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David Foster Wallace en español:

ESTO ES AGUA
“THIS IS WATER”

Este es el discurso de graduación que David Foster Wallace pronunció en el año


2005 a los graduados de de Artes Liberales en Kenyon College, Ohio.

Están dos jóvenes peces nadando y entonces se encuentran un pez


más viejo nadando hacia el otro lado, este se voltea hacia ellos y les dice:
“Buenos días muchachos, ¿qué tal está el agua?”. Los dos peces jóvenes
se alejan un poco y de momento uno de ellos mira al otro y le dice: ¿Qué
cosa es “el agua”?

La idea de contar una fabula, como inicio de un discurso está muy


lejos de ser una “habladera de paja” dentro del género,1 pero si les
preocupa que tengo planes de presentarme a mí mismo aquí como el
viejo pez sabio explicando lo que es agua a ustedes, los peces jóvenes,
por favor no lo piensen.

Yo no soy el viejo pez sabio.

El punto más resaltante de la historia del pez es que simplemente


las más obvias, generalizadas e importantes realidades son,
frecuentemente, las más difíciles de ver y de las que es más difícil hablar;
esto puede sonar simplemente como un precepto típicamente inglés y
desde luego, esta es una máxima muy banal, pero el hecho es que en el
día a día del batallar de la vida adulta, los postulados banales pueden
tener una importancia de vida o muerte.

Algo así es lo que quiero sugerirles en esta seca y adorable mañana.

1
Original: “The story thing turns out to be one of the better, less bullshitty conventions
of the genre…”
Desde luego, el principal requerimiento de discursos como este es
que se supone que debo hablar acerca del significado de sus estudios de
Artes Liberales; tratar de explicar por qué el título que van a recibir tiene
un valor humano real en vez de servir, simplemente, para obtener una
recompensa material.

Vamos a hablar, entonces, acerca del más generalizado cliché


utilizado para dar inicio a este tipo de discurso, el cual es que los estudios
de Artes Liberales no tienen mucho que ver con saturarlos de
conocimientos, sino con –abro comillas- “enseñarles cómo pensar”.

Si ustedes son como yo, cuando era estudiante, no les debe gustar
en lo absoluto, escuchar esto, incluso pueden llegar a sentirse insultados
alegando que ustedes nunca necesitaron que alguien les enseñara a
pensar, sobre todo porque el hecho de ser admitidos en una universidad
como esta es una prueba suficiente de que ustedes ya sabían cómo
pensar.

Sin embargo, yo voy a demostrarles que ese cliché sobre las Artes
Liberales no es insultante en lo absoluto porque la educación para pensar
-verdaderamente significativa- que supuestamente vamos a obtener en
un lugar como este no tiene que ver con la capacidad para pensar sino
más bien con la decisión acerca de lo que deseo pensar.

Si su completa libertad de escoger lo que quieren pensar les parece


demasiado obvia para perder el tiempo hablando de ella, les pido que
piensen acerca del pez y el agua, y pongan entre paréntesis, por algunos
minutos, su escepticismo acerca del valor de lo totalmente obvio.

Ahora les contaré otra breve historia.

Estaban dos hombres sentados juntos en un bar de la inhóspita


Alaska. Uno de los hombres es religioso, el otro es ateo, ambos están
discutiendo acerca de la existencia de Dios con esa intensidad particular
que viene después de la cuarta cerveza. El ateo dice:

- Mira, no es que yo tenga razones genuinas para no creer en Dios,


es más bien que no he experimentado lo de Dios y la oración. Justo el mes
pasado, fui sorprendido lejos del campamento en una terrible tormenta, y
no podía ver nada, estaba totalmente perdido, y la temperatura estaba a
25 grados bajo cero; y entonces lo hice, probé; me puse de rodillas en la
nieve y grité: “¡Dios, si hay un Dios; estoy perdido en esta tormenta y voy
a morir si no me ayudas!”.
En ese momento, en el bar, el hombre religioso mira al ateo
confundido:

- Bueno, entonces debes creer ahora -dice él-; después de todo,


aquí estás, vivo.

El ateo voltea los ojos dando a entender que el religioso es un total


ingenuo:

- No hombre, lo que paso fue que una pareja de esquimales estaba


merodeando por allí y ellos me mostraron el camino de regreso al
campamento.

Es fácil someter esta historia a un análisis tipo Artes Liberales: la


misma experiencia puede significar dos cosas completamente diferentes
para dos personas diferentes; según los paradigmas de creencias de cada
uno y sus dos formas diferentes de de construir significados a partir de
una experiencia.

Como valoramos la tolerancia y la diversidad de creencias, de


ninguna manera, en nuestro análisis basado en las Artes Liberales, vamos
a afirmar que la interpretación de uno de los hombres es verdadera y la
del otro es falsa o deficiente; lo que es positivo; excepto que, asimismo,
nunca nos pondremos de acuerdo acerca de dónde se originan los
paradigmas de las creencias de estos individuos o, para ser más preciso,
en que parte de su interior se originan.

Es como si , en cada quien, las orientaciones más básicas con


respecto al mundo y el significado de sus experiencias estuviesen, de
alguna forma, genéticamente conectadas a esa persona, como sucede
con la estatura o el número que calza; o como si se hubiesen absorbido
directamente de su cultura, como el idioma. Es como si la forma que cada
quien tiene de concebir el significado de las cosas no fuese cuestión de
personal y deliberada elección, de consciente decisión de cada quien.

Además está el asunto de la arrogancia.

El hombre no religioso confía, de forma absolutamente obstinada,


en su rechazo a la posibilidad de que los esquimales tengan algo que ver
con su oración pidiendo auxilio.

Es cierto, hay gran cantidad de personas religiosas que parecen


arrogantemente seguros de sus propias interpretaciones, también. Son,
probablemente, más repulsivos que los ateos, al menos para la mayoría
de los que estamos aquí; pero el hecho es que el problema de los
religiosos dogmáticos es exactamente el mismo que el del ateo de la
historia –arrogancia, seguridad ciega, una mente tan cerrada que es una
cárcel tan completa que el prisionero no se da cuenta de que está
encerrado.

El punto aquí es que yo pienso que esto es, en parte, lo que el


mantra de las Artes Liberales -“enséñame cómo pensar”- se supone, en
parte, que significa: ser un poco menos arrogante, tener cierta
“conciencia crítica” acerca de mí mismo y de mis convicciones… porque
un gran porcentaje de lo que yo creo que es cierto se puede volver falso y
decepcionante.

Yo aprendí esto de la manera más difícil, como les predigo a


ustedes, graduados, que les sucederá.

Aquí hay un ejemplo de lo absolutamente errónea que es una


creencia acerca de la que yo estaba automáticamente seguro.

En mi propia experiencia inmediata, todo sostiene mi profunda


convicción de que yo soy el absoluto centro del universo; la más real,
vívida e importante persona que existe. Raramente pensamos en este
tipo de natural y básico egocentrismo porque es socialmente repulsivo,
sin embargo es prácticamente igual para todos nosotros, en lo más
profundo.

Es nuestra falla de origen, conectada a nuestra estructura desde el


nacimiento.

Piensen en esto: no hay experiencia que ustedes hayan tenido de la


que no hayan sido el centro absoluto. El mundo, tal como lo experimentas
esta en frente de ti, o detrás de ti, o a la izquierda o a la derecha de ti, en
tu televisor, tu monitor, o en lo que sea. Los pensamientos y sentimientos
de otras personas tienen que ser comunicados a ti de alguna manera,
pero los tuyos propios son tan inmediatos, urgentes, reales.

Captan la idea.

Pero, por favor no se preocupen pensando que me estoy


disponiendo a predicarles acerca de la compasión o la aprobación de los
demás o sobre todas las llamadas “virtudes”.
Este no es un asunto de virtud; es un asunto que tiene que ver con
mi decisión de esforzarme para, de alguna manera, alterar o liberarme de
mi natural y predeterminada falla de origen, la cual consiste en ser
profunda y literalmente egocéntrico y en ver e interpretar todo a través
estos anteojos propios. Las personas que pueden adaptar su natural falla
de origen de esta forma son descritas, generalmente, como “bien
adaptadas”, lo que, yo les sugiero, no es un término accidental.

Debido al ambiente académico en el que estamos, una pregunta


obvia es ¿cuánto de este trabajo de adaptación de nuestra falla de origen
involucra, de manera genuina, nuestros conocimientos o nuestro
intelecto?

La respuesta, lejos de sorprendernos, es que depende de la clase


de conocimientos a la que nos referimos.

Probablemente lo más peligroso de la educación académica, al


menos en mi caso, es que capacita mi tendencia a “sobreintelectualizar”
las cosas, para perderse en el pensamiento abstracto en vez de,
simplemente, poner atención a lo que sucede delante de mí.

En vez de poner atención a lo que sucede dentro de mí.

Estoy seguro de que ustedes, muchachos, deben saber ya que es


extremadamente difícil permanecer alerta y atento, en vez de dejarse
hipnotizar por el constante monólogo que está dentro de sus cabezas.

Lo que ustedes no conocen todavía son los peligros de este


conflicto.

En veinte años, desde mi propia graduación, he llegado a


comprender, gradualmente, estos peligros y he visto que el cliché de las
Artes Liberales acerca de “enseñarte cómo pensar” es, más bien, una
manera simple de expresar una muy profunda e importante verdad.

Realmente, “aprender cómo pensar” significa aprender la forma de


ejercer algún control sobre cómo se piensa y qué se piensa. Significa
estar consciente y suficientemente enterado para decidir a qué debo
prestar atención y para decidir cómo elaborar significados a partir de la
experiencia.

Porque si ustedes no pueden o no quieren ejercer este tipo de


decisión en su vida adulta, ustedes estarán totalmente jodidos.
Piensen en el viejo cliché que se refiere a la mente como “un
excelente sirviente pero un terrible patrón”. Este, como muchos clichés,
tan débil y banal en la superficie, realmente expresa una gran y terrible
verdad. No es una simple coincidencia que los adultos que cometen
suicidio con armas de fuego casi siempre se disparan en… la cabeza. Y la
verdad es que, en verdad, muchos de estos suicidas están muertos
mucho antes de halar el gatillo.

Y yo opino que este es el verdadero valor, no “habla-paja”, que su


educación de Artes Liberales encierra: como evitar que vayan por su
cómoda, próspera y respetable vida adulta, muertos, inconscientes siendo
esclavos de su cabeza y de su falla de origen que los hace sentirse únicos,
completos, imperialmente solos, día tras día.

Esto puede sonar hiperbólico, o una abstracción sin sentido.

Entonces vamos a ser más concretos.

El hecho específico es que ustedes, licenciados, no tienen todavía ni


idea de lo que significa realmente el “día a día”.

Es que existen grandes segmentos de la vida adulta americana de


los que nadie habla en los discursos formales, esas partes que involucran
aburrimiento, rutina y lastimosa frustración.

Los padres y las personas mayores que se encuentran aquí saben


bien a qué me refiero.

Para poner un ejemplo, vamos a hablar de un día cualquiera en la


vida de un adulto; te levantas en la mañana, vas a tu desafiante trabajo
de ejecutivo graduado y trabajas duro por nueve o diez horas; y al final
del día estás cansado y estresado, y todo lo que quieres es ir a casa y
comerte una buena cena y, tal vez, relajarte por un par de horas y
meterte en la cama temprano porque debes levantarte al día siguiente
para volver a hacer lo mismo otra vez.

Pero, entonces, te acuerdas de que no hay nada para comer en casa


–no tuviste tiempo de comprar esta semana a causa de tu trabajo
desafiante- y por eso ahora, después de trabajar, debes meterte en el
carro y manejar hasta el supermercado.

Es el final de un día de trabajo y el tráfico está terrible, por eso


llegar a la tienda toma mucho más tiempo de lo que debería; y cuando
finalmente llegas, el supermercado está lleno porque, claro, es la hora
del día en que las otras personas que trabajan se aglomeran para hacer
sus compras, y la tienda tiene una luz desagradablemente fluorescente
fundida con una torturante2 “música de ascensor”3 o un pop comercial, y
ese es casi el último lugar en el que te gustaría estar, pero no puedes
entrar y salir rápidamente.

Tienes que deambular a través de los largos y excesivamente


iluminados pasillos llenos de gente para encontrar las cosas que quieres y
tienes que maniobrar tu destartalado carrito a través de todas esas otras
personas cansadas y apuradas que también llevan sus carritos y, desde
luego, está también la gente vieja congelada en su lentitud, y los que
están “en la luna”4, y los niños con TDAH5 que bloquean todo el pasillo y
tienes que apretar los dientes y tratar de ser educado cuando les pides
que te dejen pasar, y finalmente cuando ya hiciste toda tu compra
resulta que no hay suficientes cajas abiertas a pesar de que todos tienen
la prisa-del-final-del-día, por eso la cola de la caja es increíblemente larga.

Todo ello es estúpido e indignante, pero no puedes pagar tu rabia


con la dama desquiciada que está en la registradora que trabaja
sobretiempo en un trabajo cuyo tedio diario y falta de sentido sobrepasa
la imaginación de cualquiera de los que estamos aquí, en una universidad
prestigiosa… Sin embargo, finalmente, eres el primero en la fila de la caja
y pagas por tu comida y esperas a que tu cheque o tu tarjeta pasen por la
máquina y te dicen “tenga un buen día” con una voz que es la voz de la
muerte.

Entonces tienes que colocar tus bolsas plásticas de comida,


desagradables y endebles, en el carrito con su rueda loca que lo lleva
alocadamente hacia la izquierda durante todo el trayecto a través del
estacionamiento lleno de tierra y de baches, y tratar de cargar las bolsas
para colocarlas de forma que las cosas no se salgan y rueden por el
maletero durante todo el camino a la casa, y entonces tienes que

2
Soul-killing
3
Muzak
4
Spacey people
5
Trastorno de Deficiencia de Atención e Hiperactividad
manejar a través del tráfico lento, pesado, lleno de camionetas6 en la hora
más intensa, cuando todos tienen prisa, etcétera, etcétera.

Todo el mundo ha tenido esta experiencia, desde luego –pero esto


no se ha convertido todavía en parte de su rutina de vida de graduados,
día tras semana tras mes tras año. Pero lo será, así como muchas otras
rutinas deprimentes, desagradables y sin sentido.

Sin embargo, este no es el punto. El punto es que en esta frustrante


y deprimente basura es donde se lleva a cabo el trabajo de seleccionar.

Porque el tráfico agobiante y los pasillos atestados de gente y las


largas colas a las cajas del mercado me dan tiempo para pensar, y si no
tomo una decisión consciente acerca de cómo pensar y a qué prestar
atención voy a estar jodido y me sentiré miserable cada vez que tenga
que hacer la compra porque mi falla de origen natural me dice que
situaciones como esta solo tienen que ver conmigo: con mi hambre, mi
cansancio y mi deseo de llegar a casa, y va a parecer que todo el mundo
está atravesado justamente en mi camino, y ¿quién coño son todas estas
personas atravesadas en mi camino?

Y mira que repulsivos son la mayoría de ellos y que estúpidos, se


ven tan caras de vaca y ojos de muerto, parecen tan poco humanos aquí
parados en la cola de las cajas; o mira que molesta y maleducada se ve
esa gente hablando tan alto en sus celulares en medio de la cola, y mira
que profundamente injusto es todo esto: he trabajado duro todo el día,
estoy muerto de hambre y agotado y ni siquiera puedo llegar a mi casa a
comer y descansar por causa de toda esta estúpida y maldita gente.

O, por supuesto, si me siento más socialmente consciente, dada la


conformación “Arte-Liberal” de mi falla de origen, puedo pasar el tiempo
en el embotellamiento del tráfico del final del día sintiéndome furioso y
disgustado por todas las gigantescas camionetas7 y Hummers y
camionetas pickup V12 quemando su despilfarrador, egoísta tanque de
gasolina de ciento cincuenta litros8, y puedo mortificarme con el hecho de
que las calcomanías patrióticas o religiosas pegadas a los parachoques
siempre parecen estar en los vehículos más grandes, más
desagradablemente egoístas conducidos por los más feos, más
6
SUV. Sport Utility Vehicle
7
SUV
8
Equivalente en galones en el original
desconsiderados y agresivos conductores que generalmente están
hablando por sus celulares mientras se atraviesan para adelantar apenas
seis estúpidos metros9 en el embotellamiento de tráfico, y me pongo a
pensar cómo los hijos de nuestros hijos nos despreciarán por desperdiciar
todo el combustible del futuro y probablemente por joder el clima, y en lo
desconsiderados y estúpidos y egoístas y desagradables que somos, y en
como todo da asco, y así sucesivamente…

Miren, si yo escojo pensar de esta manera, está bien, muchos de


nosotros lo hacen –excepto que pensar así es tan fácil y automático que
no tiene que ser una elección.

Pensar así es mi falla de origen natural. Es la forma automática e


inconsciente en la que yo percibo las partes aburridas, frustrantes y
agobiantes de la vida adulta cuando estoy funcionando en la creencia
automática e inconsciente de que soy el centro del mundo y que mis
necesidades inmediatas y mis sentimientos son los que determinan las
prioridades del mundo.

La cosa es que, obviamente, existen diferentes formas de pensar


acerca de este tipo de situaciones.

En este tráfico, todos estos vehículos atascados entorpeciendo mi


camino: ¿no es posible que mucha de esta gente en sus camionetas haya
tenido un horrible accidente de tránsito en el pasado y ahora encuentra
tan traumático el conducir que su terapista les ha ordenado,
prácticamente, que se compren una gran y pesada camioneta para que
se sientan lo suficientemente seguros para poder manejar; o que la
Hummer que se me atravesó es conducida por un padre que tiene en el
asiento de al lado a su hijo herido o enfermo y se está apurando para
llegar al hospital y el tiene una prisa mucho más grande y legítima que la
mía –de hecho, soy yo el que está atravesado en su camino.

O puedo escoger el forzarme a mí mismo a considerar la posibilidad


de que todo el mundo en la cola del supermercado está tan aburrido y
frustrado como yo, y que algunas de estas personas de hecho tienen, en
general, vidas más duras, aburridas o dolorosas que la mía.

Y así, sucesivamente.

De nuevo, por favor no piensen que le estoy dando consejos


morales, o que estoy diciéndoles que “se supone” que deben pensar de
9
Equivalente en pies en el original
esta manera, o que alguien espera que ustedes lo hagan
automáticamente, porque pensar así es difícil, supone una gran voluntad
y esfuerzo mental, y si ustedes son como yo, habrá días en que no sean
capaces de hacerlo e, incluso, ni siquiera servirá el esforzarse.

Pero la mayoría de los días, si están lo suficientemente conscientes


para permitirse decidir, pueden escoger el mirar de manera diferente a
esa gorda, de ojos de muerta que le gritó a su niño en la cola de la caja
registradora –a lo mejor ella no es así normalmente, a lo mejor ha pasado
tres noches en vela tomando la mano de su esposo que está muriendo de
cáncer de huesos, o quizás esta señora es una mal pagada empleada en
el Departamento de Vehículos a Motor que ayudó al esposo de alguna de
ustedes a resolver un problema burocrático a través de un pequeño acto
de bondad.

Por supuesto, nada de esto es posible, pero tampoco es imposible –


todo depende de lo que ustedes deseen considerar.

Si ustedes están automáticamente seguros de que saben lo que es


la realidad y quién y qué es realmente importante –si ustedes quieren
modificar su falla de origen- entonces ustedes, como yo, no se detendrán
a pensar en las posibilidades que no tienen sentido y son molestas. Pero,
si ustedes realmente han aprendido a pensar, a prestar atención,
entonces ustedes sabrán que tienen otras opciones.

Está absolutamente en sus manos experimentar una típica situación


infernal de consumidor, lenta, calurosa y llena de gente y no considerarla
sin sentido, incluso verla como sagrada, encendida con la misma fuerza
que ilumina a las estrellas –compasión, amor, la unidad esencial de todas
las cosas.

No es que todo ese asunto de lo místico sea necesariamente cierto:


la única cosa que es Verdad -con V mayúscula- es que ustedes tienen que
decidir cómo van a tratar de verlo.

En esto consiste la libertad de la verdadera educación, del


aprendizaje para ser equilibrados: ustedes deben decidir
conscientemente qué cosas tienen significado y cuáles no.

Ustedes deben decidir a qué hay que reverenciar…

Porque hay algo más que es cierto.


En las batallas del día a día, en la vida adulta, no se practica el
ateísmo, propiamente dicho. No existe tal cosa como el no adorar a algo.
Todo el mundo adora a algo. La única decisión que tomamos es a qué
vamos a adorar.

Y una importante razón para escoger algún tipo de dios o algo de


tipo espiritual que se pueda adorar –sea Jesucristo o Alá o Yavé o Wicca
la diosa madre de las Cuatro Nobles Verdades o una infranqueable serie
de principios éticos- es que cualquier otro tipo de cosa que reverencies,
te comerá vivo.

Al amar el dinero y las cosas –y ubicarlas en ese espacio interno


donde uno hace contacto con el verdadero significado de la vida-, uno
nunca estará satisfecho. Nunca sentiremos que tenemos suficiente.

Esta es la verdad.

Adoren su propio cuerpo y belleza y encanto sexual y siempre se


sentirán feos, y cuando el tiempo y la edad se empiecen a notar entonces
morirán un millón de muertes antes de que llegue la última para
quedarse.

En un sentido, todos sabemos esto desde siempre –ha sido


codificado en mitos, proverbios, clichés, epigramas, parábolas: el
esqueleto de toda gran historia.

Adora tu propia inteligencia, sé admirado como una persona


inteligente –terminarás sintiéndote estúpido, un fraude siempre en riesgo
de ser descubierto.

Y así sucesivamente.

Miren, el perjuicio de estas formas de adoración no es que sean


malas o inmorales sino que son inconscientes.

Son fallas de origen.

Son el tipo de adoración en la que vas cayendo día tras día, siendo
más y más selectivo acerca de lo que ves y cómo haces tu propia
evaluación, sin darte cuenta realmente de lo que estás haciendo.

Y el llamado “mundo real” nunca te reclamará el estar trabajando a


favor de tus fallas de origen, porque el llamado “mundo real” de hombres
y dinero y poder se lleva muy bien con el aliciente del miedo y el
desprecio y la frustración y la ansiedad y la adoración a sí mismo.

Nuestra cultura actual ha sacado partido de estas fuerzas de forma


que proporcionen riquezas extraordinarias y comodidades y libertad
personal. La libertad que nos hace a todos dueños de reinos del tamaño
de nuestro cráneo, solos en el centro de toda la Creación. Este tipo de
libertad tiene mucho de recomendable. Sin embargo existen, desde luego,
muchos tipos de libertad y en ese mundo externo de ganancias y logros y
ostentación no se habla mucho de ese otro tipo de libertad que es la más
valiosa.

El tipo de libertad que es realmente importante implica atención y


responsabilidad y disciplina y esfuerzo y ser capaz, sinceramente, de
preocuparse por las otras personas y de sacrificarse por ellas, una y otra
vez, en las más insignificantemente minúsculas y poco sexys maneras,
todos los días.

Esa es la verdadera libertad.

Eso es haber aprendido como pensar

La alternativa es la inconsciencia, la falla de origen, la


competitividad a empujones –la persistente sensación constante de
haber tenido y perdido algo infinito.

Yo sé que todo esto, probablemente, no suena divertido y


refrescante, ni posee la inspiración magnificente con que debería sonar el
contenido central de un discurso de graduación.

Tal como yo lo veo, esto es la verdad, cuando se deja una gran


cantidad de mierda de lado.

Obviamente, ustedes pueden pensar de ello lo que ustedes deseen.

Pero, por favor no lo descarten como si fuera un sermón de la


doctora Laura moviendo su dedo acusador.

Nada de esto tiene que ver con moralidad o religión o dogma o con
solemnes preguntas acerca de la vida después de la muerte.

La Verdad, con V mayúscula, se refiere a la vida antes de la muerte.

Se trata de lograrlo a los treinta o quizá incluso a los cincuenta, sin


desear pegarte un tiro en la cabeza.
Es acerca del verdadero valor de una verdadera educación, que no
tiene nada que ver con calificaciones o títulos universitarios y sí tiene
mucho que ver con tomar conciencia –tomar conciencia de algo que es
tan real y esencial, tan oculto a primera vista alrededor de nosotros que
tenemos que estar pendientes de recordarnos , una y otra vez:

“Esto es agua”

“Esto es agua”

“Estos esquimales podrían ser mucho más de lo que parecen”

Es inimaginablemente difícil hacer esto –vivir conscientemente, de


manera adulta, un día y otro día.

Lo que significa que, además, otro cliché es verdad: su educación es


el trabajo de toda una vida y ese trabajo comienza ahora.

Les deseo mucho más que suerte

(Traducción. ANA TERESA


RODRIGUEZ DE RIERA)

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