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En México, las ceremonias rituales dedicadas a los muertos se practican,

desde antes de la llegada de los españoles a tierras mesoamericanas, el culto


data por lo menos desde 1800 antes de nuestra era.

En el calendario azteca que estaban relacionados con festividades en honor a


los muertos, estos meses eran el quinto, llamado Toxcatl; El noveno
llamado Tlaxochimaco o Miccailhuitzintli que así se denominaba entre los
tlaxcaltecas y otros grupos; el décimo mes llamado Xocolhuetzin o según
Torquemada, también recibía el nombre de Hueymiccailhuitl entre los
tlaxcaltecas; el onceavo mes denominado Ochpaniztli; el siguiente
llamadoTeotleco; el treceavo mes recibía el nombre de Tepeilhuitl donde las
fiestas estaban dedicadas a las personas ahogadas; Quecholli era el mes que
se festejaba a los dioses del "infierno", en estas fiestas hay referencias de
rituales sobre los sepulcros. Cabe mencionar que esta festividad coincide en
fecha con la de Todos Santos y los Fieles Difuntos del calendario cristiano.

La costumbre actual correspondiente al "día de muertos" se origina en el


México prehispánico con el culto a los difuntos y más específicamente con los
rituales mortuorios destinados a encaminar el "alma" del occiso hacia el
espacio-tiempo de la muerte que le correspondía, a asumir culturalmente la
degradación orgánica del cadáver, y a dirimir catárticamente el dolor de los
vivos. En el mundo precolombino, lazos rituales continuos se mantenían con
los difuntos. Los que habían sido "escondidos" por el dios Mictlantecuhtli o
que habían ido a atlan oztoc, l "al lugar del agua, en la cueva", intervenían en
los actos importantes de la comunidad. Se invocaban para la siembra, la
cacería o la guerra, se convocaban en el contexto de ritos mágicos, y se
evocaban para distintos acontecimientos sociales como los nacimientos,
matrimonios, etcétera. Los finados seguían participando espiritualmente de
manera activa a la vida del grupo.

Según modalidades que dependían de la manera en que había muerto la


persona y por ende del lugar del inframundo hacia el cual ésta se dirigía. Las
fiestas anuales de difuntos son las que dieron su carácter particular a los "días
de muertos" que se celebraron el día 1 y 2 de noviembre desde los primeros
momentos de la colonia. Consideraremos aquí algunas fiestas de difuntos tal y
como se efectuaban en tiempos anteriores a la conquista, no sin antes
recordar las distintas "moradas" hacia las que éstos se dirigían.

LOS LUGARES DE LA MUERTE


El movimiento espacio-temporal del astro rey, a la vez que estructura
cardinalmente el mundo, define asimismo los cuatro lugares donde van a
morar los difuntos: Mictlan o "lugar de los muertos" donde impera
Mictlantecuhtli, "el señor de la muerte", Tlalocan "lugar del Tlaloc", Tonatiuh
ichan "la casa del sol" morada de Huitzilopochtli, y Cincalco "la casa del maíz",
regido por Huemac. El Mictlan Los que mueren de muerte natural o de
enfermedades que no tienen un carácter sagrado, descienden como el sol
poniente en las fauces de Tlaltecuhtli el "Dios-Tierra". El recorrido infraterrenal
está constituido por etapas con obstáculos específicos que expresan quizás a
nivel narrativo la putrefacción y otros tormentos tanatomórficos que padece un
cadáver en su regresión orgánica hacia Aztlan, en este contexto: la blancura
ósea que permanece después de cuatro años.

A diferencia de los indígenas de América del sur, los nahuas no buscaban


preservar la integridad física del cadáver y la única tanatopraxis que
realizaban era el lavado del cuerpo. Mientras se divulgaba la noticia de la
muerte, comenzaban los preparativos para el ritual mortuorio. Ante todo se
procedía al lavado ritual y el maternaje del cuerpo.

Los informantes a partir de cuyo testimonio se hizo el Códice Magliabechiano


consideran también la fiesta Miccailhuitontli como fiesta de los niños difuntos .

La fiesta de los muertos pequeños Miccailhuitontli, permanecerá aunque bajo


otro nombre, el día primero de Noviembre de cada año.

Lss PRIMERAS FIESTAS CRISTIANAS

Cuando los españoles se instalan en México, después de la Conquista, las


fiestas de Todos los santos y de los Fieles difuntos están definitivamente
integradas al calendario litúrgico. Se celebran entre españoles y como las
demás ceremonias cristianas, se realizan pronto en las comunidades
indígenas evangelizadas, bajo el control del clero español. Desde los primeros
momentos, el culto indígena a los muertos, ya prohibido por los frailes en su
versión pagana, y las fiestas cristianas de difuntos, van a fundirse
sincréticamente, generando poco a poco la típica fiesta mexicana de Muertos.

La articulación binaria del festejo cristiano en fiesta de Todos los santos y día
de Fieles difuntos coincidía curiosamente, aunque en fechas distintas, con dos
fiestas indígenas de muertos: Miccaühuitontli "FIesta de los muertos
pequeños" y Huey Miccaühuitl "FIesta de los muertos grandes". Este hecho
propició sin duda una asimilación relativamente fácil de la ceremonia por los
grupos indígenas que tenían así la posibilidad de recordar a sus difuntos sin
ocultarse. La fiesta cristiana de muertos, en su modalidad nativa, no se dividió
en fiesta de Todos los santos y fiesta de los Fieles difuntos sino en fiesta de
los muertos pequeños el día primero, y fiesta de los grandes, el día 2 de
noviembre

Una vez amortajado el cuerpo y hecha la estatua de "astillas de tea" que lo


representaba, se cantaban cantos funerales miccacuicatl, y le daban de comer
al difunto: durante un convite ritual llamado quixococualia literalmente "le dan
de comer el fruto" . Luego, empezando a cantar, todas las mujeres que tenían,
salían tendido el cabello, con vasos y platos de pan y otros manjares que ellas
habían guisado, y ponían delante esta estatua de Axayácatl, y sus jícaras de
cacao. Luego venían los principales todos, con sus rosas en las manos sus
humazos a su usanza y ponían delante la estatua del rey. Venían luego los
incensado res e incensaban la estatua unos tras otros.

En el mundo indígena, el duelo no es sólo una actitud "doliente" o una


manifestación exterior de tristeza, constituye una verdadera ayuda ritual que
los parientes del difunto proveen para que su alma puedan llegar a su nuevo
estado ontológico. Según las modalidades de la muerte el duelo es distinto,
pues en términos generales no sólo ayuda al difunto a llegar al lugar que le
corresponde sino que permite una verdadera catarsis para la familia o el grupo
alcanzado por la muerte. Lo que en el mundo cristiano se realiza mediante la
oración se efectúa en el mundo indígena de manera activa.

A diferencia de la actual celebración de “día de muertos” que se realizan los


días 1 y 2 de noviembre, en el México antiguo esta tradición de recordar,
conmemorar, y convivir con los descarnados, duraba cuarenta días, dos
“veintenas” o cempoallapohualli de su antiguo calendario, es decir, dos meses
de veinte días.

Las “veintenas” en los que se conmemoraba a los ancestros –aquellas


personas que nos antecedieron y nos legaron sus formas de vida, sus
costumbres, sus tradiciones, su forma de ver y entender el mundo a través de
la vida y la muerte– fueron los “meses” noveno y décimo correspondientes al
calendario civil o solar conocido como Xiuhpohualli. Estos meses eran:
Tlaxochimaco (ofrenda de flores) tambien llamado Miccailhuitontli, que
significa, “la pequeña festividad de los muertos” o “celebración a los
muertecitos”, y Xocotl Huetzi (la caida del xocotl), tambien llamado Huey
Miccahiluitl, que quiere decir, “La gran festividad de los muertos”.
Miccailhuitontli se celebraba del 12 al 31 de julio, según los informes de fray
Bernardino de Sahagún y del 8 al 27 de agosto según fray Diego Durán. Huey
Micailhuitl, “la gran festividad de muertos” se celebraba del 1 al 20 de agosto
según Sahagún y del 28 agosto al 16 de septiembre según Durán.

Cuatro eran los lugares a donde iban los muertos, según las creencias de los
antiguos mexicanos. El lugar de destino estaba determinado por la manera en
que la persona moría. Si morían peleando en un campo de batalla, según era
el caso de los guerreros, estos iban a la casa del sol, al Tonalcalco o
Tonatiuhichan, pues el sol era considerado el “guerrero mayor” ya que todos
los días salia victorioso y triunfante de su paso por el Mictlan en donde había
vencido a la muerte. Se creía que estos guerreros acompañaban al sol en su
trayecto celeste. También, aquellas mujeres que morían en su primer parto
eran consideradas guerreras, pues habían librado una batalla para poder dar
a luz y habían otorgado un nuevo guerrero a esta sociedad militarista, y se
decía que al morir iban a la casa del sol. Estas mujeres muertas llamadas
cihuateteo acompañarían al sol en su recorrido del atardecer, cuando el “gran
guerrero” estuviera a punto de entrar al Mictlan y librar una nueva batalla. A
este tiempo-espacio en que las mujeres muertas consideradas guerreras
acompañan al sol desde el cenit hasta la puesta de éste en el poniente se le
llama: cihuatlampa. Se creía que después de cuatro años, estos guerreros
que estaban en el Tonalcalco, podían regresar a la tierra en forma de colibrí o
mariposa y podían visitar a sus familiares, descendientes o amigos.

Los indígenas creían que la cempasúchil era una planta curativa, pero ahora
solo sirve para adornar los altares y las tumbas de los difuntos. Por esta razón
se dice que a lo largo del tiempo la flor fue perdiendo sus poderes curativos.
Flor de cempasúchil significa en náhuatl "veinte flor"; efeméride de la muerte.

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