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POEMAS ENRIQUE ÚLTIMOS - Odt
POEMAS ENRIQUE ÚLTIMOS - Odt
Reencuentro
Imperceptiblemente
Después de Bach
Imposible entender
por qué te arrastro de tu sacristía
a esta batalla.
Dejé de creer en tu mueca,
en tu flequillo, en nuestro beso
ante el pantocrátor.
Perdí tu frutero de Níjar colmado
de propósitos. Te devolví la cinta
de cassette
borrada de mis canciones.
Tu carta diaria cayó desde el teleférico.
¿Te traigo por tu bigote
enzarzado en el mío?
¿Por estrecharnos las cinturas
después de la canción?
¿Por decir aniquilándome:
"No te arrepientas"?
IV
Voracidad
¡Fuera! Desaparece
del ventanal.
No siga el cinismo
impregnando la retahila
justa
de tus presas marcadas.
Un I love you calculado
en la última bendición,
un my heart pudrían
el desfile de alzacuellos,
para dejar los pestillos
abiertos a tu avidez.
Uno a uno codiciaba rehacer
tu primera saliva.
Extínguete y no vuelvas
a burlarte de aquel
"¿te molesta si te beso?"
con que seducías,
prefacio
de inmediato abandono.
V
Confirmados
La excelencia mitrada
y la púrpura
nos apadrinaron.
Trazó la amatista el rumbo
cántabro
que nos sedujo
venidos de la distancia:
tú, del retablo impoluto, yo,
del armonio destartalado.
Nuestros modos se aceptaron
sin percibirse, aun dispares
desde los cimientos.
Erosionó tu rigor
la tozudez de las olas
y mis quimeras.
Imperceptiblemente
iba esculpiendo el Peripato
otro par, recuerdo intrascendente
de Niso y Euríalo, Cosme y Damián,
Títiro y Melibeo.
Cuitas confiadas, risas compartidas,
cantores de salmos
en cuartas paralelas,
que profetizaban:
"y el caminito se fue
alargando entre los dos,
alargando entre los dos".
VI
Tu guiño hizo
que se rozaran, que se frotaran
las rodillas de tu penuria
con las mías, frente a la escena.
¿Era posible atrapar tanta hermosura?
La obsesión me embaucó.
Te aferrabas al violín,
sepultado entre notas,
único salvoconducto
testigo de tu miseria.
Y advirtió tu desdén
recién llegado: "No soy de fiar.
Mis cartas de amor son dictadas".
Difícil de creer
cuando Paganini enloquece
entre tus dedos.
Y después, "acaríciame los glúteos.
No te olvides de mis veinte
años. Sorpréndeme con el oro
tricolor".
Desvelos y esperma en espacio equivocado.
Obedezco fatalmente
al amor sin rumbo, al nacido
solo de la incoherencia, que reclama
inútilmente
ascender en el yermo.
Confieso y me jacto de haberme
convertido
en imbécil enamorado.
VII
Colegio Máximo
Tarde prohibida
sin gorriones
y hortensias cabizbajas.
Crucé a hurtadillas el puente
vigía para dibujar
tu contorno sentado en la cama,
con guitarra,
colorearte las manos
en azul, las rodillas
en malva, el pelo
naranja.
A lo lejos, el ángel del Juicio Final
petrificado.
Tus rasgos lentamente
resbalaban de mis dedos
y acababan tu retrato.
- Quítate la chaqueta
-dijiste y obedecí-.
Tu ruego austero se mudó
- Qué guapo estás. Ven
que te bese.
Se completó tu figura
en la urdimbre
de la habitación.