Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Staff Staff
Xiime~
Mew Rincone
Armonia&paz
Evarg7
Morin
Emi_93
Oscense
Eni
Mariis
3lik@
Yanii
Pili
Alee Foster
Floresadri
Mew Rincone
Krispipe
Vale
Diseño
Jane
Agradecimientos Capítulo 18
Sinopsis Capítulo 19
Prólogo Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 17 Créditos
Entra a un mundo envuelto de una batalla centenaria
Es sabido que dentro del más inocente de los seres duerme una bestia. Esta
bestia, con la persuasión apropiada, puede ser liberada. Pero, ¿puede ser
controlada?
"El príncipe oscuro, Destructor de Reyes"
Laurent sentía que el Arco sería más poderosa que antes; tal vez pudiera
incluso convertirse en una adivina. Sería la primera; y por la fortaleza que había
percibido en ella, era una transformación plausible. Ver eventos pasados era una
capacidad valiosa, pero ver el futuro le daría una omnipresencia que pocos, si es
que alguno, podrían rivalizar. La sentía volverse poderosa, y usaría eso como un
faro para encontrarla; su propia sangre corría por sus venas. Incluso aunque esta
sangre estaba debilitada por las generaciones que los separaban, él sabía que,
cuanto más recordara ella, más fuerte se volvería su vínculo.
Cada retazo de emoción fuerte activaban ese faro, y él estaba cerca de su
rastro. Los hombres a su mando dedicaban cada segundo del día en seguir la
conexión a cualquier parte en que señalara su presencia. Una y otra vez le habían
probado su valía, pero ahora se habían retrasado un año en traerla. No podía
pensar en otra razón para esto además de que el Consejo de Inmortales, liderado
por su rival Aleixandre, estuviera matando a sus hombres a medida que se
acercaban a ella. A pesar de que esto lo enfadaba, sus hombres podían ser
reemplazados… El Arco no. Mataría a quien sea y haría todo lo necesario para
encontrarla; esperaba que el Consejo fuera capaz de hacer lo mismo. Él lo había
hecho antes, fácilmente, y apreciaba que en el mundo moderno, donde la muerte
era aceptada como un pecado, no tendría problemas en eliminar a nadie en su
camino. El único problema era que si este Arco era en algo parecida a Hélène,
tendría que aproximarse a ella de forma diferente. El corazón de Hélène había sido
puro como el oro, y las cosas que él quería de ella eran oscuras como el pecado.
Tendría que convencer al nuevo Arco de su inocencia en eventos pasados, y usaría
la muerte para atraerla a su lado: ya que, después de todo, la muerte transforma
incluso al más inocente de los corazones con el tiempo. Laurent, de entre todos, lo
sabía; si lo admitía o no, era algo completamente diferente.
Miró a su alrededor, disgustado por lo que veía; clásico estilo francés, lo había
llamado la mujer en el escritorio del frente. Los llamativos colores del cuarto no
podían replicar el verdadero estilo Barroco francés. Espeluznantes y baratos
drapeados de satén de oro falso adornaban las ventanas que miraban hacia afuera,
hacia la nieve penetrantemente fría que infestaba el suelo. Listones de tela de
cálido color rojo, marrón, y oro decoraban la cama de cuatro postes, como lo hacía
la enroscada y enrevesada talla; los patrones creaban una visión particularmente
cautivante, pero lucían como si hubieran sido hechas en un tablero de prensado en
un taller.
Aún encontraba calma en las cosas familiares, pero América estaba lejos de
ser familiar; el Arco tendría que ser encontrada pronto. Sus alrededores no hacían
nada para mejorar su paciencia, y en esta búsqueda en lo que todo lo que se le
pedía era paciencia, el Príncipe Oscuro se preguntó quién pagaría el precio por
hacerlo esperar tan jodidamente tanto.
Traducido por Evarg7
Corregido por Mew Rincone
Las noches cálidas de verano eran una cosa de mi pasado; dejar atrás la
calidez veraniega era, en mi mente, un CRIMEN, pero, a través del frío invernal,
vino el cambio y la muerte llevó a cabo un nuevo principio.
Ella Monroe
Thaxinburg, Virginia
Ciudad Cedar Grove
Esa cama, esa habitación, o incluso esa casa, no se sentían como un hogar,
aunque había estado allí muchas veces antes, durante los pasados veranos y fines
de semana largos con mis padres. El pensar en ellos dejó un mal sabor en mi
lengua. Tragué varias veces, pero el sabor amargo persistió, fortaleciéndose.
Aparté el recuerdo y lo almacené en el fondo de mi mente, el lugar donde encierro
todas las cosas que no puedo manejar y las cosas que me niego a recordar. Ahí es
donde su recuerdo debería quedarse. No podía seguir pensando en ellos porque
entonces la voz empezaría, y con la voz vendrían las visiones y el mal. Me senté en
la cama y miré alrededor por lo que parecía la centésima vez. Sabía que era tarde
porque fuera estaba totalmente oscuro, pero no miré al reloj. No había dormido
cinco horas enteras en semanas, y no tenía ningún lugar en el que estar por la
mañana, así que el tiempo parecía irrelevante. Me quedé en este estado raro de
evasión donde era consciente de todo lo que estaba a mí alrededor, e incluso más
consciente de que nada de eso importaba ya. Flotaba a través de los días con el
piloto automático, esperando una situación donde se esperara una reacción mía, y
recordando la forma “normal” de reaccionar. Fingir era una tarea que no estaba
segura de poder manejar mucho más tiempo. La habitación era muy familiar. La
conocía como la palma de mi mano. ¿Por qué parecía estar a millones de
kilómetros de distancia? ¿O como en un sueño? Alex y yo habíamos estado bastante
tiempo pasando el rato y creciendo juntos, descubriendo quiénes éramos y a dónde
queríamos ir cuando creciéramos. Para nosotros, eso significaba cuando
cumpliéramos los dieciocho. Y ahora que yo había “crecido”, la decepción de la que
era mi vida era más inquietante que cualquier otra cosa. La comprensión de dónde
estaba contra dónde debería haber estado era un dolor de cabeza incesante que no
podía remediar. ¿Por qué esta habitación parecía tan fría y sola? Una escapada
veraniega se convirtió en una prisión, y un constante recordatorio de un pasado al
que nunca podría volver.
Mis manos empezaron a doler por el fuerte agarre que tenía sobre el lavabo.
Cuando las saqué, se sentían tensas y frías. La voz no había vuelto a hablar, pero
podía oír lo que sonaba como alguien arañando la puerta del baño. Me congelé.
Pensé en gritar y preguntar quién estaba ahí, pero un intruso no se anunciaría a sí
mismo.
¿Sería tan malo si alguien me mataba? Yo era una tarada. Me había vuelto
loca en el colegio cuando había tenido una visión, la de mi muerte. Me enviaron al
Ocean Trace para hablarle a un loquero y, como una idiota, había confesado mi
visión al doctor. La voz de un hombre que me ordenaba que volviera a él. Mi propia
muerte. Ese día me había convertido en la chica frágil que todos temían tener
alrededor, temerosos de desencadenar otro esuelodio. Al final, se decidió que iría a
una instalación de cuidados hospitalarios durante setenta y dos horas, lo que se
convirtió en tres semanas. Eso era lo que pasaba cuando te abrías a la gente,
cuando les contabas la verdad. Fue mi culpa, y me di cuenta luego que mantener mi
boca cerrada y mantener a la gente a una distancia segura era lo mejor.
Los Carlton vivían en la Virginia del Norte, junto a Elmwood, un bosque casi
muerto. Las montañas allí eran bastas. En Virginia Beach, de donde me fui, las
“montañas” no eran más que unas colinas ondulantes. Las montañas en Cedar
Grove eran hermosas, pero no tenía interés en explorarlas como había hecho
durante los descansos de verano e invierno en el pasado. Nada era lo mismo. Todo
parecía más pequeño. Los senderos montañosos y los riachuelos de agua fresca no
guardaban la maravilla que una vez tuvieron. Era octubre y ya hacía mucho frío.
Me puse mi abrigo y las nuevas bota de nieve que los Carlton me habían comprado
antes de que llegase. Bajé con las puntas de los pies las escaleras tan
silenciosamente como pude, con Max siguiéndome de cerca. Me dirigí hacia fuera
por la puerta principal, casi tropezándome cuando Max saltó hacia fuera y corrió
directo hacia la caseta abandonada a la izquierda de la casa. Tan pronto como salí,
el frío viento de Virginia del Norte me abofeteó, haciendo justo lo que esperaba que
hiciera: despertarme completamente.
Miré hacia delante y vi que Max se había abierto camino hacia la parte
posterior de la caseta. Recé para que hiciera sus asuntos rápidamente para que no
me congelase hasta la muerte. La luz del porche no llegaba más allá del frente de la
caseta, y Max había desaparecido detrás de ella. La nieve cubría la mitad de mis
botas, y no había pensado en ponerme guantes. Pronto me arrepentí de salir fuera
con sólo botas y un abrigo. No estaba en Virginia Beach, donde teníamos un
centímetro o dos de nieve cada diez años más o menos. En el poco tiempo que
había estado en Virginia del Norte, más de diez centímetros de nieve habían caído.
Esperé, y cuando Max no volvió, me abrí paso para estar más cerca de la caseta,
gritando su nombre tan calladamente como pude, pero, con el frío y mi creciente
molestia, se hacía más difícil que me importase si despertaba a alguien en la casa.
No tenía que preocuparme por los vecinos. Los más cercanos estaban a unos 6 km.
de distancia.
Oí a Max gruñir antes de dar la vuelta la esquina, pero ni siquiera eso me hizo
dejar de ir hacia delante. Yo entendía que algo no estaba bien, quizá incluso fuera
peligroso, pero mis piernas no obedecían a la súplica del miedo, no se giraban y se
iban. Mi estómago hizo unos saltos nerviosos, y mi corazón se aceleró, dejándome
mareada y aturdida, pero seguí caminando. Puse una mano en el costado de la
caseta para equilibrarme. Sentía como si estuviera siendo tragada por la turbia
oscuridad, que nunca encontraría mi camino de salida otra vez. Mis manos y
piernas se estaban entumeciendo y endureciéndose por el gran frío, pero ignoré el
dolor y continué. Daba la impresión de que nunca llegaría a mi destino hasta que,
dando la vuelta a la esquina, Oí lo que sonó como mi nombre siendo llamado detrás
de mí. Mi cerebro quería obedecer y darse la vuelta para ver quién era; sin
embargo, mis pies tenían otros planes. Max volvió a gruñir. Mi corazón amenazaba
con saltarme hasta la garganta y salir de mi cuerpo. Me aferré a la caseta con dedos
congelados, intentando no colapsar en la nieve. Mis piernas y pies se habían
entumecido, y mi cabeza era un globo flotando lentamente encima de mí. Volví a
oír mi nombre, pero más cerca. Max volvió finalmente de detrás de la caseta y se
dirigió hacia la voz de detrás de mí. Mientras me deslizaba lentamente hacia el
suelo congelado, vi que él tenía una mancha roja en su hocico gris-negro. Max se
desdibujó y mi visión parpadeó, luego se ennegreció. Ni siquiera sentí la nieve
cuando caí en ella con la cara.
Traducido por Evarg7
Corregido por Mew Rincone
—Ella, cálmate. Todo está bien —arrulló la Sra. Carlton desde algún lugar de
la habitación.
Moví mi cabeza hacia los alrededores para localizarla por el sonido de su voz,
y la encontré de pie sobre el lavabo del baño. Miré por la ventana y casi fui cegada
por las cálidas trazas de luz que entraban por los ojales en las cortinas amarillo
pálido.
Aunque mi voz sonó más como un graznido que como palabras, la Sra.
Carlton vino y se sentó suavemente en la cama, junto a mí. Puso una toalla
templada sobre cada una de mis manos. Sarah me miró de la misma manera en la
que todos lo habían hecho, como si pensara que yo fuera algo que pudiera
romperse con sólo respirar cerca de mí.
—Es mediodía —su voz fue suave y bajita, y supe que estaba fingiendo estar
más tranquila de lo que se sentía. Sarah, la mejor amiga de mi madre desde la
escuela elemental hasta su muerte hace seis meces, ajustó el trapo refrescante
sobre mis manos—. Ella, ¿qué estabas haciendo fuera a las dos de la mañana? —me
miró, luego volvió a mirar a mis manos y ajustó los trapos templados. Sus ojos
estaban rojos e hinchados. Asumí que había estado llorando, quizá por la pérdida
de su mejor amiga, quizá por otra cosa.
Mi represor de recuerdos debe haber estado escacharrado, porque mis
padres entraron en mi cabeza. Intenté sentarme, pero hice una mueca de dolor por
mis manos rojas e hinchadas. El dolor era bienvenido. Me ayudaba a mantener mi
mente fuera del pasado.
—Sarah.
Sus ojos estaban miserables y vacíos cuando se giró para mirarme. No había
pensado mucho en sus sentimientos, lo triste que debe ser para ella ver rota y
deprimida a la hija de su mejor amiga, en la vieja habitación de su hijo. Ha de
haberse sentido inútil, sabiendo que no había nada que pudiera hacer para
arreglarme. Sus ojos llorosos tuvieron sentido de repente; era por mí por quien se
preocupaba. Supongo que todo el fingimiento y la falsedad que he estado haciendo
no habían sido suficientes. Tenía dos opciones: intentarlo con más ahínco o irme.
—No estaba tratando de, ya sabes, hacerme daño a mí misma o algo asó. Sólo
estaba dejando salir a Max. Estaba rascando mi puerta, y yo no podía dormir, así
que lo dejé salir —recé para que me creyera; nunca nadie me creía no desde “el
colapso nervioso”.
Ella sonrió, una sonrisa pequeña y triste, una que había visto demasiadas
veces desde el funeral. Era la sonrisa que decía: “Siento que estés tan rota y que no
pueda ayudar”. Sarah se apoyó en la puerta, cruzando sus brazos sobre su pecho.
—De acuerdo, pero ¿por qué estuviste ahí fuera por tanto tiempo?
—¿Qué? Sólo estuve ahí fuera por diez minutos o algo así —intenté recordar
exactamente lo que había pasado, pero la memoria era borrosa, y parecía como si
ciertas piezas no estuvieran allí—. Llamé a Max, y él no vino, así que fui a por él —
intenté ver a través de la niebla de la noche anterior. Sarah me miraba fijamente, y
vi un flash de decepción en su cara, pero se recuperó rápidamente. Mi ira
sobrepasó a mi confusión. Quería algunas respuestas si no de mi memoria,
entonces de Sarah.
—¿Qué, Sarah? ¿Cuánto tiempo crees que he estado ahí fuera? —la pregunta
salió más iracunda de lo que fue mi intención. Ella se encogió, y me arrepentí de mi
explosión inmediatamente.
Sarah empezó a hablar, eligiendo sus palabras con cautela, como para no
molestarme más. No quería que se sintiera como si necesitase temerme o tratarme
como a una bebé, así que decidí escuchar calmadamente.
—Lea vino a mi habitación para decirme que ella oyó la puerta principal
abrirse. Tú no estabas en tu habitación, y pensé que sólo necesitabas aire fresco.
Volví a la cama y le dije a Lea que no se preocupara y que me dijera cuando
volvieras a entrar en casa —Lea era la hija de diez años de los Carlton. Era la única
persona que no me miraba como si fuera una pieza frágil de porcelana china, pero
eso era sólo porque no sabía todo lo que me había pasado. Sarah tiró de su camisa,
un hábito nervioso que hacía a menudo—. Pasó más de una hora y Lea no había
vuelto, así que me levanté para revisar tu habitación y todavía no estabas allí.
—¡Una hora! —jadeé—. ¡No hay manera de que estuviera ahí fuera por tanto
tiempo!
Dejé salir una ráfaga de aire y me resigné a recostarme en la cama hasta que
pudiera levantarme y hacer un plan. Quedarme con los Carlton no estaba
funcionando. Yo había añadido considerablemente más estrés a sus vidas, y sólo
había estado allí una semana. Sarah, Eric y Lea eran una familia genial, y apreciaba
su ayuda, pero nos sentíamos como extraños, incluso cuando nos habíamos
conocido todas nuestras vidas. Sarah enseñaba historia en el Instituto de
Tecnología de Virginia y se había tomado dos semanas libres para quedarse
conmigo y ayudarme a adaptarme. Había planeado enviarme al Instituto de
Tecnología de Virginia una vez que estuviera “mejor”, y eso estaba bien. Quería
volver al colegio, pero no iba a volver a mi viejo colegio, donde el incidente había
tenido lugar. Estaba demasiado avergonzada. El colegio estaba lo suficientemente
estresante; la carga adicional garantizaba traer de vuelta a la voz y las visiones.
Sarah volvió con una humeante taza de té. La esencia de manzana troceada
me llegó antes de que pusiera la taza en mi mano. Después de la última noche, me
preocupaba que Sarah se sintiera en la necesidad de tomarse más tiempo libre del
trabajo. Esperaba que no. Disfrutaba su compañía, pero estaba harta de que la
gente caminase sobre cáscaras de huevo alrededor de mí. Ella volvería al trabajo
pronto, y mis días estarían libres de sonrisas tristes y suspiros deseosos.
Cinco horas, cuatro tazas de té y una siesta más tarde, Lea y yo nos sentamos
a la mesa de la cena mientras Sarah servía puré de patatas con ajo. Mis manos y
pies todavía estaban adoloridos, pero mejor, y mi estómago estaba hablando más
fuerte que el fuego crepitando en el Inframundo. Lea me miró desde el otro lado de
la mesa como si viera a un fantasma. Temí que la única persona que me trataba de
forma normal empezara a tratarme como todos los demás lo hacían. Mientras
Sarah servía la comida, me pregunté si alguna vez volvería a sentirme normal.
Quería agradecerle a Eric por traerme dentro la noche anterior. Había sabido
la historia entera por Lea sobre cómo Eric me vio besando el suelo en la nieve y me
llevó dentro de la casa. Ella también me contó que yo había estado mirando fijo al
establo como si pudiera ver a través de él. Yo no recordaba ninguno de esos
detalles y tenía la esperanza de que no estuviera empezando a tener desmayos. El
ánimo sombrío de la habitación era deprimente, y decidí hablar del tema que haría
feliz a Sarah y a Lea: Álex. Era finales de octubre, y él volvería pronto a casa por el
Día de Acción de Gracias. El hijo mayor de los Carlton, Álex, se había ido a la
universidad en New York. Mi familia y los Carlton solían ir de vacaciones juntos
cada invierno. Álex y yo intercambiábamos secretos junto a la chimenea cuando
todos los demás estaban durmiendo o fuera, esquiando.
—¿Cuándo vendrá a casas Álex? —la sonrisa que ilumino la cara de Lea fue
prueba de que había movido a la conversación en la dirección correcta. No pude
evitar sonreír yo también. Echaba de manos a Álex tanto como ellas. Habíamos
planeado ir a la misma universidad, pero esos planes cambiaron cuando le
ofrecieron una beca en la Universidad de Nueva york. Lea se sentó más alto en su
silla; sus grandes ojos avellana se encendieron cuando mencioné a su hermano
mayor. Aparté los celos que reptaban por mi estómago. Mi familia se había ido,
pero ella todavía tenía la suya y tenía todas las razones para estar emocionada por
ver a Álex.
—Él volverá para las vacaciones de Acción de Gracias —dijo Lea y luego
añadió—: Álex dijo que me llevaría a la cabaña cuando llegue a casa.
Sarah sonrió y negó con la cabeza. Empujé la comida en mi boca y bebí agua.
Cuando me había sentado, estaba hambrienta, pero estaba llena después de un par
de bocados. Sentí una repentina presión en mi cabeza y vi un destello del establo,
lo que me recordó que todavía necesitaba ir ahí fuera. Apenas podía oír la
conversación, así que intenté concentrarme con más ahínco.
Lea lucía como si alguien hubiera pateado a su perro, y ese alguien era yo.
Inclinó su cabeza, oscureciendo su cara con las ondas doradas de su pelo. Quería
decirle a Sarah que ellos deberían hacer todo lo que hubieran hecho si yo no
estuviera aquí y que no me tratase como a una inválida que no puede ser dejada
sola.
—Creo que es una buena idea. A ustedes les vendría bien las vacaciones —
dije, usando todo ese falso entusiasmo que había repartido durante el resto de la
noche, sonreí y tuve la esperanza de que fuera suficiente.
—Quizás —susurró.
De haber sabido que traer a colación a Álex pondría a todos de peor humor,
hubiera mantenido mi boca cerrada. Terminamos de cenar en silencio, y me dirigí
escaleras arriba, hacia mi habitación. Me recosté en la cama y me pregunté cuánto
tiempo les llevaría a ellos empezar a odiarme a mí y a todo mi equipaje. Yo era una
intrusa en su casa y ya no quería quedarme y perturbar sus vidas. Eric estaba
pasando muchísimo tiempo fuera de casa para no tener que verme. Yo era el
recordatorio constante del mejor amigo que él había perdido.
Eric y mi padre se habían conocido por las dos mujeres con las que se habían
casado, pero se hicieron amigos ellos también porque tenían intereses comunes. El
golf era un evento de todos los fines de semana para ellos dos cuando todos
vivíamos en Virginia Beach. Mi madre y Sarah solían jugar al golf los fines de
semana como una excusa para tiempo de chicas. Los recuerdos seguían
derramándose de la cámara acorazada de mi cerebro que había pasando mucho
tiempo intentando mantener cerrada a cal y canto. Tenía que haber una forma de
dejar de recordar.
Abajo, Sarah y Lea estaban posadas juntas en el sofá, mirando una serie de
televisión en el canal de Disney. La amarilla masa amorfa animada en la pantalla le
estaba gritando a un amigo por sus pantalones rotos. Lea y Sarah estaban medio
riéndose cuando las interrumpí.
—Sarah, creo que Max necesita salir —fui hacia el otro sofá y me senté. Max
me pisaba los talones, poniéndose frente a mí. Levanté mis pies y los puse debajo
de mí en busca de calidez extra.
Cuando Sarah empezó a levantarse del sofá, la ahuyente con la mano y le dije
que volvería en unos minutos. Sarah se volvió a sentar y siguió mirando la tele con
Lea, que no había prestado atención a nuestra conversación y todavía se estaba
riendo por el programa de televisión.
Me apresuré a subir las escaleras y me vestí tan rápido como pude. Me
preocupaba que, si me tomase mucho tiempo, Sarah sacase al perro ella misma. Si
yo iba a sacar adelante esta rutina de chica “normal”, tendría que hacerlo mejor.
Una vez que Max y yo estábamos fuera, me abrí camino hacia la caseta. La
nieve crujió bajo mis pies, y el ruido hizo eco en mis oídos y dominó cualquier otro
sonido. Max ya estaba junto a la caseta, así que apresuré mi paso para detenerlo
antes de que entrase lo que sea que haya matado la noche anterior. Una vez que
rodeé la esquina, estaba mucho más oscuro, y mis ojos lo pasaron mal para
ajustarse. Pero mis orejas funcionaban lo suficientemente bien como para oír el
ruido que venía desde dentro de la caseta. Suprimí el estremecimiento de miedo y
me giré hacia el sonido.
En el otro lado de la caseta, podía ver la casa en plena vista. Las luces todavía
estaban encendidas en la sala de estar, donde Sarah y Lea miraban la tele. Tenía
que ser rápida o ella enviaría a Eric fuera para hacerme entrar. Me moví más hacia
atrás de la caseta y me puse de puntillas para mirar dentro, por una de las dos
ventanas que delineaban la parte de atrás de la caseta. Yo medía 1,67 metros de
altura, pero no podía ver dentro. No ayudaba que la escarcha, la tierra y la nieve
bloqueasen mi vista. Busqué a mí alrededor algo sobre lo que ponerme y oí otra
vez el sonido.
Oí el ligero sonido de nieve crujiendo bajo lo que esperaba que fueran los pies
de Max detrás de las ramas congeladas por el invierno a mi derecha. Cuando
levanté la mirada, la cola de Max estaba moviéndose con ansiedad mientras
olisqueaba detrás de los arbustos yermos. Le devolví mi atención a la caseta y
presioné mi oreja sobre el costado congelado. No podía entrar por la puerta
porque estaba cerrada con llave. Las ventanas estaban demasiado altas y eran
demasiado grandes para que yo las abriera sola, pero una estaba lo
suficientemente abierta para que pudiera meter mis dedos por debajo y hacer
palanca para abrirla.
—¿Qué estás buscando ahí dentro? —él pasó junto a mí hacia la ventana de la
caseta. Cuando echó un vistazo por el vidrio escarchado, me hice a un lado para
darle espacio.
Me pregunté si debería contarle que la última vez que estaba fuera con Max,
yo había sentido un tirón raro hacia la caseta. No, ni siquiera quería admitirme eso
a mí misma, tampoco quería ser escudriñada bajo la fija mirada hipnótica de Eric.
Opté por una versión suavizada.
—Anoche, cuando dejé salir a Max, pensé que había herido a algo, como a un
conejo o una ardilla —apunté a la caseta—. Creo que entró ahí.
Eric me observó de cerca. Podía decir que estaba sopesando sus opciones,
pensando en lo que yo había dicho.
—Vamos dentro, Ella. Es tarde y hace muchísimo frío aquí fuera —caminó
hacia la casa. Lo seguí, pero no demasiado cerca. Si silencio hablaba a gritos, y me
pregunté si finalmente se había dado cuenta de que había sido un error invitarme a
vivir con su familia.
Traducido por Eni
Corregido por Mew Rincone
—Hija, sabes más que nada que esto es por tu propio bien —Su voz suena como
el silbido de una serpiente.
—No has cumplido tu propósito, y has permitido que ese muchacho campesino
te deshonre, tomando de ti el don. Espero que sepa que él es la razón de tu muerte
esta noche. —Camina de un lado a otro en frente de mi celda.
—Nunca quise que esto pasara, mon amour1. Simplemente no me dejas otra
opción.
1 Mi amor.
—Llévatela. —Su voz carece del remordimiento forzado que una vez tuvo y
ahora está llena de odio y repulsión.
Era la razón por la que todos ellos estaban aquí. Mi visión, este “don”, los puso
aquí para esperar su muerte.
—Rápido, quiero terminar con esto para poder comenzar la búsqueda del
siguiente Arco —dice Laurent.
Caminamos por lo que parecen ser horas. Mis piernas queman por la
inclinación constante y la capacidad del Portador de Muerte de caminar sin
descanso. La hierba está congelada por debajo de mis pies desnudos, me quema y me
salen ampollas. Al entrar por la entrada lateral del castillo, Laurent le dice a los
guardias que me venden los ojos y me aten. No me atrevo a luchar o a protestar. De
todas las cosas que me han pasado hoy, esta será la menos dolorosa. Mis manos están
atadas con tanta fuerza que mis dedos se insensibilizan y mis ojos están cubiertos por
un trapo viejo que huele a vómito y a muerte. Reprimo las ganas de vomitar.
No tengo ni idea en que parte del castillo estamos. Viví aquí sólo por unos pocos
meses antes de que fuera capaz de escaparme con Kale, y estar con los ojos vendados
no ayudaba. Finalmente nos detenemos y puedo oler el aroma costoso de los aceites
para el cuerpo que solamente los ricos pueden permitirse, y sé que hay un público
aquí. Laurent no es otra cosa que teatral. Quiere que sus seguidores sean testigos ya
que de este modo van a temerle. ¿Quién no le temería a un hombre que sacrificaría a
su propia hija a sangre fría?
Empiezo a sollozar. Sabía que esto pasaría. ¿Por qué trate de huir? Podía hacer
frente a mi propia muerte, pero no a la suya. No podía detener esto con simplemente
decir la verdad. Kale y yo no tuvimos conocimiento carnal el uno del otro, y aún tengo
el don que Laurent quiere explotar. Así que muchas personas han muerto y lo
continuarán haciendo debido a mí, pero puedo hacer que detenga, al menos por un
tiempo. Me costaría la vida, pero ruego para que no le cueste nada a Kale.
—Bien, bueno, parece que tengo tu atención —dijo Laurent, su voz más suave
que la seda, pero con un familiar, timbre mortal. El roce de su ropa y el arrastre de
sus botas eran la única evidencia de que él estaba cerca de mí.
Su voz era baja y sus palabras solamente las podía oír yo. —Has aceptado tu
destino, pero, ¿qué pasa con el suyo?
Han pasado semanas desde que planté mi rostro en la nieve. Todas las noches
desde entonces, fui despertada por los ruidos fuera de mi ventana o el rascado de
vez en cuando a mi puerta por Max con ganas de salir a la calle. Tal vez los ruidos
de afuera eran ardillas. Max parecía realmente querer atrapar una. Estuve
trabajando duro por parecer lo más normal posible, y parecía que todos estaban
volviendo de nuevo a la misma rutina que seguían antes de que oscureciera su
puerta—dramático, tal vez, pero también la verdad. Eric llegó a casa más temprano
y Sarah sonrió más genuinamente. No a mí, por supuesto, pero aún los veía de vez
en cuando. Max también se estaba trazando en una rutina. Cada mañana,
exactamente a las dos y media de la mañana, rascaba mi puerta y se quejaba. No
quería dejarlo salir tarde de nuevo y que terminara congelado en el patio trasero,
pero sonaba tan lamentable lloriqueando detrás de la puerta. Me senté en la cama
y pensé en cómo darle la noticia a Sarah y Eric de que quería irme. Sabía que a Eric
no le importaría. Él estaba bien con que me quedara en la casa, pero mantenía su
distancia. Prefería eso. Pero Sarah probablemente lloraría. Pienso que ella cree que
cuidar de mí se lo debe a mis padres. Mi madre fue su mejor amiga, y yo era todo lo
que quedaba de ella. Sarah piensa que puede arreglarme, o por lo menos
devolverme a la chica que una vez conoció. La cosa es que, una vez que conoces la
muerte, no hay vuelta atrás. Eso te cambia. Es diferente para todos. Algunos creen
que la muerte es parte de la vida y la aceptan. La lloran y siguen adelante. Ellos son,
a mis ojos, más listos que el resto de nosotros por no admitir verse afectados. Esas
personas no se miran con lástima de la misma manera en que una hija llorando lo
hace. Ellos no están marcados.
El más alto de los dos tenía el cabello oscuro que volaba libremente mientras
se movía hacia atrás y adelante, fuera de su alcance cada vez que, el pálido, rubio
más bajo le alcanzara. La piel pálida del tipo más alto brillaba bajo la luz de la luna,
iluminando sus facciones afiladas mientras se movía dentro y fuera del resplandor
de la luna. Bailaban y saltaban alrededor uno del otro, evadiendo y bordeando
golpe tras golpe. Retrocedí aun más en el monte y arrastrando mi cuerpo en la
tierra, me sentí increíblemente estúpida por salir fuera en medio de la noche para
investigar ruidos extraños. La figura de cabello oscuro lanzó un puñetazo que
conectó con el rubio haciendo un crujido horrible. Me tomó mucho no enfermarme
a causa del sonido. A medida que continuaron luchando, las dos figuras se movían
más y más cerca de la puerta principal. Parecía como si el luchador de cabello
oscuro trataba de mantener la lucha en las sombra, más cerca del cobertizo, pero el
rubio seguía haciendo su camino hacia la casa.
Los miré luchar, rezando, era como si el frío estuviera filtrándose en mis
huesos e invadiendo mis articulaciones. La posición en la que estaba era para
dejarme tiesa, y mis músculos rogaban y suplicaban que me estirara. Pero no me
moví. Temía que los combatientes escucharan el crujido de la nieve debajo de mí.
Era el turno del rubio de contraatacar y le dio un golpe al extraño de cabello oscuro
deslizándolo por la nieve helada. Estaban muy parejos y la lucha con toda
probabilidad continuaría hasta la madrugada. Ellos parecieron darse cuenta de eso
y se estaban alejando. Estaban más cerca del porche delantero, y pude ver mejor
sus rostros. ¿Podrían verme bajo los arbustos muertos? El rubio estaba sangrando
de la boca, donde su mandíbula antes había sido agrietada, pero no afectó su
capacidad de hacer muecas y gruñir al asaltante de cabello oscuro. Su voz era
profunda y llena de animosidad mientras hablaba con el hombre de cabello oscuro.
—Esto no ha terminado, Nosferat2 —Su acento era tan espeso que apenas
pude entender la última palabra. ¿Nosferat? Esperaba que mi cerebro reconociera
la palabra, pero no fue así.
2Nosferat: la palabra tiene origen rumano y es sinónimo de vampiro. Sin embargo, parece ser
una creación literaria y sus orígenes en el folklore rumano son inciertos.
—¿Te vas a quedar ahí escondida en las sombras?, —preguntó con claridad.
Pude escuchar que tenía dolor. Lo vi tratar de levantarse. Falló miserablemente, y
por un momento, parecía que se había dado por vencido. Apoyó la cabeza en la
nieve, acunando su lado. Curiosamente, mi miedo empezó a desintegrarse, y me
preguntaba por qué me sentía obligada a ayudar. Una extraña sensación se deslizó
por mi columna vertebral y un hormigueo en todo mi cuerpo. Antes de que supiera
lo que estaba haciendo, estaba de pie sobre él, ofreciéndole mi mano. Pude ver que
él era sólo un año o dos mayor que yo. Era hermoso. Sus ojos oscuros mantenían su
mirada, y me di cuenta de un destello de reconocimiento brillaba allí. En lugar de
tomar mi mano, me miró, con el rostro impasible. Me sentí expuesta bajo su
mirada, así que retiré mi mano y la puse en mi bolsillo.
—Así que, ¿tengo que llamar a una ambulancia, la policía o algo así? —
pregunté para llenar el silencio. Me sentí tonta por no preguntar antes. Él no
respondió de inmediato, y vi la sombra de una sonrisa socarrona aparecer en sus
labios mientras me seguía mirando desde el suelo. Quería ver su herida, pero no
me atrevía a agacharme y levantarle la camisa. Después de una larga pausa, levantó
la cabeza y miró hacia el cobertizo.
—No hay necesidad de llamar a nadie —Su voz era suave, pero aún reflejaba
rastros de dolor. Me preguntaba cómo iba a irse si no podía levantarse por sí
mismo.
Él necesitaba a alguien que le ayudara. Era evidente que no podía salir de allí
y llegar a algún lugar cálido sin ayuda.
—No te preocupes por eso. Sólo ayúdame entrar allá y vete a tu casa antes de
que mueras congelada, y entonces todo esto haya sido en vano —dijo, haciendo un
gesto hacia su herida.
Estaba confundida por lo que quería decir sobre la herida. Apenas puso algo
de su peso sobre mí cuando lo ayudé a ponerse de pie. Eché un vistazo al cobertizo
y me di cuenta que la puerta estaba entreabierta y el candado estaba en la nieve,
parecía que había sido aplastado. Una vez adentro, contuve las preguntas que tenía
acerca de dónde iba a ir y cómo iba a llegar allí. Su rostro y postura, me dijeron que
estaba esperando a que me fuera. Me sentí indignada. ¿Cómo podía sentarse allí y
mirarme como si yo fuera el problema cuando él era el que sangraba en el suelo? A
pesar de que mis dedos estaban helados y mis muslos quemados por el frío, no me
iba a ir sin una respuesta. Traté de no perder el equilibrio. Mi temblor había
aumentado y me impidió mostrarme como la chica ruda que quería que él pensara
que era.
Él se sentó en el frio suelo de cemento. Lo único que llevaba eran unos jeans y
una chaqueta delgada, pero el frío no parecía afectarle mucho. Su irritación era
evidente al hablar— No importa. Tú no me volverás a ver después de esta noche.
¡Ahora ve adentro antes de que yo te lleve!
Molesta, quise argumentar que fui yo quien lo trajo al cobertizo, pero mis
labios estaban agrietados, y mi rostro dolía.
—Lo que sea. Será mejor que no estés aquí por la mañana, o llamaré a la
policía —le dije cuando me di vuelta y corrí hacia la casa. Mi enojo crecía con cada
paso que daba.
Mis ojos estaban secos y ásperos, y mis manos y pies habían visto días
mejores. Hice mi camino al baño y me duché con agua hirviendo. Sólo había
dormido dos horas. Mi cuerpo se sentía como si hubiera tenido una alucinación y
estaba recuperándose de ella, pero los dolores y somnolencia eran sólo por la falta
de sueño. Fuera de la ducha, me peiné el cabello húmedo. Había utilizado
acondicionador, pero las negras ondas rebeldes se negaban a ser domadas. Raíces
marrones oscuras brotaban de mi cuero cabelludo blanco. Tenía que comprar tinte
para el cabello y depiladoras. No me había puesto maquillaje desde antes de mi
estancia en el hospital, y mis antiguamente brillantes ojos verdes parecían opacos
y sin vida. Añadí rímel a mi lista de compras.
Me puse unos vaqueros, una camiseta y un suéter de lana negro y bajé las
escaleras. El reloj en el pasillo marcaba las siete y media. Todo el mundo se iría
pronto, y podría comprobar el cobertizo. Tenía la esperanza de que el misterioso
chico todavía estuviera allí. No era probable, pero no podía superar mi deseo de
volver a verlo.
—Hey, me alegro de que estés despierta. Quiero hablar contigo antes de irme
a trabajar —dijo Sarah, mientras preparaba un plato de comida para mí.
—Está bien —dije y me comí mis huevos. Habíamos hablado de los planes de
Lea después de la escuela hace una semana.
—Si necesitas algo, nuestros números están en la nevera. Vamos a estar en
clase todo el día, y después de eso tengo una reunión con uno de mis alumnos, por
lo que Eric probablemente estará en casa antes que yo. —Sarah metió sus papeles
y un teléfono celular en su maletín, lo que me hizo pensar en mi portátil y teléfono.
Esperó a que Lea saliera de la cocina y se dirigió a mí— Estaba pensando que
tal vez podrías desempacar todas tus cosas ahora. No te vamos a enviar de vuelta,
¿sabes? Creo que empiezas a ajustarte, y pronto podrás inscribirte en alguna clase
de universidad online.
—¡Espera! No.
—¿Estás loco? Estás sangrando también por la boca. No vi eso anoche cuando
vi tus labios. —Quería llegar a la casa y pedir ayuda. No quería hablar más. Sólo
quería actuar.
—No es mi sangre. Cálmate. Estoy bien. No dejes que la luz llegue aquí. —
Trató de deslizarse más adentro en el oscuro rincón.
—Bien.
—¿Bien? —interrogué, sorprendida por su repentina rendición.
—Está bien.
Mis pensamientos eran un revoltijo. Regresé a casa y cogí una vieja colcha del
armario de la ropa en el pasillo. Fui a mi habitación y me vestí con mis pantalones
para la nieve. El nerviosismo tiraba de mi vientre, junto con una extraña sensación
de excitación. Eso no parecía correcto. Me iba con un chico al que no conocía. Esa
era la parte de la película en que los incautos protagonistas sin cerebro cometían
un estúpido error que iniciaba una serie de acciones que cambiarían sus vidas para
siempre. Me reí a carcajadas ante la idea.
Mi vida había cambiado y había cambiado para peor. ¿Qué más podría pasar?
—Voy a ayudar, pero tienes que mantener tu actitud para ti mismo. —No
podía soportar la forma en que me trataba y no sabía por qué sentía la necesidad
de ayudarlo. En lugar de estar enojada, estaba intrigada. Él era un total
desconocido pero sentí una especie de tirón emocional hacia él.
—No sé cómo llegar allí —admití—. Creo que si tomamos el camino principal
hasta llegar a Elmwood City, pueda encontrarlo, pero eso probablemente lleve una
hora.
—No puedo estar en el sol por una hora. Además, el cementerio de Elmwood
no se encuentra en Elmwood City. Está a unos quince minutos de Elmwoods.
—Está bien, pero ¿cómo voy a encontrar mi camino a casa? No conozco muy
bien esos bosques. —El pensamiento de estar perdida en el bosque me hizo
temblar. Estaba segura de que vi una mirada de lástima en sus ojos, pero se había
ido en un instante.
Él se arrodilló junto a mí, así que estábamos frente a frente. Sus oscuros ojos
brillaron, y su aliento olía como el aire después de la primera nevada de invierno.
Mi piel se estremeció ante su proximidad, y me detuve a mí misma de inclinarme
más cerca de él.
—Vas a estar bien. Hay un camino que te llevará de vuelta a casa en quince
minutos. No vamos a Elmwood City, sólo a un lugar en Elmwoods. —Su voz era
más suave de lo que había sido—. Ahora, vamos.
—Está bien.
—Sé que está ahí. Te pregunté si podías verlo —suspiró y se acercó a mí.
—Está bien.
Me pregunté qué era lo que hacía porque sabía que él no podía ver nada.
Decidí mantener los ojos y los oídos abiertos el resto del camino. Su ritmo
parecía acelerarse, así que aceleré para ir a su paso. Fue un trabajoso
entrenamiento caminar por la nieve profunda. Mis músculos protestaron, pero les
insté a seguir. De vez en cuando se detenía y me decía que me callara. Mis nervios
no podían tomar mucho más de eso.
Supuse que estaba escuchando algo que yo no podía oír— ¿Qué es? ¿Qué
oyes?
—Vas a estar bien si haces lo que te digo. Pasando ésas lápidas de cruz
blanca, hay un mausoleo. Empuja la puerta con fuerza y entra. —Su voz era callada
y entrecortada. Quienquiera que nos estuviera siguiendo estaba lo suficientemente
cerca para oírnos.
—¿A dónde irás tú? —El nudo en mi garganta empujó el susurro en el aire
más fuerte de lo que esperaba.
Él sonrió y me empujó hacia el agujero en la valla. Una vez que estuve al otro
lado, me puse a buscar la fila de cruces blancas y corrí en esa dirección. Traté de
estar tranquila, pero la nieve crujía ruidosamente con cada pisada. Antes de llegar
al mausoleo, oí una extraña voz de hombre. No podía entender lo que decían, pero
pude oír el descontento cuando mi compañero habló.
Sentarme allí sola no hizo nada para aliviar mi mente acerca de la extraña
situación en la que me había metido. Cuanto más tiempo me sentaba allí, más me
preocupaba. Cualquier persona normal habría cuestionado un infierno al
desconocido que le pidiera que le llevara a un cementerio mientras éste se estaba
cubriendo con una manta para que el sol no le tocara. Me reí cuando me senté allí y
pensé de nuevo en los comentarios del buen doctor acerca de cómo yo no
reaccionaba normalmente a las situaciones. Había sido por eso que me
mantuvieron durante tres semanas en vez de las setenta y dos horas previstas
originalmente. Tal vez él tenía razón. Tal vez yo era una chiflada y me lo estaba
imaginando todo para así no tener que lidiar con el accidente de mis padres, pero
ese remedio era demasiado fácil. Esto tenía que ser real. Mis mejillas ardían por el
frío, mis manos temblaban con anticipación, y mi estómago giraba con miedo de
todo lo que parecía flotar por encima de mi cabeza. Luché por contener las
lágrimas durante tanto tiempo como no lo oí mientras se acercaba a mí. Salté
cuando me di cuenta de que era el tipo que no me quería dar su nombre.
Traducido por Emi_93
Corregido por Armonía&paz
—Tal vez deberías descansar por un rato antes de que regresemos; no estás
firme en tus pies —Él hizo un gesto para que lo siguiera.
Una vez dentro del mausoleo, de pronto caí en la cuenta de que el edredón ya
no estaba actuando como una manta para él.
—¿Por qué me tratas como si tuviera una enfermedad? —Bueno, eso sonaba
mucho mejor. Así se hace, Ella. Vamos a ver si puedes hacer esta situación más
incómoda de lo que ya es.
Abrí los ojos, resignada a sentirme como una niña negligente. Él me miró con
lo que parecía remordimiento. Eso me sorprendió porque no había sido nada más
que monstruoso y retador, pero estaba allí parado luciendo culpable y
avergonzado.
—No creo que tengas una enfermedad. Eras tú quien pensaba que yo estaba
enfermo —susurró tan quedamente que no estuve segura de haberlo oído
correctamente. No lo conocía de nada, ¿así que por qué pensaba él que yo creía que
estaba enfermo? Su rostro se descompuso aún más ante mi silencio, quise ir y
reconfortarlo, pero temía el rechazo que enfrentaría.
—Lo teníamos, pero estoy comenzando a pensar que todo está en mi cabeza
—La mirada de confusión en su rostro no tenía precio. Por una vez, parecía
interesado en sacarme información.
—¿Qué quieres decir con todo en tu cabeza? —Se movió incluso más cerca.
Mi corazón galopó, y mi rostro se sintió caliente. Mis manos temblaron, pero
no a causa del frío. Lo necesitaba más cerca. No lo conocía bien, pero todo dentro
de mí me decía que había algo familiar entre nosotros.
Sus ojos aún estaban fijos en mí, pero no podía saber si me estaba tomando
en serio, así que seguí hablando, las palabras cayendo incontrolablemente de mi
boca.
—Supongo que soy afortunada. Pero me pregunto si los dos últimos días no
fueron algún sueño inducido por las drogas —Me encogí de hombros.
—Sí, una aguja en el brazo para cuando los pacientes se tornan muy
descontrolados. Creo que era algún tipo de droga anti-psicótica lo que usaban. No
lo sé. Nunca tuve que usarlas. Supongo que mis alucinaciones no eran tan malas
entonces. —Me sentía libre para confesar mis secretos, incluso a pesar de que él no
había hecho ni dicho nada para sugerir que debía hacerlo. Solo supe que podía
hacerlo. No estaba preocupada por miradas confusas, o por los suaves sonidos de
un bolígrafo rascando una libreta de notas. Tal vez era porque él no podía
enviarme de vuelta al Ocean Trace, o tal vez realmente creía que él sólo estaba en
mi mente.
Mirándome, supe con seguridad que él veía más que una persona quebrada.
Había más para él de lo que mostraría nunca. Sería un viaje emocionante el llegar a
conocerlo; los vuelcos y giros que eran su vida me excitaban.
—Lo siento —Sus palabras parecieron más una evasión que una disculpa—.
Deberíamos llevarte a casa. ¿No crees? —Se puso de pie y fue hacia la puerta.
Su rostro era ilegible. Su postura era rígida y ansiosa, y pude ver que él
hubiera deseado estar en cualquier parte que no fuese allí. Si cualquiera me
hubiese tratado de la forma en que él lo había hecho, no me hubiera preocupado
por ellos en lo absoluto, pero el misterioso chico de cabello de cuervo era diferente.
El nudo en mi tripa me rogaba conocerlo, y mientras seguía, el dolor en mi interior
no era tan intenso como para soportarlo.
—Responderé lo que pueda, pero tengo que entender, solo porque tú estés
tan predispuesta con tu pasado no significa que yo lo vaya a estar. Hay cosas que
no entenderás, y cosas que yo no puedo decirte —Él se sentó en la otra punta del
cuarto—tan lejos de mí como le era posible—. Tu rostro está quemado por el
viento y tus labios están agrietados. Sé que no estás cómoda aquí.
—¿Cómo te llamas? —Quería hacer preguntas más intensas, pero pensé que
sería mejor tomar las cosas con calma. Mejor empezar con preguntas que sabía que
iba a responder con sinceridad.
—Kale.
Pensé que Kale podría mentir, así que miré su respiración y lenguaje
corporal, pero él todavía estaba como una estatua y mantuvo un constante
contacto visual.
Tuvo que pensar en su respuesta, así que supe en ese instante que iba a
mentir. Señalé mi dedo y lo sacudí—¡Di la verdad! —Me senté y lo miré con
desaprobación. ¿Por qué mentiría sobre su edad? No podía ser tan viejo.
—Veintiuno.
—Está bien. ¿Por qué estabas peleando con ese tipo en mi jardín anoche?
Mantuvo su cara en blanco y sus ojos no me dijeron nada. Se quedó en
silencio por un momento, y me preocupé de que no fuera a responder. Parecía
como si estuviera buscando una mentira o una manera fácil de explicar la
situación—Estuvo tratando de entrar en tu casa.
—¡¿Qué? ¿Por qué no me dijiste para que pudiera llamar a la policía? —Me
horroricé ante su actitud indiferente. Alguien había tratado de entrar en mi casa
mientras todos dormían. Eso me aterró más que una explicación.
—Soy sensible al sol cuando estoy débil. ¿Hemos terminado? —Su tono fue
firme, pero no hizo ademán de irse.
—Yo estaba herido por la pelea, y estaba débil. Me he curado un poco, por lo
que el sol no me molesta tanto. ¿Hemos terminado ahora? —Se dio la vuelta y se
dirigió hacia la puerta.
—No es de tu incumbencia.
Me puse de pie, y por suerte el mareo había pasado, pero había empezado a
hacer frío y yo todavía tenía una caminata de un cuarto de hora por la nieve hasta
llegar a casa.
—Está bien, sólo una cosa más. —Aparté la vista en caso de que su respuesta
no fuera la que yo esperaba oír. —¿Te veré de nuevo?
Cuando llegamos al árbol roto, me volví hacia Kale para decirle adiós. Me
sorprendió que hubiera caminado todo el camino a mi casa. Me preguntaba cómo
sería ser darle un beso. Un pensamiento ridículo, por supuesto, porque estaba
segura de que nunca iba a pasar, pero aún así...
Quería decirle algo. Yo quería que mirara hacia mí y dijera que estaba
equivocado, y que iba a volver mañana y volveríamos a su escondite y hablaríamos
más, pero sabía que no lo haría. Corrí tras él y me puse directamente en su camino.
Su rostro se contrajo en una máscara de lo que pareció ser tristeza. Extendí la
mano para tocarle la mejilla, y por una vez, no se inmutó ni alejo. Él se giró hacia mi
tacto, y me di cuenta que estaba en guerra con sus sentimientos, al igual que yo con
los míos.
Debí haber sabido desde el día en que miré sus ojos que había algo más en él.
Seríamos una pieza perfecta, y mi corazón se agitó con la creencia de la misma.
Toqué su rostro. Su piel era suave y fría al tacto.
Cerró los ojos, y yo esperaba que solo mi toque pudiera hacerlo cambiar de
opinión.
Por un lado, se había abierto para mí, pero por otro, había dicho que era la
última vez que nos veríamos. Él había dicho: “Tal vez”. Tenía eso por lo menos. Me
aferré a ello a medida que él se alejaba. Lo estuve mirando hasta que no pude verlo
más. No miró hacia atrás, ni siquiera una vez.
Cuando entré, me obligué a subir las escaleras y al cuarto de baño para una
ducha de agua caliente al vapor.
Después de eso, me envolví en unos pantalones deportivos y mi sudadera
favorita, y luego miré el reloj para ver cuánto tiempo tenía hasta que Eric llegara a
casa un montón. Busqué a través de cajas mi portátil y teléfono celular. Por
suerte, el que empaquetó mis cosas había etiquetado las cajas. Puse mi portátil en
la alcoba, lo enchufé y encendí. Pensé en revisar mi correo electrónico, pero decidí
no hacerlo. Mi bandeja de entrada probablemente estaría llena de gente de Virginia
que enviaban sus condolencias así ellos no tendrían que hablar conmigo
personalmente, y no les culpaba. Odiaba dar el pésame; no había nada que alguien
pudiera decir para disminuir el dolor. Kale no parecía del tipo que poseyera un
ordenador portátil, por lo que comunicarme con él estaba fuera. Cogí mi teléfono y
me quedé mirándolo. No revisé mi correo de voz, porque estaba segura de que
algunos de los mensajes eran de mis padres cuando aún estaban vivos.
Me senté en la silla y pensé en cómo ese día había ido tan lejos y el
misteriosamente atractivo Kale. Me sonrojé, a pesar de que no había nadie más allí.
Debería haber estado nerviosa por él, un hombre con secretos que podría ser
peligroso. Había dicho que no debíamos vernos de nuevo, pero yo sentí las
emociones veladas que él había tratado de no transmitir. Me había mirado como si
me reconociera, y yo ansiaba su reconocimiento. Había hablado con él acerca de
mis padres y había tenido una crisis o una visión, lo que fue un milagro.
El reloj marca los minutos de nuestra sesión. Me siento en el duro sofá de color azul
pálido. Las desnudas paredes blancas se sienten más como una habitación de hospital que
una oficina. Supongo que la habitación y los muebles de color claro están destinados a ser
calmantes, pero hacen poco para alejar a la fuerza las alucinaciones que nadan en mi
cabeza. Por lo general, siempre hay alguien aquí conmigo el buen doc o la enfermera
Laura, con pastillas o, a veces, una aguja. Aún no he tenido que soportar la aguja. Estoy
mejorando en fingir que ya no veo cosas o escucho voces. Demasiado a menudo, una persona
aparentemente sana entra en esta sala y sale en estado de coma a causa de Laura y su aguja.
Me niego a ser una de esas personas.
Normalmente estoy tranquila y sigo las reglas por temor a que mi período de tres
semanas aquí se amplíe de nuevo. Mi estancia es impuesta judicialmente, pero originalmente
sólo eran setenta y dos horas, y luego se suponía que debía ir a quedarme con los mejores
amigos de mis padres en Virginia. Pero el doctor dijo que estaba “aún usando los delirios y las
voces en mi cabeza como un método para hacerle frente a la muerte de mis padres”. Eso no
es cierto. Pero ¿qué puedo decirle a un hombre que pasó diez años en la universidad
aprendiendo que cualquier cosa que un “enfermo mental”, dice es un “método de hacerle
frente”, y que una píldora o una aguja en el brazo es la mejor manera de arreglarlo? Él no ve
lo que yo veo, y no puede sentir lo que yo siento durante las alucinaciones. Veo la muerte de
otros, incluida la mía. Incluso me veo morir una vez en un incendio y otra a manos de un
hombre del tamaño de un defensa3.
―Sí, todo estaba en mi cabeza. Sí, verme morir en una alucinación era como le hacía
frente al hecho de que mis padres ya no estaban y que yo sigo viva. ―Esta es la única forma
de salir de aquí, pero una vez que esté fuera, ¿seré capaz de soportarlo? ¿O terminaré de
nuevo lamentándome en esta silla azul en esta triste sala blanca?
No escucho nada más después de su promesa de libertad para el próximo martes. Esto
es lo que quiero, salir de este lugar, pero aún estoy nerviosa porquedarme con los mejores
amigos de mi madre y mi padre en el norte de Virginia. Después de la muerte de mis padres, y
mi crisis en la escuela, los Carltons se ofrecieron a dejarme vivir con ellos hasta que estuviera
lista para volver a la universidad o vivir por mi cuenta.
―Sólo tenemos que repasar un par de cosas antes que te vayas. Quiero asegurarme de
que entiendes que esto es una especie de prueba. ―El Dr. Lithe me mira por encima del borde
de sus gafas. Espera que me ponga molesta para así poder entrar en su gran discurso sobre
cómo la recuperación lleva tiempo, y cómo tengo que estar alrededor de la gente que me
quiere, pero también tiene un régimen que lo incluye a él. Básicamente, quiere que soporte
llamadas semanales, visitas mensuales, y que siga tomando esa medicina horrible que he
estado tomando aquí. No tenía intención de hacer nada de eso, pero la palabra “prueba” se
pegabaa mí. Tal vez lo soportaría un poco si eso significa dejar Ocean Trace y nunca
regresar.
―Si los episodios vuelven, tendré que recomendar al juez que regreses.
Estoy segura de que piensa que me curó, pero si recaigo, me hará volver aquí en un
minuto. Me juro a mí misma que sin importar qué, no volveré aquí no importa qué.
Traducido por Emi_93
Corregido por Xiime~
Subí de nuevo las escaleras para comprobar mis e-mails. Solo había siete
mensajes no leídos en mi bandeja de entrada. El resto eran, o basura, o cupones. El
primer e-mail era de una de las oficinas de la escuela declarando que mis clases en
línea habían sido canceladas, y que tenía que ponerme en contacto con los
Servicios Financieros para mi reembolso. El segundo era de mi abogado familiar
estatal, el Sr. Spruill. Decía que había hablado con mis nuevos "guardianes" sobre el
estado de mi familia. Dejaba su número y sus horas de oficina, y me pedía que me
pusiera en contacto con él. Cuatro eran de amigos que decían que me echaban de
menos y que necesitaba encender mi celular. El mensaje final venía de un
remitente desconocido. Normalmente, no leería mensajes en los que el remitente
fuese alguien que no conocía, pero el mensaje tenía mi nombre completo Eloise
Ivy Monroe en el asunto. Clickeé y leí el mensaje.
El hombre levantó sus manos como diciendo que no quería hacer daño —Oh,
lo siento. ¿Sarah no te ha llamado todavía?
Estoy aquí para verte a ti. Sarah me dijo que deberías estar aquí, y quería
que tuvieras algo con lo que llenar tus días se estremeció . Uh, Srta. Monroe,
hace muchísimo frío aquí fuera. ¿Cree que puedo entrar?
Me hice a un lado y abrí la puerta más para que pudiera entrar. Él entró a la
sala de estar y se sentó. Parecía cómodo, como si hubiera estado en la casa muchas
veces.
Estoy en la necesidad de una persona encargada del stock y una cajera para
mi tienda. Una de mis chicas sólo dejó de aparecer.
Asentí, aunque no tenía idea de qué tienda en el pueblito era la suya. Sólo
había ocho, y por su apariencia, podía eliminar todas menos dos.
Soy el Sr. Knope continuó, estirando su mano para estrechar la mía. Sus
manos estaban frías, y me sentí mal por no pedírselo antes . Sarah mencionó que
tú podrías querer tener algo que hacer en esta casa durante el día, así que me
ofrecí a contratarte. Si estás interesada, claro está se estiró la camisa y se frotó
las manos.
Yo sabía que Sarah había arreglado esto porque se sentía culpable por
dejarme en casa sola todo el día. Realmente no quería hacerlo, pero imaginé que
sería mejor que estar sentada sin hacer nada todo el día.
Tendrías los fines de semana libres, y sólo trabajarías tres días a la semana
durante cuatro o cinco horas. Te pagaré ocho pavos la hora. Es casi un dólar más
de lo que consiguen mis trabajadores regulares dijo con entusiasmo. Los bonus
que él añadía eran buenos, pero ya había decidido aceptar el trabajo. No tenía nada
mejor que hacer durante el día. No había nada más que hacer a lo largo del día.
Sonrió.
***
Más tarde esa noche, cuando me alistaba para dormir, Sarah entró en mi
habitación para hablar de mi nuevo trabajo. Mi cabeza dolía, y mi estómago se
sentía con náuseas. Estaba a punto de tener otra visión, y esperaba que fuese
rápida la conversación.
Cedar era un pueblo pequeño, y todo estaba a una distancia a pie. No tenía mi
coche, pero planeamos recogerlo después de las vacaciones. Sarah pensaba que
sería una buena idea si caminaba al trabajo y conseguir que el Sr. Knope me trajera
a casa.
Y te compramos esa nueva rueda dentada para nieve, así que creo que
estará bien por ahora añadió con confianza.
Abro mis ojos en una pequeña sala con una cama improvisada y una silla en la
esquina. Camino a la cama y tomo asiento. La cama es suave, y de vez en cuando, una
pluma se sale y flota sin cuidado en el aire. Sobre la almohada, un trozo de papel de
pergamino amarillo sin brillo llama mi atención, y lo levanto.
Hélène
Sólo tomé un año de francés en el colegio, pero todavía puedo traducir la nota
de Kale. Él irá a por más suministros y volverá pronto. Mi corazón revolotea. Mi
cuerpo se calienta al pensar en su tacto. Sé que él es el Kale que conocí la última
noche, pero en esta alucinación, él es alguien a quien amo y que me ama. Él escribe
que es mi corazón y amor, y leer esas palabras hace que mi corazón se derrita y fluya
por mi cuerpo (rápido y con fuerza), como la sangre en mis venas. ¿Cuándo llegará?
¿Tendría el mismo tono helado con esta Hélène como lo tiene conmigo? Tengo que
averiguar quién es esta mujer Hélène, y por qué estoy leyendo su carta. Mi confusión
causa conflicto con las olas de alegría que siento de Hélène cuando bailamos por la
pequeña sala, soñando con Kale.
Acepto que ésta es una alucinación de Hélène, y que ella y yo somos la misma
persona aquí. Mi afán por Kale crece mientras giramos y giramos, llenas de felicidad
y anticipación. Puedo sentir el suave algodón que abraza apretadamente la figura de
Hélène. El suelo frío de tierra se acurruca entre los dedos de mis pies cuando los
hundo en la tierra para equilibrarme, y puedo oler el cálido olor de pan horneado en
la sala de arriba. Normalmente, lucho contra la visión, porque cuanto más tardan,
más permanecen las secuelas y la enfermedad. Ahora, peleo para quedarme en la
visión porque quiero ver a Kale. En mi corazón, sé que saludará a Hélène con un beso,
y quiero sentir sus fríos labios contra los míos.
Cuando Hélène y yo nos sentamos, ella se abre camino hasta un cubo contra la
pared. Ella limpia su cara, manos y pies, y me pregunto en qué año tiene lugar esta
visión. No hay ni agua corriente, ni una cocina apropiada en la que cocinar. Decido
instalarme en la mente de Hélène y espero a que Kale regrese, pero soy balanceada
con repentino temor, y es el miedo de Hélène, no el mío. Es lo suficientemente
poderoso para demandar toda mi atención. El sonido de varios pasos pisoteando
sobre nuestra cabeza, y Hélène se mueve hacia la puerta increíblemente rápido para
revisar las cerraduras. Ella corre de vuelta a la habitación, y puedo sentir crecer su
miedo como si estuviera estrangulándome. Hago todo lo que puedo para aferrarme a
la visión. Palabras amortiguadas y voces temerosas retumban por encima de
nuestras cabezas. Hélène sabe lo que está pasando: los hombres del Príncipe Oscuro
han venido a por ella. Hélène mira alrededor de la sala buscando un arma, pero no
encuentra nada.
¿Là où est elle? Demanda una voz fuerte. Él quiere saber dónde está
Hélène, y ella sabe bien que la persona en cuestión obedecerá para salvar su propia
vida. Oímos la respuesta amortiguada seguida de los sonidos de pies con botas
acercándosenos. Siento su terror cambiar a pena cuando las puertas se abren de par
en par, dejando nada salvo astillas en su camino. Siento una sensación de calma fluir
por Hélène, no completamente curando su miedo, pero dándole un poco de paz. Me
pregunto por qué no corre ni grita en busca de ayuda cuando entran en la sala. Ella
está allí de pie y llora, y sé que no está llorando por su captura y muerte inminente,
sino por el hombre que sabe que no volverá a ella.
***
Cuando me desperté, mi cabeza estaba martilleando y mi cara estaba mojada
con lágrimas. El sentimiento de pena no me había dejado completamente, pero fui
capaz de recomponerme lo suficiente para llegar al baño. Miré el espejo y casi me
desplomo del shock. Mis ojos verdes parecían nadar en un río de sangre, y estaba
más pálida que nunca. Eché un vistazo afuera del baño y traté de escuchar
movimiento escaleras abajo. Podía oír a Lea y a Sarah moviéndose en la cocina, y
esperé que Sarah no se sintiera en la necesidad de venir a mi habitación.
Oí un ruido fuerte que pareció sacudir toda la casa. No podía decir de dónde
venía, y no me importaba. Los pies golpearon los escalones y supe por el sonido
que sólo una persona estaba viniendo. La persona entró en la sala debajo del
recibidor. Debí haber estado asustada, pero cuando el sonido se acercaba, el dolor
en mi cabeza era como si me estuviera haciendo pedazos. En silencio supliqué para
levantarme y conseguir las pastillas, pero era demasiado tarde.
Cuando estuvo sobre mí, intenté alejarlo, pero mi espalda golpeó la bañera.
Con ese movimiento repentino, había usado toda la energía que me quedaba. Mis
manos cayeron flácidas hasta el suelo.
La nieve era profunda, y el aire tan frío que se sentía los dientes afilados del
viento perforar su piel. En la distancia, alguien estaba quemando madera. El aroma
era tan fuerte y familiar. Le recordó a su hogar hace tanto tiempo con Illiana y
Agnes. No podía permitirse el lujo de ser interrumpido por sus recuerdos. En un
momento dado, sus acciones habían sido por su supervivencia. La necesidad por el
derramamiento de sangre y la venganza fueron una vez un gran peso en su mente.
No había tenido la intención de convertirse en el monstruo que ellos aseguraban
que era, pero ahora se enorgullecía de los nombres por los que era llamado.
Personalmente, su favorito era el Príncipe Oscuro. No era de la realeza, pero su
nombre nunca sería olvidado, ni olvidaría la razón por la que se había convertido
en el hombre que era hoy. Sus hombres, a través de su conexión con el Arco, la
habían rastreado en un estado de la costa este. Su vínculo se había hecho más
fuerte debido a sus visiones, las cuales habían comenzado a ser más largas y más
violentas. Lo complacía y emocionaba saber lo cerca que estaban de encontrar su
ubicación exacta. No tomaría mucho tiempo.
El Consejo estaba pisándole los talones. Él y sus hombres habían reducido sus
números, pero seguían bastaste molestos. Nunca entendió porque su líder no
crearía más inmortales, como él había hecho. Su tipo de inmortales era muy
diferente a él mismo y al Consejo. Había encontrado un buen uso en los vampiros
mestizos, o Chorý, a pesar de que no eran tan poderosos como los de sangre pura.
Aún seguían siendo un reto físico para los jóvenes Eternos. Los Antiguos Eternos
como él y el líder del Consejo podían aplastar a un mestizo sin esforzarse. Debido a
que ellos no eran aceptados por su propia clase y eran incapaces de informar a los
humanos de su existencia, los mestizos eran muy fáciles de controlar, sobre todo
cuando eran recompensados con aceptación.
— ¿Noticias? —exigió.
—Señor, la hemos rastreado hasta una ciudad llamada Virginia Beach, pero
ya no está allí. La buscamos en su casa, y aunque todavía esta amueblada, parece
abandonada. Es debido a la muerte de sus padres que creemos que su conexión ha
comenzado con usted.
El Príncipe Oscuro había elegido a Darke para liderar a sus hombres debido a
su valentía y a sus despiadadas tácticas de batalla. La incomodidad de Darke no
pasó desapercibida por Laurent. Darke cambió de postura y se aclaró la garganta
antes de continuar. —Señor, ¿si me lo permite? Esto podría ser bueno para usted.
Tal vez ella se sienta sola en un momento como este y sólo necesite a alguien que la
acepte.
Había momentos en los que el mestizo era más útil para él de lo que le
gustaría admitir. La chica sería una marginada entre su propia especie. Explotaría
esa inseguridad como lo había hecho con muchos otros, sería perfecto. Una vez
Illiana lo había llamado “diablo amable” debido a su habilidad de conducir a un
oponente a la muerte mientras pretendía amortiguar la caída. De repente, el aire a
su alrededor estaba cargado con el aroma de rosas y sándalo. Era su aroma. Cada
Arco tenía un aroma único. La esencia de la nueva Arco era deliciosa. El aroma de
rosas era luz e inocencia mientras que el sándalo era tan fuerte y feroz como su
poder.
Tanto las expectativas como los recuerdos son más que simples imágenes
basadas en las experiencias previas. Samuel Alexander
―¿Ella? ―El doctor habla tan cerca de mi oído que me estremezco. Me acuesto
en posición fetal, frente a la puerta. El doctor está a mi espalda, de rodillas. Él teme
que este sea un caso más grave de lo que supuso. Creo que al principio, él pensó que
yo hacía todo lo esto para llamar la atención―. Ella, me gustaría moverte ahora.
Llamaré a Anthony y diré que traiga una camilla ahora que sabemos que tu caída no
causó ningún perjuicio.
Cuando mi fuerza regresa y soy capaz de moverme sin sentir que vomitaré de
nuevo. Giro la cabeza para enfrentar el doctor―¿Puedo levantarme? ―Estas son mis
primeras palabras desde que la enfermera Laura y el doctor entraron en la
habitación. Estoy empezando a estar más conscientes de los vómitos, y está haciendo
que me enferme―. Estoy bien ahora. Lo juro.
Puedo ver en los ojos del doctor que escucha mis palabras, pero el destello de
reconocimiento está ahí y se ha ido en un segundo.
***
Antes de que pudiera dar un paso hacia el baño, Kale entró en la habitación y
se paró frente a mí. Sus ojos estaban oscuros y vacíos mientras me miraba. No
podía decir si iba a quedarse o irse. Luché contra la urgencia de correr a sus brazos
y gritar. Aún sentía algunos de los efectos inquietantes de las emociones de Hélène
por él. ¿O eran las mías? Él tenía el aspecto del mismo Kale de la alucinación, y me
di una patada a mí misma por no haberlo notado antes, pero eso era
imposible ¿verdad? Hice un ruido que me enervó un grito ahogado que se alojó
en mi garganta. Una vida normal no debe ser tan difícil de obtener. Él no mostraba
ninguna expresión, pero sabía que él sabía más de lo que me había dicho durante
los últimos dos días sobre mí y mis―recuerdos―como él los llamaba.
―¿Estás bien?
Abrí los ojos para verlo de pie directamente sobre mí, sin soltar la taza.
Cuando la miré, él me la dio y me hizo señas para que me sentara mientras bebía.
Tomó mi codo para ayudarme. Su apretón era firme, pero lo suficiente suave para
no lastimar mi piel, y yo pude sentir su poder encubierto. Su sola presencia le daba
un aire de poder, sin embargo, había momentos en que él parecía desgastado. Dio
un paso atrás y miró a su alrededor. Quería estar avergonzada por las paredes
amarillo pastel, cortinas de encaje, y el edredón floreado, pero de alguna manera
sabía que Kale no pensaba que era mi estilo. Sarah había redecorado la habitación
cuando se enteró de que me quedaría con ellos. Sentí su familiaridad conmigo
aunque él no lo demostró. Tragué el agua y casi me ahogo.
―Despacio. ―Kale tomó el vaso de mí―. Iré por más ―Él desapareció de la
habitación antes de que pudiera expresar mi preocupación por Eric, pero cuando
miré el reloj, me di cuenta de que todo el mundo se había ido por mucho tiempo.
Debo haber estado fuera durante al menos tres horas. Kale estaba de vuelta en
cuestión de segundos con más agua. Él me miró con suspicacia desde el otro lado
de la habitación, y mi corazón dolía por la distancia que mantenía de mí. Volví a
pensar en Hélène y la carta que él le había dejado, y sentí el aguijón de las lágrimas.
¿Quién era ella para Kale?
Yo sabía que ella no podría haber estado viva. No estaba ni segura de que el
recuerdo que tuve fuera incluso de este siglo―Muerta ―le susurré. Dejé que sus
palabras tuvieran sentido. Él los había llamado recuerdos.
Él no respondió. Sus ojos se nublaron con dolor y tal vez culpa o incluso
ira no podía decirlo.
―¿Por qué la veo? ¿Por qué siento lo que ella siente?― Podía sentir mi ira
crecer―. ¿Por qué ella está matándome?―La amargura superó mi voz.
Su expresión era burlona. Pensé que había dicho algo malo, pero yo sólo
declaré la verdad. Cada recuerdo, se sentía como si una parte de mí
muriera pronto no quedaría nada.
Estaba sorprendida por su arrebato, pero ¿cómo podía él tener una opinión?
Él no sabía lo que las visiones me ocasionaban.
Kale parecía ordenar sus pensamientos―Ella no puede matarte, Ella. Ella está
muerta y de eso ya hace un tiempo. ―Kale parecía nervioso, y me di cuenta de que
se arrepentía de sus palabras. Él se dirigió hacia la puerta―. Mira, ¿estás bien
ahora? Me tengo que ir.
Rodé los ojos ¡hombres!―Oh, ¿así que ahora no quieres hablar? ―le
pregunté sarcásticamente.
―Ella ―su voz sonaba triste, pero con un pequeño atisbo de esperanza.
Esperanza para qué, no lo sabía, pero yo pensaba averiguarlo―. Si vamos por este
camino, no hay vuelta atrás ―Él me sostuvo en una mirada escalofriante.
―Dime. Por favor. No puedo seguir haciendo esto ―le supliqué―. Al verla
morir, creo que me estoy volviendo loca, pero se siente tan real y tu...―Lo miré y,
por primera vez, vi el anhelo en sus ojos―. Yo te conozco, pero de nuevo, no. Sé lo
que se siente al besarte, pero siempre pareces estar al menos a tres pies de
distancia de mí. Sé lo que se siente al perderte, pero nunca has sido mío. ―Dejé
caer mis lágrimas libremente. Mi corazón estaba rasgándose en anhelo y
miedo miedo de que todo esto estuviera en mi cabeza, que los últimos días no
fueran reales incluyendo a Kale.
No entendía cómo alguien que había conocido por sólo dos días podía poseer
mi corazón, pero él lo había logrado― Protégeme ―le dije.
Kale se sentó en la cama junto a mí. No podía pensar en nada que decir. Yo
estaba contenta, aunque sabía que sería por poco tiempo. Yo estaba
desahogándome, y Kale no me había mirado como si yo fuera un caso perdido.
Quería sentarme allí más tiempo, pero el calor estaba trabajando horas extras, y
empecé a sudar. Además de eso, mi estómago hizo un gruñido sordo, y me acordé
que no había comido nada desde ayer. Me levanté y me dirigí a la puerta. Miré por
encima de mi hombro y le indiqué a Kale que me siguiera.
―¿Qué?―Su pelo negro caía en sus ojos mientras se apoyaba en la mesa del
comedor.
―¿Por qué tengo estos recuerdos, como tú los llamas? Después de que mis
padres murieron y tuve el primero, pensé que se trataba de una casualidad nada
serio. Pero en algún lugar en el fondo de mi mente, sabía que no habían terminado.
―En la última visión que tuve, yo era una chica llamada Hélène. Estaba
esperando que volvieras, pero cuatro hombres con armadura vinieron por ella en
su lugar.
―Sé que no ―dijo con una sonrisa triste― Tal vez si te dijera algunas cosas...
―Sé que esto te parecerá irreal. Era una época diferente cuando Hélène y yo
nos conocimos, y ella ya tenía sus poderes y los entendía. No había mucho que
hiciera para convencerla. Simplemente me preocupa lo que la verdad te hará
ahora.
―La gente no puede vivir para siempre, Kale ―no me podría creer que Hélène
y yo estuviéramos de alguna manera relacionadas, y tal vez mis alucinaciones
fueran partes de su vida, pero yo no sabía cuán involucrado Kale estaba o quién era
él en realidad. Tal vez era un descendiente del Kale de mi visión―. Todos mueren
―Me acordé de las luces azules y rojas que se filtraron en mis ventanas meses
atrás, la policía en mi puerta, un funeral, y la salida de la universidad. Nadie vive
para siempre al menos no en mi mundo.
Sabía que nunca lo había visto antes de hace un par de días, pero se sentía tan
familiar estar con él. Desde nuestro primer encuentro, había algo entre nosotros, y
parecía que él trataba de negarlo alejándome. Me senté en silencio en el resto de la
historia. No había manera de que estuviera comiéndome mis palabras acerca de la
inmortalidad. Las personas no viven para siempre.
Su voz no me dio ninguna razón para sentirme alarmada, así que me reuní
con él en la ventana para ver a Eric estacionar su camioneta. El cielo se oscurecía y
las nubes se juntaban, oscuras y enojadas―Sí, es Eric. ¿Irá a llover o nevar?
Kale se giró y me miró, con los ojos llenos de comprensión―Está bien, Ella.
Sabía que te sería difícil creerlo.
Quería entender. Kale aún no había dicho algo demasiado increíble. Al crecer,
yo había escuchado historias sobre cosas que parecían irreales. Yo sólo las llamé
leyendas urbanas―Quiero que me cuentes. Puedes quedarte, si quieres. ―Moví mi
mano por su brazo y entrelacé mis dedos con los suyos. Kale me apretó la mano, y
sentí una oleada de esperanza.
―Puedo volver.
Chillé de sorpresa, corrí hacia la ventana y miró hacia afuera, justo a tiempo
para ver a Kale un borrón correr hacía el bosque.
«Ella, las cosas nunca volverán a ser igual. Debemos aceptar las cosas como
son y seguir adelante de la mejor forma que sepamos» ―Eric.
―¿Estás bien?
―No te preocupes por mí, Ella. Tienes que centrarte en ti y ponerte mejor.
Solía molestarme cuando la gente me decía cosas así, pero solo lo acepté.
Había aprendido que enojarse sobre eso solo les hacía tratarme como si necesitara
que me cuidaran aún más. Sonreí y asentí.
Podía ver que él no estaba seguro de que este fuera un tema que estuviera
lista para discutir. Yo tampoco estaba muy segura, pero quería acabar con ello, y
con ese fin, quería ver dónde estaba parada financieramente dado que regresar a la
escuela y conseguirme mi propio lugar dependía de ello.
―Sí.
Su voz era suave y amable y sus ojos―a pesar de que podía ver el dolor detrás
de ellos―estaban llenos de simpatía. Eric y mi padre se habían conocido desde
hacía tanto tiempo que decían ser hermanos, incluso a pesar de que no se parecían
en nada, y mi padre había nacido en Italia mientras que Eric había nacido en
Virginia. Recordaba fines de semana de verano cuando todos jugábamos fútbol en
el campo detrás de nuestra vieja casa. Como Eric siempre superaba a mi padre
durante el juego, pero sus pullas y bromas juguetonas siempre terminaban en risa.
Eric había creado el régimen de entrenamiento de mi padre cuando él tuvo un
derrame cerebral leve, y mi papá le enseñó a nadar a Eric cuando tenía casi treinta.
Su amistad me enseñó mucho, y lamentaba que Eric hubiera perdido ese
compañerismo.
―Lo sé. Es solo que necesito que las cosas sean normales de nuevo.
―Ella, Ella, las cosas nunca volverán a ser igual ―dijo él compasivamente―.
Debemos aceptar las cosas como son ahora y seguir adelante de la mejor forma que
sepamos. Quiero que te quedes aquí tanto como quieras, y Sarah y yo queremos
que consideres regresar a la universidad. Sé que eso parece como una tarea
imposible, pero es posible, y estamos aquí para ti. Sé que hemos estado distantes,
pero como tú, todos tenemos que pasa el luto.
Podía ver las lágrimas en sus ojos, y esperaba que no llorara. No sabría qué
hacer para consolarlo. Quería decir lo que fuera que necesitara oír para sanar, pero
no estaba segura de poder de hecho, sabía que no podía.
―Gracias, Eric. Aprecio todo lo que Sarah y tú han hecho. Estaba pensando en
regresar a la universidad, pero solo un par de clases online para empezar. No
quiero estresarme mucho en este momento, pero creo que será bueno que siga
adelante.
―Eso tiene mucho sentido, Ella. Tómate tu tiempo, Ella. Tienes tanto como
necesites, ¿está bien?
La conversación no había ido tan mal como pensé que lo haría, pero aún no
estaba segura de qué hacer con la casa de mis padres. Eric preguntó si había algo
más de lo que quisiese hablar, pero quería salir de allí antes de que habláramos
más de mis padres. Estaba segura de que él se iba a poner sentimental, y eso era
algo que yo no podía manejar. Estaba intentando no deprimirme porque, si lo
hacía, estaba segura de que él iba a seguirme. Las emociones fuertes eran lo que
usualmente traían mis alucinaciones―o recuerdos, como los había llamado Kale.
Después de la cena y una extensa discusión con Sarah y Eric sobre la escuela
y el trabajo, me metí en la web para buscar fechas de inscripción y horarios de
clases en el Instituto Tecnológico de Virginia. Necesitaba retomar algunas de las
clases que no había terminado en la Universidad Antiguo Dominio, así que saqué
mi antiguo horario de clases. La idea de ir a una nueva escuela donde la gente no
sabía nada sobre mí y mi pasado era emocionante. Aún me preocupaba que
pudiera tener otra visión en mi nueva escuela, y entonces estaría jodida. No habría
otro lugar donde ir más que de nuevo a Ocean Trace, y probablemente me
convertiría en un residente permanente. Decidí que la mejor opción eran las clases
online. Tal vez esto fuera lo mejor para mí.
Fui hacia la cama y me senté a su lado. Estaba tan emocionada con que Alex
regresara a casa para Acción de Gracias como ella, incluso a pesar de que no había
pensado mucho en ello. Me moví en la cama y me removí contra la pared.
―Estaba esperando que, una vez tú te mudaras, tendría a alguien con quien
hablar ―admitió ella quedamente.
Entonces comprendí por qué ella estaba actuando tan diferente. Lea y yo
estábamos separadas en edad tan así que cuando yo solía visitarlos ella y yo no
pasábamos mucho tiempo juntas. A Alex y a mí apenas nos separaban unos meses,
y teníamos mucho más en común que Lea y yo. Lea estaba sola, y yo entendía eso.
Yo había tomado la mayor parte del tiempo de su madre, Alex estaba lejos en la
universidad, y Eric no era el mismo hombre que solía ser.
―¿Y qué hay de esa niña con la que salías siempre que veníamos de visita?
¿Cuál era su nombre? ¿Cami o Camile? ―Tiré de mis piernas hacia mi pecho y
descansé la cabeza contra la pared. No quería creer que estaba arruinando la vida
normal de Lea, pero no tenía mucho sentido negarlo.
Me hubiera reído, pero sabía que hablaba en serio. Lo gracioso era que esa
era exactamente la misma excusa que Alex había usado cuando le dijo a su papá
que no iba a ir al Instituto Tecnológico de Virginia como una vez habían dicho que
haría.
―Lo siento, Lea. ―Me moví más cerca de ella y le palmeé el hombro. Lea no
era muy extrovertida, y hasta donde yo sabía, ella y Ka'Mila eran las únicas amigas
la una de la otra.
―La mayoría de los amigos de Alex se mudaron también. Solían salir conmigo
cuando Alex estaba aquí. ―Ella se sentó más lejos en la cama.
―Oh, ya veo. Bueno, ahora que estoy aquí, podemos salir, si quieres. ―Yo
sonreí. Incluso a pesar de que ella solo tenía diez, sería agradable tener alguien con
quien hablar. No tenía ningún compinche, y todos mis primos eran mayores que yo,
o vivían bastante lejos. Hubiera sido lindo tener a alguien con quien compartir
cosas cuando estaba creciendo.
―Cuando Alex llegue a casa, tal vez podamos ir todos a la hostelería. Creo que
a mamá y a papá no les importara. ―Al menos esperaba que no.
―No lo sé. Han estado actuando de forma rara últimamente. Creo que es
porque... ―Lea se detuvo, luego elevó la mirada hacia mí. Sabía que ella iba a decir
que sus padres estaban afectados por la muerte de mis padres, pero estaba
preocupada por cómo iba a reaccionar yo por su mención.
―Lea ―Quería que ella estuviera cómoda hablando conmigo sin importar de
qué, y yo pensaba que no quería hablar de ciertas cosas como mis padres aun
así no podía alejarla cuando no tenía a nadie más―. Solo dales un poco de tiempo, y
las cosas volverán a la normalidad. Lo prometo. ―Esperaba no estar mintiendo.
Para algunas personas, la muerte era un bache en el camino. Un día se
despertarían, y ya no dolería tanto. Otros solo guardaban el dolor hasta que
estaban aislados de todo lo que los rodeaba. El después era mi meta, pero estaba
fallando miserablemente.
―Gracias.
―Wow, tienes una MacBook Air. Intenté que papá consiguiera una para el
cuarto de la computadora. Dijo que una PC normal era más que suficiente para
nuestras necesidades. ―Ella presionó las teclas e inició el servidor.
Yo miré el reloj y noté que era bien pasada su hora de dormir. Pero aún tenía
algo de tiempo hasta cuando se suponía que debía llegar Kale, así que decidí hacer
bien mi promesa de salir más con ella.
―Me voy a la cama. Fue lindo hablar contigo, Ella. ―me sonrió mientras iba
hacia la puerta.
Ella estaba de mejor humor cuando se fue, y eso era bueno. Estaba
comenzando a ver cómo la muerte de mis padres estaba afectando a Lea, y eso era
difícil de manejar. Yo aún sentía como si el dolor fuese solo mío para soportarlo.
Los Carlton aún se tenían el uno al otro. Yo era la única que estaba realmente sola.
Después de que Lea se fue, me senté mirando a la pantalla del portátil. Esperaba
que cuando Kale regresara, pudiéramos hablar más de lo que estaba ocurriendo
entre nosotros. Sabía que los sentimientos que estaba teniendo por él eran raros y
que él sabía por qué me estaba sintiendo de esta forma por él. Me pregunté si él se
sentía de la misma forma hacia mí, o si esto era algo enteramente diferente para él.
Necesita saber quién era Hélène y cómo estaba conectada a mí.
Me volví hacia el portátil, entré "vidas pasadas" en Google, y leí sobre los
resultados. El primer sitio web era sobre lecturas de regresiones de vidas pasadas,
y rápidamente deseché ese. Si las cosas que Kale me había contado eran ciertas,
entonces mis visiones eran recuerdos de mi vida pasada, y no necesitaba que nadie
me ayudara a "regresar". Podía hacer eso por mí misma. El segundo era un sitio
web de una banda, y el tercero era tan inservible como los primeros dos. Revisé el
segundo y me intrigué. El sitio web explicaba como se creía que todos tenían una
vida pasada y cómo saber sobre tu vida pasada podía ayudarte a meterte más en tu
vida presente. Si hubiera leído este sitio web antes de conocer a Kale, hubiera
creído que el escritor estaba loco y que las lecturas de vidas pasadas eran una
tontería. Pero no podía negar que las cosas que había visto en mis recuerdos y
cómo se sentían realmente. A pesar de que yo no tenía uso para una lectura de vida
pasada, aún estaba interesada en la otra gente con el talento. Yo anoté la
información del escritor. Tal vez Kale tenía razón. Tal vez no era un caso perdido, y
tenía talento.
―Esconderte la verdad puede ser tan peligroso como contarte todo y dejar tu
mente abierta a Laurent. ―Su sonrisa se desvaneció.
Sabía que él estaba listo para decirme todo, a pesar de que había estado
ansioso por hacerlo. Kale era parte de mi pasado de alguna forma, pero no sabía
qué parte había ocupado.
Kale se puso de pie y fue hacia la cama, pero no se sentó. Quería estirarme y
reconfortarlo, pero no estaba segura de si debía hacerlo. ¿Qué era la barrera entre
nosotros? ¿Kale tenía la misma habilidad de ver vidas pasadas, y si era así, se
avergonzaba de ello? No estaba segura de eso, pero estaba segura de mis
sentimientos por Kale. Las cosas habían ido tan rápido en el corto tiempo que hacía
que nos conocíamos, el tiempo parecía irrelevante porque estaba lista para admitir
mis sentimientos por él. El rechazo era la cosa más alejada de mi mente porque
había cosas importantes que debían ser dichas. Me estiré y tomé su fría mano en la
mía. La apreté gentilmente, esperando poder enviarle algo de mi fuerza.
―Quiero contarte las cosas que he estado sintiendo ―Lo miré a los ojos
mientras hablaba. No estaba muy segura de por qué, pero me dieron la fortaleza de
continuar―. Tengo esta sensación de que nos hemos conocido antes, y que también
nos hemos visto separados. Te conozco. Sé que en algún momento en el tiempo te
he amado porque creo que puedo verlo en mi vida pasada.
Kale apretó mis dedos con suavidad, y esperé que la calidez de mis dedos
entibiara los suyos. Él me miró sin ningún asomo de sorpresa, y supe que estaba en
el camino correcto. Sujeté el colgante con más fuerza en la mano y recordé cuando
Hélène usó el colgante. Antes de que pudiera detenerlas, las lágrimas comenzaron
a rodar por mis mejillas, y me vi sobrepasada por la tristeza.
Me pareció horrible que Kale quisiera tomar responsabilidad por algo que
había ocurrido en el pasado. Algo que él no estaba allí para detenerlo.
―Por favor ayúdame a entender, Kale―La confusión era algo que sentido más
seguido, pero no iba a aceptarla.
Kale dejó de pasearse y se volvió hacia mí―Ella, tú ves vidas pasadas por lo
que eres. Por tu esencia de Arco. ―Sus ojos parecieron buscar a los míos por
cualquier reconocimiento de la palabra. Pero no tenía idea de lo que significaba la
palabra. No la había visto antes en el sitio web.
―¿Un qué?
Dejé que sus palabras penetraran. No quería creer que yo fuera tan diferente
de que hubiera una clase de gente como yo ahí fuera separada del resto del mundo.
La mujer que había escrito el artículo vivía en Nueva York, así que debería haber
más allá afuera, no solo yo.
―Recordar el pasado.
Me reí. No era una risa de "estás loco". Era una de esas risas para evitar
gritar. Yo creía que la gente podía ver vidas pasadas, pero no creía que fuese
posible que fuese yo la única persona que podía hacerlo. Kale no pareció ofendido
por mi risa. Creo que él sabía que iba a ser difícil de explicar.
―¿Cómo me veo a mí misma morir? Quiero decir a Hélène, ¿por qué la veo
morir? Ella y yo somos la misma persona o estamos relacionadas o algo, ¿verdad?
―Así que por eso Hélène sintió alivio cuando supo que iba a ser asesinada.
Kale asintió. Tomé una profunda inspiración. Estaba aliviada de que todo
tuviera más sentido, pero aún me sentía frágil y estresada. ¿Qué significaba esto
para mi futuro, para el futuro que yo quería tener con Kale?
—¿Recuerdas que te dije que había tres hombres que buscaban la vida
eterna?
—Sí, y en recompensa por la mujer, él les daría vida eterna. Mientras viajaban
de vuelta en busca de la chica, ambos hombres se dieron cuenta de que no estaban
completamente seguros de lo que había querido decir el líder cuando dijo puro de
corazón, así que regresaron con el francés y le pidieron su consejo una vez más. El
francés era un hombre de negocios, y les dijo que encontraría a esta persona en
tanto le prometieran su servicio por los primeros cincuenta años de sus vidas
eternas. Los hombres accedieron rápidamente porque supusieron que cincuenta
años no eran nada comparados con la vida eterna.
—Una vez que el trato estuvo sellado, los dos hombres regresaron al líder
nómada y presentaron a la hija de dieciocho años del francés.
—¿Qué diablos? —grité, sorprendiéndolos a ambos. Preocupada por haber
molestado a Lea, Sarah y Eric, fui hacia mi puerta y escuché para ver si podía
escuchar a alguien moviéndose, pero todo estaba en silencio. Antes de regresar a
la cama con Kale, trabé la puerta.
—No puedo creerlo. ¿Por qué le daría a su propia hija? ¿Por qué ella fue
siquiera?
—Ella estaba llena de amor y era pura de corazón, Ella. Confiaba en su padre
más allá de toda duda razonable.
—Oh. ¿Se le dijo dónde iba y ella fue de todas maneras? —Tenía problemas
para creer que alguien podía ser tan inocente. Entonces de nuevo, yo había seguido
a Kale lejos dentro del bosque, y solo lo conocía desde hace un día.
—Sí. Su padre dijo que tenía que ir con los hombres para conocer a los
Eternos.
—¿Los Eternos? ¿Así se llamaban los nómadas? ¿Cómo sabía el francés cómo
se llamaban?
—Los dos hombres nunca supieron que el francés sabía más acerca de los
Eternos de lo que dejaba entrever. El francés sabía porque los nómadas buscaban a
alguien como su hija. Sabía el poder que ellos le darían, y una vez que él la
recuperara de los nómadas y consiguiera la vida eterna, tendría un poder que
nadie más poseería.
—No, tú eres la primera. Todas comparten la misma alma, y es por eso que tú
sientes emociones que ella una vez sintió.
Al comienzo había creído que éramos solo Hélène y yo, pero ahora sabía la
verdad. Yo era la primer Arco y todas las que la habían seguido—misma chica,
diferente cuerpo.
—El líder de los Eternos le explicó al hombre que el poder de la chica debía
ser utilizado sabiamente. Podía salvar o destruir a los humanos. Sabiendo esto, el
hombre pensó en llevarla de nuevo sus hogares para utilizarla para salvar a sus
hogares de... —Kale no terminó.
Creía haber visto en sus ojos el mismo dolor de antes, pero en un segundo
vistazo, pude ver que era mucho más.
—¿Qué ocurre? —pregunté simpáticamente, pero no respondió, y no me
miraba a los ojos. No podía entender por qué había parado. ¿Quiénes eran los
viajeros de los que intentaban proteger sus hogares?
Finalmente habló.
—Nosophoros.
—Nosferatu —susurré.
—Ese hombre con el cabello rubio te llamó Nosferatu —Apenas pude ocultar
la acusación en mi voz—. ¿Por qué? —La palabra era familiar, pero no solo por la
pelea con el rubio.
—Jace.
—No te dije porque no sabía cómo, Ella, no porque estuviera tratando de ser
un mentiroso. —Él suspiró. Tomó mi mano y la apretó suavemente. La calidez me
rodeó. Quería estar enojada, pero se hizo más difícil porque podía oír la verdad en
su voz, y podía sentirla en su toque. Me rodeó con los brazos y colocó una mano en
mi cuello, enviando estremecimientos por mi espina. Él se inclinó hacia mí,
permitiendo que sus labios tocaran mi oído antes de que hablara.
—Soy Nosferat, Ella. Fui hecho por el Príncipe Oscuro en 1884, en el mismo
momento que Hélène murió. Él me hizo así porque sabía que lo que quedara del
Consejo no me permitiría estar cerca de ella en el futuro. Fue mi castigo por
amarte. —Su esencia era familiar, como lo era su toque, suave y dubitativo. Sus
labios se movieron suavemente contra mi oído. Luché contra la urgencia de volver
la cabeza para sentirlos en los míos. Había pasado mucho tiempo desde que
saboreara su aliento, y mi corazón me rogaba que lo besara—. Él me trajo a ti y te
mostró lo que me hizo, y tú me llamaste Nosophoros. Significa portador de
enfermedad. Me miraste como ti estuvieras avergonzada de mí.
Kale movió sus manos a mi rostro así que me quedé mirándolo directamente.
Su mirada me atrapaba, y las lágrimas en mi rostro eran más frías que su aliento.
Aguardó por mi respuesta, pero no había nada que pudiera decir. No podía
encontrar las palabras para expresar lo que sentía por él, y no creía que alguna vez
pudiera hacerlo.
Me paré en las puntas de los pies y me apoyé contra Kale, sin dejar que su
mirada abandonara la mía nunca. Podía sentir su pecho apretado calurosamente
contra el mío. Me estiré y pasé los dedos a través de los suaves cabellos en la base
de su cuello. Su suave gemido me rogaba que continuara, y yo era incapaz de
detenerme. Él se apoyó contra mí, sus suaves labios acariciando mi mejilla.
—Kale —susurré. Sabía que no estaba preparada para ir más lejos que un
beso, pero parecía que tendría que convencer a mi cuerpo de eso. Él parecía
cuidadoso e inseguro, pero mientras yo me apretaba más cerca, sus labios se
amoldaron a los míos. Movió su mano de mi cara a mi espalda, empujándome
incluso más cerca.
Su sabor era tan cálido y familiar que era difícil ocultar mi decepción y mi
vergüenza mientras se alejaba. Kale me miró, al parecer juzgando mi reacción. Un
par de emociones se extendieron por su rostro mientras estábamos de pie cerca e
intentaba recuperar el aliento. Yo intenté apartar la mirada, pero colocó su mano
en mi barbilla.
—¿Era eso a lo que te referías cuando dijiste que yo era la que pensó que
tenías una enfermedad?
—Sí. La palabra fue hecha para gente mala. —Kale me alejó—. Fue hecho
para vampiros, Ella. —Kale me miró para calibrar mi reacción.
La parte lógica de mi mente ganó. Fui al gabinete del baño para agarrar las
píldoras que había jurado que no tomaría. Esperaba que pudiera alejar el recuerdo
de aquel beso porque venía con pensamientos de Kale creciéndole los colmillos y
bebiendo sangre. Quería ser normal, no un Arco con un enamoramiento por un
vampiro. Me tragué las píldoras y me acosté en la cama, cerrando los ojos. Me
centré en el viento mientras gemía fuera de mi ventana y en las ramas mientras
chocaban contra el costado de la casa. Imágenes de colmillos y sangre plagaron mi
mente mientras intentaba caer dormida. No podía ver a Kale de nuevo, no si quería
ponerme bien. No creía en vampiros. Tal vez no debería haber creído en nada de lo
que había dicho, sin importar lo realista que pareciera.
Me desperté a las ocho y media de la mañana del lunes para mi primer día de
trabajo. Solo a un par de días de Acción de Gracias y el regreso a casa de Alex. Aún
estaba un poco grogui, pero eso era de esperarse después de tomar la medicina
que el Dr. Lithe me había recetado.
***
Hey, debería estar allí para el miércoles por la mañana, alrededor de las ocho
treinta. Mis clases terminan más temprano de lo que esperaba. No puedo esperar
para verte. Ha pasado demasiado tiempo.
Estaba emocionada por verlo. Algunos de mis mejores recuerdos eran de salir
con él cuando fuera que mis padres y yo veníamos de visita, y a ellos no les
importaba, lo que era definitivamente un extra. Le escribí un mensaje en respuesta
diciendo cuánto había disfrutado nuestras pequeñas charlas durante la pasada
semana. Lea me había dado su nuevo número y estuvo agradablemente
sorprendido cuando recibió mi primer mensaje. Él me llamó en mitad de la
escritura del segundo, y se tornó en una conversación de media hora sobre el
pasado, el presente, y el futuro.
Yo también te echo de menos. Si necesitas hablar cuando llegue allí, sabes que
estoy aquí para ti.
Gracias, eso significa mucho para mí. Así era, pero no iba a aceptar esa oferta.
Solo quería olvidar mis problemas por un rato y disfrutar mi tiempo con él.
Debí irme para Knope's a las diez y media porque el Sr. Knope había llamado
la noche pasada y me pidió que fuera una hora antes. Era hora de irse, así que metí
el teléfono en los caquis que ordené de Old Navy y bajé las escaleras. Me vestí con
mi ropa de nieve, y salí por la puerta. Miré al viejo cobertizo y pensé en encontrar a
Kale derrotado y cerca de la congelación. Mi corazón se aceleró ante el
pensamiento de sus labios contra los míos, sus manos en lo más bajo de mi espalda
acercándome, su aliento en mi rostro. Entonces pensé en la noche en que él había
admitido que bebía sangre para sobrevivir. Yo no había dicho la palabra con V, ni
siquiera esa noche cuando él había terminado la frase por mí. Yo sacudí la cabeza
para alejar los recuerdos. Solo había tomado la píldora hacía treinta minutos, así
que no estaba segura de si ya había comenzado a hacer efecto. Me relajaron
normalmente para que pudiera pasar el día sin pensar demasiado. Estaría
soñolienta, pero aún funcionaría adecuadamente. Enfilé por la calle principal hacia
el Centro. La pequeña tormenta de nieve que había estallado la pasada semana
había dejado caer dos pulgadas más de nieve, pero en tanto me mantuviera en el
camino principal donde la habían apartado, estaría bien. El sol era brillante y
reflejaba la nieve. Decidí detenerme en una de las pequeñas tiendas de envío en el
camino a casa y recoger un par de gafas de sol. El Centro consistía en tres
construcciones conectadas por un edificio hacia el sur con la espalda hacia
Elmwood. Había estado viniendo a Cedar Grove por los últimos diez años, pero
solo había visitado el Centro cinco veces con mis padres. La mayor parte del
tiempo quería salir con Alex y sus amigos. El Centro tenía callejones estrechos, y
pequeños adoquines se alineaban en el suelo. Se veía tan pintoresco y hogareño
comparado con el Centro de Virginia Beach, de replicado estilo neoyorquino, pero
no era mi hogar -al menos, no se sentía de esa forma aún. La Tienda de Knope
estaba en la Tercera Calle con la parte trasera enfrentando los árboles. El Sr. Knope
había dicho que la mayoría del tiempo el camión de reparto podía pasar por el
pequeño callejón detrás de la tienda así que él podría aceptar envíos, pero cuando
llegué y ojeé por allí, lucía como si tuviera que caminar al final de la calle y de
vuelta para descargar y cargar cajas. Pero necesitaba el ejercicio. Los caquis talla
seis que había ordenado quedaban un poco apretados, pero normalmente calzaban
perfectamente. Era una caminata enérgica de quince minutos por los árboles
muertos que alineaban las calles. No había casas a la vista. Si caminaba por quince
minutos en Virginia Beach, hubiera pasado cuarenta casas, el centro comercial, dos
tiendas de comestibles, y una escuela. Los serenos alrededores eran
probablemente lo que necesitaba, pero no podía evitar echar de menos mi pueblo
natal.
Cuando entré a la Tienda, no había nadie dentro más que la cajera rubia con
su cabello echado hacia atrás en una cola de cabello drásticamente tirante que
hacía que sus cejas parecieran antinaturalmente altas. Sus grandes ojos azules
grisáceos estaban delineados con rímel oscuro. Su tirante camisa de polo apenas le
cubría el estómago y mostraba la punta de un anillo de diamante para la barriga.
Su sonrisa no era para nada amistosa, y me pregunté si iba a ser un problema.
Rezaba para que no lo fuera. Fui hacia ella con una sonrisa en su rostro, esperando
que eso aliviaría algo de la tensión que sentía creciendo entre nosotros. Su rostro
caía con cada paso que yo daba hacia ella, y reuní algo de entusiasmo antes de
saludarla.
—Hola —dije, levantando la mano para estrechar la suya, pero ella se quedó
mirando mi mano como si fuera a quemarla.
—Lo sé. El Sr. Knope dijo que tendría una para mí cuando llegara hoy. ¿Está
aquí? —Había dicho que sería entrenada por una chica llamada Mia, y supuse que
esa rubia era la chica de la que había hablado.
—Sí, así que tú eres la chica nueva. —Salió de detrás del mostrador para
sacarme la talla.
Sus caquis eran tan ajustados como los míos, pero estaba segura de que no
era por la misma razón. El suyo ensanchaba cada curva en su reducido cuerpo
mientras que los míos creaban una parte superior de panecillo en mi cintura y se
agrupaba incómodamente en lugares que no debería. Ella comenzó a caminar a la
parte trasera de la tienda, luego se volvió y me hizo un gesto para que la siguiera.
Yo fui sin prisa, pasando filas de vegetales enlatados, arroz y azúcar. Parecía raro
que el azúcar y los vegetales enlatados estuvieran en la misma zona. La tienda
tenía un buen tamaño. No tan grande como para que mis responsabilidades de
repositora me mantuvieran aquí muy tarde, pero no tan pequeña como para
terminar muy pronto. Ella me llevó a través de un almacenaje y a la oficina del Sr.
Knope, donde él estaba sentado detrás de un escritorio con el teléfono presionado
contra la oreja. Mia entró haciendo chasquidos en el cuarto y comenzó a rebuscar
en una caja de camisetas polo con la Tienda de Knope aplicado en el frente con
letras rojas.
—Un pequeño debería calzar bien —dije, a pesar de los caquis que parecían
apretarme la vida. Me pregunté si debería haber dicho un mediano. Pero no
importaba porque solo quedaba una talla.
—Charlie quiere verte en la parte trasera —dijo Mia mientras pasaba la leche
y los pañales de mujer morena. Yo la miré un poco confundida, hasta que caí en la
cuenta de que estaba hablando del Sr. Knope.
—No, estuvo bien. Sarah dijo que Sam barre después de cada tormenta de
nieve, así que fue fácil llegar.
El Sr. Knope me enseñó las reglas y todo lo demás que pensó que debería
saber hasta que llegó el camión de repartos. Él me guió a la puerta trasera y me
mostró cómo abrirla. Estaba cerrada del interior, y había una llave oculta debajo de
la puerta. Esperé a Mia mientras que él la enviaba atrás y se hacía cargo del piso.
—Espera, primero registramos las cajas en esta planilla. —Ella se estiró por
una tablilla que colgaba en una pared a mi lado. Se movió más cerca para
mostrarme la planilla de papel que parecía casi llena. El perfume de Mia era una
fuerte esencia floral que hizo que mis ojos se aguaran cuanto más se acercaba. El
perfume olía como rosas y miel -parecía una rara elección para la temporada.
—Pones la fecha aquí —explicó ella, señalando a línea que decía fecha—.
Luego escribes el nombre del repartidor aquí, y luego revisas la caja para
asegurarte de que el equipamiento está completo.
—Quieres hacer esto tan rápido como puedas, para que el repartidor pueda
irse justo después de haber terminado. Se enojan si los haces esperar. —dijo ella
chistosamente, dedicándole a Mike una tímida mirada la que él respondió con una
risotada.
—¿Qué hago si algo está mal o falta? —Yo miré a Mike, esperando no haberlo
ofendido por preocuparme sobre su habilidad para hacer su trabajo
correctamente.
Mike me sonrió, y tuve que admitirlo, para un tipo mayor, su sonrisa sería
suficiente para calentar incluso al corazón más frío. Su sonrisa destacaba contra
sus rasgos comunes y su comportamiento tranquilo. Él lucía como el tipo de
hombre que podría sorprenderte si se tomara el tiempo para preocuparse de cómo
lucía.
Cuando Mia acabó, ella y Mike salieron para cerrar el camión. Mike lucía
como si no necesitara ninguna ayuda con la puerta del camión, pero yo lo dejé
correr y me senté en un cajón de leche y esperé a que regresara.
Mia regresó diez minutos después y enfiló directo hacia las cajas para
comenzar a descargarlas. Después de que abrió tres o cuatro, ella notó que yo aún
estaba allí sentada y finalmente me dio algunas directrices. Caimos en un ritmo de
abrir y descargar cajas juntas hasta que mi estómago protestó por ser ignorado.
Dado que estaba trabajando cuatro horas, solo tenía quince minutos de descanso.
Solo era lo suficientemente largo como para que agarrara una botella de agua y una
manzana, pagara por ellas, y comiera en la parte trasera mientras Mia continuaba
trabajando. Yo la miré mientras extendía el abridor de cajas como una experta,
sacando cosas y colocándolas en los estantes que llevaban al refrigerador en el
frente de la tienda. Había esperado comer en silencio, pero Mia tenía otros planes.
—Así que, ¿tú solo trabajas aquí medio tiempo y no tienes que trabajar los
fines de semana? —preguntó mientras abría más cajas. Temía que la dulce Mia
hubiera desaparecido ahora que se había ido Mike.
—Hmmm... Debes ser muy especial para tener esas horas y los fines de
semana libres —dijo ella con un filo cortante en la voz. Tal vez pensaba que yo era
desagradable como ella, y que el Sr. Knope y yo teníamos algo, como ella lo tenía
con Mike. Ugh. No quería que ella supiera que tenía un desequilibrio nervioso y
que todos pensaban que estaba mejor si me tomaba las cosas "con calma" por el
momento. Intenté pensar en una rápida mentira, algo lo suficientemente aburrido
como para que no quisiera que lo desarrollara, pero también algo creíble.
—Escuela, ¿huh? Pensé que tu ibas a reemplazar a Anna, pero supongo que
no, porque ella trabajaba tiempo completo y siempre en los fines de semana. Esa
chica siempre estaba rota. Supongo que Brett y yo vamos a tener que rotar en los
fines de semana de nuevo.
Podía ver que eso le molestaba, pero era como cualquier otro fin de semana.
Ella sobreviviría.
Está bien, Ella. No te preocupes por eso. Cerraremos pronto hoy dijo él
con el ceño fruncido.
Entendía su ira, especialmente si ella y Anna habían sido muy amigas, pero no
podía imaginarla siendo tan amiga con ninguna otra chica. El shock de las noticias
me dejó sin palabras, y me quedé allí, mirando al Sr. Knope en busca de consejo
para darle confort.
Él volvió a palmear la espalda de Mia antes de que ella saliera corriendo de su
oficina, golpeando con fuerza la puerta.
Siento que actuase así, Ella. Ni siquiera sabía que ella y Anna fueran tan
buenas amigas. No sé los detalles, pero la amiga de Mia le envió un mensaje
diciendo que el cuerpo de Anna había sido encontrado. Llamé a mi esposa para
confirmarlo justo cuando ella estaba a punto de llamarme él suspiró y levantó
uno de los cartones de leche que Mia y yo habíamos acabado de vaciar y se sentó.
Hice lo mismo y esperé a que hablase. No sabía qué decir. Siempre que
alguien trataba de hacerme sentir mejor sobre mis padres diciéndome algo lindo,
eso sólo me cabreaba. La gente sólo dice cosas como: “Están en un lugar mejor” o
“Las cosas mejorarán pronto”. Todo eso era una montaña de mierda. El pensar en
mis padres trajo la picazón muy familiar de lágrimas frescas a mis ojos.
El Sr. Knope malinterpretó las lágrimas por tristeza por las noticias y se
aclaró la garganta nerviosamente.
No, está bien. Quiero trabajar aquí. Como cerraremos pronto, ¿cree que
puede llevarme a casa ahora? quería salir de la tienda antes de que Mia volviera
o antes de que el Sr. Knope se sintiera en la necesidad de palmear mi espalda otra
vez.
Déjame ver si Mia puede hacerlo gimió cuando se levantó del bajo cajón
de la leche . Todavía tengo cosas que hacer aquí, y ella debería estar bien para
conducir caminó hacia la puerta de la oficina y entró. Podía oírlo preguntarle a
Mia que me llevase a casa, y pude oír su exasperado “lo que sea”. Ella salió volando
por la puerta mirando sobre su hombro.
Bueno, agarra tu abrigo. No tengo todo el día espetó ella, abriendo las
puertas dobles para ir a la planta baja.
Hey dijo una voz profunda y ronca. Él sonaba de mi edad, o quizá unos
años mayor.
Casi puse mis manos sobre mis orejas para no quedarme sorda.
Mi cerebro empezó a hacer girar los engranajes tan pronto como él dijo
cementerio Elmwood. Me pregunté si Kale estaba todavía de okupa en el mausoleo.
Estaba más allá de pensar que él no era real, pero todavía creía que él estaba un
poco chiflado. ¿Podía tener algo que ver con la muerte de Anna? O mi silencio a las
noticias o la mirada en mi cara, hicieron que Mia llamase mi atención, cortando a
Brett antes de que él empezase una nueva frase.
Luces tan blanca como un fantasma, chica. ¿Estás bien? sus ojos gris
azulados todavía estaban rojos, y el delineador color carbón había manchado más
abajo su cara mientras me miraba con preocupación.
Estaba segura de que su compasión no era un montaje. Quizá no era tan perra
después de todo.
Puede que sea un poco tonta, pero no creo que sea tan tarada para dejarse
engañar por tu encanto falso, Romeo ella me miró de forma apreciativa y luego
volvió a mirar a la carretera.
Estaba tan nerviosa que se me hizo difícil sujetar el teléfono, así que lo puse
sobre el centro del compartimento y lo sujeté ahí con mi mano.
¡Él dijo que estaba mal! Dijo que parecía que un animal salvaje la había
hecho pedazos.
Entramos en mi vacía entrada a casa y nos detuvimos. Mia no hizo
movimiento para tomar el teléfono. Continuó con la conversación mientras yo me
senté ahí, preocupada por la posibilidad de haber dejado entrar a un asesino a mi
dormitorio.
¿Quieres? preguntó ella. Esta chica no había sido muy amable conmigo y
¿ahora quería salir por ahí? Miré a la casa vacía y decidí que sería mejor salir con
Mia y este chico Brett que estar en casa sola.
Mia miró a la casa y frunció el ceño. No creía que su casa fuera tan modesta
como la casa colonial de los Carlton. La mayoría de las casas en esta parte
particular de Cedar eran como la de los Carlton: fachadas simétricas, formas
rectangulares, revestimiento de ladrillo o madera y detalles simples, pero clásicos.
Era cuando llegabas a Elmwood City cuando veías dónde estaba el dinero.
Claro, supongo. Parece pintoresca por fuera. Het, Brett, estaremos allí entre
treinta ella colgó, pero no antes de que Brett gritase: “¡Genial!”.
Ese perro mejor que no esté fuera mucho tiempo. Tenemos que irnos
pronto. Date prisa. Brett vive en Elmwood City, que está a treinta minutos en coche
ella encontró el control remoto y encendió la tele.
Era probablemente un error salir con Mia y su actitud bipolar molesta, pero
un repentino movimiento en las hojas me recordaron por qué me iba con ella.
Llamé a Max, quien asombrosamente vino corriendo, y lo insté a entrar. Antes de
irme, puse una nota en el mostrador diciéndoles a Eric y a Sarah que estaba fuera
con una compañera de trabajo y que tenía mi teléfono conmigo si necesitaban algo.
La seguí por los escalones y esperé a que ella golpease la puerta, pero entró
directamente. Mia saludó a una mujer alta de pelo oscuro que vestía un delantal y
un vestido blanco mientras salía de la cocina.
Hey, Sra. Dauwde, esta es Ella. Ella, ella es la madre de Brett, Sharin ella
subió las escaleras, sin mirar atrás para ver si yo la seguía. Estaba enfadada con
ella por dejarme sola después de entrar en la casa de alguien sin llamar a la puerta.
Parecía que no tenía ni una onza de capacidades hogareñas.
Ella estrechó rápidamente y con firmeza la mía y volvió a sonreírme con sus
dientes brillantes, casi cegándome. Ella era el epítome de un ama de casa, con el
delantal, la dulce sonrisa maternal, figura redonda y con la esencia de galletas
horneadas recientemente flotando por la casa. Me pregunté si ella era una mamá
ama de casa, o si trabajaba por la noche en una de las fábricas.
Cuando alcancé el cuarto y entré, olía a chico y colonia una extraña esencia
dulce que estaba segura de que era de Brett arreglando antes de que llegáramos a
su casa. Brett me miró desde su portátil mientras Mia se sentaba el sillón reclinable
en la esquina enfrente de la puerta, un ceño fruncido en su rostro. Al menos sabía
que su actitud desagradable no estaba reservada a mí. Era una mocosa con todos.
Pude ver que Brett era alto incluso a pesar de que estaba sentado. Sus piernas
parecían incómodamente dobladas debajo de la mesa de su portátil. Su cabello era
marrón avellana con trazas de dorado, y cuando se volvió, sus ojos eran
esmeraldas que brillaban en su suave y bronceado rostro. Hubiera sido muy guapo
si su boca no se hubiera abierto cuando me vio, escupiendo rareza.
Cuando sea que estés listo de decirnos qué más aprendiste, Brett.—
Esperaba que la información que obtuviéramos de Brett probara que Kale no tenía
nada que ver con el asesinato de Anna, o en cambio probara que había una
posibilidad de que había dejado entrar a un asesino en mi casa.
Está bien. Maldición, cálmate, chica. Mi papá dijo que ellos no saben por
qué estaba allí fuera sola. No encontraron ningún otro rastro además del de ella. La
cosa rara es, mi papá dijo que allí no había suficiente sangre donde encontraron el
cuerpo, así que piensa que el crimen fue cometido en otra parte.
¿Cómo es eso raro? preguntó Mia . Eso pasa todo el tiempo. Ella
terminó sentándose de nuevo en la silla, sujetándose el estómago como si estuviera
por ponerse enferma.
Su madre entró con un plato y tres sodas. Ella vio nuestros rostros y frunció
el ceño mientras ella colocaba la comida y la bebida en el vestidor. La Sra. Dauwde
colocó sus manos en las caderas.
Brett, sé que no estás aquí contándoles a las chicas sobre Anna. Esas
aterradoras noticias no son algo con lo que tengas que preocuparlas. lo retó,
provocando que él se callara como un muerto.
Mia suspiró, se pasó las manos a través de su cola de cabello rubio, luego las
colocó en su regazo.
Sentí una oleada de culpa porque yo había hecho todas las cosas que ella nos
advertía no hacer. Yo podría haber sido el cuerpo en el bosque. La batalla entre mi
corazón y mi cabeza se desataba.
Elmwood City es un pueblo tan pequeño que ningún rostro nuevo pasa
desapercibido. Agradecidamente, tienes a Mia y a Brett que han crecido aquí, así
que pueden ayudarte. Ella regresó a la puerta para irse . Las invitaría a cenar,
pero creo que es mejor que vuelvan a casa antes de que oscurezca. Estoy segura de
que sus familias se preocuparán de que salgan después de que oscurezca. dijo
ella antes de desaparecer por la puerta. Brett suspiró y se sentó de nuevo en la silla
de su portátil, frunciendo el ceño.
Brett se rascó la cabeza. Sí, tal vez tú tengas aún un toque de queda porque
Cedar Grove corre junto a Elmwoods. Sonaba decepcionado.
Cierto, pero no lo han hecho aún, así que creo que estamos todos bien... por
ahora dijo Mia, luego se levantó y agarró una galleta y una soda de las que había
traído la Sra. Dauwde.
Miré a mi celular para ver la hora y por si tenía algún mensaje perdido, pero
no había ninguno. Eran casi las seis, y el sol ya estaba cayendo. No creía que Mia
fuese a seguir la advertencia de la Sra. Dauwde sobre irse antes de que oscureciera.
Brett se volvió hacia mí. Cam y Anna están saliendo, o algo así, y Cam es el
ex de Mia Él se volvió hacia Mia . No vamos a llamarlo porque tal vez no lo sepa
aún, y no vamos a tirarle ese tipo de noticias, Mia. No estaría bien, y además, mi
papá probablemente ya ha llamado a sus padres.
Mia pareció entender y ceder, pero no podía estar segura de si llamaría tan
pronto como llegara a casa.
Bett volvió sus ojos verdes hacia mí y sonrió. ¿Así que vas al Tecnológico de
Virginia? Él se transformó de una conversación seria a un tono de flirteo.
Mia bufó. ¡Más bien suspendido! El perdedor pensó que sería bueno para él
y sus compañeros de Alfa y Omega rociar pintura en el coche del decano. dijo
ella, incapaz de contener la risa . El problema es que los idiotas dejaron todas las
pruebas en la casa Alfa y Omega. Cuando fueron buscadas, fueron atrapados y
suspendidos por un semestre.
No pude evitar reírme con una broma tan estúpida y los tontos que la habían
hecho. Brett no estaba en lo más mínimo avergonzado o molesto por su metedura
de pata, pero en su lugar parecía orgulloso y se rió con nosotras. Nuestra broma
fue interrumpida por un fuerte zumbido de mi teléfono. El texto de Alex fue una
placentera sorpresa.
Ahora que estás de vuelta por un poco, sí, eso creo, te veo a las siete. —
Coloqué el teléfono de nuevo en mi bolsillo y dejé una sonrisa sensiblera colocada
en mis labios. Cuando elevé la mirada, Mia estaba sonriendo y Brett estaba
frunciendo el ceño. Mi tonta sonrisa debía de haber atrapado su atención.
¿Qué? pregunté yo.
Lo mismo para ti, Mia replicó él, ganándose un ceño fruncido y una
mirada malvada, lo que me hizo reír.
Eso está bien. Sharin probablemente está contando los minutos hasta que
me vaya dijo ella. Mia terminó su soda luego se volvió hacia Brett para ver a la
pantalla del portátil . Hey, regresaré. No me importa lo que dice Sharin. Sabes que
a mis padres no podría importarles menos si estoy fuera después de que oscurezca
incluso si hay un asesino allí afuera. Ella salió a lo que asumí que era el baño.
Mi número de la suerte.
Que bueno dije yo, sin impresionarme, pero al menos estaba feliz. Mia
regresó al cuarto y me preguntó si estaba lista para irnos, así que saludé con la
mano a Brett y abracé a su madre. Era una persona dulce, y esperaba que Brett la
apreciara. No pude evitar preguntarme si el hecho de que yo ya no tuviera una
madre era la razón por la que sintiera tal conexión con Sharin.
Traducido por 3lik@
Corregido por Morin
Sarah fue la primera en cruzar la puerta con una gran sonrisa en su rostro. Yo
no había visto esa sonrisa en mucho tiempo, y hcía que su rostro en forma de
corazón fuera aún más hermoso. Ella se movió dentro y le dio cabida a Eric y a Lea.
Me saludaron, pero todo lo que quería ver era la gran sonrisa de Alex, sus ojos
azules, y su estructura larguirucha. Sarah me preguntó cómo estuvo mi primer día
de trabajo. Yo no quería arruinar el momento, así que le dije que estuvo bien y que
salimos temprano.
Cuando Alex cruzó la puerta, contuve el aliento. No podía creer que lo veía.
Era el mismo chico que siempre había conocido, pero tenía el cuerpo y el rostro de
un jovencito mejillas cinceladas como su padre y la barba de un día. Él estaba
más bronceado de lo que recordaba, y su cabello era corto y teñido por el sol,
mostrando sus perezosos ojos azules. Él sonrió, y me acordé de respirar. Lo eché
de menos, y el sentimiento familiar en mi estómago cuando lo vi era más de lo que
podía manejar. Corrí hacia él y le di el abrazo fuerte más del que le he dado a
alguien desde la muerte de mis padres. Sus fuertes brazos me agarraron con fuerza
contra su pecho. En ese momento, pensé que iba a fundirme con él. Olía a
desodorante y a ajetreo de un aeropuerto, y lo inhalé, sintiéndome más normal por
un segundo. Cuando nos separamos, él me dio un puñetazo en el brazo y sonrió.
—Cuánto tiempo sin verte, Els. ¿Cómo estás? —Él usó el apodo que me había
dado hace años.
—Estoy bien —le dije una vez que me quedé sin aliento.
Todos nos retiramos a la sala de estar. Lea saltó sobre las piernas de Alex, tan
pronto como él se sentó, y Sarah fue a la cocina para preparar la cena. Eric tenía un
aspecto diferente más saludable y más feliz con su hijo en casa. Yo estaba feliz
por ellos y emocionada por ser capaz de compartirlo con ellos.
—Hey, Els, escuché que estás de vuelta en la escuela y que tienes un trabajo.
Suena como que estás tratando de hacerme quedar mal. Cuando vivía aquí, nunca
trabajé dijo Alex con una sonrisa.
—Buena elección —dijo Eric, y luego dirigió su atención a Alex—. Hijo, ¿qué
es lo que has planeado para estas vacaciones, aparte de salir con la familia?
Lea se quedó en el regazo de su hermano, sonriéndole dulcemente. Ella había
estado muy callada el último par de minutos y me di cuenta de por qué con la
respuesta de Alex.
Él y Lea probablemente habían jugado antes esta carta con sus padres. La
emoción de la llegada de Alex triunfó la razón que sea que Sarah haya tenido para
no ir a la posada.
Sarah salió de la cocina con la nota que había dejado para ella en una mano y
un paño de cocina en la otra. —Alex, no he hablado de eso con tu padre aún, pero si
él está de acuerdo con esto, todos podemos ir desde el viernes hasta el domingo.
—Suena bien para mí, pero voy a tener que revisar si hay habitaciones
disponibles —Alex abucheó y Lea chilló, pero Eric no les hizo caso y siguió
hablando—. Vamos a necesitar dos habitaciones mamá, Lea y yo en una doble, y
Ella y Alex en otra doble. —Eric parecía confundido y sorprendido por sus
palabras, pero se recuperó rápidamente—. En realidad, vamos a necesitar tres.
Sarah y yo, Alex y Lea, y Ella puede tener una habitación para ella sola. No estoy
seguro de que sea adecuado que tu y Alex compartan una habitación.
Sarah levantó la vista, y su rostro decía que ella estaba de acuerdo, pero se
quedó estupefacta de que Eric no se hubiera dado cuenta de eso desde el principio.
Alex chasqueó los labios y se encogió de hombros, mirando hacia mí con una
sonrisa pícara en su rostro.
—Sí, papá, tienes razón. No quiero que Ella me vea en mis calzoncillos
ajustados.
—Es cierto. Creo que será bueno, si no te importa tu propia habitación, Ella, o
podrías hacer literas con Lea y Alex puede tener su propia habitación. Dejaré que
ustedes dos lo decidan. Eric, ¿puedes llamar y ver si hay algo disponible?
Esperemos que haya algunas cancelaciones. Sarah sostenía la nota que le había
dejado antes.
— Oye, ¿qué es esto? ¿Estás haciendo nuevos amigos en el trabajo y ya sales
con ellos después?
—Un cadáver fue encontrado hoy en el Elmwoods, es por eso que el Sr.
Knope nos dejó salir temprano. —Me sentí como una idiota por arruinar el estado
de ánimo.
Eric se sentó y puso su mano sobre su cabeza. Alex maldijo, lo que le valió
una severa mirada de su madre, que tuvo que sentarse por la noticia. Lea era la
única que no reaccionó. Supongo que los niños de once años no se ven afectados
por la muerte de la forma en que los adultos lo eran.
Sarah colocó la nota y la toalla nota en su regazo. —Dios, ¿no se sabe quién
es, Ella? Ella se llevó su mano a la boca.
—Podrías hacer eso, pero pruébate las mías primero por si acaso. Yo no
quiero que gastes tu dinero si no tienes por qué.
Nos sentamos a cenar alrededor de las ocho y media, eso era muy tarde para
nosotros. Gritó mi pobre estómago en una larga espera. No era exactamente igual
que en los viejos tiempos, pero se asemejaba y estaba dispuesta a tomarla. Era una
lástima que Alex estuviera aquí sólo por una semana. Volví a pensar en el funeral
de mis padres y me aplaudí por no enloquecer. Pero sabía que no era sólo mi
fuerza la que me ayudaba, era Alex y su conocimiento de lo que necesitaba para
estar bien en ese momento. Nunca pensé en él como algo más que un mejor amigo.
Yo no tenía muchas de esas personas de vuelta en casa, pero cada vez que estaba
en Cedar Grove, Alex, Bo y Lorie eran personas con la que sentía que podía ser yo
mismo. Los viejos amigos de Alex de la secundaria me aceptaron en su grupo.
Todos ellos dejaron la escuela, así que estaba sola. Eso era bueno, en cierto modo.
Tenía que conseguir mis cosas juntas, y eso significaba que Brett y Mia tendrían
que pasar el rato sin mí.
—Así que has hecho algunos nuevos amigos, ¿eh?— Dijo mientras pateaba un
hielo congelado—. Son de Elmwood City, ¿no? Él me miró.
—Sí, Mia y Brett. Mia es una mocosa, y Brett es un atleta —le dije, como si eso
lo explicara todo—. Ellos sabían que la chica Anna era la que habían asesinado.
Su sonrisa desapareció y fue reemplazada por algo más serio— ¿Estás segura
de que es genial que salgas con ellos? Quiero decir, ¿con todo lo que está pasando?
Alex siguió mi mirada y aunque no pude ver su rostro, sentí que su cuerpo se
tenso. —Papá me contó lo que pasó allí—. Él se giró hacia mí y me estrechó el
hombro con ternura. Era como si estuviera tratando de tirar de mí fuera del mundo
que había creado para mí misma, y cuando él hablaba, me di cuenta de lo mucho
que había evitado a todo el mundo.
—No tienes que pasar por esto sola. Sé que eran tus padres, pero todos los
amábamos y todos los perdimos —Alex suspiró.
***
Una versión mucho más joven de mi madre, con el rostro sin arrugas y sin
problemas, se sentó en una silla de madera conmigo en sus rodillas, jugando con una
muñeca. La muñeca me parecía familiar con su ardiente cabello rojo y pecas. El
nombre de Becky vino a la mente. Me preguntaba si ese era el nombre que le había
dado a la muñeca cuando niña. Mi madre se movía incómoda en su silla cuando el
hombre frente a ella se aclaró la garganta. La habitación era grande, bien iluminada,
y detrás del hombre habían placas y certificaciones abarrotados en la pared,
probablemente dando a entender un sentimiento de confianza en su intelecto.
—Sra. Monroe, creo que tenemos un pequeño problema con Ella —dijo con voz
preocupada. Frunció el ceño, haciendo que sus cejas se vean como una oruga grande
y negra en la parte superior de su cara—. Ella ha estado diciendo algunas cosas muy
inquietantes a los otros estudiantes, y creo que tenemos que abordar esto ahora
antes de que vaya más lejos. —Él miró a mi madre para medir la reacción de ella con
cuidado.
—¿Qué quiere decir? —Mi madre me miró alarmada, con el rostro suave lleno
de preocupación, la envejeció por lo menos diez años. Ella puso una mano en la
coronilla de mi cabeza, y me miraba.
Sus ojos estaban tristes, e incluso para un niño, sabía que algo andaba mal.
Sentí que fruncía el seño. Extendí la mano hacia ella para tocar y consolarla.
Mi madre me sonrió y volvió a mirar al doctor— ¿Que está pasando con Ella?—
Ella parecía más tranquila, como resultado de mi tacto.
Los ojos de mi madre se abrieron en dos grandes esferas con un brillo verde-
azulado. Ella tomó mi mano y la apretó ligeramente, pero esta vez no levantó la
mirada.
—Mire, señora Monroe, Ella no sólo predijo eso él se vio interrumpido por mi
madre.
Ella se acercó más al borde de la silla como si pudiera cambiar las palabras que
hablaba por acercarse a él. Podía sentir la preocupación y el miedo rodar de ella en
ondas que calientan el aire. Me senté en silencio, mirando fijamente la muñeca de
cabeza roja, deseando poder escapar.
Cuando miré sus ojos verde-azulados, pude ver el miedo y derrota que
revelaban. En ese momento, decidí que nunca le diría a nadie acerca de los sueños
que había tenido, sin importar cuán importantes parecieran.
***
—Te ves como el infierno —bromeó Alex, capturando mi rostro hinchado y
los ojos.
Yo estaba segura de que los círculos oscuros alrededor de los ojos lo decía
todo acerca de mi falta de sueño, y tal vez Alex me deje en paz y me deje
dormir pero no lo hizo.
—Así que, nos dirigiremos a Stan’s, y luego que esté listo, iremos a Knope’s.
Mi papá nos dejará en el garaje, así que tenemos que salir en diez minutos. —Se
metió una cucharada de cereal en la boca.
—¿Por qué dejaste tu coche allí en vez de en la casa?— Parecía extraño para
él haber dejado a treinta minutos en vez de en el cobertizo.
—Gracias por dejarme usarlo, Alex —dije con gratitud—. Quiero decir, no es
un paseo largo a Knope’s, pero es genial. —Mordí mi magdalena de arándanos.
Estaba caliente y crujiente, y me alegré de que no haber elegido el tazón de
material granulado que Alex me ofrecía.
—Llamé a Charlie anoche para ver si sabía algo, y me enteré de algunas cosas.
Alex, quiero que te quedes cerca de Ella hoy. Nadie sabe quién es esta persona o
cuál era su motivo para haber asesinado a Anna, así que presta atención —dijo Eric
mientras se abría camino hacia la cafetera—. Mejor aún, quiero que todo esté
empacado y listo para partir hacia Stony Brigde a las seis de la mañana del viernes.
Tomará una hora para llegar a la casa de campo.
—¡Alex, creo que deberías reducir la velocidad!— Grité. La música era tan
fuerte que aún no me escuchaba, así que me acerqué y la apagué. Alex me miró,
sorprendido y perplejo. Su rostro casi me hizo reír, pero mi miedo era poderoso—.
Amigo, reduce la velocidad.
—Bien, pero es probable que llegues tarde al trabajo. —Él pisó el freno.
—Al menos llegaré allí con vida —bromeé. El Acura de Alex era mecánico, y
yo iba a tener problemas para conducirlo. Mi padre intentó enseñarme una vez, sin
embargo el desastre le acabó costando casi dos mil dólares en daños y perjuicios.
Tenía la esperanza de que Alex y yo no tuviéramos el mismo problema ya que he
estado conduciendo desde que tenía dieciséis años.
Odiaba cuando me llamaba niña, él ni siquiera era un año mayor que yo. Me
asomé por la ventana para ver si me daba cuenta de algo inusual— ¿Cuándo te
vas?— Traté de no parecer demasiado molesta. La realidad de Alex yéndose pronto
alejaba la preocupación de la figura oscura de mi mente. Además, era
probablemente sólo un ciervo.
—El martes por la noche —Me miró con ojos inquisitivos— ¿Por qué estás
pensando en mí yéndome? Acabo de llegar —dijo con fingida tristeza.
—Echo de menos los viejos tiempos, ¿sabes? Quiero que las cosas sean así de
nuevo. —Las noches de verano calientes con mis padres y todos los demás eran
recuerdos que me hubieran gustado que se volvieran realidad.
«Está dicho que él y sus hombres olerán a fuego y ceniza; han vendido sus
almas al diablo por la vida eterna y no dejarán nada más que destrucción a su
paso» —Abuelo Grey.
Nada, ¡Duh!.
—Sí, mis horas han sido cortadas por hoy, así que solo tenemos que
quedarnos por dos horas.
—¿Horas cortadas? No puedo creerlo. ¿Solo faltan dos días para Acción de
Gracias y nadie está comprando? Knope debe estar teniendo un golpe financiero.
—dijo Alex mientras cruzábamos el camino a un paso más seguro.
Supuse que este asesinato podía asustar incluso a la Bruja Mala del Oeste.
—Lo siento. ¿Están en la parte trasera? —Doblé el cuello par haber si podía
ver a través de la ventana en las puertas dobles que llevaban atrás. Mia se sentó de
nuevo y comenzó a hojear su revista de nuevo antes de responderme. El aire era
espeso y olía raro. Yo olí, intentando identificar el olor.
—Sí, han estado aquí por treinta minutos. —murmuro algo por lo bajo acerca
de brillo labial mientras yo iba atrás a dejar mis cosas.
La parte trasera se sentía diferente, más fría, y noté que la esencia que no
pude identificar era más fuerte atrás. Me sentía como un perro mientras
comenzaba a oler por el cuarto en busca del olor. Me recordaba a papel quemado.
Lo dejé pasar como que alguien estaba quemando hojas. Me aseguré de que mi
móvil estaba en mi bolsillo antes de regresar al piso, entonces recordé la llamada
perdida de Sarah. Debería esperar hasta que mi turno hubiera acabado. Había
dejado un mensaje, y si era importante, llamaría de nuevo.
De nuevo en el piso de ventas, Alex aún no había llegado y Mia aún estaba
leyendo su revista, sin prestarme nada de atención, a mí o a mi charla insustancial.
Sin compradores en la tienda, no era capaz de entrenarme en la registradora, así
que decidí caminar por la tienda y saber dónde estaría guardando todos los
productos. Diez minutos después, Alex entró en la tienda, y me sentí aliviada y
molesta.
Mia lo notó antes que yo y se aseguró de saludarlo con la más grande, rosa,
halagüeña, alegre y molesta sonrisa que yo haya visto jamás. Fue hacia él y rió. La
chica de hecho, soltó una risita.
—Hey, tú debes de ser Alex dijo estirándose para estrechar su mano. Alex,
el gran tonto e increíble chico que era, se sonrojó mientras tomaba su mano y la
sacudía ligeramente, pero cuando comenzó a alejarse, Mia lo agarró con más
fuerza, moviendo su mano hacia su rostro para inspeccionar su anillo de clase.
—Hey, mi mamá quiere que la llames. Dice que tiene algunas noticias sobre
OT dijo.
Sabía que OT significaba Ocean Trace, y sentía curiosidad por lo que podía
deberse la llamada. Estaba feliz de que usara nuestra palabra clave para Ocean
Trace. No quería que Mia supiera que había pasado tiempo en un hospital
psiquiátrico.
Mia apretó los labios. Eso, combinado con el hecho de que aún tenía las
manos de uñas rosadas enroscadas alrededor de la mano de Alex, me hizo poner
los ojos en blanco.
Me apresuré al baño para llamar a Sarah. Sabía que estaba en casa porque sus
vacaciones de Acción de Gracias comenzaban hoy, así que llamé a la línea de casa;
respondió al segundo tono.
—Lo siento —No estaba segura de por qué me estaba disculpando. Sarah
sonaba un poco asustada, y me tenía preocupada.
—Bueno, llamé para decirte que el Dr. Lithe llamó para reprogramar tu cita
para el primero.
Podía ver por qué estaba molesta. El cuarto de expedientes estaba cerca de
algunos de los cuartos de los pacientes.
—¿Qué?
—Dije que todos los documentos fueron destruidos. ¿Puedes creerlo? Quiero
decir que no queda nada de los expedientes de los pacientes o los empleados. Al
menos nadie salió herido.
Sarah preguntó si estaba encubando algo, y le dije que estaba bien. Cuando
salí del baño, Mia, Alex y el Sr. Knope estaban todos hablando en la registradora. El
coche del sheriff se había ido. Yo miré alrededor, esperando encontrar la fuente del
olor a ceniza quemada. Tal vez alguien estaba prendiendo un fuego y se había
salido de control.
—Hey, ¿qué estás buscando? —miró Alex hacia afuera y frunció el ceño ante
el clima—. Creo que va a nevar pronto. —Sonó extrañamente derrotado. Yo seguí
su mirada al cielo y lo noté oscureciéndose mientras las nubes se cerraban.
—Sí, tal vez —replicó Mia, caminando hacia las puertas para ver el cielo
oscuro con nosotros. Su expresión cambió de su habitual mirada de chica mala a
algo de sorpresa mientras miraba al cielo—. Wow, está oscureciendo rápido.
Probablemente está viniendo una tormenta. ¿Eso quiere decir que el almuerzo se
cancela? preguntó a Alex.
Yo me volví, sorprendida por los planes que habían dicho mientras yo estaba
en el baño por cinco minutos. Alex me miró y sonrió nerviosamente, y luego agregó
una risa; eso me molestó, y supe que mi rostro lo mostraba por el súbito cambio en
su rostro.
—Me invité yo sola, El. Espero que no te molestes —dijo Mia, sin sacar sus
ojos de Alex.
—Seguro, ¿por qué no? —pregunté a través de los dientes apretados, enojada
porque estuviera usando el sobrenombre que Alex me había dado. Me volví hacia
la puerta, pero no antes de ver la mirada compungida que resbaló del rostro de
Alex y dentro de mi corazón. Él era demasiado dulce y tonto para su propio bien.
—Está bien, damas, de vuelta al trabajo. Dado que nadie está aquí hoy,
puedes irte en una hora, Ella. Tú también, Mia. Helen viene, y ella y yo cuidaremos
de la tienda —dijo el Sr. Knope mientras caminaba a la parte de atrás, rumiando
algo sobre el sheriff y su raro compañero.
— «El oficial de policía» que estaba aquí usaba un traje. Los oficiales de
policía de Cedar Grove no usan trajes, y no se llaman a sí mismos oficiales de
policía, pero el que se acaba de ir lo hacía —dijo ella, contando el cambio.
Alex bufó y cruzó los brazos sobre su pecho, luego se apoyó contra la
encimera. No, no lo conozco. Creo que era un detective de Elmwood.
—¿Brett? —preguntó Alex, sus ojos buscando en los míos una respuesta.
Él pareció lo que yo supuse que era avergonzado, lo que solo me hizo sentir
mal. No sabía por qué estaba actuando como una amante despechada cuando él y
yo solo éramos amigos. No quería que Mia echara sus garras sobre él, pero eso no
debería haberme importado. Ella tal vez fuera una chica molesta, pero solo la
conocía desde hacía un par de días, y eso no me era suficiente para que me formara
una opinión permanente sobre ella.
—Brett es su amigo. Ambos viven en Elmwood City. —Yo lo seguí a las sodas.
Alex sacó dos sodas y me pasó una—Tal vez él sepa quién era el otro tipo con
el sheriff —terminé yo. Fuimos de vuelta hacia Mia.
Su espalda estaba volteada mientras hablaba con Brett— Bien, sal ahora y
encuéntrate con nosotros allí. Deberíamos acabar tan pronto como Helen llegue
aquí. —Se volvió, mirándonos con el ceño fruncido—. Acabo de hacer caja —dijo,
señalando a los refrescos en nuestras manos.
Alex sonrió y la miró con sus brillantes ojos azules que podrían doblar a su
voluntad a una bestia de corazón helado— Por favor, Mia.
Eso fue todo lo que necesito para que ella pusiera la paga de nuevo en la
registradora y cobrara los refrescos. Él me había dado el refresco de naranja. Dejó
el sabor de los celos, naranjas falsas, y azúcar artificial en mi lengua, pero no borró
del todo el sabor a ceniza.
***
Yo tomé un sorbo de agua, esperando que cualquier cosa que Brett dijera no
involucrara las palabras Kale y sospechoso. Para mi sorpresa, su historia no tenía
nada que ver con quién asesinó a Anna. Otro cuerpo había sido encontrado en
Elmwoods.
—¿Qué diablos está pasando aquí? —preguntó Mia con genuina confusión y
miedo—. ¿Por qué siempre es una mujer, hay algún tipo específico de mujer que el
asesino esté buscando?
—Bueno, Anna tenía cabello negro, ojos marrones, delgada, y era bastante
bronceada —dijo Brett—. Creo que se acababa de mudar de Florida o algo así. Mi
papá dijo que Janice, la otra víctima, era alta y bronceada, pero no dijo nada sobre
su cabello o sus ojos, solo que fue encontrada de la misma forma que Anna y que
estaba profundamente en el bosque, más allá del cementerio.
—Ella, cuando me vaya, no quiero que corras por ahí después de que
oscurezca —dijo Alex, sacándome de mis pensamientos.
—De verdad. Esa chica Anna era nueva aquí, y Brett dijo que Janice tal vez,
era nueva también. Sé que ambas vivían en Elmwood, pero no importa. Parecía que
él estuviera escogiendo chicas que no eran de aquí —hablaba con una voz de
adulto que nunca le había oído antes—. Además, tienes cabello oscuro, eres
delgada, y no estamos seguros de que solo fueran chicas de ojos marrones dado
que no sabemos de qué color eran los ojos de Janice.
Delgada no era, pero sí tenía cabello oscuro, y era bronceada antes de llegar a
Cedar Grove, pero creo que eso no importaba.
—La mayoría de la gente aquí conocen a todos, o al menos se han visto, así
que reconocen a un extraño cuando lo ven —dijo Brett, luego metió algunas papas
fritas en su boca—. Tú, por el otro lado, no sabrías si alguien es de aquí o solo está
de paso.
—No es que estemos diciendo que eres algún tipo de inválida o algo así. Es
sólo que, creo que el tipo está tomando ventaja del hecho de que estas chicas no
saben si pueden confiar en él. ¿Sabes como conozco a casi todos en Cedar Grove, y
yo haría casi cualquier cosa por ellos porque los he conocido toda mi vida? Bueno,
habiendo dicho eso, la gente en este pueblo son mayormente confiables y lindos,
así que, si no eres de aquí, y no sabes que este tipo es alguien del pueblo en quien
puedes confiar, él puede usar eso para llegar hasta ti. —Sus ojos estaban llenos de
preocupación.
No podía enfadarme con él. No por demasiado tiempo, de todos modos. Sabía
que tenía razón, y desde que dejé a Kale—un extraño—en mi cuarto, y lo seguí
dentro de Elmwoods, sabía de dónde venían.
—No tienes que preocuparte por Ella —intervino Mia—. Estamos pegadas.
Asumí que la muerte de dos chicas tan cerca de casa era la razón de que ella
hubiera dejado el acto de Paris Hilton de soy-mejor-que-tú y de pronto adoptara
esta nueva actitud.
—Sí, pero ese coche es viejo. Podría averiarse o algo así. ¿Cuándo irán mi
padre y tú a la playa a conseguir tu coche? —preguntó Alex entre tragos de
refresco.
Recordaba algo de estas fiestas de caza. Tenías que descifrar pistas con el fin
de descubrir la locación, pero no estaba segura de por qué necesitaban mi coche
para hacerlo.
Los siguientes dos días pasaron más rápido de lo que pensé. Eso fue
probablemente porque Mia y Brett nos mantuvieron ocupados a Alex y a mí.
Pasamos el rato en la casa de Brett mirando la tele mientras su madre se ocupaba
del catering. Brett nos mantuvo al tanto sobre los asesinatos con información que
había reunido de las conversaciones de su madre y su padre. Estaba encantada
cuando todos dijimos “Adiós” a la noche de Día de Acción de Gracias. Mia y su
familia iban a su retiro familiar en la montaña. Brett y su familia acogían a su
familia de otro pueblo. Los Carlton y yo nos preparamos para ir a la cabaña.
Finalmente tenía a Alex para mí sola, libre del ridículo coqueteo y miradas de
adoración de Mia y la insistencia de Brett de que cada reunión era una cita doble.
Seguí su mirada. Lo que sea que estuviera ahí antes, se había ido. La
decepción me inundó, y me giré hacia Alex para ver la preocupación allí había sido
repuesta por su normal sonrisa adormilada.
—Sí, estoy bien. Sólo pensé que vi algo —dije, retrocediendo hasta Alex.
Su pecho era caliente y robusto. Parecía raro que las dos cosas que quería
más que nada en mi vida (calidez y alguna clase de estabilidad) eran cosas que Alex
poseía como rasgos físicos. Me quedé quieta, ansiosa por estar cerca de su calidez.
Cuando Alex puso su brazo alrededor de mi cintura y puso su barbilla sobre la
parte superior de mi cabeza, empecé a respirar otra vez. No me había dado cuenta
de que estaba conteniendo el aliento. La respiración caliente de Alex en mi cabeza
envió estremecimientos por mi columna. Sujeté su brazo alrededor de mi cintura,
agradecida por su calidez, incluso cuando sabía que se iba en unos días. Estaba
contenta de que hubiera al menos una persona en mi vida que me entendía, e
incluso más contenta de que fuera Alex.
Todavía podía sentir su calidez, pero me sentí culpable por el beso que había
compartido con Kale. Confiaba que este largo fin de semana lejos con Alex, sería el
paso final que necesitaba tomar para olvidar a Kale de una vez por todas. No era
que creyera que algo pasaría entre Alex y yo, pero la distracción finalmente podría
distancia entre Kale y yo.
Alex me miró y sonrió con suficiencia. Sus grandes ojos tenían un secreto que
estaba muriendo por contarme, y estaba segura de que tenía que ver con el esquí.
Siempre se las arreglaba para meterme en eso y luego me asustaba tantísimo que
yo juraba que nunca volvería a hacerlo. Me juré a mí misma que eso no iba a pasar
mientras lo miraba fijamente.
—¿Sin equipo de esquí? —Preguntó con fingida sorpresa—. ¿Por qué no voy
y veo qué es lo que puedo hacer con eso?
Lea se rió por lo bajo y se metió pastel de queso en la boca. Yo le había dicho
a la cabaña que no tenía ningún equipo y que nuestro viaje sólo iba a ser una
escapada relajante para mí: unos días de lectura y de empaparme con el calor de la
chimenea.
Lea sonrió y le dio unos pulgares arriba, pero supe que ella no iba a ningún
lugar cerca de esa colina con Alex.
—¿Qué? —Preguntó él, como si no supiera por qué lo estaba mirando como si
estuviera loco—. No dije que teníamos que ir a la colina juntos a esquiar. Sólo te
estaba trayendo esto para que intentes ponértelo —se sentó junto a mí en la cama,
lanzando el traje de esquí detrás de nosotros. El colchón se hundió debajo de él
cuando se ajustó para contener su peso. Se había hecho un hombre, pero el chico
que recordaba todavía estaba allí, mirándome a través de esos ojos azul cristalino.
Sonreí al recuerdo. Esperaba que el rencor de todos los cambios (la barba
incipiente en su cara, la forma en que su esbelta figura había cultivado músculos
bien definidos) el dulce chico tonto, divertido y amable siempre permanecería. No
estaba segura de si sabía lo hermoso que verdaderamente era. Yo sabía que saber
eso podría cambiar incluso al chico más amable y convertirlo en algo bastante
horrible.
—Y tus clases son las segundas ocho semanas, ¿no? —él parecía
genuinamente interesado en mi aburrido horario de clase.
Alex me miró, asombrado, y sonrió. Tomó mi mano, otro gesto que hacía que
mi piel hormiguease, y la puso sobre su pierna.
—Eres una chica asombrosa, ¿sabes eso? —sus ojos eran brillantes y estaban
llenos de preocupación mientras me miraba. Alex se acercó y hociqueó mi pelo—.
Sencillamente no tomes más de lo que puedas soportar, ¿de acuerdo? —se alejó y
besó dulcemente mi frente, de forma más fraternal que romántica.
En ese momento, quería decirle todo lo que estaba pasando: las voces que
oía, las visiones, Kale y su historia sobre qué era… pero incluso cuando podía
confiar en Alex, eso sería demasiado para él, así que decidí limitar lo que le
contaba. Quizá si sacaba algo de mi pecho, la carga ya no se sentiría tan pesada.
—Lo sé; sólo quiero que todo vuelva a ser normal —me acerqué más a Alex y
permití que su calidez me confortara mientras medio derramaba mis entrañas—.
Conocí a este tipo hace dos semanas en el patio delantero, y es raro porque cuando
estoy alrededor de él, me siento normal. Como si pudiera contarle todo.
Alex se tensó. Podría haber jurado que vi un destello de celos en sus ojos, así
que me detuve.
4
La nota máxima es 4.
—No, sigue —me persuadió con voz baja y tranquila, inclinándose más cerca
de mí para oír cada palabra. Me miraba fijamente con ojos azules con una
intensidad que nunca había mostrado conmigo antes.
Sabía que podía confiar en él, y por eso sabía que no podía contarle todo. Iría
a sus padres y contárselo, pensando que estaba protegiéndome. Respiré y
continué, dejando fuera cualquier cosa que podría preocuparlo.
Alex tomó mi breve parálisis vocal como un escollo emocional por un tipo
que no merecía mi tiempo y no tuve problemas en vocalizar su versión de qué
había pasado.
—Déjame adivinar. Te dijo que tú eras única y que nunca se sintió por otra
persona de la forma en que se siente por ti, ¿cierto?
Era compasivo, pero podía oír la sospecha en su voz. Me reí por lo absurdo de
su comentario, pero, en el fondo, deseaba que ése fuera mi problema con Kale: las
hormonas adolescentes hubieran sido un gran indulto a la gravedad real de la
situación.
Alex parecía confundido por mi risa, pero todavía se las arregló para sonreír,
a pesar de su confusión y solemnidad.
Podía ver a la ira evolucionar en sus ojos ahora cerúleos. Su ira era la de un
hermano mayor listo para golpear en la cara al ex-novio perdedor de su hermana.
Quería volver a reírme, pero temía que pensara que no estaba hablando en serio
sobre necesitar a alguien con quien hablar.
—Dime que ustedes dos no… bueno, ya sabes —su comentario detuvo el
pensamiento de la risa.
Su cara ya no estaba roja de la vergüenza, pero sus ojos estaban llenos de una
pregunta no dicha y de emoción. Lo miré inquisitivamente, pero permaneció en
silencio.
No lo dejé terminar.
—Está bien. Sólo estás cuidándome, y lo aprecio, pero eso no es lo que pasó
entre Kale y yo.
—Tú quieres que la gente vea que no eres sólo la chica que perdió todo y se
vino abajo por ello. Pero tú eres la razón de que te vean así, Ella —sus ojos
parecieron cambiar de color otra vez mientras me miraba con sus gemas azules—.
Estás en tu propio mundo, y actúas como si todos a tu alrededor fueran normales y
que tú eres la única marginada en el mundo. Lo que no sabes es que la gente a tu
alrededor tiene su propio dolor e inseguridades y también quieren ser normales, y
están felices de tratarte como si fueras cristal porque si no hay nadie por ahí por el
que sentir lástima, les da más tiempo para pensar en qué está mal en sus propias
vidas.
Me miraba como si estuviera esperando a que le gritase o le dijera que se
fuera, pero no podía. Me enfadaba que dijera que yo era la razón por la que la gente
me trataba como cristal. Recordé cuando las noticias sobre lo que les había pasado
a mis padres habían viajado por todo el campus, me había alejado de mis amigos,
de mi compañera de piso y de mis profesores, temiendo su lástima y condolencias,
sin permitir que nadie me consolara ni que me hablen sobre lo que pasó. Había
decidido que prefería ignorarlos a que sintieran lástima de mí, ¿entonces cómo que
era mi culpa que me tratasen como al cristal? Contuve mi respuesta insolente y me
senté mirándome las manos como si tuviesen algún secreto que cambiaría mi vida.
No levanté la mirada cuando el colchón se balanceó y se asentó mientras se
recobraba del peso de Alex. Ni siquiera levanté la mirada cuando lo oí retirarse por
la puerta, ni cuando dijo que volvería más tarde para ver si estaba bien. No se
disculpó por lo que me había dicho, y supe que no lo haría. No era típico de Alex
disculparse por lo que sentía que era verdad.
***
Ella,
Entiendo que ya no quieras verme y respetaré eso lo mejor que pueda. Tienes
que saber a lo que te enfrentas sin mí. Entiendo que todo esto es difícil de creer, pero
lo que te dije es verdad; todo ello, incluso lo que soy. Por favor, debes al menos darme
la oportunidad de explicarme más. Escúchame a mí, a la razón y, más que nada, a tu
corazón; puede que yo ya no esté allí, pero la verdad está. Entiendo que no confíes en
mí y quizá incluso me temas, pero hay algo que puedo mostrarte que te probará
quién eres y que puedes confiar en mí. Por favor, reúnete conmigo a solas en Stone
Brook, la casita de campo en la parte trasera en una hora y permíteme demostrarte
la verdad. Si todavía no me crees, te dejaré a merced de cualquiera que sea el destino
que venga.
Atentamente, Kale.
Estábamos en el segundo de tres pisos. El lugar era pequeño y lujoso, así que
sería difícil no correr hacia él si estuviera en el pasillo o en el recibidor. Fuera en
mi puerta, el pasillo estaba vacío y tranquilo. Podía oír la TV en el cuarto de en
frente, y usé eso como un fondo. La cerré lo más quedamente posible y avancé
hacia las escaleras. El pasillo estaba lleno de aromas de cena de la pequeña cocina,
y mi estómago se quejó en protesta mientras abandonaba los hongos salvajes y
pollo salteado en salsa de ajo que lo habría llenado pronto. En las escaleras, pasé a
una pareja mayor que estaba demasiado ocupados en besarse como para notarme
y entré en el recibidor. Me bloqueaban parcialmente la vista, pero si alguien iba a
venir por las puertas frontales, me verían ocultándome detrás de Sr. y Sra.
Besadores, así que tenía que ser rápida. No vi a Alex ni a nadie con los que había
llegado, pero era hora de la cena, y sabía que estarían escaleras abajo, o enfrente
del fuego, o en el pequeño comedor cerca de la cocina.
La decoración del salón hacía posible escabullirse sin ser visto. Había estado
en el mismo punto por un par de minutos cuando el hombre rubio que no parecía
estar besando lo suficiente a su compañera pelirroja me miró a través de cejas
arrugadas. Tomé eso como mi señal para irme, y corrí abajo y salí por la puerta.
Probablemente le parecí una psicótica a la pareja, pero no me importó. Si iban a ser
tan rudos como para chuparse las caras en público, entonces yo no iba a ser cordial
y dulce con ellos tampoco. Mi molestia disminuyó mientras el coche amarillo y
blanco entraba en el bordillo.
—Puerta principal. —No estaba segura de por qué alguien querría ser dejado
al final de una entrada para coches tan larga y tener que caminar todo el camino en
el frío. Noté la puerta mientras entrábamos en el camino de entrada. Había un
llamador eléctrico en una barra más allá del buzón. Él debió de haber pensado que
yo sabía el código dado que le había pedido que me dejara en la puerta. Saqué la
carta que me había dejado Kale y la releí, pero no había código en ella.
—No sé el código —le informé. Miré alrededor por otra entrada, pero todo lo
que podía ver era la puerta cerrada. El taxi era cálido y seguro y el pensamiento
que hubiera podido tener que salir y caminar era molesto.
—Entonces puedo dejarla aquí. —Él sonaba un poco molesto por mi falta de
conocimiento. No parecía mínimamente preocupado por dejarme en el frío y la
oscuridad.
Los brazos cruzados ante el pecho, me miró con cautela. A pesar de que no
estaba nervioso, podía ver que no estaba tan tranquilo como lo había estado en
todas las veces anteriores en que nos habíamos encontrado. Me sentía incómoda
bajo su mirada, y me encontré removiéndome.
—No estaba seguro de si ibas a venir —dijo Kale en una voz baja y ronca.
No pude encontrar mi voz para hablar, así que me quedé ahí. No estaba
segura de lo que sentía, y mi boca no podía cooperar conmigo de todas formas.
El cuarto se estaba tornando más cálido, y estaba segura de que no era por el
fuego, pero asentí. Me quité el abrigo y el gorro y los coloqué en la parte trasera del
sofá. Kale aún me daba la espalda, y caí en la cuenta de que estaba buscando
evasivas. El fuego estaba bien para caldear el cuarto, y él aún lo estaba mirando. Me
figuré que debía decir algo para hacerlo empezar.
—Está bien que estemos aquí, si eso es lo que te estás preguntando. —Él
finalmente me enfrentó. Caminó hacia el sofá enfrentado al que yo estaba.
—¿Qué quiere decir con que está bien que estemos aquí? —No sabía qué
había planeado, pero lo que fuera, no quería que los dueños llegaran a casa y
fueran sorprendidos por los ocupantes de su casa y sus acciones.
No había querido dejar implicar eso, pero no podía ser dueño de este lugar,
¿no es así? Yo elevé la barbilla valientemente.
—Bueno, no, pero ahora que sacas el tema, ¿por qué estamos aquí esta noche,
pero tu duermes en un mausoleo en el bosque? —Pregunté yo. Una súbita oleada
de lucidez me barrió mientras recordaba a las chicas que habían sido asesinadas en
el bosque. Luché para agarrar el aliento, avergonzada de mi súbita incapacidad de
respirar y cómo Kale me miraba como si estuviese loca.
Lo miré, mi rostro lleno de confusión y miedo. Me puse de pie tan rápido que
tuve que agarrarme al costado del sofá.
Me miró, enviando miedo a través de mí. Quería confiar en él, pero era difícil.
Mi cabeza no paraba de intentar convencerme de que algo andaba mal aquí. Se
movió más cerca, lentamente, como si quisiera demostrar que no representaba
ningún peligro. Mi corazón corría, y el cuarto se calentó aún más. Me pregunté si
me desmayaría y me avergonzaría a mí misma una vez más, pero afortunadamente
no lo hice.
—No tengo nada que ver con la muerte de Anna, o de la otra chica que murió.
—Su voz era cálida y reconfortante, incluso aunque sus palabras no lo eran—. Los
hombres que las asesinaron pensaron que tenían a alguien más, y una vez que se
dieron cuenta de que tenían a la equivocada, las mataron. —Se movió más allá de
mí hacia el hogar y cerró la ventila para sofocar el fuego, y sentí inmediato alivio
del calor.
Se quedó allí callado por tanto tiempo que me preocupó que no fuera a
responder, o que era algo que no quería escuchar. Estaba tentada de preguntarle
de nuevo, pero antes de que pudiera hacerlo, abruptamente entró en la cocina.
Cuando regresó, me pasó un vaso de agua y se sentó.
—Vas a necesitar esto.
Dejé una nota, pero no estaba segura de que nadie la hubiese encontrado.
Cuando miré a la pantalla, vi el número de Alex parpadeando y estuve tentada otra
vez de no responderla.
Kale se movió más cerca del borde del sofá, sus ojos ahora suaves y
compungidos. El teléfono dejó de sonar y yo lo metí de nuevo en mi bolsillo,
esperando que Alex no se preocupara por mí y que encontrara la nota que le dejé.
Pude ver que Kale estaba tratando de ser indiferente, pero que aún estaba
infeliz con respecto a Alex y el móvil.
—No. Quiero que me digas por qué estoy aquí, y luego quiero que me digas
cómo sabes de Alex. Y quiero saber sobre los asesinatos de Anna y Janice. —El
cuarto se enfrió considerablemente y yo me envolví en mis brazos para
calentarme. Aguardé mientras Kale se ponía en orden para explicar qué estaba
ocurriendo. Me sentía liviana con la preocupación. Una vez que la verdad saliese,
sería algo que no podría encerrar y olvidar.
—Cuando era más joven, mi abuelo me contó la historia que te conté sobre
los Eternos.
Recordé la historia sobre los nómadas que sabían el secreto de la vida eterna
y los hombres que fueron en busca de eso. Me senté en el sofá, esperando que la
calidez de las brasas aún ardientes me alcanzara porque un escalofrío comenzó a
repicar en mi piel.
Me senté a su lado y absorbí sus palabras. Cerré los ojos, intentando producir
una imagen de los dos hombres y su búsqueda. Imaginé a los hombres mientras
viajaban a través del desierto, cansados y deteriorados por el clima, con la
esperanza de que sobrevivirían lo suficiente para encontrar las respuestas a lo que
buscaban.
—Oh. ¿Así que hacían lo que fuera que el francés les dijera? —Me incliné para
desatarme mis zapatos y me los saqué. Me alegré de tener puestos mis medias
negras en lugar de los arco iris a rayas.
—Sí, y por eso es que el Consejo de Inmortales fue formado. Los hombres
aprendieron de los planes que él tenía para su hija y de cada Arco después de ella.
Después de los cincuenta años terminaron, formaron un grupo de hombres para
proteger al siguiente Arco que naciera. —Sus ojos oscuros buscaron los míos por
cualquier clase de reconocimiento a su historia.
Pero todo eso parecía tan lejano. Me sentía loca por creerlo. Había estado en
Ocean Trace con gente que estaba realmente loca, y por las acciones de Kale,
estaba claro que no estaba loco.
—Así que, ¿qué pasó con la chica? Quiero decir, ¿qué pasó con ella que hizo
que los hombres formaran el Consejo para protegerla? —Sabía que lo que fuera
que me dijera sería molesto. Necesitaba saber.
—Recuerda —susurró.
—¿Qué estás haciendo? —chillé yo—. ¡Dejame ir, tengo que irme!
Su agarre era fuerte, y no pude apartarme de él. Intenté luchar, pero mis
músculos se tensaron y bloquearon. Grité, pero incluso aunque me hubiese soltado,
no hubiera sido capaz de alejarme.
—Escúchame, Ella. Quiero que me muestres, y de esa forma sabrás por qué
fue creado el Consejo y por qué estás ahora en peligro. —Su voz era suave y
susurrante. Mi estómago se apretó y reprimió el deseo de vomitar. Ya no me
preocupaba que me avergonzara a mí misma, sólo quería que esto terminara. No
había forma en que pudiera explicar por qué arruiné las vacaciones familiares de
los Carlton, y estaba segura de que terminaría de nuevo en Ocean Trace.
—Quiero que recuerdes las acciones del Príncipe Oscuro y qué le pasó a
Hélène —susurró Kale, mientras la oscuridad de obsidiana me rodeaba.
Traducido por Evarg7
Corregido por Alee Foster
Sentí su miedo, disgusto y amor por él, todo enrollado en una emoción que ella
no podía entender. Amaba a Kale más que a nada y había estado dispuesta a
sacrificar su vida por la de él, pero su plan había fallado. Kale estaba de pie frente a
ella con sus ojos negros y piel pálida: una criatura sin alma que ella ya no conocía. El
hombre que le había prometido un «para siempre», viviría, ciertamente, para
siempre, mientras que ella perecería aquí esta noche. Todo era lo mismo, pero
diferente: la forma en que él la miraba con tanta intensidad, la forma en que su ceño
se arrugaba cuando ella había hecho algo que a él no le gustaba, o cómo ella podía
sentir su deseo cayendo en cascada como una ola densa y arrolladora que chocaba
con ella y enviaba a su corazón en un frenesí de palpitaciones y anhelos. Hélène y yo
éramos la misma persona y ya no podía llamar a esto una «visión». Mientras me
hundía más profundamente en el recuerdo, Hélène y yo nos convertíamos en una
persona y sus experiencias eran mías, igual que su dolor.
Los brillantes ojos verdes de Kale eran oscuros hoyos de petróleo que miraban
sin ver, tragados por su necesidad infatigable que extendía su enfermedad. Su piel,
una vez del color de la miel, estaba pálida y carente de la calidez que la vida una vez
le había dado. Su boca, una vez capaz de enviar temblores por mi cuerpo, podía
despedazar mis piel y robar mi calidez y vida, aunque eso nunca se lo traería a él. No
importa cuántas respiraciones robase Kale, él nunca volvería a respirar.
Laurent nos mantuvo de frente el uno al otro mientras nos rodeaba, tomando
placer de nuestra derrota y dolor. Yo no había ganado nuestra guerra, ni había
ganado ninguna de nuestras batallas. Había jugado mi mano mal y entré justo en la
suya, lo que llevó a mi amor hacia su muerte y renacimiento. Ésa era la peor parte,
saber que yo renacería y que Kale permanecería como una cáscara vacía y fría de sí
mismo, necesitando tomar vidas de otros para continuar existiendo. Yo había oído de
un grupo de hombres que tenían la intención de proteger a la gente de Laurent, pero
fui forzada a divulgar sus nombres y localizaciones a él. Unos fueran asesinados o
enviados a prisión y, aunque algunos no me culpaban, sabía que sólo yo era la
responsable de su dolor y que era la única que podía arreglarlo. La voz de Laurent se
abrió camino en mi cabeza mientras miraba fijamente a lo que una vez fue el amor
de mi vida.
¿Ahora ves lo que me has hecho hacer? Su sonrisa era cruel, aunque
entusiasmada . Todo lo que tenías que hacer era lo que yo pedía, y él hubiera vivido
para siempre libre de mí.
Yo sabía que era una mentira. El padrino de Kale, el Abuelo Grey, me había
dicho que perdería mi clarividencia a los 27. Sería asesinada para que la siguiente
Arco reencarnase y fuera traída a Laurent para ser criada por sus sirvientes y
guardias hasta la edad de 17, cuando ella pudiera ser usada por su ‘clarividencia’ de
la misma forma que yo. Sabía que esto era verdad porque Kale me ayudó a recordar
el día en que fui arrancada de los brazos de mi madre y fui llevada. Afortunadamente,
me dijeron esta historia antes de que revelase la fecha de mi nacimiento y el nombre
del Arco que tomaría mi lugar. Su nombre era raro, aunque bonito, su nacimiento era
el mismo que el mío. Yo sabía que él lo averiguaría, pero sólo Kale y yo sabíamos
dónde nacería.
Miré hacia atrás, hacia Kale, entristecida por lo que había hecho. Ya no podía
sentir su piel cálida contra la mía, ni podía sentir su respiración contra mi mejilla
cuando me susurraba. Nos habíamos enamorado rápido, y su abuelo temía que fuera
sólo la presión de la situación que nos hacía creer en nuestros sentimientos
intensificados por el otro. Sabía que se equivocaba. Estábamos destinados. Aunque
sólo había visto una vez el futuro, vi a Kale protegiendo con fiereza a una chica con
ojos verdes mis ojos verdes y eso hizo que mi sufrimiento valiera la pena. Sólo
esperaba que Kale pudiera perdonarme y, en mi siguiente vida, pudiera mirarlo sin
ver al monstruo en que Laurent lo había convertido.
Traducido por Pili
Corregido por Alee Foster
¡Despierta!
Cuando abrí los ojos, Kale estaba mirándome. Sentí el brillo de sudor
goteando y enfriando mi piel. Kale se quitó su abrigo y lo colocó encima de mí
cuando temblé —¿Quieres reactivar el fuego? —preguntó.
Finalmente encontré la fuerza para hablar, y Kale se inclinó más cerca para
escuchar.
— ¿Por qué no? ¿Por qué no puedes decir que todo está en mi mente y que las
cosas van a mejorar? —Le había suplicado que me mintiera después de exigir la
verdad todo este tiempo. Era absurdo, lo sabía.
—Ella, estaría mintiéndote, y no puedo hacer eso. No puedo. Eres un Arco, y
tienes la capacidad de recordar el pasado y tal vez incluso ver el futuro. Por eso hay
gente por ahí afuera, para protegerte y otros que quieren usarte para su propio
beneficio personal. ―Él cogió mis manos.
Suave, pero exigente, Kale separó suavemente mis labios con su lengua y me
sentí indefensa a obedecer. Todo mi cuerpo se sentía vivo con chispas de
electricidad, y cada lugar que Kale tocaba quemaba deliciosamente. Traté de
controlar mi respiración, pero parecía imposible cuando el beso creció con más
pasión. Empujé a Kale más cerca y arqueé mi cuerpo hacia él, él me acepto
completamente con un gemido de satisfacción. Los brazos de Kale se cerraron
entorno a nosotros y luchó por mantenerse elevado sobre mí. Mientras el beso se
intensificaba, Kale presionó su cuerpo más cerca del mío, robándome el último
aliento. Esto era más fácil para él; no necesitaba respirar. Coloque mis manos en su
pecho y empujé suavemente hacia delante. Kale se apoyo en su codo, lo que
permitió que tomara el aliento que necesitaba desesperadamente.
Él no había hecho nada malo, y para demostrárselo, usé toda mi fuerza para
traerlo de nuevo hacia mí. Kale perdió el equilibrio, pero se volteo justo a tiempo y
medio cayó sobre mí, en el sofá de su casa .Sonreí y baje su cabeza hacia mí por un
beso que él me devolvió con urgencia. Moví mis dedos a través del suave pelo de
Kale y me puse más excitada con cada gemido y gemido de satisfacción que vibraba
a través de nosotros. El cuerpo de Kale era más cálido de lo que alguna vez había
sentido.
Normalmente sus manos estaban heladas, pero mientras él acariciaba el
dobladillo de mi camiseta, su pulgar rozo mi piel enviando chispas de calor de
arriba abajo de mi columna. Nunca me había sentido de este modo—tan viva que
cada centímetro de mi cuerpo estaba tan sensible con la mera idea del contacto de
Kale que me excitaba. Mi necesidad de Kale era tan urgente que me atravesó como
un tren de mercancías. El desconocido sentimiento me asusto sacándome de mi
pasión inducida por la neblina. ¿Cómo de lejos iba a llegar esto? Yo no estaba lista,
y con todos los otros dilemas en mi vida, ir demasiado lejos sería una mala y
peligrosa decisión. Afloje la marcha del beso, luego pare completamente. Kale bajó
la mirada. Sus ojos estaban medio enmascarados y sombríos. Desenrede mis
manos de su pelo y los coloque a mi lado.
La frente de Kale se arrugó por la confusión― ¿Perdón por qué? ―Él se quito
de encima mí y se ofreció a ayudarme. Estaba decepcionada y aliviada que el mejor
beso de mi vida hubiera terminado.
―Yo soy quien debe disculparse contigo. Debería haberlolo hecho mucho
mejor que beneficiarme de ti después de pedirte que recordar un acontecimiento
como este. ―Kale se movió al otro lado de la habitación.
―No te aprovechaste de mí, Kale. ¿Por qué dices eso? ―Tenía que explicarle a
Kale―. Sólo me puse nerviosa, por eso me detuve. Yo nunca he... ―Sacudí mi cabeza
y froté mis ojos. No sólo el momento se había arruinado sino que me había
mortificado a mí misma.
***
Una vez que regresé a la cabaña, tenía frío y estaba lista para caer dormida en
la cama, las sabanas cubriendo mi cabeza, y saboreando el recuerdo de nuestro
beso. Casi todos los huéspedes habían regresado a sus habitaciones y fue de
agradecer que yo no tuviera que evitar las miradas curiosas. Sabía que mi cara
estaba hinchada y roja por las lágrimas y el frío. Me sentí como si alguien me
encendiera el piloto automático mientras subía las escaleras y me dirigía a mi
cuarto. Mientras trataba de procesar la información que había recibido, casi choco
contra Alex apoyado en mi puerta. Me di cuenta que había dejado la nota en mi
habitación, que estaba cerrada, y que yo tenía la única llave.
Sabía que había estado preocupado por mí, pero en ese momento no podía
hacerme volver en sí. Había aprendido que era responsable de la disminución del
Consejo y que sus muertes estaban en mis manos, y que había muerto a manos del
Príncipe Oscuro, y yo era la razón por la que Kale era un vampiro. El peso de todo
esto finalmente se había estrellado contra mí. Me sentí mal al pensar en la palabra
vampiro, y yo sólo era vagamente consciente de que Alex aun estaba hablando
conmigo.
Yo no podía reunir la fuerza para sentir algo salvo disgusto conmigo misma
por ser la razón por la que tanta gente había muerto y por la que Kale había sido
convertido. Sabía que no debía compadecerme de mi misma, pero no sabía que
otra cosa sentir. En el taxi de vuelta, me pregunté si Kale me había perdonado
alguna vez. No estaba segura de que yo mereciera su perdón.
Alex me llamo por mi nombre, sacándome del trance. — ¿Estás bien? Parece
como si te fueras a enfermar. ¿Dónde está tu llave? — Su voz tomaba un tono más
suave. Me llevo a la fuerza en sus brazos a la habitación.
Tenía aún frío incluso después de que él me soltara, y temblé con tanta fuerza
que mis dientes rechinaron. Alex me llevó a la cama y me deposito sobre ella, luego
se arrodilló delante de mí para quitarme los zapatos. Los colocó debajo de la cama
y tiro de las sabanas hacia atrás mientras quitaba las almohadas supletorias de la
cama.
—Quédate. Voy a cambiarme con rapidez y podemos ver una peli o algo.
Hizo su camino hasta la tele y buscó algo que ver. En el baño, decidí tomar
una ducha con la esperanza de relajarme un poco. Mis hombros estaban doloridos
y tensos, y sentí como si hubiera hecho un esfuerzo excesivo con mis músculos. El
agua caliente libero cierta tensión en mis hombros y devolvió un poco de color a mi
cara, así que cuando me mire en el espejo no me veía como un fantasma. Pase un
cepillo por mi pelo y me vestí con mi chándal de la Universidad Dominical de Ohio
y mi vieja camiseta de Chicago de mi padre. En el dormitorio, Alex sentado en la
cama en pantalones de chándal y una camiseta NYU ojeando los canales.
Había tenido un plan cuando llegué por primera vez al albergue, pero mi
lección de historia con Kale me había arrojado sobre mí un lazo, y no estaba segura
de que hacía de un segundo al siguiente. Hasta que me pidió recordar había
pensado que las cosas que me había dicho eran una locura, y que yo sencillamente
estaba tan loca para creer que ellas eran verdad. Alex se acomodó en la cama para
sentirse más cómodo, sacándome de mis pensamientos y de vuelta a la posibilidad
de que él podría regresar a Cedar Grove para siempre. Mi corazón repiqueteando
en mi pecho ante la idea de ver a Alex casi todos los días. El entusiasmo fue un
cambio agradable del estrés de la noche, y me sentí lentamente cayendo en un
sueño hasta que todo lo que había quedado era el recuerdo de Kale y nuestro beso.
Por lo menos disfrutaría de ese recuerdo.
Traducido por Floresadri
Corregido por Alee Foster
Kale me dijo que lo que me pasa es normal para un Arco, pero era peligroso.
Mi mente despertaba mis habilidades y eso hacía mucho más fácil para Laurent
encontrarme. Laurent quiere usar mis recuerdos para encontrar y destruir a todo
el Concejo. Entonces él se convertiría en el pez gordo. Me acosté en la cama
caliente y pensé en lo que yo podía ser para el Consejo contra lo que podía ser para
Laurent. Los quería odiar por lo de los seres Eternos, pero no estaba en mí
odiarlos. Cerré mis ojos y recordé la suplica de Kale para ayudarme. Sus oscuros
ojos brillantes de emoción que intentó, pero falló ocultar. Su pálida piel en
contraste con sus oscuras ropas, y sus sutiles sonrisas por comentarios que yo
hacía. Una sensación caliente fluyó por mi cuerpo, haciéndome estremecer de
alegría. Me ruboricé a pesar de no haber nadie más en la habitación.
Me pasó un puñado de paquetes de azúcar y crema. Rodé los ojos y los use
para crear mi perfecta taza de Joe.
Mi teléfono por fin suena con el tono de Kale. Tomé mi ropa y caminé al baño,
diciéndole a Alex que saliese por un momento. Esperé hasta oír el clic de la puerta
cerrándose. Sentí una puñada de culpa por los secretos que le estaba ocultando a
Alex, pero Kale dijo que era por el bien de los demás guardármelos para mí, y yo lo
aceptaba de mala gana. Su mensaje fue corto.
Nos veremos. Mismo lugar, misma hora.
***
Antes de venir, pensé en unas cuantas preguntas que quería hacerle sobre su
vida antes de ser vampiro y ahora que estamos cara a cara, me acobardé.
―¿En qué año naciste? ―Fue una de las primeras preguntas que pensé.
―1862.
La cara de Kale estaba sin emociones, pero sus ojos tenían algo que no pude
descifrar. ― No lo sé. Tal vez lo aprendiste en la escuela.
Kale tenía un extraño odio a sí mismo, y tenía que ser cuidadosa sobre cuánto
le preguntaba acerca de su vida como vampiro― ¿Porque puedes salir durante el
día? ―No podía ver su cara, pero podía decir que estaba incomodo con la
pregunta―. Digo, pensaba que los vampiros no sobreviven a la luz solar o algo así,
pero cuando nos conocimos dijiste que el sol solo te debilitaba. ¿Qué quiere decir
eso? ―Me detuve brevemente―. ¿Y de verdades bebes sangre? ―solté.
Inmediatamente me arrepentí de la forma ruda en que lo pregunté. Tal vez era tan
personal como el preguntarle a una mujer sobre sus asuntos femeninos.
Kale se apoyo en el taburete al lado mío y pasó una mano por su oscuro
cabello― Me estas preguntando si bebo sangre ―se dijo a sí mismo, luego me miró
a los ojos, que brillaban como piscinas liquidas de aceite.
―Sí, supongo que lo hago ―solté. No todos los días una persona se enteraba
de vampiros, y él se veía tan diferente a los que aparecían en películas y libros.
Empecé a comparar vampiros de películas y de libros con Kale―. Puedes estar bajo
el sol, y no estás luchando constantemente por el impulso de morder mi cuello
―Miré a Kale con los ojos muy abiertos; tal vez él si luchaba por eso―. Quiero
decir, tú no luchas contra la necesidad, ¿verdad? ―puse mi mano sobre mi
garganta y sentí como mi cara se tornaba roja en un rubor nervioso.
Kale continuó mirándome, sus labios formando una pequeña sonrisa. Parecía
fastidiado conmigo y mi balbuceo.
Casi me siento avergonzada, pero ¿por qué debería? no conocía sobre las
características de un vampiro, y hacía unas semanas, ni siquiera de su existencia.
Sostuve mi cabeza en alto, desafiante― Si, hasta hace poco, Kale, no sabía que
tu especie existía ―dije con tanta actitud como pude.
Los ojos de Kale cambiaron a medida que nos miramos, pasaban de plata a
negros de nuevo. Mi corazón palpitó doblemente rápido y mi respiración se acortó,
como apresurados arranques. ¿El tenía este efecto en mí o era algo completamente
diferente? Lo miré fijamente, sin parpadear, mientras se movía más cerca. Puso un
poco de su peso en mis rodillas. Antes de que pudiera detenerme a mi misma, las
aparté de él, lo que permitió cerrar la distancia entre nosotros. Mi cuerpo fluyó en
caliente y el frio de su piel me hizo estremecer mientras ponía una mano sobre mi
muslo.
― ¿Detener el qué? ― preguntó, con una voz tan agradable que casi olvidé lo
que había preguntado.
―Tú querías saber. Ahora puedes ver desde primera final lo que soy capaz y
el porque me evitaste años atrás.
Pude sentir que estaba enojado y triste, pero no podía hacer nada por eso.
Estaba todavía cautivada por su mirada. Cautivada. La palabra vino a mi cabeza,
haciendo su camino hacia mis labios.
―Cautivada.
La palabra causo que la mirada de Kale vacilara. Se sentía como si una pesada
cortina fuera sacada de mi cabeza. Respiré profundo y trate de calmar toda la rabia
que tenia dentro.
―¿Qué dijiste? ―Kale retrocedió aun más, como si estar cerca de mí lo
enfermara. Su rostro se contrajo en una mueca, y continúo hablando, como lo hacía
yo cuando trataba de estar en control―. Justo ahora, ¿qué dijiste?
Una vez que gané algo de compostura, salté del taburete y lo miré
acusadoramente.
―¡Tu dime, Kale! ¡El poderoso vampiro que puede controlar los sentimientos
de una chica por él y convertirlos en algo para lo que ella no esta lista! ―Ignoré la
mirada de disculpa en su rostro.
―No, Ella. No uso un hechizo para beber de nadie. Te lo prometo. ―Se acercó
más. Alzó sus manos en el aire en señal de que no me lastimaría.
―Has estado aquí mucho tiempo, tus amigos deben de estar preocupados
porque no regresas ―dijo, mientras caminaba pasándome hacia la puerta.
Lo seguí cuando hube quitado mi mano del cuello, avergonzada por haberla
puesto allí en primer lugar.
Incluso si él estaba arrepentido por usar sus poderes así, yo me sentí mal por
la forma en que reaccioné― Lo siento. Es solo que no tenía el control de lo que
estaba sucediendo y me asusté. ¿Está bien?
―No sé lo que siento sobre nosotros, Kale. Esto es nuevo para mí, incluso si
ya lo he vivido antes, pero sé que no te odio por lo que eres. Es mi culpa. Yo tomé tu
vida. Estoy muy arrepentida por eso. Creo que la verdadera pregunta es, ¿podrás
perdonarme? ―La mentira que le había dicho a Laurent provocó que convirtiera a
Kale en un vampiro. Tendría que dolerle mucho que yo le diese la espalda dos
veces por lo que él era, pero antes de ir más lejos y antes de dejar que me
protegiera, necesitaba su perdón.
―Tú no hiciste nada mal. Pero si te hace sentir mejor, entonces te perdono
por lo que sea que sientas que hayas hecho. ―Kale recogió mi abrigo y me lo
entregó ―. Hélène vivió en un momento en que los vampiros no podían
controlarse, yo por el contrario, lo hice, y no soy un vampiro completo por como fui
cambiado.
Las personas podían amar a los vampiros ficticios, pero si supieran la verdad,
no creo que lo aceptasen tan bien.
El viaje de regreso fue callado y rápido. Todavía quería preguntarle a Kale
para que me ayudase a recordar el asesinato de mis padres, pero ya no estaba
segura si podría manejarlo por el momento. Todavía se lo pediría, pero solo tenía
que esperar hasta a estar lista.
Traducido por krispipe
Corregido por Yanii
—Mi papá todavía no cree que estoy haciendo esta decisión por la razón
correcta —dijo, mientras me daba un vistazo.
Sacudí la cabeza.
—Cierto, pero su opinión debería por lo menos importarte, Alex. Él solo
quiere lo mejor para ti. Si cuestiona tus razones para mudarte de vuelta, entonces
tal vez deberías hablarle sobre esto antes de hacer tu elección. —Estaba tratando
de sonar racional.
***
—Mi papá piensa que él y sus hombres pueden resolver esto por su cuenta,
—dijo Brett.
—Mira, esta es otra razón más para que vuelvas a casa —dijo Alex. Él no le
había contado a nadie más que a su familia y a mí sobre su decisión de regresar a
casa desde la universidad en Nueva York.
—¿Por qué? ¿Piensas venir a casa para protegernos a las chicas pequeñitas
del gran lobo malo?
—Bueno, no sé si podría hacer algo más que la policía, pero parece que este
chico consigue a la chica cuando ésta está sola. Brett no puede estar en dos lugares
a la vez, así él puede estar con vosotras en Elmwood mientras yo estoy aquí con
Ella en Cedar.
La reacción de Mia a Alex asignando a Brett para vigilarla no fue bonita, pero
consiguió controlarse. Los chicos eran ajenos a su decepción. Por primera vez, el
regreso a casa de Alex me preocupaba. ¿Cómo se supone que iba a pasar más
tiempo con Kale buscando a Jace en Elmwoods si ellos tenían la intención de
mantenerme fuera de esto? Alex confundió la preocupación en mi cara con miedo y
me dio unas palmaditas en la espalda para calmarme.
—Es cierto, colega. Quiero decir, incluso si las chicas se mantienen fuera de
Elmwood, esto no significa que el asesino no las agarrará en otro lugar y las traerá
aquí —dijo Brett.
—¿Tal vez con Mia pueden compartir coche hasta que Ella consiga su
coche?—Preguntó Alex, mirando a Mia.
Ella no respondió.
—Mi amigo Kale puede caminar conmigo al trabajo y de vuelta. Sólo hasta
que consiga mi coche y le ponga unos neumáticos de nieve. —Esperaba que Alex
no llevara esto al camino equivocado. Aventuré un vistazo hacia él y noté la
absoluta expresión de fastidio. Eso era lo que yo esperaba evitar, pero no quería
estar pegada a ella y su actitud por más tiempo del necesario. Antes de que pudiera
añadir nada más,Mia tomó la palabra.
Alex no dijo nada sobre Kale, pero sabía que iba a sacar el tema más tarde,
cuando todo el mundo se hubiera ido. Él se iba a Nueva York la noche del martes y
regresaría después de haber embalado y abandonado oficialmente sus clases. Era
el semestre de primavera y tenía hasta marzo para retirarse sin sanción académica,
entonces planeaba inscribirse en la segunda sesión de primavera de ocho semanas
de Tech en marzo.
La velada terminó con nosotros cuatro haciendo planes para vernos después
de que Alex se mudara a casa. Después de caminar con Mia y Brett al coche, esperé
arriba en mi habitación mientras Alex terminaba de discutir sus planes con su
padre. Revisé mi teléfono por mensajes. Cuando no vi ninguno, me senté en la
alcoba. Dándome cuenta de que el descanso de Acción de Gracias terminaba en un
día, y no había leído tanto como había planeado, abrí un nuevo documento de
Word y abrí mi copia de Moby Dick.
Dos horas y tres páginas en el informe, miré el reloj. Eran más de las diez, y
Alex todavía no había vuelto de la oficina de Eric. No estaba segura si eso era algo
bueno o malo, así que decidí darle otra media hora antes de ir a ver lo que estaba
sucediendo. Envié un mensaje a Kale y le pedí que caminara conmigo ida y vuelta
desde Knope y esperé su respuesta. Estuvo de acuerdo y dijo que deberíamos
iniciar la búsqueda de Jace inmediatamente. Quería a alguien en la tienda y en la
casa cuando yo no estuviera allí, por si acaso. Pensé que era buena idea. Los
Carltons estaban en riesgo debido a mí, y se sentía como una pesada piedra sobre
mi pecho. Tenía que encontrar la manera de poder ocultarme y dejarlos fuera de
cualquier peligro innecesario sin perturbarlos. Una vez que Alex se mudara de
vuelta, dejarlo sería casi imposible para mí.
—Espera. —Sus ojos todavía estaban cerrados y estaba inmóvil—. Creo que
mi padre podría estar en lo cierto.
Me senté de nuevo, no segura de qué decir. No me había dicho por qué su
padre pensaba que quería transferirse, así que no podía dar una opinión sobre el
asunto sin más conocimiento. Esperé a que continuara, pero se quedó en silencio.
—Alex, por alguna razón, no me vas a decir por qué tu papá piensa que
deseas volver a casa de de repente, así que, ¿cómo puedo ayudarte si no me
cuentas todo? No es como si tú guardaras cosas de mí.
Él se burló.
—No eres la más indicada para hablar de guardar secretos, Ella. —Se levantó
para pasearse por la habitación.
Su pregunta me tomó por sorpresa. Sólo se lo mencioné una vez. ¿Por qué
pensaría que hay algo entre nosotros?
—¿Es por eso que estás enojado? —Le pregunté—. ¿No es por la
conversación con tu padre, sino por mí?—Me puse de pie y me enfrenté a él.
—No he dicho que estuviera enojado contigo, sólo hice una pregunta. Esta es
otra: ¿por qué debería quedarme si ya tienes alguien que te proteja?
—¿Estás diciendo que la razón por la que vas a quedarte en casa soy yo?
—¡Oh Dios, Alex, no puedo pedirte que hagas esto por mí! El asesino no va
detrás de mí —mentí.
Sacudió la cabeza y se sentó.
Él había decidió quedarse por mí. Bueno, se iba a quedar por mí, y yo acababa
de arruinarlo. No estaba segura de si sentirme aliviada o triste. Sí, me había
preguntado sobre las cosas entre Alex y yo, así que, ¿qué me estaba deteniendo de
decirle que se quede? Como para responder a mi pregunta, mi teléfono reprodujo
el tono de llamada de Kale.
—Sí, supongo que sí. Sólo tengo mucho en mi plato ahora mismo. ¿Qué está
pasando?—Me acerqué a la ventana para ver si él estaba fuera, pero no vi nada
más que oscuridad y nieve.
Se aclaró la voz.
—He localizado a Jace, y lo tengo aquí. —Su voz era tensa mientras luchaba
por sonar casual.
—¿Kale? Cuando dices que tienes a Jace, ¿qué es exactamente lo que quieres
decir con eso?—Ya sabía lo que quería decir, pero realmente esperaba lo contrario.
Atónita por el hecho de que estaría tan cerca de donde se habían encontrado
los cuerpos de esas chicas, no contesté.
Una hora más tarde, me vestí con mis ropas más cálidas y bajé las escaleras
para encontrarme con Kale en el borde de los bosques. Pensé que iba a ser difícil
escabullirme de Alex; no lo fue. Ni siquiera estaba en casa, y su coche no estaba en
el camino de entrada. ¿A dónde habría ido esta tarde? Bajé las escaleras del porche.
Sabía que él se preguntaría lo mismo sobre mí si regresaba a casa antes que yo. Él
se iba al día siguiente, a las cinco, y tenía que hablar con él antes de que se fuera.
No había tenido suficiente tiempo para pensar en nuestra conversación debido a la
llamada telefónica de Kale. Estaba segura de que él había contenido a Jace en el
mausoleo. Estaba enojada de que en lugar de esperarme, así podía convencer a Jace
para que nos ayudara, él se hubiera ido por su cuenta y lo encontrara, lo que haría
más difícil, si no imposible, que Jace confiara en nosotros. Kale estaba en la entrada
de los bosques. Brillaba a la luz de la luna y me miraba con tal intensidad que me
estremecí. Era difícil estar enojada con él cuando se veía de esa manera. Su oscura
mirada se quedó conmigo hasta que estuve a pocos metros delante de él. Sus labios
se separaron. Mis pies se movieron más cerca de él hasta que me paré justo debajo
de su mirada.
La primera vez que hicimos este viaje juntos, él estaba herido y era de día, así
que no era lo suficientemente fuerte para llevarme. La ida de estar en sus brazos
hizo que mi corazón se acelerase, y Kale echó un vistazo a mi pecho— No te
preocupes, será rápido.
—Está bien.
—No puedo crees que hicieras esto —dije. Nuestro plan me había dado
tiempo con Kale, pero tenía que mentir a Alex para alejarme de la casa de campo, y
ahora parecía que todo había sido para nada—. Me dijiste que lo buscaríamos
juntos. ¿Cómo va a confiar en nosotros ahora que has hecho esto? —Me acerqué a
Jace, lista para liberarlo de las cuerdas, sólo para ser detenida por Kale.
Jace siguió luchando contra sus ataduras, y sentí el tirón de ira desvanecerse,
transformándose en confusión.
—Fue a tu casa mientras estabas en la casa de campo. Una vez que vio que te
habías ido, regresó aquí y esperó por mí.
—Está bien, así que estoy aquí ahora, y su trabajo es protegerme, ¿verdad?—
Miré de nuevo a Kale.
Sus ojos se nublaron con ira. Cuanto más tiempo pasaba con Kale, más fácil
era para mí comprenderle. Pronto su talento para ocultar sus emociones sería un
código fácil de descifrar para mí.
—Sé que quieres protegerme, y he estado de acuerdo con eso, pero si ese es
su trabajo también, entonces creo que por lo menos podemos quitarle la mordaza y
hablar con él —dije, intentando corregir la situación.
—Él cree que yo quiero hacerte daño. Si lo desatas, tendré que luchar contra
él con el fin de impedir que te entregue al Consejo.
Pude ver donde Kale lo había atado a la base del ataúd. Kale gruñó algo de
vuelta a Jace lo que le llevó a luchar aún más duro y molestarme aún más.
Kale arrastró los pies detrás de mí. Me volví para ver el ceño fruncido en su
rostro, pero no dejé que me detuviera. Jace estaba mirándome fijamente.
Jace siguió mirando como Kale paseaba por la habitación. Ni una sola vez
quitó los ojos de Jace. Ambos hombres parecían en un punto muerto; ambos
querían atacar al otro, pero yo era la única razón de que no lo harían. Si las cosas
fueran diferentes, me tomaría el tiempo para disfrutar de ese poder, pero si mi
plan para unirnos como equipo no funcionaba, todos estábamos en problemas.
Los ojos azules de Jace estaban pegados a Kale. —Ella, cuando esté desatado,
haré lo que pueda para llevarte de vuelta al Consejo. No voy a tener a esta criatura
infectándote.
La lenta, escalofriante sonrisa de Jace reveló sus dientes blancos. Aunque era
hermosa, me asustó.
A este ritmo, nunca sería capaz de conseguir que Kale y Jace trabajaran
juntos. Quizá Kale tenía razón. Deberíamos estar mejor valiéndonos por nosotros
mismos contra Laurent.
—Tú confundes el hecho de todavía estás vivo para con una debilidad de mi
parte, pero te advierto que en cuanto ella vea que no eres un factor necesario para
su supervivencia, voy a terminar lo que empezamos hace años, Vesco —escupió
Kale, con tal malicia que a mitad de camino de sus palabras me giré para
enfrentarlo, en absoluto gustándome lo que veía. Su rostro ahora estaba plagado
de líneas duras, y sus ojos, aunque siempre eran oscuros, estaban oscurecidos con
odio. Casi no lo reconocí. No quería creer que Kale verdaderamente mataría a Jace
o a cualquier otra persona.
—Sí, él lo haría, Ella —dijo Jace, tirando mi atención a sus Islandeses ojos
azules—. Eso es lo que es—un asesino formado sólo para robar lo que los humanos
no pueden vivir sin y para difundir su enfermedad. Fue creado por el Príncipe
Oscuro. No importa el tiempo que trate de negar su naturaleza bebiendo de ratas y
ardillas, siempre será una amenaza para ti y todos los demás. Incluso más, ya que
puede caminar en la luz.
Mi plan para unirlos para ayudarme salió directo por la ventana. Mi cuerpo se
puso frío, y me senté allí preguntándome por qué lo había siquiera intentado en
primer lugar. La ira comenzó a hervir dentro de mí, y me rendí a ella.
—¡Mentira! —grité—. ¡Eso es pura y absoluta mentira! —Me puse de pie tan
rápido que casi perdí el equilibrio.
— ¡Los dos dicen que quieren protegerme, y eso está bien. A pesar de que no
tengo ni idea de lo que está pasando en el esquema total de las cosas, estoy
dispuesta a dejar que me protejan, pero entiendan esto. Si no pueden encontrar la
manera de llevarse lo suficientemente bien para que hagamos un plan—otro
aparte de llevarme al Consejo—¡haré esto sin ninguno de vosotros! —grité,
mientras mi ira llegaba a un crescendo—. Además, quiero saber todo, no sólo lo
que ustedes dos creen que yo debería saber —Le di una mirada mordaz a Kale.
—Tu silencio, Nosferat, confirma que no le has contado que el incendio en las
instalaciones del Ocean Trace fue obra tuya.
—Te dije que estaba aquí para protegerte, Ella. Simplemente nunca te dije
cuándo comenzó esa protección —explicó Kale y extendió su mano hacia mí.
—Espera, ¿estás diciendo que me conocías antes de la primera noche que nos
conocimos?
—Vamos afuera —dijo Kale, volviéndose hacia la puerta antes de que pudiera
responder.
—Ella se congelará ahí fuera. Estoy seguro de que ya está fría, sobre todo
viendo cómo la fría tristeza de mentiras y traiciones la ha encontrado aquí esta
noche.
Yo no había sido nada más que sincera con él. Me había escabullido para
verlo, lo que puso presión sobre la fe de Alex en mí. Pero no podía realmente
culpar a Kale. Confiar a un extraño mis secretos cuando me había prometido a mí
misma que nunca haría eso de nuevo era mi culpa. Con esto en mente, me acerqué
a Jace y desaté sus nudos.
Kale me tendió la mano, y sus ojos casi exigieron que saliera con él. Miré de
nuevo a Jace, sin saber qué hacer. Jace enarcó las cejas, diciéndome que la elección
era mía. Me volví hacia Kale y su mano extendida, sintiéndome estresada bajo su
ávida mirada.
Kale se movió y dejó caer la mano a su lado una vez que se dio cuenta de que
no la iba a tomar.
—Sólo estaba diciendo que hay muchas cosas que podría enseñarte sobre
quién eres y dónde podría llevarte el Consejo —Jace estaba de pie.
Jace rió y se acercó a mí. Me di cuenta que desatar a Jace iba a ser
probablemente otro de mis pesares. Me acerqué más a Kale, esperando que la
noche terminara sin derramamiento de sangre.
—No recibo órdenes de ti, Nosferat —dijo Jace, lleno de odio y malicia.
Kale se tensó y se preparó para la acción tomando una postura que lo colocó
al nivel del ojo con Jace. Con su postura ensanchada ofreciéndole más estabilidad,
Kale puso su mano en mi hombro y le atrajo ligeramente hacia él, entonces cambió
su agarre, así estaba a ras contra la pared, ya no entre ellos. Esto se dirigía por un
camino que no sería capaz de remediar, pero me quedé en silencio, mi cerebro
enviándome pedazos de información mientras trataba de pensar en algo que hacer
o decir para arreglar esto.
Los helados ojos azules de Jace perforaron agujeros a través de Kale y luego
me miró— Él te ha mentido, te ha mantenido aislada y fuera del alcance del
Consejo, ¿sin embargo aún lo defiendes? No puedes ser tan ciega —añadió,
echando sal en la herida.
Rodé los ojos y di un paso hacia delante, empujando suavemente más allá de
Kale. Su piel estaba fría, y no pareció registrar mi toque. Su pesar lanzó una niebla
a nuestro alrededor, y yo pretendía acabar con él.
Jace sonrió— Con el Consejo, puedes vivir sin la carga crónica de miedo que
Laurent invoca en el vampiro.
—Es por esto que me he estado tomando las cosas con calma con ella —le
explicó Kale a Jace.
Quería confrontar a Kale sobre sus mentiras, y quería que se disculpara, pero
no creía que lo fuera hacer. La gente no suele pedir disculpas cuando piensan que
el fin justifica los medios. Kale pensaba que sus acciones me protegerían, pero me
preguntaba si alguna vez habría pensado en lo que mentirme haría a la confianza
que habíamos construido. Miré a todas partes menos a él. Miré el hielo
transparente que había formado lanzas en miniatura en el borde del mausoleo y
las ramas mientras se balanceaban con el antipático viento congelado que irritaba
mi cara y amenazaba con romper mis labios. Toqué mis labios recordando el suave
toque de los de Kale, y la traición quemó más profundo. ¿Cómo podía guardar
tantos secretos de mí? ¿Qué más me estaba ocultando? Tragué y me volví para
enfrentarlo. Pude ver el remordimiento plasmado en su rostro, pero no obtendría
la absolución de mí—al menos no esta noche. Abrí la boca para hablar, pero me di
cuenta que en mi prisa por gritarle, no había pensado exactamente en qué decirle.
Kale lanzó un suspiro y esperó a que el bombardeo de palabras fuera liberado.
Permanecí en silencio. Pasé los dedos por mi pelo, destruyendo completamente la
cola de caballo que había perfeccionado antes. Tiré de la banda elástica y permití
que mi cabello cayera en capas por mi espalda y alrededor de mi cara. El cuerpo de
Kale se puso rígido, y sus ojos se transformaron en pulidas piscinas negras de
líquido. Los músculos de su mandíbula se apretaron y se liberaron mientras olfateó
el aire. Él literalmente olfateó el aire. Miré alrededor, pero sabía que estábamos
solos excepto por Jace, y él estaba haciendo una verificación del perímetro. ¿Me
olió o había algo más ahí fuera? Kale flotó más cerca de mí. Su rostro estaba
bañando por la luz de la luna reflejada en la nieve. Líneas duras manchaban su
rostro mientras lo veía luchar contra la urgencia de cerrar el espacio entre
nosotros. Usando mi mejor juicio por una vez en mi vida, calmadamente empecé a
retroceder, ganándome una sonrisa socarrona de Kale.
Su rostro era hermoso, pero cuando la luna lanzó un brillo en su piel, vi que
Kale estaba interesado en más que un simple beso. Otra brisa helada flotó por
delante de nosotros, erizando mi pelo y enviando un escalofrío por mi columna
vertebral cuando me di cuenta que Kale podía oler mi pelo. El viento soplaba mi
fragancia para él, marcando sus sentidos con mi olor. Rápidamente, cogí la banda
elástica de mi muñeca y fui a controlar mis mechones liberados. Kale gruó bajo en
su garganta, deteniéndose a mitad de camino a través de la acción.
—Ah, pero hueles tan…—Volvió a respirar hondo y me miró con sus ojos de
obsidiana.
Kale sonrió más ampliamente, revelando lo que había pasado tanto tiempo
escondiendo de mí. Sus dientes eran cautivadoramente blancos, y sus colmillos
estaban al descubierto. Se asomaban, asustándome con la promesa de dolor. La
sonrisa de Kale brilló más y me dieron ganas de caminar hacia él, pero no lo hice.
Era más sensata.
—¡Jesús, no! —Corrí entre Kale y Jace—. ¿Qué estás haciendo, y qué es eso?—
Pregunté, incapaz de apartar mis ojos de ese maldito palo brillante.
—Él quiere matarme con él —Cuando Kale finalmente habló, su voz ya no era
como la llamada de una sirena, sino normal, su timbre cálido.
Suspiré de alivio y le lancé una mirada, examinando sus ojos. Todavía estaban
oscuros, pero nada como antes. Jace se movió hacia adelante, y sus pasos en la
nieve fresca eran inquietamente tranquilos. Vi sus pies mientras avanzaban hacia
mí, finalmente encontrando su destino. Se detuvo y me miró.
Me estremecí al oír las palabras que salían de la boca de Jace. A pesar de que
Kale me había asustado, no iba a dejar a Jace usar eso contra él.
Kale se burló.
No estaba segura de lo que quería oír esta noche. Estaba cansada y me
cerebro se sentía como papilla. Probablemente no podría manejar mucho más, y no
iba a estar en el frío con Kale y Jace y escucharlos pelearse—Esta noche no, Jace.
Creo que sólo quiero ir a casa y dormir. —Me dirigí hacia el camino que me llevaría
allí—. ¿Podéis hacerme el favor de quedaros atrás? Necesito un poco de tiempo a
solas.
Los miré con los ojos muy abiertos, pero estaba demasiado cansada para
luchar. Sacudí la cabeza y me volví hacia el camino que destacaba mi deseo de estar
sola. No oí pasos de Kale o Jace detrás de mí, pero no era tan ingenua como para
pensar que uno de ellos o ambos no me seguían.
No tenía que mirar hacia atrás para decir que no sólo se estaba refiriendo a
los hombres de Laurent, sino también a Kale. No me detuve para defender a Kale
como normalmente habría hecho, y él se quedó en silencio. Ya no me importaba lo
que cualquiera de ellos hiciera. Ya me estaba cansando de que dijeran lo que iba a
pasar. Sólo quería hundirme en la cálida cama donde los Carlton y olvidarme de
todo, aunque sólo fuera por unas horas.
«Somos mejores haciéndole frente solos a Laurent, Helene. Tienes que tener
fe en mí y solo en mí. No te fallaré.» ― Kale
―Como sabes, soy miembro del concejo que fue creado ―Comenzó Jace
Aprendí más en dos días con Jace sobre mi pasado, que en todo mi tiempo
con Kale
Kale dijo que era por mi protección. Creo que el creyó que la ignorancia
realmente me protegería, pero seguía enojada con él por mantenerme en la
oscuridad.
Eso no tuvo sentido para mi, ¿Por qué no podrían hacer mas inmortales? Puse
mi mano cerca del fuego. La madera grujió y envió suaves, negras columnas de
humo en el oscuro aire. Era la una de la madrugada y estaba helando afuera, pero
la historia de Jace me mantuvo pegada a mi improvisada silla, un cómodo y caliente
tronco de árbol. El fuego estaba disminuyendo, y Kale se fue a buscar más leña,
pero se había ido por más tiempo del que debería tardarse en recoger algunos
palos. Las cosas eran diferentes entre nosotros, me di cuenta de que ya no robaba
miradas hacia mí. Ni entablaba ninguna conversación con Jace o conmigo. El solo
permanecía a nuestro alrededor, estoico, vigilante y distante. No habíamos hablado
acerca de su incidente―sed de sangre―pero Jace me lo ha explicado. El dijo que a
veces los humanos desprenden un olor que lleva a los vampiros y Chorý a la locura.
Por lo que entendí, aquello robaba la razón a los vampiros.
Jace debió de haber visto la confusión en mi cara. Buscó una mejor manera de
explicarme la situación, pero todavía se me hacía extraño que el consejo se dejara
morir antes de crear otros inmortales. Jace continuó hablando, mientras
reflexionaba su explicación.
―Ella, debes entender. Para algunos, la vida eterna no es nada más que una
prisión eterna. No es lo que piensas. Mientras más vivas, mas dejas de conectar con
los de alrededor, estas congelado en tu estado actual.
―Tus prioridades cambian, y ves la vida de un modo diferente. Las cosas por
las que una vez viviste significan menos y menos mientras tu humanidad se
convierte en una distracción. Solo hay unas pocas personas en el mundo que
vivirán cuando el sol no queme más. Confía en mí, los inmortales ven la vida eterna
como un castigo, no un regalo.
Yo no podía ayudar pero sentí lastima por Jace. Él se había pasado su vida
entera haciendo sacrificios para reparar los errores que yo había cometido con mi
poder. Unos sonidos de pies me hicieron pasar mi atención de Jace a la oscura
figura parada en el bosque. Kale con ramas gruesas en sus brazos se acercaba y las
puso en el fuego.
Sabía que el único que tenía las respuestas para mi era Jace, así que fui con él.
―Bien, entonces entiendo que puedo ver el pasado, pero ¿en que mas soy
buena?
―Bueno, todos los Arcos tienen la habilidad de ver el nacimiento del próximo
Arco con una precisión asombrosa. Tú sabrás la fecha, hora, lugar y el nombre de la
próxima Arco. Se dice que habrá una Arco que podrá ver el futuro, y este Arco será
capaz de ver la caída de los Oscuros. Y ese es el problema. Siento que el Oscuro va a
querer matarte porque eres la verdadera amenaza para él.
―Tú no sabes si puedo ver el futuro. ―Estuve cerca de rogarle a Jace para que
retirase sus palabras, pero por su mirada, pude ver que era difícil para él también.
El hecho de que estuviera poniendo a las personas que me importaban en peligro
me asustó tanto que temblé de miedo y frío.
―Te llevamos a casa. Se está haciendo tarde, y estas helada ―murmulló Kale.
Él me giró para caminar, ignorando completamente a Jace.
Creí que Kale me estaba hablando de la escuela. Pero no iba mal en ninguna
asignatura, mis notas estaban bien. Sé que no estaba hablando de mis problemas
con Alex porque yo no le había contado.
―Estoy bien, creo. Quiero decir, no hemos visto a los hombres de Laurent a
pesar de que han estado por aquí, y los tengo a ti y Jace, así que…
―No, quiero decir a como están las cosas entre nosotros ahora por culpa de
mis acciones. Realmente lo siento por haberte ocultado cosas, pero me siento como
si fuera yo quien tuviera que preocuparse de Laurent por ti. Quiero protegerte de
la oscuridad y nunca revelarme ante ti, para que puedas tener una vida normal
después de capturar a Laurent, pero parece que eso nunca pasara.
―Oh ―No estaba tan molesta como lo había estado antes porque supe que
tenía las mejores intensiones para mi corazón.
―Lo entiendo ahora, pero por un tiempo, veía como que no podía confiar en
ti. Eso era difícil porque mi corazón me decía que podía, pero tú probaste que no
podía ―dije con sinceridad.
Cuando era su turno de hacer guardia por mí, él se quedaba afuera cerca del
cobertizo o del bosque. Todas las noches me tenía que forzar a mí misma a dormir.
Sabiendo lo cerca que él estaba, incapaz de verlo o tocarlo, era insoportable. Kale
miró mi casa y cambió su peso. Parecía estar haciendo tiempo para pensar si
aceptar la invitación. Me sentiría avergonzada si no fuera por la mirada de
sorpresa en su rostro.
―Si, tienes razón. Supongo que puedo esperar ―Me di la vuelta para caminar
a casa, pero me detuvo la mano de Kale.
***
―¿Y bien?
―Bueno, solo digo que tienes que atender el teléfono por mí, y Alex esta con
los labios cerrados sobre lo que está pasando con ustedes y porque él no está
seguro de transferirse. ¿Dónde diablos estás? Se suponía que estarías aquí en diez
minutos
Miré mi reloj. Eran las diez y cincuenta a.m. y Kale no aparecía todavía. Corrí
hacia la puerta y miré afuera para ver a un vehículo negro elegante ronronear en el
camino de la calle.
―Te llamo después —colgué antes de que pudiera decir algo. Estaba nerviosa
porque nunca había visto ese auto. El polarizado del carro no dejaba ver nada del
interior. No tenía placa de licencia en la parte delantera, así que no pude ver si era
alguien de Virginia o de otro estado.
Antes de que pudiera llamar a Kale, mi teléfono sonó con un tono especial.
Respondí lo más rápido posible, esperando que fuera alguien cercano.
―Hey, me alegra que hayas llamado ―dije, antes de que su voz me cortara.
Mia se deslizo hacia el auto, como una princesa de patinaje sobre hielo,
mientras yo me tropecé sobre el hielo y la nieve. Cuando llegó al coche, le dio unos
golpecitos a la ventana. Yo fui al lado de pasajero para entrar. Kale ignoró a Mia y
quitó el seguro de la puerta, dejándome entrar. Antes de girar la cabeza hacia Mia,
él me miro frunciendo el ceño.
Estoy segura que vio las mismas cosas que yo cuando lo vio: esos negros ojos
que decían que era misterioso, e incluso peligroso, su pelo, brillando por la luz del
sol, pidiendo ser tocado; sus sexys labios que parecían haber sido creados
especialmente para mí, la parte inferior solo un poco mas grande que la superior, y
los suaves planos de su pálida cara que le daban la increíble apariencia de una
estrella de cine mientras reflejaba a nadie que ella hubiera antes.
De pronto los celos que había sentido por las conversaciones de Mia y Alex
parecían menos importantes. Pude sentir mi cara sonrojarse con la rabia que
brotaba de mi boca.
―Mia, ¿Cuánto planeas mirarlo? ¿No tenías una pregunta acerca del auto?
Soné mas irritada de lo que planeé, lo que causó una sonrisa de jugador en los
labios de Kale y despertó a Mia de cualquier sueño en el que había caído.
―Así que, ¿tú eres el que está tomando el lugar de Alex mientras él regresa a
casa? ―preguntó ella con interés.
―Decidimos que desde que es peligroso que una chica ande sola, seriamos
sombras los unos de los otros; Alex y yo juntos y Brett y Mia juntos —dije
rápidamente. Me di cuenta que se encogía con la palabra juntos, pero sabía que él
entendía lo que significa, así que no hice nada para seguir adelante con mi
explicación. Mia estaba pálida y temblando.
―Lo sé y estoy de acuerdo, pero ellos no saben la verdad, así que piensan que
cualquier chica es la siguiente. Alex y Brett están preocupados por nosotras, y
quieren cuidar de nosotras. Desearía poder decirles la verdad, pero eso solo los
pondría en peligro, y podrían nunca creerme.
―Confía en mí. Sé que esto es difícil para ti, pero Jace y yo te protegeremos
tanto tiempo como tengamos que hacerlo.
―Así que ¿Él va a quedarse sentado ahí fuera durante todo tu turno?—
Preguntó.
Miré hacia fuera para ver que el auto de Kale no se ha movido. Estaba
agradecida que se quedase porque sabía lo peligroso de estar sola en cualquier
lugar. Yo todavía no había visto nada de los hombres de Laurent, pero Jace y Kale
me aseguraron que él pronto sabría donde estaba yo y los mandaría a por mí. Una
vez que eso pasara, Jace querría que yo fuera con él al consejo por protección y
Kale no podría estar cerca de mí una vez estuviera allí. Ahí era cuando la guerra
real comenzaría, así que he estado rebanándome el cerebro para descubrir una
solución. Hasta el momento no tenía nada.
―Supongo ―Me moví de la puerta al mostrador para estar detrás de ella. Hoy
supuestamente iba a aprender a usar la registradora. Traté de ignorar sus miradas.
No quería hablar de Alex o Kale. La situación se había convertido en otro estrés en
mi vida para la que no tenía tiempo. Pensé en ser clara con Alex, Mia y Brett sobre
todo lo que había aprendo de Kale y Jace pero era una idea estúpida. Si no fuera
por mi estadía en el psiquiátrico Ocean Trace, sería una persona mas creíble para
hablar sobre vampiros e inmortales. En realidad creo que una persona sana seria
considerada loca si viniera con tremenda historia pero una persona con un
historial psicológico como el mío probablemente terminaría bajo custodia
Mia me miró, sus azules ojos en blanco. Sabía lo que ella quería saber, y sabía
que sus sentimientos hacia mi probablemente cambiarían basados en la respuesta
que le iba a dar.
Era gracioso como ella trataba de intimidarme, como si una rubia de ciento
diez libras pudiera hacer algo más que un puchero. No le debía una respuesta, y
estaba segura como el infierno que no iba a dejar que ella pensara que esa estúpida
pose iba asustarme.
―Mia, ese es un asunto personal entre Alex, Kale y yo, así que me gustaría
mucho no hablar de ello ―Me reuní con ella en la caja registradora.
Mia rompió su pose y sonrió― Kale, ¿eh? Él definitivamente es más sexy que
Alex, pero no tan musculoso, y me gusta mi hombre con músculos.
―Como sea. ¿Quieres enseñarme como usar esta cosa o qué? ―apunté a la
registradora, ignorando el dolor en mi pecho por su último comentario. No
importa, pensé. Había cosas más importantes de las que preocuparse. Quería que
Alex fuera feliz, pero no estaba segura quería que lo fuera con Mia. Después de
unas horas en la registradora, lo tenía dominado. Era más fácil de lo que esperé,
porque el señor Knope no había actualizado su equipo desde 1980. Mia hacía un
buen trabajo ocupándose de su negocio pero vi que mandaba mensajes más de lo
usual, y esperé a que no estuviera hablando con Alex sobre Kale.
―¿Qué piensas de ir mañana al centro comercial conmigo?― preguntó Mia.
―¿Qué vas a comprar? ―me senté detrás de la registradora y llené los papeles
y bolsas de plástico mientras Mia bailaba alrededor de la tienda.
―Claro, supongo
«Tu toque me tranquilizó aún cuando sentí que todo estaba perdido. Nunca te
diste por vencido. Creíste en mí. Luchaste por mí, y moriste por mí. Si eso no es
amor, entonces ¿qué lo es?» —Hélène
El camino a casa en el coche comenzó con tal silencio sereno que casi me
quedé dormida. El ronroneo del motor se mezclaba con el murmullo monótono del
viento, y me relajé en el suave y caliente asiento de cuero.
Justo cuando cerré los ojos, Kale preguntó—: ¿Qué le vas a decir?
Abrí los ojos para ver que nos dirigíamos en dirección opuesta de casa. El aire
en el coche de repente estaba helado. Estiré la mano y apreté uno de los botones
que pensé que controlaba el calor, pero en realidad puso la radio a todo volumen.
No sorprendiéndose por el fuerte ruido, Kale se estiró y la apagó, luego encendió el
calor.
—Entiendo que te preocupes por él, pero tienes que entender que si el
Consejo se sale con la suya, tu vida la vida que tienes con esas personas va a
terminar, y eso podría ser desagradable. —Redujo la velocidad para tomar una
esquina que conducía a Elmwood City.
Quería preguntarle hacia donde nos dirigíamos, y casi lo hice hasta que
registré lo que había dicho.
—Que pronto vas a tener que tomar la decisión de si deseas que Jace o yo te
proteja, de si vas a dejar la casa de los Carltons por elección o por lo fuerza, y de si
yo...
—Espera, ¿por la fuerza? —Sabía que mi cara mostraba algo más que simple
cuestionamiento, también miedo. Confiaba en Kale. Nos había tomado algún
tiempo llegar ahí, con un bache muy grande en el camino, pero sabía que estaba
dispuesto a correr el riesgo de confiar otra vez si creía que lo estaba haciendo para
protegerme, y eso me preocupaba.
—Entiendo que tengo que dejar Cedar Grove, pero no voy a hacerlo de la
forma en que Jace quiere que lo haga. No quiero fingir mi muerte. No puedo hacer
pasar a los Carltons por eso. —Tenía que haber otra forma de detener a Jace de
llevarme al Consejo—. ¿Por qué no puedo simplemente decirle a los Carltons que
me voy por un tiempo o a transferirme a una universidad diferente? —Me moví en
mi asiento, no porque me sintiera incomoda, sino debido a que necesitaba irme,
estar fuera del coche—. Por cierto, ¿A dónde me llevas? —pregunté, un poco más
molesta de lo que quise.
Kale sonrió.
—Haría un montón de cosas para protegerte, pero confío en que nunca vayas
a hacerme tener que hacerlo.
A pesar de que su sonrisa seguía presente, yo sabía que había querido decir
cada palabra.
—He pensado en llevarte a la casa de campo hasta que el Consejo haga lo que
está destinado a hacer y mate a Laurent. Yo solo tengo que encontrar una manera
de mantener a Jace apartado de ti, y tú no estás haciendo eso demasiado fácil.
—Lo sé, pero eso realmente funcionaría teniéndote alrededor. Quiero decir,
no he estado sola ni una vez, y siempre hay alguien en casa de los Carltons. Ese es
el arreglo perfecto. —Parecía estar de acuerdo, pero no estaba segura de que
respaldara la idea hasta el final.
—¿Qué? —Su sonrisa seguía estando ahí, y su piel hacía señas para que la
tocasen, pero me resistí a la tentación de hacerlo. Aparté la mirada, avergonzada
por mis sentimientos.
Tomamos otro giro brusco y bajamos por una carretera cubierta de hielo en
total silencio hasta que mi curiosidad pudo más que yo. Quería saber sobre nuestro
pasado y hacía donde nos dirigíamos antes de que hubiéramos sido asesinados. El
problema era que cuanto más recordara, más fácil sería para Laurent localizarme.
Así fue como supo que estaba en Virginia cuando no había forma de saberlo.
Me mordí el labio
—¿Vas a decirme algo sobre nuestro pasado juntos en Francia? —Lo miré
mientras se concentraba en la carretera.
—Aquí estamos.
Una maliciosa sonrisa se extendió por su rostro, pero antes de que pudiera
responder, una camarera llegó a la mesa.
—La elección del cocinero hoy es hamburguesa jalapeña con queso, lechuga,
tomate acompañado de patatas sazonadas, y la sopa del día es sopa de patata
dulce. —La camarera puso su boli sobre la hoja del papel.
—Creo que voy a pedir la sopa y una coca-cola. ¿Qué vas a pedir tu, Ella? —
me miró y sonrió.
Sherry tomó nuestros pedidos y se fue. Tan pronto como se había ido, me giré
hacia Kale y le arroje una servilleta.
—¡No tiene gracia, sabes! —susurré—. No puedes comer, ¿entonces para que
pides comida?
—Nunca dije que no pudiera comer, Ella. Tal vez haya dicho que no como.
—Ella, puedo comer debido a que no soy un vampiro completo. —Kale miró a
su alrededor y se calló cuando Sherry trajo nuestras bebidas. Una vez se hubo ido,
antes dándome una mirada extraña, continuó—. Si yo fuera un vampiro completo,
sólo podría sobrevivir de la sangre —dijo “sangre” vacilante. Ese era un tema
delicado con él, y el incidente en la cabaña cuando pensé que me había
mordido lo hizo peor.
A pesar de que nunca le había visto comer, cuando nos conocimos había
tenido sangre en la boca, y Jace le había una vez reprendido por beber sangre de
ratas y ardillas. Me preguntaba cómo Kale había sobrevivido a su transición de
humano a vampiro. ¿Tomó sangre de seres humanos o su vergüenza le había
mantenido de perforar carne humana?
—No puedo ingerir comida regular, pero con el tiempo el sabor ha cambiado.
Puedo sobrevivir sin ella porque la comida ya no me sostiene. —Miró hacia otro
lado. Obviamente no quería hablar de sus hábitos alimenticios.
—Ese es el resultado final que queremos, Kale. ¿Quieres decir que pasará
después de eso? —pregunté, en desesperada necesidad de una explicación.
Sacudió la cabeza, y pude ver que esa no era la conversación por la que él me
había llevado a comer, pero era algo que tenía que ser discutido.
—¿Qué va a pasar entre tú y yo, Ella? Tú todavía deseas la vida normal por la
que has luchado, y yo seré un accesorio sin edad al que superarás pronto. —Su ira
se hizo más evidente con cada palabra que decía.
Yo sabía que la ira no iba dirigida hacia mí, sino a la situación en la que nos
encontrábamos metidos. Y no había una solución a la vista. Kale seguiría siendo
inmortal mientras yo envejecería y finalmente moriría. Era deprimente, pero era
nuestra realidad. Yo había perdido las palabras. Él tenía razón en un aspecto no
tenía edad pero yo nunca lo superaría. Nuestros pasados estaban tan
entrelazados que no creo que pudiera olvidarlo aunque quisiera. Me salvé de tener
que responder cuando la camarera trajo nuestra comida, pero yo ya no tenía
hambre. Kale notó mi repentina pérdida de apetito.
—¡Oh Dios mío! ¿Estás bien? —le pregunté, mi voz un decibelio más bajo
completamente aterrorizada.
—Así qué, ¿Cómo está todo? —preguntó, sonando un poco más alegre que
antes.
***
— Hola. —Su voz sonaba un poco tensa, y me pregunté si habría tenido una
discusión recientemente.
—Sí, lo sé. ¿Qué pasa? —Su actitud habitual parecía estar en un segundo
plano y yo estuve tentada de preguntar por qué, pero me mordí la lengua.
Mia suspiró.
—No puedo conducirlo. Tiene caja de cambios. —Quería preguntarle qué tal
lo estaba haciendo Alex, pero no lo hice. Si Alex quería que yo supiera algo, él me
llamaría.
—Eso está bien, tal vez este fin de semana, pero ¿y mañana? —podía oír
voces en el fondo, y me pregunté si ya tenía compañía.
Deduje que las elevadas voces eran de sus padres, y me pareció muy extraño
que gritaran delante de ella. Mis padres raramente habían discutido, pero cuando
lo hicieron, se aseguraron de que yo no hubiera estado a la vista. Mia siempre
parecía tan abrasiva y dura, era difícil imaginar que sus padres pudieran causar
tanto estrés en su vida. Tal vez por eso Mia era quien era, viviendo en una casa tan
volátil haría que cualquier persona levantara muros y sintiera la necesidad de
estar siempre a la defensiva.
No estaba segura de si decirlo sería una imprudencia, pero me sentía mal por
Mia. Yo sabía lo que era que las cosas de tu vida cambiaran y se desintegraran
delante de ti. No importa lo dura que fuera una persona, ver aquello podía hacer
mucho daño.
Fui a mi portátil para comprobar que no hubieran deberes que pudiera haber
publicado el profesor. Me había ganado una ‘A’ en mi trabajo de Moby Dick, y
estaba excitado por empezar el siguiente proyecto. Aunque las cosas en mi vida no
eran normales, eran soportables. Tenía que arreglar la situación de Alex antes de
que llegara a casa por las vacaciones de invierno, pero no estaba segura de cómo
hacerlo. También tenía que morderme la lengua y llamar al Dr. Lithe y hablar con
él antes de que yo volviera a la vieja casa a por el resto de mis pertenencias. Oí una
roca golpear mi ventana y decidí que el Dr. Lithe podía esperar. Me acerqué a la
ventana, sorprendida de ver a Jace en la parte inferior del enrejado en lugar de a
Kale. Era la noche de Jace de quedarse fuera y velar, pero él nunca había hecho acto
de presencia.
—Tenemos que quitar ese enrejado —dijo Jace—. Hace que sea muy fácil
para cualquier indeseable subir y entrar.
Envolví mis brazos alrededor de mi cuerpo, nerviosa por lo fácil que era para
alguien subir a mi habitación. Miré de nuevo a la ventana.
—Oh, nunca lo había pensando. No estoy segura de cómo quitarlo sin que
Eric se dé cuenta y lo vuelva a poner.
Estaba feliz de saber finalmente de donde había venido ese críptico mensaje,
a pesar de que no había pensado en eso desde que lo leí por primera vez.
—¿Cuál es la contraseña?
—Este es mi correo electrónico del Consejo. Te envié esto antes de venir aquí,
con la esperanza de que lo entendieras. Veo que no lo hiciste —dijo con
desaprobación, haciendo referencia al recuerdo que Kale me ayudó a recordar en
la cabaña.
Al instante me arrepentí de haberle contado a Jace al respecto. Su tono era
grave, y nerviosamente me pregunté qué era de lo que realmente tenía ganas de
hablar
—Cálmate, Ella. No estoy aquí esta noche para llevarte, sólo para explicarte
porque es importante que reconsideres esa necesidad que tienes por quedarte
aquí con tu familia.
Fue más fácil de lo que había pensado encontrar al miembro del Consejo que
quería una reunión con él, pero tenía que preguntarse sobre el entusiasmo del
muchacho. Era humano, no tenía más de veinticinco años, su inexperiencia era
evidente por la falta de preparación para la reunión. No trajo ningún respaldo y no
había manera de que exigiera alguno. Los bloqueadores de señal se establecieron
en el lugar de la reunión. Laurent había estado planeando esa reunión por una
semana. Cinco de sus mejores mestizos, estaban posicionados en el lugar de la
reunión y no habían detectado ningún movimiento antes de la reunión. Laurent se
paseaba por el pasillo, su paciencia ya estaba desgastada. Darke estaba retrasado.
Laurent comprendía todo lo que se necesitaba, pero la ira aún hervía dentro de él.
Darke se puso rígido, pero sólo por un momento. Laurent sabía que el
mestizo a cargo de su criatura tenía algún parentesco con él.
Darke, uno de los hombres más despiadados de Laurent, aún tenía una
lealtad persistente por la familia y las líneas de sangre. Una vez reclutados para la
cría del Señor Oscuro, no había nadie que estuviera antes que él, ni siquiera él
mismo. Lo había visto una vez mientras estaban en una batalla con el Consejo.
Darke arriesgó su cabeza con el fin de salvar la de su hermano. Con sus habilidades
de batalla, había sobrevivido, pero él nunca debió haber arriesgado su cabeza por
alguien que no fuera su Señor, como lo había prometido.
—No vas a hacer otra cosa que la que yo te ordeno. Debo decir que me
pregunto por quién es más profunda tu lealtad: tu hermano o tu señor. —Laurent
lo miró con su mirada oscura y maliciosa. Para su crédito, él no vaciló.
El castigo para Locke tendría que esperar, pero habría uno, y sería severo.
—Este miembro del Consejo con quien me voy a reunir, confío en que al
menos te hayas encargado de eso adecuadamente. —Se paró en frente de la puerta
del patio donde estaba siendo retenido el miembro del Consejo.
—Hay una jerarquía en el Consejo, y todos los humanos tienen una habilidad
que los aparta de los demás. Así es cómo se los elige para que se unan. La mayoría
de los miembros son humanos, pero algunos son inmortales. Los humanos son
nuestros buscadores y rastreadores. Los rastreadores y buscadores localizan al Arc
y, una vez que ella es encontrada, un retriever es usado para traerla a la seguridad
—explicó Jace—. Hay tres retriever: Tamsin, Servitto y yo.
—Ése era Servitto, pero fue interceptado por Kale —Jace parecía
decepcionado—. Kale estaba en tu vida antes que Servitto, y él te tomó de Castle
Laurent.
—Kale era humano en ese entonces, así que ¿por qué estás tan molesto
porque él hubiera encontrado a Hélène? Sí hizo lo que el Consejo quería hacer. Eso
tiene que contar para algo, ¿cierto? —¿Cómo se atrevía Jace a actuar como si lo que
Kale había hecho estuviera mal? Quizás Kale tenía razón en que Jace estaba cegado
por el hecho de que Kale era un Chorý. Kale se culpaba a sí mismo por todo lo que
había pasado con Hélène, y parecía que el Consejo creía exactamente lo mismo.
—No he hecho más que defenderte frente a Kale, y estoy empezando a pensar
que estaba equivocada. Kale sacrificó su vida para salvar la mía, y todo lo que tú y
el Consejo pueden ver es que él no es humano. Si piensas que voy a ir ahí contigo,
con esas personas, estás loco. —Para cuando había terminado, estaba fuera de la
cama y de pie directamente frente a Jace. No sabía de dónde venía la ira, pero fue
liberada con un rugido. Retrocedí cuando la cara de Jace cambió de la sorpresa
hacia la confusión. ¿Cómo no podía entender por qué defendía a Kale y a las
elecciones de Hélène?
—Ella —empezó él, con su voz cálida y paciente—. Venir conmigo a la oficina
central del Consejo es lo mejor para todos los involucrados. Es la única forma de
asegurarse de que el pasado no se repita. —Jace caminó hacia la ventana y la abrió,
luego se giró para enfrentarme—. Sólo imagina dónde Hélène y Kale estarían ahora
si nos hubieran dejado hacer nuestro trabajo. —Saltó por la ventana, dejándome
sin palabras. Parecía que todas las elecciones que Hélène y Kale habían hecho, de
alguna manera, hubieran resultado contraproducentes. Quizá no sería tan mala
idea pedir ayuda. Quizá Kale no había sido cambiado, y él y Hélène podrían haber
vivido una vida semi-normal, protegidos por el Consejo.
Tenía otra razón para ansiar ver a Mia esa mañana. Cuando me había mirado
en el espejo, mi cabello me había gritado. Había crecido más allá de mis hombros y
las raíces eran claramente visibles. Mi pelo era sable y me encantaba. Esa tonalidad
negro azulado solía brillar con el sol de Virginia, pero con el tiempo y por la
carencia de mantenimiento, el sol lo había aclarado un poco. Necesitaba cortarlo
desesperadamente y teñirlo, pero había estado demasiado ocupada para
preocuparme de ello.
Sabía que Kale no estaría de acuerdo con mi viaje al centro comercial con Mia,
pero al menos tenía que tratar de convencerlo.
—Mia estará aquí para recogerme en una hora para que podamos ir al centro
comercial y luego a su casa —Miré a Kale, notando correctamente e ignorando su
mirada rígida—. Sé lo que vas a decir, Kale, pero no puedes ir.
—No, ni hablar. No sé por qué pensarías que estaría de acuerdo con que
vayas a Elmwood City, y menos sin mí —Kale se puso de pie y fue hacia la puerta—
. Vamos, te daré un paseo, pero estaré ahí contigo —hizo señas hacia la puerta.
—Ella, es peligroso.
Yo sabía que lo era, pero sería agradable tener un día donde no tenía un
guardaespaldas ni tenía que pensar en las elecciones difíciles que vendrían. Sería
agradable tener un tiempo lejos de quién era yo, incluso si sólo fuera por unas
horas.
—Y es en Elmwood City —dijo él. Sus ojos estaban oscuros y tenían un rastro
de calidez y un poco de preocupación.
Odiaba hacer que se preocupara, pero en verdad no pensaba que fuera tan
malo pasar una hora en el centro comercial.
—Cierto, pero aún así no creo que sea seguro —Kale tomó un mechón de pelo
que había caído de mi floja cola de caballo y la puso detrás de mi oreja—. ¿Qué si
yo sólo fuera la sombre tuya y de Mia? De esa forma mantendría un ojo en ti, y tú
podrías tener un día normal en el centro comercial, comprando lo que sea que las
chicas compren en estos días.
—No hables así. —Me incliné un poco más cerca, asimilando los rasgos de
Kale. Elegante y feroz, su piel pálida era suave y echaba de menos vela brillar a la
luz de la luna.
—¡Como un tipo viejo que no está en contacto con la juventud de hoy en día!
—Golpeé suavemente su hombro.
Se rió.
—Pero sí que soy un tipo viejo que no está en contacto con la juventud de hoy
en día.
—¿Podrías? —su voz tenía un tono sugerente. Su sonrisa prometía más que
sus palabras, y sentí el sonrojo subir por mi cara.
—¿Cuándo te vas?
—Pronto.
—Negro —No estaba planeando hacer nada loco. Sólo quería mi color de pelo
normal.
—Sólo pensé que podrías hacer algo diferente. Ya sabes, como el asesino
parece estar matando gente que se parecen a ti.
Puse mis ojos en blanco. Estaba segura de que no era por eso que quería que
me tiñera mi pelo, pero nunca lo admitiría.
—No lo rechaces hasta que lo hayas intentado. ¿Qué te parecen unos toques
de cobre?
—No lo sé, Mia. Eso suena complicado. Sólo quiero hacer algo con mis raíces
y cortarlo un poco, eso es todo.
Mia resopló y siguió explicando por qué sería más fácil si estuviera de
acuerdo con ella y terminásemos con esto. En realidad empecé a considerarlo
cuando explicó que algunos tintes vienen en espuma fácil de usar que tomaban de
diez a veinte minutos preparar. Al final, accedí a los toques de color cobre y un
corte. El pelo de Mia era hermoso y tomar sus sugerencias no me haría daño.
—Uh, Colisión Cobre suena bastante distinguible. Pensé que dijiste que el
cambio sería sutil —le dije a Mia cuando le dio al empleado su tarjeta de crédito.
—No dije que una persona no sería capaz de notar que has cambiado tu pelo,
Ella. Encuentro sobrevalorado lo sencillo. Además, no tendrás el pelo rubio, sólo
algunos reflejos —tomó la mochila del empleado y fue hacia la puerta.
—Tengo que hacer una parada más —Me dijo, e hizo un rápido giro hacia
Sephora—. Estoy casi vacía del rímel Midnight Run. —Mia y yo entramos a la
tienda brillantemente iluminada justo cuando el sabor de ceniza asaltó mi lengua, y
su esencia pronto le siguió. Era el mismo sabor y esencia de antes en la tienda de
comestibles de Knope, pero ¿por qué lo olía aquí, en el centro comercial? Miré a
Mia, quien estaba enterrada hasta los codos en un bote con sombras de ojos. Asumí
que ella no sentía ni olía nada porque no dijo ni una palabra sobre ello, pero no
estaba segura de cómo era eso posible; estaba muy mal. Miré alrededor y nadie
más parecía estar molesto por eso.
—Hey —llamé a Mia. Ella levantó la mirada, pero estaba tan enamorada del
stand de ventas que apenas me reconoció—. Iré a ver si puedo encontrar un carrito
de comida cerca para comprar una bebida. Mi garganta está rara.
Agarró mi brazo y bajamos por el pasillo tan rápido que me trastabillé y caí al
suelo. Kale se detuvo, me levantó y me puso sobre su hombro. No tuve tiempo para
quejarme porque, mientras abría mi boca, vi el pie del hombre tatuado conectar
con la espalda de Kale con una patada feroz. Fui sacada de su hombro y ambos
caímos al suelo. Aterricé sobre mi espalda con una fuerza que me dejó sin
respiración y causó que estrellas explotasen detrás de mis ojos. Me giré para ver
que Kale se había recuperado de la caída mucho más rápido que yo. Me fui a la
pared de atrás. Una luz fluorescente parpadeaba sobre mi cabeza e intenté
recobrar el aliento mientras Kale estaba entre el hombre tatuado y yo.
¿Quién se lo había dicho y por qué? Retrocedí hasta la pared hasta que pude
sentir el frío cemento a través de mi ropa. El sabor a ceniza evitaba que hablase y
tuviera arcadas, esperando no atraer la atención hacia mí. Kale retrocedió para
quedar más cerca de mí. No podía ver su reacción a lo que el hombre tatuado había
dicho, pero Kale se encogió con las palabras del hombre, y podía decir que lo
habían sorprendido. Tenía la esperanza de que la sed de sangre de Kale hiciera
aparición y nos ayudase a escapar, pero él permaneció lúcido e iracundo como el
demonio.
Pensé que iba a haber una pelea, pero el hombre tatuado tenía otros planes.
Su sonrisa era helada cuando miró alrededor de Kale y me apuntó. Rotó su mano y
la sostuvo como si fuera a ayudarme a levantarme. Kale gruñó y se movió hacia
delante, una advertencia a la que el hombre tatuado hizo caso. Se fue más allá en el
pasillo.
—Oh, volveré, hermano —Le dijo a Kale con una afilada sonrisa blanca—. Y a
ti—me miró—te veré pronto, preciosa —El hombre tatuado se rió maníacamente
cuando finalmente desapareció.
—Tenemos que irnos, y tenemos que llevarnos a Mia. Puede que te haya visto
con ella, y puede también estar en peligro. ¿Recuerdas dónde estaba cuando la
dejaste?
—¿Dónde has estado, Ella? Hola, Kale —Dejó caer sus cosas sobre el cercano
mostrador. Puso sus manos sobre sus caderas y le sonrió a Kale—. Largo tiempo
sin verte. ¿En qué has estado metido? —Mia miró más allá de Kale, a mí y frunció el
ceño—. Jesús, chica, ¿qué te pasó? Estás hecha un desastre, ¿a dónde fuiste?
Mia puso sus mano en mi frente, un gesto materno que nunca había esperado
de ella. Me encogí cuando su mano me rozó. Mientras, Kale estaba vigilante.
Kale agarró mi mano y tiró de mí hacia la puerta. Mia nos siguió, salió y fue
hasta el coche, quejándose en voz baja a cada paso del camino.
Kale estuvo en silencio todo el tiempo que nos tomó entrar en el coche de
Mia, no parecía que fuera a decir algo. Mia nos miró a los dos y sus sospechas
crecieron. No podía estar segura si el hombre tatuado la había visto a ella y a mí
juntas. No quería correr el riesgo si lo había hecho. Ella podría ser un objetivo, así
que Jace tendrá estar alerta por ella. Mientras Mia nos miraba fija y
expectantemente, consideré decirle la verdad, pero Kale habló primero.
Kale se disculpó por interrumpir sus compras, pero yo podía decir que Mia
sabía que algo más estaba pasando.
—Me preocupaba Ella. Ella me llamó y dijo que estaba en el centro comercial,
pero que no se estaba sintiendo bien. Pensé que estaba sola aquí porque no le di
tiempo para decirme que estaba contigo antes de que colgase —Kale era un
mentiroso brillante—. Con las dos chicas que desaparecieron, pensé que sería
mejor llegar aquí enseguida.
Asentí.
—Sí, supongo que sí. Perdona por terminarlo tan pronto. —Puse mi mano en
mi costado. Me estaba sintiendo mejor, pero algunos dolores de ser sacada del
hombro de Kale estaban todavía ahí.
—Sí, entonces podemos debatir qué haremos cuando Alex vuelva en dos
semanas —dijo Mia, dejándome helada.
—Parece que Alex puede salir conmigo, ya que tú tienes a Kale —dijo
inocentemente.
Yo sabía que quería una reacción, pero no iba a tener una. Me aclaré la
garganta, esperando que mi voz no me traicionase.
—Pensé que al menos te había dicho que había abandonado todas sus clases
menos una. Lo siento. Estoy segura de que te llamará esta noche y te lo dirá —Mia
lanzó su bolsa en el coche y entró.
Estaba tentada de decirle algo, cualquier cosa, pero ¿qué tenía para decirle?
La saludé con la mano y Kale y yo caminamos hacia su coche. Entré y puse mis
manos sobre mis ojos. El dolor de cabeza parecía estar volviendo, pero por una
razón diferente. ¿Cómo podía Alex decirle a Mia que volvía a casa antes de
decírmelo a mí? Él sabía que nosotras trabajábamos juntas. Quizá sabía que ella
sacaría el tema. Kale entró en el coche y lo encendió. Se sentó en silencio junto a mí
antes de que pusiera la marcha y arrancase.
—No puedo creer que no me lo dijera —dije en voz baja. De verdad que eso
estaba destinado a ser un pensamiento.
Miré a Kale, pero él estaba mirando fijamente hacia delante, con su mente sin
duda todavía en el ataque en el centro comercial. Ahí es dónde mi mente debería
estar, pero no podía superar lo de Alex.
—Quizá Jace debería estar cerca de la casa de Mia —dije, finalmente
desencadenando una reacción en Kale.
—Mierda.
—Nadie nos está siguiendo. Es Jace. Cuando sepa que los hombres de Laurent
te han encontrado, no se tomará bien que te quedes en Cedar.
Lo miré, pero él miraba fijamente hacia delante. Kale tuvo que haber sabido
que ese comentario me cortó un poco, pero no dije nada. No estaba preparada para
abrir esa caja de Pandora con él.
Traducido SOS por Emi_93
Corregido por Morin
La verdad duele.
Nadie estaba en casa cuando llegué, así que hice el almuerzo mientras Kale
paseaba afuera buscando cualquier señal de que el hombre tatuado hubiera estado
en la casa. Yo me comí mi sopa y mi emparedado, luego fui escaleras arriba para
esperar a Kale.
—Todo luce bien allá afuera —Él se sentó junto a mí en la cama—. ¿Has
pensado en lo que quieres hacer con Alex?
—Dios, Ella, ¡me asustaste! —Ella estiró una mano para ayudarme a
levantarme.
—¿Estás bien? ¿Qué estabas haciendo, y por qué estabas sosteniendo eso
como si estuvieras lista para golpear a alguien? —Ella me miró extrañada.
—¿Y no pensaste que fuese Max? Quiero decir, se estaba rascando el trasero
como loco cuando llegué. Él necesita que lo saquen durante el día, Ella. Intenta no
olvidarlo, ¿está bien?
Sarah se volvió para irse, pero antes de que saliera por la puerta, se detuvo.
Ella miró para calibrar mi reacción.
No estaba segura de qué es lo que vio, pero ella sonrió y enfiló escaleras
abajo. Yo miré al reloj. Había dormido por un par de horas. Sarah y Lea estaban
escaleras abajo, y pude oler que Sarah había empezado la cena. Mis pastillas me
estaban haciendo más fácil dormir incluso cuando sólo quería tomar una siesta de
treinta minutos.
Tomé una ducha y me sequé el cabello antes de ir escaleras abajo. Asumí que
Kale se había ido cuando llegaron Sarah y Lea, y planeé llamarlo más tarde para
que pudiéramos hablarle a Jace. Sarah había hecho estofado de pollo para cenar, y
Eric llegó a casa lo suficientemente temprano como para sentarse y comer con
nosotras. Nadie dijo nada sobre el regreso de Alex, así que yo tampoco lo
mencioné.
Más tarde esa noche, llamé a Kale para que pudiéramos discutir que Jace
cuidara a Mia. Sentí que habíamos esperado demasiado, así que le envié un
mensaje primero para asegurarme de que estaba bien. Después de que Mia me
respondió el mensaje, esperé a Kale. Él trepó el enrejado, llenando mis sentidos de
nuevo con su picante esencia a invierno.
—¿Y?
—Todo bien por ahora, pero quiero que hagas que Jace mantenga un ojo
sobre ella.
Kale estaba parado a un lado del cobertizo mirando a la luna. Las cosas
habían cambiado completamente. Me iba a ir más pronto que tarde, pero no estaba
segura de cómo planeaba hacerlo. Sabía que el Consejo no era fanático de Kale,
pero parecían una opción viable de protección. Si podía convencer a Jace de que le
permitiera venir a Kale y pudiera encontrar una forma de contarle las noticias a los
Carlton sin despertar sospechas, iría con Jace. Caminé hacia Kale y coloqué mi
mano en su hombro. Él se volvió hacia mí justo cuando Jace emergía del bosque, y
caminamos hacia él juntos, de la mano.
Jace sostuvo mi mirada y maldijo. Se pasó los dedos por el cabello y los cerró
en puños.
—Ella —comenzó él, luego se detuvo.
Kale apretó sus dedos y me tiró frente a él, colocando sus brazos alrededor de
mí.
—¿De qué está hablando, Ella? —preguntó Kale mientras soltaba mi mano.
Yo miré más allá de él, temerosa de decirle de lo que habíamos hablado Jace y
yo, e incluso más temerosa de decirle que había decidido ir con Jace para que el
Consejo pudiese ayudarnos.
Él estaba en lo cierto, pero aún no estaba segura de qué iba a hacer con ello.
Kale no había apartado los ojos de mí y podía sentir el peso de su mirada.
—¿Así que estás diciendo que quieres irte con él esta noche? ¿Es eso lo que
me estás diciendo?
—Hélène también tuvo que tomar duras decisiones, Ella. Es parte de ser una
Arco.
Kale embistió a Jace, sacándolo de balance, y yo tuve que moverme para que
no me tumbara también. Jace se estabilizó antes de caer, luego se volvió hacia Kale
y sonrió.
—¿Una vez más planeas convencerla para evitar que le pida ayuda al
Consejo? ¿Cuántas veces quieres verla morir?
Hélène y Kale habían puesto su amor primero, y es por eso que Laurent pudo
encontrarlos. Los sentimientos que yo tenía por Kale eran más que remanentes del
pasado. Era posible que ellos se pusieran en el camino de tomar una decisión
correcta de nuevo. Tan difícil como era admitir la verdad, era más difícil oírla
cuando la dijo Kale.
—Bien —susurró Kale—. Llévatela —Él enfiló hacia el bosque y se detuvo a
mitad de camino. Corrí hacia él, esperando que hubiera cambiado de opinión. Sabía
que era el mejor plan para nosotros, pero yo no quería seguir adelante con eso. Yo
intenté tomar su mano, pero él me rechazó duramente. El no me miró, y eso dolió.
Quería tocarlo, pero no me atreví.
—Kale, no te vayas así —No quería que él pensara que no tenía fe en él, pero
no podía poner a nadie más en riesgo. El hombre tatuado era una amenaza real. Él
no sabía dónde vivía yo, pero sí sabía cómo lucía, y no pasaría mucho antes de que
me encontrara a mí y a los Carlton—. No me dejes así. Necesito que creas en mí de
la misma forma en que necesitas que yo crea en ti.
Kale se rió duramente. Sonaba profunda y cruel. Él me miró, pero no con sus
usuales ojos adoradores.
—Pero no confías en mí. Confías en Vesco. Sin embargo, está bien. Hélène y
yo tal vez no hayamos sido capaces de huir del Príncipe Oscuro, pero al menos
sabía dónde se encontraba ella.
—Ella, necesitamos planear cómo nos iremos —Él ignoró la conversación con
Kale.
Kale tosió y continuó hacia el bosque. No creí ni por un segundo que lo vería
de nuevo—y pronto—así que lo dejé ir. Él necesitaba calmarse, y yo necesitaba
pensar. No quería que él dijese algo que lamentaríamos los dos. Quería estar con él,
nosotros solos, creando una vida juntos. Incluso tenía un plan para resolver mis
problemas de mortalidad, y el primer paso era irse con Jace. No podía decirle a
Kale lo que tenía planeado, porque él no estaría de acuerdo. Pero era nuestra única
esperanza. Vería a Kale de nuevo, y entonces se lo explicaría. Jace y yo enfilamos
hacia la casa. Yo me volví hacia él y lo hice detenerse.
—No me iré esta noche —Necesitaba más tiempo para decidir cómo irme—.
Primero, debo llamar a Alex y hacerle saber que me voy. Luego tengo que
asegurarme de que Kale se quede aquí solo en caso de que los hombres de Laurent
descubran que viví aquí e intenten usar eso en mi contra.
Jace acordó conmigo en ese aspecto, pero él tenía una mejor idea.
—El Consejo enviará gente aquí por esa razón. Se quedarán hasta que
Laurent no sea una amenaza —Me gustaba la idea, también quería a Kale. Confiaba
en él, y no quería que pensara que ya no era necesario—. Diseñamos un sistema
donde son vigilados alrededor del reloj. Tenemos técnicos que armarán un plan de
vigilancia dentro de los cuarteles del Consejo, así que puedes fijarte cómo están. Te
calmará y hará tu decisión más fácil de manejar.
Esperaba que Jace tuviera razón porque iba a dejar Cedar pronto.
—Para ti y el Consejo.
Yo asentí sin decir adiós y enfilé hacia la puerta. Una vez que estuve en mi
cuarto, llamé a Alex. Era tarde, y sabía que él estaría durmiendo, pero quería hacer
esto antes de que Kale o Jace intentaran convencerme de que no lo hiciera.
Además, una vez que llegara a la ayuda del Consejo, no habría forma de saber
cuándo podría llamarlo. Alex atendió en el segundo tono.
—Nada. Bueno, tengo que hablarte de algo —Oí el ruido de mantas mientras
Alex probablemente se sentaba en la cama—. Ocurre algo, y necesito tu ayuda. No
vas a querer hacerlo, pero si... —Quise decir si te preocupas por mí, pero eso sería
un golpe bajo.
Él había estado dispuesto a dejar su universidad de elección por mí, y eso era
prueba suficiente de que le importaba. No sabía qué decir, así que dije la verdad.
—Está esta gente y me están buscando. Quieren hacerme daño, y creo que
harán daño a tu familia para llegar hasta mí.
Alex estuvo callado en el otro lado, y supe que estaba calibrando sus
opciones. Él podía llamar a su madre y decirle que yo deliraba, o podía creerme. En
este punto, pensé que había cometido un error. Aún no había encontrado una
forma de irme, y Alex podía avisarle a Sarah y al Dr. Lithe, resultando en mi regreso
a Ocean Trace.
—No, no estaré aquí. Por eso te estoy llamando. Necesito asegurarme de que
tus padres no vendrán en mi busca —Sentí que la conversación se salía de control,
pero no estaba segura de cómo arreglarlo. Debería haber esperado a que Kale o
Jace me ayudaran.
—Dios, Alex, me iré de aquí pronto. Supongo que en realidad llamé para decir
adiós —Eso era lo que era nuestra conversación, pero no podía colgar hasta que él
entendiera.
—Dios, chica, serás la muerte para mí —dijo Alex con un suspiro—. Esto no
es un adiós. No voy a decir que te creo completamente, pero tampoco estoy
diciendo que no lo haga.
—Solo espera dos semanas. Estaré allí, y podemos solucionar toda esta
situación.
—¡No, Alex! No estaré aquí, y esto es serio. Significas mucho para mí, y sólo
quiero que sepas que me voy y no estoy segura de si regresaré —Estaba agravada
por Alex y su incapacidad de creerme, pero sabía lo bizarra que sonaba mi historia.
Solo había una cosa que podía hacer—. Te lo probaré —Insegura de cómo hacerlo,
pero más que dispuesta a intentarlo, continué—: Ven a casa pronto. Te esperaré y
te lo probaré.
—¿Qué? ¿De qué hablas? No pudo irme ahora. Necesito terminar aquí.
Incluso si pudiera, Ella, no creo que eso...
No lo dejé terminar. —Tienes dos días para llegar aquí antes de que me vaya,
y no puedo decirte cuándo me verás de nuevo. Si eso no es serio para ti, entonces
no sé qué lo sea.
—Bien.
Pude oír la derrota en la voz de Alex, pero no dejé que eso me molestara.
Necesitaba a mi mejor amigo porque irme sin verlo y explicarle las cosas me
mataría. Después de que hablé con Alex, llamé a Kale. Se terminó darle tiempo para
calmarse. Él no respondió, así que dejé un mensaje de voz. Era positiva con que
Kale respondería la llamada por lo que había pasado en el centro comercial.
Probablemente estaría preocupado si seguía llamando, y no había necesidad de
preocuparlo innecesariamente—al menos, eso fue lo que me dije a mí misma. No
quería creer que ignoró mi llamada a propósito. Me cambié para la cama y me
acosté en ella. Mi mente aún zumbaba por los eventos del día, y caer dormida no
iba a pasar pronto. Enfilé hacia el baño y decidí tomar una ducha caliente. Yo lavé y
acondicioné profundamente mi cabello. Me quedé en la ducha hasta que el agua
caliente comenzó a tornarse fría, luego me paré enfrente del espejo y noté mi
rostro no estaba tan pálido como lo había estado, y mis ojos parecían un poco más
brillantes. El agua caliente parecía ser la cura para mi complexión fantasmal.
Incluso aunque me sentía más relajada, aún no estaba lista para la cama. Me senté
enfrente de mi portátil, abrí el buscador, y tipeé la palabra profético. El primero
vínculo daba la definición.
Yo no había tenido una visión en un tiempo, pero recordaba que Kale había
dicho que habría un Arco que podría ver el futuro. No podía recordar haber visto el
futuro alguna vez. Tipeé la palabra Arco, pero nada de relevancia apareció. Seguí
buscando cualquier entendimiento o forma de explicarle a Alex con lo que estaba
lidiando yo. Ya sabía sobre vidas pasadas, pero necesitaba entender eso de adivino.
Trabajé durante la noche, reprimiendo bostezos y casi plantando la cara en la mesa
de la computadora. Aún necesitaría la ayuda de Kale y Jace cuando se tratara de
explicarle a Alex lo que yo era, e iba a necesitar que uno de ellos me hiciera
recordar un recuerdo así Alex tendría su prueba. El único problema era que solo
tenía dos días para convencer a Kale y a Jace de que ayudaran.
Traducido SOS por Evarg7 y por Emi_93
Corregido por Dayi Cullen
Te veo.
Te huelo. Tú eres ceniza y humo, un fragmento de mi imaginación.
¿Tiene algo que ver con el buenorro desaparecido en combate? Mia dejó
de contar en la estantería y me miró.
¡Charlie, sabes que tengo cosas que hacer hoy! le gritó Mia . ¿Por qué?
¿Dónde está Helen?
El Sr. Knope se frotó la cabeza donde las gotas de transpiración se habían
juntado.
De mala gana, Mia estuvo de acuerdo en quedarse. Eso significaba que, o bien
yo podría quedarme también e ir a casa con ella, o irme pronto y hacer que Jace me
acompañase al mausoleo para ver si Kale estaba bien. Como no me había
respondido la llamada, elegí la última opción y fui al baño para enviarle un mensaje
a Jace, pero el Sr. Knope le llamó y me tendió un sobre.
Toma, Ella. Sé que no estarás aquí en Navidad, pero quería que tuvieras
esto.
Miré dentro del sobre para ver doscientos dólares junto con mi paga. Parecía
que me estaba dando mi bonificación navideña, pero no había estado aquí tanto
tiempo para merecer tanto.
Oh, Sr. Knope, no tenía que hacer esto. Lo aprecio, sí, pero…
Mia dejó las patatas fritas y vino hacia mí. Me sacó el sobre de mi mano y lo
abrió.
Podía ver las ideas y las suposiciones corretear por su cabeza, y no era una
vista bonita.
Hay cosas que no puedo explicar, y no tengo que hacerlo. Como tú y Alex
son tan íntimos, quizá él te lo contará como te cuenta todo lo demás. No quería
ser maleducada, pero sencillamente Mia necesitaba entender que no todo lo de Ella
era asunto suyo.
Mia cerró los ojos y recordó al misterioso voyeur, pero no era Kale ni Jace.
Tenía traje; era negro con una camisa de seda verde por debajo. Era guapo
y me pregunté qué hacía un buenorro como él espiando por las ventanas. ¡Oh! Y
tenía un gran tatuaje en su pecho de un círculo o algo.
Mia negó con la cabeza, y caminé hasta la puerta principal para ver si había
algún coche en el estacionamiento que no reconociera.
—¿Qué buscas?
Miré al coche durante otro momento y me giré hacia Mia, aliviada por la
revelación.
Jace no estuvo de acuerdo, pero ignoré su gruñido molesto. Podía decir que
Mia estaba aliviada, y también lo estaba yo. Me pregunté por qué Jace no me había
contado sobre el coche. Le dije a Jace lo que Mia dijo que había pasado. Él estaba
convencido de que era hora de que nos marcháramos, pero teníamos que esperar a
que el vuelo de Alex llegase más tarde esa noche. Temía que Alex no se tomase bien
las noticias. Y también estaba Mia.
Ella, ¿qué está pasando? sentenció . ¿Quién está en el coche, dónde está
Kale, y quién era el hombre afuera de mi ventana?
Probablemente iba a tener que contarle a Mia más que las mentiras que había
estado usando. Estaba más allá de pensar que esto no era de su incumbencia
porque su seguridad estaba en riesgo. Le dije a Jace que me recogiera a las cuatro y
que Mia estaría con nosotros. Me miró, con los ojos muy abiertos.
***
Yo tenía otra razón para ir con Jace al Consejo. Tenía un favor que pedir. A
cambio, me quedaría con ellos hasta que Laurent fuera asesinado. El vuelo de Alex
llegaría a medianoche y luego había treinta minutos en coche hasta la casa, y tenía
un momento para explicarle todo a Mia. Jace y yo habíamos discutido un plan para
conseguir la cooperación de Alex para ayudarme a desaparecer. Odiaba decirlo así,
pero era así. Era el trabajo de Alex asegurarse de que su familia supiera que estaba
agradecida por todo lo que habían hecho, pero necesitaba irme. De camino a la casa
de Mia desde el cementerio, Mia era sorprendentemente fácil para hablar. Su única
petición era estar ahí cuando Alex llegase. Le había contado que Kale creía que el
hombre tatuado estaba relacionado de alguna forma con el asesino y, como sus
padres no estaban en casa, no debía quedarse ahí. Jace y yo la llevamos a su casa
para que recogiera algunas cosas.
—No puedo creer esto, Ella. Quiero decir, simplemente no puedo —dijo Mia
por centésima vez—. ¿Por qué alguien querría secuestrarte? —Ella habló sin una
pizca de sarcasmo. Estaba realmente confundida.
—Mia, es una larga historia que solo quiero contar una vez, así que puedes
quedarte conmigo esta noche. Cuando Alex llegue, les contaré todo a ambos.
Esa era una buena pregunta. De hecho, cualquier pregunta personal era
buena porque yo nunca le había preguntado más que sobre el Consejo.
—Soy de Belarus, pero he vivido en tantos lugares que creo que mi acento ha
evolucionado —bromeó Jace, y Mia soltó una risilla de nuevo.
Podía ver por qué ella se sentía atraída hacia Jace. Con sus ojos azules y
sorprendente cabello rubio blanco, era increíblemente guapo. Sus rasgos eran
exóticos y fuertes, pero no sostenía un halo de misterio como Kale. Al menos no
para mí.
—Sería genial visitar mis raíces en Italia. —Oí que decía Mia—. Odio vivir en
un pueblo pequeño. Apesta y la mayoría de las mujeres nunca escapan de eso. Si
no están embarazadas, están haciendo de camareras sin ningún lugar a dónde ir —
murmuró ella.
—Al contrario —corrigió Jace—. En 1654, Minsk fue conquistada por las
tropas de Tsar Alexei de Rusia. Los rusos gobernaron la ciudad por treinta años y
cuando fue reclamada por Jan Kasimir al final de la guerra rusa-polaca, Minsk tenía
alrededor de solo 2.000 residentes —nos informó Jace.
—Está bien, pero ¿qué tiene eso que ver con Elmwood City y Cedar? —
preguntó Mia, sin comprender para nada el punto.
—Quiere decir que ningún pueblo pequeño se queda siendo pequeño y que,
como la familia de Jace, puedes irte de aquí e ir a donde quieras. Sólo tienes que
desearlo lo suficiente y trabajar por ello —dije. Si ella realmente quería irse,
debería ir a la escuela a tener más educación y así podría tener más opciones.
Quejarse no iba a sacarla de Elmwood City. Mia se quedó en silencio el resto del
camino hasta su casa por su ropa. Supuse que estaba pensando sobre el consejo
que le había dado. Era tarde cuando llegamos a mi casa, y Mia y yo nos escapamos a
mi cuarto para esperar a que llegara Alex. Le envié mensajes y llamé a Kale
continuamente mientras Mia dormía en la cama que había hecho para ella en el
suelo. Kale finalmente respondió mis textos.
Quería ser mala, pero solo me sentí aliviada de que me estuviera hablando de
nuevo.
Ella: ¿Estás bien?
Ella: Entiendo
Kale: ¿Lo haces?
Ella: No
Ella: OK
Kale: No así.
Ella: ¿Llámame?
Ella: ???
—¿Qué?
—Señor, tengo más noticias —informó Leif—.Un miembro del Consejo está
con la chica.
Laurent sintió la ira bullir dentro de él. —¿Eso es algo de lo que crees que no
tengo conocimiento?
Leif se aclaró la voz y continuó—: No, señor. Hay más. Él pidió un avión
privado para estar aquí mañana y su destino está clasificado. Incluso Judas
desconoce el lugar a donde la llevan.
Judas era un espía humano que estaba al tanto de las idas y venidas del
Consejo, pero al parecer no tenía todo el acceso que había pensado.
—Averigua donde va a estar ese avión y planta a Judas allí. Y en cuanto a ti, te
sugiero que continúes siguiéndolos, si se te escapan entre los dedos de nuevo, vas a
tener que soportar el peso de mi ira contra ti, tú y solamente tú. ¿Entendido?
—Sí, mi señor.
—¿Dónde estaban las Sedes del Consejo la última vez que los encontramos?
—preguntó Laurent—. Bielorrusia, Egipto, y España —dijo respondiendo su propia
pregunta.
—La Isla de Sable —añadió Darke—. Podríamos permitir que la chica aborde
el avión. Nos llevaría al Consejo sin saberlo.
Parecía un buen plan, pero Laurent estaba seguro que el Consejo lo esperaría.
A pesar de que, no eran lo suficientemente inteligentes para crear más inmortales,
habían reclutado algunas de las mejores mentes más brillantes del mundo.
—No, ella no puede subir a ese avión. Una vez que este allí tendremos que
reiniciar nuestra búsqueda. Por alguna razón ya no tengo acceso a los recuerdos de
Ella.
—No, pero puede tener una habilidad natural para hacerlo por su cuenta. En
el pasado, sin saberlo, había sido capaz de evitarme, y me maravilló su habilidad de
hacerlo. Creo que los Arcos han incrementado su poder desde los últimos años, y
ésta será la más poderosa de todos ellos.
Traducido por Pili
Corregido por Mew Rincone
«Con el fin de aprender las lecciones importantes de la vida, uno debe cada
día superar el miedo. » —Ralph Waldo Emerson.
―Parece que estés dando a luz ―dijo Mia. Ella había salido del baño y se
estaba inclinando sobre mí cuando abrí los ojos.
Sacudí mi cabeza. No quería tener que pasar por eso dos veces―. Realmente
quiero esperar a Alex y explicarlo a los dos al mismo tiempo.
Mia meneó la cabeza―Debe ser muy serio si lograste que Alex viniera a casa
dos semanas antes de lo que tenía que hacerlo.
―Lo es.
Mia y yo nos sentamos allí por otros veinte minutos hasta que su estómago
gruñó vergonzosamente alto. Le di una de mis barras de cereales y una botella de
agua que tenía guardada en mi habitación.
Mia señaló al bolso que había embalado―. También noté que tu cepillo de
dientes y todas esas cosas de limpieza están fuera del baño y que tu portátil esta
desaparecido. ¿Estas huyendo?
Tenía pensado hacerlo de todos modos, pero Mia tenía razón. Aunque el
Consejo enviaría gente aquí para proteger a mis amigos, era todavía importante
que Alex y Mia supieran lo que estaba pasando.
Por desgracia, no había nada, y todo lo que podíamos hacer era sentarnos allí
y mirarnos la una a la otra. De repente, pensé acerca de lo que podríamos abordar.
Aunque estuviera a la lista de asuntos-no-discutibles, necesitaba un poco de ayuda.
―. Déjame preguntarle algo.
Mia entrecerró los ojos y arrugó su cara, tratando de seguir por donde iba.
―Mira, sólo aclárate tu misma y luego me preguntas porque no entiendo las
sandeces, y eso es lo que estoy escuchando.
―¿Alguna vez has tenido que dejar a alguien atrás sin la cual no crees que
puedas vivir porque ya has perdido demasiado? ―Oí como mi voz se quebraba y
eso me enfureció. Era el momento de ser fuerte.
Mia me miró con los ojos muy abiertos, sorprendida por la seriedad de la
pregunta. Claramente no esperaba una pregunta así. Ella continuó mirándome,
silenciosamente con nuevo interés―No ―respondió después de un momento.
―No creo que haya tenido alguna vez a alguien así en mi vida. ―Añadió―. A
alguien a quien no podría dejar ir. Sé que me hace parecer como la mayor mocosa
malcriada, pero así es como es.
―Por favor, Ella. ¿Qué pasa con mis padres? Les conté acerca de lo de Anna y
Janice en la Elmwoods, ¿y quieres saber lo que me dijeron? Ellos dijeron que
cualquier muchacha que se adentra en el bosque solo consigue lo que se merece, y
entonces mi padre se volvió hacia mí y me dijo: »Que les sirva de lección para las
cosas estúpidas que tu y tus amigos hacen.»
5
Peeping Tom = Tom el Mirón: un personaje de la leyenda de Lady Godiva que no pudo resistir la
tentación de mirar a la mujer por un agujero.
―Sí ―dijo en respuesta a mi sorpresiva reacción―. ¿Qué habrían dicho tus
padres?
La hora estaba finalizando, y todo lo que quedaba era esperar el coche que
Jace había alquilado para Alex. Mande un mensaje a Kale y le informe acerca del
juego de espera en el cual nos encontrábamos. Mia caminaba por la habitación yo
comía una barrita y daba sorbos a mi agua hasta que vi las luces en mi ventana.
Respire hondo y miré fuera para ver a Jace corroborando que era Alex. Mia y yo
nos pusimos nuestros abrigos y nos dirigimos escaleras abajo. Me sorprendió lo
fácil que se había vuelto ir y venir tan tarde. Eric y Sarah no estaba tan
preocupados por mí desde que había hecho amigos y comenzado el instituto. Tal
vez pensaron que las tensiones de mi vida habían comenzado finalmente a
calmarse.
En el exterior, Alex y Jace estaba parado uno al lado del otro—Jace siempre
vigilante, Alex solemne y confundido. El segundo en el que vi a Alex mi corazón se
derritió y sentí mi sangre calentarse. No importaba por qué estuviera allí o si ni
siquiera me creería después de que me hubiera ido, había algo en él que parecía
cálido y familiar. Alex sonrió y dio un corto y vacilante saludo. Sus nervios habían
cogido lo mejor de él. Lo podía ver en sus ojos. Cuando Mia y yo caminamos más
cerca de ellos podía ver que Alex parecía fatigado. Solo había sido un viaje de dos
horas. A pesar de que había tomado un vuelo tardío, aun así debería haber
conseguido dormir algo. Yo odiaba pensar que era un estrés en su vida, que le
podía impedir dormir.
―Hola ―susurré.
Una pequeña sonrisa surgió en sus labios. Mia estaba extrañamente tranquila
cuando levante la mirada hacia ella cubierta con su abrigo. Ella parecía como una
muñeca pálida que caminaba hacia su muerte, y me pregunté por qué no me di
cuenta de lo difícil que sería para Mia y Alex. Quise la verdad cuando Kale y yo
estuvimos juntos, y a veces el estrés me había impedido dormir, así que debería
haberlo sabido.
―Miedo ―dije con sinceridad. No temía a Laurent como debería hacerlo, pero
temía las consecuencias de mis decisiones, si mi plan fallaba―. Temo que no esté
tomando la elección correcta, la que Hélène y Kale no pudieron tomar—la que los
habría separado para siempre. ―Sabía que la razón por la que Kale y Hélène no
habían pedido ayuda al Consejo era porque habían sabido que lo más probable era
que nunca se vieran de nuevo. Ni Kale ni Jace me habían mostrado ese recuerdo.
Sólo parecía estar metido en mi mente como una verdad. Él y yo nunca podríamos
vernos el uno al otro otra vez.
―Con el fin de aprender las lecciones importantes en la vida, uno debe cada
día superar al miedo ―dijo Jace―. Ralph Waldo Emerson.
Jace sacudió su cabeza―No trato de ser lo que llamarías “un sabelotodo”, Ella.
Sólo digo que enfrentar y superar tus miedos es algo que todo el mundo tiene que
hacer. Algunos lo harán y prosperarán, mientras otros se ahogarán en todo lo que
ofrece la vida.
Jace ladeo sus ceja y la movió en dirección al bosque, una invitación para que
todos le siguiéramos. Mia se adelanto, pero Alex puso su brazo alrededor de ella,
impidiéndola moverse.
―¿Quién es este tipo, y por qué nos dirigimos hacia el bosque donde fueron
asesinadas dos mujeres no hace mucho tiempo? ―Sus ojos brillaban con lágrimas,
bien del frío o porque sus emociones habían comenzado a purgar.
Pensé que el hecho que él había revelado era la prueba de que el creía que yo
no me quedaría―. ¿Realmente te vas? ―Alex dejo a un lado a Mia y se acercó a mí.
Mia permaneció a un lado como una invitada a una cena familiar convertida en una
guerra familiar y respiré hondo antes de hablar.
―Ella ―Alex interrumpió― Creo que deberías llamar al Dr. Lithe y decirle que
estás viendo y oyendo cosas otra vez.
Trate de alejarlo de mí, para mirarle a los ojos y decirle que eso no era una
idea buena, pero el me sujeto, no permitiéndome moverme.
Podía oír la preocupación en su voz. A pesar de que no podía verla, sabía que
estaba preocupada acerca de en que se había metido.
―Ella escucha una voz y ve cosas que la asustan ―Alex explicó por mí, pero
faltó a la verdad.
―Así, que estas diciendo que Ella no está del todo cuerda ― dijo Mia, tratando
de entender lo que le decía Alex.
―¡Qué! ―Alex exclamó, tirando mi atención de vuelta hacia él―. ¿Qué diablos,
Ella? ¿Por qué no me llamaste o al menos a la policía? ―Me aparto suavemente de
él para mirarme―. Esto es mi culpa. Te aparte de manera que no pudieras hablar
conmigo. ―Alex tocó mi rostro. Sus manos ya no tenian la calidez que tenían antes,
y estaban temblando.
Mia estaba parada de pie mas lejos, y podría decir que ella estaba recelosa de
la situación. Jace estaba parado al lado de Alex y de mí, su rostro lleno de
preocupación. Alex estaba parado delante de mí con expectación. Mi cabeza estaba
llena y me dolía la barriga. Le debía mucho mas que una hora para explicarle y un
rápido adiós. Alex me debería odiar por mi incapacidad para confiar en él, pero él
estaba dispuesto a cargar con todas las culpas. Yo no estaba segura de si podría
compensarlo.
Podría oír que Jace se movía detrás de mí antes de que hablara. Aire frío
azotando a nuestro alrededor. Alex estaba en silencio, y Mia miraba sorprendida.
―No, no es así como funciona esto, Ella ―dijo Jace. Se traslado a mi línea de
visión. Su rostro era duro e inflexible, pero no significó nada para mí.
Mire hacia atrás a Alex y supe por la mirada en sus ojos que no estaba seguro
de que lo que habíamos dicho fuera verdad, pero también se sentía culpable por
empujarme lejos las últimas semanas. Pero no era el único culpable.
―Ven conmigo ―dije otra vez. No pensaba en nada más que tener a Alex
conmigo cuando llegara al Consejo. No estaría sola, y no tendría que preguntarse si
alguna vez me vería de nuevo.
Jace me separó de Alex― Ella, no es así como funciona esto. Tienes que dejar
ir las cosas que quieres mantener a salvo. Hélène hizo las decisiones equivocadas, y
pensé que ibas en la dirección correcta cuando decidiste soltar a Kale.
Estaba preocupado por su familia, pero le dije que no sería para siempre, y el
Consejo estaría aquí para protegerlos. Jace dijo que él podría hacer parecer como si
Alex estaba todavía en Nueva York. Estaba completamente en contra de la idea,
pero él haría lo que fuera para conseguir que yo fuera a Alaska con él. El último
problema que resolver antes de salir era Mia.
Él sonrió y explicó a Mia por que podía confiar en el Consejo― Voy a estar
aquí personalmente, Mia, y como Ella dijo, puedes confiar en mí.
Alex y yo cargamos mis cosas y los pocos artículos que había traído de Nueva
York en el coche de Jace mientras Mia hablaba con Jace sobre un caballero de
armadura blanca. Saqué mi teléfono de mi bolsillo y llame a Kale. Oí el ring de su
teléfono por entre la maleza, y cuando miré hacia arriba, él apareció. Fue una
alegría verlo, alto y hermoso. Su cabello cubriendo parcialmente sus ojos, y la luz
de la luna reflejada en la nieve, brillando directamente sobre él como un foco de
luz. Me dirigí hacia él decidida a no llorar porque no era una despedida. Kale se
reunió conmigo a medio camino y me recibió con un abrazo. Su lado tierno fue
inesperado y relajante, así que me empuje más cerca y lo estreche.
―Necesito que corras, Ella. ―Me abrazó tan fuerte que no podía negar con la
cabeza.
No iba a correr hasta que averiguara lo que había pasado con Mia y Alex.
Podía oír las burlas y abucheos de las voces que llegaban desde la dirección de
Kale y de donde yo acababa de venir, pero no eran familiares. Kale me sacudió para
conseguir que mi atención volviera a él.
―Ella ―la voz de Kale me sacudió, y yo sabía que era porque los hombres de
Laurent nos habían encontrado. El estómago me dolía y mis manos temblaban
mientras luchaba contra las ganas de vomitar―. ¡Tenemos que volver, Kale!―
Lloré. Toda la fuerza que pensé que había tenido rápidamente desapareció.
―Corre, Ella. Los sacaré del camino, pero los hombres te están buscando. ―Él
siguió moviéndome hacia atrás.
Yo sabía que habíamos recorrido mucho porque apenas podía oír los gritos
de los hombres que pensé que eran los Chorý que Laurent había enviado a por mí.
Me alejé de Kale y traté de hacer mi camino de regreso a la casa, pero nos
habíamos adentrado tanto en el bosque que no sabía que dirección me llevaría de
vuelta.
No sabía lo que estaba haciendo, pero cuando cogió marcha comprendí que él
me abandonaba allí.
Kale
Ella se quedó de pie allí y me miró como si yo fuera un fantasma—algo
imposible o irreconocible de que yo la hubiese dejado en medio del bosque sin
ninguna protección o siquiera una explicación. Su cara estaba pálida y dulce y sus
labios se tornan azules, así que supe que ella tenía poco tiempo. No iba ser capaz
de protegerla y luchar contra ellos. Ellos eran mucho más fuertes que yo, y no
había ningún caso en negarlo. Ella hizo una elección que lo cambiaba todo, y esta
noche estaba siendo forzado a hacer lo mismo. Ella creyó que era lo mejor y yo me
incliné a estar de acuerdo, pero por razones mucho más diferentes a las de ella.
Ella creyó que nos encontraríamos otra vez, pero yo sé que ese no era el caso. Se
cree que las cosas serán diferentes, pero yo se la verdad. Nuestra historia se
repetirá. Sabía cual era su plan porque no era la primera vez que me encontraba
con él.
—Tienes diez minutos —le dije, aunque me preocupaba que ella pudiera
tener menos tiempo que eso.
—¿La ves? —susurra Mia con lagrimas corriendo de su rostro. Ella está
sosteniendo su brazo y puedo ver la sangre goteando hacia la abertura de su
abrigo.
Acerco mas a Mia y lanzo una mirada de disculpa mientras se estremece por
la sacudida de dolor que el movimiento envía a través de ella. Le subo la manga
para ver como si algo caliente la hubiera atravesado. No he visto muchas heridas
en mi tiempo, pero parece que alguien le ha disparado. Aunque no he oído una
arma, estoy dispuesto a apostar que es lo que es. No puedo decirle a Mia esto
porque me temo que va a tener un colapso si lo hago.
Miro hacia el jardín de nuevo, pero no veo a Ella por ningún lugar. Jace está
encima de un hombre que está fuera de combate, mientras que otro hombre se
coloca por encima de él, con una gran espada en la mano. Parece como si la mierda
se volviera real. Cubro la cara de Mia y muerdo mi labio. Tengo que mantener la
calma y tratar de no vomitar. Sé que si colapso, la reacción de Mia será peor. Veo
que el tipo que Ella estaba abrazando antes de todo esto pasara esta ahora
peleando con Jace. Es sorprendente lo rápido que se mueve; no puede ser una
persona normal. Debe de tener algún tipo de formación especial, pero se ve muy
joven haber servido en el ejército el tiempo suficiente para ser tan hábil.
—No, no la veo por ninguna parte —le digo a Mia. La pongo de nuevo sobre el
cobertizo. Si viera lo que creo que acabo de ver, entonces definitivamente se
asustaría.
—Mia, dame tu teléfono —le digo que el mío no no funciona y ella admite que
dejo el suyo en mi antigua habitación.
Sus lagrimas y su aliento son tan calientes ahora que me preocupa que este
enviando niebla en el aire que revele nuestra posición, así que la pongo más cerca y
le susurro palabras tranquilizadoras en su oído. Le digo cosas y espero que sean
realidad. Le digo que mis padres probablemente ya llamaron por ayuda y que
estaremos bien. La verdad es que no estoy seguro si lo digo para ella o para mí.
Cedar es un pueblo pequeño, pero nunca había tenido problemas con la señal del
telefóno. Apuesto a que estos hombres han ido tan lejos como para usar
bloqueadores de señales. Parece tan irreal. Los hombres se encuentran ahora en un
punto muerto, mirandosen los unos a los otros. Creo que Jace ha hecho algo, pero
no estoy seguro de querer saber lo que es. Su rostro está pálido y puedo sentir su
preocupación en todo el camino hasta aquí; que debe tener algo que ver con Ella.
Espero a que un momento a otro mi padre vaya a estallar por la puerta con la
escopeta que su padre le dejo y nos lleve hacia la casa, pero mientas mas tiempo
estamos Mia y yo en la nieve, más me doy cuenta de que eso no va a suceder. Ella
está llorando tan fuerte ahora que todo su cuerpo temblando y ya no se siente
caliente en mis brazos. Tengo que conseguir llevarla al interior.
El hecho de que todavía no oiga sirenas me preocupa, pero no dejo que eso
me impida elaborar un plan.
Con todos esos tipos ahí fuera, no debería ser difícil para Mia y para mí
correr hacia la puerta. El único problema es que si estos hombres tienen una
emisión del movil, probablemente ya han cortado los cables de teléfono, y la única
manera de obtener ayuda es llegar al coche y conducir hasta la casa del sheriff. El
coche está detrás de todos los hombres, y mi única esperanza es conseguir llevar a
Mia dentro, volver aquí y a continuación, obtener al coche. Por lo menos en el
interior la escopeta de mi padre está cargada y lista. Sólo me pregunto qué está
pasando dentro de casa.
Jace
Cuento los segundo antes de verla. Su rostro en forma de corazón, cabello
café, y unos ojos esmeralda tan inocente, y sin embargo tan importante para la
destrucción del hombre al que voy a matar. Ella es quien nos salvara a todos. Hasta
ahora, me había acercado con una gentileza que tenía que terminar. Ella no sabe
contra que está luchando y es mi trabajo instruirla. Tendré que ser el chico malo, y
ella se arrepentirá de confiar en mí. Le he mentido más de lo que ella sabe, y la
verdad la romperá. Su confianza y fe en el Consejo va a irse, pero es un riesgo que
tendré que correr.
Algo no está bien. Los hombres de Laurent están muy calmados. He luchado
con los Chorys muchas veces, y no son nada si no audaces y feroces como animales,
pero ahora ellos están calmados. Están esperando por algo, y me doy cuenta que
están tratando de ganar tiempo. Es posible que todos nos hayamos equivocado.
Porque todos estamos aquí mientras Ella está en el bosque—sola.
Ella
Ya no puedo correr, pero tampoco puedo permanecer inmóvil tampoco.
Tengo que volver con Alex y Mia. Sus gritos se hacen eco en mi cerebro y me
sacude hasta los huesos. La tierra tiembla bajo mis pies y me doy cuenta que los
temblores están viniendo de mí. Mi cuerpo tiembla con escalofríos a lo largo de mí.
Mis pulmones se queman con cada respiración que tomo, y me siento como si me
hubiera tragado brasas brillantes que irradian a través de mi pecho. Pongo mi
mano sobre mi corazón, dispuesta a calmarlo, pero golpea y late más salvaje y
rápido. Estoy tentado a sentarme, pero no puedo porque no estoy segura de que
tenga la fuerza para levantarme de nuevo. Miro a mí alrededor a los árboles
blancos, un borrón acelerado de blanco, marrón y rojo. Aunque me he estado
moviendo por un tiempo, veo el mismo árbol rojo donde Kale me dejó. Entorno los
ojos y miro el árbol rojo de nuevo. ¿Cómo es posible ver el árbol de nuevo cuando
pensaba que había hecho algún progreso hacia adelante? ¿Es posible que me esté
moviendo en círculos? ¿Me he movido siquiera en absoluto? Respiro hondo y me
trago la sensación de ardor y trato de pensar. Kale se había alejado y yo lo seguí.
No, eso no es lo que pasó. Kale fue y yo me senté. ¿O me caí? No puedo recordar, y
mi maldita cabeza no se despeja el tiempo suficiente para que me concentre. No sé
dónde estoy ni cuánto tiempo he estado aquí. Parece como si Kale me hubiera
dejado hace horas, pero sé que eso no puede ser cierto. No es posible porque yo no
hubiera sobrevivido aquí por horas.