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Este artículo trata sobre el movimiento cultural de recuperación de la cultura clásica

ligado al Renacimiento. Para otros usos de este término, véase Humanismo


(desambiguación).

Con humanistas como Lorenzo Valla, quien en su De elegantia linguae latinae escribe
una gramática del latín clásico de base científica, y otros intelectuales del Renacimiento,
comienza la filología moderna y se redescubre la antigüedad grecolatina.

El Humanismo es un movimiento intelectual, filológico, filosófico y artístico europeo


estrechamente ligado al Renacimiento cuyo origen se sitúa en el siglo XV en la
península Itálica (especialmente en Roma, Venecia y Florencia). Retoma el antiguo
humanismo griego del siglo de oro y mantiene su hegemonía en buena parte de Europa
hasta fines del siglo XVI, cuando se fue transformando y diversificando a merced de los
cambios espirituales provocados por la evolución social e ideológica de Europa,
fundamentalmente al coludir con los principios propugnados por las Reformas (luterana,
calvinista, etc.), la Contrarreforma católica, la Ilustración y la Revolución francesa del
siglo XVIII. El movimiento, fundamentalmente ideológico, tuvo así mismo una estética,
el clasicismo renacentista, plasmada, por ejemplo, en un nuevo tipo de letra, la redonda
conocida como letra humanística, imitada de la letra uncial latina antigua, que vino a
sustituir poco a poco a la letra gótica medieval.

La expresión studia humanitatis fue contrapuesta por Coluccio Salutati a los estudios
teológicos y escolásticos cuando tuvo que hablar de las inclinaciones intelectuales de su
amigo Francesco Petrarca; en éste, humanitas significaba propiamente lo que el término
griego filantropía, amor hacia nuestros semejantes, pero en él el término estaba
rigurosamente unido a las litterae o estudio de las letras clásicas. En el siglo XIX se
creó el neologismo germánico Humanismus para designar una teoría de la educación en
1808, término que se utilizó después, sin embargo, como opuesto a la escolástica (1841)
para, finalmente, (1859) aplicarlo al periodo del resurgir de los estudios clásicos por
Georg Voigt, cuyo libro sobre este periodo llevaba el subtítulo de El primer siglo del
Humanismo, obra que fue durante un siglo considerada fundamental sobre este tema.

El Humanismo propugnaba, frente al teocentrismo de la teología escolástica medieval y


el canon eclesiástico de prosa, que imitaba el pobre latín tardío de los Santos Padres y el
simple vocabulario y sintaxis de los textos bíblicos traducidos, el antropocentrismo y los
studia humanitatis, una formación íntegra del hombre en todos los aspectos fundada en
las fuentes clásicas grecolatinas, muchas de ellas recién descubiertas entonces y
previamente entrevisto gracias al trabajo de traductores como Averroes y a la infatigable
búsqueda de manuscritos por eruditos humanistas en los monasterios de toda Europa,
que accedieron así a un latín más puro, brillante y genuino, y al redescubrimiento del
griego gracias al forzado exilio a Europa de los sabios bizantinos al caer Constantinopla
y el Imperio de Oriente en poder de los turcos otomanos en 1453.

En consecuencia el humanismo debía restaurar todas las disciplinas que ayudaran a un


mejor conocimiento y comprensión de estos autores, a los que se consideraba un
modelo de humanidad más puro que el contaminado por la viciosa Edad Media, para
recrear las escuelas de pensamiento filosófico grecolatino e imitar el estilo y lengua de
los escritores clásicos, y por ello se desarrollaron extraordinariamente la gramática, la
retórica, la literatura, la filosofía moral y la historia, ciencias ligadas estrechamente al
espíritu humano, en el marco general de la filosofía: las artes liberales o todos los
saberes dignos del hombre libre frente al dogmatismo cerrado de la teología, expuesto
en sistemáticos y abstractos tratados que excluían la multiplicidad de perspectivas y la
palabra viva y oral del diálogo y la epístola, típicos géneros literarios humanísticos,
junto a la biografía de héroes y personajes célebres, que testimonia el interés por lo
humano frente a la hagiografía o vida de santos medievales, y la mitología, que
representa un rico repertorio de la conducta humana más sugerente para los humanistas
que las castrantes leyendas piadosas, vidas de santos y hagiografías de Jacopo della
Voragine y su leidísima Leyenda dorada. Este tipo de formación se sigue considerando
aún hoy como humanista.

Para ello los humanistas imitaron el estilo y el pensamiento grecolatinos de dos formas
diferentes: la llamada imitatio ciceroniana, o imitación de un solo autor como modelo
de toda la cultura clásica, Cicerón, impulsada por los humanistas italianos, y la imitatio
eclectica, o imitación de lo mejor de cada autor grecolatino, propugnada por algunos
humanistas encabezados por Erasmo de Rotterdam.

Contenido
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 1 Factores que favorecieron el humanismo


 2 Rasgos del humanismo
 3 Personalidades históricas
 4 Bibliografía
 5 Véase también
 6 Enlaces externos

Factores que favorecieron el humanismo [editar]


Después de grandes debates y polémicas, a partir del siglo XV el movimiento humanista
se vio favorecido por varios factores:

 La emigración de sabios bizantinos: debido a que el Imperio Romano de Oriente


estaba siendo asediado por los turcos, muchos de ellos buscaron refugio en
Europa Occidental, especialmente en Italia, llevando con ellos textos griegos,
promoviendo la difusión de la cultura, los valores y el idioma griego. Por
ejemplo, Manuel Crisoloras, erudito griego de Constantinopla, que enseñó
griego en Florencia desde el año 1396 al 1400 y escribió para uso de sus
discípulos la obra Cuestiones de la Lengua griega, basándose en la Gramática
de Dionisio Tracio; su discípulo Leonardo Bruni (1370-1444) fue el primero que
hizo traducciones del griego al latín a gran escala, como también Ambrosio
Traversario, quien además recomendó a Cosme de Médici que adquiriera
doscientos códices griegos de Bizancio o Francesco Filelfo, que se llevó el
mismo muchos otros.

 La invención de la imprenta: este invento de Gutenberg permitió el


abaratamiento del costo y la difusión de los libros, garantizando la difusión
masiva de las ideas humanistas y la aparición del sentido crítico contra el
magister dixit o argumento de autoridad medieval.

 La llegada al solio pontificio de Tomas Parentucelli, (Papa Nicolás V) y de


Eneas Silvio Piccolomini, (Pío II) convierte a Roma en uno de los grandes focos
del Humanismo.

 La acción de los mecenas: los mecenas eran personas que con su protección
política, con su aprecio por el saber antiguo, con su afán coleccionista o con la
remuneración económica a los humanistas para que se establecieran o costearan
sus obras en la imprenta, facilitaron el desarrollo del Humanismo. Estas
personas reunían obras clásicas y llamaban a eruditos conocedores de la
literatura griega y romana; por si eso fuera poco, los acogían en sus palacios.
Entre los mecenas más destacados sobresalen: la familia de los Médici de
Florencia Lorenzo de Médicis, llamado el Magnífico y su hermano Juliano de
Médicis, los pontífices romanos Julio II y León X, Cristina de Suecia.

 La creación de universidades, escuelas y academias: las universidades (como la


de Alcalá de Henares, Lovaina, etc.) y las escuelas del siglo XV contribuyeron
en gran parte a la expansión del Humanismo por toda Europa.

Rasgos del humanismo [editar]

La escuela de Atenas, fresco de Rafael.

Algunos de los rasgos ideológicos del humanismo son, por ejemplo:

 El antropocentrismo o consideración de que todo gira en torno al hombre frente


al teocentrismo medieval.
 Se restaura la fe en el hombre porque posee valores importantes que no conviene
despreciar.
 Ya no se desprecia ni la fama en este mundo, ni el dinero, ni el goce epicúreo de
los sentidos.
 La razón humana adquiere valor y en pintura, mediante la perspectiva, se unifica
con un punto de fuga racional la escala antes expresionista de las figuras.
 Se ponen de moda las biografías de Plutarco y se proponen como modelos,
frente al guerrero medieval, al cortesano y al caballero que combina la espada
con la pluma.
 Se ve como legítimo el deseo de fama, gloria, prestigio y poder (El príncipe, de
Maquiavelo), valores paganos que bonifican al hombre frente a otros que lo
reducen al compararlo con Dios y degradan esos valores a la categoría de
pecados según la moral cristiana y la escolástica.
 El comercio no es pecado y el Calvinismo glorifica el dinero como señal de que
Dios ha bendecido en la tierra a quien trabaja.
 El Pacifismo o irenismo: el odio por todo tipo de guerra.
 El deseo de la unidad política y religiosa de Europa bajo un sólo poder político y
un solo poder religioso separado del mismo: se reconoce la necesidad de separar
moral y política, autoridad eterna y temporal.
 La imitación o mímesis de la lengua y el pensamiento de la literatura clásica
grecolatina.
 El equilibrio en la expresión, que debe ser clara, y no recargada ni conceptuosa:
"El estilo que tengo me es natural y, sin afectación ninguna, escribo como hablo;
solamente tengo cuidado de usar vocablos que signifiquen bien lo que quiero
decir, y dígolo cuanto más llanamente me es posible porque, a mi parecer, en
ninguna lengua está bien la afectación. "(Juan de Valdés).
 La idealización y estilización platónica de la realidad. Se pinta la realidad mejor
de lo que es, se la ennoblece (nobilitare).
 El arte humanista toma la materia popular y la selecciona para transformarla en
algo estilizado e idealizado, de la misma manera que la novela pastoril recrea
una vida campestre desprovista de las preocupaciones habituales al campesino.
En el arte humanista no hay lugar para las manifestaciones vulgares de la plebe
que se verán más tarde en el siglo XVII con el Barroco.
 El optimismo frente al pesimismo y milenarismo medievales. Existe fe en el
hombre: la idea de que merece la pena pelear por la fama y la gloria en este
mundo incita a realizar grandes hazañas y emular las del pasado. La fe se
desplaza de Dios al hombre.
 El retorno a las fuentes primigenias del saber, la lectura de los clásicos en los
textos originales y no a través de la opinión que dieron sobre ellos los Santos
Padres y la religión católica.
 El contraste de opiniones frente al argumento de autoridad medieval: la imprenta
multiplica los puntos de vista y las discusiones, enriqueciendo el debate
intelectual y la comunicación de las ideas. Se ponen de moda los géneros del
diálogo y la epístola, todo lo que suponga comunicación de ideas. Se propone la
libre interpretación de la Biblia y su traducción a las lenguas vulgares (Lutero),
frente al reduccionismo medieval de reducir su interpretación a la del Papa u
obispo de Roma (Reforma o protestantismo).
 Ginecolatría, alabanza y respeto por la mujer frente a la misoginia medieval. Por
ejemplo, el cuerpo desnudo de la mujer en el arte medieval representaba a Eva y
al pecado; para los artistas humanistas del Renacimiento representa el goce
epicúreo de la vida, el amor y la belleza (Venus).
 Búsqueda de una espiritualidad más humana, interior, (devotio moderna,
erasmismo), más libre y directa y menos externa y material.

En sus comienzos, el humanismo es un movimiento regenerador y en sus principios


básicos se encuentra ya bosquejado en tiempos muy anteriores, por ejemplo, en las
obras de Isócrates, que se impuso una labor de regeneración parecida en la Grecia del
siglo IV a. C. En tiempos modernos se encuentra estrechamente ligado al Renacimiento
y se benefició de la diáspora de los maestros bizantinos de griego que difundieron la
enseñanza de esta lengua, muy rara hasta entonces, tras la caída de Constantinopla en
poder de los turcos en 1453; la imprenta y el abaratamiento de los libros subsiguiente
facilitó esta difusión fuera del ámbito eclesiástico; por entonces el término humanista
servía exclusivamente para designar a un profesor de lenguas clásicas. Se revitalizó
durante el siglo XIX dando nombre de un movimiento que no sólo fue pedagógico,
literario, estético, filosófico y religioso, sino que se convirtió en un modo de pensar y de
vivir vertebrado en torno a una idea principal: en el centro del Universo está el hombre,
imagen de Dios, criatura privilegiada, digna sobre todas las cosas de la Tierra
(antropocentrismo). Posteriormente, en especial en España durante la segunda mitad del
siglo XVI, el antropocentrismo se adulteró en forma de un cristocentrismo que proponía
la ascética y la mística como formas de vida que condujeron al desengaño barroco, que
desvirtuó durante el siglo XVII este movimiento en un principio renovador impidiendo
abrir nuevos horizontes.

Personalidades históricas [editar]


Los autores más señeros de este movimiento fueron:

Marco Tulio Cicerón (106 a. C. -43 a. C.), por sus ideas está considerado el primer
humanista de la historia, y aunque no se adscribe al movimiento, su influencia en el
mismo es fundamental. Ante las guerras civiles que asolaban la República romana,
reclamará la revalorización de la dignidad individual y la construcción de una moral
pública.

Dante Alighieri (1265-1321), fue el primero en situar a la antigüedad en el centro de la


vida cultural.

Francesco Petrarca (1304-1374), es conocido como el padre del humanismo. Fue el


primero en señalar que para ser culto y adquirir verdadera humanidad, era indispensable
el estudio de las lenguas y letras de los clásicos.

Giovanni Boccaccio (1313-1375), al igual que Petrarca, dedicó su vida al estudio de los
clásicos, especialmente a los latinos, y realizó un importante compendio mitológico, la
Genealogía de los dioses paganos.

Leonardo Bruni (1374-1444), a quien se debe un profundo impulso a la traducción de la


literatura griega.

Pico della Mirandola (1463-1494), quien probablemente haya sido el primero en utilizar
la palabra humanista para referirse al nuevo movimiento. Fue el autor de un Diálogo
sobre la dignidad del hombre.

Lorenzo Valla (1407-1457), fundador de la filología por su estudio de los poetas latinos
y su proposición de una nueva gramática. Quizá su logro más conocido fue su
descubrimiento, basado en pruebas filológicas, de la falsedad del documento medieval
Donación de Constantino supuestamente redactado por este emperador, y por el que se
otorgaban los territorios de la Italia central al cuidado del Papa romano.

Marsilio Ficino, que divulgó la filosofía de Platón por Europa.

Poggio Bracciolini, gran perseguidor de manuscritos por toda Europa; a él se debe


principalmente la recuperación de numerosos escritos de Cicerón y de otros autores
importantes como Lucrecio y la consideración del latín como una lengua viva y aún
creativa.

Erasmo de Rotterdam (1469 - 1536), fue la gran figura intelectual en el debate entre
católicos y protestantes y creador de una corriente personal dentro del humanismo de
crítica del cristianismo medieval tradicional, el erasmismo, a través de sus Colloquia y
diversos opúsculos.
Guillaume Budé (1467-1540), humanista francés que editó en su país numerosos
autores clásicos grecolatinos junto a

Robert Estienne, labor comparable a la del impresor y humanista Aldo Manuzio en


Italia.

Giulio Cesare Scaligero, gran filólogo y preconizador de la imitatio ciceroniana frente a


la imitatio ecléctica de Erasmo de Rotterdam.

Pierre de la Ramée (1515-1572), más conocido como Petrus Ramus, líder de la principal
corriente antiaristotélica del Humanismo.

Tomás Moro (1478-1535), humanista inglés autor de un escrito satírico que sirvió de
modelo a otros muchos, la Utopía, y se enfrentó en defensa de sus ideas al rey Enrique
VIII.

Juan Luis Vives, amigo de Erasmo y de Tomás Moro, el primero en tratar la psicología
como disciplina científica y con contribuciones originales en todo tipo de materias.

Antonio de Nebrija, que logró renovar los métodos de enseñanza de las lenguas clásicas
en España.

Michel de Montaigne, quien vertió a la lengua vulgar lo más selecto del pensamiento
grecolatino creando el género del ensayo, típicamente humanista...

Todos estos y muchos otros, como Leon Battista Alberti, Giovanni Pontano o Angelo
Poliziano crearon el espíritu de una nueva época, el Renacimiento, que se expandió a
través del invento de la imprenta y las magníficas ediciones de clásicos del impresor
Aldo Manuzio y sus hijos y discípulos. El humanismo, como uno de los fundamentos
ideológicos del Renacimiento, suponía una evidente ruptura con la idea de religión
única que se manejaba hasta entonces en la que Dios era el centro y la razón de todas las
cosas. Con el Humanismo, Dios no perdía su papel predominante, pero se situaba en un
plano diferente, y ya no era la respuesta a todos los problemas. Probablemente el autor
que supo aunar mejor que ninguno la filosofía Humanística con el pensamiento cristiano
fuera Erasmo de Rotterdam

Arquitectura del Renacimiento


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Palacio Medici Riccardi, de Michelozzo, Florencia, 1444. Ejemplo de palacio florentino.

Villa Farnesina, Baldassarre Peruzzi, 1511. Ejemplo de


Santa Maria della Consolazione en Todi 1508-1607. Ejemplo de iglesia de planta central.
Trabajaron en ella Cola da Caprarola, Antonio da Sangallo el Joven, Baldassarre Peruzzi,
Galeazzo Alessi, Michele Sanmicheli, Vignola e Ippolito Scalza.

Villa Capra, Andrea Palladio, 1566. Ejemplo de arquitectura palladiana.

Arquitectura del Renacimiento o renacentista es aquella producida durante el


período artístico del Renacimiento europeo, que abarcó los siglos XV y XVI. Se
caracteriza por ser un momento de ruptura en la Historia de la Arquitectura, en especial
con respecto al estilo arquitectónico previo: el Gótico; mientras que, por el contrario,
busca su inspiración en una interpretación propia del Arte clásico, en particular en su
vertiente arquitectónica, que se consideraba modelo perfecto de las Bellas Artes.

Produjo innovaciones en diferentes esferas: tanto en los medios de producción (técnicas


y materiales constructivos) como en el lenguaje arquitectónico, que se plasmaron en una
adecuada y completa teorización.

Otra de las notas que caracteriza este movimiento es la nueva actitud de los arquitectos,
que pasaron del anonimato del artesano a una nueva concepción de la profesionalidad,
marcando en cada obra su estilo personal: se consideraban a sí mismos, y acabaron por
conseguir esa consideración social, como artistas interdisciplinares y humanistas, como
correspondía a la concepción integral del humanismo renacentista. Conocemos poco de
los maestros de obras románicos y de los atrevidos arquitectos de las grandes catedrales
góticas; mientras que no sólo las grandes obras renacentistas, sino muchos pequeños
edificios o incluso meros proyectos, fueron cuidadosamente documentados desde sus
orígenes, y objeto del estudio de tratadistas contemporáneos.

Períodos [editar]
La Historia de la Arquitectura del Renacimiento, como éste mismo, suele dividirse en
dos grandes períodos denominados en italiano por el numeral de los años:1

 Siglo XV o Quattrocento, el Renacimiento temprano, momento en que se destacan las


figura de Filippo Brunelleschi y Leon Battista Alberti. Es una arquitectura que aspira al
Clasicismo y que pone los puntales teóricos de la canonización del estilo, que
caracterizará al período siguiente.
 Siglo XVI o Cinquecento, a su vez dividido en dos fases:
o Fase de culminación o madurez: el Renacimiento medio, que cubre el primer
cuarto del siglo XVI (hasta el saco de Roma de 1527). Durante ese periodo, los
principales arquitectos italianos intervinieron en los distintos proyectos del
inicio de las obras de la Basílica de San Pedro (Donnato Bramante, Antonio da
Sangallo el Viejo, Rafael y Miguel Ángel).
o Fase del Manierismo: el Renacimiento tardío, desde mediados del siglo XVI
hasta el comienzo del siglo XVII (en que se inicia la arquitectura barroca). En
esta fase, siguiendo la maniera de Miguel Ángel, las individualidades de los
arquitectos comienzan a sobreponerse al proyecto teórico clásico. Destacan
maestros como Andrea Palladio y Giulio Romano

Características generales de la Arquitectura del


Renacimiento [editar]
Fundamentos generales del Renacimiento [editar]

La Escuela de Atenas, una de las escenas de las Estancias Vaticanas de Rafael Sanzio (1512-
1514) es una obra que muestra la relación del Renacimiento con el Humanismo y el Clasicismo.
En un entorno arquitectónico inspirado en las obras de la Basílica de San Pedro en que el
propio Rafael intervino, aparecen retratados, encarnando a los sabios griegos, muchos de los
arquitectos y artistas contemporáneos.

Artículo principal: Renacimiento

La Arquitectura del Renacimiento estuvo bastante relacionada con una visión del
mundo durante ese período sostenida en dos pilares esenciales: el clasicismo y el
humanismo.

Hay que destacar que los ideales y valores renacentistas no pudieron surgir totalmente
desvinculados del acervo medieval que le precedió, sin embargo, los conceptos que
subyacen a este estilo arquitectónico se construyeron sobre la consciente y efectiva
ruptura de la producción artística de la Edad Media, en especial del estilo gótico.

Podemos analizar las siguientes características generales:

 Búsqueda del ideal clásico: A través del clasicismo, los hombres del Renacimiento
miraban hacia el mundo greco-romano como modelo para su sociedad
contemporánea, buscando aplicar en la realidad material cotidiana aquello que
consideraban que pertenecía a un mundo más idílico que real. En este sentido, la
Arquitectura, en especial, intentó concretar conceptos clásicos como la belleza,
surgiendo así la teorización y ordenación del movimiento, fundamentado en la
Arquitectura clásica griega y romana. Según los teóricos renacentistas éste era el
camino idóneo para alcanzar el mundo ideal.

 Visión profana sobre temas religiosos: Los valores clásicos, desde el punto de vista del
Cristianismo, de enorme influencia en este período (teniendo el cuenta que el
Renacimiento surge en Italia, donde la presencia de la Iglesia Católica fue decisiva para
el Arte), eran considerados paganos y de carácter pecaminoso. Para superar esta
censura de la Iglesia Católica, se integró la visión del mundo cristiano con el proyecto
de recuperación de los ideales clásicos, a través de escenas desacralizadas y edificios
hechos a la medida del hombre. Esta fue otra de las innovaciones del movimiento.

 Influencia de la naturaleza: La naturaleza era vista como la creación suprema de la


obra de Dios y el elemento más próximo a la perfección (otro de los ideales que había
que buscar a través de la estética clásica). Así, se pasa de la búsqueda de la inspiración
en la naturaleza, a la inspiración en las formas de la propia naturaleza, tal como
proponen los clásicos, convirtiéndose esto en un valor autónomo.

 Antropocentrismo y humanismo: Además de la naturaleza como creación perfecta, se


vuelve la mirada al ser humano: se deja atrás el teocentrismo medieval para entrar en
el antropocentrismo. El hombre se analiza, en vez de como ser creado a imagen y
semejanza de Dios, como medida y referencia del Universo. Así, será el objeto central
de la manifestación artística, con una importancia aún mayor que durante la
Antigüedad clásica. El humanismo, como corriente filosófica, se manifestó como un
sentimiento comprometido con la representación del hombre en el Universo, que así
reafirmaba su presencia. Propugnaba la filosofía humanista el estudio de la naturaleza
como instrumento para llegar al conocimiento, más del Universo en conjunto, que de
las cosas singulares.

La importancia de la perspectiva [editar]

Plaza del Capitolio, en Roma, diseñada por Miguel Ángel, ejemplo de espacio perspectivo.

Un dato importante en la definición de espacialidad del Renacimiento es la


incorporación de la perspectiva como instrumento del proyecto arquitectónico y la
noción de diseño como forma de conocimiento.

La principal ruptura con el espacio medieval se produce en el momento en que los


arquitectos del Renacimiento pasan a diseñar en sus edificios un desarrollo en el que las
reglas del diseño son fácilmente asimilables por los usuarios del mismo. A partir de un
análisis objetivo del espacio, presidido por un cierto sentido empírico, llegan a
conclusiones que impondrán el propio ritmo del edificio y su entorno.

El dominio del lenguaje clásico, para hacer llegar estos efectos útiles en los edificios,
hace posible el estudio de la perspectiva. Como resultado, surge una arquitectura
insertada en un espacio perspectivo, integralmente aprehendido por el observador y
cuyas relaciones proporcionales se muestran de forma analítica y objetiva.

Estas nuevas relaciones espaciales son especialmente evidentes comparadas con el


espacio presente en las catedrales góticas. En ellas, la intención arquitectónica es que el
observador, desde el momento en que entra en el edificio, sea dominado por el espacio e
instintivamente alce su mirada hacia la cima, procurando así un movimiento ascendente
en busca de la figura de Dios. En otras palabras, toda monumentalidad de este espacio
gótico tiene una función, entre otras, que es poseer la voluntad del individuo y
determinar sus deseos, la función de su estancia y el uso del edificio. En el espacio
renacentista, la intención es justamente la contraria: el edificio no domina al individuo,
sino que éste reflexiona sobre su espacialidad y la maneja. Se traslada el concepto de
una arquitectura a la medida de Dios a la de una a la medida del hombre.

La tratadística renacentista [editar]

Inspiración vitruviana [editar]


Leonardo da Vinci fue uno de los artistas que se inspiraron en Vitruvio. Este diseño, el Hombre
de Vitruvio es la interpretación de Leonardo para las reglas de proporción definidas por
Vitruvio en su Diez libros de arquitectura.

La recuperación del ideario de la arquitectura clásica, introducida por la cultura del


Renacimiento, debió necesariamente trascender de la mera observación de la realidad.
La arquitectura producida por los artistas renacentistas, humanistas en general,
procuraban mantener una imagen erudita y literaria, más allá de la mera reproducción de
las ruinas greco-romanas. Los arquitectos creaban siempre en busca de un modelo
ideal, en detrimento de los modelos existentes (con gran número de ruinas en especial
en Italia). Estos modelos ideales o idealizados fueron sistematizados y plasmados de
forma teórica, en lo que dará origen a los tratados de Arquitectura clásica de la época.

Sin duda, para la creación del modelo teórico, la observación de las ruinas fue la
inspiración predominante de los primeros arquitectos renacentistas italianos, pero a
medida que el Renacimiento evolucionaba, los estudiosos, pasarán, sistemáticamente,
de ofrecer o recuperar los cánones y obras técnicas del clasicismo a redactar sus propios
tratados del estilo, que aunque basados en el clasicismo, llegan a ser efectivamente anti-
clásicos.

Es destacable para la formación de la tratadística renacentista la preservación de los diez


libros de De Architectura del arquitecto romano Marco Vitruvio, del siglo I a. C.,
básicos para la difusión de las ideas de canon y orden. Éste fue el único tratado del
período clásico que sobrevivió tras la caída de Roma, durante la Edad Media, habiendo
sido copiado y conservado, de forma fragmentaria en general, en las bibliotecas de los
monasterios. Por eso, a medida que los volúmenes eran copiados y traducidos, los
diseños y dibujos que componían los tratados fueron perdiéndose, por lo que el
contenido del tratado se convirtió con el paso del tiempo en confuso y en ocasiones,
contradictorio. Por este motivo, gran parte del esfuerzo de los tratadistas renacentistas
sería el recuperar el contenido perdido, llegando para su consumación a aventurar
patrones que en modo alguno existían en el texto original.

El tratado vitruviano, como único gran referente teórico de la arquitectura clásica, y


pesar de su carencia de contenido, sirvió de base para todos los principales estudios
realizados por el Renacimiento. Por ejemplo, un trabajo nítidamente derivado del
vitruviano son los diez libros de Leon Battista Alberti, conocidos como De re
aedificatoria.

Los tratados y la posición social del arquitecto [editar

La búsqueda del ordenamiento clásico en la tratadística del período. Esta imagen forma parte
de un tratado de Vignola (Las reglas de los cinco órdenes de la Arquitectura).

Junto a la inspiración vitruviana, un elemento que va a caracterizar los principales


tratados renacentistas (especialmente aquéllos que fueron redactados en los primeros
momentos del Renacimiento) es el hecho de que sus autores procuraban, en ocasiones
con una preocupación mayor que el afán investigador, posicionar al arquitecto como
una figura típicamente perteneciente a la élite fundamental en cualquier estructura
social. Tal determinación en cuanto a la profesión no es, claramente un caso de mero
«corporativismo» de aquellos tratadistas, sino un fenómeno que está absolutamente
ligado a la ascensión social que el artesano convertido a artista sufre (véase en las
próximas secciones para un análisis más profundo de esta situación). En este sentido,
los tratados sirven de modo efectivo como medios de propaganda del nuevo profesional,
en oposición a la visión tradicional (que asociaba inexorablemente el arquitecto a las
actividades manuales y por tanto, populares y anti-intelectuales). La constatación de
esta modificación en la categoría de los arquitectos como artistas nobles e intelectuales,
diferente de los «meros artesanos de origen popular» también se evidencia cuando se
verifica para quienes estaban escritos estos tratados: en general, eran dedicados a la
nobleza (o un noble en particular), poseían un estilo refinado y abordaban cuestiones
directamente de interés público de los príncipes que componían la estructura política
italiana.

A pesar de que la Arquitectura romana también se preocupó de esta cuestión (El tratado
vitruviano resalta este dato, visto que estaba concebido como una carta dirigida al
emperador), la manifestación de este deseo de afirmación social por parte de los
arquitectos renacentistas es un elemento nuevo de este período cuando se compara con
la forma de producción artística medieval. Ésta se caracterizaba por la creación
colectiva (y anónima, por excelencia) y dominada por la cultura del saber fazer. Los
tratados formalizan el deseo del hombre renacentista de manifestarse como individuo
ante el mundo y colaborador necesario para contextualizar la Arquitectura como
disciplina académica.

Toda esta teoría se fija claramente en la ya citada obra albertiana De re aedificatoria. En


ella, Alberti expresa esta nueva visión del arquitecto cuando declara categóricamente
que "el arquitecto es el brazo del príncipe". Retoma la interpretación vitruviana de la
arquitectura y afirma que ésta no se limita a la mera construcción, porque la verdadera
arquitectura está dotada de virtud, concepto clásico asociado al dominio de los hombres.
Si la Arquitectura es virtuosa, naturalmente sirve como pieza del juego político, ya que
tal dominio de los hombres forma parte de la formulación de la política clásica (fundada
en la idea de ciudad como lugar de convivencia y germinadora de la política). En
conclusión, el estudio riguroso que hacen de los órdenes arquitectónicos clásicos está
siempre, según su concepción, ligado a esta característica virtuosa de la arquitectura. La
estética del Renacimiento es, por lo tanto, también un reflejo de un determinado
pensamiento político

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