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Filosofía y Estética de la Música – Facultad de Artes - UNC

Cinthya Valeria Molina Ferrer

Para entender lo que piensa Rousseau acerca de la música y de su origen


necesariamente debemos tener en cuenta el planteo que él hace acerca de cómo
surgen los modos de comunicación entre los seres humanos en sus inicios. Plantea
que hay tres sentidos principales por medio de los cuales los hombres pueden
percibir a otros, a saber, el tacto, la vista y el oído; sólo la vista y el oído tienen un
alcance mayor, y de estos dos hace ciertas distinciones de acuerdo a las necesidades
del hombre: por medio del primero, se puede conseguir comunicar un mensaje con
muchísima mayor precisión, énfasis y claridad que por medio del segundo. Por eso,
las lenguas más antiguas se escribían con dibujos, no con signos. “(…) los discursos
más elocuentes – Dice Rousseau – son aquellos en los que se insertan más
imágenes” (Rousseau, 2007, p. 255, 257). Esto será defendido posteriormente con
muchos ejemplos esclarecedores en los cuales, según Rousseau, si se hubiera
reemplazado el mensaje dado por medio de imágenes por una carta, no habría
surtido el mismo efecto.
Ahora bien. El ser humano reconoce a sus semejantes como seres sensibles, y por
ello surge la necesidad de comunicarle sus sentimientos y pensamientos. Lo
segundo, como se mencionó antes, pareciera ser más claro si es percibido por la
vista antes que por el oído. Pero para lo primero, el efecto de lo sucesivo del sonido
(en comparación de lo instantáneo de la imagen) es mucho más efectivo. En
palabras de Rousseau: “Pero cuando se trata de conmover el corazón y de inflamar
las pasiones, es absolutamente distinto. La impresión sucesiva del discurso, que
afecta mediante golpes redoblados, os da una emoción muy distinta a la del objeto
mismo, que queda visto con una ojeada.” (p. 257). Y en este punto es en el que
Rousseau se posicionará y explayará para proporcionarnos su opinión acerca del
origen de la música.

Rousseau no aprueba la tesis de que el lenguaje surge por la necesidad del hombre;
esto sería, según él, fácilmente refutado teniendo en cuenta que el lenguaje
aproxima a los hombres, mientras que las necesidades lo dispersaron por todo el
mundo: “El efecto natural de las primeras necesidades fue distanciar a los hombres
en vez de aproximarlos (…). Sería absurdo que la causa que los separa se
transformase en el medio que los une.” (p.259) Entonces, como ya explicó antes,
la necesidad de expresar sus emociones a otros individuos que percibía como
semejantes, trajo como consecuencia los primeros sonidos de las voces humanas.
Así, entonces, surge el lenguaje, de una necesidad moral. Así, pues, de acuerdo a
las pasiones que quisiera expresar el individuo, las articulaciones, cadencias,
sonidos que utilizaría. En este punto, se puede comenzar a vislumbrar cómo para
Rousseau en sus inicios la música estaba ligada intrínsecamente al lenguaje, o, más
bien, la música era la lengua en sí. De hecho, al provenir del habla, la música
original y la más pura es la melodía.

Rousseau, 2007
“De este modo la cadencia y los sonidos nacen con las sílabas: la pasión hace
hablar a todos sus órganos, y adorna la voz con todo su esplendor; así, los
versos, los cantos, la palabra tienen un origen común. Alrededor de las
fuentes de que he hablado, los primeros discursos fueron las primeras
canciones: las vueltas periódicas y reguladas del ritmo, las inflexiones
melodiosas de los acentos hicieron nacer, con la lengua, la poesía y la
música, o, más bien, todo eso no era más que la lengua misma para esos
climas dichosos y para aquellas épocas dichosas, donde las únicas
necesidades imperiosas que exigían el concurso del otro eran las que hacía
nacer del corazón.” (p. 291)

Aquí Rousseau se está refiriendo a Grecia. Más adelante, Rousseau explica cómo
el clima, entre otras cosas, afecta al lenguaje: por eso en Grecia, que el clima es
más favorable que en el norte de Europa, el lenguaje estaba más próximo a la
música, y en el norte se fue alejando cada vez más de acuerdo a las necesidades
vitales.
Volviendo a la caracterización moral que le atribuye Rousseau al lenguaje, en vista
de que la música surge y es en sus inicios la propia lengua, ésta también es
“moralizante”. Es muy importante en este punto aclarar que, para él, no son
precisamente los sonidos de una melodía los que tienen un efecto moral, sino que
están construidos a semejanza de algo intangible de carácter moral y que aquello
es semejante a algo que poseemos los hombres, de carácter moral también, y esto
es lo que produce un efecto moral en nosotros. Aquí podemos observar lo
neoplatónico del pensamiento de Rousseau, en el carácter moral de las melodías.
Es tal, para Rousseau, el origen metafísico de la forma de la música, que mientras
más los estudiosos la analizan según la física, más se aleja de su esencia, de su
antigua energía. En este sentido, los objetos sensibles, en este caso las melodías, no
son más que objetos que nos producen impresiones sensibles, las impresiones
intelectuales y morales que recibimos por medio de las anteriores provienen de las
afecciones del alma que ellos [los objetos sensibles] nos representan. Esta
característica, según Rousseau, es la que hace que la pintura y la música se
diferencien de las ciencias como artes: que imitan. En el caso de la música, es la
melodía la que la hace un arte de imitación. Aquí podríamos relacionar esta idea
con la metafísica, en el sentido de que, si hay ciertas melodías que afectan el
carácter de determinada manera representando moralmente, hay algo (que según
Rousseau no tiene que ver con proporciones ni con frecuencias) en la forma de las
melodías que hace que las mismas puedan ser objetos sensibles y permitir que los
hombres se identifiquen con un afecto ante la audición de éstas.
Recordemos que esto sucedió en los inicios del lenguaje, luego, según las
necesidades de cada pueblo se fue modificando y así la música fue tomando cada
vez más distancia de la lengua. Las necesidades de quienes gobiernan fueron
modificando las lenguas de los distintos pueblos. Así, entonces, vemos cómo de
nuevo el pensamiento de Rousseau se alinea con el de los antiguos griegos en
pensar que el lenguaje es un reflejo de los pueblos y de las formas de gobernarlos.

Podemos observar muchas similitudes (pese a la distancia temporal entre uno y


otro) entre este texto y La música suprema. Música y política de Giorgio Agamben.
La explicación del origen de la lengua y de la música están ligadas intrínsecamente
una con otra en ambos casos. Mediante ella [la música] se puede acceder según
Agamben a algo anterior al lenguaje, en el caso de los griegos, el lenguaje era
musaico, luego se separan y la música comienza poco a poco a “olvidar” su origen.
Ambos autores acuerdan en este punto. Por eso, para Rousseau por más análisis
que realice Burette en base a la música griega, no podrá comprenderla, porque está
desligado de ese origen y ya no puede acceder a él, al menos no a través de la
ciencia. En el caso de Rousseau no se habla de un origen musaico, pero sí de un
origen dado por una necesidad moral, que de algún modo también es algo
inaccesible mediante los sentidos y el análisis, sino mediante objetos sensibles que
representan dicha moralidad.
Ambos acuerdan que el lenguaje define a los pueblos, o más bien, el lenguaje está
determinado por las necesidades de sus pueblos: sus acentos, sus articulaciones,
sus duraciones. Por esto Rousseau dice: “en cuanto a la manera en que se unieron
las primeras sociedades, ¿sorprende que se pusieran en verso las primeras historias,
que se cantaran las primeras leyes? ¿sorprende que los primeros gramáticos
sometieran su arte a la música, y fuesen a la vez profesores de una y otra?” (p. 291).
En esos orígenes, la música, el lenguaje y la política estaban todos organizados a
semejanza. Luego, esto se dejó en el olvido y por ello para Agamben “los hombres
políticos actuales no están a la altura de pensar porque tanto su lenguaje como su
música giran amusaicamente en el vacío.” (Agamben, 2016, p. 9). Análogamente,
plantea Rousseau: “¿De qué serviría hoy que la fuerza pública remplazara a la
persuasión? (…) Las lenguas populares se han vuelto para nosotros tan inútiles
como la elocuencia. Las sociedades han cobrado su forma última: en ellas no se
cambia nada, si no es con cañones y dinero; (…) No es necesario reunir a nadie
para eso: por el contrario, hay que mantener dispersos a los sujetos; y esa es la
primera máxima de la política moderna.” (Rousseau, 2007, p. 307).
Bibliografía:

Agamben, G., (2016), “La musica suprema. Musica e política” en Che cos’è la
filosofía? Macerata, Quodlibet. [“La música suprema. Música y política”
trad. Manuel Ignacio Moyano, ined.]

Rousseau, J. J. (2007) “Capítulos XII-XIX” del Ensayo sobre el origen de las


lenguas. México. Fondo de Cultura Económica.

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