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RED@ctuar, red de cambalache chorero sobre artes escénicas y demás chunches.

Teatro y genocidio
(debate en mujeres_de_teatro@yahoogrupos.com)

Ideia Zabaldu.

“¿Qué no tiene ojos un judío, órganos, proporción humana, sentidos, afectos, pasiones?
¿Y no lo nutren los mismos alimentos, lo hieren las mismas armas,
no está sujeto a las mismas enfermedades, no se cura con los mismos medios,
no se calienta y se enfría con el mismo verano y el mismo invierno que un cristiano?
Si nos picáis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no nos reímos?
¿No nos morimos si nos envenenáis? Y si nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos?
Si somos como vosotros en lo demás, también nos pareceremos en eso”.

(William Shakespeare, El mercader de Venecia. UNAM, 1997. Trad. Ma. Enriqueta González Padilla).

MAYO 8. Desde la redacción de Convergencia Socialista, A.P.N., a través de la intermediación del


Partido Revolucionario de las y los Trabajadores, llega a RED@ctuar un “emilio” intitulado Debate
sobre Palestina en la red de mujeres de teatro, con el siguiente texto de introducción:

“El artículo de Saramago sobre la agresión israelí a Palestina en que compara Auschwittz con la
violación de derechos humanos que se comete contra los palestinos y que fue reproducido en el
Boletín de información electrónica de la Cuarta Internacional, a su vez fue reenviado por Hilda
Valencia a otra red electrónica, la red de mujeres de teatro. El artículo ha generado un debate
en esa red tanto por el contenido de las afirmaciones de Saramago, como por el hecho de que
el tema sea debatido en una red de mujeres de teatro. El debate se inició con una carta pública
de Silvia Káter, también integrante de la red de mujeres de teatro, dirigida a Hilda Valencia, que
reproducimos más abajo. Otras mujeres han opinado en la red sobre estos temas. A
continuación reproducimos la respuesta de Hilda Valencia. En el boletín 295 del correo de la
Cuarta Internacional se reproduce igualmente una entrevista posterior con Saramago a
propósito del impacto de su afirmación”.

Si bien la nota de Convergencia Socialista (CS-APN) es imprecisa respecto a la información


que maneja, pues el texto a partir del cual se generó el debate no es un artículo de José Saramago
sino de James Petras; lo importante estriba, como observan con acierto en CS-APN, en el hecho de
que éste, el debate, no sólo se haya originado provocado por las “afirmaciones de Saramago”,
expuestas por Petras en su artículo, sino que además se haya generado en una red, léase lista de
correos electrónicos vía internet, de mujeres de teatro; donde lo asombroso no está de ninguna
manera en lo “de mujeres”, sino en aquello que dice “de teatro”.

En México, al menos en lo que toca a la capital del país, existen mínimo tres espacios más de
la virtualidad hecha mercado, similares al de la Red de Mujeres de Teatro, pululando
cibernéticamente por Internet: Teatrología, Teatro México y RED@ctuar, y en ninguno de ellos se
había siquiera sugerido hablar de lo que estaba pasando entre los pueblos de Israel y Palestina,
cuyos gobiernos e ideologías los han conducido a la guerra. Pero no es extraño, salvo a una de
estas “redes”, tampoco les ha interesado reflexionar acerca de la guerra supuestamente
antiterrorista emprendida por Estados Unidos en contra, aparentemente, de Afganistán con el
beneplácito y la complicidad ya ni digamos de la mayoría de los gobiernos de las naciones del
mundo, sino del propio gobierno mexicano. Que “eso pasa al otro lado del mundo”, dirán; tampoco
les ha importado lo que sucede en Argentina, Perú o Venezuela. Que “eso está muy lejos”; quizás
no tanto como la frontera con nuestros vecinos al norte, y sin embargo tampoco les interesan las
más de 300 mujeres asesinadas en Ciudad Juárez y en el mismo Distrito Federal, ni las audiencias
en la Suprema Corte de Justicia por controversias constitucionales para con la ley de derechos y
cultura indígena aprobada por la actual legislatura a pesar de tener en casa una guerra civil que se
encuentra en estado de tregua. Y “eso, ¿qué tiene que ver con la cultura, con el arte?”, preguntarán
con la misma actitud pedroinfantesca de “yo no fui” mientras se hacen de oídos sordos ante una
supuesta ley de fomento cultural que tarda en ser propuesta, la amenaza legislativa de cobrar el
Impuesto Sobre la Renta por derechos autorales o la intentona gubernamental de desmantelar el
sistema de comodatos de teatros del IMSS a la comunidad teatral para convertirlos en
estacionamientos.

Afortunadamente, poniendo de frente su amor y su generosidad para con su trabajo, su


profesión, su género y consigo mismas, las mujeres de la red de ídem de teatro se dieron el chance
de desamodorrarse y quitarse de encima la inercia alimentada por reality y talk shows, telenovelas,
programas de chismes faranduleros y transmisiones televisivas de partidos de futbol y peleas de
lucha libre, y le entraron a la discusión.

Todo comenzó, como ya se mencionó, cuando Hilda Valencia, colaboradora de la revista


Convergencia Socialista, profesora en el Foro Teatro Contemporáneo, de vocación y oficio teatrera,
compartió con sus colegas un artículo de James Petras titulado La solución final y José Saramago.
En él, el politólogo estadounidense escribió:

“Las imágenes de la fuerza militar de Israel han sido transmitidas al mundo entero. Soldados
disparando en la cabeza a los heridos. Tanques derribando paredes de casas, oficinas, el
complejo de Arafat. Cientos de niños y hombres, con las cabezas encapuchadas, siendo
llevados a culatazos a los campos de concentración; helicópteros artillados destruyendo
mercados; tanques destruyendo olivos, naranjos y limoneros. Las calles de Ramallah
devastadas. Mezquitas y escuelas acribilladas a balazos, dibujos de niños hechos pedazos,
crucifijos hechos añicos, paredes autografiadas por los merodeadores del ejército. Millones de
palestinos rodeados por tanques: con la electricidad cortada, el agua, los teléfonos, sin
alimentos. Las tropas de asalto rompen las puertas y los muebles y los utensilios de cocina, lo
que sea que haga posible la vida. Es que acaso alguien puede decir hoy en día que no sabía
que los israelíes estaban cometiendo un genocidio contra todo un pueblo, apretujado en los
sótanos, bajo las ruinas de sus hogares? A los sobrevivientes entre los heridos, a los
agonizantes, se les niega deliberadamente la atención médica; las decisiones sistemáticas y
metódicas del Alto Mando israelí de bloquear todas las ambulancias, de arrestar y hasta
disparar contra los conductores y el personal de emergencias médicas. Tenemos el dudoso
privilegio de ver y leer al instante cómo se desarrolla todo este horror por parte de los
descendientes del Holocausto, los que con hipocresía y rencor reivindican el monopolio del uso
de la palabra que mejor describe el ataque contra todo un pueblo, con la complicidad de la
mayoría de los israelíes –excepto unas pocas almas valientes–.
“El público israelí, sus medios y periodistas, se escandalizaron cuando el portugués ganador del
Premio Nobel, el escritor José Saramago, los confrontó con la verdad histórica: „Lo que esta
ocurriendo en Palestina es un crimen que podemos comparar con lo que ocurrió en Auschwitz‟.
“El público israelí, en lugar de reflexionar sobre sus actos violentos, se lanzó contra Saramago
por haberse atrevido a compararlos con los nazis. En su ceguera moral, Amos Oz, el escritor
israelí y de a ratos pacifista –hasta que Israel entra en guerra– acusó a Saramago de ser un
„antisemita‟ y de una „increíble ceguera moral‟. La profunda inmoralidad de una guerra contra
todo un pueblo es un crimen contra la humanidad. No hay excepciones especiales. Son
precisamente esos intelectuales israelíes y de la diáspora que se dicen „progresistas‟ los que
han expuesto su propia ceguera nacional y su cobardía moral, encubriendo sus disculpas para
el terror israelí con los harapos de las víctimas del Holocausto de hace 50 años.
“Uno sólo necesita leer la prensa israelí para comprender la validez de la analogía histórica de
Saramago. Día a día, líderes prominentes y respetables elegidos por el electorado judío
'bestializan' a sus adversarios palestinos, todo con tal de justificar mejor su propia violencia
desenfrenada. Según el diario israelí Ma Arriv –citado por Robert Fisk– un oficial israelí
aconseja a sus tropas estudiar las tácticas adoptadas por los nazis en la segunda guerra
mundial: ‟Si nuestro trabajo es tomar campos de refugiados densamente poblados en la Casbah
de Nablus, un oficial debe analizar las lecciones de las guerras pasadas, hasta analizar cómo el
ejército alemán operó en el ghetto de Varsovia‟. Cuando la prensa hebrea acusó a Saramago de
ser antisemita, ¿estaban dispuestos a extender esa calumnia a los oficiales de su ejército y a
sus tropas por utilizar las mismas analogías? ¿Es que los oficiales israelíes también van a
alegar meramente que „estaban cumpliendo órdenes‟ al volar edificios con mujeres, niños y
ancianos en su interior?
“En los foros mundiales –desde la Unión Europea hasta las Naciones Unidas y a lo largo y
ancho del Tercer Mundo– se condena a Israel por actos contra la humanidad. Los defensores
de Israel descubrirán que el llamar a los críticos „antisemitas‟ ya no intimida a la gente. La
opinión pública mundial ha visto y leído demasiado. Nos estamos dando cuenta que las víctimas
se pueden convertir en ejecutores; que la ocupación militar lleva a la limpieza étnica y a las
expulsiones masivas; que los rasguños se pueden convertir en gangrena.
“De forma predecible, Washington sigue a las poderosas organizaciones judías y a los
militaristas de la ultra-derecha: Sólo es el gobierno el que respalda el terrorismo estatal israelí,
contra los líderes de la fe cristiana y musulmán, y en contra de los intereses de las mayores
compañías petroleras y de sus aliados de Arabia Saudita y Kuwait.
“Mientras que pequeños grupos de disidentes israelíes protestan y muchos reservistas se
niegan a servir en el ejército de ocupación, el comentario de Saramago sobre la opinión pública
israelí se aplica por igual a la mayoría de la diáspora pro-israelí: „Un sentimiento de impunidad
caracteriza hoy en día al pueblo israelí y su ejército. Han sido convertidos en rentistas del
Holocausto‟. A la usanza de un estado policial cualquiera, Israel ha retirado todos los libros de
Saramago de las librerías y las bibliotecas. Con la misma seriedad con la que se preparó para el
genocidio, el estado israelí le ha prohibido la entrada a todos los periodistas a los ghettos
palestinos, a excepción de aquellos que resorben los comunicados de prensa del ejército israelí.
“Como en la Alemania Nazi, todos los varones palestinos entre 16 y 60 años son apresados,
muchos de ellos desnudados, esposados, interrogados, y muchos de ellos torturados. Las
familias de los combatientes de la resistencia palestina son hechas rehenes, sin agua, alimento
o electricidad. Los soldados israelíes saquean las casas y se roban cualquier objeto de valor,
destruyendo los muebles. Como con los nazis, se deja morir a cientos de palestinos heridos
mientras que las tropas israelíes bloquean todas la ambulancias. Cientos de miles enfrentan la
deshidratación y la muerte por inanición, dado que se ha cortado todo suministro de agua y
alimento. Tropas israelíes, tanques y helicópteros, han destruido todas las ciudades principales
y campos de refugiados: Tulkarm, Al Bireh, Al Jader, Beit Jala, Oalquilya, Hebron. El
descubrimiento de un solo combatiente de la resistencia resulta en culpa y castigo colectivos:
padres, hijos, tíos y vecinos son sacados a la fuerza y llevados a los campos de concentración,
campos de futbol y parques infantiles reconvertidos.
“Es evidente que la indignación israelí y judía por la equiparación hecha por Saramago del
terrorismo israelí con Auschwitz puso el dedo sobre un recuerdo sensitivo: el desprecio hacia sí
mismos de los ejecutores que se dan cuenta que son discípulos de sus persecutores y que, a
toda costa, deben negarlo. Hasta hoy, todas la apelaciones hechas por los árabes moderados
ante Bush para que intervenga para poner fin a la masacre de los israelíes han sido fútiles.
Washington ha reiterado su apoyo a Sharon, a la invasión y a la guerra contra los palestinos. No
hay ningún poder en los EEUU que pueda contrarrestar al dinero y la influencia del lobby israelí
y sus poderosos aliados judíos. En otros lugares, sin embargo, hay esperanza. La Vía
Campesina y los seguidores de Bové han hecho un llamado para llevar adelante un boicot de
los bienes y servicios israelíes. Israel depende fuertemente de sus exportaciones a la Unión
Europea. Las reducciones en los envíos de petróleo de los países exportadores, particularmente
de Arabia Saudita, Kuwait. Irak, Irán y Libia podrían provocar una fuerte alza de los precios del
petróleo y una crisis económica de importantes proporciones en los EEUU, Europa y Japón.
Esto podría enderezar la espalda de los europeos y despertar la conciencia del público
norteamericano.
“Lo que está absolutamente claro es que mientras que Tel Aviv cuente con la palanca del lobby
israelí en Washington y el apoyo de Bush, no importa qué cantidad de resoluciones de las
Naciones Unidas, Convenciones de Ginebra y llamados europeos se hagan, éstos serán
ignorados por completo. En la mentalidad de búnker de Sharon y sus paranoicos seguidores
israelíes son todos antisemitas, seguidores de los Protocolos de Sión, que intentan desmoralizar
a los israelíes para que no lleven a cabo la misión bíblica de una Gran Israel, un pueblo, una
nación, un Dios; la expulsión de todos los palestinos de su Tierra Prometida. La opinión pública
mundial no puede seguir pasiva y repetir la tragedia del Holocausto judío del siglo XX en el siglo
XXI. Todavía hay tiempo. Pero ¿por cuánto tiempo puede resistir un pueblo heroico sin agua y
comida? La oferta de Sharon a Arafat –la libertad de irse sin poder regresar jamás–, está
dirigida a todo el pueblo palestino”.

No tardó en llegar la respuesta en palabras de otra de las integrantes de la Red de Mujeres de


Teatro, Silvia Káter:

“Esta es una Carta Abierta, pero está destinada especialmente a Hilda Valencia:
“Me siento afectada y a la vez maniatada, Hilda, a raíz de tu carta dirigida a la Red de Mujeres
de Teatro. Y te explico por qué:
“Soy judía, y el conflicto israelí-palestino me llega y me preocupa de una manera muy especial y
directa. Me duele que la información que se está manejando, como ha pasado de manera
frecuente en la historia, sea parcial. Pareciera que el mundo tiene la tendencia a ver los
conflictos como una lucha simple entre víctimas y victimarios, y no aprendemos a ver las cosas
de manera mas profunda y desprejuiciada.
“Lamento que tú envíes ese material a este correo electrónico que debería UNIRNOS alrededor
de DOS TEMAS: LAS MUJERES Y EL TEATRO. Cualquier otra discusión que produzca
desunión, enfrentamiento, es inconveniente: NO se trata de usar la Red cibernética para opinar
sobre el PAN, el PRI, el PRD, Bosnia, China, Argentina, etc. Nuestro objetivo es la búsqueda de
la reivindicación del trabajo teatral de las mujeres, para resarcir el atraso histórico que sufrimos.
Favorecer la investigación sobre temas de problemática femenina. La lucha por el derecho a
expresarnos en cada foro, sin dejarnos aplastar por actitudes y posturas machistas. El seguir
buscando respuestas acerca de nuestros temores, de nuestra poca participación en puestos
públicos, en tomas de decisiones, en trabajos que continúan siendo asumidos mayoritariamente
por varones, a pesar de que nosotras constituimos la mitad de la población. Estamos tratando
de asentar nuestra historia, y ocupar los lugares que nos corresponden. NO en competencia con
los hombres, NO en su contra, sino por nosotras mismas, con la meta de, simplemente, usar el
PODER para PODER expresarnos en las artes escénicas, PODER trabajar, PODER SER
plenamente. Desarrollarnos sin barreras. Y ayudarnos entre nosotras, para demostrarnos y
demostrar que la unión mueve montañas, y que estamos enteradas de lo que pasa con las
compañeras de cada rincón del país. Apoyarnos en las labores de creación y difusión de
nuestros trabajos.
“Y te digo que me siento maniatada porque NO PUEDO NI QUIERO usar esta Red para
polemizar sobre el articulo que enviaste, ya que no corresponde. Entonces me debo quedar
callada, y no enviar varios artículos, más lúcidos, más justos e imparciales, una respuesta a
Saramago, etc., que hagan saber que hay responsabilidades, razones y penurias de ambos
lados en este terrible conflicto. Soy pacifista, soy antirracista, y no me parece bien que se
maneje la información unilateralmente. Así que te mandaré algunos pareceres míos más
particulares, además de varios artículos y comentarios, directamente a tu dirección cibernética,
sin usar esta maravillosa y aglutinadora Red.
“Les pido una disculpa a todas, por la extensión de este email. Pero creo que es importante
siempre recordar nuestros objetivos a fin de no alejarnos de lo que nos hemos propuesto, como
Mujeres de Teatro.
“Las saludo a todas con un gran, gran abrazo fraternal.
“Silvia (a quien Gilda, con toda gracia y sabiduría, llama la Yuca del Medio Oriente esquina con
Cono Sur) (Paria, ciudadana del Mundo, o como quieran)”.

No sabemos si Silvia le mandó a Hilda los artículos y comentarios a los que hizo referencia,
creemos, aun cuando habló de su deber “quedarse callada, y no enviar artículos, más lúcidos, más
justos e imparciales, una respuesta a Saramago, etc., que hagan saber que hay responsabilidades,
razones y penurias de ambos lados en este terrible conflicto”, que sí. Pero sí que la polémica se
dirigió hacia emplear o no la red para hablar de asuntos aparentemente poco ligados a su quehacer
teatral. Por ejemplo, entre el 29 y el 30 de abril llegaron a la Red cinco correos, el primero de ellos,
firmado por Selene De la Cruz, apoyaba la postura de Káter respecto a “los fines que persigue la
red”; en el segundo, Aída Andrade, después de manifestar su apoyo, escribió que creía “también
que este medio debe servir para unirnos y no para difundir tonterías. Yo también soy descendiente
de judíos, y comparto tu sentimiento. Pero ojalá esto, nos sirva a todas, para en adelante cuidar lo
que enviamos”.

Los ánimos se iban calentando cuando, en el tercer comunicado, llegó una carta de Susy
Fischkin:

“Querida paria del mundo, aquí va la mas profunda solidaridad de tu mail, desde otra paria del
universo.
“Ya es suficiente de tanto insistir en verlo todo desde solamente un sitio, un color y una sola
forma. Las cabezas más pensantes deberían generar un pensamiento distinto. De esta manera
sólo es posible nuestro propio crecimiento; es evidente que el mundo es lo que es, porque esto
no pasa, pero que bueno es que desde este espacio podamos iniciar un "movimiento" de
pensamiento generante y distinto [...]
“Un abrazo solidario”.

La balanza se iba inclinando hacia uno de los lados. Nadie, ninguna de las más de 100
integrantes de la Red de Mujeres de Teatro mostraba una postura diferente a la de solidarizarse con
Silvia Káter, y el cuarto mensaje, enviado desde Aguascalientes por Erika Cortés, no fue la
excepción:
“Creo que desde un principio quedó claro para qué era, específicamente, este espacio, por
favor. Parece que se han desatado bandos. „¿Y tú con quien estás?‟.
“Pienso que el error es creer que en esta lugar cabe introducir TODO tipo de información,
cuando lo que nos atañe es el teatro, como dice Silvia.
“La verdad es que cuando checaba el correo de mujeres de teatro y sólo veía asuntos
personalizados, perdía mi tiempo en revisarlos, ahora ni siquiera me tomo la molestia en abrirlos
y los elimino (como lo hice con el de Hilda V.). Sé que tal vez sea indiferencia (horrible). Pero la
red se creó para compartir las cosas que en común interesan a TODAS, o no? (Tarde o
temprano, TODO tipo de información nos llegará, de cualquier forma, aunque no la queramos,
pero de otras partes).”

Y con el mismo sentido llegó el quinto del día, ahora desde la cuenta electrónica de Coral
Aguirre. Sin embargo, parece que Mayo sopló otros vientos, y la desbandada de opiniones
emparentadas más con un pensamiento único, homogéneo y conservador recibió el primero de los
dos únicos mensajes (¡gulp!) que les hicieron la contra, y lo envió, cosa curiosa, la misma Coral
Aguirre:

“Queridas compañeras, cuando tomé partido por lo que manifestaba Erika lo hice sin
conocimiento de causa. Me parecía intrascendente el uso que se le da a nuestro correo. Es
decir: cosas personales, citas, acuerdos etc. que se pueden enviar a la dirección de la persona
específica con quien uno trata. Ahora me entero que la cuestión era por unas definiciones de
carácter político que envió Hilda Valencia. No sé si entonces esté tan de acuerdo con todas
ustedes. Entiendo perfectamente la posición de Silvia Káter y su carta me parece llena de amor
y respeto. Sin embargo, y es difícil decirlo, aquí en México no existe la costumbre del debate y
la polémica a propósito de posiciones ideológicas y políticas, y esto nos hace falta a las mujeres
especialmente. La democracia de verdad se ejerce en el libre debate de las ideas, yo digo lo
mío tú lo tuyo, con respeto aunque con nuestras diferencias. Siento tanto que es esta práctica la
que falta que me parece que si nuestro contacto epistolar pasa también por esto, porque si yo
termino de votar en contra de Sharon, como lo he hecho por Internet, este mismo medio, para
que se lo juzgue desde los crímenes de Shara y Chatila. desde entonces, es un modo que
tenemos de conocernos respetando nuestras diferencias y no obstante haciéndonos fuertes en
nuestros acuerdos. Di, Silvia, lo que tienes que decir de tu gente, yo amo profundamente al
pueblo judío y tengo mis mejores amigos entre ellos. Sin embargo, no es eso lo que me impide
enfrentar con relación crítica, lo que está pasando. Espero no ser demasiado aventurada,
espero que comprendan mi posición y también espero que nuestra red, nuestra telaraña, se
llene de cosas fuertes, críticas, desde nuestra condición femenina, desde nuestros puntos de
vista, con toda la honestidad de las que somos capaces. Me parece que soslayar cuestiones de
carácter tan vital y tan terrible no nos haría más fuertes ni más cercanas. Ojalá sepan disculpar,
[una flor] si hay algún exceso en lo que digo. Un gran abrazo de Coral”.

Tuvo que pasar un poco más de tiempo para que las compañeras de Hilda en la Red leyeran
su respuesta a manera de derecho de réplica; en tanto, la idea de no quedarse con una sola visión
de lo que pasaba en Tierra Santa se hacía cada vez más antojadiza. En este sentido, nos
encontramos con un artículo más, El negocio del miedo, escrito por Naomi Klein y publicado por
Masiosare con traducción de Tania Molina Ramírez:

“¿Es posible estar a favor de la independencia palestina sin adoptar una dicotomía simplista de
„a favor de los palestinos / contra Israel‟? Algunos piensan que no hay que molestarse con tales
„sutilezas‟ mientras aún sacan cuerpos de entre los escombros en Jenin. Pero cualquiera que
esté interesado en luchar contra el fascismo al estilo Le Pen o contra la brutalidad al estilo
Sharon tiene que lidiar de frente con la realidad del antisemitismo.
“Me enteré a través de correos electrónicos que algo nuevo estaba pasando en Washington el
pasado fin de semana. A una manifestación contra el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional se le unió una marcha antiguerra, así como una manifestación contra la ocupación
israelí en territorio palestino. Al final, todas las marchas se juntaron en lo que los organizadores
describieron como la más grande manifestación de solidaridad con los palestinos en la historia
estadunidense, 75 mil personas, según la policía.
“El domingo por la noche prendí el televisor con la esperanza de atrapar un vistazo de esta
histórica protesta. Vi otra cosa: un triunfante Jean Marie Le Pen celebrando su nuevo status de
segundo líder político más popular en Francia. Desde entonces me he preguntando si la alianza
que se vio en las calles también puede lidiar con esta nueva amenaza.
“Me parece que la convergencia que tuvo lugar en Washington –como crítica tanto de la
ocupación israelí como de la globalización con mandato empresarial– llegó con mucho retraso.
A pesar de etiquetas fáciles como „antiglobalización‟, las protestas de los pasados tres años se
han tratado sobre la autodeterminación: el derecho de los pueblos a decidir la mejor manera de
organizar sus sociedades y economías, ya sea una reforma agraria en Brasil, producir
medicinas genéricas contra el Sida en la India, o, por supuesto, resistir una fuerza de ocupación
en Palestina.
“Cuando cientos de activistas de la globalización llegaron a Ramallah para actuar como
„escudos humanos‟ entre los tanques israelíes y los palestinos, la teoría que se había estado
desarrollando fuera de las cumbres comerciales se puso en acción concreta. Traer de vuelta
todo ese espíritu valiente a Washington era el próximo paso lógico. Pero cuando vi a Le Pen en
la televisión, triunfante, con los brazos alzados, algo de mi entusiasmo se evaporó. No hay
ninguna conexión entre el fascismo francés y los manifestantes „liberen a Palestina‟ en
Washington (de hecho, las únicas personas por las cuales los que apoyan a Le Pen parecen
sentir más disgusto que por los judíos es por los árabes). Sin embargo, no podía evitar pensar
en los recientes eventos donde he estado y en los cuales la violencia contra los musulmanes es
correctamente condenada, Ariel Sharon muy merecidamente maldecido, pero en los cuales no
se hacía ninguna mención a los ataques a las sinagogas, cementerios y centros comunitarios
judíos. Tampoco podía evitar pensar en el hecho de que cada vez que me meto a sitios de
internet con noticias sobre activismo, como Indymedia.org, el cual ejerce un „abierto criterio de
publicación‟, me enfrento a una serie de teorías de la conspiración judía sobre el 11 de
septiembre, y con extractos del Protocolo de los Sabios de Sión.
“El movimiento contra la globalización no es antisemita, simplemente no se ha enfrentado lo
suficiente a las implicaciones de sumergirse en el conflicto de Medio Oriente. La mayoría de las
personas de izquierda simplemente están eligiendo estar de un lado, y en el Medio Oriente,
donde uno de los lados está bajo ocupación y el otro tiene a los militares estadunidenses detrás
de ellos, la elección parece ser clara. Pero es posible criticar a Israel mientras se condena con
fuerza la escalada antisemita. Y de la misma manera es posible estar a favor de la
independencia palestina sin adoptar una dicotomía simplista de „a favor de los palestinos /
contra Israel‟, una imagen espejo de las fórmulas bien-contra-mal tan amadas por George W.
Bush.
“¿Por qué molestarse con tales sutilezas mientras aún sacan cuerpos de entre los escombros
en Jenin? Porque cualquiera que esté interesado en luchar contra el fascismo al estilo Le Pen o
contra la brutalidad al estilo Sharon tiene que lidiar de frente con el antisemitismo.
“El odio hacia los judíos es una potente herramienta en las manos tanto de la derecha en
Europa como en Israel. Para Le Pen, el antisemitismo es una inesperada fortuna que ayuda a
repuntar su apoyo de un 10% a un 17% en una semana. Para Ariel Sharon, es el miedo al
antisemitismo, tanto real como imaginario, lo que representa un arma. A Sharon le gusta decir
que él se enfrenta a los terroristas para mostrar que no tiene miedo. De hecho, sus políticas son
motivadas por el temor. Su gran talento consiste en entender cabalmente la profundidad del
miedo judío a otro holocausto. Sabe cómo hacer paralelismos entre las ansiedades judías sobre
el antisemitismo y los miedos estadunidenses al terrorismo. Y es un experto en utilizar todo esto
para sus fines políticos.
“El primer y familiar miedo al que Sharon recurre, el que permite que proclame que todas sus
acciones son defensivas, es el miedo de que los vecinos de Israel quieren echar a los judíos al
mar. El segundo temor que Sharon manipula es el miedo de los judíos de la Diáspora, de que
eventualmente se verán forzados a buscar un refugio en Israel. Este temor lleva a que millones
de judíos en el mundo, muchos de ellos asqueados de la agresión israelí, se callen y envíen sus
cheques, un depósito para el futuro santuario.
“La fórmula es sencilla: mientras más teman los judíos, más poderoso es Sharon. Elegida sobre
la base de „la paz a través de la seguridad‟, la administración de Sharon prácticamente no podía
esconder su encanto por el ascenso de Le Pen e inmediatamente llamó a los judíos franceses a
que empaquen y regresen a la tierra prometida.
“Para Sharon, el temor judío es una garantía de que su poder no será monitoreado y le da la
impunidad para enviar tropas al ministerio de Educación palestino a robar y destruir registros;
enterrar vivos a niños en sus hogares; bloquear ambulancias para que no lleguen a los
moribundos.
“Los judíos fuera de Israel se encuentran en un predicamento: las acciones del país que se
suponía que iba a garantizar su futura seguridad los están poniendo en una situación más
insegura. Sharon deliberadamente borra las distinciones entre los términos „judío‟ e „israelí‟ y
dice que lucha no por un territorio israelí sino por la supervivencia del pueblo judío. Y cuando el
antisemitismo crece, al menos en parte como resultado de sus acciones, es el propio Sharon el
que de nuevo recolecta los dividendos políticos. Y la estrategia funciona. La mayoría de los
judíos está tan asustada que ahora está dispuesta a hacer cualquier cosa para defender a las
políticas israelíes. Así, en la sinagoga de mi barrio, donde la humilde fachada acaba de ser
feamente marcada por un sospechoso fuego, el letrero en la puerta no dice: „Gracias por nada,
Sharon‟. Dice: „Apoya a Israel ... Ahora más que nunca‟.
“Hay una salida. Nada va a erradicar el antisemitismo, pero los judíos fuera y dentro de Israel
podrían estar un poco más seguros si hubiera una campaña para distinguir entre distintas
posiciones judías y las acciones del Estado israelí. Aquí es donde un movimiento internacional
puede jugar un papel crucial. Ya se están formando alianzas entre los activistas de la
globalización y los „refuseniks‟ israelíes, los soldados que se rehúsan a cumplir con su obligado
deber en los territorios ocupados. Las imágenes más poderosas de las protestas del sábado 20
de abril eran los rabinos caminando al lado de los palestinos.
“Pero se necesita hacer más. Resulta fácil que los activistas de la justicia social se digan a sí
mismos que como los judíos ya tienen unos defensores tan poderosos en Washington y
Jerusalén, el antisemitismo no es su batalla. Este es un error fatal. Precisamente porque el
antisemitismo es usado por gente como Sharon, una lucha contra el antisemitismo tiene que ser
proclamada. Cuando el antisemitismo ya no sea un negocio judío, del cual se ocupan Israel y el
cabildeo sionista, se le robará a Sharon su arma más efectiva en la indefendible y
crecientemente brutal ocupación.
“Y, como punto extra, cuando el odio hacia los judíos disminuya, gente como Jean Marie Le Pen
también empequeñecerá”.

Mientras tanto, en la lista de correos electrónicos, Hilda tomaba la palabra:

“Para Silvia Káter y para todas las compañeras de la red de mujeres de teatro:
“Lamento en lo personal, que te sientas profundamente afectada por la declaración de
Saramago. Consideré importante compartir el pensamiento de un artista con ustedes, que
también ha manifestado su posición ante el gobierno mexicano, en lo que se refiere al Ejército
Zapatista de Liberación Nacional. Creo que la reflexión es una parte fundamental de la creación,
que el acontecer nacional e internacional nos atañe. Que no es de ninguna manera estar o no
de acuerdo con Saramago, sino compartir y discutir. Ojalá que tú, Silvia, nos compartieras a
todas pensamientos más lúcidos sobre el conflicto Israel-Palestina, porque no es fácil entender
en particular este conflicto, como tampoco el absurdo de la guerra contra Afganistán, ni ahora la
arremetida contra la Isla de Cuba. Declara Washington que la isla es „una amenaza a 144
kilómetros‟, ¿será el siguiente Afganistán? Precisamente ayer la Secretaria de Relaciones
Exteriores y Gobernación prohíben la entrada al grupo cubano de teatro La Marea a México que
participaría en el Festival de Sinaloa. ¿Y el rumbo de la política cultural de nuestro país, con el
cambio de director del FCE?, o la petición de vecinos de Coyoacán a la Delegada María Rojo,
de cerrar La Casa del Teatro y el Foro La Conchita, esto sólo por mencionar algunos
acontecimientos que muestran la importancia de discutir y reflexionar sobre lo que ocurre a
nuestro derredor.
“Entonces me pregunto y les pregunto: ¿sus propuesta artísticas están desprovistas de una
posición ante una idea, una imagen, la política, la historia, la sociedad, la ciencia, etc.? Y si es
así, entonces ¿no es una contradicción habernos constituido en una red de mujeres de
teatro? ¿Para qué lo hicimos entonces? El haberlo hecho ya es, en sí, una posición política. Así
como el hacer obras como Estrellas enterradas, Mujeres en el Encierro, el que Gilda escriba un
libro sobre Alaíde Fopa, el que Liliana Felipe realice un espectáculo en solidaridad con el pueblo
argentino, el que Coral tenga una basta dramaturgia sobre mujeres, y éstas sólo son algunas de
las actividades artísticas que realizan las mujeres de la red de teatro.
“El artista siempre quiere decir algo, sea conciente o no y su quehacer creativo lo compromete,
quiera o no.
“Lamento profundamente que piensen que existen dos realidades absolutamente separadas, la
del quehacer teatral y la otra que nos circunda todos los días. El arte es una manera de
reflexionar sobre la vida cotidiana y también sobre los acontecimientos más importantes. La
realidad del artista y el registro de acontecimientos que son imágenes, conceptos, ideas,
documentos se vuelven materia prima del creador. Y al revés, también el artista, el creador, está
marcado, estamos marcados, por la realidad social en que nos desarrollamos, seamos
concientes o no de ello. Es preferible reflexionar y discutir sobre esa realidad y cómo se afecta
y se ubica ahí nuestra producción, que simplemente ser parte pasiva de las contradicciones
sociales contemporáneas. Un prejuicio ideológico muy común en la sociedad es la que quiere
convencer de que hay una fosa insalvable entre la realidad social y la creación artística. Pensar
que desde una torre de cristal estamos inmunes a una realidad desagradable y que podemos
desenvolvernos sin tomar posición crítica frente a esa realidad es también una toma de
posición, pasiva, si no justificadora, sí permisiva por omisión.
“Para mí, hacer teatro es una elección y compromiso de vida, por ello doy clases en un foro de
teatro independiente, el Foro Teatro Contemporáneo. Quiero estar en permanente formación,
las obras que dirijo me importan, estoy con un grupo de artesanos, artistas, intelectuales y la
población de Lachigoloo-Oaxaca, haciendo un proyecto que en su primera fase realizará un
taller con artistas plásticos que se llama „Arte, niñ@s y basura‟, que concluirá con una
exposición y una obra de teatro de la historia del lugar, dirigida por Beatriz Russek y su
servidora, codirigiré Los Justos de Albert Camus con Ludwik Margules, escribo en la revista
Convergencia Socialista sobre cultura, estoy dirigiendo Sor Juana de carne y hueso, texto de
una dramaturga, con Rosario Zúñiga, dirigiré en los próximos meses Herencia, de María Muro.
“No me pongo como modelo de lo que deben ser las concepciones y posiciones de todas las
demás, respeto que otras tengan ideas distintas y así como no acepto imposiciones no pretendo
imponer las mías, pero sí propongo reconocer abiertamente que todas podemos tener opiniones
opuestas frente a la realidad que deben ser compartidas, discutidas y entendidas entre todas.
Intercambiar opiniones, aunque eso implique discusión, en vez de pretender ocultarnos tras un
muro de cristal que de todos modos nos muestra hacia afuera con todas nuestras
contradicciones.
“Creo que la riqueza de la red de mujeres de teatro, es la diversidad y la posibilidad de contribuir
desde lo que cada una es, a la cultura de nuestro país, sin que esto quiera decir que la
tolerancia se vuelva autocomplacencia. No. Creo que mientras nuestra capacidad crítica esté
alerta, desde allí confrontaremos las diferencias y estrecharemos las coincidencias para avanzar
y contribuir desde nuestro espacio a lo imposible, porque de lo posible como dice el canta-autor
cubano Silvio Rodríguez, ya se sabe demasiado”.

Por las mismas fechas en las que Valencia enviaba este texto a la Red, un conjunto de
organizaciones y personas en lo individual pretendían llevar a cabo una suerte de festival cultural por
la paz en Medio Oriente, con la participación de aproximadamente 50 acróbatas, bailarines, músicos,
actores y demás artistas, en la Plaza de la Constitución. Sabemos poco respecto a cómo sucedieron
las cosas, pero el caso es que se suspendió el evento, y en su lugar unos cuantos oradores
despotricaban contra los gobiernos federal y capitalino y se desgañitaban tratando de competir con
el sonido que el otrora Instituto de Cultura de la Ciudad de México dispuso para que tocara una
banda emparentada con la tradición musical glenmilleriana. Una mujer tomó el micrófono y, palabras
más palabras menos, lamentaba que el gobierno de la “Ciudad de la Esperanza” boicoteara, “de esa
forma”, un esfuerzo de la sociedad civil... y su voz se ahogaba entre los acordes de trompetas y
otros metales. Luego un joven gritó que le daba vergüenza que un gobierno surgido de su propio
partido hiciera las cosas que... a los metales se sumaban las percusiones que volvían aquello
todavía más estridente... “pero no todos los perredistas somos así”... y su voz también se perdía.

“Ibrahim se despertó antes del amanecer dado que ese había sido su hábito desde que tenía
uso de razón. Metió los pies dentro de las pantuflas que tenía al lado de la cama, levantó la
cajetilla de fósforos que tenía sobre la veladora, encendió una vela y luego prendió una pequeña
cocina de queroseno. Se puso de pie y se estiró, pero no miró por la ventana, como solía
hacerlo, para ver cómo estaba el tiempo. El trueno de las piezas de artillería que explotaban y el
fuego de ametralladora que le hacía a uno rechinar los dientes le disuadieron de esa práctica
habitual. Se miró en el espejo, de cerca, y luego abrió el grifo... no había agua. Metió una taza
en un balde y se lavó, secándose la cara con la toalla que colgaba al lado del lavabo. Miró la
toalla estrujada, la volvió a levantar y la volvió a poner en su lugar, pulcramente doblada. Se
sacó el pijama y lo dobló bajo su almohada, estiró las sábanas y las frazadas muy prolijamente.
Se dirigió hacia el pequeño quemador para hacerse el café. Sacó el viejo pan negro de la
alacena, cortó dos rebanadas y lo volvió a poner en su lugar. Abrió el refrigerador, no estaba
frío, sacó la mantequilla blanda y el queso y untó el pan y rebanó el queso, al que procedió a
cortar en trozos de tamaño uniforme. Se sirvió su café en una taza azul y llevó el queso y el pan
con mantequilla hasta una mesa pequeña de madera en un plato floreado. Encendió la radio...
pero no salía ningún sonido. En las cercanías cayó una bomba que hizo temblar el edificio y casi
apagó la vela. Ibrahim hizo un hueco con su mano en torno a la llama, como para protegerla de
intrusiones violentas. Mojó el pan crujiente en el café y lo comió con un pedazo de queso.
Cuando terminó recogió el plato y la taza y los llevó al fregadero, abrió el grifo, pero no salía
agua. Sacó otra taza del balde, lavó los platos y los dejó a secar en el secaplatos. Sacó un trapo
y limpió todas las migas de la mesa y de la encimera. Sacó la regadera y con las últimas gotas
regó las plantas. Echó una mirada furtiva por la ventana hacia su jardín: los rosales estaban
pisoteados y había soldados por todos lados.
“––Hoy no puedo regar las plantas ––se dijo para sus adentros––. Las ramas están quebradas,
pero tal vez las raíces estén protegidas y las flores vuelvan a brotar de nuevo, cuando se vayan
los soldados.
“Hablaba más consigo mismo que con cualquier otra persona. Vivía solo desde hacía una
década, después de la muerte de sus padres. Buscó debajo de la cama y sacó sus zapatos, y
una pequeña sonrisa le cruzó por la cara: ––Ella trataba de ayudar, pero desordenó todo. Me
ponía loco de rabia porque ella ponía todo en el lugar que no era.
“Ibrahim hablaba de su cuñada, que había intentado, hacía ya varios meses, limpiar y ordenar
de nuevo el apartamento. Había puesto sus zapatos en el armario y los cuchillos y las cucharas
en el cajón y sacaba las frazadas para ventilarlas. Ibrahim no estaba contento y volvió a poner
todo en su lugar.
“––Tú necesitas una esposa, una mujer para que te cuide ––le había dicho su hermano hace
años.
“Ibrahim no había respondido, aunque escuchó respetuosamente.
“––¿Quién te va a cuidar cuando estés viejo, o si nos mudamos?
“Ibrahim había vuelto los ojos, perplejo. ––No soy viejo ––se dijo para sus adentros más tarde,
mientras se miraba al espejo.
“Justo cuando estaba de pie frente a la cama, hubo una tremenda explosión en el piso de abajo,
esquirlas de vidrio se metieron en su apartamento, las cortinas volaron hacia adentro y hasta el
piso tembló bajo sus pies.
“Ibrahim se arrastró por el piso, recogiendo los pedazos de vidrio roto y tapó la ventana con la
tabla de picar. Miró afuera hacia la plaza de la Iglesia de la Natividad y vio un tanque
monstruoso con su enorme cañón apuntando hacia la puerta de la iglesia. Ibrahim cayó de
rodillas, el miedo le oprimió el corazón, rezó en árabe y luego sacó una cruz de debajo de su
camisa. La miró: son las seis, la misa comienza dentro de poco. Había un fuego continuo de
ametralladoras, las órdenes de los soldados, los gritos de los heridos. Se puso el abrigo y la
gorra, y se puso la bufanda alrededor del cuello. Miró hacia abajo, un gato grande y negro se
refregaba contra su pierna. Cortó un poco de pan, lo remojó en leche y lo puso en un tazón.
Salió y bajó las escaleras. Todas las puertas estaban cerradas, pero podía oír los sonidos de los
niños llorando y los murmullos de sus padres. Cuando llegó al final de las escaleras, la puerta
de un apartamento se abrió de pronto y una pareja de ancianos se paró frente a él.
“––Ibrahim, ¿a dónde vas? ––Eran pequeños, les temblaban las manos y estaban llenos de
miedo.
“Ibrahim señaló hacia la iglesia. ––Voy a tocar la campana de la iglesia. ¿Quieren que les traiga
algo al regresar?
“––¡Ibrahim! Hoy no hay misa. Los negocios están cerrados. No hay comida. Hoy los soldados
han cerrado la iglesia. Nadie puede dejar su casa. Están matando a todo el que encuentran en
la calle. Tienes que volver a tu cuarto y esperar.
“Ibrahim frunció el ceño. Abrió la puerta. Frente a él estaba el monstruo de hierro. La pareja de
viejos cerró rápido la puerta y le habló desde adentro.
“––¡Ibrahim, no te dejes ver! Están matando a todo el mundo. Si te pegan un tiro en la calle
nadie te va a ayudar. Le disparan a los doctores. Te vas a pudrir donde caigas, porque ni
siquiera los curas ni los de las pompas fúnebres se van a hacer cargo de tu cadáver. También
los matarán a ellos.
“Ibrahim dudó un poco. Pero si todo el mundo en Belén lo conocía. En los amaneceres grises de
los últimos 25 años se había levantado y había caminado hasta la pequeña puerta al costado de
la entrada de la iglesia. Había entrado y se había persignado en el Sagrado lugar del
Nacimiento de Jesús y había subido las escaleras del campanario. Seis toques para la primera
misa del día, ocho para la misa de la mañana, cuatro para un casamiento, tres para un
bautismo, y diez toques para un funeral. Con todas las muertes que han habido últimamente,
parecía que las campanas de la iglesia siempre sonaban. Las manos callosas de Ibrahim
estaban acalambradas. Comenzó a caminar calle abajo mirando hacia adelante, como
transmitiéndoles a los malhechores el mensaje de que sólo se dirigía hacia la puerta lateral, de
que sólo iba a tocar las campanas para llamar a los fieles como lo había venido haciendo cada
día durante el último cuarto de siglo. Sólo jalar seis veces de la campana. Sin arma, sin gatillo,
con las manos abiertas a los costados del cuerpo. Caminó frente al tanque y sintió el calor del
metal, el olor a diesel quemado le penetró en la nariz. A su izquierda, cerca de la entrada de la
iglesia estaba un cuerpo sin cabeza, y la sangre salpicaba el pavimento y la puerta. De repente,
Ibrahim fue asaltado por el miedo, comenzó a caminar más rápido, sólo estaba a diez metros de
la iglesia cuando se escuchó un disparo y luego varios más.
“Ibrahim giró sobre sí mismo, con los ojos llenos de miedo de morir. Su boca se movía. "––¿Por
qué yo? Yo sólo quería tocar las campanas para la primera misa.
“Cayó muerto. Las campanas no doblaron por el campanero. Era un palestino en la tierra del
Gran Israel”.
(El Campanero, de James Petras.
Traducción de Jorge Capelán. Rebelión.org)

En América, a unas 9 mil millas de distancia, según el periodista británico Robert Fisk, quizás
veamos lo que está ocurriendo desde una óptica –la de los medios de dizque comunicación–
parecida a los Westerns; es decir, la de una película en la que pelean buenos contra malos. El
corresponsal del diario The Independent en Medio Oriente se refiere sobre todo a los
estadounidenses, pero la alusión bien podría ser también para nosotros. Esta es la preocupación
que, creemos, comparte Silvia Káter cuando dice que le “duele que la información que se está
manejando, como ha pasado de manera frecuente en la historia, sea parcial. Pareciera que el
mundo tiene la tendencia a ver los conflictos como una lucha simple entre víctimas y victimarios, y
no aprendemos a ver las cosas de manera mas profunda y desprejuiciada”. Desafortunadamente, a
nuestra manera de ver las cosas, quizás también de manera muy parcial, la opinión de Káter sobre
el texto de Petras desató los ánimos fascistas que sobreviven ocultos en el discurso, digámosle
progresista, de quienes adoptamos o decir adoptar posiciones liberales, democráticas, tolerantes y
respetuosas, por decir las más mentadas.

Al igual que Erika Cortés, no queremos ser parte de un juego de bandos, suficiente tenemos
ya con los que éste sistema de basamentos patriarcales ha levantado entre mujeres y hombres,
gobernantes y gobernados, globalifílicos y globalifóbicos, militaristas y pacifistas, recaudadores de
impuestos y trabajadores, niñas-niños y adultas-adultos, y demás etcéteras similares y conexos;
pero tampoco quisiéramos ser de quienes guardan silencio; y, si bien no estamos de acuerdo en el
manejo de una información simplista y parcial de los hechos, tampoco lo estamos de una mirada
reduccionista. Y, nos preguntamos entonces: ¿no son el Pan, el Pri, el Prd y todos los demás
partidos con toda su faramalla electoral un asunto del teatro? ¿No lo son Bosnia y toda la ex
Yugoslavia con sus niñas y niños mutilados por esquirlas y balas? ¿No lo es China y su disfraz
socialista mientras sirve de paradero turístico sexual infantil? ¿No lo son las Madres de la Plaza de
Mayo y sus hijas e hijos desaparecidos por la dictadura militar argentina? ¿No lo es Afganistán y sus
mujeres discriminadas en todos los aspectos? ¿No lo son las casi 300 mujeres asesinadas en
Ciudad Juárez y las decenas encontradas violadas y muertas en el Distrito Federal, sin que nadie,
apenas unas cuantas voces, diga nada? ¿No lo son los casos de Claudia, Paulina o Lucila? ¿No lo
es el homicidio contra Digna Ochoa? ¿Qué asunto sí lo es entonces?

¿Cómo se piensa “resarcir el atraso histórico que sufrimos”? ¿Cómo se busca reivindicar el
trabajo todo, incluyendo lo mismo el de las mujeres que el de los hombres de teatro? ¿Cómo se
busca evitar las actitudes y posturas machistas? ¿Cómo? ¿Ninguneando lo que sucede en el mundo
como lo hace el patriarcado neoliberaloide guareciéndose en ideas morales como las
nacionalidades, los colores de la piel o los idiomas, de modo que se logre la construcción del otro
como alguien susceptible de no estar en el mundo por que no es como nosotros? ¿Reduciendo el
trabajo teatral y el demás a lo “puramente femenino”? Ya en Lisístrata, para Cleonice, Mirrina y
Lampito, la guerra bien que era un tema de mujeres.

Al parecer, el debate respecto a la guerra en Medio Oriente en la red de mujeres de teatro


concluyó con un mensaje que Silvia Káter compartió recientemente, incluso después del
comunicado del 8 de mayo enviado por CS-APN. En él, Silvia aborda varios temas: invita a las
representaciones del “collage escénico” Reflejos de Venus, en Mérida; saluda los primeros
encuentros de mujeres de teatro, en el DF (a realizarse del 17 al 21 de junio) y en Veracruz; felicita a
Selene por un monólogo para niños y le pregunta por alguna gira del mismo; ofrece mandar
información sobre lo que se presentará en Yucatán a mujeres de Querétaro, y pregunta si “las
compañeras de Michoacán” siguen en la Red; pero antes de despedirse con “un abrazo muy cálido”,
escribe:

“Hilda Valencia: me pareció muy bien planteado tu pensamiento, y estoy de acuerdo contigo en
que somos seres políticos. Nunca pensé lo contrario ni me parece correcto tratar de encerrarse
en una torre de cristal. Sólo que creo que hay foros para cada cosa, y que es inconveniente o
inadecuado mezclar el chile, el dulce y la manteca cuando esto puede llevar a discusiones
bizantinas e infinitas. Bienvenida la contradicción, la dialéctica, y acepto que, por tolerancia y
aceptación del prójimo, las que quieran opinar sobre cualquier cosa a través de esta Red, que lo
hagan, si les parece importante. Yo seguiré con mi línea de trabajo, tratando de cuidar que los
temas que traiga a colación estén relacionados de manera directa con el teatro, y/o con la
marginación de mis congéneres y sus logros. Y usaré mi propia “red” de relaciones personales,
para cualesquiera otras discusiones que se alejen de eso. Por ultimo: no me “afectó” la opinión
de Saramago (que efectivamente es artista y premio Nobel, pero también es un ser político que
tiene sus errores graves de apreciación), sino la transcripción del tendencioso y parcial artículo
de James Petras: ése es el que mandaste a la Red. Bueno, ya creo haber aclarado mi postura.
Y te felicito sinceramente por tu trabajo y tu honestidad. A mí también me parece muy valiosa y
valiente la actividad de las dramaturgas, directoras, actrices, cantantes, que denuncian desde
las letras o desde el escenario el sufrimiento y la injusticia. A propósito: escribí hace algún
tiempo una obra de teatro sobre el dictador Pinochet, la puedo compartir con quien este
interesada”.

Desde aquí queremos decir que entendemos el sentir de Silvia y, creemos, los sentires (sic)
de Selene, Aída, Susy y Erika, pero no nos deja de preocupar que sea precisamente en un espacio
de reflexión acerca del quehacer teatral, heredero de una tradición histórica que se ha distinguido
por poner en jaque a las ideas más derechistas de la llamada humanidad, donde éstas encuentren
un caldo de cultivo propicio para desarrollarse.

Partiendo de una preocupación similar, la nariz tras el pasamontañas escribía en uno de sus
choros camuflageados de ensayos, ¡Oximoron! (la derecha intelectual y el fascismo liberal), hace
dos años, respecto a la función social de los intelectuales, como una

“especie de conciencia incómoda e impertinente [...] Un inconforme con todo, con las fuerzas
políticas y sociales, con el Estado, con el gobierno, con los medios de comunicación, con la
cultura, con las artes, con la religión, con el etcétera que el lector agregue. Si el actor social dice
„¡ya está!‟, el intelectual murmura con escepticismo: „le falta, le sobra‟”.
De estar de acuerdo con esta apreciación en relación de quienes pueden llegar a parecernos,
engañosamente, demasiado solemnes; ¿qué podríamos esperar entonces si al análisis crítico del
intelectual le sumamos la actitud irreverente del artista teatral? ¿Uno de los motivos del porqué la
historia del teatro vista desde las vidas de sus actores y actrices se encuentra, como dijera José
Ramón Enríquez medio en serio y medio en broma, en los archivos policíacos?

Pero, ¿qué si en lugar de verse irrespetuoso, antisolemne y acrático el cómico se mira a sí


mismo como parte de un engranaje social que le ha hecho olvidarse de su condición no sólo de
bufón del rey, sino de crítico de éste y de todo lo que representa?

“Refuncionalizados en la globalización fragmentada, los intelectuales de derecha modifican su


ser y adquieren nuevas „virtudes‟ (entre ellas reaparece oximoron): una audaz cobardía y una
profunda banalidad [...] Se pueden dar el lujo de la audaz cobardía y de la profunda banalidad,
puesto que la hegemonía universal casi absoluta del dinero los protege con torres de cristal
blindado. Por esto, la derecha intelectual es particularmente sectaria y tiene, además, el
respaldo de no pocos medios de comunicación y gobiernos. El ingreso a esas altas torres
intelectuales no es fácil, hay que renunciar a la imaginación crítica y autocrítica, a la inteligencia,
a la argumentación, a la reflexión, y optar por la nueva teología, la teología neoliberal”.

Aunque ésta sigue siendo una opinión en relación a los intelectuales “de derecha” (y ex
izquierda) –agrega la nariz por encima de una pipa algo húmeda–, no parece ser una visión ajena a
muchos de quienes nos decimos mujeres u hombres de teatro –añadimos nosotros–. Lo
sorprendente está en que en ocasiones el mecanismo de “derechización” funcione automáticamente,
pues no sobran las veces en que ya no es necesario que medie siquiera la promesa de obtener un
pago en efectivo o en especie para hacer mutis por lo menos en la palabra.

Heider, en Austria; Berlusconi, en Italia; Aznar, en España; Le Pen, como segunda fuerza
política en Francia; la mayoría fascista en el congreso holandés; Sharon, en Israel; Arafat, en
Palestina; Bush, en Estados Unidos, o Fox, en México, no son más que botones de muestra del giro
hacia la derecha que van tomando algunos gobiernos, entre ellos el nuestro. Y la escasa o nula
participación de teatreros y teatreras, por no hablar de actores y actrices nada más, ya no digamos
frente a las guerras en Asia o Europa, o las crisis políticas y económicas en Sudamérica, o las
aprobaciones de leyes, por lo menos, racistas en México; sino en cuestiones como la ley del
Conaculta, los comodatos de teatros del IMSS o el ISR por derechos de autor, hablan de los otros
botones, los que al caerse de un vestuario objetor de “buenas conciencias” se usan para zurcir trajes
de complacencias.

Por lo pronto, frente al conflicto entre Israel y Palestina; ante el debate en la red de mujeres de
teatro; más allá de que, como sostienen James Petras, Carlos Fazio o José Saramago, “los israelíes
de hoy se han convertido en rentistas del Holocausto”, o de que, como dijera León Bendesky,
Saramago cometiera “un exceso retórico” que no es “útil a ninguna de las partes” al equiparar “la
ocupación israelí con el campo de concentración de Auschwitz”, creemos estar de acuerdo con ellos
y con ellas en una cosa: urge detener el genocidio en Medio Oriente o, de otra manera,
parafraseando al mismo Bendesky, éste será otro momento de la Historia del que nos vamos a
avergonzar.

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