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Yahweh reservó la expresión y el gozo del placer sexual para ser compartida entre
cónyuges, prohibiéndolo estrictamente fuera del matrimonio (Éxodo 20:14; Mateo 5:27-
28). A esa relación sexual ilícita El la llamó pecado de adulterio. Juntos, un esposo y
una esposa deben construir su familia en un matrimonio kodesh—y hacer que el ciclo
de la vida contínue (Génesis 1:26-28; 2:24).
“Así que, como la Kejilah está sujeta a Mashiaj, así también las casadas lo estén
a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Mashiaj
amó a la Kejilah y se entregó a sí mismo por ella.”
Estos comentarios ayudan a definir la perspectiva que Yahweh tiene del matrimonio—
una relación única, que representa el compromiso y el amor que Mashiaj expresa por
su Pueblo llamado o Kejilah.
Lo que la Palabra Kadosh dice acerca del divorcio comienza en Mateo 19:3, cuando
los fariseos le preguntaron a Yahushua acerca del divorcio:
“Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio,
varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará Padre y madre, y se
unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos,
sino una sola carne; por tanto, lo que Yahweh juntó no lo separe el
hombre” (Mateo 19:4-6).
La creación de la mujer a partir del mismo cuerpo del hombre, hace énfasis en el
hecho de que el primer esposo y la primera esposa fueron literalmente “una sola
carne”—cada uno fue parte del otro. Ante Yahweh la relación matrimonial debe tener
el mismo nivel de compromiso. Por medio del matrimonio, un hombre y una mujer se
convierten en uno—física y emocionalmente ligados en una relación para toda la vida,
de amor, compromiso y unidad.
“Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber
hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la
entregará en su mano, y la despedirá de su casa.”
La respuesta de Yahushua Ja Mashiaj fue que había una razón más fundamental para
el divorcio y además les recordó que esto no era lo que Yahweh pretendía. En el
versículo 8 se afirma que:
El apóstol Pablo habla acerca del tema del divorcio en 1 Corintios 7:10-11:
“Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino Yahweh : que la
mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese
con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.”
En otras palabras, Pablo dice que la instrucción de Yahweh es que los esposos no se
deben divorciar, aunque él aquí no menciona si hubiera alguna razón válida para
separarse. Ellos se pueden separar "por cualquier motivo" si así lo deciden---
porque Shaul no especifica motivos ---con la posibilidad de reconciliarse o de no
volverse a casar.
Moshé no pudo haber admitido el divorcio sin motivos válidos cuando había un
mandamiento específico regulando esta práctica. (Parece ser que trtas haber salido
de Egipto, los israelitas tenían un corazón particularmente endurecido y necio, y esto
incluía a las mujeres israelitas. Recordemos los graves problemas que causaron
durante esos 40 años de travesía.) Por ejemplo, Moshé tampoco pudo haber
permitido robar o matar sólo porque la gente tuviera un corazón endurecido, pero
tampoco podía evitar que las ocurrencias de estos pecados aumentaran. Pero las
condiciones fijadas para el divorcio, como Yahushua lo reconoció, no significa que el
divorcio le agrade a Yahweh o deba ser tomado a la ligera.
En Mateo 5:31-32 y Mateo 19:9; Yahushua Ja Mashiaj nos advierte que el volverse a
casar bajo ciertas circunstancias puede conducir al pecado de adulterio. En los
escritos del Pacto Renovado encontramos tres circunstancias específicas en las
cuales Yahweh permite el divorcio, pero no necesariamente las segundas nupcias.
Lo que dice la Palabra Kadosh acerca del divorcio y las segundas nupcias es lo
siguiente:
Tenga en cuenta, amado amigo, sin embargo, que bajo estas circunstancias el
divorcio no está requerido. Es verdad que cuando la confianza se rompe a este
nivel, esto puede destrozar la relación. Pero si hay arrepentimiento sincero, y de
acuerdo con la importancia del matrimonio, debería haber un esfuerzo sincero de
ambos cónyuges para salvar su matrimonio.
Pablo habla acerca de este tema en 1 Corintios 7:13-14 “Y si una mujer tiene
marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.
Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el
marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que
ahora son santos.”
El punto de las Escrituras es que la pareja debe hacer todo el esfuerzo posible para
salvar su matrimonio por encima de las diferencias. Pablo dice que Yahweh bendice
el hogar en dónde vive el creyente, lo cual trae muchos beneficios para toda la familia.
Sin embargo, si el cónyuge que es “incrédulo” o aquel que tiene creencias totalmente
irreconciliables, insisten en el divorcio, entonces el “creyente” está en libertad
de separarse, como dice el pasaje debajo, pero en este caso, no a contraer segundas
nupcias.
Pablo continúa diciendo en el versículo 15: “Pero si el incrédulo se separa,
sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en
semejante caso, sino que a paz nos llamó Yahweh.”
La frase “a paz nos llamó Yahweh,” es también una importante clave ahí. Si un
incrédulo, o aquél que tiene creencias diferentes, se rehúsa a dejar el hogar pero le
hace la vida imposible al creyente, entonces el creyente puede separarse---y ya
que no se especifica si tal persona pudiese volverse a casar con otra persona, no se
puede volver a casar, pues ninguno de los dos ha cometido adulterio.
El principio también se aplica cuando existe peligro de violencia física. Por ejemplo, si
existe el peligro de un posible abuso sexual o emocional del otro cónyuge o de los
hijos, no encontramos que en las Escrituras se nos exija que debamos permanecer
casados. Pero tampoco en ese caso se provee ninguna cláusula que permita un
segundo casamiento.
Por supuesto esto no era verdad en el caso de Miryiam. Pero éste si hubiera sido el
caso, Yousef hubiera quedado libre de su voto, y hubiera quedado en libertad de
casarse con alguien más.
No se requiere que haya divorcio o anulación si sale a la luz algo importante que haya
estado escondido o falsificado. Puede suceder que se sepan todos los detalles de la
situación que previamente hubiera estado oculta, y se llegue a un acuerdo para
continuar en el matrimonio. Si se descubre una falsificación o fraude, se debe afrontar
y resolver de una manera inmediata, en cuanto se tiene acceso a la información.
En resumen, Yahweh creó la relación matrimonial y pretendía que fuera una relación
para toda la vida.
Por lo tanto, aunque el divorcio y las segundas nupcias son permitidos bajo ciertas
circunstancias específicas nadamás, en todo caso recomendamos vehementemente
que las parejas con problemas en su matrimonio busquen un consejo sabio de
familares o ancianos de la Kejilah, que les ayude a ambos a preservar su importante y
valiosa relación.