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La articulación binaria del festejo cristiano en fiesta de Todos los santos y día
de Fieles difuntos coincidía curiosamente, aunque en fechas distintas, con dos
fiestas indígenas de muertos: Miccaühuitontli "FIesta de los muertos
pequeños" y Huey Miccaühuitl "FIesta de los muertos grandes". Este hecho
propició sin duda una asimilación relativamente fácil de la ceremonia por los
grupos indígenas que tenían así la posibilidad de recordar a sus difuntos sin
ocultarse. La fiesta cristiana de muertos, en su modalidad nativa, no se dividió
en fiesta de Todos los santos y fiesta de los Fieles difuntos sino en fiesta de
los muertos pequeños el día primero, y fiesta de los grandes, el día 2 de
noviembre
Cuatro eran los lugares a donde iban los muertos, según las creencias de los
antiguos mexicanos. El lugar de destino estaba determinado por la manera en
que la persona moría. Si morían peleando en un campo de batalla, según era
el caso de los guerreros, estos iban a la casa del sol, al Tonalcalco o
Tonatiuhichan, pues el sol era considerado el “guerrero mayor” ya que todos
los días salia victorioso y triunfante de su paso por el Mictlan en donde había
vencido a la muerte. Se creía que estos guerreros acompañaban al sol en su
trayecto celeste. También, aquellas mujeres que morían en su primer parto
eran consideradas guerreras, pues habían librado una batalla para poder dar
a luz y habían otorgado un nuevo guerrero a esta sociedad militarista, y se
decía que al morir iban a la casa del sol. Estas mujeres muertas llamadas
cihuateteo acompañarían al sol en su recorrido del atardecer, cuando el “gran
guerrero” estuviera a punto de entrar al Mictlan y librar una nueva batalla. A
este tiempo-espacio en que las mujeres muertas consideradas guerreras
acompañan al sol desde el cenit hasta la puesta de éste en el poniente se le
llama: cihuatlampa. Se creía que después de cuatro años, estos guerreros
que estaban en el Tonalcalco, podían regresar a la tierra en forma de colibrí o
mariposa y podían visitar a sus familiares, descendientes o amigos.
Los indígenas creían que la cempasúchil era una planta curativa, pero ahora
solo sirve para adornar los altares y las tumbas de los difuntos. Por esta razón
se dice que a lo largo del tiempo la flor fue perdiendo sus poderes curativos.
Flor de cempasúchil significa en náhuatl "veinte flor"; efeméride de la muerte.