitario de los cristianos”1017.

1015
Cfr. Llamados a la vida, Ed, Herder, Barcelona 1988, pp. 146-147.
1016
Cfr. El desarrollo de las grandes ciudades plantea graves problemas pastorales a la Iglesia: L´Osservatore romano (14
de mayo de 1999), p. 2. A la problemática pastoral de cómo evangelizar la cultura urbana ha querido responder el último
Sínodo de Obispos de América que han llegado a afirmar que no hay que dejar que el anonimato de las ciudades invada nuestras
comunidades eucarísticas. Hace falta encontrar nuevos métodos y nuevas estructuras para construir puentes entre las personas,
de modo que se realice realmente la experiencia de acogida mutua y de cercanía que la fraternidad cristiana requiere. Podría
ser que esta experiencia, y la catequesis que debe acompañarla, se realice mejor en comunidades más pequeñas, como se aprecia
en la Exhortación postsinodal: “Una clave de renovación parroquial, especialmente urgente en las parroquias de las grandes
ciudades, puede encontrarse quizá considerando la parroquia como comunidad de comunidades... Ellas son el marco más fácil
para escuchar la palabra de Dios, para reflexionar a su luz sobre los diversos problemas humanos y madurar opciones
responsables inspiradas en el amor universal de Cristo”. Cfr. Ecclesia in América, nº 41. El Papa Juan Pablo II ha desarrollado
esta misma perspectiva en dos alocuciones en relación con la CNC: “El Camino Neocatecumenal, en el que maduran los
itinerantes y las familias misioneras, puede responder a los desafíos del secularísmo, de la difusión de las sectas y de la escasez
de vocaciones. La reflexión sobre la palabra de Dios y la participación en la Eucaristía hacen posible la vitalidad de la parroquia
mediante cristianos maduros capaces de dar testimonio de la verdad con una fe radicalmente vivida”. Cfr. Mensaje a los
miembros del CN lain El Camino Neocatecumenal puede responder a los desafíos del secularísmo, las sectas y la escasez
de vocaciones: Ecclesia, n. 2.632 (15 de mayo de 1993), p. 31; y un año más tarde volvía a afirmar: “Estas comunidades ayudan
a experimentar la Iglesia como cuerpo de Cristo, en el que, mediante los signos sacramentales, Dios extiende su acción salvífica
a los hombres de toda generación, sobre todo a las familias”. Cfr. Un ejemplo de nueva evangelización: L´Osservatore romano
(21 de enero de 1994), p. 20.
1017
Cfr. P.A. LIEGE, o. cit., p. 9. En esta perspectiva ver G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería. Dimensiones
comunitarias de la fe cristiana.
La recuperación de la dimensión comunitaria de toda experiencia cristiana,
hará posible el que la Iglesia hoy recupere su sentido primigenio, llegue a ser
fraternidad efectiva y se convierta en un lugar de anuncio gozoso y de
interpelación para todos los hombres. Es necesario para ello, como afirma el P.
Liege que “todo bautizado se oriente hacia las experiencias comunitarias y
comprenda que es facultativa la vida comunitaria a causa del Evangelio. Son aún
demasiados los bautizados que vegetan en la Iglesia, sin integrarse activamente
en ella, por pensar que la vida comunitaria exige una vocación especial y un
atractivo particular, si es que no la juzgan puro esnobismo”1018. En este sentido la
praxis del Neocatecumenado al ser vivido en pequeñas comunidades ayuda
enormemente a vivir la comunitariedad de la fe como un don: “La educación a la
vida comunitaria es una de las tareas fundamentales de la iniciación cristiana. El
Neocatecumenado educa a ella de modo gradual y constante mediante la inserción
en una pequeña comunidad, cual cuerpo de Cristo resucitado, abierta a la vida de
la comunidad parroquial y de toda la Iglesia” (SCN, art. 15&1).

Sin embargo hay que reconocer que en esta dimensión nos encontramos
todavía ante una transición en gran medida todavía pendiente: pasar de una forma
de Iglesia como organización de servicios religiosos (por ello pudo ser
identificada la Iglesia con el Papa, los Obispos, los sacerdotes, los frailes y las
monjas) a otra forma de Iglesia como comunidad, donde todos seamos miembros
activos, conscientes de la dignidad cristiana, dispuestos a dar personalmente razón
de la esperanza, responsables en los trabajos del Evangelio. La acentuación de la
comunitariedad, que reclama como necesario correlato la acentuación de la
personalidad de cada uno, es de esta manera condición para la nueva
evangelización. La comunidad no es refugio de intimidados, sino hogar de
adultos. Para que la vida cristiana sea vivida verdaderamente en cristiano, ha de
ser vivida en comunidad1019.

b) Dos visiones eclesiológicas en conflicto

En el fondo de los conflictos que se han venido produciendo a lo largo de


estas últimas décadas en relación con la praxis eucarística de las CNC subyace un
problema de comprensión eclesiológica como muy bien ha detectado y señalado
L.Maldonado al decir que “la explicación de que siga existiendo una liturgia no
comunitaria tiene su origen en la pervivencia de un modelo de Iglesia no centrado

1018
Ibid., p. 104.
1019
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ afirma con rotundidad que “necesitamos recuperar la verdad de la Iglesia como
congregación, como comunidad (...) Sin comunitariedad la Iglesia pierde su misma identidad; se difuminan sus contornos, se
generaliza su concreción, se dilapida su fuerza, se afloja su densidad”. Cfr. “Dimensión eclesial de la identidad cristiana”, en
Jesús si, la Iglesia también, p. 311.
en la comunión. En la actual liturgia de nuestras iglesias coexisten, al menos, dos
modelos diversos de celebración correspondientes a los dos modelos de Iglesia
que también coexisten hoy en la praxis comunitaria. En las celebraciones masivas
y pasivas en que los fieles ´asisten` más bien como espectadores, subyace el
modelo de Iglesia denominada ´societaria`, es decir, ´sociedad perfecta`dominada
y absorbida por la jerarquía (...) No es que se deba contraponer sociedad jerárquica
y comunidad-comunión, pero sí deben articularse. Y, en todo caso, hay que dar la
primacía a lo que el Vaticano II se la concede. Precisamente el Vaticano II logra
la convergencia y coherencia notables entre sus dos Constituciones, la litúrgica y
la eclesiológica, la Sacrosanctum Concilium y la Lumen Gentium. Al tema
dominante de la primera, la participación de toda la asamblea en la celebración,
corresponde el tema dominante de la segunda, a saber: la idea de pueblo de Dios,
una Iglesia centrada no en el vértice sino en la base”1020.

Tomando como punto de partida el discernimiento hecho por L.


Maldonado, pero sin caer en una visión dualista de la realidad eclesial, sí que
podemos hablar de dos visiones de Iglesia, y por tanto de parroquia, en las que
liturgia y eclesialidad se implican mutuamente hasta condicionarse la una a la
otra.

b) 1) La Parroquia totalizante

En este modelo de comprensión eclesiológica se sitúan aquellos que


interpretan la Eucharisticum mysterium de manera restrictiva sin tener en cuenta
los ulteriores discernimientos y maduración de las cuestiones. Estos autores
(teólogos, pastoralístas y liturgístas) tienen y la expresan una honda preocupación
por el abandono de la práctica religiosa y de la mentalidad difusa de nuestra
situación cultural actual. Desearían congregar, de nuevo, en torno a la celebración
dominical a todos los fieles de una parroquia para así poder expresar mejor la
unidad de la Iglesia. Sin embargo esta preocupación pastoral conduce, cuando se
parte de una eclesiología universalista, a no valorar ni tener en cuenta
suficientemente las necesidades reales de los fieles. Se contradice así el principio
histórico que está en el origen de la multiplicidad de los lugares para la celebración
y de la multiplicación también de celebraciones en el mismo lugar, este principio
subraya la “salus animarum” “quae in ecclesia suprema semper lex esse debet”
(CIC, nº 1752).

La fe en la verdad pluridimensional de la Eucaristía y una teología


adecuada, sostiene P.J. Cordes, sufrieron en la Edad Media un
empequeñecimiento, cuando el misterio de la Eucaristía quedó encadenado a la
1020
Cfr. “La reforma litúrgica del Concilio y la práctica litúrgico-pastoral en la Iglesia española”, en A. GONZÁLEZ
MONTES (ed.), o. cit., p. 168.
única cuestión de la presencia real. Ciertamente es lamentable que a través de la
evolución se perdiera la perspectiva de que el sentido fundamental de la
celebración de la Eucaristía está en la unidad del cuerpo eclesial de Cristo. Pero
esta reducción teológica no es nada en comparación con la ceguera que supone
proponer la supresión de las celebraciones de la Eucaristía en pequeñas
comunidades, en favor de una única misa dominical en las parroquias, como si la
fijación de un criterio sociológico-numérico aumentara los resultados espirituales;
según parece, la comunidad se fundamenta y se edifica incuestionablemente sobre
el estar juntos, en el mismo lugar, todos los miembros de la parroquia”1021.
Efectivamente, tal reducción no es posible porque incluso desde el punto de vista
antropológico y filosófico, supone una cortedad de visión; y si se mira desde la fe
y la pastoral, no sólo debe ser calificado como criterio insuficiente, sino incluso
como equivocado.

Nadie se opondrá si una parroquia reduce el número habitual de misas


dominicales. También puede ocurrir que los sacerdotes se encuentren
sobrecargados por las numerosas liturgias que tienen que celebrar. Pero si, para
resolver las dificultades emergentes, los pastores responsables prestan atención a
la primitiva teología cristiana de la Eucaristía y al posible crecimiento espiritual
como fruto de una más profunda participación litúrgica, no se plantearán las cosas
sólo y en primer lugar a partir del número de misas, sino que deberán más bien
partir de criterios pastorales, con los que tomarán decisiones diferenciadas. Y la
misa en pequeñas comunidades será un modo muy apropiado para penetrar más
profundamente en el sentido del acontecimiento eucarístico. En este sentido
afirma P. Farnés que “si miramos la misa sólo bajo el aspecto de la manifestación
de su eclesialidad, habrá que preferir sin más la misa en gran asamblea. Pero si la
miramos también bajo otras realidades - la de la participación consciente, activa,
fructuosa (SC, nº 11), piadosa (SC, nº 48), interior y exterior (SC, nº 19)- la cosa
quizá puede variar. Es aquí donde se requiere gran equilibrio para sopesar qué es
lo mejor en cada caso”1022.

Ahora bien, en realidad, el ideal de que todos los miembros de la parroquia


deban reunirse en un único lugar para la celebración de la Eucaristía dominical
choca casi en todas partes con razones prácticas que lo hacen imposible. Para
constatarlo basta ver el tamaño de las parroquias y el número de sus habitantes1023.

1021
Cfr. Una participación activa, p. 100.
1022
Cfr. La celebración eucarística en pequeños grupos, p. 287.
1023
PJ. CORDES da los siguientes datos: “en Roma, la parroquia de San Juan Bosco tiene 65.000 habitantes y la de María de
la Esperanza 50.000; en Milán, la de Santos Nabor y Felix, 24.300 habitantes y la de los Santos Nereo y Aquiles, 21.300
habitantes; en París, la de S. Pedro de Mont Rouge, 51.200 habitantes y la de S. Lambert de Vaugirard, 51.700 habitantes; en
Madrid, de Pueblo de Colmenar Viejo, 32.000 habitantes, y la de San Vicente Ferrer, 19.000 habitantes. Estas cifras
representan, ciertamente unos datos extremos. Pero las parroquias en las que el domingo sea suficiente una única celebración
de la Eucaristía son también excepcional, muy poco frecuente”. Cfr. o. cit., pp. 101-102.
El problema, por tanto, está en la comprensión eclesiológica de la que se
parte. Hasta la formulación del Derecho Canónico de 1983, la idea de parroquia
partía del planteamiento local, el llamado ´principio parroquial`. En él confluían
tres normas determinantes: en primer lugar, el decreto del Concilio de Trento,
según el cual cada diócesis debía ser dividida necesariamente en jurisdicciones
parroquiales; en segundo lugar, el deber impuesto al párroco de hacerse
responsable de todos los que pertenecían a su parroquia ; en tercer lugar, la
subordinación de cada cristiano al párroco de su lugar de vivienda o de residencia.
En esta visión prevalecía lo jurídico sobre lo teológico.

El Concilio Vaticano II ha tomado pocas pero notables determinaciones


para la realidad parroquial. Según ellas, son consideradas diversas porciones del
Pueblo de Dios, no sólo la diócesis, sino también la parroquia y todas las demás
comunidades en las que el sacerdote ejerce su ministerio (LG, nnº 26 y 28; SC, nº
41; PO, nº 6). Las parroquias, por tanto se han de considerar como estructuras
organizativas de carácter jurídico-pastoral. Además, el Concilio pone de relieve
el significado del único presbiterio (LG, nº 28; PO, nº 7 y CD, nº 11), constituido
por el Obispo y sus presbíteros. También el presbiterio encuentra su fundamento
principalmente en un criterio, no de carácter jurídico, sino carismático-
sacramental: el criterio de la communio. Así, el segundo principio eclesiológico
de la parroquia es una realidad teológica (SC, nº 42). La parroquia es a luz de la
eclesiología conciliar communitas christifidelium, el elemento territorial pasa a un
segundo lugar. La parroquia no es en primer lugar una circunscripcióno un
distrito, sino la portadora de una misión (CIC, can. 516) y en el centro de la
determinación está, sobre todo, la asamblea eucarística como la fuente auténtica
de la comunión parroquial1024.

También el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la parroquia es “el


lugar donde todos los fieles pueden unirse para la celebración dominical de la
Eucaristía” (CCE, nº 2179). El texto usa possunt y no congregandi sunt, como se
podría esperar. Esto quiere decir que los fieles pueden ser convocados también en
otros lugares distintos dentro de la parroquia. Por lo demás corrobora esta misma
concepción el hecho de que en el CIC de 1983 se precise que “cumple el precepto
de participar en la Misa quien asiste a ella (qui missae assistit ubicumque

1024
Según PJ. CORDES “el auténtico ser de la verdadera Iglesia (SC, nº 2: Genuinam vere Ecclesiae naturam) lo expresa
cada comunidad que celebra la Eucaristía y está presidida por el presbítero. Según esto, la parroquia no es más que una posible
forma jurídica de las diversas comunidades eucarísticas de una Iglesia local: ´considerada constitucionalmente, se encuentra al
mismo nivel que las otras formas jurídicas de comunidades eucarísticas que han surgido como congregatio Christifidelium
gracias al carisma originario dado a un fundador o fundadora de movimientos o asociaciones eclesiales, o de otras formas
asociativas en el ámbito de la Iglesia`”. Cfr. o. cit., p. 106. Ya por los años ´80, Mons. INIESTA reclamaba que se debía
“reconocer eclesialmente la situación de las pequeñas comunidades cristianas, tan pertenecientes a la vida diocesana como las
parroquias territoriales, con tal de que tengan un cierto contacto con el obispo, incluso a través de los laicos, aunque muy
frecuentemente será por medio de un presbítero que atiende a la comunidad”. Cfr. Teopraxis: 2. Comunidades. Tareas
urgentes. Ensayos de Teología pastoral, p. 23.
celebratur ritu catholico), dondequiera que se celebre el rito católico, tanto el día
de la fiesta como el día anterior por la tarde” (can. 1248&1).

En la visión totalizante de parroquia y de acción pastoral que se


fundamenta en la sola celebración dominical, la multiplicación de celebraciones
es contemplada como un atentado a la presunta unidad parroquial y evidentemente
no encaja bien la praxis eucarística propia del Neocatecumenado donde la
Eucaristía es esencial en cuanto completa la iniciación cristiana y es vivida en
pequeña comunidad para que los neocatecúmenos “sean iniciados gradualmente
a la plena, consciente y activa participación en los divinos misterios” (SCN, art.
13&2). Sin embargo, como muy bien ha fundamentado Mons. Cordes, “parroquia
y Eucaristía en pequeñas comunidades tienen un mismo e idéntico objetivo. No
han de ser consideradas como alternativas o contradictorias, sino como
necesariamente relacionadas y asociadas una con otra. Sacrificar, en aras de una
más profunda unidad de la vida parroquial, la celebración de las eucaristías de
estas comunidades, carece de lógica en una perspectiva teológica. Prohibirlas
atenta contra el mismo principio de legitimidad de la parroquia”.1025

b) 2) La Parroquia comunidad de comunidades

Junto a la anterior visión de la parroquia desde una eclesiología


universalista, vamos a intentar mostrar, de nuevo, la concepción de la Parroquia
desde el principio troncal de la eclesiología conciliar de la comunión. El Concilio
Vaticano II presenta un tipo de parroquia sobre la base de la nueva eclesiología
por el mismo elaborada: “El Obispo no puede presidir personalmente a toda la
grey en su Iglesia, siempre y en todas partes. Por eso, necesariamente debe
constituir comunidades de fieles, entre las que destacan las parroquias,
distribuidas localmente bajo un pastor que hace las veces del Obispo. Estas, en
cierto modo, representan a la Iglesia visible establecida por todo el mundo. Por
tanto, se ha de fomentar teórica y prácticamente entre los fieles y el clero la vida
litúrgica parroquial y su relación con el Obispo, y hay que trabajar para que
florezca el sentido de comunidad parroquial, sobre todo en la celebración común
de la misa dominical” (SC, nº 42).

Esta noción de parroquia como comunidad de fieles, lógica consecuencia


de la eclesiología desarrollada por el Vaticano II en torno al concepto de
communio, encuentra su “expresión más completa in communi celebratione
missae dominicalis que es el centrum et culmen totius vitae christianae. Esto
significa que entre todos los coetus fidelium, que el obispo debe poder erigir para
presidir eficazmente la propia populi Dei portio, la parroquia es el paradigma de

1025
Cfr. Una participación activa, pp. 106-107.
agregación eclesial que nace de la celebración eucarística dominical”1026. La
asamblea eucarística es la fuente propia de la comunidad parroquial. Más aún, en
la visión que el Concilio tiene de la Eucaristía se afirmará, además, que “no se
construye ninguna comunidad cristiana si ésta no tiene su raíz y centro en la
celebración de la sagrada Eucaristía. En ella, por tanto, ha de empezar toda la
formación en el espíritu de comunidad”(PO, nº 6).

Si es verdad que la expresión parroquia comunidad de comunidades no


aparece como tal en los textos conciliares, sin embargo la recepción que la Iglesia
ha ido haciendo progresivamente de esta nueva comprensión eclesiologíca de la
Parroquia se ha ido abriendo paso al ritmo de los desafíos que a la Iglesia se le
han ido presentando. El Papa Pablo VI en Evangelii nuntiandi acogió con paternal
solicitud el fenómeno de las pequeñas comunidades y las interpretó como un signo
de los tiempos: “florecen un poco por todas partes en la Iglesia” (nº 58). Juan
Pablo II ha alentado y ayudando a que el fenómeno de las pequeñas comunidades
fuera acogido, valorado y ayudado. Será en Christifideles laici , nº 61 donde se
fundamentará el papel ´matriz`de la Parroquia como ámbito de inserción y de
comunión de las pequeñas comunidades. En el Mensaje al Pueblo de Dios, nº 10
los padres sinodales saludan la nueva concepción de la Parroquia: “Vemos con
alegría que la parroquia se convierte en comunidad de comunidades cuando es
ella el epicentro de las comunidades eclesiales de base y de los demás grupos y
comunidades que la dinamizan y, a la vez, se nutren de ella”. Dos años más tarde
en Redemptoris missio, nº 51 , ofrecerá un juicio más valorativo de lo que esta
transformación va a suponer dentro de la parroquia: “Estas comunidades
descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que pertenecen siempre
unidas, se enraízan en ambientes populares y rurales, convirtiéndose en fermento
de vida cristiana...”. Y esta evolución, en el pensamiento del Magisterio,
encuentra su madurez en las formulaciones que expresará Juan Pablo II en
Ecclesia in America, nº 41: “Una clave de renovación parroquial, especialmente
urgente en las parroquias de las grandes ciudades, puede encontrarse quizás
considerando la parroquia como comunidad de comunidades”.

Aunque el interés comunitario no es algo nuevo en la Iglesia y ha estado


siempre presente desde su origen, la convicción de que la comunidad constituye
el lugar apropiado de anuncio y vivencia de la fe se ha ido abriendo paso
progresivamente en los documentos del Magisterio en estos últimos decenios.
Hoy, en la Iglesia, la dimensión comunitaria es percibida como una necesidad más
sentida y universal entre los cristianos. Como he señalado anteriormente, el
anonimato y la masificación de la gran ciudad despierta la necesidad de vivir la
fe en grupos de talla humana o en pequeñas comunidades cristianas que sean de
verdad misioneras en nuestro mundo.

1026
Cfr. L. GEROSA, Carisma e diritto nella Chiesa, Ed, Jaca Book, Milano, 1989, p. 229.
La necesidad de que las estructuras de la Iglesia se renueven para responder
a los desafíos de una cultura urbana afecta primordialmente a la Parroquia, de ella
afirma Joan Bestard que “no puede ignorar la existencia de estos grupos o
comunidades de base, intermedios entre el individuo y ella misma. Tales grupos
o comunidades podrán ser un elemento revitalizador de la vida parroquial, ya que
en las parroquias urbanas es muy difícil que madure una verdadera conciencia
comunitaria si no es a nivel de estos grupos de talla humana. Las pequeñas
comunidades pueden dinamizar la vida parroquial y, a la vez, la parroquia puede
coordinar y relacionar a estas comunidades entre sí, para que no se queden
encerradas en horizontes demasiado estrechos o narcisistas. En estas pequeñas
comunidades, el hombre urbano encuentra una manera eficaz de profundizar su
experiencia cristiana, que es esencialmente personal y, al mismo tiempo,
esencialmente comunitaria”1027.

Efectivamente, ante la aldea global que ya señalara McLuhan, la Parroquia


está llamada a transformarse en una aldea celeste, con una nueva estética: un
catecumenium, con espacios modernos para el culto y para la vida de las pequeñas
comunidades, un modelo social más humano, capaz de abrir espacios para una
nueva cultura. Aquí hay que situar la urgente necesidad para la evangelización del
Catecumenado tal y como se pidió en el Congreso sobre Parroquia
evangelizadora: “Necesitamos experimentar y encontrar verdaderos
catecumenados para personas realmente alejadas. Procesos capaces de conducir
de la no fe a la fe, del alejamiento a la comunidad, del vacío a la experiencia
religiosa, de la indiferencia a la seducción por Jesús”1028.

Para que las parroquias sean verdaderas comunidades cristianas, el Papa


Juan Pablo II pide que “las autoridades locales favorezcan: a) la adaptación de la
estructuras parroquiales con la amplia flexibilidad que concede el Derecho
Canónico, sobre todo promoviendo la participación de los laicos en las
responsabilidades pastorales; b) las pequeñas comunidades eclesiales de base,
también llamadas comunidades vivas, donde los fieles pueden comunicarse
mutuamente la palabra de Dios y manifestarse en el recíproco servicio y en el

1027
Cfr. J. BESTARD, Desafíos de la realidad urbana a la parroquia: Sal Terrae (septiembre 1984), pp. 671-672.
1028
Cfr. Congreso Parroquia Evangelizadora, Ed, Edice, Madrid 1988. En la 1ª Ponencia del Congreso nos encontramos con
una lectura pastoral de los datos del análisis sociológico que se había hecho a partir de la encuesta preparatoria. Es muy
significativo reseñar la complementariedad que se ha ido produciendo en las parroquias de las diócesis españolas entre
parroquia - pequeñas comunidades y los movimientos apostólicos: “El sentido comunitario de la parroquia va en aumento: un
53% afirman que la estructura general de la parroquia es comunitaria” (...) También crece el número de parroquias concebidas
como una comunión de pequeñas comunidades diversas o que de hecho albergan en su seno algún tipo de comunidades:
populares (un 4,2%), neocatecumenales (un 10%), y otras pequeñas comunidades (un 27%)”. Cfr. Congreso, p. 65. De cara a
renovar nuestras parroquias, se afirma que éstas “no pueden ponerse al servicio de la evangelización, si no van transformándose
de centros de servicios religiosos en comunidades vivas de creyentes, es decir, en ámbitos donde los cristianos puedan vivir
realmente la experiencia de la fraternidad cristiana” (Ibid, p. 147).
amor; estas comunidades son verdaderas expresiones de la comunión eclesial y
centros de evangelización, en comunión con sus pastores”1029.

Ahora bien, este nuevo modelo de Iglesia, que puede ser definido como
comunidad de comunidades, tiene sus riesgos y comporta interiormente sus
limitaciones1030. De aquí la importancia de la Parroquia como lugar de comunión.
La Parroquia concebida como comunidad de comunidades se situaría en la línea
del ministerio de la unidad y de la comunión, siendo ella misma garantía de la
intercomunión entre diversas comunidades eclesiales. Puesta a su servicio, está
llamada a ofrecerles, además del lugar de culto, locales adecuados para sus
reuniones y una estructura básica capaz de coordinar iniciativas y hacer efectivo
un trabajo común. La Parroquia así concebida será la encargada de evitar la
disgregación de los grupos, pero sin imponerles una disciplina monovalente. Esta
perspectiva de comunión, como muy bien ha señalado el Papa Juan Pablo II “está
estrechamente unida a la capacidad de la comunidad cristiana para acoger los
dones del Espíritu. La unidad de la Iglesia no es uniformidad, sino integración de
las legítimas diversidades” (NMI, nº 46). La existencia de las comunidades dentro
de la Parroquia en forma de pequeñas iglesias locales facilitará la fermentación
cristiana de los miembros por la evangelización más honda, y tendrá más
consistencia la participación de los fieles. El Sínodo que reflexionó sobre la
vocación y misión de los fieles laicos en la Iglesia y el mundo, y que lo hizo a la
luz de la eclesiología de comunión afirma de las pequeñas comunidades que
“dentro de algunas parroquias, sobre todo si son extensas y dispersas, las pequeñas
comunidades eclesiales pueden ser una ayuda notable en la formación de los
cristianos, pudiendo hacer más capilar e incisiva la conciencia y la experiencia de
la comunión y de la misión eclesial”1031.

La Parroquia podrá llamarse y ser en verdad comunidad de comunidades si


es capaz de crear a su alrededor todo un tejido de grupos de talla humana
adecuadamente interrelacionados entre sí y con ella misma. Esta nueva
concepción de Parroquia ya ha sido asumida por la CEE: “La concepción de la
parroquia como comunidad de comunidades nos parece, a la vez perfectamente

1029
Cfr. Christifideles laici, nº 26. Algunos años más tarde, en 1991, Juan Pablo II sostendrá que “estas comunidades
descentralizan y articulan la comunidad parroquial a la que permanecen siempre unidas, se enraízan en ambientes populares y
rurales, convirtiéndose en fermentos de vida cristiana, de atención a los últimos, de compromiso en pos de la transformación
de la sociedad. En ellas cada cristiano hace una experiencia comunitaria, gracias a la cual también él se siente elemento activo,
estimulado a ofrecer su colaboración en las tareas de todos. De este modo, las mimas comunidades son instrumento de
evangelización y de primer anuncio, así como fuente de nuevos ministerios”. Cfr. Redemptoris missio, nº 51.
1030
Mons. RICARDO BLÁZQUEZ las ha señalado: “1ª) Cada comunidad no puede estar desconectada de otras comunidades
ni de la Iglesia univeral; 2ª) La vida eclesial en comunidad pequeña no puede llevar consigo una automarginación de la vida
pública; 3ª) Puede existir el peligro de que la intensidad de la vida comunitaria asfixie a la persona”. Cfr. Jesús sí, la Iglesia
también, pp. 312-313. En esta perspectiva ver la profunda reflexión de I. ZIZIOULAS, El ser eclesial. Persona, comunión,
Iglesia, Ed, Sígueme, Salamanca 2003.
1031
Cfr. JUAN PABLO II, Christifideles laici. Los fieles cristianos, nº 61. En el Mensaje final el Sínodo había recogido la
definición de nueva parroquia como comunidad de comunidades. Cfr. Mensaje de los padres sinodales al Pueblo de Dios, nº
10: Vida Nueva, n. 1606/7 (7/14 noviembre de 1987), p. 69.
viable, sumamente adecuada a los condicionamientos del hombre y de la sociedad
de hoy, y extraordinariamente beneficiosa para el crecimiento profundo y
verdadero de la Iglesia. Decimos esto teniendo presentes los resultados de las ya
numerosas experiencias constatadas así como las excepcionales condiciones que
las pequeñas comunidades están mostrando para estimular la autenticidad y la
comunión eclesial”1032.

Ciertamente, nos encontramos en un momento de transición, de una Iglesia


de masas a una Iglesia comunidad de creyentes que optan por la fe personal y
libremente en un mundo secular. La tensión es por tanto inevitable pero hay que
tener en cuenta, como sostiene J. Bestard, que “hoy día no es conveniente plantear
la opción pastoral, a nivel de comunidades, en sentido disyuntivo (o comunidades
o parroquia). Lo que importa es saber conjugar ambas posibilidades, sin excluir
que pueda haber pequeñas comunidades, incluso extraparroquiales, que conecten
con el Consejo Arciprestal de Pastoral o, en su ausencia, con otras instancias
diocesanas que les permita caminar y desarrollarse como Iglesia, de cuya unidad
es servidor el Obispo”1033. Ahora bien K. Rahner sostiene que “si las comunidades
de base se van convirtiendo paulatinamente en los elementos fundamentales
insustituibles de la Iglesia del Obispo, la Iglesia del Obispo tiene la tarea y el
deber de impulsar y contribuir según sus fuerzas a la formación de esas
comunidades y a su tarea misionera”1034.

A esta nueva comprensión eclesiológica ha contribuido sin duda alguna la


praxis eclesial y pastoral de las parroquias que cuentan con CNC. Hay parroquias
que cuentan con 28, 20, 18, 15 comunidades. La armónica coexistencia entre vida
parroquial y desarrollo del itinerario neocatecumenal ha hecho comprender que
cuando no se plantean los conflictos en términos disyuntivos, la Parroquia ofrece
al Neocatecumenado el ámbito natural para que desde él se “eduque a la vida
comunitaria de modo gradual y consciente mediante la inserción en una pequeña
comunidad abierta a la vida de la comunidad parroquial y de toda la Iglesia”
(SCN, art. 15&1).

c) La espiritualidad de la comunión como punto de partida para solucionar


los conflictos pastorales

No hay una eclesiología de comunión si previamente no se ha cultivado una


espiritualidad de la comunión. Este es uno de los desafíos de Iglesia para el tercer
1032
Cfr. Servicio pastoral a las pequeñas comunidades cristianas, nº 46. Ver también La catequesis de la Comunidad, nº 280.
1033
Cfr. J. BESTARD, art. cit., p. 664.
1034
Cfr. Cambio estructural de la Iglesia, Ed, Cristiandad, Madrid 1974, p. 140. Ya por aquellos años el teólogo alemán hacía
este tipo de afirmaciones: “La Iglesia del futuro deberá construirse y crecer desde su base natural comunitaria. ´Iglesia desde
la base`, fundamentada en auténticas ´comunidades de base`, de libre iniciativa y asociación, unidas en comunión con el Obispo
y ocn la Iglesia particular diocesana” (pp. 140-145).
milenio y el Papa Juan Pablo II ha querido desarrollar esta nueva perspectiva a la
que nos abre la communio: “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la
comunión” (NMI, nº 43). El Papa quier que esta espiritualidad sea el “principio
educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano” (nº 44)
por tanto también del Neocatecumenado que tiene como misión “poner a las
personas, de etapa en etapa, paso a paso, no sólo en contacto, sino en comunión,
en intimidad con Jesucristo” (nota 17 de los SCN) y de la Parroquia, que como
hemos presentado anteriormente, está llamada a ser ámbito, casa de la comunión.
Para nuestros Obispos “ella constituye el entramado básico de la vida de cada
Iglesia, donde los fieles pueden encontrar cauces naturales de participación
eclesial. Esta institución, nacida en los primeros tiempos de la Iglesia, está
llamada a continuar ejerciendo su influjo benéfico en este nuevo siglo, como
comunidad de comunidades y casa abierta para todos inserta ´junto a las casas`de
los vecinos y con espíritu misionero”1035. Esta apertura de la Parroquia para acoger
los dones del Espíritu es valorada por Juan Pablo II al afirmar que “tiene gran
importancia para la comunión el deber de promover las diversas realidades de
asociación, que tanto en sus modalidades más tradicionales como en las nuevas
de los movimientos eclesiales, siguen dando a la Iglesia una viveza que es don de
Dios constituyendo una auténtica primavera del Espíritu” (NMI, nº 46)1036.

La espiritualidad de la comunión reclama también que se habiliten


“espacios de comunión” en el entramado de la vida de cada diócesis y de cada
Parroquia. En estos espacios y ámbitos para la comunión destacan las asambleas
parroquiales y los consejos pastorales a todos los niveles (parroquial, arciprestal
y diocesano). Ellos ofrecen el marco adecuado para el discernimiento compartido,
la clarificación de las posturas, el conocimiento mutuo de las realidades
parroquiales y la superación de los conflictos que se plantean en la vida pastoral
ordinaria porque la “teología y la espiritualidad de la comunión aconsejan una
escucha recíproca y eficaz entre Pastores y fieles, manteniéndolos por un lado
unidos a priori en todo lo que es esencial y, por otro, impulsándolos a confluir
normalmente incluso en lo opinable hacia opciones ponderadas y compartidas”
(NMI, nº 45). Esta pedagogía de la comunión será cada vez más necesaria porque
como han puesto de manifiesto nuestros Obispos “hace falta un mayor
conocimiento mutuo y apertura por parte de todos y se debe evitar la
contraposición entre Parroquia y movimientos o de movimientos entre sí, ya que

1035
Cfr. CEE, Una Iglesia esperanzada, nº 48.
1036
Ya en Redemptoris missio había hecho el Papa una decidida defensa de los movimientos eclesiales: “Cuando se integran
con humildad en la vida de las iglesias locales y son acogidos cordialmente por obispos y sacerdotes en las estructuras
diocesanas y parroquiales, los movimientos representan un verdadero don de Dios para la nueva evangelización y para la
actividad misionera propiamente dicha. Por tanto, recomiendo difundirlos y valerse de ellos para dar nuevo vigor, sobre todo
entre los jóvenes, a la vida cristiana y a la evangelización, con una visión pluralista de los modos de asociarse y de expresarse”
(nº 72).
todos expresan la riqueza del Espíritu y entre todos hacen posible una Iglesia con
más vitalidad”1037.

d) Valoración de la dimensión comunional en las Comunidades


Neocatecumenales

A lo largo de estas últimas décadas, toda una corriente pastoral y teológica


ha concluido, a partir de la Iglesia como comunión, que su realización ha de ser
necesariamente comunitaria. Sin embargo, la mayoría de las parroquias y de las
celebraciones eucarísticas que tienen lugar en ellas no constituyen verdaderas
comunidades. Si se les da este nombre es más en virtud de un deseo teológico que
de una constatación sociológica.

Las CNC quieren vivir la comunión eclesial y se presentan como un


instrumento al servicio de la comunión y de la misión en las parroquias: “El
Neocatecumenado, en cuanto itinerario se realiza en la parroquia” (SCN, art. 6&1)
está al servicio del “Párroco que está al centro de la realización del Camino
Neocatecumenal” (art. 6&2) y cuida “de promover en sus destinatarios un maduro
sentido de pertenencia a la parroquia y de suscitar relaciones de profunda
comunión y colaboración con todos los fieles y con los demás componentes de la
comunidad parroquial (art. 6&3). Para R. Blázquez “la comunidad
neocatecumenal es una realización local de la Iglesia infra e intraparroquial. La
eclesialidad constitutiva de la condición humana pasa por la comunidad, que crece
en el ámbito parroquial, que está en conexión con el obispo de la diócesis. En este
punto es claramente perceptible la perspectiva conciliar (...) La comunidad está
siempre presidida por el presbítero, está insertada en la parroquia, y para abrir el
camino neocatecumenal en la diócesis reciben los catequistas el encargo del
obispo. El los acoge y los envía. Las relaciones de los catequistas con el obispo y
con el párroco son siempre transparentes. No existe la mínima ambigüedad por lo
que se refiere a la comunión eclesial”1038.

Sin embargo no están excluidos los conflictos. En 1983 en la alocución que


el Papa dirigió a los neocatecumenales en la audiencia del 10 de febrero les llamó
la atención en relación algunas cuestiones que estaban creando conflictos de
comunión: a) sobre la sujeción de la labor catequética neocatecumenal al
episcopado: “Seguid los métodos, indicaciones, itinerarios y textos ofrecidos por
los Episcopados e igualmente ejerced el ministerio de la catequesis dentro de la

1037
Cfr. CEE, Una Iglesia esperanzada, nº 50.

1038
Cfr. R. BLÁZQUEZ, Comunidades neocatecumenales, p. 617.
comunión y disciplina eclesial”1039; b) sobre la necesidad de formación de los
catequistas; c) sobre los peligros de abandono de los deberes de la vida laical y de
aislamiento de la comunidad y d) sobre la debida fidelidad a las normas jurídicas
y litúrgicas.

En cualquier caso, en la Iglesia, todos los conflictos están llamados a ser


superados a través del diálogo sincero, del discernimiento compartido1040, y del
deseo de avanzar juntos por los caminos de la comunión y de la misión
sabiéndonos todos necesarios y complementarios. Circunstancialmente, se
pueden oír otro tipo de acusaciones que se dicen aquí o allí, y que D. Borobio las
ha concentrado en un paquete de críticas que se suelen hacer a las CNC: “a)
minusvaloran lo que en la parroquia se ha hecho hasta el momento, con lo que
crean una cierta división con los que no se unen y aceptan sus planteamientos; b)
acaparan al presbítero, con lo que impiden que se entregue como debiera a otros
grupos y a la comunidad más amplia; c) La autoridad última en las mismas
comunidades no la tiene el presbítero sino los catequistas, con lo que la unidad en
el ministerio jerárquico no se manifiesta en plenitud...etc”1041. Efectivamente,
toda obra humana, y el CN lo es, está marcada por el pecado y la debilidad del
hombre que ofusca, no deja ver la verdad y puede impedir que se vean los frutos.
Sin embargo, una vez que el CN ha sido aprobado en su identidad eclesial, los
Estatutos “constituyen - en palabras de Juan Pablo II: una importante ayuda para
todos los pastores de la Iglesia, particularmente para los Obispos diocesanos, a los
cuales se les ha confiado por parte del Señor el cuidado pastoral y, en particular,
la iniciación cristiana de las personas en las diócesis. En su acompañamiento
paternal y atento a las comunidades neocatecumenales los Ordinarios diocesanos
podrán encontrar en los Estatutos los principios básicos del Camino
Neocatecumenal en fidelidad a su proyecto originario”1042. Se trata, pues, de
aplicar el sentido común y pastoral para saber encauzar, orientar y potenciar este
“itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de
hoy” (SCN, art. 1&1).

En conclusión, las Comunidades Neocatecumenales que están viviendo el


itinerario neocatecumenal, y las que ya lo han finalizado y viven como
comunidades cristianas en el interior de las parroquias, lejos de significar un
1039
Cfr. JUAN PABLO II, Alocución a los neocatecumenales: L´Osservatore romano (11 de febrero de 1983), p. 6.
1040
En este sentido hay que valorar la Instrucción pastoral de Mons. RAFAEL GONZÁLEZ MORALEJO, Sobre las
Comunidades Neocatecumenales en las parroquias de la Diócesis de Huelva de 1993: Boletín oficial de la Diócesis de Huelva
(abril 1993), pp. 1-12. Esta Instrucción estaba motivada por el deseo del Obispo en orden a acrecentar la comunión para una
mejor orientación de la fecunda tarea evangelizadora que las CNC estaban llevando al interior de la Diócesis: “Añadiré algunas
normas y consejos prácticos que miran al conjunto de la Diócesis, con la esperanza de que todos podamos contribuir a
incrementar la comunión fraterna mientras tratamos de conseguir, desde distintas actitudes y experiencias, el mayor fruto de la
loable labor que realizan cuantos intervienen en el Camino Neocatecumenal” (p. 4).
1041
Cfr. D. BOROBIO, “La recepción del Concilio por movimientos cristianos postconciliares en España”, en A. GONZÁLEZ
MONTES (ed.), o. cit., p. 54.
1042
Cfr. Discurso del Papa JUAN PABLO II: “A los iniciadores del Camino Neocatecumenal, a los catequistas itinerantes y
a los presbíteros”, en Statuta, p. 140.
peligro para la Iglesia-institución, quieren ser, y lo están siendo de hecho en
muchos aspectos, un espacio de renovación: “De este modo el Camino
Neocatecumenal contribuye a la renovación parroquial deseada por el Magisterio
de la Iglesia de promover ´nuevos métodos y nuevas estructuras` (...) y de
considerar ´la parroquia como comunidad de comunidades`(SCN, art. 23&1).
Entiéndase lo de espacio en el sentido de ámbito institucional en el que se está
alumbrando una nueva imagen de Iglesia, gracias a la ayuda del Espíritu y gracias
también al empeño creativo con que hoy día se intenta vivir, en comunidad,
dimensiones esenciales de la fe cristiana. “En este sentido -afirma S. Movilla- y
desde esta convicción es desde donde puede afirmarse, con realismo y esperanza
a un mismo tiempo, que las comunidades son el futuro de la Iglesia, porque eso
fue lo primero - y quiere seguir siéndolo hoy- la Iglesia de Cristo: una ´comunión
de comunidades`”1043.

CONCLUSIONES FINALES

Una vez analizados los contenidos bíblicos, catequéticos-sacramentales y


teológicos centrales en el Neocatecumenado, tras haber visto las fuentes desde las
que se elaboran dichos contenidos (Escritura, Tradición, Magisterio) y los
materiales que se utilizan en la pedagogía catequética del Neocatecumenado
(Biblia, Diccionarios Bíblicos, RICA, textos de los Santos Padres, obras de
autores espirituales, documentos del Magisterio y de un modo especial el
Catecismo de la Iglesia Católica), quiero resaltar ahora - desde un método
comparativo- en qué medida la formación que se imparte en el Neocatecumenado

1043
Cfr. S. MOVILLA, Del catecumenado a la comunidad, p. 222.
se ajusta o se distancia de las orientaciones que la Iglesia pide hoy para formar,
desde una pedagogía adulta, a los cristianos del tercer milenio1044.

Como he venido haciendo a lo largo de toda esta Disertación, tanto ahora


como en los anteriores capítulos, la muestra comparativa con la que he
confrontando la praxis neocatecumenal no es otra que la de aquellos documentos
que han abordado en su integridad la pastoral catequética en general (Directorio
General de Pastoral Catequética del ´71, Catecismo de la Iglesia Católica y
Directorio General para la Catequesis ´97), y la pastoral catecumenal de un modo
más específico (Catequesis de la Comunidad ´83, Catequesis de Adultos ´90, La
Iniciación Cristiana ´98, y Orientaciones pastorales para el Catecumenado ´02).

1. Valoración de los contenidos teológico - catequéticos del Neocatecumenado

A la luz del desarrollo pedagógico del Neocatecumenado, teniendo muy


presente la articulación y la presentación de los contenidos teológico-catequéticos
en su integridad y gradualidad que se transmiten a quienes recorren el itinerario
neocatecumenal, y haciendo un ejercicio comparativo con las orientaciones que
nos ofrecen los documentos pastorales más relevantes antes señalados voy a
resaltar las siguientes conclusiones. Señalo en primer lugar, los aspectos más
relevantes, y en segundo lugar, indico también, aquellos aspectos que necesitan
una especial atención en orden a ser corregidos y canalizados de modo integral en
el espíritu de comunión eclesial que debe presidir las relaciones dentro del Pueblo
de Dios.

1.1. Aportaciones más relevantes

1ª) La naturaleza de la catequesis que se transmite en el Neocatecumenado


es, desde una perspectiva teológica, eminentemente cristocéntrica. Esta
vinculación del neocatecúmeno con Cristo es el centro de toda la vida espiritual,
y por tanto el centro de la catequesis a la que se le inicia (DCG-71, nº 40; CA, nº
140). La finalidad definitiva del Neocatecumenado es poner a las personas, de
etapa en etapa, paso a paso, no sólo en contacto, sino en comunión, en intimidad
con Jesucristo (DGC-97, nº 80; RICA, nº 6).

2ª) La centralidad del misterio de la Santísima Trinidad será resaltado tanto


en la catequesis como en la estética litúrgica del Neocatecumenado. La

1044
Así definen nuestros Obispos los perfiles del cristiano adulto: “La lectura y meditación de la Sagrada Escritura,
especialmente de los Evangelios y de los escritos de los Apóstoles, el conocimiento de la tradición y de las enseñanzas de la
Iglesia, la oración asidua, personal y familiar, la participación frecuente en las celebraciones litúrgicas, la penitencia personal
y sacramental, el compromiso personal en la vida de la propia comunidad y en al amor, y el servicio eclesial a los pobres tienen
que ser los perfiles reales y concretos de la vida personal de cada cristiano consciente y adulto”. Cfr. CEE, Testigos del Dios
vivo, nº 30.
presentación del misterio de Dios como comunión de Personas en la Trinidad, es
el misterio central de la fe y de la vida cristiana. El cristocentrismo trinitario del
mensaje cristiano, en virtud de su propia dinámica interna, conduce a la confesión
de fe en Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es un cristocentrismo esencialmente
trinitario (DGC, nº 99). Los cristianos, en el Bautismo, quedan configurados con
Cristo, Uno en la Trinidad, y esta configuración sitúa a los bautizados, hijos en el
Hijo, en comunión con el Padre y con el Espíritu Santo. Por eso su fe es
radicalmente trinitaria. Los neocatecúmenos, son iniciados al Misterio de Dios-
Trinidad, también ayudados por la teología de los iconos1045.

3ª) Si la finalidad de la catequesis es la confesión de la fe (CC, nnº 96 y


230), vamos a asistir a lo largo de todo el Neocatecumenado a una progresiva
maduración de la fe en los neocatecúmenos, que encontrará su punto culminante
en el tiempo de la Traditio Symboli- Redditio Symboli, en el que confesarán
públicamente la fe que han recibido, creído, experimentado, celebrado y
anunciado por las casas de la parroquia (CC, nº 137; CA, nº 138; 179; DGC, nº
82).

4ª) En cuanto a los contenidos de las mismas catequesis hay que reiterar
que son eminentemente bíblicos, y recogen los núcleos centrales del mensaje:
Kerygma, fe y conversión, misterio pascual (el Siervo y el Kyrios), la Iglesia y la
comunidad, sacramentos y oración, símbolo y mandamientos, apostolado y
ministerio. El estricto desarrollo de la dinámica y etapas catecumenales es el
espacio de unos contenidos que siempre pertenecieron a la esencia y objetivos del
Catecumenado.

5ª) En relación con la pedagogía catequética, la experiencia contrastada en


tantas Comunidades Neocatecumenales, confirma y garantiza la integridad de los
contenidos y la gradualidad en su presentación. A través de las celebraciones de
la Palabra se va conduciendo a los neocatecúmenos no sólo al conveniente
conocimiento de los dogmas y de los preceptos, sino también al íntimo
conocimiento del misterio de la salvación, cuya aplicación desean (CA, nnº 198-
203; DGC, nº 113).

6ª) Unida a la dimensión pedagógica, en la presentación gradual de los


contenidos teológico-catequéticos y su presentación contextuada en los pasos
litúrgicos que jalonan todo el itinerario neocatecumenal, adquiere toda su vigencia
y actualidad la importancia de la iniciación mistagógica que respeta los ritmos de
los neocatecúmenos y la gradualidad del proceso catecumenal. Esta dimensión
fue resaltada con motivo de la celebración del Sínodo del ´85, “las catequesis,
deben ser de nuevo hoy el camino que introduzca a la vida litúrgica (catequesis
1045
“El icono de la Santa Trinidad de Andrés Rublev”, en PAUL EVDOKIMOV, El arte del icono. Teología de la Belleza,
Ed, PPC, Madrid 1991; L. MALDONADO, Liturgia, arte, belleza. Teología y estética, Ed, San Pablo, Madrid 2002.
mistagógicas)” [Sínodo, II, B) b).2], y aparece perfectamente recogida en el nº
1075 del CCE donde se indica el carácter inductivo de esta “catequesis
mistagógica” pues “procede de lo visible a lo invisible, del signo al significado,
de los sacramentos a los misterios” (ver también: DCG, nnº 89, 108; IC, nnº 30,
49).

7ª) La eclesialidad de la catequesis viene dada por la comprensión misma


que se tiene de la pequeña Comunidad Neocatecumenal: “Modelo de la
Comunidad Neocatecumenal es la Sagrada Familia de Nazaret, lugar histórico
donde el Verbo de Dios, hecho Hombre, se hace adulto creciendo en sabiduría,
edad y gracia, viviendo en obediencia a José y María. En la comunidad los
neocatecúmenos se tornan adultos en la fe, creciendo en humildad, simplicidad y
alabanza, en obediencia a la Iglesia” (SCN, art. 7&2). En el Neocatecumenado se
percibe con profundidad cómo la comunidad cristiana es fuente, lugar y meta de
la catequesis (CC, nnº 258-266; CA, nº 106, 110; DGC, nº 86).

8ª) La misma pedagogía neocatecumenal en su creatividad inculturada,


aporta a la pastoral catecumenal en general, nuevas perspectivas y posibilidades
de ensanchamiento en los contenidos catequéticos:

a) La garantía de ser introducidos en un Catecumenado posbautismal,


posibilita el ofrecimiento al neocatecúmeno de una síntesis orgánica y
significativa del mensaje cristiano en su integridad, ateniéndose a las cuatro
tareas fundamentales de la catequesis: una iniciación orgánica en el
conocimiento del misterio de la salvación, una capacitación para orar y
celebrar la fe en la liturgia, un entrenamiento en la adquisición de las
actitudes evangélicas, y una iniciación a la acción apostólica y misionera.
Y esto, partiendo de la constatación de la experiencia que nos dice -afirman
nuestros Obispos- “que muchos procesos de catequesis de adultos no llegan
a ofrecer un marco referencial doctrinal suficiente, tanto para poder vivir
con hondura la fe cristiana en una sociedad secularizada, como para poder
dar razón de nuestra esperanza ante los hombres” (CA, nº 176; CC, nº 86;
IC, nº 63). La integridad de los contenidos en el Neocatecumenado queda
avalada al ser definido en su naturaleza como “un itinerario de formación
católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy” (SCN, art 1&1).
b) La presentación cristológica con sus implicaciones existenciales del
Siervo de Yahvé. Nuestros Obispos han señalado en este punto que “la
catequesis no destaca suficientemente el camino concreto a través del cual
Jesús fue obediente a su Padre, y que no es otro que el camino del Siervo.
Hay que hacer descubrir al adulto el camino, basado en la pobreza, la
obediencia, el servicio, la entrega. En este sentido, la auténtica vinculación
a Jesucristo debe llevar a asumir el estilo de vida propio de Jesús. ´El
discípulo no puede ser mayor que el maestro` (cf. Lc 6,40)” [CA, nº 143].
c) La fundamentación del sentido eclesial de la fe (CC, nº 137). Señalan
también los Obispos que “todos hemos de reconocer sinceramente que el
sentido eclesial aparece - con frecuencia- deteriorado entre nosotros, en
situación enferma. Y es imposible una verdadera renovación de la
catequesis sin un sentido eclesial sano, como es muy difícil recuperar el
auténtico sentido de la Iglesia sin la catequesis” (CC, nº 138; CA, nnº 111-
112).

d) La aportación a la iniciación de la piedad mariana que el


Neocatecumenado hace a la Iglesia hoy. Se puede comprobar el gran déficit
mariológico en los documentos de pastoral catequética en general, y la
necesidad de una adecuada y sencilla pedagogía que introduzca a los
catequizandos y a los catecúmenos en el misterio de María, dentro del
Misterio de Cristo y de la Iglesia.

e) El papel insustituible de la familia en la tarea transmisora de la fe. En


este punto, es significativa la aportación que el CN hace a la pastoral
familiar, con la recuperación del domingo, como día del Señor y espacio
privilegiado para que los padres, en una celebración doméstica, puedan
transmitir la fe a los hijos en un contexto litúrgico, durante la oración de los
Laudes del Domingo. Adquiere también una gran relevancia para la
pedagogía de la transmisión de fe a los hijos la celebración en familia de la
Solemne Vigilia Pascual.

f) La importancia que adquiere el ámbito del Catecumenado como espacio


necesario para la formación moral integral (personal, laboral, social y
política), y como tiempo para la verificación de la transformación de la
persona por obra y gracia del Espíritu Santo.

g) La aportación de una escatología esperanzada que ayuda a los


catequizandos y catecúmenos a vivir con gozo la tensión del ya pero todavía
más, para ayudar al necesario equilibrio de todos los contenidos que la
catequesis debe impartir, también abordando las cuestiones escatológicas
que, como afirman los Obispos, “prácticamente las cuestiones
escatológicas: muerte, juicio, infierno y gloria, están ausentes en la mayoría
de los instrumentos catequéticos” (cf. CEE, Fe y Moral, p. 216).

9ª) El Camino Neocatecumenal, en cuanto “ itinerario de formación


católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy” (SCN art. 1&1), en la
medida que es “una modalidad de realización diocesana de la iniciación cristiana
y de la educación permanente de la fe” (SCN, art. 1&2), equipa y forma a los
neocatecúmenos para que sean y vivan la novedad y la radicalidad de la
existencia cristiana, - desde el corazón de la Iglesia- en medio de la sociedad y
del mundo: “consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están
maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos más
abundantes del Espíritu. En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas,
la vida conyugal y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de
la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales
agradables a Dios por Jesucristo (cf. 1 Pe 2,5), que ellos ofrecen con toda piedad
a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía uniéndolos a la ofrenda del cuerpo
del Señor. De esta manera, también los laicos, como adoradores que en todas
partes llevan una conducta sana, consagran el mundo a Dios” (LG, nº 34).

10ª) La hermenéutica empleada a lo largo de todo el Neocatecumenado


asume las indicaciones de los documentos de pastoral catequética, que dejan muy
claro que para una auténtica introducción en la Sagrada Escritura, la Iglesia
entrega al neocatecúmeno una clave de lectura: el Símbolo, el Padre Nuestro y
una normativa de conducta que recoge lo esencial del estilo de vida del Evangelio:
el mandamiento del amor y las bienaventuranzas, que son la referencia moral
concreta señalada por Pablo VI en el Credo del Pueblo de Dios (CC, nº 230). Las
catequesis que se transmiten en el Neocatecumenado estarán marcadas por esta
clave hermenéutica señalada por nuestros Obispos (CC, nº 232; CA, nº 138; DGC,
nº 82).

1.2. Críticas más permanentes

Como consecuencia de este estudio sobre el Neocatecumenado y en orden


a una mejor comprensión del mismo, señalo aquellos aspectos que necesitarían
una mayor precisión o profundización, bien porque hay dimensiones que se
silencian o no aparecen suficientemente resaltadas, o bien porque hay cuestiones
de la formación integral que no se abordan con suficiente claridad.

Respecto de la ortodoxia católica de los contenidos se ha de afirmar con


rotundidad que a vista de los juicios de valor emitidos por las supremas
autoridades pastorales de la Iglesia sobre el Neocatecumenado, no cabe ya duda
sobre su identidad católica y sobre la garantía de la formación católica que en el
Neocatecumenado se ofrece, sin embargo, va a ser en el campo de la ortopraxis,
es decir en el ámbito de la praxis neocatecumenal concreta, donde si se pueden
hacer ciertas observaciones con el ánimo de ayudar a revisar algunas deficiencias
que, inevitablemente, se dan en toda obra humana:

1º) La integridad y la garantía de la ortodoxia en la transmisión de los


contenidos, depende en gran medida de la formación de los catequistas. En este
punto el Estatuto del CN (arts. 28-33), recoge suficientemente las orientaciones
del Directorio general para la Catequesis (nnº 233-251). Si además de testigo,
el catequista debe ser maestro que enseña la fe, parece evidente que “una
formación bíblico-teológica adecuada le proporcionará un conocimiento orgánico
del mensaje cristiano, articulado en torno al misterio central de la fe en Jesucristo”
(DGC, nº 240; CA, nº 102). Sigue siendo válido en este punto la indicación hecha
por el Papa Juan Pablo II en 1983 a los responsables del CN: “Seguid los métodos,
indicaciones, itinerarios y textos ofrecidos por los Episcopados e igualmente
ejerced el ministerio de la catequesis dentro de la comunión y disciplina eclesial”.

En este sentido, los responsables del CN en cada una de las diócesis deben
hacer un ejercicio de corresponsabilidad y de comunión para, en diálogo con los
responsables de las Delegaciones de Catequesis en las respectivas diócesis (CA,
nº 120), ver cómo articular una serie de encuentros a fin de ayudar a la
coordinación de las tareas y servicios catequéticos que mutuamente se puedan
ofrecer, así como la posibilidad de facilitar algunos tiempos y espacios para la
formación de aquellas dimensiones que en el campo de la catequesis se vea que
es necesario potenciar. Para esta tarea, la apertura de los llamados Centros
neocatecumenales diocesanos (SCN, art. 30) serán de gran ayuda, si consiguen
la finalidad que se proponen: “Contribuir a la formación de los catequistas,
asignar las nuevas catequesis, coordinar los diversos pasos, ayudar a los equipos
de catequistas en las diversas dificultades de la evangelización y presentar al
Obispo, o a un delegado suyo, los responsables de las nuevas comunidades”.
También, respecto a la formación de los catequistas, el Papa había llamado la
atención sobre la necesidad que los catequistas tienen de recibir una buena
formación a través de “un trabajo constante y serio de profundización personal y
comunitaria de la Palabra de Dios y de las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia,
incluso asistiendo a cursos teológicos y bíblicos serios. Esta tarea de estudio y
reflexión resulta aún más urgente para quien tiene el deber de alimentar a sus
hermanos con alimento espiritual sólido por estar desplegando función de
catequista”.

2º) Para que esta comunión y comunicación en el campo de la catequesis


sea efectiva, cada Obispo diocesano debe asumir la responsabilidad que “la alta
dirección de la catequesis en la Iglesia particular” (DGC, nº 223) le reclama. En
este punto hay que decir que la voluntad de los iniciadores del CN ha sido muy
clara a la hora de fijar la identidad eclesial de este itinerario de maduración
cristiana: “El Camino Neocatecumenal- se afirma en el Estatuto- está al servicio
de los Obispos como una modalidad de realización diocesana de la iniciación
cristiana y de la educación permanente de la fe, según las indicaciones del
Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia” (art. 1&2). Y, además, se le
indican al Obispo sus competencias: 1º) Autorizar la realización del Camino
Neocatecumenal en la diócesis; 2º) vigilar que la realización del Camino
Neocatecumenal se desarrolle de conformidad con lo establecido en los art. 1 y 2,
respetando la doctrina y la disciplina de la Iglesia; 3º) procurar que haya una
razonable continuidad pastoral en las parroquias en que está presente el Camino
Neocatecumenal; 4º) presidir, personalmente o por medio de un delegado, los ritos
que marcan los pasos del itinerario neocatecumenal; 5º) resolver, en diálogo con
el Equipo Responsable del Camino eventuales cuestiones referentes a la
realización y al desarrollo del Camino en la propia diócesis; 6º) asegurar una
efectiva colaboración entre el Centro neocatecumenal diocesano y las diferentes
delegaciones de la Curia diocesana (en especial la litúrgica y la catequética)”
(SCN, art. 26).

Tanto el nº 223 del Directorio como el art. 26 del Estatuto del CN, ofrecen
y presentan las orientaciones necesarias con las que poder abordar, en un espíritu
de comunión, todas las dificultades y problemas que en la vida eclesial y pastoral
se puedan presentar. De la decidida y diligente apuesta de los Obispos por alentar
la pastoral catecumenal y neocatecumenal en sus diócesis y, de la incondicional
disponibilidad y espíritu de colaboración de los neocatecúmenos para con sus
legítimos Pastores, dependerá en gran medida que la fecundidad del
Neocatecumenado en las parroquias siga creciendo y dando frutos de vida
cristiana.

3º) La formación catecumenal, hemos visto, requiere un tiempo


“convenientemente prolongado” (AG, nº 14) de educación. En este sentido, el
mismo RICA insiste que “la prolongación del período de Catecumenado depende
de la gracia de Dios y de varias circunstancias, a saber: de la organización de todo
el Catecumenado, del número de catequistas, diáconos y sacerdotes, de la
cooperación de cada catecúmeno, de los medios necesarios para acudir a la clase
del Catecumenado y permanecer en él, y finalmente, de la ayuda de la comunidad
local. Por tanto, nada se puede determinar ´a priori`” (nº 20). Sin embargo,
nuestros Obispos afirman, que “entre nosotros, cuando se trata de verdaderas
catequesis orgánicas con adultos, la duración media de la formación podría
situarse entre los dos o cinco años” (CA, nº 95). En el Estatuto del CN se afirma
que para los adultos no bautizados, el tiempo de duración del Catecumenado
puede durar en torno a los cuatro años: “normalmente es conveniente esperar a la
conclusión del segundo escrutinio, unos cuatro años” (art. 24&3).

Las críticas a la praxis neocatecumenal, en lo referente a su duración, van


desde las que afirman que “se trata de un catecumenado ´fuera de sitio` o ´extra
locum` catecumenal” (D. Borobio), a la de aquellos que sostienen que este
“catecumenado es a todas luces excesivamente largo (nunca duró más de cuatro
años), con tendencias arqueologizantes (imitación del catecumenado de
Hipólito)” (C. Floristán).
El problema, efectivamente, se plantea cuando la duración del
Neocatecumenado se hace excesivamente largo en el tiempo. En este sentido hay
que subrayar, como bien ha puesto de manifiesto el teólogo pastoralísta D.
Borobio, que “no somos cristianos para ser catecúmenos, sino que somos
catecúmenos para llegar a ser cristianos”. Hay que resaltar, pues, que el tiempo
del Neocatecumenado tiene que ser definido y acotado. Posiblemente en la
medida que el itinerario neocatecumenal vaya siendo recorrido en su integridad
en el interior de las parroquias, la misma praxis neocatecumenal se verá agilizada
y hará que los neocatecúmenos pasen del estado de educación básica en la fe en
el Neocatecumenado, a la situación de educación permanente de la fe al interior
de la comunidad cristiana1046 con un ritmo más ponderado. De cualquier forma,
lo importante, como muy bien señalan nuestros Obispos, “es insistir en que lo
fundamental no es la exterioridad de un proceso de un plazo fijo, marcado por un
programa, sino la interioridad de un proceso de maduración en la fe, que requiere
un tiempo ´convenientemente prolongado`(AG, nº 14)” [CA, nº 95]. Tanto la
aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal como la próxima
aprobación del Directorio catequético del Camino Neocatecumenal, ayudarán a
una mejor y más adecuada ayuda a esta modalidad de realización diocesana de la
iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe.

4º) Respecto a la clave hermeneútica desde la que se lee e interpreta la


Palabra, algunos autores resaltan el carácter marcadamente espiritual. Esta clave
tiene la ventaja de propiciar un encuentro vivo, experimental e íntimo con la
Palabra. Pero también el peligro - afirma C. Floristán- de una absolutización a-
crítica, de un subjetivismo exagerado, de un espiritualismo sin incidencia en la
vida, de un cierto desprecio por la investigación bíblica . Efectivamente, se ha
tildado en algunas ocasiones que la lectura que hacen los neocatecúmenos es de
tipo ´fundamentalista`, sin embargo, hacer un juicio valorativo de este calado,
supone poner en tela de juicio la formación doctrinal y bíblica de los presbíteros
que presiden cada celebración de la Palabra y que “prolongan la proclamación de
la Palabra, interpretándola según el Magisterio y actualizándola en el hoy del
camino de fe de los neocatecúmenos” (SCN, art. 11&3).

5º) Aunque hemos visto que se tiene en cuenta la dimensión social en la


formación moral que reciben los neocatecúmenos, sin embargo, habrá que insistir
en la necesaria presentación integral y también gradual del rico patrimonio de la

1046
Efectivamente esto es así, y las ´observaciones` que hacían nuestros Obispos en 1990 en CA, nº 94 en el sentido de fijar
la ´duración definitiva`de la catequesis, y la necesidad que el adulto tiene de alimentar permanentemente su fe, han sido
ampliamente recogidas en el Directorio del ´97 que hablará de la ´educación permanente de la fe en la comunidad cristiana` y
de las ´formas múltiples de catequesis permanente`(nnº 69-72). El Estatuto del CN, encuentra en estos números la
´inspiración`para la fundamentación de la ´educación permanente en la pequeña comunidad`: “La comunidad neocatecumenal,
después de haber finalizado el itinerario de redescubrimiento de la iniciación cristiana, entra en el proceso de educación
permanente de la fe, perseverando en la celebración semanal de la Palabra y de la Eucaristía dominical y en la comunión
fraterna, activamente insertados en la pastoral de la comunidad parroquial, para dar los signos del amor y de la unidad, que
llaman al hombre contemporáneo a la fe”. Cfr. SCN, art. 22&1).
enseñanza social de la Iglesia, que ha de “encontrar su puesto, bajo formas
apropiadas, en la formación catequética común” (CT, nº 29), y superar esa
carencia que resaltan nuestros Obispos en CA, nº 189: “Muchas veces, sin
embargo, la formación moral que se imparte en los grupos de catequesis de
adultos queda a un nivel individual, sin abrirse suficientemente a las exigencias
de la moral social. La enseñanza social de la Iglesia es, con frecuencia, ignorada”.
En este punto, hay que subrayar también que no son pocos los autores que señalan
un ´déficit`de formación socio-política en los neocatecúmenos: “Es preciso
reconocer que esta conciencia no está especialmente viva en ellos y que, mientras
es admirable su compromiso intramundano (renuncia a bienes, ministerios,
solidaridad interna...) es poco ejemplar su compromiso social o político como
aportación eficaz a la transformación de las realidades o estructuras injustas de
nuestra sociedad y nuestro mundo” (D. Borobio, J.J. Tamayo y C. Floristán...). En
cambio, otros sostienen que “la fe, en la medida en que va tomando asiento en la
persona, impacta todos los ámbitos de su vida; por tanto, sería infidelidad retener
el dinamismo de la fe en la pura interioridad del corazón o del grupo. Por eso, la
vida conyugal y familiar, la relación con el dinero y la profesión, la manera de
estar y de vivir en la sociedad... van cambiando a lo largo del camino recorrido
por nos neocatecúmenos en sus comunidades; estos aspectos son transparentes”
(R. Blázquez).

2. Valoración de la praxis litúrgico-celebrativa en el Neocatecumenado

Como he intentado poner de manifiesto a lo largo de esta Disertación, ha


sido en el campo litúrgico-sacramental donde la praxis del Neocatecumenado ha
suscitado más interrogantes, creado más problemas de comunión eclesial y
provocado la aparición, en distintos momentos, de los necesarios discernimientos
del Magisterio que han orientando el modo de acoger, corregir y ayudar al
despliegue explicitador del itinerario neocatecumenal hasta su configuración
eclesial última, con la aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal.

Con el Decreto de aprobación del Estatuto del CN, el Pontificio Consejo


para los Laicos establece “las tareas fundamentales de las diversas personas que
cuentan con responsabilidades específicas a la hora de llevar adelante este
itinerario formativo en el interior de las comunidades neocatecumenales, es decir:
los presbíteros, los catequistas, las familias en misión y los equipos responsables
a cada nivel. De esta forma, los Estatutos han de constituir para el Camino
Neocatecumenal una ´clara y segura regla de vida` (Carta a S. Em. R. Cardenal
James F. Stafford, 5 abril 2001), un punto de referencia fundamental a fin de que
este proceso de formación, que tiene como objetivo llevar a los fieles a una fe
madura, pueda ser realizado de un modo adecuado a la doctrina y disciplina de la
Iglesia” (cf. Statuta, p. 138).
Quiere esto decir que, para conocer la praxis litúrgico-celebrativa hoy, tal
y como se vive al interior de las comunidades neocatecumenales, el texto de
referencia básico y fundamental, en la espera de la aprobación próxima del
Directorio Catequístico del Camino Neocatecumenal, es el Estatuto. En él
encontramos la ´esencial configuración eclesial`del Neocatecumenado y la
regulación - hasta hoy última- de la praxis litúrgico-sacramental de las CNC.
Habrá que tener en cuenta todavía que, en estos cinco años ad experimentum,
“concierne a los Dicasterios competentes de la Santa Sede examinar el Directorio
catequético y toda la praxis catequética además de litúrgica del propio Camino”
(Statuta, p. 139).

Teniendo presente este marco, a la luz de las grandes líneas de la reforma


litúrgica conciliar señalo los siguientes aspectos positivos de la praxis litúrgico-
eucarística de las CNC:

1º) La liturgia neocatecumenal es una liturgia fiel a la renovación del


Vaticano II, porque salva la estructura y elementos fundamentales, y al mismo
tiempo creativa, porque aprovecha todas las posibilidades de adaptación.

2º) Es una liturgia pascual que actualiza a través del signo de la noche el
Misterio de Pascua haciendo vivir cada domingo como la pascua semanal
anticipada (DD, nº 19). La teología litúrgica con la que es presentada la catequesis
sobre la Eucaristía contiene de modo integral todas las dimensiones de la teología
eucarística: memorial de la Pascua, banquete fraterno, sacramento del sacrificio,
presencia transformante, fuente y culmen de la evangelización, participación
activa.

3º) Es una liturgia participada, porque la comunidad vive y la siente, y se


desempeñan los diversos servicios y ministerios litúrgicos (monitor, lector,
salmista, acólitos, ministros extraordinarios de la comunión, hostiarios).

4º) Es una liturgia festiva, porque se utilizan con profusión los elementos
de gozo y fiesta: flores, adornos, cantos, música y danza.

5º) Es una liturgia distendida, porque todo se realiza con pausa y sosiego,
y al mismo tiempo concentrada, porque se destaca la armónica de todo en su
momento culminante.

6º) La Eucaristía es esencial al Neocatecumenado, en cuanto


catecumenado postbautismal, vivido en pequeña comunidad (SCN, art 13&1). La
Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos ha
publicado tres documentos para orientar a los Obispos en su juicio sobre este
particular: Eucharisticum Mysterium; Actio Pastoralis; Notificación sobre las
celebraciones de las comunidades neocatecumenales. A estos tres hay que añadir
el art. 13 del Estatuto del CN. En estos documentos los pastores encontrarán una
clara y equilibrada orientación al respecto.

7º) La Notificación de la Congregación del Culto y la Disciplina de los


Sacramentos de 1988 respecto a la celebración de la Eucaristía tal y como son
vividas por las CNC no se limita a decir negativamente que los documentos
anteriores no obstan a que los Obispos puedan autorizar las misas de referencia,
sino que además positivamente les invita a velar por la plena eclesialidad de estas
misas y a evitar que, de hecho, constituyan o sean subjetivamente interpretadas
como celebraciones al margen de la familia eclesial. Por ello se les recomienda
que procuren que estas misas contribuyan a que sus participantes se integren a la
comunidad eclesial. Es en este sentido importante que la Nota no autorice a las
CNC la celebración de estas misas sino que las coloque bajo el cuidado pastoral
del Obispo diocesano, a través de cuyo ministerio quedan insertadas estas
celebraciones en la unidad de la familia cristiana. Siempre es el Obispo el último
responsable de la vida cristiana de sus fieles, de la unidad de la familia eclesial e
incluso quien juzga cómo esta unidad eclesial debe manifestarse en la práctica.

8º) La praxis celebrativa de la Eucaristía ha quedado sancionada así en el


Estatuto: “En consideración también ´a específicas exigencias formativas y
pastorales, teniendo en cuenta el bien de las personas o de grupos, y especialmente
los frutos que de ello se pueden derivar para toda la comunidad cristiana`, la
pequeña comunidad neocatecumenal, con la autorización del Obispo diocesano,
celebra la Eucaristía dominical, abierta también a otros fieles, después de las
primeras vísperas” (art. 13&3). Un buen conocedor de la praxis celebratia
neocatecumenal ha señalado que “con la progresiva aplicación de la reforma
litúrgica, la propia Congregación fue captando cada vez más el valor educativo
que pueden tener las misas en pequeños grupos y cómo éstas, si se dan las debidas
condiciones, lejos de dañar la unidad eclesial pueden por el contrario vigorizarla”
(P. Farnés).

9º) En orden a poder expresar mejor la comunión y la eclesialidad dentro


de la comunidad parroquial, se ve conveniente que a lo largo del año litúrgico (en
Navidad: fiesta de la Sgda. Familia y Bautismo del Señor; en Cuaresma:
celebraciones penitenciales; en Pascua: Domingo de Pascua; la fiesta del patrono
parroquial; en las asambleas del Pueblo de Dios que inauguren y finalicen el curso
pastoral; en las celebraciones de ´envío` de los distintos ministerios: catequistas,
ministros extraordinarios de la comunión, ect) se puedan tener algunas
celebraciones de la Eucaristía, de forma conjunta, todos los miembros de la
parroquia.
10º) Desde el punto de vista de la pedagogía de la piedad eucarística hay
que valorar el hecho de que “los neocatecúmenos sean gradualmente instruidos
en el culto eucarístico fuera de la Misa, en la adoración nocturna” (SCN, art
14&4).

11º) La praxis celebrativa de la Vigilia Pascual por parte de las CNC se


atiene al espíritu y orientaciones de la Sagrada Congregación para el Culto Divino
y también de la Comisión Permanente de la CEE sobre la preparación y
celebración de las fiestas pascuales, así como del horario y otros aspectos del
modo de celebrar la Vigilia Pascual. Los neocatecúmenos son iniciados
gradualmente a una más perfecta participación en todo lo que la santa noche
significa, celebra y realiza. De este modo el Neocatecumenado está contribuyendo
a formar poco a poco una asamblea parroquial que prepara y celebra la Vigilia
Pascual en la noche santa, con toda la riqueza de los elementos y signos litúrgicos
y sacramentales queridos por la Iglesia. Cuando se plantean conflictos al interior
de las parroquias hay que primar el principio del “bonum animarum” con
sabiduría pastoral y el principio de la “koinonía” animado por la caridad pastoral.

Señaladas las características más significativas y relevantes de la liturgia


neocatecumenal, indico ahora también las limitaciones y posibles orientaciones
correctivas en orden a una mejor y más ordenada forma celebrativa de las CNC:

1º) En relación con la forma celebrativa de la Eucaristía por parte de las


CNC, además de las adaptaciones ya permitidas por la Iglesia (el rito de la paz
después de la oración universal, y la comunión bajo las dos especies) hay que ver
cómo se valoran las “innovaciones”propias de la praxis eucarística
neocatecumenal: la omisión del Gloria, Credo, Orate fratres, Domine non sum
dignus, Agnus Dei qui tollis peccata mundi, y cómo se conjuga la fidelidad a la
norma legislativa de la Iglesia en el campo litúrgico con este modo de proceder.
En todo caso, no cabe excluir que el Directorio Catequístico del Camino
Neocatecumenal, que en breve será aprobado, amplíe el elenco de particularidades
litúrgicas en la forma celebrativa de la Eucaristía en la modalidad
neocatecumenal

2º) En relación con el espacio celebrativo, se ha de cuidar con más celo


litúrgico-pastoral el silencio dentro del templo sagrado y seguir las indicaciones
de la Iglesia respecto a la veneración y adoración del Santísimo Sacramento de la
Eucaristía (el gesto de la genuflexión) delante de la reserva eucarística. También
los sacerdotes han de seguir educando la sensibilidad de los neocatecúmenos para
que se favorezca y respete el recogimiento y permita la oración dentro de la
Iglesia.
3º) Hay que evitar el excesivo ´verbalismo`en algunas moniciones para
resaltar la primacía de la Palabra de Dios.

4º) Para que la función servicial y ministerial de todos los que intervienen
en la celebración eucarística (acólitos y ministros extraordinarios de la comunión)
responda a la dignidad del misterio celebrado y del servicio encomendado, es
necesario que este ministerio y servicio se hagan conforme a las orientaciones del
OGMR, n º 298: “El alba ceñida con el cíngulo es la vestidura común de todos
los ministerios litúrgicos”. Por tanto el acólito instituido debe usarla siempre que
ejerce su ministerio.

5º) En orden a facilitar la participación activa y responsable de todos


aquellos que participan de la Eucaristía y que no son neocatecúmenos, ya que la
celebración de la Eucaristía se celebra “abierta también a otros fieles” (SCN, art.
13&3) es aconsejable que algún catequista de las CNC ofrezca las oportunas
aclaraciones para que estos no se sientan ni extraños ni desplazados sino
miembros de una misma asamblea del Pueblo de Dios.

3. El Neocatecumenado como lugar teológico

Es cierto que cada generación histórica necesita una palabra sobre Dios y
ésta no puede nacer en cualquier lugar, ni ser expresada con cualquier mediación
conceptual o institucional. Por eso, a lo largo de la historia han existido múltiples
lugares desde los que se ha vivido, pensado y escrito teología. El profesor
Olegario González de Cardedal, en su discurso de ingreso en la Real Academia
de Ciencias Morales y Políticas1047, los ha señalado con sincera fidelidad histórica.

La expresión “lugar teológico” evoca, en primer lugar, la importante obra


De locis theologicis de Melchor Cano1048, y sus nuevas interpretaciones en la
teología contemporánea. Pero esa expresión también recuerda las discusiones de
hace unos años acerca de la opción preferencial por los pobres, la praxis de
liberación o el pueblo ya sea como lugares teológicos en sentido amplio o en
sentido estricto, ya sea como lugar hermenéutico para la teología o como
“lugar”desde el que pensar, hacer y elaborar la teología. Por último, al plantear el
Camino Neocatecumenal como “lugar teológico”, estoy queriendo conectar con
propuestas como la de elaborar un “ensayo de teología fundamental y sistemática”

1047
El teólogo abulense distingue entre ´lugares externos`y ´lugares internos`. Lugar externo es el lugar físico, social, lugar
interno el que establece los puntos de partida y de llegada y funciona como criterio para elegir unos caminos y excluir otros.
Cfr. El lugar de la teología, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid 1986, pp. 32-36. Para un comentario a
este ´discurso`, ver RAÚL BERZOSA MARTÍNEZ, Lugar teológico y signo de los tiempos: Lumen 5 (septiembre-octubre-
1992), pp. 367-382.
1048
`Cfr. MELCHOR CANO, Opera, t. I Matriti, 1770 (la primera edición es de 1563). Para un estudio en profundidad de la
obra del dominico, ver J. TAPIA, Iglesia y teología en Melchor Cano, Iglesia Nacional Española, Roma 1989.
desde un contexto eclesial determinado: las Comunidades Neocatecumenales,
convirtiéndose éstas así en lugar teológico; el Neocatecumenado por ellas vivido,
en “lugar hermenéutico”; y la conjunción de ambas realidades en “lugar matriz de
una teología”que bien podríamos denominar como catecumenal1049.

He intentado acercame a la dimensión teológico-catequética del


Neocatecumenado en cuanto itinerario de iniciación cristiana o Catecumenado
postbautismal. Soy consciente de estar ensayando una vía nueva de acceso a un
lugar teológico por antonomasia como es la institución del Catecumenado en la
Iglesia; lo fue en los primeros tiempos y estoy convencido de que está llamado a
serlo también en nuestro momento y situación eclesial. A ello está ya
contribuyendo, sin lugar a dudas, la praxis neocatecumenal, que además de ofertar
a la Iglesia un ámbito, un itinerario, una pedagogía, unos contenidos
inequívocamente catecumenales1050, también está configurándose como un
“espacio-lugar eclesial” desde el que pensar, reflexionar y hacer teología1051.
Evidentemente, en este trabajo no he hecho más que apuntar los distintos filones
teológicos que por su misma naturaleza reclaman un ulterior desarrollo y
profundización. En el Neocatecumenado se da una iniciación y exploración
catequética en todas las dimensiones del Misterio cristiano; la dinámica interna
del itinerario neocatecumenal empuja y emplaza al catequista y al teólogo a una

1049
Hoy ya, desde el horizonte de la teología europea actual podemos empezar a hablar de una ´Teología catecumenal`. Buen
exponente de esta línea es la obra de HENRI BOURGEOIS, Theologíe catéchuménale. En el primer Capítulo del libro el autor
trata de fundamentar cómo el Catecumenado puede ser un ´lugar eclesial`desde el que hacer teología: “position chatéchuménale
de la théologie chrétienne” (pp. 13-58). Este mismo planteamiento lo defiende H. Bourgeois al afirmar que “los catecumenados
están bien situados para contribuir práctica y teológicamente a lo que llamamos aquí o allá la segunda evangelización de
Europa”, en Los Comienzos de la fe, Pastoral Catecumenal en Europa hoy, p. 62.
1050
Así se expresaba - a finales de los años ´70-, uno de los expertos ´consultores`de la Sagrada Congregación del Clero, tras
haber estudiado detenidamente los contenidos catequéticos del Camino Neocatecumenal: “Pretendo ahora subrayar otro aspecto
de estas catequesis, o mejor de este Camino Neocatecumenal. Como estudioso de la Historia de la catequesis antigua he de
decir que el intento de Kiko y Carmen de actualizar el catecumenado es un intento logrado. La experiencia personal les ha
llevado a intuir lo que de profundamente válido contenía esta institución de la Iglesia de los tres primeros siglos, y les ha
permitido traducirla en una estructura. Estructura que, aunque no calca la antigua, asume sus elementos más importantes y los
inserta en un contexto nuevo: el de la conversión de bautizados que, a pesar de serlo, no han hecho jamás una opción personal
de fe. En este proceso, que requiere su tiempo, a estos bautizados de las comunidades neocatecumenales se les ayuda a hacer
su opción global de fe en un clima de comunidad. Se les ayuda a hacerse disponibles a la acción del Espíritu Santo que les
introduce en la comprensión y aceptación del radicalismo evangélico, iniciándoles gradualmente y de forma experimental, bien
sea en la palabra de Dios, bien en los sacramentos de la conversión cristiana -penitencia- o en la eucaristía. Yo encuentro muy
positivo todo esto. Por ello concluyo este mi juicio invitando a los responsables de la Sagrada Congregación del Clero a que
den ánimos a este movimiento, ayudándolo con comprensión y con paterna indulgencia a que permanezca siempre en la línea
ya emprendida de servicio a las comunidades parroquiales para su auténtica renovación”. Cfr. El Camino Neocatecumenal
según Pablo VI y Juan Pablo II, p. 14.
1051
Ya hace algunos años, el actual Arzobispo de Pamplona, Mons. FERNANDO SEBASTIÁN denunciaba la “carencia de
una Teología nacida de la Iglesia española”. Según él, son muy pocos los teólogos que “clarifiquen, enfoquen y estimulen
religiosa y apostólicamente la conciencia de nuestras iglesias”. En una situación de “increencia progresiva, que hace crecer las
huellas de un neopaganismo en la conducta de la gente”, reivindicaba Mons. Fernando Sebastián el surgimiento de una “buena
y renovada teología fundamental, directa, persuasiva, centrada en los grandes términos de la fe cristiana, pero que parta de la
experiencia de la Iglesia. Tendrá que ser también una teología rigurosa, profesional, al mismo tiempo que humilde, que llegue
a todo el hombre y devuelva la confianza y la alegría a la gente de la Iglesia”. Cfr. Lección Inaugural del Curso en el Instituto
de Teología Espiritual de Barcelona: Vida Nueva (21-XI-1991), p. 10.
más profunda penetración en la “ anchura y la longitud, la altura y la profundidad”
(cf. Ef. 3,18) del misterio de Dios a través de la reflexión teológica1052.

Comparto, desde esta perspectiva, las apreciaciones del cardenal J.


Ratzinger cuando afirma que “la doctrina cristiana debe surgir, originariamente,
en el contexto del Catecumenado. Sólo desde allí puede aspirar a renovarse. Lo
que hoy nos falta no son nuevas fórmulas; al contrario, más bien tenemos que
hablar de una inflación de palabras sin suficiente respaldo. Lo que ante todo
necesitamos es el restablecimiento del contexto vital de la ejercitación
catecumenal en la fe como lugar de la común experiencia del Espíritu, que puede
convertirse así en la base de una reflexión atenta a los contenidos reales. De ella
surgirán también, con certeza, formulaciones nuevas, en las que se expresen con
la fuerza y concisión de los datos centrales de la fe cristiana”1053.

La fecunda y rica experiencia de iniciación cristiana con adultos bautizados


en el Neocatecumenado, ha conducido a una síntesis teológica original basada en
el contacto permanente con la Escritura, en una novedosa y creativa inculturación
de todos los elementos de la pedagogía catecumenal tradicional, actualizados en
una Liturgia viva y participada, y en el redescubrimiento de la Iglesia como
Comunión, que nos introduce en la intimidad de la Comunión del Dios-Trinidad
a través de la puerta del Bautismo1054. De ahí que la profesión de fe, interior al
Bautismo, sea eminentemente trinitaria. “La Iglesia bautiza ´en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo`(cf. Mt 28,19), Dios uno y trino, a quien el
cristiano confía su vida. La catequesis de iniciación prepara -antes o después de
recibir el Bautismo- para esta decisiva entrega” (DGC. Nº 82). El
Neocatecumenado es así “un instrumento al servicio de los Obispos para realizar
el proceso de educación permanente de la fe requerido por la Iglesia: la iniciación
cristiana, como reafirma el DGC, nº 56: ´no es el punto final en el proceso
permanente de conversión. La profesión de fe bautismal se sitúa en los cimientos
de un edificio espiritual destinado a crecer`” (SCN, art. 22&2).

1052
Teniendo presente lo que señala HENRI BOURGEOIS, “Esta audacia, es la experiencia a la cual se refiere, y a partir de
la cual se quiere reflexionar en un lugar privilegiado, puede ser incluso equivalente, para comprender aspectos del misterio
cristiano, de la realidad eclesial y finalmente de la realidad del mundo” . Cfr. o. cit., p. 28. Considero que es viable, posible y
conveniente hoy en la Iglesia en España de un ´quehacer teológico`desde la experiencia catecumenal vivida ya en nuestro país.
1053
Cfr. Teoría de los principios cristianos, p. 28.
1054
El que fuera párroco salmantino, ANDRÉS FUENTES, al hablar de la Teología del Neocatecumenado, sostiene que es
una “teología ´en camino`. Va nutriendo la vida del neocatecúmeno a medida que avanza y se hace claridad interior a lo largo
de todo el proceso y de toda la experiencia neocatecumenal. Podría semejarse a la misma experiencia de San Pablo: desde su
caída en el camino de Damasco y de su encuentro con el Resucitado ve iluminar la nueva concepción de Dios, de la salvación,
de la palabra de Dios, de la donación de Dios, del encuentro del hombre con Dios, la raíz del pecado y la fuerza de la gracia”.
Cfr. El Neocatecumenado, p. 123.
Si a lo largo de la historia el Catecumenado fue uno de los lugares
originarios en el nacimiento, desarrollo y formulación de la Teología como
“exposición sistemática de las verdades de la fe” (DCG-71, nº 17)1055

1055
Hay que tener muy presente que la gran producción teológica de los Padres de la Iglesia: Cirilo de Jerusalén, Gregorio
Naziancieno, Ambrosio de Milán, Agustín de Hipona, -entre otros-, fue ´gestada` en contexto catecumenal y para el servicio
eclesial y pastoral de los catecumenados que ellos directamente dirigían.
, se puede afirmar que el Neocatecumenado es hoy , también para la Iglesia, un
verdadero lugar teológico desde el que presentar la Verdad de Cristo que hace libres
a los hombres de nuestro tiempo, y a esta tarea está invitada la Iglesia entera: “En
efecto, la Iglesia entera, como ´sal de la tierra`y ´luz del mundo`(cf. Mt 5,13), debe
dar testimonio de la verdad de Cristo que hace libres [...] Para ejercer su función
profética en el mundo, el Pueblo de Dios debe constantemente despertar o
´reavivar`su vida de fe (cf. Tim 1,6), en especial por medio de una reflexión cada
vez más profunda, guiada por el Espíritu Santo, sobre el contenido de la fe misma y
a través de un empeño en demostrar la racionalidad a aquellos que le piden cuenta
de ella (cf. 1 Pe 3,15). Para esta misión el Espíritu de la verdad concede, a fieles de
todos los órdenes, gracias especiales otorgadas ´para común utilidad` (1 Cor 12,7-
11)”1056.

Entre estas gracias que el Espíritu Santo suscita al interior del Pueblo de Dios
se encuentra la vocación eclesial del teólogo. En estos últimos años, no pocos
neocatecúmenos, hombres y mujeres, casados y célibes, están sintiendo esta llamada
a una formación teológica como un servicio y una contribución a la misma
evangelización: “El Señor ha enviado a los apóstoles para que conviertan en
discípulos a todos los pueblos y les prediquen (cf. Mt. 28,19). La Teología, que
indaga la razón de la fe y la ofrece como respuesta a quienes la buscan, constituye
parte integral de la obediencia a este mandato, porque los hombres no pueden llegar
a ser discípulos si no se les presenta la verdad contenida en la palabra de la fe (cf.
Rom 10, 14)”1057. Esta presencia, cada vez más notoria, de neocatecúmenos en las
aulas de las Facultades e Institutos de Teología, conecta con uno de los deseos
expresados por nuestros Obispos: “La enseñanza de la Teología a los laicos (no sólo
a los sacerdotes y religiosos/as) es de la máxima importancia en una Iglesia
particular. Aunque no puede pedirse a todos, conviene que la diócesis, en los planes
de formación del laicado, organice una oferta de formación teológica seria y realista,
a través de cauces ágiles que faciliten el acceso a dicha formación” (CA, nº 102).

Sin embargo, aún con ser importante la formación teológica de los fieles laicos
en las facultades de Teología, a la luz de la praxis del Neocatecumenado, como
“itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy”,
descubrimos un nuevo lugar nutricio del logos cristiano, un laboratorio teológico
desde el que saborear, gustar, cantar y contar, reflexionar y sistematizar nuestro

1056
Cfr. Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe, La vocación eclesial del teólogo, Ed, PPC, Madrid, 1990, nnº
3-5.
1057
Ibid, nº 7. “Mientras la catequesis, a través de la iniciación, enseñanza y educación en los fundamentos de la fe, tiene por
objetivo la adhesión madura a la persona de Cristo (´obsequium fidei`), lo que pretende la teología es hacer crecer en la inteligencia,
como tal, de la fe (´intellectus fidei`). Cfr. CC, nº 73.

323
discurso sobre la acción de Dios en nuestra existencia, y de nuestra existencia
redimida en Cristo y re-dimensionada en el Espíritu para narrar las maravillas del
Señor a nuestra generación. Este nuevo lugar de creación de pensamiento teológico
es la pequeña comunidad cristiana, en cuanto lugar histórico donde la fe se recibe
como un regalo, se descubre como un don; en cuyo seno se comparte con otros
hermanos, se celebra, se madura y acrisola, se transmite a los cercanos y a los
lejanos, y se confiesa en el corazón de la sociedad con obras y palabras, siendo
conscientes de estar tomando parte en una misión confiada y en una tarea que nos
urge a dar razón de nuestra esperanza.

La síntesis teológico-catequética de la que es portadora el Neocatecumenado,


tiene su centro en el Misterio Pascual, en el Kerygma de la Muerte y Resurrección
de Jesucristo como Buena Noticia para todos los hombres y mujeres de nuestra
generación. En este sentido, toda la renovación teológica que aporta el
Neocatecumenado hoy a la Iglesia empalma con las grandes orientaciones
teológicas de la Iglesia apostólica y de la patrística de los primeros siglos:
concentración cristológica en el anuncio, comprensión trinitaria de la novedad de la
existencia cristiana radicada en el Bautismo, necesidad de la mediación eclesial
como ámbito de gracia donde experienciar y vivenciar el hoy de la salvación a través
de los sacramentos de la Nueva Alianza, el descubrimiento de la comunitariedad de
la fe como forma normal de vivir y compartir el don de la existencia cristiana, la
centralidad del Catecumenado como verdadera escuela en la que ser iniciado,
conducido y enseñado a vivir en cristiano todas las dimensiones de la vida humana
(personal, familiar, social, laboral, profesional...), y como tiempo necesario para
llegar a vivir como hijos de Dios, amigos y discípulos de Jesús, siervos y confidentes
del Espíritu Santo. Desde la intimidad con el Dios-Trinidad se canta y expone la
Teología, se confiesa y se descifra la Cristología y se experimenta con gozo la
comunión en el Espíritu, la Pneumatología. En el Bautismo está concentrada toda la
novedad de nuestra nueva existencia redimida por Cristo. En el Bautismo acontece
la inmersión en la Vida Divina, de tal forma que podemos oír una voz que dice: “Ven
al Padre”, tal y como escuchara San Ignacio de Antioquia1058. Y, desde el Bautismo
hemos inaugurado la vida nueva del Reino de Dios que ha llegado ya y que el
Espíritu Santo nos va re-velando y des-velando poco a poco (cf. Jn 16,13-15).

Quiero terminar esta Disertación sobre el Neocatecumenado afirmando que


estoy firmemente persuadido de la gran riqueza y fecundidad teológica que la praxis
neocatecumenal está llamada a aportar, ya está aportando, y va a seguir aportando a

1058
“Mi amor está crucificado y no queda ya en mí fuego que busque alimentarse de materia; sí, en cambio, un agua viva que
murmura dentro de mí y desde lo íntimo me está diciendo: ´Ven al Padre`”. Cfr. DANIEL RUÍZ BUENO, Padres Apostólicos, Ed,
B.A.C., Madrid 1974, p. 479.

324
la vida de la Iglesia en los próximos decenios 1059. Desde una experiencia eclesial
vivida en profundidad, radicada en una conciencia bautismal redescubierta y
agradecida1060, brota la necesidad de cantar, decir y exponer que hay “un solo Señor,
una sola Fe, un solo Bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos,
por todos y en todos” (cf. Ef. 4,5).

4. Epílogo: Diez tesis para comprender la identidad del Neocatecumenado

Una vez que hemos diseccionado el itinerario neocatecumenal, y que hemos


descubierto que nos hallamos ante una restauración real de un Catecumenado
postbautismal, he aquí diez claves hermeneúticas de comprensión de la identidad del
Neocatecumenado:

1ª El Camino Neocatecumenal ha sido fiel a la inspiración conciliar de


restaurar el Catecumenado y de recuperar una pedagogía catecumenal con los
adultos.

2ª El Neocatecumenado tiene el mérito de haber redescubierto una


predicación kerigmática, que invita a la fe también a los que están alejados,
realizando un itinerario post-bautismal según las directrices del Ordo Initiationis
Christianae Adultorum, que recogió el Catecismo de la Iglesia Católica (cf. nº
1231). En el centro de este recorrido de fe se encuentra una fecunda síntesis entre
predicación, cambio de vida moral y liturgia.

3ª El Neocatecumenado es reconocido oficialmente por la Iglesia, y se ofrece


como un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y el hombre de
hoy.

4ª Este itinerario se vive y realiza en pequeñas comunidades, en las que la


reflexión de la Palabra de Dios, la participación en la Eucaristía y la vivencia fraterna
de la comunión, ayudan a formar células vivas de la Iglesia, renovando la vitalidad

1059
En este sentido, comparto en los mismos términos la posición de H. BOURGEOIS, cuando afirma que “la teología catecumenal
me parece que va a ofrecer una aportación original al trabajo teológico que actualmente se realiza en Occidente””. Cfr. o. cit., p.
239.
1060
En continuidad con la explicación que da el cardenal J. RATZINGER cuando se pregunta ´¿qué es la fe?`: “vuestra fe
bautismal, el conocimiento que os ha sido transmitido por la unción (sacramento), son un contacto con la realidad misma, y, por
tanto, desde ese momento, tienen precedencia sobre la teoría. No es la fe bautismal la que debe justificarse ante la teoría, sino que
es la teoría la que debe justificarse ante la realidad, ante la ´ciencia`de la verdad concedida en la confesión bautismal”. Cfr.
Transmisión de la fe y fuentes de la fe, p. 17.

325
de la parroquia mediante cristianos maduros, capaces de dar testimonio de verdad
con una fe vivida de forma radical.

5ª Estas comunidades ayudan a experimentar la Iglesia como Cuerpo de


Cristo, en las que, mediante los signos sacramentales, Dios extiende su acción
salvífica a los hombres de toda generación, sobre todo a las familias.

6ª El Neocatecumenado contribuye a la renovación parroquial deseada por el


Magisterio de la Iglesia de promover nuevos métodos y nuevas estructuras, que
eviten el anonimato y la masificación, y de considerar la parroquia como comunión
de comunidades.

7ª El Neocatecumenado se pone al servicio de los Obispos y Párrocos como


itinerario de redescubrimiento del Bautismo y educación permanente de la fe, se
propone a los fieles que desean reavivar en su vida la riqueza de la iniciación
cristiana, recorriendo este camino de conversión y catequesis.

8ª Con la aprobación del Estatuto, el Papa ofrece a los Obispos y a las


Conferencias Episcopales un modo de iniciación y de Catecumenado postbautismal
avalado por más de treinta años de experiencia llena de frutos.

9ª El Neocatecumenado es ofrecido a los Obispos, también, como un


instrumento para la iniciación cristiana de los adultos que se preparan a recibir el
Bautismo.

10ª Es la primera vez en la historia de la Iglesia en que la Santa Sede aprueba


oficialmente un Catecumenado postbautismal y una modalidad de Catecumenado
bautismal para toda la Iglesia.

326
SIGLAS

AA CONC. ECUM. VAT. II, Decreto sobre el apostolado de los laicos


Apostolicam Actuositatem (1965)

AAS Acta Apostolicae Sedis

AG CONC. ECUM. VAT. II, Decreto sobre la acción misionera de la Iglesia


Ad Gentes (1965)

CA COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA, Catequesis de adultos.


Orientaciones pastorales (1990)

CC COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA, La Catequesis de la


Comunidad. Orientaciones pastorales para la catequesis en España, hoy
(1983)

CCE CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA ( ed. española del


Catechismus Catholicae Ecclesiae) (1992)

CD CONC. ECUM. VAT. II, Decreto sobre el oficio pastoral de los Obispos
en la Iglesia Christus Dominus (1965)

CEE Conferencia Episcopal Española

CELAM Conferencia Episcopal Latinoamericana

CIC Codex Iuris Canonici (1983)

327
ChL JUAN PABLO II, Exhortación apostólica post-sinodal Christifideles
Laici (1989)

CN Camino Neocatecumenal

CNC Comunidades neocatecumenales

COINCAT CONSEJO INTERNACIONAL PARA LA CATEQUESIS, La


Catequesis de adultos en la comunidad cristiana (1990)

CT JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Catechesi Tradendae (1979)

DCG SAGRADA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorium


Catechisticum Generale (1971)

DGC SAGRADA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio


general para la Catequesis (1997)

DV CONC. ECUM. VAT. II, Constitución dogmática sobre la divina


revelación Dei Verbum (1965)

EN PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (1975)

EFPC La educación en la fe del pueblo cristiano (1981)

FC JUAN PABLO II, Exhortación apostólica post-sinodal Familiaris


Consortio (1981)

FD JUAN PABLO II, Constitución apostólica Fidei Depositum (1992)

GS CONC. ECUM. VAT. II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el


mundo actual Gaudium et Spes (1965)

IC CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La Iniciación Cristiana.


Reflexiones y orientaciones (1999)

LG CONC. ECUM. VAT. II, Constitución dogmática sobre la Iglesia


Lumen Gentium (1964)

328
MPD Mensaje al Pueblo de Dios. Documento final del Sínodo de 1977 sobre
la catequesis en nuestro tiempo

NMI Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte (2001)

OGMR Ordenación general del Misal Romano (1988)

OICA Ordo Initiationis Christianae Adultorum (1972)

OPC CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Orientaciones pastorales


para el Catecumenado (2002)

OPICNNB CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Orientaciones


pastorales para la iniciación cristiana de niños no bautizados en su
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PO CONC. ECUM. VAT. II, Decreto sobre el ministerio y la vida


sacerdotal Presbyterorum Ordinis (1965)

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RM JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptoris Missio (1990)

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SCN Estatutos del Camino Neocatecumenal

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Relación final Ecclesia sub verbo Dei mysteria Christi celebrans pro
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(1985)

TMA JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Tertio Millennio Adveniente


(1994)

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Juan José Calles Garzón
Doctor en Teología Dogmática
por la Universidad Pontificia de Salamanca

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